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ENTREVISTA FAMILIAR

INTRODUCCIÓN

El equipo de salud de APS, que tienen una adscripción fija de familias y que conoce las circunstancias de cada
una de ellas, se encuentra en una posición privilegiada para otorgarles una atención integral de alta calidad
que no esté en función del tiempo destinado a atenderlas, sino de su capacidad, su conocimiento sobre la
población que atiende, la periodicidad de las consultas y la relación especial que va estableciendo con sus
pacientes a lo largo del tiempo. Este conocimiento que el equipo de salud tiene de sus familias y esta relación
especial con ellas dependerá de cómo se desarrolle la entrevista familiar. A través de esta entrevista se debe
establecer un diagnóstico integral y un plan de manejo acorde a la etapa del ciclo vital familiar, los riesgos
biopsicosociales y las necesidades en salud de la familia. Debido a la importancia de la entrevista familiar,
esta guía pretende ofrecer un panorama general a cerca de su definición, su utilidad, el lugar donde puede
realizarse, su duración, aspectos éticos a tener en cuenta durante su desarrollo, sus etapas y sus componentes.
Se expondrán también algunas técnicas de comunicación que servirán como pautas importantes en la creación
de una relación de empatía y respeto entre los profesionales de salud y las familias a su cargo.

Esta guía pretende dar las principales pautas de actuación durante el desarrollo de una entrevista familiar que
conduzcan a un diagnóstico y un plan integrales dentro del enfoque biopsicosocial de la Atención Primaria en
Salud Renovada. Este enfoque de la entrevista familiar es fundamental en el proceso de cambio de los
sistemas de salud, los cuales tienen el reto de ofrecer, más que la curación de enfermedades, una mejor
calidad de vida a través de la promoción de la salud y la prevención de las enfermedades.

CONTENIDOS

- Objetivos.
- ¿Qué es la entrevista familiar?
- Utilidad de la entrevista familiar.
- ¿Dónde se realiza?
- ¿Qué duración tiene?
- Aspectos éticos a tener en cuenta en la entrevista familiar.
- Etapas de la entrevista familiar.
- Técnicas de comunicación.
- Componentes de la entrevista familiar.

OBJETIVOS

1. Reconocer la importancia y la utilidad de la Entrevista familiar en el enfoque integral y longitudinal


de la APSR.
2. Identificar las etapas y principales componentes de la entrevista familiar.
3. Diferenciar los niveles de comunicación que se dan en la relación equipo de salud- paciente- familia,
y comprender su importancia en el proceso de atención integral en salud.

¿QUÉ ES LA ENTREVISTA FAMILIAR?

Es el proceso de conocimiento de los individuos de una familia, como personas integrales, definiendo su
interacción mutua y su relación con el entorno. Esta entrevista comprende aspectos biológicos, psicológicos, y
sociales del sistema familiar y abarca elementos individuales, familiares y comunitarios.

El abordaje familiar representa darse cuenta de la dificultades a las que se enfrenta la familia como sistema
para adaptarse a los cambios en su ciclo vital, además de la habilidad de proporcionar adecuada información
en todo aquello relacionado con la salud de cada uno de los integrantes del grupo y permanecer vigilantes a
los bloqueos en la comunicación que puedan aparecer en ella (Huerta, 1999).
El estudio de la salud familiar, lejos de ser la simple recolección de historias clínicas individuales, estudia los
aspectos biológico de la enfermedad y comprende las situaciones y problemas del paciente en el contexto de
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sus características biopsicosociales y culturales, las cuales no deben ser consideradas aisladamente ya que
constituyen factores de riesgo para la salud del grupo familiar, así como la familia es parte de los elementos
casuales de la perdida de la salud de alguno de sus miembros (Huerta, 1999).

UTILIDAD DE LA ENTREVISTA FAMILIAR

La entrevista familiar es útil para:


- Realizar un enfoque biopsicosocial adecuado del individuo y su entorno, facilitando el análisis de sus
problemas, y estableciendo un diagnóstico integral y un plan de acción acordes a las verdaderas
necesidades de la familia.
- Comprender la dinámica familiar y determinar su evolución, identificando fácilmente pequeños
cambios que produzcan tensión y desencadenen enfermedad.
- Involucrar a todos los integrantes de la familia en el manejo de aquellos individuos enfermos,
mejorando el éxito del tratamiento.
- Verificar el efecto de la enfermedad de un individuo en su familia, y los patrones de aceptación o
rechazo familiar hacia el enfermo. Así, en cualquier situación en la que algún miembro del grupo se
vea afectado, se debe tener en cuenta el efecto sobre todo el sistema familiar, ya que cualquier
enfermedad o alteración que sufre un individuo puede afectar dramáticamente el funcionamiento de
la unidad familiar, del mismo modo que el grupo familiar influye en la salud de sus integrantes y la
efectividad del tratamiento que se planee.
- Orientar el enfoque anticipatorio integral por ciclo vital familiar e individual de una comunidad,
mediante: la identificación de las dificultades que pueden presentarse en una familia ante las
diferentes crisis normativas, la evaluación y priorización de los diferentes factores de riesgo y el
establecimiento de planes de acción que abarquen los tres niveles de atención. A través de este
enfoque se puede ofrecer una atención más humana e integral, al proteger la salud y no limitarse a
actuar en caso de enfermedad. La importancia del estudio de la familia sana radica en que este es el
contexto donde se crean y transmiten muchos de los valores culturales y hábitos respecto a gran
diversidad de situaciones, incluyendo comportamientos y actitudes saludables.
- Facilitar la comunicación y la relación entre el equipo de salud, el paciente y los miembros de su
familia.
- Identificar con mayor facilidad aquellos síntomas o signos somáticos o psicológicos, que se
producen como expresión de situaciones distresantes a nivel familiar, las cuales no se verbalizan
fácilmente durante consultas episódicas.
- Conocer la influencia de factores sociales y ambientales en la salud de la familia.
- Definir el grado de participación social en salud de una familia.
- Favorecer la adherencia al tratamiento.
- Conocer con detalle las respuestas de la familia con respecto a las acciones del equipo de salud:
rechazo, aceptación, desconfianza, etc.
- Caracterizar las condiciones de la vivienda y el acceso a los servicios de salud y sanitarios por parte
del grupo familiar; esto permite planear soluciones conjuntas a los problemas encontrados, que se
ajusten a las condiciones reales que enfrenta la familia (Huerta, 1999).
- Discernir si la familia necesita otro nivel de intervención, dada la complejidad de los problemas, el
nivel de disfunción y la desestructuración familiar (Álvarez, 2001).

¿DÓNDE SE REALIZA?

La entrevista debe producirse en un lugar donde haya condiciones físicas que permitan la estancia de la
familia y el equipo. Las condiciones agradables del ambiente físico, en términos de ventilación, iluminación
y espacio favorecen el bienestar en el momento de la entrevista, lo cual contribuye a su mejor
desenvolvimiento.

Se debe contar con privacidad para concentrarse en la tarea, de manera que no exista la posibilidad de ser
escuchados por personas ajenas al proceso. Se puede elegir como lugar el propio consultorio, o la casa de la
familia. Esta presenta ventajas y desventajas. Por un lado, las propias características del ambiente hogareño
de la comunidad pueden obstaculizar el desarrollo de la entrevista y hacer perder el dominio a los
entrevistadores, de forma tal que no se puedan cumplir los objetivos previstos; por otro lado, también puede
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favorecer por la posibilidad de aportar elementos importantes al diagnóstico, datos de la observación de las
relaciones familiares en su medio y oportunidades de mayor participación de la familia en su conjunto
(Álvarez, 2001).

¿QUÉ DURACIÓN TIENE?

Resulta conveniente dejar fijada la duración de la entrevista con la familia, desde el inicio. La familia debe
conocer que el tiempo es limitado y cuánto tiempo estará ocupada en esta tarea. Esta limitación contribuirá a
la productividad y valoración de la sesión de trabajo. Se conoce que entre 45 minutos y 1 horas es suficiente,
para cumplir los objetivos. Si esto no ocurre, se planifica otra sesión (Álvarez, 2001).

ASPECTOS ÉTICOS A TENER EN CUENTA EN LA ENTREVISTA FAMILIAR

1. Consentimiento informado de la familia y participación consciente de este respecto a los objetivos de


las sesiones de entrevista planificadas.
2. Garantía de confidencialidad de la información manejada en la entrevista.
3. No trasgresión a la ética de la familia respecto a sus ideas, creencias, prácticas, límites y perspectivas
de cambio que posee. Procurar no emitir juicios valorativos que dañen la autoestima de sus
miembros.
4. No generar expectativas de cambio que no estén al alcance del tipo de intervención que se pueda
acometer.
5. Evitar las comparaciones con familias en situaciones semejantes, ni poner ejemplos con casos de la
propia comunidad ni establecer modelos a imitar.
6. La filosofía de la intervención en salud familiar está orientada hacia la toma de conciencia de ésta
sobre la necesidad de cambio, la vía es participativa y no impositiva, para generar fortaleza,
autoayuda y autogestión, y no dependencia paternalista.
7. Las relaciones de poder se manifiestan más simétricas y democráticas, entre la familia y el equipo de
salud de la comunidad, sin embargo, cierta asimetría se pone de manifiesto y resulta favorable
cuando se revela el poder de la autoridad técnica, la capacidad de liderazgo y la credibilidad. Se
involucran los miembros con diferentes actividades para permitir que cada uno lleve una parte de la
mejoría de la salud familiar, ya sea desde lo curativo hasta lo preventivo y promocional (Álvarez,
2001).

ETAPAS DE LA ENTREVISTA FAMILIAR

1. Etapa social: En esta fase se busca establecer una relación armoniosa, de confianza y respeto mutuo entre
el equipo y el (los) entrevistado (s) (Huerta, 1999). En esta fase se debe:
a. Conceder un período para el recibimiento, saludo, y acomodo de la familia y del equipo en el local
destinado para la entrevista (Álvarez, 2001).
b. Presentación del equipo de salud, exposición de los objetivos de la entrevista y encuadre del tiempo
(Álvarez, 2001).
c. Se debe comunicar a la familia que la duración de la entrevista es de aproximadamente 45 min., esto
contribuye a la optimización del tiempo y a la productividad de la sesión (Álvarez, 2001).
d. Si la familia es entrevistada por primera vez, o hay miembros nuevos, se requiere la presentación de
cada integrante de la familia, debe enunciar sus datos generales, la relación de parentesco o explicar su
dedicación laboral, escolar o ambas. El jefe o cabeza de familiar, deberá responder las preguntas
relacionadas con el entorno de vida material y socio económico de la familia (Álvarez, 2001).
e. Mostrar atención y respeto en todo momento (Huerta, 1999).

2. Etapa de interacción

Se debe recoger información en forma eficiente y respetuosa y determinar sistemáticamente los problemas
biopsicosociales que la familia presenta y su naturaleza, mientras se mantiene una relación empática de
trabajo, evitando actitudes solemnes, autoritarias y sin apremiar ni polemizar con ninguno de los
entrevistados. De igual forma, se debe desarrollar y mantener una relación armoniosa, reducir las barreras de
comunicación, generar confianza en la familia, incrementar la satisfacción de la familia y el equipo, aliviar la
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tensión, detectar y manejar trastornos emocionales, mejorar el resultado terapéutico. Esto puede lograrse a
través de:

a. Permitir que la familia cuente su historia mientras se mantiene un apropiado control de la entrevista,
obteniendo a la vez información adecuada y significativa (Huerta, 1999)
b. Estimular la interacción comunicativa entre los miembros de la familia, a través de la formulación de
preguntas que contribuyan a que los integrantes de la familia se escuchen, hablen entre sí e interactúen
en la discusión para encontrar soluciones en concordancia con el problema (Álvarez, 2001)
c. Mostrar interés al escuchar, ser tolerante y brindar confianza, para que la familia se sienta cómoda al
exponer sus problemas (Álvarez, 2001, Huerta, 1999)
d. Usar el tacto adecuado al formular las preguntas delicadas
e. Permitir la libre expresión de los sentimientos, y facilitar que la familia exprese su percepción
respecto a las causas y el significado de los problemas de salud existentes en su familia, y que cada
integrante comunique su forma de contribuir al problema existente (Álvarez 2001, Huerta, 1999)
f. Clarificar inconsistencias y ambivalencias en las declaraciones y respuestas de la familia.
g. Observar el lenguaje no verbal (actitudes, gestos, exclamaciones, llanto, etc.) y correlacionarlo con el
contenido del relato o circunstancia (Huerta, 1999).
h. Proporcionar diagnósticos básicos, y responder a las emociones de la familia con respecto a ellos.
i. Educar sobre salud y enfermedad:
- Evaluar el nivel de información de los integrantes de la familia con respecto a la enfermedad, si la
hay, o a la importancia de conservar la salud, antes de explicarle el concepto que poseen los
profesionales al respecto.

- Exponer las medidas más apropiadas en cuanto a promoción de salud y prevención de la enfermedad
de acuerdo a los diagnósticos y análisis establecidos. En este punto, al igual que en toda la
evolución de la entrevista, es indispensable utilizar un leguaje fácil de comprender, y adaptado a la
edad y antecedentes de los integrantes de la familia.
- Dar la familia la oportunidad de hacer preguntas. Enseñar a las familias a hacer preguntas carecerá
de utilidad a menos que el equipo esté abierto a recibirlas, las escuche con atención y las tome
con la debida seriedad, respetando las creencias y el contexto sociocultural del individuo (Huerta,
1999).

En una entrevista familiar no es necesario agotar todas las preguntas ni efectuarlas indiscriminadamente, ya
que es frecuente que la familia tome como normales algunas manifestaciones de conducta que no lo son o que
considere algunos cuestionamientos como una invasión a su privacidad, o bien, que niegue determinadas
situaciones por temor o por vergüenza. Por lo tanto, es preferible omitir o posponer ciertas preguntas, que
incurrir en actitudes generadoras de desconfianza o que sean interpretadas como asaltos al pudor y a la
intimidad; sobre todo si se corre el riesgo de sacar a luz conflictos imposibles de ser manejados dentro de los
límites de la entrevista (Huerta, 1999).

3. Etapa de compromiso: Se debe buscar que la familia juegue un papel activo en el planteamiento de
soluciones a las necesidades o diagnósticos establecidos.
a. Negociar con la familia las prioridades en salud y las actividades
a realizar en ese momento.
b. Identificar las posibles soluciones conjuntamente con la familia y
facilitar la adopción de compromisos por parte de la misma. En esta etapa la propia discusión que se
ha generado en torno a los problemas que se presentan y sus posibles alternativas de solución, va
dando paso a las decisiones que la familia va a tomar, en cuanto a reestructuración de roles,
replanteamiento de normas, creencias o costumbres, adopción de un nuevo estilo de vida, de
tratamiento e indicaciones médicas de algún miembro. Los entrevistadores deben estimular al máximo
las propias posibilidades de la familia, para
c. la búsqueda de soluciones (Álvarez, 2001). En este paso deben
quedar claros los planes y las metas
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d. Involucrar a los miembros de la familia con diferentes


actividades para permitir que cada uno lleve una parte de la mejoría de la salud familiar, ya sea donde
lo curativo hasta lo preventivo y promocional (Álvarez, 2001). De esta forma, a través del
compromiso familiar con tareas específicas, se busca lograr una alta adherencia terapéutica (en
relación a medicamentos y/o cambios en el estilo de vida), una eficiente prevención de recaídas y un
mejor pronóstico, en el caso de familias que afrontan la enfermedad de alguno de sus miembros.
e. En el caso de que se trate de una segunda entrevista se debe
hacer seguimiento de las acciones planteadas en la entrevista anterior. Para ello se debe:
- Verificar el nivel de cumplimiento de los compromisos hechos previamente.
- Investigar las causas del no cumplimiento, en caso de que algún (os) miembros de la familia no
hayan realizado las tareas establecidas, y plantear medidas de solución.
- Redefinir las tareas o las metas en caso necesarios, de acuerdo a las limitaciones encontradas.
- Establecer nuevos compromisos, y verificar la comprensión de los mismos.

4. Etapa de cierre: El aspecto más importante es terminar de manera tal, que el paciente y/o grupo
familiares se sientan satisfechos y seguros de que han sido entendidos. En esta fase es conveniente:
a. Verificar la comprensión de la familia a cerca de: los cambios de
hábitos que se pretenden lograr y la importancia de estos, la mejor forma de enfrentar la crisis
normativa que están enfrentando, la(s) enfermedad(es) que se presentan en sus integrantes, si las hay,
y las opciones de tratamiento (Huerta, 1999).
b. Brindar connotación positiva, que significa expresarle al grupo los elementos positivos que ha tenido
la discusión, la forma en que fueron capaces de abordar los problemas, las contribuciones de algunos
miembros, lo positivo que puede tener los elementos más negativos (Álvarez, 2001).
c. Se planifica el próximo encuentro, si fuera necesario (Álvarez, 2001).

La primera conversación familiar constituye una situación nueva y única para el terapeuta, ya que cada
familia es un organismo particular y complejo, de ahí que no se pueda estandarizar el proceder para la primera
entrevista, debe quedar espacio para cierta flexibilidad, espontaneidad y comprensión empática entre
terapeuta y familia (Álvarez, 2001).

Sin embargo, un guía de los pasos a seguir en la entrevista familiar, aun cuando no tenga fines terapéuticos,
contribuye a al organización y estructuración mental del proceder conductual para enfrentarla, produce cierta
seguridad a los inexpertos y facilita considerablemente los primeros momentos de aprendizaje de este
complejo, pero necesario proceso de trabajo, para los profesionales de la atención primaria de salud (Álvarez,
2001).

TÉCNICAS DE COMUNICACIÓN

La comunicación puede ocurrir a tres niveles simultáneamente: el nivel lingüístico, el paralingüístico y el no


lingüístico (Taylor, 1991).

1. Comunicación verbal: La comunicación verbal es aquella cuyos mensajes son trasmitidos por palabras.
Éstas pueden usarse para contar ideas o describir sentimientos o conductas (Taylor, 1991).

Las técnicas de comunicación verbal en la entrevista familiar requieren un rigurosos cuidado de las preguntas
que son formuladas, por parte de los entrevistadores, en ningún caso, deben sugerir un tipo de respuesta
deseada y que no entrañe en sí un criterio valorativo respecto a cuán positiva, negativa, inaceptable, inmoral,
etc., pueda ser (Álvarez, 2001).

a. Preguntas abiertas: Consisten en solicitar al paciente que explique, en términos generales, la


información expuesta de manera inespecífica, animando a los pacientes a continuar hablando y a
dirigir la conversación. Favorecen la participación activa de aquellos en la relación equipo - familia y
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aumentan su responsabilidad para la resolución adecuada del motivo de consulta. Son ejemplos de
preguntas abiertas: “¿Pude decirme más acerca de sus molestias?”. Son más importantes durante la
parte inicial de la entrevista, cuando se está evaluando la naturaleza y el alcance del problema del
paciente (Huerta, 1999, Taylor, 1991).

b. Preguntas clarificadoras: Habitualmente son paráfrasis de lo que ha dicho el paciente que permite al
médico asegurarle que el mensaje que ha enviado ha sido recibido correctamente y que le da una
oportunidad de corregir o modificar lo que puede ser una interpretación errónea. Adicionalmente, a
través de estas preguntas se solicita a la familia mayor información y explicaciones adicionales sobre
información específica, transmitiendo comprensión, fomentando la autobservación y permitiendo
consultar la interpretación realizada por el médico. Un ejemplo de este tipo de respuesta es: “Parece
que su dolores de cabeza siguen casi siempre a los días de trabajo especialmente largos. ¿Coincide
con su experiencia?” (Taylor, 1991).

c. Resumen: el pedirle al paciente que sintetice lo que ha entendido sobre la explicación del
diagnóstico, la conducta a realizar o el tratamiento a cumplir, da la oportunidad para que los
pacientes cuenten lo que han aprendido sobre su situación, con lo que el equipo de salud puede
corregir algunos errores. También transmite la impresión de que el profesional espera que los
pacientes entiendan el problema y las diferentes formas de tratamiento. Este estímulo para que
acepten alguna responsabilidad sobres su propia salud es un aspecto importante para el enfoque
familiar (Taylor, 1991). De igual forma se puede acudir al resumen para repasar la información que
ha sido dada por el paciente “déjeme ver si estoy en lo correcto, su dolor inicio después de un
accidente de trabajo y empeora cuando tose o estornuda y no se alivia con el analgésico” (Huerta,
1999).

d. Expresiones afectivas y empáticas: Hace referencia a los sentimientos, actitudes y valores, y tienden
a favorecer la autocomprensión de los pacientes. Las respuestas afectivas son aquellas que califican
emociones, preguntan sobre ellas o las describen. Gran parte de la comunicación interpersonal, tanto
dentro como fuera de la consulta del equipo está relacionada con el mundo de los pensamientos y de
la conducta, pero poco se explora el contexto afectivo. Cada uno de los miembros del equipo de APS
debe transmitir comprensión por los sentimientos expresados por la familia y validarlos, además de
reconocer y legitimizar el aspecto emocional de sí mismos, con lo que se logra obtener mayor
confianza por parte del paciente y un mejor conocimiento de sí mismo. Ejemplos: “Qué sintió cuando
el cirujano le dijo el diagnóstico?, ¿Cómo se sentía en ese momento?” “Veo que esta muy
preocupado acerca de este procedimiento”, “Yo creo que cualquiera encuentra estos hechos
verdaderamente angustiosos” (Taylor, 1991, Huerta, 1999).

f. Calificación clara: Hablar directa y claramente de los temas es


un aspecto importante de la conducta del profesional. Las pautas sociales que se usan con frecuencia
para disimular los sentimientos intensos o para falsear las situaciones desagradables no se deben
utilizar en la consulta. Es necesario elegir las palabras que aclaren un tema, sin esconderlo ni
contribuir a una continua mala interpretación. Hablar con claridad, sin embargo no significa hablar
brutalmente. La información desagradable debe darse con compasión y sensibilidad por el efecto que
tales noticias pueden tener sobre el que las recibe. Las conversaciones francas comunican fortaleza al
oyente y favorecen la autoconfrontación, una conducta que puede ser útil durante una enfermedad
difícil. Es importante que se use la calificación clara par explorar tanto el contenido como el proceso
de los temas. La identificación explícita de los problemas puede contribuir al desarrollo y
mantenimiento de una buena relación. Son ejemplos de comentarios de proceso: “¿Quiere decirme
algo que estoy pasando por alto?” (Taylor, 1991).

g. Elección de palabras: Las personas eligen palabras con diferentes


grados de precisión y conciencia. El significado que se quiere dar a una palabra concreta, el que le
asigna realmente el oyente y la interpretación que se da a la comunicación total puede ser muy
diferente para las dos partes de una relación. Las palabras tienen definición, que es el sentido literal
que le da el diccionario, y connotaciones que son significados, imágenes o sentimientos que se evocan
cuando se usan, pero que, hablando estrictamente, no forman parte de su definición formal. El argot y
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los eufemismos contienen muchas connotaciones. En situaciones profesionales en mejor evitarlo.


Algunas palabras en nuestra cultura están “cargadas”. Como sucede con el argot, estas palabras
pueden evocar sentimientos e ideas no intencionadas por el hablante que interfieren con la
comunicación posterior. Son ejemplos de palabras cargadas “cáncer” y “herpes”. Cuando se usan es
necesario observar en la conducta de la familia posibles signos de interpretación errónea. También
puede ser útil pedir una respuesta clarificadora sobre la información que se ha dado. Es una petición
de este tipo: “¿Qué ha entendido sobre las posibles causas de su sangrado?” o aún de forma más
general, “me pregunto que está pesando. ¿Desea compartirlo conmigo?” (Taylor, 1991)

Además de los problemas relacionados con el significado de las palabras, también pueden darse dificultades
en la comprensión o aceptación. Así, pueden interpretarse correctamente las palabras por separado, pero
puede que no se entiendan o no se crean los conceptos globales. La utilización del lenguaje técnico o de
términos profesionales puede impedir la comunicación cuando un médico ha asumido que el paciente tiene un
nivel de conocimientos superior al real. Por el contrario, las explicaciones demasiado sencillas pueden
obstaculizar la relación equipo – paciente cuando se asumen unos conocimientos demasiado escasos. Un
equipo entrenado pide respuestas clarificadoras a su interlocutor para ajustar el nivel de la conversación al
nivel de comprensión de éste y para ver cómo cambia su sistema de creencias (Taylor, 1991).

h. Interpretación. Es la formulación por parte del equipo de datos,


eventos o pensamientos en los términos que emplea la familia al darse cuenta de su interrelación, la
interpretación debe usarse cautamente, especialmente hasta que el entrevistador ha conocido a la
familia y ha establecido con él una relación armoniosa: “Se ve muy alterado cuando habla acerca de su
patrón en relación al accidente en que se lastimo la espalda. ¿Lo culpa usted por lo sucedido?”
(Huerta, 1999)

i. Confrontación. Es una técnica que pone al paciente cara a cara


con él mismo para llamar así su atención acerca de algún aspecto su conducta. Incluye inconsistencias
y contradicciones: “Piensa seguir fumando a pesar del empeoramiento de su enfisema” (Huerta, 1999).

j. Asociación. Connota una cooperación entre el equipo y el


paciente: “Platíqueme sobre su problema y juntos intentaremos encontrar alguna solución” (Huerta,
1999).

k. Comentarios de transición: se deben manejar comentarios que


faciliten el paso de un tema a otro para hacer que la entrevista fluya más suavemente (Huerta, 1999).

l. Expresiones de repetición: retroalimentan o hacen eco a una


parte de lo que uno de los integrantes de la familia ha dicho: “¿Dice usted que los síntomas se
iniciaron después de la muerte de su madre?”.

m. Expresiones de apoyo: Comprende las expresiones verbales por


medio de las cuales el equipo de salud muestra al paciente interés, preocupación y disposición para
ayudarlo. El apoyo no debe ofrecerse antes de que el paciente haya expresado sus sentimientos: “ Este
procedimiento le causara muy poco dolor y tomará sólo unos cuantos minutos”.

n. Expresiones de respeto: Se refiere al reconocimiento explícito


que uno de los miembros del equipo de salud hace de los talentos y aptitudes del paciente: “ Me
encuentro impresionado por la forma en que usted maneja su trabajo y su vida familiar, a pesar de los
problemas de salud que presenta”. De igual forma, ante la expresión de sentimientos como el llanto o
la ira, el entrevistador no debe mostrar sorpresa ni intentar reprimirlas, sino acogerlas favorablemente
y con respeto, ya que ayudan a comprender mejor al paciente y puede tener efectos terapéuticos en él.

2. Comunicación paraverbal: La comunicación paraverbal es el conjunto de mensajes no verbales que son


transmitidos por el habla. La entonación y el hacer énfasis en diferentes palabras de una frase son dos formas
habituales de cambiar el significado de las mismas. También se usa la entonación para expresar sarcasmo- un
choque deliberado entre el significado común y el sentido intencionado de una palabra particular-. El tono de
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la voz y la rapidez del habla pueden transmitir sentimientos subyacentes no declarados. El hablar rápido,
dudando, o ambos, es un signo frecuente de tensión y ansiedad subyacentes, así como un tono de la voz
inusualmente alto para el paciente. El hablar lentamente o en voz baja se asocia frecuentemente con
depresión. Como en muchas otras áreas de la salud, es importante comparar la conducta paralingüística actual
del paciente y su familia con su conducta paralingüística habitual. Por ejemplo, hay personas que suelen
hablar rápido y que pueden ser diagnosticadas erróneamente como un trastorno de ansiedad en ausencia de
ninguna otra manifestación (Taylor, 1991).

A un paciente que ha dejado de hablar por emociones muy intensas se le puede ayudar con unos breves
momentos de silencio. Una respuesta verbal prematura del equipo de salud interrumpirá probablemente la
experiencia y la expresión de los sentimientos, lo que tiene un efecto contraproducente. El silencio
generalmente conduce a la obtención de datos muy útiles al dar oportunidad al paciente de explorar y
expresarse más a fondo y con menor inquietud. En ese momento el silencio del equipo permite a la familia o
al individuo elegir entre compartir los sentimientos u ocultarlos, y la respuesta verbal prematura del equipo le
dificulta escoger la primera opción (Taylor, 1991).

3. Comunicación no verbal: Es indispensable prestar atención tanto lo que los integrantes de la familia
expresan verbalmente como la manera en que se comunican a través de comportamientos o emociones
(posturas, gestos, movimientos, silencios); esto da claves importantes sobre lo que ocurre en el cuerpo y en
la mente del o los entrevistados (Huerta, 1999). La comunicación no verbal es conocida como el “lenguaje
del cuerpo”. Consta de tres partes: la expresión facial, la postura y los movimientos del cuerpo y el uso del
contacto (Taylor, 1991).

a. Expresión facial: Se considera que la mirada es le aspecto más


importante de la expresión y apariencia humanas, pero la interpretación exacta de su significado
puede resultar difícil. Como otros aspectos de la comunicación no lingüística y paralingüística, un
equipo utiliza frecuentes respuestas afectivas y clarificadoras para llevar los mensajes no verbales al
área de las palabras y así entenderlos más correcta y completamente. A las personas que mantienen
un buen contacto visual se les atribuye con frecuencia atención, sinceridad y confianza. Las miradas
oblicuas pueden indicar un breve período de reflexión, mientras que mirar hacia abajo, es probable
que transmita rechazo, falta de confianza o depresión. La aparición de lágrimas en ausencia de
agentes irritantes es un signo de emociones intensas, no necesariamente negativas. El llanto puede
significar muchos sentimientos o intenciones diferentes, como tristeza, ira, frustración, desconcierto
o intentos de desviar la dirección de la conversación, por lo que, para poder interpretarlo
correctamente, se debe preguntar sobre el mismo (Taylor, 1991).

Los cambios rápidos de la expresión facial se llaman “microexpresiones” y se asocian con la presencia
de sentimientos intensos conflictivos que no suelen ser conscientes para las personas que las emiten.
Dichas expresiones, suelen indicar dificultad para a exteriorización de enfado, muchas veces asociado
a ansiedad sobre la seguridad personal o miedo a las represalias. Para el equipo observador, un
aumento en la frecuencia de las microexpresiones puede ser la primera indicación de un temor del
paciente a alguna enfermedad en particular. De forma parecida, muchos pacientes temerosos observan
cuidadosamente al equipo durante la exploración y pueden interpretar con rapidez las expresiones
faciales breves como señales de malas noticias. Por eso es muy importante controlarlas en dicha
situación.

Frecuentemente, debido a enfermedades o a emociones se dan cambios en el color del rostro y del
torso superior. Es importante darse cuenta de un enrojecimiento o una palidez faciales inusuales y de
los cambios de color a lo largo de la conversación. Estos cambios probablemente se relacionan con
emociones desencadenadas por el tema que se está tocando en ese momento, mientras que una
coloración extrema que permanece constante durante la entrevista es más probable que esté
relacionado con una enfermedad subyacente. El rubor suele significar vergüenza; el enrojecimiento,
ira; y la palidez, temor (Taylor, 1991).
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b. Posición del cuerpo: La posición que mantienen las personas


dice mucho sobre su estado emocional y la naturaleza de su relación con los que le rodean. El espacio
personal en nuestra cultura tiende a tener forma elíptica, y se extiende un metro por delante y unos 30
cm por detrás del sujeto. Esto se debe tener en cuenta al diseñar las salas de consulta y al colocar las
sillas. Sentarse da la sensación de relajación y de falta de premura y se debe intentar que el equipo se
encuentre en el mismo nivel ocular que el paciente. Esta situación física reduce la posibilidad de caer
en una relación jerárquica, que sitúe a la persona con un nivel visual más alto en un papel superior. Se
alcanza con mayor facilidad una buena relación en una posición nivelada en la que la autoridad del
equipo fluirá naturalmente, llegando a una situación de equilibrio más que de dominación física. Esto
es especialmente importante si se prevé que la entrevista seguirá con una situación dolorosa o
atemorizadora. Los pacientes adultos tendrán más confianza en que el equipo no causará más dolor
del necesario si la dominación física no forma parte de la relación (Taylor, 1991).

Una persona cuyo cuerpo está orientado directamente frente a otro y ligeramente inclinado hacia
delante, con la cabeza un poco ladeada está en una posición consciente de atención interesada. Un
movimiento utilizado comúnmente para demostrar aceptación y comprensión es inclinar levemente la
cabeza, y cuando se añade un “ajá” dicho en voz baja, el paciente se ve animado a seguir
compartiendo todo lo que pasa por su mente. Una postura relajada, receptiva, con los brazos
reposando en la silla, los pies en el suelo y las piernas cómodamente dispuestas, transmitirá una
aceptación cálida de la otra persona. Los movimientos durante la conversación son naturales y
contribuyen a la comunicación. Para que tengan sentido y sean positivos, deben tener el mismo
significado que la comunicación verbal y se deben relacionar estrechamente con ésta en el tiempo.
Por ejemplo, una ligera inclinación hacia delante mientras se insiste en la necesidad del uso regular de
la medicación, probablemente aumentará la sensación del paciente de que lo que se dice es importante.
El valor comunicativo de estos dos mensajes combinados es sinérgico, es decir, resulta mayor que la
suma de sus efectos individuales. Por el contrario, las palabras tranquilizadoras de un equipo de salud,
dichas en voz baja, cuando está sentado echado hacia atrás, con las piernas cruzadas, mientras hojea
rápidamente la historia, probablemente producirán en le paciente más confusión que confianza.
Cuando los mensajes están mezclados, como en este caso, es probable que sean más exactos los no
verbales que los paraverbales y estos últimos aún más que los verbales (Taylor, 1991).

La utilización de movimientos paralelos o complementarios es un signo corporal que se utiliza para


indicar que le oyente está siguiendo lo que dice el que habla. Esto ocurre cuando la persona que
escucha responde a los movimientos del hablante con otros prácticamente iguales.

Un movimiento paralelo es la imagen especular del movimiento de la otra persona y transmite


comprensión, apoyo y concordancia. Por ejemplo, si el paciente cruza las piernas hacia la derecha y
se inclina hacia el brazo derecho de la silla, el equipo responde poco después cruzando sus piernas e
inclinándose él también hacia la izquierda (Taylor, 1991).

Un movimiento complementario transmite comprensión y algo de discordancia. Por ejemplo, durante


la discusión sobre los beneficios de un tratamiento quirúrgico, el paciente cruza las piernas hacia la
izquierda y se hecha hacia atrás mientras comenta sus dudas sobre la operación. Poco después un
integrante del equipo cruza las suyas hacia la izquierda, o sea, hacia el lado opuesto de la izquierda del
paciente, y se inclina ligeramente hacia delante, mientras le insiste en que siga planteándose la
conveniencia del tratamiento que le ha recomendado. Esta comunicación, que es tanto verbal como
no verbal, trasmite comprensión hacia las dudas del paciente, y sin decirlo explícitamente, un ligero
desacuerdo con las mismas (Taylor, 1991).

c. Utilización del contacto corporal: Históricamente, el contacto


corporal ha sido un factor importante en la curación, bien sea a través de las manos de un ser querido,
un profesional sanitario o un personaje religioso. La literatura médica mantiene un punto de vista
crítico sobre su papel tanto en el mantenimiento como en la restauración de la salud. El apretón de
manos inicial sirve para saludar al paciente, para garantizarle una atención amistosa del médico y para
prepararle para la violación del espacio personal que ocurrirá posteriormente durante la exploración
física. A lo largo de la entrevista, un ligero toque en el hombro o el brazo puede transmitir interés o
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compasión y permite al paciente verbalizar con mayor facilidad sus preocupaciones. Sin embargo, es
importante que tal contacto terapéutico sea posterior al establecimiento de una buena relación, dado
que su introducción prematura puede ser interpretada como paternalismo o como una invasión de la
intimidad (Taylor, 1991).

Durante la exploración, dos normas de sentido común deben regir la utilización del contacto: a) pedir
siempre permiso al paciente para examinarlo, y b) informarle de lo que se ha pensado antes de llevarlo
a cabo. El pedir permiso es un reconocimiento del derecho del paciente a controlar el acceso a su
cuerpo. Es una señal de respeto y estimula la participación activa del enfermo en la búsqueda de
respuestas a las preguntas planteadas en la sala de consultas. La mayoría de los pacientes estarán de
acuerdo con esta petición. En los pocos casos que no consientan el examen, se aceptarán sus reparos,
se repetirán los motivos de la exploración planteada y se le volverá a pedir su colaboración. En el caso
infrecuente de que el paciente aún rehúse la exploración, se omitirá dicha parte del examen y se
seguirá adelante con el resto del mismo, y al final, se volverá a discutir el rechazo, su significado y sus
posibles consecuencias (Taylor, 1991).

COMPONENTES DE LA ENTREVISTA FAMILIAR

1. Historia clínica de cada miembro de la familia. A cada uno de los miembros de la familia debe efectuarse
la historia clínica y anexarse al expediente familiar. Esta historia clínica debe incluir: identificación del
individuo, antecedentes personales, antecedentes familiares, revisión por sistemas, examen físico, análisis,
diagnósticos, plan de tratamiento y seguimiento. En la sección de antecedentes personales es importante no
olvidar los aspectos concernientes a alimentación, sueño, sexualidad y ejercicio (Huerta, 1999).

2. Estudio de la salud familiar. Se elabora incluyendo los elementos señalados a continuación:

 Ficha de identificación
a. Fecha de inicio del estudio
b. Apellidos de la familia
c. Dirección
d. Integrantes del grupo domestico: nombre, parentesco con el jefe de familia, edad, estado civil,
lugar, fecha de nacimiento, escolaridad, ocupación, religión, tipo de afiliación (Huerta, 1999).

 Antecedentes

a. Heredofamiliares de morbimortalidad
b. Desarrollo familiar. Señalar los eventos familiares relevantes que han ocurrido al grupo
familiar en cada una de las etapas del ciclo vital desde su inicio.
c. Crisis familiares. Identificar los eventos críticos del desarrollo y accidentes que la familia ha
afrontado desde su formación, así como las soluciones y consecuencias por conflictos no resueltos
(Huerta, 1999).

 Aspectos socio-económicos

a. Ingreso familiar y distribución: Mencionar fuentes de ingreso, y quién efectúa la distribución del
gasto familiar.
b. Características de la vivienda
- Tenencia: propia, rentada, prestada, usufructo.
- Tipo de vivienda: casa, departamento, pieza, choza, otro tipo.
- Número de cuartos, cuantos esta destinados a ser dormitorios y condiciones sanitarias.
- Índice de hacinamientos: Es el número personas que viven bajo el mismo techo, entre el
número de dormitorios. Existe hacinamiento cuando en la vivienda hay más de seis
personas por baño, tres por dormitorio y/o cuando duermen más de uno en una cama
simple.
- Condiciones sanitarias de la vivienda
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Agua: entubada, pozo, acarreada, otro.


Manejo de la basura: en recipientes, quemada, enterrada, otro.
Disposición de excretas: baño, letrina, fosa séptica.
Presencia de fauna nociva: moscas, cucarachas, ratas, otros.
Presencia de animales domésticos dentro de la vivienda, y su estado de vacunación.

c. Hábitos. Alimentarios, higiénicos, adicciones, sueño.


d. Participación comunitaria. Es la forma como la familia se involucra en grupos sociales de la
comunidad (religiosos, deportivos, asociaciones, clubes, etc.)
e. Utilización de servicios de salud y sociales. Identificación, acceso y uso de estos servicios. Se debe
evaluar el tiempo que la familia gasta desde su vivienda hasta el centro de salud más cercano, a
través del medio de transporte utilizado más frecuentemente por ella.
f. Recreación. Describir las actividades recreativas que los miembros de la familia efectúan en forma
individual y conjunta.
g. Aspectos laborales. Investigar los antecedentes laborales de quienes en la familia aportan dinero al
hogar; mencionar tipos de empleos, exposición a factores de riesgo laborales, accidente de trabajo,
enfermedades profesionales, etc. (Huerta, 1999).

 Situación actual de la vida familiar:


a. Familiograma.
b. Tipología familiar
c. Dinámica familiar:
- Límites
- Capacidad para otorgar autonomía.
- Jerarquía.
- Asignación de roles.
- Métodos de control de la conducta de sus integrantes.
- Forma en que la familia aborda la solución de problemas.
- Comunicación familiar.
- Expresión de emociones.
- Funciones familiares que ameritan atención. Socialización, reproducción, estatus, protección
y afecto.
- Funcionalidad familiar: Aunque se han identificados varios modelos y procedimientos para
evaluar el grado de funcionalidad familiar, son pocos los que tienen un valor práctico dada
su complejidad, extensión o limitación. El más utilizado es el Apgar familiar (Huerta,
1999).
d. Recursos familiares. La capacidad de la familia para adaptarse o
hacer frente a los eventos críticos, depende en gran parte de sus recursos, los cuales pueden ser de
tipo social, cultural, religioso, económico, y educacional. Se consideran efectivos si cuentan con
las siguientes características:
- Interacción social evidente entre los miembros de la familia con grupos de amigos,
centros sociales o deportivos, vecinos, grupos de alcohólicos anónimos, asociaciones de
padres, guarderías, asilos, etc.
- Satisfacción cultural reconocida, especialmente en grupos étnicos bien definidos.
- Creencias religiosas que permitan experiencias espirituales satisfactorias
- Adecuada educación de los miembros de la familia que les ayude a solucionar o
comprender mejor los problemas que surgen por el estilo de vida establecido.
- Estabilidad económica suficiente para proveer una razonable satisfacción en
cuanto al status financiero, así como una capacidad para hacer frente a las demandas
económicas de la vida diaria.
- Cuidados en salud disponibles a través de canales accesibles y que previamente
hayan sido utilizados satisfactoriamente (Huerta, 1999).

La lista y características de estos recursos deben elaborarse en función de los problemas detectados, los
eventos críticos y los riesgos identificados en la familia, con la finalidad de que pueden ser sugeridos como
alternativas de solución, de manejo de apoyo para la misma familia. El Ecomapa es de gran utilidad en este
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aspecto, ya que, a través de él, se muestran las relaciones de la familia con su entorno en forma global, clara
y dinámica, lo que permite su fácil comprensión y adaptación (Huerta, 1999).

 Análisis de los problemas encontrados y diagnóstico integral de la situación de la familia. Este


diagnóstico debe incluir
o Fase del ciclo vital familiar, tipología familiar, dinámica familiar, crisis no normativas, recursos
familiares, funcionalidad familiar.
o Factores de riesgo biopsicosociales y priorización de estos.
o Problemas biológicos, psicológicos y sociales ya establecidos, y priorización de los mismos
(Huerta, 1999).

En la priorización de factores de riesgo se deben tener en cuenta los siguientes parámetros:


a. Magnitud. Indica el carácter de gravedad, urgencia o alto riesgo que el factor detectado pueden
ocasionar a la salud integral de la familia. Se debe dar prioridad a aquellos factores de riesgo
que son determinantes para la aparición de un problema en la salud familiar.
b. Trascendencia. Se refiere al hecho de que al no ser atendido el factor riesgo, puede ocasionar
daño a la salud familiar durante un periodo dado. Por lo tanto se debe determinar si el factor de
riesgo tiene un efecto transitorio, prolongado o permanente.
c. Vulnerabilidad. Hace alusión a la existencia de técnicas y procedimientos adecuados para
abordar los factores de riesgo. Se debe dar prioridad a aquellos factores de riesgo para los
cuales existen instrumentos técnicos y procedimientos específicos para abordarlos, sobre
aquellos factores para los cuales existen solamente procedimientos inespecíficos.
d. Factibilidad. Se refiere a la capacidad que se tiene de impactar los factores de riesgos con los
recursos disponibles. Se debe dar prioridad a aquellos factores de riesgo que pueden eliminarse
sobre aquellos que solo pueden modificarse o atenuarse (Huerta, 1999).

En todos aquellos factores de riesgo y/o problemas con muy alta magnitud y trascendencia, pero en los que
la vulnerabilidad y factibilidad de su manejo en el primer nivel de atención sea baja, se deberá considerar la
posibilidad de la referencia oportuna a otro nivel de atención, no obstante lo cual, el equipo de atención
primaria deberá continuar con el manejo del resto de los factores de riesgo de toda la familia (Huerta, 1999).

 Plan de acción: actividades preventivas familiares.

a. Actividades de prevención primaria

- Promoción de la salud. Se lleva a cabo mediante la aplicación de medidas generales que permitan
mantener o mejorar la salud y el bienestar del individuo y su familia. Se pretende que el equipo
de salud y las familias mismas sea capaces de crear condiciones más favorables para evitar la
presencia de trastornos del orden tanto biológicos como psicológicos y sociales en cada una de
las etapas del ciclo vital familiar. Tales medidas consisten en:
 Promover en la pareja la planificación familiar y la educación sexual; los hábitos y
costumbres sanos; la vigilancia del crecimiento y desarrollo de los hijos así como el
saneamiento en lo referente a la potabilización del agua, la disposición correcta de excretas,
eliminación de basura, control de fauna nociva, mejoramiento de la vivienda, además de la
distribución racional del ingreso familiar.
 Orientar al individuo: sobre sus funciones en la familia, en el trabajo y en la sociedad; sobre
las medidas dietéticas adecuadas y sobre la importancia del ejercicio y la higiene personal. A
la familia: sobre su participación en actividades sociales tanto recreativas como deportivas
y culturales; sobre los ajustes que deben efectuar al pasar de una etapa a otra de su ciclo
vital, sobre la importancia de las actividades en las fase de retiro y del apoyo a los padres en
la fase familiar final.
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 Capacitar a la familia en la vigilancia de la nutrición; la conservación, preparación, y


manejo higiénico de los alimentos; el sano crecimiento y desarrollo de los hijos; la correcta
utilización de los recursos (Huerta, 1999).

- Protección especifica. Consiste en la aplicación de procedimientos y precauciones concretas para


identificar las causas de la enfermedad especifica antes de que se presente mediante:

 Orientar al individuo sobre los riesgos de trabajo y a la familia acerca de las


medidas de protección contra accidentes en el hogar y de tránsito.
 Acciones periódicas para el cuidado de la salud a todos los integrantes de la
familia; aplicación de inmunizaciones; control de contactos de enfermedades transmisibles;
asesoria genética, control prenatal; detección oportuna de enfermedades.
 Capacitación a la familia en la prevención de desnutrición, problemas
bucodentales y el manejo higiénico de los alimentos y la vestimenta; sobre el embarazo,
parto y puerperio y la exposición a agentes carcinogénicos y alergénicos; acerca de su
participación en la prevención del tabaquismo, alcoholismo y otras toxicomanías (Huerta,
1999).

b. Actividades de prevención secundaria: Se lleva a cabo mediante

-El principio del “diagnostico temprano y tratamiento oportuno” se basa en el hecho de que entre más
pronto se diagnostique una enfermedad, más fácil y mejor será el tratamiento para el individuo
afectado. Así mismo aumenta la probabilidad de impedirla entre sus familiares. El equipo de
salud y la familia deben ser capaces de detener el proceso de la enfermedad, prevenir su
propagación así como las complicaciones, secuelas e incapacidad prolongada. Esto puede
lograrse por medio de:

 Detectar oportunamente malformaciones congénitas, desnutrición, padecimientos


trasmisibles, y alérgicos, malos hábitos de higiene bucal y situaciones disfuncionales
familiares, entre otros múltiples aspectos.
 Capacitar a la familia en la correcta utilización de los recursos institucionales y comunitarios
de salud y sobre su participación en la detección de signos y síntomas específicos.
 Tratar inmediatamente los casos descubiertos en los primeros estadios de la enfermedad
(Huerta, 1999).

- Limitaciones del daño. Cuando el diagnóstico se ha obtenido tardíamente se debe evitar que la
enfermedad continué deteriorando y además, prevenir o retardar secuelas de padecimientos
clínicamente avanzados. Para ello es necesario:

 Tratamiento adecuado.
 Referencia oportuna de otro nivel de atención sin perder la interacción con el individuo y su
núcleo familiar.
 Capacitar a la familia en la correcta utilización de los recursos de salud.
 Prever facilidades para limitar el daño y prevenir la muerte (Huerta, 1999).

c. Prevención terciaria: Se refiere a la “rehabilitación” física, sicológica y social del paciente, y su


familia, de manera que puedan adaptarse a sus condiciones de vida. El equipo de salud debe ser
capaz en este nivel, de reintegrar al individuo como elemento útil a su familia y a la sociedad;
obtener el máximo provecho de sus facultades residuales y evitar que se convierta en una carga
para su grupo familiar. Este nivel comprende:

- El uso de instalaciones institucionales y comunitarias para el reentrenamiento y educación


del paciente.
- Terapia ocupacional.
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- Educación y sensibilización de la comunidad y fuentes de trabajo para el empleo del


rehabilitado.
- Adaptación del hogar de acuerdo con las posibilidades y la capacidad residual de paciente
para que pueda llegar a valerse por sí mismo.
- Capacitar orientar a la familia en el manejo del paciente crónicamente enfermo o
incapacitado. De ser necesario, recurrir a la psicoterapia familiar (Huerta, 1999).

 Plan de seguimiento. La valoración de la calidad y efectividad de las acciones realizadas


mediante citas programadas y visitas domiciliarias, permite evaluar el grado de avance en el
cumplimiento de las metas y el impacto de las actividades en la disminución de los problemas de
salud que se plantearon resolver. Los resultados de esta evaluación deben ser utilizados como marco
de referencia para actualizar, continuar y modificar el programa de actividades. A nadie se da alta,
pues cuando un miembro de la familia ha sanado, se establece una vigilancia epidemiológica y se
continúan atendiendo los factores de riesgo. Esta continuidad en la atención es una característica de la
buena práctica de la atención de la salud familiar, aunque es más frecuente encontrarla en los
padecimientos crónicos que demandan una asesoria constante para el paciente y sus familias (Huerta,
1999).

 Actividades educativas realizadas.

Es importante tener en cuenta que la actualización de la información es permanente y debe captarse cualquier
modificación de las variables de manera dinámica (Huerta, 1999).

En la actualidad la familia debiera ser la unidad de análisis de cualquier disciplina orientada al cuidado de la
salud, dado que una visión reduccionista e individualista de una practica en salud abocada más a la reparación
del daño que a la prevención de la enfermedad y que soslaye el papel del grupo familiar del proceso salud-
enfermedad, constituye un rotundo fracaso en la intervención de la enfermedad y en la conservación de la
salud, ya que los males del individuo, la familia y la sociedad forman un continuo, y una práctica en salud
que pierde de vista lo concreto y lo humano, pierde su razón de ser y su virtud. El profesional de la salud
que deja de comprender al individuo como un todo invariablemente caerá en una práctica profesional
impersonal y fragmentada que hace del ser humano un objeto, y “el hombre—según René Dubós—no
responde como un ensamble mecánico de partes, sino como un organismo de compleja historia” (Huerta,
1999).

El equipo de salud es aquel que lejos de convertirse en una pieza de un complicado engranaje, perdiendo el
sentido del conjunto y del todo, se interesa más en el enfermo que en la enfermedad y se esmera en brindar
una atención más personalizada y humanística capaz de promover el desarrollo permanente del individuo y la
sociedad (Huerta, 1999).

Hoy en día la gente busca y requiere de un cuidado en salud integral más centrado en las personas que en los
problemas, de alta calidad y más comprensiva, que sustituya aquella atención fragmentada e impersonal que
hace del ser humano un “objeto” de estudio y no un “sujeto” de análisis y que es producto en múltiples
ocasiones de conductas y actitudes reduccionistas (Huerta, 1999).

La atención en salud de nuestros días se enfrenta al reto de combinar el humanismo con el creciente caudal
de conocimientos científicos, de tal manera que el empleo de métodos altamente tecnificados, diagnóstico o
terapéuticos sean sólo parte del enfoque de la persona como un todo y no un fin en sí mismo que lejos de
someter el quehacer de los profesionales de la salud, permita brindar una atención integral que incida no solo
en la enfermedad, sino preponderadamente sobre la salud del individuo y su familia (Huerta, 1999).

La familia forma parte del equipo de salud y su participación resulta fundamental e indispensable para el
logro y mantenimiento de su estado de salud. Además, la familia no es sólo fuente potencial de enfermedad,
sino también un excelente recurso para prevenir, curar y rehabilitar (Huerta, 1999).
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De no lograrse la integración familiar al equipo de salud ni el reemplazo de la atención en salud netamente


biologista y reduccionista por aquella de alta calidad tanto científica como humanística, entonces las acciones
resultarán inútiles y se traducirán en frustración para quien intenta realizarlas y, en enfermedad, invalidez o
muerte, para quien debe recibirlas (Huerta, 1999).

BIBLIOGRAFÍA

 Álvarez, R. Temas de Medicina General Integral. Volumen I. Salud y Medicina. Edit. Ecimed. La
Habana, 2001. Págs 235- 238.
 Huerta, J., et al. Estudio de la Salud Familiar. Programa de actualización continua en Medicina
Familiar. Libro1. Intersistemas editores. 1999. México. Págs. 39- 68.
 Taylor, R, et al. Medicina de Familia, principios y práctica. Volumen I. Tercera
edición. Editorial DOYMA. 1991. 55- 58.

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