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Seminario san pedro apóstol 18,6,219

autor
luis sandoval

Pío XII

Eugenio realizó sus primeros estudios en Roma, y desde joven manifestó una
admirable dedicación a los estudios, que junto con una extraordinaria memoria y una vida
muy disciplinada, hicieron de él un estudiante ejemplar. Dotado de un espíritu sumamente
fino y profundo, y ayudado sin duda por la educación recibida en casa, Eugenio manifestó
ya por aquel entonces una madurez poco común. Sus ideales, marcados por la nobleza y
el servicio, confluyeron con el llamado del Señor a seguirle en el camino sacerdotal.
Luego de su formación y preparación en el Seminario de Capranica, en el Seminario de
San Apolinario y en la Universidad Gregoriana, fue ordenado sacerdote el año 1899.
Dos años después pasó a trabajar en la Secretaría de Estado del Vaticano.
Habiendo culminado con éxito sus estudios en derecho eclesiástico y civil el año 1902, fue
contado, dos años más tarde, entre los colaboradores de la comisión a la que el Papa Pío
X confió la revisión y nueva codificación de las leyes canónicas, con el objeto de
promulgar un Código de Derecho Canónico actualizado. Mientras Pacelli dedicaba tiempo
y esfuerzo a esta delicada y ardua tarea, pudo desempeñarse también como profesor de
Diplomacia Eclesiástica en la Pontificia Accademia dei Nobili Ecclesiastici (1909-14).
Secretario de la Congregación de Asuntos Eclesiásticos
En 1911 fue nombrado Subsecretario de la Congregación de los Asuntos Eclesiásticos
Extraordinarios y luego, Secretario de la misma en 1914.

Nuncio en Baviera
Joseph Roth fue un famoso novelista y periodista austriaco, judío, que desde el
exilio a causa de la invasión nazi, produjo la mayoría de sus obras. Días después de la
coronación de Pío XII como Sumo Pontífice, el escritor elogió su elección y destacó que el
Papa Pacelli era el "enemigo de las bestias pre-apocalípticas" del nazismo que gobernaba
Alemania.
En abril de 1917 fue elegido como Nuncio en Baviera, siendo consagrado por el
Papa Benedicto XV —un mes después— arzobispo titular de Sardes.
Una vez en Munich (capital de Baviera), el Nuncio Pacelli fue de gran ayuda al
Papa Benedicto XV en sus esfuerzos por aliviar a las víctimas de la primera guerra
mundial. Por aquellos tiempos difíciles, signados por los terribles efectos y secuelas de la
gran guerra, el Nuncio Pacelli dio muestras de ser un verdadero Pastor. A despecho de las
serias amenazas contra su vida, supo permanecer valientemente al lado del pueblo que el
Santo Padre le había confiado. Sumamente comprensivo y pródigo en palabras de aliento
y de esperanza cristiana para con quienes se sentía solidario en su dolor y padecimientos,
se distinguió en todo momento por hacer concreta su caridad. Su extraordinaria bondad
llegó a ser prontamente conocida por muchos alemanes que, por ese entonces, se
beneficiaron de diversos modos de su caridad y celo pastoral.

Primer Nuncio ante la nueva República alemana


Caricatura nazi contra el Cardenal Eugenio Pacelli, futuro Papa Pío XII, quien
protegiera a los judíos de Romas desde el manejo diplomático, hasta las mismas
habitaciones de los palacios pontificio
En 1920 fue nombrado primer Nuncio ante la nueva República Alemana (conocida como
la República Weimar), mientras seguía siendo Nuncio en Baviera. Aunque la nueva
nunciatura tenía su sede en Berlín, no se trasladaría allí sino hasta el año 1925.
En 1924 firmó el Concordato de la Santa Sede con Baviera.
Una vez trasladado a Berlín, y aunque ésta era la metrópoli del protestantismo,
Monseñor Pacelli supo ganarse rápidamente la estima y el respeto de la población entera,
como lo hiciera anteriormente en Munich. Mostraba un vivo interés por la vida eclesial y
social de Alemania, y con su presencia paternal y sus extraordinarias alocuciones llenas
de vitales enseñanzas, fomentaba la vida católica por donde podía. Se preocupaba de
visitar hospitales, orfanatos, seminarios, escuelas, fábricas y talleres de todo tipo en
diversas ciudades.
Tres largos años de esfuerzos denodados dieron fruto en 1929, cuando el
parlamento alemán aceptó y firmó el Concordato con la Santa Sede.
Luego de 13 años de fructífera labor, en los que dio muestras de un
inquebrantable sentido de responsabilidad, de una constante actitud paternal para educar,
para perdonar y acoger, y para enseñar, Monseñor Pacelli dejó su cargo en la Nunciatura
y con ello Alemania al ser nombrado cardenal en 1929.
Al despedirse de Alemania, una grave preocupación oprimía a quien durante tanto
tiempo había compartido la suerte del pueblo alemán: el paulatino auge del
nacionalsocialismo. Por entonces nadie quiso escuchar sus muchas y clarividentes
advertencias contra el peligro que se avecinaba.
Cardenalato
La Revista "Time" destaca la elección del Cardenal eugenio Pacelli como Papa.
Pacelli se hizo conocido y popular, cuando visitó los Estados Unidos. Era conocido como
el el "Cardenal Volante", debido a los numerosos viajes aéreos interestatales que tuvo que
realizar
Al llegar a Roma, y ya como Cardenal Pacelli, sería inmediatamente nombrado
como nuevo Secretario de Estado. Su sentido de responsabilidad, su férrea voluntad y
disciplina personal y su enorme amor a la Iglesia, hicieron que entregara sus mejores
energías para ponerse a la altura de tan excepcional responsabilidad. Sin duda ello le
valió el singularísimo aprecio del Papa Pío XI, quien encontró en él un extraordinario
colaborador y servidor. La confianza depositada en él por el Santo Padre fue un fuerte
estímulo para realizar, en su puesto de servicio a la Iglesia, un trabajo incansable, tan
efectivo como humilde en el cumplimiento abnegado de sus obligaciones.
Famoso sería también el Concordato que, como enviado del Pontífice, firmó con
Austria y con la Alemania nazi en 1933.
Muestra también de la gran confianza y estima que le tenía S.S. Pío XI fue su
nombramiento como Legado Pontificio en visita a varios países del mundo:
✔ En 1934 asistió al Congreso Eucarístico Internacional celebrado en Buenos Aires.

✔ En 1935, en su primer viaje a Francia, asistió a Lourdes.

✔ En 1936 fue enviado por Pío XI a realizar una visita pastoral por las tierras
norteamericanas.
✔ En 1937, en su segundo viaje a Francia, asistió a la consagración de la basílica de
Lisieux (Pío XI era un ferviente devoto de Santa Teresita).
✔ En 1938 asistió al Congreso Eucarístico Internacional celebrado en Budapest.

El testimonio de su ejemplar servicio y adhesión al Santo Padre quedaría grabado


en los corazones de algunos cardenales alemanes cuando, en una importante reunión
con ellos, pocos meses antes de ser llamado a la presencia del Padre Eterno, S.S. Pío XI
les hacía partícipes de esta confidencia: «Sé como nadie lo que Su Eminencia
refiriéndose al Cardenal Paccelly hace por mí y por la Iglesia, y ustedes deben saber lo
que Nos debemos a nuestro Secretario de Estado. Piénsenlo cuando yo no esté aquí».
Su Pontificado
Primus inter pares. Los Cardenales muestran su acatamiento al Papa que han
elegido replegando sus baldaquinos y aclamando al sucesor de San Pedro Sucede que
no sólo aquellos cardenales alemanes, sino también todos los demás cardenales
presentes en el cónclave pensaron en el hasta entonces Secretario de Estado como el
siguiente sucesor de Pedro. En efecto, no habían transcurrido 24 horas desde el inicio del
cónclave cuando los hijos de la Iglesia escuchaban jubilosos la expresión "habemus
Papam": el 2 de marzo de 1939, exactamente cuando cumplía 63 años de edad, el
Cardenal Eugenio Pacelli fue elegido como sucesor de S.S. Pío XI en la Cátedra de
Pedro. Sin duda sus lazos de amistad y de profunda admiración y devoción —«Pío XI es
un gran Papa y un santo», había dicho alguna vez le hicieron tomar su mismo nombre:
Pío, en su caso, XII.
Desde su primer discurso, pronunciado el 4 de marzo de 1939, asombraría al
mundo entero por su sabiduría llena de Dios, y por su lucidez en los terrenos de la vida
religiosa y social. Su deseo era el de iluminar con la luz de Cristo a toda clase de
profesionales: hombres de ciencia, del mundo de la economía y de la política,
trabajadores, artesanos y agricultores.
El Papa recién elegido es conducido en silla gestaroria por la Escala Regia
mientras se canta el "Tu es Petrus"
=Su ejercicio pastoral y preocupación eclesial=
Como Pastor sensible a la situación del hombre moderno, el Papa Pío XII sintió
S.S. Pío XII (1939-1958) la necesidad de poner medios adecuados para que el hombre
del mundo del trabajo pudiera acceder con más facilidad al sustento espiritual. Para ello
adecuó los horarios de las misas, y redujo el tiempo hasta entonces observado para la
abstinencia antes de recibir la Sagrada Comunión.
El Papa Pacelli se caracterizó asimismo por tener una profunda piedad mariana. No
había día en que dejara de rezar la oración del Rosario, siempre a la misma hora.
Asimismo es él quien, recogiendo el sentir de la Iglesia, promulgó el Dogma de la
Asunción de María a los cielos, el 1 de noviembre de 1950.
Durante su Pontificado canonizó a 33 personas, incluyendo a su predecesor el
Papa Pío X. Creó también numerosos cardenales (32 en 1946 y 24 en el 53), muchos de
ellos no italianos, iniciando por lo mismo un proceso de internacionalización del Colegio
Cardenalicio.
Fue el primer Papa en ser conocido ampliamente por medio de la radio, e incluso
por la televisión.

En el campo moral
Judíos que salvaron de la muerte en las habitaciones de Pío XII. Muchos niños judíos
nacieron en los palacios papales y en gratitud fueron llamados "Eugenio"
En el campo moral precisó, entre otras cosas, el concepto de culpa colectiva y se
pronunció sobre el problema de la inseminación artificial.

En el campo social
En el campo social renovó de manera vigorosa la enseñanza social de la Iglesia,
extendiéndola a nuevos temas surgidos con el avance del mundo. De manera muy
especial destaca en su Magisterio su clara preocupación por la persona humana, a tal
punto que ésta ha sido considerada el núcleo de sus enseñanzas sociales, en torno a la
cual se pueden articular temas tan diversos como la comunidad social, la nación, el orden
internacional, la propiedad, el trabajo y la economía. Con énfasis enseñaba que la
persona humana es tanto el origen como el fundamento y la meta de la vida social.

En el contexto mundial
Su Santidad Pío XII era considerado como el Papa de la paz. Como tal procuró por
todos los medios posibles evitar la nueva guerra en Europa: realizó por ello, en un último
intento diplomático, un llamado a todos para buscar resolver las diferencias
pacíficamente, por la vía del diálogo. En un mensaje radial, difundido el 24 de agosto de
1938, habló al mundo entero para invitarle a abstenerse del recurso a la guerra, a la vez
que le proponía un sensato programa de paz de cinco puntos, entre los cuales estaban: el
desarme general, el reconocimiento de los derechos de las minorías, y el derecho de las
naciones a la independencia.
Neutralidad durante la guerra
Durante el conflicto, Roma permaneció estrictamente neutral e imparcial. Llamó
incesantemente a la paz duradera en base a la ley natural.
Si bien ninguno de sus esfuerzos pacificadores logró evitar la guerra, el Papa Pío
XII logró salvar a Roma durante la ocupación alemana de la destrucción. Asimismo,
gracias a sus decididos esfuerzos, muchos sean quienes fueran pudieron hallar refugio en
el minúsculo Estado Papal del Vaticano. A lo largo de la guerra, una comisión pontificia
desarrolló un vasto programa de ayuda para las víctimas, especialmente para los
prisioneros de guerra.
Su legado
Pequeño de estatura, delgado y ascético de apariencia, su personalidad irradiaba
nobleza, servicio, bondad... y santidad. Siempre se le veía cordial con todos, preocupado
más en las necesidades de los demás que en las propias, dando abundantes muestras de
caridad concreta especialmente para con quienes sufrieron por la guerra... Su testimonio
de caridad y de santidad, sin duda, fue el origen de numerosas conversiones, de las
cuales la más famosa sería la del Gran Rabino de Roma, quien al bautizarse tomaría su
nombre: Eugenio Zolli. Él, impresionado por esa caridad y cuando todavía era el Gran
Rabino de Roma, recibió de Pío XII cuanto oro faltaba para reunir los cincuenta
kilogramos que la comunidad israelita había de entregar a las fuerzas alemanas de
ocupación en un lapso de veinticuatro horas, so pena de ser deportados sus principales
miembros; asimismo fue testigo de como, una vez desencadenada la persecución en
Roma, Su Santidad suspendía de modo extraordinario las severas prescripciones del
Derecho Canónico, de modo que se albergasen a las familias judías en la más estrecha
clausura. Muchos y magníficos ejemplos de esta extraordinaria caridad cristiana fueron
recogidos por Zolli en su obra Antisemitismo.
Por su grandeza de espíritu, y su gran sencillez y humildad, entregó su vida al
servicio de la Iglesia, mostrando una gran capacidad de trabajo y sacrificio, como un
verdadero "siervo de los siervos de Dios". «Pío XII ha entrado en la historia de la Iglesia
sobre todo como hombre que se consumió en holocausto, en aras del servicio de Dios, a
la Iglesia, a todos los hombres... Sacrificarse hasta el fin era para Pío XII lógico y natural.
"Dios me ha encomendado este ministerio y debo corresponderle con todas mis energías.
Un Papa no tiene derecho a pensar en sí". Ésa fue su convicción íntima, y obraba en
consecuencia». (Sor Pascalina Lehnert: Al servicio de Pío XII, BAC, p. 104).
Su capacidad de trabajo, de sacrificio y de entrega por los demás sin duda fue enorme,
llegando al grado de la heroicidad.
S.S. Pío XII fue llamado a la presencia del Padre el 9 de octubre de 1958.
Padre Jürgen Daum scv.
Su magisterio pontificio
Luego del bombardeo, hasta hoy no explicado de Roma y del Vaticano, Pío XII se
trasladó prestamente y sin escolta a los barrios afectados, en el primer automóvil que tuvo
a mano. Volvió con el hábito pontificio tinto en sangre
El Papa Pío XII fue un hombre de una extraordinaria formación humana y de vasta
cultura. Su sólida formación teológica y su ardiente amor a la Iglesia se manifiestan en su
fructífera labor de Magisterio, en la que hallamos documentos muy importantes:
✔ Summi Pontificatus
(20-10-1939) Sobre la decadencia moral en el seno de la humanidad y la regeneración en
Cristo por medio de la Iglesia.
✔ Divino afflante Spiritu

(30-9-1943), sobre los estudios bíblicos.


✔ Mystici corporis Christi

(29-6-1943), sobre la naturaleza de la Iglesia, "Cuerpo Místico de Cristo".


✔ Mediator Dei et hominum

(20-11-1947), sobre la sagrada liturgia.


✔ Humani generis

(12-8-1950), sobre las falsas opiniones contra los fundamentos de la doctrina católica.
✔ Munificentissimus Deus

(1950), sobre el dogma de la Asunción de María.


✔ Evangelii praecones

(2-6-1951), sobre el modo de promover la obra misional.


Sacra virginitas
(25-3-1954), sobre la sagrada virginidad.
✔ Haurietis aquas

(15-5-1956), sobre el culto al Sagrado Corazón de Jesús.


✔ Fidei donum

(21-4-1957), sobre las misiones, especialmente en África.


✔ Miranda prorsus

(1957), sobre líneas centrales en lo referente a los medios audio visuales.

Algunos discursos importantes

A Pío XII se le permitió ver, en 1954, desde los Jardines Vaticanos el "Milagro del Sol"
ocurrido en Fátima en 1917.
La Elevatezza
(20-2-1946), sobre la supranacionalidad de la Iglesia.
L’Importance
(17-2-1950), sobre la prensa católica y la opinión pública.
• Soyez les bienvenues

(18-4-1952), sobre los errores de la moral de situación.


• Discurso sobre los límites morales de los métodos médicos

(14-9-1952).
• Nous vous souhaitons

(13-4-1953), sobre la personalidad y conciencia.


• Vous avez voulu

(7-9-1955), sobre la Iglesia y la inteligencia de la historia.


• Algunos radiomensajes importantes

• La solennitá

(1-6-1941), en el 50 aniversario de la «Rerum novarum».


• Oggi

(1-9-1944), en el V aniversario del comienzo de la guerra.


• Benignitas et Humanitas

(24-12-1944), sobre el problema de la democracia.


• La famiglia

(23-3-1952), sobre la conciencia y la moral.

Juan XXIII

Juan XXIII se ganó rápidamente el sobrenombre de "Papa bueno". Así lo


percibían los cristianos de a pie y las personas que lo trataron de cerca. Junto a las
grandes empresas, como el Concilio Vaticano II, llevó a cabo sencillos gestos que
perduran y que también han cambiado la Iglesia.

TRADICIONES PARA LA HISTORIA

Cambios sencillos pero de calado, como el rezo público del Ángelus los
domingos. El Papa bueno instauró esta tradición de rezar desde la ventana del
Palacio Apostólico y dedicar una pequeña catequesis a los peregrinos.

CERCA DE LAS PERSONAS

Siempre intentó estar cerca de la gente, como Papa y como obispo. Fue el
primer pontífice que salió de las murallas vaticanas y visitó las parroquias de
Roma. También fue a hospitales y cárceles. Incluso en ocasiones esquivaba a la
Gendarmeria vaticana para salir solo o con uno de sus secretarios.

UN NOMBRE ÚNICO
Juan XXIII tuvo el coraje de tomar el nombre de un usurpador y
transformarlo. Hubo un antipapa en el siglo XV que se llamó Juan XXIII. El
cardenal Roncalli no tuvo miedo de usar el nombre que había manipulado un
impostor y que se evitó durante 500 años.

BUSCÓ LA PAZ

Fue testigo de dos guerras mundiales. Como resultado, dos regímenes polí-
ticos opuestos dividieron al mundo. Juan XXIII se dio cuenta de que era necesario
tender puentes e intercambió cartas con mandatarios como Kruschew, el líder de la
Unión Soviética.

MENSAJES PARA TODOS LOS HOMBRES

Dirigió por primera vez una encíclica a "todos los hombres de buena
voluntad" no sólo a los católicos. Fue "Pacem in terris", un vivo alegato contra la
guerra en el que reivindicaba que el conflicto armado no podía ser usado como un
instrumento para buscar justicia.

RENOVÓ LA CURIA

A los pocos meses de ser designado Papa, Juan XXIII convocó un


consistorio para la creación de nuevos cardenales y más de la mitad eran no
italianos. Rejuveneció la Curia y también creó por primera vez cardenales a un
japonés, un africano, un filipino y un venezolano.

CONCILIO VATICANO II

Sin duda, la mayor revolución de Juan XXIII fue el Concilio Vaticano II. Una
reunión de todos los obispos del mundo para estudiar la situación de la Iglesia. Un
Papa anciano, considerado de transición, fue capaz de llevar a cabo uno de los
cambios más profundos en la Iglesia de nuestro tiempo.

ECUMENISMO

Precisamente al Concilio Vaticano II invitó, como observadores, a


musulmanes, indios americanos y a miembros de todas las Iglesias cristianas.
Trabajó por el diálogo entre los cristianos de todas las confesiones. Puso en
marcha el primer organismo vaticano destinado a promover la unidad de los
cristianos.
Como sucedió con Juan Pablo II, miles de personas rindieron su último
homenaje a Juan XXIII cuando falleció. Y al igual que con el Papa Wojtyla también
con el Papa Roncalli se entonó el "santo súbito". Ambos serán elevados juntos a
los altares y quedará escrito un capítulo más en la historia común de estos dos
Papas pues fue Juan Pablo II quien beatificó a Juan XXIII en el año 2000.
Prioridades del Concilio para Pablo VI

En su discurso de reapertura del Concilio Vaticano II el 29 de septiembre de


1963, Pablo VI señaló cuatro prioridades:

Una mejor comprensión de la Iglesia católica, es decir, una definición más


completa de su naturaleza y del papel del obispo;
La renovación de la Iglesia;
La restauración de la unidad de los cristianos;
El comienzo del diálogo con el mundo contemporáneo.
Recordó a los padres conciliares que sólo unos pocos años antes, el papa Pío XII
había publicado la encíclica Mystici Corporis Christi, sobre el cuerpo místico de
Cristo. Él les pidió que no se repitiera o crearan nuevas definiciones dogmáticas.
Agradeció a los representantes de otras comunidades cristianas su asistencia y les
pidió su perdón si es que la Iglesia Católica era la responsable de las
separaciones. También recordó a los padres conciliares que muchos obispos del
este no habían podido asistir ya que los gobiernos comunistas no permitían sus
viajes.
El Concilio debatió sobre los textos de la Iglesia, sobre el ecumenismo y la
liturgia. Pablo VI afirmó a los padres reunidos que tenía la intención de visitar
Tierra Santa, dónde ningún otro papa había estado desde San Pedro.

Orientación ecuménica

Durante el Concilio Vaticano II, los padres conciliares evitaban realizar


declaraciones que pudieran herir a cristianos de otras confesiones. El cardenal
Augustin Bea, presidente del Secretariado para la Promoción de la Unidad de los
Cristianos una comisión preparatoria al Concilio, creada por el papa Juan XXIII,
que más tarde recibiría el nombre de Consejo Pontificio para la Unidad de los
Cristianos, había contado siempre con el pleno apoyo de Pablo VI en su intento de
garantizar que el texto del Concilio fuera amistoso y abierto a la sensibilidad de las
iglesias protestantes y ortodoxas, a quienes había invitado a todas las sesiones a
petición del papa Juan XXIII. Bea también participó activamente en la confección
del documento Nostra aetate, que regulaba la relación de la Iglesia católica con el
judaísmo y con los creyentes de otras religiones, y que finalmente fue aprobado
por 2221 votos contra 88, el 28 de octubre de 1965.

Diálogo con el mundo

Después de su elección como papa, Pablo VI se reunió primero con los


sacerdotes de su nueva diócesis. Les dijo que en Milán había comenzado un
diálogo con el mundo moderno y les pidió que buscaran el contacto con todas las
personas de todos los sectores sociales. Seis días después de su elección anunció
que continuaría el Concilio Vaticano II y convocó a su reapertura para el 29 de
septiembre de 1963 En su discurso radial de reapertura, Pablo VI recordó la
singularidad de sus predecesores, la fuerza de Pío XI, la sabiduría e inteligencia de
Pío XII y el amor de Juan XXIII. Como sus «metas pontificias» se encontraban la
continuación y finalización del Concilio Vaticano II, la reforma al Derecho canónico,
y la búsqueda de la paz social y la justicia en el mundo. La unidad del cristianismo
sería fundamental para sus actividades.

Apertura de la segunda sesión del Concilio Vaticano II.

Últimas sesiones del Concilio


Pablo VI abrió la tercera sesión del Concilio el 14 de septiembre de 1964,
diciendo a los padres conciliares, que él veía el texto sobre la Iglesia como el
documento más importante para finalizar el Concilio. A medida que el Concilio
había debatido el papel de los obispos en el papado, Pablo VI emitió una nota
explicativa que confirmaba la primacía del papado, un paso que fue visto por
algunos como una intromisión en los asuntos del Concilio de los obispos. Los
estadounidenses presionaron para lograr una pronta resolución sobre la libertad
religiosa, pero Pablo VI insistió en que esto sería aprobado junto con otros textos
relacionados, tales como el ecumenismo. El papa finalizó el tercer período de
sesiones el 21 de noviembre de 1964, con el pronunciamiento oficial de María
como «madre de la Iglesia».
Entre las sesiones tercera y cuarta, el papa anunció reformas en los ámbitos
de la Curia Romana, la revisión del derecho canónico, la reglamentación para los
matrimonios mixtos con participantes de varios credos, y las cuestiones del control
de la natalidad. La última y final sesión del Concilio, fue concelebrada con los
obispos de países donde la Iglesia era perseguida. Varios textos propuestos para
su aprobación debieron ser cambiados, siendo finalmente todos aprobados. El
Concilio concluyó el 8 de diciembre de 1965, en la fiesta de la Inmaculada
Concepción.
Siguiendo a su primer predecesor, Ambrosio de Milán, Pablo VI declaró a María
como madre de la Iglesia

Reformas en la Iglesia

Sínodo de obispos

El 14 de septiembre de 1965 se estableció el Sínodo de los obispos como


institución permanente de la Iglesia y órgano asesor del papado. Múltiples
reuniones se celebrarían sobre cuestiones específicas durante su pontificado,
como el Sínodo de los obispos sobre la evangelización en el mundo moderno, que
comenzó el 9 de septiembre de 1974.

Reformas en la Curia

Pablo VI conocía bien la Curia, ya que había trabajado en ella durante más
de 30 años (desde 1922 hasta 1954). Puso en práctica sus reformas por etapas,
en lugar de hacerlas de una sola vez. El 1 de marzo de 1968, emitió un
reglamento, un proceso que había sido iniciada por Pío XII y continuado por Juan
XXIII. El 28 de marzo, con su Pontificalis domus, y en otras varias constituciones
apostólicas adicionales en los siguientes años, se renovó toda la Curia, que incluía
la reducción de la burocracia, la racionalización de las congregaciones existentes y
una representación más amplia de los no italianos.

Elecciones papales

Pablo VI revolucionó las elecciones papales, ordenando que sólo los


cardenales de edad inferior a 80 años podrían participar en futuros cónclaves. En
su motu propio Ecclesiae sanctae, del 6 de agosto de 1966, se invitó a todos los
obispos a presentar su jubilación a más tardar al cumplir los 75 años.Este requisito
se hizo extensivo a todos los cardenales en 1970. Con estas dos estipulaciones, el
papa podía ocupar los cargos con jóvenes obispos y cardenales, e
internacionalizar el Colegio cardenalicio y la Curia romana, a la luz de varias
renuncias debido a la avanzada edad.

Misa de Pablo VI
La reforma de la liturgia había sido parte de los movimientos litúrgicos en el
siglo XX, principalmente en Francia, con Robert Schuman, y en Alemania, con
Romano Guardini, que fueron reconocidos oficialmente por Pío XII en su encíclica
Mediator Dei. Durante el pontificado de Pío XII, el Vaticano flexibilizó las
regulaciones sobre el uso del latín en la liturgia, lo que permitió un cierto uso de las
lenguas vernáculas en los bautizos, funerales y otros eventos. En 1951 y 1955, las
liturgias de Semana Santa fueron sometidas a revisión, sobre todo incluyendo la
reintroducción del Triduo Pascual.

El Concilio Vaticano II continuó con el mandato de una revisión general del


Misal Romano. En abril de 1969, Pablo VI aprobó el «nuevo orden de la misa»
(promulgado en 1970), que incluía muchas revisiones y cambios sustanciales,
como la introducción de tres nuevas plegarias eucarísticas, la supresión de las
oraciones de larga duración, tales como las oraciones al pie del altar y el último
Evangelio, la reintroducción de las oraciones que habían caído en desuso, como la
Oración de los Fieles, y la aprobación para el uso de las lenguas vernáculas. Hubo
otras instrucciones emitidas por el papa en 1964, 1967, 1968, 1969 y 1970 que se
centraron en la reforma de todas las liturgias de la Iglesia católica.
Estas reformas sustanciales no fueron bien recibidas por todos y en todos los
países. La repentina y aparente «prohibición» de la misa tridentina, rezada durante
400 años, cuya última revisión se había promulgado en 1962 por Juan XXIII, no se
explicaba bien. La experimentación con la nueva misa (como el uso de la música
pop/folk en comparación con el canto gregoriano por el que abogaba el papa Pío
X), junto con los cambios recurrentes en el orden de los santuarios, fue visto por
algunos como vandalismo.Posteriormente, en 2007, el papa Benedicto XVI aclaró
que la misa de Juan XXIII y la misa de Pablo VI son dos formas del mismo rito
romano. La primera, que nunca había sido "jurídicamente derogada", era ahora
una forma "extraordinaria del rito romano"; mientras que al segunda "obviamente
es y permanece como la forma ordinaria de la liturgia eucarística".

Reformas en las órdenes menores


Tras el Concilio Vaticano II, el 15 de agosto de 1972 Pablo VI firmaba la Carta en
forma de Motu Proprio "Ministeria quaedam", por la cual suprimía las llamadas
"Órdenes menores" y se transformaban en ministerios laicales.

Reorganización del Santo Oficio

El 7 de diciembre de 1965, Pablo VI redefinió las competencias y la


estructura de la congregación. Además, cambió su denominación a Sagrada
Congregación para la Doctrina de la Fe,respondiendo a numerosas quejas sobre
los métodos utilizados por la Inquisición para el examen de las doctrinas, y dando
prioridad a la naturaleza positiva de la corrección de errores sobre la base de que
"la Fe se defiende mejor con la promoción de la doctrina".En esta sentido, fue
abolido el Índice de libros prohibidos, cuya última edición fue publicada en 1948
bajo Pío XII.
Hasta 1968 el prefecto de la Congregación era el papa quien, sin embargo, rara
vez ejercía esta función, delegando esa tarea a un cardenal, con el título de
secretario. Desde esa fecha, el título de prefecto es ejercido por un cardenal u
obispo a la cabeza del departamento. La secretaría es la segunda posición más
alta en el orden de importancia de la Congregación.

Relaciones y diálogos

Para Pablo VI, un diálogo con toda la humanidad no era esencial como un
objetivo, sino como un medio para encontrar la verdad. El «diálogo» según Pablo
VI, se basa en la plena igualdad de todos los participantes. Esta igualdad se basa
en la búsqueda común de la verdad.

Pablo VI dijo referente a esto:


Aquellos que tienen la verdad, están en una posición de no tenerlo, porque
se ven obligados a buscar todos los días de una manera más profunda y más
perfecta. Los que no la tienen, pero buscan con todo su corazón, ya la han
encontrado.

Diálogos
En 1964, Pablo VI creó la Secretaría para las religiones no cristianas,
rebautizándola luego como Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso. En
1971, creó una oficina papal para el desarrollo económico y la asistencia
catastrófica. Para fomentar lazos comunes con todas las personas de buena
voluntad, decretó un día de paz anual que se celebraría el primer día de cada año
de enero. Tratando de mejorar la condición de los cristianos detrás de la Cortina de
Hierro, Pablo VI participó en un diálogo con las autoridades comunistas varias
veces, recibiendo al ministro de Asuntos Exteriores Andrei Gromyko y al presidente
de la Unión Soviética Nikolai Podgorny. La situación de la Iglesia en Polonia,
Hungría y Rumania mejoró considerablemente durante su pontificado.

Actividad pastoral con los artistas


El Concilio Vaticano II introdujo un cambio de actitud en la relación entre la
Iglesia católica y los artistas contemporáneos. El 7 de mayo de 1964, Pablo VI
convocó una misa con artistas en la Capilla Sixtina. En su discurso final, subrayó la
íntima vinculación entre arte y religión, y ofreció a los artistas una alianza de
amistad.67Este evento supuso un gran cambio pastoral en el diálogo
contemporáneo entre los artistas y la Iglesia.

Viajes por el mundo

Con sus diez viajes por el mundo, abrió nuevas vías para el papado, que
fueron continuadas por sus sucesores, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco.
Viajó a Tierra Santa en 1964, donde se reunió con el Patriarca de Constantinopla
Atenágoras I, logrando en 1965 la revocación de los decretos de excomunión
mutua lanzados en 1054 y que habían dado lugar al Cisma de Oriente y Occidente.

Estatua conmemorativa de la reunión entre Pablo VI y Atenágoras I en


Jerusalén.
Entre sus otros viajes se cuentan su participación a los Congresos Eucarísticos en
Bombay (India) y su viaje en 1968 a Bogotá y Medellín en Colombia. Cincuenta
años después de la primera aparición, viajó a Fátima en 1967. En 1969, realizó
una visita pastoral a África. El 27 de noviembre de 1970, durante su viaje a
Filipinas, fue el blanco de un intento de asesinato.
En octubre de 1965 durante su primera visita a los Estados Unidos abogó por la
paz ante las Naciones Unidas, debido principalmente a la intensificación de la
guerra de Vietman durante la presidencia de Lyndon B. Johnson:
Nuestra breve visita nos ha dado un gran honor; el de proclamar al mundo entero,
desde la Sede de las Naciones Unidas, «¡paz!». Nunca olvidaré esta hora
extraordinaria. Tampoco podemos llevar a un término más apropiado que el
expresar el deseo de que esta sede central de las relaciones humanas para la paz
civil del mundo, sea siempre consciente y digna de este gran privilegio.
No más guerra, nunca más guerra. Paz, es la paz que deben guiar los destinos del
pueblo y de toda la humanidad.
Pablo VI envió uno de los 73 «mensajes de buena voluntad» del Apolo 11 de la
NASA para el histórico aterrizaje lunar. Actualmente el mensaje todavía descansa
en la superficie lunar. Tiene escritos el Salmo 8 y el mensaje del papa: «A la gloria
del nombre de Dios, que da tanto poder a los hombres, que ardientemente ora por
este maravilloso comienzo».

Nueva diplomacia

Al igual que Pío XII, Pablo VI puso mucho énfasis en el diálogo con todas las
naciones del mundo mediante el establecimiento de relaciones diplomáticas. El
número de embajadas extranjeras acreditadas ante la Santa Sede se duplicó
durante su pontificado. Esto fue un reflejo de un nuevo entendimiento entre la
Iglesia y el Estado, que había sido formulado por primera vez por Pío XI y Pío XII y
decretado luego por el Concilio Vaticano II. La constitución pastoral Gaudium et
spes afirma que la Iglesia católica no está ligada a ninguna forma de gobierno. La
Iglesia mantuvo su derecho de elegir obispos por su cuenta sin ninguna
interferencia por parte del Estado.

Teología
Mariología

Pablo VI hizo importantes contribuciones a la mariología durante su


pontificado. Trató de presentar las enseñanzas marianas de la Iglesia en vista de
su nueva orientación ecuménica. En el discurso inaugural de su encíclica
Ecclesiam suam, el papa llamó a María como el ideal de la perfección cristiana. Él
se refiere a «la devoción a la Madre de Dios como de suma importancia en la vida
viviente del Evangelio».El papa Francisco destacó que a este Pontífice el pueblo
cristiano le estará siempre agradecido por la Exhortación apostólica Marialis cultus
y por haber proclamado a María “Madre de la Iglesia”, con ocasión de la clausura
de la tercera sesión del Concilio Vaticano II.

Encíclicas

Mense Maio

La encíclica Mense maio del 29 de abril de 1965, se centró en la Virgen


María, a la que tradicionalmente el mes de mayo se le dedica como la Madre de
Dios. Pablo VI escribió que 'María es razón para ser considerada como el camino
por el cual las personas van a Cristo. Por lo tanto, la persona que se encuentra con
María no puede dejar de encontrarse con Cristo'.

Ecclesiam suam

La encíclica Ecclesiam suam fue dada a conocer en la Basílica de San


Pedro, el 6 de agosto de 1964, durante su segundo año en el pontificado. Se
considera un documento importante, y versa sobre la identificación de la Iglesia
Católica con el Cuerpo de Cristo.
Mysterium Fidei

El 3 de septiembre de 1965, Pablo VI publicó Mysterium fidei, sobre el


misterio de la fe. Se opuso a las nociones relativistas que le han dado a la
eucaristía sólo un carácter simbólico. La Iglesia, según Pablo VI, no tiene motivos
para abandonar el depósito de la fe en un asunto tan vital.

Sacerdotalis Caelibatus

La encíclica Sacerdotalis celibatus (‘Celibato sacerdotal’ en latín), fue


promulgada el 24 de junio de 1967. Defiende la tradición católica del celibato
sacerdotal. Esta encíclica fue escrita a raíz del Concilio Vaticano II, cuando la
Iglesia Católica fue cuestionada y muchas de las prácticas antiguas fueron
sometidas a revisión. El celibato sacerdotal se considera una disciplina en lugar de
un dogma, y algunos esperaban que esta podría ser relajada. En respuesta a estas
preguntas, el papa reafirma la disciplina como una práctica de especial importancia
en la Iglesia Católica. La encíclica Sacerdotalis caelibatus confirma la tradicional
enseñanza de la Iglesia, que el celibato es un estado ideal y sigue siendo
obligatorio para los sacerdotes católicos. El celibato simboliza la realidad del reino
de Dios en medio de la sociedad moderna. El celibato sacerdotal está
estrechamente relacionado con el sacerdocio sacramental.

Populorum progressio

publicada el 26 de marzo de 1967, trató el tema del «desarrollo de los


pueblos» y que la economía del mundo debía servir a la humanidad y no sólo a
unos pocos. Toca una variedad de principios tradicionales de la enseñanza social
católica: el derecho a un salario justo, el derecho a la seguridad del empleo, el
derecho a condiciones de trabajo justas y razonables, el derecho a afiliarse a un
sindicato y la huelga como último recurso, y el destino universal de los bienes y
mercancías.
Además, la Populorum progressio opina que la paz real en el mundo está
condicionada a la justicia. Repite sus demandas expresadas en Bombay en 1964
para una gran escala sobre una Organización Mundial para el Desarrollo, como
una cuestión de justicia y paz internacionales. Rechazó las nociones de instigar
revoluciones y uso de la fuerza para cambiar las condiciones económicas.

Humanae vitae

Pablo VI en una reunión con el arzobispo de San Salvador, Óscar Romero.


La foto fue tomada seis semanas antes del fallecimiento del papa (junio de 1978).

De sus ocho encíclicas, la más conocida es la Humanae vitae, publicada el


25 de julio de 1968. En esta encíclica se reafirmó el punto de vista tradicional de la
Iglesia católica sobre el matrimonio y las relaciones conyugales y la condena
permanente del control de la natalidad artificial.Hubo dos comisiones papales y
numerosos expertos independientes que investigaron los últimos avances de la
ciencia y la medicina sobre la cuestión del control de la natalidad. Las opiniones
expresadas de Pablo VI reflejan las enseñanzas de sus predecesores, sobre todo
de Pío XI, Pío XII y Juan XXIII, y que nunca han cambiado, ya que en repetidas
ocasiones se indicaba aquello en los primeros años de su pontificado.
Para el papa, las relaciones conyugales cristianas son mucho más que una unión
de dos personas. Constituyen una unión de la pareja amorosa con un Dios
amoroso, en el que las dos personas crean una nueva persona materialmente,
mientras que Dios completa la creación mediante la adición del alma. Por esta
razón, Pablo VI enseña en la primera frase de la encíclica Humanae vitae, que la
transmisión de la vida humana es un papel más serio en el que las personas
casadas colaboran libre y responsablemente con el Dios Creador.Esta alianza
divina, de acuerdo con Pablo VI, no permite decisiones humanas arbitrarias, que
pueden limitar la providencia divina. El papa no pinta un cuadro excesivamente
romántico del matrimonio: las relaciones conyugales son un motivo de gran alegría,
pero también de dificultades y penas.La cuestión de la procreación humana
supera, a juicio de Pablo VI, las disciplinas específicas como la biología, la
psicología, la demografía o la sociología.La razón de esto, según Pablo VI, es que
el amor conyugal tiene su origen en Dios, que «es amor». Desde esta dignidad
básica, define su posición:
El amor es total, esa singular forma de amistad personal en la que marido y mujer
comparten generosamente todo, sin permitir excepciones no-razonables y no
pensando únicamente en su propia conveniencia. Quién realmente ama a su
pareja, ama no sólo por lo que recibe, sino porque ama a la pareja, por el propio
bien de esta, para poder enriquecer al otro con el don de sí mismo.

Pablo VI junto a Albino Luciani, patriarca de Venecia y sucesor a su muerte.

Consistorios

Pablo VI celebró seis consistorios entre 1965 y 1977, en los cuales se


promovieron 143 cardenales. Se llevaron a cabo el 22 de febrero de 1965 (27
cardenales), el 26 de junio de 1967 (27 cardenales), el 28 de abril de 1969 (34
cardenales), el 5 de marzo de 1973 (30 cardenales), el 24 de mayo de 1976 (20
cardenales) y el 27 de junio de 1977 (4 cardenales).
Los sucesores de Pablo VI hasta el papa Benedicto XVI fueron creados cardenales
por él. Su inmediato sucesor Albino Luciani, quien tomó el nombre de Juan Pablo I,
fue creado cardenal en el consistorio del 5 de marzo de 1973; Karol Wojtyła fue
creado cardenal en el consistorio del 26 de junio de 1967; y Joseph Ratzinger fue
creado cardenal en el consistorio del 27 de junio de 1977, que incluía también a
Bernardin Gantin de Benín, África. Este se convirtió en el último de los consistorios
de Pablo VI antes de su muerte en agosto de 1978.
Con los seis consistorios, Pablo VI continuó la política de
internacionalización iniciada por Pío XII en 1946, y continuada por Juan XXIII. En
su consistorio de 1976, cinco de los veinte cardenales procedían de África, uno de
ellos hijo de un jefe de una tribu que tenía cincuenta esposas.Varios prominentes
latinoamericanos como Eduardo Francisco Pironio (de Argentina), que sería más
tarde su confesor; Eugênio de Araújo Sales y Aloisio Lorscheider (de Brasil) fueron
también nombrados por él. Hubo voces en ese momento acerca de que el período
europeo de la Iglesia estaba llegando a su fin, una opinión compartida por el
cardenal británico Basil Hume.Al mismo tiempo, los miembros del Colegio
cardenalicio perdieron parte de sus influencias anteriores, después de que el Papa
decretara que no sólo los cardenales, sino también los obispos podían participar en
las comisiones de la Curia Romana. El límite de edad de 80 años impuesto por
Pablo VI, el en cerca de un 100% del número de cardenales, y la reforma a la
vestimenta real de los «príncipes de la Iglesia» contribuyó a una percepción
orientada al servicio de los cardenales en su pontificado.

Últimos años y muerte

El 16 de marzo de 1978, su amigo de juventud Aldo Moro, un político


demócrata cristiano, fue secuestrado por las Brigadas Rojas, que mantuvieron al
papa en vilo durante 55 días. El 20 de abril, Moro apeló directamente al papa para
intervenir, de la misma manera que Pío XII lo había hecho en el caso del profesor
Giuliano Vassalli. A sus ochenta años de edad, el papa escribió una carta a las
Brigadas Rojas:
No tengo ningún mandato para hablar con usted, y no estoy sujeto a ningún interés
privado en lo que respecta. Pero le quiero como a un miembro de la gran familia
humana, como un amigo de la época de estudiante y por un título muy especial
como a un hermano en la fe y como un hijo de la Iglesia de Cristo. Hago un
llamamiento que ustedes ciertamente no ignorarán;de rodillas se lo ruego, liberen a
Aldo Moro, simplemente, sin condiciones, no tanto por mi humilde y bien
intencionada intercesión, sino debido a que comparto con usted la común dignidad
de un hermano en la humanidad... Hombres de las Brigadas Rojas, me dejan, el
intérprete de las voces de muchos de nuestros conciudadanos, la esperanza de
que en sus sentimientos de corazón, que la humanidad triunfará. En la oración, y
siempre amándolos, espero prueba de ello
Paulus PP VI
Algunos integrantes del gobierno italiano acusaron al anciano papa de haber
tratado muy amablemente a las Brigadas Rojas. Él continuó buscando formas de
pagar el rescate por Moro pero fue en vano. El 9 de mayo, el cuerpo acribillado a
balas del secuestrado fue encontrado en un coche en Roma.Visiblemente afectado
y conmovido, el papa presidió su funeral en la catedral de San Juan de Letrán.

Muerte del papa

Rosalynn Carter junto a cardenales estadounidenses en delegación oficial para las


exequias del papa Pablo VI.
Pablo VI dejó la Ciudad del Vaticano, el 14 de julio de 1978, para ir a la residencia
papal de Castel Gandolfo, visitando en su camino la tumba del cardenal Giuseppe
Pizzardo,que lo había hecho ingresar en la Santa Sede medio siglo antes. Aunque
se encontraba enfermo, estuvo de acuerdo en reunirse con el nuevo presidente
italiano Sandro Pertini durante más de dos horas. Por la noche vio una película del
Oeste en televisión, feliz sólo cuando vio «los caballos, los animales más
hermosos que Dios ha creado».Tenía problemas respiratorios y necesitaba
oxígeno. Al día siguiente, domingo, en la Fiesta de la Transfiguración, se
encontraba cansado, pero quería rezar el Ángelus. No fue capaz, ni pudo
permitirse hacerlo, y se mantuvo en cama, aumentando su fiebre.
Desde su cama, participó en la misa del domingo a las 6 de la tarde, comulgando.
Después de ello, el papa sufrió un infarto agudo de miocardio, después de lo cual
continuó luchando por su vida durante tres horas. El 6 de agosto de 1978, a las
21:41, Pablo VI murió en Castel Gandolfo
A su muerte, se dispuso un funeral austero y sencillo, hecho que se vio
patente en el ataúd del papa, que era de madera y sin adornos ni decoraciones.
Sobre este, durante las exequias, se colocó un libro de los Evangelios.
Fue enterrado bajo el suelo de la Basílica de San Pedro. En su testamento, pidió
ser enterrado en «tierra verdadera» y por lo tanto, no tiene un sepulcro, solo una
tumba en el suelo.

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