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El término se aplica simplemente a los peces, de ahí la palabra pescado, y desde la caída del

Imperio romano hasta los inicios de la Edad Moderna se aplicaba incluso a ciertas aves
acuáticas como los patos, los gansos y las barnaclas, que eran comidos en cuaresma,
cuando no se podía comer otra carne que la de pescados y mariscos ya que, por una leyenda
atribuida a las barnaclas, que las consideraba una metamorfosis de ciertos bivalvos, se
clasificaba a estas aves como pescado. Son los que tienen como característica que, naciendo
con la forma típica de un pez, van variando ésta hasta hacerse planos, para poder vivir en el
fondo. De aquí que tengan los dos ojos en el mismo lado de la cara, la boca torcida y las
aletas pectorales una encima de otra. En estos peces se denomina lado ciego el que tienen
en contacto con el fondo. Al ser peces que viven en profundidades muy pequeñas, son muy
aptos para criarse en piscifactorías. Son ejemplos de éstos el lenguado, el rodaballo y el
galloLos pueblos andinos prehispánicos supieron utilizar los residuos del pescado (huesos,
escamas, aletas, cabezas etc.) como excelentes abonos orgánicos.
La piel del pescado ha sido utilizada por los pueblos aborígenes del litoral siberiano para
confeccionar ropas, las espinas de pescado han sido utilizadas por los seres humanos
prehistóricos y por los pueblos hasta hace poco llamados "primitivos" (por ejemplo los
inuit) para confeccionar artefactos, en especial agujas de coser. La grasa de pescado
muchas veces se ha utilizado como una cola o pegamento. La piel muy áspera de los
escualos ha sido utilizada para confeccionar lijas hasta fechas muy recientes.

n general el pescado es muy nutritivo, pero proporcionalmente menos que la mayoría de los
animales terrestres y aviares, aunque ha conspirado contra su mayor consumo al menos un
par de factores, la menor saciedad que suelen provocar las carnes de pescado en relación a
las de aves y de mamíferos, y las mayores dificultades de conservación (la conservación
por ahumado y salazón es eficaz pero insume por lo general más gastos energéticos que la
conservación de la carne de las aves y otros animales ya que, para el desarrollo de
gérmenes patógenos casi siempre la carne de pescado presenta lo que técnicamente se
conoce como un mayor punto de actividad acuosa). Por otra parte, como se verá, el salado o
la salazón y, más aún, el ahumado, conllevan riesgos para la salud.

Desde fines del siglo XIX merced a los avances de la conservación por frigorífico o con
envasado al vacío los problemas de conservación se están superando ampliamente.

En líneas generales, todas las variedades de pescado son ricas en proteínas y minerales
esenciales; el pescado de agua salada (el que se pesca en el mar) suele ser
excepcionalmente rico en ácidos grasos, en especial ácidos grasos insaturados, omega 3 y
minerales como el yodo, cinc, fósforo y selenio. Tales elementos combaten los efectos
nocivos del colesterol LDL beneficiando inmediatamente al sistema circulatorio y, así, a
toda la salud. Estos elementos incluso refuerzan al sistema inmune contra los carcinomas
(por ejemplo existen algunas evidencias al respecto muy notorias en el cartílago de
tiburón). El hígado de muchos pescados (por ejemplo el del bacalao) es muy rico en
vitamina D.

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