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Introducción:

En este ensayo se pretende dar un repaso general acerca de la Teología de la


Liberación y por consiguiente también un pequeño repaso al concepto de Teoría
de la Liberación, y después una pequeña crítica respecto de las ideas generales
de que parte la Teología de la Liberación.

Desarrollo:

“Existe un sistema global de innegable desarrollo, pero profundamente desigual,


que ocasiona la existencia de un centro rico y una periferia pobre.” (Boff, 1981,
p.68). Este sistema desigual es el punto de partida para hablar de una teoría de
la liberación en nuestra sociedad, a saber, la latinoamericana. América latina es
la periferia, el subdesarrollo, entendiendo subdesarrollo no como un problema
de atraso técnico respecto de un país desarrollado sino como un país que es
mantenido en esta situación de dependencia, es decir América latina oprimida;
es en este contexto que surgen movimientos encaminados a la liberación del
yugo opresor, es decir, del sistema capitalista. Estos movimientos planteaban
lograr cambios estructurales, a partir de los pobres, de sus valores y de su
capacidad revolucionaria. “El sujeto de la transformación social debe ser el
pueblo, y no las élites, junto con aquellos estratos sociales orgánicamente
asociados al pueblo.” (Boff, 1981, p.68).
Aunado a estos movimientos y debido a su proximidad surgieron reflexiones de
carácter teológico. Se consideraban insuficientes las teologías del desarrollo o
de la revolución, más de tipo europeo, y veía la necesidad de una Teología de la
Liberación. La necesidad de una Teología de la Liberación surge por el
compromiso que adquiere cierta parte de la comunidad católica, más
concretamente de la iglesia católica, con el pueblo, es decir con los oprimidos,
con los pobres; el compromiso de ponerse de su lado, dejando así de ser la
iglesia católica que vela por sus intereses y que atreves de la historia se ha visto
que tiende a ponerse del lado del poder, es decir de los opresores, yendo en
contra así de sus principios, por ejemplo la pobreza que predicaba Jesús que se
contrasta con la Iglesia adinerada de nuestro tiempo. Estas reflexiones conllevan
inevitablemente a cuestionar la doctrina católica tradicional; Boff señala
puntualmente algunas cuestiones que se plantearon y que dejan ver un
cuestionamiento sobre el lugar que debe ocupar la iglesia en la sociedad, a
saber: “La fe cristiana ¿es motor o freno en el proceso de liberación económica;
social, política y educativa del pueblo? ¿Cómo ser cristiano en un mundo de
seres miserables, pero llenos de deseos de liberación? ¿Qué contenido teológico
tiene objetivamente el proceso de liberación? ¿No tiene nada que ver la
liberación con el Reino de Dios?” (Boff, 1981, p.69).
Las anteriores cuestiones dieron paso a una revaloración de la fe y las
tradiciones, privilegiando así a determinados puntos que apuntaban a la temática
de la liberación. Estas reflexiones desembocan en una vinculación de lo teologal
con lo social como lo apunta Boff: “Las instancias económica, política y social
son algo más: son lugares en los que se hacen historia la gracia y el pecado, la
opresión y la liberación.” (Boff, 1981, p.70). Siendo esto muy criticado por parte
de la iglesia hacia estos sectores que promovían el liberalismo.
Después de esto se da en la teología de la liberación una metodología con un
modo muy específico de pensar la fe: ver (análisis de la realidad), juzgar (según
los criterios de la fe) y actuar (establecimiento de pistas de acción pastoral).
Además de afirmar que la liberación pertenece a la naturaleza íntima de la
evangelización, se entiende con esto liberación en un sentido integral y de dos
formas distintas pero complementarias; la primera se entiende como liberación
de las esclavitudes, refiriéndose a lo material; la segunda se entiende como
liberación para el crecimiento progresivo del ser, refiriéndose a lo espiritual. Pero
esta liberación no se queda en lo individual sino que llega a todas las
dimensiones: personal, social, política, económica, cultural, religiosa etc. Esto
trae como consecuencia que la dimensión liberadora se vea reflejada también
en las actividades que lleva acabo la iglesia, a saber:
la evangelización, la liturgia, la educación cristiana.

“Todos los estratos de la Iglesia, desde la jerarquía hasta las comunidades


eclesiales de base, deben hacerse portadores del mensaje de liberación integral
del hombre y del mundo. Se urge, por lo tanto, una síntesis vigorosa y vital entre
«la fe que se profesa y la práctica como verdadero compromiso que se asume
en la realidad»”(Boff, 1981, p.73).
Ahora bien, ya que una Teología de la Liberación pretende no quedarse en las
reflexiones teóricas sino que pretende llevar a cabo prácticas que transformación
la realidad histórica, surge el cuestionamiento de cómo se llega a cumplir con
esta meta. Ya que no se trata de una liberación metafórica, sino real e histórica.
“Liberar de todas estas opresiones no es sólo un problema académico, sino
también político, humano, religioso y hasta mesiánico. La Teología de la
Liberación desea pensar la dimensión teológica presente en este proceso
histórico.” (Boff, 1981, p.74).
Toda teología, sea la que sea, se encuentra socialmente situada. El teólogo de
la liberación es el que opta por ver la realidad a partir de los pobres, y actuar en
la liberación junto con ellos. Es una elección política, porque se define como
agente social; ética, porque no se acepta la situación tal como está; evangélica,
porque los pobres, según los evangelios, fueron los primeros destinatarios del
mensaje de Jesús. Se sigue entonces que el interés principal de la Teología de
la Liberación consista en crear una acción cristiana que sea efectivamente
liberadora. Y todo debe converger en la práctica.
Se habla entonces de mediaciones de la Teología de la Liberación, que se
refieren a los medios de que dispone la Teología para lograr lo que se propone.
Las tres principales mediaciones son la socio-analítica, la hermenéutica y la
práctico-pastoral, que corresponden a otros tantos momentos: ver, juzgar y
actuar. En el caso de la meditación socio-analítica, que hace referencia a “ver”
la Teología de la Liberación ha privilegiado el análisis dialéctico de la realidad
social, que contempla la sociedad, ante todo, como un conjunto de fuerzas en
tensión y en conflicto originados por la divergencia de intereses, porque
responde mejor a los objetivos pretendidos por la fe y por las prácticas cristianas
de liberación de los marginados y los sin poder. Respecto de la meditación
hermenéutica, que hace referencia a juzgar, hermenéutica es la ciencia y la
técnica de interpretación por la que nos es posible llegar a comprender el sentido
original de textos (o realidades) que ya no son comprensibles inmediatamente
por los hombres de hoy. Con ayuda de la mediación hermenéutica elaboramos
los criterios teológicos con que leemos el texto socio-analítico. Sólo así la
realidad social, con sus contradicciones, puede ser teológicamente adaptada y
convertirse en página teológica. La fe cristiana elabora su propia imagen del
hombre, de la sociedad, del devenir y del futuro último de la historia. De este
modo, la fe cristiana ayuda a escoger el instrumental socio-analítico más
adecuado para desenmascarar las injusticias que se cometen contra los pobres.
Y por último respeto de la meditación práctico-pastoral la Iglesia aporta una
dimensión religiosa y trascendente al proceso de liberación, considerándolo
desde la perspectiva integral y como paso de posible anticipación de la salvación
de Jesucristo. Por último, los cristianos y organizaciones cristianas pueden y
deben, sin comprometer a la oficialidad eclesial, encontrar un modo de actuación
que no sea simplemente simbólico, sino que deben y pueden también actuar al
nivel directamente político e infraestructural.
Hasta ahora me he limitado a dar un repaso general a lo que es la Teología de
la Liberación pero ahora daré un pequeña critica a una parte en especifico que
a mi parecer resume concepto general de lo que se trata la Teología de la
Liberación: “La liberación no es una práctica ciega, sino que posee una teoría
propia que le confiere claridad y establece la gramática precisa para elaborar un
discurso teológico riguroso, articulado con los restantes campos epistemológicos
que entran en este tipo de reflexión de la fe. Es signo de la autonomía del
pensamiento teológico cuando éste consigue ela borar sus propios pasos
metodológicos y caer en la cuenta de su alcance y sus límites. La última fase de
la Teología de la Liberación, se caracteriza por esta preocupación que, frente a
otros modos de realizar la tarea de entender la fe, confiere credibilidad a la
Teología de la Liberación. Lo más importante en la mente de los teólogos de la
liberación no es la teología, sino la liberación concreta de los oprimidos. Siempre
que esto sucede, es señal de que se ha acercado el Reino de Dios.”
Ahora bien Lo más trascendental cuando hablamos de una Teología de la
Liberación es el hecho de que se cuestionen las doctrinas de un cristianismo
clásico que ha quedado obsoleto y descontextualizado ya que no responde a la
realidad en la que se encuentra inmerso, sobre todo cuando hablamos de
cristianismo América latina, que además responde a una realidad histórica
sumamente distinta a Europa. Me parece muy interesante como se intenta
vincular el cristianismo con la sociedad haciendo un nuevo análisis de las bases
del cristianismo y dándole interpretaciones que se ajusten a la realidades
sociales, políticas y culturales de América, yo sobre todo encontrando
fundamentos que apoyen una teoría de la liberación. Pero aunque es muy
rescatable todo este esfuerzo me parece que es en vano, no en el sentido de la
Liberación, sino en el sentido Teológico, ya que me parece que este último ha
llegado ya a un punto en el que esta tan corrompido que resulta imposible
rescatarlo, considero que una corriente de pensamiento o un movimiento que
pretenda como fin último la liberación, no puede tener como sustento una
teología, para esto me respaldo en el concepto de fetiche de Dussel y su ateísmo
cuando dice que "el comienzo de toda crítica es la crítica de la religión"(Dussel, 1997,
p.120). Es por eso que aunque rescatable me parece que una Teología de la
Liberación no es la vía para sustentar una Teoría de la Liberación.

Conclusión:
Es importante rescatar algunas ideas del Cristianismo original que, como hemos
visto, pueden adecuarse a la actual realidad social, política y cultural. Pero si lo
que se pretende es hacer una Teoría de la Liberación, no hay cabida para una
Teología de la Liberación por más que esta intente renovarse y adecuarse al
contexto actual ya que en última instancia esta terminara irremediablemente
contradiciendo a la Teoría de la Liberación que es más importante porque es un
fin superior. Por lo tanto la Teología de la Liberación se queda en un intento que
aunque es muy importante no podrá trascender como una Teoría de la
Liberación.

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