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Unidad 1 / Escenario 1

Lectura fundamental

Derechos

Contenido

1 Derechos de las personas

2 Derechos de las empresas y/o de terceros

Palabras clave: derecho, empresa.


1. Derechos de las personas
En Colombia, los ciudadanos tenemos un conjunto de derechos y obligaciones que se generan con el
solo hecho de ser ciudadanos, bien sea por nacimiento o por adopción. El respeto de estos derechos,
tanto por parte de todos los asociados (es decir, todos los ciudadanos) como del mismo Estado, es
uno de los grandes logros de la democracia a nivel mundial y Colombia hace parte de ese grupo de
países donde esos derechos normalmente se garantizan y respetan.

Dentro de los muchos tipos de derechos que existen, hay algunos que aparecen reconocidos como
Derechos Fundamentales en la Constitución de 1991. Un derecho fundamental es aquel que el
Estado está obligado a garantizar y proteger con especial cuidado y que confiere facultades únicas a
las personas titulares del mismo. En el caso colombiano, estas facultades implican la defensa de dicho
derecho incluso mediante una rápida acción judicial llamada acción de tutela. La acción de tutela,
regulada por el artículo 86 de la Constitución Política, fue diseñada para defender la aplicación de los
derechos fundamentales en Colombia. Los derechos objeto de estudio en esta sección del Módulo
son derechos fundamentales.

Varios de los derechos fundamentales son de vital importancia en el manejo de bases de datos en
Colombia. Con el fin de explicar desde esta perspectiva de bases de datos los conceptos que involucran
el Derecho a la Intimidad, el Derecho al Buen Nombre y el Derecho a la Honra, es necesario tratar cada
uno por separado, a pesar de hacer parte del mismo artículo en la Constitución colombiana.

En principio veamos los que tienen una relación directa con la esfera personal del ciudadano: el
derecho a la intimidad, el derecho al buen nombre y el derecho a la honra. Estos derechos se
encuentran en los artículos 15 y 21 de la Constitución, así:

Artículo 15. Todas las personas tienen derecho a su intimidad personal y familiar y a su buen nombre,
y el Estado debe respetarlos y hacerlos respetar. De igual modo, tienen derecho a conocer, actualizar
y rectificar las informaciones que se hayan recogido sobre ellas en bancos de datos y en archivos de
entidades públicas y privadas.

En la recolección, tratamiento y circulación de datos se respetarán la libertad y demás garantías


consagradas en la Constitución.

La correspondencia y demás formas de comunicación privada son inviolables. Sólo pueden ser interceptadas
o registradas mediante orden judicial, en los casos y con las formalidades que establezca la ley.

Para efectos tributarios o judiciales y para los casos de inspección, vigilancia e intervención del Estado
podrá exigirse la presentación de libros de contabilidad y demás documentos privados, en los términos
que señale la ley (Constitución Política de Colombia, 1991, artículo 15).

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Para este Escenario en particular, nos vamos a concentrar en los derechos subjetivos relacionados
con la información contenida en bases de datos que reposan en Colombia o bajo responsabilidad de
empresas colombianas, que como bien sabemos, son aquellas empresas a las cuales les aplican las
leyes de nuestro país.

En la actual era de información, las bases de datos son una realidad que debemos afrontar y abordar
de la manera correcta con el fin de salvaguardar los derechos tanto de las personas que allí se
encuentran, como de las empresas que representamos. En este aspecto es necesario resaltar que
probablemente ustedes como estudiantes del Módulo de Regulación en Seguridad, tienen ambas
tareas: la de ser garantes de los derechos de las personas cuyos datos se encuentran en las bases de
datos bajo su responsabilidad y, por otro lado, tienen la posibilidad de conocer y saber cómo ejercer
sus derechos como titulares de información propia de las bases de datos en Colombia.

En Colombia, en lo referente a la protección y alcance de dichos derechos, la Corte Constitucional


ha emitido los principales pronunciamientos judiciales mediante varias sentencias que muestran las
dimensiones de algunos casos concernientes a estos derechos. Es de suma importancia que los estudiantes
dentro de su proceso de aprendizaje tengan acceso a una o varias de estas sentencias, con el fin de que
tengan claras las posturas en pro y en contra de estos derechos.

Desde el punto de vista personal, es necesario salvaguardar y asegurar que la intimidad, el buen
nombre y la honra sean respetados y, desde el punto de vista empresarial, se debe propender por
la defensa del derecho a la información. En ambos casos es necesario tener claro el alcance que
implican dichos derechos.

1.1. Derecho a la intimidad

En principio, encontramos este relevante derecho que hace parte de la esfera íntima al involucrar no
solo los aspectos propios de la persona en su actuar individual, sino también, en algunos casos, los de
su familia y/o seres queridos.

En lo referente a las bases de datos en Colombia, el derecho a la intimidad se encuentra estrechamente


ligado al habeas data, derecho también incluido en el artículo 15 de la Constitución. Allí se hace referencia
a que las personas en Colombia, tienen derecho a “(…) conocer, actualizar y rectificar las informaciones
que se hayan recogido sobre ellas en bancos de datos y en archivos de entidades públicas y privadas”. Este
desarrollo particular del habeas data como derecho fundamental, que por lo tanto es objeto de protección
constitucional, lo veremos con más detalle en la Unidad 2 del presente Módulo.

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La información que reposa en las bases de datos en Colombia debe regirse (entre otras) por estas
normas. Esto implica que las bases de datos que recauden, manejen, procesen y/o comercien
datos de las personas en Colombia deben tener como mínimo una autorización previa del titular
de la información para su recolección y tratamiento. Pero aun cuando haya una autorización,
existen ciertos tipos de datos que no son susceptibles de ser recaudados; así mismo, otro tipo de
datos requieren autorizaciones especiales, con el fin de proteger la intimidad del propietario de la
información (esta clasificación y tipos de datos se desarrollarán con más detalle en la Unidad 2 del
presente Módulo).

Hoy en día, debido a la gran cantidad de bases de datos de las cuales hacemos parte, a veces
voluntariamente (bases de datos de supermercados, redes sociales, comercios en general) y otras
obligados (uso de buscadores en internet, bancos y aseguradoras), la injerencia de terceros en esa
órbita es permanente y a menudo abusiva. Por esa razón, la defensa y preponderancia de los derechos
a la intimidad, buen nombre y honra tienen especial relevancia para este Módulo.

De manera voluntaria, cedemos parte de nuestra esfera íntima de la privacidad al usar ciertos servicios
de forma virtual (redes sociales, comercio electrónico, videos, noticias gratis en internet) o de forma
física (supermercados, aerolíneas, comercio en general). Lo importante es ser conscientes de lo que
se está cediendo y cuáles son los alcances de las autorizaciones que damos.

¿Sabía que...?
¿Saben ustedes cómo usan los terceros SUS DATOS PERSONALES en este
tipo de comercios físicos (por ejemplo, cada vez que dan su número de cedula al
hacer una compra) o en cualquier entorno en línea (al hacer búsquedas, dar Like
o hacer compras)?

Cada vez que usamos servicios “gratuitos” en internet (buscadores, redes sociales, aplicaciones
móviles, música, videos, etc.), con seguridad, hemos aceptado unos términos y condiciones que
la mayoría de veces no leemos. Esta aceptación por adhesión en principio podría verse como una
limitación a la amplitud e implicaciones que involucra el derecho a la intimidad, pero realmente es una
aceptación voluntaria a nuestro derecho a la intimidad, que lamentablemente la mayoría de las veces
no sopesamos de manera correcta antes de aceptar dichos términos y condiciones.

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Con respecto al derecho a la intimidad, hay varias sentencias importantes que necesitamos analizar
en esta parte del Escenario. Entre las más importantes tenemos la T-414 del 16 de junio de 1992, que
manifiesta lo siguiente con respecto a la función del Estado en este tema:

“Dentro de este complejo contexto, se protege la intimidad como una forma de asegurar la paz y
la tranquilidad que exige el desarrollo físico, intelectual y moral de las personas, vale decir, como un
derecho a la personalidad.

Esta particular naturaleza suya determina que la intimidad sea un derecho general, absoluto,
extrapatrimonial, inalienable, e imprescriptible y que se pueda hacer valer “erga omnes”, vale decir, tanto
frente al Estado como a los particulares. En consecuencia, toda persona, por el hecho de serlo, es
titular a priori, de este derecho y el único legitimado para permitir la divulgación de datos concernientes
a su vida privada. Su finalidad es la de asegurar la protección de intereses morales; su titular no puede
renunciar total o definitivamente a la intimidad pues dicho acto estaría viciado de nulidad absoluta.

Es de señalar también que la doctrina moderna ha venido reiterando una nueva y creciente dimensión
de la intimidad que la reivindica de su inicial cariz individualista y negativo. Se trata, ni más ni menos,
de reconocerle un espacio propio entre las denominadas libertades públicas, vale decir, entre aquellos
derechos fundamentales de una sociedad que permiten el desarrollo y mantenimiento de la personalidad
y la dignidad humana.

De otra parte, en las nuevas condiciones creadas por la emergencia de sofisticadas tecnologías, la
intimidad adquiere más y más objetiva naturaleza política como que apunta a lograr un justo equilibrio
en la distribución del poder de la información y no exclusivamente, como en el pasado, a garantizar los
apetitos de soledad de una persona” (Sentencia T-414, 1992).

En esta sentencia, la Corte nos indica que parte de la tranquilidad de las personas en nuestra sociedad
es el hecho de que se puedan desarrollar libremente y dar o compartir su información privada con las
personas o entidades que deseen e incluso con terceros que tengan autorización para recaudar su
información. Pero esta facultad de disposición de compartir la información personal consiste en eso, en
una facultad, es decir una prerrogativa que está exclusivamente en cabeza del titular de la información
y no en cabeza de terceros que obtienen la información de una manera fraudulenta o ilegitima.

En consecuencia, es obligación del Estado proteger y velar por la protección de este derecho en
cabeza de todos los ciudadanos en Colombia y, por lo tanto, el deber de los administradores de bases
de datos en Colombia es velar porque esto se cumpla de manera correcta.

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Así mismo, es importante ser consciente, desde el punto de vista del usuario, que ceder parte de nuestra
intimidad, al aceptar los términos y condiciones de uso de servicios en internet o de forma física en ámbitos
comerciales o financieros, implica no solo ceder un poco el alcance de este derecho, sino también permitir
el manejo de datos íntimos cuyo uso libre por terceros muchas veces no quisiéramos permitir.

En una sociedad cada vez más conectada y dependiente de las aplicaciones móviles y de las redes
sociales, donde se busca de manera permanente acceder a información y se permite que los demás
accedan a nuestra información (cediendo nuestra propia intimidad en el proceso), somos cada vez menos
conscientes del poder e importancia de la intimidad en nuestras vidas y en nuestra sociedad.

El derecho a la intimidad incluye pero no se limita a:

“[…] constituyen aspectos de la órbita privada, los asuntos circunscritos a las relaciones familiares de
la persona, sus costumbres y prácticas sexuales, su salud, su domicilio, sus comunicaciones personales,
los espacios limitados y legales para la utilización de datos a nivel informático, las creencias religiosas,
los secretos profesionales y en general todo "comportamiento del sujeto que no es conocido por los
extraños y que de ser conocido originaría críticas o desmejoraría la apreciación" que éstos tienen de
aquel” (Sentencia de Unificación - 089, 1995).

¿Sabía que...?
¿Sabe en cuantas bases de datos aparece usted claramente identificado con
nombre, profesión, ingresos, gustos, tendencias de pensamiento, orientación
sexual y/o deseos futuros de vacaciones (solo por mencionar algunos tipos de
información)?

Para concluir esta parte de la lectura, podemos deducir que, en Colombia, el derecho a la intimidad:
(i) es un derecho fundamental; (ii) es un derecho susceptible de ser protegido mediante la acción
de tutela; (iii) corresponde al ámbito personal y/o familiar del individuo; (iv) como titular de los datos
contenidos en bases de datos, SIEMPRE es necesaria una autorización del titular para recaudar,
procesar, analizar o manipular su información; (v) solo puede ser interferido por el Estado, cuando
existe una orden de autoridad competente, en ejercicio de sus funciones, en concordancia con lo
dispuesto en la ley y en la Constitución.

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En síntesis...
Entonces, hoy en día, cuando autorizamos el uso de nuestra información, ¿qué
estamos cediendo? ¿A qué estamos renunciando? Es algo que al final de este
Módulo ustedes deben estar en la capacidad de responder y con base en la
respuesta tomar decisiones prudentes.

1.2. Derecho al buen nombre

Este derecho implica todo lo relacionado con la reputación de la persona. Esto significa que el buen
nombre es la forma como los demás miembros de la sociedad la perciben y cuál es el trato que ella
recibe de su entorno social como consecuencia de esa percepción. La reputación de una persona
puede afectarse en su entorno social, de acuerdo con la información que sobre dicha se persona, se
maneje o divulgue por medios de comunicación, o por bases de datos contenidas en las redes sociales
o las que manejan información financiera.

La reputación de una persona impacta desde muy temprana edad su relación con los demás de
su entorno personal y familiar, y posteriormente con las personas de sus entornos laborales, de
negocios e incluso de relaciones sentimentales. Por lo tanto, es apenas natural que este derecho sea
considerado en la legislación colombiana como un derecho fundamental y que en consecuencia esté
protegido también por la acción de tutela.
En la actual era de la información, es muy importante tener clara la importancia de este derecho
respecto a las bases de datos a las cuales tenemos acceso (o control, según la posición profesional de
cada uno de ustedes), con el fin de evitar su vulneración en el ámbito profesional. Recordemos que
en bases de datos tan sencillas (pero sensibles, como las de recursos humanos), un mal manejo puede
afectar negativamente a un empleado; en las bases de datos empresariales, un mal manejo puede
afectar el buen nombre de un competidor, cliente o proveedor; y, en las estatales, un mal manejo
puede afectar de por vida el buen nombre de cualquier ciudadano.

En las bases de datos electrónicas, principalmente las de redes sociales, es posible que una afectación
del buen nombre de una persona tenga efectos devastadores en su vida privada, ya que la información
(especialmente la negativa), contenida en estas redes sociales se difunde de una manera excesivamente
rápida y con consecuencias nefastas para el titular de la información y muchas veces de su propia familia.

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Si bien es cierto que el derecho al buen nombre junto al derecho a la honra se encuentran
íntimamente ligados, es indudable que la gran mayoría de veces, cuando se afecta uno de estos dos
derechos, el otro invariablemente se ve afectado también, por eso es muy común encontrar ambos
derechos juntos en las sentencias de la Corte Constitucional que se han manifestado al respecto.

Para efectos de su diferenciación del derecho a la honra, el derecho al buen nombre “se configura
como derecho frente al detrimento que pueda sufrir como producto de expresiones ofensivas o
injuriosas o informaciones falsas o tendenciosas” (Sentencia T-277, 2015). En consecuencia, este
derecho se configura como una defensa contra ataques personales en contra de la persona que
los sufre de manera injustificada. Y obviamente es tarea de la persona que las dice probar que sus
afirmaciones son ciertas, es decir, el afectado no debe probar que no es lo que dice el que divulga la
información.

En términos generales, el derecho al buen nombre hace referencia a las actuaciones de una persona
en la sociedad en la cual se desenvuelve y la imagen que su círculo social tiene de ella, como
consecuencia de estas actuaciones públicas.

El buen nombre es un derecho que no solo afecta a personas naturales, sino también a personas jurídicas.
En junio de 2017, la Corte Constitucional se manifestó al respecto mediante la Sentencia T-063A
de 2017 y, con este pronunciamiento, también ha abierto el camino para que los ciudadanos puedan
enfrentarse de manera directa a empresas especializadas en la recolección, manejo y procesamiento de
información en internet. En consecuencia, pueden exigir la modificación de la información que sobre ellos
reposa en sus bases de datos, en caso de que la información no corresponda a la realidad.

1.3. Derecho a la honra

Otro derecho de igual importancia al derecho a la intimidad es el derecho a la honra. Este derecho
está previsto en el artículo 21 de la Constitución, así: “Artículo 21. Se garantiza el derecho a la honra.
La ley señalará la forma de su protección”; y también en el artículo 42 como una extensión a la honra
de la familia vista como un grupo de personas que también pueden verse afectadas por un solo acto
de un tercero.

La Corte Constitucional ha definido el alcance de este derecho en varios pronunciamientos, y,


mediante la sentencia T-277 de 2015, desarrolló claramente el alcance de este derecho, así:

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“El derecho a la honra está incorporado en el artículo 21 de la C.P., el cual establece que se respetará la
honra de las personas y que la ley determinará su forma de protección. Sin embargo, esta no es la única
mención que la Carta hace del mencionado derecho. Así, el inciso segundo del artículo 2 establece
como uno de los objetivos de las autoridades públicas la protección de la honra. Adicionalmente, el
inciso segundo del art. 42 Superior consagra la inviolabilidad de la honra, dignidad e intimidad de la
familia. Por su parte, la Convención Americana sobre Derechos Humanos contempla en su art. 11 la
garantía para los ciudadanos de los Estados partes del derecho a la honra y a la dignidad” (Sentencia
T-277, 2015).

Esta reiteración de normas a nivel constitucional nos muestra la importancia del mencionado derecho
en Colombia. Este derecho no solo es considerado fundamental, sino que adicionalmente tiene un
cubrimiento constitucional que lo reviste de una singular importancia. Y no es para menos, la honra,
desde el principio de las sociedades, ha sido la base sobre la cual se fundamentan muchas relaciones
personales, que son necesarias para el desenvolvimiento de las personas en los entornos social,
comercial y de negocios.

Esto significa que la honra es la garantía para la adecuada valoración de las personas frente a la sociedad,
es la manera cómo las personas pueden defender todos los ámbitos de su vida privada frente a la sociedad
como miembros de la especie humana. Al respecto la Corte Constitucional nos ha indicado:

“Respecto al derecho a la honra, la Corte ha señalado que es un derecho "que debe ser protegido con
el fin de no menoscabar el valor intrínseco de los individuos frente a la sociedad y frente a sí mismos, y
garantizar la adecuada consideración y valoración de las personas dentro de la colectividad"” (Sentencia
T-063A, 2017).

En el derecho a la honra, estamos frente a las virtudes y valores que socialmente se le han reconocido
socialmente a una persona en su entorno. Entonces, es claro que el respeto a los derechos al buen nombre
y a la honra es vital para el desarrollo en armonía con la convivencia social que busca nuestra constitución,
ya que se consideran como los parámetros mínimos de convivencia que todos debemos seguir.

En conclusión, con respecto a la diferencia entre el derecho al buen nombre y el derecho a la


honra, la Corte ha reiterado en varias ocasiones que: “Bajo este entendido, se ha manifestado que
el derecho al buen nombre cobija la reputación, mientras que la honra se estructuraría en torno
a la consideración que toda persona merece por su condición de miembro de la especie humana”
(Sentencia T-277, 2015).

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Lo anterior implica claramente que el derecho a la honra viene a ser el límite que se le impone al
derecho a la información (tanto desde el punto de vista de la opinión personal como desde el punto de
vista de información pública), entendido como el punto hasta el cual las personas o entidades pueden
publicar u opinar frente a personas o empresas en Colombia.

A diferencia del derecho al buen nombre, el derecho a la honra hace referencia a aquellas actuaciones
íntimas de la persona, que no necesariamente son públicas y de fácil acceso a los demás. Aquellas
actuaciones que (de manera física o de manera virtual) nos reservamos para nosotros mismos o
para nuestro círculo más cercano. Aquellas de las cuales no esperamos una aprobación social, sino
simplemente mantener el estándar de dignidad humana que refleje nuestros valores y principios.

Con respecto a la dignidad humana, la Corte ha establecido unos parámetros muy claros, que nos
indican a que se refiere:

“La jurisprudencia constitucional ha sostenido que la dignidad humana, en cuanto derecho, se concreta
en tres dimensiones que resultan indispensables para la vida de todo ser humano: (i) el derecho a vivir
como se quiera, que consiste en la posibilidad de desarrollar un plan de vida de acuerdo a la propia
voluntad del individuo; (ii) el derecho a vivir bien, que comprende el contar con unas condiciones
mínimas de existencia; y (iii) el derecho a vivir sin humillaciones, que se identifica con las limitaciones del
poder de los demás” (Sentencia T-063A, 2017).

Podemos apreciar cuan importante es este derecho y cuan subvalorado ha estado por tanto tiempo.
La honra no tiene clase ni estatus y debe ser respetada de manera amplia y general por todas las
personas y entidades ya que hace parte de la esfera más íntima de todos. Es por estas razones que
este debe ser tratado y respetado como un derecho fundamental por y para todos en Colombia.

Después de estas consideraciones, es apenas natural entender por qué el derecho al buen nombre y
el derecho a la honra hacen parte fundamental de las reglas básicas de la sociedad actual. Estos dos
derechos vienen a limitar la injerencia de terceros sobre la misma dignidad humana de cada asociado y eso
repercute directamente en el respecto entre los ciudadanos y la estabilidad de la sociedad en general.

Como consecuencia de todo lo anterior, es necesario establecer una relación directa entre el
derecho al buen nombre, el derecho a la honra y la injerencia que las bases de datos pueden tener
en la afectación positiva o negativa de los que comparten su información en las mismas. Como
administrador de bases de datos, para no afectar negativamente a terceros, su responsabilidad es un
pilar básico de su actividad profesional. Y como ciudadano, es importante que sepa, entienda y ejerza
sus derechos como titular de los mismos.

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1.4. Habeas data - Autodeterminación Informativa

Habida cuenta de la importancia de este derecho para efectos del Módulo, el siguiente Escenario va
a estar enfocado exclusivamente en este tema. En consecuencia, la descripción que se hace en el
presente numeral es solo a título enunciativo y de información general.

En Colombia, el habeas data es el mismo término que corresponde en otros países a la


Autodeterminación Informativa, y se encuentra incorporado en nuestro ordenamiento jurídico en el
artículo 15 de la Constitución. Allí no se encuentra descrito o definido como tal, pero sus elementos
básicos y características si están definidas en dicho artículo.

Este derecho es una libertad especial que se otorga a los ciudadanos versus las entidades que
acumulan datos de las personas, ya que se concibe como la potestad del titular sobre su información,
con el fin de disponer libremente de ella.

Los derechos básicos que incorpora el habeas data son:

1. Conocer el contenido de la información.

2. Exigir la actualización de los datos.

3. Solicitar su corrección cuando se encuentren errados.

4. Solicitar la eliminación de los mismos cuando sea legalmente posible y deseable a nivel
individual.

La Honorable Corte Constitucional ha definido el derecho a la Autodeterminación Informativa, así:

“A pesar de que en determinadas circunstancias el derecho a la intimidad no es absoluto, las personas


conservan la facultad de exigir la veracidad de la información que hacen pública y del manejo correcto
y honesto de la misma. Este derecho, el de poder exigir el adecuado manejo de la información que
el individuo decide exhibir a los otros, es una derivación directa del derecho a la intimidad, que se ha
denominado como el derecho a la "autodeterminación informativa"” (Sentencia T-522, 1997).

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2. Derechos de las empresas y/o de terceros

2.1. Derecho a la información

En contraste con los cuatro derechos expuestos anteriormente, tenemos la otra cara de la moneda,
el derecho que muchas veces se contrapone a los anteriores por tener la misma jerarquía a nivel
Constitucional, el derecho a la información.

Este derecho se encuentra contenido en el artículo 20 de la Constitución, y nos indica:

Artículo 20. Se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la
de informar y recibir información veraz e imparcial, y la de fundar medios masivos de comunicación.

Estos son libres y tienen responsabilidad social. Se garantiza el derecho a la rectificación en condiciones
de equidad. No habrá censura (Constitución Política de Colombia, 1991, artículo 20).

En todas las sociedades democráticas modernas, el derecho a la información hace parte intrínseca
y básica del sistema social, al ser la garantía de que todos y todas podamos manifestar nuestros
puntos de vista a favor o en contra del gobierno, del sistema, de las instituciones, de los medios de
comunicación, de las figuras públicas, y, en general, de cualquier tema, además permite que podamos
expresarnos y que nuestra opinión cuente. Ahora, si a eso le sumamos el crecimiento exponencial
que han tenido las redes sociales en Colombia, vemos cómo se ejerce cada vez más este derecho,
incluso de manera inadecuada. En algunos casos, se llega al extremo del irrespeto, las calumnias y las
violaciones al derecho a la honra y al buen nombre.

La Corte Constitucional ha indicado claramente el rol del derecho a la información en Colombia de la


siguiente manera:

“Bajo esa línea, esta Corporación ha reconocido la gran importancia que tiene proteger el derecho
a la libertad de expresión en todas sus dimensiones y aspectos, no sólo por su estrecha relación con
el desarrollo de una sociedad democrática, sino, también, porque es una herramienta o mecanismo
que favorece a sociedades pluralistas como la nuestra, pues permite la existencia simultánea de ideas
y opiniones, de manera libre, conduciendo a colectividades incluyentes, en la medida en que permite
que cada individuo pueda divulgar su pensamiento y, a su vez, conocer el de los demás, bajo la premisa
de que pueden existir distintos conceptos sobre lo que es considerado acertado o incorrecto, bueno
o malo y también adquirir cierta responsabilidad al momento de decidir qué se comunica a los demás”
(Sentencia T-050, 2016).

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Lo anterior implica que las noticias ampliamente conocidas como posverdad no tienen cabida en un
sistema democrático serio, pero han sido determinantes a nivel mundial. Como es bien sabido, el
Brexit, la elección de Donald Trump y el referendo en Colombia en 2017 fueron eventos afectados
por noticias falsas que impresionaron a los electores de manera profunda. De hecho, en 2016, el
diccionario Oxford, uno de los referentes mundiales del idioma inglés, declaró como palabra del año
“post-truth” (posverdad).

El derecho a la información tiene dos aspectos amplios: (i) el subjetivo de poder expresar libremente
su opinión y (ii) el objetivo, que implica que todas las personas tienen derecho a informar y a estar
informadas con información veraz e imparcial.

En Colombia la Corte Constitucional ha definido el alcance del derecho a la información, al


diferenciar el derecho a opinar vs. el derecho a dar y recibir información, de la siguiente manera:

“Esta diferencia determina que la libertad de opinión tenga por objeto proteger aquellas formas de
comunicación en las que predomina la expresión de la subjetividad del emisor: de sus valoraciones,
sentimientos y apreciaciones personales sobre determinados hechos, situaciones o personas.
Entretanto, la libertad de información protege aquellas formas de comunicación en las que prevalece
la finalidad de describir o dar noticia de lo acontecido. Por tal razón, en este último caso se exige
que la información transmitida sea veraz e imparcial, esto es, que las versiones sobre los hechos o
acontecimientos sean verificables y en lo posible exploren las diversas perspectivas o puntos de vista
desde los cuales un mismo hecho puede ser contemplado. Tal exigencia está ligada a un aspecto
fundamental, y es que en el caso de la libertad de información no solo está involucrado el derecho de
quien transmite, sino el de los receptores de la información, los cuales, de acuerdo a lo preceptuado
en el artículo 20 constitucional, tienen derecho a que se proteja la veracidad e imparcialidad de la
información que reciben” (Sentencia T-050, 2016).

Por otro lado, la importancia del alcance y protección del derecho a la información ha sido
reiteradamente defendida por la Corte Constitucional al considerarla parte esencial de nuestro
sistema democrático. No hacerlo implicaría censura y, evidentemente, esa restricción de libertades
y derechos no es aceptable ni permitida en ninguna democracia real del mundo. Es claro que, en las
dictaduras y otros sistemas autoritarios de gobierno, lo primero que se hace es limitar el derecho a la
información y generar una censura oficial de todo lo que tiene que ver con posturas contradictorias a
las del gobierno de turno.

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Para efectos de este Módulo, el derecho a la información lo ejercen, por un lado, todos los usuarios
que accedemos a las bases de datos (ya sea de forma física o por internet) y, por otro lado, las
empresas que recaudan información. Estas compañías tienen el derecho de obtener información
con base en la cual tomar decisiones de negocios, siempre y cuando tengan autorización de los
titulares de la información para recaudar, procesar, analizar, comerciar, y, en algunos casos, eliminar la
información que han obtenido por medios lícitos.

Desde el punto de vista de las empresas, el derecho a la información es un mal necesario para
nosotros los usuarios en muchos casos, por ejemplo:

1. Entidades financieras: en Colombia las entidades financieras (bancos, entidades de crédito,


aseguradoras, etc.) requieren tener la información de sus clientes con el fin de hacer una evaluación
financiera de los mismos y, con base en dicha información, poder aprobar o rechazar los productos
solicitados por los clientes, según sus ingresos, gastos, capacidad de pago, nivel de ahorro, garantías,
etc. Por lo tanto es imposible acceder a servicios financieros en Colombia sin firmar una autorización
para la consulta y reporte de datos. Esa autorización por parte del titular se convierte en un derecho a
favor de la entidad financiera para consultar y procesar los datos de sus clientes.

2. Buscadores en internet: en todo el mundo, internet es usado para consultar información, pero hay
tanta información en la red (a la fecha hay más de 1,3 billones de páginas sin contar con las que hay en
la dark web), que confiamos plenamente en los resultados que nos dan los buscadores. Este servicio,
que usamos a diario, resulta inmensamente útil, pero cada vez que lo hacemos autorizamos al buscador
empleado para que recaude, procese, transfiera a terceros y venda nuestra información de manera
permanente e ilimitada. Esta autorización implica otorgar el derecho a un tercero para hacer lo que
quiera con nuestra información, es decir, con el resultado de las búsquedas y nuestro perfil de usuario.

3. Correo electrónico gratuito: la gran mayoría de personas con acceso a internet, tenemos por lo
menos una cuenta de correo electrónico de una plataforma gratuita. Este servicio es tan útil como
peligroso ya que, con la aceptación de los términos y condiciones, estamos dando autorización a estas
empresas proveedoras del servicio para hacer perfiles exactos de nosotros e incluso en algunos casos
a tener acceso a la información contenida en los correos electrónicos que enviamos y recibimos.

4. Aplicaciones móviles gratuitas: en general, las aplicaciones móviles gratuitas que tenemos en
nuestros teléfonos inteligentes y tabletas están recaudando de manera permanente la información de
uso de las mismas. En muchos casos, la información no tiene nada que ver con la propia aplicación.
Siempre aceptamos los términos y condiciones de uso de los servicios “gratuitos”, y eso implica una
reducción permanente a nuestra privacidad real y, en algunos casos, un uso abusivo del derecho a la
información por parte de las empresas que producen dicho software.

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Los anteriores ejemplos son solo algunas muestras de cómo hoy en día cedemos cada vez más nuestra
intimidad e información reservada o privada, por usar servicios en línea o físicos que algunas veces
necesitamos y en otras veces solo queremos usar por comodidad, ¿pero a qué costo?

¿Sabía que...?
¿Es consciente de que su perfil personal en aplicaciones móviles incluye lo
que usted come normalmente, cuántas citas tiene al día, en dónde vive, en
dónde trabaja, cuántos hijos tiene, qué compras hace, adónde se moviliza, sus
preferencias sexuales, sus ingresos aproximados y en qué le gusta gastar su dinero?

Como se puede apreciar claramente, la autorización inicial es la base para la creación de bases de
datos en Colombia. Las bases de datos que eventualmente ustedes manejan o administran tienen que
contar con esta autorización. ¿La tienen?

Ahora, como titulares del derecho a la información, es importante saber qué derechos tenemos.

2.2. Derechos de los titulares de la información

De acuerdo con la Ley 1581 de 2012, en Colombia el Titular de la información tendrá los siguientes
derechos:

A. Conocer, actualizar y rectificar sus datos personales frente a los Responsables del Tratamiento o
Encargados del Tratamiento. Este derecho se podrá ejercer, entre otros frente a datos parciales,
inexactos, incompletos, fraccionados, que induzcan a error, o aquellos cuyo Tratamiento esté
expresamente prohibido o no haya sido autorizado.

B. Solicitar prueba de la autorización otorgada al Responsable del Tratamiento salvo cuando


expresamente se exceptúe como requisito para el Tratamiento, de conformidad con lo previsto
en el artículo 10 de la presente ley.

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C. Ser informado por el Responsable del Tratamiento o el Encargado del Tratamiento, previa
solicitud, respecto del uso que le ha dado a sus datos personales.

D. Presentar ante la Superintendencia de Industria y Comercio quejas por infracciones a lo


dispuesto en la presente ley y las demás normas que la modifiquen, adicionen o complementen.

E. Revocar la autorización y/o solicitar la supresión del dato cuando en el Tratamiento no se


respeten los principios, derechos y garantías constitucionales y legales. La revocatoria y/o
supresión procederá cuando la Superintendencia de Industria y Comercio haya determinado que
en el Tratamiento el Responsable o Encargado han incurrido en conductas contrarias a esta ley y
a la Constitución.

F. Acceder en forma gratuita a sus datos personales que hayan sido objeto de Tratamiento.

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Referencias
Constitución Política de Colombia (1991). Artículos 15, 20, 21, 42. Recuperado de: http://www.
secretariasenado.gov.co/senado/basedoc/constitucion_politica_1991.html

Ley 1581 de 2012. Por la cual se dictan disposiciones generales para la protección de datos personales, 17
de octubre de 2012.

Sentencia T-414 (1992). Corte Constitucional, Sentencia de Tutela T-414 del 16 de junio de 1992.
M.P. Ciro Angarita Barón.

Sentencia de Unificación SU-089 (1995). Corte Constitucional, Sentencia de Unificación SU-089


de 1 de marzo de 1995. M.P. Jorge Arango Mejía.

Sentencia T-522 (1997). Corte Constitucional, Sentencia de Tutela T-522 de 30 de octubre de 1997.
M.P. Vladimiro Naranjo Mesa.

Sentencia T-277 (2015). Corte Constitucional, Sentencia de Tutela T-277 de 12 de mayo de 2015.
M.P. María Victoria Calle Correa.

Sentencia T-050 (2016). Corte Constitucional, Sentencia de Tutela T-050 de 10 de febrero de


2016. M.P. Gabriel Mendoza Martelo.

Sentencia T-063A (2017). Corte Constitucional, Sentencia de Tutela T-063A de 3 de febrero de


2017. M.P. Jorge Iván Palacio Palacio.

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