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Del sujeto del inconsciente al parlêtre*

Cartel: Monique Amirault, Serge Cottet, Claude Quénardel,


Marie-Hélène Roch, Pascal Pernot (Más-Uno)

Redactor: Pascal Pernot

El descubrimiento freudiano del inconsciente es considerado uno de los más decisivos avances
del siglo XX. ¿A qué se debe que sea radicalmente innovador? ¿Cuáles son sus desarrollos con-
temporáneos? ¿En qué sus implicancias serán determinantes en el siglo por venir para el sujeto
moderno?

A un costado de la razón del cogito y de la ciencia positivista, la experiencia subjetiva se vuelve,


según otra lógica, precisamente articulable. ¿Qué es lo que hace que estos enfoques estén irre-
vocablemente disjuntos? ¿Qué hay allí, en el corazón de la realidad del sujeto, que debe ser ex-
cluido de las preocupaciones sobre la construcción de la realidad objetiva para que ella sea cientí-
fica? Hay la experiencia subjetiva del deseo, de la angustia, del goce, indicadores de un real no
objetivable.

Freud se pregunta: ¿Cómo trata el ser parlante el goce heterogéneo al lenguaje, «el excedente de
la satisfacción sexual que queda intraducido en representaciones verbales»?1 Esta pregunta, de
entrada, subraya una aporía: mientras que el sujeto del cogito hace recaer su racionalidad sobre
el manejo de representaciones y del lenguaje, en lo más íntimo, su goce le es heterogéneo, ininte-
ligible. Determina un real que le es particular y que constituye un imposible por su razón. La expe-
riencia analítica permite al sujeto cernir ese real y volverlo el singular responsable.

Tres preguntas resultan: ¿Cómo el psicoanálisis tiene un impacto sobre la relación del sujeto a
ese real? Es su vertiente clínica. ¿A partir de qué formalización rigurosa constituyó su campo de
saber y su práctica? Es su vertiente epistémica. ¿Cómo lleva a una responsabilidad del sujeto
frente a lo que, del goce, se impone repetitivamente? Es su vertiente política. La repetición, en la
neurosis, da lugar a la interrogación sobre los determinantes del deseo que lo dirige; en el psicóti-
co paranoico, aparece bajo la forma de certeza delirante que, llegado el caso, conduce al pasaje
al acto para hacer cesar la satisfacción persecutoria que piensa que el otro extrae de él.

Esto confronta al siglo que comienza a una alternativa: ¿el sujeto será abordado a partir de la sin-
gularidad de su causa o rebajado a las manifestaciones de sus comportamientos? Será el caso
por caso o la estadística, la particularidad de cada uno o la estandarización de las masas, la ética

*
Publicado en francés en la sección «Lecturas teóricas» del sitio web de la École de la Cause Freudienne
(ECF) el 30 de julio de 2014, disponible en: http://www.causefreudienne.net/du-sujet-de-linconscient-au-
parletre/
1
Freud, S., «Cartas 46 y 52 a Fliess », Obras Completas, Tomo I, Amorrortu, Buenos Aires, 1988.
1
de la responsabilidad o la coerción de la reeducación, el psicoanálisis o el cognitivo-
comportamentalismo. Esclarecidos estos puntos, anticipando esta elección, la enseñanza de La-
can dibuja un itinerario que, de la toma en consideración del descubrimiento freudiano del incons-
ciente a aquella, después de 1975, del parlêtre, abre a una pragmática del psicoanálisis acorde
con las cuestiones que se plantean al sujeto del siglo XXI.2

El inconsciente freudiano

Freud toma nota de la materia verbal de los chistes más ligeros, de actos fallidos y lapsus, de
sueños, pero también de los síntomas más pesados que le aportan sus pacientes. Habitante del
lenguaje, el sujeto no es amo en su morada. Cuando se expresa su deseo inconsciente, sus aso-
ciaciones verbales le hacen decir más, cercano u opuesto a lo que quería decir. Como un jeroglífi-
co, cifran el saber inconsciente de un ser sometido al lenguaje, de un sujeto desplazado del yo [je]
del cogito, del ego de la psicología, del organismo de la biología, del portador de cromosoma de la
genética, del individuo del behaviorismo.3

2
La fórmula «del sujeto al parlêtre» obedece a Jacques-Alain Miller quien, en su curso de la Orientación
Lacaniana (abierto al público) pone en relieve la dinámica de la enseñanza de Lacan y el pragmatismo de la
orientación analítica en el mundo contemporáneo.
3
Justamente, ¿cómo se hace este ciframiento? Dos mecanismos lo presiden, la condensación y el despla-
zamiento cuyos conocidos ejemplos recuerdan los alcances: es la condensación entre las palabras «fami-
liar» y «millonario» que crea un neologismo que constituye una agudeza en este pobre hombre que juega
con el contraste entre el reparto de su indigencia financiera con el anfitrión que lo recibe y la fortuna legen-
daria de un tocayo de su anfitrión. «Fui tratado, dice, de un modo del todo famillonario en lo de Rothschild»
(Cf. Freud S., «El chiste y su relación con el inconsciente», Obras Completas, Tomo VIII, op. cit. y Lacan, J.
El Seminario, Libro V, Las formaciones del inconsciente, Paidós, Buenos Aires, 2005) En cuanto al despla-
zamiento, he aquí una de las primeras anotaciones que da Freud: «los pensamientos de mi sueño eran
injuriosos para R. Para que yo no lo notara, fueron reemplazadas por su opuesto, la ternura», Freud S., «El
sueño del tío» en «La interpretación de los sueños», Obra completas, Tomo IV, op. cit., Para el análisis de
sueños, cf. por ejemplo Freud S., «El sueño de Irma», op. cit., y Lacan J., El Seminario, Libro II, El yo en la
teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica, Paidós, Buenos Aires, 1990.). Un saber inconsciente se sedi-
menta, cifrado como jeroglífico que sabe más de lo que parece.
Un paciente de Freud aquejado de una fobia a los coleópteros [Käfer] puede cesar de recurrir a esta cons-
trucción cuando se devela el lazo para él entre deseo y angustia. Cuando era niño, este lazo estaba consti-
tuido en torno a su confrontación, sin reparo, al enigma del deseo, enigma encontrado cuando su madre le
hizo saber de su perplejidad en cuanto a la elección de un hombre con quien compartir su vida. Para decir
su imposibilidad para decidir y poner en palabras lo que era su deseo, su madre, francófona, enunció está
pregunta: «que faire?» [N. de la T.: en español, ¿qué hacer? Esta pregunta en francés es homófona al tér-
mino alemán Käfer] La fobia a los coleópteros, rápidamente tratada por Freud, aparecía retroactivamente
como ciframiento, por el equívoco sonoro, de la imposible reabsorción de la relación al sexo por el lenguaje.
Freud, S., «Carta 80 a Fliess», Obras Completas, Tomo I, op. cit. Sobre la fobia, cf. Freud, S., «Análisis de
una fobia de un niño de cinco años (el pequeño Hans)», Obras Completas, Tomo X, op. cit., y Lacan, J., El
Seminario, Libro IV, La relación de objeto, Paidós, Buenos Aires, 1994.
2
Con el inconsciente y el psicoanálisis como experiencia para recorrerlo, Freud insiste en el hecho
de que abre un campo diferente a aquel que puede tratar las neurociencias que, por otra parte, él
ha contribuido a desarrollar.4 La ciencia busca colmar la falta en el saber y reabsorberlo por una
respuesta que sature la causa. De otra manera, el psicoanálisis hace experimentar las condicio-
nes de una causa que se sitúa de modo irremediable como una laguna no reabsorbible.

Conjugación entre el ciframiento verbal y la satisfacción del cuerpo que goza, el síntoma (del grie-
go symptoma, coincidencia) es tomado en cuenta en el análisis a partir de sus dos vertientes: la
primera se presta a una traducción, una interpretación. Pero un desciframiento del inconsciente no
es el término de la experiencia que puede esperarse de un psicoanálisis. La segunda vertiente
que Freud define como una «falla de traducción», inaccesible al lenguaje, es un laguna irreducti-
ble a un error de juicio pero que afecta el cuerpo (Lacan lo designa como «acontecimiento de
cuerpo»).5 Freud toma nota de que, por ejemplo, las localizaciones sintomáticas de las histéricas
no se corresponden a las realidades anatómicas. Su puesta en juego es particular a cada sujeto.
Hete aquí lo que da al psicoanálisis «un objeto» que no depende de una evidencia psíquica y cuya
particularidad necesita un tratamiento caso por caso.

Con este inconsciente Freud excede (en todos los sentidos del término) las posibilidades de la
racionalidad clásica. La resistencia al psicoanálisis es menos de la moral de su época que de las
ciencias positivistas o de la filosofía que se detienen en lo real cuantificable objetivable o en las
condiciones requeridas a priori para asegurar una conciencia cogitante. Después de las tentativas
de sus dos tópicas sucesivas, Freud en uno de sus últimos textos deja como viático su cuestiona-
miento sobre la Spaltung, la división del sujeto del inconsciente entre lenguaje y goce del cuerpo.
El término sujeto viene entonces electivamente bajo su pluma cuando busca dar cuenta del «tra-
bajo exigido al aparato psíquico por el hecho de su ligazón con el cuerpo».6 Es un punto de parti-
da del itinerario lacaniano que lleva del sujeto del inconsciente al parlêtre.

Lacan con Freud

Después de Freud, los llamados postfreudianos se apartaron de la dificultad clínica que represen-
ta el tratamiento de la Spaltung. La Egopsychology, venida de los Estados Unidos después de la
guerra pero todavía vigente en ciertos grupos analíticos, cosificó al inconsciente volviéndolo un
reservorio de contenidos a los cuales convendría atribuir un sentido según algunas interpretacio-
nes estándares.7 Cedió ante la dificultad de la división tratando al inconsciente como si se tratase

4
Laurent, É., Lost in cognition, Psychanalyse et sciences cognitives, C. Defaut, Paris, 2008.
5
Lacan, J., «Joyce el Síntoma», Otros Escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012.
6
Freud, S., «Pulsiones y destinos de pulsión», Obras Completas, Tomo XIV, op. cit.
7
La crítica de este contrasentido sobre la naturaleza del inconsciente freudiano estaba sin embargo esta-
blecida en Francia desde finales de los años ’40. Lo atestigua esta mención al psicoanálisis hecha en 1949
por Claude Lévi-Strauss: «el inconsciente está siempre vacío. Es también extranjero a las imágenes así
3
de elementos unas veces intelectuales (versus representaciones verbales), otras veces afectivos
(versus no verbal).8 La cuestión psicoanalítica del inconsciente freudiano definido como «laguna
en el psiquismo» fue ocultada por la respuesta de una psicología de reforzamiento de un «yo»
apto para responder a una ortopedia adaptativa. Este cierre toma hoy nuevos aspectos bajo la
forma de retornos, con aggiornamento, al cientificismo del siglo XIX. Son las ilusiones neopositivis-
tas puestas en las disciplinas de la cognición cuyos adeptos esperan que erradique la subjetivi-
dad; serán las peticiones de la biología o de las neurociencias sobre descubrimientos siempre por
venir en un futuro aplazado sin cesar; es el abandono simplista de la cuestión del sujeto en su
particularidad y su remplazo por el tratamiento protocolizado de los individuos, de poblaciones, a
través de los condicionamientos de terapias cognitivo-comportamentales.

Lacan se consagró, en lo que se suele denominar su «retorno a Freud», a restituir su filo a los
conceptos del psicoanálisis. Desde el comienzo de su enseñanza, restituye a la palabra y al len-
guaje sus funciones plenas. Rechazando «el eclipse, en el psicoanálisis, de los términos más vi-
vos de su experiencia, el inconsciente, la sexualidad», precisa: «nuestra tarea será demostrar que
esos conceptos (que fundan la clínica) no toman su pleno sentido sino orientándose en un campo
de lenguaje, sino ordenándose a la función de la palabra».9 No sin que sea recordada la aporía
crucial: «la experiencia analítica decisivamente no es objetivable. Implica en su seno la emergen-
cia de una verdad que no puede ser dicha, puesto que lo que la constituye es la palabra, sino
siendo necesario decir de algún modo la palabra misma, […] y la palabra no puede captarse a sí
misma».10

Provisto de los desarrollos contemporáneos de la lingüística, de la lógica (en particular en los


avances sobre los límites de la formalización), de la topología,11 Lacan asegura, de acuerdo con
Freud, la especificidad ontológica del inconsciente. Entre goce y lenguaje, lo real en juego no es
más un objeto psíquico cuantificable que sea atribuible a un disfuncionamiento neurológico o que
fuese reabsorbible por el parche de un condicionamiento. Lacan utiliza el significante y las conse-
cuencias de la lógica de sus articulaciones, la metáfora (condensación freudiana), la metonimia
(desplazamiento freudiano), la formas de negación (represión, forclusión, denegación) para siste-
matizar la formalización del inconsciente realizada por Freud. Distinta de la de la psiquiatría que
sin embargo, durante medio siglo, deberá el fermento de su fecundidad al hecho de inspirarse en
eso, la clínica analítica lacaniana reformula sobre nuevas bases las entidades nosográficas de la
neurosis, la psicosis, la perversión y permite esclarecer las pertinencias diferenciales de las con-
ducciones de cura. Su agudeza sobre la evolución de formas contemporáneas de la subjetividad y

como el estómago a los alimentos que lo atraviesan. Se limita a imponer leyes estructurales» en «Magia y
religión», Antropología estructural, Paidós, Buenos Aires, 1987.
8
Delattre, N. et Widlöcher, D., La psychanalyse en dialogue, O. Jacob, Paris, 2003.
9
Lacan, J., «Función y campo de la palabra y del lenguaje», Escritos 1, Siglo Veintiuno, Buenos Aires,
1988.
10
Lacan, J., El mito individual del neurótico, Paidós, Buenos Aires, 2009.
11
Cf. por ejemplo Lacan, J. «Radiofonía», «Televisión», «El atolondradicho», Otros Escritos, op. cit.
4
de cuadros clínicos, su pragmatismo, incluso en la clínica de psicosis, permitieron al psicoanálisis
salir de una práctica de consultorio y, aplicado a la terapéutica, orientar los cuidados en el medio
hospitalario y las prácticas de consulta y de tratamiento.

El inconsciente estructurado como un lenguaje conlleva la fórmula muy conocida de fines de los
años cincuenta: «un significante representa al sujeto para otro significante», formula a leer a partir
de lo que implica como borramiento para el sujeto. El ser parlante no está representado sino por el
significante, revelando la paradoja ontológica que hace que el término «sujeto» designe propia-
mente hablando no un ser, sino una falta-en-ser vacía de tapones de identificaciones imaginarias
del yo, de racionalizaciones cogitantes de la filosofía y de esperanzas sustancialistas de la biolo-
gía. La castración freudiana que implicaba los mitos del padre de una horda primitiva y del padre
interdictor del Edipo se encuentra formalizada por Lacan en términos de estructura. La pérdida de
goce primera es reducida a la captura del viviente en el lenguaje. ¿Cómo articula inconsciente y
sujeto la lógica lacaniana del significante? «Parte del discurso concreto […] que falta a la disposi-
ción del sujeto para restablecer la continuidad de su discurso consciente»,12 el inconsciente «no
es subliminal […] representa mi representación allí donde ella falta, donde no soy más que una
falta de sujeto».13 No hay lazo a priori entre los significantes de la cadenada hablada que vehiculi-
za el efecto sujeto. Tomar en cuenta esta ausencia conduce a la consideración del inconsciente
como sucesión de soluciones de continuidad, de cortes, de tropiezos, de yerros. La práctica del
análisis que pone en juego estas escansiones, estos cortes, se deduce de eso.

La consideración del inconsciente estructurado como un lenguaje, la práctica analítica que lo tiene
en cuenta, sirve de línea divisoria entre lacanianos y no lacanianos. La reticencia respecto a esta
orientación concentra de parte de sus detractores dos paradojas. Rechazarla es obliterar la aper-
tura freudiana puesto que retoma rigurosamente los datos de su clínica logificando sus hipótesis
teóricas; encerrar allí a Lacan, según una opinión que sostendría que para él todo sería lenguaje,
es un error. Este error traduce el desconocimiento de la enseñanza de Lacan, particularmente su
evolución en el curso de los años ’70, así como la incomprensión de la segunda tópica de Freud
había sido consecuencia del desconocimiento del problema encontrado para tratar lo que, en el
análisis, más allá del sentido, resiste al desciframiento del inconsciente. Inercia del síntoma en su
vertiente de satisfacción y de huella sobre el cuerpo, repetición de lo inarticulado de la pulsión que
motiva en Freud la revisión de la segunda tópica. En él, el concepto de pulsión de muerte encuen-
tra allí su fundamento.

Lacan contra Lacan

Que todo lo real del sujeto no sea simbolizable, formulable en palabras, no impide sin embargo
considerar ese resto a partir de un inconsciente reelaborado para incluir el fuera de sentido, espe-
cíficamente el del goce del cuerpo, heterogéneo al significante, pero que está anudado a él. Es en

12
Lacan, J., «Función y campo de la palabra y del lenguaje», Escritos 1, op. cit
13
Lacan, J., «La equivocación del sujeto supuesto saber», Otros Escritos, op. cit.
5
contra de una definición del inconsciente como puro discurso a descifrar por una máquina lingüís-
tica que Lacan emancipa al inconsciente de la referencia exclusiva al significante sacando a la luz
cómo se anudan los efectos de lo real del goce, el cuerpo y la estructura del aparato inconscien-
te.14

Por su actividad de ciframiento, a medida que se desarrolla la cadena hablada, el inconsciente


produce sentido. Esta actividad es en sí misma el ejercicio de un goce.15 La singularidad de esta
producción, su carácter creacionista, deben subrayarse. La cura analítica lacaniana es una expe-
riencia rigurosamente singular que pone en juego invenciones excepcionales de un sujeto. Permi-
te romper con la representación imaginaria de un aparato psíquico donde se opondrían un interior
y un exterior, representación de intuición ingenua que sirve todavía de modelo a algunos auto-
res.16

Es porque formalizó el inconsciente estructurado como un lenguaje que Lacan, aplicando al len-
guaje todos los datos de la lógica moderna, puede, a partir de su incompletud y su inconsistencia
lógicas,17 mostrar cómo, por el hecho mismo de estas características, el goce acompaña al sujeto
del inconsciente. La cuestión que impone la clínica es saber cómo cada sujeto goza de la activi-
dad de ciframiento y cómo la experiencia analítica puede tocar lo real de la pulsión.

En sus conferencias en Sainte-Anna en 1972,18 Lacan inventa el concepto de lalengua para de-
signar lo que, bajo la elucubración de saber que es el lenguaje articulado, constituye el «caldo» de
la materia sonora que no sigue la distribución lingüística de las palabras y las leyes de la sintaxis.
Lalengua «implica el goce que se deposita allí»19 pero no conlleva sin embargo la comunicación
con el otro. Ella puede ser material para un mensaje sin dialéctica, incluso fuera de sentido como
en la alucinación psicótica. En los años ’70, la primacía fue dada al cuerpo gozante que habla la-
langue. El sujeto del inconsciente, falta-en-ser articulada, hablada, en la cadena de significantes,
está demasiado esclavizado «para poder ser propiamente el que se satisface del goce pulsio-
nal».20 Lacan pone en acto aquello de lo que se trata por medio del uso de neologismos que hay
que tomar como forzamientos del lenguaje para hacer aparecer efectos de lalengua. Así, introduce
en 1974 este término neológico de parlêtre21 para designar «el ser carnal estragado por el verbo»,
«que habla algo […] que estrictamente no concierne [sino a lalengua], a saber, el ser». El parlêtre

14
Lacan, J., «Joyce el Síntoma», Otros Escritos, op. cit.
15
Lacan, J., «El inconsciente, hablando, goza». El Seminario, Libro XX, Aun, Paidós, Buenos Aires, 1991.
16
Green A., Le travail psychanalytique, PUF, Paris, 2003.
17
Lacan, J. «Subversión del sujeto y dialéctica del deseo», Escritos 2, Siglo Veintiuno, Buenos Aires, 1987,
El Seminario, Libro V, op. cit. Libro XVI, De un Otro al otro, Paidós, Buenos Aires, 2008, y Miller, J.-A. «Ilu-
minaciones profanas», La Orientación Lacaniana, clase del 16 de noviembre de 2005, inédito.
18
Lacan, J., «El saber del psicoanalista», 10 de mayo de 1972 y El Seminario, Libro XX, op. cit
19
Lacan, J., «La tercera», Intervenciones y textos 2, Manantial, Buenos Aires, 1991.
20
Miller, J.-A., «El partenaire-síntoma», La Orientación Lacaniana, clase del 9 de noviembre de 2005, inédi-
to, y «Iluminaciones profanas», clase del 3 de mayo de 2006, inédito.
21
Lacan, J., «El triunfo de la religión», Paidós, Buenos Aires, 2005, y «La tercera», op. cit.
6
reintroduce la dimensión de la pulsión en el verbo mientras que el sujeto del inconsciente y el goce
están en el exilio recíproco.

Lacan después de Freud

La última enseñanza de Lacan con lalengua y el parlêtre zanja la cuestión freudiana de la Spal-
tung. Es un vuelco de perspectiva donde lo real del goce es puesto primero en la singularidad del
trenzado del viviente y del verbo. La retórica del sentido deja lugar a una pragmática: la interpreta-
ción analítica clásica no toma en cuenta el hecho de que el goce del sentido (el sentido gozado)
vuelve al análisis interminable. Allí donde los postfreudianos procuraban cerrarlo por medio de la
identificación del sujeto al terapeuta, la práctica lacaniana opera por medio de cortes asemánticos,
desabonando al parlêtre de su pasión del significante. La clínica del parlêtre da a la cura analítica
toda su dimensión de experiencia inventiva. La incidencia clínica es notoria. La inventiva singular
de un síntoma (tal como lo hemos definido anteriormente) permite una articulación del goce con lo
que el sujeto asume en su palabra. Es preciso subrayar la pertinencia de esta clínica por ejemplo
en el caso de psicosis donde, fuera de los estándares del Edipo, el sujeto debe inventar una solu-
ción que permita tratar discursivamente lo que, de lo real inarticulable, lo asedia en su cuerpo. La
clínica lacaniana del parlêtre determina una experiencia que abre para cada sujeto una ética de la
responsabilidad de su modo singular de goce. Las teorías denominadas neurocientíficas anuncian
la erradicación de la subjetividad alegando una continuidad entre materialidad de un soporte bio-
lógico dominable y trastorno de la conciencia. El psicoanálisis lacaniano apoyándose sobre el en-
foque lógico de lo real lacunario del inconsciente y de acuerdo con los avances científicos más
recientes22 persigue la vía escandalosa abierta por Freud. Sigue siendo la más seria posibilidad de
articular singularidad subjetiva y ética de la responsabilidad en el seno del grupo social.

Traducido por Lorena Buchner.

Publicado en www.psicoanalisisinedito.com

22
Ansermet F. et Magistretti P., À chacun son cerveau, plasticité neuronale et inconscient, O. Jacob, Paris,
2004.
7

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