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La motivación se conoce como el impulso que ayuda a dirigir la conducta a una meta específica, esta

depende tanto de la necesidad, como del incentivo. Tradicionalmente se ha entendido a la necesidad


como un estado carencial del organismo, que precisa de la consecución de un objetivo determinado para
la supervivencia o para conseguir un estado deseable. La forma como la necesidad estimula a la
realización de dichas conductas motivadas es mediante el impulso.

La secuencia de necesidad y conducta: privación, necesidad, (impulso), conducta motivada, reducción


de la necesidad

La falta del objetivo de la conducta motivada, que puede ser tanto fisiológico, como social, o personal,
provoca un estado de necesidad por alcanzar dicho objetivo. Es el propio estado de necesidad el
responsable de estimular mediante el impulso las conductas apropiadas para conseguir el objetivo que se
quiere obtener. Una vez alcanzado éste, se reduce la necesidad y deja de haber conducta motivada hasta
que de nuevo haya una situación que favorezca un estado de necesidad.

Motivación sexual

La motivación sexual humana está mediatizada en gran medida por valores y hábitos aprendidos, así
como por preferencias adquiridas por experiencias individuales específicas, como ocurre con el hambre
y la sed. La sexualidad representa otro de los sistemas motivacionales considerados como primarios para
la supervivencia de la especie. La motivación sexual aumenta y cae en respuesta a una variedad de
factores, incluyendo hormonas, estimulación externa, señales externas (métrica facial), guiones
cognitivos, esquemas sexuales y presiones evolutivas. A pesar de esta variedad de factores, la
motivación sexual en el varón humano es relativamente directa ya que el deseo refleja las fuerzas
fisiológicas tales como un ciclo trifásico de respuesta sexual (deseo-excitación-orgasmo), una
cercana correlación entre la respuesta eréctil y el deseo experimentado psicológicamente, guiones
sexuales relativamente homogéneos y preferencias y estrategias de apareamiento estereotipadas. La
motivación sexual en las mujeres es más compleja ya que el ciclo de respuesta sexual de las mujeres
frecuentemente no es lineal, depende de las necesidades de intimidad emocional, hay una baja
correlación entre la respuesta genital y el deseo psicológico y los guiones y esquemas sexuales son
heterogéneos. Las investigaciones acerca de los determinantes de la orientación sexual señalan a la
importancia de la genética, las influencias del desarrollo prenatal y la idea de que las personas
descubren y se concientizan de su orientación sexual en lugar de elegirla de manera deliberada.
No obstante debemos señalar que, así como en la mayoría de seres vivos la conducta sexual está
determinada fisiológicamente, tanto en lo que respecta al inicio y el fin, como a la forma en que se
manifiesta (y ello debido a la dependencia entre conducta sexual y mantenimiento de la especie). Bien es
cierto que para que se produzca la respuesta sexual es necesario el concurso de la actividad fisiológica y
hormonal y que algunas estructuras neuronales, como el hipotálamo, ejercen un importante papel en la
respuesta sexual, estas variables no la determinan y ni siquiera pueden considerarse como el
condicionante principal, ni el factor explicativo más importante del comportamiento sexual. El principal
aspecto fisiológico que puede influir en ella es el hecho de que exista un patrón de respuesta sexual
típico, caracterizado por una serie de fases (ciclo de respuesta sexual: deseo, excitación, orgasmo y
resolución). Por lo demás, son variables no fisiológicas (situacionales, hábitos de comportamiento,
valores morales, experiencias anteriores, etc.) las que ejercen una influencia mayor en el
comportamiento sexual, como se pone de manifiesto la atracción que ejerce un posible compañero
sexual y las reacciones conductuales que provoca. En conclusión, en la mayoría de los casos son los
estímulos asociados a un compañero sexual (y la variedad puede ser extraordinaria) los que determinan
la conducta, con independencia de los aspectos fisiológicos u hormonales. Las variaciones, disfunciones
y alteraciones de la conducta sexual pueden ser explicadas mediante principios psicológicos, mientras
que la intervención en las mismas se realiza en la mayoría de los casos mediante técnicas
psicoterapéuticas o de modificación de conducta.

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