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Féminas… feminismo… Ay.

El feminismo consiste
en que una mujer sea valorada por su intelecto, su personalidad, y su
moral, no por el trozo de carne que conforme su exterior. En una
sociedad tan superficial y sexualizada como la nuestra, el feminismo
no existe. Se ha destrozado el movimiento y se ha convertido en lo
contrario, una excusa para ser vulgar, irreverente, atacar a los
hombres por el hecho de serlo, y sacar dinero. Si Emmeline Pankhurst
levantase la cabeza, prendería fuego a aquellos y aquellas que han
prostituido y tergiversado su discurso. Ella era una señora, una
ciudadana culta, con idealismo y audacia (hoy sale gratis salir a la
calle, y sólo es una excusa más para perder un día de clase).
Emmeline Pankurst no necesitaba enseñar la aréola en una iglesia ni
hablar de vulvas liberadas para tallar su nombre en los libros de
historia. Siempre se mostró elegantemente ataviada (porque sentía
respeto por sí misma y los demás), y se expresó con elocuencia y
formalidad, porque tenía la capacidad de arrancar la piel al enemigo
sin pronunciar un insulto o palabra malsonante. Ella estaba por encima
de semejantes bajezas, porque era una señora, un cerebro y un
corazón, un discurso propio y sólido. Emmeline Pankhurst fue una
mujer inquebrantable, digna.
Antes de manchar el movimiento feminista, esas individuas que
parecen creer que ser activista es dejar letras en una pantalla y ser
agresivas, chabacanas y desdeñosas, deberían pasar unos años
estudiando la figura histórica y los escritos de Mary Wollstonecraft en
versión original, Concepción Arenal, María de Maeztu, María Zambrano,
Clara Campoamor, Dolores Ibárruri, y Federica Montseny (quien
afirmaba “feminismo jamás, humanismo siempre”). También deberían
dedicar horas a reflexionar sobre lo que supuso para la causa el
suicidio de Emily Davison y la aparentemente discordante postura de
Victoria Kent en contra del voto femenino, cuya denuncia causó a
Emmeline Panhurst convivir con ratas en la cárcel en más de una
ocasión, y ser allí alimentada a la fuerza, práctica que dejó en su
cuerpo secuelas de por vida. Salió de prisión, y continuó la lucha.
Porque era una verdadera creyente. Hoy sus descendientes no piden al
gobierno inglés que les regale dinero para “compensar” el daño
causado, porque ella también usó la violencia para defender su causa,
y porque todos somos hijos de nuestro tiempo.

Pero adquirir bases intelectuales, ofrecer un barniz de respetabilidad a


tu causa, habitar la biblioteca unos años, es pesado y aburrido, mejor
salir a la calle y berrear, molestar a los vecinos y comercios y dificultar
el tráfico. Nunca hemos visto a Amelia Valcárcel, filósofa española
especializada en feminismo, ocupando la vía pública como si fuese un
mercado de ganado.

Como en el siglo XXI el feminismo gobierna, presenciamos un


fenómeno inaudito en la historia: una horda de hombres adolescentes
y adultos que,dado que respetan a las mujeres, les solicitan con
naturalidad y ligereza material pornográfico propio. Las niñas/mujeres
ceden porque, como están tan liberadas, opositan a putas, y como son
tan fuertes e independientes, tienen miedo de que, si no ceden a la
petición, el hombre dejará de prestarle atención.
Muchas de esas mujeres, por supuesto incluyendo actrices, que se
llenan la boca y ocupan portadas y titulares con el feminismo, han
conseguido avances profesionales tumbándose de espaldas o
poniéndose de rodillas. Incluso metiéndose en la cama de
depredadores sexuales: algunas de las mujeres que han denunciado
por violación o acoso sexual a Harvey Weinstein, aparecen en
fotografías tomadas hace unos años, a su lado, posando sonrientes.
Si una mujer acude a una comisaría de policía con marcas en el cuerpo
y afirma haber sido causadas por su pareja, un hombre, él no duerme
en casa esa noche (¿qué ocurriría si su pareja fuese una mujer?). Si un
hombre acusa a una mujer de maltrato, espera, no vamos a creer lo
primero que se dice, mejor seamos cautos y profesionales e
investiguemos primero.
Que la mayoría de denuncias por violencia doméstica (porque el
machismo sólo es uno de los motivos por los que se practica dicha
violencia) sean interpuestas por mujeres, no quiere decir que no
existan hombres maltratados emocional y físicamente por sus parejas
mujeres. Estos hombres necesitan el mismo apoyo psicológico y
merecen la misma defensa legal que sus homólogas femeninas. Las
denuncias falsas también son una minoría, y aun así deben ser
recurridas, porque los hombres sobre las que recaen ven su vida
arruinada, económica y socialmente. Aunque hoy en España no se
exigen responsabilidades.

Si un hombre persigue a una mujer por la calle, ella puede


denunciarle por acoso. Si el hombre porta una cámara en las manos,
es legal. Con la firma del contrato de una película o serie o la aparición
no voluntaria en un medio de comunicación, viene adherido el derecho
no escrito a que la chusma de periodistas y fotógrafos esperen a una
mujer a la puerta de su trabajo a las dos del mediodía o club nocturno
a las dos de la madrugada para meterle una cámara en la cara o bajo
la falda (esto último denunciado por la actriz inglesa Keira Knightley),
lanzando comentarios lacerantes para captar una posible instantánea
de su reacción violenta, porque valdrá miles de euros. El acoso y
provocación se produce durante veinte minutos hasta que la mujer
llega a casa. A la mañana siguiente, en la puerta encontrará a las
mismas personas, con la misma intención. Esa invasión y asalto se
produce para miles de mujeres cada día, durante años, en cada
ocasión que pisan la vía pública. Sin consecuencias.
No recuerdo a ninguna feminazi denunciando esa situación. Las
mismas que me acusan de conservadora (ignorando que comparto
algunas ideas con el discurso oficial de la extrema izquierda) y no
liberada por vestir de manera decente y cubriendo mi cuerpo, por
motivos de estética e higiene. Dado que mi cuerpo es mío (argumento
que ellas utilizan para defender otras causas) y conozco mi valor como
ser humano, no lo comparto con la masa, con cualquiera que desee
echar un vistazo.

La sociedad soslaya la autodestrucción, la anarquía, no respetando


laautoridad, que se fundamenta en tres pilares: padres, profesores y
policía. Una sociedad se condena al caos cuando el cuerpo de hombres
y mujeres que hacen valer la ley en la calle y cuidan del orden y
seguridad en ellas, no es reconocido y valorado, incluso es
vergonzosamente desestimado. La infamia llega cuando los
ciudadanos, incluyendo políticos, les dan la espalda y les humillan.
Pese a la vejación, civiles continúan convirtiéndose en militares, y
exponiéndose a no volver de las misiones con vida, o a hacerlo
mutilados. Aunque su cuerpo llegue íntegro, una parte de su alma no
suele tomar el avión, se queda en el lugar en que se han arriesgado a
que les vuelen las pelotas para que España no sea una nación
vulnerable a amenazas internacionales, para que personas como yo
podamos leer en casa en silencio al abrigo de la calefacción o el aire
acondicionado, mientras ellos se enfrentan a la inmundicia del mundo.

Los policías y militares contemplan cada día situaciones que la


población civil no verá en su vida, y si llegan a conocerlas una vez,
pasarán años en terapia. Para el monumento a la nación de
naciones hubo partida económica, para servicios de salud mental de
fuerzas seguridad, para que sus miembros no se coman la pistola a
causa del tormento que supone su vida laboral, apenas hay fondos.
Cuando hombres jóvenes, hombres valientes, que conocen el
significado del esfuerzo, la disciplina y el compañerismo, acudieron al
noreste de España a defender lo jurado, la defensa de la Constitución,
les entregaron como material de trabajo pelotas de goma, que
después de utilizar debían recoger, como niños buenos, porque no hay
dinero para hacer un pedido nuevo. Mientras, los santos héroes de la
independencia aldeana les lanzan piedras, ácido a la cara, y lavadoras
desde azoteas de edificios. Casi matan a Iván Álvarez, agente de la
Unidad de Intervención Policial. Él y sus compañeros cobraron por
arriesgar la vida 15 € la hora, durmieron la noche anterior en un barco
de nombre denigrante y comieron de lata. Mientras, los presos tienen
derecho a una alimentación digna. El actual presidente de gobierno
que envió desprotegidos a esos hombres jóvenes para que se
enfrentaran a terroristas, lució el día que visitó la zona un traje
antibalas de 150.000 €. Qué valiente. En EE.UU. existe el
movimientoBlue Lives Matter, las vidas de los policías importan. Esa
usanza no cruzará el océano.
El cocinero Alberto Chicote, en mayo de 2019, denunció que en
cuarteles militares españoles se sirve tortilla de patatas con moho,
comida gusanada, y fruta podrida. El cocinero recibió esta información
de mano de soldados, que se vieron obligados a mantener el
anonimato para no ser acusados de traición. España, siempre
humillando y atacando a los que la defienden. Miembros de las Fuerzas
de Seguridad han sufrido desmayos durante los entrenamientos por
insuficiencia alimentaria, y en Burgos han pasado más de un invierno
durmiendo sin calefacción. Por supuesto, en los centros de ilegales la
caldera siempre funciona a pleno rendimiento.

Parece que los militares españoles son ajenos a España. Nadie se


entera cuando regresan de misiones, donde se han dedicado, por
ejemplo, a estabilizar la situación política en distintas zonas de África
para que sus habitantes, desesperados por sobrevivir, no protagonicen
nuevas invasiones a nuestra nación.

En EE.UU. su regreso abre informativos, en España eso no ocurre ni en


nuestros sueños más salvajes. Si se realiza una mención, pequeña y
aséptica, no vaya a ofenderse alguien. Los mismos defensores de la
libertad de expresión que censuran aquello que les causa picor, que
desprecian como forma de vida todo lo que calce uniforme (excepto
los barrenderos), cuando quedan atrapados en la nieve llaman a la
Unidad Militar de Emergencias. ¿Qué hacen estos hombres entonces?
Cumplir con su obligación. Por España, pese a España.
¿Qué tiene que ocurrir para que se produzca un giro radical, cuándo
despertaremos del buenismo, de la droga progre y empezaremos a
defendernos con uñas y dientes, con orgullosa mano dura, de los
ataques extranjeros, de todo aquello que vulnere la unión y fortaleza
de la patria?

Éste es mi pensamiento y corazón hechos tinta. Los progres


censurarán mis palabras y me condenarán al infierno en el que no
creen, porque no se puede consentir que alguien piense y se aleje de
la dictadura moderna.

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