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Volver al cole también les supone a los más pequeños un "síndrome postvacacional". Se
trata de una etapa transitoria que suele durar una semana, en la que nuestros hijos
pueden presentar diversos trastornos psíquicos provocados por el estrés como cansancio,
apatía, tristeza, ansiedad, irritabilidad y falta de atención. Uno de los momentos más
difíciles es la vuelta a los madrugones, ya que los ritmos de vigilia y sueño necesitan un
periodo de ajuste a las nuevas rutinas. Por ello, es importante anticiparnos una semana o
diez días antes del comienzo de las clases adaptando los ritmos al nuevo horario,
adelantando cada tres días todas las acciones (levantarse, desayunar, comer, acostarse,
etc.), para realizar una adaptación progresiva. Pensando en todo ello, varios especialistas
del grupo hospitalario Quirón han elaborado un decálogo para ayudar a nuestros hijos en
ese proceso de adaptación:
Adaptarse de forma progresiva al horario escolar una o dos semanas antes del
inicio del curso; establecer la hora de irse a dormir y de levantarse, porque de esta
forma evitaremos que vayan cansados el primer día de clase.
Cumplir los horarios incluso los fines de semana.
Aprovechar las vacaciones para instaurar un hábito tan saludable como es el
desayuno en familia, con tiempo suficiente, fomentando el diálogo y compuesto
por lácteos, cereales y fruta. Un desayuno adecuado contribuye a mejorar el
rendimiento físico y mental.
Preparar con ellos el material escolar, comprar los libros, forrarlos, preparar el
uniforme o la ropa escolar, la mochila…
Ayudarles con el repaso de los deberes, siempre reforzándoles y elogiándoles en
sus logros. Hablarles de las cosas positivas que implica el inicio del nuevo curso,
como encontrarse con sus amigos, conocer niños nuevos, aprender cosas,
excursiones…
Escucharles, responder a sus preguntas, inquietudes y miedos. Darles confianza y
apoyo. Para ellos es un reto y una nueva situación a la que tienen que enfrentarse.
Podemos realizar por las tardes actividades físicas, en vez de que estén viendo la
televisión o jugando en el ordenador, como ir al parque, montar en bici, patinar…
De esta forma liberan el estrés y eliminan de sus mentes las preocupaciones y
miedos.
Aunque para mí fue una gran experiencia, al saber que el día anterior fue Domingo, el día
siguiente seria Martes, y fui la primera en levantarse al escuchar a la maestra decir: “los de
la mesita amarilla vayan a buscar los libros”; lo más impactante fue ver el invalorable
trabajo realizado por los padres de esos niños. Aunque no conozco a ninguno de ellos, su
reflejo esta en cada uno de esos “hombrecitos” y “mujercitas” que se levantan cada mañana
a conquistar ese lugar llamado ESCUELA.
Para hacer de la experiencia del aprendizaje una etapa que se pueda recordar con alegría, es
indispensable que los padres participemos de manera activa en esta etapa de la vida de
nuestros hijos.
ALGUNAS DE LAS COSAS QUE APRENDE EN”EL PRIMER DÍA DE CLASES”
CON SUS HIJOS SON:
Asegurarse de que la tarea este completa y lista en la mochila la noche anterior;
como adultos sabemos lo embarazoso que es cuando nos comprometemos a hacer algo y
no podemos cumplirlo. Como madre en alguna oportunidad le dije a mi hija que le dijera a
la maestra que no había tenido tiempo de terminar la tarea, en vez de planificar mis
horarios de forma más efectiva para ayudarle a que pueda cumplir con su
responsabilidad. Nunca realmente me di cuenta de lo difícil que eso era para ella y del
estrés innecesario que le agregaba, hasta que vi la carita de alguno de los niños durante
el segundo día de clases, al no haber traído la tarea terminada.
Tratar de que tengan una buena noche de descanso y un buen desayuno; aun
siendo mucho más grande y con la experiencia de haber asistido a la universidad, me
sorprendió la cantidad de información nueva que los niños tienen que asimilar y lo confuso
que puede resultar. En mi “segundo día” con mi hija no podía recordar si primero se
escribía en el diario o se leía del libro. Por suerte estaba Tanya, una de las niñas a mi
lado que me ayudó con el orden.
Leer por lo menos 20 minutos con ellos antes de acostarlos; Jacqueline Kennedy
dijo: "Hay muchas formas pequeñas para engrandecer el mundo de su hijo, el amor por
los libros es la mejor de todas." Leerles a diario aunque sea un capítulo de un libro cada
día, hace maravillas en la vida de los niños y siembra semillas que le darán frutos por el
resto de sus vidas.
Hacerles saber lo orgullosos y satisfechos que estamos con el esfuerzo que ponen
en aprender; al caminar por la escuela pude escuchar las conversaciones de muchos de
ellos con sus amigos, pero una de esas conversaciones capturó toda mi atención. “Mi
papá estaba llorando de emoción ayer cuando vino a buscarme. Voy a ser el mejor
alumno para hacerlo sentir orgulloso." Mis ojos se llenaron de lágrimas, y me hubiera
gustado encontrar a sus papás para decirle el asombroso trabajo que estaba realizando al
criar a su hijo. Aunque la mayoría de nosotros no podemos presenciar ese momento en el
que nuestros hijos les dicen a sus amigos lo agradecidos que están por lo que sus papás
hacen por ellos; estos pequeños corazoncitos están llenos de amor y gratitud para sus
padres.
No todos los súper héroes visten una capa en su espalda y tienen poderes
supernaturales. Algunos de ellos, solo tienen entre 6 y 12 años de edad, cargan una
mochila llena de libros, creen en ese mundo del que sus papás les contaron, se levantan
temprano cada mañana para aprender, se sientan alrededor de una “mesita amarilla” y
juran a la bandera de su país. A estos pequeños grandes héroes les debemos las mejores
sonrisas y los mayores logros de nuestras vidas.