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EL PERDÓN DE DIOS

Éxodo 34:6, 7; Jeremías 31:34; 1 Juan 1:7,9


Introducción
Este estudio analizará el perdón al mirar primeramente a la naturaleza perdonadora
de Dios.
En las Escrituras, Él se ha revelado como un Dios santo presto para perdonar los
pecados cada vez que el pecador se arrepiente.
A medida que comprendemos mejor la infinita capacidad que Dios tiene para
perdonar, comenzaremos a valorar la enorme deuda que tenemos con El por
perdonar nuestros fracasos. Cuando aceptamos el perdón de Dios tal como Él nos
perdonó a nosotros y a otros, podemos aprender a adoptar esa cualidad
perdonadora de su naturaleza.
Como creyentes que aceptan el título de “cristianos”, estamos identificándonos con
Jesucristo mismo, que es la personificación más grande del perdón.
Si vamos a tomar la naturaleza de Cristo, entonces su capacidad para perdonar debe
ser parte de ella.

I. Una Promesa de Perdón


Si queremos una ilustración del grado de dedicación de Dios a perdonar a los que se
arrepienten, no tenemos más que mirar a los hechos que tuvieron lugar durante el
anterior viaje de Moisés al Monte Sinaí.
El pecado de Israel con el becerro de oro constituye uno de los actos de rebelión más
horribles en el Antiguo Testamento.
Al mismo pie del monte desde donde todo el campamento israelita había visto la
manifestación de la gloria de Dios, ellos levantaron un dios falso y participaron en
actos de inmoralidad.
La revelación de Dios de su naturaleza perdonadora en Éxodo 34 sigue
inmediatamente después de los hechos descritos tan gráficamente en Éxodo 32.

II. Las bendiciones del perdón


La característica más sobresaliente del nuevo pacto es que provee perdón por el
pecado.
Jehová prometió: “perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su
pecado” (Jeremías 31:34).
Hoy, podemos recibir ese perdón al aceptar la expiación de Cristo por nuestros
pecados. Dios, por medio de Cristo, ya ha puesto en acción el cumplimento de la
promesa dada por Jeremías.
Al leer Jeremías 31:27-40, vemos que el cumplimiento final de esa promesa todavía
está por venir. Podemos aceptar el perdón de Dios hoy y traer la realidad del
versículo 34 a ser parte de nuestra experiencia. Pero todavía miramos hacia el día en
que Dios establecerá una comunión eterna e intacta con su pueblo escogido.

III. Las Condicione para el perdón


En 1 Juan 1:7-9, Juan explicó que los hombres ya no necesitan andar en las tinieblas
de la ignorancia y del pecado.
Si ellos creen en Jesucristo, la luz del mundo, su sangre los lavará de todo pecado.
Esa limpieza y perdón está disponible siempre que se necesite.
Los que dicen que no necesitan tal limpieza, se engañan a sí mismos ya que todos
han pecado.
Al mismo tiempo, la persona que dice estar en comunión con Dios, y sin embargo
anda en pecado, también está pecando.
La confesión de pecados trae el perdón de Dios junto con su limpieza aun cuando
no lleguemos a la medida de su santidad.
Podemos elegir negar nuestra necesidad de ser perdonados, y sufrir las consecuencias
tanto en esta vida como en la eternidad.
También podemos optar por ser sinceros delante de Dios, reconocer que lo
necesitamos y someternos a la limpieza espiritual que El ofrece gratuitamente.

IV. Aceptando el perdón


El conocimiento de Cristo es infinito, y puede ver aun cosas que nosotros no vemos,
sin embargo nos perdonará de todo pecado contra El, visto y no visto, conocido y
desconocido.
No importa cuál sea el pecado en el pasado o la tentación del presente, Dios todavía
nos perdona perfecta y completamente.
¡Podemos mirar más allá de nuestros sentimientos y aceptar la seguridad de nuestro
perdón!
Si bien sólo Dios puede ofrecer perdón en el sentido de dejar a uno libre de la deuda
moral, es importante comprender que el perdón divino debe estar acompañado por
la aceptación personal de sí mismo.

V. PERDONANDO A LOS DEMÁS


Marcos 11:25, 26; Lucas 17:3,4; Efesios 4:32
Más impórtate que recibir una respuesta a sus oraciones es asegurarse que sus pecados
sean perdonados.
El énfasis más fuerte que Jesús presenta en esta lección sobre la oración es ese.
Él dijo claramente que si no nos perdonamos unos a otros, nuestro Padre celestial
tampoco os perdonará.
El secreto de una vida de éxito en la oración reside en mantener buenas relaciones
con Dios “y” con otros.
CONCLUSIÓN
Cada vez que Satanás trata de oprimirnos con recuerdos de nuestros fracasos
podemos sacar provecho al recordar la perfección del perdón de Dios.
Cuando Dios perdona nuestros pecados Él nunca los trae a memoria contra nosotros.
El Salmo 103:8-12 nos da una hermosa descripción del poder de Dios para perdonar
nuestros pecados.
El testimonio que las Escrituras nos dan de nuestro Dios siempre lo muestran
extendiendo su mano a los que están perdidos para ofrecerles perdón.
Dios extiende su mano hacia nosotros, pero debemos responder a Él.
No recibimos su perdón automáticamente. Es por un acto de nuestra voluntad que
confesamos nuestros pecados, aceptamos su perdón y nos proponemos a vivir vidas
obedientes a Él.
Esto también significa perdonarnos a nosotros mismos. No tiene sentido decir que
creemos que Dios ha perdonado nuestros pecados si nosotros nos estamos
acordando constantemente de los mismos.
Perdonar a otros también es otro acto importante de nuestra voluntad.
El perdón humano debe basase en el perdón de Dios.
Si se confía completamente en El, cualquier relación puedes ser restaurada.
La naturaleza de Dios es perdonar, pero su perdón es condicional.
Depende de si el pecador está dispuesto a aceptar la Fuente de donde viene el perdón
que Dios ha provisto.
Jesucristo, habiendo dado su vida para pagar el precio por todo el pecado, es la
única Persona que nos puede ofrecer el perdón de Dios.

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