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El ejercicio de los derechos en la escuela

Área de Derechos Humanos y Pedagogía de la Memoria, INFD (2015). Marco político –


pedagógico de la educación en derechos humanos: Clase 04: El ejercicio de los
derechos en la escuela. Buenos Aires: Ministerio de Educación de la Nación.

¡Bienvenidos a nuestro cuarto encuentro!


Nos encontramos en el último encuentro del Módulo Marco Político-pedagógico de la
educación en derechos humanos. Ya hemos abordado aspectos relativos a la
definición de DDHH, al Estado, a las políticas de DDHH y su relación con la educación, y
el paradigma de la protección integral de los derechos de los niños, niñas, adolescentes y
jóvenes. Hoy, trabajaremos con una cuestión central de la vida institucional: la
participación colectiva en la construcción de los acuerdos convivenciales y la organización
política para garantizar la participación de todos y todas. La convivencia democrática y la
participación política en la escuela serán temas que trataremos en esta oportunidad.

Convivencia en las instituciones educativas: de la intervención


disciplinaria a la convivencia democrática
Partimos de la definición de que el conflicto es constitutivo del orden social. De esta
manera y retomando la propuesta de Chantal Mouffe, entendemos que existe una
distinción fundante entre la política y lo político, la primera refiere al nivel óntico y la
segunda al ontológico. Lo óntico, tiene que ver con la multitud de prácticas de la política
convivencial, mientras que lo ontológico tiene que ver con el mecanismo que instituye la
sociedad.

Así, lo político se concibe como la dimensión del antagonismo constitutiva de las


sociedades humanas, y la política como el conjunto de prácticas y estrategias que
posibilitan tramitar el conflicto, organizar la coexistencia en el contexto de la
conflictividad derivada de lo político.

Siguiendo esta línea de análisis, la sociedad entonces se encuentra atravesada por


relaciones de poder, tensiones, luchas y conflictos que no son aspectos ocasionales, sino
parte constitutiva de lo social, por lo que en diversos grupos sociales, instituciones,
relaciones y ámbitos colectivos existen conflictos. Ahora bien, lejos de negarlos debemos
asumirlos para trabajar en su resolución. Y aquí se tornan prioritarias las formas en que
tramitamos los conflictos, si lo hacemos de manera autoritaria, demagógica o
democrática.

Cada conflicto que surge en las escuelas o instituciones educativas, a la luz de las
prácticas de DDHH, debería ser una oportunidad para poner en juego las prácticas
democráticas y el ejercicio de la ciudadanía.

En este sentido, en el año 2013 se sanciona la Ley para la Promoción de la


Convivencia y el Abordaje de la Conflictividad Social en las Instituciones
Educativas N°26892 , y al año siguiente el Ministerio de Educación Nacional elabora
una Guía Federal de Orientaciones para la intervención educativa en situaciones
complejas relacionadas con la vida escolar, para el nivel inicial, primario y secundario.
Ésta, a su vez, se halla en profundo diálogo con los lineamientos trabajados por el
Programa Nacional de Convivencia Escolar desde el año 2004.

La noción de convivencia escolar promueve la idea de poder estar en las instituciones


educativas junto a los otros, corriéndonos del paradigma de la disciplina, del castigo, de la
buena o mala conducta, y trabajando en los acuerdos entre los actores institucionales. Se
trata de generar vínculos democráticos entre las distintas generaciones, alentando el pleno
respeto de los derechos como también el ejercicio de las responsabilidades. Es necesario
“asumir la responsabilidad que tienen los actores institucionales en cuanto a la necesidad de

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favorecer una convivencia escolar democrática, participativa y justa, donde todos y todas se
sientan involucrados en la comunidad educativa…” (MEN, 2014). Se elaboran entonces
reglamentos, acuerdos institucionales, normas que regulan la vida en la escuela.

Siguiendo a Nuñez (2013) podemos caracterizar algunos de los reglamentos elaborados


en tres tipos:
Por un lado, aquellos que aún presentan normas vinculadas a las tradicionales
regulaciones del sistema educativo: higiene, puntualidad, apariencia, cuidado de
materiales (reglamentos tradicionales).
Por otro lado, reglamentos que el autor llama en contexto pues si bien mantienen
reglas “tradicionales” incorporan algunos elementos de las problemáticas que
atraviesan hoy a las escuelas, vinculadas a conflictividades como la violencia
institucional, las adicciones, el delito, tiempos atrás negadas como constitutivas
de la realidad escolar.
Finalmente, los reglamentos que responden a un modelo de derechos, en los que
son reconocidos los derechos de los/las estudiantes. En éstos se incorporan
pautas y normas para docentes, familias, equipos directivos, y no sólo para
los/las estudiantes. Son los acuerdos para la convivencia que se proponen desde
el marco de derechos, es decir, en el que los niños, niñas, adolescentes y jóvenes
son sujetos de derechos y ejercitan una ciudadanía activa, al igual que los
adultos. Estos reglamentos no prescriben sólo lo que pueden o no pueden hacer
los estudiantes en la escuela, sino que establecen pautas también para los
adultos.

Ahora bien, la construcción de vínculos pedagógicos en las instituciones, enmarcados en


una convivencia basada en el diálogo y el acuerdo entre todos los actores de la
comunidad educativa, interpela profundamente la noción tradicional de autoridad, propia
del sistema educativo enciclopedista y acorde a una perspectiva disciplinaria. El ejercicio
de la autoridad en el contexto actual y vinculado al paradigma de la Protección Integral
nos invita a pensar nuevas formas de actuar en tanto adultos, docentes o directivos en
las escuelas.

Es así que hablamos de una autoridad pedagógica democrática, entendida como “la
autoridad construida a partir del diálogo, el reconocimiento del otro y una asimetría entre
personas adultas y jóvenes que posibilita asumir el rol desde una posición de responsabilidad
y cuidado” (MEN, 2014). La reciprocidad en el trato es un aspecto a tener en cuenta en la
construcción del vínculo pedagógico. Pedro Nuñez (2013) explica que una de las razones por
las cuales los estudiantes “respetan” a los docentes se basa en que éstos los
“comprenden”, es decir, entre los atributos de una “autoridad respetable” destacan la
escucha, que estén atentos a los problemas del aula, la apertura al diálogo. La noción de
respeto aparece cuando es mutua y se encuentra vinculada a la comprensión, al diálogo
y a la escucha.

Es así que en las instituciones educativas la escucha no debe ser entendida como una
virtud de algunos docentes, sino que debe ser parte del ejercicio docente y debe ponerse
en juego en las prácticas escolares. Ante situaciones de conflicto, no sólo tienen voz los
adultos, sino que es fundamental incorporar la voz de los niños, niñas, adolescentes y
jóvenes para el abordaje de los problemas y sus resoluciones. Cabe señalar que la
autoridad pedagógica democrática no implica que se borren las diferencias entre
docentes y estudiantes, sino que se construya desde las mismas un vínculo basado en el
respeto y el cuidado. Como sabemos, autoridad no es sinónimo de autoritarismo.

La construcción colectiva de los acuerdos institucionales implica la participación de todos


los actores. En este punto resulta clave que esa participación sea abierta y democrática,
pues un proyecto se vuelve tal no sólo en función de sus contenidos, sino
fundamentalmente en función de las prácticas cotidianas que promueve y en la manera
en que contiene a los sujetos que forman parte del mismo. Solo si nos sentimos
contenidos, reconocidos y parte estructural del proyecto escolar podemos, los distintos

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actores, apropiarnos de la institución, quererla, defenderla, mejorarla, consolidando los
espacios públicos como la arena en la cual se construyen las mejores decisiones para la
vida colectiva. Esto no quiere decir que haya que diluir las relaciones asimétricas en
torno a la autoridad escolar, sino que la democracia requiere trazar esa distinción en un
modo que sea compatible con el pluralismo y el reconocimiento de los otros.
Les proponemos pensar en formas de autoridad sustentadas en prácticas pedagógicas y
democráticas, basadas en la legitimidad y alejadas de aquellas basadas en la imposición
o en el mandato.

Los y las invitamos a ver el siguiente video:


Canal Encuentro. Escuelas de Maestros, “Capítulo: Autoridad”.
https://www.youtube.com/watch?v=FoPH_1_nIWU
Luego de ver el video, los y las invitamos a reflexionar:
¿Es común encontrar dificultades en la construcción de vínculos
pedagógicos docente-alumno basadas en el respeto, el cuidado y
el diálogo? Piensen en función de sus experiencias y de las
instituciones educativas por las que ha transitado.

El ejercicio de la ciudadanía política en el presente: centros de


estudiantes y el voto optativo a los 16 años

Hablar del enfoque de derechos significa reconocer la condición ciudadana de los y las
jóvenes en el presente. La LEN establece como uno de los objetivos de la educación
secundaria obligatoria “brindar una formación ética que permita a los/as estudiantes
desempeñarse como sujetos conscientes de sus derechos y obligaciones, que practican el
pluralismo, la cooperación y la solidaridad, que respetan los derechos humanos,
rechazan todo tipo de discriminación, se preparan para el ejercicio de la ciudadanía
democrática y preservan el patrimonio natural y cultural”. Esto significa formar
ciudadanos/as para el presente, promoviendo la participación activa de los y las jóvenes
en la sociedad y en los espacios e instituciones por los que transitan y/o pertenecen.
En el año 2012, la sociedad argentina debatió el voto optativo a los 16 años (Ley
26774), a partir del cual todos los jóvenes de 16 y 17 años pueden votar si lo desean.
Esta medida de ampliación de derechos generó un impacto en las instituciones
educativas, pues fue allí donde muchos estudiantes secundarios buscaron asesoramiento
e información para el ejercicio responsable de este derecho. A su vez, una medida de
este tipo promovió el debate político, el ejercicio de la ciudadanía y el fortalecimiento de
la democracia en nuestro país.
La ampliación de los derechos políticos de los jóvenes forma parte del marco político-
pedagógico de la educación secundaria y de las políticas educativas que entienden que
los jóvenes son sujetos de derechos. Hablar de participación política no sólo significa
votar, sino que hace referencia a la participación activa en las instituciones educativas
por parte de los estudiantes. En este sentido, en el año 2013 a nivel nacional se sancionó
la Ley de Centros de Estudiantes N°26.877, que reconoce a éstos como órganos
democráticos de representación estudiantil. Las y los estudiantes ya no se organizan
cuando pueden o cuando encuentran condiciones favorables en sus escuelas, sino que es
un derecho y parte constitutiva de las instituciones educativas.
¿Cómo se organizan? ¿Qué formas de organización estudiantil encontramos en las
escuelas? Las formas de participación política por parte de los estudiantes han sufrido
transformaciones como toda práctica social. Muchos adultos transitamos formas de
participación a lo largo de nuestras trayectorias educativas que a veces se distancian de
las actuales maneras de hacer política en la escuela. Estas nuevas maneras de la acción
política, de habitar la escuela y de participar, nos generan preguntas acerca de cómo
actuar como docentes y directivos.

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¿Qué hacer? ¿Cómo acompañar? La confianza, la escucha, el asesoramiento son
condiciones para el buen funcionamiento del gobierno escolar. “Habilitar la participación
implica también posicionarse en un lugar menos omnipresente, con más confianza que
preocupación por el control, y entender que esa manera de vivir la participación es o
puede ser distinta de cómo la vimos, la vivimos o la previmos quienes integramos la
generación adulta. Vincularse a ello sin invalidar puede ser una de las opciones más
valiosas para el aprendizaje vivencial de cómo tomar la palabra, ejercerla, ejercitar el
disenso, dialogar, construir y confrontar con los otros y con aquello que nos desafía”.
(Southwell, 2013).

Les proponemos mirar el siguiente video de canal Encuentro. “Mejor


hablar de ciertas cosas: Jóvenes, participación y compromiso social”.
https://www.youtube.com/watch?v=O0aqy4SebGI

Para pensar:

En el vínculo entre los adolescentes/jóvenes y la participación política ¿Qué es lo


novedoso? ¿Cómo entienden los jóvenes la participación? ¿Nos encontramos con
estos modos de participación en las escuelas e instituciones educativas a las que
pertenecemos?

La voz de los docentes


Hablar de democratización del gobierno de las instituciones educativas no sólo refiere a
la ampliación de derechos para niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Los adultos en las
escuelas también se encuentran en un contexto en el que las políticas públicas ampliaron
sus derechos, dando respuesta a demandas históricas del colectivo docente.

Por un lado, los docentes son concebidos como parte nodal del gobierno democrático de las
instituciones educativas. Su mirada y opinión debe ser tenida en cuenta para la toma de
decisiones, así como la de los demás actores que hacen a la comunidad educativa. Lejos de
ser simples ejecutores de tareas y de diseños curriculares, como fueron concebidos por los
paradigmas liberales y tecnocráticos, los docentes son, para la perspectiva que asume
nuestro sistema educativo, la pieza clave que fortalece las políticas de enseñanza, de
inclusión y de convivencia en las escuelas.
Por otro lado, y en relación con los derechos laborales, la Ley de Financiamiento Educativo Nº
26.075 sancionada en el año 2006, en el artículo 10 establece que el Estado, a través del
Ministerio de Educación Nacional, y los gremios docentes deberán acordar en relación a las
condiciones laborales, al calendario educativo, al salario y la carrera docente. Si bien el
derecho a realizar convenios colectivos estaba ya establecido en el artículo 14 bis de la
Constitución Nacional para los gremios, la referencia a acuerdos de convenios específicos
para el sector educativo ha sido un avance para los docentes. En este marco se estableció
como prioridad la capacitación docente gratuita y en servicio, (artículo 67 de la LEN), lo cual
llevó a implementar en el año 2013 el Programa Nacional de Formación Permanente
“Nuestra Escuela”, para la mejora de las condiciones de las instituciones educativas y
de la enseñanza. Esta serie de medidas se encuentran orientadas en un mismo sentido,
todas trabajan de manera articulada para la garantía de los derechos, el derecho a la
educación de los niños, niñas y adolescentes, y el derecho al trabajo digno de los
docentes.

A Modo de Cierre
Hemos llegado al final de nuestros encuentros, hemos recorrido juntos algunas cuestiones
fundamentales en torno al derecho a la educación concebido como derecho humano. Hemos

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colocado a la escuela y a la vida escolar como espacio clave para garantizar el ejercicio de los
derechos. Hemos concebido a la escuela como un el lugar privilegiado para el ejercicio de los
derechos de los cuales los jóvenes son titulares: el derecho a la educación, al ocio, al juego, a
la participación política, el derecho a ser respetados en sus múltiples identidades, en sus
singularidades, y en sus construcciones colectivas.

Y es en esa vida escolar que todo lo narrado se vuelve acto y la potencialidad también. La
relación entre escuela y comunidad educativa, entre docente y estudiante puede y debe – no
exenta de conflictividad- ser maravillosa. Si nosotros podemos concebir al niño, a la niña, al
joven como sujetos de derecho, de todos los derechos, y así a todos y cada uno de nuestros
estudiantes y sus familias, estaríamos avanzando en un camino que deja huellas profundas
en nuestras subjetividades y que nos permite sentir a la escuela y a cada uno de sus
integrantes como parte constitutiva de nuestra identidad, de los que somos y de lo que
queremos ser.

Por supuesto que este camino exige también la insoslayable tarea de forjar
responsabilidades, sin que la lógica de las obligaciones implique, como para muchos, el
cercenamiento de derechos. Este aspecto requiere particular comprensión y atención:

Resguardar derechos no implica desatender las responsabilidades, pero formar en


ellas no puede ocurrir a expensas de los derechos.

Partir de la definición de que todos nuestros estudiantes y sus familias son iguales, que en
todo caso provienen de contextos diferentes producto de las desigualdades en la distribución
de los recursos materiales y simbólicos, resulta prioritario. Aquellos que provienen de
sectores vulnerabilizados, aquellos que tal vez sea en la escuela en el único lugar en el que
encuentran la posibilidad de ejercitar algún derecho, allí con ellos, nuestra tarea es
liberadora. El rol del docente encuentra allí toda su potencialidad. Ser parte del proceso de
construcción de la vida, de la subjetividad y de la identidad de los otros y por supuesto de la
nuestra, puede ser una tarea absolutamente gratificante y maravillosa, en la medida en que
comprendamos el significado profundo de la igualdad y nos vinculemos con los otros
partiendo de ella.

Normativa de referencia

 Ley para la promoción de la convivencia y el abordaje de la conflictividad social en las


instituciones educativas N° 26892/13
http://www.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/220000-224999/220645/norma.htm
 Ley Nacional del Voto a los 16 años Nº 26.774.
http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/anexos/200000-204999/204176/norma.htm
 Ley de Creación y funcionamiento de los Centros de estudiantes N° 26.877/13
http://nuestraescuela.educacion.gov.ar/bancoderecursos/media/docs/bloque02/normativas
/normativas03.pdf
 Ministerio de Educación de la Nación (2014) Guía Federal de Orientaciones para la
intervención educativa en situaciones complejas relacionadas con la vida escolar, N° 1.
http://nuestraescuela.educacion.gov.ar/bancoderecursos/media/docs/bloque02/normativas
/normativas12.pdf

Bibliografía de referencia

 Nuñez, Pedro, 2013. La política en la escuela. Editorial La Crujía. Buenos Aires.


 Mouffe, Chantal, 2007. En torno a lo político. Editorial: Fondo de cultura
económica. Argentina, Buenos Aires.
 Saintout, Florencia, 2010. Jóvenes y política: los límites de la aparente aporía en
Saintout, Florencia Jóvenes argentinos: pensar lo político. Ed Prometeo, Buenos
Aires.

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