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TITULO: Quienes éramos y quienes somos

TEXTO: 1 Pedro 2:9-10


ILUSTRACIÓN
Hermanos, el mayor mal de nuestros días lo
podemos definir a través de la primera frase del
monólogo del personaje Hamlet: “Ser o no ser,
esa es la cuestión", porque esta expresión
representa la pregunta esencial de la experiencia
humana, atribulada frente a las tensiones que se
producen entre la voluntad y la realidad, de tal
manera que la vida, el ser y el hacer, incluso la
muerte, se convierten en opciones a considerar,
por cuanto mucha gente está teniendo problemas
de identidad. Muchos no saben quienes son, ni
que son, porque tienen problemas con su
identidad sexual. Otros sufren de una crisis de
identidad porque no saben lo que desean o lo
que quisieran lograr, no saben hacia dónde se
dirigen, y en consecuencia experimentan
profundas dudas sobre el sentido de su
existencia, y están llenos de sentimientos de
vacío y de soledad, que a su vez le provocan
altas dosis de incertidumbre y ansiedad.
Y si no sabemos quienes somos, estaremos
perdidos en el mundo confundido de nuestra
desesperación.

INTRODUCCIÓN
En su carta a los Efesios, el apóstol Pablo
escribió una sentencia que determina que todos
aquellos que por gracia por medio de la fe,
hemos recibido la potestad de ser hechos hijos
de DIOS, ciertamente tenemos “un antes y un
después”, porque nuestra identidad en CRISTO
lo cambia todo. De manera que podríamos decir,
que cuando conocemos a JESÚS, y lo
confesamos como nuestro Señor y Salvador,
experimentamos un “cambio radical de
identidad”, y dejamos de ser quién fuimos, para
comenzar a ser una NUEVA persona, y
generalmente esto nos trae una crisis, porque ya
nos somos los que fuimos, pero tampoco somos
lo que debemos ser, hasta que vayamos
creciendo y madurando, y entendiendo que en
CRISTO somos una NUEVA creación.
De manera que una vez que conocemos nuestra
NUEVA identidad, nuestra vida cambia, y
comenzamos a disfrutar de la libertad y el gozo
de nuestra vida espiritual de comunión íntima con
DIOS, sabiendo, que como está escrito en
Romanos 6:6, nuestro VIEJO HOMBRE, nuestra
antigua naturaleza rebelde y pecaminosa, fue
crucificado juntamente con Él, para que el cuerpo
del pecado sea destruido, a fin de que no
sirvamos más al pecado. Porque cuando nos
arrepentimos, y confesamos nuestro pecado, y
reconocemos a JESUCRISTO como nuestro
Señor, recibimos una NUEVA naturaleza en
CRISTO, tal como lo dice Pablo en 2 Corintios
5:17: “De modo que si alguno esta en Cristo,
nueva CRIATURA es, las cosas viejas
pasaron, he aquí todas son hechas nuevas.”
Donde la palabra CRIATURA significa
literalmente CREACIÓN, y es la misma palabra
que se usa en Romanos 1:20, la cual hace
referencia a la CREACIÓN del mundo.
De hecho, en Efesios 4:22, el Apóstol afirma que:
“En cuanto a la pasada manera de vivir,
despojaos del viejo hombre, que está viciado
conforme a los deseos engañosos, y
renovaos en el espíritu nuevo hombre de
vuestra mente, y vestíos del, creado según
Dios en la justicia y santidad de la verdad.”
Y esto nos revela que, desde la óptica de DIOS,
todos nosotros antes de que creyéramos en
CRISTO tuvimos una “PASADA manera de vivir”,
un “VIEJO hombre” viciado conforme a los
deseos engañosos”, del cual literalmente se nos
ordena “despojarnos” como la ropa vieja que
necesita desecharse. Y esto es tanto una
decisión que hacemos para toda la vida cuando
decidimos aceptar el regalo de salvación que
CRISTO nos da (Efe. 2:8-10), como un
compromiso consciente diario. Porque como
hijos de DIOS, ahora en la “NUEVA VIDA en
CRISTO”, debemos apuntar en la nueva
dirección y apropiarnos de la nueva línea de
pensamiento y de conducta que el ESPÍRITU
SANTO nos da, a fin de ubicarnos en nuestra
“nueva POSICIÓN de hijos” y vivir según “nuestra
NUEVA CONDICIÓN de SANTIDAD”, algo que
sólo podemos lograr cuando RENOVAMOS en
nuestra manera de PENSAR para que así pueda
cambiar nuestra manera de VIVIR (Romanos
12:1-2), de modo que ya NO ANDEMOS
dominados por el espíritu de la desobediencia
(Efesios 2:1–3), según los impulsos y deseos de
nuestra naturaleza pecaminosa, sino vestidos del
“NUEVO hombre” creado según el carácter y la
voluntad DIOS en la JUSTICIA y SANTIDAD de
Su verdad; y de esta manera, se pueda destacar
el contraste entre nuestro ANTERIOR estilo de
vida, y la NUEVA capacidad para adoptar un
NUEVO ESTILO de vida de obediencia a DIOS,
gracias al poder del ESPÍRITU SANTO.
Porque hermanos, si bien la vida cristiana es un
proceso, tanto DIOS como la gente esperan
poder ver nosotros una diferencia contundente,
primordialmente, por nuestra manera de VIVIR,
porque ahora se nos ha LLAMADO a vivir “como
hijos de luz” (Efesios 5:8), y esto implica
necesariamente abandonar la vida pasada de
pecado, porque la identidad se forma, y se vive. Y
nuestra identidad la tenemos en CRISTO. Pues,
cuando reconocemos quién es Él, podemos
conocer quiénes somos nosotros. Y quien
encuentra su identidad en CRISTO encuentra
seguridad y sentido en la vida (Gálatas 3:27-29);
pues, como escribió Pablo sobre sí mismo:
“…por la gracia de DIOS soy lo que soy.” (1
Corintios 15:10). Por lo cual, como DIOS nos ve
es que se define nuestra identidad, no somos
nosotros quien la definimos de una manera
horizontal, por el éxito, las relaciones, los títulos y
logros alcanzados; porque esa identidad que
construimos un día se desmoronará. Pero
nuestra definición debe ser de una manera
vertical: DIOS, y nuestra relación con Él. Puesto
que sólo Él sabe realmente quiénes somos y
sabe qué propósitos tiene para nuestra vida.
De manera que con integridad y sinceridad,
debemos preguntarnos si nuestra actual manera
de vivir es diferente a nuestra vida antes de
conocer a CRISTO como nuestro Señor y
salvador. Si realmente se ha manifestado en
nosotros un proceso de cambio para mejorar
nuestra manera de pensar, nuestras actitudes y
nuestras acciones, en comparación con los años
pasados que vivimos sin CRISTO. ¿Cómo nos
vemos en el tiempo presente? ¿Cómo creemos
que nos ven los demás?
¿Pasaríamos un examen de carácter y de
conducta a la luz de los parámetros establecidos
por DIOS para la manera de vivir de Sus hijos?
¿En cuanto nos parecemos al carácter y la
conducta demostrada por JESÚS, nuestro
modelo de vida? ¿En que medida hemos crecido
en todo en Aquel que es la cabeza, esto es,
CRISTO? Estas deben ser preguntas de reflexión
que nos debemos realizar, porque pueden
ayudar a evaluar la manera en que estamos
viviendo la NUEVA vida en CRISTO. Porque
aunque ciertamente hay cosas en la vida y en
nuestro pasado que no podemos cambiar, sin
embargo, a partir del momento de nuestra
conversión somos una NUEVA CRIATURA en
CRISTO, que nos encontramos en un proceso de
cambio permanente y progresivo hasta que
alcancemos “…la medida de la estatura de la
plenitud de CRISTO;…” (Efesios 4:13). Porque
como hijos de DIOS se nos ha otorgado una
NUEVA naturaleza, y aunque no adquirimos
automáticamente todos los pensamientos y las
actitudes del NUEVO HOMBRE, sin embargo si
permitimos que el ESPÍRITU SANTO realice Su
obra transformadora en nosotros, haciendo
nosotros la parte que nos corresponde, entonces
DIOS nos garantiza que el cambio es seguro, y
que “…todos llegaremos a la unidad de la fe y
del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón
perfecto, a la medida de la estatura de la
plenitud de CRISTO.” (Efesios 4:13).
Y a pesar de que el cambio pueda ser lento, no
obstante, este ocurrirá, pues, como está escrito:
“…el que comenzó en vosotros la BUENA
OBRA, la PERFECCIONARÁ hasta el día de
JESUCRISTO;…” (Filipenses 1:6)
De manera que, como somos exhortados, “…ya
NO ANDEMOS como los otros gentiles, que
andan en la vanidad de su mente, teniendo el
entendimiento entenebrecido, ajenos de la
VIDA de DIOS por la ignorancia que en ellos
hay, por la dureza de su corazón;…” (Efesios
4:17-18). Por el contrario, “…HAGAMOS
MORIR, pues, lo terrenal en nosotros:
fornicación, impureza, pasiones
desordenadas, malos deseos y avaricia, que
es idolatría; cosas por las cuales la ira de
DIOS viene sobre los hijos de desobediencia,
en las cuales nosotros también ANDUVIMOS
en OTRO TIEMPO cuando vivíamos en ellas.
Pero ahora DEBEMOS DEJAR también
nosotros todas estas cosas: ira, enojo,
malicia, blasfemia, palabras deshonestas de
vuestra boca. No mentir los unos a los otros,
habiéndonos DESPOJADO del VIEJO
HOMBRE con sus hechos, y REVESTIDO del
NUEVO, el cual conforme a la imagen del que
lo creó se va RENOVANDO hasta el
conocimiento pleno,… como ESCOGIDOS de
DIOS, santos y amados, de entrañable
misericordia, de benignidad, de humildad, de
mansedumbre, de paciencia; soportándoos
unos a otros, y perdonándoos unos a otros si
alguno tuviere queja contra otro. De la manera
que CRISTO os perdonó, así también hacedlo
vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos
de amor, que es el vínculo perfecto.
(Colosenses 3:5-10; 12-14)
En palabras sencillas y concretas, debemos
esforzarnos, en la Gracia y el Poder de DIOS, en
CAMBIAR nuestra CONDUCTA moral, dejando
que CRISTO viva en nosotros, de manera que
podamos ser moldeados hacia lo que debemos
ser y, así, podamos vivir la verdadera vida
cristiana, revestidos con la nueva naturaleza
divina, dejando morir la antigua naturaleza
pecaminosa. Porque los que hemos “NACIDO de
NUEVO” por la obra redentora de JESUCRISTO,
“… hemos muerto, y nuestra VIDA está
escondida con CRISTO en DIOS.” (Colosenses
3:3); en la plena convicción de que “Con
CRISTO estoy juntamente crucificado, y ya no
vivo yo, mas vive CRISTO en mí; y lo que
ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo
de DIOS, el cual me amó y se entregó a sí
mismo por mí.” (Gálatas 2:20). Y esto significa
que nuestro deseo por este mundo debería ser
como el de una persona muerta,
considerándonos muertos e insensibles a los
deseos pecaminosos: la fornicación, impurezas,
pasiones desordenadas, malos deseos y
avaricia; de manera que así como las ramas
enfermas de un árbol, estas prácticas
pecaminosas en nuestra vida deben ser cortadas
antes de que nos destruyan. Haciendo cada día
una decisión para quitar cualquier cosa que
sostenga o alimente estos deseos, y podamos
depender del poder del ESPÍRITU SANTO para
hacer lo que a DIOS le agrada, y no VIVIR bajo
la influencia de este mundo. Porque se nos ha
ordenado que: “NO amemos al mundo, ni las
cosas que están en el mundo. Pues, si alguno
ama al mundo, el amor del PADRE no está en
él. Porque todo lo que hay en el mundo, los
deseos de la carne, los deseos de los ojos, y
la vanagloria de la vida, no proviene del
PADRE, sino del mundo. Y el mundo pasa, y
sus deseos; pero el que hace la voluntad de
DIOS permanece para siempre.” (1 Jn. 2:15-17)
Lamentablemente, muchos creyentes piensan
que la vida mundana tiene que ver con nuestra
conducta externa: con las personas con quienes
nos juntamos, los lugares que frecuentamos, las
actividades de que disfrutamos, y las cosas que
hacemos. Pero eso no es totalmente cierto,
porque la mundanalidad empieza en nuestro
corazón y se caracteriza por estas tres actitudes
que el apóstol Juan menciona:
1. Los deseos de la carne. esto es el afán por
la satisfacción de los deseos físicos.
2. Los deseos de los ojos. El anhelo por la
posesión y acumulación de cosas y bienes
materiales.
3. Y la vanagloria de la vida. La obsesión con
el nivel social o la importancia de uno.
Si nos movemos al principio de los tiempos,
podemos darnos cuentas que estas actitudes no
son nada nuevo en el corazón del hombre, pues,
cuando la serpiente tentó a Eva (Génesis 3:6), la
tentó en estos tres aspectos.
1. “Y vio la mujer que el árbol era bueno
para comer.” Deseos de la carne.
2. “Y que era agradable a los ojos.” Deseos
de los ojos.
3. “Y árbol codiciable para alcanzar la
sabiduría.” Vanagloria de la vida.
¿Cuál fue el resultado?
“Y tomó de su fruto, y comió; y dio también a
su marido, el cual comió así como ella.”
Y de esta manera entró el pecado al mundo, pero
TODO comenzó en el corazón del hombre, quien
bajo el engaño de satanás se rindió ante la
tentación y se rebeló ante su Creador,
renunciando al estilo de vida de DIOS, y
entregándose al estilo de vida pecaminosa
ofrecida por satanás. (Génesis 3:1-6)

DESARROLLO
Todo esto, pues, nos da plena EVIDENCIA de
quienes ERAMOS en nuestra carne, y de
quienes debemos SER en CRISTO en nuestra
vida PRESENTE y en nuestro FUTURO. Y en
este sentido, el Pedro también nos enseña,
cuando escribe: “Mas vosotros sois linaje
escogido, real sacerdocio, nación santa,
pueblo adquirido por DIOS, para que
anunciéis las virtudes de aquel que os llamó
de las tinieblas a su luz admirable; vosotros
que en otro tiempo no erais pueblo, pero que
ahora sois pueblo de DIOS; que en otro
tiempo no habíais alcanzado misericordia,
pero ahora habéis alcanzado misericordia.”
(1 Ped. 2:9-10)
Acá podemos ver claramente:
1. Quienes ERAMOS, pero desde el aspecto
de quienes NO ERAMOS. Porque:

a. NO éramos “PUEBLO.
“Todos nosotros nos descarriamos
como ovejas, cada cual se apartó por
su camino; mas Jehová cargó en él el
pecado de todos nosotros.” (Is. 53:6)
“Por tanto, acordaos de que en otro
tiempo vosotros, los gentiles en
cuanto a la carne, erais llamados
incircuncisión por la llamada
circuncisión hecha con mano en la
carne. En aquel tiempo estabais sin
Cristo, alejados de la ciudadanía de
Israel y ajenos a los pactos de la
promesa, sin esperanza y sin Dios en
el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús,
vosotros que en otro tiempo estabais
lejos, habéis sido hechos cercanos
por la sangre de Cristo.” (Ef. 2:11-13)
b. Estábamos en TINIEBLAS.
Cuando Pablo relata su conversión. Hace
referencia al evento ocurrido cuando iba
camino a Damasco con poderes y en
comisión de los principales sacerdotes
para perseguir a los cristianos, y el Señor
Jesús se le manifestó y, entre otras
cosas, le dijo: “…he aparecido a ti, para
ponerte por ministro y testigo de las
cosas que has visto, y de aquellas en
que me apareceré a ti, librándote de tu
pueblo, y de los gentiles, a quienes
ahora te envío, para que abras sus
ojos, para que se conviertan de las
tinieblas a la luz, y de la potestad de
Satanás a Dios; para que reciban, por
la fe que es en mí, perdón de pecados
y herencia entre los santificados.”
(Hechos 26:16-18). Y lo resaltante acá,
respecto a lo que estamos tratando, es
que el Señor le dice a Pablo que Él lo
envía a los gentiles, para que abriera sus
ojos: “…para que se conviertan de las
tinieblas a la luz, y de la potestad de
Satanás a Dios; para que reciban, por
la fe que es en mí, perdón de pecados
y herencia entre los santificados.”
De manera que cuando los hombres no
hemos tenido un encuentro personal con
el Señor, nos encontramos en
“TINIEBLAS” y bajo la “POTESTAD” de
satanás. Pero cuando por medio de la
revelación de Su Palabra nuestros ojos
son abiertos, entiéndase, nuestro
pensamiento dominado por el pecado es
liberado del engaño del diablo, entonces,
podemos recibir por la fe en Él, perdón
de pecados y herencia entre los
santificados, es decir, entre los que han
sido apartados por Dios y para Dios, y a
los cuales se nos otorga por Su gracia la
potestad de ser hechos hijos de Dios y
siervos de Jesucristo. Cumpliéndose así
la Palabra declarada por el Señor,
cuando dijo: “Yo soy la luz del mundo;
el que me sigue, no andará en
tinieblas, sino que tendrá la luz de la
vida.” (Juan 8:12)… O cuando dijo: “Yo,
la luz, he venido al mundo, para que
todo aquel que cree en mí no
permanezca en tinieblas.” (Juan
12:46). Por tanto, prestemos atención al
llamado que el apóstol Pablo nos hace
cuando nos exhorta a que:
“Desechemos, pues, las obras de las
tinieblas, y vistámonos las armas de la
luz. Andemos como de día,
honestamente; no en glotonerías y
borracheras, no en lujurias y lascivias,
no en contiendas y envidia, sino
vestíos del Señor Jesucristo, y no
proveáis para los deseos de la carne.”
(Romanos 13:12-14). Porque hermanos,
escrito está que: “…en otro tiempo
éramos tinieblas, mas ahora somos
luz en el Señor; andemos como hijos
de luz (porque el fruto del Espíritu es
en toda bondad, justicia y verdad),
comprobando lo que es agradable al
Señor. Y no participemos en las obras
infructuosas de las tinieblas, sino más
bien reprendámoslas; porque
vergonzoso es aun hablar de lo que
ellos hacen en secreto. Mas todas las
cosas, cuando son puestas en
evidencia por la luz, son hechas
manifiestas; porque la luz es lo que
manifiesta todo.” (Efesios 5:8-13)… Y
nunca olvidemos que nuestro “…Padre
nos hizo aptos para participar de la
herencia de los santos en luz; y nos
ha librado de la potestad de las
tinieblas, y trasladado al reino de su
amado Hijo, en quien tenemos
redención por su sangre, el perdón de
pecados.” (Colosenses 1:12-13)

c. No habíamos alcanzado
MISERICORDIA.
Estábamos fuera de la MISERICORDIA
de DIOS, y por tanto fuera de Su
GRACIA. No éramos merecedores de Su
perdón. Pero ahora que hemos
alcanzado Su misericordia, hemos
comenzado a participar de la vida de
comunión con DIOS, y nuestra vida ha
cambiado por completo, porque hemos
encontrado un nuevo comienzo. Por
tanto, debemos vivir tan agradecidos con
DIOS que debiéramos esforzarnos en
vivir la NUEVA VIDA en conformidad con
Su voluntad, en la santidad y la justicia
de DIOS. Porque por Su misericordia
hemos sido salvados y elegidos por
DIOS para ser Sus hijos a través de
JESÚS.

También podemos ver,


2. Quienes SOMOS:

a. LINAJE escogido.
DIOS nos escogió para ser parte de Su
reino y de Su familia, porque así lo quiso.
Y nadie que haya sido escogido por el
Todopoderoso es insignificante.
b. Real SACERDOCIO.
Como creyentes, somos hijos de DIOS y,
por tanto, parte de una familia real. En
otras palabras, somos “herederos de
DIOS y coherederos con CRISTO.”
(Rom. 8.17). Así, PUES, como JESÚS
cumplió los papeles de rey y sacerdote,
DIOS también nos ha confiado las
responsabilidades sacerdotales de
ADORACIÓN a Él y de INTERCESIÓN
por los demás.
“…casa espiritual y sacerdocio santo,
para ofrecer sacrificios espirituales
aceptables a Dios por medio de
Jesucristo.” (1 Pedro 2:5)

c. NACIÓN santa.
Esto significa que todos los creyentes
que formamos parte de la Iglesia de
JESUCRISTO, somos un grupo de
personas SANTAS, “apartadas” para los
propósitos de DIOS. De modo que
nuestra vida nunca carece de sentido,
porque vivir para el Señor es la misión
más grande que podemos tener.

d. PUEBLO adquirido por Dios.


Usted y yo somos posesión de DIOS (Dt.
14.2; Tit. 2.14; 1 Ped. 2.9). Él nos valora
tanto que envió a su Hijo a morir en
nuestro lugar para que pudiéramos ser
suyos. Así que le pertenecemos, por
Creación y por Redención. Somos suyos,
y él es nuestro dueño y Señor, con todas
las implicaciones que esto tiene.
Cada una de estas descripciones muestra el
alto valor que DIOS tiene de nosotros, y nos
señalan lo que realmente SOMOS.

CONCLUSIÓN - LLAMADO
Ahora bien, todo esto que DIOS ha hecho en
nosotros: ¿Para qué lo ha hecho? ¿Cuál es
Su propósito?
Sencillo y claro…
DIOS ha hecho TODO, y somos lo que ahora
SOMOS, con propósito supremo: “…para
que ANUNCIEMOS las VIRTUDES de aquel
que nos llamó de las tinieblas a su luz
admirable;…” (1 Pedro 2:9b). Porque DIOS
“…nos RECONCILIÓ consigo mismo por
CRISTO, y nos dio el MINISTERIO de la
RECONCILIACIÓN; que DIOS estaba en
CRISTO RECONCILIANDO consigo al
mundo, no tomándoles en cuenta a los
hombres sus pecados, y nos ENCARGÓ a
nosotros la PALABRA de la
RECONCILIACIÓN. Así que, somos
EMBAJADORES en nombre de CRISTO,
como si DIOS rogase por medio de
nosotros; os rogamos en nombre de
CRISTO: RECONCILIAOS con DIOS.” (2
Corintios 5.18-20).
Amén…
Este es el propósito por y para el cual DIOS
nos ha hecho lo que ahora SOMOS.
Hombres y mujeres pecadores a los cuales
DIOS ha RECONCILIADO consigo mismo
DIOS para hacernos Sus EMBAJADORES, y
encargarnos el MINISTERIO y la PALABRA
de RECONCILIACIÓN, y ENVIARNOS a la
gente de este mundo en nombre de CRISTO,
a ROGARLES como si DIOS les rogase por
medio de nosotros: RECONCILIAOS con
DIOS.
Entonces:
 ¿Estás SIENDO el hijo de DIOS, y el
SIERVO de JESUCRISTO, que DIOS te
ha llamado a SER?
 ¿Estás CUMPLIENDO con el
MINISTERIO y la PALABRA de
RECONCILIACIÓN que DIOS te ha
ENCARGADO? ¿Estás ROGANDO a la
gente como de parte de DIOS:
RECONCILIAOS con DIOS?
 ¿Estás viviendo como un miembro del
LINAJE escogido, Real SACERDOCIO,
NACIÓN santa y PUEBLO adquirido por
DIOS?
 Cómo aquel que nos llamó es SANTO,
¿estás SIENDO también SANTO en toda
tu manera de vivir? (1 Pedro 1:15)
 ¿Quién está GOBERNANDO tu vida? ¿El
“VIEJO HOMBRE”, conforme a sus
deseos engañosos; o el “HOMBRE
NUEVO”, creado según DIOS en la
justicia y santidad de la verdad?

LA VOLUNTAD de DIOS es nuestra


SANTIFICACIÓN, que nos apartemos del
pecado de modo que ANDEMOS en VIDA
NUEVA. (1 Tes. 4:3; Rom. 6:4). Así que
conociendo quienes SOMOS en CRISTO,
nos debemos disponer a dar EVIDENCIA de
que en verdad somos los hijos del DIOS.
Amén.

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