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El héroe de Iquique
Agustín Arturo Prat Chacón: 1848-1879
Muerte de Prat
Hundimiento de la "Esmeralda".- Se
produjo luego de un sangriento
combate con el "Huáscar". COn el
pabellón izado se fue a pique al tercer
espolonazo
La Esmeralda estaba empavesada como para una fiesta y una corneta tocaba
"al ataque" sin cesar. Había transcurrido ya hora y media de combate, cuando
el comandante de las fuerzas peruanas de tierra en Iquique ordenó que se
colocara una batería de a 9 en una posición que enfrentaba a la Esmeralda y
comenzó a disparar matando en la primera andada a tres hombres y dejando
herido a otros tres . El buque se trasladó pesadamente unos 1.000 metros más
al norte y a 250 de tierra, donde permaneció hasta su hundimiento. A las once
y media de la mañana, Grau exasperado con la obstinación de la defensa, que
ha todo el mundo en el monitor peruano parecía increíble, decidió liquidar la
situación y ordenó espolonear a la corbeta y se lanzó contra ella a toda
máquina. La Esmeralda alcanzó a girar sobre su centro y recibió el golpe de
refilón; pero los cañones disparados al unísono, aventaron en pedazos a 40 o
50 hombres. Antes de que el Huáscar se desprendiera del costado del buque
chileno, el comandante Prat, espada en mano, saltó sobre la cubierta del buque
enemigo, dando el grito: "¡Al abordaje muchachos!" En la confusión del
combate su voz no fue oída más que por el sargento Juan de Dios Aldea, quien
también saltó con su capitán y con otro marinero que no fue identificado.
Alcanzó a avanzar Prat algunos pasos hacia la torre de mando y cayó herido al
pie de ella, luego un marinero le dio un tiro en la frente que lo mató
instantáneamente.
El Huáscar ataca otra vez
El Huáscar repitió el ataque, dando un segundo espolonazo, que abrió una vía
de agua, inundando la Santa Bárbara y las máquinas, lo que dejó a la corbeta
chilena sin gobierno y sin más municiones que las que había en cubierta. En
este segundo espolonazo, saltó el tenienteIgnacio Serrano con 10 o 12
marineros que comenzaron a batirse en la cubierta del monitor peruano. Todo
el destacamento chileno cayó, recibiendo Serrano una bala de ametralladora
en el bajo vientre. La Esmeralda, cubierta de banderas, continuaba a flote y el
corneta seguía tocando. Veinte minutos después, el Huáscar embistió por
tercera vez y ahora la Esmeralda se inclinó de proa y, a las 12.10, se hundió en
el mar con su bandera al tope.
Al hundirse sonó un último disparo, que parece haber sido hecho por el
guardiamarina Riquelme. Los botes del Huáscar salvaron a ocho oficiales y a
49 marineros, o sea, a la cuarta parte de los que entraron en combate. Los
cadáveres de Prat y de los demás chilenos fueron colocados en la vereda de la
calle que hay entre el muelle y el edificio de la Aduana. Un ciudadano
español, Eduardo Llanos, ayudado por otro compatriota, Benigno Posadas,
tomaron la iniciativa de enterrarlos.
El Combate de Punta Gruesa
Un poco más al sur se desarrollaba en forma paralela el encuentro entre la
Independencia y la Covadonga. La astucia fue la salvación y al final la gran
victoria correspondió al chileno Carlos Condell.
Con su pequeño barco de madera de 412 toneladas, contra el acorazado de
2.000 toneladas, encontró sólo una defensa que consistió en escapar hacia el
sur, apegándose a la costa.
Al enfrentar Punta Gruesa, la Covadonga salvó un escollo apenas y la quilla
rechinó porque había tocado fondo. Condell rápidamente colocó su barco
tentando al enemigo para que espoloneara y esto fue precisamente lo que hizo
la Independencia.
A toda máquina, el acorazado peruano se lanzó sobre el barco chileno sin
sospechar el peligro. Su gran quilla se incrustó con fuerza en las rocas
submarinas; la Independencia se inclinó y comenzó a hacer agua. Entonces, la
Covadonga, avanzando sobre ella, la cañoneó hasta lograr su rendición.