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La historia audiovisual
Las teorías y herramientas
semióticas
Paolo Bertetti
Prólogo de Charo Lacalle
Director de la colección: Lluís Pastor
ISBN: 978-84-9064-499-7
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño general y la cubierta, puede ser copiada, reproducida, almacenada o transmitida
de ninguna forma, ni por ningún medio, sea éste eléctrico, químico, mecánico, óptico, grabación, fotocopia, o cualquier otro, sin la previa
autorización escrita de los titulares del copyright.
Autor
Paolo Bertetti
Paolo Bertetti trabaja en la Universidad de Siena. Es el autor de diversas publica-
ciones sobre el cine y el imaginario de masas como la mirada de Lo sguardo degli
Angeli. Intorno ed oltre Blade Runner (Turín, 2002, con Carlos Scolari) y Conan il
mito. Identità e metamorfosi di un personaggio seriale tra letteratura, fumetto, cinema e televi-
sione (Pisa, 2011), así como estudios de la teoría y el análisis semiótico. Con Cart-
man Edizioni ha publicado Mediamercia. Semiotica e analisi dei media in America Latina
(2007, con Carlos Scolari).
© Editorial UOC Índice
Índice
Prólogo ......................................................................................... 13
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© Editorial UOC La historia audiovisual
1.2. Nivel de figuratividad ................................................. 81
2. La construcción del espacio ............................................. 86
2.1. El espacio de representación .................................... 87
2.2. Espacialidad y movimento ........................................ 90
2.3. Espacialidad y puesta en serie .................................. 91
2.4. El espacio representado ............................................. 93
2.5. Espacialidad y narración ............................................ 94
2.6. Espacilidad y figuratividad ........................................ 95
3. El tiempo ............................................................................. 99
3.1. Orden ............................................................................ 100
3.2. Duración ....................................................................... 104
3.3. Frecuencia .................................................................... 110
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Bibliografía .................................................................................. 185
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Charo Lacalle
Catedrática de Periodismo
Universitat Autònoma de Barcelona
Bibliografía
Casetti, F.; Di Chio, F. (1991[1990]). Como analizar un film. Barcelona, Paidós.
Gaudreault, A.; Jost, F. (1995). Como analizar un film. Barcelona, Paidós.
Casetti, F.; Di Chio, F. (1991[1990]). El relato cinematográfico. Barcelona, Paidós.
Genette, G. (1989[1972]). Figures III. Barcelona, Lumen.
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© Editorial UOC Capítulo I. Semiótica, audiovisual, historia, texto
Capítulo I
Semiótica, audiovisual, historia, texto
1. Semiótica
La palabra semiótica viene de la palabra griega semeiotiché, lo que
indica la doctrina de los signos. A su vez deriva de la seméion
(signo), palabra que deviene del arte de la adivinación y del ámbito
de la medicina (que se encuentra, por ejemplo, en los escritos de
Hipócrates), donde se indica que hoy, modernamente, los llama-
ríamos «síntomas». No es una coincidencia que seméion derive del
nombre de otra disciplina, la Semiótica médica, o Sintomatología,
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1. En los orígenes del antiguo concepto de signo cfr. Manetti 1987.
2. El manual más reciente con el que fortalecer la base de la disciplina, ver Traini 2006,
Pisanty-Zijno 2009.
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2. Audiovisual
2.1. Definición
En el Vocabolario della Lingua Italiana de Zingarelli, en una edi-
ción de hace unos años, se define así el término audiovisual:
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Debe tenerse en cuenta que los dos primeros son los adecuados
para definir el cine mudo, mientras que los otros tres son típicos
del cine sonoro (y otros tipos de audiovisuales).
Cada una de estas sustancias son el resultado de una organiza-
ción diferente (es decir, una forma lingüística diferente) de la ex-
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3. Historia
El tercer término en el que nos centramos es la historia.
Gérard Genette, en un texto fundamental para los estudios so-
bre la narración, dedicado específicamente a la historia literaria,
pero sucesiva y extensamente recuperado en gran medida también
por los estudios sobre el cine y lo audiovisual (Figuras III. Discurso
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4. Texto
Un último término sobre el que debemos detenernos es el tex-
to; de hecho, desde los años 70, la semiótica, con la llamada vuelta
textual, identifica el texto en su estudio a un nivel privilegiado. En
esos años, la atención de la semiología se mueve a partir del aná-
lisis de los sistemas generales de los signos en el estudio analítico
de las manifestaciones concretas discursivas, de los procesos se-
mióticos. En el caso de la semiótica del cine y lo audiovisual, esta
es la aportación natural de la idea expresada por Christian Metz,
según la cual el cine no es una langue sino una langage, y por ende,
la consecuente imposibilidad para la semiótica de llevar a cabo un
estudio formalizado de tipo gramatical. En el lenguaje cinemato-
gráfico, de hecho, no hay una unidad discreta común a todas las
películas, como por ejemplo los términos del vocabulario en el
lenguaje verbal, ni ningún criterio de gramaticalidad que establez-
ca lo que es aceptable o no en lo audiovisual, pues la aceptabilidad
depende de acuerdos mucho más lábiles, relacionados con los di-
ferentes géneros audiovisuales y diferentes contextos sociocultu-
rales de la recepción (Metz, 1972, pág. 213). Teniendo en cuenta
este hecho, el lenguaje debe ser analizado en su texto final, esto es,
en su modalidad de manifestación concreta, un texto del que se
deben estudiar los mecanismos específicos de operación e identi-
ficar los principios inmanentes que lo estructuran (a lo que Metz
llama sistema textual).
Entonces, ¿qué es un texto? Es, de hecho, un concepto cuya
definición es menos pacífica de lo que puede pensarse. Como se
ha señalado, el texto deviene de la palabra latina textus, participio
pasado de texere, tejido. Por lo tanto significa tela, con una metáfo-
ra que indica la organización del discurso lingüístico. El término
lo encontramos en Instituciones oratorias de Quintiliano. Desde aquí
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Figura 1.
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10. No obstante, cabe señalar que ya en los años 80, poco después de su formulación, el
recorrido generativo del sentido ha sido objeto de críticas puntales. En particular, Paul Ri-
coeur (1980, 1984: 2.1.3, 1985, 1990) hizo una serie de observaciones sobre los diversos
aspectos del modelo. En primer lugar (Cfr Marsciani 2000), el filósofo francés enfatiza en
el aspecto «mixto» de la gramática narrativa de Greimas, que no puede atribuirse sólo a una
instancia lógico-deductiva que dota de irreductibilidad a esta última con respecto a la narra-
tiva; en consecuencia la trayectoria generativa no puede suponer sólo el desarrollo de cierta
oposición lógica básica (el encuadrado semiótico). Por tanto, Ricoeur rechaza el postulado
greimesiano de la equivalencia entre los diferentes niveles de la trayectoria generativa, los
cuales podrían darse entre el nivel abstracto más profundo y el más superficial y una espe-
cificación concreta, pero no un incremento de sentido. En cambio, debemos reconocer que
cada transición del componente de la semiótica lógica se enriquece y complementa con las
contribuciones del nivel práxico, es decir, un conjunto de determinaciones que surgen en
el nivel de la acción «práctica», de emociones, de «componentes humanos que no son sus-
ceptibles a un ámbito puramente semiótico. En este sentido, uno no puede estar de acuerdo
con Marsciani cuando dice (1997: 3) que «la trayectoria generativa» (me refiero en concreto
a lo abstracto, es decir, a la profundidad), según una cadena de presuposiciones que definen
las condiciones de posibilidad; por lo que suponen el orden de lo trascendental y no disponen
de la capacidad predictiva de la gramática. En cuanto a nosotros, evitando problemas epis-
temológicos sobre esta cuestión, en lugar de explotar las capacidades operativas, lo utiliza-
remos principalmente como un esquema para organizar y articular los posibles diferentes
niveles de análisis de un texto.
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Capítulo II
La historia como un contenido narrativo
(historia)
tal y como venga dado un acto o un evento, aunque fuera único, viene
dotado de historia, porque hay transformación, la transición de un es-
tado a un estado progresivo o resultante. «Yo camino» presupone (y se
opone a) un estado de partida y otro de destino. (1985: 12-13)
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i Situación inicial
e Separación (de un personaje protector, un adulto, o la separación de un joven de su casa o
de un lugar protegido)
k Prohibición
q Infracción de la prohibición
v Investigación (de parte del antagonista)
w Denuncia (el antagonista recibe información de su víctima)
j Trampa (el antagonista aparece silenciosamente y engaña al héroe)
y Connivencia (el héroe, o al menos la víctima, caen en el engaño)
x / X Carencia / Fechorías
Y Mediación (La desgracia o la carencia se da a conocer)
W Inicio de la reacción (el héroe está de acuerdo / decide actuar)
é Partida del héroe de casa
D Primera función del donante (puesto a prueba)
E Reacción del héroe (superación de la prueba)
Z La recepción del ayudante mágico
R Transferencia (el lugar donde la lucha se llevará a cabo o la ejecución de la difícil tarea)
L / C Lucha (contra el antagonista) / tarea difícil (funciones alternativas)
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M Marcado
V / A Victoria / El cumplimiento de la tarea (funciones alternativas)
Rm Eliminación de la carencia o fechoría
ê Retorno del héroe a casa
P Persecución
S Salvación
° Llegada de incógnito (del héroe)
F Afirmaciones infundadas formuladas por un falso héroe fanfarrón
C Tarea difícil (propuesto al héroe)
A El cumplimiento de la tarea
I de identificación del héroe (el héroe es reconocido a través de una señal especial)
Sm Desenmascarando (al falso héroe)
T Transfiguración (del héroe)
Pu Punición (del falso héroe o de un antagonista)
N Boda
13. Aunque Propp no está muy decidido al respecto, hay que señalar que, lógicamente, en
el caso de la Carencia, en ausencia de antagonista, su eliminación no puede tener lugar a
través de la lucha y la victoria, sino a través de una prueba diferente y de su superación.
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Figura 3.
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Figura 4.
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3.2. Actantes y actores
Inspirado, además de en Propp, en los estudios del lingüista
francés Lucien Tesnière, Greimas (1966) implementa una distin-
ción fundamental entre los actantes y los actores. Si los actantes son
entidades narrativas abstractas, que se definen por su valor narra-
tivo, es decir, su papel es llevar a cabo la acción, para los actores
son sus logros en las entidades específicas y concretas, dotados
de propiedades y atributos figurativos. Un actor corresponde, en
otras palabras, a la manifestación concreta de los «personajes» de
un texto narrativo, con todos los atributos especiales que los dis-
tinguen y los hacen reconocibles, desde el nombre hasta las carac-
terísticas físicas, psicológicas, etc.; hablaremos de ello en el capítu-
lo IV, cuando nos dirijamos en detalle al problema del personaje.
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14. Para Greimas, de hecho, cualquier discurso, incluso la frase más simple, se organiza en
forma narrativa; puede decirse, en efecto, que en su teoría de la narrativa asumen el papel
del plan universal de contenido del lenguaje. Aquí no podemos hacer un breve resumen de
la teoría narratológica de Greimas; para una síntesis más amplia véanse Marsciani y Zinna
(1991), Bertrand (2000) y los capítulos en lo relativo a Pozzato (2001).
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narrativos, añadiendo las dos figuras del ayudante y del oponente. Por
lo tanto, constituye el llamado mítico modelo actancial (figura 5).
Figura 5.
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De acuerdo con las lógicas de actuación (post hoc, ergo propter hoc), el sujeto
debe primero adquirir una cierta experiencia para convertirse en un su-
jeto apto; de acuerdo con la lógica de las presuposiciones, haciendo que la
aptitud del sujeto implique una competencia preliminar al hacer.
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dimensión cognitiva del sujeto que actúa. Si bien esto puede es-
tar bien para los cuentos populares, no se puede decir lo mismo
cuando se van a analizar textos narrativos más complejos. Fue al
darse cuenta de estos aspectos cuando, en los años 70 (y en par-
ticular en su ensayo «Pour une théorie des modalités», de 197615),
Greimas desarrolló su teoría de los modos narrativos.
En lingüística se considera modal un predicado que modifica un
segundo predicado que sigue en el enunciado de la cadena sintag-
mática; esta modificación se llama modelización. Por ejemplo, dado
el enunciado «Jorge come cerezas», la inclusión del predicado que-
rer antes del predicado comer modifica el valor: «Jorge quiere co-
mer cerezas». En otras palabras, una cosa es «ganar la lotería», y
otra es «quiero ganar la lotería». Se observa que se da una mode-
lización incluso en el caso en que los dos predicados tengan un
sujeto diferente, como en el enunciado «Jorge quiere que Manuela
coma cerezas».
Ahora bien, si tenemos en cuenta que las declaraciones narra-
tivas principales se distinguen en los enunciados del ser, y de ser
dicho, es concebible que ambos se puedan encontrar de vez en
cuando en posiciones de modelizante o modelizado, dando así lu-
gar a cuatro combinaciones. Se corresponden con los cuatro ele-
mentos que constituyen la estructura fundamental de la narrativa,
de acuerdo con el siguiente esquema:
manipulación (o contrato) de hacer
competencia ser del hacer
aptitud de ser
sanción ser del ser
Tomemos, por ejemplo, el contrato. Generalizándolo se puede
considerar como una figura de manipulación: alguien (el Emisor)
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hace que alguien más (el Receptor) haga algo, para llevar a cabo, es
decir, una cierta acción. Por ejemplo, el rey ordena al héroe resca-
tar a la princesa del dragón, con la promesa de darle la mano de
su hija, o un joven busca ganarse a una hermosa doncella (situán-
dose, por tanto, como un emisor en sí mismo: es indiferente que
las posiciones lógicas de emisor y receptor sean representadas por
diferentes actores o por el mismo actor). Esta situación puede de-
finirse sintácticamente, a nivel de enunciado elemental, un de hacer.
A su vez, la competencia puede ser descrita como un «ser del ha-
cer», en el que el ser es el conjunto de capacidades de la existencia
de lo que es la premisa del hacer. Esta competencia puede a su vez
ser definida a través de una serie de submodelizaciones; basadas
en el estudio de los textos, Greimas (1972: 49) propone definir la
competencia como «la voluntad y/o poder y/o saber-hacer del sujeto
que presupone su hacer potencialmente apto».
Como observa Pozzato (2001: 50-51), de hecho, la idea de
Greimas es que la base de la relación entre una persona y otra
persona, o entre una persona y el mundo, se basa en cuatro líneas
básicas:
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17. Vale la pena observar que en el spot, de manera plenamente coherente con el modelo
proppiano, antes de la sanción, debe haber una identificación veraz y procedente de parte
de la doncella del Héroe de incógnito y su posterior Transfiguración: de hecho, la clásica
invitación para salir del Caballero («¡Niña que ya eres mía, cierra el gas y vente conmigo!»),
al cual la doncella le responde rebelde: «Loco, el hombre que amo es muy importante, es
fuerte y moreno y tiene un bigote que conquista», nuestro héroe comienza a girar sobre sí
mismo, convirtiéndose en Paulista («¡¡¡amorrrr, ese hombre soy yo!!!»).
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que resultará ser una replicante, aunque carente del límite de vida
como tienen los otros seres artificiales. Este PN se encuentra al
menos parcialmente en oposición al primero, porque si bien es
cierto que Rachel no está entre los replicantes que Deckard tie-
ne que retirar, sigue siendo una replicante libre en la Tierra, cuya
captura entra de forma más general en las tareas institucionales de
la unidad Blade Runner, de la que forma parte Deckard. Tal Pn
está modelizado según la voluntad de cuando Deckard realiza en
ella la revisión visual para la identificación de los replicantes y lue-
go se centra en la visita a la casa de Rachel por parte de Deckard
y la escena de amor subsiguiente. Pone su sello final, cuando los
dos caen volando desde la ciudad hasta el norte18. En la realiza-
ción de este programa narrativo se puede identificar un segundo
Emisor, identificable en Gaff, un misterioso individuo que con-
trola el trabajo de Deckard y que, al final, deja a Rick escapar con
Rachel, situándose en el explícito papel de Emisor sancionador,
atribuyendo al cazador de replicantes algún tipo de premio por su
buen trabajo. Ambas figuras de Emisor (Bryant y Gaff), vale la
pena señalar, son representativas metonímicas de una institución
represiva que actúa como una especie de hiper-Emisor.
En cuanto a los replicantes, su programa narrativo principal
es, obviamente, la búsqueda de la longevidad. Sin embargo, de-
bería pensarse en un programa narrativo implícito (Pn3), sobre
los perseguidos en el periodo anterior a la revuelta y fuga de las
colonias de otros mundos, programa que comparten con creces
en su semejanza e identidad con la obediencia propia de un doble
Emisor, su creador Tyrel y el Gobierno terrestre (o quien sea), que
los usaban como máquinas de guerra en un conflicto espacial ya
mencionado. La rebelión los instituye como Sujetos de acuerdo
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Deckard
Pn1: Eliminación de los replicantes
D1= Bryant, Gaff, S1 = Deckard, O = retirar los replicantes
Pn 1a: Identificación de los replicantes (PN de uso)
S1 = Deckard, O = Saber (Identidad de los replicantes y sus ubicaciones)
Pn2: Romance con Rachel (base PN; en contraste parcial con PN1)
Replicantes
Pn3: Obediencia al creador (hacer la guerra en las colonias exteriores)
D = Tyrell, S1 = Replicantes, O = [no explícitos]
Pn4: Búsqueda de la longevidad (Pn de base)
D = Replicantes, S1 = Replicantes O = larga vida
Pn4a: Vuelta a su tierra (Pn de uso)
Pn4b: Encubrimiento y camuflaje (Pn de uso)
Pn4c: Eliminación de los blade runner (Pn de uso)
Pn4d: Adquisición del saber (Pn de uso)
Pn4e: Adquisición del acceso (poder acceder) (Pn de uso)
Pn5: Matanza de Tyrell. En realidad es una sanción. Bryant se erige como Emisor sancionar
del trabajo de Tyrell.
Pn6: Salvación de Deckard
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Capítulo III
La historia como discurso: cifras, espacios,
tiempos
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19. Sin embargo, Greimas y Courtés (1979) señalan que las figuras no son representaciones
puras de los objetos del mundo, ni las simples reproducciones de nuestras percepciones,
sino que son siempre el resultado de algún tipo de mediación cultural, es decir, los elementos
están ya semiotizados, ya dotados de sentido.
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1.1. Configuraciones y razones
La manifestación de las estructuras narrativas a través de las
figuras del mundo (es decir, el proceso de figurativización), y rara
vez puntual, lo que significa que una figura no se presenta casi
nunca aislada, sino que llama a otras figuras a asociarse. Retoman-
do un ejemplo de Greimas (en Greimas y Courtés, 1979), si el
valor «potencia» se puede expresar por una figura como «coche»,
lo mismo se puede hacer con la figura «instalaciones», la cual dará
lugar a una serie de figuras afines a ella (un montón de carrete-
ras, aparcamientos, etc.), dando un contorno figurativo al sujeto
de la acción, que se convertirá en un actor caracterizado por un
conjunto claro de atributos (por ejemplo, pueden ser un piloto,
un conductor de un camión o un simple conductor)20. Las figuras,
en suma, no son objetos cerrados en sí mismos, sino que se en-
cuentran y unen a otras figuras estrechamente relacionadas, que
forman las constelaciones figurativas que tienen su propia orga-
nización. Por ejemplo, «la figura del sol organiza un campo figu-
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21. Esto es lo que tratamos de hacer nosotros mismos en Bertetti, 2002, analizando la figura
de la «ciudad del futuro» en el género de la ciencia ficción a través de la literatura, el cine
o la ilustración.
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Figura 6.
Figura 7.
1.2. Nivel de figuratividad
Para Greimas, el nivel figurativo no es solo propio de la se-
miótica visual, sino que pertenece a todos los sistemas semióti-
cos, incluidos los basados en lenguajes naturales; obviamente, de
acuerdo con los distintos sistemas, pero también de acuerdo con
los diferentes géneros discursivos, tendremos discursos que se
22. Para una reseña más completa nos referimos a Cohen, 2002: 15-18.
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23. No es sorprendente, observa Odin, ver que en alguna película la detención del movi-
miento solo sirve para volcar al espectador en la película, sino también, añadimos, para
enfatizar la ficcionalidad de la narración. Al final de Mr. Hoola Hop de Joel y Ethan Cohen,
sin embargo, la detención repentina de la caída del protagonista, que está cayendo desde
un rascacielos, además de crear un efecto de sorpresa, marca la transición de la película a
un registro definitivamente fantástico.
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2.2. Espacialidad y movimento
Otro aspecto de la espacialidad fílmica, bien aclarado por Ca-
setti y Di Chio (1990: 134-138), es el relativo a las relaciones que
puedan existir entre los movimientos de la cámara y los movi-
mientos dentro del espacio representado. En este sentido, los dos
autores identifican cuatro tipos diferentes de espacios:
26. Para saber más sobre la espacialidad sonora y más en general sobre el sonido en el cine
y en el audiovisual, véase Chion 1990.
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Figura 8.
27. Para una explicación más detallada de los conceptos de puesta en escena, puesta en cuadro
y puesta en serie, véase Casetti y Di Chio 1990: 115-129.
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Figura 9.
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2.5. Espacialidad y narración
Además de la organización topológica del plano de la expre-
sión, la problemática de la espacialidad también se encuentra en
el plano del contenido: como se ha dicho, de hecho, en cada texto
la construcción del mundo diegético se basa en la construcción
de un espacio narrativo. Cada narrativa «además de estar basada
en un orden de los acontecimientos de tipo causal-temporal, arti-
cula su propio contenido a través de una estructura espacial pre-
cisa» (Marrone, 2001: 297-98).
Esto es algo bien conocido por los folcloristas: Propp ya dis-
tinguió en los cuentos de hadas entre un espacio propio, la casa en
la que el héroe nace y vive, y un espacio ajeno en el que el héroe
se mueve para llevar a cabo sus hazañas. Con los estudios folcló-
ricos se retoma la clásica distinción, formalizada por A. J. Grei-
mas, entre espacios tópicos (aquellos en los que se llevan a cabo las
acciones del Sujeto) y espacios heterotópicos (aquellas circunstancias
en las que no tiene lugar la acción, pero en las que se han puesto
las fases iniciales –el contrato– y finales –la sanción–de la narra-
ción); dentro de los espacios tópicos, Greimas distingue entonces
entre espacios paratópicos (donde se adquieren las habilidades nece-
sarias para llevar a cabo la acción) y espacios utópicos (en los que se
produce el rendimiento).
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2.6. Espacilidad y figuratividad
Un espacio, según Greimas, siempre se define en relación con
otro espacio: el «aquí» siempre supone un «otro lugar», un espa-
cio englobante que implica un englobado28. Esto crea una pri-
mera disyuntiva fundamental, un verdadero y propio significante
que luego puede ser investido de significados variables (naturale-
za/cultura, sagrado/profano, humano/no humano), que puede a
su vez estar sujeto a una valoración positiva o negativa, sobre la
base de una categoría genérica como euforia/disforia. El espacio
de la historia es siempre un espacio estructurado (no casual), or-
ganizado de acuerdo con diferentes características, pero preciso.
Siempre es un espacio significante, en cuanto que la organización
espacial se hace cargo de un sentido.
La organización de los espacios diegéticos (es decir, los espa-
cios delimitados dentro de un texto narrativo) está, por tanto, or-
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29. El término semisimbólico fue acuñado por Greimas (1984) para referirse a una catego-
ría particular de sistemas semióticos, integrando la tipología del lenguaje propuesta por
Hjelmslev (1943a). El lingüista danés, de hecho, distingue dentro de los lenguajes entre sis-
temas semióticos (biplanos), tales como el lenguaje verbal, en el que la organización en el plano
de la expresión es diferente de la del contenido, dándose una forma diferente para cada
plano, y los sistemas simbólicos, en los que una única forma organiza los dos planos, para los
cuales cada elemento de la expresión corresponde a un solo elemento del contenido (este
es el caso, por ejemplo, del semáforo o de un simple reloj que marca solo las horas). En
los sistemas semióticos, por otra parte, se dan conmutaciones, ya que las variaciones de un
elemento en uno de los planos corresponde a otro similar en otro plano, mientras que en
los sistemas simbólicos esto no es posible. Los sistemas semisimbólicos, no previstos por
Hjelmslev, son en cambio aquellos sistemas que presentan una conformidad entre los pla-
nos y conjuntos conmutables entre los elementos. Se trata de sistemas en los que la relación
de significación tiene lugar entre categorías binarias y no entre elementos aislados.
30. Cfr. Bertetti 2002.
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3. El tiempo
A nivel del discurso también estudiamos las formas en que
se produce la colocación temporal de acontecimientos. En la se-
miótica generativa a todos estos procedimientos se los llama tem-
poralización.
El tiempo es una dimensión intrínseca e imprescindible en ca-
da historia, y más aún de la historia audiovisual: en primer lugar,
cuando se narra, se hace más bien con palabras que con imágenes,
se describe una serie de acontecimientos que tienen lugar en el
tiempo; por otra parte, no menos importante, nuestro propio acto
de narración tiene una duración determinada en el tiempo.
Como dice Metz (1968: 27), «la historia es una secuencia do-
blemente temporal»: en su interior, de hecho, se pueden encontrar
un tiempo de la historia y un tiempo de la narración. El primero es el
momento de los hechos dentro de la narrativa, en su colocación
temporal y en su duración, por ejemplo en los ochenta días exac-
tos que, en el año de gracia de 1872, Phileas Fogg necesita para
navegar alrededor del mundo en la novela de Julio Verne o en
la clásica película de Michael Anderson; el segundo es el tiempo,
siempre como ubicación y duración, en que se produce el hecho
que se narra. En el cine, la diferencia entre ambos valores es en la
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3.1. Orden
Según una distinción clásica ya identificada por la escuela for-
malista rusa a principios del siglo pasado, en un texto narrativo
se entiende por fábula una historia en su secuencia cronológica,
mientras que el concepto de trama, en cambio, se refiere a la se-
cuencia de acontecimientos tal y como son contados en el texto.
En una historia, de hecho, los acontecimientos pueden ser narra-
dos en el orden en el que tuvieron lugar, o en un orden diferente,
dictados por particulares necesidades expresivas o por la inten-
ción de crear efectos especiales con intensidad, como una sensa-
ción de misterio o un efecto de suspense; Genette habla en este
sentido de anacronías. Puede pensarse en el ejemplo de una pelícu-
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3.2. Duración
La categoría de la duración (o velocidad) narrativa se refiere a
la relación entre el tiempo de la historia (la duración de los acon-
tecimientos narrados), y el de la narración (la duración de la na-
rrativa). Genette (1972) identifica cuatro formas canónicas: la es-
cena, el sumario, la pausa y la elipsis.
En la escena, el tiempo de la historia y el de la narración son
iguales; en el caso del sumario, sin embargo, el tiempo de la na-
rración es más corto que el de la historia, mientras que en la pau-
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3.3. Frecuencia
Como ya se ha mencionado, la categoría se refiere a la relación
entre la historia y la narración. De hecho, se puede:
1) Contar una vez lo que sucedió una sola vez. Es la forma evi-
dentemente más común, que Genette llama narración singulati-
va.
2) Contar n veces lo que sucedió n veces. De hecho, es una figura
comparable a la anterior, porque las repeticiones en la narra-
ción se corresponden con las repeticiones de la diégesis.
3) Contar n veces lo que pasó una sola vez. Es la llamada narración
repetitiva: se da, por ejemplo, cuando el mismo episodio es visto
varias veces a través de diferentes puntos de vista, como en
Rashomon de Akira Kurosawa.
4) Contar lo que pasó una sola vez n veces. Corresponde a la
llamada narración iterativa (o sintética), que en los textos audiovi-
suales es algo problemática, según lo observado por Casetti y
Di Chio (1991: 154) y Rondolino y Tomasi (1995: 40). De he-
cho, la imagen es esencialmente singulativa: una sola imagen
no puede mostrar uno o más acontecimientos que ocurren si-
multáneamente, indicando que se producen en aquel momen-
to. Sin embargo, una película no está hecha solo de imágenes
y el uso de una voz narrativa (voz en off) que nos dice, por
ejemplo, que el protagonista se levanta todas las mañanas a las
siete, para indicar una iteración. De hecho, la película también
ha desarrollado técnicas específicamente visuales que sugieren
iteración. Este es el caso, por ejemplo, del conjunto de una
serie de imágenes, generalmente breves, que nos muestran el
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Capítulo IV
La historia como discurso: el personaje
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34. En el término «Personaje» del Dictionnaire encyclopédique des sciences du langage, compilado
junto con Oswald Ducrot (Ducrot y Todorov, 1972).
35. Esto fue para otros solo un aspecto más general del reduccionismo que ha caracteri-
zado a la primera fase de los estudios sobre la historia, que con una cierta identificación
excesivamente esquemática miraba a la identificación de estructuras narrativas constantes
y universales, relegando a aquello fuera del campo de interés de los elementos formales,
como el personaje, que parecía absolutamente ligado a lo particular y a lo contingente.
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36. Véase, por ejemplo, como indica Tomasevskij (1928: 337): «Un procedimiento habitual
para agrupar y conectar una variedad de razones es la introducción de personajes como
portadores de vida».
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Según Hamon:
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• evocación;
• nominación, muy importante en la literatura, por lo menos en
el cine y en el audiovisual, donde algunas funciones, como el
reconocimiento o la construcción de un efecto de realidad, son
buscadas a través de la imagen;
• puesta en escena (no coincide con la puesta en cuadro: esta última,
de hecho, puede ser anticipada por la imagen);
• puesta en cuadro, corresponde a la enunciación de la imagen pro-
pia del personaje (véase abajo);
• enunciación de la imagen propia del personaje, o «ese encuadre que
se da al personaje representado en una imagen que se permite,
y se permitirá en el transcurso de la película, para reconocerlo
y distinguirlo de otros personajes» (Tomasi, 1988: 26). La ima-
gen propia consistirá en realizar las funciones del nombre en
el texto literario; en este sentido, se trata, a nuestro parecer, de
una categoría teóricamente muy interesante.
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una figura que de un modo u otro sale del texto para establecerse en el
más amplio universo cultural para concurrir y mezclarse con los objetos
y las personas del mundo de la experiencia [...] un verdadero y digno
héroe que pierde el apego a un texto y a su autor y vive en la mente de
los lectores. (Marrone, 2003: 25-26)
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2. Focalización, ocularización,
auricularización
Las categorías de Genette, aunque nacidas de la historia litera-
ria, tuvieron un fuerte impacto en la narratología fílmica, por cier-
to bastante predecible, dada su inmediata referencia a la mirada.
Sin embargo, si la formulación de Genette parece volver (al
menos en sentido figurado) a un punto de vista eminentemente
óptico –la posición y el ángulo de visión sobre los hechos– en
realidad la naturaleza del enfoque es más complejo e involucra a
varios aspectos (véase Cuccu, 1987). Ya Rimmon-Kenan (1983)
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38. La sugestiva expresión pertenece a Laffay Albert (1947). Volveremos con más detalle
en el siguiente capítulo.
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view shot), definida por Branigan (1984: 57) como «un encuadre en
el que la cámara asume la posición del sujeto con el fin de mostrar
lo que ve», los seis elementos se distribuyen en dos encuadres.
En un primer encuadre –definible como A– tenemos dos ele-
mentos:
1. point, es decir, el establecimiento de un punto en el espacio;
2. glance, es decir, el establecimiento de un objeto, por lo ge-
neral fuera del campo, a través de la mirada desde el punto men-
cionado.
Entre los dos encuadres tenemos:
3. una transición, entendida como una continuidad temporal o
como una simultaneidad, garantizada por el montaje.
En el segundo encuadre –que puede llamarse B– hay otros dos
elementos:
4. (from) point, es decir, el punto en el que se pone la cámara,
identificado en el primer encuadre;
5. object, entendido como la revelación del objeto al que se
dirige la mirada del encuadre A.
En ambos encuadres se encuentra el:
6. character: el tiempo y el espacio de los primeros 5 elementos
deben estar justificados por –o relacionados con– la presencia o
no de la conciencia de la presencia del personaje que está mirando.
Para Branigan, por lo tanto, un POV shot debe ser ampliamen-
te contextualizado. Ahora, en el caso de la ocularización primaria
debe saberse que teóricamente no habría la posibilidad de hacer
implícita la presencia de un contracampo o de cualquier contex-
tualización. De hecho, salvo en casos extremos, como en La dama
del lago de Robert Montgomery (1947), rodada íntegramente en
subjetiva y en la cual el contracampo está en gran medida ausente,
el uso de la ocularización interna primaria es muy limitado, ya que
sigue siendo el problema de anclar la imagen en subjetiva a un
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39. En la misma línea Chion (1990) presentará, para el componente sonoro, la expresión
de «punto de escucha».
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40. Un problema similar se encuentra quizás en Jost (1987), cuando habla acerca de la ocu-
larización cero, de diversos grados de ostentaciones enunciativas, de las enunciaciones en-
mascaradas (que se dan cuando la presencia de la máquina fotográfica, y con ella la instancia
de la enunciación, se oculta, como sucede en la película clásica de Hollywood, creando un
efecto de transparencia) a la enunciación marcada, en la cual en cambio viene destacada la
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Tabla 3.
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Tabla 4.
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• débrayage actancial
• débrayage espacial
• débrayage temporal
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Tabla 5.
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Tabla 6.
Tabla 7.
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personaje ficticio e invisible que la obra común [el director y los traba-
jadores] ha dado origen y que, a nuestras espaldas, pasa por nosotros las
páginas del álbum, dirige nuestra atención con discreción a este o aquel
detalle, cambia un punto dado de la información necesaria y, especial-
mente, da ritmo al transcurso de las imágenes. (Laffay, 1964: 81-82)
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46. Con tal expresión, Eco (1979, 1984) resume el conjunto de las competencias de un
posible sujeto de la semiosis, sobre la base de aquellas que es posible interpretar; se trata de
un concepto más amplio que el de código, ya que incluye todas las competencias poseídas
por el sujeto, por lo tanto, no solo en cuanto conocimientos codificados, sino también en
cuanto competencias extensivas, o informaciones en el ámbito de referencia del texto.
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47. Cfr. Hjelmslev 1943b, que distingue dentro de una lengua entre esquema, norma y uso: el
esquema es la lengua como forma pura, abstracta, que corresponde a la langue de Saussure,
la norma es el conocimiento lingüístico socialmente compartido por los hablantes, el uso es
un conjunto de hábitos lingüísticos, flexibles y temporales.
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48. En este sentido, para retomar una definición de Odin (1990: 144), un código no es
la descripción de un lenguaje formalizado, sino más bien «un proceso de «aspiración a la
formalización» de diferentes niveles de funcionamiento del lenguaje cinematográfico» por
el analista.
49. Incluyendo la cuestión del origen del sonido, del que ya hablamos en el capítulo 3, párr.
2.
50. Nos centraremos en el montaje en el párr. 4 de este capítulo.
51. Véase el cap. 3, párr. 1 de este volumen.
52. Vamos a hablar sobre el elemento plástico de las imágenes en la siguiente sección.
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– organización prospectiva
– márgenes del cuadro (espacio in frente a espacio off)
– modos de recuperación (escala de campos y planos, angula-
ción e inclinación de la cámara)
– iluminación
– blanco y negro / color.
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55. Véanse, entre otros, Aumont y Marie, 1988; Casetti y Di Chio, 1991; Rondolino y To-
masi, 1995; Bertetto, 2010, y especialmente Bordwell y Thompson, 2001. La ausencia es
aún más relevante en relación con la dimensión sonora (a pesar de las referencias a algunas
cuestiones específicas en el párr. 3.3), refiriéndonos a Chion, 1982 y 1990. Para un mapa
actualizado de las cuestiones relacionadas con el sonido, véase Meandri y Valley (ed.), 2010.
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56. Se observa que, según algunos estudiosos, no es correcto asimilar tout court el nivel
plástico al plano de la expresión. De hecho, sería el resultado de una estrategia de lectura
que privilegia dentro del plano de la expresión la posibilidad de semantización autónoma
independiente de revestimiento figurativo. Cfr. Marrone 1995.
57. Véase en particular Greimas 1984.
58. Cfr. Polidoro 2008.
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59. Ejemplar en este sentido es Eisenstein, 1934, ya que el cineasta soviético examina una
secuencia de su película El acorazado Potemkin «para demostrar la relación de composición
entre tomas en términos plásticos» (Eisenstein, 1934: 123).
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– Categorías cinéticas
– Categorías rítmicas
• Categorías acústicas
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63. Para Hjelmslev (1943a), sin embargo, el término tiene un valor diferente y más limitado,
lo que indica que la manifestación de los morfemas, es decir, de la unidad del valor de la
gramática y no la semántica básica, sería manifestada en cambio por el tema (o formativo).
64. Cfr. Floch 1979: 28.
65. Cfr. Greimas 1984: 205, y Floch 1979: 28 y 1985: 169.
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Figura 11.
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Tabla 8.
Frontalidad Lateralidad
Centralidad Marginalidad
Mdp y mirada en altura Mdp baja
Ausencia de ángulos Ángulo desde abajo
Mdp paralela al terreno Mdp inclinada
Líneas horizontales y verticales Líneas oblicuas
Líneas curvas Líneas rectas con ángulos rectos
Luz homogénea Luz contrastada
Tranquilidad Inquietud
Figura 12.
Figura 13.
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Figura 14.
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5. El montaje
Como ya se ha dicho, el mecanismo semisimbólico parece ser
muy importante también en la estructuración de los componentes
más específicamente cinematográficos en el plano de la expresión,
es decir, por un lado, el movimiento y, por otro lado, el montaje72.
La explicación de Rondolino y Tomasi (1995: 140):
72. No voy a detenerme en este volumen en los mecanismos del montaje; para un primer
enfoque nos referiremos, entre otros, al manual de Casetti y Di Chio (1991: 95-103) o al
de Rondolino y Tomasi (1995: 137-221).
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