Sei sulla pagina 1di 13

ARQUIDIÓCESIS DE VALENCIA

SEMINARIO MAYOR ARQUIDIOCESANO


NUESTRA SEÑORA DEL SOCORRO
CATEDRA: LITURGIA

Análisis Teológico – Pastoral


Sacramento del Orden: Ordenación
de un Presbítero

Florencio Hernández, III de Configuración


Ciclo de Teología, Enero 2020
Introducción

Los sacramentos, signos sensibles que comunican la vida de Cristo han sido
instituidos por El, para auxiliar y hacer participes de su vida, al pueblo
cristiano. El sacramento del orden, el cual esta al servicio de la comunidad,
es aquel, que mediante la unción e imposición de las manos, hombres
elegidos de la comunidad, una vez formado su corazón a imagen de Jesús
Buen Pastor, queda constituido otro Cristo para santificar, gobernar y
enseñar al pueblo de Dios.
Se pretende conocer el sentido teológico y litúrgico, y por ende, su
resonancia en la pastoral de las oraciones propuestas en el rito de
ordenación, de manera que sirva para una mayor comprensión y vivencia,
tanto para el candidato como la asamblea reunida, en ellas, se manifiesta la
riqueza que desde el principio a acompañado a este ministerio querido por
Dios, y que su Hijo Jesucristo, destino a sus apóstoles y a sus sucesores
continuar su obra en el mundo, mediante el anuncio del Evangelio, la
celebración de la Eucaristía y la enseñanza de la sana doctrina.
Las distintas oraciones y suplicas que se piden por el candidato, no es más
que la suplica de toda la Iglesia, quien pide a Dios el auxilio divino para el
elegido a este ministerio, de tal manera, que con la ayuda de Dios pueda
desempeñar la misión a él confiada, gobernando al pueblo cristiano, de
buena manera, siendo él, modelo de todo el rebaño.
Los presbíteros son presentados como quienes, aunque no tengan la
plenitud del sacerdocio, dependen de los obispos en el ejerció de su poder,
aunque están vinculados a ellos en el honor del sacerdocio. Por el
sacramento del orden quedan consagrados como verdaderos sacerdotes de
la Nueva Alianza a imagen de Cristo, para anunciar el Evangelio, dirigir a
los fieles y celebrar el culto divino.
Rito de Ordenación de un Presbítero
Después del evangelio, se inicia la ordenación del presbítero. El obispo, con
la mitra puesta, se sienta en la sede preparada.
Presentación del ordenado
El diacono llama al ordenado, diciendo:
Acérquese el que va a ser ordenado presbítero.
E, inmediatamente, lo llama nominalmente, y el elegido responde:
Presente.
Y se acerca al obispo, a quien hace una reverencia.
Petición de la ordenación
El elegido permanece de pie ante el obispo, y un presbítero delegado por él
dice:
Reverendísimo Padre, la santa Madre Iglesia pide que ordenes presbítero a
este hermano nuestro.
El Obispo le pregunta:
¿Sabes si es digno?
El presbítero le responde:
Según el parecer de quienes lo presentan y después de consultar al pueblo
cristiano, doy testimonio de que ha sido considerado digno.
El obispo:
Con el auxilio de Dios y de Jesucristo, nuestro Salvador, elegimos a este
hermano nuestro para el orden de los presbíteros.
Todos manifiestan su aceptación, diciendo:
Te damos gracias, Señor.

Análisis Escrituristico: En la antigüedad, se puede observar como Dios


escoge y llama a hombres, a quienes capacita para llevar a cabo su plan de
salvación, desde la era de los patriarcas: Abraham, Isaac, Jacob; luego
llamando a Moisés para liberar a su pueblo, instituyendo además el
sacerdocio levítico, en el cual, hombres dignos serian los responsables de
ofrecer los sacrificios en favor del pueblo, y más adelante a los profetas
quienes se encargarían de recordar las hazañas que Dios hizo en favor de
Israel. En esto, se puede apreciar como al elegido, Dios le promete que
contara con su gracia y auxilio para tal misión. De igual manera, Jesucristo,
sumo y eterno sacerdote, al escoger a sus apóstoles les confía la misión de
continuar su obra en el mundo, constituyéndolos sacerdotes de la nueva
alianza, quienes gozaban de gran estima en la comunidad cristiana, por el
testimonio y los prodigios que hacían en nombre de Jesucristo.

Análisis Dogmatico: La llamada de Dios, la vocación, supone una


elección: es como si la mirada de Dios se posara amorosamente sobre un
hombre para escogerle entre la multitud, “habéis sido escogido entre los
hombres”, dice el Obispo en su alocución. Al ser presentado los candidatos,
el Obispo hace la siguiente pregunta: ¿Sabes si es digno?, Dios, en su
inefable designio, llama a quien quiere, y no atiende a los hechos externos
porque conoce lo que hay en el corazón de cada hombre. Pero la Iglesia
entiende que llama a quienes son dignos. El término dignus en teología
significa merecer algo: bueno o malo, en el primer caso es sinónimo de
persona virtuosa; hace referencia a las costumbres, al comportamiento de un
persona, que son el reflejo y la consecuencia de lo que hay en su corazón.
Por este motivo, en la respuesta del presbítero a la pregunta sobre la
dignidad del candidato, se hace referencia a quienes los presentan y al
pueblo cristiano: porque las buenas o malas costumbres de una persona
suelen ser patentes. De modo que aquí encontramos un criterio claro y
básico a la hora de discernir la llamada de Dios.

Análisis Pastoral: La presentación del candidato ante el obispo, para luego


ser admitido por este al orden de los presbíteros, responde a un camino de
formación humana y espiritual, que capacitan al elegido para luego
desempeñar en la comunidad la función de Cristo de enseñar, gobernar y
santificar. El ritual indica que sea presentado por un presbítero designado
por el Obispo, el cual refleja el deseo de que presente al candidato quien
pueda dar testimonio de él, quien lo ha conocido y ha intervenido de algún
modo en su formación.
Examen
Después de la homilía, el Obispo pregunta al elegido, de pie ante él,
diciendo:
Querido hijo, antes de entrar en el orden de los presbíteros, debes
manifestar, ante el pueblo, tu voluntad de recibir este ministerio.
¿Estás dispuesto a desempeñar siempre el ministerio sacerdotal en el grado
de presbítero, como buen colaborador del Orden episcopal, apacentando el
rebaño del Señor y dejándote guiar por el Espíritu Santo?
El elegido responde:
Sí, estoy dispuesto.
El Obispo:
¿Realizaras el ministerio de la palabra, en la predicación del Evangelio y la
exposición de la fe católica, con dedicación y sabiduría?
El elegido:
Si, lo hare.
El Obispo:
¿Quieres unirte cada día mas estrechamente a Cristo, sumo Sacerdote, que
por nosotros se ofreció al Padre como víctima santa, y con el ofrecerte tu
mismo a Dios, para la salvación de los hombres?
El elegido:
Sí, quiero hacerlo, con la ayuda de Dios.
El Obispo, si es su ordinario, pregunta al Elegido:
¿Prometes obediencia y respeto a mí y a mis sucesores?
El elegido:
Prometo.

El Obispo:
Dios que comenzó en ti esta obra buena, el mismo la lleve a término.

Análisis Escrituristico: En muchos pasajes bíblicos se puede observar


como Dios mantiene un dialogo con la persona a la cual ha llamado para
una misión, Moisés (Ex 3,4), Josué (Jos 1,2), Gedeón (Jc 6,12) Samuel (1S
3,10) David (1S 16, 12) Isaías (Is 6,6), el mismo Jesús quiso también
dialogar con aquellos que llamo para que estuvieran con El (Mc 3, 13), de
igual manera, se aprecia también como para el momento del envío de los
setenta y dos, dándoles ciertas indicaciones para la predicación y el anuncio
del Reino (Lc 10, 1), haciendo de estos discípulos suyos y colaboradores de
su ministerio publico.

Análisis Dogmatico: Este aspecto de la celebración del sacramento del


orden, destaca en el sentido que busca manifestar públicamente que el
candidato al presbiterado consciente de las responsabilidades y exigencias
que asumirá, expresa mediante su libre voluntad de configurar su vida a
Cristo, en participar de la autoridad con la que el propio Cristo construye,
santifica y gobierna su Cuerpo, que es la Iglesia (Cf. PO 2), expresan
además su obediencia al orden episcopal, que hace del presbítero
colaborador para realizar adecuadamente la misión apostólica confiada por
Cristo (Cf. PO 2)

Análisis Pastoral: Es laudable que el candidato al orden de los presbíteros


exprese públicamente ante el Obispo y el pueblo cristiano su adhesión plena
al ministerio sacerdotal, con la promesa, símbolo de su alianza con la
Iglesia manifiesta que su misión será servir al pueblo de Dios mediante la
predicación y los sacramentos in persona Christi, además de manifestar que
ha sido un hombre tomado de la comunidad, y que una vez preparado y
formado ahora regresa a la comunidad de donde salió en calidad de pastor.

Letanías de los Santos

Luego, todos se levantan; el Obispo, sin mitra y con las manos juntas,
exhorta al pueblo diciendo:
Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso, para que derrame
generosamente sus dones sobre este elegido para el ministerio de los
presbíteros.

Fuera de los domingos y del tiempo pascual, el diacono dice:


Pongámonos de rodillas.
E, inmediatamente, el obispo se arrodilla ante su sede; también los demás se
arrodillan.
El Elegido se postra.
Los cantores comienzan las letanías…

Señor, ten piedad.


Cristo, ten piedad…
Acabadas las letanías, el obispo (si esta arrodillado, se pone de pie), con las
manos extendidas, dice:
Escúchanos, Señor Dios nuestro,
y derrama sobre este siervo tuyo
la bendición del Espíritu Santo
y la fuerza de la gracia sacerdotal;
concede la abundancia de tus bienes a quien consagramos en tu presencia.
Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén.

Análisis teológico - pastoral: En las letanías de los santos se pide a Dios


que bendiga y santifique al elegido, es la suplica de la Iglesia a Dios, para
que derrame su gracia abundante sobre aquellos que no van a emprender
una tarea humana, sino una obra salvífica. Esta petición litanica, es la
expresión visible del sentimiento de poquedad, los santos, por cuya
intercesión rogamos a Dios, nos descubra un panorama de hombres y
mujeres dignos de ser imitados por su celo pastoral, por su caridad ardiente,
hasta el derramamiento de sangres, por su amor a la Iglesia, junto a los
apóstoles y de modo singular a María Santísima. La suplica de la Iglesia
peregrina a estos grandes de la fe, serán para el ordenado, modelos y guías
para la misión de apacentar el pueblo de Dios de buena manera, con
generosidad, consciente de su flaqueza y procurando ser modelo del rebaño
que se le encomendara.

Imposición de las manos

El elegido se acerca al obispo y se arrodilla ante él. El obispo le impone las


manos sobre la cabeza, sin decir nada.
Oración Consecratoria

Señor, Padre santo


Dios todopoderoso y eterno,
de quien procede todo poder y toda dignidad,
por ti todo llega a su plenitud,
tu estableces la naturaleza humana
según tu sabia providencia
y todo lo perfeccionas, todo lo consolidas.

Por esto, en la antigua alianza,


se fueron configurando, a través de signos santos,
los grados del sacerdocio
y el ministerio de los levitas:
así, a los sumo sacerdotes,
elegidos para gobernar al pueblo,
les diste compañeros de orden inferior,
para que los ayudaran como colaboradores.

Así, en el desierto,
Multiplicaste el espíritu de Moisés,
comunicándolo a setenta varones prudentes,
para con ellos gobernar más fácilmente
un pueblo numeroso.

Así, también, a los hijos de Aarón


hiciste participes
de la abundancia de la plenitud paterna,
para que un número suficiente de sacerdotes
ofreciera los sacrificios de salvación
y mantuviese el culto divino.

Así también, según tu designio, Señor,


diste a los apóstoles de tu Hijo
compañeros de menor dignidad,
para predicar la fe,
y con su ayuda anunciaron el Evangelio
por todo el mundo.

Por lo cual, Señor,


concede también a mi humilde ministerio
esta misma ayuda,
para mi más necesaria,
porque mayor es mi fragilidad.

TE PEDIMOS, PADRE TODOPODEROSO,


QUE CONFIERAS A ESTE SIERVO TUYO
LA DIGNIDAD DEL PRESBITERADO;
RENUEVA EN SU CORAZON
EL ESPIRITU DE SANTIDAD;
RECIBA DE TI
EL SACERDOCIO DE SEGUNDO GRADO
Y SEA, CON SU CONDUCTA,
EJEMPLO DE VIDA.

Sea sincero colaborador del Orden episcopal,


Para que la palabra del Evangelio
Llegue a toda la tierra,
y todos los pueblos, congregados en Cristo
formen el pueblo santo de Dios

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,


que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por lo siglos de los siglos.

R. Amén.

Análisis Escrituristico: En el AT la imposición de las manos era sobre


todo un gesto de bendición, los patriarcas imponían las manos a sus hijos
como un eficaz augurio para invocar sobre ellos todo bien (Gn 48, 14); los
sacerdotes imponían las manos sobre el pueblo para bendecirlo. La
imposición de las manos era un gesto de identificación: los sacerdotes
imponían las manos sobre el animal destinado al sacrificio para expresar la
identidad entre el oferente y la victima y así consagrarse a sí mismo a Dios
(Ex 29, 10), era también el gesto de la concesión de un cargo (Nm 27, 18-
20). En el NT Jesús imponía las manos sobre los enfermos, junto a su
palabra, de curación (Mt 9, 18), Jesús impuso las manos como signo de
bendición a los niños (Mc 10, 16); en la Iglesia apostólica, la imposición de
las manos esta ligada a los ritos de iniciación cristiana como signo del don
del Espíritu Santo (Hch 8, 17).

Análisis Dogmatico: En la oración que precede a la imposición de las


manos, el Obispo pide a Dios que derrame su Espíritu Santo y la gracia
sacerdotal, la oración que junto a la imposición de las manos constituye el
signo sacramental se denomina oración de consagración, en ella se recuerda
que Dios había multiplicado el espíritu de Moisés, comunicándolo a los
setenta varones, con los que gobernó al pueblo de Israel (Nm 11, 11). Se
consagra al candidato, que participa así de una manera nueva del sacerdocio
de Jesucristo. Esta potestad capacita al sacerdote para ofrecer el sacrificio y
perdonar los pecados. El sacerdote recibe de este modo la capacidad para
trasparentar a Cristo, para hacerlo presente, principalmente en la
celebración eucarística.

Análisis Pastoral: la oración de consagración es pues la expresión visible


de que el ordenado ha sido constituido otro Cristo, destinado a apacentar el
pueblo de Dios. En esta oración, se observa claramente como Dios, en su
plan de salvación, quiso dejar a hombres para que mediante la fuerza del
Espíritu Santo, fueran enviados a continuar y perpetuar la obra de su Hijo
en el mundo. Al ser consagrado mediante la oración e imposición de las
manos, el presbítero queda unido plenamente a Cristo y su cuerpo místico
que es la Iglesia.
Unción de las manos

Jesucristo, el Señor,
A quien el Padre ungió
con la fuerza del Espíritu Santo,
te auxilie para santificar al pueblo cristiano
y ofrecer a Dios el sacrificio.

Análisis teológico-pastoral: en la antigüedad el aceite era símbolo de


consagración, como también de alegría, luz, medicina; en muchos ocasiones
era utilizado para consagrar a los reyes, tal es el caso de David, quienes han
sido ordenados presbíteros se les unge las manos con el santo Crisma, para
que con su vida puedan reproducir en sus obras el buen olor a Cristo, en el
sacramento del orden, la unción expresa la conformidad con Cristo, como
El ha sido ungido por Dios con el Espíritu Santo (He 10, 38), con estos
signos, participan del sacerdocio de Jesucristo, reciben mediante la unción
el auxilio del espíritu para poder gobernar y santificar al pueblo cristiano.

Entrega de la Patena y el Cáliz


Recibe la ofrenda del pueblo santo
para presentarla a Dios;
considera lo que realizas
e imita lo que conmemoras,
y conforma tu vida
con el misterio de la Cruz del Señor.

Análisis teológico-pastoral: con la entrega de la patena y el cáliz, no es


más que revelar, quitar el velo, para que aparezca aun sensiblemente el
misterio que el Espíritu Santo, invocado por la Iglesia, acaba de operar. La
entrega de estos instrumentos determina las funciones que de ahora en
adelante el presbítero desempeñara, como es en primer lugar, la celebración
de la Eucaristía, fuente y culmen de la vida cristiana, en la cual ofreciendo a
Cristo al Padre, se ofrece el también a imagen de Cristo Sacerdote, al
pueblo que se le ha confiado, ejerciendo el pastoreo de conocer, enseñar,
guiar, cuidar, apacentar, corregir mediante la sana doctrina y el auxilio de
los sacramentos.
Conclusión

Con el sacramento del orden, el candidato queda constituido otro Cristo, a


continuar su obra, a ser colaborador del Obispo en el pastoreo fiel al pueblo
cristiano. El rito de ordenación, con todas sus oraciones, gestos y símbolos,
significan la misión que de ahora en adelante se le confía al ordenado, en
desempeñar la tria munera.
Los ritos de ordenación, ofrecen a todos los participantes en la celebración
una mayor comprensión de las funciones que desempeñara en la Iglesia. Por
tanto, en necesario, realizar cada gesto, palabra y acción, con la mayor
sobriedad, dignidad y sencillez con la que están revestidos de manera que
sirven para celebrar con mayor espíritu de recogimiento y a la vez de gozo,
cada momento de la celebración.
Cada palabra pronunciada por el Obispo en la ordenación, manifiestan el
querer divino, que desde los inicios quiso colocar al frente de su pueblo
hombres de probada virtud para que ofrecieran sacrificios a favor del
pueblo, y que a la vez, ellos mismos debían ofrecerse como hostias vivas a
imagen de Jesús sumo y eterno sacerdote, quien se ofreció a sí mismo para
la salvación de la humanidad, de tal manera, que el presbítero participa del
único sacerdocio de Cristo, haciendo de el administrador de la gracia en
favor de todos los hombres.
Bibliografía

P. Tena, P. Farnes; Nuevo Ritual de la ordenación sacerdotal, cuadernos


phase.

J. Aldazabal, Teología del ministerio, cuadernos phase.

Catecismo de la Iglesia Católica

Pontifical Romano

Biblia de Jerusalén

Potrebbero piacerti anche