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ésar Franck: Sonata para violín y

piano

Cubiertas sus cabezas por un gorro frigio, César-Auguste-Jean-Guillaume-Hubert Franck y su


novia y ex alumna Eugénie Desmousseaux atravesaron las calles de París el 22 de febrero de
1848 a fin de arribar sanos y salvos a la iglesia donde contraerían matrimonio. El gorro frigio tenía
por objeto sortear con éxito las barricadas y las fogatas que los revoltosos habían instalado por
toda la ciudad para forzar el desplome de Luis Felipe I, también llamado "el rey de las barricadas"
pues a través de ellas llegó al trono y a causa de las mismas debió abandonarlo.

Los orígenes
Nacido en Lieja, Bélgica, en diciembre de 1822, César Franck, junto a su hermano Joseph, llegó a
París en 1835 con apenas trece años de la mano de su padre quien aspiraba a que sus dos
retoños fueran allí reconocidos como grandes virtuosos a la manera en que Liszt y Paganini ya lo
eran. No era mucho pedir puesto que al menos César venía de realizar exitosas aunque breves
giras en las que había dado innegables muestras de su extraordinaria habilidad con el piano.

Las aspiraciones del padre


Al igual que no pocos progenitores en la historia de la música (Leopold Mozart el más conspicuo),
el padre de Franck sometió a su hijo a extenuantes jornadas de trabajo, imponiéndole tras su
ingreso al Conservatorio de París la composición de al menos una obra al año para que con ella se
presentara en público facilitando así el reconocimiento de su talento entre los círculos musicales
parisinos. Tal aspiración no dio frutos en la medida que el padre esperaba y al cabo de diez años el
compositor decidió rebelarse, abandonando la tutela paterna y formando su propia familia al
contraer matrimonio con la mentada Eugénie en medio de la revuelta liberal y obrera de febrero de
1848.
Organista de iglesias

César Franck (1822 - 1890)

Los años por venir fueron hoscos. Con escasa producción y relegado al papel de pianista
acompañante, también organista de un par de iglesias de París, Franck y su familia llevaron una
vida oscura y de escaso brillo durante diez años hasta que en 1858 le fue ofrecido hacerse cargo
de un moderno y grandioso órgano en la iglesia de Santa Clotilde, puesto en el que se desempeñó
con placer y compromiso hasta el final de sus días.

El renacer
Fue el comienzo del renacer de su vida como músico, cuando vio por fin abiertas las puertas de las
salas de concierto y se inició la etapa en que vieron la luz sus obras maestras, entre las que
sobresalen el Preludio, coral y fuga, de 1885, las Variaciones Sinfónicas, de 1886, y la
bellísima Sonata para violín y piano, de 1887.

El maestro
En el ocaso de su vida, César Franck produjo música como nunca antes, intentando quizá
recuperar el tiempo perdido, y esta vez sí hubo frutos, principalmente como maestro,
constituyéndose en el músico que iniciará la incorporación de la música francesa a la gran tradición
europea que, pasando por D'Indy, Chausson, Dukas y otros tantos discípulos o continuadores va a
culminar a finales de siglo o comienzos del siguiente con la aparición de las figuras insignes
de Debussy o Ravel.

Sonata para violín y piano en La mayor


Compuesta como regalo de bodas para su amigo el violinista belga Eugene Ysaÿe, quien la
interpretó durante las celebraciones matrimoniales y se transformó luego en su principal difusor, la
pieza es una soberbia síntesis de tres rasgos que el compositor cultivó con ardor en la última etapa
de su carrera: la tradición clásica vienesa, la "forma cíclica" (el tema principal reaparece,
convenientemente variado, en cada movimiento, forma que algunos han postulado como de su
invención) y el riquísimo, característico y muy personal lenguaje armónico del autor.

Movimientos:
00 Allegretto ben moderato
06:11 Allegro
14:30 Recitativo - Fantasia. Ben moderato - molto lento
21:46 Allegretto poco mosso
La versión es de la violinista holandesa Frederieke Saeijs y la pianista georgiana Nino Gvetadze.

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