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La rebeldía en un bastión del agronegocio

La lucha social universitaria en Río Cuarto

Guillermo Ricca

Los diez días trascurridos desde la toma de la UNRC serán recordados como lo más
parecido a un escenario de insurgencia social en Río Cuarto en toda su historia. En una
ciudad que votó masivamente al gobierno de Mauricio Macri en 2015, epicentro del
agronegocio, bastión conservador y del libre comercio desde su fundación, la
constitución de la Asamblea Social integrada por estudiantes autoconvocados,
agrupaciones estudiantiles, cooperativas, organizaciones territoriales, gremios
docentes, la propia federación universitaria, partidos de izquierda y agrupaciones
feministas, asamblea que desde el primer día se proclamó como soberana de la toma
universitaria y que articuló un sinnúmero de acciones de protesta en orden a visibilizar
el conflicto estructural que atraviesan las universidades nacionales, tanto en la
dimensión presupuestaria como en lo salarial, a la vez que a poner de manifiesto la
apremiante situación de los trabajadores en todo el país, será sin dudas un hito de la
lucha popular en una ciudad no muy acostumbrada a que su modorra de clase media
apolítica, cómoda en la cada vez menos ancha avenida del medio, le sea sacudida sin
previo aviso.
Ya el alto acatamiento al paro por tiempo indeterminado decidido en la asamblea de la
Asociación Gremial Docente ligada federalmente a Conadu, que impidió el inicio del
segundo cuatrimestre en nuestra universidad, seguido de asambleas púbicas
multitudinarias en la plaza central de la ciudad, perfilaba que la escalada del conflicto
con el gobierno nacional no sería menor en una ciudad que suele ser más bien
indiferente y hasta hostil a las luchas gremiales. Ni las declaraciones del rectorado
cuestionando frontalmente la medida, ni las operaciones vía la mayor parte de los
decanos lograron menoscabar la participación creciente del claustro docente y la
masiva respuesta del claustro estudiantil que junto a agrupaciones de graduados
cerraron de manera abigarrada el apoyo a la lucha docente que tuvo su primer gran
momento en la calle con la multitudinaria marcha por la educación pública en la que
participaron más de diez mil personas. Si bien uno de los objetivos de la Asamblea
social era la convocatoria a la asamblea universitaria en orden a que ésta se
pronunciara respecto a las políticas del Ministerio de educación que llevan a las
universidades nacionales a una situación de crisis estructural y dicho objetivo no se
logró, sin embargo, la toma sí logró constituirse en una escuela de democracia
asamblearia en un medio muy hostil que intentó ser operado por el aparato del Pro y
de otros sectores ligados al agronegocio, como la Sociedad Rural.
En efecto, el lunes 3 de setiembre, una asamblea social multitudinaria llevada a cabo
en el anfiteatro abierto de la UNRC, escuchó los más variados y hasta antagónicos
discursos pronunciados a favor y en contra de la toma. Sectores jurásicos del
conservadurismo local se animaron a vociferar en ese ámbito su deseo de que todos
termináramos como Santiago Maldonado, que les chiques se sacaran el pañuelo verde
para hablar, o que la toma era un avasallamiento de derechos individuales
consagrados en la Constitución. La votación, llevada a cabo de manera impecable,
contabilizó 996 votos a favor de la continuidad de la medida contra 212 en contra. Los
mismos sectores conservadores propiciaron en las redes una campaña de desprestigio
al secretario general del gremio docente universitario, Guillermo Ashworth, seguido de
amenazas aisladas a integrantes de la toma. No deja de ser curioso que una de las
fotos de los memes que circularon intentando denigrar a Ashworth lo muestre con
Estela de Carlotto en el momento en que Estela recibía el Doctorado Honoris causa en
la UNRC. La derecha fascista del interior se siente legitimada para hacer públicas sus
oscuras identificaciones políticas, después de haber tenido que guardarse durante
décadas y pudorosamente, sus entusiasmos antidemocráticos.
Poco más de una semana de movilizaciones, clases públicas en diferentes puntos de la
ciudad, adhesión de gremios, sindicatos y organizaciones territoriales, lograron
sensibilizar a una ciudad y su región aledaña acerca de la importancia de la universidad
pública como factor de democratización social, movilidad social ascendente y
desarrollo económico, puesto que el presupuesto de la UNRC es el segundo
presupuesto más alto de la ciudad. A su vez, el antagonismo social que divide a las
mayorías populares y sus organizaciones cada vez más nutridas respecto de la alianza
gobernante y sus aliados corporativos se hizo visible de manera contundente tanto al
interior de los muros de la universidad como hacia fuera de ellos. Si bien la toma de la
universidad fue consensuada como una medida táctica y, como tal, se encontró
supeditada a un escenario de presiones externas y de tensiones internas que obligan a
evaluar estrategias en medio de la lucha, todo hace suponer que en la corta historia de
luchas sociales abigarradas y multitudinarias que tiene esta ciudad, nada será igual de
aquí en más, toda vez que les estudiantes hicieron el trabajo de herencia del ethos de
una serie de luchas que se remontan al Cordobazo, cuyo núcleo, como fue recordado
en una de las clases públicas de la toma, fue la constitución insurgente de un bloque
obrero estudiantil que, desde fines de la década del veinte, venía transitando sus
caminos en paralelo de manera infructuosa.

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