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Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo

Facultad de Ciencias Biológicas


Escuela Profesional de Biología

INMUNIZACION PASIVA: VACUNAS

Alumnos

SALINAS MONTOYA LUIS

LOPEZ CABRERA MILAGROS

PRECIADO QUIROZ TATIANA

RUIZ MEDINA MARVIN

Curso

INMUNOLOGIA

DOCENTE: MARTHA VERGARA ESPINOZA

2019
Inmunización pasiva
Un tipo de inmunidad diferente, llamada inmunidad pasiva, surge cuando una persona recibe
los anticuerpos de alguien más; cuando estos se introducen al cuerpo de la persona, los
anticuerpos “prestados” ayudan a prevenir o combatir ciertas enfermedades infecciosas. La
protección que ofrece la inmunidad pasiva es a corto plazo, y por lo general dura unas cuantas
semanas o meses, pero brinda protección de inmediato. Es decir, Surge después de recibir
anticuerpos de otra persona porque en si la propia no puede generar los anticuerpos. Se divide
en:

Inmunidad pasiva: Natural e Artificial

➢ Natural: Los bebés se benefician de la inmunidad pasiva a través de la madre, quien


transmite anticuerpos y glóbulos blancos para combatir a los patógenos que atraviesan
la placenta para llegar a los bebés en desarrollo, lo cual sucede en especial durante el
tercer trimestre. Una sustancia llamada calostro, que recibe el bebé mientras lo
amamantan en los primeros días de nacido, y antes de que la madre comience a producir
leche materna “de verdad”, es rica en anticuerpos y suministra protección para el bebé.
La leche materna, aunque no tiene tantos componentes protectores como el calostro,
también contiene anticuerpos que pasan al bebé durante la lactancia. Sin embargo, la
protección que suministra la madre es a corto plazo. Durante los primeros meses de vida
se reducen los niveles de anticuerpos maternos en el bebé, y la protección se desvanece
aproximadamente a los seis meses de edad.

➢ Artificial: La inmunidad pasiva se puede inducir artificialmente cuando se aplican


anticuerpos, como un medicamento, a una persona no inmune. Estos anticuerpos
pueden provenir de productos sanguíneos acumulados y purificados de personas o
animales inmunes, como los caballos. De hecho, las primeras preparaciones que
contenían anticuerpos, utilizadas contra enfermedades infecciosas, provenían de
caballos, ovejas y conejos.
➢ Se puede conseguir una protección temporal contra un determinado antígeno
administrando un preparado artificial que contiene anticuerpos elaborados por otro
individuo de la mima o diferente especie. (Sueroterapia). En este caso el sistema inmune
no se activa por lo que no se fabrican células de memoria. Como los anticuerpos se
gastan por la combinación con el antígeno o son metabolizados y eliminados, la
protección se pierde gradualmente. En la profilaxis se han empleado inmunoglobulinas
del caballo (difteria y tétanos). A veces puede haber complicaciones que se presentan
como respuesta a la introducción con el suero de proteínas extrañas, lo que más
probable, cuantas más veces un mismo individuo ha sido sensibilizado por contactos
previos, con las mismas proteínas extrañas. La sueroterapia se utiliza con fines curativos,
en individuos se presume han podido entrar en contacto con el antígeno.

Ventajas de la inmunización pasiva

Normalmente, las vacunas necesitan tiempo (semanas o meses) para producir inmunidad en
una persona, y podrían requerir varias dosis sobre cierto periodo de tiempo para que se obtenga
la protección máxima. Sin embargo, la inmunización pasiva tiene la ventaja de actuar rápido
porque produce una respuesta inmunológica en cuestión de horas, o días, es decir, actúa más
rápido que una vacuna. Además, la inmunización pasiva puede actuar de forma efectiva en un
sistema inmunológico deficiente, lo cual ayuda especialmente a alguien que no responde a la
inmunización.

Desventajas de la inmunización pasiva

En primer lugar, puede ser difícil y costoso producir anticuerpos; aunque las nuevas técnicas
pueden ayudar a producir anticuerpos en el laboratorio. En la mayoría de los casos, los
anticuerpos para las enfermedades infecciosas deben recolectarse de la sangre de cientos o
miles de donadores humanos; o bien, deben obtenerse de la sangre de animales inmunes (como
los anticuerpos que neutralizan venenos de víbora).

En el caso de los anticuerpos recolectados de animales, el receptor podría generar reacciones


alérgicas graves.

Es que muchos tratamientos con anticuerpos deben aplicarse mediante inyecciones


intravenosas, lo cual es un procedimiento que necesita más tiempo, y podría ser más complicado
que la inyección de una vacuna. Por último, la inmunidad que confiere la inmunización pasiva es
a corto plazo, y no conduce a la formación de células inmunes con memoria duradera.

En ciertos casos, pueden conjuntarse la inmunidad pasiva y la activa, por ejemplo, a una persona
mordida por un animal rabioso podría recibir anticuerpos de la rabia (inmunización pasiva para
crear una respuesta inmediata) y la vacuna contra la rabia (inmunidad activa para obtener una
respuesta duradera a este virus de reproducción lenta).
VACUNAS
Una vacuna es una preparación biológica que proporciona inmunidad adquirida activa ante una
determinada enfermedad. Una vacuna contiene típicamente un agente que se asemeja a un
microorganismo causante de la enfermedad y a menudo se hace a partir de formas debilitadas
o muertas del microbio, sus toxinas o una de sus proteínas de superficie. El agente estimula
el sistema inmunológico del cuerpo a reconocer al agente como una amenaza, destruirla y
guardar un registro del mismo, de modo que el sistema inmune puede reconocer y destruir más
fácilmente cualquiera de estos microorganismos que encuentre más adelante.

El médico rural Edward Jenner inventó en Inglaterra la primera vacuna contra la viruela. De
hecho la palabra vacuna surge precisamente de sus trabajos La palabra “vacuna” proviene del
latín vacca , este hecho en todo caso nos indica que las vacas estuvieron involucradas en el
proceso de invención de la primera vacuna. La cuestión nos va quedando un poco más clara
cuando investigamos el significado de la palabra vacunación que significaba inoculación con
fluido de vaca y vacunado que era la persona a quien se le hacía la inoculación de la vacuna. Esto
ya comienza a acercarnos al origen de las vacunas. En las comunidades donde Jenner ejercía su
labor como médico existía una enfermedad de las vacas llamada Vaccina o viruela de las vacas,
esta enfermedad produce erupción en las ubres de estos animales semejantes a las que produce
la viruela humana. Las lecheras de estos lugares raramente enfermaban de viruela pues “cogían
la viruela de las vacas” y eso las protegía de la viruela humana. Jenner decidió probar este
conocimiento empírico para ver si realmente era cierto. En 1976 Jenner realizó el siguiente
experimento, una lechera se había contagiado con la “viruela buena”, la viruela de las vacas, con
pus proveniente de una lesión de esta mujer Jenner inoculó a un niño pequeño sano y estudió
como se desarrollaba el niño durante los días siguientes a la inoculación. Tras mostrar leves
síntomas de molestias el niño se repuso rápidamente. Posteriormente el médico inglés inoculó
al niño con pus de un enfermo de viruela humana, el resultado fue que el niño no enfermó
aunque en el lugar de la inoculación si se desarrolló una lesión típica de la viruela.

Casi dos siglos después, en 1979 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró erradicada
la viruela en todo el mundo.

Inmunizaciones activa y pasiva:

Se puede lograr inmunidad contra los


microorganismos infecciosos mediante
inmunización activa o pasiva. En cada caso la
inmunidad se adquiere por procesos naturales
(por lo general transferencia desde la madre
hacia el feto o infección previa por el patógeno)
o por medios artificiales como inyección de
anticuerpos o vacunas (cuadro 19-1). Los
agentes empleados para inducir inmunidad
pasiva son anticuerpos de seres humanos o
animales, en tanto que la inmunización activa
se logra al inocular agentes microbianos que
inducen inmunidad, pero no causan
enfermedad, o componentes antigénicos de
esos microorganismos. En esta sección se
describe el empleo actual de las técnicas de
inmunizaciones pasiva y activa.
La inmunización pasiva consiste en la transferencia de anticuerpos preformados:

La inmunización pasiva, en la que se transfieren anticuerpos preformados a un receptor, se


produce de manera natural con la transferencia de anticuerpos maternos a través de la placenta
hacia el feto en desarrollo. Éste adquiere pasivamente de los anticuerpos maternos protección
contra difteria, tétanos, estreptococos, rubéola, sarampión, paperas y poliovirus.

Los anticuerpos maternos que se encuentran en el calostro y la leche ofrecen también


inmunidad pasiva al lactante. Asimismo, se confiere inmunización pasiva al inyectar al receptor
anticuerpos preformados. En el pasado, antes de contar con vacunas y antibióticos, la
inmunización pasiva ofrecía una defensa de primera importancia contra diversas enfermedades
infecciosas. Éste era el único tratamiento eficaz para trastornos por lo demás mortales. En la
actualidad son varios los padecimientos que justifican el empleo de la inmunización pasiva,
incluidos los siguientes:

Deficiencia de la síntesis de anticuerpo como resultado de defectos congénitos o adquiridos de


la célula B, de manera aislada o en conjunto con otras inmunodeficiencias.

Exposición comprobada o probable a una enfermedad capaz de ocasionar complicaciones (p. ej.,
un niño con leucemia expuesto a varicela o sarampión) o imposibilidad de suministrar la
protección adecuada mediante inmunización activa.

Se administra inmunización pasiva de manera sistemática a los individuos expuestos a


botulismo, tétanos, difteria, hepatitis, sarampión y rabia (cuadro 19-2), y puede ofrecer
protección inmediata a viajeros y prestadores de servicios de salud que en fecha próxima
estarán expuestos a un microorganismo infeccioso y que carecen de inmunidad activa contra
éste.

Se emplea también antisuero administrado de manera pasiva para ofrecer protección contra
venenos de serpientes y de artrópodos. Como la inmunización pasiva no activa el sistema
inmunitario, no precipita una reacción de memoria y la protección que ofrece es transitoria. En
el caso de ciertas enfermedades, como la insuficiencia respiratoria producida en niños por el
virus sincicial respiratorio (RSV), la inmunización pasiva es la mejor medida preventiva disponible
en la actualidad.

Se pueden suministrar un anticuerpo monoclonal o una combinación de dos anticuerpos


monoclonales a los niños que están en riesgo de sufrir enfermedad por RSV. Estos anticuerpos
monoclonales se elaboran en ratones, pero se han “humanizado” mediante inserción de las
regiones constantes de la IgG humana en las regiones variables del ratón. Tal modificación
impide muchas de las complicaciones que pueden ocurrir después de una segunda inyección del
anticuerpo murino.

Completo, que es una proteína extraña muy inmunógena. Aunque la inmunización pasiva puede
ser una medida terapéutica eficaz, debe emplearse con precaución porque la inyección de un
anticuerpo preformado entraña ciertos riesgos. Si el anticuerpo se produjo en otra especie,
como el caballo, el receptor puede activar una intensa reacción contra los determinantes
isotípicos del anticuerpo extraño.

Esta reacción antiisotípica puede producir graves complicaciones. Por ejemplo, algunos
individuos producen anticuerpo IgE específico para factores determinantes contenidos en el
anticuerpo inyectado. Los complejos inmunitarios de esta IgE fijada al anticuerpo administrado
de manera pasiva pueden mediar la
desgranulación de los mastocitos del cuerpo y
provocar anafilaxis sistémica.

Otros individuos producen anticuerpos IgG o IgM


específicos contra el anticuerpo extraño, que
forman complejos inmunitarios activadores del
complemento. Incluso cuando se administra
gammaglobulina humana de manera pasiva, el
receptor puede precipitar una reacción
antialotípica contra la inmunoglobulina humana,
aunque su intensidad suele ser mucho menor que
la de una reacción antiisotípica.

La inmunización activa confiere protección prolongada:

Mientras que la finalidad de la inmunización pasiva es la protección transitoria o el alivio de un


trastorno existente, la de la inmunización activa es conferir inmunidad protectora y memoria
inmunitaria. Cuando la inmunización activa tiene buenos resultados, la exposición subsecuente
al agente patógeno desencadena una reacción inmunitaria intensificada que lo elimina con
eficacia o previene la enfermedad mediada por sus productos. Se puede lograr inmunización
activa con la infección natural por un microorganismo, o adquirirse de manera artificial
mediante administración de una vacuna (cuadro 19-1). En la inmunización activa, como su
nombre lo indica, el sistema inmunitario participa de manera activa: la proliferación de células

T y B reactivas con antígeno da lugar a la formación de células de memoria. La inmunización


activa con diversos tipos de vacunas ha desempeñado un papel de primera importancia para
reducir las defunciones por enfermedades infecciosas, en especial entre niños. La vacunación
de los niños se inicia cerca de los dos meses de edad.

• Vacuna de la hepatitis B.
• Vacuna combinada de difteria, tos ferina (acelular) y tétanos (DPaT).
• Vacuna de Haemophilus influenzae (Hib).
• Vacuna desactivada contra la poliomielitis (Salk, IPV)
• Vacuna combinada de sarampión, paperas y rubéola (MMR).
• Vacuna de varicela zoster (Var) para varicela.
• Vacuna meningocócica (recomendada a los 24 meses para grupos de alto riesgo; a los
11 a 12 años para todos los niños).
• Vacuna neumocócica conjugada (PCV).
• Vacuna contra la gripe (ahora recomendada para niños de seis a 23 meses de edad).
• Vacuna de la hepatitis A.
Principios de Ia vacunación: ¿Cómo actúan las vacunas?
Las vacunas son eficaces debido a Ia inmunidad adaptativa y a Ia memoria inmunitaria. La
memoria de los anticuerpos existe en dos compartimientos. Primero, como anticuerpos
preexistentes en Ia sangre y en los tejidos listos para atacar al patógeno sin la activación celular;
esta es tal vez la primeria línea de defensa más poderosa contra la exposición a muchos
patógenos. Estos anticuerpos pueden mantenerse en concentraciones relativamente elevadas
durante muchos años, probablemente producidos por los plasmocitos de vida prolongada en Ia
medula ósea, aunque esto no es aceptado de forma unánime.

En cierto sentido, la parte más crucial de la memoria de los "anticuerpos" podría equipararse
con la larga vida de los plasmocitos. Sin embargo, la segunda forma del componente de memoria
de los anticuerpos, las células B de memoria, también podría ser fundamental para Ia protección
mediada por la vacuna en algunos casos. Aquí, el contacto con el agente patógeno estimula la
proliferación y Ia diferenciación de las células B para producir grandes cantidades de
anticuerpos. Del mismo modo, el contacto de las células B de memoria con el patógeno puede
ser importante para incrementar el número de plasmocitos y las concentraciones de anticuerpos
séricos para el próximo encuentro con el agente patógeno.

Las células T de memoria también existen en dos compartimientos. Las células T de memoria
efectora se encuentran en los tejidos periféricos, donde pueden responder de inmediato frente
al contacto de la célula infectada por el patógeno con actividades efectoras. Las células T de
memoria centrales se encuentran sobre todo en los ganglios linfáticos, donde pueden responder
al contacto con el patógeno mediante la expansión y Ia diferenciación a células efectoras. La
memoria de las células T consta de respuestas de células T tanto CD8+ como CD4+. Esta clara
que las respuestas de las células T son más pertinentes contra las infecciones por virus, parásitos
y bacterias intracelulares.

El mejor correlato de la protección para muchas vacunas actuales es Ia producción de


anticuerpos y es probable que, en estos casos, esta producción de anticuerpos sea el mecanismo
más importante de Ia resistencia inducida por Ia vacuna contra la enfermedad. Esto es coherente
con la noción de que las células T son la contribución más grande a Ia inmunidad viral durante
la infección primaria y los anticuerpos lo son durante Ia infección secundaria (Figura 13.3).

Sin embargo, es importante señalar que los


mecanismos de protección de la vacuna pueden
variar mucho entre los diferentes agentes patógenos,
los diferentes individuos, las proximidades diferentes
a las que se expone el individuo con el patógeno y las
variadas vías de exposición. Además de la capacidad
para producir una inmunidad eficaz, es preciso
satisfacer algunas condiciones simples, pero no
obstante fundamentales, para que la vacuna sea
considerada satisfactoria. Los antígenos tienen que
ser fáciles de obtener y el preparado debe ser
estable, económico y seguro si se tiene en cuenta que
los receptores son a menudo niños sanos. Desde
luego que el primer contacto con el antígeno durante
la vacunación no debe ser perjudicial, y el objetivo
será evitar los efectos patógenos de la infección, al
tiempo que se mantienen los inmunícenos
protectores.
DISEÑO DE VACUNAS PARA INMUNIZACIÓN ACTIVA

La mayoría de las infecciones son enfrentadas por mecanismos inmunitarios inespecíficos o


innatos, en los que participan complemento, interferones, células NK, fagocitos activados,
compuestos antimicrobianos y otros componentes. La inmunorreacción adaptativa proporciona
un tipo de resistencia más flexible a los patógenos. La vacunación “educa” al sistema inmunitario
adaptativo, preparándolo para enfrentar de manera eficaz y rápida a patógenos que no son
eliminados fácilmente por la inmunidad innata.

Deben tenerse presentes algunos factores para llegar a una vacuna eficaz. En primer lugar, el
desarrollo de una inmunorreacción cuantificable no necesariamente significa que se consigue
un estado de inmunidad protectora. A menudo es crítica la rama del sistema inmunitario que se
activa, y por este motivo quienes crean la vacuna deben reconocer las diferencias importantes
entre la activación de las ramas humoral y mediada por células.

Un segundo factor es el desarrollo de memoria inmunitaria. Por ejemplo, una vacuna que induce
una reacción primaria protectora puede no inducir la formación de células de memoria, lo que
deja al hospedador desprotegido después de desaparecer la reacción primaria a la vacuna.

La función de las células de memoria en la inmunidad depende, en parte, del período de


incubación del agente patógeno. En el caso del virus de la gripe, que tiene un período de
incubación muy breve (uno o dos días), los síntomas de la enfermedad se encuentran en
desarrollo en el momento en que se activan las células de memoria. La protección eficaz contra
la gripe depende, por este motivo, de que se mantengan concentraciones elevadas de
anticuerpo neutralizante por medio de inmunizaciones repetidas; quienes están en el más alto
riesgo se inmunizan cada año.

En el caso de los agentes patógenos que tienen un período de incubación más prolongado, no
es necesario conservar al anticuerpo neutralizado perceptible en el momento de la infección. El
virus de la poliomielitis, por ejemplo, requiere más de tres días para infectar el sistema nervioso
central. El período de incubación concede tiempo a las células B de memoria para reaccionar y
producir anticuerpo sérico en concentraciones elevadas. Por lo tanto, la vacuna de la polio se
diseña para inducir altas concentraciones de memoria inmunitaria. Después de la inmunización
con la va- cuna Salk, las concentraciones séricas de anticuerpo alcanzan su máximo dentro de
las dos primeras semanas, pero la reacción de memoria no deja de aumentar y llega a sus niveles
máximos a los seis meses, con persistencia durante años
VACUNAS CON ORGANISMOS COMPLETOS

Muchas de las vacunas actualmente en uso para humanos que son efectivas frente a
enfermedades víricas y bacterianas consisten en microorganismos completos que han sido
inactivados (muertos), o fueron atenuados (vivos).

Éstas se denominan vacunas con organismos completos. Las vacunas con organismos completos
pudieran considerarse “el patrón modelo” (gold standard), presentan algunos inconvenientes,
Por ejemplo, no protegen frente algunas enfermedades. En segundo lugar, debido a la
naturaleza viva-atenuada de algunas de estas vacunas, ellas mismas pueden producir la
enfermedad en ciertos individuos inmunocomprometidos (pacientes con SIDA, pacientes
tumorales en tratamiento con quimioterapia, ancianos).

Incluso, estos pacientes pueden adquirir la enfermedad tras su contacto con individuos sanos
vacunados recientemente. Además, microorganismos atenuados, especialmente virus muy
mutables, pueden mutar de tal forma que se restaure su virulencia, como ocurre con el virus SIV
(produce SIDA en simios). En el caso de enfermedades letales, esta posibilidad de reversión es
intolerable.

Las vacunas de microorganismo completos, aun consistiendo en microorganismos muertos, aún


presentan otro inconveniente. Al contener un conjunto muy heterogéneo de antígenos, algunos
de ellos podrían no solo no participar en una respuesta protectora, sino que incluso podrían
estimular algún tipo de reacción alérgica u otras reacciones adversas.

Comparación entre vacunas inactivadas(muertas) y atenuadas(vivas)

Principales Vacunas inactivadas Vacunas atenuadas


características

Dosis Se requiere múltiples dosis Una única dosis


de recuerdo
Producción Microorganismos Microorganismos
virulentos inactivados por virulentos cultivados en
sustancias químicas o condiciones adversas o
radiación sometidas a pases por
diferentes huéspedes hasta
anulación de la virulencia
Tendencia a la Puede revertir a una forma
reversión Ninguna virulenta
Menos estable
Estabilidad Muy estable, incluso si no
se dispone en refrigeración Humoral y celular
Tipo de inmunidad Humoral
inducible
Fuente: adaptado de Goldsby,I. J. Kind, y B. A. Osbon, Kuby Inmunology.
2000, New York: W.H. Freeman.
ENFOQUES PRINCIPALES PARA LA PRODUCCIÓN DE LAS VACUNAS
EXISTENTES, LAS QUE SE CONSIDERARAN A CONTINUACIÓN

MICROORGANISMOS MUERTOS (INACTIVADOS) COMO VACUNAS

La manera más sencilla de anular la capacidad de los microorganismos para causar enfermedad,
pero conservando su constitución antigénica, es impedir que se repliquen mediante la
destrucción apropiada.

Los helmintos, y en menor grado los protozoos, tienen gran dificultad para crecer en grandes
volúmenes como para desarrollar vacunas con agentes muertos. Este problema no se plantea
en el caso de muchos virus y bacterias, en los que los microorganismos inactivados han provisto
antígenos seguros para la inmunización. Son ejemplos las vacunas contra la gripe, el cólera y la
poliomielitis con virus inactivados (Salk).

La desactivación del agente patógeno mediante calor o sustancias químicas, de tal modo que no
sea capaz de multiplicarse en el hospedador es una forma de crear vacunas de microorganismos
inactivados.

Deben tomarse precauciones para evitar que los antígenos protectores sean destruidos en el
proceso de inactivación. Es de importancia crítica conservar la estructura de los epítopos sobre
los antígenos de superficie durante la desactivación. Por lo general, la desactivación por calor es
insatisfactoria porque produce desnaturalización extensa de las proteínas; por este motivo es
probable que se alteren de manera considerable los epítopos que dependen de los órdenes
superiores de estructura proteínica. Ha tenido también buenos resultados la desactivación
química con formaldehído o diversos agentes alquilantes. La vacuna Salk de la poliomielitis se
elabora mediante desactivación del virus de la poliomielitis con formaldehído.

Las vacunas vivas atenuadas suelen requerir sólo una dosis para inducir inmunidad prolongada.
Por otra parte, las vacunas de microorganismos muertos requieren a menudo refuerzos
repetidos para conservar el estado de inmunidad del hospedador.

Además, estas vacunas inducen una reacción de anticuerpo de predominio humoral; tienen
menos eficacia que las de microorganismos atenuados para inducir inmunidad mediada por
células y desencadenar una reacción secretoria de IgA.

Aunque contienen agentes patógenos muertos, las vacunas de microorganismos enteros


desactivados representan aún ciertos riesgos. Pero en general, la seguridad de las vacunas
desactivadas es mayor que la correspondiente a las vacunas vivas atenuadas, que retienen la
capacidad de multiplicarse y tal vez revertir a una forma activa.

Existen vacunas desactivadas de uso común contra enfermedades víricas y bacterianas. La


vacuna contra la gripe clásica es de este tipo, al igual que las vacunas contra hepatitis A y cólera.

Además de su relativa seguridad, otras ventajas de las vacunas desactivadas son estabilidad y
facilidad de almacenamiento y transporte. El requisito de que la mayoría de las vacunas
desactivadas se administre mediante inyección es una desventaja para su uso en campañas de
vacunación masiva.

MICROORGANISMOS VIVOS ATENUADOS

El objetivo de la atenuación es producir un microorganismo modificado que imite el


comportamiento natural del microorganismo original sin causar una enfermedad significativa.

Muchas veces la atenuación se logra si se cultivan la bacteria o el virus patógenos durante


períodos prolongados bajo condiciones anormales de cultivo. Este procedimiento selecciona
cepas mutantes que están mejor dotadas para multiplicarse en estas condiciones anormales de
cultivo y son, en consecuencia, menos capaces de reproducirse en el hospedador natural.

Por ejemplo, se desarrolló una cepa atenuada de Mycobacterium bovis llamada bacilo de
Calmette-Guérin (BCG) al cultivar este microorganismo en un medio que contenía
concentraciones crecientes de bilis. Después de 13 años, esta cepa se había adaptado para
proliferar en un medio con potentes concentraciones de bilis y se había atenuado lo suficiente
para convertirse en un componente adecuado de la vacuna para la tuberculosis. La vacuna Sabin
contra la poliomielitis y la vacuna contra el sarampión consisten en cepas víricas atenuadas. El
sustrato para elaborar la vacuna Sabin se atenuó al cultivarlo en células epiteliales renales de
mono. La vacuna contra el sarampión contiene una cepa de virus de la rubéola que se cultivó en
células de embrión de pato y más tarde en líneas celulares humanas.

Estas vacunas suelen requerir sólo una inmunización, lo que ha eliminado la necesidad de
refuerzos repetidos. Esta propiedad es una ventaja de primer orden en los países del tercer
mundo, donde los estudios epidemiológicos han demostrado que una cantidad significativa de
los individuos no vuelve para recibir cada refuerzo ulterior.

La vacuna Sabin contra la poliomielitis, constituida por tres cepas atenuadas del virus, se
administra por vía oral a niños en un cubito de azúcar o un líquido azucarado. Los virus
atenuados colonizan el intestino e inducen inmunidad protectora contra las tres cepas virulentas
del virus de la poliomielitis. En el intestino, la va- cuna Sabin induce la producción de IgA
secretoria, que sirve como medio importante de defensa contra el virus de la poliomielitis
adquirido de manera natural. Induce además la producción de las clases IgM e IgG de
anticuerpos. A diferencia de la mayor parte de las otras vacunas atenuadas, que requieren una
sola dosis inmunizante, la vacuna Sabin de la poliomielitis necesita refuerzos, ya que las tres
cepas del virus atenuado contenidas en la vacuna interfieren en la multiplicación entre unas y
otras en el intestino. Con la primera inmunización predomina el crecimiento de una cepa, con
inducción de inmunidad contra ella. Con la segunda inmunización, la inmunidad generada por la
inmunización previa limita el desarrollo de la primera cepa de la vacuna que predominó, lo que
posibilita el predominio a su vez de una de las dos cepas restantes con generación de inmunidad
contra ella. Por último, con la tercera inmunización, el individuo adquiere inmunidad contra las
tres cepas.

En muchos casos, la inmunidad conferida por las vacunas con microorganismos muertos, aun
cuando se administren con adyuvantes suele ser menor de la que resulta de la infección por
microorganismos vivos.

Esto puede deberse, en parte, a que la replicación de los microorganismos vivos enfrenta al
huésped con una dosis mayor y más sostenida de antígeno, y porque en el caso de virus
brotantes se requieren células infectadas para establecer una buena memoria de células T
citotóxicas.

Otra ventaja importante de usar microorganismos vivos es que la respuesta inmunitaria tiene
lugar, en gran medida, en el sitio de la infección natural. Esto queda bien ilustrado por Ia
respuesta nasofaríngea de IgA a Ia inmunización con Ia vacuna antipoliomielitica. Al contrario
de lo que sucede con Ia inefectividad de Ia inyección parenteral de Ia vacuna con virus muertos,
Ia administración interanual induce una buena respuesta local de anticuerpos; sin embargo,
mientras esta declina en un periodo de dos meses o más, Ia inmunización por vía oral con virus
vivos atenuados induce concentraciones de anticuerpos IgA persistentemente elevados. Una
desventaja importante de las vacunas atenuadas es la posibilidad de que los microorganismos
retornen a su forma virulenta.
VACUNAS SUBUNITARIAS

Muchos de los riesgos que acompañan a las vacunas de microorganismos enteros atenuados o
muertos pueden evitarse si se emplean vacunas constituidas por macromoléculas purificadas
específicas que se derivan de agentes patógenos. Se utilizan en la actualidad tres formas
generales de estas vacunas: exotoxinas o toxoides desactivados, polisacáridos capsulares y
antígenos proteínicos recombinantes

A) ALGUNOS TOXOIDES SE EMPLEAN COMO VACUNAS

Algunos patógenos bacterianos, incluidos los que causan difteria y tétanos, producen exotoxinas
que explican muchos de los síntomas de su infección. Las vacunas para difteria y tétanos se
producen purificando la exotoxina bacteriana y luego desactivándola con formaldehído para
formar un toxoide. La vacunación con el toxoide induce anticuerpos antitoxina, que son capaces
de fijarse a la toxina y neutralizar sus efectos.

Las condiciones para la producción de vacunas a base de toxoide deben controlarse de manera
estricta a fin de evitar la modificación excesiva de la estructura del epítopo al tiempo que se
logra la destoxificación completa. Se obtienen cantidades suficientes de las toxinas purificadas
para elaborar las vacunas clonando los genes que codifican la exotoxina y expresándolos en
células hospedadoras fáciles de cultivar.

Es posible inducir inmunidad pasiva contra la toxina mediante la transferencia de suero que
contiene anticuerpos antitoxoide. El tratamiento de la difteria antes de la disponibilidad de los
antibióticos (o del desarrollo de una vacuna eficaz) implicaba la administración de antitoxina
usualmente producida en caballos. De modo similar, es posible prevenir la enfermedad de
quienes se exponen al tétanos tratándolos con antitoxina tetánica.

Si un individuo que no se ha vacunado en fecha reciente contra el tétanos se expone a este


agente, se le debe administrar la antitoxina. El botulismo se trata con antitoxina de caballo, pues
hasta la fecha no se ha desarrollado en seres humanos una vacuna a base de toxoide contra el
botulismo.
B) CÁPSULAS BACTERIANAS DE POLISACÁRIDO COMO VACUNAS

La virulencia de algunas bacterias patógenas depende sobre todo de las propiedades


antifagocíticas de su cápsula de polisacárido hidrófila. Cubrir la cápsula con anticuerpos,
complemento o ambas cosas incrementa en grado notable la capacidad de macrófagos y
neutrófilos de fagocitar estos microorganismos patógenos. Estas observaciones han establecido
las bases para la creación de vacunas constituidas por polisacáridos capsulares purificados. La
vacuna actual contra Streptococcus pneumoniae, agente productor de la neumonía
neumocócica, está constituida por 23 polisacáridos capsulares diferentes desde el punto de vista
antigénico. La vacuna induce formación de anticuerpos opsonizantes y se encuentra en la
actualidad en la lista de vacunas recomendadas para todos los lactantes. La vacuna para
combatir Neisseria meningitidis, causa frecuente de meningitis bacteriana, está constituida
también por polisacáridos capsulares purificados.
Una vacuna viral de subunidades: virus de Ia hepatitis B (HBV)

En 1965, Baruch Blumberg describió por primera vez un antígeno en la sangre de aborígenes
australianos asociado con Ia hepatitis. Con posterioridad, se demostró que este "antígeno
australiano" es una partícula formada a partir del antígeno de superficie del virus de Ia hepatitis
B. En un inicio, las partículas antigénicas se aislaron del plasma de portadores de hepatitis B y se
inactivaron y utilizaron como vacuna.

Más tarde, las partículas se prepararon en levaduras. La vacuna de subunidad contra HBV
constituyo un hito en Ia ciencia del desarrollo de vacunas (vacunología), ya que fue Ia primera
fabricada mediante Ia tecnología de DNA recombinante. Una faceta muy interesante de esta
vacuna es que originalmente se utilizó para pequeños grupos de riesgo expuestos a productos
sanguíneos, como médicos y enfermeros. Más tarde, su uso se difundió ampliamente, incluso
en los países en vías de desarrollo. Como el HBV se asoció con cáncer hepático y más de 300
millones de personas están infectadas en todo el mundo, Ia vacuna anti-HBV representa Ia
primera para prevenir el cáncer en gran escala.

Vacunas conjugadas
Una limitación de las vacunas de polisacárido es su incapacidad de activar las células TH. Activan
las células B del tipo 2 (TI-2) de una forma independiente del timo, lo que tiene como
consecuencia producción de IgM pero poco cambio de clase, maduración nula de la afinidad y
poco desarrollo, en el mejor de los casos, de células de memoria. Diversos investigadores han
informado la inducción de células plasmáticas secretoras de IgA que reciben inmunización
subcutánea con la vacuna de polisacáridos neumocócicos.

En este caso, como las células TH no participan en la reacción, la vacuna puede activar células B
de memoria específicas de IgA que se generaron con anterioridad con la exposición natural de
las superficies mucosas a los antígenos bacterianos. Como estas bacterias tienen epítopos
polisacáridos y proteínicos, activarían las células TH, las que a su vez podrían mediar el cambio
de clase y la formación de células de memoria.

Una manera de hacer participar a las células TH en la reacción a un antígeno polisacárido


consiste en conjugarlo con alguna clase de proteína portadora. Por ejemplo, la vacuna para
combatir Haemophilus influenzae del tipo b (Hib), causa principal de la meningitis bacteriana en
niños menores de cinco años, está constituida por polisacárido capsular del tipo b enlazado de
manera covalente con una proteína portadora, el toxoide tetánico (fi g. 19-5a). El conjugado de
polisacárido y proteína es mucho más inmunógeno que el polisacárido por sí solo y, puesto que
activa las células TH, permite el cambio de clase desde la IgM hacia la IgA.

Aunque este tipo de vacuna puede inducir células B de memoria, no lo puede hacer con células
T de memoria específicas para el agente patógeno. En el caso de la vacuna Hib, parece que las
células B de memoria se pueden activar en cierto grado en ausencia de una población de células
TH de memoria, lo que explica la eficacia de esta vacuna. Las infecciones por Hib pueden causar
sordera y defectos neurológicos; la utilidad de esta vacuna se aprecia en países con amplia
cobertura de la vacuna conjugada. En la fi gura 19-5b se observa la rápida declinación de los
casos de Hib en Estados Unidos.
Un polisacárido confiere protección contra varios hongos

Un estudio reciente sobre un polisacárido micótico usado como vacuna conjugada en animales
arrojó resultados promisorios. La inmunización con glucano aislado de algas pardas y conjugado
con toxoide diftérico produjo anticuerpos que protegieron a ratones y ratas contra inóculos
tanto de Aspergillus fumigatus como de Candida albicans.

La protección se transfirió en el suero o el líquido vaginal de los animales inmunizados, lo cual


indica que la inmunidad es basada en anticuerpo. Este descubrimiento fue corroborado cuando
un anticuerpo monoclonal contra el glucano también confirió protección. Las infecciones por
hongos patógenos son un problema grave en individuos inmunodeficientes, y la disponibilidad
de inmunización o tratamiento con anticuerpos podría evitar problemas de toxicidad de
antimicóticos y al mismo tiempo contrarrestar el problema de aparición de cepas resistentes,
un tema de especial importancia en ambientes hospitalarios.

VACUNAS DE DNA

En una estrategia de vacunación que se investiga actualmente para varias enfermedades se


utiliza DNA de plásmido que codifica proteínas antigénicas, el cual se inyecta directamente en
el músculo del receptor. Las células musculares captan el DNA y expresan el antígeno proteínico
codificado, lo que precipita una reacción de inmunidad humoral y otra mediada por células. Lo
que es más sorprendente de esta observación es que las células musculares captan y expresan
el DNA inyectado con eficiencia mucho mayor que la observada en células de cultivo tisular.

El DNA parece integrarse en el DNA cromosómico o conservarse durante períodos prolongados


en forma de episoma. El antígeno vírico es expresado no sólo por las células musculares, sino
también por las células dendríticas en la zona de la inyección. Las células musculares expresan
concentraciones bajas de moléculas MHC clase I y no moléculas coestimuladoras, lo cual sugiere
que las células dendríticas locales podrían ser cruciales para el desarrollo de reacciones
antigénicas a las vacunas de DNA (fi g. 19-7).
Las vacunas de DNA ofrecen ventajas sobre muchas de las existentes. Por ejemplo, la proteína
codificada se expresa en el hospedador en su forma natural, sin desnaturalización ni
modificación. Por lo tanto, la reacción inmunitaria se dirige contra el antígeno tal y como lo
expresa el agente patógeno.

Las vacunas de DNA inducen además inmunidad humoral y mediada por células; la estimulación
de ambas ramas de la inmunidad mediante vacunas que no son de DNA requiere, en condiciones
normales, inmunización con un preparado de microorganismos vivos atenuados, que introducen
elementos de riesgo adicionales. Por último, las vacunas de DNA producen expresión prolongada
del antígeno, lo que crea memoria inmunitaria considerable. Los aspectos prácticos de las
vacunas de DNA son también muy promisorios

No se requiere refrigeración para la manipulación y el almacenamiento del DNA de plásmido, lo


que reduce de manera significativa el costo y la complejidad de su envío. El mismo vector
plásmido puede diseñarse de manera individualizada para que produzca diversas proteínas, de
tal modo que puedan emplearse las mismas técnicas para la fabricación de las diversas vacunas
de DNA, cada una codificadora de un antígeno proveniente de un patógeno distinto. Un método
mejorado para la administración de estas vacunas consiste en cubrir partículas microscópicas de
oro con el DNA del plásmido y, a continuación, introducirlas a través de la piel hasta el músculo
subyacente con una pistola de aire (llamada pistola génica).

Esto hace posible la administración rápida de una vacuna a grandes poblaciones sin necesidad
de reservas gigantescas de agujas y jeringas. Las pruebas efectuadas con vacunas de DNA en
modelos animales han demostrado que son capaces de conferir inmunidad protectora contra
diversos agentes patógenos, entre ellos el virus de la gripe.

Se ha corroborado asimismo que la inclusión de ciertas secuencias de DNA en el vector


desencadena una reacción inmunitaria intensificada. Una de tales secuencias es la CpG
observada en patógenos; recuérdese que esta secuencia es el ligando para TLR9. En la actualidad
se realizan ensayos en seres humanos con diferentes vacunas de DNA, entre ellas las de
paludismo, SIDA, gripe, fiebre de Ébola y herpes. En un éxito experimental reciente con vacunas
de DNA se confirió protección a ratones contra inóculos de coronavirus del SARS mediante un
vector de DNA que codificaba la proteína de las espículas de este virus.

El suero de los receptores de la vacuna transfirió inmunidad, lo cual demuestra que los antígenos
neutralizantes se formaron a raíz de la vacunación y fueron protectores en el modelo murino de
infección por SARS. En los estudios experimentales futuros de vacunas con DNA se mezclarán
genes de proteínas antigénicas con los de citocinas o quimiocinas que dirigen la reacción
inmunitaria hacia la vía óptima.

Por ejemplo, puede incluirse el gen de la IL-12 en una vacuna de DNA; la expresión de esta
interleucina en el sitio de inmunización estimulará la inmunidad del tipo TH1 inducida por la
vacuna. Las vacunas de DNA se encuentran en la fase de ensayos clínicos, y es probable que se
usen en la inmunización de personas en los próximos años.

Sin embargo, no constituyen una solución universal a los problemas de la vacunación; por
ejemplo, sólo pueden codificarse antígenos proteínicos; además, ciertas vacunas, como las
usadas contra infecciones neumocócicas y meningocócicas, se basan en antígenos polisacáridos
y no son candidatas para el suministro vía DNA.
VACUNAS CON VECTORES RECOMBINANTES

Es posible introducir en virus o bacterias atenuados genes que codifican antígenos mayores de
agentes patógenos especialmente virulentos. El microorganismo atenuado funciona como
vector, se multiplica en el hospedador y expresa el producto génico del agente patógeno. Se han
elaborado vacunas con virus atenuados vivos a partir de vacunas ya autorizadas a las que se
agregan genes que codifican antígenos presentes en patógenos de reciente aparición.

Es posible que tales vacunas de virus quiméricos sean probadas y autorizadas más rápido que
un producto totalmente nuevo, con lo que se ahorraría tiempo valioso. Un ejemplo muy reciente
de este tipo de quimera es la vacuna de la fiebre amarilla, que se sometió a ingeniería genética
para que expresara antígenos del virus nilooccidental.

Se han utilizado diversos microorganismos como vectores para vacunas, por ejemplo virus de la
viruela bovina, virus de la viruela de los canarios, virus de la polio atenuados, adenovirus, cepas
atenuadas de Salmonella, cepa BCG de Mycobacterium bovis y ciertas cepas de estreptococos
que existen habitualmente en la cavidad bucal. El virus de la viruela bovina, una forma atenuada
que se utiliza para erradicar la viruela, se ha usado ampliamente como vector.

Este virus complejo de gran tamaño, cuyo genoma consta de unos 200 genes, puede someterse
a ingeniería genética para que porte varias docenas de genes extraños sin trastornar su
capacidad de infectar células del hospedador y multiplicarse en ellas. En la fi gura 19-8 se ilustra
el procedimiento para producir un vector de viruela bovina que lleva un gen extraño obtenido
de un agente patógeno.

El virus de la viruela bovina sometido a ingeniería genética expresa concentraciones elevadas


del producto génico insertado, que luego puede servir como inmunógeno potente en el
hospedador inoculado. Al igual que la vacuna ordinaria contra la viruela, las vacunas que tienen
como vector virus de la viruela bovina sometidos a ingeniería genética pueden administrarse
simplemente rasguñando la piel, lo que produce infección localizada en las células del
hospedador.

Si el producto génico extraño expresado por el virus de la viruela bovina es una proteína de la
cubierta vírica, se inserta en la membrana de la célula hospedadora infectada e induce
inmunidad mediada por células así como inmunidad mediada por anticuerpo. Otras vacunas con
vectores atenuados podrían ser más seguras que la de virus de la viruela bovina. En fecha
reciente se han realizado pruebas de esta clase con el virus de la viruela de los canarios. Como
su pariente, el virus de los bovinos, el de los canarios es de gran tamaño y se somete con facilidad
a ingeniería genética para que lleve múltiples genes.

A diferencia de aquél, éste no parece ser virulento incluso en individuos que padecen supresión
grave de la inmunidad. Otro posible vector es una cepa atenuada de Salmonella typhimurium,
en la que se han insertado mediante ingeniería genes de la bacteria causante del cólera. La
ventaja de este vector vacunal consiste en que Salmonella infecta células de la túnica mucosa
del intestino y por tanto induce la producción de IgA secretoria.

La inmunidad eficaz contra diversas enfermedades, entre ellas el cólera y la gonorrea, depende
del aumento de la producción de IgA secretoria en las superficies de las mucosas. Se encuentran
en desarrollo medidas similares en las que se emplean bacterias que son habitantes normales
de la flora de la cavidad bucal. La estrategia consistiría en introducir genes que codifican
antígenos de microorganismos patógenos en cepas bacterianas que habitan en la boca o las vías
respiratorias. La inducción de inmunidad en la superficie de la mucosa podría ofrecer excelente
protección en la puerta de entrada que usa el patógeno.
Otras aplicaciones de las vacunas

Una vacuna basada en Ia hormona gonadotropina coriónica humana, que se elabora mediante
Ia preimplantacion del blastocisto y resulta esencial para el establecimiento temprano del
embarazo, es probada en Ia actualidad como anticonceptivo inmunológico.

También se están desarrollando vacunas para el tratamiento de alergias y enfermedades


autoinmunitarias. Estas suelen tener como objetivo reponer el equilibrio Th1/Th2, activar las
células T reguladoras o restablecer Ia tolerancia por deleción clonal o anergia. Una vacuna para
el tratamiento de Ia adicción al tabaco consiste en nicotina acoplada a Ia proteína Qb del
bacteriófago que se ensambla en un complejo de 180 monómeros proteicos para formar
partículas similares a virus (VLP).

La vacuna demostró su posible eficacia en un ensayo clínico en el que se observo en algunos


individuos una correlación firme entre las concentraciones de anticuerpos inducidos contra Ia
nicotina y Ia abstinencia continua de fumar. También se encuentra en la etapa de ensayos
clínicos una vacuna anticocaína, que consiste en un derivado de Ia cocaína conjugado con Ia
toxina recombinante B del cólera con adyuvante de alumbre.

Los adyuvantes
Los adyuvantes son sustancias ó procedimientos que incorporados al antígeno o inyectados
simultáneamente con él, hacen más efectiva la respuesta inmune. Los adyuvantes pretenden
aumentar la inmunogenicidad de antígenos altamente purificados o recombinantes y así poder
reducir la cantidad de antígeno y el número de inmunizaciones necesarias.

De esta forma se puede aumentar la eficacia de las vacunas en recién nacidos, ancianos y
personas inmunocomprometidas. Permiten promover la inducción de inmunidad en mucosas y
potenciar la inmunidad celular, aumentando los títulos de anticuerpos funcionales (bactericidas,
neutralizante). Los adyuvantes están muy presentes hoy en día en el desarrollo de nuevas
vacunas.

La utilización del término adyuvante se debe a Ramon Gaston, quien en 1925 observa que la
respuesta inmunológica a las antitoxinas puede ser incrementada añadiendo sustancias como
agar, lectinas, tapioca, etc.

Posteriormente Glenny y cols. Observan en 1926 que el toxoide diftérico asociado a hidróxido
de aluminio es más inmunógeno que el toxoide diftérico solo. Posteriormente Thibaul y Richou
en 1936 descubren las propiedades adyuvantes del Quil A, saponina extraída de la corteza de un
árbol de Sudamérica, la Quillaja saponaria.

Sin duda, los trabajos mas extensos sobre la importancia de los adyuvantes se deben a Freund,
quien en 1937 descubre los efectos inmunopotenciadores del bacilo tuberculoso inactivado
combinado con aceite de parafina. La utilización de adyuvantes en vacunas en el momento
actual no está exenta de polémicas, bajo un marco teórico el adyuvante ideal no debe ser tóxico,
debe estimular la respuesta inmunitaria tanto celular como humoral, debe promover la
respuesta inmunológica a largo plazo, lo que denominamos memoria inmunológica, no debe
inducir autoinmunidad, no debe ser mutagénico, carcinogénico o teratogénico, no debe ser
pirógeno y debe ser estable en condiciones de temperatura, pH y tiempo.
Tipos de adyuvantes.

Sales minerales:

Hidróxido de aluminio

Fosfato de aluminio

Fosfato cálcico

Partículas lipídicas:

Liposomas

Complejos estimulantes de la inmunidad.

Adyuvantes inmunoestimuladores:

Saponinas.

Muramil dipéptido (MPD).

DNA bacteriano (oligo CpG).

Lipopolisacáridos (LPS).

MPL y derivados sintéticos.

Lipopéptidos.

Micropartículas:

Microesferas de partículas biodegradables.

Partículas virus like.

Adyuvantes mucosales:

Toxina colérica.

Toxina de mutantes: LTK63 y LTR72.

Toxina lábil de E. coli.

Interleucinas:

IL-2, IL-12, GM-CSF, INF-Y.

Genéticos:

Genes que codifican moléculas coestimuladoras.


Mecanismo de acción de los adyuvantes.

Pueden actuar a través de dos mecanismos principales:

Actuando a través del sistema de liberación de antígeno, aumentando la disponibilidad de


antígeno en las células presentadoras de antígeno. Se consigue un retraso en el aclaramiento
antigénico y aumento de la respuesta al antígeno en localizaciones fisiológicas específicas. Se
incluyen en este grupo de adyuvantes las sales insolubles de aluminio, liposomas, virosomas,
micropartículas (PLG), emulsiones y partículas virus-Like.

Inmunopotenciadores:

Activan directamente los receptores celulares e inducen la liberación de citokinas. Actúan como
inmunopotenciadores el MPL y derivados, MDP y derivados, oligonucleótidos (CpG), RNA de
doble cadena, patrones alternativos moleculares asociados a patógenos, quils, resiquimod.

Sales de aluminio:

Habitualmente se utiliza el hidróxido de aluminio como oxihidróxido de aluminio cristalino que


adsorbe antígenos cargados negativamente. El fosfato de alumnio se utiliza como hidroxifosfato
que adsorbe antígenos cargados positivamente. El efecto depot de las sales de aluminio fue
descrito por Glenny en 1931.

Las sales de aluminio convierten los antígenos solubles en partículas con un diámetro menos a
10 mcm, que son captadas por las células presentadoras de antígeno. Además las sales de
aluminio inducen eosinofilia, activan el complemento, estimulan los linfocitos B, CD y
macrófagos, regulan las señales de coestimulación en monocitos y promueven la liberación de
IL-4.

Además la administración de sales de aluminio al inducir inflamación en el sitio de inyección


atrae células presentadoras de antígeno y potencia de esta forma la respuesta inmune. Como
contrapartida habría que tener en cuenta que las sales de aluminio no estimulan las respuestas
Th1, la secreción de IFN-Y, ni la producción de IgG2 por los linfocitos B.

En cambio, estimulan la respuesta Th2, la secreción de IL-5 e IL-5 y la producción de IgG1 e IgE.
Por todo ello, las reacciones adversas mas frecuentemente relacionadas con el uso de sales de
aluminio como adyuvante son las reacciones locales del tipo de eritema, formación de
granulomas o nódulos subcutáneos. La miofascitis macrofágica, que algunos autores
relacionaron con la acumulación de aluminio, ha sido descartada como relacionada con el uso
de aluminio como adyuvante.

Emulsiones:

Las emulsiones son dispersiones líquidas de dos fases inmiscibles, generalmente aceite y agua,
cada una de las cuáles puede ser la fase dispersa o la continua, con lo que se obtiene una
emulsión hidrooleosa u oleoacuosa respectivamente.

Adyuvante completo de Freud: Solución hidrooleosa con aceite de parafina y micobacterias


muertas.

Adyuvante incompleto de Freud: Sin micobacterias. Origina reactogenicidad local, acumulación


en organismo e inducción de tumores en ratones.

• SAF: Emulsión óleoacuosa con escualeno y treonil-MDP(derivado de peptidoglicano


pared celular de mycobacterias). Origina efectos adversos inaceptables: uveitis en
conejos, es muy pirógeno.
• MF59: Emulsión no viscosa, fácil de inyectar. El escualeno componente natural de las
membranas celulares. Precursor sintético del colesterol.
o Es biodegradable y biocompatible y estable al menos durante 3 años. No ejerce
efecto “depot”. Genera un entorno inmunoestimulador localen el sitio de la
inyección, que activa localmente monocitos y granulocitos.
o Induce la producción de citokinas que aumentan el reclutamiento de células
inmunitarias desde la sangre hacia tejidos periféricos.
o Son responsables de una mayor captación del antígeno por parte de los
monocitos en el lugar de inyección, mayor diferenciación de monocitos hacia
células dendríticas e induce de manera potente el receptor de alojamiento CCR7
que se encuentra en las células dendríticas en fase de maduración.
o La evidencia existente con MF59 en la vacuna de la gripe mostró mayores tasas
de anticuerpos que con las vacunas de virosomas o subunidades. El MF59 se ha
utilizado también en otras vacunas en fase de investigación: citomegalovirus,
herpes, VIH, hepatitis B y hepatitis C.

Liposomas.

Son microesferas huecas con 1 o varias bicapas lipídicas. La membrana está constituida por
colesterol y fosfolípidos semejantes a las membranas celulares, por lo que al ser introducidos en
el huésped no hay rechazo.

Prolongan el tiempo de contacto de los antígenos con el sistema inmune de lo que se deduce
mayor tiempo de exposición a las células presentadoras de antígenos. Potencian inmunidad
celular y humoral para antígenos proteicos y polisacáridos.

Existen dos tipos de liposomas: proteosomas y cochleates; los primeros son pequeñas vesículas
de origen bacteriano en asociación con proteínas virales inducen respuesta inmune Th1, los
segundos son bicapas laminares no vesiculares. Se les adiciona iones de calcio, haciendo que se
enrollen y dejen un espacio donde se cargan proteínas ó DNA.

Virosomas.

Son vesículas esféricas diminutas, que contienen proteínas virales incrustadas en su membrana.
Estas proteínas permiten a las membranas del virosoma fusionarse con las células del sistema
inmune, liberando su contenido, (los antígenos específicos de la vacuna) directamente a sus
dianas.

Una vez liberados los antígenos, los virosomas son completamente degradados en el interior de
las células. La ventaja principal de los virosomas es que imitan la forma natural de presentación
del antígeno y estimulan las dos vías del sistema inmune: Humoral y celular, al liberar los
antígenos en las dianas específicas y amplificar la respuesta inmune.

Se trata de sistemas de transporte con amplias aplicaciones ya que pueden administrarse por
vía parenteral o nasal. En la actualidad la vacuna de la hepatitis A (Hepaxal) o la vacuna de la
gripe (Inflexal) utilizan virosomas y están comercializadas.
Micropartículas de polímeros.

El PGL (Poliéster polilactide-co-glicosides) consigue la encapsulación de antígenos que controlan


la velocidad de liberación de antígenos. Su efecto adyuvante es consecuencia de su efectiva
captación por las células presentadoras de antígeno que migran a áreas T dependientes de los
ganglios linfáticos. Se distinguen dos tipos de PGL: microparticulas de PGL catiónicas y aniónicas.

Partículas virus-like.

Son cápsides vacías de un virus que no contienen DNA ó RNA viral, contienen proteínas
estructurales sin material genético. Mimetizan la estructura del virus, por ello son presentados
de forma muy eficiente a las células dendríticas y desencadenan potentes respuestas CTL y CD4
proliferativas.

Pueden ser usadas como sistemas de liberación de epitopos de otros virus o bacterias sin
adicción de adyuvantes. Existen 2 vacunas comercializadas de este tipo: Gardasil ®: Vacuna
papilomavirus tipo16, 18, 6, 11; y Cervarix®: Vacuna papilomavirus 16,18.

MPL y derivados sintéticos.

Hace ya algunas décadas que se comprobó el potente efecto adyuvante de las endotoxinas
bacterianas con el inconveniente de su gran toxicidad. A este grupo de adyuvantes pertenece el
monofosforil lípido A (MPL).

Este adyuvante interactúa con los receptores Toll-Like tipo 4 (TLR4), activa las células
presentadoras de antígeno originando una cascada de citocinas inmunoreguladoras que
aumentan la migración y maduración de las células dendríticas que inducen síntesis de IL-2 y IFN
promoviendo repuestas Th1.

ASO4.

Se trata de un sistema adyuvante consistente en MPL (derivado del lipopolisacárido de la pared


Salmonella minesota cepa R595, detoxificado por hidrólisis y purificado) adsorbido en hidróxido
o fosfato de aluminio. Actúa a través de su unión con TLR4 induciendo fuerte inmunidad humoral
y celular, mayoritariamente Th1.

Existe experiencia con este adyuvante en la vacuna de la hepatitis B (Fendrix), donde induce
tasas de seroprotección mayores, más rápidas y con mayor persistencia en el tiempo que la
vacuna adyuvada con aluminio; así como en la vacuna Cervarix frente al papilomavirus.

Oligodesoxinucleótidos con secuencias CpG.

Se trata de secuencias no específicas de DNA bacteriano que contienen los dinucleótidos citosina
y adenina en forma no metilada.

Estas secuencias son reconocidas por sistema inmune innato incluyendo células dendríticas,
macrófagos y lifocitos B por medio del TLR-9. Los receptores para CpG son intracelulares,
desarrollan una potente respuesta CD4+Th1 y CD8 CTLcaracterizada por la liberación de
citocinas y quimiocinas: TNF, IL-1, IL-6, IL-12 y la expresión de moléculas coestimuladoras.
Saponinas.

Se incluyen aquí los glicósidos tensioactivos derivados de Quillaria Saponaria (Quil A), que
inducen potentes respuestas CTL y Th1. Son muy tóxicas, actúan a través de liberación de
citosinas, quizás interactuando con PRR (receptores reconocimiento de patógenos ).

El QS21 es una fracción de Quil A que mantiene capacidad adyuvante al ser un potente inductor
de CTL e inducir la liberación de IgG2, citoquinas IFN y IL-2.

Se trata de uno de los adyuvantes más potente para infecciones que requieran potente CTL. Su
principal limitación en su uso es la gran toxicidad.

Complejos inmunoestimulantes (ISCOM).

Son partículas de 30-40 nm que contienen Quil A incorporado dentro de partículas lipídicas con
colesterol, fosfolípidos y antígenos. Su principal ventaja es que el Quil A unido al colesterol, no
está libre para interactuar con las membranas celulares, por lo que se reduce la actividad
hemolítica, se reduce la dosis de Quil A y la formulación se dirige directamente a las células
presentadoras de antígeno. Induce la producción de citocinas y respuestas Th1 y CTL potentes.

Su principal inconveniente es la dificultad para incluir antígeno en el interior sistema adyuvante;


en animales se ha ensayado con las vacunas frente a HVC, CMV, VIH, EBV, gripe. Necesita
probarse en humanos.

Otros sistemas adyuvantes.

• ASO2: Emulsión óleoacuosa con MPL y QS21.


• ASO1: Liposomas, MPL y QS21.
• IC30: Poly-L-arginina ( versión sintética de RNA de doble cadena): Agonista TLR3.Vacuna
terapéutica de la hepatitis C.
• IC31: Péptido KLK (derivado de IC30) y ODNs (Oligodeoxinucleótidos sintéticos que
contiene CpG motivos no metilados). Agonista TLR3 y TLR9.

Adyuvantes para la inmunización en mucosas.

Las micropartículas de polímeros tienen capacidad de liberar antígenos en tejido linfoide


asociado a mucosas (MALT). Las toxinas bacterianas como la toxina de Vibrio cholerae (CT) y la
toxina termolábil de Escherichia coli (LT) son muy tóxicas; sin embargo las LT y CT mutantes
tienen menos efectos tóxicos e inducen potentes respuestas de anticuerpos, tras inmunización
intranasal.

Existe alguna experiencia con LT mutante formulada dentro de un sistema de liberación


bioadesivo que podría emplearse para vacunaciones infantiles.

La investigación de nuevos adyuvantes continua siendo necesaria ya que posibilita respuestas


Th1/Th2 específicas, potenciando la respuesta inmune frente a enfermedades como la malaria,
tuberculosis, VIH o hepatitis C.
BIBLIOGRAFIA
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