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LA METODOLOGÍA DE LA PRAXIS

DESDE LA SUBJETIVIDAD PRÁCTICA


fundamentos ontológicos,
epistemológicos y aproximación
metodológica en ciencias sociales

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LA METODOLOGÍA DE LA PRAXIS
DESDE LA SUBJETIVIDAD PRÁCTICA
fundamentos ontológicos, epistemológicos y
aproximación metodológica en ciencias sociales

Jorge Lora Cam

BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA


INSTITUTO DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES
“ALFONSO VÉLEZ PLIEGO”
DIRECCIÓN DE FOMENTO EDITORIAL

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BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA

ALFONSO ESPARZA ORTIZ


Rector

RENÉ VALDIVIEZO SANDOVAL


Secretario General

FRANCISCO M. VÉLEZ PLIEGO


Director del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades
“Alfonso Vélez Pliego”

ANA MARÍA HUERTA JARAMILLO


Directora de Fomento Editorial

Obra arbitrada por dictaminadores externos

Noé Blancas Blancas


Corrección y formación

Julio Broca
Portada

Primera edición, 2017


D.R. © Jorge Lora Cam
D.R. © BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA
INSTITUTO DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES
“ALFONSO VÉLEZ PLIEGO”
Av. Juan de Palafox y Mendoza 208, Centro Histórico
C.P. 72000, Puebla, Pue. Tel. 229 55 00, ext. 3131
www.icsyh.org.mx
DIRECCIÓN DE FOMENTO EDITORIAL
Av. 2 Norte 1404, Centro Histórico
C.P. 72000, Puebla, Pue. Tel. 246 85 59

ISBN: 978-607-525-388-6

Impreso y hecho en México


Printed and made in Mexico

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ÍNDICE

Prólogo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .9
José Virgilio Mendo Romero
Prefacio. ¿Una epistemología y metodología emancipatoria? . . . . . . .19
Capítulo i. Problemas epistemológicos y metodológicos
de la investigación en ciencias sociales
1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .43
2. La noción de ciencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .61
3. Confrontaciones epistemológicas en las ciencias sociales. . . . . . . . . .67
4. De la crítica marxista a la metodología hegemónica:
neopositivismo y falsacionismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .69
5. Tradicion hermenéutica en la metodología
de la investigación en ciencias sociales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .92
6. Marxismo y subjetividad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .100
Capítulo ii. La universidad y la formación metodológica:
los aprendizajes emancipatorios
1. Crítica a las instituciones en la formación epistemológica-
metodológica: ausencia de los aprendizajes emancipatorios . . . . . .117
2. El enfoque epistemológico de la formación del investigador . . . . . .130
3. Epistemologia y método en Edgar Morín y la pedagogía . . . . . . . .145
4. El método y la didáctica metodológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .155
5. Repensar el sistema modular para la formación de investigadores . . . . . 165
Capítulo iii. La metodología de la praxis en ciencias sociales
1. Fundamentos de la metodología de la praxis . . . . . . . . . . . . . . . . .172
2. Del configuracionismo a la metodología de la praxis . . . . . . . . . . .216
3. Fases de la investigación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .230
4. Momentos de la investigación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .234
Primer paso: describiendo la práctica en los procesos . . . . . . . . . . .239
Segundo paso: investigar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .242
Tercer paso: construyendo el método . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .245
Cuarto paso: analizando la práctica o la problemática . . . . . . . .247
Quinto paso: sintetizando. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .249
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .255

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Nosotros aprendimos que independientemente de
la naturaleza del movimiento deberíamos incorpo-
rar como una práctica militante la necesidad de in-
vestigar, de estudiar, de profundizar para resolver los
problemas que la lucha de clases nos coloca. Por eso
incorporamos esa idea de investigar, de la necesidad
de estudiar, de conocer la realidad, no sólo como
una necesidad diletante para que el sujeto sea más
conocedor, sino como una necesidad fundamental
para resolver los problemas de la lucha política.
Joao Pedro Stédile, II Seminario Nacional.
OMST e a pesquisa, Cadernos do ITerra,
año VII, núm. 14 de noviembre de 2007, p. 18.

La construcción y transformación de la totalidad


concreta es resultado de la actividad humana en su
conectividad universal, de modo que la organiza-
ción volitiva se muestra como condición táctico-es-
tratégica en virtud del lugar ocupado por el hombre
en la totalidad. O, dicho en los términos que he-
mos planteado nuestra pregunta: la efectividad de
una filosofía de la praxis que tenga por suficiencia
una lógica ontológica de la totalidad concreta debe
servir como disposición intelectual para la com-
prensión de las circunstancias reales en las cuales
el sujeto revolucionario se organiza, decide y actúa,
de modo tal que permite una comprensión total de
la realidad como síntesis concreta de múltiples de-
terminaciones en relación a la realidad del hombre.
Ángelo Narváez León, “Apuntes para una onto-
logía de la totalidad concreta y la filosofía de la
praxis”, en Revista de Historia de nuestra América
y sus Mentalidades “Memorias Periféricas”, issn
0719-1367,
Academia Libre y Popular Latinoamericana de
Humanidades, vol. 2, diciembre de 2012.

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PRÓLOGO

José Virgilio Mendo Romero1

Hacer un estado del arte y razonar sobre la especificidad y la posibilidad de


hacer una “investigación otra”, como dirían Walter Mignolo y César Ger-
maná, es decir, una investigación no solamente distinta sino radicalmente
otra, en “América Latina y El Caribe” como nos lo puntualizan las publi-
caciones de la Unesco, es una tarea indispensable pero de lo más difícil por
muchos motivos. No sólo porque Jorge Lora Cam, autor de este hermoso
libro que me honro en prologar, no se haya propuesto ofrecer sólo una mera
lectura del panorama de la investigación especialmente en las denominadas
Ciencias Sociales –tarea también de por sí difícil– sino porque él, al hacer
esta lectura, ha hecho al mismo tiempo un enjuiciamiento y un balance de
lo que se ha producido y se viene produciendo en materia de investigación
desde el punto de vista de los fundamentos epistemológico-ideológicos que
necesariamente la acompañan y la guían.
El emprendimiento de esta tarea ha implicado necesariamente para Jor-
ge Lora la elaboración de una propuesta acerca de la propia forma de enfocar
y de desarrollar la investigación –única posibilidad de hacer un balance–,
con notable rigurosidad y creatividad. En esto ha demostrado honestidad,
valentía y consecuencia. En efecto, a diferencia de tantos y tantos libros
que sobre el tema pueblan el firmamento de los que escriben o “discur-
sean” sobre investigación, Lora explicita desde el comienzo sus propias bases
teórico-metodológicas que impregnan el desarrollo de su análisis y que le
posibilitan la comprensión clara de los temas referentes a investigación, es
decir, al conocimiento como materia prima de trabajo y la forma como ob-
tener dicho conocimiento. Y estas bases no se quedan sólo como un capítulo

1
Doctor en Filosofía, por la Universidad de Grenoble, Francia, 1975. Sociólogo, por
la unmsm de Lima, Perú. Investigador educacional de la Universidad de Ciencias y
Humanidades (uch). Autor del libro Entre la utopía y la vida, varios ensayos sobre
filosofía, educación y sociedad. Miembro consultor de educandos.

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aparte, como muchos libros en circulación, sino que son parte integrante del
desarrollo mismo de los temas que trata, de tal modo que los conceptos y
categorías epistemológicos que usa no vienen de a priori sino como efluvios
del desarrollo mismo de los conceptos a los que orientan a su vez.
Por esta razón, este es un libro “otro”, “raro”, “contra la corriente” y real-
mente nuevo, no evidentemente por su reciente aparición, sino entre otras
cosas porque, como lo acabamos de decir, aporta un esclarecimiento episte-
mológico y ciertas pautas metodológicas que permiten al investigador, espe-
cialmente al investigador novel, comprender la naturaleza de la investigación
y, en consecuencia, saber cómo emprenderla. Hasta ahora, los investigadores
de la “ciencia normal” y reconocidos por ésta, omiten este tema y pasan direc-
tamente a cuestiones operativas, sin caer en cuenta que saber obtener el cono-
cimiento implica una concepción clara de la naturaleza del mismo. Este autor
incide en aquella operatividad que, para ciertas mentalidades, proporcionan las
habilidades más “útiles y necesarias” para el funcionamiento de una sociedad
capitalista, pragmática y liberal como las nuestras. Aparte de que esta orienta-
ción trae aparejada tentadoras recompensas y que implica un cierto desprecio
respecto de las bases filosóficas y epistemológicas a las cuales se las considera
simples devaneos “vacuos y sin aplicación inmediata”, hay que indicar que
algunos seguidores de este pensamiento pragmático han tenido mucho éxito
en el mercado, y a veces han logrado verdaderos “best sellers”, consumidos
especialmente por sectores juveniles de estudiantes que hurgan ansiosamente
por las puertas de la investigación y del conocimiento; pero sus autores son
docentes preocupados más bien por elaborar manuales que faciliten la tarea, y
que acusan, como dice Lora, “ausencia de compromiso académico”.
Creemos que la operatividad mencionada es un camino errado cuyo
origen está en que muchos autores pretenden sólo alimentar lo que alguien
cuyo artículo he perdido pero está en la Revista digital Rebelión, denomina
“hoyo epistemológico”: así como los “agujeros negros” de Stephen Hawking
tragan cuanto está a su alcance, los “hoyos epistemológicos” de tales escri-
tos engullen todo rastro de lo fundamental y de compromiso para la cabal
comprensión de las teorías. Esto sucede especialmente con los aspectos ideo-
lógicos y epistemológicos de la investigación. Los escritores de investigación
se ven compelidos entonces a hacer una cacofonía, variaciones –esta vez no
musicales– sobre el mismo tema, que pretende convertirse en el “pensamien-
to único”, en materia de metodología de la investigación. Este programa lo
pretende cumplir principalmente el pensamiento de Sir Karl Popper y en

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menor grado la hermenéutica idealista. El método hipotético-deductivo es la


garantía de cientificidad de cualquier investigación, su carta de ciudadanía,
estableciendo así una especie de terrorismo intelectual. Pero, ¿es el método
hipotético-deductivo lo único que importa, es decir, lo único válido para
hacer investigación? Jorge Lora nos ha demostrado que no, que hay una
“metodología de la praxis”, y que el racionalismo individualista de Popper
es una torre de papel. Por esta y otras razones sostengo que este libro es un
ejemplo de honestidad y valentía intelectual.
Como es lógico suponer, partir de una concepción clara y rigurosa de
lo que es investigación, de sus fases y sus métodos, recién se puede hacer una
reconstitución de los procesos y cuestiones ideológicas y teóricas que han dado
lugar a esa concepción. En otras palabras, después. Ya desde la Introducción se
hallan delineadas las principales ideas-fuerza que hacen la columna vertebral
de la obra y que van a ser desarrolladas en páginas subsiguientes. Dejemos
hablar un poco al propio Jorge Lora en una comunicación hacia mi persona:
Es un libro que intenta apoyar la formación de investigadores popu-
lares y académicos desde una óptica marxista y que hace un recorri-
do filosófico-epistemológico para que la gente se ubique y se oriente.
Creímos necesario eliminar esquemas que no ayudaban mucho al
propósito del libro. Nuestra propuesta recoge aportes, en particular
de Zemelman (que critica los malos usos de la teoría y las hipótesis, así
como los parámetros del poder, propone la reconstrucción articulada
de la totalidad, pero quizás se desvía un poco hacia la fenomenología),
y nos centramos en la propuesta de la metodología de la praxis pos-
tulada por un educador brasilero Marcos Arruda. Proponemos cómo
investigar, colectivamente con el pueblo, en ciencias sociales para la
emancipación, que se inicia con lo que Marc Bloch llamaba “el cues-
tionario” que incluye no sólo las preguntas que orientan la investiga-
ción, también la conciencia del problema, la construcción del objeto,
la reflexividad colectiva de la disciplina, el análisis y la interpretación
de la coyuntura, y termina con la síntesis, siempre provisional. Des-
pués del análisis de coyuntura y una primera investigación recién se
puede hacer un protocolo y profundizar en un aspecto, en un objeto
más definido. No desde los “marcos teóricos”-hipótesis y la verifica-
ción, propia del racionalismo crítico. Es novedoso porque se centra
en la realidad y en la praxis, en la relación abstracto-concreto, en la
relación teoría-praxis, más que en las especulaciones parametradas por
el positivismo y su variedad, el racionalismo crítico. Espero que estas
observaciones ayuden a entender el propósito del libro.

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A continuación, haremos una breve reflexión sobre puntos que nos interesa
recalcar, tomando unos y dejando otros debido a razones de espacio y a la
densidad del tema y autores que trata el libro, aunque, en realidad, quisiéra-
mos consignar todos los pensamientos de Lora por ser muy valiosos.
• Desde las primeras líneas, se enuncian ya las dos grandes vertientes por
las que discurre el pensamiento europeo-occidental: lo formal y lógico y
el análisis de la historia como génesis y como desarrollo.
• En la mente de Lora está la preocupación por la mentalidad de los jóve-
nes egresados del sistema que buscan acceder a una tesis para graduarse.
Es por ello la formulación del para qué de este escrito: “para la forma-
ción de sujetos pensantes, críticos, con capacidades de adquirir una con-
ciencia histórica y formarse culturalmente”.
• Asimismo, el monopolio “anglo-eurocéntrico” que impide el desarro-
llo autónomo de nuestros propios saberes, aunque hubiéramos querido
que el tema tuviera mayor centralidad y amplitud. Lora, tomando a
González Casanova, enfatiza la necesidad de “la apropiación crítica” del
conocimiento y del saber producido, pero dentro un proyecto de país
soberano y en proceso de permanente emancipación.
• La necesidad y desarrollo de un pensamiento crítico constituye uno de
los ejes de todo el libro. Lora explica de una manera clara el por qué del
pensamiento crítico:
La crítica al capitalismo debe de ser permanentemente actualizada
porque los explotados participan y reproducen la ideología dominan-
te; en tanto las relaciones construidas históricamente generan subal-
ternidad, una intersubjetividad que reproduce afectiva, intelectual y
moralmente la ideología y la práctica de la explotación y dominación.
Criticidad, creatividad e historicidad se implican mutuamente, no pue-
de existir una sin la otra, de las que, además, Lora ha hecho una exce-
lente fundamentación. Solamente indicaré que los análisis en ciencia
social tienen que gravitar sobre estos tres pilares señalados por Lora, a los
cuales debo agregar el del “anglo-eurocentrismo” y su expresión política
a saber, la colonialidad del saber y la colonialidad del poder, eminente
contribución de nuestro compatriota Aníbal Quijano.
• Otro tema es el de la práctica y de la praxis. El propio título del libro de-
muestra la importancia que el autor confiere a esta categoría: que constituye
otro eje central del pensamiento de Lora y de cualquier ciencia social verda-

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deramente distinta, “otra”. No sólo la praxis personal sino también la histó-


rica, indicando que toda praxis, personal o histórica, es social. Este tema, que
reivindica el pensamiento de Gramsci y de Sánchez Vázquez, difumina la
distinción individuo/sociedad que ha atravesado como una constante todo
el pensamiento social occidental, y pone en alto el concepto de clase social,
de trabajo colectivo, cooperativo, solidario y en equipo, de tanta importan-
cia en la época actual. La praxis social e histórica de la humanidad es el ser
social, es lo ontológico (“ontopraxeológico”, diría Zeleny), fundamento del
saber y del conocimiento, de los sentimientos y de los valores.
• Un tema de mayor importancia es la revaloración de la sabiduría cotidiana
o saber popular o “buen sentido”, al que se refería Gramsci. Joaquín Miras
Albarrán, joven historiador catalán, señala: “La razón práctica, el sentido
común, están ya alimentados por valores que son patrimonio de los orga-
nizados y forman la cosmovisión en que se basa su orientación del mundo”
(citado por Lora) y que es la base de una nueva praxis política. Es esta fuerte
ligazón entre organización y movimientos sociales lo que da fortaleza y vali-
dez a la conciencia y al pensamiento de las masas organizadas y en lucha –la
razón práctica–, y no puedo dejar de seguir citando a Lora:
Es por ello que los movimientos sociales en Europa Oriental, en los
Andes, en África o en el Medio Oriente […] no sólo se colocaron por
encima de la izquierda, sino que la llegaron a arrollar. Ellos luchaban
y continúan haciéndolo desde la razón práctica que organiza la praxis,
por controlar e imprimir el saber práctico que orienta el cambio de
vivir, por una nueva cultura cotidiana.
Y es por ello que Joaquín Miras reclama la necesidad de contribuir a
crear y fortalecer esa nueva cultura cotidiana, basada en el ejercicio de
la praxis combativa, que reivindique una nueva concepción de política
revolucionaria. Pero la de Miras no es la única voz en España, también
está en el otro lado de la izquierda Santiago Alba Rico, con quien ha
desarrollado un debate. Alba Rico postula que se ha producido una
transformación cultural, antropológica de las masas debido a la he-
gemonía del mercado y a la explosión del marketing, la publicidad
y la propaganda. Se están fabricando consumidores obsesivos, trans-
formando valores y preferencias, y adquiriendo actitudes pragmáticas
y despolitizadas. Sin embargo, no creo que la praxis y la cultura co-
tidiana –que es una cultura política– estén necesariamente en contra
de las izquierdas. En todo caso, a los intelectuales, orgánicos o no, nos

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toca inclinar la balanza para sumar voluntades, no para dividirlas. Es


una cuestión de correlación de fuerzas, y nosotros estamos a favor del
cambio y de la transformación. Entonces, concluye Lora:
la filosofía de la praxis es reflexión sobre la experiencia de la concien-
cia de los sujetos históricos procedentes de una cultura a partir de la
cual se construye la experiencia. La síntesis de saberes se hace desde
el sentido común práctico, desde el buen sentido de la experiencia
democrática, desde la razón práctica.
• Es verdad que las así llamadas ciencias sociales “tienen su correlato social
en la práctica”, sostiene Lora y, claro, de esto no cabe duda. Pero la cues-
tión fundamental es enunciar los criterios por los cuales se fundamenta
si las ciencias sociales son ciencias o no. Así, nadie que esté en sus cabales
puede negar que la Física teórica sea una ciencia, pero ¿la Historia? No
voy a repetir el cúmulo de argumentos en pro y en contra –por ejemplo
los de Dilthey, Rickert y otros–, o qué se entiende por ciencia o la natu-
raleza de las leyes, etcétera, y rápidamente enunciaré mi posición. Toda
ciencia requiere la comprobación o sea la contrastación con la realidad.
La lógica y la matemática lo hacen contrastando sus enunciados con
la consistencia lógica de los mismos. Las ciencias naturales emplean la
experimentación, la verificación o la falsación de las hipótesis frente a
la realidad, y las ciencias sociales verifican o comprueban sus hipótesis
mediante el análisis, la interpretación o la hermenéutica del proceso his-
tórico que desarrollan los grupos sociales, las clases sociales o los grupos
culturales o étnicos, en el tiempo largo o larga duración de que habla
Fernand Braudel. De esta manera, el objeto de estudio de las ciencias
sociales es, a diferencia de las otras ciencias, los sujetos sociales y no
sujetos individuales, y comprueban su carácter de ciencia en la historia,
en el largo plazo, mediante la práctica social y mediante el análisis de
esta práctica social. Requieren para su validación, de grandes marcos de
tiempo y de sujetos colectivos, es decir, de la praxis social e histórica de la
humanidad. En consecuencia, el objeto de estudio de las ciencias socia-
les son las diversas mediaciones en las que se encarna el poder y dirigidas
hacia la conquista del poder, por eso las ciencias sociales irán desapare-
ciendo, en la medida en que avance la conquista del poder por parte de
las masas organizadas, para quedar sólo una fundamental: la historia.
• Conforme Jorge lo afirma repetidas veces, la teoría y la ciencia no nacen
de la sola observación puesto que, Lora dixit, la mente no es una tabula

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rasa (p. ej. en pp. 76 y ss.). La figura del científico que, absorto, obtiene
conclusiones como producto de la observación, es una pura ficción que los
empiristas se han empecinado vanamente en inventar. Tampoco el saber
cotidiano es producto de la pura observación sino de participación, de su
praxis, de su práctica cotidiana, social real y concreta. En ésta interviene la
observación, es cierto, pero no como un ente autónomo, originario, abs-
tracto y determinante, sino como un elemento constituyente de la prácti-
ca, un elemento necesario pero secundario dentro de una totalidad que es
la actividad consciente humana. Aún más, la observación es un producto
histórico –de la misma manera como lo son los sentidos– determinado
por los intereses sociales, la cultura del investigador, sus preferencias y,
sobre todo, sus valores. Es la práctica social la que plantea problemas para
el investigador, los que no son puramente conceptuales sino, como dice
Lora, cargados de indignación y de pasión.
• En relación con este tema está el del conocimiento objetivo, que se ha con-
vertido en todo un fetiche al cual debía prestársele adoración, Lora, a lo
largo del libro, va especialmente en contra de esa religión. Lo objetivo es la
praxis social, no un ente inmóvil aparte e independiente de las relaciones
sociales. Sabemos ahora que no hay conocimiento objetivo ni realidad ob-
jetiva libre de la subjetividad, sabemos que la verdad, el conocimiento ob-
jetivo se dan en la intersubjetividad, en la práctica social, en la praxis social
e histórica, y que esto es así porque el problema de la verdad o falsedad de
una teoría no es un problema teórico, sino práctico. “La verdad se revela
en la intersubjetividad que integra conocimiento-valor-praxis”, sostiene
Lora. El conocimiento nunca se da sólo como puro conocimiento, sino ar-
ticulado a los valores, a los sentimientos, a la pasión. Por eso hay que pen-
sar con pasión, dice Lora, y Vigotsky, más académico, sostuvo vehemente-
mente que el pensamiento se da indisolublemente unido a la actitud, a los
sentimientos, a los valores. La realidad nunca se da de golpe sino a través
de mediaciones las cuales son a su vez instancias teórico-prácticas de crea-
ción de realidad en las que el hombre desarrolla su subjetividad y en las
que gana su emancipación como producto de la lucha de clases. Además,
como lo hemos escrito en otras ocasiones, en la época actual es la teoría,
la subjetividad que es producto de la intersubjetividad, la que comanda y
lo que posibilita la actividad humana. Esto es así porque el ser humano
es un producto histórico y cultural, y por eso nuestro recordado Pedro
Ortiz Cabanillas sostenía que el hombre se aleja cada vez más del género

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animalia para pasar a constituir cada vez más el género homo sapiens. Y si
bien es cierto que en la praxis, filogenéticamente hablando, la actividad
práctica determina el pensamiento y la subjetividad-intersubjetividad, en
la actualidad y ontogenéticamente hablando, es la construcción de teoría,
la consciencia, las aspiraciones humanas, los valores, la emancipación, a lo
que tienden los pueblos desde un punto de vista histórico, lo que coman-
da en la praxis la actividad humana.
• Por eso, actualmente se está hablando de una Teoría del Sujeto, teoría
en construcción que recoge el aporte de Vigotsky y otros, por la cual el
sujeto, sea el sujeto histórico o el individual-social, deja de estar someti-
do a la lógica de las estructuras y pasa a ser un agente activo pero no a la
manera de la filosofía clásica alemana, sino como sujeto social.
• Quisiera decir dos palabras en torno al concepto de determinación. Es
verdad, como afirma Lora, que el supuesto fundamental sobre el cual se
ha desarrollado toda la ciencia social hasta la actualidad, es el de la causa-
lidad mecánica. Pero como este concepto ha sido tan vapuleado por todas
partes en su aplicación a las Ciencias Sociales, se lo ha reemplazado por el
de determinación. Sin embargo, no se ha hecho una verdadera disquisición
en los ámbitos marxistas entre estos dos términos. ¿En qué se diferencia
uno del otro? Hubo una cierta discusión en la década de los 60 en Italia,
en Francia. En 1977, Raymond Williams publicó en Londres su Marxism
and Literature,2 en la que plantea una disquisición en torno al mencionado
término determinación, sin llegar a conclusiones definitivas. Por otra parte,
las corrientes postmodernas han aprovechado esta situación para negar
toda determinación en los actos humanos y para acusar de historicistas a
los marxistas y a todos aquellos que no comulgan con las ruedas de molino
del relativismo. Lo que me permito plantear es lo siguiente: a) Reivindi-
car la validez del concepto de determinación en el mundo de las ciencias
sociales, esto es, descartar toda noción de causalidad mecánica en los fenó-
menos sociales. b) Enfatizar que la determinación la hacen los hombres y
no los fenómenos naturales o extrahumanos o estructurales. c) Introducir
la dialéctica en el análisis social: la determinación es un producto social-
histórico, resultado de la lucha de clases y de la correlación de fuerzas.
• Quisiera también hacer una breve reflexión sobre esta aseveración de
Jorge Lora:

2
Raymond Williams, Marxismo y literatura, Barcelona, Península, 1980.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 17

El rescate del sujeto es resultado de la utopía. Sólo si pasa por el enri-


quecimiento de la subjetividad y de los lenguajes simbólicos. El mo-
vimiento de los sujetos es en términos de una subjetividad compleja
que implica hablar de racionalidad, deseos, intuición, imaginación y
dimensión volitiva.
Por su parte, Boaventura de Sousa Santos fundamenta la necesidad del
enfoque crítico: la realidad es cambiante, no estática, y por lo tanto su
análisis tiene que referirse no tanto hacia lo que es sino a lo que puede
ser, a las posibilidades de cambio, lo cual, para nosotros, significa soñar,
hacer propuestas para el futuro, tener proyectos. Boaventura dice: “la
imaginación utópica de los pueblos”, y José Carlos Mariátegui enfatiza
que los pueblos se movilizan antes que por programas racionales, por el
“mito” (soreliano), esto es, por esos sueños y aspiraciones, y de igual ma-
nera se pronunció Paulo Freire. El pensamiento crítico ve la realidad so-
cial, a diferencia del positivismo, compuesta, como Jano, de dos planos
o caras: el inmediato, tal como se presenta, y el de lo que puede ser, el
de las posibilidades, el plano del futuro y de la esperanza. El pensamien-
to crítico es profundamente dialéctico y utópico. Es necesario por eso
reivindicar la utopía pero una utopía posible mediante la organización
de las masas. Recogiendo estos aspectos, me he permitido elaborar la
teoría denominada “Educación Posible y posibilidad de la educación”,
según la cual la educación tiene que ser vista en estos dos planos: en el
de la “realidad” y en el de lo posible o utópico, el plano de lo que esta
educación puede y debe ser, el plano del futuro, de las esperanzas por
una educación mejor, conquista de las masas organizadas.
Finalmente, la propuesta de una “metodología de la praxis” con recomen-
daciones didácticas muy precisas, serán muy útiles especialmente a los jóve-
nes investigadores y a los tesistas. Resulta encomiable la capacidad analítica
y rigurosa de Jorge Lora para expresar las ideas fundamentales, frente a la
enorme proliferación de ideas de los autores reseñados.

Lima, mayo del 2013.


José Virgilio Mendo Romero
Asesor Académico de la uch

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PREFACIO
¿UNA EPISTEMOLOGÍA Y METODOLOGÍA
EMANCIPATORIA?

Nada más lejos de nuestras intenciones que formular una metodología que
sea de uso universal, únicamente pretendemos reflexionar acerca de las ba-
ses de la que denominamos metodología de la praxis cuyos más cercanos
precedentes son los debates de los setentas del pasado siglo, en que destacan
Kosik, Ilyenkov, Zeleny, E.P. Thompson, Fontana, E. Morin, la filosofía de
la praxis, la investigación acción participativa (IAP, con Orlando Fals Borda
y Paulo Freyre) y el configuracionismo (Enrique de la Garza) o el de uso
crítico de la teoría (Hugo Zemelman). Es preciso, sin embargo, que antes de
intentar nuevas formulaciones deberíamos recuperar los aportes del método
del mismo Marx, construido en su medio siglo de investigaciones.
Desde nuestro último libro3 donde criticamos al neopositivismo de
Popper, la fenomenología y el cientificismo, seguimos trabajando lo que
denominamos metodología de la praxis, y con la idea de que el concepto
totalidad trasciende el pensarlo respecto al objeto, y es extensivo a la concep-
ción epistemológica y metodológica, rompiendo las numerosas dicotomías
estructura-acción, sujeto-objeto, explicación-comprensión, inducción-de-
ducción, análisis-síntesis, cuantitativo-cualitativo, etc. Pues, para esta me-
todología, si intenta ser emancipatoria debe corresponder con ese objetivo
y seguramente será distinta de otras metodologías, al presuponer un com-
promiso ético político, recuperar las experiencias, la producción cultural y
material, los sentidos y prácticas de las relaciones sociales, etc., y usar los
métodos lógicos u otros redefinidos por el pensar dialéctico, para conocer la
realidad. Y es que el verdadero punto de partida no está en el objeto o en la
subjetividad por sí mismos, sino que es resultado del conflicto entre ambos,
es la praxis entendida inicialmente como actividad dirigida a transformar

3
Jorge Lora Cam y José Luis Sánchez, Hacia una metodología de la praxis, Puebla,
icsyh-buap, 2013.

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al objeto y también al sujeto en el que se moldea lo ideal en un infinito


transformarse. La praxis objetual e ideal conforman la praxis reproductora
de la integridad del mundo humano, atributos de una síntesis que se gesta
en lucha. La praxis discurre entre lo objetual y lo ideal, y éstos se entienden
a través del contrario que los niega. Sujeto y objeto se integran a la corriente
de la praxis, a lo real siempre cambiante. Es el fundamento del historicismo
fundamental de Marx, anclado ontológicamente en la idea de la historicidad
del ser y de sus categorías, que se compadecía mal con la codificación en un
sistema cerrado de categorías del marxismo escolástico, que se trataba de
aplicar sin discriminación a las diferentes regiones del ser. La idea misma de
una aplicación de principios invariantes contradecía la historicidad consus-
tancial de su pensamiento e iba a contracorriente del ideal emancipatorio.
Procedente del griego “praxis”, viene a significar acción, realización; se
suele traducir por “actividad práctica”, en oposición a la actividad teórica; y
en la medida en que ésta fue valorada como superior por la tradición filosó-
fica, lo “práctico” adquirió un carácter de inferioridad con respecto a lo teó-
rico. Esta inferioridad se vio apoyada por la justificación de la dependencia
de lo práctico respecto a lo teórico, en el sentido de que es la teoría la que
dirige y ordena la actividad práctica del ser humano.
En esto radica el meollo del asunto, pues este punto de vista fue inver-
tido por Marx, quien considera justo lo contrario: que la actividad teórica
viene determinada por las condiciones prácticas, materiales y sociales, en
las que se desarrolla la vida social del ser humano. En este sentido, la teoría
viene determinada por la praxis, es decir, el modo en que está organizada la
producción material de la existencia humana (praxis) determina el modo en
que la realidad es interpretada (teoría, ideología).
El marxismo es ante todo crítico, pero también autocrítico. Muchos se-
guidores de Marx se encargaron de distorsionar su pensamiento hasta hacer-
lo irreconocible, al quitarle su sentido emancipatorio.4 Unos lo redujeron a

4
Edgardo Lander, Contribución a la crítica del marxismo realmente existente: verdad,
ciencia y tecnología, Caracas, Fundación Editorial El perro y la rana, 2008. No es
nuestro propósito refutar a quienes como este autor “poscolonial” descalifican a
Marx por haber aceptado la idea de los estadios históricos de Smith y de Hegel, es
decir, los “pueblos con historia y pueblos sin historia”, atribuyéndole una mirada
evolucionista, universalista, colonialista y racista, según la cual los pueblos sin histo-
ria debían desaparecer para que el capitalismo homogeneizara la sociedad mundial
y se diera la confrontación –que significaría el fin de la historia– entre proletarios y

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teoría, otros a ciencia o a metodología, y la gran mayoría, a un apéndice de


las filosofías burguesas. La exposición marxiana del proceso de conocimiento
es simple. De acuerdo con Sacristán,5 delimita dos vías para conocer, una de
orden analítico y otra de naturaleza sintético-constructiva. La primera vía
partiría de lo real y concreto –en este caso, una sociedad histórica– para aislar
sus determinaciones más simples en categorías (las clases, las modalidades de
la producción material, el intercambio, la agricultura, la industria, la renta
de la tierra, etc.), de modo que éstas puedan ser posteriormente organizadas,
articuladas y compongan un cuadro general de la estructura social. El segun-
do aspecto del proceso de conocimiento consistiría en el trabajo interno de
relación conceptual, de síntesis de determinaciones simples que permiten el
acceso a una figura de la sociedad histórica como totalidad: un todo com-
plejo, estructurado y contradictorio. Estos dos momentos de un mismo pro-
ceso exigen un paso implícito previo: la existencia de una formación teórica
anterior que permita una visión crítica y realizar preguntas e inducciones de
los fenómenos estudiados; es decir, un dispositivo conceptual previo y unos
supuestos que doten de sentido al análisis. Una concepción heurística previa
para abordar la historia, la sociedad, la economía, la cultura y otras dimen-
siones. Lo que no significa aceptar la idea de marco teórico que cierra las
posibilidades conceptuales que surgen de la práctica y la historia.
El llamado método configuracionista de Enrique de la Garza es el mé-
todo de la praxis. Intentemos reflexionar al respecto. Sostiene este autor
que en el conocimiento la configuración de relaciones sociales se da en di-
versos campos, incluyendo conceptos asociados a teorías. Esto significa que
las distintas configuraciones: históricas, de problemas sociales y también las
teóricas, surgen de la praxis. De acuerdo con Marx, su punto de partida en
El Capital es una relación social, la más extendida en la sociedad capitalista:
la mercancía. En este contexto, es innegable el privilegio de Marx del tiem-
po presente entendido como praxis, que articula objetividad-subjetividad,
interacción objetivada con sentido que escapa a sus creadores, conformando
un nivel diferente de realidad que acota la acción viable de los sujetos con

burgueses. Con Shanin vemos que Marx no llega a proponer una idea evolucionista;
y, según su apreciación sobre Irlanda, tampoco era colonialista. La epistemología
que precisamente criticó fue la dominante, que era la subjetivista e idealista. Marx
revirtió todo ello con su propuesta sobre la subjetividad práctica.
5
Manuel Sacristán, Lecturas de filosofía moderna y contemporánea, edición de Albert
Domingo Curto, Ed. Trotta, 2007.

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sus concepciones e interacciones entre ellos, implicando potencialidades y


virajes que se dan en la praxis. En este sentido, la ley de tendencia se entien-
de como acondicionamientos objetivados que escapan a la voluntad de los
sujetos, presionando sobre su capacidad para tomar decisiones, mediados
por procesos de construcción de significados.
Otro concepto central es el de realidad social concebida desde el fun-
damental hacer real y la articulación entre objetividad y subjetividad en la
que se reconocen los procesos de objetivación que se originan en los sujetos
y sus interacciones pero adquieren vida propia. En la creación de la realidad
intervienen los significados que acuñan los sujetos y que guían su acción.
Así pues, la objetivación puede escapar al control de sus creadores, pueden
ser producto del trabajo o de creación de significados, como los códigos de
sentido contenidos en la cultura. Se trata de niveles de realidad en rearticu-
lación con eficiencias diversas en relación con los sujetos, conformando la
realidad pertinente al objeto, que incluye dimensiones de sentido o códigos
acumulados para construir significaciones concretas para la práctica concre-
ta de los sujetos que investigan y que son investigados.
Es posible, legítimo y válido el conocimiento construido colectivamen-
te, constituyéndose en un instrumento que afianza y favorece la organiza-
ción de los sectores populares y democratiza el conocimiento, no sólo di-
fundiéndolo, sino admitiendo que el proceso de producción del mismo es
y debe ser colectivo. En este marco, los propios actores sociales reflexionan
sobre problemas que los afectan en su cotidianeidad, en su experiencia, bus-
cando soluciones y confrontando posiciones.
La iap considera que la adopción de este enfoque supone un desafío
epistemológico, un cuestionamiento de las formas tradicionales de construir
conocimiento en las cuales el sujeto que conoce detenta el saber y el cono-
cido es cosificado, asumiendo un rol pasivo. Por el contrario, su propuesta
consiste en articular los conocimientos académicos con los saberes y expe-
riencias de los sujetos grupales, como una estrategia conducente a construir
conocimiento colectivo, tendiente a lograr la objetivación de la realidad
cotidiana-universal por la población en un proceso de reflexión/intercambio
que rompa con las pseudoconcreciones, desnaturalice distintas situaciones y
busque acciones que cambien el estado de cosas.
El método de la praxis no es un cartabón, ni un recetario, son los prin-
cipios epistemológicos y metodológicos apenas normativos en función de la
materia investigada, de las teorías y técnicas acumuladas y la transformación

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del objeto. Se trata así de abrirse a una realidad en movimiento, que no su-
pone jerarquías conceptuales o explicaciones ex ante. En esta concepción, la
acción viable depende del sujeto y sus interacciones, en medio de objetiva-
ciones que acotan-limitan-presionan en la coyuntura e historia, y que pue-
den ser abstractas o concretas. La realidad no se reduce al sujeto o al objeto,
es praxis, y la función del conocimiento es definir los espacios de acción. La
realidad es también un ámbito de sentidos y construcción de significados,
un objeto en transformación con un futuro no predeterminado. Y esto es
así, porque la aprehensión más importante es la de los sujetos y su capacidad
de crear significados en la visión dialéctica entre estructura, subjetividad e
interacción. En el que la estructura se entiende como configuración de sis-
temas o teorías, con diversos niveles de claridad y relaciones duras o blan-
das entre sus elementos. Las objetivaciones pueden ser relaciones sociales,
artefactos, monumentos, instituciones, costumbres, rituales, mitos, reglas y
códigos para dar significado, condensándose en la cultura, y pueden tener
contenidos de poder o de economía.
Al investigar, se trataría de captar el dinamismo como articulación de
objetividad y subjetividad, de estructuras-subjetividad-interacción. Recons-
truir la totalidad es reconstruir las configuraciones pertinentes con sus com-
ponentes objetivos y subjetivos, donde los datos también sirven para recons-
truir conceptos y descubrir nuevas relaciones. El marxismo es un método
de construcción de teoría desde el movimiento de lo real, en la dialéctica
sujeto-objeto, en la praxis, traducida en la relación estructura -subjetividad-
interacción. Son configuraciones en campos diversos, abiertos a la reconfi-
guración por la praxis expresada en hechos históricos, en problemas sociales
o en la construcción de teoría. Esta última se basa en su uso crítico, en la
relación estructura-subjetividad-interacción, en la reconstrucción de confi-
guraciones pertinentes al objeto, en la explicación teórica, histórica o empí-
rica y en la construcción del espacio de posibilidades en el presente para una
praxis emancipatoria.
Esta investigación emancipatoria consistiría ante todo en restituir al ob-
jeto, a la sociedad, su efectiva historicidad y, por ende, en capturar la verdad
de la dinámica histórica de la forma social regida por el capital; en elucidar
sus tendencias, sus potencialidades, sus futuros posibles, abriendo a los sujetos
nuevas posibilidades de práctica. Porque la relación de la humanidad con la
historicidad del mundo social producida por su práctica es ella misma his-
tórica. No tiene por qué ser una relación ahistórica, como está implícito en

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corrientes teóricas como el postmodernismo, el postestruturalismo y el neo-


pragmatismo, en las cuales la historia es concebida, a lo sumo, como absoluta
contingencia, ante cuyas ocurrencias a la humanidad sólo le resta asistir y ajus-
tarse. La crítica ontológica, por lo tanto, no solamente refigura la sociedad con
su intrínseca historicidad, sino que también restituye a los sujetos, a los seres
humanos, la historicidad de su relación con su propia historia, en la cual no
están en absoluto destinados a ser eternamente meros espectadores. Esa verdad
de la crítica ontológica de Marx es condición de la práctica transformadora:
salir de la pre-historia, de la práctica reactiva, y participar activamente de la
historia, de la construcción de un futuro digno de lo humano.6
El concepto de subjetividad práctica, que se encuentra en el título del
libro, es retomada del primer párrafo de la Tesis I sobre Feuerbach, en que
Marx señala que el defecto fundamental de todo el materialismo anterior es
que sólo concibe las cosas, la realidad, el mundo sensible, bajo la forma de
objeto o de la contemplación, pero no como actividad sensorial humana, no
como práctica, no de un modo subjetivo.
En ese texto, de acuerdo con Ilyenkov, del cual reseñáremos sus ideas me-
todológicas en las próximas páginas, el concepto de praxis social es entendido
en su doble carácter: epistemológicamente como problema de la constitución
de un mundo de experiencia sensible intersubjetiva e históricamente dado; y
políticamente, como actuar revolucionario transformador de ese mundo arrai-
gado por la Ideología. Para Marx, ambos momentos no pueden separarse ni
conceptual, ni lógica, ni históricamente. El pensar dialéctico al que debe re-
mitirse la fundamentación de la teoría subversiva no es más que la tentativa de
comprender las contradicciones objetivas que residen en la realidad.
El conocimiento ha sido considerado generalmente como una actitud
contemplativa y frente a esto el marxismo ha destacado la importancia de la
praxis como transformación de la realidad más allá de la actitud puramente
teórica. En su siempre citada Tesis sobre Feuerbach, Marx reprocha a este filó-
sofo antihegeliano el que “capte la cosa (Gegenstand) bajo la forma de objeto
o de la contemplación, y no como actividad sensorial humana, como prác-
tica”. Marx en cambio resalta la importancia de la actividad crítico-práctica.
El reproche de Marx a Feuerbach es por haber retrocedido a un ma-
terialismo precrítico que no tiene en cuenta la importancia de la actividad

6
Mario Duayer, http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-55/filosofia-
de-la-ciencia-y-critica-ontologica-verdad-y-emancipacion

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humana en el conocimiento, que tanto Kant como Fichte habían resaltado.


La verdad objetiva del conocimiento, para Marx, “no es un problema teórico,
sino práctico”; lo que hace de la práctica el criterio de la realidad o irrealidad
del pensamiento, es la posibilidad de transformación práctica de la realidad.
Esta insistencia en la transformación del mundo más que en su interpreta-
ción se resume en la noción de praxis transformadora que está en el centro
de las teorías gnoseológicas marxistas en sus distintos niveles: el trabajo, la
investigación y la actividad revolucionaria transformadora de la sociedad. El
trabajo nos permite convertir la naturaleza inorgánica en un mundo objetivo,
humano, es decir, produce la humanización de la naturaleza, preservándola,
o su deshumanización, destruyéndola, especialmente a través de la ciencia y
la industria. El materialismo marxista, práctico-teórico, entraña una noción
de construcción/constitución del mundo que rompe con la pasividad y el
mecanicismo. La problemática del conocimiento como relación entre sujeto
y objeto se reformula en la noción marxista de praxis y negatividad como una
relación dialéctica entre historia y naturaleza. El sujeto del conocimiento-
transformación de la naturaleza no debe ser el individuo aislado considerado
intemporalmente, sino las clases sociales o sus agrupaciones en su concreción
histórica, que se enfrentan a un mundo no completamente natural, sino ya
parcialmente transformado por el trabajo de las generaciones anteriores. Este
acento puesto en la actividad humana no elimina el realismo crítico de Marx,
para el que la prioridad de la naturaleza externa es indiscutible. La naturaleza
concebida como ya transformada en parte, proporciona el marco inintencio-
nal en el que se desarrolla nuestra actividad intencional.
Marx inaugura un nuevo tipo de filosofía que en el nivel gnoseológico
se puede caracterizar, utilizando la noción de Zeleny, de ontopraxeología, o
fundamentación ontológica, materialista, de la praxis. Para Marx el pensa-
miento es un momento del ser, que objetiva la realidad a través de diferentes
formas de objetualidad: la producida por el hombre, la natural no mediada
por el hombre y la centrada en la subjetividad humana como momento de
toda práctica. Se trata, pues, de concebir todo un sistema complejo, me-
diante el cual la metodología se aboca a descubrir conexiones internas; los
conceptos permiten develar esa reproducción del movimiento real, la repro-
ducción intelectual del objeto en su naturaleza genético-estructural. No es
que haya una fusión simplista de lo lógico con lo histórico, sino más bien,
una utilización de ambos en su conexión interna, como la “expresión ideal”
del proceso histórico

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Ilyenkov va esclareciendo paso a paso la concepción de Marx sobre el


método:
1. Ilyenkov reintroduce las ideas de totalidad, práctica social y activi-
dad. Y señala que los “hechos”, la misma Naturaleza, reposan sobre acciones
colectivas pasadas, suponen siempre una actividad de la Totalidad, la certeza
sensible misma ha sido producida socialmente. La praxis en Marx no sólo es
el criterio de verdad de nuestros juicios, sino sobre todo, una acción constitu-
tiva del objeto, y objetiva, que entra en el contenido sensible del ser objetivo
experimentado y sentido. La praxis es inmanente-trascendente a la teoría, ni
aprisionada de una demarcación teórica ni supeditada a la inercia de la afó-
nica materia. De ahí la afirmación de Marx, de que la coincidencia entre la
alteración de las circunstancias y la actividad o la automodificación humana
sólo puede ser aprehendida y racionalmente entendida como práctica revo-
lucionaria. La “aprehensión teórica” del proceso fundante no debe realizarse
como si fuera un proceso básicamente material, sino como práctica-social.
Sin la comprensión de que la realidad es totalidad concreta, que se trans-
forma en estructura significativa para cada hecho o conjunto de hechos, el
conocimiento de la realidad concreta no trascendería la mística, o sería cosa
incognoscible en sí. Marx concibe que una totalidad concreta es un todo
procesual internamente estructurado aunque diverso en su unidad, media-
do, natural, social e históricamente determinado, que deviene. La totalidad
es concreta, plurideterminada, relacional, es el propio sistema de relaciones
de las partes, es la lógica propia de los fenómenos, procesos o relaciones.
La unidad debe ser interpretada como conexión, como interconexión
e interacción de todos los aspectos y momentos de diferentes fenómenos,
lo concreto, dentro de un cierto régimen; y no como semejanza abstracta.
La calidad de lo concreto, son primero que todo sinónimos de los vínculos
reales entre los fenómenos, en una noción. Lo concreto es por lo tanto,
interpretado como una totalidad internamente dividida de varias formas de
existencia del objeto; una combinación única, la cual es característica única-
mente del objeto dado. La unidad de este modo concebida es realizable no
a través de la similitud de fenómenos el uno con el otro, sino lo contrario, a
través de su diferencia y oposición. El objeto es concreto por y en sí mismo,
independientemente de su ser, concebido por el pensamiento o percibido
por los órganos de los sentidos. La cualidad concreta no es creada en el
proceso de reflexión del objeto por el sujeto, tanto en la fase sensual de la
reflexión o en la lógico-racional. Marx usa este término –lo concreto– para

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caracterizar fenómenos reales y relaciones que existen fuera de la conciencia,


sin tener en cuenta si éstas se reflejan o no en la conciencia.
2. Agrega la materialidad como supuesto fundamental. Nunca hay que
dejar de tener presente que la realidad presenta como supuesto primordial la
materialidad, la objetividad, condición de posibilidad y lugar de acogida y
de integración de la propia acción transformadora de la praxis social objetiva
sobre la naturaleza y la sociedad. Marx considera que el conocimiento es un
proceso, activo y mediado, con marcos formales propios, y sólo en el ámbito
de ese proceso se llega a un resultado: la reproducción espiritual de lo con-
creto sensible. Lo concreto está materialmente fundamentado y es el punto
de partida real; no es el pensamiento el que crea o instaura lo concreto; lo
reproduce, le ofrece inteligibilidad.
3. Sobre esta base, Ilyenkov puede establecer unas fases del conocer. a)
la primera operación del conocimiento consiste en desgajar y destacar epis-
temológicamente los fenómenos de su sistema de relaciones, haciéndolo, en
un marco de análisis, relativamente autónomo, separado e independiente.
Es un movimiento de ascenso en el proceso de conocimiento, caracterizado
por la utilización de marcos formales, históricos y enraizados en el mismo
devenir del ser, de unificación y organización de la diversidad, los cuales
permiten superar la inmediatez positiva, pero que en modo alguno pueden
ser considerados realidades ónticamente distintas e instauradoras de aquello
que reflejan a su nivel. Porque a ese mismo nivel, es la realidad objetiva la
que se va expresando.
A lo más que, en ese nivel, se puede llegar es a una yuxtaposición abs-
tracta de contrarios abstractos, cerrados en sí mismos y sustentados por sí
mismos. Ahora bien, eso aún no es captar la conexión interna de los fenóme-
nos, procesos o relaciones; eso no es aún, fundamentalmente, una reflexión
adecuada de la contradicción, del movimiento de las contradicciones y de
las contradicciones en movimiento, de lo que se teje lo real. Por eso, a este
nivel, la absolutización de las operaciones del entendimiento lleva a la propia
incapacidad de pensar la contradicción, postergándola al reino del error y
de la ignorancia.
b) Así, el nuevo ascenso del que habla Marx es un ascenso de lo abstracto a lo
concreto, momento fundamental de recomposición concreta de la realidad
al nivel de la consciencia. En este paso del análisis a la síntesis, en esta vuelta
a la manifestación fenoménica una vez recorrido el camino de la esencia, en
este movimiento cualitativamente superior –más rico en determinaciones,

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más concreto, de ascenso pensante–, no sólo está en juego el momento de la


elevación de lo abstracto a lo concreto, también la reproducción intelectiva,
racional, de lo concreto sensible como concreto espiritual. Lo concreto es-
piritual es, por consiguiente, el resultado mediado, no lineal y dialéctico del
pensamiento en su actividad, por los medios que le son propios, reflexiva de
la realidad en cuanto totalidad concreta. Nunca es, ni puede ser, confundido
con la génesis ontológica de lo propio concreto.
Vemos así cómo el propio conocimiento se desarrolla dialécticamente a
través de contradicciones que le son propias y en el ámbito en que se deter-
mina. Estamos pues muy lejos de las caricaturas que tienden a presentar la
teoría marxiana como un mecanicismo de corte pasivo y pasivizante. En la
unidad dialéctica de ser y de pensar, hay que tener en cuenta las contradic-
ciones de cada uno, tanto en su dinámica propia como en su interrelación.
A diferencia del alejamiento de la realidad histórica por muchos pensadores
considerados marxistas, donde el pensamiento es a priori, incondicionado,
flota en los confines de la abstracción pura, lejos de la historia en devenir, el
pensamiento de lo real se enraíza en la historia y ejerce en la historia.
De acuerdo con Ilyenkov, el hombre no comienza jamás a pensar “a
partir del comienzo” directamente a partir de los hechos. La “intuición” sin
significación y la “inducción” sin idea es ficción, de la misma manera que lo
es el “pensamiento puro”.
El empirista que pretende pensar solamente con hechos opera en reali-
dad siempre con los productos en gran parte superados por sus antecesores.
Por ello, confunde fácilmente la abstracción con la realidad, las ilusiones
subjetivas con los hechos objetivos y los conceptos que los expresan con las
abstracciones. Lo que se evidencia entre los intelectuales y académicos que
parten y terminan en abstracciones especulativas que le llaman teorías.
c) Ilyenkov acaba con la contraposición análisis-síntesis, inducción-deduc-
ción. Dice que, en consecuencia, la “inducción empírica” se realiza como
proceso de concretización, de representación de los conceptos con los cuales
se emprende el examen de los hechos; es decir, como deducción como proce-
so de completar los conceptos iniciales con determinaciones más detalladas,
obtenidas a partir de los hechos por vía de abstracción.
La dialéctica materialista ha “abolido” la vieja oposición entre la deduc-
ción y la inducción. La deducción –a diferencia de Popper– deja de ser un
procedimiento de extracción formal de determinaciones contenidas a priori
en un concepto y se convierte en un procedimiento de desarrollo real de los

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conocimientos sobre los hechos de su movimiento y su interacción interna.


Esta deducción encierra orgánicamente en sí misma el momento empírico:
se logra precisamente por el análisis más riguroso de los hechos empíricos,
por la inducción. En efecto, esto no es ni la deducción, ni la inducción tra-
dicionales, sino otra cosa que incluye en sí misma, en tanto que “momento
abolido”, la una y la otra. Ambas se realizan al mismo tiempo, en tanto
que contrarias; implicándose recíprocamente justamente por su interacción,
creando una forma más elevada de desarrollo lógico.
Esta forma más elevada, que une orgánicamente en sí misma el análisis
de los hechos con el análisis de los conceptos, es precisamente la forma de
paso de lo abstracto a lo concreto de la que habla Marx. Es la única forma
lógica de desarrollo del conocimiento que corresponde a la naturaleza real
del objeto. En efecto, sólo con su ayuda lo concreto objetivo puede ser re-
producido en el pensamiento como realidad históricamente desarrollada.
No se puede hacer de ninguna otra forma.
Este método es ante todo un procedimiento de análisis de los hechos
empíricos reales. Como tal, incluye en calidad de contrario interno necesario
el movimiento “inverso”; cada paso por esta vía no es otra cosa que un acto
que se eleva de lo concreto dado sensible a su expresión teórica abstracta. Por
esto, el proceso de elevación de lo abstracto a lo concreto en el pensamiento
es al mismo tiempo un movimiento sin cesar renovado de lo concreto –en la
intuición y la representación– a lo concreto –en el concepto.
Las determinaciones abstractas de los hechos dados sensibles que están
sintetizadas en sistemas cuando nos elevamos hacia la verdad concreta, se
forman en el curso del movimiento mismo. No se encuentran en ningún
caso preparadas como productos de una etapa anterior, que se dice pura-
mente analítica del conocimiento lógico.
Y si existe algún sentido en la afirmación según la cual, para elevarse de
lo abstracto a lo concreto, es necesario reducir en forma puramente analíti-
ca lo concreto empírico sensible a una expresión abstracta por su esencia y
como fase anterior particular de actividad lógica en el tiempo, este sentido
reside en que el examen teórico de la realidad supone la presencia de un vo-
cabulario desarrollado, de una terminología espontáneamente constituida,
de un sistema de representación general abstracto. Esta etapa “puramente
analítica” de reflejo de la realidad objetiva en la conciencia no es sino la pre-
misa, de la actividad teórica lógica, y no su primera fase.

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Podemos pues, resumir. El método que consiste en elevarse de lo abs-


tracto a lo concreto es una forma específica de acción del pensamiento y de
elaboración lógica en conceptos de la intuición y de la representación. No
es, en ningún caso un procedimiento artificial, una manera de exponer los
conocimientos preparados, ni un medio formal de reunir un sistema las abs-
tracciones ya existentes. Es sobre todo, la ley “natural” del desarrollo teórico
de la humanidad, puesta en evidencia por la filosofía, después transformada
en método de desarrollo de la teoría conscientemente empleada. Hacer lo in-
verso, que es frecuente, es caer en el subjetivismo idealista o en la metafísica.
Cada generalización “inductiva” tomada aparte (cuya fórmula es: de
lo concreto en la intuición a lo abstracto en el pensamiento), se realiza en
efecto, siempre en el contexto del movimiento general del conocimiento,
y en este sentido no es sino “momento que se desvanece” en la marcha del
movimiento general hacia la verdad concreta. Así pues la elevación de lo
abstracto a lo concreto en el pensamiento y la dialéctica del pensamiento son
cosas indisolublemente ligadas.
Lenin también consideraba que la progresión del conocimiento comienza
por precisiones simples, para continuar con precisiones cada vez más ricas y
concretas. Esto quiere decir que el resultado contiene su comienzo, y la evo-
lución de éste le enriquece con una nueva precisión. Que lo general es lo que
forma la base, lo que hace que la progresión no sea un simple recorrido de lo
uno a lo otro. En el método, lo general se conserva en su particularidad, en el
razonamiento y en la realidad. A cada nueva fase de su determinación, la masa
de su contenido anterior se eleva; no solamente no pierde nada del hecho de
la progresión dialéctica, no deja nada detrás de ella, sino que ella lleva consigo
todo lo adquirido y se recoge sobre ella misma a medida que se enriquece. El
método que se eleva de lo abstracto a lo concreto, de la determinación teórica
general del objeto dado en la intuición y la representación a determinaciones
cada vez más concretas, representa la forma teóricamente justa de la trans-
formación de los hechos empíricos en conceptos. El único método capaz de
conducir a la solución de la tarea central de la investigación científica es seguir
el conocimiento recíproco concreto de los fenómenos que crean por su inte-
racción un sistema que tiene un origen histórico, se desarrolla y manifiesta
siempre nuevas formas de existencia y de interacciones internas.
d) Enfatiza en que el método cambia el análisis de la realidad de los objetos,
de lo concreto. El método que se eleva de lo abstracto a lo concreto no es
sino un método de reflejo de la realidad concreta en el pensamiento, y no

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un método de creación de esta realidad por la fuerza del pensamiento, como


decía Hegel. Por esto el punto de partida y el orden de desarrollo lógico
de los conceptos, según este método, no depende del pensamiento, sino
exclusivamente, como lo ha mostrado Marx, de las relaciones en las cuales
se encuentran los diferentes aspectos de un todo concreto de los unos con
relación a los otros. El método de desarrollo lógico debe, por consecuencia,
corresponder al modo de división interna de ese método, a la dialéctica de la
aparición de lo concreto fuera del pensamiento; es decir, a fin de cuentas, al
desarrollo histórico de este concreto, correspondencia que no concierne sino
a los momentos universales de desarrollo.
El objeto es tal que a él no le corresponde sino tal forma de la actividad de
la conciencia y no otra cualquiera: el objeto es tal que él no puede ser reflejado
en la conciencia sino por este solo procedimiento. Dicho de otra manera, el
problema del método de la actividad lógica cambia en investigación de la natu-
raleza objetiva de la realidad de los objetos y en profundizaciones de la categoría
de lo “concreto”, como categoría que tiene relación con el objeto y que expresa
la forma universal de existencia de la realidad.
El problema del análisis teórico de lo universal se reduce siempre en
realidad al análisis de lo único desde el punto de vista de lo universal. Hace
falta solamente saber distinguir en lo único lo que constituye no la unicidad
y la particularidad de un caso, sino su universalidad. Es desde este punto de
vista que hace falta justamente disponer de la aproximación –la más cons-
ciente posible–, de la abstracción y de los medios de llegar a ella. El error más
ordinario de la investigación teórica consiste en tomar por la forma univer-
sal de un hecho único lo que en realidad no tiene relación más que con un
curso dado de circunstancias pasajeras en el interior de las cuales esta forma
realmente universal es ofrecida a la inducción. Esto llega a ser un rasgo del
saber eurocéntrico y del narcisismo intelectual.
Pero ya que se ha llegado a descubrir más completamente el contenido
de una categoría tan universal como lo concreto, el problema puede y debe
ser resuelto mediante el estudio de un caso típico de sistema de fenómenos
objetivos en interacción desarrollándose dialécticamente.
e) Y lo ejemplifica con el trabajo de Marx en El Capital, donde se propuso
la tarea de descubrir la ley general del capitalismo como tal, como sistema
histórico determinado de producción social, tomando el caso más caracterís-
tico y el más desarrollado, a saber, la realidad capitalista y mercantil inglesa,
así como su reflejo teórico en la literatura económica inglesa; y desarrolló

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32 jorge lora cam

una teoría económica universal, fundándose principalmente en un estudio


detallado de este caso único. La crítica constructiva de las teorías anteriores,
momento necesario de la elaboración teórica de los problemas científicos
de una época, supone que la asimilación crítica se ejerce sobre un material
teórico de calidad y sobre los ejemplos realmente superiores de concepciones
teóricas existentes sobre la realidad, que en el caso dado, es el objeto de la
atención del investigador.
El Capital realiza sistemáticamente la coincidencia de la lógica, de la
teoría del conocimiento y de la dialéctica, junto a la coincidencia de la in-
ducción, del análisis y de la síntesis que caracteriza al método que se eleva de
lo abstracto a lo concreto.
La abstracción “Capital” expresa naturalmente lo que hay de idéntico
en el capital, industrial, bancario, comercial y usurario. Ella nos evita re-
peticiones. Y aquí termina su valor de conocimiento real. Ella no expresa
la esencia concreta de ninguna de estas formas de capital. Poco expresa la
esencia concreta de su ligazón recíproca y de su interacción. Es precisamente
por esto por lo que ella se ha abstraído. Ahora bien, es la interacción concre-
ta de fenómenos concretos lo que constituye, desde el punto de vista de la
dialéctica, el objeto y el fin del pensamiento en conceptos. La significación
de lo general es contradictoria, hace de la realidad viva un cadáver, pero es,
al mismo tiempo, el único grado posible de alcanzarla. Pero no es difícil
comprender que, en el caso considerado, lo general no hace más que matar
lo concreto, alejarse de él, al mismo tiempo, da un paso hacia ello. Lo ge-
neral se abstrae de lo concreto como de una cosa “que no es esencial”. Una
tal abstracción no expresa, ciertamente, la naturaleza universal concreta del
capital (de todo capital) industrial, bancario o comercial.
El Capital demuestra de la forma más evidente que la naturaleza eco-
nómica concreta del capital comercial –en tanto que aspecto concreto de la
totalidad capitalista y mercantil– no puede ser concebida en su principio
y expresada por una abstracción teórica, si el capital industrial no ha sido
comprendido previamente en su estructura interna.
Subrayamos que se trata de concebir en conceptos, ya que no se puede
crear una abstracción de la ganancia en general. En este caso, basta reducir los
fenómenos observados empíricamente a una expresión abstracta. Esta expre-
sión será totalmente suficiente para distinguir y reconocer con seguridad los
fenómenos de la ganancia de otros fenómenos. Cualquier patrón lo sabe hacer,
ya que sabe reconocer de maravilla la ganancia del salario, de la moneda, etc.

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Pero en la conciencia, en el pensamiento, lo importante es justamente la


comprensión, la concepción. La ciencia, es decir, el pensamiento en concep-
tos, comienza sólo donde la conciencia deja de expresarse simplemente y de
repetir las representaciones acerca de las cosas que le han sido suministradas
espontáneamente, para esforzarse en analizar de forma orientada y crítica
tanto las cosas como las representaciones que de ella tiene.
Comprender (concebir) un fenómeno significa aclarar su puesto y su
papel en el interior del sistema concreto de fenómenos en interacción en
el cual se realiza necesariamente, y aclarar justamente las particularidades
gracias a las cuales este fenómeno no puede jugar más que este papel en el
seno de un todo. Comprender un fenómeno significa aclarar su modo de
aparición, la “regla” según la cual esta aparición se realiza con una necesidad
oculta por un conjunto concreto de condiciones: significa analizar las con-
diciones mismas de aparición del fenómeno. Tal es la fórmula general de la
formulación de un concepto, de la comprensión.
Por ejemplo, comprender la ganancia es elucidar el carácter universal y
necesario de su aparición y de su movimiento en el interior del sistema de la
producción capitalista y mercantil: es aclarar su papel específico en el movi-
miento total de todo el sistema en su conjunto. Por esto sólo se puede realizar
un concepto concreto por intermedio de un sistema complejo de abstraccio-
nes que expresa un fenómeno por el conjunto de condiciones de su aparición.
Marx pide a la ciencia que conciba el sistema económico como un sis-
tema en desarrollo y que reproduzca en el desarrollo lógico de las categorías
la historia real de la aparición y del desarrollo del sistema.
Pero si esto es así, el valor como punto de partida de la concepción
teórica debe ser concebido por la ciencia como una realidad económica ob-
jetiva, existente antes de que pudieran aparecer y existir fenómenos como la
ganancia, el capital, el salario, la renta, etc. Por esto, las determinaciones teó-
ricas del valor no deben obtenerse por abstracciones de lo que la mercancía,
la moneda, el capital, la ganancia, el salario y la renta tienen en común, sino
por una vía completamente distinta. Se supone que todas estas cosas no exis-
ten. Ellas no han existido en toda la eternidad sino que han aparecido en un
punto cualquiera, y la ciencia debe descubrir esta aparición en su necesidad.
El valor es la condición real y objetiva sin la cual ni el capital, ni la mo-
neda, ni el resto son posibles. Las determinaciones teóricas del valor como
tal no pueden ser obtenidas si no se examina una realidad económica objeti-

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va existente antes, fuera e independiente de todos los fenómenos que se han


desarrollado después, basándose en ella.
Esta realidad económica objetiva, elemental, ha existido mucho antes
que apareciera el capitalismo y todas las categorías que expresan su estruc-
tura. Esta realidad es el intercambio directo de una mercancía por otra. No
es difícil convencerse de que una tal concepción no es posible si uno no se
apoya sobre un acercamiento fundamentalmente histórico del estudio de la
realidad objetiva.
La concepción del desarrollo como sucesión de fenómenos que toman
su origen los unos en los otros, se relaciona con la concepción materialista
dialéctica del proceso de deducción de categorías, del proceso que se eleva
de lo abstracto a lo concreto, de lo general (que es en sí mismo un particular
enteramente determinado) a lo particular (que expresa también una deter-
minación general y necesaria del objeto).
La base general de partida de un sistema de determinaciones teóricas ex-
presa, desde el punto de vista de la dialéctica, las determinaciones teóricas con-
cretas de un fenómeno típico enteramente particular y determinado, dado en
la práctica sensible a la intuición empírica, en la práctica social y la experiencia.
La particularidad de este fenómeno reside en que él es, realmente (fuera
de la cabeza del teórico) el punto de partida del desarrollo del conjunto de
fenómenos en interacción que se estudia, de todo este concreto que está en
el caso dado, el objeto de la reproducción lógica.
La ciencia debe empezar por donde comienza la historia real. El desa-
rrollo lógico de las determinaciones teóricas debe expresar el proceso histó-
rico concreto del devenir y del desarrollo del objeto. La deducción lógica no
es otra cosa que la expresión teórica del proceso del devenir histórico de lo
concreto estudiado. La justa comprensión de este principio supone una vía
adecuadamente concreta y de índole dialéctica en torno a la naturaleza del
desarrollo histórico.7
Cuando se habla de teoría marxista, se cae en el error de hacer pasar por
metodología científica y teoría en sentido fuerte lo que es un estilo intelec-
tual: la dialéctica. Un estilo que, además, no está orientado de forma pura al
conocimiento, sino que posee como preocupación básica la emancipación
de la humanidad, esto es, una transformación de carácter político y social.

7
E. Ilienkov, El Capital, teoría, estructura y método. Tomo 1, selección y prólogo de
Pedro López Díaz, México, Ediciones de Cultura Popular, 1975.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 35

Algo que aparecerá claramente en el fondo de sus textos, en su estilo prin-


cipal, la praxeología. Es decir: la fundamentación y formulación racional de
un proyecto de transformación de la sociedad o la fundamentación científica
de una práctica. Este es el género que guía la producción de madurez de
Marx y al que hay que vincular la reconstrucción totalizadora. Sin embargo,
esta vocación política no condiciona de manera negativa los datos obtenidos
por la ciencia en sentido normal, ya que no hay una relación contradictoria
entre ambas dimensiones, sino sólo una supraordinación:
La relación entre el “género literario” praxeológico y el de la teoría
pura –en sentido fuerte o formal– no es de antagonismo, sino de su-
praordinación: para la clarificación y la fundamentación de una prác-
tica racional la teoría es el instrumento más valioso, aparte de su valor
no instrumental, de conocimiento. Marx lo ha sabido muy bien y eso
hace de él, precisamente, un enorme teórico y una figura única entre
los grandes revolucionarios de la historia. Lo que muchos autores de
la tradición marxista han denominado “teoría” –entre ellos Althus-
ser– no sería sino, para Sacristán, un estilo intelectual de motivación
praxeológica. La aspiración a producir una visión de conjunto de la
sociedad, sus antagonismos, sus diferentes esferas sociales y planos
posibles de intervención. Por lo tanto la dialéctica –como estilo– sería
profundamente política, un saber de intervención, un conocimiento
formador de estrategias de transformación social más que una me-
todología o una “teoría de teorías”. De aquí se sigue que la totaliza-
ción dialéctica sea importante en la construcción de concepciones del
mundo, de un sentido común capaz de romper a través de la praxis y
la cultura las ataduras del capitalismo en pos de una nueva sociedad.
Yendo más allá de las determinaciones de la dialéctica en el terreno de la teoría,
de sus procedimientos de construcción, esta noción apuntará hacia la inter-
vención política a través de una mediación esencial: la concepción del mundo
vinculada al proyecto político comunista. Las “síntesis-dialécticas” operadas
por la unificación teórica de datos económicos, jurídicos, políticos y socia-
les elaborados por Marx, su forma antagonista de pensar una “individualidad
histórica”, miran hacia la transformación de la sociedad, algo que sólo puede
adquirir unidad y coherencia políticas en el seno de una cultura. Es decir, for-
mando parte de un sentido común que oriente la praxis colectiva de una clase
o una alianza de ellas plenamente consciente de la importancia de adquirir
hegemonía social a partir de una concepción del mundo explícita y racional,
capaz de terminar con las seudoconcreciones y la “obnubilación de la cons-
ciencia, con la presencia en la conducta humana de factores no reconocidos

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36 jorge lora cam

o idealizados”. Convertir una multitud de fuerzas de trabajo individuales en


una fuerza de trabajo social, una fuerza que se dé a sí misma un mundo a
través de la colectivización de los medios de producción, requiere, ante todo,
tres cosas: 1) la consciencia clara de su lugar dentro de la trama social actual
en la que vive, de su entorno y los antagonismos a los que se ve sometida en
tanto que clase social; 2) un esbozo de los marcos de acción, de las estrategias
a seguir para conseguir sus objetivos revolucionarios; 3) el requisito previo a
poseer una mirada capaz de crítica ideológica, capaz de crear un mapa social
para sus estrategias prácticas: conocimiento. Un conocimiento que no podrá
ser parcial, sino que habrá de presentarse como cartográfico y global, pues
su cometido es forjar el substrato de una concepción del mundo que guíe el
sentido político y moral de la colectividad. De ahí la necesidad de que sea
dialéctico, concreto.8
Para quienes apoyan la plurimetodología, hay que decir que no se trata
sólo de que la síntesis dialéctica no sea metodológicamente homologable
a otras disciplinas positivas, sino que su objeto es la transformación de la
realidad social a través de la modificación substancial de una concepción
del mundo colectiva. La consciencia y la transformación de la concepción
del mundo no es nada sin la lucha de clases, sin la acción social y política,
cuyo objetivo es la re-organización de la estructura productiva capitalista.
No obstante, el conocimiento permite una gradual crítica de las ideologías
existentes y un mayor entendimiento de las posibilidades de la clase, así
como la construcción de un entramado normativo y estratégico que dote
de contenidos adecuados la actividad antagonista de clase. Por todo ello, la
totalización dialéctica aspira a no ser una teoría, un sistema global por enci-
ma de las ciencias, sino una fundamentación práctica del momento […], la
práctica que ha de servir al criterio dialéctico es una práctica no tecnológica
sino revolucionaria […], el criterio de ponerla a prueba […] práctico social,
en grande o en pequeño, no quiere decir sólo en una gran revolución sino
también pequeñas revoluciones del tejido social. La síntesis-dialéctica funda,
al arraigarse a la concepción del mundo, las herramientas estratégicas para la
acción. Quizá esta arista de la dialéctica sea la más productiva para enfrentar,
tentativamente al presente horizonte globalizado. Especialmente ahora, un
momento en que la banalidad de la cultura posmoderna y la fragmentación

8
Mario Espinoza Pino, “A través de Marx Sacristán y los límites del marxismo occi-
dental”, , http://www.youkali.net/youkali15-b5-EspinozaPino.pdf

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 37

de los relatos sociales han llegado a la exasperación dentro de un marco de


crisis económica mundial. Asistimos hoy a un momento histórico en que las
mutaciones productivas del capitalismo post-fordista y mundializado han
promovido una concepción del mundo que llama libertad a la posibilidad de
elegir entre una gran diversidad de “subjetividades”, “juegos lingüísticos” y
prácticas privadas, aparentemente inconmensurables, mediadas por una cul-
tura de masas que oscila entre el vacío y la repetición. Todo ello, auspiciado
por la hegemonía de la ideología neoliberal, caracterizada por su continuo
ataque a lo que queda de las instituciones democráticas y a lo público, vale-
dora de un individualismo atomizador, consumista e irresponsable. De este
modo, creando nexos entre los diversos universos de discurso y experiencia
que tienen lugar en nuestras sociedades, explorando las lógicas que los atra-
viesan, podremos crear una pedagogía política que sirva de fundamento a
una cultura crítica, a una concepción del mundo renovada e históricamente
orgánica en un nuevo tipo de formación social.
Hoy día los relatos sociales dominantes no poseen la misma polariza-
ción ideológica, las sedes de los agentes capaces de producir cambios sociales
y sus características subjetivas han mutado, pluralizándose y rebasando los
cauces clásicos a través de los cuales el proletariado industrial accedía a la
lucha y su organización militante. Es una modificación del panorama social
que ha seguido la trayectoria de las transformaciones del capitalismo y las
luchas que han tenido lugar desde la segunda mitad del siglo XX. Por lo tan-
to, reivindicar hoy esta dimensión práctica de la dialéctica ha de pasar por la
creación de un nuevo marco de comprensión para las contradicciones actua-
les, tomando en cuenta las modificaciones estructurales en el modo de pro-
ducción capitalista y los nuevos problemas con los que nos encontramos hoy
día: desde la expansión del mundo laboral hasta la abusiva flexibilización de
la esfera laboral y la desregulación financiera, a la privatización de lo públi-
co o el violento despojo y los crímenes subsecuentes. Como también, por
supuesto, debe atender a la mencionada diseminación de los antagonismos,
que han adquirido nuevas identidades y líneas de crítica. Una totalización
dialéctica actual requeriría, en definitiva, la producción de una investigación
empírica de largo alcance sobre historia, economía, sociología, política, con-
flictos sociales, etc. Sólo al elaborar una síntesis global de dichos ámbitos
estaríamos en condiciones de producir un mapa cognitivo, un conocimiento
y un espacio de representación subjetiva para lo social que pudiese ir más
allá de las imágenes y discursos dominantes, deformadores e inhibidores de

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una praxis colectiva verdaderamente constituyente. La dialéctica nos exige,


antes de producir una síntesis de los procesos y contradicciones sociales, un
trabajo con lo empírico, con los resultados de los saberes constituidos, para
sólo después restituir a ese conocimiento su carácter concreto. Este es el
único modo de no crear ni totalizaciones de carácter especulativo, ni reiterar
consignas discursivas que terminen en una perspectiva escolástica, alejada de
los campos de conflicto real.
Si queremos atrevernos a reinventar el futuro, debemos comenzar por
revolucionar la educación popular, la escuela y la formación de investigado-
res desde abajo y desde las experiencias de lucha. Escuela, universidad y la
calle, transformándose en espacios colectivos y solidarios, donde convivan
la formación intelectual, científica y artística; la formación de conciencia
crítica; la formación de protagonistas sociales éticamente comprometidos
con los desafíos de construir otros mundos posibles, fundados en la compar-
tición de los bienes de la Tierra y los frutos del trabajo humano.
Respecto a las “ciencias sociales”, la epistemología marxista plantea la
existencia de una objetividad de la explotación y del colonialismo, nada
relativista ni abstracta, y sí muy concreta, que articula internamente toda
la sociedad burguesa, aunque con intensidades más o menos directas, de-
pendiendo del nivel social específico y de la idea de raza que desvaloriza el
trabajo colonial, de modo que la explotación asalariada, la opresión política
y la dominación ideológica actúan objetivamente, al margen de la subje-
tividad, condicionándola, y determinando las grandes tendencias, aunque
esa subjetividad tenga una innegable capacidad de condicionamiento y al
mismo tiempo autonomía relativa dentro de esas tendencias estructurales.
La objetividad de la explotación es una realidad concreta al margen de la
alienación subjetiva de las personas que padecen esa explotación objetiva.
Por eso mismo, lo concreto objetivo, la explotación, es simultáneamente
opresión política y dominación ideológico-cultural.
Para la teoría crítica, el sujeto no sólo es un producto pasivo de la histo-
ria y las condicionantes sociales, sino que al momento de tomar conciencia
de sus determinantes históricas, el sujeto, como actor social, como miembro
de una clase social, como sujeto colectivo, se puede convertir en produc-
tor de la historia. El sujeto se niega como un individuo con autonomía de
pensamiento y acción frente al mundo social que lo constituye, y al negarse
dialécticamente, al reconocerse como sujetado a determinadas circunstan-
cias históricas, renace como un actor social, como miembro de un grupo

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con intereses particulares capaz de emprender una acción emancipadora.


El sujeto se niega como individuo libre e independiente y renace como un
proyecto colectivo emancipador. La historia deja de ser un producto de los
individuos y se convierte en un producto de la lucha de clases. Esto es difícil
de entender por los intelectuales que parecen ensimismados en su narcisis-
mo e intereses concretos.
El conocimiento dialéctico y su método, la síntesis-totalizadora, consti-
tuían –como había señalado Sacristán– herramientas conceptuales dirigidas
hacia la praxis, hacia “la transformación programada de la realidad”. Dialéc-
tica quería significar, pues, reconstrucción de la situación social concreta a
partir los datos obtenidos por la investigación; estructuración y elaboración
de esos datos en un marco global que pudiera hacer inteligibles los antago-
nismos para la clase trabajadora. No se trataba, por tanto, de teoría sin más,
sino de un conocimiento de lo concreto cuyo fin era construir estrategias
para la intervención. Pero apostar por la comprensión dialéctica de la reali-
dad social precisa, además, de un proceso de fijación de objetivos y valora-
ciones que también rebasa la teoría y el ámbito de la “razón demostrativa”:
el proceso de decisión ético-política, una toma de posición de clase. De este
modo, dos críticas al marxismo contemporáneo son: una al subjetivismo de
los nuevos lukacsianos –que creían que el paso decisivo para la revolución
se daba en la “conciencia proletaria”– y otra al “teoricismo” de Althusser,
que confiaba a la ciencia las decisiones ético-políticas del proletariado y sus
estrategias de acción.
Cuando se olvida que el pensamiento es parte de la realidad se abre el
espacio a las idealizaciones. Gramsci lo analiza desde su concepción nega-
tiva, pero importante, sobre los intelectuales y su gran importancia en la
lucha de clases. Sostiene que el grupo social que posee o pretende el dominio
hegemónico de la sociedad deberá constituir a sus propios intelectuales. De
ellos, los de la clase históricamente progresista, real o imaginariamente, en
un momento histórico, ejercen tal poder de atracción que terminan subor-
dinándose espontáneamente a los intelectuales de los otros grupos sociales y,
por tanto, por crear un sistema de solidaridades entre todos los intelectuales.
Con la imposición del neoliberalismo, una vez más pudimos observar cómo
se dio este proceso en América Latina. Esto ocurre en los periodos históri-
cos en que el grupo social considerado progresista hace avanzar a toda la
sociedad, satisfaciendo no sólo sus exigencias existenciales, sino ampliando
continuamente sus propios cuadros por la continua toma de posesión de

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nuevas esferas de actividad económico-productiva. Apenas el grupo social


dominante agota su función, el bloque ideológico tiende a fracturarse y,
entonces aparecen bajo nuevas formas indirectas, hasta llegar a las medidas
de auténtica policía y los golpes de Estado.
Esta idea gramsciana se basa en la crítica de algunos marxistas que ma-
nejan la idea de que existen, por un lado, la realidad ciega y, por el otro, la
inteligencia y el pensamiento organizado, olvidando que el pensamiento es
y será siempre parte indisoluble de la realidad. Donde el hombre existe, éste
forma parte de la realidad primaria y puede ser la fuerza motriz y dinámica
de la realidad material. El pensamiento en abstracto, existente por sí mismo,
es una necedad; y del mismo modo, la empiria que opera ciegamente es un
sinsentido. Sin embargo, esta realidad existe con exterioridad y eso no es
reafirmado a veces por Grmasci.
Este hecho es tan importante para la definición de la hegemonía social
y política del grupo dominante, que Gramsci no duda en hacer depender
de una alta formación intelectual el modo como se ejerce el poder. Aunque
consideramos que es relativo y obedece al momento histórico y muchos
otros factores, Gramsci creía que si los intelectuales imponen abiertamente
su presencia, tendremos una dominación que será, ante todo, intelectual; y
a la inversa, la ausencia de intelectuales en la política va acompañada, por lo
general, de un ejercicio autoritario y despótico del poder. El intelectual de-
berá entender la teoría como una instrumento que se puede usar o no, que es
reconstruible, y que él no es más que un “intelectual específico”, no el porta-
voz de valores universales, pero sí de específicos en situaciones concretas. No
quien posee el saber y define líneas a seguir, sino quien aporta herramientas
que pueden usarse libremente. Es la prolongación de la potencia de la lucha.
La tarea del intelectual es apoyar a la conversión de la experiencia en una co-
munidad de pensadores populares, de filósofos que dirijan sus propias luchas
y ese es el necesario cambio epistemológico retomado por la IAP.
En contraposición a una ciencia atravesada y sometida a las relaciones
de poder y dominación, a una falsa universalización de sus conclusiones, a la
fetichización del conocimiento donde los seres humanos son considerados
objetos y donde la ética no tiene cabida, debemos rebasar estos parámetros,
esos conceptos y teorías, esas formas alienantes y coloniales del saber; reco-
nocer la diversidad y las complejas circunstancias contextuales, colocar en
el centro a la sociedad vista en su historicidad y reclamar una praxis para la
descolonización y emancipación de la humanidad.

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La praxis es, entonces, la actividad, orientada a la transformación de


un objeto natural o relación social, como fin, trazado por la subjetividad
activa de los hombres y, por consiguiente, actividad –en unidad indisolu-
ble– objetiva y subjetiva a la vez. La teoría viene posibilitada por la praxis,
acondiciona el modo en que la realidad es interpretada como teoría o ideo-
logía. Es la mediación entre la teoría y la práctica, que no se agota en sus
aspectos pragmáticos, sino que posee al mismo tiempo un carácter cognitivo
en la vida y en práctica de la investigación –siempre inacabada– durante el
mismo proceso de cambio de la realidad mediante la praxis. La praxis es el
producto del trabajo teórico y práctico de las generaciones pasadas sobre
una naturaleza o sociedad que no puede separarse de la actuación humana,
aunque permanezca exterior a dicha actuación. La naturaleza es un producto
social e histórico de la humanidad aunque esta misma humanidad no es más
que una parte –la parte consciente–, de la naturaleza. Las mediaciones entre
teoría y práctica nos explican su interacción cuando se separan en el análisis
y se juntan en la síntesis, muestran las cualidades de las cosas en interacción,
choque y unidad en la totalidad, muestra como los conceptos se definen,
delimitan, separan e interinfluyen, se desechan o superan al ritmo del movi-
miento de la realidad. La mediación sólo puede ser plena si se realiza en un
proceso creador y emancipador.
Algunos obstáculos al desarrollo de la praxis radican en reafirmarse en
lo seguro ante la incertidumbre, en la apropiación colonial, patriarcal y eu-
rocéntrica del trabajo intelectual y en la alienación y el fetichismo de la
mercancía que sólo pueden ser superados a través de la praxis emancipatoria.
Esta práctica nace de superar el miedo y la sumisión, del contacto con las or-
ganizaciones y movimientos de resistencia al dominio y la subordinación, en
la crítica a la realidad capitalista y en la investigación rigurosa y minuciosa
de la realidad, en la elaboración teórica desde la lucha étnico-clasista, de lo
colectivo, con contenido político respecto al poder y la dominación basada
en la honestidad y la autocrítica, en contrastar ideologías y teorías, asentada
en la realidad misma. Nuestra visión considera al sujeto colectivo y social
que analiza como un conjunto de individuos humanos, materiales y vivos,
sensitivos y racionales, organizados socialmente. Se basa en un ser humano
material y activo en el que coinciden el ser consciente con el ser objetivo,
natural-social, extra consciente. Un sujeto capaz de conocer y transformar a
través del trabajo el mundo del que forma parte, y con el que se relaciona,
no de forma contemplativa como los antiguos, ni de manera pragmático-

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tecnológica como lo hace el pensamiento burgués, sino de una manera prác-


tico-materialista, con una negatividad que transforma y conserva a la vez la
naturaleza, presupuesto exterior y producto de la acción social humana.
Respecto a la sujeción de la táctica concreta al objetivo final, lo cientí-
fico es saber que un ideal emancipatorio es un objetivo, no el presunto re-
sultado falsamente deducido de una cadena pseudo-científica de previsiones
estratégicas. Lo científico es asegurarse de la posibilidad de un ideal, no el
empeño irracional de demostrar su existencia futura. Y lo revolucionario es
moverse en todo momento teniendo siempre consciencia de la meta y de su
radical alteridad respecto a esta sociedad, en vez de mecerse en una ilusión
de transición gradual que conduce a la aceptación de esta sociedad.

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CAPÍTULO I
PROBLEMAS EPISTEMOLÓGICOS Y METODOLÓGICOS
DE LA INVESTIGACIÓN EN CIENCIAS SOCIALES

1. Introducción
El objeto de este trabajo es que a partir de la autorreflexión sociológica so-
bre el particular quehacer de las ciencias sociales en América Latina y otras
regiones coloniales, proponer algunas orientaciones para la investigación
en ciencias sociales. Para empezar esta tarea necesitamos poseer tanto co-
nocimientos mínimos de las ciencias sociales en sus tradiciones teóricas y
cognitivas, como de sus supuestos filosóficos, enfatizando en las formas de
construcción epistemológica y metodológica. El investigador desde el inicio
de una investigación –que requiere una indagación previa– debería inten-
tar explicitar el objeto de estudio, expresar el sentido y las contradicciones
que percibe su conciencia, inscribirla en la totalidad e intentar interpretar
los contenidos epistemológicos, el ángulo de la mirada, el tipo de abordaje
disciplinario y las teorías que discute, la tesis central sustentada y fundamen-
tada, la visión holística y compleja, la argumentación positiva y negativa y
la visión ontológica, gnoseológica y axiológica, considerando que la meto-
dología es epistemología en acto que dialoga con otras concepciones y que
recurre a todos los recursos para descubrir e intervenir en el conocimiento
de las potencialidades de cambio. El conocimiento epistemológico en su
vertiente crítica permite reconstruir la lógica del pensamiento expresado en
teorías y métodos, en la arquitectura de la sustentación de la tesis central ex-
plicativa respaldada en argumentos o datos que la hagan creíble o verosímil,
y la fundamentación que encuentre los principios de base para construir la
teoría, sea ésta explicativa o interpretativa. Es la visión de la realidad, del co-
nocimiento; es la filosofía que está en el contenido y en el discurso, pero hay
que ponerla en evidencia. El análisis epistemológico se aplica a las condicio-
nes necesarias y suficientes para la producción de conocimiento científico.
Los conceptos y las tradiciones filosóficas son importantes porque –como

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veremos– muchas veces y en algunas situaciones, sin tener conciencia de ello


soportan la construcción de las teorías sociales respecto a su objeto, a la fina-
lidad, al origen, naturaleza, relación sujeto-objeto, métodos, posibilidades,
niveles y límites, etc. del conocimiento social. Sin embargo, la epistemología
también debe ser sometida a la reflexividad permanente.
¿Por qué desarrollamos la iniciativa de este libro? Porque es necesaria
una postura reflexiva sobre la concepción hegemónica acerca de la investiga-
ción académica y no académica, y proponer alternativas de cómo pensar y
hacer investigación, que sirva para la formación de sujetos pensantes, críti-
cos, con capacidades de adquirir una conciencia histórica y formarse cultural
y éticamente. Pero además, porque se evidencia un fracaso universitario en la
titulación mediante la tesis. Y hay que hacer algo para no perder esta valiosa
tradición académica, no para titular, sino para graduar a quienes tengan
los conocimientos suficientes. Porque la universidad latinoamericana es una
paradoja, pues por un lado otorga títulos profesionales sin demostración
práctica de la capacidad del egresado, y por otro, sin enseñar a investigar,
exige tesis que tengan un pretendido carácter científico. No obstante, en las
escuelas o facultades de ciencias sociales se considera que aprender a inves-
tigar es parte fundamental en la formación académica y, por otra parte, una
opción aun es realizar un trabajo de investigación para titularse, sin embar-
go, los resultados no acompañan las expectativas. En definitiva, ni se forman
investigadores, ni se forman profesionales. La tensión crece con la universi-
dad neoliberal que sólo pretende adiestrar técnicamente a trabajadores para
las transnacionales. Y en eso tampoco hay avances. La universidad debería
aspirar a contribuir a educar en saberes, y no sólo a la adquisición y tras-
misión de conocimientos; a la formación cultural como base de una futura
profesionalización, después de al menos un lustro de experiencia práctica
supervisada, con formación de la conciencia histórica y capacidad creativa.
Para tener las bases de una práctica investigativa, las carreras ofrecen mate-
rias de metodología y epistemología, considerando que conocer los métodos
y nociones de filosofía de la ciencia, crea la base suficiente para investigar.
Los profesores de metodología pretenden llenar los vacíos dejados por la
licenciatura, repitiendo los usuales cartabones a los que agregan algunas mo-
das eurocéntricas. No podemos dejar de mencionar que existen muchos úl-
timos desarrollos metodológicos que no se toman en cuenta y que de seguro
aportan a este debate. En nuestro punto de partida está la consideración de
que existe la posibilidad de hacer ciencia social, que se realiza con distintos

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 45

métodos y teorías de acuerdo al objeto, y que la ciencia social es indispensa-


ble para apoyar aspiraciones emancipatorias y democráticas.
Karel Kosik, en Dialéctica de lo Concreto, plantea tres ideas fundamen-
tales: a) desarrolla una ontología de la praxis dentro de la cual se explican y
justifican las acciones humanas encaminadas a transformar el mundo; recha-
zando la naturalización del ser humano. La dialéctica vendría a ser el método
de la reproducción espiritual e intelectual de la realidad y no su reducción; el
hombre conoce en cuanto crea realidad económica y social. b) Se opone tan-
to a toda esquematización abstracta, al “necesitarismo” y al “determinismo”,
como al voluntarismo existencial. c) Advierte contra las totalizaciones falsas
causadas por la hipóstasis de una parte de la realidad o por un confusionis-
mo romántico. La cosa misma de la que trata la filosofía es el hombre y su
puesto en el universo, o sea, la totalidad del mundo revelada por el hombre
en la historia y que existe en la totalidad del mundo. El hombre concreto
se halla por encima del sistema y no puede ser reducido a él, cosificando las
relaciones humanas. El análisis científico se integra a la praxis emancipato-
ria y se basa en el conocimiento de la praxis histórica y el movimiento real
de la sociedad. El conocimiento es práctica, para conocer, el hombre debe
transformar las cosas; el hombre sólo conoce la realidad en la medida en que
crea realidad humana y se comporta como ser práctico. La conciencia debe
ser considerada como percepción y proyección, en su aspecto teórico predi-
cativo –en forma de conocimiento explícito fundado racionalmente y en la
teoría– y en su aspecto antepredicativo e intuitivo.
Sobre esta base, y apuntando a las pseudoconcreciones principalmente
eurocéntricas, el punto de partida debería ser la auto-reflexión crítica del sa-
ber, de las teorías, de las ciencias y el cientificismo –y su manifestación en la
llamada crisis de las ciencias sociales, expresada al hacer una revisión crítica
del estado del arte hoy caracterizada, además, por reconocer una evidente
crisis teórica y epistemológica, vinculada a la actual crisis civilizatoria y otras
determinaciones. En realidad, contiene el núcleo refutable de sus teorías en
su propio seno desde los mismos procesos constitutivos de su construcción
y de su supuesta universalidad expresada en los países periféricos, en el colo-
nialismo y en la colonialidad del saber y del poder. Las otras determinaciones
incluyen por ejemplo su incapacidad de comprender y explicar los actuales
modos de producir, los cambios en el capital y la crisis de la economía y más
allá: la crisis energética, alimentaria, ambiental, política, educativa, cultural,

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etc., que se profundizó con la mercantilización y postergación de sus institu-


ciones y las consecuencias regionales en América Latina.
Aunque el poder reconoce la importancia del conocimiento, la lógica
neoliberal y colonial ha conducido a un desastre educativo al privilegiar la
profesionalización y el adiestramiento técnico como tareas centrales de la edu-
cación superior, dejando el desarrollo de la ciencia y la tecnología a una elite
angloeurocéntrica de las más notables universidades europeas y norteameri-
canas, reafirmando estar subordinadas a las necesidades de la acumulación
y las trasnacionales. Este monopolio tecnocientífico, precisamente, debería
obligarnos a la apropiación del desarrollo de la ciencia por la intelectualidad
crítica. Pero para ello se necesita de proyectos soberanos y emancipatorios de
cambio.
Las ciencias sociales también son objeto de disputa entre politización-
despolitización, ética-corrupción, conciencia crítica-falsa conciencia. Al
mismo tiempo, son parte de la búsqueda de sentido de la racionalidad hu-
mana. Si el mundo puede ser racionalmente interpretado, la racionalidad
es explicitación crítica de las finalidades que orientan la práctica concreta
vista como reinterpretación de las creencias a partir de la experiencia y re-
cuperación de culturas y saberes, nuevos y diversos, antiguos y enterrados,
de nuevas epistemologías inofensivas por separado (tal como lo hacen las
ong) que vienen articulando género, sexo, generación, identidad, cultura,
religión, escuela.
Retomemos a Eduardo Grüner, quien entiende la Tesis XI Sobre Feuer-
bach como una expresión de radicalidad y profundidad, y como fundamen-
to de la historia de la praxis. Señala:
la transformación del mundo es la condición de una interpretación
correcta y “objetiva”, y por otro, que, viceversa, dada esta condición,
la interpretación es ya, en cierta forma, una transformación de la reali-
dad, que implica, en un sentido amplio pero estricto, un acto político,
y no meramente “teórico”. No es otra cosa lo que encierra el ya citado
concepto de praxis (que Marx toma, por supuesto, de los antiguos
griegos). La praxis no es simplemente, como suele decirse, la “unidad”
de la teoría y la práctica: dicho así, esto supondría que “teoría” y “prác-
tica” son dos entidades originarias y autónomas, preexistentes, que
luego la praxis (inspirada por el genio de Marx, por ejemplo) vendría
a “juntar” de alguna manera y con ciertos propósitos. Pero su lógica
es exactamente la inversa: es porque ya siempre hay praxis –porque la
acción histórica es la condición del conocimiento y viceversa, porque
ambos polos están constitutivamente co-implicados– que podemos

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 47

diferenciar distintos “momentos” (lógicos, y no cronológicos), con su


propia especificidad y “autonomía relativa”, pero ambos al interior de
un mismo movimiento. Y este movimiento es el movimiento (la más
de las veces “inconsciente”) de la realidad (social e histórica) misma,
no el movimiento, ni del puro pensamiento “teórico” (aunque fuera en
la cabeza de un Marx) ni de la pura acción “práctica” (aunque fuera la
de los más radicales “transformadores del mundo”).9
Marx diría, divergiendo con Grüner: somos sujetos prácticos antes de ser
sujetos teóricos. El mundo de la práctica es el mundo material de las rela-
ciones con el medio sociopolítico que nos constituye, las acciones que nos
producen y lo que hacemos. Lo que hace Marx es colocar a la praxis material
como motor de la historia y al concepto de la praxis de la historia material
como criterio básico del complejo conocimiento transformador/transforma-
ción conocedora, resolviendo el dilema entre Idea sin materia y materia sin
idea. Grüner sigue confundido cuando agrega en otro lugar que el método
de esta metodología es la praxis social histórica de la lucha de clases. Pero
se corrige cuando señala que se trata de un método que, más allá de que
sea aplicado por un intelectual crítico individual, tiene un sentido social-
histórico colectivo mediatizado por la praxis, como momento del proceso
de conocimiento/transformación del mundo. Dicho método lo ejemplifica
con la postura de Sartre acerca de sus momentos lógicos: 1. Descripción
“fenomenológica”, de observación sobre la base de la experiencia y de una
teoría general; 2. Un momento “analítico regresivo”, que retorna sobre la
historia del grupo en cuestión para definir, fechar y periodizar las etapas y
transformaciones de esta historia; y 3. Un momento “regresivo-sintético”
que continúa siendo histórico genético, pero que vuelve del pasado al pre-
sente en un intento de redefinir este último de manera más determinada y
compleja que en la fase inicial, formulando conjeturas sobre las tendencias
del futuro. Existe una tensión entre subjetividad y objetividad en el proceso
de construcción de conocimiento, siguiendo la secuencia totalización/des-
totalización/retotalización, en la que se recupera en el segundo momento la
particularidad concreta y compleja del “objeto”.10
Antes Kosik sostuvo que el método de investigación comprende tres
grados: 1) Asimilación minuciosa de la materia, pleno dominio del material

9
Eduardo Grüner, “Estudio Introductorio”, en
Marx, historiador de la praxis, http://
marxismocritico.com/2014/03/14/marx-historiador-de-la-praxis/
10
Jean Paul Sartre, Crítica de la razón dialéctica, Bs. As., Losada, 1964.

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incluyendo todos los detalles históricos posibles. 2) Análisis de las diversas for-
mas de desarrollo del material mismo. 3) Indagación de la coherencia interna,
es decir, determinación de la unidad de esas diversas formas de desarrollo.
La ciencia social también tiene su correlato práctico, no es más que una
reducción analítica si no es sometida a la práctica, a la experiencia. La inves-
tigación surge de la práctica y se orienta hacia ella. Carece de valor conocer
causas en base a hipótesis, ofrecer explicaciones si no da lugar a la comple-
jidad de lo nuevo o indeterminado, si no admite procesos –parafraseando a
Mariátegui– que no sean calcos o copias. Los constructos de aquel tipo sólo
son modestos acercamientos a partir de limitaciones analíticas que no están
en la historicidad, en la realidad, pero que con este conocimiento, algunos
políticos se atreven a formular estrategias que no aplican para la acción po-
lítica de cambios profundos. Las investigaciones parciales se convierten en
ideología, si no parten de las posibilidades que ofrece la realidad. Los inte-
lectuales orgánicos que trascendieron lo hicieron por reconocer e interpretar
el momento histórico y por dar respuestas con acciones arraigadas en las ma-
sas. La teoría no puede sustituir a la actividad de los sujetos y de las masas.
Joaquín Miras Albarrán señala: “La razón práctica, el sentido común, está ya
alimentado por valores que son patrimonio de los organizados y forman la
cosmovisión en que se basa su orientación del mundo”.11
Un ejemplo está en los movimientos sociales en los Andes. En respuesta
a la agresividad neoliberal, por un momento no sólo se colocaron por enci-
ma de la izquierda, sino que la llegaron a arrollar. Sin embargo, era la misma
izquierda disgregada en las ong encargadas de mitigar la política imperial.
Muchos de ellos luchaban y luchan desde la razón práctica que organiza la
praxis, por controlar e imprimir el saber práctico que orienta el cambio de
vivir, por una nueva cultura cotidiana, basada en la experiencia que las ne-
cesidades de la explotación dicta a los subalternos. Fue una lucha no elitista
sino democrática que se enfrentó constantemente con sus enemigos étnicos
y de clase. El ethos cultural que demanda soberanía, autonomía, territorio,
igualdad, justicia, libertad, solidaridad y también democracia socialista for-
mó parte de los principios que coexisten con otros que se fueron desechando.
Empero, pronto también mostraron sus limitaciones, cuando muchos mo-
vimientos se quedaron reducidos a sus intereses particulares y los Gobiernos

11
Joaquín Miras Albarrán, El legado cultural del comunismo. Debate con Jordi Borja,
Libros libres, www.rebelion.org, 1/03/2011.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 49

populares se convirtieron en conservadores y gestores del capitalismo. Ante


eso se detiene el pensamiento, domina el conformismo y se prefiere quedar
bien consigo mismo, con la ilusión de que continúan las revoluciones por sí
solas. Inclusive los críticos que quedan en las ong y fuera de ellas son mal
vistos y alejados de las comunidades de intelectuales. Ocurre algo similar en
las nuevas experiencias de Syriza y Podemos, entre otras nuevas prácticas.
Este abreviado y simplificado proceso nos muestra la necesidad de in-
vestigar, y que la teoría no puede anular la libertad de criterio desde la propia
práctica. La conciencia de clase es el saber obtenido desde el filosofar sobre la
experiencia de la conciencia práctica. Los programas deben vincularse a esta
experiencia, a las capacidades y los debates del movimiento, pues no hay cono-
cimiento político al margen de la praxis concreta, histórica. Para el reduccio-
nismo, toda la riqueza del mundo no es otra cosa que la sustancia inmutable
puesta en movimiento, razón por la que este método no puede explicar racio-
nalmente lo nuevo; para él todo puede ser reducido a condiciones y premisas,
lo nuevo no es otra cosa que lo viejo. Sólo una concepción de la materia que
descubre en la materia misma la negatividad, o sea, la capacidad de producir
nuevas cualidades y grados evolutivos más altos, permite explicar lo nuevo
como unidad del mundo material. La idea de totalidad en Kosik comprende
la realidad en sus conexiones internas y descubre bajo la superficialidad y ca-
sualidad de los fenómenos las conexiones internas y necesarias. La totalidad
no puede ser reducida a una dimensión ni al conjunto de todos los hechos.
Reunir todos los hechos no significa conocer aún la realidad, y todos los he-
chos no constituyen aún la realidad. Los hechos deben concebirse como tota-
lidad estructurada en la cual puede ser comprendido racionalmente cualquier
hecho. Hablamos de una totalidad concreta que se convierte en estructura
significativa para cada hecho o conjunto de hechos. La investigación de la
realidad social es el punto de vista de la realidad concreta, donde todo fenó-
meno puede ser comprendido como elemento del todo. Como señala Martín
Retamozo, cierto constructivismo muestra limitaciones cuando asume una
noción de conocimiento lindante con el idealismo o de un juego de lenguaje
escindido de la realidad. Agrega que la introducción de la noción de totalidad-
concreta y sus modos de conocer, resitúa la discusión sobre la dialéctica como
estilo de pensar la realidad. Esa totalidad proviene de y constituye procesos
históricos, y produce entramados sociales con dinámicas propias, posibles de
múltiples reconstrucciones. Los modos de producción de la totalidad subvier-
ten la distinción objetivo-subjetivo, prácticas que se objetivan, estructuras que

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se subjetivan y brindan como resultado la concepción de un proceso histórico


social dinámico, multidimensional, multitemporal y en movimiento, con im-
portantes desafíos metodológicos.
Por su parte, en una visión gramsciana, la filosofía de la praxis, es un sa-
ber segundo, y ni ella ni el sentido común intentan prescindir de una ciencia
social que utilice una metodología de la praxis de la que sean protagonistas
los sujetos investigados-investigadores, que convierta a todos en filósofos.
Es la cultura puesta en movimiento por los subalternos. El saber prácti-
co incluye saberes aprendidos en la escuela, la universidad, la información
aplicada a la reflexión e integrada al buen sentido, con sus capacidades y
facultades históricas, cuyas potencialidades son desconocidas. Entonces, la
filosofía de la praxis es reflexión sobre la experiencia de la conciencia de los
sujetos históricos procedentes de una cultura a partir de la cual se construye
la experiencia. La síntesis de saberes se hace desde el sentido común práctico,
desde el buen sentido de la experiencia democrática, desde la razón práctica.
La construcción del intelectual orgánico es una tarea democrática que
parte de la percepción de la propia experiencia –conciencia– del saber re-
flexivo, sobre la experiencia que la praxis consciente genera en la concien-
cia. Una teoría unida a la praxis, en una totalización permanente, en movi-
miento, que se registra desde la praxis social e histórica, construye verdades
y unifica para la acción las capacidades existentes. La actividad inicial fue
la negatividad, la crítica al orden establecido a partir de la experiencia de
vida, del sentido común transformado en buen sentido, en pensamiento
autoorganizador, en autorreflexión sobre su experiencia que hizo de la acti-
vidad de las personas la modificación de sus culturas históricas. Se preservó,
trascendiendo, se unificó culturas, homogeneizándolas según principios ya
existentes, recreando y yendo más allá de culturas y saberes –y en base a
ellas– crearon praxis y culturas nuevas.
Pensando con De La Garza, el marxismo –salvo dignas excepciones– an-
duvo a la deriva en relación con los problemas centrales de la investigación
hasta los años ochenta del pasado siglo; quedó inconclusa la posibilidad del
planteamiento de un método alternativo al hipotético deductivo visto como
método de construcción de Teoría y no de justificación de ésta, y la recupera-
ción de estrategias epistemológicas más que categorías metodológicas, que no
sean asimilables a las del neopositivismo, tales como la distinción entre méto-
do de investigación y de exposición; la relación entre lo teórico y lo histórico-
empírico, los niveles de abstracción en una Teoría, las formas de relación entre

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conceptos en ésta y sobre todo descubrir el concepto central de reconstrucción


de la Totalidad. Es decir, no se comprendía que entre concepción de la Rea-
lidad, Teoría y Método, las relaciones pueden no ser únicamente deductivas,
e implicar saltos en niveles de abstracción que se llenan con supuestos ad hoc
concretos. De tal manera que de unos supuestos en un nivel de abstracción es
posible derivar reconstructivamente más de una conclusión.12
El mismo De la Garza, sostiene que el nuevo marxismo crítico empieza
por recuperar al sujeto, y lo hace desde su visión de la ley de tendencia, como
acondicionamientos objetivados que escapan a la voluntad de los sujetos,
pero que no determinan, sino presionan, de tal forma que la resultante es
esta objetividad pero también de sujetos con capacidad de tomar decisiones
mediadas por procesos de construcción de significados. De esta forma, la
potencialidad no se equipara con la probabilidad estadística, y la tenden-
cialidad no tiene porqué realizarse, porque puede ser puramente abstracta o
bien concretarse a través de las prácticas, por aquellas condiciones que no se
escogieron y su relación con aquellos que hacen la Historia. En esta medida,
el privilegio marxista por el tiempo presente tendría que ser entendido como
articulación entre objetividad y subjetividad. Objetividad que resulta de la
objetivación de interacciones con sentido que escapan a sus creadores y con-
forman un nivel diferente de realidad de los inmediatamente individuales,
que requieren actualizarse, pero que no desaparecen inmediatamente porque
cesaron las prácticas que lo originaron. Lo anterior se relaciona con la idea de
espacio de posibilidades para la acción viable de los sujetos, como alternativa
al de predicción. Espacio conformado por objetivaciones de diversos niveles
que acotan la acción viable de los sujetos en la coyuntura, de tal forma que el
resultado concreto depende también de las concepciones e interacciones en-
tre sujetos, donde el futuro no está predeterminado sino que implica poten-
cialidades, proyecto y prácticas, con virajes en función en parte de los sujetos.
Asimismo, la prueba en Marx no es la verificación positivista, verificación
puramente contemplativa a través de los sentidos o los datos, sino que es la
praxis, que viene del antiguo concepto de experiencia, que implica situación
en estructuras, procesos de construcción de sentidos e interacciones tendien-
tes a la transformación de la realidad dentro de un espacio de posibilidades
objetivo. O como dicen Elza Maria Fonseca Falkembach y Walter Frantz:

12
Enrique de la Garza Toledo, La metodología marxista y el configuracionismo latinoa-
mericano, http://docencia.izt.uam.mx/egt

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Entonces, a nuestras epistemologías las comprendemos como conjun-


tos de principios y orientaciones que: a) regulan la construcción de
conocimientos de resistencia; b) tienen una historia que le da identi-
dad: las producciones originales y las que devienen de la resistencia a
la colonización/colonialismo. Estas epistemologías se multiplican es-
pecialmente en razón de las acciones y necesidades de los movimien-
tos e instituciones sociales que, aprendiendo de victorias y derrotas,
crecen, se diversifican y demandan “pensar correcto” (recordando a
Paulo Freire), para que sus formas de estar en el mundo ya anticipen
los otros mundos que queremos hacer posibles.13
En lo que sigue criticaremos: 1) Las concepciones filosóficas que enfatizan
en la preferencia por un solo aspecto de la investigación, sea el sujeto o el
objeto, el análisis frente a la síntesis, la inducción respecto a la deducción,
etc., pues cualquiera de ellas alterarán negativamente al proceso de cono-
cimiento. 2) A los metodólogos que con sus cartabones o abanderando el
“método científico” no salen de un vulgar neopositivismo, con disfraz racio-
nalista, o retrocediendo hacia posturas prehegelianas. 3) A quienes hablan de
pluralismo metodológico, ocultando su preferencia por una escuela, caso de
Federico Schuster, con su declarada predilección por la fenomenología. Las
propuestas de Zemelman y De la Garza sobre la reconstrucción han asumido
el reto de pensar los procesos de constitución de la realidad social, incorpo-
rándola en un proyecto de ciencias sociales críticas que, precisamente, busca
dar cuenta de las dimensiones complejas de los modos de dominación, las
acciones de resistencia y las perspectivas de futuro, esto es, la realidad mul-
tidimensional en movimiento. Esta perspectiva reconstruccionista propone
un desarrollo consecuente a la hora de pensar los modos de construcción
de teorías, datos y proyectos de investigación. La dicotomía sujeto-objeto
pierde su status en tanto se subvierten las condiciones donde ésta es posible;
lo que tenemos es la construcción de objetos a partir de problemas, con la
intervención de los sujetos epistémicos y la totalidad, como síntesis provi-
sional de lo heterogéneo. Tanto la totalidad y el sujeto epistémico redefinido
desde los insumisos, como el objeto, son producto de construcciones pero
de diferentes dimensiones (ontológica, epistemológica y metodológica), a
integrarse en la configuración teórica reconstructivista.

13
Elza Maria Fonseca Falkembach, Walter Frantz, Sistematización, creación de cono-
cimiento, epistemologías no eurocéntricas, www.alainet.org, núm. 499, octubre de
2014.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 53

En esta perspectiva adquiere centralidad la definición de problemas de


investigación y, fundamentalmente, la construcción de objetos inclusivos
conlleva desafíos metodológicos para cada objeto concreto: la incorpora-
ción de la historicidad y sus múltiples temporalidades; la cuestión de las
determinaciones, de la indeterminación y la contingencia; la inclusión del
futuro; el desafío de asumir el movimiento y las múltiples dimensiones de lo
social que intervienen en el proceso del conocimiento. El constructivismo y
la fenomenología –no obstante el subjetivismo– ofrece importantes debates
en la proyección de una ciencia social crítica capaz de superar el obstruccio-
nismo epistémico, proveniente tanto de las visiones positivistas y racionalis-
tas obsoletas en epistemología, pero con vida en investigaciones empíricas,
como de posiciones relativistas que también habitan en el propio campo del
constructivismo. En un terreno contemporáneo, la reconstrucción articula-
da aporta hacia una revitalización de la teoría social que revisita los temas
clásicos del pensamiento social. Pero con un horizonte superador, reconfi-
guracionista, en el cual se requiere el diálogo crítico con otras perspectivas.
El uso crítico de la teoría es parte de una propuesta que supera las limi-
taciones del constructivismo, para abordar procesos histórico-políticos (lo
dado-dándose). El tratamiento de las dimensiones complejas de la realidad
social requiere de un momento de construcción de teoría, que permita anali-
zar aquello de los procesos que no puede ser inquirido fenomenológicamen-
te, ni que está allí para ser descubierto, sino que exige la intervención de los
investigadores. El vínculo con la dialéctica es ineludible.14
A diferencia de las metodologías hegemónicas, creemos más bien que
para empezar a investigar la conciencia social, la ideología y la ética, son fun-
damentales en la elección de un tema. La indignación y la pasión preceden a
la teoría, es la necesidad de aumentar nuestra conciencia, después aparecerá
el desafío de cuestionar y hacer teoría. Conocer es un proceso articulado a la
práctica y a todas las dimensiones de la vida. Busca conocer el mundo desde
y en la práctica transformadora, en la cual intervienen deseos, valores, vo-
luntades, emociones, imaginación, intenciones y utopías. En este sentido, la
unidad entre lo político, lo metodológico y lo pedagógico se da en la misma
acción transformadora, es decir, en la práctica concreta.

14
Martín Retamozo, Constructivismo: epistemología y metodología en las ciencias sociales,
http://www.academia.edu/

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La propuesta de una metodología de carácter dialéctico, de la praxis,


posibilita a los participantes tomar distancia de la propia práctica, revisar, re-
flexionar y teorizar sobre su experiencia en los procesos sociopolíticos en que
participa, para, finalmente, construir nuevos horizontes y nuevas prácticas;
aportar colectivamente a la construcción de nuevas miradas y sentidos co-
munes en la acción sociopolítica, para la construcción de nuevas relaciones
de poder y el fortalecimiento de liderazgos colectivos.
Para develar los mecanismos de opresión-dominación, hay que hacerlo
desde la reflexión colectiva, la lectura crítica del contexto, de la práctica
sociopolítica y de las teorías, que permita construir estrategias para generar
grietas a los sistemas de opresión. Hay que colocar en el centro al objeto,
a la realidad, que en las ciencias sociales, más claramente que en otras, in-
cluye al sujeto y su subjetividad práctica; y de acuerdo con ella, utilizar los
métodos, teorías, técnicas, que más nos sirvan, con un estilo de pensar dia-
léctico e imaginativo de una realidad en movimiento. Cuando investigamos,
estamos en un proceso de descubrimiento, de búsqueda de causas, estamos
observando, interpretando, intuyendo, pensando lógicamente, mejorando
los discursos, autorreflexionando, desechando el unilateralismo o preocu-
paciones filosóficas de búsqueda de a quién emular o qué teorías demostrar.
Ser pluralistas desde el materialismo demanda ubicarse en la conciencia de la
época, y por tanto, criticar las concepciones, teorías, métodos, fundamentos
filosóficos dominantes, que sólo buscan equilibrios. Y, lo más importante y
permanente en la investigación: debemos criticar la realidad y las visiones
acerca de la misma, interviniendo en ella para transformarla.
Los grandes investigadores, además de su capacidad para explicar e in-
terpretar el momento histórico desde y hacia lo concreto, fueron sumamente
críticos y tuvieron concepciones libertarias. Incluso teóricos de la sociología,
como Durkheim –al inicio objetivista– dejaron a un lado posturas unilate-
rales e integraron concepciones, métodos y teorías críticamente. Pero como
sujetos del sistema no pudieron o no se atrevieron a ir contra el sistema.
El conocimiento, aún con sus rupturas, es acumulativo; y las teorías,
aunque se desechen total o parcialmente, son interpretables, criticables,
conmensurables, contrastables. Es un proceso que todo investigador debe
seguir. Marx lo hizo respecto a Hegel y a otros pensadores relevantes que
lo precedieron. La propuesta de Hegel, retomada y utilizada por Marx, fue
captar el movimiento de la historia, no óolo las conclusiones sino el análisis
del proceso de conjunto. La verdad no se encuentra sólo en el desarrollo de

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 55

la totalidad sino en cada una de sus fases históricas y procesos. Ello presu-
pone la superación de la diferencia sujeto-objeto, y que la verdad se exprese;
no sólo como sustancia sino como sujeto. No podemos quedarnos en enun-
ciados generales sino que hay que avanzar a proposiciones que expresen el
contenido de lo real. Va más allá de la lógica formal el ver en lo negativo
lo contradictorio, una esencia de veracidad y realidad que explica las trans-
formaciones. Para llegar a la verdad se necesitan conceptos que expresen
la realidad; en sus determinaciones internas, en sus potencialidades, en su
devenir, en sus partes y en el todo; pero la verdad también surge de las con-
tradicciones de la realidad. De allí que cada objeto requiera de conceptos y
teorías particularizadas. La negatividad permite ver el cambio y posibilitar
otros. El conocimiento debe expresar la necesidad interna del objeto. Prime-
ro, el objeto es descompuesto, analizado en sus componentes esenciales para
establecer determinaciones internas y localizar las indeterminaciones. Desde
el pensamiento se eleva a la cosa en general. Luego se restablecen las partes
en el todo, se articulan las partes para ver su funcionamiento de conjunto.
Y finalmente, de lo general se llega a la experiencia de la cosa misma. De lo
concreto sensible a lo concreto pensado, concreto abstracto-concreto. Lo
concreto es concreto porque es la síntesis de múltiples determinaciones y
también de indeterminaciones que surgen de momentos y circunstancias
que permiten la emergencia de posturas emancipatorias.
Penetrar en sus múltiples determinaciones, encontrar las indetermina-
ciones y potencialidades, intentar ser totalizante en el movimiento de su de-
venir, desde la negatividad, descubriendo las contradicciones, ubicado desde
el presente en la historia larga, media, destacando la búsqueda de potencia-
lidades de cambio. Y luego, hay que destotalizar y otra vez retotalizar. Es lo
que habría hecho Marx.
La reflexividad epistemológica es fundamental. Rolando García sostiene
que ni la filosofía especulativa, ni el empirismo supieron fundamentar la cien-
cia. Y así, la ciencia se quedó sin epistemología. Agrega que los más grandes
epistemólogos (Kuhn, Lakatos, Feyereband y Popper) no mostraron cómo se
genera el conocimiento, sólo hicieron sociología de la ciencia. Maturana y Va-
rela también cuestionan al neopositivismo y al racionalismo crítico por ofrecer
métodos sólo para lo ya conocido. El neopositivismo había entrado en un ca-
llejón sin salida con sus disputas escolásticas. La historia de la ciencia favore-
ció una salida abriendo nuevas vías de investigación. Vigotsky, Piaget y García
instalan la epistemología en la psicología, investigando el conocimiento como

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proceso y en la forma de organizar las interacciones con el mundo externo.


Piaget desarrolla la epistemología genética, relaciona el conocimiento con sus
raíces orgánicas en lo biológico, en las estructuras del conocimiento, necesarias
al final de un desarrollo basado en la actividad y el funcionamiento autorregu-
lador continuo. La propia ciencia es la que contradijo la filosofía especulativa.
El empirismo fundamentó las ciencias, pero al tratar de fundamentar al conoci-
miento sobre bases empíricas, invadió territorio de la filosofía, al mismo tiempo
que amputó una parte de la filosofía, al segregar otro tipo de conocimientos.
La metodología verificacionista, lo mismo que la falsacionista, excluyen
del discurso científico las realidades nuevas y una cantidad considerable de
teorías. Devienen en una sociología y etnología de la ciencia,l donde el ob-
jeto ya no son las teorías sino sus usuarios: las comunidades científicas y las
instituciones. En la actual fase del conocer, la modelística aboga por la utili-
zación de instrumentos lógico-matemáticos fuertes, y reinterpretar la noción
de teoría en términos semántico-pragmáticos. La noción de modelo es funda-
mental en la representación de pequeñas parcelas de la realidad. Sus enfoques
actuales se desarrollan como metateorías de la ciencia, que combina una línea
modeloteórica general con conceptos y métodos de las ciencias cognitivas; y
de programas computacionales de investigación o también un desarrollo de
filosofías especiales de las ciencias, interpretando y reconstruyendo teorías
particulares de diversas disciplinas. La epistemología marcó a la filosofía hasta
los años 80, para luego ser desplazada por la ontología. La nueva filosofía de la
ciencia propone que la epistemología se acerque a las ciencias empíricas para
que deje sus pretensiones de fundamentación y se base en aquellos desarrollos
de las ciencias cognitivas como la psicología cognitiva, la neurobiología, la
inteligencia artificial y la biología evolucionista, pudiendo mejorar sus pre-
tensiones normativas. Parece claro que las prescripciones a priori no resultan
creíbles, y cualquier intento normativo –que también lo dan en su momento
las teorías– debe asentarse en el conocimiento profundo de su práctica real.
Además, los métodos y criterios de evaluación científica siguen cambiando
conforme cambia el sistema capitalista y el propio avance del conocimiento
que propicia dichos cambios. La filosofía de la ciencia describe, prescribe,
interpreta, pero conocerla no es una necesidad para hacer buena ciencia, aun-
que mejore la comprensión de la misma. La ciencia es más que una actividad
teorética; con ella podemos cambiar al mundo, o destruirlo. Incluso como
actividad teorética, estas filosofías y ciencias impugnan la soberanía de los
hechos objetivos y pretenden que los hechos objetivos se midan de confor-

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midad con las teorías, lo que significaría que no hay manera de confrontarlas
empíricamente para encontrar la verdad.15
En este contexto, y en medio de la ambigüedad institucional entre hacer
ciencia y formar tecnólogos (el caso del ipn), impulsar la investigación entra
en contradicción con los resultados de dos décadas de contrarrevolución
educativa por la que ya la mayoría han sido convencidos de que las transfor-
maciones educativas globales y en particular en Latinoamérica se fundan en
las necesidades del mercado; y se expresan en la pedagogía de competencias,
habilidades, valores y actitudes para la competitividad-productividad, en un
adiestramiento individualista y pragmático para conseguir empleabilidad.16
De ahí que en las universidades se sigan inventando nuevas formas de titu-
lación que no impliquen investigar.
Sin embargo, el fundamento académico de este nuevo sistema, tras un
fondo positivista y pragmático, correspondiente al capitalismo –como enfati-
za Itsvan Metzaros– propone referentes teóricos y metodológicos (cuantitati-
vos y cualitativos) cientificistas, sobre los cuales, en las disciplinas sociales fue-
ron adicionados y yuxtapuestos, elementos constructivistas, posmodernos,
racionalistas, que exageran la diversidad o proponen universalismos abstrac-
tos, despojando la materialidad de la realidad de los conceptos y categorías u
ofertando versiones plurimetodológicas, fenomenológicas, incluyendo, a ve-
ces, fundamentos filosóficos antagónicos. Si bien es cierto que con el avance
de las ciencias, las relaciones entre idealismo-materialismo merecen ser redis-
cutidas, también es frecuente que en aras de este progreso las investigaciones
en ciencias sociales oscilen entre el empirismo, el logicismo y los universos
conceptuales que se engendran a sí mismos y que se imponen a los fenóme-
nos de la existencia social, se autovaliden en la lógica sin recurrir a sanciones
externas o seleccionando sólo las adecuadas. Precisamente para poder ubi-
carnos y no reiterar errores de viejas concepciones filosóficas, vulgarmente
renovadas, ofrecemos una visión ontológica, gnoseológica metodológica para
repensar la metodología y la teoría sin sacralizarlas filosóficamente.

15
Pablo González Casanova, Las nuevas ciencias y las humanidades: de la memoria a la
política, Barcelona, Anthropos/iis-unam, 2004.
16
Los académicos de todas las tendencias, más temprano que tarde, apoyaron la reforma;
la izquierda se quejó de las evaluaciones, pero no atinó a ofrecer resistencia, y cuando
advirtió que sus capacidades perversas para manipular y acumular puntos eran mayores
que las científicas o que las simplemente críticas, prefirió someterse a las evaluaciones y
competir por estímulos y otros agregados salariales por méritos académicos.

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En nuestros países colonizados, la sumisión teórica y la ausencia de


compromiso académico de los maestros con una respuesta a la problemática
social posibilita que los estudiantes no confronten las grandes contradiccio-
nes y por tanto no vayan tras conocimientos, teorías y métodos que ayuden
a un conocimiento para la emancipación. En realidad, estas sociedades vi-
vieron sin ciencia, y los científicos fueron oportunistas metodológicos, que
apenas siguieron los planteamientos de los filósofos. De allí que necesitemos
responder a las preguntas acerca de qué problemas investigar, y sobre la na-
turaleza y lugar de lo real concreto y de los conceptos sociales o la naturaleza
de los datos empíricos en una investigación social, o respecto a los conceptos
apropiados para la comprensión de los procesos sociales, sin perder el objeti-
vo emancipatorio. La filosofía de la ciencia, desde sus inicios, estuvo bajo el
dominio del empirismo radical y su intento de reducirla a un análisis del len-
guaje científico y a la reconstrucción lógica de las teorías. Esto dio paso más
tarde a la discusión de las leyes, hipótesis, teorías, modelos, elementos y for-
mas de demarcación, la posibilidad y la racionalidad del cambio del método
científico, los objetivos de la ciencia, etc. Todos, temas que siguen en debate
y que hasta hoy para la mayoría continúan indefinidos. El neopositivismo
con arreglos popperianos continúa asumiendo el cientificismo, matemati-
zando las ciencias y aplicando la lógica formal al ámbito de la experiencia. A
pesar de la escasa utilidad, sin embargo, conocer estos debates es un desafío
que puede ser útil para no quedarse en obviedades, y reconstruir la compleja
multiplicidad de las determinaciones reales, exigir conceptualizaciones más
rigurosas y establecer un dialogo para entender el cambio histórico y su rela-
ción con la dinámica de los procesos particulares del movimiento del capital.
Para el neopositivismo, a la filosofía de la ciencia no le interesa cómo
se descubren las teorías; su tarea principal es evaluar los procedimientos ló-
gicos, mediante los cuales los científicos justifican las teorías. Responder
a cuál es la estructura lógica del lenguaje científico y cómo representa los
hechos reales. Los supuestos en los que la mayoría de ellos coinciden son: 1)
Una base observacional sobre la que se fundamenta la actividad científica.
2) Sobre los datos observacionales, el científico procede de forma inductiva,
confirmando leyes aplicables a una totalidad de fenómenos, lo que justifica
su admisión por los científicos. 3) La neutralidad en la actividad científica.
El desarrollo científico es un proceso acumulativo. Y lo que es importante
para las ciencias sociales y humanas, toman como modelo los métodos de las
ciencias naturales. Mientras que para el Círculo de Viena la verificación es

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 59

su pilar, y al mismo tiempo su punto más débil, como cuando se pregunta


¿cuándo sabemos que una proposición científica está verificada?
Para Popper, racionalista crítico, el eje radica en el método con su pro-
pia lógica. La primacía la tiene el lenguaje teórico, que determina el marco
observacional. Sólo hay hechos para las teorías, y la teoría determina los
hechos. Inventar una teoría no exige análisis lógico, y la configuración lógica
del sujeto es irrelevante. Lo que conoce es la mente objetiva capaz de desvin-
cularse de los valores y elementos históricos. Y es que la filosofía para él es
un conocimiento de segundo orden. El método adecuado no es la inducción
sino el crítico deductivo. Defiende el ensayo y el error, proponer hipótesis
para luego contrastarlas. Planteadas las hipótesis, se extraen conclusiones
por deducción, estableciendo predicciones. Ambas son sometidas a crítica.
Como vemos, no le interesa la génesis del conocimiento, separa el contexto
de descubrimiento del de justificación. En conclusión, serán conocimiento
sólo las hipótesis-teorías que pueden ser falsadas. El criterio de demarcación
entre ciencia y no ciencia es la falsabilidad, que consiste en la posibilidad
lógica de ser falsada empíricamente. Siendo al inicio atomista, Popper des-
pués aceptará que pueda haber varias teorías válidas, y también admitirá los
valores. La crítica importante tiene que ver con la pregunta: ¿qué aconteci-
mientos tienen que suceder para que una teoría sea falsada? La ambigüedad,
la inconsistencia y las antinomias del pensamiento popperiano son muchas,
como iremos viendo. No se falsa toda una teoría sino los enunciados sin-
gulares. El método generado intenta depurar lo subjetivo sin conseguirlo.
Considera que no se puede tener una descripción acabada y verdadera de ese
mundo independiente, lo que tiene que ver con su concepción antidetermi-
nista y antiesencialista. No podemos dar con el fundamento de la verdad de
nuestras teorías. Sin embargo, Popper, considera que existe una verdad ab-
soluta en las leyes universales, que explican regularidades o semejanzas de las
cosas particulares por subsunción. La verdad no depende de convenciones
sino del mundo, de cómo es al margen de nosotros.
En realidad, en el proceso de cognición –siguiendo a Maturana y Va-
rela- intervienen el conjunto de procesos neuronales del cuerpo humano.
El conocimiento es una construcción social que se inicia con una actividad
perceptual compleja, progresivamente articulada, de un objeto al margen y
sin discontinuidad con el sujeto, en el que intervienen factores biológicos,
sicológicos, sociopolíticos, culturales, la memoria, sentimientos e intereses
conflictivos, emociones, etc. Hay que establecer un diálogo entre el pensar

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y el hacer. Hacer y saber hacer mantienen una exigencia de mutua articu-


lación ordenada a la praxis, condición de toda transformación del mundo.
Las opciones ontológicas, epistemológicas y pensar y recrear críticamente
las prácticas de conocimiento, determinan la producción e interpretación
de las teorías que importan en la investigación. Y también comprender las
intervenciones a partir de prácticas de conocimiento frente a las inadecua-
ciones teórico-metodológicas y la realidad, los cambios en las teorías y el
surgimiento de nuevos problemas. Producir teoría es producir explicacio-
nes e interpretaciones sobre las determinaciones e indeterminaciones, las
estructuras, las causas, las acciones, la subjetividad, la esencia de los objetos
reales para llegar a lo concreto a través de abstracciones, de conceptos y otras
idealizaciones.
No obstante, profesores de metodología e investigadores se obstinan en
la verificación de hipótesis, cuando hace mucho se ha visto que es axiomá-
ticamente imposible de lograr tal verificación. Otros, los menos, adoptan la
falsación popperiana acríticamente, cuando también el debate iba muy por
delante, aun reconociendo el escaso aporte de Popper y la contraposición a
su inútil pensamiento metodológico. A contrapelo de este autor, constata-
mos que hay construcciones teóricas que se mantienen a pesar de supuestas
anomalías, fracasos o incomprensión de dichas teorías. La ciencia raciona-
lista no acepta la inconmesurabilidad de teorías e insiste en el consenso que
hay tras la ciencia, mostrando las intenciones eurocéntricas de control y
manipulación del conocimiento.
Estamos en la hora de cuestionar y repensar los temas aludidos, y para
ello, al menos, debemos empezar por reconocer que existen estos temas, y
que de algún modo nos tocan como ideología dominante. En este sentido,
la proliferación de teorías y el pluralismo metodológico fueron avances en la
discusión. Feyarebend fue uno de sus defensores al considerar que la cultura
científico-técnica es la cultura de los conquistadores, que no hay igualdad
para todas las tradiciones culturales, y que la ciencia es impositiva al conside-
rarse el único conocimiento válido, convirtiéndose en más peligrosa cuando
pretende otorgar centralidad al Estado y a la educación.
Dentro del pensamiento crítico, el positivismo y sus derivaciones hi-
cieron mucho daño al marxismo. Y la academia soviética aún más, pues
sus herederos no sólo lo imitaron, sino que además intentaron construir un
sistema omnicomprensivo, cerrado y sin movimiento, sin considerar que la
historia, el mundo real, avanza más rápido que el conocimiento y que de por

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sí la realidad siempre es más rica que la teoría. Estos marxistas escolásticos


oscilaron entre la ciencia proletaria y la asunción de los principios hegemó-
nicos en Occidente. Más tarde, otra tendencia de moda, también adoptada
por la izquierda intelectual –y antes por el neoliberalismo– es el construc-
tivismo, que parte de un supuesto cierto: que lo que hacemos como seres
históricos está ligado directamente al pensamiento y lenguaje, y que no hay
actividad humana por fuera del significado, la intención, la imaginación,
que son las prácticas históricas, lo que yace en el fondo de los juegos del len-
guaje. Caen en la posición de que sólo existe la realidad si está en la cabeza
de los hombres. Y al no examinar críticamente las relaciones con el sistema,
ni siquiera entienden lo que significa la “economía del conocimiento”, que
va acompañada por cientos de miles de millones de dólares, como lo ejem-
plifica el cambio capitalista en China, que destinó en el 2011 más de 100
mil millones de dólares a la investigación científica.
Igualmente, es fundamental la clarificación y actualización de los con-
ceptos y del lenguaje, porque de otro modo podemos llamar a una cosa por
otra, como por ejemplo: hablar de revolución cuando sólo son pequeños
cambios; o en lo social, de rebeliones emancipatorias cuando se trata de
resistencias anticoloniales. La tendencia más extendida es la que investiga
teniendo las soluciones predeterminadas sólo en el pensamiento. Son las
investigaciones de lo obvio. Una cosa es que los problemas teóricos estén
anclados en las contradicciones sociales y que su resolución sea política, y
otra es que los productos de la conciencia, como el fetichismo, puedan ser
disueltos mediante la crítica espiritual, la autoconciencia, y no por el derro-
camiento práctico de las relaciones sociales reales.

2. La noción de ciencia
Discutir la ciencia implica ver los aspectos ontológicos (¿cué objetos existen
en el mundo? ¿Cuáles son los enunciados acerca de ellos?, ¿para qué y para
quiénes investigamos?, etc.), epistemológicos (¿cómo los seres humanos lle-
gan a tener conocimientos de verdades acerca del mundo?), sociológicos
(¿en qué medida las verdades conocidas por seres humanos de una sociedad
están determinadas por factores histórico-sociales, económicos, políticos,
culturales?, etc.) y éticos (¿qué investigar o no, que investigación estimular
desde la colectividad, desde los Estados o las universidades?). La preferencia
indiscriminada de argumentos de uno o varios de estos temas ha llevado al

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relativismo cognitivo y a la desconfianza en la ciencia como herramienta del


pensamiento crítico y la cesión al capitalismo de la enorme capacidad de la
ciencia para cambiar el mundo. Debemos investigar desde los problemas
reales de la gente, y no quedarnos en el solipsismo burgués y la opción por
alambicadas teorías sin sentido práctico de un verdadero cambio.
La ciencia moderna ha estado fundamentada en la causalidad, el de-
terminismo y la legalidad, reduciendo la investigación a una metodología e
identificando lo real con lo racional. El positivismo amplió la unicausalidad
a la pluricausalidad, descuidando el carácter procesual del conocimiento y
manteniendo el reduccionismo ontológico. El filósofo y científico de esta
vertiente analiza los hechos considerados como cosas para luego inferirlo
o insertarlo en una explicación universal, donde predomina el equilibrio
y el orden desde una supuesta neutralidad valorativa. Las dificultades para
encontrar relaciones causales llevaron al cálculo estadístico, a la articulación
entre empirismo y racionalismo. Después de esta fenomenología causal y
probabilística empirista aparecerá el positivismo lógico o filosofía analítica,
para fundamentar la ciencia a partir del lenguaje, manteniendo los princi-
pios epistemológicos del empirismo. Más tarde se incorporará la semántica
y la pragmática. Finalmente surgirá Karl Popper cuestionando la lógica in-
ductiva y probabilística, así como el criterio de verificación como criterio
de verdad y fundamento de la ciencia empírica. La selección de pruebas y
evidencias ad hoc no fue una solución. Popper propone que la lógica debe
darse a partir del método hipotético deductivo, que parte de la teoría para
ser confrontada vía refutación, tanto en lo teórico como en lo empírico. No
obstante todos estos debates y supuestos avances, continúa imponiéndose –
como hemos ya señalado– el modo empirista de verificación y cuantificación
del conocimiento como paradigma hegemónico.
De ser considerada un saber universal y necesario, que en las ciencias
sociales pugna por el orden, la ciencia es una construcción social, asocia-
da al saber hacer, a la técnica, que exige una elaboración conceptual del
conocimiento, que como producto cultural parte de la aspiración a un nú-
cleo teórico formalizado por procedimientos y normas, orientado a nuevas
aplicaciones prácticas. Más tarde será adoptado por la filosofía como el
mito cientificista. Otros mitos menos discutidos son el mito teoricista y el
metodologista, que asocian a la teoría eurocéntrica con un falso universa-
lismo o que consideran que existen teorías para todo problema, y que sólo
hay que buscarlas.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 63

El metodologismo afirma que sin método no hay ciencia. La concep-


ción académica dominante parte de teorías o hipótesis sobre la realidad que
deben ser probadas o falsadas, con el fin de elaborar explicaciones, dar solu-
ciones y hacer predicciones. La concepción hegemónica entiende la ciencia
como un conjunto de proposiciones entrelazadas lógicamente a partir de
axiomas básicos, de los que se deducen hipótesis sobre el funcionamiento del
mundo, que al ser contrastadas se convierten en verdades científicas, objeti-
vas. Ello implica, generalmente supuestos como la neutralidad valorativa, el
individualismo metodológico, el no lugar del conocimiento hegemónico y
la superioridad y centralidad del conocimiento eurocéntrico.
Una visión crítica parte del cuestionamiento al cientificismo y sus mi-
tos, de reconocer que la ciencia vive una crisis permanente de sus fundamen-
tos. Exige la oposición al cientificismo, que en nombre de la ciencia impone
una ideología que exige sometimiento de las relaciones y dinámicas sociales
y del pensamiento a las decisiones sustentadas en ella. El mito cientificista,
y teoricista, aduce ser una buena norma por su infalibilidad, por ofrecer
predictibilidad, neutralidad y ser objetiva. Sin embargo, una crítica sostiene
que las ideologías permean las teorías, que además muchas veces sólo com-
prenden y explican realidades del capitalismo avanzado. A ello se agregan los
que señalan que la verdad es relativa y parcial, que el saber no es necesaria-
mente acumulativo, que no hay hechos sin teorías que los expliquen, y que
no hay observaciones que no sean en sí mismas interpretativas. Para Adorno,
el conocimiento está mediado por la praxis social, y por tanto su validez no
es deductiva sino sujeta al interés social. La verdad no hace referencia a la
objetividad sino que está en correspondencia con el interés social por la vida
y la liberación de toda sujeción. Por el contrario, desde que la tecno-ciencia
se convierte en fuerza productiva, los seres humanos van perdiendo el con-
trol de los procesos sociales, y a nivel teórico crece el cuestionamiento de que
el conocimiento científico es real, efectivo y objetivo. La crítica a la razón
instrumental ha inspirado el escepticismo, y la fuerza de la fenomenología,
del pragmatismo, la filosofía analítica o el estructuralismo. En la crítica epis-
temológica no podemos rechazar el valor del conocimiento de la ciencia, ni
negar que el conocimiento se refiera a la realidad objetiva.
Pero entonces, ¿qué es el conocimiento de la realidad? Conocer es esta-
blecer una relación cognitiva del sujeto con el objeto y a la inversa, es obte-
ner información con intencionalidad, y está condicionado por un conjunto
de factores que intervienen en el conocimiento, como son los sentidos, las

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estructuras mentales, la sociedad y la cultura, la iniciativa personal y los


objetos. El ser humano es un ser de la realidad, que a la vez genera realidad
y la crea. A su vez, la realidad es lo que existe, lo dado y lo dándose, aparece
como una pluralidad diversa de hechos, procesos, pensamientos, imágenes,
opiniones, deseos, imaginarios, símbolos. Entre conocimiento y realidad
hay interacción mutua, nace de los procesos histórico sociales, y al conocer
también creamos realidad.
La aventura humana ha consistido en explicar y comprender la reali-
dad compleja y multiforme, desde una relación sujeto-objeto sobre la que
existen –como estaremos viendo– diversas posturas gnoseológicas: realis-
mo, idealismo, relativismo, escepticismo, dogmatismo. Por otro lado, las
diferentes culturas o formas de enfrentarse a la realidad presentan distintas
visiones de la realidad expresadas en concepciones y conceptos. La civili-
zación occidental con su política colonial ha impuesto o difundido con-
cepciones y conceptos, verdades de hecho y de razón respaldadas por la
filosofía. Nuestros académicos de la región no tuvieron en cuenta que la
sociedad, el momento histórico, las relaciones coloniales, el grado de desa-
rrollo económico y tecnológico condicionan el conocimiento y se dedica-
ron a ser simples difusores. De ahí la necesidad de conocer las tradiciones
filosóficas occidentales en las que se basan las teorías del conocimiento so-
cial, para que con visión histórica y práctica, despojada de especulación y
con actitud crítica, intente descolonizar el pensamiento y buscar nuevas
formas de investigación, intervención y producción de teoría o intercambio
de saberes, en un diálogo intercultural. Una respuesta puede ser el esfuerzo
por captar el objeto singular histórico, la sociedad concreta, con objetivi-
dad, mediante apropiación de las abstracciones científicas para concretarlas
en la acción política de constituir un sujeto de cambio en el contradictorio
desarrollo social y de proyectos. La objetividad presupone que la realidad
tiene una existencia independiente, sin embargo, en el conocimiento, el
sujeto con su visión de la realidad y las teorías que trae consigo, tiene un
papel importante limitando la objetividad, más aún si el objeto son otros
sujetos determinados por la situación y las condiciones en que se estudia
esa realidad dada (o realiza una experiencia), y también por el estado del
conocimiento y el saber, la ciencia y el saber de que se trate en el momento
histórico de dicho estudio o realización, el papel de la sociedad y el Estado
en la promoción y desarrollo de la investigación, y en la evaluación de sus
resultados. La ciencia aparece frente a la explicación o descripción mítica,

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 65

fabulada de opiniones infundadas, asociada a divinidades, se consolida en


el siglo xix y monopoliza el saber. Más tarde, de la mano con el positivismo
lógico, que sólo reconoce las ciencias formales y las empíricas verificables o
falsables. Para la nueva ciencia, la labor de esta disciplina es inventar y pro-
poner nuevas explicaciones de la realidad y contrastarlas con la experiencia.
Las observaciones las realizan a partir de planteamientos teóricos previos.
De acuerdo con Kuhn, los aprendices de investigadores en una matriz
disciplinar aprenden de arquetipos (exemplars), que es un elemento del pa-
radigma. Mientras que para Laudan, la ciencia avanza sin detenerse, resol-
viendo problemas empíricos y conceptuales, concepción más cercana a la
tecnociencia.
Creemos que debe exigirse a las ciencias sociales claridad, rigor, ge-
neralidad y precisión en sus enunciados, y posibilidad de una adecuada
confrontación empírica, sin caer en el empirismo. Definir estrategias de
conocimiento para cada objeto. Subordinar los programas y métodos a las
estrategias. Es decir, de ninguna manera se trata de abandonar pautas bá-
sicas de trabajo científico, más aún si de por medio está la emancipación
de la humanidad. La emancipación hace alusión al desarrollo omnilateral
de las capacidades humanas, y que el ser humano sea dueño de su propio
destino, realizando una vida plena, conscientemente organizada. Para lo-
grarlo, hay que conocer con valores e ideales racionales que inspiren el
trabajo científico, tanto las mediaciones y determinaciones constitutivas
de las relaciones capitalistas como la experiencia y saber acumulado en el
pensamiento popular espontáneo y la diversidad cultural, para encontrar
allí los objetivos racionales y medios institucionales para alcanzarlos. Com-
prender la realidad social e histórica, es la condición para realizar una ac-
ción moral y política emancipatoria en la lucha de clases. El objetivo de
la reflexión social consistirá en interpretar los conocimientos científicos,
desde el interés emancipatorio. La ciencia social crítica utilizará una com-
plejidad metodológica críticamente asimilada, que va desde la explicación
causal, la funcional e intencional, para dar cuenta de la obnubilación de la
conciencia por las fetichizadas ideologías del poder y una orientación hacia
objetivos y finalidades conscientemente definidos, tras la utopía.
Las ciencias sociales son también disciplinas que se ocupan de hechos
y, en este sentido, son ciencias fácticas o empíricas, aun con sus caracte-
rísticas propias, sus objetos y enunciados correspondientes. Las ciencias
sociales estudian estructuras, sujetos y procesos sociales, diferenciándose

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de las ciencias naturales, en que mientras estas últimas enfatizan en el


dominio y transformación de la naturaleza, las primeras están centradas
en los cambios en las relaciones sociales. El saqueo y explotación de la na-
turaleza de los países donde aún impera el modo de producción colonial
obliga a las ciencias sociales a profundizar en este campo y a entender las
ciencias naturales. Las ciencias naturales más bien se aíslan y derivan el co-
nocimiento de la experiencia y la prueba, son empiristas, cuando deberían
estar interconectadas con las sociales.
Para algunos, todo conocimiento comienza y se funda en la experien-
cia, para llegar a la teoría y alcanzar la calidad de ciencia. El empirismo ló-
gico se basa en el análisis lógico del lenguaje y el contenido empírico como
base del conocimiento. El uso de hipótesis también ha sido incompren-
dido y trivializado. Las hipótesis, en la tradición empirista son conjeturas
o supuestos que se refieren a tesis provisorias abiertas a la verificación,
un sistema de juicios, conceptos y razonamientos sintéticos y complejos
con valor heurístico basado en conocimientos anteriores fidedignos. Los
metodólogos no sólo no las toman así, sino que dejan de lado que aunque
el conocimiento tiene contenido objetivo bajo una forma subjetiva, no
agota toda la dialéctica entre lo subjetivo y objetivo. El contenido objetivo
de la hipótesis estará siempre soportado por la existencia de lo subjeti-
vo, expresando que el conocimiento siempre es inacabado, problemático,
abstracto, complejo y relativo. Cuando las hipótesis se aplican al cono-
cimiento social, estamos asumiendo que el conocimiento teórico en este
campo es universal y fidedigno, y en realidad estamos legitimando tanto
el conocimiento occidental del poder como la subordinación teórica me-
diante el uso de hipótesis, orientando unilateralmente la investigación. La
verificación se convierte en el sustento de tautologías y teleologías. Atenta
contra la multilateralidad, multidimensionalidad y la totalidad. Desecha
la intuición, la interpretación y la comprensión. Por ello en la metodología
de la praxis privilegiamos las preguntas, y si se plantean hipótesis se hará
de modo provisional, como guía introductoria y como resultado de una
investigación previa que pregunte sobre problemas observables, caracterís-
ticas, relaciones lógicas, conceptos.

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3. Confrontaciones epistemológicas
en las ciencias sociales
Las corrientes filosóficas se han desarrollado en conflicto, en debate. En lo
que concierne a las ciencias sociales, nos interesa el que se dio entre po-
sitivistas e historicistas, y posteriormente, entre analíticos y críticos. Para
entender estas confrontaciones más destacadas y algunas de cuyas ideas aun
influyen en las teorías sociales, comencemos por ubicarnos en las posturas
más abarcativas del racionalismo-empirismo y realismo-idealismo: el racio-
nalismo, afirma que es posible conocer la realidad mediante el pensamiento
puro sin necesidad de premisas empíricas. El conocimiento es tal cuando
tiene necesidad lógica y validez universal. De las ideas innatas se pueden de-
ducir otros conocimientos. Los representantes son: Descartes, Leibniz, Spi-
noza, Bachelard y Popper. El empirismo acepta los juicios sintéticos a priori
del racionalismo, pero basados en la experiencia; rechaza toda metafísica y
considera a la ciencia la forma superior de conocimiento. El realismo tiene
diversas tendencias, desde el conocimiento metafísico hasta el científico. En
el primero las ideas universales tienen existencia real, fuesen o no pensadas,
y el segundo sólo acepta el racionalismo científico. Entre ellos está el inge-
nuo, para sus defensores el conocimiento es una reproducción exacta de la
realidad, y el crítico que afirma que sólo podemos aceptar el conocimiento
sensorial con sentido crítico. El idealismo, sostiene que los objetos físicos no
pueden tener existencia fuera de la mente, es la centralidad de las ideas, de
la conciencia. Para el idealismo objetivo, los objetos son engendrados por las
ideas independientes de la conciencia, y para el subjetivo los objetos conoci-
dos corresponden a nuestras sensaciones.
El positivismo, tomando como patrón metodológico la físicamatemáti-
ca, propone el monismo metodológico, la explicación causal, la subsunción
de lo individual en leyes generales, hipotéticas. Para el positivismo todo co-
nocimiento para ser genuino debe basarse en la experiencia sensible. El pro-
greso del conocimiento sólo es posible con la observación y el experimento,
utilizando el método de las ciencias naturales. Para el positivismo lógico, una
proposición sólo tiene sentido si se apoya en la verificación por la experien-
cia. Se apoya en la lógica moderna y en el rigor para eludir la ambigüedad.
En ciencias sociales se expresa en la metodología cuantitativa. En Durkheim
y Comte, en su racionalidad positiva para conocer la sociedad, hay que tra-
tar los hechos sociales como cosas. Durkheim fue maestro del positivismo
aplicado a los hechos sociales. Rigor y objetividad basados en la concepción

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del hecho social y el tratamiento causal como cosas. Sospecha sobre preno-
ciones que favorezcan una sociología espontánea. La investigación debe salir
de sí misma mediante observaciones y experimentaciones. De la inducción
a la verificación se descubren leyes. Relaciona función social con fin social.
De acuerdo con Wittgenstein, representante del positivismo lógico (en sus
Investigaciones Lógicas), para describir el fenómeno del lenguaje que com-
prende varios juegos lingüísticos, debe ser sometido a sus propias reglas. El
significado de las palabras se define por su uso. Luego dirá que el lenguaje es
una herramienta que expresa la vida en comunidad.
En el otro lado tenemos la fenomenología que sostiene la división en
ciencias de la naturaleza (nomotéticas), basadas en la explicación (erklaren),
y las ciencias del espíritu (ideográficas) que se apoyan en la comprensión
(verstehen). En la versión de Husserl, para captar el fluir y el contenido de
la conciencia hay que limitarse a describir lo que se presenta en ella, sin
condicionarse por las teorizaciones. Las referencias son a objetos concretos
y a esencias ideales. Para acceder a estas esencias hay que purificarlas me-
diante la reducción eidética (epoché), que significa poner entre paréntesis
todo lo individual y contingente. Y luego otra reducción, la trascendental,
que también deja de lado el mundo que nos rodea y al propio analista con
sus actos psíquicos y sus intereses. Así se llega a la conciencia trascendental.
Otro representante es Dilthey, para quien la comprensión tiene un carácter
objetivo. Pues trata de las objetividades de la vida o sea las obras y valores
histórico-culturales. La comprensión es posible porque el objeto de estudio
forma parte de la experiencia y no es algo externo. Se plantean la validez de
las ciencias sociales. La comprensión para Dilthey y Simmel es una empatía.
Una relación intelectual y afectiva, psíquica, que reactualiza la esfera inte-
lectual de su objeto de estudio. Con Gadamer, la hermeneútica se convierte
en una doctrina filosófica de la comprensión, pasa de ser método a la inves-
tigación del ser histórico, a entenderse con otro, sobre un texto que puede
ser desde un acontecimiento histórico hasta una obra. La comprensión es
histórica, conlleva prejuicios y se realiza en un círculo hermenéutico, en
una fusión de horizontes. Ricoeur, desde el pensamiento francés, considera
la hermenéutica como desmitologización y restauración de sentido de los
símbolos, debe unir la sospecha y la confianza para construir una arqueolo-
gía del sujeto y una teleología de la conciencia. La crítica al idealismo y al
subjetivismo condujo a la postergación por parte del marxismo escolástico
del aspecto subjetivo. Si entramos en el campo de la epistemología hay que

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referirse a la tríada: forma, contenido y validez y/o expresión del conoci-


miento, en las tres grandes tradiciones que aquí nos interesan.
Retomando a Popper –y lo haremos otra veces más– agregaremos que fue
un contrarrevolucionario, favorable a las reformas graduales. Al inicio, crítico
radical del metodologismo y opuesto al cientificismo. Mientras que el verifi-
cacionismo es considerado autoritario, el enfoque crítico somete a controles,
falsea las conjeturas. Junto al constructivismo y la fenomenología son con-
cepciones que pecan de subjetivismo. Todo conocimiento es conjetural, hay
que aprender de los errores que se basan en la discusión y examen críticos,
los argumentos derivan de la experiencia (aprehensión sensible de la realidad
externa) guiada por la teoría. Todas las observaciones están impregnadas de
teoría, y de lo que se trata es de criticarlas. La objetividad consiste en la apro-
ximación crítica, en la refutación, en base a la argumentación crítica, ése es el
método. Ninguna teoría puede decirnos nada sobre el mundo empírico. El
investigador construye las hipótesis postergando la realidad. Luego propone el
falsacionismo o demostración del error: problema-hipótesis-refutación. Hay
que distinguir entre teorías controlables o falsables y no falsables. Las teorías
más grandes son más controlables. La teoría debe intentar hacer que sucedan
acontecimientos, que la teoría dice que no pueden suceder.

4. De la crítica marxista a la metodología hegemónica:


neopositivismo y falsacionismo
Nuevamente adentrémonos más y críticamente al Popper17 racionalista crí-
tico, íntimamente vinculado a Hayek –el fundador del neoliberalismo–,
quien sostiene que las teorías científicas surgen de problemas previamente
formulados, y que están validadas por el recurso empírico, con el que se
contrastan para su triunfo o fracaso. La falsabilidad es convencional y la
base empírica –proposiciones que vinculan la teoría a la experiencia y que
sirven para controlarla– también. Los enunciados de base destinados a falsar
o verificar una teoría son proposiciones que interpretan la experiencia. La
falsación se realiza a través de la confrontación de por lo menos dos teorías y
la experiencia. El método de este filósofo es finalmente el hipotético deduc-
tivo, con el agregado de que la hipótesis es controlada y confrontada con la
experiencia, las deducciones llevan a las proposiciones confrontables con la

17
Popper, Karl, La lógica de la investigación científica, Editorial Tecnos, 1985.

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experiencia. Más tarde trata de establecer un quiebre subjetivista, concedien-


do a Hayek. Como en el marxismo dogmático, sus seguidores abandonaron
la crítica y se quedaron en la rigidez.
Al tiempo que recrea el mito de la objetividad y del progreso absoluto,
critica al marxismo en su versión más vulgar por considerarla una teoría me-
tafísica, un conjunto de proposiciones capaces de explicar todos los aconte-
cimientos y de ser verificados por cualquier experiencia, que nunca pueden
ser falsadas, situándose por encima de cualquier desmentido. El que mu-
chos hechos, procesos, fenómenos no sean falsables, implica excluir acon-
tecimientos y que no tenga contenido empírico. Él entiende que la ciencia
es el conjunto de proposiciones falsables que han sido sometidas a severos
controles y los han superado, o sea, que no han sido falsadas, pero cuanto
más numerosas son las experiencias susceptibles de falsar la teoría, más rico
es su contenido empírico.
La filosofía de la ciencia de K. Popper ha supuesto, ya desde su co-
mienzo, una crítica eficaz de algunas de las suposiciones fundamentales
del neopositivismo. Como el planteamiento del problema de la inducción.
Popper parte del planteamiento que el sentido común hace de este proble-
ma: ¿cómo es posible fundamentar y justificar la creencia de que existen
regularidades en la naturaleza? La respuesta del sentido común consiste en
afirmar que basamos nuestra creencia en la regularidad de la naturaleza,
fundamentada ésta a su vez en las observaciones repetidas que hemos hecho
en el pasado. De otra forma, ante la pregunta: ¿qué propiedad distintiva del
conocimiento científico ha hecho posible el avance en nuestro entendimien-
to de la naturaleza? Algunos filósofos buscaron respuesta en el inductivismo,
según el cual, cuando una ley física resulta repetidamente confirmada por
nuestra experiencia, podemos darla por cierta o, al menos, asignarle una
gran probabilidad. Pero tal razonamiento, como ya fue notado por David
Hume, no puede sostenerse en criterios estrictamente lógicos, puesto que
éstos no permiten extraer (inducir) una ley general a partir de un conjunto
finito de observaciones particulares. Popper supera la crítica de Hume in-
tentando abandonar por completo el inductivismo, y sosteniendo que lo
primero son las teorías, y que sólo a la luz de ellas nos fijamos en los hechos.
Dice que nunca las experiencias sensibles anteceden a las teorías, por lo que
no hay necesidad de responder cómo pasamos de las experiencias particula-
res a las teorías. Con ello, Popper cree superar la polémica entre empirismo
y racionalismo, sosteniendo que las teorías anteceden a los hechos, pero que

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las teorías necesitan de la experiencia, las refutaciones, para distinguir qué


teorías son aptas de las que no.
Popper, reinstaló al sujeto en la producción científica. A la inversa del
inductivismo, que sostiene que las teorías se construyen a partir de la obser-
vación de los hechos, el método hipotético deductivo sostiene que el pro-
ceso va desde la teorías a los hechos, que la observación está guiada por la
teoría, y que la puesta a prueba de las hipótesis mediante el testeo de las
consecuencias observables que surgen vía deductiva a partir de la hipótesis
fundamental, no constituye la verificación de la misma sino apenas una co-
rroboración. Fundamenta el método falsacionista apelando a la validez de la
lógica deductiva. Pero este método expone al científico a una constante ne-
cesidad de encontrar refutaciones para sus hipótesis y a tener que someterse
a una exigencia de creatividad para elaborar conjeturas novedosas. De aquí
que una lectura popperiana del desarrollo científico lleve, considerando el
método de las conjeturas y refutaciones, a una serie de rupturas permanen-
tes. En este sentido, si la ciencia avanza hacia la verdad, gracias a rupturas
permanentes, no vemos cuál pueda ser la racionalidad, el relato meta teórico
que permita dar cuerpo a una serie de cuestiones a tener en cuenta para guiar
el progreso objetivo. Constituyó un buen intento por resolver la cuestión de
la racionalidad del progreso científico, pero un intento que fuerza mucho las
cosas hasta el fracaso, puesto que al trasladar el esquema racional aportado
por el racionalismo crítico a la naturaleza exige que aceptemos la tesis de que
existe una continuidad entre el mundo natural y lo social; una continuidad
que no puede justificarse empíricamente y sólo se acepta a partir de la espe-
culación metafísica.
Los análisis de Quine sobre la “indeterminación de la traducción” y “la
infradeterminación de la teoría por los datos” debilitaron la creencia en la
intersubjetividad y la objetividad, además de mostrar la dificultad de soste-
ner que la evidencia empírica de por sí permite una verificación de las teorías
científicas. Desde esta perspectiva nos alejamos del esquema logicista y de
las posturas fuertes, incluyendo una mirada que apunta más a naturalizar la
producción científica que a considerarla como un producto terminado.
La teoría de Popper es considerada por algunos como una de las teo-
rías de la racionalidad más potentes que se han propuesto, el racionalismo
crítico, que replantea problemas filosóficos básicos, como el del fundamen-
to último del conocimiento, que critica parcialmente la teoría empirista y
neopositivista del conocimiento, que rechaza por igual el esencialismo y el

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instrumentalismo como ontologías válidas para la ciencia. Sin embargo,


discutir sus propuestas metodológicas respecto a una posible “lógica de las
ciencias sociales” obliga a criticar a un Popper positivista que, como todos
los empiristas, es producto del sistema al afirmar que el método a aplicar
en las ciencias sociales es el mismo que en las ciencias naturales, o sea, por
prueba y error. El punto de partida de la ciencia –como antes señalamos- no
son las observaciones sino un problema teórico al cual se intenta dar res-
puesta mediante la formulación de hipótesis que se intentan contrastar con
la realidad. Ahora bien, ésta sólo nos dice cuando nos equivocamos, pero
nunca cuando acertamos completamente. Es decir, que la realidad, es capaz
de refutar nuestras teorías, pero nunca de confirmarlas o verificarlas. No hay
justificación última de que estamos en la verdad. Esto se debe al carácter
asimétrico existente entre la verificación y la refutación, debido a las propie-
dades de la lógica deductiva, que es la que más se emplea en la ciencia. Dicha
lógica “no es sólo la teoría de la transferencia de la verdad de las premisas a
la conclusión, sino también la teoría de la retransmisión de la falsedad de la
conclusión a, por lo menos, una de las premisas”. Esta propiedad convierte
a la lógica deductiva en el órgano de la crítica racional. Lógica que propor-
ciona el mecanismo explicativo y predictivo a las ciencias, ya que a partir de
unas leyes generales –normalmente triviales en las ciencias sociales– y unas
condiciones iniciales concretas e individuales, las causas, podemos pasar a
un resultado final, también concreto e individual, el efecto. Es el mismo
mecanismo de derivación lógica el que se aplicaría en las ciencias sociales
y culturales y que además sirve tanto para explicar sucesos acaecidos, como
para predecir sucesos futuros con las limitaciones antes aludidas.18
En cuanto a los métodos más específicos de las ciencias sociales, Popper
propone dos: uno, el que denomina “método cero”, muy cercano al empleo
de los tipos ideales weberianos y según el cual construimos “un modelo en
base a una suposición de completa racionalidad”, sobre la figuración de que
poseen información completa, por parte de todos los individuos implicados
y luego estimamos la desviación de la conducta real de la gente con respecto
a la conducta modelo, usando esta última como una especie de “coordenada
cero”. Según este método postulamos, como primera aproximación, la hi-

18
Francisco José Martínez Martínez, “De la crisis a la catástrofe (Ensayos filosófico-
políticos)”, Eikasia. Revista de Filosofía, año IV, 21 (noviembre 2008). http://www.
revistadefilosofia.org

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pótesis de comportamiento totalmente racional y de información completa,


para luego analizar las variaciones reales respecto al modelo. No sólo Weber,
sino también la teoría económica clásica están a la base de este enfoque.
El otro método popperiano se denomina “análisis situacional”, y me-
diante él procuramos definir la “lógica de la situación”, que explicaría la
actuación de los individuos en una circunstancia dada, no en base a consi-
deraciones subjetivas o mentales, sino en base a la determinación objetiva e
impersonal producida por el propio medio. Decimos que comprendemos la
actuación de alguien si al analizar su actuación en una situación dada pode-
mos explicitarla a partir de la situación misma sin ayudas psicológicas, un
método puramente objetivo, que explica las acciones de los individuos más
por las situaciones en que se encuentran que por sus características perso-
nales. Uno de los objetivos fundamentales de las ciencias sociales burguesas
consiste en el análisis y prevención de las consecuencias no queridas de los
actos sociales. Los males que afligen a la humanidad no son producto del
designio consciente de hombres ni dioses, al menos en sus aspectos más
importantes, sino que son producidos inconsciente e involuntariamente por
los propios hombres al intentar conseguir sus objetivos.
Popper defiende el individualismo metodológico contra todo tipo de
holismo. Para él, los individuos aislados son exclusivamente los actores so-
ciales. y no los grupos, las clases o los pueblos; cualquier propiedad de éstos
debe poder ser expresada en función de las propiedades de los individuos.
La idea de que las circunstancias son las que marcan la conducta ha sido el
blanco del ataque de Adorno y de la Escuela de Frankfurt. Dice Popper:
“puesto yo en el lugar de Carlo Magno habría hecho lo mismo que él”. Los
críticos responden: colocado Popper en la misma situación que Carlo Mag-
no, lo más seguro es que llevaría la empresa a un total fracaso. Más allá de
que esto es sólo una suposición, hay que negarla, pues si bien es cierto que
las condiciones sociales, económicas, políticas y culturales tienen un peso
indiscutible, también lo tienen los individuos con su historia que partici-
pan en los procesos. Posiblemente las condiciones para que se dé un hecho
estén ya dadas antes, y un personaje le da sólo la característica específica al
movimiento. Es dudoso que hubiese habido otro que hiciera y lograra lo
que él. En realidad, es la conjunción de individuos excepcionales y deter-
minadas condiciones sociales. Ahora bien, su lógica situacional está en clara
contradicción con su individualismo metodológico, el cual consiste en analizar
los modelos sociológicos “en términos de sus individuos, de sus actitudes,

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expectativas, relaciones, etcétera”. Cuando a Popper le interesa criticar el


colectivismo enfatiza el individualismo, y cuando le interesa resaltar las con-
diciones de la situación, niega el valor de la individualidad, cayendo en pos-
turas contradictorias.
Estos dos métodos se alejan de la historicidad, de la praxis, de la lucha
de clases y de la totalidad que propone el marxismo. Sin embargo, no cree-
mos que haya en el siglo xx mayor intento epistemológico de legitimación
de la sociedad dominante capitalista, en tanto no hacerlo sería abandonar
la racionalidad científica. Todos sabemos el rol persuasivo que tiene ello,
por el lugar casi-mítico que ocupa el conocimiento científico en la sociedad
contemporánea. Es racional, si se pretende cambiar o modificar gradual-
mente dicha sociedad para el fortalecimiento del sistema. Pero intentar cam-
biarla radical y globalmente, o intentar introducir un sistema económico
alternativo, significaría cometer el acto supremo de irracionalidad. Se ha
consumado el fin de la historia en aras de la pervivencia de la racionalidad
científica. Nada deba cambiar económico-estructuralmente, porque hacerlo
sería abandonar la manifestación suprema de la racionalidad humana; dicho
de otro modo, sería abandonar nuestra humanidad.
Como vemos, los problemas que esta teoría presenta al marxismo son
muy superiores a otras posturas conservadoras tradicionales, que en sí no
son tan novedosos como algunos creen. Podemos retener de sus propues-
tas el método crítico y su apuesta por la razón, la lógica de la situación y
quizás el método cero, así como su rechazo de la teoría conspirativa de la
sociedad y del historicismo absoluto. No obstante, la racionalidad consiste,
para Popper, en proponer hipótesis y teorías arriesgadas (conjeturas), inten-
tar refutarlas, es decir, someterlas a la contrastación de la realidad, y ajustar
nuestro pensamiento y nuestra acción a aquellas teorías que mejor hayan
soportado la prueba, es decir, que estén mejor corroboradas. En lugar de
actuar siguiendo costumbres y hábitos basados en la repetición, lo racional
es actuar por medio de prueba y error, en un proceso en principio indefi-
nido, que nos permita sustituir unas teorías por otras, más aproximadas a
la verdad, es decir, con un mayor grado de verosimilitud. Popper retoma la
paradoja planteada por Hume (consistente en que es la costumbre, es decir,
algo irracional, la principal fuerza que guía nuestros pensamientos y accio-
nes), afirmando que no actuamos sometidos al hábito o a la repetición, sino
con arreglo a nuestras teorías mejor corroboradas, que son aquellas que han

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soportado contrastaciones más duras con la realidad, y que por lo tanto son
las mejores aproximaciones a la verdad que poseemos.
Otro de los puntos en que Popper no se separa de los neo-positivistas es
la distinción que lleva a cabo, entre la psicología de la investigación, es decir,
el estudio de los mecanismos psicológicos que llevan a un científico determi-
nado a proponer una teoría, y la lógica de la investigación, o sea, el estudio
de la justificación lógica de una teoría científica ya propuesta y formulada
por un científico. Según Popper, lo primero es irrelevante para la filosofía de
la ciencia, y sólo el análisis y la justificación lógica de las teorías tiene interés
para dicha disciplina. También comparte con los neopositivistas el carácter
normativo de su metodología, la cual se refiere no a la manera real de actuar
de los científicos, sino a la reconstrucción lógica de la misma. No se ocupa de
lo que hacen los científicos sino de lo deberían hacer, y en este sentido, Pop-
per rechaza lo que llama concepción naturalista de la metodología que haría
consistir ésta en la mera constatación empírica de actuación real de los cientí-
ficos. Éste será uno de los puntos fundamentales de la controversia con Kuhn,
ya que éste rechaza, al menos verbalmente, el normativismo popperiano e
intenta descubrir la forma de proceder efectiva de los científicos concretos.
Pero la crítica de Popper a los neopositivistas alcanza puntos funda-
mentales de la doctrina, como su criterio verificacionista para establecer el
conjunto de enunciados con sentido. Frente al que Popper propone la falsa-
bilidad, no ya como un criterio de sentido que separe enunciados con senti-
do de pseudoenunciados, sino como un criterio de demarcación, que separa
los enunciados científicos de los que no lo son, aunque tengan sentido. El
filósofo vienés no participa de la furia antimetafísica del Círculo de Viena –
que lo excluyó de ese ambiente– de un Carnap o de Schlick, antes bien, halla
cierta continuidad entre ciencia y metafísica, que serían ambas elementos o
momentos de un proceso racional global que, iniciado por los presocráticos,
llega a nuestros días, utilizando prácticamente el mismo método: el criterio
de demarcación se ofrece como una convención para distinguir ciencia y
metafísica, y no como una separación radical entre el ámbito del sentido y
el ámbito del sinsentido.
Popper basa su criterio de falsabilidad en la asimetría lógica que existe en-
tre la verificación y la falsación, según la cual, por muchos enunciados singu-
lares que apoyen un determinado enunciado universal, una ley o teoría, nunca
podemos declarar a este último verificado, porque siempre nos quedará un
número infinito de casos posibles por analizar y ver si se ajusta o no a dicha ley.

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En cambio basta un solo caso particular en el que no se cumpla una ley uni-
versal para invalidarla, mediante el procedimiento denominado modus tollens,
perteneciente a la lógica deductiva clásica. En palabras del mismo Popper: los
enunciados universales, “no son jamás deducibles de enunciados singulares
pero sí pueden estar en contradicción con estos últimos”.
Visto esto, podemos expresar el criterio de demarcación de Popper di-
ciendo: “que ha de ser posible refutar por la experiencia un sistema científico
empírico”; con lo cual quedan definidos negativamente los sistemas metafí-
sicos como aquellas teorías que no pueden ser refutadas por la experiencia, o
lo que es lo mismo, que son compatibles con cualquier estado de cosas que
se pueda dar en la realidad. Vemos con esto la importancia que concede al
problema de la base empírica de la ciencia; importancia que recoge en su
aceptación del principio del empirismo, que afirma que sólo la experiencia
puede ayudar a nuestra mente o decidir sobre la verdad o falsedad de los
juicios factuales.19
Sin embargo, Popper era muy escéptico respecto a los métodos infali-
bles; pensaba que ni en la filosofía ni en la ciencia existen. Por ello discute
con los neopositivistas acerca del estatuto lógico de los enunciados básicos,
que para él son la enunciación de un hecho singular. Los neopositivistas par-
tían de los protocolos o enunciados protocolarios, que consistían en la enun-
ciación de una experiencia perceptiva de un individuo, y que para Carnap
eran irrebatibles, mientras que para Neurath siempre era posible rechazar un
protocolo si no se ajustaba a nuestras expectativas. La postura de Neurath,
ponía en peligro el carácter científico de las teorías, ya que al no explicitar
las reglas de admisión y de rechazo de dichos protocolos, se podían eliminar
los protocolos molestos y justificar la teoría que quisiéramos. En cuanto a la
posición de Carnap, caía en el psicologismo, dada la importancia del obser-
vador en el origen del protocolo.
Popper desarrolla su metodología normativa de la ciencia a través de
una serie de reglas convencionales, pero que distinguen la ciencia empírica
de la metafísica, la primera de las cuales prohíbe, precisamente, la estrategia
de Neurath para defender a una teoría de la refutación.
En cuanto a la importancia dada por Carnap al observador Popper, la
somete a la noción kantiana de objetividad entendida como intersubjetivi-
dad: sólo los enunciados susceptibles de ser contrastados intersubjetivamen-

19
La lógica de la investigación científica, Círculo de Lectores, 1995.

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te son científicos. Igualmente, el científico asumirá como un postulado el


principio de causalidad entendido como la afirmación de que los fenómenos
naturales se ajustan a regularidades que pueden expresarse mediante leyes, y
además considerará estas leyes naturales como enunciados universales, o más
precisamente, como enunciados estrictamente universales, es decir, válidos
en todos los puntos espaciotemporales.
Para evitar la ambigüedad, característica de las proposiciones meta-
físicas, los científicos deberán definir explícitamente sus conceptos con el
máximo rigor posible. En este sentido, deberán restringir al máximo el uso
de hipótesis ad hoc y de hipótesis auxiliares, para evitar la falsación de las
teorías. Para Popper, el código del honor del científico se debe basar en el
intento constante de falsar su teoría y abandonarla por otra mejor, en lugar
de defenderla a toda costa de las objeciones a que se ve expuesta. La última
regla metodológica de este código del buen científico consiste en exigir sis-
tematicidad a los enunciados que se quieran incorporar a la ciencia, es decir,
que se deben rechazar los enunciados básicos esporádicos, aislados, que no
estén conectados con el conjunto de las teorías científicas admitidas en el
momento en que se trata.
En cuanto a la cuestión de la búsqueda de un fundamento inconmovi-
ble sobre el que se pueda edificar el resto de la ciencia, y que Carnap sitúa en
los protocolos que para él son irrevocables y totalmente fiables, Popper no
admite enunciados últimos en la ciencia, en el sentido de unos enunciados
que no se puedan justificar lógicamente y que tengan que ser aceptados de
manera obligatoria. Dado que los enunciados sólo pueden justificarse me-
diante enunciados, la petición de que todos los enunciados estén justificados
lógicamente nos lleva, o bien a la aceptación dogmática de algunos enun-
ciados como injustificables, o bien a la justificación psicologista, basada en
la percepción sensorial, o bien a la regresión infinita: dogmatismo, psicolo-
gismo. Popper rechaza el psicologismo basándose en que cualquier enuncia-
do universal trasciende necesariamente la experiencia y se basa en hipótesis
teóricas, en conjeturas. Su solución consiste en aceptar provisionalmente, de
manera convencional, dogmática si se quiere, los enunciados básicos, pero
sin cerrar definitivamente la posibilidad de criticar dichos enunciados, hasta
ahora aceptados, con los que se cae en una regresión pero que es inofensi-
va, ya que la podemos detener cuando queramos. Vemos pues que es una
cuestión de convención decidir qué enunciados aceptamos como básicos, es
decir, tomados como fundamentos provisionales de la investigación. Pero

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este fundamento no es inamovible, ni lo es de una vez para siempre, ya que


cuando queramos podemos seguir la regresión buscando otros enunciados
más fundamentales:
La base empírica de la ciencia objetiva, pues, no tiene nada de ‘abso-
luta’; la ciencia no está cimentada sobre roca: por el contrario, podría-
mos decir que la atrevida estructura de sus teorías se eleva sobre un
terreno pantanoso, es como un edificio levantado sobre pilotes. Éstos
se introducen desde arriba en la ciénaga, pero en modo alguno hasta
alcanzar algún basamento natural o ‘dado’, cuando interrumpimos
nuestros intentos de introducirlos hasta un estrato más profundo, ello
no se debe a que hayamos topado con un terreno más firme: paramos
simplemente porque nos basta que tengan firmeza suficiente para so-
portar la estructura, al menos por el momento.
Esto quiere decir que en el análisis de cada problema determinado hay un
cierto conocimiento que no es puesto en cuestión, ciertos datos no discuti-
dos, provisionalmente, que se consideran no problemáticos.20
Esta postura del racionalismo crítico se opone a la idea de un funda-
mento indudable en el cual se pueda sostener la ciencia, como pedía Descar-
tes, y rechaza la pretensión metafísica de suponer que hay una fuente última
y segura de conocimiento: para Popper no hay una fuente privilegiada del
conocimiento, sino que todas valen: el origen de nuestras conjeturas (los
sentidos, la razón, la evidencia, etc.) no es lo que las hace científicas, sino
que esta propiedad les viene de su capacidad de ser sometidas a crítica racio-
nal y a contrastación experimental.
El racionalismo crítico popperiano se ocupa más del problema del pro-
greso científico, del crecimiento del conocimiento, que de su origen, y por
ello la cuestión del cambio de teorías, de sus puntos principales. Popper
elabora un criterio de progreso científico, que concibe una teoría como más
satisfactoria que otra si ha pasado pruebas que la otra no ha pasado. Una
teoría es mejor que otra si está mejor corroborada que ésta, es decir, si es
más contrastable, si puede ser sometida a pruebas empíricas más exigentes,
si sus hipótesis son más arriesgadas, menos probables y por tanto afirman
más sobre la realidad, y además, si es compatible con un mayor número de

20
Enrique Suárez–Iñiguez, “Las fallas de Popper. Una crítica / The Errors of Popper: A
Criticism”, Andamios, v. 5, núm. 9. México, dic., 2008.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 79

enunciados básicos aceptados, y una parte mayor de éstos puede ser dedu-
cidos de ella.
Es preferible, pues, la teoría científica que dice más sobre la realidad,
es decir, que tiene más contenido, y por tanto es más improbable. La cien-
cia, según Popper, empieza planteándose problemas, y no observaciones; y
el progreso científico consiste en el paso de problemas simples a otros más
elaborados. La ciencia procede mediante un proceso que sigue este esquema:
P - T - E - P’. Es decir, se parte de un problema P, se propone una teoría
T para resolverle, como conjetura, esta teoría conjetural se contrasta con la
experiencia con objeto de eliminar los errores, y llegamos a otro problema
P’, con lo que empieza el ciclo de nuevo.
Popper pone tres requisitos para que se pueda hablar de crecimiento de
conocimiento o de progreso científico: las teorías nuevas deben ser simples,
originales, con poder de unificación de distintos campos de la experiencia;
deben poder ser probadas de forma independiente, es decir, que se rechaza
el recurso a hipótesis ad hoc; por último, deben tener cierto éxito empírico
es decir, que lleven a establecer nuevas predicciones y que no sean refutadas
muy rápidamente.
Popper replantea al problema de la verdad de las teorías científicas me-
diante su concepto de corroboración. Dado que la corroboración de una
teoría no es algo absoluto, sino relativo a un determinado conjunto de enun-
ciados básicos, el grado de corroboración de dicha teoría puede cambiar con
el tiempo, cosa que no pasa con su verdad o falsedad. Así, para abandonar
una teoría no necesitamos demostrar que es falsa, cosa que nunca sabemos
con certeza, sino que basta con que deje de estar corroborada en relación con
los enunciados básicos aceptados actualmente. De esta manera, podemos
racionalmente negarnos a mantener hoy una teoría científica propuesta en
otro tiempo sin entrar en su verdad o falsedad, atendiendo simplemente a
que es incompatible con una parte de los enunciados básicos aceptados hoy,
es decir, basándonos en que hoy no está corroborada, aunque lo hubiera
podido estar en otro tiempo.
Con esto llegamos al planteamiento que hace Popper de la teoría de la
verdad. Popper distingue entre las teorías de la verdad subjetivas o episté-
micas, entre las que destaca la teoría de la coherencia, basada en la consis-
tencia interna de los enunciados que constituyen las teorías científicas: la
teoría de la evidencia, que supone que hay una cierta capacidad en la mente
para captar algo como verdadero de forma indudable, teoría ésta de claro

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matiz racionalista y cartesiano; y por último, la teoría instrumentalista de


la verdad, basada en la utilidad, y que considera las teorías científicas más
como mecanismos que aseguran la labilidad de las predicciones, que como
prefiguraciones o representaciones de la realidad. Todas estas teorías plan-
tean el problema del criterio de verdad, es decir, las condiciones que debe
reunir un enunciado para poder ser aceptado como verdadero (por ejemplo,
coherencia con otros enunciados aceptados, evidencia interna, utilidad para
predecir, etc.). Frente a estas teorías subjetivas de la verdad. Popper retoma
la teoría de la verdad de Tarski, versión a su vez de la visión de Aristóteles
de la verdad como correspondencia o adecuación de la teoría a los hechos.
En consecuencia con el racionalismo crítico, ya hemos visto que no
tenemos nunca la certeza absoluta de haber alcanzado la verdad, como co-
nocimiento cierto e indudable, con lo cual nos encontramos en la situación
de tener que buscar siempre la verdad, aunque nunca estemos seguros de
haberla encontrado; es decir, que nos guiamos por la verdad como si fuera
un principio regulativo. Sin embargo, Popper plantea que aunque nunca
podamos estar seguros de haber alcanzado la verdad plena, sí podemos saber
si nos acercamos a ella, y para evaluar esta aproximación creciente a la verdad
introduce su concepto de verosimilitud, como medida de esta aproximación
a la verdad por parte de las teorías científicas.
Y así Popper da criterios según los cuales una teoría t’ está más próxima
a la verdad que otra t, es decir, que tiene más verosimilitud que ella. La teoría
t’ está más próxima a los hechos que t si: — t’ hace afirmaciones más precisas
que t. — t’ explicita más hechos que t. — t’ describe o explicita los hechos
con más detalle que t. — t’ ha pasado pruebas en las que ha fallado t.— t’
ha sugerido pruebas experimentales nuevas y las ha superado. — t’ ha unifi-
cado o conectado entre sí problemas aislados hasta entonces. Aplicando las
nociones de contenido de verdad (la clase de las consecuencias lógicas verda-
deras de una teoría) y de contenido de falsedad (la clase de las consecuencias
falsas), podemos decir que una teoría t’ se aproxima más a la verdad que otra
teoría t, si el contenido de verdad de t’, pero no su contenido de falsedad,
excede al de t, y si el contenido de falsedad de t, pero no su contenido de ver-
dad, excede al de t’; de esta manera definimos la medida de la verosimilitud
de una teoría como la diferencia entre la medida de su contenido de verdad
y la medida de su contenido de falsedad.
En cuanto a la epistemología, Popper rechaza la de cuño empirista, que
considera que el origen del conocimiento está en los sentidos, es decir, que

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 81

primero observamos y luego, por inducción, llegamos a las leyes universales


y a las teorías científicas. Frente a esto, Popper afirma que el conocimiento
científico no parte de observaciones, sino de hipótesis, de expectativas, de
conjeturas y luego trata de contrastar estas anticipaciones con la realidad,
trata de refutar estas conjeturas, y así se inicia el proceso dialéctico que ana-
lizamos antes. Para Popper no esperamos pasivamente a que, por repetición
y por costumbre, se nos impongan regularidades, sino que nosotros impo-
nemos las regularidades al mundo, y aquí se conecta con la opinión kantiana
de que nuestra mente impone el principio de causalidad, como categoría del
entendimiento, al mundo. La diferencia con Kant reside en que, para éste
las categorías del entendimiento son válidas a priori, y además nunca pueden
fallar, y en cambio, para Popper, esta necesidad de imponer regularidades al
mundo es psicológicamente a priori, es una necesidad biológica de supervi-
vencia, pero no es válida lógicamente a priori, ya que estas anticipaciones,
estas leyes impuestas al mundo, pueden ser refutadas por la experiencia.
En cuanto a las posiciones ontológicas de Popper, éste se declara racio-
nalista, realista e indeterminista. Su teoría de la razón, como juego dialéctico
de conjeturas y refutaciones ya la hemos analizado, por lo que veremos ahora
su realismo, que consiste, según el mismo, en un esencialismo modificado
en la línea de Galileo. Popper rechaza el esencialismo absoluto, que piensa
que la ciencia puede llegar al descubrimiento de las esencias últimas de las
cosas; pero considera que la ciencia describe realmente lo que existe, aunque
nunca de forma definitiva, en consecuencia con su teoría de la verdad como
correspondencia y su teoría de la verosimilitud. Por esto critica la postura
instrumentalista, seguida a veces por los neopositivistas, que piensan que las
teorías científicas son meros instrumentos para hacer predicciones, pero que
no describen el mundo.
Popper da una serie de argumentos en favor del realismo científico, y
en contra del idealismo, a partir del sentido común que es eminentemente
realista, del lenguaje que es descriptivo, y de la ciencia, que según la mayor
parte de sus practicantes tiene por objetivo la descripción y explicación de
mundo, y por último de la acción, que tiene lugar en un mundo que resulta
a su vez trasformado por ella.
La estructura de la naturaleza la describe Popper en su doctrina de los
tres mundos, que serían: el mundo físico, el mundo de nuestras experiencias
psíquicas y el llamado mundo 3, que está constituido por el contenido lógico
de los libros, las memorias de los computadores, etc. Este mundo 3 es en cier-

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ta manera autónomo del mundo 2, el de las vivencias psicológicas, aunque


depende de él para su actualización y además tiene su origen en él, pero no
se reduce por entero a dicho mundo 2. Los principales componentes de este
mundo 3 son las teorías científicas que se originan en las mentes de los hom-
bres, pero que al objetivizarse se hacen autónomas respecto de sus creadores.
Por último, Popper se declara indeterminista en el sentido en que afirma
que “no todos los acontecimientos en el mundo físico están predetermina-
dos con absoluta precisión, en todos sus detalles infinitesimales”; lo cual no
obsta para que se puedan predecir regularidades en el mundo, pero siempre
con un cierto grado de indeterminación, debido a nuestro deficiente cono-
cimiento de la realidad, tal como nos muestra la microfísica y la mecánica
cuántica. Las leyes que rigen este mundo microfísico son estadísticas y pro-
babilísticas, con lo cual el viejo sueño de Laplace de poder llegar a predecir
cualquier situación futura a partir del conocimiento exhaustivo de una situa-
ción inicial y de las leyes de la mecánica, se muestra imposible. Existe una
indeterminación intrínseca en la materia, que hace del mundo algo abierto,
un ámbito en el que se puede producir la novedad; lo cual no quita que
se puedan establecer ciertas regularidades en el curso de los fenómenos, es
decir, que esta postura popperniana no es irracional, aunque haya ajustado
las cuentas con el viejo determinismo y causalismo rígido de tipo laplaciano.
La teoría popperiana de la racionalidad científica instrumental tiene
como objetivo maximizar la consecución del máximo objetivo de la ciencia,
acercarnos progresivamente a la verdad (del mundo empírico en las ciencias
naturales, y del mundo de las instituciones en la sociedad capitalista “demo-
crática”, en el caso de las ciencias sociales). Como consecuencia, la ruptura
radical con la tradición establecida, tanto en ciencias naturales como sociales,
constituye la suprema irracionalidad. Más allá de la declaración popperiana
de “revolución en permanencia” en el cambio científico, su propuesta es una
versión de racionalidad meramente instrumental fuertemente conservadora,
fiel, en el plano político-económico, a una visión general más mesurada aún.
Hay algo profundo que une sus versiones de revolución científica y social: la
racionalidad que se utiliza para evaluarlas involucra no ruptura radical con la
tradición, por lo que sólo la reforma gradual, con preservación de lo anterior
es racional, tanto en el plano empírico natural, como social. Obviamente a
Popper no le interesaba la perspectiva de la Víctima. El que “se pone de su
parte” sufre persecución; es objeto de represión.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 83

De manera sintética podemos decir que este trabajo parte de un com-


promiso con las víctimas del capitalismo, quiere ser una respuesta innova-
dora frente a los fracasos metodológicos de ciertas filosofías. Repasemos. El
empirismo lógico tuvo como principio que todas las actividades científicas
han de realizarse por la afirmación positiva de las teorías a través del método
científico y adoptó como criterio de demarcación el Principio Verificacionis-
ta del Significado (Ernst Mach), que puede enunciarse así: las proposiciones
deben ser verificables, y el significado de una proposición es el método de su
verificación. Por lo tanto, aquellas proposiciones que no pueden verificarse
empíricamente carecen de significado en sentido estricto y sólo tienen sen-
tido emotivo. Las proposiciones significativas se restringen, entonces, a las
constituidas por términos formales y a las proposiciones fácticas con verifi-
cación empírica. Bajo la influencia de Russell y Wittgenstein. el desarrollo
de la ciencia se da primero con generalizaciones empíricas formuladas en
términos observacionales. De los hechos a las leyes, de lo concreto a lo abs-
tracto, de lo observable a lo teórico. Según los empiristas lógicos, el objetivo
de la filosofía de la ciencia consiste en la justificación lógica y empírica de
éstas. En la búsqueda de un criterio de cientificidad se partía de la base de
que un enunciado es científico sólo si es de carácter lógico o matemático
o de un enunciado sintético, contingente, con “significado empírico”; de
modo que el problema se centraba en encontrar un criterio preciso y eficaz
de significado empírico. El primer criterio se conoce como el principio de
verificabilidad completa en principio, según el cual un enunciado sintético
S tiene significado empírico sólo si es posible especificar un conjunto finito
y consistente de enunciados observacionales del que S es deducible. Lo cual
implica que comprender el significado de un enunciado sintético equivale
a conocer los hechos que determinarían su verdad o su falsedad, pero no se
requiere que tales hechos se hayan observado efectivamente sino que basta
con que sean lógicamente posibles. Sin embargo, pronto se detectaron serios
inconvenientes en este criterio. Uno de ellos, y tal vez el más importante,
consistía en que no tendrían significado empírico ni, por tanto, cabida en
la ciencia las hipótesis universales, como es el caso de las leyes, ya que, al
carecer de restricciones espaciotemporales, no son deducibles de un conjun-
to finito de enunciados observacionales. Esta dificultad, que no es otra que
el viejo problema de la inducción planteado por Hume –como recordaba
Popper en sus críticas al empirismo lógico–, obligó a revisar el principio de
verificabilidad con el fin de hacerlo más permisivo, es decir, postulando que,

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para que un enunciado sintético tenga significado empírico, es suficiente


con que goce de un cierto apoyo evidencial. El empirismo lógico no pudo
resolver el problema de inducción, ni siquiera su justificación lógica, ni ex-
plicar cuál es el proceso mediante el cual surgen las teorías científicas. El
programa fracasa dejando abierto el espacio para el inicio de uno nuevo que
contemple los aspectos creativos, imaginativos o intuitivos que se juegan en
la producción de teorías y busque la reconstrucción del progreso de la cien-
cia desde otra perspectiva.
Este nuevo enfoque neoinductivista era ya detectable, por ejemplo,
en Ayer (1936), quien afirmaba que, en el caso de enunciados universales,
como las leyes, sólo cabe exigir una confirmación “gradualmente creciente”21
Posteriormente, en sus estudios sobre lógica inductiva, o teoría de la proba-
bilidad lógica, Carnap representó el “grado de confirmación” de una hipó-
tesis en relación a un conjunto de datos observables como la probabilidad
lógica que los datos confieren a la hipótesis. La lógica inductiva era para
Carnap –como para Keynes, Jeffrey o Reichenbach– la “fundamentación
del razonamiento inductivo”, pero entendiendo tal razonamiento no en el
sentido clásico, y definitivamente desacreditado por Hume, sino como el
que atribuye a la conclusión un grado de confirmación, una cierta probabi-
lidad, y permite así adoptar “decisiones racionales” (Carnap, 1962). De este
modo, para Carnap y, en general, para los empiristas lógicos, la inducción
volvía a ser el método fundamental en las ciencias empíricas y la clave de
su racionalidad, aunque no como un procedimiento heurístico sino como
método para la aceptación y elección racionales de hipótesis, leyes y teorías
científicas ya propuestas.
Este nuevo criterio de significado empírico, con sus implicaciones me-
todológicas, no estaba libre de inconvenientes, como Popper, entre otros,
hizo notar. Si se considera que una hipótesis científica debe tener un alto
contenido informativo y, por tanto, gran capacidad predictiva, el grado de
probabilidad lógica de una hipótesis no es un síntoma de su “bondad”, sino
que puede serlo de todo lo contrario, ya que cualquier enunciado es tanto
más probable cuanto menor es su contenido. De ahí que una hipótesis uni-
versal o una ley sea absolutamente improbable, porque, si se admite la defi-
nición clásica de probabilidad como el número de casos favorables dividido
por el de casos posibles, una hipótesis de este tipo, que se refiere a infinitos

21
Carnap, Rudolf, Testability and Meaning, p. 420.

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casos posibles, tendría una probabilidad nula, por amplia que sea la eviden-
cia disponible a su favor. Un modo de salvar esta dificultad, que el mismo
Carnap reconocía, sería suponer que los casos posibles deben ser similares a
los conocidos y favorables, pero tal extrapolación supone admitir un prin-
cipio de inducción que, como demostró Hume, carece de fundamentación
lógica y empírica. Carnap propuso una solución a este problema, en la que
pretendía dejar a salvo la aplicabilidad de su concepto de grado de confir-
mación y dar razón, al mismo tiempo, de la importancia metodológica que
tienen en la ciencia las confirmaciones parciales de las hipótesis universales
y las leyes. Consideraba que cuando se utiliza una ley general, no se atiende
a todas sus implicaciones sino sólo a un reducido número de predicciones
concretas, cuyo grado de confirmación incrementa el apoyo evidencial, in-
ductivo, de la ley y justifica la confianza en ella. Por tanto, la fiabilidad de
una ley “no se mide por el grado de confirmación de la ley misma sino por
el de una o varias de sus instancias”. Esta solución es marginal respecto a
su lógica inductiva y supone para Popper el reconocimiento implícito por
parte de Carnap de su fracaso al intentar mejorar el criterio verificacionista
de significado empírico para dar cabida en la ciencia a los enunciados uni-
versales.22 Como consecuencia de ello, Carnap no ofrece una justificación
lógica de la confirmación en la práctica científica.
El siguiente paso va de este neoinductivismo al neodeductivismo de
Popper. Como en el empirismo lógico, la metodología de K. Popper tam-
poco atiende a cuestiones relativas al origen de las ideas científicas-la for-
mación de una nueva hipótesis o teoría científica es, para él, el resultado de
una actividad creadora que no está sujeta a reglas fijas, y está estrechamente
relacionada con su solución al problema de distinguir claramente entre la
ciencia y la pseudociencia. El criterio de cientificidad que propone Popper
no pretende ser un criterio de significado empírico sino únicamente de “de-
marcación”, y afirma que un enunciado o conjunto de enunciados es cientí-
fico sólo si es susceptible de contrastaciones experimentales que determinen
su falsedad, es decir, sólo si es falsable en principio. Su criterio de significa-
ción cognoscitiva. De otra forma, un enunciado científico es para Popper
un enunciado prohibitivo, un enunciado que, por su precisión y/o carácter
universal, excluye la ocurrencia de determinados hechos y situaciones obser-
vables incompatibles con él, y que constituyen el dominio de sus “falsadores

22
Carnap, 1950, 572; Popper, 1963, 215.

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posibles”, ya que, de ocurrir, determinarían su refutación; y cuanto más pro-


hibitivo es un enunciado, más nos dice acerca del mundo, esto es, mayor es
su contenido empírico y –como hemos visto en su crítica a Carnap– menor
su probabilidad. En suma, según el criterio de cientificidad popperiano, los
enunciados o sistemas de enunciados de una ciencia empírica han de ser
inevitablemente arriesgados e improbables. De este modo vuelve ilegítima
la secuencia observación-teorización-formulación de leyes. En consonancia
con su criterio de demarcación, Popper defiende que el método científico
consiste fundamentalmente en proponer hipótesis y teorías explicativas, y
en contrastarlas, a través de sus consecuencias observacionales, no para veri-
ficarlas o confirmarlas, sino para intentar falsarlas y proponer otras mejores.
La opción por esta metodología, frente a otra de corte verificacionista, tiene
para él una justificación lógica en la asimetría entre verificación y falsación,
según la cual, si un enunciado universal no puede ser verificado concluyen-
temente por numerosos que sean los casos particulares a su favor, basta un
solo caso desfavorable para que podamos concluir, su falsedad. Al mismo
tiempo, Popper, que considera que la racionalidad, en general, consiste en la
disposición a poner en duda, discutir y criticar las propias ideas y creencias,
afirma que no hay en la ciencia “procedimiento más racional que el método
del ensayo y del error, de la conjetura y la refutación”. No obstante, admite
que es explicable que el científico, ante determinadas refutaciones de su teo-
ría, no la rechace de forma inmediata sino que introduzca alguna hipótesis
auxiliar que restituya el acuerdo entre la teoría y los hechos. Pero añade que
sólo son admisibles en la ciencia hipótesis auxiliares que puedan ser con-
trastadas aisladamente, de modo que su inclusión en la teoría en cuestión
aumente el contenido empírico de ésta y, por tanto, su grado de falsabilidad.
Las hipótesis que no cumplen este requisito son meras hipótesis ad hoc, tí-
picas de las disciplinas pseudocientíficas, con su permisividad respecto a la
utilización de hipótesis adicionales con el fin de dejar a salvo determinados
elementos de una teoría.
Según Popper, si en un momento determinado una teoría ha resistido
las pruebas experimentales a que ha sido sometida, la teoría ha “demostrado
su temple” y se la considerará “corroborada”. Pero advierte que el número
de contrastaciones superadas por una teoría –que sería suficiente para deter-
minar su mayor o menor confirmación– no basta para evaluar su grado de
corroboración; para esto es preciso atender además a la severidad de dichas
pruebas. Y cuanto mayor es el contenido empírico de una teoría y menor,

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por tanto, su probabilidad, más rigurosas son las pruebas experimentales a


que debe hacer frente. En este sentido, una hipótesis está mejor corrobo-
rada que una hipótesis más imprecisa y probable, aunque ésta cuente con
un mayor número de casos a su favor; y, en un caso límite, una hipótesis
claramente no científica, carecería de corroboración, porque sea cual sea el
número de sus confirmaciones, la cautela y ambigüedad de sus profecías no
permiten someterlas a pruebas rigurosas. En suma, para Popper, el grado de
corroboración de una teoría se encuentra en relación inversa a su probabili-
dad lógica. De todos modos, aceptar una teoría o una hipótesis como corro-
borada no equivale a considerarla verdadera o definitivamente establecida,
sino simplemente merecedora de ser sometida a nuevas contrastaciones; lo
cual es coherente con su concepción falibilista del conocimiento científico
y su idea del método como una dinámica permanente de conjeturas y re-
futaciones, donde los elementos falsadores o corroboradores de una hipó-
tesis o una teoría no son hechos concretos, sino los enunciados singulares
que los describen: enunciados, a los que Popper llama “enunciados básicos”.
Sin embargo, un enunciado de esta clase carece de una justificación últi-
ma. Nuestra experiencia sensorial puede motivar nuestra aceptación de un
enunciado básico, pero no puede probarlo lógicamente porque las relaciones
lógicas se dan entre enunciados y no entre enunciados y sensaciones, que
son fenómenos psicológicos. Por otra parte, los enunciados básicos han de
ser científicos, aunque de bajo nivel, y esto significa que han de ser falsables.
Por ello afirma que la aceptación de un enunciado básico en el curso de una
contrastación es el resultado de la decisión de los científicos, que, aunque
libre, no es meramente convencional o dogmática. No es aquí un enunciado
de alto nivel, como un principio teórico, sino un enunciado singular que
se refiere a un acontecimiento concreto. Por otra parte, no se trata de una
decisión dogmática, porque dar por válido un enunciado básico refutador
al contrastar una teoría no implica considerarlo verdadero sino tan sólo lo
suficientemente firme como para falsar dicha teoría; no es, por tanto, una
decisión epistemológica sino metodológica. Pero, añade Popper, dado que
los hechos aislados e irreproducibles carecen de interés en la investigación
científica, sería insensato rechazar una teoría a partir de uno o unos pocos
enunciados básicos esporádicos, que podrían ser casuales. Por tanto, lo que
realmente refuta una teoría es una hipótesis de bajo nivel relativa al carácter
no excepcional de los enunciados básicos; una hipótesis falsable, pero sufi-
cientemente corroborada. Esto significa que un experimento falsador tiene

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la estructura de un experimento crucial entre la teoría en cuestión y una


hipótesis falsadora, en el que los enunciados básicos aceptados se convierten
en corroboradores de esta hipótesis.
En sus consideraciones sobre la naturaleza de la metodología, Popper se
muestra contrario al enfoque según el cual el estudio del método científico
consiste fundamentalmente en la descripción de los procedimientos que han
utilizado y utilizan los científicos y tiene, por tanto, un carácter meramente
empírico. Insiste en que este enfoque, al que califica de “naturalista”, es inca-
paz de conducir al descubrimiento de un patrón unificador de la multiforme
práctica científica y defiende que la metodología es una disciplina claramen-
te filosófica, cuyo interés es mucho más normativo que descriptivo. Por ello
dice que al proponer su metodología no pretende afirmar que los científicos
no han utilizado jamás el método inductivo, sino que este método es inútil
e incluso origina incoherencias y que sólo una actitud falsacionista por parte
de los científicos garantiza el aumento de conocimiento en la ciencia.
Sin embargo, la metodología de Popper no constituye, como él pre-
tende, una superación del convencionalismo. Su criterio para marginar las
hipótesis ad hoc es menos discriminatorio de lo que puede parecer, porque
exigir que las hipótesis auxiliares sean de suyo contrastables, si bien excluye
ciertas hipótesis oportunistas o carentes de sentido empírico, permite mul-
titud de hipótesis acerca, por ejemplo, del mal funcionamiento de los ins-
trumentos utilizados en la contrastación, de las condiciones de observación,
de la existencia de interferencias desconocidas, etc., que pueden aplazar de
modo incontrolable la falsación de una teoría. Por ello no es extraño que
Popper reconozca que el único modo de eludir e! convencionalismo consiste
en tomar la “decisión” de no utilizar sus estratagemas; una decisión que no
deja de ser convencional. Por otra parte, tampoco elude Popper el conven-
cionalismo cuando se refiere a la decisión por parte de los científicos de acep-
tar determinados enunciados básicos en el curso de una contrastación. Tal
decisión es convencional, y no de un modo inocuo, porque aunque el objeto
de aceptación sean enunciados singulares, de ella depende la corroboración
o la falsación de hipótesis universales, leyes y teorías científicas.
Aunque la metodología de Popper se desarrolla al hilo de sus críticas
al empirismo lógico, comparte con esta corriente de pensamiento sus su-
puestos esenciales. También para Popper los problemas filosóficos son fun-
damentalmente problemas lógicos, y es la base empírica –en su caso, los
enunciados básicos–, la que decide la suerte de las hipótesis y teorías cien-

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tíficas. En suma, para él, como para los empiristas lógicos, la racionalidad
del método científico depende de la justificación lógica y empírica de las
decisiones de los científicos; de ahí que conciba el método científico como
una aplicación, lo más estricta posible, del modus tollens. Precisamente por
ello se ve obligado en algunos momentos a recurrir, a su pesar, a ciertas “de-
cisiones” complementarias de tipo convencionalista y, en términos genera-
les, su metodología –como han subrayado sus críticos– no es coherente con
la práctica científica real ni constituye un proyecto realizable, a pesar de su
carácter normativo, en el supuesto de que una teoría queda falsada por un
enunciado básico que entre en conflicto con ella. Este supuesto ni siquiera
encuentra justificación en la filosofía de Popper, porque, como hemos visto,
éste admite que un enunciado básico nunca puede considerarse probado por
la experiencia, y es posible, en muchas circunstancias, recurrir a hipótesis
auxiliares que inmunicen a la teoría frente a los hechos. Además, la historia
de la ciencia nos enseña que ningún experimento, por crucial que parezca,
ningún enunciado básico, y ninguna hipótesis falsadora, son suficientes para
falsar una teoría importante; para ello es indispensable que haya surgido
otra teoría alternativa que se considere mejor que la anterior, como señala
Lakatos. De ahí que el falsacionismo popperiano sea para una metodología
apriorística, elaborada de espaldas a la práctica científica real e inaplicable en
ella. Para Feyerabend, el conocimiento no avanza mediante una sucesión de
teorías consistentes entre sí, sino a través del contraste entre perspectivas di-
ferentes, e incluso incompatibles, de modo que exigir a una nueva hipótesis
consistencia con las teorías aceptadas equivale a favorecer a éstas por el sim-
ple hecho de ser más antiguas y familiares. Tampoco estaría justificado, se-
gún Feyerabend, exigir a las nuevas hipótesis que concuerden con los hechos
establecidos, en primer lugar, porque, en realidad ninguna teoría científica
cumple cabalmente este requisito –de ahí la importancia de las hipótesis ad
hoc en la investigación– y, en segundo lugar, porque, dado que ningún expe-
rimento o informe de observación es neutro teóricamente, tal exigencia su-
pondría aceptar acríticamente una determinada “ideología observacional”.
En consecuencia, para Feyerabend, lo más aconsejable es desobedecer esta
regla metodológica y actuar contrainductivamente, desarrollando hipótesis
incompatibles con las teorías y la base observacional establecidas, sin descar-
tar para ello teorías científicas ya rechazadas o ideas provenientes de fuera de
la ciencia: de la metafísica, la mitología o la religión.

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90 jorge lora cam

Kuhn critica a Popper en el sentido de que la evidencia empírica nun-


ca justifica suficientemente el triunfo de una teoría científica; no se puede
afirmar que la elección de una teoría nueva y el rechazo de otra anterior se
realiza atendiendo a este tipo de motivos. Los argumentos que el mejor y
más elaborado sistema demostrativo experimental pueda aportar son siem-
pre insuficientes, y por tanto, nunca decisivos. Y mucho menos es posible
seguir manteniendo el criterio empírico como el argumento básico en la co-
rrección y generación de las teorías. Después de diferenciar en la estructura
de la ciencia una parte interna (formal) y otra externa (sociológica), indica
que el único criterio que define (y por tanto condiciona) el triunfo de una
teoría sería el consenso científico (criterio socio-psicológico), y no la expe-
rimentación, por rigurosa que ésta sea. Por su parte, Feyarabend sostiene
que cualquier teoría, por el hecho de ser tal, va siempre más allá de los datos
observacionales con que puede contar en cualquier momento. Intentar, por
tanto, explicar el triunfo de una teoría a partir de la ventaja obtenida por un
supuesto apoyo empírico no es posible. La verdad de todo enunciado expe-
rimental, debido simplemente a la complejidad técnica inherente al propio
proceso de verificación, está siempre expuesto a error; por tanto, debe ha-
blarse de la falibilidad de todo conocimiento, incluso el de las ciencias físi-
cas, la matemática o la lógica. Así, la elección y el triunfo de una teoría sobre
otra u otras se debe tanto a motivos empíricos como a la constatación de que
las teorías universales, por serlo, transcienden siempre cualquier conjunto de
datos observacionales disponibles en un momento determinado. Dicho de
otra manera, el apoyo experimental de nuestras teorías nunca es total. Las
teorías nacen y crecen en medio de un océano de anomalías. Y finalmente
será Lakatos quien acuse a Popper de racionalista ingenuo; considera que
dentro de un programa de investigación, una teoría sólo puede eliminar-
se por otra teoría mejor, es decir, por una teoría que exceda en contenido
empírico a sus predecesoras, parte de dicho contenido es posteriormente
confirmado. Para la sustitución de una teoría por otra mejor, la primera no
tiene que ser “falsada” en el sentido popperiano del término. De este modo,
el progreso viene indicado por instancias que verifican un exceso de conte-
nido más que por instancias falsadoras; la “falsación” empírica y el “rechazo”
efectivo son independientes.
En esta postura de Popper encontramos algunos de los conceptos claves
de su filosofía de la ciencia, tales como la refutación de las teorías por la expe-
riencia, el concepto de teoría mejor corroborada, el concepto de verosimilitud,

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 91

la concepción del conocimiento como un proceso indefinido del conjeturas


y refutaciones, y la afirmación de que somos capaces de alcanzar un conoci-
miento objetivo de la realidad gracias a este método. Éste es el método más
adoptado por los manuales de metodología, y objeto de crítica por el mar-
xismo. La secuencia tema-marco teórico-hipótesis-metodología-verificación-
conclusiones es de fuerte contenido empirista y racionalista lógico, que da por
sentado que existen teorías que son el punto de partida y pueden adecuarse a
los hechos, y ser más verosímiles, en función del experimento o de la empiria.
Kuhn critica a Popper por considerar al conocimiento científico como
acumulativo. Y para ello se basa en las crisis y revoluciones científicas, in-
troduciendo la sociología y la historia en la ciencia. Propone frente al ra-
cionalismo y a la estricta relación lógica-empírica introducir la historia y el
estudio social de la ciencia. Introduce la historia de la ciencia, y más tarde la
sociología de la ciencia ocupará un destacado lugar.
Feyerabend, en su polémica con Popper y Lakatos, cuestiona la ingenua
afirmación popperiana de que toda investigación comienza con un problema
sobre el que actúa el científico. Prefiere pensar que éste se mueve por una pa-
sión que lleva a una conducta, que a su vez, crea las circunstancias y las ideas
para analizar y explicar el desarrollo total, para hacerlo racional. Cierto es que
contrastamos nuestro pensamiento con la experiencia, pero a menudo inverti-
mos el proceso. Además, si bien es cierto que gran parte del pensamiento surge
de la experiencia, hay amplias zonas que en absoluto surgen de ella, sino más
bien de la intuición u otras reacciones profundamente asentadas.
Objeta que los hechos, la experiencia, sirvan para medir la solidez de
una teoría; ni una sola teoría concuerda con todos los hechos de su dominio.
Propone proceder contrainductivamente, además de inductivamente. Ex-
horta a salir del círculo de la teoría e investigar un nuevo sistema conceptual
que entre en conflicto con los resultados ya establecidos, trabajando con
hipótesis ad-hoc, formulaciones provisionales, empíricamente corroboradas
ad-hoc, requisito de nuevas teorías. No se parte de cero, de la observación
de un fenómeno nos formamos interpretaciones precientíficas, basadas en
la experiencia y racionalizadas con el lenguaje. Aunque en algunos aspectos
parece subjetivista, como cuando plantea escoger las interpretaciones que
más nos gusten. Acertó al plantear que el científico al investigar hace uso
de teorías, métodos, razonamientos, sugerencias heurísticas, concepciones y
fragmentos de teorías abandonadas; sin embargo, sirve limitadamente para
comprobaciones de lo obvio.

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La filosofía analítica revela verdades necesarias, a priori, a las que se llega


mediante el análisis conceptual, hasta Quine, quien refuta a los anteriores al
opinar que si no hay verdades a fortiori no hay verdades conceptuales sobre
las que la filosofía pueda reflexionar. Se llega a Kripke con su muchedum-
bre de necesidades metafísicas, que pueden descubrirse a priori mediante
intuiciones no conceptuales, sino modales, sobre lo que es posible y que no,
justificando el análisis conceptual. En definitiva, esta corriente nace con pro-
blemas metodológicos que no ha podido superar. Para saber si una intuición
es verdadera o falsa, están los hechos, pero éstos no son considerados.
Gadamer defiende la idea de la primacía del entendimiento hermeneútico.
Antes de la explicación hay que entender. El círculo hermeneútico describe un
momento estructural, ontológico de la comprensión, pertenece a la historia efec-
tual, al ser de lo que se comprende. Comprender es el carácter óntico original de
la vida humana, entenderse en la cosa. Otros teóricos importantes en esta línea
son Alfred Shutz (la intersubjetividad en el mundo social), Peter Berger-Thomas
Luckman (construcción social de la realidad), Peter Winch (seguidor de Witt-
genstein), Anthony Giddens (la doble hermenéutica) y Jurgen Habermas.
Este último merece unas palabras, pues desde el marxismo-kantiano deriva
en un híbrido mayor, que, inspirado en la racionalidad instrumental weberiana,
relaciona la comprensión, el mundo de la vida, el sistema, la integración social y
la imposición de racionalidades, en aras del medio ambiente y la paz. Introduce
la racionalidad comunicativa, el mutuo entendimiento que los agentes median-
te sus actos realizan en la búsqueda de la comprensión para armonizar planes de
acción sobre la base de definiciones comunes de las situaciones.

5. Tradicion hermenéutica en la metodología


de la investigación en ciencias sociales
Como estamos viendo, destacan tres tradiciones en el pensamiento social: la
empirista, la hermenéutica y la teoría crítica. En la primera tradición destaca
el positivismo lógico o empirismo radical, que propone unificar las ciencias
bajo el modelo y método de las ciencias naturales. El racionalismo crítico.
basado en la refutabilidad, o sea, el determinar un hecho susceptible de refu-
tar algún enunciado de la teoría; aunque opuesto a la verificación, trata de la
refutación de enunciados según contenidos empíricos, acercándose al positi-
vismo. El hecho de buscar comprender el mundo y aprehenderlo mediante
la discusión con otros, no lo exime de ser empirista.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 93

Weber formula la sociología interpretativa y la primacía de las fuerzas


éticas influyendo sobre las otras dos tradiciones. En 1932 aparecerá el estu-
dio de A. Shutz (La fenomenología del Mundo Social) que afectará a la feno-
menología norteamericana. Más tarde, Peter Winch, con su obra (Ciencia
social y Filosofía, 1958) recupera a Weber, la fenomenología y al neokantis-
mo. Paul Ricoeur, con su hermenéutica, y Gadamer, abierto a la perspectiva
de la historia, permiten que en el enfoque hermenéutico confluyan tenden-
cias marxistas con el neopositivismo. La hermenéutica es el desciframiento
lingüístico del sentido del deseo o interés latente en un discurso cifrado. Su
método es inacabado y abigarrado.
El marxismo, después de un largo periodo de uniformización hegemo-
nista, intentará expresar las diferencias de intereses y formas de vida, contra
los proyectos uniformizadores desde los centros de poder mundial colonial.
Mariátegui será un símbolo de esta nueva época.
El positivismo también parecía agotado en sus diversas variantes neopo-
sitivistas (empirismo lógico, neoestructuralismo, funcionalismo) con sus
posturas antidiferencialistas. Ignorando la historia viva, intentará unificar
los deseos y el lenguaje de los pueblos sometidos. Con el neoliberalismo
recolonizador, décadas después, estas posiciones volverán a adquirir fuerza;
aunque al mismo tiempo en los márgenes también corrientes marxistas in-
tentaran desarrollar una ética y un lenguaje nuevos, particularmente en las
zonas coloniales. La corriente interpretativa, al perder de vista la dinámica
de las fuerzas económicas y tecnológicas, enfrentará nuevos problemas, al
relacionar estructuras, subjetividades y acción colectiva que es el problema
central de las ciencias sociales.
Como ya vimos, el positivismo lógico buscó identificar una forma de ra-
zonamiento (el lógico) con la metodología, y su propuesta más elaborada fue
el método hipotético deductivo, colocando a la teoría en una función deduc-
tiva respecto a la hipótesis, donde el dato empírico sería algo dado. La relación
entre enunciado sintético y observacional deberá ser deductiva para poseer
sentido empírico. Este proyecto fracasó cuando sus filósofos reconocieron que
las teorías reales sólo se asemejaban parcialmente a los sistemas deductivos.
Enrique de la Garza23 sintetiza un conjunto de críticas que se le han hecho:

23
Enrique de la Garza, “Estructuralismo y positivismo en tiempos de posmoderni-
dad”, en Hugo Zemelman (Coordinador), Determinismos y alternativas en las cien-
cias sociales de América Latina, México, unam-crim/Ed. Nueva Sociedad, 1995.

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a) Las teorías sólo se asemejan parcialmente a los sistemas hipotéticos


deductivos. b) La relación entre teoría e hipótesis son más complejas que la
simple deducción, y en su formulación realizan operaciones no racionales.
c) La ciencia trabaja con conceptos sólo parcialmente interpretados, y las
reglas de correspondencia entre los lenguajes observacional y teórico son
incompletas.
Además de las dificultades para definir enunciados empíricos, no hay
una teoría de la observación aceptable. El dato empírico no es lo dado in-
mediato. El dato empírico va de la percepción directa a la indirecta usando
instrumentos. El dato empírico moviliza conceptos y términos y el recorte
empírico depende de los conceptos teóricos manejados. Lo empírico ya no
es visto como reflejo sino como forma de relacionamiento sujeto-objeto.
En conclusión, tras tanto debate y críticas internas y externas, se va con-
sensando en que las determinaciones del dato son en parte teorías y en parte
histórico-sociales que incluye la relación dato-significado subjetivo, sentido
común, discurso, estructuraciones parciales, etc. No es posible operaciona-
lizar todos los conceptos y los que sí lo fueron estaban plagados de incerti-
dumbres. A pesar de la legitimidad conseguida por el falsacionismo se siguió
usando el verificacionismo. Aunque las teorías científicas conllevan supues-
tos no necesariamente compatibles con los paradigmas epistemológicos, los
científicos sociales fueron los que generaron más propuestas metodológicas.
Los ritmos de la metodología y de la epistemología eran diferentes, por ra-
zones como las constantes segmentaciones del conocimiento, a los que se
agregaría los fracasos predictivos y explicativos. Además de las incoherencias
deductivas entre metodología, epistemología y teorías, se optará por hibri-
daciones lógicas.
Para Weber, quien influyó en Popper, las ciencias sociales pueden lo-
grar la condición científica con una forma especial de explicación basada en
la construcción y uso de los tipos ideales. El conocimiento es la captación
interpretativa de sentido de los fenómenos de la realidad en términos de su
significación cultural. La significación surge de la orientación por valores de
los sujetos, respecto a eventos convertidos en objetos culturales. Las ciencias
sociales, al estudiar estos eventos como objetos centrales, deben explicar en
base a una imputación causal que vincula efectos con causas, usando los
tipos ideales, construcciones intelectuales de un objeto cultural, que sinteti-
zan muchos objetos concretos individuales seleccionados desde el punto de

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 95

vista del investigador, que se orienta por la posibilidad objetiva y que unos
elementos sirvan de causa de otros para realizar la imputación causal.
Mientras que para el positivismo la conciencia está sometida a las con-
diciones de la naturaleza, mutilando la realidad histórica para adaptarla a
los conceptos y métodos de la ciencia natural, para la gnoseología clásica se
pierde de vista que el hombre no sólo es conciencia, sino una unidad psico-
física definida por su unidad espiritual; la naturaleza se encuentra sometida
a las condiciones de la conciencia. Esa unidad psicofísica individual –según
Dilthey– es la base de las ciencias culturales y las ciencias de la organización
externa de la sociedad.
La condición básica de posibilidad de las ciencias del espíritu y la ma-
teria que hace posible el conocimiento, es lo “dado” en esa vivencia que la
conciencia tiene de su propia actividad, y por la que siente vivir y se conoce
desde dentro: se comprende.
La investigación pasa del individuo a su interacción, a su interacción
con otros. La sociedad es interior al individuo. Las estructuras de la vida
y como nos es dada es el fundamento de la metodología. De la institución
psíquica originaria pasará a la comprensión de formaciones culturales y or-
ganizaciones supraindividuales. La validez queda fundada en la identidad
del espíritu del hombre y del mundo, el mundo histórico que es histórico
porque ha sido creado por el hombre cuya esencia incluye la historicidad, la
descripción, el relato y el análisis, diferentes a las naturales y permiten com-
prender lo real desde la experiencia interna. El objeto y método propios de
las ciencias sociales sería la comprensión que intenta descubrir intencionali-
dades, sentidos. Desde la unidad sujeto-objeto el conocimiento se inserta en
el mundo de la vida. Para otros, se trata de interpretar desde la lingüística,
estando vinculado a la interacción y al lenguaje. La hermenéutica también
se refiere a la comprensión e interpretación crítica del sentido. Para entender
hay que preentender. Otros más defienden la comprensión explicativa. La
explicación no sólo trata de causas, sino también del problema y su estruc-
tura, de relacionamientos, lógicas, características, complejidades, razones,
evolución, elementos inductivos y deductivos, manejo de datos, formas de
demostración, significados y consecuencias. Mientras que la interpretación
se refiere a la búsqueda de significados referidos a procesos, la comprensión
de las sociedades nunca va separada de la explicación. De hecho –para mu-
chos– el punto de partida de la investigación es ensayar una explicación e
interpretación del objeto.

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Justamente Weber, siguiendo a Rickert y a Cassirer, intenta combinar


comprensión y explicación de lo individual e irrepetible desde la neutralidad
valorativa. Hace referencia a valores para comprenderlos y entender su va-
lidez como asunto de fe, reflexión o interpretación especulativa del sentido
de la verdad y del mundo. Es posible la crítica científica de ideales y juicios
de valor, como también reflexionar sobre medios-fines o un análisis lógico
formal del material en los juicios de valor y las ideas históricamente dadas.
Esta metodología se funda en: 1) La elección de hechos históricos es
subjetiva a efectos de su reconstrucción y explicación. 2) Las premisas de
toda ciencia de la cultura es que somos seres civilizados, con capacidad de
tomar una acción consciente frente al mundo y conferirle un sentido. 3) La
acción entonces, es objeto de comprensión y la acción social objeto de com-
prensión objetiva y explicación causal. 4) La acción racional con respecto
a fines es objeto de preferencia metodológica y los tipos ideales ponen de
manifiesto su poder heurístico. 5) Se trata de estudiar acciones con arreglo
a fines, valores, afectos o a la tradición. Comprender conduce a hipótesis
susceptibles de comprobación empírica y para ello utiliza los tipos ideales de
conductas con respecto a fines.
Otro debate que hay que conocer es el que se dio entre la filosofía ana-
lítica y la teoría crítica.
La primera concibe a la sociedad como conjunto de individuos. Para
estudiarla establece la dependencia de la teoría respecto al método, que per-
mite la construcción de sistemas deductivos de enunciados hipotéticos indi-
ferentes a su descubrimiento y aplicación y que tienen por función explicar y
predecir. La relación teoría-práctica descansa sobre la separación ciencia-éti-
ca, hechos y decisiones. Mediante una decisión damos sentido a la historia.
Por su lado, la teoría crítica parte de la totalidad, contexto intersub-
jetivo de cuyo carácter contradictorio y complejo, derivan los problemas
sociales. A diferencia de los analíticos, tanto la teoría como el método de-
penden del objeto cuyos imperativos y necesidades coaccionan al sujeto.
Niegan la libertad de elección de categorías y modelos que son previamente
comprendidos echando luz sobre el objeto. Las leyes históricas hacen posible
comprender objetiva y críticamente acontecimientos en movimiento de la
sociedad situados en una totalidad que se impone mediado por la concien-
cia. La interpretación histórica se legitima a partir del contenido objetivo
(contradicciones) y su crítica para una orientación científica de la práctica.
Desde esta perspectiva es posible asumir la pluridiversidad.

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La pluridiversidad la entendemos en el sentido de que las ciencias so-


ciales puedan disponer de métodos propios de sus disciplinas (historia oral,
etnográfico, análisis de coyuntura) o generales (histórico crítico, inductivo,
análisis y síntesis, abstracto-deductivo, de la comprensión) que en ciertos
casos son métodos provenientes de las ciencias naturales y aún utilizar o in-
spirarse en las ciencias formales (como el sistema axiomático). Los métodos
son muchos, los deductivos e inductivos, los de análisis y síntesis, los dia-
lécticos, los experimentales, los matemáticos, de observación, de medición,
de clasificación, heurísticos (que parten de simulaciones o conjeturas no
comprobadas para extraer consecuencias), el método hipotético-deductivo
(para Popper y muchos más, el único paradigma de la investigación científi-
ca), los computacionales, el de la comprensión (muy utilizado en las ciencias
humanas), los métodos hermenéuticos y contextuales (fenómenos históricos
y lectura de textos), los métodos metacientíficos, los métodos de implemen-
tación técnica del conocimiento científico y construcción de artefactos cien-
tíficos, etc.
La elección implica estar dispuesto a romper con las limitaciones de
la ciencia y las categorías de la modernidad colonial. Sus posibilidades de
conocimiento estarán en función de objetivos emancipatorios. Cada cual
está asociada a una ética y política de sus prácticas y compromisos de inves-
tigación. Y antes, responder a las siguientes interrogantes: ¿Qué es el cono-
cimiento, la teoría, la ciencia, el saber? ¿Para qué y para quién investigamos?
¿Con quiénes? ¿En qué contexto? ¿Con quiénes dialogamos? ¿A quiénes le
sirve, a qué grupos sociales? ¿Con quiénes investigamos y aprendemos de su
reflexividad en la resistencia?
E. Thompson, hizo una dura crítica al teoricismo reivindicando la ex-
periencia histórica. En la investigación marxista, el análisis de las partes y
de la totalidad se hace al mismo tiempo en el análisis concreto, basado en
la historia razonada. Entiende lo real social concreto mediado por la praxis
histórica de la humanidad, el verdadero punto de partida de la investigación.
La explicación se da respecto a las múltiples determinaciones que se articu-
lan en relaciones ordenadas y jerarquizadas lógicamente, donde lo abstracto
se convierte en concreto, que es la síntesis de múltiples determinaciones.
Rescata la intuición y el método analítico, reubicándolos como mo-
mentos subordinados e integrados a la línea general que reutiliza el análisis
característico del entendimiento y representación en una unidad diferencia-
da junto a la síntesis propia del concepto y la razón.

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La investigación debe preceder a cualquier demostración o validación


para no caer en la metafísica apriorística. Se parte de lo real social concreto,
luego se tiene la representación plena, caótica y acrítica formada por intui-
ciones y representaciones. Posteriormente, con el uso de conceptos se llega
a una totalidad conceptual y a categorías explicativas para llegar a la totali-
dad concreta explicada e interpretada. Esta forma de investigar propone la
unidad de la construcción de conceptos con la reproducción cognoscitiva
de la realidad.
La investigación debe articular la historia, la ciencia y la praxis social
en la totalidad concreta. Una integración que va más allá de la historia y
que exige mediaciones que trasciendan la fusión de conocimientos, finali-
dades y valoraciones en un razonamiento crítico que expone las limitacio-
nes de lo dado.
No debe confundirse la interpretación como método de la hermenéutica,
corriente filosófica considerada un modo de comprender nuestra situación en
el mundo a partir de una precomprensión y un registro y descripción feno-
menológica de lo que se observa. Para sus críticos se corre el peligro de reificar
las tradiciones, los prejuicios heredados, la cultura dominante. La concepción
empírico analítica y la simbólica tienen semejanzas, en ambos casos la teoría es
descriptiva y neutral, separan la teoría y la práctica y el modelo simbólico no
rechaza las formalidades empírico analíticas.
De ahí que la reflexión crítica deba explicar los intereses implícitos en
las tradiciones y cuestionar la tradición recibida y las ideologías. No obs-
tante, vemos que la interpretación es particularmente valiosa en el análisis
social, y característicamente intercultural, de autorreflexión de nuestra he-
rencia colonial, de la diversidad. La interpretación que se basa en la continua
búsqueda de significados en la pluralidad de sociedades y culturas la han
venido haciendo la literatura y los ensayistas sociales. Este tipo de interpre-
tación va más allá de los estudios culturales y abarca el estudio histórico,
económico y político, destacando la descolonización de los conceptos y en
nuestros tiempos en la comunicación de masas y en las redes sociales en In-
ternet. En una perspectiva emancipatoria, transdiciplinaria y crítica incluye
la compresión de la memoria, la historicidad intercultural, los imaginarios
sociales, la geopolítica del saber que recupere la segmentación y pluralidad
de saberes, y entre los politólogos modernos en el análisis de los derechos
humanos, de la construcción de ciudadanía, y de la naturaleza como punto
de partida del diálogo.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 99

La experiencia histórica y el lenguaje, la tradición que conlleva visión


del mundo y prejuicios, son elementos objeto de reflexión hermenéutica,
que de acuerdo con Habermas, deben de someterse a la instancia crítica
emancipatoria del pasado. Justamente por formar parte de lo criticado es que
se impone la autorreflexión y la crítica discursiva. La interpretación ilumina
nuestra visión emancipadora de la irracionalidad, injusticia y colonialismo.
En América Latina el entender las sociedades y culturas que identifiquen
relaciones, mitos, símbolos (lenguaje, valores, significados, formas de pro-
ducción y de intervención) muestran que las luchas simbólicas son luchas
por el poder, contra las representaciones fetichizadas, alienantes. Para hacer-
lo debemos cambiar las categorías de percepción y apreciación del mundo
social, las estructuras cognitivas y evaluativas. Es la lucha por la visión del
mundo. A diferencia del positivismo, donde las estadísticas, las mediciones
y los estudios de campo mixtifican al aislar los hechos del contexto concreto
que crea los hechos y que sólo son definibles desde la teoría. Método represi-
vo y conservador en el pensamiento y en la existencia contemporánea. Para
el marxismo, objetivismo y subjetivismo, materialismo y espiritualismo, son
subsumidos en la práctica social, en la subjetividad práctica, fundamento del
ser social y del pensamiento. La comprensión de la praxis –autorrealización
del sujeto objetivo– es la esencia de la filosofía marxista. Al interpretar, cap-
tamos los hechos desde una teoría, reconstruimos en forma propia la con-
textura orgánica de la realidad, con un esfuerzo de articulación y totaliza-
ción. La integración de las partes de las luchas sociales adquiere consistencia
verdadera en la relación entre sí y con la totalidad. La comprensión en esta
vertiente se basa en el concepto de totalidad concreta como reproducción
del pensamiento de la realidad orgánica y la idea de que el sujeto social sea
al mismo tiempo, sujeto y objeto del conocimiento.
En conclusión, en concordancia con el avance de las ciencias y de
otras formas de conocimiento, la tendencia actual es ir más allá de la epis-
temología y de la lógica, en una actitud inclusiva, revalorando los varios
modos de aprehender y asimilar la realidad y la construcción de la ver-
dad particularmente en el enfoque de la complejidad, de la totalización y
la construcción de espacios comunicativos, abordando la realidad desde la
historia social, de la actividad creadora humana y de las necesidades que
interpreta en un proceso mediado por el contexto histórico cultural y otras
determinaciones, que por ello varían y se diversifican.

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6. Marxismo y subjetividad
En la tradición marxista fue hegemónica la versión dogmatizada, objetivista,
positivista, que soslaya el sentido cultural convirtiéndose en un monólogo
de verdades absolutas, más preocupada por el reflejo, la lógica, la ciencia y el
descubrimiento de leyes. Deviene en una autoconciencia “teórica” de la rea-
lidad, en una metafísica del orden. No abordaba la realidad subjetivamente,
no había causación en los análisis. Luego aparecerá con fuerza una versión
subjetivista donde la conciencia refleja al mundo y al mismo tiempo lo crea
o lo transforma, enfatizando en la construcción de realidades.
Miguel Candiotti es un académico de la Universidad Pompeu Fabra,
que nos ayudará a esclarecer algunos conceptos epistemológicos y ontológi-
cos para no perdernos en su complejidad. Con Marx, destaca lo fundamen-
tal de reconocer la subjetividad práctica, del sujeto en su actividad objetiva,
transformadora del mundo material. Ontológicamente objetiva al formar
parte de la realidad –que existe independientemente del sujeto teórico– y
gnoseológicamente objetiva, al ser empíricamente comprobable por todos.
Él lo dice así:
Cuando nos refiramos a la objetividad que es propia del objeto en
tanto subsistente en sí, en cuanto mera existencia independiente del
sujeto de conocimiento, podríamos utilizar la fórmula objetividad
ontológica. Cuando, en cambio, queramos referirnos a la objetividad
que es propia del sujeto teórico si su conocimiento se ajusta a los datos
de la experiencia corroborables por todos, sería bueno aclararlo deno-
minándola, por ejemplo, objetividad gnoseológica.24
Es precisamente el reconocimiento de la actividad práctica considerada como
acción humana que transforma permanentemente el mundo material del que
ella misma forma parte, excediendo, trascendiendo y condicionando toda ac-
tividad cognoscente de los sentidos y del pensamiento, aunque estos puedan
parcialmente guiarla, al no ser una guía ni completa, ni neutral. La subjeti-
vidad práctica forma parte de la realidad objetiva a la que modifica constan-
temente. Dice: todos somos sujetos prácticos antes de ser sujetos teóricos.
El mundo de la práctica es el mundo material de las relaciones con el medio
sociopolítico que nos constituye, las acciones que nos producen y lo que ha-

24
Miguel Candiotti, Subjetividad social y objetividad científica. Apuntes sobre la episte-
mología política de Antonio Gramsci…

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 101

cemos. La subjetividad cognoscente se encuentra fuertemente condicionada


por la subjetividad práctica que es social, material e histórica. Con esto se
puede entender que el lado activo no está en los sentidos sino en lo que ellos
captan, no está en la subjetividad cognoscente –teórica– sino en la subjetivi-
dad práctica, cuya actividad transformadora del complejo mundo poblado de
múltiples sujetos que son al mismo tiempo objetos a diferencia del subjetivis-
mo. La teoría siempre responde a intereses suscitados en la práctica, intenta
captar el mundo y comprenderlo, explicarlo e interpretarlo. No se construye
el mundo con la actividad sensorial como opina el subjetivismo.
En otro artículo sostiene que el materialismo de Marx supone la supe-
ración del subjetivismo y el objetivismo, dos variantes del teoricismo, del
privilegio de la subjetividad cognoscente por sobre la práctica:
Por ser así un materialismo de la práctica social humana, un materia-
lismo centrado en las transformaciones prácticas del mundo material,
el nuevo materialismo de Marx es un materialismo histórico. Y vice-
versa, por ser un materialismo histórico que no se limita a contemplar
ingenuamente el estado actual de la sociedad –como el materialismo
clásico– sino que alarga su mirada, comprueba los profundos cambios
realizados por la “humanidad social” a lo largo de la historia, se reco-
noce en ellos y se suma a ellos, es un materialismo práctico.25
Y previene respecto a lo que algunos filósofos han denominado filosofía de la
praxis, un objetivismo contemplativo que consiste en someter la práctica a las
“leyes objetivas del movimiento”, en captar la realidad bajo la forma de mero
objeto de conocimiento, sin darse cuenta de que una parte de esa objetividad
material es la actividad humana que transforma, la subjetividad práctica.
Candiotti también examina el pensamiento de Gramsci criticando su
lado subjetivista y elogiando sus aportes a la teoría política, lo explica así:
Ahora bien, una vez realizado tal análisis deberíamos saber juntar nue-
vamente la piezas y restituir al sujeto su real unidad teórico-práctica.
Pues, aún cuando la realidad del objeto sea, en tanto tal, externa o
independiente en relación a la mera actividad cognoscente (o realidad
interna) del sujeto, este conocimiento siempre funciona como una
guía parcial de la subjetividad práctica, es decir, como orientación
limitada de una actividad que sí transforma la objetividad (ontoló-
gica) desde la objetividad (ontológica) misma. Esto significa que la
actividad cognoscente nunca transforma directamente la objetividad

25
Miguel Candiotti, Karl Marx o la subjetividad práctica como fundamento,

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102 jorge lora cam

ontológica, pero siempre lo hace indirectamente, a través de su orien-


tación parcial de la práctica. Pero también significa que la actividad
práctica sólo puede transformar satisfactoriamente el mundo material
si es guiada en cierta medida por la actividad cognoscente. Por lo tan-
to, teoría y práctica son distinguibles -y deben ser distinguidas- pero,
al mismo tiempo, son inseparables entre sí.26
Y luego agrega su concepción de la praxis y su distancia con el construccio-
nismo subjetivista. Dirá que la realidad material es externa o independiente
con relación al conocimiento, porque éste no la abarca o contiene en su in-
terior. Que en cambio, el conocimiento no es jamás externo o independiente
en relación con la realidad material, precisamente porque el sujeto teórico
no existe separado del sujeto práctico que participa de tal materialidad na-
tural y social, de esa objetividad ontológica. Así, la actividad cognoscente,
en tanto constituye la realidad interna al sujeto, es una parte mínima de una
realidad total que la excede. La actividad gnoseológica es siempre llevada a
cabo en el interior de un sujeto que desarrolla una determinada actividad
práctica en la realidad externa: la subjetividad práctica precede, incluye y
condiciona a esa subjetividad teórica que la orienta parcialmente.
Al criticar a Gramsci señala que su error interpretativo de base es la
negación de toda objetividad ontológica y, por tanto, de todo materialismo,
y sin embargo, la perspectiva gramsciana –lo mismo que el antes citado
Eduardo Grüner– tiene la virtud de aportar en el problema de la actividad
cognoscente. Si Marx destacaba sobre todo la actividad práctica humana
como transformadora de la realidad –desdeñando detenerse demasiado en
analizar la subjetividad cognoscente–, Gramsci lo complementa poniendo
el énfasis en la actividad teórico-ideológica de “concepción del mundo” que
media todo conocimiento de esa realidad. Que es capaz de dar cuenta de los
conflictos y las contradicciones entre todas las diversas ideologías que divi-
den la sociedad, explicando y justificando racionalmente su propia posición
en esa lucha por el sentido.
De acuerdo con la concepción marxista de De la Garza, que recupe-
ra elementos de Geertz, Resche, Schutz, y muchos otros, el concepto de
realidad social puede ser expresado: como articulación entre objetividad y
subjetividad, en la que se reconocen los procesos de objetivación que se ori-

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Miguel Candiotti, “Subjetividad social y objetividad científica. Apuntes sobre la
epistemología política de Antonio Gramsci”, www.rebwlion.org

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 103

ginan en los sujetos y sus interacciones pero adquieren vida propia, en esta
medida, la realidad no se reduciría de ningún modo a su concepción por
el sujeto. Sin embargo, en la creación de la realidad social intervienen los
significados que acuñan los sujetos y que guían su acción, en esta dimensión
es recuperable la idea de que la realidad es un ámbito de sentido aunque no
se reduce a los sentidos.
Por ello, en la investigación gnoseológica marxista debe tener un lugar
importante la epistemología y la investigación sobre las subjetividades, en
donde las Leyes sean vistas como tendencias “históricamente determinadas”,
y los espacios de lo posible se transformen en función de las rearticulaciones
entre objetividad y subjetividad, que implica en el conocimiento la necesidad
de abstracciones o conceptos “históricamente determinados” lo que lleva al
planteamiento del método del descubrimiento más que del de justificación.
El concepto de objetivación no se reduce a lo físico, sino es aquel producto
humano que escapa al control de sus creadores. Estos productos objetivados
pueden ser del trabajo o de la propia creación de significados. Los códigos
de sentido contenidos en la cultura pueden ser concebidos como objetiva-
ciones. Pero las objetivaciones pueden darse en campos y niveles diversos
de abstracción, para escapar al reduccionismo positivista de ver a la realidad
reducida a lo empírico. Lo empírico es sólo un nivel de realidad, y no se
reduce a la subjetividad de los sujetos. Niveles de realidad en rearticulación
con eficiencias diversas en relación con los sujetos, conformando una confi-
guración entendida como Totalidad no sistémica, es decir, que no es el Todo
sino lo pertinente al objeto, Totalidad que no determina, aunque condiciona
y de la que forma parte el sujeto y sus significados. Niveles de conocimiento
de la realidad que en articulación reconocen dinamismos diferenciados. La
realidad tiene una dimensión de sentido, entendida como códigos acumula-
dos para construir significados concretos para la situación concreta. El sen-
tido no es simplemente lo que expresa a otra realidad sino un nivel de ésta,
de tal forma que en la explicación de un fenómeno resulta vital el ámbito de
cómo se construyen los significados que guían la acción. Así, la experiencia
y el dato empírico no es simplemente el reporte de lo dado sino la propia
interacción sujeto objeto, el dato está siempre subjetivado en un contexto
objetivado, y sobre el mismo influye tanto la Teoría como los significados
del investigador y de los sujetos investigados.
Agrega De la Garza, retomando el método de El Capital, que es es-
pecífico para un objeto teórico, que si hiciéramos un intento de poner en

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el tiempo presente las categorías principales de este método del concreto-


abstracto-concreto tendríamos que el concreto real no es sino la relación
sujeto-objeto, de los sujetos con sus objetivaciones y del sujeto que investiga
con otros sujetos. La reconstrucción de la teoría sobre el objeto de estudio es
la reconstrucción de la Totalidad, pertinente a la explicación de este objeto
teórico como en El Capital, donde la Totalidad es principalmente la articu-
lación entre conceptos de diversos niveles de abstracción, pero asentada en
la historia y la empiria, en la realidad práctica, pero que no ignora la teoría
acumulada sino que la crítica y reconstruye. La Totalidad es ese concreto
pensado de Marx, articulación por ahora conceptual en varios niveles, y con
lo histórico y empírico. La explicación se logra cuando se ha reconstruido la
Totalidad al objeto.
Empero, la Totalidad como guía de la reconstrucción del objeto en el
pensamiento, puede adoptar varias formas dependiendo del objeto. En un
objeto teórico, será principalmente articulación de conceptos, de los más
abstractos a los más concretos. En el 18 Brumario, se tratará de un objeto
histórico en el que lo más importante es cómo articular procesos políticos,
económicos, culturales de diversas temporalidades. En esta medida, el pro-
blema del punto de partida ya no se resolverá en un concepto abstracto sino
en un acontecimiento histórico, en el que se inicia todo el proceso en estu-
dio. Las etapas de la reconstrucción serán hechos históricos que implican
virajes en la dirección del proceso, donde la información empírica-histórica
será central, apuntalada por la emergencia de conceptos teóricos reconstrui-
dos. La reconstrucción de la Totalidad en objetos como el 18 Brumario será
del periodo que culminará con el golpe de Estado del 2 de diciembre de
1851, pero el golpe no se explicará sólo por la articulación entre lo político,
lo económico y lo cultural, sino también con la creación o recreación de la
categoría de Bonapartismo, entre otras.
Es diferente el uso reconstructivo y no deductivo de la Teoría acumu-
lada, en cuanto a estrategia de creación de conocimiento (estrategia de re-
construcción de la Totalidad vs. la prueba de hipótesis). Aquí, el concepto
de prueba no se reduce a una verificación de hipótesis, sino que implica un
conglomerado de acercamientos a lo empírico-histórico y sobre todo una
perspectiva abierta al descubrimiento frente a una realidad en transforma-
ción que no acepta ser subsumida en ningún modelo, sino que obliga a la
reconstrucción permanente, aunque haya aspectos de la realidad de perti-
nencia mayor que el caso específico, pero que al ser ubicados en una nueva

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 105

articulación adquieren otro significado. De este modo, el problema central


del método marxista tendría que ver con la relación sujeto objeto, con la
idea de ley de tendencia y de transformación que no puede eludir la presen-
cia de los sujetos y sus significaciones.
El concepto de experiencia resume una relación compleja entre el sujeto
y el objeto en la que juegan las concepciones del sujeto sobre el objeto como
parte de la misma realidad y no como reflejo de cómo es el segundo. Estas
concepciones juegan, junto a interacciones y aquello que no depende de la
voluntad del sujeto, en las transformaciones sociales, de tal manera que la
prueba no sería en aspectos parciales de la relación estructuras-subjetivida-
des-acciones sino de la Totalidad del cambio, la totalización/destotalización/
retotalización de Sartre. La función epistemológica central del conocimiento
es definir espacios para la acción viable y no sólo la correspondencia entre
pensamiento y realidad.
En este punto del debate aparece Zemelman, definiendo lo que él con-
sidera el problema central de la investigación social, el del tiempo presente,
afirmando que su análisis no se centra en la explicación, porque el presente
que implica la potencialidad de lo dándose, no es susceptible de anticipación
teórica, ya que el futuro no está predeterminado. Lo que no implica ausencia
de direccionalidad, pues no se trata del voluntarismo. Lo dándose no exige
estructuras teóricas sólidas sino organizaciones conceptuales abiertas, a tra-
vés de la desestructuración de los corpus teóricos preexistentes. Se contrapo-
ne explicar a aprehender para abrirse a las exigencias de la realidad en mo-
vimiento. A la construcción teórica de las potencialidades en el presente le
llama aprehensión e implica en el inicio no suponer contenidos ni jerarquías
conceptuales. En este punto, Zemelman ensaya cuál es el punto de partida
en el proceso de investigación, llamado por el autor de la descripción articu-
lada, que se inicia con la definición de un problema y su problematización,
con un ángulo de análisis. Se sigue con la definición de áreas de relaciones
sociales que pudieran ser pertinentes para el problema, luego, a partir de la
crítica a las teorías acumuladas, la desarticulación y selección de conceptos
ordenadores. Estos conceptos ordenadores, aislados de sus teorías de ori-
gen, no pueden explicar si no sirven para ordenar el mundo empírico, para
delimitar campos de observación, lo que lleva a una primera descripción
desarticulada, cuyo objetivo no es probar el concepto sino encontrar nuevas
relaciones. La descripción desarticulada debe llevar a otra de articulación

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106 jorge lora cam

en la que se descubran nuevas relaciones entre los conceptos para definir el


espacio de posibilidades para la acción viable.
Un punto clave metodológico de la propuesta gnoseológica de Zemel-
man será la de partir desarticulando conceptos, como camino para captar
el movimiento, que lo aleja de cualquier posición empirista. Esta propuesta
abre el camino para intentar posteriormente profundizar en las formas de
articulación de conceptos no reducidas a la deducción y, por ende, al de
cuando las Teorías pueden ser desarticuladas sin arrastrar sus supuestos o
axiomas y, por tanto, a reflexiones acerca de la arquitectura de las Teorías.
La relación entre concepto teórico, indicador y dato, se piensa no en forma
deductiva sino mediada.
Asimismo, incorpora al sujeto en dos sentidos principales: 1) Como
sujeto cognoscente que no puede desligar totalmente su razonamiento siste-
mático, sea analítico o reconstructivo, del sentido común, y cómo los razo-
namientos cotidianos entran en la propia reconstrucción. Esto para el pro-
blema de la distinción y relación entre conceptos ordenadores vs términos
del lenguaje común, así como para los términos del lenguaje común como
posibles ordenadores con potencialidad de ser conceptos; sea para la rela-
ción entre concepto, indicador y dato, que al no ser sólo deductiva podría
reconocer formas de mediación propias del razonamiento cotidiano o de la
argumentación; para el problema del dato y la doble hermenéutica; para las
articulaciones entre conceptos y sus formas, no todas deductivas, con posi-
ble intervención de las formas de razonamiento comunes. Y 2) la inclusión
del problema de los sujetos y sus subjetividades como sujetos transforma-
dores que pueden o no incorporar las reconstrucciones teóricas y, de este
modo, definir un espacio como de lo posible no puede hacerse en abstracto,
si los sujetos concretos no se reconocen en estas posibilidades, ese espacio
será puramente abstracto, es decir, el espacio de lo posible no puede ignorar
nunca al campo de la cultura y la subjetividad de los sujetos potenciales,
porque el espacio no se define sólo en forma material sino también por los
procesos potenciales de dar sentido. Empero, incorporar la subjetividad, sea
como motivos de la acción, sea como significados que la guían, no es lo
mismo que reducir la realidad a las representaciones o los imaginarios. De
tal forma que motivo y significado juegan con causas que no determinan
pero presionan y con reglas sociales objetivadas. Esto, para ser consecuentes
con que el problema principal no es la verificación sino la aprehensión, pero

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 107

la aprehensión que más importa es la de los sujetos sociales, que se puede


convertir en prácticas.
Más tarde, Zemelman, profundiza en el segundo problema de la inclu-
sión del sujeto en la metodología, al dar particular importancia al problema
no de la construcción de Teoría, sino de la construcción del sujeto social, de
tal forma que su construcción rebasa claramente los intentos cientificistas
de relación entre teoría y práctica. Avanza en la definición del problema
principal, el del espacio de posibilidades para la acción viable de los sujetos
transformadores, que se convierte en cómo se construye el sujeto desde las
preocupaciones actuales de las perspectivas sobre las luchas sociales. Cono-
cimiento, volición, teleología del sujeto, no pueden reducirse a la ciencia,
ni siquiera a una ciencia del movimiento, y tampoco autoriza a rehuir los
problemas propiamente de la reconstrucción de conocimiento, aunque la
construcción de conocimiento en la coyuntura tendría que incluir a la pro-
pia subjetividad de los sujetos potenciales, sin la cual la potencialidad pura-
mente objetivista sería abstracta. No basta la apelación a que los sujetos ad-
quirieran vocación de cambio, de crítica de lo dado, sin considerar aquellas
condiciones que no escogieron, y, dentro de estas, sus propias capacidades en
la coyuntura de crear significados que aunque no están unívocamente deter-
minados se mueven también en la coyuntura en un espacio de posibilidades.
Es decir, la incorporación plena del sujeto en la metodología empieza por
concebirlo precisamente como sujeto-objeto y sujeto-sujeto, para dar cuenta
de las objetivaciones que lo presionan así como de sus capacidades de dar
significados; todo esto, en un espacio objetivo-subjetivo de posibilidades.
La nueva ciencia social aún está en proceso de definirse y desarrollarse,
y ésta no puede anular el concepto de estructura aunque las estructuras no
tienen por qué ser sistémicas, pueden a su vez ser configuraciones que como
las teóricas o conceptuales, acepten niveles diversos de claridad y relaciones
duras o blandas entre sus elementos. Relaciones duras de tipo causal, funcio-
nal o deductiva, relaciones débiles propias de las formas de razonamiento co-
tidiano como la analogía, la metáfora, sin dejar de fuera a la contradicción,
la discontinuidad o la obscuridad. Las relaciones entre estructuras, confi-
guraciones e interacciones también pueden ser pensadas en configuración,
así como sus vínculos con realidades de segundo orden. Una concepción así
logra incorporar al sujeto sin desvincularlo, aunque sea analíticamente, de
las estructuras, y plantea como problema el captar el dinamismo no como
simple principio sino como articulación a dar cuenta entre objetividad y

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subjetividad, porque el dinamismo del primero no podría entenderse al se-


pararse de las segundas o buscar el vínculo sólo en el momento de la prácti-
ca. Es decir, un método de construcción de Teoría dentro de la línea genética
del sujeto-objeto, tendría que incorporar desde el inicio el problema de la
relación entre estructura, subjetividad e interacción. Y con esto llegamos al
concepto de configuración que se convierte en el concepto metodológica-
mente central, pues permite escapar del determinismo, del objetivismo y del
estructuralismo sin caer en lo aleatorio o el subjetivismo. Además, permite
recuperar la preocupación de ver a una parte de la realidad como ámbito de
creación de sentido, analizable a partir de la ciencia, es decir ésta con com-
ponentes objetivados y subjetivados.
Bajo esta perspectiva, De la Garza recupera del marxismo clásico la idea
de método de reconstrucción ante una realidad en movimiento y sujetos que
ponen su impronta en los cambios, la de ley de tendencia, de abstracciones
y conceptos históricamente determinados. A la descripción articulada de
Zemelman, la idea de desarticulación de conceptos de sus corpus teóricos,
de búsqueda de nuevas articulaciones en relación con la empiria, se añade
el problema de la relación sujeto-objeto traducida al de la relación entre
estructura, subjetividad e interacción, añadiendo la distinción entre cultura
y subjetividad para escapar al determinismo cultural y en particular el con-
cepto de configuración como alternativa del concepto estándar de teoría,
de sistema social, de cultura como sistema de normas y valores, que apare-
ce como la traducción metodológica de la Totalidad. Con el concepto de
configuración se permite recurrir a formas de razonamiento diferentes a la
deducción tanto en la relación entre conceptos, como entre actores o entre
códigos de la cultura, de tal manera que, metodológicamente, reconstruir la
Totalidad es reconstruir las configuraciones pertinentes con sus componen-
tes objetivos y subjetivos. En un método de construcción de Teoría, el dato
empírico no verifica los conceptos sino ayuda a reconstruirlos, a descubrir
nuevas relaciones porque éstas ya están en los propios datos como relaciones
empíricas pero pueden ayudar a reconstrucciones no observacionales.
Nadie mejor que Enrique de la Garza para sintetizar el pensamiento y
aportes de Hugo Zemelman. En su concepción de coyuntura, la realidad
está en movimiento por la dialéctica sujeto-objeto, traducida en relación
entre estructura-subjetividad e interacción; para ello problematiza el con-
cepto de estructura, primero, en diversos niveles; segundo, con contenidos,
dependiendo del objeto de estudio; problematización del concepto de sub-

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 109

jetividad entendida como proceso de construir significados concretos para


la situación concreta, que lleva a la distinción con la cultura, como códigos
acumulados socialmente para dar significados, y a ver como problema el
propio proceso de construcción; luego problematiza el concepto de inte-
racción entre sujetos a través de la noción gramsciana del caleidoscopio, es
decir, ver a la interacción con dimensiones de interés, de poder, de cultura,
impregnada de códigos cognitivos, morales, emotivos, estéticos ensambla-
dos con formas de razonamiento formales y cotidianos. De tal manera que
el espacio de posibilidades para la acción en la coyuntura, además de re-
conocer diversos niveles estructurales, subjetivos y de interacción, implica
parámetros dentro de los cuales las opciones de los sujetos sociales pueden
ser viables. Estas opciones están diferenciadas por oposiciones, de las más
abstractas a las más concretas, en esas configuraciones de configuraciones,
con sus partes sólidas y otras blandas, con las precisas y las ambiguas, con
sus componentes de incertidumbre y obscuridad, que sólo la acción de los
sujetos puede ayudar a definir. No sólo configuraciones de relaciones socia-
les en campos diversos, sino también de conceptos en la teoría, lo mismo
configuraciones estructurales y subjetivas, y sobre todo, configuraciones de
las relaciones entre estructuras, subjetividades e interacciones.
En resumen, De la Garza defiende la idea de un uso no deductivo sino
reconstructivo, y con esto da inicio al proceso reconstructivo de la Teoría a
partir de la definición de áreas de las relaciones sociales pertinentes al objeto
de estudio, luego la selección de conceptos ordenadores desarticulados de
sus corpus teóricos, seguido de una primera descripción desarticulada con
miras a descubrir nuevas relaciones entre los conceptos ordenadores, luego
una descripción articulada para consolidar los vínculos entre conceptos de
diferentes áreas. En todo esto, el concepto de configuración entre conceptos
de estructuras, de subjetividades y de interacciones, con sus relaciones duras
o laxas, resulta la traducción metodológica de reconstrucción de la Totalidad
de lo pertinente a la explicación del objeto. Pero los objetos pueden ser de
diversos tipos (la teoría, la historia, la coyuntura, un hecho social, las contra-
dicciones o los movimientos sociales) y en esta medida la forma que adquie-
re la configuración que explica difiere: una configuración puede ser con eje
en la creación de una Teoría, donde el sujeto investigador es protagonista, y
donde cabría el camino de partir de la categoría más simple, avanzar de lo
abstracto a lo concreto, articular en la configuración lo lógico y los histórico-
empírico, captando con esto el movimiento de las estructuras, las acciones

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de los sujetos y sus concepciones, y cómo estas influyeron en la conforma-


ción del objeto real. Diferente será la configuración para una explicación de
un hecho histórico, aquí la línea de reconstrucción de la configuración sería
principalmente de hechos históricos en los que se destacarían las acciones de
los sujetos y sus concepciones junto a la reconstrucción de conceptos subor-
dinados a la descripción histórica; diferente también de la explicación de un
problema social en el tiempo presente, en el que la descripción articulada de
Zemelman tendría cabal aplicabilidad. En el análisis de los conflictos socia-
les estructurales, los sociólogos pueden advertir cómo éstos se convierten en
acción a través de la mediación subjetiva con sus contradicciones y discon-
tinuidades. El proceso de subjetivación pone en juego estructuras parciales
creando configuraciones de acuerdo a la situación, presentándose por niveles
de especificidad, con estructuras parciales, grados de profundidad, mimetis-
mos y jerarquizaciones, recreación de elementos subjetivos y vínculos con las
relaciones intersubjetivas y experiencias en un espacio de posibilidades para
organizar al complejo de estructuras, subjetividades y acciones. La viabilidad
del sujeto está relacionada a prácticas de otros sujetos, también depende de
procesos intrasubjetivos e intersubjetivos donde en estos tiempos el internet
y los medios adquieren enorme importancia.
Es decir, la ciencia como producto histórico adquiere muchas formas
y no podemos pretender reducirla a una sola. Así como en el planteamien-
to clásico marxista los conceptos epistemológicos centrales son los de mo-
vimiento, subjetividad práctica, la relación sujeto-objeto sujeto-sujeto y el
de reconstrucción de la Totalidad concreta, metodológicamente se pueden
traducir en uso crítico de la Teoría, relación entre estructura-subjetividad y
acción y reconstrucción de la configuración pertinentes al objeto pasado,
presente o futuro, sea en la explicación teórica, histórica o empírica, y en él,
la construcción del espacio de posibilidades para la acción viable en el tiem-
po presente. Si pensamos desde el saber como forma integral humana, que
amplía todos los medios y resultados del lenguaje para designar y penetrar
en la realidad, relaciona conocimiento y valor sobre la base de necesidades,
intereses y fines humanos. La verdad se descubre en la práctica y con ayuda
de los procesos intersubjetivos que integran conocimiento, valor y praxis. En
los marcos de la subjetividad y en una relación sujeto-objeto mediada por
un infinito haz de atributos cualificadores de su ser, de la cultura, la historia
y el consenso legitimador.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 111

La subjetividad humana no es excluyente de la asimilación de la reali-


dad, los modos distintos de aprehender la realidad se complementan para
asumir con más concreción. Un nuevo sentido de la interpretación que rela-
cione conocimiento, interés, praxis y comunicación abre perspectivas enor-
mes y se despliega a nuevas formas discursivas, puede asumir la realidad
con sentido histórico cultural garantizando la totalización fundada en la
actividad práctica.
En este sentido, Zemelman, en sus últimos trabajos, se ocupa del episte-
me de la autodeterminación del sujeto –en una separación relativa del objeto–
que surge precisamente de que todo no está determinado, sino que existen po-
sibilidades de determinar. En un sesgo subjetivista, la sociedad, para este autor,
es una construcción abierta, compleja y cambiante. Con los sujetos confluyen
distintos planos temporales y espaciales de la realidad. La construcción de la
subjetividad es la recuperación de la historia a través del sujeto. El conocimien-
to social se moviliza sobre los ámbitos de la subjetividad y la articulación de
formas discursivas generando una construcción de sentidos.
Las relaciones entre interpretación y transformación del mundo aún fun-
cionan como sistemas cerrados, unos son dueños de la experiencia y otros de
la acción política. La transformación del mundo también es interpretación. Y
el marxismo comienza a reivindicar el mundo de la vida, las relaciones simbó-
lico-ideológicas, las relaciones afectivo-emocionales-socializadas, la memoria,
las estructuras y formas de identidad clasistas y étnicas, entre otras, como ele-
mentos que configuran la conciencia. Transformando las imágenes del sujeto,
el lenguaje, la conciencia y el mundo, aparece lo que la transformación tiene
de interpretación y viceversa. Las invariantes práctico simbólicas, ideológicas,
organizativas, rígidas y deificadas, son ahora cuestionadas, autointerpretadas
junto a la transformación del lugar del sujeto en el mundo.
Los sujetos tienen una doble realidad, una asociada a condiciones es-
tructurales y otra que privilegia la memoria, la experiencia, la conciencia
histórica, los mitos, la voluntad, la utopía, la cultura. Para entender la subje-
tividad práctica hay que articular los planos de la necesidad que surgen de la
memoria y la cultura, los anhelos y deseos colectivos expresados en la utopía.
La experiencia o espacio donde se dan las prácticas colectivas, permiten re-
conocer la construcción de realidad y, por último, el proyecto de opciones
viables de una historia futura. La subjetividad es oscilante y camina entre
tensiones, entre la conformidad y la necesidad de realidad, entre el predomi-
nio de una modalidad de racionalidad y una pluralidad de racionalidades,

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entre conocimiento codificado en teorías y su transformación en construc-


ción teórica, en conciencia y voluntad históricas, entre ocultamiento del
movimiento de la realidad y sus procesos constituyentes. El concepto de
subjetividad involucra normas, valores, creencias, lenguajes, formas de apre-
hender el mundo consciente e inconscientemente, materiales e intelectuales,
afectivas y eróticas, en torno a las que se configura la identidad.
Por último, estas complejidades se expresan en el método de la exposi-
ción que puede comenzar con las determinaciones más generales, que son
captadas por la abstracción, instrumento constructivo del objeto de estudio
integrado a la derivación. Ello permite estudiar los momentos de la estruc-
tura interna de su objeto aislando, separando analíticamente las complejas
relaciones. Supone una elección política guiada por la ideología de los ele-
mentos a separar. La exposición parte de lo abstracto, fruto de la investiga-
ción del objeto concreto producido y mediado por la praxis histórica de la
humanidad presente en la representación. Es la reconstrucción cognoscitiva
de lo concreto real mediante lo concreto pensado.
Martin Retamozo indica que es preciso atender la dimensión subjetiva
para el estudio de las demandas sociales. Se refiere a la constitución de la
subjetividad colectiva y su intervención en la construcción-identificación-
elaboración de la demanda.
Éste es un aspecto crucial y pone en evidencia la necesidad de la dis-
tinción entre subjetividad colectiva y sujeto social. Supone concebir un
espacio analítico en la articulación de significados que construyen la
demanda e instauran espacios de acción performativa del sujeto. De
este modo –bajo la influencia subjetivista– señala que los sujetos socia-
les serían producto de determinadas articulaciones subjetivas parcial-
mente estables que incorporan aspectos identitarios, dimensiones de
reconocimiento, proyecto y acción. La atención a cómo se construye
una subjetividad colectiva que permite elaborar una situación o relación
social, como demanda constituye otro de los desafíos metodológicos
que requiere la atención de las técnicas cualitativas. La exposición lógi-
ca no parte de conceptos lógicos sino de formas sociales determinadas
a partir de la historia y sus derivaciones lógicas basadas en relaciones
contradictorias. Una lógica relacional hipostasiada que gira en el círculo
autocentrado en la órbita del concepto, hacia un discurso político epis-
temológico relacional inmerso y abierto a la lucha de clases.27

27
Martín Retamozo, “El método como postura. apuntes sobre la conformación de la
subjetividad epistémica y notas metodológicas sobre la construcción de un objeto

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 113

Sobre este conjunto de consideraciones proponemos:


Aproximarnos a las alternativas metodológicas de la diversidad que sur-
gen de la resistencia al capitalismo, de la memoria, historia, territorialidad,
experiencia social. No de las divagaciones solamente academicistas y las es-
peculaciones políticas.
Reflexionar críticamente sobre la tarea científica. Ir más allá de la pre-
gunta del debate actual: ¿acaso se trata de interpretar en base a la explicación
de la realidad o de cómo explicar y comprender la diversidad social? ¿Cuál es
el lugar de la subjetividad práctica y de la construcción intersubjetiva de los
sujetos sociales bajo condiciones ya dadas? Llegamos a la conclusión de que
el problema de la ciencia no es sólo un problema científico-metodológico,
sino ético y de concepción del mundo. Puede reconvertirse la ciencia en un
instrumento de liberación y emancipación.
Las tareas son enormes: recuperar la pluridiversidad epistemológica
y metodológica que posibilite articular formas de producción de conoci-
mientos de ámbitos académicos y extra-académicos. Reflexionar sobre la
investigación colectiva desde una relación sujeto-sujeto. Criticar el capi-
talismo colonial y la colonialidad del saber, del poder, del ser y de la na-
turaleza que están al servicio del colonialismo imperialista, que incluyen
las relaciones de género, trabajo, raza, espacio, ambiente, fronteras, sepa-
ración naturaleza-sociedad, racionalidades culturales, religiosidad y todas
las formas de la conciencia social.
Partimos de reconocer una geopolítica del conocimiento, las relacio-
nes entre poder-conocimiento-sociedad para entender el silenciamiento
de voces y el cierre a las experiencias de vida no occidentales. Si nuestro
objetivo fuese educativo, la educación debe estar basada en las grandes rea-
lidades que aportan la naturaleza, la ciencia y la historia. Formar investiga-
dores nos lleva a una pregunta central respecto a si la educación tiene que
ver más con la transmisión de teoría o con la sabiduría, o que es más bien
conocimiento aplicado. Al parecer, estamos enseñando más en qué pensar
que en cómo pensar; enseñamos más de lo que educamos. Los programas
están hechos no para su discusión sino para su aplicación, las aulas son un
espectáculo y no lugar de debate.

de estudio”, proyecto papime (dgapa) en 308004: Cuaderno de trabajo número 9,


unam, 2006.

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114 jorge lora cam

Creemos que la fragmentación y pulverización de la totalidad inten-


sifica el conocimiento parcial y la alienación. Cuando más bien se trata de
ubicar el objeto en el contexto y el momento histórico global y del país.
Definir la educación desde una renovada perspectiva epistemológica. Pro-
poner la desobediencia epistémica, ante el paquete de verdades que en estos
tiempos nos venden. Criticar el adiestramiento técnico como finalidad de la
educación universitaria. El conocimiento no debe ser un instrumento de la
colonialidad del hacer. Ir contra el modelo hegemónico que trata de repro-
ducir lo mismo que hay. No debemos renunciar al saber, como experiencia,
negándonos a pensar por cuenta propia.
Querer saber significa preguntarnos para decidir qué, para qué y cómo
conocer. Conocer para el futuro, para proponer nuevos modos de vida, de
relación entre sujetos, de relación con la naturaleza. El conocimiento cientí-
fico sólo es una de las formas de conocimiento que generalmente no valora
la práctica en tanto acción material, exterior, objetiva que desborda y con-
diciona a todo conocimiento ni otras formas de conocimiento, como el que
nace de la experiencia, de la vida cotidiana, que es construcción de sentido,
más allá de la razón, de asombro y reclamo de conciencia abierta al mundo,
para recuperar el sentido histórico y por tanto humano.
Ante una universidad que se ha convertido en centro de profesionaliza-
ción, cuando debe centrarse en todas las formas de conocimiento, desde el
saber y la cultura para la vida cotidiana hasta la ciencia y la técnica a través de
la investigación rigurosa. Debemos intentar disonancias y desobediencias epis-
témicas: descolonizar el pensamiento. Recuperarnos como sujetos pensantes.
La educación debería ser una relación de conocimiento para construir
nuevos sujetos que se miren como tales y que por tanto sean sujetos de la
acción educativa. No sólo hay que reconocer una subjetividad cognoscente
humana, sino que hay una actividad diferente y más fundamental que es la
práctica, que hay una objetividad de la subjetividad práctica en su carácter
preexistente, preeminente y extraconsciente. Debemos afinar la percepción
de la objetividad hasta reconocer dentro de la fundamentación objetiva, sen-
sible, material y exterior a la conciencia, para sumarnos conscientemente a
la práctica transformadora de esa realidad dándole una orientación crítica
y emancipatoria. Desde este fundamento, la educación no debe ser un dis-
curso instrumental acerca del otro, sino una construcción compartida del
educador y el educando. Una relación entre nosotros, con el mundo y con el
conocimiento. Educar sólo se logra en comunidad educativa, que reflexiona,

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 115

consensa y se compromete con el aprendizaje, es democrática, de considera-


ción a las diferencias, de reconocimiento de respetos, de derechos y deberes.
Construcción de resistencias y de crítica. La educación es: 1) Transmisión,
relación con el conocimiento que ya existe, es conocer, pero ¿conocer qué?
Quizás la memoria de lo que somos y lo que hace posible lo humano. Co-
nocimiento de la vida, de los códigos y pautas para estar con los demás.
2) Es también una propuesta de lo que hay que conocer, ¿qué queremos
conocer?, ¿qué debemos saber? Hay que abrir el conocimiento al deseo, al
entusiasmo liberador. Y 3) Colocarnos ante lo que queremos conocer con
apasionamiento, pues la realidad y menos la social son algo externo y al mis-
mo tiempo, en parte no lo son.
Los elementos de una práctica educativa son los dispositivos discursi-
vos (fundamentos), instrumentales (herramientas, metodologías, rutinas) y
claves de interpretación que le dan sentido a lo que hacemos, sirve para leer
la realidad y tomar posición. La articulación de prácticas son expresión del
hecho de que los sujetos son siempre sujetos situados en relaciones múltiples
y heterogéneas, las cuales conforman el espacio que los determina en la natu-
raleza de su movimiento, que se traduce, en primer lugar, en el surgimiento
de la necesidad de ocupar un espacio en el que tiene lugar el reconocimiento
a pertenencias colectivas, como la escuela o la fábrica, lo que se acompaña
de la conformación de una subjetividad social particular. Ello apunta a la
problemática de la aparición de los colectivos con sus respectivas amplitudes
tiempo-espaciales, así como en una densidad propia. Como bien lo expresa
Zemelman, reivindicando la subjetividad constituyente o la práctica:
El sujeto deviene en una subjetividad constituyente, en la medida que
requiere entenderse en términos de cómo se concretiza en distintos
momentos históricos; de ahí que al abordar a la subjetividad como
dinámica constituyente, el sujeto es siempre un campo problemático
antes que un objeto claramente definido, pues desafía analizarlo en
función de las potencialidades y modalidades de su desenvolvimiento
temporal. Por eso su abordaje tiene que consistir en desentrañar los
mecanismos de esta subjetividad constituyente, tanto como aclarar
los alcances que tiene la subjetividad constituyente. Plantea distinguir
entre producto histórico y producente de nuevas realidades.
En cuanto expresión de la subjetividad social constituyente, el sujeto
se tiene que observar como proceso que se puede especificar, en lo
que respecta a sus contenidos, en distintos recortes de observación;
en otras palabras, según diferentes parámetros, por lo que la observa-
ción no se puede agotar en un solo momento, ya que su “objetividad”

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116 jorge lora cam

consiste en una diversidad de modos de concreción de la subjetividad;


lo que obliga a considerar la relación entre momento y secuencia, por
eso el riesgo de manejar un concepto a priori. Más bien se tiene que
considerar que puede reconocer distintos planos para manifestarse, tal
como pueden serlo los propios de la cotidianidad que se muestra en la
situación de vida y de trabajo; o bien, los planos en los que se mani-
fiesta la relación memoria-utopía y el propio sistema de necesidades.28

28
Hugo Zemelman Merino, “Sujeto y subjetividad: la problemática de las alternativas
como construcción posible”, en http://polis.revues.org/

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CAPÍTULO II
LA UNIVERSIDAD Y LA FORMACIÓN METODOLÓGICA:
LOS APRENDIZAJES EMANCIPATORIOS

1. Crítica a las instituciones en la formación


epistemológica-metodológica: ausencia de los
aprendizajes emancipatorios
Hemos de renovar nuestros utensilios teóricos, ontológicos, epistemológi-
cos y metodológicos, que nos sirva para volver a entrar en contacto con los
problemas reales de los hombres y las mujeres de nuestro tiempo, de los
que la historia académica, incluyendo sus variantes postmodernas, nos ha
alejado. Necesitamos superar la fractura que en la actualidad existe entre la
memoria del pasado que los hombres y las mujeres construyen para organi-
zar sus vidas. Las preocupaciones de las que surge la inquietud de propiciar
nuevos aprendizajes emancipatorios son las derivadas de ofrecer respuestas
a los innumerables problemas sociales y conflictos de variada índole, que
los poderes pretenden ocultar, minimizar o naturalizar. En este campo en
disputa está produciéndose una ruptura que exige actualizar los conocimien-
tos. La propuesta de nuestra investigación deberá preguntarse: ¿Por qué la
investigación social es insuficiente y está tan fragmentada que no es una
amenaza para el sistema de poder? ¿Qué capacidad tenemos de mirarnos
y repensar crítica y reflexivamente sobre lo que estamos haciendo? ¿Está
superado el pensamiento eurocéntrico y sus reproductores criollos? ¿Qué re-
flexiones, análisis y teorías sobre las ciencias sociales han aparecido? ¿Desde
qué perspectivas hegemónicas investigamos y cómo podemos cambiarlas?
¿Qué políticas regulan el campo y el sentido de la formación de investigado-
res en la universidad? ¿En qué proyectos de sociedad, de nación o de estado
se conciben hoy los sujetos/actores sociales en América Latina? ¿Cuáles son
los desafíos que se nos presentan en el presente momento histórico de cam-
bio, luego de décadas de hegemonía neoliberal y de predominio de lógicas
económicas, tecnocráticas y/o eficientistas en la regulación de la producción

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118 jorge lora cam

y la circulación del conocimiento en la educación superior? ¿Qué implica


para Latinoamérica hablar de conciencia histórica y política? ¿Cuáles son los
actuales escenarios de la actuación política y cómo podemos coadyuvar al
cambio? ¿Cómo se significa hoy en el imaginario colectivo lo político y qué
incidencia tiene en el movimiento societal? ¿Cuáles serían, en la actualidad,
las vinculaciones entre formación de la conciencia política, la educación y
la práctica social? ¿Qué significa desde el imaginario social latinoamericano
la relación derechos humanos y conciencia política? ¿Cómo pensar en la ac-
tualidad la producción de conocimiento y la formación de investigadores en
ciencias sociales? Son preguntas fundamentales cuya respuesta puede resul-
tar decisiva para entender el por qué pensar en una metodología que surja de
la praxis y sirva para transformarla. Nos basamos en los aportes de la filosofía
de la praxis, referida a la investigación sobre una realidad multidiversa que
exige nuevas formar de enfrentar el desafío de conocer, y que por ello mismo
está muy lejos de postular una metodología única.
Nuestro objetivo es responder a exigencias sociales y académicas, lle-
nando un vacío: ¿Acaso existen guías de cómo debemos investigar? ¿Cómo
podemos orientarnos ante este urgente desafío? ¿Cómo promover imagina-
rios de autonomía, dignidad y justicia social en el marco de la formación
avanzada en investigación? En lo que sigue se intentará contribuir a formar
a los nuevos investigadores/as para que puedan afrontar el reto que supone
la generación del conocimiento en su interacción con la sociedad. Más que
formar expertos, buscamos contribuir a formar investigadores populares con
académicos, capaces de conocer problemas sociales diversos y de enfrentarse
a situaciones complejas en una sociedad en permanente cambio. Y, lo más
importante, responder a la necesidad de conocer por exigencias de la propia
realidad social latinoamericana, donde la conflictividad y los problemas so-
ciales cambian de cualidades y van en aumento, con transformaciones en:
las formas de explotación, dominación y resistencia en todos los sectores;
movimientos sociales; desborde del Estado por la delincuencia; crecimien-
to de la violencia y el narcotráfico; con preguntas respecto al desempleo,
la pobreza, las migraciones, las adicciones, la prostitución. Los continuos
cambios políticos, el incremento de la corrupción, de la represión, nuevas
propuestas jurídicas, criminalización de la protesta. El desconocimiento de
la economía: situación del latifundio, la persistencia del extractivismo y las
nuevas formas de desposesión, las transnacionales, las empresas, los nuevos
problemas agrarios, el atraso industrial, las cooperativas en sus múltiples

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 119

actividades alternativas, etc. O los aún oscuros aspectos políticos, culturales,


educativos, éticos, religiosos, etc. etc. Falta muchísimo por conocer y, sin
embargo, cuando los egresados universitarios tienen que hacer una tesis no
encuentran problemas.
De lo anterior se desprende la importancia de estimular la investigación
en el campo de las ciencias sociales, lo cual coincide plenamente con las
recomendaciones de los organismos internacionales y nacionales. Los datos
anteriores indican la necesidad de que las ciencias sociales aporten en los
procesos de reflexión-discusión y generación de conciencia histórica y de co-
nocimientos que den sentido de futuro a los sujetos y orienten los procesos
y la dinámica de los diversos agentes sociales (instituciones, ong, movimien-
tos sociales, partidos), que conforman la complejidad social. En tal sentido,
desde la perspectiva inter y transdisciplinaria, contribuir novedosamente en
los campos de la teoría social, la metodología, la intervención social y de
manera decisiva a la creación de formas de intervención y de construcción
democrático participativas. El reto fundamental para las ciencias sociales
y humanidades del siglo xxi es hacerse cargo de la complejidad del cam-
bio social diverso, multidimensional y acelerado, así como de las nuevas
dinámicas sociales que requieren abordajes más complejos y profundos que
los utilizados. Necesitamos programas educativos orientados a la formación
de investigadores interdisciplinarios y al desarrollo del conocimiento trans-
disciplinario, cuyo objetivo principal sea la ampliación e innovación de las
fronteras del conocimiento existente. Como respuesta a una necesidad que
los marcos tradicionales de las ciencias sociales, no alcanzan a abarcar, para
el enriquecimiento teórico y la generación de propuestas innovadoras en el
ámbito de las prácticas sociales.
Se trata, pues, de recuperar una concepción de la investigación social
con una raigambre enmarcada en una relación compleja y constructiva de
teorías, con apuestas políticas. Es decir, creemos que recuperando un ca-
mino reflexivo y constructivo para comprender los procesos metodológicos
inscriptos en diferentes tradiciones, podemos contribuir a la elaboración de
un pensamiento crítico que se distancie tanto de las perspectivas idealistas,
subjetivistas y objetivistas, escolásticas y especulativas, como del empirismo
y del racionalismo abstractos, actitudes y propuestas conservadoras que de-
rivan en una visión del mundo ahistórica e ideológica.
Asimismo, consideramos que la metodología de la investigación debe
ser entendida como un “momento” del proceso de conocimiento indesli-

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120 jorge lora cam

gado de la realidad, de las teorías, las orientaciones generales, las técnicas y


los materiales, que son los elementos constitutivos de las diferentes inves-
tigaciones, pero donde lo más importante y de frecuente olvido, siempre
será el objetivo de conocer la realidad. De acuerdo con esto, las prácticas,
experiencias y referencias empíricas centradas en lo social serán abordadas
en tanto ámbitos privilegiados para desarrollar la concepción metodológica
que proponemos.
Durante los últimos veinte años, en América Latina y en el plano glo-
bal, el crecimiento de los posgrados ha sido exponencial, originado por la
idea de que vivimos en la sociedad del conocimiento, dentro de un proceso
globalizador que exige mayores competencias y capacidades del nuevo traba-
jador, generando dinámicas institucionales muy alejadas de la cooperación
o el intercambio institucional y personal solidario, más cercanas a la com-
petencia y al aislamiento académico. Ante esta situación de estimular sólo el
desempeño académico individual, el desafío fue la construcción y consolida-
ción de “cuerpos” y “redes”, que en muchos lugares sólo sirvieron para fingir
que existe trabajo colectivo. Esta iniciativa puede contribuir a limitar, pero
no erradicar los efectos perversos que las lógicas de competencia académica
interinstitucional han creado en casi todos nuestros países. En respuesta,
aparece el compromiso con los principios de una ética pública basada en
la solidaridad y la cooperación debe sustentarse en un plan de trabajo que
aspire a construir ámbitos institucionales efectivos para la promoción de este
tipo de prácticas.
Es un verdadero reto analizar la crisis de los referentes teóricos en las
ciencias sociales y humanas, producto tanto de la colonialidad del saber como
de la crisis civilizatoria del capitalismo, y las erráticas respuestas que se formu-
lan en los planos económico-social y ético político. Hoy, toda investigación
seria se debe ubicarse en la comprensión de la crisis del sistema o de sus po-
tencialidades, donde están por llegar, a partir de tres dimensiones: su capa-
cidad exponencial de la mayor explotación y producción de mercaderías, así
como de concentración de riqueza, conocimiento y poder, y su incapacidad
de distribuir y socializar; y el agotamiento de su capacidad civilizatoria; y, por
último, la hipertrofia del capital financiero especulativo, que amenaza el pilar
fundamental del capital, es decir, la propiedad privada. Las líneas de investi-
gación institucionalmente fijadas deben intentar cubrir este primer aspecto
contextual, tan necesario para elegir un tema de investigación.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 121

En este tejido, debemos poner en cuestión los obsoletos referentes epis-


temológicos, ontológicos y teóricos que se encuentran en crisis frente a los
profundos cambios de las relaciones sociales capitalistas de este fin de siglo,
en la medida en que sus categorías analíticas no permiten dar cuenta de esta
nueva realidad histórica. Teniendo claro que crisis no significa fin del sistema
capitalista, ni de los paradigmas o categorías básicas que permiten afirmarlo;
el desafío, por el contrario, es comprender las dinámicas y contradicciones
de la realidad sociopolítica. Es por eso que se vuelve necesario dilucidar no
sólo las consecuencias del capitalismo, sino los cambios en su estructura fun-
damental, y, al mismo tiempo, revisar las perspectivas o los paradigmas desde
los cuales, en el contexto de la crisis del sistema capitalista, se desarrollan las
respuestas. La investigación permite la comprensión del capitalismo tanto
en sus consecuencias como en sus fundamentos y particularidades como el
capitalismo colonial, por tanto, posibilita la praxis transformativa. Se trata,
ante todo, de efectivizar una comprensión de nuestra formación histórica y
su particularidad. La crítica a todas las formas reiteradas de dominación y
colonización cultural y educativa se impone como punto de partida.
Hay que desarrollar preguntas y examinar las perspectivas divergentes.
Salir de la complacencia e indignarnos, cuestionar las perspectivas consoli-
dadas, teorías y conceptos, y apartarnos de los lugares comunes construi-
dos por los medios y por ciertos ideólogos, que no permiten comprender el
capitalismo colonial actual en sus diversas dimensiones. Desde esta lógica,
vemos los desafíos para las ciencias sociales, entre ellos, poner en cuestión
las posturas academicistas, identificar el papel del conocimiento en el ca-
pitalismo, desarrollar perspectivas de entendimiento que permitan abordar
las nuevas formas que asumen la producción, el trabajo, el control social y
las relaciones entre Estado y mercado. En este sentido, cuestionar el papel
que, desde algunos sectores académicos, se le ha asignado a la educación y al
conocimiento como un campo aislado de la lucha de clases y la dinámica de
organización social de la producción. Es deber de las ciencias sociales formu-
lar nuevas claves interpretativas de la organización de la producción, del sis-
tema político, de los nuevos sujetos, superando los lugares comunes puestos
de moda por los nuevos sofistas, y repetidos de manera acrítica tanto como
las teorías que dieron cuenta de una fase del capital que ya ha mudado, en el
marco del auto-reconocimiento de la academia como parte del orden social
y político. Los profesionales egresan carentes de una visión adecuada de los
problemas nacionales y mundiales, desprovistos de iniciativa y capacidad

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122 jorge lora cam

para buscar soluciones propias a los problemas que afronta su país y la re-
gión. Esto es producto de una educación poco crítica, incapaz de formar una
comprensión científica e investigativa en el estudiante.
Se hace necesario un análisis ontológico de las características que ha
asumido la producción y la circulación de conocimiento, así como las con-
diciones de la investigación y su relevancia social, en relación con las cien-
cias sociales. Reflexionar sobre una perspectiva epistemológica, en el cono-
cimiento social, su cualidad, su validez, sus formas de producción, su signi-
ficatividad, su politicidad. Formular algunos interrogantes para las ciencias
sociales planteando la necesidad de repensar sus objetos, sus metodologías y
sus modos de legitimar el conocimiento.
La inquietud por la pérdida de capacidad interpretativa y descriptiva
de los conceptos que hasta hace no mucho tiempo, nos permitían organizar
y comprender la realidad histórica, se traduce en el desafío de redefinir la
comprensión sobre categorías centrales para el campo, sus temas y objetos
de estudio, y las dimensiones que aborda, así como las relaciones entre dis-
ciplinas. En este sentido, es un desafío a pensar que el objetivo no es tanto
el ganar cientificidad, sino más bien ganar en capacidad de entender, de
interpretar y de explicar. Necesitamos desbordar los límites de las ciencias
sociales constituidas como espacios blindados, con metodologías que pre-
tenden ser completas y autosuficientes. Cada vez más, los problemas son
multidimensionales, y cada vez son menos susceptibles de ser confinados en
las estrecheces de las disciplinas convencionales.
No obstante, estos movimientos e inquietudes en relación con las cien-
cias sociales conviven con lógicas –establecidas por las prácticas de evalua-
ción, la ausencia de estructuración de la carrera de investigador, los pará-
metros que definen la sumisión a teorías extrañas a nuestra diversidad, las
prioridades del poder entre otros factores– opuestos a estos desarrollos. Re-
sulta fundamental que una perspectiva crítica esté presente en los debates
en torno a las políticas de ciencia y tecnología, para evitar que los temas y
problemas de investigación prioritarios sean definidos por tecnócratas o por
quienes tienen mayor capacidad de influencia.
No podemos dejar de examinar el rol de las universidades en su cua-
lidad de espacio público, no sólo por los recursos que lo sustentan, sino
fundamentalmente por ser espacios donde pueden darse los debates inter-
teórico-políticos y los procesos en relación con el conocimiento que en ellas
debieran tener lugar. La educación es un derecho, y sólo se puede pensar en

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 123

ella como espacio público, aunque se trate de universidades privadas. No


puede concebirse la educación como campo aislado de los procesos políti-
cos, económicos y culturales de los países, de modo que el vínculo entre el
derecho a la educación, la ampliación del espacio público y la democratiza-
ción de las sociedades constituye un tópico central. Pero también la Uni-
versidad debe constituirse en el centro de los debates desde la investigación
fundamentada y la formación de la conciencia histórica, sobre el despojo,
el extractivismo, el cambio climático, seguridad alimentaria, salud pública,
energías renovables, diversidad cultural, migraciones, política, etc. Pero hay
que ir más allá, influyendo prácticamente sobre la sociedad en todos los as-
pectos de su movimiento.
Esto nos lleva a esclarecer la relación entre educación y democracia, que
está dada no sólo por la posibilidad del ejercicio de derechos, sino porque,
en su relación directa con los sistemas económicos y políticos, y sus lógicas
de reproducción, la definición de la ampliación de la educación pública o,
por el contrario, la privatización de la educación –particularmente en el caso
de la educación superior– tiene implicancias en términos del acceso, pero
también en el establecimiento de nuevos parámetros que cierran la discusión
sobre la posibilidad de participación, de deliberación, de toma de decisiones
colectivas, es decir, la ampliación o la reducción de la democracia en el seno
de la vida política. Necesitamos generar las condiciones para la producción
y la renovación de conocimiento dirigidas a la transformación de la vida
social, política, económica de las sociedades de esta región, en función de la
generación de un pensamiento con mayor autonomía, frente a las pretensio-
nes de universalidad de un conjunto reducido de experiencias y conceptos,
en el marco del eurocentrismo y el anglocentrismo.
En este contexto, los procesos de crecimiento de los posgrados en cien-
cias sociales, marcados por la inestabilidad y una creciente privatización, no
se vinculan solamente con la multiplicación de la oferta, sino también con
las modalidades que ha asumido este nivel de formación, caracterizado por
las profundas desigualdades existentes dentro de la región, el envilecimiento
en la concesión de grados y títulos, los problemas de financiamiento, las
prácticas competitivas instaladas en el marco de procesos de mercantiliza-
ción de la educación superior, las dificultades para articular formación e
investigación, el problema del colonialismo y la influencia de los países del
norte, entre otras cuestiones. Dadas estas características, resulta imprescin-
dible abrir el debate sobre las políticas de licenciatura y posgrado que vienen

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desarrollándose en esta parte del mundo. Las licenciaturas se han convertido


en centros de adiestramiento técnico, y los posgrados, cuando no se reducen
a mercancía, son a menudo pensados como medios para el cumplimiento
de las promesas de la modernidad, lo que lleva a inscribirlos en una raciona-
lidad que acompaña la lógica del poder y la fortalece. Así, “al volverse fun-
cionales a la racionalidad moderna”, los posgrados –es decir, la instancia que
muchos conciben como la cúspide del ejercicio del conocimiento– dejan de
ser espacios para el pensamiento crítico y creativo para convertirse, cuando
lo consiguen, en herramientas que mejoran la eficiencia de un sistema de
cuya universalidad es hoy razonable dudar.
En el marco de estos procesos, se tiende a concebir los posgrados desde
un punto de vista lineal y funcional, como perfeccionamiento de la forma-
ción del grado. Frente a esto, destacamos la importancia de concebirlos no
sólo como una nueva instancia de provisión de conocimientos, sino como
un espacio para convocar al pensamiento crítico y formar la conciencia
histórica. En este sentido, la discusión sobre epistemología, metodología
y referentes teóricos desde los cuales se organizan los posgrados, implica la
relación con la realidad social contemporánea, en cuanto la estructura de
este nivel determina si éstos son piezas de reproducción del orden actual im-
perante, o son la convocatoria a la reflexión, el pensamiento y la crítica para
la transformación social. Renovar las miradas críticas tanto en relación con
las condiciones de producción y de formación en investigación social, como
con su inscripción y significación en los procesos sociales actuales.
Menos aún se trata de “investigar” para ascender de categoría, sino de
realizar investigaciones en equipos multidisciplinarios con la participación
de los sujetos en acción que busquen respuestas a los problemas sociales y
a su propia experiencia. Al estrecho interés, debemos agregar lo limitado y
sesgado de la oferta de posgrados que han adoptado la investigación “cientí-
fica” como objetivo esencial, entendida ésta como la neutral búsqueda de co-
nocimientos verificables utilizando el método hipotético-deductivo propio
del enfoque empirista. Un inútil positivismo que olvida otras necesidades y
potencialidades humanas fundamentales y susceptibles de ser desarrolladas,
como la producción de teorías, la planificación, la evaluación, la invención,
etc., que exigen métodos distintos al mencionado.
La búsqueda de una universidad científica, democrática, crítica, moder-
na y eficiente, lleva a replantearse la necesidad de organizar, coordinar, plani-
ficar y principalmente impulsar la investigación sobre bases más acordes con

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 125

sus propias necesidades y con las de su zona de influencia. Los postgrados no


han dado el impulso que se esperaba a la investigación en la universidad, ni
ha sembrado los cimientos de trabajo individual y grupal con la colectividad,
que alimenten progresivamente los institutos, centros y redes de trabajo. Sin
embargo, hay que reconocer, que el proceso que conduce a la consolidación
de una cultura de investigación en una institución es bastante lento.
En este proceso juega un papel fundamental la institución que crea los
organismos que tienen entre sus objetivos primordiales diseñar políticas, nor-
mativas, formar investigadores y redes de información científica, infraestruc-
tura y estándares de calidad para la investigación en la universidad. Dentro de
las políticas de investigación que les corresponde diseñar y aplicar, destaca la
creación de doctorados de alto nivel articulados a la investigación, de acuer-
do con las especialidades disciplinarias. Pero, en última instancia, lo que le
da altos índices de viabilidad a las actividades investigativas, son las líneas
de investigación, por tratarse de estrategias multidimensionales, diseñadas
para estimular, organizar y coordinar la actividad investigativa institucional y
producir un impacto positivo en los entornos. En este orden de ideas, puede
inferirse que en las instancias que todavía no hayan definido y organizado
estas áreas y líneas, aun poseyendo las estructuras burocráticas pertinentes, la
poca investigación que se realice será dispersa y poco relevante.
Si se revisan los programas de postgrado que se imparten en la región,
se verá que muchos de ellos se parecen bastante a la enseñanza de pregrado
por su excesiva escolaridad y poca importancia asignada al trabajo de pro-
ducción intelectual. Los programas tradicionales de postgrado promueven
las destrezas en investigación de una manera errática, y no hay suficientes
enlaces entre los cursos teóricos, los trabajos prácticos y la investigación de
tesis, produciéndose transiciones accidentadas entre unos y otros. Este he-
cho expresa, una vez más, las limitaciones que para la formación de investi-
gadores, se tiene en la universidad y específicamente al nivel de postgrado.
Desde una perspectiva muy amplia y global se observan en su desarrollo
múltiples tendencias, que oscilan entre un formalismo burocrático exigente
y un dejar hacer condescendiente. El análisis de experiencias muestra que
se está perfilando como tendencia dominante la academicista formalista en
la organización y funcionamiento de las licenciaturas y posgrados. Se ma-
terializa en un conjunto de actitudes, actividades y prácticas derivadas de la
concepción empirista, que se expresan de manera implícita o explícita en
cómo las exigencias académicas formales operan como factor determinante

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126 jorge lora cam

del proceso. Exigencias que, además de tener un carácter abstracto, en la


mayoría de los casos se restringen a los aspectos y dimensiones previstos en
reglamentos y normas. El carácter abstruso de las exigencias académicas de-
termina la restricción del proceso a sus aspectos meramente formales. Den-
tro de esta denominación subyace toda una concepción del posgrado que se
objetiva mediante un discurso que se pretende científico y que se irradia a
todas las actividades del proceso. Esta concepción genera una serie de efectos
no previstos en el discurso explícito, entre los cuales se encuentran:
1. Sobre la base de una implícita concepción neopositivista se toma la inves-
tigación como un proceso tecnocrático que uniformiza: se basa en la creencia
de que el entrenamiento sistemático en métodos, técnicas y procedimientos
tomados de los manuales de investigación garantiza la formación del investi-
gador. Este rasgo también se nutre de la idea de la autonomía del método. El
dominio del método “científico”, único para toda ciencia, faculta para abor-
dar con éxito cualquier objeto de estudio. Las exigencias de sistematicidad y
rigor implícitas en la formación metodológica se transfieren mecánicamente
a quienes adquieren dicha formación. Más allá de la especificidad y exigen-
cias particulares que pueda tener la problemática en estudio, y los intereses
y expectativas de los participantes, se privilegia el cumplimiento de unos
predeterminados requisitos formales. Si los productos que el participante
genera no se ajustan al molde que se ha preestablecido, quedan fuera del
proceso. Hay un predominio evidente del cartabón sobre el contenido. La
concepción que relaciona marco teórico-hipótesis-verificación favorece esta
dependencia de la realidad frente a “la teoría y el método”; se manifiesta en
todas las actividades formativas. Facilita el “copia y pega” ofertados por el
internet. Suele privilegiarse un determinado enfoque teórico-metodológico
que lleva implícita de alguna manera la idea de un monismo metodológico.
2. Asociado al hegemonismo del neopositivismo, del racionalismo crítico,
de la fenomenología y del monismo metodológico, subyace una tendencia
a un marcado dogmatismo que el discurso explícito nunca reconoce. Las
creencias, valoraciones y enfoques investigativos que propugnan los respon-
sables del programa, permean los criterios que se utilizan para “evaluar los
resultados”, y son los que finalmente se “imponen” como los más legítimos
y pertinentes. El recurso a la necesidad de lograr una pretendida excelencia
académica justifica también la adopción de actitudes autoritarias, la imposi-
ción dogmática de reglas uniformes para todos los participantes. Generando

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 127

una dependencia intelectual que aleja al candidato a investigador de la toma


de decisiones y lo involucra en el sistema de premios o estímulos del maes-
tro. Con este marco sólo se puede esperar la simpleza de la investigación y,
por tanto, de las tareas de dirección.
El escolasticismo se manifiesta en la creencia de que no hay aprendizaje
ni producción fuera del ámbito escolarizado formal. Esto conlleva el esta-
blecimiento de una serie de actividades escolares como seminarios, cursos,
etcétera, cuya vinculación con los problemas reales o la práctica investigativa
no es sustancial. En la concepción y desarrollo de estas actividades suelen
prevalecer dos criterios: uno de naturaleza compensatoria y otro de carácter
instrumental. Por el primero, se justifica la inclusión de conocimientos que,
a juicio de los diseñadores, no se han recibido previamente con la profundi-
dad requerida. Se pasa de un reconocimiento tácito de que la información
y formación previas son insuficientes e inadecuadas, y hay que realizar un
proceso de nivelación, que permita acceder a los niveles de excelencia pre-
vistos. Este criterio de carácter instrumental responde de manera implícita
al dogmatismo metodológico y también al olvido de que es más importante
que los jóvenes aprendan primero responsabilidad social que muchas mate-
máticas, porque los conocimientos ya los tienen a mano y es más importante
aprender a pensarlos y manejarlos que recopilarlos. Porque además los co-
nocimientos cambiarán y estamos ante un proceso de producción de cono-
cimientos tan rápido que lo que hoy es confiable, mañana estará en duda.
Por tanto, deberán aprender a aprender. Pero lo importante es que tengan
una base personal social, con una concepción del mundo, que sepan discer-
nir qué es lo que interesa, que sean capaces de dibujar su proyecto social y
personal.29 Y esa base está ausente por la crisis educativa incentivada por la
contrarreforma neoliberal.
Se considera que, independientemente de los objetos específicos de in-
vestigación hay requerimientos de diverso orden que a priori debe contem-
plar todo programa de estudios. Las áreas que se ven más beneficiadas dentro
de este criterio son los aspectos más técnicos de los métodos de investiga-
ción, descuidando lo principal: la definición de estrategias de investigación
emancipatorias a las que se subordinan los métodos. En el diseño de las
actividades escolarizadas tampoco se toman en cuenta las experiencias y ne-

29
Entrevista a Marina Subirats, “Lo importante hoy no es la transmisión de conocimien-
tos sino los criterios para seleccionarlos”, http://iniciativadebate.org/2014/03/15/

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cesidades de los participantes, ni las exigencias particulares de los proyectos


de investigación que se realizan. En consecuencia, investigación y docencia
marchan paralelamente sin puntos de encuentro que permitan la articula-
ción orgánica de estas actividades.
Dentro de los programas que se adscriben a esta tendencia se suelen des-
personalizar al máximo los procesos de evaluación, reconocimiento y acredi-
tación y, en general, los mecanismos de control académico-administrativo.
Se procesan con programas informáticos que homogenizan y pervierten las
evaluaciones. Esta despersonalización suele justificarse por la vía de la obje-
tividad. Para lograrlo, se crean instancias de orden superior que garanticen
un control riguroso de los productos. Las decisiones más importantes son
tomadas en muchos casos sin la intervención de los participantes e incluso
de aquellos que, en alguna forma, se relacionan directamente con ellos. Una
de las consecuencias que se derivan de este rasgo es el refuerzo de actitudes y
conductas de sumisión y miedo en el participante, quien orienta sus esfuer-
zos a satisfacer las demandas externas más que a las exigencias intrínsecas al
propio proceso de investigación. En algunos casos la respuesta ha sido perso-
nalizar la asesoría previo acuerdo económico entre las partes, lo que muchas
veces conduce a la corrupción.
Las estructuras académico-administrativas se van complicando pro-
gresivamente mediante la creación de nuevas instancias coordinadoras de
lo académico y de la investigación, que en lugar de agilizar y hacer fluida
la comunicación entre los actores del proceso, más bien la entraban y obs-
taculizan; hasta que los propios funcionarios las destraban. Por lo general,
las competencias de estas instancias no están claramente definidas, lo que
determina contradicciones y arbitrariedades en la toma de decisiones, lo
cual puede inducir a conflictos. En tal sentido, es preciso acotar que la
gestión tiene que estar al servicio de las exigencias y necesidades de la for-
mación, y no a la inversa.
Se carece de verdaderos pilares que cimenten la investigación, que si
bien deben se establecidos en la etapa preuniversitaria, no obstan la respon-
sabilidad universitaria.
¿Qué significa la inexistencia o presencia formal de institutos, centros
de investigación e investigadores reconocidos, que desarrollen de manera
sistemática líneas y estrategias de investigación con la presencia activa de
estudiosos con dedicación a tiempo parcial o completo a la investigación
y que trabajan en equipo? Implica la presencia de un estilo, reconoci-

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 129

miento, acreditación pública y apoyo económico a la labor del inves-


tigador; y además posibilidades de difundir resultados (publicaciones,
eventos, etc.), acceso a redes de debate, información científico-técnicas,
posibilidad de comunicación e intercambio científico a nivel nacional e
internacional y otros.
Un análisis realista de las condiciones anteriormente descritas eviden-
cia las limitaciones que se tienen para una pertinente, eficaz y adecuada
formación de investigadores. Es evidente en lo que respecta a los procesos
formativos de la universidad, que se le da, por lo general, más importancia
a la reiteración de los aspectos metodológicos y técnicos, como un cúmulo
de contenidos que hay que aprender (repetición y transmisión bancaria, au-
sencia de crítica teórica y pobreza conceptual) y no como un proceso donde
el participante debe ir desarrollando a lo largo de todo el programa. Pero
además, hay que superar la idea de que la investigación como parte de las
exigencias curriculares esté reducida exclusivamente al trabajo de grado, que
los posgrados carezcan de los mecanismos explícitos para enseñar a investi-
gar, y que no se proporciona suficientes herramientas sobre cómo investigar.
El pregrado y el postgrado no se diferencian sustantivamente, si son realiza-
dos sólo para cumplir un requisito académico, además, suelen llevarse a cabo
utilizando instrumentos y procedimientos que no han sido seleccionados a
partir de un análisis riguroso; esto conduce a una mera simulación que dista
mucho de ser un auténtico proceso investigativo.
Ante estas deficiencias, constituye un imperativo necesario diseñar
estrategias creativas. Es fundamental la adopción de otros cursos de ac-
ción en donde se desmitifique la investigación y donde se cree conciencia
en torno al conocimiento como un fenómeno modificable e inacabado.
El estudiante debe participar activamente en el ejercicio de la investiga-
ción con preguntas y decisiones, pues, para ser investigadores, más que
conocimiento sobre metodología, se requiere una concepción del mundo,
capacidad de indignación, conciencia, voluntad, compromiso y creer en
las potencialidades de sí mismo. No obstante, lo anterior implica mo-
dificar las principales tendencias negativas prevalecientes y orientar los
programas hacia la producción intelectual dirigida a la transformación de
las realidades concretas (locales, nacionales y regionales) que son compe-
tencia de dichos programas.

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2. El enfoque epistemológico
de la formación del investigador
Partimos de la idea de que cada objeto tiene su método, y que muchas teo-
rías y conceptos no responden a los problemas y cambios en la realidad. Al
contrario, la investigación hegemónica universitaria empieza atribuyendo
conceptos a través del marco teórico a una realidad diversa y aún desconoci-
da, para luego introducirse en la metodología y en temas técnicos. No apor-
tan nada al conocimiento si antes de enfrentar la realidad, y sin conciencia
de su historicidad, ya la están aprisionando en especulaciones fantasiosas.
En gran parte, la responsabilidad está en la fuerza del pensamiento sumiso,
en la escasa orientación al pensamiento creativo, en la reducida experiencia
acumulada y compartida, en los profesores expertos, teóricos y metodólo-
gos, que se apoderan de las materias más significativas en la formación, frag-
mentando ambos campos, convencidos de que así están formando científi-
cos. Para muchos profesores de metodología la investigación es un proceso
lógico autonomizado de la realidad, del razonamiento y de la crítica teórica,
donde los debates epistemológicos y teóricos acerca de las metodologías par-
ticulares en cada ciencia son irrelevantes. Otros, como vimos, privilegian la
razón absolutista y la teoría, abandonando la realidad a un segundo plano,
y simplificando el pensamiento al grado cero de reflexión, legitimando la
ignorancia epistemológica. Parten de hipótesis o intuiciones producto de
la especulación subjetiva del investigador o de observaciones simples –y no
de preguntas que cuestionen lo profundo de la realidad objetiva– disfrazando
en esquemas y cartabones al positivismo, racionalismo crítico, a la filosofía
analítica o a la fenomenología, como únicos referentes metodológicos “cien-
tíficos” con magros productos. En estos enfoques epistemológicos, algunos
parten de preguntas, y otros lo hacen desde las hipótesis; en ambas hay bue-
na y mala investigación, sin embargo, parece más recomendable partir de
interrogaciones que nos lleven al descubrimiento más que a la verificación
de dudosas intuiciones o teorías. Lo que no parece admisible es partir hipó-
tesis y preguntas al mismo tiempo, pues responden a opuestas concepciones
epistemológicas. Éste es otro factor que traba las investigaciones.
En este contexto pareciera que cualquiera podría enseñar metodología,
y cualquier estudiante, si cuenta con la información adecuada, puede –si-
guiendo un guion preestablecido– hacer una tesis. Nuestra concepción es
muy distinta. Queremos que el maestro experimente la investigación, y que
con el estudiante o sujeto/objeto investigado (poblador, trabajador, campe-

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 131

sino, indígena, mujer, etc.), adquieran juntos las facultades para investigar,
que entiendan que la teoría y el método surgen de la práctica social, que
desarrollen capacidades junto a los sujetos investigados para comprender y
analizar la sociedad y puedan responder a la pregunta: ¿para qué investigar
y cómo hacerlo con un mínimo de aporte a la sociedad y al conocimiento?
Para ello, deberá comenzar estableciendo una relación de conocimiento con
la realidad, yendo a lo más profundo y reconociendo potencialidades, es
decir problematizándola.
La formación de investigadores es indispensable, pero paralelamente es
perentorio generar una cultura de la investigación antes y después, dentro y
fuera de la universidad, estimulando la producción intelectual en sus dife-
rentes manifestaciones, y en donde todos los procesos académicos y admi-
nistrativos sean tributarios de este propósito. Aunque el futuro profesional
no tenga en sus planes dedicarse a la actividad investigativa, es importante
que tenga un sólido componente investigativo en su formación, de tal ma-
nera que la investigación, más que una profesión para quienes sienten esa
vocación, sea una actitud de vida. De esta forma, tendremos profesionales,
intelectuales y científicos, más creativos y recursivos, capaces de ir más allá
de lo convencionalmente establecido, y de ingeniar una mejor manera de
hacer las cosas, cualquiera que sea el campo de actividad.
La formación de investigadores se explica como una actividad del su-
jeto que se forma. Un proceso que principia cuando el sujeto tiene una
concepción y un motivo que lo impulsa a investigar. Motivo que lo con-
duce a explorar la realidad, a conocerla, a identificar críticamente la cons-
trucción de teorías y reconocer posibles caminos o metodologías; a esta-
blecer un acercamiento con los proyectos existentes y con las acciones de
investigación que éstos involucran. Ese acercamiento le proporciona datos
para identificar su problema de investigación, crearse una representación
del mismo y plantearse metas de investigación. Así emergen proyectos de
investigación que constituyen los primeros productos objetivos de su pro-
ceso. Entendida como actividad, la formación no es un proceso que realiza
un individuo aislado. Los sujetos, los objetos de conocimiento, las accio-
nes formativas y los instrumentos de investigación se conjugan y en inte-
racción favorecen que quien se forma mediante la investigación, integre
una representación del campo de problemas y de las tareas que involucran
su solución. En este contexto, la experiencia de los más avanzados enrique-
ce la formación a la que se aspira.

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La formación de investigadores conforma una relación pedagógica en


la que se identifican momentos comunes que serán sus ejes de análisis: la
interacción con el entorno social, esto es, los sujetos que participan en el
proceso formativo; la apropiación individual o internalización por parte del
sujeto de los saberes generados en su comunidad de investigación; y su trans-
formación con el diseño de un proyecto que cristaliza en una creación que
resuelve un problema en un área del conocimiento. Durante la formación
de investigadores, la interacción ocurre entre distintos niveles de calificación
profesional y académica, cuyo objeto de actividad es una problemática de
investigación, que surge de la praxis histórico social y que convierte un pro-
blema en objeto de estudio. Esa interacción está mediada por conocimientos
y experiencias provenientes del mundo cotidiano, académico y profesional,
que son significativas entre quienes pertenecen a una determinada comuni-
dad social o de investigación. En esa interacción, que asume un valor peda-
gógico, conforma una zona de desarrollo próximo, quien se forma, accede
a metodologías y experiencias desarrolladas por otros investigadores, como
ejemplos y no como cartabones a seguir. En la medida en que el joven in-
vestigador con mayor autonomía, desarrolla habilidades que le conduzcan a
formalizar proyectos innovadores y generadores de conocimiento, va consti-
tuyéndose gradualmente en investigador.
La investigación es el modo concreto que adopta la reconstrucción ar-
ticulada de la realidad a través de la interrogación, exploración, formulación
y resolución de problemas en el marco de una construcción de conocimien-
tos, que implica categorizaciones, conceptualizaciones teóricas y empíricas
en interacción. Los datos, la información, ordenados y relacionados, sirven
para la recomposición de lo concreto a través de mediaciones categoriales,
o también, el conocimiento científico normal es integrado en una totalidad
concreta, que evoque el concreto real-histórico que es el objeto de investi-
gación. Pero también sirve para destotalizar y retotalizar. Investigar tiene
diversas acepciones de acuerdo con la concepción filosófica. Apostamos por
la epistemología del descubrimiento y la metodología de la praxis frente a
los que recurren a la verificación de hipótesis (entendida como guía u orien-
tación de la investigación)30 sobre las cualidades del objeto y a la demostra-

30
La hipótesis observa la información empírica, busca regularidades, formula infor-
mación general que dé cuenta de regularidades para ofrecer explicaciones tentativas.
Debe tener los siguientes rasgos: ser coherente, poseer una referencia empírica y
teórica, tener un nivel de generalidad, comprobable, verificable y operacionalizable.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 133

ción desde lo reflexivo del sujeto. Nuestra postura epistemológica parte de


la apropiación de lo concreto a través de la pregunta problematizadora, de
la totalidad concreta de realidades específicas históricamente concebidas, no
como proceso de síntesis en el pensamiento sino como punto de partida
de la intuición y representación, y la crítica al conocimiento y a la realidad
social. Los conceptos y teorías no se piensan y engendran a sí mismos. Las
mediaciones categoriales son complejas y niegan el carácter abstracto del
conocimiento y el carácter empírico de lo real. Lo concreto encierra las de-
terminaciones abstractas y las dimensiones de lo empírico.
Las determinaciones abstractas conducen a la reproducción de lo con-
creto por el camino del pensamiento, apropiarse de lo concreto, elevarse de lo
abstracto a lo concreto para reproducirlo como concreto espiritual. Lo con-
creto es la síntesis de múltiples determinaciones, unidad de lo diverso. De
las relaciones generales determinantes, fijadas y abstraídas, desde lo simple se
avanza a lo complejo. Desde la inducción analítica se relaciona con las teo-
rías existentes para descubrir categorías, propiedades y sus articulaciones para
construir algo diferente, que puede llegar a una nueva teoría, desde la cons-
trucción de nuevos datos y continuar repreguntándose. El sujeto-sociedad está
siempre presente en la representación como premisa, manteniendo su autono-
mía. Las categorías expresan formas de ser, determinaciones de existencia, las
condiciones y la comprensión de la organización de la sociedad, producto de
condiciones históricas. El sujeto es algo dado en la realidad y en la mente, en
ella, el capital es la potencia económica que lo domina todo, es el punto de
partida y el punto de llegada, es la iluminación general.31
Veamos la postura marxista, que no busca un mundo más racional den-
tro del sistema sino destruir éste para construir un mundo nuevo. Buscará
una ontología, una epistemología y teorías que sirvan a la emancipación del
ser humano.
Para Zemelman y otros pensadores emancipatorios que siguen al Marx
ontopraxeológico, el movimiento de lo real es el que organiza el pensamien-
to y permite leer la realidad de modo distinto, por ser a la vez histórica y
construible, rebasando las bases de esta cientificidad ya que lo formaliza-
do se problematiza. La praxis relaciona el conocimiento con la viabilidad
histórica, donde se abre lo dado a lo posible, que suma la objetividad al

31
Karl Marx, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política, Madrid,
Siglo xxi, 1975, pp. 428-433.

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proyecto y exige al conocimiento vincularse con la necesidad de influir en


la realidad. Exige también articular los planos de la realidad con la totalidad
hacia un campo de posibilidades. Ello hace que se dé preeminencia a la ló-
gica de la construcción y el uso de categorías sobre el manejo de conceptos
teóricos. Más que probar hipótesis, se trata de reconocer acciones posibles.
La realidad es una articulación de procesos y prácticas, se presenta como
niveles articulados donde cada nivel asume el carácter que le determina su
incorporación al conjunto. No se puede limitar a esquemas conceptuales de
explicación, hay que construir conocimientos que no dejen fuera regiones
significativas de la realidad; la totalidad define la base de teorización, aprecia
la realidad como articulación de procesos con sus planos espacio temporales,
de ahí que su mecanismo metodológico sea la reconstrucción articulada que
carece de referentes ad hoc en estructuras teóricas predeterminadas. Implica
la transformación de los parámetros que cierran la realidad y no permiten
pensar en función de la historicidad en términos pre-teóricos. El conoci-
miento de esta manera es reubicado sobre la praxis transformadora de la
realidad, avanzando hacia etapas superiores de conciencia. Los métodos sur-
gen a partir de la práctica y se desarrollan a partir de un objeto delimitado,
donde la crítica libera de estructuras y parámetros ontológicos, culturales o
teóricos que la han encuadrado. Este método deberá buscar una observa-
ción que rompa con la limitación de las hipótesis, que sea capaz de recortar
universos de observación que cree la posibilidad de nuevas relaciones entre
observables, que reflejen los niveles de concreción entre niveles de la realidad
como transformación del objeto en parte de un objeto inclusivo a través
de la problematización con nuevos horizontes críticos de conceptualización
que van más allá de los alcances de la explicación que define una teoría. De
este modo, vamos a los orígenes de la hipótesis, lo que no considera el méto-
do hipotético deductivo. En conclusión, cada elemento constituyente puede
abrirse a la objetividad mediante la problematización y delimitación de uni-
versos observables, que sin convertirse en un sistema conceptual hipotético
deductivo, constituya las bases de la teorización desde la razón crítica. Un
nuevo concepto ordenador, universos de observación, articulación en una
lógica de articulación que problematice los sistemas conceptuales. Los cri-
terios para un razonamiento dialéctico ahora son: el uso crítico de la teoría
exige el razonamiento crítico aprehensivo, exigencia de especificación, otra
lógica de construcción del objeto y el razonar desde lo potencial.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 135

Marx admite que el fundamento es la subjetividad práctica y que en


el proceso de conocimiento los datos y hechos no son puros, sino que son
construidos desde la subjetividad práctica. El conocimiento es siempre de-
rivado de la actividad del sujeto subjetivo y práctico, no es una recepción
pasiva, no nos impregnamos de la realidad exterior. Es una actividad crítica,
que tamiza, que separa, que elige, que selecciona, que desdeña. La capacidad
de conocer con el criterio de verdad es el de la práctica. La práctica confirma
o apoya el tipo de conocimientos que tenemos. Es un mecanismo que nos
sitúa y nos corrige en la búsqueda de la verdad. El conocimiento es siempre
contextualizado y, por tanto, está sometido a determinaciones y constric-
ciones. Procura ser consciente del punto de vista desde el que observa la
realidad que trata de conocer.
La materia es el conjunto de la realidad, incluidos los productos más
“espirituales”, como la cultura. Material significa objetivo, es decir, actuante
sobre la conciencia y la realidad. Materia significa inmanente; el marxismo
es un inmanentismo radical, lo que supone su incompatibilidad esencial en
lo ontológico con cualquier tipo de religión trascendente. El marxismo no
es una mera teoría de la historia o una mera metodología de análisis de la
realidad social, compatible con cualquier tipo de ontología, sino que el mar-
xismo como filosofía entraña una concepción ontológica fuerte, que hace de
él un materialismo inmanentista, realista y dialéctico. Admite que los seres
humanos son individuos reales, materiales, sensibles, que establecen relacio-
nes reales entre sí en lo simbólico-lingüístico y en lo social, y con el resto de
la realidad natural mediante el trabajo y la producción. El marxismo es una
teoría determinista, pero no mecanicista, que tiene en cuenta la posibilidad,
dado que considera la acción humana social como la base de la historia. Son
los hombres concretos los que, al perseguir sus intereses particulares, modi-
fican las circunstancias en que se da su propia actividad.
El hecho de que las instituciones deseen un producto de la actividad
de los hombres permite concebir la posibilidad de su transformación. El
historicismo radical del marxismo reside en esta conciencia de la caducidad
de todas las instituciones humanas, en este rechazo del carácter “natural” de
determinadas formaciones sociales y en esta apuesta por la apertura del pre-
sente hacia el futuro y a lo inédito. El marxismo no se limita a realizar la
historia, sino que también pretende instaurar un devenir revolucionario. En
la explicación de los individuos y sus relaciones, no considera válido ningún
tipo de explicación trascendente, basada en dioses o en conceptos abstrac-

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136 jorge lora cam

tos como la Humanidad o el Espíritu. El principio-materia, destacado por


Bloch como correlato del principio-esperanza, permite la articulación entre
la teoría social, el proyecto político y una ontología de la realidad material
que les sirve de base. La realización histórica de las categorías conlleva que
las mismas no sean más eternas que las relaciones que expresan. El aspecto
concreto de la dialéctica marxiana y su inserción en la historia hace resaltar,
por otra parte, su carácter práctico-revolucionario y no meramente metodo-
lógico o especulativo.
El materialismo marxiano no es rígidamente determinista, y está abier-
to al azar y a la contingencia. Se opone a todo materialismo de tradición
racionalista, de la necesidad y de la teleología, que no son más que formas
transformadas y disfrazadas de idealismo. Este materialismo del encuentro o
“pensamiento de la coyuntura” se basa en el rechazo radical de toda filosofía
de la esencia, de la razón, del origen y del fin, y afirma la dispersión y el
desorden frente al todo.
Pensamos que, de acuerdo con su materialismo ontológico, la filosofía
marxiana es realista en lo gnoseológico, es decir, afirma la anterioridad del
ser sobre la conciencia, la prioridad de la existencia del mundo real sobre
la conciencia que lo conoce, y, a la vez, afirma que este mundo real puede
ser conocido de una manera efectiva, aunque nunca de forma exhaustiva y
total. Marx no se plantea estos problemas filosóficos en general de forma
abstracta, sino que lo hace de forma concreta, en el marco de una ontología
del ser social, que constituye el presupuesto filosófico de la investigación
empírica que configura su teoría materialista de la historia, base a su vez de
su crítica, teórica y práctica, del capitalismo. La relación cognoscitiva entre
la consciencia y el ser conocido no es un mero reflejo pasivo de éste en aque-
lla, sino el resultado de una “determinación activa” entre ambos, mediante
la cual la conciencia refigura la realidad y no se limita a reflejarla; es decir, el
conocimiento es una actividad “constructivista”, ya que construye el objeto
de conocimiento dando forma a los datos exteriores reales. Tanto el pen-
samiento como el ser pensado son formas de la realidad y, en este sentido,
ambos son materiales: no hay sitio para el espiritualismo en el proceso de
conocimiento marxiano. La idealidad y la actividad humana, tanto teórica
como práctica, son ingredientes constitutivos de una realidad que se concibe
como una totalidad material procesual en un continuo devenir. Por último,
la relación de dependencia (ontológica) que existe entre el conocimiento y
el ser, es distinta de la relación (gnoseológica) que une al pensamiento del

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objeto con dicho objeto exterior. Por un lado, el ser consciente es una parte
del ser social e histórico, que es en parte consciente y en parte no consciente,
pero, por otro lado, la conciencia refracta el objeto exterior al conocerlo; y
el pensamiento del objeto depende no sólo del objeto exterior sino también
de la conciencia que lo conoce y, al conocerlo, lo refigura y reconstruye. El
realismo marxiano es postcrítico y retiene junto con el carácter receptivo del
conocimiento, es decir, su capacidad de ser afectado por los aspectos sensi-
bles del mundo exterior, el carácter espontáneo y activo del entendimiento
que actúa sobre los datos de dicho mundo exterior sometiéndolos a un tra-
bajo de categorización e intelectualización, de conformación, que permite
su conocimiento.
El enfoque científico marxista exige, pues, una adaptación rigurosa a
lo dado, pero, igualmente, la elevación de lo dado a una totalidad pensada
en la que el pensamiento añade sus leyes de composición y conexión, y
además, una evaluación crítica de lo dado con vistas a su transformación.
Este aspecto de crítica práctica es lo que distingue al marxismo de todas las
teorías contemplativas, así como su impulso totalizador le distingue de todo
positivismo.
Lo específico de Marx es su creencia en la importancia de la ciencia
social para, a partir del conocimiento más exacto posible de la realidad,
construir un movimiento histórico y social capaz de desarrollar las poten-
cialidades de la especie humana a través del despliegue de las tendencias y
presentes en la actualidad, más que de la búsqueda de ideales extrínsecos y
trascendentes al propio movimiento histórico y social.
El enfoque es dialéctico ya que es un estilo de pensar que aplica una ra-
cionalidad genérico-estructural basada en la noción de contradicción como
igualdad y complementariedad de los opuestos. Esta dialéctica se presenta
como una historia-ciencia que opera mediante abstracciones históricamente
determinadas, y que metodológicamente se mueve en el círculo concreto-
abstracto-concreto o círculo analítico-sintético de inducción-deducción.
Son escalones metodológicos: la forma de la idealización inicial, los tipos de
explicación empleados, la forma de la introducción de los conceptos teóri-
cos en los análisis, el control empírico de la teoría y el desarrollo de la teoría
gracias a una concreción creciente que va generando modelos cada vez más
detallados y ajustados a la realidad.
Su campo de aplicación privilegiado es el estudio de la praxis humana,
por lo que se la puede definir como una praxeología, (se le añade el prefijo

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onto para recordar que lo que buscamos es el fundamento de la acción, o sea,


intentamos preguntarnos por cómo es el mundo y el hombre para que sea
posible la praxis humana). Por lo que vamos viendo en la ontopraxeología se
presentan problemas ontológicos y problemas epistemológicos y metodoló-
gicos a la vez. Como siempre que se abordan cuestiones de fundamentación,
los aspectos ontológicos y epistemológicos aparecen indisolublemente uni-
dos; dado que el objeto a estudiar condiciona la metodología empleada y, a
su vez, ésta contribuye a la propia definición del objeto. Nos encontramos
aquí con otro círculo: objeto-método o bien ser-conocer. La estructura on-
tológica del mundo nos exige una aproximación epistemológica determina-
da que a su vez transforma la propia estructura ontológica inicial. El enfoque
ontopraxeológico tiene en cuenta el hecho de que la praxis no se agota en sus
aspectos pragmáticos sino que posee al mismo tiempo un carácter cognitivo.
La praxis es un constructo que nunca está simplemente dado sino que es el
producto del trabajo teórico y práctico de las generaciones pasadas sobre una
naturaleza material que no puede separarse de la actuación humana, aunque
permanezca exterior a ella. La naturaleza es un producto social e histórico,
aunque esta misma humanidad no es más que una parte, la parte consciente
de la naturaleza.
Otro aspecto aún más decisivo es que para algunos movimientos, co-
munidades e intelectuales indígenas y afrodescendientes, especialmente de
América latina y el Caribe, la caracterización es de una totalidad colonial,
con momentos simultáneos de avance y retroceso, momentos todavía conce-
bidos –en el horizonte actual y de larga duración– como luchas de descolo-
nización, luchas que aún requieren el aprendizaje, desaprendizaje y reapren-
dizaje, la acción, creación e intervención. Son estos momentos complejos
de hoy que provocan movimientos de teorización y reflexión, movimientos
no lineales sino serpentinos, no anclados en la búsqueda o proyecto de una
nueva teoría crítica o de cambio social, sino en la construcción de caminos
–de estar, ser, pensar, mirar, escuchar, sentir y vivir con sentido u horizonte
no colonial.
Las pedagogías pensadas así no pueden ser externas a las realidades,
subjetividades e historias vividas de los pueblos y de la gente, sino parte
integral de sus combates y perseverancias, de sus luchas de concientización,
afirmación y desalienación, y de sus pugnas –ante la negación de su huma-
nidad– de ser y hacerse humano.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 139

Más bien, es atacar las condiciones ontológicas-existenciales y de racia-


lización y generoización, incidir e intervenir en, interrumpir, transgredir,
desencajar y transformarlas de manera que superen o deshagan las categorías
identitarias –de hecho coloniales y estructurales e impuestas–, que han sido
sujetas a la clasificación e inferiorización: el “negro” por la epidermización, el
“indio” por su condición étnica-racial-primitiva-originario, y la mujer india
y la mujer negra doblemente condenadas por ser “negras” o “indias” y por ser
“mujeres”. Es aquí en este trabajo –inclusive de “desepidermización”– que
se va enlazando lo pedagógico y lo decolonial, pasando de la conceptualiza-
ción, construcción y praxis de pedagogías denotadas “críticas” a concebirse,
construirse y llamarse más radicalmente como “decoloniales”.32
Josef Estermann sintetiza el proceso de asimilación forzada en calidad
“humanos” de las poblaciones coloniales, a través del imperialismo multi-
dimensional: económico, educativo, religioso y cultural. Reconocidos como
tales progresivamente en la medida en que se asemeja a los estándares de la
“humanidad” europea y sólo si se inserta a la economía colonial. Empieza
entonces un proceso gigantesco y sistemático de “conversión” civilizatoria y
“subalternización” de la economía autóctona a la neocolonial. Un proceso
de asimilación cultural y civilizatoria que ha impregnado generaciones de
intelectuales latinoamericanos/as, africanos/as y asiáticos/as quienes han pa-
sado por el ojo de la aguja de la “occidentalización”, “androgenización” y el
“blanqueamiento”. Sólo quien contribuye a la economía globalizada y a la
prosperidad del “Norte”, puede ser llamado un actor económico de verdad y
es merecedor de las “bondades” del mercado y la política. Llega a su plenitud
en la ejecución real del proyecto de la extensión globalizada del paradigma
civilizatorio occidental, mediante un cerco de lobbystas, y oligarcas recicla-
dos, de la red de las redes y su telaraña mediática, siempre bajo el respaldo
de las armas y la mercancía. Frente a la resistencia indígena proceden a la
“incorporación” de los menos empobrecidos y marginados en el proyecto de
la modernidad, el mercado electoral y el mercado globalizado. El discurso
de la “inclusión”, que a primera vista parece emancipador e intercultural,
parte de una premisa de asimetría y dominación, y de una actitud patriarcal
y asistencialista a los más olvidados. La meta de este proceso es una sociedad
basada en un proyecto exógeno de crecimiento, “civilización” y “bienestar”,
que se traduce en la actualidad en términos de “modernidad”, “tecnología”,

32
Catherine Walsh. Lo pedagógico y lo decolonial: Entretejiendo caminos, p. 58.

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“participación” y “consumo”. Las últimas seis décadas se impulsa este último


proceso en México y Bolivia, mientras que en Ecuador, Perú y Guatemala
predominó el exterminio y la inclusión segmentada. Ampliar la escolaridad
entre la población indígena y el acceso a las “bondades de la modernidad
occidental”. “Incluir” era sinónimo de “desarrollo”, y éste, a su vez, de “mo-
dernización” y participación en la “civilización”. Por lo tanto, esta política
de “inclusión” ni supera la colonialidad –sino la ahonda–; ni es intercultural
–sino que sigue en el marco de la monoculturalidad occidental o criolla-
mestiza. La definición de la identidad a partir de su condición del mestizaje
trataba de subsumir otras identidades étnicas y culturales bajo una categoría
“colonial”, y no con la perspectiva de una “descolonización” profunda. Tex-
tualmente, Estermann señala como se expresa esta subjetividad práctica en
el pensamiento colonial “interno”:
13. Al igual que el androcentrismo y patriarcalismo, el colonialismo y
occidentalismo establecen una suerte de interdependencia asimétrica
o complementariedad vertical, tal como Hegel lo había expuesto en su
famosa dialéctica de amo y esclavo. El pensamiento colonizado existe
gracias al pensamiento colonizador y legitima éste como su sustento.
La ‘colonialidad’ refleja una epistemología de sujeto (activo) y objeto
(pasivo) que puede reproducirse en los niveles de subalternidad: en
el ‘colonialismo interno’, el poder colonial de antes (“Europa”) ya no
necesita imponer sus ideas, las relaciones de poder que se orientan en
características de raza y género, sino que el ‘poder satelital’, la nue-
va burguesía políticamente independizada, se encarga de mantener y
perpetuar el mismo orden colonial.
14. El análisis filosófico de la ‘colonialidad’ del pensamiento, de la
‘academicidad’ del saber, del ‘androcentrismo’ de sus categorías y con-
ceptos directivos, y de la falsa ‘universalidad’ de sus pretensiones no
es suficiente, si no plantea al mismo tiempo la cuestión de poder. Éste
tiene muchos rostros y se realiza a través de caminos que a menudo
son considerados reivindicaciones de movimientos sociales, una iz-
quierda política y un discurso revolucionario, y no simplemente de
una derecha recalcitrante e imperialista. Por lo tanto, es de suma im-
portancia que las ciencias sociales y la filosofía críticas no se convier-
tan en “tontos útiles” de una globalización con etiqueta ‘intercultural’,
“plural” y “posmoderna”, un vehículo inconsciente y tal vez inocente
de la estrategia de un nuevo “globalcentrismo capitalista bajo el man-
to de la diversidad, inclusión y el respeto de la etnicidad. Incluso la
filosofía intercultural que desde sus orígenes tenía el afán de desvelar y
cuestionar los múltiples centrismos culturales (o monoculturalismos)
y de plantear una universalidad basada en el polílogo multifacético de

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 141

actores y actoras, puede convertirse en víctima de la ingenuidad de la


“celebración posmoderna” de la diversidad y de los diferentes tipos de
“indianidad”, “indigenismo” y “romanticismo”.33
Es así como repensamos el método científico y sus connotaciones colonia-
listas, que designa un variado conjunto de principios filosóficos, teóricos,
lógicos que acompañan al proceso de hacer ciencia, a los procedimientos,
operaciones y conductas sobre un objeto construido. Es sabido que los mé-
todos diseñados por los filósofos son inútiles, y que los científicos muy poco
se han preocupado de hacerlo. Desde América Latina apreciamos la sutil im-
posición del método con sus implicancias teóricas. Y, lo más importante, las
buenas investigaciones surgen de estrategias y no de cartabones. De ahí que
optemos por una reconstrucción articulada y sistémica de la realidad por
saberes y experiencias, recortado en un campo de problemas objetivables;
para, desde una concepción del mundo, la conciencia social, la ideología,
un lugar en el poder, y algunos conceptos o una teoría provisoria o esquema
interpretativo interrogar información, generar un tipo especial de conoci-
miento históricamente producido y por tanto cargado de sentido, que sigue
determinadas estrategias de descubrimiento y validación, con un particular
enunciado de verdad.
En ciencias sociales y humanidades también es un modo social de re-
presentar, construir, producir e interpretar relaciones sociales, expresadas en
problemas significativos, que en cierto momento del proceso, requiere de
definiciones, conceptos y categorías sobre los sujetos y su existencia. Para
algunos, se trata de estudiar únicamente lo real representado, y para otros, ir
más allá, profundizar en relación a una realidad a ser reconstruida de modo
articulado por una concepción del mundo, basada en el sentido común, la
experiencia, la crítica, en deslinde con el poder y la dominación.
En la práctica se utilizan estrategias y muchos métodos, algunos gene-
rales son: el inductivo/deductivo, el apriori/deductivo, el hipotético deduc-
tivo, el abductivo, el dialéctico, la investigación acción y, ahora nosotros,
proponemos la metodología de la praxis, etc. Revisemos someramente qué
proponen y algunas de las críticas que se le han hecho.

33
Josef Estermann, “Colonialidad, descolonización e interculturalidad. Apuntes desde
la Filosofía Intercultural”. Polis, Revista Latinoamericana, 38, 2014: Pueblos indígenas y
descolonización.

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142 jorge lora cam

Para el método inductivo/deductivo, la ciencia se inicia con observacio-


nes individuales desde las cuales se plantean generalizaciones y predicciones.
Los datos sobre aspectos finitos son sometidos a ciertas condiciones para
producir enunciados acerca de lo infinito. Se le ha refutado aduciendo: a)
Que este conocimiento depende de los conceptos, ideas, ideologías y nocio-
nes preconcebidas. b) Es siempre afectado por el nivel de desarrollo del cam-
po científico, las modas, e incluso por el fraude científico. c) Son grandes los
límites del pensamiento abstracto, por más lógicos que sean, para avanzar
en el conocimiento de la realidad. La observación nace en contra de las ver-
dades medievales de la iglesia, y llega a sus límites cuando uno se pregunta
si primero son los supuestos o la observación, si existen otras condiciones
observacionales que no se tuvieron en cuenta o sobre la distancia entre lo
observado y no observado.
Para el método apriori/deductivo, el conocimiento científico se adquie-
re a través de la captura mental de principios generales, de los cuales se
deducen las instancias particulares que pueden o no ser demostradas obje-
tivamente. Algunos de sus defensores sólo se afirman en la razón, aunque
después hayan echado mano de elementos con contenido empírico: ana-
logías, hipótesis, modelos. Otros se apoyan en la experiencia elaborada y
estructurada por imperativos categóricos, la razón crítica. Desde ella elabo-
ran las nociones de tiempo, espacio, causalidad, reciprocidad, posibilidad,
existencia, etc. Los escolásticos-marxistas caen en lo mismo y postulan las
categorías de la dialéctica.
En el método hipotético deductivo la ciencia parte de elementos teó-
ricos e hipótesis que determinan las observaciones, conjeturas que nacen
de la intuición. Se desplaza de un esquema preliminar de la realidad que
se inicia con problemas, resultado de discrepancias entre expectativas del
científico y lo que se encuentra en la realidad. No se toma en cuenta que
los hechos también pueden estar equivocados. Siendo la verdad relativa, los
enunciados básicos en el caso de Popper, nunca estarán plenamente confir-
mados. No podrán verificarse suficientemente las hipótesis a pesar de acier-
tos y certidumbres, porque existen diversas teorías con diversos enunciados
observacionales. Las hipótesis pueden llevar a regresiones infinitas, y los he-
chos fortuitos, contingentes, exigen construir otras hipótesis. La pregunta
de siempre es si primero son las hipótesis o la observación de la subjetividad
práctica. El camino se hace infinito. Los principios de Popper de que no
existen criterios para determinar la verdad de cualquier teoría, de que las ob-

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 143

servaciones son irrelevantes como criterio de verdad, y que son inútiles para
inferir o construir teorías, que sólo sirven para falsarlas, van en contra de la
práctica científica que también recurre a lo inductivo y a la no refutación.
El método abductivo, el más utilizado en la práctica de los científicos,
significa que dados unos hechos, un resultado parcial, y una regla teórica
aceptada, nos interrogamos si el caso pertenece a dicha regla; lo que nos lle-
va a confirmar el dato o la teoría, o refutar o rechazar el dato, y a rediscutir
la teoría reformulándola positiva o negativamente. En esta concepción, si
teoría y datos son construcciones, la actividad científica cuestionará las hi-
pótesis cada vez que sea necesario. La investigación es entonces un proceso
de conceptualización donde la teoría y los hechos van juntos y en tensión,
en conflicto, modificándose mutuamente.
En la experiencia en ciencias sociales se acostumbra a primero trabajar el
proyecto basados en el método hipotético deductivo y al realizar la investiga-
ción se apoyan en el abductivo, sin tener conciencia epistemológica de ello.
En resumen, Popper será criticado y abandonado, porque el amplio
aparato formal que desarrolla el empirismo lógico para garantizar su demos-
trabilidad y objetividad alcanza un punto que impide plantear cualquier
problema relevante. Para Kuhn, que critica al empirismo, la tenacidad de las
teorías impide que sean falsadas, y Lakatos, niega la idea del experimento
crucial para evaluar las teorías. Feyarebend, por su lado, es más radical y
señala que los avances científicos se deben a no haber aceptado esas normas
empiristas. Rompe con el racionalismo y el objetivismo del cientificismo
de Popper. Niega el criterio de racionalidad como forma superior de pensa-
miento y anota que las teorías son diferentes y, por tanto, inconmensurables.
Feyerabend,34 desde el anarquismo metodológico, dirá: si las posibilidades
de conocimiento son infinitas, ¿por qué debemos aceptar un método, aun-
que éste tenga la capacidad de aparecer como superior? Khun nos dice que
las comunidades científicas –en nuestros tiempos euro-anglosajonas– crean
paradigmas de investigación científica que nos son impuestas por el saber de
occidente. Ante ellos aparece la fenomenología con múltiples vertientes, que
en su versión más vulgar se caracteriza por su simpleza y obviedad; ahora de
moda con su propuesta subjetivista de que lo que hacemos al investigar es
reconocer los objetos de afuera desde la interioridad, la construcción social
de la realidad, quedándose muchas veces con las apariencias y dejando de

34
Feyerabend, Paul, Contra el método. Barcelona: Planeta De-Agostini, S. A, 1995.

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lado las relaciones fundamentales, la subjetividad práctica, la profundidad y


la historicidad del objeto. Empero, aportan con el rescate de la subjetividad
y devolverle importancia a la interpretación.
Edgar Morin rompe con lo anterior y parte de la complejidad, y desde
allí considera que el método es un ejercicio de resistencia espiritual organi-
zada, que, como también pensaba Adorno, implica un ejercicio permanente
contra la ceguera y el anquilosamiento generado por las convenciones y cli-
chés acuñados por la organización social. Es necesario un método, una expe-
riencia y una actitud para el conocimiento que reconozca la presencia de lo
no idealizable, de aquello que se resiste a los esfuerzos de racionalidad, y de
la existencia inconmensurable de dimensiones y realidades fuera de norma.
En sus palabras, debemos educar y educarnos en lo enorme. El pensamiento
complejo no propone en su diálogo un programa, sino un camino donde
poner a prueba ciertas estrategias que se verán fructíferas o no en el mismo
caminar dialógico. El pensamiento complejo es un estilo de pensamiento
y de acercamiento a la realidad. En ese sentido, el pensamiento comple-
jo genera su propia estrategia, inseparable de la participación inventiva de
quienes lo desarrollan. Es preciso poner a prueba metodológicamente, cami-
nando, los principios generativos del método y al mismo tiempo, inventar y
crear nuevos principios.
De posturas como ésta surge la metodología de la praxis. Si bien es
cierto que el ángulo de la mirada es central en las visiones de la realidad,
también es cierto que las representaciones surgen de necesidades e intereses
de las clases y agrupaciones sociales en lucha –la subjetividad práctica– pro-
duciendo, reconociendo y circulando sentido en discursos que atraviesan
las representaciones de la vida social desde lo material. Investigar la realidad
desde la práctica, es el desafío de las ciencias sociales. La subjetividad es parte
del proceso objetivo que se elimina perpetuamente a sí misma. Reconoce
que ni la contingencia ni la discontinuidad son incompatibles con la historia
estructural. Pero tampoco desestima las formas de continuidad o de ruptura
del poder. La contingencia y la discontinuidad son el centro de la historia.
El verdadero proyecto emancipatorio es darle a la humanidad los medios de
una auténtica autodeterminación. El conflicto entre lo real y la ficción en la
historia esta articulado por el extraer sentido de la historia.
Como estamos viendo, este texto tiene como fundamento central con-
tribuir en llenar la ausencia de investigación en ciencias sociales. Colocar
a la investigación como centro de la formación del individuo, integrando

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 145

sujeto y objeto, teoría y praxis, con una orientación autónoma, crítica y


transdisciplinaria. Articula la actividad investigativa a la reflexión teórica
y en un plano más concreto establece las distinciones y relaciones entre la
investigación y la exposición. Se basa en que los sujetos necesitan conocer
la materia que está transformando y acceder al verdadero conocimiento. De
allí que el verdadero sujeto de la historia sea la realidad social en movimien-
to, donde la lucha de clases y la materialidad de los hechos históricos pueden
articular diferentes procesos de mediación totalizadora y contingente. Serán
los procesos de articulación contingente los que constituyen el tema de los
estudios históricos. Cada estudio particular hace avanzar la teoría, abre cam-
pos del conocimiento. La interpretación crítica es un momento del proceso
del conocimiento-transformación del mundo.

3. Epistemologia y método en Edgar Morín


y la pedagogía
En una entrevista, le preguntaron al físico español Jorge Wagensberg: ¿Qué
puede aportar la ciencia en una democracia como la española? Y él respon-
dió: el método científico, que yo defino en tres principios. Primero, la ob-
jetividad, que significa: de las mil maneras de observar, elegir aquella que
afecta menos por el hecho de observar. El premio es que cuanto más objetivo
eres, más universal es el conocimiento que obtienes; si no, más dependiente
es de tus creencias. Lo segundo es la inteligibilidad: de las mil maneras que
hay de comprender, se busca la manera más inteligible posible. Y en tercer
lugar, la dialéctica con la realidad, que es algo fundamental. Gracias a la ob-
jetividad el conocimiento tiende a ser universal. Gracias a su inteligibilidad
el conocimiento tiende a servir para anticipar la incertidumbre. Y gracias a
la autoridad de la evidencia experimental, el conocimiento cambia, avanza,
progresa. La ciencia es una forma de conocimiento en la que imaginación,
representación e interpretación se estimulan, se provocan, se insinúan, se
acarician, se golpean, se corrigen, se refutan y se confirman mutua y conti-
nuamente. La ciencia, necesariamente, progresa. Para eso está.
Pero resulta –agrega– que el método se aplica siempre a una idea. Y
no hay un método para cazar ideas. O, lo que es lo mismo, todo vale con
las ideas: la analogía, el plagio, la inspiración, el secuestro, el contraste, la
contradicción, la especulación, el sueño, el absurdo. Un plan para la adqui-
sición de ideas sólo es bueno si nos tienta continuamente a abandonarlo, si

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nos invita a desviarnos de él, a olfatear a derecha e izquierda, a alejarnos, a


girar en redondo, a divagar, a dejarnos llevar a la obtención de ideas si no al
tratamiento de éstas. Aferrarse con rigor a un plan de búsqueda de ideas es
una anestesia para la intuición.35
Lo que nos está diciendo se refiere a las ciencias naturales, dejando claro
que todo descubrimiento real determina un método nuevo, por lo tanto,
debe derribar un método anterior, y lo mismo ocurre con la teoría, por eso
requiere del respaldo de una inédita metodología. El método es un discur-
so, un ensayo prolongado de un camino que se piensa. Morín, formado en
el marxismo, coincide y es enfático en señalar: es un viaje, un desafío, una
travesía, una estrategia que se ensaya para llegar a un final pensado, imagi-
nado y al mismo tiempo insólito, imprevisto y errante. No es el discurrir de
un pensamiento seguro de sí mismo, es una búsqueda que se inventa y se
reconstruye continuamente.36
El método, precisa Morin, es una estrategia para el conocimiento y la
acción, es en un camino que se piensa. Nada más lejos de esta visión del mé-
todo que aquella imagen compuesta por un conjunto de recetas eficaces para
la realización de un resultado previsto. Esta idea de método presupone el
resultado desde el comienzo. En este sentido, método y programa son equi-
valentes. Para Descartes, que escribió en 1637, en toda búsqueda o investi-
gación, se procede a partir de certezas establecidas de una manera ordenada
y no por azar. Un pensamiento de hace 365 años sigue tan vigente como el
cristianismo. Y ambos no nos sirven para investigar. El método, entendido
de esta manera, es en realidad un programa aplicado a una naturaleza y a una
sociedad vista como algo trivial y determinista. Presupone que es posible
partir de un conjunto de reglas ciertas y permanentes que se pueden seguir
de forma mecánica. Pero sí estamos en lo cierto cuando afirmamos que la
realidad cambia y se transforma, entonces una concepción del método como
programa es más que insuficiente, porque ante situaciones cambiantes e in-
ciertas, los programas sirven de poco y, en cambio, es necesaria la presencia
de un sujeto pensante y estratega. En situaciones complejas, es decir, allí
donde en un mismo espacio-tiempo no sólo hay orden, sino también des-
orden; allí donde no sólo hay determinismos sino también azares; donde

35
Jorge Wagensberg, Entrevista, “Tenemos que cambiar totalmente la cultura”, http://
www.terceracultura.net/tc/?p=1667, 18/11/2009
36
Edgar Morín y otros, Educar en la era planetaria, Barcelona Gedisa, 2003.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 147

emerge la incertidumbre, es necesaria la actitud estratégica y un esfuerzo de


recreación del sujeto frente a la ignorancia, el desconcierto, la perplejidad y
la lucidez. Es otra concepción del método: como camino, ensayo generativo
y estrategia “para” y “del” pensamiento. El método como actividad pensante
del sujeto viviente, no es abstracto. Un sujeto capaz de aprender, inventar y
crear “en” y “durante” el caminar. La teoría que permanece es porque se ha
renovado y porque las estructuras históricas no se han modificado lo sufi-
ciente; lo mismo ocurre con los estilos de pensamiento.
El pensamiento complejo incluye en su visión del método, la praxis, la
experiencia del análisis de coyuntura y el ensayo. El primero es la mejor for-
ma de captar el movimiento de los sujetos y de la sociedad. El ensayo como
expresión escrita de la actividad pensante y la reflexión, es la forma afín al
pensar el análisis de coyuntura. Enfocar una obra como ensayo y camino es
iniciar una travesía que se despliega en medio de la tensión, entre la fijeza y
el vértigo, entre la estructura y un momento de ella. El ensayo es también un
método. Puntualiza Morin, entre la pincelada y el gerundio, no es un camino
improvisado o arbitrario, es la estrategia de un obrar abierto, que no disimu-
la su propia errancia y, a su vez, no renuncia a captar la fugaz verdad de su
experiencia. Luego de las experiencias realizadas por las ciencias y la filosofía
en el siglo xx, nadie puede fundar un proyecto de aprendizaje y conocimien-
to en un saber definitivamente verificado y edificado sobre la certidumbre.
Asumir esas experiencias implica desarrollar un proceso de aprendizaje de
conocimiento, sobre un suelo frágil, caracterizado por la ausencia o escasez
de fundamentos. No es una experiencia de la nada, es la experiencia de algo
mucho más profundo y paradójico. La enorme plenitud que nos rodea, en-
vuelve y desafía no puede conocerse a partir de un fundamento que asegure el
tránsito, y el resultado de semejante esfuerzo, tal vez sea lo único que verda-
deramente seduce para iniciar el esfuerzo de aprender. El fundamento de esta
forma de ver el método es la ausencia de todo otro fundamento. Está refirién-
dose al fundamento gnoseológico, pero le faltaría aclarar que el fundamento
ontológico es firme y se trata de la subjetividad práctica.
Hay una relación entre el método como camino y la experiencia de
búsqueda del conocimiento entendida como travesía generadora de cono-
cimiento y sabiduría; aptitud para capturar lo efímero, lo contingente, la
novedad, la multiplicidad, para transitar la experiencia de la pluralidad y la
incertidumbre. Morin postula el método/camino/ensayo/travesía/búsqueda
y estrategia, imposible de reducir a un programa o a la constatación de una

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vivencia individual; es en realidad, la posibilidad de encontrar en los detalles


de la vida concreta e individual, fracturada y disuelta en el mundo, la totali-
dad histórica de su significado abierto y fugaz. La realización de lo posible.
Lo esencial es la observación apasionada. Solamente una visión defi-
citaria e irreflexiva puede reducir la dimensión múltiple del método a una
actividad programática y a una técnica de producción de conocimiento. La
elucidación de las circunstancias, la comprensión de la complejidad humana
y del devenir del mundo requieren un pensar que trascienda el orden de los
saberes constituidos y la trivialidad del discurso académico. Una escritura y
un pensar que incorpore la errancia y el riesgo de la reflexión.
Ciertamente, el camino se inicia a partir de algo y también prefigura
un fin. Aquí es importante comprender el lugar que ocupa la teoría y cómo
se relaciona con el método. Morin acomete contra quienes irreflexivamente
pierden tiempo en construir marcos teóricos anticipados. Señala que una
teoría no es el conocimiento, sino que permite el conocimiento. Una teoría
no es una llegada, es la posibilidad de una partida; no es una solución, es
la posibilidad de tratar un problema; sólo cumple su papel cognitivo, sólo
adquiere vida, con el pleno empleo de la actividad mental del sujeto. Y es
esta intervención del sujeto lo que le confiere al método su papel indis-
pensable. Para ser puesto en funcionamiento, necesita estrategia, iniciativa,
invención, arte. Se establece una relación recursiva entre método y teoría.
El método, generado por la teoría, la regenera. Eso no ocurrió con el mar-
xismo, no obstante la fuerza de sus aspectos teóricos. No olvidemos que
tanto Popper como Morin transitaron por el marxismo. Toda teoría dotada
de alguna complejidad solamente puede conservar su complejidad al precio
de una recreación intelectual permanente. Incesantemente corre el riesgo
de degradarse, es decir, de simplificarse. Toda teoría abandonada a su peso
tiende a allanarse, a unidimensionalizarse y reificarse. Aquí, la teoría no es
nada sin el método; la teoría casi se confunde con el método; o más bien
teoría y método son los dos componentes indispensables del conocimiento.
De allí que los profesores de teoría social estén obligados a trabajar las teorías
paralelamente a los métodos de los grandes investigadores sociales. Morin
a veces olvida que toda realidad humana está determinada por el mundo
de la práctica, esto es, por la historia humana entendida como el conjunto
cambiante de las relaciones sociales o interacciones reales de los seres humanos
y de sus transformaciones objetivas del mundo social-natural.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 149

El método –que para algunos es la herramienta para evitar el error–, para


Morin, incluye además la precariedad del pensar y la falta de fundamento del
conocer. El ejercicio de este método, el ensayo de este camino, requiere la in-
corporación del error y una visión distinta de la verdad.37 A ello se agrega la
conciencia, el conocimiento y la experiencia de la escisión entre la palabra y el
mundo. Es el descubrimiento de la metáfora y de la errancia del discurso en su
aproximación siempre postergada a la “cosa misma”. También es cierto que, en
lo que al error concierne, el fenómeno propiamente humano va unido a la apari-
ción del lenguaje, es decir, de la palabra y de la idea. Se puede decir que la palabra
ha permitido una forma nueva de inducir al otro al error, a saber: la mentira.
Es el cerebro el que produce lo que se llaman representaciones, nociones
e ideas, por las que percibe y concibe el mundo exterior. Las ideas no son
reflejos de lo real, sino traducciones, construcciones que han tomado for-
ma de mitología, de religiones, de ideologías y de teorías, y como tales, son
susceptibles de error. Las traducciones mitológicas, religiosas, ideológicas y
teóricas producen incesantemente innumerables errores o ideas dogmáticas
en las actividades humanas. La aparición de la idea de verdad absoluta agrava
el problema del error, pues cualquiera que se crea poseedor de esta verdad se
vuelve insensible a los errores que pueden encontrarse en su sistema de ideas,
y evidentemente tomará como mentira o error todo lo que contradiga su ver-
dad. El error fundamental reside en la apropiación monopólica de la verdad.
Los caminos de la verdad pasan por el ensayo y el error; la búsqueda de
la verdad sólo se pudo hacer a través de la itinerancia. Implica que es un error
buscar la verdad sin buscar el error. También se puede decir más: es muy difícil
transmitir una experiencia vivida, y los caminos de la búsqueda de la verdad pa-
san por la experiencia, que puede ser mortal, del error y el errar. En el domino
teórico, las verdades mejor fundadas son las que se basan en esta negatividad, es
decir, las que son los anti-errores: ahí es donde el anti-error se convierte en una
verdad. Éste es el sentido de la idea del falsacionismo popperiano, y ésta es la
aventura científica que se realiza y continúa a pesar de la tendencia dogmática a
reformarse, a pesar de los fenómenos de arribismo, de ambición, de egocentris-
mo, puesto que los científicos, y más los intelectuales y los filósofos, son como
los demás, incluso en su dominio; este juego de la verdad y del error permite
destruir los errores. El obstáculo para el aprendizaje del conocimiento científico
no es el error, sino la fijación de un conocimiento envejecido.

37
Edgar Morin, Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, unesco, 1999.

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150 jorge lora cam

Es cierto que los segmentos de estrategias que hayan tenido éxito en el


desarrollo de un método pueden ser archivados y codificados como segmen-
tos programados para el futuro si se dan las mismas condiciones. El método
es una estrategia del sujeto que también se apoya en segmentos programa-
dos que son revisables en función de la dialógica entre estas estrategias y el
mismo caminar. El método es programa y estrategia al mismo tiempo, y
puede modificar el programa por retroacción de sus resultados, por lo tanto,
el método aprende, los principios generativos y estratégicos del método. El
método no es sólo una estrategia del sujeto, es también una herramienta que
genera sus propias estrategias. El método es aquello que nos ayuda a conocer
y es también conocimiento. El método tiene dos niveles que se articulan y
retroalimentan: por un lado, facilita el desarrollo de estrategias para el cono-
cimiento, por el otro, facilita el desarrollo de las estrategias para la acción.
El método contiene la reflexividad, el momento en que éste es capaz
de autoconsiderarse, de metasistemizarse. El pensamiento es aquello que es
capaz de transformar las condiciones de pensamiento, es decir, de superar
una alternativa insuperable, no esquivándola, sino situándola en un con-
texto más rico, en el que deja lugar a una nueva alternativa, la aptitud de
envolver y articular. Morin destaca la importancia de la contradicción y su
vínculo con el antagonismo. Permite resistir la disociación generada por la
contradicción y el antagonismo, disociación que evidentemente no suprime
la contradicción. El pensamiento posibilita la integración de la contradic-
ción en un conjunto en el que pueda continuar fermentando, sin perder su
potencialidad destructiva e incluso su potencialidad constructiva.38

38
El método de Morin irritará a los filósofos y científicos, a especialistas y guardianes
de la pureza y la racionalidad de las disciplinas. Uno de ellos es el argentino Reyno-
so, quien entiende su trabajo intelectual sobre la complejidad como una campaña
bélica: “Estamos en guerra. En el terreno de las teorías de la complejidad todos los
textos son momentos dialógicos de una contienda” (Reynoso, 2006: 20). Y conside-
ra a determinados discursos y planteamientos sobre la complejidad como suciedad
y escoria, como basura: “El campo [de la complejidad] está sucio” (p. 16); hay que
liberar a la teoría de la complejidad, “de una escoria que no es poca” (p. 18). Ante
críticas de este tipo, Morin observará con firmeza que ha comprendido que refutar
solamente no tenía ninguna esperanza: sólo un nuevo fundamento puede arruinar al
antiguo. Reynoso, Carlos, Complejidad y caos: una exploración antropológica, Buenos
Aires, SB, 2006. Reynoso, Carlos, Modelos o metáforas. Crítica del paradigma de la
complejidad de Edgar Morin, Buenos Aires, SB, 2009.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 151

Críticos como Reynoso son defensores del sistema mitificando el tra-


bajo científico, cuando verdaderos científicos como Feynman responden a
la pregunta: ¿Cuál es entonces la especificidad, la singularidad del trabajo
científico? En realidad, señala:
lo que hacemos es un tipo concreto de actividad que es normal y ordi-
naria, pero la hacemos a gran escala. La gente tiene imaginación, sólo
que no trabajan tanto tiempo con ella. La creatividad la practica todo
el mundo, sólo que los científicos lo hacen más. Lo que no es normal
es practicarla de forma tan intensa durante tantos años que se acu-
mule toda esta experiencia sobre el mismo tema limitado. Un trabajo
científico consiste en actividades normales de los seres humanos lleva-
das a un extremo, de una forma muy exagerada. La gente corriente no
piensa en el mismo problema tan a menudo como lo hago yo, todos
los días. Sólo los idiotas como yo lo hacen.39
Siguiendo con Morin, el método/camino/ensayo/estrategia contiene un conjun-
to de principios metodológicos –y epistemológicos– que configuran una guía
para un pensar complejo.40 Estos principios metodológicos son los siguientes:
1. Principio sistémico u organizacional: Permite relacionar el conocimiento de
las partes con el conocimiento del todo y viceversa. Por otra parte, sabemos que
desde un punto de vista sistémico-organizacional, el todo es más que la suma de
las partes. Ese “más que” son los fenómenos cualitativamente nuevos a los que
denominamos “emergencias”. Éstos son efectos organizacionales, son producto
(traer al ser) de la disposición de las partes en el seno de la unidad sistémica.
Por otro lado, si el todo es “más” que la suma de las partes, también el todo es
“menos” que la suma de las partes. Ese “menos” son las cualidades que quedan
restringidas e inhibidas por efecto de la retroacción organizacional del todo
sobre las partes. De allí que la realidad siempre sea más rica que la teoría.
2. Principio hologramático: Al igual que en un holograma cada parte
contiene prácticamente la totalidad de la información del objeto represen-
tado, en toda organización compleja no sólo la parte está en el todo, sino
también el todo está en la parte. Por ejemplo, cada uno de nosotros, como
individuos, llevamos la presencia de la sociedad de la que formamos parte.
La sociedad está presente en nosotros por medio del lenguaje, la cultura, sus
reglamentos, normas, etcétera. Así, la sociedad y la cultura están presentes

39
Salvador López Arnal, Apuntes sobre la filosofía de Richard Feynman, www.rebelion.org
40
Edgar Morin, Introducción al pensamiento complejo, Barcelona, Gedisa, 1998.

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en tanto que “todo” en el conocimiento y en los espíritus cognoscentes. Pre-


sente en el mito comunitario, consustancial a él, la organización del Estado-
nación también está presente en la organización universitaria y tecnoburo-
crática de la ciencia. La organización sociocultural ocupa en cada espíritu un
santuario donde impone sus imperativos, normas y prohibiciones, así como
un mirador desde el que vigila sus actividades. Las sociedades complejas
comportan pluralismos y antagonismos (sociales, políticos y culturales) que
pueden enfrentarse en el seno de un mismo espíritu, provocando conflictos
internos, crisis, búsqueda. De este modo, lo que está presente en el espíritu
individual no es únicamente el Todo como sometimiento, es también, even-
tualmente, el todo como complejidad.
3. Principio de retroactividad: Con el concepto de bucle retroactivo rom-
pemos con la causalidad lineal. Frente al principio lineal causa-efecto nos
situamos en otro nivel: no sólo la causa actúa sobre el efecto sino que el
efecto retroactúa informacionalmente sobre la causa permitiendo la auto-
nomía organizacional del sistema. Las retroacciones negativas actúan como
mecanismo de reducción de la desviación o de la tendencia. Es decir, actúan
como mecanismo de estabilización del sistema. Las retroacciones positivas
son la ruptura de la regulación del sistema y la ampliación de una determi-
nada tendencia o desviación hacia una nueva situación incierta. Situación
que puede acabar con la misma organización del sistema.
4. Principio de recursividad: Es un principio que va más allá de la pura retroac-
tividad. Un proceso recursivo es aquel cuyos productos son necesarios para la
propia producción del proceso. Es una dinámica auto-productiva y auto-orga-
nizacional. Es un proceso en el que los efectos o productos al mismo tiempo
son causantes y productores del proceso mismo, y en el que los estados finales
son necesarios para la generación de los estados iniciales. De este modo, el
proceso recursivo es un proceso que se produce/reproduce a sí mismo, eviden-
temente a condición de ser alimentado por una fuente, una reserva o un flujo
exterior. La idea de bucle recursivo no es una noción anodina que se limitará
a describir un circuito, es mucho más que una noción cibernética que designa
una retroacción reguladora, nos desvela un proceso organizador fundamental
y múltiple en el universo físico, que se desvela en el universo biológico, y que
nos permite concebir la organización de la percepción.
5. Principio de autonomía/dependencia: Este principio introduce la idea de
proceso auto-eco-organizacional. Toda organización necesita para mantener

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 153

su autonomía de la apertura al ecosistema del que se nutre y al que transfor-


ma. Todo proceso biológico necesita de la energía y la información del en-
torno. No hay posibilidad de autonomía sin múltiples dependencias. Nues-
tra autonomía como individuos no sólo depende de la energía que captamos
biológicamente del ecosistema sino de la información cultural. En los países
coloniales tenemos que repensar este principio.
6. Principio dialógico: Este principio ayuda a pensar en un mismo espacio
mental lógico, lógicas que se complementan y se excluyen. El principio dia-
lógico puede ser definido como la asociación compleja (complementaria/
concurrente/antagonista) de instancias necesarias, conjuntamente necesarias
para la existencia, el funcionamiento y el desarrollo de un fenómeno orga-
nizado. No se podría concebir el nacimiento de nuestro Universo sin la dia-
lógica del orden/desorden/organización. Un ejemplo es la imposibilidad de
pensar la sociedad reduciéndola a los individuos o a la totalidad social; nece-
sitamos pensar en un mismo espacio la dialógica entre individuo y sociedad.
7. Principio de reintroducción del cognoscente en todo conocimiento: Es preciso
devolver el protagonismo a aquel que había sido excluido por un objetivismo
epistemológico ciego. Hay que reintroducir el papel del sujeto observador/
computador/conceptuador/estratega en todo conocimiento. El sujeto no re-
fleja la realidad. El sujeto también construye la realidad por medio de prin-
cipios antes mencionados. De allí la importancia de que en la investigación
social participen los sujetos involucrados en los procesos. Sin olvidar –agre-
gamos– que el fundamento es la subjetividad práctica y que un materialismo
histórico coherente sólo puede ser un materialismo histórico-político, basa-
do en la lucha de clases como único e imprevisible motor histórico-humano.
De este modo, el método se vuelve central y vital cuando necesaria y
activamente se reconoce la presencia de un sujeto que busca, conoce y piensa.
Cuando la experiencia no es una fuente clara, inequívoca, del conocimiento.
Cuando se sabe que el conocimiento no es la acumulación de datos o de
información, sino su organización. También cuando la lógica pierde su valor
perfecto y absoluto y, al mismo tiempo, la sociedad y la cultura nos permi-
ten dudar de la ciencia, en lugar de fundar el tabú de la creencia. Cuando
se sabe que la teoría siempre está abierta e inacabada y es necesaria la crítica
de la teoría y la teoría de la crítica. Y por último, cuando hay incertidumbre
y tensión en el conocimiento, y se revelan y renacen las ignorancias y los
interrogantes. Construcción que, por cierto, es siempre incierta, porque el

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sujeto está dentro de la realidad que trata de conocer. No existe el punto de


observación absoluto ni el metasistema absoluto. Existe la objetividad. Ahora
bien, la objetividad absoluta, al igual que la verdad absoluta, es un engaño.
También es preciso tomar en cuenta que método y paradigma (entendi-
do como concepción del mundo) son inseparables. Toda actividad metódica
está en función de un paradigma que dirige una praxis cognitiva. Frente a
un paradigma simplificador caracterizado por aislar, desunir y yuxtaponer
proponemos un pensamiento complejo que religue, articule, comprenda y, a
la vez, desarrolle su propia autocrítica. Si es el paradigma quien gobierna los
usos metodológicos y lógicos, es el pensamiento complejo quien debe vigilar
el paradigma. El pensamiento complejo, a diferencia de un pensamiento
simplificador que identifica la lógica con el pensamiento, la gobierna y así
evita la fragmentación y la desarticulación de los conocimientos adquiridos.
Pero el pensamiento complejo no es una nueva lógica. El pensamiento com-
plejo necesita de la lógica aristotélica, pero a su vez necesita transgredirla. Al
ser paradigmáticamente dialógico, el pensamiento complejo muestra otros
modos de usar la lógica. Sin rechazar el análisis, la disyunción o la reducción
(cuando es necesaria), el pensamiento complejo rompe la dictadura del para-
digma de simplificación. Pensar de forma compleja es pertinente allí donde
nos encontramos con la necesidad de articular, relacionar, contextualizar.
Pensar de forma compleja es pertinente allí donde hay que pensar. Donde
no se puede reducir lo real ni a la lógica ni a la idea. Donde no se puede ni
se debe racionalizar. Donde buscamos algo más de lo sabido por anticipado.
Donde buscamos no sólo inteligibilidad, sino también inteligencia. Dar a
una idea su lugar, ésa es también la dificultad del pensamiento. Pensar es
construir una arquitectura de las ideas en movimiento, y no de una idea fija;
el pensamiento surge del encuentro de formidables empujes antagonistas.
Pero esta metáfora arquitectónica es muy estática, cuando de hecho el pensa-
miento, arquitectura del discurso, debe ser arquitectura del movimiento. Las
ideas son leitmotiv que se desarrollan como en una sinfonía, el pensamiento
es la dirección orquestal de polifonías ordenadas y fluyentes.
Con esto, siguiendo estrictamente a Morin, tenemos que educar en el
pensamiento complejo; éste debe ayudarnos a salir del estado de desarticula-
ción y fragmentación del saber contemporáneo, y de un pensamiento social
y político, cuyos modos simplificadores han producido un efecto de sobra
conocido y sufrido por la humanidad presente y pasada.

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4. El método y la didáctica metodológica


Para la filosofía de la práctica el
ser no puede separarse del pen-
samiento, el hombre de la natu-
raleza, la actividad de la materia,
el sujeto del objeto: si se practica
esa separación, se cae... en la abs-
tracción sin sentido.
Antonio Gramsci
El método se hizo mito del cientificismo. Edgar Morin lo coloca en su verda-
dera dimensión cuando indica que éste no precede a la experiencia, emerge
durante la experiencia y se presenta al final, tal vez para un nuevo viaje. La ex-
periencia precede a todo método. Se podría decir que la experiencia es a priori
y el método a posteriori. Más esto solamente resulta verdadero como una
indicación, ya que la verdadera experiencia no puede darse sin la intervención
de una especie de método. El método ha debido estar desde un principio en
una cierta y determinada experiencia, que por la virtud de aquél llega a cobrar
cuerpo y forma, figura. El método es concebido como viaje y transfiguración.
Lejos de la improvisación y, al mismo tiempo, en la búsqueda de la verdad,
el método como camino que se ensaya es un método que se disuelve en el
caminar. Reactualiza al gran Antonio Machado: “Caminante no hay cami-
no, / se hace camino al andar”. Si existe un método, éste sólo podrá nacer
durante su búsqueda, y tal vez al final podrá formularse, y hasta en algunos
casos formalizarse. ¿Es posible el regreso, la vuelta al inicio del camino? Se
vuelve, nos enseña la sabiduría que se desprende de los mitos, las tradiciones
y las religiones, pero se regresa cambiado, el que regresa es otro. Aprendizaje:
transfiguración. Si el camino es una trayectoria en espiral, el método ahora
consciente de sí, descubre y nos descubre distintos. Un regreso al comienzo
de la travesía es precisamente, al mismo tiempo, la evidencia de la lejanía del
comienzo. Morin concibe que ésta es la revolución del aprendizaje.
El método como estrategia de Morin, en la oposición programa/estrate-
gia salta a la vista. El programa constituye una organización predeterminada
de la acción. La estrategia encuentra recursos y rodeos, realiza inversiones y
desvíos. El programa efectúa la repetición de lo mismo en lo mismo, es decir,
necesita de condiciones estables para su ejecución. La estrategia es abierta,
evolutiva, afronta lo imprevisto, lo nuevo. El programa no improvisa ni in-
nova. La estrategia improvisa e innova. La estrategia se despliega en las situa-

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ciones aleatorias, utiliza el obstáculo, la diversidad, para alcanzar sus fines.


El programa sólo puede tolerar una dosis débil y superficial de errores en
su funcionamiento. La estrategia saca provecho de sus errores. La estrategia
no sólo necesita control y vigilancia, sino, en todo momento, competencia,
iniciativa, decisión y reflexión.
El método es obra de un ser inteligente que ensaya estrategias para res-
ponder a las incertidumbres. En este sentido, reducir el método a programa
es creer que existe una forma a priori para eliminar la incertidumbre. Méto-
do es, por lo tanto, aquello que sirve para aprender y a la vez es aprendizaje.
Es aquello que nos permite conocer el conocimiento. No existe un método
fuera de las condiciones en las que se encuentra el sujeto. El método no par-
te de creencias seguras de sí, aprendidas y encarnadas como demonios que
se alimentan de nuestra sed de certezas y de la ambición de conocimientos
absolutos e inalterables. El método es lo que enseña a aprender. Es un viaje
que no se inicia con un método y una teoría, se inicia con la búsqueda del
método y la teoría. El despliegue de un camino, con el temple necesario
para resistir las tentaciones racionalistas: la idealización, es decir, creer que
la realidad toda puede reducirse a una idea y, por lo tanto, creer que sólo lo
inteligible es real. La racionalización, como en Popper, es la pretensión de
querer encerrar, capturar lo que entendemos por realidad en el orden y la
coherencia anestesiante de un sistema. Para lo cual es preciso prohibir todo
desbordamiento del sistema elegido, la normalización, es decir, eliminar y
combatir lo extraño, lo irreductible y el misterio.
Volviendo a la formación del investigador con las ideas de Morin, y
agregando a Vigotsky, la tutoría, en este sentido, es un proceso formativo de
carácter socio-cognoscitivo, personalizado y dirigido a convertir a los nuevos
en sujetos, mediante su integración a comunidades de práctica y redes de
“expertos”, que resuelven problemas diseñando estrategias en ambientes di-
námicos y complejos, que crean y recrean la acción profesional y, en su caso,
generan conocimiento avanzado. La formación es concebida con un carácter
grupal y personal confiriéndole especificidad al proceso. En el trabajo de
las asignaturas metodológicas, el nuevo investigador debe estar altamente
acompañado de la mediación de un investigador idóneo, es él quien permi-
tirá articular el aprendizaje de la investigación a las actividades académicas
de los participantes, y contribuir a superar desde las dificultades más obvias
hasta las más complejas.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 157

Una primera contrariedad –que se agrega a las mencionadas– es el predo-


minio de un abordaje segmentado y rígido de la investigación científica, ense-
ñándoles por partes lo que debe ser un proceso integral y continuo. No obstante
las diferentes preferencias teóricas e ideológicas de los maestros, los desniveles
académicos entre ellos, la repetición frecuente de contenidos y las supuestas es-
pecialidades en teoría o métodos, coinciden en seguir los mismos pasos y con-
seguir, igualmente, exiguos resultados: se parte de cuestiones epistemológicas
generales o dirigidas hacia grandes objetivos de investigación, con referencias
marginales a las disciplinas particulares; diseño de investigación, trabajo de cam-
po o aplicación de técnicas (divididas entre las de tipo cuantitativo y cualitativo);
finalmente, análisis de resultados. Eso lleva a colocar el programa por encima
de la estrategia y al cuestionamiento sobre si las asignaturas en metodología por
sí solas sirven para formar investigadores, al impacto de las asignaturas meto-
dológicas sobre la formación de los investigadores. Otras dificultades incluyen
cuestionamientos al descuido de los aspectos epistemológicos y metodológicos
por los teóricos y a la inversa, el descuido de los metodólogos por la teoría. Esto
conduce al cuestionamiento por los afectados, de las estructuras de las disciplinas
y materias, su relación con las metodologías, y las relaciones entre enseñanza
metodológica y prácticas de investigación. A ello se agrega el silencio del pro-
fesor sobre evaluación de fuentes, lo que conduce a la incapacidad o dificul-
tad para identificar cuáles de las fuentes y documentos recolectados cumplen
con las características de calidad propios de un trabajo de investigación serio.
Éste es un proceso complejo que articula una crítica no sólo de la estructura
de las instituciones educacionales, sino también la selección de conocimientos
y la forma como estos son enseñados. Así se comprende porque Bourdieu y
Passeron denominaron violencia simbólica de la acción pedagógica a una edu-
cación que es transmitida no sólo a través de la selección de contenidos, sino
también mediante la manera como éstos son presentados. Se trata de la for-
ma como, en situaciones específicas, los valores de sectores o clases dominantes
son desanclados de su especificidad de origen y presentados como universales.
Imposición, por parte de la acción pedagógica, de una serie de significaciones
impuestas como legitimas; el ocultamiento de lo que se esconde tras esas signifi-
caciones, y esa legitimación aumenta el poder de quien lo produce y le permite
seguir ejerciendo su violencia.41

41
Pierre Bourdieu Jean-Claude Passeron, La reproducción. Elementos para una teoría del
sistema de enseñanza, México, Distribuciones Fontamara, 1996.

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Como es conocido, los orígenes de las Ciencias Sociales fueron marca-


dos por el intento de equiparación con las Ciencias Naturales. Al método
científico cabría un lugar privilegiado en este mundo, el papel de superar a
un sentido común en el cual estaba ahogada buena parte de la humanidad.
En esta concepción, enseñar metodologías equivaldría a realizar ceremonia-
les de iniciación, en los cuáles algunos pocos escogidos recibirían instru-
mentos por los cuales ascenderían a un nivel superior de comprensión de
la realidad. Una elitización articulada en América Latina al origen social y a
una colonialidad del saber que interfiriese en el proceso de formación, pues
quienes lograban estudiar y formarse como académicos creaban un campo
de poder que se ha reproducido por décadas. Empero, quienes lograban
consolidarse con destacadas investigaciones no fue precisamente por usar
métodos empiristas o especulativos, sino porque desarrollaron estrategias
imitadas de los expertos de otros países.
Además, puede cuestionarse que las asignaturas metodológicas, en la
formación de investigadores sociales, pierden gran parte de su funcionalidad
cuando aprisionan el proceso de elaboración científica en la concepción ban-
caria de educación. Es así como Freire42 denominó al modo como el proceso
de aprendizaje es desarrollado, de forma que el docente almacena –como
en los bancos– el conocimiento de métodos y/o técnicas en la cabeza de
estudiantes, condenados a memorizar y repetir. Existen cuestionamientos
sobre la enseñanza de las metodologías, cuando los alumnos son expuestos
a una carga considerable de conocimientos abstractos relacionados con “las
metodologías” y “teorías”, además por separado, pero pocos saben cómo in-
vestigar. Muchos se preguntan: si esta asignatura no sirve para formar inves-
tigadores, ¿para qué se enseña métodos? Más tarde se intentará democratizar
relativamente la formación de investigadores a través de los posgrados. Pero
se reproducen los viejos vicios. La dificultad inicial que puede presentarse
en estos programas es el riesgo de terminar ofreciendo más de lo mismo, re-
produciendo esquemas pedagógicos propuestos en las formaciones de grado,
es decir, etapas monótona y burocráticamente estipuladas. Se acaba repro-
duciendo una concepción elitista de la ciencia, en la cual el conocimiento
queda en las manos apenas de los segmentos sociales capaces de alcanzar los
escalones más altos del sistema educacional.

42
Paulo Freire, Pedagogía del oprimido, Argentina, Siglo xxi, 2002.

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En efecto, otro elemento que destaca, relacionado a la didáctica de las


metodologías de la investigación, es la atribución exclusiva de enseñar mé-
todos y/o técnicas de investigación conferida a las asignaturas que tratan del
tema, existiendo asignaturas en las cuales se estudian los métodos y otras
en las cuales se practican lo aprendido y, finalmente, están aquellas en las
cuales se discuten las teorías. La separación de la enseñanza de los métodos
del análisis de los procesos de investigación, aun siendo hegemónica, no
deja de ser problemática. En un sentido general, desde diferentes tradiciones
de pensamiento, cuestionan las separaciones rígidas entre teorías, metodo-
logías, procesos de investigación y realidades empíricas. Así, por ejemplo,
August Comte, quien dio nombre a la sociología a mediados del siglo xix,
alertaba sobre la incorrección de pensar en metodologías desvinculadas de su
empleo práctico. Por su parte, Marx sostenía enfáticamente que el17hombre
es un ente práctico, y la relación dialéctica entre teoría y práctica. Weber,
a comienzos del siglo xx, consideraba que el hecho social era el objeto de
la sociología a comprender, y rechazaba la idea de la ciencia como una fría
operación de cálculos realizados en laboratorio, repetición de fórmulas que
se pierden en sistemáticas operaciones que no se sabe de dónde vinieron ni
para dónde van. Se opuso a la utilización del razonamiento abstracto puro,
prefiriendo siempre una investigación empírica y a menudo histórica.43
No resulta tan claro que enseñar metodología genere automáticamente
la formación de investigadores, o que enseñar metodologías no genere en los
estudiantes, después que son aprobados en los cursos, una escasa capacidad
para utilizar en sus investigaciones futuras las herramientas aprendidas en
los cursos. No se trata de introducir en nuestras clases nuevas metodologías
de la enseñanza; nuevas teorías o nuevas tecnologías de la información y
comunicación o cambiar nuestra didáctica, adoptando formas que tornen a
aquellas más interesantes para los alumnos, incluyendo una mayor democra-

43
Karl Marx, Tesis sobre Feuerbach, Moscú, Ediciones Progreso, 1972, p. 18. Max We-
ber, La “objetividad” del conocimiento en la ciencia social y en la política social, Madrid,
Alianza, 2009. Para Weber la investigación social, con su argumentación antipositivis-
ta, no puede ser totalmente inductiva o descriptiva, ya que uno debe siempre aproxi-
marse a ella con un aparato conceptual. Este aparato fue identificado por Weber como
tipo ideal. Se basa en lo siguiente: un tipo ideal se forma a partir de características y
elementos de ciertos fenómenos dados, pero no intenta corresponderse con todas las
características de un caso particular. Los tipos ideales son una abstracción esencial si
uno pretende entender cualquier fenómeno social particular, ya que ellos involucran
comportamientos humanos que deben ser interpretados por tipos ideales.

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tización en la relación profesor-alumno. Si proponemos que el objetivo de


las asignaturas de metodología debería ser contribuir a la formación de in-
vestigadores sociales, además de cambiar los formatos de las clases, tendría-
mos que cambiar la concepción del método, de la relación método-teoría, la
estructura de las disciplinas y su relación con nuestro objeto de enseñanza-
aprendizaje, así como concebir relaciones diferentes a las actuales entre la
enseñanza metodológica y las prácticas de investigación. Para formar inves-
tigadores, potencializando las clases de metodología, es necesario, como pri-
mer paso, un cambio de mentalidad de los docentes y de los estudiantes en
relación con el conocimiento, con la ciencia; una ruptura con el discurso de
la modernidad y la necesidad de que la ciencia sea apropiada por el conjunto
de la sociedad, así como un diálogo con otros tipos de conocimiento. Eso
ya lo decía Wright Mills44 en su conocida apertura de la Imaginación Socio-
lógica, cuando defendió la idea de la sociología como un elemento cotidiano
en la vida de las personas, un campo de conocimiento que tiene entre sus
vocaciones democratizar las reflexiones sobre las praxis sociales.
No obstante, cambiar mentalidades o aun paradigmas, desde la perspec-
tiva de las asignaturas de metodología, representa un enorme desafío episte-
mológico. A la tentativa que siempre surge de transformar los preceptos del
método en programas de recetas o en objetos de laboratorio, debe oponér-
sele un ejercicio constante de reflexión epistemológica que, subordine el uso
de técnicas y conceptos a un examen sobre las condiciones y los límites de
su validez, proscriba la comodidad de una aplicación automática de proce-
dimientos probados y señale que toda operación, no importa cuán rutinaria
y repetida sea, debe repensarse a sí misma y en función del caso particular.
Lo dicho cobra una especial relevancia cuando observamos que en las
diferentes asignaturas, que componen los programas de estudio de Ciencias
Sociales, es perceptible el área metodológica como único espacio privilegia-
do para introducir a los estudiantes en el mundo de la investigación. Des-
considerar este aspecto no solamente reduce el supuesto potencial formador
de las asignaturas metodológicas, sino también el de todo el proceso educa-
tivo. Si analizamos la estructura de los cursos de grado en Ciencias Sociales,
una primera cuestión que llama la atención es que los textos teóricos son
separados de la investigación y por tanto de los métodos. Esto es especial-
mente importante donde las estructuras curriculares de los cursos de ciencias

44
Charles Wright Mills, La imaginación sociológica, México-Buenos Aires, fce, 1974.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 161

sociales tienden a prescribir una disociación entre asignaturas en las cuales se


aprenden teorías, métodos de investigación y otras donde estos conocimien-
tos son aplicados en el desarrollo de proyectos de investigación. A este viejo
problema, hace algunos años se agrega otra separación adicional entre asig-
naturas dedicadas; por un lado, a las metodologías cualitativas y por otro,
a las cuantitativas, como una contraposición entre ciencias sociales críticas
y las conservadoras, que no dialogan entre sí, con un alto grado de “incon-
mensurabilidad”. No basta con realizar una declaración de complementarie-
dad entre unas y otras metodologías, cuando en la práctica de enseñanza se
las aísla. Tal separación acaba estimulando una enseñanza segmentada de la
metodología en la cual los diferentes métodos y/o técnicas de investigación
son presentados de forma abstracta, como cuerpos extraños y muchas veces
con objetivos contrapuestos (por ejemplo, entre otros, el que sostiene que
las técnicas cualitativas estarían orientadas al contexto de descubrimiento y
las técnicas cuantitativas al contexto de justificación) de investigación social.
Edgar Morin establece un problema epistemológico más: la relación en-
tre necesaria reflexión sobre el saber, la excesiva información, la complejidad
y lo que él llama la experiencia trágica del inacabamiento. Esto es importan-
te para los tesistas, que creen que la tesis de posgrado será la excelsitud. Es
la aflicción de toda escritura y lectura, es la tensión entre su inacabamiento
y la necesidad de un punto final (la obra acabada y la última interpretación
posible). Esta es también la desdicha del conocimiento y del aprendizaje
moderno. En el transcurso de la realización se manifiesta la tragedia de la
reflexión, la tragedia de la información y la tragedia de la complejidad. La
tragedia de la reflexión se materializa en la creciente emergencia de obstácu-
los en las condiciones de posibilidad para la reflexión sobre el saber. Con-
trariedad que se sitúa en medio del juego de lo decible y lo indecible, entre
el fragmento y la totalidad, entre lo que puede ser clasificable y delimitable,
y aquello que es imposible de delimitar. Jean Piaget señala que la filosofía
es una toma de posición razonada con respecto a la totalidad de lo real. La
filosofía constituye una sabiduría imprescindible para los seres racionales,
para coordinar las actividades del hombre, pero no alcanza a ser un saber
propiamente dicho, con las garantías y formas de control que caracterizan al
conocimiento. Esta posición razonada se ubica en el resbaladizo terreno que
comparten el conocimiento científico, el conocimiento práctico, las creen-
cias y la evidencia del no saber, y se encuentra siempre amenazada por las
tendencias unidimensionales del pensamiento positivo, del funcionalismo y

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162 jorge lora cam

de la reducción del logos a la lógica, que terminan acorralando a la reflexión


a través de la búsqueda de positividades estériles.45
En nuestros tiempos, con la aparición del internet aumenta la tragedia
de la información, que se manifiesta en cada dominio del conocimiento y de
la praxis social, por el aumento exponencial de los conocimientos y las refe-
rencias. Es cierto que la información se puede delimitar para la realización
de un trabajo, pero es cierto también que no deja de ser un consuelo. La
tragedia de la complejidad se sitúa tanto en el nivel del objeto de conoci-
miento como en el nivel de la obra de conocimiento. En el nivel del objeto,
nos encontramos sin cesar ante la alternativa de elegir entre, por una parte,
la clausura del objeto de conocimiento, que mutila sus solidaridades con los
otros objetos así como con su propio entorno (y que excluye, de golpe,
los problemas globales y fundamentales) y, por otra parte, la disolución de los
contornos y fronteras que ahoga a todo objeto y que nos condena a la su-
perficialidad. En el nivel de la obra, el pensamiento complejo reconoce a la
vez la imposibilidad y la necesidad de una totalización, de una unificación,
de una síntesis. Por tanto, debe tender trágicamente a la totalización, la
unificación, la síntesis, al mismo tiempo que lucha contra la pretensión de
esta totalidad, de esta unidad, de esta síntesis, con la conciencia plena e irre-
mediable del inacabamiento de todo conocimiento, de todo pensamiento y
de toda obra.
Añade Morin, que esta triple tragedia es la desventura del saber moder-
no. Y es cierto que se puede ignorar la tragedia y continuar el trabajo siguien-
do la norma tradicional de la clausura de los dominios y del acabamiento de
las obras. Pero en adelante, el inacabamiento se halla en el corazón de la
conciencia moderna, como un fantasma que recorre las bibliotecas y los
archivos del saber. Por ello es preciso que en la educación y en el aprendizaje
se tome en cuenta la problemática de la conciencia del inacabamiento en el
obrar. Para que toda obra y proyecto no oculte su brecha sino que la señale.
Tampoco hay que confundir realización con acabamiento, es preciso que
una obra esté realizada, que diga lo esencial de la información en relación
con su pensamiento y expresión para que la misma alcance su máxima po-
tencialidad, pero, también, toda obra realizada apenas disimula la nostalgia
por lo acabado y completo.

45
Jean Piaget, Sabiduría e ilusiones de la filosofía, Barcelona, Ediciones Península, 1970.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 163

El enfoque de la complejidad coincide en su esencia con la idea de


la subjetividad práctica y la totalidad concreta. La idea de la complejidad
ha comenzado a destacar con fuerza en la cultura y nos proponen diversas
alternativas para salir del mecanicismo y la simplicidad y adentrarnos en la
diversidad en el que son compatibles el pensamiento extraeuropeo junto a
ideas occidentales de la estabilidad y el cambio, la unidad y la heterogenei-
dad, etc., que reducen el mundo a lo único y que conciben la diversidad
como mera combinatoria de unidades fijas e invariantes, complicadas y des-
componibles. La complejidad –por lo contrario– implica el análisis de lo
concreto articulando conceptos en sistemas multidimensionales nacidos en
una dinámica relacional y que nos llevan a pensar y a construir mundos de
sentido muy diferentes a los que surgen de los modelos de pensamiento ba-
sados en oposiciones binarias. El desafío que enfrentamos es a la vez teórico
y práctico, social e individual, político y ético. Precisamente, la filosofía de la
praxis y la subjetividad práctica superaron el universo de la simplicidad por-
que se apoyaron en la historia de hombres capaces de transformar el mundo
y construir el suyo. Se enfrentan a la moderna racionalidad simplista: re-
duccionista, dicotómica y abstracta que se fue configurando históricamente.
La separación del mundo experiencial en “apariencia “y “realidad” y la
consecuente división dicotómica del conocimiento en mera opinión
(doxa) y conocimiento verdadero y fundamentado (episteme) fueron
las marcas de estilo de un modo de reflexión inaugurado en la Grecia
Clásica que ha configurado un tipo de paisaje cognitivo que privilegia
la estabilidad y la determinación en todos los ámbitos y arroja al deve-
nir y la diversidad fuera del reino de la verdadera realidad.46
Para conseguir buenos resultados, frente a la fetichización de un determina-
do método o técnica, se propone una reflexión orientada para que exista una
coherencia entre la realidad, las formulaciones teóricas y los procedimientos
metodológicos adoptados, así como de estos últimos entre sí. Desde Bour-
dieu y Wacquant, hasta Boaventura de Souza,47 defienden una solución más
adecuada para esta cuestión, un “politeísmo metodológico”, desconfiando

46
Rigoberto Pupo Pupo, Pensamiento complejo y marxismo (Hacia una hermenéutica
cualificadora de dos cosmovisiones con fundamentos comunes), Uruguay, Amigos pro-
tectores de Letras.
47
Pierre Bourdieu, Loīc Wacquant, Una invitación a la sociología reflexiva, México,
Siglo xxi, 2009; Boaventura de Souza, Una epistemología del sur: La reinvención del
conocimiento y la emancipación social, México, Siglo xxi, 2009.

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164 jorge lora cam

de los rechazos sectarios que se esconden detrás de las profesiones de fe de-


masiado exclusivas y tentar, en cada caso, movilizar todas las técnicas que,
dada la definición del objeto, puedan parecer pertinentes y que, dadas las
condiciones prácticas de recolección de los datos son prácticamente utiliza-
bles. Empero esta visión pluralista deberá reflexionarse profundamente, pues
puede llevar a confusiones mayores si no se tiene claridad epistemológica.
Tal vez pueda conjeturarse que las fronteras creadas tengan su origen en
la formación de los propios docentes que, especializados en algunas de las
metodologías, mantienen dificultades para exponer a los estudiantes las inte-
graciones posibles a ser realizadas entre ellas. La articulación de la enseñanza
de teorías y de metodologías, con la discusión sobre los proyectos de investiga-
ción y el desarrollo del trabajo de campo, podría contribuir al enriquecimiento
del proceso de formación investigativa y al fortalecimiento de la idea de la
investigación como una acción colectiva. Las orientaciones sobre los proce-
dimientos y avatares de la investigación incluyen pormenores aparentemente
insignificantes, esto es, aquellos aspectos que hacen a la propia construcción
del objeto. Entre los asuntos que merecen nuestra atención se encuentran el
problema de cómo se toman las decisiones fundamentales y cómo surgen nue-
vas ideas en el transcurso de una investigación; así como los problemas reales
que enfrentamos para acceder a grupos y a organizaciones sociales y cómo se
procesa la negociación de ese acceso. Dependiendo de la organización o grupo
social y muchas veces de los conflictos en el espacio social que se está analizan-
do, el acceso a la información puede ser facilitado o no, lo que implica discutir
las condiciones del acceso y la manera cómo construimos confianza con los
sujetos, más aún si queremos hacerlos parte del proceso.
Requerimos de una desacralización de la ciencia, para ser analizada
como práctica social diferenciada. Las ciencias sociales representan una
práctica especial, principalmente cuando llevan en consideración la lección
hermenéutica de que su objeto de análisis no es externo, requiriendo del
investigador un constante ejercicio de reflexividad como hilo conductor del
análisis de las relaciones sociales, en permanente diálogo de la realidad con la
teoría social. La cuestión no es solamente lo que producimos, sino cómo lo
hacemos, siendo esto inseparable en el proceso de la investigación. Rescatar
la inmensa cantidad de metodologías desperdiciadas, que tienen origen en
nuestras propias prácticas de investigación. Superar esta situación requiere
un retorno a la praxis de la investigación, vista como un proceso de constan-
te reconversión analítica.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 165

5. Repensar el sistema modular para


la formación de investigadores
El desarrollo de los programas de estudio debe estar en función del pensa-
miento crítico de la realidad y el propio pensamiento, y no simplemente
en función de la estructura lógica de las disciplinas del plan de estudios, el
punto de referencia será el propio proceso de actividad del futuro egresado
dentro del contexto y no los contenidos, formas o modelos de disciplinas.
Los módulos son una estructura integrativa y multidisciplinaria de activi-
dades de aprendizaje que en un lapso de tiempo flexible permite alcanzar
objetivos educacionales de conocimientos, capacidades, destrezas y actitu-
des que le permitan al egresado desempeñar funciones investigativas. En
esta definición se evidencian algunas de las características ventajosas de esta
estructura: rompe el aislamiento institucional con respecto a la comunidad
social, pues amplía el concepto de aula hasta el contexto social. Quiebra con
el enciclopedismo al actuar con la realidad y no concretarse al estudio de los
contenidos abstractos. Elimina la superposición de temas y las motivaciones
artificiales, pues se trabaja con la realidad que es de por sí estimulante. Sin
embargo, un plan mixto es lo recomendable si se quiere combinar un tronco
común modular con materias que cursan todos los alumnos al principio, y
un conjunto de especializaciones determinadas por las líneas de investiga-
ción donde el alumno elige una. Comparte características de los dos tipos de
planes y permite al alumno especializarse en un área más particular dentro
de una disciplina o profesión. La viabilidad y conveniencia de este tipo de
plan tiene que determinarse de acuerdo con líneas de investigación, criterios
sociales, económicos, de mercado laboral, de recursos, etc. Por áreas y por
módulos que se refiere a contenidos que provienen de diferentes disciplinas,
relacionados entre sí para facilitar una integración multidisciplinaria, busca
integrar los recursos y contenidos de estudio. Cualquiera que sea la estruc-
turación del plan de estudio, la práctica pedagógica y la didáctica eviden-
cian las contradicciones, lagunas y aciertos del plan de estudio, y la propia
práctica permite un proceso de evaluación constante de sus resultados. Hay
elementos que tienen que ver con su esencia misma, como son: la inte-
gración lograda, actualización de los programas y el marco epistemológico,
teórico conceptual y referencial de los programas, resultados académicos,
opinión de docentes y alumnos. También debe tenerse en cuenta la realidad
cambiante, para lo cual será necesaria la opinión de especialistas externos y
el análisis comparativo con otras currículas similares.

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166 jorge lora cam

Las orientaciones del trabajo modular se resumen en la integración y


discusión de las prácticas de investigación de profesores y alumnos en clase,
incluyendo pormenores considerados insignificantes de la labor científica;
programas de estudio que integren en forma más adecuada las disciplinas
en torno a la investigación, tanto las teóricas como las metodológicas. Estas
últimas involucran prácticas de investigación; seminarios en que los investi-
gadores pongan a debate las nuevas aportaciones de teóricos y epistemólogos
de las ciencias sociales, relaten y reflexionen acerca de los procedimientos
epistemológicos y prácticos de sus investigaciones (hasta detalles de cómo
hacer para no perder una idea o el de obtener y mantener un acceso); una
mayor participación de los estudiantes en las investigaciones de los profeso-
res, y la creación de puentes entre disciplinas para construir investigadores
que posean creatividad para conocer e intervenir en el mundo social. En
suma, abordan la enseñanzaaprendizaje que resulta del enfrentamiento con
las rebeldías de la práctica, que no se dejan aprisionar por los artefactos cons-
truidos en el laboratorio sociológico.
El modelo de pedagogía modular se impuso en los posgrados más por
consideraciones prácticas, debido a la contratación de profesores por cortos
periodos, que por ser una propuesta epistemológica y teórico metodológica
innovadora que establezca la investigación formativa y el trabajo grupal con
los sujetos sociales como centro en el proceso de enseñanza/aprendizaje, en
la formación integral del alumno, articulando teoría, metodología y traba-
jo de campo colocando la investigación como eje, reestructurando la inte-
racción maestro/alumno, concediendo al alumno una mayor participación
dentro de su propio proceso educativo, considerándolo corresponsable del
proceso y del redimensionamiento de espacios, de la organización y de los
métodos, de todo el quehacer educativo.
El sistema modular debe representar un cambio radical con respecto
a la manera tradicional de aprender –pasiva y sin retroalimentación inme-
diata–, planteándose el derribamiento de las fronteras entre las funciones
de la investigación y la docencia, como actividades diferenciadas. Es un
modelo que intenta unir docencia, investigación y compromiso social, en
el abordaje de un tema concreto que afronta la comunidad, hacia cuestio-
nes que atañen a sectores de la sociedad o respecto al cambio social, con
propuestas de formación académica para atender el epicentro y los diferen-
tes ramales de los problemas.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 167

Al enfocarse a problemáticas concretas de la realidad, mediante los lla-


mados objetos de transformación, se busca una aproximación y dominio de
prácticas en procesos de investigación que puedan ser luego aplicadas en la
vida profesional, sin caer en lo vicios de algunas universidades que privilegian
el manejo de habilidades-competencias, y no la generación de conocimiento
mediante la utilización de diversas herramientas. En cada caso, se trabaja al-
rededor de un problema significativo de la realidad, al incorporar a cada plan
de estudios los temas relevantes y pertinentes de una línea de investigación.
Para cada módulo los alumnos realizan por equipos una investigación, que
en la mayoría de los casos se lleva a cabo dentro de agrupaciones sociales rea-
les. Para completar este proceso de aprendizaje se incluyen los componentes
teórico-prácticos y el lenguaje matemático–informático, que hacen posible
una formación que promueve la capacidad de plantear, abordar y desarrollar
problemas, desde una perspectiva de construcción de conceptos y datos, del
trabajo de fuentes de investigación. El objeto de transformación debe reunir
características fundamentales: relevancia, vigencia, pertinencia. Contempla
prácticamente la totalidad del proceso definido por un problema concreto.
Exige en un momento determinado el ordenamiento de cierto tipo de infor-
mación que no procede de la lógica de la disciplina y no respeta los límites
formales de la misma.
Bajo este sistema, el profesor actúa como un coordinador del trabajo
grupal, y su principal labor es crear situaciones educativas que propicien el
aprendizaje, la motivación y la conciencia histórica en los estudiantes para
que busquen por sí mismos desde el problema hasta la información a dis-
cutir en las siguientes sesiones, o bien, la que se requiere para elaborar la
problematización, análisis y organización de la más útil, el respaldo teórico
y el protocolo de la investigación como parte del proceso. Esta investigación
durante los primeros meses es generalmente de carácter observacional, des-
criptiva y documental, pero a medida que avanza en su formación, la pro-
fundización supondrá una mayor complejidad. Al término del módulo cada
equipo de trabajo presenta sus resultados por escrito y los expone y defiende
frente a sus compañeros y maestros.
El Sistema Modular ofrece a sus egresados características especiales, ta-
les como, la transdisciplinariedad, la independencia, la seguridad personal,
la capacidad para la búsqueda y selección de información y para resolver
problemas, el dominio de estrategias de aprendizaje, la solvencia para reali-
zar investigación, la posibilidad del trabajo en equipo, la actitud crítica, la

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creatividad, la capacidad para el autoaprendizaje, la participación activa, la


responsabilidad, la libertad.
El Sistema Modular propicia la independencia, en el sentido que per-
mite que el alumno se desplace en el campo del conocimiento ampliamente,
y se acostumbre a estudiar por cuenta propia con capacidad crítica. Otro
atributo importante que este método de enseñanza brinda a los estudiantes
es estimular el desarrollo de una especial sensibilidad para aproximarse a las
problemáticas sociales y organizacionales, y a sus interlocutores, cualesquie-
ra que éstos sean y de los niveles que fueren. De igual manera, aumenta la
capacidad para exponer ideas, argumentarlas y defenderlas provocando a su
vez que el estudiante desarrolle la capacidad de tomar decisiones en forma
asertiva. Así como el desarrollo de habilidades para relacionar la teoría con la
práctica; además de permitir ver la complejidad de las problemáticas existen-
tes y analizar la multiplicidad de posibles soluciones a las mismas.
Una herramienta esencial dentro del proceso formativo es la investiga-
ción fomentada, puente que permite vincular la teoría con la realidad me-
diante el desarrollo y aplicación de un diseño metodológico que tiene como
fruto un seminario permanente y la producción de documentos. En esta di-
námica resulta trascendental que el alumno aprenda a trabajar en equipo, ya
que las problemáticas de un mundo tan complejo demandan la conjunción
de grupos multidisciplinarios. Esta forma de trabajo, fomenta el enriquecer
un stock de conocimientos individuales, sumando esfuerzos y cohesionándo-
se como grupo por un fin común aunque con visiones diferentes. Asimismo,
permite a los estudiantes auxiliarse del especialista adecuado cuando sus cono-
cimientos o su experiencia son insuficientes ante un problema determinado.
Pero este trabajo en equipo requiere de una participación activa y dinámica
del estudiante, planteando situaciones problemáticas –teniendo en cuenta las
ideas, visión del mundo, destrezas y actitudes– para cada objeto, mostrando y
complementando la diversidad de temas que generen interés y proporcionen
una concepción preliminar de dónde se inserta el problema a definir.
La formación de investigadores debe ser entendida en función de ex-
plicar los principales factores que interrelacionados facilitan u obstaculizan
estos procesos, dentro de un marco general de la investigación que cons-
tituye el contexto en el cual el individuo se desenvuelve y representan las
situaciones y condiciones sociales y espacio-temporales que lo configuran,
las mismas que se encuentran estrechamente asociadas a los aspectos indivi-
duales y que son entendidos por la unesco como competencias cognitivas y

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actitudinales, así como de cualidades afectivas, integradas por un sistema de


intereses, sentimientos y valores.
Los elementos contextuales, los didáctico-pedagógicos e individuales
coexisten y funcionan de manera dinámica y podrían ser considerados como
condicionantes de cualquier proceso de formación y desarrollo del investi-
gador, cuya base siempre será la socialización. Las condiciones objetivas de
índole institucional y cultural, en vez de ser parámetros o simples progra-
mas, sostienen, apoyan y fomentan las condiciones subjetivas de índole indi-
vidual; soportan, impulsan y dinamizan las historias de desarrollo personal.
El investigador está tan intrincadamente envuelto en su experiencia social
y en el contexto, que no puede considerarse aislado de éstos. Es indudable
y reiterativo que el contexto en el que se desarrollan los planes y progra-
mas vinculados con la investigación muchas veces están confrontados por
los modelos económicos vigentes y de las políticas institucionales. De igual
forma, el entorno cultural que se irá construyendo favorece el potencial del
investigador, el desarrollo de ciertas habilidades que no son aprendidas a tra-
vés de un sistema institucionalizado de formación, sino más bien del medio
que las estimula o las obstaculiza.
En cuanto a la diversidad de elementos que se ven implicados en los
procesos de formación, es a la comunidad de investigadores a quienes co-
rresponde la responsabilidad de entenderlos y de autocriticarse para eliminar
la autocomplacencia y no repetir los esquemas tradicionales en que ellos
fueron formados, así, tratar de evitar centrarse en la aplicación mecánica del
conocimiento y supeditarse a la racionalidad administrativa, construyendo
o repitiendo un discurso doctrinario que difícilmente puede generar nuevos
conocimientos. Es por medio de la reflexión permanente sobre sus prácticas
como podrían recuperar el sentido creativo.
En fin, la tutoría en la investigación es un proceso formativo de carác-
ter socio-cognoscitivo, determinante para su integración a comunidades de
práctica y redes de expertos, que resuelven problemas en ambientes dinámi-
cos y complejos. Es coadyuvante al desarrollo de habilidades y la solución
de dificultades relativas a la utilización de las bases de datos; en la búsqueda
de libros y artículos realmente serios y que aporten información sólida en
términos de resultados investigativos, para organizar la información relevan-
te. Ayuda a superar la dificultad para identificar cuáles de los documentos
recolectados cumplen con las características de calidad propios de un trabajo
de investigación, e integrar al proceso la utilización de rúbricas o indicadores

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de calidad. Este tipo de indicadores, en conjunto con el seguimiento cercano


del tutor, podrán garantizar en buena medida el avance del proceso. Llegado
este momento, se discuten los artículos o ensayos, sus modos de exposición,
donde los estudiantes valoran la importancia que tiene la investigación en
su formación académica y reconocen que la enseñanza en este campo ha
sido insuficiente y seguramente se pregunten: ¿por qué estos procesos no se
enseñaron en los niveles precedentes?

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CAPITULO III
LA METODOLOGÍA DE LA PRAXIS EN CIENCIAS SOCIALES

Hemos de renovar nuestro


utillaje teórico y metodoló-
gico para que nos sirva para
volver a entrar en contacto
con los problemas reales de
los hombres y las mujeres
de nuestro tiempo, de los
que la historia académica,
incluyendo sus variantes post-
modernas, nos ha alejado.
Necesitamos superar la fractu-
ra que en la actualidad existe
entre la memoria del pasado
que los hombres y las mujeres
construyen para organizar sus
vidas estableciendo puentes
desde la propia memoria per-
sonal y familiar hacia un pasa-
do más amplio, en una visión
construida con experiencias,
recuerdos de gente de otras
generaciones, lecturas, imáge-
nes recibidas de los medios de
comunicación, etc. y la his-
toria que se enseña en las es-
cuelas, que la gente común ve
como un saber libresco […].
Josep Fontana, La historia de
los hombres: el siglo XX, Barce-
lona, Editorial Crítica, 2002.

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1. Fundamentos de la metodología de la praxis


Nuestro punto de partida, en la propuesta que ofrecemos, se basa en Carlos
Marx, Antonio Gramsci, José Carlos Mariátegui, Walter Benjamin, Marc
Bloch, Karl Korsch, Manuel Sacristán, Adolfo Sánchez Vásquez, Raymond
Williams, Hugo Zemelman, Josep Fontana, Edgar Morin, Lev Vigotsky,
Eduard Thompson, Rigoberto Pupo, Miguel Candiotti, Orlando Fals Bor-
da, Marcos Arruda y otros pensadores de la filosofía de la praxis, con sus
limitaciones y diferencias.
Asumimos el concepto de Sánchez Vásquez:
Praxis: en el sentido de la Tesis I sobre Feuerbach (de Marx): “Activi-
dad humana como actividad objetiva”, es decir, real; “actividad revo-
lucionaria… crítico-práctica”. Actividad, pues, orientada a la transfor-
mación de un objeto (naturaleza o sociedad), como fin, trazado por la
subjetividad consciente y actuante de los hombres y, por consiguiente,
actividad –en unidad indisoluble– objetiva y subjetiva a la vez. Lo de-
terminante en este proceso práctico no es la transformación objetiva
(separada de la subjetividad) ni la actividad subjetiva (separada de la
objetividad) sino la unidad de ambos momentos.48
Miguel Candiotti establece algunas críticas a las interpretaciones intelectualis-
tas acerca del materialismo práctico histórico, haciéndolo aparecer como un
enigma sólo comprensible por ellos. Propone que hay que aclarar la endiabla-
da ambigüedad de algunos conceptos que aparecen en las Tesis sobre Feuerbach
y otras obras de Marx y Engels. Una primera duda es acerca de si el momento
primario o fundamental es el influjo de lo intelectual sobre lo material o con-
cebir la acción material sensible como una actividad enteramente diferente y
prioritaria frente al conocimiento. Candiotti invita a no confundirnos:
La actividad humana total no se reduce, pues, ni a la práctica (exte-
rior) ni al conocimiento (interior): es la unidad permanente de ambos
momentos, que se acompañan e interactúan sin perder su diferencia,
y siempre bajo la primacía de la práctica, o sea, de la actividad huma-
na material, sensible, exterior, objetiva y… subjetiva.49

48
“La filosofía de la praxis como nueva práctica de la filosofía”. Ponencia presentada al
IX Congreso Internacional de Filosofía, Caracas, Venezuela, junio, 1977, Cuadernos
Políticos, núm. 12, México, Editorial Era, abril-junio de 1977, pp. 64-68.
49
Miguel Candiotti, “El carácter enigmático de las tesis sobre Feuerbach y su secreto, Marxis-
mo crítico, isegoria”, Revista de Filosofía Moral y Política, núm. 50, enero-junio de 2014.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 173

Lo que nos está diciendo es que la práctica en tanto acción material, exterior,
objetiva desborda y condiciona todo conocimiento. Desde el interior del
sujeto cognoscente, la práctica es percibida como actividad que transforma
de manera profunda y constante el mundo social natural. Sólo a partir de allí
–donde el conocimiento comprueba empíricamente el poder de la práctica y
su dependencia respecto de ella– el conocimiento puede intentar convertirse
en una guía emancipadora. Asegura que la práctica es la actividad humana
material, sensible y objetiva que habita el mundo externo transformándolo
profundamente. No hay realidad exterior a la práctica. En otras palabras,
antes de ser sujeto cognoscente, el ser humano es un sujeto práctico, un
sujeto objeto, material, exterior, sensible y objetivo. Sólo así se entenderá la
historia humana como producto suyo, y se abre la posibilidad de una acción
transformadora radical. Otorga primacía a la subjetividad práctica social so-
bre la cognitiva, a las relaciones sociales concebidas de manera activa y obje-
tiva material, representada como subjetividad práctica total, fundamento y
sujeto del propio conocimiento. En las Tesis se plantea este cambio filosófico
decisivo al situar al hombre en el mundo como ser pensante contemplativo
y al mismo tiempo actuante activo y captando la objetividad de todo este
mundo como actividad del hombre socializado.
Entonces, el problema teórico fundamental es práctico, la transforma-
ción del mundo humano, social; la autoproducción o cumplimiento del
hombre, en un contexto histórico-social dado, en y por la praxis. Así, la
praxis puede derivar en la unidad indisoluble del proyecto de emancipación,
la crítica de lo existente y el conocimiento de la realidad a transformar. Tres
momentos articulados en la praxis como actividad real orientada a un fin.
Se trata de transformar el mundo con base en una crítica y un conocimiento
de lo existente.
Marx postula la recuperación del interés práctico de la razón y su prio-
ridad sobre el teoreticismo. La actividad del conocer es concebida como ac-
tividad práctica, humana; y la verdad objetiva, como un problema práctico.
Coloca la noción de práctica efectiva en el punto de partida de la teoría y
como instancia de validación, lo cual también afecta a las ciencias sociales y
a la filosofía de la historia. Además, supone una ampliación del significado
de la categoría de praxis, incluyendo la apropiación técnica de la naturaleza
y la correspondiente valoración del trabajo como actividad autorrealizable
de la esencia humana, y da pie a distintos tipos de praxis que abarcan todas
las facetas de la actividad material del hombre.

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Gramsci cae en el subjetivismo al subordinar la práctica al conocimiento;


para él la praxis es la unidad superadora de teoría y práctica, y la filosofía es la
visión del mundo; la filosofía marxista, que asume como filosofía de la praxis,
es la forma de conciencia social o cosmovisión que concibe la historia y la so-
ciedad como un devenir, donde práctica y conciencia resultan inescindibles.
La teoría en su forma pura es una abstracción. El sujeto es praxis: está atrave-
sado por una contradicción entre el pensar y el hacer, que siempre conforman
una totalidad, pues, “no se puede separar el homo faber del homo sapiens”.50
Sánchez Vásquez, igualmente, considera que esta filosofía hace de la
praxis su categoría central; su objetivo no es el ser sino el ser constituido
por la actividad humana real. Su objeto es la praxis misma. Opera un des-
plazamiento de la realidad como objeto de contemplación de la realidad
como actividad humana, sensible, real. Intenta captar al ser como ser, que se
constituye en y para la praxis y, por tanto, reclama una nueva práctica de la
filosofía y una nueva metodología. Las funciones de la filosofía de la praxis
son la práctica, la política, la gnoseológica, de conciencia de praxis y de au-
tocrítica. Función crítica como teoría de una realidad negativa cuya explica-
ción implica su negación y crítica de las ideologías. En lo político enlaza con
la acción real a partir de cobrar conciencia de las raíces sociales de las ideas,
las condiciones reales que las engendran y las soluciones prácticas que per-
mitan dominarlas. La función gnoseológica es de elaboración de conceptos
y categorías para el análisis concreto de situaciones concretas. De este modo,
al igual que Gramsci, resbala al subjetivismo complicando lo complejo.
El marxismo crítico explica el nexo que une al neopositivismo con el
racionalismo crítico y las corrientes filosóficas irracionalistas según el lugar
que ocupan en las sociedades capitalistas desde el siglo xx. A pesar de su
aparente carácter de opuestos, uno y otras son, a nivel ideológico, formas de
manipulación de personas y cosas que operan en todos los ámbitos del ser
social. El neopositivismo, con su sacralización de la matemática y el dato,
su vaciamiento de contenidos, y el irracionalismo, con su reacción arbitra-
ria ante la pérdida de sentido de realidad, intentan fundamentar procesos
sociohistóricos de opresión del hombre por el hombre: la manipulación de
todo el proceso económico, la manipulación de la vida política, cotidiana
del hombre. La ontología sienta las bases para una teoría de la sociedad que

50
Gramsci, Antonio, Cuadernos de la cárcel, edición crítica a cargo de Valentino Gerra-
tana, Tomo 4, México, Ediciones Era,1984, p. 384.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 175

parta de las relaciones primarias existentes en la cotidianidad, siguiendo la


premisa marxiana de que las armas de la crítica no sólo deben desembocar en
la vida, sino que además deben partir de ella. En este sentido, la alienación
asume con mayor fuerza el aspecto práctico de la crítica, como forma histó-
rica que paraliza y desgarra a las personas, mediante las cuales se consolidan
procedimientos de manipulación. Se explica por qué las alienaciones no son
parte de una “condición humana”, sino determinaciones que, a pesar de
fundarse en formas primarias e inextirpables de existencia, son producto de
un estadio específico del desarrollo de la humanidad y, por lo tanto, pueden
y deben ser eliminadas. Y eso es lo que propone Kosik, destruir las pseudo-
concreciones, que interpretando a Zemelman incluiría a las pseudoteorías.
Una posición más radical y compleja es la que sostiene el Centro para la
Investigación como Crítica Práctica:
Mientras la conciencia científica de la clase obrera permanece prisionera
del mismo método que opera como la conciencia científica de la simple
producción de plusvalía relativa –o sea, prisionera de la representación
lógica– es impotente para descubrir que, en el modo de producción
capitalista, la libertad no es más que la forma concreta de la enajena-
ción. Sin duda, la clase obrera avanza revolucionariamente sobre la base
de esta conciencia detenida en las apariencias, centralizando el capital
como propiedad directamente social. Más aún, en tanto este avance
implica necesariamente su progresiva liberación del dominio de la bur-
guesía, el mismo se le presenta como la confirmación práctica de que
las teorías con que rige su acción son el producto de una conciencia
puramente libre. Pero la propia producción de plusvalía relativa impone
seguir desarrollando el control consciente sobre el trabajo social. Con lo
cual empuja a la acción consciente de la clase obrera hacia la superación
de toda limitación que pueda imponer sobre dicho control el detenerse
ante una apariencia. Es en este proceso que, más tarde o más temprano,
la clase obrera se enfrenta con la imposibilidad de seguir avanzando
sin descubrir que su propia conciencia libre es la forma concreta de
su enajenación como atributo del capital. Paso que sólo puede dar al
apropiarse de sus determinaciones reproduciendo la necesidad de las
mismas en el pensamiento. Esto es, cuando su acción respecto de la
organización consciente del trabajo social necesita dejar atrás la exterio-
ridad de la representación lógica para regirse mediante la reproducción
de lo concreto en el pensamiento.51

51
La ciencia como acción política de la clase obrera. Bases del Centro para la Investi-
gación como Crítica Práctica, extraídas del libro El capital: razón histórica, sujeto

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De este modo, para este Centro, la clase obrera sólo puede avanzar al apro-
piarse de sus determinaciones reproduciendo la necesidad de las mismas
en el pensamiento. O sea, cuando su acción respecto de la organización
consciente del trabajo social necesita dejar atrás la exterioridad de la repre-
sentación lógica para regirse mediante la reproducción de lo concreto en
el pensamiento, lo primero que la acción de la clase obrera regida por una
conciencia que se sabe enajenada necesita reconocer respecto de sus propias
determinaciones. Es problemática la conclusión determinista a la que llegan
respecto a que “el desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad no ha
alcanzado todavía el punto en que esta forma de conciencia se convierta ne-
cesariamente en la organizadora inmediata de la toma del poder del estado”.
No obstante, la conclusión práctica a la que llegan es que la organización
del partido político de la clase obrera basado en la conciencia en cuestión
necesita tomar cuerpo hoy a través de una organización independiente que
tenga como objetivo de su acción política inmediata el avance mismo en la
producción colectiva de dicha conciencia.52 Preferimos acercarnos otra vez a
Candiotti, quien propone, retomando a Gramsci:
que las relaciones sociales están siempre atravesadas por relaciones
políticas, esto es, por relaciones de fuerza, conflictos de poder, tensio-
nes entre grupos con intereses contrapuestos, cada uno de los cuales
pugna –desde posiciones que rebasan ampliamente el marco político
formal–, de reconocer que la práctica –que es siempre política– inevi-
tablemente condiciona de antemano a la teoría, en tanto es el terreno
en donde radican los verdaderos intereses de ésta, intereses que nunca

revolucionario y conciencia de Juan Iñigo Carrera, Ediciones Cooperativas, Buenos


Aires, 2003. http://www.cicpint.org/Assets/Fundamentacion, cicp.pdf
52
Inducción y deducción son utilizados, y ambos métodos tienen limitaciones. Para
David Hume (1711-1776), Max Born (1882-1970), Karl Popper (1902-1994) y
muchos otros, la inducción, aun cuando es fundamental para la ciencia, tiene sus
límites. Born escribió que: “ninguna observación o experimento, por más extenso
que sea, puede dar más que un número finito de repeticiones; por lo tanto, el enun-
ciado de una ley –B depende de A– siempre transciende la experiencia”. Este razo-
namiento inductivo forma la base de cualquier ciencia. La deducción, por otro lado,
es una secuencia de enunciados tales que cada uno de ellos puede ser derivado de los
anteriores. Con base en una observación o en un enunciado, la mente racional, uti-
lizando la deducción, puede construir una serie de enunciados racionales. El límite
de la deducción es que deja abierto el interrogante de cómo probar que el primer
enunciado es correcto. Por más que intentemos, no podemos basar el razonamiento
en primeros principios objetivos utilizando sólo la deducción.

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son puramente teóricos. La filosofía debe asumir, pues, la unidad de


teoría y práctica como algo ya existente y convertirse así consciente y
coherentemente en una “filosofía de la práctica”, esto es, en una filo-
sofía que se amalgama con la política; con la política entendida en su
sentido más extenso, ése que abarca las contribuciones que hacemos
todos –con grados mayores o menores de poder y de conciencia– a
que se imponga un determinado proyecto político y no otro, es decir,
a que la sociedad adopte una forma que se opone a otras.53
Una aportación de Candiotti es concebir la política constituida por todas las
actividades humanas que, afectando en mayor o menor medida las relacio-
nes de fuerza entre grupos sociales con intereses contrapuestos, intervienen
en la configuración de la sociedad en cada una de sus dimensiones: económi-
ca, institucional e intelectual-moral.
Se trata de conflictos que brotan del terreno de la producción, la ten-
sión y la lucha entre las clases que es inherente a las relaciones de produc-
ción, puesto que es lo que las configura a partir de una correlación de fuerzas
entre grupos sociopolíticos con intereses contrarios entre sí. Es la prioridad
a la lucha de clases como lucha política difusa y constitutiva de la totalidad
social, o sea, una lucha que está ya presente en la estructura económica,
configurándola. Las relaciones de producción (es decir, de propiedad de los
medios de producción y de vida) son ya la lucha de clases, son ya políticas.
La política se constituye ya desde la economía en tanto ésta es su parte
sustancial. La clase capitalista no sólo se ha servido del poder estatal para
poner en funcionamiento la acumulación capitalista. Hoy como ayer las
clases dominantes siguen dependiendo del aparato represivo estatal –y de la
hegemonía sociopolítica en general– para defender su propiedad privada: la
de los medios de producción y la de esa encarnación de poder sociopolítico
que constituye el dinero dentro del marco de esta sociedad.
De este modo, sólo basadas en un sanguinario y aplastante poder
político-militar, las clases explotadoras de Europa pudieron también
desarrollar un poder económico y político imperial sobre el resto del
planeta. La suma de ese brutal poder sociopolítico dominante, perpe-
trador de genocidios monstruosos, destructor de admirables culturas,
saqueador de bienes y de recursos naturales, sembrador de violencia,
muerte, miseria, sometimiento y explotación por doquier, constituye

53
Miguel Candioti, Notas sobre el lugar de la política en la fundamentación del materia-
lismo histórico, www.rebelión.org

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así el verdadero fundamento de toda esa riqueza material y espiritual


que fue logrando acumular la sociedad capitalista europea, primero
por fuera y luego (mayormente) por dentro de las “justas reglas del
juego” capitalista.54
Ante la crisis metodológica y teórica que afecta a las ciencias sociales, en
parte por la contradicción antes expuesta por el Centro, queremos intentar
ofrecer una metodología de la praxis emancipatoria. Queda claro que no
será un recetario de métodos, técnicas y procedimientos de aplicación uni-
versal y más bien exige un planteamiento creativo donde se analicen criterios
o principios que la fundamentan como la complejidad ontológica, la episte-
mología de la diversidad, la adecuación social e intersubjetividad, la resigni-
ficación e innovación del lenguaje, la dialéctica metodológica y procedimen-
tal y la pertinencia argumental o temática. Debe dar respuesta al qué y cómo
investigar, y cómo llegar a la producción de conocimientos nuevos; en este
sentido, se puede entender primeramente como una descripción articulada
de los procesos de investigación y luego una construcción transformadora
de metodologías que se adecuen a la naturaleza de los fenómenos, hechos o
procesos a investigar y a los objetivos a conseguir. En concordancia, la bús-
queda teórica está en todo el proceso, no es recopilar lo que dicen los demás,
sino al inicio tratar de identificar los primeros respaldos teóricos desde la
reflexión ontológica y de la crítica a la realidad contenidos en los debates
sobre el tema a investigar, reconociendo su naturaleza estructural y subjetiva
dialéctica y su presencia y permanencia en el objeto de estudio.
Admitir el carácter ineludible de la ontología implica la necesidad de
investigar las concepciones que fundan nuestras ideas y las prácticas que ellas
facultan. Tener conciencia de la ontología informa nuestras acciones, pues
previene actuar sobre la base de nociones irreflexivas acerca de la realidad,
que pueden ser simplemente falsas, en la medida en que son irrealizables las
finalidades de las prácticas que se basan en nociones falsas. El énfasis sobre
la ontología tiene como corolario la verdad. Poner una finalidad y actuar en
conformidad con ello presupone, desde luego, una figuración del mundo:
una ontología cuya conformidad con la realidad es condición para alcanzar
la finalidad. Pues si las representaciones ontológicas son centrales en la praxis
social de los sujetos y, aun en el caso de que sean falsas, poseen un poder so-

54
Miguel Candioti, Notas sobre el lugar de la política en la fundamentación del materia-
lismo histórico, www.rebelión.org

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cial real, es notorio que la crítica ontológica es un imperativo. Si las estructu-


ras sociales generan y necesitan representaciones ontológicas falsas por parte
de los sujetos y si, por medio de ellas, los sujetos reproducen en su praxis
esas estructuras, entonces sólo una crítica ontológica puede romper con tal
círculo vicioso, que necesariamente frustra los proyectos de un mundo más
humano. Se trata de actualizar y particularizar otra figuración del mundo y,
por ende, ejercer una crítica ontológica de las formas de pensamiento pro-
pias de la sociedad capitalista actual y, en la misma medida, de las estructuras
y relaciones sociales que las producen y requieren.
Las tesis sobre Feuerbach es un polémico documento escrito por Karl
Marx en la primavera de 1845. Fue publicado por primera vez por Friedrich
Engels en 1888 como apéndice a la edición aparte de su Ludwig Feuerbach y
el Fin de la Filosofía Clásica Alemana. En este breve escrito Marx nos resume
su concepción ontológica y sobre la práctica:
8) La vida social es, en esencia, práctica. Todos los misterios que des-
carrían la teoría hacia el misticismo, encuentran su solución racional
en la práctica humana y en la comprensión de esa práctica.
9) A lo que más llega el materialismo contemplativo, es decir, el ma-
terialismo que no concibe la sensoriedad como actividad práctica, es
a contemplar a los distintos individuos dentro de la “sociedad civil”.
10) El punto de vista del antiguo materialismo es la sociedad civil; el del
nuevo materialismo, la sociedad humana o la humanidad socializada.
11) Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos
el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo.55
De ahí que la concepción teórica que nos respalda sea el marxismo concebi-
do, como filosofía de la praxis, que retoma a la praxis como empíricamente
real y subjetivamente transformadora, el mundo de la práctica es el mundo
material de las relaciones con el medio sociopolítico que nos constituye, di-
ferente de la subjetividad teórica donde se da una interrelación entre la prác-
tica y la teoría, en una totalidad inseparable de actividades distintas entre sí,
proyectando una actividad material que transforme el mundo material social
para hacerlo más humano. El marxismo es una síntesis de fines y objetivos
emancipatorios, de teoría crítica y práctica, implica análisis y estudio de la
realizabilidad y plausibilidad de dichos fines y medios, y ejecución de una

55
Marx, Carlos & Engels, Federico, Tesis sobre Feuerbach y otros escritos filosóficos, Ve-
nezuela, Misión Socialista Cultura Corazón Adentro/Ministerio del Poder Popular
para la Cultura/Gobierno Bolivariano de Venezuela

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práctica que reclama la lucha de clases.56 La práctica efectiva se constituye


en el punto de partida de la teoría y para que la teoría no lleve al misticismo
o al irracionalismo la solución racional está en la práctica y la comprensión
de esa práctica. La praxis incluye la crítica de la apropiación técnica de la
naturaleza por el hombre y valora positivamente al trabajo al instaurar re-
laciones sociales. Sin embargo, la praxis puede ser además de productiva,
artística, científica y revolucionaria. La metodología de la praxis se orienta
al desarrollo de posibilidades y potencialidades para sentir, pensar y hacer de
forma autónoma, crítica y creativa en el contexto de las contradicciones y
la conflictividad social. La práctica social reflexionada, en la totalidad y sus
múltiples dimensiones, determinaciones y articulaciones es la fuente privile-
giada del nuevo conocimiento siempre en construcción.
Investigar entonces debe implicar transformar al educador y al educan-
do; ambos deben convertirse en sujetos prácticos que aprenden a ser siendo,
a sentir sintiendo, a pensar sobre las acciones pensando. El educador sólo es
una guía en el proceso de conocimiento que potencia la creatividad en las
dinámicas colectivas de pobladores, trabajadores con sus acervos de expe-
riencias, conocimientos y cultura. El educador es auxiliar en la apropiación
de nuevos conocimientos, de los instrumentos de su evaluación crítica y las
herramientas para teorizar su práctica en profundidad, en sus dimensiones
y articulaciones múltiples para crear nuevos conocimientos. Ello redundará
en la participación democrática, en la toma de decisiones y en la unión del
hombre con la sociedad.
Donde algunos académicos y psicólogos soviéticos rechazaban a Piaget
por su supuesto alejamiento del materialismo, más bien –sin dejar a un lado
su tardanza en considerar las condiciones sociales sobre la acción cognosciti-
va– encontramos continuidad y complementariedad con Vigotsky, Ilenkov y
Lukacs. Al igual que Piaget, manejan la tesis de que la actividad humana, y
la actividad psíquica en particular, no se reducen a un conjunto de conductas
adaptativas, ni el comportamiento a una disposición de reflejos.57 También
acepta con su discípulo García que toda actividad cognoscitiva está condicio-
nada por las concepciones del mundo y las representaciones sociales. Coin-

56
El marxismo no es un naturalismo ético, ni historicismo profético, tampoco una
ciencia o una filosofía pseudosistemática; no es un sistema, ideología o concepción
del mundo. Es más bien la unidad consciente de una teoría, una crítica y una prác-
tica de construcción de sujetos revolucionarios.
57
A.P. Sheptulin, El método dialéctico, México, Ed. Cartago, 1983.

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ciden en que la relación sujeto-objeto está unida por la acción, son polos de
la acción sobre el mundo; la actividad implica la práctica, transformación
del medio por parte del ser humano, el cual se transforma simultáneamente,
creando mediaciones, cambio de conocimientos, construyendo herramien-
tas, inventando instrumentos semióticos, que incluyen los instrumentos psi-
cológicos, concebidos como signos. Son productos socialmente elaborados y
transmitidos. Herramientas e instrumentos que se presentan, para cada nue-
va generación, con un carácter restrictivo y de exterioridad que requiere un
verdadero proceso activo de reapropiación, y no únicamente una “simple”
interiorización pasiva.. Parte del principio cardinal de la “génesis histórico-
cultural” de los procesos y las funciones psíquicas superiores que Vigotsky
descubre a través del lenguaje de los niños, que aparece inicialmente como
formas de la actividad de cooperación y no son más que, en consecuencia,
transferidas por el niño dentro de la esfera de sus formas psíquicas de acti-
vidad. Si el comportamiento no es el despliegue inmanente de una esencia,
aunque sea individualizada, sino una posible actualización entre una infini-
dad de posibilidades, en función de las circunstancias concretas de la actividad
del sujeto, se destacan dos consecuencias. En primer lugar, que “el mecanis-
mo del comportamiento social y de la conciencia son uno y lo mismo”, y
luego, que la conciencia es “de alguna manera un contacto social con uno
mismo”, un caso particular de la experiencia social. La conciencia no es una
substancia pensante inmaterial ni, simétricamente, una cosa material –dos
perspectivas igualmente abstractas y gemelas–, sino más esencialmente, una
actividad histórico-cultural. Nos conocemos a nosotros mismos porque co-
nocemos a los demás. Así, la consecuencia será la sociologización, que se
deriva directamente de toda la conciencia; la consecuencia será reconocer que
el elemento social tiene en la conciencia la primacía de hecho y la primacía
de tiempo. Pero contra el sentir común, a veces demasiado venerado, la “so-
ciologización” no implica en absoluto ninguna simplificación sino, más bien
al contrario, una complejización: la conciencia es una relación, un producto
social. No se trata de estudiar la conciencia “en sí” sino de hacerla “vivir” para
estudiarla. Por tanto, hace falta liberarla de su supuesta autarquía ontológica,
es decir, no explicarla por ella misma ni, recíprocamente, desrealizarla como
una simple corteza (psíquica) de movimientos estrictamente psicológicos.58

58
Lucien Sève, “Del caso Bajtín al caso Vigotsky. Marx pensador de la individualidad
humana”, http://marxismocritico.com/2013/12/30/del-caso-bajtin-al-caso vigotsky/

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Así, la psicología objetiva del marxismo oficial (reflexología) se convier-


te en una psicología no psíquica. Acerca de la fenomenología, ésta considera
la psique como “una esfera de la realidad totalmente aislada, en la que no
actúa la materia, y constituye el verdadero reino del espíritu; una psicología
desencarnada en suma”. En contra de este dualismo, Vigotsky insiste en el
carácter unitario de los procesos psicológicos que constituyen una totalidad
concreta. Se debe considerar la psique no como una serie de procesos espe-
ciales que existen en algún sitio en calidad de complementos por encima
y aparte de los cerebrales, sino como expresión subjetiva de esos mismos
procesos. Esta aprehensión unitaria del psiquismo no reduce la originali-
dad cualitativa de cada una de sus dimensiones, su distinción no tiene más
relevancia que la analítica. Rechaza todo enfoque unilateral, como el de la
fenomenología, que abolió en psicología la divergencia entre fenómeno y
ser, identificando psiquismo y conciencia.
Marx, como sus más creativos continuadores, comparte la idea de que
si la esencia de las cosas y su forma de manifestarse coincidiesen directa-
mente, toda ciencia sería superflua, la posibilidad misma de ciencia queda
destruida. Si “el objeto de la psicología es, formando un todo, el proceso
psicofisiológico del comportamiento, se vuelve perfectamente claro que no
hay expresión adecuada completa únicamente en la parte psíquica”.
Si la posición de Vigotsky es determinante respecto a los paradigmas
objetivistas y subjetivistas de la psicología, es, sin embargo, más problemáti-
ca la metapsicología freudiana. Afín a la psicología idealista, ya que se cum-
ple el precepto de explicar los fenómenos psíquicos a partir de sí mismos, y
por otro, se sitúa en el terreno del materialismo al introducir la idea de un
fuerte determinismo en todas las manifestaciones psíquicas, cuya base queda
reducida al nivel orgánico y biológico; en concreto, al instinto de conserva-
ción de la especie. Pero esta ambigua dualidad no es insalvable. Es precisa-
mente porque conciencia y psique no coinciden, porque no se ensamblan
exactamente, como afirma la fenomenología, que se plantea la cuestión del
inconsciente y su realidad. Vigotsky recuerda tres factores fundamentales
que han influenciado de ahí en adelante la introducción del concepto de
inconsciente en la psicología tradicional: i) “el carácter consciente de los
fenómenos comporta diferentes niveles; ii) la psique es el lugar de conflictos
y luchas incesantes por “entrar en el campo de la conciencia”; iii) el carácter
dinámico específico de las representaciones cerebrales.

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En sí mismos, estos factores son pertinentes. En la medida en que el


psiquismo es un “componente del complejo proceso que cubre enteramente
su parte consciente”. Parece, escribió Vigotsky, “que en psicología es com-
pletamente lícito hablar de lo psicológicamente consciente e inconsciente:
lo inconsciente es potencialmente consciente”. Y unas líneas más adelante
dice: “la ventaja de una concepción dialéctica” es que “el inconsciente no es
ni psíquico ni fisiológico sino psicofisiológico o, mejor dicho, psicológico.
Enlazando con lo anterior, Vigotsky recupera la idea de una relación
entre el inconsciente y lo no verbal, como una actividad desligada, como un
pensamiento desligado de las palabras. Pensamos naturalmente en la idea
cardinal que el lenguaje no es la simple exteriorización del pensamiento,
ni su simple expresión, sino un registro potencial de su realización: el pen-
samiento no se expresa en la palabra, sino que se realiza en ella. Y con el
lenguaje llegamos al problema conceptual.
Para el filósofo soviético Ilyenkov,59 la contradicción es un aspecto esen-
cial del desarrollo real y conceptual. Un aspecto novedoso es precisar la na-
turaleza contradictoria de los conceptos que instala el aspecto normativo
de la actividad conceptual. Los conceptos y sistemas conceptuales no son
solamente contradictorios sino que además son normativos, cuando pone
los conceptos a trabajar, es decir, facilita la resolución de las contradiccio-
nes inherentes a la realidad y así provoca el desarrollo tanto de la esfera real
como de la conceptual; este desarrollo se revelará en sí mismo como una for-
ma nueva y más alta de contradicción. Concebir una cosa significa formarse
un concepto sobre la completa totalidad de sus propiedades y relaciones. Los
conceptos verdaderos revelan la esencia de las cosas. Éstos no son abstrac-
ciones de la experiencia sensible. Aparecen en la conciencia humana a un
nivel cultural teórico-espiritual. Maduran y cristalizan gradualmente en el
intelecto humano. No son auto-evidentes, y si el intelecto no se desarrolla en
un contexto teórico-cultural, estarían ausentes. El conocimiento razonable,
tomado como un todo, conforme se desarrolla, elabora esos conceptos.
Lo concreto “es la unidad de los aspectos diversos”. Lo concreto, la
concreción, es ante todo sinónimo de vínculos reales entre fenómenos, de la
concatenación e interacción de los aspectos reales y de los momentos de un
objeto dados en contemplación y noción a un hombre.

59
“Marx sobre el concepto de proletariado: Una interpretación de Ilyenkov”, Siyaves
Azeri Marxismo Crítico.

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Los conceptos, revelando la esencia de lo real y del objeto, y como ins-


trumentos de la actividad cognitiva, facilitan el acceso a la esencia de lo real y
la actuación sobre ella, y desvelan las conexiones necesarias entre los aspectos
de la objetividad diversa.
Lo concreto en el pensamiento también aparece, según la definición
de Marx, en la forma de combinar (síntesis) numerosas definiciones.
Un sistema de definiciones lógicamente coherente es precisamente esa
forma ‘natural’ en que la verdad concreta se realiza en el pensamiento.
Cada una de las definiciones que forman parte de un sistema natural-
mente reflejan sólo una parte, un fragmento, un elemento, un aspecto
de la realidad concreta –y éste es el porqué de que sea abstracto si se
considera en sí mismo, separado de otras definiciones. Una defini-
ción, un concepto tiene significado y es posible solamente dentro de
un sistema de definiciones y conceptos. Un concepto aislado es tan
sólo una mera abstracción hueca de vida y sentido.
El concepto confiere “significado”, o mejor dicho, “extrae” y “expresa” el
significado de un elemento específico de la totalidad de la realidad. Tener
significado, como dice Vygotsky, es convertirse en una herramienta, es decir,
en un universal concreto, que no es únicamente aplicable dentro del sistema
del que este significado forma parte, sino también aplicable dentro de otros
sistemas y que se sumerge dentro de nuevas áreas de la realidad y nuevos sig-
nificados. El concepto es concreto porque es el instrumento sine qua non de
una forma específica de acción; es universal porque es una herramienta que
tiene aplicación más allá del contexto inmediato en el que se ha producido.
Todo sistema lógico y filosófico se enfrenta inevitablemente a contra-
dicciones y pretende resolverlas. El pensamiento metafísico considera la
contradicción como una mera ilusión subjetiva; mientras que el pensamien-
to dialéctico la considera la forma lógica necesaria del desarrollo del pensa-
miento. De acuerdo con Levant:
Ilyenkov argumenta en su libro que lo material se idealiza en un en-
torno social objetivo producto de la actividad de generaciones an-
teriores. Este entorno moldea la mente del individuo a su imagen,
reproduciéndose y modificándose a su vez a través de la actividad de
éstos últimos. Él insiste que esta comprensión del materialismo histó-
rico y del problema de la conciencia no es de ninguna manera idea-
lista, sino genuinamente marxista, recordando que “Marx y Engels
mostraron, sobre todo, que el individuo no percibe el mundo externo
tal como es, simple y directamente mediante contemplación, sino que
lo hace en el curso de su alteración por el ser humano: y que tanto el

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ser humano que contempla, como el mundo contemplado son frutos


de la historia” (164-5). De acuerdo con Marx y Engels, consideraba
que el mundo adquiere carácter de objeto con significado tan sólo en
el curso de su transformación a través de la actividad humana. Por esta
razón, “la imagen de la cosa se funde siempre con la imagen de la acti-
vidad en la que ésta tiene lugar. Esto constituye la base epistemológica
de la identificación de la cosa con la idea, de lo real con lo ideal”.60
Deberíamos advertir que lo que se presenta como “contradicción” no es la
contradicción en el sentido lógico formal y estrecho del término; tales con-
tradicciones deben ser excluidas por la regla de la lógica formal. El pensa-
miento metafísico, según Ilyenkov, reduce la teoría a un acervo y elimina las
antinomias observadas empíricamente. Explica estas “antinomias” en térmi-
nos de deficiencias del aparato cognitivo y de los sistemas teoréticos. De este
modo, busca disipar la contradicción, que desde este punto de vista, es una
anomalía puramente epistemológico-cognitiva. Mientras, la dialéctica tiene
como objetivo la resolución de la contradicción por medio de su deduc-
ción desde el primer movimiento del mundo: La única manera de alcanzar
una resolución racional de las contradicciones en la definición teorética es
a través del rastreo del modo en que son resueltas en el movimiento de la
realidad objetiva, el movimiento y desarrollo del mundo de las cosas “en
ellas mismas”. Aquí contradicción significa unión y coincidencia de defini-
ciones teóricas mutuamente excluyentes. La contradicción aparece cuando
los fenómenos que forman el objeto de una ciencia han de ser sistematizados
conceptualmente. Las ciencias naturales, así como las sociales, en la medida
en que son sistemas teorético-conceptuales genuinos aspiran a explicar el
movimiento en términos de tales contradicciones.
Ilyenkov introduce “la abstracción como expresión de lo concreto”. De-
fiende la idea de que un concepto verdadero es aquel que es la expresión/
reconstrucción teorética de “la célula” o “la unidad” del fenómeno que nos
ocupa. La pregunta es: ¿cómo identificamos la supuesta “célula verdadera”?
¿Cómo, en contraste digamos con el constructivismo social o el relativis-
mo, un materialista histórico no terminará defendiendo que “todo marcha”?
Básicamente, se puede decir que el único criterio en cuestión es la práctica.
En otras palabras, no existen criterios prefabricados, pero sí la práctica en sí

60
Alex Levant, Reseña, “The Ideal in Human Activity de E.V. Ilyenkov”, Artículos
sobre E. V. Ilyenkov en Marxismo Crítico.

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misma; es el propio trabajo que realizamos el que finalmente puede traernos


la acuñación de la herramienta teórica adecuada que necesitamos.
A este respecto, Ilyenkov diferencia los conceptos verdaderos de ge-
neralizaciones meramente empíricas. Critica al empirismo por reducir los
conceptos a la generalización de similitudes entre objetos diferentes. Por
el contrario, los conceptos dialécticos desvelan los lazos internos entre los
fenómenos y los representan como partes de un todo; una totalidad. En
este punto aparece en escena el elemento de normatividad: el conocimiento
vía concepto no es contemplación (adquisición de datos); más bien, es una
forma de práctica, y como práctica que es, realmente determina la verdad.
Debido a esto, en el sentido práctico, normatividad se convierte en aspecto
inseparable del aspecto de concepto siendo uno verdadero: no es un ins-
trumento de interpretación, sino una herramienta para actuar y cambiar el
mundo. Este cambio es real; no es simplemente una cuestión de examinar el
mundo usando diferentes lentes conceptuales. El núcleo de la cuestión es ver
que los conceptos son herramientas de acción en constante producción, que
son corregidas, afiladas y a veces incluso rechazadas dentro de la actividad.
Aplicando esto al concepto de proletariado, Ilyenkov dice:
la verdad del concepto de proletariado […] no podría ser probada
comparándola con el rasgo empíricamente común a todo proletario
[…]. La verdad de este concepto fue mostrada, como bien se sabe, con
la transformación real del proletariado de “una clase en sí” en “una
clase para sí”. El proletariado se desarrolló, en todo el sentido de la
palabra, hacia una correspondencia con “su propio concepto”.
La sustancia del trabajo, para Marx, no es solamente la mano de obra, sino
también el trabajo abstracto. Por otra parte, según Ricardo, la sustancia del
valor es el trabajo realizado en un producto. ¿Cuál es la determinación que
diferencia entre trabajo abstracto y trabajo? El trabajo (concreto) es la ac-
tividad humana que se describe en la producción de cualquier artículo. El
trabajo abstracto aparece en el proceso de intercambio a través del dinero,
ya que este trabajo concreto y particular se abstrae de sus correspondientes
actividades humanas. El valor no es la sustancia; el trabajo abstracto es la
sustancia del valor. El valor se convierte en sujeto a través del trabajo abstrac-
to. Entonces, es posible decir que el valor, por una parte, está determinado
por su sustancia, mientras que por la otra, hay un elemento de sujeto en él.
La sustancia y el sujeto, en este caso, son contradictorios pero se unen para
formar el llamado valor.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 187

Esto corresponde a la contradicción entre valor de uso y valor de cam-


bio. El valor, en la medida en que es la expresión del intercambio capitalista,
es un sujeto. Además, el trabajo forma la base del valor de uso; el trabajo
abstracto es la base del valor de cambio. Estas contradicciones exclusivas es-
tán inevitablemente unidas en la mercancía. Ricardo no es capaz de explicar
cómo el producto del trabajo se define en términos de valor, porque él en-
tiende la producción como una actividad humana concreta, independiente
de la historia y de las relaciones de producción. Él incluye mecánicamente
el producto final en el intercambio. Por el contrario, Marx explica como un
producto particular se convierte al mismo tiempo en la expresión del valor
de uso y en una mercancía que expresa el valor de cambio en el proceso de
producción. Esto es lo mismo que decir que para Marx no hay producción
per se, independiente de las relaciones de producción ni de las condiciones
histórico-sociales. Por lo tanto, la contradicción es inherente a la entidad
producida; no le viene atribuida desde fuera. La lógica formal, en este sen-
tido, según Ilyenkov, aspira a disipar la contradicción en referencia a las
relaciones entre proposiciones; mientras, la dialéctica revela la objetividad y
realidad de la misma contradicción.
El análisis histórico y el conceptual son paralelos. El concepto, según esto,
es un producto/fenómeno histórico. La dialéctica identifica las leyes del de-
sarrollo histórico del pensamiento; es decir, del desarrollo de concepto. Es lo
mismo que decir que la lógica se vuelve posible sólo a través de un análisis
del proceso del pensamiento y a través del análisis de concepto, que es la más
clara expresión de este desarrollo. Este desarrollo conceptual es el producto de
la práctica humana y de la actividad material humana. Ilyenkov dice que las
categorías lógicas son peldaños de la cognición desarrollando el objeto en su
necesidad, en la secuencia natural de las fases de su propia formación. No sólo
hacen determinaciones de cada una de las categorías lógicas; por tanto, tienen
un carácter objetivo, esto es, determinan el objeto, y no únicamente la forma
de la actividad subjetiva, pero la secuencia en que las categorías aparecen en la
teoría del pensamiento también tienen el mismo carácter necesario.
Por consiguiente, necesidad e intención, como categorías lógicas, no
pueden ser analizadas “objetivo-científicamente”, en el sentido en que las
concibe el positivismo. Por el contrario, no podemos concebirlas indepen-
dientemente de categorías científicas como identidad, cantidad y calidad;
del mismo modo que no podemos entender el capital y el beneficio científi-
camente a menos que analicemos y concibamos sus unidades constituyentes

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(mercancía y dinero). Es en este sentido que, como una unidad conceptuali-


zada, el concepto y la historia de su génesis encajan dentro de la historia de la
actividad productiva humana. Es lo mismo que decir que el pensamiento no
es la actividad del cerebro y que no se realiza en el cerebro; pensar es aplicar
conceptos, que, primero y más importante, es una actividad/comportamien-
to/práctica corporal.
Un concepto está siempre “en proceso”; esto históricamente es cierto.
La transformación del proletariado de la clase “en sí” a la clase “para sí”
significa que el proletariado sólo es posible como clase en una revolución.
La posibilidad del proletariado como clase depende paradójicamente de su
aniquilación. El concepto debería contener la posibilidad de destruirse a sí
mismo; este exterminio no es una simple “falsificación” en el sentido de la
filosofía de la ciencia, ni tampoco es una negación lógica formal. La objeti-
vidad y la verdad del concepto de proletariado yacen en esta transformación
que depende y necesita de la abolición de las condiciones objetivas de la
existencia del proletariado como clase. La llamada “importación de concien-
cia” de clase desde fuera es la manifestación de esta transformación: no está
importando un elemento externo, del que se carece en la clase, sino es crear
la clase para sí misma; es hacerla consciente.
La revolución del proletariado, central en un momento histórico, es
concebida como una necesidad histórica, que surge de “qué es el proletaria-
do”; la “conciencia” del proletariado, es decir, el proletariado convirtiéndose
en una clase-para-sí, abstracta y lógicamente hablando, es un momento en
que la realización de clase y su abolición coinciden.
Es en este sentido que un “concepto verdadero” como dice Vygotsky
siempre incluye un aspecto normativo. En otras palabras, la normatividad es
un aspecto indispensable de la verdad de un concepto. Esto está íntimamen-
te relacionado con lo que Marx define como “este lado” del pensamiento y
con su idea de “cambiar el mundo”. La medida de verdad de concepto es su
capacidad y éxito de cambiar la realidad. En términos epistemológicos, uno
puede hablar de la verdad del concepto en la medida en que cambia la racio-
nalidad existente, en la medida en que muestra la irracionalidad de la situa-
ción presente, y en la medida que puede proponer una nueva racionalidad
en lugar de la vieja. La normatividad es un aspecto necesario de la actividad
humana. Desde que el concepto es la herramienta o el órgano de la activi-
dad cognitiva humana, determina la verdad de lo real; porque determina la
producción práctica y la alteración práctica de la realidad.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 189

En Lukács el método exige una historización permanente, su verifica-


ción, en tanto esté encarnado en los procesos reales. De allí se deriva el ca-
rácter práctico de sus enunciados, nunca exclusivos, ni abstractamente teó-
ricos, sino internamente volcados en la praxis social. Las categorías hay que
pensarlas en su carácter concreto. La causalidad rígida es reemplazada por la
interacción recíproca. Arrancar de los hechos, rechazar los nexos construidos
abstractamente, se denomina empirismo.61
La obra de Lukács, preocupado por fundar una ética optó por elaborar
una ontología como base de aquella, quedó marcada por la determinación de
ver en la vida cotidiana el punto de partida tanto de las diversas formas de
objetivación humanas cuanto de todo análisis acerca de ellas, representa una
tentativa para retomar y, al mismo tiempo, corregir y trascender algunas de las
líneas de pensamiento fundamentales de su producción. Esto puede afirmarse,
en primera instancia, a propósito de la categoría de trabajo; ante todo, porque
el Lukács de la Ontología ve en ella la “forma originaria” de toda praxis humana.
Es particularidad del ser social ser una formación históricamente deter-
minable por hechos particulares de agentes particulares que construyen for-
mas que se imponen como necesidad, más allá de la voluntad de los agentes.
Lo extraño de esta ontología es que se trata de leyes que pierden su carácter
de necesidad eterna, y se construyen por la aparente accidentalidad y cir-
cunstancias de los agentes: “no lo saben, pero lo hacen” escribe Marx. Con
ello, lo que Lukács quiere asumir y resolver es la relación entre la necesidad
ontológica y accidentalidad: de ver cómo de la accidentalidad se forman
leyes universales.
Las tendencias económicas generales –escribe Lukács– que así sur-
gen son siempre síntesis realizadas por el movimiento social de actos
individuales, que preservan tal carácter social económico, porque la
mayoría de los hombres singulares, sin que deban tener conciencia de
ello, reaccionan de manera adaptada a circunstancias, constelaciones
y oportunidades típicas en su movimiento. La resultante que sintetiza
tales movimientos se eleva a objetividad del proceso conjunto.62
Como vemos, la marca del pensamiento marxista de la época era el examen
del proletariado y de las leyes históricas.

61
George Lukács, Ontología del ser social, Madrid, Ediciones Akal, 2007.
62
“Marx sobre el concepto de proletariado: Una interpretación de Ilyenkov”: Siyaves Azeri,
http://marxismocritico.com/2013/12/04/marx-sobre-el-concepto-de-proletariado/

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Por su lado, otros aspectos descuidados son los que tratan Jean Piaget y
Pierre Bourdieu, quienes sientan las bases del conocimiento desde la biología y
la sociología, respectivamente. Emilia Ferreiro, experta en el primero, sintetiza
su pensamiento y dice que para Piaget el hombre es un ser social que actúa so-
bre el mundo transformándolo, pero transformándose a sí mismo en el curso
de sus interacciones. Su preocupación por el conocimiento hace que no en-
fatice en la diferenciación entre la actividad humana sensible, empíricamente
real, transformadora, práctica de aquella que no lo es, de la mera actividad
teórica, de la contemplación e interpretación, que sin embargo se dan juntos.
De ahí que para Piaget el conocimiento sea acción y proceda de la acción; la
acción es constitutiva de todo conocimiento. Según Piaget, el objeto no está
en el punto de partida sino que se construye, pero a partir de un organismo
que no es creado por el sujeto, sino que es condición misma de su existencia.
La evidencia racional no es producto directo de la experiencia ni una forma a
priori del espíritu, es el resultado de procesos de reequilibración sucesivos, en
virtud de un proceso histórico y dialéctico. La objetividad no está en el punto
de partida, es un logro, un equilibrio entre sujeto y objeto que involucra un
máximo de actividad del sujeto que siempre es actor.63
Piaget, que acusa al empirismo lógico de llevar a cabo una interpreta-
ción reductiva de la experiencia, que al entender ésta como el simple registro
de datos observables, deja escapar el papel de la estructuración activa que
el sujeto produce en el objeto. Piaget constata dificultades epistemológi-
cas y metodológicas en las ciencias sociales respecto a la imposibilidad de
experimentación; la dificultad de las mediciones por la imposibilidad de
definir unidades adecuadas y la complejidad de los fenómenos analizados;
lo que nos lleva una diferenciación entre ciencias humanas y ciencias na-
turales en relación al papel distinto del sujeto en ambos tipos de ciencias y
a los distintos métodos empleados, que sin embargo, no deben conducir a
una dualidad metodológica, sino más bien a una complementariedad y a un
intercambio de métodos entre ambas.
La teoría de la equilibración de Piaget es un modelo explicativo del desa-
rrollo cognitivo cuya tesis central es que el conocimiento procede de la acción,
entendida como la interacción sujeto-objeto y que se desarrolla mediante un
proceso constructivo. No existen estructuras a priori innatas, independientes de
la experiencia, ni se origina en las percepciones. Más bien es una construcción

63
Emilia Ferreiro, Vigencia de Jean Piaget, S. XXI, IV edición, México, 2002, p. 130.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 191

donde en cada estadio se realiza una coordinación nueva de los elementos que
en el estadio precedente constituían una unidad pero que en el siguiente se
hallan diferenciados. Un proceso que va hacia una mayor diferenciación y coor-
dinación de lo que se diferencia. Las equilibraciones cognitivas consisten en
que los contrarios se atraen y se engendran mutuamente, lo cual supone ciclos
susceptibles de ampliarse y enriquecerse al tiempo que explica el carácter indi-
soluble de las construcciones y compensaciones. Ante los desequilibrios existen
las regulaciones o retroalimentaciones positivas que funcionan rellenando el
vacío o déficit de que se trate. Es preciso que haya producción y conservación
para que el todo conserve las partes y a la inversa en cada modificación. Es
complementado por Vygotsky con sus desarrollos del carácter social, activo y
comunicativo de los sujetos en la construcción del conocimiento, considerando
la exigencia de objetividad, que consiste en partir del objeto mismo.
De acuerdo con Rolando García, un sistema general de conocimiento es
una construcción que pretende aproximarse a las interrelaciones e interaccio-
nes entre tres subsistemas: el biológico (sea el proceso evolutivo o las activida-
des cerebrales en redes neuronales), el propiamente cognoscitivo (constituido
por las acciones esquemáticas del sujeto con los objetos o el juego dialéctico de
las teorías y la observación en la comunidad científica) y el social (las prácticas
sociales y las concepciones del mundo). El subsistema cognoscitivo existe en
base a los análisis de la construcción cognoscitiva por la desequilibración de
los esquemas o las teorías ante situaciones que no pueden asimilar, sean ob-
servables u otros esquemas, con su ulterior reorganización por abstracciones
y generalizaciones. Aquí entran a jugar las inferencias dialécticas de las nove-
dades conceptuales. La originalidad del enfoque reside en que el subsistema
cognoscitivo es semiautónomo, en el sentido de que sus reorganizaciones son
efectivamente propias al campo psicogenético y científico, pero dependen de
los otros subsistemas, que son sus condiciones de contorno. El problema cen-
tral es establecer el mecanismo de las interacciones entre los subsistemas, cada
uno de los cuales corresponde a diferentes dominios de fenómenos.
García postula que el subsistema social influye sobre la construcción cog-
noscitiva través del “marco epistémico”, concebido como una concepción del
mundo que resulta de una historia y que está asociada con relaciones de poder.64

64
José Antonio Castorina, Homenaje a Rolando García, Herramienta. Entrevista a
J.A. Castorina por Ariane Díaz y Juan Duarte Publicado el 29 agosto, 2014, de
Centro de Estudios Sociales Argentino (cesa).

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Castorina agrega que la dialéctica es el modo de pensamiento que es perti-


nente para dar cuenta de las fases de estructuración de un proceso de transforma-
ciones. Y luego, las modalidades diferentes que puede adoptar en función de
que los objetos de conocimiento que se han investigado, pueden ser pecu-
liarmente diferentes. Entonces en Piaget la contradicción no tiene el mismo
peso que tiene en Vigotsky, en aquel la contradicción sola no hace generar el
cambio, tiene que haber una actividad constructiva y ahí está la dialéctica en
otro sentido que él inventó, y es la idea de diferencia dialéctica: para pasar
de lo anterior a lo posterior, de lo viejo a lo nuevo, o en general a la novedad,
el conflicto es un disparador, pero por sí solo no da cuenta del cambio; tiene
que haber una actividad reflexiva, de abstracción, generalización, tiene que
haber invenciones posibles que el sujeto hace sin lo cual no hay aparición
de lo nuevo. Estas inferencias valen para la construcción de conocimiento,
pero no tienen por qué tener sentido para otras transformaciones sociales.”65
Por su lado Loïc Wacquant, sostiene respecto a Bourdieu que desarrolló
una ciencia de la práctica antidualista, agonística y reflexiva que reconoce
todos los espacios como lugares de dominación y lucha. Fusiona interpreta-
ción y explicación, lo micro y lo macro, conjurando las determinaciones so-
ciales. Construye conceptos que le permiten dilucidar la acción histórica en
la dialéctica de la historia hecha cuerpo y la historia hecha cosa. Considera
que su trabajo pretende develar teórica y prácticamente las relaciones feti-
chizantes, comprender la sociedad en su constitución y como la unidad en la
separación se produce prácticamente. La relación sujeto-objeto no debe ser
hipostasiada, pues ambas componen una totalidad mediada recíprocamente.
Su unidad es contradictoria y no idéntica. Se trata de captar la realidad como
actividad humana, o sea como producto de la práctica.66
Para Louis Pinto el gran aporte de Bourdieu es el examen del modo
de dominación que permite a un orden social reproducirse en el reconoci-
miento y el desconocimiento de la arbitrariedad que lo funda. Compren-
der los engranajes de un mecanismo complejo con sus símbolos, campos,
capitales, estrategias y las condiciones de posibilidad de la sumisión de
los dominados al orden social, percibido de manera prerreflexiva como el
orden de las cosas.67

65
Ibid, p. 14.
66
Loïc Wacquant, Bourdieu en el Corazón.
67
Louis Pinto, Pierre Bourdieu y la teoría del mundo social, s. XXI, México, 2002, p. 194.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 193

Abordajes globales o totalizadores; explicaciones causales más que her-


menéuticas; interacción bidireccional estructuras-sujetos; primacía de las
condiciones materiales, principalmente de las estructuras y las relaciones so-
ciales; carácter cambiante y conflictual de las sociedades; interacción mutua
de los subsistemas sociales; carácter histórico de las sociedad.
Zemelman y de la Garza, siguiendo a Kosik, resitúan la discusión de la
dialéctica en la perspectiva de la noción de reconstrucción articulada de la
realidad, del configuracionismo de la totalidad-concreta y los modos com-
plejos de conocer. Categorías que constituyen procesos históricos y produ-
cen entramados sociales con dinámicas propias, posibles de reconstrucción
principalmente en lo educativo, en general. Los modos de producción de la
totalidad centrados en lo emancipatorio refieren a la subversión de las con-
ciencia y de los proyectos de cambio, implican un cambio de la relación en-
tre sujetos, de la relación entre epistemología y metodología, en la distinción
objetivo-subjetivo, prácticas que se objetivan, estructuras que se subjetivan y
brindan como resultado la concepción crítica de un proceso histórico-social
dinámico, multidimensional, multitemporal y en movimiento hacia el co-
nocimiento. La reconstrucción debe asumir el reto de pensar los procesos
de constitución de la realidad social incorporando aspectos centrales de la
emancipación por los trabajadores. A su vez, ir más allá en la incorporación
de la realidad social en un proyecto de ciencias sociales críticas, que busque
dar cuenta de las dimensiones complejas de los modos de dominación, las
acciones de resistencia y las perspectivas de futuro, esto es, la realidad mul-
tidimensional en movimiento de pueblos y trabajadores. Esta perspectiva
propone una apropiación por los trabajadores de las contribuciones al hacer
investigación y un desarrollo consecuente a la hora de pensar los modos de
construcción de teorías, datos y proyectos de investigación. La dicotomía
sujeto-objeto pierde su status en tanto se subvierten las condiciones donde
ésta es posible; lo que tenemos es la construcción de sujetos a partir de pro-
blemas, con la intervención de los nuevos sujetos epistémicos y la totalidad,
como síntesis de lo heterogéneo. Tanto la totalidad y el sujeto epistémico,
como el objeto-sujeto, entonces, son producto de construcciones pero de
diferente índole: de la realidad social, la epistemología y la metodología. De
este modo, podemos hablar de una ontología-epistemología y metodología
de la reconstrucción, y una integración de estas dimensiones en la configu-
ración teórica (re)constructivista emancipatoria.

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Aquí se inserta el punto de partida de la enseñanza-aprendizaje con


los trabajadores o comunidades en su concreción. Ello implica para éstos
apropiarse de conocimientos científicos pertinentes y generales, de los ins-
trumentos de evaluación crítica de los mismos y de los materiales para la teo-
rización de su práctica en su multidimensionalidad y articulación. Esto debe
ser así porque el capitalismo escinde al ser humano de sus capacidades pro-
ductivas reduciendo el primero a la segunda, separando la toma de decisio-
nes de la ejecución de las mismas, reduciendo al trabajador a un ser sumiso,
ejecutor de órdenes. De allí que necesitemos de una educación omnilateral,
que abarque todos los campos que permitan su desarrollo más completo de
sus potencialidades y capacidades y omnidimensional, que abarque todos los
modos y facultades del conocimiento que posee el trabajador. Marcos Arru-
da es quien reflexiona al respecto, agregando que la división del trabajo en el
capitalismo colonial se reproduce en el plano del poder y del saber, creando
divisiones entre trabajadores por los medios de producción y los frutos de su
trabajo, entre el saber integral y el especializado y compartimentado y entre
la toma de decisiones y la ejecución generando una alienación multidimen-
sional del trabajador de sí mismo, de su integralidad en cuanto individuo y
en cuanto parte de la naturaleza y miembro de comunidades de intereses, de
una clase y de la especie humana.
De allí que la educación y la formación en investigación se oriente a la
comprensión científica, articulada, profunda de su propio saber y la apropia-
ción y utilización del conocimiento universal acumulado, partiendo de los
suyos ancestrales, siguiendo la lógica de sus necesidades e intereses.
En esta perspectiva, adquiere centralidad la definición de problemas de
investigación y, fundamentalmente, la construcción de objetos inclusivos
que en esta corriente conlleva desafíos metodológicos: la incorporación de la
historicidad y sus múltiples expresiones y temporalidades; la cuestión de la
determinación y de los espacios de indeterminación y la contingencia; los as-
pectos de la pludiversidad cultural, la inclusión del futuro; el desafío de asu-
mir el movimiento y las múltiples dimensiones de lo social que intervienen
en el proceso que haremos eje de la construcción. El uso crítico de la teoría
es parte de una propuesta que supera las limitaciones del constructivismo
para abordar procesos histórico-políticos (lo dado-dándose). El tratamiento
de las dimensiones complejas de la realidad social requiere de un momento
de construcción de teoría que permita analizar aquello de los procesos que
no puede ser inquirido fenomenológicamente ni que está allí para ser descu-

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bierto, sino que exige la intervención de los investigadores y sus teorías. El


vínculo con la dialéctica de la realidad y el pensamiento es aquí ineludible.
La metodología de la praxis nos ofrece importantes aportes para la
proyección de una ciencia social crítica capaz de superar el obstruccionis-
mo epistémico proveniente tanto de las visiones positivistas –obsoletas en
epistemología pero con vida en investigaciones empíricas–como de posi-
ciones relativistas y subjetivistas –que también habitan en el propio campo
del constructivismo– y una revitalización de la teoría social que revisita los
temas clásicos del pensamiento social pero con un horizonte superador en
el cual se requiere el diálogo con otras perspectivas. En este sentido, la pers-
pectiva que venimos analizando debe ser estudiada por quienes realizan sus
investigaciones fuera de dogmas y relativismos, y siguen buscando.
Entre las premisas teórica y la práctica no cabe ninguna posibilidad
de construir inferencias por diversas razones; una básica: entre la premisa
teórica y la práctica que se supone derivar de un determinado conocimiento
hay mediaciones que no son teóricas, son mediaciones valóricas, ideológicas,
culturales. No hay teoría suficientemente elaborada, compleja, abarcadora,
como para dar cuenta de una vez y para siempre del movimiento de la reali-
dad, y de las relaciones posibles que un problema puede tener en el tiempo, a
menos que algunos en equipo puedan construir escenarios de ramificaciones
de relaciones en el larguísimo tiempo, en forma tal que podamos conocer las
relaciones que un problema puede tener en el tiempo. El punto está en la ar-
ticulación de los factores, y la articulación de los factores no sigue una línea,
no se somete a una lógica lineal, sino a una lógica de articulación de fenó-
menos, donde en un momento el factor cultural pesa sobre el económico;
en otro puede ser el sicológico sobre el económico, en otro el tecnológico,
en otro el económico en sentido estricto. La especificidad en el fondo es eso:
cómo históricamente en un tiempo de observación se articulan los factores
que estamos asociando al fenómeno que nos preocupa. Es sólo reconociendo
esa complejidad en términos de la exigencia de especificidad que podemos
construir conocimiento que permita contestar la pregunta “para qué” y por
tanto permita resolver la relación entre conocimiento y práctica y que ade-
más permita pensar el movimiento.
¿Cómo problematizar al enunciado en condiciones de socialización de
la investigación? Analizando el enunciado temático en el contexto; que al
ser diferente, le da un contenido diferente. Por lo tanto, no podría desde la
partida transformar el enunciado de un tema en un objeto teórico, porque

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de hacerlo deja afuera el contexto; y ese objeto teórico puede ser altamente
polisémico, aun a pesar del esfuerzo de formalización que se puede hacer
en él. Es lo que podríamos llamar “objetos formales”, pero que no tienen
nada que ver con la realidad concreta o la realidad histórica a la cual se está
aludiendo. Ésta es otra manera de recuperar la exigencia de la especificidad.
La problematización contextual es la manera de recuperar lo potencial
de la realidad; si la investigación no da cuenta de ello no aporta lo sustancial
en la historia, sirve sólo para describir de manera estática. Pero la realidad es
cambiante, de ahí que reducir el movimiento de lo real a ciertos sistemas teóri-
cos, por valiosos que sean, no es hacer investigación con sentido trascendente.
En cualquier caso, habría que tomar estas investigaciones como teorizaciones
que están históricamente descontextualizadas, con lo cual los posibles “erro-
res” tienen que ver con la ausencia de este ejercicio de problematización de los
enunciados temáticos.
Si bien contamos con una teoría del capitalismo, debemos ser con-
gruentes con la idea de que la realidad socioeconómica está en movimiento
imprevisible, que no sabemos cuál puede ser. Otro problema es la construc-
ción de “abstracciones”, pues para llegar a la definición de un “sistema de hi-
pótesis” se tiene primero que haber resuelto la abstracción, lo que implica in-
vestigar. Y el problema de la abstracción no se resuelve como quien va a una
biblioteca y elige al azar un libro o un archivo del internet; las abstracciones
no están editadas con título, hay que construirlas, y se construyen, pero, ¿en
función de qué? Se deberían construir en función de la pregunta: ¿para qué
quiero conocer? La abstracción tiene que ser funcional a esa pregunta, pero
no estar condicionada por la pregunta en el sentido que sea una respuesta
sin más a la pregunta. De otra manera, la investigación no sería más que un
mero discurso ideológico, sin negar que siempre está construida en el marco
de una opción axiológica y política de construcción social.
En efecto, el hombre construye constantemente sentidos sobre la reali-
dad en el ámbito de su diversidad y pluralidad, en cuyo marco se construye
el conocimiento con autonomía respecto de la opción, en la medida que
busca demostrar la viabilidad que tiene dicha opción. Ésa es una de las fun-
ciones que cumple el conocimiento, quizá la más importante, de ahí que
la construcción de abstracción es una de las tareas más importantes de este
“primer momento” del proceso de investigación.
Aquí se conjugan, entonces, tres problemas de distintos niveles: el pro-
blema del sentido del conocimiento que va a estar presente en los enuncia-

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 197

dos temáticos; segundo, el problema de la construcción de la abstracción


que no es súbita, sino que es un proceso; y, por último, lo que contiene todo
lo anterior, que es el esfuerzo de ir construyendo la relación de conocimiento
que permita demarcar, acotar, un ámbito de realidades dentro del cual se
pueda reconocer la posibilidad de teorizar, o sea, de construir uno o varios
objetos teóricos.
A lo que alude el concepto de emergencia más bien es a las continui-
dades. El problema de la continuidad de los procesos, de los hechos, de los
fenómenos, es uno de los problemas de difícil solución, porque tiene que ver
con el manejo del tiempo. Lo que decimos está presente constantemente, ya
que puede observarse en muchos fenómenos, donde subyace la cuestión de
la continuidad y discontinuidad de los fenómenos sociales.
Ilyenkov argumenta que lo material se idealiza en un entorno social
objetivo producto de la actividad de generaciones anteriores. Este entorno
moldea la mente del individuo a su imagen, reproduciéndose y modificán-
dose a su vez a través de la actividad. Él insiste en que esta comprensión
del materialismo histórico y del problema de la conciencia no es de nin-
guna manera idealista, pues el individuo no percibe el mundo externo tal
como es, simple y directamente mediante contemplación, sino que lo hace
en el curso de su alteración por el ser humano: y que tanto el ser humano
que contempla, como el mundo contemplado son frutos de la historia. De
acuerdo con Marx y Engels consideraba que el mundo adquiere carácter
de objeto con significado tan sólo en el curso de su transformación a través de
la actividad humana. Por esta razón, “la imagen de la cosa se funde siempre
con la imagen de la actividad en la que ésta tiene lugar”. Esto constituye la
base epistemológica de la identificación de la cosa con la idea, de lo real con
lo ideal. Este punto de vista contrasta con el reduccionismo tanto del idea-
lismo como del marxismo vulgar, al que Ilyenkov catalogó de “neopositivis-
mo”. “Los neopositivistas, quienes identifican pensamiento y lo ideal con el
lenguaje entendido como un sistema de términos y expresiones, cometen
los mismos errores que los científicos al identificar lo ideal con estructuras y
funciones del tejido cerebral”.
Kosik sintetiza metodológicamente todas las ideas antes reseñadas en una
construcción marxiana ejemplar. Parte de la dialéctica de la totalidad concreta,
de la cosa misma, donde la realidad se presenta como el campo en que se ejer-
ce su actividad práctico sensible y sobre cuya base surge la intuición práctica
inmediata de la realidad. Señala que el conjunto de fenómenos que llenan el

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ambiente cotidiano de la vida humana en su inmediatez penetra en la concien-


cia formando el mundo de la pseudoconcreción. Dice Kosík:
la cotidianidad revela la verdad de la realidad puesto que ésta al mar-
gen de la vida diaria sólo sería una irrealidad intrascendente. Esto es,
una configuración sin poder ni eficacia; pero en cierto modo también
la oculta, ya que la realidad no está contenida en la cotidianidad in-
mediatamente y en su totalidad, sino en determinados aspectos y de
manera mediata.68
Agrega que si la cotidianidad es la característica fenoménica de la realidad,
la superación de la cotidianidad reificada se realiza como destrucción prác-
tica del fetichismo de la cotidianidad y de la historia. La destrucción de
la pseudoconcreción del mundo enajenado de la cotidianeidad se efectúa
como enajenación, como modificación existencial y como transformación
revolucionaria.
Para Kosík, realidad significa un todo estructurado y dialéctico en el
cual puede ser comprendido cualquier hecho particular. Los hechos deben
comprenderse como hechos de un todo dialéctico, como partes de una es-
tructura que se relaciona dialécticamente, y no como átomos inmutables del
conjunto. En consecuencia, desde el punto de vista ontológico, la realidad
posee su propia estructura, se desarrolla y se va autocreando, es un todo
estructurado y dialéctico.
Desde la mirada de Karel Kosík, el concepto de totalidad es, por una
parte, la respuesta a la pregunta acerca de qué es la realidad, y luego, por
otro lado, una exigencia metodológica y un principio epistémico. Como la
realidad es considerada desde el punto de vista ontológico un todo dialécti-
co, la episteme necesariamente debe seguir el mismo orden lógico en el que
se van determinando las categorías en un momento dado. Dicho en otros
términos, el conocimiento de la realidad implica una concepción de la rea-
lidad, una ontología que concibe a la realidad como una totalidad externa
en movimiento. Por ello, esto debe ser complementado con el estudio del
desarrollo histórico de las categorías. La realidad es concebida, entonces,
como una totalidad concreta que se convierte en estructura significativa para
cada hecho o conjunto de hechos. El empirista ve la realidad como una
totalidad de fenómenos, como una suma de hechos unidos causalmente.
Como siempre es posible añadir nuevos fenómenos o aspectos a partir de

68
Ibid., p. 96.

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nuevos abordajes, en otros términos, nuevas facetas al todo constituyendo


un nuevo todo más amplio; en consecuencia, la realidad en su concreción es
incognoscible, inalcanzable.
Examina cómo es la constitución del mundo de las pseudoconcreciones
y cómo puede ser destruido mediante la reproducción espiritual y racional
de la realidad para llegar a la totalidad concreta. Aquel mundo trata del
objeto en su inmediatez con sus elementos: los fenómenos superficiales, las
representaciones comunes o formas ideológicas del movimiento de los fenó-
menos y los objetos fijados como condiciones naturales y la praxis fetichiza-
da. Lo mismo que Lukács, parte de la unidad ontológica de la realidad y de
la distinción esencia-fenómeno como forma necesaria de manifestarse de la
realidad que se expresa en las dicotomías presudoconcreción-realidad con-
creta, representación-concepto, familiarización con la realidad-comprensión
de la realidad, práctica utilitaria cotidiana-práctica revolucionaria. La unidad
concreta debe reconstruirse a través del conocimiento, desde una fragmen-
tación de la realidad inmediata, seleccionando elementos de “una realidad”.
Éstos se descomponen distinguiendo esencia y fenómeno. Se reconstruye la
unidad como unidad comprendida, que implica reconocer la praxis como
generadora del mundo objetual con el método revolucionario y el de las
representaciones que hay que destruir como pseudoconcreciones.
Apropiarse del mundo conlleva un sentido objetivo y otro subjetivo; el
primero se capta sólo si se crea un sentido subjetivo, producto histórico social,
determinado por la intencionalidad del modo de apropiación de la realidad.
Denota la posibilidad de que a un sentido objetivo le correspondan varios
sentidos subjetivos y de que a una misma realidad correspondan diferentes
unidades de sentido objetivo-sentido subjetivo. De este modo, la praxis y la
asimilación práctico-espiritual se basan en la captación práctica y en la con-
ciencia, comprende el conocimiento racional y la intuición, la totalidad in-
tuida. Luego se seleccionan determinados aspectos significativos de manera
incompleta, pues no puede agotar una realidad inagotable, se crea una deter-
minada imagen que surge de la investigación y exposición y se plasma en un
modo no teórico de asimilación. Así, la conciencia es considerada como per-
cepción y proyección de la realidad, y la explica mediante el análisis del movi-
miento de sus elementos y las fases que este movimiento engendra. El objeto
del método marxista es llegar a la determinación conceptual de dicha totalidad
mediante la abstracción-concreción. La investigación consiste en el estudio
de todos los procesos históricos, de las formas de desarrollo de la materia y la

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determinación de la articulación y coherencia interna. Sigue con el método de


explicación que hace al fenómeno racional y comprensible partiendo de todas
las determinaciones y contradicciones de la materia. La exposición presentará
la manifestación del desarrollo de la cosa en sus contradicciones, como trans-
formación de lo abstracto a lo concreto. La dialéctica de la totalidad concreta
es una teoría de la realidad y una ontología-epistemología.
El concepto central de Kosík es la praxis, la totalidad se constituye
como tal mediante la praxis. Frente al mundo de la preocupación, del empe-
ño práctico y subjetivo del individuo en el conjunto de relaciones sociales,
de los aparatos y su manipulación, el autor reivindica el mundo de la praxis
humana, la realidad objetiva humana en su surgimiento, producción y re-
producción. La vida cotidiana es pensada como la organización de la vida in-
dividual de los hombres y la reiteración de sus actividades vitales fijada en la
repetición y distribución del tiempo. Cambia el objeto mismo de análisis y
la realidad objetiva se convierte en una realidad objetual. Ante el racionalis-
mo, Kosík propone el razonamiento dialéctico que es historicista, que va del
fenómeno a la esencia, de la parte al todo, que simultáneamente lleva el pen-
sar y conocer racionalmente al proceso de formación racional de la realidad
y a la negatividad marcada por su historicidad hacia la libertad. Y es que la
realidad es la unidad de acontecimientos y sujetos, de situaciones y creación
de situaciones, es la capacidad de trascender la situación. La praxis integra el
pasado y el presente mediante un proceso que es a la vez crítica y valoración
de ese pasado, integración que crea la naturaleza humana incluyendo objeti-
vidad y subjetividad. La praxis es la determinación de la existencia humana
como transformación de la realidad. En la praxis se descubre el fundamen-
to de la verdadera mediación histórica entre espíritu y materia, cultura y
naturaleza, hombre y cosmos, teoría y acción, epistemología y ontología.
Así responde a la importancia que tiene la voluntad y la actividad concreta
en la creación de sí mismo y de su vida. Señala Kosík: “para que el mundo
pueda ser explicado ‘críticamente’, es necesario que la explicación misma sea
situada en el terreno de la praxis revolucionaria”.69 Para cada individuo el
mundo de la verdad es al mismo tiempo su propia creación espiritual como
individuo histórico social. La realización de la verdad y la creación de la rea-
lidad humana es un proceso ontogénico, puesto que la realidad social de los
hombres se crea como unidad dialéctica de sujeto y objeto.

69
Karel Kosik, Dialéctica de lo Concreto, México, Grijalbo, 1979, p. 35.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 201

Toda teoría del conocimiento como reproducción espiritual de la rea-


lidad pone de manifiesto el carácter activo del conocimiento en todos sus
niveles, se basa en una teoría de la realidad y presupone una concepción
de la misma, el más elemental de los conocimientos deriva de una activi-
dad perceptiva. Kosík critica al positivismo y al reduccionismo. Al primero
por reducir al mundo humano a una sola dimensión y a un solo aspecto: la
dimensión de la extensión y de las relaciones cuantitativas. Considera una
determinada imagen de la realidad como la realidad misma y un modo de
asimilación del mundo como el único, auténtico. Niega la inagotabilidad del
mundo objetivo y reduce la diversidad de la subjetividad humana que se crea
históricamente en la praxis objetiva de la humanidad. En el segundo caso, se
comprende lo nuevo reduciéndolo a lo viejo, a las condiciones e hipótesis; lo
nuevo aparece como algo externo que sobreviene en un segundo momento, a
la realidad material. La realidad se explica no por la reducción a algo distinto
de ella misma, sino por sí misma mediante el desarrollo, la ilustración de
sus fases, de los elementos de su movimiento. El no distinguir o confundir
el comienzo de la indagación con el comienzo de la explicación da origen a
trivialidades y absurdos. En la indagación, el comienzo es arbitrario, mientras
que en la exposición es la explicación de la cosa en su desarrollo interno y
evolución necesaria. El comienzo auténtico es un comienzo necesario, a par-
tir del cual se desarrollan las restantes determinaciones. El método es el de la
reproducción espiritual e intelectual de la realidad, el método del desarrollo
o explicación. La realidad es entendida como concreción, como un todo con
su estructura, que se desarrolla, que se va creando; de allí se desprenden di-
rectrices heurísticas y principios epistemológicos en el estudio, descripción,
comprensión, ilustración y valoración de los temas investigados.
A diferencia del racionalismo y el empirismo, que parten de principios
fijados en un proceso sistemático que opera de modo acumulativo de adi-
ción lineal de nuevos hechos, el pensamiento dialéctico es un proceso de
concretización que procede del todo a las partes y de las partes al todo, del
fenómeno a la esencia y de la esencia al fenómeno, de la totalidad a las con-
tradicciones y de éstas a la totalidad, una correlación en espiral en que todos
los conceptos entran en movimiento recíproco y se iluminan mutuamente,
proceso de compenetración y esclarecimiento mutuo de los conceptos, en
el que la abstracción de los diversos aspectos es superada en una correlación
cuantitativo-cualitativa, regresivo-progresiva. La realidad social no puede ser
conocida como totalidad concreta si el hombre es considerado como objeto,

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y en la práctica histórico objetiva de la humanidad no se reconoce la impor-


tancia como sujeto. De este modo, el conocimiento de la realidad histórica
es un proceso de asimilación teórica o crítica, de interpretación y valoración
de los hechos. La actividad del investigador que revela el contenido objetivo
y el significado de los hechos, que descifra los hechos, es el verdadero mé-
todo. La falsa totalización y síntesis y principio abstracto deja a un lado la
riqueza de la realidad, su contrariedad y multiplicidad de significados para
abarcar sólo los hechos concordantes con el principio abstracto, la totalidad
vacía. Esto es lo que se conoce como marco teórico, que hipostasía el todo
sobre las partes, insensible a los detalles, a los “residuos inservibles”, descom-
pone los fenómenos. Por ejemplo, la totalidad de la base y la superestructura
es abstracta sino se demuestra que es el hombre, como sujeto histórico real,
quien crea en el proceso de producción y reproducción social una y la otra,
forma la realidad social como totalidad de las relaciones sociales, institu-
ciones e ideas, creándose a sí mismo como ser histórico y social, lleno de
sentido y potencialidades humanas.
En las dimensiones de la relación interna del fenómeno y la esencia
y en el desarrollo de las contradicciones propias de esta relación, la
realidad es concebida concretamente, es decir como realidad concreta,
mientras que la hipóstasis del aspecto fenoménico produce una visión
abstracta y conduce a la apología.70
La razón dialéctica no existe fuera de la realidad y tampoco concibe la reali-
dad fuera de sí. Se crea como tal sólo en tanto que crea una realidad racional
en el proceso histórico. De allí que sus características sean su historicismo, el
ir del fenómeno a la esencia, de la parte al todo; es un proceso de formación
racional de la realidad y es negatividad en función de la libertad. No con-
funde lo relativo y lo absoluto, sino que comprende y realiza la dialéctica de
ambos en el proceso histórico.71
La teoría materialista parte del concepto de que el todo social es for-
mado y constituido desde la estructura económica, que crea la unidad y la
conexión de todas las esferas de la vida social, y es la base de la teoría de las
clases sociales. El primado de la economía deriva del significado central de
la praxis y del trabajo en la creación de la realidad humana. El trabajo es un
proceso en el cual se opera una metamorfosis donde no se establece un equi-

70
Ibid., p. 77.
71
Ibid., p. 124.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 203

librio entre las contradicciones ni se convierten en antinomias, sino que la


unidad de las contradicciones se constituye como proceso o en el proceso de
transformación. La realidad no es un caos de acontecimientos o de situacio-
nes fijas, sino la unidad de los acontecimientos y los sujetos de los mismos.
Es la unidad de situaciones y la creación de esas situaciones; la realidad es
capacidad práctico espiritual de trascender la situación. Finalmente, la praxis
del hombre no es una actividad práctica opuesta a la teoría, sino que es la
determinación de la existencia humana como transformación de la realidad.
La práctica es activa y produce históricamente la unidad del hombre y del
mundo, del sujeto y el objeto, de la materia y el espíritu, del producto y la
productividad; la historia se presenta como un proceso práctico.72
Luego de esta extensa introducción a Kosík, continuemos en la meto-
dología de la praxis. Y lo haremos siguiendo al educador popular brasilero
Marcos Arruda,73 quien hace una propuesta político educativa de la praxis
basada en una educación omnilateral y omnidimensional. Lo primero, por-
que pretende abarcar todos los campos de la realidad, principalmente pro-
ductivas, creativas comunicativas, de los que el sistema capitalista separa al
trabajador para hacerlos accesibles a su conocimiento; y lo segundo, porque
intenta alcanzar los modos y facultades del conocimiento, introduciendo en
este quehacer al hombre integral. El capitalismo sólo atiende a sus capacida-
des productivas, evitando que el trabajador pueda tomar decisiones.
La educación para la praxis debe ser desfetichizante y enfrenta los in-
tereses específicos que determinan los objetivos y el mapa de la realidad
adoptado como verdadero. La formación del trabajador se hace con una
visión mecánica, estrecha y unilateral, definiendo su papel en la economía y
la sociedad. Este trabajador, inscrito en la división social del trabajo, se do-
blega ante el saber escolarizado, a despreciar su saber práctico y su capacidad
de teorización. Vive en una alienación multidimensional de su integralidad
como persona, como parte de la naturaleza, como parte de una clase social y
como ser humano. Es adiestrado para producir y ejecutar.
Propone un aprendizaje practico-teórico de su propio saber y del saber
acumulado universalmente. Una educación liberadora para ir más allá por
ellos mismos y colectivamente. Con una actitud crítica, que cuestione para ir
más allá, para cambiar, recrear con una disposición de empeño autoeducativo

72
Ibid., pp. 220 y 240.
73
Marcos Arruda, Metodología de la praxis.

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activo y actitud abierta al movimiento, a lo multidimensional de lo concreto,


de lo real. La praxis en este caso es el doble proceso de integrarse profunda y
plenamente a lo real e ir encontrando las formas singulares y plurales e influir
en su estructura y en el sentido de su movimiento. Y la metodología de la pra-
xis es el conjunto de procedimientos generales, abstractos, capaces de ser ins-
trumentados por el sujeto para realizar esa articulación en lo específico de su
trabajo, su vida cotidiana, sus relaciones y sus luchas. Y también es una visión
del mundo y un proyecto emancipatorio construido por los sujetos.
El punto de partida es el conocimiento de los participantes para desde
allí descubrir todas las dimensiones posibles de la problemática en sí, de los
más aparente y visible a lo más oculto e invisible. Luego encontrar las arti-
culaciones de la problemática con todos sus contextos, de lo más específico,
local e inmediato a lo más general, global y mediato. Después contrastar
la problemática con otras interpretaciones o visiones generadas. Permite
descubrir las determinaciones estructurales y de su movimiento en diversas
dimensiones, vinculando la parte y el todo, y a la inversa. Sin descuidar el
encuentro con las potencialidades e incluso con lo indeterminado o no cla-
ramente determinado. Con esto podemos pasar a definir los objetivos en un
debate colectivo sobre motivaciones e intenciones.
Captar lo nuevo es el desafío. Como bien señala el Subcomandante In-
surgente Marcos, vivimos una época de conquista y reconquista de territorios
y espacios sociales, que ahora sí tienen interés para el capital, y quienes se
encuentran en ellos son enemigos del capital, y que sólo la conciencia orga-
nizada de grupos y colectivos que se conocen y reconocen mutuamente abajo
y a la izquierda y construyen otra política.74 Ante el conocimiento colonial
que desconfía de los saberes ancestrales y establece relaciones de poder entre
investigadores, se impone el conocimiento local y total, el autoconocimiento,
constituirse en sentido común. Boaventura de Souza Santos reclama nuevos
procesos de producción, de valoración de conocimientos válidos –científicos y
no científicos– y de nuevas relaciones entre diferentes tipos de conocimiento, a
partir de las prácticas de las clases y grupos sociales que han sufrido, de manera
sistemática, destrucción, opresión y discriminación por el capitalismo colonial
y todas las naturalizaciones de la desigualdad.75 La función de conciencia se

74
Subcomandante Insurgente Marcos, I Coloquio Internacional In Memorian An-
drés Aubry.
75
Boaventura de Souza Santos, “Introducción: Las Epistemologías del Sur”, http://www.
boaventuradesousasantos.pt/media/INTRODUCCION_BSS.pdf. Las Epistemologías

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 205

refiere a la praxis tomando conciecia de sí misma, de la unidad de la teoría y


la praxis, de las experiencias emancipatorias. Y a la función autocrítica, de su
capacidad de captación de la praxis y de inserción en ella, para evitar su desna-
turalización, como cuando se reduce a una teoría del objeto, o al dejar de ver
la praxis como proceso abierto o al sustraerla a la racionalidad.
Zemelman retoma de Gramsci la historia de la libertad, de lo impre-
cisable y la espontaneidad que haga inutilizables las herramientas de poder
y la represión. También rescata la idea de una historia abierta, volcada a lo
posible y a lo inesperado, a opciones libres de futuro. Mezcla de razón e
irracionalidad, de sentido y de absurdo, de opción y necesidad. Ajeno a los
determinismos simplistas, opta por lo inacabado.
Sobre esta base, Zemelman, desde la reflexión epistemológica, propone
una ampliación de este ángulo de la mirada cuestionando el uso de las teorías,
los métodos, la concepción de hipótesis, la noción de estructuras inmóviles,
la idea de progreso, priorizando el movimiento, al sujeto, a la subjetividad, la
construcción de realidad, como objetivos centrales de las ciencias sociales. La
visión de que la objetividad es decidida en lo material y la verdad por la prácti-
ca, y los acuerdos intersubjetivos de los científicos y la coherencia de las repre-
sentaciones aceptadas entre sí, es complejizada, rearticulando desde la subjetivi-
dad y una extensa argumentación la relación entre los ejes subjetivo y objetivo.
Aportes de este autor –algunos ya antes mencionados– serían:
La totalidad debe concebirse como articulación dinámica, abierta a la
experiencia y a nuevos conceptos.
La indeterminación, vista como movimiento que nunca termina, tras-
ciende cualquier determinación e identidad. Lo que de ningún modo signi-
fica que excluya las determinaciones.

del Sur tienen seis retos, si quiere interrumpir las dicotomías clásicas a las que nos en-
frenta la Modernidad europea:
1- Reconocer el conocimiento de los vencidos desde la academia y desde las luchas
en los territorios. 2- Pasar de recoger los conocimientos surgidos de las luchas a cons-
truir conocimientos útiles para esas luchas. 3- Superar el paradigma que relaciona
objetividad [búsqueda de la verdad] con neutralidad. “Queremos saber de qué lado
estamos”. 4- Buscar nuevas metodologías de investigación que dejen de estudiar
‘sobre’ los sujetos sociales, para estudiar ‘con’ ellos y ellos. 5- Superar el mito de la
autoría individual aprendiendo del conocimiento que surge de las luchas, donde la
autoría es colectiva. 6- Necesidad de escuchar profundamente. Cerrar los ojos para
poder ver otras cosas.

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Razonar la realidad social desde la conciencia histórica. La historia, que


tiene una función epistémica, se construye desde exigencias de valor y no de
verdades científicas.
La organización del pensamiento nunca puede quedar fuera de la reali-
dad, siempre debe estar en el proceso de cambio.
El rescate del sujeto es resultado de la utopía, sólo si pasa por el enrique-
cimiento de la subjetividad y de los lenguajes simbólicos.
El movimiento de los sujetos es en términos de una subjetividad com-
pleja que implica hablar de racionalidad, deseos, intuición, imaginación y
dimensión volitiva.
Nueva acepción de la teoría como mirada que cubre dos exigencias:
lógica del objeto o exigencias formales de organizar el pensamiento sobre el
objeto, de forma nítida y consistente. Y lo constituyente, desde la historia,
que no tiene forma y debe interpretarse antes que deducirse, se vincula con
las condiciones para descubrir opciones.
La coyuntura remite a la especificidad histórica para determinado suje-
to, para determinado proyecto, en determinado contexto, para que se pueda
o no hacer ciertas cosas. El pasado es concebido como una sucesión de co-
yunturas. El sujeto es conformador de sentidos desde su tiempo y espacio.
Historia y conciencia, objetividad y opciones, según sean las posibilidades
de las circunstancias y la disposición a transgredirlas.
Esto equivale a concebir el futuro desde las existencias compartidas,
redescubriendo al sujeto como gestor de planos microsociales, lo cual lleva
a investigar los problemas sociales coyunturales en su devenir estructural,
develando las dimensiones de realidad que configuran esa coyuntura, más
que plantear hipótesis acerca de la misma.
El contenido de la estructura ha perdido capacidad de organizar lo
dado, en tanto las modalidades de concreción, por ser respuesta a exigencias
de transformación en un contenido posible de determinarse poseen una más
clara función epistémica. Producir conocimientos vinculados a la construc-
ción de realidades como ámbitos de sentido en su despliegue y superar el
divorcio sujeto-realidad, como objetividad externa y ajena a los sujetos, sig-
nifica colocar la investigación al servicio de los hombres del cambio.
La idea de movimiento objetivo requiere una forma de razonamiento
abierta a lo potencial, lo cual es posible como contenidos necesarios, pro-
blematizando lo dado, según la exigencia de lo dándose, no prefigurados en
una estructura teórica.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 207

Lo real es el imperativo de objetivación del pensamiento, cuya traduc-


ción descansa en la construcción de un marco de categorías mediante el cual
el sujeto organiza sus nexos con la realidad, ya sea que tales mecanismos de
apropiación consistan en una relación gnoseológica o en una relación prác-
tica. Toda realidad es un espacio de posibilidades.
En este marco la objetividad es el resultado y proceso de problematizar
la relación que el sujeto establece con la realidad, que determina los márge-
nes de cognoscibilidad, de acuerdo con la naturaleza de su adecuación. Lo
objetivo, entonces, consiste en la posibilidad de transformar lo real, en tanto
objetividad posible, en contenido de apropiación.
En sus últimos estudios, el ángulo desde el cual se organiza el pensamien-
to abandona la estructura sujeto-objeto, anclando el conocimiento desde el
sujeto como tal. Y desarmando las argumentaciones de contenidos teóricos,
develando lo que ocultan al describir la realidad entendida como “objetiva”.
Lo dado y lo dándose son los requisitos de objetividad. La conciencia histórica
del sujeto es la conciencia del momento constitutivo que trasciende identi-
dades dadas, y se corresponde con la conciencia de existir en la historia tras-
pasando toda forma. Conciencia que coloca como premisa del sujeto a aquel
que deviene condición de mundo desde su práctica creadora que enriquece
su subjetividad. Potencia al ser-sujeto y rompe la estructura sujeto-objeto con
categorías que van más allá del objeto, la explicación y la apropiación, reem-
plazándolas por horizonte, necesidad y colocación, respectivamente
La autonomía es la tensión de reconocerse en la posibilidad de decidir
cómo, qué y para qué pensar en cada momento, en el esfuerzo por forjarse des-
de sí mismo, más allá de las circunstancias desde los reducidos espacios que la
sociedad ofrece. Liberar al sujeto del discurso para ser congruente con los reque-
rimientos de la existencia y de la historia; pues la objetividad de sus contenidos
estará siempre mediada por un sentido de mundo que envuelve las verdades.
De este modo, la realidad es concebida como articulación entre pro-
ducto y producente. Constituye una relación de conocimiento que ubica
el problema del sujeto, reconociendo que hay sujetos capaces de construir
realidades. Allí la subjetividad representa una situación de confluencia de
planos de la realidad donde desembocan microprocesos y apertura hacia
ámbitos sociohistóricos inclusivos de otros planos.
En lo metodológico, la organización del análisis debe partir del supuesto
de movimiento. La subjetividad constituyente implica concebir a los sujetos
sociales con base en la relación producto-producente. El recorte de observa-

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ción se resuelve en la relación momento-secuencia, en los modos de concre-


ción de la subjetividad en sujeto-potencia, sujeto actuante y sujeto movilizado,
así como en el movimiento interno espacio temporal. Incluye planos de la
realidad en la relación fundante memoria-utopía. Exige conjugar los materia-
les analítico/cognitivos con los de naturaleza simbólico/gnoseológica. El gran
desafío es subordinar las significaciones cerradas al discurso de significantes,
que capten la potencialidad y los movimientos de lo constitutivo.
Zemelman, aunque tentado de caer totalmente en el subjetivismo fe-
nomenológico, evita caer en el él, y desarrolla la categoría praxis como lo
hizo el filósofo marxista Adolfo Sánchez Vásquez al establecer los marcos
del sistema: necesidad-interés-fin-medio, condiciones y resultado del deve-
nir humano (R. Pupo). Y es que –agrega Pupo– nadie mejor que Sánchez
Vázquez asumió de modo creador el lugar de la praxis en la filosofía dedicada
a la hermenéutica de la praxis; al tratamiento holístico, transdisciplinario,
cultural, inseparable de otros conceptos para comprender lo complejo de
la praxis, concebida como una categoría filosófica por excelencia, en tanto
media lo ideal y lo material en el devenir del hombre, en relación con la na-
turaleza y la sociedad. Al unificar sin separar realidad y sujeto.
Adolfo Sánchez Vázquez hace aportes sustanciales a la concepción de
la praxis. Desarrolla una tipología de la práctica que estigmatiza las con-
cepciones tecnicistas y utilitaristas de dicho concepto. “La materia prima
de la actividad práctica puede cambiar dando lugar a diversas formas de
praxis. El objeto sobre el cual ejerce su acción el sujeto puede ser: a) lo dado
naturalmente, o entes naturales; b) productos de una praxis anterior que se
convierten, a su vez, en materia de una nueva praxis, como los materiales ya
preparados con que trabaja el obrero o crea el artista plástico; c) lo humano
mismo, ya se trate de la sociedad como materia u objeto de la praxis política
o revolucionaria, ya se trate de individuos concretos. En unos casos, como
vemos, la praxis tiene por objeto al hombre y, en otros, una materia no
propiamente humana: natural, en unos casos, artificial, en otros.” Sostiene:
La naturaleza fue acallada y no sólo los poetas han de lamentarse por
esto, pues el triunfo de la visión instrumentalista de la naturaleza afec-
ta a todos los ámbitos, tanto de la vida no humana como de la vida
humana. La visión teoricista e instrumentalista de la praxis ha cau-
sado muchos daños a la humanidad, incluyendo su propio hábitat.
Es necesario asumir nuevas alternativas fundadas en la praxis y en su
comprensión racional. Por eso la cultura filosófica, y su hermenéutica
en particular, tienen mucho que decir y hacer en pleno siglo xxi.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 209

Todo esto no hace sino reafirmar la concepción del hombre como ser
práctico, por más que puedan cambiar las formas específicas de desplegar
su actividad, y demuestra, asimismo, que la concepción misma de la pra-
xis y del hombre como ser práctico tiene que ser dialectizada en función
de los cambios decisivos que se operan, en la actualidad, en la praxis mis-
ma, y, en particular, en la praxis material productiva y en la praxis social.76
Al mismo tiempo, además de concebir la unidad teoría-praxis, como proble-
ma teórico–práctico y práctico-teórico, expone distintas formas de praxis,
que van desde la creadora y reiterativa, hasta la espontánea y reflexiva, sin
agotarlas. Es en este punto que Candiotti encuentra cierta ambigüedad o
incomprensión de Sánchez Vásquez respecto a la subjetividad práctica.
Intentemos reseñar el pensamiento de Pupo. Para este filósofo cubano,
en la aprehensión hermenéutica y la metodología de la praxis, problema
complejo, poseedor de muchas aristas significativas, de múltiples sentidos,
resultan interesantes y guiadoras las ideas de Marx, quien fue el primero que
concibió la dialéctica teoría práctica como un problema teórico-práctico y
práctico-teórico, al mismo tiempo, para así superar la dicotomía existente y
la minusvaloración de la praxis en dicha relación dominante en la historia de
la filosofía y del pensamiento y las ideas en general. Las tesis sobre Feuerbach
dan cuenta de ello, “que la vida es esencialmente práctica”; y las de Lenin
en los Cuadernos filosóficos, que la práctica “posee no sólo la dignidad de la
universalidad, sino también la de la realidad inmediata”, y que “la concien-
cia del hombre no sólo refleja el mundo objetivo, sino que lo crea […] es
decir, que el mundo no satisface al hombre y éste decide cambiarlo con su
actividad”. Ideas rectoras para comprender la universalidad de la praxis y las
distintas aristas de sentido que posee su interpretación. Estamos en presen-
cia de una extraordinaria riqueza hermenéutica.77
En la concepción de Pupo, la filosofía es un saber sintético-integrador
sobre el mundo en relación con el hombre, y la relación hombre-mundo,
en tanto abstracción de máxima generalidad, encuentra concreción en la
actividad, como relación sujeto-objeto y sujeto-sujeto. En la praxis, en tanto
núcleo fundante de la actividad humana, que expresa el modo de existencia,

76
Adolfo Sánchez Vázquez, Filosofía de la praxis, Barcelona, Editorial crítica, 1980, pp.
237, 248.
77
Rigoberto Pupo, La práctica y la filosofía marxista, La Habana, Editorial de Ciencias
Sociales, 1986; y La actividad como categoría filosófica, La Habana, Editorial de Cien-
cias Sociales, 1990.

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210 jorge lora cam

cambio y transformación de la realidad social, donde lo ideal y lo material se


convierten recíprocamente, devienen idénticos. Por eso, a través de la praxis
los momentos cognoscitivo, valorativo y comunicativo del devenir humano,
en su relación, emergen, se despliegan y se determinan en la cultura, que
designa toda la producción humana material y espiritual y expresa el ser
esencial del hombre. No se reduce a ésta, ni a la cultura artístico-literaria, ni
a la acumulación de conocimientos. Es ante todo, encarnación de la activi-
dad del hombre que integra conocimiento, valor, praxis y comunicación. Es
el alma del hombre y de los pueblos, concreción de la actividad humana en
las formas de la conciencia social, economía, la política, la filosofía, la ética,
la estética, etc., que son zonas de la cultura, partes componentes de ella y
medida cualificadora de su ascensión.
La relación sujeto-sujeto es redefinida por Pupo, como una categoría
filosófica que designa al hombre socio-históricamente determinado y por-
tador de la actividad humana. Se expresa como sujeto individual, grupal o
sociedad en general. Y al objeto como categoría que designa la parte de la
realidad humanizada por el hombre, es la parte de la realidad que el hombre
ha integrado a su actividad. La porción de la naturaleza o la sociedad que el
hombre subjetiva, espiritualiza con su actividad práctica. La actividad como
forma de ser de la realidad social posee una estructura compleja, la cual se
revela en las relaciones sujeto-objeto y sujeto-sujeto, e integra en sí.
Aunque Pupo no lo dice, la actividad cognoscitiva es la base de la meto-
dología de la praxis. La acción cognoscitiva designa el modo en que existe la
conciencia. Es un proceso de aprehensión de la realidad que va de la sensación
perceptiva hasta la formación de conceptos, cuya forma superior tiene lugar en
la teoría. El hombre conoce porque actúa prácticamente. El resultado de esta
actividad es el conocimiento en sus dos niveles: empírico y teórico.
Define la actividad práctica como una categoría filosófica que refiere a
la actividad material adecuada a fines. La práctica es fundamento, base, fin
y criterio valorativo de la verdad. Pero, también están las actividades valora-
tiva y comunicativa. La actividad valorativa designa el modo en que existen
las necesidades, los intereses y los fines del hombre. El valor es el ser de las
cosas para el hombre. Es el significado que tienen las cosas para el hombre.
El hombre, antes de preguntarse qué son las cosas, se pregunta para qué le
sirven. Emite juicios valorativos: esto es bueno, malo, bonito, feo, agrada-
ble, santo, etc. Es necesario encauzar valores para la formación humana.
Pero hay que cultivarlo para que se revelen. En la actividad comunicativa, la

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 211

comunicación es un concepto que designa el intercambio de actividad, en


sus diversas formas y manifestaciones, así como sus resultados, ya sean con-
ductas, experiencias, el intercambio del proceso y resultado de la actividad
humana y la cultura. En la comunicación se sintetizan en unidad orgánica
los conocimientos, los valores y la praxis social e individual. Los mismo que
Zemelman y Gramsci, a veces pierde de vista que la actividad humana total
no se reduce a la práctica exterior ni al conocimiento interior, es la unidad
permanente entre ambos , acompañándose e interactuando sin perder su
diferencia y siempre bajo la primacía de la práctica, su ontología fundamen-
tal, como actividad humana material, sensible, exterior, objetiva y subjetiva.
Zemelman sostiene que es necesario abandonar la óptica de análisis
centrada en la relación sujeto-objeto, ya que puede en aras de pretensiones
teóricas de universalidad conllevar la idea de una objetividad externa posi-
ble de apropiarse en un corpus relativamente permanente, en circunstancias
que se trata de abordar la construcción del conocimiento para dar cuenta
de momentos históricos delimitados y en secuencia temporal, incluyente de
múltiples relaciones, en los que tiene lugar el despliegue de los sujetos.
La praxis y la actividad humana en general no devienen por generación
espontánea. Poseen sus fundamentos generadores en la necesidad, los intere-
ses, los fines, medios y condiciones, hasta el resultado que debe coincidir en
general con el fin propuesto: requiere de su fundamento objetivo-subjetivo
para su realización efectiva. Se funda en un sistema complejo, integrado
por: la necesidad: refiere a la base objetiva que impulsa la actividad. Es lo
que el hombre necesita, sus carencias, etc., que se convierte en fuente que
impulsa la acción del hombre. El interés es la toma de conciencia de las ne-
cesidades del hombre, su interiorización, expresada en un interés estable, es
la necesidad hecha conciencia. El fin es la proyección ideal de las necesidades
e intereses. Potencialmente, aparece como posibilidad que requiere de me-
dios y condiciones para realizarse. Los medios, son los elementos objetivos
y subjetivos que contribuyen a la realización del fin. Las condiciones: son
mediaciones necesarias para la realización del fin. A veces los fines, fundados
en necesidades e intereses reales, no se realizan, porque carecen de los me-
dios y condiciones. Fines e ideales humanos, en determinadas condiciones
históricas, se han quedado en el nivel de la posibilidad, sin convertirse en
realidad. Debe destacarse que este sistema condicionante de la actividad hu-
mana: necesidad-interés-fin-medios y condiciones, está mediado por la pra-
xis en todo su proceso y resultado. Precisamente en ese proceso tiene lugar la

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conversión recíproca entre lo ideal y lo material, y su devenir idéntico en las


relaciones sujeto-objeto y sujeto-sujeto.
En la actualidad aún se sigue concibiendo la praxis de modo unilateral y
abstracto. Hay una acuciante tendencia a su reduccionismo aprehensivo. Si
la praxis es una esencial relación sujeto-objeto y sujeto-sujeto, donde lo ideal
y lo material se convierten recíprocamente, la “unidad de teoría y práctica”,
que el pensamiento clásico moderno, desde Kant hasta Marx, convirtió en
la tarea de una reflexión filosófica crítica, es finalmente inviable si se insiste
en querer pensarla conforme al modelo de la actividad técnica. En verdad,
sólo vamos a hacer plausible un pensamiento de la unidad teoría-práctica,
saber hacer, desde la perspectiva de una hermenéutica de los modos no téc-
nicos del hacer humano, como la acción corporal, la expresión estética, la
conducta ética o la praxis política. Reconoce Pupo que en la hermenéutica,
particularmente la de Hans-Georg Gadamer, hay una primera insistencia en
la necesidad e importancia de distinguir entre ambas formas de la práctica.
Uno de los temas iniciales de su mentor Heidegger fue precisamente el del
“carácter práctico” de la existencia humana, cuando concebía a la Ontología
como una “hermenéutica de la facticidad”.
La identificación de lo práctico en general con la práctica técnica, la sub-
sunción de la primera a la segunda, aquello que ha permitido al pensamiento
y a la filosofía seguir escamoteando la singularidad y vitalidad de la dimen-
sión práctica y, de esta manera, seguir legitimando (frente a los desvaríos de
la acción técnica de nuestro tiempo) la supuesta prioridad del saber teórico
y la necesidad para el intelecto filosófico de permanecer incontaminado y
aislado del mundo real. Por esto, la condición sine qua non para un retorno
a lo práctico en su realidad y verdad es la crítica y superación del modelo de
la tekne; sólo así será posible salir al paso tanto al practicismo instrumental
como al idealismo especulativo más inveterado, posiciones ambas que en su
aparente polarización no hacen más que reforzarse mutuamente, fortalecien-
do a la vez las condiciones que hacen de este mundo un mundo infeliz, “un
mundo donde la desesperación y la desesperanza pueden campear impunes”.
Hace más de cien años que lo advirtió Marx, en las tesis sobre Feuerbach.
Esto significa que si abordamos la praxis en su realidad concreta, como sub-
jetividad práctica, actividad material adecuada a fines y mediación central en
el devenir idéntico de lo ideal y lo material, no es posible reducirla a ninguna
de sus formas concretas de expresarse, sino como sistema complejo. De lo
contrario, no se rebasa una concepción inmediatista, utilitarista y empírica

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 213

de su contenido. Con razón Marx, exige nuevos parámetros aprehensivos y


discernimientos hermenéuticos de la praxis, cuando señala la necesidad de
su comprensión real, en crítica al materialismo contemplativo y al idealismo
objetivo y subjetivo.
Por supuesto, aún queda mucho por hacer. Las concepciones teoricistas
y pragmáticas y reduccionistas, merodean en distintas corrientes de pensa-
miento. Por una parte, exageran la función guiadora de la teoría y subesti-
man a la praxis, en detrimento del propio hombre y su ecosistema. “Desde
esta perspectiva la función de la teoría quedó también claramente definida:
servir a la práctica, tanto preparándola como guiándola y evaluándola. El
reconocimiento de la prioridad de la práctica alcanzaba para dar un justo
reconocimiento a la teoría: no hay práctica correcta sin teoría correcta, se
decía. La función de la teoría tenía su valor y su límite en que todos los
conocimientos, todas las investigaciones conceptuales, ideaciones, etc., de-
berían estar guiadas por el télos de su posible aplicación y utilización. A su
vez, la mejor práctica era aquella que se dejaba guiar pacientemente por una
teoría previamente validada, de preferencia por conocimientos científicos o
por saberes fundados en algún tipo de discurso pretendidamente científico.
Lo que imperaba aquí era más el apremio de la certidumbre, el deseo de
conjurar los peligros imprevisibles de la vida práctica real, que un interés
genuinamente cognoscitivo. Al fin de cuentas, cualquier saber teórico, aún
esquemático, excesivamente general o hasta obviamente impertinente, podía
fungir como guía –y justificación– de una determinada práctica.
El cientificismo opera claramente como una ideología. La mera palabra
“ciencia”, los adjetivos “científico”, “científicamente demostrado”, etc., se
convirtieron en términos mágicos, cuya simple pronunciación bastaba para
legitimar o para deslegitimar –usados en forma de negación (“no es cientí-
fico”, etc.)–, totalmente cualquier juicio o posición en cualquier ámbito de
la experiencia y la vida social. El efecto más negativo del cientificismo ha
sido, más que el uso técnico de la ciencia, el supuesto uso del saber científico
en las diversas esferas no técnicas de la praxis humana: en la política, en las
relaciones sociales, en las ciencias sociales, etc.
Intentemos un resumen de esta opción crítica. Hemos hecho un re-
corrido desde la crítica a la teoría tradicional de la ciencia vista como co-
nocimiento real-objetivo y efectivo del mundo. La concepción de la cien-
cia como conjunto de proposiciones entrelazadas lógicamente a partir de
axiomas o verdades iniciales evidentes, donde se deducen hipótesis sobre

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funcionamiento del mundo que al ser contrastadas, se convierten en verda-


des científicas objetivas que reproducen conceptualmente la realidad. Reto-
mamos la crítica al pragmatismo, a la filosofía analítica, al estructuralismo,
a Habermas y a la ciencia como conocimiento objetivo. También hay una
crítica al metodologismo cientificista, simplista, esencialista y excluyente
que absolutiza algunos momentos de la investigación. La verdad científica
es considerada un sistema categorial cerrado. Imposición de la teoría del
discurso cientificista objetivista, modelo al que debe adecuarse la realidad.
Desecha la metáfora, las formas tropológicas que dan nuevas aperturas y
activan el saber. Su resultado es un conocimiento unilateral y abstracto.
Seguidamente objetamos la metodología hegemónica cuestionando los
guiones que siguen la secuencia: marco-teórico-hipótesis-verificación, que
legitiman la subordinación teórica y orientan unidireccionalmente la inves-
tigación, que atenta contra la multidimensionalidad –investigar en detalle
la materia investigada– y la totalidad; que desecha la inducción, la intui-
ción, la incertidumbre. Se convierten en sustento de tautologías, teleologías
y fundamentalismos. En realidad, las hipótesis son simples guías para sólo
ciertos objetos, escalones del conocimiento provisionales, producto de in-
vestigación previa, que preguntan sobre los observables, sobre sus caracterís-
ticas y relaciones lógicas. Proponemos para una situación así las preguntas
introductorias ad hoc, respetando la naturaleza del fenómeno a estudiar y
evitando el verificacionismo. No es una visión hipotética deductiva, ni veri-
ficacionista ni falsacionista. Donde no hay lógica en la relación conceptos-
indicadores, ni el diseño tiene en cuenta las unidades de análisis basadas en
nociones de ciencia y teoría erróneas. En la Miseria del método78 criticamos el
verificacionismo como algo exterior, y a la metodología como criterio abso-
luto de demarcación y validación. O su exageración. En su lugar sugerimos
una metodología no empirista ni subjetivista, un progreso de lo abstracto a
lo concreto. Base de una estrategia no sometida a las lógicas del poder. Co-
menzar descubriendo anomalías, para lo cual no hay más métodos que los
de la vida cotidiana, la experiencia: acumular noticias, información/fantasías
y juegos subconscientes/imaginación intelectual/intuición/ideología, criti-
cidad, honestidad. El marxismo parte del hecho práctico, emancipatorio,
rompe con determinaciones abstractas y con el empirismo.

78
Jorge Lora y Carlos Mallorquín, La miseria del método, México, buap, 2008.

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En esta concepción, Gramsci entiende lo material y lo espiritual, la


práctica y la teoría, la estructura y la superestructura, como distintas abs-
tracciones de una totalidad social compleja. Las fuerzas materiales de pro-
ducción son relaciones sociales, y como tales, lo material debe ser hallado
en la historia, que es creación humana. De modo que lo material no puede
dejar de ser subjetivo, o mejor, subjetivo objetivo, de la misma forma que el
sujeto es una totalidad sujeto objeto, ya que “no hay hombres sin mundo ni
mundo sin hombres”.
No hay práctica sin determinada concepción del mundo. Por eso no pue-
de escindirse la teoría de la práctica: “El ser no puede ser disociado del pensar,
el hombre de la naturaleza, la actividad de la materia, el sujeto del objeto”.79
Como bien señala Josef Estermann, la filosofía intercultural crítica y
liberadora presupone el proceso de “descolonización”, y la induce a la vez.
Es fundamental tener una concepción de nuestro mundo antes de pensar
en definir líneas de investigación. “Lo presupone en el sentido de la toma
de conciencia de la ‘colonialidad’ de estructuras, relaciones de poder, valo-
res, introyectos, esquemas mentales y el régimen jurídico”.80 Una filosofía
intercultural crítica parte de la constatación de una asimetría cultural, de
la hegemonía de la “cultura” occidental globalizadora neoliberal sobre las
otras, de relaciones de poder dentro de las culturas y de la asimetría de las
relaciones de género dentro y entre culturas. Contra la “colonialidad”, sea en
sentido económico y político, o sea en sentido cultural y de género. Una in-
terculturalidad como herramienta crítica y emancipadora tiene que apuntar
a una reflexión en torno a los grandes parámetros del pensamiento crítico:
clase social, identidad y diversidad cultural-religiosa y género. Pero hay que
ir más allá de estas categorías sociológicas, pues la exclusión no sólo es de tra-
bajadores, se traduce también en términos de ‘culturas’ en el sentido étnico
y civilizatorio y género.
Para Estermann, en resumen, no existe un verdadero diálogo intercultu-
ral si no se plantea al mismo tiempo la cuestión de las asimetrías económicas
y coloniales. No puede prescindir de plantear la cuestión de poder, de la sub-
alternización y dominación, en la historia y en el presente. Si no se debate la
cuestión de la desigualdad entre los sexos, la discriminación por el género y
el sexismo en sus diferentes formas (machismo, misoginia, androcentrismo).

79
Op. cit., pp. 309, 1984.
80
Op. cit., p. 5.

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La desigualdad de género es un reflejo de una ‘colonialidad’ simbólica y real


ejercida por el sexo masculino, a través de relaciones de trabajo, de propie-
dad, de valores, de conceptos, de teorías y de representaciones religiosas.
Propone con agudeza que no existe una verdadera teoría social crítica
emancipadora si no plantea a la vez la cuestión de las asimetrías culturales y
civilizatorias, incluyendo a la llamada “cultura del mercado” como la mono-
cultura dominante de la actualidad. El imaginario simbólico y cultural ejer-
ce un poder real en la configuración del mundo, por lo que requiere de una
deconstrucción intercultural crítica y profunda de las pseudoconcreciones.
Si no plantea a la vez la cuestión de la injusticia de género, la discriminación
social, económica y cultural de la mujer.

2. Del configuracionismo a la metodología de la praxis


Cuando se olvida que el pensamiento es parte de la realidad se abre el espa-
cio a las idealizaciones. Gramsci lo analiza desde su concepción de los inte-
lectuales y la gran importancia de éstos en la lucha de clases. Sostiene que
el grupo social que posee o pretende el dominio hegemónico de la sociedad
deberá constituir a sus propios intelectuales. De ellos los de la clase histórica-
mente progresista, en un momento histórico, ejercen tal poder de atracción
que terminan, subordinándose espontáneamente a los intelectuales de los
otros grupos sociales y, por tanto, por crear un sistema de solidaridades entre
todos los intelectuales. Con la imposición del neoliberalismo una vez más
pudimos observar cómo se dio este proceso en América Latina. Esto ocurre
en los periodos históricos en los cuales el grupo social dado es realmente
o imaginariamente progresista, vale decir, hace avanzar de hecho a toda la
sociedad, satisfaciendo no sólo sus exigencias existenciales, sino ampliando
continuamente sus propios cuadros por la continua toma de posesión de
nuevas esferas de actividad económico-productiva. Apenas el grupo social
dominante agota su función, el bloque ideológico tiende a fracturarse y,
entonces, aparecen bajo nuevas formas indirectas, hasta llegar a las medidas
de auténtica policía y los golpes de Estado.
Esta idea gramsciana se basa en la crítica de algunos marxistas que ma-
nejan la idea de que existen, por un lado, la realidad ciega y, por el otro, la
inteligencia y el pensamiento organizado, olvidando que el pensamiento es
y será siempre parte indisoluble de la realidad. Donde el hombre existe, éste
forma parte de la realidad primaria siempre será la fuerza motriz y dinámica

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de la realidad material. El pensamiento en abstracto, existente por sí mis-


mo, es una necedad; la empiria que opera ciegamente es un sinsentido. Sin
embargo, esta realidad existe con exterioridad y eso no es reafirmado a veces
por Grmasci.
Este hecho es tan importante para la definición de la misma hegemonía
social y política del grupo en cuestión, que Gramsci no duda en hacer depen-
der de que haya una gran formación intelectual ligada al grupo dominante
el modo como se ejerce el poder. Si los intelectuales imponen abiertamente
su presencia, tendremos una dominación que será, ante todo, intelectual; la
ausencia de intelectuales en la política va acompañada, por lo general, de un
ejercicio autoritario y despótico del poder. El intelectual deberá entender la
teoría como un instrumento que se puede usar o no, que es reconstruible, y
que él no es un mesías, un gurú, un oráculo, sino lo que Foucault llamó un
“intelectual específico”. No el portavoz de valores universales, pero sí de espe-
cíficos en situaciones concretas; no quien traza líneas a seguir, sino quien apor-
ta herramientas que pueden usarse libremente; no el que todo lo sabe, sino la
prolongación de la potencia de una lucha. La tarea del intelectual es apoyar a
la conversión de la experiencia en una comunidad de pensadores populares,
de filósofos que dirijan sus propias luchas, y ése es el cambio epistemológico
que necesitamos. Y éste es uno de los principales aportes de Antonio Gramsci.
En contraposición a una ciencia atravesada y sometida a las relaciones
de poder y dominación, a una falsa universalización de sus conclusiones, a la
fetichización del conocimiento donde los seres humanos son considerados
objetos y donde la ética no tiene cabida, postulamos rebasar estos paráme-
tros, esos conceptos y teorías, esas formas alienantes y coloniales del saber;
reconocer la diversidad y las complejas circunstancias contextuales, colocar
en el centro a la sociedad vista en su historicidad y reclamar una praxis para
la descolonización y emancipación de la humanidad.
Trataremos de examinar cómo la praxis es la actividad, orientada a la
transformación de un objeto (naturaleza o sociedad), como fin, trazado por
la subjetividad consciente y actuante de los hombres y, por consiguiente,
actividad –en unidad indisoluble– objetiva y subjetiva a la vez. La teoría
viene posibilitada por la praxis, es decir, el modo en que está organizada la
producción material de la existencia humana (praxis) acondiciona el modo
en que la realidad es interpretada (teoría, ideología). Es la mediación entre
la teoría y la práctica, que no se agota en sus aspectos pragmáticos sino que
posee al mismo tiempo un carácter cognitivo en la vida y en práctica de

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la investigación –siempre inacabada– durante el mismo proceso de cambio


de la realidad mediante la praxis. La praxis es el producto del trabajo teó-
rico y práctico de las generaciones pasadas sobre una naturaleza o sociedad
que no puede separarse de la actuación humana, aunque permanezca exte-
rior a dicha actuación. La naturaleza es un producto social e histórico de
la humanidad aunque esta misma humanidad no es más que una parte, la
parte consciente, de la naturaleza. Manteniendo la confusión práctica teo-
ría, ontología y gnoseología, conserva el principio fundamental. La teoría
es entendida como un cuerpo complejo de interacciones entre estructuras
dominantes en un contexto sociohistórico, métodos adecuados a la reali-
dad tratada e interpretación de esos métodos en su contexto. La práctica, la
concebimos como ejercicio o actividad, y la “praxis”, como transformación
práctica, efectiva, real y criterio de veracidad. Las mediaciones entre teoría y
práctica nos explican su interacción cuando se separan en el análisis y se jun-
tan en la síntesis, muestran las cualidades de las cosas en interacción, choque
y unidad en la totalidad, muestra cómo los conceptos se definen, delimitan,
separan e interinfluyen, se desechan o superan al ritmo del movimiento de
la realidad. La mediación sólo puede ser plena si se realiza en un proceso
creador y emancipador.
Algunos obstáculos al desarrollo de la praxis radican en reafirmarse en
lo seguro ante la incertidumbre, en la apropiación colonial, patriarcal y eu-
rocéntrica del trabajo intelectual y en la alienación y el fetichismo de la
mercancía que sólo pueden ser superados a través de la praxis emancipatoria.
Esta práctica nace de superar el miedo y la sumisión, del contacto con las or-
ganizaciones y movimientos de resistencia al dominio y la subordinación, en
la crítica a la realidad capitalista y en la investigación rigurosa y minuciosa de
la realidad, en la elaboración teórica desde la lucha de clases con contenido
político respecto al poder y la dominación. De ahí que la formación deberá
ser colectiva, basada en el ejemplo y la autocrítica, contrastar ideologías y
teorías, asentada en la realidad de clase.
Nuestra visión considera al sujeto colectivo y social que analiza como
un conjunto de individuos humanos, materiales y vivos, sensitivos y racio-
nales, organizados socialmente. Se basa en un ser humano material y activo
en el que coinciden el ser consciente con el ser objetivo (natural-social), ex-
tra consciente. Un sujeto capaz de conocer y transformar a través del trabajo
el mundo del que forma parte, y con el que se relaciona, no de forma con-
templativa como los antiguos, ni de manera pragmático-tecnológica como

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 219

lo hace el pensamiento burgués, sino de una manera práctico-materialista,


que transforma y conserva a la vez la naturaleza, presupuesto exterior y pro-
ducto de la acción social humana.
Respecto a la sujeción de la táctica concreta al objetivo final, lo científi-
co es saber que un ideal es un objetivo, no el presunto resultado falsamente
deducido de una cadena pseudo-científica de previsiones estratégicas. Lo
científico es asegurarse de la posibilidad de un ideal, no el empeño irracional
de demostrar su existencia futura. Y lo revolucionario es moverse en todo
momento teniendo siempre consciencia de la meta y de su radical alteridad
respecto a esta sociedad, en vez de mecerse en una ilusión de transición gra-
dual que conduce a la aceptación de esta sociedad.
El conocimiento ha sido considerado generalmente como una actitud
contemplativa, y frente a esto el marxismo ha destacado la importancia de la
praxis como transformación de la realidad más allá de la actitud puramen-
te teórica. En sus XI Tesis contra Feuerbach, Marx reprocha a este filósofo
antihegeliano el que “capte la cosa (Gegenstand) bajo la forma de objeto
(Objekt) o de la contemplación (Anschaung), y no como actividad sensorial
humana, como práctica”. Marx en cambio resalta la importancia de la acti-
vidad crítico-práctica.
Marx reprocha a Feuerbach el haber retrocedido a un materialismo
precrítico que no tiene en cuenta la importancia de la actividad humana
en el conocimiento, que tanto Kant como Fichte habían resaltado. La ver-
dad objetiva del conocimiento para Marx, “no es un problema teórico, sino
práctico”; lo que hace de la práctica el criterio de la realidad o irrealidad del
pensamiento, es la posibilidad de transformación práctica de la realidad.
Esta insistencia en la transformación del mundo más que en su interpreta-
ción se resume en la noción de praxis transformadora que está en el centro
de las teorías gnoseológicas marxistas en sus niveles: el trabajo, la investiga-
ción y la actividad revolucionaria transformadora de la sociedad. El trabajo
nos permite convertir la naturaleza inorgánica en un mundo objetivo, hu-
mano, es decir, produce la humanización de la naturaleza, preservándola,
especialmente a través de la ciencia y la industria. El materialismo marxis-
ta, práctico-teórico, entraña una noción de construcción/constitución del
mundo que rompe con la pasividad y el mecanicismo. La problemática del
conocimiento como relación entre sujeto y objeto se reformula en la noción
marxista de praxis como una relación dialéctica entre historia y naturaleza.
El sujeto del conocimiento-transformación de la naturaleza no debe ser el

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individuo aislado considerado intemporalmente, sino las clases sociales o sus


agrupaciones en su concreción histórica, que se enfrentan a un mundo no
completamente natural, sino ya parcialmente transformado por el trabajo de
las generaciones anteriores. Este acento puesto en la actividad humana no
elimina el realismo crítico de Marx, para el que la prioridad de la naturaleza
externa es indiscutible. La naturaleza concebida como ya transformada en
parte, proporciona el marco inintencional en el que se desarrolla nuestra
actividad intencional.
Marx inaugura un nuevo tipo de filosofía que en el nivel gnoseológico
se puede caracterizar, utilizando la noción de Zeleny, de ontopraxeología, o
fundamentación ontológica, materialista, de la praxis. Para Marx el pensa-
miento es un momento del ser, que objetiva la realidad a través de diferentes
formas de objetualidad: la producida por el hombre, la natural no mediada
por el hombre y la centrada en la subjetividad humana como momento de
toda práctica. Se trata, pues, de concebir todo un sistema complejo, me-
diante el cual la metodología se aboca a descubrir conexiones internas; los
conceptos permiten develar esa reproducción del movimiento real, la repro-
ducción intelectual del objeto en su naturaleza genético-estructural. No es
que haya una fusión simplista de lo lógico con lo histórico, sino, más bien,
una utilización de ambos en su conexión interna, como la “expresión ideal”
del proceso histórico.
El llamado método configuracionista de Enrique de la Garza es el mé-
todo de la praxis. Intentemos reflexionar al respecto. Sostiene este autor que
la configuración de relaciones sociales se da en diversos campos, incluyendo
conceptos asociados a teorías. Esto significa que las distintas configuracio-
nes: históricas, de problemas sociales y también las teóricas, surgen de la
praxis. De acuerdo con Marx, su punto de partida en El Capital es una rela-
ción social, la más extendida en la sociedad capitalista: la mercancía. En este
contexto, es innegable el privilegio de Marx del tiempo presente entendido
como praxis, que articula objetividad-subjetividad, interacción objetivada
con sentido que escapa a sus creadores, conformando un nivel diferente
de realidad que acota la acción viable de los sujetos con sus concepciones e
interacciones entre ellos, implicando potencialidades y virajes que se dan en
la praxis. En este sentido, la ley de tendencia se entiende como acondicio-
namientos objetivados que escapan a la voluntad de los sujetos presionando
sobre su capacidad para tomar decisiones, mediados por procesos de cons-
trucción de significados.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 221

Otro concepto central es el de realidad social concebida desde el fun-


damental hacer real y la articulación entre objetividad y subjetividad en la
que se reconocen los procesos de objetivación que se originan en los sujetos
y sus interacciones pero adquieren vida propia. En la creación de la realidad
intervienen los significados que acuñan los sujetos y que guían su acción.
Así pues, la objetivación puede escapar al control de sus creadores, pueden
ser producto del trabajo o de creación de significados, como los códigos de
sentido contenidos en la cultura. Se trata de niveles de realidad en rearticu-
lación con eficiencias diversas en relación con los sujetos, conformando la
realidad pertinente al objeto, que incluye dimensiones de sentido o códigos
acumulados para construir significaciones concretas para la práctica concre-
ta de los sujetos que investigan y que son investigados.
El método de la praxis no es un cartabón, son los principios epistemoló-
gicos y metodológicos en función de la materia investigada, las teorías y téc-
nicas acumuladas y la transformación del objeto. Abrirse a una realidad en
movimiento, que no supone jerarquías conceptuales o explicaciones ex ante.
En esta concepción, la acción viable depende del sujeto y sus interacciones
en medio de objetivaciones que acotan-limitan-presionan en la coyuntura e
historia y que pueden ser abstractos o concretos. La realidad no se reduce
al sujeto o al objeto, es praxis, y la función del conocimiento es definir los
espacios de acción. La realidad es un ámbito de sentidos y construcción de
significados, un objeto en transformación con un futuro no predetermina-
do. Y esto es así, por que la aprehensión más importante es la de los sujetos
y su capacidad de crear significados en la visión dialéctica entre estructura,
subjetividad e interacción. En el que la estructura se entiende como configu-
ración de sistemas o teorías, con diversos niveles de claridad y relaciones du-
ras o blandas entre sus elementos. Las objetivaciones pueden ser relaciones
sociales, artefactos, monumentos, instituciones, costumbres, rituales, mitos,
reglas y códigos para dar significado, condensándose en la cultura y pueden
tener contenidos de poder o de economía.
Se trataría de captar el dinamismo como articulación de objetividad
y subjetividad, de estructuras-subjetividad-interacción. Reconstruir la tota-
lidad es reconstruir las configuraciones pertinentes con sus componentes
objetivos y subjetivos, donde los datos también sirven para reconstruir con-
ceptos y descubrir nuevas relaciones. El marxismo es un método de cons-
trucción de teoría desde el movimiento de lo real, en la dialéctica sujeto-
objeto, en la praxis, traducida en la relación estructura-subjetividad-interac-

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ción. Son configuraciones en campos diversos abiertos a la reconfiguración


por la praxis expresada en hechos históricos, en problemas sociales o en la
construcción de teoría. Esta última se basa en su uso crítico, en la relación
estructura-subjetividad-interacción, en la reconstrucción de configuraciones
pertinentes al objeto, en la explicación teórica, histórica o empírica y en
la construcción del espacio de posibilidades en el presente para una praxis
emancipatoria.
El lenguaje ha tenido en la gnoseología un papel privilegiado desde los
análisis griegos en torno al logos, pensamiento y discurso a la vez, exterio-
rización y concreción del pensamiento y base del diálogo racional. Los aná-
lisis de Vygotsky y la escuela soviética centrados en la noción de “lenguaje
interior” como elemento intermedio entre el pensamiento y el lenguaje y la
importancia concedida al marco social en la adquisición del lenguaje, fueron
estudios pioneros en estos temas. Por último, el análisis marxista del conoci-
miento ha centrado en el lenguaje el campo fundamental de la ideología, en
la que ésta surge como falsa conciencia, como velo encubridor que impide
el verdadero conocimiento. La ideología como obstrucción al pensamiento,
como obstáculo epistemológico que impide el surgimiento de la ciencia,
se da en el lenguaje. En este análisis de la ideología confluyen algunos de
los problemas, como la importancia de la socialización en la construcción
de estereotipos y de prejuicios ideológicos; la permanencia de capas signifi-
cativas de origen mitológico que se conservan en el lenguaje manteniendo
concepciones religiosas y metafísicas trasnochadas; la conexión del lengua-
je ideológico con la ideología hegemónica de Estado, que nos recuerda la
implantación social e institucional de la ideología y su carácter material y
práctico y no meramente espiritual y cognoscitivo; por último, la necesidad
de la interpretación hermenéutica del conocimiento ideológico entendida
como crítica de la sociedad.
El método se nos muestra pues, como el campo y la aplicación de la
imaginación creadora, práxica, como el momento de la decisión práctica,
como el punto en el que se pasa del deber ser y del ser al hacer, como el
tiempo de confluencia y síntesis de los resultados de las ciencias en la deci-
sión totalizadora, práctica y valorativa. La dialéctica no es sólo el resumen
de lo pasado en el momento activo y creador de la praxis, sino también la
apertura al futuro, y aquí vemos el carácter utópico de la dialéctica, como
preformadora de proyectos e inventora de valores, como apertura de la rea-
lidad a la eternidad.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 223

El punto de partida lógico-histórico es la relación social más común, y


se recorren caminos de abstracción. La realidad es tratada por niveles y de-
nominaciones diferentes y la articulación objetividad-subjetividad privilegia
el ángulo de análisis de los fenómenos históricos, cuya prueba es la praxis
en espacios de lo posible. El movimiento es visto como la rearticulación-ar-
ticulación. Abstracción históricamente determinada. Y el presente y futuro
como articulación de tendencias de la objetividad-subjetividad.
Para poder realizar la comprensión y crítica de un objeto de investiga-
ción, se ha de partir de:
a) Tener conciencia histórica de lo concreto; poseer conciencia social
respecto a la epistemología, a la relación sujeto-sujeto, responder a las pre-
guntas: ¿quiénes hablamos?, ¿para qué investigamos? ¿para quién y con quie-
nes lo hacemos? Ubicarse en el lugar y el momento histórico desde donde
investigamos, reconocer la diversidad cultural, la coexistencia de lo colonial
con lo indígena, lo negro y lo mestizo, entre la sumisión y la rebeldía, y la
creación de sensibilidades. Reconocer la especificidad del fenómeno históri-
co y la importancia de la voluntad.
b) que se ubique ab initio, sin apriorismos ni dogmatismos, en el terre-
no mismo de lo concreto, de la experiencia; definir un problema y proble-
matizarlo, lo que requiere tener un ángulo de análisis.
c) Involucramiento político y creación de grupo y espacio de trabajo en
el terreno de instancias históricamente materiales o sociales (apertura o pri-
mer movimiento del círculo señalado: de lo concreto a lo abstracto); conocer
el lugar y momento desde donde investigamos, involucra el momento políti-
co de contacto con la realidad, empezar con un análisis de coyuntura. y allí:
d) Definir áreas de relaciones sociales pertinentes al problema.
e) A partir de teorías acumuladas, desarticuladas y deconstruidas, selec-
cionar conceptos ordenadores del mundo empírico. Formular abstracciones
cuyo carácter de síntesis inseparable sinónimo de abstracción, concepto o
categoría –no sea separable del análisis, en cuanto que con tales abstraccio-
nes se trata de revalorizar en significado o antecedentes históricos, en su nexo
conceptual con los consiguientes rasgos históricos presentes y problemáti-
cos, a ser resueltos; elaborar conceptos preliminares y preguntas.
f ) Lograr una primera descripción desarticulada, que intente buscar
nuevas relaciones que capten el movimiento. Desde la primacía de lo con-
creto material reunificar lo teórico y lo práctico, las mediaciones de la praxis
desde la primacía de lo concreto material, definir estrategias de trabajo y

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224 jorge lora cam

elaborar metodología flexible adaptada a la práctica, a la experiencia y al


sentido común. Elaborar un diseño que articule conceptos.
g) Intervención, involucramiento sujeto-sujeto, con su sentido común,
experiencia, razonamientos cotidianos. Vincular a los conceptos ordenadores
con estos otros que pueden llegar a ser conceptos. A Zemelman, en su primer
momento, le faltó incluir a los sujetos y sus subjetividades, su cultura, para
mejor definir espacios de posibilidades de sujetos que se reconocen en ella y
definen motivos de acción en procesos potenciales de dar sentido y guiarlos.
h) Debatir sobre conocimiento útil para potenciar prácticas emancipa-
torias, ubicar y criticar los centros jerárquicos de inteligencias y saberes, en
la vida académica e intelectual, conocer el estado del arte, de qué manera el
conocimiento sirve a unos u a otros.
i) Discutir el sentido de la enunciación, las formas y modos de comuni-
car, cómo trasmitir a otros.
La investigación constituye un todo artístico de complicada arquitectu-
ra, en el cual se encuentran en unidad orgánica y dialéctica procesos a diver-
sas profundidades de la escena histórica, procedimientos muy abstractos y
otros plenamente fácticos y singulares; esta complicada arquitectura produ-
ce en su totalidad la imagen teórica del problema en su estructura interna.
Por ejemplo, si discutimos las reconfiguraciones de la política en los
países indígenas de Latinoamérica, debemos empezar por examinar los pro-
cesos y cómo cambian con el movimiento de los sujetos; preguntarnos cómo
las estructuras coloniales se presentan bajo la forma de una relación social en
permanente estructuración; de qué manera en la coyuntura viene ocurrien-
do este proceso, cómo se articula con la historia del Estado; cómo éste es
producto reiterado de acuerdos de agendas entre sujetos, las elites indígenas,
mestizas y criollas con los colonizadores; cómo aprendieron de argumentos y
prácticas europeas; hasta qué punto los conflictos son producto de conflictos
entre estrategias de dominación y resistencia; cómo reproducen esos me-
canismos y usan herramientas heredadas, cómo nuevamente, ahora, desde
abajo, llegan al poder y comparten agendas con los antes dominadores. Este
primer examen nos puede llevar a revisar el estado del arte (qué y cómo se
ha investigado este tema en Bolivia, Perú, Ecuador y otros países indígenas),
algún material teórico visto desde la crítica, algunos ejercicios metodológi-
cos ya utilizados. Y recuperar críticamente elementos que nos sirvan. Como
vemos, no se trata de demostrar o corroborar alguna teoría, sino a la inversa,
utilizar los elementos que nos sirvan para conocer una realidad determinada.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 225

Descubrir nuevas relaciones y conceptualizarlas. Utilizar, readecuándolos,


conceptos de algunas teorías que nos sean útiles.
Pensando en esta metodología de la praxis sugerimos, además: 1) Em-
pezar por criticar las prenociones, los obstáculos del poder y otros. 2) Identi-
ficar un objeto distinto y nuevo, más allá de lo nombrado. 3) Problematizar
la emergencia como problema, analizar con más rigor las doxas y los pro-
ductores de discursos. 4) Reconstruir la lógica del objeto desde la realidad
sociohistórica del mismo. La realidad debe ser parte constitutiva de la teo-
ría, es lo empírico conceptualizado, en la historicidad, en hechos históricos
no teorizados, y en ejemplos históricos comparativos. La metodología de la
praxis, al llegar a la teoría, sigue el camino de las determinaciones abstractas
a lo concreto, perforando la realidad para enriquecer la teoría, desecharla
o construirla. 5) Pasar de la deconstrucción a la reconstrucción articulada
con una postura activa y sistemática; jugar con conceptos y lo no concep-
tualizado, realizar experiencias mentales, imaginar objetos posibles, recurrir
a herramientas transdisciplinarias y humanísticas (cultura, literatura, bio-
grafías, experiencias personales, cine, video), para volver a la interpretación
de la empiria. 6) Colocar al mando la relación teoría-realidad, ir al examen
de la realidad como construcción social. 7) Superar dicotomías, revisar la
teoría desde exigencias históricas. 8) Realizar una vigilancia epistémica au-
torreflexiva y social, contra epistemes académicas. 9) Intentar reflexividad y
teorización de la observación. 10) Distinguir entre consistencia conceptual
y adecuación empírica.11) Articular comprensión, interpretación y explica-
ción. 12) Utilizar los métodos que sean necesarios para corroborar y asegurar
datos: análisis, deducción, inducción, analogías, medición. Repensar y usar
las técnicas que, como sabemos, no son neutras 13) Considerar que la dia-
léctica viene a constituir una segunda validación del dato. La inserción en
una teoría superior. La dialéctica es la totalización de conocimientos parti-
culares. La economía, la sociología, la política, la antropología, se totalizan
en la historia, que es autoexplicable.
Estas apreciaciones significan ir de las categorías generales, que sinte-
tizan la relación social más significativa, a la estructuración interna, y a la
síntesis de la sociedad burguesa que radica en la política. Reunificar lo dis-
gregado y separar lo unido por el poder. Ir de las categorías generales, captar
las relaciones esenciales y de allí vincular esas relaciones esenciales con los
fenómenos que ocurren en la superficie.

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En esta perspectiva, no olvidar metodológicamente que la realidad excede


los códigos, debemos pensar contra la razón. Plantearse algo considerando lo
no verdadero, alejarse de la inercia de los nombres de teóricos y de las estructu-
ras conceptuales desde las que identificamos los fenómenos. Tener capacidad
de reconocer la especificidad de una realidad. Al investigar le imprimimos
dirección al conocimiento. Para conseguirlo, comenzar por el hecho concreto,
por el acontecimiento que haga posible descubrir en el análisis singular, el
acontecimiento total. Respecto al cómo implica: recortar la realidad, hacer
enunciados temáticos que den contenido conceptualmente organizado
Partimos de los sujetos en interacción, en relaciones intersubjetivas. Es-
pacio de construcción histórica y ejercicio de la política, espacio conflictivo
de ruptura. Recuperamos nuevos aprendizajes, saberes, estrategias, experien-
cias y cultura. Rescatamos la subjetividad desde la vida cotidiana, desde el
ethos cultural, que exige reconstruir desde lo indeterminado. Reconsidera-
mos la espontaneidad, la experiencia, los modos y lugares de resistencia, las
reglas invisibles de acción, sentidos de la vida, cultura y tradiciones, códigos
y discursos ocultos.
La práctica social no se desprende de premisas teóricas. Entre premisa
teórica y la práctica no es posible construir inferencias porque existen me-
diaciones ideológicas, culturales, valóricas. La práctica social es constituyen-
te de realidad, rompe con límites teóricos y no es posible reducirla a objeto
teórico, pero sí a prácticas socioculturales, económicas y políticas.
La historización de la realidad es indispensable. Para hacerlo, hay que
leer la historia como construcción, detectar realidades potenciales. Descifrar
el momento histórico, imaginarlo, verlo como necesidad. Ubicarse en el
contexto histórico y en el para qué quiero conocer. Rescatar al sujeto.
Problematizar es cuestionar y reformular, es una búsqueda de relaciones
posibles. En un primer momento se piensa el problema eje con conceptos
ya acuñados. Problematizar contextualmente, recuperar la potencialidad del
sujeto. Ubicar el problema en su temporalidad y complejidad abierta.
En algún momento del proceso, iniciar el procedimiento de hacer un es-
tado crítico del arte y razonar sobre la especificidad, descubrir la lógica especí-
fica del objeto específico. Buscar la unidad de lo lógico (teoría, discursos socia-
les y consistencia lógica) y lo histórico; realidad compleja, considerando que la
realidad está en movimiento y es producto de múltiples determinaciones, que
es estructura, sujetos y procesos. Descubrir discursos en competencia, desfases
teóricos, especulación con la verdad, relacionamientos y potencialidades.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 227

Sobre esta base, volver al conjunto de los hechos, interpretar redes fac-
toriales de relaciones mutuamente dependientes que expliquen la compleji-
dad de lo real, enumerar acontecimientos pequeños y grandes, escuchar las
diversas voces de la historia, los relatos polifónicos, la pluralidad de visiones
objetivas que organizan la memoria correspondiente a las necesidades del
momento histórico. La explicación se logra cuando se conoce la lógica del
objeto y con base en ella se logra delimitar. Al articular factores, podemos
resolver el para qué investigamos, la relación teoría-práctica y el pensar. El
movimiento implica el sentido del conocimiento y del contexto. Lo relevan-
te es descubierto, no presupuesto.
De la reconstrucción articulada sujeto-objeto, sujeto-sujeto, la teoría
es reconstruida en un proceso de confrontación con lo real, en un proceso
lógico vinculado a la praxis, para lograr lo concreto pensado. La totalidad
reconstruida significa descubrir los aspectos determinantes del proceso y sus
articulaciones. La causalidad no es presupuesta sino que está articulada a la
reconstrucción.
Con los conceptos ordenadores se reconstruye lo real y se buscan nuevas
relaciones posibles; pueden ser traducidos en indicadores que al operacio-
nalizar se orientan en la búsqueda de nuevas relaciones y en reconstruir la
realidad. La investigación produce tensiones: la teoría pide datos, tensiona
la subjetividad del investigador y la de los sujetos investigados, además de la
impaciencia que produce la propia realidad. De acuerdo con la lógica des-
cubierta en las fases anteriores, se imponen los instrumentos de producción
del dato y de la información. Comprobación de relaciones antes propuestas
y corrección que densifica al objeto. Hemos visto cómo lo real informa a la
teoría y la teoría permite percibirlo, formularlo y dar cuenta de él. Con esto
se puede pasar del perfil al diseño del proyecto, enfocarse en la investigación
del objeto. Intentar una construcción realista, crítica y reflexiva.
Después esta investigación primera será posible centrarse en la cons-
trucción teórica, al articular la cadena de pensamiento y realidad, se avanza a
lo concreto pensado. Se teoriza la producción de datos y se establece la teoría
subyacente a la información. Finalmente, pasamos al reordenamiento expo-
sitivo y síntesis provisional. Sobre esta base proponemos un acercamiento a
una estrategia de investigación, de ningún modo esquemática, que puede
servir para ciertas investigaciones.
La política debemos considerarla como constituida por todas las acti-
vidades humanas que, afectando en mayor o menor medida las relaciones

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228 jorge lora cam

de fuerza entre grupos sociales con intereses contrapuestos, intervienen en


la configuración de la sociedad en cada una de sus dimensiones: económica,
institucional e intelectual-moral. Y esto parte de reconocer que sí, que efec-
tivamente hay un conflicto que brota del terreno de la producción, pues la
tensión y la lucha entre las clases que es inherente a las relaciones de producción,
puesto que es lo que las configura a partir de una correlación de fuerzas entre
grupos sociopolíticos con intereses contrarios entre sí. Es una lucha de clases
política y difusa y constitutiva de la totalidad social, o sea, una lucha que
está ya presente en la estructura económica, configurándola. Las relaciones
de producción, de propiedad de los medios de producción y de vida, son ya
la lucha de clases, son ya políticas, la política se constituye desde la economía en
tanto ésta es su parte sustancial.
Ya lo hemos afirmado: hoy como ayer, las clases dominantes dependen
del aparato represivo estatal para defender la propiedad privada. El neolibe-
ralismo no es más que una geoestrategia de poder en este marco colonial,
de reapropiación de las riquezas, de territorios selectos, de privatización de
empresas, de mercantilización del mundo, de expansión del mercado laboral
y derrota de los trabajadores, de recreación de clases y políticas en favor del
capital. De ahí que la IAP (y después muchos más: De Souza, Harvey, Wa-
llerstetein, culturalistas, etc.) propongan una cercanía cultural con lo propio
y la diversidad, que permita superar el lenguaje y conceptos académicos li-
mitantes; ganar el equilibrio con formas combinadas de análisis y síntesis,
inducción-deducción, explicación-comprensión, investigación colectiva e
individual y se propone articular y acumular selectivamente el conocimiento
que proviene tanto de la aplicación de la razón instrumental cartesiana como
de la racionalidad cotidiana y del corazón y experiencias de las gentes comu-
nes, para colocar ese conocimiento sentipensante al servicio de los intereses
de las clases y grupos mayoritarios explotados, especialmente los del campo.
La investigación debe ser, según la IAP, un proceso continuo en el que
se analizan los hechos, se conceptualizan los problemas, se planifican y se
ejecutan las acciones en procura de una transformación de los contextos,
así como a los sujetos que hacen parte de los mismos. reconoce el proceso
intersubjetivo; con ello identifica y vuelve protagonistas de la formación-
aprendizaje a todos los sujetos que allí se encuentran como parte de los
procesos sociales, que permite el continuo cambio. Todo conocimiento re-
flexivo-auto-reflexivo genera conciencia en el sujeto, más aún cuando dichos
procesos son grupales y sus resultados son para los partícipes de las acciones

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 229

colectivas objeto de reflexión que permiten la toma de conciencia colectiva.


De tal manera que se rompe con la idea de generar conciencia desde la idea
y la externalidad y se atiende a un nuevo proyecto donde la conciencia es
praxis, surge de la subjetividad práctica: el conocimiento para la transforma-
ción social no radica en la formación liberadora de la conciencia, sino en la
práctica de esa conciencia. No existe la práctica teórica.
La IAP reconoce en los colectivos sociales una experiencia y un saber
acumulado que se hace potencia y se desarrolla a partir de los anteriores
principios. Ordena y valida conocimientos ancestrales, deconstruye colec-
tivamente prejuicios acerca de la realidad y promueve la innovación para
trascender o superar la realidad en la que se encuentre la comunidad. En
tal sentido, los grupos sociales se convierten en movimiento social, con una
memoria reconocida colectivamente, un saber construido por todos y con
propósitos sociales colectivos pensados para intervenir la realidad y trans-
formarla. De ahí que la acción sea el elemento central de la formación: la
praxis política ha de ser el centro de la formación en el ejercicio de ese re-
conocimiento de los procesos intersubjetivos de conocimiento, de los que
se hablaba anteriormente, puesto que permite la cualificación consciente de
la acción del sujeto social (unidimensional y colectivo) y a su vez nutre el
trabajo de las comunidades para realizar acciones que modifiquen las situa-
ciones de pobreza, marginalidad o desigualdad en las que por lo general se
encuentran. En tal sentido, la acción es transformación: de la práctica se de-
riva el conocimiento necesario para transformar la sociedad. De ese sentir de
la praxis, también se deriva un saber y un conocimiento científico. Plantea
preguntas y cuestiones que desentrañen las reflexiones críticas que tienen los
actores sociales, pero que no se atreven a compartir con los otros o a cons-
truir como alternativas populares. La participación, desde esa perspectiva, es
activa y crítica, por lo que no puede ser regulada más que por los colectivos
o grupos sociales. Por consiguiente, participar implica involucrarse en la
ruptura con la dependencia, explotación, opresión o sumisión a todo nivel,
individual y colectivamente: la posibilidad de actuar como iguales en un
colectivo social que busca respuestas críticas a la multiplicidad de su vida, la
situación económica, política, ambiental, social y cultural, siendo el educa-
dor-investigador uno más del colectivo social, que pone su saber al servicio
de dicha reflexión, aunque sin duda la potencia y la sistematiza, pero no por
ello, intentar imponer sus concepciones o generar relaciones verticales de
imposición cultural.

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Al combinar la praxis con la ética, el conocimiento académico con la


sabiduría popular, lo racional con lo existencial, lo sistemático con lo fractal.
Rompe la dicotomía sujeto-objeto. Se inspira en un concepto democrático
pluralista de alteridad y de servicios, que favorece vivir con las diferencias,
y que introduce perspectivas de género, clases populares y plurietnicidad en
los proyectos. Pero este paradigma no aparece aún como el final: sigue abier-
to y vivo, sin exclusiones ni falsas totalizaciones.
El objeto concreto sobre el que arranca necesariamente el desarrollo de
la conciencia dialéctica en pos de producirse a sí misma, torna inseparable
este mismo fin respecto del verdadero fin de dicha conciencia en la sociedad
actual: la organización consciente general de la acción de la clase obrera en
la lucha de clases a través de la que el modo de producción capitalista se ani-
quila a sí mismo en su propio desarrollo. Lejos de ser una abstracta produc-
ción teórica, la producción de la conciencia dialéctica, o sea, la organización
consciente de la propia acción mediante la reproducción de su necesidad
en el pensamiento, es siempre, por la unidad de su forma y contenido, una
producción de la práctica política concreta de clase. Su producción tiene
necesariamente la forma de una crítica práctica.
El capital, de Marx, es en sí mismo un ejemplo a seguir de este desa-
rrollo, realizado por primera vez y objetivado de un modo que permite su
reproducción social, de la conciencia enajenada de la clase obrera que se
produce a sí misma como una conciencia enajenada que conoce su propia
enajenación y las potencias históricas que obtiene de ella. En El capital,
esta conciencia se despliega hasta alcanzar sus determinaciones generales que
conciernen a la acción revolucionaria de la clase obrera en la que dichas po-
tencias históricas se realizan produciendo las condiciones materiales para la
organización consciente –por lo tanto, libre– de la vida social.

3. Fases de la investigación
La educación será una si queremos una educación para formar ciudadanos
con conciencia histórica y critica, con cultura y formación científica y tec-
nológica, y con aspiraciones políticas transformadoras del sistema; y otra, si
queremos adiestrar técnicos para las trasnacionales, profesionales inocuos,
sin perspectivas humanitarias o socializantes.
Colocados en la primera tendencia, continuamos con la idea de empe-
zar por niveles investigando y debatiendo primero desde las prácticas y expe-

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 231

riencias sociales y políticas. Comenzaremos debatiendo los grandes proble-


mas de la región y del país, y cómo intervenimos en sus distintos problemas
para ir redefiniendo las líneas de investigación, que permitirán crear talleres
y seminarios ad hoc.
Retomemos nuevamente a Zemelman, para recuperar su perspectiva
dialéctica. Un método para la explicación de la historia, antes que una teoría
general, podríamos concluir en los siguientes criterios que dan cuenta de
la problemática que debe considerarse en la discusión de lo que consiste el
método científico. La dialéctica que aparece es más que la contradicción,
entenderla como una concepción del movimiento de la realidad y el modo
de su determinación.
a) Si el concepto de estructura nos limita a un recorte de una situación
dada sin atender a su virtualidad y unida a la superestructura, se corre el ries-
go de confundir al movimiento con lo histórico-genético y, en consecuencia,
quedarnos en el esquema “dado por”.
b) La acumulación de conocimiento al interior del universo de un de-
terminado discurso teórico tiene que ser criticado desde la articulación, que
convierte a ese universo de discurso en niveles.
c) La contrastación no transforma por sí misma al universo del discurso,
ya que no cuestiona al discurso en términos de la lógica parte-todo, sino que
se mantiene en el interior de la relación relativo-absoluto.
d) El universo teórico que reconoce un origen disciplinario se transfor-
ma en parte de una articulación que es desconocida.
e) Cuando se rompe con los universos teóricos, la relación entre de-
terminación e indeterminación exige desenvolvernos en un plano lógico-
epistemológico y no teórico-sustantivo. A diferencia de la solución a través
de la hipótesis, que constituye una anticipación teórica sobre lo que consiste
la incógnita, se trata de definir una delimitación de lo real como una cons-
trucción que refleje los distintos niveles de concreción de la totalidad.
f ) La crítica como apertura hacia las potencialidades de objetivación
pretende responder al problema de cómo construir lo específico antes de
establecer las bases de la generalización.
g) La necesidad de resolver la relación disciplina-totalidad, esto es, la
subsunción de la disciplina al razonamiento en totalidad, lleva a hacer la
distinción entre dos tipos de funciones de los conceptos: la función teórica y
la función metodológica, relacionada con la construcción del objeto.

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h) La totalidad al traspasar las disciplinas (transformadas en niveles de


la articulación) redefine a los conceptos ya establecidos en cada disciplina,
generando nuevos conceptos con una fundamentación epistemológica dife-
rente; lo que se vincula con la distinción entre clases de contenidos según
estén dando cuenta o no de los supuestos básicos de movimiento, articula-
ción y direccionalidad.
i) La consistencia interna del pensamiento debe subordinarse a las exi-
gencias ontológicas y epistemológicas planteadas por la relación de conoci-
miento; de ahí la conveniencia de distinguir entre condiciones de validez
de las proposiciones y las condiciones de pertinencia, relacionadas con las
exigencias teóricas y epistemológicas, respectivamente.
j) Derivado de lo anterior, debemos distinguir entre dos tipos de forma-
lidades; por una parte, lo formal de la teoría se vincula en el caso de las con-
diciones de validez con el contenido, que se somete a las exigencias de la co-
rrespondencia; mientras que en el caso de las condiciones de pertinencia, lo
formal se relaciona con el contenido en base a la función de fundamentación
de las categorías que sirven para incorporar la historicidad de la realidad.
k) Lo antepuesto plantea como eje del razonamiento científico a la
construcción de la relación con la realidad. Construcción que se puede lle-
var a cabo según la siguiente secuencia en el razonamiento: Comenzar por
observar la realidad en un plano morfológico. Problematizar la observación
morfológica en términos de razonamiento constructor de conocimiento y
no exclusivamente del razonamiento explicativo.81
La problemática del rescate del sujeto refiere a distintas relaciones que
se pueden establecer entre conocimiento y existencia. Puede resultar que nos
encontremos ante discursos con sujetos incorporados; o bien con discursos
que no representan ningún espacio para sus posibles despliegues. O, ante
discursos con sujeto incorporado pero con una lógica heterónoma respecto
al discurso, como es el caso de las actitudes críticas que no se acompañan de
un discurso congruente. Aunque también puede darse el caso de discursos
con sujetos que se incorporan, sometidos a las exigencias del mismo, re-

81
Hugo Zemelman, http://Aspecto-Basicos-de-La-Propuesta-de-La-ConcienciaHistori-
ca-o-Del-Presente-Potencial-Parte-2 es.scribd.com/doc/117471789/, México, 2010;
Los horizontes de la razón: I. Dialéctica y apropiación del presente, Barcelona, Anthropos/
México, El Colegio de México, 1992; Los horizontes de la razón: II: Historia y necesidad
de utopía, Barcelona, Anthropos/México, El Colegio de México, 1992.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 233

presentando por lo tanto un espacio de despliegue para aquél, en razón de


conformar una expresión de necesidades reales-vividas.
En esta perspectiva, la conciencia histórica como premisa del pensar,
tiene presencia en los distintos campos del conocimiento, en cuanto cada
disciplina es también un horizonte que contiene posibilidades para ser su-
jeto. La historia, la filosofía, incluso la física y la biología, desde luego la
tecnología, nos hacen sentir la necesidad de asumirnos como sujetos, si re-
cuperamos la historia como posibilidades de experiencias que se acumulan.
En efecto, la conciencia histórica reconoce presencia en las distintas
apropiaciones cognitivas, que, por lo mismo, no podemos separar si quere-
mos mantener al sujeto como ángulo de pensamiento constituido por sus
diferentes facultades y disposiciones. Es la condición para no disociar sujeto
y discurso, de no abandonar el desafío de transformar lo real en mundo. La
conciencia histórica en cada conocimiento disciplinar refleja a la totalidad
en lo particular; en cuyos marcos, el sujeto puede surgir desde sus potencia-
lidades con la integridad de hombre dispuesto a asumirse.
Si la utopía nos obliga a colocarnos frente a la realidad desde determi-
nadas exigencias valóricas, ello representa un imperativo ético para el sujeto
concreto, quien se ve obligado –como sujeto de acciones– a asumirse en
tanto históricamente determinado, pero a la vez a salirse de sí mismo, para
no quedar reducido a la condición de producto histórico. A salirse en aras
de la propia realización de su subjetividad y de una construcción social en la
que pueda reconocer, enriquecer, su identidad.
La historicidad se refiere a la conjugación entre niveles de la realidad y a
la secuencia de momentos. Sin embargo, lo que concierne a la ubicación en
el momento histórico, se asocia con el desafío de que la realidad construye;
idea que se corresponde con el rasgo particular de que la realidad que en-
frentamos asume tantos planos sometidos a regularidades, como otros que
son claramente definibles como procesos moldeables. La complejidad alude
a la exigencia de articulación dinámica de la realidad. De este modo, la com-
plejidad resulta de considerar cualquier estructura (real o conceptual) como
abierta con base en la idea de que está en movimiento.
Una premisa epistemológica de acuerdo con Zemelman radica en que la
conciencia histórica plantea exigencias como las siguientes:
i) necesidad de sentido, en oposición a invitarnos a definir objetos; ii)
reconocimiento de espacios para el sujeto, en vez de restringirse a construir
una función puramente cognitiva; iii) construcción de opciones, en lugar de

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ceñirse a contenidos estrictamente disciplinarios; y iv) fundamentación en la


categoría de potenciación, y no desde la determinación-explicación.
Para un uso de la teoría que sea históricamente adecuado, debemos
distinguir entre el pensar teórico que alude a la formación de las categorías
de análisis, más que a la formulación de enunciados de contenido sobre la
realidad y el pensar constitutivo del razonamiento teórico expresa el esfuerzo
para aprehender el cambio de la realidad en todas sus formas y en todas sus
escalas de temporalidad y de espacio.
Si subjetividad práctica es un campo problemático que conjuga las di-
mensiones micro, meso y macrosociales supone que se tenga que entender
en una dialéctica que incluya estas dimensiones, mecanismos que, pudiendo
darse en el plano de la realidad, sean productores de realidades inclusivas.

4. Momentos de la investigación
Las exigencias cognitivas que plantea el sujeto cuando se le concibe como
producente obligan a articular dimensiones en la perspectiva temporal del
momento y de la secuencia, lo cual quiere decir que se tiene que destacar la
dimensión del movimiento interno por encima de las condiciones externas,
aunque ambas dimensiones estén articuladas (Necesidades y las posibilida-
des de viabilidad).
Intentemos explorar posibilidades de acercamiento colectivo para in-
vestigar procesos sociales:
1. Definir los objetivos sociales del grupo a través del análisis: reflexio-
nar sobre la conciencia histórica, solidaridad y autonomía, transformación
política. Describir la coyuntura específica aún de modo desarticulado, como
momento de una estructura y del movimiento de lo real. Hacer un primer
análisis de coyuntura ubicándose en el momento y en el acontecimiento
histórico. Acopiar y relacionar información, elementos, datos para descubrir
los principales hechos históricos y otros factores intervinientes. Definición
de un problema y su problematización, con un ángulo de análisis. Definir
áreas de relaciones sociales que pudieran ser pertinentes para el problema,
luego, a partir de la crítica a las interpretaciones y teorías acumuladas, la des-
articulación y selección de conceptos ordenadores. Estos conceptos ordena-
dores, aislados de sus teorías de origen, no pueden explicar si no sirven para
ordenar el mundo empírico, para delimitar campos de observación, lo que
lleva a aquella primera descripción desarticulada, cuyo objetivo no es probar

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 235

el concepto sino encontrar nuevas relaciones. La descripción desarticulada


debe llevar a otra de articulación, en la que se descubran nuevas viables re-
laciones entre los conceptos para definir el espacio de posibilidades para la
acción. Investigar el contexto desde el problema y preguntas relacionadoras:
¿qué marca la coyuntura y cómo ir más allá? Distinguir planos y niveles.
Considerar los acontecimientos, hechos, situaciones, luchas. Visualizar los
escenarios, espacios de los principales procesos. Relación de sujetos desde in-
tereses, modos de actuar y contrapesos. Las etapas de la reconstrucción serán
hechos históricos que implican virajes en la dirección del proceso, donde la
información empírica-histórica será central, apuntalada por la emergencia
de conceptos teóricos reconstruidos.
2. Construir metodología de grupo. Organizar material investigado y
sistematizarlo, priorizar componentes. Identificar lo importante y ordenarlo
para el análisis. Seleccionar conceptos, teorías y líneas de reflexión. Definir
nuevas búsquedas. Revisar aspectos teóricos, estructurales, históricos y epis-
temológico/metodológicos.
3. Análisis de la práctica: el problema. Comprender su diversidad y
complejidad desde las tensiones, conflictos y antagonismos. Para ello, sepa-
rar elementos y estudiar los sujetos en interacción entre sí y con el todo, ver
la complejidad.
4. Resumiendo: síntesis y recomposición de la unidad en el pensamien-
to. Enfatizar en la importancia de la interacción entre estructura, el movi-
miento de la realidad, las correlaciones, las contradicciones, potencialidades,
las alianzas y bloques, la hegemonía y la resistencia.
La metodología de la praxis se funda en aquella visión dialéctica e inte-
gradora del mundo, de la realidad, del conocimiento, de la historia, del ser
humano, de los espacios intersubjetivos, intersocietales y territorios de la
memoria y la experiencia.
Sin embargo, hay que tener cuidado con un nuevo relativismo que apa-
rentemente parte de preocupaciones similares. Es el caso del grupo moder-
nidad/colonialidad, que se diferencia de aquel de los “Estudios Culturales”,
y también del “sistema mundo” al enfatizar en el descentramiento de la eco-
nomía y en el análisis geocultural de los conocimientos sometidos/subalter-
nizados por la visión eurocéntrica del mundo, sostiene:
es decir, el conocimiento práctico de los trabajadores, las mujeres, los
sujetos racializados/coloniales, los gays y los movimientos anti-sisté-
micos. Esto quiere decir que aunque se tome el sistema mundo como

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236 jorge lora cam

unidad de análisis, reconocemos también la necesidad de una corpo-


política del conocimiento sin pretensión de neutralidad y objetividad.
Todo conocimiento posible se encuentra incorporado, encarnado en
sujetos atravesados por contradicciones sociales, vinculados a luchas
concretas, enraizados en puntos específicos de observación (punto 1,
punto 2, punto n…).
La idea eurocentrada del ‘punto cero’ obedece a una estrategia de do-
minio económico, político y cognitivo sobre el mundo, del cual las
ciencias sociales han formado parte. Es por eso que, desde sus inicios,
el grupo modernidad/colonialidad ha venido propugnando por una
reestructuración, decolonización o postoccidentalización de las cien-
cias sociales…
Por ello, necesitamos encontrar nuevos conceptos y un nuevo lengua-
je que dé cuenta de la complejidad de las jerarquías de género, raza,
clase, sexualidad, conocimiento y espiritualidad dentro de los proce-
sos geopolíticos, geoculturales y geoeconómicos del sistema-mundo.
Con el objeto de encontrar un nuevo lenguaje para esta complejidad,
necesitamos buscar ‘afuera’ de nuestros paradigmas, enfoques, disci-
plinas y campos de conocimientos. Necesitamos entrar en diálogo con
formas no occidentales de conocimiento que ven el mundo como una
totalidad en la que todo está relacionado con todo, pero también con
las nuevas teorías de la complejidad.82
El rechazo al eurocentrismo ha llevado a algunos de sus mentores como los
citados a rechazar categorías del capitalismo como clase social, para reempla-
zar su centralidad por un supuesto nuevo lenguaje que crea realidad. La divi-
sión geográfica vista desde un capitalismo avanzado como el de los Estados
Unidos los lleva a opinar que el sistema en que vivimos en América Latina y
otros espacios “periféricos” es algo distinto al capitalismo.
Llevado a lo pedagógico, el objetivo estratégico de todo proceso políti-
co/educativo es el desarrollo de las capacidades y de las potencialidades de
cada educando individual y colectivo, para sentir, pensar y actuar de forma
autónoma, crítica y creativa, en el contexto de los grupos sociales en que vive
y trabaja. Develar las relaciones de dominación y rescatar subjetividades de
la resistencia. Nos basamos en:

82
Santiago Castro-Gómez y Ramón Grosfoguel: compiladores. El giro decolonial: re-
flexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global. Siglo del
Hombre Editores; Universidad Central, Instituto de Estudios Sociales Contempo-
ráneos y Pontificia Universidad Javeriana, Instituto Pensar, 2007. Bogotá pp. 21-17

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 237

1) Que el conocimiento humano, en cualquier área o aspecto, es un


proceso siempre en construcción, 2) La práctica social, reflexionada por los
propios sujetos en todas sus dimensiones y articulaciones, es una fuente pri-
vilegiada, sin embargo, no la única, del nuevo conocimiento. Los sujetos se
construyen en la lucha. 3) El educando debe tornarse, desde el inicio, sujeto
del proceso político/educativo, pues sólo aprenderá a sentir, sintiendo, a ac-
tuar, actuando y a pensar sobre la acción, pensando. 4) El educador es nada
más una guía, un apoyo en un proceso de descubrimiento permanente de
los propios sujetos del aprendizaje. Supuestos esenciales: A. Concreción en
su existencia histórica ya que el trabajador es un importante acervo de expe-
riencias y conocimientos. B. La actividad prioritaria del sujeto investigado
en su vida es el trabajo y no el estudio. Las prácticas de la cotidianidad y
sobrevivencia son lugares de saberes y aprendizajes.
El objetivo estratégico del profesor guía encierra tres tareas:
a) Asistencia en la apropiación de los educandos de todo cono-
cimiento científico, histórico, político, sindical y cultural acu-
mulado por la humanidad a lo largo de la Historia y que pueda
servir a sus necesidades y objetivos.
b) Coadyuvar en la apropiación de los instrumentos de evaluación
crítica de aquellos conocimientos, de modo que los educandos
puedan identificar su carácter histórico y cultural y se propon-
gan renovarlo, actualizarlo y recrearlo.
c) Y, lo más importante, mediar en la apropiación por parte de
los educandos de los instrumentos adecuados para la progra-
mación y teorización de su propia práctica y, más aún, para la
comprensión en profundidad de esta práctica, en sus diversas
dimensiones y articulación para la capacidad de pleno ejercicio
de participación democrática.
Introducir a los sujetos investigados-investigadores en este concepto integral
de conocimiento en esta praxis integral de aprender, en el contexto de una
sociedad fragmentada en clases, etnias, género, etcétera. La educación así
concebida es omnilateral y omnidimensional. Omnilateral en cuanto busca
alcanzar todos los aspectos, todos los campos de la realidad, que la humani-
dad consiguió volver accesibles a su conocimiento, o, por lo menos, todos
los campos que permitan el desarrollo más completo posible de las fuerzas
productivas, creativas y comunicativas del trabajador, de sus necesidades y

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238 jorge lora cam

de su capacidad de satisfacerlas. Omnidimensional, buscando abarcar todos


los modos y facultades de conocimiento que el trabajador posee, introdu-
ciendo en la aventura de conocer no sólo el cerebro, sino el ser humano
integral que él es; los sentidos del cuerpo, la mente, la emoción, la intuición,
la voluntad, el sentido de unidad, el espíritu.
Para ir más allá, el trabajador precisa hacer una caminata en el plano del
pensamiento (actividad crítica). Primero, capacitarse para pensar su propia
práctica, su propio saber individual y colectivo sobre un tema o una materia
cualquiera. Visibilizar realidades ocultas y descolonizar el pensamiento, tener
confianza en sus posibilidades de teorización. Reconocer y desentrañar espa-
cios en conflicto. Segundo, estudiar lo que ya fue aprendido y teorizado por
otros, y que puede ser compartido o transmitido directamente, o, puede ser
conocido por otros medios de comunicación. Tercero, comparar, problemati-
zar, cuestionar, experimentar de nuevo como otra forma de saber, buscando lo
que hay de convergente, de divergente, de contradictorio, de antagónico entre
aquellos conocimientos y buscando confirmarlos y utilizarlos en el trabajo, en
la lucha o en la vida. O ir más allá de ellos, superarlos. Criticar significa poner
en cuestionamiento para superar, para cambiar, para recrear.
Notemos que sólo podremos ejercer esta actividad crítica si desarrolla-
mos una doble postura: una actitud de empeño activo en la construcción de
nuestra propia conciencia individual y colectiva y otra posición abierta, no
doctrinaria ni dogmática frente a la realidad. La primera implica que no sólo
el conocimiento humano, sino la propia conciencia están sujetos a un proce-
so complejo de evolución, no necesariamente lineal o continuo y que, en la
escala evolutiva, el ser humano es el único que puede decir que el desarrollo
histórico de su conciencia está en sus manos. Depende de su empeño auto-
educativo, tanto como individuo, como colectividad y especie. La segunda
implica una nueva concepción de la realidad, no sólo como lo que se ve o
se siente, sino como algo: a) Complejo, que es al mismo tiempo estabilidad
y movimiento, proceso, vida, y cuya aprehensión varía de acuerdo con la si-
tuación del observador. b) Multidimensional, presentando diferentes facetas
y dimensiones: algunas visibles, otras invisibles. Algunas captables por los
sentidos, otras no. Algunas al alcance y otras fuera del alcance de la razón.
Pero, sorprendentemente, no fuera del alcance de otras facultades percepti-
vas del ser humano (como la comunicación intuitiva, entre otras). c) Que
tiene una unidad escondida por detrás de la diversidad de sus aspectos (lo
concreto-lo concreto pensado-praxis-acción crítica y creativa).

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 239

La praxis es aquella acción crítica y creativa. La actividad de ir más allá.


Es poner en práctica la necesidad, la pasión, el deseo, el sueño. Es el doble
movimiento de descubrir los determinantes del rumbo en que se mueve
lo real y “sumergirse” en lo real, tanto para moverse, danzar, fluir con él,
como para redireccionarlo, en un sentido revolucionarlo. La praxis es el do-
ble proceso de integrarse siempre más profunda y plenamente en lo real e ir
encontrando las formas singulares y plurales de influir en su estructura y en
el sentido de su movimiento. Es la articulación dinámica de la práctica con
la teoría. De la acción con la intención. Del ser con el soñar.
En síntesis, la propuesta de la praxis, de acuerdo con Marcos Arruda,
implica para el trabajador tres procesos de apropiación:
• El del conocimiento universal acumulado sobre la historia y la
realidad del mundo, de la sociedad, del ser humano y de sí mis-
mo desde los espacios del transcurrir colectivo y de subjetivida-
des de resistencia.
• Brindar las facultades e instrumentos teóricos adecuados para
criticarlo y superarlo, para ir más allá de los planos de percep-
ción y de comprensión; rastreado en el ethos cultural, tradicio-
nes, saberes y sentidos populares.
• Y, finalmente, dar facultades e instrumentos prácticos adecuados
para reconstruir, recrear aquella historia y aquella realidad.
Siguiendo a este metodólogo de la praxis,83 los cinco pasos de la metodología de
la praxis de la investigación pensando en procesos sociopolíticos relevantes son:

Primer paso: describiendo la práctica en los procesos


Análisis de coyuntura local. Para analizar, es necesario aprender a pensar
sistemáticamente, organizadamente, a utilizar criterios para distinguir lo se-
cundario de lo principal, lo local de lo global, lo específico de lo general, lo
táctico de lo estratégico, lo inmediato de lo mediato. Aprender a pensar así
exige un largo entrenamiento. Empieza con la definición de áreas de relacio-
nes sociales que pudieran ser pertinentes para el problema, luego, a partir de
la crítica a las teorías acumuladas, la desarticulación y selección de conceptos

83
Marcos Arruda, Metodología de la Praxis, en http://transformarlaescueladocente.
com/bibliografía

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240 jorge lora cam

ordenadores. Estos conceptos ordenadores, sirven para establecer el mundo


empírico, para delimitar campos de observación, lo que lleva a una prime-
ra descripción desarticulada, cuyo objetivo no es probar el concepto sino
encontrar nuevas relaciones. La descripción desarticulada debe llevar a otra
articulación en la que se descubran nuevas relaciones entre los conceptos
para definir el espacio de posibilidades para la acción viable.
La coyuntura está conformada por hechos y procesos que caracterizan al
sistema en su conjunto. Contradicciones, estructuras y cambios culturales,
ideológicos, políticos y económicos cuestionados como un todo (abstracto-
concreto). Las potencialidades abstractas tienen que ser especificadas en po-
tencialidades concretas, que implican la reconstrucción de la relación sujeto-
objeto en la coyuntura. En un periodo (tiempo-espacio), que establece la
distancia que media entre dos coyunturas
El análisis de coyuntura socioeconómica y política tiene que ver con
el ¿qué hacer? No cualquier qué hacer, sino uno que articule lo táctico con
la estrategia, cada paso con el conjunto de la caminata y que haga de cada
acción, no algo aislado, que comienza y acaba en sí mismo, sino como un
factor de construcción de aquello que nos proponemos, como nuestros ma-
yores objetivos y de mayor alcance. Dicha descripción desarticulada intenta-
rá discutir y destacar lo esencial de lo real, para ir más allá de las apariencias,
para descubrir los factores que determinan, no sólo la coyuntura, sino la
estructura y el propio movimiento de lo real.
Como “ejercicio” de análisis participativo de coyuntura, como aprendi-
zaje de la metodología de la praxis, es también una metodología de vida, que
se aprende ejercitándola, haciéndola y viviéndola. La propuesta metodológi-
ca y filosófica de la praxis consiste en conducir la práctica de los trabajadores
en la fábrica, las redes sociales, el barrio, el pueblo o el sindicato, etc.; y,
como objetivo específico, ejercitarse colectivamente en la teorización desde
esa práctica. Se aplican variados métodos para pensar las relaciones sociales:
análisis + síntesis, deducción + inducción, etc. Para descubrir el problema y
construir la problemática debemos encontrar todas las dimensiones posibles
de la problemática en sí. Recorrer de lo más aparente y visible, a lo más es-
condido e invisible, hasta lo potencial. Encontrar conceptos ordenadores y
explorar las articulaciones de la problemática con todos sus contextos, de lo
más específico, local e inmediato, a lo más general, global y mediato, con sus
interacciones. Contrastar la problemática con otras teorías y conceptos ge-
nerados. Esta síntesis genera la percepción de lo real como un todo. Genera

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 241

también la percepción del papel que desempeña la problemática específica


en el todo, o del momento que ocupa dicha problemática en el proceso
como un todo.
Tomar ahora como punto de llegada las estrategias y tácticas de acción.
Comprendida en profundidad dicha problemática, como un momento de
problematización, teorización y superación (abstracción de la práctica y pro-
blemática anterior) y, al mismo tiempo, un momento de planeamiento de la
práctica posterior, que es la condición para la superación concreta de aquella
práctica o problemática.
Respecto a la dimensión, esta se toma como un esquema abierto, que se
basa en una propuesta metodológica genérica, universalmente válida, y por
ello, se torna concreta cuando es “puesta en marcha”, “aplicada”, “recreada”
por un grupo específico en el contexto de su práctica social e individual.
Primera definición de objetivos, motivaciones e intenciones. Empujar
los objetivos hasta el o los horizontes de la razón. Diferentes horizontes
de los objetivos, según su comprensión en el espacio y el tiempo. Definir
provisionalmente los objetivos generales, específicos y de la acción, sin
descuidar los objetivos del recorrido (corto, mediano y largo plazo).
Éste es un trabajo sobre lo objetivo y lo subjetivo, lo externo y lo inter-
no de cada uno. Involucra el inconsciente de los participantes, que es una
dimensión fundamental, no sólo de la realidad de nuestro ser integral, sino
también de nuestras facultades de comprender lo real: es la dimensión del
conocimiento silencioso. El examen de lo que puede ser consciente.
Zemelman, en Los horizontes de la razón, señala que la totalidad como exi-
gencia del tratamiento crítico determina las bases para captar la realidad. Esto
es condición para el conocimiento de lo real concreto desde su compaginada
dinámica estructural.84 Desde el supuesto de la articulación de procesos, rom-
per con las fronteras disciplinarias. La realidad es examinada bajo el supuesto de
movimiento, de direccionalidad y las tendencias de desenvolvimiento.
La riqueza que resulta entre el producto de procesos anteriores y la po-
tencialidad de desarrollo alternativo en el futuro, en un momento de la his-
toria, constituye una particularidad de la realidad histórica. Esta particulari-
dad debe ser recogida mediante una forma de análisis de coyuntura. Plantea
una cuestión epistemológica: No existe un campo delimitado para el análisis

84
Hugo Zemelman Merino, Enma Leon, Los horizontes de la razón, uso crítico de la
teoría. 1, Dialéctica y apropiación del presente, Barcelona, Ed. Anthropos, 1992.

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242 jorge lora cam

de coyuntura. Los esfuerzos de interpretación del presente pueden aproxi-


marse a las corrientes dialécticas, desde exigencias de proyectos, construccio-
nes sociales. Estos paradigmas carecen de un campo y de una metodología
específica. Este último es más bien una estrategia de conocimiento capaz de
captar la dinámica histórica en un presente, resultado de las relaciones entre
las fuerzas sociales. Y agrega que es viable impulsar la praxis de los sujetos
sociales y potenciar un presente histórico.
Lo histórico es la articulación entre sujetos y su actuar ante los procesos
de cambio. Pensar históricamente una realidad es destacar sus potencialida-
des. La objetividad es producto de sujetos sociales que se desenvuelven de
conformidad con sus intereses particulares. La realidad en una perspectiva
coyuntural, el análisis de los momentos de inflexión, objetivamente real.
Conocer las lógicas constructoras. No restringirlo en el marco de la cons-
trucción histórica. La acción sirve para la apropiación de la realidad.
Lo histórico se corresponde con una totalidad determinada por la di-
námica constitutiva de los sujetos. Es la articulación que se conjuga entre
los sujetos según sus capacidades para imponer una dirección al proceso
de cambio. Implica que se piense en una vigilancia epistemológica que no
responde a una ordenación teórica. Incluye el análisis de lo potencial. Ver-
sa sobre los modos de articulación entre las fuerzas sociales. Constitución/
desconstitución que afecta al desarrollo de los distintos sujetos. Analizar los
distintos aspectos de la realidad histórica de manera que se puedan distin-
guir aquellas propiedades en donde se cristaliza la naturaleza de la realidad
como productos de proyectos de clase. El conocimiento socio-histórico debe
estructurarse según la articulación dada entre las fuerzas sociales. El cono-
cimiento de cualquier proceso debe ser construido, en forma de reflejar la
dialéctica, constitución/desconstitución de los sujetos sociales y las estruc-
turas subyacentes.

Segundo paso: investigar


El investigar se inicia con el problema a seguir la pista. Reflexionar acerca de la
gradación, capacidad de reconocer problemas y examinar la utilidad del conoci-
miento. En vez de ser una práctica aislada, academicista, que encuentra sentido
en sí misma, la investigación pasa a formar parte del proceso de descubrimiento
y de intervención sobre lo real. Por lo tanto, es parte importante de un proceso
crítico y creativo. Ubicarse en el momento histórico contextualizado en el tiem-

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 243

po y espacio. Esfuerzo del investigador con base en dos coordenadas. Ubicación:


¿Para qué investigar? Pensar epistemológicamente la opción para construir co-
nocimiento pertinente a las exigencias de la realidad. Capacidad de objetivación:
Descomponer la relación del conocimiento en posibilidad del objeto. Reconocer
estructuras conceptuales.
Es muy importante para el trabajador aprender a investigar, como etapa
indispensable del estudio de la realidad y del planeamiento de la acción.
La metodología de la praxis propone que el sujeto de la acción debe par-
ticipar como sujeto, o como uno de los sujetos de la investigación. Pensar
que los métodos son sucedáneos del pensamiento, concepción del mundo y
paradigma orientador. No separar pensamiento racional de lo subjetivo del
sujeto. Capacidad de reconocer lo nuevo.
a. Comenzamos por describir la práctica o la situación –el contexto– los aconte-
cimientos –los escenarios– los actores
El primer acercamiento al investigar es partir de “lo real social concreto”, existen-
te como aquello real que se quiere explicar, interpretar y conocer. La representa-
ción plena, totalidad caótica y acrítica formada por intuiciones y percepciones.
Introducir las determinaciones abstractas (conceptos definidos). La pri-
mera totalidad conceptual construida y concebida bajo sus aspectos, deter-
minaciones y momentos concretos, aunque todavía genéricos, y esta misma
totalidad conceptual, ahora considerada, al mismo tiempo, abstracta.
En esta fase la construcción de teoría es secundaria, es la aproximación
al objeto a través de la observación “fenomenológica” y el uso de conceptos
ordenadores. Es el inicio del pensar teóricamente. Redefinición del tema, el
objeto y los objetivos. Nueva revisión bibliográfica (estado del arte especí-
fico). Situarse ante la realidad a través de conceptos. Intentar explicación a
través de inducción intuitiva y preguntas.
Profundización y énfasis en lo empírico e interrelación abstracto-con-
creto. Obtención-procesamiento. Sistematización-interpretación. La teoría
ayuda a interpretar, argumentar y sistematizar el trabajo de fuentes. Dos
primeras coordenadas: Teoría-Información. Ángulo de la mirada: relación
del conocimiento y recorte de la realidad.
Esta búsqueda de teorización de la problemática permite descubrir los
determinantes de su estructura y de su movimiento, en sus diferentes di-
mensiones. Saber usar la teoría, los conceptos para pensar la realidad y re-
plantearse problemas.

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244 jorge lora cam

b. Selección del problema de investigación


Parte del análisis es el proceso de investigación que se inicia con las siguien-
tes interrogantes básicas: ¿Qué? (problemas), ¿Dónde? (lugar de ejecución),
¿Cuándo? (tiempo), ¿Cómo? (métodos, técnicas, estrategias, instrumentos),
¿Por qué? (motivo, causa, razón), ¿Para qué? (efectos científicos, económi-
cos, sociopolíticos, tecnológicos, etcétera), ¿Para quién investigar? (benefi-
ciarios). Cada una de las preguntas orienta al investigador sobre las acti-
vidades que tiene que ejecutar para más adelante elaborar un proyecto de
investigación.
La problematización es un recurso metodológico/epistemológico que
surge de la pregunta: ¿cómo se llega a contextualizar una investigación? La
respuesta es: “problematizando”, construyendo y creando el ángulo del pro-
blema en su complejidad articulada desde el ángulo de la mirada a desen-
trañar y elaborar semánticamente (construir) un objeto de estudio hacia la
realización de una síntesis conceptual creativa.
Con esto llegamos al problema objeto de investigación, que es el fe-
nómeno que afecta a una determinada población y cuya solución beneficia
a ésta y no obstaculiza su desarrollo social, sobre el cual se formulan un
conjunto de interrogantes para posteriormente dar respuesta a cada una de
ellas. Se distinguen tres aspectos: Naturaleza del objeto de investigación,
situación problemática del mismo, reflexión sobre las causas, consecuencias
y potencialidades.
Se trata de conocer las propiedades, relaciones y conexiones internas
del problema-objeto de investigación. De identificar y plantear el problema
de investigación, de redefinir el ¿de qué se trata?, ubicar “el qué”, de qué
problema estamos hablando: Identificar y clarificar los ejes estructurales.
Identificar las coordenadas espacio tiempo. Definir los posibles sujetos y sus
contradicciones.
Es decir, contextualizar y definir el tipo de investigación posible. Plan-
tear el problema-objeto de investigación es descubrir las formas cómo surge,
se modifica y se transforma en su devenir histórico, teniendo en cuenta las
relaciones que mantiene con los niveles económico, político, social e ideoló-
gico; es reproducir la realidad en el pensamiento.

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 245

Tercer paso: construyendo el método


Este tercer momento en lo más concreto consiste en conseguir organizar el
material descrito e investigado, sistematizando y jerarquizando los diversos
componentes a la luz de los objetivos. Luego identificar lo más importante
por categorías: temas, sujetos, problemas, acontecimientos, desafíos y orde-
narlos para su posterior análisis. Y finalmente, seleccionar, definir o redefi-
nir, crear conceptos, categorías y líneas de reflexión. Será necesario en este
momento repensar y discutir los aspectos estructurales e históricos.
Cada objeto, cada problemática, obedece a una estrategia y tiene su
propio método de investigación. Definir postura frente a la realidad. No hay
reglas para investigar. No hay respuestas en los metadiscursos.
El diseño de investigación del objeto específico pretende la construc-
ción del objeto de estudio. Parte de la reflexión sobre los objetos teorizados
en el campo de objetos posibles.
Se delimita el objeto: el recorte espacial y temporal, y luego pasamos a la
definición de grandes áreas problemáticas referidas al problema, articulando
los contenidos posibles del objeto de estudio. Aquí deben quedar definidos: la
enunciación del tema, los objetivos y alguna posible forma de organizar, iden-
tificar, seleccionar y relacionar la metodología con la teoría-estructura-historia.
Justificación: importancia política, social y científica del estudio. Es-
quema provisional de investigación. Plan de trabajo viable. Evaluación de las
principales fuentes de información y de construcción conceptual.
Se recomienda buscar precisión en las proposiciones/enunciaciones, que
son formulaciones que se hacen en la construcción del problema como parte
de la problematización y pueden responder a diferentes formatos; esto de-
pende de la práctica vigente en el área disciplinaria y su posible subversión.
Formatos básicos de proposiciones: Esquemas meta-teóricos: supuestos
epistemológicos. Esquemas analíticos: clasificación, tipología; universales vs.
sensibilizadores. Esquemas proposicionales: contienen conceptos conecta-
dos lógico-teóricamente entre sí. Varían en función de su nivel de abstrac-
ción y forma. Axiomas: constituidos por supuestos iniciales que se asumen
verdaderos y proposiciones que se deducen de ellos. Teorías formales: con-
ceptos y proposiciones conectados.
Con estos pasos previos y habiendo investigado lo suficiente podemos
pasar a la elaboración del protocolo, que se construye asociado al problema-
objeto de investigación, a las generalizaciones empíricas y a la estrategia.

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1. Selección del problema de investigación: título completo donde que-


da claramente definido el problema-objeto de investigación.
2. Planteamiento del o los problemas de investigación, el uso de las pre-
guntas. Selección general. Selección específica. Construcción y enunciación
del problema o de los problemas (surgimiento, causas), relaciones con lo
económico, político, social e ideológico y características y tendencias. 2.1.
Significado. 2.2. Implicaciones (económicas, sociopolíticas, científicas, me-
todológicas y tecnológicas). 2.3. Limitantes (teóricos, temporales y espacia-
les). 2.4. Interrogantes (generales y específicos). 2.5. Explicación de los ob-
jetivos: generales, particulares y específicos. 2.6. Formulación y explicación
de los supuestos preliminares.
3. Definición y justificación del problema-objeto de investigación: rela-
ción entre totalidad, la crítica y el momento histórico como punto de parti-
da. 3.1. Por su naturaleza 3.2. Según su magnitud 3.3. Por su trascendencia
3.4. Según su vulnerabilidad. 3.5. Práctica y organizacional 3.6. Económica
y sociopolítica. 3.7. Teórica 3.8. Metodológica. 3.9 Intelectual. 3.10. Cien-
tífica. Así, explicar la importancia, trascendencia, magnitud, la finalidad y
fundamentación social del problema, para llegar a reflexionar sobre el objeto
teorizado a objeto posible.
4. Delimitación y presentación del objeto de estudio. 4.1. Construc-
ción y presentación del objeto de estudio en relación con el espacio-tiempo.
5. Primer plan de trabajo-actividades.
6. Estado de la cuestión teórica. (Estado del arte teórico). 6.1. Revisión
crítica de investigaciones realizadas y recursos teóricos (importancia, relevan-
cia y posibles consecuencias). 6.2. Redefinición de categorías y conceptos.
7. Métodos, técnicas y procesamiento o construcción de datos. 7.1.
Operacionalización de los supuestos preliminares. Evaluación de fuentes.
Explicación de los observables. Explicación del uso de indicadores e índices.
Referentes empíricos. 7.2. Técnicas e instrumentos de recopilación de datos.
Explicación de cómo organizar y realizar las observaciones, entrevistas, en-
cuestas, etc. Análisis (primer acercamiento).
8.1. Resultados de la investigación. Explicación general de cómo analizar los
datos obtenidos. Análisis e interpretación de los datos. 8.2. Conclusiones. 8.3.
Sugerencias. Referencias bibliográficas, hemerográficas y recursos de Internet.
Destacamos la preocupación por la constitución de los sujetos, los su-
puestos de realidad: movimiento-realidad y la construcción virtual de rea-
lidades. El ángulo del problema. Captación de movimiento y papel activo

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la metodología de la praxis desde la subjetividad práctica 247

de los sujetos sociales. Realidad. Niveles de articulación y abstracción para


explicar el movimiento social en función del tiempo-espacio. Estructura y
movimiento. Cuestiones por resolver: objetividad e historicidad.
La descripción articulada: el problema del tiempo presente. Abordar me-
todológicamente el problema del tiempo implica explicitar el concepto de
realidad y otros conceptos del tipo reconstrucción virtual o dialéctica de la
historia. Potencialidades abstractas y concretas. Reconstrucción de la relación
sujeto-sujeto. Son dos grandes momentos: construcción del objeto y descu-
brimiento, que puede pasar por la contrastación.
Para evitar el individualismo metodológico, recordar que la realidad no
puede reducirse a lo cuantificable y correlacionable: Seleccionar métodos a
emplear en la búsqueda investigativa. Revisar los instrumentos de recolección
de datos. Construir el dato y reconfigurar niveles de relación sujeto-objeto-
sujeto. Determinar la validez y confiabilidad de esos instrumentos. Analizar la
información y los datos para presentar primeros resultados. Direccionalidad.
Cambio de conocimiento. Se desarrollan con cierta autonomía y enri-
quecimiento recíproco.

Cuarto paso: analizando la práctica o la problemática


Analizar es buscar, comprender la riqueza de la diversidad y encontrar los
hilos que están detrás de la unidad de lo real. Analizar significa descomponer
al detalle el tema o los acontecimientos, desmenuzarlos en sus diversos com-
ponentes, sean ellos hechos, fenómenos, problemas, situaciones. Analizar no
significa juzgar lo real, o solamente buscar, o encuadrarlo dentro de criterios
tales como “bueno o malo”, “verdad o mentira”, “adelanto o retroceso”, sig-
nifica, sobretodo, inquirir y detectar las tensiones, ambigüedades, conflictos
y antagonismos que constituyen la complejidad de lo real.
Fundamentado en la abstracción y recopilación de un objeto delimi-
tado desde su totalidad, estudiar separadamente, procurando comprender
y descubrir su estructura y tensiones internas; en el caso de los sujetos, es-
tudiar también la naturaleza de sus intereses, sus ambigüedades, las fuerzas,
flaquezas y contradicciones de cada uno.
Estudiar los sujetos en sus interacciones, entre sí, y sus articulaciones con
el todo, más allá de la inmersión aparente de los fenómenos, ir a la compren-
sión de ellos en su complejidad, en la constelación de sus relaciones y en su
movimiento. Esto presupone que no nos engañamos llamando “realidad” a lo

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248 jorge lora cam

que es apenas la dimensión exterior de ella, esto es, el fenómeno, primer paso
de aproximación a una comprensión profunda de lo concreto; el análisis de
los sujetos provee elementos con el fin de trazar la estrategia del grupo para
lidiar con cada sujeto, incluso con sus propias debilidades y contradicciones
internas, así como para definir una táctica política en relación con cada sujeto.
Ir de la descripción articulada y estructura de la teoría a la configuración
de configuraciones supone primero desarticular conceptos. Ante formas dé-
biles de relaciones de la teoría, intentar descubrir nuevas relaciones entre
configuraciones de reproducción de lo concreto real. Para que después la
teoría pueda articularse de conceptos propiamente teóricos que explican,
prevén y guían la acción. Discurso por lo que se lucha.
Indagación de las transformaciones sociales que son producto de luchas
coyunturales entre fuerzas con concepciones antagónicas sobre el futuro. Al
analizar la realidad histórica desde la perspectiva política, es necesario pro-
fundizar y considerar: articulación dinámica entre sujetos, prácticas sociales
y proyectos, cuyo contenido es la lucha para dar una dirección a la realidad
en un marco de opciones viables. Articulación compleja. Articulación de
temporalidades diferentes. Articulación entre ámbitos de lo social. Articula-
ción del conocimiento y praxis de los sujetos sociales.85
La realidad deviene una determinada articulación entre poder y voluntad
colectiva. Debemos ser capaces de construir un tipo de razonamiento capaz de
identificar las direccionalidades objetivamente posibles de los procesos reales. La
reconstrucción de las situaciones históricas debe apoyarse en conceptos capaces
de articular elementos de la realidad social. De sujetos que protagonizan lo real,
que activan la transformación de lo social. Las voluntades colectivas modifican o
construyen relaciones. Las prácticas sociales permiten avanzar en la dirección de
un proyecto que cristaliza un orden político, creado desde una multiplicidad de
situaciones microsociales asociadas a lo macrosocial con sus mediaciones.
Examinar el poder como relación social, como capacidad de creación
de nuevas instancias de decisión. El poder debe ser examinado con acceso a
instancias institucionalizadas. El proceso de análisis incluye el seguimiento
y comprensión de instituciones, grupos, individuos y de conjunto: intereses
de clase, zonas de poder. El poder refleja modos de concreción histórica de
la realidad social en diversas direcciones. El poder como instrumento para
transformar las potencialidades de opciones en una realidad sujeta a direc-

85
Hugo Zemelman, De la historia a la política, México, Siglo xxi Editores, 1989.

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cionalidades objetivamente posibles. El futuro es parcialmente indetermina-


do o por determinar, según la concepción del mismo y de las prácticas que
se introducen. La dirección es la realidad que se contiene en un sujeto social.
Proyectos de poder que traducen los problemas del tiempo presente como
potencialidades abstractas y que imponen retos metodológicos, entre los que
está el de la revolución y el espacio, en donde los sujetos sociales conforman
una voluntad y una acción colectiva autónomas.
La construcción virtual de realidades, que expresan movimiento, se re-
quiere de dos criterios metodológicos:
La relación entre niveles y momentos del fenómeno. La relación entre ni-
vel y momento es la exigencia de historicidad como patrón de descubrimiento.
La relación nivel-momento. Operativamente rompe con la identidad
entre realidad y objeto y nos hace manejarnos en campos de objetos posibles
de identidad, realidad u objeto.

Quinto paso: sintetizando


El trabajo de síntesis y de nuevo planeamiento constituye el momento de
conclusión de un análisis de coyuntura o de evaluación de la práctica. La
síntesis es el proceso de reacomodo, de recomposición de la unidad de lo real
en el plano del pensamiento.
Es el momento de poner énfasis en los factores determinantes de la es-
tructura y en el movimiento de la realidad, acerca de las contradicciones más
importantes e intrínsecas. Es el intervalo de aclarar la correlación de fuerzas
sociales que prevalecen en la coyuntura, las alianzas tácitas o explícitas de los
bloques de fuerzas y de intereses. Es el tiempo de comprender los factores que
dan hegemonía a un determinado bloque social en esa coyuntura histórica y
la configuración de resistencias. Es la ocasión de retomar los objetivos defi-
nidos al inicio. Reexaminarlos ahora, a la luz de lo concreto, aprehendiendo
en el plano de la percepción o del pensamiento, puede llevar a reforzarlos y
profundizar en la comprensión de los mismos, o también a redefinirlos.
Las nuevas estrategias tienen la virtud de hacer un “puente” entre la
realidad en que estamos insertos y el proyecto abstracto que definimos como
objetivo mayor de nuestra práctica.86

86
Marcos Arruda, Metodología de la Praxis, en http://transformarlaescueladocentes.
com/bibliografía

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Nos volvemos a preguntar: ¿Cómo mirar la realidad histórica desde un con-


cepto utópico del mundo? Y la respuesta es: organizando la realidad que exige
ser construida, pensando en la utopía y la direccionalidad de la historia desde:87
1) Los sujetos sociales: captarlos en toda su complejidad: económica,
psicológica, ideológica, cultural, contemplando su movimiento. 2) Las es-
pecificidades en el presente. 3. Las posibilidades en el futuro. 4. Los ritmos
temporales. 5) Los espacios circunscritos. 6) El Poder y sociedad. Repensan-
do en todo momento en la historicidad y el proyecto. Donde la historicidad
es la explicación de una tendencia histórica que requiere complementarse
con su potenciación en circunstancias particulares, las cuales van configu-
rando la historia como construcción de sujetos sociales. Y la proyección de
la naturaleza del sujeto, donde la realidad del sujeto hace posible la utopía.
La realidad del actor consiste en su propia capacidad de transformarse en
proyecto, esto es, de convertir a la utopía en historia.
Propuesta para la confrontación episteme-metodológica para la síntesis:
a) Deben relacionarse los fenómenos en la interpretación: nueva mor-
fología fenomenológica, lo cual se traduce en la necesidad de entender a
los fenómenos como componentes de una constelación de relaciones que
configuran y determinan en un momento.
b) Especificidad del momento: conformado por múltiples determinaciones.
c) Elaboración de la información cualitativa y cuantitativa: ésta es cons-
truida desde su condición de componente de una articulación, gestada por
el momento histórico, considerando todas las relaciones necesarias. Des-
plazar la discusión desde el discurso al sujeto pensante. Desde la situación
contextual del investigador.
d) Los fenómenos deben explicarse desde sus dinamismos constituyen-
tes: se define el fenómeno de estudio desde su proceso interno de constitu-
ción. Además, debe incorporarse la idea de proceso para ubicar al fenómeno
como un hecho que es determinado, aunque, también determina.
e) Cuestión de parámetros: identificar los límites teóricos, ideológicos y
axiológicos en el espacio de estudio, los cuales tienen un significado especial
en el fenómeno que se estudia.
f ) Selección de conceptos ordenadores en cada área.
g) Búsqueda de puntos de articulación y relaciones posibles entre los
conceptos.

87
Hugo Zemelman, Los horizontes de la razón, vols. I, II y III, Barcelona, Antropos, 1992.

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h) Descripción articulada.
i) Definición de opciones teóricas, del espacio y lo posible. Revisar los
límites en los cuales se construye el conocimiento, en especial el discurso
disciplinario: Naturaleza, dinamismo de interacción y apropiación de la rea-
lidad contextual de los sujetos. Formas de prácticas sociales.
De este modo, la apropiación del conocimiento tiende a obedecer a
un sentido histórico, a una visión de alternativas de construcción social. En
palabras de Hugo Zemelman,
Si el pensar histórico se desplaza hacia la articulación de niveles y mo-
mentos, este movimiento no puede ser el resultado de un razonamien-
to organizado desde premisas teórico-explicativas según un orden de
factores. Antes bien, se trata de sentidos valóricos que condensan una
necesidad de sentidos, cuya realización no se alcanza en una verdad in-
cuestionable y con pretensiones de universalidad, sino al abrir espacios
de construcción. En este caso, la potenciación puede plasmarse median-
do un proyecto que pueda darle tangibilidad a la necesidad de pensar y
conocer. La función del conocimiento es detectar nudos desde los que
pueda intervenirse para potenciar lo dado en la dirección de sentido que
se busca construir. En conclusión, se establece un vínculo entre el acto
de pensar y el de asumirse como sujeto, entre conocer y auto-conoci-
miento, que es lo que marca la singularidad de convertir a la conciencia
histórica en premisa desde donde organizar el pensamiento.88
De este modo llegamos al final, habiéndonos acercado al objetivo de conse-
guir una visión de la realidad como unidad, totalidad concreta, que permita
pensar en objetivos, estrategias y tácticas emancipatorias.
Como bien señala Boaventura:
Por lo tanto, la universidad tiene esa especificidad de haber separado
la práctica y el conocimiento y de haber transformado el conocimien-
to en una práctica en sí mismo. Aun así, lo separó de todas las prácti-
cas y es por este motivo que la universidad nos permitió también –la
otra cara de la moneda– crear ideas revolucionarias en un contexto
reaccionario, porque aisló a los académicos del resto del mundo, en
la tal torre de marfil. Ahora bien, mi objetivo ha sido el de intentar
mostrar cuáles son las virtudes de la propia universidad para criticar
la idea de que hay apenas un tipo de conocimiento. Hay diversos ti-
pos de conocimiento y quizás deberíamos tener afiliados dentro de la

88
Hugo Zemelman, “Implicaciones epistémicas del pensar histórico desde la perspec-
tiva del sujeto”, Desacatos, núm. 37, septiembre-diciembre 2011, pp. 33-48.

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universidad allegados de los ciudadanos, de los movimientos y orga-


nizaciones sociales, portadores de otras formas de conocimiento que
deberían ser reconocidas.89
Sin embargo, están al acecho las propuestas posmodernas subjetivistas que
atribuyen más importancia al significante que al significado y son partida-
rios de la sustitución del mundo real por la interpretación de los textos, la
extrapolación abusiva de las teorías lingüísticas a otras esferas, el relativismo
cognitivo, la desconfianza hacia la distinción entre lo verdadero y lo falso,
unas serias reservas hacia el racionalismo ilustrado y también hacia el univer-
salismo, la concepción de la ciencia como un género literario y la negación
de las diferencias de calidad entre distintos tipos de conocimiento. Su estilo
cae frecuentemente en el hermetismo. Ponen en circulación neologismos
borrosos tras los cuales no es difícil descubrir su insustancialidad. Frente a
ello está el proceder racional. Partir y educar en los problemas reales, desde el
terreno mismo; ir a los hechos, basarse en hechos, prestarles atención; aplicar
adecuadamente las reglas de la lógica; enunciar las propias ideas con clari-
dad, de manera inteligible; desconfiar de aquellas que no se pueden explicar;
aceptar el supuesto de que esas ideas pueden ser erróneas y preguntarse sobre
sus posibles puntos débiles; comunicar a otras personas las propias reflexio-
nes y prestar atención a los argumentos en contra.
Cuando más bien el hombre, en tanto ser práctico, no podrá expresar
en sus pensamientos el mundo que lo rodea sino condicionado por su prác-
tica socio‐histórica, el ser social es lo que determina la conciencia, y no a
la inversa. Esto no quiere decir que la conciencia sea un segundo elemento
en relación con la materia y que ésta se limita a reflejar la información que
recibe del mundo exterior. Marx no conoce más que la conciencia activa y la
materia sometidas a la acción de la praxis. Por su práctica social, el hombre
de la sociedad de clases crea tal o cual modo de producción. La producción
de los bienes materiales condiciona todas las otras producciones. Las ideas,
el conocimiento, la conciencia, son también por lo tanto praxis, una praxis
determinada en último análisis, por la praxis más importante de todas, la
praxis de producción de los bienes materiales. Este abordaje permite, enton-
ces, comprender las condiciones concretas de las determinaciones simples, es
decir, su movimiento y relaciones reales como partes de una totalidad con-

89
Boaventura de Sousa Santo, “Democratizar el territorio, democratizar el espacio”,
recuperado de http://marxismocritico.com/2014/02/03/

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creta que las engloba y les da un significado. Entiende la individual situación


concreta, material, en la medida en que es parte de una totalidad. No se trata
aquí, empero, de darle al todo una posición privilegiada con respecto a las
partes. Las partes no sólo se hallan en una interacción y conexión interna
con el todo, sino también, que el todo no puede ser petrificado en una abs-
tracción situada por encima de las partes, ya que el todo se crea a sí mismo
en la interacción de estas.
Por último, si damos prioridad a la lucha de clases como lucha política
difusa y constitutiva de la totalidad social, o sea, una lucha que está ya pre-
sente en la estructura económica, configurándola, entonces las relaciones de
producción son ya la lucha de clases, son ya políticas, la política se constituye
ya desde la economía en tanto ésta es su parte sustancial. No es posible separar
la lucha emancipatoria. A riesgo de parecer repetitivo, vale la pena insistir
en que la clase capitalista se ha servido del poder estatal para continuar la
acumulación capitalista Es este modo de producción colonial el que hay que
destruir si queremos cambiar el mundo.

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LA METODOLOGÍA DE LA PRAXIS
DESDE LA SUBJETIVIDAD PRÁCTICA
fundamentos ontológicos, epistemológicos
y aproximación metodológica en ciencias sociales
editado por el Instituto de Ciencias Sociales
y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego” de la
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla,
se terminó de imprimir en septiembre de 2017,
en los talleres de Ediciones del Lirio S.A. de C.V.,
ubicados en Azucenas 10, Col. San Juan Xalpa,
Delegación Iztapalapa, Ciudad de México, C.P. 09850.
El tiraje consta de 500 ejemplares.

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