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FASCISMO

El fascismo es una ideología, un movimiento político y un tipo de estado1 de


carácter totalitario y antidemocrático; creado por el dirigente italiano Benito Mussolini, se difundió
en la Europa de entreguerras desde 1918 hasta 1939. El término «fascismo» proviene
del italiano fascio (‘haz, fasces’), y este a su vez del latín fascēs (plural de fascis), que alude a los
signos de la autoridad de los magistrados romanos. Sin embargo el término «fascismo» es uno de
los más difíciles de definir con exactitud en las ciencias políticas desde los mismos orígenes de este
movimiento posiblemente porque no existe una ideología ni forma de gobierno «fascista»
sistematizada y uniforme en el sentido que sí tendrían otras ideologías políticas de la Modernidad.2

Entre los rasgos del fascismo se encuentra la exaltación de valores como la patria o la raza para
mantener permanentemente movilizadas a las masas, lo que ha llevado con frecuencia a la opresión
de minorías (como judíos y gitanos) y un fuerte militarismo. En este sentido el enemigo se identifica
como un ente exterior, a diferencia de los totalitarismos típicos de izquierda en que el enemigo es
interno (burguesía).

La Primera Guerra Mundial fue decisiva en la gestación del fascismo, al provocar cambios masivos
en la concepción de la guerra, la sociedad, el Estado y la tecnología. El advenimiento de la guerra
total y la movilización total de la sociedad acabaron con la distinción entre civiles y militares. Una
«ciudadanía militar» surgió, en la que todos los ciudadanos se involucraron con los militares de
alguna manera durante la guerra. La guerra pone así de relieve el papel de un
poderoso Estado capaz de movilizar a millones de personas para servir en primera línea y
proporcionar producción económica y logística para apoyarlos, además de tener una autoridad sin
precedentes para intervenir en la vida de los ciudadanos. Para ello, desde un punto de vista fascista,
es necesaria la destrucción de los partidos y los sindicatos; la democracia y el voto se consideran
métodos inútiles, se aboga por un sistema con un partido político único.

Así pues, el fascismo se caracteriza por eliminar el disenso: el funcionamiento social se sustenta en
una rígida disciplina y un apego total a las cadenas de mando, y en llevar adelante un fuerte aparato
militar, cuyo espíritu militarista trascienda a la sociedad en su conjunto, junto a una educación en
los valores castrenses, un nacionalismo fuertemente identitario con componentes victimistas, que
conduce a la violencia contra los que se definen como enemigos.
Los fascistas creen que la democracia liberal es obsoleta y consideran que la movilización completa
de la sociedad en un Estado de partido único totalitario es necesaria para preparar a una nación
para un conflicto armado y para responder eficazmente a las dificultades económicas. Tal Estado es
liderado por un líder fuerte—como un dictador y un gobierno marcial compuesto por los miembros
del partido fascista gobernante—para forjar la unidad nacional y mantener una sociedad estable y
ordenada. El fascismo niega que la violencia sea automáticamente negativa en la naturaleza, y ve la
violencia política, la guerra y el imperialismo como medios para lograr una regeneración, un
rejuvenecimiento nacional. Por otra parte, los fascistas abogan por una economía mixta, con el
objetivo principal de lograr la autarquía mediante políticas
económicas proteccionistas e intervencionistas.[cita requerida]

El fascismo se presenta como una «tercera vía» o «tercera posición»6 que se opone radicalmente
tanto a la democracia liberal en crisis (la forma de gobierno que representaba los valores de
los vencedores en la Primera Guerra Mundial, como el Reino Unido, Francia o Estados Unidos, a los
que considera decadentes) como a las ideologías del movimiento obrero tradicional en ascenso
(anarquismo o marxismo). Sin embargo algunos autores sostienen que el fascismo deriva en mayor
medida de la matriz socialista clásica caracterizado por un estado con sentido comunitario,
altamente intervencionista, revolucionario, antiliberal y anticapitalista, en la que se agregan
elementos nacionalistas exacerbados contraponiéndose a la lucha de clases mediante un fuerte
antimarxismo aunque adoptando una tesis postmarxista que compartiría con el leninismo, la «lucha
de naciones» - concepto que quizás sea la aportación ideológica más perdurable del fascismo luego
de de la Segunda Guerra Mundial, pues esta idea sería adoptada posteriormente por las ideologías
nacionalistas del Tercer Mundo y por la teoría del centro-periferia.9 A la inversa, los teóricos
marxistas tradicionalmente han acusado al fascismo de ser la última fase del capitalismo.10 Karl
Polanyi consideraba que el fascismo era el corolario del liberalismo y la "obsoleta mentalidad" de
una economía de mercado autorregulada.

El concepto de «régimen fascista» puede aplicarse a algunos regímenes


políticos totalitarios o autoritarios13 de la Europa de entreguerras y a prácticamente todos los que
impusieron las potencias del Eje durante su ocupación del continente durante la Segunda Guerra
Mundial: en primer lugar, la Italia fascista de Benito Mussolini (1922) —que inaugura el modelo y
acuña el término, aun cuando no hay consenso entre los especialistas en que este haya sido un
régimen totalitario—,seguida por la Alemania del Tercer Reich de Adolf Hitler (1933) —que lo lleva
a sus últimas consecuencias— y, cerrando el ciclo, la España de Francisco Franco, cuyo régimen se
prolonga mucho más tiempo (desde 1939 hasta 1975) y evoluciona —aunque la catalogación de
este régimen dentro del fascismo suele ser rechazada o discutida por parte de los especialistas en
el tema—.

Las diferencias de planteamientos ideológicos y trayectorias históricas entre cada uno de estos
regímenes son notables. Por ejemplo, el fascismo en la Alemania nazi (o nacional-socialismo) añade
un importante componente racista, que sólo es adoptado en un segundo momento y con mucho
menor fundamento por el fascismo italiano y el resto de movimientos fascistas o fascistizantes. Para
muchos de estos, el componente religioso (católico u ortodoxo según el caso) fue mucho más
importante: así, el historiador británico Trevor-Roper evoca un «fascismo clerical» (como sería el
caso del nacionalcatolicismo español).
También se pueden encontrar elementos del fascismo fuera del período de entreguerras, tanto
antes como después. Para algunos estudiosos del fascismo, un precedente del fascismo fue la
organización francesa Action Française (Acción Francesa, 1898), cuyo principal líder fue Charles
Maurras: Action Française contaba con un ala juvenil violenta llamada los Camelots du Roi y se
sustentaba en una ideología nacionalista, reaccionaria, fundamentalista cristiana (aunque Maurras
era agnóstico) y antisemita; sin embargo algunos especialistas sostienen que los conservadurismos
radicalizados como el de Action Française no deben identificarse necesariamente con el fascismo
pues carecen de otros elementos esenciales al mismo como el rol omnipotente del Estado y el culto
a la revolución social que continúa en la tradición de la Revolución Francesa en vez de negarla. Otros
especialistas señalan que la fuente originaria del fascismo debe identificarse en el sindicalismo
revolucionario del francés Georges Sorel que propugnaba un socialismo gremial con elementos
míticos o mesiánicos. Otros atribuyen el origen del fascismo a la fusión de ideas de los socialistas
heterodoxos italianos Giovanni Gentile y Gabriele D'Annunzio por parte de Mussolini.

Después de la Segunda Guerra Mundial el fascismo dejó de ser un movimiento político relevante a
nivel internacional. Debido al masivo rechazo de la ideología y de los regímenes fascistas, pocos
partidos se han descrito abiertamente como fascistas, y el término es usualmente usado
peyorativamente por oponentes de un grupo político. Así, los calificativos «neofascistas» o
«neonazis» suelen aplicarse a partidos de extrema derecha con ideologías similares o enraizadas en
los movimientos fascistas del siglo XX; en muchos países existen legislaciones que prohíben o limitan
su existencia o la exhibición de sus símbolos.

CARACTERISTICAS
Se caracteriza por ser anticomunista, antiliberal, oponerse a la democracia de partidos, a la
pluralidad y a la variedad. Exalta el sentimiento irreflexivo y promueve la unidad de la Patria, ante
todo (es totalitario). Promueve en lo económico un tipo de capitalismo corporativista. El fascismo
tiene una base racial en Alemania por donde nace el nazismo, aunque no en Italia; los nazis
construyen el mito de la raza aria superior de origen nórdico (en realidad, los nazis confunden la
teoría de un pueblo indoeuropeo original con la poco científica teoría nórdica). Para realizar esta
amalgama ideológica se basan en fuentes mitológicas y literarias, así como en los textos clásicos
dedicados a consagrar la desigualdad de las razas.

El ideario del partido nazi se nutre también de publicaciones y panfletos de carácter ocultista. Italia
aprobará también leyes raciales en un segundo momento por la presión de los nazis. Asimismo, la
concepción alemana se alimenta de tesis antisemitas medievales y supersticiones de carácter
romántico. El antisemitismo era muy fuerte en muchos lugares de Europa y los nazis explotaron ese
sentimiento a conciencia. El resultado fue que en muchas ocasiones los verdugos de las SS eran
superados por soldados de países aliados, a los que tenían que contener (por ejemplo Rumanía). Es
muy controvertido el papel de la Iglesia católica al respecto: se acusa a Pío XII de tibieza, cuando no
de complicidad, por no condenar de modo claro el régimen nazi y la persecución de judíos desde un
primer momento. Muchos criminales de guerra de la Segunda Guerra Mundial huyeron a Suiza y a
Argentina con la ayuda de religiosos católicos (algunos con pasaportes del Vaticano y disfrazados de
sacerdotes).
El fascismo desdeña las instituciones del Estado republicano y sustituye el voto como expresión de
la voluntad popular por las expresiones masivas de apoyo al líder. Hitler utiliza el plebiscito como
arma en las relaciones internacionales: sus grandes decisiones son apoyadas por plebiscitos de
apoyo masivo utilizados como amenaza: el líder fascista se presenta como portavoz de la nación
unificada que habla con una sola voz. Esto refuerza otro de sus elementos principales: el "liderazgo
carismático". El líder es casi divino y su liderazgo no es racional: "Führer", "Duce", "Caudillo", etc. El
Fascismo no considera un valor la libertad de expresión y recurre a la violencia sistemática para
obtener el poder o mantenerse en él; la violencia tiene un valor positivo para el movimiento fascista,
es una fuerza de cambio, al igual que la juventud, que también es exaltada. Mussolini, fundador del
PNF Partito Nazionale Fascista, opuso a los principios de la Revolución Francesa de «libertad,
igualdad y fraternidad» la consigna «creer, obedecer y combatir».

El fascismo lleva a cabo una "estatización" de la política: adopta uniformes y lenguaje militar y le da
un gran valor a los símbolos y a las grandes concentraciones. Se opone al concepto de razón y quema
libros para demostrarlo. El Fascismo es fuerza, vitalidad, energía, violencia y juventud, no
pensamiento racional. Los intelectuales son despreciados. El Fascismo manipula las ideas
de Friedrich Nietzsche sobre el poder de la voluntad y la creación del hombre superior. Las tesis de
Nietzsche, por el contrario, condenan el proselitismo y desprecian a los fanáticos.

En diversos lugares del mundo, los movimientos fascistas surgieron apoyados por corrientes
ultramontanas de sectores nacionalistas extremos. En general, describieron como su enemigo a una
conspiración internacional formada por judíos, comunistas y masones (la sinarquía) (aunque pueden
incluir en ese entramado a cualquier organización que juzguen trasnacional) y opuesta a los
intereses del Estado-nación, como el capitalismo excesivamente aburguesado y que no reporte
beneficios a tal Estado. La oposición a la masonería, que puede parecer anacrónica, responde sin
embargo a una lógica de continuidad del tiempo histórico en el que la red de los masones
permanece como custodia invisible de las ideas del liberalismo. Los fascistas sustentan una ideología
de lucha entre los estados que se resuelve mediante la imposición y expansión del más fuerte.

El "imperialismo", entendido como una política exterior expansiva, es otro de los rasgos clásicos del
fascismo; generalmente se apoya en mitos del pasado, lo que refuerza su carácter romántico, más
de religión que de ideología. Los fascistas quieren recuperar el esplendor pasado y las
denominaciones de sus regímenes aluden a eso ("III Reich"). Los fascistas reclaman territorios que
consideran suyos por derecho histórico y sus líderes están en conexión con esencias de carácter
místico o sagrado. Aunque no todo gobierno militar es fascista, el término suele usarse para designar
a las dictaduras y a los partidos o agrupaciones que se expresan mediante la violencia o predican el
autoritarismo y el desprecio por quienes no piensan del mismo modo. En la actualidad el término
"fascista" se asocia con la extrema derecha y las ideas de corte racista y autoritario. En general, se
suele denominar "fascista" a todo el que intenta imponer por la fuerza su criterio sobre el de los
demás.

El fascismo es una ideología política y cultural fundamentada en un proyecto de unidad monolítica


denominado corporativismo, por ello exalta la idea de nación frente a la de individuo o clase;
suprime la discrepancia política en beneficio de un partido único y los localismos en beneficio
del centralismo; y propone como ideal la construcción de una utópica sociedad perfecta,
denominada cuerpo social, formado por cuerpos intermedios y sus representantes unificados por
el gobierno central, y que este designaba para representar a la sociedad.

Para ello el fascismo inculcaba la obediencia de las masas (idealizadas como protagonistas del
régimen) para formar una sola entidad u órgano socioespiritual indivisible.18 El fascismo utiliza
hábilmente los nuevos medios de comunicación y el carisma de un líder dictatorial en el que se
concentra todo el poder con el propósito de conducir en unidad al denominado cuerpo social de la
nación.

El fascismo se caracteriza por su método de análisis o estrategia de difusión de juzgar


sistemáticamente a la gente no por su responsabilidad personal sino por la pertenencia a un grupo.
Aprovecha demagógicamente los sentimientos de miedo y frustración colectiva para exacerbarlos
mediante la violencia, la represión y la propaganda,19 y los desplaza contra un enemigo común (real
o imaginario, interior o exterior), que actúa de chivo expiatorio frente al que volcar toda la
agresividad de manera irreflexiva, logrando la unidad y adhesión (voluntaria o por la fuerza) de la
población. La desinformación, la manipulación del sistema educativo y un gran número de
mecanismos de encuadramiento social, vician y desvirtúan la voluntad general hasta desarrollar
materialmente una oclocracia que se constituye en una fuente esencial del carisma de liderazgo y
en consecuencia, en una fuente principal de la legitimidad del caudillo.

El fascismo es expansionista y militarista, utilizando los mecanismos movilizadores


del irredentismo territorial y el imperialismo que ya habían sido experimentados por
el nacionalismo del siglo XIX. De hecho, el fascismo es ante todo un nacionalismo exacerbado que
identifica tierra, pueblo y estado con el partido y su líder.20

El fascismo es un sistema político que trata de llevar a cabo un encuadramiento unitario de una
sociedad en crisis dentro de una dimensión dinámica y trágica promoviendo la movilización de
masas por medio de la identificación de las reivindicaciones sociales con las reivindicaciones
nacionales.21

El proyecto político del fascismo es definido por el economista venezolano antichavista Humberto
García Larralde como el intento de instaurar un Estado totalitario, basado en el corporativismo y
una economía dirigista.22
Razón, voluntad y acción

Casa del Fascio Di Reggio Calabria, de líneas arquitectónicas vanguardistas para los años veinte.
Destaca la palabra Dux, en referencia a Mussolini, y las siglas del partido sobre la puerta.

Los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 fueron el escaparate del nazismo, siguiendo la
estética neoclásica coincidente con el ideal de belleza aria. Algunas filmaciones de los juegos se
deben a Leni Riefenstahl, que también dirigió la filmación del congreso nazi de Nüremberg de 1934,
de impresionantes concentraciones y discursos, con el expresivo título de El triunfo de la voluntad.

Las conexiones del fascismo con movimientos intelectuales —artísticos como el futurismo y
otras vanguardias y filosóficos, como el irracionalismo y el vitalismo— supusieron en realidad, más
que su influencia, su utilización y manipulación, que fue atractiva —en mayor o menor medida, con
mayor o menor grado de compromiso o simple contemporización, y a veces con evolución posterior
en contra— para muchas personalidades destacadas: italianos como Gabrielle D'Annunzio, Filippo
Tommaso Marinetti, Curzio Malaparte o Luigi Pirandello;23 alemanes como Martin
Heidegger, Ernst Jünger, Carl Schmitt, Wilhelm Furtwängler o Herbert von Karajan; franceses
como Robert Brasillach, Louis-Ferdinand Céline o Pierre Drieu La Rochelle;24 españoles
como Ernesto Giménez Caballero, Eugenio D'Ors, Agustín de Foxá, Pedro Laín Entralgo o Dionisio
Ridruejo;25 noruegos como Knut Hamsun, rumanos como Mircea Eliade; y estadounidenses
como Ezra Pound. En concreto en el caso de Alemania, ocurrió con tópicos culturales como el
del Übermensch de Nietzsche,26 o incluso con las desviaciones pseudocientíficas justificadoras
del racismo, como la eugenesia y el darwinismo social. La ciencia misma fue un principal objeto de
consideración, encuadrada y subordinada de manera totalitaria al Estado y al Partido.

Como dice Isaiah Berlin, la Rebelión Romántica ha ido socavando los pilares de la tradición
occidental ofreciendo como alternativa «la autoafirmación romántica, el nacionalismo, el culto a los
héroes y los líderes, y al final... fascismo e irracionalismo brutal y la opresión de las minorías». En
ausencia de reglas objetivas las nuevas reglas las hacen los propios rebeldes: «Los fines no son
valores objetivos... Los fines no son descubiertos en absoluto, sino construidos, no se encuentran
sino que se crean»... llega a inspirar la política del Estado: la ciencia aria consistía en un constructo
social de modo que la herencia racial del observador «afectaba directamente la perspectiva de su
trabajo». De ahí que los científicos de razas indeseables no resultarán admisibles y solo se podría
escuchar a aquéllos que estuvieran en sintonía con las masas, el völk. La física debía ser
reinterpretada para relacionarla no con la materia sino con el espíritu, descartándose así la
objetividad y la internacionalidad de la ciencia.27

La incoherencia de los postulados no era ningún inconveniente: el antiintelectualismo y el


predominio de la acción sobre el pensamiento eran conscientemente buscados. Incluso la
modernidad estética inicial se llegó a despreciar (arte nazi y concepto de Entartete Kunst o Arte
degenerado, quema de libros, estigmatización de determinados intelectuales o de colectivos
enteros). Para Stanley Paine, lo que caracterizaba el ideario falangista (movimiento semejante al
fascismo en España, fundado en los años treinta por José Antonio Primo de Rivera y que Franco
transformó y encuadró en un ampuloso: Movimiento Nacional, con la guerra civil y el franquismo)
eran justamente «sus ideas vagas y confusas».

El fascismo rechaza la tradición racionalista y adopta posturas de desconfianza en la razón y


exaltación de los elementos irracionales de la conducta, los sentimientos intensos y el fanatismo. Se
busca con todo cinismo la simplificación del mensaje, con absoluto desprecio por sus destinatarios:

La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente,


presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el
mismo concepto. Sin fisuras ni dudas... Si una mentira se repite suficientemente, acaba por
convertirse en verdad.

Joseph Goebbels
Cualquier idea emanada del jefe es un dogma indiscutible, y una directriz a seguir ciegamente, sin
discusión ni poder ser sometida a análisis.30 Se exaltan los valores de la virilidad, la camaradería y
el compañerismo de los hermanos de armas, todo ello en sintonía con algunas
tradiciones militaristas existentes en todos los ejércitos, pero que fueron exacerbados para su
utilización por estados cuya conexión con el fascismo es más o menos estrecha. Serían los casos del
ejército alemán, el japonés y los llamados militares africanistas españoles.31

Nacionalismo de vencidos

Monumento a los Caídos en Como, proyectado por Giuseppe Terragni a partir de un boceto
de Sant'Elia e inaugurado en 1933
Se suele indicar que una característica de los países donde triunfaron los movimientos fascistas fue
la reacción de humillación nacional por la derrota32 en la Primera Guerra Mundial (se ha utilizado
la expresión nacionalismo de vencidos),33 que impulsaba a buscar chivos expiatorios a quienes
culpar (caso de Alemania), o la frustración de las expectativas no cumplidas (caso de Italia,
defraudada por el incumplimiento del Tratado de Londres).34En ambos casos, el resentimiento se
manifestaba, en el plano internacional, en contra de los más claros vencedores (como Reino Unido,
Francia o Estados Unidos); mientras que en el plano interno se volcaba contra el movimiento obrero
(sindicalistas, anarquistas, comunistas, socialistas) o el peligro real o imaginado de una revolución
comunista o incluso una Conspiración Judeo-Masónico-Comunista-Internacional, o cualquier otra
fantasmagórica sinarquía oculta en cuya composición incluyera a cualquier organización que los
fascistas juzgasen transnacional y opuesta a los intereses del Estado, como el capitalismo, la banca,
la bolsa, la Sociedad de Naciones, el movimiento pacifista o la prensa. Sobre todo en el caso alemán,
se insistía en la convicción de pertenecer a un pueblo o raza superior cuya postración actual se debe
a una traición que le ha humillado y sometido a una condición injusta; y que tiene derecho a la
expansión en su propio espacio vital (Lebensraum), a costa de los inferiores.

Componente social

Fábrica de cañones Krupp durante la Primera Guerra Mundial. La remilitarización de Alemania


impulsada por Hitler en contra de las limitaciones del pacto de Versalles fue muy favorable a los
intereses de la gran industria.

La componente social del fascismo pretende ser interclasista y antiindividualista: niega la existencia
de los intereses de clase e intenta suprimir la lucha de clases con una política paternalista,
de sindicato vertical y único en que tanto trabajadores como empresarios obedezcan las directrices
superiores del gobierno, como en un ejército. Tal es el corporativismo italiano o
el nacionalsindicalismo español. El nacionalismo económico, con autarquía y dirección centralizada
se adaptaron como en una economía de guerra a la coyuntura de salida de la crisis de 1929,
con proteccionismo. No obstante, no hubo en ningún sistema fascista ni planes quinquenales al
estilo soviético, ni cuestionamiento de la propiedad privada siempre que cumpliera lo que el Estado
dictaminara como «función social», ni alteraciones radicales del sistema capitalista
convencional más allá de una fuerte intervención del mercado favoreciendo determinadas áreas de
las grandes empresas industriales. Estas características sirven como base a una crítica (de
orientación tanto liberal como materialista) que resalta la conveniencia del fascismo para un sector
importante de la burguesía.35
Desde ese punto de vista, se suele mantener que los movimientos fascistas de entreguerras fueron
alimentados por las clases económicamente poderosas (por ejemplo la alta burguesía industrial o
las familias conservadoras ricas), para oponerse a los movimientos obreros y a la democracia liberal.
Esa tesis fue defendida en 1936 por el historiador Daniel Guérin (Fascismo y grandes negocios), en
la que lo asocia a un complejo industrial-militar, expresión que sería posteriormente reutilizada para
definir otros contextos, como el de la carrera de armamentos entre la Unión Soviética y los Estados
Unidos. Noam Chomsky describe el fascismo como el sistema donde el Estado integra la mano de
obra y el capital bajo el control de una estructura corporativa.36 Aunque la tesis que identifica al
fascismo con un capitalismo de Estado corporativo (una economía altamente intervencionista que
protege y financia a grandes empresas privadas) no siempre es sostenida ampliamente, hay muchos
elementos que permiten la identificación de intereses entre fascismo y una cartelización del
entorno económico-político.37Así, por ejemplo, cuando se compara la estructura económica de la
población entre países, en concreto el peso económico del 5 % de la población con mayores ingresos
en la renta nacional, mientras que en Estados Unidos disminuyó un 20 % entre 1929 y 1941 (cifras
similares para el noroeste de Europa), en la Alemania nazi aumentó un 15 %.

Difusión del modelo en otros países

Europa en 1941-1942, con la mayor expansión de los regímenes fascistas. En azul, aparecen las
potencias del Eje -Alemania e Italia- y los estados satélites, ocupados o aliados. Los únicos de éstos
que no tuvieron regímenes semejantes al fascismo fueron Finlandia y Dinamarca. En blanco
aparecen los países neutrales, que en la Península Ibérica eran regímenes fascistas.

Esta era de las catástrofes conoció un claro retroceso del liberalismo político, que se aceleró
notablemente cuando Adolf Hitler asumió el cargo de canciller de Alemania en 1933. Considerando
el mundo en su conjunto, en 1920 había treinta y cinco o más gobiernos constitucionales y elegidos
(según como se califique a algunas repúblicas latinoamericanas), en 1938, diecisiete, y en 1944,
aproximadamente una docena. La tendencia mundial era clara.

...
no todas las fuerzas que derrocaron regímenes liberales eran fascistas... el fascismo, primero en su
forma italiana original y luego en la versión alemana del nacionalsocialismo, inspiró a otras fuerzas
antiliberales, las apoyó y dio a la derecha internacional una confianza histórica. En los años treinta
parecía la fuerza del futuro.

Eric J. Hobsbawm La caída del liberalismo

La ideología y los regímenes fascistas tuvieron eco en casi todos los países europeos y
latinoamericanos.

De una manera mucho más evidente surgieron a semejanza del Fascio italiano organizaciones
caracterizadas por lo que puede denominarse liturgia o parafernalia fascista: los despliegues de
masas, organizados y disciplinados, el saludo romano brazo en alto, los símbolos y lemas, la
presencia callejera agresiva, la utilización de correajes paramilitares y uniformes, en particular
las camisas de un determinado color: negras (Italia, SS en Alemania, Inglaterra,
Finlandia) pardas (SA en Alemania), azules (España, Francia, Irlanda, Canadá,
China), verdes (Rumanía, Hungría, Brasil) doradas (México) o plateadas (Estados Unidos).

No se produjo una homogeneidad total entre los distintos movimientos y regímenes fascistas, que
de hecho insistían en enfatizar las peculiaridades nacionales, su originalidad y su raíz endógena. Por
otro lado, ocurrió en algunas ocasiones que rivalizaron violentamente partidos de filiación nazi y
fascista dentro del mismo país (caso de Austria). En cuanto a las relaciones internacionales, las
vicisitudes del equilibrio europeo llevaron a un entendimiento estratégico entre Hitler y Mussolini,
pero bien podía haber sucedido de otra manera, y de hecho así lo intentó explícitamente la
diplomacia británica. En otros casos, se mantuvo una neutralidad benévola que no ocultaba las
simpatías (España hacia el Eje, Portugal hacia Inglaterra), o el enfrentamiento abierto contra otro
régimen fascista (caso de Grecia).90

El que los movimientos fascistas alcanzaran el poder de manera endógena (es decir, sin imposición
exterior) en unas naciones y en otras no, ha intentado ser explicado viendo las similitudes y
diferencias entre ellas. Los diferentes grados de desarrollo económico y de consolidación
del régimen dentro del sistema político son un buen indicador para ello: las democracias estables y
económicamente más desarrolladas, con una identidad nacional consolidada, no tuvieron
movimientos fascistas con posibilidades de éxito. En cambio, Alemania e Italia presentaban
debilidades en esos aspectos: sus unificaciones nacionales eran muy recientes (1870), sus
economías se habían industrializado tardíamente (respecto a la Europa Noroccidental). Italia seguía
siendo un país relativamente atrasado. Alemania, aunque había presentado un desarrollo
económico y social notablemente acelerado (para 1914, en vísperas de la Primera Guerra Mundial,
se podía concebir que llegaría a superar a Inglaterra como potencia industrial, posibilidad que fue
sin duda uno de los factores que explican la propia guerra), se vio sometida a unas condiciones
especialmente duras por el Tratado de Versalles (Clemenceau, a pesar de las advertencias de
economistas como Keynes insistió en que Alemania pagará), lo que produjo graves desórdenes
económicos en todo el periodo de entreguerras, además de un profundo resentimiento. Aun así, el
triunfo del nazismo hubo de esperar al peor momento de la Gran Depresión posterior al Jueves
Negro de 1929.91
La Europa meridional y oriental, con un desarrollo industrial menor, unas instituciones democráticas
débiles y en muchos casos una existencia nacional reciente, fue mucho más proclive al desarrollo
del fascismo, con características locales muy marcadas en cada caso, algunos triunfantes y otros no.

En cambio, durante la Segunda Guerra Mundial se impusieron en buena parte de Europa gobiernos
denominados colaboracionistas que desarrollaron regímenes fascistas con mayor o menor grado de
similitud al alemán o italiano.

Existieron algunos intentos (hacia 1942) de las potencias del Eje por organizar cuerpos militares con
prisioneros provenientes de los países colonizados por los aliados, sobre todo de los países árabes,
del subcontinente indio (Legion Freies Indien o Legión Tigre, creada por el independentista Subhas
Chandra Bose) y del Asia Central soviética. Incluso hubo una división formada por musulmanes
bosnios (1943). Los resultados de estas operaciones no fueron muy eficaces, sobre todo en el campo
ideológico, aunque sí fueron explotadas propagandísticamente. En cuanto al acercamiento de
algunas personalidades musulmanas, como el gran mufti de Jerusalén Amin al-Husayni o el primer
ministro de Irak Rashid Ali al-Kaylani (que terminó con su huida y el pogrom antijudío de Bagdad —
Farhud, junio de 1941—), se trataba de coincidencias estratégicas más que ideológicas; lo que
también se suele aplicar a la mucho más importante alianza que suponía el Imperio japonés, con el
que, no obstante, nazismo y fascismo tenían similitudes políticas mayores.

Se caracteriza por ser anticomunista, antiliberal, oponerse a la democracia de partidos, a la


pluralidad y a la variedad. Exalta el sentimiento irreflexivo y promueve la unidad de la Patria, ante
todo (es totalitario). Promueve en lo económico un tipo de capitalismo corporativista. El fascismo
tiene una base racial en Alemania por donde nace el nazismo, aunque no en Italia; los nazis
construyen el mito de la raza aria superior de origen nórdico (en realidad, los nazis confunden la
teoría de un pueblo indoeuropeo original con la poco científica teoría nórdica). Para realizar esta
amalgama ideológica se basan en fuentes mitológicas y literarias, así como en los textos clásicos
dedicados a consagrar la desigualdad de las razas.

El ideario del partido nazi se nutre también de publicaciones y panfletos de carácter ocultista. Italia
aprobará también leyes raciales en un segundo momento por la presión de los nazis. Asimismo, la
concepción alemana se alimenta de tesis antisemitas medievales y supersticiones de carácter
romántico. El antisemitismo era muy fuerte en muchos lugares de Europa y los nazis explotaron ese
sentimiento a conciencia. El resultado fue que en muchas ocasiones los verdugos de las SS eran
superados por soldados de países aliados, a los que tenían que contener (por ejemplo Rumanía). Es
muy controvertido el papel de la Iglesia católica al respecto: se acusa a Pío XII de tibieza, cuando no
de complicidad, por no condenar de modo claro el régimen nazi y la persecución de judíos desde un
primer momento. Muchos criminales de guerra de la Segunda Guerra Mundial huyeron a Suiza y a
Argentina con la ayuda de religiosos católicos (algunos con pasaportes del Vaticano y disfrazados de
sacerdotes).

El fascismo desdeña las instituciones del Estado republicano y sustituye el voto como expresión de
la voluntad popular por las expresiones masivas de apoyo al líder. Hitler utiliza el plebiscito como
arma en las relaciones internacionales: sus grandes decisiones son apoyadas por plebiscitos de
apoyo masivo utilizados como amenaza: el líder fascista se presenta como portavoz de la nación
unificada que habla con una sola voz. Esto refuerza otro de sus elementos principales: el "liderazgo
carismático". El líder es casi divino y su liderazgo no es racional: "Führer", "Duce", "Caudillo", etc. El
Fascismo no considera un valor la libertad de expresión y recurre a la violencia sistemática para
obtener el poder o mantenerse en él; la violencia tiene un valor positivo para el movimiento fascista,
es una fuerza de cambio, al igual que la juventud, que también es exaltada. Mussolini, fundador del
PNF Partito Nazionale Fascista, opuso a los principios de la Revolución Francesa de «libertad,
igualdad y fraternidad» la consigna «creer, obedecer y combatir».

El fascismo lleva a cabo una "estatización" de la política: adopta uniformes y lenguaje militar y le da
un gran valor a los símbolos y a las grandes concentraciones. Se opone al concepto de razón y quema
libros para demostrarlo. El Fascismo es fuerza, vitalidad, energía, violencia y juventud, no
pensamiento racional. Los intelectuales son despreciados. El Fascismo manipula las ideas
de Friedrich Nietzsche sobre el poder de la voluntad y la creación del hombre superior. Las tesis de
Nietzsche, por el contrario, condenan el proselitismo y desprecian a los fanáticos.

En diversos lugares del mundo, los movimientos fascistas surgieron apoyados por corrientes
ultramontanas de sectores nacionalistas extremos. En general, describieron como su enemigo a una
conspiración internacional formada por judíos, comunistas y masones (la sinarquía) (aunque pueden
incluir en ese entramado a cualquier organización que juzguen trasnacional) y opuesta a los
intereses del Estado-nación, como el capitalismo excesivamente aburguesado y que no reporte
beneficios a tal Estado. La oposición a la masonería, que puede parecer anacrónica, responde sin
embargo a una lógica de continuidad del tiempo histórico en el que la red de los masones
permanece como custodia invisible de las ideas del liberalismo. Los fascistas sustentan una ideología
de lucha entre los estados que se resuelve mediante la imposición y expansión del más fuerte.

El "imperialismo", entendido como una política exterior expansiva, es otro de los rasgos clásicos del
fascismo; generalmente se apoya en mitos del pasado, lo que refuerza su carácter romántico, más
de religión que de ideología. Los fascistas quieren recuperar el esplendor pasado y las
denominaciones de sus regímenes aluden a eso ("III Reich"). Los fascistas reclaman territorios que
consideran suyos por derecho histórico y sus líderes están en conexión con esencias de carácter
místico o sagrado. Aunque no todo gobierno militar es fascista, el término suele usarse para designar
a las dictaduras y a los partidos o agrupaciones que se expresan mediante la violencia o predican el
autoritarismo y el desprecio por quienes no piensan del mismo modo. En la actualidad el término
"fascista" se asocia con la extrema derecha y las ideas de corte racista y autoritario. En general, se
suele denominar "fascista" a todo el que intenta imponer por la fuerza su criterio sobre el de los
demás.
El uso de símbolos, gráficos y otros artefactos creados por gobiernos
fascistas, autoritarios y totalitarios se considera un aspecto clave de su propaganda.1 Muchos
movimientos fascistas han adoptado símbolos de la antigua Roma o Grecia, como los estandartes
que usaban los alemanes en sus mítines, los fasces de los italianos o el empleo de la palabra
«falange» para denominar al partido fascista español.

Otros símbolos utilizados por los fascistas italianos son el aquila, la loba capitolina y el
acrónimo SPQR, todos relacionados con la historia cultural de la antigua Roma, que los fascistas
pretendían resucitar.
Nazismo

Adolf Hitler, canciller imperial de Alemania, y Ernst Röhm, cofundador y comandante de las SA,
realizando el saludo fascista (1933).

El nacionalsocialismo (en alemán, Nationalsozialismus), comúnmente acortado a nazismo, es la


ideología del régimen que gobernó Alemania de 1933 a 1945 con la llegada al poder del Partido
Nacionalsocialista Obrero Alemán de Adolf Hitler (NSDAP). Hitler instituyó una dictadura, el
autoproclamado Tercer Reich. Al Reich se unió Austria a partir de la Anschluss, así como la zona de
los Sudetes así como Memel y Dánzig. Durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis ocuparon
tierras en Francia, Checoslovaquia, Hungría, los Países Bajos, Dinamarca y Noruega. La Alemania de
este periodo se conoce como la Alemania nazi.

El nazismo es una forma de fascismo que demostró un rechazo ideológico por la democracia
liberal y el sistema parlamentario. También incorporó un ferviente antisemitismo, el racismo
científico y la eugenesia en su credo. Su nacionalismo extremo provino del pangermanismo y del
movimiento Völkisch prominente en el nacionalismo alemán de la época, y fue fuertemente
influenciado por los grupos paramilitares anticomunistas Freikorps que surgieron después de la
derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial, de la cual surgió "el culto a la violencia" que
estaba "en el corazón del movimiento".1

Es una ideología alemana gestada en la década de los años 1920, pero que no alcanzará importancia
hasta los años 30, momento en que las duras condiciones de paz impuestas en el Tratado de
Versalles (1919) se juntan con la grave crisis mundial del Jueves Negro en 1929 (véase Gran
Depresión). En Alemania la situación es más acuciante aún, ya que a los devastadores efectos
económicos se sumaba la obligación de pagar el tributo de la derrota en la Primera Guerra Mundial,
y el descontento popular ante la injusta situación que hacía que las calles se llenaran de
manifestaciones extremistas de toda índole, tanto de izquierda como de derecha.2

Esta situación culmina con el fuerte descrédito de las democracias liberales, dado que
las dictaduras que surgieron demostraron ser capaces de controlar y resolver las crisis más
efectivamente que las democracias.nota 1 Tanto la Italia de Benito Mussolini —quien fue elogiado
por «hacer que los trenes llegaran a tiempo», es decir, por poner fin a las huelgas y caos económico
que había dominado a ese país— como el Imperio del Japón, países en los que se impusieron
«gobiernos fuertes», no solo resolvieron la crisis a mediados de los 30 sino que fueron percibidas
como restaurando el orden social aún con anterioridad a esa solución a problemas económicos

A esa crisis político-económica hay que agregar una crisis ideológica aún anterior que se extiende
desde 1890 a 1930 y que ha sido caracterizado como una «revolución contra el positivismo».3 Tanto
los valores como las aproximaciones a la sociedad y la política que formaban la base de la civilización
occidental fueron percibidas como superadas reliquias del racionalismo proveniente de
la Ilustración. Específicamente, tanto el fascismo como los desarrollos intelectuales que lo
antecedieron buscaron transcender lo que se percibía como la decadencia del Occidente4 (véase,
por ejemplo, La decadencia de Occidente).

Consecuentemente, el Zeitgeist de esa época puede ser descrito como una amalgama o mezcla de
ideas caracterizado por un rechazo al racionalismo, proceso que es generalmente percibido como
iniciándose con Friedrich Nietzsche, junto a tentativas de incorporar «explicaciones científicas» a
preconcepciones o incluso prejuicios explicativos del mundo, por ejemplo, un racismo latente, que
dieron origen a propuestas tales como las de la eugenesia, y en lo político, bajo la influencia de
pensadores tales como Georges Sorel, Vilfredo Pareto, Martin Heidegger (supuestamente)Gaetano
Mosca, y, especialmente, Robert Michels; a percepciones político elitistas basadas en un culto
del héroe y la fuerza que culminan en una versión del darwinismo social. Percepciones que
adquieren connotaciones más extremas en su divulgación y vulgarización.

Como influencia importante en el desarrollo de ese Zeitgeist se puede mencionar la obra de Arthur
de Gobineau, que propuso que en cada nación hay una diferencia racial entre los comunes y las
clases dirigentes. Estos últimos serían todos miembros de la raza aria, quienes son no solo
la raza dominante sino también la creativa. Posteriormente, Houston Stewart
Chamberlain identifica «los arios» con los teutones; en adición a tratar de demostrar que todos los
grandes personajes de la historia —incluidos Jesucristo, Julio César o Voltaire, entre otros— fueron
realmente arios, agrega:

Los teutones son el alma de nuestra civilización. La importancia de cualquier nación, en la medida
que es un poder actual, está en relación directa a la genuina sangre teutona presente en su
población

H. S. Chamberlain (1899). Foundations of the Nineteenth Century.


Múltiples autores también resaltan el papel que tuvo la teoría evolucionista, y el darwinismo
social incorporados a la ideología nazi, como factores que propiciaron la posterior generación
de racismo, la creación del nacionalismo, la propagación de la política neoimperialista y parte
diversos pilares ideológicos del nazismo basados en la aplicación política de la idea de la
«supremacía del más fuerte».

También de importancia fueron percepciones que se pueden ver ejemplificadas en la obra de, por
ejemplo, Benjamin Kidd, quien propuso:

Nuestra civilización ha sido dada a luz como resultado de un proceso de fuerza sin paralelos en la
historia de la raza. Por épocas incontables el combativo macho europeo se ha desbordado a través
de Europa en sucesivas olas de avance y conquista, venciendo, exterminando, aplastando,
dominando, tomando posesión. Los más aptos, que han sobrevivido esas sucesivas olas de
conquista, son los más aptos por el derecho de la fuerza y en virtud de un proceso de selección
militar, probablemente el más largo en la historia, el más duro, probablemente el más elevante al
que la raza ha sido sometida.

Benjamin Kidd (1919). The Science of Power,


Para Kidd, el combativo hombre europeo es un pagano que rinde homenaje pero no entiende ni
acepta en su corazón la validez de «una religión que es la total negación de la fuerza». Ese hombre
europeo ha introducido el «espíritu de la guerra» en «todas las instituciones que ha creado» y «la
creencia que la fuerza es el principio último del mundo». Ese «hombre de la civilización occidental
ha llegado a ser por la fuerza de las circunstancias el supremo animal de combate de la creación. La
Historia y la Selección Natural lo han hecho lo que es», «por la fuerza ha conquistado el mundo y
por la fuerza lo controla».Otras visiones de influencia en esa percepción son las de Oswald Spengler,
para quien Mussolini era el parangón del nuevo César, que se levantará del Occidente en ruinas para
reinar en la «era de la civilización avanzada», por analogía a los césares de la Antigüedad.

En Alemania, específicamente esa rebelión contra el racionalismo dio origen, entre otras cosas, a
una variedad de asociaciones que promovían un retorno a visiones romantizadas del pasado alemán
(véase Völkisch), en lo cual Richard Wagner tuvo alguna influencia y una sociedad ocultista y
semisecreta, la Sociedad Thule —basada en la ariosofía y primeros en usar la esvástica en el
contexto de la época— que patrocinó el Partido Obrero Alemán (DAP), más tarde transformado por
Hitler en el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán.

A lo anterior se ha sugerido que hay que agregar factores específicamente alemanes. A pesar
que Maurice Duverger considera tales consideraciones pocos convincentes a fin de explicar el
desarrollo del nazismo, se ha afirmado que no se puede explicar el nazismo sin considerar su
origen18 y que entre los factores que explican ese origen se debe mencionar una tradición
cultural (volkgeist) —que se remonta a personajes tales Lorenz von Stein y Bismarck (véase Estado
social)— en la cual el Estado adquiría poderes dictatoriales, demandando orden, disciplina y control
social estricto a fin de garantizar crecimiento y el bienestar económico de la población.

Esa tradición se transforma, bajo la influencia de personajes tales como Ernst Forsthoff,
jurista conservador de gran influencia, quien, a partir del periodo de la República de Weimar,
postula que los individuos están subordinados ya sea al «Estado absoluto» o al Volk, bajo la
dirección de un líder o Führer.

El nazismo transforma, sin mucha dificultad, ese culto a la fuerza del más fuerte que es el ario en
un antisemitismo puro y simple, utilizando la preexistente leyenda de una conspiración judía para
hacerse con el control mundial (véase Nuevo Orden Mundial (conspiración) y Los protocolos de los
sabios de Sion) para explicar la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial: el ejército de ese
país fue traicionado y «apuñalado en la espalda» (véase Leyenda de la puñalada por la espalda) por
los bolcheviques y judíos. Esa «traición» se extiende al gobierno socialdemócrata de la República de
Weimar que permite ahora que esos mismos judíos y otros financieros se beneficien de la inflación,
y otros problemas que afectan a los alemanes (véase Hiperinflación en la República de Weimar).
Aduciendo además que muchos de los principales líderes comunistas son también judíos, asimilan
ambos conceptos en una gran «conspiración judeo-marxista».

El nazismo se concreta como una ideología totalitario de índole fascista en la medida en que se
caracteriza por dar una importancia central y absoluta al Estado —a partir del cual se debe organizar
toda actividad nacional25 (véase Gleichschaltung)— representado o encarnado y bajo la dirección
o liderazgo de un caudillo supremo, en este caso Hitler, y por proponer
un racismo, nacionalismo e imperialismo visceral que debe llevar a conquistar los pueblos que se
consideren inferiores (véase Lebensraum). A partir de 1926, Hitler centralizó incrementalmente la
capacidad de decisiones en el partido. Los dirigentes locales y regionales y otros cargos no eran
electos, sino nombrados, de acuerdo al Führerprinzip (‘principio de autoridad’) directamente por
Hitler, y a él respondían, demandando, a su vez, obediencia absoluta de sus subordinados. El poder
y autoridad emanaba del líder, no de la base.

El nazismo se caracteriza por ser el partido de la clase trabajadora fundado por Adolf Hitler después
de que la Primera Guerra Mundial finalizó.

Fue un movimiento político ultranacionalista que no depositaba su fe en las ideal liberal-


democráticas de la época. El nazismo se caracterizaba por buscar venganza por la humillación que
había tenido que pasar Alemania durante el tratado de Versalles.

Como su nombre lo sugiere, el Partido Nazi se presentó a sí mismo inicialmente como la respuesta
nacionalista al socialismo internacional.

De esta manera, atrajo la atención de aquellos que no creían en el resurgimiento del gobierno
alemán después de la catástrofe resultante de la Primera Guerra Mundial (Hickey, 2013).

La constitución de Weimar en 1919 avalaba el desarrollo de una democracia completa, pero el


gobierno que apareció durante esta época era incapaz de contrarrestar el peso de la difícil situación
derivada del resultado de la Primera Guerra Mundial.

La falta de satisfacción con las instituciones parlamentarias llevó a la creación del Partido Nazi con
Adolf Hitler como su líder a partir del año 1933.

Una de las características más importantes del Partido Nazi fue su capacidad para transformar la
estructura del Estado Alemán en relativamente poco tiempo.

De esta forma, el Nuevo Reichstag (la cámara baja del parlamento) pasó en el año 1933 una “Ley de
Habilitación” con el fin de acabar con el estrés del estado y la nación.

Por medio de este acto, todo el poder del país fue transferido a Hitler, quien dio inicio a la era Nazi
en toda Alemania.
Características principales del Partido Nazi

El Partido Nazi comandado por Hitler contaba con las siguientes características:

1 – Totalitario

Todo el Estado Alemán se encontraba incluido por el Partido Nazi. La subordinación de lo individual
frente al estado omnipotente se expresaba de múltiples maneras.

La libertad de expresión y de agrupación fueron abolidas, es así como todos los medios que pudieran
dar forma a la opinión pública –prensa, teatro, cine, radio, escuelas y universidades- se encontraban
bajo un completo control del estado. También, todos los partidos políticos y gremios fueron
disueltos.

La vida cultural y social fue controlada y supervisada por el estado. En octubre de 1933, una Cámara
de Cultura del Reich fue instaurada, bajo la supervisión y control de Dr. Goebbels, quien debía velar
por todos los aspectos culturales de la vida.

Con relación a la vida económica, el ministro de economía fue designado como el encargado de
velar por el bienestar de la economía de Alemania, pudiendo realizar cualquier acción que
considerase necesaria para mantener dicho bienestar (History, 2014).

2 – Un Estado con un Solo Partido

La Alemania Nazi era un estado con un solo partido. Únicamente el Partido Nacional Socialista era
legalmente reconocido.

El partido Nazi fue avalado por la ley como el encargado de proteger los ideales del Estado Alemán.
Su emblema (la esvástica) era el emblema del estado y su líder era el jefe de estado.

Numerosos poderes fueron transferido a las organizaciones del partido, como el derecho de los
consejeros municipales de congregarse, la selección de los jurados y miembros de las mesas
directivas de las instituciones educativas, la investigación de los antecedentes de las personas, y el
acceso a cualquier asunto del estado.

3 – Pureza de la Raza
El estado Nazi era un estado popular que reclamaba ser descendiente de la raza Nórdica. Es así como
afirmaba que la familia de los alemanes pertenecía a la familia de los nórdicos, quienes habían sido
los encargados de alcanzar los mayores logros en los anales de la historia.

Por esta razón, el estado consideraba que la nación debía mantener su registro racial impecable y
glorioso, con una única raza que fuese pura y preservada sin ser contaminada por razas inferiores,
como la judía.

Es así como, la Alemania Nazi no solo arrebató las pertenencias de los judíos que habitaban dentro
de su territorio, también los sometió a una brutal persecución (ideology, 2017).

4 – Un Solo Líder Responsable

El estado Nazi se basaba en el principio de que solo existía un líder responsable –de forma directa o
indirecta- por la vida y el comportamiento de todos los individuos del estado. Este líder supremo
era Adolf Hitler.

Las acciones y decisiones del líder no eran sujetas a ningún tipo de escrutinio o crítica, ya que se
asumía que eran correctas.

La democracia y cualquier charla sobre un estado en el que el pueblo tuviese el poder eran un
autoengaño, ya que todo el poder del estado pertenecía a un solo líder.

Por lo tanto, su voluntad era considerada como ley. Aquellos que se opusieran a la voluntad del
líder, eran forzados a obedecerla, de lo contrario serían arrojados a campos de
concentración (Mondal, 2016).

5 – La Economía Nazi

Con el objetivo de mejorar la economía nazi, el ministro de finanzas tenía el objetivo de hacer de
Alemania un país autosuficiente (Autarquía).

El Autobahn (sistema de autopistas alemán) creó trabajo para aquellos que no tenían empleo, con
el objetivo de crear nuevas vías. También, nuevas fábricas de armas y vehículos fueron abiertas.

Algunos empleos en el ejército fueron creados para quienes no tenían empleo. Los judíos fueron
arrestados y de esta manera muchas plazas laborales quedaron abiertas para quienes no tenían
empleo, principalmente como maestros o doctores.

6 – Estado de Terror

El objetivo inicial de Hitler era establecer una dictadura totalitarista en Alemania, con él mismo
como líder supremo. Para poder lograr esto, la oposición tenía que ser eliminada, y las personas
debían atender libremente a sus indicaciones.

Esto fue logrado a través de una política de un Estado de Terror, elemento que se convirtió en un
icono de la Alemania Nazi.

Bajo las órdenes de Heinrich Himmler, el grupo paramilitar Schutzstaffel o la SS fue formada, con el
compromiso de controlar la seguridad de estado interna, llevando a cabo tareas como vigilar los
campos de concentración o destruir a la Sturmabteilung o SA (una organización paramilitar nazi que
iba en contra de los ideales de Hitler).

7 – Campos de Concentración y Exterminio Judío

El Partido Nazi creó campos de concentración, controlado por la SS para contener y exterminar a los
prisioneros “enemigos” (minorías nacionales, judíos, comunistas y traidores).

Algunos prisioneros serían empleados como mano de obra esclava o serían ejecutados. En 1935 las
leyes de Núremberg fueron introducidas para segregar y perseguir a los judíos, haciendo que estos
estuviesen inseguros incluso en sus propios hogares.

La conferencia de Wannsee por su parte introdujo la idea de una Solución Final para eliminar a todos
los judíos al mismo tiempo.

Este suceso fue la cúspide del terror nazi frente a los judíos, como el peor y más aterrador caso de
persecución y xenofobia registrado en la historia. Esta es probablemente una de las características
más destacables de la Alemania Nazi.

8 – Propaganda

La propaganda es una forma de manipulación psicológica. Es la promoción de ideas específicas por


medio del uso de la repetición.

En Alemania, desde al año 1933 hasta el año 1945, Goebbels fue el ministro de la propaganda. Sentía
un odio profundo por los judíos y era un entusiasta de su persecución.

El periódico Der Stümer era bastante popular en la época y promovía el odio por los judíos, por esta
razón era el periódico favorito de Hitler.

Por otro lado, la esvástica fue usada en la bandera Nazi y para el año 1935 ésta se convirtió en la
bandera de Alemania.

En las reuniones de Núremberg, miles de personas tenían que gritar al unísono “Sieg Heil” y las
personas eran forzadas a decir “Heil Hitler” cuando pasaban junto a otras personas en la calle.

La radio, los libros y las películas promovían el odio por los judíos y la grandeza de Hitler y el Nazismo.
De esta forma, la propaganda contribuyó con la modificación de las creencias de las personas frente
al nazismo y los judíos.

9 – Antisemitismo

Una de las características más conocidas del Estado Nazi en Alemania es el antisemitismo. En un
comienzo no se le prestaba mucha atención a este tema, pues Hitler necesitaba que la mayoría de
habitantes de Alemania votaran por él. Sin embargo, con el pasar del tiempo la brutalidad frente a
los judíos aumentó considerablemente.

El antisemitismo se convirtió en una forma extrema de racismo y odio hacia una raza de personas.
En 1933 hubo un boicot a las tiendas judías. Hitler culpó a los judíos del Tratado de Versalles y los
problemas económicos del país, como la depresión económica.
Todos los judíos fueron revocados de los cargos del gobierno y labores profesionales. En 1934, los
judíos fueron excluidos de lugares públicos, incluyendo parques y piscinas. Todo esto se debía a la
voluntad de Hitler por preservar la pureza de la Raza Aria (Mgina, 2014).

10 – Política Exterior
La meta principal de Hitler era destruir el Tratado de Versalles. También quería más espacio
habitable y la unión de todos los países que hablasen alemán. De esta forma, Hitler desarmó el
tratado al invadir Renania.

Por otro lado, Hitler y Mussolini (ambos sancionados por la Liga de Naciones) formaron el Eje de
Roma y Berlín en 1936.

El nazismo en la actualidad
Tras la Segunda Guerra Mundial, el nazismo ha continuado inspirando a movimientos neonazis.

En Perú en 2010, un partido nazista antichileno fue aprobado por el Jurado Nacional del Elecciones
(JNE) para inscripción en planillas electorales.116

En muchos países, entre ellos la Alemania actual, está prohibido hacer apología del nazismo y hay
leyes estrictas en contra del nazismo, que es considerado un delito; también está prohibido hacer
apología del Holocausto o negar su existencia, práctica conocida como negacionismo del
Holocausto.

En noviembre del 2017 se hizo público un audio del presidente de la Sociedad de Fomento de
Ingeniero Maschwitz (Buenos Aires, Argentina, partido de Escobar) afirmando ser "simpatizante del
nacional socialismo" y discriminando a una chica por su condición sexual.

Éste fue fortalecido posteriormente por el Pacto de Acero en 1939, durante la conferencia de
Munich, donde otros líderes intentaron calmar las ínfulas de Hitler, pero éste obtuvo finalmente a
Sudetes y el resto de Checoslovaquia.

En este momento, Hitler era imparable y las invasiones continuaron, involucrando a otras repúblicas
como Francia, Polonia y las Islas Británicas.

SIMBOLOGIA
Historia de la bandera Nazi
Esta bandera se asocia con el nacionalismo en particular y con el fascismo en general.
Los Nazis en 1920 a doptaron la esvástica (una cruz, que tiene los brazos doblados en ángulo recto)
aunque ya estaba en uso como simbolo entre los movimienos nacionalistas alemanes.
Hitler se refirio a la esvástica como simbolo de la "lucha por la vistoria del hombre ario". La primera
vez que se mostro la bandera fue en el verano de 1920 en el lago Tegernsee.
El 5 de marzo de 1933 se establecio el regimen Nazi en Alemania, se utilizaba dos banderas una era
la nazi (con la esvástica) y la otra era tricolor que llebaba los colores negro, blanco y rojo.Pero al
morir el presidente Paul von Hinderburg, Hitler se autoproclamo líder y quito la bandera tricolor
dejando solo la badera nazi como bandera nacional de Alemania, mientras la otra fue prohibida por
"reaccionaria" (que va encontra de lo que propone Hitler).
Los colores de la bandera nazi significaban según Hitler:
-Blanco: Por el nazionalismo.
-Rojo: Por el socialismo.
-La esvástica: Para representar la raza aria.
A finales de la segunda guerra mundial la primera ley aprobada por el consejo de control aliado
prohibio todos los simbolos nazis y cancelo toda las leyes aprobadas desde 1933, y la bandera
esvástica fue prohibida en todos los paises occidentales y en especial en Alemania.

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