Sei sulla pagina 1di 6

Estado de los derechos constitucionales a 21 años

de revolución

La Mesa Social de Caracas después de analizar el


estado crítico en que se encuentran los derechos
constitucionales del pueblo venezolano a 21 años
de la revolución bolivariana, decidió hacer públicas
las siguientes consideraciones.

1)La crisis política, económica y social que sufre


el pueblo venezolano no es el resultado de
políticas equivocadas del régimen como
erróneamente se les define. La crisis que
vivimos es, sí, el resultado exitoso de las
políticas revolucionarias contempladas de
manera meticulosa en el Plan de la Patria y
que tienen como fin último destruir el Estado
Democrático y Social de Derecho y de Justicia
consagrado en la Constitución de la Republica
Bolivariana de Venezuela, para implantar
sobre sus escombros el Estado Comunal
totalitario.
2)A estas alturas del proceso revolucionario, el
régimen, siguiendo la ruta hacia la
construcción del socialismo del siglo XXI, ya ha
demolido el carácter democrático del Estado
venezolano, mediante la violación de todas las
leyes y las normas constitucionales que rigen
la designación de los poderes públicos como lo
son la AN, el CNE, el TSJ, la Fiscalía, la
Contraloría y la Defensoría del Pueblo, con el
fin de quebrar los contrapesos que les da su
independencia y eliminar los equilibrios que
son indispensables en el ejercicio de la
democracia participativa y protagónica. De
esta manera se han convertido las
instituciones del Estado en entelequias
serviles genuflexas y obsecuentes a los
designios del poder ilegítimo instalado en
Miraflores.
3) Este régimen tampoco puede ser considerado
un Estado Social, porque la crisis que sufre
nuestra sociedad viene siendo provocada
deliberadamente por el régimen mediante la
precarización de todas las instituciones
prestadoras de servicios que garantizan el goce
de los derechos sociales. La
desprofesionalización, la desinversión y la
carencia de planes a largo plazo, han
provocado el colapso de los servicios de agua,
electricidad, teléfonos y transporte, así como
los servicios de educación y salud, los cuales se
han deteriorado a niveles insoportables. Hoy
Venezuela ocupa los últimos lugares en todas
las mediciones internacionales de calidad de
vida, solo comparables con los países más
pobres y atrasados del planeta.
4)Pero tampoco podemos considerar al Estado
venezolano como un Estado de Derecho,
porque en su ejercicio el régimen imperante
ha precarizado los derechos políticos y civiles a
la vida y a la libertad personal consagrados en
la Constitución. Más de medio millón de
muertos se han registrado en los últimos
veintiún años, lo que nos convierte en uno de
los países más violentos del mundo; de esa
cifra forman parte los asesinatos en manos de
la delincuencia desatada por largos años de
impunidad y de pobreza, el fusilamiento de
jóvenes delincuentes que han sido fabricados
por el sistema y de personas inocentes en
manos de las policías sin fórmula de juicio;
pero además, debemos contabilizar miles de
muertes causadas por el abandono de nuestro
sistema de salud, que ha permitido la
reaparición de enfermedades que habían
desaparecido, así como el fallecimiento de
nuestros enfermos por la escasez de medicinas
y atención médica, además de los caídos por la
desnutrición derivada de la pobreza, que ha
sido castigada de una manera inclemente por
le escasez y el alto costo de los alimentos
inducidas por el régimen a través de su política
de creación de la crisis en el proceso de
destrucción de la sociedad democrática.
Pero también debemos decir que tampoco
vivimos en un Estado de Justicia, porque
carecemos de tribunales imparciales para dirimir
los conflictos que se presentan en la sociedad. Es
por ello que el derecho a la libertad personal se
ve neutralizados por los obstáculos para la
legalización de las organizaciones políticas
sociales y comunitarias; así como también se
encuentran vulnerados los derechos al sufragio
universal, directo y secreto; a la libre expresión
del pensamiento, a la protesta y a la huelga. No
otra cosa es la inhabilitación de partidos y
líderes democráticos, el cierre de medios de
comunicación, la represión contra los periodistas
y el fraude electoral continuado por el uso
deleznable de recursos públicos en las campañas
electorales a favor de los candidatos oficialistas.
Es absolutamente indefendible el nombramiento
de protectores en los Estados y Municipios
donde el oficialismo pierde las elecciones, que es
a quienes se le asignan los recursos que
constitucionalmente le corresponden a cada
jurisdicción, con lo cual se liquida nuestro
derecho a elegir y ser electos.
Por otra parte, nuestro derecho a la justicia está
seriamente vulnerado por las detenciones
arbitrarias, las desapariciones forzadas, la
incomunicación con familiares y abogados, la
imposición de defensores públicos, el
desconocimiento por las autoridades carcelaria
de boletas de excarcelación emitidas por los
tribunales, las torturas y los tratos crueles e
inhumanos de las personas privadas de libertad
están a la orden del día sin que algún funcionario
sea sancionado por la violación de estos
derechos. Como si eso fuera poco es muy común
el allanamiento a recintos privados sin orden
judicial, así como se violan sin autorización las
comunicaciones privadas.

Este cuadro dantesco del estado de nuestros


derechos a veintiún años de la revolución
venezolana, que ha provocado la estampida de
millones de compatriotas hacia otros países en
busca de oportunidades para sobrevivir, tiene
que ser tomado en cuenta por todos los actores
nacionales responsables de evitar la catástrofe
que se avecina si no se logra detener la
pretensión de imponernos de una manera
fraudulenta, una dictadura totalitaria.
Nosotros creemos que la única vía sostenible,
para salir del atolladero en que estamos
metidos, es la unidad total del pueblo y sus
dirigentes, para exigir, junto a la comunidad
internacional que nos apoya, unas elecciones
limpias, con un CNE imparcial y supervisadas por
organismos internacionales independientes.

Caracas, 31 de enero de 2020

Potrebbero piacerti anche