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Introducción al módulo 5

En el presente Módulo reflexionaremos sobre el período que se extiende entre el fin de la proscripción
del partido peronista, que tiene su expresión en las elecciones celebradas el 11 de marzo de 1973, con el
triunfo del candidato del FREJULI, Héctor Cámpora, hasta el golpe de estado del 24 de marzo de 1976 que
da inicio a la última dictatura cívico-militar.
El período incluye las Presidencias de
-Héctor Cámpora (25 de mayo de 1973- 13 de julio de 1973)
-Raúl Lastiri (13 de julio de 1973- 12 de octubre de 1973)
-Juan Domingo Perón (12 de octubre 1973- 1 de julio de 1974)
-Isabel Martínez de Perón (1 de julio de 1974- 24 de marzo de 1976.

Cabe aclarar que el fin de la proscripción del partido peronista, entonces representado por el FREJULI
(Frente Justicialista de Liberación), no implica el fin de la proscripción de Perón como líder político. En
este sentido, Juan Domingo Perón se ve imposibilitado de presentarse a las elecciones de marzo de 1973
ya que el general Lanusse, antes de su retirada, establece que los candidatos deben encontrarse
domiciliados en el país antes del 25 de agosto de 1972. La proscripción cesará definitivamente con las
elecciones de septiembre de 1973, donde la fórmula Juan Domingo Perón-Isabelita Perón triunfa con el
62% de los votos.
Así, con la recuperación de la democracia, el 25 de mayo de 1973, luego de la victoria electoral del
FREJULI se inicia un período conocido como el “tercer peronismo”, lapso durante el cual se sucedieron las
presidencias de Héctor J. Cámpora; Raúl Lastiri (asume interinamente por la renuncia de Cámpora); Juan
Domingo Perón y María Estela Martínez de Perón, quien era Vicepresidenta y reemplaza a Perón, tras su
fallecimiento el 1º de julio del 74.
El gobierno de la viuda y sucesora del general Perón, María Estela Martínez, estuvo signado por el
enfrentamiento abierto y violento entre las dos vertientes más activas del Partido Justicialista. La lucha
encarnizada , crisis como la del “Rodrigazo” y la falta de liderazgo fueron utilizadas como excusas por las
Fuerzas Armadas, que derrocaron a la presidenta, el 24 de marzo de 1976; e iniciaron el período más
nefasto de la historia argentina

Lección 5.1: De Cámpora a Perón

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Cámpora al gobierno Perón al poder
Luego de las elecciones del 11 de marzo de 1973 y el triunfo del FREJULI, Héctor J. Cámpora asume la
presidencia de la Nación el el 25 de mayo de 1973. Con la recuperación de la democracia se inicia un
período conocido como el “tercer peronismo”, lapso durante el cual se sucedieron las presidencias de
Héctor J. Cámpora; Raúl Lastiri (asume interinamente por la renuncia de Cámpora); Juan Domingo Perón y
María Estela Martínez de Perón, quien era Vicepresidenta y reemplaza a Perón, por su deceso el 1º de
julio del 74.

Para las elecciones del 11 marzo de 1973, el Frejuli presentó la candidatura presidencial de Cámpora,
acompañado en la fórmula por Vicente Solano Lima, del Partido Conservador Popular, un histórico
dirigente del conservadurismo argentino.
La prohibición de la candidatura de Perón y de su presencia en el país durante la campaña electoral,
impulsó aún más el papel protagónico del peronismo combativo, llevándolo a asumir el mayor peso de la
campaña electoral que llevaría a Cámpora a la Presidencia. El sindicalismo casi no actuó en la misma,
contribuyendo también al acercamiento entre Cámpora y los jóvenes del peronismo revolucionario.
El 30 de marzo la Junta Militar anunció el resultado oficial: 5.908.414 votos (49,56%) para el FREJULI y
2.537.605 (21,29%) para el radicalismo. La Cámara Electoral dispuso la realización de una segunda vuelta.
Balbín entonces anunció que la UCR no participaría de la misma y la Cámara proclamó a Cámpora-Solano
Lima el 3 de abril, quienes asumieron el 25 de mayo de 1973, dándose así por finalizado el período
dictatorial de la autoproclamada Revolución Argentina.
Los sindicatos peronistas tradicionales estaban atravesando una situación difícil y necesitaban fortalecer
su imagen. A partir del Cordobazo, se había producido una gran politización de los trabajadores y la

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radicalización de muchos de ellos, quienes comenzaron a orientarse a las conducciones clasistas y
combativas. Esto dio lugar a la paradoja de que bases con notable identificación política peronista
respondían a conducciones de izquierda no peronistas. La razón de tal orientación, en gran parte de estos
casos, se explica en que los trabajadores ya no se sentían representados por las conducciones ortodoxas,
quienes eran acusadas de arbitrarias y burocráticas.
“El sindicalismo tradicional tenía reservado un lugar orgánico en la coalición del gobierno, pero su fuerza
política estaba debilitada por las divisiones internas, el creciente poder de los sindicatos más combativos
y el desgaste que había implicado el “colaboracionismo”. La capacidad de convocatoria y el refuerzo de
la legitimidad sindical dependían en su gran medida del apoyo de Perón. Desplazada en la orientación del
movimiento por la juventud durante los últimos años, la “burocracia” pretendía ahora ocupar su lugar
orgánico en la coalición de gobierno y asegurar la purga de los “elementos revolucionarios”. Los grupos
juveniles sostenían una creciente movilización en las escuelas, universidades y barrios populares, y habían
comenzado a tener mayor presencia en las fábricas”.[1]
Pese a que Perón, bregaba por la reconciliación política y los acuerdos inter partidarios, dentro del
movimiento congregado alrededor de su retorno no había unidad de criterios, sino que primaban
intereses difícilmente reconciliables y proyectos incompatibles.
“Para los trabajadores sindicalizados, el retorno de peronismo al gobierno, implicaba la posibilidad de
presionar a los empresarios para superar los límites salariales establecidos en el Pacto Social, porque
sabían que Perón necesitaba la concertación social para estabilizar el nuevo régimen. Pero al mismo
tiempo creían que sus amplios derechos a la organización y movilización recuperados debían permitir la
presión a los empresarios y lograr éxitos sectoriales y por empresa.” [2]
El 29 de junio el diario La Opinión de Jacobo Timermann publicó por primera vez el trascendido de que
Cámpora y Solano Lima renunciarían.

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La decisión finalmente fue tomada en la reunión del gabinete de ministros realizada el 4 de julio, donde se
aprobó también la propuesta del influyente Ministro de Bienestar Social, José López Rega, que buscaba
evitar el traspaso de mando al presidente provisional del Senado Alejandro Díaz Bialet, como
correspondía por la ley de acefalía, enviándolo a una misión fuera del país, para que recayera en su yerno
Raúl Lastiri, presidente de la Cámara de Diputados.
El 12 de julio el vicepresidente Solano Lima anunció públicamente que él y el presidente Cámpora
firmarían sus renuncias al día siguiente y que habría nuevas elecciones
La campaña política en contraposición con la de Cámpora, liderada por la juventud, fue respaldada por los
líderes sindicales. La fórmula Perón-Perón, alcanzó en las elecciones de septiembre el 61,85% de los
votos.
Juan Domingo Perón es Presidente de la Nación
La estrategia política de Perón en su tercera presidencia, se basó en el consenso y se apoyó en tres
ejes: un acuerdo con los partidos más importantes, principalmente el radicalismo; un pacto social con las
principales corporaciones de empresarios y trabajadores (CGE y CGT) y una mayor centralización del
movimiento peronista. Sin embargo, sus objetivos no coincidían con las aspiraciones inmediatas de todos
sus seguidores y de su círculo íntimo.
A días de la elección, el 25 de septiembre de 1973, José Ignacio Rucci, el Secretario General de la CGT fue
asesinado violentamente en el barrio de Flores. El jefe la CGT se había transformado en el blanco
predilecto de todos aquellos que querían romper con el Pacto Social.

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“Si bien la organización Montoneros nunca asumió la responsabilidad de la operación en forma oficial, la
muerte de Rucci le trajo consecuencias negativas: fortaleció la alianza entre el lopezreguismo y el
sindicalismo ortodoxo y desencadenó una violencia mayor contra la izquierda peronistas; las políticas se
radicalizaron y hubo cada vez menos espacio para posiciones intermedias.” [3]
Poco después del brutal asesinato de Rucci, el 2 de octubre se produjo el reencuentro público de la cúpula
sindical con Perón, al concurrir el presidente a la central obrera y ratificar que el sindicalismo era la
“columna vertebral del movimiento”.
Los primeros resultados del programa de estabilización, impuesto por el gobierno de Perón, fueron
sumamente positivos. La inflación muy significativa en 1972 se frenó bruscamente con la aplicación de
precios regulados, mientras el comercio exterior permitió mejorar la situación de la balanza de pagos y
acumular superávit. Gracias a las buenas condiciones internacionales, al aumento de los salarios y a la
ampliación de los gastos del estado la actividad económica se reactivó.
Sin embargo, para la CGT la situación imperante era dura de aceptar ya que el acuerdo estaba por debajo
de sus esperanzas reivindicativas. Además se evidenciaba que el plan económico construido por el
ministro Gelbard se iba desmoronando paulatinamente, provocando conflictos sociales y laborales que
fueron en aumento al no responder a la influencia y coordinación de los aparatos sindicales.
Así, a partir de las movilizaciones y luchas obreras, en el seno de la clase trabajadora comenzaron a ganar
protagonismo los sindicatos y movimientos de izquierda por fuera del peronismo; en repuesta a la
debilidad de los gremios peronistas quienes se encontraban fluctuantes entre la presión de la clase
trabajadora y su fidelidad a Perón.
Pero los sindicatos clasistas y combativos no lograron constituir un bloque homogéneo a nivel nacional
que pudieran disputar el liderazgo de la CGT a nivel integral, ni articular alianzas perdurables más allá de
un conflicto concreto.
Desde su origen, se localizaron primordialmente en la provincia de Córdoba donde varios sindicatos
combativos controlaban la CGT local, y en los cordones sur y norte del Gran Rosario, a partir de
organizaciones asamblearias, como la Intersindical de San Lorenzo o los gremios de probada tradición de

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lucha, como la UOM de Villa Constitución. La alianza estaba conformada por los peronistas combativos,
conducidos por Atilio López, posteriormente vicegobernador de la provincia, quien lideró la 62
Organizaciones leales a Perón y los sindicatos “combativos”, que a su vez contaban con dos sectores,
aquellos dirigidos por Agustín Tosco, denominados “sindicatos independientes” y aquellos liderados por
René Salamanca, conocidos como “clasistas”.
En marzo de 1974 se intervino la provincia de Córdoba al producirse el levantamiento del Teniente
Coronel Navarro contra el gobierno provincial de Obregón Cano y Atilio López, cuyo fin era combatir la
“infiltración marxista”. Con la intervención, los dirigentes combativos fueron excluidos de la CGT local y
se reagruparon en el Movimiento Sindical Combativo, conformado en Agosto de 1973, por SMATA,
Petroleros, Gráficos, La Fraternidad, Viajantes, Construcción, Prensa, Vialidad Nacional y Provincial, Luz y
Fuerza, por mencionar sólo algunos. Entre los meses de marzo y junio, los conflictos laborales se
intensificaron, alcanzando el promedio mensual más alto de los tres años de gobierno peronista. Se
reanudó de este modo la lucha por la redistribución del ingreso, la cual desestabilizaba el programa
económico y cuestionaba el eje central del gobierno.

[1] Rougier, Marcelo y Fiszbein, Martín (2006) La frustración de un proyecto económico – El gobierno
peronista de 1973 a 1976, Buenos Aires, Manantial, pág. 30
[2] GODIO, Julio (2000) Historia del movimiento obrero argentino Tomo 2. Buenos Aires, Corregidor, pág.
1073.
[3] LARRAQUY, Marcelo (2011) López Rega. El peronismo y la Triple A, Buenos Aires, Aguilar, pág. 275

Lección 5.2: La presidencia de Isabelita

Isabelita asume la Presidencia de la Nación, tras el fallecimiento de Juan Domingo Perón


El lunes 1º de julio de 1974, a los 78 años, falleció Juan Domingo Perón, figura central de la política
argentina y líder indiscutido del movimiento obrero. Hacía sólo nueve meses que, tras su retorno
definitivo, había sido electo presidente de la república y aunque había repetido en varias oportunidades
que su único heredero sería el pueblo, la realidad legal indicaría algo diferente ya que su línea sucesoria
recaería en manos de María Estela Martínez de Perón, su mujer y vicepresidenta de la Nación, conocida
popularmente como “Isabelita”.

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En agosto de ese año, Obregón Cano, luego de haber recibido varias amenazas de muerte, se exilia en
México desde donde, tiempo después, ejercería su militancia contra la dictadura que se instaló en 1976;
desde allí también abogó por el retorno de la democracia y llevó a cabo una permanente denuncia por las
violaciones a los derechos humanos, regresando al país recién en 1984.

El 16 de septiembre de 1974, el mismo día que se cumplía un nuevo aniversario de la “Revolución


Libertadora”, el “Negro” Atilio López, junto a su íntimo colaborador Juan José Varas, fueron asesinados
por la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina). Los cadáveres fueron descubiertos la madrugada
siguiente, y los peritos confirmaron que habían recibido más de cien balazos.
Una vez fallecido Perón, el gobierno de “Isabelita”, como se la conocía popularmente a la viuda, decidió
las sucesivas intervenciones de Mendoza, Santa Cruz y Salta, en agosto, octubre y noviembre de 1974,
respectivamente.

El “Rodrigazo” aniquila la esperanza de un pueblo por un futuro mejor


En junio de 1975, asume el Ministerio de Economía, Celestino Rodrigo, amparado por López Rega, en ese
entonces Ministro de Bienestar Social de la Nación.
Inmediatamente, Rodrigo anunciaba un paquete de medidas que popularmente serían conocidas como el
“Rodrigazo”, finalizando así con el “Pacto Social” que desde 1973 regía la relación entre los empresarios,
el Estado y los trabajadores. El nuevo ministro, manifestaba buscar dar impulso a las exportaciones
tradicionales del país, para lo cual necesitaba encaminar el "sinceramiento de la economía argentina,
reducir el enorme déficit público y aumentar la productividad de las empresas”; prioridades que lo
llevarían a imponer una fuertísima devaluación, un sideral aumento de las tarifas de servicios y
combustibles, acompañado por un congelamiento de las paritarias y el establecimiento de topes
salariales.
La respuesta de los trabajadores no se hizo esperar y las medidas de lucha se multiplican. Aunque por
fuera de la CGT, las bases impulsaron paros por gremios a escala provincial que en algunos casos toman el

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carácter de paros regionales. El movimiento sindical combativo se extendiendo a nivel nacional y el
enfrentamiento con la burocracia cobró mayor presión.

El conflicto se había iniciado en la IKA Renault de Córdoba donde el 2 de junio los obreros en asamblea
deciden abandonar sus tareas, como respuesta a los rumores sobre un plan económico de ajustes, y
devaluación. El ejemplo sumó a las fábricas del interior del país (esencialmente Córdoba, Santa Fe, y
Mendoza) y del Gran Buenos Aires. Las corrientes sindicales combativas, que habían protagonizado el
Cordobazo, volverían a liderar los reclamos populares de la mano de dirigentes como Agustín Tosco (Luz y
Fuerza Córdoba), René Salamanca (SMATA Córdoba) y Alberto Piccinini, de la combativa UOM de Villa
Constitución.

Las medidas de lucha se multiplicaron, impulsando paros por gremios a escala provincial que en algunos
casos tomaron el carácter de paros regionales. El movimiento se fue extendiendo a nivel nacional y el
enfrentamiento con la burocracia sindical fue cada vez mayor; lo que obligó a cambiar de actitud y exigir a
Isabel la homologación de los convenios colectivos.

En un intento por recuperar la iniciativa, la central obrera convocó, para el 27 de junio, a una jornada
contra el plan Rodrigo, en apoyo a la presidente y por la rápida homologación. Sin embargo, el empuje de
las bases transforman la tibia consigna de movilización, en un virtual paro general donde más de 100.000
manifestantes desafiaron, el primer viernes de aquel invierno, a 5la militarización y el Estado de Sitio,
copando la Plaza de Mayo reclamando la renuncia de Rodrigo y López Rega.
Frente al desafío del gobierno y la movilización de las bases, la CGT se vio obligada a convocar a un paro
de 48 horas para el 7 y 8 de julio. La primera huelga general contra un gobierno peronista, tuvo un
altísimo acatamiento y logró que el gobierno cediera y otorgara la homologación de los convenios que
habían sido negociados.

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Rodrigo renunció el 17 de julio y poco después, José López Rega, su principal promotor, se vio obligado a
renunciar y abandonar el país, primero en la condición de “embajador extraordinario” y después como
“hombre invisible”, tratando de eludir el brazo de la justicia. Tras permanecer más de 10 años prófugo,
fue detenido en Estados Unidos en 1986 y extraditado a la Argentina donde fue procesado por asociación
ilícita, secuestro y homicidio en el marco de los juicios a los responsables del Terrorismo de Estado
realizados durante el gobierno de Raúl Alfonsín.

El siguiente video ilustra la evolución del tercer gobierno de Perón y de la crisis en ascenso en el
gobierno de “Isabelita
https://www.youtube.com/watch?v=mr92-uDS1bg&t=47s a partir del minuto 5.06
NO COLOCAR VIDEO SOBRE ESTO

Mientras la crisis política, económica y social ascendía, una delegación de empresarios encabezada por
José Alfredo Martínez de Hoz, presidente del Consejo Empresario Argentino, se entrevistó en secreto con
el entonces general Jorge Rafael Videla, comandante en jefe del Ejército, para expresarle la preocupación
de los grandes grupos económicos porque "se estaba impidiendo la libertad de trabajo, la producción y la
productividad" y solicitarle a las Fuerzas Armadas que aseguraran "el imperio del orden sobre todas las
cosas".
El complejo escenario de conflictividad política y crisis económica que atravesaba el país, darían pie a un
nuevo levantamiento militar que culminaría con el derrocamiento de Isabelita el 24 de marzo de 1976;
instaurando en el poder a una junta militar que disolvería el Congreso y daría inicio a uno de los capítulos
más sangrientos de la historia argentina.

Conclusión Módulo 5
El regreso de Perón abre un escenario caracterizado por la imposibilidad de generar acuerdos políticos
entre las distintas facciones que habían pugnado por su regreso. Así, el enfrentamiento entre la Juventud
Peronista y el sindicalismo combativo por un lado y el ala conservadora encabezada por López Rega, por
el otro, genera un escalonamiento del uso de la violencia que tiene su máxima expresión en la
conformación de la Triple A. En el ámbito de la política económica, se visibiliza la imposibilidad de
articular un pacto social que diera viabilidad a una política económica enfocada en el desarrollo del sector
industrial.

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La prematura muerte de Perón, y la asunción de su viuda, María Estela Martínez de Perón, también
conocida como Isabelita, agudiza esta crisis política. Por un lado, se intensifica la preponderancia del ala
conservadora presidida por López Rega, mientras escalona la persecución de la tendencia revolucionaria
con decreto de aniquilamiento de las denominadas “fuerzas subversivas” y el acercamiento a las Fuerzas
Armadas. Por el otro, el “Rodrigazo” implica el viraje hacia una política económica liberal totalmente
contraria al ideario justicialista. El pueblo trabajador resiste nuevamente saliendo a las calles a defender
sus derechos.

La llegada al poder de la última dictadura cívico militar es un momento de enorme ruptura en la historia
de nuestro país y, específicamente, en la historia del movimiento obrero. A partir de 1976, comienza una
feroz y sistemática represión, tortura y desaparición forzada de las compañeras y los compañeros que
dieron su vida por la defensa de los derechos de las y los trabajadores.

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