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“Jehová [...] se ha acordado de su pacto aun hasta tiempo indefinido, de la palabra que él mandó,
a mil generaciones.” (SALMO 105:7, 8.)
LO MÁS seguro es que usted haya sido afectado por cierto pacto, y que este haya afectado su
pasado, su presente y su futuro. Usted quizás se pregunte de qué pacto hablamos. Si así es,
hablamos del matrimonio, pues la mayoría de nosotros somos prole de un matrimonio y muchos
estamos casados. Hasta los que todavía no están casados quizás estén pensando en las
bendiciones de un feliz matrimonio futuro.
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Hace siglos el profeta hebreo Malaquías escribió sobre “la esposa de tu juventud”, “tu socia y la
esposa de tu pacto”. (Malaquías 2:14-16.) Podía llamar pacto al matrimonio, porque el pacto es un
contrato o acuerdo formal, un convenio entre partes para hacer algo en unión. El contrato
matrimonial es un pacto bilateral en que dos partes concuerdan en ser marido y mujer y cada
parte acepta obligaciones para con la otra y ambas esperan recibir beneficios duraderos.
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Quizás creamos que el matrimonio sea el pacto que más nos afecta personalmente, pero la Biblia
considera pactos cuya importancia es más extensa. Al hacer un contraste entre los pactos bíblicos
y los de las religiones que no se rigen por la Biblia, cierta enciclopedia dice que solo en la Biblia
“esta manera de ordenar la relación entre Dios y su pueblo se convierte en un sistema abarcador
con implicaciones que al fin son universales”. Sí, estos pactos envuelven el propósito eterno de
nuestro Creador amoroso. Como se verá, relacionado con estos pactos está el que usted reciba
bendiciones inefables. ‘Pero ¿de qué manera?’, con razón pregunta usted.
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Usted conoce bien los trágicos resultados de que Adán y Eva rechazaran la autoridad de Dios.
Heredamos de ellos la imperfección, y como resultado sufrimos enfermedades que nos llevan a la
muerte. (Génesis 3:1-6, 14-19.) Sin embargo, podemos agradecer que el pecado de ellos no frustró
el propósito divino de hacer que la Tierra se llene de adoradores verdaderos que disfruten de
salud eterna y felicidad. A este respecto, Jehová hizo el pacto que se registró en Génesis 3:15: “Y
pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y la descendencia de ella. Él te
magullará en la cabeza y tú le magullarás en el talón”. Con todo, la brevedad y el lenguaje
simbólico de esta declaración dejó sin contestar muchas preguntas. ¿Cómo cumpliría Jehová la
promesa hecha en este pacto?
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Dios optó, además, por proveer una serie particular de pactos divinos, que, junto con el pacto
edénico, son en total siete. Todos los que esperamos disfrutar de bendiciones eternas debemos
entender estos pactos. Esto incluye saber cuándo y cómo se hicieron, quiénes estuvieron
implicados en ellos, qué objetivos o condiciones tenían y cómo se relacionan entre sí los pactos
dentro del propósito de Dios de bendecir a la humanidad obediente con vida eterna. Ahora es
apropiado que repasemos estos pactos, porque el 22 de marzo de 1989 se reunirán
congregaciones de cristianos para conmemorar la Cena del Señor, la cual está directamente
relacionada con estos pactos.
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Por supuesto, la idea de pactos pudiera parecerles árida, legalista y de poco interés humano a
algunos. Pero considere lo que dice el Theological Dictionary of the Old Testament (Diccionario
teológico del Antiguo Testamento): “Los términos para ‘pacto’ en el Cercano Oriente de la
antigüedad así como en el mundo griego y el romano [...] se dividen en dos campos según su
significado: por una parte, el juramento y el compromiso, y, por otra, el amor y la amistad”.
Podemos ver ambos aspectos —el de juramento y el de amistad— como la clave de los pactos de
Jehová.
Este es un pacto unilateral, pues en él una sola parte (Dios) se compromete a cumplir con lo
estipulado.
“La idea de trato mediante pactos era un rasgo especial de la religión de Israel, la única que exigía
lealtad exclusiva y se declaraba contra la posibilidad de lealtades dobles o múltiples como las que
se permitían en otras religiones.”—Theological Dictionary of the Old Testament (Diccionario
teológico del Antiguo Testamento), tomo II, página 278.
□ ¿Cómo colocó la base para que recibamos bendiciones eternas el pacto abrahámico?
□ ¿Cuál fue la descendencia literal, carnal, de Abrahán? ¿Cuál fue la descendencia simbólica?
1, 2. ¿Por qué podemos decir que a la mayoría de nosotros nos ha afectado un pacto?
3. ¿Por qué pueden afectarnos más que el matrimonio mismo otros pactos?