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La interacción del viento solar con el campo magnético de la Tierra, crea una región llamada magnetósfera. Esta magnetósfera forma una coraza magnética
alrededor de nuestro planeta y nos protege de la llegada directa de partículas solares. En el Sistema Solar todos los planetas, salvo Venus y Marte, tienen un
campo magnético y una magnetósfera. En el caso de Venus y Marte el viento solar interactúa con la ionósfera de los planetas. La forma de las
magnetósferas es asimétrica, debido a la compresión que sufre el campo magnético al interactuar con el viento solar del lado día. En el lado opuesto, el lado
noche, las líneas de campo se estiran alejándose del Sol, formando una cola como la de los cometas. Dentro de las magnetósferas el campo magnético
planetario domina la dinámica de las partículas cargadas. La parte superior de la ionósfera se extiende en el espacio muchos miles de kilómetros y se
combina con la magnetósfera, cuyo plasma está generalmente más rarificado y también más caliente. Los iones y los electrones del plasma de la
magnetósfera provienen de la ionósfera que está por debajo y del viento solar y muchos de los pormenores de su entrada y calentamiento no están claros
aún.
Existe el plasma interplanetario, el viento solar. La capa más externa del Sol, la corona, está tan caliente que no sólo están ionizados todos sus átomos, sino
que aquellos que comenzaron con muchos electrones, tienen arrancados la mayoría (a veces todos), incluidos los electrones de las capas más profundas
que están más fuertemente unidos. En la corona del Sol se ha detectado la luz característica del hierro que ha perdido 13 electrones.
Esta temperatura extrema evita que el plasma de la corona permanezca cautivo por la gravedad solar y, así, fluye en todas direcciones, llenando el Sistema
Solar más allá de los planetas más distantes.
En 1989 hubo un gran fallo eléctrico en Quebec que dejó sin luz a 6 millones de personas entre Canadá y Estados Unidos. Ese apagón se alargó por 9 horas,
pero no solo afectó a esa zona, sino que también hubo fallos en satélites de defensa y comunicación, modificando sus órbitas.
Cuando se empezó a investigar lo que había causado ese apagón se descubrió que fue debido al viento solar y su efecto sobre la Tierra, lo que dio lugar a
una nueva ciencia conocida como meteorología espacial, una disciplina que va desde la ciencia a la tecnología, y con implicaciones sociales.
Viento solar y tormenta solar
Desde la Tierra, el Sol nos parece una enorme bola inamovible cuyo brillo es constante. La realidad no es así, ni mucho menos, sino que en su superficie se
producen continuamente explosiones y otros fenómenos que causan prominencias, fulguraciones y emisiones de su masa.
En cada una de estas explosiones el Sol libera una gran cantidad de energía, una energía que equivale al lanzamiento de más de 35.000 bombas atómicas
como la que se lanzó en Hiroshima. Con ellas, se lanzan al espacio partículas solares, así como campos magnéticos que nos afectan cuando van a la Tierra.
Estos campos magnéticos provocan grandes cambios en la Tierra y su entorno, es decir: la atmósfera, la ionosfera o la magnetosfera, pero los efectos
también se perciben en su propia superficie.
El comportamiento del Sol cambia cada 11 años, en un sistema parecido al de las estaciones de la Tierra. Hay épocas más calmadas y épocas más movidas,
en este sentido podemos distinguir entre dos "meteorologías solares":
Tormenta solar: también conocidas como tormentas geomagnéticas, que se podrían comparar con un huracán o tornado terrestres, fruto de estas grandes
explosiones en el Sol.
Viento solar: es el flujo continuo que el Sol emite cuando está en una época calmada.
Sea como sea, el Sol y su magnetismo se relacionan con el de la Tierra, interactuando y distorsionándolo, creando a su vez corrientes de electricidad en la
superficie atmósfera terrestre.
La aurora boreal es un fenómeno atmosférico que se debe al magnetismo generado por el núcleo terrestre
Como se observa en la imagen, es un fenómeno luminoso que origina un brillo en el cielo nocturno de los Polos. Se produce
cuando partículas cargadas procedentes del viento solar, son guiadas por el campo magnético de la Tierra e inciden en la
atmosfera cerca de los Polos. Estas partículas chocan con los átomos y moléculas de oxígeno y nitrógeno de la ionosfera. Parte de
la energía de la colisión excita los átomos que la emiten en forma de luz visible cuando vuelven a su estado inicial.
¿Se acerca un cambio rápido del campo magnético de la Tierra?
El campo magnético terrestre no sólo nos ayuda a encontrar el norte utilizando una brújula, sino que también nos protege de la
peligrosa radiación que emana del Sol.
Desde hace tiempo los científicos saben que a lo largo de la historia del planeta Tierra, los polos magnéticos se han invertido muchas
veces.
Ese proceso, del que se desconocen sus causas exactas y que se creía duraba miles de años, se inicia con un progresivo
debilitamiento del campo magnético y culmina con la inversión de los polos.
Según algunos cálculos, las reversiones magnéticas han ocurrido con una frecuencia de 1 a 5 eventos cada millón de años.
Ahora, un estudio realizado por científicos de la Universidad de California en Berkeley (UCB) y la Universidad de Columbia, junto con
investigadores franceses e italianos, ha concluido que la última inversión magnética que se produjo en la Tierra se dio hace 786.000
años y no se prolongó durante miles de años sino que se produjo en menos de un siglo.
Esa rapidez en la reversión geomagnética terrestre -por la que las posiciones del polo norte y sur magnéticos se intercambian- ha
sorprendido a los responsables de la investigación, publicada en la revista Geophysical Journal International, que señalan que el
cambio se dio "en lo que dura una vida humana".
Inversión de los polos
El campo magnético terrestre es resultado de la interacción de los núcleos interno y externo de nuestro planeta -compuesto el
primero por hierro en estado sólido y el segundo por una aleación líquida de hierro y níquel- junto con el movimiento de rotación
terrestre.
Ello crea un proceso de dinamo que convierte la Tierra en un enorme imán.
Por razones que no están claras, la intensidad de campo magnético terrestre varía y cada cientos de miles de años, los polos
magnéticos se invierten, en un proceso que deja su huella en las rocas.
Cuando, por ejemplo, la lava se enfría, partículas de óxido de metal quedan "congeladas" en la dirección del campo magnético
existente, lo que permite que los científicos puedan saber la posición de los polos en un momento determinado examinando y
datando muestras de esa lava.
Ahora, estudiando los sedimentos de un antiguo lago expuestos en la cuenca Sulmona de los montes Apeninos, al este de Roma, en
Italia, los científicos de la UCB han podido constatar que la última inversión de los polos de nuestro planeta se produjo en menos de
100 años.
Debido a que los sedimentos del lago se depositaron a una velocidad alta y constante durante un período de 10.000 años, los
científicos pudieron datar la inversión magnética en aproximadamente 786.000 años.
Esta fecha es mucho más precisa que la obtenida por estudios anteriores, que situaban la reversión hace entre 770.000 y 795.000
años.
Peligros
¿Qué consecuencias tendría para la vida en la Tierra una inversión de los polos magnéticos?
"Los cambios en el magnetismo terrestre podrían tener consecuencias en las infraestructuras eléctricas del planeta y también, por
ejemplo, en los instrumentos de navegación", señala el geólogo.
"Además, también se podrían producir consecuencias en la naturaleza, ya que sabemos que muchos animales, como los pájaros, la
ballenas o las abejas, utilizan el campo magnético para orientarse".
Otros investigadores advierten que si durante el proceso de inversión de los polos el campo magnético se debilitara excesivamente o
incluso desapareciera, aunque sólo fuera durante un corto periodo de tiempo, perderíamos nuestra protección contra la radiación
solar y los rayos cósmicos, lo que podría afectar la vida en nuestro planeta, ya que estos pueden producir mutaciones genéticas.
La cuestión, según Paul Reene, es que los científicos saben que no se trata de un ciclo que se dé con regularidad, por lo que "no
podemos preccedir cuándo sucederá".
AURORAS POLARES: ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA
Las auroras boreales o Luces del Norte, como se suelen llamar en Alaska y Canadá, tienen lugar prácticamente todos los días del año
en el óvalo auroral, comprendido entre las latitudes +60º y +75º. Por tanto, cubren un extenso territorio que abarca la parte norte de
Escandinavia, toda Siberia, Alaska y el tercio superior de Canadá, además de gran parte del Océano Glacial Ártico. Durante las largas
noches de medio año, las auroras son un fenómeno celeste casi tan común como la Luna y las estrellas en estas regiones que rodean
al Polo Norte. Forman parte de la mitología y la sociedad de los habitantes nórdicos y su estudio etnográfico, todavía no muy
desarrollado, es especialmente interesante.
A partir del siglo XVII y hasta bien entrado el XIX, naturalistas europeos y norteamericanos en viajes de exploración por latitudes
extremas del Norte y el Sur empezaron a preguntarse científicamente por el fenómeno de las auroras. El sabio francés Pierre Gassendi
acuñó el término aurora, del latín, haciendo referencia al parecido de las Luces del Norte con la luz del amanecer.
Basándose en trabajos de Jacques d'Ortous de Mairan, el primero en relacionar el ciclo de actividad solar de once años con la
frecuencia e intensidad de las auroras; Benjamin Franklin, que teorizó que las auroras eran un fenómeno eléctrico; y Sir William Cooke,
el descubridor de la fluorescencia de un gas aislado en un tubo vacío sometido a una corriente eléctrica; a principios del siglo pasado,
el físico noruego Kristian Birkeland descubrió el fenómeno que causa las auroras: relacionó las partículas cargadas emitidas por el Sol,
el magnetismo terrestre y la ionización atmosférica. Hoy se sabe que algunos de los electrones expulsados por nuestra estrella en
forma de viento solar son desviados y acelerados por el campo magnético de la Tierra y penetran por los polos. Cuando estos
electrones interaccionan con la ionosfera terrestre, a alturas entre 100 y 500 kilómetros, excitan los gases presentes (átomos de
oxígeno y moléculas de nitrógeno, principalmente) y los hacen brillar por fluorescencia, igual que hizo Sir Cooke en el siglo XIX en sus
experimentos de laboratorio. Una aurora, podríamos decir, es un gigantesco tubo de neón natural.
Los gases excitados por los electrones del Sol determinan los colores de las auroras. El más común, blanco-verdoso, aparece cuando
los electrones bombardean átomos de oxígeno a altitudes de 300 a 500 kilómetros. El rojizo, cuando electrones más energéticos
penetran profundamente en la ionosfera -a sólo 100 kilómetros de altura- y excitan moléculas de nitrógeno.
La distinta intensidad de la atmósfera terrestre provoca que, a medida que la corriente de electrones penetra en ella, las auroras sean
un fenómeno celeste espectacular y cambiante. Adquieren formas diversas que danzan en el cielo durante la descarga de partículas
solares, normalmente de varias horas.
En el hemisferio boreal, las auroras ocurren mirando hacia el norte, habitualmente al anochecer, e intensifican su brillo y color en una
cortina de oriente a occidente. A medida que ganan fuerza "alimentada" por la fluorescencia, desarrollan rayas verticales y la cortina
parece curvarse como impelida por un viento invisible, desplazándose hacia el sur. Cuando pasa sobre nuestras cabezas, se aprecia
una estructura en tres dimensiones y se distinguen varias cortinas paralelas en continuo movimiento, pulsando o con "explosiones"
verticales, en una danza errática y silenciosa que cambia su aspecto cada pocos segundos. Al presenciar una aurora particularmente
activa, como las de los máximos de actividad solar, es fácil comprender la trascendencia que este espectáculo celeste tenía y tiene
para los pueblos del Ártico.
En ambos hemisferios, las auroras se localizan en los óvalos aurorales. Estos están centrados en los polos magnéticos e indican los
lugares en los que las partículas cargadas del Sol pueden ionizar la alta atmósfera de la Tierra. El nombre correcto es auroras polares,
no sólo boreales, aunque al estar en el sur el óvalo auroral muy limitado al continente Antártico, las auroras australes han sido
raramente observadas hasta hace poco.
Hoy en día, la actividad auroral se puede predecir con mucha fiabilidad gracias a la observación de los flares o tormentas solares,
fuentes de las partículas cargadas que originan las auroras. Satélites como el SOHO, de la Agencia Espacial Europea, o el Yohkoh
japonés; observan constantemente el Sol en distintas longitudes de onda y determinan cuando ocurre una tormenta solar. La corriente
de partículas cargadas viaja a miles de kilómetros por segundo, por lo que llega a la magnetosfera terrestre en 48 horas como mucho
y provoca una tormenta geomagnética, que produce auroras especialmente intensas. En casos extraordinarios, las auroras pueden
verse en latitudes medias, como en el verano del año 2000, cuando una potente tormenta solar inyectó gran cantidad de electrones
en la ionosfera terrestre y expandió el óvalo auroral muy al sur de su límite habitual, por lo cual se vieron auroras desde gran parte de
Europa.
Ese límite marca también la frontera de la Tierra del Día; según uno de los mitos Inuit, lugar celestial en el que las almas de los muertos
viven contentas y felices. En este paraíso, los espíritus, riendo y cantando, juegan a la pelota con el cráneo de una morsa. Para los
Inuit, semejante juego de luz y movimiento son las auroras boreales que vemos en el cielo. Aunque hoy sepamos por qué se producen
las auroras, es hermoso pensar que la risa y el canto de los electrones del Sol son los que hacen brillar las Luces del Norte.
BIBLIOGRAFIA EN LA RED
https://www.capasdelatierra.org/nucleo/
https://www.euston96.com/nucleo-la-tierra/
https://actualidad.rt.com/ciencias/view/35196-El-n%C3%BAcleo-de-Tierra-podr%C3%ADa-estar-fuera-de-su-centro
http://departamentodefisica.herrera.unt.edu.ar/investigacion/ionosfera
http://www.revista.unam.mx/vol.10/num10/art67/int67-4.htm
https://esacademic.com/dic.nsf/eswiki/456116
https://www.ecologiaverde.com/que-es-el-viento-solar-y-como-afecta-a-la-tierra-1350.html
https://www.meteorologiaenred.com/se-forman-las-auroras-boreales.html
http://e-ducativa.catedu.es/44700165/aula/archivos/repositorio/750/976/html/23_el_ncleo_terrestre.html
https://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/11/141111_ciencia_campo_magnetico_terrestre_inversion_jg http://www.caosyciencia.com/ideas/articulo.php?id=121202