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Introducción

La vía de la liberación es una guía práctica y resumida de la


liberación espiritual, a veces llamada despertar, iluminación,
autorrealización, o simplemente ver lo que es absolutamente
Verdad. Es imposible saber lo que significan palabras como
liberación o iluminación hasta que uno mismo tiene la
experiencia. Siendo así, no tiene sentido especular sobre qué
es la iluminación; de hecho, hacerlo es un obstáculo importante
para su despliegue. Como principio guía, es infinitamente más
valioso ir dándose cuenta de lo que no es absolutamente cierto
que especular sobre lo que es.
Mucha gente cree que la función del maestro espiritual es
proveer respuestas para las mayores cuestiones de la vida,
pero en realidad es justo la contraria. La principal tarea de
cualquier buena enseñanza espiritual no es responder a tus
preguntas, sino cuestionar tus respuestas. Porque tus
suposiciones y creencias, conscientes e inconscientes, son las
que distorsionan tu percepción y hacen que veas separación y
división donde en realidad solo hay unidad y compleción.
La Realidad hacia la que estas enseñanzas apuntan no está
escondida, ni es secreta, ni tampoco está lejos. No puedes
ganártela, merecerla ni descifrarla. En este mismo momento, la
Realidad y la compleción son plenamente visibles. De hecho, lo
único que se puede ver, oír, oler, saborear, tocar o sentir es la
Realidad, o Dios, si lo prefieres. La absoluta compleción te
rodea dondequiera que vas. De modo que en realidad no hay
motivo para molestarse por ella, excepto por el hecho de que
nosotros, los humanos, nos hemos engañado a nosotros
mismos, confinándonos en tal enredo de confusión y
desbarajuste que apenas consideramos —y mucho menos
experimentamos por nosotros mismos— la divinidad dentro de
nosotros y a nuestro alrededor.
La vía de la liberación es una llamada a la acción; es algo
que haces. Es un hacer que te deshará absolutamente. Si no
practicas la enseñanza, si no la estudias y la aplicas sin temor,
no puede transformarte. La vía de la liberación no es un
sistema de creencias; es algo que se ha de poner en práctica.
En este sentido es totalmente práctico.
Leer este libro como espectador sería no entenderlo. Ser un
espectador es fácil y seguro; ser un participante activo en tu
propio despertar a la Verdad no es fácil ni seguro. El camino
hacia delante es imprevisible, el compromiso absoluto, y el
resultado no está garantizado. ¿Realmente pensabas que
podía ser de otra manera?Si comparas La vía de la liberación
con otras enseñanzas, o si lo interpretas a través de la lente de
otras enseñanzas, inevitablemente lo malinterpretarás,
considerándolo algo que no es. En estos tiempos modernos en
los que tenemos acceso instantáneo a las enseñanzas
espirituales del mundo, este es un problema muy generalizado.
La gente suele malinterpretar lo que digo, porque lo filtran a
través de la lente de otras enseñanzas espirituales que pueden
usar un vocabulario similar. Por tanto, te sugiero que te
aproximes a estas enseñanzas en función de su propio mérito,
sin filtrarlas a través de comprensiones previas.
Ninguna enseñanza espiritual es un camino directo a la
iluminación. De hecho, no existe como tal un camino a la
iluminación, porque la iluminación siempre está presente en
todos los lugares y momentos. Lo que puedes hacer es
eliminar todas las ilusiones, especialmente aquellas que más
valoras y en las que encuentras más seguridad, pues nublan tu
percepción de la Realidad. Deja de aferrarte a tus ilusiones y
de resistirte a lo que es, y la Realidad se hará visible de
manera inmediata.
La vía de la liberación es la medicina usada para curar
diversos estados de enfermedad espiritual. Del mismo modo
que la medicina en sí no es la salud, sino un medio para
conseguirla, estas enseñanzas no son la Verdad, sino un medio
de revelarla. El sabio indio Ramana Maharshi comparó las
enseñanzas espirituales con pinchos que se usan para retirar
otros pinchos, y esta es una imagen que me gusta.
Estudiar las enseñanzas de La vía de la liberación es
estudiarte a ti mismo. Estudiarte a ti mismo no significa añadir
más conocimiento a las ideas desordenadas que tienes en tu
cerebro con respecto a ti, sino retirar todas las características
que acostumbras a usar para definirte y que sueles asociar
contigo mismo: nombre, raza, género, ocupación, estatus
social, pasado, así como todos los juicios psicológicos que
estableces sobre ti. Cuando desnudas el yo dejándolo en su
núcleo esencial, lo único que se puede decir es: «Yo soy; yo
existo».
Entonces, ¿qué es este yo que existe?
Este np es un libro sobre el mejoramiento espiritual, el
mejoramiento de uno mismo ni los estados alterados de
conciencia. Trata sobre el despertar espiritual, sobre cómo
pasar del estado de sueño del ego al estado despierto, que
está más allá del ego, con la mayor rapidez y eficiencia posible.
Este viaje no es lo que uno suele esperar, y la iluminación no
es como se acostumbra a vender. No te voy a contar cómo
alcanzar la dicha ni la felicidad sin fin, ni cómo encontrar a tu
pareja del alma, ni los diez pasos para ganar rápidamente un
millón de pavos. No creo en la publicidad engañosa ni en atraer
a los buscadores espirituales con falsas promesas. Ya hay
muchos buscadores espirituales que siguen una dieta
permanente de comida basura espiritual, esos tópicos
agradables que tienen muy poco o ningún efecto
transformador, aparte de nublar la insatisfacción inherente al
estado de sueño. Si te gustan este tipo de cosas, este libro no
es para ti.
He dejado pistas para la realización de la Realidad a lo
largo de todo este libro, desde la primera página hasta la
última. No supongas que los elementos más importantes de
esta enseñanza son fáciles de ubicar ni que están claramente
destacados. Están inscritos en este libro como hilos trenzados
en un tejido, y es fácil pasarlos por alto si no tienes ojos para
ver ni sinceridad para entender. Esto no se debe a que quiera
ser oscuro —hago todo lo posible por no serlo—, sino a que la
Verdad no es algo que pueda ser comprendido verdadera y
profundamente haciendo que alguien te la administre a
cucharadas. Ese tipo de verdad es como la comida rápida: de
fácil acceso, pero, a la larga, apenas satisfactoria.
En nuestra sociedad moderna esperamos que todo se nos
dé en cómodos bocados fáciles de consumir, y preferiblemente
con rapidez, para poder seguir adelante con nuestra acelerada
vida. Pero la Verdad no se adapta a nuestra frenética evitación
de la Realidad, ni a nuestro deseo de tener la totalidad de algo
con la mínima inversión de tiempo y energía.
Obtendrás de las enseñanzas de La vía de la liberación
exactamente lo que pongas en ellas. Estas enseñanzas tienen
que ser estudiadas, contempladas y puestas en práctica, no
simplemente leídas como un entretenimiento. Como dijo en una
ocasión una persona sabia: «La prueba de un deseo se
encuentra en el hábito de la respuesta».
También debería quedar claro que La vía de la liberación no
es ni una forma de psicoterapia ni un «remedio universal» para
las dificultades y desafios que los seres humanos afrontamos
en nuestras vidas cotidianas. Si bien estas aplicaciones
terapéuticas pueden resultar necesarias y útiles para algunos,
no son el eje de esta enseñanza.
El despertar no es una cura mágica para todo lo que te
duele, ni un escape de las dificultades de la vida. Estos
pensamientos mágicos van en contra del despliegue de la
Realidad, y son un gran impedimento para su expresión
madura. El objetivo de estas enseñanzas es despertar a la
naturaleza absoluta de la Realidad, y seguidamente encamarla
y vivirla en la medida de lo posible. Este despertar acaba
aportando una sensación de paz, amor y bienestar, pero esto
es un corolario del estado del despertar, no el objetivo.
La búsqueda de estados de felicidad y dicha cada vez
mayores no es lo que conduce a la iluminación; lo es el anhelo
de Realidad y la rabiosa insatisfacción que produce vivir una
vida que no sea completamente auténtica.

Despierta o perece

Los problemas del mundo son, en gran medida, problemas


humanos: la consecuencia inevitable del sonambulismo del
ego. Si nos paramos a mirar, ya están presentes todas las
señales que sugieren que no solo somos sonámbulos, sino que
en ocasiones rozamos la locura.
Una manera de expresarlo es decir que hemos perdido —o
al menos olvidado— nuestras almas. Nos esforzamos mucho,
muchísimo, por no damos cuenta: no queremos ver lo dormidos
que estamos, lo verdaderamente desolado que es nuestro
estado. De modo que seguimos adelante ciegamente,
impulsados por fuerzas que no reconocemos ni
comprendemos.
Sin duda, estamos en un punto muy crítico del tiempo.
Nuestro mundo pende de un hilo; su equilibrio es muy precario.
El despertar a la Realidad ya no es una posibilidad, es un
imperativo. La nave de la ilusión ya nos ha llevado todo lo lejos
que podía llevamos. La hemos dejado en la orilla y ahora
descubrimos que somos náufragos en una tierra cada vez más
desolada. Nuestras opciones han implosionado. «Despierta o
perece» es el llamado espiritual de nuestro tiempo. ¿Puede
haber una mayor motivación?
Sin embargo, todo está eternamente bien, mejor de lo que
podemos imaginar.
Capítulo uno
Los cinco fundamentos
Los cinco fundamentos son la base sobre la que descansa
la enseñanza. No deberían ser ignorados, leídos por encima ni
tomados a la ligera. En un sentido muy real, los cinco
fundamentos son componentes absolutamente esenciales de la
enseñanza, y tan válidos —si no más— después del despertar
como antes del mismo. No te dejes engañar pensando que los
cinco fundamentos son insignificantes o rudimentarios
simplemente porque parecen estar más sintonizados con el
aspecto humano, o relativo, de la Realidad. Estos cinco
fundamentos son un medio de vivir y manifestar la naturaleza
última de la Realidad en la vida cotidiana. Si no vivimos y
manifestamos en nuestras vidas aquello que realizamos en
nuestros momentos más profundos de revelación, estamos
experimentando una existencia dividida.
Además, los cinco fundamentos proporcionan el contexto
dentro del cual se despliegan las enseñanzas. Si retiras el
contexto de las enseñanzas, estás retirando las defensas que
las protegen de la interpretación del ego. La interpretación
errónea por parte del ego de una enseñanza espiritual siempre
es un peligro significativo, puesto que el ego tiende a justificar
aquellos puntos de vista a los que tiene apego y que le
interesan.
Para incrementar este peligro, cualquier enseñanza
espiritual enraizada en la naturaleza absoluta de la Realidad
está, por definición, orientada hacia la Verdad, no hacia la
dimensión moral y ética de la vida relativa. Esto no significa
que tales enseñanzas sean inmorales, sino que son
transmorales, es decir, están enraizadas en una Realidad que
está más allá de la moral y la ética convencionales de la
perspectiva dualista.
Esto no significa que para la visión absoluta toda moralidad
sea irrelevante; este es un error muy común. Significa que la
moralidad ya no está enraizada en los valores culturales y
religiosos diseñados para contener y controlar los impulsos del
ego. En cambio, el amor desinteresado y la compasión fluyen
de manera natural de la visión unificada de la Realidad como
expresiones espontáneas de dicha unidad. Cuando ves que no
hay nada separado ni distinto de ti, las acciones que fluyen a
través de ti reflejan esa perspectiva unificada.
La situación puede ser complicada, porque es posible tener
cierta experiencia de la naturaleza última de la Realidad y al
mismo tiempo no estar completamente libre de la ilusión del
ego. Esto permite que se produzca una volátil mezcla de ilusión
y Realidad, ambas coexistiendo simultáneamente y
produciendo una expresión inconsciente y distorsionada. Si
bien cabe esperar que esto sea así durante el proceso de
maduración espiritual, hay pocas cosas más distorsionantes y
peligrosas que un ego que cree ser Dios.
La experiencia de muchos años de trabajo con miles de
personas me ha enseñado que si se ignoran estos aspectos
fundamentales de la vida espiritual, es casi seguro que nuestro
desarrollo espiritual se descarrile en alguna medida. Dejar de
explorar y de llegar a un entendimiento claro con respecto a
cualquiera de estos fundamentos, así como no aplicarlos de
manera consistente, producirá en cierto modo un conflicto
interno y externo constante.
Los cinco fundamentos suponen un medio de reunir todos
tus recursos internos —cuerpo, mente y espíritu— y enfocarlos
de manera unificada hacia tu aspiración más elevada. Resulta
de vital importancia mantener un enfoque claro y unificado, un
corazón sincero y un deseo inalterable de no confundirte a ti
mismo ni a los demás.
Clarifica tu aspiración

Clarificar tu aspiración significa saber exactamente a qué


aspiras en el plano espiritual, no como objetivo futuro, sino en
cada momento; en otras palabras, qué aprecias más en tu vida,
no en cuanto a valores morales, sino a qué es más importante
para ti. Contempla esta cuestión. No asumas que ya sabes cuál
es tu aspiración más elevada; ni siquiera asumas que sabes lo
que es más importante para ti. Cava hondo en tu interior,
contempla y medita en qué consiste para ti la búsqueda
espiritual; no dejes que nadie defina tu aspiración por ti. Mira
en tu interior hasta que descubras con completa claridad a qué
aspiras.
No es preciso insistir demasiado en la gran importancia de
este primer fundamento, porque la vida se despliega ya a lo
largo de las líneas de lo que más valoras. Muy poca gente
muestra la Verdad o la Realidad como valores profundos.
Pueden pensar que valoran la Verdad, peros sus actos no lo
confirman. En general, la mayoría posee valores enfrentados
que compiten y dan lugar a conflictos internos y externos. De
modo que el simple hecho de pensar que algo es tu valor más
profundo no significa necesariamente que lo sea. Al contemplar
y clarificar detenidamente qué valoras y a qué aspiras, te
unificas, te aclaras y estás más seguro de tu rumbo.
A medida que ahondes en tu realización y madurez
espiritual, descubrirás que algunos aspectos de tu aspiración
se mantienen constantes, mientras que otros evolucionan para
reflejar lo que es relevante en tu nivel de comprensión actual.
Al reflexionar y clarificar los asuntos relevantes en tu nivel de
comprensión actual, te mantienes enfocado en el filo de tu
propio desarrollo.
Sigue en ello incondicionalmente hasta su
conclusión

Dejar claro a qué aspiras es el primer paso. Tiene el efecto


de reunir tu energía y atención en una fuerza unificada, y
dirigirla hacia tu aspiración. Una vez que has clarificado tu
aspiración, lo que necesitas es seguir adelante hasta su
conclusión, lo cual guarda relación con lo que estás dispuesto a
hacer o dejar de hacer.
La espiritualidad no requiere tanto que trabajes duro para
conseguir un resultado en el futuro como que estés plenamente
presente, de modo sincero y comprometido ahora, con absoluta
honestidad y dispuesto a descubrir y dejar ir cualquier ilusión
que se interponga entre tú y la realización de la Realidad. Por
lo tanto, la espiritualidad no tiene que ver con el tiempo ni con
lo que se puede conseguir en el tiempo; siempre tiene que ver
únicamente con el presente eterno.
La aspiración es más un asunto del corazón que de la
mente, en el sentido de que es un reflejo de lo que más
atesoras, amas y valoras. No hace falta que se te recuerde lo
que amas verdaderamente, solo lo que no amas. Y lo que
amas realmente se refleja con más fidelidad en tus acciones
que en lo que sientes, piensas o dices.
Cuando la aspiración se alinea con el amor y con el hecho
de llevarla incondicionalmente a su conclusión, se convierte en
una fuerza muy poderosa en el universo. Solo entonces
estamos lo suficientemente concentrados y unificados para que
sobreviva a los vientos de la locura, el destino o las
circunstancias.

Nunca renuncies a tu autoridad


El tercer fundamento es: nunca renuncies a tu autoridad.
Esto significa asumir plena responsabilidad sobre tu vida y no
dejarla nunca en manos de otras personas. No cabe la
posibilidad de subirse al carro de un ser iluminado para
alcanzar la iluminación. No entender esto puede llevar —como
ha llevado a tantos— al fanatismo sectario, al
fundamentalismo, al pensamiento mágico, a la decepción, a la
desilusión y/o a la infancia espiritual.
Si bien es comprensible que muchas personas proyecten
sus problemas —problemas pendientes con sus padres,
problemas de pareja, con la autoridad, sexuales, e incluso sus
problemas con Dios— en su maestro espiritual (y a veces
algunos maestros espirituales sin escrúpulos les animan a
hacerlo), es esencial comprender que el papel del maestro es
ser un guía espiritual bueno y sabio, y encarnar la Verdad hacia
la que él mismo apunta. Aunque es posible sentir un profundo
respeto, amor e incluso devoción por nuestro maestro
espiritual, es importante no dejar toda responsabilidad en sus
manos ni proyectar toda la divinidad exclusivamente en él. Tu
vida tiene que estar en tus manos, no en las de ninguna otra
persona. Hazte responsable de ella.
Hay una línea muy fina entre estar verdaderamente abierto
a la guía de un maestro espiritual y caer en una relación infantil
en la que renuncias a tu madurez y proyectas toda sabiduría y
divinidad en tu maestro. Cada persona tiene que encontrar un
maduro equilibrio, consistente en estar verdadera y
profundamente abierta a su guía espiritual sin abdicar
completamente de su autoridad.
Lo mismo puede aplicarse a la enseñanza espiritual. Una
enseñanza espiritual es un dedo que apunta hacia la Realidad,
no la Realidad misma. Para lograr una relación madura con
una enseñanza espiritual hace falta aplicarla, no simplemente
creer en ella. La creencia conduce a diversas formas de
fundamentalismo y hace que te cierres a la curiosidad y a la
indagación, que son esenciales para abrir el camino al
despertar y a lo que está más allá del despertar. Una buena
enseñanza espiritual es algo con lo que trabajas y que aplicas.
Al hacerlo, ella actúa sobre ti —a menudo de manera oculta—
y te ayuda a revelar la Verdad —y la falsedad— que residen en
ti.
¿Qué es no abdicar de tu propia autoridad y al mismo
tiempo no afirmar una autoridad falsa o autocentrada que te
conduzca a la ilusión? Me temo que no puedo decírtelo. ¿Ves?,
nadie puede decirte cómo evitar engañarte a ti mismo. Si en el
lugar más profundo de ti quieres y deseas la Verdad por
encima de todo, aunque te desvíes de mil maneras, de algún
modo regresarás, una y otra vez, a la Verdad.
Y si no quieres ni deseas la Verdad por encima de todo,
bueno, ya sabes adónde lleva eso.

Practica la sinceridad absoluta

Ser auténticamente sincero es imprescindible en la vida


espiritual. La sinceridad abarca las cualidades de honestidad,
autenticidad e integridad. Ser sincero no significa ser perfecto.
De hecho, el esfuerzo mismo por ser perfecto es insincero,
porque supone una manera de evitar verte tal como eres ahora
mismo. Ser capaz y estar dispuesto a verte tal como eres ahora
mismo, con todas tus imperfecciones y tus ilusiones, requiere
coraje y genuina sinceridad. Si estamos constantemente
tratando de escondernos de nosotros mismos, nunca seremos
capaces de despertar de nuestro yo ilusorio.
Para poder ser sincero tienes que soltar los juicios con
respecto a ti mismo. Los juicios encubren el acceso a la
verdadera sinceridad, e incluso a veces se disfrazan de
sinceridad. La verdadera sinceridad revela una poderosa forma
de claridad y discernimiento, que es necesaria para poder
percibirte honestamente, sin flaquear ni estar cautivo de tus
defensas ni de los juicios condicionados de tu mente.
Tu capacidad y tu voluntad de ser honesto contigo mismo
es tu mayor protección contra el autoengaño, y te alinea con tu
auténtica aspiración. No hay mayor reto para un ser humano
que el de ser completamente honesto consigo mismo y con los
demás, y sin embargo tal honestidad es absolutamente
necesaria para poder despertar de nuestro sueño de
separación y vivir una vida verdaderamente genuina e indivisa.

Sé un buen gestor de tu vida

Ser un buen gestor de tu vida significa que no estás usando


la espiritualidad para evitar ningún aspecto de ti ni de tu vida.
He observado que es muy común que la gente interesada en la
espiritualidad la use para evitar los aspectos dolorosos,
problemáticos, disfuncionales o atemorizantes de sí mismos o
de sus vidas. A menudo tienen la esperanza de que, si
despiertan a la Realidad, todas sus dificultades desaparecerán.
Si bien es cierto que con el amanecer del despertar buena
parte de lo que consideramos nuestros problemas
desaparecen, sería equivocado asumir que haber probado el
despertar resuelve automáticamente todos los aspectos
difíciles o desafiantes de la vida humana.
Usar la espiritualidad para evitar los aspectos difíciles de ti
mismo o de tu vida cotidiana puede inhibir en gran medida el
amanecer de la iluminación espiritual, y ciertamente inhibirá su
profundidad y estabilidad. La vía de la liberación es un modo de
afrontarte a ti mismo y de afrontar tu vida completamente, sin
retirarte a la negación, el juicio o el pensamiento mágico.
Significa atravesar los velos de la ilusión y despertar a la
Verdad.
Ser un buen gestor de tu vida requiere que abraces todos
los aspectos de tu existencia interna y externa, agradables y
desagradables. No necesitas afrontarlos todos de una vez, tan
solo lo que surja en cualquier momento dado. Ofrece a cada
momento la atención, la sinceridad y el compromiso que
merece. Dejar de hacer esto tiene un coste más alto del que te
podrías imaginar.
Tu vida, la totalidad de tu vida, es tu camino hacia el
despertar. Al resistirte a sus retos o no lidiar con ellos, te
mantienes dormido a la Realidad. Presta atención a lo que la
vida está tratando de revelarte. Di sí a su gracia feroz,
despiadada y amorosa.
Capítulo dos
Tres ideas orientadoras
Resulta muy facil desperdiciar tiempo y energía cuando
nuestros objetivos espirituales descarrilan y entran en
callejones sin salida que tienen poca o ninguna relevancia para
el despertar espiritual. Las tres ideas orientadoras proporcionan
el marco conceptual sobre el que descansa la enseñanza, y
orientan la mente hacia los principios clave del despertar. Estas
ideas orientadoras enfocan y dan dirección a las tres prácticas
esenciales que se describen más adelante en este libro.

La cuestión de ser

En la entrada del Oráculo de Delfos estaban escritas las


palabras: «Conócete a ti mismo». Después vino Jesús, que
añadió una sensación de urgencia y relevancia a la antigua
idea cuando dijo: «Si sacas a la luz lo que está dentro de ti, lo
que saques a la luz te salvará. Si no sacas a la luz lo que está
dentro de ti, lo que no saques a la luz te destruirá».
Lo que Jesús está diciendo es que la espiritualidad es un
asunto serio y tiene consecuencias. Tu vida pende
precariamente de un hilo, alternando entre un estado de
sonambulismo inconsciente y la iluminación espiritual, en la
que mantienes los ojos abiertos. El hecho de que la mayoría de
las personas no vean la vida de esta manera testifica lo
profundamente dormidas y en negación que están.
Entonces, ¿qué es lo que hemos de sacar a la luz?
Dentro de cada una de nuestras formas reside el misterio
existencial de ser. Aparte de nuestra apariencia física,
personalidad, género, historia, ocupación, esperanzas y
sueños, idas y venidas, hay en nosotros un inquietante silencio,
un abismo de quietud cargado de una presencia etérica. A
pesar de que gestionamos todos nuestros asuntos
ansiosamente y de nuestra obsesión por la trivialidad, no
podemos negar por completo esta esencia fantasmal de
nuestro núcleo. Y sin embargo, hacemos todo lo que podemos
por evitar esta quietud, su silencio, su completo vacío y
radiante intimidad.
Ser es eso que altera nuestra insistencia en permanecer en
el reino de nuestra desesperación secreta y adormecedora de
la vida. Es el picor que no podemos rascar, el susurro que no
podemos negar. Ser, ser verdaderamente, no es algo dado.
La mayoría de nosotros vivimos en un estado en el que
nuestro ser quedó exilado hace mucho tiempo al reino de la
sombra de nuestra angustia silenciosa. A veces, ser se abre
paso a través del tejido de nuestra inconsciencia para
recordarnos que no estamos viviendo la vida que podríamos
vivir, la vida que realmente importa. En otros momentos ser se
retira al trasfondo, esperando silenciosamente que le
dediquemos nuestra atención. Pero no te equivoques: ser —tu
ser— es el asunto central de la vida.
Permanecer inconsciente de ser es estar atrapado en un
erial de conflicto, lucha y temor creado por el ego, y que parece
lo habitual solo porque nos han lavado el cerebro generando en
nosotros un estado de descreimiento en el que consideramos
normal y razonable una chocante cantidad de odio,
deshonestidad, ignorancia y avaricia. Pero estos estados no
son razonables, ni siquiera están cerca de serlo. De hecho,
nada podría ser menos razonable e irreal que lo que nosotros,
los seres humanos, llamamos realidad.
Al aferramos a lo que sabemos y creemos, el movimiento
de nuestro pensamiento e imaginación condicionados nos
mantiene cautivos, haciéndonos creer en todo momento que
somos perfectamente racionales y sensatos. Por lo tanto,
continuamos justificando la realidad que nos causa —y que
causa a otros— cantidades inconmensurables de dolor y
sufrimiento.
En el fondo, todos sospechamos que nos equivocamos de
plano en nuestra manera de percibir la vida, pero nos
esforzamos mucho, muchísimo, por no damos cuenta de ello. Y
nuestra manera de seguir ciegos a nuestro pavoroso estado es
una negación obsesiva y patológica de ser, como si nos fuera a
sobrevenir algún destino terrible si afrontáramos la pura luz de
la Verdad y pusiéramos de manifiesto nuestro temeroso apego
a la ilusión.
Dentro de la dimensión de ser, la Verdad se revela a sí
misma: no la verdad de las matemáticas o de la química, de la
filosofía o de la historia, sino una Verdad que empieza a
revelarse en esos momentos serenos en los que de repente la
rutina ordinaria de la vida se hace transparente a un significado
y significación sublimes y desconocidos hasta entonces. Estos
encuentros vitales e inesperados con ser indican una Verdad
situada justo debajo del tejido de nuestras vidas cotidianas, y
nos recuerdan que la vida a la que nos aferramos podría ser
más disparatada de lo que nos habíamos imaginado, y que hay
una Realidad capaz de desentrañar el misterio de nuestras
vidas si nos sometemos a su rigurosa orden de dejar atrás
nuestro temeroso compromiso con la seguridad y la existencia
tal como la hemos conocido.
Todos nacemos con el ser velado por la oscuridad.
Podemos reconocer la transparencia de ser brillando en los
ojos de un niño, pero ese ser no es consciente de sí mismo.
Está velado por la ausencia de autoconciencia. Los niños viven
en el mundo mágico del ser inconsciente, mientras que los
adultos vivimos en un mundo de separación egocéntrica y
negación de ser. Rectificar y restaurar el ser a su verdadero
dominio y soberanía es lo que permite el despertar espiritual.
Esta cuestión de ser lo es todo. Nada puede ser más
importante ni tener más consecuencias; no hay nada en lo que
las apuestas sean más altas. Permanecer inconsciente de ser
es seguir dormidos a nuestra propia realidad, y por lo tanto
dormidos a la Realidad en general. La elección es simple:
despierta al hecho de ser o duerme un sueño sin fin.

El falso yo

El falso yo crece por ser inconscientes. Es una amalgama


de muchos yoes fragmentados y tenuemente ligados por una
fachada de normalidad. Es una casa dividida, construida sobre
unos cimientos imaginarios; un pájaro con las alas rotas que no
puede volar.
El falso yo es la mayor barrera (todas las barreras son
imaginarias, por supuesto) a la realización de nuestra
verdadera identidad: ser universal. En esencia, el falso yo es
un proceso psicológico que ocurre en la mente que organiza,
traduce y da sentido —o en muchos casos falta de sentido— a
todos los datos procedentes de los sentidos. Cuando este
proceso psicológico se mezcla con el movimiento autorreflexivo
de la conciencia, produce un sentido del yo. A continuación,
este sentido del yo impregna la conciencia como una especie
de perfume que lleva a la mente a confundir lo que en realidad
es un proceso psicológico con una entidad separada llamada
yo. Esta conclusión equivocada —que eres un yo distinto y
separado— sucede muy temprano en la vida y de manera más
o menos automática e inconsciente.
Al identificarse con un nombre particular, asociado a un
cuerpo y a una mente particulares, el yo comienza el proceso
de crear una identidad separada. Añade a lo anterior una
compleja combinación de ideas, creencias y opiniones, junto
con algunos recuerdos selectivos y a menudo dolorosos que
crean un pasado con el que identificarse, y añade también la
cruda energía emocional que se necesita para mantenerlo todo
de una pieza, y antes de que puedas darte cuenta ya tienes un
yo muy convincente, aunque dividido.
Esto no implica que en el desarrollo de un ser humano el
falso yo no tenga uso ni propósito; simplemente estamos
diciendo que fuera de la mente no tiene ninguna existencia en
absoluto. El yo se desarrolla para que puedas adquirir una
saludable sensación de individuación y autonomía que te
ayude a navegar por la vida de un modo que conduzca a tu
supervivencia y bienestar. El problema es que son pocos los
que llegan a desarrollar una verdadera autonomía psicológica;
e incluso a quienes lo consiguen, el falso yo les mantiene tan
en trance que nunca imaginan su naturaleza ilusoria ni lo que
está más allá. Pero una vez que se desarrolla la verdadera
autonomía, ya no se necesita el yo, del mismo modo que
cuando se alcanza la edad adulta ya no se necesita la infancia.
No obstante, tal vez sea más preciso decir que lo
verdaderamente importante es la autonomía, y que, en
esencia, el falso yo es un subproducto imaginario del
mecanismo autorreflexivo de la conciencia identificándose con
el incesante movimiento del pensamiento condicionado.
El problema es que el yo del que estabas convencido que
era tu verdadero yo es un fantasma que solo existe como una
abstracción en tu mente, animada por la conflictiva energía
emocional de la separación. Tiene aproximadamente el mismo
grado de realidad que el sueño de anoche. Y cuando dejas de
traerlo a la existencia con tu pensamiento, no tiene ninguna
existencia en absoluto. Por eso es falso, lo que nos remite a la
pregunta: ¿quién o qué es real en ti?
En el núcleo del falso yo hay un vacío, derivado de un
alejamiento esencial de la propia divinidad, bien por desarrollo
natural, por desesperación o simplemente por sucumbir al
trance del mundo con todas sus máscaras de engaño y la dura
exigencia de adaptarse a su locura. El falso yo orbita en tomo
al abismo vacuo de su núcleo, en un silencio aterrorizado ante
la amenaza de caer en un olvido sin nombre ni rostro.
El falso yo es al mismo tiempo un obstáculo y una puerta
que debes atravesar para despertar a la dimensión de ser. A
medida que atraviesas el vacío del yo, la identificación con él
muere, temporal o permanentemente, y te revelas (renaces)
como presencia. La presencia no es un yo en el sentido
convencional. No tiene contorno ni forma, no tiene edad ni
sexo. Es una expresión del ser universal, la sustancia informe
de la existencia. La presencia no está sujeta al nacimiento o a
la muerte; no pertenece al mundo de las «cosas». Es la luz y la
irradiación de la conciencia en la que surgen y desaparecen
mundos enteros.
Del mismo modo que la presencia es una expresión de ser,
ser también es una expresión del Infinito. El Infinito es la
Realidad última, más allá de todas las conceptualizaciones y
experiencias. Es el fundamento último de todo ser, de toda
existencia, de todas las dimensiones y percepciones.
Trasciende todas las categorías, todas las descripciones, todas
las imaginaciones. Está más allá del ego, del yo, de la
presencia, de ser —y de no ser— y de la unicidad, pero
tampoco es diferente de los anteriores. Ni concebible ni
experimentable, el Infinito se conoce a sí mismo a través del
simple aprecio intuitivo que tiene por sí mismo en cada aspecto
de sí. Por tanto, lo único que realiza el Infinito es el Infinito. Y
solo tal realización pone fin a nuestra inquieta búsqueda mental
de Dios, de la Verdad, de significado.

El estado onírico

En la naturaleza de todos los sueños está el hecho de que


los personajes que los pueblan se hallan tan ocupados
siendo..., bueno, personajes, que lo que queda fuera del estado
onírico se les escapa. De hecho, la idea misma de que hay un
«fuera» del estado de sueño, o de que lo que ellos consideran
real y significativo es un sueño, es algo que rara vez
consideran, al menos hasta que su sueño se convierte en una
horrible pesadilla. E incluso entonces, muy pocos dejan entrar
lo único que puede salvarles del sueño interminable.
Muchos están tan atados y ligados a sí mismos que no
pueden dejar de correr de aquí para allá una y otra vez.
Siempre buscando algo más, algo diferente o mejor, no pueden
ver que no llegan a ninguna parte. Y no llegan a ninguna parte
cada vez más rápido, y de manera cada vez más ingeniosa.
¿Quiénes son? Mucho me temo que somos nosotros
mismos.
El mayor sueño que podemos tener es olvidamos de que
estamos soñando. Perdidos en el mundo de juicios, creencias y
opiniones imaginados por nuestra mente, estamos literalmente
atrapados en un sueño. Para algunos es una pesadilla; para
otros, un indulto temporal en algún cielo imaginario. Para la
mayoría es algo intermedio.
Pero, independientemente del estatus actual de tu sueño,
un día, cuando menos te lo esperes, todo llegará a su fin. De
repente, el guión de tu vida cambiará o acabará, y te sentirás
desorientado, preguntándote qué ha ocurrido y adonde se ha
ido todo. Estos cambios abruptos en la dirección y textura de
nuestras vidas son una de las pocas certezas existenciales;
pero seguimos creyendo que lo que pensamos de la vida sigue
teniendo algo que ver con su realidad.
Estamos tan ocupados y obsesionados con nuestros
pensamientos incesantes sobre todo tipo de cosas y personas
que las confundimos con nuestros pensamientos sobre ellas.
Esta tendencia a considerar nuestros pensamientos como la
realidad es lo que mantiene intacto el estado de sueño, y lo que
nos mantiene atrapados en su dominio de lucha e
inconsciencia.
Para muchos, la idea misma de que lo que es es más real
que todas sus creencias y opiniones sobre ello resulta difícil de
creer. Así son las cosas cuando estás atrapado en un sueño.
Para ti, tu sueño es real porque todos tus pensamientos
confirman que lo es. Pero lo que es es más real que mil
pensamientos sobre cómo deberían ser las cosas. La vida no
se adaptará ni a la historia que te cuentes sobre ella ni a la
interpretación que hagas de ella. Si crees un solo pensamiento
que vaya en sentido contrario al modo en que son o han sido
las cosas, sufrirás. ¡En esto no hay excepciones!
Ahora bien, lo anterior no significa que no debas tener
ningún pensamiento fuera de lo que es. Solo significa que lo
que es es la realidad ahora. Si piensas que las personas
deberían ser amables unas con otras, entonces sé amable.
Pero cuando proyectas esa creencia sobre la gente y el mundo
que te rodea como si fuera una realidad objetiva, o, todavía
peor, como si su deber fuera ser amables contigo, te estás
oponiendo a lo que es, y sin duda eso conllevará sufrimiento.
Ahora imagina un mundo con miles de millones de
personas. Cada una de ellas tiene innumerables ideas,
creencias y opiniones que cree ciertas. Y cada una tiene
distintas ideas, creencias y opiniones en las que cree
absolutamente. Todas van caminando por ahí viendo el mismo
mundo externo, pero internamente cada una vive en un mundo
diferente, en un sueño despierto diferente.
¿Es, pues, de extrañar que nos cueste llevamos bien?
Para añadir más complejidad a esta volátil mezcla,
consideremos el hecho de que también existen estados de
sueño colectivos, en los que las personas que tienen sueños
personales similares se juntan para formar estados oníricos
generales. Estos hechizos son todavía más difíciles de romper,
porque los sueños colectivos existen dentro de una realidad
consensuada (o acordada). En otras palabras: debe ser cierto,
porque todos creemos que lo es.
Este es el estado de la humanidad.
Y la realidad del ser universal, tu ser, todo ser, permanece
exilada en el olvido de la inconsciencia.
Capítulo tres
Las prácticas esenciales
La verdad no está ahí, dondequiera ubiquemos este ahí. La
Verdad no habita ni en rituales religiosos ni en doctrinas
secretas, ni tampoco en el toque o la sonrisa beatífica del gurú,
ni en lugares exóticos o antiguos templos. La Verdad es,
literalmente, la única cosa que existe. No está oculta, sino
completamente a la vista; no está ausente, sino
abundantemente presente.
La Verdad Absoluta no es una creencia ni una religión;
tampoco es una filosofía o una experiencia momentánea, y
tampoco es una experiencia espiritual pasajera. No es estática
ni está en movimiento; no es buena ni mala. Es diferente de
todo esto, más diferente de lo que podrías llegar a imaginar. La
Verdad no puede ser tocada por el pensamiento ni imaginada
por la mente; solo puede hallarse en el corazón del ser
universal. Conocerte a ti mismo es la clave. Y la vía es
manifestar tu ser.
En las enseñanzas de La vía de la liberación hay tres
prácticas esenciales que, en combinación con los
cincofundamentos, ayudan a manifestar y realizar la Verdad
intemporal. Si bien estas prácticas esenciales pueden ser
simples, no te engañes: cuando se aplican de todo corazón
pueden resultar extremadamente poderosas.
Nuestras mentes pueden creer que necesitamos
enseñanzas espirituales complejas y sutiles que nos guíen
hacia la Realidad, pero no es así. De hecho, cuanto más
compleja es una enseñanza, más fácil resulta que la mente se
esconda de sí misma entre la complejidad, imaginando que
está avanzando hacia la iluminación. A menudo no hace sino
crear círculos cada vez más complicados en los que dar
vueltas y más vueltas.
El elemento indispensable en cualquier enseñanza
espiritual no es la enseñanza misma, sino la sinceridad y
valentía con las que la persona la aplica. Aunque a veces te
puedas sentir muy perdido en tu propia insensatez, como dijo
William Blake: «Un loco que persista en su locura alcanzará la
sabiduría».
Piensa en la práctica espiritual como en una especie de
«aplicación de la locura».
Las prácticas esenciales son algo que tienes que permitirte
sentir: tienes que sentir la sensación que te producen; como
cuando aprendes a mantener el equilibrio al montar en
bicicleta. Para poder funcionar verdaderamente, tienen que
llegar a formar parte de ti. La actitud con que las aplicas es tan
importante como las prácticas mismas, lo cual quiere decir que
necesitas encontrar una manera de aplicarlas que encaje con
tu temperamento y estilo personal. Nadie puede mostrarte
exactamente cómo hacerlo. Tienes que descubrirlo por el
método de prueba y error. Y el modo en el que utilices las
prácticas esenciales Evolucionará a medida que evolucione tu
nivel de realización.
No deberías aplicar estas prácticas de manera
excesivamente voluntariosa ni con mucho esfuerzo y lucha.
Debes aplicarlas con una actitud de oración; es decir, con gran
sinceridad, con el corazón y la mente muy abiertos. Aunque en
ocasiones tal vez te sientas muy cuestionado por lo que estas
enseñanzas revelan, y otras veces tengas que luchar con tus
dudas y confusión, recuerda que la gracia es muy importante y
siempre está presente. A menudo el momento más oscuro es
justo el que precede al amanecer.
Todas nuestras grandes comprensiones parecen tomamos
por sorpresa, surgiendo cuando menos las esperamos. De
repente se nos ofrece el regalo, se disipan las nubes de la
confusión y vemos con una claridad y libertad desconocidas.
Esta gracia nunca se suspende, nunca se gana ni se merece.
No se ofrece únicamente a unos pocos. La gracia siempre está
presente; lo único que viene y va es nuestra apertura a ella. En
cierto sentido, La vía de la liberación es un medio de abrirse a
la gracia.
Las tres prácticas esenciales son meditación, indagación y
contemplación.

Meditación

En las distintas formas de espiritualidad esotérica, la


meditación suele ser sobrevalorada por unos y subestimada
por otros. En el primer caso, tiende a ser considerada como el
único medio de alcanzar la iluminación, y con frecuencia se
presta demasiada atención a tratar de conseguir un estado
meditativo concreto. La Realidad Ultima no es un determinado
estado de conciencia, por maravilloso o dichoso que este
resulte. La Realidad es el sustrato de todos los seres nonatos y
de la eternidad imperecedera. Está presente tanto en una
experiencia o estado de conciencia como en cualquier otro. La
Realidad, o Verdad, es aquello que en última instancia acaba
siendo cierto en todos los estados, en todos los momentos y en
todos los lugares.
En el otro extremo están aquellas enseñanzas que
subestiman el valor de la meditación. Esta consideración se
sustenta en el hecho de que la Realidad siempre se halla
presente en todas las situaciones y en todos los momentos, y,
por ello, nada se logra meditando. De hecho, este pensamiento
mantiene que la meditación únicamente refuerza la creencia de
que uno está separado de la Realidad y necesita hacer algo
con el fin de alcanzarla. A pesar de que existe cierta lógica en
este punto de vista, tal planteamiento puede conducir a un tipo
de fatalismo y a una comprensión puramente intelectual que
resulta contraproducente para el verdadero despertar. Si bien
no hay camino ni práctica que conduzca directamente al
despertar, también es cierto que lo que haces es muy
importante para determinar el curso de tu vida espiritual. El
equilibrio es la clave, y el esfuerzo sin esfuerzo es la Vía.
La meditación no es un medio para lograr un fin ni algo que
haya que perfeccionar. La meditación, realizada correctamente,
es una expresión de Realidad, no un camino hacia ella. Pero
practicada incorrectamente, es una imagen clara de cómo te
resistes al momento presente, lo juzgas o te apegas a él. La
meditación actúa como un espejo perfecto que refleja tu
relación contigo mismo, con la vida y con el momento presente.
Al tomar conciencia íntimamente de cómo te resistes o te
apegas al contenido del momento presente, y de lo fútil que es
continuar haciéndolo, puedes descubrir lo que significa
abandonar verdaderamente todas tus resistencias al momento
presente.
En La vía de la liberación, la meditación tiene una
definición, un propósito y una aplicación muy concretos. La
meditación es el arte de permitir a cada cosa simplemente ser
de la manera más profunda posible. A fin de dejar a cada cosa
ser, debemos liberamos del esfuerzo por controlar y manipular
nuestra experiencia, lo que significa liberarse de la voluntad
propia. Esto llega directamente hasta el corazón mismo de la
estructura del ego, que busca la felicidad por medio del control,
el empeño y la manipulación. Muchas formas de meditación se
basan en aprender a controlar la experiencia de uno mismo
para conseguir la paz. Tales métodos nos conducen a menudo
a un callejón sin salida, donde uno solo alcanza la paz mental
mientras el ego está constreñido por la técnica meditativa.
El silencio y la quietud de la meditación son la sólida base
sobre la que descansa esta enseñanza. Fomenta la estabilidad
interna, la objetividad, el desapego y una profundidad de
comprensión desconocida para la mente conceptual. La mejor
forma de practicar la meditación formal es sentado —o
tumbado si es absolutamente necesario— en un lugar donde
sepas que no vas a ser interrumpido. La actitud que conduce al
estado de meditación es la de rendición, la de ausencia de
esfuerzo y la de apertura mental.
La meditación es más una forma de oración silente que una
técnica que se ha de dominar. Si eres nuevo en la práctica de
la meditación, quizá quieras empezar dedicando diez o quince
minutos a permanecer en silencio. Cuando esta cantidad de
tiempo te resulte cómoda, es posible que quieras ampliarla en
periodos de cinco minutos, hasta que puedas sentarte
cómodamente durante treinta o cuarenta minutos en una
misma sesión. Pero aun sentándote en silencio solo quince o
veinte minutos al día, empezará a establecerse en ti una
compostura interna de calma y estabilidad.
Es importante entender que mientras practicas meditación
estás estableciendo un compromiso con algo que no es tu
mente inquieta; no es momento de resolver cosas ni de
analizar tu experiencia. Tampoco deberías luchar con tu mente
ni intentar que se calme. Simplementeobserva los
pensamientos como observarías las nubes atravesando el
cielo. No hay nada personal en tus pensamientos. Solo son
fenómenos que pasan por tu conciencia. La meditación no es
una técnica que dominar; es la forma más elevada de oración,
un acto desnudo de amor y de rendición sin esfuerzo al abismo
silencioso que está más allá de todo conocimiento.
Esta práctica no se restringe a los momentos de meditación
formal sentada; es fundamentalmente una actitud de ser, un
reposo en el ser y como ser. Cuando consigas esa sensación,
serás capaz de sintonizar con ella cada vez más a menudo en
tu vida diaria. Al fin, en el estado de liberación, la meditación
simplemente se convertirá en tu estado natural.
A continuación ofrezco una descripción de lo que llamo
Verdadera Meditación. Léela y, al ponerla en práctica, deja que
te revele su verdadero significado. Con el tiempo adquirirás una
comprensión cada vez más profunda de lo que es la Verdadera
Meditación. Tal vez quieras leer «Verdadera Meditación» cada
vez que te sientes a meditar, hasta que observes que has
asimilado las instrucciones.

Verdadera Meditación
La Verdadera Meditación no tiene dirección ni objetivo. Es
una pura rendición sin palabras, pura oración silenciosa. Todos
los métodos dirigidos a conseguir ciertoestado mental son
limitados, impermanentes y están condicionados. La
fascinación por los estados mentales solo conduce a la
dependencia y a la atadura. La Verdadera Meditación es
quietud sin esfuerzo, permanencia como ser primordial.
La Verdadera Meditación aparece espontáneamente
cuando la conciencia no está siendo manipulada ni controlada.
Cuando empiezas a meditar, notas que la atención puede
mantenerse cautiva enfocándose en algún objeto: en los
pensamientos, en las sensaciones corporales, en las
emociones, en los recuerdos, en los sonidos, etc. Esto se debe
al condicionamiento de la mente, que la lleva a enfocarse en
los objetos. Y entonces la mente, de manera distorsionada y
mecánica, interpreta compulsivamente e intenta controlar
aquello de lo que es consciente (el objeto). Empieza a extraer
conclusiones y a hacer suposiciones de acuerdo con los
condicionamientos del pasado.
En la Verdadera Meditación, todos los objetos
(pensamientos, sentimientos, emociones, recuerdos, etc.) se
abandonan a su funcionamiento natural. Esto significa que no
debe hacerse ningún esfuerzo por enfocarse, manipular,
controlar o suprimir ningún objeto de la conciencia. En la
Verdadera Meditación, la clave reside en ser conciencia; no en
ser consciente de los objetos, sino en descansar como el ser
consciente mismo. En la meditación no estás tratando de
cambiar tu experiencia; cambias la relación con tu experiencia.
A medida que te relajas suavemente en la conciencia, la
contracción compulsiva de la mente en torno a los objetos se
disipa. El silencio de ser asomará más claramente a tu
conciencia como una invitación a descansar y permanecer. Una
actitud receptiva y abierta, libre de cualquier objetivo o
anticipación, facilitará la presencia del silencio y la quietud, que
se revelarán como tu condición natural.
A medida que descansas más profundamente en la quietud,
la conciencia se libera del compulsivo hábito mental de
controlar, contraerse e identificarse. La conciencia retoma a su
condición natural de ser consciente, potencial absoluto no
manifestado, abismo silencioso más allá de todo conocimiento.

Algunas preguntas habituales sobre la


meditación
P.: Parece que la norma central de la Verdadera Meditación
es simplemente permanecer como conciencia silenciosa y
aquietada. No obstante, a menudo me doy cuenta de que estoy
atrapado en mi mente. ¿Es conveniente usar una meditación
más dirigida, como seguir la respiración, para tener algo en lo
que enfocarme que me ayude a no perderme en la mente?
R.: Es perfectamente válido usar una técnica más dirigida si
descubres que te ayuda a no perderte en el pensamiento,
como la de seguir la respiración, usar un mantra simple o una
oración que te centre. Pero intenta utilizar cada vez menos la
técnica. Dentro del periodode meditación, tómate tiempo para
descansar como conciencia aquietada y silenciosa. La
Verdadera Meditación es soltar progresivamente al meditador
sin perderse en la mente.

P.: ¿Qué debo hacer si surge un recuerdo doloroso durante


la meditación?
R.: Durante la meditación pueden surgir viejos recuerdos,
dolores, temores, enfados, resentimientos, etc. Si te ocurre
esto, simplemente deja que aparezcan sin resistirte ni
analizarlos, juzgarlos o negarlos. Obsérvalos sin dejarte
involucrar. Advierte que ellos no definen quien eres. Son bolsas
de inconsciencia que surgen para ser purificadas a la luz de la
conciencia y desprenderse de tu sistema. Permite que la luz de
ser libere el sufrimiento.

P.: Cuando medito, a veces siento mucho miedo. En


ocasiones me agobia y no sé qué hacer.
R.: Cuando sientas temor durante la meditación, resulta útil
anclar tu atención en algo muy estabilizante, como la
respiración, o incluso las plantas de los pies. Pero no luches
contra el miedo, porque eso no hará sino incrementarlo.
Imagina que eres el Buda debajo del árbol Bodhi, o Cristo en el
desierto, manteniéndote perfectamente aquietado e inmóvil
ante la pesadilla del cuerpo-mente. Es posible que te parezca
muy real, pero no es más que una ilusión convincente. En la
quietud absoluta y libre de esfuerzo, el temor desaparecerá
espontáneamente.

P.: ¿Qué debo hacer cuando tenga una comprensión o


intuición repentina con respecto a una situación mientras
medito?
R.: Recibe con gratitud lo que se te da, sin aferrarte a nada.
Confía en que seguirá estando ahí cuando lo necesites.

P.: Descubro que mi mente forma imágenes de manera


espontánea, casi como si estuviera soñando despierto. Algunas
me gustan, mientras que otras son aleatorias y molestas. ¿Qué
debo hacer?
R.: Centra tu atención en respirar hacia el vientre. Esto te
ayudará a no perderte en las imágenes mentales. Mantén la
intención de descansar en la fuente silenciosa y sin imágenes
que está antes de todas ellas, y antes de los pensamientos y
de las ideas.

P.: Cuando medito, siento que circula mucha energía por mi


cuerpo, y esto me ocurre incluso cuando no medito. A veces es
muy agradable, pero otras veces hace que me sienta agitado, y
me mantiene despierto por la noche. ¿Qué es?
R.: Es bastante común que, en algún momento de tu vida
espiritual, experimentes energías intensas de diversos tipos.
No te sientas fascinado por la energía y tampoco intentes
reprimirla ni controlarla, porque eso solo tendería a
intensificarla. Centra tu atención en ese estado, anterior a
todas las formas de energía. Descansa en el silencio, la
quietud y el vacío, anteriores a las energías del cuerpo y de la
mente. Estabiliza tu atención en el bajo vientre. Esto te ayudará
a integrar la energía.
También puede ser útil realizar actividades que te permitan
tocar tierra. Pasea serenamente por la naturaleza, haz
ejercicio, aplícate masajes en las plantas de los pies, etc.
Cualquier cosa que sientas que te estabiliza y calma tu energía
será de ayuda. Hará falta algo de tiempo para que tu cuerpo y
tu sistema nervioso se adapten a este mayor volumen de
energía que fluye a través de ti. Ten paciencia. A menudo
hacen falta meses o años para que el sistema nervioso se
adapte a la nueva entrada de energía.

P.: A veces siento un profundo silencio en el que toda


intención desaparece, e incluso las instrucciones de permitir
que todo sea o de descansar en la conciencia parecen
innecesarias. ¿Está bien abandonar toda intención y toda
técnica?
R.: A veces, incluso la intención o la técnica más sutil
desparecerá de manera natural cuando tu meditación alcance
cierta profundidad, quietud y simplicidad. Cuando puedes
abandonar toda intención y técnica sin perderte en la mente ni
entrar en estados de conciencia brumosos u opacos, la
Verdadera Meditación aparece espontáneamente. La
meditación definitiva ocurre cuando el meditador desaparece
completamente.

Indagación

La dimensión sagrada no es algo que puedas conocer a


través de las palabras y las ideas, como tampoco puedes
apreciar a qué sabe un pastel de manzana comiéndote la
receta. La edad moderna ha olvidado que los hechos y la
información, a pesar de su gran utilidad, no son lo mismo que
la verdad o la sabiduría, y ciertamente no se pueden equiparar
a la experiencia directa. Hemos perdido el contacto con la
sabiduría intuitiva nacida del silencio y de la quietud. Retener
interiormente una pregunta en silencio, esperando
pacientemente, es un arte que en nuestro tiempo raras veces
se cultiva hasta lograr dominarlo. La indagación es un puente
entre el ego y el alma, y más allá, hacia el Infinito. (Uso aquí el
término alma con el significado de esencia, presencia o
existencia que eres.) La indagación no es, en ningún sentido,
antiintelectual ni antirracional, sino transracional; es decir, tiene
el poder de llevarte más allá de la mente conceptual y del
pensamiento condicionado del ego. Aunque enraizada en la
quietud, la indagación es el contrapunto dinámico de la
Verdadera Meditación. La meditación es suave, permite la
rendición, mientras que la indagación exige un cuestionamiento
valiente e intrépido.
La indagación es un modo de abordar los problemas
existenciales más profundos con los que se enfrenta el ser
humano: ¿quién o qué soy yo?, ¿qué es la vida?, ¿qué ocurre
después de la muerte?, ¿qué es Dios?, ¿cuál es la verdad
absoluta de la existencia? O simplemente: ¿sé con absoluta
seguridad que este pensamiento, creencia, opinión,
interpretación o juicio que tengo ahora mismo es verdad?
El elemento común en la indagación es la Verdad. ¿Qué es
la Verdad?
La pregunta sobre la Verdad no surge de las diversas
intenciones del ego, ni atañe a estas. Es de suma importancia
que la indagación no esté sometida a los diversos impulsos y
motivaciones del ego. Los impulsos subyacentes del ego son
sentirse mejor y sobrevivir. Pero la indagación pertenece
completamente al reino del alma, esa dimensión de ser nacida
de la quietud y la luz que busca la Verdad por la Verdad misma.
El eje central de la indagación consiste en ser. Ser es la
llave que da acceso al reino. ¿Quién o qué soy yo? Aparte del
cuerpo, la mente, las creencias, la profesión, el sexo, el rol, el
recuerdo o la historia, ¿qué soy yo? Exactamente ¿qué es
«yo»?
Elimina todo lo que el yo no es. Desnuda el yo de todas las
máscaras que lleva puestas. ¿Qué queda? ¿Algo? ¿Nada?
¿Qué es consciente de eso?
En tu experiencia directa, ¿hay algo, alguna cosa, que sea
consciente, o es consciente una no-cosa?
Sigue el hilo de la indagación, silenciosa y pacientemente, a
través de todas tus identificaciones, de todas tus creencias con
respecto a ti mismo, de todos los juicios ocultos y suposiciones
con respecto a quién o qué eres. Tómate tu tiempo. Examina
profundamente cada una de estas cuestiones. Deja que las
preguntas eliminen todo aquello que no eres. Deja que
deshagan todo lo que habías imaginado que eras, todo lo que
pensabas que deberías ser, todo lo que cualquiera te dijo
alguna ver que fueras. Sigue el hilo de la indagación a través
de todas tus identidades imaginadas. Sigue el hilo a través de
todo lo que ha sido imaginado, de todo aquello a lo que te has
apegado o de lo que te has alejado. A continuación mantente
aquietado. Descansa en el silencio contemplativo y deja que el
funcionamiento desconocido de la gracia siga su curso.
La mente nunca puede crear la realización de la Verdad y la
Realidad, que siempre llega como un regalo de gracia. La
indagación despeja las percepciones erróneas y las ilusiones,
haciendo que uno esté disponible al movimiento de la gracia.
La cuestión de ser abre la puerta a la Realidad y a la
Verdad, pero de ningún modo es la única cuestión para la
indagación. ¡Cuestiónalo todo! Remueve cielo y tierra, que no
quede ninguna hipótesis sin examinar, ninguna forma de
negación intacta.
Investiga cada cuestión lenta y deliberadamente. Sitúa cada
pregunta en la quietud de tu ser. No te aferres a las respuestas
rápidas. No te apresures con las conclusiones. Más bien, deja
que cada pregunta revele tus creencias y opiniones ocultas.
Deja que revele aquello a lo que te estás aferrando, aquello
que crees que está en desacuerdo con lo que es. Busca todas
las maneras en que el apego a tu mente te hacer sufrir y hace
sufrir a otros. Lleva al terreno de la quietud cada pregunta que
te plantee la mente. Medita sobre ella, considérala; tómate tu
tiempo. No la respondas con la mente. Aquiétate teniendo en
mente únicamente esa pregunta. Mantente muy muy
aquietado.
Lleno de amor a la Verdad, no te sorprendas si la
indagación empieza a consumir todas tus suposiciones ocultas,
todas tus creencias, todas tus opiniones, todos tus juicios, todo
lo que has aprendido de otros. Y no te sorprendas si la mayoría
de las ideas espirituales también se consumen, porque
nuestras ideas espirituales son las que nos protegen de un
modo más eficaz de la verdadera experiencia espiritual.
Tu mayor ayuda es tu sinceridad y tu deseo de Verdad por
encima de todo. Es posible que te sientas conmocionado una y
otra vez por la profundidad de la ilusión que descubres en ti
mismo, pero nunca te obsesiones con ella ni te juzgues.
Acepta, perdona y sigue adelante, porque tu verdadero ser es
infinito y absoluto. Existe ahora, ha existido siempre y siempre
existirá. Mantente aquietado ante la conflagración sagrada de
la indagación y deja que ella te abra al lugar donde reside toda
sabiduría nacida del espíritu. Solo la Verdad sobrevivirá; todo lo
demás perecerá.
Es triste que sean tan pocos los que ofrecen la totalidad de
sus vidas a la Verdad. La mayoría sólo avanzan cierta distancia
y después se conforman con menos que la renuncia total a
toda separación. Al final, todos conseguimos lo que más
valoramos, y si no nos gusta lo que nos toca, más vale que
examinemos honestamente nuestros valores.
Pero la verdad nunca es deficiente, ni por un momento.
Nunca hay más o menos verdad presente, ni está más o
menos disponible. Hay abundante disponibilidad de Verdad en
todo momento, en todas las situaciones. Simplemente está
esperando a ser reconocida. Y tiene todo el tiempo de su parte.
Cuestiona tus pensamientos. Cuestiona tus historias.
Cuestiona tus suposiciones. Cuestiona tus opiniones.
Cuestiona tus conclusiones. Cuestiónalo todo en completo
vacío, quietud y alegría. La llave de la libertad está en tus
manos. Úsala.

Algunas preguntas habituales sobre la


indagación
P.: A menudo la indagación me resulta muy intelectual y
tiendo a perderme en la mente. ¿Hay algún modo de indagar
sin perderse tanto mentalmente?
R.: Sí. La indagación tiene dos aspectos, y es muy
importante entender ambos. El primer aspecto de la indagación
es lo que yo llamo «dar el paso atrás». El propósito de este
aspecto es retirarse o dar un paso atrás del pensamiento
condicionado. Más que buscar respuestas, dejas al descubierto
y desechas ideas, creencias anteriores y pensamientos
condicionados, a fin de hacer sitio a una realización más
profunda. Por ejemplo, a través de la observación puedes
llegar a ver que tú no eres tuspensamientos. Al desechar la
falsa creencia de que cualquier pensamiento puede decirte
quién eres, dejas sitio para que surja una comprensión más
profunda.
Después de haber dejado al descubierto y de haber
limpiado las falsas ideas de la mente, ahora estás preparado
para descansar en la quietud de ser.
En el segundo aspecto de la indagación tratas de acceder a
la claridad intuitiva y a la sabiduría que habitan en la quietud,
en la raíz de la conciencia. Yo le llamo el reino de la gracia,
porque la sabiduría que fluye de él siempre se recibe como un
regalo, como un «ajá» de pura comprensión. Habiendo
destapado y descartado las falsas ideas de tu mente, ahora
estás preparado para descansar en la quietud de ser, sin
imponer pensamientos ni buscar en ellos.

P.: A veces la indagación me parece muy viva y vital, pero


otras veces me parece más mecánica, porque no la hago de
corazón. ¿Debo practicar la indagación en todo momento?
R.: Para que la indagación sea auténtica, tienes que sentir
que aquello en lo que estás indagando es de interés vital para
ti. De modo que no, no tienes que estar indagando
continuamente. Se trata de una herramienta que puedes usar
cuando surja una pregunta muy importante para ti. Pero la
indagación también es mucho más que una técnica, es una
actitud.
La indagación es una actitud de curiosidad que vive dentro
de ti, un reflejo de tu deseo de conocer la Verdady la naturaleza
de la Realidad. La indagación también exige valentía para
plantear las grandes preguntas que pueden sacudir los
cimientos de tu vida y ponerte cara a cara con asuntos que
preferirías evitar.
Así pues, si bien no siempre usarás esta técnica, es muy
importante vivir con la actitud de curiosidad y valentía que se
halla en el núcleo de la indagación.

La indagación es el arte de cuestionar las propias


suposiciones, creencias e interpretaciones como medio de abrir
un espacio en la mente para que surja la sabiduría intuitiva.
Una vez que se abre este espacio, simplemente deja
descansar la pregunta en la quietud de ser consciente.
Observa. Mantén una vigilancia constante sobre lo
desconocido. Los momentos vitales de gran comprensión y de
avance llegan cuando menos los esperas.

Contemplación

Hace mucho tiempo que olvidamos lo que significa


contemplar algo. Con un clic del ratón del ordenador podemos
obtener una respuesta, o lo que promete ser una respuesta, a
casi cualquier pregunta que podamos imaginar. Las
enseñanzas espirituales más antiguas del mundo están a la
distancia de un clic o de una descarga, y sin embargo
seguimos tan perdidos de nosotros mismos, tan desvinculados
de lo que nutre el alma, que estamos sofocados colectivamente
bajo el peso de nuestra ignorancia y alienación de la dimensión
sagrada de la Vida.
La edad moderna ha olvidado hace mucho tiempo que los
hechos y la información, a pesar de su utilidad, no son
equiparables a la sabiduría, y ciertamente no son lo mismo que
la experiencia directa de la Realidad. Hemos perdido contacto
con la sabiduría intuitiva nacida del silencio y de la quietud, y
estamos encallados en un mar de información que no puede
cumplir su promesa de proporcionarnos cada vez una mayor
felicidad y satisfacción.
La contemplación es el arte de mantener una palabra o
frase pacientemente en el silencio y en la quietud de la
conciencia hasta que empiece a revelar significados y
comprensiones cada vez más profundos. La contemplación
tiene el poder de trascender (no de regresar de) los límites del
pensamiento analítico y la lógica, y de abrir la conciencia a otra
forma de sabiduría y Verdad que solo puede describirse como
revelación.
En esta sección he incluido algunas frases cortas que
pueden resultar útiles, pero cualquier parte de este libro puede
usarse como objeto de contemplación. Simplemente toma una
frase corta como objeto de contemplación y mantenía en tu
conciencia durante algún tiempo. No la analices ni filosofes
sobre ella. Y tampoco te pierdas en tu imaginación.
Simplemente mantón la frase en tu conciencia. A continuación,
aquiétate. Deja que su significado germine dentro de ti.
Seguidamente, vuelvea traer la palabra o frase a tu conciencia.
Mantenía ahí durante algún tiempo, y después déjala ir y
vuelve a quedarte aquietado. Con un poco de práctica, le
pillarás el truco y encontrarás tu propio ritmo.
Aunque pueda parecer muy simple, la contemplación puede
resultar muy poderosa. En la tradición zen se usan frases,
preguntas o pequeñas historias didácticas llamadas koans
como objetos de contemplación y meditación que tienen el
enorme y poderoso efecto de producir el despertar, la
revelación y la iluminación. De hecho, la mayoría de los
sistema esotéricos de espiritualidad han utilizado diversas
formas de contemplación para provocar momentos de
revelación.
A continuación aparecen algunas frases que pueden usarse
como objeto de contemplación. Empiezan siendo frases
diseñadas para provocar ciertas comprensiones psicológicas y
van progresando hacia frases diseñadas para producir
realizaciones y revelaciones cada vez más profundas, de
naturaleza más fundamental o espiritual. La última serie de
frases atañe a la naturaleza absoluta de la Realidad, al Infinito.

Pensamiento y liberación del sufrimiento

*
No existe nada que pueda definirse como
un pensamiento absolutamente Verdadero.
Esto no quiere decir que no haya pensamientos más
verdaderos que otros, solo que ningún pensamientos es
absolutamente Verdadero.
*
Lo que es es lo que está ocurriendo
antes de que tengas un pensamiento sobre ello.
Advierte la diferencia entre lo que tu mente piensa sobre
este momento y este momento tal como es antes de que
tengas algún pensamiento sobre él.
*
El sufrimiento aparece cuando crees
en un pensamiento que contradice
lo que es, lo que fue o lo que puede ser.
Experimenta este momento libre de interpretaciones de tu
mente con respecto a él.
*
Tú no eres tu historia.
Ellos no son la historia que te cuentas
con respecto a ellos.
El mundo no es la historia que te cuentas sobre él.
*
El sufrimiento es el modo en que la Vida te dice
que te estás resistiendo o que estás percibiendo
erróneamente lo que es real y verdadero.
Es el modo que tiene la Vida de sugerirte que no estás en
armonía con lo que es.
*
La comprensión profunda y el entendimiento fluyen
desde una mente aquietada.
*
Ser feliz es vivir lo desconocido.
*
Todo verdadero conocimiento surge
de lo desconocido y es expresión de lo desconocido.

La naturaleza de ser

Mirar dentro y no encontrarte a ti mismo como un yo


es el comienzo para encontrarte a ti mismo
como presencia (ser)
*
El ser (o espíritu) es universal
y existe antes de todas las condiciones,
todos los puntos de vista, todos los objetos
de conciencia, y también todos los sujetos.
*
Ser es la verdadera naturaleza de todas las cosas.
*
Puesto que es la naturaleza de todas las cosas,
no hay nada fuera de ser.
Ser es autoconocedor y consciente. ¡Ahora mismo!
*
Ser no lo explica todo;
ser es la verdadera naturaleza de todo.
*
Lo único que hace ser es ser mismo.
*
Solo hay ser viviéndose a sí mismo
a través de ti, como tú y como todo lo que existe.
*
Ser es no nacido e increado:
la fuente y sustancia de todo.
*
Ser es nuestro estado original,
anterior a todas las bufonadas del ego,
anterior a todo pensamiento,
anterior a toda descripción,
anterior al pasado, al presente y al futuro.
*
Esa eseidad que es
anterior al mundo del espacio y del tiempo
está aquí, ahora y siempre.
Es una única gota de lluvia, un hoja cayendo de un árbol,
un simple latido del corazón.
Es el mundo sin mundo,
la sustancia del vacío.
*
Yo SOY es puro ser.
Es la confesión última de la Realidad
resonando en la eternidad.

El Infinito

Más allá del ego está ser universal;


más allá de ser está el Infinito.
*
El Infinito es puro potencial informe,
anterior a ser y a no-ser, vida y muerte,
forma e informidad
*
El Infinito no es uno ni muchos,
ni dualista ni no-dual,
ni mundano ni espiritual,
ni yo ni otro.
*
El Infinito se conoce a sí mismo
a través del simple aprecio intuitivo
que tiene para sí mismo
en cada aspecto de sí mismo.
Así, se conoce a sí mismo como totalmente
incognoscible y absolutamente presente.
*
Realizar el Infinito es perder tu mundo interno.
*
Perder tu mundo interno es silencio eterno.
Es llegar a ser brillo.
*
Todo está bien,
mejor de lo que se pueda imaginar.
Conclusión
La iluminación de la que hablo no es una toma de
conciencia sin más; no es únicamente el descubrimiento de la
propia naturaleza. Eso solo es el comienzo, la puerta de
acceso a la revolución interna. La realización no garantiza esta
revolución; simplemente la hace posible.

Una revolución interna

¿Qué es una revolución interna? Para empezar, la


revolución no es estática; está viva, en marcha, y es continua.
No puede ser comprendida y no se puede lograr que encaje en
un modelo conceptual. Tampoco hay ningún camino a esta
revolución interna, porque no es previsible ni controlable, y
tiene vida propia. Esta revolución es un alejamiento de las
viejas estructuras de pensamiento y percepción, repetitivas y
muertas, en las que la humanidad se encuentra atrapada. La
realización de la Realidad última es un despertar existencial,
repentino y directo, a nuestra verdadera naturaleza, que abre la
puerta a la posibilidad de una revolución interna. Tal revolución
requiere un vaciado constante de las viejas estructuras de
conciencia y el nacimiento de una inteligencia viva y fluida.
Esta inteligencia reestructura todo tu ser, cuerpo, mente y
percepción. Esta inteligencia libera la mente de sus viejas
estructuras, que están enraizadas en la totalidad de la
conciencia humana. Si uno no puede liberarse de las viejas
estructuras condicionadas, sigue encerrado en una prisión.
Despertar a nuestra verdadera naturaleza no significa
necesariamente que se vaya a producir una revolución
constante en nuestra manera de percibir la vida, de actuar y de
responder ante ella. El momento del despertar nos muestra lo
que es en último término Verdadero y real, además de
revelarnos una posibilidad más profunda, en el sentido de que
es posible vivir la vida desde un estado de ser indiviso e
incondicionado. Pero el momento del despertar no garantiza
esta posibilidad más profunda, como pueden atestiguar
muchos de los que han tenido un despertar espiritual. El
despertar abre una puerta interior a una profunda revolución
interna, pero no garantiza de ningún modo que esta vaya a
producirse. Que ocurra o no dependerá de muchos factores,
pero ninguno de ellos más importante y vital que una intención
seria e inequívoca de conocer la Verdad que esté por encima y
más allá de todo. De esta firme intención de conocer la Verdad
depende en último término todo crecimiento espiritual,
especialmente cuando trasciende las preferencias personales,
las intenciones y los objetivos.
Esta revolución interna es el despertar de una inteligencia
que no ha nacido de la mente, sino de un silencio interior que
es el único capaz de arrancar las viejas estructuras de la propia
conciencia. A menos que dichas estructuras sean arrancadas,
no habrá pensamiento, acción o respuesta creativa. Si no hay
una revolución interna, nada nuevo y fresco podrá florecer.
Solo lo viejo, lo repetitivo y condicionado florecerá en ausencia
de esta revolución. Pero nuestro potencial se encuentra más
allá de lo conocido, más allá de las estructuras del pasado,
más allá de cualquier cosa que la humanidad haya establecido.
Nuestro potencial es algo que solo puede florecer cuando ya no
estemos atrapados en la influencia y las limitaciones de lo
conocido. Más allá del reino de la mente, más allá de las
limitaciones de la conciencia condicionada, reside eso que
puede denominarse sagrado. Y es de lo sagrado de donde
nace una nueva conciencia fluida que limpia lo viejo y trae a la
vida el florecimiento de una expresión viviente e indivisa de ser.
Tal expresión no es personal ni impersonal, ni espiritual ni
mundana, sino el flujo y el florecimiento de la existencia, más
allá de todas las nociones del yo.
Por tanto, comprendamos que la Realidad trasciende todas
nuestras nociones sobre la misma Realidad. La Realidad no es
cristiana, hindú, judía, vedanta advaita ni budista. No es
dualista ni no-dualista, ni espiritual ni no-espiritual. Deberíamos
llegar a saber que hay más Realidad y sacralidad en una hoja
de hierba que en todos los pensamientos e ideas sobre la
Realidad. Cuando percibimos desde una conciencia indivisa,
encontramos lo sagrado en cada expresión de la vida. Lo
encontraremos en la taza de té, en la brisa otoñal, en el cepillo
de dientes, en todos y cada uno de los momentos de nuestra
vida y de nuestra muerte. Por tanto, debemos abandonar toda
esa serie de pensamientos condicionados y dejarnos guiar por
el hilo interno de silencio y conciencia intuitiva hasta más allá
de donde acaban todos los caminos, hasta ese lugar de
sacralidad al que vamos inocentemente o no vamos en
absoluto, y no una vez, sino continuamente.
Uno debe estar dispuesto a permanecer solo, en medio de
lo desconocido, sin referencia alguna a lo conocido ni al
pasado, ni a cualquiera de sus condicionamientos. Uno debe
estar donde nadie ha estado antes, en completa desnudez,
inocencia y humildad. Uno debe alzarse en esa luz oscura, en
ese abrazo sin fundamento, estable y fiel a la Realidad más allá
de todo yo, no solo un momento, sino para siempre jamás.
Porque, entonces, eso que es sagrado, indiviso y total nace
dentro de la conciencia y comienza a expresarse. Esa
expresión es la salvación de la totalidad. Es la actividad de una
revolución interna llevada al tiempo y al espacio.
Epílogo
Imagina que una mañana despiertas y, al abrir los ojos, de
repente te das cuenta de que las cosas no son como solían ser.
¡Y me refiero a todo! No es que las cosas parezcan diferentes a
la vista, sino más bien que lo que está mirándolas ha cambiado
o mutado de manera extraña e imprevisible. Y ahí estás,
saliendo de tu cama, preguntándote si aún sigues estando
profundamente dormido bajo las mantas, soñando este extraño
sueño.
Pero no estás soñando, y lo sabes. Sabes que no estás
soñando con una certeza distinta a cualquiera que hayas
sentido antes. De hecho, te das cuenta de que cada momento
de cada día de tu vida hasta hace unos momentos lo has
pasado en un estado de sonambulismo inconsciente que te
parecía tan real y verdadero que nunca te habías parado a
sospechar de su validez. La opinión consensuada es que, una
vez que sales de la cama y empiezas a caminar, estás
despierto. Pero esto, sencillamente, no es cierto.
¿Cómo es posible que no notases algo tan evidente?
Pero eso no es todo, ni mucho menos. Imagina que
mientras notas este extraño cambio que está teniendo lugar
dentro de ti, te ocurre algo aún más inquietante: que no tienes
un dentro de ti; de hecho, no tienes un yo dentro del cual estar.
De modo que empiezas a buscarte. ¿Cómo es posible que te
hayas perdido a ti mismo? Después de todo, no eres como un
par de zapatillas que puedes dejar olvidadas por ahí. Tú eres
tú, y debes estar por aquí, en alguna parte. ¿O no?
Pero; por mucho que mires en tu interior, no puedes
encontrarte a ti mismo como alguien en concreto ni como un
lugar determinado. Todos los viejos pensamientos y todos los
viejos recuerdos ya no te pertenecen a ti personalmente. Están
vacíos; es decir, vacíos de yo. Incluso ese rostro del espejo que
resulta tan familiar carece de yo. Nunca tuvo uno, excepto
aquel que creaste en tu mente. E incluso el que creaste, en
realidad, nunca tuvo un yo.
Miras por la ventana y... no hay un ahí fuera. Cualquier lugar
hacia donde mires es, de algún modo, un aquí, dondequiera
que esté el aquí. De modo que miras por la ventana y todo lo
que está ahí fuera, o allá, está dentro de ti; y no solo está
dentro de ti, sino que es tú. El suelo y los árboles, y la valla de
allí, así como el cielo en lo alto y las blancas nubes
algodonosas..., todo es tú. No tiene sentido, pero todo esto es
tan obvio como la respiración. ¿Qué es un yo que es lo mismo
que todo lo demás?Efectivamente, esto es extraño.
Ahora imagina que vas caminando por la acera,
escuchando a los vecinos hablar unos con otros, cuando se te
ocurre que se lo están inventando todo. Todas las historias,
todos los pequeños juicios, todas las opiniones firmemente
mantenidas, todos los «él debería haber...», «ella debería
haber...» y «lo que yo creo es...», todos son inventados, pero
se les considera reales. Es como jugar a una ficción pero
olvidándose de que todo es producto de la imaginación, o como
haberse perdido en el sueño de anoche.
¿Cómo pueden tomarse tan en serio lo que están diciendo,
como si importara lo más mínimo o tuviera alguna base en la
Realidad? ¿Cómo pueden no ver? Pero no ven. Para ellos es
su realidad, la única que conocen, y probablemente la única
que llegarán a conocer. Qué extraño.
Imagina ahora que te detienes para sentarte en un banco
del parque. Mientras te sientas allí, todo se detiene,
absolutamente todo. Tu mente está tan aquietada y silenciosa
que puedes oír las partículas de polvo flotando en el aire. De
repente te estás cayendo, y caes, y caes. No hay suelo debajo
de ti ni cielo por encima, solo un silencio atronador y
aplastante, corriendo cada vez más rápido. De repente te das
cuenta de que va a matarte, va a despedazarte las
extremidades y a hacer que estallen tus pulmones y se
conviertan en polvo. No hay manera de salir; no hay forma de
sobrevivir. Y entonces haces lo único que puedes hacer.
Te rindes.
Todo se queda en blanco y vacío, más vacío que el espacio
ilimitado.
Antes de la vida y de la muerte, parpadeas fuera (¿o
dentro?) de la existencia. La intemporalidad es lo único que
hay, todo lo que jamás hubo, todo lo que podría haber. Reina la
eternidad y está radiantemente presente en cada partícula de
ser.
Algo no nacido e inmortal se agita viniendo a la vida y abre
los ojos: tus ojos. Tú, o Ello, aún sigue sentado en el banco del
parque. Está sonriente, radiante y contento. Una niña en
patines pasa al lado. El sol brilla a través de las hojas de los
álamos mientras un anciano fuma su pipa sobre un puente que
cruza el arroyo que alimenta un estanque lleno de peces de
colores.
Dondequiera que mires está el vacío. Cada «cosa» es un
velo, un sudario que oculta la Infinitud. Nada es lo que parece y
todo es exactamente como es. De algún modo perfecto, a
pesar del caos aparente, el Infinito prevalece. Sabes con
precisión exacta que no hay nada más: nada podría ser distinto
de este vasto y absoluto vacío, este puro e Infinito Potencial,
esta Infinitud no nacida ni formada.
Reflexionas sobre tu vida y te das cuenta de que cada cosa
que ha ocurrido, o que podría haber ocurrido, desde el
nacimiento a todos los altibajos de esta vida efímera, hasta las
extrañas realizaciones del despertar espiritual, hasta este
preciso momento fuera del tiempo, era y es un despliegue
momentáneo —un instante, en realidad— del ilimitado
potencial del Infinito viniendo a la existencia y saliendo de ella.
Una vieja amiga te encuentra sentado en el banco del
parque, se sienta a tu lado y te pregunta:
—¿Qué haces?
La quieres como amiga, pero ¿qué puedes decirle? Estás
sin palabras y tan aquietado por dentro como un difunto. Ella
no lo sabe, pero estás en dos mundos distintos que
extrañamente coinciden aquí, en este banco del parque.
¿Cómo atravesar la infinitud para comunicarte con ella?
Por un momento te esfuerzas internamente buscando
palabras con las que responder. Hay una pausa silenciosa.
¿Sospecha de ti? ¿Sospecha que hay algo diferente? Una
suave brisa acaricia tu rostro y el universo sonríe dentro de ti.
—Oh, nada en realidad —dices—. Absolutamente nada.
Resumen de la enseñanza

Mantente aquietado.
Cuestiona cada pensamiento.
Contempla la fuente de la Realidad.

Y mantén los ojos abiertos. Cuando menos te lo esperes,


algo que parece totalmente insignificante abrirá por completo tu
mundo al deleite eterno.
Grupos de estudio de la vía
de la liberación
A quienes estén interesados en seguir la vía de la liberación
a formar o a encontrar un grupo de estudio que se reúna
regularmente para investigar, estudiar, comentar y poner en
práctica estas enseñanzas. Si bien algunos verán adecuado
limitarse a estudiar las enseñanzas, puede resultar muy útil,
además de estudiarlas, compartir la propia experiencia con
otros en grupo. Explorar estas enseñanzas con otros puede
abrirte a nuevas y más amplias perspectivas, además de
proporcionaros a ti y a los demás un apoyo mutuo.
El grupo de estudio de la vía de la liberación debería
conformar un entorno seguro y amoroso para reunirse y, en
equipo, ahondar sobre las enseñanzas.
Es de suma importancia recordar que la vía en sí no es la
Verdad, sino un medio de alcanzarla. La Verdad está dentro de
ti, no en otra parte. Al estudiar y poner en práctica la vía, estás
estudiando, manifestando y realizando la Verdad dentro de ti.

Sugerencias en cuanto al formato

Cualquiera puede formar un grupo de estudio y crear su


propio formato. Los grupos de estudio de la vía de la liberación
se forman y funcionan independientemente de Adyashanti o de
la sangha Open Gate. No obstante, sugiero que cada
encuentro se centre en un aspecto concreto de la enseñanza
de la vía de la liberación que haya sido elegido durante el
encuentro anterior. También sugiero que cada encuentro
incluya algo de tiempo para la meditación en silencio
(preferiblemente al comienzo), así como para comentar la
enseñanza concreta que se haya elegido para la ocasión.

Directrices

A continuación figuran una serie de directrices para los


grupos de estudio de la vía de la liberación. Su intención es
fomentar una actitud de apertura mutua, compasión y apoyo.

1. Los grupos de estudio deberían constituir entornos


seguros y compasivos en los que explorar, compartir y poner
en práctica las enseñanzas de la vía de la liberación.
2. Todos los grupos de estudio deberían ser gratuitos, a
menos que el grupo alquile un espacio en el que reunirse.
3. Nadie debería actuar como profesor ni intentar dominar el
grupo.
4. Cuando alguien comparta su experiencia, no juzgues lo
que esté compartiendo. Si se te pide, ofrece tu opinión
hablando exclusivamente desde tu experiencia. No trates de
actuar como profesor.
5. Todos los que vayan al encuentro por primera vez
deberían recibir una copia de estas directrices. Si un grupo de
estudio no sigue estas directrices, sugiero que, o bien dejes de
asistir, o formes tu propio grupo.

Para acceder a una lista de los grupos de estudio de la vía


de la liberación (o para añadir tu grupo a la lista) visita:
www.adyashanti.org/wayofliberation.
Lecturas recomendadas

Adyashanti recomienda las siguientes lecturas y estudios


sobre los temas de este libro:
Gracia y sufrimiento
El fin del sufrimiento, de Adyashanti, publicado por Gaia
Ediciones, 2012.

Meditación e indagación
Meditación auténtica, de Adyashanti, publicado por Gaia
Ediciones, 2013.

La vida después del despertar


El final de tu mundo, de Adyashanti, publicado por Sirio,
2011
Estos libros, y muchos artículos gratuitos, están disponibles
en: www.adyashanti.org.
Agradecimientos
Mil gracias a Jerilyn Munyon: tus constantes ánimos, tu
apoyo y tu claro feedback son un regalo impagable. Y a Maja
Apolonia Rodé: tu cariño y creatividad tocan cada aspecto de
este libro, desde la corrección hasta la maquetación, el diseño
y más allá; tu apoyo entusiasta a este proyecto fue una
verdadera bendición. Mi profunda gratitud a Julie Donovan por
su dedicación a la corrección y a los pequeños detalles para
traer este libro a la vida. Agradezco enormemente también a
Susan Kurtz su maravilloso trabajo en el diseño de esta obra y
sus serenas dotes creativas.
Desde el fondo de mi corazón, gracias a todos.
Sobre el autor y la obra
ADYASHANTI, autor de El fin del sufrimiento, Meditación
auténtica, El final de tu mundo y La danza del vacío, entre
otros, es un maestro espiritual nacido en Estados Unidos que
se dedica a favorecer el despertar de todos los seres. Sus
enseñanzas son una invitación abierta a detenerse, indagar y
reconocer lo que es verdadero y liberador en el núcleo de toda
existencia. En 1996 su maestro zen, con quien había estado
catorce años, le pidió que enseñara; desde entonces ofrece
unas enseñanzas libres de cualquier tradición o ideología. «La
Verdad hacia la que apunto no está confinada dentro de ningún
punto de vista religioso, de ningún sistema de creencias o
doctrina, sino que está abierta a todos y se encuentra dentro de
todos».
Vive en California con su esposa Mukti e imparte sus
enseñanzas por toda Norteamérica, en Europa y Australia.
Para más información, por favor, visita: www.adyashanti.org.

La vía de la liberación

La vía de la liberación es una cuidadosa y elaborada


condensación esencial de las enseñanzas de Adyashanti,
además de una breve, depurada y eficiente guía práctica para
la consecución rápida, directa y precisa del despertar espiritual,
desde el estado del ego hacia un estado de liberación interior
definitiva.
La obra nos indica el modo de vivir este proceso con la
mayor plenitud posible, dentro del ritmo y ambiente propios de
la vida cotidiana. Para ello propone la original integración de los
Cinco Fundamentos, las Tres Claves y las Tres Prácticas:
· Los Cinco Fundamentos son valiosos instrumentos para
vivir y manifestar la naturaleza última de la Realidad en
cualquier condición y entorno de existencia.
· Las Tres Claves orientan y alinean la mente hacia la
consecución del despertar espiritual, evitando las frecuentes y
persistentes desviaciones en el camino y preparando a la vez
las condiciones para el ejercicio de las Tres Prácticas
esenciales.
· Las Tres Prácticas esenciales son la meditación, la
indagación y la contemplación.

Adyashanti es un maestro espiritual nacido en Estados


Unidos y dedicado a servir al despertar de todos ios seres. Sus
enseñanzas son una invitación abierta a detenerse, indagar y
reconocer lo que es verdadero y liberador en el núcleo de toda
existencia. En 1996 su maestro Zen le pidió que se dedicara a
enseñar, y desde entonces transmite lecciones que están libres
de cualquier tradición o ideología. «La Verdad hacia la que
apunto no está confinada a ningún punto de vista religioso, a
ningún sistema de creencias o doctrina, sino que está abierta a
todos y se encuentra dentro de todos».
Vive en California con su esposa Mukti, y enseña en
Norteamérica, Europa y Australia. Para más información, visita
la página: www.adyashanti.org.

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