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Génesis 3: La serpiente era el m ás astuto de todos los anim ales del cam po que Yahvéh Dios había hecho.
Y dijo a la m ujer: «¿Cóm o es que Dios os ha dicho: No com áis de ninguno de los árboles del
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jardín?» Respondió la m ujer a la s e rp ie n te : « P o d e m o s comer
del fruto de los árboles del jardín. 3 Mas del fruto del árbol que está en m edio del jardín, ha dicho Dios:
No com áis de él, ni lo toquéis, so pena de m uerte.» 4 Replicó la serpiente a la m ujer: «De ninguna m anera
m oriréis.5 Es que Dios sabe m uy bien que el día en que com iereis de él, se os abrirán los ojos y seréis
com o dioses, conocedores del bien y del m al.» 6 Y com o viese la m ujer que el árbol era bueno para
com er, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría, tom ó de su fruto y com ió, y dio tam bién a
su m arido, que igualm ente com ió. 7 Entonces se les abrieron a entram bos los ojos, y se dieron cuenta de
que estaban desnudos; y, cosiendo hojas de higuera, se hicieron unos ceñidores. 8 Oyeron luego el ruido
de los pasos de Yahvéh Dios que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa, y el hom bre y su m ujer
se ocultaron de la vista de Yahvéh Dios por entre los árboles del jardín. 9 Yahvéh Dios llam ó al hom bre
y le dijo: «¿Dónde estás?» 10 Éste contestó: «Te he oído andar por el jardín y he tenido m iedo, porque
estoy desnudo; por eso m e he escondido.» 11 Él replicó: «¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo?
¿Has com ido acaso del árbol del que te prohibí com er?» 12 Dijo el hom bre: «La m ujer que m e diste por
com pañera m e dio del árbol y com í.» 13 Dijo, pues, Yahvéh Dios a la m ujer: «¿Por qué lo has hecho?»
Contestó la m ujer: «La serpiente m e sedujo, y com í.» 14 Entonces Yahvéh Dios dijo a la serpiente: «Por
haber hecho esto, m aldita seas entre todas las bestias y entre todos los anim ales del cam po. Sobre tu
vientre cam inarás, y polvo com erás todos los días de tu vida. 15 Enem istad pondré entre ti y la m ujer, entre
tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza m ientras acechas tú su calcañar.»
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A la m ujer le dijo: «Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus em barazos: con dolor parirás los hijos.
Hacia tu m arido irá tu apetencia, y él te dom inará.» 17 Al hom bre le dijo: «Por haber escuchado la voz de
tu m ujer y com ido del árbol del que yo te había prohibido com er, m aldito sea el suelo por tu causa: con
fatiga sacarás de él el alim ento todos los días de tu vida. 18 Espinas y abrojos te producirá, y com erás la
hierba del cam po. 19 Con el sudor de tu rostro com erás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él
fuiste tom ado. Porque eres polvo y al polvo tornarás.» 20 El hom bre llam ó a su m ujer «Eva», por ser ella
la m adre de todos los vivientes. 21 Yahvéh Dios hizo para el hom bre y su m ujer túnicas de piel y los vistió. 22
Y dijo Yahvéh Dios: «¡Resulta que el hom bre ha venido a ser com o uno de nosotros, en cuanto a conocer
el bien y el m al! Ahora, pues, cuidado, no alargue su m ano y tom e tam bién del árbol de la vida y com iendo
de él viva para siem pre.» 23 Y lo echó Yahvéh Dios del jardín de Edén, para que labrase el suelo de donde
había sido tom ado. 24 Tras expulsar al hom bre, puso delante del jardín de Edén querubines, y la llam a de
espada vibrante, para guardar el cam ino del árbol de la vida.
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Sab 1, 11-13: 11
Guardaos, pues, de murmuraciones inútiles, preservad vuestra lengua de la maledicencia; que la palabra
más secreta no se pronuncia en vano, y la boca mentirosa da muerte al alma. 12 No os busquéis la muerte
con los extravíos de vuestra vida, no os atraigáis la ruina con las obras de vuestras manos; 13 que no fue
Dios quien hizo la muerte, ni se recrea en la destrucción de los vivientes.
Sab 2, 24: mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y la experimentan los que le pertenecen.
Eclo 25,24: Por la m ujer fue el com ienzo del pecado y por causa de ella m orim os todos.
M t 23, 29-36: 29
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque edificáis los sepulcros de los profetas
y adornáis los m onum entos de los justos, 30 y decís: “Si nosotros hubiéram os vivido en el tiem po
de nuestros padres, no habría m os te n ido p a rte c o n e llo s en la
sangre de los profetas!” 31 Con lo cual atestiguáis contra vosotros m ism os que sois hijos de los que
m ataron a los profetas. 32 ¡Colm ad tam bién vosotros la m edida de vuestros padres! 33 «¡Serpientes, raza
de víboras! ¿Cóm o vais a escapar de la condenación de la gehenna? 34 Por eso, he aquí que yo envío a
vosotros profetas, sabios y escribas: a unos los m ataréis y los crucificaréis, a otros los azotaréis en
vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad, 35 para que caiga sobre vosotros toda la sangre
inocente derram ada sobre la tierra, desde la sangre del inocente Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo
de Baraquías, a quien m atasteis entre el Santuario y el altar. 36 Yo os aseguro: todo esto recaerá sobre
esta generación.
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M t 13, 24-30. 36-43: O tra parábola les propuso, diciendo: «El Reino de los Cielos es sem ejante a un
hom bre que sem bró buena sem illa en su cam po. 25 Pero, m ientras su gente dorm ía, vino
su enem igo, sem bró encim a cizaña entre el trigo, y se fue. 26 Cuando brotó la
hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña. 27 Los siervos del am o se acercaron a decirle:
“Señor, ¿no sem braste sem illa buena en tu cam po? ¿Cóm o es que tiene cizaña?” 28 Él les contestó:
“Algún enem igo ha hecho esto.” Dícenle los siervos: “¿Quieres, pues, que vayam os a recogerla?” 29
Díceles: “No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo. 30 Dejad que am bos crezcan
juntos hasta la siega. Y al tiem po de la siega, diré a los segadores: Recoged prim ero la cizaña y atadla
en gavillas para quem arla, y el trigo recogedlo en m i granero.”»
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Entonces despidió a la m ultitud y se fue a casa. Y se le acercaron sus discípulos diciendo: «Explícanos
la parábola de la cizaña del cam po.» 37 Él respondió: «El que siem bra la buena sem illa es el Hijo del
hom bre; 38 el cam po es el m undo; la buena sem illa son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del
Maligno; 39 el enem igo que la sem bró es el diablo; la siega es el fin del m undo, y los segadores son los
ángeles. 40 De la m ism a m anera, pues, que se recoge la cizaña y se la quem a en el fuego, así será al fin
del m undo. 41 El Hijo del hom bre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos
y a los obradores de iniquidad, 42 y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de
dientes. 43 Entonces los justos brillarán com o el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.
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M t 19, 3-9: Y se le acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, le dijeron: «¿Puede uno repudiar
a su m ujer por un m otivo cualquiera?» 4 Él respondió: «¿No habéis leído que el Creador, desde
el com ienzo, los hizo varón y hembra, 5 y que dijo: Por eso dejará el hombre a su padre y a su
madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne? 6 De m anera que ya no son dos, sino una
sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hom bre.» 7 Dícenle: «Pues ¿por qué Moisés
prescribió dar acta de divorcio y repudiarla?» 8 Díceles: «Moisés, teniendo en cuenta la dureza de vuestro
corazón, os perm itió repudiar a vuestras m ujeres; pero al principio no fue así. 9 Ahora bien, os digo que
quien repudie a su m ujer -no por fornicación- y se case con otra, com ete adulterio.»
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1 Jn 1,8-2,2: Si decim os: «No tenem os pecado», nos engañam os y la verdad no está en nosotros. 9 Si
reconocem os nuestros pecados, fiel y justo es él para perdonarnos los pecados y purificarnos de
toda injusticia. 10 Si decim os: «No hem os pecado», le hacem os m entiroso y su palabra no
está en nosotros. 2 1 Hijos m íos, os escribo esto para que no pequéis. Pero si alguno peca, tenem os un
abogado ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. 2 Él es víctim a de propiciación por nuestros pecados, no
sólo por los nuestros, sino tam bién por los del m undo entero.
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Jn 3, 1-7: Había entre los fariseos un hom bre llam ado Nicodem o, m agistrado judío. 2 Fue éste a Jesús de
noche y le dijo: «Rabbí, sabem os que has venido de Dios com o m aestro, porque nadie puede
realizar los signos que tú realizas si Dios no está con él.» 3 Jesús le respondió: «En
verdad, en verdad te digo: el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios.» 4 Dícele Nicodem o:
«¿Cóm o puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su m adre y
nacer?» 5 Respondió Jesús: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no
puede entrar en el Reino de Dios. 6 Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu. 7
No te asom bres de que te haya dicho: Tenéis que nacer de nuevo.
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Rom 5, 12-21: 12
Por tanto, com o por un hom bre entró el pecado en el mundo y por el pecado la m uerte y así la
m uerte alcanzó a todos los hom bres, ya que todos pecaron;
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-porque, hasta la ley, había pecado en el m undo, pero el pecado no se im puta no habiendo ley-;
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con todo, reinó la m uerte desde Adán hasta Moisés aun sobre aquellos que no pecaron con una
transgresión sem ejante a la de Adán, el cual es figura del que había de venir.
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Pero con el don no sucede com o con el delito. Si por el delito de uno m urieron todos ¡cuánto m ás la
gracia de Dios y el don otorgado por la gracia de un hom bre, Jesucristo, se han desbordado sobre todos!
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Y no sucede con el don com o con las consecuencias del pecado de uno; porque el juicio, partiendo de
uno, lleva a la condenación, m as la obra de la gracia, partiendo de m uchos delitos, se resuelve en
justificación.
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En efecto, si por el delito de uno reinó la muerte por un hom bre ¡con cuánta m ás razón los que reciben
en abundancia la gracia y el don de la justicia, reinarán en la vida por uno, por Jesucristo!
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Así pues, com o el delito de uno atrajo sobre todos los hom bres la condenación, así tam bién la obra de
justicia de uno procura a todos la justificación que da la vida.
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En efecto, así com o por la desobediencia de un hom bre, todos fueron constituidos pecadores, así
tam bién por la obediencia de uno todos serán constituidos justos.
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La ley, en verdad, intervino para que abundara el delito; pero donde abundó el pecado, sobreabundó
la gracia;
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así, lo m ism o que el pecado reinó por la m uerte, así tam bién reinará la gracia en virtud de la justicia
para vida eterna por Jesucristo nuestro Señor.
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Rom 7, 7-25: ¿Qué decir, entonces? ¿Que la ley es pecado? ¡De ningún m odo! Sin em bargo yo no conocí el
pecado sino por la ley. De suerte que yo hubiera ignorado la concupiscencia si la ley no dijera: ¡No
te des a la concupiscencia! 8 Mas el pecado, aprovechándose del precepto, suscitó
en m í toda suerte de concupiscencias; pues sin ley el pecado estaba m uerto. 9 ¡Vivía yo un tiem po sin ley!,
pero en cuanto sobrevino el precepto, revivió el pecado, 10 y yo m orí; y resultó que el precepto, dado para
vida, m e causó m uerte. 11 Porque el pecado, aprovechándose del precepto, m e sedujo, y por él, m e dio
m uerte. 12 Así que, la ley es santa, y santo el precepto, y justo y bueno. 13 Luego ¿se ha convertido lo
bueno en m uerte para m í? ¡De ningún m odo! Sino que el pecado, para aparecer com o tal, se sirvió de una
cosa buena, para procurarm e la m uerte, a fin de que el pecado ejerciera todo su poder de pecado por
m edio del precepto. 14 Sabem os, en efecto, que la ley es espiritual, m as yo soy de carne, vendido al poder
del pecado. 15 Realm ente, m i proceder no lo com prendo; pues no hago lo que quiero, sino que hago lo que
aborrezco. 16 Y, si hago lo que no quiero, estoy de acuerdo con la Ley en que es buena; 17 en realidad, ya
no soy yo quien obra, sino el pecado que habita en m í. 18 Pues bien sé yo que nada bueno habita en m í,
es decir, en m i carne; en efecto, querer el bien lo tengo a m i alcance, m as no el realizarlo, 19 puesto que
no hago el bien que quiero, sino que obro el m al que no quiero. 20 Y, si hago lo que no quiero, no soy yo
quien lo obra, sino el pecado que habita en m í. 21 Descubro, pues, esta ley: aunque quiera hacer el bien,
es el m al el que se m e presenta. 22 Pues m e com plazco en la ley de Dios según el hom bre interior, 23 pero
advierto otra ley en m is m iem bros que lucha contra la ley de m i razón y m e esclaviza a la ley del pecado
que está en m is m iem bros. 24 ¡Pobre de m í! ¿Quién m e librará de este cuerpo que m e lleva a la m uerte?
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¡Gracias sean dadas a Dios por Jesucristo nuestro Señor! Así pues, soy yo m ism o quien con la razón
sirvo a la ley de Dios, m as con la carne, a la ley del pecado.
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TEXTOS SINÓPTICOS
Mateo 3:1-2 Por aquellos días aparece Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea: «Convertíos porque ha
llegado el Reino de los Cielos.»
Mateo 3:7-12 Pero viendo él venir muchos fariseos y saduceos al bautismo, les dijo: «Raza de víboras, ¿quién os ha
enseñado a huir de la ira inminente? Dad, pues, fruto digno de conversión, y no creáis que basta con decir
en vuestro interior: "Tenemos por padre a Abraham"; porque os digo que puede Dios de estas piedras dar
hijos a Abraham. Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será
cortado y arrojado al fuego. Yo os bautizo en agua para conversión; pero aquel que viene detrás de mí es
más fuerte que yo, y no soy digno de llevarle las sandalias. El os bautizará en Espíritu Santo y fuego. En
su mano tiene el bieldo y va a limpiar su era: recogerá su trigo en el granero, pero la paja la quemará con
fuego que no se apaga.»
Lucas 4:16-22 Vino a Nazará, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se
levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló
el pasaje donde estaba escrito: “El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los
pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para
dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”.
Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él.
Comenzó, pues, a decirles: «Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy.» Y todos daban
testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca.
Isaías 61:1-2 El espíritu del Señor Yahveh está sobre mí, / por cuanto que me ha ungido Yahveh. / A anunciar la buena
nueva a los pobres me ha enviado, / a vendar los corazones rotos; / a pregonar a los cautivos la liberación,
/ y a los reclusos la libertad; / a pregonar año de gracia de Yahveh, / día de venganza de nuestro Dios; /
para consolar a todos los que lloran,
Lucas 4:28-29 Oyendo estas cosas, todos los de la sinagoga se llenaron de ira; y, levantándose, le arrojaron fuera de la
ciudad, y le llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para
despeñarle.
Marcos 4:26-29 También decía: «El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante,
de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma; primero
hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga. Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le
mete la hoz, porque ha llegado la siega.»
Santiago 5:7 Tened, pues, paciencia, hermanos, hasta la Venida del Señor. Mirad: el labrador espera el fruto precioso
de la tierra aguardándolo con paciencia hasta recibir las lluvias tempranas y tardías.
Mateo 13:31-33 Otra parábola les propuso: «El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un
hombre y lo sembró en su campo. Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece
es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en
sus ramas.» Les dijo otra parábola: «El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer
y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo.»
Marcos 4:11-12 El les dijo: «A vosotros se os ha dado el misterio del Reino de Dios, pero a los que están fuera todo se les
presenta en parábolas, para que por mucho que miren no vean, por mucho que oigan no entiendan, no sea
que se conviertan y se les perdone.»
Lucas 13:6-9 Les dijo esta parábola: «Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y fue a buscar fruto en ella y
no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y
no lo encuentro; córtala; ¿para qué va a cansar la tierra?" Pero él le respondió: "Señor, déjala por este año
todavía y mientras tanto cavaré a su alrededor y echaré abono, por si da fruto en adelante; y si no da, la
cortas."»
Mateo 25:1-12 «Entonces el Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron
al encuentro del novio. Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes. Las necias, en efecto, al tomar sus
lámparas, no se proveyeron de aceite; las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas tomaron aceite
en las alcuzas. Como el novio tardara, se adormilaron todas y se durmieron. Mas a media noche se oyó
un grito: "¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!" Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y
arreglaron sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: "Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se
apagan." Pero las prudentes replicaron: "No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis
donde los vendedores y os lo compréis." Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron
con él al banquete de boda, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: "¡Señor, señor, ábrenos!"
Pero él respondió: "En verdad os digo que no os conozco."
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Lucas 16:1-8 Decía también a sus discípulos: «Era un hombre rico que tenía un administrador a quien acusaron ante él
de malbaratar su hacienda; le llamó y le dijo: "¿Qué oigo decir de ti? Dame cuenta de tu administración,
porque ya no podrás seguir administrando." Se dijo a sí mismo el administrador: "¿Qué haré, pues mi señor
me quita la administración? Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer, para
que cuando sea removido de la administración me reciban en sus casas." «Y convocando uno por uno a
los deudores de su señor, dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi señor?" Respondió: "Cien medidas de
aceite." El le dijo: "Toma tu recibo, siéntate en seguida y escribe cincuenta." Después dijo a otro: "Tú,
¿cuánto debes?" Contestó: "Cien cargas de trigo." Dícele: "Toma tu recibo y escribe ochenta." «El señor
alabó al administrador injusto porque había obrado astutamente, pues los hijos de este mundo son más
astutos con los de su generación que los hijos de la luz.
Mateo 23:37 «¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados! ¡Cuántas veces
he querido reunir a tus hijos, como una gallina reúne a sus pollos bajo las alas, y no habéis querido!
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Marcos 8:34-38 Llamando a la gente a la vez que a sus discípulos, les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese
a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su
vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina
su vida? Pues ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida? Porque quien se avergüence de mí y de
mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él
cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.»
Mateo 16:24 Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su
cruz y sígame...
Lucas 9:23 Decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y
sígame.
Lucas 9:57-62 Mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas.» Jesús le dijo: «Las zorras
tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.» A
otro dijo: «Sígueme.» El respondió: «Déjame ir primero a enterrar a mi padre.» Le respondió: «Deja que
los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios.» También otro le dijo: «Te
seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa.» Le dijo Jesús: «Nadie que pone la mano
en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios.»
Marcos 10:17-22 Se ponía ya en camino cuando uno corrió a su encuentro y arrodillándose ante él, le preguntó: «Maestro
bueno, ¿ qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?» Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno?
Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes,
no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre.» El, entonces, le dijo:
«Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud.» Jesús, fijando en él su mirada, le amó y le dijo:
«Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego,
ven y sígueme.» Pero él, abatido por estas palabras, se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes.
Marcos 10:23 Jesús, mirando a su alrededor, dice a sus discípulos: «¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren
en el Reino de Dios!» Los discípulos quedaron sorprendidos al oírle estas palabras. Mas Jesús, tomando
de nuevo la palabra, les dijo: «¡Hijos, qué difícil es entrar en el Reino de Dios!
Marcos 2:5 Viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados.»
Marcos 5:34 El le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad.»
Marcos 5:36 Jesús que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: «No temas; solamente ten fe.»
Marcos 10:52 Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado.» Y al instante, recobró la vista y le seguía por el camino.
Mateo 13:44-46 «El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre,
vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel.»
«También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al
encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra.
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Marcos 14:36 Y decía: «¡Abbá, Padre!; todo es posible para ti; aparta de mí esta copa; pero no sea lo que yo quiero, sino
lo que quieras tú.»
Lucas 23:34.46 Jesús decía: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen.» Se repartieron sus vestidos, echando
a suertes.
Y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: Padre, en tus manos pongo mi espíritu...
Mateo 6:9 «Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre;
Mateo 7:7-11 «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca,
halla; y al llama, se le abrirá. ¿O hay acaso alguno entre vosotros que al hijo que le pide pan le dé una
piedra; o si le pide un pez, le dé una culebra? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas
a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan!
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Mateo 23:9 Ni llaméis a nadie "Padre" vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo.
Marcos 11:25 Y cuando os pongáis de pie para orar, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro
Padre, que está en los cielos, os perdone vuestras ofensas.»
Lucas 12:32 «No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino.
Mateo 18:4 Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos.
Marcos 2:17 Al oír esto Jesús, les dice: «No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal; no he
venido a llamar a justos, sino a pecadores.»
Mateo 21:31-32 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?» - «El primero» - le dicen. Díceles Jesús: «En verdad os digo
que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros
por camino de justicia, y no creísteis en él, mientras que los publicanos y las rameras creyeron en él. Y
vosotros, ni viéndolo, os arrepentisteis después, para creer en él.
Lucas 15:1-3 Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a él para oírle, y los fariseos y los escribas
murmuraban, diciendo: «Este acoge a los pecadores y come con ellos.» Entonces les dijo esta parábola.
Lucas 18:9-14 Dijo también a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, esta parábola: «Dos hombres
subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano. El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta
manera: "¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros,
ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias."
En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se
golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!" Os digo que éste bajó
a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será
ensalzado.»
Mateo 20:1-15 «En efecto, el Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de la mañana a
contratar obreros para su viña. Habiéndose ajustado con los obreros en un denario al día, los envió a su
viña. Salió luego hacia la hora tercia y al ver a otros que estaban en la plaza parados, les dijo: "Id también
vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo." Y ellos fueron. Volvió a salir a la hora sexta y a la nona e
hizo lo mismo. Todavía salió a eso de la hora undécima y, al encontar a otros que estaban allí, les dice:
"¿Por qué estáis aquí todo el día parados?" Dícenle: "Es que nadie nos ha contratado." Díceles: "Id también
vosotros a la viña." Al atardecer, dice el dueño de la viña a su administrador: "Llama a los obreros y págales
el jornal, empezando por los últimos hasta los primeros." Vinieron, pues, los de la hora undécima y cobraron
un denario cada uno. Al venir los primeros pensaron que cobrarían más, pero ellos también cobraron un
denario cada uno. Y al cobrarlo, murmuraban contra el propietario, diciendo: "Estos últimos no han
trabajado más que una hora, y les pagas como a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el
calor." Pero él contestó a uno de ellos: "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No te ajustaste conmigo en
un denario? Pues toma lo tuyo y vete. Por mi parte, quiero dar a este último lo mismo que a ti. ¿Es que no
puedo hacer con lo mío lo que quiero? ¿O va a ser tu ojo malo porque yo soy bueno?".
Marcos 2:15-16 Y sucedió que estando él a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores estaban a la mesa
con Jesús y sus discípulos, pues eran muchos los que le seguían. Al ver los escribas de los fariseos que
comía con los pecadores y publicanos, decían a los discípulos: «¿Qué? ¿Es que come con los publicanos
y pecadores?»
Lucas 9:48 y les dijo: «El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel
que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor.»
T.B. - 13 -
TEXTOS JOÁNICOS
Juan 3:16 Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino
que tenga vida eterna.
Juan 1:14 Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que
recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
Juan 1:16 Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia.
Juan 1:17 Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
Juan 3:15 para que todo el que crea tenga por él vida eterna.
Juan 2:11 Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en él sus
discípulos.
Juan 6:35 Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no
tendrá nunca sed.
Juan 8:31 Decía, pues, Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis
verdaderamente mis discípulos,
Juan 3:18 El que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre
del Hijo único de Dios.
Juan 12:47 Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino
para salvar al mundo.
Juan 12:48 El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien le juzgue: la Palabra que yo he hablado, ésa
le juzgará el último día;
Juan 15:1-4 «Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo
el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he
anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por
sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí.
Juan 6:56 El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él.
Juan 14:20 Aquel día comprenderéis que yo estoy en mi Padre y vosotros en mí y yo en vosotros.
Juan 17:21 para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para
que el mundo crea que tú me has enviado.
Juan 14:2 En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar.
Juan 14:3 Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo
estéis también vosotros.
I Juan 4:8 Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor.
I Juan 4:20 Si alguno dice: «Amo a Dios», y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su
hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve.
I Juan 4:21 Y hemos recibido de él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a su hermano.
I Juan 3:16 En esto hemos conocido lo que es amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos
dar la vida por los hermanos.
I Juan 4:7 Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y
conoce a Dios.
I Juan 3:14 Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos. Quien no
ama permanece en la muerte.
I Juan 5:1 Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a aquel que da el ser ama
también al que ha nacido de él.
I Juan 4:19 quien teme no ha llegado a la plenitud en el amor. Nosotros amemos, porque él nos amó primero.
I Juan 4:10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió
a su Hijo como propiciación por nuestros pecados.
I Juan 4:9 En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene; en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que
vivamos por medio de él.
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TEXTOS PAULINOS
II Corintios 3:5 No que por nosotros mismos seamos capaces de atribuirnos cosa alguna, como propia nuestra, sino que
nuestra capacidad viene de Dios,
II Corintios 4:7 Pero llevamos este tesoro en recipientes de barro para que aparezca que una fuerza tan extraordinaria
es de Dios y no de nosotros.
Romanos 11:5 Pues bien, del mismo modo, también en el tiempo presente subsiste un resto elegido por gracia.
Efesios 2:8 Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es un don de Dios;
Efesios 1:4-7 por cuanto nos ha elegido en él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su
presencia, en el amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo,
según el beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia con la que nos agració en el
Amado. En él tenemos por medio de su sangre la redención, el perdón de los delitos, según la riqueza de
su gracia
Efesios 1:11 A él, por quien entramos en herencia, elegidos de antemano según el previo designio del que realiza todo
conforme a la decisión de su voluntad,
Rom 3:23-24 todos pecaron y están privados de la gloria de Dios - y son justificados por el don de su gracia, en virtud
de la redención realizada en Cristo Jesús,
Romanos 5:15 Pero con el don no sucede como con el delito. Si por el delito de uno solo murieron todos ¡cuánto más la
gracia de Dios y el don otorgado por la gracia de un solo hombre Jesucristo, se han desbordado sobre
todos!
I Corintios 1:7 Así, ya no os falta ningún don de gracia a los que esperáis la Revelación de nuestro Señor Jesucristo.
Efesios 3:7 del cual he llegado a ser ministro, conforme al don de la gracia de Dios a mí concedida por la fuerza de su poder.
Romanos 5:2 por quien hemos obtenido también, mediante la fe, el acceso a esta gracia en la cual nos hallamos, y nos
gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
Efesios 2:4-6 Pero Dios, rico en misericordia, por el grande amor con que nos amó, estando muertos a causa de
nuestros delitos, nos vivificó juntamente con Cristo - por gracia habéis sido salvados - y con él nos resucitó
y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús,
Romanos 6:23 Pues el salario del pecado es la muerte; pero el don gratuito de Dios, la vida eterna en Cristo Jesús Señor
nuestro.
I Corintios 1:3 gracia a vosotros y paz de parte de Dios, Padre nuestro, y del Señor Jesucristo.
Gálatas 5:1 Para ser libres nos libertó Cristo. Manteneos, pues, firmes y no os dejéis oprimir nuevamente bajo el yugo
de la esclavitud.
Gálatas 5:13 Porque, hermanos, habéis sido llamados a la libertad; sólo que no toméis de esa libertad pretexto para la
carne; antes al contrario, servíos por amor los unos a los otros.
II Corintios 3:17 Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad.
Gálatas 5:4 Habéis roto con Cristo todos cuantos buscáis la justicia en la ley. Os habéis apartado de la gracia.
Gálatas 2:15 Nosotros somos judíos de nacimiento y no gentiles pecadores; a pesar de todo,
Gálatas 2:16 conscientes de que el hombre no se justifica por las obras de la ley sino sólo por la fe en Jesucristo,
también nosotros hemos creído en Cristo Jesús a fin de conseguir la justificación por la fe en Cristo, y no
por las obras de la ley, pues por las obras de la ley nadie será justificado.
Gálatas 2:17 Ahora bien, si buscando nuestra justificación en Cristo, resulta que también nosotros somos pecadores,
¿estará Cristo al servicio del pecado? ¡De ningún modo!
Gálatas 2:18 Pues si vuelvo a edificar lo que una vez destruí, a mí mismo me declaro transgresor.
Gálatas 2:19 En efecto, yo por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios: con Cristo estoy crucificado:
Gálatas 2:20 y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe
del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Gálatas 2:21 No tengo por inútil la gracia de Dios, pues si por la ley se obtuviera la justificación, entonces hubiese muerto
Cristo en vano.
I Corintios 6:11 Y tales fuisteis algunos de vosotros. Pero habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido
justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios.
Romanos 6:3 ¿O es que ignoráis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte?
Romanos 6:4 Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue
resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida
nueva.
Col 3:3-4 Porque habéis muerto, y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra,
entonces también vosotros apareceréis gloriosos con él.
Gálatas 3:23 Y así, antes de que llegara la fe, estábamos encerrados bajo la vigilancia de la ley, en espera de la fe que
debía manifestarse.
Gálatas 3:24 De manera que la ley ha sido nuestro pedagogo hasta Cristo, para ser justificados por la fe.
Gálatas 3:25 Mas, una vez llegada la fe, ya no estamos bajo el pedagogo.
Gálatas 3:26 Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.
Gálatas 3:6-8 Así Abraham creyó en Dios y le fue reputado como justicia. Tened, pues, entendido que los que viven de
la fe, ésos son los hijos de Abraham. La Escritura, previendo que Dios justificaría a los gentiles por la fe,
anunció con antelación a Abraham esta buena nueva: En ti serán bendecidas todas las naciones.
T.B. - 15 -
Gálatas 3:9 Así pues, los que viven de la fe son bendecidos con Abraham el creyente.
Gálatas 1:15 Mas, cuando Aquel que me separó desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia, tuvo a bien
Romanos 8:28 Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos
que han sido llamados según su designio.
Romanos 8:29 Pues a los que de antemano conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que
fuera él el primogénito entre muchos hermanos;
Romanos 8:30 y a los que predestinó, a ésos también los justificó; a los que justificó, a ésos también los glorificó.
Romanos 3:21 Pero ahora, independientemente de la ley, la justicia de Dios se ha manifestado, atestiguada por la ley y
los profetas,
Romanos 3:22 justicia de Dios por la fe en Jesucristo, para todos los que creen - pues no hay diferencia alguna;
Romanos 3:23 todos pecaron y están privados de la gloria de Dios -
Romanos 3:24 y son justificados por el don de su gracia, en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús,
Romanos 3:25 a quien exhibió Dios como instrumento de propiciación por su propia sangre, mediante la fe, para mostrar
su justicia, habiendo pasado por alto los pecados cometidos anteriormente,
Romanos 3:26 en el tiempo de la paciencia de Dios; en orden a mostrar su justicia en el tiempo presente, para ser él justo
y justificador del que cree en Jesús.
Romanos 3:27 ¿Dónde está, entonces, el derecho a gloriarse? Queda eliminado.!? Por qué ley? ¿Por la de las obras? No.
Por la ley de la fe.
Romanos 3:28 Porque pensamos que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la ley.
Romanos 3:20 ya que nadie será justificado ante él por las obras de la ley, pues la ley no da sino el conocimiento del
pecado.
Romanos 4:13 En efecto, no por la ley, sino por la justicia de la fe fue hecha a Abraham y su posteridad la promesa de ser
heredero del mundo.
Romanos 5:1 Habiendo, pues, recibido de la fe nuestra justificación, estamos en paz con Dios, por n. Señor Jesucristo,
Romanos 4:18 El cual, esperando contra toda esperanza, creyó y fue hecho padre de muchas naciones según le había
sido dicho: Así será tu posteridad.
Rom 1:15-17 de ahí mi ansia por llevaros el Evangelio también a vosotros, habitantes de Roma. Pues no me avergüenzo
del Evangelio, que es una fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree: del judío primeramente y
también del griego. Porque en él se revela la justicia de Dios, de fe en fe, como dice la Escritura: El justo
vivirá por la fe.
Romanos 10:9 Porque, si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre
los muertos, serás salvo.
Romanos 10:10 Pues con el corazón se cree para conseguir la justicia, y con la boca se confiesa para conseguir la
salvación.
Romanos 10:14 Pero ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Cómo creerán en aquel a quien no han oído?
¿Cómo oirán sin que se les predique?
Romanos 10:17 Por tanto, la fe viene de la predicación, y la predicación, por la Palabra de Cristo.
Romanos 2:10 en cambio, gloria, honor y paz a todo el que obre el bien; al judío primeramente y también al griego;
Romanos 2:11 que no hay acepción de personas en Dios.
Romanos 2:12 Pues cuantos sin ley pecaron, sin ley también perecerán; y cuantos pecaron bajo la ley, por la ley serán
juzgados;
Romanos 2:13 que no son justos delante de Dios los que oyen la ley, sino los que la cumplen: ésos serán justificados.
Gálatas 5:6 Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión tienen valor, sino solamente la fe que actúa
por la caridad.
Romanos 13:8 Con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo amor. Pues el que ama al prójimo, ha cumplido la ley.
Romanos 13:9 En efecto, lo de: No adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás y todos los demás preceptos, se
resumen en esta fórmula: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Romanos 13:10 La caridad no hace mal al prójimo. La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud.
I Tes 1:3 Tenemos presente ante nuestro Dios y Padre la obra de vuestra fe, los trabajos de vuestra caridad, y la
tenacidad de vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Señor.
Santiago 2:14 ¿De qué sirve, hermanos míos, que alguien diga: «Tengo fe», si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarle la fe?
Santiago 2:17-18 Así también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta. Y al contrario, alguno podrá decir: «¿Tú tienes fe?; pues yo
tengo obras. Pruébame tu fe sin obras y yo te probaré por las obras mi fe.
Santiago 2:22 ¿Ves cómo la fe cooperaba con sus obras y, por las obras, la fe alcanzó su perfección?
Santiago 2:24 Ya veis cómo el hombre es justificado por las obras y no por la fe solamente.
Santiago 2:26 Porque así como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.
T.B. - 16 -
El texto de Romanos 5, 12