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El poema habla sobre el viaje definitivo de la muerte. El yo poético se irá y dejará atrás su hogar, pero las cosas como los pájaros cantando, el huerto y el cielo azul seguirán igual. El poeta se irá solo sin su hogar.
El poema habla sobre el viaje definitivo de la muerte. El yo poético se irá y dejará atrás su hogar, pero las cosas como los pájaros cantando, el huerto y el cielo azul seguirán igual. El poeta se irá solo sin su hogar.
El poema habla sobre el viaje definitivo de la muerte. El yo poético se irá y dejará atrás su hogar, pero las cosas como los pájaros cantando, el huerto y el cielo azul seguirán igual. El poeta se irá solo sin su hogar.
y se quedará mi huerto, con su verde árbol, y con su pozo blanco. Todas las tardes, el cielo será azul y plácido; y tocarán, como esta tarde están tocando, las campanas del campanario. Se morirán aquellos que me amaron; y el pueblo se hará nuevo cada año; y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado, mi espíritu errará, nostáljico... Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol verde, sin pozo blanco, sin cielo azul y plácido... Y se quedarán los pájaros cantando.
De qué trata el poema?
No volveré a ser joven, Jaime Gil de Biedma
Que la vida iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde -como todos los jóvenes, yo vine a llevarme la vida por delante. Dejar huella quería y marcharme entre aplausos -envejecer, morir, eran tan solo las dimensiones del teatro. Pero ha pasado el tiempo y la verdad desagradable asoma: envejecer, morir, es el único argumento de la obra.
El futuro, Julio Cortázar
Y sé muy bien que no estarás. No estarás en la calle en el murmullo que brota de la noche de los postes de alumbrado, ni en el gesto de elegir el menú, ni en la sonrisa que alivia los completos en los subtes ni en los libros prestados, ni en el hasta mañana. No estarás en mis sueños, en el destino original de mis palabras, ni en una cifra telefónica estarás, o en el color de un par de guantes o una blusa. Me enojaré amor mío sin que sea por ti, y compraré bombones pero no para ti, me pararé en la esquina a la que no vendrás y diré las cosas que sé decir y comeré las cosas que sé comer y soñaré los sueños que se sueñan. Y se muy bien que no estarás ni aquí dentro de la cárcel donde te retengo, ni allí afuera en ese río de calles y de puentes. No estarás para nada, no serás mi recuerdo y cuando piense en ti pensaré un pensamiento que oscuramente trata de acordarse de ti.
El guardador de rebaños, Alberto Caeiro
No creo en Dios porque nunca lo vi. Si Él quisiera que yo creyera en Él, sin duda que vendría a hablar conmigo y entraría adentro por mi puerta diciéndome, ¡Aquí estoy! (Esto es tal vez ridículo a los oídos de quien, por no saber lo que es mirar las cosas, no comprende a quien habla de ellas con el modo de hablar que reparar en ellas enseña). Pero si Dios es las flores y los árboles Y los montes y sol y el rayo de luna. Entonces creo en Él, Entonces creo en Él a toda hora, Y mi vida toda es una oración y una misa, Y una comunión con los ojos y por los oídos. Pero si Dios es los árboles y las flores Y los montes y el rayo de luna y el sol, ¿Para qué le llamo Dios? Le llamo flores y árboles y montes y sol y rayo de luna; Porque si Él se hizo, para que yo lo vea, Sol y rayo de luna y flores y árboles y montes, Si Él se me aparece como árboles y montes Y rayo de luna y sol y flores, Es que Él quiere que yo lo conozca como árboles y montes y flores y rayo de luna y sol. Y por eso yo lo obedezco (¿Qué más sé yo de Dios, que Dios de sí mismo?), Le obedezco viviendo, espontáneamente, Como quien abre los ojos y ve, Y le llamo rayo de luna y sol y flores y árboles y montes, Y lo amo sin pensar en Él Y lo pienso viendo y oyendo, Y ando con Él a toda hora.
Julia de Burgos “Te seguiré callada”
Te seguiré por siempre, callada y fugitiva,
por entre oscuras calles molidas de nostalgia, o sobre las estrellas sonreídas de ritmos donde mecen su historia tus más hondas miradas.
Mis pasos desatados de rumbos y fronteras
no encuentran las orillas que a tu vida se enlazan. Busca lo ilimitado mi amor, y mis canciones de espalda a los estático, irrumpen en tu alma.
Apacible de anhelos, cuando el mundo te lleve,
me doblaré el instinto y amaré tus pisadas; y serán hojas simples las que iré deshilando entre quietos recuerdos, con tu forma lejana.
Atenta a lo infinito que en mi vida ya asoma,
con la emoción en alto y la ambición sellada, te seguiré por siempre, callada y fugitiva, por entre oscuras calles, o sobre estrellas blancas.
Poema, José Ángel Buesa
Quizá te diga un día que dejé de quererte aunque siga queriéndote más allá de la muerte; y acaso no comprendas, en esa despedida, que, aunque el amor nos une, nos separa la vida. Quizá te diga un día que se me fue el amor, y cerraré los ojos para amarte mejor; porque el amor nos ciega, pero, vivos o muertos, nuestros ojos cerrados ven más que estando abiertos. Quizás te diga un día que dejé de quererte aunque siga queriéndote más allá de la muerte; y acaso no comprendas, en esa despedida, ¡que nos quedamos juntos para toda la vida!