Sei sulla pagina 1di 17

MIGRACIÓN, FRONTERA Y SALUD

Martha Cecilia Jaramillo Cardona1

Resumen

La salud es una parte fundamental de toda población. Cuando se dan casos de procesos
migratorios, como el que existe desde finales del siglo XIX entre México y los Estados
Unidos, los movimientos y asentamientos de esta población migrante, tanto laboral como
no laboral, genera potencialmente situaciones que podrían poner hipotéticamente en riesgo
la salud tanto de los migrantes como de las poblaciones nativas en los nuevos lugares de
arribo. En este articulo se pretende analizar la problemática que deben enfrentar los países
que se encuentran sometidos a procesos migratorios permanentes en dos sentidos: el
primero tiene que ver con la prestación de servicios de salud acordes a la población
migrante, y el segundo aspecto hace referencia a la necesidad de diseñar políticas públicas
que contribuyan a enfrentar los retos epidemiológicos que estos generan, y evitar a la vez
que las condiciones de salud de los migrantes se deterioren por las barreras existentes en el
nuevo lugar de arribo como son el idioma, la cultura, la forma en que funcionan los
servicios de salud, entre otros.

Palabras claves: Salud, migración, frontera, cultura y políticas.

1
Martha Cecilia Jaramillo Cardona, doctora en Ciencias Sociales con especialidad en estudios regionales. Docente e
investigadora en la Facultad de Economía y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Baja California en
la ciudad de Tijuana México. Teléfono: (52) 664 6820832, fax: (52) 664 6820832. Correo electrónico:
martha_06@uabc.mx o mcjaramu06@hotmail.com

1
Introducción

La salud es una parte fundamental de toda población. Cuando se dan casos de procesos
migratorios, como el que existe desde finales del Siglo XIX entre México y los Estados
Unidos, los movimientos y asentamientos de esta población migrante, tanto laboral como
no laboral, genera potencialmente situaciones que podrían poner, hipotéticamente en riesgo
la salud tanto de los migrantes como de las poblaciones nativas en los nuevos lugares de
arribo. En este sentido, la promoción y protección de la salud de las personas (estamos
pensando fundamentalmente en población migrante laboral) incide en la manera como los
países huésped hacen frente a las necesidades de salud de los migrantes y de su propia
población nativa (misma que ya sea en forma intencionada o por falta de información
confiable, en ocasiones, desarrolla actitudes xenofóbicas frente a los migrantes, tachándolos
no sólo de abusadores de los servicios sino, inclusive, de ser portadores de enfermedades
supuestamente desterradas del país huésped, como es el caso del creciente incremento de
muertes causado por enfermedades como la tuberculosis). Además, los factores arriba
aludidos podrían influir en la manera en que los migrantes se adaptan y en sus posibilidades
de ser aceptados en la nueva sociedad y en su integración social dentro de ésta. También es
posible que estos factores pudieran determinar la capacidad de los migrantes de contribuir
al desarrollo de sus comunidades de origen y de aquellas que los acogen.
La migración, ya sea de índole internacional o que ocurra en el ámbito interno de los
países, se ha convertido en un factor determinante de la salud y el desarrollo social.
En este orden de ideas el objetivo central del siguiente trabajo es dar cuenta de
diferentes problemáticas de salud que tiene lugar en el área fronteriza entre México y
Estados Unidos, aunque el trabajo se refiere a dicha área fronteriza en este documento haré
alusión a otros casos que comparten problemáticas de salud semejantes a los que se dan en
esta frontera. Dado que una de las características más importantes entre México y Estados
Unidos, es el fenómeno migratorio a continuación sintetizo algunos rasgos generales de la
problemática migratoria particularmente en lo concerniente a los aspectos de salud de ésta
población.
Autores como Valenzuela en su artículo “La Carpa sobre el asfalto” sostiene que en
los en los estados de la frontera norte mexicana radica cerca de 16 millones de personas,

2
donde una parte de esta población la conforman indígenas unos 200 mil, y si a esto se le
agrega los 614 millones de personas que cruzaron en 1994 la frontera en ambas direcciones,
desde el punto de vista de la salud, esto lleva a suponer que los potenciales problemas que
se presentan entre ambas fronteras constituyen un reto para México y los Estados Unidos.

Breve revisión de la literatura sobre salud, migración y frontera

El movimiento de miles de migrantes de países pobres hacia países ricos ha venido aumenta
rápidamente en diversas partes del mundo. Uno de los principales desafíos para los países
y para la comunidad internacional es determinar cómo satisfacer las necesidades, de
poblaciones migrantes, tanto en el sector de la salud, como en el sector social.
El fenómeno de la migración crea toda una serie de situaciones sociales que pone a
los migrantes en riesgo de contraer más enfermedades, siendo el SIDA la enfermedad que
más se ha tenido en cuenta en los programas de salud para migrantes, según (Barrett, 1998)
profesor de la Universidad de California en San Marcos, explica la vulnerabilidad de los
migrantes ante el virus del VIH de la siguiente manera:

"Al igual que en olas migratorias pasadas hacia los Estados Unidos, muchas personas encuentran formas exitosas
para enfrentar estos cambios, mientras otras no. Para algunos, drogas más fuertes y perjudiciales se convierten en
un medio rápido y fácil (pero adictivo) para escapar de las tensiones; contactos sexuales momentáneos se
convierten en una solución rápida, aunque arriesgada, para las necesidades de intimidad, afecto y amistad. Y en
un ambiente de tensión y pobreza, las jeringuillas limpias, el tratamiento de enfermedades sexualmente
transmisibles y los condones no se les da gran importancia, además de que están menos disponibles. Si a esto se
le añade una débil cohesión social que hace de la distribución de drogas y la prostitución fuentes de ingreso
atractivas (o necesarias), se tiene una situación lo suficientemente madura como para la propagación del VIH"

Teniendo en cuenta la cultura, junto con los demás aspectos que trae consigo un
migrante, es importante mencionar aquí lo que la literatura sugiere (Padilla, 1997) plantea,
que los asuntos internacionales en los servicios que se proveen a los imigrantes deben
incluir conocimientos de las dinámicas de la imigración, una perspectiva comparativa de las
políticas internacionales de bienestar social, un entendimiento de cómo los contextos
económicos y sociales de los países de arribo restringe la eficacia de los métodos que se
practican, y una conciencia o reconocimiento de los antecedentes culturales de los
imigrantes.
Según Padilla, expone que algunos estudiosos de este binomio salud-imigración
conceptualizan las posibilidades de eficacia de los servicios sociales hacia los imigrantes

3
desde una perspectiva internacional basada en el entendimiento del contexto de sus formas
de vida anterior y las circunstancias que rodean sus procesos migratorios, específicamente
sugiere que los diversos participantes de los servicios sociales hacia los migrantes tomen
en cuenta: diferencias en la naturaleza de las redes informales de asistencia y los servicios
formales de bienestar social en los países de origen y en los de arribo, y el proceso de
migración, incluyendo los factores que influyen la decisión de migrar, los patrones de
asentamientos, el rol de las redes sociales de apoyo y las conexiones políticas y económicas
de las comunidades de origen de los migrantes. En adición los prestadores de servicios
sociales obviamente incluidos los de salud necesitan reconocer las diferencias en
conocimiento, actitudes, y prácticas de la gente de diferentes países, tanto en términos
sociales como culturales y/o con base a sus diferencias étnicas.
Por lo tanto una aproximación multicultural es un requisito mínimo para una
efectiva y exitosa intervención con la población imigrante En las situaciones, (aunque no es
el caso mexicano), en los cuales los imigrantes pudieran haber escapado de la violencia
política de los países de origen los proveedores de los diferentes servicios deben de
reconocer o entender las experiencias traumáticas y los efectos de estas experiencias en los
migrantes en términos de su bienestar físico, emocional y/o psicológico.
Incluso Padilla comenta que en términos de los servicios que se proveen a las
familias de migrantes, basado en diferentes autores sugiere, programas que ayuden a
eliminar algunos de los prejuicios de la población anglosajona que existen entre algunos
profesionales, incluidos médicos y otro personal del área de la salud.
La primera recomendación es que las agencias empleen personal bilingüe y
multicultural que estén familiarizados con las tradiciones y valores de los imigrantes.
Además este personal necesita ser sensible al hecho de que los imigrantes pudieran no estar
familiarizados con la manera como los servicios de bienestar social, incluidos los servicios
de salud funcionan en países donde arriban, y por tanto necesitan capacitar o proveer
información acerca de los procedimientos para acceder a este tipo de servicios.
Finalmente los proveedores de servicio deberían integrar los métodos de salud y
asistencia que han sido tradicionalmente parte de la vida de los migrantes, en este sentido
los prestadores de servicios deben reconocer que los servicios sociales en los países
huéspedes son requeridos para ayudar a integrar a los imigrantes de manera exitosa y debe

4
ser una respuesta a las necesidades particulares de los diversos grupos de imigrantes.
Además el entendimiento de las condiciones de los países de origen de los migrantes es
importante para proveer adecuada asistencia por que las condiciones que se viven en las
comunidades de origen de los migrantes son una fuerte influencia en sus antecedentes
sociales y en las razones para emigrar, con esto se facilitará la integración social de los
migrantes.
Pero la propagación de enfermedades en las fronteras, al igual que la atención, son
problemas que enfrentan otros países del mundo, que al igual que México comparten
fronteras, en España por ejemplo, en la introducción del libro editado por Cárdenas y
Ugalde (1997), señala que existe evidencia que las condiciones de salud de los imigrantes
se ha deteriorado como resultado de los problemas sociales que estos enfrentan, tales como,
vivir en casas de mala calidad, y con problemas sanitarios, presiones para enviar dinero a
sus familias, estados nutricionales empobrecidos, y particularmente entre los trabajadores
indocumentados, miedo de ser aprehendidos. Al igual que en otros países de la Unión
Europea no están preparados para ofrecer servicios culturalmente diferenciados a los
imigrantes de origen africano. Adicionalmente, las leyes discriminan a estos imigrantes
extranjeros, y al igual que los nativos indigentes quienes generalmente no pueden pagar
ciertos servicios sociales tienen libre acceso a todos los servicios de salud, pero el mismo
derecho es negado a los imigrantes indocumentados.
En el caso de las mujeres, Cárdenas y Ugalde (1997) comentan que investigaciones
llevadas a cabo en España que examinan las condiciones de salud y socioeconómicas de
estas, antes y después de migrar han encontrado en las historias clínicas particularmente en
los aspectos ginecológicos diferencias significantes entre grupos de migrantes quienes
suelen observar problemas de depresión dolor de pecho, alteraciones de piel dolores de
cabeza, edemas, dolores de espalda y piedras o problemas en los riñones. Además se ha
encontrado diferencias, y en algunos casos rechazos en el uso de métodos anticonceptivos.
Estas investigaciones han encontrado también que el estrés al que los imigrantes
están expuestos tiene consecuencias negativas para esta población, han encontrado por
ejemplo que existen muchas dificultades en términos de terapias debido a las diferencias
culturales y que para los imigranes las terapias que se implementan en los países huéspedes
no responden a las necesidades de los migrantes, se sugiere además, que se debe evitar

5
terapias paternalistas que algunos especialistas aun siguen y tienden a reforzar percepciones
negativas de la población nativa sobre los imigrantes.
Teniendo en cuenta que los municipios mexicanos de la región fronteriza y los
condados de los estados del sur de los Estados Unidos constituyen una población que en
muchos casos comparten problemáticas semejantes es de esperarse que la salud de esta
población este determinada por un conjunto de problemas compartidos, como respirar el
mismo aire, tomar de la misma agua, compartir en ocasiones el mismo trabajo, no se puede
dejar sin atender y buscar soluciones de fondo que prevenga el deterioro de la salud de la
población de ambas partes de la frontera. Sin duda alguna el no prevenir y atender
adecuadamente los problemas de salud fronteriza, hará que la afectación de la salud en
ambos lados de la frontera se incremente cada vez más, dado que por la cercanía los
problemas que se desencadenan en el área de la salud en un lado, empezaran a repercutir en
el otro.
En este orden de ideas y teniendo en cuenta que el atender la salud es una prioridad
tanto para México como para Estados Unidos, se han firmado convenios bilaterales dentro
del orden local entre ciudades fronterizas de México y estados Unidos orientados a atender
a la población migrante de ambas fronteras relacionados especialmente con La Tuberculosis
(TB), la hepatitis A y el SIDA.
La tuberculosis se ha convertido en un problema de salud de ambos lados de la
frontera, según la revista Borderlines, (1998), el índice de casos reportados en cuatro
estados fronterizos del lado estadounidense, en 1995 fue de 13.3/100,000, en comparación
con 8.7 en el resto del país, en ese mismo año, el índice de morbilidad de la TB en los
estados fronterizos mexicanos fue de 326/100,000, frente a un 12.1 en las zonas no
fronterizas, y en 1998, según los reportes de la Secretaría de Salud, tan sólo en las primeras
diez semanas de ese año ya se había reportado 61% de nuevos casos en México.
Este panorama de incremento de la TB en ambas fronteras es alarmante, y si se tiene
en cuenta las condiciones socioeconómicas de las familias que se encuentran ubicadas en
ambas fronteras, se puede decir que lograr bajar estas estadísticas, es más una
responsabilidad de ambos estados en incrementar los programas de salud a nivel preventivo
y de apoyo a las familias con el fin de reducir las tasas de crecimiento de la enfermedad

6
(dado la carencia de información más sofisticada uno podría suponer que algunos casos de
tuberculosis están directamente relacionados con al expansión del virus del SIDA)
La hepatitis A, es otra de las enfermedades que comparte las fronteras, esta
enfermedad gastrointestinal relacionada con la presencia de coliformes fecales en agua
potable, es tres veces más alto que el promedio nacional. Según la Oficina de Salud de la
Frontera, del estado de Texas, la tasa de hepatitis A en los condados fronterizos en 1995 fue
tres veces más alta que el promedio del estado 50.3/100,000 habitantes, frente a
16.1/100,000, estadísticas estas que reflejan sin duda alguna las condiciones en que se
encuentran las familias de la frontera.
En este sentido la condición del migrante, hace que las familias presenten dado su
nivel de pobreza una serie de carencias básicas importantes para su salud, relacionadas con
viviendas adecuadas, acceso a servicios públicos, buena alimentación, entre otros, hechos
que inciden para que las familias se encuentren en condiciones más vulnerables frente a
este tipo de enfermedades. A esto podríamos agregar la ausencia de programas de cobertura
más amplia orientados a la prevención y atención de la salud de las familias migrantes.
Otra preocupación, además de la tuberculosis, la hepatitis A y el SIDA, son las
incidencias en la frontera de enfermedades raras como el lupus eritematoso sistémico
(LES), una enfermedad dolorosa que ataca los tejidos conjuntivos de todo el organismo, y
el mieloma múltiple, una forma de cáncer de la médula ósea. También continúan siendo
preocupantes los defectos congénitos del tubo neural (DTN), en particular la anencefalia, es
decir, el nacimiento de bebés cuyo cerebro está parcial o totalmente ausente, y la espina
bífida, una deformación severa de la médula espinal.
Según datos del programa de Monitoreo de Defectos del Tubo Neural del
Departamento de Salubridad de Texas (TDH), en 1995, en el área fronteriza de la región 11
de ese estado (los condados de Cameron, Hidalgo, Starr, Zapata, y Webb), se dieron 9 casos
de anencefalia, mientras que en los condados no fronterizos de la misma región 11 no hubo
ninguno Borderlines, (1998).
La frontera de Estados Unidos-México es la frontera que, desde una escala global,
divide al mundo desarrollado del mundo subdesarrollado. Mientras en el Norte se realizan
intensas campañas para la prevención del SIDA y se destinan cuantiosos recursos para
realizar investigaciones relacionadas a esta enfermedad, en los países del Sur, aún cuando

7
hubiese la voluntad política para hacerlo, la deuda externa y las presiones de privatización
del Banco Mundial reducen considerablemente la cantidad del presupuesto nacional que se
destina al sector salud (Laurell, 1994).
Los países del Norte tienen ciertas aperturas que obligan a sus gobiernos a
responder a las presiones de grupos organizados. Sin embargo, esta apertura es más difícil
de encontrar en los países de Sur. En países como México, por ejemplo, el centralismo del
sistema de salud lo hace mucho más vulnerable a presiones fundamentadas en el atavismo
religioso y en la idea errónea de considerar al SIDA como una enfermedad "de los otros"
(Norteamericanos) (Kraus, 1998).
Las anteriores consideraciones, son relevantes en el momento de pensar en
programas de atención de la salud, ya que los recursos económicos son eje fundamental en
el momento de iniciar proyectos de cuidado a población vulnerable, en especial a
poblaciones migrantes que por su condición traen consigo una serie de problemas no sólo
de salud física, sino también emocional.
Si se suma a la carencia de recursos económicos, la ausencia de políticas más
descentralizadas en el sector de la salud y el aspecto cultural de los migrantes, quienes
comúnmente requieren una atención más acorde con sus costumbres y valores; se puede
decir, que lo arriba dicho constituyen factores que han generado un vacío y una brecha
entre la población necesitada de atención y programas fuertes de prevención no solo del
SIDA, sino de otras enfermedades que comparten la población fronteriza.
En este sentido las políticas públicas de salud y los responsables de atender las
necesidades no solo de la población nativa de sus municipios, sino de los migrantes que día
a día llegan buscando una solución a sus problemas, como sucede con los municipios
fronterizos, constituye una problemática que debe ser revisada por los responsables de
diseñar y ejecutar las políticas públicas en cuanto a la prestación de servicios de salud se
refiere en ambos países.
Para los residentes de las ciudades de San Diego y Tijuana se hace claro que la
frontera constituye un lugar de encuentro entre dos países que, dentro de la compleja
división internacional del trabajo, requieren del constante flujo de mercancías, mano de
obra y capital en ambas direcciones. Tan presente es la realidad de la frontera para los
tijuanenses, que no existe otro tema más central para su identidad que no sea la vida

8
fronteriza y el intercambio cultural (García, 1998). Pero al mismo tiempo las políticas
migratorias restrincionistas de las autoridades norteamericanas hacen que la frontera se
constituya como una línea de separación entre los dos países (Aviles y Jiménez, 1998).
Dentro de la dinámica entre México y los Estados Unidos se puede considerar
también como un problema serio de salud el caso del SIDA, este problema constituye un
terreno propicio y a la vez un reto para las políticas de salud pública de ambos países.

La salud y las políticas de descentralización del gobierno mexicano

De manera superficial podría entenderse que la propagación del VIH/SIDA se debe


principalmente a las conductas particulares y a los estilos de vida de los individuos. Pero
existe todo un contexto social, económico y político que influye y limita las conductas y
estilos de vida de esos individuos y en las zonas fronterizas, cuyo contexto social tiene
particularidades propias (Avilés y Jiménez, 1998).
No es de extrañar entonces que en una ciudad como Tijuana que recibe una fuerte
afluencia de población migrante, ocupe el segundo lugar de la enfermedad del SIDA en
México (Ruiz y Aceves, 1999), lugar que sigue ocupando hasta la actualidad según las
estadísticas q 31 de diciembre del 2006 del Centro Nacional para la Prevención y el
Control del VIH/SIDA (CONASIDA).
De esta forma, la migración internacional que hace posible abaratar los costos de
producción de mercancías en Estados Unidos, pudiera servir como un mecanismo de
propagación del HIV en el territorio mexicano. De acuerdo a un informe del Consejo
Nacional de Prevención y Control del SIDA, de la Secretaría de Salud de México, un
número significativo de casos de SIDA refieren antecedentes de residencia en Estados
Unidos y algunas de las tasas de prevalencia de SIDA más altas corresponden a estados y
ciudades expulsores de migración hacia los Estados Unidos (Magaña, 1998).
El Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida ha venido incrementando su presencia
como problema de salud pública para la población mexicana, en especial para aquella que
se encuentra en una dinámica permanente de migración. La preocupación por este
padecimiento ha estado presente desde su aparición en la década pasada. En 1987, donde se
tomaron las primeras decisiones que generaron modificaciones en el artículo 134 de la Ley

9
General de Salud para la prevención y control de enfermedades transmisibles, así como el
artículo 332 que determina la no comercialización de la sangre, al reconocer que la
transmisión sanguínea del VIH era un problema real en el país.
En el proceso de descentralización de los programas de servicios de salud hacia
1984 y las acciones destinadas en México a la prevención y combate del SIDA, empezaron
hacer coordinados por el Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH/SIDA
(CONASIDA). Los servicios de este Consejo estaban inmersos en un modelo de
descentralización, que opero a partir de la creación de órganos similares en los estados, los
que funcionaron en un marco de coordinación con el CONASIDA, llegándose a tener un
coordinador del programa en la capital de todos los estados de la República, lo que permitió
delinear la política estatal de prevención y control, creando servicios de detección y
atención a la población.
Dentro de las funciones que se transfirieron a los estados en ese momento se
destacaron: la coordinación de las acciones de los sectores público, social y privado en lo
relativo a programas de prevención y control; la coordinación de las Comisiones Estatales
de Derechos Humanos, la elaboración de modelos normativos, así como la evaluación de
los modelos de intervención para la promoción y defensa de los derechos humanos de las
personas con VIH/SIDA; la reproducción y difusión de los materiales diseñados en las
campañas con base en la ideología local, para informar sobre los mecanismos de
transmisión y de las formas de prevención del VIH/SIDA, desestigmatizando grupos de alto
riesgo y afectados; la elaboración de campañas específicas, así como realizar intervenciones
en población con prácticas de riesgo y en las que padecen o han padecido enfermedades de
transmisión sexual; la capacitación, apoyo y difusión de información sobre la prevención y
tratamiento del VIH/SIDA en el marco de los programas de educación sexual para la salud,
para personal responsable en el ámbito de la salud, de la educación y a la población en
general; el análisis de la legislación vigente en el ámbito estatal, con el de proponer
modificaciones o adiciones pertinentes para la gestión de normas jurídicas, a fin de evitar o
disminuir la violación a los derechos humanos y propiciar la adecuada atención médica y/o
social de las personas afectadas directa o indirectamente por el VIH/SIDA; la supervisión y
asesoría en la aplicación de la Norma Oficial Mexicana para la Prevención y Control de la
Infección por Virus de la Inmunodeficiencia Humana en los servicios de salud públicos y

10
privados del ámbito estatal; la emisión de recomendaciones necesarias a través de la
supervisión y asesoría para la prevención y control de la infección del VIH/SIDA a los
responsables jurisdiccionales, en los casos en que se identifiquen violaciones a la norma
oficial mexicana; el apoyo a la difusión de información sobre VIH/SIDA a través de un
servicio telefónico de cobertura local, con la finalidad de disminuir el impacto de la
epidemia (Juan, 1996).
Por otro lado, se le delegó al Centro Nacional de la Transfusión Sanguínea, órgano
rector de la Secretaría de Salud en materia de sangre y sus componentes, que tenía la
responsabilidad de coordinar y a los 31 Centros Estatales de la Transfusión Sanguínea, las
siguientes funciones: la vigilancia para el cumplimiento de las reformas a la Ley General de
Salud, sobre la prohibición de la comercialización de la sangre humana; el control y la
vigilancia sanitaria de la sangre y sus derivados y a promoción y educación a la población
para la donación voluntaria de sangre.
Decisiones estas que fueron delegadas del nivel federal a los estatales, en el proceso
de descentralización de la salud, con el fin de poder tener una eficiente y ágil promoción de
las políticas públicas de salud, en la lucha por prevenir el SIDA, medidas que hicieron
disminuir los casos de SIDA postransfusionales, ya que de los 481 casos registrados en
1990 se pasó a 189 en 1995. Asimismo la prevalencia del VIH en los donadores era cada
vez menor (Juan, 1996).
Es importante destacar aquí, que la preocupación del nivel central por atacar el
problema desde la década de los 80, ha sido permanente, es así como hoy a través de
convenios bilaterales con Estados Unidos, sé esta haciendo frente a este flagelo que toma
cada vez más fuerza a través de las dinámicas que se vive a diario entre las dos fronteras.
En el encuentro “Mujeres indígenas y su salud sexual y reproductiva: un espacio
para la reflexión y la participación 2001”, Sánchez (2001) advirtió que en los próximos
cinco, años el VIH/SIDA afectará en mayor proporción a las mujeres y los niños y niñas de
México, en comparación con otros países de América Latina. Lo anterior, reiteró, está
relacionado con “el permiso” que se da a los hombres de tener varias parejas sexuales sin
ser cuestionado y con la falta de control e información que las mujeres tenemos sobre el
cuerpo, “me refiere no sólo a las indígenas o rurales sino también a las universitarias, las
profesionistas, las que viven en las áreas urbanas...”

11
La autora arriba aludida, también expuso que para los jóvenes migrantes, el
problema de las enfermedades de transmisión sexual y el VIH/SIDA son “cosas” que les
pasan a los demás y no a ellos “hasta que se demuestre lo contrario, lo que no saben es que
esta enfermedad puede ser transmitida y muchas veces no se manifiesta durante años”.
Cuando vuelven a sus comunidades tienen relaciones con sus esposas, porque esa es la
única garantía de embarazarlas y que no “hagan cosas malas mientras ellos están fuera”,
eso las lleva a tener una sexualidad sin protección, porque es difícil que las mujeres
indígenas y rurales de comunidades migrantes impongan el uso del condón.
Lo anterior, lleva a pensar que hablar de la salud en la migración indígena, es otro
de los temas álgidos de desarrollar en las políticas de salud pública, dado que los procesos
culturales y las creencias propias de estas culturas, se convierten en un obstáculo para
desarrollar programas de prevención e impedir la transmisión no solo del SIDA, sino de
otras enfermedades como la tuberculosis y la hepatitis A, enfermedades estas que se han
proliferado más a través de las fronteras y los procesos migratorios.
Lograr incorporar dentro de las comunidades indígenas, programas preventivos de
salud, es una tarea no fácil de realizar, pero al mismo tiempo debe de constituirse en una
obligación de los estados y las autoridades municipales de buscar mecanismos que permitan
llegar a ellas, esto con el fin de reducir las estadísticas de mortalidad y contagio que se
registran por la ausencia de programas preventivos al interior de estas comunidades.
En términos generales, el panorama de la salud entre la población indígena es muy
distinto al de la población nacional: en México, las cinco principales causas de muerte
corresponden a enfermedades no transmisibles, mientras que tres de cada cinco principales
causas de mortalidad entre la población indígena, son transmisibles (Sánchez, 2001), esta
anotación, llama la atención una vez más de la necesidad de replantear las políticas públicas
de salud, tanto para la población urbana, como para la población rural, donde se incluya no
solo a las comunidades indígenas, sino a la población campesina, otro sector desprotegido y
carente de una atención primaria en salud.

Salud y frontera

12
Un ejemplo de exclusión permanente que viven los migrantes no legales, es el caso de los
Estados Unidos con la proposición 187, esta se convirtió en una de las políticas más
importantes relacionadas con la provisión de servicios sociales a los migrantes no legales y
aquellos no ciudadanos, esta proposición aprobada en noviembre de 1994, niega los
servicios públicos a las personas indocumentadas y requiere que los proveedores de los
servicios sociales reporten a los ilegales que están buscando este tipo de servicios.
Específicamente esta proposición la 187 impone limites en todos los servicios de salud
(excepto en los casos de hospitalización de emergencia) la proposición 187 que niega
servicio a los imigrantes indocumentados y en algunos casos a ciertos imigrantes legales
también se ha visto reflejada en la nueva reforma federal de imigración. Bajo el acta de
reforma de bienestar social de 1996, por ejemplo, la asistencia pública para migrantes
legales contiene algunas restricciones.
Quienes aun no obtienen la ciudadanía no son elegibles para pagos para personas
con discapacidad o en edad avanzada bajo el programa de ingreso complementario y la
cobertura de salud de los programas de medicaid, estampillas para alimentos, y otros
servicios sociales básicos, los programas de nutrición escolar para niños y el cuidado
prenatal para mujeres embarazadas también le son negados. Habría que agregar que la
proposición 187 del Estado de California estuvo en apelación porque fue considerada
inconstitucional bajo las leyes de los Estados Unidos, pero pese a esto la legislación laboral
la hizo ley en agosto de 1996. Tales políticas sugieren que la provisión de los servicios
sociales a los imigrantes no será una prioridad.
En el caso mexicano, los problemas de salud que se generan con la frontera, son
diversos, como lo exponen Cárdenas y Ugalde, (1997), estos autores reseñan las múltiples
experiencias traumáticas sufridas por los niños antes de emigrar y cuando arriban a los
Estados Unidos, más del 10% que de los niños que fueron objeto de estudio mostraron
desordenes de ansiedad, y en el caso de los niños provenientes de América Central,
mostraron la urgente necesidad de ayuda psicológica.
Desdichadamente los sentimientos antimigratorios de los Estados Unidos como
indican los autores – no va a facilitar la provisión de esos servicios vitales – estos autores
sugieren que en la medida en que los diversos servicios de salud (y otros como los
escolares) estén diseñados en términos multiculturales pudieran ser más efectivos para la

13
integración de los migrantes, pero desafortunadamente muchos de estos esfuerzos son
realizados de manera aislada, en este sentido la colaboración entre los diferentes grupos
prestadores de servios de la Unión Europea y los Estados Unidos van a resultar bastante
útiles al compartir experiencias para evitar cometer los mismos errores y para fortalecer las
propuestas de los responsables de hacer las políticas.
Otro estudio Sandra Benavides -Vaello, Heather Setzler- (1998), habla sobre el caso
de los campesinos mexicanos que por la constante exposición a pesticidas y bacterias en el
agua, en los campos de Estados Unidos han sido perjudicados en su salud. Además,
agregan que otro problema que incide es la alta movilidad en la que se ven sometidos dado
que la mano de obra se hace de acuerdo a los requerimientos de los cultivos que se dan en
diversos momentos. Sumado a esto el no poder hablar el idioma, se convierte en una causa
más que contribuye al deterioro de la salud, por ausencia de personal en las clínicas u
hospitales que los entienda. En México los sistemas de salud son más colectivos, mientras
que en Estados Unidos la visión es mas individualista lo que se convierte en una limitante
para implementar programas de impacto colectivo que atiendan a población vulnerable, en
el caso de los migrantes que allí viven.
Autores como Gerard, Power y Theresa Byr, (1998), indican como otro factor que
influye en la población para que su salud se deteriore, es que los mexicanos ubicados en la
zona fronteriza están más dados a consumir alcohol y cigarrillos debido al no control de las
propagandas de estos como se hacen en los Estados Unidos. Por otro lado en este texto se
muestra la cooperación binacional respecto a los problemas del control de la tuberculosis y
control del SIDA en ciudades de Laredo y Nuevo Laredo y el Paso, Ciudad Juárez y
también de algunos programas de prevención contra el SIDA. Destacan otros proyectos
como el Proyecto VIDA, que se enfoca a la prevención de uso de drogas entre población
joven, proyecto VERDAD (Juárez y el Paso) que trabaja en colonias pobres en términos de
educación en salud en general, con participación de la iglesia y organizaciones religiosas,
programas en los que se incluyen trabajadores agrícolas temporales. Aunque agregan que
estos programas se desarrollan más a un nivel local, que de corte binacional que integre a
los dos países, es más un trabajo de ciudades fronterizas para la atención de sus imigrantes.
Otra iniciativa binacional contra la tuberculosis (TB) que ha tenido un éxito parcial
en obviar las trabas burocráticas es el “Programa binacional JUNTOS” con sede en Ciudad

14
Juárez y el Paso, iniciado hace seis años, este programa emplea fondos del gobierno federal
de los Estados Unidos para enviar enfermeras mexicanas a los barrios de ciudad Juárez,
donde se encuentran los pacientes de TB y supervisan su tratamiento, pero el proceso
tortuoso para pagar estas enfermeras se ha constituido en un obstáculo para el buen
funcionamiento del programa – Los fondos inicialmente se desembolsan al Departamento
de Salud de Texas, después se transfiere al gobierno municipal del el Paso y luego a la
Asociación Pulmonar de Estados Unidos, que los remite al departamento de salud de
Ciudad Juárez; este último, finalmente, remunera a las enfermeras-, este es un ejemplo más
de la ausencia de políticas serias, coherentes y de impacto entre gobiernos fronterizos para
atender los problemas que viven a diario, no sólo los migrantes, sino las familias pobres
ubicadas en las fronteras.
Pero además de las barreras en el acceso a los servicios de salud, y las diferencias
culturales entre los proveedores y los usuarios de estos servicios un problema más al que se
enfrentan los migrantes, es la limitación de recursos económicos. Una efectiva provisión de
servicios de salud para los migrantes requiere también la colaboración de los países que
envían imigrantes y aquellos que los reciben. Con esta perspectiva, encontrar atención
preventiva a un precio costeable representa un reto para muchas de las familias de bajos
ingresos de la región.
Según una encuesta realizada por la Asociación de Centros Comunitarios de Salud,
10 de los 25 condados estadounidenses de la frontera se enfrentan a un peligro doble,
debido a una combinación infortuna de pobreza y falta de acceso a atención médica
Bourdelines (1998)

Conclusiones

La compleja situación que vive la salud fronteriza, hace que surja la necesidad de efectuar
convenios bilaterales orientados a controlar, prevenir y atender el máximo de posibles
problemas de salud generados a partir de compartir una amplia área fronteriza, donde la
responsabilidad sea compartida y asumida por ambos países (México-Estados Unidos).

15
Se requiere de más estudios comparativos para mostrar los servicios de salud brindados por
los países receptores de migrantes, y a la vez poder saber cuales son los servicios
requeridos de esta población; si realmente se quiere profundizar en términos de la calidad
costos y eficiencia de servicios de salud, es necesario realizar un trabajo coordinado no sólo
con las agencias gubernamentales, sino también con los organismos no gubernamentales
interesados por trabajar con los migrantes, hecho que haría o mejor pudiera beneficiar a
ambas partes.
Los esfuerzos de prevención y atención de la salud en las fronteras, deben de
desarrollarse e implementarse desde una visión binacional, tanto la descentralización de la
salud, como las reformas permanentes que se hacen al área de la salud, en México, deben
de constituir, no sólo una esperanza para las familias pobres (en su mayoría migrantes) sino
también, una garantía para que se eliminen los obstáculos burocráticos a la cooperación
transfronteriza.
El reto de brindar atención integral a los migrantes, debe ser un objetivo de todos
los países del mundo, en especial aquellos que por la cercanía a fronteras, están expuestos a
recibir más población, de ahí que deba ser una prioridad de los gobiernos nacionales y
locales, hacer políticas públicas dirigidas a la población tanto nativa, como migrante, para
evitar dentro de sus países el incremento de enfermedades propias de los procesos
migratorios.

Bibliografía

Aviles, Luís y Jiménez, Arturo, (1998) Frontera, migración y muerte: El SIDA y la


operación guardián. http://www.tij.uia.mx/elbordo/vol03/bordo3_front_migra4.html

Barrett, Don, (1998) HIV along the border - Whose responsibility? The San Diego Union
Tribune, January.

Borderlines 45, (1998) Dos países, una población, problemas compartidos. La Salud
Comunitaria en la Región Fronteriza: Una Síntesis. Volumen 6, número 4, mes de
mayo.

Cárdenas, Gilberto y Ugalde, Antonio (1997) Healt social services among international
labor migrants A comparative perspective. First edition.

16
García, Canclini, Nestor (1998) Culturas Híbridas: Estrategias para entrar y salir de la
modernidad. Editorial Grijalbo, México.

Juan, Mercedes, (1996) Descentralización de la Secretaría de Salud y los servicios para el


VIH/SIDA en México. Gac Med México; 132 Supp1 1:113-116.

Kraus, Arnoldo, (1998) Confrontando al SIDA (Primera y Segunda Parte). La Jornada, 25


y 26 de noviembre.

Laurell, Asa Cristina, (1994) La salud: De derecho social a mercancía. En Asa Cristina
Laurel (Editora), Nuevas Tendencias y Alternativas en el Sector Salud. México.

Magaña, J. Raúl. (1998). La migración a EU, factor de riesgo en la propagación del SIDA
en México. Crónica, 30 de noviembre. 1991.

Padilla, Yolanda (1997) Meeting the social service needs of mexican immigrants in the
United States En Healt social services among international labor migrants A comparative
perspective. First edition, P.p. 9-24.

Sánchez, Paloma, Bonfil (2001) Migración femenina recrudece los riesgos en salud,
ponencia En el encuentro Mujeres indígenas y su salud sexual y reproductiva: un espacio
para la reflexión y la participación.

Ruiz Vargas, Benedicto y Aceves Calderón, Patricia (1999) Tijuana, el segundo lugar a
nivel nacional en SIDA. El Mexicano, 1 de marzo.

Valenzuela, Arce José Manuel. La Carpa sobre el asfalto. La antropología urbana en la(s)
frontera (s) mexicana(s). Artículo.

17

Potrebbero piacerti anche