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La v o z e n l a o s c u r i d a d

;Hay acaso un tiempo en el que se escribe el poema?


El poema tiene el tiempo alojado en su interior, un
tiempo hecho de tensiones e inflexiones -el poema es,
en cierto modo, pura temporalidad- pero he aquí que,
de las palabras hacia afuera, nos parece desprendido del
tiempo, ajeno a toda cronología. El poema se muestra
como un puro acontecer presente, un presente que dura
y se transforma pero que no pasa: está todo ahí o no
estuvo nunca o ya ha desaparecido. Y sin embargo no
renunciamos a la idea de que su escritura ha dejado
huellas fechables, de que en algún momento alguien se
sentó y se inclinó frente a una hoja blanca en una hora
de algún día, y trazó sus palabras de la primera a la
última; o que se inclinó varias veces, durante sucesivas
estaciones, y que cuando puso el punto final ocurrían
cosas afuera, nevaba o llovía o se ponía el sol y los relo-
jes marcaban la hora, los calendarios anunciaban el día,
el mes, el año. Que el poema, entonces, resulta de una
escritura realizada en un determinado tiempo histórico
y aun más: que esa misma escritura tiene su historia
puesto que ha empezado en algún lugar, ha avmzado,
se ha interrumpido, ha vuelto sobre sí para corregirse,
en fin, ha ido haciéndose ella misma materia de un
relato. Quizá esa historia - e s e relato- no guarda ínti-
mamente ninguna relación con el poema porque en éste
todo es necesidad y en aquélla más bien todo es azar
pero la curiosidad por conocerla, impura si se quiere,
sesgadamente nos retiene en las proximidades del poe- i S e trata de un nuevo poema o es el mismo que sigue
ma, toma las formas de un acceso, ilusorio si se quiere. creciendo? En 1993 publica Pythia, una edición de be-
Ubicados en esa perspectiva podríamos decir que las lleza precisa, d e sensualidad minuciosa, exhaustiva, eje-
primeras huellas dejadas por este poema datan de 1976. cutada por Mario del Valle y en cuyo proceso la autora
En 1979, recogiendo en una plaqueta la siembra de tres interviene paso a paso. En esa edición Pythia tiene cinco
años, Gloria Gervitz publica Shajarit, un texto que co- partes pero la quinta no es materia verbal sino una
menzaría a crecer y que, en una nueva versión, quedaría serie de tres colotipias de Luz María Mejía. La reunión
incluido en Fragmento de ventana, cuya publicación de autorías es un detalle al que el poema casi no presta
está fechada en 1986; en el transcurso del año siguiente atención, él es eso que es. Después de Pythia, Gloria
aparecería Yiskor, obra que, en una bella ~dicióncon Gervitz reinicia el trabajo, la lenta espera de "Equi-
ilustraciones de Julia Giménez Cacho, recoge y corrige noccio". Su ejecución la convence de que lo que ha
"Fragmento de ventana" y agrega la sección "Del libro hecho se reúne naturalmente con todo lo anterior por-
de Yiskor". En la edición, en la solapa, se hace constar que ha seguido la ruta de un único poema. Escribe,
que "La versión de Fragmento de ventana que se pu- pues, y vuelve hacia atrás, revisa, vacila, mueve una
blica en este volumen es la que la autora considera pieza, suprime una vez más, se detiene ante un trozo
como definitiva", pero ya sabemos que los poetas, con de blanco para oír cómo suena aquel silencio, para de-
declaraciones de este género, nunca serán contados en- cidir si es necesario prolongarlo o acortarlo. En algún
tre las gentes de palabra confiable. En 1991, en efecto, momento entiende que Migraciones ha vuelto a cerrar-
una cuidadosa edición del Fondo de Cultura Económi- se sobre sí; lo entrega.
ca, con el titulo de Migraciones, recoge una nueva Hecha en la espera de una lenta maduración, en el
versión de todo el texto y el poema se desarrolla agre- acecho de eso que tarda en venir, resultante de auscul-
gando otra sección titulada "Leteo". Una primera im- taciones y de talas destinadas a dejar apenas lo esencial,
presión de quinientos ejemplares se agota rápidamente la obra de Gloria Gervitz es este poema. Haberse puesto
y una segunda de idéntico tiraje se va también en pocos sin restricción a su servicio, haber ignorado que mien-
meses. En 1992 se tiran otros mil ejemplares que no tras lo escribía transcurrieron veinte años y que el poe-
tardan en acabarse. La Editorial, sin embargo, ya ma puede aun exigirle otros veinte años o todos los días
no quiere embarcarse en nuevas impresiones porque las de su vida permite pensar que, más que la autora de
editoriales son así: están decididas a convencernos de este texto, en realidad ella es la hacedora de un espacio
que la poesía a muy pocos interesa. Gloria Gervitz, mien- en el que la voz se deja oír para que el poema la reco-
tras tanto, reúne otras palabras que le han ido llegando. ja en su escritura.
En tanto fluye su tonalidad, el- poema reitera imá-
ritmo más equilibrado en el que el verso y la estrofa
genes, distribuye claves, vuelve sobre acordes de modo
se van haciendo breves, tendencia que parece culminar
tal que, situada en un continuo presente, la atención
en las agrupaciones, más compactadas y más regulares,
se hace a la vez memoria de lo que vendrá y expecta-
de "Pythia". Acaso esta tendencia se deba a que la
tiva de lo que acaba de pasar. Pero su avance ofrece
temática es ahora todavía más sutil, más incorpórea:
etapas constructivas que corresponden a las secciones
lo que domina ahora es la presencia de ciertos símbolos
que lo integran. Podríamos decir que "Fragmento de
como el agua y el sueño, cosa que nos hace movernos
ventana" se caracteriza por un fraseo hecho de versos
en los extraños territorios de la noche y el olvido. En ese
amplios que llegan en largas tiradas con un ritmo que
orden simbólico, los versos de "Pythia" insisten en la
no cesa. El tcma, el persistente motivo de esta sección
imagen de la luz -"desbordada", "quietísima"- y en
es el cuerpo y sus apremios: el deseo, la honda espera,
la revelación, o la contradictoria promesa, de la pala-
la humedad de la entraña femenina, el acoso y la pér-
bra, la "vacía", la guardadora del nombre. "Pythia"
dida. En cuanto a "Yiskor", esta etapa representa la
acusa la forma de una esfera pero una esfera sin peri-
más pronunciada transformación expresiva p u ~ sal valor
feria donde todo se carga de una gravedad qiie tira
de la palabra se le agrega ahora el de su contrario: el del
hacia el centro porque lo que se busca es esa intimidad
lsmos
silencio o la pausa. L a páyina se desnuda, los e;ra f' imprescindible, única, en la que sin embargo lo que
se ordenan al comienzo de la página o bien retroceden habita es lo extraño. Finalmente, "Equinoccio" es de
hasta el final para dejarle todo al blanco, una hlancura algún modo un regreso a "Fragmento de ventana": los
que oscilrece la voz pero que lejos de apagarla es un
versos son breves, su flujo se demora, es cierto, pero otra
agregado de la tensión y una amplificacitvn de la pre- vez estamos ante la inmediatez del cuerpo, el ofrecido,
sencia. Por otro lado, como en una esprcie de contraste,
el desgarrado, el que se abre como para un nacimiento
esta sección contiene párrafos enteros donde la fuerza
o una muerte. Moroso, adelgazado, el caudal de los
del ritmo se suspende y las frases se d~sliznnhacia una versos de "Equinoccio" prosigue su transcurso sin reales
prosodia sin quiebras evidmtes que evocan la forma de
pausas estróficas (significativamente, después de un es-
la prosa. No es prosa, desde luego; es otra manera de la
paciamiento de las líneas la enunciación se reanuda con
respiración poética. El tema de esta seccitvn no es pro-
formas conjuntivas: "Y dijo", "y el cuerpo se abre") :
piamente el cuerpo sino una de SUS hipóstasis: la mc-
es un agua que "fluye", "y baja", "y baja" hasta donde
moria, la dolorida, frágil, la invencible memoria donde
las palabras ya no pueden hablar '7 el cuerpo cede".
todo se deslíe y duele y persevera. En lo que hace a
El poema es una voz que habla en la oscuridad.
"Leteo", allí puede observarse la tendencia hacia u n
:Pero de quién es esa voz? i A quién habla? En el ori-
gen de este poema está la plegaria, el tono, el ritmo, la tampoco terminará de desvanecerse; entre el aquí y el
intensidad de la plegaria y al percibirlo he percibido allá, el antes y el todavía, una mujer se habla en otra,
también el atractivo central que el poema tiene al me- pregunta, se recuerda, trata de recordar a esa que ya
nos para mí, puesto que yo creo que la plegaria es la no podrá ser, llora en la oscuridad porque no quiere
forma interior en que más plenamente se realiza la ex- saber quién de las dos es la que llora, quién reclama.
periencia poética. Este poema, pues, es esa forma, esa "¿Hubiéramos sido amigas? No creo, pero eso no im-
voz que habla desde la oscuridad para un rostro lejano porta. Estamos juntas en una sola oscuridad" (p. 79).
al que con su pobreza necesita dar vida, esa voz insu- La voz pone en escena mujeres y aquellos atributos
ficiente, inevitable, que habla y habla y que hablando que son como los órganos a través de los cuales el mun-
no hace más que cavar su propio silencio. "El silencio do es percibido, tal vez constituido: la ardorosa hume-
-dice la voz refiriéndose uno no sabe a quién- es un dad -¿lágrimas?-, olores que brotan de lo íntimo, una
trabajo que durará toda su vida. Ocurre en lo más pro- memoria toda hecha de olvidos, la inminencia del sexo.
fundo, en lo más oscuro como una enfermedad mor- Pero no es un poema de la mujer, sin embargo, es un
tal" (p. 88). poema de lo femenino entendido como una dimensión
Que esa voz habla en la oscuridad quiere decir, o una perspcctiva de lo real que suele -20 solía?-
aquí, que trabaja en lo íntimo y a la vez en la intem- expresarse mejor en las mujeres pero cuya actividad
perie. Nunca se sabe dónde se está y esa voz es, tam- pone en acto al universo. Así, estas palabras me inva-
bién o sobre todo, una memoria de lugares, de paisajes den de ese modo porque hablan a lo femenino que
lluviosos o desiertos, de cosas y mujeres que parecen a hay en mí, a esa que también soy y que por ellas vuelve
punto de desvanecerse pero que con seguridad perma- sobre una riqueza escondida. Epifanía de lo existente,
necerán ahí, impalpables y graves, porque el dolor las el poema instituye lo femenino como una forma abso-
retendrá precisamente en el sitio donde duelen : "2 Estás luta: un modo de ser y conocer, un recorrido, una
todavía conmigo?/ 2 Eres acaso mi propio cco?/Estoy llegada, una estética.
en el mismo lugar. El mismo lugar donde todo comen- Lo femenino: una totalidad abriéndose; no la vas-
zó" (p. 50). tedad, sin embargo, sino la desgarradura por donde la
La voz, he dicho, habla de mujeres; mujeres cuyos vastedad comienza; esa violencia primordial que hace
hábitos y cuyas sensaciones son un continuo desencuen- sitio a la vida. "¿Oyes mi llanto?/2Oyes mi llanto que
tro, mujeres que cruzaron otras calles, que habitaron te cubre como una tela?/Rásgala/Rómpeme" (p. 55).
otras tardes, otros cuerpos pero que están aquí, gravi- L o femenino es una tensión que sostiene al universo y
tando en las horas, doliendo desde una fotografía que uno aquí lo ve bien. Nada existiría si no hubiera ese
deseo, esa continua necesidad que obliga a la existencia como si hablara de un yo-otra. Ese yo, pues, es una con-
de las cosas como si se tratara de un milagro. Hay que tinua expulsión, una desestructuración creciente. En
hablar y pedir para que desde una lejana opacidad las una única oportunidad, y hacia el final del poema, en el
cosas empiecen por fin a tomar fonna. Uno ve bien que juego ella-yo-tú aparece el interlocutor situado en
si esa voz suplicante se callara, qLe si el "animal ama- masculino: "y dijo /oscuras son mis ropas/y tú más
rrado que patea, patea" dejara de patear todo regre- oscuro que nuncalme desbordas/pero soy yo la que
saría a la nada de inmediato. En 1: origen
- no hay sino cruza los límites" (p. 169). ;Es que ese "oscuro" es un
l
"ese vaho de entrañas femeninas" del que saldrá un abrirse a lo masculino?; 10 es un femenino que esta
deseo y después una voz. Todo está hecho así: en la vez se prolonga no ya en una otra sino en un otro?
oscuridad, en el deseo, en el olvido, en el reclamo siem- Porque hay un juego de inversiones, o una suerte de
pre incomprtente, en la dolorida memoria. circularidad, donde el masculino es lo pasivo y el feme-
Hablar y hablar, callar, pedir, reclamar callándose. nino lo activo. Tal vez estamos ante un límite; tal vez
El fraseo en este poema es una continua quiebra de la la respuesta a esta pregunta venga en otro poema.
sintaxis. Las frusas flotan como i i e ~ ~ r e ~ i d i dde
a s una I Si una de las claves de esta poesía es la violencia
unidad primordial a la que una fuerza igualmente pri- l
de la enunciación, otra, creo, es la espacialización de lo
mordial hubiera dispersado. La lectura no es un avan- 1
enunciado. Podemos entender la espacialización de dos
ce; uno va y viene entre fragmentos cuya articulación maneras: como un trabajo sobre la forma externa y
l
se da sólo en lo pofundo. Así, ni siquiera el sitio de la como un resultado en la forma interna. Es fácil adver.
enunciación es un punto fijo: porque la que habla tir que las palabras significan por sil ubicación, y que
-;debo decir: lo que habla?- es una voz que conti- I las pausas, los blancos, tienen el valor de un signo.
nuamente se desplaza, una voz que llega -alternativa Mientras la voz habla, las palabras que la voz profiere
pero también simultáneamente- de diferentes tiempos, se distribuyen en el espacio y por eso es necesario oír
personajes, impulsos, sufrimientos. y vrr al y dónde calla, en qué sitio se interrumpe y
l
"1Me oyes? Debajo de mi nombre estoy yo/La pe- dónde vuelve a emerger. El peso del poema se asienta
queña olvidada dice que no sabe dice que no sabe", en lo que las palabras dejaron de decir o todavía no
leemos en la sección "Del libro de Yiskor" y en estas dicen. El poema va del verbo al silencio, de la respira-
dos líneas se hace visible esa violencia de la enuncia- ción ritmada al suspenso del ritmo respiratorio. Eso
ción que es una de las características más decisivas del hace del texto u n continuo desborde y de la lectura un
continuo acecho, es decir un ejercicio de la atención

I
poema: el yo se habla a sí mismo como a un tú, y
hábla de sí como d e u n ella, y habla de su propio yo que reúne lo activo y lo pasivo. Pero hay, sobre todo,
una fuerte espacialización de la forma interna. L a voz existe, que el lugar es la fuga; voz condenada a reunir
habla desde un lugar siempre móvil, remoto y próxi- lo que inconsolablemente se dispersa. No hay lugar, por
mo, hacia un lugar que tiene ante sí y que siempre se eso hay el poema: para que el desconsuelo tome en
le escapa. L a voz construye la forma del cuerpo --es nosotros la forma de la gracia.
ese cuerpo que habla- y también construye el esce-
nario donde cl cuerpo está hablando. La voz es una
RAÚL DORRA
continua búsqueda de la interioridad -la interioridad
Puebla, octubre de 1996
del yo, del tú o del ella- y por eso está siempre situada
y a la ve; fuera de lugar. Tal vez este trabajo sea más
evidente en "Pythia" donde, entre todas las palabras
cargadas de significación, la que se repite con más fre-
cuencia, a veces con una frecuencia que llega a ser
obsesiva, es la preposición en ("tócamelen esta oscuri-
dad del pensamientolen lo incomprensible de mí/en
esa otra incomprensible yo"). Todo gravita hacia el
en: palpitaciones, premuras, desdichas. Hacia el en van
las lágrimas, el llamado apremioso. A este en se le agre-
ga el posesivo su con tal tenacidad que si uno tnviera
que decir cuál es la expresión característica de "Pythia"
no vacilaría en afirmar que se trata del sinta,ma en
su ('La piedra en su sueíío/en su barrolcae hasta su
fondo") el cual expone a la vez el sentimiento d e que
todo tiene su interioridad, todo busca recogerse en szl
centro, y que esa exterioridad, ese centro, son ajenos al
yo. En efecto, no se trata del en mi sino del en su, de
una interioridad que está ahí y a la que el yo no llega.
Interminable, acaso todavía interminado, Migracio-
nes se cierra sobre sí: cuerpo, tacto, memoria, insistente
voz que busca su lugar aunque sabe que el lugar no

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