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Los sacramentos, signos sensibles que comunican la vida de Cristo han sido
instituidos por El, para auxiliar y hacer participes de su vida, al pueblo
cristiano. El sacramento del orden, el cual esta al servicio de la comunidad,
es aquel, que mediante la unción e imposición de las manos, hombres
elegidos de la comunidad, una vez formado su corazón a imagen de Jesús
Buen Pastor, queda constituido otro Cristo para santificar, gobernar y
enseñar al pueblo de Dios.
Se pretende conocer el sentido teológico y litúrgico, y por ende, su
resonancia en la pastoral de las oraciones propuestas en el rito de
ordenación, de manera que sirva para una mayor comprensión y vivencia,
tanto para el candidato como la asamblea reunida, en ellas, se manifiesta la
riqueza que desde el principio a acompañado a este ministerio querido por
Dios, y que su Hijo Jesucristo, destino a sus apóstoles y a sus sucesores
continuar su obra en el mundo, mediante el anuncio del Evangelio, la
celebración de la Eucaristía y la enseñanza de la sana doctrina.
Las distintas oraciones y suplicas que se piden por el candidato, no es más
que la suplica de toda la Iglesia, quien pide a Dios el auxilio divino para el
elegido a este ministerio, de tal manera, que con la ayuda de Dios pueda
desempeñar la misión a él confiada, gobernando al pueblo cristiano, de
buena manera, siendo él, modelo de todo el rebaño.
Los presbíteros son presentados como quienes, aunque no tengan la
plenitud del sacerdocio, dependen de los obispos en el ejerció de su poder,
aunque están vinculados a ellos en el honor del sacerdocio. Por el
sacramento del orden quedan consagrados como verdaderos sacerdotes de
la Nueva Alianza a imagen de Cristo, para anunciar el Evangelio, dirigir a
los fieles y celebrar el culto divino.
Rito de Ordenación de un Presbítero
Después del evangelio, se inicia la ordenación del presbítero. El obispo, con
la mitra puesta, se sienta en la sede preparada.
Presentación del ordenado
El diacono llama al ordenado, diciendo:
Acérquese el que va a ser ordenado presbítero.
E, inmediatamente, lo llama nominalmente, y el elegido responde:
Presente.
Y se acerca al obispo, a quien hace una reverencia.
Petición de la ordenación
El elegido permanece de pie ante el obispo, y un presbítero delegado por él
dice:
Reverendísimo Padre, la santa Madre Iglesia pide que ordenes presbítero a
este hermano nuestro.
El Obispo le pregunta:
¿Sabes si es digno?
El presbítero le responde:
Según el parecer de quienes lo presentan y después de consultar al pueblo
cristiano, doy testimonio de que ha sido considerado digno.
El obispo:
Con el auxilio de Dios y de Jesucristo, nuestro Salvador, elegimos a este
hermano nuestro para el orden de los presbíteros.
Todos manifiestan su aceptación, diciendo:
Te damos gracias, Señor.
El Obispo:
Dios que comenzó en ti esta obra buena, el mismo la lleve a término.
Luego, todos se levantan; el Obispo, sin mitra y con las manos juntas,
exhorta al pueblo diciendo:
Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso, para que derrame
generosamente sus dones sobre este elegido para el ministerio de los
presbíteros.
R. Amén.
Así, en el desierto,
Multiplicaste el espíritu de Moisés,
comunicándolo a setenta varones prudentes,
para con ellos gobernar más fácilmente
un pueblo numeroso.
R. Amén.
Jesucristo, el Señor,
A quien el Padre ungió
con la fuerza del Espíritu Santo,
te auxilie para santificar al pueblo cristiano
y ofrecer a Dios el sacrificio.
Pontifical Romano
Biblia de Jerusalén