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TRASTORNOS DE LA

CONDUCTA ALIMENTARIA
DE LOS PADRES COMO
PREDICTOR DE RIESGO PARA
SUS HIJOS
REVISIÓN TEÓRICA Y PROYECTO DE INVESTIGACIÓN

SARA MORENO MANSILLA


AVANCES EN LA INVESTIGACIÓN EN PSICOPATOLOGÍA DEL
ADOLESCENTE
MÁSTER EN INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA APLICADA
PROF.UCLM: SONSOLES CALDERÓN LÓPEZ Y NATALIA SOLANO PINTO
PROF.INVITADOS: JOSÉ LÓPEZ Y ÁLVARO GARCÍA DEL CASTILLO
FECHA DE ENTREGA: 29/05/2018
ÍNDICE

Introducción Pág 2

Método Pág 3

Resultados Págs 3-5

Líneas de investigación abiertas en base a los estudios comentados Págs 5-6

Proyecto de investigación Págs 6-8

Conclusiones Pág 8

Reflexiones Pág 8

Bibliografía Págs 9-10

Tablas Págs 11-13

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INTRODUCCIÓN
Los trastornos de la conducta alimentaria ocurren principalmente en adolescentes y
mujeres jóvenes, con una prevalencia de entre el 3 y el 21%, dependiendo de la inclusión
o no de los trastornos de la conducta alimentaria no especificados. Estos trastornos tienen
severas consecuencias, incluyendo un aumento en la morbilidad y mortalidad (Bould,
2015).
Los hijos de madres con trastornos alimentarios presentan un mayor riesgo de sufrir ellos
mismos problemas con la comida y la alimentación además de problemas en el desarrollo,
emocionales y de conducta. (Sadeh-Sharvit et al., 2015).
Aunque el impacto de los trastornos psiquiátricos de los padres en el desarrollo de los
hijos está bien documentado, menos investigación ha recibido la influencia que en estos
puede tener los trastornos alimentarios de los padres. Las investigaciones sobre los
efectos del trastorno alimentario materno se han centrado principalmente en el desarrollo
de trastornos alimentarios en la descendencia mucho más que en el desarrollo de otras
patologías (Micali, 2014). Hay evidencia de que los desórdenes alimentarios de la madre
pueden comprometer de una manera amplia el desarrollo infantil.
Los síntomas del trastorno alimentario de la madre están enlazados con su preocupación
acerca del peso y hábitos alimentarios de sus hijos, lo que suele tener como consecuencia
unas interacciones alimentarias menos armoniosas (de Barse et al.,2015; Sadeh-Sharvit
et al., 2015). Además, algunos aspectos del comportamiento controlador materno podrían
extenderse a otros aspectos de la interacción madre-hijo y afectar negativamente a la
relación madre-hijo (Sadeh-Sharvit et al., 2016). Estos niños son más propensos a tener
un desarrollo retrasado del funcionamiento así como más síntomas psiquiátricos (Sadeh-
Sharvit et al., 2015).
En concreto, el desarrollo de hábitos de alimentación saludables parece estar
especialmente comprometido en estos niños. Ya a los seis meses de edad, los hijos de
madres con Anorexia Nerviosa son más propensos a tener problemas de alimentación, y
sus madres a informar de una mayor alimentación emocional a la edad de cuatro años (de
Barse et al. 2015).
Es probable que haya una gran variedad de riesgos involucrados en el desarrollo y
mantenimiento de los problemas de desarrollo de los hijos con madres con trastorno
alimentario, como pueden ser un mayor riesgo genético o la psicopatología materna
relacionada con la alimentación, la ansiedad o la depresión (Sadeh-Sharvit et al., 2016).
Los efectos que en el útero puede tener la psicopatología materna también han recibido
mucho interés en la última década. La evidencia sugiere un papel para la programación
fetal que contribuye al riesgo de trastornos del desarrollo neurológico y psicopatología.
Los efectos del estrés y la ansiedad prenatal en el comportamiento infantil y en los
síntomas emocionales han sido investigados tanto en estudios con personas como en
investigación animal (Micali et al. 2014).
Ya que los trastornos de la conducta alimentaria constituyen una enfermedad mental de
gravedad con la capacidad de alterar el funcionamiento de la persona y con cierta
predisposición familiar, el estudio de la influencia que puede tener sobre la relación

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madre/padre-hijo la psicopatología alimentaria de los padres adquiere gran relevancia
(Lydecker & Grilo, 2016).
MÉTODO
Para la búsqueda de los artículos se consultó la base de datos Medline, combinando las
palabras clave (eating disorders), (parental), (mothers), (childhood); concretando que
aparecieran en el título o abstract y publicados entre los años 2010-2017.
De las primeras búsquedas salieron bastantes artículos interesantes, haciendo una
selección preliminar de unos veinte artículos aproximadamente. De esos primeros veinte
seleccionamos los ocho que más se ajustaban al tema de esta revisión, obteniendo los
otros dos restantes de las lecturas de los ocho primeros artículos.
Los principales objetivos de las investigaciones se encuentran en la tabla 1.
La descripción de los participantes y el método de las distintas investigaciones pueden
verse en la tabla 2.

RESULTADOS
Interacciones madre-hijo.
En el estudio de Sadeh-Sharvit et al., 2016a investigan las interacciones entre las madres
con trastorno de la conducta alimentaria y sus hijos en situaciones no relacionadas con
la alimentación. Estos autores encuentran que las madres con el trastorno alimentario son
menos sensibles a sus hijos, intentar ejercer un mayor control en las conductas de sus
hijos y son menos felices en las interacciones madre-hijo. Los hijos de estas madres eran
menos receptivos con sus madres, y éstas también informaban de mayores problemas de
conducta en sus hijos en comparación con el grupo control con el que se realizó la
comparación.
Programa de prevención para hijos de madres con trastorno de la conducta alimentaria.
Sadeh-Sharvit et al., 2016b llevan a cabo un estudio piloto basado en un programa de
prevención para niños con madres con un trastorno de la conducta alimentaria. Este
programa tiene como objetivo intervenir en los factores de riesgo y facilitar así un cambio
de conducta en los padres con el fin de logra mitigar las posibles consecuencias negativas
de sus hijos. Los resultados del estudio mostraron que este programa era una intervención
factible para madres con un trastorno de la conducta alimentaria y sus maridos, con
adecuados niveles de mantenimiento. Ambos padres mejoraron en las prácticas de
alimentación así como también presentaron unas percepciones más positivas de sus hijos
en comparación con la línea base. Este estudio, por tanto, sugiere la relación que tiene
este programa de prevención con una disminución en el riesgo de sufrir tanto trastornos
alimentarios como mentales en los hijos de las madres con trastornos alimentarios.
Nutrición y patrones alimentarios
En Easter et al. 2013 investigan los patrones dietéticos y la ingesta nutricional en niños
de madres con trastornos alimentarios. Estos autores encuentran que los niños de madres
con Anorexia y Bulimia Nerviosa presentan mayores puntuaciones en “conciencia de
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salud/vegetarianismo” dentro de los patrones alimentarios en comparación con los niños
del grupo control. También se observa una menor adherencia a los patrones alimentarios
“tradicionales” en los niños de madres con el trastorno alimentario, observándose una
mayor diferencia en la infancia temprana. Los niños de madres con Anorexia y Bulimia
Nerviosa tenían una mayor ingesta de energía y los niños de madres con Bulimia Nerviosa
presentaban una mayor ingesta de carbohidratos y menos ingesta de grasa, comparados
con los niños del grupo control.
Psicopatología infantil
Diversos estudios investigan el trastorno alimentario de la madre como posible factor de
riesgo en el desarrollo de psicopatología en sus hijos (Micali et al., 2014; Bould et al.,
2014; Cimino, Cerniglia & Paciello, 2015; Barona et al., 2016).
Micali et al. 2014, encuentran que las hijas de mujeres con Anorexia Nerviosa eran más
propensas a presentar trastornos emocionales, conductuales y de hiperactividad y, que los
hijos eran más propensos a presentar trastornos emocionales en comparación con el grupo
control. Las hijas de las mujeres con Bulimia Nerviosa eran más propensas a presentar
hiperactividad y los hijos trastornos emocionales y de conducta en comparación con el
grupo control. También encontraron que un embarazo con ansiedad y depresión hacía de
efecto mediador entre el trastorno alimentario de la madre y la psicopatología de los hijos.
Muy en la línea del estudio de Micali, se encuentra el de Barona et al. 2016, donde
encuentran que las hijas de mujeres con Anorexia nerviosa tenían mayor probabilidad de
tener problemas emocionales y las hijas de mujeres con Bulimia Nerviosa tenían mayores
problemas de conducta en comparación con las hijas de mujeres sin trastorno alimentario.
Los hijos de mujeres con Anorexia Nerviosa tenían mayor probabilidad de presentar
problemas emocionales y de conducta; los hijos de mujeres con Bulimia Nerviosa tenían
mayor probabilidad de presentar problemas de conducta, hiperactividad y con los iguales
en comparación con el grupo control.
En Bould et al. 2015, encontraron evidencia en apoyo a la hipótesis de que el trastorno
alimentario ya sea de la madre o del padre está asociado de manera independiente con el
trastorno alimentario de las hijas, y que el trastorno alimentario de la madre está
independientemente asociado también con el trastorno alimentario de las hijas.
Por último, Cimino, Cerniglia & Paciello 2015, nos muestran como la sensibilidad
interpersonal de los padres, la ansiedad, depresión y psicopatología de los mismos
predecían de manera significativa problemas internalizantes en los niños. Además, la
sensibilidad interpersonal y el psicoticismo predecían de manera significativa problemas
externalizantes.
Percepciones de los padres y conductas alimentarias de los hijos.
En el estudio de Sadeh-Sharvit et al. 2015, investigan las percepciones relacionadas con
la alimentación madre-hijo en madres con un trastorno de la conducta alimentaria y sus
hijos pequeños. Estos autores encuentran que las madres con trastorno muestran
preocupación acerca de la alimentación de su hijo, de su forma y peso corporal, además
de otros problemas relacionados con la alimentación. También informan de infrecuentes
comidas familiares así como de la conciencia preliminar de los niños sobre los síntomas

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maternos. Las preocupaciones maternas en relación con la nutrición de los hijos, la
alimentación y el peso se percibieron más intensas en relación a las hijas.
Lydecker & Grilo, 2016, nos informan de que los padres con psicopatología alimentaria
eran significativamente más propensos a informar en sus hijos de atracones y ejercicio
compulsivo, en comparación con los padres sin psicopatología. Los padres con trastorno
alimentario informaban de mayor responsabilidad percibida en la alimentación, mayor
preocupación acerca del peso corporal de sus hijos y un mayor control de lo que sus hijos
comen. Sin embargo, estos padres no diferían significativamente en la restricción
alimentaria de sus hijos así como en la presión para comer de los mismos. El índice de
masa corporal de los hijos no difería entre los dos grupos de padres con trastorno
alimentario y sin él.
Por último, en de Barse et al. 2015, los niños de madres con Anorexia Nerviosa tenían
mayores niveles sobreingesta emocional. Una historia materna de Bulimia Nerviosa no
estaba relacionada ni con las prácticas de alimentación maternas ni con la sobreingesta
emocional. En general, los niveles de sobreingesta emocional en los niños de madres con
trastorno alimentario son destacables, sobre todo teniendo en cuenta que la edad de los
niños de la muestra era de 4 años.

LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN ABIERTAS EN BASE A LOS ESTUDIOS


COMENTADOS
En los estudios de Sadeh-Sharvit et al. (2015), Lydecker &Grilo (2016) y de Barse et al.
(2015) hemos visto cómo influye el trastorno alimentario de los padres en las
percepciones acerca de la alimentación, patrones alimentarios y forma corporal de los
hijos. de Barse et al. (2015) sugieren que la evaluación de la presencia de los trastornos
alimentarios puede ser utilizada en el screening de mujeres embarazadas, en orden a
identificar niños en riesgo, teniendo en cuenta también los elevados niveles de estrés
parental y problemas psiquiátricos que suelen presentar las madres con trastorno
alimentario. En la misma línea Lydecker & Grilo comentan la necesidad de realizar un
trabajo de prevención específico para reducir la psicopatología de los trastornos
alimentarios y sobre todo la aparición de trastornos de la conducta alimentaria en niños
de padres con el trastorno, considerándolos una población de riesgo. Sadeh-Sharvit et al.
(2015) también que estos niños tienen que ser considerados como población de riesgo así
como que en el manejo de los trastornos de la conducta alimentaria en adultos se debería
de incluir una evaluación acerca de los patrones alimentarios que llevan a cabo con sus
hijos añadido a la evaluación estándar que se suele realizar en los protocolos de
tratamiento. Una comprensión respetuosa del lenguaje que usan las madres para describir
sus percepciones y dilemas con respecto a la alimentación es un paso en la dirección
correcta para los programas de intervención preventiva basada en la evidencia dirigidos
a los factores de riesgo de los niños, el funcionamiento de la madre, etc.
En relación a la psicopatología que los niños pueden acabar padeciendo como
consecuencia del trastorno alimentario de los padres, Barona et al., (2016) comentan que
son necesarias más investigaciones acerca de las vías de riesgo y mecanismos específicos
en la transmisión intergeneracional de la psicopatología en niños de padres con trastorno

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alimentario. Estudios centrados en los niños en situación de riesgo y en la comprensión
de los mecanismos de riesgo son indispensables para el desarrollo de programas de
intervención temprana, así como estrategias de prevención y en la mejora de nuestra
comprensión acerca de los trastornos de la conducta alimentaria y su psicopatología.
Cimino, Cerniglia & Paciello, (2015), destacan la importancia de incluir en la evaluación
a la familia entera a través del tiempo así como la importancia de una intervención
temprana ya que en su estudio se indica que el incremento de los comportamientos
desadaptativos de los niños podrían haberse evitado con un buen trabajo clínico a tiempo.
También recomiendan para futuros estudios profundizar en la interesante relación
bidireccional entre los síntomas psicopatológicos maternos y paternos, ya que podrían
ejercer una influencia en el funcionamiento general de la familia y sobre todo, en la
calidad del cuidado paterno/materno, el cual está conectado con las conductas
desadaptativas de los hijos. Easter et al. (2013) sugieren para futuros estudios determinar
los factores que puedan estar detrás de la influencia diferencial que el trastorno
alimentario de los padres ejerce según el hijo sea un niño o una niña; ya que los resultados
no son del todo claros.
Por último, Sader-Sharvit et al (2016a), en su estudio piloto sobre un programa de
prevención, nos muestran un acercamiento muy prometedor diseñado para fomentar el
desarrollo de unos hábitos alimentarios saludables en los niños de madres con trastorno
de la conducta alimentaria. En base a los favorables resultados preliminares, los autores
remarcan la necesidad de realizar futuros estudios en los que se refine el programa para
una mejor inclusión de las necesidades y problemas de los padres, conseguir acortar las
intervenciones, la inclusión de padres con trastorno alimentario también así como de
familias sin historia de trastorno alimentario.

PROYECTO DE INVESTIGACIÓN
Objetivos
Los niños de madres con trastornos de la conducta alimentaria presentan un alto riesgo
de tener problemas de alimentación también así como mayores dificultades en el
desarrollo.
En base al estudio piloto realizado por los autores Sadeh-Sharvit et al. (2016a), sobre un
programa de prevención para familias en las que la madre un trastorno alimentario, este
proyecto de investigación propone realizar una mejora del mismo en base a las
limitaciones y aspectos a mejorar encontrados en la investigaciones precedentes.
Participantes
Los participantes del estudio serán familias con al menos un niño pequeño. Los criterios
de inclusión para el grupo control son que ninguno de los padres presente ni haya
presentado un trastorno de la conducta alimentaria ni ningún otro trastorno mental, que
los hijos sean menores de cinco y que no haya problemas importantes de relación o
interacción familiar. Los criterios de inclusión del grupo experimental son que la madre
o el padre presenten un trastorno de la conducta alimentaria según criterios del DSM-5,
que no padezcan ningún otro trastorno mental o incapacitación importante y que no

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presenten ningún problema de relación familiar más allá de los que pueda ocasionar el
trastorno alimentario. La edad de los niños será de cinco años o menos, ya que es en los
primeros años cuando el niño va adquiriendo los patrones y hábitos de alimentación.
La muestra se obtendrá mediante muestreo aleatorio simple. El grupo control se obtendrá
a través del censo poblacional mientras que la muestra del grupo experimental a través de
los centros sanitarios.
A todos los participantes se les informará del estudio y se les solicitará el consentimiento
informado, siendo libres de participar y de abandonar en cualquier momento.
La muestra total estará formada por 100 familias, 50 por cada grupo.
Método
Se van a realizar tres mediciones: línea base previa a la intervención, después de realizar
la intervención y tres meses después de haber realizado la intervención.
A todas las familias se les medirá en las siguientes variables: las prácticas de
alimentación, que serán informadas por ambos padres mediante The Child Feeding
Questionnaire (CFQ). Este cuestionario evalúa las actitudes y prácticas de los padres con
respecto al niño a través de siete aspectos de la alimentación infantil según una escala
Likert. Otras variables a medir son la sintomatología infantil, mediante el Child
Behaviour Checklist de Achenbach (CBCL) que mide la percepción de ambos padres
respecto a las conductas y comportamientos de sus hijos. Para los niños menores de 18
meses se utilizará el Unpredictable Temperament subscale of The Infant Characteristics
Questionnaire-6 month form (ICQ-6), que evalúa hasta qué punto los padres sienten que
pueden predecir los comportamientos de sus hijos.
La madre/padre con el trastorno alimentario será evaluada mediante el Eating Disorders
Inventory (EDI-2), que mide sintomatología relacionada con los trastornos alimentarios,
the Brief Symptom Inventory (BSI) para evaluar síntomas concurrentes y co-existentes
con el trastorno y por último The Parenting Stress Index, para medir el grado de estrés
asociado a la crianza de los hijos.
Intervención
Es programa está formado por tres componentes principales: una intervención grupal para
las madres/padres con el trastorno de la conducta alimentaria que les ayude a entender los
efectos que su trastorno puede tener en la crianza y que se realizará de manera semanal.
En el grupo control, este primer componente consistirá en una intervención grupal
también en la que se tratarán aspectos generales de la crianza. Los participantes serán
animados a que comenten con sus parejas en casa sus impresiones en orden a involucrar
al otro miembro en todo el proceso. El segundo componente consiste en una serie de
experimentos conductuales, realizados también de forma semanal, relacionados con la
alimentación infantil, seguidos de una evaluación de sus ejecuciones y logros alcanzados
realizados en familia y de manera individualizada y; por último, la involucración de los
dos padres en todo el proceso. También tendrán lugar sesiones personalizadas para las
familias según los problemas relacionales que puedan tener.

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La intervención se realizará de manera paralela en los dos grupos y tendrá una duración
de tres meses.
La intervención será llevada a cabo por dos psicólogos clínicos expertos en el tratamiento
de los trastornos de la conducta alimentaria y en intervención familiar.
Todas las intervenciones serán transcritas y analizadas después semanalmente por el
equipo investigador al completo.
CONCLUSIONES
A modo de conclusión se destacan una serie de aportaciones interesantes del proyecto de
investigación expuesto más arriba. En primer lugar, el aumento del tamaño de la muestra,
formando un número aceptable de familias dada la complejidad del reclutamiento y de la
puesta en marcha del programa. Otra aportación a destacar es la inclusión de un grupo
control, ya que nos añade validez interna al programa y poder perfilar los aspectos
específicos de la intervención que resultan efectivos. La inclusión de los padres con
trastorno de la conducta alimentaria también añade validez externa y amplía la
aplicabilidad del programa ya que, aunque la gran mayoría de personas que sufren un
trastorno de la conducta alimentaria son mujeres, los hombres constituyen un porcentaje
pequeño pero nada desdeñable.
En cuanto a las limitaciones del proyecto, destacar quizás la duración que, aunque es
adecuada podría ser interesante alargarla en el tiempo. Evaluar un poco más en detalle las
variables estudiadas, tanto antes como después, para añadir fiabilidad a los resultados y
conseguir una muestra control lo más ajustada posible a la experimental, como por
ejemplo dos hermanas, una con un TCA y la otra no y ambas con niños pequeños. Y por
último ver las diferencias según género, no sólo entre los padres sino también en los niños
pequeños.
REFLEXIÓN
La realización de este proyecto me ha permitido en primer lugar, leer y empaparme de un
pequeño retazo del fascinante campo de los trastornos de la conducta alimentaria. Puedo
decir que me considero una apasionada de la Psicología Clínica en general y cuando,
durante la asignatura estuvimos viendo la incidencia de estos trastornos en la adolescencia
me llamaba mucho la atención leer más sobre el tema, especialmente en la posible
transmisión intergeneracional que tenía lugar. Una vez revisada la pequeña selección
bibliográfica que hice, la realización del proyecto era como un lienzo en blanco llevado
a la investigación, con todas las posibilidades posibles. En mi caso, decidí intentar
mejorar el estudio piloto de Sadeh-Sharvit et al. 2016 ya que las opciones que le veían
me resultaban muy interesantes para una hipotética puesta en práctica. Por lo tanto sólo
me queda decir lo interesante y enriquecedor que me ha parecido esta mini-revisión
bibliográfica así como la realización del proyecto de investigación.

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BIBLIOGRAFÍA
Barona, M., Nybo Andersen, A.M. & Micali, N. (2016). Childhood psychopathology in

children of women with eating disorders. Acta Psychiatrica Scandinavica, 134,

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Bould, H., Sovio, U., Koupil, I. Dalman, C., Micali, N., Lewis, G. & Magnusson, C.

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Evidence from a Swedish cohort. Acta Psychiatrica Scandinavica, 132, 51-59.

Cimino, S., Cerniglia, L. & Paciello M. (2015). Mothers with Depression, Anxiety or

Eating Disorders: Outcomes on their children and the role of paternal

psychological profiles. Child psychiatry and human development, 46, 228-236.

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Easter, A., Naumann, U., Northstone, K., Schmidt, U., Treasure, J. & Micali, N. (2013)

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psychopathology: Associations with eating-disorder behaviors. Journal of

Psychosomatic Research, 86, 63-69.

Micali, N., Stahl, D., Treasure, J. & Simonoff, E. (2014). Childhood psychopathology in

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Sadeh-Sharvit, S., Levy-Shiff, R., Feldman, T., Ram, A., Gur, E., Zubery, E….& Lock,

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based prevention program for the children of mothers with eating disorders:

feasibility and preliminary outcomes. Eating Disorders, 24(4), 312-325.

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Tabla 1
Principales resultados

Estudio Objetivos

Barona et al 2016 Investigar el efecto del trastorno alimentario materno sobre la psicopatología infantil, los retrasos tempranos en el desarrollo cognitivo, motor
y lenguaje, la relación madre-hijo y el temperamento infantil en una cohorte comunitaria: the Danish National Birth Cohort (DNBC)

Bould et al 2015 Comprobar si el trastorno alimentario de los padres predice un trastorno alimentario en los hijos, usando para ello una muestra
multigeneracional.
Cimino, Cerniglia & Paciello 2015 Medir longitudinalmente el funcionamiento emocional de los niños de madres con depresión, ansiedad o trastorno de la conducta alimentaria
y de madres sin trastornos psicopatológicos y evaluar el posible papel mediador de la psicopatología paterna en el funcionamiento
internalizador/externalizador.
de Barse et al 2015 Examinar si una historia materna de trastorno alimentario predice las prácticas maternas de alimentación así como los patrones de ingesta
emocional de sus hijos pequeños.
Easter et al 2013 Investigar los patrones alimentarios e ingesta energética de los niños de madres con trastornos de la conducta alimentaria.

Lydecker & Grilo 2016 Examinar las similitudes y diferencias entre las conductas relacionadas con los trastornos alimentarios de los hijos y las prácticas de
alimentación de padres con un trastorno de la conducta alimentaria y de padres sin trastorno.
Micali et al 2014 Investigar la psicopatología en niños de tres años y medio de madres con un trastorno de la conducta alimentaria comparados con niños de
madres sin trastorno alimentario y; entender los potenciales factores maternos que durante el embarazo pueden mediar en el riesgo de
problemas emocionales, de conducta y de hiperactividad en estos niños de madres con trastorno alimentario.
Sadeh-Sharvit et al 2015 Explorar las percepciones maternas relacionadas con la alimentación de sus hijos en mujeres con un trastorno de la conducta alimentaria y
con niños pequeños.
Sadeh-Sharvit et al 2016a Examinar la viabilidad y la aceptabilidad de los métodos seleccionados para ser utilizados en un estudio más amplio que prueba las
interacciones madre-hijo en situaciones no relacionadas con la alimentación en madres con trastornos alimentarios.
Sadeh-Sharvit et al 2016b Comprobar la viabilidad de reclutar a los padres para el programa de prevención y las tasas de mantenimiento de las familias participantes.

1
Tabla 2
Participantes y método

Estudio Participantes(N) Método


Barona et al 2016 48 403 Los datos se obtuvieron prospectivamente de 48403 niños a los 18 meses y de 46156 niños a los 7 años. Los
datos del desarrollo cognitivo motor y del lenguaje, del temperamento y del apego se obtuvieron a los 18 meses,
los datos de la psicopatología infantil a los 7 años, a través del Strenghts and Difficulties Questionnaire (SDQ).
Los niños de madres con un diagnóstico de AN (n=931), BN (n=906), o ambas (n= 360) se compararon con niños
de madres sin trastorno alimentario.

Bould et al 2015 158 697 Para la muestra los autores utilizaron the Stockholm Youth Cohort, concretamente los nacidos entre 1984-1995
y residentes en Stockholm County entre 2001-2007. La variable independiente era tener un padre con un TCA y
la variable dependiente era algún diagnóstico de trastorno alimentario en los hijos, evaluado por un psicólogo
clínico o un especialista en TCA. En base a estas variables y añadidos otros factores de confusión, obtienen una
muestra total de 158 697.

Cimino, Cerniglia & Paciello 2015 80 Las familias fueron evaluadas en dos momentos, la segunda evaluación a los 3 años de haber realizado la primera.
En un primer momento se les pasa el cuestionario SCID-I a las madres y se divide la muestra en cuatro grupos,
tres experimentales y uno control. Los tres experimentales estaban formados por familias en las que las madres
tenían un trastorno de ansiedad, depresivo o de la conducta alimentaria respectivamente sin ningún otro trastorno
comórbido. Una vez formados los grupos, a los padres se les pasan los cuestionarios SCL-90-R y CBCL en los
dos momentos de la evaluación.

de Barse et al 2015 4851 La presencia de historia de TCA en la madre se evaluó mediante autoinforme durante el embarazo de las mismas.
El 8.6% presentaba trastorno alimentario, 2.6% AN, 3.9% BN y el 2.2% ambos. Cuando los niños tienen 4 años,
se les pasa a las madres los cuestionarios Child Feeding Questionnaire y el Child Eating Behaviour Questionnaire.

Easter et al 2013 9423 Madres procedentes de un estudio de cohortes longitudinal de población (the Avon Longitudinal Study of Parents
and Children) contestaron el cuestionario Food Frequency Questionnaires acerca de sus hijos de 3, 4,7 y 9 años.Se
estimó la ingesta energética y los patrones de alimentación se obtuvieron mediante un análisis de componentes
principales. Se utilizó regresión lineal y modelo de efectos mixtos para evaluar los patrones de alimentación y la
ingesta nutricional de los niños con madres con historia de AN (n=140), BN (n=170), o ambas (n=71),
comparados con los de niños con madres sin historia de TCA.

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Lydecker & Grilo 2016 344 Este estudio examinó diferencias en niños con comportamientos de trastorno alimentario y prácticas de
alimentación de los padres entre una muestra de padres (42 padres, 130 madres) con algún desorden alimentario
y otra (n= 172) sin desorden alimentario. Los padres fueron evaluados mediante el CFQ y el EDE-Q. También
se les calculó el IMC tanto a los padres como a los hijos.

Micali et al 2014 8622 Los datos de los problemas emocionales y de conducta de los niños de 3 años y medio se obtuvieron del ASPAC.
Niños de madres que informaron de AN (n= 193) o BN (n=158) durante el embarazo fueron comparados con
niños de madres sin historia de TCA (n= 8271) utilizando modelos de regresión lineal y logística. Modelos de
ecuaciones estructurales fueron utilizados para determinar los modelos de riesgo que mejor se ajustan por género
del niño. A las madres se les pasó el SDQ para evaluar la psicopatología de sus hijos.

Sadeh-Sharvit et al 2015 29 En este estudio, 29 madres que fueron diagnosticadas de un TCA antes de quedarse embarazadas y que en el
momento del estudio tenían niños pequeños participaron en una entrevista semi-estructurada en la que se evaluó
el funcionamiento materno y la alimentación de los hijos. Las percepciones maternas que resultaban de las
entrevistas fueron clasificadas en temas centrales y subcategorías análisis interpretativos fenomenológicos.

Sadeh-Sharvit et al 2016a 28 Para esta investigación 28 díadas de madres con TCA prenatal y sus hijos pequeños fueron comparadas con un
grupo control sin TCA en interacciones madre-hijo de situaciones no relacionadas con la alimentación. A las
madres se le pasaron los cuestionarios EDI-2, BSI/SF y CBCL. Las interacciones madre-hijo fueron evaluadas
mediante situaciones de juego semi-estructuradas.

Sadeh-Sharvit et al 2016b 16 Un total de 16 familias fueron evaluadas en tres momentos, la línea base, después de tres meses de tratamiento y
un mes después de la finalización del tratamiento. Las familias fueron evaluadas mediante el CFQ, CBCL, el
ICQ-6, EDI-2 y el BSI.
AN: Anorexia Nerviosa; BN: Bulimia Nerviosa; TCA: Trastorno de la conducta alimentaria; SCID-I: Structured Clinical Interview for DSM; SCL-90-R: Symptom checklist-90-revised; CBCL: Child Behaviour
Checklist; CFQ: Child Feeding Questionnaire; EDE-Q: Eating Disorder Examination Questionnaire; IMC: Índice de Masa Corporal; SDQ: Strengths and Difficulties Questionnaire; EDI-2: Eating Disorders
Inventory; BSI/SF: Brief Symptoms Inventory/Shortform; ICQ-6: the Infant Characteristics Questionnaire-6 Month Form.

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