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FUERZAS PRODUCTIVAS O FUERZAS DE PRODUCCIÓN

Fuerzas productivas o fuerzas de producción (en alemán, Produktivkräfte) es un concepto central


en el marxismo y en el materialismo histórico.

Subvirtiendo la concepción tradicional de la historia, que situaba en primer plano las hazañas de
los personajes ilustres, el marxismo hace hincapié en la vida material de las sociedades. Para Marx,
el primer hecho histórico es la producción por los grupos humanos de su propia existencia social.
Para producir los bienes necesarios para su subsistencia, los hombres emplean cierto número de
medios materiales. Esos medios de producción son primero, elementos que se dan en la
naturaleza: tierra, bosque, mar, etc. Otros permiten transformar mediante el trabajo materiales
brutos en artículos de consumo.

A esos elementos asigna el marxismo el nombre de fuerzas productivas. Tales son las herramientas
y todas las fuerzas motrices utilizadas por el hombre (aire, agua, electricidad, energía atómica,
etcétera). Pero hay que incluir también entre las fuerzas productivas todos los procedimientos
laborales, el agrupamiento de los obreros en fábricas o talleres y luego en complejos industriales,
la división del trabajo y su racionalización, entre otros. La ciencia interviene en la formación de las
fuerzas productivas.

Dentro de la concepción marxista, las fuerzas productivas están necesariamente en conexión con
un tipo determinado de relaciones entre los hombres en la producción e incluso con un conjunto
de la formación social. Para Engels, el escasísimo desarrollo de las fuerzas productivas en las
sociedades primitivas tenía por consecuencia la falta absoluta de propiedad privada de medios de
producción y la inexistencia de clases antagónicas. Ese tipo de sociedad habría conocido un modo
de producción que Engels denomina comunismo primitivo. No obstante, las fuerzas productivas no
sufren una evolución independiente. Ésta puede verse obstaculizada o favorecida por el sistema
de las relaciones de producción y por las superestructuras políticas e ideológicas. Las fuerzas
productivas son las que organizan, ya que son las bases del trabajo con las que cuenta una
sociedad o una nación.

RELACIONES DE PRODUCCION

Por relaciones de producción se entienden, dentro del marxismo, las relaciones que los distintos
seres humanos mantienen entre sí en tanto que son agentes del proceso de producción. Estas
relaciones se establecen en función del lugar que ocupan los agentes respecto a si son poseedores
o no de los medios de producción.1

El término relaciones de producción aparece por primera vez en textos de Karl Marx2y es
constitutivo para la teoría de los modos de producción social. La categorización de cada modo de
producción requiere que las relaciones económicas se definan como un tipo de relación social,
específicamente: entre los hombres respecto de las cosas, y no de los hombres con las cosas. En el
materialismo histórico de Marx, cada formación social específica cuenta con unas determinadas
relaciones de producción y, a la vez, un grado especial de desarrollo histórico de las fuerzas
productivas materiales. Existen relaciones de producción primitivas, antiguas, feudales, y
capitalistas, cada una de ellas correspondiente a diferentes formas de división social del trabajo y
propiedad de los medios de producción.3

Definiciones

Una relación social puede tomar las siguientes formas:

Una relación entre individuos siempre y cuando pertenezcan a un grupo.

Una relación entre grupo(s).

Una relación entre un individuo y un(os) grupo(s).

El grupo puede ser étnico o de afinidad, una institución social u organización, una clase social, una
nación, familia, etc. La relación social no es entonces idéntica a la relación interpersonal o la
individual, aunque cada una presupone a las otras.

Las relaciones sociales de producción significan para Marx:4

relaciones de propiedad y control, a menudo legalmente validadas, pertinentes para los activos
socialmente producidos (p.e.: inmuebles, vehículos, máquinas que se utilizan en la producción).

relaciones laborales (incluyendo la labor doméstica propia).

las dependencias socio-económicas entre personas provenientes de la forma en que producen y


reproducen su existencia.

las proporciones cuantitativas de los diferentes aspectos de la esfera de producción, consideradas


desde el punto de vista de la sociedad como un todo.

Referencias en la obra de Marx

En el último capítulo del tomo I de El capital, Marx desarrolla el concepto en relación a la teoría de
la colonización de Edward Gibbon Wakefield's:

En primer término, Wakefield descubrió en las colonias que la propiedad de dinero, de medios de
subsistencia, máquinas y otros medios de producción no confieren a un hombre la condición de
capitalista si le falta el complemento: el asalariado, el otro hombre forzado a venderse
voluntariamente a sí mismo. Descubrió que el capital no es una cosa, sino una relación social entre
personas mediada por cosas. El señor Peel nos relata Wakefield en tono lastimero llevó consigo de
Inglaterra al río Swan, en Nueva Holanda, medios de subsistencia y de producción por un importe
de £50.000. El señor Peel era tan previsor que trasladó además 3.000 personas pertenecientes a la
clase obrera: hombres, mujeres y niños. Una vez que hubieron arribado al lugar de destino, sin
embargo, "el señor Peel se quedó sin un sirviente que le tendiera la cama o que le trajera agua del
río". Infortunado señor Peel, que todo lo había previsto, menos la exportación de las relaciones de
producción inglesas al río Swan!

Karl Marx, El Capital, Vol. I, Cáp. 25

En otras palabras, las relaciones de producción inglesas no existían en Australia; no había un


sistema de derechos de propiedad ni obligaciones legales establecidas ni ningún aparato estatal
que pudiera imponer tales relaciones. Por lo tanto no había forma de obligar a unas personas a
vender su fuerza de trabajo a otras. Los obreros podían abandonar al Sr. Peel y producir sus
medios de vida por su cuenta, ya que los medios de producción (por ejemplo: la tierra) no les eran
ajenos.

Distinción entre relaciones sociales y técnicas, y reificación

Combinadas con las fuerzas productivas, las relaciones de producción constituyen un modo de
producción históricamente específico. Karl Marx contrasta las relaciones sociales de producción
con las técnicas; en el primer caso son las personas (sujetos) las que están relacionadas, mientras
que en el segundo, la relación es entre sujetos y objetos en el mundo físico que ambos habitan
(dichos objetos son, lo que Marx llama medios de producción o de trabajo).5

Sin embargo, Marx agrega que con el crecimiento de la economía de mercado, esta distinción se
vuelve oscura y se distorsiona. En el capitalismo se definen, simbolizan y manipulan las relaciones
entre objetos, producidos por sujetos (personas), abstrayéndose de las relaciones sociales y
técnicas subyacentes. Marx dice que esto conduce a la reificación (cosificación o Verdinglichung)
de las relaciones económicas, y ve en el fetichismo de la mercancía un ejemplo primario.6

Referencias en «Relaciones de producción»

Las clases sociales para el marxismo están definidas por las relaciones de producción, es decir, por
la forma en que los hombres producen mercancías. En el seno de las relaciones de producción, el
papel que ocupa cada individuo está determinado por la división del trabajo, es decir, aquellos que
desarrollan una misma actividad -y por tanto están sometidos a unas idénticas condiciones-
conforman una clase social. Las clases sociales vienen determinadas por el lugar que ocupan en el
proceso de producción de la riqueza. Unos la producen y otros se apropian de una porción de la
misma. De esa relación no cabe esperar sino el antagonismo y la hostilidad entre explotados y
explotadores.7

A lo largo de la historia siempre ha habido clases enfrentadas. En las sociedades esclavistas (Grecia
y Roma en la Antigüedad) fueron antagónicos los propietarios libres y los esclavos; en el seno de la
sociedad feudal estamental el enfrentamiento se estableció entre nobles y eclesiásticos por un
lado y siervos por otro.

En el seno de la sociedad capitalista ocurre igual: la lucha de clases es protagonizada por la


burguesía, propietaria de los medios de producción (capital, fábricas, máquinas, transportes, etc.)
y por el proletariado que, al disponer únicamente de su fuerza de trabajo, se ve obligado a
venderla a cambio de un salario que escasamente sirve para satisfacer la supervivencia.

Los intereses de ambas clases son antagónicos e incompatibles y conducirán indefectiblemente al


enfrentamiento. A medida que el capitalismo vaya desarrollándose el número de obreros se
incrementará, lo que unido al deterioro de sus condiciones de vida, conducirá a la revolución.

La revolución tendrá como objetivo conseguir una sociedad perfecta donde no existan ni
explotadores ni explotados. Para ello será imprescindible la abolición de la propiedad privada, es
decir, la socialización los medios de producción, evitando la mera sustitución de los antiguos
propietarios por otros nuevos.

MODOS DE PRODUCCION

Un Modo de Producción es la forma en que se organiza la actividad económica en una sociedad, es


decir, la producción de bienes, servicios y su distribución.1

Marx entendía la capacidad de producir y la participación en relaciones sociales como dos


características esenciales del ser humano, y que la forma particular de esas relaciones en la
producción capitalista están en conflicto con el creciente desarrollo de las capacidades productivas
humanas (en los Grundrisse).2

Esta teoría está basada en principalmente dos conceptos:


Fuerzas productivas: Incluyen la fuerza de trabajo humano y el conocimiento disponible a un nivel
tecnológico dado de los medios de producción (v. g. herramientas, equipamiento, edificios,
tecnologías, materiales y tierras fértiles).

Relaciones de producción: Se refieren a las relaciones sociales y técnicas, las cuales incluyen la
propiedad, el poder y el control de las relaciones que gobiernan los recursos productivos de la
sociedad, a veces codificados como leyes, formas de cooperación y de asociación, relaciones entre
las personas y los objetos de su trabajo, y las relaciones entre las clases sociales.3

El término fue utilizado por primera vez en el libro, inédito en vida de los autores, La ideología
alemana de Karl Marx y Friedrich Engels.

Significado del concepto

De acuerdo con el Marxismo la combinación de fuerzas y relaciones de producción significa que el


modo en que las personas se relacionan con el mundo físico y en que se relacionan socialmente
entre ellas están relacionados de manera necesaria y específica. La gente debe consumir para
sobrevivir y para consumir deben producir, y eso les lleva a relacionarse de algún modo que existe
independientemente de su voluntad. Marx lo explica así en el Prólogo de la Contribución a la
crítica de la Economía Política.

En la producción social de su existencia, los hombres entran en relaciones determinadas,


necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a un
grado determinado de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas
relaciones constituye la estructura económica de la sociedad, es decir, la base real sobre la cual se
alza una superestructura jurídica y política y a la cual corresponden formas determinadas de la
conciencia social. En general, el modo de producción de la vida material condiciona el proceso
social, político y espiritual de la vida. No es la conciencia de los hombres lo que determina su ser,
sino al contrario, su ser social es el que determina su conciencia.

Para Marx el misterio de cómo y por que existe un determinado orden social y sus cambios debe
buscarse en el modo específico de producción que domina esa sociedad. Sostiene también que el
modo de producción da forma al modo en que se produce la distribución, la circulación y el
consumo, todo lo que constituye la esfera económica. Para entender el modo en que la riqueza es
distribuida y consumida es necesario saber cómo se produce.

Un modo de producción es para Marx históricamente distinguible porque constituye una totalidad
orgánica, un todo que se autoreproduce durante siglos o milenios más o menos en las mismas
condiciones iniciales. Realizando una determinada forma de plustrabajo social en un determinado
sistema de relaciones de propiedad las clases trabajadoras reproducen constantemente los
fundamentos del orden social.
Las nuevas fuerzas productivas pueden entrar en conflicto con el modo de producción existente;
Marx continúa en el Prólogo citado:

Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad
entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo que no es más que la
expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto
hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en
trabas suyas. Y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica, se
revoluciona, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella.

La estructura de la sociedad, de acuerdo a esto, no depende de los deseos ni de las intenciones de


los hombres, ni de las ideas ni de las teorías, ni de las formas del Estado ni del Derecho. El carácter
y la estructura de toda sociedad se hallan determinados por el modo de producción imperante. Al
cambiar este modo de producción, cambia también todo el régimen social, cambian las ideas
políticas, jurídicas, religiosas, artísticas, filosóficas y cambian las instituciones correspondientes. El
cambio de modo de producción constituye una revolución.

El modo capitalista de producción, basado en la propiedad privada sobre los medios de


producción, determina la división de la sociedad esencialmente en dos clases antagónicas, el
proletariado y la burguesía, en la que esta detenta la propiedad sobre los medios de producción y
el control de las relaciones sociales. Todas estas, incluyendo las concepciones políticas, jurídicas,
religiosas o artísticas, así como las instituciones sociales, políticas, jurídicas y de otro tipo, se hallan
condicionadas, para el marxismo, por el modo de producción capitalista.

Los distintos modos de producción en la teoría marxista

Marx utilizó para sus análisis diversos modos de producción, y la literatura marxista suele
reducirlos a modo de esquema, la siguiente sucesión de modos de producción a través de la
historia de la humanidad:

Comunismo primitivo

Modo de producción asiático

Modo de producción esclavista

Modo de producción feudal

Modo de producción capitalista


Además de estos modos de producción que pueden ser definidos, también existe la controversia
entre otros modos de producción.

EXPLOTACION

La explotación laboral se define como recibir un pago inferior al trabajo que se realiza, lo que
incluye desde pequeños abusos hasta los talleres de trabajo esclavo. Karl Marx desarrolló su teoría
de la economía del capitalismo con base en la idea de explotación laboral (esa diferencia que no se
le paga al trabajador, y que se la queda el capitalista, es llamada plusvalía). Aunque un trabajo mal
pagado para lo que se realiza suele ser lo que define a la explotación laboral, en sentido amplio
puede abarcar diferentes situaciones, desde el abuso por parte empleador hacia el empleado h
Teorías de la explotación laboral

El ideario marxista ha mantenido que la explotación del trabajador, cuando este no es dueño, hace
entender de una forma imparcial los niveles de precio y empleo. Los economistas liberales
juzgaban que los precios eran la consecuencia de un intercambio que irradiaba las distinciones
individuales de interesados compradores y proveedores. El conflicto que se da en la teoría
impersonal, objetiva, es que se explica con mecanismo de precios las relaciones de la explotación
de la fuerza de trabajo por parte del capitalismo, el cual reside en la diferenciación cultural y
auténtica del coste de producción asociado a los trabajadores, abarcando el valor de enseñanza en
destrezas, habilidades, artes, maestrías o en relaciones humanas (capital cultural humano).

Marx se pregunta y contesta en sus Manuscritos de 1844:

¿En qué consiste, entonces, la enajenación del trabajo? Primeramente en que el trabajo es
"externo" al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; en que en su trabajo, el trabajador no se
afirma, sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física
y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu. Por eso el trabajador sólo se siente
en sí fuera del trabajo, y en el trabajo fuera de sí. Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando
trabaja no está en lo suyo. Su trabajo no es, así, voluntario, sino forzado, "trabajo forzado". Por
eso no es la satisfacción de una necesidad, sino solamente un medio para satisfacer las
necesidades fuera del trabajo. Su carácter extraño se evidencia claramente en el hecho de que tan
pronto como no existe una coacción física o de cualquier otro tipo se huye del trabajo como de la
peste. El trabajo externo, el trabajo en que el hombre se enajena, es un trabajo de autosacrificio,
de ascetismo. En último término, para el trabajador se muestra la exterioridad del trabajo en que
éste no es suyo, sino de otro, que no le pertenece; en que cuando está en él no se pertenece a sí
mismo, sino a otro. (...) Pertenece a otro, es la pérdida de sí mismo.

Casos de explotación laboral

Aquí se enumeran casos de explotación laboral en correlación al Estatuto de los trabajadores:


Trabajar jornadas seguidas sin tener descanso alguno (como mínimo 12 horas entre jornadas)

Los trabajadores tendrán derecho a un descanso mínimo semanal, acumulable por períodos de
hasta catorce días, de día y medio ininterrumpido que, como regla general, comprenderá la tarde
del sábado o, en su caso, la mañana del lunes y el día completo del domingo. La duración del
descanso semanal de los menores de dieciocho años será, como mínimo, de dos días
ininterrumpidos.

Art 37, ep. 1 del ET

Trabajar exceso de horas. Cuando se estipula en el contrato x horas y se trabaja realmente x + n


horas de más, y además hacer cobrar el conjunto de horas totales x+n como x .

Trabajar en días festivos y no ser remunerados

Horas extraordinarias.

1. Tendrán la consideración de horas extraordinarias aquellas horas de trabajo que se realicen


sobre la duración máxima de la jornada ordinaria de trabajo, fijada de acuerdo con el artículo
anterior.

Mediante convenio colectivo o, en su defecto, contrato individual, se optará entre abonar las
horas extraordinarias en la cuantía que se fije, que en ningún caso podrá ser inferior al valor de la
hora ordinaria, o compensarlas por tiempos equivalentes de descanso retribuido. En ausencia de
pacto al respecto, se entenderá que las horas extraordinarias realizadas deberán ser compensadas
mediante descanso dentro de los cuatro meses siguientes a su realización.

2. El número de horas extraordinarias no podrá ser superior a ochenta al año, salvo lo previsto en
el apartado 3 de este artículo. Para los trabajadores que por la modalidad o duración de su
contrato realizasen una jornada en cómputo anual inferior a la jornada general en la empresa, el
número máximo anual de horas extraordinarias se reducirá en la misma proporción que exista
entre tales jornadas.

A los efectos de lo dispuesto en el párrafo anterior, no se computarán las horas extraordinarias


que hayan sido compensadas mediante descanso dentro de los cuatro meses siguientes a su
realización.
El Gobierno podrá suprimir o reducir el número máximo de horas extraordinarias por tiempo
determinado, con carácter general o para ciertas ramas de actividad o ámbitos territoriales, para
incrementar las oportunidades de colocación de los trabajadores en paro forzoso.

3. No se tendrá en cuenta, a efectos de la duración máxima de la jornada ordinaria laboral, ni para


el cómputo del número máximo de las horas extraordinarias autorizadas, el exceso de las
trabajadas para prevenir o reparar siniestros y otros daños extraordinarios y urgentes, sin perjuicio
de su compensación como horas extraordinarias.

4. La prestación de trabajo en horas extraordinarias será voluntaria, salvo que su realización se


haya pactado en convenio colectivo o contrato individual de trabajo dentro de los límites del
apartado 2 de este artículo.

5. A efectos del cómputo de horas extraordinarias, la jornada de cada trabajador se registrará día a
día y se totalizará en el período fijado para el abono de las retribuciones, entregando copia del
resumen al trabajador en el recibo correspondiente.

Art. 35 del ET.

Exceso de tareas. Supongamos un trabajo de una empresa de diseño multimedia y se haya


contratado al empleado como "diseñador" y este, aparte de realizar su trabajo tenga que hacer
además de programador, maquetador, desarrollador...

El trabajo efectivo que preste el trabajador en la empresa deberá estar relacionado con las tareas
propias del nivel ocupacional, oficio o puesto de trabajo objeto del contrato.

Art 11, secc. 2 apartado f del ET

Impago o retraso de los pagos (cobrar el mes siguiente lo que tendría que haber cobrado el mes
anterior)

La liquidación y el pago del salario se harán puntual y documentalmente en la fecha y lugar


convenidos o conforme a los usos y costumbres. El período a que se refiere el abono de las
retribuciones periódicas y regulares no podrá exceder de un mes.

El trabajador y, con su autorización, sus representantes legales, tendrán derecho a percibir, sin
que llegue el día señalado para el pago, anticipos a cuenta del trabajo ya realizado.
La documentación del salario se realizará mediante la entrega al trabajador de un recibo individual
y justificativo del pago del mismo. El recibo de salarios se ajustará al modelo que apruebe el
Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, salvo que por convenio colectivo o, en su defecto, por
acuerdo entre la empresa y los representantes de los trabajadores, se establezca otro modelo que
contenga con la debida claridad y separación las diferentes percepciones del trabajador, así como
las deducciones que legalmente procedan.

Art. 29 , epígrafe 1 del ET.

Trabajar en la víspera de un examen para la obtención de un título reglado.

El trabajador tendrá derecho: a) Al disfrute de los permisos necesarios para concurrir a exámenes,
así como a una preferencia a elegir turno de trabajo, si tal es el régimen instaurado en la empresa,
cuando curse con regularidad estudios para la obtención de un título académico o profesional.

Art. 23 epígrafe 1 del ET.

Hacer trabajar al trabajador en horas de clase (horario lectivo).

El trabajador tendrá derecho: b) A la adaptación de la jornada ordinaria de trabajo para la


asistencia a cursos de formación profesional o a la concesión del permiso oportuno de formación o
perfeccionamiento profesional con reserva del puesto de trabajo.

Art. 23 epígrafe 2 del ET.

Hacer trabajos durante el descanso del trabajador (llevarse el trabajo a casa sin estar estipulado)

El trabajador tendrá derecho a adaptar la duración y distribución de la jornada de trabajo para


hacer efectivo su derecho a la conciliación de la vida personal, familiar y laboral en los términos
que se establezcan en la negociación colectiva o en el acuerdo a que llegue con el empresario
respetando, en su caso, lo previsto en aquella.

Art. 34 epígrafe 8 del ET. Hasta la precariedad laboral.

ALIENACION

El término alienación se emplea en distintos sentidos y en diversas disciplinas, como la Medicina,


la Psicología, la Religión, la Filosofía, la Sociología o las Ciencias Políticas. La idea común a los
diversos conceptos de alienación hace referencia a algo «ajeno» a sí mismo que el sujeto ya no
controla, un bien que se vende o un «yo» que se extraña.1

Etimología

Etimológicamente, se deriva del latín ălĭēnātĭo, ōnis: alejamiento, privación, procedente a su vez
del adjetivo ălĭēnus: propio de otro, extraño a uno y ajeno.23
Definiciones

El concepto de alienación ha ido cambiando con el tiempo.

Para Tomás de Aquino (c. 1224-1274) la alienación es la posesión del cuerpo del hombre por el
demonio y la libertad es anterior a su alienación por el demonio posesor. En la Edad Media el
demonio está ligado solo a la carne por lo que el fuego libera al espíritu de su cuerpo poseído. Se
trataría de un fenómeno que anula el libre albedrío del individuo.4 Tomás de Aquino atribuye
ciertas alienaciones mentales a lesiones orgánicas, de las que se sigue un impedimento para el
perfecto uso de la razón.5

Para la teología, y más en particular para la cristología, el término latino alienatio traduciría el
griego κένωσις: «vaciamiento», kénosis o vaciamiento de la propia voluntad para llenarse de la
voluntad de Dios, para ser completamente receptivo de su voluntad. Esto tiene que ver con el
mismo concepto de religión o religación. El catolicismo, en oposición al marxismo, sostiene que la
razón profunda de la alienación no es simplemente el desorden económico, sino la división interna
del hombre por el dolor, la enfermedad y la manifestación suprema de alienación, la muerte.6

Para la medicina, designa la alienación mental, una patología psiquiátrica o «trastorno intelectual,
tanto temporal o accidental como permanente».3

Para la psicología, se trata de un estado mental que se caracteriza «por una pérdida del
sentimiento de la propia identidad», esto es, de la autoconciencia o autorreferencialidad, pues la
identidad o ego sería la facultad de considerarse uno ajeno del mundo o de la realidad en sentido
absoluto.3

Para el psicoanálisis la alienación no presupone necesariamente patología mental. Puede ocurrir


tanto en sujetos aparentemente sanos como en personas afectadas por una patología mental. La
mayoría de los individuos puede llegar a un estado de alienación mental bajo ciertas condiciones
extremas. A diferencia de la psicosis en la cual el individuo sustituye la realidad por un delirio, en
el estado de alienación el individuo sustituye la realidad vivida por el discurso de otro.7

Para la filosofía, el concepto nace en El contrato social de Rousseau y se desarrolla en particular en


la obra de los filósofos alemanes Hegel y sus discípulos Feuerbach y Marx, en los que el término
alienación se traduce por dos vocablos, Entfremdung ("extrañación", "distanciamiento") y
Entäusserung o Entäußerung ("desapropiación", "cosificación" o "reificación")8

Para la sociología, según Alain Touraine se distinguen varias alienaciones, especialmente la


alienación económica y la alienación tecnocrática, separables de la alienación burocrática y de la
alienación política.1Distintos autores hablan de una alienación subjetiva (estado mental) y de una
alienación objetiva (trabajo).9

Alienación como enajenación mental

Alienación como enfermedad mental

Alienación como locura

Alienación política

Alienación económica

Alienación subjetiva

Pinel

La Ilustración trajo consigo la posibilidad de combatir la ignorancia, la superstición y la tiranía, con


el fin de construir un mundo mejor, y la publicación, en 1800, del «Traité médico-philosophique
sur l'aliénation mentale ou la manie» (Tratado médico-filosófico sobre la alienación mental o la
manía), del pionero en la salud mental y, junto con Alexander Crichton, de la psicopatología
moderna, Philippe Pinel (1745-1826), famoso por su «traitement moral»10 y por «le geste de
Pinel», en el cual quitó las cadenas a los enfermos mentales del Hospital de la Pitié-Salpêtrière, fue
fundamental en el nacimiento de la psiquiatría e influenciaría asimismo a Hegel.11

Aulagnier

Para la psicoanalista Piera Aulagnier, la alienación mental es un concepto que sólo es pensable
para un observador externo, en tanto que el sujeto alienado en su pensamiento desconoce
totalmente lo que le sucede.7

Esta alteración implica encuentro de dos individuos: uno con deseos de alienar y otro cuyos
pensamientos son alienados o alienables, ambos con deseos de aniquilar al pensamiento que está
presente en uno y otro. Los objetivos son:
Exclusión de toda duda del conflicto intrapsíquico.

Reducción mínima del sufrimiento psíquico que transfiere al Yo dicho conflicto, para:

Encontrar la certeza de quién es el Yo

Abolir conflictos entre el identificante y el identificado.

Por ello, para el psicoanálisis, la alienación es una patología de la idealización y de la identificación.

La alienación también puede ser social y suceder porque el sujeto esté inmerso en un sistema de
poder social que le impida pensar libremente acerca de ese sistema o de la posición del individuo
con respecto a ese poder y sus referencias identificatorias. La prohibición de pensar libremente
amenaza, «de muerte», al raciocinio del ente humano, que ni siquiera puede reflexionar de sí
mismo su conversión a esclavo al servicio del poder. Se trata de un individuo objetalizado por otro,
cosificado por —e instrumento— del otro, sin derecho al pensamiento, ni a la palabra.

Se descatectiza toda actividad del pensamiento. El individuo no puede preservar puntos de


referencia identificatorios. Entonces el sujeto catectiza un discurso que piensa por él, decide por él
y quién es Yo, le impone sus ideales y borra toda vivencia nombrable y perceptible de lo que está
viviendo. De esta manera la alienación produce una idealización de la fuerza alienante.7

Es siempre en nombre de «una buena causa» que el sujeto se aliena, enajena su pensamiento. El
adepto, combatiente o partidario de una causa atribuye a la fuerza alienante el poder de garantir
la verdad de dicha causa. Se produce una idealización masiva de la función alienante. Por ello se
trata de una patología de la idealización. Si se anula el pensamiento es por un buen motivo.

La alienación es el límite extremo que puede alcanzar el Yo en la realización de su deseo de no


sufrimiento. Culmina en muerte del pensamiento propio.

Suele ocurrir que la fuerza alienante o alienadora lleve a cabo su acción mediante una teoría, que
puede ser religiosa, política, ideológica, científica o de cualquier índole, cuyo autor haya sido un
líder ya fallecido. El individuo alienado puede alienar su pensamiento tanto por una ideología
partidaria minoritaria, de un grupúsculo, como por una ideología dominante mayoritaria
compartida por la sociedad. Esto se logra porque entre el líder y los individuos circula un poder de
muerte.7

Cualquier vecino puede ser delator. Cada individuo posee poder de denunciar a otro, y por ello un
poder de condena a muerte de cualquiera que piense diferente. La relación perseguido-
perseguidor es circular: el perseguido puede convertirse en cualquier momento en perseguidor. El
terror acechante impone una ruptura de la posibilidad de pensar o cuestionar al poder mismo.

El sujeto está obligado a negar tanto la realidad de lo que sucede como cualquier interpretación
personal de lo sucedido. Se le impone al Yo del sujeto la exclusión de lo que podría ver. El
individuo ya no puede considerar al poder como perseguidor porque necesita sobrevivir y no
cuestionarlo. El terror a la muerte se convierte en amenaza de todo lo que el Yo podría pensar,
defunción del pensamiento propio del Yo, otro piensa y decide por él. Ni siquiera es consciente de
ello. Se niegan la realidad y la posibilidad de pensar la realidad.7

El Yo evita pensar la realidad, tanto externa como psíquica, que padece como consecuencia del
terror. Entonces atribuye un valor de certeza al discurso de la fuerza alienadora. La supremacía de
la verdad del argumento dominante es incuestionable, modalidad extrema de idealización de la
sapiencia del alienador. En la psicosis el individuo sustituye la realidad por una fantasía, por un
delirio. En el estado de alienación el individuo sustituye la realidad vivida por el discurso del otro.

Es el líder quien transmuta y define la realidad, lo cual aporta a los sujetos alienados la sensación
de que poseen una «verdad» compartida, pero incuestionable, que los ubica entre los «elegidos»,
quienes «por su bien» deben imponer esa «verdad» a los demás.

Cuando se trata del poder político dominante de la época e impera el terror, pocos individuos
logran escapar a esta alienación.7

Foucault

Según Michel Foucault el siglo XVIII inaugura la idea de la posibilidad de la desaparición de las
facultades más altas del hombre y en el siglo XIX surge el concepto de enfermedad mental.
Alienación mental no debe confundirse con alienación social, ni se debe identificar al conflicto
psicológico con las contradicciones históricas del medio. Para él la alienación social es la condición
de la alienación mental, es la condición misma de la enfermedad mental. La alienación mental es
una consecuencia mítica de la alienación social. Pretender desligar al hombre alienado de sus
condiciones de existencia es mantenerlo en su existencia de alienado. La psicología, como toda
ciencia del hombre, debe tener por finalidad desalienar al hombre.4

El hombre alienado se siente a sí mismo como un extraño porque la sociedad no lo reconoce,


porque la sociedad no se reconoce en su enfermedad y lo excluye.

Con la revolución burguesa se define la humanidad por su libertad y su igualdad. El hombre ya no


es siervo, vasallo o esclavo, sino un ciudadano libre con plenos derechos. Sin embargo, para los
enfermos mentales la libertad es vana y la igualdad carece de todo significado o sentido. El
alienado es la prueba viviente de que, a pesar de ser un ciudadano libre, el hombre puede
encontrar la manera de perder esa libertad. El hombre encuentra condiciones que suprimen su
libertad y su igualdad demostrando que la sociedad burguesa no está hecha a la medida del
hombre real concreto, poniendo en conflicto la idea unitaria que se hace del mismo.

Si, para el cristianismo de la Edad Media, la alienación era la posesión del cuerpo del hombre por
el demonio, después del Renacimiento la alienación representa la abolición de la libertad. El
alienado ya no será un poseído sino un desposeído: la alienación es una privación.

Para Foucault alienación es sinónimo de enfermedad mental. El alienado se siente a sí mismo


como un extraño y denuncia la confiscación de su voluntad y de su pensamiento. El alienado
mental es aquel que ha perdido el uso de las libertades que le ha conferido la revolución burguesa.
Es por eso que su voluntad puede ser sustituida por la voluntad abusiva de un tercero, es decir que
su voluntad es anulada. Otro puede ejercer sus derechos y gozar de sus bienes en su lugar.

Para Foucault esta alienación psicológica no es más que la consecuencia de las contradicciones
sociales mismas en las que el hombre está históricamente alienado. Estas mismas contradicciones
de la sociedad burguesa constituyen la alienación social.4

Alienación objetiva

El concepto de alienación social ha estado presente en muchos debates filosóficos. Así, John Locke
(1632-1704) refiere a los «derechos inalienables» como esenciales para la propia existencia de los
ciudadanos12 y Hegel (1770-1831) formula algunas breves indicaciones en relación al sentido
psiquiátrico del término pero también toma en cuenta la función del Estado con respecto a la
alienación, ya que el Estado es el mediador entre la alienante sociedad civil y el espíritu absoluto.
Extrañamiento no es exactamente lo mismo que alienación. Hegel expone los momentos
constitutivos del trabajo alienado en su tratado sobre Filosofía del derecho. El estado efectúa una
mediación que podría permitirle devolverle el concepto al espíritu extrañado por la alienación de
la sociedad civil. Su idea de alienación remite al marco religioso y metafísico.

Hegel

Para Hegel alienación es el momento de desgarrarse, en cambio, extrañamiento se refiere al


momento de comenzar a adelantarse en sí mismo.9 La confusión deriva de que Hegel y Marx
traducen el concepto de alienación con dos palabras, como Entfremdung, es decir, extrañación, y
como Entäuserung, esto es, como desapropiación.13

Fichte

En cambio el Yo trascendental de Johann Gottlieb Fichte (1762-1814) pasa por un momento de


extrañamiento que es alienación. Para Fichte extrañamiento y alienación son sinónimos.

Marx

Artículo principal: Teoría marxista de la alienación

Hegel tuvo una gran influencia en la teoría de la alienación de Karl Marx (1818-1883), quien
profundiza en este concepto, sobre todo, en sus Manuscritos económico-filosóficos (1844).

Marx se apoya en una antropología del hombre total y tiene una gran presencia en la filosofía
contemporánea, especialmente en la oposición entre Ser y Tener.14

Para Marx el capitalista compra con dinero el trabajo de los demás y los obreros cambian la fuerza
de trabajo, es decir, su mercancía, por la mercancía del capitalista, es decir, la paga o salario. La
fuerza de trabajo para el obrero es su actividad vital que le asegura los medios necesarios para
subsistir. El obrero es libre de cambiar de capitalista, es libre de trabajar, pero no puede
desprenderse de la clase de los capitalistas, a quienes se ha alquilado, sin renunciar a su existencia
misma.15
El trabajador no recoge el valor de lo que produce, es decir, la plusvalía, y esta explotación lo priva
de sus herramientas artesanales. Por causa de esta división del trabajo ignora lo que está
produciendo y eso significa que está alienado. Este desconocimiento es la alienación para Marx.12

Marx estudia la alienación del producto del trabajo considerando que cuanto más se sumerge el
obrero en su trabajo más extraño se le vuelve el mundo y menos dueño es de sí mismo. El
trabajador siente que su trabajo no le pertenece. Esta es la alienación económica que genera
alienación política y es la causa de la alienación religiosa.16

Escuela de Fráncfort

Con su pensamiento crítico, la Escuela de Fráncfort, influenciado por Marx, Freud y Weber,
también trata extensivamente el tema de la alienación.1

Marcuse

Herbert Marcuse (1898-1979) se basa en la alienación causada por la tecnología, la cultura de


medios de comunicación y el consumismo masivo, mediante los cuales el Estado capitalista
consigue esclavizar a la sociedad.12

Para Marcuse la existencia del hombre es a la vez la alienación y el proceso por el cual el sujeto
vuelve a sí comprendiendo y dominando a la alienación. Marcuse plantea que es posible que la
represión y la alienación se extiendan indefinidamente o que surja un contra-movimiento
internacional que haga explotar esta sociedad. Para Marcuse el hombre no está sometido a la
alienación del trabajo sino a la alienación del progreso de la técnica. Gracias a la técnica la
sociedad tiende cada vez más a la uniformidad de criterios y a pensamiento únicos totalitarios.14

Teoría marxista de la alienación

La teoría marxista de la alienación es la interpretación antropológica del concepto psicológico y


sociológico de alienación. Dicha interpretación considera que el trabajador, desde el punto de
vista capitalista, no es una persona en sí misma sino una mercancía —llamada fuerza de trabajo—
que puede representarse en su equivalente dinerario, es decir, el trabajador es una determinada
cantidad de dinero utilizable, como mano de obra, para la multiplicación del mismo.
Karl Marx, quien fue fuertemente influido por el filósofo griego Epicuro al tomar un tema
revelador para su tesis doctoral: "Diferencia entre la filosofía de la naturaleza de Demócrito y la de
Epicuro". Toma el término y lo aplica al materialismo; en concreto a la explotación del proletariado
y a las relaciones de propiedad privada. En su enfoque, denominó alienación a las distorsiones que
causaba la estructura de la sociedad capitalista en la naturaleza humana. Aunque era el actor el
que padecía la alienación en la sociedad capitalista, Marx centró su análisis en las estructuras del
capitalismo que causaban tal alienación.

Actualmente, como la mayoría de los conceptos filosóficos e instituciones sociales, la alienación —


como categoría analítica— se encuentra en una crisis teórica debido a las profundas
transformaciones sociales que han dado paso a la sociedad posindustrial. El desarrollo de la
sociedad ha complicado el análisis de los mecanismos sociales de alienación dirigiéndolos hacia
nuevas y más sutiles formas que precisan ser estudiadas. Entre los autores inspirados por Marx,
que efectúan ese análisis, destaca, por ejemplo, Herbert Marcuse.

La alienación o contradicción

En su teoría de la alienación, Karl Marx, el cual en distintas obras, sobre todo en sus Manuscritos
económico-filosóficos (1844), analizó con suma profundidad el problema de la alienación, parte de
que ésta caracteriza las contradicciones de un determinado nivel de desarrollo de la sociedad.
Relaciona la alienación con la existencia de la propiedad privada y de la división antagónica del
trabajo. Entendida de este modo, la alienación abarca toda la actividad humana, pues cada tipo de
dicha actividad se convierte en monopolio de un grupo aislado de personas, cuyo hacer es extraño
a todos los demás miembros de la sociedad.

Para Karl Marx, el hombre es un ser natural, es decir, el hombre es un ente que necesita estar en
contacto directo con la naturaleza para poder satisfacer sus necesidades. La relación del hombre
con la naturaleza es esencial, ya que desde el punto de vista objetivo, el hombre es físicamente
sensible y limitado, y por tanto es un ser pasivo y dependiente, tal como los animales y las plantas,
es decir los objetos en la naturaleza que existen fuera e independientemente de él, le son
indispensables porque son objetos de su necesidad. Esta relación del hombre con la naturaleza no
representa una alienación, sino una relación esencial y directa entre ellos, es decir es una relación
vital. La alienación surge, cuando el producto del trabajo del hombre, en lugar de satisfacer sus
necesidades, se vuelve algo ajeno, es decir el producto cobra una existencia totalmente
independiente del hombre que fue quien la produjo, una vez que ese producto cobra su
independencia, se genera el trabajo alienado, a través del cual el hombre se vuelve esclavo cada
vez más y más de las cosas que produce. Es decir, mientras más produce y mayor es su actividad,
el trabajador tendrá menos, su vida ya no le pertenecerá a él, sino al objeto, el objeto cobra vida
propia y se opone al trabajador de forma autónoma. Marx hace una analogía, con la religión
basado en los estudios de alienación de Feuerbach, y explica que el mismo proceso se da cuando
el hombre religioso se subordina a su dios (idea abstracta del mismo). En esta etapa, ya no existe
la misma relación que tiene el hombre con la naturaleza, pues esta etapa es el resultado de la
estructura de la propiedad privada, en la cual se acumulan productos y se instaura la división del
trabajo, de allí se tiene que el trabajo alienado es el resultado de la propiedad privada y la
propiedad privada el resultado del trabajo alienado. Posteriormente entre 1845 y 1846 en La
ideología alemana, acotaría que de la división del trabajo se deriva la propiedad y el trabajo
alienado.12

Para Marx el capitalista compra con dinero el trabajo de los demás y los obreros cambian la fuerza
de trabajo, es decir, su mercancía, por la mercancía del capitalista, es decir, la paga o salario. La
fuerza de trabajo para el obrero es su actividad vital que le asegura los medios necesarios para
subsistir. El obrero es libre de cambiar de capitalista, es libre de trabajar, pero no puede
desprenderse de la clase de los capitalistas, a quienes se ha alquilado, sin renunciar a su existencia
misma. El trabajador no recoge el valor de lo que produce, es decir, la plusvalía, y esta explotación
lo priva de sus herramientas artesanales. Por causa de esta división del trabajo ignora lo que está
produciendo y eso significa que está fragmentado, o alienado.

En sus obras clásicas de las décadas de 1850 y 1860, Marx sustituye la categoría de alienación, que
figuraba en sus primeros trabajos, por todo un sistema de conceptos, entre los cuales la alienación
también aparece como característica concreta de las relaciones de producción del capitalismo.
Véase: fetichismo de la mercancía.

Tipos de alienación

El concepto marxista de alienación incluye cuatro componentes:

Hemos considerado el acto de la enajenación de la actividad humana práctica, del trabajo, en dos
aspectos:

la relación del trabajador con el producto del trabajo como con un objeto ajeno y que lo domina.
Esta relación es, al mismo tiempo, la relación con el mundo exterior sensible, con los objetos
naturales, como con un mundo extraño para él y que se le enfrenta con hostilidad;

la relación del trabajo con el acto de la producción dentro del trabajo. Esta relación es la relación
del trabajador con su propia actividad, como con una actividad extraña, que no le pertenece.

[...]

El trabajo enajenado, por tanto:


3. Hace del ser genérico del hombre, tanto de la naturaleza como de sus facultades espirituales
genéricas, un ser ajeno para él, un medio de existencia individual. Hace extraños al hombre su
propio cuerpo, la naturaleza fuera de él, su esencia espiritual, su esencia humana.

4. Una consecuencia inmediata del hecho de estar enajenado el hombre del producto de su
trabajo, de su actividad vital, de su ser genérico, es la enajenación del hombre respecto del
hombre. Si el hombre se enfrenta consigo mismo, se enfrenta también al otro. Lo que es válido
respecto de la relación del hombre con su trabajo, con el producto de su trabajo y consigo mismo,
vale también para la relación del hombre con el otro y con trabajo y el producto del trabajo del
otro.

Karl Marx, Manuscritos económicos y filosóficos, Primer Manuscrito: IV. El trabajo enajenado

Alienación del trabajador de su producción

El diseño del producto y cómo se produce no es determinado por los productores —los
trabajadores— ni por los consumidores del producto —los compradores—, sino por la clase
capitalista que, además de apropiarse de la manufactura, también se apropian del trabajo
intelectual del ingeniero y del diseñador industrial que crean el producto, para satisfacer el gusto
del consumidor de modo tal que compre bienes y servicios a un precio que garantice un máximo
beneficio. Aparte de los trabajadores que no tienen control sobre el proceso de diseño y
producción, la alienación —Entfremdung— describe ampliamente la conversión del labour —
trabajo como actividad— que se realiza para generar un valor de uso —el producto—, en una
mercancía, a la que se puede asignar un valor de cambio. Es decir, el capitalista gana el control de
los trabajadores y los beneficios de su trabajo, con un sistema de producción industrial que
convierte dicho trabajo en productos concretos —bienes y servicios— que satisfacen la demanda
del consumidor. Por otra parte, el sistema de producción capitalista también reifica al trabajo en el
concepto "concreto" de "trabajo" —trabajo como empleo—, por el cual se paga al trabajador
salarios —a una tasa lo más baja posible— que mantienen una tasa máxima de rentabilidad de la
inversión del capitalista; esto es un aspecto de la explotación, la actividad productiva se reduce
únicamente a ganar el suficiente dinero para subsistir. Además, con un sistema reificado de
producción industrial, el beneficio generado por la venta de los bienes y servicios que se podrían
pagar a los trabajadores, es apropiada por las clases capitalistas: el capitalista funcional, que
gestiona los medios de producción; y el rentista, dueño de los medios de producción.

Alienación del trabajador de la actividad productiva

En el modo de producción capitalista, la generación de productos —bienes y servicios— se realiza


con una secuencia interminable de movimientos discretos, repetitivos, que ofrecen al trabajador
poca satisfacción psicológica por "un trabajo bien hecho". Mediante la mercantilización, la fuerza
de trabajo se reduce a salarios —un valor de cambio—; la alienación psicológica —Entfremdung—
del trabajador se deriva de la relación inmediata entre su trabajo productivo y los salarios que le
pagan por el trabajo. El trabajador está alienado de los medios de producción por dos formas; la
coerción salarial y el contenido de producción impuesto. El trabajador está limitado al trabajo no
deseado como un medio de supervivencia, el trabajo no es 《voluntario, sino forzado》, el trabajo
en el modo de producción capitalista es trabajo forzado. El trabajador solo puede rechazar la
compulsión salarial a expensas de su vida y la de su familia. La distribución de la propiedad privada
en manos de los propietarios de la riqueza, combinada con la imposición de impuestos por parte
del gobierno obliga a la clase proletaria a trabajar. En un mundo capitalista nuestros medios de
supervivencia se basan en el intercambio monetario, por lo tanto no tenemos otra opción que
vender nuestra fuerza de trabajo y consecuentemente estar atados a las demandas del capitalista.
《En su trabajo, el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado;
no desarrolla una libre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu.
Por eso el trabajador sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo fuera de sí》.《El trabajo
es externo al trabajador》, no es parte de su ser. Durante el trabajo se es miserable, infeliz y se
agotan sus energías, el trabajo "mortifica su cuerpo y arruina su mente". El contenido, la dirección
y la forma de la producción son impuestos por el capitalista. El obrero está siendo controlado y
dicho qué hacer, ya que no poseen los medios de producción que no tienen voz en la producción,
"el trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser esencial". La mente debe ser
libre y consciente, en cambio es controlada y dirigida por el capitalista, 《para el trabajador se
muestra la exterioridad del trabajo en que éste no es suyo, sino de otro, que no le pertenece; en
que cuando está en él no se pertenece a sí mismo, sino a otro》, lo que significa que no puede
crear libre y espontáneamente de acuerdo con su propia directiva, la forma y la dirección del
trabajo pertenecen a otra persona.

Alienación del trabajador de su Gattungswesen o ser genérico

El Gattungswesen —ser genérico—, la naturaleza humana, de los individuos no es discreta o


separada de su actividad como trabajador; como tal el ser genérico también comprende todo el
potencial humano. Conceptualmente, en el término ser genérico describe la esencia mental
humana que se caracteriza por una "pluralidad de intereses" y un "dinamismo psicológico", en el
cual cada individuo tiene el deseo y la tendencia a participar de las muchas actividades que
promueven la mutua supervivencia humana y el bienestar psicológico, por medio de conexiones
emocionales con otras personas, con la sociedad. El valor psíquico de un ser humano consiste en
ser capaz de concebir (pensar) los fines de sus acciones como ideas intencionales, que son
distintas de las acciones requeridas para realizar una idea dada. Es decir, los seres humanos son
capaces de objetivar sus intenciones, a través de una idea de sí mismos, como "sujeto", y una idea
de lo que producen, "el objeto". A la inversa, a diferencia del ser humano, el animal no se objetiva
a sí mismo, como "el sujeto", ni sus productos como ideas, como "objeto", porque un animal
participa en acciones directamente autosuficientes que no tienen ni una intención futura, ni una
intención consciente. Mientras que la Gattungswesen -naturaleza humana- de una persona no
existe independientemente de actividades específicas condicionadas históricamente, la naturaleza
esencial de un ser humano se actualiza cuando un individuo —en su circunstancia histórica— es
libre de subordinar a sus exigencias externas que se han impuesto por su imaginación, y no a las
exigencias externas impuestas a los individuos por otras personas.

Las relaciones de producción

Cualquiera que sea el carácter de la conciencia de una persona, su existencia social está
condicionada por sus relaciones con el pueblo y las cosas que facilitan la supervivencia, que
depende fundamentalmente de la cooperación con los demás, por lo que la conciencia de una
persona está determinada intersubjetivamente —colectivamente—, no subjetivamente —
individualmente—, porque el humano es un animal social. En el curso de la historia, para asegurar
la supervivencia individual, las sociedades se han organizado en grupos que tienen diferentes
relaciones básicas con los medios de producción. Un grupo social —clase— poseía y controlaba los
medios de producción, mientras que otra clase social trabajaba los medios de producción; en las
relaciones de producción de ese status quo, el objetivo de la clase propietaria era beneficiarse
económicamente tanto como fuera posible del trabajo de la clase obrera. Por otra parte, en el
curso del desarrollo económico, cada vez que un nuevo tipo de economía desplazaba a un viejo
tipo de economía —el feudalismo agrario reemplazado por el mercantilismo, a su vez reemplazado
por la Revolución Industrial— el orden económico reorganizado de las clases sociales favorecía a la
clase social que controlaba las tecnologías —los medios de producción— que hicieron posible el
cambio en las relaciones de producción. Del mismo modo, se produjo un reordenamiento de la
naturaleza humana —Gattungswesen— y el sistema de valores de la clase propietaria y de la clase
trabajadora, lo que permitió que cada grupo de personas aceptara y funcionara en el status quo
reorganizado de las relaciones de producción.

A pesar de la promesa ideológica de la industrialización —que la mecanización de la producción


industrial elevaría la masa de los trabajadores de una vida brutal de existencia de subsistencia a un
trabajo decente—, la división del trabajo inherente al modo de producción capitalista frustró la
naturaleza humana —Gattungswesen— del trabajador, convirtiendo cada individuo, de ser una
persona capaz de definir su valor a través de una actividad directa y decidida, en una parte
mecanicista de un sistema de producción industrializado. Por otra parte, la mecanización y
automatización casi total del sistema de producción industrial permitiría a la clase social capitalista
burguesa dominante explotar a la clase obrera en la medida en que el valor obtenido de su trabajo
disminuiría la capacidad del trabajador para sobrevivir materialmente . Por lo tanto, cuando la
clase obrera proletaria se convierta en una fuerza política suficientemente desarrollada, realizarán
una revolución y reorientarán las relaciones de producción a los medios de producción, de un
modo de producción capitalista a un modo de producción comunista. En la sociedad comunista
resultante, la relación fundamental de los trabajadores con los medios de producción sería igual y
no conflictiva, porque no habría distinciones artificiales sobre el valor del trabajo de un trabajador;
la humanidad del trabajador —su ser genérico— así respetada, hombres y mujeres no se
alienarían.

En la organización socioeconómica comunista, las relaciones de producción operarían el modo de


producción y emplearían a cada trabajador según sus capacidades, beneficiando a cada trabajador
según sus necesidades. Por lo tanto, cada trabajador podría dirigir su trabajo a un trabajo
productivo adecuado a sus propias capacidades innatas, en lugar de ser obligado a un «trabajo» de
salario mínimo, destinado a extraer el máximo beneficio del trabajo individual, determinado y
dictado bajo el modo de producción capitalista. En la sociedad comunista sin clases y
colectivamente gestionada, el intercambio de valor entre el trabajo productivo objetivado de un
trabajador y el beneficio de consumo derivado de esa producción no estará determinado ni
dirigido a los estrechos intereses de una clase capitalista burguesa, se dirigirá a satisfacer las
necesidades de cada productor y consumidor. Aunque la producción se diferencie por el grado de
las capacidades de cada trabajador, el propósito del sistema comunista de producción industrial
estará determinado por las necesidades colectivas de la sociedad, no por las exigencias de una
clase social capitalista que viven a expensas de la mayoría de la sociedad. Bajo la propiedad
colectiva de los medios de producción, la relación de cada trabajador con el modo de producción
será idéntica y asumirá el carácter que corresponde a los intereses universales de la sociedad
comunista. La distribución directa de los frutos del trabajo de cada trabajador, para satisfacer los
intereses de la clase obrera —y por lo tanto a los intereses y beneficios propios— constituirá un
estado no alienado de las condiciones laborales, que restaura al trabajador el máximo ejercicio y
determinación de su naturaleza humana.

Alienación del trabajador de otros trabajadores

El capitalismo reduce la actividad productiva a una mercancía comercial que puede ser
comercializada en el mercado de trabajo, más que como una actividad socioeconómica
constructiva que forma parte del esfuerzo colectivo común realizado para la supervivencia
personal y el mejoramiento de la sociedad. En una economía capitalista, los empresarios que
poseen los medios de producción establecen un mercado de trabajo competitivo para extraer del
trabajador tanto trabajo -valor- como sea posible, en forma de capital. El ordenamiento de las
relaciones de producción de la economía capitalista provoca un conflicto social al oprimir al
trabajador contra el trabajador, en una competencia por 《salarios más altos》, alejándolos así de
sus intereses económicos mutuos; el efecto es una falsa conciencia, que es una forma de control
ideológico ejercida por la burguesía capitalista a través de su hegemonía cultural. Además, en el
modo de producción capitalista, la connivencia filosófica de la religión para justificar las relaciones
de producción facilita la realización de la alienación del trabajador de su humanidad; es un papel
socioeconómico independiente de que la religión sea. «el opio de los pueblos» .
Aspectos filosóficos

Influencias de otros filósofos

En la teoría marxista, la alienación es una proposición fundamental sobre el progreso del hombre
hacia la autorrealización. En el Oxford Companion to Philosophy (2005), Ted Honderich describió
las influencias de Georg Friedrich Wilhem Hegel y Ludwig Feuerbach en Karl Marx:

Para Hegel, la conciencia infeliz está separada contra sí misma, separada de su «esencia», que ha
colocado en un «más allá».

Es usado por los filósofos Hegel y Marx el verbo entäussern —separarse de uno mismo— y
entfremden —volverse extraño— para indicar que el término alienación hace referencia a un
autoalienación.3 Por lo tanto, la alienación es una falta de autoestima, la ausencia de sentido en la
vida de uno, consecuente a ser coaccionado para llevar una vida sin oportunidad de auto-
realización.4

En Fenomenología del espíritu (1807), Hegel describió las etapas en el desarrollo del Geist o
espíritu humano, por el cual los hombres y las mujeres progresan de la ignorancia al conocimiento
del yo y del mundo. Karl Marx afirmó que los polos del idealismo —ignorancia espiritual y
autocomprensión— pueden ser reemplazados por categorías materialistas, por lo que la
ignorancia espiritual se convierte en alienación y autocomprensión se convierte en la realización
del ser humano de su Gattungswesen —naturaleza humana—.

Alienación y la teoría de la historia

Véase también: Materialismo histórico

En la Parte I: Feuerbach - Oposición de la Perspectiva Materialista e Idealista de la Ideología


Alemana, Karl Marx dijo que:

Las cosas han llegado a tal punto que los individuos deben apropiarse de la totalidad existente de
las fuerzas productivas, no sólo Para lograr la autoactividad, sino también, simplemente, para
salvaguardar su propia existencia.5

Que los seres humanos necesitan psicológicamente las actividades de la vida que conducen a su
autorealización como personas sigue siendo una consideración de relevancia histórica secundaria,
porque el modo de producción capitalista eventualmente explotará y empobrecerá al proletariado
hasta obligarlos a la revolución social para sobrevivir. Sin embargo, la alienación social sigue
siendo una preocupación práctica, especialmente entre los filósofos contemporáneos del
humanismo marxista; en The Marxist-Humanist Theory of State-Capitalism (1992), Raya
Dunayevskaya discute y describie la existencia del deseo de autoactividad y autorrealización entre
los trabajadores asalariados que luchan por lograr el nivel elemental de objetivos de la vida
material en una economía capitalista.
Alienación y las clases sociales

En el capítulo 4 de La Sagrada Familia (1845), Marx dice que capitalistas y proletariado son
igualmente alienados, pero que algunas clase sociales experimenta la alienación en una formas
diferentes:

La clase propietaria y la clase del proletariado presentan el mismo enajenamiento humano. Pero la
primera clase se siente a gusto y fortalecida en este autoalejamiento, reconoce el alejamiento
como su propio poder, y tiene en él la apariencia de una existencia humana. La clase del
proletariado se siente aniquilada, esto significa que dejan de existir en extrañamiento; ve en ella
su propia impotencia y en la realidad de una existencia inhumana. Es, para usar la expresión de
Hegel, en su abatimiento, la indignación en ese abatimiento, indignación a la cual está
necesariamente impulsada por la contradicción entre su naturaleza humana y su condición de
vida, que es la negación absoluta, resuelta y comprensiva de esa naturaleza. Dentro de esta
antítesis, el dueño de la propiedad privada es por lo tanto el lado conservador, y el proletario el
lado destructivo. De los primeros surge la acción de preservar la antítesis, de ésta la acción de
aniquilarla6

LUCHAS DE CLASES

Lucha de clases

La lucha de clases es un concepto o una teoría que explica la existencia de conflictos sociales como
el resultado de un conflicto central o antagonismo inherente a toda sociedad políticamente
organizada entre los intereses de diferentes sectores o clases sociales. Para muchos tal conflicto
resulta un cambio o progreso político y social.

Aunque el concepto es fundamental en el marxismo o materialismo histórico, no es exclusivo de él


y puede datarse tan temprano como en tiempos de Nicolás Maquiavelo. Según Karl Marx y
Friedrich Engels, a través de la historia, las personas han tratado de organizarse en diferentes tipos
de sociedades bajo la tensión causada por pobres y ricos, hombres libres y esclavos, los patricios y
la plebe, señores feudales y siervos, maestros de corporaciones y oficiales, burguesía y
proletariado. Este conflicto solo puede resolverse cuando se llegue a una sociedad sin clases, sin
que ello suponga la desaparición del proceso y del progreso histórico y fundamental.1

Orígenes y desarrollo del concepto

El primero en postular no solo la existencia de un conflicto central en toda sociedad políticamente


organizada sino que tal conflicto tiene una explicación fue Nicolás Maquiavelo, para quien tal
conflicto se origina en los "tipos de vida" -vivere- que se encuentran en un Estado organizado
políticamente: el del pueblo y el de "los grandes" (los que gobiernan al pueblo)2El capítulo IV del
Libro I de los Discursos sobre la primera década de Tito Livio introduce un tema clave para la
interpretación de la obra de Maquiavelo: la división social es propia del orden político:
(Maquiavelo escribe) "Yo digo que quienes condenan los tumultos entre los nobles y la plebe
atacan lo que fue la causa principal de la libertad de Roma, y que se fijan más en los ruidos y gritos
que nacían de esos tumultos que en los buenos efectos que produjeron. En toda República hay dos
espíritus contrapuestos, el de los grandes y el del pueblo, y todas las leyes que se hacen en pro de
la libertad nacen de la desunión de ambos..."3

Posteriormente, ese conflicto comenzó a verse como basado en clases sociales, entendidas como
relaciones de propiedad. Así, por ejemplo, Jean-Jacques Rousseau -en 1754- argumenta: “El
primer hombre al que, tras haber cercado un terreno, se le ocurrió decir ‘Esto es mío’ y encontró a
gentes lo bastante simples como para hacerles caso, fue el verdadero fundador de la Sociedad Civil
“.4 Se ha alegado que Rousseau analiza el tránsito del hipotético estado de naturaleza al estado
social como una degeneración (no un progreso) producto de las desigualdades sociales que surgen
con la propiedad privada, el derecho para protegerla, y la autoridad para que se cumpla ese
derecho. Las leyes establecidas en toda sociedad son siempre las leyes que defienden al poderoso,
al rico y a su poder frente a los no poseedores de propiedad, a los pobres. La propiedad privada y
el derecho han creado un abismo entre dos "clases" jerárquicamente diferenciadas entre sí: la
clase de los propietarios, de los poderosos y de los amos, frente a la clase de los no propietarios,
pobres y esclavos. Esta situación no es superable, según Rousseau, pero puede ser mitigada a
través de una sana vuelta a la naturaleza y una educación que fomente el individualismo y la
independencia del hombre.5Poco después (1758) François Quesnay publica el primer tratado
fisiócrata, en el cual divide la sociedad en la "clase productora" (las basadas en las actividades
agrícolas) y las clases no-productivas y explotativas (militares, académicos, funcionarios políticos y
estatales, los nobles y privilegiados políticos, etc).

Este proceso culmina con Adam Smith, quien concluye -en 1776 - al presentar el resultado de sus
investigaciones acerca: “De las causas del adelantamiento y perfección en las facultades
productivas del trabajo; y del orden con que su producto se distribuye naturalmente entre las
diferentes clases del Pueblo” que “Todo el producto anual de la tierra y del trabajo de una nación
... naturalmente se divide, como ya se ha observado, en tres partes; la renta de la tierra, los
salarios del trabajo, y las ganancias del capital (stock en el original), y constituye un ingreso a tres
órdenes diferentes de personas; los que viven de rentas, los que viven de salarios, y los que viven
por la ganancia. Esas son los tres órdenes originarios, y principales partes componentes de toda
sociedad civilizada, de cuyos ingresos esos de todos los otros órdenes últimamente se derivan”.6

En esa época se consideraba obvio y natural que los "órdenes" o "clases" -generalmente conocidas
como estados- y entendidas como “tipo” o “clases de propiedad” -aristocrática, eclesiástica-; la
“nueva forma de propiedad que estaba apareciendo en las ciudades o Tercer Estado” y el resto del
Pueblo llano sin o casi sin propiedad- tienen intereses que están en conflicto, opuestos por su
diferente naturaleza.

Por ejemplo, James Madison escribía en 1780, como parte de su análisis de las facciones (sus
opiniones, sus pasiones y sus intereses), que dentro del grupo de los poseedores libres de la nueva
propiedad privada (cuya base en Estados Unidos estaba constituida por una mayoría agraria de
clase media7 y que en ausencia de pasado feudal no convivía con ningún estamento), incluso la
"protección de facultades diferentes y desiguales para adquirir propiedad, produce
inmediatamente la existencia de diferencias en cuanto a la naturaleza y extensión de la misma; y
la influencia de estas sobre los sentimientos y opiniones de los respectivos propietarios, determina
la división de la sociedad en diferentes intereses y partidos."8

Sin embargo -y a pesar del criticismo, a veces bastante explícito, de lo anterior- tal conflicto (o sus
consecuencias) se veía generalmente como positivo, dando origen a la libertad responsable y
estableciendo las bases de la supremacía del poder de los monarcas. Esa visión se puede trazar al
dicho de Heráclito : “Los opuestos acuerdan, y de la discordia resulta la mejor armonía9 (esta
sugerencia es conocida como "Doctrina de la armonía de los intereses").

Así, por ejemplo, Edmund Burke aduce (en 1790):

“En vuestros antiguos estados Uds. tenían esa variedad, toda esa combinación y toda esa
oposición de intereses, teníais toda esa acción y reacción que, en el mundo natural y político, a
partir de la lucha reciproca de poderes discordantes, extrae la armonía del universo. Esos intereses
opuestos y conflictivos, que Uds. consideran una falta grave en vuestra Constitución pasada y la
presente, interpone un saludable balance a toda resolución precipitada, transformando la
deliberación en una materia no de gusto sino de necesidad, hace todo cambio un asunto de
compromiso que naturalmente engendra moderación... A través de la diversidad de miembros e
intereses la libertad general tiene tantas seguridades como hay diferentes versiones en los varios
órdenes, mientras que manteniéndose bajo el control de un monarca, las partes mismas son
prevenidas de desviarse y alejarse de sus posiciones correspondientes”.10

Partiendo de lo anterior, Burke avanza a producir una justificación política práctica acerca de la
necesidad de un poder real: Nadie -alega- puede ser juez en su propia causa. Por lo tanto, las
clases tienen necesidad de un poder externo, superior, que pueda -si es que las clases no pueden
llegar a acuerdo- adjudicar sin estar comprometida con parte. Ese poder es el rey. (Burke: op cit).

Desarrollo pos-revolucionarios

La Revolución francesa marcó la irrupción a órganos del poder estatal no solo de esa nueva forma
de propiedad, sino también la aparición de un nuevo actor político-social: aquellos que carecían de
posesiones materiales, en la medida que empezaron a acumular poder a través de alianzas ya sea
con un sector u otro de las clases posesoras. Empezó también a cambiar la percepción general del
resultado del conflicto a uno cuyos intereses. Exactamente en la misma manera que se pueden
establecer clases y categorías dentro de la nación, en esa medida habrá, también, oposición de
intereses y guerra interna ya sea abierta o secreta, incluso si solo considera el aparato industrial" .-
11

Quizás el primer teórico liberal que no solo comprendió que la irrupción de las "clases
desposeídas" tendría profundas repercusiones políticas sino que las examinó fríamente fue John
Stuart Mill: “La discusión que ahora se requiere es una que debe ir a los principios mismos. Las
doctrinas fundamentales que una vez se asumieron como incontestables por las antiguas
generaciones son de nuevo puestas a juicio. Hasta el presente la institución de la propiedad, en la
manera que nos ha sido legada desde el pasado, no había sido, excepto por algunos escritores
especulativos, seriamente cuestionada, porque los conflictos del pasado habían sido entre clases,
ambas de las cuales tenían un interés en la constitución existente de la propiedad. No será posible
continuar de esta manera. Cuando la discusión incluye clases que poseen casi nada y están solo
interesadas en la institución en la medida que es de interés público, ellos no permitirán que nada
sea asumido, ciertamente no el principio de propiedad privada, cuya legitimidad y utilidad es
cuestionada por algunos de los pensadores que miran desde el punto de vista de las clases
trabajadoras... Esas clases ciertamente demandaran que el sujeto sea examinado desde su
fundación”.12

Esto dio origen a varias posiciones en relación al concepto.

Concepción conservadora

La lucha de clases da origen a los movimientos sociales, a través de los cuales las "clases bajas"
buscan "ascender" socialmente.13

La revolución francesa se originó en la “colonización del Estado” por uno de esos sectores sociales
(la burguesía) En general, tal colonización dará origen primero a “estados dictatoriales” y, como
reacción, a revoluciones que solo conducirán a otros “estados dictatoriales”. La única solución es
la existencia de una “monarquía social” -muy cerca a la posición burkeana- que debe actuar en el
interés común, introduciendo las reformas necesarias para evitar desorden y confrontación social.

Véase también: Estado Social

Concepción anarquista

Los anarquistas fueron quizás quienes se mantuvieron más cercanos a la concepción original -la de
Maquiavelo- acerca del problema. Desde este punto de vista, la lucha de clases es, en general, lo
que determina las formas políticas de una sociedad14 y, desde un punto de vista “revolucionario”,
la lucha del pueblo contra toda opresión en general y el Estado en particular.15 Proudhon, por su
parte, sugiere "Habiendo sido desde un principio la guerra y la desigualdad de fortunas la
condición de los pueblos, la sociedad se divide naturalmente en cierto número de clases:
guerreros o nobles, sacerdotes, propietarios, mercaderes, navegantes, industriales, actores
sociales que se apoderan o conquistan el poder a fin de dominar otros". Es alrededor de esas
clases gobernantes -aquellas que detentan el poder- que se forman -y debido al “derecho de
conquista”16- los privilegios plutocráticos, gerontocráticos y burocráticos en general. Principal
entre esos privilegios es el de la explotación económica.17 (ver, por ejemplo: Orígenes y función
del dinero en Chartalismo). Parafraseando, se podría decir que ser oprimido es ser explotado, pero
-y crucialmente- no se puede ser explotado si no se es oprimido.

Así pues, el anarquismo habla de "clases revolucionarias", incluyendo a los obreros, artesanos, los
campesinos y lo que Marx llamaba Lumpemproletariado. Por otro lado también en otros textos se
habla de dos clases: la mayoría conformada por los que producen y una minoría reaccionaria
conformada por los que viven del trabajo de los productores y que además gobiernan.18 Esto ha
dado origen a una rica gama de posiciones, que van desde las concepciones del anarquismo
colectivista a las del anarcoindividualismo. Por ejemplo, los plataformistas, en especial Piotr
Arshinov, hacen mucho hincapié en la lucha de clases. El actual especifismo de la FAU también
hace un fuerte énfasis en lo que, desde el punto de vista de algunos anarquistas modernos, se
concibe como "clasismo".19 Mientras un desarrollo paralelo ha llevado al antiestatismo del
anarcocapitalismo20

Se puede observar entonces que la “lucha de clases” anarquista se basa principalmente contra el
poder político organizado, es decir, contra el Estado. Si se elimina este, se habrá eliminado el
mecanismo que perpetua la opresión y explotación. Proudhon lo pone así: “ Todos los gobiernos
de hecho, cualesquiera que sean sus motivos o reservas, están reducidos a la una o la otra de estas
dos fórmulas: Subordinación de la autoridad a la libertad, o subordinación de la libertad a la
autoridad.” (Proudhon, “Principio Federativo”)
Concepción marxista

Karl Marx fue posiblemente quien se mantuvo más cerca de la concepción de la lucha entre las
clases en la línea que va de Maquiavelo a Burke, pero para él ese conflicto no produce armonía o
libertad sino cambio social o progreso: La historia (escrita) de todas las sociedades existentes
hasta ahora es la historia de la lucha de clases.21 (esto es generalmente conocido como "la teoría
de la lucha de clases como motor de la historia").

En otras palabras, el conflicto entre clases sociales ha sido la base sobre la que se produjeron los
hechos que dan forma a las sociedades. Esta lucha se da principalmente entre las dos clases
sociales antagónicas que -en su opinión- caracterizan cada modo de producción.

Sin embargo, esta lucha de clases se define no solo por las características inherentes a cada sector
social (especialmente los antagonistas centrales) sino también a las relaciones que tales sectores
tengan o establezcan entre sí: por ejemplo: las características del sistema político o de gobierno
que exista en un momento histórico dado, las características de las clases dominantes y las
dominadas, junto a las de otros sectores sociales, el tipo de desarrollo económico social, etc. Esta
lucha ha acabado con una transformación revolucionaria de toda la sociedad o con la ruina de las
clases en lucha.

Sigue que, de acuerdo a Marx, nuestra época no ha eliminado el antagonismo de las clases; lo ha
vuelto más simple ya que la sociedad se va escindiendo cada vez más en dos grandes campos
enemigos: la burguesía y el proletariado.

Según lo dicho por Marx, se determina que: la burguesía es la clase de los modernos capitalistas,
son los propietarios de los medios de producción y los patrones de los asalariados; el proletariado
es la clase moderna de los asalariados, no son propietarios de medios de producción, se ven
obligados a vender su fuerza laboral para subsistir.

El fin último de la lucha de clases se producirá, según Marx, solo cuando las clases dejen de existir.
Como el mismo escribió (carta a Joseph Weydemeyer, del 5 de marzo de 1852) :
...no me cabe el mérito de haber descubierto la existencia de las clases en la sociedad moderna ni
la lucha entre ellas. Mucho antes que yo, algunos historiadores burgueses habían expuesto ya el
desarrollo histórico de esta lucha de clases y algunos economistas burgueses la anatomía
económica de estas. Lo que yo he aportado de nuevo ha sido demostrar: 1) que la existencia de las
clases solo va unida a determinadas fases históricas de desarrollo de la producción; 2) que la lucha
de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3) que esta misma dictadura
no es de por sí más que el tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin
clases...

Críticas a la lucha de clases

Estas críticas se pueden dividir en dos visiones generales: las que cuestionan la existencia misma
de las clases sociales como tales - y consecuentemente, cualquier conflicto central a la sociedad
entre ellas- y las que rechazan la función de la lucha de clases como factor determinante (motor)
de la historia.

Así, por ejemplo, Ludwig von Mises cuestiona el concepto de clases, por lo menos en el sentido de
la línea que va de Rosseau a Marx, como basadas o definidos por factores económicos, afirmando
que lo determinante en la oposición percibida es el factor político-ideológico, que habría creado
tal oposición.[cita requerida]

Si se quiere aplicar el término “lucha” a los esfuerzos que hacen las personas que se enfrentan en
el mercado, para asegurarse el mejor precio posible en ciertas condiciones, entonces la economía
es un teatro de lucha permanente de todos contra todos, y no una lucha de clases.

Lo que ha podido agrupar a los trabajadores con fines de acción común, contra la clase burguesa,
es la teoría de la oposición infranqueable de los intereses de clases. Lo que ha hecho una realidad
de la lucha de clases es la conciencia de clases creada por la ideología marxista. Es la idea la que ha
creado la clase y no la clase quien ha creado la idea.22

Por otro lado, Karl Popper estima que conceptos tales como "lucha de clases" tienen una función
interpretativa de la historia (ver "Historiografía como meta-historia" en historiografía). Como tal,
son perfectamente "inobjetables". Pero es fácil caer en el error "historicista" cuando se utilizan
como teorías o factores predictivos del desarrollo futuro de acontecimientos. En otras palabras,
Popper hace una diferencia entre elementos que nos permitan -en una manera más o menos
similar a la que las teorías cumplen en la ciencia- interpretar acontecimientos desde algún punto
de vista que nos interesa (ver "El método científico como método para la eliminación de falacias y
prejuicios" en método científico) y teorías científicas. Tales factores interpretativos tienen, en su
opinión, una diferencia esencial con las teorías de la ciencia: no son falseables o refutables y, por
lo tanto, no se puede decir que constituyen una explicación científica de la historia (en el sentido
de mostrar o descubrir las leyes naturales que determinan el funcionamiento del desarrollo
humano o social) sino más bien serían un focus histórico o narrativa desde un punto de vista
determinado.23

PLUSVALOR

l plusvalor (también traducido como supervalía o plusvalía) es la expresión monetaria del valor que
el trabajador asalariado crea por encima del valor de su fuerza de trabajo. Esto es, la expresión
monetaria del plustrabajo.

Es la forma específica que adquiere el plusproducto bajo el modo de producción capitalista y


forma la base de la acumulación capitalista.1

Este concepto fue creado por Karl Marx a partir de la crítica a los economistas clásicos
precedentes como Adam Smith, David Ricardo, Rodbertus;etc,que ya la habían enunciado pero no
definido formalmente.[cita requerida]

Origen del término

Conviene recordar que Marx dice específicamente, en artículos por él editados, que el concepto
"plusvalía" lo toma de David Ricardo, quien desarrolla hasta cierto punto la teoría del valor-
trabajo, dándole ese nombre. Ricardo toma como punto de partida el concepto de valor
comentado por Adam Smith. Este último es el primer economista conocido, por así definirlo, que
plantea el concepto de "valor" que es la base de la plusvalía o plusvalor y Ricardo criticando a
Smith es el primero en desarrollarlo de manera sistemática. Pero Marx introduce por primera vez
la distinción entre fuerza de trabajo y trabajo, lo cual le permite explicar de manera eficaz la
plusvalía y completar la teoría del valor-trabajo, lo que no habían conseguido los economistas
precedentes.

El plusvalor es un concepto indisolublemente unido a la teoría del valor-trabajo y es central para la


descripción que ésta realiza de la explotación bajo el capitalismo. Estos conceptos aparecen
definidos y utilizados principalmente en El capital y en los cuadernos II y III de los Grundrisse.

El concepto de Plusvalía en Marx es igual a los beneficios de un empresario o capitalista tras


descontar todos los costes de producción. Estos costes de producción son denominados en la obra
El Capital, "capital constante" (c), o costes de los medios de producción e inversión, y "capital
variable" (v), o costes de personal (fuerza de trabajo). Capital inicial (C) = c + v, mientras que el
Capital final (C1) = C + p, siendo p el valor de la plusvalía. Por lo tanto, plusvalía (p) = C1 - C. Otro
concepto es el valor de una mercancía, la cual según Marx es igual a c + v + p, siendo p la plusvalía.
Aunque plusvalía es igual a beneficio empresarial, Marx introduce en un capítulo del libro I de la
obra El Capital un nuevo concepto económico de gran interés denominado Tasa de la Plusvalía, la
cual le permite medir la tasa de explotación de los trabajadores por parte del capitalista. A
diferencia de la plusvalía, la tasa de la plusvalía (TP) es la diferencia entre la plusvalía (p) y los
costes de la fuerza de trabajo (v); es decir, TP = (p / v) x 100. Por ejemplo, si la plusvalía o beneficio
es 90 y los costes de personal son 90, la TP es igual a 100; o dicho de otro modo, la tasa de
explotación es del 100%. Si la plusvalía es igual a 90 pero los costes de la fuerza de trabajo sólo son
45, entonces la tasa de explotación es del 200%, ahondando y reproduciendo la desigualdad social.
Marx, a su vez, convierte la fórmula de la tasa de la plusvalía en una fórmula de horas de trabajo
para desglosar el trabajo necesario para la subsistencia, del trabajo de excedente (plustrabajo) que
genera la plusvalía. Por ejemplo, La suma de la plusvalía más los costes de la fuerza de trabajo en
este último caso es igual a 135 = 90 + 45. Si los trabajadores tienen una jornada laboral de 10
horas, entonces 135 es 10, con lo cual, según una sencilla regla de tres, 90 = 6.6 horas de trabajo
de excedente dedicadas a la plusvalía. Por el contrario, el trabajo necesario para conseguir las
condiciones de subsistencia del trabajador = 3.3 horas de trabajo. Con este método Marx no sólo
mide la tasa de explotación de los trabajadores, sino la magnitud de la explotación.

Explicación

Según la teoría del valor-trabajo, cada mercancía encierra un valor correspondiente al tiempo de
trabajo socialmente necesario requerido para su producción.2En el caso de un mueble esto
incluye las horas de trabajo necesarias para producirlo y las horas de trabajo que fueron
necesarias para producir cada una de las mercancías involucradas en el proceso de producción
(clavos, maderas, herramientas, etc).

La distinción anteriormente mencionada entre fuerza de trabajo y trabajo permite revelar que las
horas de trabajo son en realidad horas de empleo de la fuerza de trabajo y el salario el valor para
producir esa fuerza de trabajo, no el "valor del trabajo" desempeñado por el trabajador.3 Siendo
la fuerza de trabajo una mercancía, su valor se puede también medir en lo necesario para su
reposición, es decir, lo necesario para que el trabajador —y sus futuros reemplazos— puedan
existir —y reproducirse— así como para volver al trabajo cada nuevo día.

Dicho de otra manera, al obrero no se le paga por lo que produce sino, en principio, con arreglo a
lo que él vale (el valor de su fuerza de trabajo será mayor si tiene una especialización). Además al
obrero, al que se le paga un salario (basado en el valor de su fuerza de trabajo) es diferente al
valor de su fuerza de trabajo por las diferencias de género, edad, las condiciones geográficas del
país en el que vive, al sector en el que trabaja y también con arreglo a ciertas oscilaciones por la
oferta y la demanda de ese puesto de trabajo.

La plusvalía existe porque el trabajador labora más tiempo del necesario para producir y
reproducir su vida. Por lo cual se define como la diferencia entre su jornada laboral y el trabajo
necesario (igual al valor de su fuerza de trabajo) multiplicando a la Expresión monetaria del tiempo
de trabajo (m):

{\displaystyle p=m\times (l-l_{n})}{\displaystyle p=m\times (l-l_{n})}

Si la Expresión monetaria del tiempo de trabajo es unitaria ({\displaystyle m=1}{\displaystyle


m=1}) entonces el plusvalor o plusvalía es igual al plustrabajo:

{\displaystyle p=l-l_{n}}{\displaystyle p=l-l_{n}} {\displaystyle =ls}{\displaystyle =ls}

Por ejemplo. Supongamos que el trabajo socialmente necesario para producir los bienes que el
trabajador y su familia necesitan para vivir durante un día es de 4 horas y el salario del trabajador
es igual al valor de su fuerza de trabajo ({\displaystyle m=1}m=1, por lo que {\displaystyle \omega
=4}{\displaystyle \omega =4}).

Teniendo además en cuenta que el capitalista busca alquilar la fuerza de trabajo por la mayor
cantidad de horas posible (aunque la extensión de la jornada laboral dependerá más que nada de
regulaciones legales y de la fortaleza gremial de los trabajadores) y que es dueño de todo lo
producido en su empresa.

Si la jornada laboral es de 8 horas, entonces habrá 4 horas en que el trabajador reproducirá su


remuneración (trabajo necesario) y 4 horas en las cuales trabajará gratuitamente, sin
remuneración (trabajo excedente, o plustrabajo).

{\displaystyle p=1\times (8-4)=4}{\displaystyle p=1\times (8-4)=4}


El valor creado por este plustrabajo (materializado en un plusproducto) es el plusvalor, el cual es
apropiado gratuitamente por el capitalista. El plusvalor, entonces, es tanto la forma específica que
adquiere el plusproducto bajo el régimen de producción capitalista como la base de la
acumulación capitalista.

Tasa y masa del plusvalor

La masa de plusvalor es la cantidad de trabajo excedente producida por toda la fuerza de trabajo.
Por ejemplo, si la jornada laboral es de 8 horas y en 4 horas el obrero reproduce el valor de su
fuerza de trabajo, la masa de plusvalor es el valor de lo producido en esas 4 horas de plustrabajo.
Si el capitalista contratara a 10 trabajadores (T) la masa de plusvalor sería 40. Esto es porque la
masa del plusvalor (P) se define del modo siguiente:

{\displaystyle P=m\times T\times (l-l_{n})}{\displaystyle P=m\times T\times (l-l_{n})}

En el ejemplo:

{\displaystyle P=1\cdot 10\cdot (8-4)=40}{\displaystyle P=1\cdot 10\cdot (8-4)=40}

Plusvalor absoluto y relativo

El plusvalor absoluto y el plusvalor relativo son las dos formas que posee el capitalista de
aumentar la tasa de explotación y con ello la masa de plusvalor que obtiene.

El plusvalor absoluto consiste en aumentar la masa de plusvalor mediante el alargamiento de la


jornada de trabajo. Aumentando la jornada del ejemplo anterior de 8 a 10 horas, tenemos que el
tiempo de reproducción del valor de la fuerza de trabajo sigue siendo 4 horas, pero el tiempo de
plustrabajo aumentó de 4 a 6 horas. La tasa de explotación es ahora del 150 %.

El plusvalor relativo consiste en aumentar la masa de plusvalor aumentando la fuerza productiva


del trabajo. O sea, lograr que la fuerza de trabajo produzca más en el mismo tiempo o que
produzca lo mismo en menor tiempo. Por ejemplo, si la fuerza productiva del trabajo se duplica, el
valor de la fuerza de trabajo se reproducirá en 2 horas en vez de 4 y el plustrabajo aumentará de 4
a 6 horas. Lo cual, asumiendo que la jornada laboral sigue siendo de 8 horas, permite elevar la tasa
de explotación de 100 % a 300 %.

FETECHISMO DE LA MERCANCIA

El fetichismo de la mercancía es un concepto creado por Karl Marx en su obra El Capital que lo
denomina como algo mental donde, en una sociedad productora de mercancías, éstas
aparentan tener una voluntad independiente de sus jefes, es decir, fantasmagórica.1 Es la
ocultación de la explotación de que son objeto los obreros, al presentarse las mercancías
ante los consumidores sin que ellos la vean.

El resultado del fetichismo es la apariencia de una relación directa entre las cosas y no entre las
personas, lo cual significa que las cosas (en este caso, las mercancías) asumirían el papel
subjetivo que corresponde a las personas (en este caso, los productores de mercancías)y
viceversa.

Explicación

En una sociedad productora de mercancías y servicios, el intercambio de las mismas es la única


manera en que los diferentes productores aislados se relacionan entre sí. De esta manera,
el valor de las mercancías es determinado de manera independiente de los productores
individuales, y cada productor debe producir su mercancía en términos de la satisfacción
de necesidades ajenas. De esto resulta que la mercancía misma (o el mercado) parece
determinar la voluntad del productor y no al revés.

Marx afirma que el fetichismo de la mercancía es algo intrínseco a las sociedades productoras de
mercancías, ya que en ellas el proceso de producción se autonomiza de la voluntad del ser
humano.

El carácter misterioso de la forma mercancía estriba, por tanto, pura y simplemente, en que
proyecta ante los hombres el carácter social del trabajo de éstos como si fuese un carácter
material de los propios productos de su trabajo, un don natural social de estos objetos y
como si, por tanto, la relación social que media entre los productores y el trabajo colectivo
de la sociedad fuese una relación social establecida entre los mismos objetos, al margen
de sus productores

Marx también argumenta que la economía política clásica no puede salir del fetichismo de la
mercancía, pues considera a la producción de mercancías como un hecho natural y no
como un modo de producción histórico y, por lo tanto, transitorio. De este fetichismo que
se da prácticamente en la producción y el intercambio de mercancías viene la
sobreestimación teórica del proceso de intercambio sobre el proceso de producción. De
ahí el culto al mercado de parte de algunos economistas, que consideran a la oferta y la
demanda como determinaciones fundamentales del movimiento de la economía (ley de la
oferta y la demanda).

Casos no fetichistas de producción

Para enfatizar el carácter específico del fetichismo en la sociedad productora de mercancías, Marx
da varios ejemplos de producción social no fetichistas.

Uno de ellos es el de un náufrago en una isla, que debe repartir su tiempo entre los distintos
trabajos útiles necesarios para producir los distintos bienes de subsistencia. Siendo el
único productor y consumidor de estos bienes, claramente estos no son mercancías, y el
náufrago distribuirá su día de trabajo entre los distintos trabajos útiles según lo vea
necesario. El proceso de producción es determinado racionalmente por el propio
productor/consumidor.

Otro ejemplo es el de los siervos de la Edad Media, asignada por la dependencia personal. Aquí el
siervo trabaja para sí mismo y para su señor feudal siempre produciendo bienes para el
consumo directo, y no mercancías. «Las relaciones sociales existentes entre las personas
en sus trabajos se ponen de manifiesto como sus propias relaciones personales y no
aparecen disfrazadas de relaciones sociales entre las cosas, entre los productos del
trabajo».

Otro ejemplo, que ya involucra el trabajo colectivo, es el de una familia patriarcal rural. Aquí los
distintos trabajos útiles se distribuyen entre los distintos miembros de la familia. Pero los
bienes producidos por esos trabajos útiles no son mercancías, y por lo tanto los distintos
trabajos útiles se enfrentan entre sí como distintas funciones sociales de la colectividad
(en este caso, la familia).

Finalmente, Marx expone el caso de una «asociación de hombres libres que trabajen con medios
de producción colectivos y empleen, conscientemente, sus muchas fuerzas de trabajo
individuales como una fuerza de trabajo social». En este caso, tendríamos las mismas
determinaciones del trabajo que en el caso del náufrago, «sólo que de manera social, en
vez de individual». Todos los productos de esta asociación son sociales, de propiedad
común, y por lo tanto no se enfrentan entre sí como mercancías. Sin importar cómo se
regule la distribución del producto social entre los individuos que componen la asociación,
«las relaciones sociales de los hombres con sus trabajos y con los productos de éstos,
siguen siendo aquí diáfanamente sencillas, tanto en lo que respecta a la producción como
en lo que atañe a la distribución». Las relaciones entre las personas son directas y claras,
sin ser mediatizadas por las cosas.

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