Sei sulla pagina 1di 5

miércoles, 6 de marzo de 2019

Jesús es el Hijo de Dios


Jesús se revela como el Cristo

Texto: Marcos 8.27-33

Introducción
Ninguna pregunta es más importante que esta: “¿Quién es Jesucristo?”. Su importancia es
fundamental porque la manera en que las personas respondan al Señor Jesús determina el
destino eterno al que se dirigen (Jn. 3:36; cp. Jn. 14:6; Hch. 4:12). Los que contestan esa
pregunta de forma errónea enfrentarán el juicio divino (cp. Jn. 3:18; 1 Co. 16:22). Puede que
vean a Jesús como un buen maestro, un ejemplo moral, o incluso un profeta humano; pero
como demuestra este pasaje, esas descripciones son inadecuadas e incompletas.

1. Jesús examina a sus discípulos por quién le tiene la gente, y ellos.


v27-30
27  “Salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino
preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? 28    Ellos
respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas. 29  Entonces
él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo.
30  Pero él les mandó que no dijesen esto de él a ninguno.”

Jesús y sus discípulos salen de Betsaida, después de que él sanara a un ciego; y se dirigen
al norte, a unos 40 km, hacia un lugar llamado Cesarea de Filipo. En el camino Jesús interroga
a sus discípulos por quién le tiene la gente: “Quién dicen los hombres que soy yo?” –– les
pregunta Jesús –– a lo que ellos le responden: “Unos, Juan el Bautista; otros, Elias; y otros,
alguno de los profetas.”

Podemos darnos cuenta que el pensamiento del pueblo, acerca de la identidad de Jesús,
no había cambiado. Ya en el capítulo 6,14-15; Marcos nos ha dado un informe sobre quién era
Jesús para la mayoría de las personas, y la respuesta es la misma: Juan el Bautista, Elias,
alguno de los profetas.

Es impresionante la cantidad de opiniones que las personas tenían acerca de Jesús. Es de


asombrarse que muchos pensaran que Jesús era Juan al Bautista que había regresado de la
muerte. Pues se les había visto juntos. Y sobre todo que eran muy diferentes en personalidad y
ministerio.

Esto nos enseña que es más importante la convicción que la opinión ¿Cuantas señales
había realizado Jesús que probaban que él verdaderamente es el Hijo de Dios? Pero aquí hay
enormes multitudes opinando sobre quién es Jesús, y sus opiniones son totalmente
equivocadas.

Enseñanza: ¿Qué dice la gente de nuestra comunidad sobre quién es Jesús? ¿Hay una
convicción profunda en su confesión? ¿Viven para el Hijo de Dios?

Un detalle que notamos en el pasaje es que la pregunta no va dirigida a algún discípulo en


especial, la pregunta es formulada a todos ellos: “…Y en el camino preguntó a sus discípulos,
miércoles, 6 de marzo de 2019

diciéndoles…” v27s Y son todos ellos los que dan las variadas opiniones que la gente tiene de
Jesús: “Ellos respondieron…”v28a

Una vez que Jesús escucha el informe de ellos, entonces, les formula la pregunta: “Y
vosotros, ¿quién decís que soy?” “Y ustedes ¿quien dicen que soy?”
En representación de todo el grupo de discípulos Pedro responde: Tú eres el Cristo. Su
afirmación fue sin ninguna duda de quién era Jesús. Pero esta verdad no fue descubierta por
su inteligencia o perspicacia. Fue el Padre quién les reveló que Jesús es el Hijo de Dios.
(Mateo 16,17)

Entendamos que nadie puede venir a Jesús si el Padre primero no le trae a él. Un hombre
no puede, por sus propios medios descubrir que Jesús es el Cristo y así ser salvo. Una
persona puede dar su opinión sobre Jesús, aún esta opinión puede ser que Jesús es el Hijo de
Dios, pero no tener una convicción profunda en su corazón que Jesús es el Salvador.

Entonces, Jesús les prohibe anunciar esta revelación a otras personas. ¿Por qué? El
camino a la cruz esta ya muy próximo, los líderes religiosos ya están convencidos de destruir a
Jesús. Pero Dios tiene su plan perfecto, y su tiempo preciso. Así que todo debe ser como el
Plan de Dios.

Enseñanza: Amados hermanos, nuestro corazón rebosa de Gratitud al saber que no fuimos
nosotros quienes por nuestra inteligencia venimos a Cristo. Dios en su gracia nos ha revelado
que Jesucristo es el Salvador, nuestro Salvador, por quién nosotros vivimos, y vamos con toda
seguridad al Padre.

2. Jesús enseña sobre el sufrimiento que conduce a la gloria. v31-32a


31”Y comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser
desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y
resucitar después de tres días. 32  Esto les decía claramente.”

Después de la revelación y la confesión de Fe, por parte de los discípulos; es importante


enseñarles el propósito de la venida de Cristo, y como seria desechado por el pueblo. ¿De qué
manera les enseño? Quizás a través de las escrituras, así como lo haría con aquellos
caminantes de Emaus. Y es así que les muestra que es “necesario” que el Hijo del Hombre
padeciera mucho en manos de los lideres religiosos, quienes representaban al pueblo.

¿Hijo del Hombre? Titulo que Jesús se aplicó más de ocho veces en los evangelios y
señala su naturaleza Divina y Humana. ¿Por qué Divino y Humano?

Jesús les enseña que es necesario ser desechado por el pueblo. Este rechazo tiene su
cumplimiento en Sal 118, 22 “La piedra que desecharon los edificadores Ha venido a ser
cabeza del ángulo.” A esta Jesús que ellos rechazaban, Dios mismo lo exaltó hasta lo más
alto, y le puso por Jefe y Cabeza de Su iglesia. Esté Jesús es la piedra principal de la iglesia,
de donde todas las demás cosas tienen su lugar.

Jesús indicó que los tormentos que soportaría eran parte inmutable (que no cambia) del
propósito que el Padre tenía para Él. La cruz no fue accidental; formó parte del plan divino de
salvación desde el principio en la eternidad. Jesús mismo explicó en cuanto al propósito de su
misión terrenal: “El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida
en rescate por muchos” (Mr. 10:45).

miércoles, 6 de marzo de 2019

El sufrimiento que Jesús enfrentaría significaba que sería desechado por los ancianos, por
los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días.
Los dirigentes religiosos de Israel rechazarían a su propio Mesías, haciéndole pasar por un
juicio falso, entregándolo a los romanos, y organizando su ejecución con odio e injusticia.

Enseñanza: La noticia dejó a los discípulos tambaleándose. Ellos creían que Jesús era el
Cristo. Pero aunque Jesús les enseñó estas cosas con toda claridad, en su mente no
comprendían sobre lo necesario que era que el Cristo muriera en manos de los pecadores.

3. Jesús reprende fuertemente a los discípulos. v32s-33


“Entonces Pedro le tomó aparte y comenzó a reconvenirle. 33  Pero él, volviéndose y mirando
a los discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: ¡Quítate de delante de mí, Satanás! porque no
pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.”

A pesar de ese pasaje, los discípulos se sorprendieron por el anuncio de Jesús. Al resistir
las palabras del Señor, Pedro pasó de ser un portavoz de Dios (Mt. 16:17) a ser vocero de
Satanás. Según relata Marcos, Pedro tomó aparte a Jesús y comenzó a reconvenirle. Es
increíble que un antiguo pescador tuviera la audacia de contradecir al Creador mismo, aquel a
quien acababa de identificar como el Mesías e Hijo de Dios. En lugar de someterse al señorío
soberano, Pedro confrontó a Jesús con una réplica áspera: “Señor, ten compasión de ti; en
ninguna manera esto te acontezca” (Mt. 16:22). Reconvenirle se traduce de la misma palabra
que Marcos usó antes para hablar de la severa amonestación de Jesús a los discípulos (v. 30).
La expresión sugiere un nivel de juicio con autoridad de parte de un superior hacia alguien bajo
su mando o supervisión. No solo que Pedro había elevado de manera presuntuosa su propia
autoridad por sobre Jesús, sino que contradijo directamente los propósitos redentores de
Dios. Lo que Jesús afirmó que debía llevarse a cabo, Pedro insistió con temeridad en que “no
debía acontecer”.

Si Pedro se había sorprendido por las anteriores palabras de Jesús acerca de sí mismo con
relación a su muerte venidera, debió haberse estremecido totalmente por lo que el Señor
acababa de expresarle.

Pero él, volviéndose y mirando a los discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: ¡Quítate de
delante de mí, Satanás! porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los
hombres. Mateo 16:23 observa que Jesús también añadió: “Me eres tropiezo”. El hecho de
que Jesús se volviera hacia los doce para que oyeran sugiere que Pedro estaba expresando lo
que todos ellos estaban pensando. Los apóstoles retrocedieron ante la idea de que su Señor
padecería y moriría, aunque solo Pedro tuvo la temeraria osadía de confrontar realmente a
Jesús al respecto. Por tanto, todos ellos debían oír la reprensión de Jesús. La palabra
reprendió se traduce del mismo término que Marcos usa en la confrontación que Pedro le
hiciera a Cristo en el versículo 32.

Las intenciones de Pedro podían parecer nobles a primera vista. Reaccionó de modo
natural ante la idea de que el Señor y Mesías a quien amaba sería rechazado y asesinado. Es
más, él y los otros apóstoles habían sacrificado mucho para seguir a Jesús (cp. Mt. 19:27).
Además de las esperanzas que tenían en la gloria futura del reino, en el presente habían
llegado a depender totalmente de Él. Le parecía imposible que pudieran quitarles a su Señor.
Pero al reprender a Jesús, además de olvidarse del lugar que le correspondía, Pedro puso sus
propios deseos por encima de los planes y propósitos de Dios. Al miope apóstol debía
recordársele que los planes de Dios trascendían el razonamiento humano (cp. 1 Co. 1:18-31).
Dios mismo lo explica de este modo: “Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni
vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así
son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros
miércoles, 6 de marzo de 2019

pensamientos” (Is. 55:8-9; cp. Sal. 92:5-6; Ro. 11:33-36). Los discípulos aún no comprendían
el plan de Dios, pero Jesús estaba actuando en perfecta conformidad con la voluntad del
Padre (cp. Mr. 14:36; Jn. 4:34; 5:30; 6:38).

En respuesta, Jesús soltó una devastadora reprimenda que debió haber sacudido a Pedro
como un golpe mortal: ¡Quítate de delante de mí, Satanás! Al oponerse a los propósitos de
Dios y pedir que Jesús evitara la cruz, el apóstol en realidad se había convertido en un vocero
del diablo. El Señor entendía que el plan de redención y la senda a la gloria requerían
sufrimiento y muerte (Fil. 2:8-11; He. 12:2). Por tanto, no cedería a ninguna tentación que
prometía un reino sin la cruz (cp. Mt. 4:8-9). Se negó a poner un deseo de consolación
personal por sobre la sumisión a su Padre celestial (cp. Lc. 22:42-44). Aunque el diablo tentó a
Jesús intensamente en el desierto (Mr. 1:13), los ataques de Satanás no terminaron allí. Según
Lucas 4:13, después de concluidos los cuarenta días Satanás “se apartó de él por un tiempo”,
lo que significa que buscaba continuamente la manera de tentar a Jesús (cp. He. 2:18; 4:15).
La grave trasgresión de Pedro proporcionó tal oportunidad en esta ocasión. Como Satanás
sabía que la cruz significaría su caída y derrota (cp. Gn. 3:15; Jn. 12:31; Col. 2:14-15; He.
2:14), intentó con todo su vigor hacer fracasar el plan de redención de Dios. Jesús nunca
sucumbió a esas tentaciones (cp. He. 2:18; 4:15).


Pedro erró en gran manera ese día cerca de Cesarea de Filipo, pero pronto llegaría a
entender y apreciar la cruz en profundidad. Menos de un año después, en el día de
Pentecostés, se levantaría con valor en Jerusalén con los demás apóstoles y proclamaría el
evangelio de un Mesías crucificado y resucitado (Hch. 2:22-24). Casi al final de su vida,
escribiendo a los creyentes en Asia Menor, Pedro explicó el glorioso significado de la
crucifixión: “También Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos,
para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu” (1 P.
3:18; cp. 2:24). Lo que los discípulos consideraron la peor de las malas noticias ese día cerca
de Cesarea de Filipo, en realidad fue la mejor noticia que el mundo haya recibido. Resultó ser
el núcleo vital del evangelio. Al morir y resucitar, Jesucristo, el Hijo de Dios, pagó el castigo por
el pecado y venció a la muerte para que todos los que creen en Él pudieran tener vida eterna
(cp. Jn. 3:16; 6:40; Ro. 10:9-10; 2 Co. 5:20-21; 1 Ti. 1:15).

PARA NUESTRA ESPIRITUALIDAD


Una sola mirada a la hermosura gloriosa de Cristo es suficiente para conquistar y capturar
nuestros corazones. Si no estamos mirando hacia El frecuentemente y pensando en su gloria
es porque nuestras mentes están demasiado ocupadas en las cosas terrenales. Entonces, no
estamos aferrándonos a la promesa de que nuestros ojos verán al rey en su hermosura.

Nuestras mentes deberían ser espirituales y santas, libres de las preocupaciones y los
afectos terrenales. La persona que no medita ahora con deleite sobre la gloria de Cristo en las
Escrituras, no tendrá ningún deseo real de ver esa gloria en el cielo. ¿Qué clase de fe y amor
tienen las personas que tienen tiempo para meditar en muchas cosas, pero no tienen tiempo
para meditar sobre este asunto glorioso?

Nuestros pensamientos deberían volverse hacia Cristo cada vez que tengamos oportunidad
en cualquier momento del día. Si somos creyentes verdaderos y si la Palabra de Dios mora en
nuestros pensamientos, entonces Cristo siempre estará cerca de nosotros

miércoles, 6 de marzo de 2019

Potrebbero piacerti anche