Sei sulla pagina 1di 14

VIE 16:15

Recordemos: los cuatro pilares del matrimonio.


Amor y perdón. Visión y entendimiento (principios de la Palabra de Dios).
Respeto y honra. Confianza (creer en la otra persona) y compromiso (para toda la vida).
De estos cuatro pilares, el primero es fundamental: amor y perdón.
Sin amor (y el perdón es la otra cara de la “moneda” del amor) la relación matrimonial (y cualquier otra relación)
no es viable. El amor.
“Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este,
que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.” (Jn 15:12-14).
“Si solo están preocupados por su propia vida, la van a perder. Pero si están dispuestos a dar su vida por causa
mía, les aseguro que la van a ganar.” (Mat 10:39, Biblia en Lenguaje Sencillo). Dios es amor (1 Jn 3:8). El amor
es el principal y fundamental ingrediente para el éxito en el matrimonio (Ecle 4:9-12, 1 Cor 13:1-3). Sin amor: solo
hacemos ruido, no somos nada y de nada sirve lo que hagamos. Amar es un verbo (1 Cor 13:4-8), ello es
indicativo que implica acciones (obras son amores y no buenas razones) más que sentimientos.
Y la Palabra de Dios nos lo enseña muy claramente cuando define el amor: Es sufrido: no amamos para ser
felices; amamos para hacer feliz a la otra persona aún al precio de nuestra propia felicidad y sufrimiento. Es
benigno: solo busca lo bueno, lo mejor, para la otra persona, no para sí mismo; es servicial, da su vida por la otra
persona. No tiene envidia: no experimenta dolor por no tener lo que otros tienen; más bien se goza con ello; no
experimenta celos de ningún tipo (temor a perder lo que tiene, a la otra persona).
No es jactancioso: no hace alarde ni se basa en su justicia propia, en sus méritos, ni en sus habilidades, ni en
sus capacidades; no reclama derechos ni reciprocidad por sus acciones. No se envanece: no se enorgullece de
sus actos, no se alaba a sí mismo por sus actos. No hace nada indebido: es respetuoso de la otra persona,
honra, no usa.
No busca lo suyo: no es egoísta, no está centrado en sí mismo sino en la otra persona. No se irrita: tiene
paciencia, no manifiesta violencia de ningún tipo ni en ninguna escala (aunque sea mínima) en contra de la otra
persona cuando las cosas no son como él o ella quisieran. No guarda rencor: no toma en cuenta el mal que le
pueden hacer y ante él, vive continuamente en el perdón, haciendo lo que este de su parte para estar en paz con
la otra persona; no deja que ninguna falta de perdón permanezca en su corazón, para que no se arraigue alguna
raíz de amargura que lo contamine y contamine a otras personas impidiéndoles alcanzar la gracia de Dios (Heb
12.14-15).
No se goza de la injusticia: no busca ni quiere venganza, no se alegra con el mal, el dolor, el sufrimiento, los
problemas, las contrariedades, las adversidades, etc., ajenas. Más bien, está presto a auxiliar, levantar, animar,
apoyar, etc. Se goza de la verdad: se goza en seguir la Palabra, en lo eterno, más que en lo temporal. Está
dispuesto a sacrificar lo temporal por lo eterno, y lo hace con gozo. Todo lo sufre: no toma en cuenta el mal, el
dolor, el sufrimiento, anteponiendo los intereses de la otra persona a los suyos propios.
Si debe negarse a sí mismo, lo hace con gusto. Todo lo cree: no deja de confiar en la otra persona; cree de ella
como Dios cree; la ve como Dios la ve; siente acerca de ella como Dios siente; piensa de ella como Dios piensa.
No se guía por lo mundano, sino por lo que dice la Palabra de Dios. Todo lo espera: espera el tiempo que sea
necesario por el bien de la otra persona; no se desespera. Todo lo soporta: es paciente, perseverante, firme,
persistente. Un matrimonio sin Dios (el amor) en control y sin la aplicación de sus principios, más temprano que
tarde va a ser un fracaso (Jn 15:1-10).
Por ello, nuestra meta personal en el matrimonio necesita ser desarrollar cada día más esas características. No
es que tengamos que ser perfectos en ellas desde el principio, pero si que estemos empeñados en lograr el
mayor grado de ellas en nuestra vida matrimonial (Prov 4:18, Fil 1:6). El perdón. La Palabra nos enseña que todos
ofendemos muchas veces, continuamente (Sant 3.2). Las ofensas son el resultado del pecado que nos rodea, y
de la carne que aún existe en nosotros en alguna medida. La solución para las ofensas solamente es una: el
perdón. Y el perdón tiene dos facetas o vías: o Cuando nos ofenden: perdonar. o Cuando ofendemos: pedir
perdón. El perdón no es: Hacer como que la ofensa no sucedió (eso es negación, evasión, y finalmente, un
pecado porque es mentira). Olvidar: esa es otra forma de lo mismo anterior.
El perdón no es olvido, que muchas veces es posible, pero el perdón despoja al recuerdo del dolor que la ofensa
implicó. Asumir nosotros toda la responsabilidad de lo que sucedió. La ofensa, aun cuando nosotros tengamos
responsabilidad en el asunto, sucedió y la otra persona tuvo parte en ello, y necesitamos resolver ambas partes
para tener una verdadera sanidad en nuestro corazón.
Perdonar es: En primer lugar, reconocer: ♣ Que una persona nos ofendió. ♣ Que hay una ofensa que provocó en
nosotros dolor. ♣ Que esa ofensa provocó también ramificaciones que nos dolieron. ♣ Que esa ofensa provocó
en nosotros reacciones carnales y pecaminosas. En segundo lugar, decidir perdonar: ♣ A la persona, la ofensa y
las ramificaciones que provocó la situación. En tercer lugar, pedir perdón por nuestras reacciones carnales y
pecaminosas a la persona que recibió nuestras reacciones. ♣ Si no pedimos perdón, nuestras ofrendas
(alabanza, adoración, oración, peticiones, ofrendas monetarias, etc.) no pueden ser recibidas por el Padre (Mat
5:23-26) y por ende, estarán a la espera de ser presentadas (cuando pidamos perdón) y de ser respondidas. La
cantidad de veces que debemos perdonar es 7 multiplicado setenta veces por sí mismo (Mat 18:21-22).
Ello implica, prácticamente, vivir perdonando cada segundo de cada día, si ello fuera necesario. El perdón es,
entonces, parte del estilo de vida del discípulo. La base del perdón es la sangre de Cristo que perdonó, limpió y
borró todo los pecados presentes, pasados y futuros de toda la humanidad (Efe 4:32, Col 3:13).
Perdonamos porque Dios ya perdonó en Cristo, no solo a la persona, la ofensa y las ramificaciones que nos
afectaron, sino a nosotros mismos (y por cosas mucho mayores que las que nos hicieron a nosotros) (Mat
18:23-35, la parábola de los dos deudores). Si no perdonamos al otro (ya Dios lo perdonó en Cristo, por Su sangre
derramada en la Cruz), invalidamos la Sangre de Cristo para el perdón de todos los pecados, y por lo tanto, la
invalidamos para perdonar los nuestros: Si no perdonamos a los que nos ofenden, nuestro Padre no puede
perdonarnos nuestros pecados (Mat 6:14-15, Mar 11:25-26) porque, al no perdonar los pecados de otro ya
perdonados por El, estamos invalidando Su gracia y la sangre de Cristo como suficientes para el perdón de todos
los pecados.
Parte 2. De los pilares del matrimonio.
Recordatorio: Los cuatro pilares del matrimonio. Amor y perdón. Visión (lo que queremos alcanzar juntos en todos
los aspectos de la vida: espiritual, emocional y material) y entendimiento (principios de la Palabra de Dios).
Respeto y honra. Confianza (creer en la otra persona) y compromiso (para toda la vida). Introducción. Prov 29:18
nos enseña que sin profecía (o visión) el pueblo se desenfrena, y que quienes guardan la ley (la Palabra de Dios)
son bienaventurados. Igualmente, Amos 3.3 nos enseña que dos no van a ir a ningún lado a menos que estén de
acuerdo. Por lo tanto, necesitamos, como matrimonios, tener una visión, en la que ambos cónyuges estemos de
acuerdo, y para que esa visión sea efectiva, debe estar enraizada firmemente en el entendimiento de los
principios de la Palabra de Dios, el Creador del matrimonio. Por ello también, la Palabra nos enseña que no
deberíamos casarnos con una persona que tenga creencias diferentes a las nuestras (2 Cor 6:14, ver también
Deut 7.1-5). La visión para nuestro matrimonio implica el estar de acuerdo en los aspectos fundamentales que
giran alrededor de él: Que esperamos el uno del otro. Cuando y cuantos hijos vamos a procrear. Como vamos a
manejar nuestro dinero. Como vamos a educar a nuestros hijos. Hacia donde esperamos que se encamine
nuestro matrimonio en cinco, diez, veinte, treinta y más años.
Que esperamos lograr cada uno con el apoyo del otro, y juntos. Como va a ser nuestra comunicación. Como
vamos a resolver nuestras diferencias y los conflictos que surjan en la relación. Etc. Gen-Apo. El matrimonio es
importante para Dios. La historia humana en la Biblia comienza con un matrimonio.
La parte terrenal de la historia humana prácticamente termina con un matrimonio: las bodas del Cordero. La figura
más importante que Dios usa para definir la relación de Cristo con la Iglesia es la del matrimonio.
Después de nuestra relación con Dios, la relación matrimonial es la más importante relación que podemos
construir en nuestras vidas. Dios dedica un libro entero de la Biblia a la relación entre esposos: El Cantar de los
Cantares. El matrimonio como la base de la familia, se convierte también en la base de la iglesia y de la sociedad
(nación), que están constituidas por familias. Por eso el diablo trata de destruir por todos los medios el
matrimonio. ♣ Adulterio, fornicación, inmoralidad sexual ♣ Machismo, feminismo. ♣ Separación, divorcio,
violencia intrafamiliar. ♣ Matrimonios entre personas del mismo sexo. ♣ Cambio de parejas, tríos, etc.
El diablo sabe que si destruye los matrimonios, destruye personas, familias y naciones enteras (Jn 10:10: el
diablo vino a robar, destruir y matar). Gen 2:18. El matrimonio es prácticamente una necesidad del ser humano.
“No es bueno que el hombre esté solo” (Gen 2:18) Efe 5:22-31, Ecle 4:9-12. El diseño de Dios para el matrimonio
implica que es: o Un “lugar” de apoyo y ayuda. o Un “lugar” de sanidad y restauración. o Un “lugar” de plenitud y
realización.
El matrimonio también implica la formación de un equipo poderoso. Gen 1:26-28: sus resultados son: fructificar,
multiplicar, llenar, sojuzgar, señorear. Donde están dos o más reunidos en Su nombre (y en el matrimonio, lo
están), El está en medio de ellos (Mat 18.20). Uno contra mil, dos contra diez mil (1 Sam 18:7), entonces, tres
contra cien mil. Nuestro potencial en el mundo espiritual (y lo que pasa en el mundo natural sucede primero en el
mundo espiritual, Heb 11:3) se incrementa exponencialmente. Ecle 4:9-12. ♣ Mayor productividad. ♣ Apoyo,
ánimo, soporte, restauración. ♣ Suplir necesidades. ♣ Dios, siendo el centro de nuestro matrimonio implica que la
comunión con El nos acerca el uno hacia el otro. Gen 1:31.
El matrimonio, un regalo de Dios al hombre y a la mujer. Dios, al finalizar la creación, vio todo lo que había
hecho, y vio que era bueno y bueno en gran manera (eso incluye al hombre y a la mujer, y el matrimonio). Prov
18:22: el que halla esposa(o), halla el bien y alcanza la benevolencia (el favor) de Dios. Prov 19.14: la casa y las
riquezas son herencia de los padres, más del Señor la mujer (o el esposo) prudente. Sant 1.16-17: toda buena
dádiva y todo don perfecto desciende de Dios.
Cuando los matrimonios están en problemas no es por causa de Dios, el problema no está arriba, sino aquí
abajo, en el corazón de cada uno (Ose 4:6: mi pueblo perece por falta de conocimiento). Sal 119:105: lámpara es
a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino. Los principios de la Palabra, cuando guían nuestra vida, evitan que
tropecemos, y ello es aplicable al matrimonio. Sal 1.1-3: el conocer, meditar y obedecer la Palabra de Dios de día
y de noche provocará que tengamos vida en abundancia y todo nos salga bien. Eso aplica a nosotros, a nuestros
matrimonios y a nuestras familias.
Por ello, para tener un matrimonio y una familia exitosa necesitamos anclar no solo nuestra visión, sino todo
nuestro actuar, en los principios de la Palabra de Dios que permanecen para siempre y que Dios estableció para
que nos fuera bien en todo. Gen 2:22-25. El matrimonio, un diseño de Dios. Dios lo creo. El sabe como funciona
(los principios están en la Biblia). Funcionan en cualquier situación y en cualquier tiempo. Aunque pasen el cielo y
la tierra, sus principios no pasarán. Por lo tanto necesitamos recurrir a ellos todo el tiempo para que nos vaya
bien. El diseño de Dios: Entre un hombre y una mujer exclusivamente. Igual valor de ambos delante de Dios.
Diferentes características y responsabilidades. * Unidad. * Complementariedad.

El matrimonio no es una relación en solo ciertos aspectos de la vida. Por el contrario, es una relación integral
que abarca todos los aspectos de nuestro ser (1 Tes 5.23): espiritual, emocional y física, y todos los aspectos de
la vida (familia, trabajo, social, eclesiástico, etc.). El matrimonio, para quienes están casados, debe pasar a ser la
relación humana prioritaria sobre las demás (familia biológica, amistades, trabajo, estudios, etc.). “Dejará el
hombre a su padre y a su madre”. Es una relación que debería ser para toda la vida, un pacto inquebrantable (Mal
2:14, Mat 19.4-6, Mar 10:7-9). Si respetamos esos principios, la cantidad de diferencias y problemas que vamos a
experimentar a lo largo de la vida van a ser mucho menos que si no los consideramos y aplicamos Mat 16:24-25.
El matrimonio, la mejor escuela de discipulado. El matrimonio es el más inmediato campo que tenemos a nuestra
disposición para poner en práctica la Palabra de Dios. Antes de ir al mundo. Antes de ir a la iglesia. Para alcanzar
la más aproximada posición posible respecto a la imagen de Cristo (Rom 8.29, 1 Cor 15:49, 2 Cor 3:18).
El matrimonio, para tener éxito, va a requerid de nosotros la aplicación de principios que son básicos en el
discipulado de Cristo: Negarnos a nosotros mismos (nuestros gustos, nuestras agendas, nuestras prioridades y
planes individuales) en favor de los de ambos, y ello implica tomar nuestra cruz para morir a nosotros mismos, a
nuestro ego (Luc 9:23). Amar y perdonar como un estilo de vida (1 Cor 13:1-8). Servir (Mar 10:42-45). Es un
ambiente apropiado para desarrollar nuestro carácter cristiano (manifestar el fruto del Espíritu, Gal 5:22-23). Los
objetivos del matrimonio (como escuela de discipulado), en este sentido, serían: Compromiso total con Jesucristo
(Señor de nuestras vidas). Compromiso total del uno con el otro (como Cristo con la Iglesia). Traer la gloria a
Dios. Tratar con el egoísmo y llevarnos a la ley del Calvario (morir a nosotros mismos)

PARTE 3. PILARES DEL MATRIMONIO.


Recordatorio: Los cuatro pilares del matrimonio. Amor y perdón. Visión (lo que queremos alcanzar juntos en todos
los aspectos de la vida: espiritual, emocional y material) y entendimiento (principios de la Palabra de Dios).
Respeto y honra. Confianza (creer en la otra persona) y compromiso (para toda la vida). El respeto y la honra en
un matrimonio son vitales. Implican la valoración de la otra persona por encima de todas las demás personas, y
por ello, nuestra dedicación a amarle, servirle y desarrollar todo su potencial. Cuando el respeto y la honra se
pierden en el matrimonio, comienza una espiral de menosprecio y abuso que requiere de mucho esfuerzo parar y
revertir sus consecuencia. Sin respeto y honra no puede existir una relación matrimonial ni una familia feliz y
eficiente. Respeto. Definición: atención, consideración, “Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que
impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra.” (Rom 13:7). “Lo que ha hecho la reina lo van a
saber todas las mujeres, y eso va a ser la causa de que ellas pierdan el respeto a sus maridos, pues dirán: ‘El
rey Asuero mandó llamar a la reina Vasti, y ella se negó a ir’.” (Ester 1:17, Dios Habla Hoy). “Los caminos están
desiertos, nadie transita por ellos. Se rompen las alianzas y los convenios; no hay respeto para nadie. La tierra
está de luto y triste, el Líbano se marchita avergonzado, el valle de Sarón se ha convertido en un desierto, Basán
y el monte Carmelo están pelados.” (Isa 33:8-9, Dios Habla Hoy). Honra. Implica tres palabras: honor, honra,
honrar. Honor. Cualidad moral que nos lleva al cumplimiento de nuestros deberes respecto del prójimo y de
nosotros mismos. Honra: estima y respecto de la dignidad de otro.
Demostración de afecto que se hace a otra persona. Honrar: respetar a una persona, enaltecer o premiar su
mérito; reverenciar, ennoblecer, ensalzar, realzar, favorecer, distinguir. “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con
ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida,
para que vuestras oraciones no tengan estorbo.” (1 Ped 3:7). La falta de respecto y honra en el matrimonio. La
razón más importante por la cual podemos faltar al respecto y a la honra de nuestra pareja es por el hecho de que
no comprendamos y/o entendamos nuestras diferencias en cuanto a pensamientos, emociones, procesos
mentales y/o perspectivas.

Tratando de encontrar una perspectiva común, presionamos para que se adapten a la nuestra, y al no lograrlo, se
producen, en rápida sucesión, las discusiones, la división, el enojo, la ira, etc. Por ello se hace necesario que
reconozcamos y recordemos nuestras diferencias, la complementariedad de ellas, y actuemos en consecuencia.
Antes de entrar a reconocer las diferencias, es importante recordar algunos consejos de la Palabra de Dios para
manejar los desacuerdos, principalmente entre parejas de esposos: “La cordura del hombre detiene su furor, y su
honra es pasar por alto la ofensa.” (Prov 19:11). “Honra es del hombre dejar la contienda; mas todo insensato se
envolverá en ella.” (Prov 20:3). “Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad y del temor de
Jehová.” (Prov 22:4). “Quien cuida la higuera comerá su fruto, y el que mira por los intereses de su señor, tendrá
honra.” (Prov 27:18). Los hombres y las mujeres somos diferentes. Gen 2:7, 22; Efe 5:22-23; 1 Ped 3:7.
Diferentes en el proceso de nuestra creación original. Dios formó al hombre (Gen 2:7). Dios hizo a la mujer (Gen
2:22). Diferentes en los materiales utilizados. Dios formó al hombre del polvo de la tierra y sopló en su nariz
aliento de vida (Gen 2:7).

Dios hizo a la mujer de la costilla que tomó del hombre (Gen 2:22). Diferentes en el cuerpo. Las diferencias
físicas son evidentes. Las funciones del cuerpo de cada uno son diferentes: el hombre está físicamente dotado
para llevar cargas pesadas y la mujer está físicamente dotada para sustentar la vida. Diferentes en el alma. El
hombre tiene, por sobre todo, una inteligencia racional, lógica. La mujer tiene, por sobre todo, una inteligencia
emocional. Ninguna es más importante que la otra, son parte de la inteligencia de Dios
. Ambas son complementarias para tener un mejor panorama de todas las situaciones. Diferentes en el lugar que
ocupamos y en las funciones que realizamos: El hombre es la cabeza (autoridad) de la mujer (Efe 5:23). Proveer,
conquistar, dirigir, guiar, orientado hacia fuera del hogar. La mujer está sujeta al hombre (cobertura), (Efe 5:22). •
Seguidora, administradora de la provisión, orientada hacia dentro del hogar, ayuda idónea del hombre. Diferentes
en el trato. El esposo bendice, sirve, ama, protege, trata con cuidado (Efe 5.25-31, 1 Ped 3:7). La esposa honra,
cuida, sustenta, mejora (1 Ped 3.1-6, Efe 5:22-24). Diferentes en nuestra función biológica: El hombre es el dador
de la vida (la vida está en la sangre y la sangre se produce en cada nuevo ser humano a través de un cromosoma
masculino). El hombre provee. Orientado hacia fuera del hogar.
La mujer es la sustentadora de la vida (sostiene, alimenta, nutre). La mujer administra. Orientada hacia dentro del
hogar. Esas diferencias son originadas en Dios mismo, quién nos diseño, y nos hizo diferentes a cada uno (Gen
1:26-27). Es un diseño de origen, previo a la caída de Adán y Eva. Son su voluntad, y ella es buena, agradable y
perfecta (Rom 12.2). Esas diferencias fueron diseñadas por Dios, no para dividirnos, sino para hacernos un
equipo completo (Gen 2:23-25) y un equipo poderoso (Gen 1:28, Ecle 4:9-12). Aunque no somos iguales, delante
de Dios tenemos el mismo valor unos y otras. Nuestras diferencias no establecen diferencias de valor, solo
diferencias de actividad y responsabilidad. Nuestras diferencias son para que nos complementemos, no para que
nos separen (Gen 2:1-8, Gen 1:27-28, 1 Ped 3:7, Ecle 4:9-12).
Nuestra parte. El hecho de que la voluntad de Dios sea lograr la plenitud en nuestra vida matrimonial, no implica
que eso vaya a ocurrir por accidente. Una relación íntima raras veces mejora espontáneamente y una relación
íntima raras veces mejora por su propia cuenta (Jos 1:7-9, Sal 3:1-3). Se requiere nuestra participación activa (1
Ped 3:7ss, Col 3:18-19, Efe 5:23-31): o Maridos, amen a sus mujeres. o Esposas, estén sujetas a sus maridos.
El proceso comienza con una decisión de nuestra voluntad que debe permanecer firme a través de las
circunstancias y etapas que se puedan presentar a lo largo de nuestra vida matrimonial (Deut 30:19). Nuestra
decisión de tratar de entender esas diferencias. Nuestra decisión de respetar esas diferencias aún cuando
muchas veces no las entendamos o no estemos de acuerdo con ellas. Nuestra decisión de honrar esas
diferencias y nunca menospreciarlas. Recordemos (una definición del matrimonio). Es el proceso de refinamiento
diseñado por Dios para libertar al hombre y a la mujer de si mismos para convertirse en lo que Dios quiere. Es el
compromiso total (sin limitaciones, excepciones ni condiciones) de un hombre y una mujer a la persona de
Jesucristo, y del uno al otro, en la que ambos: Escogen humilde y voluntariamente preocuparse por el bienestar
del otro antes que del propio. Son personas dadoras. Se dan cuenta de sus propios defectos más que de los de
su compañero. Están más ocupados por tratar con su propio egoísmo que por el de su pareja, y la primera
prioridad es ser compañeros.
Reglas para mantener las discusiones “limpias”. Una de las mayores oportunidades que se presentan en la vida
matrimonial para que se manifiesten faltas de respeto y deshonra son aquellas en las que las perspectivas de la
pareja sobre un asunto son diferentes y dan lugar a discusiones. Ello es inevitable, pero lo que si es evitable es
que las discusiones deriven en peleas
. Las peleas en el matrimonio, como en cualquier otra esfera de la vida, son el resultado de introducir en la
discusión cuestiones que lastiman y ofenden a la otra persona como resultado de la ira. Dios no está en contra de
las discusiones, siempre y cuando estén despojadas de ira (Efe 4:26). Para evitar que la ira se haga presente en
una discusión, es necesario que cada pareja defina algunas reglas para evitarla y ambos se comprometan a
cumplir. Algunas de esas reglas podrían ser: Evitar mencionar cuestiones que se sabe que van a lastimar a la
otra persona. Evitar palabras groseras, malas palabras, insultos, sarcasmo, ironía y/o menospreciar a la otra
persona. Cuando alcanzar el acuerdo está tomando más tiempo del recomendable y la discusión está subiendo
de todo, suspender la discusión, para retomarla en otro momento más adelante. Evitar echar en cara el pasado,
principalmente cuestiones sobre las cuales la otra persona ya pidió perdón. Evitar que la discusión se realice
enfrente de los hijos, principalmente si está subiendo de tono. Evitar involucrar o permitir que se involucren los
hijos en las discusiones de los padres. Etc. Estas reglas deberían ser definidas por los esposos, no en tiempos
de discusión, sino antes de que ella se presente, de tal manera de hacerlo con calma y en acuerdo, debiendo
incluirse todas aquellas cuestiones que uno hace en una discusión que molestan al otro cónyuge.
PARTE 4. PILARES MATRIMONIO.
Recordemos: Los cuatro pilares del matrimonio. Amor y perdón. Visión y entendimiento (principios de la Palabra
de Dios). Respeto y honra. Confianza (creer en la otra persona) y compromiso (para toda la vida). Confianza.
Esperanza firme que se tiene en una persona. Fe, tranquilidad, seguridad, en otra persona. Dar esperanza al otro
de que conseguirá lo que desea. Creer en la otra persona (Heb 11.1). La certeza del cumplimiento de lo que
esperamos de ella. La convicción de que lo logrará aún cuando no lo vemos Y todo ello, siempre,
independientemente de las circunstancias, de lo difícil que parezca, etc. o De lo bueno o de lo malo. o De los
aciertos y de los desaciertos. o De los éxitos y de los fracasos. La base para confiar en otros, es la confianza
que Dios nos tuvo y nos tiene, para haber pagado por nosotros el precio de la Sangre de Cristo en la cruz, para
que fuéramos salvos, y aún ahora, confiar en nosotros como sus ministros, a pesar de que no somos perfectos (y
estamos muy lejos de serlo).
El nos llama santos, justos, más que vencedores, etc. Compromiso: El matrimonio es un pacto. DIOS es un Dios
de pactos: Noé, Abraham, Moisés, David, Jesús. El contrato es un documento legal en el cual ambas partes
asumen una responsabilidad limitada, muchas veces condicionada por el cumplimiento de la otra parte o partes a
sus responsabilidades. Por el contrario, el pacto implica una responsabilidad sin límites e incondicional de las
partes involucradas. El pacto siempre es un acuerdo mutuo entre dos o más socios que los vincula y obliga a una
reciprocidad de beneficios y obligaciones. El matrimonio, según la Palabra de Dios, es un pacto que hacemos un
hombre y una mujer mutuamente y con Dios (Prov 2:17, Mal 2:14-16, Mat 19:3-9). El pacto implica una lealtad
permanente (Exo 31:16-17, Jue 2:1). En el caso del matrimonio, por cuanto Mat 19:3-9 nos instruye para que lo
que Dios juntó, no lo separe el hombre, ello implica que el pacto matrimonial es un pacto hasta la muerte, en el
cual la vida compartida viene a ser ahora la prioridad. Un pacto multiplica nuestras habilidades, capacidades y
fuerzas, por cuanto la otra parte en el pacto se convierte en nuestro “aliado”, alguien que está por nosotros y no
contra nosotros (Ecle 4:9-12). En la relación basada en un pacto, cuando uno de los compañeros demanda alguna
cosa del otro, aquel que demanda tiene que estar dispuesto a dar la misma cosa a cambio. ♣ Abraham estuvo
dispuesto a entregar a Dios a Isaac. ♣ Dios, entregó a Jesucristo por la descendencia de Abraham.
El matrimonio es un pacto entre dos personas que delante de Dios se hacen promesas mutuas y establecen
términos: Unirse hasta que la muerte los separe. Permanecer unidos en tiempos de bienestar y de mal, de salud
y de enfermedad. En él se decidió morir a la vida individual e independiente y hacer feliz a la pareja. Todas esas
promesas y términos se sellaron con un juramento que también se hizo delante de Dios, y Ecle 5:4 dice al
respecto de los juramentos “Cuando a Dios haces promesas no tardes en cumplirlas; porque El no se complace
en los insensatos. Cumple lo que prometes”. Al momento del matrimonio nace una vida (ya no somos dos, somos
uno).: Tiene que ser nutrida y alimentada para que madure. Necesitamos honrar y estimar las necesidades de
nuestro compañero. La división en los matrimonios es una causa del pecado de Adán y Eva: Se cubrieron el uno
del otro (Gen 3:7); ya no eran transparentes entre sí. Esto sucede cuando los miembros de la pareja se protegen
a si mismos y se esconden el uno del otro. Se escondieron de Dios (Gen 3:8): temieron a Dios y ya no lo vieron
como parte de su matrimonio. Se confundieron en cuanto a quién era su enemigo (Gen 3:12); se culparon el uno
al otro. Esto sucede cuando se piensa que el problema es el cónyuge. Justificaron su pecado y perpetuaron el
problema (Gen 3:12); no reconocieron su culpa en el pecado; lo justificaron en vez de arrepentirse. En
consecuencia: El matrimonio es un pacto que debiera durar mientras que las dos personas que lo contrajeron
vivan. El plan de Dios es la permanencia del matrimonio, no su disolución (ello sucede por la dureza del corazón,
lo que es igual a decir que es por egoísmo, incapacidad de renunciar a nosotros, orgullo, o cualquier cosa similar
–obras de la carne—). En el matrimonio, nuestras promesas debemos cumplirlas a pesar de que la otra persona
no cumpla las suyas. Si nuestra pareja o nosotros no cumplimos nuestra parte, Dios se va a encargar; estamos
fallándole a Dios porque lo juramos ante El. Si cumplimos nuestra parte y nuestra pareja no, Dios se va a
encargar de bendecirnos por nuestra fidelidad; Dios va a derramar sobre nosotros sus bendiciones, supliendo El
personalmente las necesidades que nuestra pareja no cumple.

PARTE 5 ORIGEN DEL MATRIMONIO.


Introducción En Génesis encontramos dos relatos de la creación del ser humano. Uno general respecto al hombre
y la mujer y otro específico por cada uno. En el primero, Dios quiere enseñarnos las características comunes a
ambos, en tanto que en el otro quiere manifestarnos las diferencias. Gen 1:26-28. En este relato de la creación
del ser humano Dios no hace distinción entre la creación del varón y de la mujer porque quiere resaltar algunos
principios fundamentales: Que ambos son imagen y semejanza de Dios. Que ambos son igualmente valiosos (no
hay diferencia de valor entre ellos).
Que ambos son igualmente responsables de lo que Dios les ha dado. Que el diseño de ambos implicaba la
necesidad de que trabajaran en equipo. Gen 2:1 8. En este segundo relato de la creación del ser humano, una vez
establecidos los principios que Dios quería resaltar en el pasaje de Gen 1.26-28, establece otros principios
igualmente importantes, pero supeditados a los anteriores. La creación del hombre primero implica: Que el
hombre es responsable de todo lo que Dios creará después de él (la mujer y los hijos).
Que el hombre es la autoridad representativa de Dios, pero una autoridad que se ejerce y es dirigida por el
principio del servicio (Mar 10:42-45). Que el hombre, antes de proceder a formar una familia necesita prepararse
en tres aspectos fundamentales: El trabajo para generar la provisión necesaria para el sostenimiento de su familia
(Gen 2.15). La responsabilidad por otros (Gen 2:1 5, Gen 2.19-20).
La enseñanza de los principios básicos de la Palabra de Dios para transmitirlos a su familia (Gen 2:16-17). Que
la mujer sería para el hombre, apoyo, ayuda, estímulo, colaboradora, en el desarrollo de sus responsabilidades
fundamentales. Gen 2:21-25. Que Adán manifestara que Eva era ahora “hueso de mis huesos, carne de mi carne”
implicaba el conocimiento, la convicción, el compromiso y el carácter necesarios para convertirse en uno, es
decir, que no existiría la posibilidad de separación o divorcio entre ellos. EL ORIGEN DEL MATRIMONIO (GEN
1:26-28; 2:18-25). “Hagamos” El hombre y la mujer fueron creados (no evolucionaron). Aparecieron como
coronación y meta de toda la actividad creativa de Dios en relación con la tierra como habitación especial para
ellos. La expresión “hagamos” sugiere el consejo y la actividad del Dios Trino en esa creación (Jn 1:3, Col 1:16).
El punto culminante de toda la acción creadora de Dios fue hacer al hombre y a la mujer. El género humano se
distingue de todas las demás criaturas en dos aspectos: o Solo las personas son hechas a imagen de Dios. o
Está a cargo de todas las demás criaturas. “A nuestra imagen”. De entre todas las obras de Dios, solo la creación
del ser humano es precedida por esta referencia a una solemne decisión divina. Los seres humanos no somos
solamente una creación especial de Dios, sino que hemos sido creados a su imagen, es decir, estamos dotados
de características tales que nos permiten entrar en una relación personal con Dios y ejercer, como representantes
suyos, el gobierno del mundo (Gen 1:28, 5:1, 9:6, 1 Cor 11:7, Sant 3:9).
La imagen de Dios, no importa como se entienda, coloca a la personas (hombre y mujer) aparte de los animales
y la establece en una relación especial con Dios. Nuestra pareja también es hecha a imagen de Dios, de modo
que cuando la ofendemos, insultamos, golpeamos, etc., lo estamos haciendo en contra de Dios mismo.
“Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y
como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.” (1 Ped 3:7). “Varón y
hembra”.

El hecho de que en este pasaje la creación del hombre y la mujer se mencionen como situaciones simultáneas,
remarca tres principios inherentes a la naturaleza humana: Igualdad: varón y hembra los creó. Dignidad: creó Dios
al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
Responsabilidad: y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread
en ....”(peces, aves, bestias). Es importante hacer notar que delante de Dios lo que hay es una delegación de
responsabilidad, por un principio de orden, de la misma manera que en la Trinidad hay un orden aún cuando el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son uno e iguales en relación con la deidad, pero cumplen diferentes
actividades. Al igual que en la Trinidad, la delegación de responsabilidades no implica superioridad de uno e
inferioridad de otro. En todo caso implica que el hombre es responsable de servir, honrar y dar su vida por la
mujer, porque “el que quiera ser el mayor –cabeza—hágase el menor y sirva a los demás” (Mar 10:42-45). “No es
bueno que el hombre esté solo.” (Gen 2:18). Lo único en la creación que no era bueno era que el hombre estuviera
solo. Dios nos creó para que ansiáramos tener compañía, tanto la suya como la de otros seres humanos. La idea
de crear a un hombre y una mujer fue de Dios (Gen 1:27).
La creación de las dos clases de personas no se hizo para humillar a la mujer; en realidad es un testimonio, pues
la creación estaba incompleta sin la mujer. Si Dios hubiera querido que la mujer mandara, la hubiera hecho de un
hueso del cráneo de Adán. Si Dios hubiera querido que la mujer fuera la alfombra del hombre, la hubiera hecho de
un hueso de los pies de Adán. Pero como quería que fuera su compañera, la hizo de una costilla sacada del
costado de Adán, cercana al corazón, para que la amara, y que estuviera a la par de él, para que al abrazarla le
diera protección y seguridad. El matrimonio fue diseñado por Dios para satisfacer el primer problema de la raza
humana: la soledad (Gen 2:18-22). El hombre solo: "no es bueno". “Ayuda idónea”. Se refiera a una relación
benéfica en que una persona ayuda a sostener a otra como amiga, compañera y aliada. Ayudadora en el sentido
del Sal 46:1: “...amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones”, que es equivalente a Ecle 4:9-12.
Que se completen el uno al otro. “De la costilla”. Somos tan diferentes corporal, emocional y hasta
espiritualmente hasta el punto que somos complementarios e iguales en valor delante de Dios: “Hueso de mis
huesos y carne de mi carne” “Esta si es hueso de mis huesos y carne de mi carne” El amor de un hombre hacia
una mujer tiene el poder de transformar el concepto que una mujer tiene de sí misma (el concepto que Cristo
-nuestra cabeza- tiene de nosotros –la iglesia-, ha tenido el poder de transformar nuestro concepto de sí mismos)
(Efe 5:22-31). El matrimonio fue planeado y decretado por Dios para traer felicidad y no desdicha (Gen 2:23). "Al
fin tengo a alguien que me corresponda". ”Al fin he hallado a una que puede complementarme, que me quita la
soledad, a quien apreciar tanto como a mi propia carne". "Ella es bellísima, es perfectamente adecuada para mi;
ella ser lo único que necesitaré".
Si el matrimonio no está produciendo en nosotros gozo, paz y bendición, el problema no es el diseño de Dios (que
todo lo hace perfecto); el problema está en nosotros, en las viejas formas de pensar respecto al matrimonio,
heredadas del diablo, el mundo y la vieja naturaleza (ya muerta) que están “prendidas” en nuestra carne. “Por
tanto...”: El hombre deja el cuidado de sus padres (crece). Se une con su esposa (se compromete con ella). Se
convierten en una sola carne (forma una unión inquebrantable). El matrimonio tiene que comenzar con un
abandono de todas las demás relaciones a fin de establecer una relación permanente entre un hombre y una
mujer (Gen 2:24). Si es necesario dejar la relación más estrecha (con los padres), cuánto mas las otras
relaciones menores. Enfocar sus vidas el uno en el otro, en vez de tratar de que otro individuo o un grupo de
personas satisfaga sus necesidades emocionales. Igualmente hay que dar a las cosas una prioridad secundaria:
negocios, carrera, casa, pasatiempos, intereses, deportes, etc. Cualquier cosa que sea importante en la vida
(excepto Dios), debe ser menos importante que la relación matrimonial). El matrimonio exige una unión
inseparable del esposa y su esposa a través del tiempo de su vida (Gen 2:24). Ello significa estar soldados los
dos de tal modo que no puedan separarse sin daño mutuo. El matrimonio significa unidad en el sentido más pleno
posible e incluye la unión física, intima, sin vergüenza (Gen 2:24-25). El sexo implica un "conocer": conocimiento
físico, íntimo, tierno, personal.
El matrimonio tiene que ser monógamo y heterosexual. En la Biblia, las relaciones sexuales de una persona
casada con otra persona se llaman “adulterio”, y el adulterio es pecado. En la Biblia, las relaciones sexuales de
un hombre con otro hombre, o de una mujer con otra mujer, son el resultado de que las personas no toman en
cuenta a Dios y por ello Dios las entrega a su mente reprobada para hacer cosas que no convienen, entre ellas, el
uso anti-natural de sus cuerpos, teniendo relaciones sexuales unos con otros y unas con otras, lo cual es
resultado del pecado, y por ende, pecaminoso también. La unión matrimonial nos da una nueva identidad: una
mente, un corazón, un cuerpo. Esta es la razón por la cual el divorcio tiene un efecto tan devastador: no quedan
dos personas sino dos fracciones de una. Dios, el Centro (Ecle 4:12). Dios nos creó varón y hembra, a imagen de
El nos creo. Solo juntos, unidos, podemos llegar a alcanzar la plenitud. Para alcanzar esa plenitud, esa unidad,
necesitamos del amor y el perdón. Un corazón que ame y perdone solo puede ser cuando tenemos a Cristo en
nuestro corazón: la máxima expresión del amor y el perdón; cuando El guía nuestros caminos (y los endereza
cuando es necesario). Dios no diseño el matrimonio para que lo lleváramos adelante solos.
Separados de El nada podemos hacer (Jn 15:4). La relación para ser más cercana, solo puede serlo cuando nos
acercamos más a Dios. Lo que nos une espiritual, emocional y físicamente, de manera definitiva es el AMOR, y
Dios es amor. Cuando hay amor, hay perdón, respeto y honra, confianza y compromiso, que son los otros pilares
del matrimonio. Los cuatro pilares del matrimonio. No todo ni siempre en el matrimonio va a ser agradable, fácil,
placentero, emocionante, etc., pero siempre va a ser bueno. Todas las cosas obran para nuestro bien (Rom
8:28-30). Los planes de Dios para con nosotros son planes de bien, para que tengamos un futuro y una esperanza
(Jer 29.11). La vida del justo (y la de nuestro matrimonio incluída) en el plan de Dios siempre va en aumento (Prov
4:18). Para ir adelante, hacia el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo con respecto a nuestro
matrimonio (la plenitud matrimonial): Cuatro ingredientes: ♣ Amor y perdón. ♣ Visión (lo que Dios quiere de
nuestro matrimonio) y entendimiento (de los principios de la Palabra de Dios). ♣ Respeto y honra (a pesar de
nuestras diferencias). ♣ Confianza (creer en la otra persona) y compromiso (para toda la vida)

MORIR AL EGOISMO MATRIMONIO. PARTE 6.


MORIR EN EL MATRIMONIO. INTRODUCCIÓN. El matrimonio es parte de la vida del ser humano en el diseño
de Dios. Dios tiene un propósito para la vida de todo ser humano. Por lo tanto, el matrimonio se inscribe o
funciona bajo el propósito de Dios para todo ser humano. EL PROPÓSITO DE LA VIDA. El propósito de Dios
para cada uno de nosotros es la santificación (1 Tes 4:3, 7; Mat 5:48, 1 Ped 1:13-15). La santificación es un
proceso progresivo de llegar a ser como Cristo, que el carácter de Cristo sea formado en nosotros (Rom 8:28-29),
que crezcamos a la estatura del varón perfecto, a la plenitud de Cristo (Efe 4:11-13), que crezcamos en el Amor
(Dios es amor, 1Jn 4:8) La santificación es fundamental para la vida plena del creyente porque ella nos abre las
puertas del Shalom, la vida plena, la vida abundante de Dios, la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta (Jn
14:21, Jn 14:23, Deut 28:1-14). La tarea más importante que nosotros necesitamos realizar para alcanzar ese
propósito es morir a nosotros mismos (al egoísmo, a la voluntad propia), renovar nuestro entendimiento con la
Palabra de Dios (pensar, sentir y decidir como lo hace Dios), y no tener de nosotros un más alto concepto de sí
que el que debemos tener (Rom 12:1-3).
Todo lo que Dios hace y permite en nuestras vidas es para facilitarnos y llevarnos a alcanzar ese propósito,
facilitándonos las tareas que nos corresponde realizar.
EL PROPÓSITO DEL MATRIMONIO.
El matrimonio es una de las cosas que Dios creó, entre otras cosas, no solo para bendecir nuestras vidas sino
también para facilitarnos el morir a nosotros mismos, renovar nuestro entendimiento y no tener un concepto más
alto de nosotros mismos.. En ese sentido, además de sus múltiples bendiciones para nosotros, nos ayuda a
alcanzar nuestro propósito en Dios de las siguientes formas: • Relacionadas con el morir a nosotros mismos: ➢
Morir al egoísmo: a dar en lugar de recibir, a perdonar en lugar de que me pidan perdón, a aceptar en lugar de ser
reconocido, etc. ➢ A que las cosas no sean conforme a nuestra voluntad. ➢ A aceptar y amar a la otra persona
tal como es sin pretender cambiarla. ➢ A depender de Dios para todas nuestras necesidades. • Relacionadas con
la renovación de nuestro entendimiento: ➢ A preferir la paz a tener razón y ganar una discusión. ➢ A perdonar y
amar como estilo de vida, incondicionalmente. ➢ A obedecer la Palabra en todas las circunstancias. ➢ A amar
no como un sentimiento ni esperando nada a cambio sino como nos enseña la Palabra de Dios (1 Cor 13:4-8). •
Relacionadas con no tener un concepto más alto de nosotros mismos. ➢ Renunciar a tener la razón siempre. ➢
Reconocer nuestros errores
. LA UNIDAD EN EL MATRIMONIO NO ES UN ASUNTO DE DOS (CARNE) SINO DE TRES (ESPÍRITU
. “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.” (Gen 2:24).
• Este dejar y unirse en uno solo era posible en Adán y Eva porque ellos estaban en Dios los dos (antes de la
caída). • Una vez el pecado entró en la raza humana, antes de conseguir la unidad necesitamos volver a la
unidad, primero con el Espíritu, y después, caminando en el Espíritu, alcanzar la unidad entre nosotros. "para que
todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo
crea que tú me enviaste." (Jn 17:21). • La carne (egoísta) no puede producir la unidad, a lo más algunos
acuerdos, pero al final saldrá la contienda y la división. • Solo cuando estamos muertos a nosotros mismos (en
Cristo) puede producirse la unidad. • La unidad es fruto del amor, que es fruto del Espíritu.

LA UNIDAD BUSCADA EN LA CARNE, SIN MORIR AL YO, ES IDOLATRÍA Y TRAE MALDICIÓN, NO


BENDICIÓN.
"Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se
aparta de Jehová. Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los
sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada. Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya
confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, 2que junto a la corriente echará sus
raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni
dejará de dar fruto." (Jer 17:5-8).
• La unidad por nosotros mismos, por nuestro esfuerzo, sin morir verdaderamente a la carne se convierte en una
unidad tratada de alcanzar por nuestro propio esfuerzo, y ello equivale a idolatría, que acarrea maldición al
matrimonio. • La unidad por medio del Espíritu, bajo Su guianza, bajo Su dirección, muriendo a la carne es una
unidad por el Espíritu, en el acuerdo del Espíritu, en amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad,
humildad, dominio propio (Gal 5:22-23). ➢ Es una unidad que honra a Dios y que trae bendición al matrimonio.
"Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios.
Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es
amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para
que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos
amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios nos ha amado así,
debemos también nosotros amarnos unos a otros.
Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha
perfeccionado en nosotros. En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado
de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo.
Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos
conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor,
permanece en Dios, y Dios en él. En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza
en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo. En el amor no hay temor, sino que el
perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo.
De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor. Nosotros le amamos a él, porque él nos amó
primero.
" (1 Jn 4:7-19). PARA MEJORAR NUESTRA CAPACIDAD DE UNIDAD Y DE AMAR, NECESITAMOS
EXPERIMENTAR CADA DÍA MÁS DEL AMOR DEL PADRE. CELESTIAL CON LA AYUDA ESPIRITU
SANTO. Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con
todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que
el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el
conocimiento de él, (Efe 1:15-17). para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados
y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la
longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que
seáis llenos de toda la plenitud de Dios. (Efe 3:17-19).
FUNCIONES DEL ESPOSO DENTRO MATRIMONIO.
LAS TAREAS DEL VARÓN. EL VARÓN COMO VISIONARIO.
Prov 29.18: sin visión el pueblo perece, se desenfrena. El varón fue creado para ser un visionario: a él se le dio
la primera visión del plan de Dios para la humanidad. Ser un visionario es una responsabilidad fundamental para el
varón; sin visión no podrá cumplir con sus otras tareas
. Es capaz de ver la perspectiva grande (macro) de la vida y de planear para el futuro desde un punto de vista
lógico y práctico. Tener visión significa ser capaz de concebir y de moverse hacia el propósito de uno en la vida.
Un varón necesita tener una clara visión de (Efe 1.17-19). • Quién es él en Dios.
• Cuál es su propósito general como varón. • Cuál es su propósito como varón en lo individual. Los requisitos
para descubrir la visión son: • Reconocer el liderazgo de Cristo Jesús. • Seguir el ejemplo de Cristo Jesús. •
Abrirse a la comunicación de Dios. • Escuchar la dirección de Dios. Dios siempre provee lo necesario para la
visión que El da.
El varón, una vez que ha recibido la visión de Dios para su vida y la de su familia, se la comunica a la mujer para
que ella tenga una visión que seguir (Hab 2:2-4) y pueda encontrar formas de ayudarlo a alcanzar esa visión,
pueda encontrar su lugar en ella. Una de las maneras en que una mujer puede ser ayuda idónea para un hombre
es por medio de seguirlo en la visión que Dios le ha dado y determinar las formas de ayudarlo, de acuerdo con
sus habilidades, cualidades, capacidades y dones, para alcanzarla.
EL VARÓN COMO LÍDER.
Dios creó y diseño al varón para que sea un líder responsable: lo diseñó para que lleve a otros consigo en su
visión (Hab 2:2-3). Si un varón no tiene visión alguno esto va a afectar negativamente a todos aquellos que lo
siguen, especialmente a su familia (Prov 29.18). Antes de que Dios le diera al varón una ayudante (Gen 2:21-22),
Dios le dio una visión (Gen 2.15-17). Un varón no puede pedirle a una mujer que lo siga y que lo ayude si él no
tiene visión alguna. Las características de un líder de acuerdo al propósito de Dios son: • Ser fuerte y valiente
(Jos 1:6-9). • Ser obediente a los mandamientos de Dios (Jos 1:6-9). • Ser un pensador lógico. • Tener el corazón
de un siervo (Mar 10:42-45). •
Tener un espíritu dispuesto a aprender (Mat 13:23: oye, entiende y da fruto). Una de las maneras en que una
mujer puede ser ayuda idónea para un hombre es por medio de respetarlo como el líder en el hogar. EL VARÓN
COMO MAESTRO.
El varón fue creado para ser el líder espiritual y el maestro de la familia. Las instrucciones de Dios se las dio a
Adán, para que este se las enseñara a Eva y sus hijos (1 Cor 14:35, Efe 6:4). El varón: el líder espiritual y
maestro de su familia. El varón fue diseñado con la capacidad de cumplir su propósito de enseñar: siempre va a
estar diciendo como hacer las cosas, metiéndose, dando instrucciones, consejos y advertencias.
Cuando el varón enseña a su familia la Palabra de Dios y los caminos de Dios: atrae la confianza y la amistad de
Dios (Gen 18.17-19). Si un varón no tiene la capacidad o el conocimiento para enseñar a una mujer la Palabra de
Dios, él no está listo para casarse. Dios nos instruye para que enseñamos a nuestras familias (esposa, hijos y
nietos) Su Palabra de esta manera (Deut 6:7-9)
UNO. Cuando estamos sentados en la casa (que la Palabra sea uno de nuestros temas prioritarios de
conversación en la casa). DOS. Cuando vayamos por el camino (que la Palabra sea uno de nuestros temas
prioritarios de conversación cuando vamos en el carro). TRES. Cuando nos acostemos (que la Palabra de Dios
sea lo último que les mencionemos a cada uno de los miembros de nuestras familias cuando se acuestan y lo
último en lo que pensemos). CUATRO. Cuando nos levantemos por la mañana (lo primero en lo que pensemos
cuando nos levantamos y lo primero que les digamos a cada uno de los miembros de nuestras familias cuando
los veamos). CINCO. Atándola como símbolos en nuestras manos, en nuestra frente y escribiéndola en los
postes de las puertas de nuestra casa ◊ aplicándola y exhibiéndola en los hechos del diario vivir como el
fundamento sobre el cual descansa todo nuestra vida. Una de las maneras en que una mujer puede ser ayuda
idónea para un varón es por medio de valorar y buscar sus consejos, opiniones, sugerencias (aunque no los
ponga en práctica) y de estimularlo y ayudarlo a conocer y enseñar la Palabra de Dios ◊ no descalificarlo frente a
sus hijos
. EL VARÓN COMO CULTIVADOR.
Gen 2:15: el varón fue creado para ser el cultivador del Jardín del Edén y, dentro de ello, de las vidas espirituales
y personales de los miembros de su familia (esposa, hijos y nietos). El varón es el cultivador de su trabajo, de
sus dones y de sus talentos. El varón es el cultivador de su esposa. El varón es el cultivador de sus hijos. Gen
1.28: cultivar significa multiplicar, fructificar, mejorar. Al varón le ha sido dada la responsabilidad de formar las
vidas de los miembros de su familia para mejorarlos, enseñándoles y cultivándolos para que lleguen a ser todo
aquello para lo cual fueron creados por Dios (Deut 6:1-2): se convierte en socio de Dios para hacer cumplir el plan
de Dios para todas las personas y para toda la creación. El varón necesita ser lleno de la Palabra de Dios tal y
como Cristo Jesús está lleno de la Palabra de Dios: entonces puede lavar a su esposa y a sus hijos con la
Palabra de Dios tal como Cristo lava a Su novia con Su Palabra (Efe 5:26). EL VARÓN COMO PROVEEDOR. El
trabajo le fue dado al varón para que: UNO. Hiciera avanzar los propósitos de Dios (Gen 1:28). DOS. Para darle
satisfacción al varón mientras que usa las habilidades y las cualidades que Dios le dio. TRES. Para capacitar al
varón y que pueda proveer para sus propias necesidades, así como para las necesidades de todos aquellos que
están bajo su responsabilidad (1 Tim 5:8). El varón fue creado para ser el proveedor de su familia. Gen 1.28:
dentro del deseo del hombre de trabajar y de proveer (fructificar y multiplicar), se encuentra creada la necesidad
de dar, de llenar Debido a que fue creado para proveer, el también fue diseñado para proveer. Un proveedor
anticipa las necesidades antes de que vengan: planea, prepara y hace provisión para estas necesidades (Prov
6:6-11). El trabajo le fue dado al varón (Gen 2.15) antes de que la mujer fuera creada (Gen 2:21-22); esto significa
que antes de que un varón necesite una mujer y antes de que él pueda estar listo para el matrimonio, él necesita
tener un trabajo estable. Dios le dio al varón, no a la mujer, ser el principal proveedor de la familia. Ello no implica
que (Prov 31:10-31). UNO. La mujer no pueda o deba trabajar. DOS. La mujer no pueda ganar más dinero que el
varón. El hecho de que gane más no significa que sea más, valga más o pueda ocupar el lugar del varón. Aquello
solo es una cuestión coyuntural (temporal) mientras que el lugar del varón es una cuestión eterna. En este caso,
lo mejor que puede hacer una mujer por su marido es estimularlo y ayudarlo a encontrar nuevas y mejores
oportunidades de superarse, no demeritarlo. Un esposo no siempre va a tener las oportunidades como para poder
cambiar sus circunstancias financieras de tal manera que su mujer no tenga que trabajar: El solo necesita
moverse hacia su objetivo y trabajar para ello. EL VARÓN COMO PROTECTOR. El varón fue creado para ser el
protector de su familia y de todo aquello que se encuentra bajo su responsabilidad. Fue creado con los atributos
para hacerlo: • Fuerza física. • Pensamiento lógico. • Sentido de protección territorial. • La cualidad de buscar la
excelencia. Dios le ha dado al varón la habilidad, la fuerza y las armas espirituales para proteger y para guardar
todo aquello que El le ha confiado bajo su cuidado, no para agredir ni para abusar. 1 Cor 11:3: la cabeza de la
mujer es el varón; significa que un varón no necesita estar casado para ser responsable de las mujeres, tal el
caso de su madre, sus hermanas, etc.
LAS TAREAS DE LA ESPOSA DENTRO MATRIMONIO.
LAS TAREAS DE LA MUJER. LA MUJER COMO MEJORADORA. La mujer fue colocado por Dios en el Edén
para ejercer dominio junto con el varón (Gen 1:28). La mujer es la compañera del varón (Gen 2:18, Gen 2:23-25,
Gen 1:28). La mujer es buena para el varón (Gen 1:31, Gen 2:18). La mujer es ayuda para el varón (Gen 2:18).
Una mujer puede ayudar grandemente a un varón en su vida espiritual, emocional y física, si este le permite
ayudarlo. Algunos varones solo necesitan una buena palabra de una buena mujer. La mujer comparte la visión del
varón (Gen 1:28, Ecle 4:9-12, Amo 3:3, Hab 2:2-4). El mundo está lleno de mujeres frustradas que están viviendo
con hombres que no van a ningún lado. En la función de dominio de la mujer como mejoradora, ella es líder
conjuntamente con el varón: ella comparte su visión y trabaja con él para cumplir aquello para lo cual ambos
fueron creados. La mujer toma en sí quién es el varón y lo que el varón tiene y lo amplifica y extiende. Activa,
motiva, habilita al varón para que cumpla la visión y el propósito para el cual ambos fueron creados (o también lo
“castra”). Una de las maneras en que la mujer ayuda al varón a cumplir la visión es teniéndole respeto. De esa
manera el liderazgo de él es efectivo y la visión compartida de ellos se convierte en realidad. Cuando la mujer
decide que está cansada de ayudar y que se va a convertir en el jefe su hogar se mete en problemas. Cuando
una esposa decide que quiere una visión completamente diferente para su vida en lugar de la visión de su
esposo, lo que se produce en el hogar es di-visión. La mujer es adaptable al varón (Gen 2:18, Gen 2:23-25). La
mujer se adapta a la fuente de recursos de donde vino. Si una mujer entra en una situación o en un medio
ambiente nuevo o extraño, ella tiene una mayor tendencia y facilidad a adaptarse a ello que el varón. Debido a
que ella es movida por estímulos del medio ambiente, ella es más emocional que el varón. Cualquier cosa que el
hombre le da a la mujer, o le deja de dar, la mujer generalmente tratará de adaptarse a ello (aunque, si es
contrario a la naturaleza original del varón y de ella, no va a estar contenta). La mujer no solo mejora la vida del
varón, también mejora su propia vida. En todas las manera en que la mujer mejore la vida del varón, ella también
va a estar mejorando su propia vida. Es una con el varón. Es líder conjunta y participante de la visión de dominio:
mejora de todo el ambiente que la rodea
. LA MUJER COMO REFLECTORA.
La mujer refleja todo lo que el varón es, así como Cristo refleja todo lo que el Padre es y la iglesia refleja todo lo
que Cristo es. La mujer refleja el amor que el varón le da. La mujer fue diseñada para recibir amor (Efe 5:25, 28,
33) y para funcionar en amor. Como ella es reflectora, el amor que recibe, lo va a reflejar dándolo; por eso Pablo
escribe en Efe 5:28 que el que ama a su mujer a sí mismo se ama. La mujer necesita recibir amor expresado a
través del afecto manifestado en palabras o en gestos. Muchos varones creen que ellos están expresando el
amor adecuadamente a sus esposas al proveerles con las cosas básicas de la vida, o por medio de regalos
costosos: esas cosas, desde la perspectiva de la mujer, no expresan el verdadero amor. La mujer necesita ser
amada tal y como Cristo amó a la iglesia (Efe 5:26-27). Si un varón va a dar amor a su esposa tiene que andar en
la compañía de Jesús para aprender a amar como El ama. El varón debe santificar a su esposa: ponerla aparte y
en un lugar muy especial en su corazón y en su vida y valorarla como el tesoro y la joya más preciosa. El varón
edifica la autoestima de la mujer (o la destruye). La mujer representa la naturaleza del varón. Jesús mandó a la
iglesia al mundo para que fuera un reflejo de Si mismo: para que reflejara Su naturaleza. Dios es amor; porque
Dios es amor, Cristo es amor porque El refleja al Padre. La iglesia debe reflejar amor porque es la plenitud de
Cristo; por ello Jesús dijo que en eso conocerán que somos sus discípulos (Jn 13:35). La mujer refleja todo lo que
el varón es (1 Cor 11:7). Ella debería reflejar la esencia de todo aquello para lo que Dios creó al varón a Su
imagen. Frecuentemente los varones se encuentran en posiciones de autoridad sobre las mujeres, ejerciendo
influencia sobre las perspectivas y actitudes de las mujeres. Ellos deberían tratar a las mujeres con bondad y con
amor cristiano para no apagar la naturaleza que Dios les ha dado a ellas.
LA MUJER COMO DADORA DE VIDA. La mujer fue hecha por Dios para tener vientre y multiplicar la vida física.
Pero no solo eso; ella también tiene vientres emocionales, mentales y espirituales. Cualquier cosa que se le de a
una mujer, ella lo va a multiplicar. La mujer es una “incubadora” por naturaleza: ha sido dotado de muchas
habilidades creativas que pueden ayudar a sus seres queridos, a ella misma y al mundo a desarrollarse. Tiene
una habilidad transformadora: inclinación a desarrollar y a darle nueva vida a las cosas. • Ve las posibilidades y el
potencial. • Calcula las palabras, las acciones y las relaciones entre las cosas. • Procesa las palabras, ideas,
necesidades y problemas. • Concibe e inventa. • Desarrolla ideas, planes y programas. • Protege lo que ha
recibido mientras lo desarrolla. • Produce algo completamente nuevo de aquello que ha recibido. • Multiplica todo
lo que se le dá. El vientre emocional: todo lo que un varón le da a una mujer, lo va a recibir devuelto, en una
forma diferente. Lo bueno, positivo, estimulante lo va a cosechar rápidamente. Lo malo, negativo, frustrante lo va
a cosechar más lento, pero seguro. La mujer va a incubar las palabras del varón: éste tiene que cuidar mucho lo
que le dice a la mujer porque ella no olvida (Isa 49:15). La mujer es una multiplicadora. La iglesia recibió 11
discípulos y a Pablo, y los multiplicó en millones de creyentes. La samaritana: lo que Jesús le dijo, lo multiplicó
en cientos de creyentes. La resurrección. el mensaje lo recibieron las mujeres y ellas lo multiplicaron y lo
esparcieron. La oración generalmente convoca más mujeres que varones porque ellas tienen la capacidad de
incubar la petición hasta que la dan a luz. La mujer fue hecha por Dios para dar vida. Cualquier cosa que un varón
necesite ella se las va a ingeniar para hacerla y suplir la necesidad del varón (“necesita el toque de una mujer”).
Muchas mujeres tienen grandes dones de incubación no desarrollados; han sido tan golpeadas, menospreciadas,
insultadas, desvalorizadas, disminuídas, por la vida y por las expresiones insultantes e hirientes de otros
(varones y mujeres) que rara vez se arriesgan a usar estos dones
. LA MUJER COMO CONSEJERA.
Ayuda idónea también significa consejera. La perspectiva particular desde la cual la mujer enfoca las cosas
(inteligencia emocional) es complementaria a la que utiliza el varón (inteligencia racional). La perspectiva
completa no está en una sola de ellas, sino en la combinación de ambas. Cuando un varón recurre a la mujer en
busca de consejo, seguramente obtendrá una perspectiva más amplia de las cosas (aunque la mujer no esté
totalmente en lo cierto). Cuando un varón sabe que una mujer es una incubadora (dadora de vida, transformadora,
veedora de las posibilidades y el potencial, relacionadora, desarrolladora de ideas, planes y programas, etc.)
puede ser cuidadoso y considerar lo que le dice ella (Gen 21:12). • En la multitud de consejeros hay seguridad
(Prov 11:14). • En la multitud de consejeros está la victoria (Prov 24:6). • El corazón de su marido está en ella
confiado (Prov 31:11-12).
LA MAYORDOMIA EN EL MATRIMONIO
MAYORDOMÍA DEL MATRIMONIO. MAYORDOMÍA DE NUESTRO CÓNYUGE.
Nuestra pareja, independientemente de las circunstancias y sus características, es un regalo de Dios para
nuestra formación y bendición, si en nuestro matrimonio procedemos de acuerdo con lo que dice la Palabra de
Dios (Gen 2:18, Prov 18:22). El matrimonio, para ejercer una buena mayordomía de él, necesitamos a Dios en el
centro mismo del matrimonio (Jn 15:4-5, 1 Jn 4:7-8, Ecle 4:12). La buena mayordomía en el matrimonio implica:
Primero. Compromiso con Dios y con su Palabra (Efe 5:21). Segundo. Compromiso con la unidad y ayuda mutua,
formar un equipo para todas las cosas de la vida (Gen 2:23-24, Ecle 4:9-12). Tercero. Compromiso con el cuidado
integral del cónyuge (1 Tes 5:23, Fil 4:19) y con la atención de sus necesidades básicas en todos los órdenes de
la vida (1 Tim 5:8, Prov 31:13-14) y entre ellas, de sus necesidades sexuales (1 Cor 7:5). Cuarto. Buen trato y
respeto (1 Ped 3:7, Prov 21.19). Quinto. Compromiso con el cuidado del corazón propio y del cónyuge (Prov
31:11, Prov 4:23, Heb 12:14-15). Sexto. Compromiso con la sabiduría y el buen consejo en todo momento, que
ellas prevalezcan en todo el desarrollo de la relación (1 Ped 3:7, Prov 31:26). EFE 5:21-31.
La Palabra, independientemente de que seamos hombres o mujeres nos indica la necesidad de someternos unos
a otros en el temor a Dios, y ello no excluye el matrimonio. Para tener un matrimonio exitoso, satisfactorio y
ejercer una buena mayordomía de él, lo primero que necesitamos es estar sometidos a Cristo. La sumisión (como
el amor) requiere darse en una doble vía. La sumisión mutua debe ser en el temor de Dios: en obediencia y de
acuerdo a los principios de la Palabra de Dios (Rom 13:1-7). Esposo y esposa han sido dotados por Dios de
autoridad. La autoridad no es una concesión ni un derecho, es una responsabilidad que Dios nos asigna. La falta
de reconocimiento y oposición a la autoridad del esposo o de la esposa se constituye en oposición a Dios y
acarrea para sí mismo condenación. La sumisión tiene una contrapartida que es el servicio: el que se sujeta
recibe a cambio protección y servicio. En el matrimonio, el servicio y la protección deben ser mutuas. La
sumisión implica respeto y honra por lo que las parejas necesitan aprender a respetarse y honrarse mutuamente.
El marido es cabeza de la mujer así como Cristo es cabeza de la iglesia. • Primero en autoridad. • Primero en
amor (Jn 3:16): amarlas como Cristo amó a la iglesia y como a si mismos. • Primero en servicio (Mat 10:42-45):
entregarse a y dar sus vidas por ellas, servirlas. • Primero en cuidarla: sustentarlas y cuidarlas como Cristo a la
iglesia. • Primero en relación (Gen 2:24). 1 COR 13:1-8. La esencia el matrimonio es el amor y Dios es amor, lo
que implica llevar nuestro matrimonio como para Dios (Col 3:22-24). Podemos ser responsables con la iglesia, el
trabajo, la provisión económica, pero sin amor en el matrimonio, para con la pareja ello no sirve de nada (solo es
mejor que nada). El potencial de amar a nuestro cónyuge ya está en nosotros, la imagen de Dios (Dios es amor) y
las características de ese potencial son: • Sufrido: que aguanta, paciente, tardo en responder. • Benigno:
mostrarse uno mismo útil, ser útil. • No tiene envidia: no es celoso, no se mueve por envidia. • No es jactancioso:
no es fanfarrón, no hace alarde de sí mismo. • No es envanecido: no se eleva por encima del otro, no se hace
más que el otro. • No hace nada indebido: no hace nada que el otro considere malo, negativo, en su contra. • No
busca lo suyo: no demanda, no hace cosas por maquinación (dar para obtener). • No se irrita: no se violenta, no
ataca, no hace daño, no insulta, no menosprecia. • No guarda rencor: es perdonador, no es indigno, no es
injurioso, no es depravado. • No se goza de la injusticia: no maquina ni se se alegra de lo malo ni del mal del otro.
• Se gozo de la verdad: se gozo con el bien del otro. • Todo lo sufre: cubre con silencio multitud de faltas. • Todo
lo cree: tiene fe en la otra persona, le da crédito, confía en ella. • Cree lo mejor de la otra persona, piensa todo lo
bueno del otro (Fil 4:8). • Todo lo espera: no pierde la fe ni la esperanza, permanece, no se desespera. • Todo lo
soporta: persevera, permanece, sostiene, se queda. • Nunca deja de ser: ni siquiera en algún tiempo, nunca
jamás decae, sacado de curso.
EL PROPOSITO DE DIOS EN EL VARON O ESPOSO.
EL PROPÓSITO DE DIOS PARA EL VARÓN
. El propósito del varón fue escogido por Dios: su prioridad, su posición y la tarea. La prioridad del varón significa
que él fue formado primero a fin de ser el fundamento para la familia humana. La posición del varón significa que
él tiene que permanecer contínuamente en la presencia de Dios. Sin esto no puede funcionar en los propósitos de
Dios. Dios nunca tuvo la intención de remover a Adán del Jardín del Edén. La intención de Dios era que el Jardín
de Su presencia se moviera por toda la tierra. Dios quería que el varón creciera en su habilidad de dominar por
medio de aprender primeramente a gobernar el Jardín del Edén. La tarea del varón incluye seis propósitos
específicos que él tiene que cumplir: visionario, líder, maestro, cultivador, proveedor y protector.
Dios ha diseñado y equipado al varón para que pueda llevar a cabo cada propósito y cada tarea que le ha sido
dada. Darle nombre a algo implica hacerse responsable por ese algo. Dios le permitió a Adán a nombrar a Eva
debido a que El quería que el hombre fuera completamente responsable por la mujer. Es al varón quién ya está
viviendo y trabajando en sus propósitos a quién Dios le dice que “no es bueno que el hombre esté solo. Haré una
ayuda idónea para él” (Gen 2.18). La mujer fue sacada del varón y fue hecha de la misma esencia del varón. La
mujer es la compañera que Dios le dio al varón; ella es la idea de Dios para el varón.
La mujer es el complemento perfecto del varón y es igualmente socia con el varón en los propósitos de Dios. Los
varones y las mujeres son de la misma esencia, pero con diferentes diseños, complementarios, para poder
cumplir sus propósitos asignados por Dios. La mujer es la ayuda idónea del varón: todo lo que existe en ella fue
diseñado para ayudarlo. El hombre es esencialmente un dador y la mujer es esencialmente una receptora. El
hombre fue creado para dar amor y la mujer fue creada para recibir amor.
Etc. Tanto el varón como la mujer tienen dominio, sin embargo, debido a que tienen propósitos y diseños
diferentes, su autoridad se manifiesta y se lleva en formas distintas. Por el hecho de que una mujer sea mujer,
ello no implica que es inferior al varón. Así como el hecho de que un varón sea varón, no implica que sea superior
a la mujer. Sus diferencias no indican superioridad ni inferioridad sino solo diferencias de propósito.
LA MUJER EN EL PLAN DE DIOS.
La mujer, igual que el varón, es idea de Dios (Gen 1:26-28, Gen 2:18, Gen 2:23-25) La singularidad de la mujer, al
igual que la del varón, es un reflejo de los propósitos de Dios y de Su diseño para ella. La mujer, al igual que el
varón, tiene un espíritu dentro de ella, que es de la misma esencia que el espíritu del varón (el Espíritu de Dios),
que la hace un ser espiritual responsable y libre. Cuando un varón (o alguna otra persona) no trata bien a una
mujer (o a un varón), lo que ha hecho es que ha interferido con el Espíritu que está dentro de la mujer (o del
varón): como es parte del Espíritu de Dios, Dios le resiste (1 Ped 3:7). La mujer fue tomada del hombre: la mujer
necesita estar conectada a su fuente de recursos.
Conectada no es lo mismo que humillada. Así como Cristo es responsable por la Iglesia, el marido es
responsable por la esposa. La fuente de recursos es responsable por el producto. La mujer fue hecha para todo lo
que el varón tiene. El varón es la cobertura (servicio y protección) de la mujer. El esposo debería amar a su
esposa como él se ama a sí mismo. Los propósitos de Dios para con la mujer: • Mejoradora. • Reflectora: así
como la Iglesia refleja a Cristo, así la mujer refleja al varón. • Fue hecha para ser objeto del amor del varón. • Fue
hecha para reflejar el amor que él le da a ella. • Dadora y sustentadora de vida. • Consejera. Conforme la palabra
de Dios y el espíritu santo. NO otra persona que no sea la esposa.

PROPOSITO DE DIOS PARA EL HOMBRE MATRIMONIO PARTE 7.


◊ Prov 16:25. El propósito de cualquier cosa solo se puede encontrar en la mente de su creador y el ser humano
en general, y el hombre en particular, no es la excepción. Los hombres necesitan una identidad dada por Dios
para que puedan llegar a cumplir su verdadero propósito.
PRINCIPIOS SOBRE EL PROPÓSITO.
Dios es un Dios de propósitos. Todo lo que Dios crea tiene un propósito. El propósito de alguna cosa determina
su naturaleza, su diseño y sus características. Todo lo que Dios planea es intencional, tiene significado y tiene en
sí mismo la garantía para tener éxito. Y el hombre no es la excepción. Como los hombres nos hemos separado
de Dios y tomado nuestros propios caminos (Prov 16:25), no conocemos todos los propósitos de Dios para
nosotros. Cuando queremos descubrir el propósito de alguna cosa, nunca le preguntamos al producto, leemos el
manual del fabricante. Si no conocemos el propósito de nuestra vida, solo estamos experimentando con ella
(Prov 29:18). Cuando no se conoce el propósito, el abuso es inevitable (Ose 4:6). Dios colocó nuestro propósito
dentro de nosotros mismos; para poder sacarlo necesitamos la ayuda de la sabiduría y de la revelación de Dios
(Efe 1:17-19). Encontramos nuestro propósito solo en la mente de nuestro Creador (Jn 15:5). El propósito de Dios
es la clave para nuestra satisfacción y para nuestra completa realización. Cuando acudimos a Dios, El sabe
como restaurar el tiempo que perdimos cuando no conocíamos nuestro propósito (Joe 2:25)

Potrebbero piacerti anche