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INTRODUCCIÓN
Esta guía describe la serie de cambios sucesivos que presenta el ser humano, a lo largo de
su desarrollo cronológico, desde su etapa neonatal hasta la etapa de adulto mayor.
Estos cambios incluyen los aspectos del desarrollo cognitivo, sicosocial y sexual, como
tareas evolutivas a ser complementadas a la finalización de cada etapa y como preparación
saludable para enfrentar la siguiente. Los aspectos de desarrollo biomédico de cada una no
serán considerados en esta guía (Arias, 1995).
OBJETIVOS
1. Reconocer las diferentes etapas del ciclo de vida del ser humano.
2. Aplicar el conocimiento del ciclo de vida del ser humano, en las diferentes acciones
para el cuidado seguimiento del Proceso Vital de cada individuo.
Los individuos, considerados como seres integrales, con sus dimensiones biomédicas,
sicosociales y espirituales, están en continua interacción con el ambiente que los rodea, a
nivel de microambientes (por ejemplo, la temperatura corporal interna) y de
macroambientes (por ejemplo, la temperatura y la conservación de la misma, con respecto
a su ambiente externo).
La teoría evolutiva plantea que todos los seres vivientes han cambiado en respuesta a las
condiciones ambientales, por selección natural de mutaciones que ocurren al azar, logrando
entonces el desarrollo desde las formas más simples y débiles, hasta las formas más
prolíficas, complejas y fuertes, como producto de adaptación a su ambiente.
De la misma manera, se considera que el ser humano evoluciona a lo largo de los años, en
un proceso gradual de desarrollo que conlleva cambios sucesivos, en las diferentes etapas,
hasta lograr un estado final del ciclo de vida con un sentido de totalidad, de propósito, que
le permita a la persona “sentir que ha vivido una vida bien vivida”.
A nivel personal, los sucesivos cambios incluyen los aspectos biológicos, cognitivos,
sicosociales y sicosexuales, que responden a las diversas interacciones establecidas con las
condiciones sociales, genéticas, ambientales, culturales, económicas e históricas, que
generan la diversidad y constituyen lo característico de cada ser.
Históricamente los aspectos biológicos han sido estudiados y desarrollados desde siglos
anteriores. La palabra “desarrollo” inicialmente estaba ligada solo al crecimiento físico, que
era susceptible de observarse a nivel de tamaño o estructura, durante un periodo de tiempo
determinado.
Con relación a los otros aspectos, se ha vivido una lenta aproximación en el último siglo.
Así han cobrado cada vez mayor importancia Darwin, como pionero de la teoría de la
evolución de las especies, seguido por Freud y el desarrollo sicosexual. En la segunda
mitad de este siglo se han abierto pasos a otras teorías como la cognitividad de Piaget, la
del desarrollo moral de Kollberg, las ocho edades del hombre de Erikson, así como otros
enfoques emocionales, emotivos y temperamentales.
El ciclo vital individual tiene un desarrollo en el tiempo constituido por los elementos
dinámicos que conforman el proceso; es importante diferenciar este concepto de
desarrollo, del concepto de cambio, el cual implica transición de un estado a otro y se
configura entonces como un producto de proceso.
Piaget describe 6 etapas del desarrollo cognitivo, las cuales tienen subdivisiones (tabla 1).
Estas etapas se refieren a las habilidades que, de acuerdo a la edad, va desarrollando la
persona hasta la adolescencia, cuando debe haber alcanzado la etapa de operaciones
formales.
Tabla 1.
Tomado de: Arias, L, Montero, J, Castellanos, J. Medicina familiar. El ciclo vital
individual. Ministerio de Salud. Colombia. Editorial Maldonado. 1995. Pág. 3.
Freíd afirmó que la personalidad se forma en los primeros años de vida cuando los niños
enfrentan conflictos inconscientes entres sus impulsos biológicos innatos y las exigencias
de la sociedad. Planteó que estos conflictos ocurren en una secuencia invariable de etapas
de desarrollo psicosexual basadas en la maduración, en las cuales placer se desvía de una
zona corporal a otra: de boca al ano y luego a los genitales. En cada etapa, el
comportamiento, que es la principal fuente de gratificación, cambia: de la alimentación a la
defecación y eventualmente a la actividad sexual (Papalia, 2001).
Así, Freud, describió el desarrollo sicosexual con tres etapas: oral, anal y fálica. Además
demarco otras dos fases: latencia y adolescencia, a partir de la cual este desarrollo sigue el
patrón para la vida adulta (tabla 2).
La etapa oral inicia desde el nacimiento y se prolonga hasta 1 ½ año de edad; se caracteriza
por la mayor gratificación obtenida por la persona, se da a partir de la succión, de los
pezones en primera instancia, o de otros objetos, como los dedos y biberones, etc. En esta
etapa la persona busca satisfacer sus necesidades básicas, obtiene placer de la succión y se
le conoce como “narcisismo primario”.
ETAPAS DE DESARROLLO
SICOSEXUAL (FREUD)
Tabla2.
Tomado de: Arias, L, Montero, J, Castellanos, J. Medicina familiar. El ciclo vital
individual. Ministerio de Salud. Colombia. Editorial Maldonado. 1995. Pág. 4.
En la etapa anal, comprendida entre el 1 – 1 ½ año hasta cumplir los 3 años de edad, el
niño deriva su placer del retener y expulsar las heces y de la forma como se entrene para
el control de los esfínteres; la adecuada resolución de esta etapa depende de los factores
anteriores (Arias, 1995, Papalia 2001).
A partir de los 3 años, Freud plantea el cambio de zona primaria del placer sicosexual hacia
el área genital. Esta se denominó etapa fálica, a partir del falo, término utilizado para hacer
referencia al pene.
De manera más amplia se hace referencia a etapa genital temprana, la cual incluye a los dos
sexos.
El reconocimiento de los propios genitales y la diferencia con los otros, especialmente del
sexo opuesto, caracterizan esta etapa y conlleva a la búsqueda frecuente del contacto y la
caricia como parte de ese descubrimiento.
A partir de los 6- 7 años tiene comienzo la fase de latencia. Como personas y seres
sexuales la expresión de la sexualidad no desaparece, se matiza. La etapa de latencia se
considera un periodo de calma, comparado con los tiempos que le anteceden, la etapa
genital temprana, y los que le suceden, la adolescencia, que suele tomarse como
turbulentos.
La adolescencia, como fase del desarrollo sicosexual, según Freud, tiene la etapa genital
madura como el pilar fundamental. Esta madurez está dada por los cambios hormonales y
fisiológicos, los cuales retroalimentan y modifican el funcionamiento psicológico.
La libido, como expresión de energía básica que alimenta el impulso sexual es despertada
fisiológicamente y esos impulsos se tornan difícilmente reprimibles, como ocurría en la
fase de latencia. Esta expresión está además permitida socialmente. Se convierte así la
búsqueda de relaciones con otras personas, externas al núcleo familiar, e la mayor fuente de
satisfacción sexual.
A los mecanismos de defensa planteados por Sigmund Freíd para la fase de latencia, Anna
Freud, su hija adiciona la intelectualización, reforzada por la capacidad de pensamiento
abstracto, y el ascetismo, por su autonegación, como otras ayudas para enfrentar esta fase.
Dice Erikson de las madres que ellas crean una sensación de confianza en sus hijos,
brindando atención a las necesidades del niño, al tiempo que exhiben firmeza y confianza
en si mismas; esto le proporciona bases para el desarrollo de un sentido de identidad.
Si el niño no recibe en esa etapa un apoyo para explorar el mundo, dentro de unos limites
seguros, por excesiva protección o control de sus padres, puede desarrollar su propia
“conciencia precoz” y con ella un sentimiento de vergüenza o ira contra si mismo. Por el
contrario, si los padres estimulan al niño para explorar dentro de límites apropiados y
definidos, dándole la seguridad de que ellos estarán ahí cuando él los necesite, este
desarrollará un sentido adecuado de autonomía y podrá emprender la siguiente etapa con
bases firmes (Arias, 1995).
Este conflicto puede caracterizarse como una división entre esa parte de la personalidad que
experimenta, y esa otra que se ésta haciendo adulta y que analiza todo lo que hace para
determinar si es adecuado.
El peligro es el desarrollo de un superego muy estricto con un sentido de culpa muy grave
y una reprensión de sus deseos con una inhibición de la iniciativa (Arias, 1995).
En ellas hay ya una búsqueda del otro para compartir la vida, pero con claridad acerca de la
individualidad de cada uno. A través de sucesivas relaciones de pareja la persona joven
aprende a entregarse al otro, a compartir sin perder ka autoestima y sin “fusionarse” con el
otro.
En este aprendizaje el adulto joven puede iniciar y mantener relaciones de pareja estables
que le permitan formar una familia, y cumplir la tarea más importante en esta etapa, que es
el logro de la intimidad.
El peligro es el aislamiento que puede presentarse por falta de éxito en la resolución de
etapas anteriores. Algunos adultos siguen teniendo relaciones inmaduras e inestables y otros
se refugian en el asilamiento por incapacidad para entregarse al otro (Arias, 1995).
En esta etapa Erikson hace énfasis en la necesidad del adulto maduro de guiar a las nuevas
generaciones.
Esto puede evidenciarse en la orientación que los padres dan a sus hijos, pero también
pueden expresarse en muy variadas formas. Muchos hombres y mujeres pueden manifestar
su generatividad a través de la dedicación a la formación de las nuevas generaciones en
colegios, universidades y centros de formación, así como a través de la figura del mentor o
maestro en diversos oficios y profesiones, el adulto madura considera que ya no necesita a
sus propios maestros y que ahora está en capacidad de entregar a otros lo que sabe.
El adulto maduro puede convertirse en un mentor, el cual actúa como guía, profesor y
padrino, merced a que posee conocimientos, virtudes y logros que los más jóvenes esperan
adquirir y sobrepasar algún día.
La relación entre el joven y su mentor es una relación de amor no sexual y como cualquier
relación de amor, rara vez transcurre tranquilamente. Cuando el adulto joven siente que ya
no necesita a su mentor, la terminación de la relación puede ser, para ambos, muy dolorosa.
Infortunadamente, la relación mentor –alumno parece ser más la excepción que la regla y el
adulto maduro que no vive la satisfacción de ser mentor, experimenta una gran perdida.
El peligro de esta etapa es lo que Erikson llamó “el estancamiento”. Para esta etapa de la
vida, la sociedad espera que la persona tenga cierta estabilidad económica, un sitio donde
vivir y que, en caso necesario, pueda brindar ayuda financiera a hijos y nietos. Cuando estas
metas no se cumplen el individuo puede tener sentimientos de fracaso. Algunos pueden
decidir hacer cambios radicales en su vida, que suelen sorprender a familia y amigos, pero
otros son incapaces de cambiar y la sensación de estancamiento los abruma impidiéndoles
afrontar positivamente la etapa siguiente (Arias, 1995).
En esta guía se han descrito los cambios que sufre el ser humano a lo largo de la vida
haciendo énfasis en las teorías de Freud, Piaget y Erikson (Arias, 1995).
BIBLIOGRAFÍA