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Años atrás Paulo Freire decía “Toda bibliografía debe reflejar una intención fundamental de quien la elabora: la de atender
y despertar el deseo de profundizar conocimientos en aquel o aquellos a quienes se propone. Si falla en quienes la reciben
el ánimo de usarla, o si la bibliografía en sí misma no es capaz de desafiarlos, se frustra entonces esa intención
fundamental”.
La relación autor-lector debe ser de respeto y no de obediencia: “quien la sugiere debe saber lo que está sugiriendo y por
qué lo hace. Quien la recibe, a su vez, debe encontrar en ella, no una preinscripción dogmática de lecturas, sino un
desafío. Desafío que se hará más concreto en la medida en que empiece a estudiar los libros citados y no a leerlos por
encima, como si apenas los hojease”.
En Pedagogía del oprimido, Freire acusa a aquella educación que mata en los educandos la curiosidad, el espíritu
investigador, la creatividad con métodos que propician la ingenuidad frente al texto y no producen la posición crítica
indispensable. Pero, dice Freire “estudiar es realmente un trabajo difícil. Exige de quien lo hace una postura crítica,
sistemática. Exige una disciplina intelectual que no se adquiere sino practicándola”.
“En una visión crítica-sostiene el autor- las cosas ocurren de otro modo. Quien estudia se siente desafiado por el texto en
su totalidad y su objetivo es apropiarse de su significación profunda. Esta postura crítica, fundamental, indispensable al
acto de estudiar requiere de quien a eso se dedica que asuma el papel de sujeto de ese acto. Esto significa que es imposible
un estudio serio si quien estudia se coloca frente al texto como si estuviera magnetizado por la palabra del autor, a la cual
atribuiría una fuerza mágica; si se comporta pasivamente, ‘domesticadamente’, procurando solamente memorizar las
afirmaciones del autor; si se transforma en una ‘vasija’ que debe ser llenada por los contenidos que toma del texto para
colocarlos dentro de sí misma”.
“Estudiar es percibir el condicionamiento histórico-sociológico del conocimiento. Es una forma de reinventar, de recrear,
de rescribir, tarea del sujeto y no del objeto. La actitud crítica en el estudio es la misma que es preciso adoptar frente al
mundo, la realidad, la existencia. Una actitud de adentramiento con la cual se va alcanzando la razón de ser de los hechos
cada vez más lúcidamente”.
Abordar un texto implica para Freire valerse de alguna metodología para ello:
Un primera visión global a la que es necesario volver, luego de delimitar sus dimensiones parciales, para aclarar la
significación de su globalidad.
Delimitar los núcleos centrales del texto que, en interacción, construyen su unidad y permiten descubrir el conjunto
temático, no siempre explícito en el título o índice de la obra.
Buscar en cada párrafo el nexo entre su contenido y el objeto de estudio que se encuentra trabajando. Analizar también el
contenido del párrafo en relación con los precedentes y con los que lo siguen, evitando traicionar el pensamiento del autor
en su totalidad”.
Anotar el sentido del párrafo en una ficha con un título que lo identifique con el objeto específico de su estudio.
Pero, más allá de la técnica, Freire argumenta que “el estudio de un libro implica no sólo una penetración crítica en su
contenido básico, sino también una sensibilidad aguda, una permanente inquietud intelectual, un estado de predisposición
a la búsqueda”.
El que estudia debe reconocer también “que el acto de estudiar, en el fondo, es una actitud frente al mundo. Estudiar es
también y sobretodo pensar la práctica, y pensar la práctica es la mejor manera de pensar correctamente. De esta forma,
quien estudia no debe perder ninguna oportunidad, en sus relaciones con los demás, con la realidad, de asumir una postura
de curiosidad. La de quien pregunta, la de quien indaga, la de quien busca”.
El estudio de un tema específico exige también ponerse al tanto de la bibliografía referente al objeto de estudio así como
también asumir una relación de diálogo con el autor del texto. “Esa relación dialógica da como resultado la percepción del
condicionamiento histórico-sociológico e ideológico del autor, que no siempre es el mismo del lector.”
El acto de estudiar exige humildad, dice Freire “si quien estudia asume realmente una posición humilde, coherente con la
actitud crítica, no se siente disminuido si encuentra dificultades, a veces grandes, para penetrar en la significación más
profunda del texto. Humilde y crítico, sabe que el texto, en la medida misma que es un desafío, puede estar más allá de su
capacidad de respuesta. No siempre el texto se entrega fácilmente al lector.”
Estudiar implica comprender el texto, no pasar las páginas ligeramente; no siempre el texto es accesible y, en ese caso, hay
que reconocer la necesidad de instrumentarse mejor para poder entenderlo. “La comprensión de un texto no es un acto que
se recibe de regalo: exige trabajo paciente de quien se siente problematizado por él”.
“El estudio no se mide por el número de páginas leídas en una noche ni por la cantidad de libros leídos en un semestre.
Estudiar no es un acto de consumir ideas sino crearlas y recrearlas”.
Pero, además, estudiar debe poner en juego la pasión por conocer particularmente para aquellos que pretenden hacer del
conocimiento su herramienta de trabajo.
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Fragmentos de la entrevista que Dagmar Zibas realizó a Paulo Freire.
“(...) Me parece imposible comprender la vida histórica, social y política de hombres y mujeres fuera del gusto y la
necesidad de saber. Sólo que ése es un saber del que somos sujetos, inventores, creadores y es un saber que no termina,
que acompaña el proceso individual y social de las personas en el mundo y que no escapa a la politicidad del mundo.
Quiero decir, es imposible estar en el mundo apolíticamente, neutralmente. Hay siempre valoración, comparación, hay
siempre elección que demanda decisión, ruptura y todo eso tiene que ver con la forma de ‘estar siendo’ en el mundo, que
es una forma profundamnente política(...)”
“en el discurso dominante hoy, el saber nuevo y necesario es un saber profesional y técnico que ayude a sobrevivir a las
camadas populares, sobre todo en el Tercer Mundo. Sin embargo, yo digo: no, no es sólo eso(...) el saber fundamental
continúa siendo la capacidad de develar la razón de ser del mundo y ése es un saber que no es superior ni inferior a otros
saberes, sino que es un saber que elucida, que desoculta, al lado de la formación tecnológica. Por ejemplo, estoy
convencido de que, si soy cocinero, si quiero ser un buen cocinero, necesito conocer muy bien las modernas técnicas de
cocinar. Pero necesito sobre todo saber para quién cocino, en qué sociedad cocino, contra quién cocino, a favor de quién
cocino. Y ése es el saber político que la gente tiene que crear, cavar, construir, producir para que la posmodernidad
progresista se instale y se instaure contra la fuerza y el poder de otra posmodernidad que es reaccionaria”.
Freire, Paulo (1968) “Consideraciones críticas en torno al acto de estudiar” En La importancia de leer y el proceso de
liberación. Buenos Aires. Siglo XXI. (Escrito en Chile)
Freire, Paulo (1998) Pedagogía de la autonomía. México. Siglo XXI
Zibas, Dagmar (1999) Paulo Freire. La pedagogía del oprimido treinta años después. Fundación Carlos Chagas. San
Pablo. Brasil.