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Patrología
SAN BEDA EL VENERABLE
Varios historiadores de la Iglesia católica dan por terminada la época de los Padres
de la Iglesia Católica con la figura de San Juan de Damasco, otros en occidente suelen
anticipar este final en algo más de un siglo; pero no es con ellos que se cierra tal época sino
con otro más tardío, según, algunos autores señalan a San Beda el Venerable.
Etimológicamente: Beda, significa: aquel que es un buen guerrero, es de origen germánico.
Este santo nació en las tierras del monasterio de Warmouth, en el norte de Inglaterra, y en
la edad de siete años había sido confiado al abad Benedicto Biscop; dos años después pasó
al cercano monasterio de Jarrow, donde permanecería el resto de su vida. La gran erudición
del abad Benedicto Biscop influyó fuertemente en la vida de Beda. Fue ordenado diácono a
los 19 años y presbítero a los 30. Las dos más grandes satisfacciones de su vida las condesó
él mismo en tres verbos: aprender, enseñar, escribir.
Ahora bien, al tener en cuenta una breve biografía del santo y sus maravillosas obras
se puede ahondar sobre el sermón del himno de la Virgen María: el Magníficat. Este himno
que se encuentra en el evangelio de Lucas, san Beda realiza un sermón sencillo pero
profundo a la vez. En un primer momento sobre el himno: “proclama mi alma la grandeza
del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador”. Esta primera estrofa el santo destaca
que el Señor ha elevado grandemente por su gracia a la Virgen con un don tan inmenso y
tan inaudito, que no hay explicación alguna con las palabras, ni el afecto del corazón puede
comprender tal hecho magnífico, el cual es la Anunciación y de que el Verbo se encarnaría
en su vientre. Por ende, la Madre de Dios ofrece todo su ser como acción de gracias y se
entrega por completo a contemplar con agradecimiento la grandeza de Aquel que no tiene
fin. Es interesante, que este sermón el santo lo explica en primera persona, como si fuese él
quien está proclamando dicho himno y va explicando lo que la Virgen tuvo o piensa que
vivió en ese momento en su corazón.
Otro párrafo del himno destaca el santo: “porque el poderoso ha hecho obras
grandes por mí; su nombre es santo”. De este párrafo se puede extraer la información de
que sólo aquella alma a la que el Señor se digna hacer grandes favores puede proclamar la
grandeza del Señor con dignas alabanzas. Y de esto se puede decir de que un alma revisa
gracia de Dios, no se determina con un gesto de agradecimiento sino que nace en lo más
profundo de su corazón agradecimientos de alabanza y glorificación que no calla sino que
proclama la gran maravilla que Dios hace en lo más íntimo del hombre. Asimismo, el
“auxilia a Israel su siervo, acordándose de la misericordia”, destaca el santo la belleza de
nombrar a Israel siervo del Señor y, que particularmente la Virgen María se introduce y se
identifica como hija del pueblo de Israel y que no se aleja de su fiel linaje sino que lo
enaltece y brota de su corazón al proclamar que Dios no se ha olvidado de su pueblo sino
que cumple su promesa con su misericordia.
Estudiante: Héctor Mendoza
Patrología
Todo el sermón es reflejo de una glorificación de Dios por la oración de la Virgen
hacia a Él y, que san Beda no remite a toda oración cristiana al engrandecer tan maravilloso
misterio a la humanidad y que la profundidad de oración de la Virgen María es también
proclamación de todo el pueblo de Dios, puesto que al decir: “como lo había prometido a
nuestros padres, en favor de Abraham y su descendencia por siempre”, determina la
descendencia espiritual de Abraham. Y se afirma que somos hijos de la fe del padre
Abraham, es la descendencia que Dios le prometió a él por obedecer ciegamente a los
designios divinos. Es extraordinario el desenlace que hace el santo sobre el Magnífica
puesto que profundiza de manera resumida y explícita dicho himno que obra de lo más
profundo del corazón de la Virgen María.