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LA MUJER SUNAMITA (2da de Reyes Cap 4:8-37 y Cap 8:1-6)

Humilde (importante), hospitalaria, generosa, inteligente, perceptiva, preocupada, sincera,


desinteresada, creativa, mujer de fe (confianza en el poder de Dios), con dominio propio, recatada,
prudente, obediente, temerosa de Dios. Esta es la descripción que podemos obtener de leer la historia
de esta gran mujer en la Biblia, quien se menciona aquí como la sunamita, por ser de Sunem, y aunque
no aparece su nombre, nos deja una gran enseñanza y un ejemplo a seguir como una mujer de fe y
obediente, que confía en Dios.

Veamos rápidamente como es resaltada cada cualidad de la sunamita:

HUMILDE ¿Por qué? En el v.8 del cap 4 se le describe como una mujer importante, probablemente era
una mujer rica e influyente, sin embargo, no utilizó su estatus como excusa para no pensar en la
necesidad del prójimo, al contrario, se valió de ello para beneficio de otros y es aquí donde podemos
ver otras de sus cualidades.

HOSPITALARIA y GENEROSA, fue ella quien tuvo la iniciativa de invitar al profeta de Dios a comer
en su casa cada vez que este visitaba la ciudad, inclusive le propuso a su esposo a que le hiciesen un
aposento para que Eliseo se hospedará cuando estuviera por allí (v.10), en el diseño y ambientación de
este aposento pudo dejar en evidencia su CREATIVIDAD.

Igualmente, de esta manera, demuestra ser una mujer INTELIGENTE y PERCEPTIVA, ella reconoce
en Eliseo a un varón de Dios y puede percatarse de la necesidad que tiene de contar con un lugar donde
reposar, ella se PREOCUPA de una manera SINCERA y DESINTERESADA (v.13) en proveer para las
necesidades de otros, en este caso para Eliseo.

De antemano, en su corazón, con todo el gozo y de manera voluntaria, la sunamita pudo cumplir con el
mandato de Dios de amar al prójimo, tanto que Dios la compensó dándole un hijo (v.14-17). El v.18 en
adelante, nos habla de lo que ocurrió con este niño, de como murió y cual fue la reacción de su madre,
lo que nos deja ver otras cualidades tan loables y buenas como las anteriores, en las cuales se evidencia
la condición espiritual de la mujer sunamita.

Es una MUJER DE FE, CON DOMINIO PROPIO, RECATADA y PRUDENTE. Ella, impulsada por el
sufrimiento en ese momento de aflicción, pudo haber dicho muchas cosas negativas, sin embargo,
decidió no pronunciar palabra y buscó la ayuda del profeta de Dios. No se desahogó, ni aún con su
marido y, aún cuando este la quiso persuadir de no ir, ella no le recriminó nada, su única palabra fue
“PAZ”(v.22,23), no hizo un drama de lo sucedido y fue muy discreta en lo que dijo (v.26), se mostró
serena y confiada, y siempre supo como conducirse, su comportamiento fue impecable, inclusive
cuando fue abordada por Giezi, el criado del Profeta, a quien Eliseo envió a preguntarle cómo les iba a
ella, a su esposo y a su hijo, ella simplemente le respondió: “BIEN”.

También vemos como ella, al dirigirse al Profeta para declararle lo que había sucedido, lo hace con
respeto y no con reproche, su actitud y determinación demuestra su confianza en Dios, es prueba de su
increíble fe en la capacidad de Dios para ayudarla (v.30). La Palabra de Dios nos dice en Hebreos 11:6
“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le
hay, y que es galardonador de los que le buscan”, y eso fue lo que ella hizo, buscarle, reconocer que
Dios tiene el poder de devolverle el hijo que le había dado y que lo que proviene de Dios es bendición.
Ella tenía por cierto lo que dice en Proverbios 10:22 “La bendición de Jehová es la que enriquece, y no
añade tristeza con ella.”
Más adelante (cap. 8), cuando surge un imprevisto en aquella región, el Profeta Eliseo y la Sunamita
tienen otro encuentro, él le dice que en su tierra habrá escasez de alimentos por 7 años y le da
instrucciones de partir con su hijo hasta que todo esto pase (v.1); ella se muestra OBEDIENTE, sin
cuestionar lo que el Profeta le dice, ni aún siquiera pensar en todo lo que poseía y que debía dejar,
atiende a lo dicho por Eliseo y se marcha. Pasados los 7 años, regresa a su tierra y va donde el rey a
implorar por su casa y por sus pertenencias (v.3), no lo hizo con actitud de exigencia, sino con
humildad y determinación, su conducta siempre reverente es como un tributo a Dios, quien se agradó
de ella por su mansedumbre, y le condujo al palacio en el momento justo, cuando el criado de Eliseo le
estaba contando al rey la historia de la vuelta a la vida del hijo de ella (v.5). Por su testimonio y el de
Giezi, el rey le otorgo la devolución de todos sus bienes (v.6).

De principio a fin, en la historia de esta mujer podemos ver su sinceridad, mansedumbre, fortaleza y
sobre todo su fe, ella no tuvo duda acerca del poder y bondad de Dios.

Aprendamos de La Mujer Sunamita a CUIDAR CADA PALABRA QUE SALE DE NUESTRA


BOCA (Lucas 6:45). Seamos también diligentes en buscar a Dios y confiar en Él, reconociendo que Su
poder no tiene límite y que quienes buscan a Dios nunca serán avergonzados. Vivamos nuestra vida de
tal manera que agrademos a Dios y, como a la sunamita, se nos haga como dice la Palabra en 1era de
Pedro 5:6,7: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere
tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.”

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