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Por eso es absurda la pretensión del occidental medio, que cree saber de
música, y hasta ser un "erudito" cuando no sólo todo lo ignora acerca de
su propia tradición musical, de orígenes cosmogónicos y sagrados, sino
que toma exclusivamente por Arte Musical sólo al pequeño segmento
histórico europeo donde se produce la polifonía y la implantación de la
notación, el abuso del órgano como instrumento, la música "clásica", etc.
Esto que es visto como lo más granado y extraordinario del arte musical
es, como sucede con todas las ciencias y las artes sagradas, a la inversa
de lo que se piensa, una decadencia: melódica, racional y sentimental;
una profanación que se inicia en el Renacimiento y culmina con la
música sinfónica (aunque en realidad comienza en la Edad Media de cara
al canto llano y a la instrumentación medieval en general), frente a la
música de las grandes tradiciones del pasado y las aún vivas, en otros
lugares geográficos (la hindú, la islámica, la china, etc.,) lo que se
advierte igualmente cuando se la compara con la música hoy llamada
antropológica, así sea esta denominada arcaica, o "primitiva", la cual no
es considerada propiamente como "música" por estos "entendidos",
pretendidos especialistas y técnicos, sumamente exquisitos, los que
nunca han podido oír más allá de lo que su módica programación les
exigía.
II
A una circunferencia la conforman multitud de rectas indefinidas,
reflejos de innumerables radios que, como el sonido, nacen, mueren y
renacen a perpetuidad.
Igualmente la música actúa de manera secreta sobre los seres y las cosas,
y ofrece a quienes se interesan en ella una vía de realización espiritual, o
al menos una base para ello, teniendo presente que siempre ha
constituído uno de los elementos transmisores sensibles más importantes
en ritos y ceremonias; pero no es sólo eso: la percepción del discurso
musical es antes inaudible que sonora, y por lo tanto la verdadera
potencia mágica de la música radica en su percepción original, donde el
ser humano que escucha es un instrumento preciso y afinado en la
sinfonía del conjunto, capaz también de crear y transmitir lo inaudible en
expresiones armónicas –aunque ellas a veces desentonen en la
uniformidad del fraseo corriente– por el hecho evidente de que aquél que
'escucha', regenera la permanente actualidad del arte musical siendo a la
vez el sujeto y el objeto del mismo; el sonido, como la materia, como el
cosmos, es sólo uno.
NOTAS
1
Ver Jámblico, Vida Pitagórica Cap. XXVI. Editorial Etnos. Madrid 1991.
Ver también en la revista SYMBOLOS, Arte-Cultura-Gnosis, pág. 159, la
reseña sobre el libro L'Esoterisme Musical en France, 1700-1950, de
Joscelyn Godwin. De este mismo autor Athanasius Kircher, la búsqueda del
saber de la antigüedad y Robert Fludd, claves para una teología del
Universo, Swan, Madrid 1987. También sobre Fludd Escritos sobre
música,edición de Luis Robledo, Editora Nacional, Madrid 1979; sobre
Kircher Athanasius Kircher, Las imágenes de un saber universal. I. Gómez
de Liaño. Siruela. Madrid 1990.
2
La Tetraktys sería también un modelo musical perfecto.
3
Varios sistemas tradicionales se basaban –y basan– en una escala de cinco
tonos, o notas. De otro lado, en Grecia y Roma la música formaba parte de
las artes liberales, concretamente del quadrivium, junto con la aritmética, la
geometría y la astronomía, o sea, las artes cosmogónicas.
4
Aunque estas ideas y autores no son enseñados (a lo más una ligera mención
histórica) a los estudiantes de música actuales.
5
Ver Music of many cultures. An introduction. Edited by E. May. University
of California Press, Berkeley 1983. Especialmente capítulos 17, 18 y 19. En
el caso de la danza, la degradación que existe es obvia, pues es imposible
comparar los movimientos y la actitud de los participantes de un rito sagrado
aunque éste sea una fiesta, o aun un baile folklórico popular (la mayor parte
de estos últimos de herencia tradicional) con el lujo estéril, perfeccionista,
meramente físico y amanerado del "ballet".