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Julio Broca
Portada
ISBN: 978-607-525-388-6
Prólogo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .9
José Virgilio Mendo Romero
Prefacio. ¿Una epistemología y metodología emancipatoria? . . . . . . .19
Capítulo i. Problemas epistemológicos y metodológicos
de la investigación en ciencias sociales
1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .43
2. La noción de ciencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .61
3. Confrontaciones epistemológicas en las ciencias sociales. . . . . . . . . .67
4. De la crítica marxista a la metodología hegemónica:
neopositivismo y falsacionismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .69
5. Tradicion hermenéutica en la metodología
de la investigación en ciencias sociales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .92
6. Marxismo y subjetividad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .100
Capítulo ii. La universidad y la formación metodológica:
los aprendizajes emancipatorios
1. Crítica a las instituciones en la formación epistemológica-
metodológica: ausencia de los aprendizajes emancipatorios . . . . . .117
2. El enfoque epistemológico de la formación del investigador . . . . . .130
3. Epistemologia y método en Edgar Morín y la pedagogía . . . . . . . .145
4. El método y la didáctica metodológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .155
5. Repensar el sistema modular para la formación de investigadores . . . . . 165
Capítulo iii. La metodología de la praxis en ciencias sociales
1. Fundamentos de la metodología de la praxis . . . . . . . . . . . . . . . . .172
2. Del configuracionismo a la metodología de la praxis . . . . . . . . . . .216
3. Fases de la investigación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .230
4. Momentos de la investigación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .234
Primer paso: describiendo la práctica en los procesos . . . . . . . . . . .239
Segundo paso: investigar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .242
Tercer paso: construyendo el método . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .245
Cuarto paso: analizando la práctica o la problemática . . . . . . . .247
Quinto paso: sintetizando. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .249
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .255
1
Doctor en Filosofía, por la Universidad de Grenoble, Francia, 1975. Sociólogo, por
la unmsm de Lima, Perú. Investigador educacional de la Universidad de Ciencias y
Humanidades (uch). Autor del libro Entre la utopía y la vida, varios ensayos sobre
filosofía, educación y sociedad. Miembro consultor de educandos.
aparte, como muchos libros en circulación, sino que son parte integrante del
desarrollo mismo de los temas que trata, de tal modo que los conceptos y
categorías epistemológicos que usa no vienen de a priori sino como efluvios
del desarrollo mismo de los conceptos a los que orientan a su vez.
Por esta razón, este es un libro “otro”, “raro”, “contra la corriente” y real-
mente nuevo, no evidentemente por su reciente aparición, sino entre otras
cosas porque, como lo acabamos de decir, aporta un esclarecimiento episte-
mológico y ciertas pautas metodológicas que permiten al investigador, espe-
cialmente al investigador novel, comprender la naturaleza de la investigación
y, en consecuencia, saber cómo emprenderla. Hasta ahora, los investigadores
de la “ciencia normal” y reconocidos por ésta, omiten este tema y pasan direc-
tamente a cuestiones operativas, sin caer en cuenta que saber obtener el cono-
cimiento implica una concepción clara de la naturaleza del mismo. Este autor
incide en aquella operatividad que, para ciertas mentalidades, proporcionan las
habilidades más “útiles y necesarias” para el funcionamiento de una sociedad
capitalista, pragmática y liberal como las nuestras. Aparte de que esta orienta-
ción trae aparejada tentadoras recompensas y que implica un cierto desprecio
respecto de las bases filosóficas y epistemológicas a las cuales se las considera
simples devaneos “vacuos y sin aplicación inmediata”, hay que indicar que
algunos seguidores de este pensamiento pragmático han tenido mucho éxito
en el mercado, y a veces han logrado verdaderos “best sellers”, consumidos
especialmente por sectores juveniles de estudiantes que hurgan ansiosamente
por las puertas de la investigación y del conocimiento; pero sus autores son
docentes preocupados más bien por elaborar manuales que faciliten la tarea, y
que acusan, como dice Lora, “ausencia de compromiso académico”.
Creemos que la operatividad mencionada es un camino errado cuyo
origen está en que muchos autores pretenden sólo alimentar lo que alguien
cuyo artículo he perdido pero está en la Revista digital Rebelión, denomina
“hoyo epistemológico”: así como los “agujeros negros” de Stephen Hawking
tragan cuanto está a su alcance, los “hoyos epistemológicos” de tales escri-
tos engullen todo rastro de lo fundamental y de compromiso para la cabal
comprensión de las teorías. Esto sucede especialmente con los aspectos ideo-
lógicos y epistemológicos de la investigación. Los escritores de investigación
se ven compelidos entonces a hacer una cacofonía, variaciones –esta vez no
musicales– sobre el mismo tema, que pretende convertirse en el “pensamien-
to único”, en materia de metodología de la investigación. Este programa lo
pretende cumplir principalmente el pensamiento de Sir Karl Popper y en
A continuación, haremos una breve reflexión sobre puntos que nos interesa
recalcar, tomando unos y dejando otros debido a razones de espacio y a la
densidad del tema y autores que trata el libro, aunque, en realidad, quisiéra-
mos consignar todos los pensamientos de Lora por ser muy valiosos.
• Desde las primeras líneas, se enuncian ya las dos grandes vertientes por
las que discurre el pensamiento europeo-occidental: lo formal y lógico y
el análisis de la historia como génesis y como desarrollo.
• En la mente de Lora está la preocupación por la mentalidad de los jóve-
nes egresados del sistema que buscan acceder a una tesis para graduarse.
Es por ello la formulación del para qué de este escrito: “para la forma-
ción de sujetos pensantes, críticos, con capacidades de adquirir una con-
ciencia histórica y formarse culturalmente”.
• Asimismo, el monopolio “anglo-eurocéntrico” que impide el desarro-
llo autónomo de nuestros propios saberes, aunque hubiéramos querido
que el tema tuviera mayor centralidad y amplitud. Lora, tomando a
González Casanova, enfatiza la necesidad de “la apropiación crítica” del
conocimiento y del saber producido, pero dentro un proyecto de país
soberano y en proceso de permanente emancipación.
• La necesidad y desarrollo de un pensamiento crítico constituye uno de
los ejes de todo el libro. Lora explica de una manera clara el por qué del
pensamiento crítico:
La crítica al capitalismo debe de ser permanentemente actualizada
porque los explotados participan y reproducen la ideología dominan-
te; en tanto las relaciones construidas históricamente generan subal-
ternidad, una intersubjetividad que reproduce afectiva, intelectual y
moralmente la ideología y la práctica de la explotación y dominación.
Criticidad, creatividad e historicidad se implican mutuamente, no pue-
de existir una sin la otra, de las que, además, Lora ha hecho una exce-
lente fundamentación. Solamente indicaré que los análisis en ciencia
social tienen que gravitar sobre estos tres pilares señalados por Lora, a los
cuales debo agregar el del “anglo-eurocentrismo” y su expresión política
a saber, la colonialidad del saber y la colonialidad del poder, eminente
contribución de nuestro compatriota Aníbal Quijano.
• Otro tema es el de la práctica y de la praxis. El propio título del libro de-
muestra la importancia que el autor confiere a esta categoría: que constituye
otro eje central del pensamiento de Lora y de cualquier ciencia social verda-
rasa (p. ej. en pp. 76 y ss.). La figura del científico que, absorto, obtiene
conclusiones como producto de la observación, es una pura ficción que los
empiristas se han empecinado vanamente en inventar. Tampoco el saber
cotidiano es producto de la pura observación sino de participación, de su
praxis, de su práctica cotidiana, social real y concreta. En ésta interviene la
observación, es cierto, pero no como un ente autónomo, originario, abs-
tracto y determinante, sino como un elemento constituyente de la prácti-
ca, un elemento necesario pero secundario dentro de una totalidad que es
la actividad consciente humana. Aún más, la observación es un producto
histórico –de la misma manera como lo son los sentidos– determinado
por los intereses sociales, la cultura del investigador, sus preferencias y,
sobre todo, sus valores. Es la práctica social la que plantea problemas para
el investigador, los que no son puramente conceptuales sino, como dice
Lora, cargados de indignación y de pasión.
• En relación con este tema está el del conocimiento objetivo, que se ha con-
vertido en todo un fetiche al cual debía prestársele adoración, Lora, a lo
largo del libro, va especialmente en contra de esa religión. Lo objetivo es la
praxis social, no un ente inmóvil aparte e independiente de las relaciones
sociales. Sabemos ahora que no hay conocimiento objetivo ni realidad ob-
jetiva libre de la subjetividad, sabemos que la verdad, el conocimiento ob-
jetivo se dan en la intersubjetividad, en la práctica social, en la praxis social
e histórica, y que esto es así porque el problema de la verdad o falsedad de
una teoría no es un problema teórico, sino práctico. “La verdad se revela
en la intersubjetividad que integra conocimiento-valor-praxis”, sostiene
Lora. El conocimiento nunca se da sólo como puro conocimiento, sino ar-
ticulado a los valores, a los sentimientos, a la pasión. Por eso hay que pen-
sar con pasión, dice Lora, y Vigotsky, más académico, sostuvo vehemente-
mente que el pensamiento se da indisolublemente unido a la actitud, a los
sentimientos, a los valores. La realidad nunca se da de golpe sino a través
de mediaciones las cuales son a su vez instancias teórico-prácticas de crea-
ción de realidad en las que el hombre desarrolla su subjetividad y en las
que gana su emancipación como producto de la lucha de clases. Además,
como lo hemos escrito en otras ocasiones, en la época actual es la teoría,
la subjetividad que es producto de la intersubjetividad, la que comanda y
lo que posibilita la actividad humana. Esto es así porque el ser humano
es un producto histórico y cultural, y por eso nuestro recordado Pedro
Ortiz Cabanillas sostenía que el hombre se aleja cada vez más del género
animalia para pasar a constituir cada vez más el género homo sapiens. Y si
bien es cierto que en la praxis, filogenéticamente hablando, la actividad
práctica determina el pensamiento y la subjetividad-intersubjetividad, en
la actualidad y ontogenéticamente hablando, es la construcción de teoría,
la consciencia, las aspiraciones humanas, los valores, la emancipación, a lo
que tienden los pueblos desde un punto de vista histórico, lo que coman-
da en la praxis la actividad humana.
• Por eso, actualmente se está hablando de una Teoría del Sujeto, teoría
en construcción que recoge el aporte de Vigotsky y otros, por la cual el
sujeto, sea el sujeto histórico o el individual-social, deja de estar someti-
do a la lógica de las estructuras y pasa a ser un agente activo pero no a la
manera de la filosofía clásica alemana, sino como sujeto social.
• Quisiera decir dos palabras en torno al concepto de determinación. Es
verdad, como afirma Lora, que el supuesto fundamental sobre el cual se
ha desarrollado toda la ciencia social hasta la actualidad, es el de la causa-
lidad mecánica. Pero como este concepto ha sido tan vapuleado por todas
partes en su aplicación a las Ciencias Sociales, se lo ha reemplazado por el
de determinación. Sin embargo, no se ha hecho una verdadera disquisición
en los ámbitos marxistas entre estos dos términos. ¿En qué se diferencia
uno del otro? Hubo una cierta discusión en la década de los 60 en Italia,
en Francia. En 1977, Raymond Williams publicó en Londres su Marxism
and Literature,2 en la que plantea una disquisición en torno al mencionado
término determinación, sin llegar a conclusiones definitivas. Por otra parte,
las corrientes postmodernas han aprovechado esta situación para negar
toda determinación en los actos humanos y para acusar de historicistas a
los marxistas y a todos aquellos que no comulgan con las ruedas de molino
del relativismo. Lo que me permito plantear es lo siguiente: a) Reivindi-
car la validez del concepto de determinación en el mundo de las ciencias
sociales, esto es, descartar toda noción de causalidad mecánica en los fenó-
menos sociales. b) Enfatizar que la determinación la hacen los hombres y
no los fenómenos naturales o extrahumanos o estructurales. c) Introducir
la dialéctica en el análisis social: la determinación es un producto social-
histórico, resultado de la lucha de clases y de la correlación de fuerzas.
• Quisiera también hacer una breve reflexión sobre esta aseveración de
Jorge Lora:
2
Raymond Williams, Marxismo y literatura, Barcelona, Península, 1980.
Nada más lejos de nuestras intenciones que formular una metodología que
sea de uso universal, únicamente pretendemos reflexionar acerca de las ba-
ses de la que denominamos metodología de la praxis cuyos más cercanos
precedentes son los debates de los setentas del pasado siglo, en que destacan
Kosik, Ilyenkov, Zeleny, E.P. Thompson, Fontana, E. Morin, la filosofía de
la praxis, la investigación acción participativa (IAP, con Orlando Fals Borda
y Paulo Freyre) y el configuracionismo (Enrique de la Garza) o el de uso
crítico de la teoría (Hugo Zemelman). Es preciso, sin embargo, que antes de
intentar nuevas formulaciones deberíamos recuperar los aportes del método
del mismo Marx, construido en su medio siglo de investigaciones.
Desde nuestro último libro3 donde criticamos al neopositivismo de
Popper, la fenomenología y el cientificismo, seguimos trabajando lo que
denominamos metodología de la praxis, y con la idea de que el concepto
totalidad trasciende el pensarlo respecto al objeto, y es extensivo a la concep-
ción epistemológica y metodológica, rompiendo las numerosas dicotomías
estructura-acción, sujeto-objeto, explicación-comprensión, inducción-de-
ducción, análisis-síntesis, cuantitativo-cualitativo, etc. Pues, para esta me-
todología, si intenta ser emancipatoria debe corresponder con ese objetivo
y seguramente será distinta de otras metodologías, al presuponer un com-
promiso ético político, recuperar las experiencias, la producción cultural y
material, los sentidos y prácticas de las relaciones sociales, etc., y usar los
métodos lógicos u otros redefinidos por el pensar dialéctico, para conocer la
realidad. Y es que el verdadero punto de partida no está en el objeto o en la
subjetividad por sí mismos, sino que es resultado del conflicto entre ambos,
es la praxis entendida inicialmente como actividad dirigida a transformar
3
Jorge Lora Cam y José Luis Sánchez, Hacia una metodología de la praxis, Puebla,
icsyh-buap, 2013.
4
Edgardo Lander, Contribución a la crítica del marxismo realmente existente: verdad,
ciencia y tecnología, Caracas, Fundación Editorial El perro y la rana, 2008. No es
nuestro propósito refutar a quienes como este autor “poscolonial” descalifican a
Marx por haber aceptado la idea de los estadios históricos de Smith y de Hegel, es
decir, los “pueblos con historia y pueblos sin historia”, atribuyéndole una mirada
evolucionista, universalista, colonialista y racista, según la cual los pueblos sin histo-
ria debían desaparecer para que el capitalismo homogeneizara la sociedad mundial
y se diera la confrontación –que significaría el fin de la historia– entre proletarios y
burgueses. Con Shanin vemos que Marx no llega a proponer una idea evolucionista;
y, según su apreciación sobre Irlanda, tampoco era colonialista. La epistemología
que precisamente criticó fue la dominante, que era la subjetivista e idealista. Marx
revirtió todo ello con su propuesta sobre la subjetividad práctica.
5
Manuel Sacristán, Lecturas de filosofía moderna y contemporánea, edición de Albert
Domingo Curto, Ed. Trotta, 2007.
del objeto. Se trata así de abrirse a una realidad en movimiento, que no su-
pone jerarquías conceptuales o explicaciones ex ante. En esta concepción, la
acción viable depende del sujeto y sus interacciones, en medio de objetiva-
ciones que acotan-limitan-presionan en la coyuntura e historia, y que pue-
den ser abstractas o concretas. La realidad no se reduce al sujeto o al objeto,
es praxis, y la función del conocimiento es definir los espacios de acción. La
realidad es también un ámbito de sentidos y construcción de significados,
un objeto en transformación con un futuro no predeterminado. Y esto es
así, porque la aprehensión más importante es la de los sujetos y su capacidad
de crear significados en la visión dialéctica entre estructura, subjetividad e
interacción. En el que la estructura se entiende como configuración de sis-
temas o teorías, con diversos niveles de claridad y relaciones duras o blan-
das entre sus elementos. Las objetivaciones pueden ser relaciones sociales,
artefactos, monumentos, instituciones, costumbres, rituales, mitos, reglas y
códigos para dar significado, condensándose en la cultura, y pueden tener
contenidos de poder o de economía.
Al investigar, se trataría de captar el dinamismo como articulación de
objetividad y subjetividad, de estructuras-subjetividad-interacción. Recons-
truir la totalidad es reconstruir las configuraciones pertinentes con sus com-
ponentes objetivos y subjetivos, donde los datos también sirven para recons-
truir conceptos y descubrir nuevas relaciones. El marxismo es un método
de construcción de teoría desde el movimiento de lo real, en la dialéctica
sujeto-objeto, en la praxis, traducida en la relación estructura -subjetividad-
interacción. Son configuraciones en campos diversos, abiertos a la reconfi-
guración por la praxis expresada en hechos históricos, en problemas sociales
o en la construcción de teoría. Esta última se basa en su uso crítico, en la
relación estructura-subjetividad-interacción, en la reconstrucción de confi-
guraciones pertinentes al objeto, en la explicación teórica, histórica o empí-
rica y en la construcción del espacio de posibilidades en el presente para una
praxis emancipatoria.
Esta investigación emancipatoria consistiría ante todo en restituir al ob-
jeto, a la sociedad, su efectiva historicidad y, por ende, en capturar la verdad
de la dinámica histórica de la forma social regida por el capital; en elucidar
sus tendencias, sus potencialidades, sus futuros posibles, abriendo a los sujetos
nuevas posibilidades de práctica. Porque la relación de la humanidad con la
historicidad del mundo social producida por su práctica es ella misma his-
tórica. No tiene por qué ser una relación ahistórica, como está implícito en
6
Mario Duayer, http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-55/filosofia-
de-la-ciencia-y-critica-ontologica-verdad-y-emancipacion
7
E. Ilienkov, El Capital, teoría, estructura y método. Tomo 1, selección y prólogo de
Pedro López Díaz, México, Ediciones de Cultura Popular, 1975.
8
Mario Espinoza Pino, “A través de Marx Sacristán y los límites del marxismo occi-
dental”, , http://www.youkali.net/youkali15-b5-EspinozaPino.pdf
1. Introducción
El objeto de este trabajo es que a partir de la autorreflexión sociológica so-
bre el particular quehacer de las ciencias sociales en América Latina y otras
regiones coloniales, proponer algunas orientaciones para la investigación
en ciencias sociales. Para empezar esta tarea necesitamos poseer tanto co-
nocimientos mínimos de las ciencias sociales en sus tradiciones teóricas y
cognitivas, como de sus supuestos filosóficos, enfatizando en las formas de
construcción epistemológica y metodológica. El investigador desde el inicio
de una investigación –que requiere una indagación previa– debería inten-
tar explicitar el objeto de estudio, expresar el sentido y las contradicciones
que percibe su conciencia, inscribirla en la totalidad e intentar interpretar
los contenidos epistemológicos, el ángulo de la mirada, el tipo de abordaje
disciplinario y las teorías que discute, la tesis central sustentada y fundamen-
tada, la visión holística y compleja, la argumentación positiva y negativa y
la visión ontológica, gnoseológica y axiológica, considerando que la meto-
dología es epistemología en acto que dialoga con otras concepciones y que
recurre a todos los recursos para descubrir e intervenir en el conocimiento
de las potencialidades de cambio. El conocimiento epistemológico en su
vertiente crítica permite reconstruir la lógica del pensamiento expresado en
teorías y métodos, en la arquitectura de la sustentación de la tesis central ex-
plicativa respaldada en argumentos o datos que la hagan creíble o verosímil,
y la fundamentación que encuentre los principios de base para construir la
teoría, sea ésta explicativa o interpretativa. Es la visión de la realidad, del co-
nocimiento; es la filosofía que está en el contenido y en el discurso, pero hay
que ponerla en evidencia. El análisis epistemológico se aplica a las condicio-
nes necesarias y suficientes para la producción de conocimiento científico.
Los conceptos y las tradiciones filosóficas son importantes porque –como
9
Eduardo Grüner, “Estudio Introductorio”, en
Marx, historiador de la praxis, http://
marxismocritico.com/2014/03/14/marx-historiador-de-la-praxis/
10
Jean Paul Sartre, Crítica de la razón dialéctica, Bs. As., Losada, 1964.
incluyendo todos los detalles históricos posibles. 2) Análisis de las diversas for-
mas de desarrollo del material mismo. 3) Indagación de la coherencia interna,
es decir, determinación de la unidad de esas diversas formas de desarrollo.
La ciencia social también tiene su correlato práctico, no es más que una
reducción analítica si no es sometida a la práctica, a la experiencia. La inves-
tigación surge de la práctica y se orienta hacia ella. Carece de valor conocer
causas en base a hipótesis, ofrecer explicaciones si no da lugar a la comple-
jidad de lo nuevo o indeterminado, si no admite procesos –parafraseando a
Mariátegui– que no sean calcos o copias. Los constructos de aquel tipo sólo
son modestos acercamientos a partir de limitaciones analíticas que no están
en la historicidad, en la realidad, pero que con este conocimiento, algunos
políticos se atreven a formular estrategias que no aplican para la acción po-
lítica de cambios profundos. Las investigaciones parciales se convierten en
ideología, si no parten de las posibilidades que ofrece la realidad. Los inte-
lectuales orgánicos que trascendieron lo hicieron por reconocer e interpretar
el momento histórico y por dar respuestas con acciones arraigadas en las ma-
sas. La teoría no puede sustituir a la actividad de los sujetos y de las masas.
Joaquín Miras Albarrán señala: “La razón práctica, el sentido común, está ya
alimentado por valores que son patrimonio de los organizados y forman la
cosmovisión en que se basa su orientación del mundo”.11
Un ejemplo está en los movimientos sociales en los Andes. En respuesta
a la agresividad neoliberal, por un momento no sólo se colocaron por enci-
ma de la izquierda, sino que la llegaron a arrollar. Sin embargo, era la misma
izquierda disgregada en las ong encargadas de mitigar la política imperial.
Muchos de ellos luchaban y luchan desde la razón práctica que organiza la
praxis, por controlar e imprimir el saber práctico que orienta el cambio de
vivir, por una nueva cultura cotidiana, basada en la experiencia que las ne-
cesidades de la explotación dicta a los subalternos. Fue una lucha no elitista
sino democrática que se enfrentó constantemente con sus enemigos étnicos
y de clase. El ethos cultural que demanda soberanía, autonomía, territorio,
igualdad, justicia, libertad, solidaridad y también democracia socialista for-
mó parte de los principios que coexisten con otros que se fueron desechando.
Empero, pronto también mostraron sus limitaciones, cuando muchos mo-
vimientos se quedaron reducidos a sus intereses particulares y los Gobiernos
11
Joaquín Miras Albarrán, El legado cultural del comunismo. Debate con Jordi Borja,
Libros libres, www.rebelion.org, 1/03/2011.
12
Enrique de la Garza Toledo, La metodología marxista y el configuracionismo latinoa-
mericano, http://docencia.izt.uam.mx/egt
13
Elza Maria Fonseca Falkembach, Walter Frantz, Sistematización, creación de cono-
cimiento, epistemologías no eurocéntricas, www.alainet.org, núm. 499, octubre de
2014.
14
Martín Retamozo, Constructivismo: epistemología y metodología en las ciencias sociales,
http://www.academia.edu/
la totalidad sino en cada una de sus fases históricas y procesos. Ello presu-
pone la superación de la diferencia sujeto-objeto, y que la verdad se exprese;
no sólo como sustancia sino como sujeto. No podemos quedarnos en enun-
ciados generales sino que hay que avanzar a proposiciones que expresen el
contenido de lo real. Va más allá de la lógica formal el ver en lo negativo
lo contradictorio, una esencia de veracidad y realidad que explica las trans-
formaciones. Para llegar a la verdad se necesitan conceptos que expresen
la realidad; en sus determinaciones internas, en sus potencialidades, en su
devenir, en sus partes y en el todo; pero la verdad también surge de las con-
tradicciones de la realidad. De allí que cada objeto requiera de conceptos y
teorías particularizadas. La negatividad permite ver el cambio y posibilitar
otros. El conocimiento debe expresar la necesidad interna del objeto. Prime-
ro, el objeto es descompuesto, analizado en sus componentes esenciales para
establecer determinaciones internas y localizar las indeterminaciones. Desde
el pensamiento se eleva a la cosa en general. Luego se restablecen las partes
en el todo, se articulan las partes para ver su funcionamiento de conjunto.
Y finalmente, de lo general se llega a la experiencia de la cosa misma. De lo
concreto sensible a lo concreto pensado, concreto abstracto-concreto. Lo
concreto es concreto porque es la síntesis de múltiples determinaciones y
también de indeterminaciones que surgen de momentos y circunstancias
que permiten la emergencia de posturas emancipatorias.
Penetrar en sus múltiples determinaciones, encontrar las indetermina-
ciones y potencialidades, intentar ser totalizante en el movimiento de su de-
venir, desde la negatividad, descubriendo las contradicciones, ubicado desde
el presente en la historia larga, media, destacando la búsqueda de potencia-
lidades de cambio. Y luego, hay que destotalizar y otra vez retotalizar. Es lo
que habría hecho Marx.
La reflexividad epistemológica es fundamental. Rolando García sostiene
que ni la filosofía especulativa, ni el empirismo supieron fundamentar la cien-
cia. Y así, la ciencia se quedó sin epistemología. Agrega que los más grandes
epistemólogos (Kuhn, Lakatos, Feyereband y Popper) no mostraron cómo se
genera el conocimiento, sólo hicieron sociología de la ciencia. Maturana y Va-
rela también cuestionan al neopositivismo y al racionalismo crítico por ofrecer
métodos sólo para lo ya conocido. El neopositivismo había entrado en un ca-
llejón sin salida con sus disputas escolásticas. La historia de la ciencia favore-
ció una salida abriendo nuevas vías de investigación. Vigotsky, Piaget y García
instalan la epistemología en la psicología, investigando el conocimiento como
midad con las teorías, lo que significaría que no hay manera de confrontarlas
empíricamente para encontrar la verdad.15
En este contexto, y en medio de la ambigüedad institucional entre hacer
ciencia y formar tecnólogos (el caso del ipn), impulsar la investigación entra
en contradicción con los resultados de dos décadas de contrarrevolución
educativa por la que ya la mayoría han sido convencidos de que las transfor-
maciones educativas globales y en particular en Latinoamérica se fundan en
las necesidades del mercado; y se expresan en la pedagogía de competencias,
habilidades, valores y actitudes para la competitividad-productividad, en un
adiestramiento individualista y pragmático para conseguir empleabilidad.16
De ahí que en las universidades se sigan inventando nuevas formas de titu-
lación que no impliquen investigar.
Sin embargo, el fundamento académico de este nuevo sistema, tras un
fondo positivista y pragmático, correspondiente al capitalismo –como enfati-
za Itsvan Metzaros– propone referentes teóricos y metodológicos (cuantitati-
vos y cualitativos) cientificistas, sobre los cuales, en las disciplinas sociales fue-
ron adicionados y yuxtapuestos, elementos constructivistas, posmodernos,
racionalistas, que exageran la diversidad o proponen universalismos abstrac-
tos, despojando la materialidad de la realidad de los conceptos y categorías u
ofertando versiones plurimetodológicas, fenomenológicas, incluyendo, a ve-
ces, fundamentos filosóficos antagónicos. Si bien es cierto que con el avance
de las ciencias, las relaciones entre idealismo-materialismo merecen ser redis-
cutidas, también es frecuente que en aras de este progreso las investigaciones
en ciencias sociales oscilen entre el empirismo, el logicismo y los universos
conceptuales que se engendran a sí mismos y que se imponen a los fenóme-
nos de la existencia social, se autovaliden en la lógica sin recurrir a sanciones
externas o seleccionando sólo las adecuadas. Precisamente para poder ubi-
carnos y no reiterar errores de viejas concepciones filosóficas, vulgarmente
renovadas, ofrecemos una visión ontológica, gnoseológica metodológica para
repensar la metodología y la teoría sin sacralizarlas filosóficamente.
15
Pablo González Casanova, Las nuevas ciencias y las humanidades: de la memoria a la
política, Barcelona, Anthropos/iis-unam, 2004.
16
Los académicos de todas las tendencias, más temprano que tarde, apoyaron la reforma;
la izquierda se quejó de las evaluaciones, pero no atinó a ofrecer resistencia, y cuando
advirtió que sus capacidades perversas para manipular y acumular puntos eran mayores
que las científicas o que las simplemente críticas, prefirió someterse a las evaluaciones y
competir por estímulos y otros agregados salariales por méritos académicos.
2. La noción de ciencia
Discutir la ciencia implica ver los aspectos ontológicos (¿cué objetos existen
en el mundo? ¿Cuáles son los enunciados acerca de ellos?, ¿para qué y para
quiénes investigamos?, etc.), epistemológicos (¿cómo los seres humanos lle-
gan a tener conocimientos de verdades acerca del mundo?), sociológicos
(¿en qué medida las verdades conocidas por seres humanos de una sociedad
están determinadas por factores histórico-sociales, económicos, políticos,
culturales?, etc.) y éticos (¿qué investigar o no, que investigación estimular
desde la colectividad, desde los Estados o las universidades?). La preferencia
indiscriminada de argumentos de uno o varios de estos temas ha llevado al
3. Confrontaciones epistemológicas
en las ciencias sociales
Las corrientes filosóficas se han desarrollado en conflicto, en debate. En lo
que concierne a las ciencias sociales, nos interesa el que se dio entre po-
sitivistas e historicistas, y posteriormente, entre analíticos y críticos. Para
entender estas confrontaciones más destacadas y algunas de cuyas ideas aun
influyen en las teorías sociales, comencemos por ubicarnos en las posturas
más abarcativas del racionalismo-empirismo y realismo-idealismo: el racio-
nalismo, afirma que es posible conocer la realidad mediante el pensamiento
puro sin necesidad de premisas empíricas. El conocimiento es tal cuando
tiene necesidad lógica y validez universal. De las ideas innatas se pueden de-
ducir otros conocimientos. Los representantes son: Descartes, Leibniz, Spi-
noza, Bachelard y Popper. El empirismo acepta los juicios sintéticos a priori
del racionalismo, pero basados en la experiencia; rechaza toda metafísica y
considera a la ciencia la forma superior de conocimiento. El realismo tiene
diversas tendencias, desde el conocimiento metafísico hasta el científico. En
el primero las ideas universales tienen existencia real, fuesen o no pensadas,
y el segundo sólo acepta el racionalismo científico. Entre ellos está el inge-
nuo, para sus defensores el conocimiento es una reproducción exacta de la
realidad, y el crítico que afirma que sólo podemos aceptar el conocimiento
sensorial con sentido crítico. El idealismo, sostiene que los objetos físicos no
pueden tener existencia fuera de la mente, es la centralidad de las ideas, de
la conciencia. Para el idealismo objetivo, los objetos son engendrados por las
ideas independientes de la conciencia, y para el subjetivo los objetos conoci-
dos corresponden a nuestras sensaciones.
El positivismo, tomando como patrón metodológico la físicamatemáti-
ca, propone el monismo metodológico, la explicación causal, la subsunción
de lo individual en leyes generales, hipotéticas. Para el positivismo todo co-
nocimiento para ser genuino debe basarse en la experiencia sensible. El pro-
greso del conocimiento sólo es posible con la observación y el experimento,
utilizando el método de las ciencias naturales. Para el positivismo lógico, una
proposición sólo tiene sentido si se apoya en la verificación por la experien-
cia. Se apoya en la lógica moderna y en el rigor para eludir la ambigüedad.
En ciencias sociales se expresa en la metodología cuantitativa. En Durkheim
y Comte, en su racionalidad positiva para conocer la sociedad, hay que tra-
tar los hechos sociales como cosas. Durkheim fue maestro del positivismo
aplicado a los hechos sociales. Rigor y objetividad basados en la concepción
del hecho social y el tratamiento causal como cosas. Sospecha sobre preno-
ciones que favorezcan una sociología espontánea. La investigación debe salir
de sí misma mediante observaciones y experimentaciones. De la inducción
a la verificación se descubren leyes. Relaciona función social con fin social.
De acuerdo con Wittgenstein, representante del positivismo lógico (en sus
Investigaciones Lógicas), para describir el fenómeno del lenguaje que com-
prende varios juegos lingüísticos, debe ser sometido a sus propias reglas. El
significado de las palabras se define por su uso. Luego dirá que el lenguaje es
una herramienta que expresa la vida en comunidad.
En el otro lado tenemos la fenomenología que sostiene la división en
ciencias de la naturaleza (nomotéticas), basadas en la explicación (erklaren),
y las ciencias del espíritu (ideográficas) que se apoyan en la comprensión
(verstehen). En la versión de Husserl, para captar el fluir y el contenido de
la conciencia hay que limitarse a describir lo que se presenta en ella, sin
condicionarse por las teorizaciones. Las referencias son a objetos concretos
y a esencias ideales. Para acceder a estas esencias hay que purificarlas me-
diante la reducción eidética (epoché), que significa poner entre paréntesis
todo lo individual y contingente. Y luego otra reducción, la trascendental,
que también deja de lado el mundo que nos rodea y al propio analista con
sus actos psíquicos y sus intereses. Así se llega a la conciencia trascendental.
Otro representante es Dilthey, para quien la comprensión tiene un carácter
objetivo. Pues trata de las objetividades de la vida o sea las obras y valores
histórico-culturales. La comprensión es posible porque el objeto de estudio
forma parte de la experiencia y no es algo externo. Se plantean la validez de
las ciencias sociales. La comprensión para Dilthey y Simmel es una empatía.
Una relación intelectual y afectiva, psíquica, que reactualiza la esfera inte-
lectual de su objeto de estudio. Con Gadamer, la hermeneútica se convierte
en una doctrina filosófica de la comprensión, pasa de ser método a la inves-
tigación del ser histórico, a entenderse con otro, sobre un texto que puede
ser desde un acontecimiento histórico hasta una obra. La comprensión es
histórica, conlleva prejuicios y se realiza en un círculo hermenéutico, en
una fusión de horizontes. Ricoeur, desde el pensamiento francés, considera
la hermenéutica como desmitologización y restauración de sentido de los
símbolos, debe unir la sospecha y la confianza para construir una arqueolo-
gía del sujeto y una teleología de la conciencia. La crítica al idealismo y al
subjetivismo condujo a la postergación por parte del marxismo escolástico
del aspecto subjetivo. Si entramos en el campo de la epistemología hay que
17
Popper, Karl, La lógica de la investigación científica, Editorial Tecnos, 1985.
18
Francisco José Martínez Martínez, “De la crisis a la catástrofe (Ensayos filosófico-
políticos)”, Eikasia. Revista de Filosofía, año IV, 21 (noviembre 2008). http://www.
revistadefilosofia.org
soportado contrastaciones más duras con la realidad, y que por lo tanto son
las mejores aproximaciones a la verdad que poseemos.
Otro de los puntos en que Popper no se separa de los neo-positivistas es
la distinción que lleva a cabo, entre la psicología de la investigación, es decir,
el estudio de los mecanismos psicológicos que llevan a un científico determi-
nado a proponer una teoría, y la lógica de la investigación, o sea, el estudio
de la justificación lógica de una teoría científica ya propuesta y formulada
por un científico. Según Popper, lo primero es irrelevante para la filosofía de
la ciencia, y sólo el análisis y la justificación lógica de las teorías tiene interés
para dicha disciplina. También comparte con los neopositivistas el carácter
normativo de su metodología, la cual se refiere no a la manera real de actuar
de los científicos, sino a la reconstrucción lógica de la misma. No se ocupa de
lo que hacen los científicos sino de lo deberían hacer, y en este sentido, Pop-
per rechaza lo que llama concepción naturalista de la metodología que haría
consistir ésta en la mera constatación empírica de actuación real de los cientí-
ficos. Éste será uno de los puntos fundamentales de la controversia con Kuhn,
ya que éste rechaza, al menos verbalmente, el normativismo popperiano e
intenta descubrir la forma de proceder efectiva de los científicos concretos.
Pero la crítica de Popper a los neopositivistas alcanza puntos funda-
mentales de la doctrina, como su criterio verificacionista para establecer el
conjunto de enunciados con sentido. Frente al que Popper propone la falsa-
bilidad, no ya como un criterio de sentido que separe enunciados con senti-
do de pseudoenunciados, sino como un criterio de demarcación, que separa
los enunciados científicos de los que no lo son, aunque tengan sentido. El
filósofo vienés no participa de la furia antimetafísica del Círculo de Viena –
que lo excluyó de ese ambiente– de un Carnap o de Schlick, antes bien, halla
cierta continuidad entre ciencia y metafísica, que serían ambas elementos o
momentos de un proceso racional global que, iniciado por los presocráticos,
llega a nuestros días, utilizando prácticamente el mismo método: el criterio
de demarcación se ofrece como una convención para distinguir ciencia y
metafísica, y no como una separación radical entre el ámbito del sentido y
el ámbito del sinsentido.
Popper basa su criterio de falsabilidad en la asimetría lógica que existe en-
tre la verificación y la falsación, según la cual, por muchos enunciados singu-
lares que apoyen un determinado enunciado universal, una ley o teoría, nunca
podemos declarar a este último verificado, porque siempre nos quedará un
número infinito de casos posibles por analizar y ver si se ajusta o no a dicha ley.
En cambio basta un solo caso particular en el que no se cumpla una ley uni-
versal para invalidarla, mediante el procedimiento denominado modus tollens,
perteneciente a la lógica deductiva clásica. En palabras del mismo Popper: los
enunciados universales, “no son jamás deducibles de enunciados singulares
pero sí pueden estar en contradicción con estos últimos”.
Visto esto, podemos expresar el criterio de demarcación de Popper di-
ciendo: “que ha de ser posible refutar por la experiencia un sistema científico
empírico”; con lo cual quedan definidos negativamente los sistemas metafí-
sicos como aquellas teorías que no pueden ser refutadas por la experiencia, o
lo que es lo mismo, que son compatibles con cualquier estado de cosas que
se pueda dar en la realidad. Vemos con esto la importancia que concede al
problema de la base empírica de la ciencia; importancia que recoge en su
aceptación del principio del empirismo, que afirma que sólo la experiencia
puede ayudar a nuestra mente o decidir sobre la verdad o falsedad de los
juicios factuales.19
Sin embargo, Popper era muy escéptico respecto a los métodos infali-
bles; pensaba que ni en la filosofía ni en la ciencia existen. Por ello discute
con los neopositivistas acerca del estatuto lógico de los enunciados básicos,
que para él son la enunciación de un hecho singular. Los neopositivistas par-
tían de los protocolos o enunciados protocolarios, que consistían en la enun-
ciación de una experiencia perceptiva de un individuo, y que para Carnap
eran irrebatibles, mientras que para Neurath siempre era posible rechazar un
protocolo si no se ajustaba a nuestras expectativas. La postura de Neurath,
ponía en peligro el carácter científico de las teorías, ya que al no explicitar
las reglas de admisión y de rechazo de dichos protocolos, se podían eliminar
los protocolos molestos y justificar la teoría que quisiéramos. En cuanto a la
posición de Carnap, caía en el psicologismo, dada la importancia del obser-
vador en el origen del protocolo.
Popper desarrolla su metodología normativa de la ciencia a través de
una serie de reglas convencionales, pero que distinguen la ciencia empírica
de la metafísica, la primera de las cuales prohíbe, precisamente, la estrategia
de Neurath para defender a una teoría de la refutación.
En cuanto a la importancia dada por Carnap al observador Popper, la
somete a la noción kantiana de objetividad entendida como intersubjetivi-
dad: sólo los enunciados susceptibles de ser contrastados intersubjetivamen-
19
La lógica de la investigación científica, Círculo de Lectores, 1995.
20
Enrique Suárez–Iñiguez, “Las fallas de Popper. Una crítica / The Errors of Popper: A
Criticism”, Andamios, v. 5, núm. 9. México, dic., 2008.
enunciados básicos aceptados, y una parte mayor de éstos puede ser dedu-
cidos de ella.
Es preferible, pues, la teoría científica que dice más sobre la realidad,
es decir, que tiene más contenido, y por tanto es más improbable. La cien-
cia, según Popper, empieza planteándose problemas, y no observaciones; y
el progreso científico consiste en el paso de problemas simples a otros más
elaborados. La ciencia procede mediante un proceso que sigue este esquema:
P - T - E - P’. Es decir, se parte de un problema P, se propone una teoría
T para resolverle, como conjetura, esta teoría conjetural se contrasta con la
experiencia con objeto de eliminar los errores, y llegamos a otro problema
P’, con lo que empieza el ciclo de nuevo.
Popper pone tres requisitos para que se pueda hablar de crecimiento de
conocimiento o de progreso científico: las teorías nuevas deben ser simples,
originales, con poder de unificación de distintos campos de la experiencia;
deben poder ser probadas de forma independiente, es decir, que se rechaza
el recurso a hipótesis ad hoc; por último, deben tener cierto éxito empírico
es decir, que lleven a establecer nuevas predicciones y que no sean refutadas
muy rápidamente.
Popper replantea al problema de la verdad de las teorías científicas me-
diante su concepto de corroboración. Dado que la corroboración de una
teoría no es algo absoluto, sino relativo a un determinado conjunto de enun-
ciados básicos, el grado de corroboración de dicha teoría puede cambiar con
el tiempo, cosa que no pasa con su verdad o falsedad. Así, para abandonar
una teoría no necesitamos demostrar que es falsa, cosa que nunca sabemos
con certeza, sino que basta con que deje de estar corroborada en relación con
los enunciados básicos aceptados actualmente. De esta manera, podemos
racionalmente negarnos a mantener hoy una teoría científica propuesta en
otro tiempo sin entrar en su verdad o falsedad, atendiendo simplemente a
que es incompatible con una parte de los enunciados básicos aceptados hoy,
es decir, basándonos en que hoy no está corroborada, aunque lo hubiera
podido estar en otro tiempo.
Con esto llegamos al planteamiento que hace Popper de la teoría de la
verdad. Popper distingue entre las teorías de la verdad subjetivas o episté-
micas, entre las que destaca la teoría de la coherencia, basada en la consis-
tencia interna de los enunciados que constituyen las teorías científicas: la
teoría de la evidencia, que supone que hay una cierta capacidad en la mente
para captar algo como verdadero de forma indudable, teoría ésta de claro
21
Carnap, Rudolf, Testability and Meaning, p. 420.
casos posibles, tendría una probabilidad nula, por amplia que sea la eviden-
cia disponible a su favor. Un modo de salvar esta dificultad, que el mismo
Carnap reconocía, sería suponer que los casos posibles deben ser similares a
los conocidos y favorables, pero tal extrapolación supone admitir un prin-
cipio de inducción que, como demostró Hume, carece de fundamentación
lógica y empírica. Carnap propuso una solución a este problema, en la que
pretendía dejar a salvo la aplicabilidad de su concepto de grado de confir-
mación y dar razón, al mismo tiempo, de la importancia metodológica que
tienen en la ciencia las confirmaciones parciales de las hipótesis universales
y las leyes. Consideraba que cuando se utiliza una ley general, no se atiende
a todas sus implicaciones sino sólo a un reducido número de predicciones
concretas, cuyo grado de confirmación incrementa el apoyo evidencial, in-
ductivo, de la ley y justifica la confianza en ella. Por tanto, la fiabilidad de
una ley “no se mide por el grado de confirmación de la ley misma sino por
el de una o varias de sus instancias”. Esta solución es marginal respecto a
su lógica inductiva y supone para Popper el reconocimiento implícito por
parte de Carnap de su fracaso al intentar mejorar el criterio verificacionista
de significado empírico para dar cabida en la ciencia a los enunciados uni-
versales.22 Como consecuencia de ello, Carnap no ofrece una justificación
lógica de la confirmación en la práctica científica.
El siguiente paso va de este neoinductivismo al neodeductivismo de
Popper. Como en el empirismo lógico, la metodología de K. Popper tam-
poco atiende a cuestiones relativas al origen de las ideas científicas-la for-
mación de una nueva hipótesis o teoría científica es, para él, el resultado de
una actividad creadora que no está sujeta a reglas fijas, y está estrechamente
relacionada con su solución al problema de distinguir claramente entre la
ciencia y la pseudociencia. El criterio de cientificidad que propone Popper
no pretende ser un criterio de significado empírico sino únicamente de “de-
marcación”, y afirma que un enunciado o conjunto de enunciados es cientí-
fico sólo si es susceptible de contrastaciones experimentales que determinen
su falsedad, es decir, sólo si es falsable en principio. Su criterio de significa-
ción cognoscitiva. De otra forma, un enunciado científico es para Popper
un enunciado prohibitivo, un enunciado que, por su precisión y/o carácter
universal, excluye la ocurrencia de determinados hechos y situaciones obser-
vables incompatibles con él, y que constituyen el dominio de sus “falsadores
22
Carnap, 1950, 572; Popper, 1963, 215.
tíficas. En suma, para él, como para los empiristas lógicos, la racionalidad
del método científico depende de la justificación lógica y empírica de las
decisiones de los científicos; de ahí que conciba el método científico como
una aplicación, lo más estricta posible, del modus tollens. Precisamente por
ello se ve obligado en algunos momentos a recurrir, a su pesar, a ciertas “de-
cisiones” complementarias de tipo convencionalista y, en términos genera-
les, su metodología –como han subrayado sus críticos– no es coherente con
la práctica científica real ni constituye un proyecto realizable, a pesar de su
carácter normativo, en el supuesto de que una teoría queda falsada por un
enunciado básico que entre en conflicto con ella. Este supuesto ni siquiera
encuentra justificación en la filosofía de Popper, porque, como hemos visto,
éste admite que un enunciado básico nunca puede considerarse probado por
la experiencia, y es posible, en muchas circunstancias, recurrir a hipótesis
auxiliares que inmunicen a la teoría frente a los hechos. Además, la historia
de la ciencia nos enseña que ningún experimento, por crucial que parezca,
ningún enunciado básico, y ninguna hipótesis falsadora, son suficientes para
falsar una teoría importante; para ello es indispensable que haya surgido
otra teoría alternativa que se considere mejor que la anterior, como señala
Lakatos. De ahí que el falsacionismo popperiano sea para una metodología
apriorística, elaborada de espaldas a la práctica científica real e inaplicable en
ella. Para Feyerabend, el conocimiento no avanza mediante una sucesión de
teorías consistentes entre sí, sino a través del contraste entre perspectivas di-
ferentes, e incluso incompatibles, de modo que exigir a una nueva hipótesis
consistencia con las teorías aceptadas equivale a favorecer a éstas por el sim-
ple hecho de ser más antiguas y familiares. Tampoco estaría justificado, se-
gún Feyerabend, exigir a las nuevas hipótesis que concuerden con los hechos
establecidos, en primer lugar, porque, en realidad ninguna teoría científica
cumple cabalmente este requisito –de ahí la importancia de las hipótesis ad
hoc en la investigación– y, en segundo lugar, porque, dado que ningún expe-
rimento o informe de observación es neutro teóricamente, tal exigencia su-
pondría aceptar acríticamente una determinada “ideología observacional”.
En consecuencia, para Feyerabend, lo más aconsejable es desobedecer esta
regla metodológica y actuar contrainductivamente, desarrollando hipótesis
incompatibles con las teorías y la base observacional establecidas, sin descar-
tar para ello teorías científicas ya rechazadas o ideas provenientes de fuera de
la ciencia: de la metafísica, la mitología o la religión.
23
Enrique de la Garza, “Estructuralismo y positivismo en tiempos de posmoderni-
dad”, en Hugo Zemelman (Coordinador), Determinismos y alternativas en las cien-
cias sociales de América Latina, México, unam-crim/Ed. Nueva Sociedad, 1995.
vista del investigador, que se orienta por la posibilidad objetiva y que unos
elementos sirvan de causa de otros para realizar la imputación causal.
Mientras que para el positivismo la conciencia está sometida a las con-
diciones de la naturaleza, mutilando la realidad histórica para adaptarla a
los conceptos y métodos de la ciencia natural, para la gnoseología clásica se
pierde de vista que el hombre no sólo es conciencia, sino una unidad psico-
física definida por su unidad espiritual; la naturaleza se encuentra sometida
a las condiciones de la conciencia. Esa unidad psicofísica individual –según
Dilthey– es la base de las ciencias culturales y las ciencias de la organización
externa de la sociedad.
La condición básica de posibilidad de las ciencias del espíritu y la ma-
teria que hace posible el conocimiento, es lo “dado” en esa vivencia que la
conciencia tiene de su propia actividad, y por la que siente vivir y se conoce
desde dentro: se comprende.
La investigación pasa del individuo a su interacción, a su interacción
con otros. La sociedad es interior al individuo. Las estructuras de la vida
y como nos es dada es el fundamento de la metodología. De la institución
psíquica originaria pasará a la comprensión de formaciones culturales y or-
ganizaciones supraindividuales. La validez queda fundada en la identidad
del espíritu del hombre y del mundo, el mundo histórico que es histórico
porque ha sido creado por el hombre cuya esencia incluye la historicidad, la
descripción, el relato y el análisis, diferentes a las naturales y permiten com-
prender lo real desde la experiencia interna. El objeto y método propios de
las ciencias sociales sería la comprensión que intenta descubrir intencionali-
dades, sentidos. Desde la unidad sujeto-objeto el conocimiento se inserta en
el mundo de la vida. Para otros, se trata de interpretar desde la lingüística,
estando vinculado a la interacción y al lenguaje. La hermenéutica también
se refiere a la comprensión e interpretación crítica del sentido. Para entender
hay que preentender. Otros más defienden la comprensión explicativa. La
explicación no sólo trata de causas, sino también del problema y su estruc-
tura, de relacionamientos, lógicas, características, complejidades, razones,
evolución, elementos inductivos y deductivos, manejo de datos, formas de
demostración, significados y consecuencias. Mientras que la interpretación
se refiere a la búsqueda de significados referidos a procesos, la comprensión
de las sociedades nunca va separada de la explicación. De hecho –para mu-
chos– el punto de partida de la investigación es ensayar una explicación e
interpretación del objeto.
6. Marxismo y subjetividad
En la tradición marxista fue hegemónica la versión dogmatizada, objetivista,
positivista, que soslaya el sentido cultural convirtiéndose en un monólogo
de verdades absolutas, más preocupada por el reflejo, la lógica, la ciencia y el
descubrimiento de leyes. Deviene en una autoconciencia “teórica” de la rea-
lidad, en una metafísica del orden. No abordaba la realidad subjetivamente,
no había causación en los análisis. Luego aparecerá con fuerza una versión
subjetivista donde la conciencia refleja al mundo y al mismo tiempo lo crea
o lo transforma, enfatizando en la construcción de realidades.
Miguel Candiotti es un académico de la Universidad Pompeu Fabra,
que nos ayudará a esclarecer algunos conceptos epistemológicos y ontológi-
cos para no perdernos en su complejidad. Con Marx, destaca lo fundamen-
tal de reconocer la subjetividad práctica, del sujeto en su actividad objetiva,
transformadora del mundo material. Ontológicamente objetiva al formar
parte de la realidad –que existe independientemente del sujeto teórico– y
gnoseológicamente objetiva, al ser empíricamente comprobable por todos.
Él lo dice así:
Cuando nos refiramos a la objetividad que es propia del objeto en
tanto subsistente en sí, en cuanto mera existencia independiente del
sujeto de conocimiento, podríamos utilizar la fórmula objetividad
ontológica. Cuando, en cambio, queramos referirnos a la objetividad
que es propia del sujeto teórico si su conocimiento se ajusta a los datos
de la experiencia corroborables por todos, sería bueno aclararlo deno-
minándola, por ejemplo, objetividad gnoseológica.24
Es precisamente el reconocimiento de la actividad práctica considerada como
acción humana que transforma permanentemente el mundo material del que
ella misma forma parte, excediendo, trascendiendo y condicionando toda ac-
tividad cognoscente de los sentidos y del pensamiento, aunque estos puedan
parcialmente guiarla, al no ser una guía ni completa, ni neutral. La subjeti-
vidad práctica forma parte de la realidad objetiva a la que modifica constan-
temente. Dice: todos somos sujetos prácticos antes de ser sujetos teóricos.
El mundo de la práctica es el mundo material de las relaciones con el medio
sociopolítico que nos constituye, las acciones que nos producen y lo que ha-
24
Miguel Candiotti, Subjetividad social y objetividad científica. Apuntes sobre la episte-
mología política de Antonio Gramsci…
25
Miguel Candiotti, Karl Marx o la subjetividad práctica como fundamento,
26
Miguel Candiotti, “Subjetividad social y objetividad científica. Apuntes sobre la
epistemología política de Antonio Gramsci”, www.rebwlion.org
ginan en los sujetos y sus interacciones pero adquieren vida propia, en esta
medida, la realidad no se reduciría de ningún modo a su concepción por
el sujeto. Sin embargo, en la creación de la realidad social intervienen los
significados que acuñan los sujetos y que guían su acción, en esta dimensión
es recuperable la idea de que la realidad es un ámbito de sentido aunque no
se reduce a los sentidos.
Por ello, en la investigación gnoseológica marxista debe tener un lugar
importante la epistemología y la investigación sobre las subjetividades, en
donde las Leyes sean vistas como tendencias “históricamente determinadas”,
y los espacios de lo posible se transformen en función de las rearticulaciones
entre objetividad y subjetividad, que implica en el conocimiento la necesidad
de abstracciones o conceptos “históricamente determinados” lo que lleva al
planteamiento del método del descubrimiento más que del de justificación.
El concepto de objetivación no se reduce a lo físico, sino es aquel producto
humano que escapa al control de sus creadores. Estos productos objetivados
pueden ser del trabajo o de la propia creación de significados. Los códigos
de sentido contenidos en la cultura pueden ser concebidos como objetiva-
ciones. Pero las objetivaciones pueden darse en campos y niveles diversos
de abstracción, para escapar al reduccionismo positivista de ver a la realidad
reducida a lo empírico. Lo empírico es sólo un nivel de realidad, y no se
reduce a la subjetividad de los sujetos. Niveles de realidad en rearticulación
con eficiencias diversas en relación con los sujetos, conformando una confi-
guración entendida como Totalidad no sistémica, es decir, que no es el Todo
sino lo pertinente al objeto, Totalidad que no determina, aunque condiciona
y de la que forma parte el sujeto y sus significados. Niveles de conocimiento
de la realidad que en articulación reconocen dinamismos diferenciados. La
realidad tiene una dimensión de sentido, entendida como códigos acumula-
dos para construir significados concretos para la situación concreta. El sen-
tido no es simplemente lo que expresa a otra realidad sino un nivel de ésta,
de tal forma que en la explicación de un fenómeno resulta vital el ámbito de
cómo se construyen los significados que guían la acción. Así, la experiencia
y el dato empírico no es simplemente el reporte de lo dado sino la propia
interacción sujeto objeto, el dato está siempre subjetivado en un contexto
objetivado, y sobre el mismo influye tanto la Teoría como los significados
del investigador y de los sujetos investigados.
Agrega De la Garza, retomando el método de El Capital, que es es-
pecífico para un objeto teórico, que si hiciéramos un intento de poner en
27
Martín Retamozo, “El método como postura. apuntes sobre la conformación de la
subjetividad epistémica y notas metodológicas sobre la construcción de un objeto
28
Hugo Zemelman Merino, “Sujeto y subjetividad: la problemática de las alternativas
como construcción posible”, en http://polis.revues.org/
para buscar soluciones propias a los problemas que afronta su país y la re-
gión. Esto es producto de una educación poco crítica, incapaz de formar una
comprensión científica e investigativa en el estudiante.
Se hace necesario un análisis ontológico de las características que ha
asumido la producción y la circulación de conocimiento, así como las con-
diciones de la investigación y su relevancia social, en relación con las cien-
cias sociales. Reflexionar sobre una perspectiva epistemológica, en el cono-
cimiento social, su cualidad, su validez, sus formas de producción, su signi-
ficatividad, su politicidad. Formular algunos interrogantes para las ciencias
sociales planteando la necesidad de repensar sus objetos, sus metodologías y
sus modos de legitimar el conocimiento.
La inquietud por la pérdida de capacidad interpretativa y descriptiva
de los conceptos que hasta hace no mucho tiempo, nos permitían organizar
y comprender la realidad histórica, se traduce en el desafío de redefinir la
comprensión sobre categorías centrales para el campo, sus temas y objetos
de estudio, y las dimensiones que aborda, así como las relaciones entre dis-
ciplinas. En este sentido, es un desafío a pensar que el objetivo no es tanto
el ganar cientificidad, sino más bien ganar en capacidad de entender, de
interpretar y de explicar. Necesitamos desbordar los límites de las ciencias
sociales constituidas como espacios blindados, con metodologías que pre-
tenden ser completas y autosuficientes. Cada vez más, los problemas son
multidimensionales, y cada vez son menos susceptibles de ser confinados en
las estrecheces de las disciplinas convencionales.
No obstante, estos movimientos e inquietudes en relación con las cien-
cias sociales conviven con lógicas –establecidas por las prácticas de evalua-
ción, la ausencia de estructuración de la carrera de investigador, los pará-
metros que definen la sumisión a teorías extrañas a nuestra diversidad, las
prioridades del poder entre otros factores– opuestos a estos desarrollos. Re-
sulta fundamental que una perspectiva crítica esté presente en los debates
en torno a las políticas de ciencia y tecnología, para evitar que los temas y
problemas de investigación prioritarios sean definidos por tecnócratas o por
quienes tienen mayor capacidad de influencia.
No podemos dejar de examinar el rol de las universidades en su cua-
lidad de espacio público, no sólo por los recursos que lo sustentan, sino
fundamentalmente por ser espacios donde pueden darse los debates inter-
teórico-políticos y los procesos en relación con el conocimiento que en ellas
debieran tener lugar. La educación es un derecho, y sólo se puede pensar en
29
Entrevista a Marina Subirats, “Lo importante hoy no es la transmisión de conocimien-
tos sino los criterios para seleccionarlos”, http://iniciativadebate.org/2014/03/15/
2. El enfoque epistemológico
de la formación del investigador
Partimos de la idea de que cada objeto tiene su método, y que muchas teo-
rías y conceptos no responden a los problemas y cambios en la realidad. Al
contrario, la investigación hegemónica universitaria empieza atribuyendo
conceptos a través del marco teórico a una realidad diversa y aún desconoci-
da, para luego introducirse en la metodología y en temas técnicos. No apor-
tan nada al conocimiento si antes de enfrentar la realidad, y sin conciencia
de su historicidad, ya la están aprisionando en especulaciones fantasiosas.
En gran parte, la responsabilidad está en la fuerza del pensamiento sumiso,
en la escasa orientación al pensamiento creativo, en la reducida experiencia
acumulada y compartida, en los profesores expertos, teóricos y metodólo-
gos, que se apoderan de las materias más significativas en la formación, frag-
mentando ambos campos, convencidos de que así están formando científi-
cos. Para muchos profesores de metodología la investigación es un proceso
lógico autonomizado de la realidad, del razonamiento y de la crítica teórica,
donde los debates epistemológicos y teóricos acerca de las metodologías par-
ticulares en cada ciencia son irrelevantes. Otros, como vimos, privilegian la
razón absolutista y la teoría, abandonando la realidad a un segundo plano,
y simplificando el pensamiento al grado cero de reflexión, legitimando la
ignorancia epistemológica. Parten de hipótesis o intuiciones producto de
la especulación subjetiva del investigador o de observaciones simples –y no
de preguntas que cuestionen lo profundo de la realidad objetiva– disfrazando
en esquemas y cartabones al positivismo, racionalismo crítico, a la filosofía
analítica o a la fenomenología, como únicos referentes metodológicos “cien-
tíficos” con magros productos. En estos enfoques epistemológicos, algunos
parten de preguntas, y otros lo hacen desde las hipótesis; en ambas hay bue-
na y mala investigación, sin embargo, parece más recomendable partir de
interrogaciones que nos lleven al descubrimiento más que a la verificación
de dudosas intuiciones o teorías. Lo que no parece admisible es partir hipó-
tesis y preguntas al mismo tiempo, pues responden a opuestas concepciones
epistemológicas. Éste es otro factor que traba las investigaciones.
En este contexto pareciera que cualquiera podría enseñar metodología,
y cualquier estudiante, si cuenta con la información adecuada, puede –si-
guiendo un guion preestablecido– hacer una tesis. Nuestra concepción es
muy distinta. Queremos que el maestro experimente la investigación, y que
con el estudiante o sujeto/objeto investigado (poblador, trabajador, campe-
sino, indígena, mujer, etc.), adquieran juntos las facultades para investigar,
que entiendan que la teoría y el método surgen de la práctica social, que
desarrollen capacidades junto a los sujetos investigados para comprender y
analizar la sociedad y puedan responder a la pregunta: ¿para qué investigar
y cómo hacerlo con un mínimo de aporte a la sociedad y al conocimiento?
Para ello, deberá comenzar estableciendo una relación de conocimiento con
la realidad, yendo a lo más profundo y reconociendo potencialidades, es
decir problematizándola.
La formación de investigadores es indispensable, pero paralelamente es
perentorio generar una cultura de la investigación antes y después, dentro y
fuera de la universidad, estimulando la producción intelectual en sus dife-
rentes manifestaciones, y en donde todos los procesos académicos y admi-
nistrativos sean tributarios de este propósito. Aunque el futuro profesional
no tenga en sus planes dedicarse a la actividad investigativa, es importante
que tenga un sólido componente investigativo en su formación, de tal ma-
nera que la investigación, más que una profesión para quienes sienten esa
vocación, sea una actitud de vida. De esta forma, tendremos profesionales,
intelectuales y científicos, más creativos y recursivos, capaces de ir más allá
de lo convencionalmente establecido, y de ingeniar una mejor manera de
hacer las cosas, cualquiera que sea el campo de actividad.
La formación de investigadores se explica como una actividad del su-
jeto que se forma. Un proceso que principia cuando el sujeto tiene una
concepción y un motivo que lo impulsa a investigar. Motivo que lo con-
duce a explorar la realidad, a conocerla, a identificar críticamente la cons-
trucción de teorías y reconocer posibles caminos o metodologías; a esta-
blecer un acercamiento con los proyectos existentes y con las acciones de
investigación que éstos involucran. Ese acercamiento le proporciona datos
para identificar su problema de investigación, crearse una representación
del mismo y plantearse metas de investigación. Así emergen proyectos de
investigación que constituyen los primeros productos objetivos de su pro-
ceso. Entendida como actividad, la formación no es un proceso que realiza
un individuo aislado. Los sujetos, los objetos de conocimiento, las accio-
nes formativas y los instrumentos de investigación se conjugan y en inte-
racción favorecen que quien se forma mediante la investigación, integre
una representación del campo de problemas y de las tareas que involucran
su solución. En este contexto, la experiencia de los más avanzados enrique-
ce la formación a la que se aspira.
30
La hipótesis observa la información empírica, busca regularidades, formula infor-
mación general que dé cuenta de regularidades para ofrecer explicaciones tentativas.
Debe tener los siguientes rasgos: ser coherente, poseer una referencia empírica y
teórica, tener un nivel de generalidad, comprobable, verificable y operacionalizable.
31
Karl Marx, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política, Madrid,
Siglo xxi, 1975, pp. 428-433.
objeto con dicho objeto exterior. Por un lado, el ser consciente es una parte
del ser social e histórico, que es en parte consciente y en parte no consciente,
pero, por otro lado, la conciencia refracta el objeto exterior al conocerlo; y
el pensamiento del objeto depende no sólo del objeto exterior sino también
de la conciencia que lo conoce y, al conocerlo, lo refigura y reconstruye. El
realismo marxiano es postcrítico y retiene junto con el carácter receptivo del
conocimiento, es decir, su capacidad de ser afectado por los aspectos sensi-
bles del mundo exterior, el carácter espontáneo y activo del entendimiento
que actúa sobre los datos de dicho mundo exterior sometiéndolos a un tra-
bajo de categorización e intelectualización, de conformación, que permite
su conocimiento.
El enfoque científico marxista exige, pues, una adaptación rigurosa a
lo dado, pero, igualmente, la elevación de lo dado a una totalidad pensada
en la que el pensamiento añade sus leyes de composición y conexión, y
además, una evaluación crítica de lo dado con vistas a su transformación.
Este aspecto de crítica práctica es lo que distingue al marxismo de todas las
teorías contemplativas, así como su impulso totalizador le distingue de todo
positivismo.
Lo específico de Marx es su creencia en la importancia de la ciencia
social para, a partir del conocimiento más exacto posible de la realidad,
construir un movimiento histórico y social capaz de desarrollar las poten-
cialidades de la especie humana a través del despliegue de las tendencias y
presentes en la actualidad, más que de la búsqueda de ideales extrínsecos y
trascendentes al propio movimiento histórico y social.
El enfoque es dialéctico ya que es un estilo de pensar que aplica una ra-
cionalidad genérico-estructural basada en la noción de contradicción como
igualdad y complementariedad de los opuestos. Esta dialéctica se presenta
como una historia-ciencia que opera mediante abstracciones históricamente
determinadas, y que metodológicamente se mueve en el círculo concreto-
abstracto-concreto o círculo analítico-sintético de inducción-deducción.
Son escalones metodológicos: la forma de la idealización inicial, los tipos de
explicación empleados, la forma de la introducción de los conceptos teóri-
cos en los análisis, el control empírico de la teoría y el desarrollo de la teoría
gracias a una concreción creciente que va generando modelos cada vez más
detallados y ajustados a la realidad.
Su campo de aplicación privilegiado es el estudio de la praxis humana,
por lo que se la puede definir como una praxeología, (se le añade el prefijo
32
Catherine Walsh. Lo pedagógico y lo decolonial: Entretejiendo caminos, p. 58.
33
Josef Estermann, “Colonialidad, descolonización e interculturalidad. Apuntes desde
la Filosofía Intercultural”. Polis, Revista Latinoamericana, 38, 2014: Pueblos indígenas y
descolonización.
servaciones son irrelevantes como criterio de verdad, y que son inútiles para
inferir o construir teorías, que sólo sirven para falsarlas, van en contra de la
práctica científica que también recurre a lo inductivo y a la no refutación.
El método abductivo, el más utilizado en la práctica de los científicos,
significa que dados unos hechos, un resultado parcial, y una regla teórica
aceptada, nos interrogamos si el caso pertenece a dicha regla; lo que nos lle-
va a confirmar el dato o la teoría, o refutar o rechazar el dato, y a rediscutir
la teoría reformulándola positiva o negativamente. En esta concepción, si
teoría y datos son construcciones, la actividad científica cuestionará las hi-
pótesis cada vez que sea necesario. La investigación es entonces un proceso
de conceptualización donde la teoría y los hechos van juntos y en tensión,
en conflicto, modificándose mutuamente.
En la experiencia en ciencias sociales se acostumbra a primero trabajar el
proyecto basados en el método hipotético deductivo y al realizar la investiga-
ción se apoyan en el abductivo, sin tener conciencia epistemológica de ello.
En resumen, Popper será criticado y abandonado, porque el amplio
aparato formal que desarrolla el empirismo lógico para garantizar su demos-
trabilidad y objetividad alcanza un punto que impide plantear cualquier
problema relevante. Para Kuhn, que critica al empirismo, la tenacidad de las
teorías impide que sean falsadas, y Lakatos, niega la idea del experimento
crucial para evaluar las teorías. Feyarebend, por su lado, es más radical y
señala que los avances científicos se deben a no haber aceptado esas normas
empiristas. Rompe con el racionalismo y el objetivismo del cientificismo
de Popper. Niega el criterio de racionalidad como forma superior de pensa-
miento y anota que las teorías son diferentes y, por tanto, inconmensurables.
Feyerabend,34 desde el anarquismo metodológico, dirá: si las posibilidades
de conocimiento son infinitas, ¿por qué debemos aceptar un método, aun-
que éste tenga la capacidad de aparecer como superior? Khun nos dice que
las comunidades científicas –en nuestros tiempos euro-anglosajonas– crean
paradigmas de investigación científica que nos son impuestas por el saber de
occidente. Ante ellos aparece la fenomenología con múltiples vertientes, que
en su versión más vulgar se caracteriza por su simpleza y obviedad; ahora de
moda con su propuesta subjetivista de que lo que hacemos al investigar es
reconocer los objetos de afuera desde la interioridad, la construcción social
de la realidad, quedándose muchas veces con las apariencias y dejando de
34
Feyerabend, Paul, Contra el método. Barcelona: Planeta De-Agostini, S. A, 1995.
35
Jorge Wagensberg, Entrevista, “Tenemos que cambiar totalmente la cultura”, http://
www.terceracultura.net/tc/?p=1667, 18/11/2009
36
Edgar Morín y otros, Educar en la era planetaria, Barcelona Gedisa, 2003.
37
Edgar Morin, Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, unesco, 1999.
38
El método de Morin irritará a los filósofos y científicos, a especialistas y guardianes
de la pureza y la racionalidad de las disciplinas. Uno de ellos es el argentino Reyno-
so, quien entiende su trabajo intelectual sobre la complejidad como una campaña
bélica: “Estamos en guerra. En el terreno de las teorías de la complejidad todos los
textos son momentos dialógicos de una contienda” (Reynoso, 2006: 20). Y conside-
ra a determinados discursos y planteamientos sobre la complejidad como suciedad
y escoria, como basura: “El campo [de la complejidad] está sucio” (p. 16); hay que
liberar a la teoría de la complejidad, “de una escoria que no es poca” (p. 18). Ante
críticas de este tipo, Morin observará con firmeza que ha comprendido que refutar
solamente no tenía ninguna esperanza: sólo un nuevo fundamento puede arruinar al
antiguo. Reynoso, Carlos, Complejidad y caos: una exploración antropológica, Buenos
Aires, SB, 2006. Reynoso, Carlos, Modelos o metáforas. Crítica del paradigma de la
complejidad de Edgar Morin, Buenos Aires, SB, 2009.
39
Salvador López Arnal, Apuntes sobre la filosofía de Richard Feynman, www.rebelion.org
40
Edgar Morin, Introducción al pensamiento complejo, Barcelona, Gedisa, 1998.
41
Pierre Bourdieu Jean-Claude Passeron, La reproducción. Elementos para una teoría del
sistema de enseñanza, México, Distribuciones Fontamara, 1996.
42
Paulo Freire, Pedagogía del oprimido, Argentina, Siglo xxi, 2002.
43
Karl Marx, Tesis sobre Feuerbach, Moscú, Ediciones Progreso, 1972, p. 18. Max We-
ber, La “objetividad” del conocimiento en la ciencia social y en la política social, Madrid,
Alianza, 2009. Para Weber la investigación social, con su argumentación antipositivis-
ta, no puede ser totalmente inductiva o descriptiva, ya que uno debe siempre aproxi-
marse a ella con un aparato conceptual. Este aparato fue identificado por Weber como
tipo ideal. Se basa en lo siguiente: un tipo ideal se forma a partir de características y
elementos de ciertos fenómenos dados, pero no intenta corresponderse con todas las
características de un caso particular. Los tipos ideales son una abstracción esencial si
uno pretende entender cualquier fenómeno social particular, ya que ellos involucran
comportamientos humanos que deben ser interpretados por tipos ideales.
44
Charles Wright Mills, La imaginación sociológica, México-Buenos Aires, fce, 1974.
45
Jean Piaget, Sabiduría e ilusiones de la filosofía, Barcelona, Ediciones Península, 1970.
46
Rigoberto Pupo Pupo, Pensamiento complejo y marxismo (Hacia una hermenéutica
cualificadora de dos cosmovisiones con fundamentos comunes), Uruguay, Amigos pro-
tectores de Letras.
47
Pierre Bourdieu, Loīc Wacquant, Una invitación a la sociología reflexiva, México,
Siglo xxi, 2009; Boaventura de Souza, Una epistemología del sur: La reinvención del
conocimiento y la emancipación social, México, Siglo xxi, 2009.
48
“La filosofía de la praxis como nueva práctica de la filosofía”. Ponencia presentada al
IX Congreso Internacional de Filosofía, Caracas, Venezuela, junio, 1977, Cuadernos
Políticos, núm. 12, México, Editorial Era, abril-junio de 1977, pp. 64-68.
49
Miguel Candiotti, “El carácter enigmático de las tesis sobre Feuerbach y su secreto, Marxis-
mo crítico, isegoria”, Revista de Filosofía Moral y Política, núm. 50, enero-junio de 2014.
Lo que nos está diciendo es que la práctica en tanto acción material, exterior,
objetiva desborda y condiciona todo conocimiento. Desde el interior del
sujeto cognoscente, la práctica es percibida como actividad que transforma
de manera profunda y constante el mundo social natural. Sólo a partir de allí
–donde el conocimiento comprueba empíricamente el poder de la práctica y
su dependencia respecto de ella– el conocimiento puede intentar convertirse
en una guía emancipadora. Asegura que la práctica es la actividad humana
material, sensible y objetiva que habita el mundo externo transformándolo
profundamente. No hay realidad exterior a la práctica. En otras palabras,
antes de ser sujeto cognoscente, el ser humano es un sujeto práctico, un
sujeto objeto, material, exterior, sensible y objetivo. Sólo así se entenderá la
historia humana como producto suyo, y se abre la posibilidad de una acción
transformadora radical. Otorga primacía a la subjetividad práctica social so-
bre la cognitiva, a las relaciones sociales concebidas de manera activa y obje-
tiva material, representada como subjetividad práctica total, fundamento y
sujeto del propio conocimiento. En las Tesis se plantea este cambio filosófico
decisivo al situar al hombre en el mundo como ser pensante contemplativo
y al mismo tiempo actuante activo y captando la objetividad de todo este
mundo como actividad del hombre socializado.
Entonces, el problema teórico fundamental es práctico, la transforma-
ción del mundo humano, social; la autoproducción o cumplimiento del
hombre, en un contexto histórico-social dado, en y por la praxis. Así, la
praxis puede derivar en la unidad indisoluble del proyecto de emancipación,
la crítica de lo existente y el conocimiento de la realidad a transformar. Tres
momentos articulados en la praxis como actividad real orientada a un fin.
Se trata de transformar el mundo con base en una crítica y un conocimiento
de lo existente.
Marx postula la recuperación del interés práctico de la razón y su prio-
ridad sobre el teoreticismo. La actividad del conocer es concebida como ac-
tividad práctica, humana; y la verdad objetiva, como un problema práctico.
Coloca la noción de práctica efectiva en el punto de partida de la teoría y
como instancia de validación, lo cual también afecta a las ciencias sociales y
a la filosofía de la historia. Además, supone una ampliación del significado
de la categoría de praxis, incluyendo la apropiación técnica de la naturaleza
y la correspondiente valoración del trabajo como actividad autorrealizable
de la esencia humana, y da pie a distintos tipos de praxis que abarcan todas
las facetas de la actividad material del hombre.
50
Gramsci, Antonio, Cuadernos de la cárcel, edición crítica a cargo de Valentino Gerra-
tana, Tomo 4, México, Ediciones Era,1984, p. 384.
51
La ciencia como acción política de la clase obrera. Bases del Centro para la Investi-
gación como Crítica Práctica, extraídas del libro El capital: razón histórica, sujeto
De este modo, para este Centro, la clase obrera sólo puede avanzar al apro-
piarse de sus determinaciones reproduciendo la necesidad de las mismas
en el pensamiento. O sea, cuando su acción respecto de la organización
consciente del trabajo social necesita dejar atrás la exterioridad de la repre-
sentación lógica para regirse mediante la reproducción de lo concreto en
el pensamiento, lo primero que la acción de la clase obrera regida por una
conciencia que se sabe enajenada necesita reconocer respecto de sus propias
determinaciones. Es problemática la conclusión determinista a la que llegan
respecto a que “el desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad no ha
alcanzado todavía el punto en que esta forma de conciencia se convierta ne-
cesariamente en la organizadora inmediata de la toma del poder del estado”.
No obstante, la conclusión práctica a la que llegan es que la organización
del partido político de la clase obrera basado en la conciencia en cuestión
necesita tomar cuerpo hoy a través de una organización independiente que
tenga como objetivo de su acción política inmediata el avance mismo en la
producción colectiva de dicha conciencia.52 Preferimos acercarnos otra vez a
Candiotti, quien propone, retomando a Gramsci:
que las relaciones sociales están siempre atravesadas por relaciones
políticas, esto es, por relaciones de fuerza, conflictos de poder, tensio-
nes entre grupos con intereses contrapuestos, cada uno de los cuales
pugna –desde posiciones que rebasan ampliamente el marco político
formal–, de reconocer que la práctica –que es siempre política– inevi-
tablemente condiciona de antemano a la teoría, en tanto es el terreno
en donde radican los verdaderos intereses de ésta, intereses que nunca
53
Miguel Candioti, Notas sobre el lugar de la política en la fundamentación del materia-
lismo histórico, www.rebelión.org
54
Miguel Candioti, Notas sobre el lugar de la política en la fundamentación del materia-
lismo histórico, www.rebelión.org
55
Marx, Carlos & Engels, Federico, Tesis sobre Feuerbach y otros escritos filosóficos, Ve-
nezuela, Misión Socialista Cultura Corazón Adentro/Ministerio del Poder Popular
para la Cultura/Gobierno Bolivariano de Venezuela
56
El marxismo no es un naturalismo ético, ni historicismo profético, tampoco una
ciencia o una filosofía pseudosistemática; no es un sistema, ideología o concepción
del mundo. Es más bien la unidad consciente de una teoría, una crítica y una prác-
tica de construcción de sujetos revolucionarios.
57
A.P. Sheptulin, El método dialéctico, México, Ed. Cartago, 1983.
ciden en que la relación sujeto-objeto está unida por la acción, son polos de
la acción sobre el mundo; la actividad implica la práctica, transformación
del medio por parte del ser humano, el cual se transforma simultáneamente,
creando mediaciones, cambio de conocimientos, construyendo herramien-
tas, inventando instrumentos semióticos, que incluyen los instrumentos psi-
cológicos, concebidos como signos. Son productos socialmente elaborados y
transmitidos. Herramientas e instrumentos que se presentan, para cada nue-
va generación, con un carácter restrictivo y de exterioridad que requiere un
verdadero proceso activo de reapropiación, y no únicamente una “simple”
interiorización pasiva.. Parte del principio cardinal de la “génesis histórico-
cultural” de los procesos y las funciones psíquicas superiores que Vigotsky
descubre a través del lenguaje de los niños, que aparece inicialmente como
formas de la actividad de cooperación y no son más que, en consecuencia,
transferidas por el niño dentro de la esfera de sus formas psíquicas de acti-
vidad. Si el comportamiento no es el despliegue inmanente de una esencia,
aunque sea individualizada, sino una posible actualización entre una infini-
dad de posibilidades, en función de las circunstancias concretas de la actividad
del sujeto, se destacan dos consecuencias. En primer lugar, que “el mecanis-
mo del comportamiento social y de la conciencia son uno y lo mismo”, y
luego, que la conciencia es “de alguna manera un contacto social con uno
mismo”, un caso particular de la experiencia social. La conciencia no es una
substancia pensante inmaterial ni, simétricamente, una cosa material –dos
perspectivas igualmente abstractas y gemelas–, sino más esencialmente, una
actividad histórico-cultural. Nos conocemos a nosotros mismos porque co-
nocemos a los demás. Así, la consecuencia será la sociologización, que se
deriva directamente de toda la conciencia; la consecuencia será reconocer que
el elemento social tiene en la conciencia la primacía de hecho y la primacía
de tiempo. Pero contra el sentir común, a veces demasiado venerado, la “so-
ciologización” no implica en absoluto ninguna simplificación sino, más bien
al contrario, una complejización: la conciencia es una relación, un producto
social. No se trata de estudiar la conciencia “en sí” sino de hacerla “vivir” para
estudiarla. Por tanto, hace falta liberarla de su supuesta autarquía ontológica,
es decir, no explicarla por ella misma ni, recíprocamente, desrealizarla como
una simple corteza (psíquica) de movimientos estrictamente psicológicos.58
58
Lucien Sève, “Del caso Bajtín al caso Vigotsky. Marx pensador de la individualidad
humana”, http://marxismocritico.com/2013/12/30/del-caso-bajtin-al-caso vigotsky/
59
“Marx sobre el concepto de proletariado: Una interpretación de Ilyenkov”, Siyaves
Azeri Marxismo Crítico.
60
Alex Levant, Reseña, “The Ideal in Human Activity de E.V. Ilyenkov”, Artículos
sobre E. V. Ilyenkov en Marxismo Crítico.
61
George Lukács, Ontología del ser social, Madrid, Ediciones Akal, 2007.
62
“Marx sobre el concepto de proletariado: Una interpretación de Ilyenkov”: Siyaves Azeri,
http://marxismocritico.com/2013/12/04/marx-sobre-el-concepto-de-proletariado/
Por su lado, otros aspectos descuidados son los que tratan Jean Piaget y
Pierre Bourdieu, quienes sientan las bases del conocimiento desde la biología y
la sociología, respectivamente. Emilia Ferreiro, experta en el primero, sintetiza
su pensamiento y dice que para Piaget el hombre es un ser social que actúa so-
bre el mundo transformándolo, pero transformándose a sí mismo en el curso
de sus interacciones. Su preocupación por el conocimiento hace que no en-
fatice en la diferenciación entre la actividad humana sensible, empíricamente
real, transformadora, práctica de aquella que no lo es, de la mera actividad
teórica, de la contemplación e interpretación, que sin embargo se dan juntos.
De ahí que para Piaget el conocimiento sea acción y proceda de la acción; la
acción es constitutiva de todo conocimiento. Según Piaget, el objeto no está
en el punto de partida sino que se construye, pero a partir de un organismo
que no es creado por el sujeto, sino que es condición misma de su existencia.
La evidencia racional no es producto directo de la experiencia ni una forma a
priori del espíritu, es el resultado de procesos de reequilibración sucesivos, en
virtud de un proceso histórico y dialéctico. La objetividad no está en el punto
de partida, es un logro, un equilibrio entre sujeto y objeto que involucra un
máximo de actividad del sujeto que siempre es actor.63
Piaget, que acusa al empirismo lógico de llevar a cabo una interpreta-
ción reductiva de la experiencia, que al entender ésta como el simple registro
de datos observables, deja escapar el papel de la estructuración activa que
el sujeto produce en el objeto. Piaget constata dificultades epistemológi-
cas y metodológicas en las ciencias sociales respecto a la imposibilidad de
experimentación; la dificultad de las mediciones por la imposibilidad de
definir unidades adecuadas y la complejidad de los fenómenos analizados;
lo que nos lleva una diferenciación entre ciencias humanas y ciencias na-
turales en relación al papel distinto del sujeto en ambos tipos de ciencias y
a los distintos métodos empleados, que sin embargo, no deben conducir a
una dualidad metodológica, sino más bien a una complementariedad y a un
intercambio de métodos entre ambas.
La teoría de la equilibración de Piaget es un modelo explicativo del desa-
rrollo cognitivo cuya tesis central es que el conocimiento procede de la acción,
entendida como la interacción sujeto-objeto y que se desarrolla mediante un
proceso constructivo. No existen estructuras a priori innatas, independientes de
la experiencia, ni se origina en las percepciones. Más bien es una construcción
63
Emilia Ferreiro, Vigencia de Jean Piaget, S. XXI, IV edición, México, 2002, p. 130.
donde en cada estadio se realiza una coordinación nueva de los elementos que
en el estadio precedente constituían una unidad pero que en el siguiente se
hallan diferenciados. Un proceso que va hacia una mayor diferenciación y coor-
dinación de lo que se diferencia. Las equilibraciones cognitivas consisten en
que los contrarios se atraen y se engendran mutuamente, lo cual supone ciclos
susceptibles de ampliarse y enriquecerse al tiempo que explica el carácter indi-
soluble de las construcciones y compensaciones. Ante los desequilibrios existen
las regulaciones o retroalimentaciones positivas que funcionan rellenando el
vacío o déficit de que se trate. Es preciso que haya producción y conservación
para que el todo conserve las partes y a la inversa en cada modificación. Es
complementado por Vygotsky con sus desarrollos del carácter social, activo y
comunicativo de los sujetos en la construcción del conocimiento, considerando
la exigencia de objetividad, que consiste en partir del objeto mismo.
De acuerdo con Rolando García, un sistema general de conocimiento es
una construcción que pretende aproximarse a las interrelaciones e interaccio-
nes entre tres subsistemas: el biológico (sea el proceso evolutivo o las activida-
des cerebrales en redes neuronales), el propiamente cognoscitivo (constituido
por las acciones esquemáticas del sujeto con los objetos o el juego dialéctico de
las teorías y la observación en la comunidad científica) y el social (las prácticas
sociales y las concepciones del mundo). El subsistema cognoscitivo existe en
base a los análisis de la construcción cognoscitiva por la desequilibración de
los esquemas o las teorías ante situaciones que no pueden asimilar, sean ob-
servables u otros esquemas, con su ulterior reorganización por abstracciones
y generalizaciones. Aquí entran a jugar las inferencias dialécticas de las nove-
dades conceptuales. La originalidad del enfoque reside en que el subsistema
cognoscitivo es semiautónomo, en el sentido de que sus reorganizaciones son
efectivamente propias al campo psicogenético y científico, pero dependen de
los otros subsistemas, que son sus condiciones de contorno. El problema cen-
tral es establecer el mecanismo de las interacciones entre los subsistemas, cada
uno de los cuales corresponde a diferentes dominios de fenómenos.
García postula que el subsistema social influye sobre la construcción cog-
noscitiva través del “marco epistémico”, concebido como una concepción del
mundo que resulta de una historia y que está asociada con relaciones de poder.64
64
José Antonio Castorina, Homenaje a Rolando García, Herramienta. Entrevista a
J.A. Castorina por Ariane Díaz y Juan Duarte Publicado el 29 agosto, 2014, de
Centro de Estudios Sociales Argentino (cesa).
65
Ibid, p. 14.
66
Loïc Wacquant, Bourdieu en el Corazón.
67
Louis Pinto, Pierre Bourdieu y la teoría del mundo social, s. XXI, México, 2002, p. 194.
de hacerlo deja afuera el contexto; y ese objeto teórico puede ser altamente
polisémico, aun a pesar del esfuerzo de formalización que se puede hacer
en él. Es lo que podríamos llamar “objetos formales”, pero que no tienen
nada que ver con la realidad concreta o la realidad histórica a la cual se está
aludiendo. Ésta es otra manera de recuperar la exigencia de la especificidad.
La problematización contextual es la manera de recuperar lo potencial
de la realidad; si la investigación no da cuenta de ello no aporta lo sustancial
en la historia, sirve sólo para describir de manera estática. Pero la realidad es
cambiante, de ahí que reducir el movimiento de lo real a ciertos sistemas teóri-
cos, por valiosos que sean, no es hacer investigación con sentido trascendente.
En cualquier caso, habría que tomar estas investigaciones como teorizaciones
que están históricamente descontextualizadas, con lo cual los posibles “erro-
res” tienen que ver con la ausencia de este ejercicio de problematización de los
enunciados temáticos.
Si bien contamos con una teoría del capitalismo, debemos ser con-
gruentes con la idea de que la realidad socioeconómica está en movimiento
imprevisible, que no sabemos cuál puede ser. Otro problema es la construc-
ción de “abstracciones”, pues para llegar a la definición de un “sistema de hi-
pótesis” se tiene primero que haber resuelto la abstracción, lo que implica in-
vestigar. Y el problema de la abstracción no se resuelve como quien va a una
biblioteca y elige al azar un libro o un archivo del internet; las abstracciones
no están editadas con título, hay que construirlas, y se construyen, pero, ¿en
función de qué? Se deberían construir en función de la pregunta: ¿para qué
quiero conocer? La abstracción tiene que ser funcional a esa pregunta, pero
no estar condicionada por la pregunta en el sentido que sea una respuesta
sin más a la pregunta. De otra manera, la investigación no sería más que un
mero discurso ideológico, sin negar que siempre está construida en el marco
de una opción axiológica y política de construcción social.
En efecto, el hombre construye constantemente sentidos sobre la reali-
dad en el ámbito de su diversidad y pluralidad, en cuyo marco se construye
el conocimiento con autonomía respecto de la opción, en la medida que
busca demostrar la viabilidad que tiene dicha opción. Ésa es una de las fun-
ciones que cumple el conocimiento, quizá la más importante, de ahí que
la construcción de abstracción es una de las tareas más importantes de este
“primer momento” del proceso de investigación.
Aquí se conjugan, entonces, tres problemas de distintos niveles: el pro-
blema del sentido del conocimiento que va a estar presente en los enuncia-
68
Ibid., p. 96.
69
Karel Kosik, Dialéctica de lo Concreto, México, Grijalbo, 1979, p. 35.
70
Ibid., p. 77.
71
Ibid., p. 124.
72
Ibid., pp. 220 y 240.
73
Marcos Arruda, Metodología de la praxis.
74
Subcomandante Insurgente Marcos, I Coloquio Internacional In Memorian An-
drés Aubry.
75
Boaventura de Souza Santos, “Introducción: Las Epistemologías del Sur”, http://www.
boaventuradesousasantos.pt/media/INTRODUCCION_BSS.pdf. Las Epistemologías
del Sur tienen seis retos, si quiere interrumpir las dicotomías clásicas a las que nos en-
frenta la Modernidad europea:
1- Reconocer el conocimiento de los vencidos desde la academia y desde las luchas
en los territorios. 2- Pasar de recoger los conocimientos surgidos de las luchas a cons-
truir conocimientos útiles para esas luchas. 3- Superar el paradigma que relaciona
objetividad [búsqueda de la verdad] con neutralidad. “Queremos saber de qué lado
estamos”. 4- Buscar nuevas metodologías de investigación que dejen de estudiar
‘sobre’ los sujetos sociales, para estudiar ‘con’ ellos y ellos. 5- Superar el mito de la
autoría individual aprendiendo del conocimiento que surge de las luchas, donde la
autoría es colectiva. 6- Necesidad de escuchar profundamente. Cerrar los ojos para
poder ver otras cosas.
Todo esto no hace sino reafirmar la concepción del hombre como ser
práctico, por más que puedan cambiar las formas específicas de desplegar
su actividad, y demuestra, asimismo, que la concepción misma de la pra-
xis y del hombre como ser práctico tiene que ser dialectizada en función
de los cambios decisivos que se operan, en la actualidad, en la praxis mis-
ma, y, en particular, en la praxis material productiva y en la praxis social.76
Al mismo tiempo, además de concebir la unidad teoría-praxis, como proble-
ma teórico–práctico y práctico-teórico, expone distintas formas de praxis,
que van desde la creadora y reiterativa, hasta la espontánea y reflexiva, sin
agotarlas. Es en este punto que Candiotti encuentra cierta ambigüedad o
incomprensión de Sánchez Vásquez respecto a la subjetividad práctica.
Intentemos reseñar el pensamiento de Pupo. Para este filósofo cubano,
en la aprehensión hermenéutica y la metodología de la praxis, problema
complejo, poseedor de muchas aristas significativas, de múltiples sentidos,
resultan interesantes y guiadoras las ideas de Marx, quien fue el primero que
concibió la dialéctica teoría práctica como un problema teórico-práctico y
práctico-teórico, al mismo tiempo, para así superar la dicotomía existente y
la minusvaloración de la praxis en dicha relación dominante en la historia de
la filosofía y del pensamiento y las ideas en general. Las tesis sobre Feuerbach
dan cuenta de ello, “que la vida es esencialmente práctica”; y las de Lenin
en los Cuadernos filosóficos, que la práctica “posee no sólo la dignidad de la
universalidad, sino también la de la realidad inmediata”, y que “la concien-
cia del hombre no sólo refleja el mundo objetivo, sino que lo crea […] es
decir, que el mundo no satisface al hombre y éste decide cambiarlo con su
actividad”. Ideas rectoras para comprender la universalidad de la praxis y las
distintas aristas de sentido que posee su interpretación. Estamos en presen-
cia de una extraordinaria riqueza hermenéutica.77
En la concepción de Pupo, la filosofía es un saber sintético-integrador
sobre el mundo en relación con el hombre, y la relación hombre-mundo,
en tanto abstracción de máxima generalidad, encuentra concreción en la
actividad, como relación sujeto-objeto y sujeto-sujeto. En la praxis, en tanto
núcleo fundante de la actividad humana, que expresa el modo de existencia,
76
Adolfo Sánchez Vázquez, Filosofía de la praxis, Barcelona, Editorial crítica, 1980, pp.
237, 248.
77
Rigoberto Pupo, La práctica y la filosofía marxista, La Habana, Editorial de Ciencias
Sociales, 1986; y La actividad como categoría filosófica, La Habana, Editorial de Cien-
cias Sociales, 1990.
78
Jorge Lora y Carlos Mallorquín, La miseria del método, México, buap, 2008.
79
Op. cit., pp. 309, 1984.
80
Op. cit., p. 5.
Sobre esta base, volver al conjunto de los hechos, interpretar redes fac-
toriales de relaciones mutuamente dependientes que expliquen la compleji-
dad de lo real, enumerar acontecimientos pequeños y grandes, escuchar las
diversas voces de la historia, los relatos polifónicos, la pluralidad de visiones
objetivas que organizan la memoria correspondiente a las necesidades del
momento histórico. La explicación se logra cuando se conoce la lógica del
objeto y con base en ella se logra delimitar. Al articular factores, podemos
resolver el para qué investigamos, la relación teoría-práctica y el pensar. El
movimiento implica el sentido del conocimiento y del contexto. Lo relevan-
te es descubierto, no presupuesto.
De la reconstrucción articulada sujeto-objeto, sujeto-sujeto, la teoría
es reconstruida en un proceso de confrontación con lo real, en un proceso
lógico vinculado a la praxis, para lograr lo concreto pensado. La totalidad
reconstruida significa descubrir los aspectos determinantes del proceso y sus
articulaciones. La causalidad no es presupuesta sino que está articulada a la
reconstrucción.
Con los conceptos ordenadores se reconstruye lo real y se buscan nuevas
relaciones posibles; pueden ser traducidos en indicadores que al operacio-
nalizar se orientan en la búsqueda de nuevas relaciones y en reconstruir la
realidad. La investigación produce tensiones: la teoría pide datos, tensiona
la subjetividad del investigador y la de los sujetos investigados, además de la
impaciencia que produce la propia realidad. De acuerdo con la lógica des-
cubierta en las fases anteriores, se imponen los instrumentos de producción
del dato y de la información. Comprobación de relaciones antes propuestas
y corrección que densifica al objeto. Hemos visto cómo lo real informa a la
teoría y la teoría permite percibirlo, formularlo y dar cuenta de él. Con esto
se puede pasar del perfil al diseño del proyecto, enfocarse en la investigación
del objeto. Intentar una construcción realista, crítica y reflexiva.
Después esta investigación primera será posible centrarse en la cons-
trucción teórica, al articular la cadena de pensamiento y realidad, se avanza a
lo concreto pensado. Se teoriza la producción de datos y se establece la teoría
subyacente a la información. Finalmente, pasamos al reordenamiento expo-
sitivo y síntesis provisional. Sobre esta base proponemos un acercamiento a
una estrategia de investigación, de ningún modo esquemática, que puede
servir para ciertas investigaciones.
La política debemos considerarla como constituida por todas las acti-
vidades humanas que, afectando en mayor o menor medida las relaciones
3. Fases de la investigación
La educación será una si queremos una educación para formar ciudadanos
con conciencia histórica y critica, con cultura y formación científica y tec-
nológica, y con aspiraciones políticas transformadoras del sistema; y otra, si
queremos adiestrar técnicos para las trasnacionales, profesionales inocuos,
sin perspectivas humanitarias o socializantes.
Colocados en la primera tendencia, continuamos con la idea de empe-
zar por niveles investigando y debatiendo primero desde las prácticas y expe-
81
Hugo Zemelman, http://Aspecto-Basicos-de-La-Propuesta-de-La-ConcienciaHistori-
ca-o-Del-Presente-Potencial-Parte-2 es.scribd.com/doc/117471789/, México, 2010;
Los horizontes de la razón: I. Dialéctica y apropiación del presente, Barcelona, Anthropos/
México, El Colegio de México, 1992; Los horizontes de la razón: II: Historia y necesidad
de utopía, Barcelona, Anthropos/México, El Colegio de México, 1992.
4. Momentos de la investigación
Las exigencias cognitivas que plantea el sujeto cuando se le concibe como
producente obligan a articular dimensiones en la perspectiva temporal del
momento y de la secuencia, lo cual quiere decir que se tiene que destacar la
dimensión del movimiento interno por encima de las condiciones externas,
aunque ambas dimensiones estén articuladas (Necesidades y las posibilida-
des de viabilidad).
Intentemos explorar posibilidades de acercamiento colectivo para in-
vestigar procesos sociales:
1. Definir los objetivos sociales del grupo a través del análisis: reflexio-
nar sobre la conciencia histórica, solidaridad y autonomía, transformación
política. Describir la coyuntura específica aún de modo desarticulado, como
momento de una estructura y del movimiento de lo real. Hacer un primer
análisis de coyuntura ubicándose en el momento y en el acontecimiento
histórico. Acopiar y relacionar información, elementos, datos para descubrir
los principales hechos históricos y otros factores intervinientes. Definición
de un problema y su problematización, con un ángulo de análisis. Definir
áreas de relaciones sociales que pudieran ser pertinentes para el problema,
luego, a partir de la crítica a las interpretaciones y teorías acumuladas, la des-
articulación y selección de conceptos ordenadores. Estos conceptos ordena-
dores, aislados de sus teorías de origen, no pueden explicar si no sirven para
ordenar el mundo empírico, para delimitar campos de observación, lo que
lleva a aquella primera descripción desarticulada, cuyo objetivo no es probar
82
Santiago Castro-Gómez y Ramón Grosfoguel: compiladores. El giro decolonial: re-
flexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global. Siglo del
Hombre Editores; Universidad Central, Instituto de Estudios Sociales Contempo-
ráneos y Pontificia Universidad Javeriana, Instituto Pensar, 2007. Bogotá pp. 21-17
83
Marcos Arruda, Metodología de la Praxis, en http://transformarlaescueladocente.
com/bibliografía
84
Hugo Zemelman Merino, Enma Leon, Los horizontes de la razón, uso crítico de la
teoría. 1, Dialéctica y apropiación del presente, Barcelona, Ed. Anthropos, 1992.
que es apenas la dimensión exterior de ella, esto es, el fenómeno, primer paso
de aproximación a una comprensión profunda de lo concreto; el análisis de
los sujetos provee elementos con el fin de trazar la estrategia del grupo para
lidiar con cada sujeto, incluso con sus propias debilidades y contradicciones
internas, así como para definir una táctica política en relación con cada sujeto.
Ir de la descripción articulada y estructura de la teoría a la configuración
de configuraciones supone primero desarticular conceptos. Ante formas dé-
biles de relaciones de la teoría, intentar descubrir nuevas relaciones entre
configuraciones de reproducción de lo concreto real. Para que después la
teoría pueda articularse de conceptos propiamente teóricos que explican,
prevén y guían la acción. Discurso por lo que se lucha.
Indagación de las transformaciones sociales que son producto de luchas
coyunturales entre fuerzas con concepciones antagónicas sobre el futuro. Al
analizar la realidad histórica desde la perspectiva política, es necesario pro-
fundizar y considerar: articulación dinámica entre sujetos, prácticas sociales
y proyectos, cuyo contenido es la lucha para dar una dirección a la realidad
en un marco de opciones viables. Articulación compleja. Articulación de
temporalidades diferentes. Articulación entre ámbitos de lo social. Articula-
ción del conocimiento y praxis de los sujetos sociales.85
La realidad deviene una determinada articulación entre poder y voluntad
colectiva. Debemos ser capaces de construir un tipo de razonamiento capaz de
identificar las direccionalidades objetivamente posibles de los procesos reales. La
reconstrucción de las situaciones históricas debe apoyarse en conceptos capaces
de articular elementos de la realidad social. De sujetos que protagonizan lo real,
que activan la transformación de lo social. Las voluntades colectivas modifican o
construyen relaciones. Las prácticas sociales permiten avanzar en la dirección de
un proyecto que cristaliza un orden político, creado desde una multiplicidad de
situaciones microsociales asociadas a lo macrosocial con sus mediaciones.
Examinar el poder como relación social, como capacidad de creación
de nuevas instancias de decisión. El poder debe ser examinado con acceso a
instancias institucionalizadas. El proceso de análisis incluye el seguimiento
y comprensión de instituciones, grupos, individuos y de conjunto: intereses
de clase, zonas de poder. El poder refleja modos de concreción histórica de
la realidad social en diversas direcciones. El poder como instrumento para
transformar las potencialidades de opciones en una realidad sujeta a direc-
85
Hugo Zemelman, De la historia a la política, México, Siglo xxi Editores, 1989.
86
Marcos Arruda, Metodología de la Praxis, en http://transformarlaescueladocentes.
com/bibliografía
87
Hugo Zemelman, Los horizontes de la razón, vols. I, II y III, Barcelona, Antropos, 1992.
h) Descripción articulada.
i) Definición de opciones teóricas, del espacio y lo posible. Revisar los
límites en los cuales se construye el conocimiento, en especial el discurso
disciplinario: Naturaleza, dinamismo de interacción y apropiación de la rea-
lidad contextual de los sujetos. Formas de prácticas sociales.
De este modo, la apropiación del conocimiento tiende a obedecer a
un sentido histórico, a una visión de alternativas de construcción social. En
palabras de Hugo Zemelman,
Si el pensar histórico se desplaza hacia la articulación de niveles y mo-
mentos, este movimiento no puede ser el resultado de un razonamien-
to organizado desde premisas teórico-explicativas según un orden de
factores. Antes bien, se trata de sentidos valóricos que condensan una
necesidad de sentidos, cuya realización no se alcanza en una verdad in-
cuestionable y con pretensiones de universalidad, sino al abrir espacios
de construcción. En este caso, la potenciación puede plasmarse median-
do un proyecto que pueda darle tangibilidad a la necesidad de pensar y
conocer. La función del conocimiento es detectar nudos desde los que
pueda intervenirse para potenciar lo dado en la dirección de sentido que
se busca construir. En conclusión, se establece un vínculo entre el acto
de pensar y el de asumirse como sujeto, entre conocer y auto-conoci-
miento, que es lo que marca la singularidad de convertir a la conciencia
histórica en premisa desde donde organizar el pensamiento.88
De este modo llegamos al final, habiéndonos acercado al objetivo de conse-
guir una visión de la realidad como unidad, totalidad concreta, que permita
pensar en objetivos, estrategias y tácticas emancipatorias.
Como bien señala Boaventura:
Por lo tanto, la universidad tiene esa especificidad de haber separado
la práctica y el conocimiento y de haber transformado el conocimien-
to en una práctica en sí mismo. Aun así, lo separó de todas las prácti-
cas y es por este motivo que la universidad nos permitió también –la
otra cara de la moneda– crear ideas revolucionarias en un contexto
reaccionario, porque aisló a los académicos del resto del mundo, en
la tal torre de marfil. Ahora bien, mi objetivo ha sido el de intentar
mostrar cuáles son las virtudes de la propia universidad para criticar
la idea de que hay apenas un tipo de conocimiento. Hay diversos ti-
pos de conocimiento y quizás deberíamos tener afiliados dentro de la
88
Hugo Zemelman, “Implicaciones epistémicas del pensar histórico desde la perspec-
tiva del sujeto”, Desacatos, núm. 37, septiembre-diciembre 2011, pp. 33-48.
89
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