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Melton Duncan
Si hubiera alguna época en la historia del cristianismo en la que los creyentes debieran comprometerse para
orar por sus pastores, es esta. Santiago reprende nuestra falta de oración cuando dice, «no tienen, porque
no piden» (Stg 4:2). ¿Qué oraciones estamos haciendo a Dios por nuestros pastores? Déjame sugerirte
algunas que puedes hacer:
Un pastor piadoso es un alegre y obediente heraldo del gran Rey. Su entusiasmo por proclamar la Palabra
de Dios será contagioso e imparable y todos los que lo escuchan identificarán fácilmente que él es un
hombre que conoce a su Dios. Como dice 2 Timoteo 4:1-2:
En la presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, por Su manifestación y
por Su reino te encargo solemnemente: Predica la palabra. Insiste a tiempo y fuera de tiempo. Amonesta,
reprende, exhorta con mucha paciencia e instrucción.
Escucha, oh Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor uno es. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con
toda tu alma y con toda tu fuerza. Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón. Las
enseñarás diligentemente a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el
camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.
La necesidad es impuesta en ti, sin duda, si predicas el Evangelio las tribulaciones estarán sobre ti… Predica a
Cristo como se expone en el Evangelio: la base del testimonio de Dios y el autor de la salvación eterna para
todos los que creen en él.
Predica este glorioso Evangelio de las buenas noticias por encima de todo, de todas las formas y en cada lugar;
en público y en privado; en el púlpito y por la prensa; a los vivos y a los muertos; a los perdidos y a los salvos.
Ora por tu pastor, ora como si tu vida y la de aquellos que amas dependieran de que lo hagas.
Este artículo fue originalmente publicado por Ligonier Ministries en esta dirección.