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MIGUEL UNAMUNO

Miguel de Unamuno y Jugo nació en Bilbao en 1864. La guerra carlista que vivió allí de
niño pasaría a ser tema de su primera novela, Paz en la guerra. Unamuno estudió Filosofía
y Letras en Madrid, pero pasó casi todo el resto de su vida en Salamanca, donde obtuvo
la cátedra de griego e historia de la lengua. Subió al rectorado de la Universidad de
Salamanca en 1901.

En 1924 Unamuno fue destituido de su puesto de rector de la Universidad de Salamanca


por el dictador Miguel Primo de Rivera. Fue desterrado a una de las islas Canarias, pero
se refugió en Francia. Volvió a Salamanca en 1931 y ocupó de nuevo el rectorado de la
Universidad de Salamanca, donde continuó su vida de intensa intelectualidad. Unamuno
poseía una cultura muy amplia. Conocía lenguas y literaturas modernas y antiguas y le
interesaba la filología. Las obras de Unamuno se distiguen por una fuerte preocupación
filosófica e incorporan sus estudios de Kant, Hegel, Kierkegaard, Nietzsche,
Schopenhauer e Ibsen.

A Unamuno le apasionó toda su vida la filosofía y la historia, sobre todo la filosofía de la


historia de España. Fue profundamente religioso pero se distanció mucho de la ortodoxia
cristiana. El pensamiento unamuniano refleja su angustia por la división entre lo ideal y
lo real, entre el corazón y la razón. Unamuno perdió la fe católica tras unas crisis
juveniles. Vivió unos años de militancia socialista y estuvo afiliado al Partido Socialista
Obrero Español (PSOE) entre 1894 y 1897 . Otra crisis a los 31 años le renovó la
meditación sobre los problemas espirituales y la política; en 1895 Unamuno le escribió a
Clarín: "Sueño con que el socialismo sea una verdadera reforma religiosa, cuando se
marchite el dogmatismo marxiano." Abandonó la militancia política en 1897,
concentrando su atención en el problema de la muerte y de la nada. Los dos grandes temas
del problema de España y del sentido de la vida humana lo angustiaron toda su vida.

Además de preocuparse por el futuro de su país, Unamuno mostró una profunda


preocupación por su fin personal. La fe es un problema central en su obra, pero no le
interesaba la fe estática sino la fe individual y personal. Para Unamuno el anhelo de Dios
y de la inmortalidad era tan importante como el aspecto científico-racional del individuo.
Reconoció, sin embargo, que la fe tradicional no podía sostenerse ante los avances
científicos modernos. Según Unamuno, la persona siente la necesidad de Dios y la fe llega
a ser una afirmación del individuo. Sin embargo, Unamuno insistió que el aspecto racional
de la persona no le permite creer ciegamente.

La base del "sentimiento trágico de la vida"--título del libro que Unamuno publicó en
1913--es la paradoja entre el vivir y el conocer, ya que "todo lo vital es antirracional, no
ya sólo irracional, y todo lo racional, antivital." La vida en sí es una paradoja, y la persona
se contradice a sí mismo. Unamuno se consideró "un hombre de contradicción y de pelea.
uno que dice una cosa con el corazón y la contraria con la cabeza, y que hace de esta lucha
su vida." En más de una ocasión el angustiado escritor declaró que "la paz es mentira."
Identificó la vida con la agonía, entendida ésta en el sentido etimológico de "lucha." Estas
preocupaciones son manifiestas en el libro Del sentimiento trágico de la vida, en el que
Unamuno explica que tanto el sentimiento como la razón definen al individuo: "El más
trágico problema de la filosofía es el de conciliar las necesidades intelectuales con las
necesidades afectivas y con las volitivas."

Unamuno es uno de los escritores más importantes del grupo llamado la "Generación del
98," preocupados por el futuro de España ante el mundo moderno. El año 1898 fue el en
que España perdió sus últimas colonias ultramarinas, hecho que provocó un examen de
la situación histórica del país. Los escritores identificados con la Generación del 98
abogaban por una "europeización" de España. Para Unamuno esa europeización debía
abarcar también una "españolización" de lo europeo.

La casa de Unamuno en Salamanca

Su primer libro, En torno al casticismo (1895), es un intento de definir lo eterno y


universal del espíritu español. Ya en este libro Unamuno insiste en la necesidad de que
España se integre intelectual y espiritualmente al resto de Europa. Otro concepto muy
importante que Unamuno planteó en su primer libro, es la distinción entre la historia (los
cambios cronológicos e incidentales) y la intrahistoria (la continuidad y lo esencial de los
pueblos).

La vida de don Quijote y Sancho (1905) sirve como contraposición a la idea de la


europeización de España. En este libro se realza la independencia y el voluntarismo de
don Quijote, el cual representa el alma española rechazando la lógica para seguir su propia
fe y visión personal. El "problema de España" se define ahora como una falta de
"Quijotes," y Unamuno insiste en la necesidad de "rescatar el sepulcro del Caballero de
la Locura del poder de los hidalgos de la Razón."
Algunos críticos consideran que la filosofía de Unamuno anticipa el existencialismo de
los años 30, 40 y 50, y usan el término "pre-existencialista" para hablar de la obra
unamuniana. A otros críticos les parece más apropiado hablar del "vitalismo"
unamuniano. No importa tanto la clasificación de la filosofía unamuniana, en parte porque
ésta evolucionaba a lo largo de la vida del autor, pero impregna toda su copiosa
producción literaria. Miguel de Unamuno fue autor de novelas, poesía, teatro y ensayo y
en su asombrosa y prolífica obra artística se encuentra la manifestación de su
preocupación por la inmortalidad.

Los temas predilectos de Unamuno--la inmortalidad, la procreación, la maternidad, la


lucha del individuo por realizarse--no son sino pretextos para la exploración de sus ideas
filosóficas. Empleaba un lenguaje esencial, sin adornos, para transmitir sus ideas.
Buscaba un estilo desnudo que permitiera desplegarse una densidad de ideas. Unamuno
luchaba con el lenguaje para conseguir lo que él llamaba "una lengua seca, precisa, rápida,
sin tejido conjuntivo." Sus personajes casi carecen de descripción física, ya que lo que los
definen es la lucha interior.

La obra literaria de Unamuno resiste toda categorización. Rechazó los límites


tradicionales del género narrativo al escribir Niebla (1914), obra que él clasificó de
"nívola" en vez de "novela": "Invento el género e inventar un género no es más que darle
un nombre nuevo, y le doy las leyes que me placen." El protagonista de Niebla, Augusto
Pérez, entra en diálogo con el autor, insistiendo que como ente de ficción es tan auténtico
como el autor de carne y hueso, y explicando que no quiere morirse. El deseo de "serse"
del protagonista se debate contra la muerte y la disolución de su personalidad.: "¡Quiero
vivir, quiero ser yo!" El diálogo de la novela se convierte en vehículo imprescindible para
la exteriorización de la voluntad del protagonista.

Unamuno adaptó el tema bíblico del cainismo en su novela Abel Sánchez (1917),
ampliando el tema de la envidia al reconocer una dialéctica entre el envidiado y el
envidioso, que se necesitan mutuamente. No es que haya víctimas y verdugos, sino que
todos llevamos dentro un Caín y un Abel luchando en íntima tragedia. Ante este destino
trágico Unamuno propone la caridad y el perdón como únicas respuestas.

Unamuno unió tres novelas cortas bajo el título de una de ellas, San Manuel Bueno, martir
(1931). En la novela aparecen unas de las grandes obsesiones unamunianas: la
inmortalidad y la fe. El protagonista de San Manuel Bueno, martir es un cura que pierde
la fe. Este hombre, sin fe ni esperanza, se convertirá sin embargo en ejemplo de la caridad.
Unamuno establece un contraste entre una verdad trágica y una felicidad ilusoria, optando
en esta obra por la segunda, a diferencia de lo que había sostenido en obras más
tempranas.

Escritor infatigable, Unamuno escribió varios libros de poesía, entre ellos un diario de su
destierro en Francia durante los años veinte y unas meditaciones sobre una pintura de
Cristo del famoso pintor Velázquez. Igual que sus obras narrativas, la obra poética de
Unamuno constituye un tipo de autobiografía espiritual, expresión de su constante lucha
vital. Se mantuvo al margen de las modas poéticas del momento como el modernismo, el
simbolismo o el vanguardismo, prefiriendo expresarse de manera más sobria.

El teatro de Unamuno no es sino continuación de su obsesión con el conflicto íntimo del


individuo. En obras como Fedra, El otro, La venda y El hermano Juan intentaba presentar
directamente ese conflicto. Se nota en la obra dramática, igual que en sus novelas, una
reducción casi absoluta a la palabra y la acción. y una intriga mínima. Es casi imposible
discernir entre teatro, novela y poesía en Unamuno, ya que su obra es equemática dentro
de un contexto de diálogos intelectuales y ensayísticos que llevan a los personajes a
"monologar."

Cuando las tropas nacionalistas de Francisco Franco se apoderaron de Salamanca al


principio de la Guerra Civil, Unamuno resumió su opinión de la política del
"Generalísimo" en la consabida conclusión concisa: "Venceréis, pero no convenceréis."
Por su postura ante las fuerzas franquistas, Unamuno fue destituido y sufrió arresto
domiciliario. Murió repentinamente el 31 de diciembre de 1936.
Franz Kafka

(Praga, 1883 - Kierling, Austria, 1924) Escritor checo en lengua alemana cuya obra señala
el inicio de la profunda renovación que experimentaría la novela europea en las primeras
décadas del siglo XX. Franz Kafka dejó definitivamente atrás el realismo decimonónico
al convertir sus narraciones en parábolas de turbadora e inagotable riqueza simbólica:
protagonizadas por antihéroes extraviados en un mundo incomprensible, sus novelas
reflejan una realidad en apariencia reconocible y cotidiana, pero sometida a inquietantes
mutaciones que sumergen al lector en una opresiva y asfixiante pesadilla, plasmación de
las angustias e incertidumbres que embargan al hombre contemporáneo.

Franz Kafka

Biografía

Nacido en el seno de una familia de comerciantes judíos, Franz Kafka se formó en un


ambiente cultural alemán. Su padre, Hermann Kafka, había obtenido una cómoda
posición con un matrimonio ventajoso y pudo costear una buena formación para el
primogénito en uno de los colegios alemanes de Praga. Concluido el bachillerato (1901),
el cabeza de familia lo obligó a cursar estudios de leyes, materia por la que nunca sintió
el menor interés, y se doctoró en derecho en 1906.

Los años universitarios le dejaron tiempo para cultivar sus aficiones filosóficas y
literarias; leyó a numerosos autores y conoció al futuro escritor y crítico literario Max
Brod, con quien trabó una íntima amistad destinada a perdurar toda una vida. La
personalidad enérgica y activa de Brod, totalmente opuesta a la del temeroso e
introvertido Kafka, mitigó su soledad y su marcada tendencia al aislamiento.
Finalizados sus estudios, trabajó en diversos bufetes de abogados y, desde 1908, en una
compañía de seguros de Praga. Allí desempeño sus tareas con eficiencia y puntualidad,
llegando a merecer un ascenso; sin embargo, carecía por completo de ambición
profesional. El aburrido empleo (que no abandonaría definitivamente hasta 1920, a causa
de su deteriorada salud) le ocupaba solamente las mañanas y podía dedicar las tardes y
las noches a la literatura, su verdadera pasión.

Kafka en 1906

En 1911 conoció a Yitzchak Lowy, actor de teatro yiddish; pronto empezó a interesarse
por la mística y la religión judías, que ejercieron sobre él una notable influencia y
favorecieron su adhesión al sionismo. Su proyecto de emigrar a Palestina se vio frustrado
en 1917 al padecer los primeros síntomas de tuberculosis, que sería la causante de su
muerte. El diagnóstico decidió a Kafka a romper definitivamente su compromiso
matrimonial con Felice Bauer, a la que había conocido en 1912 a través de Max Brod.
Durante los cinco años que duró, la relación con Felice había sido repetidamente
abandonada y retomada debido a las interminables vacilaciones de Kafka.

La enfermedad obligó a Kafka a pasar largas temporadas en diversos sanatorios, primero


en los Alpes italianos y finalmente en Kierling, cerca de Viena. En uno de ellos se
enamoró de la joven checa Julie Wohryzek, pero la radical oposición del padre de Kafka
imposibilitó el matrimonio. Este episodio originó el más revelador documento de aquella
conflictiva relación paternofilial: la célebre Carta al padre que Kafka escribió en 1919.
Publicada póstumamente, nunca llegó a ser enviada a su destinatario.

En 1920, el encuentro con la traductora y periodista checa Milena Jesenská se transformó


en una relación profunda, testimoniada en las Cartas a Milena, que verían la luz en 1952.
Pero ni Kafka ni la propia Milena, casada con otro hombre, tuvieron el aliento necesario
para romper el matrimonio, y a partir de 1921 comenzaron a distanciarse. Se estableció
entonces en una casa de campo adquirida por su hermana, en la que escribió El castillo.
En 1923, con la enfermedad ya muy avanzada, conoció a la jovencísima y vital Dora
Diamant, el gran amor que había anhelado siempre, y que le devolvió brevemente la
esperanza. Pero en abril del año siguiente sus dolencias se agravaron; en compañía de
Dora Diamant, de su amigo Max Brod y de su tío Siegfried, falleció el 3 de junio de 1924
en el sanatorio de Kierling.

La obra de Kafka

A pesar de la enfermedad, de la hostilidad manifiesta de su familia hacia su vocación


literaria, de sus cinco tentativas matrimoniales frustradas y de su empleo de burócrata en
una compañía de seguros de Praga, Franz Kafka se dedicó intensamente a la literatura. Su
obra, que nos ha llegado en contra de su voluntad expresa (ordenó a su íntimo amigo y
consejero literario Max Brod que quemara todos sus manuscritos tras su muerte),
constituye una de las cumbres de la literatura alemana y se cuenta entre las más
influyentes e innovadoras del siglo XX.

En la línea de la Escuela de Praga, de la que es el miembro más destacado, la escritura de


Kafka se caracteriza por una marcada vocación metafísica y una síntesis de absurdo,
ironía y lucidez. Ese mundo de sueños, que describe paradójicamente con un realismo
minucioso, ya se halla presente en su primera novela corta, Descripción de una lucha, que
empieza con una lección de danza en Praga, traslada muy pronto al héroe al Japón y le
sitúa en el centro de salvajes aventuras espirituales; fragmentos de este relato fueron
publicados en 1909 en la revista Hyperion, dirigida por Franz Blei.

Con Felice Bauer


En 1913, el editor Rowohlt accedió a publicar su primer libro, Meditaciones, pequeños
fragmentos en prosa de una inquietud espiritual penetrante y un estilo profundamente
innovador, a la vez lírico, dramático y melodioso. Los textos eran en realidad extractos
de su diario personal: a instancias de su amigo Max Brod, Kafka seleccionó una serie de
pasajes del Diario que había iniciado en 1910 y que continuaría, casi sin interrupciones,
hasta el mismo año de su muerte. El libro pasó desapercibido; los siguientes tampoco
obtendrían ningún éxito, fuera de un círculo íntimo de amigos y admiradores
incondicionales.

El estallido de la Primera Guerra Mundial y el final del noviazgo con Felice Bauer
señalaron el inicio de una etapa creativa prolífica en la que redactó las obras más
características de su producción. Su legado, que plantea numerosas dificultades de
interpretación, se caracteriza en cambio por una extrema y deliberada claridad estilística,
como se observa en la más conocida de sus narraciones, La metamorfosis (1915). Su
protagonista es un mediocre viajante de comercio, Gregorio Samsa; un mañana, al
despertarse, Samsa descubre que se ha transformado en un enorme insecto, lo que es
narrado con normalidad pese a la monstruosidad de la situación. Este doble juego será
una constante en la creación del autor, y en él reside en buena medida su singularidad y
eficacia.

Primera edición de La metamorfosis

Casi contemporáneo al anterior y escrito en una sola noche es el relato de un conflicto


paternofilial: La condena (1913), en el que un padre viejo y aparentemente enfermo
recobra de repente su vitalidad y autoridad opresiva para maldecir a su hijo, que tan sólo
deseaba vivir su propia vida. Años después aparecerían impresos el cuento En la colonia
penitenciaria (1919) y el volumen de relatos Un médico rural (1919). Todas las restantes
obras de Kafka no serían publicadas hasta después de su muerte. Títulos esenciales de su
producción, como El proceso o El castillo, se hubiesen perdido para siempre de no haber
incumplido Max Brod su orden de quemar los manuscritos; de hecho, el propio Brod se
encargó de preparar las ediciones.

Su primera novela propiamente dicha (las narraciones anteriores deben considerarse


cuentos o novelas cortas por su extensión) es El proceso, que había comenzado a escribir
hacia 1914 y fue publicada póstumamente en 1925. El protagonista de El proceso es
Joseph K., empleado en un banco. Una mañana, dos individuos de uniforme le notifican
su detención en virtud de un proceso que se ha incoado contra él. Es inútil que quiera
conocer el delito de que se le acusa: son simples funcionarios que se limitan a cumplir su
cometido, a saber, notificarle su detención. Pese a ello, es dejado provisionalmente en
libertad; será citado en domingo para los interrogatorios a fin de no perturbarle en su
trabajo.

Fotogramas de El proceso (1962), de Orson Welles

En sus intentos de probar su inocencia, Joseph K. penetra en los entresijos de un


inquietante sistema judicial. Las sesiones del juzgado de instrucción se celebran en casa
de un carpintero; los libros de la ley no son más que novelas sádicas e indecentes; los
archivos judiciales están instalados en el granero de una casa miserable, en cuya
irrespirable atmósfera escriben incesantemente los empleados sobre sus pupitres. Un tío
de Joseph K. le presenta a su abogado, un viejo enfermo que recibe a sus clientes en la
cama y cuya enfermera se siente atraída eróticamente por todos los procesados; tampoco
él consigue adelantar el asunto. Se cuenta que la absolución es posible, que hace
muchísimos años se dictó una sentencia absolutoria, pero es una leyenda de dudoso
crédito, pues, en realidad, los fallos del tribunal no se publican nunca. Un pintor retratista
de jueces le informa de que podría ser aparentemente absuelto, lo que equivale a decir
que el día menos pensado podría volver a ser detenido.

Todo ello va minando la inicial determinación de Joseph K. Obsesionado por el caso,


descuida su trabajo en la oficina para pasar largas horas perdido en el examen de las varias
posibilidades de salvación que aparentemente se le ofrecen, o bien va corriendo de un
lado a otro de la ciudad para confiar su defensa a un abogado o para buscar afanosamente
la ayuda de cualquier persona que conozca a los jueces que se hacen cargo de su proceso.
Al mismo tiempo, percibe miradas y sonrisas maliciosas en los escenarios donde se
desarrollaba su metódica vida (el banco, la pensión, el café); de forma inexplicable, todos
están enterados de su proceso.

Sus medios de defensa resultan insuficientes y equivocados; al cabo de casi un año, sin
haber llegado nunca a conocer cuál era la acusación, y extenuado e impotente tras una
lucha imposible y absurda, Joseph K. es llevado sin resistencia a la afueras de la ciudad
y ejecutado. El centro de la obra es el crecimiento del sentimiento de culpa y los tormentos
que éste desencadena. La novela fue dramatizada en 1947 por André Gide y Jean-Louis
Barrault, mientras que Gottfried von Einem hizo con ella una ópera, con libreto de Boris
Blacher y Heinz von Cramer, que se estrenó en 1953. En 1962, Orson Welles rodó una
soberbia adaptación cinematográfica.

Franz Kafka en 1917

El argumento de su segunda novela, El castillo (escrita entre 1921 y 1922 y publicada en


1926), es en ciertos aspectos similar. Un agrimensor llamado K. llega a una aldea
gobernada por un conde que vive en un castillo sobre la colina; el agrimensor ha sido
llamado por el conde para trabajar a su servicio, y su intención es establecerse allí y
ejercer su profesión.

Sin embargo, topa de inmediato con inesperadas e insuperables dificultades. Por un lado,
el castillo parece ser la sede de una monstruosa e incomprensible maquinaria burocrática
a la que es casi imposible acceder; cuando parece lograrlo, no obtiene sino
comunicaciones contradictorias. Por otro, no obtiene ninguna cooperación de las gentes
del pueblo, que aceptan con naturalidad los absurdos dictados del castillo y parecen
dejarlo de lado. A pesar de su empeño y sus esfuerzos, K. nunca logra más que aparentes
avances en su propósito de iniciar su trabajo e integrarse en la comunidad, seguidos de
retrocesos que lo devuelven una y otra vez al punto de partida. Max Brod hizo una versión
dramática de esta obra en 1953.

América (1927), por último, es una novela inconclusa, además de fragmentaria, que
presenta dos grandes saltos y carece de final. Aunque en la publicación póstuma ocupa el
tercer lugar, fue la primera que escribió: su primer capítulo, "El chófer", se había impreso
en 1913 como relato independiente. Su protagonista es Karl Rossmann, un muchacho de
dieciséis años que, a consecuencia de una desdichada aventura con la criada de sus padres,
se ve obligado a separarse de ellos y de Alemania, su patria, para emigrar a América,
donde uno de sus tíos debe recibirle.

Pronto se encuentra abandonado a sus propias fuerzas en aquel inmenso y complicado


país. Karl trata de trabajar en diversos oficios, pero dura poco en ellos; conoce así
numerosos aspectos de aquella sociedad y pasa por múltiples experiencias que ponen
claramente de relieve su imposibilidad de adaptarse. Como en las novelas antes reseñadas,
el lector tiene la impresión de seguir al héroe a través de un oscuro laberinto indescifrable,
donde los acontecimientos cobran un valor simbólico, pero sin que jamás se aclare la
significación de los símbolos ni el efecto que puedan tener en la vida del personaje.

La muralla china (1931) es un volumen que recoge relatos y textos en prosa escritos a
partir de 1917; además del cuento que le da título, abarca dieciocho narraciones diversas
y dos colecciones de notas y pensamientos. Los Diarios 1910-1923 se publicaron en 1948-
1949, aunque una selección de ellos y de las cartas del autor ya se habían impreso en 1937
en Praga. Estos textos son de gran importancia para la interpretación de la persona y la
obra de Kafka, e incluyen un proyecto inconcluso de obra aforística que Max Brod
compiló con el título Consideraciones acerca del pecado, el dolor, la esperanza y el
verdadero camino.
La existencia atribulada y angustiosa de Kafka se refleja en el pesimismo irónico que
impregna su obra, que describe, en un estilo que va desde lo fantástico de sus obras
juveniles al realismo más estricto, trayectorias de las que no se consigue captar ni el
principio ni el fin. Sus personajes, significativamente designados con una inicial (Joseph
K. o simplemente K.), son zarandeados y amenazados por instancias ocultas,
materializadas en las autoritarias estructuras burocratizadas y anónimas creadas por la
misma sociedad. Así, el protagonista de El proceso no llegará a conocer el motivo de su
condena a muerte, y el agrimensor de El castillo buscará en vano el rostro del aparato
burocrático en el que pretende integrarse; ambos padecen la angustiosa desorientación, la
impotencia y finalmente el sentimiento de culpa y desamparo frente a un mundo
ininteligible y deshumanizado que escapa a todo intento de control y que acaba
degradando y sometiendo al hombre.

Tan singular es la opresiva atmósfera que emana de sus más características narraciones,
que incluso la lengua común ha incorporado el adjetivo kafkiano para referirse a una
situación particularmente absurda y angustiosa. Los elementos fantásticos o absurdos,
como la transformación en escarabajo del viajante de comercio Gregorio Samsa en La
metamorfosis, evidencian la alienación del individuo e introducen en la realidad más
cotidiana aquella distorsión que permite desvelar su propia y más profunda
inconsistencia, un método que se ha llegado a considerar como una especial y literaria
reducción al absurdo.

Por su trascendental influencia, Franz Kafka se coloca a la cabeza de la renovación que


emprendió el género novelístico en las primeras décadas del siglo XX, en la que también
han de ubicarse grandes maestros como el francés Marcel Proust, el irlandés James Joyce
y el estadounidense William Faulkner. Pero su originalidad irreductible y el inmenso
valor literario de su obra le han valido a posteriori una posición privilegiada, casi mítica,
en la literatura contemporánea. Cien años después de La metamorfosis, las múltiples
interpretaciones trazadas desde los más variados puntos de vista (desde el enfoque
existencialista al sociológico o psicoanalítico, pasando por las que parten del judaísmo o
de la biografía del autor) siguen pareciendo reducciones o simplificaciones de una obra
que, por su riqueza significativa, apenas tiene parangón en la literatura universal.
Albert Camus

(Mondovi, Argelia, 1913 - Villeblerin, Francia, 1960) Novelista, dramaturgo y ensayista


francés. Nacido en el seno de una modesta familia de emigrantes franceses, su infancia y
gran parte de su juventud transcurrieron en Argelia. Inteligente y disciplinado, empezó
estudios de filosofía en la Universidad de Argel, que no pudo concluir debido a que
enfermó de tuberculosis.

Albert Camus

Formó entonces una compañía de teatro de aficionados que representaba obras clásicas
ante un auditorio integrado por trabajadores. Luego ejerció como periodista durante un
corto período de tiempo en un diario de la capital argelina, mientras viajaba intensamente
por Europa. En 1939 publicó Bodas, conjunto de artículos que incluyen numerosas
reflexiones inspiradas en sus lecturas y viajes. En 1940 marchó a París, donde pronto
encontró trabajo como redactor en Paris-Soir.

Albert Camus empezó a ser conocido en 1942, cuando se publicaron su novela corta El
extranjero, ambientada en Argelia, y el ensayo El mito de Sísifo, obras que se
complementan y que reflejan la influencia que sobre él tuvo el existencialismo. Tal influjo
se materializa en una visión del destino humano como absurdo, y su mejor exponente
quizá sea el «extranjero» de su novela, incapaz de participar en las pasiones de los
hombres y que vive incluso su propia desgracia desde una indiferencia absoluta, la misma,
según Camus, que marca la naturaleza y el mundo.

Sin embargo, durante la Segunda Guerra Mundial se implicó en los acontecimientos del
momento: militó en la Resistencia y fue uno de los fundadores del periódico clandestino
Combat, y de 1945 a 1947, su director y editorialista. Sus primeras obras de teatro, El
malentendido y Calígula, prolongan esta línea de pensamiento que tanto debe al
existencialismo, mientras los problemas que había planteado la guerra le inspiraron Cartas
a un amigo alemán.

Su novela La peste (1947) supone un cierto cambio en su pensamiento: la idea de la


solidaridad y la capacidad de resistencia humana frente a la tragedia de vivir se impone a
la noción del absurdo. La peste es a la vez una obra realista y alegórica, una reconstrucción
mítica de los sentimientos del hombre europeo de la posguerra, de sus terrores más
agobiantes. El autor precisó su nueva perspectiva en otros escritos, como el ensayo El
hombre en rebeldía (1951) y en relatos breves como La caída y El exilio y el reino, obras
en que orientó su moral de la rebeldía hacia un ideal que salvara los más altos valores
morales y espirituales, cuya necesidad le parece tanto más evidente cuanto mayor es su
convicción del absurdo del mundo.

Si la concepción del mundo lo emparenta con el existencialismo de Jean-Paul Sartre y su


definición del hombre como «pasión inútil», las relaciones entre ambos estuvieron
marcadas por una agria polémica. Mientras Sartre lo acusaba de independencia de criterio,
de estirilidad y de ineficacia, Camus tachaba de inmoral la vinculación política de aquél
con el comunismo.

De gran interés es también su serie de crónicas periodísticas Actuelles. Tradujo al francés


La devoción de la cruz, de Calderón de la Barca, y El caballero de Olmedo, de Lope de
Vega. En 1963 se publicaron, con el título de Cuadernos, sus notas de diario escritas entre
1935 y 1942. Galardonado en 1957 con el Premio Nobel de Literatura, falleció en un
accidente de automóvil.
Émile Cioran

(Émile o Emil Michel Cioran; Rasinari, 1911 - París, 1995) Filósofo francés de origen
rumano cuyo pensamiento se caracteriza por su extremo pesimismo y nihilismo. Hijo de
un pope rural, estudió filosofía en Bucarest, donde entabló amistad con Eugène Ionesco
y Mircea Eliade; su tesis doctoral versó sobre Henri Bergson, en unos años en que
asimilaba influencias de Kant, Schopenhauer y Nietzsche. Posteriormente viajó a
Alemania y fue por breve tiempo profesor de filosofía en Brasov. Logró en 1937 una beca
del Instituto Francés de Bucarest y marchó a París, donde, con alguna ausencia, residió
hasta su muerte.

Émile Cioran

Comenzó escribiendo en su país y en Francia en lengua rumana, y compuso


tempranamente algunos libros anticipatorios de su marcada actitud pesimista y retadora
de las ideologías y las convenciones sociales, como En las cimas de la desesperación
(1934), El libro de las quimeras (1936), De lágrimas y de santos (1937), El ocaso del
pensamiento (1940) y Breviario de los vencidos (escrito durante la ocupación nazi de
París). El primero tuvo una gran acogida, pero el tercero provocó un fuerte escándalo, que
consolidó su decisión de quedarse en París.

En 1946 renunció a su nacionalidad y se declaró apátrida. En 1947, mientras traducía al


rumano a Stéphane Mallarmé, decidió adoptar el francés como lengua de expresión.
Breviario de podredumbre (1949) será su primer texto escrito en francés, a modo de
desafío a sus raíces y a la afectividad que se vincula con ellas y con el idioma.

Su producción ensayística es inmensa, resuelta en numerosos casos por medio del


aforismo y la paradoja, que le proporcionaron la libertad de polemizar sin necesitar de un
sistema para hacerlo, fustigar y exponer sus opiniones y análisis. Entre sus numerosos
libros figuran Silogismos de la amargura (1952), La tentación de existir (1956), La caída
en el tiempo (1964), Del inconveniente de haber nacido (1973). Cada uno de ellos es un
ataque furibundo a las ideologías, religiones y filosofías creadas por los seres humanos
para justificar su comportamiento.

Su vida y su obra, indisociables, se sitúan en la periferia de lo establecido, al margen de


cualquier convencionalismo. Así, renunció al termino "filósofo", adoptando el de
"pensador orgánico", según el cual, todo acontecimiento vivido, físico o intelectual, es
aprovechado para moldear un cuerpo conceptual. Su estilo escapa del usual rigor formal
de los filósofos, adquiriendo maneras más libres y literariamente ricas, poéticas incluso.

Su obra surge de un impulso interior negativo, fruto de una conciencia del sinsentido de
la existencia y de una voluntad de oponerse a éste mediante el ejercicio terapéutico de la
escritura. En sus textos, Émile Cioran se muestra convencido de la naturaleza
intrínsecamente maligna de la humanidad, y se complace en la recreación de la cara
oscura de ésta, para extraer conclusiones en absoluto tranquilizadoras. En sus últimos
tiempos abrazó el budismo.

Libro a libro, E. M. Cioran fue afirmando su personalidad nihilista y marginal que, sin
embargo, fue creciendo en popularidad. Con su radical libertad de pensamiento (que regía
también su vida personal, al igual que el ascetismo y la actitud burlona hacia todo lo que
le rodeaba), Cioran es uno de los pensadores más creativos y originales del siglo XX, por
mucho que para su desprecio y diversión fuera a menudo calificado de hereje, provocador,
"esteta de la desesperación" o "cortesano del vacío", a causa de su amargura y su visión
corrosiva. Por otra parte, él se calificaba a sí mismo de "hombre sin biografía" y se
aplicaba otras consideraciones igualmente burlonas. Otras obras suyas son Ejercicios de
admiración (1986) y El crepúsculo del pensamiento (1991).

BIBLIOGRAFÍA

http://www.swarthmore.edu/Humanities/mguardi1/espanol_11/unamuno.htm

https://www.biografiasyvidas.com/biografia/k/kafka.htm

https://www.biografiasyvidas.com/biografia/c/camus.htm

https://www.biografiasyvidas.com/biografia/c/cioran.htm

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