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EDUCAR LA SENSIBILIDAD.
FORMACIÓN DOCENTE, DIÁLOGO DE SABERES, PENSAMIENTO
COMPLEJO Y TEORÍA CRÍTICA.
siglo debe prepararse para abrir caminos en tal sentido, tanto frente a
su propio ámbito de acción, como también frente a los otros actores que
siguiente:
experiencias de vida.
INTRODUCCIÓN
".., el interés superior del niño deberá ser el principio por el que se
guíen los encargados de educarlo y orientarlo; esa responsabilidad
incumbe ante todo a los padres".
turbulencias sociales.
político vigente. Hay que provocar una ruptura con la formación docente
libertad de pensamiento:
creativo que es patrimonio del ser humano. Éste las recoge, las
CAPÍTULO I
latinoamericano.
necesidades.
enfatiza que: “Permitir al maestro ser más libre, más creativo, más
CAPÍTULO II
PEDAGOGÍA EN EL SIGLO XXI: MUNDO, TIEMPO Y LIBERTAD
Son muchos los procesos de cambios y transformaciónes que trae
consigo las exigencias del siglo XXI. Muchas tradiciones han entrado en
conflicto ante la emergencia de nuevas realidades, que ponen a prueba
el ejercicio crítico, divergente, reflexivo y creativo. Desde el ámbito
escolar, los distintos espacios de las ciencias y las humanidades
interrogan las condiciones de posibilidad para repensar la pertinencia de
conocimientos, saberes y prácticas.
Actualmente estamos asitiendo a un intenso y profundo debate en
el actual clima cultural contemporáneo que se define como
profundamente complejo, heterogéneo y contradictorio donde se
despliegan diversas maneras de leer la educación vinculada a la praxis,
a la historia, a la filosofía, a la sociología, a la antropología y a la
política. También son muchas las maneras de encarar el sentido de la
vida cotidiana cargada de celeridad, incertidumbre y multiplicidad. Por
ello planteamos que es imperativo, e ineludible anticipar los gestos del
devenir histórico e interpretar el signo de los tiempos, lo cual debe ser
una tarea encomiable para procurar significar y comprender esa
realidad. Será necesario potenciar otros estilos de lenguaje, un
conocimiento innovador, una percepción densa de la complejidad, otros
modos de pensar, y otra semiótica de lo real, que nos permita pulsar el
sentido y la significación de lo que acontece. En este panorama que
hemos planteado, nosotros vinculamos a la pedagogía del siglo XXI
como expresión de sensibilidad con la praxis social.
Educar la sensibilidad es un tema que tiene una singular
importancia y demanda de marcos teóricos y categorías analíticas para
su estudio vinculado a la sensibilidad, más allá de las cualidades
descriptivas y narrativas en torno a la misma. Por ello intentamos
recuperar el enfoque antropológico con el reconocido antropólogo David
Le Breton, que nos refiere una categoría de “acercamiento y
proximidad sensible” y nos proporciona una lectura de la sociología
del cuerpo y concretamente de la sensibilidad sociohistóricamente
constituída. Igualmente el discurso sociológico de Henry Giroux, quién
nos remite conceptualmente a una mirada sociológica sensible, frente a
los dispositivos de las multinacionales y las políticas educativas, y la
perspectiva de la pedagogía la abordamos en el siglo XIX, con Simón
Rodríguez y José Martí, quienes potencian la sensibilidad en la dirección
de darle una expresión de categoría o un valor epistémico que
reconozca su implicación básica en las estructuras perceptuales y
conceptuales del mundo experiencial de la observación y la interacción
social, y en el siglo XX, nos referimos a los aportes singulares de Paulo
Freire, Humberto Maturana, David Le Breton y Michel Maffesoli, quienes
nos ofrecen una mirada innovadora, inédita y valientemente
comprometida con los cambios estructurales del proceso educativo.
Consideramos importante vincular la estética a educar la sensibilidad,
por cuanto el ser humano cultiva y desarrolla actitudes y valores que
otorguen significado moral, ideológico y político a las acciones que
expresan un repertorio de subjetividades.
La estética da cuenta del entrelazamiento de las múltiples
dimensiones sobre la que se organiza la sensibilidad, el gusto, la
belleza, como un todo, lo que es lo mismo como unidad
interrelacionada.
Para la estética empirista, en el ser humano hay un
sentimiento espontáneo de respuesta ante lo bello y tanto el
sentimiento en sí mismo como su órgano o sentido estético reciben
el nombre de gusto. El gusto es así, la capacidad de percibir la
belleza y el sentimiento de placer ante la belleza. Las experiencias
del gusto son inmediatas y espontáneas y están dentro no tanto
del ámbito de la razón, como de la sensibilidad”. (Pérez Alonso-
Geta, 2008, p. 2 ).
CAPÍTULO III
APORTES DE SIMÓN RODRIGUEZ, PAULO FREIRE, JOSÉ
MARTÍ, MICHEL MAFFESOLÍ, HUMBERTO MATURANA Y DAVID LE
BRETON EN RELACIÓN A EDUCAR LA SENSIBILIDAD
….
Para Aragón, es España
tengo yo en mi corazón.
….
Estimo a quien de un revés
lo estimo, si es un cubano;
lo estimo, si aragonés.
….
Quiero, a la sombra de un ala
….
Cuando el peso de la cruz
…..
CAPÍTULO VI
DIÁLOGO DE SABERES: UNA MIRADA A NUESTRA
CONTEMPORANEIDAD Y LOS HORIZONTES QUE EXPLICAN LA
CONFIGURACIÓN DE LA PEDAGOGÍA DE LA SENSIBILIDAD
Pensamiento Complejo.
CAPÍTULO VI.
LA TEORÍA CRÍTICA: EDUCAR LA SENSIBILIDAD EN EL SIGLO
XXI
CAPITULO XI
EDUCAR LA SENSIBILIDAD EN LA POSTMODERNIDAD: HACIA
UNA CONVIVENCIA MULTICULTURAL
En el presente capítulo debatiré y confrontaré con el lector las
propuestas filosóficas que parten de la constatación de un presente
caracterizado por una argumentación discursiva sobre la discusión
modernidad-postmodernidad y de la constatación del carácter ficcional
de la realidad. Exploraré la reconfiguración de educar la sensibilidad
como constituyente del paradigma de la postmodernidad, como su clave
hermenéutica, con la consiguiente resignificación que para la sociología
educativa representa el salir del estrecho ámbito en que permanecía
recluida la educación, por el paradigma cientificista aceptado y
canonizado por la tradición moderna. Intentaré mostrar, cómo la
expansión de las categorías axiológicas, proporcionan un elemento
constituyente del paradigma de la postmodernidad, como vía posible en
las nuevas condiciones de nuestro trato con la realidad.
Educar la Sensibilidad en la modernidad ofrece un marco de
contradiciones, de rupturas, de formas teóricas cerradas, de modos de
organizar una relación con la realidad de conformidad con una lógica de
construcción del objeto, fundada en la exigencia de la objetividad y se
basa en la confianza ciega en la razón. En la modernidad el ser humano
confía en hacer las cosas por sí mismo, dominar la naturaleza y su
propio destino, sin tener que recurrir a explicaciones irracionales. Esta
dominación de la naturaleza implica como lo sostiene Bourdieu (1988):
“una lógica de poder, de dominación, es por tanto la forma
paradigmática de violencia simbólica definida como aquella violencia que
se ejerce sobre las personas con su complicidad y consentimiento”
(Citado por Cabral, 2009, p. 61).
En efecto, en la modernidad se confía en que los seres humanos a
través de la razón pueden construir formas de convivencia y relación
social basadas en el consenso y la negociación, a diferencia de épocas
anteriores, en donde el dogma religioso, el poder aristocrático, la
arbitrariedad del privilegio o el peso de la tradición imponían otras
formas de relación humana. Este supuesto de partida supuso cambios y
giros de gran calado: se afirmó la ciencia frente a la religión y las leyes
naturales frente a la arbitrariedad moral. Así pues, la característica más
definitoria de la modernidad es, sin duda, la apuesta decidida por el
imperio de la razón como el instrumento privilegiado en manos del ser
humano que le permite ordenar la actividad científica y técnica, el
gobierno de las personas, y la administración de las cosas, sin el recurso
a fuerzas y poderes externos o sobrenaturales (Pérez, 1994 citado por
Ruíz Román, 2010, p, 175). “El saber vinculado a la “razón
instrumental” es un saber ligado al poder…Al estar alejado de los ideales
dominantes universales, al estar enraizado en lo corriente, el
conocimiento responde de la mejor manera a su vocación: la líbido
sciendi.¿Por qué no decirlo?: un saber erótico que ama al mundo que
describe. De ese modo, purgándose de lo general, de la verdad, de lo
que se supone que es lo justo, se puede vislumbrar lo plausible y lo
posible de las situaciones humanas”. (Maffesolí, 2006, pp. 16 y 17).
Mi parecer es que nuestra concepción -postmoderna- de la
realidad, muestra toda la fortaleza discursiva para interpretar la
complejidad de la realidad educativa. Metodológicamente, al analizar el
problema de la crisis de la modernidad y de la naturaleza del así llamado
momento postmoderno, estaremos dando cuenta de cómo la educación
de la sensibilidad jamás ha sido indiferente o ajena a la marcha y
desarrollo de las ideas o de lo que llamamos pensamiento filosófico y
viceversa. Trataremos en lo posible, realizar un enfoque global,
sistémico y holístico que se fundamente con las consideraciones de la
socialidad cultural que asume educar la sensibilidad, vinculada a
fenómenos como la producción de significados a partir de la conciencia
ética y social. “El humano de esta razón ética se caracteriza por existir
para ser cooperativo más que competitivo. Por vivir más desde el logos,
palabra, intercambio, diálogo, búsqueda, que desde el logos, razón,
verdad poseída que se impone. En esta identidad meta-moderna, la
educación es una propuesta de hermandad interhumana y los profesores
animadores de un crecimiento holístico de la persona, de modo que
ninguna funcionalidad mediadora supere el valor radical de la realidad
personal”. (López Herrerías. 2009, p. 1).
Educar la Sensibilidad se enmarca en esta argumentación del autor
que propone una propuesta de hermandad interhumana porque una
pedagogía desde la razón de lo sensible apostaría a la formación y
exploración volitiva y expresiva de los sentimientos, de las emociones,
de las percepciones, pulsaciones y pasiones del ser humano. Por ello
una educación desde la mirada de la Acción Comunicativa de Habermas,
de la Razón Sensible de Michel Maffesolí, de la Emoción y el Lenguaje de
Maturana, de la Antropología del Cuerpo de Le Breton, de la Pedagogía
de la Esperanza de Paulo Freire, de la Pedagogía de la Ternura de Lidia
Turner, de la Pedagogía del Deseo de Jaume Martínez Bonafé, se
enuncian las bases teóricas de esta significativa propuesta.“Por
educación entiendo una categoría social con capacidad para definir el
tipo de ser humano al interior de un contexto social específico. También
intento explicar, con cierta consistencia teórica, el impacto de la
condición postmoderna en la aparición del relativismo ético. Esa misma
condición es pertinente hablar de un discurso de regulación. He aquí las
ideas propuestas para el debate. Una evidencia encontrada en los textos
revisados, para este trabajo, muestra que no todos los estudios en
educación hacen referencia a la mutación cultural contemporánea
conocida como postmodernidad”. (Perdomo, 1999, p. 2).
Toda noción categorial referida a la Educación debe ser interpretada
a la luz de los acontecimientos sociales y políticos en el marco de la
nueva coyuntura sociopolítica y del marco de la globalización que
afectan y definen el rumbo de los diversos niveles formativos.
De hecho, en el mismo momento cuando la educación es
leída desde el viejo problema entre la teoría y la práctica para
definir la acción educativa respecto de naturaleza y cultura del
hombre, allí mismo los aportes cognitivos del debate de la
modernidad se inscriben en una idea de educación vinculada más
con la noción de escuela o pedagogía que con una reflexión
propiamente nacida de la Ilustración de origen kanteano. El motivo
parece que se da, bien por ignorar la importancia, en el debate
educativo, de tal fenómeno en la dinámica crítica de la modernidad
o bien por considerar que en educación (en tanto práctica social)
es suficiente, para resolver sus contradicciones, con atacar sus
problemas de contenido programático-curricular o estudiar la
complejidad del hombre sólo con referirse a sus términos
aleatorios: escuela, instrucción, pedagogía, didáctica,
escolarización, abandono escolar y aprendizaje. Ello explica que
trabajos sobre la relación entre poder y saber o entre vigilar y
castigar hechos por Foucault se ignoren como trabajos que definen
al término educación. (Perdomo, 1999, p. 5 ).
.
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