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SAN GREGORIO DE ELVIRA: TRATADO SOBRE LOS LIBROS DE LAS

SANTAS ESCRITURAS

Héctor Mendoza
Patrología
 BREVE RESUMEN DE SU VIDA Y OBRA:

Fue un obispo español del siglo IV. Este santo, llamado también Gregorio Bético
Obispo de Elvira, en la provincia de Bética, España, de donde deriva su sobrenombre;
murió alrededor del año 392. Demostró ser de todos modos un ardiente oponente del
arrianismo, defendió el Credo Niceno en el Concilio de Rimini, y se negó a entrar en
ningún trato eclesiástico con los obispos arrianos Ursacio y Valente. Tiene una gran
preocupación por preservar la fe del error. Casi todos los sermones explican textos del
Antiguo Testamento, le dedica mayor atención porque presenta mayor dificultad.

Gregorio de Elvira es el predicador más notable de la Hispana Romana, y un


verdadero ejemplo de homilética en la Iglesia del siglo IV. Emplea un lenguaje muy
sencillo, comprensible para los files de su comunidad, pero valora la predicación como el
más alto ministerio de la Iglesia, por ende, se esmera en la preparación de sus sermones
mediante el estudio y la oración.

No obstante, la mayor parte de los escritos del santo son de carácter exegético. A los
“Tractatus de libris sanctarum Scripturarum” hay que añadir los cinco libros “In Canticum
Canticorum, el Tractatus de arca de Noe, los extensos fragmentos De Salomone y dos
breves Fragmenta expositionis in Ecclesiasten, que, junto al De fide, constituyen su
patrimonio literario auténtico.

En su teología, habla de la esencia de Dios, el cual destaca: la incomprehensibilidad,


la unicidad, la incorporalidad, y la eternidad de Dios. En cuanto a la antropología, destaca
que el hombre ha sido creado por Dios de dos elementos, alma y cuerpo. El alma es
inmortal y el cuerpo mortal. Pero hay un tercer elemento, el espíritu de Dios, que no posee
el hombre por nacimiento, sino que Dios le concede por mérito y gracia de la fe. Por otra
parte, en la Cristología habla que para expresar la generación eterna del Hijo emplea los
términos “nasci” y procederé”. El Hijo nace o procede del Padre. En la neumatología dice
que: el Espíritu Santo es un don del Padre y de Cristo. Y en la eclesiología plantea que la
Iglesia, al igual que Cristo, estaba ya prefigurada en el Antiguo Testamento

 TRACTATUS DE LIBRIS SANCTARUM SCRIPTURARUM.

En primera instancia la obra Tractatus apareció a nombre de Orígenes, el cual, se


motivó que se estudiara especialmente su relación con las homilías del Alejandrino. Antes
de Orígenes había ya en la Iglesia una praxis homilética que trataba de descubrir el sentido
alegórico del Antiguo Testamento. En sí, los Tractatus ofrecen un paralelismo, según
algunos autores, con otros muchos autores: Cipriano, Lactancio, Victorino de Pettau,
Eusebio de Vercelli, Febadio, Lucifer de Cagliari, Rufino, Evagrio, Máximo de Turín,
Isidoro de Sevilla…De ellos, los anteriores a Gregorio han podido servir de fuente, los
posteriores dependen, naturalmente, de él, como san Isidro de Sevilla que propaga los
escritos de san Gregorio de Elvira entre los autores medievales. En sí, hace pensar que si
Gregorio fue de influencia para ellos o viceversa.
Por tanto, esta obra de Gregorio es un tratado sobre los libros de las santas
Escrituras, el cual, lo va desarrollando con un tema bíblico en particular y, desarrolla una
reflexión exegética y teológica. Entre los temas que destaca en el tratado son las siguientes:
I. La creación del hombre.
II. La teofanía de Mambré.
III. Los dos hijos de Abraham.
IV. La circuncisión.
V. José en Egipto
VI. Las bendiciones de Jacob.
VII. El nacimiento de Moisés.
VIII. El precepto del sábado.
IX. La Pascua.
X. Las víctimas de los sacrificios.
XI. Los frutos de la tierra prometida.
XII. Rahab y los dos exploradores.
XIII. Historia de Sansón.
XIV. Victoria de Gedeón
XV. Eliseo sanea las aguas de Jericó.
XVI. Visión del profeta Isaías.
XVII. La resurrección de la carne.
XVIII. El bien del martirio.
XIX. El sacerdocio de Cristo.
XX. Venida del Espíritu Santo en Pentecostés.

Se puede afirmar que la vista preferencial de este tratado lo fundamenta san


Gregorio de Elvira sobre todo del Antiguo Testamento. Si se exceptúa el vigésimo de los
Tractatus que versa sobre Hch 2,1 ss, del cual es la número veinte: Venida del Espíritu
Santo en Pentecostés, todos los demás explican textos del Antiguo Testamento. Él mismo
afirma que ha explicado casi todas las lecturas del Génesis y del Levítico. Ahora bien, de
estas veinte reflexiones u homilías de san Gregorio de Elvira, se profundizará sobre; el
sacerdocio de Cristo en el siguiente punto.

XIX. EL SACERDOCIO DE CRISTO.


En esta homilía el Iliberitano (San Gregorio de Elvira) se ocupa del sacerdocio de
Cristo, basándose en un texto del profeta Zacarías (2,17 -3, 1). Es interesante, que
profundiza el santo sobre la lectura teniendo una inquietante, donde se preguntaba ¿quién es
este gran sacerdote del nombre Jesús, que le fue mostrado a Zacarías en esta revelación?
Así pues va transcurriendo hasta destacar que Jesucristo es aquel sacerdote eterno. En tal
caso, realza el hecho de que Jesús, el sumo sacerdote, aparezca de pie en presencia de Dios
indica su obediencia al Padre, obediencia hasta la muerte y muerte de cruz (Flp 2,8). Y el
hecho de que el diablo esté allí a su derecha, para acusarle, pone de manifiesto la posición
llevada a cabo contra Cristo por el diablo desde la encarnación hasta la cruz., bien por sí
mismo o bien sirviéndose de otros como Herodes, los judíos y Judas Iscariote. Pero como
siempre fue vencido por el Cristo, recibe una increpación. A este le increpó ciertamente el
Señor, afirma el santo, en el evangelio, al decirle: Retírate, Satanás, no tentarás al Señor tu
Dios (Mt 16,23).
También, indica el Iliberitano que las vestiduras inmundas que llevaba Jesús indican
la carne humana, sujeta al pecado; pues, ha aducido esto s. Gregorio, para probar que las
vestiduras inmundas que vistió Cristo, eran la carne humana a la que llamó inmunda, no
porque Él hubiera cometido pecado, sino porque al nacer la había revestido manchada por
la herencia de los primeros padres y del delito de su delito. Referente a esto, también alucia
a la imagen del tizón medio quemado, es decir, rescatado del fuego de la gehenna. Por el
pecado original, la carne humana no ha quedado tan deteriorada que no pueda ser salvada
de las fauces del infierno; por ende, se le llama tizón semiquemado, es decir, no
enteramente combustionado De esta carne humana se revistió el Señor hasta que fue tejida,
en la lanzadera de la cruz, la túnica de inocencia o estola de inmortalidad de la que se vistió
en la resurrección. Es pues, una alegoría que hace el santo referente al pecado revestido en
el hombre por la desobediencia de los primeros padres, del cual, Jesucristo se reviste de
esas vestiduras para que, por la obediencia al Padre rescate al hombre, y el hombre vuelva a
las manos de Creador, rompiendo las cadenas del pecado por la sangre del Cordero
inmolado en la cruz.
Asimismo, por las vestiduras inmundas, que hace referente el Iliberitano lo
transforma, según la lectura de Zacarías, con la túnica sacerdotal. Esta clase de vestiduras la
usaban antiguamente los sacerdotes, del cual se destacan en el antiguo Testamento. Con
afirmación plantea que por ese razón asumió el vestido sacerdotal por medio de la
resurrección, porque Él es el sumo sacerdote, solo Él vestido merecidamente con la
inmortalidad, ascendió al cielo, donde, abandonando las inmundicias del hombre, brilla
radiante con la estola sacerdotal, vencida la muerte, revertido de la gloria y el honor de la
segunda venida.
Es interesante, que Gregorio realza que este sumo sacerdote, que es Cristo, ofrece de
continuo al Padre la víctima de su propia obediencia, y fue Él mismo quien hizo agradables
a Dios todos los sacrificios del antiguo Testamento. No ejerce su sacerdocio en un lugar
determinado, sino en todo el mundo; es más, también en el cielo, siendo sacerdote de los
hombres y de los ángeles, y muestra su grandeza a través de sus obras y milagros.
En fin, san Gregorio de Elvira reitera la universalidad del sacerdocio de Cristo y la
identidad entre el sacerdote y la víctima: no por la salvación de un solo hombre o de una
sola estirpe, sino por todo el mundo; se dio a sí mismo en sacrificio. Es, pues, una vuelta
total a un sacrificio de amor y por amor a la restauración de la humanidad.

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