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(KIKO ARGÜELLO)
MANILA, 23 ENERO 2003
iEscucha Israel!. iYo soy el único! iY tú amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, con toda tu mente y con todas tus fuerzas y amarás a tu prójimo
como a ti mismo!".
"¡Esto lo repetirás a tus hijos cuando estés en casa, cuando estés por la
calle, cuando te acuestes y cuando te levantes!".
Este texto tan importante para el pueblo hebreo a lo largo de los siglos y
que ha mantenido unida a la familia hebrea, nos ayuda a entender la
importancia de que los padres transmitan la fe a sus hijos y nos muestra
también que este mandamiento divino se ha dado a los padres y no se
puede delegar a otra persona.
Son ellos los que tienen que contar a sus hijos las obras que Dios ha hecho
en su favor.
Y después cuando los hijos han ido a la Universidad han descubierto que los
hijos habían perdido la fe.
No han obedecido al mandamiento según el cual ellos son los primeros que
principalmente deben transmitir la fe a sus hijos, según el mandamiento
divino.
Después de más de treinta años del inicio del Camino Neocatecumenal, uno
de los frutos que más nos consuela es ver la familia reconstruida.
En esta celebración los padres rezan los salmos de laúdes con sus hijos. Los
padres preparan una lectura, que puede ser también el evangelio de la misa
de ese domingo.
Entonces el padre pregunta a cada hijo: ¿"Que te dice Dios a través de esta
lectura para tu vida?". Impresiona mucho ver como los niños son capaces de
aplicar la palabra de Dios a su experiencia de vida.
Al final, después de que todos los niños han hablado, los padres dan una
catequesis basada sobre su experiencia. Dicen lo que la Palabra significa
para ellos.
Al final invitan a los niños a que recen por le Papa, la Iglesia, por los que
sufren, etc. Después rezan el Padrenuestro todos juntos y se dan el signos
de la Paz. Y así cada domingo en cada familia cristiana. . .
El resultado de esta preciosa atención de los padres hacia sus hijos es que
casi el 100% de los hijos del Camino Neocatecumenal permanece en la
Iglesia.
Y esto no es un movimiento.
Estas comunidades son en las parroquias como una iniciación cristiana que
pertenece a la Iglesia.
De la misma forma hoy mucha gente que ha recibido el bautismo tiene una
fe pequeña, una fe infantil. Esta fe tiene que crecer en un ambiente cómo la
Familia de Nazaret, haciéndose adulta obedeciendo al párroco y a los
catequistas, en obediencia al párroco y a los catequistas.
Así que estamos muy contentos de colaborar con el Pontificio Consejo para
la Familia y de dar nuestra pequeña contribución a través de lo que Dios
está haciendo con nosotros.
Me gustaría proponer todo esto a todos los demás, para ayudar a otra
gente, a otras optimas familias de todas las otras realidades cristianas que
tienen dificultad con sus hijos durante su crecimiento, en la escuela.
Nosotros hemos visto que nuestros hijos, educados en una familia estable,
no vacilan en la escuela. Se hacen objetores. Cuando en las clases de
educación sexual se les enseña a masturbarse y otras cosas contrarias al
Evangelio, se ponen de pie y hacen objeción de conciencia. Los padres van
a hablar con el director. No sucumben a todo esto.
Si hay una familia con muchos hijos que no puede llegar a final de mes, la
comunidad hace una colecta para ayudarles. La comunidad ayuda a la
familia y la familia salva a la Iglesia (aplausos).
A causa del trabajó no tenemos tiempo para volver a casa y comer juntos.
Las nuevas generaciones ya no comen juntos. En Europa no hay lugares de
encuentro, no hay tiempo.
Con ellos estamos buscando hacer una guía. Sobre la base de una
experiencia de más de treinta años, con familias de diferentes culturas y
clases sociales, podemos hacer algo válido, no sólo un esquema diseñado
en la mesa de un' bar, sino algo serio, una guía para la familia, una
experiencia del camino neocatecumenal a través de la cual la Iglesia puede
ayudar a la familia a transmitir la fe a los hijos.
Espero que esta pequeña semilla que ahora sembramos pueda un día
convertirse en un árbol lleno de frutos, porque si un niño de cuatro años ha
visto a su padre rezar en la asamblea con sinceridad, no lo olvidará jamás,
jamás (aplausos).