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Cuentos, fábulas, mitos, leyendas e

historias sobre las vacaciones.


El cuento errante sobre las vacaciones felices

Existe una errada creencia cultural que afirma que el trabajo nos agota y que
merma nuestras energías y que a la vez sostiene que las vacaciones y los fines
de semana nos renuevan y recargan de la energía perdida… Tal vez sea lo
que la gente cree y espera, pero la realidad es otra.

Si fuese verdad que el trabajo drena nuestra energía y semana tras semana
tenemos que esperar necesariamente la llegada del viernes para finalmente
poder relajarnos y recargarnos durante el fin de semana o si pasamos el año
esperando las vacaciones para poder “descansar”, entonces hay algo que está
funcionando mal en nuestra vida.

Te recomiendo empezar a pensar por ti mismo y comenzar a cuestionar ciertas


líneas de pensamiento que has adquirido desde tu entorno cultural (lo cual no
tiene nada de malo) y dejar de creer que el trabajo es malo y las vacaciones
buenas sólo porque mucha gente a tu alrededor lo cree así.

La realidad es que sentirse bien en el trabajo es, a la larga, mucho más


satisfactorio y menos estresante que irse de vacaciones, incluso si trabajas
desde casa y es un hecho que puedes recargar tus energías cada día desde tu
lugar de trabajo dejando, como no, los fines de semana para realizar
actividades diferentes que complementen tu vida personal y familiar.

Si buscas y encuentras los aspectos positivos de tu trabajo y entiendes que lo


que haces es sólo un medio para ganarte la vida, podrás sentirte mucho mejor
contigo mismo al saberte realizado.

Hay que intentar aprovechar los fines de semana libres buscando alguna
afición o actividad entretenida que nos guste para evitar tener la sensación de
que sólo nos podemos divertir en vacaciones.

Una fábula fantástica sobre el verdadero descanso

Durante las vacaciones es común (más no normal) que se comentan excesos


con las horas de sueño, con el alcohol y con la comida. Las personas tienden a
beber más y a estar despiertos hasta más tarde, esto sin contar con el Jet-lag,
el trasnocho hasta la madrugada o las siestas.

Como resultado, el cuerpo adopta un ritmo de sueño diferente al habitual, al


mismo tiempo que se ve afectado por las variaciones en la dieta. Estos
cambios, inevitablemente afectarán nuestro metabolismo, dejándonos
predispuestos a volver de vacaciones más cansados que cuando nos fuimos y
con nuestros patrones de sueño trastornados.

Las vacaciones no deben convertirse en una sesión de tortura para nuestra


salud, por lo que es aconsejable evitar cometer excesos con la comida y la
bebida y tratar en lo posible de mantener un ritmo de sueño similar al habitual,
incluso intercalando algo de ejercicio físico…y no lo digo sólo para prepararnos
bien para la vuelta al trabajo, sino porque es lo mejor para la salud, que es lo
que al final importa.

En relación al Jet-lag, has de saber que el cuerpo se normaliza a razón de un


huso horario por día, por lo que un viaje de Nueva York a España (por ejemplo)
representa unos 6 días de recuperación. Lo mejor es darle al cuerpo la
oportunidad de recuperarse regresando algunos días antes de la vuelta al
trabajo.

El mito misterioso de los niños y las vacaciones.

Estemos claros y seamos sinceros con nosotros mismos…Ir de vacaciones con


niños NO es ir de vacaciones, es otra cosa… y ya vendrán los que se dan
golpes en el pecho para hablar sobre la importancia de pasar tiempo con ellos,
como si no hubieran tenido suficiente tiempo durante el resto del año para
hacerlo.
En cualquier caso ir de vacaciones con niños representa un esfuerzo y un
estrés aún mayor que ir al trabajo, incluso si toda la familia se queda en casa.
Así que es normal que a la vuelta de las vacaciones los niveles de estrés y
cansancio sean mayores.
Aunque los niños en edad escolar tengan sus vacaciones más largas en
verano, no es razón suficiente para planificarlas con ellos (volvemos al
paradigma de la cultura y la tradición inútil). Lo mejor es planificar parte de las
vacaciones en pareja (sin niños), a ellos no les pasará nada si los dejas con los
abuelos o los tíos; más bien aprenderán a ser más independientes y es posible
que incluso se diviertan más, pues para ellos siempre serán vacaciones.
Además, seguro que los más grandecitos ni siquiera quieren pasar ese tiempo
con sus padres, si tomamos en cuenta las conductas y los valores de los
adolescentes en esta nueva sociedad del siglo XXI.
Por su puesto que lo anterior sólo aplica con niños en edad escolar. Las
vacaciones con niños más pequeños son inevitables y a ellas no me referiré.

La leyenda aterradora sobre el miedo a terminar una relación de pareja por


culpa de las vacaciones.

Según las estadísticas los divorcios se disparan luego de las vacaciones, (no
hace falta enlazar a la fuente de la información, pues es ya de general
aceptación). Así que algunas parejas descubren que el hecho de estar tanto
tiempo juntos en vacaciones, los expone a encontrar esos pequeños “agujeros
negros” que merman la relación.

Las vacaciones no eliminan los problemas de pareja, sino que más bien los
exacerban, así que si piensas que no te acompañaran te equivocas. No
obstante, es posible reducir el riesgo de caer en las conocidas hostilidades
vacacionales para que luego no deriven en rupturas.

La causa principal de este problema, son la gran cantidad de oportunidades


que tenemos para discutir e intercambiar opiniones y decisiones con nuestra
pareja. Así que la clave está en evitar caer en discusiones o argumentos por
causa de situaciones tontas… Discutir por ¿A dónde vamos?, ¿Qué
comemos?, ¿Por qué dejas el jabón allí? o ¿Dónde está mi camisa amarilla?
No tiene ningún sentido.

Así que lo mejor es no dejarse llevar por estas situaciones de ganar-perder en


donde a la final ambos pierden y entonces aprender a reconocerlas antes de
que empiecen… ¡Qué importa a donde van o lo que comen… ni siquiera
importa la tonta camisa amarilla! Lo importante es pasarla bien, el resto son
menudencias, así que evítalas a toda costa. Pregúntense lo siguiente:
¿Podemos ceder y restar importancia a estas decisiones o discusiones para
disfrutar de verdad de las vacaciones? …En la respuesta está la clave.

La verdadera historia de un síndrome

Siempre he opinado que la mejor forma de enfrentar el conocido síndrome


post-vacacional, es tener un trabajo que realmente te guste. Así que búscalo y
encuéntralo, para que jamás necesites esperar las vacaciones o los fines de
semana para “vivir”.

Los expertos calculan que el 35 por ciento de los trabajadores españoles de


entre 25 y 40 años sufrirán este año el denominado síndrome post-vacacional
(prefieren hablar de síndrome pues no se trata de una enfermedad).

No es un cuadro químico propiamente dicho. Son sólo un conjunto de síntomas


físicos y psíquicos, que suelen desaparecer a las dos semanas y se presenta
como un estado de malestar genérico en el individuo debido a su incapacidad
de adaptación al trabajo tras la finalización de las vacaciones.

Humbelina Robles Ortega, investigadora del departamento de Personalidad,


Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada, advierte
de que la vuelta a la rutina puede provocar síntomas tanto físicos como
psicológicos. "Normalmente, cuando el síndrome post-vacacional (también
llamado pre-laboral) se manifiesta físicamente no es más que una somatización
de un malestar psíquico", apunta. Cansancio, falta de apetito y concentración,
somnolencia o insomnio, taquicardia y dolores musculares son algunos de los
síntomas de este mal. En el aspecto psicológico, el síndrome post-vacacional
provoca en el individuo irritabilidad, ansiedad, tristeza, pasotismo y una
profunda sensación de vacío.

La profesora Robles Ortega apunta que una buena medida para prevenir la
aparición de este trastorno es fraccionar las vacaciones, en lugar de tomar
todos los días seguidos. "Si disponemos de un mes y nuestra empresa nos lo
permite, podemos coger quince días primero, y otros quince más adelante.
Esto nos servirá para evitar saturarnos, la sensación de estar de vacaciones se
alargará, y además, los cambios en los hábitos no serán tan drásticos y
permanentes, por lo que la incorporación no será tan traumática".

¡Vaya, esto me suena de algún lado!


¿A quién afecta más?

El síndrome afecta sobre todo a las personas inadaptadas, que no se sienten a


gusto con su trabajo o no se encuentran realizadas con su profesión.

Aunque también suele darse entre aquellos que realizan actividades


estresantes, siendo los médicos, periodistas, educadores y trabajadores
sociales los más propensos a sufrirlo.

Los trabajadores con una baja autoestima, pocas habilidades sociales o muy
competitivas también son un blanco fácil, así como aquellos que tienen
problemas de relación con sus compañeros de trabajo, con sus jefes y/o sus
subordinados.

By: Pedro Rojas

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