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JAN 20 W3

BR 305 .F53 1891


Fisher, George Park, 1827-
1909.
Historia de la Reformaci 'on
c£iyu^(^. //• /O -
/-^
HISTORIA
PE LA

REFORMACIÓN.
POR
JORGE P. FISHER,
Doctos en Teología y en Leyes de la Universidad de Y ale.

TRADUCIDA POR

HUBERT W. BROWN, A.M.,


Catedrático del Seminario Teológico Presbiteriano de Tlalpam, México.

SOCIEDAD AMERICANA DE TRATADOS


150 Nassau Street, Nueva York, U. S. A.
INTRODUCCIÓN L LA EDICIÓN ESPAÑOLA.

Al emprender la traducción al castellano de la presente obra,

el que suscribe fué impulsado por el deseo de dar á los alumnos del
Seminario Teológico de Tlalpam, una idea á la vez que suscinta,
satisfactoria y adecuada de los principios de la Reformación reli-

giosa no sólo en Alemania, sino en todos los países de Europa y de


América. La lectura de esta historia le convenció de que en ella

encontraba el excelente compendio que buscaba. Y además de


esto, le agradó la admirable imparcialidad con que el autor trata
citando los hechos y dejando á cada uno en libertad de
el asunto,

formar su propio juicio acerca del valor relativo de los diversos


sucesos y de la Reforma considerada como un todo.

Una vez hecha la traducción, se creyó que sería sumamente útil


imprimirla para que un círculo mayor de lectores sacasen provecho
de los frutos de los largos y profundos estudios hechos por el

eminente Profesor de la Universidad de Yale. En este sentido, el

que sescribe, dirigió una carta al Dr. Fisher, pidiéndole permiso


de llevar á cabo su plan. Dicho caballero tuvo á bien contestar
con suma cordialidad, otorgándole su pleno permiso, y expresando
la satisfacción que tendría si su obra aprovechara también á los

que hablan el dulce y sonoro idioma de Castilla. La Casa de


Publicaciones de Carlos Scribner é Hijos; contestaron también en
el mismo sentido.

Como un acto de justicia por lo que hace al Dr. Fisher, cree el

traductor conveniente llamar la atención del lector sobre algunas


modificaciones y omisiones que caracterizan la presente traducción.

La obra en inglés contiene un número inmenso de referencias á una


3
4 INTRODUCCIÓN Á LA EDICIÓN ESPAÑOLA.

multitud de obras escritas en latín, inglés, alemán, francés, italiano

y español. Estas citas sirven para comprobar los asertos del autor

y guiar al investigador en su examen de los puntos más importantes


y difíciles. Además de esto, la obra original contiene en forma de
Apéndice, una lista sumamente comprensiva de los muchos libros,

tratados, ensayos y cartas que en los varios idiomas antes mencion-


ados, tratan el mismo asunto, á saber, el de la Reformación. Para
el estudiante de la historia, estas dos cosas forman una parte de la

obra en sumo grado valiosa, si bien para la mayoría de los lectores

son de poca utilidad, por la dificultad de tener á la mano las obras


citadas. Se ha omitido por esta razón la lista de obras ; y por lo

que hace á las notas, se ha hecho una traducción al español


solamente de aquellas que agregan algo al sentido, omitiéndose
todas las citas meramente comprobantes. Al que quiera investigar

á fondo el asunto y tenga algunos conocimientos del inglés así como


del latín, alemán y francés, se le recomienda que se haga de un
ejemplar de dicha historia en el original inglés, " History of the

Reformation," por Fisher, Casa de Publicaciones de Charles Serib-


ner's Son?, Nueva York, E. U. A. Para los demás, se cree que la

presente traducción en cuanto á substancia, no deja nada que


desear, por ser una versión literal de la obra y de las principales

notas.

El traductor hubiera querido haber cambiado una que otra

pequeña frase del original, especialmente en lo referente á la Iglesia

católica romana, pero no lo ha hecho. Sin embargo, juzga de

justicia decir á este respecto, que no cree que se deba llamar á la

Iglesia de Roma, Iglesia "Católica." La voz "católica" quiere

decir universal ; y en la actualidad ninguna Iglesia, sea cual fuere

su extensión, tiene derecho í tal calificativo. La verdadera Iglesia

Católica se compone actualmente en su forma visible, de todas las

verdaderas Iglesias de Dios; y en la invisible, de todos los

verdaderos cristianos del globo. Las Iglesias evangélicas ó pro-

testantes forman, cuando menos, una parte de la Iglesia Católica ó

universal ; y la Iglesia actual de Roma, cuando más, no es otra

cosa que una parte de dicha Iglesia.


INTRODUCCIÓN Á LA EDICIÓN ESPAÑOLA. 5

En cuanto al estilo de esta traducción, el autor de ella se com-


place en manifestar que si no es del todo malo, se debe en gran
parte al Sr. Pedro Aguirre de la Barrera, profesor de una de las
escuelas municipales de México, quien lleno de buena voluntad
ba procurado dar á esta obra al revisarla, la posible claridad.
Aprovecho esta oportunidad para expresarle de una manera púb-
lica mi agradecimiento por su bondad en este sentido.

Deseo también dar mis expresivas gracias y los no menos


cordiales de todos los lectores de este libro á la Junta de PubHca-
ciones de la Iglesia Presbiteriana de los E. U. A., que ba tenido
á bien sufragar los gastos necesarios para dar á luz á esta obra.

Puede estar cierta de que ella no podrá menos que ilustrar paxa
muchos, uno de los más interesantes períodos en el desarrollo de la

verdadera Iglesia de Cristo.


HUBERT W. BROWN.
México, Septiembre de 1891.
Digitized by the Internet Archive
in 2014

https://archive.org/details/historiadelarefoOOfish
PREFACIO.

Esta obra es la ampliación de una serie de discursos que pro-


nuncié en el Instituto de Lowell, en Boston, en el verano del año de
1871. Séame permitido decir que ya en esa fecha, el asunto no era

nuevo para mí, y que en el tiempo trascurrido desde ese año acá
me he dedicado á continuar mis estudios en este departamento de
la historia, y he incorporado los resultados de mis investigaciones
eu la presente obra. Me pareció posible, aun dentro de los estre-

chos límites de un tomo de la extensión de este, proporcionar á


lectores inteligentes é instruidos los medios por los cuales pudieran

informarse del origen y naturaleza, hechos y personas principales


de la Reformación ; y al investigador histórico que se sirviera de
las notas y referencias intercaladas, un guía para la prosecución

de sus estudios independientes del asunto. La presente obra tiene

dos rasgos distintivos que tel vez sea oportuno señalar : Primero,
he procurado enlazar de tal manera que sobresalga su verdadera
relación, los elementos religiosos y teológicos de la historia del
período de la Reforma, con los más generales, especialmente los
políticos que hacían tan importante papel en la determinación del
resultado final ; y segundo, he hecho el esfuerzo de aclarar suscinta,

pero suficientemente, los puntos referentes á la historia del desenvol-


vimiento de las doctrinas teológicas, de las cuales es preciso tener
una idea exacta para entender debidamente la historia de ese

período.

Las autoridades en las cuales me he apoyado principalmente, se


indican en cada caso en el margen de las páginas. He dado la

más alta importancia á los escritos, y especialmente á la corre-


8 PEEFACIO.

Bpcndencia de los mismos reformadores. Las cartas de Lutero,


Melancthon, Zwingli y Calvino ; la correspondencia de los reforma-
dores ingleses con los suizos durante los reinados de Enrique VIII,
Eduardo VI, é Isabel ; la de los reformadores que vivían en los

países donde se hablaba y que se ha conservado en la


el francés,

colección de M. Herrninjard, producen la impresión más viva y

exacta de los hechos en que sus autores hicieron un papel principal.


Obras tales como "La Correspondencia de Felipe II," que M.
Garchard (además de otras de gran valor), ha publicado tomándolas
de los archivos de Simancas, derraman nueva luz sobre otra de las

faces de la historia de esa época. Debo hacer una mención especial

de dos de los historiadores más modernos. El primero es Ranke


cuya admirable serie de obras sobre los siglos XVI y XVII, he
examinado continuamente. La mezcla de opiniones generales con
hechos apropiados y característicos, da un encanto peculiar á las
producciones de este ilustre autor. El otro historiador es Gieseler,

que posee en grado eminente el don de la exactitud, atribuido por

Gibbon á Tillemont. Las investigaciones de Gieseler, siempre pro-

fundas y extensas, en ninguna parte de su Historia Eclesiástica son


más instructivas que en la que se ocupa del período de la Reforma-
ción. Todos los estudiantes de la historia tienen que lamentar el

que Neander no haya vivido para llevar adelante su grande obra,


contraparte de la de Gieseler, hasta incluir el período de la Reforma.
Su postuma " Historia de la Doctrina," se ocupa con demasiado
brevedad de la historia del movimiento protestante, si bien no
carece de sugestiones que llaman la atención. Debo agregar tal

vez á este breve catálogo, la " Histoire de France " de Henri Martin,
que á mi parecer es la más satisfactoria de las historias comprensivas
de Francia.
Quiero dar otra explicación más acerca del designio de este libro.

No es en ningún sentido una obra de polémica. No ha sido mi


propósito inculcar el credo protestante, ni propagar tipo alguno de

la doctrina cristiana; ni mucho menos encender un espíritu de

animosidad contra la Iglesia de Roma. Por más importantes que


sean los puntos de diferencia que separan á los protestantes de los
PREFACIO. 9

católicos romanos, lo? puntos en que concuerdan son todavía más


esenciales que aquellos. Los que creen que los reformadores
estaban exentos de graves errores y debilidades, ó ignoran su
historia 6 la han estudiado bajo la influencia de graves preocupa-
ciones. Sin embargo, no se debe confundir la imparcialidad con
la indiferencia ; y un espíritu frío y cauto que congela la corriente

natural de una justa admiración, puede igualmente con una


admiración exagerada de los héroes, estorbar á uno en su busca de
la verdad, y privarle de las mejores lecciones de la historia.
Si este tomo se empleara como libro de texto, sería tal vez
provechoso que el maestro insistiera en el frecuente uso de la
tabla cronológica que se encuentra en el apéndice, porque ésta

agrupa bajo su fecha, los sucesos contemporáneos en los diversos

países. En el libro mismo se encontrarán bastantes fechas, pero


se dan en mayor abundancia en el " Contenido " de los capítulos.

He preparado también para el uso de los que deseen proseguir


estudios más avanzados en este ramo de la historia, una lista de
las obras que sería bueno consultar.

New Haven, Enero 15 de 1871.


NOTA A LA SEGUNDA EDICIÓN.

La voz " consustanciación " se usa dos ó tres veces en este tomo
al hablar de la doctrina luterana acerca de la eucaristía ;
pero tal
término se define como la co-presencia de dos substancias, sentido
en el cual se emplea por los mejores teólogos luteranos. Los que
lean atentamente el último capítulo, notarán que los efectos que

se atribuyen á la Reformación, no se atribuyen exclusivamente al


sistema dogmático del protestantismo, sino á la religión protestante
en su sentido comprensivo, es decir, al genio y espíritu del protes-
tantismo, según se descubren en el desenvolvimiento de los hechos

culminantes de su historia. Al puesto y á la importancia del


Renacimiento literario y clásico se da énfasis en varias partes de

esta obra, especialmente en el capítulo tercero. No se monospre-


cia la influencia del Eenacimiento clásico y literario en la cultura
moderna, ni se confunde con la Reforma religiosa. Hay otro punto
que quizás merezca una palabra. No considero á la Iglesia de la
edad media como " un mal excusable," sino como un gran beneficio

hecho á la sociedad. Lo que se dice del papado, no debe entenderse


de la Iglesia, es decir, de la influencia organizada y colectiva del
Cristianismo. Pero aun el mismo papado, según se muestra, era en

la edad media en muchos sentidos, una benéfica institución.

Edición de 1885.

11
CONTENIDO.

CAPITULO I.

Introducción : Carácter General de la Reformacioh.


tía
Cuatro sucesos principales de la historia moderna 45
Larga preparación histórica por dichos sucesos 45
Debe darse debida importancia á la actividad de I03 individuos ...... 46
Teorías acerca de la Keformación 46
Hipótesis astrológica 46
Eiña, nada más, entre las órdenes monásticas 47
Disputa académica, nada más 47
Otra forma del antiguo conflicto entre los papas y los emperadores .... 48
Insurrección contra toda autoridad (Guizot) 49
Paso transicional hacia el racionalismo 49
La Reforma, en primer lugar, es un movimiento religioso 50
Rasgos judaicos del cristianismo de la edad media: oposición del elemento
espiritual 51
El protestantismo es tanto positivo como negativo 51
Factor objetivo en el protestantismo 52
Derecho del juicio privado defendido por el protestantismo 52
La Reforma es una parte del progreso general de la sociedad 52
Rasgos generales de todo el período de la Reforma 53
Doble aspecto de la Reformación, religioso y político 53
Límites cronológicos de la era de la Reforma 53

CAPITULO II.

Desarrollo de la Jerarquía Papal y su Decadencia debida a la


Centralización de las Naciones.
Autoridad sacerdotal rechazada por el protestantismo 54
Relación entre la autoridad sacerdotal y la supremacía papal 54
Contraste entre la nueva y la antigua dispensación espiritual 55
Falta de un sacerdocio medianero 55
Funcionarios de la Iglesia primitiva 55
Empiezan ministros á desempeñar funciones sacerdotales 56
Desarrollo de una jerarquía 57
Ireneo y Tertuliano enseñan que la Iglesia es la puerta de acceso á Cristo
(cerca de 200) 57
1S
14 CONTENIDO.
pao,
Cansas de la precedencia de la sede de Boma 67
Boma capital del imperio la pretendida supremacía de Pedro
; 58
Constantino (311,) la Iglesia se conserva distinta del Estado 60
Autoridad de los emperadores sobre la Iglesia 60
Poder del obispo de Boma aumentado por la decadencia del imperio .... 60
León Grande (440-461)
el 60
Peligro y exaltación del papado debido á la caída del imperio de Occidente (476). 60
Se extienden el arrianismo y el mahometanismo 61
Alianza afortunada del papado con los francos (750) 61
Papado conservado por Pepino y Carlomagno 62
Significado de la coronación de Carlomagno (800) 62
Efecto en el papado de la caída del imperio de Carlomagno 62
Decretales del seudo-Isidoro, cerca de 850 62
Promulgados por Nicolás I (858-867) 63
Anarquía en Italia: época de la pornocracia : intervención de Enrique III
(1046) 63
Hildebrando (1073-1085) su plan de reforma, teoría acerca del papado y el
imperio, y el conflicto inevitable de ellos 64
Ventajas que tuvo el papado en dicho conflicto 65
Triunfo de los papas Enrique IV el concordato de Worms (1122), Alejandro
;

111(1177) 66
Colmo del poder papal ; Inocencio II (1198-1216) 66
Teoría de éste acerca del cargo papal 67
Origen y manifestaciones de la tendencia al nacionalismo 68
Benéfica influencia del papado en la edad media : llegada de otra época . . 69
Lenguas y literaturas nacionales 69
Espíritu anti-jerárquico de los escritores que usaron los idiomas vulgares . 70
Hay legistas que revelan la misma tendencia 72
Beacción contra el papado Bonifacio VIII (1294-1303)
: 72
Conflicto de Bonifacio con Felipe el Hermoso 72
El prestigio del papado mengua la cautividad babilónica (1309-1377)
: ... 73
Carácter del papado en Aviñon: testimonio de Petrarca 74
Oposición de Alemania é Inglaterra 74
Monarquistas contra papistas 75
Usurpaciones papales atacadas 75
Marsilio de Padua y Guillermo de Occam 75
Teoría galicana 6 constitucional concilios reformados (1409-1443)
: 76
Sustitución de tendencias eclesiásticas por las nacionales y seculares ; en el
siglo XV 78
Consolidación de las monarquías: Inglaterra, Francia, España 78
Mundanalidad de los papas 79
Sixto IV (1471-84), Inocencio VIII (1484-92), Alejandro VI (1492-1503),
Julio II (1503-13) 79
Carácter de León X (1513-21), opinión de Sarpi, Pallavicini, Muratori,
Guicciardini 79
Importancia de los papas, principalmente política 80
Concesiones hechas á ellos más bien aparentes que verdaderas 80
La nulificación de la Sanción Pragmática (1516), lo ejemplifica 81
Mayor importancia de los intereses temporales y políticos evidenciada por
las contiendas de Carlos V y Francisco I 82
El nacionalismo y la secu ralización del papado á principios del siglo XVI . 82
CON TENIDO. 15

CAPITULO III.
Causas especíales y Peesagios de tina Eevolucion eclesiíbtica
anteriores al slglo xvl
FIO.
Legalismo característico del cristianismo de la edad media 84
Reacción contra él oposición á sus dogmas ataques contra
: abusos y las
: los
usurpaciones del clero, y oposición al valor excesivo atribuido á las cere-
monias y austeridades 85
Consecuencias que podrían resultar del aumento de la ilustración .... 85
Dos clases de precursores de la Reforma 85
Sectas anti-sacerdotales 86
Cataristas (Albigensesj 86
Waldenses: su origen, 1170 87
" Espirituales " franciscanos : fratricelli 88
Beguinas y Bergardos 88
Significación de la aparición de dichas sectas 88
Reformadores galicanos ó conservadores 89
Reformadores radicales: Juan Wickliffe, 1324-84 : sus creencias 89
Como fué protegido 90
Lolardos 91
Juan Huss (1373-1415) sus predecesores Matías de Janow
: : 91
Carácter y principios de Huss 92
Ideas de Huss y Wickliffe acerca de la autoridad de los prelados y magis-
trados 92
Juan Wessel (1420-89), opinión de él abrigada por Lutero 92
Savonarola, 1452-89 93
Místicos : rasgos del misticismo 94
Juan Tauler (1290-1361 :) la "Teología Alemana" 94
La " Imitación de Cristo " 95
Despertamiento literario: sus principios en Italia. Dante (1265-1321),
Petrarca (1304-74), Boccaccio (1317-75) 95
Prevalencia del espíritu literario consecuencias á la Iglesia
: 96
Influencia benéfica y faltas del escolasticismo causas de su decadencia : . . 97
Vitalidad perdida: efectos del nominalismo 98
Los Padres eclesiásticos y las Escrituras se estudian de nuevo 98
Escepticismo característico del humanismo en Italia: influencia de la
escuela clásica sobre la Iglesia italiana 99
Rasgos semi-paganos de la política y la ética: Maquiavelo, 1469-1527 . . . 100
Carácter religioso del humanismo en Alemania: Reuchlin, 1455-1522 . . . 100
Triunfo de éste sobre los frailes 101
Humanismo y las universidades Wittenberg, 1502 : 102
Humanismo en Inglaterra: Colet, Erasmo, More 102
La " Eutopia :" sus ideas liberales acerca de la religión 102
Eiasmo (1467-1533), jefe del humanismo 103
Su fama y erudición 103
Su obra, "Alabanza de la Insensatez" 104
Castiga las necedades y abusos de la Iglesia 105
Sus ediciones de las obras de los Padres y del Nuevo Testamento 106
Lato repartimiento de sus escritos 106
Deducciones sugeridas por el carácter y popularidad de dichos escritos . . 107
Recapitulación síntomas de la aparición de un nueva orden de cosas
: . . . 107
16 CONTENIDO.

CAPITULO IV.
Lotero t la Reformación alemana hasta la Dieta de Auob-
bürgo, 1530.

Adaptación del protestantismo al genio alemán . ,

Lutero el héroe de la Reforma


Su nacimiento (1483), y parentela
Estudia en Erfurt (1501-5), se hace monje, 1505-54
Profesor en Wittenberg, 1508
Sus conocimientos literarios y teológicos
Experiencia religiosa 1

Llega á conocer que la justificación es por la fe


Origen de las indulgencias doctrina escolástica acerca de ellas
:

Oposición de Lutero á la venta de indulgencias por Tetzel, 1516


Las noventa y cinco tesis de Lutero su contenido, 1517 :

Efecto producido por ellas en Alemania


Ataques y réplicas encuentro de Lutero y Cayetano en Augsburgo, 1518
: .

Aceptación de la tregua propuesta* por Miltitz, 1519


Disputa de Leipsig (1519) Felipe Melancthon:

Carácter de Melancthon genialidad é ingenio de Lutero


:

Lutero afirma que la primacía es ejercido por el Papa jure humano (por
derecho humano)
Efecto del debate de Leipsig sobre los estudios y creencias de Lutero . . .

Apela á los seglares su discurso á los nobles, 1520


:

Escribe la " Cautividad babilónica de la Iglesia," 1520


Escribe la " Libertad del Hombre cristiano," 1520
Conmoción producida en Alemania: aliados tanto políticos y religiosos
como literarios
Ulrico de Hutten, 1488-1523
Condición política de Alemania debilidad del gobierno central
:

Esfuerzos abortivos para la mejor organización del imperio, hechos en el


reinado de Maximiliano, 1493-1519
Descontento y desorden: quejas hechas por los caballeros, las ciudades y
los aldeanos
Elección de Carlos V como emperador, alarma de Europa
Rival dad de Carlos V y Francisco 1, 1515-47: sus causas, poder respectivo
de cada uno de ellos
Carácter de Carlos Vy su actitud hacia la Reforma
Lutero citado ante la dieta de Worms, y su viaje, 1521
Su presencia ante la dieta, y su negativa á retractarse
Puesto bajo el bando del imperio
Alianza del emperador con León X términos de dicho pacto :

Lutero en el Wartburgo, 1521-22


Sus ocupaciones allí la traducción del Nuevo Testamento
:

Movimiento radical de Carlstadt regreso de Lutero á Wittenberg, 1522


: .

Restablece el buen orden sus vastos trabajos


:

El consejo de la regencia rehusa suprimir el luteranismo


Carácter del papa Adrián VI (1522-23), y Clemente VII, 1523-34
La Nuremberg comisiona á los principes para resolver la cuestión
dieta de
del edicto dft Worms, 1524
Unión formada por los príncipes y obispos alemanes división de la nación : .
CONTENIDO. 17
rio.
Liga protestante de Torgau, 1526 133
Batalla de Pavia (1525,) confederación contra Carlos 133
Dieta de Espira (1529,) la Protesta 134
Oposición de Lutero á una resistencia armada 134
Dieta de Augsburgo (1530,) situación y propósitos de Carlos 135
Confesión y Apología de Augsburgo 135
Decreto contra los protestantes 136
Valentía y fidelidad del elector Juan 136
Lutero en Coburgo (1530,) su correspondencia 136
Su casamiento con Catarina de Bora, 1525 133
Motivos y efectos del acto 139
Controversia de Lutero con Enrique VIII de Inglaterra, 1522 139
Lenguaje vituperioso usado por Lutero la explicación
: 140
Su carta apologética dirigida á Enrique VIII, 1525 141
Actitud de Erasmo hacia el movimiento luterano 141
Enajenación gradual de Erasmo de Lutero y la causa luterana 142
Méritos respectivos de los controversistas 145
Humanismo incapaz de efectuar una reforma 145
Guerra de los aldeanos (1525,) responsabilidad de ella del protestantismo . 146
Lutero sostiene á los príncipes en dicha guerra 146

CAPITULO V.

La Reformación alemana hasta la Paz de Aügsbdkoo. Zwingli


y la Reformación suiza-alemana.
Carácter de los suizos: se alistan como mercenarios en los ejércitos de
Francia y del papa 14S
Nacimiento de Zwingli (1484,) su carácter y educación 149
En Glaro (1506-16,) se opone al sistema de pensiones y de servicio militar
instituido por los franceses 149
En Einsiedeln (1516-18,) predica que la salvación es sólo por la gracia de
Cristo. .'
150
Aboga por la autoridad exclusiva de la Biblia 150
Predica contra las indulgencias se establece en Zurich, 1519
: 150
Easgos como hombre y predicador 151
Discusión pública (1523,) el consejo municipal le sostiene 151
Doctrinas de Zwingli una segunda disputa
: 152
Organización de la Iglesia protestante de Zurich, 1524 152
Comentario de Zwingli sobre la religión falsa y la verdadera, 1525 .... 152
Su creencia acerca de la salvación de los paganos 153
La Reforma en Basilea (1529,) en Berna (1528,) en San Gall (1528,) en
Schaffhausen, 1529 153
Aspecto político de la revolución eclesiástica 153
Contraste entre Lutero y Zwingli, su experiencia religiosa 153
Lutero fué más conservador • 154
Mezcla de patriotismo y de religión en Zwingli 155
Lutero era jefe de la resistencia á la Iglesia de Boma 155
Controversia de los luteranos y suizos acerca de la eucaristía 156
Historia de la doctrina de la eucaristía 156
Tres formas de ella la de Latero, la de Zwingli y la de Calvino 157
2
18 CONTENIDO.
ria.
Causa de la vehemente oposición de Lutero á
la doctrina de Zwingli . . . 158
Conferencia de Marburgo, 1529 '
. 160
Resultado de ella: la controversia se renueva, 1543 160
Catástrofe de la Reforma suiza, guerra entre los cantones protestantes y los
católicos muerte de Zwingli, 1531
: 162
Tratado de paz: detenimiento del avance protestante 163
Formación de la Liga de Smalcalda, 1531 163
Diez años pasan y el emperador no puede ejecutar el decreto de Augsburgo,
1532-42 -,64

La Liga católica, 1538 16-1

Conferencia entre los partidos opuestos (1537-41,) Contarini 164


Cómo se debilitó la Liga de Smalcalda 165
Mauricio de Sajonia se junta con el emperador, 1546 165
Ultimos días de Lutero 166
Relaciones entre Lutero y Melancthon 166
Discurso fúnebre pronunciado acerca de Lutero por Melancthon, 1546. . . 168
Poder é influencia de Lutero: lo que dice Dollinger 168
Guerra de Smalcalda (1546-47,) derrota de los protestantes en Muhlberg,
1547 169
Interim de Augsburgo (1548,) Plan de Pacificación de Carlos V 169
Trastorno de dicho plan, acción del concilio de Trento 170
Unión de Pablo III y Francisco I contra Carlos V, 1547 170
Oposición de la Alemania septentrional al Interim de Augsburgo, y el
Interim de Leipsig, 1548 170
Mejor perspectiva del protestantismo 171
Carlos atacado por Mauricio y expulsado de Innspruck, 1552 172
Tratado de Passau, 1552 172
Paz de Augsburgo, 1555, jus Reformandi, la reservación eclesiástica .... 172
Abdicación de Carlos V, 1556 173

CAPITULO VI.

La Reformación en los reinos escandinavos, las naciones eslava»


y Hungría.

Extensión de la Reforma, papel hecho por los alemanes y Wittenberg. . . 174


Reinos escandinavos: la unión de Calmar, 1397 174
Cristiano II de Dinamarca (1513-23,) favorece y en seguida se opone al pro-
testantismo 174
Es depuesto y le sucede Federico I, 1523-33 175
Permite la extensión del luteranismo durante su reinado .•. 175
Reformación establecida por ley en el reinado de Cristiano III 176
Constitución de la Iglesia protestante danesa 176
Movimientos democráticos en Lubeck y otras ciudades, en conexión con la
Reforma 177
Protestantismo establecido en Noruega, 1537 . 178
Olaf y Lorenzo Petersen predican el protestantismo en Snecia, 1519 . . . 178
Gustavo Vasa favorece la nueva fe, 1523-60 178
Dieta de Westeras la adopta, 1527 179
Disposición hecha de los bienes eclesiásticos 179
Fracaso de los conatos de establecer otra vez el catolicismo 179
CONTENIDO. 19
PAO
Efecto producido en Bohemia por la ejecución de Huss, 1415 179
Movimiento husita tanto nacional como religioso 180
Demanda de que se dé la copa á los fieles en la comunión : historia de la
práctica contraria 180
Universidad de Praga favorece á los utraquistas 181
División de los utraquistas los tahoritas
: 181
Ziska caudillo de estos, 1360-1424 181
Los Artículos de Praga, creencias fundamentales de los utraquistas, 1421 . 181
Fracaso de tres cruzadas contra ellos . 182
Defensa de su causa ante el concilio de Basilea, 1433 182
La Compáctala 183
Conflicto de calixtinos y taboritas 183
Origen de los Hermanos de Unidad, cerca de 1450 183
Acogida dada al luteranismo por los husitas 184
Los utraquistas rehusan auxiliar á Fernando en la guerra de Smalcalda. . 184
Persecnción subsiguiente de los protestantes bohemios 184
Condición religiosa de Polonia en la época de la Eeforma 184
Modo de la introducción del protestantismo . 185
Adopción de la doctrina en la Prusia polaca y Livonhv 1524 • 185
Sigismundo II (1548-72,) favorece la Eeforma 186
Disensión religiosa entre los protestantes, el unitarismo 186
Juan á Lasco, 1499-1560 187
Unión de luteranos, calvinistas y hermanos bohemios en el sínodo de Sen-
domir, 1570 187
Igualdad de derechos concedida á todas las Iglesias 187
Introducción de la Eeforma en Hungría 188
Efecto de la guerra civil en el progreso de la Eoformación, 1526 188
Lucha entre calvinistas y luteranos 189

CAPITULO VII.
Juan Calvino y la Reformación en Ginebba.
Calvino pertenece á la segunda generación de los reformadores 190
Su nacimiento (1509), familia y educación 190
Estudios en París y de leyes en Orleans y Bourges 190
Su capacidad intelectual y hábitos estudiosos 191
Su publicación del tratado de Séneca sobre la " Clemencia," (1532,) sn mo-
tivo al hacerlo 191
Su conversión, 1532 192
Su recato y amor al retiro 193
Coripelido á huir de París (1533,) va á Angouléme y Bearn; regresa á
París 193
Tiene que huir otra vez debido á los cartelones contra la misa, 1535. . . . 193
Su primera obra teológica, la " Psicopannichia," 1534 193
En Basilea, (1535,) estudia el hebreo, escribe los "Institutos" 193
Su motivo en la composición de dicha obra 194
Sus rasgos como hombre y escritor 194
Su adopción de la Biblia como úuica norma de la doctrina 195
Su definición de la Iglesia y su reverencia por ella 196
Sm doctrina acerca de la predestinación 196
20 CONTENIDO.
PiG
Importancia práctica que él dió á dicha doctrina 196
Su creencia comparada con la de Agustín 197
Su habilidad como comentador 198
No fué preocupado contra las formas y ritos 198
Aspereza de su temperamento 199
Su piedad del tipo de la del Antiguo Testamento 200
Su reverencia por la ley é idea de la exaltación de Dios 200
Sus simpatías menos expansivas que las de Lutero 201
Grandeza de su inteligencia y de su carácter 201
Visitas á la corte de la duquesa de Ferrara, 1536 201
De regreso para en Ginebra, 1536 201
Ginebra dependiente de Saboya efectúa su independencia, 1533
; 202
Influencias protestantes le vienen desde Berna 202
Expulsión del obispo de Ginebra y establecimiento del protestantismo,
1535 202
Farel (1489-1565,) su historia y carácter, su predicación en Ginebra. . . . 203
Descontento suscitado por el nuevo sistema eclesiástico 204
Estado de la moral en Ginebra 204
Farel persuade á Calvino á que quedase para ayudarle, 1536 204
Reglamentos rígidos de la disciplina eclesiástica 205
Oposición á ellos 205
Los predicadores rehusan administrar la Santa Cena 206
Son desterrados por los ciudadanos, 1538 206
Eesidencia de Calvino en Estrasburgo : asiste á las conferencias religiosas
de los alemanes, 1539-41 206
Su concepto de Lutero, sus relaciones con Melancthon 206
Su casamiento 208
Llamado otra vez á Ginebra (1541,) ¿ porqué ? 208
Su carta á Sadolet 208
Su repugnancia á volver 209
Sistema civil y eclesiástico de Ginebra 209
El consejo pequeño y el consistorio 210
Superintendencia rígida del pueblo por los ministros y ancianos 210
La Compañía Venerable 211
Parte tomada por Calvino en la compilación de las leyes 211
Modo de elegir á los predicadores 211
Aparece el descontento los libertinos
: 211
Combinación formada por los varios opositores de Calvino 212
Severidad de las leyes de Ginebra 212
Intolerancia religiosa: su historia 213
Practicada en la edad media 214
Los Reformadores no abogaron por la tolerancia 214
y métodos usados para intimidarle
Conflictos de Calvino 215
Bolsee expulsado (1551) á causa de su ataque contra Ja doctrina de la pre-
destinación 216
Expulsión de Castellio, 1544 216
Miguel Servet, su historia y carácter 216
Su libro acerca de " Los Errores respecto de la Trinidad," 1531 217
Su segundo libro, "La Restauración del Cristianismo" 217
Acusado de herejía ante el tribunal católico romano de Vienne 218
Pruebas contra él proporcionadas por Calvino 218
CONTENIDO. 21
ría.
Se escapa y va á Ginebra, 1553 218
Arresto y juicio en Ginebra 218
El convicto y quemado en la hoguera 219
Papel hecho por Calvino en ese acto veredicto de Guizot : 219
Ejecución de Servet aprobada casi umversalmente 221
Otros conatos de los libertinos su derrota final, 1555
: 221
Faenas multiplicadas de Calvino y su vasta influencia 222
Sus últimos años variedad de sus empleos, sus enfermedades físicas
: . . . 223
Su última enfermedad (1564,) su entrevista con el Consejo 224
Su entrevista con los predicadores 224
Aprecio hecho de su carácter 225
Calvino dió énfasis á la soberanía de Dios 226
Porqué su doctrina conduce á la libertad civil 226
Rehusa entregar el gobierno de la Iglesia á la autoridad civil 226
Su forma de gobierno eclesiástico es republicana 227
La exaltación de la soberanía divina disminuye la importancia de la
terrestre 227
Comparación entre el romanismo y el calvinismo en cuanto á su actitud
hacia las autoridades civiles 227

CAPITULO VIII.

La Keformacion en Francia.
Oposición de la Sorbona y el Parlamento á las innovaciones doctrinales . . 229
Efecto de la revocación de la Sanción Pragmática, 1516 229
Eeforma francesa principiada por el humanismo 229
Francisco I (1515-47,) promotor de la erudición y las artes 229
Lefevre (1450-1536,) padre de la Eeforma francesa, sus estudios y escritos . 230
Sus tendencias místicas : su discípulo Briconnet 230
Hostilidad de la Sorbona y del Parlamento á Lefevre y su escuela .... 230
Herejía reprimida en Meaux, 1525 231
Margarita reina de Navarra (1492-1549) simpatiza con los místicos .... 231
Escritos de Margarita, favorece á los protestantes sin serlo ella de nombre . 232
Francisco I se opone á la Sorbona defiende á su hermana
: 233
Cambia su actitud persigue á los protestantes
: 233
Posición ambigua de Francisco hacia la Reforma 234
Eoma, el Renacimiento literario y la Reforma, son tres rivales 234
Por qué el calvinismo desagradó á muchos 235
Espíritu que animaba á Loyola y la Reacción católica 235
Rabelais, 1483-1553 23!">

Vacilación de Francisco y las consecuencias de ella 236


Persigue á los protestantes (1534,) y busca alianza con los príncipes lute-
ranos de Alemania 236
Crecimiento del protestantismo en Francia durante el reinado de Fran-
cisco 237
Influencia de Ginebra y de Calvino en Francia 238
Enrique II, su hostilidad á la Reforma, 1547-59 238
Progreso de la Reforma á pesar de su enemistad 238
Los calvinistas se reúnen en un sínodo general, 1559 239
22 CONTENIDO.
PAo
Persecución después del tratado de Catean Cambresis, muerte de Enrique
11,1559 239
Heroísmo de las víctimas de la persecución 239
Como llegaron los hugonotes á formar un partido político 240
Catalina de Médicis: su actitud hacia Enrique y las cortesanas de este;
carácter de Catalina 240
Descontento de los Borbón y los Chatillón 241
Conexión de los grandes nobles oon los calvinistas 242
Calvino les aconseja la sumisión su paciencia
: 243
Conspiración de Amboise, 1560 243
Consecuencias de ella, el edicto de Eomorantín, 1560 244
Coligny sostiene la petición de los protestantes en que piden libertad de
cultos 244
Los Estados Generales se convocan en Orleans, 1560 244
Arresto de Conde rey de Navarra vigilado
: el 245
Plan para la extirpación del protestantismo 245
Frustrada por la muerte de Francisco II, 1560 245
Catalina de Médicis: su tutela virtual de Carlos IX (1560-74,) y su regen-
cia 245
Influencia de L'Hospital 246
Poder de los protestantes 246
Guisa, Montmorency y San Andrés forman un triumvirato 246
Discusión en Poissy (1561,) Beza 247
Edicto de San Germain concede una medida de tolerancia, 1562 248
La matanza de Vassy precipita la guerra civil, 1562 248
Los hugonotes tomaron la defensiva 249
Sitio de Eouen batalla de Dreux (1562,) asesinato de Guisa, 1563 ....
: 250
Edicto de Amboise, su carácter, 1563 250
Los hugonotes toman otra vez las armas, paz de Longjumeau, 1565 .... 251
Conferencia en Bayona, 1565 251
Nuevo principio de la guerra á instigación de España, batallas de Jarnac
y Moncontour, 1569 251
Tratado do San Germain (1570,) razones porque la corte favoreció la paz;
ciudades fortificadas entregadas á los hugonotes 252
Crisis política en Europa: ¿habrá guerra entre Francia y España? . . . . 253
Propuesta de que Enrique de Navarra se casara con Margarita de Valois . 253
Coligny se presenta en la corte, su carácter 253
Causas de la Matanza de San Bartolemé, 1572 254
¿ Fué un plan preparado con anterioridad ? 255
Eegocijos causados por ella en Madrid y Roma 256
Efecto producido por la Matanza en los hugonotes 257
Formación del partido de los "politiques" 6 católicos liberales 257
Organización de la Liga 257
Posición de Enrique III, 1574-89 258
Excomunión del rey de Navarra y del príncipe de Conde por Sixto V,
1585 258
Guerra de los "Tres Enriques," 1586 253
Asesinato de los Guisa por orden de Enrique III, 1588 253
Enrique se escapa al ejército de Enrique de Navarra 258
Awesinato de Enrique III, 1589 259
Enrique IV en guerra con la Liga, batalla de Ivry, 1590 259
CONTENIDO. 23
pXg.
Enrique y Alejandro de Parma, 1592 259
Enrique IV abjura el protestantismo, 1593, motivos y efecto de su acto . . 200
Carácter moral del acto 260
Otros infortunios de los hugonotes 261
Administración de Enrique IV, edicto de Nantes (1598) 261
Los hugonotes llegan á formar sólo un partido aislado y defensivo .... 262

CAPITULO IX.

La Refobmacion en los Países Bajos.

Prosperidad é inteligencia de los habitantes de los Países Bajos .... 263


Belación de los Países Bajos al Imperio germánico 263
Influencias favorables al protestantismo 264
Edictos perseguidores de Carlos V, 1521 264
Martirios en Bruselas (1523,) himno de Lutero 264
Persecución continuada por Carlos V número de los mártires
; 265
Abdicación de Carlos V, 1555 266
Carácter fanático y despótico de Felipe II, 1555-98 266
Su falta de popularidad en los Países Bajos 266
Los grandes nobles, Orange, Egmont 267
Margarita de Parma se hace regente (1559,) su carácter 268
Grauvelle, su carácter 268
Este dirige de hecho el gobierno 268
Tropas españolas dejadas en los Países Bajos 268
Nuevos obispados formados 268
Designio de estas medidas '
. 269
Carácter de los nobles Guillermo de Orange
: 269
Felipe renueva los edictos de persecución 270
La inquisición y sus crueldades 270
Orange y Egmont se quejan de Granvelle al rey 271
Grado de la responsabilidad de Granvelle 271
Grauvelle se va, 1564 272
Discurso de Guillermo de Orange contra la política del gobierno 272
Ida de Egmont á España para informar al rey acerca del estado del país . . 272
Engañado por las falsas promesas de Felipe 272
Efecto de la continuación de la persecución 272
El "Compromiso," 1566 273
La regente concede á los protestantes el permiso de celebrar su culto fuera
de las ciudades 273
Felipe promete suavizar su política, pruebas de su perfidia 274
El iconoclasmo, 1566 274
Tregua entre la regente y la confederación de los nobles 275
Orange parte del país 275
Venganza de Felipe, la misión del duque de Alva, 1567 276
Arresto de Egmont y Horn el " Concilio de Sangre "
: 276
Luís de Nassau derrotado, y Egmont y Horn degollados 277
Proyecto de impuestos de Alva, 1569 278
Resistencia despertada 278
Los "mendigos del mar," capturan á Brielle, 1592 278
24 CONTENIDO.
rio.
Holanda y Zelanda adoptan una constitución libre, Orange elegido Esta-
tuder, 1572 279
Alva odiado del pueblo, su separación del país, 1573 279
Eequesens le sucede, 1573 279
Formación de un estado protestante bajo el gobierno de Orange 280
Flandes y Brabante piden su auxilio, la pacificación de Gante, 1576. . . . 280
Don Juan de Austria sucede á Eequesens, 1576 280
Separación entre las provincias septentrionales y las meridionales .... 280
Alejandro de Parma sucede á Don Juan, 1578 280
La unión de Utrecht formada en el' Norte, 1579 280
Guillermo de Orange es puesto bajo el bando (1580,) su Apología 280
Su carácter 281
Su asesinato 282
Las provincias católicas se someten á Parma 283
Intención de Felipe de deponerle, muerte de Parma, 1592 283
Origen de la República holandesa, desastres de Felipe y España 283
Los anabaptistas 284
Lata extensión del calvinismo 284
Los calvinistas no adoptaron el principio de la tolerancia 285
Diferencia entre católicos y protestantes acerca de la tolerancia 285
Guillermo de Orange en favor de la libertad religiosa 285
Controversias acerca de la relación de la Iglesia al gobierno civil 286
Gérmenes de la controversia arminiana 287

CAPITULO X.

La Reformación en Inglaterra y Escocia.

Lolardos numerosos á principios del siglo XVI 288


Influencia del renacimiento literario 288
El Cardenal Wolsey como amigo de la erudición 288
Tyndale (1536,) y Frith (m. 1533) 288
Rasgos peculiares de la Reforma inglesa 289
No tenía jefes tan prominentes como los del continente 289
Enrique VIII pide un divorcio á Clemente VII, 1527 290
Enrique disminuye el poder del clero y del papa en Inglaterra 290
Renueva el estatuto de prsemunire, 1531 291
Recibe el título de Cabeza de la Iglesia anglicana 291
Consigue el divorcio y se casa con Ana Bolena, 1532 291
El Acto de la Supremacía, 1534 291
Abolición de los monasterios, 1536 291
Un partido protestante y otro católico en el Consejo y en la Iglesia .... 292
El partido protestante acaudillado por Cranmer, carácter de éste 292
Tomás Cromwell Gardiner
; 293
Publicación de la Biblia en inglés autorizada por el rey 293
Los Diez Artículos, 1536 ... 293
La rebelión de 1536 293
El partido católico en el poder: los Seis Artículos, 1539 294
Caída de Cromwell, 1540 294
Antagonismo de los dos partidas después de la muerte de Enrique, 1547 . 294 .
CONTENIDO. 25
Pi.0.

El protestantismo florece en el reinado de Eduardo VI 295


Teólogos del continente ayudan á Cranmer 295
El Libro de Oración Común (1548, 1552,) los Artículos de Beligión, 1552 296
Se hacen reformas más rápidamente que el cambio del sentimiento púb-
lico 296
Caída del protector Somerset, 1551 296
Se hacen revivir ciertos estatutos eclesiásticos 296
Reacción en el reinado de María, 1553-58 296
Restauración del sistema católico casamiento de María con Felipe II
: de
España, 1554 297
Martirio de Cranmer, Eidley y Latimer, 1555-56 297
Carácter de Cranmer 298
Odio hacia María y á qué debido 298
Demandas excesivas del papa Pablo IV 299
Isabel asciende al trono (1558,) protestante conservador 299
Revisión de los Artículos, 1563 300
Acto de la Supremacía y Actos de la Uniformidad (1559,) la corte de Alta
Comisión, 1583 300
Tratamiento recibido por los católicos 300
Distinción entre la Iglesia anglicana y las protestantes del continente . . 300
Algo de controversia acerca de la forma de gobierno episcopal durante la
primera época de la Reforma 301
Relaciones fraternales entre las Iglesias de Inglaterra y del continente . . 301
Cranmer sostiene que las dos ordenes del clero son iguales 301
Testimonio de Lord Bacon, posición de Hooker, 1553-1600 302
La predestinación enseñada por la Iglesia anglicana y las continentales . . 303
Doctrina agustiniana comparada con la calvinista 304
Influencia de Calvino y de sus escritos en Inglaterra 305
Los clérigos anglicanos no eran rígidos predestinarianos 306
La doctrina de los anglicanos acerca de la eucaristía, era calvinista .... 307
Esta doctrina enseñada en los "Artículos" 308
Objecciones puritanas á las vestiduras eclesiásticas 308
Opinión de Jewel y los demás obispos del tiempo do Isabel 309
Oposición de la reina á todo cambio del ritual 310
Ella insiste en la uniformidad 311
Cartwright aboga por el presbiteriauismo, 1572 311
Dicha idea y la supremacía real en la Iglesia 312
Origen y principios de los independientes 312
Hooker sobre el gobierno eclesiástico y las relaciones entre la Iglesia y el
Estado 313
Apreciación de la controversia entre los anglicanos y los puritanos .... 314
Opinión de Lord Bacon sobre dicho punto 314
No hubo iconoclasmo en Inglaterra 315
Conexión de la Reforma escocesa con Isabel 315
Rasgos de la nobleza escocesa y de los comunes 3L6
Ignorancia, vicio y riquezas del clero 317
La regente Maria y el protestantismo, 1554-60 317
Knox regresa del continente, 1559 31S
Educación de Knox, empieza á predicar, cautivo en Francia, 1547 .... 318
Residencia en Ginebra (1556-9,) su libro, " El Régimen monstruoso de las
Mujeres" 319
26 CONTENIDO.
PAO,
El i acto de los " lores de la congregación," 1557 319
Predicación de Knox iconoclasmo
: 319
Isabel envia tropas al auxilio de los lores, 1560 319
Muerte de la reina-regente (1560,) establecimiento legal del protestantismo
1560 320
Los bienes eclesiásticos y el uso hecho de ellos 320
Regreso de Francia de María reina de los escoceses, 1561, su carácter . .321.

No se opone al protestantismo y porqué nó 321


Oposición de Knox á la celebración de la misa en la capilla do la reina,
1561 322
Conferencia de Knox con la reina 323
Debate de ellos acerca del libro " El Régimen de las Mujeres" 323
Acerca del derecho de los subditos de rebelarse 324
Idea de Knox acerca de María 325
Predicación de Knox contra los bailes verificados en Holyrood 325
Otra conferencia entre él y María 325
Los habitantes de los distritos occidentales, suprimen la misa, 1563 .... 326
Defensa hecha por Knox ante la reina 326
Knox citado por haber convocado á los subditos de la reina 327
Descripción de su examen ante ella y el consejo privado 328
Oración pública ofrecida por Knox en bien de la reina y de la nación . . . 329
Es pecado, según él, tolerar el culto católico 329
Casamiento de María con Darnley, 1565 330
Desagrado de Isabel María espera en España y los Guisa
: 330
Rizzio asesinado por Darnley y los nobles, 1566 331
María siente repugnancia por Darnley y ama á Bothwell 332
Circunstancias anteriores al asesinato de Darnley 333
Abducción de la reina por Bothwell, 1567 334
Bothwell se divorcia y se casa con María, 1567 335
María se entrega á los lores en la colina de Carberry, 1567 335
Las "Cartas de la Cajita" 335
Abdicación de María en favor de su hijo, Murray se hace regente, 1567 . . 336
Constitución de la Iglesia escocesa, el Segundo Libro de Disciplina, 1577-81 . 337
El presbiterianismo establecido en toda forma, 1592 338
María se escapa de Lochleven (1568,) es derrotada en Langside (1568,) y
hecha prisionera en Inglaterra 338
Hostilidad de la reacción católica á Isabel 339
Envia auxilios á los Países Bajos, 1585 339
Ejecución de María, 1587 340
Derrota de la Armada española, 1588 340
Protestantismo en Irlanda 340
Efecto de la reacción católica entre los irlandeses 34J
Lord Bacon sobre el trato que ha recibido Irlanda . 341

CAPITULO XI.
La Reformación en Italia y España; La Contra-rkforma en la
i&lksia catolica romana.

Resistencia al protestantismo organizada en Italia y EspaLa 343


Protestantismo y la condición política de Italia 343
CONTENIDO. 27
PAO.
Corrupción de la Iglesia bien entendida por los italianos 344
Arnaldo de Brescia, ni. 1155 344
Dante ataca el poder temporal, pero no los dogmas de la Iglesia 1265-1321 . 344
Su ideal de un imperio restaurado 345
Como habla Boccaccio de la Iglesia y el clero, 1313-75 345
Genio del renacimiento clásico : Laurencio Valla, m. 1465 346
Humanismo sus límites y obra: las academias 346
Difusión de los escritos de Lutero por Italia 347
El protestantismo en Italia 348
" Oratorio del Amor divino," Contarini 34S
Opiniones reformistas en Ferrara: la duquesa Rende, 1527 . ... . . 348
El protestantismo en otras ciudades 349
En Nápoles Juan Valdez, c. 1530
: 349
Ochino y Pedro Mártir 350
Tratado de Paleario sobre los " Beneficios de Cristo" 350
Disputa sacramentariaua 350
Pablo III (1534-49,) favorece el partido católico reformista 350
Contarini en Eatisbona, 1541 351
Caraffa jefe del partido de reforma rígidamente ortodoxo .
351
Nuevas órdenes monásticas los teatiuos, 1524
: 352
Ignacio de Loyola (1491-1556,) funda la orden de los jesuítas, 1540 . . . . 352
Su libro, "Los Ejercicios Espirituales" 354
Constitución de la Sociedad de Jesús 354
Concilio de Trento, 1545-63 355
Sus decisiones son antiprotestantes 35b
Sus reformas 356
Concilio ayudó á unir la Iglesia católica romana 356
Inquisición, su historia: la Inquisición española 357
La Inquisición en Italia (1543,) como estaba organizada 358
Fuga de Ochino (1542,) Vergerio, 1543 358
Persecución de los protestantes 358
Supresión de los libros Indice Prohibitorio, 1557
: 359
Indice expurgatorio 359
Persecución de los católicos evangélicos 359
Extirpación del protestantismo de Italia 359
Introducción del protestantismo en España •
360
Convertidos al protestantismo en Sel villa y Vallodolid 361
Decepción hecha á la doctrina de la justificación por la fe 361
Autos da fe, 1559-60 361
Exito alcanzado por la Inquisición 362
Persecución de los católicos evangélicos Carranza, 1558-76
: 362
Actitud uc ius Papas hacia la reacción católica: Pablo IV (1555-1559,) Pío
IV (1559-65,) Pío V (1566-7) 363
Sixto V excomulga á Enrique IV de Francia y sostiene á la Liga, 1585 . . 364
Cambio en el estado intelectual de Italia: Tasso (1544-95,) las nuevas
escuelas de pintura 364
Virtudes privadas y obra cristiana de Carlos Borromeo, 1538-84 36a
Los jesuítas como preceptores del pueblo 365
Extienden su influencia por toda la Europa 365
Países recobrados á la Iglesia de Eoiaa 366
Causas porque dejó de extenderse el protestantismo : Macaulay 368
28 CONTENIDO.
PÁG.
Formación de partidos 367
Arreglos políticos 367
Remoción de abusos de la Iglesia de Roma 368
Los protestantes gastan sus fuerzas en conflictos unos con otros 368
La Iglesia católica mejor organizada 368
Esta se sirvió de hombres de distintos caracteres y talentos 369
lias naciones de la Europa meridional tenían más afecto á la Iglesia
romana 369
Discordia que aparece en el partido católico y su efecto 370

CAPITULO XII.

Luchas del Pkotestantismo en el Siglo XVII.


Reveses experimentados por la reacción católica 371
Asuntos principales que deben considerarse 371
Carlos V no pudo subyugar á los protestantes 371
Efecto producido por la paz de Augsburgo (1555,) Felipe II no es sostenido
por Fernando I y Maximiliano II 372
Sus sucesores gobernados por los jesuítas y la reacción católica 372
Origen de la guerra de treinta años, 1618-48 373
Unión evangélica (1608,) Liga católica encabezada por Maximiliano de
Baviera, 1609 373
Los bohemios se rebelan contra Fernando II, y ofrecen su reino á Federico
V, elector del Palatinado, 1619 '.
.... 373
Fanatismo de Fernando II y de Federico 374
Derrrota de los bohemios: conquista del Palatinado, 1622 374
Triple alianza para restaurar al elector, 1625 374
Fracaso de la intervención danesa, 1626-29 374
Wallenstein libra á Fernando de su subyugación á la Liga 375
Organización de los ejércitos: miserias de la guerra 375
Victorias de Wallenstein y de Tilly, 1626-29 375
Edicto de restitución (1629,) remoción de Wallenstein, 1630 376
Intervención de Gustavo Adolfo (1630,) su carácter y motivos 376
"Victorias de Gustavo Wallenstein renombrado (1632,) la batalla de Lutzen,
:

1632 377
Influencia de Richelieu (1624-42,) razones de la intervención francesa . . 377
Muerte de Wallenstein, 1634 378
Preponderancia de Richelieu en la dirección de la guerra, 1634 378
Causa de la prolongación del conflicto 379
Paz de Westfalia, 1648 379
Posición de Inglaterra bajo los Estuardo £(80

La separación entre anglicanos y puritanos se hace más ancha 381


Hostilidad de Jacobo I (1603-25) á los puritanos: la conferencia de la corte
de Hampton, 1604 381
Carlos I (1625-49,) su sistema arbitrario de gobierno 382
El arzobispo Laúd, 1633 383
Liga y Pacto de los escoceses, 1638 383
Guerra entre el rey y el parlamento, 1642 383
Asamblea ds Westminstor: partidos en ella, 1642 383
CONTENIDO. 29
Via.
Establecimiento del presbiteriauismo: sus limitaciones 384
Cromwell (1653-58,) y los independientes 385
Colonos de Nueva Inglaterra, 1620 385
Su sistema eclesiástico 386
Distinción entre los colonos de Massachusetts, y los de Plymouth 386
El protestantismo protegido por Cro nwell en Europa 386
Restauración de Carlos II (1660;) como fué efectuada 386
El Rey engañó á los presbiterianos 387
Conferencia de Saboya, 1661 387
Ministros puritanos despedidos, 1662 388
Demoralización de la corto inglesa 388
Alianza de Carlos II con Luís XIV, 1670 388
Verdaderos designios de Carlos revelados 389
Jacobo II (1685-88,) la corte de alta comisión, 1686 389
Jacobo busca el apoyo de los puritanos, 1687 389
Revolución de 1688 389
Acto de la Tolerancia 390
Fracaso de la Medida de Comprensión 390
Establecimiento permaneute del Presbiterianismo en Escocia, 1690 .... 391
Persecución de los "pactadores" en el reinado de Jacobo II 391
Efecto producido en la política francesa por la muerte de Enrique IV,
1589 391
Los hugonotes se rebelan (1621,) causas y efectos de su acto 392
Luís XIII (1610-43,) designios de Richelieu, 1624-42 392
Política interior: su destrucción del poder de los hugonotes, 1628 393
Luís XIV (1651-1715) : sus designios con respecto á Francia y las potencias
extranjeras 393
La asamblea de 1682 las cuatro proposiciones de la libertad galicana
: . . . 394
Ajuste con Inocencio XII (1691-1700,) la obra de Bossuet 394
Jansenismo 394
Decadencia de la reputación de los jesuítas: Pascal, 1623-62 395
Supresión de Port Royal, 1710, persecución de los jansenistas 396
Persecución de los hugonotes revocación del edicto de Nantes, 1685
: . . . 396
Su efecto en Francia 397
Guerras encendidas por la ambición de Luís XIV 397
Guillermo de Orange (1650-1702,) su antagonista 398
Resultado 398
Prostración de la reacción católica 399
Debilidad del Papado 399
Efecto de la persecución de los jansenistas en la Iglesia católica 399
La era de las revoluciones se acerca 390

CAPITULO XIII.

La Teología protestante.
Dos principios fundamentales del protestantismo 401
Ambos partidos de acuerdo acerca do la Trinidad y la Expiación 401
Diferencias acerca de la doctrina del pecado 401
Doctrina protestante de la justificación 402
30 CONTENIDO.
pío.
Relación de la ética con la religión 403
Doctrina protestante acerca de la autoridad exclusiva de la Biblia .... 403
Acuerdo de las Iglesias protestantes sobre dicho punto 404
Los dos principios protestantes forman uno . 404
Doctrina católica romana acerca de la justificación 404
Doctrina protestante respecto de la Iglesia 405
Respecto de la tradición 406
Eespecto de los sacramentos 407
Sentido de la frase ex opere operato 407
Modificaciones de la creencia católica romana 407
Doctrina católica romana acerca del sacerdocio 408
Los protestantes enseñan el sacerdocio universal de todos los creyentes . . 409
Número y designio de los sacramentos según los protestantes 409
Dogmas y prácticas modificadas por la opinión protestante relativa & la
justificación 410
Controversias protestantes acerca de la predestinación 412
Arminianismo y sus jefes, 1610 412
División política en Holanda entre arminianos y calvinistas 412
Sínodo de Dort, 1616 413
Definición arminiana del pecado original y la expiación 414
Distintivos generales de los teólogos arminianos 414
Los anabaptistas 415
Los antitrinitarianos de la edad de la Reformación 416
Origen del unitarismo en Italia 417
Fausto Socino, 1539-1604 417
La teología sociniana 418
Esfuerzos que tenían por mira unir á los luteranos y calvinistas 419
Unir á los protestantes y católicos romanos 420
Esfuerzos de Grotius, 1642 421
Su posición doctrinal 421 *

Leibnitz y Bossuet 422


Fin de los esfuerzos para unir á los diversos partidos 423

CAPITULO XIV.
La Constitución de las Iglesias protestantes y su E elación con
la Autoridad civil.

No todos las Iglesias protestantes tenían la misma organización 424


Todas rechazaron el gobierno de la Iglesia por un sacerdocio 424
Los principios asentados por Lutero acerca del gobierno eclesiástico. 425 . . .

Por qué no fué posible ponerlos en práctica 425


Autoridad de los gobernantes civileB sobre la Iglesia, según Latero y
Melancthon 426
Dos rasgos distintivos de la forma de gobierno luterana 427
Origen de los consistorios 42b
Sínodo de Homberg en Hesse 429
Opinión de Lutero relativa á su proyecto de gobierno eclesiástico 429
En los estados luteranos los príncipes ejercen gobierno eclesiástico .... 430
Teorías en que se basa 430
CONTENIDO. 31
pie.
Gobierno eclesiástico de las Iglesias reformadas 430
Sistema propuesto por Zwingli 431
Teoría de Calvino acerca del gobierno eclesiástico 431
La autoridad civil, según él, debe suprimir el error 432
La constitución presbiteriana de las Iglesias reformadas d< Escocia y
Francia 433
Establecimiento anglicano 434
Varias teorías : erastianismo ; Hooker 434
Teoría de Warburton, la de Coleridge 435
De Gladstone, Chalmers y Macaulay 436
Convocación de la Iglesia anglicana 437
Bellarmín sobre la autoridad indirecta del papa en sus relaciones al poder
temporal 438
Los jesuítas abogaron por la soberanía del pueblo 439
Los protestantes sostenían el derecho divino de los reyes 439
Sistema eclesiástico de los colonos de Nueva Inglaterra 440
Distinción entre Plymouth y Massachusetts 440
El sistema eclesiástico de Nueva Inglaterra 441
Libertad religiosa defendida por Eoger Williams, c. 1635 441
La Iglesia católica romana de los Estados Unidos del Norte 442

CAPITULO XV.
Kelacion del Protestantismo con la Culttjba y la Civilización.

Tanto hechos como principios deben considerarse 443


Comparación general entre las naciones protestantes y las católicas .... 443
Pasaje tomado de Macaulay 443
, DeCarlyle 444
Influencia del protestantismo sobre la libertad 446
Efectos políticos de la Eeformación 446
Lo que hizo el protestantismo en bien de la libertad en Europa 446
En los Estados Unidos de América 447
Los protestantes son culpables de haber perseguido 448
Admiten que la persecución contradice sus principios 449
¿Qué responsabilidad tienen los actuales católicos romanos de las persecu-
ciones infligidas por su Iglesia ? 450
Influencia de la Reforma sobre la literatura y la ciencia 451
Quejas de Erasmo 451
Efecto de la extinción del protestantismo en España 451
Pérdida de libertad y actividad intelectuales 452
Efecto de la extinción del protestantismo en Italia 453
Decadencia de la literatura y el arte 453
Persecución de Galileo 453
Razones de su condenación 455
Literatura de Francia 455
Indices prohibitorio y expurgatorio 456
Efecto producido en Italia por la censura de los libros 456
Censura de los libros en los países protestantes 457
La prensa en el período puritano, Milton 468
32 CONTENIDO.
pie.
La prensa después de la Restauración 458
Instrucción dada por los jesuítas y su erudición 459
La lectura de la Biblia política de la Iglesia de
;
Roma 459
Causa del descuido de la Biblia por los seglares 460
Estímulo intelectual debido á la lectura de la Biblia en los países prote-
stantes 461
Influencia de la Reforma sobre la literatura inglesa 461
Tono religioso de los escritores del reinado de Isabel 461
Influencia de la Reforma sobre la inteligencia alemana 46?
Su efecto intelectual enHolanda y Escocia 463
Influencia de la Reforma sobre la filosofía 464
Opinión abrigada por los reformadores acerca de Aristóteles . 464
Renovación de la filosofía por Bacon y Descartes 465
Tendencia de Bacon que concuerda con el protestantismo 465
El método de Descartes en contraste con el de la edad media 465
Historia personal y relaciones de Descartes, 1596-1650 466
Su sistema condenado por la Sorbona 466
Influencia de la Reforma sobre las demás ciencias 467
El protestantismo y las bellas artes 467
Comparación entre el genio de las naciones teutónicas y el de las latinas . 467
El arte en los Países Bajos 468
Efecto producido por la Reforma en la religión 468
La religión es esencial á la civilización 469
Origen de la incredulidad en Europa 470
El dogmatismo protestante incita á una revolución 470
La reacción se lleva á un extremo 470
Origen y extensión del deísmo 470
Transición al panteísmo 471
Escepticismo en los países católicos romanos 471
Racionalismo alemán sus dos formas
: 471 ,
Aparición de la escuela crítica 472
Racionalismo deística y panteística 472
Schleiermacher 472
Neander acerca del origen y tipos del racionalismo 472
Multiplicación de las sectas protestantes 473
Sus efectos 474
Causas de dichas divisiones 474
Tendencia hacia la unidad 475
Principio de progreso en el protestantismo 475
Misiones católicas y las protestantes 475
El cristianismo no es enemigo de la cultura 476
Error de la edad media 477
El protestantismo lo evita 477

\
TABLA CRONOLÓGICA.

1479. Unión de Aragón y Castillo bajo Fernando V, (el católico,) 6


(Conquista de Granada, 1492.)

1480. Establecimiento de la Inquisición española.

1483. Nacimiento de Lutero, Noviembre 10.

1484. Nacimiento de Zwingli, Enero 1.

1485. Advenimiento al trono de Enrique VII (casa de Tudor) en Inglaterra, y


fin de la guerra de las rosas.

1491. Nacimiento de Ignacio de Loyola.

1492. Descubrimiento de América por Colón.

1493. Maximiliano I se hace emperador.

1494. Invasión de Italia por Carlos VIII. Conquista de Nápoles por los fran-
ceses. Principio de las guerras de Italia.

1495. Nápoles reconquistado por Fernando II. Dieta de Worms; estableci-


miento de la Cámara imperial.
1497. Nacimiento de Melanctbon, 6 de Febrero. Vasco de Gama pasa el cabo
de Buena Esperanza y llega á la India.

1498. Muerte de Savonarola, 23 de Mayo.


1500. Nacimiento de Carlos V, 24 de Febrero.

1501. Luís XII y Fernando V, (el católico,) conquistan y se dividen el reino de


Nápoles. Lucha entre ellos.

1502. Fundación de la Universidad de Wittenberg.

1503. Luís XII es privado al fin del reino de Nápoles. Erasmo publica su
"Manual del Soldado cristiano." Muerte del papa Alejandro VI;
advenimiento de Julio II.

1504. Muerte de Isabel de Castilla, y le sucede su bija Juana con su esposo


Felipe I de Austria, duque de Borgoña.

1505. Paz entre Francia y España reino de Nápoles dejado á España.


: Luter»
entra en el monasterio de Erfurt, 17 de Agosto.
3 82
34 TABLA CRONOLÓGICA.
1506. Muerte de Felipe I. Juana se enloquece. Carlos I les sucede en sa
minoría. Julio I empieza á edificar la Iglesia de San Pedro y
extiende su dominio papal sobre Perugia y Boloña. Advenimiento
de Sigismundo al trono de Polonia.

1508. Liga de Cambray contra Venecia formada por Julio II, Fernando V, Luís
XII y Maximiliano I. Lutero se hace profesor en Wittenberg.
1509. Advenimiento de Enrique VIII al trono de Inglaterra. Su casamiento
con Catalina de Aragón, 29 de Junio. Lutero ordenado sacerdote.
2 de Mayo. Nacimiento de Calvino, 10 de Julio.

1510. Conquista de Goa en la costade Malabar: establecimiento del poder de


los portugueses en el Oriente.
Julio II se aliga con los venecianos
para expulsar á los franceses de Italia. Lutero visita á Eoma.

1511. Fernando V y Enrique VIII se unen á la Liga Santa ostensiblemente


para defender á la Iglesia.

1512 Maximiliano entra en dicha Liga. Maximiliano de Sforza elevado al


trono ducal de Milán y los franceses son expulsados. Concilio de
Letrán (el V,) se abre 3 de Mayo.

1513. Muerte de Julio II, 24 de Febrero, Advenimiento de León X, 11


de Marzo. Muerte de Jacobo IV de Escocia. Advenimiento de
Jacobo V.

1514. Conflicto de Keuchlin con los dominicos.

1515. Muerte de Luís XII, le sucede Francisco L Este quiere reconquistar á


Milán. Batalla de Marignano, 13 de Septiembre. Abolición de la
Sanción pragmática.

1516. Muerte de Fernando V, 23 de Enero. Carlos de Austria se hace monarca


de toda la España y sus dependencias. Paz concluida entre Francia,
España y Austria. Muerte de Ladislao, rey de Hungría y Bohemia,
y le sucede Luís II. Zwingli, predicador en Einsiedeln. Erasmo
publica su Nuevo Testamento. Las " Epístolas de Hombres oscuros."

1517. Lutero pega sus tesis, 31 de Octubre.

1518. Lutero se presenta ante Cayetano en Augsburgo, 7 de Octubre. Melanc-


thon llega á Wittenberg, 25 de Agosto. León X publica una bula
acerca de las indulgencias, 9 do Noviembre. Misión de Miltitz en
Sajonia, Diciembre. Zwingli se hace pastor de Zurich.

1519. Muerte de Maximiliano I, 12 de Enero. Carlos rey do España elegido


emperador, 28 de Junio. Discusiones en Leipsig, 24 de Julio. Naci-
miento de Catalina de Médicis, 13 de Abril.

1520. Excomunión de Lutero por León X, 15 de Junio. Lutero quema la bula,


10 de Diciembre. Insurrección de los comunes españoles: subyuga-
ción de ellos el próximo año. Muerte de Selim I y advenimiento de
Solimán II como sultán. Magellán empieza su primer viaje al
rededor del mundo.

1621. Otra bula contra Lutero expedida el 3 de Enero. Lutero ante la dieta de.
Worms, 18 de Abril. Condenado por un edicto de la dieta, 26 de
Mayo. Su abducción al Castillo del Wartburpo, 28 de Abril. Liga
TABLA CRONOLÓGICA. 35

de León X y Carlos V. Carlos V conquista á Milán. Enrique VIII


se une á la Liga. Solimán II invade á Hungría y captura á Belgrado,
Agosto. Muerte de León X, 1 de Diciembre. Conquista de México
por Cortes completada en Agosto 13.

1522. Adrián VI se hace papa, 9 de Enero. Disturbios suscitados por Caiistadt


en Wittenberg. Lutero sale del Wartburgo. Eéplica de Lutero á
Enrique VIII, Julio 15. Carta de Adrián á la dieta de Nuremberg,
24 de Septiembre. Las "Cien Quejas" de Alemania. Captura de la
Isla de Kodas por los turcos.

1523. Gustava Vasa se proclama rey de Suecia, 6 de Junio. Defección del con-
destable de Borbón. Muerte de Adrián VI, 24 de Septiembre.
Clemente VII, 19 de Noviembre. Discusiones en Zuricb, 29 de
Enero y 26 de Octubre. Keforma eu Livonia.

1524. Tratado de Malmoé. Fin de la Unión de Calmar. Independencia de


Suecia. Alberto de Brandenburgo se declara en favor de la Beforma-
ción y landgrave
el de Hesse también. Liga católica firmada en Ratis-
bona, 10 de Julio. Guerra de los aldeanos. Eiña de Erasmo y Ulrico
de Hutten. Alianza secreta de Clemente VII y Francisco I. Funda-
ción de la orden de los teatinos.

1525. Derrota y captura de Francisco I en Pavía, 25 de Febrero. Federico I de


Dinamarca concede libertad al protestantismo. La misa abolida en
Zuricb, 11 de Abril. Zwingli publica su " Comentario sobre la Beli-
gión falsa y verdadera." Casamiento de Lutero, 18 de Junio. Muerte
del elector Federico, 5 de Mayo.

1526. Tratado de Madrid, 14 de Enero. Batalla de Mohacs. Muerte de Luís II.


Fernando de Austria se bace rey de Bohemia y Hungría. Guerra
civil en Hungría. Liga de Cognac, entre Francisco I, Clemente VTI
y demás potencias contra el emperador, 22 de Mayo. Suspensión de
la dieta de Espira, 27 de Agosto. Formación de la Liga de Torgau.

1527. Captura y saqueo de Eoma por las tropas imperiales. Enrique VIII
solicita el divorcio de Catalina de Aragón. Dieta de Westeras esta- :

blecimiento de la Eeforma en Suecia. Visitación de las iglesias de


Sajón ia.

1528. La Eeformación empieza en Escocia. Martirio de Hamilton. La Befor-


mación es establecida en Berna.

1529. Segunda dieta de Espira. Protesta de los luteranos.


Tratado de Barce.
lona entre el papa y
emperador. Paz de Cambray. Francisco I
el
cede Milán al imperio. de Viena por Solimán II. La Eeforma-
Sitio
ción es establecida en Basilea. Conferencia de Marburgo, 1 d«»
Octubre.

1530. Coronación de Carlos V por Clemente VII en Boloña, 22 de Febrero.


Dieta de Augsburgo abierta en 25 de Junio. Ginebra se libra de los
duques de Saboya. Muerte de Cardenal Wolsey, 30 de Noviembre.

1531. El archiduque de Austria, Fernando, es elegido rey de los romanos, 5 de


Enero. Liga de Smalcalda, 17 de Febrero. Enrique VIII recibe el
título de Cabeza de la Iglesia de Inglaterra, 22 de Marzo. Dieta de
36 TABLA CRONOLOGICA.
Espira de 13 de Septiembre. Guerra de Cappel. Muerte de Zwingli,
11 de Octubre. Paz entre Zurich y los cinco cantones, 16 de Noviem-
bre. Muerte de (Ecolampadio, 23 de Noviembre.

1532. Paz de Nuremberg. Alarma causada por los turcos. Muerte del elector
Juan, 15 de Agosto. Es sucedido por Juan Federico. Farel predica
en Ginebra.

1533. Divorcio de Enrique VIII, y su casamiento con Ana Bolena. Matrimonio


de Enrique de Orleans (más tarde Enrique II,) con Catalina de
Médicis, 28 de Octubre.

1534. Enrique VIII es excomulagado por Clemente VII, 23 de Marzo. Acto de


la Supremacía adoptado en 23 de Noviembre. Muerte de Clemente
VII, le sucede Pablo III, 13 de Octubre. Alianza de Francisco I con
el sultán. Loyola empieza á organizar la orden de los jesuítas en
París. Lutero completa su traducción de la Biblia.

1535. Persecución de los protestantes franceses por Franciscos I. Invita á


Melancthon á ir á su corte, 28 de Junio. Los anabaptistas pierden
áMünster, 24 de Junio. Expedición de Carlos V á Tunes. Francisco
Sforza abandona á Milán á Carlos V. Guerra entre Carlos y Fran-
cisco. Establecimiento del protestantismo en Ginebra. Calvino
publica sus " Institutos " en Basilea.

1536. Ei ecuc 'ón de Ana Bolena, 19 de Mayo. Casamiento de Enrique VIII con
Juana Seymour, 20 de Mayo. Invasión de Provenza por los impe-
rialistas. Su retiro. Muerte de Erasmo, 12 de Julio. Calvino llega á
Ginebra, Agosto.

1537. Nacimiento de Eduardo VI. Muerte de Juana Seymour, Octubre 12. El


Parlamento irlandés declara la supremacía eclesiástica de Enrique
VIII. Cristiano III establece la Reforma en Dinamarca. Pablo III
nombra Comisiones de Beforma. La contra-reforma.
1538. Liga contra turcos.
los Tratado verificado por Fernando con Juan
Zápolya. Liga católica formada en Alemania, 10 de Junio. Calvino
es desterrado de Ginebra.

1539. Los " Seis Artículos " adoptados en Inglaterra. Conferencias en


Alemania entre católicos y protestantes; Hagenau, Worms. La
Beformación se establece en el ducado de Sajonia y en Branden-
burgo.

1540. Casamiento (el cuarto) de Enrique VIII conAna de Cleves. Es divor-


ciado y se casa con Catalina Howard, 8 de Agosto. Ejecución de
Cromwell, 29 de Julio. Muerte de Juan Zápolya. Pablo III aprueba
los estatutos de la orden jesuíta, 27 de Septiembre.

1541. Dieta y conferencia en Batisbona: Contarini presente. Expedición de


Carlos V á Argelia. Solimán invade otra vez la Hungría. Calvino
invitado á volver á Ginebra.

1542. Ejecución de Catalina Howard, 13 de Febrero. Guerra encendida entre


CarlosV y Francisco I. Muerte de Jacobo V de Escocia. Regencia
de María de Guisa. Xavier llega á Goa de la India oriental. Refor-
mación en Brunswick. Fuga de Ochino de Italia.
TABLA CKONOLÓGICA. 37

1543. Alianza de Carlos V y Enrique VIII contra Francisco I. Matrimonio (el


sexto) de Enrique VIII con Catalina Parr, 12 de Julio. Bestableci-
miento de la Inquisición en Italia.

1544. Paz de Crespy que renueva sustancialmeute las estipulaciones de la de


Cambray. Los turcos conquistan la mayor parte de Hungría.
1545. Apertura del Concilio de Trento, 13 de Diciembre.

1546. Unión de Mauricio de Sajonia con Carlos V. El elector de Sajonia y el


landgrave de Hesse son puestos bajo el bando del imperio. Guerra
de Smalcalda. Asesinato del cardenal Beatón. Muerte de Lutero,
18 de Febrero. Eeformación del Palatinado electoral.

1647. Muerte de Enrique VIII, 28 de Enero. Eduardo VI le sucede. Muerte de


Francisco I, 31 de Marzo, le sucede Enrique II. Batalla de Mühlberg,
24 de Abril. El papa traslada el Concilio desde Trento á Boloña para
oponerse á la influencia del emperador. Tregua entre Francisco y los
turcos.

1548. Dieta de Augsburgo. Establecimiento del Interim, Mayo 15. La dig-


nidad electoral es dada á Mauricio. El Interim de Leipsig. Enlace
de Juana de Albret con Antonio de Borbón, duque de Vendóme,
padres de Enrique IV. Muerte de Sigismundo I de Polonia. Ea
sucedido por Sigismundo II ó el Augusto. María reina de Escocia
es llevada á Francia, siendo prometida al delfín. Se introduce el
Libro de Oración Común. Es revisado en 1552.

1549. Muerte de Pablo III, 8 de Febrero.

1550. Julio III es elegido papa, 8 de Febrero. Martín Bucer y otros reforma-
dores del continente son recibidos en Inglaterra. Hooper es hecho
obispo de Gloucester. Principio de la controversia acerca de las vesti-
duras eclesiásticas.

1551. Nueva guerra entre Francia y Austria. Enrique II auxilia á los prote-
stantes alemanes. Mauricio de Sajonia hace suya la causa de los
protestantes.

1552. Enrique III ocupa á Metz, Toul y Verdün. Mauricio obliga al emperador
á huir de Innspruck, á librar al elector y al landgrave, y á concluir la
Paz de Passau. El emperador pone sitio á Metz en Octubre. Los
Cuarenta y dos Artículos del credo de la Iglesia anglicana se formulan.
Ejecución de Somerset.

1553. Muerte de Eduardo VI. María es proclamada reina de Inglaterra, 4 de


Octubre. Muerte de Servet en Ginebra, 27 de Octubre.

1554. Eebelión de Wyat. Eestauración de la supremacía papal en Inglaterra.


Enlace de María con Felipe II de España, 25 de Julio. Carlos V
cede la Sicilia y Nápoles á su hijo Felipe.

1555. Paz de Augsburgo. Eeservación eclesiástica. Persecución de protestan-


tes ingleses.Muerte de Eidley y Latimer, 15 de Octubre. Muerte
de Julio Advenimiento de Pablo IV, 23 de Mayo. Carlos V
III.
entrega á Felipe el gobierno de los Países Bajos, 25 de Octubre.
Liga de Pablo IV con Francia con el objeto de despojar á España de
Nápoles.
38 TABLA CEONOLÓGICA.
1556. Abdicación de Carlos V, 16 de Enero. Entrega el imperio á Fernando
27 de Agosto. Se embarca para España, 17 de Septiembre. Nueva
guerra en Italia entre España y el Papa en alianza con Francia.
Muerte de Craumerj 21 de Marzo, y de Ignacio de Loyola, 31 de
Julio.

1557. Derrota de los Franceses en San Quintín, 10 de Agosto. Paz entre el


duque de Alva y Pablo IV.

1558. Calais tomado de los ingleses por el duque de Guisa, 8 de Enero. Casa-
miento de María Estuardo con el delfín de Francia, 24 de Abril.
Derrota de los franceses en Gravelines, 13 de Julio. Muerte de Carlos
V en el monasterio de Yuste 21 de Septiembre. Muerte de María de
Inglaterra, 17 de Noviembre. Advenimiento de Isabel.

1559. Paz de Cateau-Cambresis, 3 de Abril. Muerte de Enrique II, 10 de Julio.


Francisco II le sucede. Margarita de Parma es hecha regente de los
Países Bajos con Granvelle, obispo de Arras, su principal ministro.
EegTeso de Felipe II á España. Persecución de los protestantes en
España. Autos da fe. Acto de la Supremacía en Inglaterra. Corte
de Alta Comisión. Acto de la Uniformidad. Muerte de Pablo IV,
18 de Agosto, sucedido por Pío IV. Un Sínodo general de los hugo-
notes se reúne en París. Conflicto entre María la regente y los lores
de la congregación en Escocia. Regreso de Knox.

1560. Conspiración de Amboise, Marzo. Edicto de Romorantin. Coligny


presenta las peticiones de los hugonotes en Fontaiuebleau. Estados
Generales convocados en Orleans. Navarra vigilado. Arresto y
juicio de Conde. Muerte de Francisco II, 5 de Diciembre. Sucesión
de Carlos IX. Catalina de Médicis ejerce el poder. Muerte de
Gustavo Vasa. Sucesión de Erico XIV. Isabel ayuda á los prote-
stantes de Escocia. Tratado de Edimburgo. Protestantismo estable-
cido en Escocia por acto del Parlamento, 25 de Agosto. Muerte de la
regente María, 10 de Agosto.

1561. Regreso de María Estuardo á Escocia. Su primera entrevista con Knox


Conferencia de Poissy, Septiembre.

1562. Edicto de San Germaiu. Una medida de tolerancia concedida á los hugo-
notes. Matanza de Vassy, 1 de Marzo. Guerra civil en Francia.
Captura de Eouen. Muerte de Antonio de Navarra, peleando con los
católicos, 17 de Noviembre. Batalla de Dreux, 19 de Diciembre.
Revisión de los Artículos de la Iglesia anglicana.

1563. Sitio de Orleans por los católicos. Asesinato del duque de Guisa, 18 de
Febrero. Edicto de Amboise, 19 de Marzo. Clausura del Concilio de
Trento.

1564. Granvelle parte de las Países Bajos. Muerte de Fernando I. Sucesión


de Maximiliano II. Muerte de Calvino, Mayo 27.

1665. Conferencia de Bayonne. Casamiento de María Estuardo con Darnley,


29 de Julio. Edictos crueles de Felipe II contra los moros. Cruel-
dades de la Inquisición en los Países Bajos. Muerte de Pío IV, 9 d«
Diciembre.
TABLA CRONOLÓGICA. 39

1566. Pío V. El compromiso de Breda. Los Gueux. Iconoclasmo en los


Países Bajos. Muerte de Solimán II. Asesinato de Rizzio, 9 de
Marzo. Nacimiento de Jacobo VI de Escocia, 19 de Junio.

1567. Enviada de Alva á los Países Bajos.El "Concilio de Sangre." Ida de


la regente Margarita, 30 de Diciembre. Nueva guerra entre loa
católicos y los hugonotes. Asesinato de Darnley, 9 de Febrero.
María se casa con Bothwell, 15 de Mayo. Depone la corona en favor
de su hijo, con Murray como regente, 24 de Julio.

1568. Huida á Inglaterra de María. Conflicto en los Países Bajos. Egmont y


Horn degollados, 5 de Junio. Paz de Longjumeau, 23 de Marzo.
Edicto contra los hugonotes, 25 de Septiembre.

1569. Nueva insurrección de los hugonotes. Batalla de Jarnac. Muerte de


Luís de Conde, 13 de Marzo. Enrique, príncipe de Navarra, ea
reconocido como jefe del partido hugonote. Batalla de Moncontour,
3 de Octubre. Proyecto de impuestos propuesto por Alva en loa
Países Bajos.

1570. Excomnlgación de Isabel por Pío V, 25 de Febrero. Segunda faz del puri-
tanismo, Cartwright se opone al episcopado. Tercera Paz de San
Germain. Cuatro ciudades entregadas á los hugonotes, 15 de Agosto.
Asesinato del regente Murray, 23 de Enero. Sínodo de Sendomir en
Polonia: unión de los protestantes.

1571. Batalla de Lepanto, 7 de Octubre : derrota de los turcos.

1572. Muerte de Pío V, Gregorio XIII le sucede 13 de Mayo. Ejecución del


duque de Norfolk, 2 de Junio. Unión de Holanda, Zelandia y Fries-
landia bajo Guillermo de Orange, Mayo. Muerte de Juana de Albret,
10 de Junio. Enrique de Navarra se casa con Margarita de Valois,
18 de Agosto. Matanza de San Bartolomé, 24 de Agosto. Muerte de
Sigismundo de Polonia, fin de la dinastía de Jagallón la corona se
;

hace electiva. Muerte de Juan Knox, 24 de Noviembre.

1573. " Pax Dissidentium " en Polonia. Enrique duque de Anjou elegido rey
de Polonia, 9 de Mayo. Alva seva de los Países Bajos. Bequeseus
le sucede.

1574. Muerte de Carlos IX, 30 de Mayo. Sucesión de Enrique III. Luís de


Nassau derrotado y muerto. Sitio de Leyden.

1576. Organización de la Liga en Francia. Muerte de Requesens. Pacifica-


ción de Gante, 8 de Noviembre. Don Juan de Austria sucede á
Requesens. Muerte de Maximiliano II. Sucesión de Rudolfo II.
Influencia de los jesuítas en la corte imperial. Reacción católica ea
Alemania.
1577. Drake ataca los navios y colonias de España.
1578. Tratado de Isabel con los Países Bajos, 7 de Enero. Muerte de Don
Juan de Austria. Alejandro de Parma le sucede.
1579. Unión de Utrecht, 23 de Enero. Las diez provincias meridionales se
someten á Alejandro de Parma.

1580. Guillermo de Orange proscrito por Felipe II. Rebelión en Irlanda fomen-
tada por España.
10 TABLA CRONOLÓGICA.
1581. Las Provincias Unidas renuncian la autoridad de España, 2 de Julio. El
protectorato de los Países Bajos se da al duque de Anjou, hermano de
Enrique III.

1582. Triunfos de Parina en los Países Bajos.

1583. El duque de Anjou regresa á Francia.


1584. Muerte del duque de Anjou, 10 de Junio, Enrique de Navarra heredero
de la corona, francesa. Alianza de la Liga con España. Tratado de
Joinville, 31 de Diciembre. Asesinato de Guillermo de Orange, 10 de .

Julio.

1585. Muerte de Gregorio XIII, 10 de Abril. Sucesión de Sixto V, 24 de Abril.


Escomulga á Enrique de Navarra, 10 de Septiembre. Amberes
se entrega á Alejandro de Parma, 17 de Agosto. Las Provincias
Unidas se ponen bajo la protección de Isabel. Leicester enviado á
los Países Bajos Drake ataca las colonias de España en las Indias
occidentales.

1586. Guerra de los Tres Enriques— Enrique III, de Navarra, y de Guisa. Liga
entre Jacobo VI é Isabel.

1587. Ejecución de María reina de Escocia, 8 de Febrero. Eegreso de Leicester


á Inglaterra. Mauricio de Orange dirige la guerra en los Países
Bajos. Sigismundo III de Suecia es elegido rey de Polonia.

1688. Actitud hostil de la Liga hacia Enrique III. Barreras puestas en las
callesde París, 12 de Abril. Derrota de la Armada española.
Keunión de los Estados Generales en Blois. Asesinato del duque de
Guisa y del cardenal su hermano por Enrique III.

1589. Muerte de Catalina de Médicis, 5 de Enero. Enrique III se junta con


Navarra. Asesinato de Enrique III, 1 de Agosto. Resistencia de la
Liga á Enrique IV.

1590. Victoria de Enrique IV sobre el duque de Mayenne en Ivry, 14 de Marzo.


Muerte de Sixto V, y sucesión de Urbano VIL Parma levanta el
sitio de París.

1591. Bula de Gregorio XIV contra Enrique IV. Muerte de Gregorio XIV, 15
de Octubre. Le sucede Inocencio IX, quien muerte el 30 de Diciembre.
Enrique IV pone sitio á Eouen. Nueva invasión de Hungría por los
turcos.

1592. Clemente VIII se hace papa, 30 de Enero. Parma levanta el sitio de


Eouen. Muerte de Parma, 2 de Diciembre. El presbiterianismo es

1593. La Liga dividida en sus consejos. Abjuración hecha por Enrique IV, 25
de Julio. Derrota de los turcos en Hungría.

1594. Enrique IV es coronado en Chatres, 27 de Febrero. Entra en París, 22 de


Marzo. Mauricio de Orange recobra todo el territorio de las Provin-
cias Unidas.

1595. Enrique IV declara la guerra contra Felipe II, 17 de Enero. Clemente


VIII absuelve á Enrique IV, 17 de Septiembre.
TABLA CEONOLOGICA. 41

1506. Alianza de Enrique IV con Isabel. Los ingleses destruyen la flota

española en el puerto de Cádiz.

1598. Edicto de Nantes, 30 de Abril. Paz de Vervins entre Francia y España,


2 de Mayo. Muerte de Felipe II, 13 de Septiembre. Sucesión de
Felipe ni.

1600. Casamiento de Enrique IV con María de Médicis. Giordano Bruno es


quemado en la hoguera, 17 de Febrero.
1603. Muerte de Isabel de Inglaterra, 24 de Marzo. Sucesión de Jacobo I.

1604. Conferencia de la corte de Hampton, 16 de Enero. Protección ortogada


por el soberano á los protestantes de Bohemia.

1605. Mina de Pólvora (Gunpowder Plot).

1607. Donauworth tomada por el duque de Baviera.

1608. Unión protestante formada en Alemania.


1609. Tregua de doce años establecida entre España y las Provincias Unidas.

1610. Liga católica formada en Alemania bajo el duque de Baviera.

1611. La Biblia inglesa es publicada por autorización. Gustavo Adolfo se hace


rey de Suecia.

1612. Matías se hace emperador.

1617. Jacobo I impone la forma episcopal sobre la Iglesia de Escocia.

1618. Bebelión de los bohemios contra Fernando II, en defensa de sus libertades
religiosas.

1619. Sucesión de Fernando II como emperador. Elección de Fernando V,


elector del Palatinato, como rey de Bohemia.
1620. El elector del Palatinato despojado de sus dominios. Persecución de los
puritanos en Inglaterra. Desambarque de los "Peregrinos" en
Plymouth, 21 de Diciembre. El Convento de Port Boyal es estable-
cido.

1621. Bebelión de los hugonotes.

1622. La Congregatio de Propaganda Fidei es fundada (Colegio de Misioneros fun*


dado en 1627).

1624. Bichelieu se hace primer ministro de Luís XIII.

1625. Advenimiento al trono de Carlos I. La guerra de los hugonotes comienza


en Francia. Alianza de Inglaterra, Holanda, y Dinamarca en bien
del elector del Palatinado.

1626 Muerte de Lord Bacon. Derrota de Mansfield por Wallenstein en


Dessau.

1627. Mechlenburg es dado i Wallenstein.

1628. Entrega de la Bóchela Destrucción del poder político de los hugonotes.

1629. Paz de Lübeck, Mayo. Edicto de restitución, Marzo.

1630. Wallenstein es depuesto de su mando. Intervención de Gustavo Adolfo.


42 TABLA CRONOLÓGICA.
1631. Captura de Magdeburgo por Tilly, Mayo. Batalla de Leipsig, denota de
Tilly, 28 de Agosto. Wallenstein es restaurado á su mando, Abril.

1632. Batalla de Lutzen ; muerte de Gustavo Adolfo, 16 de Noviembre.


1633. Alianza de Francia con Suecia y los protestantes ; tratado de Heilbronn,
23 de Abril. Laúd se hace arzobispo de Canterbury. Galileo com-
pelido á renunciar la teoría copernicana.

1634. Derrota de los suecos en Nordlingen, 6 de Septiembre.

1635. Paz de Praga, 30 de Mayo. El Edicto de Eestitución no se ejecuta en


Sajonia y Brandenburgo.

1637. Fernando III como emperador.


1638. Bernardo de Weimar encabeza las fuerzas anti-imperialistas.

1639. Muerte de Bernardo. Predominancia de la influencia de Eichelieu en la


guerra.

1640. El Largo Parlamento se reúne en Inglaterra. Advenimiento de Federico


Guillermo el gran elector.

1642. Guerra entre el rey y el Parlamento en Inglaterra.

1643. Advenimiento de Luís XIV. La Asamblea de Westminster se reúne.


Liga y Pacto adoptados por el Parlamento.

1644. Advenimiento del papa Inocencio X.

1645. Batalla de Naseby.

1648. Paz de Westfalia. Fin de la Guerra de Treinta Años.

1649. Ejecución de Carlos I.

1650. Muerte de Descartes.

1653. Cromwell se hace Protector. El jansenismo es condenado por Inocen-


cio X.

1658. Muerte de Cromwell.


1660. Restauración de Carlos II.

1661. Conferencia de Saboya. Bestauración del episcopado en Escocia. Muerte


de Mazarín. Persecución de los hugonotes.

1662. Expulsión de los ministros presbiterianos bajo el Acto de la Unifor-


midad.

1668. Triple Alianza contra Luís XIV para compelerle á hacer la paz son
España.

1670. Alianza secreta de Carlos II y Luís XIV.

1672 Guillermo III es elegido Estatudor.

1673. Declaración de Indulgencia por Jacobo II.

1676. Advenimiento de Inocencio XI.


1678-9. Paz de Nimeguen.

1682. Asamblea del clero de Francia : cuatro proposiciones del galicanismo.


TABLA CRONOLÓGICA. 43

1685. Muerte de Carlos II, le sucede Jacobo II. Eevocación del Edicto de
Nantes, 18 de Octubre.

1686. Eestablecimiento de la Corte de Alta Comisión por Jacobo IL

1688. Guillermo III desembarca en Torbay. Fuga de Jacobo n.


1691. Advenimiento de Inocencio XII.
1694 Nacimiento de Voltaire, 20 de Febrero.

1S97. Paz de Byswick, 20 de Septiembre. Luís XIV reconoce i Gaillermo III


jomo rey de la Gran Bretaña é Irlanda.
::

HISTORIA DE LA REFORMACION.

CAPITULO I.

INTRODUCCION: CARÁCTER GENERAL DE LA


REFORMACIÓN.
Los cuatro sucesos más prominentes de la historia moderna son
la invasión de los bárbaros á que se debió el enlace de los elementos
respectivos de las civilizaciones romana y teutónica, y que sujetó las
nuevas naciones á la influencia del cristianismo ; cruzadas que
las

sacaron de su inercia á la sociedad europea, y, dando un golpe al


sistema feudal, abrieron el camino para la centralización de las
naciones y gobiernos de la Europa ; la Reformación en la cual fué
purificada la religión, y emancipada de la autoridad sacerdotal, la
inteligencia humana y la Revolución francesa, lucha tremenda que
;

tuvo por objeto alcanzar una igualdad política. La Reformación


lo mismo que las otras tres grandes revoluciones sociales arriba
mencionadas, estuvo preparándose largo tiempo. Acerca de la
Revolución francesa que es el último de los acontecimientos históricos
que señalan épocas de grande importancia, ha dicho De Tocqueville
" Fué menos que todos un suceso fortuito. Es verdad que dejó
admirado al mundo pero no fué menos que el colmo de un afán
;

prolongado la terminación súbita y violenta del trabajo de que


;

se habían ocupado diez generaciones." El método 6eguido por la


Providencia en la historia, nunca es mágico. La magnitud de la
catástrofe es proporcional á la duración del tiempo
y á la variedad
de las agencias emplean para producirla. Los sucesos
que se
inesperados y sorprendentes no por ser tales deben referirse
solamente á algún antecedente próximo. El movimiento protes-
tante es considerado muy á menudo casi tan sobrenatural y
admirable, como lo sería la salida del sol á medianoche. Pero
46
46 HISTORIA DE LA RLFORM ACION.

mientras más se lo examina, menos presenta un aspecto maravilloso.


Verdad es que nunca ha habido una crisis histórica cuya prepara-
ción haya sido tan elaborada, y esto por medio de una cadena de
causas cuyos eslabones se extienden hasta los más remotos tiempos.
No es cierto que semejantes eventos estén por completo fuera del
alcance de la previsión humana, pues proyectan su sombra delante
de ellos mismos, son el asunto de presentimientos más ó menos
distintos, y algunas veces de una definida predicción. 1
Mas al procurar evita un extremo, no debemos caer en el opuesto.
Es menester que tengamos en cuenta tanto las cualidades personales
y la agencia plástica de los individuos, como la operación de las
causas generales. Para efectuar una revolución en las opiniones,
hábitos y modos de sentir arraigados, es indispensable que haya
individuos á cuyo rededor se reúnan personas poderosas capaces
de crear y sostener en otros la nueva vida moral que han realizado
primeramente en sí mismos.
Aun ahora después de trascurridos tres siglos, el verdadero
origen y significación de la Keforma es cuestión de controversia.
La rápida extensión de las ideas de Lutero fué atribuida, al menos
por uno de sus contemporáneos, "á la posición nada común y
maligna de las estrellas que esparcieron por el mundo el espíritu
de los desvarios y, de la innovación." Aunque esta explanación
astrológica carece en la actualidad de defensores, pareció bastante
plausible en una época en que el arte antiguo de predecir los

acontecimientos futuros por medio de una inspección de los astros,


contó entre sus creyentes á sabio tan erudito como lo era Melanc-
thon, á estadista como Burleigh, y á eclesiástico tan sagaz como el

papa Pablo III, " quien no convocó ninguna sesión importante del
consistorio ni emprendió ningún viaje, sin examinar antes las

constelaciones para elegir el día que le parecía recomendado por


2
el aspecto de ellas."

1
Veinte años después de ladvenimiento al trono de Luis XVI., escribió Lord
Chesterfield lo siguiente: "En fin, todos los síntomas que, según he notado en
elestudio de la historia, anuncian grandes cambios y revolucioues en el gobierno,
existen en la actualidad en Francia y se aumentan de día en día." De la misma
manera en el siglo XV
hubo hombres de capacidad que preveían una revolución
eclesiástica. El cardenal Julián Cesarini que como legado papal presidió el con-
ciliode Basilea, en una ;arta dirigida al papa Eugenio IV en 1431, predijo una
gran sublevación do los fieles que tendría por objeto echar abajo al clero cor-
rompido; y predijo también que habría una herejía más formidable que la de
los bohemios.
2
Ranke y Burckhardt tratan do la influencia ejercida por la astrología en
Italia en el siglo XIII. Fué en vano que Petrarca la atacase y que algunos de
CARÁCTER GENERAL DE LA REFORMACIÓN. 47

Hay también otras explanaciones del movimiento protestante


que haL sido propuestas con toda seriedad, pero que apenas son
menos imaginarias é inadecuadas que la astrológica. Cuando el
entonces reinante papa, León X, tuvo noticia de la conmoción que
6e había suscitado en la Sajonia, declaróla una riña de monjes.
Este juicio que á causa de su fuente y de la fecha en que se pro-
nunció, puede ser que no nos sorprenda, lo repiten dos escritores de
escuelas antagonistas, á saber, Bossuet y Voltaire, siendo aquél el
campeón de la teología anti-protestante, y éste el jefe del partido

de los libres pensadores 1


del siglo pasado. Aun un historiador
alemán contemporáneo, autor tan erudito como brillante, habla de
la Reformación como de una querella académica que sirvió de
núcleo á todo el descontento de una época turbulenta. Es verdad
que un monje agustino inauguró el conflicto, atacando ciertas
prácticas de un dominicano que cada uno de ellos encontró gran
;

apoyo en su propia orden, y que las dos universidades rivales de


Wittenberg y de Leipsig se alistaron en bandos opuestos pero ;

estos no son más que incidentes. Presentarlas como las causas


principales de una estupenda revolución histórica, es tener en
poco 2 la cuestión. Algunos disponen de todo el asunto de manera

los Papas la denunciaran juntamente con la alquimia. Melancthon declaró su


fe en la astrologia y el libre pensador Pomponazzi y el célebre publicista Bodín
;

abrigaron la misma creencia. Cecil consultó la astrologia con respecto al asunto


del matrimonio de la reina Isabel de Inglaterra. En el siglo XVI el famoso
astrólogo Nostradamus tuvo por patrones á Enrique II y Carlos IX de Francia,
y fué visitado en su retiro de Salón por las más distinguidas personas. Hasta
los grandes astrónomos, Tycho Brahe y Kepler, conservaron su fe en la astrologia.
Este último dedujo del estudio de las constelaciones bajo las cuales nació Wallen-
stein el carácter de dicho general. Schiller en sus dramas nos descubre que
Wallenstein creía también en dicha ciencia. Lord Bacon aunque declara que
la astrologia " está tan llena de supersticiones que apenas ha conservado algún
elemento digno de confianza," sin embargo, en vez de recharzarla como un todo,
quiere " que se purifique," é incluye bajo el título de " astrologia sana," las pre-
dicciones de sediciones, de cismas y de " todas las conmociones y grandes revolu-
ciones que acaecen en el mundo tanto natural (físico) como civil." Hace con
todo de la astrologia una rama de las ciencias físicas y aboga por el método
inductivo en su estudio.
1
Hume en su Historia de Inglaterra dice que "Martin Lutero, fraile agustino,
y profesor de Wittenberg, resintiendo un ultraje hecho á su orden," etc.
No existo la más mínima razón para creer que Lutero, haya sido animado en
2

lo que hizo por el resentimiento que le haya podido causar una ofensa hecha á
la orden de agustinos. La venta de las indulgencias no sería un honor que él
codiciara. Ni tampoco es verdad, según afiiman algunos, que dicho tráfico solía
encomendarse á los agustinos. Gieseler eu su historia enseña como se originó
esta idea de que Lutero fué animado por la invidia eu lo que hizo.
48 HISTOEIA DE LA REFORMACION.

demasiado sumaria, diciendo que Reformación no fué más que


la
un nuevo aspecto del antiguo conflicto habido entre el
papa y los
emperadores Hohenstaufen, es decir, de la lucha entre la autoridad
civil y la eclesiástica. Pero la Reformación no se limitó á la
Alemania, sino fué un movimiento europeo, una revolución religiosa
efectuada entre las naciones teutónicas, que influyó poderosamente en
el carácter y destino aun de los pueblos latinos entre los cuales no llegó
á triunfar. Además de esto, aunque el aspecto político de la Refor-
mación es bien importante tanto en la investigación de las causas

como de los efectos del protestantismo, está lejos de ser el único, ó


siquiera el elemento predominante en el problema. Las agencias
políticas eran más bien auxiliares que causa directa y principal.
Guizot ha expresado su opinión acerca de la naturaleza de la
Reformación, en un discurso en que trató esto asunto. La Refor-
mación, según su juicio, es un esfuerzo hecho con la idea de libertar
la razón humana de
las cadenas de la autoridad " es una insurrec- ;

ción de la mente humana contra el poder absoluto del orden


espiritual." No era un suceso fortuito, resultado de alguna circun-
stancia casual ni tampoco un simple esfuerzo en bien de la puri-
;

ficación de la Iglesia. La causa comprensiva y más poderosa fué


el deseo de gozar de libertad, abrigado por el espíritu del hombre.
El pensamiento y la libre investigación han sido el producto
libre
legítimo del movimiento religioso como también su verdadero
objeto. Tal dada por Guizot. Pero éste tiene
es la interpretación

la precaución de agregarque su definición no describe el propósito


adoptado á sabiendas por aquellos que efectuaron dicha revolución.
Dice que, " la Reformación en este respecto efectuó más de lo que
procuró hacer; más con toda probabilidad, que lo que deseaba
conseguir." " De hecho causó la prevalencia de la libre investiga-
ción en cuanto á principio, creía sustituir una autoridad ilegítima
;

con otra legítima." Debe distinguirse entre lo que se proponen


hacer los jefes de una revolución, y la verdadera tendencia y
último efecto de su obra ; entre el objeto inmediato que intentan
conseguir, y el impluso más profundo y aun oculto, la corriente

misteriosa por la cual están de hecho impelidos. Parecíale evidente


también, que el derrumbamiento de la autoridad de la Iglesia,
debía modificar en lo general el principio de autoridad ; cuando
menos lo bastante para conducir al examen concienzudo de los

fundamentos en que ésta, sea cual fuere, pretende descansar. Sin


embargo de esto nos atrevemos á considerar defectuosa la interpre-
tación de Guizot, porque pone límites demasiado estrechos á la
;

CARÁCTER GENERAL DE LA REFORMACIÓN. 49

significancia y efecto de la Reformación. Esta pretendió ser una


reforma de la religión ; fué seguramente una revolución religiosa

y la religión es un interés humano


tan grande, tan profundo y
penetrante en su influencia, que este rasgo distintivo de la Refor-
mación, debe considerarse siempre como una parte esencial de su
carácter. En otras palabras, el motivo final y el último efecto de
la Reformación, no ha sido solamente la libertad, sino también la
1
mejora de la religión.
Pieria clase de escritores procuran explicar la Reformación como
una época de transición que abrió camino al libre pensamiento
ó sea la incredulidad. Aun se puede decir que hay dos clases que
sostienen esta opinión. Por una parte, los escritores católico-
romanos han declarado con frecuencia que el protestantismo es
el padre natural del racionalismo ; y por otra, los mismos racion-
alistas que rechazan el cristianismo como sistema sobrenatural y
autoritavo, han aplaudido la Reformación como un paso hacia la
posición que ellos mantienen. Ambos clases de críticos dan por
sentado que la religión cristiana coincidía ú tal grado con todo el
sistema de la edad media, que la caída de éste envolvía lógicamente
la abolición de aquella. Dicen que habiendo necesidad de tiempo
á fin de que se desarrollaran estas tendencias del protestantismo, se
ocultaron de la vista de los mismos reformadores; pero que se han
hecho claras en la actualidad. Este carácter fué imputado al

protestantismo por sus enemigos cuando apareció por primera


vez, y se le hace actualmenteel mismo cargo por sus adversarios
2
teológicos. Por ejemplo, Balmes, autor de una extensa obra
tocante á los efectos producidos respectivamente en la civilización
por el catolicismo y el protestantismo, sostiene que el sistema al
cual impugna conduce al ateísmo. Otro escritor moderno entre
los católicos, afirma que " el principio del racionalismo se halla
3
inherente á la naturaleza íntima del protestantismo." Las ideas
abrigadas con respecto á este punto por la escuela de los libre
pensadores, pueden encontrarse en la serie de obras históricas

En otro pasaje Guizot mismo dice que la Reformación fué en su esencia y


1

desde un principio una reforma religiosa; y que ella se sirvió de la política


"como medios necesarios, pero no como su fin principal."
1
Montaigne dice en sus " Ensayos" que desde la primera aparición del pro-
testantismo empezó su padre á enseñar la teología natural á su familia por
creer que el nuevo movimiento conduciría al ateísmo. Essais II. XII.
3 Mohler parece creer
que el racionalismo es el extremo opuesto del protes-
tantismo primitivo; y que el panteísmo *s un resultado lógico de la doctriD»
de la predestinación
— ;

50 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

publicadas por M. Laurent, las cuales contienenmucho? informes


de valor, especialmente en lo á la edad media. Este
relativo
autor sostiene que el cristianismo ha de dar lugar á una religión
del porvenir, cuyo carácter, sin embargo, no pretende trazar.
Declara que la religión revelada permanecerá ó caerá juntamente
con el papado, y que el protestantismo, " conduce á la negación de

losdogmas fundamentales del cristianismo histórico." Saluda á la


Reformación como un estado intermediario en el progreso de la
humanidad hacia esa etapa más elevada donde el cristianismo será
sustituido con la nueva religión. Si el protestantismo produce
ó no la incredulidad, es cuestión que se podrá tratar de una manera
inteligible más Se puede decir aquí, sin embargo, que los
tarde.
reformadores creían que su obra detendría el progreso de la
incredulidad, salvaría á la Europa su religión. Lutero dice que y
los abusos eclesiásticos de Alemania eran tales, que habían sido

causa de los desórdenes más espantosos que la religión habría


;

perecido, y que los cristianos se habrían hecho epicúreos si no se


hubiera realizado la Reformación. La incredulidad que se había
arraigado aun en los defensores más fuertes de la Iglesia, y brotaba
de sus escritos, á causa del renacimiento de la literatura clásica,
amenazaba extenderse por toda la Europa. Melancthon, en una
carta particular dirigida á un amigo suyo, dice que tumultos aun

más graves longe graviores tumaltus habrían tenido lugar si
Lutero no hubiera aparecido é impulsado los estudios de los
hombres en otra dirección. La Reformación trajo una revivifica-
ción del sentimiento religioso y ocasionó, por medio de su influencia
refleja, un gran despertamiento del celo religioso dentro del cuerpo
católico. Laurent dice también en otra parte de su obra, que en
el siglo XVI la religión se encontraba en un estado tan espantoso

de decadencia, que amenazaba ruina; que Lutero efectuó una


revolución religiosa en la mente de una generación que se inclinaba
hacia la incredulidad y se iba acercando á ella con paso rápido
que era el reformador tanto del catolicismo como del protestantismo
que Reformación era enemiga de la incredulidad de la cual
la
salvó almundo cristiano. Pero no podemos tratar más detenida-
mente el asunto en este lugar. Bástenos por ahora amonestar á
nuestros lectores á precaverse de generalizaciones incautas.
Sean que fueren las tendencias ocultas y las consecuencias
las

ulteriores la Reformación, la verdad es que ésta fué un


de
movimiento efectuado dentro del dominio religioso. Desde este
CARACTER GENERAL DE LA REFORMACIÓN. 51

n
punto de vista debe estudiarse antes de especular acerca de su
lesultados indirectos y remotos.
¿Cuál fué el carácter fundamental de esta revolución? Ante»
que ella apareciese se había interpuesto una vasta institución entre
el individuo y los objetos de la fe y esperanza religiosas. La
Reformación efectuó un cambio en todo esto abrió al individuo ;

un acceso inmediato al bien celestial que le ofreció el evangelio.


Las naciones germánicas que se establecían sobre las ruinas del
imperio romano, recibieron la religión cristiana con docilidad.
Pero ese cristianismo, aunque tenía elementos vivos de la doctrina
primitiva, se había trasformado en una teocracia externa con su
sacerdocio y sus ceremonias. Bajo ese sistema compuesto del
evangelio y de los rasgos característicos de la dispensación judía,
eran educadas las nuevas naciones. A causa de su estado poco
civilizado, este tipo del cristianismo poseía para ellas ciertas

ventajas. La exterioridad y carácter legal que lo distinguían,

unidos á ritos grandiosos, le hicieron adquirir una influencia


especial sobre ellas. Sin embargo, durante toda la edad media,
mientras que el elemento exterior teocrático que se había ingertado
en el cristianismo se desarrollaba más y más en la política y culto
de la Iglesia, la actividad opuesta de la primitiva idea espiritual
del reino de Dios se hacía más y más evidente. Dentro de la
fábrica misteriosa é imponente del sistema eclesiástico, había una
fuerza aprisonada bregando por ganar la libertad y adquiriendo
gradualmente la fuerza suficiente para derrumbar las paredes que
la encerraban. " La Reformación vista bajo su carácter más
general fué la reacción del cristianismo como evangelio, contra

J el cristianismo considerado como ley." Debe recordarse también


que juntamente con la forma tradicional del cristianismo, "se
había trasmitido en el mismo texto sagrado una fuente de instruc-
ción divina que no corría tanto peligro de ser corrompida, la cual
puso á la Iglesia en aptitud de distinguir entre la forma primitiva
del cristianismo y todas las adiciones subsecuentes, y de llevar á
cabo la purificación de la conciencia cristiana."
El protestantismo tenía, pues, tanto un lado positivo como
negativo. Tenía algo que afirmar á la vez que algo que negar.
Si rechazó una interpretación respecto del cristianismo, adoptó
otra. Las no por mera pasión y
viejas creencias fueron subvertidas,
espíritu revolucionario, sino á causa del poder explosivo de las con-
vicciones profundas que dimanaron de una aprehensión más pura
de la verdad. La libertad que los reformadores apreciaban primera
52 HISTORIA DE LA REFORMACION.

y principalmente, no fué el derecho abstracto de elegir su propio


credo sin ninguna limitación, sino la libertad que dimana de la
apropiación voluntaria por parte del alma de la verdad que cuadre
mejor con su naturaleza más íntima y sus necesidades más pal-
pitantes.
Es claro también, según lo que se acaba de decir, que había en
el protestantismo tanto un factor objetivo como uno subjetivo. El
nuevo tipo de la religión, aunque arraigado en
implusos y con-
los
vicciones subjetivas, no debió su existencia sino al contacto inme-
diato del espíritu humano con las Escrituras. En ellas encontró
tanto su fuente como su norma reguladora. Este hecho distingue al
protestantismo considerado históricamente, de todos los movimientos
efectuados en el campo de la religión natural, y le da un carácter
distintamente cristiano. La nueva vida cristiana tenía la con-
ciencia de derivarse de los escritos de los profetas
y de los apóstoles.
No tenia pretensión alguna de formular una nueva religión, sino
sólo la de reformar la antigua en conformidad con las autoridades
bíblicas por ella recibidas.
Sin embargo de esto, los reformadores protestantes, al trasferir

su obediencia de la Iglesia á la Palabra de Dios, proclamaron de


hecho de ejercer el juicio privado. Su procedimiento
la facultad

se basó en una convicción subjetiva y personal. Si se niega al


individuo esta última prerogativa de decidir dónde reside la ,

autoridad en cuestiones de religión, y de determinar por sí mismo


el significado de la regla de fe, todo este movimiento religioso debe
tenerse por indefensibie é irracional.Por consiguiente, la libertad
intelectual de pensamientoy de investigación, fué una consecuencia
de la Reformación que al fin tuvo que realizarse.
Pero, aunque la Reformación en su carácter distintivo, es un
acontecimiento religioso, no por eso es un fenómeno aislado.
Forma parte y también es fruto de ese progreso general de la
sociedad que señala al siglo XV
y los principios del XVI, como
el periodo de transición de la edad media á la civilización moderna.
Ese fué el período de las invenciones y de los descubrimientos:
cuando el uso general de la aguja magnética, hizo posible que
marinos aventureros guiaran sus naves á través de mares remotos ;

cuando la pólvora causó una revolución en el arte de la guerra,


elevando al paisano al nivel del guerrero cuando el arte de
;

imprimir con tipos movibles introdujo un medio nuevo y mara-


villoso de difundir la ciencia. Fué época de los grandes descubri-
mientos náuticos, y en la cual Colón dió otro hemisferio al mundo
CARÁCTER GENERAL DE LA REFORMACIÓN. 53

que no habían conocido los europeos, y Vasco de Gama, dando

vuelta al cabo de Buena Esperanza, llega á la India y abre al


comercio un nuevo camino. Fué también la época en que fueron
explorados los cielos, y en que Copérnico descubrió el sistema del
universo. En ese entonces fueron desenterradas las obras maestras
de la escultura y valiosos tesoros literarios de la antigüedad. Fué
un período de nueva vida para el arte, la edad de Kafael y Miguel
Angel, de Leonardo da Vinci y Alberto Dürer. El estudio revivi-
ficado de las literaturas griega y latina, estaba dando impulso á la
actividad intelectual en nuevas direcciones. De igual importancia
fué el cambio efectuado en la vida política de Europa. La mon-
arquía había ganado la victoria sobre el feudalismo, y los reinos
principales, especialmente Francia, España é Inglaterra, estaban
consolidándose. La invasión de Italia por Carlos VIII en 1494,
inauguró las guerras de las cuales Italia fué el teatro y el premio,

y los conflictos entre los estados europeos que tenían por mira el
ensanchamiento de sus respectivos dominios ó la ascendencia de
unos sobre otros. A las relaciones abiertas entre los pueblos por
medio del comercio que se había extendido desde Venecia, Génova
y las ciudades de la liga hanseática por toda la Europa occidental,
debe agregarse el nacimiento de la diplomacia. Comenzó á
desarrollarse un sistema de gobierno por el cual los diversos
pueblos quedarían unidos más íntimamente por medio de sus
relaciones políticas. En los varios cambios característicos de esa
edad transicional, los pueblos latinos guían á los demás pero la ;

Reformación de la religión no fué obra de ellos.


El protestantismo, por no ser en su origen un evento aislado, fué
la causa de cambios pob'ticos y sociales de la mayor importancia.
Por esta razón se presenta bajo dos aspectos : por un lado es una
trasformación efectuada en la Iglesia, trasformación que ha
producido controversias teológicas, modificaciones del credo y del
ritual, nuevos sistemas de gobierno eclesiástico, y un tipo distinto

de la vida cristiana. Por otro lado, es un gran juego en que


los soberanos y las naciones toman parte es causa de guerras ;

y tratados forma el fin de un período histórico y la introduc-


;

ción de otro que tiende al desarrollo de la cultura y de la civili-


*
zación.
La era de la Reforma, si damos al término este lato significado,
incluye el intervalo que medió entre la publicación de las tesis de
Lutero en 1517, y la ratificación de la Paz de Westfalia en 1648.
CAPITULO II.

DESARROLLO DE LA JERARQUÍA PAPAL Y SU DECADENCIA


DEBIDA Á LA CENTRALIZACIÓN DE LAS NACIONES.
Un resultado esencial del protestantismo, fué la abolición de la
autoridad jerárquica. Bossuet decía que si los abusos que existen
en la Iglesia romana son la única causa que separa á los protestantes
de romanos, estos abusos podían remediarse, y quitar
los católicos
1
así la base en que descansa el cisma. Pero, decir que la Reforma
empezó protestando contra los abusos de administración, no quiere
decir sino que al principio el protestantismo no era un sistema
completamente desarrollado. En su forma madura, como todo el
mundo lo sabe, la Reforma consistió en la negación de la autoridad
papal y sacerdotal. En el estudio de su desarrollo, este es uno de
los puntos principales que debe ocupar nuestra atención. Para
descubrir, pues, las causas de la Reformación, examinaremos en
primer lugar, el crecimiento y progreso del sistema jerárquico,
manifestando por que razón se había debilitado en el período
inmediatamente anterior al siglo XVI. Después contemplaremos
varios hechos que presagiaban una revolución religiosa y con-
tribuyeron á producirla.
Es posible separar la idea de autoridad de la orden sacerdotal,
de de la supremacía papal basada en ella.
la Sin embargo,
observaremos como cuestión de hecho, que muchas de las causas
que tendían á destruir la fe en esta doctrina, obraron de igual
manera en contra de aquella. La clave del arco no pudo aflojarse
sin perjudicar la estabilidad de todo el edificio. En el presente
capítulo el crecimiento y la decadencia del poder papal, será el

1
Los más dignos autores católicos admiten la lata extensión de los abusos en
la Iglesia católica romana. Bellarmin dice que algunos años antes del origen
de las dos herejías, la luterana y la calvinista, no había severidad en los juicios
eclesiásticos ni disciplina moral ni erudición en cosas sagradas ni reverencia
por las cosas divinas; no había en fin ninguna religión propiamente dicha. El
papa Adrián VI confesó ante la dieta de Nurembergen 1522, que la más profunda
corrupción había infectado la Santa Sede y los demás rangos inferiores d«í
clero. Las cartas de Erasmo abundan en pasajes que corroboran lo anterior.
54
DESARROLLO DE LA JERARQUÍA PAPAL. 55

asunto que principalmente ocupará nuestra atención y al tratar


;

de la segunda parte de nuestro asunto, á saber, la decadencia del


papado, llamaremos especialmente la atención á la influencia de
una causa que llamaremos el espíritu del racionalismo.
La religión de la dispensación antigua es declarada en el mismo
Antiguo Testamento por los profetas, como sistema rudimentario
é introductorio á otro más espiritual. La naturaleza interior que
caracteriza las enseñanzas de la religión de Cristo, la capacita para
ser universal. La adoración hállase libre de las restricciones
legales y de los rasgos característicos, externos y sensibles del
ritual judaico. La religión del Nuevo Testamento se distingue de
la del sistema preparatorio, por la ausencia de un rasgo esencial
de éste, á saber, la de un sacerdocio medianero. Los discípulos for-

maban una comunidad de hermanos con relaciones perfectamente


idénticas, por recibir todos la iluminación y dirección del mismo
Espíritu que los unía. Fracasaron los esfuerzos persistentes que hizo
el partido judaizante por conservar los rasgos distintivos del sistema
judaico, y por insertarlos surepticiamente en la práctica de la Iglesia.
La verdadera interpretación católica del evangelio que daba liber-
tad al alma y acceso inmediato á Dios por medio de un solo sumo
sacerdote que superaba toda otra mediación sacerdotal ; esa inter-
pretación á la cual los demás apóstoles asintieron virtualmente,
pero de la cual Pablo fué el expositor siempre claro y constante,
prevalecía en las sociedades cristianas que se esparcieron luego
por todo el imperio romano. La organización de éstas era
demasiado sencilla : tenía por base la de un cuerpo en el cual á
la vez que todos los miembros se sirven mutuamente uno á otro, se
adaptan, sin embargo, á las distintas funciones á las cuales están
designados por principio gobernante que todo lo dirige,
el
y que en
este caso es el Espíritu divino. Naturalmente todos los cristianos
de un pueblo se unieron en una sola sociedad ó iglesia, siendo esta
última voz la que antiguamente se usó en griego para designar una
asamblea legalmente convocada. En cada asamblea había una
junta de pastores, llamados indiferentemente ancianos ó presbíteros
—nombre tomado de la sinagoga —
y obispos, es decir, superinten-
dentes —nombre dado por los griegos á los encargados de la super-
intendencia directiva en la administración civil. En'la elección
de los pastores el cuerpo de creyentes decidía, aunque durante la
vida de los apóstoles, es natural que hayan sido aceptadas las
sugestiones ó nombramientos hechos por éstos. Al principio lo^
pastores no abandonaban sus ocupaciones seculares; ni aun se
56 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

encargaron, como de una función especial, del trabajo de la predica-


ción, la cual quedó para todos, y fué ejercida especialmente
libre
por personas cuyas prendas les señalaban para tal encargo. Los
ancianos con los diáconos cuya función consistía en cuidar de los
pobres y desempeñar otros deberes por el estilo, eran los emplea-
dos á los que cada pequeña comunidad encomendó la dirección y
arreglo de sus negocios. El cambio que se efectuó, durante ó poco
después de la edad apostólica, según el cual fué concedida la pre-
cedencia en cada junta de pastores, á uno de entre ellos á quien se
dió en un sentido exclusivo el título de obispo, no envolvía necesa-
riamente ninguna modificación fundamental en el espíritu ó política
de las iglesias. A fines, sin embargo, del siglo segundo, hallamos
efectuados cambios notables, algunos de ellos de un carácter por-
tentoso que nos muestran que ya se había iniciado el procedimento
que daría por resultado la externalización de la religión cristiana
y de la idea de la Iglesia. La extensión de la jurisdicción de los
obispos, hasta incluir en ésta á las iglesias dependientes cercanas
á los pueblos donde ellos residían, y la multipblcación de los fun-

cionarios, son cambios de menor importancia. Pero los funcionarios

de la Iglesia pretenden cada vez más, formar una orden distinta,


superior al común de medio señalado
los feligreses, siendo ellos el

para comunicar á éstos toda gracia. El concepto de un sacerdocio


semejante al del sistema del Antiguo Testamento, se adhiere á la
idea del ministerio cristiano. Juntamente con este cambio gradual,
se nota una divergencia apenas perceptible, aunque creciente, de
la doctrina fundamental de la salvación según Pablo la había
expuesto; y la adopción de una interpretación más legal de ella,
conforme á la cual se identifica la fe con la ortodoxia, y se la coloca
por tanto, en la misma categoría de las obras, en vez de considerár-
sele como la fuente productora de ellas. Este cambio doctrinal y la
concesión hecha al clero de funciones y prerogativas sacerdotales,
no deben atribuirse en alto grado á los esfuerzos hechos por los
cristianos judíos y los partidarios judaizantes á quienes prontamente
vencidos, se les -habría arrojadocomo herejes fuera del seno de la
Iglesia. Fueron más bien el producto de ciertas tendencias inhe-
rentes á la naturaleza humana, tendencias que pueden manifestarse
en cualquier tiempo, y que explican en gran parte la tenacidad
increíble de los sectarios judíos á su ritual. Estas tendencias,
sin duda, se agravaron materialmente por las circunstancias
especiales en que la Iglesia primitiva se encontró, siendo una de
ollas el abuso oue de la doctrina de Pablo hicieron los gnósticos
DESARROLLO DE LA JERARQUÍA PAPAL. 57

y las especulaciones antinomianas. Hubo causas que sugirieron


desde luego la idea de una jerarquía y de la política jerárquica.
La necesidad de una organización más compacta, fué patentizada
por las persecuciones á que el gobierno romano sujetó á la Iglesia,

y más que todo, por su gtan "onflicto contra una multitud de


heresiarcas que procuiaban amalgamar el cristianismo con las
diversas formas de la filosofía griega y oriental. La forma le
gobierno adoptada por la Iglesia, se asemejó naturalmente á los
modelos políticos que había en aquel entonces. El principio de la
confederación fué bien comprendido por los griegos. La iglesia
establecida en la capital de una provincia, adquiría con facilidad
al igual de su obispo, precedencia sobre las demás iglesias y obispos

que había en el mismo distrito, y de esta manera tomó desarrollo


el sistema metropolitano. Un grado aun superior fué acordado
á los obispos é iglesias de las ciudades principales, tales como
Roma, Alejandría y Efeso ; y es en este hecho que tenemos los

gérmenes de un dominio jerárquico aun más extenso.


En una época que se remonta hasta la última parte del siglo
segundo, la Iglesia había tomado ya la forma de una sociedad
visiblemente organizada. Hallamos á Ireneo pronunciando su
famoso lema de que, donde está la Iglesia, (queriendo decir con
esto el cuerpo visible con su clero y sacramentos,) allí está también
el Espíritu de Dios y donde está el Espíritu de Dios, allí está la
;

Iglesia. Ser cortado de la Iglesia, es ser separado de Cristo. La


Iglesia es la puerta de acceso á El. Podemos también explicar fácil-
mente la importancia que empezó á darse á la tradición, porque los
defensores del cristianismo contra las corrupciones gnósticas, natural-
mente fundaban sus argumentos en la evidencia histórica prestada
por y testimonio de las principales iglesias que habían
la presencia

sido fundadas por los mismos apóstoles. Ireneo y Tertuliano


dijeron á los que buscaban la verdad, que fueran á Corinto, Efeso,
Roma, á los lugares, en fin, donde los apóstoles habían enseñado,
para informarse acerca de si la.s nuevas especulaciones de su tiempo,
podían contar con la sanción de los primeros discípulos de Cristo.
La preeminencia de Roma como custodio de las tradiciones, es lo
que Ireneo quiere afirmar en un pasaje célebre en que exalta
á dicha iglesia. Pero esa clase de preeminencia podía contribuir
á preparar el camino para otro concepto muy distinto que con ella
se relacionaría. La unidad de la Iglesia, esta grande sociedad
visible de cristianos, se realizó con la unidad del cuerpo sacerdotal.
Fué natural buscar y encontrar una cabeza para dicho cuerpo
;

58 niSTORIA DE LA REFORMACIÓN.

¿Y dónde se encontraría ésta sino en Roma, capital del inundo,


sede de la principal iglesia, y donde según se creía generalmente,
y tal vez con razón, que tanto Pedro como Pablo habían sufrido
el Después que á Pedro llegó á tenérsele por el prin-
martirio ?

cipal de los apóstoles,y cuando cerca de fines del siglo segundo, fué
sugerida y adoptada generalmente la idea de que Pedro había sido
obispo de la iglesia en Roma, se habían echado en la mente de los
hombres, fuertes cimientos en que fundar el reconocimiento de la
primacía de dicha iglesia y de su principal pastor. La costumbre 1

de tener por tal á la sede de Roma prevaleció tanto, que á mediados


del siglo tercero vemos que Cipriano cuyo celo por la independencia
episcopal no toleraba la sujeción de un obispo á otro, considera á
esa sede como la fuente de la unidad del sacerdocio. Las influencias
que contribuyeron gradualmente á la primacía del obispo de Roma,
y que ejercían una fuerza de operación especial en la Iglesia de
occidente, eran multiformes. Roma era preeminente y grande
ante la estimación de los hombres, en términos que nunca tuvo
rival en ninguna ciudad moderna sea cual haya sido su esplendor.
A esa las naciones dirigir sus miradas con una
capital solían
especie de pavor. Algo de esa reverencia fué trasferida fácilmente
á la iglesia que tenía su sede en la ciudad eterna. La costumbre
de considerar al imperio romano como el teatro divinamente pre-
parado para la religión cristiana, teatro que Dios había amoldado
para tal fin por medio de una larga historia providencial, hizo que

loshombres creyeran que la capital del imperio estaba predestinada


también para ser la metrópoli de la cristiandad. En los tiempos
de persecución, el primer síntoma de la inminente tempestad fué
frecuentemente advertido por la iglesia de Roma cuyos obispos
fueron á menudo las primeras víctimas. La iglesia romana fué
reverenciada como la única sede apostólica en el Occidente.
Muchas de las iglesias occidentales fueron establecidas por ella
mucbas recibieron de ella auxilios pecuniarios. No había tantas
ciudades como en el Oriente, y por lo mismo, tampoco tantos
rivalesque disputaran las pretensiones del obispo romano, y había
menos oportunidad para el desarrollo del sistema metropolitano
que en el Oriente sirvió hasta cierto punto, para restringir la
ambición de todos los prelados. Desde un principio la Iglesia
latina participó del espíritu práctico de la raza entre la cual fué

levantada; siguió adelante con más firmeza en el camino que se

1
La primera Diención de Pedro como obispo do Roma se halla en las
" Homilías Clementioas," obra compuesta á fines del siglo segundo.
DESARROLLO DE LA JERARQUÍA PAPAL. 59

había marcado, mientras que el Oriente, bajo la influencia del


espíritu especulativo de los griegos, fué conmovido por las grandes
controversias teológicas que dieron carácter especial á los siglos
cuarto y quinto. Durante todo el período de los conflictos arríanos

y nestorianos, el obispo de Eoma estaba bastante aislado de los


partidos beligerantes para poder adquirir grande importancia aiue
el juicio de éstos y conseguir que su apoyo fuese codiciado poi-
cada uno de ellos. Era el neutral poderoso cuya conciliación
interesaba á todas las ficciones. El deseo de aprovechar la
influencia que la adhesión de tan poderoso prelado les daría
necesariamente, hizo que los partidarios de ambos bandos apelasen
á él como árbitro, exaltando sus prerogativas en lenguaje halagador
que jamás habrían empleado en otras circunstancias. En varias
crisis, en efecto, el obispo de Eoma se interpuso con fórmulas
doctrinales que adquirieron aceptación general, siendo el caso
más memorable ecuménico de Calcedonia, (451,)
el del concilio
cuyo lenguaje en su credo acerca de la persona de Cristo, fué
tomado sustancialmente de la carta de León I. Pero lo lejos que
estaban los obispos orientales de reconocer las pretensiones del
obispo de Roma, fué indicado en ese mismo concilio que le concedió
una precedencia titular y de honor, á la vez que sostuvo la igualdad
en otros respectos, del obispo de Constantinopla, llamado obispo de
" Nueva Roma." León se disgustó profundamente á causa de la
declaración del concilio que atribuyó su autoridad á causa tan
precaria como la mera importancia política de la ciudad donde la
ejercía. Rechaza enfáticamente la declaración del concilio, y
asienta que la autoridad de la Roma espiritual, se funda sobre el

hecho de que es la sede de Pedro. Sin embargo, León no renuncia


á las ventajas que se derivan de la preeminencia política de Roma,
sino que con la mayor destreza enlaza ésta consideración, con la
otra más vital que acabamos de mencionar. Pretende que el

desarrollo del imperio romano tuvo lugar con referencia al cristian-


ismo, y que Roma, por esta razón, fué elegida para ser el obispado
del jefe de los apóstoles. Esta idea relativa al designio que se de-
sarrolló en el imperio romano, ha alcanzado tiempos subsecuentes.
Se da por entendida en las siguientes estrofas del Dante en las
cuales, hablando de Roma y del Imperio, dice:

" Fur stabiliti per lo loco santo


U' siede il successor del maggior Piero."

Estudiando el curso de la historia durante los siglos que siguen,


60 HISTORIA DE LA REFORMACION.

observamos que los esfuerzos hechos por los obispos de Roma con
el objeto de apropiarse el ejercicio de las filiaciones judiciales y
legislativas sobre toda la Iglesia, ora tenían buen éxito, ora eran
rechazadas del todo, pero que, no obstante todas las fluctuaciones
que sufrieron, si poder siguió aumentándose más y más.
Constantino á su advenimiento (311) encontró la Iglesia tan
fb ¡neníente organizada bajo su propia jerarquía, que era imposible
se perdiera absolutamente en el Estado, á la manera que tal vez
habría sucedido si su constitución hubiera sido otra de lo que era.
Sin embargo, bajo Constantino y sus sucesores, la supremacía del
Estado en la dirección de una gran parte de los negocios eclesiásti-

cos, fué sostenida por los emperadores. Ejemplo de esto son los
concilios generales convocados por ellos, ó presididos por su¡»

representantes, y los decretos conciliares publicados como leyes


del imperio. Los obispos de Roma tenían á honor ser juzgados
solamente por el emperador. En el último período de la historia
imperial, los emperadores favorecieron la primacía eclesiástica de
la sede romana, como un vínculo de unidad en sus dominios. Los
desórdenes políticos tendieron á elevar el puesto del obispo romano,
especialmente cuando era persona de notable capacidad y energía.
En tales casos, esa dignidad asumió nuevas prerogativas. León el
Grande, (440-461,) el primero tal vez, que merece el título de Papa
en el sentido moderno que á ese nombre se atribuye, probó que era
una columna de fuerza en medio del tumulto y de la anarquía.
Sus conspicuos servicios protegiendo á Roma y sus habitantes
contra los bárbaros, le facilitó el ejercicio de una jurisdicción
espiritual que se extendió no solamente á Italia, sino á Galia y
Africa. Valentiniano III (445) por medio de un rescripto
imperial, le constituyó en jefe supremo de la Iglesia de Occidente.
La caída del imperio de Occidente (476) fué bajo un respecto
importantísimo, de notable ventaja para los papas, porque los
libró de estar sujetos al poder civil. La suerte de la Iglesia
oriental y de la sede de Constantinopla, habría sido quizás seme-
jante á la de la Iglesia occidental y de Roma, si hubiera sido su
estado político igualmente siniestro. La condición servil á que
estuvieron reducidos los obispos de Roma durante el corto período
de la más completa supremacía griega en Italia, (después de la
conquista de ella por Justiniano, 539-568,) prueba que la institu-
ción papal dependía íntimamente de favorables circunstancias
políticas, para su vigor y desarrollo. De esa innoble servidumbre
DESARROLLO DE LA JERARQUÍA PaPAL. 61

filé libertada la institución papal, por la invasión lombarda que


echó abajo el poder griego en la península.
No obstante eso, las circunstancias inmediatas de la caída del
dominio romano en el Occidente, fueron desastrosas para la Iglesia
y el yapado. La Bretaña cristiana había sido vencida por lo3
paganos sajones del continente. El arriauismo se había diseminado
extensamente entre las tribus germánicas. La Iglesia griega que
se hacía más y más distinta de la latina en cuanto á lengua, credo
y con creciente lealtad al patriarca de Coustan-
ritual, se adhirió
tinopla. Aunque el arrianismo se iba reemplazando paso á paso
por la ortodoxia, debido á las conquistas hechas por los francos, la
autoridad del papado no avanzaba en la misma proporción. Aun
el poder de metropolitanos decayó en sus varios países, y el
los

gobierno de la Iglesia quedó en manos de los reyes y de la aristo-


cracia formada por los nobles y los obispos. Estos últimos, bajo
el dominio de los reyes merovingios, acumularon riquezas, pero se
entregaron á una vida impía, manifestando poco interés en los

negocios relativos á la religión. El desorden en la Iglesia franca,

llegó á su colmo en el reinado de Carlos Marte!. En ese entonces,


los heréticos lombardos habían fundado su reino en el centro de la
Italia,y los árabes, habiendo extendido su reino sobre Africa y
España, iban avanzando aparentemente á la conquista de Europa.
La afortunada alianza entre el papado y los francos, fué el suceso
por el cual se determinó toda la historia de aquél durante la edad
media. Cuando se convirtieron los francos en el siglo V, contaban
cosa de cinco mil guerreros. Adquirieron ascendencia sobre los
borgoñeses y los godos, asegurando de esa manera la victoria de la
Ese solo hecho
fe católica sobre el tipo arriano del cristianismo.

es de transcendente importancia, á causa de su influencia sub-


siguiente en el desarrollo del dominio papal. Además de eso, en
el reinad j de Carlos Martel, derrotaron en Poitiers (732) á los

mabometanos que, en su avance victorioso, iban encerrando la


cristiandad y amenazándola no sólo con la destrucción de la sede
papal, sino aun con la extirpación del mismo cristianismo. Bajo
la protección de los francos, se fué á vivir Bonifacio entre los
alemanes, con el fin de procurar la conversión de éstos ; siendo el

mismo un anglo-sajón, oriundo de la nación librada del paganismo


por los misioneros que á ella envió directamente el pontífice cuyo
reinado separa la edad clásica ó antigua de la Iglesia, de la media,
es decir; por Gregorio el Grande. La usurpación de Pepino,
fundador de la línea de los carlovingios, fué consagrada en el
62 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

juicio de sus subditos, por la sanción que de ella obtuvo del papa
Zacarías, (750.) La renovación política de la monarqúia franca,
estrechó más sus relaciones con Roma. La primacía de Pedro fué
reconocida umversalmente, y hasta adquirió, debido á los trabajos
de Bonifacio, una significancia más exaltada de la que jamás había
poseído en tiempos anteriores. Después que los lombardos hubieron
arrebatado sus provincias italianas á los griegos, y cuando amena-
zaban á Roma, tiempo en que debido á la controversia acerca de la
adoración de los imágenes, la Iglesia occidental fué separada de la
oriental, y el obispo romano tuvo que protegerse á sí mismo, se
volvió éste hacia los francos pidiéndoles auxilio contra sus heréti-
cos y agresivos vecinos. Su libertamiento efectuado primero por
Pepino (754-755,) y después por Carlomagno, dió por resultado la
coronación de éste, en el día de navidad de 800, en la basílica de
San Pedro, á manos del papa. De
esa manera Carlos fué hecho
en forma lo que era de hecho, emperador del Occidente. La
el

idea de la perpetuidad del imperio romano, nunca desapareció de


la mente popular. Cuando el papa coronó á Carlos, lo hizo virtual-
mente con el carácter de representante del pueblo romano, y su
acto significó la resuscitación del imperio romano. Carlomagno
á la vez que reconció al papa como cabeza espiritual de la Iglesia,
se comportó como señor no sólo de sus propios obispos, sino aun del
mismo pontífice. Aunque los cimientos del reino papal en Italia
fueron establecidos por las concesiones de Pepino y de Carlomagno,
fué puesta también otra base muy plausible en la pretensión sub-
siguiente de que el papa, por su propia autoridad, había trasladado
el imperio del Oriente al Occidente, y elegido al individuo que
ocupara el trono. En tiempos posteriores, el hecho de que el papa
había coronado á Carlos, dió color á la pretensión que tuvieron los

pontífices de disfrutar el derecho de dirigir con su influencia los


negocios tanto civiles como eclesiásticos.

Así como las divisiones y conflictos que hubo en el imperio de


Carlomagno después de la muerte de éste, tendieron á exaltar
á los obispos á quienes los diversos pretendientes apelaron como
árbitros, ó con el objeto de conseguir la sanción religiosa que ellos

podían dar á la ambición triunfante, así también ese período de


desorden tendió á magnificar el poder de la reconocida Cabeza
de toda la Iglesia. En ese período se dieron á la luz los seudo-
decretales atribuidos falsamente á Isidoro, que formularon, es
verdad, las tendencias ya prevalecientes, pero dándoles por esa
razón, una base autoritativa y nueva fuerza. Los.falsos decretales
DESARROLLO DE LA JERARQUÍA PAPAL. 63

avanzaron principios de la ley eclesiástica que hicieron á la Iglesia

independiente del Estado, y elevaron á la sede romana á un puesto


La inmunidad y altas pre- -
desconocido en tiempos anteriores.
rogativas de los obispos, la exaltación de los primados, por ser los
instrumentos inmediatos del papa, á un puesto superior al de los
metropolitanos que dependían íntimamente de los príncipes tem-
porales, y la atribución de las más elevadas funciones legislativas
y jurídicas asumida por el pontífice romano, son unos de los rasgos
característicos de esa colección espuria, que se introdujo en los
códigos de la ley canónica, y modificó de una manera radical el
antiguo sistema eclesiástico. Sólo faltó un papa de suficiente
1

talento y energía que llevara á un cabo práctico esos nuevos prin-


cipios ; y un hombre así apareció en la persona de Nicolás I, (858-
867.) Aprovechándose él de una favorable oportunidad, puso en
práctica la disciplina eclesiástica contra Lotario II, rey de Lorena,
á quien compelió á someterse al juicio papal en una causa matri-
monial, destituyendo á los arzobispos que se habían esforzado en
frustrar su propósito. Al mismo tiempo Nicolás humilló á
Hincmaro, el poderoso arzobispo de Bheims, que no había hecho
caso de la apelación hecha á Roma por uno de sus obispos, Eotado
de Soissons. Semejantes actos de poder, que fueron autorizados
por los seudo-decretales, parece que anticipan la edad de Hilde-
brando.
Ansiosos de librarse del dominio que Carlomagno había esta-
blecido sobre ellos, los papas siguieron fomentando la discordia
entre los principales francos ;
pero la condición anárquica en que
cayó el imperio al fin, dejó al papado durante un siglo y medio,
presa de las facciones italianas, debido á las cuales fué reducido el

carácter papal al grado más abyecto de degradación moral que


jamás haya alcanzado en su historia antes ó después. 2 Esa época,
durante la cual hubo rameras que dispusieran del cargo papal,
dando á sus favoritos la tiara, fué interrumpida por la intervención
de los soberanos alemanes, Otón I y Otón III, con el primero de
los cuales tuvo origen el Santo Imperio romano, en el sentido en

que este nombre se ha usado en tiempos posteriores, es decir, como

1
Parece que los Seudo Decretales de Isidoro aparecieron por primera vez cerca
de mediados del siglo IX.
2
La degradación del papado en este período se describe con los más negros
colores por el historiador católicoromano Baronio. Y él hasta sugiere la teoría
de que la conservación de la Iglesia y la Santa Sede á pesar de su iniquidad debe
atribuirse á un acto especial por parte de Dios.
64 HISTORIA DE LA REFORMACION.

la contraparte secular del papado.* Los pontífices prefirieron el


dominio de emperadores, al de los barones turbulentos de Italia.
los

Esa edad oscura fué terminada por Enrique III, que se presentó
en Italia con su ejército, y en 1046, en el sínodo de Sutri que él
mismo había convocado, destronó á tres papas rivales, y elevó á la
sede vacante á uno de sus propios obispos.
La dignidad imperial había sido trasladada á manos de los reyes
alemanes, y ellos, coma sus predecesores, salvaron al papado de la
destrucción. Hemos llegado al período en el cual apareció II de- i 1

brando (1073-1085) con sus vastos planes para la reformación.


A la vez que trabajaba para reformar del todo la moral y restaurar
el orden y lá disciplina eclesiástica, unió á ese objeto loable el firme

designio de subordinar el Estado á la Iglesia, y de someter la


Iglesia á la autoridad absoluta del papa. La prosecución de esa
empresa, en la cual se unieron íntimamente bueno y lo malo,lo

por Hildebrando mismo y una serie de pontífices de capacidad


y ambición que seguieron sus huellas, ocasionó el conflicto entre
el papado y el imperio.
Ese conflicto cuyos episodios llenan la historia de la edad media
durante varios siglos, fué una consecuencia inevitable del sistema
feudal. La dependencia de su soberano en que se hallaban los
príncipes eclesiásticos, y como consecuencia de ella, el derecho de
éste de investirles con las insignias de su cargo, tuvieron que
mantenerse, puesto que de otra manera el reino se habría dividido
contra sí Por otra parte, semejante relación de los obispos,
mismo.
sin hacer mención de la simonía y demás corrupciones por el estilo,
que resultaron de dejar á los príncipes temporales el nombramiento
de los eclesiásticos, se consideraba naturalmente como fatal á la
unidad del cuerpo sacerdotal. No era posible en la práctica, sin
un conflicto, fijar los límites entre la autoridad de las dos potencias,

el papado y el imperio, á las cuales se suponía que el gobierno del


mundo había sido encomendado por disposición del Cielo. Decir
que emperador había sido comisionado para presidir sobre lo3
el

negocios temporales del hombre, mientras que el papa tenía que


gobernarle y guiarle en cosas espirituales, era establecer un criterio
demasiado vago para definir los límites de la jurisdicción de cada
uno de los dos. La coordinación ó equilibrio de ambas potestades
era una relación tal que, admitiendo que fuera práctica, no podía
satisfacer ni á una ni á otra. Había una lucha entre las dos, en
* "El Santo Imperio Eoinano" por Bryce, obra que merece ser leída por todo
estudiante de la historia.
DESARROLLO DE LA JERARQUÍA PAPAL. 65

la cual cada una llevaba por mira establecer uua monarquía


universal. No es posible, por consiguiente, conceder nuestras
simpatías sin reserva á una ú otra de las dos contrincantes, ó, por
mejor decir, debemos darlas á cada una á su turno, según el grado
en que trabaje para restringir las usurpaciones de la otra, y evitar
que consiguiera un predominio indebido. Cada una de ellas tenía
por mira la subyugación en vez de la destrucción de la otra ;
pero
si cualquiera de ambos contendientes hubiera adquirido en esa
batalla un triunfo completo y permanente, habría eso redundado
igualmente en perjuicio de la sociedad.
El papado contaba con grandes ventajas para la prosecución de
esa lucha contra el imperio, aun sin mencionar los sentimientos
religiosos que la Cabeza de la Iglesia podía despertar con más
facilidad en su favor. Había una incongruidad entre la misión
atribuida al emperador, y el hecho de que en efecto á su dominio
le faltaba mucho para ser coextenso con la cristiandad. No podía
aspirar á más que á una supremacía vaga y teórica sobre los demás
reinos de la Europa occidental. El papa en cambio, era reconocido
por todas partes como la cabeza de la cristiandad latina. Si el
celo por la conservación de sus propios derechos tentaba á veces
á los demás reyes á hacer causa común con el emperador contra
las agresiones papales, ese sentimiento se neutralizaba por el peligro
que ellos correrían como resultado del triunfo y exaltación suprema
del imperio. Había pocos reyes dotados de la magninimidad de
San Luis de Francia, el cual se sirvió de toda su influencia para
proteger, por medio de representaciones pacíficas, á Federico II,
contra el carácter vengativo del implacable Gregorio IX. Además
de esto, la relación de los emperadores alemanes con la jerarquía
muy distinta de la que guardaba Carlomagno que
de su reino, era
desempeñaba las funciones de un gobernante tanto eclesiástico como
civil. Los papas hallaron un sostén indispensable y eficaz en los
mismos príncipes alemanes, esos grandes vasallos del imperio que
estaban siempre en disposición de limitar el poder de sus soberanos.
La misma causa que impedía á los emperadores proceder contra
Italia, sirvió á los papas en sus designios contra Alemania. El
poder de los papas consistía en las divisiones intestinas que podían
producir allí. El esfuerzo que hizo Gregorio VII para destronar
á Enrique IV, habría fracasado si la conducta arbitraria de éste,

no le hubiera concitado el desafecto entre sus propios subditos.


Por el contrario, el espíritu de libertad que se despertó en laa
ciudades italianas, y la lucha que con resolución emprendieron
5
66 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

para conseguir su independencia municipal, proveyeron al papa


de poderosos aliados contra la autoridad imperial. Los pontífices
se aprovecharon de esa circunstancia para presentarse con la
atractiva aureola de campeones de la libertad del pueblo en la
lucha de éste contra el despotismo. Las cruzadas proporcionaron
á los papas la oportunidad de hacer el papel de jefes de la cris-
tiandad,y aprovecharse así del entusiasmo religioso que se extendió
como un fuego por la Europa. La influencia inmediata de ese
movimiento, pudo verse en el incremento que tomó el poder de los
pontífices, y en la consiguiente diminución que sufrió el de la causa
imperial.
El papado salió, pues, triunfante en su prolongada lucha con
el imperio. La humillación de Enrique IV á quien Hildebrando
hizo esperar, vestido de penitente, por tres días en el patio del
castillo de Canosa, sea cual haya sido la deshonra que infligía en
la causa imperial, no fué más que un acto de política ejecutado por
un joven gobernante de genio violento, que esperaba por ese medio
ganarse de nuevo la obediencia de sus subditos (1077.) Luego que
vió que el acto de alzarle la excomunión, no incluyó la restauración
completa de todas sus derechos soberanos, tomó las armas con tal
energía y buen éxito, que probaron cuan poco se había quebrantado
su espíritu por las indignidades á que se había sometido. El Con-
cordato de Worms que Calixto II celebró con Enrique V en 1122,
y en el cual se convino en que hubiera una investidura secular
y otra espiritual, fué un triunfo notable aunque no del todo decisivo,
para el papado. En él dió éste un gran paso hacia su completa
emancipación del gobierno imperial. Y en ese sentido la confesión
de su pecado y su error hecha por Federico Barbaroja ante Ale-
jandro III en 1177, en Venecia, después de que ese monarca había
insistido en sostener las prerogativas imperiales durante casi toda
una generación, fué un indicio expresivo en cuanto al lado en que
descausaría la victoria final. El triunfo del papado pareció ser
completo cuando Gregorio X (1271-1276) mandó á los príncipes
electorales que eligieran á un emperador dentro de cierto intervalo,
conminádolos con la amenaza de que en caso que rehusaran hacerlo»
ély sus cardenales se nombrarían un emperador y cuando Rodulfo ;

de Hapsburgo á quien eligieron, reconoció sin reserva y de una


manera la más sumisa, la supremacía del papa.
Durante esa lucha con el imperio, se puede decir que el poder
papal llegó á su apogeo. Durante los diez y ocho años (1198-
1216) en que reinó Inocencio III, la institución pontificia brilló
;

DESARROLLO DE LA JERARQUÍA PAPAL. 67

en pleno resplandor. Debido al celibato forzoso del cuerpo entero


del clero, se estrecharon más las relaciones entre él y el pontífice
óoberano. El vicario de Pedro se había hecho el apoderado de
Dios y de Cristo. La idea de una teocracia terrestre en la cual
el papa reinara con ese carácter, posesionaba por completo la
mente de Inocencio, quien unía al valor, pertinacia y elevados con-
ceptos de Gregorio VII, una capacidad superior como hombre de
estado. creencia, las dos espadas del poder temporal y
Según su
eclesiásticohabían sido entregadas á Pedro y á sus sucesores, de
tal manera, que el soberano terrestre derivaba su prerogativa de

la cabeza de la Iglesia. El rey era al papa como la luna al sol,


esto es, un luminar inferior que brilla con luz refleja. Obrando
en conformidad con esa teoría, asumió el puesto de árbitro en las
contiendas internacionales, y pretendió el derecho de destronar á
los reyes ásu antojo. En ese sentido se interpuso con el fin de
dirimir la elecciónimperial combatida en Alemania; y cuando
Otón IV, emperador á quien puso en el trono, mostró ser falso
el

en cuanto á sus promesas relativas á la sede papal, le excomulgó


y le depuso, reemplazándole con Federico II. En su conflicto con
Juan, rey de Inglaterra, Inocencio puso ese reino bajo su interdicto,
excomulgó al rey, y al fin dió sus dominios al soberano de Francia
y Juan después de la más abyecta humillación, los recibió de
nuevo, pero en feudo del papa. En la Iglesia éste asumió el

carácter de obispo universal, en conformidad con la teoría de que


toda la autoridad episcopal fué depositada originalmente en Pedro
y sus sucesores, y comunicada desde esa fuente á los obispos que
así quedaron convertidos en meros vicarios del papa, y á quienes
él por lo mismo podía deponer según su voluntad. él perteneció A
toda la autoridad legislativa, pues mientras los concilios no tenían
más que un poder deliberativo, el derecho de convocarlos
y ratificar
ó anular sus actas, le quedó exclusivamente encomendado. Sólo
él no estaba sujeto á las leyes, y las podía suspender al tratarse de
los demás. Aun la doctrina de la infalibilidad papal, empezó á
extenderse, y parece que por lo menos implícita, si no explícita-
mente, fué así declarado en las enseñanzas del más eminente
teólogo de esa época, Tomás de Aquino. La revolución eclesiástica
conforme á la cual ciertas facultades que antiguamente se habían
repartido entre toda la Iglesia, fueron monopolizadas por el papa,
fué análoga al cambio político en virtud del cual se sustituyó poco
á poco el sistema feudal con la monarquía. El derecho de con-
firmar el nombramiento de todos los obispos, y aun el de nombrarles
68 HltíTORIA DE LA REFORMACIÓN.

y disponer de los beneficios eclesiásticos ; el derecho exclusivo de


la absolución, canonización y dispensación ; el de imponer contri-
buciones á la Iglesia, y otros por el estilo, eran algunas de las
enormes prerogativas para cuya ejecución fueron enviados delega-
dos papales revestidos de plena autoridad, á todos los países de la
Europa. En ellos con arreglo á sus facultades, hicieron someterse
á los obispos y á los tribunales de jurisdicción local. El estableci-
miento de las famosas órdenes mendicantes de San Francisco
y Santo Domingo, dió origen á una multitud de predicadores
viandantes que se relacionaban íntimamente con el papa, y es-

taban listos para defender las prerogatives y extorsiones papales


contra toda oposición que pudiera suscitarse entre el clero regular.
Consiguiendo puestos en las universidades, definieron y defendieron
en sus conferencias y sistemas escolásticos, ese concepto de la in-
stitución papal que justifica todas esas usurpaciones y abusos.
Sin embargo, á la vez que el papado iba adquiriendo su victoria

sobre el imperio, se agitaba un poder en el seno de la sociedad, que


acabaría por quitar al papa los frutos de esa victoria, arrebatando
el cetro de la mano del conquistador. Ese poder puede describirle
como el nacionalismo, ó la tendencia á la centralización que
envolvía una expansión de la inteligencia, y tendía á poner fin
1
á la dominación exclusiva de los intereses religiosos y eclesiásticos.
Esa tendencia á y centralización, paso necesario
la secularización

en el progreso de la civilización, se oponía al dominio papal. La


franquicia de los pueblos que data desde el siglo XI, y el creci-
miento del poder de los mismos; el desarrollo del comercio; las
cruzadas que de varias maneras dieron un impulso poderoso á la
nueva civilización de la sociedad europea el concepto de la ;

monarquía en su forma europea, que entró en la inteligencia de los


hombres aun en el siglo XII, todas estas cosas son algunos de los
factores principales del nuevo orden de cosas. Antes de fines del
sigloXIII, el último pueblo sirio que poseían los cristianos había
sido abandonado á los sarracenos; y ese entusiasmo especial que
había movido á muchos, como impelidos por una fuerza irresistible,

1
"La reacción lenta y gradual del sentimiento nacional de los pueblos
europeos jontra el gobierno eclesiástico, es, por regla general el elemento mas
importante en la historia de la edad media; asumió en distintos períodos
diferentes formas y nombres, especialmente durante la lucha con respecto á las
investiduras y el conflicto de los Hohenstaufen se continuó en la Reformación,
;

y en la Eevolución francesa, y es todavía discernible en los Concordatos más


recientes y en los antagonismos de nuestra época." Gregorovius, " Historia del
Estado Romano en la Edad Media."
LA DECADENCIA DE LA JERARQUÍA PA^AL. 69

á la conquista de los santos lugares, se había ya desvanecido. La


lucha del papado con el imperio, había sido en verdad un conflicto
entre los elementos de la sociedad, y los profanos ó
eclesiásticos
seglares de la misma. El triunfo del papado se debió á la consti-
tución especial de la monarquía germánica y á la debilidad inhe-
rente á ella. Se había adquirido con el auxilio de los mismos
príncipes alemanes ;
pero éstos á su vez estaban dispuestos á resistir

las usurpaciones papales. Desde el tiempo de las invasiones de loa


bárbaros, la Europa había formado por decirlo así, una familia
unida por los vínculos de la religión, bajo la tutela del papado.
Todas demás influencias tendieron á la división y el aislamiento.
las

El imperio de Carlomagno no formó más que como un dique tem-


porario levantado contra esas tendencias divisorias. El espíritu
independiente de los alemanes, no favoreció la unidad política.
El sistema feudal produjo una condición atómica en la sociedad
política. En ese estado de cosas la Iglesia, por medio de su organi-
zación jerárquica bajo un solo jefe, efectuó una obra benéfica para
la civilización, por la fundición de los pueblos en uno, hasta donde
alcanzó su influencia, sujetándoles también á una educación uni-
forme. El papado de la edad media, no obstante los vicios de que
adolecía, salvó á la Europa de la anarquía y el libertinaje. " La

Providencia pudiera haberlo ordenado de otra manera; pero al


hombre le es imposible imaginar por medio de que otra fuerza
organizadora y consolidadora, el pueblo de las naciones occidentales
pudiera haberse estrechado en una liga, discordante y contraria es
verdad, pero sin embargo, una liga, con esa unidad y conformidad
de costumbres, usanzas, leyes y religión, que ha hecho que sus
rivalidades, conflictos y aun guerras largas é innumerables, hayan
dado al fin por resultado la forma de la civilización más noble
é intelectual que la humanidad conoce." Pero tuvo que venir el
tiempo del fraccionamiento de dicha unidad, y del desarrollo de
las naciones según su distinta individualidad. Ese era también un
cambio igualmente indispensable.
El desarrollo de los idiomas nacionales que siguió después del
período desordenado de los siglos IX y X, fué un signo interesante
de esa nueva época en el adelanto de la civilización, á entrar en
el cual la Europa se preparaba. Es digno de notarse que la litera-
tura en la lengua vulgar de Italia, Alemania, Francia é Inglaterra,
estaba en su primera forma llena de sátiras é invectivas contra loa
eclesiásticos. Muchos de los escritores en el idioma del pueblo,
eran seglares. Se despertó también una clase de lectores entre el
70 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

pueblo, al grado que no se podía decir ya que sólo la voz " clero "
era sinónima de instruido, es decir, de uno que sabía leer y escribir.
" La mayor parte de la literatura de la edad media," dice Hallam,

"cuando menos desde el siglo XII, puede considerarse como


artillería dirigida contro el clero." En España, el conflicto contra
los moros infundió en las primeras producciones literarias, una
mezcla de sentimientos leales y religiosos. En Alemania, por el
contrario, los minnesingers (trovadores) usaban muchas alusiones
hostiles á las riquezas y tiranía de los eclesiásticos. Gualterio von
der Vogelweide, el mayor de los poetas líricos de su tiempo,
ferviente campeón de la causa imperial contra los papas, denuncia
libremente las riquezas y usurpaciones de la Iglesia. Es verdad
que la epopeya en que los animales hacen los papeles, de las cuales
la de Keynardo el Zorro puede considerarse la mejor, y que figura
extensamente en la primera literatura de Alemania y sus países
adyacentes, no fué ni didáctica ni satírica en su designio pero sí ;

es un hecho que más tarde se le dió semejante uso para castigar


los delitos de los sacerdotes y los monjes. Los poetas provenzales
eran valientes y despiadados en su modo de tratar á la jerarquía,
hasta que se les hizo callar por medio de las cruzadas albigenses.
En Italia, el Dante y Petrarca señalaron el principio de una
literatura nacional, por su denuncia de los vicios y usurpaciones
del papado ; mientras que en la prosa de Boccaccio, los maestros
populares de la religión fueron el blanco de una sátira sin freno.
La poesía inglesa empezó con la censura desdeñosa é indignada
de los monjes y del alto clero, y con las más claras manifestaciones
de una tendencia anti-clerical. "El Teutonismo," dice Milman,
hablando de ese entonces, "entra en su primer conflicto con el
cristianismo latino."
1
"La Visión de Piers Ploughman," por
Guillermo Langland, que trae la fecha de 1362, se produjo por
la pluma de un serio reformador que tiene en alto valor á la razón
y la conciencia como guías del alma, y atribuye las aflicciones
y calamidades del mundo, á la opulencia y espíritu mundano del
clero, y especialmente de las órdenes mendicantes. El poema
concluye con la declaración de que los perdones concedidos pol-

lospapas no valen gran cosa, y que una vida justa es superior


á la confianza en las indulgencias. " El Credo de Pierce el

1
"Historia del Latino," por Milman, viii, 372.
Cristianismo En este
capitulo y los tres anterioresMilman describe las primeras literaturas que
hubo en la lengua vulgar y en el cap. ív el ojigen de poemas satíricos en
latín dentro de los conventos y entre el clero.
DECADENCIA DE LA JERARQUÍA PAPAL. 71

Ploughman," es un poema de otro autor, y se supone que fué


escrito en 1394. El poeta introduce á un hombre sencillo que
conoce los rudimentos de la ciencia cristiana y que quiere aprender
el r redo. Se dirige primero á las cuatro órdenes de frailes mendi-
cantes, quienes en vez de darle satisfacción alguna, se burlan de
él, como estaban en las riquezas y los placeres sensuales.
absortos
Dejándoles, halla á un labrador honrado que declama contra las
órdenes monásticas, y le da la instrucción que desea. El autor
confiesa serle adicto á WicklifFe. Chaucer, en el retrato de la
vida social que bosquejó en " Los Cuentos de Canterbury," muestra
estar de acuerdo con WicklifFe en su enemistad contra los frailes
mendicantes. Chaucer manifiesta admiración solamente para los

sacerdotes rurales, sencillos fieles, " ricos en santo pensamiento


y
;" con genuino espíritu anti-
y trabajo al alto clero lo trata el

clerical. En el "
Perdonador," cargando con sus reliquias y su
bolsa " llena de perdones que han venido de Roma, todos calientes,"
describe un carácter que aun en ese entonces suscitó el escarnio

y la reprobación.
Es interesante notar en muchos de los primeros escritores á
quienes se ha hecho referencia, que la reverencia para la religión
y la Iglesia, se mezcla con la más amarga censura de la arrogancia

y riquezas de los eclesiásticos y que en ellos se hace una distinción


;

eutre las funciones espirituales del papa y su poder temporal. Con


el primer carácter se le reverencia pero con el segundo se le
;

anatematiza. La ficción de que Constantino donó sus dominios


occidentales al papa Silvestre, la cual se aceptaba generalmente
en la edad media, indica la causa de todos los males que afligen
á la Iglesia, según el juicio de los enemigos del poder temporal del
papa. Allí estaba la fuente del orgullo y opulencia de los papas.
Dante hace referencia á esa opinión en las líneas siguientes:
Ahi, Constantiu, di quanto mal fu matre,
Non la tua conversión, ma quella dote
Clie date prese il primo ricco patre.

Y en otro lugar hace mención de Constantino, diciendo que " se


hizo griego, cediendo al pastor;" y agrega con respecto á él ev
el "Paraíso:"
Ora conosce come'l mal, dedutto
Dal suo bene operar, non gli e nocivo,
Arvegna che sia mondo indi distrutto.

Encontramos lamentos semejantes relativos al fatal regalo hecho


& Silvestie, en un poema waldense. "La Noble Lección." Gual-
72 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

terio von der Vogelweide, hace que los ángeles cuando Constan-
tino dota á Silvestre con potestad temporal, lloren de aflicción, y
con justicia, agrega, puesto que los papas habían de usar ese podei
para arruinar á los emperadores é incitar á los príncipes contra
ellos. Esos amargos lamentos siguieron exhalándose por loa
abogados de la reforma, hasta que la historia de la pretendida
donación se descubrió que carecía de base auténtica. 1
El espíritu anti-jerárquico fué reforzado poderosamente por los
legistas. Desde mediados del siglo XIII, la universidad de
Boloña &e elevó con mayor importancia, como el gran centro del
nuevo estudio de la jurisprudencia romana. De la misma manera
que se hizo París el seminario de la teología, se hizo Boloña el
plantel de la ley. El derecho fué estudiado también en otras
universidades. Que una clase de legos se apartara para dedicarse
al estudio y exposición de la ley antigua, era en sí mismo un hecho
significativo. Los legistas se hicieron los defensores naturales del
Estado, siendo auxiliares poderosos de los reyes. Usaron su influ-

encia en contra del feudalismo monarquía, y constru-


y en pro de la
yeron baluartes alrededor de la autoridad civil en su conflicto
contra las usurpaciones de la Iglesia. A
la jerarquía se le hizo
frente por un cuerpo de hombres eruditos, guardianes de un código
venerable, que sostenían que los reyes debían disfrutar los derechos
de un César ; y que podían citar en oposición á los cánones ecle-
ciásticos, otros cánones de fecha anterior.
La reacción eficaz contra el papado data del reinado de Boni-
facio VIII que abrigaba, en toda su extensión, las teorías de
Hildebrando y de Inocencio III, pero sin ser guiado por la
sagacidad y sabiduría práctica de ellos. La resistencia que él
despertó, nació del espíritu que hemos llamado el nacionalismo.
El conflicto en el cual habían perecido los Hohenstaufen, siguió
aun bajo la dirección del rey de Francia, país que, durante la
edad media, había sido el más fiel protector del papado, y cuya
familia real había sido establecida por los papas en un trono
italiano, como baluarte contra el imperio. Estaba decretado que
sus defensores se convirtieran en sus conquistadores. El conflicto
entre Bonifacio y Felipe el Rubio, es de notable interés por varias
razones. Una de las causas de la ira de Bonifacio, fué el hecho
de que Felipe exigió al clero contribuciones extraordinarias á la ;

vez que prohibió la exportación del oro y plata de su reino. Otro


1
La primera exposición pública y formal de esta ficción, fué hecha poi
Laurencio Valla en el siglo XV.
DECADENCIA DE LA JERARQUÍA PAPAL. 73

punto sumamente interesante, es el modo con que llegaron á


discutirse los derechos del pueblo en su relación con los del clero.
Uno de los rasgos característicos de la Reformación protestante,
fué la emancipación del pueblo del dominio del clero. Hay algo
de siniestro en las primeras palabras que dan su título á una de
las famosas bulas de ese pontífice, llamada, " Clericis laicos."
Empieza haciendo recordar á Felipe, que una larga tradición
representa á los legos como hostiles y perjudiciales al clero. No
menos significativa, vista á la luz de la historia subsiguiente, es
una de las respuestas dadas por Felipe á las quejas indignadas del
papa, en la cual el rey afirma que la " santa Madre Iglesia, Esposa
de Cristo, no se compone solamente de clérigos, sino también de
legos ;" que el clero es culpable de un abuso cuando procura
apropiarse exclusivamente la libertad con la cual la gracia de
Cristo nos ha hecho libres que Cristo mismo mandó dar al César
;

las cosas que son del César. Aun más notable es el hecho de que
Felipe solicitó dos veces el apoyo de los estados de su reino, y que
en ambas la nación protegió á su soberano excomulgado. Las
pretensiones pontificales relativas á las dos espadas, es decir, las
referente á la supremacía de la potestad eclesiástica sobre la
temporal, y á la sujección de toda criatura al papa que juzga á
todos, y no es juzgado por nadie, encontraron una firme resistencia
de parte de la nación francesa. Cuando Bonifacio citó al clero

francés para que se presentase en Roma con el fin de juzgar al rey,

ese acto suscitó una tempestad de indignación. La bula papal,


arrancada de la mano del legado, fué quemada públicamente en
el templo de Notre Dame, el 11 de Febrero de 1302. El clero de
Francia dirigió al airado pontífice, una negación de su aserto de
que en negocios temporales el papa es superior al rey. Al fin toda
la Francia se unió en el sentido de apelar á un concilio general.
Dos legos, Guillermo de Nogaret, guarda-sellos del rey, y Sciarra
Colonna, hicieron un ataque personal sobre Bonifacio en Anagni,
que dió por resultado poco después, la muertre de éste (1303).
Llegamos en esta época al punto en que el prestigio del papado
empieza á menguar tan rápidamente como en el siglo anterio había
aumentado. Esa caída se debió á la expansión de la inteligencia i

y al cambio general en ya se ha hecho mención.


la sociedad, del cual
Tomó incremento el desprestigio debido también á influencias que
en gran parte estaban bajo el gobierno de los mismos papas.
Es el período de la Cautividad babilónica, es decir, de la larga
residencia de los papas en Avifión, y del grande cisma. Durante
74 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

una grande parte de este período, el papado estuvo bajo la férula


de Francia, y obraba en favor de los intereses de la corte francesa.
Esa situación impelió á los papas á tomar medidas injustas y
agresivas contra Alemania, Inglaterra y otros países católicos,
y
con esos actos no podían menos que provocar serios resentimientos.
La Francia, mientras el papado permaneció como instrumento
suyo, se mostró dispuesta á consentir en las extravagantes preten-
siones de autoridad tenidas por los papas, lo cual no podía menos
que agravar la oposición de las demás naciones. Los recursos
que necesitaba la corte de Aviñón se los proporcionó, valiéndose de
extorsiones y usurpaciones hasta entonces sin paralelo. Las multi-
plicadas reservaciones en los puestos eclesiásticos, aun obispados
y
parroquias, concedidas por el papa á individuos indignos de ellas,
ó entregadas in eommendam á personas que ya tenían colocaciones
lucrativas ; la exigencia de las primicias ó anatas, tributo pagado
por los que recibían los beneficios, y la imposición de gravosas con-
tribuciones sobre todos los rangos del clero, especialmente los de
escala inferior, se cuentan entre los métodos adoptados para llenar
de nuevo el erario papal. El mal efecto producido en la opinión
pública por esas varias formas de opresión eclesiástica, se hizo
mayor, cuando se supo que las riquezas así acumuladas eran emp-
leadas para el sostén en Aviñon, de una
corte en extremo lujosa y
licenciosa, cuya ilimitada inmoralidad fué descrita vivamente
por Petrarca, testigo ocular de ella.

El esfuerzo que hizo Juan XXII por conservar la supremacía


absoluta del papa sobre el imperio, y quitar á Luis de Baviera su
corona, con el objeto de ceñírsela al rey de Francia, produjo en
Alemania un efecto semejante al producido en Francia por el con-
flictoentre Bonifacio y Felipe. Los derechos imperiales hallaron
valientes defensores. Al fin, en 1338 los príncipes electorales
declararon solemnemente que el rey romano recibía su nombra-
miento y autoridad solamente del colegio electoral.
En Inglaterra, desde las Constituciones de Clarendon, en el

reinado de Enrique II, en 1164, se manifestó cierta disposición á


limitar la jurisdicción y acortar las usurpaciones de la Iglesia, y
especialmente á resistir la intervención eclesiástica extranjera en
los negocios del reino. Luego que el papado se convirtió en e4

instrumento de la Francia, ese espíritu de resistencia te acentuó


más. Dos estatutos importantes publicados por Eduardo III,
fueron la consecuencia de ella : el estatuto de provisores en virtud
del cual recayó en el rey el derecho de conferir los cargos ecle-siásti
DECADENCIA DE LA JERARQUÍA PAPAL. 75

eos que antes estaba reservado al papa, y el estatuto de prcemunire


que prohibía á los súbditos que llevasen, por prosecución directa
ó apelación, á un tribunal extranjero, causas que se hallaren
incluidas en la jurisdicción del rey.
En ese conflicto del siglo XIV " la monarquía " fué la consigna

de los adversarios del papa, como símbolo de la nueva generación


que iba librándose ya del dominio de las ideas que predominaron
durante la edad media. " Los monarquistas se levantaron contra

los papistas." En Francia los juristas sostenían los derechos del


trono y su independencia de la Iglesia, con el auxilio de los

escolásticos como Juan de París y Occam. En Alemania se

defendieron los antiguos derechos imperiales, según fueron definidos


civil, y como anteriores aun á la existencia de la Iglesia.
en la ley
Dante en oposición á las ideas políticas de su maestro en teología,
Tomás de Aquino, escribió su célebre tratado sobre la monarquía,
en el que aboga por los principios de los gibelinos, contra las pre-
tensiones de los papas al poder temporal. Aparte de
la grande

influencia de ese libro, y fuera de Italia, la cuestión del origen del


imperio y la naturaleza de la monarquía en general, condujo á
una seria investigación de todo el asunto. Con especialidad en
Alemania, los legistas y teólogos investigaron á fondo los funda-
mentos históricos y críticos de la autoridad civil, y la base en que
descansaba el derecho papal de inmiscuirse en los negocios del
gobierno civil. Estos escritores no se dieron por satisfechos con
refutar la creencia de que el imperio había sido trasferido por la

autoridad papal, del Este al Oeste. La célebre obra de Marsilio


de Padua, titulada " Defensor Pacis," fué más allá del límite fija-
do en ese siglo, llegando aun á atacar la autoridad espiritual del
obispo de Roma. Negó la supremacía de Pedro sobre los demás
apóstoles, y aun que fuera posible probar que hubiera alguna vez
estado en Roma. Esta obra sostuvo la autoridad suprema de un
concilio general. Los Minorites, ó franciscanos cismáticos, que
insistían en la regla de la pobreza como obligatoria sobre el clero,

y acusaron á Juan XXII de herejía por haber rechazado ese


principio, combatieron por el mismo partido. Guillermo de Occam
secundó á Marsilio en un tratado llamado " Ocho Preguntas rela-
tivas á la Potestad del Papa." Occam, como Dante, fundó su
negación de la validez de la pretendida donación hecha por Con-
stantino, en el hecho de que ningún emperador puede tener el

derecho de renunciar los derechos inalienables del imperio. Colocó


td emperador y al concilio general, en lugar más alto que al papa.
;

HISTOKIA DE LA REFORMACIÓN.

y como juez de éste. Dijo que la coronación es una ceremonia


humana en que cualquiera obispo puede funcionar. " Esos escritos
tan atrevidos, atacaron á la jerarquía colectiva en todos sus prin-
cipios fundamentales examinaron con una crítica más penetrante
;

que nunca, lo relativo á la naturaleza del cargo sacerdotal


limitaron la aplicación del término herejía al cual había dado
la Iglesia una muy lata extensión y por último, apelaron á las
;

Sagradas Escrituras como la única autoridad válida en cuestiones


de fe. Siendo ardientes monarquistas esos teólogos, sujetaron la
Iglesia al Estado. Sus tendencias heréticas anunciaron en la
actividad de los hombres, un nuevo procedimiento que vino á echar
por tierra la unidad de la Iglesia católica." Es de notarse que
entre los campeones literarios de Luís de Baviera,
principales
había un representante de cada una de las naciones cultivadas del
Oeste.
Durante el cisma que siguió á la elección de Urbano VI en 1378,
la cristiandad se distrajo con el espectáculo de papas rivales que
fulminaban maldiciones cada uno sobre el otro, teniendo ambos
que mantener su corte por medio de las colectas y contribuciones
que tenían que aumentarse mucho debido á esa división. Era
inevitable que luego que los hombres tuvieron que decidir entre
dos rivales aspirantes á esa dignidad, se dedicasen á un examen
más concienzudo acerca del origen y fundamentos de la autoridad
papal. Los investigadores se dirigieron á los primeros siglos de
la Iglesia, con el objeto de hallar tanto las causas como el remedio
de los terribles males que pesaban sobre la sociedad cristiana. Más
de un jurista y un teólogo, hicieron que se fijara la atención en la
ambición papal de ejercer un gobierno temporal, y en su dominio
opresivo sobre la Iglesia, considerando tal hecho como la fuente

principal de ese espantoso desorden.


Debemos en seguida dirigir una mirada á los enérgicos y pro-
longados esfuerzos que por regla general fueron infructuosos, en
que se llevaba por mira la reformación de la Iglesia, " tanto en su
cabeza como en sus miembros." Los príncipes intervinieron con
el objeto de reconciliar á los papas, como éstos antes habían
mediado con igual propósito entre los mismos príncipes. Estamos
ya en la era de los concilios reformadores de Pisa, Constanza y
Basilea, en que, en gran parte bajo la guía de los teólogos de Paris,
ee buscó una reforma en la moral y la administración de la Iglesia,
por medio de la agencia de esas grandes asambleas. La teoría
según la cual procedieron D'Ailly, Gerson y los demás jefes que
DECADENCIA DE LA JERARQUÍA PAPAL. 77

con ellos cooperaron, fué la de la supremacía episcopal en contra-


distinción de la papal. El papa era primado de la Iglesia, pero
los obispos derivaban la autoridad y gracia necesarias para el
desempeño de sus funciones, no de él, sino de la misma fuente de

la cual recibía las suyas el pontífice. La Iglesia cuando se reúne


por medio de sus representantes en un concilio general, es el

tribunal supremo al cual aun el mismo papa es responsable y le

está subordinado. Tenían por mira reducir al papa al rango de


un monarca constitucional en vez de absoluto.. Los teólogos ga-
licanos pretendieron que la infalibilidad residía en alguna parte
de la Iglesia ;
atribuyendo la mayoría, y al fin todos, ese carácter,
á los concilios ecuménicos. Las halagüeñas esperanzas con que el
concilio de Pisa abrió sus sesiones, se vieron contrariadas con
motivo de que los reformadores no querían acordar las medias
necesarias sin el papa, y de que éste, que lo era Alejandro VI, no
cumpliría las promesas que les había hecho antes de su elección.
Y además, cisma continuaba y ya con tres papas en vez de dos.
el

El concilio de Constanza comenzó también bajo los más favorables


auspicios. La de votar por naciones fué un indicio
resolución
significativo nuevo orden de cosas, y frustró el designio
del
formado por el facineroso papa Juan XXIII, de gobernar en
la asamblea por medio de la preponderancia de los votos italianos.
Las más solemnes declaraciones relativas á la supremacía y
autoridad del concilio, fueron adoptadas y llevadas á cabo con
el hecho de haberse depuesto al infame papa. Los planes para
la reforma se estrellaron, sin embargo, principalmente en la misma
roca en que se habían hecho pedazos en Pisa. Fué menester elegir
á un papa, y Martin V, una vez elegido, por su diestra dirección
de todo y los arreglos que hizo en lo particular con varios príncipes,
pudo destruir en gran parte la obra saludable del concilio, aun
antes de su emplazo, y restablecer de nuevo la doctrina de la
superioridad papal que el concilio había repudiado. La incapaci-
dad práctica de ese concilio, la asamblea más augusta de la edad
media, para llevar á cabo las reformas que los hombres sensatos
y prudentes de todas partes, creían indispensables, probó la
necesidad de adoptar otros medios aun más radicales para con-
seguir la reformación. A pesar de todo se hizo, sin embargo, otro
grande esfuerzo para conseguir el apetecido resultado; y el con-
ciliode Basilea, no obstante haber adoptado numerosas medidas
de un carácter benéfico que eran aceptables á las naciones católicas
cuando menos, no por eso tuvo mejor éxito, porque la mayor parte
78 HISTORIA DE LA REFORMACION.

de las ventajas que éstas obtuvieron, y las concesiones que lea


hicieron los papas, especialmente á Alemania, supieron ellos
revocarlas valiéndose de una diplomacia bastante astuta.
Si nos fijamos en la condición que guardaba la Europa en el

siglo XV,después del tiempo del cisma y de los concilios reforma-


dores, observamos que ciertas consideraciones políticas son las que
gobiernan, en vez de hacerlo móviles y sentimientos meramente
eclesiásticos. Las rivalidades nacionales y la ambición de los
príncipes llaman la atención por todas partes. A los soberanos
de Europa ve esforzándose en aumentar su propia potestad
se les

á costa de la Iglesia, apoderándose especialmente de los nombra-


mientos eclesiásticos. Durante el siglo XV
las monarquías eu-
ropeas iban adquiriendo una firme organización. En Inglaterra
terminaron las Guerras de las Rosas con el advenimiento al trono
de Enrique VII, y en la persona del hijo y sucesor de éste, que-
daron unidas las prerogativas de ambas líneas. En Francia la
guerra de cien años contra Inglaterra, había sido seguida por la
sujeción de los grandes feudatarios á la Corona. En España, se
unieron Castilla y Aragón por el enlace de sus soberanos, y el
reino que formaron quedó consolidado con la conquista de
Granada.
En esa época crítica en que habría sido sobremanera difícil para
pontífices dedicados á los intereses de la religión, arrostrar el
espíritu dominante del nacionalismo, parecía que la única ambición
de una serie de papas, era engrandecer sus propias familias, ó
fortificar los estados pertenecientes á la Iglesia. Careciendo de
un gran objeto público en que ocuparse, como lo habían sido las
cruzadas, intrigaban y se batían con el fin de eregir principados
en Italia destinados á sus parientes. Para promover y efectuar
esas empresas mundanas, echaban mano con frecuencia de los

tesoros que habían adquirido por medio de las contribuciones de


la Iglesia, y de la venta de los cargos eclesiásticos. El carácter
vicioso de algunos de ellos, aumentaba el escándalo creado por
esa práctica corrompida. Sixto IV animado del deseo de fundar
un principado para su nieto, ó según Maquiavelo, su hijo ilegítimo
Girolamo Riario, favoreció la conspiración contra la vida de Julián
y Lorenzo de Médicis, que dió por resultado el asesinato del pri-
mero en las gradas del altar, durante la celebración de una misa
cantada. Entonces se alió con Nápoles en la guerra contra
Florencia, y con el fin de hacerse de Ferrara para su nieto, excitó
á Venecia á la guerra ;
pero cuando p,u nieto se alió con Nápoles,
DECADENCIA DE LA JERARQUÍA PAPAL. 79

el papa abandonó á sus aliados los venecianos, y los excomulgó.


Ese acto no produjo gran efecto, y la mortificación que eso causó
al pontífice apresuró su muerte. Inocencio VIII, además de
mejorar la fortuna de siete hijos suyos ilegítimos, y peleando á
veces contra Ñapóles, recibía un tributo anual de parte del sultán,
por haber detenido en la prisión á su hermano y rival, en vez de
enviarle á la cabeza de un ejército contra los turcos, enemigos de
la cristiandad. Alejandro VI, cuya iniquidad nos hace recordar
el tiempo del oscurantismo papal en el décimo siglo, se ocupó en
la construcción de un principado para su hijo favorito, ese monstruo
depravado César Borgia, y en amontonar tesoros por medios repro-
bados y crueles para el sostén de la liciencicsa corte romana. Se
dice que murió con el veneno que había preparado para un rico

cardenal, el cual sobornó al cocinero para que lo pusiera delante


del papa mismo. Si es que Julián II satisfizo la ambición de su
familia de una manera menos innoble, cifró, sin embargo, su pla-
cer en la guerra y la conquista, y se propuso como su única tarea,
extender los estados de la Iglesia. Organizó alianzas y dtrrotó
á sus enemigos uno tras otro, compeliendo á Venecia á que le

secundara, no vacilando, aunque viejo, en ir el mismo al campo


de batalla en el invierno. Habiendo atraídose á los franceses, y
unídose á la liga de Cambray con el objeto de subyugar á Venecia,
llamó á su lado á los venecianos para expulsar á los franceses
1
(1510).
Esa absorción de los papas en empresas personales y mundanas,
no se ve en una época de ignorancia, sino en el período del
renacimiento literario, y cuando la Europa había entrado en una
era de invenciones y descubrimientos destinados á trasformar la
faz de la civilización. El estado de desmoralización en que se
hallaba la Iglesia, era un hecho que no pudo menos que atraer la
atención de todos.
León X, hecho cardenal á la edad de trece años, y papa á la

de treinta y siete, y cuyo pontificado iba á ser señalado por los


principios de la Reformación, estaba libre de esos horrendos vicios
que habían degradado á varios de sus predecesores más cercanos,
y del temperamento violento y beligerante de Julio II que fué su

1
En Gravamina, se expusieron las quejas de Alemania contra la administración
corrupta y opresiva de Julio. Y se declaró que si no se corregían dichos malea
seria fácil que estallarauna rebelión contra los eclesiásticos que produjera una
deserción de la Iglesia romana semejante á la de los bohemios.— Gieseler.
80 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

inmediato antecesor. 1 A pesar de eso, la influencia de su caráctei


y de su política, pareció encaminada á dar mayor fuerza al

desafecto hacia el papado. Sarpi en su " Historia del Concilio


de Trento," después de elogiar la erudición, buen gusto y liberali-
dad de León, dice en un elegante chiste, que éste " habría sido un
papa perfecto, si hubiera combinado con estas cualidades algún
conocimiento de los asuntos religiosos, y mayor inclinación á la
piedad, cosas por las cuales no manifestaba gran deseo." Aun
Pallavicini, opositor de Sarpi, se lamenta de que León haya tenido
á su rededor á personas que conocían las fábulas de la Grecia y los
encantos de la poesía, más bien que la historia de la Iglesia y la
doctrina de los padres. Deplora la dedicación de León á Ion
estudios profanos, á la caza, el chiste y los espectáculos públicos,

y á empleos poco dignos de su exaltado posición. Si se hubiera


rodeado de teólogos, Pallavicini cree que hubiera sido más cauto
en la distribución de las indulgencias, y que habría sido posible
reprimir luego las herejías de Lutero, con los escritos de hombres
eruditos. Los historiadores italianos, Muratori y Guicciardini, en
conexión con los elogios que tributan á León, hacen mención de

las aprehensiones que sentía la gente más cuerda con motivo de

la costosa pompa que desplegó en su coronación, y censuran su


flojedad en la administración de su elevado cargo. El principal
pastor de la Iglesia, se dejó ver, en efecto, entregado al encanto de
la literatura, las artes y la música. En su corte alegre y sensual
se tuvo la religión como cosa de secundaria importancia. Enormes
cantidades de dinero que se colectaban del pueblo cristiano, eran
distribuidas por León entre sus parientes. 2 La influencia de este
papa crió lo que Ranke ha llamado y con razón, " una especie de
sensualidad intelectual."
Es verdad que ocasionalmente el interés de los soberanos les

inducía á ceder á ciertas pretensiones de los papas, por más que


esto fuera cayendo rápidamente en desuso. En 1452, Nicolás V
concedió á Alfonso, rey de Portugal, el privilegiode subyugar y
reducir á perpetua esclavitud á los sarracenos, paganos y otros
infieles y enemigos de Cristo, y de apropiarse todos sus reinos,
territorios y bienes de cualquiera especie, ya públicos ó privados ;

No son fidedignas las acusaciones que se le han hecho de haber sido


1

escandalosamente inmoral. Pueden llevarse á sus fuentes originales.


2
Koscoe en su Vida de León X, le defiende contra la imputación de habor
faltado á la castidad, pero admite que se deleitaba en la bufonería, y que no fué
enteramente franco y honrado en sus relaciones con los soberanos de Europa.
DECADENCIA DE LA JERARQUÍA PAPAL. 81

misma " autoridad apostólica," le cedió


y dos años después, por la
los nuevos descubrimientos hechos en la costa occidental del Africa.
Alejandro VI en virtud de los derechos derivados de Pedro por la
sede apostólica, presumió poder dar "de su mera liberalidad, á
Fernando é Isabel, todas las regiones nuevamente descubiertas de
América, desde una línea que se trazaría á cien leguas al oeste de
las Azores, y que se extendiera desde " el polo ártico hasta el
autártico." Más tarde Femando concedió al rey de Portugal, que
la línea pasara á trescientas setenta, en vez de cien leguas, al
oeste de las Azores. Sin embargo de todo esto, la importancia de
los papas durante este período, dependía principalmente de su
poder temporal en Italia, y de las combinaciones políticas que

podían organizar. Las concesiones que obtuvieron de los príncipes,


tenían á menudo un valor más bien aparente que real. Este hecho
se ejemplificó por la cesión de la Sanción Pragmática hecha á León
X por Francisco I en 1516.
En 1438 después que el concilio de Basilea hubo acordado sus
medidas reformatorias, reunió Carlos VII el clero de Francia en
el gran sínodo de Bourges. Cerca de dos siglos antes, Luis IX
ó sea San Luis de Francia, piadoso hijo de la Iglesia, había
publicado la famosa Sanción Pragmática, carta de las libertades
galicanas, según la cual se prohibía la interposición de los papas
para inmiscuirse en la libre elección á los beneficios eclesiásticos

en Francia, y exacciones y arnillaramientos de ellos, excepto en


las
ocasiones urgentes y previo el consentimiento del rey. Teniendo
presente ese ejemplo, el concilio de Bourges sostuvo los derechos
de las Iglesias nacionales, considerándolas no solamente como
superiores al papa, sino también al concilio, adoptando no todos, si

sí una parte de los decretos reformatorios del concilio de Basilea.

Declaró que el papa debía sujetarse á los concilios generales, y


obligarse á convocar uno cada diez años. Se negó al papa el
derecho de nombrar á los que debieran ocupar los beneficios

eclesiásticos, salvo en algunos casos especialmente reservados; y


las apelaciones que á él se hacían, fueron limitadas á los casos más
graves. Entre los acuerdos aprobados por el concilio de Bourges,
se contaba el de que las anatas y primicias fueran tenidas como

simonía. Los esfuerzos que hicieron Pió II y Pablo II por con-


seguir la revocación de esa Sanción Pragmática, hallaron en seguida
resistencia por el parlamento de París. Así pues, cuando León X
logró obtener de Francisco I, después de su campaña victoriosa en
Italia, el abandono de dicha Sanción, pareció que eso daba un
6
: !

82 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

notable avance al partido papal. Mas no fué así, sin embargo,


pues aunque á la Iglesia galicana se le defraudaron sus libertades,
el papa no ganó más que las anatas, quedando al rey la preroga-
tiva de nombrar á los que debieran disfrutar los grandes beneficios
eclesiásticos. Además de eso, la violencia que fué menester para
compeler al nuevo parlamento á registrar este último Concordato,
y la indignación que tal acto despertó por toda la Francia, probaron
bien que en resumidas cuentas no se había operado cambio ninguno
favorable al papado en los sentimientos de la nación.
El largo conflicto entre Francisco I y Carlos V, y el efecto que
produjo en el diverso éxito del protestantismo, son una prueba
inequívoca del predominio que los intereses puramente temporales
y políticos habíen adquirido sobre los eclesiásticos. Hubo mo-
mentos críticos en que no sólo el rey y el emperador sino también
el papa, se vieron inducidos por motivos políticos, á hacerse virtual-
mente aliados de la causa protestante.

Es un incidente notable á la vez que representativo del espíritu


de esa época, el hecho de que el emperador Maximiliano recomen-
dó al elector Federico de Sajonia, que cuidase bien de Lutero,
diciéndole :
" Tal vez le podamos necesitar de un momento á otro."
Temiendo que Carlos V se hiciera demasiado poderoso, al destruirse
la liga de Smalcalda, el papa Pablo III hizo volver las tropas que
había prestado emperador, y animó á Francisco I á que siguiera
al

adelante en su propósito de auxiliar á los protestantes. El papa


envió, en efecto, un mensaje al rey francés, mandándole decir " que
auxiliase á los que todavía no habían sido derrotados." En el

momento en que, según las apariencias, la causa protestante podría


haber sido extinguido, el papa y el rey de Francia se presentan
como sus defensores. Francisco llegó hasta solicitar la alianza de
los turcos en su lucha contra el emperador. ¡
Qué cambio entre
ese acto y el tiempo en que los príncipes y las naciones de Europa
se coaligaron al llamamiento de la Iglesia, para arrebatar los santos

lugares del poder de los infieles


Así al principio del siglo XVI, hay dos hechos que llaman
nuestra atención
Primero, el desarrollo y consolidación de las naciones, teniendo

cada una de ellas su distinta individualidad, su propio idioma,


cultura, leyes é instituciones, y animada cada una de las mismas
también de un espíritu nacional que se irritaba á causa de un
gobierno eclesiástico extranjero.
Segundo, la secularización del papado. Los papas hablan
DECADENCIA DE LA JEEARQUÍA PAPAL. 83

renunciado virtualmente el puesto elevado que todavía pretendían


ocupar y que, hasta cierto punto, habían mantenido de hecho, como
los custodios morales y religiosos de la sociedad. Como príncipes
temporales, se habían sumergido en contiendas políticas y negocios
ambiciosos. Para promover el adelanto de éstos, prostituyeron las
oportunidades que se les presentaban para engrandecerse en el
ejercicio de sus funciones espirituales, sirviéndose también de la
reverencia tradicional con que eran mirados por los hombres, la
cual aunque debilitada, era todavía grande, y podían utilizarla en
bien de su autoridad episcopal. Era pues inevitable, que tanto
ellosmismos como su carácter, se rebajasen en la estimación pública.
" Durante la edad media," dice Coleridge, " el papado tenía el
significado de una confederación de hombres eruditos, organizada
en la Europa occidental contra el barbarismo y la ignorancia de
ese tiempo. El papa era jefe de dicha confederación ; y mientras
conservó ese carácter, su poder era justo é irresistible, siendo el
medio principal para conservar así para nosotros como para la
posteridad, todo lo que actualmente tenemos de la ilustración de
las épocas pasadas. Pero tan luego como el papa efectuó una
separación entre su carácter como primer clérigo en la cristiandad,
y como príncipe temporal luego que empezó á combatir para apo-
;

derarse de pueblos y castillos, rompió con eso el encanto y dió


nacimiento á una revolución. En todos partes, pero especialmente
en toda la Europa septentrional, la falta de simpatía por él se
acentuó más y más, hasta que toda la Alemania, Inglaterra, Escocia
y otros países, despertaron cual gigantes de su sueño, al primer
1
toque de la trompeta de Lutero."

1 "
Pláticas en la Mesa " (Julio 24 de 1830.) Kitter en su historia de la Iglesia,
siendo un historiador católico romano imparcial, dice casi lo mismo con respecto
á la caída moral del papado. Traza la decadencia desde la "Cautividad
Babilónica" por el período de los concilios reformistas, y el reinado de Julio II
y los Papas de la familia de los Médicis.
CAPITULO III.

CAUSAS ESPECIALES Y PRESAGIOS DE UNA REVOLUCIÓN


ECLESIÁSTICA, ANTERIORES AL SIGLO DÉCIMO SEXTO.

El tipo de la religión católica de la edad media, en contraste


con el cristianismo primitivo, se presenta revestido de cierto
legalismo. Todo en ella se prescribe, se reduce á reglas, se sujeta
á la autoridad. El catolicismo de la edad media puede pues, con-
templarse bajo los tres aspectos del dogma, gobierno y vida cristiana,
incluyéndose en esto los modos de celebrar sus cultos. Bajo esta
última y comprensiva rúbrica pertenece por ejemplo, el monaquis-
ino, que nace de cierta concepción de la vida cristiana. El sistema
dogmático según había sido elaborado por los escolásticos, echando
mano para ello de por la tradición y
los materiales ministrados

sancionados por la Iglesia, constituyó un vasto cuerpo de doctrina


que todo cristiano tuvo que aceptar en todos sus detalles. La con-
stitución política de la Iglesia puso todo el gobierno de ella en
manos de una clase superior, el sacerdocio, que había recibido esa
comisión como el único é indispensable distribuidor de la gracia
divina. El culto tuvo por centro el sacrificio de la misa, milagro
constantemente repetido y obrado por el sacerdote. En la idea de
la vida cristiana, el acto visible tenía tanta importancia y las cere-
monias se habían multiplicado de tal manera y se apreciaban en
tan alto grado, que se dio al plan de la salvación un carácter
marcadamente externo. La salvación en vez de ser un acto
puramente gratuito, por dimanar de la misericordia de Dios, se
hizo depender del mérito humano. La estimación de la excelencia
hecha en atención á su cantidad más bien que á su calidad la ;

disposición de dar énfasis á las obras y las abstinencias, en vez de


hacerlo al espíritu ó principio que forma el fundamento de todo la
vida, todo esto formó la raiz del celibato y de la institución monás-
tica. Las misas, peregrinaciones, ayunos, flagelaciones, oraciones
á los santos, homenaje rendido á las reliquias é imágenes de éstos,
y otros rasgos semejantes que formaban un elemento tan esencial
en la piedad de los siglos medios, dan una idea de su carácter
84
CAUSAS Y PRESAGIOS DE LA REFORMA. 85

esencial. El cristianismo se convirtió en una ordenanza externa,


en una serie de observancias.
La reacción que de vez en cuando se manifestaba dentro de la
Iglesia, anterior á la Reformación, pudo haber tenido una relación
especial con cualquiera de los elementos constituyentes del sistema
de esa época, ó haberse dirigido contra todos ellos. Se presentaba
en la forma de disensión de las doctrinas prevalecientes, especial-
mente de la del mérito humano en la salvación, ó se dirigía contra
el sacerdocio por haber éste usurpado una atribución que no le fué
dada por el evangelio, sino en razón de haberse modificado de
varios modos la idea primitiva del ministerio cristiano ó toma ba ;

la forma de una resistencia abierta ó solapada á la estimación


exagerada en que se tenían los ritos, ceremonias y austeridades.
De cualquiera de las maneras indicadas, el elemento espiritual
que había en el cristianismo, no obstante haberse cubierto y
limitado éste por las tradiciones, podía presentarse como una
fuerza antagonista ó silenciosamente regeneradora. Un progreso
general en inteligencia, especialmente si condujera al estudio del
cristianismo primitivo, tendería al mismo resultado.
Los precursores de Reformación han sido divididos propia-
la
mente en dos clases la primera se compone de los hombres que
:

en la esfera tranquila de la investigación y la enseñanza teológica,


ó debido á los esfuerzos hechos de una manera práctica en la pro-
moción de un tono espiritual y contemplativo de la piedad, iban
minando el sistema tradicional. La segunda incluye los nombres
de aquellos que son mejor conocidos, por la razón de que procura-
ban realizar prácticamente sus ideas por medio de cambios ecle-
siásticos. La primera clase es más oscura, pero no por eso menos
influyente en la preparación del terreno para la Reformación.
El protestantismo fué una vuelta á las Escrituras como la fuente
auténtica de la ciencia cristiana, y al principio de que la salvación
y la paz interior no dependen de la Iglesia, ni de las obras huma-
nas morales ó ceremoniales, sino se consiguen solamente por Cristo
á quien el alma tiene que recibir por un acto de fe. Quienquiera
que en la cátedra de teología, en el pulpito, por medio de tratados
devocionales, ó por la promoción del estudio de los idiomas y de
la historia, ó en combate peligroso contra los abusos eclesiásticos,
atraía la mente humana á las Escrituras y á un concepto más
en mayor ó menor grado un
espiritual de la religión, se hizo re-
formador antes de la Reformación.
En el capítulo anterior hicimos un repaso del orden jerárquico
86 HISTORIA DE LA REFORMACION.

y notamos también que la tendencia á la centralización, 6 el espíritu


del nacionalismo, fué una de las causas principales que efectuaron
la diminución de la autoridad del clero, reduciendo materialmente,
con especialidad á principios del siglo XVI, la potestad del papa.
Ahora vamos á dirigir la atención á varias causas y presagios
especiales que indicaban que se iba acercando una revolución que
modificaría no solamente la forma de gobierno de la Iglesia, sino
también todo el sistema religioso de la Iglesia de la edad media.
I. Entre estos fenómenos tiene que mencionarse el advenimiento
de sectas anti-sacerdotales, que comenzaron á aparecer desde el
siglo XI, pero que principalmente florecieron en el XIII y el
XTV". Estas mostraban un descontento muy pronunciado con
motivo de la vida mundanal del clero, y contra el gobierno
prelático de la Iglesia. Hubo individuos como Pedro de Bruys,
que él mismo era sacerdote, y Enrique el diácono, monje de
Clugny, que en la primera parte del siglo XII, suscitaron un
grande disturbio en la Francia meridional, por sus discursos
vehementes contra las inmoralidades del sacerdocio y su dominio
usurpado. La aparición simultánea de personas de ese carácter,
cuyas arengas apasionadas les hicieron adquirir muchos adeptos,
prueba que la reverencia popular hacia el clero, se había debilitado.
Conspicuos entre los sectarios de ese período, fueron los puritanos
ó cataristas que se encontraban en varios países, siendo más
numerosos los que había en las ciudades de la Italia septentrional
y la Francia meridional. El dualismo de los antiguos maniqueos,
y posteriormente de los paulicianos, teoría que enseña que el mundo
se divide entre dos principios antagonistas, juntamente con el
ascetismo que brota de reaparece en un grupo de sectas que
ella,

se designan con distintos nombres según la región donde se hallan.


Tienen el rasgo común de que renunciaron la autoridad del sacerdo-
cio. En la Francia meridional donde se les daba el nombre de
albigenses, estuvieron bien organizados y protegidos por seglares
poderosos. Los poemas de los trovadores muestran el grado d6
desprecio con que se miraba al clero en ese distrito rico y flore-
ciente. En la porción extensa, opulenta y más civilizada de
Francia, que formó el dominio del Conde de Tolosa, fué suplantada
virtualmente la religión antigua por la nueva secta. Los predica-
dores albigenses que mezclaban con sus dogmas heterodoxos, un
celo sincero en pro de una vida pura, eran escuchados favorable-
mente por todas las clases sociales. La extirpación de esa secta
numerosa y formidable, se consiguió solamente por medio de una
CAUSAS Y PRESAGIOS DE LA REFORMA. 87

cruzada sangrienta que se inauguró bajo los auspicios de Inocencio


III,y fué seguida por los esfuerzos de la Inquisición, que en ese
lugar tuvo sus principios. 1 Los albigenses en su oposición á la
autoridad de la tradición eclesiástica y de la jerarquía, y en su
rechazamiento de peregrinaciones y de ciertas prácticas tales
las
como la adoración de los santos y las imágenes, anticiparon la
doctrina protestante, aunque en otros aspectos, su credo se opone
más al espíritu del protestantismo que el de sus opositores. Es
interesante notar, que precisamente cuando el papado parecía estar
en el apogeo de su poder, se levantó una rebelión que no pudo
reprimirse sino por medio del empleo en grande escala de fuerzas
militares, y por actos brutales que han dejado una mancha indele-
ble en aquellos que los instigaron. 2
Los waldenses, partido no impregnado con la doctrina maniquea,
y formó en 1170 bajo la
distinto de los cataristas ó puritanos, se
protección de Pedro Waldo de León. Al saber que les estaba
prohibido predicar de una manera sencilla, conforme al ejemplo
dado por los apóstoles, los " Pobres de León," título que les fué
dado, se opusieron al derecho exclusivo del clero de enseñar el

evangelio. Aunque los waldenses no son de una antigüedad tan


remota como á menudo se ha creído, puesto que no existieron
antes del tiempo de Waldo y aunque eran mucho menos instrui-
;

dos en cuanto á doctrina de lo que se hicieron después de estar


en contacto con el protestantismo, sin embargo, su amor á las
Escrituras y su oposición á las usurpaciones y vida relajada del
clero, les hacen merecer un lugar entre los precursores de la
Reformación. 3 A dondequiera que iban, encendían entre el pueblo
el deseo de leer la Biblia. Trabajaron principalmente en Milán
" Fué una guerra entre la Francia feudal y la Francia municipal."— Guizot,
1

" Historia de la Civilización," x.


2
Hefele, distinguido historiador católico romano en su Diccionario Ecle-
siástico, en el artículo sobre los albigenses, trata de disminuir la responsabilidad
que tuvieron el papa y las autoridades eclesiásticas por la matanza de los albi-
genses. Pero la exculpación no es satisfactoria. Sólo después de haber
permitido la perpetración de horribles atrocidades, se hizo el esfuerzo de
í^estringir la violencia, y entonces sólo debido á las más importunadas súplicas.
3 Un manuscrito recientemente descubierto
de la " Nobla Leyczon " lo hace
muy probable que este poema haya sido escrito en el siglo XV. Herzog discute
la fecha de los demás escritos de los waldenses y las interpolaciones que han
sufrido. Los investigadores competentes creen actualmente que los waldenses

no existían antes del tiempo de Pedro Waldo. F. Sin embargo hay algunos
que sostienen que los waldenses son los sucesores en línea recta de la Iglesia
apostólica y que han conservado la forma de gobierno de la Iglesia del prime;
siglo.— B.
88 HISTOEIA DE LA KEFOKMACIÓN.

y otros lugares de la Italia septentrional, y en el sur de Francia,


donde la jerarquía tenía menos poder sobre el pueblo, y donde
muchos que se habían disgustado con el sacerdocio, no podían
aceptar la teología dañosa de los cataristas.
El abandono de la regla de la pobreza por los franciscanos, hizo
que el partido más estricto en dicha orden, se separara de ella, y
fracasaron todos los esfuerzos que tenían por objeto acabar con ese
cisma. Los espirituales, según se llamaba la secta más rígida en
su celo contra la corrupción eclesiástica, no perdonó á ia Iglesia
romana; y ellos, especialmente los hermanos seglares, los fratricelli,
fueron entregados en manos de la Inquisición.
A fines del siglo XII, se formaron en varios países sociedades
de mujeres organizadas para la oración, que se llamaron beguinas,
y las cuales se entregaron á una vida de devoción sin hacer votos
monásticos. Sociedades semejantes de hombres, se organizaron
también más tarde, bajo el nombre de begardos. Muchas per-
sonas de ambas clases se unieron para disfrutar de protección, con
los terciarios de las órdenes monásticas. Otros muchos, adoptando
la regla de la pobreza, se hicieron mendicantes á lo largo del Rhin,
y tal vez debido á la influencia de la secta llamada del Espíritu
Libre, secta panteísta, adoptaron creencias heréticas, hasta el

grado de que los nombres de beguina y begardo, fuera de los


Países Bajos, llegaron á ser equivalentes á herejes. Una multitud
de entusiastas y fanáticos, conocidos bajo esas apelaciones, pro-
fesaban una sincera enemistad á la administración corrompida de
la Iglesia.
La existencia en tanto número de esta especie de sectarios á
quienes la Inquisición no podía extirpar, y quienes, es digno de
observarse, eran en su mayor parte, personas sencillas y sin eru-
dición, prueba que había en ese entonces un descontento profundo
con motivo del estado de cosas; y un deseo ferviente, aunque
mezclado con la ignorancia y la superstición, de que se restaurase
un tipo del cristianismo más sencillo y más apropósito, había
exteudídose por los rangos inferiores de la sociedad. En tiempos
que sentían disgusto al ver la opulencia y el tem-
anteriores, los
peramento mundanal del clero, habían hallado solaz retirándose
á la vida austera del monaquisino, sin salir fuera del seno de la
Iglesia. Pero las sociedades monásticas cada una á su turno, á
medida que se hacían más antiguas, iban adoptando las costumbres
sensuales de que sus fundadores habían estado ansiosos de librarse.
Por tanto, acercándonos á la época de la Reformación, notamoa
CAUSAS Y PRESAGIOS DE LA REFOKM^ 89

que esa clase de descontento tendió á organizarse en sectas que


asumieron una actitud cuestionable ó abiertamente hostil á la
Iglesia. Sin embargo, debe regocijarnos que la reformación
eclesiástica no haya dependido de ellos para su consumación,
sino que estaba reservada á hombres ilustrados que sabían tanto
edificar como destruir.
II. -Los reformistas conservadores, campeones del concepto liberal
episcopal ó galicano de la jerarquía, en contraste con el papal,
jefes los concilios reformadores, tanto por lo que hicieron como
de
por que pudieron hacer, prepararon el camino para el grande
lo
cambio ante el cual ellos mismos habrían retrocedido acobardados.
En la prosecución de la batalla se esforzaron en exponer con la
mayor severidad, tanto los errores y crímenes, como las enormes
usurpaciones de autoridad de que se podía hacer cargo á los papas.
Todo eso era inevitable que disminuyera de una manera esencial
el respeto de los hombres hacia la dignidad papal. Al mismo
tiempo el mal éxito obtenido por dichos reformadores en lo
relativo á su objeto principal que era la reforma de la Iglesia,
" tanto en su cabeza como en sus miembros," mal éxito originado
por la persistencia y destreza de los papas y de sus adeptos, no
pudo menos que impresionar á muchos con la idea de que tenía
que buscarse un remedio más radical, á fin de remediar loa

insoportables abusos que afligían á la Iglesia. debe olvidarse, No


sin embargo, que Gerson, D'Ailly y sus compañeros, abogaron
tanto como sus antagonistas, por la doctrina de un sacerdocio en
la Iglesia y el sistema dogmático tradicional. En Constanza, los
teólogos de París casi sobrepujaron á sus antagonistas papales en
la dureza con que trataron á Huss, durante las sesiones del con-
cilio, y en con que condenaron á
la prontitud la hoguera á él y
á Jerónimo de Praga. Tenían por mira, como se ve, reformar \a
vida moral, más bien que la doctrina, es decir, el modo de distri-

buirse la autoridad sacerdotal, pero sin destruirla.


III. Había sin embargo, en tiempos muy anteriores al de Lutero,
individuos que propiamente pueden llamarse reformadores radicales,
hombres que en los puntos esenciales, anticiparon el muvimiento
protestante. Hubo esfuerzos conspicuos que si bien es cierto que
por el momento abortaron en su mayor parte, por lo menos también
lo es,que dejaron semillas que maduraron mucho tiempo después,
fueron los presagios de otras medidas más eficaces. De toda esa
clase de reformadcres anteriores á la Reformación, Juan Wickliffe
es el más notable. Viviendo á mediados del siglo XIV, casi ciento
90 HISTORIA DE LA REFORMACION.

cincuenta años antes de Lutero, y no siendo un hombre oscuit


é ignorante, sino un teólogo instruido, profesor de Oxford, que no
ocultaba sus opiniones, sino las proclamaba con intrepidez, ocupó
no obstante eso, no solamente el puesto de un protestante, sino en
muchos puntos importantes el de puritano. En su obra principal
afirma que ningún escrito, sin exceptuar los decretos papales, tiene
más validez de la que deriva de las Sagradas Escrituras ;
niega la
transustanciación, y atribuye el origen de este dogma, á la sustitu-
ción que de lo ensañado en la Biblia, se hizo con la creencia en las
declaraciones papales ; sostiene que en la Iglesia primitiva no había
más que dos clases de individuos en el clero ; duda de la autoridad
bíblica por lo que hace á los ritos de la confirmación y la extrema
unción; quería que se prohibiera toda intervención del clero en
los negocios civiles y la autoridad temporal; habla contra la
necesidad de la confesión auricular ; afirma que el ejercicio de la
potestad de atar y desatar, no produce ningún efecto, excepto en el
caso de que tal acto se conformara con el juicio de Cristo se opone á ;

los rangos multiplicados del clero, á saber, papas, cardenales, patriar-


cas, monjes, canónigos y demás ; rechaza la doctrina de los méritos
supererogatorios y de las indulgencias, y la de la excelencia de la
pobreza según se inculcaba, haciéndola la base en que descansaban
las órdenes mendicantes ; y se opone por último, á la música ecle-

siástica artificial, y al uso de pinturas en el culto, al del oleo y de la

sal en la consagración, á la canonización, á las peregrinaciones, á los

asilos eclesiásticos para los criminales, y al celibato del clero. Casi


todos los rasgos característicos de la Iglesia papal de la edad media,
que la distinguen de la protestante, fueron directamente rechazados
y combatidos por Wicklifle. ¿ Cómo pudo éste comportarse de tal
manera por tanto tiempo en esa época, y con comparativa impunidad,
y morir al fin en su cama, siendo así que tantos otros á quienes sobre-
pujó inmensamente en ideas reformatorias, pagaron con la vida su
diferencia de opinión? La razón se halla en parte en el hecho de
que se había identificado con la Universidad de Oxford, y con el
clero ordinario ó parroquial, en el conflicto que éste tuvo contra
las ambiciosas órdenes mendicantes; y todavía más, en el hecho
de que se presentó como el campeón de la autoridad civil y real
contra las usurpaciones eclesiásticas. Fué protegido por Eduardo
III cuya causa había sostenido contra la tiranía papal, y después
de la muerte de Eduardo, lo fué también por los nobles poderosos.
Tuvo bastante fuerza de voluntad para vencer la oposición hecha
á su proposite de traducir la Biblia, y para defender públicamente
CAUSAS Y PRESAGIOS DE LA REFORMA. 91

el derecho que asistía al pueblo de tener las Escrituras en su propio


; dioma. La persecución sufrida por los adeptos de Wickliffe,
llamados lolardos, no se inauguró con vigor siuo hasta el tiempo
de Enrique V, en cuyo reinado hubo un cambio en las relaciones
entre el rey y el clero. Nunca fueron destruidos los principios de
pues siguieron aceptándose todavía por muchos de entre
"Wickliffe,
la gente pobre y oscura de Inglaterra, hasta que se inauguró el
movimiento protestante. Es notable que Wickliffe haya predicho
que entre los mismos monjes se levantarían personas que abandona-
rían sus falsas interpretaciones relativas al cristianismo, y vol-
viéndose á la religión original de Cristo edificarían la Iglesia ani-
mados del espíritu de Pablo.
En la misma categoría de Wickliffe se hallaba Juan Huss.
Antes de él habían aparecido en Bohemia, Militz y Conrado de
Waldhausen, predicadores animados del celo fervoroso de los pro-
fetas, y elevando su voz aun en medio de la persecución, contra lo

corrupto de la religión. Huss debió aun más á Matías de Janow


cuyas ideas a-cerca de la Iglesia y de las relaciones entre el clero
y el pueblo, encerraban gérmenes de cambios más radicales de lo
que éste había entonces concebido. Huss fué influenciado también
en mayor grado por los escritos de Wickliffe, muchos de los cuales
procuró propagar con toda actividad. El reformador bohemio
tenía, sin embargo, menos agudeza teológica que su compañero
inglés, con quien si bien estaba de acuerdo en cuanto al realismo
filosófico y la predestinación, no lo estaba tanto en cuanto á la

innovación doctrinal, pues siguió creyendo hasta el fin en el dogma


de la transustanciación. Pero en el concepto que tenía acerca de
las funciones y deberes del clero ; en su celo por la santidad
práctica ; en su exaltación de las Escrituras como superiores
á los dogmas y ordenanzas de la Iglesia; en excelencia moral
y heroísmo de carácter, Huss no fué sobrepujado por ningún
reformador ni contemporáneo, ni anterior ó posterior. Cuando
Lutero era monje, halló por casualidad un tomo de los sermones
de Huss en la biblioteca del convento de Erfurt, y se admiró
mucho de que el autor de sentimientos tales como los que elba
contenían, hubiera sido ejecutado como hereje. La actitud que
asumió Huss ante el concilio de Constanza, envolvía el aserto de
uno de los principios distintivos del protestantismo, el derecho
del juicio privado. Le mandaron que se retractase de las declara-
ciones que había hecho respecto de sus creencias, y rehusó hacerle
hasta que se le convenciera por el argumento y citas bíblicas de
92 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

que sus creencias eran erróneas. Es decir, se fundó, en una autori-


dad superior á la del concilio. Siendo esa pretensión una flagrante
herejía, fué lo bastante, según el juicio de sus jueces, para conde-
narle. Fué negado por él el principio de autoridad de la Iglesia
que formaba una parte esencial del sistema eclesiástico. La
ejecución cruel de Huss, verificada en 1415, y la de Jerónimo de
Praga, suscitó una furiosa tempestad entre los paisanos y adeptos
de ambos, especialmente por haber confiado aquél en la promesa
de seguridad que había hecho el emperador. La Bohemia fué por
1

largo tiempo el teatro de una agitación violenta y de la guerra


civil. Se emprendieron repetidas cruzadas contra los secuaces de
Huss, pero todas dieron por resultado la derrota de los asaltantes.
Medidas más pacíficas, juntamente con los conflictos internos habi-

dos en su propio seno, debilitaron al fin su fuerza, dejándolos presa


de sus perseguidores ;
pero los hermanos bohemios, descendientes
del más radical de los partidos de los husitas, continuaron exis-
tiendo separados de la Iglesia, y en sus confesiones de fe hechas
á principios del siglo XVI, rechazan la transustanciación, el pur
gatorio y la adoración de los santos.
Hay otros nombres menos célebres que los de Wickliffe y de
Huss, que merecen, sin embargo, ser inscritos de igual manera entre
los heraldos de la Eeformación. Entre ellos se halla el de Juan
Wessel que estuvo identificado en diferentes tiempos con las

universidades de Colonia, y Heidelberg, como


Louvain, París
maestro de teología, y que murió en 1489. Este expuso, en
lenguaje claro y enfático, la doctrina de la justificación sólo por
la fe. En contra de la pretendida infalibilidad de los obispos

y pontífices, sostuvo que muchos de los más grandes papas cayeron


en errores repugnantes tanto en cuanto á doctrinas como en prácti-
cas, citando como ejemplos á Benedicto XIII, Bonifacio IX, Juan
XXIII, Pío II, y Sixto IV. Se ha dicho que apenas habrá una

Palacky da por probado, y Hefele sostiene que el emperador no violó el


1

salvo-conducto que había extendido á Huss. Una de las principales ofensas


de Huss según el concilio de Constanza y algunos escritores subsiguientes, fué
la doctrina que se le imputó de que los prelados y magistrados si pierden su
unión con Cristo á causa de pecados mortales, cesan en el acto de estar investi-
dos de sus cargos. Semejante enseñanza se consideraba como un golpe dirigido
á los fundamentos de toda autoridad tanto civil como eclesiástica. Huss negí
esta conclusión y dijo que dichos funcionarios deben respetarse á causa de
targo pero no de su mérito, puesto que carecen del carácter ético correspondiente,
aunque todavía desempeñan las funciones de su puesto. Las mismas creencias
fueron imputadas á Wickliffe. Este dijo que sólo los que están en un estadí
le gracia pueden poseer bienes, los demás pueden ocupar pero no poseer.
CAUSAS Y PRESAGIOS DE LA REFORMA. 93

creencia fundamental de los reformadores, que no haya sido pro-


fesada por "Wessel. Lutero en su prefacio á una colección de
variof. tratados escritos por Wessel, declaró que éste era hombre
de un genio admirable y alma rara y elevada y se halla tan de ;

acuerdo con él en cuanto á doctrina, que si hubiera leído antes de


publicar sus escritos, las obras de "Wessel, podría haberse dicho por
sus enemigos con cierta verosimilitud, que había plagiado todas las
ideas de ese autor.
Savonarola es otro que aunque profesaba doctrinas poco diferen-
tes de las del sistema dominante, debe clasificarse entre los célebres
1
precursores de la Reforma. Desde 1489 hasta 1498, año en que
murió, vivió en Florencia, y por algún tiempo debido á la fuerza
de su carácter intelectual y moral, y á su elocuencia dominadora,
ejerció una influencia decisiva en los negocios de esa ciudad.
Tuvo mucho que hacer con la expulsión de la familia Médicis de
Florencia. Contra la tiranía é inmoralidad que la caracterizaban,

dirigió desde el pulpito sus más punzantes invectivas. Cuando la

invasión de los franceses en el reinado de Carlos VIII, invasión


que Savonarola había predicho, pudo á causa del respeto per-
sonal, casi reverencia, que inspiraba al rey, prestar importantes
servicios á Florencia. Su posición en esa ciudad se asemejaba
á la que Calvino ocupó por tanto tiempo en Ginebra. Monje
dominicano, estimulado al más rígido ascetismo por la condición
desmoralizada de la Iglesia y <le la sociedad, derramó sus censuras
sin ninguna restricción, hasta que
elementos políticos y religiosos
los

que se combinaron en su contra, alcanzaron al fin su ruina. Había


declarado nula la excomunión publicada contra él por el vicioso Ale-
jandro VI, teniéndola como dimanada del diablo, y había con-
tinuado predicando contra la prohibición papal. En su prisión
compuso un tratado sobré el salmo cincuenta y tres, acercándose
tanto á la creencia protestante respecto de la justificación, que
Lutero lo publicó con un prefacio laudatorio. Savonarola no

1
Hay vanas biografías de Savonarola. La de Villari es de mucho valor.
Considera que Rudelbach y otras han exagerado las tendeucias protestantes
del gran dominico; que éste estaba adhirido sustancialmente al sistema dog-
mático de la Iglesia, aunque hostil al absolutismo papal. Le vindica también
del cargo de haber sido un mero demagoga y prueba que era un verdadero
patriota. Dice también que la vacilación de Savonarola bajo la tortura, se
debió sólo á su duda respecto de la fuente de donde dimanaran sus profecías,
puesto que nunca había resuelto á satisfacción suya si eran de un origen

natura] ó sobrenatural. Roniola, novela de Jorge Eliot, nos da una descripción


muy vi ra. de Sav/marola y de la vida florentina de ese entonces.
94 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

desesperó del triunfo de la causa en cuya defensa dió su \ida, Bino


que lejos de ahí predijo una reforma.
IV. Vamos á ocuparnos en seguida de otra clase de hombres que
de una manera poderosa aunque indirecta, preparaban el camino
para la revolución protestante, es decir, de los místicos.
El misticismo se había desarrollado durante toda el período
escolástico, en individuos dotados de una profunda sensibilidad
religiosa, y á quienes repugnaba la tendencia exclusivamente
dialéctica, tales como San Bernardo, Buenaventura y la escuela
de San Víctor. El mismo Anselmo, padre de los escolásticos,
unía á su hábito lógico un espíritu místico, y esa combinación
era de hecho un rasgo característico de los mejores teólogos esco-
lásticos. Además de eso, siu embargo, con la decadencia del
escolasticismo, en partecomo causa y en parte como efecto, tomó
el misticismo una forma más distinta. Los místicos se distinguie-
ron por la importancia que daban a los sentimientos; por la
preferencia que daban á la intuición sobre la lógica por su anhelo ;

en buscar la ciencia por la iluminación de los sentimientos, más


bien que por las actividades intelectuales por la morada de Dios
;

en el alma que se eleva á uua santa calma al reconocer su pre-


sencia por la renuncia más absoluta de sí mismo, y la absorción
;

de la voluntad humana en
la divina, y por el estado estático. La
teoría de los místicos se cambia fácilmente en panteísmo, pues que
uniéndose el espíritu humano con el divino, se hace la identifica-
ción de los dos. Esta tendencia se nota en una clase de los
místicos anti-protestantes, de la cual es prominente representante
el maestro Eckart. Este era provincial de los dominicos de
Sajonia; el teatro de sus trabajos fueron las cercanías del Rhin,
y murió en 1329. Sociedades afiliadas que se llamaban Amigos
de Dios, aunque sin formar una secta, se multiplicaron en la parte
meridional y occidental de Alemania, y en los Países Bajos.
Según ellos, la religión consistía en una tranquila sautidad, en el

amor desinteresado de Dios y en las obras de beneficencia. Los


predicadores de esa clase florecieron principalmente en Colonia,
Strasburgo, y otros lugares contiguos al Rhin. El más eminente
de ellos fué* Juan Tauler, (1290-1361,) Doctor sublinüs et illumi-
natus, según se le llamaba, y discípulo de Eckart, aunque opuesto
al panteísmo y fervoroso predicador evangélico. Lutero le atri-
buyó erróneamente un pequeño libro compuesto por algún otro
miembro de esa escuela mística, y llamado " La Teología Alemana,"
libro que Lutero publicó otra vez en 1516, y del cual dijo que
CAUSAS Y PRESAGIOS DE LA REFORMA. 95

después de la Biblia y San Agustín, era en el que había ap-


rendido más que en cualquier otro en lo relativo á Dios, Cristo,
el hombre y todas las cosas. Los místicos fueron escuchados por
millares de gentes que anhelaban una religión más viva que la
que la Iglesia les proporcionaba. La " Imitación de Cristo " por

Tomás de Kempis, obra que con toda probabilidad ha tenido una


circulación más extensa que la de cualquier otro libro, exclusive
la Biblia, es un buen ejemplo del espíritu característico de la
escuela mística. El efecto reformatorio producido por los místicos
fué doble: debilitaron la influencia del sistema escolástico, y
dirigieron á los hombres desde la religión dogmática, hacia algo
más interior y espiritual, tendiendo sus trabajos también, á destruir
la estimación excesiva en que se tenían los sacramentos y ceremo-
nias exteriores. Estando en la Iglesia y sin oponerse á ella, pre-
pararon de esta manera, especialmente en Alemania, durante todo
el siglo XIV, el terreno para la reforma protestante. La educa-
ción religiosa de Lutero y el grande movimiento que efectuó, 6e
relacionaron de una manera histórica con esos precursores de la
Reforma, más directamente que con hombres tales como Husa
y Wickliffe.
V. Suceso de notable importancia como requisito indispensable
y medio para obtenerse una reforma de la religión, fué el des-
pertamiento literario. Ese grande cambio intelectual, emanó de
la Italia que fué sin duda su fuente. Durante la edad media,
y á pesar de la oscuridad y desorden que entonces prevalecían,
la Italia nunca perdió por completo los vestigios de su antigua
civilización. " La noche que descendió sobre ella, fué la de un

verano ártico. Empezó á amanecer antes que los últimos reflejos


del sol hubieran desvanecídose del horizonte." Los tres grandes
Dante, Petrarca y Boccaccio, introdujeron una nueva
escritores,
era en la cultura. Al largo descuido de los autores clásicos, se
refiere Dante cuando dice, hablando de Virgilio, que "debido
á su prolongado silencio parecía estar ronco." La mente de
Italia se volvió más y más á su antigua historia y literatura.
El estudio de los clásicos romanos se hizo una pasión. No se
tuvo en cuenta ni el trabajo ni los gastos necesarios para recobrar
los manuscritos antiguos y formar una escogida biblioteca. Los
príncipes se convirtieron en los principales cultivadores y más
generosos protectores de la erudición. El mismo celo se extendió
á la literatura griega. Los filósofos y poetas de la antigüedad,
fueron leídos de nuevo con goce en su propio idioma. La captura
: : ;

96 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

de Constantinopla por los turcos en 1453, hizo que una multitud


de sabios griegos emigraran á Italia, llevando consigo sus inapre-
ciables tesoros literarios, dando de esa manera un nuevo impulso
al estudio de los clásicos. Desde Italia se extendió el mismo

espíritu literario sobre los demás países europeos. Las humani-


dades, es decir, la gramática, la retórica, la poesía, la elocuencia
y los autores clásicos, atrajeron en todas partes la atención de las
personas amantes al estudio.

Ya nuevos tiempos conmueven l'alma que al mundo ha animado,


La Europa ha llegado al fin á su ansiada edad madura
Y va á recibir la herencia preciosa, que le asegura
El fruto que sus mayores con su muerte le han ganado
Semillas y oro y alhajas, y liras que habían callado
Porque con el nombre de ellos yacían en la sepultura.

La voz de los tiempos épicos se hace ya oir nuevamente


Vibrando con la dulzura que en ese entonces tenía
El sabio martirizado, el orador que atraía,
Encarnados como dioses, de hoy en más perennemente
Se apoderarán de un mundo impalpable y complaciente
Que atenderá á sus lecciones con avidez y alegría.— Jorge Eliot.

Este movimiento trajo consigo muy trascendentales consecuen-


cias en el campo de la religión. Señaló el advenimiento de una
nueva era en la cultura, en que la Iglesia no sería ya el único
instructor, y en que iba á abrirse á la inteligencia humana un
horizonte más extenso ; que pronto tendría que
efecto análogo al
ser la consecuencia del grande descubrimiento geográfico de un
nuevo hemisferio. El cristianismo se pondría en contacto con
las producciones de la inteligencia de las naciones antiguas, y
asimilaría todo aquello que no fuese extraño á su propia natu-
raleza.
Por varios siglos habían reinado la filosofía y la teología esco-

lásticas, sin que nadie les disputase su dominio. Cuando los esco-

lásticos se levantaroncon sus métodos de análisis y argumentación


lógica, cayeron pronto en desuso las antiguas compilaciones ó
libros formados de extractos tomados de los Padres, y en los cuales
se había estudiado la teología durante algunos centenares de años
y los adeptos que tenía, fueron eclipsados por el atractivo de la
nueva Los jóvenes á millares se atropellaban por seguir
ciencia.

á los nuevos maestros. Desde cerca de mediados del siglo XI,


había predominado el escolasticismo; pero esa era no había sido
infructuosa. Como disciplina para el entendimiento de pueblo»
CADSAS Y PRESAGIOS DE LA REFORMA. 97

medio civilizados ; como contrapeso á las tendencias hacia el entu-


siasmo y la superstición que prevalecían en la edad media como ;

medio para reducir á una forma ordenada }r tangible el credo de


la Iglesia, hasta que pudiera ser examinado y juzgado, la discip-
lina escolásticay sus productos intelectuales tuvieron mucho valor.
Pero la estrechez y otros grandes defectos de la cultura escolástica,
se hicieron patentes con el advenimiento de los nuevos estudios.
El estilo bárbaro y el método entero de los escolásticos, se tuvieron
como nocivos y ridículos por los adictos á la erudición clásica. Las
extravagantes sutilezas de Scoto y Durando, suscitaron el desdén
al ser puestas en comparación con el método más noble de los
filósofos de la antigüedad. Las obras de Aristóteles que eran
ya poseídas en su propio idioma, hicieron ver que en la traduc-
ción é interpretación de ellas había errores que deshonraban á los
escolásticos. Su ignorancia de la historia, su falta de capacidad
crítica, sus exageradas sutilezas é interminables disputas, les

hicieron objeto de irrisión ; y de la misma manera que los escolás-

ticos habían reemplazado á los compiladores, ellos mismos, raza


de razonadores silogísticos, fueron á su vez suplantados por la
nueva generación de sabios clásicos.

La decadencia del escolasticismo no se efectuó sino hasta después


que hubo completado su curso y perdido su vitalidad. El principio
esencial de los escolásticos, fué la correspondencia entre la fe y la
razón ; su objeto característico fué la vindicación del contenido de
la fe, es decir, de los artículos del credo, fundándose en la razón.

Esto continuó siendo el distintivo característico del escolasticismo,

si bien los sucesores de Anselmo no aspiraron como él, á establecer


las verdades positivas del cristianismo por medio de argumentos
independientes de la revelación. Fieles queerit intellectum, era
siempre su lema. Hubo individuos como Abelardo en el siglo

XII, que parecían no hallarse á gusto bajo el yugo de


la auto-
ridad, pero que realmente sólo difieren de sus contemporáneos en
su índole intelectual más bien que en sus creencias teológicas. El
escolasticismo cuando abandonó los esfuerzos que hacía para probar
á la inteligencia la verdad de lo que la fe había recibido de la
autoridad de la Iglesia, confesaba de ese modo su mal éxito. Esa
transición fue hecha por Duns Scoto, y Occam su discípulo, con-
sumó el cambio y fué el agente principal en el revivamiento del
nominalismo. Aunque tanto Wickliffe como Huss eran realistas,
el nominalismo fué el que destruyó el escolasticismo, poniendo los
fundamentos del escepticismo que no atribuía más que una validez
98 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

subjetiva á las nociones generales y á los raciocinios que en ellaa


se fundaban, y que se esforzó en mostrar que las conclusiones per-
manentes no pueden conseguirse por medio de la investigación
y el argumento racional; no dejando así para los dogmas de la
Iglesia, ninguna otra garantía que la autoridad. De esa manera
se preparaba el camino para el principio que se anunciaba clara-
mente en el siglo XV, de que una misma cosa puede ser verdadera
en la teología y falsa en la filosofía. Occam fué valiente antago-
nista de la potestad temporal de los papas, y defensor de la inde-
pendencia de la autoridad civil, en lo referente á ellos. Cuando
sugería proposiciones á la ortodoxia y argüía en su
contrarias
favor, se salvaba de la imputación de herejía protestando una
sumisión absoluta á la autoridad ;
pero es
difícil creer que esas

protestas hayan sido enteramente sinceras. El nominalismo tendió


lambién necesariamente á incitar á un método empírico, es decir,
pedía que uno se fijara en los hechos de la naturaleza y de la
experiencia interna, en sustitución de la fábrica lógica que había
sido subvertida. La filosofía escolástica cuando confesó que había
razón y el credo, cavó su propio sepulcro.
discrepancia entre la
Puede mencionarse en esta conexión, que Lutero en su juventud
era diligente estudiante de Occam. De este derivó algunas de
las defensas de su doctrina relativa á la Cena del Señor, así como
en otro nominalista, D'Ailly, encontró la sugestión de la misma.
Además de los ya mencionados, se produjeron otros efectos más
positivos que la caída del escolasticismo, por el renacimiento lite-

rario. Los Padres fueron sacados de su oscuridad, y sus enseñanzas


pudieran compararse con el sistema dogmático que pretendía
fundarse en ellos, pero que en realidad, en su tránsito por los siglos

oscuros, había adquirido rasgos por completo desconocidos en la


edad patrística. Y por otra parte, las Escrituras del Antiguo
y Nuevo Testamento, documentos primitivos de la religión cris-

tiana, se presentaron en sus idiomas originales, sirviendo como


piedra de toque en el examen del sistema doctrinal y eclesiástico,
que entonces prevalecía. El arte de la imprenta que era en esa
época una invención reciente, y que casi inmediatamente llegó
á tener un alto grado de perfección, en conexión con la no menos
importante manufactura del papel de lino, estimulaba á la vez que
alimentaba el gusto por la literatura. Es claro que esa sed nueva-
mente despertada de conocer, juntamente con los medios abundantes
que había de satisfacerla, tenía que haber producido una fermenta-
ción muy extensa. Ya se había inaugurado un movimieniu eu
CAUSAS Y PRESAGIOS DE LA REFORMA. 99

presencia del cual no dejaría de perturbarse el cristianismo latino,


vasta fábrica de la piedad y la superstición, de la razón y la
imaginación.
Desde principios de la restauración humanística, ésta asumió al
norte de los Alpes en Alemania, rasgos distintos de los que la
caracterizaban en Italia. En este país los humanistas se enamo-
raron tanto de la antigüedad; se cautivaron tanto con las ideas
de otros tiempos, que miraban con indiferencia, y frecuentemente
aun con una especie de escepticismo, el cristianismo y la Iglesia.
Aun una incredulidad epicúrea acerca de los fundamentos de la
religión, dimanada de lo que se había aprendido de Lucrecio y de
los diálogos de Cicerón, infectaba á un extenso círculo de hombres
literatos. Los predicadores, con una especie de elocuencia florida,
asociaban los nombres de los héroes griegos y romanos, con los de
los apóstoles y santos, y aun con el del mismo Salvador. Si se
quería señalar una vida de distinguida piedad, se hacía referencia
á Numa Pompilio, por ejemplo. La incredulidad natural acerca
de las verdades fundamentales de la religión, se extendió tanto,
que el concilio de Letrán, en el pontificado de León X, creyó
necesario declaran- la inmortalidad del alma. El despertamiento
literario en Italia, traía por tanto consigo en grado considerable,
la restauración del paganismo. Cuando miramos los poetas y
retóricos, casi nos parecen resucitados los dioses de la antigua
mitología ; mientras que en el concepto de los hombres reflexivos,
Platón y Plotino parecía que habían venido á sustituir á Pablo
é Isaías. Si en la escuela florentina de platonistas, bajo la direc-
ción de Marsilio Ficino, puede notarse un temperamento más
crédulo, aun éstos sin embargo, mezclaron con las creencias cris-
tianas, ideas tomadas de su favorita filosofía. No queremos decir
con esto que la religión fué suplantada por el humanismo. El
espíritu religioso había ya desaparecido en gran parte en tiempos
anteriores,
y el humanismo no hizo más que ocupar el terreno
abandonado. Bajo la influencia de la escuela clásica, dice Guizot,
la Iglesia en Italia se entregó á todos los placeres de una civiliza-
ción indolente, elegante y licenciosa ; al gusto por las letras, las
artes y los goces sociales y físicos. Estudiad el modo de vivir de
los hombres que hicieron el principal papel político y literario en
ese entonces, el cardenal Bembo, por ejemplo, y quedaréis sorprendí
dos al ver la mezcla que muestra de afeminación lujuriosa y cultura
intelectual de costumbres enervadas y vigor mental. Al mirar
;

ese período, y cuando examinamos el estado que guardaban las


100 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

opiniones y las relaciones sociales, podemos imaginar que estamo*


viviendo entre los franceses del siglo XVIII. Había entonces,
en efecto, mismo entusiasmo por el progreso intelectual y la
el

adquisición de nuevas ideas el mismo gusto por una vida cómoda


;

y agradable; la misma sensualidad é igual lujo; la misma falta


de energía política y de principios morales, unido todo á una
singular sinceridad y actividad mental. Los literatos del siglo
XV, ocuparon la misma posición con respecto á los prelados de
la Iglesia, quehombres de letras y los filósofos del siglo XVIII
los

con respecto á Tenían las mismas creencias y hábitos


los nobles.

semejantes, viviendo juntos de una manera agradable y sin preocu-


parse con respecto á las tempestades que iban formándose á su
rededor. Los prelados del siglo XV
y el cardenal Bembo entre
ellos,no preveían á Lutero y Calvino, más de lo que los cortesanos
de Luís XIV, previeron la Revolución francesa. La analogía
entre uno y otro caso, es admirable é instructiva.
Ese espíritu medio pagano no se limitó á la bella literatura;
entró también en la esfera de la política y la moral práctica, y en
"
este departamento halló una expresión sistemática en " El Príncipe
de Maquiavelo. Esta obra que no tenía por objeto ofrecerse ni
como sátira ni como una exposición del modo real de intrigar, que
pudiera servir de amonestación al pueblo, sino el de ser un código
serio de máximas políticas, desafía los principios de la moralidad
cristiana. La única defensa que de ella puede ofrecerse, es que
no hace más que reflejar la práctica de esa época, y la conducta
que acostumbraban observar los gobernantes, en la cual la traición

y el engaño se consideraban cosas meritorias. Maquiavelo fué


patriota y republicano de corazón, pero parece haber concluido
que no había esperanza para Italia fuera de un déspota, y que
todos los medios necesarios ó ventajosos para conseguir un fin,

pueden justificarse. Fué y tenido en estimación por


sostenido
León Xy Clemente VII, y dedicó su vicioso tratado al joven
Lorenzo de Médicis. La condición política de Italia favoreció
el desarrollo de una opinión pública según la cual los vicios reco-

mendados en "El Príncipe," no solamente no se desaprobaron,


sino se tuvieron como cualidades loables en un hombre de
estado.
En Alemania, por el contrario, desde un principio fueron em-
prendidos los nuevos estudios en un espíritu religioso. Se en-
cendió el deseo de examinar los escritos de los Padres, y de estu-
diar concienzudamente las Escrituras. Reuchlin, reconocido como
CAUSAS Y PRESAGIOS DE LA REFORMA. 101

el maestro de los humanistas alemanes, consideraba como su mayor

obra y monumento más duradero, su gramática hebrea. Su con-


flicto con los monjes fué un acto decisivo en el combate librado

entre la era nueva y la antigua. Reuchlin había estudiado el


griego en París y en Basilea había dado cátedra en varias
;

escuelas y universidades; había sido empleado en puestos impor-


tantes por los príncipes; había visitado á Roma como encargado
de negocios oficiales en Florencia había asociádose con Policiano,
;

Pico de Mirándola y Marsilio Ficino se había dedicado con


;

entusiasmo al estudio del hebreo, no solamente por ser el idioma


de las Escrituras, sino también porque creyó hallar en la Kabbala,
la corroboración é ilustración de las doctrinas cristianas. En
todas partes cobró fama de erudito. Los dominicos de Colonia,
encabezados por Hoogstraten, prior ignorante, disgustados con
Reuchlin por haberse rehusado éste á apoyarlos en su proyecto
de acabar con el judaismo quemando toda la literatura hebrea,
con excepción del Antiguo Testamento, proyecto al cual habían
sido incitados por Pfefierkorm, judío convertido, hicieron un
esfuerzo malicioso y resuelto con el fin de conseguir que fuese
convicto de herejía, ó compelerle á retractar sus opiniones publi-
cadas. Hallando que las palabras suaves y las concesiones razona-
blesno le valían, entró en el conflicto con toda seriedad, y contando
con el apoyo del partido entero de los humanistas que se reunieron
para la defensa de su jefe, obtuvo al fin el triunfo, aunque á costa
de muchas ansiedades y peligros. Por esa lucha se volteó la
balanza en contra de los adversarios de la literatura y los sabios
;

vencieron á los monjes. En ese conflicto, Reuchlin fué auxiliado


eficazmente por Francisco de Sickiugen y Ulrico de Hutten, ambos
bien dispuestos si hubiera sido menester, á emplear armas ma-

teriales contra los hostiles eclesiásticos. Se efectuó una alianza


entre los guerreros y los iniciadores de la nueva erudición. Las
" Epístolas de Varones Oscuros," compuestas por Hutton y otros,
son una sátira picante sobre la ignorancia, fanatismo é intolerancia
de Hoogstraten y de los monjes. Los aplausos con que fué salu-
dada la aparición de esas cartas, en las cuales se puso á los monjes
en un ridículo espantoso, fueron una señal significativa del pro-
greso que hacía la inteligencia (1516).
Los humanistas fueron adquiriendo influencia en las universi-
dades muy poco á poco. Estos establecimientos habían sido fun-
dados en Alemania conforme al modelo de París. La cátedra de
teología era la principal, y la filosofía escolástica fué entronizada
102 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

también en sus aulas. Especialmente París y Colonia fueron laa


fortalezas de la teología tradicional. Los humanistas alcanzaron
al fin que sus estudios fuesen admitidos en Heidelberg, Tübingen
y otros varios lugares. En 1502, el elector Federico de Sajonia
organizó una universidad en "Wittenberg. Esa nueva institución
que eligió á San Agustín como su santo patrono, fué favorable
desde un principio á los estudios bíblicos, é hizo una recepción
hospitalaria á los maestros de la erudición clásica. Allí tendría
que estar el hogar de la Reforma.
En otros países iba avanzando también la causa de la ilustración,
trayendo consigo una liberalidad más amplia y las tendencias hacia
la reforma en la religión. En 1498, Colet, hijo de un rico comer-
ciante de Londres que había sido Lord Mayor de la ciudad, de
regreso de sus estudios en Italia, se ocupó en exponer las epísto-
las griegas de Pablo, en Oxford, deleitando á todos los que aspira-
ban á la "
nueva erudición," y disgustando y alarmando á los adic-
tos á la teología escolástica. Se le juntó Erasmo, entonces de teinta
años, la misma edad de Colet, no muy conocido todavía, pero lleno
de ardor en su busca do conocimientos, y complacido con estrechar
los vínculos de amistad y comunión con el estudiante inglés que, si
era menos brillante y versátil, tenía en cambio más fervor. A
ellos se unió un joven, Tomás More, destinado á la abogacía, pero

cuyo amor á la ciencia y simpatías por el espíritu avanzado de su


época, le indujeron á relacionarse íntimamente con los dos hombres
Colet, More y Erasmo siguieron como
1
doctos ya mencionados.
amigos y colaboradores en la causa común, hasta el fin. Colet
llegó á ser Dean de la iglesia de San Pablo, y fundó á sus expen-
sas la escuela de San Pablo, ejerciendo con intrepidez aunque con
dulzura su influencia, no solamente en favor de los estudios clásicos

y bíblicos, sino también, aunque con algún peligro personal, en


contra de la superstición y en pro de las opiniones ilustradas-en
lo relativo á la religión. More hizo lo mismo, y en su " Utopia"
escribió un capítulo referente á las religiones de ese estado imagi-
nario en que representa á individuos del pueblo discutiendo entre
ellos " si uno á quien hubieran elegido para sacerdote, no sería
capaz de ejercer todas las atribuciones correspondientes á ese
carácter, aunque no tuviera ninguna autoridad derivada del papa."

1
Oxford, como en París y otros lugares, los adversarios de la " nueva
En
erudición " se unieron en su hostilidad al estudio del griego. Su actitud nos
hace recordar la antipatía al mismo estudio mostrada por los conservadores
entie los antiguos romanos durante la juventud de Cicerón.
CAUSAS Y PEESAGIOS DE LA REFORMA. 103

Los utopianos tenían una ley antigua que prohibía el que alguien
fuese castigado á causa de su religión, previniendo que los con-
versos á cualquiera fe se hiciesen sólo " por medios amistosos y
moderados sin recurrir á reproches ó violencias." Se confesaban
con los jefes de familias, en vez de hacerlo con los sacerdotes. Su
¿ulto se celebraba en templos en q je no había imágenes, y donde
las formas de la devoción se arreglaban con tanto cuidado, que en

su práctica no se ofendiesen los sentimientos de ninguna clase de


adoradores sinceros. En esta obra así como en los sermones de
Colet, aun aquellos que- se predicaron delante de Enrique VIII, se
hacía una clara exposición de la barbarie é impolítica de la guerra.
En lo referente á lo que llamamos ciencia política y social, apare-
cen en las enseñanzas de Colet y de More, y de su aun más famoso
compañero, un espíritu humano y una hostilidad á la tiranía y
á una legislación opresiva, que á
la vez que están en consonancia
con el espíritu del evangelio, son superiores á las prácticas de su
tiempo.
El principal representante del humanismo, y el que puede
llamarse la encarnación de su genio, era Erasmo. La preeminencia
que consiguió como literato, no ha sido igualada por otro ninguno,
con excepción de Voltaire que se le asemejó en la deferencia que
con él tuvieron los de alta categoría social. Cada uno fué un
ingenio y un iconoclasta según su modo, pero en otros respectos
sus caracteres eran enteramente desiguales. La fama de Erasmo
dependió en parte del uso universal que se hacía del latín como
el idioma de la gente ilustrada, cosa que quizá se comprueba por
su falta de conocimientos del italiano y del inglés, no obstante
haber residido en y vivido mucho tiempo en Inglaterra.
Italia
Tanto por la tendencia irresistible de su mente, como por la
asiduidad de su cultura, Erasmo se hizo literato. Tenía que serlo
aunque para ello le faltaban algunas cualidades. Sus conoci-
mientos del griego eran inferiores á los de su contemporáneo y
rival, Budeo no se esforzó en dar á su estilo un pulido clásico,
;

y se reía de los pedantes imitadores de Cicerón que evitaban toda


fraseología cuya sanción no pudiera encontrarse en la mejor
autoridad antigua, y aun todas las palabras que no se hallasen
en su autor favorito. Escribió de priesa: "Precipito," dijo, " más
bien que compongo." Sin embargo, el ingenio, sabiduría y variada
erudición que derramó de su clara inteligencia, le hicieron con
justicia el más popular de Se sentó sobre un trono,
los escritores.

siendo objeto de admiración y de envidia. Por medio de sua


104 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

multiformes publicaciones y su extensa correspondencia con per-


sonas eminentes entre las que se contaban eclesiásticos, estadistas

y literatos, su influencia se difundió por toda la Europa. Durante


toda la primera parte de su carrera, Erasmo tuvo que luchar con
la falta de recursos pecuniarios. Su salud no era muy robusta,
y creía que no le sería posibfe vivir con poco. La necesidad en
que estaba de protección, y las pensiones que se le daban, fueron
para él una especie de cadenas hasta fines de su vida, y sin embargo,
siempre amó la independencia, prefería á menudo recibir las aten-
ciones de los grandes desde lejos, y escogió' como lugar de su resi-
dencia la ciudad de Basilea donde se veía libre de la tiranía tanto
civil como Erasmo con sus escritos y toda su influen-
eclesiástica.

enemigo de la superstición. En sus primeros


cia personal, se hizo
años, había vístose compelido á experimentar la vida monástica,

y el odio natural que por ella sentía, se hizo más intenso por ese
amargo recuerdo, y las molestias que tuvo, después que se había

hecho famoso, para librarse de la servidumbre á que sus antiguos


compañeros querían llamarle otra vez. Hizo en verdad una
guerra tan larga como su vida, contra los monjes, sus ideas y
sus prácticas. Su " Elogio de la Insensatez," y en particular
los " Coloquios," en los cuales trató de la holganza, ignorancia,
lujuria y austeridad artificial é inútil de los " religiosos," en un
estilo muy ameno, fueron leídos con grande contento por todos los
que simpatizaban con los nuevos estudios, y por millares que no
calculaban que el efecto de esa sátira tendría que ser la diminu-

ción de la reverencia del pueblo por la Iglesia. El " Elogio de la

Insensatez" fúe escrito en 1510 ó 1511, en la casa de More, para


entretenimiento de su huésped y de unos cuantos amigos. La
insensatez se personifica como hablando con sus compañeras acerca
de los asuntos de la humanidad. Todas las clases se ridiculizan

á su vez gramáticos y los pedagogos envueltos en la fétida


; los

atmósfera de su escuela gritando á los niños y golpeándolos los ;

teólogos escolásticos, disputando acerca de cuestiones frivolas é


insolubles, y hablando de una manera insustancial respecto de
la constitución física del mundo, como si hubieran descendido

de un concilio de dioses, " divertiéndose grandemente la naturaleza


"
con ellos y sus conjeturas ;" los monjes, " esa nueva raza de judíos
que se sorprenden al encontrarse al fin entre las cabras á la izquier-
da del Juez, siendo tratados peor que los marineros y carreteros ; los

reyes que se olvidaban de sus responsabilidades, robaban á sus


eúbditos y pensaban solamente en sus propios placeres, como la
;

CAUSAS Y PRESAGIOS DE LA REFORMA. 105

caza y los buenos caballos los papas que, aunque hombres viejos
;

"
y enfermos, empuñan la espada trastornan la ley, la religión, la
paz y todos los negocios humanos:'* tales son algunas de las
divisiones de la humanidad que se sacan á la palestra del ridículo.
En ese tiempo ocupaba Julio II la sede papal, y todos los lectores
de Erasmo deben reconocer el retrato que éste hizo del viejo pontí-
fice guerrero. Erasmo no trató con escrúpulos las leyendas de
los santos que prestaban tan buen blanco á las saetas del ridículo

y con sus observaciones relativas á las marcas de San Francisco,


ofendió á la orden de la cual éste fué fundador y era casi adorado.
el

Cuando le pidió el cardenal que escribiese la vida de los santos,


rogó que se le excusara, dando por razón que sus vidas estaban
demasiado llenas de fábulas. Sus expresiones sobre el mal gobierno
de la Iglesia y las extorsiones y vicios del clero, del papa abajo,
no eran menos mordaces y efectivas por estar formuladas en un
estilo gracioso. En verdad, según ha dicho Coleridge, es un mérito
de los chistes de Erasmo el que todos puedan traducirse en argu-
mentos. Existía lo que él llamaba " un reino farisaico," y dijo
que nunca escribiría nada que proporcionara auxilio y consuelo
á sus defensores. En su mente hizo una distinción entre la Iglesia
y la " secta papista," nombre con que designó aun en una carta
dirigida á Melancthon, á los que sostenían los abusos y las tiranías
eclesiásticas. Había en su juicio, dos males que debían cortarse
de raíz para que la Iglesia pudiera tener paz. Uno de éstos era
el odio que inspiraba la corte de Roma con motivo de su avaricia
y crueldad intolerables, y el otro, el yugo formado por las institu-
ciones humanas que robaban al pueblo su libertad religiosa.
Querría haber hecho muy corto el credo, limitándolo á unas
cuantas " verdades sencillas contenidas en las Escrituras," dejando
todo lo demás al juicio del individuo. Creía que debían referirse
muchas cosas no " al próximo concilio general," conforme al grito
popular, siuo al tiempo en que veremos á Dios cara á cara. De-
bido en parte á la benignidad natural de su temperamento ; en
parte á su cultura liberal y todavía más á su aprecio personal
;

de las dificultades é incertidumbres de las doctrinas religiosas,


sobrepujó á casi todos los demás hombres eminentes de su época
en su amor á la libertad religiosa. Tenía la conciencia de que
sin una considerable tolerancia por parte de los gobernantes de la
Iglesia y del Estado, le iría muy mal á él mismo. Tuvo, en efectc^
que defenderse constantemente contra los cargos de herejía. Había
dicho un sin númerc dt cosas que podían servir de acusaciones
106 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

contra él. Sus enemigos eran numerosos y vengativos, y aunqua


en combate literario él fuera superior á todos ellos, sin embargo,
el

sintió sus ataques, y se quejó de que el español Stúnica había


presentado á León X un libelo contra él, el cual contenía sesenta
mil herejías extractadas de sus escritos. A pesar de todas sus
negaciones y profesiones, quedó en el ánimo de los defensores
ardientes del sistema de la edad media, un sentimiento instintivo
de queél sería un enemigo temible, y de que su influencia por el

grado que alcanzaba, no podría menos que causarles su propia


derrota. En ese sentimiento, sea cual haya sido la verdad en lo
relativo á los cargos específicos que se le hacían, se tenía plena
justificación. Sin embargo, puede dudarse de si la condenación
de sus " Coloquios " por la universidad de París, y otros procedi-
mientos semejantes que emanaron del partido de los monjes, no
contribuyeron á dar mayor extensión á sus ideas.
Erasmo efectuó también una obra positiva cuya solidez y valor
sería difícil estimar en todo lo que merecía. Por medio de sus
ediciones de Cipriano y Jerónimo, y sus traducciones extractadas
de Orígenes, Atanasio y Crisóstomo, abrió el camino al conoci-
miento de la antigüedad cristiana, y dió acceso á sus coetáneos
á una teología más pura y bíblica. Su edición del Nuevo Testa-
mento las paráfrasis que de él hizo y que en un tiempo fueron
;

señaladas para lectura en las iglesias de Inglaterra ; sus comenta-


rios su tratado sobre la predicación, y otras varias obras, promo-
;

vieron los conocimientos cristianos en un grado notable. En sus


escritos de esta clase, así como en sus opiniones ilustradas acerca
de la doctrina y la naturaleza de la vida cristiana, exponía quejas
sinceras contra la multitud de las ordenanzas eclesiásticas inventa-
das para la opresión de los pobres y el enriquecimiento del clero.

Deseaba la ilustración de los seglares procurando que aun la mujer


más humilde fuera capaz de leer los Evangelios. Las costumbres
y ritos judaisantes de que la Iglesia se había recargado, se señalan
en sus comentarios sobre las Escrituras. En estas publicaciones
que debido al arte de la imprenta se esparcieron en multiplicadas
ediciones sobre la Europa, reaparecieron los grandes luminares
de la edad patrística y los mismos apóstoles para destruir el reino

de la superstición. Nunca ha habido una asociación entre un


autor y un impresor más ventajosa para ambos ó más fructífera
para el público, que la formada entre Erasmo, y Froben de Basilea.
En vista de toda la carrera y las varias producciones del jefe de
loe humanistas, no se le hace un elogio exagerado al decir que
:

CAUSAS Y PRESAGIOS DE LA REFORMA. 107

él fué "la encarnación viva de casi todo aquello que, debido al

renacimiento del estudio concebido y


de los antiguos, había
alcanzado la mente de las naciones occidentales durante más de
cien años. No solamente el conocimiento de los idiomas no sólo ;

y del gusto sino además de esto, la inteligencia


el cultivo del estilo ;

había recibido una forma más libre, y alcanzado un tacto más fino.
En este sentido comprensivo, se puede decir que Erasmo fué el
hombre más cultivado de su tiempo."
Algunos de los puntos principales de que se ha tratado en este
capítulo y en el anterior acerca de las causas que hicieron llano
el camino para la Reforma, pueden resumirse brevemente de la

siguiente manera:
Entre los prominentes caracteres distintivos de la edad media,
había: la subordinación de la sociedad civil á la eclesiástica, es
decir, del Estado á la vasta comunidad teocrática cuyo centro
estaba en Roma ; el gobierno de la Iglesia por el clero ; la unión
de los pueblos bajo una ley eclesiástica común ; un ritual latino
uniforme, y una actividad intelectual amoldada por el clero y
sometida al sistema prevaleciente religioso y eclesiástico.
Entre los síntomas del advenimiento de un nuevo orden de
cosas, había
1. El espíritu seglar; el despertamiento de la conciencia de

que existían derechos é intereses propios de la sociedad civil el ;

desarrollo en los pueblos de un cuerpo de ciudadanos valientes


para arrostrar la autoridad clerical, y con un entendimiento
práctico hecho más agudo y vigoroso por la diversidad de indus-
trias y por el comercio un espíritu seglar que se manifestaba
;

aun entre la clase baja, en sátiras dirigidas contra los vicios del
clero ; cosas todas que dieron á la vez origen á un sentimiento
más intenso de patriotismo, á una nueva idea del vínculo nacional,
y á un nuevo vigor en las Iglesias nacionales.

2. Una oposición religiosa consciente ó inconsciente, al sistema


establecido ;
oposición que apareció en sectas tales como los
waldenses que citaban la Biblia como medio para corregir las
enseñanzas, censurar á los funcionarios, ó reformar la organización
de la Iglesia ; ó los místicos que consideraban la religión como una
vida interior, una relación inmediata entre individuo y Dios, y el

predicaban con fervor al pueblo en su propio idioma.


Un movimiento literario y científico que siguió y reemplazó
3.

elmétodo de cultura característico de la edad media: movimienlo


que extendió más el campo, y multiplicó los asuntos del pensa-
108 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

miento y la investigación, y que derivó nutrimento é inspiraciótt


de las obras maestras de la sabiduría, elocuencia y arte antiguas.
Estas tres especies de antagonismo latente ó abierto que existían
en de la edad media,
el espíritu se mezclaban á menudo una con
otra. El mismo individuo podía ser á la vez místico
y humanista.
El espíritu seglar en el tipo más elevado de su manifestación, au-
mentaba su fuerza con la nueva cultura. Los ataques satíricos
contra las ceremonias absurdas; contra las locuras y pecados de
losmonjes y sacerdotes, tenían un filo más agudo, así como también
producían un efecto más serio, cuando emanaban de doctos famitíarv
jtados con Plauto y Juvenal.
CAPITULO IV.

LUTERO Y LA REFORMA EN ALEMANIA HASTA LA DIETA


DE AUGSBURGO, 1530.
Alemania juntamente con los Países Bajos y la Suiza, formó
el centro, el teatro principal de la Reforma. Hay algo de verdad
en la pretensión de los alemanes de que ellos poseen como raza,
la cualidad natural de un sentido interior ó de espiritualidad en
la significación más lata de este término. Este rasgo explica en
gran parte el recibimiento hospitalario que las tribus germánicas
1
hicieron al cristianismo, y la docilidad con que lo abrazaron.
Hallaron en esta religión un espíritu congenial. El espíritu de
independencia que anima á los alemanes ó su amor á la libertad
personal, es otra manifestación del mismo hábito mental. Alema-
nia comenzó su existencia como nación autónoma, debido al buen
éxito que alcanzó en su oposición á los esfuerzos del clero para
disponer de la herencia de Carlomagno. Los alemanes no con-
sintieron en que su monarquía se convirtiese en un estado ecle-
siástico. En el campo de Fontenay las fuerzas de los francos se
dividieron en dos partidos antagonistas, compuesto el uno especial-
mente del elemento teutónico que defendía la ley tradicional
alemana según la cual debía regularse la sucesión, el otro del
elemento romano que gozaba del apoyo de los eclesiásticos. El
misticismo, resultado del anhelo que había por una religión menos
ostentosa y más llena de corazón, tenía como acabamos de ver, su
asiento en Alemania, en la última parte de lá edad media. El
triunfo del papado fué debido á la división entre el emperador
y sus grandes vasallos, y no á una afición profunda á una supre-
macía extranjera y eclesiástica. Natural era que la Reformación

1
Tácito en la " Germania," caps, ix y x, dice de los antiguos alemanes que
ellos consideraban indigno encerrar á los dioses dentro de paredes, 6 repre-
sentarlos con imágenes; y que los jefes de familia ejercían las funciones
sacerdotales. Grimm halla en estos rasgos el germen completo del protestan-
tismo. Los sajones se opusieron á la introducción del evangelio, porque era la
religión de sus conquistadores y éstos quisieron compelerlos á aceptarlo.
109
110 HISi'ORIA DE LA REFORMACIÓN.

que tomó la forma de una insurrección contra la usurpación


clerical y en favor de un más interno y espiritual, comenzara
culto
en Alemania. Un filósofo alemán ha extendídose con elocuencia
sobre el hecho de que mientras que lo demás del mundo se había
ido á la América y á las Indias, en busca de riquezas y con el fin
de fundar un imperio terrestre extenso en términos que el sol
nunca sobre él se pusiera, un simple monje, apartando la vista
de las cosas sensibles y las formas vacías, hallaba á Aquel á quien
los discípulos buscaron una vez en el sepulcro tallado en la roca.
Hegel atribuye el principio y el buen éxito de la Reforma á ese
:<
antiguo sentido interno conservado constantemente por el pueblo
alemán," en consecuencia del cual no se satisfacen con acercarse
á Dios por medio de otro, ó con hacer de la religión una cosa
exterior é independiente de ellos mismos, compuesta sólo de sacra-
mentos, ceremonias y espectáculos que halagan los sentidos y que
imponen. Un historiador alemán ha hecho sustancialmente el
mismo aserto respecto del genio del pueblo germánico: "Un
rasgo especial que ha caracterizado siempre á la raza teutónica,
es su sentido profundo del elemento religioso, arraigado en lo más
recóndito de su alma; la prontitud con que son impelidos por
los conflictos discordantes del mundo exterior y lo estéril de las

ordenanzas humanas, á buscar y hallar á Dios en lo más íntimo


de su propio corazón, y á experimentar que se origina una vida
oculta en Dios, muy distinta de la que se basa en los estériles

conceptos del intelecto abstracto que dejan al corazón frío y


muerto, no siendo sino un mecanismo que convierte la religión
en una serie de ceremonias exteriores."
Sin disputa alguna Lutero fué el héroe de la Keforma. Sin
él y su influencia poderosa, otros movimientos reformatorios, aun
aquellos que tuvieron un origen independiente, como el de Zwingli,
habrían quizá fracasado. Hasta donde podemos juzgar, no habrían
producido ninguna conmoción bastante extensa, ni conducido á
resultados permanentes. Se ha dicho con verdad de Lutero, que
" toda su vida y carácter, su corazón y alma y mente, se identifican
v unifican con su grande obra de una manera muy distinta de lo
que vemos en otros hombres. Melancthon, por ejemplo, puede
concebirse muy bien aislado de la Reformación, como teólogo
eminente de otra época de la Iglesia, amigo de Agustín ó compa-
ñero de Fenelón. Aun á Calvino mismo puede separársele en
el pensamiento, de la edad de la Reforma, y colocársele entre

los escolásticos, ó en el concilio de Hildebrando ó de Inocencio,


LUTERO Y LA REFORMA EN ALEMANIA. 111

f¡ en sínodo de Dort, ó entre los capitanes de Cronrwell."


el
" ^ro Lutero aislado de la Reformación, cesaría de ser Lutero."
Nació éste en 1483, tiempo en que Colón estaba trabajando por
conseguir los medios para efectuar ¿se viaje cuyo resultado sería
el descubrimiento del nuevo mundo. Es una coincidencia histórica
notable que se ha señalado más de una vez, el que la reforma de
la religión cristiana haya sido efectuada al mismo tiempo que el

descubrimiento de nuevas regiones del globo á las cuales sería


llevado el cristianismo. La familia de Lutero, antes de que él

naciera, había trasladádose de Móhra á Eisleben, aldea situada


en el bosque de Turingia, cerca del lugar donde Bonifacio, el

apóstol de Alemania, había predicado el evangelio por primera


vez.
" Soy hijo de aldeano," dice, " mi padre, mi abuelo y mi bisabuelo

eran verdaderos aldeanos " (rechte bauern.) Su educación doméstica


le fué procurada con empeño, pero fué ruda y austera. Fué casti-

gado severamente aun por las faltas más ligeras que cometía, tanto
en su casa como por sus maestros. En la escuela fué castigado
un día, quince veces en la misma mañana, á causa de infracciones
triviales ó imaginarias del reglamento. Habiendo pasado un año
en la escuela de Magdeburgo, fué enviado á la escuela franciscana
de Eisenach, donde cantaba en frente de las puertas de los princi-
pales vecinos, según la antigua costumbre alemana, para ganar
su sostén. Destinado á la jurisprudencia, estudió en la universidad
de Erfurt, la lógica nominalista y los clásicos, y empezó el estudio
de Aristóteles. Tenía la edad de veinte años y había recibido
ya el grado de bachiller, cuando sucedió que un día examinando
los libros de la biblioteca de Erfurt, encontró por casualidad un
ejemplar de la Biblia en latín. Fué la primera vez que tenía
el volumen sagrado en sus manos. 1 Lleno de sorpresa al ver la
riqueza de su contenido en comparación con los trozos extracta-
dos que había oído en el culto de la Iglesia, la leyó con avidez y
extraordinario gozo. Esa hora formó una época en su existencia.
Las profundas ansiedades religiosas que le habían atormentado
desde su niñez, le indujeron dos años después, contra la voluntad
de su padre, á abandonar la carrera del foro para entrar en un
convento de agustinos, donde se hizo monje y sacerdote. Es digno
de mención que los únicos libros que llevó consigo al convento,

1
El fidedigno crónico Síathesius cita su propia experiencia en prueba de lo
defectuoso de la instrucción religiosa dada it la juventud en su época, por la
Iglesia romana.
112 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

fueron Plauto y Virgilio. Allí permaneció hasta que fué llamado


á la universidad de Wittenbeig nuevamente fundada. El elector
de Sajonia había establecido esta universidad dando á sus profe-
sores el encargo de la iglesia principal y el derecho de disfrutar sus
réditos; siendo su idea no solamente organizar un instituto para
la enseñanza, sino reunir un cuerpo de hombres doctos á quienes
poder ocurrir según la costumbre de ese entonces, para la resolu-
ción de las cuestiones difíciles y dudosas. En ese lugar, en palabras
citadas de otro, encontramos al hijo del pobre minero, " hecho un
doctor erudito y deleitándose en las Escrituras bien versado en ;

Agustín, Aquino, Occam y Gerson conocedor á fondo de todas;

las sutiles controversias teológicas y filosóficas de ese tiempo, por


lo cual era ya mencionado de una manera honrosa en círculos más
extensos, como un pensador bueno y perito, y acometador victo-
rioso contra la supremacía de Aristóteles tomando un vivo interés ;

en los esfuerzos hechos por los humanistas contra el antiguo barba-


rigmo ; estimado por los más célebres campeones de la libertad de
la ciencia, y exaltado por la aprobación de sus colegas y de los

estudiantes que se congregaban para asistir á sus conferencias:


en una palabra, iba avanzando con pasos rápidos á los más altos

honores de la nombradía literaria." Este es el puesto que ocupaba


Lutero, cuando tuvo verificativo el acontecimiento que dió carácter
á toda su carrera subsiguiente.
En punto debemos detenernos para considerar la experiencia
este
religiosade Lutero, pues que cualquiera que desee explorar las
causas de la historia, debe penetrar más allá de la mera superficie
de los sucesos, hasta llegar á la vida espiritual de los hombres.
El primer concepto que Lutero se formó del cristianismo, puede
ser condensado en una sola expresión había mirado á Cristo como
:

un un segundo Moisés, con la sola diferencia de que


legislador,
era un legislador más riguroso. "A todos se nos ha enseñado,''
dice en sus Pláticas en la Mesa, " que debemos hacer satisfacción
de nuestros pecados, y que Cristo nos pediría cuenta en el último
día, de la historia del modo con que hubiéramos expiado nuestras
culpas, y de cuántas buenas obras habíamos hecho." Melancthon
dice que el motivo que le indujo á la adopción de la vida monástica,
fué el siguiente " A
menudo cuando pensaba en la ira de Dios
:

ó en los admirables ejemplos del castigo divino, se apoderaba de


él un terror tan violento que casi perdía la vida." Cuando celebró
6U primera misa y empezó á recitar las palabras, "Traigo esta

oferta á tí, el Dios eterno y viviente," con dificultad pudo abstenerse


LUTERO Y LA REFORMA EX ALEMANIA. 113

de huir del altar lleno de temor y sin aliento. " Tenía yo," confiesa
el mismo Lutero, " un espíritu quebrantado, estaba siempre triste."

"Cansé mi cuerpo á fuerza de vigilias y de ayunos, y esperaba de


esa manera satisfacer la ley y librar mi conciencia de los remordi-
mientos de la culpa." " Si no hubiera fortalecídome con el consuelo

que hallaba en el evangelio, no habría podido vivir dos años más."


Este consuelo lo empezó á recibir por medio de un monje anciano
que le hizo fijarse en la sentencia que se halla en el credo apostó-
lico, " creo en el perdón de los pecados," y de un pasaje de San

Bernardo en que se hacía referencia á la doctrina de Pablo de que


" el hombre se justifica por la fe." Aun más fué ayudado por los
juiciosos consejos de Juan Staupitz, el erudito y piadoso vicario
general de su orden, cuyas palabras, según dijo Lutero después,
le penetraron como la saeta puntiaguda de un hombre fuerte."

Estudiaba á Agustín y á Tauler, y vió señas de la doctrina


evangélica en sus obras. 1 Especialmente se dedicó al estudio de
los profetas y Apenas hubo comenzado á dar á sus
apóstoles.
discípulos la exposición de la Epístola á los Romanos, cuando su
mirada se fijó en la cita tomada del profeta " el justo por la fe :

vivirá." Estas palabras nunca cesaron de resonar en su oído. En-


viado á Roma por su convento para desempeñar allí una comisión
(1510), anduvo lleno de fervor piadoso de iglesia en iglesia; pero
esas palabras del apóstol Pablo, "el justo por la fe vivirá," se
gravaban más y más en su pensamiento. Durante su lento viaje
hacia su país, ponderaba estas palabras. Al fin se le reveló su
pleno significado. " Por el evangelio se revela esa justicia que

vale ante Dios, por la cual, según su libre gracia y compasión,


nos justifica por la fe." " Luego sentí," dice, " que había yo
nacido de nuevo y entrado por las puertas abiertas en el mismo
paraíso. Ese pasaje se hizo en verdad para mí, la puerta del
paraíso."Vió que Cristo no había venido como legislador, sino
como Salvador que el amor, y no la ira ni la
;
justicia, fué el
motivo de su misión y de su obra que el perdón de los pecados
;

por El es un libre don que la relación entre El y el alma, y


;

por su medio entre el alma y el Padre, relación que se expresa


por el término "fe," y que es el acto responsivo del alma á la
misericordia divina, es todo lo que se exigí',. Este método de

1
En 1516, Lutero recomendó la lectura de las obras de Tauler á su amigo
"Ni en el latín ni en nuestro propio
Spalatin con las siguientes palabras:
idioma be encontrado jamás una teología más sana ó más conforme con el
evangelio."
6
114 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

reconciliación excluye las obras arregladas á la ley. Las buena*


obras no son sino el fruto de la fe, un producto espontáneo y
necesario. De este modo halló la clave para el entendimiento de
la Biblia. Juan era su evangelista favorito, pero en todos los
demás halló la misma doctrina. Y en los escritos de Pablo cuyo
desarrollo religioso era tan parecido al suyo propio, halló una
protesta contra la teología judaisante y un aserto de la salvación
por la fe, en oposición al sistema legal, lo cual le causó una satisfac-
ción intensa. Las epístolas á los Romanos y á los Gálatas eran
sus constantes compañeras ; á la segunda, la llamaba en estilo

jocoso, su esposa, su Katerina von Bora.


Las consecuencias lógicas de su nueva posición con relación
á ordenanzas y ceremonias de la Iglesia y al principio de la
las
autoridad eclesiástica, no se habían sugerido en los pensamientos
de Lutero. Sólo los acontecimientos providenciales y los reflejos
que ellos produjeron, llevaron el contenido latente de ese principio
á su conciencia propia. El primero de esos sucesos fué la aparición
de Tetzel, vendedor de indulgencias, en la vecindad de Wittenberg.
El perjuicio que resultaba de dicho tráfico, atrajo fuertemente la
atención de Lutero, al conocerlo por los hechos que le fueron
revelados en el confesonario. No pudo menos por eso, que pre-
dicar contra la venta, que escribir á los obispos oponiéndose á
ella, y que fijar al fin sus noventa y cinco tesis en la puerta de
la iglesia de Todos los Santos en Wittenberg (1517).
Las indulgencias en las épocas anteriores de la Iglesia, habían
servido para rebajar la severidad de la penitencia ó de la disciplina
impuesta por la Iglesia á los penitentes que habían sido culpables
de pecado mortal. La doctrina de la penitencia exigía que por
tales pecados se agregara una satisfacción á la contrición y la
confesión. Entonces fué introducida la práctica de conmutar las
penas temporales que se imponían. Cuando el cristianismo se
extendió entre las naciones septentrionales, se halló que las peni-
tencias canónicas eran inaplicables á su condición. La práctica
de aceptar la oferta de dinero en vez de las formas ordinarias de
la penitencia, armonizaba con los códigos penales que regían entre
los pueblos bárbaros. Al principio el sacerdote no había ejercido
otro oficio que el de intercesor. Gradualmente la simple función

de declarar que se concedía el perdóu divino al penitente, se


trasformó en la de un juez. Aquino hace del sacerdote el instru-
mento para conferir el perdón divino, el vehículo por el cual pasa
la gracia divina al penitente. Con los jubileos ó peregrinaciones
LUTERO Y LA REFORMA EN ALEMANIA. llí>

á Kjina, ordenadas por las papas, vinieron las indulgencias


plenarias, ó la remisión completa de todas las penas temporales,
es decir, de las penas todavía obligatorias de parte del penitente,
cuando éste daba cumplimiento á las condiciones prescritas. Las
penas remitidas podían extenderse hasta el purgatorio, pero la
indulgencia las borraba todas. En el siglo XIII, Alejandro de
Hales y Tomás de Aquino promulgaron la teoría de los méritos
supererogatorios, ó el tesoro de méritos donado á la Iglesia por
Cristo y los santos, del cual los gobernantes de la Iglesia podían
sacar lo que les parecía conveniente en beneficio de los menos
dignos y más necesitados. Esto era algo distinto de la potestad

de las llaves, esto es, del poder de absolver inherente sólo al


sacerdocio. Una vez remitido ó conmutado por la absolución
del sacerdote, el castigo eterno del pecado mortal, fué permitido
al papa ó sus agentes, conceder indulgencias para remitir también
las penas temporarias ó limitadas que todavía pesaban sobre la
cabeza del trasgresor. De esa manera las almas podían librarse
luego del fuego del purgatorio. El papa Sixto IV en 1477, había
declarado oficialmente que las almas ya en el purgatorio, podían
ser emancipadas per modum suffragii, es decir, que aquello que se
hace en beneficio de ellas, tiene virtud para efectuar su libramiento,
tan eficazmente como lo hace la oración de la cual todos se podían
valer. Sin embargo, el poder que pretendían tener sobre I03

muertos, no fué por esto disminuido en la práctica. La venta


de las indulgencias había crecido á causa de la ganancia que en
ella había. Erasmo decía :
" Por todas partes se vende la remisión
del tormento del purgatorio y no solamente se vende, sino se
;

1
compele á aceptarla á los que la rehusan." Según el proceder
de Tetzel y los demás emisarios comisionados para colectar fondos
destinados á la construcción de la iglesia de San Pedro, la indul-
gencia consistía en un simple contrato conforme al cual al pagar
una suma estipulada, el individuo recibía un pleno descargo de
todas las penas del pacado, ó conseguía librar á una alma de las
llamas del purgatorio. El perdón de los pecados se vendía en
he mercados por dinero. Contra ese tráfico lucrativo hizo Lutero
una solemne protesta. La doctrina de sus tesis, fué que el papa
n) podía absolver sino de los castigos que el mismo hubiera
impuesto, y que éstos no se extienden más allá de la muerte.
Agregó que el derecho de absolver, pertenece también á los obispos
1
El emperador Maximiliano se opuso al principio al tráfico de las indulgencias
y en seguida lo favoreció.
;

116 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

y y no solamente al papa; que la base de las indulgencias


pastores,
tieneque buscarse en la potestad de las llaves que la absolución ;

se debe á todos los penitentes que no es indispensable, y que es


;

de menos valor que las obras de piedad y de misericordia. Si el


papa puede librar á las almas del purgatorio, ¿ por qué no lo hace
así de una vez ? El tesoro de los méritos no se niega, pero el papa
es incapaz de dispensarlo más allá del punto basta donde disfruta
de las intercesiones de la Iglesia. El
y verdadero tesoro de
real
la Iglesia, afirma que es el Si el papa
evangelio de la gracia.
supiera la extorsión que se ejerce por los predicadores de las
indulgencias, preferiría ver reducida á cenizas la iglesia de San
Pedro, antes que edificarla con los huesos y la carne de los corde-
ros del rebaño. Las tesis atacaron la teoría de Tomás relativa á las
indulgencias ;
pero en su espíritu, sin saberlo el autor, constituían

un ataque más profundo.


Nadie puede tener razón para dudar que la conciencia de
Lutero no haya estado en la obra que había emprendido. Si
alguna vez ha habido un hombre animado por las convicciones
1
sencillas y profundas de su deber, ese fué Lutero. Los abusos
contra los cuales protestó, eran en su concepto tan inicuos y perju-
diciales, que no pudo callar. No tenía ninguna ambición que
satisfacer. Por lo que hace á su perspectiva mundanal, no tenía
nada que ganar si perseveraba, sino en apariencia, todo que perder.
No pensaba en librarse de su fidelidad á la Iglesia romana. En
tiempos posteriores, dijo acerca de estas tesis :
" Dejo á estas pro-

posiciones en su estado original, para que por ellas pueda verse


cuán débil era yo y en mi estado mental, cuán vacilante, cuando
;

me metí en este asunto." Era entonces monje y un sacerdote loco


dispuesto á asesinar á cualquiera persona que rehusara prestar su
obediencia al papa. 2 Había abrazado de todo corazón una verdad
que había visto las Escrituras, pero no podía prever
consignada en
adonde eso le llevaría. Era todavía hijo obediente de la Iglesia.
Sus tesis fueron proposiciones formuladas para su discusión, con-

1
Lutero hace mención de los motivos que le animaban en ese acto en ana
carta escrita en Febrero de 1520, al obispo de Merseburgo en que dhe que
habría obrado como un loco si hubiera hecho lo que hizo animado de móviles
mundanales. Y en una carta dirigida á Melancthon dice que se gloria de
haber trasmitido la Palabra de Dios sin ninguna adulteración hecha con el
deseo de conseguir la gloria ó la opulencia.
* En Mayo de 1518 en una carta dirigida á León X y referente á sus tesib,

dice, entre otras expresiones de lealtad espiritual " Reconozco la voz tuya
:

como la de Cristo mandando y hablando por conducto tuyo."


LUTERO Y LA REFORMA EN ALEMANIA. 117

cluyendo en ellas con la declaración sincera y solemne de que no


afirmaba nada, sino lo dejaba todo al juicio de la Iglesia: ¿Qué

baria en el caso de que la Iglesia se declarase en su contra y le

prohibiese que predicara lo que sabía era el evangelio? ¿Qué


partido tomaría cuando se le presentara la alternativa de abando-
nar lo que se revelaba en letras de luz en las páginas de las Escritu-

ras y tenía impreso en el alma, ó de renunciar una lealtad en que


babía crecido, y cuya obligación nunca había tenido ocasión do po-
ner en duda? Hé ahí una pregunta que no se le babía ocurrido.
Esta parte de la carrera de Lutero, es inteligible sólo cuando
recordamos que la incompatibilidad entre la opinión tradicional
relativa á la autoridad de la Iglesia y su interpretación del
evangelio, fué cosa que descubrió poco á poco, siendo compelido
á verla á causa del modo con que calificaron á su doctrina los
gobernantes eclesiásticos. Nada menos que su creencia viva é
intensa acerca de la naturaleza del evangelio, podría haber sido
suficiente para neutralizar y vencer al fin, la que primero le había
sido inculcada por sus superiores eclesiásticos. " Oh," exclama,
" ¡ con qué ansiedad y labor, con qué escrudiñamiento de las Escri-
turas, me he justificado ante mi conciencia en oponerme solo al
!"
papa
Las tesis tenían por objeto conducir á un fin inmediato y local,
pero fueron más allá, pues produjeron una conmoción por toda la

Alemania. Los antagonistas tanto religiosos como políticos del


tráfico de indulgencias, saludaron gozosos á un representante tan
hábil como cortés. Según dice Lutero, " Nadie quería poner el

cascabel al gato, porque los maestros de la herejía de la orden de


los predicadores dominicos, habían aterrorizado á todo el mundo
con sus hogueras." Reuchlin exclamó :
" Gracias á Dios que los

al fin un hombi'e que les dará tanto que hacer,


monjes han hallado
que con gusto me dejarán abandonar el mundo en paz en mi
'anciandad." Maximiliano no se contrarió al ver las tesis,
y
Erasmo se alegró de corazón al saber que entraba en la arena un
nuevo antagonista de la superstición. Y en breve salieron á la
palestra muchos opositores Silvestre : Prierias, mayordomo del
palacio de Roma, ofendido de que la orden de los dominicos fuese
impugnada por un hombre tan insignificante Tetzel mismo, cuyas ;

contra-tesis le valieron luego el doctorado y el doctor Juan Eck, ;

hábil disputador teológico, instruido y ambicioso, que aprovechó


una ocasión tan favorable para distinguirse mas Lutero no dejó
;

ú ninguno de ellos sin contestación. La apelación que ellos hacían


118 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

á la autoridad humana, le indujo á apoyarse más firmemente en


las Escrituras ; y la defensa que emprendieron de las detestables
prácticas que él había atacado, inflamó aun más su indignación
contra ellos. Entonces siguió su citación á Roma, la cual se modi-
ficó, (á petición de su noble protector Federico el Sabio, con quien
León X por razones políticas estaba ansioso de reconciliarse en
ese momento,) en una cita para comparecer en Augsburgo ante
el legado Cayetano, (1518.) Lutero halló que era "un completo
italiano y tomista " que no quiso permitir ninguna discusión, y
á cuya exigencia de que Lutero retractara sus opiniones, éste se
rehusó cortés pero resueltamente. " No me haré hereje," escribió
Lutero a Carlstadt, "negando la verdad por la cual me hice
cristiano antes moriré, seré quemado, seré desterrado, anatemati-
;

zado." Se alejó del cardenal á quien sus ojos negros y brillantes


eran poco agradables, y apeló del papa mal-informado, al mismo
mejor informado. Cuando se expidió en Roma una bula soste-

niendo la doctrina relativa á las indulgencias que Lutero había


impugnado, publicó una apelación del papa á un concilio general.
Todavía esperaba el reconocimiento de la verdad por parte de las
autoridades de la Iglesia. Miltitz, el segundo mensajero de la

corte papal, sajón de nacimiento, de carácter conciliador y que


abrigaba simpatías por Lutero á causa del disgusto con que veía
los abusos de los vendedores de indulgencias, procuró persuadirlo
de que se abstuviera de combatir más sobre tal asunto, si sus
opositores se callaban también. 1 Pero esa tregua se rompió
prontamente por el desafío de Eck, en que solicitó una discusión
pública sobre el y la gracia, asuntos sobre los cuales
libre albedrío
había disputado antes con Carlstadt, uno de los profesores teológi-
cos de Wittenberg y por el programa que Eck publicó, con grande
;

sorpresa de Lutero, vió éste que sus opiniones habían sido atacadas
directamente. En el carro abierto en que Lutero se dirigió á
Leipsig con el fin de presenciar las discusiones, se sentó á su lado
Felipe Melancthon, joven de veintidós años, de talentos precoces
y madura erudición, y á quien su tío abuelo Reuchlin, había
recomendado al elector como profesor de griego, y enviado á
"Wittenberg con un brillante augurio de la eminencia que le
esperaba.
1
A la edad de veinte años, sus facultades y su erudición

Lutero no creyó en la sinceridad de las férvidas expresiones usadas por


1

Miltitz. En una carta dirigida á Staupitz en 1519 habla de sus " italidades "
y simulaciones (" Italitates et simulationes.")
1 Reuchlin aplicó á Melancthon la promesa hecha á Abranam en Gen. xii.
;

LÜTEEO Y LA REFORMA EN ALEMANIA. 119

eran ya maduras. Diferente de Lutero en cuanto á temperamento,


fué en verdad su contraparte. Melancthon halló descanso y apoyo
en naturaleza robusta y el espíritu intrépido de Lutero y éste
la ;

admiraba á su vez el privilegiado aunque cauto talento, y la


erudición sólida y vasta de Melancthon. Se auxiliaban por lo
mismo uno á otro, de la manera más eficaz. Era tan íntima su
amistad, que Lutero se atrevió á apoderarse de los comentarios
manuscritos de su joven socio, cuya modestia rehusaba darlos
a la prensa,y los envió sin saberlo el autor, al impresor. " Este
joven griego," dijo Lutero, " me sobrepuja también en teología."
Por medio de su comentario sobre la epístola á los Romanos,
Melancthon puso los fundamentos de la exégesis protestante
y su tratado doctrinal sobre los Loci Comunes, le granjeó también
igual distinción en ese departamento de la teología.
La discusión habida en Leipsig, se había alargado por toda
una semana entre Carlstadt y Eck, acerca de los temas intricados
del libre albedrío y la gracia, defendiendo en ella aquél el lado
agustiniano, y éste el de los semi-pelagianos, siendo Carlstadt ofus-
cado por la fluidez y destreza de Eck que brillaron ventajosamente
al medirse ambos adversarios. Entonces subió Lutero á la tribuna.
Estaba en la flor de su edad pues que contaba treinta y seis años,

era de estatura mediana, de cuerpo delgado en ese tiempo, y estaba


dotado de una voz clara y melodiosa. No carece de interés el
hecho de que llevaba en la mano un ramillete de flores. Se delei-
taba con la naturaleza, admirando el cielo, las flores y las aves.
En medio de sus grandes conflictos, no hallaba inconveniente en
volver á recrearse á su jardín, y en departir con sus amigos sobre
lo relativo á las semillas y utensilios que se quería procurar.
1
En
su casa y con sus amigos, manifestaba un humor jocoso, se sentía
atraído por la música, y tocaba con habilidad el laúd y la flauta,
distando por su constitución natural del ascetismo. Su poderoso
entendimiento, porque era con toda probabilidad, el hombre más
capaz de su tiempo, estaba unido á una frescura emocional seme-

agregando, " Mi corazón me presagia y así lo espero con respecto á tí, Felipe
mió, mi obra y mi solaz." " Melancthon " es la forma griega del nombre original
del reformador, queriendo decir Schwarzerd, "tierra negra," ó Melancthon.
Adoptó en eso, una costumbre prevalente en su tiempo. De la misma manera
Hausschein se convirtió en Oecolampadio.
1 " Mientras Satanás
y los suyos se enfurecen, yo me reiré de él y cuidaré
de mis huertos, es decir, aceptaré los beneficios que recibo del Creador y ala*
bándole me deleitaré en ellos." Carta de Lutero, 1525
;

120 HISTORIA DE LA REFORMACION.

jaute á la de un niño, y á simpatías grandes y generosas por la


naturaleza humana en todas sus inocentes manifestaciones.
En
presencia del duque Jorge que probó ser un enemigo resuelto
de Reforma, y ante un auditorio que se hallaba con él, discutió
la
Lutero con su antagonista acerca de la primacía del papa.
Durante la discusión declaró que la supremacía del papa no
es indispensable ;
que la Iglesia oriental es una verdadera Igle-
sia sin el papa ;
que la primacía es de institución humana y
no divina. Inesperadas como lo eran estas proposiciones, lo
fueron menos que su declaración, en respuesta á una pregunta,
de que entre los artículos que formaron la base de la condena-
ción de Juan Huss en el concilio de Constanza, había algunos
que eran enteramente cristianos y evangélicos. Un sentimiento
de admiración pasó por la asamblea, y uua expresión audible
de sorpresa é ira brotó de los labios del duque.
Las discusiones de Leipsig por el estímulo que dieron á los
estudios de Lutero relativos al origen del papado y al carácter
de Huss y de sus opiniones, hicieron que su ánimo renunciara de
una manera más resuelta la autoridad humana, y que sospechase
más y más que el gobierno papal era una usurpación en la Iglesia
1
y una odiosa tiranía. Hasta ese tiempo se había esforzado en
influir en los gobernantes eclesiásticos ; de entonces en adelante
se dirigió al pueblo. Su " Discurso dirigido á los Nobles Cristianos
de Nación alemana," es una enérgica excitativa hecha á los
la

seglares alemanes, de que emprendiesen ellos mismos la tarea de


la Reformación, á fin de proteger al pueblo alemán contra la
avaricia y la tiranía entrometedora de los eclesiásticos romanos;
la de privar al papa de su gobierno en los negocios temporales
la de abolir el celibato compulsorio la de reformar los conventos;

y restringir las órdenes mendicantes; la de conseguir una recon-


ciliación con los bohemios y la de fomentar la educación. En esa
arenga da Lutero un golpe á la distinción entre seglar y sacerdote
que es en la que se funda Tenemos una
el sistema jerárquico. "

fe y un bautismo," dice, "


y eso es lo que constituye una persona
espiritual." Compara la Iglesia á los diez hijos de un rey, que
teniendo todos iguales derechos, eligen á uno de entre ellos para

1
Eu Marzo de 1519, Lutero escribió á Spalatin, antes de la discusión habida
en Leipsig, "Preparándome para mi discusión, examino los decretos de loa
pontífices, y (te lo digo en secreto,) dudo si el papa sea el anticristo mismo á
bu apóstol está miserablemente corrompido y es la verdad que Cristo es creci
;

ficado por él en sus decretos."


LÜTERO I' LA REFORMA EN ALEMANIA. 121

ser " el ministro de su potestad común." Una reunión de piadosos


seglares que estuviera en un desierto, sin contar con ningún sacer-
dote ordenado en ella, tendría el derecho de conferir ese cargo á
uno de sus miembros ya fuera casado ó nó y " el hombre así ;

escogido sería un sacerdote en el sentido en que lo sería si todos


los obispos del mund» lo hubieran consagrado." El carácter
sacerdotal del seglar y la importancia de la educación, fueron
los. principales puntos que tocó en esa enérgica excitativa. Su
tratado sobre la " Cautividad Babilónica de la Iglesia " siguió
después, ocupándose en él del asunto de los sacramentos, atacando
la transustanciación y los estatutos que violaban la libertad cris-

tiana, tales como aquellos que prescriben las peregrinaciones, los


ayunos y el monaquismo. Había descubierto la conexión íntima
que hay entre los abusos de doctrina y los de práctica en la
Iglesia. En ese entonces (1520) envió á León una carta X
expresiva de respeto personal, en la que le comparaba á un
cordero en medio de lobos, y á Daniel entre los leones, y lo
exhortaba á emprender la obra de reforma en su corte corrom-

pida y en la Iglesia. 1
Con ella le envió también su discurso " De
Libértate Christiana."
En este sermón sobre la libertad del hombre cristiano, " Lutero
expone en fraseología noble y elevada el fondo de la verdadera
religión, el casamiento del alma con Cristo por la fe en la Palabra,

y hi conexión vital que existe entre la y las obras. En este


fe

tratado, se eleva sobre la atmósfera de mera controversia, y


la
desarrolla la idea que tiene del cristianismo, en un tono genial al
sentimiento devoto.
Su vida durante el período trascurrido entre el acto de fijar sus
y su rompimiento final con Roma, puede juzgarse con exacti-
tesis

tud sólo cuando se recuerda que su entendimiento iba pasando


por un estado de tránsito espiritual. Andaba encaminándose
hacia la luz. Esto explica las aparentes inconsecuencias en que
incurrió en sus expresiones relativas al papa y á la Iglesia, que
aparecen á veces en sus cartas y publicaciones durante este inter-
valo. " Soy uno de aquellos," dice, " entre quienes Agustín se

clasificó á sí mismo; de aquellos que han avanzado gradualmente

Según parece, hasta este tiempo habla tenido Lutero un afecto y respeto
1

personales hacia León, pero la mezcla de cumplimientos personales con de-


nuncias de la corte papal y de la Iglesia romana que llamaba una cueva
licienciosa de ladrones, no era bien calculado para concillarle el favor del
pontífice.
122 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

por sus escritos y enseñanzas no de aquellos que en un solo brinco


;

saltan de la nada á la perfección."


La bula que condenó cuarenta y una de las proposiciones de
Lutero, y le excomulgaba si no se retractaba dentro de sesenta
días, pasados los cuales se le mandaba á todo magistrado cristiano
que le prendiese y le entregase á Roma, fué expedida el 16 de
Junio de 1520. Lutero publicó un folleto en respuesta á esta
execrable bula del anticristo, según la llamó; y el diez de
Diciembre, en la plaza pública de Wittenberg, y en presencia
de una asamblea compuesta de doctores de la universidad, de los
estudiantes y del pueblo, la arrojó á las llamas juntamente con
el libro de la ley canónica y de algunos otros escritos igualmente
nocivos.
Este paso decisivo atrajo la atención de toda la nación á la

causa de Lutero, y tendió á concentrar todos los varios elementos


de la oposición que se hacía al papado. Lutero encontró un
apoyo político en la disposición
amistosa del elector, y en la de
los juristas para quienes el conflicto que había entre las cortes
espirituales y las civiles, había llegado á ser un agravio constante.
La bula papal se consideraba por la generalidad como una nueva
violación de los derechos del poder civil. La oposición religiosa
hacia el papado, aumentada por los escritos de Lutero, que encon-
traron una base de unión inspiradora en su apelación á la Palabra
divina como testigo, y en la acusación que hizo del papa conu
opositor de ella, le concitaron las simpatías de una grande por-
ción del clero inferior y de las órdenes monásticas. Lutero halló
también celosos aliados entre los literatos. Los humanistas eran
estudiantes quietos y laboriosos que aplicaban sus investigaciones
en la filosofía y la literatura clásica, á la aclaración de las Escri-

turas y la defensa de la verdad bíblica contra las tradiciones


humanas, siende el tipo de ellos Melancthon ó eran poetas llenos;

de un espíritu nacional, ansiosos de vengar las indignidades sufridas


por Alemania bajo el gobierno italiano y papal, y dispuestos no
solamente á vindicar su causa con invectivas y sátiras, sino también
con la espada. Estos fueron los combatientes en defensa de Reuch-
lin contra la persecución de los dominicos, y los autores de las
" Epístolas de Varones Oscuros." Lutero á causa de su profundo
sentimiento religioso, no quedó muy complacido con el tono de
dichas producciones. Ulrico de Hutten, uno de esos escritores,
el más notable representante de los jóvenes literatos á quienes
nos acabamos de referir, no se había interesado al principio en
LDTERC Y LA REFORMA EN ALEMANIA. 123

el negocio de Lutero, considerándolo como una disputa teológica


de monjes. Pero pronto echó de ver su verdadero carácter y su
lata significación, y se hizo uno de los más ardientes defensores
del reformador. Secundó las excitativas de Lutero, repartiendo
por todas partes sus propias y sus sátiras en las
filípicas cáusticas

que papa y sus agentes y fautores en Alemania, eran vapulados


el

con extraordinaria severidad. Abandonando el latín, idioma que


acostumbraban usar los humanistas, empezó á escribir en la lengua
vulgar. Hutten se atrajo á su amigo Francisco de Sickingen, otro
caballero patriota y el más notable de los que se ofrecieron para
remediar los males existentes, por medio de hazañas é incursiones
efectuadas bajo su propia autoridad, causando á menudo terror
á aquellos á quienes atacaba. Sickingen hizo á Lutero la invita-
ción de ocurrir á su castillo fuerte de Ebernberg, en caso de tener
que buscar un refugio.
Debemos detenernos en este punto para examinar por un ins-

tante el estado político de Alemania. En el siglo XV el gobierno


central se había debilitado tanto, que el imperio existía más bien
de nombre que en realidad. La Alemania
componía de una se
agrupación de numerosos estados pequeños, cada uno de los cuales
se había hecho en gran parte independiente dentro de sus propios
límites. Habiendo disfrutado el rey alemán del cargo imperial
por tantos siglos, los dos puestos que ocupaba se consideraron
como prácticamente inseparables pero ni como rey de Alemania,
;

ni como cabeza del santo imperio romano, tenía él suficiente potes-


tad para conservar el orden entre los estados, ó combinarlos para
las grandes empresas de defensa ó de agresión. Por la Bula de
Oro de Carlos IV expedida en 1356, fué definida y fijada la consti-
tución electoral en virtud de la cual quedó la preponderancia del
poder en manos de los siete principales príncipes á quienes se con-
cedió el derecho de elegir al emperador. Ninguna medida que
pudiera afectar el bienestar público, podía adoptarse si no era poi
el consentimiento de la dieta, cuerpo compuesto de los electores,
los príncipes y las ciudades. Las guerras particulares eran aconte-
cimientos frecuentes entre las partes integrantes del país, y éstas
podían entrar separadamente en alianzas extranjeras. Durante
el reinado de Maximiliano se hicieron grandes esfuerzos para
conseguir el establecimiento de una constitución mejor, pero casi
todo fracasó debido á la falta de voluntad mutua entre los estados
y el emperador, por no querer ni aquellos ni éste que el otro par-

tido ejerciera el poder. Fueron establecidas la Paz pública y la


124 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

Cámara imperial: aquella para la prevención de la guerra intes-

tina, y como el tribunal supremo judicial, pero ambas medidas


ésta
no tenían más que un éxito mediano. El mal resultado que produ-
jeron los esfuerzos hechos para la mejor organización del imperio,
aumentó el fermento para el cual había suficientes causas anteriores
á esos mismos esfuerzos. Las tentativas hechas por los príncipes
con el fin de aumentar su potestad dentro de sus respectivos princi-
pados, originaron contiendas entre los obispos y los caballeros
cuyos privilegios tradicionales eran limitados. Especialmente
entre los caballeros, prevalecía por todas partes un sentimiento
turbulento que semanifestaba en actos de violencia y aun en
guerra abierta. Las ciudades se quejaban de la opresión que
tenían que sufrir de parte del gobierno imperial, y de los per-
juicios que sufrían á manos de los príncipes y caballeros. Prós-
peras asociaciones de comerciantes y artesanos, promovían la
hostilidad de todas. Las pesadas cargas de los impuestos, la
inseguridad del tráfico y del comercio, se hicieron para ellos
agravios intolerables. Al mismo tiempo, por toda la Alemania,
la población rural debido á las privaciones de su estado precario,
abrigaba un sentimiento tal de desafecto, que podía en cualquier
momento estallar en un alboroto formidable. En adición á todas
estas molestias y agravios, las extorsiones de Roma habían desper-
tado también por su parte un sentimiento general de indignación.
Enormes sumas de dinero, fruto de impuestos ó de venta virtual
de los puestos eclesiásticos, eran sacadas del país para llenar los
cofres del papa.
Después de la muerte de Maximiliano (Enero 12 de 1519,) los

principales pretendientes á la sucesión, eran Carlos, el joven rey


de España, y Francisco I, rey de Francia. Carlos que era el
nieto de Maximiliano, y el hijo de Felipe y de Juana, hija de
Fernando é Isabel, heredó la Austria y los Países Bajos, las

coronas de Castilla y Aragón, de Navarra, de Nápoles y de


Sicilia, juntamente con los vastos territorios de España en el nuevo

inundo. Los electores ofrecieron el cargo imperial á Federico de


Sajonia, príncipe tenido en estimación universal por su sabiduría
y elevado carácter pero éste juzgó que los recursos que tenía á
;

su disposición no eran suficientes para ponerlo en aptitud de


gobernar de una manera eficaz el imperio, y usó su influencia
con efecto decisivo en favor de Carlos. Se temió el despotismo
del rey francés, y se prefirió á Carlos en parte, porque á causa
de la situación de sus dominios hereditarios en Alemania, y de
LUTERO Y LA REFORMA EN ALEMANIA. 125

la extensión de su prder, se creyó que él podría ser el mejor


defensor del imperio contra los turcos. Pero los príncipes cui-
daron de que en la " capitulación " que acompañó la elección de
Carlos, se interpusiesen salvaguardias contra las usurpaciones por
parte del nuevo emperador. Este se comprometió á no hacer la

guerra ó la paz, y á no poner á ningún estado bajo el bando del


imperio, sin el asentimiento de la dieta, y ofreció que pondría los
cargos públicos en manos de alemanes, fijando su residencia en
Alemania y no introduciendo tropas extranjeras en el país.
La concentración de tanto poder en un sólo individuo suscitó
una alarma general. No se había acercado tanto como entonces
el establecimiento de una monarquía general, desde el tiempo de

Carlomagno. Pareció que se había puesto en peligro la indepen-


dencia de todos los demás reinos. Se temió, y con razón, que
Carlos se sirviera de su inmensa fuerza para devolver sus antiguos
límites al imperio y avivar su pretensión á la supremacía. Esa
aprehensión por sí sola bastaría para explicar la hostilidad de
Francisco, aun haciendo á un lado su disgusto personal por el

resultado de la elección imperial. Pero había además causas par-


ticulares de desacuerdo entre los monarcas rivales, las cuales no
podían menos que producir un abierto rompimiento. Carlos
pretendió que la Lombardía, y especialmente Milán, juntamente
con una porción de la Francia meridional, el antiguo reino de
Borgoña ó Arles, pertenecieran al imperio. Como heredero de
los duques de Borgoña, pretendió las porciones del antiguo ducado
que fueron incorporadas á la Francia después de la muerte de
Carlos el Temerario. Había sido la ambición de la Francia desde
la expedición de Carlos VIII, establecer su potestad en Italia.

Francisco además de su determinación de conservar las conquistas


que ya había hecho, tuvo la pretensión de hacerse de Nápoles
alegando los derechos de la casa de Anjou que asistían á la corona
francesa, y pretendió también la Navarra española que había sido
tomada por Fernando, y el derecho de tratar como países tribu-
tarios á Flandés y Artois. Así el teatro como también el premio
principal de la lucha, sería el norte de la Italia. La preponde-
rancia del poder no estaba tan decididamente con Carlos como
podría parecer á primera vista. Los turcos amenazaban cons-
tantemente la frontera oriental de sus dominios hereditarios de
Austria, que había sido entregada á su hermauo Fernando. Sua
estados se hallaban muy separados unos de otros, no solamente
en cuanto á distancia, sino también en idioma, instituciones locales
126 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

y costumbres. Varios de los países sobre los cuales reinaba, 90


bailaban en estado de confusión interior. Esto pasaba tanto en
Alemania como en España.
Por unos meses después de la muerte de Maximiliano, el imperio
se quedó sin jefe alguno. Federico de Sajonia que estaban dis-
puesto á proteger en vez de sofocar el movimiento de Lutero, era
regente de la Alemania septentrional. Si hubiera estado á
mediados de su vida, y d( tado de una energía igual á su sagacidad
y excelencia, podría haberse conformado con la preferencia que le
daban los electores, y héchose cabeza de la nación germánica que
en ese tiempo comenzó á tener conciencia de su sentimiento na-
cional,y á llenarse de aspiraciones hacia la unidad y la reforma.
Carlos V
no fué el hombre para semejante puesto. Desarrolló
una tenacidad de propósito y una actividad incansables junta-
mente con un cálculo sagaz, mostrándose superior á lo que de él
se esperaba durante su juventud, y su historia entera enseña que
apreciaba de una manera adecuada la fuerza moral del protestan-
tismo. Sus simpatías personales, sin embargo, continuó consagrán-
dolas al sistema en que había sido educado y así lo hizo más y
;

más durante la última porción de su carrera. Pero aparte de


sus propias opiniones y predilecciones, su posición como monarca
de España donde prevaleció el tipo más acabado del catolicismo,
habría hecho imposible su separación de la Iglesia romana.
Además de eso, toda la idea que tenía del imperio, según se había
formulado en su mente envolviendo todos sus planes ambiciosos,
presuponía la unidad de la Iglesia y su unión con el papado. El
carácter sagrado que asumía, la supremacía peculiar que le daba
el imperio de Alemania, todo lo fundaba en el concepto de que

tenía intereses mayores que el reino, mayores que el imperio, pues


se consideraba como el aliado y el protector de toda la Iglesia
católica. Alemania era vista por Carlos V sólo como uno de
los países sobre los cuales reinaba. Los intereses especiales de
Alemania estaban subordinados, en sus pensamientos, á los planes
más comprensivos de ensanchamiento político á que dedicaba su
vida. En los asuntos de la Reforma obró animado por motivos
políticos. Cuando menos, éstos eran de suma importancia para
él, y por consiguiente, su conducta variaba según lo exigían los
intereses del momento. Pudo deplorar el levantamiento y pro-
greso del luteranismo, pero deseaba aun menos el triunfo de

Francisco I en la península italiana. Además de eso, al llevar


á cabo sus plañe i personales y los que tenían por mira la realiza-
LUTERO Y LA REFORMA EN ALEMANIA. 127

ción de la idea del imperio, podía aun verse en conflictos cen la


Cabeza de la Iglesia. La antigua
lucha entre papas y emperadores,
podía avivarse. Había más probabilidad de que eso sucediera en
un período en que los papas estaban empeñados en aumentar su
poder temporal, y en elevar á sus parientes á puestos de poder
en Italia. Una combinación de todas las fuerzas opuestas á la
nueva doctrina, bien podía destruirla, pero ¿ sería posible formar
esa combinación ? En adición á las rivalidades de los principales
potentados, á saber, el emperador, el papa y el rey de Francia,
fácilmente podían suscitarse divisiones entre los príncipes católicos
de Alemania, animados éstos por el temor del poder creciente de

la casa y en adición también á los intereses contrarios


de Austria ;

de cuyo desacuerdo podía sacar provecho el movimiento luterano.


Alemania y las costas del Mediterráneo estaban amenazadas
incesantemente por los turcos. Tal vez sucedería que fuese
impracticable perseguir á los discípulos de la nueva doctrina,
pero no lo era conseguir su ayuda contra el enemigo común de
la cristiandad.
Cuando Carlos V llegó la primera vez á Alemania, tuvo sus
razones para cooperar con elpapa, y al suceder eso, sus propias
preferencias obedecieron á un motivo de política. Sin embargo,
Lutero y la causa luterana se habían atraído demasiado la simpatía
nacional religiosa para que se permitiese el emperador condenarlo
sin escucharle. Fué preciso adoptar un plan menos arbitrario
que aquel por el cual abogaba el partido papal. Por esa razón
la citación que recibió Lutero fué para que se presentase ante la
dieta de Worms á efecto de defenderse. En ese mandato reco-
noció un llamamiento de Dios á que diese su testimonio en favor
de la verdad.Viajando en el carro de un aldeano, (cuando se
dirigió á Augsburgo para encontrar á Cayetano, iba vestido con
una levita prestada,) se hizo objeto de un interés y atención univer-
sales. En Erfurt, la universidad salió en procesión á su encuentro,
algunos á caballo y una multitud á pié, y le dieron la bienvenida
en un discurso pronunciado por el rector. Perseveró en su viaje no
obstante una enfermedad que le acometió en el camino, y las varias

personas que á cada momento le salían al paso para hablarle desa-


nimándole unas y alentándole otras. Cuando llegó á la última
estación, le aconsejó un canciller de Federico que no siguiese
adelante, por que le podía tocar la suerte de Huss, á lo cual
respondió :
" Huss ha sido quemado, pero no la verdad con él.

Iré, aunque se dirigiesen contra mí tantos demonios como tejas


128 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.
1
hay en los tejados." Entró en la ciudad á mediodía, pasando
por calles llenas de gente que se había juntado para verle. El
día siguiente á las cuatro de la tarde, después de haber orado
encomendándose solemnemente á Dios, fué conducido por el
maestro imperial de á caballo, Ulrico de Pappenheim, al salón
de audiencias. Fué llevado por calles poco frecuentadas para
evitar la aglomeración de gente sin embargo, las ventanas y
;

techos que daban al camino por donde pasó, estaban llenas de


espectadores. Al entrar en la augusta asamblea, vió al joven
emperador en su trono, con su hermano el archiduque Fernando,
á su lado, rodeados de un brillante séquito de príncipes y nobles,
seglares y eclesiásticos, estando entre ellos su propio soberano,
Federico el Sabio, y el landgrave Felipe de Hesse que entonces
no tenía más de diez y siete años, juntamente con los diputados
de las ciudades imperiales, embajadores extranjeros y una reunión
numerosa de dignidades de todo rango. Se ha calculado que no
había menos de cinco mil personas en el salón y á su rededor.
Por un momento pareció quedar deslumhrado por el carácter
imponente de la asamblea. Habló en voz baja y muchos creyeron
que tenía miedo. En contestación á la pregunta de si se retractaba
de que había escrito en sus libros cuyos títulos le fueron leídos,
lo

pidió tiempo para formular una respuesta digna de tan grave cues-
2
tión. Se le concedió lo que pedía, y el siguiente día á una hora
tan avanzada de la tarde que las lámparas fueron encendidas, fué
introducido otra vez en la asamblea. No manifestó ningún signo
de embarazo, sino que de una manera tranquila y resuelta, y en
un tono de voz fuerte y varonil, rehusó retractar sus opiniones
ó condenar sus escritos hasta que se les refutase apoyándose en
otra autoridad que la de un papa ó un concilio, es decir, por el

testimonio terminante de las Escrituras ó los argumentos con-


cluyentes de la razón. Un concilio, dijo, podía equivocarse,
y manifestó que estaba dispuesto á probarlo. Cuando se le exigió

1
Se discute la forma exacta de la frase usada por Lutero. Spalatin dice que
Lutero le escribió Worms aunque hubiera allí tantos diablos como
que "iría á
tejas." Llegó á Wormsde Abril de 1521.
el 16
1 Los adversarios de Lutero le han censurado que haya pedido tiempo para

contestar, 7 aun algunos escritores protestantes dudan acerca de los motivos


que haya tenido para hacerlo. Pero la explicación más probable es que no
esperaba una pregunta tan extensa y explícita y que recordando que sua
escritos contenían muchas referencias personales y aceptando el consejo de
su abogado, Jerónimo Schurff, hizo su petición. Seguramente fué me.ior obrar
son calma y deliberación en un asunto de tanta importancia.
LUTERO Y LA REFORMA EX ALEMANIA. 129

una respuesta fiaal y definitiva á la pregunta de si se retractaba,


contestó que su conciencia no le permitía hacerlo :
" Aquí estoy,
no puedo obrar de otrar manera. Ampárame, Dios. Amén."
Había allí otros muchos además del elector sajón, cuyos corazones
alemanes palpitaron de gusto al ver la noble conducta de Lutero
en ese solemne día. 2\o faltaron señales de admiración y de
simpatía, y si se le hubiera hecho violencia, se hallaban presentes
demasiados jóvenes caballeros bien armados y resueltos á protegerle,
para impedir que semejante tentativa se hubiera llevado á cabo.
Uno de los que presenciaron la escena, dijo que Lutero había
vuelto á su cuarto lleno de valor y de alegría, declarando que
si tuviera mil cabezas, se las dejaría cortar todas antes que
retractarse. Algunos aconsejaban á Carlos quo no lo dejara
libre, á pesar del salvo-conducto, pero recordó el rubor de Sigis-
mundo cuando Huss una mirada en Constanza, y rehusó
le dirigió

prenderle. Aun el duque Jorge de Sajonia protestó contra un


acto tan derogatorio del honor alemán. Es digno de notarse que
el emperador, en sus últimos días, en el convento de Yuste, cuando

era más presa de la superstición, sintió haberse dejado guiar por


la fidelidad al deber y la honra, en el tiempo en que tuvo á Lutero
en su poder. Cuando una parte de los de la asamblea habían
vuelto á su casa, fué publicado el edicto que ponía á Lutero bajo
el bando del imperio.Llevando la misma fecha y con la sentencia
de proscripción contra hay un tratado ratificado entre León
él, X
y Carlos, que tenía por mira la reconquista de Milán por éste.
El papa se comprometía á abstenerse de acceder á la petición de
las Cortes españolas relativa á que se suavizaran los rigores de la
Inquisición en España, instrumento necesario de la tiranía de
Carlos.
León se había opuesto á la elección de Carlos, y se había esfor-
zado mucho por conseguir la elevación de Francisco al trono impe-
rial. El papa estaba resuelto á impedir, si hubiera podido, que
la soberanía de Nápoles y el cargo imperial recayesen en el mismo
individuo. Temía las consecuencias que resultarían para sus pro-
pios estados y la Italia en general, de semejante conjunto de poder.
Pero después de la elección de Carlos, tanto el emperador como
León vieron las ventajas que les traería su unión, y el daño que
uno y otro podrían reportar en caso de que perseveraran en su
hostilidad. Por tanto concluyeron una alianza, una de cuyas
principales estipulaciones era la de que los dos se dividiesen
entre sí los lugares que Carlos conquistase en Lombardía.
9
130 HISTORIA DE Li REFORMACIÓN.

Así fué que á Lutero se le puso bajo el bando tanto del imperio
como de la Iglesia. Las dos grandes instituciones, los dos poten-
tados en quienes se había imaginado que toda la autoridad terrestre
se había resumido, habían pronunciado un juicio en su contra.
El movimiento que había alistado para sostenerlo en tan alto
grado, los elementos literarios y políticos, así como los distintiva-
mente religiosos de oposición á Roma, fué condenado por la Iglesia
y el Estado. Quedó por verse si sería posible ejecutar el decreto
de la dieta.
En seguida hallamos á Lutero en el castillo de Wartburgo,
lugar de refugio escogido por el firme y prudente elector. Es el

siguiente un dicho sentencioso de Melancthon relativo al elector


á cuya honrada piedad y espíritu previsor, debe tanto la Reforma :

" No fué de aquellos que sofocan los cambios en su nacimiento.

Se sujetó á la voluntad de Dios. Leyó los escritos que habían


sido publicados,y nunca habría permitido que ningún poder supri-
miera lo que él creía que era la verdad." Allí en el Wartburgo,
aunque sufriendo físicamente debido á la falta de ejercicio, Lutero
trabajaba incesantemente, expidiendo folletos de controversia, escri-
biendo cartas de consejo y de estímulo á sus amigos, y trabajando
en su traducción del Nuevo Testamento, primera porción de su
versión de todas las Escrituras, que forma uno de los más preciosos
regalos que hizo al pueblo alemán. Idiomática, viva en cada
particular, vestida del lenguaje expresivo de la vida común, creó,

aparte de su influencia religiosa, una época en el desarrollo literario


1
de la nación germánica. Ciertas dificultades habidas en Witten-
berg, le sacaron de su retiro. Había estallado un movimiento
iconoclasta bajo la direcciónde Carlstadt, que tenía por objeto
destruir de una manera ruda y violenta, los ritos que se considera-
ron como incompatibles con la nueva doctrina. Había cierta con-
secuencia en este movimiento radical, y muchos de los cambios
que en Lutero y sus adeptos los efectuaron más
él se intentaron,

tarde pero estaba caracterizado por un espíritu de entusiasmo


;

y violencia del cual vió Lutero el peligro, y los innovadores iban


asociando consigo á varios pretendidos profetas de Zwickau, que
aseguraban haber recibido una inspiración milagrosa y eran los

apóstoles de una revolución social. Lutero comprendió á la

primera mirada todo el significado de la crisis. ¿Conseguiría su

1
lias traducciones anteriores de la Biblia al alemán habían tenido una cir-
culación muy limitada, especialmente entre los feligreses. La Biblia de Lutero
se hizo el libro del pueblo común é hizo mucho en favor do su instrucción.
LDTERO Y LA REFORMA EN ALEMANIA. 131

movimiento una reforma seria y saludable, ó se trasformaría en


una secta extravagante y fanática? Es señal del sano espíritu
conservador de Lutero, ó más bien de su profunda sabiduría cris-
tiana, el que no deseaba ningún cambio que no resultara espontá-
neamente del discernimiento de los verdaderos principios del
evangelio. Optó mejor por dejar los ritos y ceremonias nocivas,
á no ser que cayeran á causa de la percepción de que eran cosas
contrarias al evangelio, y como resultado natural de la entrada
de la luz y de la educación de la conciencia. Dijo por lo mismo
á este respecto " Si nosotros debemos ser iconoclastas porque lo
:

fueron los judíos, ¿ debemos acaso por eso matar como ellos á todos
los infieles?" No quiso que la atención de todos se distrajera de
las cuestiones centrales por una excitación acerca de puntos rela-

tivamente secundarios, y no consideraba de valor ningún cambio,


aunque razonable en sí mismo, que fuera efectuado por mandato
de los directores del movimiento, ó por alguna especie de presión
exterior. Conociendo toda la extensión del peligro, se resolvió
á volver á su rebaño, fuera cual fuese su suerte. Lutero nunca se
presenta más sublime que en ese momento. Al prudente elector
que le amonestó contra el peligro que corría al salir de su retiro,
diciéndole que no podría protegerle contra las consecuencias del
edicto de Worms, le escribió en lenguaje elevado lleno de valor
y fe. Dijo que había salido bajo una protección superior á la del
elector ;
que su causa no necesitaba del auxilio y dirección de la
espada, pues el que tiene más fe será el más útil. " Puesto que

ya veo que vuestra Gracia Electoral es todavía muy débil en la


fe,de ninguna manera puedo considerar á vuestra Alteza Electoral
como el hombre que es capaz de protegerme ó salvarme. Si tu-
viera yo un negocio en Leipsig tan urgente como el que tengo en
"Wittenberg, entraría allí aunque lloviesen duques Jorges por nueve
días." Una vez llegado á Wittenberg, subió al púlpito el siguiente

domingo, y por una serie de ocho sermones calmó el formidable


disturbio que se había promovido, y prosiguió de nuevo sus tareas
hercúleas como predicador, preceptor y autor. Comentarios, folle-
tos,cartas sobre todos los temas respecto de los cuales le consulta-
ban diariamente ó de los que le parecía preciso hablar, fluían
continuamente de su pluma. En un solo año no publicó menos
de 183 obras.
En el intervalo el Concejo de la Regencia que, encargado del
gobierno en ausencia del emperador, rehusó adoptar medidas para
la extirpación de los luteranos, dió por razón que el movimiento
132 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

religioso tenía que ver demasiado con la conciencia, y que se había


radicado en la mente de un número demasiado crecido de indi-
viduos para permitir que se sofocara por la fuerza. El intentarlo
ocasionaría disturbios peligrosos. La tendencia del sentimiento
nacional fué sin duda favorable á la reforma.
Adrián VI, sucesor
de León X, aunque hombre de una moralidad rígida, no pudo
remediar los abusos á los cuales atribuyó el movimiento luterano.
La petición que hizo por conducto de su legado en la dieta de
Nuremberg, en 1522, de que se pusiera en vigor el decreto contra
Lutero, se contestó con la presentación de una lista de cien agra-
vios de que la dieta tenían que quejarse ante la sede romana. Su
sucesor Clemente VII en quien después del breve intervalo del
reinado de Adrián, fué reinstalado el espíritu anterior de munda-
nalidad en la silla papal, tuvo un éxito casi igual en la dieta de
Nuremberg en 1524, cuando por medio de su legado Campeggio,
pidió la supresión incondicional de la herejía luterana. Ni él ni
el emperador pudieron conseguir más que una promesa vaga de

observar el decreto de Worms " lo más posible." Eso equivalía


á dejar ese asunto á la decisión de las varios príncipes dentro de
los límites de sus respectivos territorios. Tal evasiva se unió con
la referencia que se hacía de las cosas disputadas á un concilio
general, y con la resolución de ocuparse de las cien quejas pendien-
tes en la próxima dieta. No se pudo conseguir una mayoría contra
los luteranos y en favor de las medidas coercitivas exigidas por el
papa y por Carlos. El movimiento de la Reforma iba extendién
dose por toda la Alemania.
Este aspecto que presentaban las cosas, indujo al partido papal
á adoptar medidas activas para inclinar la balanza al otro lado,
medidas que dieron principio á la división de Alemania. Hasta
este punto no había habido ninguna división. La nación había
obrado como un solo cuerpo; había rehusádose á suprimir las
nuevas opiniones. Se hicieron grandes esfuerzos con el fin de
organizar á los católicos en un partido compacto para su mutuo
auxilio y su defensa. En
Ratisbona se formó una alianza de este
clase por los príncipes y obispos católicos de la Alemania meri-
dional, según los términos de la cual, sería excluido de sus dominiop
la herejía de Wittenberg, y ellos tenían que prestarse auxilio mutuo
en sus peligros comunes. En la dieta de Nuremberg, se había
resuelto reunir poco después una asamblea en Espira para la
reglamentación de los asuntos eclesiásticos. Los príncipes debíai.
conseguir de antemano de sus cancilleres y sabios, una declaración
LUTERO Y LA REFORMA EN ALEMANIA. 133

sobre los puntos en disputa. Serían expuestos los agravios de la


nación y se les buscarían los correspondientes remedios. La nación
tendría que deliberar y obrar sobre el grande asunto de la reforma
religiosa. La perspectiva era de que el partido evangélico tendría
la mayoría. La corte papal vio el peligro que se envolvía en seme-
jante asamblea una vez reunida para tal propósito, y resolvió
evitar que se reuniese. En ese tiempo estaba para estallar la

guerra entre Carlos y Francisco, y Carlos no quería ofender al


papa. Prohibió la asamblea de Espira, y por medio de cartas
dirigidas individualmente á los príncipes, procuró compelerlos
á poner en práctica el edicto de Worms. En consecuencia de
esosmovimientos amenazadores, el elector de Sajonia y el landgrave
de Hesse entraron en la liga defensiva de Torgau, en la cual con-
taban con la cooperación de varias comunidades protestantes. La
batalla de Pavía y la captura de Francisco I, fueron sucesos que
parecieron poner en gran peligro la causa protestante. En la
paz de Madrid, (Enero 14 de 1526,) ambos soberanos expresaron
Ja resolución de concluir con la herejía. Pero la peligrosa prepon-
derancia obtenida por el emperador, causó alarma por toda la
Europa y la libertad de Francisco fué seguida por la organiza-
;

ción de una confederación contra Carlos, de la cual fué Clemente


el principal promovedor. Ese acto cambió la política imperial
en lo referente á los luteranos. La dieta de Espira, en 1526,
resolvió unánimemente que hasta la convocación de un concilio
general, cada estado obraría en lo relativo al edicto de Worms,
en vista de la cuenta que tendría que rendir á Dios y á su majestad
imperial. Una vez más rehusó Alemania sofocar la Reformación,
y adoptó el principio de que cada una de las partes componentes
del imperio quedaba libre para obrar en conformidad con su
propia voluntad. Esta fué una medida sobremanera importante
para la causa del protestantismo, y un hecho que estableció, por
decirlo así,una grande mojonera en la historia de la reforma
alemana. La guerra del emperador y del papa envolvió la
necesidad de tolerar á los luteranos.
En 1527, un ejército imperial compuesto en gran parte de
infantería luterana, capturó y saqueó la ciudad de Roma.
Durante varios meses fué retenido el papa en calidad de prisio-
nero. Por varios años la actitud de Carlos relativa á Francia
y al papa, y el temor de una invasión turca, habían contribuido
para dar más valor y fuerza á la causa de Lutero. Pero cuando
el emperador hubo ganado una completa victoria en Italia, el
134 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

partido católico empezó á emplear de nuevo una


política de
represión; y en de Espira de 1529, se consiguió una
la dieta
mayoría en favor de un edicto que virtualmente prohibía el
progreso de la Keforma en los estados que no la habían aceptado ;

al mismo tiempo que concedía el derecho á los adeptos de la


antigua confesión, en los estados reformados, de celebrar sus
ritos con libertad. Es imposible exponer aquí las razones en
virtud de las cuales se efectuó este cambio en la política nacional.
La circunstancia decisiva fué la de que Carlos V con motivo de
sus simpatías hacia el espíritu del catolicismo español, en vez de
encabezar el grande movimiento religioso y nacional en Alemania,
prefirió mantener la antigua unión del imperio con el papado.
La protesta contra el procedimiento de la dieta que dió el nombre
de protestantes á los que formaban el partido reformatorio, y la
apelación al emperador, á un concilio general ó alemán, y á todos
los cristianos imparciales, fué firmada por Juan, elector de Sajonia,
el margrave de Brandenburgo, el duque de Brunswick-Luneburg,
el landgrave de Hesse y el príncipe de Anhalt á quienes secun- ;

daron catorce ciudades, entre las cuales se contaban Nuremberg,


Estrasburgo y Constanza.
El partido de la reforma no se consideraba obligado á obedecer
la disposición de la dieta, y eso no sólo porque su edicto tenía por
mira la compulsión en un asunto que debía dejarse únicamente
á la conciencia, sino también porque se oponía á una política
adoptada ya solemnemente, y fundados en la cual los príncipes
y las ciudades que favorecieron la causa evangélica, habían dado
forma á su culto religioso y á su política. Los esfuerzos hechos
especialmente por el landgrave de Hesse, para organizar á los
sostenedores de la Keforma en una liga defensiva, fueron debili-

tados por la oposición de Lutero á medidas que pudieran causai


una guerra con el emperador, y todavía más se frustraron por su
marcada repugnancia á unirse con los suizos, á causa de lo herético
que en su concepto, era la doctrina del sacramento profesada por
los mismos. Lutero y sus aliados estaban imbuidos así con la
idea de los deberes que ligan al súbdito con las potencias existentes,
como con la de la santidad del imperio. La conducta que debía
adoptar el cristiano era según su juicio, la de una obediencia
pasiva. También tuvieron como cosa ilegal, unirse con los erro-
ristas, es decir, con que rechazaban partes importantes de la
los

verdad cristiana. Aunque la actitud de los reformadores sajones


puede criticarse en lo relativo á estos dos puntos, no debe olvidarse
;

LUTERO Y LA REFORMA EN ALEMANIA. 135

que á ello les impulsó en lo general el descuido sublime que tuvie-


ron de su mera conveniencia, lo cual había caracterizado, y pode-
mos decir enaltecido, su movimiento á cada paso.
Estando así las cosas, el emperador engreído por su buen éxito,
se apersonó con los representantes del imperio en 1530, en la memo-
rable dieta de Augsburgo. La
inconveniencia y el peligro de
retener al papa en cautivadad, había hecho que Carlos se prestara
á tener un acomodamiento con él. El deseo de Clemente VII,
hombre de una política muy egoísta, era el de que la Florencia
se restituyese á su familia. La razón antes expuesta juntamente
con otras consideraciones de menor importancia, inspiraron á
Carlos un sentimiento de deferencia, y así fué restablecida la
amistad. Al mismo tiempo, la paz de Cambray terminó por
algún tiempo el conflicto con la Francia. El emperador se vió
libre de las dificultades que habían estorbado sus esfuerzos en que
llevaba por mira la restauración de la unidad de la Iglesia. Había
sido coronado en Boloña, y estaba poseído de un sentimiento de
su responsabilidad como cabeza del Santo Imperio Romano, custo-
dio del cristianismo y de la Iglesia. Se hallaba rodeado de la
nobleza española asi como de los príncipes y representantes del
imperio. Su designio era el de persuadir, y si esto no daba buen
resultado, intimidar y compeler á los protestantes á que aban-
donasen su causa. Una fe y un heroísmo menos estables, habrían
cedido ante una presión tan tremenda como la que se ejerció contra
ellos. No se consideró prudente ni seguro que Lutero se fuera
á Augsburgo, y se le dejó en el castillo de Coburg, dentro de los
límites del dominio del elector, pero estaba en frecuente comunica-
ción con los teólogos sajones que á éste acompañaban. Fué leída
en la asamblea la célebre confesión hecha por Melancthon, de
espíritu conciliador, pero dando una clara definición de las doctri-
nas esenciales del protestantismo, siendo el credo que ha obtenido
más aceptación general y merecido mayor respeto que cualquier
otro símbolo protestante. Fué también presentada la réplica que
se le hizocompuesta por Eck y otros teólogos católicos. Siguieron
después haciéndose esfuerzos que tenían por objeto un avenimiento
y en los cuales Melancthon hizo un papel distinguido mostrando
buena disposición para conceder todo lo que no consideraba d«
tnterés vital ;
pero esos esfuerzos fracasaron. No fué posible coor-
dinar ninguna fórmula sobre la cual pudieran todos estar do
acuerdo, respecto del mérito de las obras, la penitencia y de la
invocación de los santos. La elaborada y maestra apología de
136 HISTORIA DE LA REFORMACION.

Melancthon, en defensa de la Confesión, no fué leída en la dieta


sino publicada después por su autor. La mayoría de la dieta
ordenó la restauración de las antiguas instituciones eclesiásticas,

dando á los protestantes algún tiempo para reflexionar, es decir,


hasta el 10 de noviembre del año siguiente, pasado el cual se
implicó que se haría uso de la fuerza. Nada en la historia de
la Reforma es tan patético como la conducta del elector Juan,
en Augsburgo, quien con la plena perspectiva de la ruina de todos
sus intereses mundanales, y con el más profundo sentimiento debido
á su adhesión por el emperador y á su deseo de que se conservase
la paz del imperio, se resolvió sin embargo, á defender " la Palabra
imperecedera de Dios." Los reformadores estaban dispuestos á
eximirlo de toda obligación de protegerles, y á conformarse con
cualquiera suerte que la Providencia les hubiese deparado pero ;

ese príncipe de sincero corazón, rehusó comprometer ni aun del


modo más ligero sus sagradas convicciones.
Las cartas escritas por Lutero durante las sesiones de la dieta,
ponen en marcado relieve los aspectos más nobles y atractivos de
su carácter. La agradable mezcla del estilo jocoso con el serio, la
grande elevación de su fe, su valor sereno é inquebrantable, su
sagacidad, nunca son más notables. Se toma el tiempo suficiente
para escribir una bella carta á su hijito. A sus amigos de Augs-
burgo les escribe jocosamente estableciendo una comparación entre
una parvada de cuervos que estaba moviéndose en todas direcciones
y gritando ante su ventana, y los duques y príncipes de la asamblea
imperial. " No desean grandes salas ni palacios," dice, " porque
su sala tiene por techo el bello y ancho cielo ; su suelo es la sen-
cilla yerba ; sus mesas son hermosas y verdes ramas, y sus paredes
son tan anchas como los confines de la tierra." 1 Se propuso
edificar allí en su retiro tres tabernáculos:uno para los profetas,
otro para el salmista, y el tercero para Esopo porque no sólo ;

intenta interpretar las Escrituras, sino también traducir á Esopo


para la instrucción de los alemanes. ¿ Porqué le había escrito dos
veces en griego el maestro Joaquín ? Le contestaría en turco, á
fin de que el maestro Joaquín pudiese leer también lo que no podía

entender. Arma lazos para hacer caer en ellos á un crítico melin-


droso de la música, y conseguir que aprobara una pieza que Lutero
había compuesto, pero que procura sea aceptada como una com-

1
Escribiendo á Spalatin unos días después de la composición de la carta
citada, dice Lutero " Gasto mis chanzas con seriedad y bajo compulsión, para
;

apartar de mi mente las ideas que de otra manera me inundan."


LUTERO Y LA REFORMA EN ALEMANIA. 137

posición ejecutada en Augsburgo para celebrar la entrada de


Carlos y Fernando. Sufriendo el mismo á causa de la postración

de sus fuerzas y de punzadas en la cabeza, cosas que le compelieron

á abandonar sus libros por varios días seguidos, manda á Melanc-


chon que observe las reglas necesarias para el cuidado de su
pequeño cuerpo. Exhorta al ansioso Felipe al ejercicio de mayor
fe. Si Moisés se hubiera resuelto á saber exactamente de que
manera podría escapar del ejército de Faraón, Israel habría
quedádose en Egipto hasta el día de hoy. Que Felipe cese de
ser redor mundi, dejando su gobierno al Señor. En soportar
las aflicciones y pesadumbres privadas, Felipe era el más fuerte,
pero sucede lo contrario, decía Lutero, con respecto á las que
tienen una naturaleza pública. Si vamos á caer, Cristo caerá
con nosotros, y prefiero caer con Cristo que estar en pié con César.
Se regocija de haber vivido lo bastante para ver que la Confesión
se leyera ante el imperio. Manda á Melancthon que abandone
la causa si es injusta ;
pero que si es justa, eche de sí sus temores.
Está lleno de esa sublime confianza que suena en el más popular
de sus himnos, ''La marseillaise de la Reforma:"
" Ein fester Burg es unser Gott."

Pasaba tres horas del día en la oración. 1 Escribe al ansioso can-

ciller del elector :


" He visto recientemente dos maravillas : primero,
al mirar desde mi ventana, vi las estrellas en los cielos, y toda la

hermosa bóveda que Dios ha levantado; pero no se cayeron loa


cielos y la bóveda existe todavía. Algunos se regocijarían en
hallar las columnas que los sostienen y asirse de ellas y sentirlas.
La otra fué Que vi unas grandes y densas nubes que se colgaron
:

arriba de nosotros, de tan enorme peso, que bien podían compararse


á un inmenso mar; y sin embargo, no vi ninguna tierra en que
descansaran, no obstante lo cual no cayeron sobre nosotros, sino

1
Veit Dietrich que estaba con Lutero, escribe á Melancthon en las siguientes
frases: "No puedo admirar bastante la maravillosa constancia, el valor alegre,
la fe y la esperanza de este varón. Nutre este temperamento, sin embargo, por
una meditación continua y estudiosa sobre la Palabra de Dios. No permite que
pase ui un solo día sin dedicar á la oración tres horas y éstas de las más apro-
pósito para el estudio. Y qué fe se. revela en su modo de hablar
;
Oró cou !

tanta reverencia que se vió laego que estaba hablando con Dios; y al mismo
tiempo con tanta fe y certidumbre, que pareció que estaba platicando con un
padre y amigo. Dijo: 'Sé que tu eres nuestro Dios y Padre. Por tanto estoy
seguro de que tú avergonzarás á los perseguidores de tus hijos. Si tu no lo
haces así, el riesgo es tanto tuyo como nuestro. En verdad todo el negocio es
tuyo nosotros sólo hemos si lo compelidos á ocuparnos de él, etc.' "
;
138 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

que saludándonos con una áspera mirada huyeron. Y cuando se


fueron, un arco irradiaba sobre la tierra y sobre nuestro techo." 1
iris
" Todas las cosas," dijo en otro lugar, " están en las manos de Dios
que puede cubrir el cielo de nubes y limpiarlo otra vez en un
instante." Le causa dolor que la Palabra de Dios tenga que
callarse en Augsburgo ;
porque no se les permitió á los protestantes
predicar. Desconfiaba siempre de Campeggio y los demás italianos :

" Cuando un italiano es bueno, decía, es sumamente bueno," pero

es tan difícil encontrar uno bueno, como un " cisne prieto." Estaba
de acuerdo con Melancthon en su deseo de hacer concusiones,
siempre que la doctrina evangélica y la libertad de predicar no
se sacrificasen.No sospechaba de Felipe como algunos. Había
varias ceremonias que no eran más de frioleras, leviculae, que no
valía la pena discutirlas; sin embargo, no tocaba al magistrado
dictar á la Iglesia resoluciones sobre dichos puntos. Llegaría
hasta permitir, aunque con alguna repugnancia, que los obispos
quedasen, pero no pasaría por ninguna sujeción al papado. Lutero
con todo, no creyó en la posibilidad de ningún avenimiento. Había
un antagonismo radical que no admitía reconciliación. No podía
haber ningún acuerdo en cuanto á doctrina una paz política era ;

la única cosa que debía buscarse y esperarse. Por esa razón se


regocijó cuando concluyeron las peligrosas negociaciones entre los
comités opuestos de teólogos.
Hubo varios sucesos no mencionados aún, en el intervalo que
medió entre la dieta de Worms y la de Augsburgo, que son de
marcada importancia tanto en su relación con la Reformación,
como para la aclaración del carácter personal de Lutero.
Uno de esos sucesos fué su casamiento, en 1525, con Catarina
von Bora. Se resolvió á dar ese paso, según el mismo nos dice,
en parte, porque no esperaba vivir mucho tiempo, y se determinó
á dejar en la forma más terminante, su testimonio contra la ley
romana del celibato. Otro motivo fué su deseo de disfrutar los
placeres de la vida doméstica, en lo cual lo apoyaban sus padres
que habían abrazado la nueva fe. El escándalo que se ocasionó
con motivo de su matrimonio, al principio entre sus amigos y des-
pués por todo el mundo, apenas fué menor que el ocasionado por

la publicación de sus tesis. El ejemplo de Lutero fué seguido por


varios de sus asociados, dando eso origen al gracioso dicho de
1
En otra ocasión anterior cuando Cayetano en la entrevista que tuvo con
Lutero, preguntó á este donde estaría él si el elector dejara de protegerle,
respondió el reformador: "Bajo el ancho cielo."
LUTERO Y LA REFORMA EN ALEMANIA. 139

Erasmo, de que lo que pareció ser una tragedia, se había cambiado al

parecer en comedia, porque terminó en matrimonio. El casamiento


de un monje apóstata con una monja renegada, indicaba en opinión
de venida del anticristo como fruto de esa
los supersticiosos, la
sacrilega Pero todo no fué más que uno de esos pasos
unión.
atrevidos característicos de Lutero, que al fin se vió que fueron
ventajosos para su causa. Su matrimonio le dió el consuelo del
hogar, en medio de la excitación intensa que sufrió, y de loa enormes
trabajos que lo agobiaron durante todo el resto de sus días. Allí
con la música y el canto y los entretenimientos con sus hijos, en
el círculo de sus amigos, se revelaba su temperamento cariñoso

sin medida. Las chispeantes cartas que dirigía á su esposa, " la


señora Kate " ó " la doctora Lutero," según él la llamaba, y sus
patéticas expresiones de dolor á causa de la muerte de sus hijos,

malamente podrían omitirse en la historia de este hombre de


profundo corazón.
Entre estos episodios figuran sus controversias con el rey Enrique
VIII de Inglaterra y con Erasmo. Desde un principio se hizo
evidente que Lutero tendría que abandonar su causa ó defenderla
contra un sin número de adversarios. Sus polémicas por escrito
son por tanto muy numerosos, y es una prueba de la amplitud de
su genio el que no se absorviese en esta clase de trabajo hasta el
grado de descuidar otras tareas más positivas tales como su Biblia,
sus catecismos, sermones y folletos para la edificación de la Iglesia.

Tuvo que oponerse á sus propios amigos cuando éstos se desviaron


de la verdad, como lo hicieron Carlstadt y Agrícola estableciendo
éste una forma de antinomianismo. Pero sus principales batallas
literarias las libró contra Enrique VIII y contra Erasmo. Lo
libre y enérgico del lenguaje de Lutero, ha sido desde aquel tiempo
asunto de frecuentes censuras. Debe recordarse, sin embargo, la
tempestad de recriminaciones que cayó sobre él,
y que él fué hecho
durante toda su vida, el blanco de la implacable hostilidad de una
gran parte del mundo. Debe recordarse también, que por algún
tiempo estuvo aislado, dependiendo todo su éxito de la constancia,
determinación y celo intrépido que desplegó en el sostén de su
causa. Si él hubiera vacilado todo se habría perdido. La blan-
dura de estilo, según él decía, no cuadraba con su carácter, no
podía pisar de una manera tan callada y suave como Melancthon.
Sus convicciones eran demasiado intensas para admitir la expresión
de ellas en un lenguaje que no fuera el más violento, en palabras
que no fueran golpes. Además tuvo como una política sana y
140 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

cuerda dejar toda reserva y hablar de una manera terminante de


los sentimientos de su alma. No era una enfermedad que pudiera
curarse por medio de paliativos. El enemigo formidable contra
el cual combatía, se hacía más arrogante y exigente con cualquier
acto de deferencia que se le mostrara y con cada concesión que se
le hiciera. No había ningún término medio que poder seguir.
Tenía que hacerse una rendición de todo, ó una guerra abierta
y sin cuartel. Además en su estudio de la Biblia, creyó encontrar
una autorización de su lenguaje duro en el ejemplo de los profetas,

de Cristo y de Pablo. Creyó que estaba en conflicto con la misma


teología y ética farisaica que fueron de
objeto las terribles
recriminaciones referidas en el Nuevo Testamento. Si era lícito
en aquel entonces llamar las cosas por sus verdaderos nombres,
tenía que serlo también en su tiempo. Llegó á creer que al prin-
cipio había cedido á una falsa humildad, á la reverencia de una
autoridad que no era digna de reverencia ninguna. Sintió haber
usado en "Wbrms de otro tono, al manifestar que se retractaría si
se le podía convencer de error. Echaría en lo futuro todos estos
escrúpulos cobardes al viento; defendería lo que sabía que era
1
la verdad, sin ningún respeto tímido para sus adversarios. Estas
consideraciones no carecen de peso. Al hombre cuya arma natu-
ral es el hacha de armas, no debe censurársele porque no esgrime el
florete. Algunas veces hay que hacer un trabajo que un instru-
menta ligero y elegante no podría efectuar. Al mismo tiempo,
además de toda su ternura de sentimientos y de toda su sensibilidad
delicada y poética, había en Lutero un germen de vulgaridad y de
vehemencia plebeya que cuando él fué atormentado por la oposi-
ción, tendría que degenerar en lenguaje grosero.
El Enrique VIII fué dirigido contra una obra de Lutero
libro de
sobre los sacramentos, titulada "La Cautividad Babilónica." Se
caracteriza aquel por su altanería hacia Lutero, y es apenas me-
nos acre que la célebre réplica de dicho reformador. A Lutero le
llama el can que había traído nuevos herejías del infierno, y dice
que los príncipes se combinarían para quemarle á él y á sus libros.
En toda la obra se apela solamente á la autoridad. Lutero había
1
En una carta que escribió en 1520, Lutero dice que vió que si nadie cuidara
de lo que estaba pasando en su siglo, todo caería muy pronto en el olvido. Y
en otra parte dice que es posible unir la severidad con el amor. El historiador
Hallam censura á Latero porque "bramaba en mal latín." Pero toda la
Europa resonaba con el grito de un lado á otro. Y si Lutero hubiera tenido
el temperamento de Erasmo y del mismo Hallam, ¿quién habría ataudillada

la Reforma? Los Lutero y los Erasmo no son compatibles.


LUTERO Y LA REFORMA EN ALEMANIA. 141

presumido audazmente oponerse á papas y doctores sin número.


La impresión causada por el libro de Enrique, dependió entera-
mente del hecho de que su autor fué uno de los gobernantes de
la tierra. Es probable que Lutero haya querido neutralizar esa
impresión, salpicando de lodo la púrpura de su regio disputante
que se había presentado con su corona en la cabeza, en la arena
del debate teológico, á fin de ganar del papa, á quien elogia servil-
mente, el título de " Defensor de la Fe." Posteriormente cuando
Enrique tuvo fama de favorecer la causa protestante, cediendo
á la encarecida solicitud de Cristiano II, rey de Dinamarca, y
de otros amigos, escribió Lutero al rey una humilde excusa por
la violencia de su lenguaje, sin retirar, sin embargo, ninguna por-
ción de su doctrina. En la composición de esa carta apologética,
fué influido por los consejos de otros para hacer lo que por sí

mismo no habría hecho jamás. Sin embargo, no obstante el uso


poco generoso que hizo Enrique de la carta, Lutero no se arrepintió
de haberla escrito, como tampoco se arrepintió de haber enviado
otra epístola semejante al duque Jorge. En cuanto á su propia
persona, dijo que estaba dispuesto á humillarse ante un niño ; mas
su doctrina no la comprometería. Pero semejantes experiencias
le confirmaron en la idea que había abrigado de que la humildad
es por demás se estaba verificando una lucha terrible en la cual
;

las palabras dulces se mal interpretaban, y por tanto eran inútiles,


así como también á esa lucha con las manos atadas.
lo era el entrar

En tales circunstancias no debe pensar el hombre ni en retroceder


ni en la posibilidad de aplacar á su enemigo. Natural era pues
que sus experiencias de la controversia afectaran un temperamento
por naturaleza dispuesto á combatir, de un modo tal, que eso
contribuyó á llevarlo más allá de los límites impuestos por la
caridad y la cortesía, en su modo de tratar á los sacramentarianos,
adherentes de Zwingli. De ese asunto en el cual su acritud pro-
dujo más mal que bien, hablaremos en su oportunidad.
En cuanto á Erasmo y su relación con los reformadores sajones,
diremos que tanto éstos como él estaban animados del mismo deseo

de no ponerse en antagonismo. Lutero y Melancthon le respetaban


considerándole especialmente come patriarca de las letras, res-
taurador de los idiomas, y antagonista eficaz del fanatismo y la
superstición. Lutero al publicar su obra sobre la Epístola á los
Gálatas, expresaba su sentimiento de que Erasmo no hubiera
un
escrito libro sobre elmismo asunto, haciendo así inútil el suyo.
Erasmo á su vez no pudo menos que aplaudir el primer movi-
142 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

miento de Lutero. Su amor á la literatura así como sus predileo


ciones religiosas, le inclinaban fuertemente al lado luterano. Los
teólogos de Wittenberg, eran decididos campeones de la causa
de la erudición. Pero las precauciones de Erasmo se manifestaron
desde un principio. Evitó la necesidad de externar su juicio en
pro ó en contra, pretendiendo en sus varias correspondencias no
haber leído los libros de Lutero. Dijo al elector de Sajonia en
una entrevista que con él tuvo en Colonia poco antes de la dieta
de Worms, que las dos grandes faltas de Lutero consistían en haber
tocado la corona del papa y el vientre de los monjes. Las expre-
siones de simpatía por el movimiento de Wittenberg, que se le esca-
paron no obstante su prudencia, y que llegaron á oidos del público
p >r la publicación de sus cartas hecha sin su autorización, le dieron
bastante que hacer para calmar las sospechas y ansiedades de sus
amigos y superiores católicos. Pero había una diferencia radical
entre el carácter de Lutero y el de Erasmo ; y sus desacuerdos,
según dice Coleridge, " llegan á hacer discordias." Erasmo según
se ha dicho y con razón, carecía de profundidad y de fervor en sus
convicciones religiosas, y era tolerante de las creencias de los
demás. La pasión que le dominaba, era la de la literatura. No
1

podía entender cómo un hombre de buen gusto podía tener á


Agustín en más que á Jerónimo mientras que Lutero no podía
;

entender por su parte cómo el que amaba el evangelio podría dejar


de colocar á Agustín, no obstante sus pocos conocimientos del
griego, y menos del hebreo, en un lugar infinitamente superior
al de Jerónimo. Cuando el conflicto que Lutero había suscitado
Be hizo más acalorado, la atención pública fué distraída inevitable-
mente del estudio de las letras, para fijarse en la investigación y
controversia teológicas y este cambio fué deplorado por Erasmo.
;

El fervor manifestado por Lutero le fué repugnante á Erasmo.


La vehemencia y rudeza del reformador, se le hicieron más y más
ofensivas. Erasmo odiaba una conmoción, y él mismo decía que
sacrificaría una porción de la verdad por conservar la paz, y que
no era del material del cual se hacen los mártires. No tendría
inconveniente en ser, agregó, arriano ó pelagiano, si la Iglesia así

lo hubiera establecido en su credo ; y sin embargo, en lo íntimo de


su corazón, y prescindiendo del sentimiento de que debía anclarse

1 la "moderación" de Erasmo, escribió: "Erasmo pueda


Gibbon fijándose en
considerarse comopadre de la teología racional. Después del sueño de cien
el

años, fué revivida por los arminiaros 3e Holanda y en Inglaterra por los latitu-
dinarios do Cambridge.
LUTERO Y LA REFORMA EN ALEMANIA. 143

en un lugar, la autoridad de la Iglesia tenía para él poco valor.


Siendo de temperamento contemporazidor por sus relaciones per-
sonales, por el efecto de los años,y podemos agregar, también de
principios, á lo cual se el hombre más
añadía que era tenido por
prominente de su época, resultó de ahí el que se viera en una situa-
ción algo defícil. Debía quedar en la Iglesia y si posible fuera,
sin ofender á ningún partido. Lutero le comprendió y en una
cart*». amistosa irritó al gran sabio con la invitación que le hizo

de ser espectador de la magnífica tragedia en que carecía de


aptitud para ser actor. El haberse rehusado Erasmo á ver á
Ulrico de Hutten cuando éste visitó á Basilea, y la acalorada con-
troversia habida después entre ellos, (porque Erasmo fué provocado
á usar el estilo que deploraba tanto en Lutero, incurriendo en una
contradicción que éste no dejó de señalarle,) fueron el primer paso
decidido que dió este gran erudito, para separarse por completo
del partido evangélico. Erasmo cedió al fin á las instancias que
llamándole, se le habían hecho durante mucho tiempo por el lado
papal, y se opuso á Lutero en un tratado sobre el libre albedrío.

En éste el reformador fué atacado fácilmente por tratarse de un


asunto respecto del cual había usado un lenguaje extravagante que
se prestaba á su impugnación y del que, por otra parte, pudo
Erasmo escribir con algún fervor que en él producía la convicción.
El y sus aliados prefirieron á las de Agustín, las enseñanzas de la
teología griega relativas á la voluntad. More se quejó una vez de
que Lutero, " se
pegaba con dientes y uñas á la doctrina de Agus-
tín." Los teólogos que explican las dificultades que se presentan
refiriéndose para ello al " pecado original," fueron comparados por
Erasmo á los astrólogos que hacen el mismo uso de los astros. La
moderación de las referencias personales hechas á Lutero en el
libro de Erasmo, no fué bastante para que aquel dejara de usar
el más severo estilo en su réplica. Según su creencia, Erasmo se
había colocado bajo el estandarte del papa se había puesto del
;

lado semi-pelagiano, en cuya doctrina se basaba todo el sistema


de la salvación en los méritos personales; y mientras más alto
fuera el puesto que ocupaba Erasmo, decía, más severo debía ser
al repeler el ataque dirigido contra él. La réplica de Erasmo, el
" Hyperaspistes," la primera parte del cualapareció en 1525, y
la segunda en 1527, completó si algo faltaba para completarla,
su desviación mutua. Desde ese tiempo Lutero solía hablar de
Erasmo como de un discípulo de Luciano, ó de Epicuro, enemigo
de todas lap religiones, especialmente de la cristiana, y le hacía
144 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

objeto de otros dictados que, si tomados literalmente eran injustos,


tenían algunas veces la verdad de una caricatura. Al fin uDa
larga carta de Lutero á su amigo Nicolás von Amsdorf, en la
cual el autor procuró sostener el cargo que hacía á Erasmo do
escepticismo y de ligereza frivola, valiéndose para ello de referen-
cias á sus interpretaciones de las Escrituras, dió lugar á una
respuesta que se caracteriza por toda la finura, moderación é
ingenio que han da/lo á Erasmo tan justa celebridad. Desde ese
tiempo su animosidad contra la causa protestante iba en aumento.
Lutero más de una vez se queja de que Erasmo era capaz de bur-
larse de los pecados y aflicciones de la Iglesia. En la epístola á
Amsdorf, le hace el cargo de infundir en la juventud un espíritu
1
opuesto á toda seriedad religiosa.

1
Las cartas escritas por Lutero nos enseñan el principio y el desarrollo del
enajenamiento entre él y Erasmo. Escribe á Spalatin en 1516 que no está de
acuerdo con Erasmo cuando este dice que Pablo quiere decir por la frase " obras
de la ley " meramente las obras ceremoniales y pide que Spalatin haga lo posible
para convencer á Erasmo de su error. En 1517 escribe á Lange diciéndole
que su aprecio para Erasmo disminuye constantemente, que, aunque Erasmo
expone bien la ignorancia de los frailes, no dice lo bastante acerca de la gracia
de Dios y la obra de Cristo. Censura con frecuencia á Erasmo á causa de su
falta de seriedad al tratar de las calamidades de la Iglesia. En 1519 escribió
Erasmo al elector elogiando á Lutero, y este mostró su agrado en una carta
dirigida á Spalatin. Antes había escrito á Erasmo mismo expresando su alto
aprecio de sus talentos y servicios á la causa. Erasmo contestó, pero con reserva.
Fué evidente que Erasmo favoreció la causa de Lutero, pero temía expresar su
simpatía con demasiada claridad. En 1521 en respuesta á la crítica de Erasmo
en la cual dijo que Lutero necesitaba obrar con más cordura, Lutero dijo que
Erasmo se ocupaba más de la paz que de la cruz, y que no podía fácilmente
menospreciar la gloria. En 1522, dice que preferiría un enemigo abierto como
Eck en vez de una persona tergiversante, ahora amigo ahora hostil como Erasmo.
Los dos tenía sus diferencias acerca de la doctrina de la predestinación, pero
Lutero decía que no temía la elocuencia de Erasmo. En 1524 Lutero escribió á
Erasmo proponiendo una reconciliación. Pero la carta fué muy mal concebida
para conseguir su propósito. En ella Lutero descubrió la poca opinión en que
tenía á Erasmo y hasta le dijo que carecía de valor y cordura. Expresa el deseo
de que sus amigos dejasen de atacar á Erasmo, pero agrega " si ellos considerasen
la imbecilidad de vd., y pesasen la grandeza de nuestra causa que por mucho
tiempo se ha hecho superior á las fuerzas de vd.," lo harían seguramente.
Expresa su sentimiento á causa de la hostilidad que Erasmo se había suscitado
contra sí diciendo, "una virtud meramente humana como la suya no es sufi-
ciente para soportar tan pesadas cargas." Naturalmente Erasmo se ofendió
profundamente. Contestó con dignidad, pero más tarde cedió á la importunidad
de sus amigos y escribió contra Lutero su libro sobre el " Libre Albedrio," que
dió principio á una controversia acérrima. En seguida Lutero le atacó de una
manera abierta y sin reserva, en términos bien calculados para ofender ra
orgullo
LUTERO Y LA REFORMA EN ALEMANIA. 14D

Si dirigimos nuestra mirada más allá de los meros accidentes


de la controversia, y hacemos á un lado los permenores en que
Lutero á menudo se equivocaba, así como aquellos en que no mos-
traba bastante caridad en su juicio general con respecto á su
antagonista, debemos concluir que las más veces tenía Lutero
razón en que formó acerca de la reforma de la Iglesia
el juicio

La no podía efectuarla. Erasmo no tuvo inconveniente


literatura
en atacar los hechos consumados tales como los errores de los
monjes, pero no tocaría los principios de los cuales habían nacido
esas prácticas nocivas, sino hastadonde pudiera hacerlo sin correr
ningún peligro, ni sufrir ninguna molestia personal.
Lutero había
sido monje, no como Erasmo por un breve período y bajo compul-
sión, sino de su propio elección y con una profunda consagración
interior. Había experimentado personalmente con toda sinceridad
y seriedad, el sistema predominante de religión, hasta discernir los
erróneos fundamentos en los cuales descansaba. Vió que sería
menester hacer bueno el árbol antes que el carácter de su fruto
se pudiera modificar. Y el antiguo sistema tenía todavía una
vitalidad demasiado fuerte para las armas de Erasmo. Es humil-
lante verle acudiendo ora al legado del papa, ora al papa mismo,
para conseguir permiso de leer los escritos de Lutero. Se puede
asegurar sin temor de equivocarse que la escuela de Erasmo habría
sido vencido al fin por el partido monástico cuyos miembros tarde
ó temprano habrían combinado contra ella sus energías y que sin ;

el ataque más rudo emprendido por Lutero, los reformadores litera-

rios con la posición tibia y quívoca que asumían con respecto á


í

los principios fundamentales, habrían sucumbido ante los terrores

de la Inquisición. Era indudable que se causaría un desagrado


implacable al partido papal, y era menester un espíritu reformador
Al mismo tiempo la justicia exige que juz-
igualmente resuelto.
guemos á Erasmo comparándolo con los escritores de tiempos ante-
riores en vez de compararlo con Lutero. Al precursor no debe
medírsele según la norma de la era que el mismo ha ayudado á
introducir.
Ya que hemos dicho algo respecto del carácter personal de
Lutero como controversista, es bueno que agreguemos en esta
conexión, que es un hombre que se presta fácilmente á la censura.
Dotado de viva imaginación y sensibilidad unidas á intensas con-
vicciones que ardían por expresarse, no se tomó el cuidado de
medir su lenguaje. Formuló su doctrina por lo mismo en giros
extraños y paradójicos de los cuales, un crítico de sangre fría ó uc
10
146 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

controversista astuto, podían fácilmente sacar contradicciones y


conclusiones absurdas. En este respecto careció tanto como los
escritores bíblicos de artificio y de cuidado. Como Pablo y por
las mismas razones, ha sido acusado de favorecer una laxitud
antinomiana y aun la inmoralidad positiva. Es un cargo éste que
emana de la ignorancia ó la malicia Se hace con frecuencia por
estudiantesmás concienzudos que brillantes, que careciendo de la
capacidad necesaria para interpretar fervientes frases, ó entender
los conceptos profundos de un hombre de genio, se horrorizan de
ellos.

Otro suceso de que debemos hablar, es la Guerra de los Paisanos.


La predicación de Lutero y sus adeptos, produjo inevitablemente
una efervescencia en la cual las tendencias al desorden, podían
bien adquirir una fuerza adicional. El descontento de los nobles
ó caballeros contra los príncipes, buscó una alianza con el nuevo
celo en pro de un evangelio puro ;
pero esa rebelión concluyó con
la derrota y muerte de Francisco de Sickingen. El desafecto de
los aldeanos debido á la opresión que sufrían, había existido por
mucho tiempo, conduciéndolos en varias ocasiones á una abierta
sublevación. Mucho antes de laReforma se había mezclado con
estas tendencias políticas un elemento religioso. Pero ese descon-
tento fué fomentado por la propagación entre ellos de la doctrina
luterana relativa á la libertad cristiana, de la cual sacaron inferen-
cias acordes con sus propias aspiraciones, y promovidas á la vez
por la excitación popular que la Reformación había encendido.
Había un aspecto temporal y otro religioso en la rebelión. Cargas
más pesadas habían sido impuestas á la clase obrera por sus amos
civiles y eclesiásticos. La represión forzosa de la doctrina evan-
gélica, llegóá considerarse como un agravio adicional. La lista
de quejas que formaron, nos hace pensar en los días de la revolu-
ción francesa, y no puede dudarse de que muchas de ellas pedían
en alta voz un remedio. Lutero simpatizaba mucho con ellos, y
aconsejaba que se hicieran concesiones mutuos pero se opuso desde
;

un principio y con inflexibilidad al recurso de las armas. Había


aconsejado á Sickingen y á Hutten que se abstuvieran de este paso.
En lo general se opuso á todo esfuerzo que tuviera por mira cambiar
la arena de la discusión al campo de batalla. ¿ Qué sucedería con
las escuelas de enseñanza, la predicación, preguntaba, una vez
desenvainada la espada ? Formó una parte de su firme propósito,
el conseguir que el ánimo de los hombres se dirigiese constantemente
á las principales cuestiones de la controversia, i un que su adopción
LUTERO Y LA REFORMA EN ALEMANIA. 147

de la verdad pudiera ser inteligente, ilustrada y libre. Sostenía


que los aldeanos no tenían el derecho de promover una insurrección.
Como los primeros cristianos, creía que tenía que ser una agencia
espiritual física la que diera á la verdad una positiva victoria.
y no
Quería conservar la causa de Dios, libre de los enredos del criterio
y del poder mundanos. Por tanto, cuando estalló la grande re-
belión en 1524 y 1525, exhortó á los príncipes á que la reprimie-
sen con mano fuerte. No vió en el buen éxito de la misma sino la
destrucción del orden civil, y un reinado desenfrenado del fana-
tismo. La abolición de toda la autoridad que entonces existía en
1

y en el Estado, y la igualdad de rangos y de bienes, for-


la Iglesia

maron un elemento del credo de los aldeanos. Si el hecho de la


rebelión evidentemente ocasionada en parte por la Reformación,
produjo una reacción temporaria contra ésta, ese efecto fué dis-

minuido por y enérgica que hizo Lutero en sus


la oposición clara

discursos, á ese malhadado paso. La Reformación no es respon-


sable de la guerra de los paisanos, porque ésta habría acontecido
aunque no se hubieran predicado las doctrinas protestantes, siendo
motivada por los abusos inveterados de que los príncipes eclesiásti-

cos de Alemania eran responsables, á causa de sus extorsiones y


tiranía.

1
Ranke y otros censuran á Lutero con grande severidad á causa de su oposi-
ción á los aldeanos en sus sublevaciones. Pero Lutero tuvo presente que la
crisis era terrible y que se ponían en peligro los fundamentos de la sociedad.
La insurrección se hizo muy formidable en cuanto á número y fuerza.
CAPITULO V.

LA REFORMACIÓN ALEMANA HASTA LA PAZ DE AUGSBURQO,


1555; ZWINGLI Y LA REFORMACION SUIZA-ALEMANA.

Por el mismo tiempo en que Lutero empezó á llamar la aten-

ción de la Europa, otro movimiento reformatorio, de tipo algo


peculiar, estaba inaugurándose en un teatro más estrecho. En el

siglo XV, los suizos cuya fuerza militar se había desarrollado


durante su larga y victoriosa lucha por la independencia, y que
habían hecho mucho por reformar el arte de la guerra, probando
que la infantería puede ser superior á la caballería, fueron emplea-
dos en gran número como soldados mercenarios en Italia. El papa
y el rey francés eran los principales competidores en conseguir los
servicios de auxiliares de tanto valor. Los medios empleados para
obtener estos resultados, eran desmoralizadores en su influencia
sobre el país. Las potencias extranjeras compraron con cohechos
y pensiones la cooperación de personas de influencia entre los

6uizos, corrompiendo así el espíritu El patronato


de patriotismo.
de la Iglesia se usó de una manera inmoral para promover los
intereses mundanos del papa. La disciplina eclesiástica fué sac-
rificada, y se concedieron pródigamente promociones é indulgen-
cias, á fin de que los robustos aldeanos fueran inducidos á separarse
de sus casas para pelear en las batallas de la península italiana.

Estos contrajeron á causa de sus campañas, hábitos viciosos y


desarreglados. Al mismo tiempo, á consecuencia de lo que habían
visto en Italia se desvaneció en gran parte su reverencia por los

gobernantes de la Iglesia. La administración corrompida de ésta


produjo un efecto análogo en aquellos de sus paisanos que se habían
quedado en su propia tierra. Hubo así una combinación de agen-
cias que cooperaron á degradar la moral del pueblo suizo, al mismo
tiempo que iba desapareciendo su reverencia supersticiosa hacia
sus superiores eclesiásticos. La influencia de la cultura literaria
de la época, se hizo sentir también en Suiza. Había escuelas
secundarias en varias ciudades. Un círculo de hombres interesa-
dos en la literatura clásica y que iba adquiriendo ideas más ilus-
148
ZWINGLI Y LA REFORMA EN LA SUIZA.

tradas en materia de religión, tenía su centro en Basilea donde


Erasmo estableció su residencia en 1516, y fué reconocido como
su cabeza.
Ulrico Zwingli, fundador del protestantismo en la Suiza, nació
el primero de Enero de 1484, en Wildhaus, pueblo oscuro situado
á un alto nivel entre las montañas que miran hacia abajo sobre
el valle de Toggenburg. Era menor que Lutero, sólo unas cuantas
semanas. El padre de Zwingli era el magistrado principal del
pueblo. El joven Zwingli pasó su niñez en la casa paterna hasta
que fué enviado á la escuela, primero en Basilea y después en
Berna. Inteligente y ansioso de aprender, se distinguió también
por su amor á la verdad que llegó á ser una de las marcadas vir-
tudes de su carácter. Como Lutero, teDÍa un taleDto extraor-
dinario para la música. Aprendió más tarde á tocar varios instru-
mentos. Entre sus compañeros de la universidad de Viena donde
fué enviado primero, estaba el famoso Eck y en Basilea, lugar
;

á que fué trasferido, se hallaban entre sus condiscípulos Cápito y


León Juda que serían más tarde sus aliados en la obra de la
Reforma. En Basilea su maestro principal fué Tomás "Witten-
bach, hombre de tendencias liberales á la vez que de carácter
devoto, y que predijo la caída de la teología escolástica y dió á sus
estudiantes impulsos que al fin les llevaron más allá de su propio
posición. Zwingli se hizo estudiante celoso de los clásicos latinos,

y después que llegó á ser pastor en Glaro, prosiguió la lectura de


los autores romanos, en parte por la verdad que le gustaba buscar
en ellos, en parte por hacerse orador. Emprendió también con
diligencia el estudio del Copió cuidadosamente con su
griego.
propia mano las epístolas de Pablo en el original, á fin de tenerlas
en su tomo portátil con la idea de memorizarlas. Se dedicó al
examen de la Biblia y se atuvo á su autoridad. Leyó á los Padres
como consejeros, pero no como guías autoritativos. Se le obligó
á salir de Glaro á causa de su atrevida oposición al sistema de pen-
siones y de servicios mercenarios bajo los franceses. Zwingli fué
sincero patriota desde su temprana juventud. En su hogar escuchó
las narraciones de las hazañas de sus parientes en la guerra última
contra Carlos de Borgoña. Cuando entró en más edad vió el efecto
maléfico ejercido por la influencia francesa de que ya hemos hecho
mención. Además de esto vió la abyecta condición de la moral
entre el clero, y apreció más vivamente el estado deplorable que
guardaban las cosas debido á la amarga compunción que le produjo
en una vez el no haber resistido á la tentación. Al principio no
150 HISTOEIA DE LA REFORMACIÓN.

consideró el servicio militar prestado en obediencia al llamamiento


del papa, cabeza de la Iglesia, con la misma desaprobación que dió
al prestado Llegó aun á acompañar á sus feligreses
á los franceses.
á la guerra y estuvo con ellos en la batalla de Marinan. Además
no creyó malo recibir una pensión del papa, que le fué dada al
principio para la compra de libros. Pero su oposición pública al
partido francés en Glaro donde era poderoso, le obligó á partir de
ese lugar, y estableció su residencia en una población más pequeña,
Einsiedeln, en la cual asumió el cargo de pastor y predicador en la
Iglesia de la Virgen de la Ermita. Esto lo bizo en 1516. Había
allí además de la iglesia, un claustro lleno de leyendas, que era
el santuario principal á que acudían los peregrinos de toda la región
adyacente. Las indulgencias eran concedidas libremente y una
imagen de María, de santidad especial, atraía una muchedumbre
de devotos. Zwingli sin atacar de una manera directa el culto
de la Virgen, predicaba á la masa de visitantes la doctrina de la
Balvación por Cristo, y les hablaba de su misericordia y suficiencia
como Salvador, cosas con que su mente se había impresionado más
y más debido á su estudio de las Escrituras. El pueblo conoció
que estaba escuchando una nueva verdad, y un notable efecto se
produjo sobre muchos. Ya se había resuelto plenamente á acudir
á la Palabra de Dios como autoridad final, de preferencia á loa
dogmas humanos. A varios individuos, tales como sus amigos
Cápito y el cardenal Sitten, les dijo que no encontraba en las
Escrituras ningún fundamento para la institución del papado.
Dijo además á Cápito, en 1517, que en su opinión el papado
tendría que caer. En 1518 predicó contra un tal Sansón que
como Tetzel, era vendedor de indulgencias, y consiguió que ese
tráfico se prohibiese en el cantón de Schweitz, teniendo Sansón
que huir. En 1519, debido en gran parte á la influencia de los
principales antagonistas del partido francés, fué Zwingli trasladado
á la iglesia catedral de Zurich, que era en ese entonces una ciudad
de cerca de siete mil habitantes. Allí puso en práctica el propósito
que había anunciado desde un principio de exponer la Biblia á sus
oyentes enseñándoles las verdades que en ella encontrase. De ese
modo en unos sermones que fueron escuchados con vivo interés pol-

lina multitud, interpretó el evangelio según Mateo. Interpretó


también las epístolas de Pablo y temiendo que algunos no respe-
;

tasen debidamente á Pablo por no ser éste uno de los doce, mostró
la identidad de su doctrina con la de Pedro, haciendo una exposi-
ción de las epístolas de éste. Tenía mucho poder como predicador;
;
:

ZWDÍGLI Y LA REFORMA EN LA SUIZA. 151

uno de sus oyentes dijo que parecía que le tenía suspendido del
pelo. Cuando Sansón se presentó con sus indulgencias (en 1519)
le volvió á denunciar juntamente con su y fué sostenido en
tráfico,

la oposición que le hizo por el obispo de Constanza á quien Sansón


no había presentado sus cartas credenciales y por tanto se le pro- ;

hibió al fraile la venta de sus cosas en Zurich. Zwingli era hombre


de robusta salud, semblante alegre, afable con los de toda categoría,
de una industria incansable, pero entregado plenamente á los goces
de la vida doméstica, (se casó en 1524,) y afecto á pasar la noche
en la taberna, hablando familiarmente con los magistrados ó ciuda-
danos principales, ó con los forasteros que por casualidad se halla-

ran presentes. Justo y humilde ante Dios, pero valiente; delante


de los hombres, dedicado al trabajo del predicador y del pastor, y
haciendo á la vez un papel activo en todo lo concerniente al bienes-
tar de su patria, Zwingli adquirió poco á poco, aunque no sin
alguna oposición, y sin exponerse ocasionalmente á grandes
peligros, una influencia predominante en Zurich. Un nuevo
punto de partida en su carrera se halla en la discusión pública

que se verificó á petición suya en el salón de Zurich, el 29 de


Enero de 1523, donde propuso defenderse contra todos los que
quisieran hacerle el cargo de herejía. Había ganado en efecto la
victoria de antemano, desde que persuadió al concilio á que hiciera
el papel de juez, resolviendo éste todas las cuestiones en confor-
midad con las Escrituras. En un espacio abierto enmedio de una
asamblea de seiscientos hombres, se sentó en una mesa sobre la
cual había colocado las Escrituras en griego y hebreo, y con ellas
la versión latina. El sostenimiento triunfante que hizo de sus
opiniones contra sus débiles adversarios, dió por resultado una
orden espresa del concilio expedida á todo el clero, previniéndole
que perseverara en la predicación de las Escrituras solamente, y
no enseñara nada cuya garantía no se encontrase en ellas. En
esta conferencia defendió sesenta y siete proposiciones formuladas
contra el sistema de la Iglesia católica romana. La autoridad del
evangelio sustituye en ellas á la de la Iglesia, la cual se declara
ser la comunión de los fieles que no tienen otra cabeza que Cristo
la salvación es por la fe en él como único sacerdote é intercesor

y se rechazan el papado y la misa, la invocación de los santos, la


justificación por las obras, los ayunos, fiestas, peregrinaciones,
órdenes monásticas y el sacerdocio, la confesión auricular, la
absolución, las indulgencias, penitencias, purgatorio; en una
palabra, se rechazan todas las peculiaridades características del
152 HISTOKIA DE LA REFORMACIÓN.

credo y cu'to católicos romanos, y se sostiene la jurisdicción de loa


magistrados civiles sobre las autoridades eclesiásticas.
Otra vez
en una discusión habida ante una asamblea mucho más numerosa,
el 26 del siguiente Octubre, consiguió del concilio un decreto en
contra del uso de las imágenes y del sacrificio de la misa. Después
de una lucha reñida, estableció el principio de que los ayunos de
la Iglesia no son obligatorios, sino que su observancia depende de
la voluntad del individuo. En todos los cambios de esta especie,
radicales algunos de ellos, extendiéndose aun hasta abolir el uso
del órgano en la iglesia, Zwingli avanzó de una manera templada,
teniendo en cuenta lo débil de las conciencias de muchos, del mismo
modo que Lutero, y consiguiendo así que todo se efectuase de una
manera bien ordenada y por la debida autoridad pública. Como
Lutero, tuvo que verse en conflictos con los fanáticos anabaptistas.
Separada Zurich de la jurisdicción del obispo de Constanza, se
constituyó en una iglesia encabezada por los magistrados, dignos
representantes, según la opinión de Zwingli, del cuerpo de la con-
gregación. (1524.)
En 1525, Zwingli publicó su obra principal, el " Comentario
sobre la Religión Verdadera y Falsa," dedicada á Francisco I;

y por el mismo tiempo publicó también un tratado sobre el pecado


original. En estos y otros escritos, expuso su sistema teológico.
En la mayoría de los puntos, está de acuerdo con la usual doctrina
protestante. Pero, según se explicará después, se apartó del antiguo
sistema todavía más en sus doctrinas acerca de los sacramentos,
atribuyéndoles una función de menor importancia, y considerando
el pecado original como un estado más bien de desorden que de

culpabilidad. Es notable que en su filosofía haya sido Zwingli


un predestinariano de un tipo extremo, y haya anticipádose á
Calvino en su afirmación de la doctrina supralapsariana, sobre-

pujando en este punto aun á Agustín. Pero sostuvo que Cristo


había redimido á toda la especie humana que fué perdida en
Adam y que no sólo los niños que carecen de bautismo en países
;

cristianos, sino aun los de los paganos, se salvan todos. Además


de esto, no aceptó la creencia generalmente extendida de la conde-

nación universal de los paganos. Los pasajes bíblicos que parecen


enseñar esto, los interpretó como haciendo referencia sólo á aquellos
que después de oir el evangelio, lo rechazan de su propia voluntad.
Creía que la elección divina y la iluminación del Espíritu, no se
limitan al círculo de los que profesan la religión revelada, ó á
aquellos que reciben la Palabra y los sacramentos. Las virtudes
ZWINGLI Y LA REFORMA EN LA SUIZA. 153

de los sabios y héroes paganos, se deben según él, á la gracia


divina. Por la gracia fueron guiados al ejercicio de la fe en Dios.
Sócrates, decía, fué más piadoso y santo que todos los dominicos
y franciscanos. En el catálogo de santos, á los nombres de los
patriarcas y profetas del Antiguo Testamento, asocia además de
Sócrates, el de los Escipión, Camilo, Catón, Numa, Arístides,
Séneca, Píndaro, y aun los de Teseo y Heracles. La influencia
de la cultura humanista de Zwingli, es obvia en esta porción de
sus enseñanzas. " Se había ocupado," dice Neander, " del estudio
de la antigüedad, por el que tuvo predilección, y careció de un
recto criterio para distinguir el punto de vista ético del cristia-

nismo, del de los antiguos."


Desde Zurich se extendió la Keforma por varias partes. En
Basilea tuvo por jefe á Ecolampadio que había pertenecido á la
escuela de Erasmo, y que era hombre estudioso y de carácter
pacífico, y en su tono general parecido á Melancthon. En esa
ciudad venció en 1529. En Berna fué establecida después de una
larga discusión pública en la que Zwingli estaba presente en 1528.
El mismo cambio se efectuó en San Gall y Schaffhausen.
Esta revolución eclesiástica fué al mismo tiempo política. Había
una lucha entre el partido republicano ó reformatorio por un lado,
el cual había resuelto purificar al país de los efectos de la influencia
extranjera, de la corrupción moral y falta de patriotismo que de
ahí habían resultado ; y por el otro lado, de los que no queriendo
soltar sus pensiones, sostenían el sistema de servicios mercenarios
con el cual se relacionaba su poder. El partido de Zwingli luchaba
por conseguir una reforma social y nacional basada en un principio
religioso. Quería hacer del evangelio no sólo una fuente de luz
y vida para el individuo, sino un poder renovador en el cuerpo
político, á fin de efectuar una reforma en la vida social y la organi-

zación civil del país.


Vamos ahora á tratar de la relación que había entre el movi-
miento luterano y el de Zwingli. Había una grande diferencia
entre los dos caudillos. De Lutero su puede decir que en cierto
sentido se había hecho su vida la de la Iglesia latina, hasta un
grado en que no podría afirmarse lo mismo por lo que hace á
Zwingli. Desde una agitación profunda, causada por largos
conflictos mentales, en los que había recibido poco auxilio ó direc-
ción de parte de otros, había salido Lutero del antiguo sistema.
A medida que aumentaba su experiencia personal, adelantaba
paso á paso su iluminación intelectual. Una verdad, la de la
154 HISTORIA DE LA REFORMACION.

salvación por la fe en contraste con la ganada por el mérito de


tomó grande prominencia ante su vista. El método del
las obras,

perdón y la reconciliación con Dios, había sido para él desde su


primera juventud, el único problema de interés supremo. La
relación del individuo para con Dios, había absorvido sus pensa-
mientos y conmovido su sensibilidad hasta el extremo. La renun-
cia que hizo de la autoridad de la Iglesia, fué un acto al que nada
le habría compelido sino la fuerza de su convicción relativa á la
verdad fundamental de la justificación sólo por la fe. El carácter
del desarrollo personal de Zwingli había sido diferente. De
temperamento alegre y amante de los clásicos, no había sentido
ninguna inclinación hacia la vida monástica. Había sido educado
en la escuela de Erasmo. La autoridad de la Iglesia nunca se
había apoderado fuertemente de su ánimo ni aun antes que hubiera
dudado explícitamente de su validez. Como con el estudio de las
Escrituras comenzó á sentirse influido por su poder, les rindió fácil-
mente el homenaje de su entendimiento y su corazón. No le costó
mucho abandonar todo aquello que en el sistema doctrinal y ecle-
siástico de la Iglesia latina, le pareció estar en contradicción con
la Biblio ó el sentido común. Su mente no pasó por ningún duro
conflicto con alguna preocupación establecida. Sería injusto negar
que Zwingli tuviera cierta seriedad religiosa ;
pero el curso de su
vida interior fué aunque aceptó de todo corazón el prin-
tal que,

cipio de la justificación por la fe, no se posesionó de él la misma


idea viva de su importancia trascendental, que se había apoderado
de Lutero. Zwingli, estudiante intrépido é independiente, tomó la
Biblia como su magna carta, y no fué disuadido por ningún escrú-
pulo basado en una reverencia oculta, á abandonar ex-abrupto las
usanzas que no estaban sancionadas por la Biblia. Mientras que
Lutero estaba dispuesto á no tocar lo que la Biblia no prohibía,
Zwingli se hallaba más inclinado á rechazar lo que la Biblia no
mandaba. Intimamente relacionada con esta diferencia de carác-
ter personal, está la muy importante diversidad en las miras de
los dos reformadores. Lutero fué práctico en un sentido de éste

término; simpatizaba con los sentimientos ordinarios del pueblo,


siendo á la vez maestro del humilde lenguaje del mismo. Ninguno
6upo mejor que él el modo de tocar sus corazones. Fué un alemán
inspirado del sentimiento nacional, que resintió con indignación las
injusticias hechas á su patria. Pero su objeto fué siempre, sin

embargo, marcadamente religioso. Hizo una distinción clara entre


las funciones que, según concebía, le correspondían como predicador
;

ZWINGLI Y LA REFORMA EN LA SUIZA. 155

y teólogo, y la esfera de la- actividad pública. Absorto en la


verdad que consideraba la vida y alma del evangelio, y deseoso
de propagarla, no tuvo la aptitud requerida para la organización
de la Iglesia; mucho menos se entrometió en los negocios del
gobierno civil, si no fué con el carácter de un ministro, para
encomendar la obediencia á la autoridad establecida. La mira
y obra de Zwingli fueron tan diversas, y tan diferentes también
6u carácter mental y sus circunstancias que Lutero y los demás
teólogos sajones no le entendieron por el pronto ni le hicieron

justicia. Zwingli era patriota y reformador social. Salvar á su


patria del mal gobierno y de la inmoralidad, fué en su ánimo un
fin inseparable del esfuerzo de traer á los individuos á la práctica
aceptación del evangelio. El pueblo suizo tenía que ser elevado
de su degeneración ; y el instrumento para efectuarlo fué la verdad
bíblica que debía aplicarse no sólo al individuo en sus relaciones
personales con Dios, sino también á todo aquello que condujera
á corregir los abusos en la vida civil y social de la nación. Estos
se derivaban del egoísmo, y no había ningún remedio para ellos
fuera de la Palabra de Dios. Después que Zwingli renunció la
pensión que tenía concedida por el papa y rehusó la halagüeña
oferta que éste le hizo de aumentarla y después que se opuso
;

á la influencia extranjera de cualquiera parte que viniera, por


conseguir ésta sus fines á costa de la corrupción nacional, se
asemejó en su posición y en la unión que hacía del patriotismo
y la piedad, á los antiguos profetas hebreos. " El cardenal de
Sitten," dijo, " hace bien en usar un sombrero y capa colorados
sólo se necesita torcerlos, y veréis cayendo de ellos gota á gota la
sangre de vuestros parientes más cercanos." Quería que los suizos

se abstuviesen de todas esas alianzas deshonrosas y perjudiciales.


La cuestión de la prioridad de tiempo en la inauguración del
movimiento de Lutero y el de Zwingli, se ha discutido á menudo.
Zwingli declaró con verdad que sus opiniones acerca de la autoridad
de las Escrituras y del método de la salvación, las formó indepen-
dientemente de la influencia de Lutero. un hecho, que Y es
independiente de Lutero, Zwingli en un tiempo que se remonta
á 1518, predicó contra la venta de las indulgencias. Pero las
expresiones de Zwingli acerca de estos asuntos, fueron semejantes
á las de otros hombres de buenafe. En este asunto tuvo el apoyo
del obispo de Constanza, y no incurrió en el desagrado de León
X, que tal vez había aprendido á tener moderación en vista de lo
que había sucedido en Sajonia. El grande suceso en el caso de
156 HISTOKIA DE LA REFORMACIÓN.

Lutero, fué su colisión con la autoridad de la Iglesia. Se dice


con justicia de Lutero, que abrió camino en este conflicto estu-
el

pendo y peligroso. Cuando Lutero fué puesto bajo la censura


~e la Iglesia, Zwingli estaba recibiendo aún una pensión del papa.
En el tiempo en que Lutero en Worms, ante el imperio alemán,
rehusó someterse á la autoridad de papas ó concilios, Zwingli no
había sido atacado todavía de una manera seria. Aun en 1523
recibió una carta en que el papa Adriano VI le cumplimentaba.
Zwingli desde un principio fué tratado con la mayor paciencia,
debido á la ansiedad de la corte papal con respecto á sus intereses
egoístas y políticos. Estas circunstancias no deben redundar en
descrédito de Zwingli, una vez que se conoce toda la historia de
sus relaciones con el papado pero sí demuestran que la distinción
;

de haber sonado la trompeta de la revolución contra la sede romana,


pertenece al reformador sajón. La voz de Lutero que fué oida en
todos los países de Europa, penetró hasta los valles de la Suiza.
Entonces los enemigos de Zwingli le hicieron el cargo de ser parti-
dario de Lutero. El lo negó, pero al mismo tiempo declaró su
acuerdo con Lutero en los grandes puntos doctrinales, y habló de
él con valor y en términos del más cordial encomio. Fué entonces
el ruido de la batalla que Lutero había suscitado lo que abrió los
ojos de los hombres para ver la verdadera tendencia de las enseñan-
zas de Zwingli.
Un suceso infortunado para la causa de la Reformación, fué el

despertamiento de la grande controversia entre los luteranos y los

suizos acerca de la eucaristía. En 1524, tiempo en que estaba


efectuándose la división de Alemania en dos partidos hostiles, el

protestante y el católico, las fuezas evangélicas fueron debilitadas


por este conflicto intestino. La doctrina de la transustanciación,
no era un dogma de la Iglesia antigua. La creencia de Agustín
de que se imparte una potencia espiritual al pan y al vino, análoga
á la virtud que se supone inherente al agua bautismal, prevaleció
por largo tiempo en la Iglesia latina, aun después que había
expresádose la creencia más extrema por Juan Damasceno y los
teólogos griegos. Esto es evidente si se atiende al efecto que se
produjo cuando la transustanciación literal, ó la conversión del
pan y del vino en cuerpo y sangre de Cristo, fue defendida en
el

el siglo IX por Radberto, abad de Corvey. Esta teoría fué impug-


nada por sus contemporáneos, Rábano Mauro y Ratramno, que se
adhirieron á las opiniones de Agustín. El pan y el vino nutren
el cuerpo ;
pero el poder espiritual que imparte el cuerpo espiritual
ZWLNGLI Y LA REFOBMA EN LA SUIZA. 157

de Cristo cuyo signo son,se recibe por la fe y nutre el alma para


una vida inmortal. En el siglo XI la opinión de Radberto había
adquirido una ascendencia tal, que Berengar que defendió la teoría
más antigua, fué condenado, aunque se pretendía que su opinión
era favorecida por Hildebrando. La transustanciación, es decir,
el cambio de la sustancia, fué defendida por los principales esco-
lásticos del siglo XII, y se hizo un artículo de fe por el cuarto
concilio de Letrán en 1215, en el pontificado de Inocencio III.
Los reformadores todos negaron este dogma, juntamente con
la doctrina asociada con él del carácter de sacrificio que tiene

la eucaristía. Pero en otros respectos no estaban de acuerdo


entre sí. Lutero afirmó la presencia real y objetiva del cuerpo
y sangre glorificados de Cristo, de tal manera que el cuerpo y
sangre se reciben de algún modo misterioso por el comulgante,
aun en el caso en que no sea creyente. Enseñó la consustancia-
ción, que hay dos sustancias en el sacramento. Esta
esto es,

doctrina incluyó una creencia en la ubicuidad de la naturaleza


humana del Cristo ascendido. Zwingli, por el contrario, había
llegado Cena del Señor tiene principalmente un
á creer que la
significado nemónico, como símbolo de la muerte expiatoria de
Cristo, y es un signo ó promesa, como un anillo lo es, de su efecacia
continua. Una creencia intermedia, la de Calvino, aunque sugerida
por otros antes de él, enseña una verdadera aunque espiritual recep-
ción de Cristo sólo por el creyente, implantándose de este modo en
el alma germen de un cuerpo glorificado, ó una forma de sér
el

semejante al de Cristo. Según esta opinión, los elementos son el


eímbolo, el sello ó autenticación de la gracia de Dios por la muerte
de Cristo; y al mismo tiempo, Cristo se imparte de una manera
misteriosa y espiritual al creyente, y no á ningún otro, como la
potencia de una nueva vida, la de la resurrección. Desde la natu-
raleza humana de Cristo exaltada ya al cielo, ó de su carne, entra
en el alma del creyente una influencia vivificadora tal, que se une
1
íntimamente con el Salvador.

1 Latero no enseñó que el cuerpo celeste de Cristo que se ofrece y se recibe


en sacramento de la eucaristía, ocupa espacio. Siu embargo, es recibido por
el
todos los que toman del pan y del vino esto no quiere decir que cada uuo
;

recibe una parte de diebo cuerpo, sino cada comulgante recibe al Cristo entero
Lo recibe en cierto sentido por la boca. Lutero algunas veces se sirve de
expresiones algo groseras en la explicación de este punto. Por ejemplo, en laa
instrucciones que dió á Melancthon antes de su conferencia con Bucer en Cassel,
le dijo " Y en fin es nuestra opinión que el cuerpo de Cristo es verdaderamente
:

comido en y con el pan, y también que todo lo que hace y experimenta el pan
158 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

La vehemencia de la oposición de Lutero á la doctiita de


Zwingli, se manifiesta en la correspondencia que siguió durante
un período considerable después de suscitada la controversia. No
había términos de oprobio bastante expresivos con que designar
asíá la doctrina como á las personas de los sacramentar ianos.
Había tiempos en que por razones especiales, principalmente por
la esperanza de que éstos adoptarían su propia creencia, su hostili-
dad disminuyó sensiblemente; pero el aborrecimiento que profesaba
á la doctrina de Zwingli, nunca le abandonó. Las razones que le
indujeron á la adopción de un proceder intolerante y poco carita-
tivo, no es imposible descubrirlas. Esta teoría ofensiva fué pro-
puesta la primera vez por Carlstadt, entusiasta y fanático que había
causado á Lutero infinitos disgustos, y fué defendida por un débil
expediente de exégesis; se asoció en la mente de Lutero con el
espiritualismo extremo, ó la tendencia subjetiva, que tiene en
poco y tiende á invalidar completamente los medios objetivos de
la gracia, la Palabra así como los sacramentos, y á sustituirlos con

una iluminación ó inspiración especial del Espíritu. 1 Lutero

hace y experimenta el cuerpo de Cristo, es asido, comido y mascado con los

dientes." Afirma que el cuerpo de Cristo está presente substantialiter (en sub-
stancia,) perono loealiter (es decir, pero sin ocupar por extensión ningún espacio.)
Zwingli, por el contrario, negó que estuviera presente en sentido alguno el cuer-
po de Cristo en la Santa Cena. Y escribió á Lutero en 1527, diciendo " Porque
:

nunca podrá vd. demonstrar que el cuerpo de Cristo está presente ora en la
cena ora en la mente de los piadosos en otro sentido que. por medio del pensa-
miento." Pero Zwingli y sus adeptos se disponían más y más á dar énfasis
á la presencia espiritual de Cristo en el sacramento. Calvino dió énfasis á la
misma idea y agregó el aserto positivo de que Cristo, en el sacramento, por
conducto de su naturaleza humana, ejerce una influencia directa sobre el que
comulga con fe. La carne y sangre de Cristo aunque están localmente lejos
se comunican al alma del creyente como efecto de un acto de la fe, y por "el
poder secreto del Espíritu Santo."
' Lutero solía designar á los zwinglianos como schwármer (visionarios.) A
primera vista el término no parece muy apropósito ni en sentido oprobioso.
Pero debemos recordar que Lutero enseñaba la doctrina de una Palabra objetiva
y sacramentos objetivos, es decir, en un sentido objetivo la verdad que contiene
la Palabra divina entra por el oído aun del incrédulo, y aunque ésto no atienda,
sin embargo, la Palabra no deja por esto de ser la verdad divina; de la misma
manera Cristo está presente objetivamente en los elementos sacramentales y de
uno modo independiente de las creencias del recipiente. La perfección del
sacramento no depende de las creencias y carácter ni del comulgante ni del
ministro. Su perfección depende del hecho de que es una institución divina,
en el mismo sentido en que los rayos del sol son siempre los mismos aunque á
veces entren en el ojo de uno que puede ver, y en otras toquen los ojos de un
ciego. En una Palabra, Lutero creía que los zwinglianos daban demasiada
ZW1NGLI Y LA REFORMA EN LA SUIZA. 159

había hecho de la Palabra y los sacramentos, los criterios de la


Iglesia. De haberlos sostenido en su debido lugar, dependió tcdo
aquello que distinguió á su reforma del mero entusiasmo ó racio-
nalismo. Nunca había pensado en abandonar el sistema dogmático
del cristianismo latino según se presentaba en sus días primeros
y más puros, y vió con alarma lo que le pareció ser una innovación
racionalista. Y además de todas estas consideraciones y superior
á ellas, la presencia real y objetiva de Cristo en su naturaleza
humana, era una creencia que se había apoderado profundamente
de su imaginación y sentimientos. Había sentido la tentación de
dar al texto " este es mi cuerpo," un sentido menos literal y más
:

figurado pero según declaró, el texto era demasiado fuerte para


;

él. Tuvo que aceptarlo tal cual se leía. La verdad es que sus
sentimientos religiosos estaban íntimamente enlazados con la inter-
pretación literal. Habiéndose establecido inmutablemente y por las.
razones expuestas en su creencia, no quiso tener ninguna comunión
con aquellos que la rechazaban. Negaban, según él, un artículo
de la fe cristiana, un hecho precioso de la experiencia del creyente.
La unión del creyente con Cristo, la unión mística, es un tema
sobre el que ha escrito más impresivamente tal vez, que sobre
cualquiera otro asunto de la doctrina cristiana. Las objeciones
filosóficas no tenían para él ningún valor en contra de las intui-

ciones de la naturaleza ética ó religiosa. Estaba profundamente


convencido de que las verdades de la religión sobrepujan los
límites del entendimiento. Las dificultades sugeridas por el mero
entendimiento, por más que se presentaran bajo la más plausible
forma, eran siempre consideradas por él como superficiales. No
obstante eso, en la defensa de su propia opinión, algunas veces
se permitió hasta pelear con armas de la filosofía que en días
anteriores había sacado de las obras de Occam.
Se hicieron por supuesto poderosos esfuerzos con el fin de
remediar un cisma que amenazaba traer grandes desastres á la
causa protestante. No sólo se armó un escándalo del cual el par-
tido católico romano se aprovecharía con el mayor gusto, sino que

también dividió los consejos y tendía á paralizar la fuerza material


de los intereses protestantes. El teólogo más empeñoso en trabajar
por efectuar una unión, fué Martín Bucer, quien por la posición
que ocupaba en Estrasburgo, estaba bien situado con respecto

importancia al factor subjetivo, es decir, á la fe, sacrificando así el carácter


objetivo de los medios de la gracia, haciendo en lo relativo á los sacramentos
lo que los entusiastas hacen con las Escrituras.
160 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

á ambos partidos contrincantes, siendo á la vez demasiado diestro


en formar arreglos ó combinar fórmulas bastante ambiguas para
cubrir las opiniones discordantes.Aunque Lutero algunas veces
se mostraba rudo y violento, era con todo honrado y franco en
extremo, y por esta razón se dificultaba gobernarle siempre y ;

Zwingli, no obstante su deseo ardiente de la paz, era demasiado


sincero y se tenía sumo respeto á sí mismo, para ocultar su opinión
bajo una equívoca fraseologíay por eso al ver atacadas sus ideas
;

abiertamente, las defendió de una manera igualmente abierta.


De los príncipes que con empeño se esforzaban en apaciguar las
escuelas opuestasy unirlas en un terreno común, Felipe, landgrave
de Hesse, fué más notable. El esfuerzo más memorable en este
el

sentido fué hecho en la conferencia de Marburgo en 1529, en la


cual los teólogos suizos se encontraban con Lutero y Melancthon,
conformándose con las opiniones de estos últimos respecto del
pecado original y de algunos otros puntos que habían hecho dudar
de su ortodoxia. El único punto de diferencia fué el relativo á
la eucaristía, pero acerca de él quedó probado que la diferencia
era irreconciliable. El landgrave arregló que se verificasen al
principio entre Ecolampadio y Lutero, y
conferencias privadas
entre Melancthon y Zwingli, colocando á cada uno de ellos al
lado de un teólogo de temperamento suave y conciliador; pero
eso no dió resultado algupo. No fué menos difícil conseguir un
acuerdo cuando todos se reunieron ante el landgrave y una con-
currencia escogida de espectadores. Los teólogos se sentaron en
una mesa, colocándose los sajones en un lado y los suizos en otro.
Lutero escribió con gis en la mesa su texto, " hoc est meum corpus"
y rehusó apartarse ni una tilde del sentido literal. Pero sus oposi-
tores no admitieron la presencia real del cuerpo de Cristo en el
sacramento, ni que su cuerpo fuese recibido por los incrédulos.
Al fin cuando fué evidente que no se podía alcanzar ninguna posi-
ción común, Zwingli con lágrimas en los ojos ofreció la mano de
una amistad fraternal á Lutero, pero éste rehusó estrecharla, no
queriendo admitir, según Ranke, que pertenecieran á la misma
comunión. Pero tal repulsa quería decir aun más Lutero estaba
;

dispuesto á considerar á los suizos c^mo sus amigos, pero era tal
la influencia de su sistemadogmático sobre sus sentimientos, que
no pudo hacerse que aceptara como hermanos cristianos, á los que
de él diferían. En ese tiempo parece que Lutero y Melancthon
creyeron que un acuerdo en todos los artículos del credo, es una
condición necesaria de la comunión cristiana. Ambos partidos
ZWINGLI Y LA REFORMA EN LA SUIZA. 161

convinieron en guardar relaciones amistosas y en abstenerse de


un lenguaje irritante.Firmaron unidos catorce artículos comunes
de fe relativos á los grandes puntos de la doctrina cristiana, y se
comprometieron á ejercer unos con otros toda la caridad conse-
cuente con una buena conciencia. Hubo un espacio de tiempo
durante el cual los sentimientos y el lenguaje de Lutero con
respecto á los sacramentarianos, fueron suavizados en gran manera.
En particular sucedió así, cuando se hallaba en Coburgo durante
las sesiones de la dieta de Augsburgo. Las ciudades imperiales de
laAlemania meridional, debido á la agencia del infatigable Bucer,
aunque simpatizaban con la doctrina de Zwingli, fueron admitidas
en la liga de Smalcalda. En 1536, los más distinguidos teólogos
de la Almania superior se unieron con Lutero y sus discípulos para
firmar el concordato de Wittenberg, que expresaba con pequeñas
modificaciones la creencia luterana. Pero los partidarios suizos
de Zwingli, rehusaron sancionar ese credo.
1
En 1543 la publica-
ción de los escritos de Zwingli hecha por su yerno Gualter, con un
ensayo apologético de su propia pluma, despertó otra vez las iras

de Lutero, y empezó á impugnar de nuevo á los zwinglianos y su


2
doctrina en un lenguaje provocativo.

1
En ese credo se afirma que el cuerpo y sangre de Cristo están de hecho pre-
sentes y ofrecidos en el sacramento, y son recibidos por los " indignos " también.
Bucer distinguió entre los indignos y los " sin Dios " (godless).
1 El cuento que dice que Lutero poco antes de morir confesó
á Melancthon
que había ido á un estremo en la controversia sacraraentariana carece de base
histórica. Se debe recordar que Lutero y Melancthon se atuvieron para sus
conocimientos relativos á los reformadores suizos de las relaciones hechas por
viajeros y estudiantes, y asi formaron un concepto muy imperfecto con respecto al
carácter verdadero de los servicios prestados por Zwingli á la causa de la Reforma.
Ni uno ni otro de los contrincantes tenía una idea exacta de la doctrina del
otro en su discusión celebrada en Marburgo. Muchos zwinglianos creían que
Lutero enseñaba la presencia local de Cristo en las especies por más que la doc-
trina luterana descansase en la idea de que la naturaleza humana de Cristo
estaba espiritualizada debido á las relaciones que mantenía con su divinidad,
y que debido á ese cambio había cesado de ocupar espacio en el sentido material,
ni tampoco está sujeto á condiciones materiales. El estado que guardaba la
salud de Lutero y las circunstancias especiales en que escribía afectaron el tono
de su correspondencia con Zwingli. También Zwingli fué caracterizado por
cierta ruda franqueza que ofendió á Lutero y le infundió la idea de que Zwingli
no le trataba con el respeto debido. La carta que Zwingli escribió á Lutero en
Abril de 1527 por deber su tono á lo que Lutero había dicho, fué bien calculada
para irritar al reformador sajón. Refiriéndose á ella, Lutero habla de la fero-
cidad helvética de su contrincante. Sin embargo, cuando no estaba el mismo
irritado hablaba amistosamente de Zwingli y expresó el dolor que le causó la
noticia de su muerte. Pero cuando estaba enojado escribía con otro estilo.
11
162 HISTOKIA DE LA REFORMA CIÓN.

Volvamos ahora á la catástrofe de la reformación suiza. Había


una creciente hostilidad entre los cinco cantones montañeses que
permanecieron católicos, y las ciudades en que se había establecido
el pro están tismo.
1 Los cantones católicos formaron una liga con
Fernando de Austria. A los predicadores protestantes que cayeron
en manos de los católicos se les dió muerte. La nueva doctrina
fué suprimida dentro de su territorio. Los distritos que pertene-
cían en común á los varios cantones, dieron ocasión á una amarga
controversia. Al fin Zurich tomó las armas y sin derramar sangre,
consiguió que los cinco cantones rompiesen su pacto con el Austria,
concediesen que cada gobierno fuera libre para resolver la cuestión
religiosa, y que pagasen los gastos de la guerra proyectada. Sin
embargo, la conducta de los cinco cantones no por eso cambió, y
su actitud amenazadora compelió á Zurich á formar alianza con
la ciudad de Estrasburgo y el landgrave de Hesse. La fuerza de
los protestantes, aparte del auxilio extranjero con que contaban,
era mayor que la de sus adversarios. Zwingli recomendó medidas
atrevidas. Creyó que debía cambiarse la constitución de la con-
federación suiza de tal manera, que la preponderancia se diera é
las ciudades á las cuales pertenecía en justicia, quitándose de los

distritos montañeses que tan vergonzosamente habían hecho mal


uso de su poder. Las principales exigencias que se tuvieron al
efecto, fueron la de que la doctrina protestante que se profesaba
en los cantones inferiores, fuese tolerada en los superiores, y que
cesara la persecución. Pero había duda en cuanto á la posibilidad
de conseguir que se accediese á tales demandas, Zwingli fué de
opinión que se venciese al enemigo por medio de un ataque inme-
diato, compeliéndole á hacer concesiones justas, pero fué desoídoy
se adoptaron medidas menos radicales. Se procuró compeler á los
cantones católicos, rehusándose á tener comunicación con ellos, y
quitándoles así su sustento. El efecto fué que los católicos
tuvieron tiempo para reunir sus fuerzas, mientras que las ciudades
protestantes se dividieron por sus rivalidades y diferencias de
opiniones acerca del mejor plan que se debiera adoptar. Zurich
fué dejada sin auxilios para hacer frente, después de preparativos
rápido» é inadecuados, á la fuerza combinada del partido católico.
Zurich fueron derrotadas en Cappel, el 11 de Octubre
Lft3 fuerzas de
de 15ol, y Zwingli que había ido con su pueblo como capellán,

Zwingli cu el credo que presentó á la conferencia de Augsburgo, caracteriza la


actitud de Lutero, como la de los que miran hacia á las " ollas egipcias." Pero
en eso fué injusto.
LA REFORMACIÓN EN ALEMANIA. 163

cayó en la batalla. Había anticipado la derrota desde el tiempo


en que se desatendieron sus consejos, y le había sido imposible con-
seguir que los magistrados de Berna se resolvieran á obrar con
decisión. En medio de la batalla elevó su voz para animar «á sus
compañeros, pero no usó ninguna arma. Cuando recibió una
herida mortal gritó :
" Qué mal es este ? Pueden matar el
!
¿

cuerpo, pero no el alma!" Mientras permaneció en el campo,


respirando todavía con las manos cruzadas y los ojos dirigidos al
cielo, más de un soldado brutal le dijo que se confesara con el

sacerdote, ó rogara á María y á los santos pero él meneó la ;

cabeza en señal de oposición. No supieron á quien estaban


hablando, sino sólo que era hereje, y de una sola estocada le
quitaron la vida. No obstante esta derrota, el partido de la
reforma podría haberse rehecho, pero carecía de unión y energía.
Zurich y Berna concluyeron una paz humillante, que tuvo por
efecto infligir una seria restricción sobre los intereses protestantes,

y poner á los católicos en capacidad de posesionarse de nuevo de


porciones del terreno que habían perdido.
La amenaza hecha á los protestantes por la mayoría católica en
la dieta de Augsburgo, dió lugar á la formación de la Liga Pro-
testante Defensiva de Smalcalda, á la cual fueron admitidas en
1531 las cuatro ciudades imperiales de Alemania que abrigaban
opiniones zwinglianas ;
pero en ese entonces ya se habían separado
de la confederación de sus hermanos suizos. La cámara imperial
había sido purificada por la exclusión de todos aquellos de quienes
se sospechaba que simpatizaran con las nuevas opiniones. Este
tribunal iba á hacerse instrumento de una persecución legal. El
emperador consiguió la elección de su hermano como rey romano,
de un modo que envolvía una violación de los derechos de los
electores, y que fué bien calculado para excitar las aprehensiones
1
de los protestantes. Los teólogos de "Wittenberg no insistieron
más en su oposición al proyecto de hacer resistencia al emperador.
Lutero expresó la opinión de que, aunque como cristianos no debían
emplear la fuerza, sin embargo, los derechos y deberes de los prín-
cipes con referencia al emperador, formaban una cuestión política
que debía decidirse por los juristas; y que los cristianos como
miembros del estado, estaban obligados á tomar las armas en
defensa de sus príncipes cuando éstos eran atacados ilegalmente.
La situación política durante diez años después de la dieta de

1
"Rey de los Romanos," fué el título dado al sucesor del emperador durante
la vida de éste, y aut-:s de su coronación en Roma.
164 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

Augsburgo fué tal, que Carlos no pudo emplear la fuerza para


conseguir la ejecución del decreto, sino que se mostró favorable
al progreso de la Reformación. La liga de Smalcalda, reforzada
por una alianza temporal con los duques de Baviera y por trata-
dos con Francia y Dinamarca, era demasiado formidable para ser
atacada. La irrupción de los turcos bajo Solimán, fué otro obstá-
culo insuperable para el progreso de la política represiva. Por
tanto en 1532, la "Paz de Nuremberg" estipuló que los asuntos
religiosos dejaren en el mismo estado, hasta que pudieran
se
ajustarse por una nueva dieta ó un nuevo concilio. Este había
sido ya exigido por los protestantes en Augsburgo, y Carlos se
había comprometido á procurarlo. No obstante los disturbios
producidos por los comunistas anabaptistas en Münster, la Reforma
avanzaba á grandes pasos. El duque protestante de Würtemberg
fué restablecido en sus posesiones por el landgrave de He?se, en
1534. Brandenburgo y la Sajonia ducal, á la muerte del elector
y del duque se hicieron protestantes. Los príncipes católicos
empezaron á conceder la libertad religiosa á sus subditos. La
guerra con la Francia que estalló en 1536, incapacitó al emperador
para impedir ese progreso. La liga de Smalcalda fué extendida
por la agregación á ella de más ciudades y príncipes. Los protes-
tantes se rehusaron á reconocer los mandatos de un concilio, en el
cual según los términos de su convocación, la condenación de ellos
era una cosa de antemano cierta. Alarmados á causa de la cre-
ciente fuerza del protestantismo, los principales estados católicos
se unieron en una santa liga en Nuremberg en 1538, la cual seme-
jante á la de Smalcalda, se formó ostensamente sólo para la defen-
1
siva. Los tres años siguientes fueron señalados por los esfuerzos
hechos para conseguir la paz, siendo el más notable entre ellos, el

que promovió la de Ratisbona en 1541. En esa ocasión el papa


estuvo representado por su legado Contarini, quien abrigaba una
opinión relativa á la justificación, algo semejante á la de los protes-
tantes, y estaba dispuesto á salir al encuentro á Melancthon á la

1 La causa de la Reformación fué debilitada por las discordias que hubo entre
los príncipes protestantes, especialmente el elector y el duque Mauricio. Sufrió
todavía más á causa de la " dispensación " que Lutero y Melancthon concedieron
al landgrave de Hesse, según los términos de la cual éste pudo contraer un
nuevo matrimonio sin ser divorciado de su primera esposa cuyas enfermedades
y hábitos personales le eran repugnantes. Ese "doble matrimonio" trajo
reproche á la causa de la Reforma, y también consecuencias desastrosas. Es
falso decir que Lutero fué animado en lo que hizo por móviles egoístas, 6 que
favoreció la poligamia.
LA REFORMACIÓN EN ALEMANIA. 165

mitad del camino en cuanto á concesiones. En estas negociaciones

se consiguió un acuerdo en de cuatro puntos doctri-


la exposición

nales referentes á la naturaleza del hombre, el pecado original, la


redención y la justificación ;
pero en lo relativo á la Iglesia, los
sacramentos y cosas por el estilo, se vió que sería imposible tener
un avenimiento. El rey de Francia animado por el propósito
egoísta de trastornar los esfuerzos hechos para conseguir una liga,

se unió con otros del partido católico, impulsados por distintos


móviles para quejarse de las concesiones hechas por el partido ca-
tólico, lo cual dió lugar á que éste fuese restringido por órdenes
enviadas por el papa. El elector de Sajonia se disgustó de igual
manera con los procedimientos de Melancthon, así como Lutero
que consideraba la esperanza de un convenio del todo fútil, como
inspirada por Satanás y quedaron complacidos cuando la conferen-
;

cia abortiva concluyó. La necesidad de conseguir auxilios inme-


diatos contra los turcos, compelió á Carlos á sancionar otra vez la
paz de Nuremberg, con provisiones adicionales ventajosas para los
protestantes. El mal éxito de su expedición contra Argelia, en
1541, y la nueva apertura de la guerra contra Francia, juntamente
con la guerra turca en la que estaba ocupado su hermano Fernando,
obligó á éste en la dieta de Espira en 1542, á conceder que la paz
religiosa continuase. La declaración imperial de Ratisbona, fué
ratificada por la dieta de Espira celebrada en 1544. La perspec-
tiva de la causa protestante se había hecho muy brillante. Por
algún tiempo pareció que toda la Alemania adoptaría la nueva
fe ;
pero la liga de Smalcalda se debilitó mucho á causa de las
disensiones intestinas. Las ciudades se quejaron del proceder
arbitrario del elector de Sajonia y del landgrave de Hesse, tal
como por ejemplo, del que tuvieron al expulsar al duque de Bruns-
wick de sus terrenos, medida que las puso en conflicto con la corte
imperial. Pero los sucesos fatales fueron la hostilidad de Mauricio,
duque de Sajonia, para el elector, la cual se originó de varias
causas, y que una vez casi motivó la guerra y el abandono de la ;

liga por Mauricio en 1549. El elector de Brandenburgo no se


había juntado á la liga, y fué imitado en esto por el viejo elector

del Palatinato que adoptó la Reforma en 1544. En la dieta de


Worms, en Marzo de 1545, los protestantes rehusaron tomar parte
eu el concilio de Trento. La hostilidad del elector hacia Mauricio,
impidió que se formase una alianza más estrecha entre las dos
Sajonias y Hesse. Mauricio, hombre político, sagaz y ambicioso,
más amante del poder que de la fe, concluyó al fin un contrato con
166 HISTORIA DE LA KEFÜKMACIÓN.

Carlos, y comprometió á hacer la guerra contra el elector cuyoa


se
territorios eran codiciados por él, y contra el landgrave, los dos
príncipes á quienes el emperador pretendía atacar, no por asuntos
religiosos, sino á causa de su proceder contra las leyes y la paz del
imperio. Mientras que el emperador entretenía á los protestantes
á fin de herirlos con un golpe más eficaz, murió Lutero en Eisleben,
lugar de su nacimiento, el 18 de Febrero de 1546. Sus últimos
días no fueron de lo mejor. Su salud estaba quebrantada, y sufrió
mucho de varias indisposiciones, especialmente de dolores de cabeza
agudos y continuos. Fué abrumado con una grande variedad de
empleos relativos á asuntos públicos y privados, hasta que al ir
una vez de su escritorio á la ventana, creyó ver á Satanás burlán-
1
dose de él por tener que gastar su tiempo en cosas inútiles, pero
sus capacidades intelectuales no llegaron á debilitarse. Su con-
fianza religiosa permaneció firme como una roca. Su valor y la
seguridad de que la verdad al fin triunfaría, nunca vacilaron ;

pero perdió su genio alegre y el tono festivo que antes le habían

caracterizado. Abrigaba opiniones lúgubres acerca de la maldad


de los tiempos y de la sociedad en que vivía. Estaba cansado del
mundo y de la vida, y anhelaba librarse de sus cargas. Era viejo,
decía, inútil, un estorbo, y quería irse. Su desafecto para Witten-
berg, motivado por lo que él consideraba la laxitud del gobierno
familiar, y por los modos reprehensibles de vestirse allí, llegó á un
grado tal, que resolvió abandonar ese lugar, siendo disuadido sólo
por la intercesión unida del elector, de las autoridades, de la uni-
versidad y del pueblo. Entró en conflicto con los juristas por que
éstos declararon que el consentimiento de los padres no es absoluta-
mente indispensable para hacer válido un contrato matrimonial,
y les atacó públicamente desde el
púlpito.
2
La amistad de Lutero
y Melancthon no concluyó, sufrió sólo algo de enfriamiento debido
Había dos puntos tocante á los cuales
á diferencias teológicas.
había Melancthon cambiado de opinión. Desde el tiempo de la
controversia de Lutero y Erasmo, Melancthon había empezado
á modificar sus ideas con respecto á la predestinación, y á inclinarse

1
Hablando en este sentido dice en las "Pláticas en la Mesa," "Hoy he sido
molestado con las picardías y mentiras de un panadero, al cual han citado
delante de mí por haber usado pesas falsas por más que semejantes negocios
;

interesen más bien al magistrado que al ministro. Sin embargo si no hubiera


nadie que pusiera coto á los robos de estos panaderos, qué estado de cosas
¡

tendríamos!"
* Lutero escribe á Spalatin que en toda su vida
y trabajo evangélico no había
experimentado tantas ansiedades orno durante es<. año, (1544.)
LA REFORMACIÓN EN ALEMANIA. 167

á la creencia que más tarde fué llamada sinergismo, que atribuye


á la voluntad una parte activa aunque subordinada y receptiva,
que hacer en la conversión. Acerca de este asunto, sin embargo,
las creencias prácticas de Lutero, si no las teóricas, fueron modifi-
cadas también, según se evidencia por las cartas que escribió en
respuesta á las personas que en su perplejidad le pidieron consejos.
La diferencia relativa á este asunto si alguna existía, no ocasionó
disensiones entre el y Melancthon. Sólo después de la muerte de
Lutero, sus discípulos se sirvieron de esto como pretexto para atacar
á Melancthon, haciéndolo asunto de un conflicto teológico. Pero
en cuanto á Cena del Señor, respecto de la cual era Lutero más
la

intrasigente, Melancthon desde cerca del tiempo de la dieta de


Augsburgo, empezó á modificar su opinión anterior. La influencia
de Lutero que le había encantado en su juventud, fué destruida
en parte ; y bajo la que en él ejercieron los argumentos de Ecolatn-
padio, y su propio estudio independiente que hizo de los padres,
dió cabida en su entendimiento á la doctrina calvinista, que fué
sustancialmente la opinión defendida por Ecolampadic y Bucer.
Melancthon rechazó la teoría zwingliana que hacía de Cristo en
el mero objeto de un acto contemplativo de la fe;
sacramento, el

pero otra hipótesis de una recepción espiritu¡>{ aunque


le satisfizo la

verdadera de él, en conexión con el pan y el vino. Á pesar de la


reserva de Melancthon y de su deseo de conservar la paz, no pudo
ocultar completamente este cambio de opinión y no faltaban per- ;

sonas de entre las cuales Nicolás Ansdorf fué la principal, que pro-
curaran suscitar lo más posible la envidia y hostilidad de Lutero.
Resultó pues de ahí, que la intimidad confidencial de esos dos
hombres fuese interrumpida. Melancthon pasó varios años en
ansiedad diaria, esperando ser destituido de su puesto.
1
" A
menudo," dijo escribiendo en el griego que usaba con frecuencia
cuando quería tratar de algo que temía divulgar, " á menudo he
dicho que tengo miedo de la senectud de una naturaleza tan
apasionada como la de Heracles, de Filoctetes, ó del general
romano Mario." En frases por este estilo se refiría como explicó
más tarde, á la vehemencia común en los hombres de una constitu-
ción heroica. Y no obstante todo eso, en años anteriores nadie

1
Una
carta de Melancthon dirigida á Carlowitz, canciller del duque Mauricio,
escrita inmediatamente después del fin de la guerra de Smalcalda habla del
"espíritu contencioso" de Lutero y así da una idea de las relaciones desagra-
dables que guardaba Melancthon en la corte luterana del elector. La carta
ofendí S á los amigos de Lutero.
168 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

había sido más justo y tolerante que Lutero en io referente á esa


tendencia demasiado grande hacia la concesión y los convenios por
parte de Melancthon. El cambio de sus relaciones dependió real-
mente tanto del temor, consecuente reserva y desapego del uno,
como de la disposición imperiosa del otro. Sería una equivocación
suponer que Lutero perdió su confianza y amor hacia su socio más
joven, porque las expresiones usadas por él en sus últimos días,
prueban lo contrario. Sería también un error suponer que
Melancthon llegó alguna vez á dejar de considerarle como uno de
los hombres principales, un héroe, dotado de nobles y admirables
cualidades de entendimiento y de corazón. Pero la original con-
trariedad de temperamento en los dos hombres, unido á las pecu-
liaridades del carácter de Lutero que se había hecho agrio con
motivo de sus largos años de combates, trabajos y enfermedades,
todo entibió por un corto tiempo la simpatía y cordialidad mutuas
de su comunión. Pero la grande alma de Lutero reluce en las
últimas cartas que escribió, algunas de las cuales fueron epístolas
cariñosas dirigidas á Melancthon, y en los últimos sermones que
predicó en Eisleben, donde cerca de la casa en que nació, lleno
de fe y de paz, exhaló su último suspiro. "Se ha ido," dijo
Melancthon, á sus discípulos, "el carro de Israel con sus caballos,
él que gobernó á la Iglesia en estos postreros tiempos turbu-
lentos." Eu el discurso fúnebre que pronunció Melancthon en
el sepulcro de Lutero, debajo del púlpito donde la voz de éste
había sido escuchada por tanto tiempo, se refirió á las quejas
contra la vehemencia excesiva de Lutero, y citó la expresión
usada por Erasmo con frecuencia, de que " A
Dios plugo dar á
este postrero tiempo, á causa de la grandeza de su enfermedad, un
médico agudo." Con tristeza y lágrimas que, según dijo, le ahoga-
ban, habló de los grandes trabajos de Lutero, de la bonda l, alegría

y dignidad de su carácter de su carencia de toda ambición personal


;

y de la sabiduría y cordura que se mezclaban con su energía irresis-


tible como reformador. Si aun en este discurso, y todavía más

en las cartas posteriores de Melancthon, se pueden notar en su


tono indicios de un parcial desvío, el efecto producido es sólo el

que sentía una admiración capaz de distinguir y no cegada por


uno con quien estaba unido por el vínculo indisoluble del amor.
Lutero, después de hacer toda deducción en su mérito, de las
faltas que haya podido tener, fué uno de esos hombres extraordi-
narias de quienes se puede decir, sin ningún .espíricu de rendirle
culto como héroe, sino con toda verdad, eme su poder según se
LA REFORMACIÓN EN ALEMANIA. 169

manifiesta en la historia, puede sólo compararse á las grandes fuer-


zas permanantes de la naturaleza. " Es uuo de aquellos grandes

personajes históricos, en quienes una nación entera reconoce su


propio típD." Uno de los primeros eruditos de la época entre
los católicos, opositor del protestantismo durante toda su vida,
dice de él :
" Fué la preponderante grandeza de su mente y su
maravillosa versatilidad, lo que hizo de Lutero el hombre de su
época y de su pueblo y se puede asegurar, que nunca ha habido
;

un alemán que haya entendido tan intuitivamente á su pueblo,


y que á su vez haya sido comprendido tan perfectamente por él,

al cual puedo decir, había absorvido, como este monje agustino


de Wittenberg. El corazón y la mente de los alemanes estaban
en su mano, como la lira en la mano
Además, ha del músico."
dado á su pueblo más de lo que cualquiera otro hombre en las
épocas cristianas, haya dado jamás á un pueblo idioma, manual :

de instrucción popular, Biblia, himnos para cultos y todo aquello ;

que sus opositores á su turno tuvieron que ofrecer, ó poner en


comparación con lo de Lutero, pareció insípido, sin fuerza ni color,
al lado de la elocuencia vencedora del reformador. Ellos titu-
bearon y él habló con la lengua de orador, estampando el sello
imperecedero de su propia alma tanto en el idioma alemán como
en su mente ; y aun los alemanes que le aborrecen teniéndole como
elpoderoso hereje y seductor de la nación, no pueden escaparse de
su influencia, pues deben platicar con sus palabras, deben pensar
con sus pensamientos.
La guerra de Smalcalda comenzó en 1546. Á pesar de la situa-
ción desvantajosa de los protestantes, manejo militar hubiera
si el

sido bueno, podrían haber tenido buen éxito. Pero prevaleció un


espíritu de indecisión é inactividad. El elector, Juan Federico,
expulsó de sus territorios las fuerzas de Mauricio, siendo después
sorprendido, derrotado y capturado por Carlos en Muhlberg, en
Abril 24 de 1547 ; y al poco tiempo se entregó el landgrave, some-
tiéndose al emperador. La victoria de Carlos pareció ser casi
completa. Su plan fué el de someter otra vez á los protestantes

á la jerarquía católica, y contentarles con la reforma de los abusos.


Su estimación del verdadero carácter y fuerza moral del protestan-
tismo, fué siempre superficial. Publicó por tanto una fórmula
provisional, llamada después de su sanción por la dieta, el Interina
de Augsburgo, al mismo tiempo que fué puesto por su autoridad
ante los obispos alemanes, un plan para la reformación, en el cual
se propusieron reformas en puntos de orden exterior. La obra que
170 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

él empezó, esperaba que la completara el concilio de Trento. Perc


este plan aunque pareciese al emperador prometer tanto, tuvo que
pugnar no sólo con la continua oposición de los protestantes serios,
sino también con las ideas y proyectos discordantes del papa.
Carlos había contado con la supresión del protestantismo poi
medio de la influenciaunida de su poder y del concilio. Pero
el concilio había emprendido su obra, no con medidas que tuvieran
por mira una reforma, sino con la condenación de las doctrinas
protestantes. Además deaunque esperaba el papa que con
eso,

la guerra de Smalcalda resultaría un beneficio á la Iglesia, temió


un éxito demasiado halagüeño para Carlos, porque eso le haría
peligroso en Italia. Deseaba por tanto que el elector continuara
su oposición al emperador, y envió un mensaje á Francisco I,
diciéndole que ayudara al primero. Quitó á Carlos las mal disci-
plinadas tropas que le había dado y excitó el intenso desagrado
del mismo por la remoción del concilio á Boloña. El papa y
Francisco se habían aliado otra vez íntimamente, trabajando en
el lado protestante, con el proposito de disminuir el poder de
Carlos. Los obispos imperiales rehusaron separarse de Trento.
y el concilio quedó reducido á la impotencia. Las medidas em-
prendidas por Carlos, fueron también consideradas por el papa y
los católicos celosos, como una intrusión en la autoridad espiritual
de aquél, una usurpación de poderes que no pertenecen á un prin-
cipe temporal. En la Alemania meridional, á los estados y
ciudades protestantes se les compelió á aceptar el Interim. En
la Alemania septentrional, fué éste rechazado por lo general. La
ciudad de Magdeburgo se señaló por su oposición persistente á
someterse á los nuevos arreglos. El duque Mauricio modificó el
Interim, conservando los rasgos esenciales de la doctrina de Lutero,
pero permitiendo y así formuló
los ritos é instituciones católicas,

el Interim de Leipsig. Este procedimiento que fué efectuado con


el auxilio de Melancthon y los demás teólogos de Wittenberg,
causó una amarga controversia en la Iglesia luterana. En ella se
trató de la misma cuestión sugerida en otra parte en conexión con
el puritanismo, respecto de que
y usanzas ofensivas
estos ritos

pudieran adoptarse por la Iglesia como


moralmente indife-
cosas
rentes (adiafora) cuando el magistrado lo exige. Melancthon fué
objeto de la intensa hostilidad de los luteranos más estrictos, y \a
controversia duró por mucho tiempo.
1

1
Amigos juiciosos de la Reformación admiten que Melancthon concedía
demasiado en los convenios que pretendió efectuar en el período del Interim.
LA REFORMACIÓN EN ALEMANIA. 171

El concilio se había reunido otra vez en Trento por el papa

Julio III, quien fué del todo favorable al emperador. Los estados
protestantes habían entrado en negociaciones con
él,
y parecía pro-
bable que Alemania tendría que ceder á su autoridad pero toda ;

la situación fué cambiada por el atrevido movimiento efectuado


por el duque Mauricio para rescatar la causa que él había si lo
el principal en orillar á su destrucción. A pesar del hecho de
que Alemania estaba al parecer casi subyugada por el emperador,
había aun elementos poderosos de oposición. Los turcos habían
capturado á varios de los caballeros de San Juan, y encendido de
nuevo la tea de la guerra en Hungría. Enrique VIII, rey de
Inglaterra, había fallecido y tenido por sucesor á Eduardo VI,
por quien el protestantismo fué establecido en ese país. Enrique
II de Francia estaba uniéndose con los enemigos del emperador
en Italia, y en Septiembre de 1551, las hostilidades principiaron
una vez más entre las dos potencias rivales. La resistencia heroica
de Magdeburgo había estimulado el entusiasmo de los protestantes
de la Alemania septentrional. El proyecto de Carlos V de hacer
de su propio hijo, Felipe de España, su sucesor al imperio, había
amenazado por algún tiempo un enajenamiento entre el emperador
y Fernando. Los príncipes alemanes se ofendieron con la preferen-
cia dada á los consejeros españoles y con los desaires que habían
sufrido. La continuada presencia de las tropas extranjeras en
contra de la promesa hecha por el emperador en su elección, fué
ofensiva á la nación. Mauricio se había hecho objeto de un abo-
rrecimiento general entre aquellos á quienes había traicionado.
Maldiciones tan sonoras como profundas habían sido fulminadas
libremente contra él. Los sufrimientos del buen elector á quien
ni amenazas ni cohechos pudieron inducir á comprometer su fe
religiosa, y la prisión prolongada del landgrave, en contra del
espíritu de las estipulaciones hechas cuando su entrega, de todo lo
cual se consideraba á Mauricio como responsable, no sólo le des-
prestigiaron personalmente, sino le trajeron un aumento del des-
favor popular. Las solicitudes hechas al emperador, pidiéndole
la libertad del landgrave, suegro de Mauricio, no habían dado
resultado alguno. Había el peligro de que los españoles subyu-
garan á los príncipes alemanes, y solían oirse intimaciones de que

Es, »ÍD embargo, jusco recordar que cuando Melancthon firmó los Artículos de
Smalcalda, agregó la explicación de que él personalmente estaba dispuesto á
conceder al papa una superioridad jure humano (por derecho humano,) pero sólo
para promover la unidad.
172 HISTORIA DE LA REFORMACION.

se tendría que tratar á Mauricio mismo como se había tratado al


elector. El sitio de Magdeburgo proseguido por Mauricio que
había emprendido la ejecución del bando imperial contra ella,
aunque de una manera lánguida, sirvió para ocultar sus prepara-
tivos militares. Después de haber conseguido la cooperación de
varios príncipes protestantes en quienes podía confiar ; de haber
convencido, aunque con dificultad, á las familias de los príncipes
cautivos, de que podían confiar en él ; de haber negociado también
una alianza con Enrique II, quien promovería una asonada contra
Carlos en los Países Bajos, y de haber hecho un convenio con
Magdeburgo según el cual esta ciudad le serviría de refugio en
caso de sufrir una derrota ;
después de haber hecho, decimos,
todos estos preparativos y los demás que juzgó necesarios, del modo
más secreto, entró de improviso en campo, y marchando á la
el

cabeza de un ejército que aumentaba á cada paso de su avance,


cruzó los Alpes y compelió al emperador que estaba sufriendo de
un ataque de gota, á huir de Innspruck. 1 Este triunfo fué seguido
por el tratado de Passau. Carlos dejó que su hermano Fernando
negociara con los príncipes. La demanda de Mauricio y de BU3
aliados, fué la de que á los protestantes se les asegurase la toleran-
cia y la igualdad de derechos con los católicos, tuvieran ó nó buen
éxito los esfuerzos hechos para conseguir la uniformidad religiosa
en la nación. A esto dió Fernando su asentimiento pero el ;

emperador instigado tanto por su conciencia como por su orgullo,


á pesar de su humillante derrota no quiso pasar por esta estipula-
ción. Los protestantes sólo obtuvieron una promesa de amnistía,
de paz y de igualdad de derechos, hasta que las diferencias reli-
giosas fuesen arregladas por una asamblea nacional ó un concilio
general. Los príncipes cautivos fueron puestos en libertad.
Carlos vió con mortificación que el plan que por tanto tiempo
había abrigado de exterminar al protestantismo, había tenido un
éxito malo y vergonzoso. En la dieta de Augsburgo de 1555, fué
concluida la célebre Paz Religiosa. En ella se dejó á cada prín-
cipe en libertad de escoger entre la religión católica y la Confesión
de Augsburgo, y la religión del príncipe sería la del territorio
sobre el cual reinara. Los católicos querían exceptuar á los prín-
cipes eclesiásticos del primer artículo, y los protestantes objetaron
al segundo. Al fin se incorporó en el tratado una reservación

1
Mauricio no capturó á Carlos, porque, según dijo, "No tenía jaula bastante
grande en que encerrar tan gTande pájaro." Carlos huyó de Innspruck el 19
de Mayo de 1552.
LA REFORMACIÓN EN ALEMANIA. 173

eclesiástica, según la cual todo prelado que se hiciera protestante


perdería su beneficio ; y conforme á una declaración de Fernando
que acompañó al tratado, los subditos de los príncipes eclesiásticos
disfrutarían de libertad religiosa. La Cámara imperial que había
sido un instrumento principal de opresión en manos de Carlos, fué
reconstituida de tal modo, que los derechos de los protestantes fue-
ron protegidos. Carlos no tuvo moralmente ningún participio en
los procedimientos que condujeron á la paz religiosa. Esta envol-
vía una concesión á los adeptos de la Confesión de Augsburgo, á
saber: libertad para practicar su religión sin ser molestados ni
perder sus privilegios civiles, ni aun en el caso de que no se efec-
tuara por un concilio la reunión de los partidos opuestos, con-
cesiones que él había resuelto no hacer jamás. Pero el progreso
del pensamiento y la fuerza de las convicciones religiosas habían
tomado demasiado incremento para poder ser vencidas por la violen-
cia. El imperialismo de la edad media tuvo que ceder ante las
fuerzas conjuradas en su contra. Siguióse á esto la abdicación
de Carlos que no se sintió físicamente con fuerzas bastantes para
afrontar los cuidados de su puesto, y el cargo imperial recayó
sobre su hermano (1556.)
Así consiguió el protestantismo un reconocimiento legal. Du-
rante los años inmediatamente próximos, la fe protestante se
extendió rápidamente aun en Baviera y Austria. Si no hubiera
habido la reservación eclesiástica, dice Gieseler, toda la Alemania
pronto se habría hecho protestante.
CAPITULO VI.
LA PREFORMACIÓN EN LOS REINOS ESCANDINAVOS, ENTRE
LAS NACIONES ESLAVAS, Y EN HUNGRÍA.
Cuando investigamos los medios á que se debió que la Reforma-
ción alemana se extendiese á los países adyacentes, aparece constante-
mente la agencia de los alemanes residentes en ellos. Tiene uno que
recordar la difusión de los antiguos hebreos, y el papel que hicieron
en abrir caminos al cristianismo más allá de los confines de Pales-
tina. Otro instrumento muy eficaz para la extensión de la doctrina
luterana, fué Wittenberg, célebre escuela á la cual eran atraídos
muchos jóvenes de todos los países vecinos. El uso del latín como
vehículo de enseñanza, y como la lengua común de las personas
instruidas de todas las nacionalidades, hizo que esto fuera práctico.
Pero los escandinavos eran también una rama de la grande familia
teutónica, parientes cercanos de los alemanes, y unidos con ellos,

además de esto, por los vínculos de relaciones comerciales.


En 1397, los tres reinos escandinavos, Dinamarca, Noruega y
Suecia se hicieron uno bajo la Unión de Calmar, en la cual se
pactó que cada nación conservara sus leyes é instituciones, y
tuviera parte en la elección del soberano común. El resultado
fué una larga lucha en la que Dinamarca intentó subyugar á
Suecia. Cuando la Reforma empezó en Alemania, Cristiano II
de Dinamarca estaba combatiendo por conseguir el trono sueco.
En todos estos países los prelados tenían grandes riquezas y limi-
taban mucho tanto la autoridad del soberano como el poder de los
nobles.
Cristiano II estaba rodeado en Dinamarca de un cuerpo de con-
sejeros que simpatizaron con movimiento luterano de Sajonia. El
el

mismo estaba dispuesto á disminuir el poder de la aristocracia ecle


siástica y seglar, y para conseguir su fin, y animado también por
otros motivos mejores, empezó á trabajar en pro de la ilustración
y elevación de las clases bajas. El favorecer al protestantismo
entraba en los planes de su política general. En 1520, envió por
un predicador sajón que sirviese como capellán en su corte y como
LA KEFORHA EN LOS KEINOS ESCANDINAVOS. 175

preceptor religioso del pueblo, y más tarde invitó también á Lutero


á que fuera á sus dominios. Al mismo tiempo que Cristiano se
valía del bando papal para autorizar su tiranía y crueldad en
Suecia, continuaba promoviendo en Dinamarca el establecimiento
del protestantismo. En 1521 publicó un libro de leyes que con-
tenía ordenanzas de tendencia protestante, y entre otras había una
que aconsejaba el casamiento á todos los prelados y sacerdotes, y
otra que recomendaba el desuso de todas las apelaciones á Roma.
Después de su proceder sanguinario contra Suecia, viendo su
corono en peligro, revocó sus medidas reformatorias á instigación
de un legado papal. Pero fué depuesto por los prelados y nobles
de Dinamarca, y su tío Federico I, duque de Schleswig y Holstein,
fué hecho rey en 1523.
Federico en su advenimiento al trono, aunque inclinado personal-
mente hacia el protestantismo, tuvo que comprometerse ante los
grandes de Dinamarca á que se opondría á su introducción, y no
!e concedería ninguna tolerancia. Cristiano en su destierro, se
identificó con la causa protestante, pero no fué constante porque,
aunque carece de pruebas el cargo que se le hace de que en Augs-
burgo en 1530, á fin de conseguir el áuxilio del emperador, abjuró
formalmente la fe evangélica, sí es un hecho que en 1531, se com-
prometió á sostener la Iglesia católica en Noruega. Prestó un
buen servicio haciendo que el Nuevo Testamento se tradujera al
danés, de lo cual fueron encargados dos de sus nobles. La causa
inmediata de la introducción, con buen éxito, del luteranismo en
Dinamarca, fué la activa propaganda que de él se hizo en los
ducados de Schleswig y Holstein, donde en 1524, Federico impuso
una tolerancia mutua sobre ambos partidos. En la misma Dina-
marca se dió estímulo al estudio de la Biblia, se enseñó una teolo-
gía bíblica, y fueron censurados los abusos eclesiásticos por unos
predicadores severos, entre quienes se contaba Pablo Eliá de Hel-
singór, provincial de los Carmelitas, que trabajó con buen resultado
en este sentido, aunque al fin, como Erasmo, prefirió quedarse en
la antigua Iglesia, y aun blandió sus armas con amarga antipatía
contra los reformadores. En 1526 el rey se declaró en favor de
la Reformación, cuya doctrina se esparcía rápidamente por las
ciudades. El abogado más celoso de la nueva doctrina, fué Juan
Taussen, llamado algunas veces el Lutero danés. Este estudió en
Wittenberg, y después de 1524, desafiando la oposición de los
obispos, predicó el luteranismo con un efecto marcado. La noblesa
danesa favoreció el partido del rey, por envidia de la potestad de
176 HISTORIA DE LA REFORMACION.

los obispos,y animada del deseo de posesionarse de las propiedades


eclesiásticas. En la dieta de Odense en 1527, fué ordenado que
se permitiese al clero casarse que se tolerase el luteranismo, y
;

que los obispos se abstuviesen en lo futuro de recibir su palio de


Roma, pues una vez elegidos por su capítulo, debían dirigirse sólo
al rey para la ratificación de su elección. Grande número de
personas fueron convertidas al luteranismo. Wiborg en Jutlanda
y Malmó en Schonen, fueron los principales centros desde donde
se extendió la fe reformada por el reino. Libros y tratados de
exposición y defensa, así como también la Biblia en el idioma
vulgar, se lucieron circular por todas partes. Los luteranos que
en 1530 presentaron su Confesión de Fe contenida en cuarenta
y tres artículos, adquirieron la preponderancia en la nación ;
pero
á consecuencia de las promesas hechas por Federico con ocasión
de su advenimiento al trouo, no fueron los obispos privados del
poder que tenían. La muerte de este monarca acaecida en 1533,
dio oportunidad á un esfuerzo combinado de parte de ellos, con el

fin de abrogar los recientes cambios eclesiásticos y restaurar el


dominio exclusivo de la antigua religión. Rehusaron por tanto,
reconocer la elección de Cristiauo III, hijo mayor de Federico,
que había tomado empeño en el establecimiento del protestantismo
en los ducados, hasta que tuvieron que darle su asentimiento en
vista de los esfuerzos que hacía el protestante conde de Oldenburgo,
por restaurar depuesto Cristiano II á quien temían y aborrecían
al

aun más. Por Cristiano III cuya admiración hacia Lutero se


había encendido por primera vez en la dieta de Worms, donde
éste príncipe estaba presente, fué abolida la autoridad de los pre-

lados en la dieta de Copenhague en 1536, y la Reformación fué


legalizada universalmente. Los obispos fueron compelidos á renun-
ciar sus dignidades. Fué hecha una constitución para la Iglesia
danesa, y sometida á Lutero para su sanción. Bugenhagen, amigo
distinguido del reformador sajón, entró en el reino á invitación del
rey, y en 1537 coronó rey y á la reina, y perfeccionó los nuevos
al

arreglos eclesiásticos. Fueron nombrados obispos ó superinten-


dentes para las diócesis y consagrados formalmente por el mismo
Bugenhagen, "ut verus episcopus," según lo enseñado por Lutero.
La universidad de Copenhague fué organizada de nuevo, y se
establecieron otras escuelas de enseñanza en las varias ciudades.
Este triunfo final del protestantismo en Dinamarca, tuvo relación
con sucesos de interés especial en la historia de la Reformación.
La doctrina luterana había penetrado en todo lugar donde se
LA REFORMA EN LOS REINOS ESCANDINAVOS. 177

hablaba la lengua alemana. Las ciudades de la Alemania Septen-


trional, miembros de la antigua liga anseática, le hicieron una

recepción hospitalaria. La poderosa clase de ciudadanos llamados


Burgher en esas ciudades, escucharon con buena voluntad á los
predicadores de Wittenberg. El Hansa durante el período de
su mayor prosperidad, en XIY, comprendió en su confede-
el siglo

ración á todas las ciudades marítimas de Alemania, juntamente


con Magdeburgo, Brunswick y otros lugares intermedios, y ejerció
uua influencia poderosa en los reinos escandinavos, siendo posterior-
mente debilitada por la separación de los Países Bajos después de
1427. La gran importancia del tráfico de los reinos del norte por
lo crecido productos de sus minas y pesquerías, hizo que
de los

Lübeck, ciudad principal del Hansa, diera gran valor á la con-


servación de su supremacía comercial y política. Cristiano II, A
yerno de Carlos V, se lo hizo oposición en sus esfuerzos para sub-
yugar á por los habitantes de Lübeck que
las naciones del norte,
auxiliaron á GustavoVasa para ganar el trono de Suecia. Las
ciudades que como Hamburgo y Magdeburgo tenían magistrados
favorables á la doctrina protestante, recibieron el nuevo sistema
sin ningún grave disturbio político. Pero en algunas otras ciudades
como Lübeck y Bremen, la aceptación del luteranismo fué acom-
pañada de cambios en el gobierno que fueron efectuados por los
ciudadanos, y eran de un carácter democrático. El nuevo burgo-
maestre de Lübeck, Wullemvebber, á quien la revolución había
elevado al poder, negoció un tratado de alianza con el rey inglés,
Enrique VIII. El gran objeto de Lübeck fué el de conservar
para ella misma el tráfico entre el Báltico y el Mar del Norte.
Pero debido á la situación que guardaba Dinamarca después de
la muerte de FedericoI, Lübeck adoptó la causa del rey deste-

rrado, Cristiano II. Los ciudadanos de Lübeck vieron que no


podrían contar en lo futuro con la cooperación de Dinamarca en
su política comercial, y que Cristiano III de Holstein no les
ayudaría á sostener sus empresas hostiles contra Holanda. Por
tanto hicieron al conde de Oldenburgo, campeón del soberano des-
terrado. Malmo, Copenhague y otras ciudades de Dinamarca,
así como Stralsund, Rostock y otras antiguas ciudades del Hansa,
trasíbrmaron inmediatamente su anterior sistema municipal, ó le

dieron una forma democrática y se unieron con Lübeck en favor


de Cristiano II, cuyas medidas cuando ocupaba el trono, favore-
cieron el aumento de poder de la clase de ciudadanos privilegiados.
Las ciudades confederadas formaron una alianza con Inglaterra.
12
178 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

y ganaron á su partido á uq príncipe alemán, el duque Alberto de


Mecklenberg Esta combinación tuvo que vencerse por Cristiano
III antes de poder reinar sobre Dinamarca. Sus enérgicos esfuer-
zos tuvieron buen éxito, y con la derrota de Lübeck, fué sofocado
el movimiento democrático ó revolucionario, elemento radical que
amenazab?, identificarse con la Reformación. Suecia contribuyó
con su auxilio para efectuar este resultado. Wullenwebber mismo
fué llevado al cadalso. El principio de Lutero y de sus socios, de
que la causa de no debe confundirse con los planes de
la religión
la revolución política ó social, tuvo una práctica aplicación. En
Münster fué preciso que este principio se sostuviera contra un
movimiento socialista dirigido por el clero. En Lübeck, la ambi-
ción política y comercial procuró identificar sus aspiraciones con
la Reforma protestante. Cristiano III era protestante ; su triunfo
y el de sus aliados no debilitó la causa de la Reformación, si bien
destruyó una nueva fábrica política que se había edificado en
conexión con ella.

La recepción del protestantismo en Noruega, fué una consecuen-


cia de la revolución eclesiástica habida en Dinamarca. Cristiano
III al principio encontró oposición en dicho país; pero en 1537
el arzobispo de Drontheim huyó con los tesoros de su catedral á
los Países Bajos, y Noruega fué reducida al rango de una pro-
vincia de Dinamarca. En Islandia, el protestantismo se introdujo
por medios semejantes, si bien el obispo de Skalholt que había sido
estudiante en Wittenberg, fué maestro activo é influente de la
nueva doctrina.
En una época que se remonta á 1519, dos estudiantes que habían
recibido lecciones de Lutero en Wittenberg, Olaf y Lorenzo Peter-
sen, comenzaron á predicar la doctrina evangélica en Suecia. La
Reformación, sin embargo, prevaleció más bien á causa de la revo-

lución política que elevó a Gustavo Vasa al trono. Cristiano II


de Dinamarca fué apoyado en sus esfuerzos para la conquista de
Suecia, por edictos papales y por la cooperación del arzobispo,
Gustavo Trolle. Los prelados suecos eran favorables á los intereses
daneses. Gustavo Vasa, noble y pariente de la familia de Sturé,
que había dado varios administradores ó regentes á la Suecia antea
de su conquista por Cristiano II, emprendió la obra de librar á su
patria del yugo danés y tuvo buen éxito en su patriótica empresa.
Fué favorable á y estaba más dispuesto á con-
la doctrina luterana,

seguir para ella la ascendencia, por codiciar para su erario empo-


brecido las enormes riquezas que los eclesiásticos habían acumulado.
LA REFORMA EN LOS REINOS ESCANDINAVOS. 179

Nombró á Lorenzo Andersen, converso al luteranismo, su canci-


ller Olaf Petersen fué hecho predicador en Estocolmo y Lorenzo
; ;

Petersen, profesor de teología, en Upsala. Las intrigas de los


obispos en favor de Cristiano II, estimularon como era natural,
la predilección de Gustavo por el sistema protestante. Tuvo lugar
una discusión pública en 1524 en Upsala, por orden del rey, en la
que Olaf Petersen defendió las creencias luteranas. Las contribu-
ciones pecuniarias que Gustavo impuso al clero, le concitaron el
desafecto de éste. Al fin en la dieta de Westeras, en 1527, la con-
troversia fué orillada á una crisis. Gustavo les amenazó con su
abdicación, sino accedían á sus demandas. El resultado fué que
se concedió libertad á los predicadores para " proclamar la Palabra
pura de Dios," dándose á la frase una definición protestante; y las
propiedades de la Iglesia, con la autorización de arreglar los nego-
cios eclesiásticos, fueron entregadas en manos del rey. Las iglesias
que abrazaron la fe protestante, conservaron sus rentas. Las pro-
piedades eclesiásticas pasaron en su mayor parte á la posesión de
los nobles. La gente del vulgo que carecía de instrucción en la
nueva doctrina, era afecta en lo general al antiguo sistema reli-
gioso, Gustavo se propuso introducir los cambios gradualmente,
y procurar la instrucción de los aldeanos. Tuvo que sofocar una
peligrosa revolución suscitada en parte por los sacerdotes que eran
hostiles á las innovaciones religiosas. Poco á poco la nación sueca
iba adquiriendo un firme apego á la doctrina y culto protestantes.
Gustavo fué sucedido por Erico XIV, cuya parcialidad por el cal-
vinismo no hizo ninguna impresión en sus súbditos. Después
siguió Juan III (1568-1592) que se casó con una princesa católica
de Polonia, é hizo un esfuerzo prolongado y que á veces pareció
prometer buen éxito, con el fin de introducir con la ayuda de
jesuítas astutos, un tipo moderado del catolicismo, y hacer que
la nación consintiera en adoptarlo ;
pero el sentimiento popular
estaba en su coutra, y después de su muerte, la liturgia que él había
establecido y sostenido con obstinación, fué abolida por un concilio
celebrado en Upsala en 1593, y la confesión de Augsburgo fué
aceptada como el credo de la Iglesia nacional. Sigismundo III A
de Polonia, debido á su catolicismo, se impidió reinar; y la
le

corona de la Suecia fué dada al hijo menor de Gustavo Vasa,


Carlos IX, hecho rey en 1604.
La muerte de Huss decretada por el concilio de Constanza en

1415, seguida de la ejecución de Jerónimo de Praga verificada


un año después, causó un temblor de indignación en la mayor
180 HISTOEIA DE LA REFORMACIÓN.

parte del pueblo bohemio. Los bohemios fueron convertidos del


paganismo por dos monjes griegos, Metodio y Cirilo; pero el poder
de los alemanes, unido á la influencia de la sede de "Roma, con-
siguió su adhesión á la Iglesia latina. En la edad media, sin
embargo, hubo un conflicto entre en lengua vulgar, y el
el ritual

ritual en latín. Una solicitud pidiendo permiso para usar el pri-


mero, fué desechada de una manera terminante por Gregorio VII.
El movimiento del cual fué Huss el principal autor, fué impulsado
por un sentimiento nacional y religioso. Los que favorecieron
la reforma de Huss pertenecían á la población eslava, y sus oposi-
tores eran alemanes. El conflicto habido entre los dos partidos
en la universidad de Praga, produjo una revolución académica en
la constitución de la universidad, que dió á los nativos la prepon-
derancia del poder en la dirección de sus negocios. Por esta razón
los alumnos alemanes se separaron en masa levantándose de ese

grande éxodo la universidad de Leipsig. El efecto de esa con-


tienda académica, fué el establecimiento de la supremacía de Huss
y de sus discípulos. Mientras estaba reunido el concilio de Con-
stanza, Jacobello, sacerdote de la iglesia de San Miguel en Praga,
empezó á administrar la copa á los legos, y esa práctica fué san-
cionada por Huss. La copa no se había dado á los legos al prin-

cipio, no porque se pretendiera conferir una nueva distinción al


orden sacerdotal, sino simplemente por reverencia al vino sacra
mental, que se vertía á menudo durante su distribución entre los
comulgantes. La costumbre, una vez establecida, llegó á ser la
regla fija de la Iglesia, y contribuyó á aumentar aun más la dignidad
de la clase sacerdotal. Tomás de Aquino ayudó á confirmar esta
innovación, inculcando la doctrina de concomitancia, esto es, la
de que el Cristo entero está en cada uno de los elementos, y se
recibe por tanto por aquél que participa sólo del pan. Los utra-
quistas de Bohemia exigieron la copa. Se adelantaren más allá
de la posición ocupada por Huss, y declararon que la participación
de ambos elementos es esencial á la validez del sacramento. Desde
ese entonces la exigencia de que se les diese el cáliz se hizo uno
de los signos más distintivos de los husitas, y el motivo de un con-
flicto largo y terrible. El concilio de Constanza declaró herejes
á que se oponían á la doctrina de la Iglesia.
los utraquistas
Cincuenta y cuatro nobles de Bohemia y Moravia enviaron desde
Praga una carta al concilio, en la que rechazaron las acusaciones
de herejía que se habían hechc contra sus paisanos, y condenaron
con expresions vehementes la crueldad con que fué tratado Huss.
;

LA REFORMA EN BOHEMIA. 181

Esto se hizo antes de que se hubiera puesto á Jerónimo en la


hoguera, suceso que elevó la tempestad de indignación en Bohemia
á un nivel más alto. La universidad de Praga se declaró en favor
de los utraquistas, y su doctrina se ganó rápidamente el asenti-
miento de la mayor parte de la nación.
El concilio y Martín V se resolvieron á adoptar medidas enér-
gicas para la represión de los erroristas bohemios. Bohemia
formaba una parte integrante del imperio germánico, y de la
ejecución de estas medidas se culpó á Sigismundo, su cabeza, que
fué objeto de un odio especial en Bohemia, á causa principalmente
de lo que hizo para llevar á cabo la muerte de Huss. Pronto se
levantó en Bohemia un partido poderoso que sobrepujó en mucho
á los utraquistas en sus innovaciones doctrinales y en su hostilidad
á la Iglesia de Roma. Los taboritas según se les llamó, se unieron
en grandes multitudes para escuchar la predicación y cimentar su
unión mutua entre sí. Su credo que de vez en cuando tomaba
nuevas fases, abarcaba los puntos principales de lo que un siglo

más tarde se incluyó en el protestantismo, aunque sus doctrinas no


fueron deducidas de principios sencillos y fundamentales, ni esta-
ban unidas en un sistema lógicamente coherente. Se diferenciaban
de los utraquistas ordinarios por su rechazamiento de la transus-
tanciación. Apelaron también á la Biblia como única regla autori-
tativa, y rehusaron someterse á las decisiones de los papas, loa
concilios ó los padres eclesiásticos. Per algún tiempo prevalecieron
entre ellos las teorías quiliastas y apocalípticas. Tendencias políti-
cas discordantes separaron á los utraquistas de los taboritas, por
abrigar éstos ideas democráticas respecto del gobierno y la sociedad.
La oposición que encontraron, cambió su entusiasmo en fanatismo
y movidos de un furioso espíritu iconoclasta, asaltaron las iglesias
y los conventos, y destruyeron los tesoros que habían sido reunidos
por el sacerdocio y eran " los instrumentos de la idolatría." En
Ziska, el más notable de sus caudillos, tenían un general de intre-
pidez feroz y obstinada; y bajo su dirección, las fuerzas de los
husitas se hicieron casi irresistibles.
En 1421 los utraquistas moderados ó calixtinos, incorporaron
bus creencias en cuatro artículos, los Artículos de Praga, que
llegaron á ser un documento memorable en la historia de las con
troversias husitas. Exigían que la Palabra de Dios se predicara
libremente y sin ningún impedimento, por los sacerdotes cristianos
en todo el reino de Bohemia; que el sacramento se administrase
en ambas especies, á todos los cristianos que por pecado mortal no
182 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

fueran excluidos de su recepción; que los sacerdotes y monjes


fuesen despojados del poder que tenían sobre bienes mundanos;
que los pecados mortales, especialmente todas las trasgresiones
públicas de la ley de Dios de que fuesen culpables ya los clérigos
ó los legos, se sujetasen á una disciplina estricta y en toda forma,
y que se acabasen las acusaciones calumniosas hechas contra el

pueblo bohemio.
De la relación entre utraquistas y taboritas, es decir, husitas
moderados y radicales, depende íntimamente la historia de Bohemia
durante un siglo entero. Algunas veces ante un peligro común,
podían unirse pero á menudo estaban en lucha uno
los dos partidos,

con otro, y su enemigo común sabía sacar ventaja de las mutuas dife-
rencias de ellos. El rasgo más conspicuo que caracterizaba á
todos, era la exigencia de que se administrase la copa á los legos.
Tres cruzadas emprendidas con la autorización y mandato de
la Iglesia, llenaron áBohemia de los horrores de la guerra pero ;

no por eso pudieron subyugar á los herejes unidos en su contra.


Inmensos ejércitos fueron derrotados y expulsados del país. Por
otra parte, los bohemios se vengaron de estos ataques contra ellos,
devastando en sus incursiones el vecino territorio alemán gobernado
por sus enemigos.
Convencidos al fin de lo inútil de sus esfuerzos por vencer á los
husitas, sus opositores consintieron en tratar con ellos. Siguiendo
los consejos del Cardenal Juliano Cesarini que había tomado parte
en la última cruzada contra ellos, y participado de su desastrosa
derrota, el concilio ecuménico de Basilea se decidió á entrar en
negociaciones con ellos. Consiguiendo de antemano y con el mayor
cuidado amplias garantías de su seguridad personal, y solemnes
promesas de que se les daría una oportunidad de hablar franca
y libremente, se presentaron en Basilea los delegados de los
utraquistas, representantes de ambos partidos principales, es decir,
de los calixtinos y taboritas. A
su cabeza estaba Rokycana que
pertenecía al partido moderado, pero que era estimado por todos
á causa de sus talentos, erudición y excelencia nloral. Los teólogos
husitas hicieron uso de su libertad en toda su extensión. Aren-
garon al concilio por días enteros en defensa de las doctrinas
proscritas, en vindicación de la memoria de Huss, y sobre los

abusos eclesiásticos á los cuales se habían esforzado en aplicar un


remedio. La diferencia entre los dos partidos bohemios se hizo
patente en los discursos de sus representantes respectivos, y tanto
Cesarini como el concilio, procuraron hacer mayor su separación.
LA REFORMA EN BOHEMIA. 183

Después de largas conferencias y de haber enviado el concilio una


embajada á Bohemia, los husitas obtuvieron ciertas concesiones
que se hicieron constar en un documento llamado la Compactata.
Se permitió dar la comunión en ambas especies á todos los adultos
que así lo deseasen pero á la vez se debía enseñar que todo el
;

Cristo se recibe en cada uno de los elementos. La inflicción de


penas en la persona de aquellos que se hallaban culpables de
pecados mortales, cosa en que insistieron los utraquistas, debía
dejarse á los sacerdotes en el caso de los clérigos, y á los magistra-
dos en el de los seglares. El artículo relativo á la libre predica-
ción do la Palabra, fué modificado para limitar la libertad de
predicar á personas regularmente llamadas y autorizadas por los
obispos. En cuanto á la disposición de los bienes, fué permitida
solamente á los sacerdotes seculares, no pudiendo ellos ejercerla
sino en conformidad con ciertas reglas prescritas. La Compactata
fué la magna carta en cuya defensa combatieron los utraquistas
pasando por conflictos duros, porque
papas procuraron siempre
los

anular las concesiones que y sujetar á la más modera-


ella contenía

da de las sectas husitas, á una exacta conformidad con el ritual


romano, y á los mandatos de la sede romana. Este acuerdo dió
también por resultado el dividir á los calixtinos y taboritas en dos
campamentos hostiles. Siguió á esto un conflicto armado en el
que los taboritas fueron vencidos completamente. Desde ese
tiempo quedó el poder en manos de los utraquistas que estaban
deseosos de acercarse lo más posible á las doctrinas y ritos de la
Iglesia católica de otros países, según lo permitieran sus convic-
ciones. Dista de ser verdad el que, según se dice, haya resultado
la paz de la caída de los taboritas y el proceder conciliador de los

calixtinos. La historia de Bohemia durante el siglo XV es una


larga relación de conflictos amargos y sangrientos que tuvieron
por mira la restauración de la uniformidad en la religión. Acerca
de mediados de ese siglo se separó por completo de la Iglesia un
nuevo partido, los "
Hermanos en Unidad," que heredaron muchas
una creencia más con-
ideas doctrinales de los taboritas, pero con
servadora acerca del sacramento y un temperamento más dulce
y pacífico. Ellos fueron á veces el objeto de la persecución de
parte de los utraquistas más ortodoxos. Al fin se unieron á los
" hermanos " ciertos nobles,
y adquirieron así un grado mayor de
seguridad. Estaban unidos á ciertos cristianos waldenses, y hasta
cierto punto se hallaban influidos por ellos.

De esta manera había Bohemia luchado de hecho durante varias


184 HISTORIA DE LA REFORMACION.

generaciones, para edificar una Iglesia nacional en oposición al


espíritu dominante y unificador de Roma. Cuando la doctrina de
Lutero llegó á ser conocida, fué recibida favorablemente por los
hermanos, y quisieron unirse con la reforma sajona. Al principio
Lutero no estaba satisfecho con sus opiniones, especialmente en lo
relativo al sacramento pero después de conferenciar con ellos
;

acabó por creer que sus errores consistían principalmente en su


modo de expresarse, y se debían á su falta de educación teológica.
Siguiendo el ejemplo de los luteranos de Augsburgo, los hermanos
evangélicos en 1535, presentaron su Confesión al rey Fernando.
Los calixtinos se dividieron al tratar de lo relativo á la prosecución
de la reforma husita en el sentido indicado por Lutero. Una
mayoría de los estados se consiguió al principio que fuera favorable
á declaraciones virtualmente luteranas; pero los utraquistas más
conservadores que se apoyaban en la Compactata, cobraron ánimo
y pronto se hicieron de la mayoría. A pesar de esto, la doctrina
luterana continuaba extendiéndose y multiplicando sus adeptos así
entre los calixtinos como entre los hermanos. Al abrazar el
protestantismo los dos partidos, se diferenciaron uno de otro
principalmente en lo relativo á puntos disciplinarios. Cuando
estalló la guerra de Smalcalda, los utraquistas rehusaron dar
tropas á Fernando para ayudar á Carlos á oprimir á los protes-
tantes, y se juntaron al elector de Sajorna. Los bohemios partici-
paron plenamente de los desastres que cayeron sobre el partido
protestante después de la derrota de Muhlenberg. Fernando les
hizo sufrir severas penas. La tolerancia fué negada á todos excepto
á los husitas anti-luteranos, y muchos de los hermanos tuvieron
que esconderse en Polonia y Prusia. Desde 1552, año en que
entraron en el país, procuraron los jesuítas perseguir á todos aque-
llos cuya disidencia de la Iglesia romana pasaba los límites impues-
tos por la regla de la Compactata. En 1575, los calixtinos evan-
gélicos ó los hermanos, se unieron para presentar una confesión de
fe á Maximiliano II. Al paso que aumentaba el poder de los
jesuítas,no había ninguna seguridad para los adictos á la Reforma
luterana ó suiza. En 1609, á todos los que aceptaron la Confesión
de 1575, se les concedió una carta de patente, ó " carta de majestad,'
que les daba los mismos derechos legales que á los católicos.
Cuando empezó la Reforma alemana, Polonia iba avanzando
hacia esa posición que la hizo una generación después, el reino más
poderoso de la Europa oriental. La población eslava de Polonia
no había manifestado nunca mucha adhesión á la sede romana
LA REFORMA EN POLONIA. 185

Conflictos entre los nobles y obispos, en que las armas carnales de


aquellos se oponían á menudo á la excomunión é interdicto de
éstos,y contiendas entre los príncipes y los papas sobre cuestiones
de prerogath'a, habían sido abundantes en la historia polaca
por varios siglos. En el concilio de Constanza, los polacos tomaron
una parte activa en favor de la Reforma, Un desafecto bien
fundado al clero, motivado por el carácter inmoral de éste, se había
extendido latamente. Por tanto las sectas anti-sacerdotales, tales

como waldenses y begardos, consiguieron muchos adeptos, y no


los

fueron exterminadas por la Inquisición, por más que ésta impidiera


cerca de mediados del siglo XIV, su abierta manifestación. Los
husitas que hicieron mucho preparando el terreno para el protes-
tantismo, tenían la mayor influencia. Los hermanos bohemios
que fueron expulsados de su propia tierra, se refugiaron natural-

mente en Polonia. Estas circunstancias acompañadas de otras


tales como la residencia de estudiantes polacos en Wittenberg y el

empleo de preceptores y predicadores luteranos en las familias de


los nobles, abrieron la puerta para el ingreso de la doctrina pro-

testante. Esta se ganó discípulos especialmente en las ciudades


teutónicas de la Prusia polaca. En Dantzig, ciudad principal de
dicha provincia, hizo tantos progresos, que en 1524 fueron dados
cinco templos á sus adherentes. Pero se levantó un partido turbu-
lento que, no quedando satisfecho con la tolerancia, insistió en que
se aboliera el culto católico, y adoptando medidas violentas, con-
siguió la destitución de los magistrados, y su reemplazo con fun-
cionarios escogidos de entre su propio número. La intervención
del rey Sigismundo I, fué solicitada y él restableció el antiguo
orden de cosas. No cesó, sin embargo, el progreso de la causa
luterana, y Dantzig durante el siguiente reino, se hizo marcada-
mente protestante. El concejo y los ciudadanos de Elbing acep-
taron la Reformación en 1523. Thorn también se hizo protestante.
El avance de la Reforma en las ciudades vecinas, hizo imposible
excluirla de Polonia, donde muchos ciudadanos y nobles poderosos
la tenían en grande estima. Según el tratado de Thorn celebrado
en 1466, la antigua orden teutónica de caballeros cruzados que por
mucho tiempo había gobernado á Prusia, entregó la parte occidental
de ésta y la Ermelanda á Polonia, y retuvo la Prusia oriental como
feudo de la corona polaca. A petición de Alberto de Branden-
burgo, Gran Maestro de la orden, envió Lutero dos predicadores
á Kónigsberg en 1523. La Reformación se extendió rápidamente;
y cuando Alberto, después de ser derrotado por Polonia, secularizó
186 HISTOKIA DE LA REFORMACIÓN.

su ducado, en 1525, quedó asegurada la prevalencia de la doctrina


protestante. En 1544, se fundó la universidad de Kó'nigsberg para
la educación de predicadores y la extensión de la nueva fe. En
Livouia, que después de 1521, fué independiente de la orden teu-
tónica, laReformación halló también una aceptación cordial. Ya
en 1524, Lutero había dirigido una carta impresa á los que pro-
fesaban la doctrina evangélica en Riga, Revel y Dorpat, ciudades
polacas, y también familias de distinción abrazaron la nueva fe.
En 1548, muchos hermanos bohemios que andaban expatriados,
fueron allí á dar refuerzo á la causa protestante. En ese mismo
año murió Sigismundo I, siendo sucedido por su hijo Sigismundo
II, ó el Augusto, y éste fué favorable á la doctrina evangélica.
Calvino le dedicó su comentario sobre la epístola á los Hebreos,

y subsiguientemente siguió una correspondencia con él. En la


dieta de 1552, se manifestó una fuerte indignación contra el clero
á causa de los procedimientos de un tribunal eclesiástico contra
Stadnicki, noble distinguido. Al clero le fué prohibido infligir

castigos temporales sobre aquellos á quienes declarase heterodoxos.


En una dieta celebrada en Piotkow en 1555, se pidió la reunión de
un concilio nacional para la resolución de las diferencias religiosas,
pero no llegó á verificarse debido á los grandes esfuerzos del papa.
La libertad religiosa fué concedida por el rey á las ciudades de
Dantzig, Thorn y Elbing y también á Livonia en el tratado de
;

1561, según el cual ésta fué unida á la Polonia. Las disensiones


habidas entre los mismos protestantes fueron el principal estorbo
que impidió la difusión completa de la fe protestante que en ese
tiempo había penetrado en todos los rangos de la sociedad. Los
calvinistas que eran numerosos, se organizaron según la forma pres-
biteriana, y una unión entre ellos y los " hermanos," en lo relativo

á doctrina, quedó establecida en un sínodo en 1555. Opuestos á


éstos eran los luteranos, en su mayor parte alemanes, y que no se
afanaban mucho por la propaganda de su sistema, si no era por la
instrumentalidad de su propio idioma. Los unitarios formaron un
tercer partido que halló un jefe en el erudito italiano Fausto Socino,
haciéndose poderoso, principalmente entre las clases elevadas. Las
divisiones intestinas entre los protestantes, hicieron adquirir de
varios modos grandes ventajas á sus antagonistas. Un defensor
hábil, cultivado é infatigable del catolicismo, se halló en Hosio,
obispo de Culm, y después de 1551, de Ermelanda. En el lado
protestante, conspicuo por sus esfuerzos en pro de la unión, como
también por su carácter general y diversos trabajos, fué Juan
LA REFORMA EN POLONIA. 187

Lasco. Nacido de rica y aristocrática familia en Polonia, se le


destinó al sacerdocio, y después de concluir sus estudios en su país
natal, se fué á universidades extranjeras, especialmente á Louvain

y Basilea. En amigo íntimo de Erasmo


este último lugar se hizo

y por algún tiempo vivió con Durante once años desde 1526,
él.

trabajó por establecer en Polonia una reforma del tipo propuesto


por Erasmo pero viendo que sus esfuerzos eran infructuosos,
;

abandonó su patria, tomó una actitud pronunciada en favor del


protestantismo, y por varios años sobrevigiló la organización de
la Iglesia protestante en la Frieslandia oriental. Después de la
guerra de Smalcalda y la publicación del Interim, se fué á Ingla-
terra, donde contrajo relaciones íntimas con Craumer, y se encargó
de la iglesia de los residentes extranjeros, primero en Londres, y
en seguida, de 1553 á 1556, en Frankfort. Después que la dieta
polaca en 1556, hubo concedido el libre ejercicio de la religión
protestante en las casas de los nobles, Lasco fué llamado otra vez
á su patria por el Aquí trabajó promoviendo la
rey Sigismundo.
unidad entre y luteranos, y procurando la extensión
los calvinistas

de la fe protestante. Murió en 1560. Diez años después, influidos


los luteranos por consejos que recibían de Wittenberg donde enton-

ces reinaba la escuela de Melancthon se mancomunaron con los


hermanos bohemios en el sínodo de Sendomir, en la adopción de
un credo común. Esta confesión está en consonancia con la
opinión calvinista relativa al sacramento, pero evita cuidadosa-
mente todo lenguaje que pudiera ofender á los luteranos, y con-
tiene una sanción explícita de la Confesión sajona que había sido
preparada para enviarse al Concilio de Trento. Después de la
muerte de Sigismundo en 1572, la corona se hizo electiva, y los
soberanos fueron obligados á asentir á la " Pax Dissidentium " que
garantizaba igualdad de derechos á todas las Iglesias del reino.
Bajo el término de disidentes, se comprendía á los católicos
juntamente con los demás cuerpos religiosos. El duque de Anjou,
más tarde Enrique III de Francia, al ser elegido rey de Polonia en
1573, halló imposible evadirse de los juramentos solemnes de pro-
teger la religión protestante contra la persecución y la agresión.
Pero el poder real estaba tan debilitado, que aunque los monarcas
podían hacer mucho con la concesión de honores y de empleos, la
suerte del protestantismo dependía principalmente de la disposición
en que se hallaran los nobles. Separar á éstos del gremio protes-
tante y atraerlos á la Iglesia católica por medio de las institu-
ciones de enseña/iza y demás influencias, formó un objeto principal
188 HISTORIA DE LA REFORMACION.

de los jesuítas, á quienes en conexión con las fatales disensiones


de los protestantes, debió la reacción católica su gran éxito en
Polonia.
Muchos alemanes estaban radicados en Hungría, y ellos intrj-
dujeron las doctrinas y escritos de Lutero en ese país. Los her-
manos bohemios y los waldenses contribuyeron todavía más á la
recepción favorable del protestantismo por el pueblo entre el cual
moraban. Los estudiantes húngaros fueron no sólo á 'as universi-
dades de Polonia, sino también á Wittenberg, y á su regreso
diseminaron los principios que habían aprendido de Lutero
y
de Melancthon. En vano se prohibió la nueva fe. Una bárbara
ley expedida contra los luteranos, sancionada en la dieta de Ofen,
en 1523, no impidió el progreso del movimiento protestante.
Emanado del pueblo, se extendió en silencio con grande rapidez.
En 1523, los protestantes formaron el partido predominante en
Hermannstadt, y dos años más tarde, las cinco ciudades reales
y libres de la Hungría Superior adoptaron la Reformación. Las
nuevas doctrinas fueron abrazadas también por poderosos nobles.
A principios del siglo XVI, príncipes de la casa eslava de Jagellón,
reinaban en Polonia, Bohemia y Hungría; pero esa casa creyó
conveniente á sus intereses unirse con la familia reinante de
Austria. Luis II en 1526 procuró resistir la grande invasión de
Solimán, pero con una fuerza insuficiente, y pereció
los turcos bajo

después de una grande derrota en Mohacs. Fernando de Austria


pretendió los tronos de Bohemia y Hungría que la muerte de Luís
había dejado vacantes. Observando una táctica prudente con-
siguió su eleccióncomo rey de Bohemia, haciendo que se le pre-
firiera el duque de Baviera.
á su ambicioso rival En Hungría
emprendió la guerra contra un rival aspirante á la corona que era
uno de los grandes, Juan de Zápolya, voivode de Transilvania.
Tanto Fernando como Zápolya, tuvieron por conveniente oprimir
á á fin de conseguir el apoyo de los obispos. Pero
los protestantes

ni uno ni otro hallaron posible en las circunstancias en que estaban


emprender una declarada persecución. Durante este conflicto
intestino, la Reformación avanzó en las porciones de Hungría
ocupadas por los turcos. Por la paz de 1538, Fernando adquirió
el trono. Juan se quedó con la Transilvania y una parte de la
Hungría Superior durante su vida. Después de su muerte, su
viuda Isabel se asió de sus posesiones, y esto causó la continuación
de la guerra. Toda la población sajona de Transilvania adoptó
la Confesión de Augsburgo, y el sínodo de Erdód en Hungría
LA REFORMA EN HUNGRÍA. 189

publicó otra declaración semejante. Aun la viuda de Luis favore-


ció la doctrina luterana. La reina Isabel en 1557 concedió á los
adeptos de la Confesión de Augsburgo, derechos políticos iguales
á los de los católicos. Hungría lo mismo que Polonia, sufrió
debido á las contenciones entre los mismos protestantes. La
doctrina suiza relativa á la eucaristía, ganó favor especialmente
entre los húngaros de nacimiento, y la popularidad que adquirió
fué aumentida después de su adopción por Mateo Devay que llegó
á ser el más eminente de los caudillos protestantes. Después de
estudiar en Cracovia, y con la familia de Lutero ; y habiendo
regresado á su país, se hizo predicador entusiasta de las doctrinas
luteranas. Fué reducido á prisión más de una vez, mas no cesó
de promover por por medio de su predicación y publicaciones,
eso,

la causa protestante. En 1533, publicó una traducción magyara


de las epístolas de San Pablo, y tres años después una versión de
los evangelios. Devay había sido amigo íntimo de Melaucthon
que les predicó en latín á él y á otros estudiantes que no entendían
el alemán y conoció bien á Gryneo y otros reformadores suizos.
;

Cerca del año de 1640, empezó Devay á promulgar la doctrina


calvinista relativa al sacramento, excitando la admiración y el
disgusto de Lutero, que expresó la sorpresa que eso le causaba
en cartas dirigidas á los húngaros. En 1557 ó 1558, fué adoptado
un credo calvinista por un sínodo reunido en Czenger. 1
La doc-
trina calvinista prevaleció al fin y magyares
se estableció entre los
protestantes. En Transilvania los unitarios eran más numerosos
y se les concedió la tolerancia en 1571, de tal manera que allí
había cuatro formas legalizadas de la religión. No obstante la
triste controversia habida entre luteranos y calvinistas, el protes-

tantismo continuó avanzando en Hungría, durante los reinados de


Fernando I y Maximiliano II, y por largo tiempo en el de Rudolfo
II. Pero aunque sólo tres grandes príncipes permanecían fieles
á la Iglesia antigua, Hungría estaba destinada á ser un campo en
que la ivncción católica, bajo el manejo de los jesuítas, ejercería
2
su poder con marcado buen éxito.

1
En
1656 todas las Iglesias calvinistas de Hungría aceptaron la Confesión
Helvética.
2
Muy pronto después del principio de la Reforma había discípulos de Lutero
en los Países Bajos; pero será más oportuno narrar la historia del progreso de¡
protestantismo en los demás países después de referir la historia del desenvol-
vimiento del calv'nismo.
CAPITULO VII.
JUAN CALVINO Y LA REFORMACIÓN DE GINEBRA.
La Reformación se había ya establecido firmemente en Alemania
desde antes que se hubiera encontrado un caudillo reconocido entre
las naciones latinas. Ese caudillo apareció en la personade Juan
Calvino, cuya influencia estaba destinada á extenderse mucho más
allá de los límites de las naciones latinas, y cuyo nombre se tras-
mitiría á la posteridad en frecuente asociación con el de Lutero.
Calvino nació en Noyon, Picardía, el 10 de Julio de 1509. No
tenía más de ocho años de edad cuando Lutero publicó sus tesis.
Pertenece á la segunda generación de reformadores, y esta circun-
stancia es importante por el efecto que tuvo en su historia personal
y en el carácter de su obra. Cuando llegó á la edad viril, ya se
había declarado la guerra abierta contra la Iglesia antigua desde
hacía cosa de veinte años. La familia de Calvino había sido de
condición humilde, pero mejoró de condición por su padre que
desempeñó varios empleos, incluyendo el de notario en la corte
eclesiástica de Noyon, y el de secretario en el obispado. La con-
stitución física de Calvino no era robusta, pero pronto reveló una
capacidad intelectual nada común. Llamando la atención de la
familia noble de Momnior que residía en Noyon, fué tomado bajo
su patronazgo como instructor de sus niños. No había tenido
ninguna experiencia del rudo conflicto con la penuria por el que
muchos de los reformadores alemanes y suizos tuvieron que pasar.
Cuando apenas había cumplido doce años, se le agració con los
réditos de una capellanía, á los cuales algunos años después, se
agregaron los de otro beneficio. Al principio quiso su padre que
se hiciera sacerdote. Trasladado á Paris estuvo primero en el

colegio de la Marche donde le enseñó latín un erudito humanista,


Maturin Cordier, hacia quien abrigó durante toda su vida un cariño
especial, y á quien después encargó de su escuela en Ginebra.
Estudió también en el colegio Montagu, en el cual cursó la

lógica escolástica bajo la dirección de un erudito español que má»


190
CALVINO Y LA REFORMA EN GINEBRA. 191

tarde dirigió también en la misma escuela los estudios de Ignacio


do Loyola, Allí sobrepujó Calvino á sus compañeros en asiduidad

y aptitud para aprender pero pasaba mucho de su tiempo retraído


;

de los demás, y á causa de su carácter serio y quizás severo, se le


puso el apodo de " El caso acusativo." Había llegado á los diez
y ocho años, recibido la tonsura, y aun predicaba de vez en cuando,
pero sin haber recibido las órdenes, cuando su padre movido de la
ambición cambió de plan y resolvió preparar á su hijo para la
carrera de jurista. Prosiguió por tanto los estudios de legislación
bajo la dirección de célebres maestros en Orleans y Bourges. Como
estudiante de jurisprudencia, alcanzó una proficiencia y distinción
elevadas. Quebrantó su salud á causa de los estudios que hacía
hasta horas avanzadas de la noche, con el fin de coordinar y digerir
el contenido de los discursos que había oido duránte el día. Muy
de mañana despertaba para repetirse á sí mismo lo que había
puesto en orden. Nunca necesitaba más de unas cuantas horas
para dormir, y como sucedió también á Melancthon, su intensa
actividad mental hacía á menudo que no durmiera en toda la
noche. Sus maestros le tuvieron en tanta estimación, que muchas
veces cuando tenían que ausentarse temporalmente, él los reempla-
zaba. Al mismo tiempo quiso satisfacer su gusto por la literatura,

y aprendió griego con el profesor alemán de ese idioma, Melchior


Wolmar, que había adoptado opiniones protestantes, y cuya influen-
cia era natural que tendiera á destruir las preocupaciones de su
discípulo contra la nueva doctrina. Antes de este tiempo, á instan-
cias de un pariente suyo protestante, Pedro Olivetano, más tarde
traductor de la Biblia al francés, había dirigido su atención al
estudio de las Escrituras. En 1530, habiendo concluido sus
estudios de jurisprudencia, regresó á París,y poco sabemos de él
hasta 1532, fecha de su primera publicación que fué una edición
anotada del tratado de Séneca sobre la Clemencia. Se ha supuesto
erróneamente que esperaba por medio de su obra, mover á Fran-
cisco I á que adoptara una política menos hostil con respecto á
los protestantes perseguidos. Ningún designio semejante aparece
en el libro.
1
Por el contrario, en ese tiempo, Calvino no tenía otro

Henry, Herzog, Guizot y otros han creído que Calvino escribió su obra
1

sobre la Clemencia de Séneca con el fin de conseguir que Francisco se mostrara


más favorable nacia los protestantes perseguidos, pero Stáhelin cita pruebas
que refutan esa idea. La dedicación de la obra al abad de San Elroy lleva la
fecba de 4 de Abril de 1532. Stáhelin asigna el año de 1533 como la fecha de
la conversión de Calvino, pero tenemos una carta dirigida por Calvino á Bucer
en Septiembre de 1532, y en el prefacio á su comentario sobre los Salmos dice
192 HISTOEIA DE LA RE FOEM ACIÓN.

plan que el de seguir la carrera de un humanista, y llevó por mira


atraerse la atención como autor y sabio. Es probable que sua
nociones acerca de la Reforma hayan sido semejantes á las que de
ella tenían Reuchlin y Erasmo. Escribió á sus amigos pidiéndoles
que le ayudaran á aumentar la circulación de su libro, llamando
la atención á el, inducido á esto en parte, por su deseo de reem-
bolsarse del costo de la publicación. Poco después de haber
aparecido ésta, tuvo lugar lo que él llama su "súbita conversión."
A este respecto escribe :
" Después que mi corazón se hubo pre-
parado por el más coucienzudo examen de sí mismo, el pleno
conocimiento de la verdad, como una luz brillante, me descubrió
súbitamente el abismo do los errores en que me hallaba envuelto,
y el pecado vergonzoso con que estaba corrompido. El horror se
apoderó de mi alma luego que tuve conciencia de mi miseria, y de
la miseria más terrible aún que me esperaba. qué quedó, oh Y ¡

Señor, para mí, miserable y abyecto, sino con lágrimas y gritos de


súplica, abjurar la vieja vida que tú condenaste, y huirme á tu
senda !" Se describe como habiendo esforzádose en vano por con-
seguir la paz interior, valiéndose de los medios expuestos en laa
enseñanzas de la Iglesia. Pero mientras más dirigía la vista hacia
bu interior, ó arriba hacia Dios, más era atormentado por su concien-
cia. " No hay más de un puerto de salud para nuestras almas,"
dijo, " y éste es la compasión de Dios que se nos ofrece en Cristo."
"Somos salvados por la gracia, no por nuestros méritos ni por
nuestras obras. El hecho de que aceptamos á Cristo por la fe, y
por decirlo así, lo llamamos en lenguaje
entramos en su comunión,
bíblico, '
la justificación por la fe.' " Aunque sabemos menos
acerca de la experiencia interior de Calvino, su identidad esencial
con la de Lutero es obvia: Calvino había vacilado en hacerse
protestante, debido á su reverencia por la Iglesia. Pero modificó
de tal manera el concepto que tenía de la Iglesia verdadera, que
apercibió que cambio no implicaba la renuncia de ella. Se
el

puede ser la verdadera Iglesia no obstante que se


miembro de
renuncie el gobierno de la prelacia católica romana, porque la
Iglesia en su esencia invisible existe en una forma verdadera don-
dequiera que el evangelio se predica con fidelidad, y los sacramen-
tos se administran en conformidad con las direcciones dadas por
Cristo. Calvino fué por naturaleza reservado y modesto; no

que en menos de un año después de su conversión le consideraban los protestan-


tes como uno de sus maestros. Es probable que se baya convertido poco después
de la publicación de la " Clemencia."

CALVTNO Y LA REFORMA EN GINEBRA. 193

aspiraba ni antes ni después de su conversión, más que á tener la


oportunidad de proseguir sus estudios en el retiro. Le repugnaban
instintivamente la publicidad y los conflictos. Sus anteriores
estudios ocuparon en adelante de hecbo un puesto subordinado,
pues toda su alma estaba absorta en el examen de la Biblia y en
1
la investigación de la verdad religiosa. Deseaba la tranquilidad

y el retiro, mas vió con todo que á pesar de su juventud, en la


sociedad de los protestantes perseguidos de París, babía sido
reconocido prontamente como caudillo, y que su= consejos le eran
pedidos por todos aquellos que tenían necesidad de instrucción
religiosa. Pero esta clase de trabajo fué de corta duración. Escri-
bió para su amigo Nicolás Cop, que se había hecho rector de la
universidad, un discurso de apertura en el que fueron introducidas
las ideas que caracterizaban á la Reformación, y la conmoción por
él producida, obligó á ambos á huir para evitar su prisión. Cal vino
se fuéprimero á Angouléme donde disfrutó de la sociedad de su
amigo Luís de Tillet, y del uso de una buena biblioteca de la que
se sirvió con el mejor provecho. En seguida visitó al Bearn, y en
la corte de Margarita la reinade Navarra y hermana de Francisco
I, se encontró con el viejo Lefevre, padre de la Reformación en
Francia. Se fué de allí á Noyón donde devolvió • los beneficios
eclesiásticos cuyos réditos no podía retener con buena conciencia,
y entonces volvió á París. El celo imprudente de los protestantes

en pegar cartelones contra la misa, suscitó y la ira de la corte


Calvino tuvo que huir otra vez. No
una lucha interior y
sin
derramando lágrimas, se despidió de su patria. Por este tiempo
expidió su primera publicación teológica titulada la Paicopannichia,
libro polémico contra la doctrina profesada por los anabaptistas
relativa á que el alma duerme entre la muerte y la resurrección.
En Estrasburgo fué recibido cordialmente por Bucer, y en
Basilea por Gryneo y Cápito. En este último lugar empezó á
aprender el idioma hebreo, y pudo satisfacer su fuerte Ínclita itn <

por el retiro y el estudio. Allí escribió sus "Institutos.' La


primera edición no fué más que el germen de la obra que fué
creciendo en sucesivas ediciones hasta llegar a su presente tamaño.'
Lo que promovió la composición de la obra, fué la cruel persecu •

1 "
Imbuido de positivo gusto por la verdadera piedad, ardía con tanto desee
de perfeccionarme que aunque no abandonaba mis otros estudios, les proseguía,
lin embargo, más fríamente." Prefacio á los Salmos.
' La primera edición fué hecha en latín y no en francés como algunos nan

creído.
13
194 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

ción de que se hizo objeto á sus hermanos en Francia. Quiso


quitar la impresión de que eran anabaptistas fanáticos que busca-
ban la subversión del orden civil, especie que sus opresores, á fin
de calmar el desgusto de los luteranos alemanes, propagaban con
1
el mayor empeño. Tenía el deseo de atraer las simpatías de Fran-
nueva doctrina. Con esta mira puso al rey la dedica-
cisco I á la
toria que ha sido admirada generalmente por su mérito literario,

y como una vindicación condensada y poderosa de la causa protes-


tante. Esta elocuente apelación á la justicia del rey, concluye
de la manera siguiente " Pero si vuestros oídos están tan preocu-
:

pados con murmuraciones de los malévolos, que no queda


las

esperanza alguna de que los acusados puedan hablar en su propia


defensa ; y si estas furias alentadas con vuestra conivencia continúan
persiguiéndonos con prisiones, azotes, torturas, confiscaciones y
llamas, nosotros en verdad como ovejas destinadas al matadero, nos
veremos reducidos á los mayores extremos. Sin embargo, en
paciencia poseeremos nuestra alma, y esperaremos la mano poderosa
del Señor que sin duda se presentará armada para libertar á los
pobres de su aflicción, y castigar á sus opresores que ahora gozan
de tan perfecta seguridad. Que el Señor, el Rey de los reyes,
establezca vuestra trono en justicia y vuestro reino en equidad."
Aunque á este famoso manual se le dió mucha más extensión por
adiciones graduales hasta ser publicado en 1559 con los últimos
cambios y aumentos hechos por su autor, sin embargo, la doctrina
de la obra no experimentó ninguna alteración y siempre se conservó
su identidad. Será bueno tal vez notar aquí algunas rasgos carac-
terísticos de Calvino como escritor y hombre. Su influencia inme-
diata fué ejercida predominante y casi exclusivamente, en las
clases más altas de El y su sistema obraban podero-
la sociedad.

samente en el mas de una manera indirecta y por la agencia


pueblo,
de otros. Era patricio en su temperamento. Con motivo de sus
primeras relaciones y su cultura, adquirió ciertas exigencias, y
contrajo afinidades marcadas con la clase elevada por nacimiento
y educación. Esto constituye uno de los puntos de desemejanza
entre él y Lutero Calvino nunca pudo como el reformador alemán,
;

simpatizar con los hombres comunes en sus negocios é intereses


privados. No tuvo la elocuencia popular de Lutero, ni tampoco
elgenio que dejó su impresión en las palabras y obras del reforma-
dor sajón pero fué estudiante más dedicado y pulido que Lutero.
;

El estilo latino de Calvino ha sido elogiado umversalmente por


1
Calvino dice que tal fué su fínico propósito: "Ñeque in alium finem."
CAL VINO Y LA REFORMA EN GINEBRA. 195

bu pureza clásica. Era un escritor conciso que odiaba la difusión.


Fué maestro de un método lógico, y muy amante de la pulidez y
del orden. En todas sus obras brilla el fuego de una convicción
intensa. Los " Institutos," son en efecto, un discurso continuo en
el que el río de la discusión corre hacia adelante con impetuosidad,
mas siempre conteniéndose dentro de sus propias riberas. La
obra en cuanto á su tono, se aleja lo más posible de los secos tra-
tados de la teología escolástica, entre los cuales ha sido á menudo
clasificada. Para formarse una idea de Calvino como pensador, lo
primero que debe observarse es que fué francés y abogado. Tanto
su naturaleza como su educación, se unieron para hacerle eminente-
mente lógico y sistemático. El talento organizador que se atribuye
á sus paisanos como rasgo nacional, le perteneció en grado superior,
y se manifestó en él, tanto en las producciones de su inteligencia
como en su actividad práctica. Se presentó en un momento en
que las ideas de la Reforma se difundían latamente, pero en que
no se había conseguido todavía reducirlas á una forma sistemática.
El tratado dogmático de Melancthon, aunque de mérito, tenía una
extensión comparativamente limitada. El campo quedó en su
mayor parte abierto y cuando Calvino apareció en él, fué recono-
;

cido inmediatamente como del todo competente para la tarea, y


Baludado por el mismo Melancthon como "el teólogo." Por los
enemigos del protestantismo, su obra fué llamada " el Korán de
los herejes." De y simetría de todas sus
la claridad, coherencia
discusiones, no hay necesidad de hablar. Es notable que las
opiniones teológicas de Calvino hayan permanecido invariables
1
desde el tiempo de su conversión hasta su muerte. Esto, según
se sabe bien, distó de ser así respecto de Lutero, Melancthon
ó Zwingli. Un rasgo principal y característico de su sistema, es
la adopción continua y consecuente de la Biblia como la única
norma en cuanto á doctrina. Rechaza la doctrina de que la
verdad de la Biblia se fundó en la autoridad de la Iglesia. La
autoridad divina de la Biblia puede probarse por la razón ; una
convicción firme de la verdad del evangelio, y un discernimiento
espiritual, se imparten por el Espíritu Santo. Le que no puede
comí robarse por la autoridad explícita de las Escrituras, carece

I Asi lo dice Beza en su "Vida de Calvino," y Lecky se equivoca al decir,


hablando de la controversia eucarística que, " Calvino llegó á abrigar sus ideas
de una larga serie de oscilaciónes." Toda la evidencia indica
finales después
que Calvino después de su conversión, no había abrigada más de una sola
opinión sobre tal punto.
196 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

de valor como dogma teológico. Esa reverencia inherente por la

y esa influencia de la antigüedad cristiana que 8b


Iglesia antigua,
ven en Lutero, eran cosas de todo extrañas á Calvino. Tuvo á
los padres, especialmente á Agustín, en estimación ;
pero no da
ningunas disculpas si los contradice terminantemente en caso de
creerles en contradicción con los Escritos Sagrados.Por el papado
y las doctrinas y que considera " las impías invenciones de
ritos

los hombres." sin ninguna garantía en la Palabra de Dios, siente

un intenso aborrecimiento que no carece de una mezcla de desdén.


Sin embargo, es probable que ninguno de los reformadores haya
hablado más á menudo y con mayor deferencia de la Iglesia.
Pero por Iglesia, él quiere significar algo distinto de la organiza-
ción sacerdotal del cuerpo católico romauo. Cree en la Iglesia
invisible, compuesta de los creyentes verdaderos ; y en la Iglesia
visible cuyos criterios son la recta administración de los sacra-
mentos y la enseñanza de la Palabra. Por la Iglesia visible, así

constituida, siente la más profunda reverencia, y sostiene que fuera


de ella no hay salvación. El cismático se separa de Cristo. Para
la Iglesia establecida en conformidad con el modelo presentado en *

el Nuevo Testamento, exige una sumisión poco diferente de la que


el católico romauo rinde á los expositores autorizados de su fe.

Pero rasgo más notable y más característico del sistema de


el

Calvino, es la doctrina de la predestinación. Esta doctrina en


principio, fué en efecto aceptada por todos los reformadores. La
predestinación se afirma en la obra de Lutero sobre la " Esclavitud
de la Voluntad," aun en lo relativo á la maldad, en términos más
enfáticosque los contenidos en los más extremos de Calvino.
Melancthon durante un período considerable, escribió en el mismo
sentido. Zwingli en su teoría metafísica, no difirió de sus hermanos
reformadores. Estaban unidos en vivificar la teología agustiniana

en oposición á la doctrina de Pelagio que produjo un efecto más


ó menos considerable en todas las escuelas de la teología católica.
Calvino no fué un filósofo especulativo que desarrollara de su
propio pensamiento una teoría necesitariana y la defendiese por la
razón de que la creyese capaz de ser establecida lógicamente. Lo
que hay de verdad es que la idea fundamental de su sistema, es
la de una convicción profunda de la exaltación de Dios. No
podía admitirse en El nada que se opusiera en lo más mínimo
á su gobierno universal, ó que hiciera caer una sombra en su
omnisciencia y omnipotencia. Pero los fundamentos ó fuentes
inmediatas de su doctrina, fueron prácticos. La predestinación,
;

CALVINO Y LA REFORMA EN GINEBRA. 197

Begún él, es la correlativa de la dependencia humana ; la antítesis


de la salvación por el mérito ; la consecuencia implicada de la
completa esclavitud del hombre al pecado. En la elección se
envuelve el principio de que la salvación del hombre no es su
propia obra, sino únicamente depende de la gracia de Dios y en ;

la elección se halla también un fundamento inmutable en que


basar la seguridad del creyente contra todos los asaltos de la tenta-

ción. Calvino se muestra empeñoso en defender los intereses


prácticos : se adhiere estrechamente á la doctrina á causa de lo
que él considera el valor religioso de ella, y es justo recordar que
solía llamar á esa doctrina que se vió causaba algún desagrado
un misterio profundo, un abismo al que ningún mortal puede
descender. Y haya sido ó no consecuente con tal principio, hizo
también la aseveración más seria de la naturaleza moral y respon-
sable del hombre. Agustín sostuvo que en la caída de Adam,
toda' la raza estaba implicada en un acto común á todos, y en una
catástrofe común. La voluntad no se destruye es todavía libre ;

para pecar, pero carece absolutamente de capacidad para alcanzar


<la santidad. De entre la masa de la humanidad, de la cual todos

•son igualmente culpables, Dios eligió á algunos para hacerlos


objeto de su misericordia, y á éstos los purifica por medio de una
influencia irresistible, pero deja á los fin que sufran 1a demás á
pena -en que mismos han incurrido por su propia injusticia.
ellos

En los " Institutos " hace Calvino lo que Lutero había hecho en
su libro contra Erasmo hace á la caída misma, es decir, á la
;

primera trasgresión, el objeto de un decreto eficaz. En este par-


ticular sobrepuja á Agustín, y en apariencia da una sanción al
tipo extremo ó supralapsariano de la teología que más tarde halló
numerosos defensores, y que refiere el pecado en último análisis,
á la agencia directa de Dios, y aun funda la distinción de lo recto
y lo malo últimamente, en la voluntad omnipotente. Pero cuando
6e le pidió á Calvino que difiniera su doctrina con más cuidado,
como en el Consensus Genevensis, se limita al aserto de un decreto
permisivo, ó una permisión volitiva, en el caso del primer pecado.
En otras palabras, no pasa los límites de la posición agustiniana.
Dice explícitamente que cualquier decreto del Todopoderoso,
dltnana de razones que aunque ocultas de nosotros, son buenas y
1

suficientes ; es decir, somete la voluntad al derecho, y no el derecho


1
á la voluntad. Difiere, sin embargo, de Lutero y Agustín, en su
1 " Clare afirmo nihil decernere sine óptima causa; quae si hodie incógnita
mt. ultimo die patefiet" (Afirmo claramente que no veo nada sin la mejor
198 HISTORIA DE LA REFORMACION.

afirmación de que nadie de aquellos que una vez han sido conver
tidos, caen de su estado de gracia, siendo el número de los verda-

deros creyentes coextensivo con el número de los elegidos. La


principal particularidad del modo con que trató este asunto Calvi-
no, en comparación con el curso seguido por los
demás reformadores,
consiste en la mayor prominencia que da á la predestinación. La
pone delante y nunca la pierde de vista. El modo práctico de
tratar ese dogma adoptado por Lutero, es muy diferente. Bajo su
influencia se retiró más hacia atrás, hasta que no sólo en el sis-
tema de Melancthon, sino también en la teología posterior luterana,
desapareció por completo una predestinación sin condiciones.
Como comentador tuvo Calvino grande capacidad. La primera
serie de sus obras en este departamento, que fué su comentario
sobre la epístola á los Romanos, fué publicada durante su residencia
en Estrasburgo, después de su expulsión de Ginebra. La prepara-
ción de sus comentarios fué siempre para él la más agradable de
sus ocupaciones. Si sus lectores, dijo una vez, recibieran tanto
provecho de la lectura de ellos, como él de su composición, no
tendría ninguna razón para lamentarse del trabajo que le habían
costado. Tuvo un talento para la exégesis, que muy pocos han
podido igualar. Tuvo el verdadero espíritu del estudiante. De-
testa todo hablar que no sea aplicable al pasaje, y desarrolla su
significado en términos concisos y de precisión. Es varonil, nunca
evade una dificultad, sino siempre las afronta, y es á la vez ingenuo.
Hace acerca de puntos de dogma, modificaciones y concesiones
ocasionales que se omiten por regla general en sus tratados polé-
micos, pero que son indispensables para el aprecio exacto de sus
opiniones. una época en la teología doctrinal, es igual-
Si creó
mente verdad que hizo mucho para introducir una nueva era, á
la cual, sin embargo, Melancthon y otros -habían preparado el
camino en la exégesis de las Escrituras. Lutero se asió de la idea
principal de un pasaje, pero fué menos preciso como crítico filo-
lógico. La palma pertenece á Lutero como traductor á Calvino ;

como intérprete de la Palabra,


j

A pesar de sus principios radicales, debe manifestarse que


Calvino como reformador práctico, no fué en algunos particulares
marcados, el extremista que comunmente se ha supuesto que fué.
No favoreció las medidas iconoclastas de hombres tales como
Knox. No fué hostil ni aun á los obispos, como autorzados jur«

causa y si hoy en día no la conocemos nos será revelado en »< SHímo día )

Opera (Amst. Ed.1 tom. viii. 638.


CALVINO Y LA REFORMA EN GINEBRA. 199

humano. No habría deseado abolir las cuatro fiestas cristianas

que la Iglesia de Ginebra, sin su intervención, pronto rechazó.


En sus epístolas á Somerset, Protector en tiempo de Eduardo VI,
y á los reformadores ingleses, criticó libremente á la Iglesia angli-

cana. Se concedía demasiado, dijo, á los hermanos débiles sufrir ;

á no quiere decir que " hemos de complacer á los insen-


los débiles

satos qre desean tal ó cual cosa, sin saber por qué." " Creo que es

un escándalo," escribió á Cranmer, " el que tantas corrupciones


papales hayan subsistido," por ejemplo, que " glotones holgazanes
se mantengan por cantar vísperas en una leugua desconocida."
Pero se mostraba indiferente acerca de varias costumbres y cere-
monias que un puritanismo más rígido hubiera hecho cuestión de
conciencia el abjurar.
Calvino tuvo rasgos personales muy marcados que se manifiestan
<m sus cartas y demás escritos, y cuya ejemplificación encontra-
remos en el curso de su vida. En vez de la afabilidad que fué
una cualidad natural de Lutero, encontramos en Calvino una
aspereza que se siente más bien que se describe, y que más que
cualquiera otra cosa ha inspirado á muchos aversión hacia él.
Beza su discípulo, amigo y biógrafo, dice que en su niñez censu-
raba acremente las faltas de sus compañeros. 1 Durante su vida
al recordar á los hombres sus trasgresiones, usaba un tono que
provocaba el resentimiento. A personas de una edad mucho mayor
que la suya, escribió en este estilo irritante. En la veracidad,
fidelidad y valorque manifestó en sus censuras había mucho, que
merece nuestro respeto pero había también en él algo de acritud
;

que unido á su invencible tenacidad de opinión, no podía menos


que causar la falta de estimación. Calvino mismo nos refiere que
Melancthon, aunque naturalmente manso, se ofendió tanto con una
de sus epístolas admonitorias, que la hizo pedazos. La mala salud
de Calvino, juntamente con la enorme cantidad de trabajo que se
impuso por muchos años, produjeron un efecto desfavorable en su
temperamento por naturaleza irritable. Ocasionalmente se dejaba
llevar tanto por ímpetus de cólera que perdía su dominio sobre
2
sí mismo. Reconoció esta falta con admirable franqueza; se
^había "reslbrzado en vano en subyugar " la fiera de su ira," y en
su lecho de muerte pidió perdón al senado de Ginebra por sus

1
Se hizo refrán en Ginebra: "Mejor con Beza en el infierno que con Calvino
en el cielo."
1 En una carta dirigida á Farel dice Calvino que la masa de sus ocupaciones
le babí-i confirmado en su irritabilidad.
200 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN

manifestaciones apasionadas, á la vez que les dió las gracias por


su paciencia en sufrírselas. Los biógrafos posteriores de Calvino,
aun los que más le admiran, han hecho mención de que su piedad
estuvo demasiado impregnada del espíritu del Antiguo Testamento.
Es significativo la gran mayoría de los textos de sus homilias
que
y sermones que han conservado, hayan sido tomados de las
se
Escrituras antiguas. El homenaje á la ley es un elemento esencial
de su sér. Subyugar el sentimiento y la voluntad, su propia vida
y la de otros, la Iglesia y el Estado, todo en fin á la ley, es su
principal propósito. El poder y santidad inconcebibles de Dios,
le llenan de admiración. Este pensamiento es el primero en su
ánimo. Hablando de su conversión escribe " Dios la produjo,:

súbitamente subyugó mi corazón en obediencia á su voluntad."


Obedecer la voluntad de Dios, fué el propósito supremo de su vida,
y en realizarlo no vaciló nunca su alma no permitió que ningún
;

sentimiento sedicioso interpusiera una resistencia ni aun momen-


tánea. Pero el tierno sentimiento filial, parece á menudo perderse
en el del súbdito hacia su soberano legal. El sentimiento de la
exaltación de Dios, no sólo quita todo temor á los hombres, sino
que parece acompañarse de cierta insensibilidad por la suerte que
les espera. Promover el honor de Dios y conseguir tal fin á todo
trance, es su objeto principal. Todo aquello que según su juicio
deshonra al Todopoderoso, como por ejemplo, los ataques contra
la verdad, excita su indignación, y se siente obligado en su concien-
cia, á manifestar á tales ataques una hostilidad sin misericordia.
Considera un deber imperativo, según declara expresamente, aborre-
cer á los enemigos de Dios. Refiriéndose á ellos dice :
" Preferiría

volverme loco á no enojarme." Por tanto, sin tener concien-


cia de ser colérico, y aunque supo bien reprimirse en varias
ocasiones en que sufrió injurias personales, se incendia en ira en
el instante en que creía atacado el honor de Dios. Cuán difícil

debe haber sido para un hombre tal, distinguir entre el sentimien-


to personal y el celo por una causa con la cual se sentía estar por
completo identificado, es fácil entenderlo. Calvino no tocó la
vida humana en tantos puntos como Lutero, y teniendo él personal-
mente una simpatía menos extensa por los demás, se ha atraído
menos simpatía de parte de los mismos. La inspiración poética
que dió nacimiento á los férvidos himnos del reformador alemán,
no existió entre sus dones. Escribió un poema en hexámetro
latino sobre el triunfo de Cristo, que compuso en Worms durante
la conferencia habida allí, y en él describe á Eck, Cochlaeus y
;

CALVINO Y LA REFORMA EN GINEBRA. 201

otros combatientes católicos, como arrastrados tras el carro del


Kedentor victorioso. Unos cuantos himnos, en su mayor parte
versiones de los salmos, se han atribuido recientemente á su pluma.
Se ha notado que aunque pasó la mayor parte de su vida en las
riberas del lago de Ginebra, en ningún renglón hace referencia al
bello paisaje que había á su rededor. Sin embargo, hay algo im-
presivo aunque sea un defecto, en esta absorción exclusiva de su
mente en las cosas invisibles. Cuando examinamos su inteligencia
extraordinaria y su cultura que opositores suyos como Bossuet, han
tenido que elogiar; su energía invencible que le hizo capaz de
soportar con una fortaleza más que estoica, enfermedades físicas

bajo las cuales la mayoría de los hombres habrían sucumbido, y


hacer en medio de ellas, una cantidad increíble de trabajo mental
cuando le vemos siendo y amante
afecto al estudio por naturaleza
de la soledad, físicamente tímido y dotado de un carácter que
repugnaba la notoriedad y los conflictos; cuando le vemos abju-
rando la carrera más conforme á sus gustos, y metiéndose con un
celo devoto y desinteresado, y una voluntad indomable, en un con-
flicto penoso y prolongado cuando seguimos en fin sus pasos todos,
;

y vemos qué cosas efectuó, no pódennos negarle los atributos de


la grandeza. El Senado de Ginebra, después de su muerte, habló
de la majestad de su carácter.
Calvino publicó la primera edición de los " Institutos," sin cono-

cer á nadie en Basilea: tan en poco así tenía la fama pública.


Aparte de la reputación de esta obra, su fama como teólogo agudo
y de buenas promesas se iba extendiendo. Después de visitar á
Italia y permanecer por algún tiempo en Ferrara en la corte de la
ilustrada duquesa, hija de Louis XII y protectora de los protes-
tantes, y con quien siguió después una correspondencia epistolar
volvió á Basilea, y de allí hizo una visita á Francia y á su pueblo
natal. Debido á la obstrucción de la vía por Lorena, por el
ejército de Carlos V, tuvo que regresar por vía de Ginebra. Llegó
alli el 5 de agosto de 1536, con el designio de estarse una sola
noche, después de la cual pensaba proseguir su camino á Basilea :

más ocurrió el suceso que dió dirección al curso futuro de su vida.


La guerra de Cappel en la que pereció Zwingli, había dejado
en manos de preponderancia en la Confederación
los católicos la

suiza, y emplearon su poder para humillar á sus adversarios


éstos

^ de varias maneras, y restablecer la antigua religión en algunos


distritos en los cuales había sido abolida, ó en los que el pueblo
estaba dividido. Las ciudades principales de Zurich, Berna y
202 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

Basilea, sin embargo, permanecieron fieles á la Reformación. Una


mezcla de circunstancias políticas y de influencias religiosas, creó
al fin un nuevo centro del protestantismo en Ginebra. Esta ciudad
situada en la ribera del lago de Lemano, fué una parte del antiguo
reino de Borgoña, y estuvo gobernada durante muchos siglos por
un obispo elegido por los canónigos de la catedral. El obispo por
medio de un arreglo con los vecinos condes de Ginebra, les había
entregado su jurisdicción civil ;
pero cuando cedió su puesto, hizo
que los condes le juraran mantener siempre las franquicias y cos-
tumbres de los ciudadanos. Los condes poseyeron el castillo
situado en la isla que se hallaba en medio del Ródano. Cerca
del fin del siglo XIII, este cargo de vidame ó vice-regente, fué
trasferido de ellos á los duques de Saboya. La ciudad en casi todo
se gobernaba á sí misma de una manera republicana, y los empera-
dores Federico Barbaroja, Carlos IV y Sigismundo, para pro-
tegerla contra las usurpaciones de Saboya y de los condes de
Ginebra, reconocieron ese lugar como ciudad del imperio. Doa
veces al año los dos síndicos que de hecho asumían el gobierno,
eran elegidos por una asamblea de ciudadanos. A principios del
siglo XVI, los proyectos ambiciosos de los vidames hicieron que
los habitantes de Ginebra buscasen auxilio y sostén en los cantones
buízos. Carlos III que se constituyó en duque de Saboya en 1504,
emprendió una lucha para subyugar á Ginebra, que duró por viente
años. Hallando imposible conseguir su propósito, él por medio de
negociaciones astutas con los ciudadanos, y con la ayuda del papa
León X, les compelió á aceptar á Juan el Bastardo de Saboya, que
se hizo su obispo, bajo la estipulación de que entregara en manos
del duque de Saboya, el gobierno de la ciudad sn negocios civiles.

Los ciudadanos encabezados por Bonivardo, Berthelier y otros


patriotas, hicieron una valiente resistencia. El duque triunfó
y Berthelier fué muerto.La revolución que libró á la ciudad de
la tiranía de Saboya y le devolvió su libertad, fué efectuada con
el auxilio de Berna y de Freiburgo. Los habitantes se dividieron
en dos partidos, los confederados (Eidgenossen) que abogaban por
la unión con los suizos, y los mamelucos ó partidarios del duque.
El primero consiguió la victoria, abolió el puesto de vidame, y el

obispo tuvo que ceder al pueblo su poder tanto civil como militar.
(1533.)
La revolución civil fué seguida por otra eclesiástica. Berna
se hizo protestante : Freiburgo permaneció católica. Desde Berna
se ejerció una influencia protestante en Ginebra. La juventud
C ALVINO Y LA REFORMA EN GINEBRA. 203

usó su libertad para despreciar las prescripciones de la Iglesia


relativas á la abstinencia de la carne en días de ayuno, y se susci-
taron disputas entre los eclesiásticos y los ciudadanos. Algunos
esfuerzos se hicieron para corregir los hábitos disolutos de los sacer- »

dotes, de los cuales había trescientos en Ginebra, á fin de quitar


una arma poderosa de manos de los reformadores. Pero el protes-

tantismo, debido á los esfuerzos de Farel y de otros predicadores,


ganó terreno, hasta que al fin en 1535, con el auxilio de Berna, se
efectuó una segunda revolución en la que el obispo fué expulsado
y el protestantismo establecido. En conexión con este cambio, fué
conquistado el territorio adyacente juntamente con sus castillos que
habían servido de fortalezas á los duques, y de lugares de refugio
para los prófugos, y además para la organización de ataques contra
la ciudad. Ginebra fue reformada, y al mismo tiempo consiguió
su independencia.
El agente principal en la implantación de la nueva doctrina
en Ginebra, había sido Guillermo Farel, nacido en 1489, de una
familia noble de Gap, en el Delfinado. Convertido éste al protes-

tantismo, y expulsado de la Francia por la persecución, se le dió


la bienvenida en Suiza por ser capaz de predicar á la población
francesa en su propio idioma. Honrado é intrépido, pero care-
ciendo de templanza en su lenguaje y conducta, fulminó incul-
paciones contra las doctrinas y prácticas de Roma, en la ciudad y
en campo, en las iglesias y junto á los caminos, dondequiera, en
el

fin,que pudo encontrar un auditorio, y siempre su voz robusta


subía á un tono superior al más ruidoso tumulto suscitado para
ahogarla. En una ocasión arrebató las reliquias de la mano de
un sacerdote en una procesión, y las echó en un río adyacente.
Fué azotado con frecuencia, y su vida estaba en inminente peligro.
Se dice que denunció á Erasmo en Basilea teniéndole como otro
Balaam, y Erasmo le pagó el cumplimiento, describiéndole en
una carta, como el hombre más arrogante, abusador y falto de
vergüenza que jamás había encontrado. Pero Farel no se limitó
á meras denuncias. Entendió bien las doctrinas distintivas de
la fe protestante, y las pudo inculcar con elocuencia. Su primer
esfuerzo <>n Ginebra lo hizo en 1532, inmediatamente después de
Ja primera revolución. Fue entonces expulsado de la ciudad, y
debió su vida al hecho de que mintió el fusil con que se le apuntó.
La segunda vez tuvo Farel mejor éxito. La nueva doctrina fué
escuchada con avidez y se hizo de muchos discípulos. En la revo-
lución política que expulsó al obispo, fué adoptada la fe protestante
204 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

por el solemne «acto de los ciudadanos. El cc~,cejo general ó asam-


blea de los ciudadanos, legalizó el nuevo orden del culto divino que
incluía la administración de la Cena del Señor tres veces al año,
abolía todas las fiestas excepto el domingo, y prohibía las diver-
siones mundanales tales come las danzas y las mascaradas. Los
ciudadanos juraron rechazar la doctrina romanista y vivir según
la regla del evangelio pero pronto aparecieron signos de desafecto.
;

Una gran parte de los habitantes de esta ciudad próspera, lujosa


y amante de las diversiones, se impacientaron en breve con las
nuevas restricciones que habían aceptado en un momento de
exaltación, al adquirir nuevamente su independencia política.
Clamaron contra los predicadores y pidieron la libertad.
No hay razón para dudar de que la moral de Ginebra no estu-
viera en un estado abatido. Los saboya'rdos habían procurado
que se les adhirieran los jóvenes por medio de las danzas y
las diversiones convivíales ; y Berthelier se esforzó en anular el
efecto, participando el mismo de sus ruidosos banquetes y de sus
licenciosos placeres. Los sacerdotes y monjes, según historias
fidedignas contemporáneas, eran excepcionalmente relajados. Las
prostitutas sobre las cuales se puso una jefe á quien se hizo prestar
juramento de que cumplirían con ciertos reglamentos prescritos,
estaban lejos de limitarse á la parte de la ciudad señalada para
ellas. Había casas de juego y vinaterías en todas partes del
pueblo. Los varios motivos de oposición al nuevo sistema, eran
suficientes para desarrollar un poderoso partido que abogó por las
antiguas costumbres y la libertad anterior. Clamaron pidiendo
se les librara del yugo de los predicadores.

Ginebra se hallaba en este estado faccioso y confuso cuando


llegó allí Calvino y posó en un mesón con la idea de sólo pasar
la noche. En el Prefacio á su comentario sobre los salmos que
más interesantes de autobiografía que poseemos
contiene los pasajes
de su pluma, refiere su entrevista con Farel, quien había sido
informado de su llegada por su amigo Du Tillet. Farel le rogó
que se quedase para ayudarle en su obra. Calvino se rehusó,
manifestando su falta de voluntad para radicarse en determinado
lugar, y su deseo de prosegair sus estudios. Viendo Farel que
sus persuasiones eran infructuosas, le dijo que podía alegar lo de
sus estudios como un pretexto, pero que la maldición divina caería
sobre él si rehusaba entrar en su trabajo. Calvino se refiere con
frecuencia á esta declaración pronunciada con el fervor de un
profeta. Dice que ella le infundió mucho terror, y que sintió
C ALVINO Y LA REFORMA EN GINEBRA 205

como la mano del Todopoderoso se hubiera extendido desde el


si

cielo y puéstose sobre él. No insistió en su oposición. Se ha


dicho que " Farel dió á Ginebra la Reformación, y á Calvino
á Ginebra." Este emprendió luego sus trabajos sin tomar al
principioel puesto de un maestro, sino dando conferencias teoló-

gicas deun carácter exegético en la iglesia de San Pedro. Com-


puso apresuradamente un catecismo para la instrucción de la
juventud, por creerlo cosa esencial para la dirección de una
iglesia. Una confesión de fe preparada por Farel, fué presen-
tada á todo el pueblo, y adoptada formalmente. Un cuerpo de
reglamentos relativos al culto y disciplina eclesiástica, que con-
tenían provisiones estrictas, fué ratificado también y puesto en
práctica. La oposición á las doctrinas y las infracciones de las
reglas así sancionadas, fueron tenidas como ofensas penales. Un
peluquero, por ejemplo, que arregló el pelo de una novia de una
manera que se juzgó indecorosa, fué puesto en prisión por dos
días y la madre de la misma novia con dos de sus amigas que
;

habían ayudado á hacerlo, sufrieron igual castigo. El bailar y


jugar á los naipes, eran cosas castigadas por el magistrado. No
eran actos culpables considerados en sí mismos, decía Calvino,
pero se había abusado tanto de ellos, que no quedaba otro recurso

que el de condenarlos por completo. Calvino que tenían tanto


miedo de un tumulto, no sólo tuvo que hacer frente á los fanáticos
anabaptistas que aparecieron en Ginebra, sino que pronto se vió
con sus aliados, en conflicto con el gobierno y con la mayoría de
los ciudadanos que se rebelaron contra la severidad del nuevo
régimen. 1
El partido de oposición de los libertinos, según se le

llamó por los adictos á Calvino, fué encabezado por Amy Perrin,
Vandel y Jean Philippe, que habían figurado entre los primeros
favorecedores de la Reformación. En sus filas había muchos de
los confederados ó eingenossen, que habían combatido por la inde-
pendencia de la ciudad. En Ginebra se rechazó la fuente bautis-
mal, las guatro fiestas de navidad, el día del año nuevo, la anuncia-
ción y la ascención, y el uso del pan sin levadura en el sacramento,
todo lo cual se conservaba en Berna. Los opositores del nuevo
sistema pedían la restauración de las ceremonias practicadas en

1
Le avergonzó mucho tener que responder á un ataque muy diferente qne
le vino de otra parte. Se le acusó de arrianismo y de sabelianismo. Eso se
debió al cuidado que mostró en el uso de sus términos al hablar de la Trinidad.

No insistió en la voz "persona" para designar al Padre, al Hijo y al Esrírito


Santo.
206 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

Berna. Hallándose contrariados por las autoridades en la ejecu-


ción de la disciplina eclesiástica, el domingo de pascua ie 1538
los ministros Calvino, Farel y Viret, predicaron á pesar de la
prohibición de los síndicos, y dieron también el atrevido paso de
rehusar la ministración de los sacramentos. En seguida por voto
del Concejo, sancionado el siguiente día por la asamblea general
de ciudadanos, fueron desterrados de la ciudad. Por haber fraca-
sado los esfuerzos que hicieron por conseguir la intervención de
Berna, y por ocuparse en otras negociaciones en que llevaban por
mira su restauración, se separaron uno de otro. Farel se fué á
Neuchatel, y Calvino fué cordialmente recibido en Estrasburgo.
Había la creencia general de que el mismo Calvino participaba de
la opinión de que los ministros sehabían comportado imprudente-
mente en la extensión que dieron á sus exigencias. Pero el gozo
de Calvino cuando se halló libre de las ansiedades que había
sufrido y libre otra vez para dedicarse á sus libros, fué grande en
extremo. Mas pronto Bucer lo solicitó para que se encargase de
la iglesia de los franceses expatriados que estaban en Estrasburgo.
De nuevo fué intimidado por la súplica encarecida de Bucer, que
le recordó el ejemplo de la huida del profeta Jonás. Aunque loa

recursos pecuniarios con que contaba eran pequeños hasta el punto


que tuvo que poner casa de huéspedes, y aun que vender sus libros
para ganar de que vivir, se sintió no obstante satisfecho y feliz.
Estando en Estrasburgo tuvo ocasión de conocer á los teólogos
sajones en las conferencias religiosas que se celebraron entre los
años de 1539 á 1541 en Frankfort, Worms y Hagenau, en conexión
con la dieta de Ratisbona donde apareció Contarini como represen-
tante del papa. Del mismo modo que Lutero, no creyó Calvino
en la posibilidad de un arreglo con los católicos, y las negociaciones

se hicieron más y más pesadas y fastidiosas para él. Su ignoran-


cia de la lengua alemana le ocasionó alguna dificultad. Sus
talentos y erudición fueron reconocidos plenamente por los teólogos
alemanes, y con Melancthon contrajo una amistad que duró salvo
una interrupción parcial por corto tiempo, hasta que fi eron sepa-
rados por la muerte. A
los compromisos del Interim de Leipsig,

Calvino se opuso inflexiblimente. Respecto del punto más con-


trovertido acerca de la eucaristía, él y Melancthon estaban de
acuerdo, y éste le confió las ansiedades que pesaban sobre él debido
á la envidia de los del partido luterano, que se despertó contra
su cambio de opinión. Calvino nunca estuvo en contacto personal
con Lutero, pero le agradó sobremanera saber que el caudillo
CALVINO Y LA REFORMA EN GINEBRA. 207

sajón había leído algunos de sus libros con " singular satisfacción,"
no manifestando irritación ninguna por sus diferencias respecto de
la cuestiónde la santa cena, y que había expresado un alto grado
de confianza en su capacidad de ser útil á la Iglesia. Creyó que
Lutero era un hombre mucho más grande que Zwingli, pero que
ambos estaban incompletos y bajo el dominio de la preocupación
1

en su combate acerca de la eucaristía. Exclama que nunca i

cesaría de reverenciar á Lutero, aunque éste le llamara diablo, j

Cuando le invitaron más tarde, después de la muerte de Melanc-


thon, á oponerse á los luteranos fanáticos, exclamó: "O, Felipe
Melancthon, dirijo mis palabras á tí que ahora vives ante Dios con
Jesu-Cristo y allí nos estás esperando hasta que se nos recoja con-
! tigo á ese bendito descanso. Cien veces has dicho tú cuando
cansado del trabajo y oprimido de ansiedades, has descansado
cariñosamente tu cabeza en mi seno Ojalá, ojalá y pudiera yo
:
'

morir sobre este pecho.' "Pero á pesar de su amistad no se pudo


conseguir que Melancthon se expresara encomiásticamente de la
doctrina de Calvino relativa á la predestinación, aunque éste le
dictó en términos laudatorios un tratado sobre el asunto, y por
medio de cartas procuró alistarle en su bando. Calvino quería
introducir, escribió Melancthon á un amigo suyo, la doctrina
estoica del Cuando Bolsee fué aprendido por haber
fatalismo.
atacado vehemencia la doctrina en público, Melancthon
con
escribió á Carnerario que habían reducido á prisión á un hombre
1
en Ginebra, porque no estaba de acuerdo con Zenón. Las rela-
ciones entre Calvino y los amigos de Zwingli, y con las iglesias
que se habían establecido bajo los auspicios de éste, quedaron
indeterminadas por algún tiempo. La doctrina calvinista de la
eucaristía difería de la del reformador de Zurich, y sospecharon
que Calvino tenía la intención de introducir la teoría luterana.
Consiguió convencerlos de que sus sospechas carecían de base, y
pidió qiíe se estableciese una unión por medio de la aceptación de
formularios comunes. El hecho de que Zwingli había profesado
la doctrina de la predestinación más bien como una proposición
filosófica, que como elemento de su predicación popular, exigió
esfuerzos especiales de parte de Calvino para calmar las falsas
aprehensiones de los suizos acerca de este punto. 1 En este esfuerzo

1 Melancthon y también Bolsee dijeron que Calvino y los demás haMan


revivido la doctrina fatalística do Lorenzo del Valle.
J Calvino criticó á Zwingli á causa de su modo de tratar la doctrina de la
piedesti nación, y le molestaba mucho la tibieza de las Iglesias suizas en lo
208 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

tuvo igualmente buen éxito. Sin embargo, Berna debido en parte


al desagrado con que veía algunas partícula ridades de poca impor-
tancia del culto de Ginebra, pero principalmente al mal éxito de
ciertas empresas políticas, no trató nunca á Calvino con entera
confianza y amistad.
Estando Calvino en Estrasburgo se casó con la viuda de un
predicador anabaptista á quien había convertido. Varios esfuer-
zos previosque había hecho por negociar un matrimonio, y en los
que había procedido animado de un espíritu financiero sin ninguna
manifestación de sentimiento, habían fracasado por diversas ra-

zones. La señora con quien se casó parece haber sido persona de


un mérito raro, y su vida con ella fué de una armonía sin inte-
rrupción ; y cuando nueve años después del matrimonio murió ella,

el profundo dolor de Calvino probó la naturaleza tierna de su


cariño. El único hijo que tuvieron no vivió por mucho tiempo.
Debe decirse aquí que Calvino distaba de ser insensible ¡í la

amistad. Con Farel y Viret estaba unido por los vínculos más
estrechos de la intimidad. Aunque se había acostumbrado á la
sumisión, cuando supo la muerte de uno ú otro de sus amigos, dió
expresión á su dolor, algunas veces, en lenguaje patético. Beza
le amó como á un padre.
Tres años después de su expulsión, fué llamado otra vez á
Ginebra por la voz unida del gobierno y del pueblo. La mala
condición en que se hallaba la ciudad, hizo que todos los ojos se
dirigiera-n á él como su única esperanza. El desorden y el vicio

iban en aumento. Escenas de violencia y de lujuria se veían de


día y de noche en las calles. Los católicos estaban con la espe-
ranza de ver la restauración de la antigua religión. Había la
posibilidad de que Berna sacase provecho de la situación anárquica
de su veciua, y estableciera su gobierno en Ginebra. De los cuatro
síndicos que habían tomado empeño en la expulsión de los pre-
dicadores, uno se había quebrado el pescuezo al caerse de una
ventana ; otro había sido ejecutado por asesinato, y los otros dos
habían sido desterrados por sospecha de ser traidores. Las con-
ciencias de muchos se alarmaron con estos sucesos. En el intervalo,
el cardenal Sadolet, obispo de Carpentras, dirigió al senado una
carta muy persuasiva, libre de toda acritud y escrita en un estilo
muy cumplimentero, con el objeto de traer otra vez á la ciudad

relativo á Bolsee. Estas no querían dar á la doctrina el énfasis que Calviuo


creía necesario. Pero cuando Servet atacó la doctrina de la Trinidad, Bullin-
ger usó un tono del todo diferente.
;

CALVINO Y LA REFORMA EN GINEBRA. 209

al redil de la Iglesia católica. A este documento dió Calvino una


hábil réplica en que expresó su interés imperecedero por el bienester
de la iglesia de Ginebra, y pasó revista á la controversia protes-
tante con singular fuerza y claridad. Aquí tenemos,'' dijo "

Lutero, después de leerla, " una obra que tiene manos y pies."
Las reminiscencias personales relativas á su conversión contenidas
en esa réplica, forman juntamente con las conservadas en el
Prefacio á su comentario sobre los salmos, una parte importante
de la biografía de Calvino. La obra mencionada causó una
impresión sumamente favorable en Ginebra, y una edición de
ella fué publicada por las autoridades. La ciudad cansada de
facciones,y con un gobierno demasiado débil para ejercer una
el predicador desterrado que nunca
dirección eficaz, se volvió hacia
había carecido de un cuerpo de partidarios entusiastas, á pesar de
haber cedido por el pronto á la excitación que fué la causa de su
expulsión. Aquí se presentaba otro caso en que parecía que la
Providencia intervino para desbaratarle sus planes más queridos
empleándole para un propósito que no era el que él tenía. No
pudo pensar en volver sin estremecerse. El recuerdo de los
conflictos por que había allí pasado, y de las dificultades de con-
ciencia que había sufrido, fué horrible para él. Pero no pudo
resistirse por mucho tiempo á la opinión unánime de sus amigos,
y á las serias instancias que le hacían el senado y el pueblo de
Ginebra. A las solicitaciones de los diputados que le siguieron
de Estrasburgo á Worms, respondió más bien con lágrimas que
con palabras. Su consentimiento fué conseguido al fin, y de
nuevo hizo á Ginebra su residencia donde pasar lo restante de sus
días.
Del sistema del orden civil y eclesiástico que se formó bajo su
influencia, no será posible dar más que un bosquejo. Su idea fué
que la Iglesia estuviera independiente del Estado, pero que una
y otro se relacionaran íntimamente y cooperasen de consuno para
el mismo fin, la realización del reino de Dios en la vida del pueblo.
La que infundir un espíritu religioso en el Estado
Iglesia tendría

y Estado tendría que sostener y fomentar los intereses de la


el

Iglesia. Para la instrucción del pueblo, debían nombrarse predi-


cadores cuyas dotes se hubieran sujetado á una severa prueba, y
debía preceptuarse por las leyes respeto para ellos y su ministerio.
De la misma manera, la educación de los niños en el catecismo es
indispensable, y esto tenía que conseguirse aunque fuera menester
hacerlo con la intervención de la autoridad. Los tres concejos ó
14
210 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

senados, el pequeño concilio de veinticinco miembros, el de sesenta


y el de doscientos que habían existido antes, no fuerou abolidos,
pero sus correspondientes funciones y prerogativas, sufrieron una
modificación material. La tendencia de todos las cambios políticos,
fué hacia la concentración del poder en manos del concilio pequeño,
y quitarlo de los demás cuerpos, y especialmente del concilio general
ó asamblea popular de los ciudadanos. La disciplina eclesiástica
se encomendó al Consistorio, cuerpo compuesto de los predicadores,

que al principio eran en número de seis, y un doble número de


seglares, siendo éstos nombrados por los predicadores, y elegidos
anualmente por el concilio pequeño, teniendo el concilio general
el veto sobre su nombramiento. Así revivió Calvino bajo una
forma especial, el cuerpo eclesiástico de los ancianos. Había
existido, es verdad, en algunas iglesias de Zwingli, pero no como
organización efectiva. Los predicadores habían de ser escogidos
por que ya funcionaban y habían dado pruebas de
los ministros

su capacidad por la predicación pública de un sermón escuchado


por dos del concilio pequeño. Si los ministros quedaban satisfechos
de los presentaban al concilio, y
conocimientos del candidato, le

después que este cuerpo sancionaba su elección, se concedían al


pueblo ocho días para presentar sus objeciones al nombramiento
si acaso las tenía. El consistorio tendría jurisdicción en causas
matrimoniales. A este cuerpo fué encomendada una censura
moral que se extendía sobre toda la vida de cada habitante. Era
un tribunal ante que podría citarse á cualquiera, y que no podía
el

tratarse con menosprecio ó falta de respeto, sin traer sobre el


ofensor penas civiles. El poder de la excomunión estaba en sus
manos ; y si esta duraba más de cierto tiempo, era seguida de con-
secuencias penales. Aunque ostensiblemente de funciones pura-
mente espirituales, el Consistorio podía entregar al magistrado á
los trasgresores cuyas ofensas se considerasen bastante graves, ó
que rehusaran someterse á la corrección. La ciudad se dividió
en distritos, y en cada uno de ellos un predicador y un anciano

ejercían superintendencia, con arreglo á una ordenanza que exigía


que cuando menos una vez cada año visitasen á todas las familias
dándoles admonición, consejo y consuelo, según su condición lo
requiriera. Todo enfermo tenía que enviar por el ministro. De
esta superintendencia vigilante, rígida y universal, no había modo
de escaparse. No había distinción de personas; los altos y ios
humildes, los ricos y los pobres estaban sujetos con igualdad á la
misma regla inflexible. En el Consistorio, por consentimiento
CALVINO Y LA REFORMA EN GINEBRA. 211

tácito, ocupó Calvino el puesto de presidente. Los ministros (la


"compañía venerable" según se les llamaba,) se reunían mensual-
mente para una mutua crítica fraternal. Los candidatos para el
ministerio eran examinados y ordenados por ellos. Tenían que
conservarse en un alto grado de buena reputación y de conducta.
Puede observarse que Calvino conoció la importancia de pronunciar
bien un discurso, y se opuso al uso del manuscrito en la predica-
ción.
En la formulación de las leyes civiles, Calvino ejerció una
influencia dominante. Su educación como jurisperito le hacía
apropósito para semejante obra, y fué tan grande el respeto que le
tenían, que fué constituido sin ningún esfuerzo suyo, en legislador
virtual de la ciudad. Los negocios más minuciosos ocupaban su
atención. Reglamentos para la guardia de las puertas, para la
sofocación de incendios etc., se hallan de su letra. El examen del
código de Ginebra, pone de manifiesto la influencia preponderante
de la legislación mosaica, en el concepto que se formó Calvino de
una comunidad bien ordenada. Nunca pierde de vista los estatutos
especiales y el carácter teocrático en lo general del pueblo hebreo.
Calvino no halló práctico conformar á sus propias teorías todos los
puntos. Uno de sus principios esenciales, es que á la congregación
pertenece la elección de sus maestros religiosos pero en Ginebra
;

se adoptó la provisión de que el colegio ó sociedad de predicadores


eligiera á las personas para cubrir las vacantes, no teniendo la
congregación más derecho que el del veto, el cual se consideraba
como una prerogativa nominal más bien que real. Sea cual fuere la
influencia del calvinismo sobre la sociedad, lo cierto es que Calvino
no favoreció la democracia. Es de admirar que casi al principio de
sus primeros escritos, el comentai-io sobre Séneca, hay una expre-
sión de desdén para el populacho. Sus experiencias en Ginebra,
y especialmente los peligros á que se expondría su sistema tanto
civil como eclesiástico, si se dejara á la disposición de una asamblea

popular, confirmó su inclinación hacia una constitución aristocrática


ó oligárquica.
Calvino había empezado con moderación después de su regreso,
sin ninguna manifestación de espíritu vengativo, y sin procurar la
remoción de los demás predicadores del partido opuesto que habían

sido nombrados en su ausencia. Mas no tardaron en aparecer


síntomas de desafecto. Mientras más se iba desarrollando el nuevo
Bistema en sus rasgos característicos, más estrepitosa se hizo la
oposición. Dirijamos una mirada á los partidos en ese largo y
212 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

continuado conflicto. Contra Calvino se hallaban los libertinos


según se les llama. Estos se dividían en dos clases distintas ; había
entre ellos antinomianos fanáticos, ramal de la secta del " espíritu
libre " que combinaron una teología panteística con una moralidad
relajada, en la que la relación matrimonial se subvertió práctica-
mente y una teoría parecida á la moderna del " amor libre," se
;

confesaba y practicaba más ó menos abiertamente. Su número


fué suficiente para formar una facción peligrosa, y según parece
se había probado que entre ellos figuraban personas opulentas y
poseedoras de grande influencia. Unidos con los "espirituales,"
nombre dado á este grupo de los libertinos, estaban los "patriotas,"
según se llamaban á sí mismos, quienes querían conservar la con-
stitución democrática, y tenían celos de los franceses y demás

extranjeros que habían entrado en gran número en Ginebra, y á


los cuales los partidarios de Calvino estaban concediendo los
derechos de ciudadanía. Los licenciosos libre-pensadores, los
nativos de Ginebra de propensiones democráticas, inclinados al
mal y opuestos á que se concediera poder político á los inmigrados,
y por último la multitud que se enfadaba con las nuevas restric-
ciones, todos se combinaron contra el nuevo sistema y el hombre
que fué su principal autor. En el otro lado estaban los que pre-
ferían el orden, la independencia, la moralidad y la prosperidad
temporal que fué el nuevo orden de cosas y en las cir-
fruto del ;

cunstancias entonces existentes, se hicieron inseparables de él,


especialmente todos aquellos que aceptaron el sistema protestante
de doctrina expuesto por Calvino. En las filas de este partido
que sostuvo su ascendencia, aunque no sin luchas peligrosas,
estaban los numerosos extranjeros que habían sido en lo general
expulsados de su hogar por la persecución, y habían sido atraídos
á Ginebra por la presencia de Calvino y el sistema religioso allí
establecido. En una sola ocasión, no menos de trescientos de éstos
fueron naturalizados. Que existiera un desafecto muy extendido,
fué cosa inevitable. Se hizo el esfuerzo de extender sobre una
ciudad de veinte mil habitantes acostumbrados á la libertad y
poco satisfechos con la restricción, la disciplina rígida de una
iglesia calvinista. No sólo la impiedad y la embriaguez, sino aun
las diversiones que se habían considerado inocentes, y las doctrinas
teológicas divergentes, si se procuraba diseminarla?, eran castigadas
con severidad. En 1568, con arreglo al rígidc código que fué
establecido bajo los auspicios de Calvino, fué d follado un niño
por haber golpeado á sus padres. Un joven dt dir¿ y seis año»
CALVINO Y LA REFORMA EN GINEBRA. 213

por que intentó dar un golpe á su madre, fué sentenciado á muerte,


pero en atención á su juventud, fué conmutada la sentencia, y
después de ser azotado públicamente, y llevando un lazo al cuello,
fué expulsado de la ciudad. En 1565 una mujer fué azotada con
varas, por que cantó canciones seculares con la melodía de los
salmos. En 1579, un caballero de buena educación fué reducido
á prisión por veinte y cuatro boras, porque le encontraron en el

acto de leer á Poggio, y después de ser compelido á quemar el

libro, fué expulsado de la ciudad. Bailar ó fabricar naipes ó


bolos para bolicbe, traía sobre el delincuente la venganza de las
leyes. Ni aun los que miraban un baile, eran eximidos del
castigo. La
prevalencia del juego y los actos indecentes que se
veían en los bailes, fueron la excusa para exigencias tan estrictas.
Dar el nombre de un santo católico á un niño, era una ofensa
penal. En los procesos criminales se empleaba la tortura libre-
mente, conforme á la costumbre de aquel entonces, para sacar
testimonio y confesión. La hoguera fué la pena de la herejía.
No de admirar, pues, que las cárceles se llenaran y
es el verdugo
tuviera mucho que hacer.
La represión por medio de la violencia de la expresión abierta
de una oposición religiosa, fué resultado inevitable de los principios
en que el estado de Ginebra se había establecido. Los reforma-
dores nunca podrán ser juzgados con imparcialidad, sin tener en
cuenta que no conocían el principio de la limitación de las debidas
funciones del estado, que ha entrado en boga en tiempos más
recientes. Las religiones antiguas eran todas de estado. Fué
concepto universal que una nación, como una familia, no debe
profesar sino una fe,
y practicar mismos ritos religiosos. La
los
tolerancia de los antiguos que se ha alabado por los modernos
escritores escépticos, no fué más que la que exige el politeísmo.
El culto de una nación era sagrado dentro de su territorio y entre
su pueblo. Pero introducir los ritos extranjeros, ó hacer prosélitos
de los ciudadanos romanos, era cosa contraria á la ley romana y
se castigabacon severidad. Los primeros padres cristianos, tales
como Tertuliano y Cipriano, hablaron contra la coerción en asuntos
de religión. Después de la caída del paganismo, los sucesores de
Constantino hicieron lo mismo dentro de la Iglesia cristiana, según
se prueba por la controversia arriana. Tanto el partido ortodoxo
como el arriano, persiguieron á sus respectivos opositores. Se
publicaron leyes severas contra los maniqueos y donatistas. Agus-
tín que en sus primeros escritos se había opuesto al uso de la
214 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

fuerza para la extensión de la verdad 6 la extirpación del error,


cambió de opinión en la controversia donatista. Prohibió que se
ejecutara el castigo capital, y quiso limitar las penas de la herejía
á la prisión ó el destierro, la confiscación de los bienes y la inca-
pacidad civil. Teodosio tiene la distinción poco envidiable de
haBer incorporado la teoría de la persecución en un código
elaborado que amenazaba á los herejes con la muerte; y en su
reino, apareció por primera vez el término Inquisidor de la fe.

La idea de la necesidad de tener una sola forma en el credo y


en el culto, y de la obligación de los gobernadores de castigar
y
exterminar la incredulidad y la herejía dentro de sus dominios,
fué universal en la edad media. Inocencio III exigió esta obliga-
excomunión y pérdida de su corona
ción á los príncipes, so pena de
y dominios. En 1208 él estableció la Inquisición. La Iglesia
continuó observando la costumbre de pedir al magistrado que
salvase la vida del hereje condenado, pero eso llegó á ser una
forma vacía. La Iglesia enseñó la legalidad de los más severos
castigos en tales casos. León X
en su bula contra Lutero publi-
cada en 1520, condena explícitamente la proposición "Haereticos :

comburere est contra voluntatem Spiritus," (Quemar los herejes es


contra la voluntad del Espíritu). Ningún estudiante de historia,
necesita que le digan la cantidad incalculable de males que se han
obrado tanto por católicos como por protestantes, debido á la
creencia errónea en la validez perpetua de la legislación civil de
Moisés, y de la confusión que se hace del espíritu de la antigua
dispensación, con el de la nueva, por haberse perdido de vista el

carácter progresivo de la revelación divina. Los reformadores


creyeron que las ofensas contra la primera tabla de la ley, así como
las cometidas contra la segunda, pertenecían á la jurisdicción del
magistrado. Proteger y nutrir la religión pura y destruir la falsa,
formó la parte de sus funciones de más sagrada obligación. Dichos
aislados que parecieron precursores de mejores días, cayeron de los
labios de los caudillos protestantes: Zwingli no estaba dispuesto
á emplear la persecución ;
Lutero, refiriéndose á la prohibición de
su versión del Nuevo Testamento, dijo " Sobre las almas de los
:

hombres Dios no puede querer ni quiere el gobierno de ningún


otro, salvo el de él mismo ;" y en su libro contra los anabaptistas
dice: "No es justo asesinar, quemar y matar con crueldad y de
una manera horrenda, á una gente tan miserable debe permitirse ;

que cada uno crea lo que quiera con las Escrituras y la Palabra
;

de Dios se debe reprimirlos y combatirlos; con el fuego no ?*


CALVINO Y LA REFORMA EN GINEBRA. 215

tendrá mucho éxito. Los verdugos, según este plan, Herían lo?
doctores más eruditos." Pero estas nobles palabras son más bien
expresión de los impulsos humanos de Lutero, que principios
definidos á los que siempre tendría que sujetarse. Se ha dicho
con frecuencia contra los como reprochándoles una
protestantes,
inconsecuencia flagrante, que mientras ellos mismo eran perseguidos,
estaban dispuestos y algunas veces deseosos de perseguir á ot'ros.
Calvino lejos de sentirse impresionado por esta inconsecuencia,

escribe :
" Viendo que los defensores del papado son tan amargos
y atrevidos en bien de sus supersticiones, y que en su furia atroz
derraman la sangre de los inocentes, debe dar vergüenza á los
magistrados cristianos, que en la protección de la verdad, carecen
por completo de espíritu." Las medidas represivas de los gober-

nantes católicos parecieron ejemplos dignos de la emulación de los


jefes protestantes. De vez en cuando se levantaron voces en favor
de la tolerancia. El caso de Servet tendió más que cualquier
otro suceso, á producir opiniones más sabias y caritativas sobre
ese asunto. Los libre-pensadores que no tenían ningunas opiniones
por las cuales estuvieran dispuestos á morir, esos apóstoles de la
indiferencia, fueron naturalmente los primeros que defendieron
los derechos de la opinión. Pero la tolerancia religiosa nunca
pudo conseguir un dominio general, sino hasta que las limitaciones

de la responsabilidad humana y la función limitada á la que el

estado se restringe propiamente, fueron mejor entendidas. Una


caridad más ilustrada que toma en cuenta la diversidad de las
opiniones intelectuales, es sin duda un auxiliar poderoso para
1
efectuar este cambio saludable.
Los conflictos por los que tuvo Calvino que pasar para sostener
y establecer firmemente la teocracia en Ginebra, habrían quebran-
tado á cualquiera que no fuera hombre de hierro como él. Toda

1
Lecky y algunos otros escritores modernos dicen que si los hombres abrigan
firmes convicciones sobre cuestiones religiosas sigue á eso la persecución como
resultado inevitable, y que es un indicio de oblicuidad moral abrigar una
opinión contraria sobre este punto. Según ellos sólo los escépticos pueden ser
tolerantes. Pero i cómo explican dichos escritores lo que ellos mismos afirman,
á saber, que los fundadores del cristianismo, es decir, Cristo y los apóstoles, se
opusieron á la persecución ? El hecho es que mucho de lo que se atribuye al
-acionalismo se debe más bien á la extensión de la influencia del verdadero
cristianismo. Hay dos remedios para la intolerancia y las preocupaciones, á
saber, una cultura liberal y un alto grado de la religión, es decir, el amor ó
caridad que Patío describe en I Corintios xiii. El creyente cristiano puede ser
tolerante y tener á la vez una fe profunda y sincera.
216 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

clase de indignidades personales, fueron amontanadas sobre su


persona. Dieron su nombre á los perros vagabundos. Se empleó
todo artificio para intimidarle. Estudiando él sentado en su escri-
torio, ya muy noche, le dispararon un fusil cerca de la ventana.
En una sola noche descargaron cincuenta tiros sobre el frente de
su casa. En una ocasión se metió en medio de una multitud
alborotada, y ofreció su pecho á sus puñales.
El caso de Bolsee que fué arrestado y desterrado á causa de su
ataque violento contra los predicadores, respecto del asunto de la
predestinación, ya se ha mencionado. Otro ejemplo en algo seme-
jante, fué la controversia que tuvo con Castellio. Este era un
sabio de alto cultivo á quien Calvino había traído de Estrasburgo
para encargarlo de la escuela de Ginebra. Estaba deseoso de ha-
cerse ministro, pero Calvino puso como objeción, sus opiniones acerca
del Cantar de los Cantares de Salomón que creyó debía quitarse
del canon, y su oposición á la frase del credo que dice que Cristo
descendió al infierno. Todo dió por resultado que Castellio al fin
atacara públicamente á los ministros, haciéndoles el cargo de
intolerancia, y con menos justicia, de otras graves faltas. Acusó
á Calvino de amar el Acerca de la verdad de este cargo,
poder.
escribió Calvino á Farel diciéndole que estaba dispuesto á dejar
la decisión á Dios. De esto resultó que Castellio que poseía muchas
dotes excelentes, fuese expulsado de Ginebra, y que más tarde pro-
siguiese por la prensa una controversia acalorada con Calvino y
Beza. 1 Pero estos y otros casos de lo que se ha llamado persecu-
ción, son poca cosa comparados con el más notorio de Servet.
Miguel Servet nació en Villanueva, España, en 1509, y tenía por
misma edad que Calvino. Según su propio aserto, sirvió
tanto, la
como page por algún tiempo á Quintana, capellán de Carlos V, y
fué testigo de las pomposas ceremonias de la coronación del empe-
rador en Boloña. Fué enviado por su padre á Tolosa con el fin
de que estudiara jurisprudencia, pero su mente se dirigió hacia la
especulación teológica, y en unión de otros estudiantes conocidos
suyos, leyó las Escrituras y los escritos de los padres, especialmente
de los del período ante-niceno. Investigó también la astrología
judicial en que creía. De un espíritu original y escrudiñador,

1 Una vez excitado Calvino igualaba á Lutero en la facilidad ccn que usaba

de epítetos ofensivos. Castellio formó una larga lista de los nombres oprobiosos
que Calvino le había dado. Viret menciona como el origen de las disputas de
Calvino y Castellio el hecho de que la traducción del Nuevo Testamento hecha
por éste no agradó á aquel
OALVINO Y LA REFORMA EN GINEBRA. 217

alegre é independiente en su modo de pensar, se convenció de que


las pretensiones de la Iglesia católica romana carecían de funda-
mento, pero no por eso se satisfizo con la teología protestante,
especialmente en lo relativo á la Trinidad.
Se fué á Basilea donde conoció á Oecolampadio, quien le mani-
festó el sumo disgusto con que veía sus opiniones. Zwingli á quien
Oecolampadio consultó, dijo que tales ideas subvertirían la religión
cristiana pero no parece haber estado por el uso de la fuerza para
;

combatirlas. El libro de Servet sobre los " Errores acerca de la


Trinidad," apareció en 1531. En él defendía una teoría muy
parecida á la sabeliana, y una idea de la encarnación en que la
creencia común de que hay dos naturalezas en Cristo, no tenía
lugar. Hizo lo posible por conseguir que Calvino entrara en
correspondencia con él, pero se disgustó de la manera con que Cal-
vino le trató á él y á sus especulaciones. Escribió á Calvino
muchas cartas llenas de vituperio contra las predominantes con-
cepciones de la doctrina cristiana, así como también contra el

mismo Calvino personalmente. Al fin volvió á París donde


había estudiado en la época en que Calvino estaba y bajo el allí,

nombre supuesto de Villanovus, derivado de donde nació, la villa


prosiguió sus estudios de ciencias naturales y medicina, para la
cual tenía una aptitud notable. Adivinó el verdadero método de
la circulación de la sangre, anticipando así el descubrimiento de
Harvey. Como practicante de medicina, gozó de una buena
reputación. Después de cambiar repetidas veces su nombre y
su residencia, se estableció al fin en Vienne, en el sur de Francia,
donde fué recibido hospitalariamente por el arzobispo, y vivió por
largo tiempo ejerciendo lucrativamente su profesión. Durante
todo ese tiempo, más de veinte años, se conformó exteriormente
con la Iglesia católica romana, asistía á la misa, y no se hizo
sospechoso de herejía. En este lugar compuso un libro no menos
nocivo que el primero, titulado "La Restauración del Cristianismo"
(Cristianismi Restitutio), y no pudiendo arreglar su impresión en
Basilea, cohechó al mismo impresor y á dos de sus
del arzobispo
dependientes, para que se lo El mismo
imprimiesen en secreto.
vigiló la impresión y envió ejemplares del libro anónimo á varios
lugares para su venta, sin olvidarse de remitir uno ó más como
regalos á los teólogos de Ginebra. En esta obra su concepto de
la persona de Cristo se modificó en algo, acercándose más á las
teorías Los dos grandes obstáculos que impiden la
panteístas.
extensión del cristianismo, declaró que consistían en la doctrina
218 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

de la Trinidad y en la del bautismo de los niños. El manuscrito


del primer plan de la obra, había sido enviado á Calvino desde
luego. Un expatriado francés que residía en Ginebra, llamado
Guillermo Trie, en una carta dirigida á Antonio Arneys, católico
romano y pariente de León, hizo referencia á Servet como el

autor de este pestífero libro, y como disfrutando, no obstante esto,


de inmunidad en una Iglesia que pretendía ser celosa por la extir-
pación de la herejía. Arneys informó de lo occurrido al arzobispo
de León. Servet fué prendido, y se formó un tribunal eclesiástico
con el fin de juzgarle. Algunas páginas de una copia anotada de
los " Institutos," que mucho antes había enviado á Calvino, y un
paquete de cartas suyas, fueron enviadas de Ginebra por Trie, á
fin de establecer el cargo de que Servet había sido el autor de
aquel libro. Trie persuadió á Calvino á darle esta evidencia
adicional. Servet y los impresores con él, habían jurado que no
sabían nada de la obra que habían publicado. Servet hizo el

juramento también, de que no era la persona que había escrito el


libro sobre "Los Errores acerca de la Trinidad." Pero cuando
llegaron los documentos de Ginebra, vió que era inevitable que se
le convenciera, y consiguió escaparse de su carcelero. El tribunal
de Vienne tuvo que darse por satisfecho con la confiscación de los

bienes de Servet, y con hacer que se quemara su efigie. Sabemos


la disposición en que se hallaba Calvino respecto de él, porque en
una carta á Farel, le había dicho una vez, que si su autoridad
tuviera valor, y dado el caso de que Servet fuera á Ginebra, no
Baldría de allí con vida.
Servet, habiéndose escapado de Vienne, después de algunos
meses, apareció en Ginebra, y tomó alojamiento en un mesón cerca
de una de las puertas de la ciudad. Hacía un mes que estaba allí,
cuando Calvino tuvo noticia de su presencia y ordenó su aprensión.
Un secretario de Calvino hizo la acusación. Al fin Calvino y los
demás ministros, se apersonaron con el prisionero ante el senado,
el cual tuvo que pronunciar su sentencia contra él. En los proce-
dimientos subsiguientes, él defendió sus opiniones teológicas con
mucha agudeza, pero con una extraña mezcla de violentas amena-
1
zas. Sus proposiciones relativas á la participación de todos de lo
divino, y á la identidad del universo con Dios, aunque admitiendo

'
Dyer escritor que está lejos dejustificar á Calvino en su actitud hacia Servet,
dice que las respuestas que éste dió á las treinta y ocho proposiciones heréticas
que Calvino extractó de sus escritos, son muy insolentes y parecen ser obra de
un hombre que tiene trastornada la razón.
;

CALVINO Y LA REFORMA EN GINEBRA. 219

que la encarnación de la esencia primordial y su apariencia en el


mundo dependería de una volición divina, las expresó en una forma
repulsiva y peligrosa, según el parecer de sus acusadores. Cari-
caturó la doctrina ortodoxa relativa á la Trinidad, sirviéndose de
los más ofensivas comparaciones. Sus ideas no se conformaron con
la filosofía y de ese entonces, y fueron una anticipación
la teología
de ciertas teorías de una época muy posterior. Sus teorías físicas
se entretejieron con su teología. Su máxima de que "ninguna
fuerza obra sino por el contacto," fué unida á su doctrina de la
comunicación sustancial de la Deidad con todas las cosas ; y dijo

á Calvino de una manera desdeñosa, que si conociera las ciencias


naturales, sería capaz de entender el asunto. Mientras estaban
juzgándole, llegó un mensajero enviado por el tribunal de Vienne,
para reclamar á su prisionero escapado. No había seguridad para
él ni con papistas ni con protestantes. Prefirió quedarse
y sufrir
la suerteque le esperaba donde estaba. No es improbable que su
valentía y vehemencia le hayan sido inspiradas por el partido
1
libertino, el cual creyó que le iba á defender. Calvino distaba
de ser omnipotente en Ginebra en ese entonces, pasando como
estaba, por la crisis de su conflicto con sus adversarios. El 27 de
agosto denunció desde el pulpito á Servet que había sido arrestado
el13 del mismo mes. El 3 de septiembre, rehusó Calvino la Santa
Cena al más joven de los Berthelier, caudillo de los libertinos.
Era tan poderoso ese partido, que Servet habría escapádose, si
6U causa según se esforzó en conseguir, hubiera sido juzgada por
el concejo de los cien. Fué muy audaz, pues exigió que se des-
terrara á Calvino por haber hecho una acusación maliciosa contra
él,
y que se le dieran á él las propiedades que aquel poseía. En
contra de sus esperanzas, fué condenado. Llamó á Calvino á su
prisión, y le pidió perdón por su modo de tratarle personalmente
pero todos los esfuerzos que se hicieron por parte de Calvino y de
Farel, para conseguir que se retractase de sus doctrinas, antes de
la ejecución de su sentencia, fueron infructuosos. Se aferró á sus
opiniones con una constancia heroica, y fué quemado en la hoguera
en la mañana del 27 de octubre de 1553.
Por una parte, es inexacto decir que Calvino arregló que el

modo de darle muerte no fuera necesariamente doloroso. Lo que


hizo fué esforzarse en mitigarlo, pidiendo probablemente que se

Guizot dice terminantemente que cree que Servet confiaba en el poder de


1

los libertinos cuando se fué á Ginebra y que ellos espetaban el apoyo de Servet.
Pero no hay evidencia satisfactoria de un arreglo previo entie ellos.
;

220 HISTOEIA DE LA REFORMACIÓN.

empleara la espada en vez de la hoguera: y no obstante la previa


amenaza á que hemos hecho referencia, es probable también que
esperara y con razón, que Servet se retractase. Por otra, no
puede negarse que cedió á las solicitaciones de Trie, y ministró la
evidencia documentaría que había sido remitida de Ginebra al
tribunal de Vienne. Ordenó el arresto de Servet en Ginebra, y
es una violación de la verdad histórica decir que no deseaba su
ejecución.
1
La uno á quien con-
inflicción del castigo capital en
sideraba como blasfemo, é impugnador también de las verdades
fundamentales del cristianismo, fué justa según su modo de pensar.
En la defensa de la doctrina de la Trinidad contra Servet, que
Calvino publicó en 1554, entró en un argumento formal en favo
del castigo con la muerte, de los herejes contumaces, por parte dt
la autoridad civil. Pensó que si los príncipes católicos romano'
mataban á los inocentes, estono era una razón para que los magis-
trados mejores y más ilustrados, dejasen libres á los culpables.
Toda la discusión prueba que los argumentos en favor de la tole-
rancia tomados tanto de las Escrituras como de la razón,no eran
desconocidos, puesto que procura contestarlos. Apela principal-
mente al Antiguo Testamento. Guizot expresa el siguiente juicio

sobre el caso de Servet y Calvino :


" Fué su trágico destino entrar
en combate mortal, como los campeones de dos grandes causas.
Es mi convicción profunda que la causa de Calviuo fué la buena
que fué la de la moralidad, del buen orden social, de la civilisación.
Servet fué representante de un sistema falso en sí mismo super-
ficial á pesar de su pretensión de ser y destructor tanto
científico,

de la dignidad social del individuo, como del orden moral de la


sociedad humana. En su encuentro desastroso, Calvino perma-
neció concienzudamente fiel á lo que creyó ser la verdad y el
deber; pero fué duro, y cedió á la influencia de la animosidad
más de loque él se imaginaba, careciendo á la vez de compasión y
de generosidad. Servet se mostró frivolo, presuntuoso, vanidoso y
envidioso, capaz siera necesario, de servirse de argucias y falsedades.
Servet tuvo la honra de ser uno de los pocos que han sufrido mar-
tirio por la causa de la libertad intelectual ; mientras que Calvino
que indudablemente fué uno de los que han hecho más por el

Después del arresto de Servet, escribió Calvino á Farel, (agosto 20 de 1553,)


1

diciéndole: "Espero que la sentencia será cuando menos capital: pero deseo
qne so mitigue la atrocidad dél castigo." Quiso que le ejecutasen pero no
con fuego. Calvino publicó una obra bien escrita en defensa de ese procedi-
miento.
CALVIXO Y LA REFORMA EN GINEBRA. 221

establecimiento de la libertad religiosa, sufrió la desgracia de


ignorar el derecbo que tenía su adversario á la libertad de creen-
cia." La clemencia que tuvo Calvino con Lelio Bocino, ha sido
considerada algunas veces como prueba de que estuvo animado
de un espíritu de venganza personal en el caso de Servet. Pero
Calvino por mucho que disintiese de Socino, reconoció en él una
sobriedad y una respetabilidad moral, que no pudo hallar en el
inconstante, visionario y apasionado médico de Villanueva. La
cortesía y paciencia que caracterizaron su modo de tratar á Socino,
se debieron diversidad de carácter de esos dos
más bien á la
hombres, y á métodos que adoptaron para extender
los diversos

sus doctrinas, que á algún resentimiento que abrigara Calvino


á causa de los ataques de Servet, á quien consideró como un
visionario desenfrenado y maléfico.
La ejecución de Servet, salvo unas cuantas excepciones notables,
fué aprobada por todo el mundo cristiano. Bullinger, amigo y
sucesor de Zwingli, la justificó, y aun el mismo Melancthon le dio
su sanción. El aumento del número de las sectas de incrédulos
y fanáticos opuestas á la Reforma, consecuencia incidental de ese
movimiento, y la disposición de sus opositores á identificarlo con
tales manifestaciones, hizo que los protestantes fuesen más solícitos

para demostrar su hostilidad á ellos, y su fidelidad á los artículos


principales de la fe cristiana. En su rechazamiento del bautismo
infantil, y en los términos que usó en la proposición en que identi-
ficó á Dios con el universo, Servet estaba de acuerdo con loa
libertinos libre-pensadores. " Estaba de acuerdo con los anabap-
tistas," dijo el senado de Ginebra, " y debe sufrir :" si bien Servet
aseguró que siempre había condenado la oposición hecha por los

anabaptistas al magistrado civil.

El conflicto con la facción libertina, no terminó con la condena


ción de Servet. valor y resolución de un Hilde-
Se necesitaron el

brando, para resistir la oposición suscitada contra Calvino. Un


esfuerzo hecho con el fin de subvertir el poder del consistorio por
la interposición de la autoridad del Senado, fracasó debido sola-
mente á la oposición de Calvino á administrar los sacramentos á
personas juzgadas como indignas. Finalmente, los esfuerzos del
partido libertino estallaron en 1555 en una conspiración armada
bajo la dirección de Perrin que había ocupado los más elevados
puestos en la ciudad; y la subversión completa de esta insurrec-
ción, dió el golpe de gracia á ese partido. En el prefacio de su
comentario sobre los salmos, Calvino hace una referencia patética
222 HISTOEIA DE LA REFORMACION.

á las escenas tempestuosas por las cuales, á pesar de su naturaleza


pacífica y tímida," había sido compelido á pasar; al dolor que
sintió por la destrucción de aquellos á quienes habría preferido
Calumnias de que sus enemigos le
6alvar; y á las multiplicadas
habían hecho objeto con tanta tenacidad. 1 " De mi poder que
me envidian," dice, " ojala y que fueran sucesores !" " Si no
¡

pude persuadirlos durante mi vida de que no soy avaro, cuando


menos mi muerte les convencerá de ello." Todos sus bienes
después de su muerte sumaron menos de doscientos pesos.
Al mismo tiempo en que tuvo este conflicto doméstico, estaba
ejerciendouna vasta influencia como maestro religioso dentro de
la ciudad y en toda la Europa. Además de predicar todos los
días de cada tercer semana, daba semanariamente tres conferencias
teológicas. Su memoria era tan feliz, que si había visto á una
persona una vez, la reconocía inmediatamente, años después ; y si

era interrumpido mientras estaba dictando algo, podía resumir el

trabajo, después de un intervalo de horas, desde el punto en que


lo había abandonado, sin la ayuda de su amanuense. Por esta
razón podía pronunciar discursos largos sobre los profetas, aunque
en ellos fuera menester hacer numerosas referencias históricas, sin
el auxilio ni de un pliego de papel, y sin tener nada en frente si
no era el texto. A causa del asma que sufría hablaba tan des-
pacio, que muchas conferencias y discursos suyos fueron copiados
en el acto palabra por palabra. Centenares de oyentes se reunían
en Ginebra de todas partes de Europa, con el fin de escuchar sus
enseñanzas. Los protestantes expatriados en gran número, muchos
de los cuales eran hombres de influencia, y entre los que estaba
Knox, hallaron asilo állí y regresaron á su país llevando la impre-
siónque Calvino había producido en ellos. Bajo la influencia de
Calvino se hizo Ginebra para las naciones latinas, lo que Witten-
berg fué para las luteranas. La escuela de la que Castellio
fué el director, no floreció después de que él la abandonó; pero
en 1558, fué establecido un gimnasio, y en el año siguiente fué
fundada la Academia de Teología presidiendo en ella Beza. Los
escritos de Calvino circularon en todos los países europeos. Por
medio de su correspondencia, además de esto, su poderosa influen-
1
Kampschulte dice que cuando la peste se extendió por Ginebra en 1543, Cal-
vino rehusó por temor ir al lazareto y cuidar de los enfermos y moribundos.
Pero Beza que es el mejor testigo que podríamos desear, dice que Calvino pro-
puso ir, pero que el Senado no le permitió emprender la tarea que habría con
toda probabilidad causádole la muerte. Kampschulte mismo cita el acto de]
Consejo que negó á Calvino permiso de ir.
;

CALVINO Y LA REFORMA EN GINEBRA. 223

cia fué sentida directamente por los jefes de los movimientos


reformatorios de todas partes. En
Inglaterra y Francia, en Esco-
cia, Polonia é Italia, había en la lista de sus corresponsales prín-

cipes y nobles además de teólogos. Sus consejos fueron solicitados


y apreciados, en asuntos de alguna importancia crítica. Escribió
á Eduardo VI y á Isabel de Inglaterra, á Somerset y á Cranmer
pero especialmente en los negocios de la Reformación, en Francia
fué su agencia dominante. Ginebra era la fuente del protestan-

tismo francés. Allí fueron educados, sus predicadores. Los prin-


cipales hombres del partido hugonote, se dirigieron á Calvino como
su oráculo ;
pero sentía mucha aversión al uso de las armas, y
á la dependencia de las agencias y expedientes políticos. Sus
instintos estaban en este respeto en perfecto acuerdo con los
de Lutero. Imposible sería referir su conexión con la lucha
hugonote, sin narrar la historia entera de la Reformación
francesa.
En los últimos años de su vida tuvo Calvino la satisfacción de
ver á Ginebra libre de facciones, y las instituciones de enseñanza
que él había plantado, en una condición floreciente. Las penosas
enfermedades que sufrió, no le movieron á disminuir los trabajos

prodigiosos que á otros hombres, en las mismas circunstancias, les


habrían sido insoportables. Había tenido la costumbre después
de haber empleado el día en predicar sermones y celebrar conferen-
cias ; en las sesiones del consistorio al cual presidía ; en asistir al

Senado, á petición suya, para tomar parte en sus deliberaciones


en recibir y contestar cartas que le eran escritas de todas partes
en gran número en conferenciar con los varios individuos que
;

buscaban sus consejos; tenía la costumbre, decimos, cuando la

noche llegaba, de dedicarse con un sentimiento de refuerzo, á los


estudios que estaban más de acuerdo con su gusto y á la composi-
ción de sus libros. Por largo tiempo, cerca del fin de su vida, no
hizo más de una comida diaria, y ésta fué omitida con frecuencia.
Estudiaba algunas horas en la mañana, predicaba, y después se
dedicaba á la conversación antes de comer. Demasiado débil para
estarse sentado, dictaba á un amanuense desde su cama, ó des-
pachaba los negocios de aquellos que habían ido á visitarle.
Cuando su cuerpo estaba enteramente debilitado, y él había que-
dado reducido á una mera sombra, su mente no había perdido
nada de su claridad ó energía. No se le escapó ninguna queja
motivada por sus padecimientos físicos. Su espíritu elevado é
intrépido, triunfó siempre sobre toda clase de enfermedades físicas.
224 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

Desde su cama á pesar de sus dolencias, arreglaba los negocios de


la Reformación francés. Cuando no podía ya mantenerse en pié,
fué llevado á la iglesia para participar de la Cena del Señor, y á
una sesión del Senado. Sabiendo que su fin se aproximaba, quiso
tener otra entrevista final con ese cuerpo. Un célebre artista ha
pintado esa escena. Los cancilleres se agruparon alrededor de su
cama, -y el les dirigió la palabra. Les dio las gracias por los
honrosos distintivos que le habían concedido, y les pidió le perdo-
nasen por las manifestaciones de ira que le habían excusado con
tanta clemencia. Pudo decir con verdad, que cualesqueira que
hubieran sido sus faltas, se había entregado al servicio de la
república con toda su alma. Sin abrigar ninguna duda acerca
de su doctrina, había enseñado con sinceridad y honradez, con-
forme á la Palabra de Dios. " Si no fuera así," agregó, " sé muy
bien que la ira de Dios estaría sobre mi cabeza." Cortés y solem-
nemente, en tono paternal, los amonestó sobre la necesidadde ser
humildes y vigilantes para evitar los peligros que podrían amena-
zar al estado. " Sé," dijo, " cual es el propósito y la conducta de

cada uno de vosotros, y sé que todos tenéis necesidad de amonesta-


ción. Aun los mejores de vosotros carecéis de mucho." Concluyó
con una oración ferviente y estrechó la mano de cada uno, cuando
llorando se despidieron ellos de él. Dos días después se apersona-
ron con él el clero de la ciudad y el de las cercanías. Se enderezó
en la cama, y después de ofrecer una oración, habló con ellos.
Empezó diciéndoles que tal vez creerían que su estado no era tan
grave como él suponía. " Pero os aseguró," agregó, " que en todos

mis anteriores sufrimientos y enfermedades, nunca me ha sentido


tan débil y decaído como ahora. Cuando me acuestan en la cama,
mis sentidos se desvanecen y me desmayo." Se refirió en seguida
á su carrera anterior en Ginebra. Cuando había venido á la

Iglesia halló predicación y nada más. Buscaron las imágenes


y las quemaron, pero respecto de reformación nada había, todo
era insubordinación y desorden. Había vístose obligado á pasar
por conflictos tremendos. Dijo que algunas veces en la noche,
para aterrorizarle, habían disparado cincuenta ó sesenta tiros ante
su puerta. " Pensad," agregó, " que impresión debió haber produ-

cido aquello en un pobre estudiante modesto y tímido como era


yo en aquel entonces y siempre he sido." Este último aserto
respecto de su disposición natural, lo repitió dos ó tres veces con
énfasis. Aludió á su destierro y residencia en Estrasburgo, y dijo
que á su regreso á Ginebra las dificultades no habían disminuido.
CALVIXO Y LA REFORMA EN GINEBRA. 225

Habíanle atacado con sus perros, con el grito de: "Agárrale


y su ropa y su carne habían sido rotas por ellos.
agárrale,"
"Aunque no soy nada," siguió diciendo, "sé que he evitado
el que hubiera más de trescientos alborotos que habrían deso-
lado á Ginebra." Pidió perdón de sus muchas faltas: en par-
ticular de su disposición violenta y pronta á encolerizarse. Re-
specto de sus enseñanzas y sus escritos, pudo decir que Dios le

había dadt ia gracia de seguir hacia adelante seria y sistemá-


ticamente, de tal manera que no había pervertido á sabiendas,
ni erróneamente interpretado ningún pasaje de las Escrituras.
.No había animado de ninguna ambición personal, sino
escrito
sólo para promover la honra de Dios. Les hizo varias exhor-
taciones relativas á las obligaciones de su puesto ; en seguida
les estrechó la mano á cada
uno, y "nos despedimos de él,"
dice Beza, "con los ojos bañados de lágrimas y nuestro corazón
lleno de un indecible dolor." Murió el 26 de Mayo de 1564. Su
mirada penetrante conservó su brillantez hasta el fin. Con excep-
ción de esto, su cara había tenido por mucho tiempo la apariencia
de la muerte, y no hubo ningún cambio perceptible después que
el espíritu hubo salido del cuerpo. Sus últimos días correspon-
dieron con su vida entera. Toda su carrera ha sido comparada
por Vinet, al crecimiento de la corteza de un árbol de la de otro,
ó á una cadena de consecuencias lógicas. Estaba dotado de una
maravillosa capacidad intelectual, si bien su imaginación y emo-
ciones carecieron de un desarrollo igualmente cabal. Su espíritu
sistemático le hizo idóneo para ser el fundador de una escuela
permanente de pensamiento. En este rasgo característico puede
comparársele con Aquino. Ha sido llamado con propiedad el

Aristóteles de la Reformación. Fué hombre perfectamente hon-


rado. Sujetó su voluntad á la regla eterna de la rectitud en
todo cuanto pudo descubrirla. Sus motivos fueron puros. Tuvo
la íntima convicción de que Dios estaba cerca de él, y sacrificó
todo para entregarse por completo á la dirección divina.El
temor de Dios gobernó su alma; no el de un esclavo, sino el
que animaba á los profetas del Antiguo Testamento. Debido
á la combinación de cualidades que poseía, no pudo menos
que atraerse la admiración profunda y reverente de parte
de los individuos de cierta índole, y á la vez la antipatía de
otros. De ninguno de los reformadores se habla aun en la
actualidad con tanto sentimiento personal, sea de cariño ó de
aversión, como se habla de Calvino; pero todo aquel que
15
226 HISTORIA DE LA REFORMACION.

estudie su vida y sus escritos, especialmente los pocos pasajes


en que nos admite en su confianza y parece solicitar nuestra
simpatía, adquirirá una idea más adecuada de su grandeza
intelectual y moral, y sentirá una indulgencia tierna para sus
errores.
En el calvinismo considerado como sistema teológico, y er>

contraste con otros tipos de la teología protestante, se ve un


principio característico
y elevado, á saber, el de la soberanía
de Dios, no de su gobierno ilimitado dentro de la esfera
sólo
intelectual y material, sino que la voluntad divina es la última
causa de la salvación de algunos y del abandono de otros á la
perdición.
Después del trascurso de tres siglos, podemos notar en la cons-
titución que Calvino dió á Ginebra, dos errores capitales, á saber:
primero, la jurisdicción excesiva que se dió á la Iglesia sobre la
vida del individuo, porque la disciplina eclesiástica se extendía
hasta los detalles de la conducta aun de la vida doméstica y
privada, limitando en grado no permisible la libertad del indi-
viduo y segundo, la autorización del poder civil para coercitar
;

á todos en cosas religiosas, subvirtiendo así la libertad de opinión


y de culto.
¿Cómo aun los adversarios del calvinismo,
sucede, pues, que
admiten que ha promovido poderosamente la causa de la
éste
libertad civil? Una razón de ello se halla en la línea divisoria
que trazó entre la Iglesia y el Estado. El calvinismo rehusó
1
entregar á la autoridad civil las funciones especiales de la Iglesia.
Respecto de la cuestión de si á la Iglesia ó al Estado correspondía
el derecho de arreglar la administración del sacramento, y de
admitir ó nó á los que pidieran entrada en la comunión, Calvino
luchó denodada y fructuosamente con las autoridades de Ginebra.
Acerca de la relación de los gobernantes civiles para con la Iglesia,
el calvinismo difirió de Jos sistemas de Zwingli y de Lutero, y
también del anglicano según se originó en el reinado de Enrique

VIII. La teoría calvinista acerca de los poderes respectivos de


la Iglesia y del magistrado, se aproxima más á la creencia tra-
dicional de la Iglesia católica. En Francia, Holanda, Escocia,
Inglaterra, en una palabra, en dondequiera que el sistema cal-
vinista fue adoptado, la Iglesia no tuvo ningún escrúpulo en

1
Calvino condena á Enrique VIII por haberse llamado Cabeza de la Iglesia

jinglicana.
CKLVIHO Y LA REFORMA EN GINEBRA. 227

resistir la tiranía de los gobernantes civiles. Este principio,


al fin, tiene que conducir inevitablemente al progreso de la
libertad civil. Es cierto que la distinción entre Iglesia y
Estado que fué reconocida desde la conversión de Constantino,
á pesar de las largas épocas de intolerancia y persecución que
siguieron á él, fué el primer paso, la condición necesaria en el
desarrollo de la libertad religiosa. En primer lugar, debía
arreglarse que el Estado no extendiera su poder sobre la Iglesia,

dentro de la esfera que á ésta es propia ; y en segundo, que el


Estado no prestara su poder á la Iglesia, como ejecutor de las
leyes eclesiásticas.
Una segunda razón debido á la cual ba sido favorable el cal-
vinismo á la libertad civil, se encuentra en el carácter republicano

de su organización eclesiástica. Los feligreses se dividen el poder


con los ministros. El pueblo, es decir, el cuerpo de la congrega-
ción, toma una parte activa y responsable en la elección del clero

y de todos los demás funcionarios. En Ginebra, la alianza de la


Iglesia con la autoridad civil, y las circunstancias en que se halló
Calvino, redujeron en grado considerable el poder efectivo del
pueblo en negocios eclesiásticos, y por tanto Calvino no realizó
los

en la práctica su propia teoría; pero en otras lugares, especial-


mente en los países donde el calvinismo tuvo que encontrar la
hostilidad del Estado, las tendencias democráticas de ese sistema
tuvieron espacio amplio para su desarrollo. Los que se habían
acostumbrado á gobernar en la Iglesia, era natural que aspiraran
al mismo privilegio en el Estado.
Otra fuente de la influencia del calvinismo, para avanzar la
causa de la libertad ha derivado de su teología. El con-
civil, se

cepto de la exaltación del Gobernante Todopoderoso, y de su


conexión íntima_cqn_ los detalles y obliga ciones más minuciosas
de la vida humana, sentimiento que se nutre por esta teología,
hace ver pequeños á todos los potentados terrestres. Una espiri-
tualidad intensa, la conciencia de que esta vida no es más que una
fracción infinitesimal de la existenciahumana, disipa el sentimiento
de homenaje personal á hombres sea cual que fuere la elevación
los

de su puesto, y ofusca el resplandor de la grandeza mundana. El


calvinismo y el romanismo son antípodas entre sí. Sin embargo,
es curioso observar que el efecto de estos sistemas opuestos en la
actitud de los hombres hacia el poder civil, á menudo ha sido
semejante. Pero el calvinista, diferente del romanista, no se vale
para la dispensación de la gracia de un sacerdocio humano, que
228 HISTORIA DE LA REFORMACION.

no sólo Be ha visto á menudo que es un auxiliar directo y poderoso


de los príncipes temporales, 6¡no que ha educado los sentimientos
del pueblo en el hábito de la sujeción, lo cual hace más fácil la
sumisión á semejantes gobernantes, y menos tentador el sustraerse

á ella.
CAPITULO VIII.
LA REFORMACIÓN EN FRANCIA.
El largo conflicto en defensa de los derechos galicanos había

rebajado el prestigio de los papas en Francia, pero no había


debilitado á la Iglesia católica que era más antigua que la monar-
quía, y en concepto del pueblo estaba unida á esta forma de
gobierno de una manera El colegio de la Sorbona
indisoluble.
6 la Facultad teológica de París, y el Parlamento que juntos
habían sostenido la libertad galicana, estaban unidos en su rígida
hostilidad á toda innovación doctrinal. El Concordato celebrado
entre Francisco I y León X después de la batalla de Marignan,
dió al rey el derecho de proponer á los que debieran ocupar los
beneficios eclesiásticos, y al papa el de percibir las primicias. Este
convenio suscitó un disgusto profundo, y no fué sancionado por el
Parlamento sino después de una resistencia prolongada y bajo una
protesta. Abolió ese concordato la Sanción Pragmática que había
sido considerada como la magna carta de la independencia gali-
cana, pero debilitó á la Iglesia católica, en cuanto á que dió
entrada á personas incompetentes é indignas, favoritos de la corte,
en los puestos eclesiásticos, y aumentó así la necesidad de la
Reforma. En la Francia meridional había sobrevivido un resto
de los waldenses, y el recuerdo de los cátaros se conservaba aún

en los cantos y leyendas populares. Pero los primeros movi-


mientos hacia la reforma, emanaron de la cultura humanista.
Un espíritu literario y científico, fué despertado en Francia
debido al trato frecuente con Italia que existía en los reinados
de Luís XII y Francisco I. Por Francisco especialmente muchos
italianos sabios fueron persuadidos á establecer su residencia en
Francia. Los franceses también visitaron y á su regreso
la Italia,
llevaron á su país la cultura clásica que habían adquirido allí.
Entre los eruditos que cultivaron el griego, se contaba Budeo,
el principal de ellos, á quien Erasmo llamó "la Maravilla de
Francia." Después que fué concluida la Paz de las Damas en
229
230 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

Cambray, en 1529, cuando Francisco entregó la Italia á Carlos V,


una multitud de italianos patriotas que temían ú odiaban al gobier-
no español, pasaron los Alpes y dieron un nuevo impulso á la
literatura y á las artes. .
Poetas, artistas y sabios, hallaron en el
rey un jefe y protector entusiasta y liberal. Los nuevos estudios,
especialmente el hebreo y el griego, encontraron una abierta
oposición en la Sorbona, cuyo jefe era el síndico Beda. El y sus
asiduamente por descubrir la herejía, y todo autor
socios vigilaban
de quien sospechaban que pasara los límites de la ortodoxia, era
acusado inmediatamente y quedaba sujeto á la persecución. De
esta manera se habían formado dos partidos, uno favorable á la
nueva erudición, y otro enemigo de ella é íntimamente unido a la
teología tradicional.
El padre de la Reformación francesa ó la persona más digna
que cualquiera otra de merecer tal distinción, fué Jacques Lefévre.
Nació éste en Etaples, aldea de Picardía, por el año de 1455;
prosiguió sus estudios en la universidad de París; y habiéndose
hecho maestro de artes y sacerdote, pasó algún tiempo en Italia.
Después de su regreso enseñó las matemáticas y la filosofía en
París fué activo en publicar y escribir comentarios sobre las
;

obras de Aristóteles, que había estudiado en el idioma original


de las mismas en Italia, así como también en imprimir los libros

de los matemáticos antiguos, los escritos de los padres y las pro-


ducciones místicas de la edad media. Lefévre fué honrado entre
los humanistas como el restaurador de la filosofía y las ciencias en
la universidad. Profundamente imbuido del espíritu religioso,

publicó en 1509 un comentario sobre los Salmos, y en 1512, otro


sobre las Epístolas de Pablo. Ya en una época que se remontaba
á cerca de 1512, había dicho á su discípulo Farel " Dios reuovará :

el mundo y tu serás testigo de ello ;" y en la obra últimamente

mencionada, dijo que los signos del tiempo indicaban que estaba
cercana una renovación de la Iglesia. Enseñó la doctrina de
una justificación gratuita, y usó las Escrituras como la autoridad
suprema y suficiente. Pero le caracterizaba un sentimiento místico
más bien que un espíritu de polémica y á la vez que esta tenden-
;

cia le impedía romper con la Iglesia, hizo menos acérrima la oposi-


ción que sus opiniones no habían podido menos me despertar.
Uno de sus discípulos fué Briconnet, obispo de Meaux, que
abrigaba la misma opinión que Lefévre relativa á la justificación,
y nutrió las doctrinas evangélicas en su diócesis. La enemistad
do la Sorbona contra Lefévre y su escuela, asumió una forma más
LA REFORMACIÓN EN FRANCIA. 231

agresiva cuando empezaron á leerse los escritos de Lutero en la


universidad y otros puntos. Los teólogos de la Sorbona se opusie-
ron á toda modificación del sistema dogmático de Aquino. Por
haber estudiado Reuchlin en París, había esperado encontrar allí

apoyo en su conflicto con los dominicos de Colonia; pero la


Facultad de París se declaró en su contra. En 1521, se reunieron
para juzgar á Lutero, y le condenaron como hereje y blasfemo.
La herejía fué considerada por ellos como una ofensa contra el
Estado y el Parlamento que era el tribunal jurídico más elevado,
;

se mostró dispuesto á llevar á cabo sus decretos por la inflicción


de penas acostumbradas. La Sorbona condenó formalmente
las
una disertación de Lefévre acerca de un punto de la historia
evangélica en que había controvertido la opinión tradicional y ;

á mismo, Farel, Gerard, Roussel y otros predicadores, les pro-


él

porcionó un asilo Briconnet. Lefévre tradujo el Nuevo Testa-


mento de la Vulgata, y en un comentario sobre los evangelios,

declaró explícitamente que la Biblia era la única regla de fe, que

el mismo, y que la justificación


individuo la podía interpretar por sí

es sólo por la fe y no debido á obras humanas ni á mérito ninguno


de los hombres. Parecía que Meaux aspiraba á convertirse en
otra "Wittenberg. Al fin fué nombrada una comisión del Parla-
mento para tomar conocimiento de los herejes que había en el
distrito y Briconnet, ya sea intimidado, como asienta Beza, ó
;

retrocediendo ante una separación efectiva de la Iglesia, tomó


parte en la condenación que se hizo de Lutero y de sus opiniones,

y aun asintió á la persecución que cayó sobre el protestantismo


dentro de su diócesis. Lefévre huyó á Estrasburgo, y fué llamado
de allí por Francisco I, pero al fin estableció su residencia en la
corte de Margarita, reina deNavarra y hermana del rey. 1

Desde un principio estaba Margarita dispuesta en favor de las


nuevas doctrinas. Había dos partidos en la corte: la madre del
rey Luís de Saboya y el canciller Duprat, eran aliados de la
Sorbona pertenecían á la clase de personas numerosas en esa
;

época, que procuraban expiar sus vicios privados con actos de


fanatismo y la persecución de las opiniones heterodoxas Marga- ;

rita,por el contrario, siendo princesa de talento cultivado, dio


cabida á una devoción mística que la condujo más allá de donde

:
Schniidt en su obra titulada " Gerard Roussel predicatenr de la Reine Margue-
rite de Navarre," y en varios artículos describe la tentativa hecha por Roussel y
otros para armonizar su aceptación de la doctrina de la justificación por la fe
con su permanencia en la Iglesia católica romana.
.

232 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN

llegó Briconnet, en su aceptación de la enseñanza de los refor-


madores. Pero este mismo espíritu de misticismo ó quietismo,
produjo eu su ánimo cierta indiferencia por los ritos exteriores
y las formas del orden eclesiástica ; así es que aunque admitió la
idea protestante de la salvación por la fe y de la comunión per-
sonal y directa del alma con Cristo, no fué movida á prescindir
de la misa ni á separarse formalmente de la Iglesia antigua.
Abrigó una amistad sincera por los predicadores de la Eeformación
y la mejor disposición de protegerles contra sus enemigos ; se con-
formó con ese tipo de piedad que ya no halla gusto en la invoca-
ción de los santos y de la Virgen, ni en otras varias peculiaridades
del ritual católico, pero no se resolvió á atacar los sacramentos ni
la forma de gobierno de la Iglesia. El cariño apasionado que
Margarita tuvo á su hermano, del cual tanto se ha dicho, revela
su naturaleza en la cual ocupó la sensibilidad un distinguido lugar.
Fué autora de un poema religioso, " El Espejo del Alma Pecadora,"
en que manifestó un espíritu tan protestante, que excitó las iras de
la Sorbona; y también lo fué de muchos himnos de devoción.
Compuso además, á mediados de su vida, el " Heptameron," for-
mado de una serie de historietas imitando el estilo de Boccaccio,
en que los y amonestaciones morales, apenas sirven de
reflejos
1
los mismos cuentos.
algún antídoto contra la influencia inmoral de
Antes de la muerte de su primer esposo, el duque de Alencón, y
aun después de viuda, ejerció toda su influencia en bien de los
protestantes perseguidos, y en hacer la oposición á la Sorbona.
Después de su casamiento con Enrique dAlbert, rey de Navarra,
continuó en su propia corte y principado favoreciendo la doctrina
reformada. Ocasionalmente su temperamento peculiar le indujo
á recibir hospitalariamente á algunos ilusos fanáticos que ocultaban
un libertinaje antinomiano bajo una teoría mística de la libertad

evangélica. Calvino le escribió sobre este asunto, debido á la


queja de ella relativa al lenguaje del libro que él escribió contra
esta secta. En algún pasaje él habla del afecto de ella al evan-
gelio y del que le profesan sus amigos como un amor platónico.
Sin embargo, la tendencia de la influencia de Margarita se aparenta
en el carácter de su hija, la heroica Juana dAlbert, madre de

1
Es una curiosa ejemplificación de los hábitos de la nobleza francesa de ese
entonces que Margarita escribiera cuentos semejantes y que su hija, la virtuosa
y noble Juana de Albert, hubiera redactado la primera edición exacta de ellos.
Los que atribuyen motivos mezquinos á Margarita para explicar su amor á bu
hermano el rey, les hacen á ambos una grande injusticia
LA REFORMACIÓN EN FRANCIA. 233

Enrique IV, y en la prontitud del pueblo baju su reino inmediato,


para aceptar la fe protestante. Su casamiento con el rey de
Navarra y su retiro de la corte francesa, fueron precedidos por el
regreso á Inglaterra de una de las jóvenes que estaban á su ser-
vicio, Ana Bolena, cuya historia trágica se relaciona tan íntima-
mente con la introducción del protestantismo en Inglaterra.
Francisco I cuya protección generosa á los artistas y literatos,
le grangeó el título de " Padre de la Ciencia," no amaba á la

Sorbona, ni tampoco al Parlamento ni á los frailes. Llegó a


formar el plan de traerse á Erasmo á París para encargarle de
una institución literaria. Leyó la Biblia con su madre y su her-
mana, y no sentía ninguna aversión supersticiosa hacia los cau-
dillos de la Reforma. Estableció la escuela de " los tres idiomas,"
desafiando así á la Sorbona. La Facultad de Teología y el Parla-
mento hallaron en el rey y en la corte un estorbo para su política
de persecución, y fué arrostrando su oposición, como la Sorbona
puso el tratado de Leíevre en la lista de los libros prohibidos. No
fué debido á alguna disposición del rey, el que la sociedad de los
ministros reformadores que habían en Meaux fuese esparcida. La
revolución del condestable de Borbón hizo menester para Francisco
conciliarse al clero ; y la batalla de Pavía, seguida por la cautivi-
dad del rey y la regencia de su madre, dió rienda suelta á los
perseguidores. Un tribunal inquisitorial compuesto en parte de
seglares, fué instituido por el Parlamento. Los herejes fueron
quemados en París y en las provincias. Luís de Berquín, que
combinó una cultura que se ganó la admiración de Erasmo, con
la seriedad religiosa de un Lutero, fué puesto en la cárcel. El rey,
8in embargo, al regresar de España, á instancias repetidas de
Margarita, le soltó. El mal éxito de Francisco, en su nuevo con-
flicto con Italia, hizó más atrevido al partido perseguidor. Ber-
quín, que había emprendido un proceso judicial contra Beda, jefe
de los comisionados nombrados por la Sorbona para dar caza á los
herejes, fué reducido de nuevo á prisión, y pereció antes de que el
rey pudiera hacer algo en su favor. Los antagonistas teológicos
de la Reforma avanzaron tanto, que pusieron restricciones á los
profesores en el colegio de lenguas antiguas, y llegaron hasta
zaherir á la hermana del rey en una comedia eclesiástica, hacién-
dole los cargos de herejía, además de condenar su libr) el "Espejo
del Alma Pecadora." Francisco se hallaba en ese tiempo cele-
brando una conferencia con Clemente VII, en Provenza, y á su
regreso, se indignó demasiado con el trato que se había dado á su
234 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN

hermana. Autorizó á Geranl Eoussel para que predicase libre-


mente en Paris, y cuando Beda hizo una protesta contra los ser-
mones de áquel, Francisco ordenó el destien o de Beda y su per-
secución como sedicioso. Murió éste al fin en la prisión, en
1537.
En esta crisis pareció dudosa la actitud que asumiría la Francia
en el gran conflicto religioso de ese período. En 1534, Enrique
VIII separó á Inglaterra del papado, y se hizo él mismo, cabeza
de la Iglesia anglicana. Este suceso causó una impresión profunda
por toda la Cristiandad. Después de la dieta de Worms, el papado
había perdido la mitad de la Alemania y de la Suiza, más tarde
á Dinamarca (en 1526), en seguida á Suecia (en 1527). y por
último á Inglaterra. Los Países Bajos estaban profundamente
agitados, y la conflagración que Lutero había encendido iba exten-
tiéndose hasta por Italia y España. La porción teutónica de la
Cristiandad quedaba perdida para Roma, y ¿cuál sería la decisión
de las naciones latinas? Fué inevitable que todos dirigiesen sus
ojos áFrancia y á su rey. En la primera parte de 1534, el land-
grave de Hesse fué á negociar en persona con Francisco. Mar-
garita entró en correspondencia con Melancthon, á quien deseaba
atraer á Francia. El landgrave devolvió al duque de Wurtem-
berg sus posesiones, y en Wurtemberg las dos formas del culto,
luterana y católica, se hicieron libres. Francisco I se había acer-
cado más á los protestantes y la muerte de Clemente VII en
;

Septiembre de ese año (1534), le había dejado á aquel libre de sus


obligaciones políticas con los Médicis y el papado. El espíritu
violento de los campeones del papado en París, y los procedi-
mientos ofensivos de los frailes en Orleans y otras partes, habían

producido una reacción desfavorable á su causa.


Un eminente historiador moderno de Francia, Enrique Martin,
ha descrito los tres sistemas rivales, á saber, Roma, el Renacimiento
y la Reformación, que se presentaron para la elección de Francia,
teniendo como representantes á tres individuos que por casualidad
Be hallaban al mismo tiempo en París, y eran Calvino, Rabelais
y Loyola. Este pasaje interesante de Martin, sugiere unas cuantas
observaciones que, sin embargo, no están del todo de acuerdo con
las suyas. El calvinismo fué una producción de la inteligencia
francesa. En su estructura aguda y lógica, corresponde á las
peculiaridades del espíritu francés. En su seriedad moral, en su
exigencia de la reforma de los abusos eclesiásticos, halló una
respuesta en las conciencias de los hombres honrados. Pero el
LA REFORMACIÓN EN FRANCIA. 235

calvinismo formó un tipo radical del protestantismo ;


rompió
radical y absolutamente con el pasado, y debió por tal razón
encontrar una fuerte oposición basada en los sentimientos tra-
dicionales y las asociaciones sagradas y supersticiosas. El dogma
de la predestinación, al que Calvino dió el lugar más prominente
en su teología, suscitó la hostilidad de aquellos en quienes pre-
dominaba el espíritu del renacimiento literario sin hacer mención
de otras clases. Fué también un defecto del calvinismo, el no
haberse elevado al plano de la tolerancia religiosa. Enmedio
de sus sufrimientos, los predicadores calvinistas de Francia invo-
caron la autoridad de los magistrados para reprimir y castigar
á los anabaptistas, á los discípulos de Servet y á otros por el estilo,

no como pertubadores del orden civil, sino como herejes. Pero


más fuerte que cualquiera otro obstáculo de los que impedían el
avance de la Reforma calvinista, fué el mejoramiento de la vida
que imperiosamente exigía. Era enemigo demasiado estricto y
severo de la sensualidad, para ser soportable por la mayoría do.

los hombres y mujeres que en la corte y fuera de ella, podrían


haberse sometido con facilidad á sus fórmulas doctrinales y á la
forma de culto que prescribía. En el extremo opuesto al calvinis-
mo, se veía el espíritu del catolicismo español, lleno del celo nueva-
mente despertado en favor de las tradiciones, la autoridad y el
culto imaginativo de la religión antigua. Era el espíritude la
reacción católica, encarnado en Loyola y su famosa sociedad.
Por este espíritu, Francia como nación, dejada á sus propios
impulsos, no tuvo simpatías. Además de estas dos fuerzas antago-
nistas que más y más entraban en conflicto, se hallaba el tempera-
mento literario, filosófico y escéptico del Renacimiento, que halló
expresión en ese tipo el más original de los escritores, Rabelais,
cuyo genio extraordinario ha sido admirado por los estudiantes
más profundos de la literatura, y cuya influencia sobre la lengua
francesa ha sido comparada á la del Dante sobre la italiana:
ocultó bajo la máscara de una ficción burlesca, á la vez que sucia
y obscena, debemos decirlo así, sus ideas acerca de la naturaleza
humana, la sociedad, la educación y la religión. Las necedades
de los monjes y sacerdotes, y los sofismas j ferocidad de la Sorbona,
fueron cosas que atacó con tanto vigor, que hubo menestar de pode-
rosos protectores para salvarse de su ira. Su propia religión no
se extiende más allá de un simple teísmo, en el cual no se reconoce
claramente la inmortalidad del individuo. Es sin duda un hecho
que un tipo de pensamiento y sentimiento que existió en Francia
236 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

en ese entonces, se refleje en las páginas de Gargantúa PantagrueL


y
Poco más tarde, un escepticismo de un tipo algo modificado, aun-
que también producto genuino del renacimiento literaria, apareció
en Montaigne. Cualquiera que hayan sido los atractivos de esta
especie de escepticismo filosófico ó religión natural, para el espíritu
francés era demasiado intangible en su forma, y carecía demasiado
de seriedad y valentía para mediar entre los dos resueltos comba-
tientes que iban á luchar por la posesión de la Francia. Mucho,
si no todo, tendría que depender del camino que el indeciso
monarca Francisco I se resolviese á seguir. La monarquía fran-
cesa, que según se ha dicho, había sido emancipado políticamente
de Roma, desde el tiempo de Felipe el Hermoso, no tenía nada
que ganar haciéndose protestante; pero cuando menos, sí tenía
mucho que ganar conservando su independencia; rehusando alis-
tarse en la pólitica reaccionaria y represiva del catolicismo español,

y negándose á participar de una obra en que la Casa de Austria


hacía el papel principal. Pero Francisco I no asumió una posi-
ción distinta é independiente ; no abrazó el protestantismo, ni se
puso con constancia en el lado del catolicismo ultramontano. Ya
tolerando en parte la Reforma, ya perseguiéndola con una baja
crueldad, no se adhirió á ninguna política definitiva. Con esa
actitud vacilante é indecisa, trajo sobre su país males incalculables,
guerras civiles en las que Francia llegó á ser " no sólo el árbitro,
sino también la presa de la Europa ;" y su suelo, " el teatro espan-
toso de las batallas de las sectas y de las naciones." Su dinastía
pereció envuelta " en sangre y lodo," y Francia habría perecido con
ella, si tal destino no le hubiera sido evitado por un guerrero, y
hábil estadista á quien la Providencia había elevado para remediar
la suerte de su patria.
A pesar de sus sentimientos amistosos hacia los luteranos, pronto
se vió que si Francisco había estado deseoso de ver una reforma-
ción del tipo propuesto por Erasmo, no tenía en cambio ninguna
simpatía por los ataques contra la doctrina de los sacramentos ó
el sistema jerárquico de la Iglesia, asuntos que su hermana había
evitado tratar en sus escritos. No estaba tampoco en disposición
de favorecer movimientos que dieran por resultado una división
religiosa de su reino. Mientras la disensión religiosa se limitó á
los hombres instruidos y de alta categoría, el rey pudo rehusar el
apoyo de la fuerza para reprimirla pero luego que penetró en los
;

rangos inferiores del pueblo, el caso fué distinto. La unidad en


la religión era un elemento en la potencia de su monarquía de la
LA EEFORMACIÓN EN FRANCIA. 237

cual él se jactaba. Apreció la antigua máxima de " un rey, una


fe, una ley " (un roi, unefoi, une loi.) Cuando por tai/to, en Octubre
de 1534, los reformadores celosos pegaron en las osquinas de las

callesde París, y hasta en la puerta de la cámara del rey en Blois,


cartelones en que atacaban la misa, él mostró su devoción á la
religión católica, entrando en París para tomar parte en una
solemne procesión, y en la ejecución, con circunstancias de cruel-
dad atroz, de diez y ocho herejes en la hoguera. Sin embargo,
en otra ocasión, se manifestó ansioso de establecer una alianza
política con los protestantes alemanes, y aun entró en negociaciones
que tenían por mira la unión de los dos partidos opuestos en la
religión.Llegó hasta invitar á Melancthon á que fuera á París
para ayudarle en esa empresa. Pretendió que las personas á
quienes había mandado ejecutar eran fanáticos y gente sediciosa,
cuya muerte era menester para la seguridad del estado. Lo que
había de cierto era que el gran maestro Montmorenci y el cardenal
de Tournon, promotores activos de la persecución, le habían per-
suadido de que el acto de pegar los cartelones era el primer paso
dado en una grande trama formada por los anabaptistas, que inten-
taban hacer en Francia lo pue habían hecho en Münster. Pero
la repugnancia de Francisco á producir un cisma, ó á ponerse en
antagonismo con la Iglesia católica, le obligó á aprobar la expre-
sión severa de la doctrina, en oposición á las creencias protestantes,
que había sido expedida por la Sorbona, en la forma de direcciones
á los predicadores. No levantó un dedo siquiera en 1545, para
matanza de los waldenses, inofensivos súbditos suyos.
evitar la gran
Su mira política era sostener el poder de Francia, y oponerse al
del emperador y disimularlo. Con tal fin cultivó la amistad con
los protestantes de Alemania, y protegió su causa á la vez que
estaba castigando con la prisión y la muerte á sus hermanos en
Francia. No fué parcialidad por el protestantismo, sino hostilidad
á Carlos, lo que á ello le movió ; y tan fuerte fué en él este senti-

miento, que no vaciló en hacer causa común con los turcos para
debilitar á su adversario. En general durante el reinado de
Francisco, las opiniones protestantes hallaron no poco favor entre
los de alta categoría. Aun hubo algunos por quienes el luteranismo
fué adoptado. Sin embargo, Lrtero era un alemán demasiado
genuino para poder congeniar con el espíritu francés; pero tan
luego como apareció el calvinismo, se atrajo las simpatías de loa
franceses que aceptaron la fe protestante.
Farel y Calvin o fueron ambos fugitivos de la persecución desa-
238 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

tada en Francia. Calvino fué á dar á Ginebra á consecuencia


del destierro, que sufrió en 1541. Ginebra llegó á ser más y más
un asilo para los franceses á quienes la intolerancia expulsaba de
su patria. Muchos de ellos llegaron mostrando las cicatrices que
los instrumentos de tortura habían impreso en ellos. Como
víctimas de la crueldad religiosa, franquearon los desfiladeros
del Jura, y al ver la santa ciudad, cayeron de rodillas alabando
á Dios. De treinta imprentas de Ginebra, salieron obras protes-
tantes que fueron esparcidas por toda la Francia, por repartidores
que en ello exponían su vida. La Biblia en francés fué publicada
en un pequeño tomo que fácilmente podía ocultarse, y también lo
fueron los salmos en la versión de Clemente Marot, llevando inter-
calada la música de Gondimal. Calvino era infatigable en exhor-
tar y animar á sus paisanos por medio de sus cartas. Predicadores
instruidos á su lado, volvieron á la patria y cuidaban de iglesias
pequeñas que por mucho tiempo celebraron sus cultos en secreto.
La Reformación se extendió rápidamente, con especialidad en el
sur de Francia. El espectáculo de hombres de vida santa llevados
á la hoguera, mientras los ateos y mofadores eran tolerados con

sólo que fueran á misa, hizo apartar á muchos de la religión


antigua.
Enrique II que sucedió á su padre en 1547, no tuvo ningunas
simpatías por el protestantismo. Llegó á sostener á los protes-
tantes en el extranjero, cuando quería conseguir algún objeto
político, como cuando formó un tratado con Mauricio en el tiempo
en que éste iba á tomar las armas contra el emperador pero en ;

su propio país, cooperó con la Sorbona que trabajaba más y más


en su obra de extirpar la doctrina herética, quemando sus libros
y las personas de sus adeptos. La ira del vulgo, y aun el horror
de los cortesanos licenciosos, se excitaron por cuentos ficticios

acerca de los vicios abominables que se decía eran practicados en


las reuniones de los hugonotes. Ser objeto de esta clase de calum-
nias, ha sido cosa común en las sectas que se han visto obligadas
1
á celebrar sus ritos en secreto.
Sin embargo, en este reinado las opiniones protestantes hicieron
grandes progresos. En 1558, se calculó que había dos mil lugares
de culto reformado en Francia, y congregaciones que contaban con
cuatrocientos mil miembros. Estaban organizadas en la forma de

1
Las mismas acusaciones ú otras parecidas se hacían contra los judíos de la
edad media y contra los primitivos cristianos en la época del papano imperio
romano. Gibbon, II. cap. iv.
LA REFORMACIÓN EN FRANCIA. 239

gobierno presbiteriana, y adheridas al tipo doctrinal de Ginebra.


En 1559, se atrevieron á reunir un sínodo general en París, adop-
tando en él una confesión de fe, y determinando el modo de su
organización eclesiástica.
Después que Enrique hubo concluido la desastrosa paz de Cateau
Cambresis, en virtud de la cual sus conquistas en Italia y en los
Países Bajos fueron cedidas á España, y ajustado el matrimonio
de su hija Isabel con FelipeII, y el de su hermana Margarita con

el duque de Saboya, comenzó con nuevo vigor la obra de la perse-


cución. Estaba incluido en este tratado, que los dos reyes se
unirían para la represión de la herejía. " El rey de Francia que
desde los reveses de Carlos V, había sido la primera potencia de
Europa, compró con el precio de muchas provincias el rango de
teniente del rey de España en el partido católico." Se presentó
de improviso en una sesión del Parlamento, donde había empezado
á hallar abogados una política más conciliadora, y ordenó que
fuesen encerrados en la Bastilla los dos miembros que se habían
expresado más enfáticamente en tal sentido. Declaró que haría
de la extirpación de la herejía, su ocupación principal, y por
medio de cartas amenazó al Parlamento y á los tribunales infe-
riores, encaso de que se mostrasen más benignos con los herejes.
Pero en una justa que formó una parte de las festividades celebra-
das en honor de los matrimonios, una astilla de la lanza de Mont-
gomery, capitán de sus guardas, le dió en el ojo infligiéndole una
herida mortal. Pareció á los protestantes que en el momento de
su mayor peligro, la mano del Todopoderoso se había extendido
para librarles. (1559.)
Hasta entonces la persecución había fracasado en su designio.
" Los fanáticos y los políticos que habían pensado aniquilar la
herejía con el número y atrocidad de los castigos, percibieron con
desmayo que la hidra se multiplicaba bajo sus golpes." No había
conseguido sino exaltar á un grado antes desconocido todas las
capacidades heroicas del alma humana. Por cada mártir que
desaparecía en las llamas, se presentaban cien más: hombres,
mujeres, niños, marchaban á su castigo, cantando los salmos de
Marot ó el Cántico de Simeón:

" Eappelez votre Serviteur,


Seigneur, j'ai vu votre Sauveur."

Muchos expiraron en éxtasis, insensibles á las refinadas crueldades


do los salvajes que inventaban todo género de torturas para prolon-
240 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

gar su agonía. Más de un juez murió de consternación ó de remor-


dimiento. Otros abrazaron la fe de aquellos á quienes habían
enviado al cadalso. El verdugo de Dijon fué convertido al pié
de la pira. Todos los grandes fenómenos, en las proporciones más
vastas, de los primeros tiempos del cristianismo, iban apareciendo
de nuevo. La mayoría de las víctimas morían con la vista dirigida
hacia esa nueva Jerusalem, esa santa ciudad de los Alpes, adonde
habían ido en busca de la verdad, y endonde otros la habían
recibido. No fué condenado ningún misionero ni predicador que no
saludara desde lejos á Calvino, dándole las gracias por haberle pre-
parado para un fin tan noble. No pensaron en reprochar á Calvino
el no seguirles á Francia, como el soldado no reprocha á su general
el que éste no se meta en el lugar más peligroso de la batalla.
Debemos ahora hacer referencia de las circunstancias que con-
virtieron á los hugonotes en partido político. Con la ascensión
al trono de Francisco II, joven de diez y seis años, Catalina de
Médicis, viuda del rey anterior y madre de éste, esperaba satisfacer
bu ambición de gobernar el reino. Hija de Lorenzo II de Floren-
cia,y nieta de Clemente VII, había pasado su infancia respirando
una atmósfera de doblez, é imbuyéndose en las máximas inmorales
de la escuela política de Italia. La muerte del delfín había hecho
á su esposo heredero del trono pero la aversión que Enrique le
;

tenía fué tal que muy pronto, cuando se supo que no tendría hijos,
abrigó la idea de devolverla á Italia. Ella tuvo que hacer para
evitarlo, una corte solícita á las cortesanas de su suegro y de su
esposo. Aun después del nacimiento de sus hijos, y cuando su
marido había ya subido al trono, no pudo evadirse de esa
humillante posición. Se sirvió de les buenos oficios de Diana
de Poitiers, cortesana de Enrique, para no cortar sus relaciones
con su esposo, que fundaba en parte la repugnancia que le
tenía en las peculiaridades físicas que Catalina había heredado
de su libertino padre, y que habían trasmitido una constitución
enfermiza á sus hijos. Acostumbrada desde su tierna infancia

á ocultar pensamientos y sentimientos; sin conciencia y


sus
casi sin corazón pensando en la religión sólo lo suficiente para
;

odiar sus restricciones, Catalina había alimentado en secreto su


ambicioso sueño ;* pero el hecho de que Francisco llegó á la edad

Anquitel en su obra titulada "L'Esprit de la Ligue," i, 54, procura presen-


1

tar á Catalina en una luz menos desfavorable, pero el duque de Auniale la


caracteriza como un sér " sin afectos, sin principios y sin escrúpulos." Historia
de los Principes de Condé.
;

LA REFORMACIÓN EN FRANCIA. 241

legal, aunque prácticamente no saliese de s>u minoría, se contrapuso


á sus esperanzas, especialmente cuando notó desde luego que el

joven rey estaba por completo bajo el gobierno de la familia de los


Guisa. Claudio de Guisa había sido un noble rico que se distin-
guió en la batalla dé Marignan y en varias contiendas subsiguientes
con Carlos V. Dos de sus hijos Francisco, duque de Guisa, y
Carlos, cardenal de Lorena, adquirieron grande importancia en
el reinado de Enrique II : el primero como jefe militar, debido
en gran parte á su buena defensa de Metz y su toma de Calais
y el segundo, como confesor del rey cuya conciencia, según Beza,
llevaba en la manga de su vestido. Su hermana se había casado
con Jacobo V de y la hija de ella, María Estuardo, que
Escocia ;

hizo un papel tan prominente en la historia de su época, había


sido dada en matrimonio al joven rey Francisco II. Este era
débil física y moralmente, y no les fué difícil al cardenal y al

duque, hombres ambiciosos y astutos, contando además con el


auxilio de la bella y vigorosa reina, mantener una supremacía
completa sobre él. El cardenal tenía un poder absoluto en los
negocios del «estado, y el duque en el departamento militar. Fué
ésta una alianza del soldado con el diplomático, el león con el
zorro,para su mutuo engrandecimiento. Los Guisa se declararon
campeones de la antigua religión, y al principio adoptaron la políti-
ca de oposición á Carlos V, por medio de una alianza con el papa.
Abrigaron grandes esperanzas de adquirir potestad en Italia, y
aspiraron á heredar las pretensiones de la casa de Anjou á Nápoles.
Cuando el advenimiento de Francisco al trono, su primer paso fué
inducir al rey á dar una dimisión cortés al Gran Condestable Mont-
morency, quien con sus numerosos parientes, había sido rival de
los Guisa y dividido con ellos los puestos y honores del reino.
Debido al apoyo de Diana de Poitiers de cuyas hijas una se había
casado con un hermano de los Guisa, éstos se habían puesto en
aj>titud de competir con Montmorency, y de hacerse en seguida
superiores á él, sobrepujándole mucho en sagacidad política.

No era de esperarse que los grandes nobles de Francia mirasen


con calma la usurpación del gobierno del país, por individuos á
quienes consideraban como siendo en efecto, sólo hombres do
fortuna que se habían apoderado de puestos que según las leyes
y costumbres del reino no les podían pertenecer. La oposición
á los Guisa se radicó en dos familias: la casa de Borbón y la de
Cbatillon. Los tres hermanos de la primera casa eran príncipes
de la sangre real, por ser descendientes en línea colateral de Luís
16
242 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

IX. Antonio de Vendóme, el mayor de ellos, que debido á bu

casamiento con Juana d'Albert, hija do Margarita, recibió el


título de rey de Navarra, había sido movido á ponerse de parte
de los protestantes, pero fué de un carácter débil y vacilante. No
tuvo otra ambición que la de conseguir de España su principado
de Navarra, ó hacerse de un dominio de igual valor en otra parte.
El segundo hermano, Carlos, cardenal de Rouen, tuvo un tempera
mentó semejante. El tercero Luís, príncipe de Condé, fué uu
hombre valiente, que no careció de cualidados nobles, aunque á
la vez imprudente en sus consejos, é incapaz de resistirse á los
placeres sensuales. Las esposas protestantes de estos hombres que
fueron la reina de Navarra y la princesa de Condé, nieta del con-
destable, tuvieron más firmeza de convicción religiosa que sus
maridos. Los tres hermanos de la casa de Chatillon, hijos de
Luisa de Montmorency, hermana del condestable de ese nombre,
fueron de carácter más noble. Se llamaron Odet, cardenal de
Chatillon, el almirante Coligny, y Daudelot, coronel de la infan-
tería cisalpina. Coligny había adquirido grande crédito por su
introducción de una disciplina severa en la infantería francesa, y
por su valentía en San Quintín y otras partes. En toda clase de
cualidades morales y eu bondad de carácter que constituyen la
grandeza humana, no tuvo igual. Su afecto á la causa protestante
fué sincero é invariable.
El que Borbones y los grandes nobles que estaban unidos
los

á ellos, el apoyo de los calvinistas perseguidos, y que


buscasen
éstos, á su vez, esperasen ser librados por ellos, era natural. Los
Guisa eran virtualmente usurpadores que se habían apropiado los
puestos que pertenecían á los príncipes de la sangre real, y al

mismo tiempo, eran perseguidores. Los nobles, sus antagonistas


y sus correligionarios protestantes, tenían una causa común. La
mancomunidad de principios ya políticos ó religiosos, los habían
unido á todos. Si las consideraciones políticas pesaban más en el

ánimo de Antonio de Navarra y de algunos otros caudillos, fué eso


un golpe rudo y grande por cierto, que sufrieron los hugonotes,
pero no tuvieron ellos la culpa. Aunque es difícil sustraerse á la

influencia de las aspiraciones políticas, es un error de algunos


escritores como Dávila, atribuir el movimiento entero de los

caudillos hugonotes á motivos de este carácter.


1
Hubo por

1
Davila en su "Historia de la Guerra Civil de Francia," hace la descripción
de una entrevista formal verificada en Vendóme, en la que Condé y otros
ahogaron por la guerra abierta, pero Coligny los persuadió á adoptar una política
LA REFORMACIÓN EN FRANCIA. 243

parte de ellos una oposición sincera á la cruel persecución que se

hacía á los protestantes, y positivo afecto por su causa, el cual si


fué inconstante en algunos casos, se vió en otros que dimanaba de
una convicción tan profunda, que ningunos sacrificios ni terrores

pudieron debilitar.
Calvino lo mismo que los reformadores luteranos, predicó la
doctrina de la obediencia á los gobernantes, y de una sumisión sin
1
quejas á los sufrimientos y á la muerte. Durante cuarenta años,
los inofensivos hugonotes se habían comportado en conformidad
con este principio, sometiéndose á indecibles indignidades y cruel-
dades que muchas veces les eran infligidas por hombres que en su

vida diaria, violaban todos los mandamientos del decálogo. Pero


aun Calvino sustuvo que el cristiano podía hacer uso de las armas,
bajo jefes autorizados para repeler la usurpación. Veremos además
de esto, que fueron las atrocidades sin restricción, no precisamente
de los magistrados, sino de sus subditos, obrando fuera de la ley,
lo que encendió las llamas de la guerra civil. Pero en Francia
como en Alemania durante este período, la repugnancia de los
protestantes en abandoner su actitud de una resistencia meramente
pasiva á sus opresores, y la indecisión que manifestaron acerca de
esta cuestión, más de una vez les costó muy caro.
La conspiración de Amboise fué una treta, (de la cual un caballero
francés, la Renaudie, fué el autor más activo,) para despojar á los
Guisa de su puesto por la fuerza, y poner la dirección del gobierno
en manos de los príncipes de la sangre real. Parece que Conde
fué enterado del asunto. Coligny rehusó tomar parte en él.
Calvino procuró disuadir á la Renaudie de la ejecución de su
proyecto, desaprobándolo con toda seriedad, á no ser que con-
siguiera la aprobación de los príncipes de la sangre, no sólo de
Condé, sino de los demás de igual categoría, y además la coopera-

mos astuta. Dávila dice que la conspiración de Amboise fué uno de los
resultados de dicha conferencia. Pero es increíble que esa reunión haya
llegado á verificarse, según lo demuestra Ranke en su Historia de Francia,
tomo v.
1
Hablando Calvino del consejo que dió acerca de la conspiración de Amboise,
dice: "Sin embargo, son grandes las lamentaciones que se hacen con motivo
de la inhumanidad empleada para abolir la religión de hora en hora recibimos
;

la noticiade horribles carnicerías que tienen por fin la exterminación de los


pobres fieles." Dice que les expuso que 6i se derramara una sola gota de
sangre, correrían en seguida ríos de sangre por toda la Europa, y que "sería
mejor que nosotros pereciéramos cien veces que exponer á semejante oprobio
el nombre de los que aceptan al evangelio.
244 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.
1
ción del Parlamento. Los Guisa fueron avisados y se armaron con
anticipación tomando una venganza salvaje, no sólo eu las personas
de los conspiradores, sino hasta en un gran número de protestantes
inocentes á quienes aquellos habían llamado á la corte para que
presentaran sus peticiones, pero que no habían tenido otra compli-
cidad en esa empresa (1560).
Atendiendo al estado perturbado del pueblo, estado del cual
este plan fué un expresivo signo, el cardenal moderó por el pronto
su política. Las prisiones se abrieron y los protestantes fueron
puestos en libertad. El edicto de Romorantín expedido en 1560,
seguía prohibiendo toda reunión de protestantes para celebrar sus
cultos, pero se suspendieron los procesos formados contra los indi-
viduos á causa de su fe. La zarza, decían, había crecido demasiado
para poder ser desarraigada. Los protestantes apelaron pidiendo
la libertad de reunirse para el culto. Su petición fué presentada
con grande atrevimiento al rey en una asamblea de Notables en
Fontainebleau por Coligny, que había aceptado las nuevas
opiniones, aunque sin profesarlas públicamente todavía. Al
mismo tiempo se solicitó una reunión de los Estados Generales
para tratar de la hacienda pública del reino, y la de un Concilio
Nacional que arreglase los asuntos relativos á la religión. El
cardenal tuvo que consentir. Los Guisa en seguida se valieron
de toda su influencia para combinar un partido superior contra
los protestantes y los príncipes borbones. Calvino consecuente cor
sus principios, desaprobó toda violencia por parte de los protes-

tantes que se inclinaban á posesionarse de las Iglesias ;


perc»

intentó persuadir á los príncipes á que reuniesen á los nobles de


Provenza, Languedoc y Normandia, é hiciesen una demostración
tal, que sin efusión de sangre pudieran destruir el poder de sus

antagonistas. El frivolo Antonio de Navarra no fué capaz de


acometer una empresa tan varonil. Citado por la corte á Orleans,
se presentó á ella en compañía de Condé. Dieron este paso
sabiendo el peligro á que se exponían, y en contra del consejo
de sus amigos y de las súplicas de sus esposas. Condé fué arres-
1
Es cierto que La Renaudie representó que Conde era el jefe oculto de la
empresa, y esta era la creencia general y probablemente la verdadera. Rankt
llama la atención á la negación hecha por Condé, pero éste se limitó á negar
que hubiera tomado parte en alguna empresa contra el rey 6 el estado, pues no
había admitido que la conspiración de Amboise se tuviera como dirigida
contra ninguno de estos dos. Brantome que casi se entusiasma al elogiar las
virtudes de Coligny, dice que los conspiradores no le revelaron su proyecto,
por saber su probidad y alto sentido de honor.
LA REFORMACIÓN EN FRANCIA. 245

tado, bajo el cargo de complicidad en la conspiración de Amboise.


F.lrey de Navarra fué privado de sus funcionarios y guardas, y
rodeado de soldados y espías. Los diputados de los Estados,
ruando llegaron, se encontraron con que todo estaba en manos
del cardenal, y con que serían compelidos desde un principio á
firmar un credo católico. Orden de San
Los caballeros de la
Miguel, iban á ser sujetados á la misma prueba, así como también
los cardenales, prelados, nobles y funcionarios reales franceses que

se hallaban en Orleaus. Los seglares que rehusasen firmar este


formulario, serían destituidos de sus puestos y estados, y el día
siguiente enviados á la hoguera. Los eclesiásticos serían entrega-

dos á su orden respectiva para ser juzgados y sentenciados. Se


esperaba que Coligny y Daudelot, y probablemente su hermano
el cardenal, serían comprendidos en esta destrucción de los cau-

dillos protestantes. .El mismo credo iba á imponerse á los fun-


cionarios y pastores en todas partes del reino, y á tal exigencia

iba á darse fuerza por patrullas de soldados que recorrerían todo


el país. El dominio absoluto de la Iglesia católica iba á estable-
cerse desde luego. Los Guisa apresuraron todo lo posible su pro-
ceso contra Condé que había sido acusado de alta tradición. Fué 1

éste condenado, pero el 10 de Diciembre de 1560, murió súbitamente


el joven rey. Otra vez más los protestantes creyeron que una
interposición de la Providencia, les había salvado. " Cuando todo

se había perdido," dijo Beza, " he aquí, el Señor nuestro Dios,


despertó."
La oportunidad de la reina madre había llegado al fin. La
cuestión acerca de la minoría de su segundo hijo, Carlos IX, no
era dudosa. Catarina asumió
la tutoría de su hijo y con ella, la
regencia virtual. El plan de los Guisa de arruinar la casa bor-
bona y sus defensores, con un solo golpe, había fracasado. L'Hos-

1
Que los jefes hugonotes creían en la existencia de dicho complot, no admite
duda. Henri Martin (en el tomo IX) parece citar pruebas suficientes de su
existencia, diciendo :
" La autenticidad del complot, eji cuanto á su substancia,
no es dudosa. Los Guisa enviaron á Turquía á rogar al sultán que no atacara
los estados austríacos y estorbara así la obra emprendida de destruir á los
herejes. Las interminables discusiones relativas á la premeditación de la
San Bartolomé aunque interesantes desde un punto de vista histórico, son del
todo fútiles desde el punto de vista moral. La San Bartolomé, es decir, el
exterminio de los herejes ya sea por medio de la violencia ó de una estratagema,
había sido idea abrigada desde un principio en el corazón de los jefes del partido
perseguidor. Cuando les fué posible, emplearon la matanza de la misma manera
que la hoguera."
246 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

pital convenció fácilmente á la reina de que estaba en su interéu


librar á Condé, y poner un freno al partido contrario que con
poco más habría conseguido el gobierno absoluto. El duque fué
demasiado cuerdo para no insistir en conservar la supremacía que
su hermano el cardenal no estaba dispuesto á abandonar. El rey
de Navarra fué hecho teniente general. El condestable Mont-
morency recobró la dirección de los negocios militares, y los Guisas
sólo retuvieron sus asientos en el consejo, continuando el duque
Francisco como maestro de la casa real. Los hugonotes, según
1
empezaron á llamarse, eran poderosos en cuanto á su número, y
aun más en cuanto al carácter de su partido. Condados enteros
eran casi por completo protestantes. Eran poderosos entre los
nobles y la clase educada. Muchos comerciantes ricos se contaban
entre sus adeptos. Pero su mayor sostén se hallaba en las inteli-
gentes clases medias, es decir, los artesanos de» las ciudades, además
de que no pocos individuos de los pertenecientes á las clases infe-
riores, y que habían visto el mundo y tenían práctica en llevar

armas, se encontraban también en las filas hugonotes. En una


representación hecha al papa, en 1561, por el partido intermedio
de los prelados franceses, se le dijó que la cuarta parte de toda la
población del reino era protestante. Que sería impracticable,
extirparlos,y que sería mejor que ambos partidos se resolviesen
á vivir lado á lado en paz, era la convicción de unos hombres
desapasionados y cuerdos, entre los que estaban el canciller
L'Hospital, que había sido encargado de ese puesto después de
la conspiraciónde Amboise, y que hizo todo cuanto pudo por
recomendar una política tan sabia como humana. Sus opiniones
tolerantes fueron reflejadas en los edictos de los Estados Generales
en Orleans, donde también se adoptaron sanas reformas en la
administración de justicia, reformas que fueron resistidas por el
Parlamento y por los católicos que estaban con los Guisa. El
duque de Guisa fué apoyado por Montmorency y los dos con el ;

1
Beza da una explicación del origen del nombre hugonote. Había la super-
stición de que el fantasma de Hugo Capeto andaba de noche por las calles de
Tours. Como los protestantes celebraban allí sus reuniones por la noche, fue-
ron llamados por irrisión, hugonotes, es decir, la tropa del rey Hugo. Cuando
la conspiración de Amboise se descubrió en Tours se hizo ese nombre común
para designar á los protestantes franceses. De Thou adopta también esta
explicación. Merle d'Aubigné deriva la voz de Eidgenots, nombre dado al
partido liberal que abogó en Ginebra por una alianza de Francia con los suizos.
Martín combina las dos interpretaciones. Littré (Dict. francaise), rechaza una
y otra, y deriva tal término del nombre de algún individuo.
LA EEFORMACIÓN EN FRANCIA. 247

marisual de San Andrés, formaron el triunvirato contra el cual el

débil rey de Navarra no fué capaz de luchar. Se despertó un con-


flicto en el consejo entre los dos partidos. Fué arreglado, con
regocijo de los protestantes, que se reuniese una grande conferencia
religioso en Poissy, para tratar de la formación de un convenio
entre los dos partidos. En esta medida tomó parte el cardenal de
Lorena, esperando servirse de las diferencias entre luteranos y

y privar á éstos de sus aliados naturales en caso de


calvinistas,
una guerra religiosa que probablemente preveía. Los nobles y
los delegados del tercer estado elegidos á los Estados Generales,
celebraron su primera sesión en 1561 en Pontoise, y después la
aplazaron para reunirse en Poissy, pero no favorecieron bastante
la facción de los Guisa. Esta asamblea señaló en efecto una crisis

en la historia de Francia. Los nobles y los plebeyos se unieron


contra el clero y presentaron medidas para una reforma constitu-
cional de un carácter sorprendente, tales que si se hubieran adop-
tado, habrían asemejado de una manera admirable, el sistema de
gobierno francés al de Inglaterra, y llevado á la nación adelante
en un camino en el cual se habrían evitado las guerras civiles. El
papa, el clero y el rey de España, unieron sus esfuerzos para
resistir la corriente que tendía hacia un convenio ó una paz entre
las dos confesiones opuestas. Sin embargo, la conferencia religiosa
se verificó en el otoño de 1561. En el gran refectorio de los bene-
dictinos en Poissy, el joven reytomó asiento en medio de la aristo-
cracia de Francia, de Catalina de Médicis, el rey de Navarra y el
príncipe de Condé, los grandes señores y demás de la corte, carde-
nales, obispos, abades, doctores de la Sorbona, y una compañía
numerosa de nobles de menor rango con sus esposas é hijas. En
esta brillante reunión apareció Teodoro de Beza á la cabeza de
los predicadores y ancianos diputados por los hugonotes, para
representar su causa y exponer con elocuencia las doctrinas del
partido de la Reforma. Beza era un hombre de alto nacimiento,
de apariencia atractiva, de modales graciosos y pulidos, que era
dueño de sí aun delante de la sociedad de la corte, y que antes de
la conferencia pública se había grangeado por lo atractivo de su
trato social el respeto y el favor de muchos que en esa ocasión
serían sus oyentes. El protestantismo fué favorecido con el hecho
de que apareciera en su defensa un hombre tal con quien cual-
quiera podría asociarse en términos de igualdad sin sentir ninguna
repugnancia. Por otra parte Beza además de ser un orador im-
ponente, era también un estudiante erudito, que podía usar bus
248 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

conocimientos con tanta facilidad, que sus adversarios eran inca-


paces de confundirle. En un tiempo se tuvo la perspectiva de algún
convenio, aun en lo relativo á la definición de la eucaristía. El
resultado final de las entrevistas públicas y privadas que se cele-
braron en conexión con la conferencia, fué convencer á ambos
partidos de que no era practicable ningún convenio sobre los
puntos de diferencia teológica.
El 17 de Enero de 1562, fué expedido el importante edicto de
San Germain. Se abandonó en él la política que se había seguido
durante cuarenta años, de extirpar la disensión religiosa, y se con-
cedió una medida de Los protestantes tenían según el
tolerancia.
mismo, que entregar las iglesias de que se habían "posesionado y
someterse á la prohibición de edificar otras. Por otra parte, hasta
nueva orden podían celebrar sus cultos fuera de los muros de las
ciudades, de día y sin armas en las manos y la policía tenía el ;

deber de protegerlos. Debían respetar las fiestas de la Iglesia


católica: no reunirse en sus consistorios y sínodos sin permiso: no
entrar en ninguna organización militar no exigir contribuciones
:

los unos á los otros,y enseñar conforme á las Escrituras, pero sin
insultar la misa y las demás instituciones católicas. Fué una
tolerancia limitada, pero la práctica había sido el dar á edictos
de esta naturaleza, alguna latitud en su interpretación. Calvino
se regocijó, y los calvinistas concibieron, la esperanza de que bajo
este arreglo, podrían convertir la nación á la fe protestante. Mas
el edicto no se observó por mucho tiempo. El legado papal y los
caudillos católicos, influyeron con el rey de Navarra para que
abandonase la causa protestante. Le dijeron que el papa anularía
su matrimonio, dejándole libre para casarse con María, la joven
reina de Escocia. No fué, sin embargo, bastante depravado, para
aceptar esa propuesta. El trono de Cerdeña le fué ofrecido en
compensación de la pérdida de Navarra. La única esperanza de
buen éxito que tenía la política de L'Hospital, se había fundado
en la unión de la reina madre con los príncipes imperiales, y esa
unión ya se había roto.

Los jefes del partido católico se resolvieron á no consentir una


política de tolerancia, determinándose á no abandonar la idea de
conseguir la uniformidad por el uso de la coerción. La matanza
de Vassy fué el acontecimiento que ocasionó la guerra. La mañana
del domingo primero de Marzo de 1562, el duque de Guisa llegó
al pueblo de Vassy en camino para París, á la cabeza de una
escolta compuesta de unos cuantos centenares de nobles y soldados.
LA REFORMACIÓN EN FRANCIA. 249

Los protestantes estaban celebrando su culto religioso en un amplio


pajar. Allí envió á algunos soldados con el fin de que provocaran
un conflicto. Los demás individuos de la tropa se acercaron
entonces al local, derribaron la puerta, y con sus fusiles y sables
mataron é hirieron á un gran número de miembros de la congre-
gación, desarmados é incapaces de defenderse, y les saquearon sus
casas. Guisa vió esos hechos sin prohíbalos. Había ido en
efecto al pueblo, con el propósito de acabar con el culto hugonote
de allí. El pastor que predicaba, chorreando sangre de sus heridas,
fué reducido á prisión. El duque fué recibido en varias partes,
especialmente en París, con aclamaciones. Los protestantes de
toda la Francia, consideraron con justicia eso acto como una viola-
ción atroz é inexcusable de la Paz religiosa, y corrieron á las

armas. En cada parroquia se predicó una cruzada contra los

hugonotes, y las escenas de crueldad que siguieron, han sido


llamadas por un historiador francés, el San Bartolomé de 1562.
Los triumviros se apoderaron de las personas de la reina madre

y del rey, y de por bien ó por mal, los llevaron á París donde
toda la población estaba llena de odio hacia los herejes. Otra
matanza en Sens, aun más cruel que la de Vassy, fué la señal
para una manifestación de furor iconoclasta por parte de los
hugonotes, que dió por resultado una grande destrucción de
monumentos de arte, y la profanación de los sepulcros. Fué un
hecho respecto de los hugonotes, que "menos bárbaros en lo
general, que sus adversarios, hacia los hombres, su ira fué impli-
cable contra las cosas," es decir, contra todo lo que les pareció
objeto ó señal de idolatría.
Así comenzó una serie de guerras terribles que no terminaron
sino hasta el advenimiento de Enrique IV al trono. En cuanto
á la devastación que causaron, puede comparárseles con la Guerra
de Treinta años en Alemania. Francia fué presa del fanatismo
religioso y Las pasiones que siempre se encienden en las
político.

guerras civiles, se hicieron aun más feroces debido á la consagra-


ción religiosa que recibieron. Otras naciones, como fué inevitable
que sucediera, se mezclaron en esa terrible lucha, y Francia casi
perdió su independencia. Debe admitirse que los hugonotes
obraron en la defensiva. Como hemos dicho, su conexión
antes
con el partido político, cualesquiera que fuesen los males que de
alií resultasen, fué consecuencia inevitable de la política adoptada

por sus antagonistas, quienes atacaron desde un principio la reli-


gióu protestante y los derechos de los príncipes que la profesaban.
250 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

Pero los hugonotes se sublevaron contra la violencia privada pro-


tegida por las autoridades. Agrippa d'Aubigné, el historiador
hugonote del siglo XVI, dice: "Es de observarse siempre que
mientras se mataba á los reformadores, con arreglo á las fórmulas
de la justicia, á pesar de
y cruel de ese atentado, exten-
lo inicuo
dieron sus cuellos y no sus manos; pero cuando las autoridades
públicas, los magistrados, cansados de quemarlos, cedierou la
cuchilla á la gentualla, y con los tumultos y las grandes matanzas
destruyeron la venerable cara de la justicia haciendo que un vecino
matara á su vecino al son de la trompeta y el tambor, ¿ quién
podría llevar á mal á las pobres víctimas, que opusieran arma á
arma, acero á acero, y se animasen por el contagio de una furia
justa causada por otra injusta? . . . Qué juzguen las naciones
extranjeras de si en nosotros ó en nuestros enemigos se halla
la culpa de la guerra."

Rouen fué capturada y saqueada por los católicos. Allí el rey


de Navarra, peleando en el lado católico, recibió una herida mortal

En la batalla de Dreux, los protestantes guiados per Coligny y


Condé fueron derrotados, pero sin perder su poder. Poco después
el duque de Guisa que estaba haciendo esfuerzos por tomar á

Orleans, fué asesinado por un noble hugonote. El hecho fué


condenado por Calvino, y no recibió tampoco la sanción de ningún
caudillo protestante, por más que no se hubieran esforzado en
evitarlo. Coligny declaró que había evitado la ejecución de otro3
planes semejantes, y que no tuvo ninguna ingerencia en éste, si no
fué la de que durante los seis meses anteriores, desde el tiempo en
que supo que el duque y su hermano el cardenal habían formado
el designio de quitarles la vida á él y á su familia, había cesado de

interponer su influencia para salvar al duque. Un año después de


la matanza de Vassy, ei edicto de Amboise restableció la paz en
términos más favorables para los altos nobles del partido protes-
tante, que los del edicto anterior, pero menos favorables para la

nobleza inferior y el vulgo, puesto que no se les concedió más de


un lugar de culto en un distrito ó mayordomía. La ciudad de
París fué exceptuada, y en ella no fué tolerado el culto protestante.
La capital se hizo más y más el baluarte del fanatismo católico.
El arreglo fué negociado por Condé, pero Coligny rehusó sancionar
sus estipulaciones por ser éstas desventajosas para el cuerpo en
general de los protestantes, que estaban confiados en que habría
sido posible conseguir mejores términos.
EBta paz no podía durar por mucho tiempo. Los hugonotes
LA REFORMACIÓN EN FRANCIA. 251

sabían atendiendo á la actitud amenazadora de la corte, y á loa


movimientos hostiles de sus adversarios, que no se tenía intención
alguna de prolongarla. Anticiparon en tal virtud el ataque
tomando mismos las armas medida que sus jefes se vieron
ellos ;

obligados á adoptar, aunque no sin presentimientos graves. Obtu-


vieron por fuerza la paz de Longjumeau (1568) en que, sin
embargo, no se hizo otra cosa que establecer de nuevo en sustancia,
el edicto de Pacificación. La falta de juicio en Condé, fué apenas
menos conspicua que su valor en el campo de batalla.
1

Carlos IX se llenó de disgusto é indignación al verse compelido


á entrar en convenios con sus subditos armados. La amarga
animosidad de los católicos por todo el país, fué suscitada contra
los hugonotes. Unos cuantos meses antes, el duque de Alva había
hecho ejecutar á Egmont y Horn en los Países Bajos. En Bayona
donde Alva se había encontrado con la reina madre y su hija,
Isabel de España, había hecho aquel lo posible por persuadir á
la corte francesa á que adoptase medidas extremas contra los
hugonotes. Pero el joven rey estaba entonces poco dispuesto á
renovar la guerra y comenzar una cruel persecución, y la reina
madre en vista de eso rehusó acceder á las sugestiones de Alva.
Su mira era equilibrar los partidos uno contra otro de tal manera,
que ninguno de ellos pudiera poner en peligro su propio poder.
Las palabras de Alva, sin embargo, causaron una grande impre-
sión en el ánimo de Montpensier, Montluc y otros nobles católicos.
El último conflicto contra los hugonotes que había empezado,
acabó por exacerbar á todos aquellos que no pertenecían á su
partido. La contra-reformación católico iba progresando, y los
predicadores jesuítas trabajaban por inflamar la ira de la población
católica. Felipe y Alva renovaron sus esfuerzos, siendo éstos
secundados por el cardenal de Lorena en el concilio. Dijeron
al rey que los hugonotes eran rebeldes, y que si no se les subyugaba
no sería él el jefe del país. De esta manera estalló otra vez la
guerra bajo la influencia y la cooperación española. Los hugo-
notes se armaron en consecuencia para defender sus libertades
contra esa pérfida conspiración. El príncipe de Condé y el

almirante Coligny habían hallado la seguridad en la Rochela,


pueblo que á menudo había sido el baluarte de la causa protes-
tante, y más de una vez la salvó de un desastre fatal. El edicto

1
El duque de Aumale que defiende el edicto de Amboise, admite que en este
último tratado cometió Condé un error, y agrega, " Se debe admitir que su cora-
zón fué más grande que su mente."
252 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

de Pacificación fué anulado. Los hugonotes fueron derrotado*


en 1569 en Jarnac donde Conde cayó, dejando su nombre á su
hijo mayor, Enrique, joven de diez y siete años y el mismo año ;

sufrieron otra derrota en Moncontour. Entonces


la Rochela pr?l>ó
°.] valor de los protestantes que guiados por Coliguy, lograron
defender la ciudad contra el enemigo victorioso.
Parece extraño que la corte se hubiera inclinado hacia la paz
en ese tiempo pero la guerra no se había limitado como las
;

anteriores á un lugar, sino que se había hecho general, tomando


en ella parte las naciones extranjeras. Los hugonotes fueron
auxiliados con dinero por Inglaterra, y con tropas por Alemania.
Cuando fueron encerrados en la Rochela donde la reina de Nava-
rra tenía su corte, prepararon una pequeña flotilla que emplearon
con buen éxito en la costa. Fué cosa peculiar de Coligny que
aunque á menudo derrotado en el campo de batalla, se ponía en
aptitud después de la derrota de conservar sus fuerzas y reasumir
las hostilidades. Pronto tuvo fuerza suficiente para salir de la
Rochela y atravesar la Francia, con una tropa de caballería de
tres mil soldados, la mayor parte de ellos alemanes, y cuya presen-
cia especialmente cuando se supo que los jóvenes príncipes de
Navarra y de Condé estaban entre ellos, despertaba el entusiasmo
en dondequiera que llegaban. La perseverancia de los hugonotes
y la fuerza la cual no concluía á pesar de sus
con que contaban,
derrotas, fuéuuo de los argumentos aducidos en favor de la paz.
La envidia de España fué otro. La ambición de Felipe excitó
la alarma de los franceses. Este tenía el proyecto de librar á
María, reina de los escocees, y casarla con su medio hermano, Don
Juan de Austria, sirviéndose del cual esperaba poner á Escocia
y al fin á Inglaterra, bajo el dominio de España. Propuso también
el casamiento de su hermana con el joven rey de Francia. Una
vez efectuados estos planes, Inglaterra, Escocia, Francia y los

Países Bajos, podrían lo mismo que Italia, quedar bajo la subordi-

nación de España. Se vió asimismo que él había tomado parte


en la guerra contra los hugonotes cor p! objeto principal de
promover sus propios intereses, y que prestaba menos auxilio que
el que el enemigo recibía de sus aliados alemanes. La corte en
1570, consintió en el tratado de St. Germain, según el cual fueron
de nuevo puestas en vigor las estipulaciones del edicto de la Pacifi-
cación, y cuatro ciudades fortificadas, inclusive la Rochela, fueroD
entregadas por dos años en manos de los hugonotes, como una
LA REFORMACION EN FRANCIA. 253

garantía de su seguridad y del cumplimiento de dichas estipula-


ciones.
De esta manera la oposición obstinada en no conceder ni aun
un grado moderado de libertad religiosa, se vió en la necesidad de
hacer una concesión mucho mayor, según la cual el reino se dividió
contra sí estableciéndose, por decirlo así, otro reino en medio de
él. Sin embargo, fué ésta una medida que los hugonotes, después
de su experiencia de la perfidia de la corte, no pudieron menos
que exigir por no quedarles otra alternativa.
La conclusión de esta paz con los hugonotes, trajo sobre los
estados europeos una crisis política de grande importancia. Pare-
ció que Francia iba á hacerse miembro de una coalición contra
Felipe II. El estado que entonces guardaban las cosas en los
Países Bajos era favorable para semejante alianza. La unión de
Felipe con Venecia y con el papa, y la victoria de Lepanto,
aumentaron la envidia con que Francia é Inglaterra miraban sus
designios ambiciosos. duque de Anjou, here-
Se propuso que el

y cuando
dero de la corona francesa, se casara con la reina Isabel ;

esa negociación se rompió, se propuso que su hermano menor, el


duque d'Alencón, se casara con ella. La reina madre pareció
estar sinceramente de acuerdo con esta política, y es probable que
lo haya estado. Los hijos del condestable Montmorency eran
entonces poderosos en la corte, y fué uno de ellos, el Mariscal
Francisco, quien sugirió el enlace de la hija más joven de Catalina,
Margarita de Valois, con Enrique de Navarra. La reina madre
aceptó la propuesta, y los hugonotes por su parte no la vieron con
desagrado. Por ese mismo tiempo Condé se casó con una princesa
de la casa de Cleve. Tan ardientes fueron las esperanzas de los
protestantes, que Coligny mismo se presentó en la corte y fué
recibido amistosamente por Catalina.
Fué éste un hombre de carácter elevado y puro. En sus
propios terrenos asistía con su familia y sus dependientes al culto
calvinista y cada vez que se administraba la Cena del Señor,
;

se tomaba la molestia de avenir á su pueblo en todas las riñas


y diferencias que tenían. Tomaba parte en las guerras civiles
de muy mala gana y con y sólo en obediencia al llama-
tristeza,
miento imperioso del deber y por seguir los consejos de su esposa
que le igualaba en piedad y nobleza de alma. No permitió que
el espíritu de un patriota se cambiara en el de un partidario.
A pesar de ser caudillo de un poderoso partido, y un sub-
dito bastante poderoso para ó hacer la guerra ó la paz, se
254 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

mostraba siempre elevado y desinteresado en todos sus actos.


Serio en su comportamiento, inflexible en sus principios, sin
mancha en cuanto á moral, con una confianza inmutable en Dios,
se presentacomo una figura majestuosa en medio de la confusión
y la corrupción de aquellos tiempos. Fué el aborrecimiento de
Catalina de Médicis á Coligny, lo que causó la matanza de San
Bartolomé. Vió que el rey se había impresionado profundamente
con la capacidad y excelencia del almirante. Carlos enfermizo
de cuerpo, como los demás hijos de Enrique II, y dotado de una
naturaleza malsana y desarreglada, (todas las tendencias de la cual
se habían nutrido en él en medio de la sociedad depravada y diso-

luta en que había sido criado, cooperando á ello la educación que


le daba su madre cuyo propósito supremo era el de conservar su
influencia sobre él,) al ver á Coligny sintió por primera vez la
un hombre capaz de despertar en él algo
influencia inspiradora de
de reverencia y de amor. La reina vió que día tras día ella era
suplantada más y más sin otra razón que la impresión natural que
Coligny había causado en Carlos. Las mejores esperanzas se
habían despertado en el ánimo mismo de Coligny, debido al
cariño casi filial con que el rey le escuchaba. Le aconsejó con
insistencia que declarase la guerra á España, y el rey estaba
inclinado á ese paso. Aunque Catalina estaba dispuesta á evitar
que Felipe adquiriese en Francia una preponderancia que pudiera
perjudicarla, no tenía el menor deseo de entrar en guerra contra
él ;
guerra que por otra parte aumentaría necesariamente la pros-

peridad de los hugonotes, y confirmaría la influencia de Coligny


sobre el rey. ¿ A quién seguiría él, á Catalina ó á Coligny ? Hubo
palabras acaloradas entre Coligny y la reina madre en presencia
de Carlos. El almirante dijo que podría suceder que el rey se
complicase en una guerra aun contra su voluntad, refiriéndose al
conflicto suscitado en los Países Bajos, en el cual Coligny le urgía
á que entrara. Se pretendió más tarde que había proferido una
amenaza de rebelión. Catalina resolvió destruirle. Solicitó el

auxilio de los Guisa, enemigos implacables del almirrnte, que


estaban ansiosos de vengarse de él por el asesinato de su pariente.
El segundo hijo de Catalina, el duque de Anjou, más tarde
Enrique III, á quien ella amaba mucho, y que estaba igualmente
alarmado por el afecto que el rey mostraba á Coligny, entró cordial-
mente en ese plan. La duquesa de Nemours, viuda de Francisco,
y madre de Enrique de Guisa, se prestó de buena gana á tomar
parte en la formación y ejecución de un plan tan diabólico.
LA REFORMACIÓN EN FRANCIA. 255

Coligny fué herido por un tiro que se le asestó desde la ventana


de un partidario de los Guisa. Esto pasó el 22 de agosto de 1572.
La herida no fué peligrosa, y el plan había tenido mal éxito. El
fracaso puso en más peligro á sus autores, debido á la simpatía
que había expresado el rey por almirante, y su indignación con
el

los Gu .sa á quienes consideraba como la causa de todo. En una


visita que hizo el rey á Coligny acompañado de la reina madre, el
veterano herido que creía que tal vez las balas que le habían tocado
estuviesen envenenadas, le llamó al lado de su lecho y en voz baja,
lo amonestó aconsejándole que no cediese á los consejos de Catalina
y la faccióncon la cual ella se había aliado. Catalina con suma
insistencia, consiguió que Carlos le declarara lo que el almirante
le había dicho.
Entonces se maduró el plan de una matanza general. ¿ Se había
pensado en él antes? Se había tomado el mayor empeño en reunir
á los hugonotes de todas partes en la ciudad. Catalina había insis-

tido en que el matrimonio de Enrique de Navarra se celebrase allí.

Hay evidencia de que la idea de aprovecharse de una ocasión


favorable para matar á unos caudillos hugonotes, no fué nueva en
la mente de la reina. Es imposible, sin embargo, trazar todas las
sinuosidades de una naturaleza tan propensa á la falsedad. Era 1

ella demasiado hábil para no entretejer dos artificios con el fin de


servirse de cualquiera de ellos según lo requiriesen las circunstan-
cias. Lo cierto es que el fracaso de la primera tentativa contra
Coligny, movió tanto á ella como á sus confederados, á emprender
un matanza general. Enrique III que era uno de ellos, declaró
que el rey mismo una vez que se le había persuadido á consentir
en el asesinato de Coligny, consentiría en que los hugonotes fuesen
matados también, á fin de que nadie quedara para protestar contra
su acto. La corte estaba absorta en las festividades con que se
festejaba el matrimonio de Enrique de Navarra. El fanatismo de
los habitantes de París se había inflamado con la presencia de los
protestantes entre ellos,y eran menester grandes esfuerzos para
evitar que estallase la violencia. No se necesitaba más que dar
rienda suelta á las pasiones del populacho católica, para que se
efectuase una obra de exterminio. Al rey débil, impresionable,
impetuoso, medio distraído, se le aseguró que se había tramado

i Henri Martín (tomo IX, cap. viii, 4), dice de Catalina: "Esta mujer fué la
misma mentira, y uno se pierde en el abismo de su falsedad." Michelet en su
relación elocuente de la San Bartolomé dice de ella que " fué doble y falsa
con todos, con si misma."— Guerrea de Religión, p. 399.
256 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

una conspiración encabezada por Coligny contra su persona, y por


medio de súplicas, argumentos y amenazas, se logró vencer su
oposición, y convertirlo en instrumento pasivo de los conspiradores. 1
La noche del 24 de agosto, dada la señal de antemano convenida
cayeron los asesinos sobre sus víctimas dando muerte de preferencia
á los eminentes hugonotes previamente designados, encargándose
el duque de Guisa del asesinato de Coligny. A eso siguió una
carnicería horrorosa de los hugonotes sin distinción alguna. Al
miserable rey se le vió tirar sobre ellos desde su ventana. Fueron
enviados correos por todo el país, y en los demás pueblos se

repitieron las mismas escenas espantosas que en París. No menos


de dos mil fueron asesinados en esa capital, y unos veinte mil en
el resto de la Francia. Los príncipes de Navarra y de Condé
tuvieron que conformarse con la Iglesia católica para salvar sus
vidas. Las nuevas de esa grande matanza causaron un regocijo
tumultuoso en Madrid y en Roma, Se dice que á Felipe II por
primera vez en su vida se le oyó reir. El papa mandó que hubiera
un Te Deum, y por medio de procesiones y alabanzas de júbilo
significó la corte papal la satisfacción con que las nuevas habían
sido recibidas. Se acuñó una medalla que tenía en un lado la
efigie de Gregorio XIII, y en el otro, el ángel destructor con las
palabras,Hugonotorum Strages (Estrago de los Hugonotes). El
papa mandó á Vasari que pintara y colgara en el Vaticano un
cuadro que representase la matanza de los hugonotes, y la siguiente
1
Con respecto á la tan discutida cuestión de si la matanza de San Bartolomé
fué premeditada, dos de los más hábiles historiadores modernos, Eanke y Henri
Martin, están en lo esencial de acuerdo. Los puntos principales de su opinión
se dan arriba. Capefigue es otro escritor que atribuye la matanza al estado
enfurecido del sentimiento católico en París, el cual subió á tal punto, que loa
individuos se hicieron meramente los instrumentos de su expresión. Martin
cree que cuando la reina madre insistió en que las bodas de Navarra se cele-
brasen en París, tenía la idea "si no de un proyecto, al menos, de un propósito
siniestro (arriere-pensée sinistre)." Cuando Catalina acaudilló abiertamente el
partido que abogaba por la paz, "se fijó en la idea vaga que había pasado
siempre por su mente, y el fantasma del asesinato tomó cuerpo: ella tiene el
propósito de librarse del almirante." La autenticidad de la relación hecha por
Enrique III, se sostiene por Martin, pero se pone en duda por Ranke. La
opinión sugerida por ambos acerca del origen de la matanza, á saber, que no se
debió á la ejecución de un plan definatlvamente formado mucho antes, sino al
terror y fanatismo suscitados por el fracaso de la tentativa de asesinar á
Coligny, es adoptada también por Enrique White en una obra de mérito que
escribió sobre la Matanza de San Bartolomé, y por otros escritores juiciosos.
Browning en su valiosa "Historia de los Hugonotes," se equivoca al atribuir á
Callos IX, el propósito de atraer con falsos halagos á los jefes hugonotes á Paría
para después asesinarlos.
LA REFORMACIÓN EN FRANCIA. 257

inscripción : Pontifex Colignii necem probat (El Pontífice aprueba


el asesinato de Coligny). Entre las disculpas ficticias que la
corte francesa dio, la que acusó á los hugonotes de una conspira-
ción contra el rey y el gobierno, encontró poca, si es que alguna
aceptación. Por todas partes excepto en Madrid y Roma, entre
las naciones tanto católicas como protestantes, ese crimen atroz fué
visto con horror y con la detestación de sus perpetradores.
Los protestantes no fueron subyugados á pesar de la terrible
pérdida que habían sufrido. La ira implicable que eso excitó
entre ellos, fué una nueva fuente de fuerza. La Rochela no si
había entregado. La reina madre no abandonó tampoco su
política anterior, mostrándose más dispuesta á una alianza con
Felipe. Quiso hasta promover las negociaciones en favor del
enlace de Alencon é Isabel.
Un nuevo aspecto fué dado al negocio al separarse de sus her-
manos fauáticos los " Politiques," ó católicos liberales, que favore-
cían la tolerancia. La sabiduría y aun necesidad de la política
que L'Hospital había recomendado en vano, fueron entonces
reconocidas por un poderoso partido. En 1574, terminó la mise-
rable vida de Carlos IX. Su hermano y sucesor Enrique III
favorito de Catalina, más perfectamente imbuido en las ideas de
su madre, y que había tenido una parte activa en el arreglo de la
matanza de San Bartolomé, era del todo incompetente para gober-
nar un país destrozado por facciones religiosas, cuyo erario se
hallaba agotado, y cuyo pueblo clamaba porque se le librara de
las pesadas cargas de las contribuciones, y esto á la vez que un
fuerte partido exigía radicales reformas políticas. El rey se
esforzó en salir airoso por medio de artificios y dobleces, pero no
hizo más que perder la confianza de ambos partidos religiosos. En
mayo de 1576, hizo la paz con los hugonotes y " politiques " que se
habían unido dando á aquellos una libertad religiosa sin restric-
ciones, menos en París, é iguales derechos que á los demás, á todos
los puestos y dignidades.
Con la cooperación de España, Enrique de Guisa organizó la
Liga católica para el sostenimiento de la religión católica y la
extirpación Los Estados Generales reunidos
del protestantismo.
en Blois en 1576, pidieron que no hubiera más que una religión
en el reino. La falta de popularidad de Enrique entre los católi
eos intransigentes, no se debió solamente á su conducta indecisa
acerca de los asuntos religiosos, sino también al hecho de haber
promovido á favoritos personales suyos á los más altos puestos, y
17
258 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

eujetádose á su influencia, menospreciando los derechos que asistían


á los grandes nobles. La Liga comenzó una nueva guerra, la
sexta de esa serie, con el de conseguir sus propósitos, y arrastró
fin

en ella al rey irresoluto y débil. El resultado de ella fué asegurar


á los hugonotes lo que se les había concedido en 1576 pero la ;

séptima guerra que en breve siguió, concluyó con la adopción del


primer edicto de tolerancia. En 1584, murió el duque de Alencon,
que después del advenimiento de Enrique al trono, había tomado
de duque de Anjou. Debido á eso, Enrique de Navarra
el título

se hizo el inmediato heredero del trono. La Liga apoyada por


España y Roma, resolvió que él nunca se ciñera la corona. Sixto
V poco después de su elección para la sede papal, expidió una bula
en la que declaró que de Navarra y de Condé por
los dos príncipes
ser herejes y caudillos y promotores de la herejía, habían perdido
sus dignidades y posesiones, inclusive todo título al trono francés.
En la guerra de los " tres Enriques " según se le llamó, Enrique
de Navarra fué sostenido por Inglaterra y por tropas venidas de
Alemania y Suiza. El rey cuando regresó á Paris, notó que
Enrique de Guisa era saludado por la multitud como el héroe
de la guerra. El esfuerzo hecho por el rey con el objeto de intro-
ducir cuerpos de tropas adictos á su persona, fué recibido con la
construcción de barricadas en las calles de la ciudad, y se vió obli-
gado á recurrir de una manera humillante á Guisa para pedirle
que calmara el desorden. La Asamblea de los Estados Generales
reunida en Blois en 1588, dió á luz varios proyectos de reforma
constitucional que redujeron en gran manera la potestad del rey.
Su mortificación, resentimiento é impaciencia á causa de las restric-
ciones que le fueron impuestas, llegaron entonces á su colmo. Hizo
asesinar al duque de Guisa por medio de sus guardias personales,

y que se diese muerte el mismo día al hermano del duque, el


cardenal de Lorena.
Enrique III con esta conducta se había atraído la enemistad
implacable de la Liga. Los predicadores fanáticos de París le
expusieron á la execración del pueblo. Los doctores de la Sorbona
ee apresuraron á declarar que había incurrido en la pena de exco-
munión, y que sus subditos quedaban libres de la fidelidad que le
debían. La excomunión efectiva del papa vino en seguida contra
él. Afortunadamente para el rey había un ejército de protestantes
en el campo de batalla acaudillado por Enrique, príncipe de
Navarra,. El rey se alió con el príncipe. El ejército reforzado
por el auxilio de los hugonotes y de los politiques (católicos libe-
LA REFORMACIÓN EN FRANCIA. 259

rales todavía leales á su soberano,) se acercó á París. Pareció


cuerdo vigilar en la ciudad á los católicos que no pertenecían á
la Liga. En esos momentos y cuando la causa real, fielmente

áostenida por Navarra iba ganando terreno, un fraile fanático


llamado Clemente, penetró en el campamento y mató al rey
(1589).
Enrique IV quedó becho así soberano de Francia por derecho
de herencia; pero había sido declarado ineligible por el papa, y
tuvo que ganar su reino. La Liga estaba dispuesta á poner á
Francia bajo la protección de Felipe II. El duque de Mayenne,
hermano de los Guisa que habían sido asesinados por orde'h de
Enrique III, encabezó el gobierno que la Liga estableció provi-
sionalmente. Los intereses de España eran defendidos por el
embajador Mendoza, diplomático astuto, cuya permanencia en
Inglaterra había hallado Isabel contraria á su seguridad y la de
su reino. Felipe II tenía la aspiración de unir á las naciones
católicas bajo su gobierno, y la Liga había perdido en tal grado
su patriotismo, El proyecto
que estaba dispuesta á secundarlo.
de la unión de Francia y España fracasó en lo que dependía de la
Liga, sólo á causa de la envidia del duque de Mayenne que se
rehusó á consentir en que su nieto, á quien se proponía casar con
la hermana de Felipe, se ciñera la corona. La valentía de Enrique
de Navarra se reveló de una manera conspicua. En la batalla de
Ivry, el 14 de marzo de 1590, ganó una brillante victoria que se
debió principalmente á su valor personal. Estrategias de Ale-
jandro de Parma, uno de los más hábiles generales de esa época,
neutralizaron sus triunfos mientras éste vivió.
1
Además de las
discordias que había en la Liga, mencionadas ya, otras circun-
stancias contribuyeron gradualmente á dar la ventaja á Enrique.
El grande obstáculo que impedía el que concluyera toda oposición,
fué el hecho de que él era protestante. Cuando le rogaron encare-
cidamente que abjurara su fe protestante, inmediatamente después
de la muerte de Enrique III, había rehusado hacerlo, pero en
términos tales, que se concibió la esperanza de que al fin acabaría
por aceptar la propuesta que se le hacía. La porción del cuerpo
católico que le había dado su apoyo, no consentiría en la elevación
de un protestante al trono. No fué solamente la ambición personal,

El duque de Aumale trata de la capacidad militar de Enrique IV. Su obra


1

da una historia interesante de la composición de los varios ejércitos, y de los


6ucesos militares do las guerras civiles. Enrique, se puede decir, fué más bien
táctico que un estratégico.
260 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

ni el deseo de conseguir el reposo para sí, que como es natural


abrigaba después de un conflicto tan largo; fué la oportunidad
que se le presentaba de devolver la paz á la Francia, lo que le
indujo á conformarse á la Iglesia católica. Le habían encarecido
que la constitución del reino era tal, que se hallaba bajo una
obligación moral de ser miembro de la antigua Iglesia. Como
rey creía que podría proteger á hugonotes contra la persecu-
los
ción, así como también poner término á las terribles calamidades
bajo las cuales la Francia estaba gimiendo. Mientras tanto
estuviera fuera del seno de la Iglesia católica no podía ganar
las ciudades á su causa, y no tenía esperanza de reinar por el
solo auxilio de la nobleza. No dudaba por otra parte de la
posibilidad de la salvación dentro de la Iglesia antigua. Sully
que se extiende con suma complaciencia sobre la parte activa
que tomó para inducir al rey á abjurar el protestantismo, le
él

aseguró que eso no implicaba un cambio de religión, puesto que


los fundamentos de ambos sistemas eran los mismos. Además Du
Perrón que con anticipación había ingresado otra vez en la Iglesia
y á quien Enrique más tarde hizo obispo de Evreaux,
católica,

tuvo cuando menos igual influencia para persuadir al rey á que


siguiese su ejemplo. Rehusó firmar ciertos artículos específicos
de fe que le fueron presentados, pero consintió en entrar en la
Iglesia de San Dionisio (St. Denis), y arrodillándose ante el arzo-
bispo de Bourges, declaró solemnemente que viviría y moriría en
que prometía proteger y defender. Como no
la Iglesia católica
había en efecto modificado sus opiniones, el paso que dió no
admite ninguna justificación moral. Beza que en ese entonces
estaba cerca del fin de su vida, le escribió una amonestación
patética y solemne contra ese paso. No nos es posible concebir
que un varón tal como Coligny, por ejemplo, hubiera consentido

en abjurar su profesión religiosa, movido por consideraciones de


conveniencia cualesquiera que éstas hubiesen sido. Los hombres
del tipo de carácter más elevado, nacen lo que deben y dejan las
consecuencias á cargo de la Providencia. Pero Enrique había
sido educado en los campamentos, y no tenía la fuerza de convic-
ción ni la pureza de vida que se necesitaban para satisfacer la
regla establecida por los más serios hugonotes. Por esta razón,
eus faltas atenúan la culpabilidad de un acto que si se hubiera
efectuado por un hombre de una moral más elevada, le habría
traído como consecuencia la ruina total de su carácter. Despuéa
de ese acto, la nación fué ganada fácilmente á su causa. Es
LA REFORMACIÓN EX FRANCIA. 261

lisongero ver que el ruás eminente de los escritores modernos sobre


la historia francesa, disiente de la opinión popular de que era
evidentemente imposible que Enrique ganara el trono sin abando-
nar su fe. El mismo escritor está de acuerdo con ciertos distin-
guidos individuos de la Iglesia católica, que aun en ese tiempo,
hubieran preferido que el rev siguiese siendo un protestante
honrado, antes que convertirse en un católico falso. Es incues-
tionable, sin embargo, que el efecto inmediato fué el de abrirle
camino para el trono, y poner fin á los horrores de la guerra civil.
Entró á París, por fin, llevando el penacho de plumas blancas que
á menudo había ondulado sobre su cabeza en lo más reñido de las
batallas.
La abjuración de su fe hecha por Enrique, obtuvo quizá la apro-

bación de protestantes tales como Sully, en quienes la religión


estaba subordinada á la política ;
pero llevó la consternación y el

dolor á la masa de sus fieles partidarios los hugonotes que le habían


apovado en las horas más oscuras, y que vieron debido á ese acto,
hundirse bajo sus pies los cimientos en que como partido se basa-
ban. Es notable que haya conservado en tan alto grado el afecto
de aquellos que seguramente deploraban su cambio de religión.
Sus prendas atractivas le dieron una soberanía casi irresistible
sobre los corazones de los hombres. La abjuración de Enrique no
fué la única decepción que estaban destinados á experimentar como
consecuencia de haber formado un partido político. Otros, especial-
mente los nobles, buscaron y hallaron su promoción personal,
siguiendo el ejemplo dado por su jefe. La dirección del partido
había sido codiciada por personas más eminentes á causa de su
rango, que de su adhesión á la religión. La continuada persecu
cióu de que fueron víctimas los hugonotes, los puso en aptitud de
rehacerse y conservar su organización política ; y la fuerza que
todavía manifestaban, ayudó indirectamente al rey á llevar á cabo
su política de paz y tolerancia. Tuvo por mira moderar el ardor
polémico de los campeones hugonotes, y no ocultó su satisfacción
cuando su antiguo amigo Du Plessis Mornay, fué convicto en una
discusión con Du Perron, en Fontainebleu, de haber usado sin
saberlo, citas inexactas de escritores clásicos.
La administración de Enrique, aunque terminada súbitamente
por el puñal de Ravillac, fué de una ventaja incontestable para
la Francia. Con el auxilio del hábil Sully, reorganizó la indus-
triay devolvió la prosperidad á la nación. Hizo la guerra contra
España, y en el tratado de Vervins, en 1598, recobró los lugares
262 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN

que habían sido conquistados de Francia tanto por Felipe como


por el duque de Saboya. El papa fué compelido á concluir la
paz y á anular sus fulminaciones vicarias contra Enrique, mientras
que éste rehusó hacer declaración alguna si do fué la de que había
ingresado de nuevo á la Iglesia católica ; y reiteró su promesa de
proteger á ambas religiones. La idea de su política extranjera,
que fué la de debilitar el poder de España y de Hapsburgo, y de

extender los confines de la Francia, fué adoptada más tarde por


Richelieu, y realizada por éste en toda su extensión. En el edicto

de Nantes, en 1598, Enrique aseguró á los hugonotes esa medida


de libertad religiosa y las garantías de ella, por que tanto habían
luchado. Dejó unas ciudades fortificadas en manos de ellos, per-
petuando así la existencia de un poder organizado dentro del
estado ;
pero ésta fué una necesidad de esos tiempos. Con esta
excepción, su política doméstica tendía á la concentración de la
potestad en el monarca ; y en este sentido, Richelieu marchó tras
de sus huellas. Pero si eladvenimiento de Enrique IV al trono,
trajo consigo una seguridad comparativa á los calvinistas de Fran-
cia, ese fué el límite de las ventajas que obtuvieron. De un cuerpo
religioso que eran animados del propósito de conseguir la adopción
de sus principios por todo el país quedaron reducidos á la condición
de un partido que estaba á la defensiva, limitado por medidas y
confines que no podían traspasar un partido más y más aislado
;

de y expuesto además á los males consiguien-


la población católica,
tes á la retención de una organización política y militar. Desde
ese momento, el protestantismo en Francia cesó de crecer.
CAPITULO IX.

LA REFORMACIÓN EN LOS PAÍSES BAJOS.


Los Países Bajos formaban una porción de las de más valor de
los dominios heredados por Carlos V. Los duques de Borgoña,
descendientes del rey Juan de Francia, aprovechándose de la
debilidad de la corona francesa y de las guerras entre Francia
é Inglaterra, habían formado por medio de matrimonios, compras

y conquistas, ó de otros modos más ó menos Lícitos, un dominio


rico y poderoso. El ducado de Borgoña extendió gradualmente
sus confines, hasta que, en el reinado de Carlos V, llegó á com-
prender diez y siete provincias, y fué casi coextensivo con el terri-

torio incluido en los actuales reinos de Holanda y Bélgica. Todos


los escritores antiguos descrihen en lenguaje florido la prosperidad
é industria sin igual de los Países Bajos, y la habilidad é inteligen-
cia de su pueblo. La agricultura, las manufacturas y el comercio,
eran ramos igualmente florecientes y lucrativos. Contaba con
trescientas cincuenta ciudades, algunas de las cuales eran las
más grandes y bulliciosas de la Europa. Ambéres con una
población de cien mil habitantes en una época en que Londres
no tenía más que 150 mil, era el lugar á donde acudían los
comerciantes de todas partes, y su comercio sobrepujaba al de
cualquiera otra ciudad europea. El pueblo de los Países Bajos
era notable no menos por su habilidad mostrada en la invención
de máquinas é instrumentos y por su adelanto en la ciencia y las
artes, que por su opulencia y sus grandes empresas. Se jactaba
de que los jornaleros y aun los pescadores que moraban en las
chozas de Frisia, sabían leer y escribir, y podían discutir la inter-
pretación de las Escrituras. Un gobierno esencialmente locai
existía en grado notable en cada una de las diez y siete provincias.

Cada una de ellas tenía sus propios derechos, privilegios é inmuni-


dades consignadas en una carta, y sus costumbres inmemoriales
que el soberano estaba obligado á conservar inviolables. El
í>63
264 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

pueblo amaba su libertad. Carlos V, á pesar de todas las ventajas


derivadas de su vasto pudo amalgamar las provin-
poder, no
cias ó fundirlas en un sistema común, y tuvo que satisfacerse con
ser jefe de una confederación de pequeñas repúblicas. Perc en
la dieta de Augsburgo celebrada en 1548, consiguió que se legali-

zara la separación de los Países Bajos, para formar una parte


distinta é integrante del Imperio que pagara sus propias contribu-
ciones en una sola cantidad al erario público ; tuviera ciertos
derechos especiales en la dieta, y disfrutara de protección, aunque
libre de la jurisdicción del judiciario imperial al cual estaban
sujetas las demás partes del imperio.
En una población tal, entre los paisanos de Erasmo, y donde
también en épocas anteriores se habían discutido varias formas
innovadoras, tenían que hallar inevitablemente -cabida las doc-
trinas de Lutero. Fueron éstas introducidas por los comerciantes
extranjeros, " con cuyas mercancías," escribe el antiguo historia-
dor jesuíta, Estrada, " esta plaga se hace á la vela con frecuencia."
Fueron introducidas igualmente por los soldados suizos á quienes
Carlos V tuvo ocasión de traer al país. El protestantismo fué
trasplantado también desde Inglaterra, por numerosos desterrados
que iban huyendo de la persecución de María. La contigüidad
del país á Alemania y á Francia, proveyó abundantes avenidas
para la entrada de las nuevas ideas. " Ni el Rhin de Alemania
ni el Meusa de Francia," en el lenguaje patético de Estrada,
"enviaron más agua á los Países Bajos, que contagio de Lutero
eluno y de Calvino el otro," siendo ese contagio importado á las

mismas provincias bélgicas. El espíritu y las ocupaciones del


pueblo y toda la atmósfera del país, se prestaban de un modo
singularmente apropósito para la extensión del- movimiento pro-
testante. Las ciudades de Flandes y el Brabante, especialmente
Ambércs, muy pronto tuvieron propagandistas de la nueva fe.

Carlos V expidió en 1521, desde "Wbrms, un edicto, el primero


de una serie de bárbaras medidas para la extinción de la herejía
en los Países Bajos, y no fué por cierto, una letra muerta. En
1523, dos monjes agustinos fueron quemados en la hoguera en
Bruselas. Después que el fuego fué encendido, repitieron el credo
apostólico y cantaron el Te Deum Laudamus. Esta ejecución
hizo que Lutero escribiese, una carta para animar á los cristianos
perseguidos de Holanda y Brabante, y le movió á componer un
himno animado que comenzaba " Ein neues Lied wir heben an,"
:

del cual una de las estrofas es como sigue:


LA PREFORMACIÓN EN LOS PASÍES BAJOS. 205

"Sus cenizas no descausan tranquilas,


Sino que esparcidas cerca y lejos
Desafian la corriente, el donjón, la cerradura y el sepulcro,
Causando á sus enemigos vergüenza y temor
A aquellos á quienes cuando vivos, los malos actos del tirano
Pudieron obligar al silencio,
El debe cuando muertos, permitirles cantar sus canciones,
Que en todos los idiomas y lenguas
Resuenen por todo el anchuroso mundo."

Los edictos contra la herejía fueron ejecutados de una manera


imperfecta. La regente Margarita de Saboya se mostró tibia en
el asunto de la persecución y su sucesora María, hermana del
;

emperador, la reina viuda de Hungría, era de un carácter mas


benigno todavía. Los protestantes aumentaron rápidamente en
número. El calvinismo debido á la influencia de Francia y de
Ginebra á donde se enviaba á los jóvenes á recibir educación,
llegó á predominar entre ellos. Anabaptistas y otros sectarios
fanáticos ó licenciosos, tales como los que aparecieron en otras
partes juntamente con la Reformación, eran numerosos, y sus
excesos proporcionaron plausibles pretextos para las violentas
medidas de represión dictadas contra todos los que se apartaban
de la fe antigua.
1
En 1550, expidió Carlos V un nuevo decreto
en que fueron confirmados los anteriores edictos de persecución,
encomendándola tanto á los inquisidores de la fe como á los jueces
ordinarios nombrados por los obispos. Esto suscitó grande alarma,
porque la Inquisición era objeto de una aversión y de un horror
indecibles. Los comerciantes extranjeros se prepararon para
abandonar á Ambéres los precios decayeron, y el tráfico se sus-
;

pendió en gran parte ; y fué tal el disgusto suscitado, que la


regente María intercedió para obtener una modificación de ese
edicto perjudicial. Se le hicieron cambios verbales pero el temor
;

del pueblo no se calmó, y se publicó en Ambéres una protesta de


los magistrados en pro de las libertades puestas en peligro por un
tribunal del carácter que el edicto había tratado de crear. " Y,"
dice el erudito historiador arminiano, " como este asunto de la Inqui-

sicióny de la opresión ejercida por parte de España, prevalecía más


y más, todos los hombres empezaron á convencerse de que estaban

1
Los ofensas cometidas por los anabaptistas contra la decencia y el bueu
orden se comentan con toda extensión por los escritores que están dispuestos
á defender en algo la persecución de dicha secta en los Países Bajos. Pero los
hechos y circunstancias se describen también por escritores que como Brandt,
simpatizan con los anabaptistas.
266 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

destinados á una perpetua esclavitud. Aunque hubo una grande


persecución en los Países Bajos durante el largo reinado de Carlos,
el núraer ; de los mártires, sin embargo, no pudo haber sido ni de
cincuenta mil, que es mencionado por un escritor, y muy lejos
el

por lo mismo de dada por Grotius.


cien mil, que es la cifra
En 1555, debilitado Carlos V
por el enemigo que le había
atormentado durante toda su vida, la gota, enfermedad que fué
agravada por los reveses de la fortuna que sufrió, y recordando
á la vez, según se dice, un dicho antiguo de uno de sus comandan-
tes, de que "entre el negocio que ha ocupado la vida y el día de

la muerte, debe interponerse un espacio," abdicó el trono, y con-


firió á su hijo Felipe II, el gobierno de los Países Bajos, juntamente

con lo demás de su extenso dominio en España, Italia y el nuevo


mundo. El absolutismo político y religioso, fué el artículo prin-
cipal del credo de Felipe. Sus ideas eran limitadas en cuanto
á su número, pero se asió de ellas con creciente tenacidad. Las
libertades de España habían sido destruidas á principios del
reinado de Carlos :
y el sistema absoluto que fué establecido allí,

lo consideró Felipe como la única forma de gobierno verdadera


ó tolerable. Gobernar, cada vez que eso fuera posible, según este
sistema, donde quiera que tuviera tal potestad, fué su propósito
invariable. Al mismo tiempo había resuelto hacerse notable como
el campeón de la Iglesia católica romana y el enemigo inflexible
de la herejía, donde quiera que pudiese abarcarla. La monarquía
española había tenido un carácter religioso desde el tiempo de
Fernando é Isabel. Sus descubrimientos y conquistas en el nuevo
mundo, habían recibido impulso por el espíritu de una propaganda
religiosa. La cruzada contra los moros, había excitado el apetito
de su celo fanático contra la herejía. En España, la Inquisición
era un instrumento esencial de la administración civil. Ya por
naturaleza, ya debido á la influencia de las circunstancias en que
estaba colocado, Felipe fué un enemigo implacable de las disen-
siones religiosas. Además de esto, sabía que si concediera la

libertad de conciencia en una parte de sus dominios, tal vez


encontraría la misma exigencia en otra y aun en la misma
España. Los consejos de su padre sobre quien al paso que avan-
zaba en años, iba adquiriendo la superstición un dominio más
grande, confirmaron á Felipe en su intolerante fanatismo. Había
existido un amor mutuo entre Carlos y el pueblo de los Países
Bajos. Se jactaban de él como de su paisano, y sus modales
afables en su trato con ellos, conservó su popularidad. Su perse-
LA REFORMACIÓN EN LOS PAÍSES BAJOS. 267

cución de los protestantes y su crueldad después que reprimió la


insurrección de Gante, no fueron suficientes para enajenarle el
afecto leal y cariñoso de sus subditos. Pero Felipe era español,
y mostró en su comportamiento con ellos. " Hablaba muy
lo

2>oco, y siempre español." La mezcla de esquivez y de arrogancia


que había en él, les fué repelente, y los disgustó. En rez de
recibir él con cordialidad sus expresiones de entusiasmo, pareció
1
desear evitarlas.
Entre este pueblo rico, lleno de espíritu y bien cultivado, estaba
dispuesto Felipe á introducir su sistema despótico. Los grandes
nobles del país, entre quienes Guillermo, príncipe de Orauge, y
los Condes Egmont y Horn eran los principales, tenían derecho

á esperar que la dirección principal del gobierno se les confiara


bajo la dependencia del rey. Guillermo, aunque nacido de padres
luteranos, había sido criado desde su niñez en la corte de Carlos V,

y era católico por profesión, pero opuesto á la persecución. Sus


capacidades extraordinarias le habían hecho el favorito del empe-
rador, el cual le dió empleos de responsabilidad, y le significó su
consideración especial apoyándose en su brazo en la ceremonia de
la abdicación, y eligiéndole para llevar la corona imperial á su
hermano Fernando. Egmont con menos profundidad, sagacidad
y constancia de carácter que Guillermo, era un noble de valentía
brillante y de modales atractivos, y había ganado alta fama en
conexión con las victorias de Gravelines y San Quintín. Tanto

1
El fanatismo religioso del empinador, asi como también otros rasgos de
carácter que manifestó después de su abdicación se describen en la "Vida de
Claustro de Carlos V," de Stirling. Otros escritores sobre el mismo asunto son
Gacbard, " Retrait Mort de Charles Quint," y Mignet en su " Charles Quint, son
et

Abdication, son Séjour et sa Mort au Monestere de Yuste." Prescott en su "His-


toria de Felipe II " y en su edicióu del " Carlos V " de Kobertson, en el ensayo
que agregó Telativo á la vida de Carlos V en Yuste, critica todas estas obras.
Por supuesto que el emperador nunca dijo lo que se le ba atribuido, á saber, que
había obrado de una manera insensata al procurar establecer la uniformidad
entre las «1 versas sectas, puesto que no podo conseguir que dos relojes cami-
i

naran enteramente de acuerdo. Macaulay deriva el dicbo de una observación


de Strada que dijo que Carlos V gobernaba mej )r las ruedas de los relojes qne
las de la fortuna. Pichot la atribuye á Van Male, secretario latino de Carlos,
diciendo que él había adaptado un dicho de Séneca referen le á las disputas de
los filósofos, á las controversias de los doctores.—" Cronique de Charles Quint. •

El pesar que expresó el emperador por no haber quemado á Lutero en Worms


revela su verdadera disposición hacia los protestantes. Desde Yuste encarecía
á Felipe y los inquisidores la necesidad de practicar una persecución cruel. Su
fanatismo é intolerancia se revelan en el codicilo que agregó á su testamento v
en sus instrucciones dadas á Felipe.
268 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

estos nobles de que hablamos como otros de rango inferior, eran


lujosos en su modo de vivir, y sus gastos extravagantes les habían
cargado con el grave peso de enormes deudas.
Felipe no eligió á su regente de entre la aristocracia del país,
ni nombró á persona que fuera aceptable á los nobles, sino eligió
para dicho puesto á Margarita de Parma, hija ilegítima de Carlos
Y, persona de talentos y energía nada comunes, y del todo sumisa
á la voluntad de su hermano. Era diestra en el arte de esa disimu-
lación y doblez que formaban una parte esencial del sistema de
gobernar usado por Felipe. Nutrió la desconfianza del rey contra
Orange y Egmont. Al hacer la elección de su regente, mostró
Felipe una cautela que tenía algo de la naturaleza de la descon-
fianza. Al lado de ella, puso como su consejero principal á Gran-
velle, obispo de Arras. El padre de éste fué de humilde cuna,
pero se había elevado á una posición importante bajo la protección
del emperador, por quien los talentos del hijo fueron también dis-
cernidos. Granvelle, hijo, era hombre de buen talento y educado,
y conocía bien el país, pero estaba consagrado al rey de una

manera servil. Los tres nobles habían sido puestos en el consejo,


pero las instrucciones secretas dadas por Felipe á la regente fueron
tales,que la dirección de los negocios estaba de hecho en manos de
Granvelle (1559).
En medio de las murmuraciones y temores que se excitaron en
vista de la organización del gobierno, se hicieron esfuerzos por
conservar en los Países Bajos varios regimientos de soldados
españoles. Este paso fué dado cuando no había ningún indicio
de una insurrección. Importó una violación de los antiguos
derechos de las Provincias, y les puso una carga aun más onerosa,
debido á que en el año anterior se había sufrido una penuria
general á causa de la escasez de provisiones. Felipe había hecho
la promesa cuando partió de los Países Bajos, de que las tropas

serían retiradas á los cuatro meses ;


pero dicha promesa fué desa-
tendida. El disgusto aumentó á un grado tal, que la regente se
valió al fin de un conveniente pretexto para enviar las tropas á
otra parte. Felipe consintió en ello de mala gana, por lo cual
ella le patentizó la necesidad absoluta que había de hacerlo para
evitar una insurrección.
La segunda de las medidas irritantes, fué la creación de un gran
número de nuevos obispados. Cualesquiera que fueron las plausi-
bles razones alegadas en favor de esta medida, tales como la grande
extensión de las diócesis ya existentes, y sus malas relaciones con
LA REFORMACIÓN EN LOS PAÍSES BAJOS. 269

los contiguos obispados alemanes, el hecho fué que el verdadero


designio de semejante oposición, no dejó de ser bien entendido.
Fué eso una parte de la maquinaria que iba á emplearse para
estirar los lazos de la disciplina eclesiástica y exterminar la here-
¡
jía. Los nuevos obispos disfrutaron de facultades inquisitoriales.

La creación de tantos personajes de importancia, consagrados por


supuesto al soberano, fué tenida como una desventaja por la
aristocracia hereditaria del país. ,

Las dos medidas expresadas de la retención de las tropas, y de


Jl la imposición de los obispos, medidas que mantenían una relación
ominosa entre sí, pusieron en claro de una manera inequívoca la
política de Felipe. Los apologistas del rey culpan de las dificul-
tades que siguieron, á la ambición de los nobles, especialmente de
Guillermo, quienes según ellos dicen, pretendían gobernar el país

ellos mismos, é hicieron todo lo posible por despertar el desafecto


entre el pueblo. Puede concederse que no hayan estado libres de
todo motivo personal, y se hayan enfadado al verse sujetos á
reglamentos que los privaban de su puesto natural y legítimo
en la dirección de los negocios públicos. La acusación, de
que cualquiera de una revolución, carece de
ellos quería suscitar
pruebas. En medio de todo lo que puede hacerse asunto de
controversia, hay dos cosas contra las cuales no puede argüirse
con razón. Una es que la dominación extranjera, es decir, el

gobierno de funcionarios españoles y la presencia de la soldadesca


española, eran cosas odiosas tanto á los habitantes de los Países
Bajos como á los alemanes. Esto contribuyó más que otra cosa
cualquiera, á la reacción contra Carlos V, después de la guerra
de Smalcalda, y al triunfo de Mauricio. El otro hecho es, que la
persecución, esto es, la represión por la fuerza de la herejía, según
el modo que lo hacía el catolicismo español, era repugnante al
sentimiento general del pueblo, aun de la misma población católica,
de los Países Bajos. Había una atmósfera de libertad y un estado
de la opinión pública, á que la política de Felipe estaba del todo
opuesta. Guillermo declaró más tarde, que cazando en compañía
de Enrique II de Francia, este monarca incautamente le había
revelado los designios secretos de él mismo y de Felipe para la
extirpación de la herejía en sus respectivos dominios. En el

plan de Felipe para el aumento del número de los obispos, y en


su detención de las tropas, descubrió Guillermo el principio de
la ejecución de esa trama, y se determinó, según dice, á hacer lo

que pudiera por ahuyentar de su país á los "bichos españoles."


270 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

El que Guillermo buscara una alta conexión matrimonial, no


revela ningún plan profundo ilegal para su personal avance, ni
en su casamiento con Ana de Sajonia había ningún esfuerzo serio
de su parte para engañar á Felipe respecto de la religión que iba
1
la novia á adoptar. Guillermo fué acusado de abrigar los prin-
cipios de Maquiavelo pero la época en sí era maquiaveliana, y
;

no parece que él haya trasgredido á menudo los límites de la


moralidad, al emplear como lo hizo esa sagacidad profunda al
tratarse de adversarios destituidos de todo escrúpulo.
Felipe renovó los edictos de persecución de Carlos V. Estaba
prohibido imprimir, copiar, guardar, ocultar, comprar ó vender
escrito alguno de Lutero, Zwingli, Ecolampadio, Bucer, Calvino
ó de cualquier otro hereje : romper ó maltratar alguna imagen
de la Virgen ó de los santos: convocar ó presenciar cualquier
conventículo herético. A los seglares se les prohibió la lectura de
las Escrituras y tomar parte en las conferencias tenidas acerca de
los puntos de doctrina que se habían hecho de controversia. Los
trasgresores en caso de retractarse serían, si eran hombres, decapi-
j
tados y si mujeres, sepultadas vivas. Si no se retractaban serían
;

quemados en la hoguera, y de todas maneras, serían sus bienes


confiscados. Omitir informes contra las personas de quienes se

sospechase, comunicarse con ellas, alojarlas, alimeutarlas ó vestir-


las, era incurrir en el delito de herejía. En caso de una convic-
ción, cada acusador recibiría una buena parte de los bienes con-
fiscados. Les fué prohibido absolutamente á los jueces, disminuir
de alguna manera las penas prescritas. Fué amenazado con
severos castigos todo aquel que intercediera por los herejes, ó
presentase una petición en su favor. Para llevar á cabo estas
medidas, Carlos había establecido una Inquisición no sólo indepen-
diente del clero del país, sino que además de esto, le estarían
sujetos todos los clérigos desde el más alto hasta el más inferior.

Esta no era la Inquisición española, pero sí fué bastante rigurosa


para conseguir que Felipe asegurara que tenía menos piedad que
la de España. 2 Pero tan terrible como era la Inquisición en los
Países Bajos, carecía de algunos de los más bárbaros caracteres

que pertenecían al Santo Oficio en España. Se dijo por Felipe,


1
La esposa de Guillermo se permitiría "vivir católicamente."
• " Lo que se dice acerca de la intención del rey de establecer la Inquisición
española en los Países Bajos es falso; jamás le hizo el cardenal semejante pro-
posición, ni abrigaba élmismo esa idea. Además de esto, la Inquisición de los
Países Bajos es más desapiadada que la de España."— Gachard, " Correspondenct
Jr Philippe II.''
;

LA REFORMACIÓN EN LOS PAÍSES BAJOS. 271

y se ha urdido después por sus defensores, que los edictos de


persecución eran obra de Carlos, y que su sucesor no había hecho
más que continuar poniéndolos en vigor. Este aserto deja á un
lado las circunstancias de que se sometió la autoridad de Carlos
á pesar de su popularidad, á una prueba severa : de que no fueron
ejecutados los edictos sistemáticamente : de que las crueldades
infligidas habían despertado más y más la
con arreglo á ellos,

hostilidad del pueblo contra semejantes medidas y de que en el :

intervalo que medió entre su promulgación por Carlos y su nueva


publicación por Felipe, las nuevas opiniones habían ganado una
aceptaciónmás extensa. 1
A
medida que la Inquisición avanzaba en su obra sanguinaria,
aumentaba Ja indignación del pueblo, hasta darle expresión por
medio de Orange y Egmont que protestaron contra las crueldades
cometidas y se quejaron de Granvelle al rey, cargando sobre aquel
toda la responsabilidad de lo que se había hecho.
Felipe exculpó á Granvelle de toda responsabilidad en cuanto
á la introducción de los nuevos obispos, y afirmó que tampoco
tenía culpa en la adopción de algunas otras medidas nocivas que
2
se le atribuían. Sus impulsos, dijo, no eran crueles. Pero los

nobles no se equivocaban al mirarle como la encarnación del


dominio extranjero que estaba atacando las libertades del país.
Sea cual haya sido su propia opinión relativa á la cordura de
algunas de las medidas de Felipe nunca vaciló Granvelle en
obedecerlo. No reconoció ninguna ley superior á la voluntad
de su amo. La nueva división de las diócesis desminuyó su propio
poder episcopal, y eso debió naturalmente serle desagradable
pero cuando fué hecho arzobispo de Mechlin, y después á solicitud
de la regente, recibió de Roma el capelo de cardenal, el desafecto
que le profesaban los nobles como á intruso, y la oposición patrió-
tica de los mismos á la política de la cual él era el ejecutor principal,

1
En una carta dirigida á la regente en Enero de 1566, el príncipe de Orange
expone algunas de las circunstancias que habían alterado en el intervalo. Dice
acerca de los decretos fijados en Cartones, que "nunca se ejecutaban con toda
rigidez niaun en los tiempos en que la miseria universal no era tan grande
como ahora, y nuestro pueblo por la imitación y prácticas de sus vecinos, no se
había inclinado tanto á las novedades." Describe con claridad cuales serían
las consecuencias fatales de la perseverancia en la política severa del rey.
2
Gachard, en la " Correspondence, etc.," expone en que sentido fué acusado
erróneamente Granvelle. Una de las peores cosas hechas por Granvelle, fué
la recomendación del rapto del hijo de Guillermo de Orange. El joven estu-
diante fué llevado de Louvain á España, donde fué educado en la fe romana
hasta ser un católico consumado.
272 HISTORIA DE LA REFORMACION.

llegaron á su colmo.' El efecto producido en Felipe por las quejas


de los nobles contra el Cardenal, fué encender contra ellos la hos-
tilidad implacable de dicho monarca. Al fin la regente contra-
riada á causa de su posición de dependencia con respecto á Gran-
velle, y dispuesta á dejarle sufrir todo el odio popular, se puso del
lado del partido opuesto. La conmoción llegó á ser tan formidable,
que Felipe halló un pretexto para quitarle del país, como cediendo
á su propia petición ;
pero la Inquisición prosiguió aun con mayor
energía, la obra de quemar y sepultar vivas á sus víctimas. Llegó
hasta ejecutar á personas de quienes simplemente se sospechaba
que abrigaran opiniones heréticas. Los grandes que después de
la ida del Cardenal habían vuelto al consejo del cual se habían
retirado, le consideraron en parte responsable de los incesantes
asesinatos perpetrados en el nombre de la justicia y de la religión ;

y cuando Felipe determinó promulgar los decretos de Trento, el


príncipe de Orange saliendo de su reserva, excitó la admiración
del consejo por una alocución atrevida y poderosa acerca de la
injusticia y peligrosa política que el gobierno estaba persiguiendo.
El sentido general del país estaba pronunciado en contra de esa
estricta disciplina eclesiástica que el partido reaccionario católico
de Europa, estaba procurando establecer. Fué resuelto enviar
á Egmont á Madrid para abrir los ojos del rey á la verdadera
situación. La cordialidad con que fué recibido y los honores que
se le prodigaron en la corte española, consiguieron que él se satis-
ficiera con las promesas blandas, pero vagas y sin significado que
le hizo Felipe. Pero subió de punto su enojo, cuando á su regreso
vió que había sido burlado, y que los antiguos edictos serían
2
ejecutados con severidad sin ninguna modificación favorable. El
anuncio de que la persecución iba á continuarse sin el más mínimo
cambio, llenó al país de consternación. Los comerciantes extran-
jeros huyeron, y Ambéres, mercado principal, perdió su actividad.
La popular se desbordó en una multitud de publicaciones
irritación
irónicas y satíricas, cuya circulación no pudo impedirse por mucha
3
pie fuera la vigilancia de la Inquisición.

1 En la carta en que negó la verdad de ciertas acusaciones hechas contra

Granvelle, afirma que dicho ministro nunca le hahía aconsejado que pacificara
el país cortando una media docena de cabezas; mas Felipe agrega á ese nega-
ción, —
"aunque tal vez no seria malo recurrir a este medio." Gachard.
> Los mandatos crueles de Felipe se refieren en su famoso despacho enviado
desde el bosque de Segovia en Octubre de 1565.
3
La correspondencia de Granvelle está llena de pruebas de la antipatía
general que había contra los españoles "La mala voluntad que se nota aquí
:
LA REFORMACIÓN EN LOS PAÍSES BAJOS. 273

Cerca de quinientos nobles á quienes los ciudadanos se adhirie-


ron más tarde, formaron un pacto llamado el Compromiso, según
los términos del cual, se obligaron á resistir la tiranía de España,
la Inquisición que estaba arruinando y todo acto de
el país,
violencia que se pretendiera cometer contra cualquiera de entre
ellos. En esta liga se hallaban el conde Luís de Nassau, varón
de mucha intrepidez, pero más excitable y radical que su hermano,
el acabado Saint Aldegonde, y Brederodu cuyo carácter era menos

digno de respeto, si bien estaba lleno de ardor y atrevimiento. Se


ocuparon al principio sólo de buscar los medios legales de resisten-
cia ;
pero en sus filas figuraban algunos que esperaban rehacer sus
fortunas por medio de una conmoción política. Los grandes
nobles se alejaron de esa asociación. Guillermo especialmente, fué
bastante cuerdo para conocer que lejos de que por su medio pudiera
conseguirse algo efectivo, no haría sino poner en peligro la causa
que todos deseaban promover. Los miembros que quedaban
resolvieron hacer una grande demostración pública, y fueron en
cuerpo á ver á la regente llevando una solicitud en que pedían
que hasta que se consiguiera la revocación de los edictos, suspendiera
la ejecución de los mismos. Ella puso freno á la indignación que
eso le causaba; pero Barlaymont, miembro del consejo, según se
supo, les llamó " una banda de mendigos." Los peticionarios
aceptaron el título, y adoptaron como símbolos la bolsa y la taza
del mendigo. Multitud de gentes empezaron en seguida á reunirse
por todas partes en el campo abierto, para escuchar á los predica-
dores calvinistas y adorar á Dios según su propia conciencia. De
diez á veinte mil personas se juntarían, colocándose las mujeres
para mayor seguridad en el centro, y toda la reunión sería rodeada

de hombres armados y con centinelas puestos para advertirles


cuando se acercara el peligro. Escucharon un sermón, cantaron
salmos, y se aprovechaban de esa oportunidad para administrar
el rito del bautismo ó la ceremonia matrimonial cuando era
solicitada. Orange obtuvo de la regente el permiso de que la
predicación en el campo, fuera de las ciudades, no se impidiera

por todas partes contra todos los españoles," dice en una carta suya. Atribuye
dicha antipatía ií la industria con que los lores propagaban calumnias relativas
al propósito del rey de establecer la Inquisición española, con el fin de gobernar
allí como estaba gobernando en Italia, etc. tíranvel'e recomienda que ciertos
cargos y distinciones, tales como puestos de confianza en Italia, sean dados ü
algunos Habitantes de los Países Bajos para que así se formara un partido
favorable á España entre los amigos de las personas así honradas y entro la
gente que deseara conseguir iguales honores.
274 H1ST0KIA DE LA REFORMACIÓN.

ni se castigara.El movimiento popular fué tan poderoso, que


ella no pudo resistirlo (1566).
Felipe se había rehusado obstinadamente á acceder á las peti-
ciones urgentes de la regente respecto de que se moderasen los
edictos. Dos nobles, Berghen y Montigny, fueron enviados con
el fin de hacerle presente cual era la condición que guardaba el

país, y la extensión de la indignación popular. El rey reconoció


al fin los peligrosde semejante situación, y escribió á la regente
que la Inquisición podía cesar, siempre que á los nuevos obispos
se les permitiese ejercer libremente sus funciones : que él estaba
dispuesto á modificar los edictos, pero que era menester tiempo
para madurar esa medida: y que la regente podía dar no sólo
á los confederados, sino á todos en general, una garantía de perdón.
Al mismo tiempo, el 9 de Agosto de 1566, en presencia de un
notario y delante del duque de Alva y otros testigos, firmó una
declaración secreta de que á pesar de la fianza dada á la duquesa
de Parma, puesto que él no había obrado en ese asunto de una

manera libre y espontánea, no se consideraba obligado por seme-


jante promesa, sino se reservaba el derecho de castigar á las per-
sonas culpables, y especialmente á los autores y fomentadores de
la sedición. Escribió también al nuncio papal, amonestándole
seriamente á guardar el secreto, una declaración de su propósito
de sostener la Inquisición y los edictos en todo su rigor. 1 Felipe
de este modo nos ha dejado la prueba documentaría de su perfidia,
de su designio deliberado de violar su palabra dada á toda una
nación.
Mientras el país estaba agitado de esta manera, en el verano de
1566, se desató la tempestad del iconoclasmo que recorrió el país
destruyendo imágenes y demás símbolos ó instrumentos
las pinturas,

del culto católico, incluyendo los cuadros que adornaban la grande


catedral de Ambéres, y los que decoraban las más humildes capillas
y conventos. Solamente en Flandes fueron saqueadas más de
cuatrocientas iglesias. Esa obra de destrucción se llevó á cabo

por el populacho violentamente reunido, y fué uno de los ñutos


de la excitación y efervescencia provocadas por la terrible persecu«
ción. Los magistrados y ciudadanos tanto católicos como prote-
stantes, presenciaron lo que pasaba sin oponer ninguna resistencia

1
El nuncio que era el arzobispo de Sorrento, habla sido enviado á los Países
Bajos ostensiblemente para encargarse de la reformación del clero pero de ;

hecho, según muestra la correspondencia secreta, para indagar en lo relativo


á la Inquisición y el exterminio de la herejía.
R
LA REFORMACIÓN EN LOS PAÍSES BAJOS. 27. .

á los estragos de la tempestad. Aunque es condenable ese movi-


miento, no puede decirse que haya sido precisamente la invasión
de los templos de una denominación religiosa por otra. Se creía
que los edificios pertenecían al pueblo en común, y que todos tenían
ilgún derecho en ellos. Los calvinistas de ese período creían por
lo general que tanto el uso de las imágenes en el culto, como la
misa, no eran otra cosa que formas de la idolatría, pecado expre-
samente prohibido en el decálogo. Levantamientos semejantes del
populacho, se verificaron Francia y en Escocia,
igualmente en
debido á las mismas causas. Los ministros protestantes y el prín-
cipe de Orange, así como también otros caudillos del partido
1
liberal, por regla general impugnaron el iconoclasmo, cuyos efectos
eran desastrosos, porque lo que los iconolastas consideraban como
la destrucción de los instrumentos de una idolatría reprobada, los
católicos lo tuvieron como sacrilegio. Y además de proporcionar
al gobierno esta ventaja, los iconoclastas introdujeron la división
en partido liberal, y con su conducta dieron á sus enemigos un
el

pretexto bastante plausible para justificar una venganza sanguina-


ria. No obstante esto, la regente se vió obligada á pactar una
tregua con la confederación de nobles, en la cual se acordó que la
Inquisición dejara de funcionar y se concediera libertad á la nueva
doctrina, á la vez que los confederados por su parte se compro-
metían á abandonar su asociación en tanto que se les cumpliesen
las promesas que se les habían hecho. Orange procuró calmar
el disturbio en Ambéres, y Egrnont en Flandes, probando éste su
lealtad al catolicismo y su encono contra los iconoclastas, por la
severidad brutal con que se comportó. La regente desplegó la
mayor energía en reprimir desórdenes y castigar á los delin-
los

cuentes. Valenciennes que trató de sostener un sitio, fué tomada


y severamente castigada. El orden fué restablecido en todas
partes. Orange sabía de antemano cuales serían las medidas que
Felipe adoptaría. Rehusó pues hacer un juramento de obediencia
ilimitada á lo que placiera mandar el rey, y separándose con pesar
de Egmont y Horn que tenían más confianza que él en Felipe, se
retiró á Dillenburg, en Nassau, residencia antigua de su familia.
Desde el momento en que Felipe recibió la noticia de los distur-
bios iconoclásticos, no abrigó otra idea que la de la coerción y la
venganza. Mientras alistaban una fuerza militar bastante poderosa
para quitar toda posibilidad de una resistencia fructuosa, ocultó
sus designios, asegurando á la regente y al consejo que su política
1
1» punto disputable si los jefes del pueblo aconsejábalo nó el iconoclasmo.
276 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

lejos de ser severa, sería caracterizada por la dulzura, la clemencia


y la misericordia. Afortunadamente hubo uno á quien no pudo
sngañar.
A la regente desagradaba más que ninguna otra cosa, el envío
del duque de Alva á los Países Bajos, no sólo por la antipatía
personal que le tenía, sino porque sabía que el primer resultado
de su llegada sería la destrucción del arreglo pacífico que ella casi
había efectuado, gracias á su energía. Tuvo razón en esto porque
Felipe, adoptando el consejo de Alva, había resuelto seguir un
plan de represión y castigo salvajes, y Alva fué la persona escogida
para llevarlo á cabo. Su reputación era muy alta como militar,
aunque según parece sus talentos no le hacían apropósito para
manejar grandes ejércitos tenía un entendimiento limitado, pero
;

perspicaz y astuto una arrogancia sin medida una obstinación


; ;

inflexible, y un corazón de piedra. La conciliación y la miseri-


cordia eran términos que no se encontraban en su vocabulario.
Profesaba la misma teoría que Felipe, á saber, que los grandes
señores habían fomentado el desafecto de la nobleza inferior, y
que ésta á su vez, sublevaba al vulgo. Ni el rey ni su general
podían admitir el que un sentimiento espontáneo y común se
extendiese por una nación entera. Alva creía que el grande
error de Carlos V, había consistido en salvar á los caudillos captu-
rados en la guerra de Smal calda. De lo que había pasado con el
emperador, derivó un argumento concluyente contra toda política
que no fuera la de una severidad inflexible en su manera de tratar
á los herejes y rebeldes. Tal fué el hombre escogido para arreglar
los disturbios de los Países Bajos. Condujo una tropa de diez
mil soldados españoles, desde Italia hasta ese país. Como su
camino pasaba cerca de Ginebra, el Papa Pió le rogó que se V
desviase de su camino lo necesario para exterminar ese "nido de
diablos y apóstatas." Pero rehusando separarse de la ruta que
se había trazado, mantuvo una disciplina perfecta entre sus solda-
dos durante la marcha larga y peligrosa que emprendió, y aun
dió una especie de organización á los centenares de cortesanas que
seguían al ejército. Luego que llegó procuró calmar las sospechas,
y gradualmente hizo conocer la extensión de la autoridad quo
sólo
le había sido conferida y que era equivalente á la de un dictador.

La regente se encontró del todo privado de verdadera potestad.


Egmont y Horn fueron atraídos con falsos halagos á Bruselas,
donde fueron arrestados con la mayor perfidia y puestos en la
cárcel. En seguida instituyó el terrible tribunal al que el pueblo
LA KEFORM ACIÓN EN LOS PAÍSES BAJOS. 277

dio el nombre de " El concilio de sangre," y la obra de muerte


comenzó. Las cárceles se llenaron en breve de víctimas, no pocas
de las cuales fueron arrancadas de sus lecbos á media noche. Los
verdugos estaban ocupados desde por la mañana basta la noche.
Entre las víctimas los ricos eran especialmente numerosos, á causa
de que uno de los propósitos de Alva era confiscarles sus bienes
para aumentar con ellos el tesoro de su soberano. Todos los que
habían favorecido de algún modo las peticiones contra el estable-

cimiento de los nuevos obispados ó la Inquisición, ó abogado por


que se modificasen los edictos de persecución, fueron declarados
culpables de alta traición. Todo noble que hubiera tomado parte
en la presentación de las peticiones ó las hubiera aprobado : todos
losnobles y funcionarios que so pretexto de lo apremiante de las
circunstancias hubieran permitido la predicación de sermones todo .

el que de cualquiera manera hubiera tomado parte en las reuniones


heréticas de las masas, y no se hubiera opuesto á la destrucción
de las imágenes : todo el que hubiera expresado la opinión de que
el rey no tenía el derecho de quitar á las provincias su libertad,
ó que el presente tribunal estaba restringido por las leyes y los
privilegios del país tenían que ser y fueron asimismo declarados
culpables de traición. La muerte y la pérdida de los bienes eran
las penas invariables. En tres meses, mil ochocientos hombres
fueron enviados al cadalso. Hubo personas que fueron condenadas
tan sólo porque habían cantado los cánticos de los Gueux, ó porque
habían asistido años atrás á un culto de entierro calvinista uno ;

lo fué porque dijo que en España la nueva doctrina tendría


también que extenderse, y otro más porque afirmó que se debe
obedecer á Dios antes que al hombre. Finalmente, el 16 de febrero
de 1568, todos los habitantes de los Países Bajos, con unas cuantas
excepciones muy señaladas, fueron de hecho condenados á la
muerte como herejes.
Orange buscaba activameute los medios de librarse. Su
hermano, Luís de Nassau, entró en Frieslandia en abril de 1568,
á la cabeza de un ejército, y ganó una victoria contra las fuerzas
mandadas por el conde de Aremberg. A fin de aterrorizar á todos
y cubrirse la retaguardia, Alva concluyó rápidamente el proceso
contra Egmont y Horn, y éstos fueron degollados en la plaza
mayor de Bruselas. Entonces Alva marchó contra el ejército de
Luís, al cual derrotó y dispersó. Evitando una lucha con Guiller-
mo lo trastornó, porque el ejército de éste se componía de elementos
:jue no podían conservarse unidos por mucho tiempo. El gobierno
278 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

de Alva se estableció más firmemente, debido al mal éxito de loa

esfuerzos hechos para derrocarlo, y él prosiguió por algunos años


más su obra sanguinaria. Según cálculo hecho por el mismo
Alva, el número total de homicidios judiciales efectuados durante
su administración, ascendió á diez y ocho mil. Multitud de gente
emigró del país ; las fábricas fueron abandonadas, y el comercio
todo se paralizó. En 1569 se resolvió á poner en juego un sistema
de impuestos para llenar las arcas del rey, y ordenó que se pagara

una contribución extraordinaria del uno por ciento sobre el valoi


de toda clase de bienes, y una permanente de un cinco por ciento
sobre toda venta de bienes raíces, y de un diez por ciento sobre la
de toda clase de mercancías. Este proyecto tan mal calculado
para lograr su fin, como bárbaro en sí por su tiranía, suscitó una
tempestad de oposición tan grande, que aun Alva fué inducido
á ceder en algo, difiriendo la ejecución de la medida por dos años.
Sus enemigos, Granvelle y otros, trabajaban continuamente con
el fin de minar la confianza que el rey le tenía, y no enteramente

sin éxito! En 1570 fué promulgado solemnemente en Ambéres


un decreto de amnistía, que sin embargo, dejaba los edictos ante-
riores en todo su vigor, y sólo ordenaba que aquellos contra quienes
nada pudiera comprobarse, quedarían sin castigo si dentro de un
tiempo especificado pidiesen clemencia, y consiguiesen la absolución
de la Iglesia. El espíritu de resistencia se había despertado poco
á poco, y su fuerza aumentó debido á estos procedimientos insensa-
tos. Cuando el 31 de julio de 1571, mandó Alva que las contribu-

ciones se cobrasen según su proyecto, fueron cerradas las tiendas,


y los habitantes de las provincias asumieron una actitud tan
amenazadora, que le pareció conveniente exceptuar cuatro artí-
culos, á saber, el grano, el vino, la carne y la cerveza, de los efectos

que debía surtir su decreto. Pero esto no le produjo el efecto


apetecido, pues el trabajo y el tráfico fueron suspendidos. Alva
profundamente disgustado, estaba dispuesto á dar de nuevo que
hacer á los verdugos, cuando recibió la noticia de la captura de
Briel por los " mendigos del mar," según se llamaba á los intré-
pidos habitantes de las costas de Holanda y Zelanda, que se habían
organizado en bandas predatorias bajo el mando de su almirante

Guillermo de la Marca. El príncipe de Orange trabajó sin


descanso por reunir fuerzas capaces de efectuar la libertad de su
patria. Holanda y Zelanda sacudieron el yugo de Alva, y
siguiendo las sugestiones de Guillermo, adoptaron una constitución
libre. Los estados de Holanda reconocieron á Guillermo come
LA REFORMACIÓN EN LOS PAÍSES BAJOS. 279

el estatuder del rey, sin abaudonar todavía la apariencia de su


conexión con España. Tenía el príncipe un ejército que le hacía
esf*rar fundadamente un éxito favorable, pero al recibir la noti-
cia de la matanza de San Bartolomé y de la muerte de Coligny,
acontecimiento que hacía ilusorio el auxilio que de Francia se
prometía, perdió esta esperanza. Mons donde estaba su hermano,
tuvo que entregarse, y el ejército se desbandó poco á poco. Pero
Alva comenzando á percibir que no podía llevar á cabo la empresa
que había proyectado tan lleno de confianza en sí mismo, se cansó
de su puesto. El odio irreconciliable del pueblo, se manifestaba
diariamente en su contra, lo leía en las miradas de todos aquellos
á quienes á su paso encontraba. Felipe aunque tardo para com-
prender, empezó á ver que sus esperanzas habían salido fallidas.
Alva solicitó y consiguió su separación, y al fin del año de 1573
se alejó de los Países Bajos, para nunca más volver.
Desde la captura de Briel puede fecharse la lucha larga y penosa
que dió por resultado la formación de la República Holandesa y
la postración definitiva del poder de España. El imperio más
poderoso delmundo fué puesto á raya y derrocado al fin por unos
pequeños estados que fueron incitados á la resistencia por una
crueldad sin paralelo, é inspirados á un grado sin ejemplo de
sacrificio patriótico. El héroe de esta lucha memorable fué
Guillermo de Orange. Requesens, sucesor de Alva, fué igual
á su predecesor en habilidad militar, y aun más peligroso que
éste á consecuencia de su carácter conciliador que bien podría
dividir y engañar á sus contrarios. Una amnistía alucinadora
era más peligrosa que una hostilidad abierta y feroz. En el campo
de batalla fueron los españoles victoriosos. En 1574, Luís de
Nassau fué derrotado y muerto. Pero en cambio los españoles
experimentaron un revés en el sitio de Leyden cuya heroica defensa
es uno de los memorables sucesos de esa guerra. Un nuevo
Estado protestante se estaba formando en el norte bajo la direc-
ción de Orange, y todas las negociaciones que tuvieron por mira
la paz fueron infructuosas, puesto que España rehusaba conceder
la tolerancia. Esta fué la cosa esencial que Felipe se oponía á
conceder. No consentiría en gobernar á herejes. En el sur donde
predominaba el catolicismo, Requesens tuvo un éxito mejor. Pero
la muerte de este comandante, en 1576, fué seguida de un terrible
motín entre sus soldados en las varias ciudades donde estaban
destacados, y las escenas de asesinato y pillaje que lo acompañaron,

y que fueron más espantosas en la populosa y rica Amberes, mos-


280 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

traron á las provincias meridionales que temer en la dominación


española. Los nobles de Flandes y Brabante, en vez de buscar
el Orange y á las provincias sep-
auxilio de Felipe, acudieron á
tentrionales y en la pacificación de Gante se unieron los Países
;

Bajos por primera vez, en un convenio para la expulsión de los


españoles y el sostén de la tolerancia religiosa. Don Juan de
Austria, sucesor de Kequesens, fué inducido á publicar un edicto
que concedía los puntos contenidos en la pacificación de Gante.
El rechazamiento de estos términos por Guillermo de Orange, ha
sido considerado como una prueba positiva de que su móvil al
gobernar era la ambición y no el patriotismo. Pero las concesiones
hechas por Don Juan, envolvían la exclusión del protestantismo
de todos los lugaresdonde no se hubiera establecido hasta la fecha
de la pacificación y por consiguiente, el abandono de millares
;

de familias pacíficas, así como también la inseguridad de las pro-


vincias en donde al protestantismo le fué permitido continuar.
Además de todo esto, Guillermo desconfiaba de de la sinceridad
España, y sus sospechas basadas en experiencias anteriores, fueron
confirmadas por el contenido de varias cartas que interceptó. Era
ya demasiado tarde para una reconciliación con Felipe. Mas la

circunstancia de que los nobles de Flandes y Brabante tuvieron


envidia de la prominencia concedida al príncipe de Orange, fué
causa de que la unión se debilitara, y cuando la guerra estalló de
nuevo, las tropas de Don Juan adquirieron la victoria. Pero el
mismo año, el primero de octubre de 1578, murió este caudillo

cansado de las de su puesto, y desanimado con


dificultades el

trato que había recibido de parte de Felipe.


Alejandro de Parma, el general tal vez de mayor habilidad de
su tiempo, fué encargado de las riendas del gobierno. La experien-
cia había enseñado al partido patriótico que no debía confiar en los
nobles de las provincias meridionales, y en enero de 1579, se formó
en el norte la Unión de Utrecht, por Holanda, Zelanda y otras
cinco provincias. Esta confederación para la defensa común, fué
el germen de la Kepública Holandesa. Se formó " en nombre del
rey," mas dos años después se abandonó esta ficción y se declaró
la independencia. En marzo de 1580, expidió una proclama
Felipe diciendo que Guillermo era tránsfuga, y ofreció un precio
por su cabeza. Felipe la acusó de ingratitud en lo relativo á loa

favores que había recibido de Carlos V : de haber fomentado toda


la herejía y la sedición : de haber apoyado activamente el pillaje

de las iglesias y claustros, y por último, de ser responsable de todas


LA REFORMACIÓN EN LOS PAÍSES BAJOS. 281

las calamidades que afligían al país. En ese documento, ademáa


de esto, se le envidia y la desconfianza que
acusó de abrigar la

caracterizaron á Caín y Judas y debido á la misma causa, á saber,


á una mala conciencia. Aquel que le entregara muerto ó vivo,
recibiría veinticinco mil coronas, el perdón de todas sus faltas, y
en caso de pertenecer á la clase del pueblo, sería elevado al rango
de noble. En respuesta á estas acusaciones, publicó Guillermo su
"Apología" ó defensa. Consideró este bando y la acumulación
de cargos que se le hacían, como el mayor honor, puesto que eso
indicaba que él había hecho cuanto se hallaba á su alcance para
establecer la libertad de una nación noble, y librarla de una
desapiadada tiranía. Respetaba á Carlos V, pero los favores que
había recibido del emperador, se los había devuelto ampliamente
con los servicios públicos que había tenido ocasión de prestar á
grande costa. A las acriminaciones sin fundamento y de una
naturaleza personal que Felipe había entretejido en su acusación,
Guillermo replicó con acusaciones igualmente graves contra la
vida privada del rey. Felipe lo había estigmatizado como extran-
jero, porque por casualidad habia visto la primera luz en Alema-
nia; pero sus antepasados habían sido de rango más elevado que
losde Felipe, y habían ejercido el poder en los Países Bajos por
más de siete generaciones. Felipe había emprendido la tarea de
pisotear los derechos é instituciones del país. No hablaba sino de
una obediencia incondicional, como si los habitantes de los Países
Bajos fueran napolitanos ó milaneses ó indios salvajes. El empe-
rador Carlos había predicho los males que resultarían del orgullo
español,y de la insolencia de su hijo pero ni la admonición de
;

un padre tan grande, ni la justicia, ni su juramento, pudieron


cambiar su naturaleza, ó restringir su voluntad tiránica. Había
derrotado á los franceses sirviéndose de los paisanos de Guillermo,
y debido en gran parte el tratado de paz, á Guillermo mismo ;
pero
estaba Felipe tan lejos de abrigar un sentimiento de gratitud, que
Guillermo había sabido de labios de Enrique II las conferencias

secretas de Alva acerca del exterminio de todos los protestantes


de ambos países. Guillermo desde su niñez había prestado poca
atención á los asuntos de fe y de la Iglesia pero dice que debido
;

á la compasión que le inspiraban las víctimas de la Inquisición, y


á la indignación que en él producía la tiranía practicada contra
su patria, se había resuelto á ejercer todo su poder para echar á los
españoles de ella, y suprimir los sangrientos tribunales del Santo
Oficio. Nunca había aprobado el iconoclasmo, ni sus irrupciones
282 LA REFORMACIÓN EN FRANCIA.

de violencia. Que había tenido razón de sobra paia huir del país,
se evidenciaba claramente por la ejecución de Egmont y Horn,
elrapto de su hijo inocente que estaba estudiante en Louvain, y
había sido conducido á España, por orden de Felipe la confisca- :

ción de sus bienes, y la sentencia de muerte pronunciada contra


él. Por todas partes, agregó Guillermo, ha pisoteado Felipe
nuestros derechos y violado su juramento; debemos, por tanto,
levantarnos en nuestra propia defensa contra él, y combatir hasta
destruirla esa tiranía sin paralelo. En cuanto á la desconfianza,
Demóstenes la inculcó como el más fuerte baluarte contra la tira-
nía; y sin embargo, Felipe de Macedonia fué un débil novicio en
la tiranía en comparación con Felipe de España.
No hay razón alguna para dudar de la sinceridad del patriotismo
1
de Guillermo. Su indiferencia en lo relativo á las cuestiones con-
trovertidas de la religión, fué hecha á un lado una vez que vió las
atroces crueldades infligidas por la Inquisición sobre sus paisanos.
Examinó las cuestiones en tela de juicio, y tanto práctica como
teóricamente, abrazó la fe protestante. No es ningún reproche
para él, el que pronto haya llegado á conocer el carácter del
gobernante sombrío y pérfido que estaba resuelto á esclavizar á
los Países Bajos, á él y al papa ni que tuviera menos y menos
;

esperanza de conseguir que Felipe mejorara su política. Guillermo,


con todo, al principio del conflicto había resuelto obrar con pru-
dencia manteniéndose dentro de los límites de la ley, y evitando

medidas extremas y violentas, mientras le fuera posible usar de


2
moderación. Si al principio de su carrera, no se vió libre de
ambición, su carácter fué purificado más y más por el peligro y el
sufrimiento. Se le debe conceder un lugar entre los patriotas tales
como Epamiuondas y "Washington, y merece ser llamado el padre
de su nación. Al fin, después de seis tentativas malhadadas, con-
siguió un católico fanático asesinar á Guillermo el 18 de julio de

1 Aun los escritores que hacen de la ambición el móvil principal que animaba
á Guillermo, le atribuyen capacidades intelectuales las más elevadas.
2 Algunos historiadores imparciales tales como Juste y Motley, hallan en la
astucia y reserva de Guillermo, elementos desagradables del maquiavelismo.
Según otros, no pasa los límites de una sagacidad digna de un hombre de estado,
y una prudencia justificable. Goethe en su drama de "Egmont" hace que el
regente diga, " Orange no piensa nada bueno, sus pensamientos alcanzan hasta
lo remoto, él es secreto." Y Orange dice á Egmont " Por muchos años llevo:

en mi corazón todos los acontecimientos, me parece que estoy como uno quo
juega al ajedrez, y ningún movimiento de mi adversario debe considerars*
insignificante."
LA REFORMACIÓN EN LOS PAÍSES BAJOS. 283

1584. Se hizo notar en Felipe la repugnancia con que pagó á


los herederos del asesino el premio prometido.
Cuando se formó la Unión de Utrecht, la mayor parte de las

provincias católicas del sur entraron en convenios con Parma.


Parma otorgó concesiones liberales á las ciudades que una tras
otra iban cayendo en su poder. A Ambéres le fué prometido que
su cindadela no se repararía, y que ninguna guardia española se
acuartelaría entre los habitantes. El rey insistió en una sola con-
dición, la restauración del culto católico, y la abolición del pro-
testantismo. Lo más que se pudo lograr que les concediera acerca
de esto, fué que los habitantes de cualquier lugar del país tuviesen
dos años para hacerse católicos, ó salir de él. Brabante y Flandes
fueron recobrados por España.
Los archivos de Simancas han dado á conocer un hecho que no
fué sabido por Parma, á saber, el designio que tenía Felipe de

deponerlo del mando, pues que la muerte del general acaeció poco
antes de que ese designio se hubiera llevado á cabo. Instigado
tal vez por la envidia, ó la creencia de que Parma no había dado
suficiente autoridad á los españoles, y por otras razones de menor
peso, Felipe había en efecto resuelto destituir al comandante que
le había conquistado las provincias meridionales de los Países
Bajos, y llevado dos veces sus armas victoriosas hasta dentro de
Francia, compeliendo á Enrique IV á levantar el sitio de París
y de Rouen. El rey no habría detenídose por la ingratitud
envuelta en un acto tal, ni por la condenación que la opinión
pública de la Europa indignada hubiera pronunciado contra él.
Era cosa que caracterizaba á Felipe, buscar el cumplimiento de
sus miras por medios indirectos y capciosos.
La muerte de Guillermo no destruyó la república que le debía
su existencia. El hijo mayor de este príncipe permaneció en
España donde había sido criado en el servicio del gobierno
español ;
pero en su segundo hijo Mauricio, bailó el partido
liberal un caudillo de notable capacidad militar.
nuevo El
estado creció en potestad. Los marineros holandeses capturaron
las naves españolas en cualquier mar donde aparecían, y atacaron

sus más remotas colonias. Los magníficos proyectos de Felipp


fueron destinados á sufrir un fracaso ignominioso. Su sistema
despótico tuvo pleno dominio en España, pero trajo la ruina á la
nación. Su Armada colosal que había sido preparada durante
mucho tiempo y á costa de sumas enormes para la conquista de
Inglaterra, fué hecha pedazos. Había formado el plan de hacer
2*4 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

de l;i Francia una provincia española, pero fué compelido á con


duir la paz de Vervins con Enrique IV, y á conceder así la supe-
rioridad al gobierno francés. En el reinado de Felipe III, su
imbécil España fué obligada á concluir una tregua de
sucesor,
doce años con los Países Bajos rebelados, y finalmente en la Paz
de Westfalia, tuvo que reconocer la independencia de ello».

El interés predominante de la grande lucha contra España,


ocultaba el aspecto distintivamente religioso y teológico de la

Reformación en los Países Bajos. Había muchos anabaptistas


cuyas ideas al principio extravagantes y desarregladas, fueron
reprimidas hasta cierto punto por Menno, quien después del año
de 1536, ejerció una benéfica influencia sobre ellos, organizando

iglesias áque enseñó y dirigió durante muchos años. Los menno-


nitas estaban libres de las costumbres lujuriosas que hacían digno
de reproche el nombre de anabaptistas. No se distinguían de los
demás protestantes, sino en sus creencias y prácticas relativas al
bautismo, en su oposición á prestar juramentos, á servir en la

guerra y á ocupar puestos civiles, y en su disciplina ascética,


acerca de la cual tampoco estaban de acuerdo unos con otros.
Sin embargo, continuaron confundiéndose con los anabaptistas
fanáticos, y se hicieron por tanto el objeto de una persecución
feroz que soportaron con una paciencia heroica. Los calvinistas
consiguieron gradualmente por su una preponderancia
parte,
marcada sobre los luteranos. En 1561, Guido de Bres y otros
cuantos ministros, prepararon la " Confesión Belga," que fué
revisada y adoptada por el sínodo de Ambéres de 1566. La prin-
cipal diferencia entre esta confesión y la gálica consiste en que
la primera contiene una exposición más amplia de la doctrina del
bautismo, en la cual se hace una referencia especial á las creencias
de los anabaptistas relativas á dicho sacramento; agregándose
también otro artículo en que á éstos se les condena expresamente.
Los calvinistas animados de la vana esperanza de mitigar la
hostilidad del rey de España contra ellos, le enviaron una copia
del mencionado símbolo, acompañándola con una carta en que
decían " Que nunca se les había encontrado en armas é intrigando
:

contra su soberano que las excomuniones, encarcelamientos, des-


;

tierros, tormentos, torturas y otros sufrimientos sin numeres de que-

habían sido víctimas, demostraban plenamente que sus deseos y


opiniones no eran carnales pero teniendo el temor de Dios delante
;

de sus ojos, y aterrorizados por las amenazas de Cristo en que


declara en el evangelio que les negaría ante el Padre Dios, en caso
LA REFORMACIÓN EN LOS PAÍSES BAJOS. 285

de que ellos le negasen delaute de los hombres, habían ofrecido sus


espaldas á los azotes, sus lenguas á los cuchillos, sus bocas á las
mordazas y su cuerpo entero al fuego."
Sin embargo, los calvinistas de los Países Bajos, á pesar de sus
terribles sufrimientos, no abandonaron el dogma de que el magistrado
tiene el derecho de reprimir la herejía. La diferencia entre ellos

y sus opositores, no consistía en que negaron á estos el derecho de


castigar la herejía, sino en la definición que de ella dieron. Esta
opinión se expresa en la Confesión Belga y en la carta dirigida
al rey. Una vez que ya tenían poder suficiente, estaban dispuestos
á infligir penas en los anabaptistas, y á inhabilitarlos por más que
éstos fueran subditos pacíficos. No se debe olvidar que al mismo

tiempo en que los agentes estaban efectuando su obra terrible en


los Países Bajos, la reina Isabel estaba á su vez procurando con-
seguir la uniformidad en la Inglaterra protestante. Con una mano
auxiliaba á los calvinistas súbditos de Felipe, y con la otra metía
á sus propios súbditos que abrigaban las mismas creencias, en
calabozos inmundos. Esto no quiere decir que los protestantes
de uno y otro lado del mar, fueran capaces de cometer atrocidades
iguales á las de Felipe y una diferencia de grado en el ejercicio
;

de la inhumanidad, es una circunstancia de alta importancia.


Pero el principio fué en el fondo el mismo. Por tanto la doctrina
de la tolerancia religiosa que había sido profesada y practicada
por Guillermo de Orange y ana buena porción de sus partidarios,
es aun más honrosa para ellos, en contraste con la predominante
intolerancia de esa época. Aun en 1566, en un discurso que pro-
nunció ante regente y el concilio, habló Guillermo de la futilidad
el

de la persecución y para confirmar su aserto, apeló á los ejemplos


;

históricos tanto antiguos como más recientes. " La fuerza," dijo,


" no puede hacer ninguna impresión sobre la conciencia." Comparó
las crueldades médicos que en vez de usar de medicinas
á los

suaves, quieren " inmediatamente quemar ó cortar la parte da-


ñad:;." "Esta es la naturaleza de la herejía," agregó, "si no se
toca, seuuuohece; pero si se frota, se afila." Más tarde tuvo que
oponerse á las importunidades de sus amigos que querían valerse
de la fuerza contra los anabaptistas. St. Aldegonde refiere que
á sus argumentos en pro de semejante medida, replicó su ilustro
jefe con alguna acritud la " afirmación " de esta secta puede
:

aceptarse en vez de un juramento; y que "no debemos insistir más


en este asunto, á no ser que admitamos á la vez que los papistas
tienen razón cuando nos compelen á adoptar una religión iuconi'
286 HISTOEIA DE LA REFORMACIÓN.

patible con nuestras conciencias." "Y en esa ocasión," agrega


Aldegonde, " encomió el dicho de un monje que estaba aquí no
hace mucho, quien á varias objeciones contra su religión, respondió:
'
que nuestra olla no había estado en lumbre tan largo tiempo
la
como la de aquellos á quienes censurábamos tanto pero que veía
;

plenamente que con el trascurso de doscientos años, el dominio


eclesiástico estaría en la misma base en ambas Iglesias.' " St.
Aldegonde dice que una multitud de nobles y de gente del pueblo,
se alejaron de las asambleas calvinistas por miedo " de una nueva
tiranía y yugo de dominio espiritual." Los alemanes especial-
mente, dice, se juntaron á los heterodoxos " porque temieron
nuestra insoportable rigidez." En 1578 el sínodo nacional de
todas las iglesias reformadas, envió al consejo una petición, rogán-
dole que les concediese la tolerancia religiosa, comprometiéndose
á la vez, á darla también á los católicos romanos. " La experien-
cia de los años pasados," dice el sínodo, " les
había enseñado que
debido á sus pecados, no podían aceptar la misma forma de reli-
gión," y que si no practicaran una tolerancia mutua, no les sería

posible librarse de la tiranía española. Se hizo referencia al


derramamiento de ríos de sangre en Francia, que lejos de pro-
mover la unidad religiosa, no había logrado nada.
Había también otra cuestión que causó divisiones entre los
reformados, la de la relación de la Iglesia con la autoridad civil.

Los insistían en su principio de la autonomía de la


calvinistas
Iglesia, y rehusaron admitir la autoridad del Estado sobre ella.
Como en Ginebra y también en Escocia, no pidieron que la
Iglesia se separara del Estado, sino que se conservara indepen-
diente de él. Por el contrario, una gran parte de los magistrados,
y con ellos una porción de seglares, especialmente aquellos que se
fijaban muy poco en las peculiaridades que distinguían al cal-
vinismo del luteranismo, se oponían á esta pretensión. Estos
sostenían que la autoridad civil tenía derecho para nombrar los

ministros y administrar el gobierno de la Iglesia. En 1576, bajo


los auspicios de Guillermo de Orange, fué preparado un pro-
grama de cuarenta leyes eclesiásticas en conformidad con este
principio. El segundo sínodo de Dort, en 1578, intentó realizar
la idea de una autonomía eclesiástica, recomendando un sistema
de presbiterios y de sínodos provinciales y nacionales. La lucha
dió por resultado que la Iglesia se redujese á una organización
provincial, según la cual cada provincia fué subdividida en clases,
gobernándose cada congregación conforme al orden presbiteriano.
LA REFORMACIÓN EN LOS PAÍSES BAJOS. 287

Los gérmenes de la controversia arminiana se dejan descubrir en


la última cuarta parte del siglo XVI. El partido que abogaba
por la tolerancia completa y se impacientaba con los credos
estrictos y la disciplinarígida, luchó también en favor de la
unión de la Iglesia y el Estado. La persecución española á la
vez que confirmó á los liberales en su temor de que la Iglesia
sometiera al Estado á una tiranía eclesiástica, hizo que los cal-
vinistas temiesen lo contrario, es decir, que el Estado sometiera
á la Iglesia á un despotismo político.
CAPITULO X.

LA EEFOEMACIÓN EN INGLATERRA ^ ESCOCÍA.

Hay razón para creer que aun á principios del siglo XVI, había
entre la población rural de Inglaterra muchos lolardos, ó discípulos
de Wickliffe. Se refiere que en la primera parte del reinado de
Enrique VIII, algunos miembros de esta secta fueron compelidos
á retractarse, y que otros fueron quemados en la hoguera. Cuando
Juan Knox predicó su doctrina en el norte de Inglaterra y el sur
de Escocia, encontró una recepción cordial en los distritos donde
vivían los lolardos. El renacimiento literario había preparado
también otra clase de la sociedad inglesa, para la reforma eclesiás-

tica. Los estudios lingüísticos y patrísticos habían empezado á


florecer debido á la influencia de Tomás More, Colet, deán de San
Pablo, Warham, de Canterbury, y otros amigos de
arzobispo
Erasmo, sin mencionar la influencia personal de éste. Wolsey,
faltas, fué un protector liberal de la nueva erudición.
á pesar de sus
Obtuvo autorización para suprimir no menos de veinte pequeños
monasterios, y de emplear los edificios y rentas de éstos para el
establecimiento de un colegio noble llamado " Iglesia de Cristo,"
en Oxford, y de otro colegio como preparatorio al primero, en
Ipswich. Debido á su caída del poder, se hizo imposible llevar
á cabo los vastos proyectos educacionales que forman su mejor
título á la estimación. Wolsey nunca quiso perseguir á los herejes,

sino prefería quemar sus libros y no sus cuerpos. La mayoría de


los amigos de " la nueva erudición," deseaban remediar los abusos
eclesiásticos. Los escritos de Lutero fueron leídos con aprobación
por muchos, especialmente de los jóvenes de Oxford y Cambridge.
La nueva generación de humanistas, no se satisfizo con lo alcan-
zado por Colet y More. Tyndale y Frith, muertos ambos como
1
mártires, y sus asociados, leían los libros alemanes con avidez.
La versión del Nuevo Testamento hecha por Tyndale, fué circulada
1 Frith fué quemado en Snrithfield en 1533. Tyndale fué estrangulado y
quenado cerca de Bruselas en 1536.
288
LA REFORMACIÓN EN INGLATERRA Y ESCOCIA. 289

á pesar de los esfuerzos del gobierno por impedirlo. Era imposi- 1

ble que la excitación que había en el continente, dejase de exten-


derse al otro lado del estrecho inglés. Sin embargo, al principio
no fueron favorables los indicios á la nueva doctrina. El rey
Enrique VIII se alistó entre los antagonistas de Lutero, y recibió
de León X
en premio de su libro polémico sobre los sacramentos,
2
el título de "Defensor de la Fe." Ni uno ni otro se imaginaba
que poco después, este monarca daría uno de los golpes más rudos
contra el dominio papal.
El rasgo distintivo de la Reformación inglesa, no consistió en
haberse separado de la sede papal toda una comunidad política, es
decir, la nación británica, porque lo mismo sucedió en otras partes
donde llegó á predominar la Reforma, sino en el hecho de que
dicha separación dió por resultado inmediato un abandono de-
masiado pequeño del sistema dogmático de la edad media. Al
principio, el credo, y en gran parte la forma de gobierno y el ritual
de la Iglesia antigua, se conservaron intactos en Inglaterra. Este
hecho se debe á la presencia en el desarrollo de la Reformación
inglesa, de dos factores, uno en cierto sentido político ; el otro,

doctrinal ó religioso. Estas dos agencias ora unidas, ora opuestas,


no podían menos que modificar notablemente su respectiva activi-
dad. Á
pesar de avanzar en lincas distintas, reconocieron desde
un principio ciertos fines principales cuya realización ambas
buscaban.
Debido á la particularidad arriba mencionada, los campeones de
la Reforma espiritual no ocupaban un puesto tan conspicuo en
Inglaterra, como en Escocia y el continente europeo. En estos
países, los defensores políticos de la Reformación, ayudaban más
bien que guiaban el movimiento, siendo sus caudillos principales
varones tales como Lutero, Calvino y Knox. Había también en
Inglaterra reformadores de marcada energía, erudición y valentía,
pero fueron relegados, hasta cierto punto, á un lugar menos visible
por el monarca y los estadistas que asumieron la dirección principal.

Por tanto la Reformación inglesa en vez de desarrollarse como un


movimiento puramente religioso é intelectual, tuvo que someterse

1 Erasmo en una carta dirigida á Lutero, habla de la cordial acogida que los
libros de éste habían tenido en Inglaterra. Warham en una carta dirigida á
WíJsey en Marzo de 1521, trata de la circulación de libros luteranos en Oxford.
' El título " Defensor de la Fe " fué dado á Enrique personalmente, pero él

lo retuvo aun después de su separación de la Iglesia de Roma, y lo trasmitió á


3us descendientes.
19
290 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

en grado importante á las influencias perturbadoras de la autoridad


y política mundanal del gobierno civil.
Enrique VIII, cuando no tenía más de doce años, se casó con
Catalina de Aragón, viuda de su hermano Arturo y tía de Carlos
V, y siendo prohibido semejante matrimonio por la ley canónica,
tuvo que pedir una dispensa especial que le fué concedida después
de ese suceso por el jiapa Julio II. No todos admitieron la validez
de dicha dispensa pero no sabemos si Enrique abrigaba semejantes
;

escrúpulos con respecto á la legitimidad de su matrimonio, antes


de conocer á Ana Bolena, ni tampoco sabemos cuanto haya podido
influir en su deseo de conseguir un divorcio, la falta de un heredero
varón al trono. No es improbable que la muerte de sus hijos haya
despertado en su ánimo un sentimiento supersticioso acerca de la
legalidad de su unión con Catalina. Sin embargo, según el testi-
monio solemne de ella, hecho en su presencia, el matrimonio con
Arturo no se había consumado y en tal caso la base principal
;

de sus dudas y la razón que pudo haber tenido para la anulación


del matrimonio, dejan de ser reales. Su solicitud á Clemente VII,
pidiéndole que anulase su matrimonio, se basó en dos razones:
primera, que el papa no había sido competente para conceder una
dispensa en semejante caso y segunda, que había sido concedida
;

debido á representaciones erróneas del caso. La pasión de Enrique


por Ana Bolena le hizo más insoportable la dilación vacilante de
Clemente con respecto al divorcio. Es natural que el papa tuviera
repugnancia en anular el acto de su predecesor por medio de un
decreto que implicaría á la vez una restricción de la prerogativa
papal. Pero el verdadero y obvio motivo de su resistencia y
evasivas, fué su temor de ofender á Carlos V. Esta conducta
vacilante en un potentado cuyo cargo exaltado implicaba una pro-
porcionada independencia moral, no fué apropósito para aumen-
tar la lealtad del rey ó de su pueblo al papado. Aconsejado por
Cranmer, consultó Enrique acerca de la dispensa á las universida-
des de Europa, sin dejar de valerse del cohecho en el extranjero,
y de las amenazas en su propio país. En el intervalo procedió á la
adopción de medidas conducentes á limitar el poder del papa y del
clero en Inglaterra. La envidia suscitada por las riquezas y las
usurpaciones del cuerpo jerárquico, que desde hacía mucho ¡.iempo

iban en aumento, dispuso á la nación para estas medidas atrevidas


Un signo evidente de la existencia de semejante sentimiento, fué la
satisfacción manifestada cuando se restringió el privilegio que
había disfrutado el clero, de extensión de la jurisdicción de la»
LA REFORMACIÓN EN INGLATERRA Y ESCOCIA. 291

cortes civiles. En el reinado anterior, había dicho un obispo que


la preocupación de un jurado londonense contra el clero era tal,

que sería capaz de declarar á Abel culpable del asesinato de Cain.


La caída de Wolsey, motivada por el fracaso de las negociaciones
con Roma relativas al divorcio, y por la enemistad de Ana Bolena,
intimidó á todo el clero, y lo hizo una presa fácil de la rapacidad
del rey. " La autoridad de este cardenal," dice Hall, el antiguo
cronista, " dió al clero
un orgullo tal, que menospreciaban á todos
les hombres, y por tanto cuando él cayó, le siguió en su caída."

A principios del año de 1531, Enrique revivió un antiguo estatuto


de Ricardo II, y acusó al clero de haber incurrido en las penas de
praemunire, es decir, en la pérdida de todos sus bienes muebles y
en la prisión, según el sentir del rey, por haberse sometido á
"Wolsey en su carácter de legado papal. Convocado el clero á
una reunión, se le obligó á implorar el perdón real, pero no lo
obtuvo sino mediante una grande suma de dinero. En la petición,

el rey fué designado como el "


Protector y Cabeza suprema de la
Iglesia y el Clero de Inglaterra," y después de un largo debate, se
agregó la frase explicatoria de " hasta donde lo permite la ley de
Cristo." Varios edictos del parlamento quitaron la obligación de
pagar al papa las primicias, prohibiendo la apelación á Roma de
y después de la consagración de
las cortes eclesiásticas del reino,

Cranmer como arzobispo de Canterbury, ordenaron que en " lo


de adelante, la consagración de todos los obispos y arzobispos se

efectuara sin recurrir al papa." Enrique se casó con Ana Bolena


el 14 de Xoviembre de 1532. El 14 de Julio anterior, vió á
Catalina por última vez, después de haber sido ella su fiel esposa
por veintitrés años. Once semanas después del matrimonio, el rey
autorizó á Cranmer para decidir la cuestión del divorcio sin temor
ni favor. Por supuesto fué decretado el divorcio. En 1534, le
fué ordenado al rey por el papa, que se juntase otra vez con Cata,
lina, so pena de excomunión. El 9 de Junio de ese año, se expidió
un edicto real aboliendo la autoridad del papa en Inglaterra. El
parlamento acordó la publicación de un edicto relativo á la supre-
macía, en los siguientes términos :
" Que el rey nuestro soberano
Beñor, sus herederos y sucesores, reyes de este reino, serán conside-
rados, aceptados y reputados como la única Cabeza suprema de la
Iglesia de Inglaterra, llamada Ecclesia Anglicana." Este fué
seguido en 1536, por otra grande medida que tuvo por objeto
humillar aun más al poder ecclesiástico, es decir, la de la abolición
de los claustros y la confiscación de sus bienes. Estos cayeron en
:
.

292 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

gran parte en manos de los nobles y hacendados, contribuyendo


eso poderosamente á ligarlos á la política del rey. Subsiguiente-
mente los monasterios mayores que habían sido exceptuados de
la acción de la ley al principio, participaron de la suerte de los
establecimientos inferiores : y con la expulsión de los abades
mitrados de la cámara de los lores, quedó la preponderancia del
poder en los lores seglares.

De esa manera el reino de Inglaterra fué independido del


papado, y la Iglesia de Inglaterra quedó sujeta á la autoridad
civil. La antigua antipatía inglesa por el dominio extranjero
eclesiástico, había al fin madurado, realizándose las palabras que
Shakespeare pone en la boca del rey Juan, como mensaje al papa
Inocencio II:

" Düe este cuento : y de la boca de Inglaterra


Agrega este tanto más, que ningún
Sacerdote italiano, debe cobrar diezmos ó portazgo en nuestros dominios
pero así como nosotros bajo el cielo somos la cabeza suprema donde
reinamos, la sostendremos solos sin el auxilio de ninguna mano mortal.
Así decidlo al papa: toda reverencia á un lado, á él y á su autoridad
usurpada."

Las doctrinas de la Iglesia católica no fueron renunciadas, y la


jerarquía se conservó como antes, no habiendo más cambio que el

que colocaba al rey en el puesto antes ocupado por el papa como


cabeza terrestre de la Iglesia. Había dos partidos en el concilio
uno de ellos estaba dispuesto á seguir adelante haciendo otros
cambios favorables al protestantismo ; y el otro, resuelto á sostener
el antiguo credo en su entereza. El acto de la supremacía en
tanto que gozaba de la simpatía del pueblo, no pudo menos que
hacer vacilar la reverencia de éste para todo el sistema del cual
se había considerado el papado como una parte esencial, inclinando
á muchos á sustituir la autoridad de la Iglesia con la de la Biblia,
porque habían apelado á las Escrituras en el asunto del divorcio
del rey y tanto la Biblia como la constitución de la Iglesia primi-
;

tiva, habían sido citadas para justificar la destrucción de la supre-

macía papal. El partido de la reforma contaba con Cranmer


entre los obispos, quien había pasado algún tiempo en Alemania,
siendo su segunda esposa una nieta de Osiander, teólogo luterano.
A Cranmer se le caracteriza por Ranke, como á " una de aquellas
naturalezas que necesitan apoyarse en la autoridad suprema para
llevar al terreno de la práctica sus ideas :y así como entonces se
muestran activos y llenos de espíritu, así también se hacen flexibles
LA REFORMACIÓN EN INGLATERRA Y ESCOCIA. 293

y sumisos cuando el favor se les retira : no brillan porque posean


grandeza moral alguna, pero sí están bien adaptadas para salvar
una causa en circunstancias difíciles hasta un tiempo más favora-
ble." Latimer que fué hecho obispo de Worcester, estaba dotado
de un carácter severo. Entre los varios obispos de tendencias
protestantes, se hallaba Eduardo Fox, quien en Smalcalda había
declarado que el papa es anticristo. El jefe del partido prote-
stante era Tomás Cromwell, el cual fué hecho vicegerente del rey
en asuntos eclesiásticos ; había dirigido la visita á los monasterios
que precedió á su destrucción, y era adicto á la doctrina reformada.
En el otro lado figuraba Gardiner, obispo de Winchester, que sos-
tenía la supremacía del rey, á la vez que era un defensor inflexible
de la teología católica: y con él estaban Tunstal de Durham y
otros obispos.
El rey se mostró al principio favorable al partido protestante.
La Biblia inglesa que fué publicada con su autorización y un
ejemplar de la cual fué colocado en cada iglesia, tenía en la
portada la siguiente inscripción que él había dictado :
" Tu palabra
es lámpara á mis pies." En 1536 fueron presentados diez artículos
á la Convocación, adoptados por ella y enviados por orden del rey
á todos los pastores para la reglamentación de sus enseñanzas. A
la Biblia y á los tres credos antiguos, se les constituyó en la norma
doctrinal. Se declaró que la salvación dependía de la fe y no de
los méritos humanos. El sacramento del altar se definió en térmi-
nos que Lutero habría juzgado aceptables. El uso de las imágenes
y otras varias ceremonias, la confesión auricular y la. invocación
de los santos, es cierto que fueron cosas aprobadas, pero con una
amonestación contra su abuso. La admisión de la existencia del
purgatorio, se unió á la negación de que el papa tuviera poder
para librar á las almas de él, y al rechazamiento de otras super-
sticiones unidas á la antigua doctrina. Estos artículos, aunque no
eran, del todo satisfactorios á los protestantes, se consideraban sin
embargo por ellos, como un notable adelanto. El partido católico
se ofendió. Una buena parte de la nación, estaba apegada todavía
á la antigua religión. La supresión y despojo de los monasterios
tenidos por la población rural como dispensadores de la hospi-
talidad y fuentes de ventajas pecuniarias, había suscitado mucho
descontento entre el vulgo, especialmente en el Norte y el Oeste
donde los católicos existían en mayor número. En 153(5, el desa-
fecto que había aumentado á causa de la buena acogida dada por
el gobierno á la doctrina protestante, estalló en una rebelión,
y
294 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

aunque esta fué reprimida sin hacer concesión alguna á sus promo-
tores, el rey tuvo por conveniente cambiar su política eclesiástica.
La facción católica consiguió la preponderancia, y á pesar de la
oposición de Cranmer y sus amigos, á los seis artículos relativos
á " la abolición de la diversidad de opiniones " en cuanto á religión,
se les dió fuerza de ley. Estos artículos imponían el deber de
creer en la transustanciación, y en lo innecesario de tomar ambas
especies en la comunión prescribían el celibato del sacerdocio
;

y la obligación del votode castidad, y encarecían la necesidad y


valor de las misas privadas y de la confesión auricular. Todo
aquel que negara la transustanciación, sería condenado á la hoguera
como El que atacara públicamente cualquiera de los otros
hereje.
artículos, tendríaque morir como criminal, sin auxilios del clero.
Toda impugnación de los cinco últimos artículos, en proporción
á la gravedad de ella, fué conminada con la prisión, la confiscación
de los bienes y aun la muerte. La ejecución de Ana Bolena y el
casamiento del rey con Juana Seymour (1536,) y aun más la caída
de Cromwell (1540) el gran apoyo de los intereses protestantes, que
siguió al casamiento de Enrique con una princesa protestante, Ana
de Cleves, y su divorcio inmediato, aumentó el poder de la facción
perseguidora. Los que negaban la supremacía del rey y la tran-
sustanciación, eran arrastrados en una especie de zarzo al lugar de
la ejecución. Los obispos de un carácter serio y mesurado tales
como Latimer y Shaxton, fueron encarcelados en la Torre.
Cranmer fué protegido por su propia prudencia y el favor del
1
rey.

No se incluye en nuestro propósito discutir el carácter personal de Enrique


1

VIII. Sir Jacobo Mackintosh al referir la historia de la ejecución de More y


de Ana Bolena, dice " En estos dos actos perversos Enrique se acercó tal vez
:

lo más posible á la norma ideal de la perfecta maldad que las flaquezas de la


naturaleza humana permiten." Macaulay le designa como " un rey cuyo carác-
ter se describirá lo mejor posible, al decir que él fué una personificación del
despotismo." Burnet forma un juicio más clemente en las palabras siguientes,
" No niego que él debe contarse entre los príncipes malos, sin embargo, no
puedo considerarle como uno de los peores." Lord Herbert, después de hablar
de su terquedad y zelos, agrega " Estas condiciones unidas al poder produjeron
:

resultados tan terribles que le grangearon tanto en el extranjero como en su


propio país el título de cruel, que apenas podía evitarse." El Sr. Froude en su
historia de la época desde Wolsey hasta la derrota de la Armada española,
ofrece una brillante apología de la conducta y carácter de Enrique VIII. Pero
no puede defender de una manera satisfactoria la ejecución de More y de Fisher,
acto cruel que aun en ese entonces fué reprobado por todas partes y aun menos
;

justificable fué la muerte de Cromwell á quien Froude, sea justa ó injustamente


•laba hasta que llega al pié del cadalso. Aun admitiendo que Ana Bolena
LA REFORMACIÓN EX INGLATERRA Y ESCOCIA. 295

La muerte de Enrique puso fin á esa persecución. Se había


propuesto establecer una Iglesia anglicana que no fuera ni pro-
testante ni católica romana, y que no se diferenciara del sistema
católico romano, sino en el artículo relativo á la supremacía real.

Su éxito fué notable, y éste se ha atribuido con justicia á la energía


extraordinaria del carácter del rey, á la posición ventajosa que
había alcanzado Inglaterra entre las potencias europeas debido en
parte á las enormes riquezas que la confiscación de los monasterios
y conventos había puesto á su disposición, y al apoyo que recibió
de la gente neutral é indicisa que no abrigaba ni una ni otra
opinión. Con la muerte de Enrique, los dos partidos al verse
libres de una mano fuerte, asumieron su antagonismo natural. El
gobierno podría conservar su independencia del papado, sólo en
caso de contar con el auxilio de los protestantes. Enrique con el
consentiminento del parlamento, había determinado el orden de la

sucesión, dando la precedencia á su hijo Eduardo, hijo de Juana


Seymour, en vez de dársela á cualquiera de las dos princesas, María,
hija de Catalina, é Isabel, hija de Ana Bolena. Eduardo VI tenía
menos de diez años de edad cuando ascendió al trono en 1547,
pero su precocidad intelectual, rara vez, si es que alguna, ha sido
sobrepujada. Este sentía un afecto sincero por la fe protestante.

Se estableció una regencia en la que Somerset, tío del rey, fué jefe

y cabeza de una mayoría protestante. Los seis artículos antes


citados fueron revocados. Como ese fué el período de la guerra de
Smalcalda, y del interim en Alemania, Cranmer y Ridley fueron
¡•esforzados por teólogos del continente. Pedro Mártir y Ochino
fueron nombrados profesores de la universidad de Oxford en 1547,
y á Martín Bucer y Pablo Fagius se les invitó á ir á Cambridge
en 1547. El "Libro de las Homilias " apareció en 1547. Era
éste una serie de exposiciones de la doctrina cristiana, que tenían
por objeto el ser leídas por el clero en sus iglesias los domingos.
Se mandó que la comunión en ambas especies.
se administrase
El dogma de la transustanciaciónabandonado formalmente,
fué
siendo éste el segundo paso principal, como había sido el primero
la declaración de la Supremacía real, en el progreso de la Peforma
eclesiástica. Estos cambios dieron origen á una nueva " Orden de
hubiera sido culpable de los cargos hechos en su contra, hubo algo brutal en las
circunstancias en que fué reducida á la prisión y ejecutada y en la celebraciór
de las bodas del rey con Juana Seymour en el siguiente día, que es imposible
excusar. Los contemporáneos de Enrique hicieron bien al distinguir entre la
primera y la segunda mitad de su reinado. Después de la calda de Wolsey, se
hizo más y más terco, suspicaz y cruel.
29G HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

la Comunión," que fué sustituida en 1548 con " El Libro de la Ora


ción Común." Este fué revisado en 1552, año en que fueron abolidos
el uso del oleo consagrado, las oraciones por los muertos y la con-
fesión auricular. En 1552, fueron preparados los "Artículos,"
siendo éstos al principio cuarenta y dos. De esta manera tuvo
la Iglesia Anglicana una constitución definitiva y aun ritual.
Predicadores hábiles y celosos, entre los cuales se contaban Mateo
Parker, Latimer y Juan Knox, convirtieron á muchos á la doctrina
protestante. Estas innovaciones, sin embargo, se efectuaron con
demasiada rapidez para que el sentimiento de la nación entera las
aprobara en toda su extensión. Muchos se ofendieron y con jus-
ticia, al ver que la Iglesia había sido despojada de sus bienes

para enriquecer con ellos á algunos individuos, entre quienes se


distinguía Somerset. Ansioso éste de llevar á cabo el plan que
tenía Enrique VIII de casar á la joven María, reina de Escocia,
con Eduardo, y deseoso de unir á los dos países en una sola y
grande potencia protestante, invadió á Escocia; pero aunque sus
armas quedaron victoriosas, la antipatía de los escoceses al dominio
inglés era demasiado fuerte para poder ser vencida, y María fué
llevada á Francia para casarse con el delfín. Aunque fué repri-
mida una rebelión católica suscitada en Cornwall
y Devonshire,
la oposición que se hacía á Somerset fundada en varias causas y
que estaba encaudillada por el duque de Northumberland, logró
al fin llever al Protector al cadalso; y Northumberland que enton-

ces se encargó de los negocios del país, concluyó con Francia una
paz en que se renunció virtualmente al proyecto del matrimonio
entre Eduardo y María. Cranmer fué encargado de la revisión
de los estatutos eclesiásticos, inclusive aquellos que se ocupaban
del castigo de la herejía, pero antes que se concluyese la tarea,

murió el rey que apenas contaba diez y seis años de edad (1553).
El movimiento reaccionario que empezó con el advenimiento de
María al trono, tomó fuerza con las tentativas infructuosas hechas
por Northumberland para privarla de él, procurando éste persua-

dir al rey moribundo á que legase la corona á la Señora Juana


Grey, protestante descendiente de la hermana de Enrique VIII,
y con la cual había Northumberland casado á su hijo. El partido
que de esta manera quiso cambiar el orden de la sucesión estable-
cido por un acto del parlamento, halló que no contaba más que
con un débil sostén, y pronto se dividió sin poder conseguir nada.
La insurrección acaudillada por Wyatt, fué sofocada con la muerte
de sus promotores, y fué causa de la ejecución de Doña Juana Grey.
LA REFORMACIÓN EN INGLATERRA Y ESCOCIA. 297

Haría, dotada de la voluntad obstinada de su padre, y a la vez


adicta de una manera supersticiosa á la religión de su madre, fué
una mujer bastante preocupada. Empezó por establecer de nuevo
el sistema católico, efectuando los cambios conducentes á ello, con
la rapidez que le permitían hacerlo sus consejeros más cuerdos que
ella, y de quienes Felipe de España era el principal. Pronto
quitó de sus puestos á los individuos del clero que se habían
casado. El Libro de Oración Común fué abolido. Desdeñando
la sugestión de que se casara con un inglés, dió su mano á Felipe,
con una voluntad en la que se conocía que el celo por la fe católica
iba unido con el afecto personal que por él sentía. La cuestión
en cuya resolución el parlamento vacilaba más, fué la de la supre-

macía eclesiástica. La oposición al gobierno papal era más general


y estaba más arraigada, que el antagonismo á la doctrina católica
romana. El parlamento insistió en incorporar en el estatuto que
restablecía la autoridad papal, una cláusula en que se garantizara
á los que habían adquirido los bienes de las abadías expropiadas,
la tranquilaposesión de los mismos terrenos. Reginaldo Polo,
nombrado legado del papa en 1554, y sucesor de Cranraer en el
arzobispado de Canterbury, se hizo el principal consejero de la
reina. La cuarta grande medida para la destrucción del prote-
stantismo, fué la promulgación de las leyes contra la herejía.
Gardiner no tardó en abandonar la doctrina de la supremacía
del rey, la cual es difícil creer que hubiera alguna vez aceptado
con sinceridad. El y Bonner, nuevo obispo de Londres, tomaron
una parte activa en la persecución que siguió. Los teólogos
extranjeros fueron expulsados del país, y las congregaciones extran-
jeras fueron dispersadas. No menos de ochocientos ingleses cuya
vida peligraba, hallaron asilo entre sus hermanos en Alemania y
Suiza. La noble valentía con que Hooper, Latimer, Ridley, y otros
numerosos mártires, sufrieron el tormento de la hoguera, aumentó
grandemente la propagación de la causa protestante, á la vez que
la crueldad desplegada por María iba disminuyendo su popularidad.
Cranraer al presenciar desde la torre de su prisión la muerte de
sus compañeros Latimer y Ridley en la hoguera, parece que perdió
su fortaleza, y se dejó persuadir á hacer una retractación vergon-
zosa ;
pero á pesar de ese acto de cobardía, supo después morir con
valor. No se puede determinar que habría hecho, si se le
lo

hubiera concedido la vida ; que cuando supo que su


lo cierto es

muerte estaba resuelta, se comportó con una dignidad y una ron-


Btancia tales que han sido la causa de que la posteridad le haya
298 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

perdonado en gran parte su anterior vacilación. La falta Je


Cranmer consistió en era contemporizador por carácter y
que él

aféelo á someterse á otra autoridad, poseyendo además una timidez


incompatible con una perfecta honradez. Cuando por ejemplo fué
consagrado arzobispo, tuvo que jurar obediencia canónica al papa,

y tranquilizó su conciencia protestando que no creía que dicho


1
juramento le prohibiera promover la reformación de la Iglesia.
El papel que hizo en la condenación de Juan Frith que fué
quemado en Smithfield por haber negado la presencia corporal
de Cristo en el sacramento y todavía más, la parte que tomó en
:

la ejecución de Jean Boucher ó Joan de Kent, que era tenido


por anabaptista, quemado en el reinado de Eduardo con motivo
de su opinión héretica, respecto de la encarnación, sin mencionar
otros ejemplos de intolerancia por el estilo, son una mancha sobre
su memoria. A fines del reinado de Eduardo, Cranmer en unión
de algunos otros, se ocupaba en redactar unas leyes para el castigo
de aquellos que ó aceptaban doctrinas, hacía poco sostenidas por
él mismo, ó rechazaban otras cuya adopción había sido causa de

la condenación de Frith y otros varios. Los obispos protestantes,


dice Lingard, historiador católico, " perecieron en las llamas que
habían preparado para sus adversarios." 2
No obstante esto,
según afirma y con razón Burnet, Cranmer no se hallaba insti-
gado por un temperamento cruel. Estaba dominado por la idea
de que debe haber uniformidad con respecto á creencias, y de que
el magistrado tiene la obligación de procurarla. Esta idea unida
á una disposición condescendiente y natural en él, le movió en los
últimos años del reinado de Enrique VIII, á ocultar ó compro-
meter injustificablemente sus opiniones. Debe alegarse en favor
suyo, que se opuso á la adopción de los " seis artículos," é inter-
cedió cuando aun la más prudente intercesión era arriesgada, por
la vida de Ana Bolena
y de Cromwell. Y
al fin el acto de quemar

á un hombre de una edad tan provecta y que había hecho un papel


tan importante ante el público, cuya mano había sido estrechada
por Enrique VIII en sus últimos momentos, y cuya muerte tuvo
verificativo en circunstancias tan conmovedoras, no pudo menos
que causar una reacción cmtra la reina y su credo. Otras varias
causas contribuyeron á quitarle la popularidad. En 1555 ocupó
la sede pontificia Pable IV, fanático violento, y además de esc

1 Esta protesta no fué comunicada al papa.


2 Este aserto es demasiado severo, porque fué el parlamento el que determinó
los castigos temporales de la herejía.
LA REFORMACIÓN EN INGLATERRA Y ESCOCIA. 299

hostil á la familia real hispano-austriaca. Este insistió en la

restitución á la Iglesia de sus propiedades en Inglaterra, y quiso


que los monasterios arruinados fuesen de nuevo ocupados por los
frailes, es decir, no paró por la condición única bajo la cual había
consentido el parlamento en restablecer la supremacía papal.
Además de esto, Felipe hizo que Inglaterra tomase parte en la
guerra de España contra Francia, cosa que dió la victoria de San
Quintín al rey español, pero costó á los ingleses la pérdida de
Calais. La reina cuya alma toda estaba ligada á la causa de la
Iglesia católica, y que consideraba á Felipe como su campeón vió
con pena la hostilidad del papa contra su esposo, y la destitución
del cargo de legado papal hecha de Polo, que no gozaba del afecte
de Pablo IV, por pertenecer al grupo de católicos que se inclinaban

hacia la creencia protestante en lo relativo á la doctrina de la


justificación. La situación se hizo más amenazadora debido á la
alianza de Francia con Escocia ;
pero María murió el 17 de
Noviembre de 1558, y la noche siguiente murió el cardenal Polo,
siendo cosa notable que no menos de trece obispos de María, hayan
fallecido también un poco antes ó después del fallecimiento de la

reina.
La nación se regocijó con el advenimiento de Isabel al trono.
La nueva reina debido tanto á su educación como á su índole
natural, propendió hacia un protestantismo conservador en alto
grado. Defendió con una resolución inquebrantable la supremacía
real en la porque de otra manera habría expuesto á la
Iglesia,
duda su propia legitimidad y derecho al trono y además de todo ;

esto, fué impulsada á hacerlo por su afecto natural al ejercicio del

poder. No rechazó las doctrinas protestantes acerca de la salva-


ción gratuita y de la suprema autoridad de las Escrituras, pero
ee sentía inclinada á conservar todo lo posible del ritual antiguo.
Tenía una repugnancia decidida por el casamiento de los individuos
del cloro, y con dificultad fué disuadida de su absoluta prohibición.
Puso en ol altar de su capilla privada, un crucifijo y una vela
encendida. Cuando ascendió al trono, se dice que informó á
Pablo IV de ese hecho ;
pero este prelado fanático le respondió
con orgullo, que ella debía someter sus pretensiones á la decisión
de él. Mas tarde cuando Pió IV ofreció hacer algunas concesiones
importantes, tales como el permiso de dar la copa á los seglares

y de usar la liturgia inglesa, sus propuestas fueron rehusadas. En


la revisión de. la liturgia, el pasaje de la letanía relativo á la tiranía
del obispo de Roma y á todas sus detestables enormidades, " fué
300 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

borrado, así como también lo fué la explicación de la rúbrica de


que el acto de arrodillarse en el sacramento, no significa en manera
alguna la adoración de la presencia corporal de Cristo. La Con-
vocación de 1563 redujo el número de los " Artículos," de cuarenta
y dos á treinta y nueve, y en 1571, el parlamento autorizó su
acción. El acto de supremacía puso el poder eclesiástico en
manos de la reina; y el de uniformidad, bizo ilegal toda divergen-
cia en cuanto á la forma adoptada en la instrucción popular y en
las ceremonias del culto. Fué establecida una Corte de Alta
Comisión con facultades para conservar esa uniformidad y reprimir
y castigar toda herejía y disidencia.
Estas medidas se dirigieron contra dos partidos formados entre
los súbditos de la reina, á saber, los católicos y los puritanos, con-
stituyendo estos últimos un partido creciente. La severidad de
los procedimientos contra los católicos en el reinado de Isabel,
halló su exculpación, y hasta en algunos casos su justificación, en
la hostilidad que manifestaban al gobierno muchos de esta fe.
Era de esperarse que la severidad se empleara contra aquellos
FÚbditos que se presentaban como los aliados naturales de los

enemigos extranjeros de la reina, especialmente cuando el prote-


stantismo de ella se había citado para justificar las conspiraciones
contra su vida y los ataques de las potencias extranjeras y aun ;

una bula expedida por Pío V, declaró la deposición de Isabel, y


libraba á sus súbditos de la obediencia que le debían. Sin embargo
de todo esto, es de admitirse que muchas veces fueron adoptadas
contra los católicos medidas represivas, cuando la justicia y una
sana política habrían dictado otro modo de obrar.
Podremos entender con más exactitud cual fué el carácter de
la controversia puritana, después de saber la forma que recibió la

Iglesia anglicana en el reinado de Isabel. La Iglesia anglicana


se distinguió de las Iglesias reformadas del continente, por la con-

servación en su forma de gobierno y de culto, de una gran parte


del antiguo sistema católico.El primer paso dado en la Reforma-
ción inglesa, fué el aserto de la supremacía real. Al principio
este dogma no significaba otra cosa que el hecho de haberse inde-
pendido de Roma la Iglesia anglicana, sin dársele por lo mismo
definición alguna positiva. En el reinado de Enrique VIII y á
principios del de Eduardo VI, Cranmer y los demás obispos eran
considerados como funcionarios civiles cuya tenencia oficial depen-
día de la voluntad del rey. Por tanto cuando Enriqué murió,
Cranmer juzgó que el arzobispado de Canterbury debía tenerse
LA REFORMACIÓN EN INGLATERRA Y ESCOCIA. 301

como vacante mientras él no recibiera un nuevo nombramiento


de Eduardo. Con el carácter de Cabeza de la Iglesia, el rey tenía
el derecho de nombrar y deponer obispos, de la misma manera que

lo tenía para nombrar y destituir á todos los demás funcionarios

del reino. La forma de gobierno episcopal fué conservada, en


parte porque los obispos habían aceptado en lo general los pro-

cedimientos seguidos por Enrique VIII y Eduardo para efectuar


la reforma de la Iglesia, y también debido á la organización com-
pacta de la monarquía que hizo que la nación obrara como un
solo cuerpo. Pero en la primera época de la Keformación, y
mientras el puritanismo no empezó á formar un partido distinto,

hubo pocas controversias en lo relativo al episcopado. No sólo


Melancthon, sino también Lutero y Calvino estaban dispuestos
á permitir la conservación de los obispos ingleses, concediéndoles
una autoridad jure humano. La constitución episcopal de la
Iglesiaanglicana, por un largo período de tiempo no ofreció
ningún obstáculo á las más libres y fraternales relaciones entre
aquel cuerpo y las Iglesias protestantes del continente. Como
hemos visto, Cranmer dió á los ministros extranjeros puestos de
mucha responsabilidad en la Iglesia anglicana. A los ministros
que habían recibido la ordenación presbiteriana, se les permitió
encargarse de las parroquias inglesas sin poner en duda la validez
de sus órdenes. Sabemos que más de una vez, Cranmer, Melanc-
thon y Calvino escribieron acerca de la conveniencia de convocar
un concilio protestante general, para contrarestar la influencia
del de Trento. Los principales ministros ingleses estaban en
correspondencia constante con los reformadores helvéticos cuyos
consejos y simpatías buscaban, tratándoles siempre con deferencia
y afecto. Los pastores de Zurich, Bullinger, sucesor de Zwingli,
y Gualter yerno de éste, fueron sus consejeros más íntimos y de
mayor confianza. Se abrigaba por regla general, la opinión de
que los obispos y presbíteros tienen el mismo carácter eclesiástico,
y que la única diferencia entre ellos consiste en las funciones que
desempeñan. Esta creencia había prevalecido entre los escolá-
sticos de la edad media. Aunque correspondía si obispo ordenar,
y en la Iglesia Latina confirmar, sin embargo el sacerdote nr
menos que el obispo hacía el el más
milagro de la eucaristía,
elevado del catolicismo. Cranmer declaró distintamente la igual-
dad de las dos clases del clero. La misma declaración se halla
en el " Libro de los Obispos," ó la " Institución de un Hombre
802 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

Cristiano, publicación que fué autorizada en 1537.


'
Cranmei 1

dejó además un aserto explícito de su opinión. 2 Jewel, uno de los


grandes luminares de la Iglesia anglicana en la primera parte del
reinado de Isabel, parece que es también del mismo parecer.
Bancroft, sucesor de Whitgift en el arzobispado de Canterbury,
fué probablemente el primero que sostuvo la doctrina de que los
obispos éxisten jure divino, y que son por tanto necesarios. No
hay ninguno de semejante doctrina en la " Apología por
vestigio
la Iglesia de Inglaterra," ni en la " Defensa de la Apología," por

Jewel, que con justo orgullo han sido consideradas por los angli-
canos como una hábil refutación de las acusaciones católicas roma-
nas contra su sistema. En un tiempo muy posterior, Lord Bacon
en su " Aviso acerca de las Controversias de la Iglesia de Ingla-
terra," habla de los rígidos defensores de todas las órdenes eclesiá-
sticas, diciendo que comenzaban á condenar á sus opositores dándoles
el carácter de " secta." " Sí," dice, " algunas personas indiscretas

han sido bastante atrevidas para usar en su predicación pública

1
Burnet dice que fué "el estilo común de ese entonces," derivado de los
escolásticos, " considerar que los obispos y sacerdotes ocupan el mismo oficio."
Después del Concilio de Trento la doctrina de la institutio divina de obispos,
prevalecía en la Iglesia católica. Véase Gieseler, I. i. 2.
2 Véase Burnet, I, ii, Colección de Documentos xxi. " Las Resoluciones de
varios Obispos y Teólogos, respecto de varias cuestiones relativas á los Sacramentos,
etc." " Preg. 10 ¿ Fueron primeros los obispos ó los sacerdotes ? y si los sacerdo-
tes fueron primeros entonces ¿los sacerdotes hicieron á los obispos?" Cranmer
contesta: "Los obispos y los sacerdotes existían á una y la misma y no
vez,
eran dos cosas sino un solo oficio en el principio de la religión de Cristo."
" Preg. 12. ¿ Exige el Nuevo Testamento alguna consagración de los obispos
ó sacerdotes, ó es suficiente un simple nombramiento para ese oficio?" Cran-
mer contesta: "En el Nuevo Testamento aquel que es nombrado obispo ó
sacerdote, no necesita, según las Escrituras de ninguna consagración, porque
es suficiente ser elegido ó nombrado para ese puesto." En respuesta á la pre-
gunta Cranmer dice, que no se prohibe en la ley de Dios " si muriesen todos
14, '

los obispos y sacerdotes que hay en una región que "el rey de esa región
hiciese obisposy sacerdotes para suplir tal falta." En la Declaración firmada
por Cranmer y otros obispos y por Cromwell, después de describir plenamente
las funciones del clero, se dice: "Este oficio, este poder y autoridad fueron
encomendados y entregados por Cristo y sus apóstoles á ciertas personas sola-
mente, es decir, á los sacerdotes ú obispos, á quienes ellos mismos eligieron,
llamaron y admitieron á dicha potestad por medio de oraciones y la imposición
de las manos." " La verdad es que en el Nuevo Testamento no se hace mención
de grados ó distinciones algunas en las órdenes del clero, sino sólo de diáconos
ó ministros, y obispos 6 sacerdotes." Trece obispos y un número considerable
de otros eclesiásticos firmaron esta proposición. Hallam cree que Bancroft no
enseñó la doctrina del derecho divino de los obispos, en su sermón predicado
en la catedral de St. Paul en 1586.
;

LA REFORMACIÓN EX INGLATERRA Y ESCOCIA. 303

un lenguaje deshonroso y derogatorio, censurando á las Iglesias


extranjeras; y hasta llegó á decirse que algunos de nuestros
hombres ordenados en el extranjero, no son ministros legales.
De esto se infiere que los principios fueron moderados, pero los
extremos violentos." Cerca de fines del reinado de Isabel, Hooker,
en su célebre obra en defensa de la Iglesia de Inglaterra, concede
plenamente la validez de la ordenación presbiteriana, y á la vez,
según admite Keble, editor moderno de esta obra de Hooker, hace
una referencia tácita á las Iglesias reformadas del continente, con-
cediendo así la validez de sus órdenes. Laúd fué reprobado en
1604, por haber sostenido en su tratado escrito para obtener el
título de bachiller en teología en Oxford, que no podía haber
ninguna Iglesia verdadera sin obispos, y su acto " fué considerado
como apropósito pura despertar una discordia entre la Iglesia
anglicana y las reformadas del continente." Aun en 1618,
durante el reinado de Jacobo I, un obispo y varios clérigos
inglés
anglicanos tomaron asiento en el Sínodo de Dort, no siendo más
que presbítero el presidente de dicho concilio.
La Iglesia anglicana estaba de acuerdo con las del continente,
en lo relativo á la predestinación. Acerca de este asunto y por
un largo período de tiempo, los protestantes en general partici-
paron de la misma opinión. Todos adoptaron la doctrina agu-
stiniana. La impotencia de la voluntad fué sostenida por Lutero
con el mismo énfasis que lo hizo Calvino. La modificación gradual
de la doctrina expuesta por Melancthon, que concedía á la voluntad
una agencia cooperativa en no afectó sino á una
la conversión,
parte de la Iglesia luterana. Los jefes de la Reformación inglesa
desde el tiempo en que la muerte de Enrique VIII hizo cierta la
reforma, profesaban la doctrina de una predestinación absoluta,
en distinción de la condicional, siendo aquella el rasgo esencial así
del sistema agustiniano como del calvinista. Es verdad que
Cranmer, Ridley y Latimer, no se expresaron por escrito con
tanta claridad sobre este asunto, como lo hicieron los obispos del

tiempo de Isabel. Pero el décimo séptimo de los " Artículos " no


puede interpretarse imparcialmente en otro sentido, que en el de
una elección incondicional y los comentarios añadidos, en vez
;

de estar opuestos á esta interpretación, demuestran su exactitud


porque ¿quién "jamas fué echado á la desesperación ó la miseria

de una vida más impura," por la creencia en la doctrina que niega


la predestinación? 1 Bradford, aprisionado en Londres, discutía
1
Es de importancia recordar que al preeuntar si los " Artículos " son calvinis-
304 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

acerca de este asunto con ciertos " libre albedristas," con respecto
á los cuales escribió á sus compañeros mártires que estaban en
Oxford. La carta que escribió Ridley en contestación, claramente
implica que estaba de acuerdo con su amigo en esta opinión.
Strype dice que Ridley y Bradford escribieron sobre la predesti-
nación, y que el tratado de este último fué aprobado por Cranmer.
Ridley y Latimer. Las relaciones que mantenía Cranmer con
Bucer y Pedro Mártir, ponen de manifiesto su opinión relativa á
este asunto. Bucer antes de su llamamiento á Inglaterra, había
dedicado á Cranmer una exposición de la epístola á los Romanos,
en la cual enseña la doctrina de una predestinación absoluta.
Pedro Mártir defendió muy eruditamente esta doctrina en Oxford,
y replicó á los tratados anticalvinistas de Smith, su predecesor, y
de Pighius, opositor de Calvino. Durante la residencia de Mártir
en Oxford, fueron formulados los "Artículos." Cuando María
subió al trono, Cranmer ofreció defender, en unión de su amigo,
Mártir, en una discusión pública, las doctrinas que se habían esta-
blecido en el reinado anterior. Es imposible creer que se hubiera
diferido sustancialmente con respecto á esta doctrina esencial del
credo. Hay más razón para el aserto de que los formularios de
la Iglesia de Inglatera, son agustinianos en distinción de calvinis-
1
tas. Sin embargo, es admitido por investigaderes imparciales, que

tas ó nó, este término se usa en distinción al de arminiano. El obispo Buruet


aunque el mismo fuera un " latitudinariano," es decir, libre en sus opiniones
religiosas, dice con admirable imparcialidad :
" No es de negar que el Artículo
xvii parece ser formulado en conformidad con la doctrina de San Agustín. T
es probable que los que lo escribieron quisieron declarar que el decreto es
absoluto."
Las diferencias entre la doctrina de Calvino y la de Agustín son como
1

sigue. Agustin enseñó que la caída de Adani, es decir, el primer pecado, fué
el objeto de un decreto divino permisivo. Pero Calvino no se satisfizo con
afirmar un mero permiso pasivo por parte de Dios, y se expresa de tal manera
sobre el asunto que tiende á la posición supralapsariana. Esta tendencia fué
llevado á un extremo por Beza y una porción de los calvinistas. Pero el
calvinismo infralapsariano ó agustiniano ha gozado de los sufragios de la
mayoría de los calvinistas; se enseña en la Confesión de Fe de West-
minster, y aun el Credo del Sínodo de Dort no pasa más allá de dichos
límites. Agustin enseñó la preterición, en vez de la reprobación de los malos,
ó con más claridad, que Dios no reprueba á los malos de tal manera que el acto
divino determine su pecado, sino sólo decreta el castigo de los que son pecadores.
Los ultra calvinistas enseñan que el decreto de reprobación es activo y análogo
al de la elección y á la vez niegan que Dios es el autor del pecado. Calvino
;

difiere de Agustín también en enseñar la perseverancia de los santos ó de todos


los creyente? verdaderos, es decir, que sólo los elegidos ejercitan la fe salvadora.
Agustín atribuye í los sacramentos un mayor efecto sobre los no-elegidos, deJ
LA REFORMACIÓN EN INGLATERRA Y ESCOCIA 305

á principios del reinado de Isabel, " la enseñanza calvinista preva-


leció en lo general." Pero también durante el reinado de Eduardo,
la influencia de Calvino fué grande en Inglaterra. Su controver-
sia con Pighius y la expulsión de Bolsee de Ginebra en 1551,
llamó la atención de todos. Por este mismo tiempo la doctrina
de la elección y otras por el estilo, empezaron á discutirse en
Inglaterra. Con fecha 10 de Septiembre de 1552, Bartolomé
Traheron escribió lo siguiente á Bullinger: "Deseo saber que
piensan vd. y los otros hombres eruditos que viven en Zurich,
respecto de la predestinación y la providencia de Dios. ... La
mayoría entre nosotros, á la que confieso pertenecer, abraza la

opinión de Calvino como perspicaz y más conforme á las Santas


Escrituras. Y
damos sinceras gracias á Dios de que ese excelente
tratado de Juan Calvino contra Pighius y un Jorge Sículo, se
hubiera publicado al tiempo en que esa cuestión empezó á agitarse
entre nosotros. Porque confesamos que él ha aclarado mucho el
asunto, ó más bien, lo ha tratado de tal manera, que jamás habíamos
visto antes cosa algunamás erudita ó más clara." En ese tiempo
como indica Bullinger en su réplica, ni aun él mismo quedó satis-
fecho con la doctrina supralapsariana, modificación del agu-
stinianismo que Calvino había sugerido, es decir, la teoría de que
el primer pecado fué objeto de un decreto eficiente. Después del
advenimiento al trono de Isabel, los " Institutos " de Calvino

que Calvino admite que tengan. Por ejemplo, Agustín creía que todos los
niños bautizados son salvos. Esta idea sacramental se señala muchas veces
como un rasgo del anglicanismo que lo distingue del calvinismo. Pero Calvino
enseñó no sólo que los niños bautizados gozan de una medida de gracia capaz
de salvarles, sino que todos los tales "se engerían en el cuerpo de la Iglesia,"

y son aceptados como los hijos de Dios por el solemne símbolo de la adopción,
y que Dios "tiene diferentes grados de actividad regeneradora para los ¡5

quienes haya adoptado." Enseña que la gracia se imparte en algíin grado;!


los adultos no-elegidos que así se hacen menos inexcusables si persisten en el
pecado. En los "Artículos" de la Iglesia anglicana, se niega la teoría ex opere
opernto de los sacramentos (art. xiii,) es decir, la teoría que enseña que tienen
una que produce sus efectos sin depender de la fe del que los
eficacia inherente
recibe. Enseñan por el contrario que su sano efecto á operación se limita á los
que de una manera digna. El Art. XVII afirma que "debemos
los reciben
recibir las promesas de Dios en la forma en que se hacen en las Santas Escri-
turas." Algunos dicen que esta frase es anti-calvinista. Pero Calvino misino
dijo que "la voz del evangelio se dirige á todos los hombres en general," y que
"l:is promesas se hacen igualmente ;1 los fieles é impios." El Artículo implica
la distinción calvinista 6 agustiniana entre "el propósito secreto" de Díoj j
su "propósito revelado."

20
;

306 HISTORIA DE LA REFORMACION.

"estaban por regla general en manos del clero, y podían con-


siderarse como su libro de texto en teología." 1

Pero admitiendo que los clérigos anglicanos del siglo XVI


puedan llamarse calvinistas en sus creencias relativas á los decretos
divinos, debe agregarse que no fueron, por lo común, rígidos en la
profesión y defensa de tal dogma. Sobre este punto participaron
de la opinión predominante entre los protestantes de esa época
pero en su sistema de teología, dieron más importancia á otros
elementos, y á la práctica de remontarse hasta la antigüedad con
el fin de buscar expresiones doctrinales las más moderadas y menos
ofensivas ; en una palabra, el espíritu nutrido especialmente por
todo el sistema anglicano, tendió á aumentar más y más la agudeza
de la fraseología usada para formular la doctrina de la predesti-
nación. El contraste en este respecto, es marcado entre Whitgift,
calvinista extremo, y Hooker que aprobó en lo general el sistema
calvinista, pero mostrando en todo su tono la escuela de teólogos
distintivamente anglicanos, que iba adquiriendo una creciente
influencia.
2
Aun en 1595, los Artículos de Lambeth que contienen
los más enfáticos asertos con respecto á una elección incondicional,

y acerca también de la reprobación, fueron suscritos por Whitgift,


arzobispo entonces de Canterbury por
de Londres y
;
los obispos

Bangor, y con pequeñas enmiendas verbales, por el arzobispo de


York, siendo además trasmitidos por Whitgift á la universidad
de Cambridge. Dichos artículos eran, según Whitgift, una expli-
cación de la doctrina de la Iglesia de Inglaterra.
3
En ese tiempo

1
Hallamos pruebas concluyentes de que Sandys y Cox, pro-
.Tewel, Nowell,
fesaron estar de acuerdo con los reformadores de Zurich y Ginebra en todas
sus doctrinas. Hallara, Historia Constitucional, cap. vii. El arzobispo Grindal
(en ese entonces obispo de Londres,) escribiendo en Junio de 1562 con respecto
á ciertos luteranos de Bremen, dijo, "Es de admirar que ellos hacen tanto
ruido acerca de la predestinación. Que consulten lo que dice su propio Lutero
con respecto á la 'Esclavitud de la Voluntad.' ¿Que enseñan Bucer, Calvino
y Mártir que uo se sostenga en este tratado?" Se creía que esos reformadores
principales estaban snstancialmente unidos acerca del asunto.
2 Hooker en el extenso prefacio á su tratado, elogia á Calvino, diciendo que

él era " incomparablemente el hombre más sabio que jamás había tendido la

Iglesia francesa desde el día en que gozaba de él." Habla con alto encomio de
los "Institutos" de Calvino y de sus comentarios, y no se opone al sistema
doctrinal del reformador de Ginebra. Sin embargo, en la obra de Hooker
notamos los rasgos distintivos de la escuela anglieana. Tulloch llama la aten-
ción á lo que designa como "lo comprehensivo y la perspicacia genial de pensa-
miento" de los calvinistas anglicanos tales como .Tewel y Hooker.
3
De los Artículos de Lambeth se puede decir que si el V expone que sólo los
elegidos perseverarán en el ejerció de la fe verdadera y justificante, el VI
LA REFORMACIÓN EN INGLATERRA Y ESCOCIA. 3(1

la disidencia del calvinismo había empezado á manifestarse marca-


damente, y poco á poco se iba extendiendo la doctrina arminiana
por Inglaterra hasta que durante el reinado subsiguiente, llegó A
predominar en la Iglesia establecida.
Una grande, aunque casi la única controversia, se suscitó entre
los protestantes ingleses en el primer período de la Reformación,
acerca de la significación de la Santa Cena del Señor. En ella

se alió la Iglesia anglicana con la rama reformada ó calvinista de


los protestantes. Recuérdese que Bucer y Calvino sugirieron una
interpretación intermedia entre la luterana que afirmaba la verda-
dera presencia del cuerpo de Cristo en la eucaristía, y la dada al
principio por Zwingli enseñando que el rito es meramente con-
memorativo. Esta doctrina intermedia negaba la hipótesis luterana

de la ubicuidad del cuerpo de Cristo, asegurando que se limita


ahora al cielo, y al mismo tiempo afirmó que existía una verdadera
aunque misteriosa y puramente espiritual recepción de Cristo, sólo
por los creyentes, en cuya virtud obraba en el recipiente un poder
vivificador que dimana del cuerpo de Cristo. Con esta hipótesis
de una presencia y recepción verdaderas, pero espirituales de
Cristo, quedaron satisfechos los zwinglianos. Ni aun el mismo
Zwingli y Oecolampadio estaban dispuestos á combatirla y formó :

la base de la unión entre Calvino y sus adeptos y las Iglesias


zwinglianas. Al principio, después de abandonar la transustancia-
ción, adoptó Cranmer la doctrina luterana de la consustanciación,
pero Ridley abrazó la doctrina suiza en su última forma, y Cranmer
le siguió. El 31 de Diciembre de 1548, Bartolomé Traheron
escribió á Bullinger, hablándole de la discusión que se acababa
de verificar en Londres con respecto á la eucaristía, " en presencia
de casi toda la nobleza de Inglaterra." Decía: "El arzobispo
de Canterbury, en contra de la opinión general sobre lo que él
baria, sostuvo la opinión de vd. relativa á este asunto, abierta,
firme y eruditamente. Sus argumentos fueron los siguientes: El
cuerpo de Cristo fué arrebatado de nosotros hasta el cielo. Cristo
se fué delmundo. Tenéis á los pobres continuamente con vosotros,
'

mas á mí no me tenéis siempre, etc.' " En seguida habló el obispo


de Rochester (Ridley) diciendo " La verdad nunca consiguió una
:

victoria más gloriosa entre nosotros," es decir, en conflicto con los

agrega que todos los que tienen semejante fe, tienen una plena seguridad y
certeza de su salvación eterna. Los Artículos adoptados por la Iglesia episcopal
de Irlanda en 1615, son enfáticamente calvinistas. Y el arzobispo Usher
primado de la Iglesia irlandesa en 1«24. abogaba por ese tipo de la teología.
308 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

papistas. "Percibo que ya se ha acabado con el luteranismo,


ahora que aquellos á quienes se consideraba como sus principales
y casi únicos defensores, han venido casi todos á nuestro lado." 1

A los que huyeron desterrados de Inglaterra después de la muerte


de Eduardo, se les hizo una recepción inhospitalaria de parte de los
luteranos, á causa de su calvinismo. En 1592, después que volvie-
ron á adoptarse los " Artículos " en el reinado de Isabel, Jewel
escribió lo que sigue á Pedro Mártir En cuanto á asuntos de
:
"

doctrina, hemos cortado hasta llegar á la carne viva, y no diferimos


de tu doctrina lo ancho de una uña y por lo mismo lo que es la

:

teoría ubiquitariana " —


la opinión luterana "no hay peligro de
que se adopte en este país. Opiniones de esta clase podrán conse-
guir entrada sólo donde las piedras tengan sentido." Pero no es
necesario citar más evidencias sobre este punto, puesto que los
" Artículos " sostienen explícitamente la creencia calvinista. Al
hablar de los reformadores ingleses como calvinistas, no se debe
entender que derivaron sus opiniones exclusivamente de Calvino,
ó las recibieron fundándose en su autoridad. Lo que pasó fué que
eran hombres de capacidad y erudición, y estudiaron ellos mismos
las Escrituras y los escritores patrísticos. Sin embargo, ningún
nombre fué tenido en más alto honor entre ellos, que el del refor-
mador de Ginebra.
Otra controversia que produjo grandes resultados en la sub-
siguiente historia tanto eclesiástica como política de Inglaterra, fué
la suscitada entre los anglicanos y los puritanos. Desde un prin-
cipio existieron personas en Inglaterra que querían efectuar cambios
más radicales y amoldar la Reformación inglesa al tipo que se
había adoptado por las Iglesias reformadas ó calvinistas del con-
tinente. Esta disposición ganó terreno debido á la residencia de
teólogos extranjeros en Inglaterra durante el reinado de Eduardo,
y todavía más, al regreso después del advenimiento de Isabel al
trono, de los que habían sido desterrados. La controversia comen-

Cranmer, hablando de la traducción que hizo en el primer año del reinado


1

de Eduardo, del catecismo Luterano de Justus Jonás, en el cual se afirma que


el cuerpo y la sangre de Cristo se reciben en la boca, dice: " No mucho antes

de escribir dicho catecismo, abrigaba el mismo error acerca de la presencia real


que se llama transustanciación, como durante muchos años pasados, creía en
otros diversos errores." Hubo bastantes discusiones entre los que tendían á la
posición luterana, y los que abogaban por la calvinista. El catecismo preparado
por Eduardo para el uso de los maestros de escuela es decididamente anti-lute-
rano, dando énfasis al aspecto conmemorativo do la Santa Cena. El obispo
Coverdale, amigo de Cranmer, tradujo en inglés un escrito de Calvino sobre el
Bacramentc de la eucaristía.
LA REFORMACIÓN EN INGLATERRA Y ESCOCIA. 309

zó con una discusión relativa al uso de los vestidos eclesiásticos en

y especialmente al de la birreta y el sobrepelliz, y acabó


el culto,

por ocuparse de otras particularidades del ritual inglés. Los puri-


tanos basaron su oposición á estas prácticas, en la tendencia del
pueblo de identificarlas con la creencia en un sacerdocio. Eran
insignias del papismo, y por esa razón debían abandonarse. Cuando
se replicó que el uso del sobrepelliz y del signo de la cruz en el
bautismo, y el acto de arrodillarse en el sacramento, son cosas
indiferentes en su naturaleza, se contestó á eso que puesto que son
cosas que tienden á ejercer una mala influencia, no son moralmente
indiferentes ;
pero, aun admitiendo que lo fueran, el magistrado
no tiene el derecho de imponerlas sobre el pueblo, violando así la
libertad cristiana. Esta última afirmación encerraba una idea
respecto de la supremacía real, que tendría que conducir a una
diferencia más radical en cuanto á su extensión. Hooper, llamado
á menudo padre del puritanismo, estuvo por algún tiempo en
Zurich cuando se estaba agitando en Alemania la controversia
adiaforista, parecida á la referente á las ceremonias en Inglaterra.
En 1550, en el reinado de Eduardo, fué elegido obispo de Glouces-
ter, pero en su consagración rehusó usar las vestiduras episcopales.
Al fin después de su prisión fué arreglada la dificultad por medio de
un convenio. En efecto, las vestimentas no se usaron tanto durante
este reinado. Los obispos nombrados á principios del reinado de
Isabel, de quienes la mayoría habían vivido en el continente
durante las persecuciones instigadas por María, favorecieron el

desuso tanto de las vestiduras eclesiásticas, como de las ceremonias


perjudiciales. Así lo hicieron Jewel, Nowell, Sandys, más tarde
arzobispo de York, y Grindal que sucedió á Parker como arzobispo
de Canterbury. Sólo Cox, obispo de Ely, que en la Iglesia de los
desterrados en Frankfort, había acaudillado al partido que con-
servó la liturgia inglesa, y Parker que había permanecido en
Inglaterra durante el reinado anterior, estaban del lado opuesto,
aunque según parece, Parker al principio miró con cierta preven-
Burleigh, "Walsingham y Leicester
ción los vestidos eclesiásticos.
favorecieron su desuso, ó cuando menos eran de opinión que no
debía hacerse compulsorio su uso. Los prelados ingleses en su
correspondencia hablaron de ellos en términos tan irrisorios y
desdeñosos, como después lo hicieron los jefes puritanos. Jewel
por ejemplo, dice, en una de sus cartas á Pedro Mártir " Ahora :

que la plena luz del evangelio ha resplandecido, los vestigios del


error, hasta donde sea posible, deben quitarse juntamente con loa
:

310 flISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

andrajos, y aun según se dice, el mero polvo. Y yo quisiera que


esto se efectuase respecto de aquel lienzo, el sobrepelliz." Lo que
dice Macaulay á continuación, está apoyado por la correspondencia
de los reformadores ingleses con los suizos, y por otras evidencias
" Los reformadores ingleses estaban ansiosos por llegar al mismo
extremo que sus hermanos del continente. Condenaron unánime-
mente como anticristianos, numerosos dogmas y ritos á que Enrique
se había adherido obstinadamente, y que Isabel abandonó con
desagrado. Muchos sintieron una fuerte repugnancia aun por las
cosas indiferentes que habían constituido una parte de la forma de
gobierno ó del ritual de la Babilonia mística. Así el obispo
Hooper que murió por su religión valerosamente en Glouces-
ter, rehusó por largo tiempo ponerse las vestiduras episcopales.
El obispo Ridley, mártir de mayor renombre todavía, derrumbó
los altares antiguos de su diócesis, y ordenó que la. eucaristía se
administrase en el centro de la iglesia, en unas mesas á que los
papistas designaron mofándose, con el nombre de tablas para
ostiones. El obispo Jewel declaró que la vestidura clerical no
ora sino un ropaje de teatro, un atavío de tontos, y una reliquia
de los amorrheos, y ofreció que no omitiría esfuerzo alguna para
extirpar cosas tan absurdas y degradantes. El arzobispo Grindall
vacilió mucho antes de aceptar la mitra, debido á su desagrado por
lo que él consideraba las momerías ó farsas de la consagración.
El obispo Parkhurst ofreció una férvida oración pidiendo á Dios
que la Iglesia de Inglaterra tomase como modelo de una comunidad
1
cristiana, la Iglesia de Zurich." Pero la reina para quien la
supremacía real era la cosa de más valor en el protestantismo,
fué inflexible en su oposición á toda clase de cambios. !Nb sin

Strype dice que cuando Grindal fué nombrado obispo de Londres, "tenía
1

algún escrúpulo de conciencia acerca de varias cosas, especialmente las vesti-


duras y ciertas ceremonias que debían celebrar los obispos. Porque los refor-
mados en esos tiempos creían por regla general que para librar á la Iglesia de
Cristo por completo de los errores y corrupciones de Roma, se debían abolir
todas las usanzas y costumbres practicadas por dieba Iglesia apóstata é idólatra,
y que el culto de Dios debía ser sencillo, sin ninguna pompa, ni apariencia,

omitiendo todo aquello como supersticioso y anti-cristiano." Vida de Grindal.
En el reinado de Eduardo, Martín Bucer escribiendo desde la casa de Cranmcr,
en 1549, habla del uso continuado de las vestiduras, crisma, etc., en la Iglesia
anglicana, y agrega: "Ellos afirman que su acción no debe considerarse como
indicio de superstición y que la retención no será sino por algún tiempo, por
temer de que el pueblo no llegando todavía al conocimiento de Cristo, se resi-
stiera á abrazar la nueva religión, al ver que se hacían innovaciones demasiade
exteusas."
LA REFORMACIO.N EN INGLATERRA Y ESCOCIA. -311

dificultad, consiguieron los nuevos obispos que se quitasen de las


iglesias las imágenes. Los protestantes tenían un gran temor de
que la reina se les fuese á la Iglesia católica si ellos se oponían á
sus deseos. La mayoría de los eminentes teólogos del continente,
á quienes consultaron, les aconsejaron que permaneciesen en la
Iglesia, sin abandonar sus puestos, trabajando con paciencia para
conseguir más tarde las reformas que por de pronto no quería
admitir la reina. Pero muchos clérigos se resistieron á practicar
la parte ofensiva del ritual, y su conducta dió lugar á grandes
desórdenes en el culto y como los puritanos estaban menos dis-
;

puestos aun á seguir sus propios caminos en silencio, fué eso causa
también de acaloradas disputas. La reina resolvió insistir en la
uniformidad, y exigió á sus obispos, especialmente á Parker, que
persiguiera á los contraventores. Al fin empezaron los puritanos
á organizarse aparte en conventículos, (nombre dado á sus reuniones
por sus adversarios,) con el finde rendir su culto conforme al
método aprobado por ellos. Los puritanos eran numerosos sus ;

clérigos eran predicadores eruditos y empeñosos, y tanto el clero


como el pueblo estaban dispuestos á sufrir antes que obrar en
contra de su conciencia. La persecución cruel pero ineficaz de
que fueron víctimas especialmente durante sus últimos años, es una
mancha en el reinado de Isabel. Entre otras cosas insistieron los
puritanos afanosamente en establecer una disciplina más severa
que la de la Iglesia anglicana, y en sustituir á los millares de
clérigos cuya incompetencia era notoria, con ministros de un
carácter más serio y de buena educación. Si Hooper fué padre
del puritanismo en su forma primitiva, Tomás Cartwright, profesor
de teología en Cambridge, sostuvo por su parte y dió impulso á ese
movimiento como sistema maduro y ya desarrollado. Cerca de
1570, comenzó éste á hablar de la forma de gobierno de la Iglesia,
y de la relación de la misma con el Estado, asentando principios
que más tarde fueron adoptados por los puritanos como parte de
se credo. El primer punto en su sistema, es que las Escrituras no
son solamente la regla de fe, sino también la de gobierno y disci-
plina de la Iglesia, que ésta de ninguna manera puede abandonar.
El segundo punto es que la dirección de los negocios de la Iglesia
le corresponde á ella y á sus funcionarios, y no á los magistrados
civiles. Cartwright abogó por la distinción entre la sociedad
eclesiásticay la civil antiguamente enseñada. El magistrado
no debe dictar leyes á la Iglesia en lo relativo á la doctrina y la
disciplina, pero sí está obligado á proteger y defender la Iglesia.
312 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

f á ver que sus decretos se ejecuten ; mas Cartwright no abogfi


por la tolerancia. En su sistema, la Iglesia y el Estado se enca-
denan indisolublemente, y debe haber uniformidad en la religión ,

pero á la Iglesia y no al Estado civil, toca determinar la forma de


la religión y del culto cuya protección se exige al magistrado.
Además de esto, afirmó Cartwright que el sistema de gobierno que
las Escrituras ordenan es el presbiterianismo, y que la prelacia es
por tanto ilegal.

Esto fué por supuesto un golpe dado á la supremacía de la reina,


según esa potestad había sido entendida y ejercida. Es verdad que
Isabel no aspiró al título de Cabeza de la Iglesia, llamándose sim-
plemente Gobernadora de ella. El artículo treinta y siete que fué
formulado en su reinado, niega expresamente al magistrado civil

el derecho de administrar la Palabra ó los sacramentos. Pero su


poder visititorial no tenía ningunos límites definidos. No se
abstenía de indicar lo que debía predicarse, y lo que nó, y cuáles
ritos tenían que practicarse y cuales que omitirse, empleando para
ello un estilo que nos hace recordar á los emperadores bizantinos

de la época de Justiniano. Y no se contentaba con esto, sino que


disponía de las posesiones eclesiásticas según su voluntad. Sir
Cristóbal Hatton, uno de los favoritos de la reina, quiso edificar
su casa en el jardín de Cox, obispo de Ely, y cuando éste trató de
impedir que se le despojara, ella le mandó un recado lacónico y
blasfemo en que le amenazó con deponerlo si no cumplía inmediata-
mente con su mandato. Prohibió de la manera más terminante
las reuniones de los clérigos llamadas " profetizandos," para la
discusión de asuntos religiosos y mejoramiento mutuo, y cuando
elarzobispo Grindall hizo objeciones á esta disposición y le recordó
que el arreglo de semejantes asuntos pertenecía á la Iglesia misma
y á sus obispos, le suspendió de su empleo por algunos años. La
doctrina de Cartwright una vez admitida, echaba por tierra estas
pretensiones ;
pero la controversia que él suscitó acerca de la verda-
dera constitución de la Iglesia, especialmente en lo relativo al

episcopado, estaba destinada á hacer que la Iglesia anglicana se


estremeciera hasta sus cimientos. Encontró un vigoroso opositor
en Whitgift; y no faltaron otros muchos polemistas eruditos y
diestros en ambos lados. Antes del fin del reinado de Isabel (

apareció una división entre los puritanos promovida por algunos


'independientes." Estos sentaron el principio de que no hay
autorización alguna para el establecimiento de una Iglesia nacional.
Al disentir de los demás puritanos, se hicieron separatistas Según
.

LA REFORMACIÓN EN INGLATERRA Y ESCOCIA. 313

su sistema explicado por Juan Robinson, su jefe principal, la


iglesia local es independiente ó autónoma en cuanto á gobierno
bus miembros están ligados por un pacto, debiendo ser sus maestros
elegidos y la disciplina ejecutada por voto popular. Los indepen-
dientes á la vez que rehusaron reconocer á la Iglesia nacional como
verdadera, admitieron que podrían serlo las diferentes iglesias

parroquiales que la componían, si se les consideraba como congre-


gaciones individuales. Los independientes no cuidaban bien de
dando eso por resultado el hecho de que
la disciplina eclesiástica,
el ser miembro de una de sus congregaciones, no era suficiente

evidencia de un carácter cristiano en el individuo. Durante el


reinado de Isabel, los independientes adquirieron un poder conside-
rable, por más que fueran víctimas de una cruel persecución.
Cerca de fines del siglo XVI, se dió un nuevo aspecto á la con-
troversia puritana, debido á la grande obra de Hooker, el tratado
sobre la forma de gobierno eclesiástico. El tono elevado de dicha
obra, juntamente con su raciocinio vigoroso y su elocuencia, pareció
elevar la controversia á una atmósfera superior.
1
Hooker se esforzó
en profundizar investigando la naturaleza de las leyes y
el asunto,

el origen de la autoridad. Una de sus proposiciones fundamentales


es que la Iglesia fué dotada de una autoridad legislativa por su
Fundador, dentro de los límites que él mismo fijó. Su organización
y sus métodos de culto pueden variar, pues no se limita á ningún
sistema prescrito. Sostiene que el episcopado es una institución
apostólica, y la mejor forma de gobierno pero parece pensar que la
;

Iglesia universal, " como el sujeto más elevado del poder," no está
obligada de un modo absoluto á adherirse á este sistema. Puesto
que la Iglesia es así un legislador autorizado, es un acto reprensible
el desobedecer los reglamentos que la misma establece, siempre que

éstos nn se opongan á las leyes de su Fundador. Hooker identifica


la Iglesia y el Estado, considerando á una y á otro como diversos
aspectos ó funciones de una y la misma sociedad. La supremacía
del rey en la Iglesia es el corolario lógico de esto. Es notable que
haya dudado acerca de la rasón que hubiera podido tener el pueblo
cristiano para quejarse por estar privado de voz en la elección de
sus funcionarios, y citó para ello la teoría d-i un pacto social, que
es la misma que. Locke más tarde presentó. En efecto esta teoría

1
El espíritu de Hooker se revela en la siguiente noble sentencia: "Habrá
un tiempo en que tres palabras jronunciadas con caridad y bumildad, recibi-
rán una recompensa muebo más bendita que tres mil fomos escritos con una
agudeza desdeñosa de ingenio."
314 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

es uno de los principios cardinales de Hooker. Es un gobierne,


de leyes y no un despotismo, lo que quiere para el Estado y para
la Iglesia. Su concepto de una monarquía limitada, no fué cosa
agradable ni á la teoría ni á la práctica seguida por los Tudor.
Pero se vale ingeniosamente de los principios que sienta para
justificar costumbres tales como la dirección ejercida por cierta
clase de patrones en el nombramiento del clero.
Remontándose á los principios de la controversia puritana en el
reinado de Eduardo, y al advenimiento de Isabel al trono, parece
que los asuntos religiosos asumieron un carácter tal que los hombres
honrados y sabios de entre los protestantes, bien pudieron diferir
acerca de los mismos. La mitad de la nación era católica. El
clero estaba imbuido en ideas tales, que de diez mil clérigos sólo
algunos centenares prefirieron abandonar sus puestos antes que
conformarse al sistema protestante de Eduardo. Una gran parte
de ellos eran muy y un considerable número de los
ignorantes,
mismos prefirieron el sistema católica romano á otro cualquiera.
" ¿ Cómo ha de ser posible," preguntaban los puritanos, " retraer

al pueblo del papismo, si no se ve un cambio muy perceptible en


los modos de celebrar el culto y en la vestidura de los ministros ?"
Si los emblemas distintivos y las insignias del papismo no sufren
casi ninguna alteración, ¿ cómo sacar al pueblo del antiguo sistema
é inducirlo á abandonar por completo la teoría de la mediación
sacerdotal?" Pero la condición de las cosas que impulsó á un
partido á inferir esta conclusión, produjo el efecto contrario en el
juicio de sus opositores. El protestantismo puede fracasar por
completo, argüyeron, si se separa demasiado pronto de las costum-
bres tradicionales á que muestra adhesión una gran parte del
pueblo. Es mejor conservar todo aquello que de alguna manera
sea compatible con los principios esenciales del protestantismo, y
apartar al pueblo poco á poco de sus antiguas supersticiones por
medio de procedimientos más conciliadores. Consérvense las vesti-
duras y las ceremonias, pero instruyase cuidadosamente al pueblo
acerca de su verdadera significación. De esta manera se conser-
vará la verdadera doctrina y además de eso la vida religiosa de
;

la nación no perderá enteramente su continuidad y conexión con el


pasado. El tratado de Lord Bacon sobre la " Pacificación de la
Iglesia," escrito en el reinado del sucesor de Isabel, es una revista
hecha con moderación y calma de la controversia puritana, en la
que ambos partidos reciben casi igual censura. Se queja de loe
puritanos, entre otra3 cosas, por insistir éstos <?n que hay una sola
"

LA REFORMACIÓN EN INGLATERRA Y ESCOCIA. 315

forma prescrita de disciplina para todas las iglesias de todos los


tiempos. Sostiene que hay "reglas generales de gobierno; pero
en cuanto á los ritos, ceremonias y jerarquías, formas de gobierno
y disciplina de las iglesias en particular, no se establecen preceptos
determinados." Se queja de la " afectación é imitación parcial
que hacen los puritanos, "de las iglesias extranjeras." Pero
respecto de muchos de los males contra los cuales éstos protestaran,

como la no-residencia, pluralidades, y la ignorancia del clero, está


de acuerdo con ellos. Piensa que la libertad podría haberse con-
cedido en varias cosas que el partido dominante admitía come
indiferentes. No insistiría aquél, por ejemplo, en el uso de un
anillo en el rito matrimonial ;
dejaría á todos en libertad con
respecto al uso del sobrepelliz, y no exigiría, en suma, la suscrición
á los ritos y ceremonias, como lo hacía á los artículos de doctrina.
Por el tiempo en que Bacon escribió, los antagonistas de los puri-
tanos habían comenzado á ver favorablemente una teoría que no
habían sostenido antes, relativaforma episcopal es
á que la

necesaria para la existencia de la Iglesia. Tanto los episcopales


como los presbiterianos lucharon de igual manera para patentizar
1
la legalidad exclusiva de sus respectivos sistemas.
La controversia suscitada entre los miembros de la Iglesia
establecida y los puritanos, no
ha concluido todavía, pero sea
cual fuere la diferencia que exista entre las opiniones formadas
acerca de la Reformación inglesa y el mérito de sus principales
actores, todos debemos regocijarnos en la actualidad de que
sobre Inglaterra no se desató ninguna tempestad de iconoclasmo.
Todo aquel que mira á esas " elevadas colinas y llanuras espaciosas
esparcidas de una á otra playa, y ostentando elevados campana-
rios," puede participar de la admiración que ha causado á un
brillante escritor francés, " ese práctico sentido común que ha
efectuado revoluciones sin cometer destrozos que á la vez que ha ;

introducido reformas en todos sentidos, no ha destruido nada que ;

ha conservado tanto sus árboles como su constitución que ha ;

cortado las ramas muertas, sin destruir el tronco, y que en nuestros


días hace de Inglaterra la única nación entre todas que goza no
Bolo del presente, sino también del pasado."
La historia de la Reformación escocesa está íntimamente enla-
zada con la del reinado de Isabel. La seguridad de ésta dependía

Bacon dijo " Por mi parte confieso que en mi meditación sobre las Escri
1
:

turas,jamás he encontrado ninguna cosa semejante; sino que Dios ha con


cedido ai gobierno eclesiástico la misma libertad que al civil.
'
316 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

de la división entre sus enemigos, y de las envidias mutuas de las


potencias católicas. Evitar que las mismas hiciesen causa común
contra ella, fué un elemento principal de su política. Era también
cosa esencial que ninguna de dichas potencias adquiriese fuerza
y
libertad de acción suficientes para poner en riesgo la seguridad de
ella. Escocia, antigua enemiga de Inglaterra, y aliada antigua
de Francia, era el punto desde el cual, según ella temía y sus
enemigos esperaban, podría emprenderse el asalto más peligroso
contra ella y contra el protestantismo inglés. El peligro tomó
grandes creces por la posición que asumió María, reina de Escocia,
con relación á los gobiernos católicos, y por los proyectos y aspira-
ciones á que daban lugar sus pretensiones al trono inglés.
En Escocia, el espíritu del feudalismo no se había abatido como
en Inglaterra ; el sentimiento tribal de los miembros de la misma
parentela era fuerte, y los nobles no consentían en tener para el
soberano nada de esa deferencia que se manifestaba en el país
vecino y en Francia. El rey escocés no tenía ningún ejército
permanente, ni aun una guardia personal, siéndole necesario así
para su seguridad como para poder disponer de fuerzas en la
gueira, contar con la milicia feudal del país que iba á la campaña
acaudillada por sus propios señores. La rudeza natural de la
aristocracia de Escocia, salvo algunas excepciones, apenas se
suavizó por sus relaciones con la culta nobleza de la Francia.
Sus vestidos, en efecto, eran los que se usaban en el campamento
ó en el establo ; sus personas eran desaseadas ; sus modales, rudos
é irrespetuosos, pues no moderaban el acre tono de sus controver-
sias, ni las feroces emprendían, ni aun en la
luchas que entre sí

presencia misma nunca había conseguido la superiori-


del rey, que
dad serena é indisputable que los soberanos de Francia habían
adquirido desde el tiempo de Francisco I. Con excepción de uno
ó dos castillos construidos al estilo francés, las familias de más alta
categoría vivían oprimidas en estrechas torres cuadradas, en las
cuales se había aprovechado todo el espacio para dar fuerza al
edificio, sin dejar así nada para la comodidad ni la belleza. " Las

residencias reales, con excepción del nuevo palacio de Hclyrood,


no eran mucho mejor. El pueblo bajo, pobre pero soberbio,
obstinado y bullicioso en sus modales, no podía como en Francia,
ser alejado de la realeza. En el reinado de.Jacobo V, y por regla
general durante la regencia de su esposa, el clero y el soberano se
aliaron animados del deseo común de poner freno al poder de la
nobleza. El clero sacaba provecho de los secuestros y castigos
LA REFORMACIÓN EN INGLATERRA Y ESCOCIA. 317

infligidos en la aristocracia. Esta fué una de las razones que


tuvieron los nobles para inclinarse á favor del protestantismo. La
gente mejor de la clase media había fijado su vista en las extensas
tierras que poseían los individuos del clero, sus rivales. La tenden-
cia protestante fué reprimida en parte, sin embargo, por el senti-

miento hereditario de abierta hostilidad contra Inglaterra y el

predominio de la influencia inglesa.


Tal vez no había país alguno donde la Iglesia necesitara más
una reformación que en Escocia. El clero por lo general carecía
de instrucción. En el siglo XV habían
sido fundadas tres univer-
sidades en Escocia, á saber, San Andrés, Glasgow y Aberden pero ;

según parece, se consiguió en ellas muy poco en el sentido de


elevar el carácter del clero: su establecimiento en cambio fué
muy á tiempo para servir eficazmente la causa de la Reforma.
En Escocia la Reformación no fué precedida, sino seguida por el
renacimiento literario. No sólo se había abolido prácticamente
la ley del celibato, sino que el gremio sacerdotal estaba excesiva-
mente relajado. La mitad de las propiedades del reino se hallaban
en sus manos. La codicia de los seglares y una marcada y justa
indignación motivada por la disolución del cuerpo clerical, fueron
las fuerzas que dieron origen á la Reformación. Es de mencio-
narse también que se hicieron esfuerzos dignos de elogio aunque
infructuosos por la Iglesia antigua, para poner coto á los abusos
más flagrantes. Después que el espíritu protestante empezó á
manifestarse, cuando el clero respondió á las censuras dirigidas
contra él, con una persecución cruel, la indignación popular
adquirió una doble intensidad. Encontramos en toda Reforma
la
escocesa, un tono de hostilidad sin tregua al sistema papal; un
espíritu idéntico al de los profetas del Antiguo Testamento, en
oposición al formalismo y la idolatría de la Iglesia judía.
Hubo mártires en la causa de la Reforma en el reinado de
Jacobo V, siendo el más célebre Patricio Hamilton que había sido
estudi:i".te en Marburgo, y cuya muerte causó la más profunda

impresión. Durante la regencia de la viuda de Jacobo, después


del asesinato del Cardenal Beatón, instigador principal de la perse-
cución, hubo por largo tiempo menos crueldad en el trato qi .e se
daba á los herejes. El conde de Arran, Señor Protector, favo'
reció al principio el partido protestante. Durante el reinado de
María de Inglaterra, lá hostilidad de Francia á Felipe de España
y á su esposa la reina inglesa, influyó en que diera mejor acogida
á los prófugos protestantes que se habían escapado de Inglaterra
318 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

á Escocia. La Amboise no se había verificado


conspiración de
todavía, ni los Guisa, hermanos de la regente, habían entrado en
su grande cruzada contra los hugonotes y la casa de Borbon. Pero
María de Inglatera murió en Noviembre de 1558, y fué sucedida
por Isabel. Los sucesos iban avanzando rápidamente bacia una
guerra religiosa en Francia, habiéndose formado la conspiración de
Amboise en 1560. A instigación de sus hermanos, según se
Bupuso, cambió la regente su modo de obrar, y adoptó medidas
represivas. En 1559 Juan Knox regresó del continente á Escocia,
y la crisis de la Keforma escocesa siguió poco después.
Apenas se sabe algo de los padres de Knox. En la universidad
de Glasgow, fué contemporáneo del célebre erudito é historiador
Jorge Buchanan, y contó entre sus maestros á Juan Mair ó Major
que había estado en la universidad de París, y había traído con
él la teoría galicana acerca del gobierno eclesiástico, juntamente

con opiniones radicales relativas al derecho de rebelarse y á que


la autoridad del rey se deriva del consentimiento popular. Major
había recibido también la opinión de los antiguos de que el tirani-
cidio es una virtud. No era hombre de capacidad sin embargo, ;

puede haber contribuido en algo al desarrollo de opiniones pareci-


das en Knox. Este leyó diligentemente las obras de Agustín y
Jerónimo, y de corazón abrazó la fe reformada. Beatón fué asesi-
nado en 1546 por algunos conspiradores, varios de los cuales fueron
movidos á ello por resentimientos personales, y otros por el deseo
de librar al país de sus crueldades. Knox mismo manifestaba dar
un consentimiento á ese suceso, en tanto que, según él, fué provi-
dencial ó dispuesto por Dios y no le inspiró grande repugnancia
;

ni aun como acto de los hombres. Los enemigos de Beatón se


refugiaron en el castillo de San Andrés. Knox se unió á ellos,
con algunos discípulos particulares á quienes daba instrucción.
Allí fué llamado á predicar, y de mala gana obedeció el mandato

imperativo de sus hermanos. Pero el castillo fué tomado por los


franceses, y él fué llevado cautivo á Francia donde tuvo que sufrir
mal tratamiento. Después de recobrar su libertad se empleó acti-
vamente en la predicación, principalmente en el Norte de Ingla-
terra, y produjo un grande efecto debido á su honradez, gravedad

y elocuencia ruda. No estando del todo satisfecho con el sistema


eclesiástico establecido por Cranmer, rehusó un obispado en la
Iglesia de Inglaterra. Durante el reinado de María, estuvo por
algún tiempo en Frankfort, y allí se hizo cabeza de la Iglesia de
los desterrados, la cual se oponía al uso del libro inglés de oracion-s
":

LA REFORMACIÓN EN INGLATRERA Y ESCOCIA. 319

comunes, si no se hacían en él ciertos cambios que ellos exigían.

La mayor parte de este período lo pasó en Ginebra, en la sociedad


de Calvino y los demás predicadores de ese lugar, y en trabajos

activos como pastor de una iglesia compuesta de residentes ingleses


y escoceses. En Ginebra publicó su malhadada obra titulada
"El primer Son de la Trompeta contra el monstruoso Régimen
de las Mujeres," obra según explicó más tarde á María de Escocia
y á Isabel, dirigida especialmente contra la " sanguinaria Jezabel
que entonces reinaba en Inglaterra, pero que negaba á la mujer
el derecho de gobernar las naciones, como proposición general de

la ética. Á pesar de las dificultades que esa doctrina le acarreó


más tarde, fué bastante varonil para rehusar retractarse. Siendo
por naturaleza más inculto aun que Lutero, su modo de disculparse
no le concilio la buena voluntad de Isabel.
En reinado de María de Inglaterra, y mientras duró la guerra
el

entre Francia y España, los desterrados escoceses podían volver


á su país. Knox volvió en 1555, y en el año siguiente los lores
escoceses protestantes se unieron haciendo
solemne pacto de el

defender su religión contra la persecución. El gobierno empezó


de nuevo á dictar medidas represivas, y Knox que había celebrado
reuniones en varios lugares con grande efecto, tuvo que partir otra
vez. Los " Señores de la Congregación " escocesa, se resolvieron
en seguida á poner término á la persecución de cualquier modo que
fuese. La desconfianza que se había despertado acerca de los
designios de Francia contra Escocia, aumentada por el casamiento
de María con el delfín, sirvió para formar un partido poderoso
contra la regente. Los lores y los predicadores protestantes se
opusieron á la reina y al clero católico. Knox regresó y clamó
desde el pulpito contra la idolatría del culto romano. En Perth,
un sermón en que impugnaba el culto de las imágenes, fué seguido
de un alboroto promovido por la que Knox llamó " la picara
multitud," que dió por resultado la destrucción de ellas y la
demolición de los monasterios. Lo mismo pasó en otras partes;
y este iconoclasmo es uno de los rasgos característicos de la Re-
forma escocesa. En la lucha armada que siguió, la regente ad-
quirió tales ventajas, que Isabel se vió compelida á auxiliar abier-
tamente al partido protestante, para evitar que Escocia cayese
en manos de los franceses. ' Su posición era bastante difícil.
Detestaba á Knox y sus principios. Aborrecía especialmente
la teoría política que los protestantes escoceses profesaban y
pusieron en práctica, relativa á que los súbditos pueden tomar laa
320 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

armas contra su soberano. Sin embargo, la situación política era


tal, que Isabel viéndose obligada á escoger de entre dos males el

menor, tuvo que auxiliarlos. Lo había hecho ya antes en secreto,


pero al fin el peligro era tan inminente, que no pudo menos que
obrar de un modo abiertoy enviar sus tropas al auxilio de los
lores. Aun el rey de España, campeón del catolicismo, estaba tan
disgustado de ver á los franceses dueños de Escocia, que se regocijó
con el buen éxito de la intervención de Isabel. El tratado de
Edimburgo, según el cual los franceses debían salir de Leith y del
país, limitó esencialmente las prerogativas del sobeiano escocés;
la guerra y la paz no podrían hacerse, según dicno tratado, sin
el consentimiento de los Estados. La reina regente murió el 10
de Junio de 1560. Los Estados fueron convocadas en Agosto. La
confesión de fe calvinista fué aprobada, la religión católica romana
abolida, y la administración de la misa ó la asistencia á ella, fué
prohibida, imponiéndose la pena de muerte á los que por tercera
vez infringieran esta disposición. La mañana del 25 de Agosto
de 1560, la jerarquía romanista conservaba la supremacía la ;

noche del mismo día, el protestantismo calvinista fué establecido


en su lugar. Pero la estabilidad y eficacia de los Actos del Parla-
mento, " dependían de sucesos que estaban aun por venir."
Knox y compañeros, descubrieron luego una
los ministros sus

diferencia entre ellosmismos y sus partidarios laicos, en lo relativo


á la adopción del " Primer Libro de Disciplina," cuyas restricciones
no eran de ningún modo aceptables á los señores y lores que habían
recibido de buen agrado las doctrinas calvinistas. Estaba ligada
á este asunto otra cuestión que se originó separadamente, á saber,
la de la disposición que debía darse con respecto á las propiedades
eclesiásticas. Knox y sus compañeros estaban resueltos á consa-
grarlas al uso de la nueva Iglesia, para el sostén de los ministros,
escuelas y universidades. A esta medida se opusieron los lores de
la congregación, entre quienes el deseo de hacerse de los terrenos

y posesiones que bien podían apropiarse una vez caída la antigua


religión, era tan grande como su celo religioso.La nueva Iglesia
tuvo que contentarse con una porción de la propiedad que había
pertenecido ála antigua Iglesia. Knox que tenía mucha habilidad
para penetrar los proyectos políticos de sus adversarios, creyó no
obstante, á sus amigos laicos dotados de más sinceridad y desinterés
de lo que realmente tenían. Esto fué de parte suya una debilidad
que reconocía por causa su propia honradez y sincero celo. Pero
en los asuntos relativos al "Libro de Disciplina" y á la propiedad
LA REFORMACIÓN EN INGLATERRA Y ESCOCIA. 321

eclesiástica, adivinó cuales eran los móviles que los animabau, y


dio libre expresión al enojo que eso le causaba.
Francisco II, joven esposo de la reina María, murió el 5 de
Diciembre de 1560. Por este suceso Catalina de Médicis que
odiaba á María, se hizo del poder, y animada del deseo de gobernar
á los dos partidos contrincantes que dividían la Francia, procuró
mediar entre ellos. Debido á todo esto se libró Escocia del peligro
que la amenazaba á causa de los ambiciosos planes de los Guisa, y
María regresó á su propio reino para asumir la corona. No es
preciso dar crédito á las exageradas elogios que le prodigan los

aduladores tales como Brantome, que la acompañaron en su viaje


á Escocia, pero sí parece un hecho que ella poseía una notable
belleza, modales y atractivos, mucha inteligencia, buena
finos
educación y grande energía. Había crecido enmedio de la
atmósfera de engaño y corrupción que rodeaba entonces la corte
francesa, y en la sociedad, si es que no bajo la influencia de Cata-
lina de Médicis. Brantome mismo, cronista licencioso, y Chatelar,
poeta satírico y mordaz, otro de sus cortesanos que más tarde fué
degollado por haberse escondido debajo de la cama de María, nos
dan en parte una idea del carácter de la sociedad en que ella vivía.
La dejó para ir á gobernar un reino en que se había hecho ley
la forma más estricta del calvinismo. Ningún contraste, pues,
podría ser más marcado, que el que había entre la joven rein?
recién llegado de las diversiones de su " querida Francia," donde
recibía homenaje de los cortesanos que se atrepellaban á su
el

rededor, y la humildad y austeridad de su nueva residencia.


Brantome refiere que ella lloró largas horas durante el viaje,
y cuando vió los caballos que se le enviaron para trasportarla de
Leith á Holyrood, otra vez derramó lágrimas. La situación era
tal, que cualquiera oposición activa á la religión recién establecida,
habría sido inútil y desastrosa para ella misma. Los Guisa estaban
entregados por completo á la lucha civil de Francia, y no podían
deshacer la obra efectuada por los protestantes en Escocia. Cual-
quiera esperanza que María pudiera haber abrigado de suceder
ó suplantar á Isabel, habría sido destruida por la manifestación
prematura de parte suya de una política anti-protestante. María
se contentócon que se celebrara misa en su propia capilla y en los
demás lugares donde residía. La principal dirección de los negocios
fuédada á su medio hermano el earl ó conde de Murray, caudillo
de y aun so le unió María para destruir al
los nobles protestantes,

conde de Huntley, el más rico y poderoso de los lores católicos,


21
322 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

quien, sin embargo, no se había mostrado amigo constante y desin-


teresado de la antigua religión. Los admiradores apulogistaa y
entusiastas de María, sostienen que ella favoreció con sinceridad
la tolerancia, y hasta quieren hacer de ella una especie de apóstol
de la libertad religiosa ;
pero se obraría con la mayor parcialidad
al suponer que ella no se habría alegrado con el restablecimiento
de la antigua religión si hubiera sido posible, aun empleando la
fuerza para conseguirlo. La reina es digna de elogio en cuanto
á que nunca abandonó su religión movida por el interés, permane-
ciendo siempre fiel á ella, con la única excepción de que por un
corto tiempo se dejó dominar por su pasión á Bothwell. Sir
Jacobo Melville, fiel amigo de la reina, dice que antes de partir
de Francia, se le aconsejó que se " adaptase á las circunstancias,
comportándose con discreción y dulzura hacia sus subditos, y hasta
confiando más en los de la religión reformada." Las cartas que
ella dirigió en 1563 al papa Pió IV y á su tío el cardenal de
Lorena, afirman francamente su deseo de restituir á la religión
antigua su predominio anterior. Siempre rehusó su asentimiento
á los estatutos del parlamento que efectuaron el cambio en la
religión del país, dando así origen á una cuestión que no se resol-
vió, á saoer, la de si dichos estatutos podrían ser validos sin la
aprobación del soberano. Murray al dirigir el gobierno se propuso
por mira refrenar á ambos partidos religiosos y sostener el estable-
cimiento del protestantismo, pero á la vez proteger á María en la
práctica personal de la religión que ella profesaba.
Knox se opuso resueltamente á la práctica de la reina de hacer
celebrar misa en su capilla privada, y al designio que en su con-
cepto tenía de restablecer el sistema papal.Su "Historia de la
Reformación en Escocia," obra extraña y original, da la historia
tanto de su propia carrera, como del origen y progreso de aquel
gran conflicto en que la reina dotada de grande capacidad para
hechizar é influir, estaba en un lado, y él en el otro. Cuando se

hicieron los preparativos para celebrar la primera misa, el 24 de


Agosto de 1561, "el corazón de todos los piadosos," dice, "empezó
á llenarse de intrepidez, y la gente rompió el silencio preguntándose
abiertamente: '¿Se permitirá que él ídolo se coloque de nuevo en
este reino? No se permitirá.' " Se propuso en esa virtud que " el

sacerdote idolátrico fuese ejecutado según la ley de Dios." Pero


Murray guardó la puerta de la capilla, " no dejando entrar a nadie
que pudiera molestar al sacerdote." La excusa que dió Murray
fué que " no dejaría á ningún escocés entrar á la misa." Después
"

LA REFORMACIÓN EN INGLATERRA Y ESCOCIA. 323

de un poco de tiempo, respetando los lores protestantes la declara-

ción de la reina de que su consciencia la compelía á adherirse al


rito que ellos juzgaban nocivo, estuvieron dispuestos á permitirle
que lo hiciera. Fueron encantados por la hechicera, en concepto
de Knox, quien clamó desde el pulpito contra la idolatría, decla-
rando que uua misa "era para él más terrible, que si diez mil
enemigos armados hubieran desembarcados en alguna parte del
reino, con el propósito de destruir la santa religión." La reina se
resolvió á probar el efecto de una entrevista personal y de su
habilidad eu argüir, apersonándose con Knox, tenido como el más
intransigente y poderoso de los adeptos de la nueva fe. Nadie
estuvo presente á esa entrevista lo bastante cerca para oir lo que
en ella se trató, con excepción de Murray. Fué ésta la primera
de las memorables conferencias ó debates entre Knox y la reina.
Sigamos con la narración de aquél. " La reina," dice, " le acusó
de que había excitado á una parte de sus súbditos contra su madre
la reina regente y contra ella que había escrito un libro contra
;

su legítima autoridad, (se refería al tratado contra el Régimen de


las Mujeres,) impugnando al cual ella había hecho y haría que los
más eruditos escribieran ;
que él había sido la causa de muchas
sediciones y matanzas en Inglaterra :
y que se le había asegurado
que él lo hacía todo valiéndose de la nigromancia. A esto el
expresado Juan respondió :
'
Señora, plegué á vuestra majestad
escuchar con paciencia mis sencillas respuestas : Si enseñar la
verdad de Dios con sinceridad censurar la idolatría y querer
; si

que un pueblo adore á Dios según su Palabra, es alborotar á los


súbditos contra sus príncipes, en tal caso no puedo ser excusado,
porque ha placido á Dios en su misericordia, hacerme uno entre
muchos para descubrir á este reino la vanidad de la religión
papista y el engaño, orgullo y tiranía de ese anti-cristo romano.'
Una vez habiendo hecho esta declaración perspicaz para fijar su
posición, continuó diciendo que el verdadero conocimiento de Dios
promueve "
la obediencia á los gobernantes, y que los que confiesen
á Cristo Jesús," le habían prestado á María una obediencia igual
á la que los obispos habían prestado antes á los antecesores de ella.
En cuanto á su libro, estaba dispuesto á retractarse siempre que
fuera posible que victoriosamente lo refutaran ;
pero que se sentía
capaz de sostener sus doctrinas contra diez cualesquiera que tratasen
de impugnarlas. Knox tenía una confianza ilimitada en la justicia
de su causa, y en su propia energía para defenderla. " ¿ Pensáis,"
dijo María, "que yo no tengo ninguna legítima autoridad?" A
324 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.
"
esta pregunta directa, contestó con una referencia á la " República
de Platón, en la que el filósofo " condenó muchas cosas que en
aquel entonces eran observadas en el mundo ;" sin embargo, esto
no impidió que " viviese tranquilo bajo los sistemas de gobierno
existentes en su tiempo." "He expresado," dijo, " mi juicio ante
el mundo ; si no encuentra ningún inconveniente en ser
el reino

gobernado por una mujer, lo que él aprueba, yo no haré más por


anularlo, salvo dentro de mi corazón, sino que viviré tan contento
bajo el gobierno de vuestra Gracia, como Pablo vivió bajo el de
Nerón. Y creo que mientras vos no os manchéis vuestras manos
con la sangre de los santos de Dios, ni yo ni aquel libro haremos
mal ninguno ni á vuestra persona ni á vuestra autoridad ;
porque,
de hecho, Señora, mi libro fué escrito más especialmente contra
aquella malvada Jezabel de Inglaterra." Pero dijo la reina, "vos
habláis de las mujeres en general." A esto Knox respondió que
no podían hacerle cargo de haber causado ningún conflicto, puesto
que su predicación en Inglaterra y otras partes había promovido
la tranquilidad. En cuanto al cargo que se le hacía de nigroman-
cia, podía soportarlo en vista de que su divino Maestro fué acusado

de hallarse " posesionado de Beelzebub." Dejando el libro ofensivo


de Knox, María le recordó que Dios manda á los súbditos que
obedezcan á sus príncipes, y le preguntó como podía reconciliar
su conducta con aquel precepto, cuando estaba persuadiendo al
pueblo " á recibir una religión distinta de la que le permitían sus
príncipes." Knox respondió que los súbditos no están " obligados
á conformar su religión al capricho de sus príncipes," y apeló al
ejemplo delos israelitos en Egipto, y al de Daniel acerca del cual

habló largamente. "Sí," dijo ella, "pero ninguno de ellos hizo

uso de la espada contra sus príncipes." Knox replicó que, sin


embargo, rehusaron obedecer sus mandatos. María no permitió
que la distrajesen de su punto, y contestó: "Sin embargo, no
resistieron con la espada." " Dios, Señora," dijo él, " no les había

dado ni la posibilidad ni los medios de hacerlo." " Oréis," dijo


¿

ella, "que si los súbditos tienen la posibilidad de resistir á sus


príncipes, les es permitido hacerlo ?" " Si sus príncipes traspasan

eus límites," dijo él, "Señora, y hacen aquello en que no deben


ser obedecidos, sin duda puede resistírseles aun con la fuerza,"

y comparó esta resistencia á las restricciones impuestas por los hijos


á un padre demente. " Con estas palabras la reina se quedó como
admirada por más de un cuarto de hora, y su semblante se alteró
de tal manera, que el señor Jacobo no pudo menos de preguntarle:
:

LA REFORMACIÓN EN INGLATERRA Y ESCOCIA. 325

¿'Qué os ha ofendido, Señora?' Al fin ella dijo: 'Bien, entonces


percibo que mis subditos os han de obedecer á vos en vez de obede-
cerme á mí y harán lo que les agrade en vez de hacer lo que yo
;

mando y yo debo estar sujeta á ellos, y no ellos á mi.' " Knox


;
así

disintió de esta conclusión. " Mi trabajo es conseguir que tanto

príncipes como subditos obedezcan á Dios." Los reyes y las


reinas debían ser compadres y nodrizas de la Iglesia. Excitada
con el debate, María fué más allá tal vez, de lo que se había
propuesto y dijo " pero vosotros no sois la Iglesia que yo pro-
:

tegeré. Yo defenderé la Iglesia de Roma, porque ella es, según


creo, la verdadera Iglesia de Dios." Knox, replicó :
" Vuestra

voluntad, Señora, no es ningún argumento, ni puede vuestra


opinión hacer de la ramera de Roma la verdadera é inmaculada
esposa de Jesu-Cristo. Ni os admiréis, Señora, de que llame á
Roma una ramera; porque esa Iglesia está del. todo corrompida
con toda especie de fornicación espiritual tanto en doctrina como
en costumbres." Ofreció probar que "la Iglesia de los judíos"
cuando crucificó á Jesús, no se había apartado tanto de la verda-
dera religión, como lo ha hecho la de Roma." " Mi conciencia no
lo juzga así," dijo María. "La conciencia," respondió él, "debe
y agregó que ella carecía de buena instrucción. En-
instruirse,"
trando en detalles, dijo que la misa era "una invención humana
y por tanto abominable á Dios." A
estas razones María replicó
"Si estuviesen aquí aquellos á quienes he escuchado, os contesta-
rían." Knox expresó el deseo de que el más erudito papista de
la Europa " estuviera presente á fin de que ella conociese la vanidad
de la religión papal, y cuan poco apoyo encuentra ésta en la Palabra
de Dios." Knox se retiró expresando el deseo de que ella fuese
una benedición para Escocia, tan grande como lo era " Deborah
para el pueblo de Israel." Hace notar que " ella había continuado
haciendo celebrar misa y desdeñando toda exhortación." Cuando
sus amigos le preguntaron con ese motivo que pensaba de María,
respondió : " Si no hay en ella un espíritu orgulloso, un ingenio
astuto y un corazón endurecido contra Dios y la verdad, mi juicio
de nada sirve." A Knox según se presenta en esas entrevistas,
puede considerársele como la encarnación del espíritu democrático
del calvinismo.
En otra ocasión fué llamado á la presencia de la reina, á conse-
cuencia de haber predicado contra las danzas que se bailaban en
Holyrood. Knox dijo que en presencia de su consejo ella estaba
seria, pero " que con sólo entrar en la casa los fillocks, (violinistas
"

326 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

franceses,)y otros de esa banda, podrían verse piruetas no muy


decentes en mujeres honestas." Debe decirse que las danzas
entonces en boga, no se considerarían actualmente como muy
decentes, ni aun por los críticos más despreocupados. " Fué
llamado Knox y acusado también de haber hablado sin la debida
deferencia de la reina, y trabajado por concitarle el odio y menos-
precio del pueblo." "La reina," dijo, "le dirigió una larga
arenga," á la que él replicó repitiendo exactamente lo que había
dicho en el púlpito. Durante la conversación expresó con fran-
queza su opinión relativa á los tíos de ella, á quienes designó como
" enemigos de Dios y de su Hijo Jesu-Cristo," y rehusó acceder á
la petición de la reina que le rogó criticase su conducta delante de
ella misma, diciendo que no podía atender á los individuos, sino
que su misión era " censurar los pecados y vicios de todos " en sus
sermones, y la invitó á que fuese á escucharle. Era demasiado
astuto para consentir en quedarse callado en público, en cambio
del privilegio de hablar con ella en lo privado. María mostró
mucho desagrado pero " el dicho Juan se fué con un semblante
;

medianamente alegre, y entonces algunos papistas ofendidos dijeron,



no tiene miedo,' y escuchándolo él respondió ¿ Porqué ha de : '

causarme miedo la cara placentera de una dama ? He mirado la


de muchos hombres enojados, y sin embargo, no por eso me he
sentido aterrorizado.'
La misa y la confesión auricular no cayeron en completo desuso,
practicándose especialmente en occidentales que se
los distritos

hallan al sur del río Clyde. Los hermanos," dijo Knox, " resol-
"

vieron obrar con sus propias manos " y, sin esperar más que lo
hicieran el rey y el consejo, " ejecutar el juicio pronunciado por
Dios contra los idólatras que quebrantan la ley divina, sirviéndose

para ello de los medios que se hallaran á su alcance, en donde-


quiera que pudieran aprehender á los trasgresores." Ya habían
empezado los hermanos á ejecutar la ley ellos mismos, cuando la
reina que estaba en Lochleven, mandó citar á Knox. El defendió
el proceder del pueblo, deciendo que cuando los reyes faltan á su
deber dejando de hacer cumplir las leyes, puede el pueblo hacer
sus veces y hasta restringir á los reyes, en caso de que éstos prote-
jan á los malos y opriman á los inocentes. "
Los casos," agregó,
" que ejemplifican esta regla, son evidentes, á saber, el de Samuel
que no temió matar á Agag, rey gordo y delicado de los amalecitas,
á quien el rey Saúl había perdonado, y el de Elias que no obstante

hallarse en la presencia del rey Acháb, mató á los falsos profetas


LA REFORMACIÓN EN INGLATERRA Y ESCOCIA. 327

de Jezabel y á los sacerdotes de Baal. Fineas no era magistrado,


y sin embargo, no titubeó en herir á Cozbi y Zimri." Entonces
especificó en el lenguaje más claro, el pecado de que la reina y su
partido eran culpables, y dijo á María que ella debía cumplir su
parte " del contrato mutuo," si quería que sus subditos la obede-
ciesen. " El dicho Juan " se fué, y le causó grande sorpresa el
que se le citara el día siguiente muy de mañana para otra entrevista.
Encontró á la reina " en la cetrería, cerca de West Kincross, donde
le recibió con aparente olvido de su ira de la víspera, cambio que
ai aun los más perspicaces podían saber si era debido al sueño que

había disfrutado en la noche, ó á un profundo disimulo." Ella


le habló con una familiaridad confidencial, rogándole que le
ayudase á efectuar la reconciliación del conde de Argyle con su
esposa : y antes de despedirle, de la noche
se refirió á la entrevista
anterior, prometiendo ceder á sus demandas " administrando jus-
ticia." Muchos individuos fueron prendidos en aparente cumpli-
miento de esa promesa; pero casi al mismo tiempo (1563) comen-
zaron á manifestarse síntomas de una reacción romanista. La
influencia de la reina empezó á hacerse sentir, y Knox no ignoraba
que ella estrechaba sus relaciones con Francia, España y la corte
papal, porque él tenía también corresponsales en el continente.

Desde esa fecha Knox y la reina entraron en una lucha mortal,


y cuando se supo que ella tenía la intención de casarse con el
archiduque de Austria, ó con Don Carlos, hijo de Felipe II,
mirando Knox á los nobles protestantes tibios é indiferentes sobre
el asunto, no vaciló en combatir desde el púlpito el proyecto,

prediciendo las funestas consecuencias que resultarían si los nobles


le permitieran á María llevarlo á cabo. Exasperada ella á causa
de esta nueva intervención, le citó á su presencia, y con llanto
apasionado le reprochó su entrometimiento impertinente en los
negocios ágenos. Knox conservó una frialdad imperturbable,
aunque declaró que no le causaba ningún placer verla llorar,
puesto que no podía ver sin pena las lágrimas de sus propios hijos
cuando tenía que castigarlos. Despedido de la presencia de la
reina, fué detenido por algún tiempo en una pieza contigua donde
"alegremente" pronunció una rara homilia á las damas de la
corte, acerca de su brillante vestido y de los estragos que la muerte
haría en sus carnes y sus adornos discurso que en su tono se ha
;

comparado propiamente con el del sepulterero en el " Hamlet " de


Shakespeare.
En el verano de 1563, durante una ^usencia de la reina, sus
328 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

cortesanos que se quedaron en Edimburgo, intentaron hacer cele-


brar misa en la capilla de Holyrood. Asistió con ellos un número
considerable de ciudadanos, pero "algunos hermanos gravemente
ofendidos por ese acto, consultaron acerca del mejor modo de
reparar semejante enormidad," y se trasladaron á ese lugar con el
fin de apuntar los nombres de los que tomasen parte en el rito pro-

hibido. Según parece, se desherrajó la puerta de la capilla, infun-


diendo eu el sacerdote y las damas francesas tal terror, que los gritos

que lanzaron fueron tan agudos que se oyeron hasta en la ciudad.


Dos de los agresores fueron procesados " por llevar pistolas dentro
de la ciudad ;
por incitar á una reunión popular en el palacio, y

por atacar á los servidores de la reina." Knox que había sido


facultado para convocar á los fieles en caso de urgente necesidad,
expidió una circular convocándoles á Edimburgo para el día en
que se verificara el juicio de sus amigos. La reina se imaginó que
al fin había cogido á Knox en una abierta violación de la ley.
Había sido citado para presentarse ante ella y el consejo privado
al cual fueron agregados un número considerable de funcionarios
del gobierno y de nobles. Knox hace una descripción casi gráfica

de esa escena y de la conversación que hubo, y agrega que "el


rumor que se extendió entre el pueblo de que Juan Knox había
sido citado por la reina, hizo que tantos hermanos de la Iglesia le
siguieran, que llenaron el patio interior del palacio y todas las
escaleras, llegando aun hasta la puerta de la cámara donde se
hallaban la reina y el consejo." Esa reunión de los defensores del
reformador, fué razón suficiente para que el consejo se abstuviese
de molestarlo; pero aunque no hubiera habido ningún peligro
inmediato en hacerle violencia, los lores protestantes, inclusive el
sutil Lethington, hombre destituido de principios fijos, aunque se

le acusase tal vez de fanatismo, no querían hostilizarle. Knox


aun después de habérsele notificado que estaba en libertad para
salir, no lo hizo sin volverse hacia la reina para rogar á Dios que
" purgara el corazón de ella del papismo y la salvara de sus adula-

dores." Una prueba de la franqueza invariable de Knox, es que


rompió por largo tiempo sus relaciones con Murray á quien honraba
y amaba, porque tenía que censurarle así como á los demás lores,
el no haber insistido en que el parlamento de 1563, (el primero

convocado después de la llegada de la reina,) ratificase el tratado

de paz hecho el 1560, y el establecimiento de la religión protestante.


Lo más importante que se hizo en esa sesión del parlamento, con-
sistió en asegurar de una manera legal á los nuevos dueños de lea
LA REFORMACIÓN EN INGLATERRA Y ESCOCIA. 329

terrenos eclesiásticos confiscados, la posesión de dichos bienes cuya


apropiación había resultado en tanto provecho de los nobles. Un
corto tiempo después de esa sesión del parlamento, predicó Knox
el famoso sermón á que nos hemos referido acerca del matrimonio
de la reina.
La triste perspectiva que se presentaba á la causa de la Reforma,
hizo que Knox
adoptase una forma de oración pública por la reina
en que suplicaba al Todopoderoso " que la librase de la servidumbre
y dominio de Satanás," y así salvase al reino " de las plagas y la
venganza que siguen inevitablemente á la idolatría," y que también
librara al alma de la reina de " esa eterna condenación que espera
á todos los que permanecen obstinados é impenitentes hasta el fin."
En una asamblea de la Iglesia verificada en el verano de 1564, se
discutió la conveniencia de esta oración. Los lores seglares
Murray, Hamilton, Argyle, Morton, Lethington y otros enta-
blaron un debate con los caudillos clericales no sólo sobre esta
cuestión, sino también acerca del modo con que debían tratar á la
reina. Knox y sus aliados sostuvieron que la misa es un acto
idolátrico cuyo castigo según la ley y los ejemplos conservados en
el Antiguo Testamento, es la muerte. No hubo votación; pero
pronto se hizo evidente á los caudillos seglares, que no podía haber
un partido intermedio, y que no había esperanza alguna de que la

reina abandonase su "idolatría."


Es obvio que Knox y sus discípulos no abogaron por la doctrina
de la tolerancia. Dos cosas, sin embargo, llaman la atención.
Primera, que no había en ese entonces reino alguno donde los
católicos romanos teniendo la fuerza relativa de los calvinistas de
Escocia, hubieran sufrido por un instante á un soberano protestante.
La historia de Enrique IV de Francia, muestra cuán exigente es
el partido católico, aun cuando se oponga una poderosa minoría
le ;

y segunda, que Knox y sus compañeros estaban bien convencidos


de que la reino á pesar de sus buenas disposiciones aparentes, sólo
esperaba una favorable oportunidad para extirparlos y restablecer
el sistema papal, la legalidad de cuya abolición ella negaba. Pero,
aparte de estas consideraciones, los ritos católicos romanos, á vista
de Knox, eran idolátricos, mereciendo su observancia el castigo de
muerte, y debían suprimirse absolutamente, porque de otra manera
los juicios del cielo caerían sobre el país. Atribuía la falta parcial
de las cosechas, á la ira de Dios contra la misa celebrada por la
reina.
Los protestantes se sintieron inseguros, creyendo que se iba
330 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

minando gradualmente su causa. Vigilaban con grande atención


los varios pasos que tenían por objeto el casamiento de la reina, y
bí hubieran tenido más amplios detalles acerca de los esfuerzos
hechos para efectuar el enlace de María con Don Carlos de España,
negocio cuyo fracaso se debió á las maquinaciones de Catalina de
Médicis que envidiaba á la familia Guisa, se habrían llenado de
alarma y de indignación. Las proposiciones hechas por Isabel,
inclusive la del casamiento de María con Leicester, no se llevaron
á cabo, y ni aun podemos afirmar que la reina inglesa haya sido
sincera en hacerlas, porque ni sus consejeros más perspicaces podían
siempre sondear su doblez. Uno de los obstáculos para el buen
éxito de los proyectos matrimoniales de Isabel relativos á María,
consistía en que aquella rehusó siempre garantizar á ésta de un
modo Quería de ese modo
definitivo, la sucesión al trono inglés.
retener en sus propias manos esta salvaguardia para su vida ;
pero
todos los proyectos de esta clase se destruyeron cuando María se
casó con Darnley. Esto se debió al amor que mutuamente se pro-
fesaban. Darnley con quien María se casó, era primo suyo y nieto
de Margarita, hermana de Enrique VIII, y del conde de Angus
con quien Margarita se casó después de la muerte de Jacobo IV su
primer esposo. La apariencia personal de Darnley, su alta estatura
y cuerpo bien formado, y su semblante delicado y hermoso, encan-
taron á María. Darnley era católico. Murray y los protestantes
se opusieron al matrimonio por considerarlo como un paso decisivo
hacia el restablecimiento de la antigua religión. Se quejaron dr
que no se daba cumplimiento con las leyes contra la idolatría
María había elegido un marido sin consultar al parlamento, acto
si no ilegal, sí por lo menos indecoroso y le había proclamado
;

rey de los escoceses, obrando en esto de una manera que se conside-


raba anti-constitucional. La reina se había casado desatendiendo
la protesta de Isabel, é incurrió así en su desagrado. María espe-
raba auxilio del rey de España y de los demás amigos que tenía
en el continente. Los barones descontentos, encabezados por
Murray, tomaron las armas; pero como no recibieron el auxilio
ofrecido por Inglaterra, sus fuerzas fueron dispersadas y ellos
mismos tuvieron que huir al otro lado de la frontera. Esto hizo
temer que Francia y España se aprovecharan de esas circunstan-
cias favorables para atacar el protestantismo. 1 Se creía, aunque
erróneamente, que Catalina de Médicis y su hijo á instigación de
1
María había solicitado del rey de España, qi e él la ayudase contra sus
enemigos.
LA REFORMACIÓN EN INGLATERRA Y ESCOCIA. 331

A.lva, habían firmado en Bayona una liga en este sentido, y que


María también había puesto formalmente su firma á ese pacto.
La situación política se hizo tan peligrosa para Inglaterra y el
protestantismo inglés, que Isabel se vió compelida á declarar falsa-
mente que no tenía nada que ver con Murray y su empresa. Si
en esa crisis Darnley hubiera sido hombre de capacidad, y María
tan cuerda y dueña de sí como viva y aguda, la subsiguiente histo-
ria de Escocia y también de Inglaterra, habría sido muy distinta
de lo que Pero no pasó mucho tiempo sin que se hiciera
fué.

manifiesto el desacuerdo que había entre Darnley y su esposa.


Envanecido aquel por su elevación, ofendió á los nobles con su
insolencia y aire de superioridad. Su embriaguez y otros vicios
groseros, pronto disgustaron á María, y al fin le enajenaron la

voluntad de ésta por completo. María tuvo la imprudencia de


dar á Rizzio, italiano á quien había nombrado secretario suyo,
tantas manifestaciones de su favor, que éste se hizo objeto del odio
cruel de los nobles que le menospreciaron por considerarlo como
advenidizo y ad venturero que había usurpado el lugar que á ellos
les correspondía en los consejos y favor de la reina. Rizzio había
promovido el matrimonio con Darnley, y se le juzgaba como uno
de los apoyos de la facción católica romana. El parlamento estaba
para reunirse, y el "estado espiritual," (citado de una carta de
María,) " tomaba asiento en él como antes, para hacer algo en pro
de la restauración de la religión antigua, y proceder contra los
rebeldes según lo merecieran." Los bienes de Murray y de sus
aliados debían confiscarse. El 9 de Marzo de 1566, Rizzio fué
asesinado cayendo víctima de una asechanzii cuyos autores y ejecu-
tores fueron, de una parte Darnley inducido por su envidia á
Rizzio, y de otra Ruth ven y otros protestantes que no podían
soportar la influencia adquirida por aquél. Darnley estaba
disgustado también por no haber recibido la corona matrimonial.
En un convenio secreto entre Daruley y los lores, se estipuló que
los nobl 'S desterrados serían restaurados, y la religión protestante
sostenida. A Rizzio se le sacó arrastrándole del cuarto donde
la reina estaba cenando, y fué muerto en la pieza contigua. Este
acto brutal expuso á un inminente peligro tanto la vida de la reina
como la de su hijo conocido en la historia con el nombre de Jacobo
VI, y para el nacimiento del cual no faltaban entonces más de
tres meses. La facilidad que tenía la reina de disimular, le sirvió
bien en este caso. Persuadió al débil Darnley á que se le uniera
en su proposito, y el lunes á media noche se escapó de Holyrood,
332 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

(Rizzio fué asesinado el sábado en la noche,) y anduvo á caballo


un camino de cinco horas, llegando al amanecer al castillo fuerte
de Dunbar. Los lores desterrados se habían presentado en Edim-
burgo el domingo siguiente al día del asesinato. La nueva faz
que se le dio al negocio por el movimiento atrevido y feliz de la
reina, obligó á Morton y á otros lores que habían tomado una
parte directa en el asesinato de Rizzio, á refugiarse por algún
tiempo en Inglaterra. Los demás, inclusive Murray, recobraron
su favor. Desde ese tiempo, en lo que sigue de esta trágica histo-
ria, pisamos un terreno acerca de casi cada paso del cual, ha habido
diversas opiniones. En torno de estos asuntos se han reunido las
simpatías opuestas de los partidos religiosos, sin hacer mención de
los sentimientos personales que han despertado sucesos de interés
tan patético, sucesos que han sido elegidos por los grandes poetas
como tema de dramas. Sin embargo, hay algunos hechos
sus
principales que han sido plenamente averiguados y aunque no se
admitan unánimemente en todos sus detalles, no puede argüirse
en su contra de un modo convincente. Uno de estos hechos es el
desvío completo de la reina y Darnley. Este había sido bastante
bajo y traidor para presentarse ante el consejo y afirmar solemne-
mente lo que todo el mundo sabía que era falso, es decir, que él
no había tenido ninguna parte en el asesinato de Rizzio. Incurrió
por esto en el odio vengativo de todos que habían sido sus cóm-
los

plices en la comisión de ese acto. Pero María no trató de ocultar,


antes bien hizo lo posible por manifestarlos públicamente, el odio

y menosprecio que Darnley le inspiraba. Fué también despreciado


y esquivado por todos. El nacimiento de su hijo, más tarde Jacobo
VI de Escocia y I de Inglaterra, verificado en el castillo de Edim-
burgo, el 19 de Junio de 1566, no efectuó ningún cambio en las
relaciones de ambos. La repugnancia que María sentía por
Darnley, fué sabida de todos, y llegó también á noticias de las
cortes extranjeras. Otro hecho, su creciente afecto por Bothwell,
fué también cosa en que todos se fijaron, porque se manifestó por
señales inequívocas. Bothwell era un hombre valiente, aventurero
y resuelto, con cierta urbanidad exterior adquirida en la corte de
Francia, pero sin escrúpulos ni principios. Aunque unido al
partido protestante, había permanecido fiel á la reina regente
madre de María, y también á María. No tuvo parte ninguna en
el asesinato de Rizzio, sino que en esa ocasión él mismo se había

escapado de Holyrood, prestando á la reina auxilio oportuno y


eficaz. Aunque el hecho no se admite todavía por los entusiastas
LA REFORMACIÓN EX INGLATERRA Y ESCOCIA. 333

defensores de María, sin embargo, ha quedado fuera de duda que


el afecto de ésta creció hasta convertirse en una pasión irresistible.

Bothwell tenía una esposa con quien se había casado no hacía


mucho tiempo, y María tenía un esposo. Tales eran los obstáculos
que había para su unión. Fué afirmado después por Argyle y
Huntley, que ellos en unión de Bothwell, Murray y Lethington,
se valieron del desafecto de la reina á su esposo para conseguir el
perdón y regreso de Morton y otros que se hallaban desterrados á
causa de la parte que tomaron en la muerte de Rizzio. Empezaron
por proponerle un divorcio, pero " la única cosa clara es que le
hicieron la promesa de librarla de su insoportable esposo, y eso
sin ningún Se permitió á Morton regresar, pero él
divorcio.''

rehusó tener parte activa en semejante complot sin recibir de


María una autorización por escrito, cosa que no pudo conseguir.'
Murray sostuvo con verdad que nunca celebró ningún convenio
para el asesinato de Darnley pero Lethington, según el aserto de
;

Argyle y de Huntley, había dicho que Murray " lo miraría por


entre sus dedos," es decir, se baria á un lado sin intervenir. No
se puede determinar si Murray conocía el proyecto y estaba dis-
puesto á permitir su ejecución por manos agenas, sin tener él
ninguna parte. La reina, poco antes había dado á Bothwell una
prueba marcada de su afecto, yéndole á visitar cuando estaba
enfermo, poniendo en peligro su propia vida. Darnley se había
enfermado é ido á Glasgow donde le cuidaba su padre el anciano
conde de Lennox. La reina anunció su propósito de visitarle, y
de hecho y después de la visita, Darnley informó de lo que
lo hizo,

pasó á Crawford, caballero al servicio de Lennox, á quien éste


había encargado que observara y le comunicara todo cuanto viera
y oyera. La reina había arreglado con Darnley el que le llevaría
al castillo de Craigmillar, donde recibiría tratamiento medical.
Tanto Crawford como Darnley manifestaron el desagrado con que
veían este plan, en términos que revelaban que abrigaban la

sospecha de que cambio redundaría en perjuicio de éste, y tal


tal

vez sería causa de su muerte. Darnley mostró á María su arrepen-


timiento y deseo ardiente de su mutua reconciliación. Ella recibió
sus indicaciones con un espíritu al parecer amistoso, y le dio lison-
jeras esperanzas. Algunos días después fué trasladado á Edim-

1
Morton en la confesión que hizo antes de ser ejecutado, admitió que Both
well le había rogado que entrase ni el complot; y agregó que no lo reveló i

1» reina por " ser ella la hacedora de él." Melville dice que todos sospechaban
que Bothwell era el asesino de Darnley.
334 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

burgo, pero en vez de ser conducido á Craigmillar ó á Holyrood,


ee le dejó en un lugar cerca de la ciudad llamado el Kirk-of-field
Clglesia del Campo), que era una casa abandonada perteneciente
á Robeito Balfour, un dependiente de Bothwell, donde habían
sido preparadas varias piezas para recibir al rey. La reina durmió
por algunas noches en la pieza que se hallaba debajo de la ocupada
por Darnley pero la noche del domingo, nueve de Febrero de 1567,
;

se separó del lecho de su marido para asistir á las fiestas con que
iba á celebrarse el matrimonio de uno de sus servidores de Holy-
rood. Esa noche la casa fué volada con pólvora que BothwelJ
y sus compañeros habían colocado en la pieza destinada á la reina,
debajo de la de Darnley. El cadáver de éste se halló lejos de la
casa. Se ignora todavía si él fué estrangulado ó muerto de otra
manera antes de la explosión. Los conspiradores tenían llaves
falsas y habían perfeccionado deliberadamente todos sus planes.
Sea que la reinahaya tenido ó no parte en el crimen, su conducta
posterior fué bastante imprudente para justificar las peores sos-
pechas. Bothwell á quien se tenía como el criminal principal, fué
declarado inocente después de un juicio tal que no fué otra cosa que
una burla hecha á la justicia. En vez de ser objeto de la indignación
de la reina, se elevó más en su favor y fué honrado con tantos puestos,
que se hizo el varón más poderoso del reino. El segundo suceso
notable fué el rapto de la reina por Bothwell. Este acuadillando
una pandilla formada por sus dependientes, salió al encuentro de
la reina yendo ésta de camino, y sin que opusiera ninguna resisten-
cia se la llevó por la fuerza al castillo de Stirling. Poco antes en
una cena que dió Bothwell en Edimburgo, quizás á causa del terror
que inspiraba, había persuadido á algunos de los primeros hombres
de Escocia á que firmasen un papel en que se recomendaba á la
reina se casase con él. María en la relación que hizo de lo que
pasó durante su residencia en Stirling, dice que su raptor usó
alguna violencia, pero protestándole á la vez tanto amor, que ella
movida por eso y por la idea que tenía de los grandes servicios que
él le h.abía prestado, no pudo menos que perdonarle ese exceso de
pasión. Sir Jacobo Melville, amigo fiel de la reina que la había
amonestado, á riesgo de su vida, contra su proyectado enlace con
Bothwell, estaba con ella cuando éste le detuvo; y dice secamente
que el capitán Blackader que hizo la captura, le manifestó "que
lo había hecho con el consentimiento de la reina." Spottiswoode
que escribió la historia de María á petición de Jacobo VI, hijo do
ella, dice que " Nadie dudó que el rapto fué hecho con la propia
LA REFORMACIÓN EN INGLATERRA Y ESCOCIA. 336

aprobación y consentimiento de la reina." Bothwell consiguió


divorciarse y luego siguieron las bodas públicas que le unieron
con la reina. Entonces él empezó á gobernar despóticamente, y
María misma llegó pronto á conocer más á fondo su carácter gro-
sero é imperioso y fué una esposa infeliz. En el intervalo, los
barones principales estaban combinando y preparando la manera
de destruir á Bothwell, y entraron en comunicaciones con Isabel
cuyo auxilio solicitaron. En la colina de Carberry se avistaron
las fuerza* de Bothwell y el ejército reunido por los lores, pero se
evitó una batalla por la sumisión de María después de una larga
conferencia, y en conformidad con un arreglo que permitió la huida
de Bothwell. Ella fué conducida á Edimburgo y tratada con
grandes muestras de indignación, especialmente por el pueblo que

en lo general la creía una criminal. De allí fué llevada prisionera


á Lochleven. Los lores declararon que habían interceptado una
carta dirigida por María á Bothwell, en la que ella le manifestaba
que su pasión por él no había disminuido. Sir Jacobo Melville
hablando de una carta dirigida á la reina por el laird (corregidor)
de Grange en ese entonces, dice " Contenía muchas amonestaciones
:

amorosas y humildes que le hicieron llorar amargamente, porque


no podía hacer tan de pronto lo que el trascurso del tiempo pudiera
haber efectuado," es decir, " borrarle (á Bothwell) por completo
de su mente." Esta es una entre muchas pruebas de que, á pesar
de la violencia aparente que Bothwell había ejercido sobre María,
la cadena que la ligó á él fué su propia infatuación.
Lo que ha referido hasta aquí se basa en evidencia indepen-
se
diente de la famosa " cajita de cartas," es decir, de las cartas y
poesías amorosas dirigidas por María á Bothwell, y que, según se
dice, se encontraron en una cajita de plata juntamente con el certi-
ficado de su matrimonio, que Bothwell, después de su huida, en
vano trató de conseguir del castillo de Edimburgo. Si las cartas
contenidas en dicha cajita son auténticas, prueban ellas fuera de
duda que María fué cómplice del asesinato de Darnley, aun antes
de que éste se efectuara. La autenticidad de dichas cartas ha sido
discutida con más ó menos acopio de razones, y ha sido sostenida
por historiadores los más eminentes, tales como Hume, Robertson,
Laing, Burton, Mackintosh, Mignet y Ranke, y también se ha
defendido más recientemente por Froude en su "Historia de
Inglaterra." El más sagaz de los escritores en sentido opuesto,
es el Sr. Hosack. autor de una obra reciente sobre María y sus
acusadores. Ningún crítico de buena fe, puede negar sea cual
336 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

fuere se veredicto final, que las cartas tienen muchas marcas inter-
nas de autenticidad que sería muy difícil que un falsificador inven-
tase, y que el escrutinio á que fueron subjetadas en el Consejo

Privado escocés, en el Parlamento escocés y el Consejo Privado


inglés fué tal, que si ellas eran falsificadas, es difícil explicar por-
qué no se descubrió la impostura. Además de esto, el carácter de
Murray, aun admitiendo que no haya sido la persona inmaculada
que algunas veces se ha descrito, debe haber sido demasiado negro
si es que él sabía que esos documentos que ofreció para probar la

culpabilidad de su hermana, eran falsificados. Pero Murray ha


6Ído encomiado no sólo por sus adeptos, sino también por indi-
viduos tales como Spottiswoode y Melville.1 Eanke que considera
que las cartas son auténticas aunque en algo alteradas al pasar por
varias traducciones, vacila, sin embargo, en afirmar que la reina
conociera el plan fraguado para asesinar á Darnley. Se ha
sugerido otra interpretación acerca de esto, á saber, que María se
había sentido atraída de nuevo á su marido arrepentido siendo
sincera en su reconciliación ;y que Bothwel], notando el peligro
de que su presa se le escapara, apresuró la consumación del crimen.
Ranke observa que la resolución de tal problema pertenece al
poeta que se supone capaz de escrudiñar las profundidades del
corazón humano, esos abismos en que braman las tempestades de
la pasión,y de donde nacen esas acciones que pugnan con la ley
y la moralidad, y sin embargo, tienen hondas raíces en el alma
humana. No parece, sin embargo, posible reconciliar la autentici-
dad de las cartas contenidas en la cajita, hecho afirmado por
Eanke, con otra uposición cualquiera que no sea la de la complici-
dad de María en la conspiración en que Bothwell fué el principal
actor, porque las pruebas son concluyeutes en contra de que ellas
1
hayan sido interpoladas en la parte sustancial.
En Lochleven firmó María dos documentos, el uno abdicando

1
Spottiswoode dice de Murray: " Un hombre verdaderamente bueno y digno
de ponerse en la categoría de los mejores gobernadores que este reino (Escocia)
ha tenido, y por consiguiente hasta hoy en día es honrado con el título del
'•buen regente."
J
No ha podido resolver todavía la cuestión relativa íí la culpabilidad ó
se
inocencia de María. Los mejores historiadores desde ese entonces hasta la
actualidad han abogado por distintas teorías sobre el asunto. De Thou, el gran
historiador francés, concordaba con Ruchanan en creer en la culpabilidad de
María, y Jacobo I no pudo persuadirle á retractar su fallo desfavorable. Los
que se interesan en la controversia pueden examinar las obras á su alcance qu*>
tratan de la historia de dicho reiuado.— B.
LA REFORMACIÓN EN INGLATERRA Y ESCOCIA. 337

el trono, otro nombrando regente á Murray durante la minoría


y el

de Jaeobo. Desde esa fecha, en los ducumentos públicos comienza


el reinado de Jacobo VI. El niño rey fué coronado en Stirling,
el 29 de Julio de 1567.
En Diciembre fué reunido un parlamento que confirmó los Actos
de 1560, que establecieron el protestantismo como la religión del
país y desde esa fecha la nueva Iglesia pudo poner en práctica
;

una disciplina más estricta que la de antes. Un efecto de ese


cambio fué la institución de la censura eclesiástica á la que tenían
que sujetarse todas las publicaciones. y En la constitución
gobierno de la Iglesia escocesa, ocupa un
el presbiterato laico
"
prominente lugar. En el "
Segundo Libro de Disciplina
1578,
contenía ya una. completa jerarquía presbiteriana, comenzando
desde el consistorio parroquial y pasando por los presbiterios y
sínodos provinciales, hasta la Asamblea General que era el tribunal
supremo. El puesto de superintendente fué conservado, siendo
cabo las medidas adoptadas por la
la función de éstos llevar á
Asamblea. En Frankfort había compuesto Knox un libro reli-
gioso para que sirviera en el culto público y el cual usó en su
iglesia en Ginebra. Ese libro tenía por título "Forma de Ora-
ciones y Ministraciones de los Sacramentos, etc., usadas en la
Congregación inglesa de Ginebra y aprobadas por el hombre
famoso y piadoso, Juan Calvino." Después de algunas ligeras
modificaciones hechas al mismo, quedó adoptado como el " Libro de
Orden Común" de la Iglesia escocesa. No contiene forma ninguna
para la absolución. Incluye una Confesión de fe diferente de la
que el Parlamento y la Asamblea General adoptaron. La nueva
confesión se deriva del catecismo de Calvino sobre el Credo Apos-
tólico. Su doctrina acerca del sacramento de la Santa Cena es
idéntica á la de Calvino, eu distinción de la teoría luterana y la
de Zwingli. Tenía también una forma general que se usaba en
la celebración de la Santa Cena, para excluir de la Mesa á las
personas que eran indignas de participar de ese rito. Esta se
llamaba la excomunión, ó " cercado de las mesas." El matrimonio
lo mismo que el bautismo, se celebraba en la iglesia el día domingo.
Este " Libro de Orden Común " continuó usándose por cerca de
cien años, al fin de los cuales cayó en desuso con motivo de ser
opuesto al Libro de Oración inglés. Aun después que el sistema
presbiteriano se hubo establecido por
Asamblea, la antiguala
forma de gobierno de la Iglesia conservó una existencia legal, es
decir, había obispos y también abades
y priores, cubriéndose estos
22
;

338 HISTORIA DE LA REFORMACION.

puest'-s, después de '1560, con ministros protestantes y alganaa


veces con seglares. En 1572
autoridades eclesiásticas y civiles
las

convinieron en que los antiguos nombres y títulos de arzobispo y


obispo continuasen usándose, aunque los que los llevasen no
tendrían por eso ningún poder superior al de un mero superinten-
dente, debiendo sujetarse á la Iglesia y á la Asamblea General
en cosas espirituales, así como al rey en cosas temporales. Los
bienes y propiedades que antes pertenecían á las sedes eclesiásticas,
habían caído por lo general en manos de los seglares. El sistema
antiguo fué el que condenaba Knox el avivamiento del episcopado
;

en la forma insustancial ya descrita, no parece haber excitado en


él mucha oposición, tal vez ninguna. Cerca de veinte años después,
el sistema presbiteriano en su pureza y sencillez fué establecido
bajo los auspicios de Andrés Melville. Posteriormente á causa de
esfuerzos hechos por Jacobo VI que tendían al establecimiento de
la supremaciá real y á la introducción no solamente de la forma
de gobierno anglicana, sino también del ritual anglicano, comenzó
la lucha entre la Iglesia y el trono, lucha que señalaba el reinado
1
de Carlos I y condujo á éste al cadalso.

La reina de Inglaterra manifestó y probablemente con sinceridad,


una alta indignación por el trato indigno que María había recibido
de sus subditos, porque eso era una violación flagrante de la grande
máxima política de Isabel, de " que la cabeza no debía sujetarse
á los piés." Pero al tratar con Murray encontró en él un hombre
perspicaz y firme. Se hizo evidente para los consejeros de Isabel
y para ésta misma, que si ella tratara de someter á los lores prote-
stantes que habían aprisionado á María y compelídola á abdicar,
éstos harían causa común con Francia, y su propio trono vacilaría.
Las cosas no llegaron, sin embargo, inmediatamente á este extremo
María se escapó de Lochleven el 2 de Mayo de 1568, y en breve

1
Los últimos días de Knox no estuvieron exentos de peligros y conflictos.
Cuando en 1571 el partido de la reina ganó la ascendencia en Edimburgo, él
se retiró á San Andrés. Jacobo Melville, más tarde ministro, y en ese entonces
estudiante en dicho colegio, nos proporciona una descripción muy interesante
de Knox como anciano y muy decrépito, con el cuello envuelto en un embozo
de de marta, un bastón en la mano, y ayudado en su tránsito por la calle
piel
por su fiel servidor Ricardo Bannatyne, "por el dicho Ricardo y otro criado

subido basta el pulpito donde descansaba sobre el atril al principio; pero anteo

de concluir su sermón, se hacía tan activo y vigoroso que casi hacía pedazos el
púlpito con los golpes de sus manos, y casi volaba de allí él mismo." Knox
murió en Noviembre do 1572. Morton dijo sobre su sepulcro, "que Knox
nunca habia temido ni adulado á nadie."
LA REFORMACIÓN EN INGLATERRA Y ESCOCIA. 339

se reunió un ejército siguiendo su estandarte. Isabel y su gabinete


quisieron entonces restaurarla en su trono, sin ninguna intervención
de parte de Francia, y asegurar eficazmente por ese medio la segu-
ridad de Inglaterra y la preponderancia de Isabel en el gobierno
de María pero el ejército de ésta fué derrotado en Langside cuando
;

la misma proponía marcbar al castillo de Dumbarton, y María


se
se escapó huyendo precipitadamente á Inglaterra donde se puso
bajo la protección de Isabel. Las súplicas ardientes y repetidas
de María solicitando una entrevista con la reina inglesa, fueron
desoídas mientras tanto no se comprobase su inocencia de los crí-
menes que se le imputaban. A Murray y sus asociados se les
mandó que justificasen su proceder, y en esa virtud presentaron
los documentos tomados de la cajita para sustanciar sus cargos.
Es fácil que Isabel haya visto con desagrado el sistema religioso
del partido victorioso en Escocia, y que le hayan causado repug-
nancia sus máximas políticas ;
pero ese partido constituía, debido
al estado que guardaban las cosas en Europa, su aliado natural,

y para ella restablecer á María en el trono, habría sido un acto


de suicidio. Debe recordarse que María nunca renunció su pre-
tensión á la corona de Inglaterra. En esa crisis Felipe con su
acostumbrada prudencia y lentitud en el obrar, rehusó por fortuna
formar una alianza ofensiva con Francia. En 1569, la victoria
sobre los hugonotes obtenida en Francia, fué seguida por una
rebelión de los católicos en la Inglaterra septentrional, en la cual
los promotores pedían el reconocimiento del derecho de María á la
sucesión del trono inglés. A esto siguió la excomunión de Isabel
por Pió V. Desdemomento, todos los que simpatizaban con
ese
el espíritu de la reacción católica en Europa, y admitían la autori-

dad del papa, se vieron con la tentación de tratar á Isabel como


una usurpadora que debió ser destronada. La rebelión acuadillada
por Norfolk, recibió la aprobación expresa y entusiasta del papa,

y Felipe sólo por motivos de prudencia se abstuvo de auxiliarla con


algunas de sus fuerzas, prefiriendo esperar hasta que los insurrectos
se hubieran apoderado de la persona de la reina. La corriente
de los sucesos iba conduciendo gradualmente á un conflicto abierto
con España, que tanto á la reina como á Felipe repugnaba comen-
zar. Por su propia seguridad ella dió auxilio secreto á los subditos
rebeldes de Felipe en los Países Bajos, acto que agradó á Francia,
de la misma manera que el auxilio dado á los rebeldes escoceses
había complacido á Felipe. La consecuencia fué que se hubieran
concedido los términos más favorables á los Países Bajos en la
340 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

Pacificación de Gante, en 1576. Sus intereses exigieron también


que loshugonotes no fuesen subyugados, y ella les dió ocultamente
auxilio, á la vez que aparentaba relaciones amistosas con el gobierno
francés que trabajaba con el fin de vencerlos. Por último en
1585, la condición desesperada de los protestantes en los Países
Bajos, impuso á Isabel la necesidad de enviarles abiertamente una
tropa al mando de Leicester, para librarles. Poco después Drake
apareció ante San Domingo y tomó esa isla.

Los enemigos de la Inglaterra protestante y de Isabel, concen-


traban sus esperanzas en María Estuardo y conspiraban para
elevarla al trono inglés. Tanto la ambición política como el
fanatismo religioso, los inspiraban en ese grande proyecto. Los
más sagaces estadistas ingleses consideraban que mientras María
viviera, sería una constante amenaza y cuando se probó que ella
;

era cómplice en la conspiración de Babington que proyectaba


promover una invasión española y conseguir el destronamiento y
muerte de Isabel, fué María ejecutada, 1587.
Además de auxiliar á los Países Bajos, Isabel prosiguió por
largos años, aunque de una manera
intermitente, una guerra
marítima contra España. Los galeones que llevaban á Felipe
tesoros procedentes de América, fueron capturados por Drake y
sus compañeros, y las colonias españoles fueron devastadas por sus
ataques. La crueldad con que la Inquisición trató á los marineros
ingleses llevados presos á España, animaba á
compañeros de los

ellos á esa especie de venganza. La expedición y destrucción de


la Armada Invencible que se propuso efectuar la conquista de
Inglaterra, fué el término de tan prolongado conflicto, y á la vez
el supremo esfuerzo hecho por la reacción católica para aniquilar
á las potencias protestantes. El valor de los marineros ingleses
unido á la fuerza de los vientos, dispersó y destruyó la enorme
flotilla, y "el mar del norte aun hasta las tierras heladas de
Thule, se vió cubierto con los soberbios restos de los buques

náufragos de la Armada española." El golpe de gracia fué dado


así á las esperanzas de los enemigos de la Inglaterra protestante,
1588.

Esta reseña de la Reformación en la Gran Bretaña quedaría


incompleta si no se dijera algo acerca de los esfuerzos hechos para
implantar el protestantismo en Irlanda. Esta isla que es uno de
los últimos países que se sometieron á la supremacía de la Santa
Sede, ha mostrado una adhesión sin igual á la Iglesia romana, no
LA REFORMACIÓN EN INGLATERRA Y ESCOCIA. 341

obstante el hecho de que la independencia de ese país fué destruida


por una bula de Adrián IV que lo dió El prote-
á Enrique II.
stantismo formaba para los nativos de un elemento del dominio
allí

aborrecido de los extranjeros, especialmente al ser propagado por


medios reconocidos en esa época como permitidos á un conquistador.
Los invasores en conflicto casi constante con la raza subyugada, y
cuyo dominio fué cimentado con horribles matanzas, no debían
abrigar la esperanza de convertir á sus enemigos á su religión.
Enrique VIII, habiéndose hecho cabeza de la Iglesia anglicana,
trató de establecer su supremacía eclesiástica en la isla vecina.
En 1537 el parlamento irlandés adoptó un estatuto en este sentido,
pero un numeroso partido formado entre el clero, acaudillado por
el arzobispo de Armagh, se opuso al nuevo decreto. Jorge Browne,
agente dócil del rey, y provincial en un tiempo de los frailes

agustinos de Inglaterra, fué constituido arzobispo de Dublin. Se


estableció una jerarquía protestante, pero el pueblo permaneció
católico. Se cayó en el error político de intentar introducir
costumbres inglesas en aun celebrando el culto en un
el país,

idioma desconocido al pueblo. El Libro de Oración introducido


en 1551, no fué traducido al irlandés, sino que tuvo que serlo al
latín para el uso de los eclesiásticos irlandeses y de otros que no
conocían el inglés. Cuando María ascendió al trono, la nueva
fábrica edificada por Enrique VIII y su hijo, cayó hecha pedazos
sin que la reina tuviera que hacer ñaua para ello. Al paso en que
la reacción católica iba organizándose en Europa, y empezó á
luchar contra la reina Isabel, los irlandéses que hasta cierto punto
habían asistido al culto inglés, lo abandonaron. El protestantismo
no se radicó fuera de los límites del palé y otras partes donde
había soldados ingleses para protegerlo, ó compeler al pueblo á
aceptarlo. La Iglesia episcopal de Irlanda se asemejaba algo al
puritanismo, y en sus formularios enseñaba una teología enfática-
mente calvinista. El Nuevo Testamento no fué traducido al
irlandés sino hasta 1602,y el Libro de Oración aunque traducido
antes, no era usado con frecuencia en virtud de no haber sido
sancionado por las autoridades. Entre otras cuerdas sugestiones
coutenidas en un tratado escrito por Lord Bacon en 1601, sobre
"Consideraciones tocante al Servicio de la Keina en Irlanda,"
había una recomendación de que se hiciesen "versiones de la
Biblia, y catecismo y demás libros de instrucción en el idioma
irlandés." Con igual sagacidad y tacto aconsejó el establecimiento
de colonias ó haciendas, el envío de predicadores fervientes y popu-
342 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

laresy de obispos piadosos y eruditos, y el fomento de la educación.


Kecoinendó también el uso de la suavidad y la tolerancia, más
bien que el de la espada. Pero esta política indicada por ese
gran filósofo y estadista, no fué practicada sino de una manera
muy imperfecta.
CAPITULO XI.

LA REFORMACIÓN EN ITALIA Y ESPAÑA: LA CONTRA-


REFORMACIÓN EN LA IGLESIA CATÓLICA ROMANA.
El protestantismo que durante el discurso de una generación, se
extendió por una grande parte de la Europa central y septentrional,
penetró también más allá de los Alpes y los Pirineos pero acá, en ;

las penínsulas italiana y española, encontró al fin una resistencia


tenaz. En estas penínsulas fueron organizadas las fuerzas que
detendrían su marcha, y aun conquistarían de nuevo una parte
del territorio que se había sometido á la nueva fe.
Después de la emancipación de Italia del gobierno de los
emperadores germánicos por la caída de la línea de los Hohen-
staufen, á mediados del siglo XIII, trascurrió un período de dos y
medio siglos antes de la invasión de Carlos VIII. Entonces Italia
se convirtió tanto en el campo como el premio del conflicto entre
la casa real hispano-austriaca y la de Francia. El largo intervalo
de independencia anterior á ese período, á pesar de la turbulencia
y confusión que marcaban la historia política de Italia, formó una
era en que las artes, las letras, el tráfico y el comercio florecieron
más período también en que la superioridad intelectual de Italia
;

entre las naciones europeas, se hizo más conspicua pero las ;

ciudades perdieron gradualmente su libertad municipal, porque,


aunque los conflictos suscitados en las ciudades septentrionales y
centrales, entre los nobles y la plebe, dieron por resultado general-
mente el triunfo de ésta, el siguiente paso fué la usurpación del
poder supremo por una sola familia. El dominio de un tirano ó
señor, se elevó sobre los escombros del republicanismo. Florencia
sufrió la misma suerte que las demás ciudades, y cayó al fin bajo
el dominio de los Médicis. La división de Italia en distritos ó
estados, á principios del siglo XV, siendo de ellos los principales
Nápoles, el reino papal, Florencia, Milán y Venecia, fué favorable
í la Reformación. No había ningún gobierno central bastante
343
344 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

poderoso para sofocar las nuevas opiniones, y en esa virtud loa


que eran perseguidos en una ciudad, podrían á veces hallar pro-
tección en otra. Sin embargo, la decadencia del espíritu de la
libertad durante la época anterior á la de la Reforma, á pesar de
haber sido aquella época brillante por sus progresos en las artes

y la literatura, fué un suceso funesto para ella.

Italia fué un espectador cercano de la venalidad y disolución


del clero romano, y víctima también en la lucha encendida por los

pontífices ambiciosos de ensanchar sus dominios temporales y de


engrandecer á sus parientes. Las censuras que Savonarola lanzaba
desde su pulpito, no perdieron su influencia por la muerte de éste,

debida en gran parte á la enemistad que le profesaba Alejandro


VI. En el concilio de Letrán, de 1512, Egidio, general de la
orden de agustinos y el conde de Mirándola, entre otros, denun-
ciaron los abusos que amenazaban arruinar á la Iglesia y á la
misma religión. Las acusaciones hechas contra la administración
papal, por los reformadores trasalpinos, tendrían que despertar
naturalmente un eco simpático en Italia. Sin embargo, el orgullo
nacional se puso hasta cierto punto en favor del papado, y loa
ataques hechos á menudo contra el papado como " institución
italiana," en lenguaje bien calculado para herir la susceptibilidad

de los italianos, tenderían á aumentar dicho sentimiento.


Aun en un período tan remoto como el siglo XII, Arnaldo de
Brescia, inspirado con el amor á la libertad que en él infundieron
lasenseñanzas de Abelardo, y animado del espíritu liberal que
empezó á nutrirse con las luchas en favor de la independencia
municipal, pidió que el clero renunciase sus posesiones y su poder
temporal, y volviese á una vida de sencillez apostólica. Por algún
tiempo su elocuencia le hizo triunfar aun en la misma Roma pero ;

al fin pereció mártir de sus principios. Las insensateces y vicios

y aun las acciones inicuas de los papas, habían sido


del clero,
impugnadas por los escritores italianos desde el día en que empezó
á haber una literatura en la lengua vulgar. Las elevadas y
amargas invectivas del Dante, fueron dirigidas contra la ambición
temporal, y en particular contra las malas acciones de los que
habían ocupado la Sede pontifical. Al principio de su " Infierno,"
pinta á la Iglesia de su tiempo revestida de potestad temporal,
como "una lnba que por su flaqueza parecía muy hambrienta, y
hacía que muchos viviesen en la miseria." Acusa al papa Anasta-
sio de ser hereje, y le coloca entre los perdidos ; al papa Celestino
V, por haber abdicado la silla pontifical para darla á Bonifacio
LA REFORMACIÓN EX ITALIA Y ESPAÑA. 345

VIH, lo representa á la boca del infierno entre aquellos á quienes


desdeñan tanto la misericordia como la justicia, y el mismo Boni-
facio expía sus crímenes en el abismo más profundo de la perdición.
Los papas se habían tornado de pastores en lobos, y descuidando
los evangelios y los padres, sólo habían estudiado los decretales, y
" sus meditaciones no alcanzaron á Nazaret." Manfredo hijo del
emperador Federico II, aunque murió excomulgado, fué encon-
trado por el Dante en el purgatorio, animado por la promesa de

una dicha eterna. " Por la maldición dé ellos, no se pierde tanto


el amor eterno que no pueda recobrarse, mientras no se marchita

la esperanza." Dante, sin embargo, aceptaba los dogmas de la


Iglesia, y toda su obra se vació en el molde de la teología tradi-
cional coloca en los goces del Paraíso, en " el cielo del sol," á
;

Aquino, Buenaventura, Alberto Magno, Pedro Lombardo y otros


grandes luminares de la ortodoxia. 1 Los heresiarcas gimen en un
castigo del que no hay esperanzá de librarse. Fueron las abomina-
ciones que caracterizaban la conducta de los eclesiásticos, y especial-
mente su modo de hacerse de un dominio mundano con las riquezas
y soberbia que lo acompañan, las que motivaron la ira del esclare-
cido poeta. Contra
temporal y el espíritu partidario
este gobierno
de sus sucesores, exclama San Pedro en el paraíso " Vénse los :

rapaces lobos disfrazados de pastores, hollando los verdes pastos


que hay en los alrededores." El ideal del Dante consistía en la
restauración del dominio universal del imperio romano con su
centro en Italia. Desarrolla esta teoría de una monarquía univer-
sal, en un tratado político. El Petrarca asume la misma actitud
general ;
pero sus denuncias contra la corrupción de la curia papal,
que llama la Babilonia mística del Apocalipsis, sobrepujan en inten-
sidad las más fogosas declamaciones de los protestantes de tiempos
posteriores. Boccaccio trata á la Iglesia aun con mayor severidad,
y si no tuviéramos más datos acerca de él que los que proporciona
el Decamerone, deduciríamos forzosamente la consecuencia de que
élno reverenciaba ni en lo más mínimo las enseñanzas de la Iglesia.
Las personas eclesiásticas mencionadas en su obra, se colocan en
circunstancias ridiculas y hasta escandalosas. Uno de sus cuentos,
por ejemplo, refiere la historia de un judío cuya conversión á la fe

1
Algunos han intentado probar que Dante fué hostil á la soberanía
críticos
espiritual de los papas.Una de sus teorías es de que Dante y los demás poetas
principales de esa época eranmiembros de una sociedad secreta anti-sacerdotal.
Gabriel Rossetti aboga por esta idea; peí o ellos no han podido establecer sus
teorías.
346 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

verdadera, un amigo cristiano quiere efectuar. El judío que


estaba en París, se resolvió á ir á Roma para estudiar el cristianismo
en su fuente, propósito que causa el mayor desaliento á su amigo
que no duda que la vida depravada del papa, de los cardenales y
de la corte papal, quitará al judío toda idea de convertirse. Pero
después del trascurso de suficiente tiempo, éste vuelve siendo ya un
creyente, y da como la explicación de ello á su amigo atónito, que
el espectáculo que vió en la capital de la cristiandad, le convencic
de que la religión cristiana debe haber tenido un origen sobre-
natural y un sostén divino, puesto que de otra manera habría sido
extirpada del mundo por la vida relajada y la insensatez de sus
guardianes. 1
Es cosa reconcida por casi todos, que después del tiempo del
Dante, Petrarca y Boccaccio, el estudio apasionado de los autores
antiguos, que estos grandes escritores habían nutrido, detuvo mar-
cadamente el desarrollo de la literatura italiana en cuanto á la
originalidad de sus producciones. El renacimiento literario fué

caracterizado por un espíritu anticuariano y crítico. Todo lo que


se hizo durante mucho tiempo, fué hablar de los tesoros de la
antigüedad que exploradores entusiastas habían descubierto dentro
de las paredes de los monasterios, ó traído del Oriente, y ensalzar
el valor de dichas obras. El renacimiento de las letras mostró la
falsedad de varias enseñanzas tradicionales, como por ejemplo, la

de la pretendida donación de Constantino, cosa que Laurencio


Valla, á quien Bellarmin llama un precursor de los luteranos,
estableció en un tratado que produjo una excitación general. El
tono escéptico del humanismo italiano, redujo en mucho la autori-
dad de la Iglesia entre la clase cultivada pero rara vez poseyeron
;

los humanistas esas heroicas cualidades de carácter que hacen á


loshombres capaces de sufrir en defensa de la verdad. El amor á
la fama, pasión á que el espíritu cristiano de la edad media había
puesto freno, reapareció en un grado excesivo entre los adictos á
la literatura pagana. Quemaban incienso á los grandes de cuyo
patrocinio dependía su mejoría pero en las disputas que tenían
;

entre sí, mostraban una acrimonia y ferocidad hasta entonces sin


ejemplo. Poggio, uno de los principales literatos en la primera
mitad del siglo XV, se produjo en sus escritos polémicos con una
ferocidad menos repulsiva sólo que la grosera obscenidad que

1
Este chiste se reproduce en otra forma por Voltaire que dice de " nuestra
religión,"que "es incuestionablemente divina puesto que diez y siete sigl(s d«
impostura é imbecilidad uo la han podido destruir."
'

LA REFORMACIÓN EN ITALIA Y ESPAÑA. 347

ensucia otras obras salidas de su pluma.


1
Los humanistas italianos
efectuaron una vasta obra negativa al quitar la superstición, y al

minar el crédito de los eclesiástio >s y de suí dogmas. Sus servicios


positivos en pro de una religión más ilustrada, son de menos
cuenta. Sin embargo, se produjo á menudo buen fruto por la
atención que daban á las Escrituras. Academias ó asociaciones
privadas literarias fueron formadas en las ciudades principales, y
en ellas se discutían las cuestiones teológicas con libertad. La
cultura latamente extendida formó una buena tierra en que bro-
taría, siendo favorables las circunstancias, la semilla de la nueva
doctrina.
Los escritos de Lulero y de los demás reformadores, no tardaron
en verse extensamente diseminados en Italia, bajo nombres ficticios,
eludiéndose de esa manera la vigilancia de las autoridades eclesiá-
sticas. La guerra entre Carlos V y el papa que estalló en 1526,
hizo que una multitud de soldados luteranos entrasen en Italia, de
los cuales muchos, después del saqueo de Roma, permanecieron
largo tiempo en Nápoles y debido no sólo á la influencia directa
;

de éstos, sino también á la mayor libertad de pensar que resultó


de su presencia durante el progreso de las hostilidades, iba espar-
ciéndose la nueva doctrina. La teología agustiniana echó raíces
en corazón de muchos y despertó simpatías más ó menos profun-
el

das y favorables al movimiento protestante. Sin embargo, hablan-


do de la extensión del protestantismo en Italia y España, lo que
más llama la atención es que apenas se descubría cuando era
sofocado. Un protestantismo pronunciado nunca pudo vivir, sino
ocultamente, ni congregaciones protestantes tampoco pudieron
establecerse sino como sociedades secretas. Por tanto, al estudiar
la historia de la Reforma en estos países, es menester dirigir la
atención al desarrollo de un protestantismo secreto, aunque sincero,
y también á esas inclinaciones hacia el sistema protestante que no
eran bastante poderosas para hacer que el individuo renunciase
á la Iglesia antigua, ó que se suprimieron antes de haber madurado
y adquirido una firme convicción. Algunos sólo anhelaban puri-
ficar tanto á la corte papal como á toda la Iglesia católica, de la
corrupción que en ellas existía. Otra clase simpatizaba con los
reformadores en asuntos de doctrina, especialmente en lo relativo
á la justificación, pero no querían los que la formaban modificai
materialmente la antigua forma de gobierno y de culto. Otra
1
Shepterd hablando de indecencia y liviandad de Poggio, dice, que "eran
la
vicios de esos tiempos ínls bien que de dicho individuo en particular.
348 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

clase aun se abstuvo por timidez, falta de seriedad ú otro motivo


tal vez más loable, de declararse en favor del sistema protestante
que de hecho habían adoptado en su corazón. Por estas razones
el protestantismo no se hizo en Italia bastante radical, y además
de esto, desde un principio se desarrolló en conexión con otras
tendencias que más tarde aparecieron, formando todo esa fuerza
reaccionaria á cuya operación tanto defensiva como agresiva,
debería la Iglesia católica su restauración.
Antes de muerte de León X, un espíritu reverente y devo-
la
cional, opuesto al tono
escéptico y epicúreo de la sociedad en
general, empezó á manifestarse por algunos italianos de buena
educación. Unas cincuenta ó sesenta personas formaron en Roma
una sociedad llamada el " Oratorio
Divino," y se
del Amor
reunieron para la adoración de Dios y la edificación mutua de los
mismos. Entre los miembros de ella se contaban hombres que
más tarde se hicieron muy distinguidos, aunque se alejaban mucho
unos de otros en sus opiniones acerca de la Reforma ; tales fueron
GaratTa, Contarini, Sadolet y Giberto, todos los cuales llegaron á
ser cardenales. El vínculo común que los ligaba, fué un sincero
deseo de corregir los abusos y conseguir la reformación moral de
la Iglesia tanto por lo que hacía á su cabeza, como á sus miembros.
Contarini puede considerarse como jefe de aquellos que adoptaron
una doctrina de la justificación, que no se distingue sustancialmente

de la de Lutero. Le encontramos unos años después trabajando


en Venecia en unión de sus anteriores compañeros ; de Flaminio
que aceptaba también la idea evangélica de una salvación gratuita,
y de Reginaldo Polo que adoptó la misma creencia. Este partido
de católicos evangélicos que abrigaban grande afecto á la Iglesia

católica, y deseaban conservar la unidad de ella, se propusieron


promoverla por la purificación de dicho cuerpo y debido á sua ;

creencias acerca de la grande doctrina de la justificación, causa


original de la controversia, ocuparon una posición tal, que podían
conferenciar con los protestantes y tal vez conciliarios. Su doctrina
acerca de la justificación que producía una inclinación más ó menos
poderoso hacia otros cambios doctrinales por el mismo estilo, se

extendió por toda la Italia entre las clases ilustradas.

En Ferrara, las creencias reformadas fueron avanzadas y prote-


gidas por Renée ó Renata, esposa de Heracles II, siendo ella
distinguida tanto por su erudición como por sus atractivos per-
sonales. En su corte halló asilo el poeta francés Clemente Marot,
y allí residió también Calvino por algunos meses bajo un nombre
LA REFORMACIÓN EN ITALIA Y ESPAÑA. 349

fingido. Entie los profesores de la universidad de Ferrara, figu-


raba Morata, padre de la célebre Olimpia Morata, y como ella,

estaba imbuido en ideas evangélicas. En Modena, renombrada


por la cultura de sus habitantes, fué recibida la nueva doctrina
de una manera hospitalaria, especialmente entre los miembros de
la Academia que miraban con desdén á los sacerdotes y los monjes.

El cardenal Morone, obispo de Módena, que había estado ausente


en Alemania en desempeño de varios encargos que le fueron
el

coiuetidos por el papa, escribió en 1542 " Por donde quiera que
:

camine yo, y de todos lados, oigo decir que el lugar se ha hecho


luterano." Aun en Florencia, capital de los Médicis y tierra
natal de dos papas de esa época, á saber, León X
y Clemente VII,
abrazaron muchos la fe protestante. Entre otros, Brucioli que
publicó en Venecia una traducción de las Escrituras y uii comen-
tario sobre toda la Biblia. Nada menos que tres traductores de
la Biblia, en ese período, nacieron en Florencia. En Boloña,
Mollio, célebre maestro de la Universidad, después del año de
1533, enseñó la doctrina protestante acerca de la justificación y
demás puntos, hasta que fué removido de su puesto por orden del
papa. Posteriormente una carta de Bucer dirigida á los prote-
stantes de Boloña, así como la que ellos escribieron en contestación,
nos enseñan el gran número que de los mismos había en dicha
ciudad. Venecia donde la imprenta y el tráfico florecieron y
donde la vigilancia interna fué menos severa "que en otras partes,
ofreció las mejores ventajas para la recepción sin peligro, y la
difusión activa de las doctrinas reformadas. " Me causa alegría,"

escribió Lutero en 1528, " lo que vosotros escribís con respecto á


la recepción de la palabra de Dios por los venecianos." Pedro
Carnesecchi que más tarde murió por su fe ;
Lupetino, provincial
de los franciscanos,quien también pereció como mártir; y Bal-
dassare Altieri que obró como agente de los príncipes protestantes
de Alemania, se encontraban entre los que tuvieron mejor éxito
en la i
r^paganda de las ideas protestantes. Padua, Verona y
otros lugares dentro del territorio veneciano, también tuvieron sus
adictos á la nueva fe. Lo mismo pasó en Milán cuya contigüidad
á la Suiza, juntamente con los cambios políticos efectuados en el
mismo ducado, abrieron avenidas á la entrada de la herejía.
En Nápoles, Juan Valdez, español y secretario del virey de
Carlos V, fué sostenedor elocuente y de influencia, de la doctrina
evangélica, y consiguió su adopción completa ó parcial j-or muchas
personas de distinción, inclusive, según se cree, Vittoria Colouna,
350 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

y otros miembros de esa misma familia. En otros muchos lugares,


se empezó bien en la misma dirección. No pocas de las mujeres,
mejor dotadas y cultivadas de esa época, cuando el celo por el
estudio de los autores antiguos se hizo una pasión, fueron atraídas
á la doctrina evangélica. Esta doctrina se hizo de muchos adeptos
entre la clase media. Un decreto de la Inquisición declaró que
tres mil maestros de escuela la habían abrazado. Carama informó
á Pablo III que "toda Italia estaba infectada por la herejía
luterana que había sido abrazada extensamente aun por hombres
de estado y eclesiásticos." " Bibliotecas enteras," dijo Melancthon,
en una carta escrita probablemente en 1540, " han sido llevadas
de la reciente feria hasta Italia."No cabe duda en que la doc-
trina evangélica fué mirada con favor por un gran número de
personas bien educadas, porque las simpatías de que fué objeto, se
manifestaban casi exclusivamente por las que habían recibido
buena instrucción. El más eminente predicador de Italia, Berna-
dino Ochino, general de los capuchinos, que atraía multitudes de
oyentes apasionadas en Venecia, y por dondequiera que aparecía
en el púlpito, y Pedro Mártir Vermigli, miembro honorable de la
orden agustina, que apenas fué menos distinguido que aquél, y era
por otra parte un teólogo mucho más hábil, pertenecieron á este
número. Debido principalmente á los trabajos de Mártir, Lucca
tuvo quizás más conversos á la fe evangélica, que cualquiera otra
ciudad italiana. El pequeño tratado sobre los "Beneficios de
Cristo," compuesto por Paleario, circuló por millares de ejemplares.
Tenemos el testimonio del papa Clemente VII con respecto á la

lata extensión, en diferentes partes de Italia,, de la "pestífera

herejía de Lutero," no sólo entre los seglares, sino también entre


el clero.
En Venecia y Nápoles, varias iglesias reformadas fueron organi-
zadas con sus pastores, los cuales celebraban sus reuniones en
secreto. Desgraciadamente estalló la disputa sacramentariana en
el primero de estos lugares, y fué agravada por una carta intole-
rante de Lutero en que manifestaba la preferencia que daba á la
transustanciación sobre lo establecido á este respecto por la doc-
trina zwingliana; carta á que Melancthon en sus epístolas á sus
amigos, se refirió en términos de enfática condenación.
Pablo III que sucedió á Clemente VII en 1534, se mostró amigo
del partido católico reformador. Hizo cardenal á Contarini, y
elevó al mismo rango á Carafia, Polo, Sadolet y otros, la mayoría
de los cuales habían pertenecido al " Oratorio del Amor Divino,"
LA REFORMACIÓN EN ITALIA Y ESPAÑA. 351

y sido favorecedores algunos de los mismos, de la doctrina prote-


stante acerca de la salvación. Nombró este papa comisionados que
propusiesen oportunas reformas, y cuyo deber era señalar y
las
remover estos abusos de la curia romana de que se habían quejado
con justicia por todas partes. Una comisión á la que pertenecían
Sarblet y Caraffa, se reunió en Boloña en 1537, y presentó al papa
un Consilium ú opinión en la que describieron los abusos come-
tidos en la administración de la Iglesia, como una " enfermedad
pestífera." Sus dictámenes fueron aprobados por Pablo III y
publicados bajo la dirección de éste. Se excitó la risa, sin em-
bargo, en Alemania, cuando se supo que una de las medidas
recomendadas por el cultivado Sadolet, juntamente con sus colegas,
fué que se excluyeran los "-Coloquios" de Erasmo, de los semina-
rios de la Iglesia. Contarini y sus amigos estaban llenos de con-
fianza, y no pareció imposible que se hiciesen concesiones tales, que
los protestantes se uniesen otra vez á la Iglesia. En la Conferencia
de Ratisbona de 1541, Contarini se presentó como legado papal, y
en el lado opuesto lo hicieron Bucer y Melancthon, los más
moderados de los caudillos protestantes, y los más dispuestos á
ceder en todo lo que se pudiera. La situación política era tal,
que el emperador tuvo que esforzarse por conseguir la reconcilia-
ción de los dos partidos. En lo relativo á cuatro grandes artículos,
á saber, la naturaleza del hombre, el pecado original, la redención

y la justificación, se pusieron en efecto de acuerdo. La primacía


del papa y la eucaristía, fueron los dos grandes puntos respecto de
los cuales faltaba convenir. El proyecto de unión, sin embargo,
encontró una oposición resuelta en varios lugares. Francisco I
protestó contra ella, teniéndola por una traición hecha á la fe
católica, siendo su verdadero motivo el temor de que así se aumen-

tara el poder de Carlos. Lutero no estaba satisfecho con el con-


venio, á causa de la falta de exactitud que en él había, y además
de no creía que fuera practicable tal unión. En el otro par-
esto,

tido se abrigaba el mismo sentimiento de desaprobación ni Caraffa ;

ni Pablo III aprobaron los términos del acuerdo que Contarini


había sancionado, especialmente en lo referente á la justificación.
En Roma los enemigos de Carlos animados por la envidia, se
coligaron contra el proyecto, y por tanto tuvo éste que venir poi
tierra sin conducir á ningún resultado.
Con este suceso comenzó la división del partido católico reforma-

dor. Caraffa todavía solicitaba con mensurada severidad, que se


emprendieran reformas prácticas que tendieran á la purificación
352 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

de la administración eclesiástica desde el papa hasta el cleK

inferior; pero á la vez se opuso con la misma inflexible rigidez,


á toda modificación del sistema dogmático. Se presentó como
representante y caudillo de aquellos que habían resuelto defender
hasta el fin la forma gubernativa y los dogmas de la Iglesia,
contra toda innovación, aunque al mismo tiempo tenían por mira
infundir en todos los funcionarios eclesiásticos, desde el más alto
hasta el más un espíritu puro y
ínfimo, celoso. Este fué el partido
que avivó el tono moral de la Iglesia católica, reunió sus fuerzas
desorganizadas, y se opuso á los adversarios de ella con una energía
renovada y formidable.
Hubo dos principales instrumentos que efectuaron esta renova-
ción y movimiento agresivo de la Iglesia católica, á saber, las
nuevas órdenes, especialmente la de los jesuítas, y el Concilio de
Trento.
Un avivamiento religioso en la Iglesia católica se ha señalado
siempre por la aparición de nuevas formas del monaquismo. Este
debió su origen al fastidio y disgusto causados por el espíritu
mundanal que invadía á la Iglesia. Cuando las sociedades gober-
nadas por la regla benedictina perdieron su rigidez de disciplina
y pureza de vida, se levantaron nuevas hermandades tales como
la de Cluñi, en las que fueron restablecidas la sencillez y severidad
monásticas. Como estas hermandades á su vez sintieron la influen-
cia enervadora de la opulencia, se establecieron las grandes órdenes
mendicantes, de dominicos y de franciscanos, hijas de un espíritu
más serio. De la misma manera en el período de que tratamos,
un signo palpable de la resurrección del cuerpo católico, fué la
formación de nuevas hermandades monásticas, como la de los

teatinos que fueron organizados bajo los auspicios de Carafía, y que


eran sacerdotes que hacían votos monásticos sin llamarse monjes
ni obligarse á la práctica de austeridades que pudieran servirles
de estorbo en el desempeño de trabajos tales como el de la predi-
cación, la administración de los sacramentos y el cuidado de los
enfermos. Sus férvidos discursos desde el púlpito, hicieron más
impresión debido al conocimiento que tenían sus oyentes de su
vida de abnegación. La orden se convertió gradualmente en un
seminario para la educación de los sacerdotes. Pero ésta y otras
nuevas órdenes no obstante su significación y eficacia, fueron
eclipsadas prontamente por la más renombrada é influyente de
todas, as decir, la sociedad de Jesús. Ignacio de Loyola, soldado
.

español de noble cuna, que unía al amor por su profesión al/, del
LA REFORMACIÓN EN ITALIA Y ESPAÑA. 353

espíritu religioso que antes caracterizaba á los caballeros de la


edad media, en la guerra contra los franceses, en el sitio de Pam-
plona, fué herido ambas piernas, quedando así incapacitado
en
para Durante su enfermedad, sus meditaciones
el servicio militar.

se componían de una extraña mezcla de imaginarias proezas


caballerescas y de aspiraciones devocionales. Las gloriosas
hazañas de Santo Domingo, San Francisco y otros héroes de
la fe, hirieron al principio su imaginación, pero con el tras-

curso del tiempo, las visiones que tenía de una caballería andante,
iban cediendo el lugar á la idea de fundar una orden de caballe-
ros cristianos cuyo jefe sería Cristo. Cambió el romance de
" Amadis " por las vidas de los santos. La devoción romántica
de un caballero á su dama, se convirtió en otra análoga rendida
á la Virgen ante cuya imagen suspendió su lanza y su escudo.
Atormentado durante mucho tiempo por el remordimiento y la
melancolía, con alternaciones de paz y regocijo, halló al fin reposo
en la convicción de que sus lúgubres sentimientos le habían sido
inspirados por el espíritu maligno, y que debían ser desechados

y puestos debajo de sus pies. No se libró de su angustia mental,


como Lutero, poniendo su confianza en la Palabra de Dios, y en
el método revelado para obtener el perdón, sino de otro modo más
en consonancia con la El
singularidad de su constitución mental.
sistema legal de la edad media tendía á engendrar siempre un
ardiente deseo de tener esas experiencias pasmosas y de éxtasis
que producen una convicción interior de que uno es salvo, cosa
que la teoría de la justificación aceptada eu ese entonces, no podía
efectuar. En París á donde Ignacio fué á estudiar la teología,
llegó á teneruna influencia absoluta sobre sus dos compañeros
Faber y Francisco Xavier. En una celda del colegio de Santa
Bárbara se dieron los primeros pasos para la formación de la
poderosa y célebre Sociedad de Jesús. Otros tres españoles se
juntaron al mismo círculo de entusiastas. Hicieron voto de
castidad, juraron pasar su vida en Jerusalem, si posible fuera, en
pobreza absoluta, cuidando de los cristianos, ó trabajando por la
conversión de los sarracenos ; ó si esto se les dificultaba, pactaron
ofrecerse al papa, prometiéndole ir á dondequiera que él los enviase

y hacer lo que les mandara. En Venecia fueron ordenados sacer-


dotes,y allí se les hizo evidente que el teatro señalado para sus
trabajos era la Europa en vez de serlo el Oriente. En 1540, su
orden recibió la sanción papal ; y en 1548, se le dejó en libertad He
obrar donde quisiera, eligiendo entonces los jesuítas á Ignacio por
23
354 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

presidente. La nueva
orden fué eximida de la práctica de esos
ejercicios monásticos que consumen por regla general, el tiempo
'le los monjes, disponiendo así todos sus miembros de tiempo sufi-

ciente para otros trabajos más prácticos, tales como principalmente


la predicación, el escuchar confesiones, la dirección de la concien-
cia de los individuos, y la educación de la juventud, siendo esto
último una parte de su tarea que consideraron desde un principio
como de suma importancia. Los "Ejercicios Espirituales" de
Ignacio, fué el libro de texto á que se amoldó la vida interior de
losmiembros de esa compañía, y que les sirvió de guía en el
manejo del confesionario. El completo alejamiento del alma del
mundo y de todos los objetos deseables, y la más absoluta abnega-
ción, sou elementos esenciales de la disciplina enseñada en dicho
Manual. Presenta un curso que exige un examen interior severo
y prolongado, y una atención forzosa y sostenida á ciertos temas,
teniendo todo esto por objeto educar la voluntad de tal manera,
que nunca le sea posible al individuo anular su juramento y
volverse atrás. Este efecto se produce excitando y á la vez sub-
jugando la imaginación. La atención se fija en prolongada con-
templación, en las historias referidas en el Evangelio, más bien
que en sus doctrinas. El propósito es conseguir que las percep-
ciones mentales tengan la claridad de la visión externa. Ignacio
extiende los límites "del reino de los sentidos hasta abarcar al
alma." A la piedad imaginativa de la edad media que se deleitaba
en éxtasis y arrobamientos espirituales, él le dio una forma siste-
mática y una dirección definida. El efecto de una disciplina como
éste en que la razón abdica en favor de la imaginación, hallándose
ésta siempre excitada á la vez que esclavizada, no pudo menos que
ser deletéreo para la naturaleza moral. Existe, sin embargo, un
marcado contraste entre el jesuitismo de Loyola, y la forma degene-
rada de él descrita en las "Cartas Provinciales."
La organización compacta de la Compañía de Jesús con sus tres
grados de miembros, incluía provisiones para una inspección mutua
de tal carácter, que aun al General, á pesar de su poder casi

ilimitado, se le podía amonestar, y siendo justa la causa, hasta


destituir. Todo el juramento que hacían los miembros era el de
prestar siempre una obediencia absoluta é instantánea, sin alegatos,
sin modificación. Ir donde se les enviase, aunque fuera á una
tribu de salvajes, en la parte más remota del globo; hacer lo que

se les mandase sin ninguna dilación y sin murmurar, con un


espíritu de absoluta sumisión, " utque cadáver" era el primei
LA REFORMACIÓN EN ITALIA Y ESPAÑA. 35Í

deber Tal era el origen y carácter general de la sociedad desti-


naba á ejercer una influencia incalculable en la resurrección del
catolicismo, así como en la debilitación, y en algunas partes, la
aniquilación del poder de sus adversarios.
La segunda grande agencia en efectuar la renovación católica,
fué el Concilio de Trento.
1
Por mucho tiempo repugnó sobre-
manera á los papas convocar un concilio general, aunque el pro-
yecto fué propuesto por los reformadores, y el emperador insistía
en llevarlo á cabo pero á pesar de su repugnancia, con el tras-
;

curso del tiempo se hizo más y más difícil evitar su convocación,


y la extensión de la herejía aun en Italia, fué uno de los motivos
que hicieron que Pablo III se resolviera á convocarlo. El Con-
cilio tridentino se abrió formalmente en Diciembre de 1545. En
el se discutió primero, si se debía comenzar con la reforma del

papado ó con la definición de los dogmas. En otra* palabras, se


ocupó primero en fijar la actitud que debía guardar el Concilio
hacia los protestantes. ¿ Sería conciliadora ó antagonista ? Carafia
fué sostenido en su política por los jesuítas. La influencia papal
predominaba, y se definieron primero las fuentes de las aue dima-
nan las creencias que componen la religión revelada, y en términos
tales, que la autoridad de la tradicción no sufrió ningún menoscabo,

anatematizando á la vez la doctrina protestante que afirma la


autoridad exclusiva de las Escrituras. El Concilio procedió en
seguida á condenar la doctrina protestante de la justificación, sin
hacer caso de los argumentos del partido católico evangélico de
Contarini, que fueron presentados con claridad en el debate.
Debido al buen éxito de Carlos V en la guerra de Smalcalda, se
hizo más atrevido el partido gobernante en Trento, en su apoyo de
los dogmas antiguos, sin disminuirlos en nada ni hacer ninguna

1
La historia del Concilio de Trento ha sido escrita por dos autores de genio
muy distinto, á saner, por el Padre Pablo Sarpi, enemigo del poder papal, y
Pallavieini, defensor y apologista de dicha potestad. Ranke ha hecho un
examen crítico y concienzudo de las obras de ambos en un apéndice á su
" Historia de los Papas." Dice " Ambos son partidarios cumplidos y carecen
:

del espíritu característico del verdadero historiador que se ase de las circun-
stancias y objetos en su entereza verdadera y los expone bajo una luz distinta.
Sarpi era capaz de hacer esto, pero su única mira fué el de atacar; Pallavicini
tenía infinitamente menos del talento necesario y su objeto fué el de defender
bu partido á todo riesgo." Hablando de Sarpi, Ranke dice también en otra
parte: "Junta las autoridades que quiere citar con diligencia y las usa con
grande talento ni podemos decir que falsifica el testimonio de ellas, ni que las
;

modifica con frecuencia y materialmente; pero toda su obra so tiñe con su


resuelta enemistad al poder papal."
356 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

concesión. Se mantuvo con igual énfasis la idea de una justifica-


ción gradual, y la doctrina antigua en lo referente al mérito y los
sacramentos. La historia del Concilio está ligada íntimamente con
la de las relaciones del papa con Carlos V. El triunfo del empera-
dor, demasiado importante para dejar contento á Pablo III, hizo
que éste insistiera en la traslación del Concilio á Boloña ; y debido
á la envidia despertada por la grandeza del poder de Carlos, al
fin de la guerra, por la concesión del Interim y por los demás pro-
yectos de éste que tenían por mira una pacificación, fracasaron los
planes cuya realización se había propuesto el emperador conseguir
por medio del Concilio. No es menester dar una historia detallada
de todas las negociaciones y debates que hubo en el Concilio,
baste saber que al fin de todo, no se disminuyó en nada el poder
papal, sino que se hicieron fracasar ingeniosamente todos los es-

fuerzos que tenían por mira disminuir las prerogativas del papa.
La " Professio Fidei " ó breve fórmula de suscrición al credo tri-
dentino, contenía una promesa de obediencia al papa. A este
formulario todos los eclesiásticos y maestros tienen que asentir.
El catecismo romano fué preparado y publicado bajo la dirección
del papa, por autoridad del Concilio ; la Vulgata que se había
declarado autoritativa en las controversias, se mandó publicar en
una versión autorizada, y se prepararon también un Misal y
Breviario para el uso general. El Concilio de Trento hizo una
grande obra al promover la educación del clero, la mejor organiza-
ción de todo el cuerpo jerárquico, y la mejor ejecución de la disci-
plina eclesiástica. Sus cánones de reforma regularon los deberes
del sacerdocio seglar, determinaron las obligaciones que incumhen
á los obispos, é introdujeron un nuevo orden más eficaz que el
anterior en la administración de las parroquias.
El credo tridentino fué definido é inteligible en su negación de

los puntos distintivos del protestantismo ; mas en los puntos de


controversia entre el partido agustiniano y el semi-pelagiano, como
ambos existían en el seno de la Iglesia, fué indefinido y escrupu-
losamente ambiguo. Pero el concilio tanto por sus fórmulas doc-
trinales como por sus cánones reformatorios, contribuyó muchísimo
á la consolidación de la Iglesia en un cuerpo compacto. Desde su
tiempo no ha sido menester ya buscar la norma de la ortodoxia en

los varios escritos contradictorios de


padres y escolásticos, ó en
los

las multiplicadas declaraciones de los papas. Semejante regla de


fe la tenemos en el credo tridentino en una forma condensada y
LA REFORMACIÓN EN ITALIA Y ESPAÑA. 35?

con referencia especial á las doctrinas controvertidas en ese


entonces.
La Iglesia romana se sirvió también de otro instrumento de
un carácter muy distinto para desarraigar la herejía, á saber, la
Inquisición, que fué reorganizada en Italia por recomendación de
Caraffa, obrando éste como su primer director ó general con mucha
severidad, hasta que en 1555, se hizo papa, asumiendo el nombre
de Pablo IV. La Inquisición fué organizada á principios del
siglo XII para extirpar la herejía de los albigenses. Es un
tribunal cuya peculiaridad consiste en que fué constituido con
el objeto especial de descubrir y castigar á los herejes, y en que
su autoridad es superior del todo ó en parte, en el desempeño de

y demás funcionarios ordinarios de


esta función, á la de los obispos
!a Iglesia. Es por tanto un tribunal extraordinario que tiene sus
propios reglamentos y métodos de proceder, y su modo especial de
conseguir una evidencia contra sus víctimas. La Inquisición
española recibió su forma característica en el reinado de Fernando
é Isabel, siendo usada al principio para averiguar si algunos de los
conversos del judaismo volvían á su antigua fe, para castigar en
tal caso á los apóstatas. Las atrocidades de que fué culpable bajo
Torquemada, forman una página negra y sangrienta en la historia
1
española. Creció hasta ser una institución coextensiva con el

'Llórente, " Histoire critique de V Inquisición d'Espagne," (1817-1818.)


Lloreute fué secretario de la Inquisición, y disfrutando de las mejores opor-
tunidades para la investigación de la historia de ella, pasó varios años en la
preparación de su obra. La traducción francesa de Pellier fué hecha bajo la
dirección del autor de la obra.Llórente fué un sacerdote liberal que simpa-
tizaba con las miras do la Revolución francesa, y sostenía el dominio de la
familia Bonaparte en España. Creyó que la Inquisición era "viciosa en su
principio, su constitución y sus leyes," y no abrigaba ninguna reverencia
especial hacia los papas. Sin embargo, en el tiempo en que escribió esta obra,
su relación con la Iglesia de Roma no era hostil como lo fué más tarde. La
obra de Llórente ha sido sujetada á una crítica desfavorable por parte' de
escritoros católicos romanos, de quienes el principal es Hefele que en su obra
"El Cardenal Jiménez" (escrita en alemán), insiste en primer lugar, en que la
Inquisición española era de una manera predominante un instrumento del
gobierno español, y que los papas se esforzaron en restringir las severidades
practicadas por el Santo Oficio y en segundo lugar, que las acusaciones de
;

crueldad hechas contra la Inquisición contienen grandes exageraciones. El


principal punto en que insiste Hefele, es en la falta de exactitud que cree
hallar en el cálculo hecho por Llórente del número de las víctimas de la Inqui-
sición. Es de notar, sin embargo, que Hefele sostieue la mayor parte de sus
animadversiones contra Llórente, con la informacióu que halla en la misma
obra que critica, y no por la proporcionada por otras fuentes. Hefele cree
también que Prescott se equivocó en varios detalles debido á la influencia áf
358 HISTORIA DE LA REFORMACION.

reino y administrada según un sistema tiránico y cruel ;


pero se
relacionó tan íntimamente con el gobierno civil después de la
humillación de los nobles y la destrucción de la libertad de las
ciudades, que el reino despótico de Carlos V y Felipe II apenas
podría haberse mantenido sin ella. Sirvió de instrumento
para la sofocación tanto de la sedición como de la herejía. Fué
defendida por tanto por los soberanos españoles, á pesar de las
protestas y quejas de los papas. La Inquisición italiana organi-
zada por Caraffa, difirió de la institución española en algunos
respectos, aunque como ésta, era superior á los tribunales ordi-
narios, establecidos para la inflicción de la disciplina, y se basó
en los mismo principios generales. Seis cardenales fueron nom-
brados inquisidores generales, con facultad para establecer tribu-
nales inferiores en ambos lados de los Alpes, y para aprisionar y
juzgar á personas sospechosas, fuera cual fuese el rango ú orden

á que pertenecieran. La terrible maquinaria de este tribunal se


puso luego en operación activa en de la Iglesia, y aun-
los estados

que se le hizo cierta resistencia en Venecia y en otras partes de


Italia, la Inquisición extendió gradualmente su dominio sobre toda
la península, dando por resultado que se suprimiese la profesión
abierta del protestantismo. En 1542, antes del establecimiento
formal del Santo Oficio, Ochino y Pedro Mártir, no queriendo
ocultar por más tiempo su adhesión á la fe protestante, y no
estando en seguridad en Italia, habían abandonado su país y halla-
do asilo entre los protestantes que vivían al norte de los Alpes.
Igual admiración causó el que en 1548, Vergerio, obispo de Capo
d'Istria, hombre de distinción que había sido empleado en emba-
jadas importantes por el papa, siguiera el ejemplo dado por ellos.

Una multitud de personas de quienes se sospechaba, huyeron á los

Grisones y á otras partes de la Suiza. Las academias de Módena


y otras partes decayeron. La duquesa de Ferrara fué competida
á apartarse de todos sus amigos y dependientes protestantes, y ella
misma fué sujetada á restricciones por su marido. La congrega-
ción protestante de Locarno fué expulsada haciéndosele sufrir
grandes molestias, y tuvo que buscar un asilo en la Suiza. La

Llórente, en la historia que da de la Inquisición española en el primer tomo

cap. vii, de su "Historia de Fernando é Isabel." Hefele dice mucho también


de la actividadde los judíos en hacer prosélitos, y cita dicha tendencia como
paliativo de la conducta de la Inquisición. Pero el vasto número de conversos
falsos hechos de entre los judíos al cristianismo, es prueba concluyante de qne
ios )udíos no eran los más activos en hacer prosélitos.
LA REFORMACIÓN EX ITALIA Y ESPAÑA. 359

prisión, la tortura y la hoguera fueron empleadas para la destruc-

ción de las opiniones heterodoxas. En Venecia se introdujo la


costumbre de llevar á la infeliz víctima á alta mar á media noche,
y de ponerla en una tabla cuyos extremos descansaban en dos
buques, á los que entonces se hacía bogar en opuestas direcciones,
dando así lugar á que cayese en el mar donde se ahogaba en las

olas. Muchos hombres distinguidos fueron desterrados; otros,

como Aonio Paleario y Carnesecchi, fueron muertos. La colonia


de waldenses establecida en Calabria, fué destruida en una bárbara
matanza. Una parte esencial de la obra de la Inquisición en que
tuvo un éxito sorprendente, fué la supresión de los libros heréticos.

Los dueños de librerías tuvieron que entregarle tantos libros, que


casi se arruinaban. Fué tan vigilante la policiá secreta de la

Inquisición, que de los miles de ejemplarse del libro evangélico


sobre "Los mucho tiempo que
Beneficios de Cristo," se creyó por
no había quedado uno solo. Ultimamente ha sido cuando unos
ni
cuantos ejemplares que quedai'on, han sido traídos á la luz. Como
parte del sistema represivo de Caraffa, se estableció el "Indice
de Libros prohibidos." Además de la condenación de ciertos libros
y autores, había una lista de más de sesenta impresores cuyas
publicaciones fueron todas condenas. Caraffa puso en el Indice
elConciliwn ó Consejo que en unión de Sadolet y otros, había él
mismo ofrecido á Pablo III sobre el asunto de la reformación de
la Iglesia, y en que se habían censurado libremente los abusos
eclesiásticos. Más tarde bajo los auspicios de Sixto V, se formó el
" Indice Expurgatorio " para la condenación no de obras enteras,
sino de ciertos pasajes en libros cuya lectura se permitía. La
extensa persecución que fué emprendida por la reacción católica,
no perdonó ni á los católicos evangélicos cuyas opiniones relativas
á la justificación eran perjudiciales á la facción que había adquirido
la supremacía. Fueron éstos en efecto considerados y tratados
como poco mejores que los enemigos abiertos de la Iglesia. Aun
el cardenal Polo que había huido de Inglaterra por no acceder á la9
medidas de Enrique VIII y había side hecho legado papal y arzo-
bispo de Canterbury en el reinado de María, murió deshonrado
por la Iglesia por el mismo tiempo en que también la reina falleció.
El cardenal Morone, arzobispo de Módena, acusado de haber hecho
circular el libro de Paleario sobre la expiación en que se negaba
el mérito de las buenas obras, y cometido otras culpas parecidas,
fué puesto en prisión por dos años, hasta que después de la muerte
de Pablo IV en 1559, se le concedió la libertad. El espíritu que
360 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

caracterizaba al partido dominante, se ve en la imposible exigencia


tenida por el papa, de que las propiedades confiscadas de los mona-
sterios ingleses fuesen devueltas á la Iglesia. Este partido, sin
embargo, efectuó la virtual extinción del protestantismo en Italia.
En España no tardó en despertar un espíritu literario debido
á la influencia de las escuelas arábigas. Esa clase de cultura pro-
tegida por Erasmo, encontró una recepción cordial. " La Poli-
glotta Complutensiana " es una edición de las Escrituras que
refleja mucbo crédito sobre su autor el cardenal Jiménez. Sin
embargo, él se opuso á la traducción de la Biblia al idioma vulgar,
y sostuvo la Inquisición. El resentimiento que este odioso tribunal
despertó en dondequiera que había amor á la libertad, predispuso
á algunos á la aceptación de la doctrina que ella perseguía.
Debido á la extensión del gobierno de Carlos V sobre Alemania
y los Países Bajos, se estrechaban más las relaciones de España
con estos países, proporcionando á los españoles tanto seglares como
eclesiásticos, una buena oportunidad para informarse acerca de las
doctrinas protestantes, y no pocos les dieron una favorable acogida.

Hasta se notó que los eclesiásticos españoles que acompañaron á


Felipe II á Inglaterra después de su enlace con María, volvieron
á España con creencias algo modificadas por su corto contacto con
la herejía á la cual se habían opuesto. La guerra de Carlos V
contra Clemente VII que dió por resultado el saqueo de Roma y
la prisión del pontífice; y también la presencia de muchos miem-
bros del clero y de la nobleza de España en la dieta de Augsburgo
donde los protestantes presentaron su noble confesión, fueron
sucesos que no dejaron de producir una influeneia favorable sobre
los españoles. Aun en 1519, el famoso impresor de Basilea Juan
Froben, envió á España una colección de los folletos de Lutero
escritos en latín,y durante el año siguiente fué traducido al cas-
tellano el comentario del reformador sobre la epístola á los Gálatas
que contiene una amplia exposición de su doctrina. Traducciones
españolas de la Biblia fueron impresas en Ambéres y Venecia, y
á pesar de la vigilancia de la Inquisición, se introdujeron en España
un gran número de ejemplares tanto de ella como de otras publica-
ciones de los protestantes. Algunos españoles perecieron en el
extranjero, mártires de la fe protestante, como Jayme Enzinas
estudiante instruido que fué quemado en Roma en 1546, y Juan
Diaz que fué asesinado en Alemania por un hermano suyo fanático
que en vano se había esforzado en convertirlo, y que habiendo
efectuado este acto criminal de fratricidio, huyó á Italia y fué allí
LA REFORMACION EN ITALIA Y ESPAÑA. 36 i

protegido contra todo castigo. En Sevilla y Valladolid los prote-


stantes llegaron á contar con el mayor número de adeptos. Los
que adoptaron la interpretación reformada del evangelio, se con-
tentaron por regla general con su promulgación, sin atacar abierta-
mente la teología ó la Iglesia católica. La doctrina de la justifica-

ción sólo por la fe, adquirió allí, como en Italia, la mayor acepta-
ción. En Sevilla las creencias evangélicas fueron introducidas
por Rodrigo de Valero, hombre de alta categoría y cuyo carácter
había sido reformado por haberlas aceptado, y éste las promulgaba
en sus conversaciones y las exposiciones que hacía de las Escrituras
ante reuniones privadas. Fué salvado de las llamas por la influen-
ciade personas de autoridad, pero sólo para ser encerrado en un
convento. Los más eminentes predicadores de las ciudades, el
Dr. Juan Egidio y Constantino Ponce de la Fuente que había
nuevo movimiento.
sido capellán del emperador, se alistaron en el
La opinión pública predominante en Sevilla favorecía este prote-
stantismo verdadero aunque oculto. Fué aceptado también en los

claustros de la ciudad, especialmente en uno perteneciente á los


jeronimitas. Tanto en Sevilla como en Valladolid hubo congre-
gaciones ocultas completamente organizadas que se reunían priva-
damente para celebrar el culto protestante. En Valladolid la
causa protestante tuvo un caudillo distinguido en la persona de
Agustín Cazalla, capellán imperial, que fué ejecutado por la Inqui-
sición en 1559. Había probablemente cosa de dos mil personas
en varias partes de España que aceptaron la fe protestante y cele-

braron reuniones privadas por varios años. grande propor- Una


ción de ellas eran personas distinguidas por su rango y su erudición.
El descubrimiento de esas asociaciones en Sevilla y Valladolid,
estimulaba á la Inquisición á redoblar sus esfuerzos. La huida
de muchos á los que quedaban. Los calabozos
facilitó el descubrir

se llenabany se emplearon terribles instrumentos de tortura para


arrancar una confesión no sólo en las personas de los hombres, sino
también en las de las mujeres delicadas y esmeradamente educadas.
En ll>59 y 1560, se celebraron dos autos de fe en las dos ciudades
donde k herejía se había radicado más firmamente. Las ceremo-
nias fueren dispuestas con la mira de aterrorizar el corazón de las
víctimas y de las multitudes que presenciaron el acto. Los con-
denados fueron quemados vivos, con excepción de aquellos que
aceptaron lo¡s auxilios de un sacerdote los cuales disfrutaban del
privilegio de s«.r estrangulados antes de ser echados á las llamas.
El ioy y la familia real y los grandes personajes de la corte, de
362 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

ambos sexos, sancionaron esos procedimientos con su presencia


Autos de fe se verificaron también en otros lugares en circunstam
cias bien calculadas para inspirar terror á los espectadores. Loa
empleados de la Inquisición eran tan activos y vigilantes, y tan
inhumanos, que no había esperanza alguna para todo aquel que
se inclinara hacia las opiniones protestantes, si no era la huida, y
aun ésta le era difícil. La codicia estaba aliada con el fanatismo,
pues la secuestración de todos los bienes era siempre una parte de
la pena infligida en la herejía. De este modo trataba de destruirse
el protestantismo. Las restricciones puestas á la libertad de ense-
ñanza, sofocaron la vida intelectual del país.
En España como en Italia, la persecución no dejó que se esca-
pasen ni aun los católicos evangélicos. Entre éstos se contaba
Bartolomé de Carranza, arzobispo de Toledo y primado de España,
que había abogado por una justificación gratuita en el Concilio de
Trento. Había acompañado á Felipe II á Inglaterra y tomado
parte en el examen de los protestantes que perecieron en la hoguera
en el reinado de María. A pesar de todo esto, fué denunciado á
la Inquisición y encarcelado en Valladolid. Su intimidad con
Polo y con Morone, Flaminio y otros eminentes italianos de los
que se inclinaron hacia la doctrina evangélica, fué uno de los
hechos citados en su contra. Un catecismo que él había preparado,
en parte debido á su tendencia en algunos puntos á la teología
luterana, y en parte á que había sido escrito en el idioma vulgar,
se citó como la base principal de su acusación. Fué acusado
también de no haber citado ante el Santo Oficio á los principales
protestantes españoles cuyos sentimientos había condenado en lo
privado. Al cabo de siete años fué llevado á Roma, y después de
varias dilaciones, Gregorio XIII, en 1576, pronunció su sentencia,
declarándole violentamente sospechoso de herejía, prohibiendo el

uso de su catecismo, mandándole abjurar diez y seis artículos

luteranos, y suspendiéndole de su cargo por cinco años. Al fin


de este período murió después de haber estado durante diez y ocho
años en alguna ú otra especie de encierro. Una parte del material
de la acusación contra Carranza, fué sacada de las palabras de con-
suelo que dirigió al moribundo emperador Carlos en el convento V
de Yuste. Arrodillándose al lado de su lecho, el arzobispo elevando
el crucifijo le dijo :
" He aquí aquél, que responde por todo. No
hay más pecado ; todo se ha perdonado." Sus palabras ofendieron
á algunos de los que estaban presentes. Villabra el predicador
favorito del emperador que habló después, recordó á su regio seBoi
LA REFORMACIÓN EN ITALIA Y ESPAÑA 363

que había nacido en el día de San Mateo é iba á morir en el de


San Matías. Con tales intercesores, agregó, no tendría nada que
temer. " Así," escribe Mignet, " las dos doctrinas que dividían el

mundo en la época de Carlos V, se le presentaron otra vez en su


lecho de muerte." Además del arzobispo de Toledo, no menos de
ocho obispos españoles cuya mayor parte habían tenido asiento en
el Concilio de Trento, y unos veinticinco doctores de teología entre
los cuales se contaban personas demás distinguidas por su
las

erudición, fueron acusados también, mayoría de ellos tuvieron


y la
ó que hacer una retractación, ó que humillarse de alguna manera
ante el público.
Es una evidencia notable dela vitalidad de la reacción católica,
el que haya progresado á pesar de carecer de la cooperación de
ciertos papas en la ejecución de sus medidas, y de no estar siempre
de acuerdo en sus miras con la política papal. Lo que el buen
éxito del nuevo movimiento exigía y que éste tendió á efectuar, fué
la unión de las potencias católicas, especialmente una alianza del
papa con España. Cuando Caraffa á la edad de setenta y nueve
años subió el trono papal, su más fuerte pasión pareció ser el odio
que sentía por Carlos V
y los españoles. No obstante todo su celo
en pro de la reforma de la cual había sido uno de los primeros
promotores, elevó á sus parientes á puestos distinguidos, aunque no
animado de esa ambición egoísta que originaba el nepotismo, sino
del deseo de llevar á cabo sus proyectos de hostilidad á España.
Sus más vigorosos defensores contra Alva, eran alemanes cuya
mayoría se formaba de protestantes. Llegó hasta solicitar el
auxilio de los turcos. La derrota de sus aliados franceses en San
Quintín, seguida del completo buen éxito de Alva, le indujo á
cambiar de actitud. Resumió entonces sus empresas de reforma
consagrando á ellas toda su energía, y abandonó á sus parientes
que le habían traicionado. Así concluyó el nepotismo que por
tanto tiempo babía traído la desgracia y la debilidad al cargo
papal. Pero la guemi que él había ya encendido, ayudó la causa
del protestantismo en Francia y en los Países Bajos y también en
Inglaterra. Para realizar sus proyectas políticos, tuvo que tratar
á Isabel con arrogancia, puesto que se oponía á que ella se casara
con Felipe, y quería suplantarla con María Estuardo, candidato
de los Guisa. Aunque Pío IV (1559-65,) personalmente no simpa-
tizaba mucho con la Inquisición, permitió sin embargo, que ésta
prosiguiera su curso sin tratar de impedirlo. Trabajó por unir al

mundo católico, y consiguió poner término á las divisiones del Con-


HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

cilio de Trento, por medio de sus astutas negociaciones con los


diferentes soberanos. Pío V
(1566-72,) fué un representante sin-
cero del partido intransigente, y se mostró ansicso de conseguir por
ana parte, la reforma de la corte papal, y por otra, la destrucción
de los herejes. Consiguió del duque Cosme de Florencia, que le
entregase á Carneseechi, literato distinguido que entre los primeros,
debido á la influencia de Valdez, había favorecido el protestan-
tismo. Este fuó conducido á Roma
y degollado allí, y su cuerpo
quemado. Pío aprobó también lo que hizo Alva en los Países
Bajos, y gradualmente fué uniéndose con España en la grande
empresa de vencer el protestantismo. Sixto excomulgó á V
Enrique IV de Francia, (1585,) y con todo empeño prestó su
cooperación á la empresa de conquistar á Inglaterra por la
Armada. Estaba en cuerpo y alma con Guisa y con la Liga,
y cuando Guisa fué asesinado, excomulgó á Enrique III. Aunque
pareció escuchar con favor las súplicas de que absolviera á Enrique
de Navarra y le reconociera como rey, no accedió á ellas por que
sus inclinaciones en este sentido, fueron vencidas por las enérgicas
amonestaciones de Felipe. Esta actitud hostil del papado produjo
un notable efecto entre los católicos adictos al rey de Navarra,

y les confirmó en la disposición de insistir en que éste hiciera una


profesión de fe católica.
Nada puede ser más notable, que el cambio que iba experimen-
tando el espíritu intelectual de Italia cerca de fines del siglo XVI.
El anterior entusiasmo por el estudio é imitación de los antiguos,
ya había desaparecido. Aun la reverencia que se conservaba por
las construcciones arquitectónicas de la antigüedad, iba ya susti-
tuyéndose, como lo hacía por ejemplo Sixto V, con el deseo de
construir edificios dignos de rivalizar con aquellas. Un celo por
la investigación independiente, especialmente en las ciencias natu-
rales, iba sustituyendo á la erudición anticuaría ;
pero este nuevo
espíritu científico que á menudo tomaba una forma especulativa,
era restringido y reprimido por las autoridades eclesiásticas. La
lealtad á la Iglesia, y un temperamento religioso, en la forma
estricta creada por la restauración católica, caracterizaban á la
sociedad. La poesía, la pintura y la música fueron desde luego
modificadas y amoldadas por la influencia religi isa. Tasso que
escogió á un piadoso cruzado como héroe de su poema; la escuela
de Caracci, Domenichino y Guido Reni Palestrina el gran com-
;

positor, son nombres que sugieren la revolución efectuada en el


sentimiento y gusto característicos de esta época en contraste con
LA REFORMACIÓN EX ITALIA Y ESPAÑA. 365

la del renacimiento. La corte papal una vez restablecidas su


rigidez y sobriedad, se sometió por completo al nuevo movimiento.
En el carácter de Carlos Borromeo, se deja ver la contra-reforma
en un aspecto característico á la vez que atractivo. De noble cuna,
á pesar de las tentaciones á los placeres sensuales que se le presen-
taban, se consagró á una vida religiosa con inquebrantable fidelidad.
Siendo nieto de Pío V, fué agraciado con los cargos de mayor
importancia, y los desempeñó con una diligencia y fidelidad tan
ejemplares, que los que se hallaban dispuestos á envidiarlo ó cen-
surarlo, no pudieron menos que aplaudirle. Pero se alegró cuando
llegó el día en que pudo dimitir todos sus honoríficos empleos y
entregarse por completo al trabajo de su diócesis de Milán, de la
cual era arzobispo. Su perseverancia incansable en reformas y
obras de caridad, sus visitas á pueblos distantes y montañosos,
para cuidar de su rebaño, y su celo por la educación y se piedad,
le grangearon en la bula que le canonizó el título de ángel en
forma humana. Su enérgica perseverancia en hacer prosélitos,

y su disposición de perseguir la herejía, son otros rasgos cuya


contemplación es menos agradable, si bien son esencialmente carac-
terísticos de la reacción católica.
Los jesuítas establecieron su poder primeramente en Italia

y Portugal, España y sus colonias. " De los proyectos visionarios


de Ignacio," dice Ranke, " resultó una institución cuyas tenden-
cias eran singularmente prácticas ; y de las personas convertidas
por su ascetismo, se formó una institución caracterizada por todo
el cálculo razonado y exacto que distingue á la cordura mundana."

La educación de los jóvenes, especialmente de los de más elevado


rango, cayó prontamente en gran parte en manos de los jesuítas.

En su sistema de educación intelectual seguían un método estricto ;

pero sus escuelas se penetraban también del espíritu religioso carac-


terístico de su orden. Debido en gran parte á su influencia, el
tono profano ó mundanal propio de la cultura que antes había
prevalecido en las ciudades italianas, se cambió en otro en que la
reverencia tanto por la religión como por la Iglesia, formaba un
elemento distintivo. Desde las dos penínsulas, esta nueva orden
extendió su influencia por todos los países de la Europa. Forma
ron un gran ejército de propagandistas que papa empleó en k
el

nueva propaganda del catolicismo. La Universidad de Viena


fué puesta bajo la dirección de ellos ; se establecieron en Colonia,
Ingolstadt y Praga, y desde estos centros de operación trabajaron
con grande éxito en los dominios austríacos, las provincias de)
366 HISTOEIA DE LA EEFOEMACIÓN.

Rhin y otra? aartes de Alemania. El duque de Bavieru animado


de motivos parto religiosos, y en parte mundanos, se alistó con
e\j

entusiasmo en la causa de la reacción católica, y se hizo campeón


de ella. En los estados eclesiásticos de Alemania, el espíritu del
catolicismo fué reanimado, y violada con frecuencia la tolerancia
prometida á los protestantes en la Paz de Augsburgo. Los papas
de este período hicieron tan liberales concesiones á los príncipes

católicos, que éstos pronto comprendieron que había grandes ven-


tajas en ayudar el movimiento reaccionario. Durante los últimos
veinticinco años del siglo XVI, gracias á los esfuerzos hechos por
los jesuítas, y á las violentas medidas tomadas á instigación de
ellos, fué cambiada la corriente hasta ponerse en contra del prote-

stantismo en la Alemania meridional, en Bohemia, Moravia,


Polonia y Hungría. En estos países, el protestantismo había
adquirido una supremacía casi completa, y ellos juntamente con
la Bélgica y la Francia, constituyeron " el gran terreno disputa-
ble," donde las dos doctrinas luchaban por la supremacía. El
catolicismo triunfó en todos ellos, debido á su nuevo vigor. Los
jesuítas fomentaron en gran manera esa exaltación espiritual de
los católicos franceses, que en la matanza de San Bar-
se reveló

tolomé y las guerras de la Liga. Desde Douay, establecimiento


fundado por el cardenal Guillermo Alien, enviaron emisarios
hasta Inglaterra. La orden obró con actividad en Suecia, y por
algún tiempo tuvo la perspectiva de ganar otra vez aquel reino
al redil católico. Aun en los países donde no predominaban,
hicieron más agudo el antagonismo mutuo de las doctrinas rivales.
El progreso de la restauración católica fué facilitado especialmente
en Alemania, por las disensiones de los teólogos protestantes. La
mutua hostilidad de los luteranos y calvinistas, parecía ser en
algunos casos más fuerte que su oposición común á Roma.

A menudo se ha preguntado ¿ por qué después del rápido avance


del protestantismo durante medio siglo, tuvo un límite su progreso?

¿ Por qué no pudo ir más allá de los términos que había alcanzado
en la primera época de su existencia? Macaulay ha tratado esta
cuestión eu un ensayo ingenioso, en que además de aducir algunas
razones oportunas, niega de una manera extraña que la religión
sea una dependa del avance de
ciencia progresiva cuyo desarrollo
la ilustración Aparte de sus especulaciones paradójicas
general.
sobre este último punto, la explicación que hace de las causas que
detuvieron el progreso del protestantismo, aunque elocuente y
LA REFORMACIÓN EN ITALIA Y ESPAÑA. 367

de valor, es muy iii completa. Las principales causas de ese evento


son, según nuestro parecer, las siguientes:
1. La fermentación que caracterizaba el principio del protestan-

tismo, tuvo que conducir al fin á la formación de distintos partidos,

y de esa manera iban originándose inevitablemente impedimentos


que estorbaron la más lata extensión de la nueva doctrina. El
protestantismo fué un movimiento reformatorio iniciado dentro
de la Iglesia. Al principio muchos se contentaban con el mero
examen nuevo sistema, y se inclinaban hacia él con más ó
del
menos favor. El camino que siguieran, tendría que depender de
las influencias á que la casualidad los sometiera. No estaban
ligados indisolublemente al antiguo sistema, y bien podría persua-
dírseles á abandonarlo y cuando el conflicto se hizo más reñido,
;

la gente se dispuso más y más á unirse con uno ú otro partido,


poniéndose bajo su estandarte respectivo. Este período de fluc-
tuación y conversión, tuvo naturalmente que acabar antes de
mucho. Tan pronto como un espíritu de partido fué así despei
tado; formó un obstáculo al progreso más extenso de las nuevas
creencias, porque se iba trasmitiendo de padres á hijos.
2. Los convenios políticos celebrados en diversos países, en con-
secuencia de las divisiones religiosas, tendieron todos á limitar al
protestantismo dentro del territorio que al principio había conqui-
stado. Este punto es de grande importancia, pero Macaulay lo
pasa inadvertido. En Alemania las negociaciones y disputas pro-
ducidas por el conflicto religioso, dieron por resultado la adopción
del principio, " cujus regio, ejus religio," es decir, la religión del
Estado debe conformarse á la del príncipe. Este principio, sin
embargo, no habría sido suficiente para detener el progreso del
protestantismo ;
pero la " reservación eclesiástica " sí lo fué, porque
según ella, la conversión de un príncipe eclesiástico á la nueva fe,

no servía de mucho á la causa protestante, puesto que en tal caso

tenía él que renunciar su puesto. Todos los arreglos políticos


efectuados en Alemania, tendieron á la construcción de una muralla
de separación entre las dos confesiones, y la protección del territorio
de cada una contra las usurpaciones de la otra. Debe recordarse
que el espíritu propagandista no caracterizaba, por regla general,
al protestantismo. Los protestantes, especialmente en Alemania,
se dieron por satisfechos con tener libertad suficiente para desa-
rrollar su propio sistema sin ninguna intervención. El último
límite de sus exigencias, fué disponer de lugar suficiente en que
tener una expansión natural. En los Países Bajos la separación
368 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

de las provincias llamadas Walloon, de los demás estados, y 1»


adherencia de aquellas á España, no pudo dar otro resultado que
el de perpetuar su conexión con la Iglesia católica. En Francia,
las guerras civiles y el convenio político á que condujeron, dieron
origen á la formación de un cuerpo compacto y formidable de
hugonotes propio para la defensa, pero incapaz de propagar su
fe.

3. La contra-reforma efectuada en la Iglesia católica al puri-


ficarla de los abusos más groseros que con justicia se le echaban en
cara, quitó una arma formidable de manos de los protestantes, y
á la vez acabó con la apatía de la Iglesia antigua, haciendo imposi-
ble que la atención de sus gobernantes se absorviera pormás tiempo
en ambiciosos proyectos políticos, ni en la mera satisfacción de un
gusto literario, cosa que había hecho de la corte papal en tiempos
pasados, el rendezvous de autores y artistas sino que un celo pro-
;

fundo por las doctrinas y formas de la religión católica romana,

caracterizó tanto á sus funcionarios como á sus feligreses, y les

unía en un solo cuerpo.


4. Mientras que esta concentración de fuerzas se estaba verifi-

cando en el lado católico, los protestantes iban gastando sus fuerzas


más y más en sus mutuas disensiones. La intolerancia de unos con
otros facilitó el avance de su enemigo común. Además, el férvido
sentimiento religioso que animaba á los primeros reformadores y
á los príncipes que defendieron su causa, no existía ya en tanto
grado, sino degeneró en una rigidez teológica ó un espíritu egoísta
y político. La aparicición de un hombre como Mauricio de
tal

Sajonia, cuyo carácter forma contraste tan marcado con el de los


electores que escucharon la voz de Lutero, y aun con el del land-
grave Felipe de Hesse, señala el advenimiento de una era en que

un temperamento más político y egoísta, sustituye la sencillez del


principio religioso. La reina Isabel, con su tibia adhesión á la
Reforma y sus prácticas políticas caracterizadas por la
religiosa,

falsía y el doblez, es una indigna representante del carácter reli-


gioso del protestantismo: Cuánto más intenso y consecuente no
¡

fué el celo religioso del caudillo seglar de la restauración católica,


Felipe II ! El ardor de los protestantes, se consumió en discordias
domésticas, al tiempo en que el de los católicos fué ejercido con
una energía sin división, en contra de aquellos.
5. La organización superior de la Iglesia católica le dió una
notable ventaja en su lucha contra el protestantismo que fué
dividido en tantas iglesias, cuantas fueron las comunidades políti
LA REFORMACIÓN EN ITALIA Y ESPAÑA. 3G9

cas que abrazaron la nueva doctrina. Los católicos podían formar


un plan de operaciones que abarcara no un solo país ó porción
determinada del campo de batalla, sino todo el campo, y combi-
narlo de modo que tuviera referencia á un buen éxito universal.
6. Otra fuente de poder en la Iglesia católica, dimanó de la

práctica de utilizar la inmensa variedad de temperamentos reli-


giosos y de talentos y caracteres que se encontrasen dentro de su
redil. El diplomático desapasionado y astuto, el estudiante labo-
rioso, el polémico hábil y sutil, y el entusiasta ardoroso, todos en
fin sin exceptuar á nadie, reciben cada uno un trabajo propor-
cionado á su propia capacidad. Hombres tan poco semejantes
entre como Bellarmin é Ignacio, se emplearon en la causa común

y aun dentro de la misma sociedad. Esta práctica de la Iglesia


católica se ha atribuido á menudo á una política profunda. Pero
sea cual fuere la sagacidad que en eso manifiesta, se debe probable-
mente menos á los cálculos de un astuto plan, (pie á un principio
habitual ó modo de pensar en la religión, inherente al genio del
catolicismo. Se ha observado con justicia que hombres del tipo
de Wesley, que entre los protestantes han sido compelidos á fundar

nuevos cuerpos eclesiásticos, si hubieran sido miembros de la Iglesia


católica,habrían recibido un trato hospitalario y un empleo análogo
á su carácter. La hueste organizada por el papa en defensa del
catolicismo, se asemeja á un ejército que incluye exploradores
ligeramente armados, artilleros con sus armas pesadas, caballería
veloz, y espías que entran en el campamento y descubren los planes

del enemigo.
7. No se puede negar que en la Europa meridional se mani-
festaba un apego más arraigado al sistema católico, que el que se
le tenía entre las naciones del norte que adoptaron la Reformación.
En Alemania la gente común escuchó con alegría las enseñanzas
de Lutero, y el protestantismo asumió allí en gran parte, el carác-
ter de un movimiento nacional pero en Italia y España fué prin-
;

cipalmente la gente literata la que recibió la nueva doctrina, y loa


que carecían de cierto grado de cultura, no fueron afectados por
ella. Aun en Francia que ocupaba una posición en algo interme-
dia entre las dos corrientes de opinión, fué la clase media inteli-
gente juntamente con los sabios y nobles, la que proporcionó al
protestantismo sus adeptos. En Italia y España la nueva doctrina
no penetró tan profundamente que llegara á las fuentes de la vida
nacional. Además de esto, es de notarse que £u las naciones que
permanecieron católicas, aun muchos de los que recibieron la doc-
24
370 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

trina evangélica sustancialmente en la forma en que fué recibida


por los protestantes de otras partes, no se sintieron con la necesidad

de prescindir del todo de la forma de gobierno y de culto de la


Iglesia antigua. Esta circunstancia no se debe atribuir á la
timidez. Las formas externas del protestantismo eran menos
necesarias y conformes con su carácter; y las del catolicismo se
les bacían menos pesadas. Aun en Francia se vió este fenómeno
en el círculo que en breve se reunió al rededor de Lefévre y
Briconnet, y especialmente en Margarita de Navarra y sus dis-
cípulos. La doctrina de la salvación gratuita por los méritos de
Cristo, y la de que la piedad debía residir en lo íntimo del alma,
según las enseñanzas del protestantismo, les fueron gratas; pero
no por eso se sentían movidos á renunciar ni el gobierno ni los
sacramentos de la Iglesia, ni á aliarse con el cuerpo protestante.
Cuando todas estas circunstancias se toman en consideración, no
es de admirar que el protestantismo después de conseguir sus
primeras grandes victorias, se haya detenido en su marcha, y
quedado al fin encerrado dentro de límites fijos.
El partido católico, sin embargo, tuvo que sufrir con motivo de
discordias internas. Antes del fin del siglo, los discípulos de
Ignacio de Loyola que eran semi-pelagianos en su teología, sostu-
vieron una acalorada controversia con los dominicos que, como su
maestro Tomás de Aquino, se acercaban más á la opinión agusti-
niana en su modo de explicar la relación entre la gracia y el libre
albedrío. El conflicto teológico suscitado de ese modo, duró por
largo tiempo, y trajo serios trastornos á la Iglesia católica, y en su
efecto final á la orden jesuíta. Esta fué una de las varias influen-

cias adversas paralizar la Reacción católica, y


que contribuyeron i

á poner coto al progreso de la contra-reforma.


CAPITULO XII.
LUCHAS DEL PROTESTANTISMO EN EL SIGLO XVII.

La reacción católica encabezada por papa en


el lo espiritual,
y
por Felipe II en lo temporal, experimentó un revés terrible con
la destrucción de la Armada española, y el consecuente fracaso
del gigantesco proyecto formado para efectuar la conquista de
Inglaterra. El establecimiento de Enrique IV en el trono de
Francia, fué un golpe aun más desanimador. Francia, los Países
Bajos y la Gran Bretaña, fueron los principales países sobre los
cuales se intentó establecer el predominio político de la monarquía
española y la supremacía espiritual de Roma. La lucha entre el
protestantismo y la antigua fe siguió durante la mayor parte del
6¡glo XVII, pero poco á poco la reacción católica fué gastando
sus fuerzas hasta que los impulsos del fanatismo quedaron subordi-
nados á las exigencias de los planes políticos.
Los principales asuntos que deben considerarse son : la guerra
de treinta años ; las revoluciones inglesas ; y la política de Riche-
lieuy de Luis XIV en Francia y en el extranjero. El reinado de
Luís XIV cae principalmente en la última mitad del siglo XVII,
ó en el período subsiguiente al grande convenio europeo llamado
la Paz de Westfalia. Sin embargo, debe decirse algo de este
reinado á fin de que tengamos una idea exacta del conflicto habido
entre el protestantismo y el catolicismo.
Carlos V halló que se había equivocado en sus cálculos, y que
la fuerza moral de la fe protestante en Alemania había hecho
fracasar todos sus planes. El descalabro que sufrió en su último
esfuerzo para subyugar á los protestantes, debilitó al imperio ;
pero
no hay razón para decir que Alemania haya perdido su unidad
política debido á la Reformación, porque esta unidad ya se había
perdido de hecho la habría más bien para decir que en ese enton-
;

ces no aprovechó una buena oportunidad para recobrar dicha


se
unidad y darle una base duradera. La Reformación en Alemania
371
372 HISTORIA DE La REFORMACIÓN.

más que en cualquiera otro páis, no emanó de estadistas y gober-


nantes, sino de los corazones del pueblo. No se hizo universal,
debido á los obstáculos puestos en su camino, y á sus propina
divisiones internas.
Las estipulaciones de la Paz de Augsburgo, aunque no fueron
satisfactorias ni á uno ni á otro partido, conducirían al fin propuesto
siempre que los emperadores fueran imparciales en su cumplimiento.
Así lo hicieron tanto Fernando I cuyo advenimiento al trono fué
contrariado por Pablo IV, enemigo de su casa, como Maximiliano
II que se inclinaba tan distintamente á las creencias protestantes,
que fué acusado abiertamente de herejía por los católicos fanáticos.

Durante su reinado de tolerancia, el pi-otestantismo se extendió en


Austria, con excepción de los valles rurales y aislados del Tirol.
Carlos V tuvo que abandonar su deseo de trasmitir la corona
imperial á su hijo Felipe. Este en sus esfuerzos fanáticos contra
el protestantismo, no fué apoyado por la rama austríaca de su
familia. Las crueldades de Alva en Bajos y la matanza
los Países

de San Bartolomé, fueron actos condenados y deplorados por el


emperador. Felipe tuvo tanto temor de que Maximiliano se
uniera á los protestantes, que juzgó necesario disuadirle de tal
paso, valiéndose de las más enérgicas exhortaciones. Mientras que
estaba encarnizándose en los Países Bajos, y entre los
el conflicto

hugonotes y sus enemigos en Francia, los luteranos de Alemania


por lo general, pei-manecieron neutrales, debido á su hostilidad al

calvinismo, no obstante haber sido amonestados por Guillermo de


Orange y otros protestantes extranjeros, de que la causa era una,

y de que si no se refrenaba el fanatismo católico, Alemania sería


la siguiente víctima. A fines del reinado de Maximiliano (1564-76,)
con la entrada de los jesuítas comenzaron los disturbios á susitarse.

Rodolfo II, sucesor de Maximiliano, había sido educado en España


y estaba bajo la influencia de la orden jesuíta, así como también
lo estuvo Matías que á su vez le sucedió. A consecuencia de la
incapacidad de Rodolfo, gobierno de Austria y Hungría le fué
el

quitado antes de morir y dado á Matías, y éste á su turno y de


la misma manera, tuvo que ceder á su primo el archiduque Fer-
nando de Stiria, católico fanático (1619-37). Fernando y Maxi-
miliano, duque de Baviera, fueron los esforzados campeones de la
reacción católica. Matías se había visto obligado á dar á los

bohemios una carta patente otorgándoles una amplia tolerancia


religiosa y derechos iguales á los de los católicos. Los obispos y
las ciudades católicas expulsaban á sus subditos protestantes y
;

LUCHAS DEL PROTESTANTISMO EN EL SIGLO XVII. 373

abolieron el culto reformado. Los protestantes de toda la Alema-


nia se indignaron á causa ¿el trato que se dio á la ciudad libre de
Danauwórth, la cual siendo exclusivamente protestante, rehusó
permitir que el convento católico sacase procesiones, por ser esto
una violación de un convenio anterior. La ciudad fué puesta por
eso bajo la férula del imperio, y el duque de Baviera marchando
contra ella, al mando de una fuerza irresistible, excluyó el culto
protestante é incorporó al pueblo entre sus propios territorios, 1607.
Los católicos por su parte se quejaron de las infracciones del proviso
eclesiástico que ordenaba que si el agraciado con un beneficio
eclesiástico abrazaba el protestantismo, debía en el acto dimitir su
puesto. El hecho era que los protestantes habían permitido que
el emperador en la Paz de Augsburgo, sancionase con su propia
autoridad este proviso, aunque ellos rehusaron resueltamente
adoptarlo de la misma manera que la declaración imperial que
;

otorgaba protección á las comunidades protestantes que había


dentro de los límites de la jurisdicción de los prelados católicos,
había sido permitida por el partido opuesto. Los principes prote-
stantes habían nombrado para los beneficios eclesiásticos contiguos
á sus territorios, y que ya habían sido ganados á la Reformación,
á obispos ó administradores elegidos de entre su propia parentela
y en fraguaron la abolición completa de la mencionada
las dietas
restricción y de toda limitación de la libertad religiosa. Pero á
pesar de todo, el Proviso se puso en práctica rigorosamente contra
el elector de Colonia, cuando éste se convirtió al protestantismo en
1582. El ultraje perpetrado contra Donauworth, dió lugar á la
formación en 1608, de la Unión Evangélica, siendo ésta una liga
en que, sin embargo, no entraron todos los estados protestantes, y
que desde un principio tuvo una débil organización. Pero la Liga
*
católica formada para contrarestarla, acaudillada por Maximiliano
de Baviera, estaba firmemente cimentada y llena de energía. En
el lado protestante, en adición á otras fuentes de discordia, la

hostilidad de los luteranos estrictos contra los calvinistas, fué


un
constante semillero de Los bohemios se rebelaron
divisiones.
contra Fernando II en 1618, cuando sus libertades religiosas
fueron violadas, y " en conformidad con una buena y antigua
costumbre bohemia," según la llamó uno de los nobles, echaron
por la ventana á dos de los consejeros imperiales. Cuando poco
después, muerto Matías, Fernando le sucedió, los bohemios rehu-
saron aceptarle como su rey, y dieron la corona de Bohemia á
Federico V, príncipe elector del Palatinado, y yerno de Jacobo I
;

374 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

de Inglaterra. Fernando, hechura de los jesuítas, que muy jovej


había hecho voto de extirpar la herejía en sus dominios y lo
el

había cumplido hasta donde pudo, se echó tanto por necesidad


como por gusto, en brazos de la Liga católica. Manifestó su
entusiasmo por la causa católica, por su asistencia asidua al culto
religioso. Asistió, por ejemplo, á una procesión en medio de un
aguacero, imitando así el celo desplegado en otro tiempo por el

emperador Juliano en la celebración de los ritos del paganismo.


De este modo la casa imperial de Austria emprendía de nuevo la
tarea que Carlos V le había dejado, de defender y propagar el
catolicismo en alianza con la Iglesia. La reacción católica que
había hallado un representante en Felipe II, encontró otro caudillo
en emperador, y las dos ramas de la casa de Hapsburgo estu-
el

vieron más unidas que nunca en sus simpatías religiosas. El


elector Federico que profesaba un calvinismo desagradable á los
bohemios, y tenía una corte cuyas costumbres y modales no cuadra-
ban con el carácter de ellos, por no recibir el auxilio necesario de
los príncipes protestantes de Alemania ó de Inglaterra, sufrió una
completa derrota, y así tanto las preocupaciones de los luteranos
como su temor de que se les creyese partidarios de una rebelión y
un espíritu revolucionario, privó al elector de sus aliados naturales.
Bohemia fué, por tanto, abandonada al fuego y á la espada, y en
la terrible persecución que siguió y que tenía por objeto la destruc-
ción del protestantismo, y en las guerras prolongadas á que eso dió
lugar, fué reducida la población de cerca de cuatro millones de
almas con que contaba, á cosa de siete ú ochocientas mil. Sólo
después que el Palatinado había sido conquistado y devastado, y
trasferido el cargo electoral al duque de Baviera juntamente con
los territoriosde Federico, con excepción de la parte dada á
" España y después que la empresa de extirpar el protestantismo
;

se había emprendido activamente por la acción combinada de las


tropas de la Liga y de los sacerdotes jesuítas, fué cuando al fin las
potencias protestantes empezaron á defender la causa del elector
fugitivo. En 1625, Inglaterra, Holanda y Dinamarca formaron
una alianza que tenía por objeto efectuar su restauración. Cristia-
no IV de Dinamarca fué derrotado, y la intervención danesa fra-
casó. La traslación de la dignidad electoral de Federico al duque
de Baviera, dió la mayoría á los católicos en el cuerpo electoral
pero por otra parte poder y puesto de ese modo adquiridos por
el

el duque, separaron en cosas importantes sus intereses de los de


Fernando. Gracias al auxilio de Wallenstein y á su consumada
LUCHAS DEL PROTESTANTISMO EX EL SIGLO XVII. 375

habilidad para reunir y organizar un ejército, como para así

acaudillarlo, pudo Fernando librarse del gobierno virtual de Maxi-


miliano y de la Liga. Wallenstein era un noble bohemio orgulloso,
hábil y dominado por sueños ambiciosos, y sin ningún escrúpulo
que lo retrajera de emplear los medios necesarios para llevar á cabo
sus atrevidos proyectos. Había éste prestado á Fernando servicios
militares de gran importancia, y por el tiempo en que al parecer
terminó la revolución bohemia, había acumulado grandes riquezas
por la compra de propiedades confiscadas. Ofreció entonces for-
mar un ejército y sostenerlo, é hizo que sus tropas se mantuviesen
á mismas sobre el país. Fué este un período de transición en

cuanto á la manera de proseguir la guerra, en que el antiguo


sistema que se apoyaba en una milicia feudal había ya desapare-
cido, pero sin ser sustituido aun por el sistema moderno de ejércitos
de pié. Los ejércitos se componían de mercenarios reclutados de
todas las naciones, los cuales hacían la guerra por oficio en donde-
quiera que pudieran apoderarse del botín más rico, creyendo que
el robo era un derecho legítimo que les daba la guerra. La indeci-
ble miseria que trajo á la Alemania, la lucha prolongada, se debió
en gran parte á esta organización de los ejércitos. A pandillas
de merodeadores organizados, con armas en la mano, se les permitía
que robasen á los habitantes que no tenían protección alguna, y
las ciudades capturadas eran abandonadas á las pasiones desenfre-

nadas de una soldadesca salvaje y feroz. Los que carecían de


armas temían á sus amigos casi tanto como á sus enemigos. La
buena conducta de los suecos maravillaba á los habitantes con
quienes estuvieron y aun aquellos mismos después
en contacto ;

de la muerte de su gran caudillo, Gustavo Adolfo, descendieron


hasta el nivel de los demás combatientes en esa espantosa lucha.
No es de admirar que Alemania recorrida y hollada durante toda
una generación por estas huestes de bandidos, fuera reducida casi
á un desierto, y que sufriera calamidades de cuyas consecuencias
nunca se ha recobrado por completo.
La victoria acompañó las armas de Wallenstein y de Tilly,
general de la Liga: Brunswick y Hanover, Silesia, Schleswig y
Holstein cayeron bajo su dominio. Los duques de Mechlenberg
fueron puestos bajo la férula del imperio, y su territorio dado
como recompensa á "Wallenstein, 1627. El estaba ansioso de sub-
yugar los pueblos alemanes del Báltico pero Stralsund opuso ;

una que Wallenstein no pudo vencer, á pesar


resistencia obstinada
de haber jurado que se apoderaría del pueblo, aunque éste se
576 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

bailara ligado al cielo por cadenas diamantinas. Sus proyectos


ambiciosos eran del todo independientes de los de la Liga la cual
no podía contar con su apoyo. Era tal la envidia y animosidad
de la Liga bacia el comandante que había librado á Fernando del

dictado de ella, que indujo á éste á destituir del mando á Wallen-


stein. Poco antes, sin embargo, había persuadido la Liga al
emperador á la adopción de una medida igualmente peligrosa
para su causa, y la cual hizo remota toda esperanza de paz. Esa
medida consistió en el edicto de Kestitución (1629) en el cual se
declaraba que los Estados protestantes después del tratado de
Passau, no tenían el derecho de disfrutar de los beneficios eclesiá-

sticos que
hallaban bajo su señorío, y que todo acto de seculariza-
se
ción de esta naturaleza, era nulo que los arzobispados y obispados
;

que se habían hecho protestantes desde ese tratado, debían ser de-
vueltos ;
que la Declaración de Fernando II que dejaba en libertad
á los súbditos protestantes de príncipes eclesiásticos, carecía de valor,
y era permitido compeler á dichos súbditos á hacerse católicos, so
pena de expulsión de sus domicilios. Es decir, las estipulaciones
de la Paz religiosa contrarias á los intereses de los protestantes,

serían reforzadas, conforme á la más rígida interpretación, mientras


que las más perjudiciales á los católicos serían abrogadas. Además
de esto, el edicto ordenaba que la Paz
no debía entenderse religiosa
come otorgando protección á calvinistas, zwinglianos, ú otros disi-
dentes, sino sólo á los adictos á la Confesión de Augsburgo. Los
cambios efectuados desde el tratado de Passau eran de tal natu-
raleza, que la ejecución del edicto habría causado una revolución
extrema y violenta en las comunidades protestantes. Era evi-
dente que se tenía por mira nada menos que la completa extin-
ción del protestantismo. Los más tibios de entre los príncipes,
inclusos los electores de Brandenburgo y de Sajorna, fueron desper-
tados por esta medida é inducidos á unirse contra el peligro común.
De este modo el edicto de la restitución y la remoción de Wallen-
stein del mando que tenía, medidas ambas dictadas por la Liga,
ayudaron á la causa protestante: la primera, porque despertó y

unió á sus defensores ; y la segunda, porque debilitó la fuerza


militar de sus adversarios, y "Wallenstein fué sacrificado á la Liga
y á la ambición de Maximiliano.
En el segundo acto de este largo drama, Gustavo Adolfo de
Suecia es el héroe. Había llevado por mira, durante una lucha
de diez y ocho años con Dinamarca, Polonia y Rusia, extender su
dominio sobre el mar Báltico. Las conquistas imperiales no sólo
LUCHAS DEL PROTESTANTISMO EN EL SIGLO XVII. 377

pusieron eu peligro esta mira política, sino amenazaron a Suecia


misma con una reacción católica. Además de este motivo, el rey
sueco fué impulsado á intervenir impulsado por el afecto sincero
que tenía á la causa protestante, semejante al que esta había
inspirado á los príncipes alemanes Federico de Sajonia y Felipe
de Hesse en la primera época de la Reformación. No era un
cruzado ;í quien animara el deseo de exterminar la fe opuesta,
sino quería que ambos partidos mutuamente
religiosos respetasen
bus respectivo?! derechos y morasen juntos en amistad. Su inter-
posición á la vez que peligrosa para él mismo, fué mirada por
Brandenburgo y Sajonia con envidia y sumo desagrado. Sólo
después del saqueo é incendio de Magdeburgo por las tropas
bárbaras de Tilly (1631,) se vió obligado el partido neutral á
aliarse con la Suecia. La Gustavo sobre Tilly, y el
victoria de
avance triunfante de los suecos hacia el sur de Alemania, abatieron
el poder de la Liga. Gustavo fué mirado recelosamente por los
príncipes, pero se hizo de la confianza de las ciudades alemanes.
Si su plan relativo á la paz que incluía la abrogación del edicto
de la restitución, la tolerancia por todas partes de ambas religiones,
la restauración del elector del Palatinado á sus territorios
y á la
dignidad electoral, y el destierro de los jesuítas, comprendía
también su propia elevación al rango de rey de Roma, es cosa que
nunca sepodrá resolver. No había más alternativa para Fernando,
que la de llamar á Wallenstein de sus posesiones donde vivía
retirado, y darle otra vez poder absoluto para proseguir la guerra,
haciéndole de hecho independiente de todo gobierno, y extento del
peligro de otra remoción. La batalla de Lutzen en 1632, dió por
resultado una grande derrota sufrida por Wallenstein, y una
gloriosa victoria adquirida por los suecos, pero que costó á estos la
vida de su rey.
En la nueva faz que tomó la guerra después de la muerte de
Gustavo, la influencia de Richelieu predominó más y más. El
objeto del cardenal fué llegar al fin que la política francesa había
perseguido por tanto tiempo, de destruirel poder de la casa de

Hapsburgo, y de aprovecharse al mismo tiempo de las disensiones


intestinas de Alemania para extender los límites orientales de la
frontera francesa.
Richelieu justificó
el auxilio que dió á los protestantes, afirmando

que guerra no era religiosa sino política. Esta no fué sino la


la
antigua lucha de Francia contra el ambicioso esfuerzo hecho por
la cisa de Hapsburgo, para destruir la independencia de las demás
378 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

naciones y hacer de ellas una monarquía universal. Esta imputa-


ción fué negada con indignación por los Hapsburgos, y no existen
••azones para creer que semejante designio haya sido abrigado
seriamente por el emperador y sus partidarios. Sin embargo, un
completo triunfo en su empresa político-religiosa, les habría dado
sin duda una peligrosa preponderancia. En la lucha de Felipe II
contra el protestantismo, la supremacía de España y el triunfo de
la causa católica, se unieron íntimamente en la mente del rey.
Richelieu fué acusado á su vez de abrigar una ambición igual en
bien de Francia. En esta acusación lo que había probablemente
de verdad, era que él deseaba hacer de su patria la principal de
las naciones europeas. Holanda ayudó indirectamente á la Liga
anti-austriaca, prosiguiendo su propia lucha contra las tropas de
España, pero se abstuvo de tener otra participación en esa guerra,
porque temía á Francia, y á las consecuencias que resultarían del
aumento de poder de esa nación. Richelieu no quiso tomar parte
en la guerra alemana, sino hasta después que la subyugación de
los hugonotes y la captura de la Rochela lo dejaron en completa
libertad de acción. A
pesar de las subvenciones que había dado
á Gustavo, no había podido conseguir en recompensa de ese cauto
monarca, parte ninguna en la dirección de la guerra, sino solamente
la promesa de que no sufriría ningún ataque la religión católica
como tal. Oxenstiern, el canciller sueco á quien quedó la direc-
ción principal de los negocios después de la muerte del rey, reservó
cuidadosamente á los suecos la suprema dirección de la guerra, la

cual les fué asegurada en el tratado de Heilbronn en 1633, año


en que Francia entró en alianza con Suecia y los Estados Prote-
stantes. Wallenstein se hacía más y más un objeto de terror á su
amo imperial y á Ese comandante á quien no era posible
la Liga.
remover conspirando para arreglar una paz
ni gobernar, estaba
en la que él haría su propio convenio con Francia y Suecia, com-
placería á los protestantes, y se reservaría probablemente á Bohe-
mia como su propia recompensa. Había hecho prueba de sus
oficiales, y confiaba en su fidelidad. El asesinato de Wallenstein
(1634,) fué el medio elegido para castigar su traición y evitar el
peligro con que él amenazaba.
La victoria imperial en la batalla de Nordlingen, eu 1634, dió
por resultado el que Richelieu adquiriera el predominio á que por
tanto tiempo había aspirado. La fuerza sueca fué debilitada, y el

auxilio de Francia se hizo una necesidad. Francia y Suecia en


lo de adelante tuvieron igual parte en la prosecución de la guerra.
LUCHAS DEL PROTESTANTISMO EN EL SIGLO XVII. 379

Brandenburgo y Sajonia á las cuales había repuguado siempre


unirse a Suecia, celebraron para sí mismas un tratado distinto con
el emperador, en virtud del cual fué abrogado el edicto de restitu-
ción en cuanto á ellas pudiera corresponder. El tratado entre
Sajonia y el emperador fué concluido en Praga en 1635. Que el
elector hubiere formado un convenio tan poco honroso, se debió en
parte á la envidia que le inspiraba la Suecia, y en parte á la
hostilidad fanática de que en su corte se hacía objeto el calvinismo.
El deseo de Richelieu de formar entre los alemanes un partido
francés, pareció haberse realizado cuando Bernardo de Weimar,
uno de los principales generales de Alemania, fué puesto á sueldo
de Francia. Sin embargo, no estaba cierto de que él convendría
en hacerle á este país una cesión permanente de territorio, y en
efecto en su testamento, se declaró expresamente en contra de tal

acto. Con la muerte de Bernardo en 1639, el cardenal llegó al

completo logro de sus deseos, porque la prosecución de la guerra


fué dejada en manos de la Francia, y los ejércitos fueron mandados
por oficíalos franceses. El carácter de la guerra se había cambiado
por completo. Los estados protestantes estaban peleando en el

lado imperial, pagando así un enorme precio por haber abandonado


á sus aliados anteriores. Fueron necesarios ocho años más de
guerra, para conseguir de la corte de Viena una plena amnistía
y la restauración de la paz religiosa, incluyéndose la abrogación
del Edicto de Restitución, medidas estas indispensables para la
terminación de tan cansado conflicto. Se obtuvo el consentimiento
del emperador á estos necesarios términos de la paz, debido á sus
reveses militares.
Son indecibles las crueldades infligidas en el pueblo indefenso
durante esta guerra, especialmente en los últimos años de ella.

La población de Alemania se dice haber disminuido en treinta


años, deun veinte á un cincuenta por ciento. La población de
Augsburgo fué reducida de ochenta mil almas, hasta diez y ocho
rail. De los cuatrocientos mil habitantes que había en AVurtem-
burgo en 1641, no quedaron sino cuarenta y ocho mil. Ciudades,
aldeas, castillos, y casas innumerables habían sido incendiadas.
Horroriza la simple estadística de la destrucción de vidas y de
bienes.
La Paz de "Westfalia en 1648, confirmó la Reservación eclesiá-
stica, señalando, sin embargo, el año de de 1624, como la fecha
normal para decidir cual de las dos religiones poseería las propie-
dades eclesiásticas. Modificó la jus reformandi, según la cual la
380 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

religión de caria estado tenía que determinarse en conformidad


con de su príncipe, y en este asunto se declaró que la norma
la
sería también el año de 1624 es decir, sin fijarse en la religión
;

del príncipe en 1648, la religión del estado sería ó católica ó prote-


stante, según lo hubiese sido en 1624. En cuanto á participación
en la administración imperial, las dos religiones fueron puestas en
una igualdad sustancial. La libertad religiosa y la igualdad civil,
fueron extendidas también á los calvinistas, y sólo estas tres formas
de la religión serían toleradas en el imperio. Pero éste conserve
sólo una sombra de su antiguo poder, desde el momento que con-
cedió á la Dieta el derecho de decidir en vez de sólo aconsejar, en
todo asunto de paz, de guerra, de contribución y otros negocios
por y dió á sus miembros el permiso de contraer alianzas
el estilo,

uno con otro y con las potencias extranjeras, en caso de que no


resultara de eso ningún perjuicio al imperio ó al emperador. La
independencia de la Holanda y de la Suiza, fué reconocida formal-
mente. La Suecia obtuvo el territorio contiguo al Báltico que
Gustavo había codiciado, y en adición á él, otros puntos de impor-
tancia cerca del Mar del Norte, las desembocaduras del Oder,
"Weser y Elba y á consecuencia de estas cesiones, Suecia se hizo
;

miembro de la Dieta alemana. Entre las adquisiciones hechas


por Francia, se contaban obispados de Metz, Toul y Verdún,
los tres

y el landgraviato de la Alsacia Superior é Inferior, ganando ella


de esta manera acceso al río Rhin. Tanto Suecia como Francia,
por haberse constituido en garantizadoras de la paz, obtuvieron
el derecho de inmiscuirse en los negocios internos de Alemania.
Tan grande así fué el castigo que sufrió ésta por sus discordias
civiles.

Inglaterra durante los reinados de los reyes Estuardo, descendió


del elevado puesto que había ocupado entre los estados europeos
como baluarte del protestantismo. Jacobo I (1603-25,) subió al
trono abrigando las más exaltadas ideas relativas á la autoridad
real,y en conexión con ellas, un odio cordial al presbiteriauismo
al cual lo que había visto en Escocia, le había inducido á con-

siderar como aliado natural del gobierno popular. Según él, era
un axioma el proloquio de, "No hay obispo, no hay rey." Su
alma se deleitaba con el contraste entre los prelados que se arro-
dillaban obsequiosamente delante de él, y los ministros de la KirJt

(Iglesia escocesa) que asiéndole de la manga de su vestido, le


dirigían enérgicas censuras. Encontrábase no sólo libre de sus
atormentadores, sino h^cho objeto de una zalamera adulación.
LUCHAS DEL PROTESTANTISMO EN EL SIGLO XVII. 381

Había dicho una vez, hablando de la " vecina Iglesia de Ingla-


que " era una misa mal pronunciada en
terra," inglés," pero dejó

de sentir por ella esa aversión, si es que alguna vez la había abri-
gadc seriamente. Durante el reinado de Jacobo, el golfo que
separaba á la Iglesia anglicana y los puritanos, se hizo más extenso,
principalmente á consecuencia de dos cambios efectuados en aquella.
La forma de gobierno episcopal que había sido considerada en la
época de Isabel, sólo como una de entre las varias formas admisi-
bles de gobierno eclesiástico, llegó á tenerse después más y más,
como una ordenanza divina é indispensable á la constitución de
una Iglesia de tal manera que según Macaulay dice, en opinión
;

de este partido, sería tan difícil que existiera una Iglesia verdadera
6¡n la doctrina de la Trinidad ó de la Encarnación, como que
existiera sin obispos. El otro cambio consistió en la extensión en
el cuerpo anglicano, de la teología arminiana, cosa que introdujo
una diferencia doctrinal que no había existido antes, entre la

Iglesia establecida y los puritanos. Como el enemigo común á


1

quien unidos se habían opuesto tanto el anglicano como el puritano,


se había hecho menos formidable, á causa de la hostilidad de la
mayoría de los ingleses á la Iglesia católica, los dos partidos prote-
stantes tenían menos inconvenientes para contender entre sí, y
mientras más luchaban, más agudos se hicieron sus puntos caracte-
rísticos de diferencia.
Jacobo pronto empezó á manifestar su hostilidad á los puritanos.
Yendo él en camino para Londres, la " Petición Milenaria " firmada
por casi mil ministros que pedían la abolición de las medidas más
perjudiciales á los puritanos, no sólo no fué recibida con ningún
favor, sino que diez de los que la presentaron fueron reducidos á
prisión por la Cámara de la Estrella (Star Chamber) so pretexto
de que su acto tendía á la sedición y la traición. Los peticionarios
no eran separatistas, no argüían contra el episcopado, sino sólo se
quejaban de la no-residencia de los prelados en sus diócesis, de las
pluralidades y de otros abusos parecidos, y del uso del signo de la
cruz en el bautismo, del bonete y sobrepelliz, y de unas cuantas

1
Jacobo I envió al Sínodo de Dort comisionados que le dieron extensos
informes de los procedimientos de dicho concilio. Algunos de ellos fueron
recompensados con una promoción eclesiástica. Mrs. Hutchinson, escribiendo
acerca del intervalo que media desde 1639 basta 1641, que cae en el siguiente
reinado, dice, al tratar de la doctrina de la predestinación, que en ese tiempo
esta grande doctrina se hizo menos de moda entre los prelados, pero fué
aceptada por regla general por todas las personas santas y religiosas del
país.
;

382 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

otras peculiaridades ceremoniales. Había llegado la oportunidad


de adoptar un plan de Comprensión que habría dado los mejores
resultados, pero esa oportunidad no fué aprovechada. En la Confe-
rencia de la corte de Hampton, en la que algunos ministros purita-
nos se encontraron con los obispos, trató el rey á aquellos con injusti-
cia y altanería, é hizo alarde de su propia erudición teológica y de
su penetración que formaban uno de sus títulos á la distinción que
sus aduladores le dieron de ser el Salomón de su época. Los
elogios que los obispos le prodigaron, declarando uno que el rey
sin duda alguna fué inspirado por el Espíritu Santo en lo que dijo

en conexión coi. la extravagante teoría que ellos abrigaban con


respecto á la autoridad real, y la sumisión que debía prestar el
súbdito á su soberano, fueron cosas que le llenaban de placer.
Esta conferencia tuvo un resultado importante. El Dr. Reynolds,
uno de los representantes de los puritanos, y tal vez el hombre más
erudito del reino, recomendó que se preparase una nueva versión
revisada de las Escrituras, y esta sugestión fué favorecida y
llevada á cabo por Jacobo, quien se quejó de ciertas observaciones
hechas en el margen de la " Biblia de Ginebra," que no eran
favorables á la dignidad real. El deseo del clero de magnificar
bu propia autoridad exaltando la de la corona, aparece en los
ambiciosos proyectos propuestos por Bancroft, arzobispo de Canter-
bury, y refutados por Coke, gran campeón de la ley común. Mien-
tras Cecil ejerció la autoridad, la política extranjera de Jacobo no
careció de espíritu ;
pero la timidez del rey juntamente con su
deseo de casar á su hijo con una princesa española, le retrajeron
de sostener eficazmente á su yerno el elector del Palatinado, al
principio de laGuerra de Treinta Años, y le indujeron á sacrificar
vilmente á Raleigh á la venganza de España. Su falta de sentido
común fué manifestada en los esfuerzos que hizo por imponer el
episcopado en la Iglesia escocesa. Sus principios arbitrarios de
gobierno que él tuvo la imprudencia de proclamar sin cesar, prepa-
raron el camino para la grande contienda civil que estalló en el
siguiente reinado.
Carlos I (1625-49) tuvo el intento deliberado de gobernar á
Inglaterra sin convocar el Parlamento. Su designio fué sin duda
convertir en absoluta la monarquía limitada. Aunque sincero
protestante, manifestó grandes simpatías por el partido que so
puede llamar romanizante en la Iglesia anglicana, es decir, el quo
Be alejaba más puritanismo y más se acercaba al sistema
del
religioso de la Iglesia do Roma. La conducta de Carlos para
LUCHAS DEL PROTESTANTISMO EN EL SIGLO XVII. 383

con los papistas, fué vacilante. Ora las leyes contra ellos eran
fielmente ejecutadas, y ora la ejecución de ellas era suspendida
¡legalmente por algún decreto del rey. Pero la severidad ocasional

del Gobierno contra ellos, no pudo borrar la mala impresión que


había causado el envío de una flotilla inglesa para que ayudara en
el bloqeo de la Rochela (1625) que el rey francés trataba de

arrebatar á los hugonotes. Laúd, hombre honrado, pero de cortos


alcances intelectuales, y supersticioso, fué hecho arzobispo de Cau-
terbury en 1633. El acercarse con respecto á doctrinas y cere-
monias lo más posible al sistema católico romano, sin aceptar la
jurisdicción del papa, era su tendencia manifiesta. Refiere sus
sueños en tal sentido en su diario. En una ocasióu soñó que había
vuelto á convertirse á la Iglesia de Roma. Fué éste un sueño
desagradable, puesto que hizo referencia á él como un peligro que
sin duda le amenazaba á causa de su conducta, pero del cual resol-
vió escapar. Su carácter poco práctico y su falta de tino aun para
Jacobo I, se hicieron bien patentes. "La pura verdad es," dijo

una vez el rey, " que no doy á Laúd ningún puesto en el gobierno,
porque hallo que tiene un espíritu inquieto y no puede ver cuando
los negocios andan bien, sino que prefiere estar en continua agita-

ción y hacer cambios y llevar las cosas á ese grado de reformación


que fluctúa en su cerebro, y que puede poner en riesgo la perma-
nencia de lo que ya está bién." De los proyectos de Laúd referen-
tes á los escoceses, Jacobo agregó " No conoce el estómago de esa
:

gente." El tribunal de Alta Comisión, especie de inquisición


protestante, se ocupó con activo celo
y sin piedad, en la persecu-
Llegó hasta perseguirlos por no aceptar las
ción de los puritanos.
nuevas ceremonias que Laúd mismo había introducido, y porque
predicaban el calvinismo y fueron castigados por rehusarse á leer
;

en sus iglesias, el " Libro de Diversiones " que recomendaba varios


juegos y diversiones que ellos no aprobaban. La Cámara de la
Estrella y la de la Alta Comisión, son emblemas y fueron instru-
mentos eficaces de la tiranía eclesiástica y civil que pesaba sobre
el pueblo inglés. La
tentativa hecha para conseguir por la fuerza
que se usara elLibro de Oración inglés en Escocia, fué causa de
la formación de la Solemne Liga y Pacto de los escoceses para la
defensa del presbiterianismo. En 1642 empezaron las hostilidades
entre el " Largo Parlamento " y el rey, siendo la ocasión inmediata
de ellas el esfuerzo, aunque inútil, hecho por Carlos en plena viola-

ción de sus promesas, de arrestar á Pym y sus aliados en la Cámara


de los Comunes. El mismo año convocó elParlamento la Asamblea
384 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

deWestruinster con el fin de que tratara de los asuntos relativos á ia


reconstrucción de la Iglesia de Inglaterra. Al principio una mayo-
ría de los miembros de dicha Asamblea, no solamente eran ministros
de la Iglesia anglicana, sino se habrían satisfecho con un episcopado
moderado. Se ha dicho y con verdad, que los episcopales mode-
rados tales como Usher, y los presbiterianos moderados tales como
Baxter, tuvieron poca dificultad en convenir en un plan de unión.
Un segundo partido que si no era numerosa en la Asamblea, sí iba
creciendo en la nación, fué él de los independientes que sostenían
el derecho que cada congregación tenía de gobernarse por sí misma,
y deber de no recibir en su comunión á nadie que no diera
el

pruebas de ser una persona espiritual ó regenerada. Rechazando


el gobierno por prelados y sínodos, favorecían una mera asociación
voluntaria para dictaminar lo conveniente á la prosecución de la
obra cristiana. A los independientes se les negó la libertad que
se esforzaron en obtener de los presbiterianos ; y el hecho de haber
rechazado éstos un proyecto de Comprensión que habría unido á
ambas secciones del partido puritano, ha sido deplorado aun por
Neal y Baxter, abogados del sistema presbiteriano. Los erastia-
nos, entre quienes se contraban en la Asamblea Lightfoot y Selden,
que eran los más prominentes de todos los miembros por su erudi-
ción, opinaron por que se dejara al Estado el arreglo de todos los
negocios eclesiásticos. La influencia de los escoceses y la necesidad
de unirse á ellos para poder resistir con éxito á Carlos, eran pode-
rosas consideraciones que preocupaban á todo el cuerpo puritano.
El Parlamento adoptó el Pacto escocés, y la Asamblea la forma

de gobierno presbiteriano pero el Parlamento siempre rehusó


;

admitir que este sistema existiera por derecho divino, ó cederle su


propia supremacía y hacerle así el tribunal de última apelación.
La teoría calvinista que enseña que la Iglesia es una potestad
distinta del Estado dotada del perfecto derecho de excomulgar á
bus miembros ó rehusarles la comunión, no fué admitida. La
influencia escocesa no fué bastante poderosa para conseguir este
punto. La Confesión y el Catecismo que preparó la Asamblea,
fueron hechos el credo de la Iglesia de Inglaterra, y su " Directo-

rio" fué expedido por orden del Parlamento, para el arreglo del
culto, en vez delLibro de Oración. De uno á dos mil ministros
que rehusaron sujetarse al nuevo orden de cosas, fueron destituidos
de sus puestos. El sistema presbiteriano semejante al de Escocia,
con la excepción de que podía apelarse del más alto tribunal
eclesiástico al Parlamento, fué establecido legalmente en Ingla-
LUCHAS DEL PROTESTANTISMO EN EL SIGLO XVII. 385

térra. Pero poco después de la adopción de los nuevos regla-


mentos, los independientes de quienes Cromwell era entonces el

jefe, consiguieron hacerse del supremo poder en el Estado. A


esto se debióque el presbiterianisruo nunca se hubiera establecido
completamente sino en dos condados, Middlesex y Lancashire.
Crol iwell nombró una Junta de Probadores (Triers) cuyo deber
era examinar y aprobar á los candidatos para los beneficios eclesiá-
sticos, y además, sin un certificado dado por dicha junta, compuesta

principalmente de ministros independientes, ninguna persona podía


recibir un cargo eclesiástico. Este certificado hacía las veces de
la institucióny la inducción en dichos cargos. Pero cuando vieron
los puritanos que tenían el poder, prohibieron el uso del Libro de
Oración tanto en las casas privadas como en las iglesias, é imitaron
con demasiado buen éxito el espíritu de persecución que caracteri-
zaba á sus opositores. Cromwell personalmente comparado con los
caudillos puritanos en general, era de un espíritu liberal y tole-

rante. Los independientes eran por lo general favorables á la


tolerancia religiosa. Sin embargo, al principio no fueron sino
unos cuantos los que adoptaron en toda su extensión el principio
de que el magistrado no debía servirse de fuerza alguna en
cuestiones de creencias religiosas, ó el principio de que el Estado
dejara á las congregaciones el sostenimiento pecuniario de sus
ministros. La doctrina de la libertad religiosa encontró en
aquellos días algunos abogados ardientes, tales como Vane y Juan
Milton, adorno del partido independiente.
La colonización de la Nueva Inglaterra, resultó de las disen-
siones habidas entre los protestantes de Inglaterra. En el reinado
de Jacobo I, huyó una congregación de independientes, de la perse-
cución que se les hacía en Inglaterra, en circunstancias bastante
difíciles por su grande miseria, y hallaron asilo en Holanda, Una
porción de esta iglesia compuesta de emigrados, radicada en Leyden,
después de recibir de su pastor Juan Robinson la bendición apostó-
lica, cruzó el Atlántico en el buque Mayflower, y en Diciembre
de 1620, fundaron la colonia de Pltmouth. Más tarde, en el
reinado de Carlos grupos enteros de no-conformistas partieron
I,

de Inglaterra y se fueron á formar la colonia de Massachusetts


Los colonos de Plymouth eran separatistas, mas no así los de
Massachusetts ;
pero como Robinson había predicho, los " cristianos
intransigentes," (es decir, que no podían aceptar las formas de la
Iglesia anglicana,) de ambas clases, no hallaron dificultad alguna
en ponerse de acuerdo entre sí, en lo relativo á principios eclesiásti-
25
386 HISTOKIA DE LA REFOEMACION.

eos, una vez fuera del reino de Inglaterra, y disfrutando de per-


fecta libertad para arreglar ellos mismos sus negocios eclesiásticos.
Adoptaron en común el sistema de gobierno congregacionalista.
Los colonos de Massachusetts además de una Iglesia, organizaron
un Estado. Fundaron un gobierno religioso, que no era otra cosa
que una comunidad en la que todo el poder político fué puesto en
manos de los miembros de la Iglesia, es decir, un estado teocrático.
Algunos los ban censurado por su intolerancia contra los opositores
de su credo y de su orden eclesiástico y político. En lo referente
á este punto debemos hacer una distinción entre los colonos de
Massachusetts y los de Plymouth. Entre estos últimos se abrigaba
amor á la libertad religiosa. Es importante recordar que la
colonia de Massachusetts no era un estado completamente desarro-
llado, sinouna sociedad organizada bajo una especie de constitución ;

cuando más un estado naciente. Lo que puede hacerse con segu-


ridad y tolerancia en una comunidad política madura y completa-
mente establecida, es quizá peligroso y perjudicial en una sociedad
de este carácter que comienza á formarse, especialmente en una
época de violenta agitación religiosa. Sin embargo, no debe supo-
nerse que los fundadores de Massachusetts y las demás colonias de
la Nueva Inglaterra, con excepción de la Isla de Rodas, que fueron
formadas poco después, hayan abogado por la "libertad de con-
ciencia." Creían por lo general, que toca al magistrado civil
proteger la ortodoxia. No habían avanzado hasta aceptar una
doctrina más liberal con respecto á lo sagrado de los derechos del
individuo, ni una idea de la autoridad limitada que corresponde al

Estado, doctrinas enseñadas por los independientes de la escuela


de Vane y Milton y que formaron uno de los rasgos distintivos de
Roger Williams. Durante el gobierno del Protector, Inglaterra
ocupó de nuevo entre las naciones el puesto elevado y dominante
que había perdido desde la muerte de Isabel. Duros golpes fueron
dados por Cromwell á la monarquía española. Los protestantes
dondequiera que fueran oprimidos, hallaron en el Protector inglés,
un defensor cuyo brazo se extendía lo bastante para herir á sus
opresores.
El pueblo inglés después de la muerte de Cromwell (1658,) vió
con creciente impaciencia el dominio del ejército, y deseaba ver e)
restablecimiento de las antiguas instituciones de su gobierno. Dió
por tanto una cordial bienvenida á Carlos II (1660,) pero cometió
el error fatal de no exigirle ningunas garantías formales acerca de

la libertad civil y religiosa. La restauración de este rey rué


;

LUCHAS DEL PROTESTANTISMO EN EL SIGLO XVII. 387

efectuada por un esfuerzo combinado de los presbiterianos y loa


episcopales. Los presbiterianos no habían aprobado las medidas
extremas del partido que estuvo en el poder durante el protecto-

rado, y los miembros presbiterianos del Parlamento habían sido


expulsados de ese tribunal antes del enjuiciamento del rey. Este
partido concibió lisongeras esperanzas, debido no sólo al papel que
hizo en la restauración de Carlos II, sino á las promesas que le

fueron hechas por el mismo. En la Declaración de Breda, anterior


á su regreso, había Carlos asegurado que nadie sería molestado ó
enjuiciado con motivo de sus opiniones religiosas, "siempre que
éstas no perturbasen la paz del reino." Había ofrecido " libertad
á las conciencias susceptibles y escrupolosas," é " indulgencia,"
asegurando ambas cosas por un edicto del Parlamento. La decla-
ración del rey hecha en la Casa de Worcester, poco después de la .

Restauración, confirmó plenamente estas promesas ;


pero todas
fueron más tarde descumplidas. Los presbiterianos hallaron que
habían sido engañados. Carlos personalmente fué un hombre
sensual, aunque dotado de buenas disposiciones, y en secreto
miembro de la Iglesia romana, á la cual se conformó á la hora
de morir. Pero aunque hubiera estado dispuesto á ser indulgente
con el puritanismo, el oleaje de la reacción anglicana que subía
más y más cada día, reacción en que un tierno sentimiento de leal-

tad á la familia del rey, iba unido al resentimiento contra el partido


por cuya instrumentalidad el padre de éste había sido degollado

y al amor á la Iglesia que había caído con el trono, le habría


impedido llevar á cabo sus deseos. Las medidas anti-puritanas
disfrutaron del poderoso apoyo de Clarendon. La Conferencia
verificada en Saboya, en Mayo de 1661, entre veintiún anglicanos
y otros tantos ministros presbiterianos, después de agrios debates,
en que los clérigos anglicanos no se mostraron dispuestos de modo
alguno, á tener un acomodamiento con sus opositores, (cosa que les
habría hecho conservar en la Iglesia un gran número de ministros
hábiles y útiles,) quedó aplazada sin resultado alguno. De esa
manera se perdió otra grande oportunidad para la fusión, es decir,
para convertir el establecimiento anglicano en una Iglesia amplia
en que juntamente con la unidad en cosas esenciales, hubiera lugar
para la diversidad en cosas de menor importancia. El sistema
episcopal fué establecido de nuevo por el Parlamento, y se exigió
que todos los ministros que no hubieran sido ordenados por los
obispos, recibieran la ordenación episcopal que todos los ministros
;

hicieran una declaración de dar su entero consentimiento y acepta-


388 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

ción al Libro de Oración y á todo el sistema de la Iglesia de

Inglaterra que hicieran juramento de obediencia canónica que


; ;

abjurasen la solemne Liga y Pacto, y además de esto, que abju-


rasen también solemnemente la doctrina de la legalidad de hacer
armas contra el rey ó cualquiera comisionado suyo, so pretexto
alguno. Dos mil ministros, muchos de ellos de los mejores del
reino, tales como Eicardo Baxter, que rehusaron sujetarse á loa
términos del Acto de Uniformidad, fueron en un día del año de
1662, privados de sus beneficios eclesiásticos. Es cierto que esta 1

medida severa puede considerarse como un acto de venganza en


pago de lo que hizo el " Largo Parlamento " al clero episcopal.
Pero los dos casos no son paralelos, porque los episcopales que
rehusaron aceptar el Pacto, recibieron del Parlamento la quinta
parte de sus réditos anteriores, para suplir con eso sus necesidades
más urgentes y se debe recordar que en ese entonces la división
;

política había tomado la forma de una guerra civil, y los ministros


destituidos eran enemigos del Parlamento pero en 1662, todo era ;

diferente, pues los ministros expulsados de sus parroquias eran


de Carlos, y sin el auxilio de
leales partidarios ellos, este quizá no
habría subido jamás al trono de sus padres.
El que se quiera formar una idea viva de la desmoralización
de la corte inglesa, debe leer Diarios de Pepys y de Evelyn,
los

realistas ambos, y éste último además, de un carácter elevado, así


como también de fina cultura. Muchos de los que habían arries-
gado su vida en defensa de la dinastía caída, pero que conservaron
algún respeto por la moralidad y la decencia, tuvieron que ocultar
la cara llenos de mortificación á causa de la crápula descarada que
se había entronizado debido al ejemplo del rey.
En 1670, Carlos II entró en un tratado secreto con Luís XIV,
formando una alianza que se ha calificadocomo "una coalición
contra la fe protestante y las libertades de Europa." Fué acor-
dado que Carlos, á su debido tiempo, se declarase católico, y con
el auxilio de Luís, estableciera la religión católica y un gobierno

absoluto en Inglaterra. Por su parte, Carlos tendría que ayudar

1 "La Vida y Tiempos de Kicardo Baxter." es una historia contemporánea de


los acontecimientos ya referidos, y á la vez interesante é instructiva. Baxter
hizo un papel prominente en los sucesos de dicho período. Si como erudito no
fué de muy
exactos conocimientos, había leído extensamente, y su inteligencia
era perspicaz y activa, y su piedad reconocida aun por sus adversarios. Pero
en los negocios públicos carecía en grado notable del necesario tino, y abrigaba
una fe exagerada en la eficacia de los debates y de la posibilidad de reconciliar
los partidos opuestos haciendo "unas cuantas distinciones necesarias."
LUCHAS DEL PROTESTANTISMO EN EL SIGLO XVII. 389

á Luís en sus proyectos ambiciosos contra los Países Bajos. Los


dominios de España en América, si eso era practicable, serían
divididos más tarde entre las dos potencias contratantes. Apenas
es posible que Luís hubiera esperado llevar á cabo el complot
tramado en este convenio, al menos en lo referente al estableci-

miento de la religión católica romana en Inglaterra. Le bastaba


que el rey Parlamento estuviesen siempre opuestos el uno al
y el

otro, y que Inglaterra se viese así incapacitada para intervenir en


los proyectos de conquista que él abrigaba. La vacilación de
Carlos en declararse católico retardó el movimiento para poner
en práctica el tratado. Una oposición extrema se había suscitado
contra el rey en el Parlamento, y especialmente contra su hermano,
el duque de York, que confesaba ser católico. Nuevas severidades
contra los disidentes fueron emprendidas, para conciliar al clero
anglicano. Los verdaderos designios de Carlos se hicieron evi-
dentes después que estalló la En 1673
guerra contra Holanda.
fué expedida una Declaración de Indulgencia que suspendía las
leyes penales contra los disidentes, á fin de conseguir su apoyo,
ó de engañarles dándoles una falsa idea de seguridad. Carlos II
murió en 1685.
Jacobo II, además de someterse de igual manera á las potencias
extranjeras, y de abrigar acerca del poder real las mismas ideas
arbitrarias que habían caracterizado á su hermano, tenía una
inteligencia más tardía y obstinada, y se diferenciaba de Carlos
en profesar un afecto sincero y preocupado por la religión católica.
En 1686, el Tribunal de Alta Comisión que había sido abolido
por el " Largo Parlamento " fué instituido de nuevo,
y el notable
JefFreys fué puesto á su cabeza. Hallándose imposible ganar á
los episcopales por la persecución á los puritanos, fué expedida la
Declaración de la Libertad de Conciencia en 1687, con el fin de
alistar á los disidentes en favor del gobierno arbitrario del rey.
Por más justa que fuera tal medida, su publicación constituía una
extensión violenta de la prerogativa real, y fué por tanto recono-
cida como parte de un proyecto de que resultaría una nueva perse-
cución aun más implicable, tanto contra no-conformistas como
contra clérigos. La nueva combinación de partidos producida
por esta maquinación de Jacobo cuyo efecto se adivinó que sería
subvertir la religión protestante y establecer el papismo, causó la
Revolución de 1688, y el establecimiento de Guillermo de Orange
en el trono, siendo éste esposo de la hija mayor de Jacobo, y
defensor de Holanda así como del protestantismo contra los ataques
390 HISTORIA DE LA REFORMACION.

«le Luís XIV.Cuando ascendieron al trono Guillermo y María,


dice Hallara que, " El Acto de la Tolerancia fué adoptado con
poca dificultad, aunque no sin murmuraciones por parte de loa
clérigos fanáticos. El nuevo edicto eximió del castigo ordenado
por los estatutos entonces vigentes, á los que se reuniesen en con-
ventículos apartados y se separasen del culto de la Iglesia estable-
cida; que recibieron el juramento de lealtad y se
á todos los
suscribiesen á la Declaración contra el papismo, y también á los
ministros que firmasen todos los Treinta y Nueve Artículos con
excepción de tres y la parte de otro que no podían en conciencia
aceptar, como disidentes. Extendióse la indulgencia á los cuáque-
ros sin que tuviesen que firmar los Artículos. Se exigía la registra-
ción de las casas de culto y éstas fueron protegidas contra el insulto
por la imposición de una pena. Ninguna parte de dicha indul-
gencia es otorgada " á los papistas, ni á los que niegan la doctrina
de la Trinidad." La suscrición á los Artículos de la fe no fué en
efecto exigida nunca, aunque, según Hallam, "una verdadera
tolerancia tal cual el cristianismo y la filosofía exigen, no se
encontró en nuestro libro de estatutos sino hasta el reinado de
Jorge III."
Los ministros de Guillermo III cuando introdujeron el Acto de
la Tolerancia, presentaron también una Medida de Comprensión
ó fusión que librara á los no-conformistas de la necesidad de suje-
tarse á los Artículos y Homilías, y de la obligación de practicar
ciertas ceremonias que les eran repugnantes. Si este proyecto se
hubiera adoptado, los presbiterianos habrían podido encargarse de
parroquias de la Iglesia anglicana sin la reordenación. No fué
adoptado debido á la fuerza de la oposición que encontró en la
Convocación á la cual fué sometido. Los clérigos moderados tales
como Tillotson, Burnet, Stillingfleet, Patrick y Beveridge eran
menos numerosos que los que se opusieron resueltamente á toda
modificación del " Libro de Oración." La medida fracasó debido
en parte á la fuerza del sentimiento anti-puritano, y en parte al

hecho de que ese arreglo no incluía á los independientes, es decir,

á los bautistas y cuáqueros, sino que su aplicación se limitaba 4.


los ministros presbiterianos. Y
además de esto, alguuos estadistas
se abstuvieron de aprobarlo por el temor de dar demasiada potestad
á la Iglesia, por hallarse ésta dispuesta á secundar al poder civil

en el ejercicio arbitrario El grande peligro que


de su autoridad.
dimanaba de la expresada medida y que se apreció mejor más
LUCHAS DEL PROTESTANTISMO EN EL SIGLO XVII. 391

tarde, fué el de dar un grande aumento de fuerza al partido no-


jurista que había preferido perder sus beneficios eclesiásticos antea
que reconocer la nueva dinastía, y cuyos miembros si la liturgia
se hubiera reformado, tal vez habrían crecido hasta llegar á ser
una secta poderosa. Hallam y Macaulay dicen que los ministros
presbiterianos que tenían grandes congregaciones en Londres,
ocupando así una posición más elevada y honorífica que la que
había caído en suerte á los clérigos parroquiales, muchas veces
degenerados y maltratados, no dieron más que un apoyo tibio al
nuevo proyecto si es que no lo impugnaron decididamente. Pero
este aserto ha sido puesto en duda por algunos otros escritores bien
informados.
La Revolución de 1688 produjo el establecimiento permanente
de la Iglesia presbiteriana como la nacional de Escocia. En el

reinado de Carlos II, fué legalmente establecido el episcopado en


Escocia, aunque concediéndose alguna libertad con el nombre de
indulgencia, en lo referente á las formas del culto público. Se
hizo una obstinada resistencia por los adherentes del Pacto durant'
ese reinado y el de Jacobo II, á cuya instancia fué considerad,
como una falta grave el predicar en un conventículo presbiteriaiK
ó asistir á reuniones semejantes al aire libre. Jacobo pretendí
romanos de la operación de las leyes pénale;
librar á los católicos
pero no concedió favor ninguno á los " covenanters" (coligados)
Las concesiones que al fin se vió el rey obligado á hacerles, fueror
reducidas al más estrecho compás pero los coligados defendiero
;

su causa con valor y constancia, no obstante las vejaciones qu


sufrieron en esos "tiempos cuyo eco resuena por Escocia hasti.
hoy."
En 1690 fué abolido el sistema episcopal tan ofensivo al pueblo
escocés, estableciéndose un gobierno sinódico. Durante esta revo-
lución, la furia vengativa del populacho se manifestó por ultrajes
hechos al clero episcopal que sufrió numerosas indignidades.
Según el lenguaje de aquel tiempo, los individuos de ese clero
fueron " rábbled " (populachados.)
Cuando murió, Enrique IV de Francia, estaba ya preparado
para intervenir en los negocios de Alemania, conforme á la política
tradicional de Francia que tenía siempre por mira la reducción
del poder de Austria y el ensanchamiento de sus propios confines.
Después de la muerte del rey, se retiró Sully del gobierno, y
durante los diez años subsiguientes en que María de Mediéis ejer-
ció la autoridad, las facciones antes restringidas, empezaron á
392 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

moverse de nuevo, dando todo por resultado el que se abandonara

por algún tiempo la política inaugurada por Enrique.


Formar con España una alianza cimentada por una doble cone-
xión matrimonial, fué el propósito fijo de la reina. Los nobles dis-
gustados contra el gobierno, y animados por motivos interesados,
buscaron el apoyo de los hugonotes. Estas influencias, juntamente
con las varias especies de persecución á que se vieron constante-
mente expuestos con anuencia del gobierno, si es que no á instiga-
ción suya, y debido á la predicación hostil de los jesuítas, redujo
á las iglesias hugonotes á un estado de constante alarma y descon-
tento. No estaban éstos de acuerdo, pues algunos aconsejaban que
se apelara á las armas, y otros, como el viejo Du Plessis Mornay,
recomendaban la paciencia. La invasión de la Navarra inferior y
del Bearn por el rey, en 1620, la confiscación de los bienes de la
Iglesia que por mucho tiempo habían poseído los protestantes, y
las crueldades atroces de que se les hizo objeto, animó al Sínodo

nacional, en 1621, á decidirse por la guerra, por una pequeña


mayoría. Los hugonotes, la mayor parte de los cuales permane-
cieron neutrales y en actitud pasiva, fueron derrotados ;
pero la
resistencia eficaz deMontauban, y en el año siguiente de Mont-
pelier, condujo á un tratado que confirmó á los protestantes la
posesión de sus derechos religiosos, y Montauban y la Rochela
quedaron en su poder. Circunstancias especiales les dieron más y
más el carácter de un partido político con el cual se aliaban natu-
ralmente los descontentos de toda clase que había en el reino, y
que se hizo más poderoso debido á su conexión con los protestantes
de otros países. Un espíritu de hostilidad á la Corona y de amor
á la independencia, creció naturalmente en las filas hugonotes,
siendo de notarse que todo esto se verificó en un tiempo en que la
Corona había ya emprendido la tarea de la completa subyugación
del feudalismo.
En el reinado de Luís XIII, y bajo la administración de Riche-
lieu, se adoptó otra vez la política extranjera seguida por Enrique

IV. Richelieu (1624—42) se propuso en su gobierno de la Francia,


consolidar la monarquía sometiendo á la aristocracia por completo
á la autoridad del rey, y dando el golpe de gracia á la antigua
independencia feudal. Con él comenzó á centralizarse el gobierno,
es decir, los servidores de la nación eran nombrados y pagados por
el gobierno de la capital. Este sistema llegó á su perfecto desa-
rrollo en Francia después de la gran Revolución. Para que
Richelieu realizara su proyecto le fué preciso destruir la organiza*
LUCHAS DEL PROTESTANTISMO EX EL SIGLO XVII. 393

ción política del partido hugonote, que tenía la apariencia de otro


Estado dentro del Estado. Esto lo consiguió cuando en 1628
capturó á la Rochela, única ciudad que quedaba en poder de los
hugonotes.
Los franceses elogian la política extranjera de Richelieu, pero
no su gobierno interno del país, porque éste se basaba en la
máxima de que los intereses del Estado son superiores á los de los
individuos, es decir, todos, sea cual fuere su categoría, deben rendir
una obediencia absoluta al soberano, y todo acto de inobediencia
tiene que ser castigado con inaplicable severidad. El príncipe no
debe permitir ninguna intervención de la Iglesia ó del papa, en
los derechos de la autoridad civil ; los nobles no debían oprimir al
pueblo, y sí, tenían obligación de servir el Estado en la guerra.
A los magistrados que. forman el Parlamento, no se les debe
permitir que propongan medidas que tiendan á menoscabar laa
prerogativas de la Corona. La plebe debe vivir en absoluta sumi-
sión y impondrán cargas ni tan pesadas que no las aguante,
se le

ni tan ligeras que se vea tentada á olvidarse de su subordinación.


Se debe cuidar de que se eduque é instruya una parte de la nación,
más bien que toda ella, porque esto último sería quizás perjudicial.
Richelieu es cierto que destruyó la anarquía, pero también lo es
que dió lugar á que en vez de ella se estableciera el despotismo
egoísta y ruinoso de Luís XIV. La destrucción del poder político
de los hugonotes, les dejó indefensos contra los ataques mortales
de gobernantes más fanáticos que Richelieu. Si éste hubiera
tenido deseos ó posibilidad de ganarse el apoyo de los hugonotes
y lo hubiera empleado contra España, el resultado final habría
sido tal vez más feliz para verdad la captura de
la Francia.
1
En
la Rochela dió impulso á la emigración de los protestantes, y
Francia empezó á perder la porción que más valía de sus habi-
tantes. En
el extranjero Richelieu se alió con Suecia y los prote-

stantes deAlemania para hacer la guerra contra la dinastía de la


Casa de Hapsburgo, y alcanzó su doble propósito de debilitar el
poder imperial, y de ensanchar el territorio de Francia. La obra

1
Martín dice hablando del partido hugonote, que retardó el avance de la ola
usurpadora del despotismo. "Habría sido mejor lanzar á los de la Rochela
oontra España que haberlos destruido. Richelieu no abusó de su victoria, pero
dió lugar á que otro ^abusara de ella después de él. Si la Rochela no hubiera
sido tomada, no se habría osado principiar de nuevo las persecuciones y revocar
el Edicto de Nantes. Michelet dice que tanto Enrique IV como Richelieu tra-
bajaron para conseguir la unidad nacional, el pjimero per el uso, y el segundo
por la destrucción de las fuerzas vitales.
394 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

emprendida por Richelieu fué llevada adelante en el mismo sentido


por Mazarino, durante la primera parte del reinado de Luís XIV.
Este monarca se propuso hacerse soberano absoluto de la Francia,
aun en los negocios eclesiásticos, pero sin una separación verdadera
del papado en otras palabras, se propuso imitar á Enrique VIII
;

de Inglaterra, hasta donde fuera posible, y conservar á la vez la


conexión de la Iglesia francesa con Roma ; en cuanto á sus rela-
ciones con las demás potencias políticas, aspiró á la posición de
dictador sobre todos los gobiernos europeos. Sus disensiones con
el papa, la persecución que hizo de los jansenistas y la de los
hugonotes, son los tres sucesos principales de su política interior
religiosa. Sus diferencias con Inocencio X, fueron motivadas por
las tentativas que hizo con el fin de extender el derecho llamado
la regale, (es decir, el derecho de apropiarse los réditos de una
sede episcopal y cubrir temporalmente la vacante, hasta que un
nuevo beneficiado hubiera prestado el juramento de lealtad al rey,)
sobre Borgoña, la antigua porción inglesa de Francia, y otras
partes del reino donde el privilegio en cuestión pertenecía á las
autoridades eclesiásticas locales. Exigió á los obispos en esos
lugares el juramento hecho por un vasallo, y el papa los apoyó
en su oposición á hacerlo. Durante el pontificado de Inocencio
XI, la Asamblea del Clero francés, en 1682, apoyó las ideas del
rey, y aprobó las cuatro famosas proposiciones que afirman la
libertad galicana, á saber: papa no tiene autoridad sino
que el

en asuntos religiosos, y no sobrey los príncipes que la


los reyes ;

autoridad de un Concilio General, es superior á la del papa que ;

el papa está obligado á sujetarse á las usanzas particulares de la

Iglesia francesa, y que las decisiones doctrinales del mismo no son


inmutables, sino en el caso de que cuenten con el asentimiento de
la Iglesia entera. La larga controversia que se había suscitado,
terminó al fin por un arreglo efectuado en el pontificado de Inocen-
cio XII, según el cual retuvo Luís la prerogativa que reclamaba
y que había formado el primer asunto de dicha controversia, aban-
donando á la vez las cuatro proposiciones. Permitió que los
obispos les retirasen voluntariamente su asentimiento, pero no que
fuesen compelidos á hacerlo. Bossuet había asumido la posición
de campeón literario de la teoría galicana en favor del rey pero ;

debido al arreglo mencionado, no fué publicada sino hasta 1730


6U obra célebre contra el tipo ultramontano del catolicismo.
El jansenismo fué una reacción habida dentro de la misma
Iglesia católica contra la teología, la ciencia casuista
y el cspiVtu
LUCHAS DEL PROTESTANTISMO EN EL SIGLO XVII. 395

general de la orden jesuíta. Molina y otros teólogos enseñaron un


tipo de doctrina que formaba un término medio entre el sistema de
Agustín y el de Pelagio. Los molinistas reservaron ingeniosa-
mente á la voluntad una parte cooperativa en la conversión. El
jansenismo fué un avivamiento de las doctrinas agustinas relativas
á la inhabilidad de la voluntad caída y á la gracia eficaz. En
este respecto ocuparon una posición parecida á la
los jansenistas

de los reformadores ;
pero en vez de ir como ésto* más allá de 1< a
padres para basar su fe en las enseñanzas bíblicas, se fundaron en
la autoridad patrística, y se contentaron con seguir implícitamente
al gran fundador de la teología latina. Bajus, profesor de la
universidad de Louvain, cerca de fines del siglo XVI, empezó á
dar esta nueva interpretación á los principios agustinos. Pero
fueron Jansenio, profesor también de la misma universidad y
obispo de Ypres, y su condiscípulo Duvergier, abad de San Cyran,
quienes dieron posteriormente nuevo impulso al movimiento. San
Cyran, Pascal, Arnauld, Nicole y sus adeptos llamados Port Roya-
listas á causa de su relación con el claustro de aquel nombre, se

hicieron los caudillos de ese partido.Si echamos una mirada á la


compañía jesuíta á mediados del siglo XVII, hallamos que su
carácter se había modificado empeorando de una manera notable.
Sus miembros ya no se limitaban al ejercicio de los deberes espiri-
tuales, sino que participaban con sus coadjutores de la dirección
de los colegios y la administración de los negocios profanos. El
fervor religioso que había existido en un principio, se había
enfriado mucho. La obligación de renunciar la adquisición de
bienes como posesión privada, fué evadida! Un " espíritu mercan-
til " habíase insinuado en las instituciones de enseñanza establecidas
por la orden. En vez de defender al Papado, se puso al lado de
Francia en sus disensiones con la Santa Sede. Debido á la política
que había adoptado en sus misiones asiáticas, la orden jesuíta tuvo
al fin dificultades con los capuchinos y franciscanos, como antes las

había tenido con los dominicos, impugnándolos por su oposición


á las doctrinas de Tomás de Aquino. Los jesuítas cesaron gra*
dualmente de ocuparse en el gran objeto de la restauración del
dominio papal y de la extensión de éste sobre el globo,y dirigieron
sus energías á la conservación de su propio poder. Pero más que
cualquiera otra causa, sus vagas máximas éticas minaron su reputa-
ción. Las " Cartas Provinciales " de Pascal en las que los prin
cipios de los casuistas jesuítas fueron zaheridos con una sátira de
lo más aguda, les infligieron una herida mortal. Mientras loa
396 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

jansenistas que favorecían la independencia de la Iglesia en ojh>


eiciún á las usurpaciones ultramontanas, sostuvieron al rey en su
reyerta con el papa, disfrutaron del favor real; pero cuando se
opusieron al intento del rey de subyugar á la Iglesia, se puso éste
en contra de ellos y dió oídos á las hostiles sugestiones de los jesuí-
tas. Alen 1710, destruyó el claustro de Port Royal y desterró
fin,

á los principales jansenistas. En 1708 expidió Clemente XI una


bula, prohibiendo "Las Reflexiones Morales" de Quesnel, obra
que había sido aprobada por Bossuet y por Noailles, arzobispo de
París. Esto fué seguido de un golpe más pesado contra el partido
jansenista en 1713, en la forma de la famosa bula " Unigenitw,"
que condenó explícitamente ciento una proposiciones del libro.
El papa fué compelido á hacer esto por la corte francesa bajo la
influencia del padre Le Tellier que había declarado que el libro
contenía más de cien proposiciones dignas de censura. Clemente
tuvo que sancionar esa declaración, condenando ciento una. Este
ataque fué dirigido no solamente contra los jansenistas, sino contra
todos los verdaderos galicanos. La controversia fué continuada
en el reinado siguiente después de la muerte de Luís XIV, entre
los Opposants ó Appellants por un lado, y los Accepiants ó Constüu-
tionaires, adversarios de los jansenistas, por el otro. La autoridad
papal se hizo sentir contra las opiniones jansenistas, en conformidad
con una exigencia de la corte, y esta compulsión produjo un efecto
desmoralizador en el clero francés, muchos de cuyos miembros se

vieron obligados á negar sus propias convicciones. Los jansenistas


sobrevivieron en la Iglesia separatista archiepiscopal de Utrecht,
y más aún en combinación con las tendencias al liberalismo que
originaron las revoluciones políticas y religiosas que señalaron el
fin del último siglo.

Los hugonotes bajo los gobiernos de Richelieu y de Mazarino


habían side protegidos en su libertad religiosa. Estos estadistas
no hicieron la guerra sino contra la organización política de ellos.
Después de la muerte de Mazarino en 1661, un partido hostil á
los protestantes adquirió una influencia creciente sobre el rey cuyos
vicios personales le produjeron una especie de remordimiento y
ansiedades supersticiosas que le impelieron á buscar la tranquili-

dad en la persecución de la herejía. Cayó bajo la influencia de su


confesor jesuíta, La Chaise, con quien estaban unidos el ministro
de marqués de Louvois, y aun Madama de Maintenon,
la guerra, el

su esposa, anteriormente protestante. Se hicieron de consiguiente


grandes esfuerzos para hacer prosélitos por medio de toda clase de
LUCHAS DEL PROTESTANTISMO EN EL SIGLO XVII. 397

crueldades. " Por muchos años," dice Martín, el gobierno de Luís


XIV, Reformación de modo que ésta podía
" había portádose con la

considerarse como una víctima enredada en un lazo corredizo que


se va apretando más y más hasta estrangular su presa." Declara-
más opresivo, se habían ido sucediendo
ciones y edictos del carácter
casi sin interrupción. Al fin se adoptó el plan atroz de hacer que
se alojaran los soldados en las casas habitadas por familias hugo-
notes (es decir, la dragonada.) Por las pretendidas conversiones
efectuadas por tales medios, los relajados gobernantes de Francia
elevaron alabanzas á Dios. Luís XIV procuró tranquilizar su
temor al infierno, haciendo para sus subditos inofensivos un infierno
terrestre. Se conminó con la pena de muerte á todos los conver-
tidos que adoptasen de nuevo la fe hugonote. En el trascurso da
tres años cincuenta mil familias huyeron del país. En 1685 fué
revocado el Edicto de Nantes, magna carta de los derechos prote.
stantes. Las iglesias de los hugonotes fueron confiscadas y aun- ;

que se prohibió la emigración á los seglares, no menos de un cuarto


de millón de fugitivos se escaparon para enriquecer con su habili-
dad é industria los países protestantes á que se dirigieron. No se
tuvieron como legales los matrimonios celebrados por ellos, sino

fueron considerados como inválidos, hasta el año de 1788, y los

hugonotes no volvieron á gozar de todos sus derechos, hasta la


Revolución.
" La Francia fué empobrecida," escribe Martín, " no sólo per-
diendo á los franceses que se expatriaron, sino también perdiendo
en cierto modo, á los muchos más numerosos quo se quedaron por
no poder salir. Desanimados en efecto y arruinados, algunos
resistieron abiertamente la persecución, y otros cedieron cuando se
les compelió á practicar algunas observancias externas del catoli-

cismo, careciendo todos de energía en el trabajo y de seguridad en


la vida. No cabe duda en que fué el trabajo de más de un millón
de hombres el que Francia perdió de la gente más productiva."
Es un hecho significativo en la luz de los sucesos recientes, que
muchos de los prófugos fueron recibidos por el elector Federico, y
ayudaron á la construcción de Berlín que en ese entonces era una
pequeña ciudad de doce mil habitantes.
Después del fin de la guerra de la Sucesión Española, (1713)
á instigación de Le Tellier que había sucedido á La Chaise como
ministro de asuntos eclesiásticos en cierto sentido, fué renovada la

persecución contra los protestantes dándosele una forma de cruel-


dad excesiva é ingeniosa.
;

398 HISTORIA DE LA REFORMACION.

En su política extranjera Luís XIV tuvo un éxito brillante pof


algún tiempo, pero estaba destiuado á sufrir terribles desengaños
y derrotas. Se hizo tan formidable por su poder y su ambición,
como Felipe II lo había sido en la última parte del siglo anterior
y como éste, tuvo que experimentar un fracaso vergonzoso, poniendo
también los fundamentos de indecibles calamidades para su nación.
Su ataque contra los Países Bajos españoles que eran considerados
por Holanda como un baluarte contra las invasiones de la Francia,
produjo en 1680 la triple alianza entre Holanda, Inglaterra y
Suecia, cuyo objeto fué compelerle á concluir la paz con España.
El mismo año celebró Luís con España la paz de Aix-la-Chapelle.
Su resentimiento contra Holanda, le indujo á formar en 1670 el
tratado secreto con Carlos II en pro del catolicismo y absolutismo.
Pero la falta de popularidad de una guerra contra Holanda entre
los ingleses, y la necesidad en que Carlos se encontró de hacer la
paz con los holandeses, juntamente con la adopción del mismo plan
por losdemás aliados de Luís, hicieron que se formase el tratado
de Nimeguen en 1678-9, por el cual él ganó varios pueblos
y
fortalezas en los Países Bajos, además de ciertos lugares alemanes.
Holanda quedó en el mismo estado que antes de la guerra. Las
agresiones continuas de Luís ocasionaron la grande alianza de las
potencias europeas contra él, y la guerra de diez años en la que
Guillermo de Orange fué el principal caudillo entre los aliados.
En la primera parte de la guerra anterior en que Holanda fué
recorrida por los ejércitos franceses, y reducida casi á la desespera-
ción, los magistrados republicanos fueron destituidosy el gobierno
puesto en manos de Guillermo. Por él se había despertado la
bravura de la nación, y como único medio de defensa, se habían
abierto los diques é inundado el país. Desde ese tiempo Guillermo
fué el antagonista más resuelto de Luís, y el espíritu que animó
las coaliciones formadas en su contra. En la paz de Byswick, en
1697, Luís renunció al apoyo que daba á los Estuardos, y pasó por
que Guillermo III fuese el rey legítimo de la Gran Bretaña é
Irlanda. La guerra de la Sucesión española en la que Luís trató
de suplantar á la casa austríaca en España, y unir á esta nación
con Francia, poniendo á su nieto Felipe duque de Anjou, en el
trono español, fué concluida en 1713 por la paz de Utrecht. Fué
proveído en ella que Francia y España nunca se uniesen bajo un
solo soberano. Los Países Bajos españoles fueron trasferidos á la
Austria, y el príncipe Borbón dejado en el trono de España, siendo
reconocido su título por los aliados en 1714. El " gran monarca "
;

LUCHAS DEL PROTESTANTISMO EN EL SIGLO XVIJ. 399

salió de las guerras encendidas por su ambición sin haber < onse-
guido su fin y lleno de compromisos. Un rasgo significante de la
paz de Utrecht, fué el reconocimiento del elector de Brandenburgo
como rey de Prusia. Al paso que Suecia iba decayendo de la
eminencia que había ocupado por algún tiempo como la principal
potencia protestante en el Norte, Prusia empezaba á elevarse par»
reemplazarla.
El reinado de Luís XIV efectuó la completa paralasis y postra
ción de la reacción católica. Los papas se encontraron incapaces
de luchar con el poder temporal. La disposición de varios pontí-
fices de favorecer miras de España y de Austria, hizo más
las

agudo el antagonismo entre ellos y el rey francés, y los expuso á


sufrir una humillación. Cuando Clemente XI abandonó la políti-

ca antifrancesa, tuvo que ceder á las amenazas de los imperialistas.


Varios tratados de paz fueron concluidos entre las naciones euro-

peas en los cuales se tuvieron en cuenta los intereses y aun los


derechos de los papas, pero sin consultarse á éstos sobre ese particu-
lar. La Francia permaneció católica, y aun fué culpada
Iglesia de
de una persecución horrorizante pero se unió al monarca para
;

limitar el poder y contrarestar los designios de la Santa Sede. No


sólo fué dividido en dos partidos el mundo católico, á saber, el

austríaco y el francés, que el papa no pudo dirigir, sino que los

Estados protestantes adquirieron la preponderancia del poder


y la corte de Inocencio XI simpatizó naturalmente con la coali-
ción, por más que las fuerzas de ella fueran dominatemente prote-
stantes, por ser el objeto de la misma poner freno á la ambición
de Luís XIV.
Aun las medidas de persecución que Luís XIV adoptó ostensi-
blemente en bien de la religión católica, la perjudicaron en alto
grado, porque el odio suscitado por esos atroces procedimientos
contribuyó á aumentar la corriente de antipatía á la Iglesia y la
religión que iba creciendo en el ánimo del pueblo. La bula C/n¿-
genitus, al condenar la doctrina jansenista y la agustina, hizo que
los jesuítas se aliaran con la sede papal. Pero esta bula con sus
medidas correspondientes, dividió al clero, y suscitó todos los
elementos de oposición á la supremacía papal sobre la Iglesia
galicana. Los jansenistas se hicieron así virtualmente del par-
tido creciente en el que predominaba el espíritu innovador.
Luís XIV murió en 1715. Voltaire tenía entonces veintiún
años de edad. La época de la filosofía y el iluminismo, y de las
revoluciones religiosas y políticas, se iba acercando ya. El tercer
400 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

estado, es decir, la clase media, se estaba preparando para apode-


rarse de la potestad que se había arrancado á los nobles para
investir de ella al trono. El libre pensamiento, trasplantado de
Inglaterra, iba arraigándose y extendiéndose por todas las clases
de la sociedad francesa, de donde después se difundiría por todo
la Europa. La fábrica del despotismo político y religioso que
Luís XIV había eregido, tendría que derrumbarse antes del fin
del siglo, al embate de una tempestad revolucionaria.
CAPITULO XIII.
LA TEOLOGÍA PROTESTANTE.
El protestantismo sea cual que fuere la diversidad de formas en
que ha aparecido, y á pesar de la diversidad de carácter y opinión
observada en sus caudillos, se distingue como sistema de fe por do¡*

principios. Estos son el de la justificación sólo por la fe, y el de


1
la autoridad exclusiva de las Escrituras.

El asunto en torno del cual giraron las discusiones protestantes,


y del que en su origen dimanaron, es la cuestión relativa á la
reconciliación del hombre con Dios. La controversia con los

católicos romanos, no se refirió á los puntos teológicos discutidos


por los concilios antiguos. El credo apostólico y los de Nicea
y de Calcedonia fueron aceptados por ambos partidos. Acerca
de la Trinidad y la persona de Cristo, tenían la misma creencia.
Con respecto al asunto de la antropología, y á la doctrina del
pecado, es verdad que los reformadores sostuvieron con energía
las opiniones agustinas en oposición á la creencia modificada menos
contraria á la doctrina pelagiana, que se había abrigado distinta-
mente por una de las escuelas principales de la edad media, la de

los discípulos de Escoto, y que había afectado á todos los sistemas


escolásticos. Los protestantes basaron su teología en el sentimiento
profundo que tenían de la realidad del pecado y del dominio de
éste sobre la voluntad humana.
1
En el estudio de la teología tanto católica como protestante es preciso
examinar los credos de las diversas Iglesias. Estos han sido publicados por
sus respectivas Iglesias, y en varias colecciones. De las obras doctrinales de
la época de la Reforma, las principales de las protestantes, son los "Institutos"
de Calvino y los " Loci Communes" de Melanctlion. Bellarmiu es aun ahora el
principal controversista de los católicos que lian escrito después <lrl Concilio
de Tronto. Los antagonistas más hábiles de Bellarmin eran Martín Chemnitz
y Cnamier, teólogo hugonote. Perrone preparó un Manual de Teología Católica,
" Prxlect iones Theologicae" (dos tomos.) Entre las principales obras sobre la
teología protestante figuran las de Planck, Gass. rwner, Scheukel, Neander,
8h(dd, etc., escritas principalmente en alemán.
2" 401
402 HISTORIA DE LA REFORMACION.

Zwingli fué el único de todos los reformadores que pareció dudai


del techo de la culpa innata según lo enseñado en la teología
agustina, pero ni aun él se adhirió uniformemente á su teoría. La
doctrina del pecado, sin embargo, no entró en el debate sino de un
modo y subordinado.
indirecto Lo mismo se puede decir acerca
1

de la expiación, puesto que basándose todos en la opinión de


Anselmo relativa á la satisfacción, formó también parte del credo
opuesto. 2 El punto de diferencia se relacionó con la cuestión esen-
cial de cómo puede el alma cargada por su propia condenación,

conseguir el perdón de sus pecados y una unión de paz con Dios,


hallando eu él un Padre reconciliado. En las enseñanzas, precep-
tos, cultos y ceremonias de la Iglesia, los reformadores habían

buscado en vano este bien infinito. Lo hallaron en la doctrina de


un perdón gratuito, debido á la misericordia divina, por mediación
de Cristo, un perdón que no exige al alma nada sino la aceptación
del Salvador, es decir, que no exige sino la creencia, la confianza
y la fe por parte del penitente. Todo aquello que pretende ser una
satisfacción ó un mérito en el pecador pugna á la naturaleza del
todo gratuita del don, y á la suficiencia de la expiación hecha por el
Redentor. Toda aserción de la necesidad de las obras, ó del mérito
del ofensor como la base de su perdón, es un desprecio hecho á la
misericordia del Redentor y á su oficio expiatorio. Siendo de ese
modo la fe el instrumento que nos mueve á aprovecharnos de un
perdón libre, y la que une al alma otra vez con Dios, es la fuente

de una nueva vida de santidad, que no se origina del miedo ni del


homenaje rendido á la ley, sino de la gratitud y los sentimientos
filiales. Cristo mismo nutrió esta nueva vida por medio de las
1
Los protestantes enseñaron que las perfecciones morales, (es decir, lo que con-
stituye la santidad, ) del primer hombre fueron concreadas (creadas en el acto
de crear al hombre mismo,) los católicos, por su parte ensenaron que son done»
sobre-añadidos á la naturaleza humana por la gracia divina. Bellarmin desa-
rrolla con extensión esta doctrina católica del donum supernaturale (don sobre-
natural.) El efecto producido eu el hombre por la caída fué la pérdida del don
sobrenatural, y por consiguiente una debilitación indirecta de las facultades
naturales (vulnera naturas;) los protestantes declararon qne el efecto de la caída
fué una depravación positiva de la naturaleza humana.
2
La doctrina enseñada tanto por Anselmo como por Aquino, de que la satis-
facción hecha por Cristo es en sí misma absoluta y de valor infinito no fué
negada sino por la escuela de Escoto la cual enseñaba que fué de valor finito,
pero que Dios por un acto de su voluntad divina, la aceptó como de una digni-
dad superior á su actual valor intrínsico. El credo tridentino niega que el
perdón trae consigo la remisión de todo castigo y afirma jue la satisfacción
hecha por el pecador es eficaz sólo á causa de su unión con la obrada poi
Cristo.
LA TEOLOGÍA PROTESTANTE. 403

influencias espirituales que influyen en el alma por los canales de


la comunión con él. La justificación es, un acto forense que
pues,
efectúa la remisión del pecado. Justificar no significa hacer justo
al ofensor, sino tratarle como si fuera justo, librarle de la acusación
de la ley, dándole el perdón. La fe salvadora no es una virtud
que se debe recompensar, sino un acto que como mano se ase del
libre don. Tal fué en resumen el principio cardenal que carac-
terizó la interpretación protestante del evangelio. 1 La vida
cristiana tiene por centro esta experiencia de perdón. Las vir-

tudes cristianas y las victorias sobre la tentación, brotan de ella.


La ética cristiana se une á la teología cristiana por esta ligazón
vital.

Pero ¿ á qué autoridad podían apelar los reformadores en apoyo


de su proposición ? ¿ Qué seguridad tenían acerca de la verdad de
ella? ¿Cómo llegaron á alcanzar ese conocimiento? Habían
hallado según creyeron, esta verdad oscura y casi olvidada,
enseñada con perfecta claridad en las Escrituras. La autoridad
de la Biblia era reconocida plenamente por la Iglesia en que se
habían educado, cualesquiera que fuesen las innovaciones hechas
en ellas al agregarles otras fuentes autoritativas de conocimientos,
negando á la vez la capacidad del individuo para interpretar la
Biblia por sí mismo. Que Cristo habló en las Escrituras, todos
lo admitían. Los reformadores no podían tener duda acerca del
significado de lo que dijo, porque las verdades que pronunció fue-
ron aquellas de las cuales ellos tenían un conocimiento inmediato
y espiritual. Esta interpretación de la verdad confirmó á sus
corazones en ella por la luz y la paz que les producía, y también
se confirmó su entendimiento en esta interpretación después de un
examen crítico del texto bíblico. La Iglesia, pues, que negaba
esta interpretación y les mandó que la abandonasen, estaba en
error, y no podía ser el intérprete autorizado é infalible de la Santa
Escritura. Así la creencia tradicional en la autoridad de la
Iglesia romana, cayó y fué sustituida con la de la autoridad
exclusiva de las Escrituras como la regla de fe. Por medio de
este proceder fué alcanzado el segundo de los principios distintivos
del protestantismo. El que el significado de la Biblia es bastante
claro é inteligible, estaba implicado en esta conclusión. El

1
Esta idea relativa á la justificación es la clave que nos abre el significado
del comentario de Lutero sobre la epístola á los Gálatas, y el de Melancthon
sobre la escrita á los Eomanos. Es el rasgo distintivo de la exégesis protestante
de los escritos de San Pablo.
404 HISTORIA DE LA REFORMACION.

derecho del libre examen es por tanto otro aspecto de la misma


doctrina.
En la adopción de este que ha sido llamado el principio formal
en distinción del primero ó principio material del protestantismo,
todas las Iglesias de la fe reformada estaban de acuerdo. Aun la
Iglesia anglicana que sobrepuja á todas las demás Iglesias prote-
stantes en su deferencia por los padres
y los primeros siglos, afirma
este principio.Acepta en su artículo octavo, los credos antiguos,
porque cree que sus asertos pueden probarse por las más ciertas
garantías de las Santas Escrituras ; declara en el artículo décimo
noveno, que tanto la Iglesia de Roma, como las de Jerusalem, Ale-
jandría y Antioquía, han errado en asuntos de y en el artículo fe ;

vigésimo primero, afirma que pueden errar


los concilios generales

y han errado en cosas pertenecientes á la regla de piedad, y que


sus decretos han de ser aceptados sólo hasta donde pueda mostrarse
que están conformes con los Escrituras Sagradas.
Estos dos principios están unidos en la idea fundamental de la
relación directa que existe entre Cristo y el creyente, como Reden-
tor y Guía personal de éste.
La teoría católica romana de la justificación, puede expresarse
en términos que al parecer es muy parecida á la protestante ;
pero
un examen más concienzudo revela la falta de concordancia entre
las dos doctrinas. En la fórmula en que se define que la condición
para salvarse es la fe formada por el amor (fides formata caritate,)
se concibe que hay una separación entre la fe y el amor, en la que
éste se hace auxiliar de aquella ; y como la ley exige el amor, se
abre así la puerta á una teoría de obras y méritos humanos, y se
da entrada á todas las inconveniencias de una piedad legal é intro-
spectiva, de las cuales la doctrina protestante ofrece los medios de
escapar. La fe, según la doctrina protestante, es necesariamente
la fuente de las buenas obras que dimanan de ella como una
corriente dimana del manantial, que crecen de ella como la fruta
crece del árbol. La tendencia del sistema católico es unir h.s

obras á la fe, y hacer de esta manera de las buenas obras, una


forma de obediencia legal. Además de esto, la justificación no
empieza como en la teología protestante con el perdón de los
pecados; sino que el primer elemento en la justificación, es la
infusión de una justicia interior personal á la que sigue el perdón.
La justificación es gradual. Debido á esta incipiente excelencia
de carácter, el cristiano se hace capaz de merecer la gracia inas ;

Bea cual fuere la manera de definir esta doctrina y observarla,


LA TEOJ OGLA PROTESTANTE. 405

fundando al fin todo mérito en los méritos de Cristo de que dimana


la santificación del discípulo, el rasgo característico legal se halla
aún inherente en tal doctrina. Pero la vasta diferencia entre la
doctrina católica y la protestante se hace evidente cuando se
recuerda que según aquella, debe el ofensor una satisfacción por
todos los pecados cometidos después del bautismo, y tiene que
rendirla. Esta satisfacción, es verdad, deriva su eficacia de la
hecha por Cristo, pero no por esto, es menos indispensable y ver-
dadera. Y ¿de qué manera se imparte la justificación? ¿Cómo
principia? Es comunicada por el bautismo, y por tanto gene-
ralmente principia en la infancia. He aquí como la justificación
es producida por el bautismo más bien que por la fe. Por otra
parte, por todos los pecados cometidos después del rito se exigen
penitencias, es decir, el trasgresor mismo tiene que ofrecer su
propia satisfacción. De este modo nos vemos conducidos á la
discusión de toda la teoría relativa á la Iglesia y los sacramentos,
punto en que la diferencia entre las dos teologías se pone más de
manifiesto.
Si el conflicto entre las dos teologías se limitara al asunto de la
justificación y de la relación entre la fe y las obras ; si la contro-
versia se redujera á las sutiles cuestiones y delicadas distinciones
de la ciencia teológica, tal vez fácil un avenimiento.
sería más
Sobre estas cuestiones podría quizás hallarse un punto de unión.
Pero la interpretación protestante del Evangelio, trajo consiego
la negación de las prerogativas de la vasta institución que se
arrogó el el alma y Dios, como dispensa-
derecho de intervenir entre
dora de y árbitro de las creencias y vida de los hombres.
la gracia

Los reformadores en armonía con la idea ya descrita relativa al


camino de la salvación, introdujeron el concepto de la Iglesia invisi-
ble. A la verdadera Iglesia, dijeron, la forman todos los creyentes
en Cristo, todos los que le están unidos á él espiritualmente y de la ;

Iglesia definida así, El es la Cabeza. Esta es la Santa Iglesia Cató-


lica á la que el credo apostólico se refiere, y en la que el discípulo
hace profesión de creer ;
" porque creemos," dijo Lutero, refiriéndose
á este pasaje del credo, " no en lo que vemos, sino en lo que es in-
visible." La Iglesia visible, por el contrario, es una congregación
de creyentes en la que la Palabra de Dios es predicada, y los sacra-
mentos se administran sustancialmente tal como fueron instituidos
por Cristo. Pero ningún cuerpo distinto de cristianos puede pre-
tender con justicia ser la Iglesia entera ; ni mucho menos excluir de
los límites de la salvación, á todos los que no se hallan en su propia
406 HISTOEIA DE LA REFORMACIÓN.

organización. La verdadera Iglesia es un ideal que no se realiza


sino de una manera imperfecta en cualesquiera de las organiza-
ciones existentes. Las sociedades externas de cristianos no pasan
de ser más ó menos puras y de acercarse en diversos grados á una
conformidad con la idea de la verdadera comunidad invisible.
Los protestantes se abstuvieron cuidadosamente de pretender para
los cuerpos que organizaron, el uso exclusivo del título de Iglesia.
Ni cuando fueron acusados de ser apóstatas de la Iglesia, ni cuando
ellos mismos denunciaron el papado como la encarnación del
anticristo, negaron nunca que la verdadera Iglesia de Cristo estaba
así al lado de sus opositores como al de ellos. " Digo," dice Lutero,
" que bajo el papa existe el verdadero cristianismo, sí, el verdadero
ejemplar del cristianismo, y muchos grandes y piadosos santos."
Calvino usó semejantes expresiones, por ejemplo, en su célebre
carta á Sadolet.
La teoría católica romana atribuye los caracteres de unidad,
Bantidad, catolicidad y apostolicidad, á la sociedad externa y
visible de la que el obispo de Roma es jefe, y declara que fuera de
este cuerpo no hay salvación. Los rasgos característicos de la
verdadera Iglesia pertenecen según ella, á esta sociedad ; y por
tanto, las promesas hechas en el Nuevo Testamento á la Iglesia y
los privilegios que se la atribuyen, pretenden que ella sola los
posee. La Iglesia, dice Bellarmín, es algo tan tangible como la
República de Venecia. En oposición al segundo de los principios
protestantes, las tradiciones de la enseñanza oral de Cristo y de
los apóstoles que según se pretende, se han conservado infalible-
mente en la Iglesia por el auxilio sobrenatural del Espíritu Santo
que en ella mora, se ponen al nivel de la Escritura; y de la
Escritura misma, la Iglesia es el expositor nombrado é infalible.
No fué cosa rara en la edad media, atribuir ciertas doctrinas á
revelaciones hechas á la Iglesia, en tiempos posteriores á la edad
apostólica, doctrinas que, según se supuso, no fueron contenidas en
las Escrituras. Pero la doctrina católica romana prevaleciente
después de la Reforma, halla la revelación entera como entrega
completa, en las enseñanzas orales y escritas de Cristo y los após-
toles. La conexión del individuo con Cristo, no es posible sino
debido á la conexión de aquel con la Iglesia. En la teoría cató-
lica, la Iglesia invisible no sólo se incluye en la organización visible
en comunión con la Sede papal, sino que no puede existir aparte
1
ó fuera de ella.
1
En las últimas ediciones de su Loci, Melancthon trata sólo de la Iglesia
LA TEOLOGÍA PROTESTANTE. 407

Como parte inseparable de la teoría católica de la Iglesia, está


la doctrina de un sacerdocio particular y de los sacramentos. Los
escolásticos dieron una forma completa al concepto de los sacra-
mentos, y número de éstos, antes variable é indefinido, se fijó
el

en Entra como elemento esencial de su concepto de un


siete.

sacramento, el que éste sea capaz por sí mismo de comunicar el


don invisible de la gracia que simboliza. El sacramento es el
canal por el cual se comunica la gracia el vehículo ordenado é ;

indispensable por el que dicha gracia se trasmite al individuo ; el

instrumento que pone al alma en contacto inmediato con la miseri-

cordia divina.
1
De todo esto se sigue que la eficacia del sacra-
mento es independiente del carácter personal del que lo administra,
siendo el único requisito esencial, que el individuo tenga la inten-
ción de administrar el rito sacramental, porque, según los católicos
romanos, sin dicha intención no hay sacramento. Además de esto,

el sacramento imparte un don divino que no dimana de la fe del

que lo recibe, ni depende de ella, sino se comunica ex opere operato,


es decir, por una virtud inherente al rito ; y el efecto se produce
bí el que recibe el sacramento no opone ningún obstáculo. 2 Los

visible. Este cambio se debió no á ningún cambio en sus propias creencias


acerca de la verdadera existencia de nna Iglesia invisible, sino á la propaga-
ción de los errores espiritualísticos de los anabaptistas. Melancthon quiere
evitar que se propague la noción errónea de que la Iglesia invisible es un mero
ideal y debe buscarse fuera de los límites de todas las organizaciones eclesiásti-
cas existentes, en una especie de república platónica.
1 "Per quae omnis vera justitia vel incipit, vel coepta augetur, vel amissa

reparatur." Con. de Trento, Ses. vii, Proemium. "Si quis dixerit sacramenta
novae legis non esse ad salutem necessaria ;" " si quis dixerit, per ipsa novae
. . .

legis sacramenta ex opere operato non conferri gratiam, anathema sit." Ibid.
iv. viii.
1 Esto es la declaración del Concilio de Trento Cses. viii.
can. vi.): "Si quis
dixerit sacramenta novae legis non continere gratiam, quam signiflcat; aut
gTatiam ipsam non ponentibus obicem non conferre, anathema sit." (Si alguno. .

dijere que los sacramentos de la nueva ley no contienen la gracia que significan,
ni confieren la gracia á los que no oponen ningún obstáculo, sea anatema.) .

Los últimos escolásticos enseñaban que los sacramentos son eficaces salvo en el
caso en qne un pecado mortal se interpone como obstáculo que estorba la activi-
dad de la gTacia divina. Duns Escoto dice " Non requiritur ibi bonus motas
:

interior, qui mereatur gratiam." (El buen impulso interior no se exige alli
para que uno merezca la gracia, etc.) Gabriel Biel sostiene la misma tesis.
Esta es la doctrina atacada por los reformadores. Después de la Reforma dice
Bellarmín: "Voluntas, fides et poenitentia in suscipiente adulto necesario
requiruntur ex parte subjecti, etc. (Voluntad, fe y arrepentimiento se exigen
necesariamente de parte del sujeto si es adulto el que lo recibe, etc.) Una de
lae primeras proposiciones cuya retractación pidió Cayetano á Lutero, fué:
408 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

sacramentos son medios de gracia y esenciales para la inauguración


y desarrollo de la vida cristiana en el individuo. Los sacramentos
reciben al individuo cuando entra en el mundo, y le acompañan
hasta la sepultura ; son para el alma y la vida religiosa, lo que es
el pan para el cuerpo ; ni se limita el efecto de ellos al alma, sino
se extiende también á toda nuestra naturaleza física. De esta
manera en el sacramento de la eucaristía, el cuerpo y la sangre de
Cristo están literalmente presentes, es decir, cada vez que se celebra
la misa, Cristo se ofrece de nuevo, aunque en un sacramento
incruento, y de este modo se comunican á los creyentes los bene-
ficios que dimanan del sacrificio de cruz. Aquel que recibe la
oblea, al comerla participa, en sentido literal, del cuerpo del
Redentor. El sacrificio de la misa es el rito principal y céntrico
del culto católico romano.
Esta doctrina acerca de los sacramentos exige necesariamente
como su complemento, un sacerdocio verdadero y una orden jerár-
quica autorizada para dispensar dichos sacramentos. El sacerdote
católico romano ocupa, pues, la posición de un medianero de
cuyas manos deben aceptar los fieles los medios de la salvación.
El sacerdote desempeña también un cargo judicial, y tiene que
señalar las penitencias ó castigos temporales impuestos, para
expiar pecado mortal, al penitente que hace confesión de su
el

delito y en caso de contumacia, tiene que fulminar contra el


;

delincuente la terrible sentencia de la excomunión, que borra su


nombre del libro de la vida. En la Iglesia de Roma, existe, pues,

una orden sacerdotal que tiene una organización perfecta y se

" Non sacramentum, sed fides in sacramento justificat." (No es el sacramento


sino la fe en él que justifica.) Winer llama la atención á la modificación

hecha en la doctrina católica relativa á este punto desde tiempo de la


el

Eeforma. Se dehe recordar, sin embargo, que la fides (fe) que Bellarmín dice
ser necesaria por parte del que recibe el sacramento, no es la fe salvadora de
los protestantes, sino un mero asentimiento á la verdad de una doctrina.
En cuanto al carácter de la " intención " que debe tener el sacerdote en el
acto de celebrar el sacramento para que este sea válido, algunos dicen que
es meramente exterior, es decir, la intención de hacer la fórmula exterior
ordenada por la Iglesia; otros dicen que es interior, es decir, el propósito de
efectuar el fin ó designio propuesto en el sacramento. El Concilio de Trento
no resuelve la dificultad. Ses. vii. xi. Perrone uno de los más eminentes de
los recientes teólogos católicos, defiende la necesidad de una intención interior.
Esta opinión se acepta por lo general como más consonante con el significado
de la declaración del Concilio tridentino. Si es así, se sigue que si el sacerdote
abriga otra intención secreta, puede privar al comulgante del beneficio del
sacramento iue -ree recibir.
LA TEOLOGÍA PROTESTANTE. 409

perpetúa á sí misma, y cuyos miembros pretenden ser medianeros


entre el individuo y Cristo y sin los buenos oficios del sacerdote,
;

el alma no puede participar de los beneficios de Ja salvación. Ea


verdad que el bautismo sin el cual nadie puede ser salvo, (con la
única excepción de los individuos que tienen la intención de
recibirlo y no pueden realizar su propósito, debido á inconvenien-
tes que no está en su mauo subsanar,) puede celebrarse por los
seglares si es enteramente imposible conseguir que un sacerdote
lo administre. Pero la administración de los demás sacramentos,
es decir, de la confirmación, la cena del Señor, la asignación de las
penitencias y la absolución, el matrimonio, la orden sacerdotal y la
extrema unción, pertenece exclusivamente al sacerdote ú obispo,
y si ellos no los administran, no tienen ninguna validez.
En directa oposición á esta teoría que enseña la existencia de
una clase sacerdotal, los protestantes sostuvieron la doctrina de que
todos los creyentes forman un sacerdocio universal.El individuo
cristiano en vez de estar atenido de la manera expuesta á una
orden sacerdote 1 tiene, el derecho de acudir personalmente á Dios,
y nadie puede prohibir que todos tengan acceso inmediato al
Redentor. La Iglesia aparta á algunos como sus funcionarios,
para asegr rar así el mejor desempeño de ciertos cargos ;
pero los
individuo? del clero constituido de ese modo, no forman una orden
distinta superior á los demás creyentes y dotada de funciones
raediatoriales. Esta idea de que todo creyento sostiene relaciones
personales con Cristo, que resulta necesariamente de la doctrina
de la justificación sólo y la de que el sacerdocio cristiano
por la fe,

se compone de todos los fieles en general, y no de una orden par-


ticular, hicieron ambas menester una modificación esencial de la

doctrina romanista relativa á los sacramentos. Los protestantes


enseñaron que el sacrificio ofrecido por Cristo en la cruz, fué del
todo suficiente, y que por consiguiente los repetidos sacrificios de
la misa, eran innecesarios. La transustanciación fué rechazada
también como una perversión grosera de la doctrina relativa á la

Sania Cena enseñada tanto en la Biblia como por la Iglesia primi-


tiva. La Iglesia protestante aceptó sólo dos sacramentos, á saber,
el bautismo y la Cena del Señor, y dijo que los otros cinco habían
ninguna autorización bíblica que de estos
sido añadidos á ellos sin ;

cinco, la extrema unción ocupa un lugar aparte, siendo una super-


stición humana, y que el rito del matrimonio es válido aun cuando
se celebre por otro funcionario distinto del sacerdote.
doctrina La
de que las obras humanas carecen de mérito, destruyó para los
410 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

protestantes la eficacia de las penitencias. La doctrina romana


del deber y obligación en que están los fieles de confesarse con el
sacerdote, refiriéndole todos los delitos que se puedan recordar en
ese acto, se redujo al principio general de que los discípulos de
Cristo disfrutan del privilegio de confesar sus faltas los unos á los
otros, á fin de recibir cada uno de los demás amonestación, consejo
y consuelo. Además de esto, los protestantes enseñaron que la
eficacia de los sacramentos depende del estado espiritual del comul-
gante, y del propósito que lo anima al recibirlos. Los sacramentos,
según no tienen ninguna eficacia mágica; el sacramento de
ellos,

la Cena, por ejemplo, no trae ningún beneficio al que lo recibe sin


fe en Cristo. 1 Los protestantes enseñaron también que la validez
y eficacia de los sacramentos, no dependen ni del carácter personal
del ministro, ni de sus intenciones secretas les repugnaba la doc-
;

trina de que la falta de intención de administrar el sacramento, por


parte del sacerdote, puede invalidar el rito exterior
y con razón, ;

porque semejante doctrina deja á uno siempre en la duda respecto


de si habrá recibido ó nó el sacramento que pide.

El rechazamiento de la doctrina católica romana de la peniten-


cia, es decir, el de que la Iglesia al remitir el pecado mortal debe

imponer al penitente castigos temporales, fué acompañado por la


negación de la existencia del purgatorio, y también por la de la
legalidad y necesidad de las oraciones ofrecidas en favor de los

muertos. La práctica de invocar á la Virgen y á los santos, por


depender de ideas falsas acerca del carácter y obra de Cristo,
desapareció necesariamente una vez aceptada la doctrina prote-
stante acerca de la compasión é intercesión mediatorial de Cristo.
El dogma de la concepción inmaculada de la Virgen, no se publicó
sino hasta tiempos modernos, pero se tributaba á María aun en la
edad media, especialmente por los franciscanos, un culto bastante
extravagante que los reformadores tuvieron que rechazar. Con la

1
Sin embargo, tanto los luteranos como los calvinistas creen que en el sacra-
mento el signo exterior representa la operación interior del Espíritu Santo que
da al sacramento su eficacia. Per ejemplo, en la Confesión belga (art. xxxiii)
se dice de los sacramentos "Por quae ceu media deus virtute spiritus sancti
:

in nobis operatur" (Por cuales medios Dios obra en nosotros por la virtud del
Espíritu Santo). En Helvética, ii (xix), se dice acerca de loa
la Confesión
sacramentos: "Signa et res significatae inter se sacramentaliter coujunguntu:
inquam, vel uniuntur per significationem mysticam et voluntatem vel con-
silium ejus qui sacramenta constituit" (Los signos y las cosas significadas se
unen unas con otras sacramentalmente, es decir, ó se unen debido al significado
místico y la voluntad ó propósito del que constituye los sacramentos).
LA TEOLOGÍA PROTESTANTE. 411

desaparición del culto rendido á los santos, desapareció también la

adoración de las imágenes y la veneración de las reliquias de los


santos, que la Iglesia romana había permitido, siendo rechazadas
como cuando menos como una tentación de caer en
idolatría, ó

ella. Las peregrinaciones y una grande variedad de custumbres


ascéticas, fueron abandonadas como incompatibles con la doctrina
protestante de la justificación por la fe, y la libertad que disfruta
el creyente para no sujetarse á ordenanzas ceremoniales. La
prueba evidente de la incompatibilidad de dichas prácticas con la
aceptación de la doctrina principal del protestantismo ya mencio-
nada, se halla en el hecho de que ellas fueron abandonadas sin

ninguna lucha en su favor, en dondequiera que el nuevo principio


religioso fué aceptado con una fe inteligente. El monaquismo y
el celibato compulsorio del clero fueron rechazados también y por
la misma razón. La teología católica hace una distinción entre
pecados mortales y veniales, distinción más bien cuantitativa que
cualitativa en su modo de juzgar la conducta del individuo. El
protestantismo rechazó esta distinción, así como también la que
enseña la existencia de dos grados de excelencia cristiana, de los

cuales el primero, bastante para merecer la salvación, consiste en


cumplir todos los mandamientos del evangelio ; y el segundo, que
es más exaltado, se alcanza sólo por aquellos que además de
obedecer los mandatos expresos, cumplen también con los consejos

ó recomendaciones que contiene el evangelio. Esta distinción es


la base en que se edificó el sistema monástico, el cual se caracteriza
por los tres votos de pobreza, castidad (inclusive el celibato,)
y
obediencia. Los protestantes rechazaron esta distinción por con-
siderarla como característica de un sistema legal, pero opuesta á
la ética cristiana cuyo distintivo fundamental no consiste en una
mera obediencia á lo que se exige, sino en una consagración volun-
taria de todo el sér al servicio de Dios. El cristiano que quiere
probar su gratitud á Cristo, no pregunta "¿Cuánto debo hacer?"
6¡no " ¿ Cuánto puedo hacer ?" Negaron también la necesidad del
celibato del clero, por la razón ya indicada y por las que siguen, á
6aber por ser una distinción artificial cuyo objeto fué dar una apa-
;

riencia de mayor santidad al sacerdocio, que de derecho pertenece á


los ministros cristianos por poner en duda la perfecta pureza del
;

estado matrimonial, y por ser una fuente de corrupción moral ei?


la Iglesia. Rechazaron asimismo la doctrina de obras de supere-
rogación, que enseña que los santos pueden reunir un tesoro de
méritos, y declararon que dicha doctrina debió su origen á la falta
412 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

de inteligencia de que los méritos de Cristo son la única y suficiente


base de la salvación de los hombres. Una vez abrogadas las peni-
tencias y negada la existencia del purgatorio, se hizo fácil negar el
derecho que pretende tener el sacerdote de conceder indulgencias
y la absolución. Los casos en que la absolución era retenida por
las Iglesias protestantes, se redujeron á una simple declaración
hecha á toda la congregación, de que los individuos que creyesen
en las promesas bíblicas, disfrutarían del perdón siempre que
hiciesen una confesión de sus pecados. Esta confesión se hacía
públicamente y en términos generales y nunca fué auricular ni
privada y detallada.
De las divisiones teológicas que hubo entre los protestantes, la
primera y más notable se debió á la controversia acerca de los
sacramentos, suscitada entre los luteranos y los discípulos de
Zwingli, y más tarde de Calvino, y la cual se orginó en la primera
época de la Reformación. De esa discusión se ha hablado ya en
las páginas anteriores. La controversia arminiana, tal vez la
segunda en cuanto á importancia, se refirió al asunto de la pre-
destinación, y empezó cerca de fines el siglo XVI. Los primeros
reformadores seguían á Agustín en su afirmación de una predesti-
nación y elección incondicionales, creyendo que dicha doctrina era
una deducción necesaria de la de la salvación sólo por la gracia.
Beza, discípulo de Calvino y sucesor suyo en Ginebra, dió á esa
doctrina una expresión extrema ó supralapsariana. Es cierto que
Calvino no había inculcado, por menos con uniformidad, esta
lo

doctrina que hace del primer pecado el objeto de un decreto


eficiente por parte de Dios, es decir, el concepto de que la salva-
ción de algunos y la condenación de otros, forman el motivo al
cual deben su origen y están subordinados los demás decretos
divinos. Sin embargo, este tipo de la doctrina se propagó extensa-
mente en la rama reformada ó calvinista de la Iglesia protestante.
Por otra parte, los discípulos de Melancthon adoptaron la doctrina
de una predestinación condicional, abandonando la posición agusti-
niana, y al fin todos los luteranos se adhirieron de hecho á la misma
creencia debido á la propagación de las enseñanzas luteranas en
Holanda, hubo aun antes de Arminio algunos en dicho país, que
disentían de la doctrina calvinista acerca de la predestinación ;
pero
dicha disidencia debió su importancia á Jacobo Arminio, nacido en
Oudewater en 1560, y que cuando llegó á la edad viril, se hizo uno de
los teólogos más instruidos y eruditos de su época. Prosiguió sus
estudios en Leyden y en Ginebra, recibiendo la principal parte de
LA TEOLOGÍA PROTESTANTE. 413

bu educación en esta última ciudad, bajo la dirección del teólogo Beza.


Viajó por Italia y en seguida volvió á su país natal, sieudo elegido
en 160o, profesor de teología en Leyden, donde tuvo por colega
á Gomaro que abogaba por la forma más extrema del supralap-
sarianismo. Arminio fué nombrado para defender el supralapsa-
rianismo contra los ministros de Delft que habían adoptado una
forma más moderada de la predestinación, llamada infralapsaría-
nismo, según la cual Dios hace su elección de los salvos, de entre
el número de los que ya han caído en el pecado. Arminio hizo
un examen de todo el asunto, dándole por resultado que llegara
á simpatizar con esta última opinión para cuya refutación había
sido nombrado y siguiendo adelante en la misma dirección,
;

terminó por rechazar la doctrina de una elección incondicional en


cualquiera de sus formas, abandonando así al fin, el dogma que se
considera como el más distintivo del calvinismo. En seguida se
entabló una discusión entre Arminio y Gomaro en la cual llegó
á tomar parte toda Holanda. El erudito Episcopio, sucesor de
Arminio en Leyden, y Uytenbogaert que había sido condiscípulo
de aquel en Ginebra, acaudillaron el partido que Arminio había
formado. Los principales distintivos del nuevo credo, se hallan
formulados en la protesta ó remonstrance (de la cual los adeptos de
ese partido tomaron nombre de remonstr antes,) protesta que fué
el

dirigida á los Estados de Holanda y Frieslandia occidental en el


año de 1610. En este documento se trata de cinco doctrinas
principales, á saber: la de una elección que se basa en la fe
prevista del individuo elegido la de una expiación universal,
;

en vez de una que abarque sólo á los elegidos la de lá posibilidad


;

de resistir la gracia ; la de la necesidad de la regeneración por el

Espíritu, y la de lo dudoso de la doctrina calvinista que enseña la


perseverancia de los santos (los creyentes verdaderos).
Los dos partidos separaron también por la diferencia de sus
se

creencias políticas. Los arminianos eran republicanos, y además


favorcoí in una unión más estrecha entre la Iglesia y el Estado, ó
más bien, opinaban que el Estado debía tener un dominio parcial
dentro de la Iglesia. Los calvinistas se adhirieron á la casa de
Orange, y abogaron por la independencia de la Iglesia en sus
relaciones con el Estado.Esta disensión fué causa del degolla
miento de Olden Barneveldt y del destierro de Grotius, ilustre
adorno del partido arminiano. En 1616 fué convocade el sínodo
de Dort para resolver la cuestión teológica que formaba parte de
esa controversia. El sínodo rehusó dai una sanción expresa á laa
414 HISTORIA DE La REFORMACIÓN.

opiniones supralapsarianas ae Gomaro, falló en contra de los


arminianos en lo relativo á los cinco puntos principales de su
sistema ya mencionados, y formuló por vía de contraste, los cinco
puntos distintivos del calvinismo extremo, á saber, las doctrinas de
una elección incondicional, de una expición limitada, (designada
6Úlo para los elegidos,) de la completa impotencia de la voluntad
del hombre caído, de la gracia irresistible, y de la perseverancia
de los santos (los verdaderos creyentes). La teología arminiana
iba desviándose más y más del sistema calvinista. Adoptó una
modificación de la doctrina calvinista acerca del pecado original,
negando la culpabilidad inherente á la naturaleza caída del hombre
en el sentido más natural de la voz culpa ; y en el célebre tratado
de Grotius escrito en réplica á Socino, así como en los escritos de
otros teólogos notables arminianos, se reemplazó la doctrina de
Anselmo relativa á la expiación, con la llamada "gubernativa"
que se fija más bien en el gobierno moral del universo por Dios,
1
que en la justicia inmutable del Sér supremo. El partido armi-
niano hizo desde un principio un estudio concienzudo y erudito de
la Biblia al cual se deben muchas importantes contribuciones á la

ciencia teológica. Los arminianos se caracterizaron por una dis-

posición liberal y tolerante, debido en parte á sus creencias, y en


parte á la persecución que tenían que sufrir. . Favorecieron la
reducción del número de las doctrinas necesarias para formar la
base de una unión de las sectas cristianas, al más corto compás
posible. En comparación con los demás protestantes, los armi-
nianos parecían ser indiferentes acerca de los credos y tenerlos en
poco aprecio. La teología arminiana además de extenderse por el
país donde se originó, iba suplantando poco á poco al calvinismo
en la Iglesia anglicana, y más tarde Juan Wesley, fundador prin-

1
Grotius responde á las objeciones de Socino negando que la expiación 6
satisfacción es el pago de una deuda. El gobernante es libre para perdonar,
dado el caso en que el buen orden público no se ponga en peligro á causa de su

acto. El fin final que el soberano se propone realizar por la inflicción de casti-
gos es evitar que haya más crímenes y conseguir que haya seguridad dentro
do los límites del Estado. La muerte de Cristo, en sn efecto moral como medio
para conseguir este fin es equivalente á una pena legalmente aplicada, puesto
que revela el odio que Dios tiene al pecado. Por consiguiente dicha muerte
pone al gobernante divino en libertad para perdonar á todo pecador que so
someta á las condiciones que Dios tenga á bien exigir. Los gérmenes de la
doctrina de Grotius existen en la teología de Escoto que afirma que la expiación
no es intrínsicamentc equivalente á la pena, pero se acepta por Dios como susti-
tuto. La voz aceptilatio (consentimiento) usada por Escoto repugnaba á Grotius
y éste rehusó usarla, pero sus objeciones son meramente verbales y técnicas.
LA TEOLOGÍA PROTESTANTE. 415

y debido
cipal de las Iglesias metodistas, la adoptó sustancialmente,
á hoy día un cuerpo numeroso y poderoso de adeptos.
él tiene

El movimiento protestante produjo un fermento intelectual y


discursivo que dió á la especulación un nuevo impulso, á la vez que
mayor libertad. Tendencias especulativas casi olvidadas, dieron
señales de nueva vida, y se originaron nuevas sectas que no querían
aceptar ni la posición de la Iglesia antigua ni la ocupada por los
reformadores.
Entre los que abogaron por cambios más radicales que los efec-
tuados por por creer que éstos se habían detenido á
los protestantes,

medio camino en su obra reformatoria, se contaban los anabaptistas,


clase numerosa y extensamente esparcida, pero caracterizada por
muchas divisiones iuternas. Se les dió el nombre de anabaptistas,
para señalar su rechazamiento del bautismo de los niños, y su
insistencia de que todos cuantos solicitaran ingresar á su comunión,
se sometieran á un nuevo bautismo. Por regla general creían que
muchos de su número, disfrutaban de una inspiración personal
hasta profética, que les elevaba al mismo nivel de los autores bíbli-
cos, si no es que les hacía independientes de la revelación escrita.
Durante la permanencia de Lutero en el Warburgo, los preten-
didos profetas de esta secta suscitaron grandes disturbios en
Wittenberg, é hicieron vacilar á su amigo Carlstudt. Los que
abrigaron estas ideas, llegaron naturalmente á menospreciar el

estudio y la instrucción, porque que es enseñado del Espíritu,


el

no necesita estudiar. Esa secta creía también que Cristo estable-


cería en esa época un reino visible en la tierra, edificándolo sobre
los escombros de la Iglesia y del Estado entonces existentes.
Algunos anabaptistas sostuvieron que los santos deben ejercer
la autoridad civil, y llevaron su teoría á una conclusión práctica
apoderándose de la ciudad de Münster, y deponiendo á los magis-
trados. La conducta de algunos fué caracterizada por una
moralidad ascética, mientras que otros abogaron por máximas y
prácticas sensuales. Esta aparente contradicción se ha notado con
frecuencia en la historia de otras sectas por el estilo. Según parece,
la mayoría de los anabaptistas abrigaron una idea algo rara acerca
de la encarnación de Cristo, á saber, la de que el cuerpo de Jesús
no se formó del deVirgen, sino fué hecho de una carne y sangre
la
distintas de las de los hombres, estando ya deificado cuando Cristo
Bubió al cielo. Una doctrina parecida fué enseñada por Juan
Boucher que fué ejecutado como hereje en Inglaterra, después de
un examen por Cranmer. El místico Gaspar Schwenkfeld, noble
;

416 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

alemán de carácter piadoso y celoso, caudillo de una de las más


dignas sectas anabaptistas, y que murió cerca de 1561, tenía la
misma creencia. Los anabaptistas eran más numerosos en Ho-
landa. Las extravagancias cometidas por muchos de ellos, servían
de plausible pretexto, pero sin justificarla, para la severidad con que
fueron tratados. Una vez calmadas los disturbios originados por la
captura de Münster, más serios de los anabaptistas bailaron un
los

caudillo enMenno, quien viajando de un punto á otro los organizó


en congregaciones. Los mennonitas, gente sencilla y honrada, se
esforzaron en vivir según los preceptos de la Biblia ;
pero rechaza-
ban el bautismo de y rehusaban hacer juramento, llevar
los niños,

las armas ú ocupar puestos civiles, si bien admitían que debía

haber magistrados en la condición actual del mundo. Entre estos


humildes y piadosos mennonitas de los Países Bajos, que rehusaban
hacer uso de la fuerza, y los anabaptistas de Münster que tomaron
parte en la sedición popular llamada la Guerra de los Aldeanos,
animados en parte por el entusiasmo religioso encendido por el
movimiento de Lutero, y en parte por el deseo de librarse de la
opresión de los príncipes alemanes, —entre estas dos clases, decimos,
había una notable diferencia, y sin embargo, ambas brotaron del
mismo tronco ambas eran fruto de una excitación religiosa
;

latamente difundida y que á pesar de sus diversas fases, se carac-

terizaba siempre por ciertos rasgos comunes.


Los antitrinitarios de la época de la Reforma, á pesar de ser
bastante distintos de los anabaptistas, se unieron con éstos de una
extraña manera. Los antitrinitarios de Italia pertenecían á la
clase ilustrada del pueblo, siendo hombres investigadores y de una
inteligencia cultivada. El tono característico de la literatura y
la cultura del renacimiento, congeniaba á menudo con estas nuevas
opiniones. Había una marcada tendencia á examinar los funda-
mentos de poner en duda las doctrinas tradicionales
la religión, á

de y á sujetar todas las doctrinas del credo á una investi-


la Iglesia,
gación concienzuda y á pruebas racionalistas. Sin duda Servet
con sus escritos, hizo mucho para difundir creencias antitrinitarias
pero la mayor parte de los más notables unitarios de ese entonces,
eran de nacimiento italiano y, por lo general, hombres que habían
sido desterrados de la patria á causa de sus creencias. Después
que Servet hubo publicado en 1531 su obra contra la doctrina
de la Trinidad, se dice que unos cuarenta hombres instruidos,
vecinos de Vicenza y sus cercanías, y que abrigaban creencias
unitarianas, se organizaron en una asociación privada. La doc-
LA TEOLOGÍA PROTESTANTE. 417

trina unitariana fué enseñada también en las iglesias de italianos


expatriados organizadas en Ginebra y en Zurich. El principal
maestro de la nueva secta en Ginebra, fué Blandrata, médico
erudito, que más tarde propagó el unitarismo en Polonia y otros
países y en Zurich dicha creencia fué patrocinada por Bernadino
;

Ochino. Gentili fué ejecutado en Berna en 1566, por profesar


esta doctrina herética y Alciati, colega de Blandrata en Ginebra,
;

tuvo que buscar asilo en Polonia. El miembro más eminente de


la secta fué Fausto Socino que dió su nombre á una forma del
unitarismo. Socino nació en Siena en 1539. Pertenecía á una
familia noble, y estaba dotado de talentos nada comunes. Se
dedicó primero al estudio de las leyes, pero a" causa de la muerte
de sus padres fué algo descuidada su educación. Pronto mostró
gusto por la teología, y sus estudios en ella fueron dirigidos por
las cartas y conversaciones de su tío Lelio Socino. Este era un
hombre investigador bien versado en la erudición clásica, que
solía frecuentar la sociedad de los reformadores de diferentes
países, y que descubrió aunque precavidamente, su preferencia por
las doctrinas unitarianas. A
causa de la persecución de su familia,
Fausto tuvo que salir de Italia. Pasó tres años en León de
Francia, y en seguida se fué á Zurich con la idea de apoderarse
de los manuscritos de su tío que había fallecido. Estos papeles
aunque muy fragmentarios, le proporcionaron sugestiones y obser-
vaciones de gran valor. Fausto residió por doce años en la corte
de Francisco de Médicis en Florencia, donde recibió distinguidos
honores y favores, pero durante ese período, su atención fué dis-
traída del estudio de la teología, no obstante su grande afición poi
ella. De Florencia se dirigió á Basilea, y alli pasó cuatro años
trabajando en el perfeccionamiento de su sistema teológico,
y pro-
pagando sus opiniones por medio de sus conversaciones y sus escri-
tos. Al fin se fué á Polonia (1579) donde pasó los años restantes
de su vida. Al principio no quisieron recibirle como miembro de
la Iglesia unitaria en el lugar en que residía, porque rehusó ser
bautizado de nuevo por creer que el bautismo cristiano no necesita
administrarse sino á los convertidos del paganismo. Los unitarios
de Polonia así como los de Italia y como Servet, rechazaban el
bautismo de los niños. Al fin Socino consiguió que sus ideas
fuesen adoptadas por los unitarios polacos, y en reconocimiento
de sus talentos, fué aceptado como jefe de ellos. Su capacidad
intelectual y sus finos modales, le granjearon el favor de los nobles
polacos, y su casamiento con la hija de uno de ellos, aumentó su
27
418 HISTORIA DE LA REFORMACION.

influencia más todavía. Eu unión con algunos hombres eruditos


que habían sido educados en las escuelas polacas, y de quienes
Crell fué el más distinguido, hizo Socino una exposición de la
doctrina unitariana y la defendió con habilidad. Lelio Socino de
quien Fausto derivó sus principios fundamentales, había abrigado
ideas demasiado religiosas para no satisfacerse con el deísmo ó el
ateísmo aceptados por tantos italianos cultivados de su época.
Buscó en la Biblia principios dignos de formar la base de un
sistema de jurisprudencia. Sus experiencias religiosas, sin embar-
go, no pueden atribuirse á causa alguna especial, ni se descubre
en su vida ninguna crisis religiosa lo que hizo fué servirse de las
;

Escrituras sólo como un libro de texto en el estudio de toda la


religión revelada, interpretándolas de una manera racionalista, en
conformidad con el carácter distintivo de todas sus asociaciones y
estudios. No se nota, por tanto, ninguna conexión vital entre sus
creencias acerca de lo sobrenatural y la vida interior de su alma,
1
siendo dichas creencias más bien una cosa puramente especulativa.
En vista de esto, causa admiración saber la importancia dada á
los elementos sobrenaturales en el socinianismo, porque el sistema
en su forma original, se caracteriza por el poco aprecio en que
tenía los argumentos en favor de la existencia de Dios proporcio-
nados por la religión natural, y por la declaración que hizo de que

la revelación divina es la fuente de donde dimanan nuestros conoci-


mientos religiosos, y hasta las verdades primeras que forman la
liase de la religión. Se asentó el principio de que la revelación
divina bien puede contener elementos superiores al alcance de la
razón humana, pero nada que con ella esté en contradicción. El
empleo de esta regla en la interpretación de la Biblia, dió por
resultado el rechazamiento de varias doctrinas, tales como por
ejemplo, la de la Trinidad, alegándose en contra de ellas que están

1
Es interesante notar que el tipo de la teología adoptada por cada uno, es
decir, su modo de interpretar el evangelio depende en cada caso y en gran parte
del carácter de su experiencia religiosa, es decir, de si baya pasado ó no, por

una crisis religiosa, 6 tiene un centro definitivo de vida religiosa, como sucedió
en el caso de Lutero. Esta diversidad se nota aun en los casos en quo no existo
nir guna discrepancia en cuanto á doctrina aun en la edad apostólica entre
;

Pablo y los discípulos que se educaron por un procedimiento gradual. Aparece


en cierto grado en el contraste entre Zwingli y los otros dos grandes reforma-
dores Lutero y Calvino. Es aun niiís notable en los efectos que lo señalan en
Erasmo y en muchos de los eruditos arminianos de Holanda, cuando éstos so
comparan con sus opositores. Estas diferencias teológicas qne deben su origen
y existencia á las peculiaridades de la experiencia religiosa, llegaron á air
climax en los socinianos
LA TEOLOGÍA PKOTESTANTE. 419

en pilona con nuestras intuiciones racionales. La teología sociniana


se caracteriza principalmente por su negación de la divinidad de
Cristo, y de que él diera una satisfacción á la justicia divina con
¿u vida y su muerte admite que Cristo fué un Maestro y Legisla-
;

dor, y Cabeza del reino espiritual de Dios, y que desempeñó las


funciones de Profeta y de Key pero rechaza la idea de una obra
;

sacerdotal y expiatoria, ó limita dicha obra á un mero acto de


intercesión. Modificó materialmente la doctrina de la Iglesia
respecto del pecado original. Según los socinianos, la semejanza
con Dios que distingue al hombre, consiste en el dominio que éste

ejerce sobre ías órdenes inferiores de la creación ; y el efecto del

primer pecado de Adam, consiste en la propagación de la muerte


física entre todos los hombres. Enseñaron la aniquilación en vez
del castigo eterno de los malvados, é hicieron una distinción arbi-
traria entre la religión y la ética, despojando así á la fe cristiana
de su carácter ético. Esta separación era resultado del modo de
pensar sociniano, y un corolario necesario de la importancia despro-
porcionada dada al sobrenaturalismo. Debido á la habilidad
lógica y exegética de los jefes del socinianismo, su doctrina se
extendió por todas partes. Cuando debido á la reacción católica

y á la actividad de los jesuítas, se suscitó en Polonia una persecu-


ción contra los unitarios de allí, muchos de ellos huyeron á
Holanda y establecieron relaciones amistosas con los arminianos
de este país. Algunos se juntaron también con los mennonitas.
El ingenioso y formidable ataque hecho por Fausto Socino contra
la teoría ansélmica respecto de la expiación, dió origen al tratado
el mismo asunto, y á la vez ocasionó indirecta-
de Grotius sobre
mente una modificación aceptada por muchos con respecto á la
doctrina ortodoxa.
La diferencia entre el credo luterano y el calvinista, no era tan
grande oue imposibilitase el que se hicieran varias tentativas con
1
la mira de efectuar la unión de los partidos. El principal incon-

1
La "Forma de Concordia" (1580) expone la teología luterana en oposición
al sistema de Melancthon
y en contraste con el calvinismo. Niega el siner-
gismo, y afirma que el hombre carece de poder para cooperar en su conversión;
pero niega también que la gracia salvadora es irresistible, y atribuye el recha-
zamiento de Cristo en cada caso á la resistencia ofrecida por el individuo al
Espíritu Santo, y afirma que el Evangelio se ofrece umversalmente á todos.
Toda doctrina parecida á la de la reprobación es excluida del sistema. La con-
clusión lógica de semejantes premisas, es que la predestinación es sólo condi-
cional, loque en efecto es la doctrina luterana enseñada en el siglo XVII.
Esto constituyó el primer punto de diferencia entre los luteranos y calvinistas.
420 HISTORIA DE LA REFORMACION.

veniente pa^-a el buen éxito de dichos esfuerzos, fué la preocupa-


ción intolerante de los más rígidos luteranos, especialmente después
de su triunfo sobre los " felipistas," es decir, los adictos ála teología
más moderada de Melancthon. Esta oposición á la unión de las
dos sectas, se hizo más acerba debido al abandono del luteranismo
por varios de los estados principales de Alemania, como por
ejemplo, el Palatinado, y la consecuente opresión de los predica-
dores luteranos por algunos de los gobernantes calvinistas. Sin
embargo, desde principios del siglo XVII, se hicieron seriosy
prolongados esfuerzos en este sentido por los teólogos de Helm-
stadt, siendo Calixto el más eminente de ellos. Los sínodos
hugonotes de Francia se distinguieron también por su actitud
liberal y amistosa en todas sus negociaciones con los luteranos.
Los varios proyectos propuestos para efectuar la unión de los
protestantes con los católicos romanos, no tuvieron mejor éxito que
los ya mencionados en que se intentó conseguir la de las diversas
sectas protestantes. En varias ocasiones, como por ejemplo, en
Augsburgo en 1530 ; en la conferencia celebrada en la dieta de
Ratisbona, y en el Interim de Augsburgo, los católicos manifesta-
ron cierta disposición de hacer concesiones á los protestantes. El
emperador Fernando I recomendó al Concilio de Trento, que
adoptase medidas conciliadoras y no pudiendo conseguir su pro-
;

pósito, animó á los teólogos que estaban cerca de él, en particular


á Jorge Cassander, á que procurasen, por medio de sus escritos y
conferencias personales con los principales protestantes -de los

diversos países, efectuar la reunión de los dos partidos contrin-


cantes. La proposición hecha porErasmo de que el credo no
contuviese sino las doctrinas más esenciales, y que no se exigiese
la concordancia en asuntos de menor importancia, era la favorecida
por la mayoría delos que querían efectuar dicha unión eclesiástica.

Tanto Cassander como Calixto, propusieron que se adoptasen como


norma doctrinal, las Escrituras y las enseñanzas de la Iglesia de
los cinco primeros siglos. Estos movimientos irónicos tienen para
nosotros un interés especial, á causa del papel que hicieron en
ellos dos protestantes de grande habilidad, á saber, Grotius y

Las demás diferencias fueron la doctrina luterana de la consustanciación qnu


trajo como consecuencia lógica la de la atribución de atributos divinos á la
naturaleza humana de Jesús, y de la ubicuidad de su cuerpo, íes decir, que el
cuerpo de Cristo está en todo lugar donde, por ejemplo, se celebra la Santa
Cena;) y el uso de las pinturas, y algunos puntos de menor importancia en el
ritual.
LA TEOLOGÍA PROTESTANTE. 421

Leibnitz. Las tendencias de Erasmo hacia una excesiva liberali-


dad doctrinal y las de Melancthon hacia la conciliación, hallaron
de nuevo en estos teólogos dos poderosos representantes. Grotius
perseguido por sus hermanos protestantes los calvinistas de Holanda,
notando tanto el apego de las sectas protestantes á sus más triviales

peculiaridades doctrinales, como


amargas disputas teológicas de
sus
unas con otras, y entristecido por el aspecto de decadencia que
presentaba la Europa á principios del sigloXVII, y por las calami-
dades causadas por las guerras religiosas, estaba ansioso por ce re-
seguir el restablecimiento de la unidad eclesiástica. El trato que
tenía con algunos católicos ilustrados y moderados de Francia, ie
confirmó en su deseo. Las diferencias que separaban á los cristianos
unos de en comparación con los
otros, le parecieron insignificantes
muchos puntos en que estaban de acuerdo. Debido á su educación
como estadista, sabio y teólogo, tendió naturalmente á buscar algún
arreglo ó convenio que hiciera posible la unión de los varios parti-
dos eclesiásticos. No es pues de admirar que muchos le acusaran
de sociniano y hasta de católico romano. Empleó su vasta erudi-
ción en el esfuerzo de hacer menos acerba la antipatía de los prote-
stantes contra la Iglesia católica y sus doctrinas. Escribjó un
tratado para probar que el término anticristo usado en el Apocalip-
sis-, no debe aplicarse al papa. Tanto en su tratado como en otras
publicaciones suyas se hizo casi defensor de la teología católica
romana, y hasta consentiría en aceptar el dogma de la transustan-
ciación, si se le permitiera darle una interpretación idealizada;
juzgaba que el uso de las imágenes en el culto no era absoluta-
mente ilegal, aunque á la vez reconocía los abusos que se han
1
originado de semejante práctica; creía también que la invocación
de los santos y las oraciones en favor de los muertos se podían
permitir, y señaló grandes ventajas en la forma de gobierno episco-

1
Grotius niega la validez universal del Decálogo bajo la nueva dispensación
6 época del cristianismo. Por ejemplo, hablando del cuarto mandamiento, cita
lo que Lutero, Calvino, Melancthon, Zwingli y otros reformadores dijeron
acerca de la observancia del día del Señor, en que todos niegan que la obliga-
ción de consagrar á Dios un día en cada siete días, se impone á los cristianos
por dicho mandamiento. Zwingli dice que sería mejor segar, cortar leña 6
hacer otro trabajo necesario que la estación del año exige después de asistir al
culto de Dios, y no estarse ocioso, por que " el creyente es superior al sábado."
Los Actos del Sínodo de Homberg hablan en el mismo sentido. Los puritanos,
afirmaron la obligación perpetua del cuarto mandamiento, con el único cambio
del séptimo al primer día de la semana, en obediencia á una disposición hecha
rr>n autorización divina.
422 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

pal y aun en la primacía del papa. Según él la intervención


de los papas en la elección de los emperadores, se justifica en
cierto grado, por el hecho de que los papas pueden considerarse
como los representantes del pueblo romano. Grotius admitió qut
la tradición ayuda en la interpretación de las Escrituras. Pro
puso que se convocara un concilio general compuesto de represen-
tantes elegidos por todos los partidos religiosos, para formular laa
creencias doctrinales que eran aceptadas por todos los cristianos,
pues que así las conclusiones alcanzadas por dicho concilio, serían
dignas de la aceptación de todos. Grotius señaló como la piedra
de toque en la determinación de los elementos que debían formar
el credo comprensivo y liberal, la regla anunciada por Vicente de
Lerins, á saber: lo que siempre, en todas partes y por todos se
acepta, es la verdad católica.
En la última parte del siglo XVII, Espinóla, teólogo de la
corte de Viena, y antes general de los franciscanos de España,
se señaló por haber emprendido una obra de pacificación semejante
á la intentada por Cassander. Mientras trabajó en la corte de
Hanover en pro del sincretismo, nombre dado á la proyectada
unión de los diversos cuerpos religiosos, acostumbraba pasar mucho
tiempo con Molano, teólogo luterano. Debido á esto se entabló una
correspondencia entre Bossuet y Molano, y más tarde Leibnitz. Este
seguía también otra larga correspondencia, en parte sobre el mismo
asunto, con el landgrave Ernesto de Hesse-Rheinfels, que ingresó á
la Iglesia católica en 1652. Leibnitz ocupaba una posición muy
parecida á la de Grotius. Ambos estaban dotados de grande eru-
dición y de una maravillosa agudeza filosófica que emplearon en
la tareade armonizar los dogmas opuestos de las dos Iglesias. La
doctrina de la transustanciación, le causó más dificultad que cual-
quiera otra, pero al fin en el alambique de su crítica sutil, le dió
alguna semejanza con la doctrina correspondiente de los prote-

stantes. 'Dió, sin embargo, mayor importancia á los principios


fundamentales de la religión, diciendo que la doctrina que afirma
la necesidad de amar á Dios para ser salvo, es incomparablemente
más importante que la cuestión relativa al cambio que se efectúa
en el pan en la eucaristía, ó la que trata de si las almas deben
pasar por un estado de purificación antes de poder ver á Dios.
Con respecto á las cuestiones de controversia suscitadas entre Eoma
y Augsburgo, afirma que son menos importantes que los puntos
discutido? entre los jansenistas y sus opositores dentro del seno de
la Iglesia católica. Por una parte admitió el derecho del obispo
LA TEOLOGÍA PROTESTANTE. 423

de Roma á la primacía en la Iglesia, y por otra sostuvo que él


mismo, á pesar de no tener ninguna conexión externa con la Iglesia
romana, estaba en unión interna con ella. Sin embargo, á las
premiantes invitaciones que se le hicieron para que se conformara
exteriormente con dicha Iglesia, contestó rehusándose, diciendo
que si se hiciera miembro de ella, no le dejarían profesar en paz
sus opiniones filosóficas; y al mismo tiempo negó que asistiera á la
Iglesia el derecho de inmiscuirse en dichas opiniones. Echó así á
la Iglesia la culpa de su separación de ella, y afirmó lo mismo con
respecto á Lutero y los demás protestantes. Según Leibnitz, la
Iglesia universal está autorizada para enseñar las doctrinas esen-
ciales del cristianismo, y nunca puede desviarse de ellas ;
pero si

por casualidad pasa dichos límites, al hacerlo invade los derechos


de la conciencia privada, y las personas á quienes condena y exco-
mulga, no se perjudican debido á dicha separación, ni tienen la
culpa de ella, y por consiguiente, los ministros á quienes eligen son
legítimos y su administración de los sacramentos es válida y acep-
table á Dios. Propuso como el mejor medio de acabar con las
divisiones de la cristiandad, la convocación de un concilio general
que se compusiera de representantes de todos los partidos religiosos,

y que formulara una definición de la fe común de éstos, dejando


los demás puntos al juicio privado de cada individuo y de las
Iglesias nacionales. Pero Leibnitz y Bossuet no podían ponerse
de acuerdo con respecto á la autoridad que tuviera el Concilio de
Trento. Bossuet asentó que la Iglesia católica podía explicar el

significado de sus doctrinas, pero nunca derogar una doctrina ya


sentada, y que el credo de Trento no podía alterarse. Leibnitz
rehusó admitir que el Concilio tridentino fuera ecuménico, é
impugnó algunos de sus decisiones, como por ejemplo la relativa
al matrimonio. La
persecución hecha á los jansenistas, y la tiranía

y política opresora de Luís XIV, destruyeron las esperanzas que


abrigaban algunos individuos de que las mencionadas conferencias
entre los caudillos protestantes y los católicos, dieran por resultado
la unión de las dos Iglesias.
CAPITULO XIV.
LA CONSTITUCIÓN DE LAS IGLESIAS PKOTESTANTES, Y 8U
RELACIÓN CON LA AUTORIDAD CIVIL.
En Ginebra y Escocia la Reformación efectuada por una revo-
lución política, fué establecida como la religión del país por las
autoridades civiles ; y en la mayor parte de los demás lugares donde
entró, debió su introducción á la acción voluntaria de los príncipes
ó de las autoridades municipales que obrabau en conformidad con
los deseos del pueblo. En Francia, por otra parte, y en los demás
países donde el gobierno central no favoreció el nuevo movimiento,

las Iglesias reformadas recibieron una organización independiente


de las autoridades civiles. En algunos países, como por ejemplo
en Inglaterra, los gobernantes de la nación tomaron una parte muy
activa en la dirección de la Reforma, dándole una forma más á su
gusto. En algunas Iglesias reformadas se conservaron más elemen-
tos del antiguo sistema eclesiástico que en otras. En fin, la forma
especial que tomaron las instituciones establecidas por la revolución
religiosa, dependió en cada caso de las circunstancias peculiares y
del carácter distintivo de cada comunidad.
Casi todos los reformadores estuvieron de acuerdo en sostener
que el depositario original de la autoridad eclesiástica, no es la
jerarquía, sino los miembros de la Iglesia, es decir, abogaron por
que el gobierno de la Iglesia dependiese de todos sus miembros, y
no de una orden sacerdotal. Este principio fundamental fué defen-
dido por todas partes, y en ningún lugar con más obstinación que
en Inglaterra, donde se cambió muy poco la forma jerárquica del
antiguo sistema. Los reformadores sostuvieron también, por regla
general, que la Iglesia y el Estado son tan distintos entre sí, que
ni aquella debe dejarse sujetar por éste, ni viceversa, ni ninguna
de esas dos potestades debe tampoco tratar de absorverse la existen-
cia de la otra. Se opusieron por un lado á los entusiastas y fanáti-
cos que pedían la subordinación ó entrega del gobierno temporal
424
CONSTITUCIÓN DE LAS IGLESIAS PROTESTANTES. 425

á los " santos," es decir, el establecimiento de una teocracia ; y por


el otro, á la absorción del poder eclesiástico por el Estado, de lo
cual eran ejemplos el pagano imperio romano, y más tarde el cris-

tiano imperio griego.


Los reformadores luteranos establecieron principios acerca del
gobierno de la Iglesia y de las relaciones que deben existir entre
ésta y el gobierno civil, principios que ellos mismos admitieron que
sería impracticable llevar al terreno de la práctica. Lutcro, por
ejemplo, declaró que la congregación ó cuerpo de los creyentes, es
decir, la Iglesia colectiva, debe ejercer la autoridad suprema.
Dicha Iglesia según él, tiene en sus manos las llaves, esto es el

derecho de ejercer la disciplina eclesiástica, de administrar los

sacramentos y de usar todas las facultades gubernativas. El clero


está comisionado por el pueblo para desempeñar algunas de las
funciones cuyo ejercicio pertenece á todos en común, pero que se
desempeñan más satisfactoriamente por medio de representantes.
Por tanto, estas funciones se encomiendan por voto de la comu-
nidad á los que están especialmente dotados de las cualidades
requeridas para su desempeño. El sacramento de la ordenación
es simplemente el rito que se usa para apartar á las personas así
elegidas, para que se dediquen al ministerio pero no por esta ;

razón constituyen dichas personas una orden de sacerdotes. Las


Iglesias, pues, tienen el derecho de elegir y ordenar á sus ministros,
por que á ellas fué dirigido el mandato de predicar el evangelio.

La Iglesia tiene el derecho de gobernarse á sí misma, y la exco-


munión no se ha encomendado solamente á un cuerpo sacerdotal,
sino á toda la congregación en unión con los pastores á quienes la
misma haya elegido.
Sin embargo, Lutero y sus compañeros creían que las circun-
stancias les prohibían llevar al terreno de la practica estas doctri-
nas abstractas. Fueron inducidos también, atendiendo á la situa-

ción en que se encontraban, á modificar en algunos detalles de


bastante importancia, sus declaraciones teóricas, especialmente en
lo referente á la relación de la autoridad civil con la Iglesia. Los
alemanes, en opinión de Lutero, eran todavía demasiado rudos,
fieros y turbulentos, y carecían demasiado de experiencia práctica
en el arte del gobierno propio, para asumir desde un principio la

administración del poder eclesiástico, sin producir infinitos desór-


denes é indecible confusión. Creía más bien que los principes
debían proponer reglamentos eclesiásticos, y que á la gente del
los

pueblo cumplía aceptar sus sanas disposiciones. La autoridad de


426 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

los gobernantes civiles en la esfera eclesiástica, fué declarado que


dependía en parte, del antiguo derecho de los patrones y de otras
prerogativas semejantes que habían disfrutado los guardianes tem-
porales de la Iglesia
y en parte, del principio de que los príncipes
;

y magistrados, siendo los miembros principales de la Iglesia,


merecen ser escuchados con respeto doctrina del todo compati-
;

ble con la teoría general de que el gobierno de la Iglesia pertenece


no sólo al clero, sino también á los feligreses, es decir, á toda la
congregación. Además de enseñaron que incumbe á
lo anterior,
los magistrados mantener el buen orden en el culto, y hasta deter-
minar las formas externas de éste. Esta vaga función concedida
al Estado, fué interpretada de varias maneras ;
pero la tendencia
de los sucesos indujo á los reformadores á amplificarla más bien
que á limitarla. La guerra de los aldeanos y la lucha subsiguiente
con los anabaptistas, en la cual tuvo que emplearse necesariamente
el poder coercitvo de los príncipes, dió incremento á dicha tenden-
cia. Debido á la misma causa hubo también una notable reacción
contra la teoría de los entusiastas que habían originado esos distur-
bios,y que pretendían se quitara á los magistrados toda especie de
autoridad. A veces Lutero decía terminantemente, que la juris-
dicción de las autoridades civiles está restringida á los negocios
temporales, inclusiva la protección de la vida y de la propiedad.
La Confesión de Augsburgo habla en este sentido también. Sin
embargo, cuando la cuestión se suscitó en una forma específica,
tanto Lutero como Melancthon atribuyeron al Estado una medida
mucho mayor de poder en asuntos religiosos, que la que los términos
ya citados podían hacer esperar. Expusieron cómo sería necesario
compeler á los pueblos y aldeas á tener escuelas y predicadores, así
como á construir puentes y caminos. Y
además de esto, declararon
que el elector podía en justicia exigir á todos que estudiasen el

catecismo, puesto que sin su conocimiento, el pueblo no aprendería


á ser cristiano ; y pasando aun este límite, llegaron hasta sostener
que es deber del magistrado, investigar las ofensas así contra la
primera como contra la segunda mitad del decálogo, es decir, que
por ejemplo, tiene la obligación moral de reprimir y castigar la
blasfemia; y al paso que la Reformación iba progresando, esta
función del poder civil se interpretó de modo que incluía el

derecho y el deber de abolir la celebración de la misa. Esto lo


enseñó Melancthon en su tratado doctrinal, los " Loci Communes,"
y en este sentido hablaron tanto él como Lutero en su respuesta
á algunas preguntas que, acerca de este asunto, les dirigieron los
CONSTITUCIÓN DE LAS IGLESIAS PRO TESTA NTES. 427

príncipes. En el año de 1531, Lutero en una carta dirigida al


margrave, Jorge de Brandenburgo, le trae á la memoria el buen
ejemplo dado por el rey hebreo Ezequías, que hizo pedazos la
serpiente de bronce hecha siglos antes por Moisés, por más que
su acto ofendiera al pueblo. De lamisma manera sería bueno
abolir la celebración de la misa, por más que dicho acto ofendiera
á su vez á muchos. Los reformadores traían á colación también
la convocación del concilio de Nicea por el emperador Constantino,

cuando con el carácter de protector de la Iglesia quiso de esa


manera poner coto amana. Por
á la controversia otra parte,
tanto Lutero como Melancthon comprendieron que la adopción
de su teoría expondría á la Iglesia al peligro de ser oprimida por

el Estado. Admitiendo que bajo el antiguo sistema el Estado


había sido despojado de una parte del poder é influencia que le
correspondían, bien podría resultar el mal opuesto si la intervención
de los príncipes en los asuntos eclesiásticos se hiciera tiránica.
Para evitar este peligro, ambos reformadores se inclinaban á per-
mitir que la Iglesia protestante conservara la orden de obispos,
pero dotados éstos solamente de una autoridad jure humano (con-
cedida por los hombres en vez de serlo por Dios,) creyendo que
dichos funcionarios servirían de contrapeso á la formidable influen-
cia del Estado sobre la Iglesia. La orden episcopal, sin embargo,
no fué introducida en la Iglesia luterana, porque los obispos
católicos no adoptaron por regla general la Reforma, y por tanto
pareció preferible arreglar de otra manera lo concerniente al manejo
de los negocios eclesiásticos. Los nuevos arreglos políticos que se
efectuaron en dicha época, especialmente después que los términos
de la Paz de Augsburgo quitaron á los prelados católicos romanos
su jurisdicción sobre los que aceptasen la Confesión de Augsburgo,
y ordenaron que la religión del príncipe sería la del Estado que él
gobernara, dieron por resultado que la dirección de los negocios
eclesiásticos se entregara en más y más alto grado, á los gobernantes
civiles.

La forma de gobierno de la Iglesia luterana de Sajonia y de la


mayoría de las demás comunidades luteranas, se caracteriza especial-
mente por dos elementos, á saber, los superintendentes y los con
misterios. La Iglesia de Stralsund fué la primera que nombró
superintendentes; pero más tarde el elector de Sajonia en las
instrucciones que dió á los visitadores á quienes, á petición de los
teólogos, envió á las iglesias sajonas, mandó que fuesen nombrados
428 HISTOKIA DE LA REFORMACION.

dichos funcionarios, 1527. 1


Cada superintende en su distrito, ocupó
un puesto parecido al del obispo romano dentro de su diócesis,
ejerciendo una superintendencia sobre el culto y las enseñanzas
doctrinales de congregaciones, y sobre la conducta de los
las
pastores de ellas. Los consistorios luteranos debían su origen á la
necesidad de tener un tribunal competente para resolver cuestiones
acerca del matrimonio y del divorcio. Debido á la abolición tanto
de la ley canónica por contradecir muchas disposiciones suyas los
principios protestantes, como de los antiguos tribunales católicos
romanos, la decisión de muchas cuestiones bastante perplejas, era
exigida á los pastores luteranos. Lutero y sus colaboradores escri
bieron muchas cartas en respuesta á las consultas que les hacían
tanto príncipes como individuos privados, pidiéndoles consejo
acerca de la resolución que debía darse á cuestiones relativas al
matrimonio y al divorcio. La falta de una opinión fija respecto
de este asunto, resultado inevitable de la renuncia del antiguo
sistema de leyes eclesiásticas que los reformadores creían opuestas
en muchos puntos á la Biblia y á la razón, explica de algún modo
la actitud de los reformadores de Wittenberg con respecto al doble
matrimonio escandaloso del landgrave de Hesse. El asunto perte-
necía más bien á la jurisdicción de los tribunales civiles, y la
Iglesia no tenía que ocuparse sino del aspecto ético y religioso del
acto. Para allanar las dificultades de la clase mencionada, las
autoridades civiles nombraron tribunales mixtos que se componían
en parte de clérigos, y en parte de juristas, y que recibieron el
nombre de consistorios, como recuerdo de los tribunales episcopales
que antes había. Toda la administración eclesiástica fué encomen-
dada á los consistorios. En la elección de los pastores á las con-
gregaciones, no se les concedió más derecho que el de confirmar ó
nó, el nombramiento hecho por los patrones de las mismas. En
Brandenburgo y Prusia donde los obispos no estaban opuestos al
movimiento protestante, se conservó el sistema episcopal hasta 1587.
En Dinamarca fué suprimido en 1536, siendo sustituidos los obispos
con superintendentes nombrados por el rey. Suecia es el único
país luterano cuya Iglesia tiene actualmente una organización
episcopal.
1
Las " Instrucciones páralos Visitadores," fueron preparadas por Melancthon.
Incluyen un Directorio para el culto de Dios y para la instrucción del pueblo.
Establecieron un sistema uniforme de gobierno y de culto para las iglesias de
Sajonia. La ignorancia tanto del pueblo como de sus preceptores, hizo tanta
impresión en Lutero que fué movido á preparar sus Catecismos. El sistema
establíícif'o por la 'Visitación " fué legalizado por el gobierno civil.
CONSTITUCIÓN DE LAS IGLESIAS PROTESTANTES. 429

En Hesse se hizo un notable esfuerzo para efectuar un cambio


radical en el sistema eclesiástico, por el margrave Felipe, en con-
formidad con los consejos de Francisco Lambert, monje franciscano

y natural de Aviñon, y que después de su conversión al protestan-


tismo, había residido por algún tiempo con Zwingli en Zurich y
después en Wittenberg. La constitución eclesiástica á que nos
referimos, fué formulada por el sínodo de Homberg de
1526, y
caracterizada por principios El plan propuesto
democráticos.
encarecía la predicación del evangelio por todas partes y en
seguida, la organización de congregaciones cuyos miembros fuesen
todos verdaderos creyentes, y que se sometieran voluntariamente
á la disciplina de la nueva Iglesia que así se estableciera. Las
congregaciones locales eligirían sus propios pastores que se llama-
rían obispos, y podrían tomarlos de cualquiera profesión. Cada
congregación se gobernaría á si misma, administrando una severa
disciplina, y excomulgando á los contumaces cuando necesario fuera.
Cada año un sínodo general compuesto
la Iglesia entera celebraría

de y otros delegados, el cual tomaría en consideración


los obispos

toda clase de quejas y de cuestiones dudosas. Una comisión de


trece individuos sería nombrada para poner en orden los negocios
que deberían discutirse en el sínodo; y además, éste nombraría
tres visitadores que se informarían del estado que guardaran todas
las congregaciones que compusieran la Iglesia. Este sistema puede
decirse que es el congregacionalismo con la infusión de elementos
presbiterianos. " Sus rasgos distintivos," dice Ranke, " eran los

que más tarde caracterizaron á las Iglesias de Francia, Escocia y


la América del Norte, y de los cuales depende la existencia y el
desarrollo de esta última. Tienen, pues, una indecible importancia
histórica para todo el mundo. Cuando por primera vez un pequeño
sínodo alemán adoptaba esa forma de gobierno, dichos distintivos
recibían en el acto una forma completa."
Lutero creía que elpueblo carecía aún de
la preparación necesa-
ria para asumir su gobierno propio bajo semejantes reglamentos.
Se quejaba con frecuencia de la rudeza y embotamiento de los
campesinos que no podían ser inducidos á sostener á sus propios
pastores, y aun antes de la reunión del sínodo de Homberg, él se
había convencido del mal éxito que tendría la adopción de regla-
mentos eclesiásticos tan distintos de aquellos á los cuales estañan
acostumbrados los alemanes. Le repugnaba la nueva constitución
eclesiástica, porque creía que en vez de ser un desarrollo histórico,
ora artificial. Expuso que las ordenanzas de Moisés se amoldaron
430 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

á las formas tradicionales de su tiempo, ya conocidas al pueblo de


Israel. Lutero sostuvo que en asuntos de esta especie, es preciso
avanzar con lentitud. " Poco á poco " fué el lema que él adoptó.
En una carta al landgrave, dijo que no podía aprobar la publica-
ción de tantas nuevas leyes que bacer una sola ley era una grande
;

tarea,y que sin el auxilio de Dios, nada se bace con buen éxito.
Debido en parte á la oposición de Lutero, y aun más á las causas
mismas en que se basaron sus objeciones, la constitución eclesiástica
de Hesse, nunca fué puesta en pleno vigor.
El curso de los acontecimientos en Alemania, había puesto el
gobierno de la Iglesia en manos de los príncipes protestantes, dentro
de sus respectivos estados. Los teólogos y juristas propusieron
varias teorías para explicar y justificar dicho resultado. prin- A
cipios del siglo XVII, el " sistema episcopal " fué el mejor aceptado,

y según él, se pretendía que los magistrados civiles habían recibido


del emperador sus prerogativas eclesiásticas, por los términos del
tratado de Passau y de la paz de Augsburgo. Algunos sostenían
que estos poderes les fueron concedidos provisionalmente, por "de-
volución " mientras las Iglesias opuestas se uniesen de nuevo otros ;

decían, que al fin se habían devuelto dichas prerogativas á los que


por derecho y desde un principio las habían ejercido. fines del A
siglo XVII fué instituido también el " sistema territorial," es decir,
fué identificada la autoridad episcopal, jus episcopale, con el derecho
concedido á los príncipes de reformar los abusos religiosos, llamado
jus reformandi. Este sistema entregó el gobierno de la Iglesia al

poder civil, pero sin incluir el derecho de resolver las diferencias


doctrinales. Esta teoría fué avanzada por Tomasius, y casi en la
misma forma, por Grotius y por Selden, defensor inglés este último
del erastianismo, es decir, de la teoría que niega la autonomía de
la Iglesia. El sistema territorial, á pesar de haber sido adoptado
principalmente para promover la tolerancia, se hizo poderoso instru-
mento de la tiranía. Otra teoría más, el " sistema colegial," fué

elaborado por Puffendorf y Pfaff. Según ellos, en su forma primi-


tiva había sido la Iglesia una sociedad independiente que concedió
á las autoridades civiles una potestad episcopal sobre ella. Para
concluir, se puede decir que lo que los alemanes llaman Cesaro-
papismo, es decir, la opresión de la Iglesia por el Estado, ha sido
fuente prolífica de males en las comunidades luteranas.
Las Iglesias protestantes llamadas " reformadas," sostenían la
autonomía de la Iglesia, y que la relación entre ella y el Estado, es
sólo de auxilio mutuo- Los " reformados " defendían por lo general,
CONSTITUCION DE LAS IGLESIAS PROTESTANTES. 431

con más tenacidad y perspicacia que los luteranos, la independencia


de la Iglesia en lo referente al poder civil. Este hecho se debió en
parte á que las Iglesias calvinistas, como por ejemplo las de Francia,
Escocia y los Países Bajos, eran sectas no sólo independientes del
poder civil, sino hasta objeto de la hostilidad del mismo. Este
hecho dió á su forma de gobierno rasgos más republicanos. Ea
Zurich, es verdad que Zwingli á semejanza de Lutero, notó' desde
luego que la masa de la población no era capaz de poner en práctica
un gobierno popular y por consiguiente, consiguió que la autoridad
;

eclesiástica se diese al grau Concejo que gobernaba la ciudad tanto


civil como eclesiásticamente en nombre de toda la comunidad.

Los magistrado nombraban á los clérigos, y en seguida convocaban


al pueblo para que éste ejerciera su derecho de aceptar ó nó los

nombramientos Z-wingli consiguió también que se concediera á


los magistrados el derecho de excomulgar, mientras desempeñaran

bien ese difícil deber. En 1525, fué instituido y autorizado un


tribunal compuesto de pastores y feligreses para resolver las cues-
tiones relativas al matrimonio y al divorcio. La inflicción de
todos los castigos fué dejada á la autoridad civil. La igualdad de
órdenes de los clérigos de todo rango, fué enérgicamente sostenida.
Oecolampadio intentó autorizar otra vez á la Iglesia para la ejecu-
ción de la disciplina eclesiástica, pero sus esfuerzos fracasaron al
fin á pesar del buen éxito parcial que tuvo durante un corto inter-
valo ; y el sistema adoptado en Zurich, en sus caracteres esenciales,
se extendió á los demás cantones.
Calvino con su acostumbreda previsión, desarrolló en los "Insti-

tutos," sus ideas acerca de lo que debía ser la constitución de la


Iglesia y la conexión de ésta con el Estado. Sus ideas son como
sigue : los funcionarios de la Iglesia son diáconos y presbíteros,
siendo éstos de dos clases, á saber, ministros y ancianos seglares,
quienes en unión con los pastores, administran la disciplina ecle-
siástica. Afirma que hay una sola orden del clero, es decir, que
en cuanto á ordenación, los presbíteros son del mismo rango que
los obispos. La congregación dirigida y presidida por los funciona-
rios ya elegidos, debe elegir sus nuevos funcionarios. Calvino en
lo que expone acerca de la constitución de la Iglesia, no oculta la
preferencia que tenía por una forma de gobierno aristocrática,
modificada con algunos elementos democráticos ; y á pesar de su
creencia de que la congregación es la fuente original del poder,
revela la mencionada tendencia en lo que expone respecto del
debido modo de elegir á los funcionarios de la Iglesia. Enseñó
;

432 HISTORIA DE LA REFORMACION.

lambién que la Iglesia no tiene ninguna autoridad para usar ie la


fuerza ni para infligir castigos civiles de ninguna especie ;
que sus
funciones son puramente espirituales y por la otra parte, que el
;

Estado no tiene ningún derecho moral de inmiscuirse en la juris-


dicción de la Iglesia, ni de disminuir la libertad de ésta, aunque
sí, debe cooperar con la Iglesia
y ayudarla eficazmente empleando
medios distintamente civiles. Calvino rechazó la teoría de que el
Estado no debe ocuparse sino de los intereses mundanales de los
hombres, porque enseñó que el primer deber y el más imperativo
que incumbe á los magistrados, es el de cuidar de la religión,
y que
por tanto, tienen la solemne obligación de castigar y de extirpar
la herejía. si " la Escritura no enseñara que al cargo de
Dice que
la magistratura incumbe ocuparse de las violaciones que se hagan
á ambas tablas del decálogo, podríamos aprenderlo de los escritores
paganos porque ninguno de ellos ha tratado de los deberes de los
;

magistrados, de la legislación y del gobierno civil, sin principiar


con la religión y el culto divino." Pertenece al gobierno conseguir
" que la idolatría, los sacrilegios contra el nombre de Dios, las blas-

femias contra la verdad, y las demás ofensas contra la religión, no


aparezcan abiertamente, y no sean diseminadas entre el pueblo."
" Aquí en este mundo, es deber del gobierno civil sostener y cuidar
el cultoexterno de Dios, conservar la doctrina pura y defender la
constitución de la Iglesia," así como también promover el bienestar
temporal de los hombres. Esta idea acerca de la relación entre
la Iglesia y el Estado, prevalecía en ese entonces entre los calvi-
nistas, y se afirma distintamente en la Confesión de Westminster
pero no fué cosa exclusiva de ellos, sino que lo mismo se expone
por Melancthon en un lenguaje parecido al que usó Calvino, y es
también sustancialmente la doctrina de la Iglesia católica sobre ese
asunto. Se ha dicho con verdad de Calvino, que trabajó por pro-
ducir en los hombres la más profunda reverencia hacia los actos y
personas religiosas, despertándoles la conciencia de la unión mística
que existe entre todos los verdaderos creyentes, y especialmente por
dar nueva significación á la doctrina de la Iglesia visible que hace
de ésta no sólo un mero establecimiento convencional, sino una
institución para la educación y desarrollo de las almas humanas
en fe y santidad. " Libró una batalla en defensa de la prerogativa

que tenía la Iglesia de excomulgar á los miembros indignos y de


negarles la eucaristía, y se opuso á las autoridades civiles en la
vindicación de dicho derecho. Fué el primero que estableció sobra
base firme al cargo de anciano, encomendando la reglamentación
CONSTITUCION DE LAS IGLESIAS PROTESTANTES. 433

de la doctrina y la disciplina á ese respecto, á un consistorio com-


puesto de ministros y seglares, componiéndose de estos últimos las
dos terceras partes de los miembros del mismo. Por ser Ginebra
un país tan pequeño, la constitución sinódica no recibió dentro de
su territorio un desarrollo tan perfecto como en otras partes donde
se establecieron Iglesias calvinistas. Las facultades que la teoría
de Calvino concedió á la Iglesia, tendieron á dar al sistema eclesiá-
stic." de Ginebra el carácter de una teocracia ;
pero dicha tendencia
fué limitada en algo por la ingerencia dada á los varios Consejos
de la ciudad, en la elección de los funcionarios eclesiásticos, y por
el abandono en algunos puntos, del principio estricto de la inde-
pendencia de la Iglesia con respecto al poder civil.

La constitución presbiteriana después de varias modificaciones


según las circunstancias especiales de cada caso, fué adoptada por
las Iglesias protestantes de Escocia, de Francia y de los Países
Bajos. En Escocia se agregó cuando menos un distintivo carac-
terístico del sistema luterano : es decir, en 1531 se nombraron
superintendentes cuya jurisdicción se extendió sobre las antiguas
diócesis en que la Iglesia católica había dividido el reino pero el ;

arreglo sólo fué temporal. En ninguna parte se odiaba la prelacia


y toda cosa parecida á ella, más que en Escocia. El sistema pres-
biteriano fué planteado en toda forma, asegurándose que fué la
forma de gobierno eclesiástico establecida por Dios. Los presbí-
teros se dividieron en dos clases, á saber, los ministros y los ancia-

nos elegidos de entre los feligreses. El pastor y los ancianos


seglares formaban el consistorio de cada iglesia y la gobernaban.
Cuando había vacante entre los ancianos, el pastor nombraba á la
persona que debía llenarla, y el consistorio ratificaba la elección.
El tribunal más elevado de autoridad eclesiástica, era la Asamblea
General ó el Sínodo nacional que se componía de representantes de
las iglesias, siendo iguales todos los ministros miembros de ella.
En Francia, al principio, las congregaciones individuales eraD
independientes unas de otras, y estaban gobernadas cada una por
un consistorio ó senado que se componía del pastor, y de los ancia-
nos y los diáconos. Los ancianos no se elegían como en Ginebra
para toda la vida, sino por cierto número de años. El consistorio
nombraba de entre sus miembros á los que debían ocupar laa
vacantes. En Francia, los deberes de los ancianos se limitaban
al ejercicio del gobierno y de la disciplina, sin incluir como en
Ginebra, el de visitar casa por casa, ni el de ayudar al pastor en
el cuidado del estado espiritual de los miembros de la iglesia
28
434 HISTORIA DE LA REFORMACION.

Estos dos últimos servicios eran encomendados á los diáconos. En


1559 fué adoptado la constitución sinódica según la cual una parte
de la jurisdicción de los consistorios congregacionales, fué cedida
al Sínodo nacional que se hizo el supremo tribunal de apelación y
tenía una superintendencia general sobre toda la Iglesia en asuntos
de doctrina y disciplina. 1 Los presbiterianos nunca han querido
conceder al Estado dominio sobre la Iglesia, sino entregan á ésta
misma el gobierno de sus propios negocios eclesiásticos. Pero en
Inglaterra en la época del " Largo " Parlamente y de la Asamblea
de Westminster, tuvieron que modificar en algo sus demandas, por-
que no se adoptaron con unanimidad los principios presbiterianos,
y el parlamento rehusó entregar á la Iglesia una suprema autoridad
en asuntos eclesiásticos. 2
La relación de la Iglesia con el Estado establecida en Inglaterra
donde la principal dirección en los asuntos eclesiásticos fué asumida
por la autoridad civil, ha sido defendida de varias maneras. Parece
que por algún tiempo se aceptó tácitamente la teoría bizantina que
considera al rey como dotado de funciones tanto civiles como sacer-
dotales ó eclesiásticas, y por consiguiente, con derecho á intervenir
en los negocios de la Iglesia. La doctrina erastiana que niega á
la Iglesia la posesión de las prerogativas inherentes al gobierno,
diciendo que éstas pertenecen al Estado, tenía adeptos en Inglaterra,
y su influencia se nota en la forma de gobierno de la Iglesia angli-
cana. Hooker profesaba
la teoría de que en todo país, la Iglesia

y Estado forman una sola sociedad y no dos distintas, la cual se


el

considera como una comunidad civil cuando se ocupa de asuntos

1
En 1571 hubo una seria disputa en la Iglesia francesa entre los que abogaban
por cierto tipo del congregacionalismo y los que querían encomendar facultades
gubernativas al consistorio. El célebre Eamus perteneció al primer partido.
La matanza de San Bartolomé hizo que la cuestión cayese en olvido.
2 Cada una de las Iglesias reformadas adoptó la clase de culto que más de

acuerdo estaba con su sistema doctrinal y de gobierno eclesiástico. Lutero


retuvo muchas formas antiguas pero dió al sermón la principal importancia
;

é insistió en que los arreglos contenidos en el Libro de Culto de Wittenberg no


se impusieran á las demás congregaciones. Dijo: " Nosotros debemos gobenar
las ceremonias, y no ellas á nosotros." El canto de los himnos se hizo una
parte importante del culto luterano. Los cambios efectuados por Zwingli fue-
ron más radicales. En Zurich el canto de himnos quedó abolido hasta en 1598.
En Basilea y los demás pueblos suizos, se usaron los salmos en alemán. La
iglesia de Ginebra adoptó sustancialmente la forma de culto de Zurich, con la
adición del canto de los salmos en una traducción francesa hecha por Marot y
Beza. El libro de culto usado en Ginebra sirvió como modelo á otras Iglesias
reformadas.
RELACIÓN DE LA IGLESIA CON EL ESTADO. 435

temporales, y como una Iglesia cuando trata de los religiosos.'

Corolario necesario de esta proposición, es el suprema


aserto de la
cía eclesiástica del rey en un gobierno monárquico. El finado Dr.
Arnold, fué uno de los más hábiles defensores modernos de esta
teoría. Creía en la ideutidad de la Iglesia y del Estado, y en que
tenían el mismo fin. Rechazó de todo corazón la teoría moderna
de que la jurisdicción del Estado debe limitarse á la protección del
cuerpo y de los bienes de los individuos. El Estado, según él,
tiene deberes religiosos, y debe promover los intereses de la religión.
Arnold rechazando la doctrina de la sucesión apostólica y de la
existencia de una orden sacerdotal, halla en la supremacía eclesiá-
stica del rey, un emblema y una realización de la verdad de que
los seglares tienen derecho de gobernar en la Iglesia. Mientras
más se anima el Estado por un verdadero espíritu menos cristiano,
como una organización aparte. Debemos
existencia tiene la Iglesia
proponernos por ideal, la identificación del uno con la otra.
La teoría de Warburton principia con la negación de la iden-
tidad de la Iglesia y del Estado. Son en su propia naturaleza y
originalmente, sociedades distintas y separadas pero no es preciso ;

que conserven siempre esta mutua independencia. Una y otro


pueden entrar en un formando asi
pacto fijando sus condiciones, y
una conexión y dependencia mutua. En efecto, en su opinión la
Iglesia ha entrado en un concierto con el Estado, según los términos
del cual se subordina voluntariamente á éste, que por su parte se
compromete á asegurar la manutención de la Iglesia, es decir, se
ha hecho un contrato entre la Iglesia y el Estado, cuyas condiciones
incumben á ambas partes. Si el Estado dejara de cumplir con
sus promesas, la Iglesia tendría el derecho de disolver la conexión,
volviendo otra vez á su condición primitiva de independencia.
Coleridge sugirió otra teoría en algo diferente de la de Warbur-
ton. Los rasgos distintivos de su hipótesis, dimanan de la distin-
ción que hace entre toda la Iglesia visible de Cristo en un país, y
la Iglesia nacional establecida en el mismo. Bajo un punto de
vista, la Iglesia visible de Cristo es un reino espiritual que maneja
independientemente sus propios negocios, nombrando y manteniendo
1 "
Decimos que como el cuidado de la religión pertenece á todas las socie-
dades políticas, aquellas que abrazan la verdadera religión se llaman iglesias
para distinguirlas de las demás. Por tanto cuando hacemos una distinción
. . .

entre la Iglesia y el Estado en una sociedad cristiana, significamos por la voa


Estado, esa sociedad ocupándose de los negocios públicos con excepción del
asunto de la religión; y por la voz Iglesia, la misma sociedad ocupándose
exclusivamente de asuntos religiosos." — Hooker.
436 HÍSTORIA DE LA REFORMACION.

á sus propíos ministros. Hablando en este sentido, el Estado no


está autorizado ni para nombrar ni para deponer á dichos ministros,
ni tampoco es responsable de la manutención de los mismos. Bajo
otro punto de vista, la Iglesia es una organización nacional que se
relaciona civilmente con el gobierno del país, y sus ministros son
síndicos nombrados por el poder civil para repartir un fondo
nacional, de una manera señalada, y si no cumplen con dichos
términos, ó son descumplidos como funcionarios del gobierno, la
nación tiene el derecho de destituirlos. " Se puede imaginar una
separación absoluta entre estos dos aspectos de la Iglesia ;
pero en
la práctica, los ministros de la Iglesia de Cristo pueden ser también
los de la Iglesia nacional, y semejante arreglo es más satisfactorio
y elque de hecho rige. Segúu esta explicación, los títulos, emolu-
mentos y poder político del clero, dependen no de su relación con
la Iglesia de Cristo, que no es ni nacional ni está limitada á deter-
minado lugar, sino de su relación con el gobierno civil compuesto
de funcionarios nombrados por el Estado, y encargados por éste de
la vasta responsabilidad de conservar y promover la cultura moral
de todo el pueblo. Por esta razón y como empleados del gobierno,
pueden tener los miembros del clero asientos en el parlamento, que
no es más que el gran concilio de toda la nación.
Mr. Gladstone en lo que expone en su obra titulada " La Iglesia
y el Estado," concuerda en lo esencial con Coleridge, aunque se debe
agregar que más tarde renunció algunas de las enseñanzas de dicha
obra. Mr. Gladstone sostiene en ella que el Estado debe conside-
rarse como un agente moral que tiene la obligación de obrar en el
nombre de Cristo, llevando la mira de promover la gloria de Dios,
y de conceder un lugar supremo á la religión en la dirección y
gobierno de la nación pero agrega que éste debe cuidar de elegir
;

como agente suyo en el desempeño de los cargos religiosos, al


cuerpo eclesiástico que forma la verdadera Iglesia de Cristo y
disfruta de la sucesión apostólica. Admite, sin embargo, que las
creencias religiosas del pueblo pueden algunas veces ser tales,
que hagan impracticable esta alianza del Estado con la Iglesia,
como sucede por ejemplo, en los Estados Unidos pero su propio;

parecer es que en tal caso la vida del Estado está mutilada é


imperfecta, y es convencional.
Chalmers opinó que era necesario tener una Iglesia establecida
para conseguir que el cristianismo ejerciera toda su influencia
eobre el pueblo. El Estado, pues, debe hacer un examen de las
varias denominaciones cristianas que haya en el país, y elegir como
«ELACIÓN DE LA IGLESIA CON EL ESTADO. 437

Iglesia establecida, la de más sana doctrina ;


pero si las creencias

religiosas son tan diversas y las circunstancias tales que no sea


posible pronunciar un fallo en este sentido, entonces debe escoger
cuando menos, á alguna denominación protestante ó evangélica.
El Estado debe sostener los ministros de la Iglesia así estable-
cida.
Macaulay en su crítica de la obra de Gladstone antes men-
cionada, presenta el tipo más moderado de las varias opiniones
emitidas acerca de la naturaleza que debe tener una Iglesia estable-
cida. Niega que el gobierno deba proponerse como fin inmediato
la propagación de la religión. La misión del gobierno civil, es la

protección de la vida y la propiedad de los ciudadanos, y esta es


la única función propia del Estado. Pero á la vez que persigue
este fin el Estado, puede y debe proponerse como objeto indirecto
ó colateral, elmejoramiento moral y religioso del pueblo y puede ;

justificar lo que bace para promover la educación pública en este


sentido, puesto que eso puede considerarse como medida necesaria
para la seguridad del Estado. La promoción de la religióu es, sin
embargo, un fin incidental más bien que directo ó principal de la
organización civil. Al elegir al cuerpo religioso
que debe formar
la Iglesia establecida, y cuyos funcionarios serán los instructores
religiosos del pueblo, no debe el Estado dejarse llevar por la mera
preferencia de la mayoría, ni tampoco exclusivamente por su propio
parecer respecto de la verdad, sino debe obrar de tal manera, que
consiga el que dicha Iglesia se caracterice por la mayor suma de
verdad, y la menos posible de error. Por esta razón es preciso que
tome en cuenta las diversas creencias y preocupaciones religiosas
que prevalezcan en la nación.

Según el actual sistema inglés, el soberano ejerce la prerogativa


de nombrar á los individuos que tienen que ocupar los más elevados
puestos eclesiásticos ; y los varios cuerpos eclesiásticos allí existen-

tes,no disfrutan de libertad suficiente para rehusarse á ratificar


dichos nombramientos, sino deben dar un asentimiento formal y
legalizar así la elección. El reino se divide en las dos provincias
ó arzobispados de York y de Canterbury, y en cada uno de ellos
se reúne un tribunal eclesiástico llamado Convocación, compuesto
de dos cámaras : la de los obispos y la de los demás clérigos. Las
dos Convocaciones pueden combinarse en una si así les place. La
Convocación no puede reunirse sin consentimiento del Parlamento.
Debido á estas restricciones, la Convocación apenas ha tenido por
casi dos siglos más que una existencia meramente nominal ; y en
438 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

este sentido, puede decirse que el gobierno sinódico ha desaparecido


de la Iglesia anglicana, y que el gobierno civil ha usurpado bus
1
funciones.

Volviendo otra vez al estudio de la Iglesia católica, notamos que


á fines del siglo XVI, la doctrina romana acerca del origen y
naturaleza de la autoridad civil, alcanzó un singular desarrollo.
Tanto los papas como los teólogos católicos, especialmente los
jesuítas, ensenaron ideas exaltadas acerca de la potestad de la
corte papal, y de su derecho de inmiscuirse en los negocios tempo-
rales. La centralización del poder político en las varias naciones
de la Europa, despertó el sentimiento nacional dándole nuevo vigor,
y aumentó la potestad de los príncipes temporales. La sede papal
se vió por consiguiente, precisada á despojar á dicha autoridad de
una porción de su carácter sagrado. Bellarmín adoptando la
figura usada por Tomás de Aquino para señalar la distinción entre
la autoridad civil y la papal, y á la vez la íntima conexión de
ambas, dijo que no son las dos una sola, sino que la primera es
inferior á la segunda y le está subordinada, de la misma manera
en que el cuerpo está subordinado al alma aunque tenga sus pro-
pias actividades. Bellarmín no pretendió otra cosa que un gobierno
indirecto por parte del papa sobre el poder civil. El papa, según
él,no tiene una ingerencia directa en los negocios temporales pero ;

como guardián de la religión y de la moral, puede intervenir para


prohibir la adopción y la ejecución de malas leyes. Puede dispen-
sar á los súbditos de su obediencia á un rey hereje ó indigno. De
esta manera se le concede una prerogativa vasta y extensa, aunque
indirecta, en lo referente al gobierno del Estado. El derecho de
rebelarse contra los soberanos herejes y de destronarlos, fué ense-
ñado por Guillermo Alien y Parsons, jesuítas que trabajaban con el
fin de derrocar á Isabel de Inglaterra y lo fué también por otros
;

maestros católicos en tiempo de la Liga y del asesinato de Enrique


III. El derecho de rebelarse en el caso ya supuesto, fué confirmado
por la Sorbona. La primera defensa del regicidio fué hecha por
un sacerdote, Juan Petit, que pronunció un discurso en 1408, en el
cual justificó el asesinato del duque de Orleans por el duque de
Borgoña. Para conseguir la condenación de esta doctrina de

1 1665 la Convocación concedió á la Cámara de los Comunes el derecho,


En
que ella habla ejercido hasta esa fecha de imponer contribuciones al clero.
Durante los últimos veinte años se ha intentado reanimar á la Convocación y
revestirla de algunas funciones verdaderas.
RELACIÓN DE LA IGLESIA CON EL ESTADO. 439

Petít por el de Constanza, fueron menester muchos


concilio
violentos esfuerzosy repetidas arengas por parte de Gerson. Y
por otro lado, fracasó por completo el esfuerzo hecho por los
polacos para conseguir de Martín V y del concilio, la condenación
del libro de Falkenberg, que hablando en el mismo sentido, tenía
por mira suscitar una insurrección en Polonia. Los jesuítas fueron
expulsados de París á principios del reinado de Enrique IV, por
acusárseles de enseñar que es lícito que los individuos privados
quiten la vida á un gobernante herético. La antigua doctrina
acerca del tiranicidio, asumió una nueva forma, y fué defendida
por algunos doctores de la Iglesia. Las tendencias de la teología
católica, se hicieron más aparentes en lo que dijeron Lainez, segun-
do general de la orden jesuíta, el eminente jesuíta español Mariana
y Bellarmín, acerca de la soberanía popular y el compacto social.
Enseñaron que Dios al principio, dotó al pueblo como fuente
original del poder civil. El gobierno civil existe por ordenanza
divina ;
pero la forma que tome en cada caso particular, y las
facultades del individuo que lo ejerza, dependerán del arbitrio del
pueblo. La posición asumida por los protestantes acerca del
gobierno eclesiástico, fué la que defendieron los jesuítas en lo
referente al poder civil. Los protestantes enseñaron que los miem-
bros de la Iglesia son el depositario original del poder eclesiástico,

y los jesuítas afirmaron que el pueblo es la fuente original de donde


dimana la autoridad civil. Esta teoría política de los jesuítas,
tenía la gran ventaja de que hacía descansar la autoridad del papa
y su estabilidad en una base más inmóvil que aquella en que des-
cansaba el poder temporal de cualquier rey ó dinastía. El papa,
según ellos, recibió su potestad directamente de Dios, y por tanto
ella es incuestionable, y los hombres no se la pueden quitar. Pero
no sucede lo mismo con porque el monarca la
la potestad real,
recibe del puede revocarla á su arbitrio. Esra
pueblo, y éste
doctrina política serviría bien para excusar una rebelión contra el
poder civil, especialmente si dicha rebelión se emprendiera con la
sanción papal. Es curioso notar en todo esto, que las especula-
ciones radicales de Locke, Rousseau y Jefierson acerca del origen
un gobierno y de rebelarse contra él, fueron
del derecho de instituir
anticipadas por los sutiles jesuítas del siglo XVI. Es notable,
también, que en oposición á estos dogmas extraños, los protestantes
se apoyabon en una teoría que enseñaba el derecho divino de los
reyes y la necesidad de la obediencia pasiva por parte de los sub-
ditos, teoría no desconocida á las cultivadas naciones paganas de
440 HISTORIA DE LA REFORMACION.

la antigüedad, pero que no halla ninguna sanción verdadera en la


historia de los israelitas. Así sucedió que los que de hecho creían
en el principio de autoridad, abogaron por las ideas liberales y
hasta revolucionarias en política ; y los verdaderos campeones de
la libertad y de la revolución contra una extrema autoridad espiri-
tual, defendieron con más celo las máximas serviles que enseñan la

necesidad de una abyecta obediencia política.


Los varios sistemas de gobierno eclesiástico trasplantados á la
América, disfrutaron de una nueva oportunidad de desarrollarse
y revelar sus rasgos distintivos pero debido á las nuevas condi-
;

ciones de nuevo mundo, experimentaron algunos


la vida en el
cambios. Los secuaces de Juan Eobinson que colonizaron á
Plymouth, eran independientes. Los dos principios esenciales de
su sistema eran, primero, que la congregación local posee todas las
facultades necesarias para su propio gobierno, y que ningún sínodo
ó concilio tiene jurisdicción sobre ella y segundo, que nadie debe
;

admitirse á la Cena del Señor, sin hacer de antemano una profesión


creíble de su fe en Cristo, es decir, que la Iglesia no se compone
sino de los que son verdaderos creyentes. La inteligencia liberal

y filosófica de Eobinson, había aceptado principios muy parecidos


á la doctrina moderna de la tolerancia y de la esfera limitada en
que debe obrar el Estado. Hace observaciones sagaces respecto
de las consecuencias inconvenientes y perjudiciales que resultan del
uso de la compulsión por los magistrados en asuntos religiosos, y
refuta el argumento popular en favor de ella que parece existir en
la práctica de los antiguos judíos. Comenta ingeniosamente el
diferente modo con que se habla de la tolerancia por las mismas
personas, cuando éstas se hallan en el poder, y cuando son ellas
mismas oprimidas. La colonia de Eobinson tenía la honrosa
distinción de ser la más liberal de todas las colonias de la Nueva
Inglaterra, con la sola excepción de la Isla de Eodas, en su manera
de tratar á los adeptos de otras creencias religiosas. Los colonos
que se radicaron en la bahía de Massachusetts, no eran separatistas
en el mismo sentido que los inmigrados procedentes de Leyden que
les habían precedido embargo, una vez en su propia tierra y
; sin

libres para formar un gobierno eclesiástico á su gusto, establecieron


el congregacionalismo en plena concordancia con la constitución

de la Iglesia de Plymouth. Pero Massachusetts estableció una


especie de teocracia, según la cual sólo los miembros de la Iglesia
disfrutaban del derecho de votar y de ocupar puestos civiles, á la
vez que las autoridades civiles tenían que castigar la herejía y el
KELACION DE LA IGLESIA CON EL ESTADO. 441

cisma y procurar la uniformidad en el culto y en la profesión


pública de la religión. El mismo sistema se estableció en la
colonia de New Haven ;
pero en Connecticut los derechos civiles
no eran limitados de esta manera á los miembros de la Iglesia.
La independencia de la congregación local en el ejercicio de sus
facultades gubernativas, elemento fundamental del credo de los

independientes, fué retenida por los congregacionalistas de Nueva


Inglaterra. La única prerogativa que tenían las iglesias unas
sobre otras, fué la del consejo. Pero otra causa distinta disminuyó
considerablemente la autonomía de las congregaciones locales, á
saber la íntima unión de la Iglesia con el Estado, que dió á los

magistrados el derecho de ejercer coerción sobre aquella. Roger


Williams avanzó una nueva doctrina relativa á las funciones del
Estado, limitándolas á la indagación acerca de las violaciones de
sólo la segunda tabla del decálogo. La práctica de esta doctrina
traería consigo necesariamente la tolerancia de todas las creencias

y formas de culto, mientras no se perturbara la paz de la sociedad,


ni se' infringiera lo dispuesto por los magistrados, obrando éstos
dentro de su propia esfera. La doctrina acerca de la libertad
religiosa que Williams defendió en Massachusetts, fué incorporada
en la constitución de la colonia de la Isla de Rodas que él fundó,
y gradualmente se ha adoptado también por los demás Estados que
componen los Estados Unidos de América. En dicha república no 1

existe ninguna Iglesia establecida pero al hablar de la relación del


;

gobierno civil con el cristianismo, se debe hacer una distinción


entre el gobierno federal y el de los Estados más antiguos. El
gobierno general fué creado de una manera artificial para desem-
peñar ciertas funciones, y dotado de un número definido de facul-
tades. La constitución nacional no contiene ningún reconocimiento
explícitodel cristianismo, ni sanciona de una manera especial
ninguna forma de la religión. Por otra parte, las constituciones
de muchos de los más antiguos estados, contienen todavía un
reconocimiento general del cristianismo, y su existencia se implica
en varios estatutos de los mismos ; y de tal manera, que el cris-
tianismo debe considerarse en algún sentido como una parte de la
ley pública.
1
Eu la colonia de Maryland fundada por el Lord Baltimore, católico romano
(1632), había una Iglesia establecida aunque todos "los que creían en Cristo,"
gozaban de libertad religiosa. Por supuesto que si dicha colonia sujeta á la
protestante Inglaterra hubiese emprendido la persecución de los protestantes,
habría motivado su propia destrucción. Sin embargo, sus principios eran ver
daderamen ce liberales en esa época.
442 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

La Iglesia episcopal y la Presbiteriana al establecerse en loa


Estados Unidos, tuvieron que modificar lo dicho en sus formularios
acerca del poder civil, omitiendo toda intimación de que el gobierno
tenga ingerencia en los negocios eclesiásticos ó sobre los sínodos,
quedando libres del dominio del Estado los cuerpos gubernativos
de dichas denominaciones, en el ejercicio de su autoridad.
La Iglesia católica romano en los Estados Unidos, se adhiere á
sus dogmas y tradiciones, y aboga por la distinción que hace siem-
pre entre la Iglesia y el Estado. Los teólogos católicos, por con-
siguiente, elogian este elemento en el sistema americano, y se
unen con los protestantes americanos en su oposición á una Iglesia
establecida parecida á las que existen en otros países protestantes.
Pero no han renunciado su antigua doctrina de la subordinación
del Estado á la Iglesia, y de la autoridad que debe tener ésta en
asuntos de gobierno y de legislación civiles; lejos de callarse,
sostienen franca y atrevidamente el derecho que asiste á la Iglesia
católica romana de ejercer esta especie de dirección en los negocios
del gobierno de los Estados Unidos. 1

1
Véase, por ejemplo, un artículo en el " Catholic World" de Julio de 1872.
El autor de él dice: "Debido á la existencia de los medios actuales de comuni-
cación instantánea ó inteligente y de trasportación rápida, no es un absurdo,
creer que quizá llegue la vez en que la Cabeza de la Iglesia se haga de nuevo
la cabeza reconocida de la familia reunida de las naciones cristianas; el árbitro

y juez entre los príncipes y pueblos, entre gobierno y gobierno, el expositor de


la justicia suprema y de la más elevada ley en todas las cuestiones de impor-
tancia que afectan á los derechos, los intereses y el bienestar de las comunida-
des é individuos." El escritor afirma el derecho de la Iglesia de reglamentar
la educación y el matrimonio. " El Estado tiene derechos, mas los tiene sólo en
virtud y por permiso de una autoridad superior y dicha autorización se puede
expresar sólo por conducto de la Iglesia es decir, por vía de la ley orgánica
;

infaliblemente anunciada é inmutablemente seguida, sin fijarse en las posibles


consecuencias temporales." Esta supremacía ideal de la Iglesia, según él dice,

se pu»le establecer si los católicos se sirven bien de los comicios.


CAPITULO XV.
LA RELACIÓN DEL PROTESTANTISMO CON LA CULTURA Y
LA CIVILIZACIÓN.
Si uno quiere formarse un juicio imparcial con respecto á las
tendencias del protestantismo en su efecto sobre la cultura y la
civilización, ó compararlo en este sentido con la Iglesia de Roma,
necesita hacer algo más que una mera enumeración de los hechos
históricos. Los hechos formarán con justicia la base de una induc-
ción, sólo en el caso en que se puedan atribuir al carácter intrín-
sico de cada uno de los sistemas que estudiamos. Vamos á pro-
curar descubrir la índole de cada sistema, según se revela en su
actual operación.
El protestantismo y la Iglesia de Roma han existido ya lado á
lado, durante más de trescientos años. Nada es más fácil que
examinar la condición actual de las naciones tanto protestantes
como católicas romanas. Es difícil para el investigador imparcial
rehusarse á aceptar como la verdadera, la primera impresión pro-
ducida por semejante comparación. El carácter de dicha impresión
se revela en lo que dicen dos modernos historiadores ingleses, que
no están animados por ninguna preocupación en favor del sistema
dogmático de las Iglesias protestantes. Macaulay después de
admitir que la Iglesia de Roma hizo grandes beneficios á la socie-
dad de la edad media, por la instrucción que impartía á los igno-
rantes, por su refrenamiento de las pasiones y tiranía de los prín-
cipes temporales, y la protección que otorgaba á los súbditos de
éstos, lo pone todo en notable contraste con la influencia de la
Iglesia de Roma durante los tres últimos siglos en que ha luchado
para perpetuar su dominio absoluto sin hacer caso de la ilustrada

inteligencia humana que opone á tal tentativa. Dice " Laa


se :

provincias más fértiles y hermosas de Europa, han sido bajo su


dominio, hundidas en la pobreza, la abyección política y el entor-
pecimiento intelectual ; mientras los países protestante scuya este-

443
444 HISTORIA DE LA REFORMACION.

rilidad é ignorancia eran antes proverbiales, han sido convertidos


por la habilidad é industria de sus habitantes, en jardines, y pueden
jactarse de una larga lista de héroes y estadistas, de filósofos y de
poetas. La persona que sabiendo
lo que Italia y Escocia son por

naturaleza, y el ambas naciones guardaban de hecho


estado que
nace cuatrocientos años, hiciera en la actualidad una comparación
e^tre las cercanías de Roma y las de Edimburgo, podría fcrmar
un juicio algo exacto de las tendencias del dominio papal. La
misma lección se enseña por la decadencia de España, que
habiendo sido una vez la primera de las monarquías europeas, hoy
se halla en la más profunda degradación y por la elevación de
;

Holanda que á pesar de las grandes desventajas naturales con que


cuenta, ha llegado á un puesto más elevado que el que cualquiera
otro país tan pequeño como él haya adquirido jamás. El que
pasa en Alemania de un principado católico romano á otro prote-
stante; en la Suiza, de un cantón católico romano á otro prote-
stante, nota en el acto que ha pasado de un grado inferior á otro
superior de civilización. En el otro lado del Atlántico rige la
misma Los protestantes de los Estados Unidos han dejado
ley.

detrás á los católicos romanos de México, el Perú y el Brasil.


Los católicos romanos del Bajo Canadá permanecen estacio-
narios, mientras todo el continente á su rededor, guiado por lo8
protestantes, se halla ocupado en nuevas empresas de toda especie.
Los franceses, sin duda, han mostrado siempre una energía y una
inteligencia que aun cuando á veces mal han dado el
dirigidas, les
derecho de llamarse un gran pueblo. Pero aun esta aparente
excepción, bien examinada, confirma claramente la regla, porque
en ningún otro país llamado católico romano, ha poseído la Iglesia
de Roma durante varias generaciones, tan corta autoridad como
en Francia." Carlyle con su estilo nada común y vivo, escribe de
la siguiente manera hablando de los pueblos que arrojaron de su
cerviz el yugo de Roma, en contraste con los que rechazaron la
Reformación " Si el genio de una nación se exalta hasta sentir el
:

blanco calor de una temperatura divina, aunque guarde ese estado


sólo por corto intervalo,y no vuelva á experimentarlo jamás, sin
embargo, desde que eso acontece, dicha nación es considerable en.
toda su historia subsiguiente. ¡Cuántas inmensidades de escoria
y de venenos ocultos, no se han consumido á esa alta temperatura
y dentro del discurso de sólo unos cuantos años Mirad á Crom- !

well y sus puritanos como consiguen que Inglaterra sea habitable


por unos dos ó tres siglos más á pesar de los reinados de los Carlos
CULTURA Y CIVILIZACIÓN PROTESTANTES. 445

I y II. Creo que las naciones que así se elevan á una blanca tem-
peratura divina, reciben beneficios que duran por siglos enteros, y
que apenas será de mucba importancia la nación quejamos haya
pasado por estos paroxismos divinos.". . . "A Austria, E?paña,
Italia, Francia, á todo el mundo fué ofrecida la Reforma, y es de
admirarse la suerte de las naciones que no la aceptaron. En todos
los países algunos aceptaron la nueva fe, pero en muchos casos el

número de los que no era sufuciente, y los demás lenta


lo hicieron

ó rápidamente, con una ardua y fatal industria, procuraron que-


marlos. En un tiempo pasado Austria estaba llena de protestan-
tes; pero esa requítica fuerza que en ella regía, el kaiser, flamenco-
español, continuó repitiendo por dos siglos enteros el refrán :
'
No,
nosotros con nuestro estúpido labio inferior, distintivo de los obsti-
nados Cimburgis, y nuestra indolente mirada; con nuestro gran
apego austríaco á ciertos hábitos, é inteligencia tardía, nosotros
preferimos una constante oscuridad á la nueva é incierta luz.' Y
todos pueden lo ver que es la Austria en la actualidad. Y aun
más España, pobre de España, que anda todavía haciendo pronun-
ciamientos.". " Italia tuvo también sus protestantes
. . mas Italia ;

los mató y procuró extinguir el protestantismo. Italia se sometió


en efecto, á mentiras de toda especie, y encogiéndose de hombros,
prefirió dedicarse al diletantismo y las bellas artes. Los italianos
en vez de consagrarse al servicio del Hecho y de la Ejecución, se
entregaron á la música, la pintura, y cosas por el estilo, hasta no
poder hacer ni aun esto: y jamás ha ofrecido una noble nación,
más triste espectáculo que la Italia caída de la virtud á la virtú."
" Pero el ejemplo más apropósito, es Francia que tan á menudo nos
sirve para ejemplificar nuestros asertos: Francia con su ingenio
perspicaz, vió la verdad, y vió la falsedad en esos tiempos prote-
stantes; y con un ardor de impulsos generosos, se inclinó bastante
hacia la adopción de la primera. Francia, en efecto, no distaba
más de lo ancho de un cabello, de hacerse protestante ;
pero Fran-
cia tuvo á bien asesinar el protestantismo y darle fin la noche de
Pan Bartolomé, 1572.". "El genio del Hecho y de la Veracidad
. .

6e retiró de Francia esa noche, y se alejó del país por doscientos


años. Pero el auto celestial había sido enviado á Francia; el
mensajero no pudo alejarse para siempre nú, volvió á su debido ;

tiempo trayendo una cuenta computada á interés compuesto desde


1572, hasta la hora de su regreso en 1792, y en esa fecha tuvo que
introducirse al fin un " protestantismo ;" pero de qué carácter, tod<«í
lo sabemos bien."
HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

Es quizás posible hacer objeciones á algunos detalles del extracto


que acabamos de dar mas después de decirlo todo,
; es en alto grado
significativo é impresivo el espectáculo
el poderque presentan
economía, inteligencia, buen gobierno y morali-
físico, la industria,

dad que, aunque algunas veces sólo en su término medio, son, sin
embargo, rasgos característicos de las naciones protestantes.

La influencia que ha tenido el protestantismo sobre el desarrollo

Je la libertad civil y religiosa, es un punto de importancia en la


presente investigación. Como el protestantismo infunde el respeto
á los derechos del individuo en lo relativo á los asuntos más intere-
santes de su vida, es de esperarse que sea favorable á la libertad, en
todo sentido. Para considerar debidamente esta cuestión, es men-
ester dirigir una mirada á las consecuencias políticas de la Refor-
mación.
El primer período de la Reforma (1517-1556,) se señaló por la
rivaldad entre Francisco I y Carlos V. Ni uno ni otro era defen-
sor de la causa protestante pero debido á su hostilidad, la nueva
;

fe tuvo oportunidad de existir y desarrollar su fuerza. pesar A


de la división religiosa producida así, el imperio alemán fué ani-

mado de nueva energía y vitalidad. El segundo período (1556-


1603,) fué señalado por la rebelión de los Países Bajos. Francia
debido á sus divisiones internas, fué reducida por algún tiempo á
una posición subordinada entre las potencias europeas. España
é Inglaterra se hicieron las potencias representativas, es decir,
Isabel defendió en Europa los intereses protestantes, y Felipe II
los de los católicos. Isabel fué avara de su prerogativa y no muy
amante de los derechos populares ;
pero á pesar de eso, el partido
protestante fué identificado con la causa de la libertad, y el partido
católico romano con el absolutismo político. La reina inglesa para
protegerse contra sus enemigos, tuvo que auxiliar á los insurgentes
de los Países Bajos y de Escocia. Durante su largo reinado, bajo
la influencia inspiradora del protestantismo, hubo en Inglaterra
una agitación de cuestiones constitucionales que auguró bien para
el porvenir. La grande República de Holanda, comercial y prote-
stante, brotó, por decirlo así, del mar. En el tercer período (1603-
1648,) Francia debido á Enrique IV, adquirió otra vez por algún
tiempo, su verdadera posición en Europa, pero sólo para perderla
con motivo de la muerte inesperada del rey. Inglaterra por el
contrario, bajo los Estuardo sacrificó una gran parte de su influen-
cia política debido al eclesiásticismo reaccionario de sus monarcas.
CULTURA Y CIVILIZACIÓN PROTESTANTES. 447

y Es la era de
á la sumisión de éstos á España. los la guerra de
treinta años que comenzó como una lucha civil de Austria contra
Bohemia, y adquirió en seguida mayores dimensiones á causa de la
conquista del Palatinado. Al fin cuando se renovó la lucha entre
España y los Países Bajos en 1623, se hizo de interés para toda la
Europa. La restauración de la alianza y simpatías religiosas entre
la Austria y España se hizo peligrosa no sólo á la causa protestante,
bino á la conservación del equilibrio europeo, cosa que todas las
potencias deseaban conservar. Francia resumió su posición bajo
el gobierno de Richelieu, y se alió con Suecia para apoyar á los
protestantes alemanes. Suecia debido al papel que hizo en la
larga guerra que siguió, y á los términos del tratado celebrado al
fin de ella, llegó á ocupar una posición política que jamas había
alcanzado en tiempos anteriores. Como resultado de esa guerra,
las potencias septentrionales estrecharon sus relaciones con las

demás naciones europeas, y así por primera vez llegó Europa á


formar un solo sistema político. Los resultados de esos sucesos se
conservan en el tratado de Westfalia. Se estableció un equilibrio
de poder y términos de paz entre los partidos religiosos de Ale-
mania. Durante el cuarto período (1648-1702,) Luís XIV apare-
ció como campeón del absolutismo, y Guillermo III como caudillo
del protestantismo y de la causa de la libertad. Bajo sus auspicios
fué establecida finalmente la libertad constitucional en Inglaterra.
Prusia que empezó su carrera con la Reformación, se elevó á grande
importancia bajo el gobierno del " Gran Elector" (1640-88,) y al
fin sustituyó á Suecia como la primera de las potencias del norte.
En el siglo XVII durante los reinados de los Estuardo, fueron
implantadas las colonias inglesas en América, y puestos los funda-
mentos de la futura República de los Estados Unidos. Sin la vic-
toria de la libertad constitucional en Inglaterra, y sin el modelo
político presentado por Holanda, no se habría originado la Repúb-
lica norte-americana. Entre los efectos políticos de la Reforma-
ción, debe contarse el desarrollo de Suecia y de Prusia. Si pre-
guntamos cual fué la influencia del protestantismo en la libertad
política, se podrá contestar con verdad, que la Reformación creó
los libres Países Bajos, dió la libertad á Inglaterra, ó cuando menos

fué un agente esencial en esa obra, y dió origen á la libre Repúb-


lica de América. "La mayor parte de la América británica,''
dice De Tocqueville, " fué poblada por hombres que después de
Bacudir el yugo del papa, rehusaron reconocer otra supremacía
1
religiosa. Llevaron consigo a nuevo mundo una forma del cris-
448 HISTOEIA DE LA EEFOEMACIÓN.

tianismo de la cual no puede hacerse descripción mejor que decir


que era una religión democrática y republicana. Dicha religión
contribuyó poderosamente al establecimiento de una república y
una democracia en los asuntos públicos y desde un principio, con-;

trajeron la política y la religión una alianza que nunca se ha


llegado á disolver." La forma de la organización de los pueblos
y aldeas, y el espíritu común que animaba á sus habitantes y les
ligaban unos á otros, y que llamaron la atención de este observador
sagaz, como el germen de las instituciones políticas de los Estados
Unidos, bien pueden haberse derivado en parte de la ingerencia que
tenían los miembros privados de la Iglesia en los negocios de ella,

y de forma de gobierno religioso de las primeras colonias. Es


la
verdad, como dice este mismo escritor, que el sistema católico
romano no es enemigo de la democracia, dando un sentido especial
á ese término es decir, no es enemigo de la igualdad de condición
de todos pero en tal caso, dicha igualdad sería el resultado de la
;

sujeción de todos, altos y bajos, al sacerdocio, y traería consigo dos


peligros : primero, la tendencia de formar un hábito mental desfa-
vorable tanto á la independencia personal de los individuos, como
á la conservación de la libertad política ; y segundo, la tendencia
entre los jefes eclesiásticos de fortificar su dominio formando una
alianza con el absolutismo en el Estado.
Algunos han procurado citar hechos para refutar la pretensión
de que el protestantismo favorece la libertad religiosa. La historia
de los Estados protestantes, dicen, contiene muchos ejemplos de
intolerancia religiosa y de persecución. Es menester admitir todc
esto. El primer efecto de la Keforrnación fué aumentar el poder
de los príncipes. El clero desde luego ocupó una nueva posición
con respecto á las autoridades civiles, y no fué tan protegido como
antes contra las usurpaciones de los magistrados. Se obraba toda-
vía en conformidad con la idea de que en cada comunidad política,
se conservara una uniformidad sustancial en lo relativo al culto y
doctrinas religiosas. Esta idea anticuada se abandonó sólo poco

á poco. El católico ha sido perseguido por el protestante, el


luterano por el calvinista y vice versa, el puritano por el anglicano,
y el anglicano por el puritano. Leyes penales contra el ejercicio

del culto católico, han existido en la mayoría de los países prote-

stantes. Se puede decir mucho en defensa de la publicación de


dichas ordenanzas durante el tiempo de la reacción católica, en
que los católicos romanos de Europa se esforzaron por conseguir la

destrucción de la religión protestante. En ese período, la orden


;

CULTURA Y CIVILIZACIÓN PROTESTANTES. 449

jesuíta instigó á los príncipes católicos de los varios países, á multi-


plicados actos de violencia contra sus subditos protestantes. Ade-
más de eso, se enseñaba que los subditos tenían el derecbo de rebe-
larse contra los soberanos herejes y destronarlos. Los gobernantes
protestantes temieron con razón que fuera peligrosa la presencia
en sus dominios de los que reconocían la jurisdicción sobre ellos,

de una potencia extranjera que á menudo desafiaba á las autori-


dades civiles, y rehusaba obedecerlas. La expulsión de los jesuítas
en el último siglo, no debe considerarse como un acto de persecu-
ción, porque se verificó aun más extensamente en los países católi-

cos que en los protestantes, y se debió en parte á causas políticas


ni fué un acto de persecución, la abolición de esa orden por
Clemente XIV en 1773. Pero, por otra parte, no se debe olvidar
que con bastante frecuencia se han expedido por causas que no
son políticas, leyes penales contra los católicos romanos ó su culto.
El reconomimiento por los católicos de otra autoridad religiosa
distinta de la Biblia, y la idea de que sus ritos son idolátricos, han
sido muchas veces la verdadera razón para la promulgación de
ordenanzas de esta especie. Se debe agregar, sin embargo, que
estos ejemplos y otros parecidos que evidencian la intolerancia
religiosa de los protestantes, se consideran como una mancha en
los anales del protestantismo, y aun sus adversarios admiten que
son incongruos con los principios protestantes y su verdadero
espíritu. ¿Qué acusación se hace con frecuencia contra los prote-
stantes? La de que, aunque piden para sí mismos la libertad y
el derecho del juicio privado, están dispuestos á veces á. negar los

mismos privilegios á sus hermanos y á los católicos. Es decir, se


les acusa de contradecir con su práctica su propia teoría. Seme-
jante acusación es equivalente á decir que la índole del protestan-
tismo, es opuesta á la intolerancia religiosa y favorable á la liber-
tad de conciencia. Si esta es la verdadera conclusión, hemos de
esperar entonces que la fuerza de la lógica y del espíritu moral
inherente al sistema protestante, producirán al fin sus legítimos
resultados. Así ha sucedido. En tre la s naciones protestantes se
ha desarrollado la idea de que es una obligación respetar lacón-
ciencia moral de los demás, y abstejiereejJeTu^^
en cuestiones de fe religiosa. ¿Con cuáles sentimientos lee un
protestante ilustrado la historia de la intolerancia religiosa practi-
cada en tiempos pasados, aun por los discípulos más sinceros de la
Reforma? En vez de justificar esos actos de violencia, los reprueba
y deplora. Admite que eran acciones malas, y que si otras por el


450 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

estilo se cometiesen en la actualidad, merecerían un severo reproche;

y juzga que la culpabilidad de sus autores, se disminuiría sólo pro-


bando su comparativa ignorancia. Esta actitud de los protestantes
de hoy en día, revela la verdadera índole de su sistema de fe, y
cual será su efecto final. Los protestantes abjur an los principios
en que je basaban los códigos de la intolerancia pero ¿ qué hacen ;

sus opositores ? Es verdad que millares de católicos romanos con-


denan lo mismo que los protestantes, el uso de la compulsión vio-
lenta. Se horrorizarían si alguien propusiera establecer de nuevo
el potro y la hoguera como instrumentos para extirpar el error
dogmático ó un ritual odiado ;
pero las autoridades de la Iglesia de
Roma no manifiestan arrepentimiento alguno por haber usado
dichos instrumentos de compulsión en el pasado, ni repudian los
principios que dieron lugar á la persecucióny son su única justifica-
ción. papa condena como uno de los errores
Lejos de hacerlo, el

pestíferos de la edad moderna, la doctrina de la libertad de con-


ciencia.
1
No cargaremos más á la cuenta de Roma La matanza de
la San Bartolomé y las hogueras de Smithfield, cuando ella anate-

matice y condene autoritativamente la doctrina que afirma el


derecho de compeler á la conciencia, y de infligir penas á causa de
lo que juzga errores religiosos, no obstante haber sido este prin-

cipio la causa fundamental de esas crueldades, y de un largo catá-


logo de otras parecidas.
A la vez que la tendencia del protestantismo es favorecer la
1
En de Pío IX, (Diciembre 8 de 1864,) dirigida á todos los
la Carta Encíclica
obispos católicos romanos, se denuncia como errónea y perniciosa la siguiente
opinión, á saber, " que la libertad de conciencia y de culto es un derecho de
todos los hombres y que este derecho debía proclamarse y ser expresado en la
;

ley de todo Estado bien gobernado." El Papa cita la Encíclica de Gregorio


XVI en que á esta pretensión se le llama una locura (déliramentum). Se clasi-
fica entre los errores que Pío IX dijo que se debían evitar y odiar como el con-
tagio de la peste. Esta figura de una peste ó plaga se ha usado siempre para
designar la herejía y sirve para explicar en algo el trattTque los herejes han
recibido siempre con el elemento adicional de que la enfermedad se considera
;

á la vez como una culpa que merece los castigos más terribles. El Syllabus que
acompaña á la Encíclica condena la práctica de conceder á otros el privilegio
"de celebrar los ejercicios públicos de su culto," en países donde la Iglesia
católica es la establecida. El Syllabus (X, 79) denuncia como propia para
corromper al pueblo, la idea de que libertad civil se concediera á toda Iglesia,
y que se otorgara libertad de hablar y de escribir sobre lo referente á la
religión. La Revista de Dublin de 1872 al hablar de la oposición de los
catolices liberales á la persecución, es decir, á las leyes que tienen por objeto
reprimir la herejía, agrega: "Pero es innegable que la responsabilidad de la
existencia de semejantes leyes pesa principalmente sobre la Iglesia" (la de
Roma, por supuesto.)
CULTURA Y CIVILIZACIÓN PROTESTANTES. 451

libertad tanto civil como religiosa, la de la Reformación es oponerse


á la licencia indebida y al desorden revolucionario. La historia
moderna de Inglaterra y de los Estados Unidos, demuestra que en
dichos países las libres instituciones políticas han tenido un desa-
rrollo gradual y tranquilo. Con poco derramamiento de sangre
comparativamente, la libertad inglesa pasó por la crisis en que
ganó la victoria, y se incorporó en la ley orgánica del país. En
los tiempos modernos los países católicos son los que forman el
teatro de las revoluciones más frecuentes tanto en el nuevo como
en el viejo mundo, tales como Francia, España, Italia, México y
los Estados sudamericanos.

Examinemos ahora la influencia que puede haber ejercido la


Reformación sobre la inteligencia humana, es decir, en la literatura
y la ciencia. Algunos escritores polémicos de los católicos, citan
con frecuencia lo que Erasmo dijo, especialmente durante los doce
últimos años de su vida, con respecto á que la influencia nociva
del protestantismo, iba disminuyendo el interés de los hombres por
la literatura. Recordando amargura de espíritu que sufrió
la
Erasmo durante sus últimos años, debemos aceptar con cierta
reserva lo que dice sobre ese asunto. Sin embargo, es verdad que
hubo un período en que los estudios que deleitaron con especialidad
"á Erasmo
y los humanistas, se consideraron como de menos valor,
y tal hecho puede atribuirse al movimiento luterano. Siempre que
hay una agitación pública acerca de los más elevados intereses del
alma, los literatos se quejan del descuido que sufren la gramática
y la retórica. Aun los más importantes estudios de la erudición,
sufren en semejantes épocas una pérdida temporal. Durante los
últimos años de Erasmo, los hombres estaban por completo absortos
en las investigaciones y las controversias religiosas, y como resul-
tado natural, los estudios puramente literarios no llamaban tanto
la atención y aun sufrieron menoscabo.
En España el protestantismo fué hollado bajo los piés de sua
enemigos, y el sistema católico estableció un dominio absoluto. La
edad dorada de la literatura española en que florecieron sus más
célebres autores, Cervantes, Lope de la Vega y Calderón, data de
mediados del siglo XVI. Puede ser que este hecho parezca
abogar en pro del sistema eclesiástico que sujetaba en ese entonces
al pueblo español ;
pero ese renacimiento fué también la expira-
ción de la literatura española. Un letargo de muerte, resultado
inevitable de la superstición y de la tiranía eclesiástica, empezó á
452 HISTORIA DE LA REFORMACION.

extenderse por toda la nación. La historia y causas de esa deca<


dencia en la actividad intelectual de los españoles, han sido bien
expuestas por Ticknor, historiador de la literatura española,
diciendo :
" Ese espíritu generoso y varonil que es como la respi-
ración de la vida intelectual de todo pueblo, fué restringido y
sofocado. Algunos ramos de la literatura, tales como la elocuencia
forense y la del púlpito, la poesía satírica y la elegante prosa didác-
tica, apenas aparecieron ; otros como la epopeya, fueron perverti-
dos y mal dirigidos de una manera extraña y todavía otros como ;

el drama, las baladas y las formas más ligeras del verso lírico,

parecieron tener un crecimiento exuberante y desarreglado, debido


á las mismas restricciones impuestas á las demás restricciones que ;

en efecto impulsaron al genio poético, hacia canales donde de


otra manera hubiera corrido con menos abundancia y con resul-
tados mucho menos floridos." Hablando de los libros publicados
en ese período, agrega Ticknor que " evidenciaron en toda su
forma las señales de la sujección á que la prensa y los escritores

estaban reducidos. Desde la abyecta portada del libro y la dedi-


cación escrita por el mismo autor por la multitud de certificados
;

obtenidos de los amigos de éste, con el objeto de establecer la orto-


doxia de la obra que á menudo no se relacionaba más íntimamente
con la religión que los cuentos de duendes, hasta la última página
en que suplicaba se le perdonara todo descuido que hubiera habido
en la obra acerca de la autoridad de la Iglesia, ó en el uso tal vez
demasiado libre, de la mitología clásica, estamos oprimidos continua-
mente por el peso de penosas pruebas no sólo de cuán completamente
estaba la mente humana esclavizada en España, sino también de
cuán gravemente había sido enganchada y aferrada por las cadenas
que por tanto tiempo había, cargado." Estos efectos se debieron
no sólo á la acción de la Inquisición ó del despótico gobierno civil,
6Íno á una costumbre supersticiosa de la nación, es decir, á la
extraña unión de la religión con la lealtad caballeresca al rey que
hizo posible todo este sistema de tiranía intelectual. Se debió á esta
perversión de un sentimiento la Vega y
natural, el que Lope de
Cervantes se alegrasen cuando seiscientos mil moros industriosos é
inofensivos fueron expulsados de su país nativo. Los mismos cen-
sores rígidos que castigaban con muerte la más mínima mancha
la

de herejía, toleraban un drama más inmoral que cuantos hasta


entonces había habido. La sumisión voluntaria del pueblo á la
Inquisición, extinguió las pocas chispas que quedaban de indepen-
dencia y de libertad intelectual. Al acercarnos al fin del siglo
CULTURA Y CIVILIZACIÓN PROTESTANTES. 453

XVII, " la Inquisición y el despotismo parecen estar por todas

partes, y haber abrazado todo lo que había."


A causa del carácter de su historia pasada, el pueblo italiano no
pudo reducirse á una degradación igual á la que tocó en suerte á
la España. Sin embargo, desde mediados del siglo XVI la litera-
tura empezó á declinar, y el vigor intelectual de la nación pareció
marchitarse. La destrucción de la libertad republicana y las
horrendas calamidades que sufrió el país durante el medio siglo

que siguió á la invasión de Carlos VIII, tienen en parte la respon-


sabilidad de este resultado. El dominio español que se extendió
por una gran parte de la península, fué fatal á todo esfuerzo libre
y varonil. Además de esto, la Iglesia estimulada por el espíritu
de la reacción católica, contribuyó directamente á la represión de
esa actividad y capacidad intelectuales que habían constituido á
Italia en guía de las demás naciones en el camino de la cultura y
la erudición. En el largo período que se extiende á través del
siglo XVII, no aparece más de un nombre
grande, el de Tasso,
que publicó su obra principal en 1581 y Tasso no es un poeta de;

primer rango. El arte revivió por algún tiempo en la escuela de


Caracci ;
pero el arte también había pasado su meridiano, y su
gloria se iba oscureciendo. Los escritores del siglo XVII son
llamados por los italianos, los " seisentisti," término que sugiere

una idea de inferioridad. En ese período abundó lo que los italia-


nos llaman con propiedad " dilettantismo," indicio de que una
literatura ha entrado en un período de decadencia. El celo en
favor de la erudición clásica, se había ya enfriado. La corta esti-
mación en que se tenía la perfección de la forma literaria, es ejem-
plificado por obras tales como
Anales de Baronio, una de las
los

principales producciones históricas de ese entonces. Sin embargo,


en dos direcciones aparecieron señales de una nueva energía intelec-
tual.

Se originó una clase de filósofos que renunciaron la autoridad


de Aristóteles, y se hundieron en atrevidas especulaciones referentes
á la naturaleza del universo. Esta tendencia fué refrenada por
las autoridades de la Iglesia. Giordano Bruno fué llamado á
Roma y quemado en la hoguera en 1600, pero no se apagó por eso
la curiosidad por la investigación física que prosiguió sus trabajos
dentro de límites cuerdos, y que así prometió dar los mejores frutos
de la ciencia. Por desgracia la Inquisicióí puso su pesada mano
sobre esos estudios atractivos. La persecución hecha á Galileo no
no les disuadió por completo, y continuaron formando por mucho
454 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

tiempo el principal ramo de estudio en que el genio de los italianos


se distinguió en ese entonces, si bien disminuyó en entusiasmo y
empezó á decaer. A Galileo, verdadero genio, cuya distinción como
descubridor de nuevos horizontes en la ciencia fué bien merecida,
se le mandó por el papa Pablo V en 1616, por conducto del carde-
nal Bellarmín, que no enseñase más su doctrina de que la tierra
giraba al rededor del sol, sino que la abandonara y no escribiese
más sobre tal asunto.
1
Al mismo tiempo la Inquisición declaró
que esa opinión era herética. Copérnico era católico romano, y
había dedicado su obra á Pablo II pero la ortodoxia se había
;

hecho más tímida y suspicaz con respecto á las investigaciones


científicas desde esa fecha. Por quince años se abstuvo Galileo
de publicar más datos relativos á sus teorías, pero en 1632 dió á
la luz sus " Diálogos" que versaban sobre los dos sistemas cósmicos
de Ptolomeo y Copérnico, habiendo tomado previamente la precau-
ción de someter la obra á la censura eclesiástica tanto en Koma
como en Florencia. El haber publicado esta obra á pesar de la
prevención que se le había hecho, fué causa de las subsiguientes

dificultades conque tuvo que luchar. El viejo filósofo tuvo que


ir á Roma para comparecer ante el tribunal de la Inquisición. El
papa Urbano le mandó que no enseñase sus opiniones por ser éstas
nocivas y opuestas á las Escrituras. No fué aceptada la explica-
ción dada por Galileo de que no había querido violar la anterior
prohibición, y había presentado el sistema de Copérnico sólo como
una hipótesis. Tuvo de consiguiente que abjurar de rodillas su
doctrina como falsa,y fué sentenciado á prisión por un período que
se determinaría por el papa. Es verdad que no fué encarcelado,
sino que se le permitió residir con sus amigos y en su propia villa,
pero se le sujetó á restricciones desagradables y humillantes, y á
una vigilancia constante y enojosa. No se le expuso á la tortura

física, pero sufrió un tormento moral quizá peor, al ser compelido


á negar lo que el creía ser la verdad. Tenemos pruebas innega-
bles de la profunda tristeza que experimentó á causa de una pro-
hibición tan inexorable. Se ha alegado que las enemistades per-
sonales, el rencor de los opositores científicos de Galileo, y el odio

1
La prohibición expedida por Pablo V fué como sigue :
" Ut opinionem quod
sol sit centrum mundi et inmobilis, et térra moveatur, omnino relinquat,
neceam de cetero quovis modo teneat, doceat, aut defendat verbo aut scriptis."
(La opinión de que el sol es el centro del mundo é inmobil, y de que la tierra
mueve, debe abandonarse por completo, y no debe abrigarse, enseriarse ni defen-
derse de ninguna manera ó por palabra ó por escrito.)
CULTURA Y CIVILIZACIÓN PROTESTANTES. 455

de los Barbarini contra los Mediéis, además de la creencia del


papa de que había sido puesto en ridículo de una manera oculta
en el Diálogo condenado, fueron las verdaderas causas de los pro-
cedimientos contra Galileo ;
pero la verdad es que esas influencias
hostiles habrían sido impotentes si no hubiera existido en esa época
un espíritu intolerante que se complacía en la persecución. Algu-
nos escritores han manifestado la imprudencia con que obraba
Galileo al intentar armonizar su doctrina con
las Escrituras, y

ocuparse de la exégesis bíblica no hizo otra cosa que


;
pero él

afirmar que el lenguaje de la Biblia está adaptado á las modos de


expresarse comunes en las épocas en que se escribió, y que no se
propuso enseñar verdades científicas y por otra parte, no ofreció;

sus interpretaciones, según el testimonio de la misma Inquisición,


en el Acto de su condenación, sino hasta después de ser atacado,
1
y en réplica á las objeciones hechas contra su teoría. El hecho
es que, según ellos, no le era lícito proponer una interpretación de
los pasajes bíblicos, diferente de la que habían dado sus adversarios
en la refutación que hicieron de sus doctrinas. Pero esta excusa
ofrecida por sus perseguidores que reduce el error de Galileo, á las
insignificantes proporciones de una imprudencia, no atenúa el

crimen de ellos.

De todos los países en que la Reforma tuvo mal éxito al fin,

Francia fué el único donde el cielo de la literatura no se opacó.


En Francia el reinado de Luís XIV se considera como la edad
augustana de las letras. Tres elementos conspiraron para crear
esa brillante época, á saber la monarquía, la antigüedad y la
:

religión. El genio francés fué inspirado por la contemplación de


la magnificencia del rey, la grandeza de sus soberbias conquistas,

y la aparente fuerza de la nación. El monarca fué el sol á cuyos


rayos se calentaban el séquito de autores que como planetas giraban
al rededor de él. El renacimiento literario conservaba todavía
bu tono clásico. La mayoría de los literatos buscaron en la anti-

1
Sobre este punto Edicto de Condenación habla en el siguiente sentido:
el
"Y que á las objeciones opuestas en varias ocasiones contra tí, basadas en las
Santas Escrituras, y sacadas de ellas, tu respondiste, comentando y explicando
dichas escrituras de tu propio modo." La carta escrita por Galileo á C'astelli
espone de un modo bastante cuerdo su idea de la relación que sostiene la
Biblia con la ciencia física. Ofendió en gran manera con un pasaje que se
encuentra en otra carta suya en el que dice que había sabido que un erudito
eclesiástico 'el cardenal Baronio'í había dicho que el Espíritu Sauto se propuso
enseñarnos el camino que conduce al cielo, pero no el que el cielo sigue. La
sentencia pronunciada por la Inquisición condena la doctrina copernicana como
" falsa y contraria á las Escrituras."
456 HISTORIA DE LA REFORMACION.

güedad sus modelos, y que debieran guiarlos en la coro


las reglas
posición de sus propias obras.Los poetas y críticos observaron
con una escrupulosidad religiosa las "unidades" del drama
antiguo. Las profundas influencias de la Reforma en la esfera
religiosa, se notan en la escuela jansenista que produjo las " Cartas
Provinciales " de Pascal, las cuales son citadas por Voltairecomo
el más digno ejemplo de la prosa francesa de ese período. Bossuet.
personaje el más célebre del mundo religioso de ese entonces, ora
campeón del catolicismo galicano contra el ultramontanismo, y el
expositor más liberal y menos ofensivo del credo católico. Esa
actividad literaria de Francia, dependió de su comparativa libertad
de pensamiento. A fines del reinado de Luís XIV, la literatura
empezó á declinar, y pasando más acá de su reinado, entramos en
la era en que prevaleció una filosofía escéptica, y en que la litera-
tura se ve divorciada no sólo de la Iglesia, sino también de la
creencia en la verdad de la revelación cristiana.
Para apreciar en su debido valor la influencia de Roma, después
de la Reformación, sobre la ciencia y la cultura, es menester tener
en cuenta la censura sistemática de los libros, instituida por ella,
y la influencia literaria y educacional ejercida por la Compañía
de Jesús. En 1546, la facultad de teología de Louvain dió á
Carlos V á petición de él, una lista de las publicaciones cuya
lectura sería bueno probibir al pueblo, y el emperador creyó con-
veniente servirse de ella para evitar que se extendiera más la here-
jía en los Países Bajos. Pablo IV obrando en el mismo sentido
publicó en 1559, un catálogo de libros prohibidos, acompañado de
la conminación de severas penas contra todos aquellos que no
Bajo los auspicios del
hiciesen caso de sus rígidas prohibiciones.
Concilio de Trento, fué publicado por Pío IV, en 1564, un Indice
Prohibitorio, y desde esa fecha Indices semejantes han sido frecuen-
temente dados á la luz con aumentos sucesivos. En los Indices
prohibitorios se proscriben á autores ú obras en toda su integridad,
sin hacer ninguna excepción pero en los Indices expurgatorios
;

que se expiden también, se especifican los pasajes que en una obra


deben modificarse ú omitirse para conseguir la sanción de la Iglesia.
En el Indice de 1564, se publicaron diez reglas estrictas acerca de
la clase de libros que se prohiben, y del níbdo de inspeccionar las
imprentas y librerías, y de tiempo en tiempo se han agregado otros
reglamentos al número original.
El mero examen del catálogo prohibitorio que comprende muclias
obras principales de la historia, la literatura general, la filosofía, la
CULTURA Y CIVILIZACION PROTESTANTES. 457

teología y la ética de los tiempos modernos, no es capaz de dar una


idea adecuada de la tiranía ejercida por semejante supervisión en
los países donde fué practicada con todo rigor, encadenando la
1
inteligencia y paralizando las energías espirituales. Milton en
su " Areopagítica," habla de las conversaciones que tuvo con los
literatos de Italia de ese entonces, y dice que " ellos no hicieron
otra cosa que lamentarse de la condición servil que guardaba la
literatura entre ellos; que á ese servilismo decadencia de
se debía la

la gloria de los grandes ingenios italianos ;


que por muchos años no
se había escrito nada sino palabras aduladoras y retumbantes."
" Visité "
y tuve," agrega, una entrevista con el viejo Galileo que
era prisionero de la Inquisición por abrigar acerca de la astrono-
mía ideas diferentes de las que tenían los franciscanos y dominicos
de quienes dependía la licencia de hablar."
Los católicos romanos no son los únicos que han violado la
libertad de opinión y de imprenta; aun en países protestantes
después de la Reforma, el Estado cuidaba de la impresión y circu-
lación de los libros. Mas de un gobierno estableció una censura
de prensa bastante molesta y exigente, y á veces hasta un severo
la

código penal contra la violación de sus mandatos. En Inglaterra


durante el reinado de Isabel, los impresores y vendedores de libros
fueron restringidos por estatutos severos, y una comisión inspec-
cionaba los libros importados del extranjero. Se prohibió la venta
y la posesión de obras de teología católica, bajo severas penas. En
algunos casos se mandó practicar un examen de las bibliotecas, y
los libros cuyas doctrinas se consideraron nocivas, fueron confisca-
dos. Whitgift consiguió que se promulgasen leyes más estrictas
para el gobierno de la prensa, y dichas leyes fuesen ejecutadas con
mayor vigilancia. Cuando Laúd fué delatado por el parlamento
en 1644, una de las acusaciones que se le hicieron, fué que había
supremido la Biblia de Ginebra y otros libros que atacaban el
papismo. Y
durante el juicio á que se sujetó, se le hizo el cargo
adicional de haber permitido la importación y la venta de obras en
que se enseñaban ideas arminianas y hasta católicas romanas. Su
1
En
Indice de Libros Prohibidos (1870,) se encuentran los siguientes
el
nombres; historiadores: Hallam, Burnet, Hume, Gibbon, Mosheim, Sismondi,
Bayle, Prideaux, Botta, Sarpi, Ranke escritores de filosofía
; Malebranche, :

Espinoza, Kant, Locke, Bacon, Descartes, Whately, Cousin ;


publicistas : Mon-
tesquieu y Grotius ; y Milton. Los escritos de los reformadores,
poetas, Ariosto
las versiones protestantes de la Biblia, todos los catecismos protestantes, sus
credos, actas sinodales y las de sus conferencias y discusiones, sus liturgias, y
dictionarios, se prohiben en masa con excepción de las ediciones expurgadas.
468 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

delito no consistió en el ejercicio del derecho de suprimir libros


nocivos, sino en el mal uso que, según sus acusadores, hizo de dicha
prerogativa. En el mismo año dedicó Milton al parlamento, su
" Areopagítica," discurso resonante en que aboga por la libertad
de imprimir libros sin tener que conseguir licencia para ello. Pone
como prefacio de la obra, las siguientes líneas de Euripides:
" Esta es la verdadera libertad, que á los hombres libres por naci-
miento, que tienen que aconsejar al público, se les deje hablar
libremente, y al que puede hablar y lo hace, se le considere mere-
1
cedor de alto elogio." Sin embargo, un examen de los escritos de
Milton revela que en que expone acerca de la libertad de con-
lo

ciencia,no favoreció la tolerancia de la misa y las demás ceremo-


nias del culto católico romano, sino que en su creencia, dichas
prácticas debían prohibirse por idolátricas.En el período de la
dominación puritana, parlamento toleró severas ordenanzas y
el

leyes que limitaron la libertad de la prensa. después de la Y


Restauración, se renovaron con toda su severidad los antiguos
estatutos, y el Acto de Licénciamiento sometió á la prensa á la
dirección del gobierno. Los jueces Scroggs y Jeffries ejecutaron
de una manera cruel las odiosas prescripciones de dicha ley. La
censura de la prensa no se dejó sino hasta después de la Revolu-
ción, cuando en 1695 rehusó el parlamento renovar los edictos de
persecución. Habría sido posible todavía continuar la persecu-
ción sirviéndose de los extensos términos de la ley acerca del
libelo; pero iba ya verificándose un progreso gradual hacia la
completa abolición de las injustas restricciones impuestas á la
prensa. El aumento del número de periódicos fué una evidencia
práctica de la existencia de mayor libertad. Parece que aunque
la adopción de instituciones protestantes no aseguró en el acto la
libertad de la discusión y de la prensa, sino que se expidieron leyes
tiránicas que fueron ejecutadas, sin embargo, los países protestantes
han tendido siempre á emancipar la inteligencia humana así de esta
restricción, como de todas las demás que son injustas. Que dicha

1 Uno de los argumentos usados por Milton, es que ''la infección comunicada

por libros de controversia religiosa," es más peligrosa á los eruditos que á los
ignorantes, y cita el ejemplo del agudo Arrninio'que "fué pervertido" por
la lectura de un "discurso anómimo escrito en Delft." Es curioso notar que
Milton mismo, según prueba su tratado sobre la " Doctrina Cristiana," se hizo
no sólo arminiano, sino arriano. Cuando publicó su "Paraíso Perdido," en
1667, tuvo alguna dificultad en conseguir la licencia necesaria, debido en parte
á la lámina que en el libro primero acompañó las líneas que hablan del eclipse
que " pone perplejos á los monarcas con temor de cambios."
CULTURA Y CIVILIZACIÓN PROTESTANTES. 459

libertad se requiere por la índole misma del protestantismo, es un


hecho que se concede por casi todos en la actualidad.

Desde la última parte del siglo XVI, la educación en los países


católicos cayó en gran parte en manos de los jesuítas. De los

miembros de dicha sociedad y los discípulos á quienes educaron,


ue puede sacar una extensa lista de hombres distinguidos á causa
de los servicios que prestaron á la ciencia y la erudición. Es de
notarse que por regla general, consiguieron su eminencia en las
ciencias matemáticas, físicas y anticuarías, cuyas investigaciones
no se relacionan íntimamente con el sistema dogmático y ético de
dicha sociedad. La Compañía de Jesús ha producido sutiles
sobre el casuítismo y la teología polémica, tales como
escritores
Suarez y Bellarmín, pero poco ha hecho en las más elevadas
esferas de la literatura y la filosofía que mejor florecen en la

atmósfera de la libertad. La educación impartida por los jesuítas,


no ha conseguido nunca estimular y fructificar la mente, y encami-
narla hacia la actividad y la producción original.
La extensa distribución de la Biblia impresa en la lengua vulgar
en los países protestantes, se ha visto que es un instrumento de
cultura de inestimable valor. Además de su influencia religiosa,
la Biblia ha llevado á los más humildes hogares un medio el más
eficaz para la instrucción y el estímulo intelectual. La lectura de
la historia, poesía, ética y teología que contiene, ha cultivado
el entendimiento de los hombres ordinarios, y los ha inducido á
pensar sobre asuntos de alta importancia. La escena pintada por
"
Roberto Burns en su poema, " La Noche del Sábado del Aldeano
( Cotter's Saturday Night,) nos enseña no sólo el poder religioso de
la Biblia en la casa del pobre, sino también la influencia elevada
é inspiradora que ejerce sobre toda su actividad intelectual. La
Iglesia de Roma nunca
ha publicado una prohibición general,
vedando á sus feligreses la lectura de la Biblia, pero, sí, ha hecho
poco para promover su uso y además de esto, las diez reglas relativas
;

á la censura de la prensa que fueron expedidas por el Concilio de


Trento, impusieron también severas restricciones á la circulación
y lectura de las Escrituras en los idiomas vulgares. Dice la
Iglesia :
" Como la experiencia ha hecho evidente que si el permiso
de leer la Biblia se concede á todos, debido á la temeridad de loa
hombres, resultará de ello más mal que bien, la determinación del
asunto se deja al juicio de los obispos ó inquisidores, quienes después
de deliberar con el sacerdote ó confesor del individuo que lo soli-

cite, pueden permitir la lectura de la Biblia en una traducción


460 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

hecha en el idioma vulgar por autores católicos, si en su juicio


dbha lectura puede servir para aumentar y no para perjudicar la
fe y la piedad de dicho individuo, el cual debe conseguir tal per-
miso por escribo. Pero si alguien tuviera la presunción de leer ó
poseer la Biblia sin obtener con anticipación el mencionado permiso
por escrito, no recibirá la absolución hasta después de haber entre-
gado al ordinario el ejemplar que tenga de la Biblia. Los vende-
dores de libros que vendan ó de otra manera dispongan de ejem-
plares de la Biblia escritos en el idioma vulgar, á personas que no
hayan conseguido el repetido permiso, perderán el valor de los
libros así vendidos; su precio será empleado
por el obispo en
alguna obra piadosa, y el vendedor quedará sujeto á sufrir cual-
quiera otra pena que el obispo juzgue necesaria, según la gravedad
de la falta, pues los regulares no deben comprar ni leer dichas
Biblias sin tener una licencia especial expedida por sus superiores."
Esta regla revela bastante bien, que la misma ha de haber sido puesta
en práctica por la Iglesia de Roma desde el Concilio de Trento.
Semejante ordenanza debió su origen á los movimientos suscitados
en el siglo XII, entre los fieles de los países latinos, con el fin de
reformar abusos eclesiásticos, y á la actitud de los waldenses
los

y otras sectas que se apoyaron en la Biblia y abogaron por su


lectura. En Inglaterra la oposición á WicklifTe produjo un efecto
parecido, é indujo á las autoridades eclesiásticas á mirar con desa-
el idioma vulgar.
grado la lectura de la Biblia en Los jansenistas,
Arnauldo y sus coaligados, abogaron por más libertad en cuanto
á la lectura de las Escrituras por los feligreses ;
pero este asunto
así como otros de su sistema, encontró grande oposición. Aun en
tiempos recientes, el Vaticano ha expedido sus fulminaciones con-
tra las Sociedades de Biblias ; y esta hostilidad no se dirige sólo con-
tra las traducciones protestantes, sino contra la circulación ilimi-
tada de cualquiera versión hecha al idioma vulgar. Detrás de
todas estas reglas y prohibiciones, hay otro formidable obstáculo
que hace imposible la lectura general de la Biblia por los feligreses
de la Iglesia romana, y es la doctrina de que ellos no son capaces
de interpretarla. En los siglos primitivos de la Iglesia, las Escri-

turas fueron traducidas en los idiomas de la gente á la cual era


llevado el evangelio. no opusieron obje-
Los padres eclesiásticos

ciones á la lectura de dichas versiones, y no dejaron de recomen-


darla sino hasta en la época de Gregorio I. Pero esa práctica
empezó á caer en desuso, cuando se extendió más la idea de que
Ion seglares no eran capaces de entender el significado de la Biblia
!

CULTURA Y CIVILIZACIÓN PROTESTANTES. 461

sin el auxilio Los instructores


de otros especialmente instruidos.
han declarado que la Biblia es inteli-
protestantes, por el contrario,
gible aun por el hombre sencillo, y han inculcado siempre la obliga-
ción que de leer la con regularidad incumbe á todos. La versión
inglesa y la de Lutero forman una parte de la vida intelectual de
sus respectivas naciones, ejerciendo una. energía excitativa y tras-
íbrmadora cuyo benéfico efecto no se puede estimar en toda su
extensión. Dejando á un lado toda influencia puramente religiosa,
si quitásemos de la actividad de la inteligencia teutónica el impulso

dado por la Biblia de Lutero, y de la de los que hablan el inglés,


el que se debe á la Biblia inglesa, cuán incalculable no sería la
¡

pérdida
Casi todos saben bien cual fué el efecto que produjo la Beforma-

ción sobre el desarrollo de la literatura inglesa. El período en que


la fermentación intelectual producida por el protestantismo fué más
violenta, y éste adquirió mayor supremacía sobre el genio inglés,
fué la época de Isabel, célebre por su Spenser, su Baleigh, su
Bacon y su Shakespeare. No puede haber ninguna duda razona-
ble de que el protestantismo fué la atmósfera vivificante que inspiró
á los autores eminentes de esa y las subsiguientes épocas. Para
establecer esto, basta imaginarse cual habría sido el desarrollo
literario, si el reinado de María y su sistema se hubieran extendido
hasta fines del siglo XVI. La comparación hace posible apreciar
el importante papel que hizo el protestantismo en la creación de
esa grande época literaria. Se ha llamado á los grandes hombres
del período de Isabel, " hombres del renacimiento literario y no de
la Beformación." Un brillante autor francés, Taine, los ha agru-
pado bajo el título de " Benacimiento pagano." Es verdad que
derivaron sus materiales en gran parte, de los poetas y novelistas

de y que siendo manifiesta la influencia de la cultura italiana


Italia,

en sus obras, la clasificación mencionada, en este sentido, no es tan


impropia. Pero no se debe perder de vista que los escritores
ingleses de esa grande época, eran más que imitadores, y se carac-
terizan por un vigor fresco y una naturalidad genuina ni que su ;

veneración por las verdades fundamentales de la religión y su fe


profunda son bien conspicuas, siendo estas dos últimas cualidades
las que les distinguen de los caudillos del renacimiento según se
efectuó en la Europa meridional. Y hasta el crítico francés á
quien hemos mencionado, en otra parte de su obra advierte la con-
stante influencia ejercida por la " grave y grande idea " de la
religión, y agrega que "en los grandes escritores prosistas como
462 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

Bacon, Burton, Sir Thoraas Browne y Raleigh, vemos el fruto df


la veneración, es decir, una creencia firme en la existencia del
escuro más allá; en fin, la fe y la oración. Varias oraciones de
Bacon son de las más hermosas que conocemos y el cortesano ;

Raleigh al escribir acerca de la caída de los imperios y de la


destrucción del grande y magnífico imperio romano por los bár-
baros, concluye su obra con unas ideas y un tono dignos de un
Bossuet." No es más cierto el hecho de que Shakespeare se hace
superior á todas las estrechas limitaciones sectai'ianas, que el de
que en sus dramas revela una profunda fe en la existencia de un
gobierno sobrenatural, y que se ha penetrado de las verdades fun-
damentales de la religión cristiana. El atrevimiento y la indepen-
dencia de los escritores ingleses, su perseverancia inquebrantable
en la investigación de la verdad, y su seriedad bajo la influencia
de ideas ninguna mezcla de ascetismo y superstición,
religiosas, sin
son cosas que deben su existencia á la Reforma. Se puede hablar
en este sentido tanto de los escritores de la época de Isabel, como
de Milton y los más notables de sus sucesores. El impulso dado
por el protestantismo á la actividad intelectual de los ingleses, es
la única explicación satisfactoria de los progresos literarios que
caracterizaron el reinado de Isabel.
La Reforma alemana trasladó el centro de la actividad literaria
en Alemania, desde el Sur hasta el Norte de dicho país. Desde
ese entonces, la obra literaria efectuada por los católicos ha sido
insignificante, en comparación con la de los protestantes. Un
erudito católico ha expuesto la dificultad que tuvo en hallar
nombres católicos dignos de mencionarse en la descripción que
estaba preparando acerca del estado literario de Alemania en el_
período subsiguiente á la Reforma. Atribuye dicha escasez de
eruditos católicos, á los métodos de educación adoptados por los
jesuítas que tan extensamente se apoderaron de la instrucción de
la juventud. En el siglo XVII, Alemania no pudo emular á
Inglaterra en la ciencia y la literatura, debido á sus controversias
teológicas y á los efectos desoladores de la guerra pero el siglo ;

XVIII se abre con el ilustre nombre de Leibnitz, y desde ese

tiempo, especialmente desde mediados de ese siglo, los alemanes


han sobrepujado á todas demás naciones tanto antiguas como
las

modernas, en los resultados que han alcanzado en todos los ramos


de la ciencia humana. Alemania tiene la distinción de ser el paÍ9
de los estudiantes y de los eruditos. Parece que poco después de
efectuada la Reforma, la causa de la erudición en Inglaterra
CÜLTUEA Y CIVILIZACIÓN PROTESTANTES. 462

empezó á sufrir, debido al perjuicio hecho á las escuelas por la


confiscación de sus bienes por Enrique VIII, y por la rapacidad

de de dicho rey y do Eduardo VI. Las discusiones


los cortesanos
teológicas verificadas en las universidades, tendieron por algún
tiempo á producir el mismo resultado. En Alemania la mayoría
de los caudillos del protestantismo eran también humanistas
Debido á la conmoción producida desde un principio por la
Reforma de "Wittenberg, hubo peligro de que la ciencia y la
educación se descuidasen. Melancthon sintió profundamente dicho
peligro, y cuidó de una manera especial de las escuelas de su patria,
ganándole sus servicios en ese sentido, el título honorífico de el

" Preceptor de Alemania."


El estímulo que dió la Reforma á la actividad intelectual, fué
más notable en Holanda y Escocia que en los demás países prote-
stantes. Luego que salió victoriosa de la lucha contra España,
empezó Holanda á hacerse famosa por el número y erudición de
sus sabios, y la ilustración excepcional de todos sus habitantes.
A principios del siglo XVII, Leiden que debió su universidad á
la victoriaque ganó sobre sus sitiadores en 1574, fué el más renom-
brado centro de erudición de la Europa occidental. La univer-
sidad tenía sus dos mil alumnos, y contaba entre sus maestros,
sabios tales como Scaliger. » Holanda bien puede compararse con
laGrecia antigua por la valentía y cultura de sus habitantes, y las
pequeñas dimensiones de su territorio. Aun más admirable ha
sido la influencia intelectual del protestantismo en Escocia. Aun
antes de la Reformación, Holanda no carecía de una actividad
intelectual; pero Escocia debió casi toda la suya á la Reforma
religiosa, antes de la cual la masa del pueblo guardaba un estado

de dependencia servil de. los nobles. La predicación de Knox


echó profundas raíces en el corazón de los escoceses de las clases
inferiores. Más de una vez cuando los nobles vacilaban y querían
promover sus intereses egoístas, llegaron á conocer que las clases
media y baja del pueblo que ya había abrazado las doctrinas prote-
stantes, no se dejarían manejar á su antojo, sino permanecerían
firmes en la defensa de su libertad y su religión. La libertad
popular y la inteligencia de sus habitantes en general que carac-
terizan á Escocia, así como la eminencia literaria que muchas
hombres distinguidos por su patria han alcanzado en las ciencias
y las letras, son cosas todas que deben considerarse como resultados
de la Reformación. La discusión de cuestiones religiosas, dió un
nuevo impulso v -auevo vigor á la actividad intelectual de sua
'

464 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

habitantes, y así se formó una nueva atmósfera congenial á loa


productos del genio y de la erudición que luego aparecieron en
abundancia.
El carácter singular de la Reforma se nota en su influencia sobre
la filosofía. La teologiá y la ética de los escolásticos se enlazaron
íntimamente con el sistema filosófico de Aristóteles. Luego que
dicho sistema en la forma en que fué enseñado y empleado por los
escolásticos, perdió su supremacía, cayó con él toda la fábrica teoló-
gica y filosófica que había sido construida en esa base. Este resul-
tado fué inevitable. Los humanistas empezaron, y los reformadores
llevaron á cabo, esa revolución filosófica. Debido á la influencia
indirecta del protestantismo, se introdujo un nuevo método filosófico
que se emplea todavía por las escuelas modernas de la metafísica.
El ataque contra el Aristóteles ficticio de los escolásticos, fué
inaugurado por los aristotelianos verdaderos, es decir, por los

humanistas italianos de la primera mitad del siglo XVI, llamados


así por pretender derivar su nueva interpretación de las enseñanzas
del Estagirita, del texto original de sus obras, oponiendo éstos sus
interpretaciones de dicho autor á las dadas por los escolásticos. La
formación de una escuela de platónicos no dejó de influir en ese
mismo sentido. Los reformadores atacaron los principios de la
ética aristotelina en la forma en que se enseñaban en la teología
pelagiana, y atacaron también el llamado método dialéctico de
Aristóteles, creyendo que éste era la causa oculta de las innumera-
bles sutilezas y las difíciles cuestiones casuísticas que caracterizaron
á los sistemas teológicos de la edad media. Es un error decir que
Lutero fué implacablemente hostil á la filosofía. Sus declamaciones
contra Aristóteles basadas en las razones ya expuestas, se modifican
1
por otras expresiones de diverso tenor. Melancthon iba impresio-
nándose más y más de la necesidad de que los ministros tuviesen
una educación esmerada y amplia, y de que se hiciera más exacto
el estudio de la filosofía y la literatura clásica en las escuelas ale-

manes. A este fin él mismo preparó libros de texto basados en los


tratados de Aristóteles, los cuales fueron usados por largo tiempo.
El sistema de Aristóteles en la nueva forma en que empezó á

1
Lutero dice " De buena voluntad conservaría los libros de Aristóteles
:

sobre la lógica, la retóricay la poesía, ó usaría un compendio de ellos, porque


pueden leerse con provecho, y enseñarán á los jóvenes como hablar y predicar
bien, pero las notas y divisiones minuciosas que se les han hecho, sería bueno
omitirlas. Gieseler cita otros pasajes parecidos tomados de los escritos de
:

Lutero.
CULTURA Y CIVILIZACIÓN PROTESTANTES. 465

estudiarse, se hizo otra vez autoritativo entre los teólogos prote-


stantes, y cuando Pedro Ramos atacó la lógica aristoteliana é
intentó suplantarla, muchos, inclusive Beza, consideraron el nuevo
proyecto como una innovación peligrosa.
El puesto ocupado antes por Aristóteles, no pudo quedar vacío.
Fué preciso construir de nuevo la filosofía. Ningún nuevo sistema
podría, sin embargo, ganar la aceptación sin una lucha, porque el
sistema de Aristóteles, á pesar de los ataques de los humanistas, ocu-
paba todavía su misma posición en las universidades de París y de
Italia, siendo defendido como el apoyo de la teología católica romana.

Los dos innovadores de la filosofía eran Bacon y Descartes. Los


sistemas de ambos eran ei producto indirecto de la Reformación.
Bacon no inventó un nuevo método, ni mucho menos una nueva
metafísica, sino que por medio de sus asaltos vigorosos contra el
modo de proceder de los escolásticos en el estudio de las ciencias,
método identificado con el nombre de Aristóteles ;
por medio de su
poderosa oposición á la autoridad de la tradición en los estudios

y de sus argumentos en favor de una investigación indepen-


físicos,

diente conforme al método inductivo, obró en armonía con el espíritu


del protestantismo, proporcionando así otra prueba de la influen-
cia de la nueva fe. Con más propiedad
se menciona el nombre
de Descartes uniéndolo con nuevo método característico de la
el

filosofía moderna, en distinción del seguido en la edad media. En


el período escolástico, la filosofía estaba subordinada á la teología.

La tarea de la primera le estaba prescrita, es decir, dándose por


sentadas un gran número de proposiciones, debía probarlas por
medio de argumentos racionales. Ese método hizo que se mezcla-
ran la filosofía y la teología una con otra de una manera perjudi-
cial á ambas. El nombre de Descartes se asocia con otro método
muy distinto que separa á la teología de la filosofía, que rehusa
principiar con las asunciones .y las proposiciones derivadas de otras
partes, y rechazando la autoridad de toda especie, comienza con
el examen de de la inteligencia humana, y basándose
las intuiciones

en éstas y sirviéndose de la lógica, funda todo su sistema filosófico.


La sencilla tesis " Pienso, luego existo," tal vez se encuentra en los
:

escritosde Agustín, y puede haberse derivado de él pero la origi- ;

nalidad de Descartes consiste en haber rechazado todos los materiales


extraños ó incongruos con su principio, y en comenzar con la breve y
fecunda afirmación ya citada. Basándose en este fundamento, con-
struye una prueba de la existencia de Dios, y de la existencia sepa-
rada del alma humana como sér inmortal. La filosofía, según él, nc
30
466 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

debe dar por sentada ninguna verdad, sino establecerlas todas ni ;

debe ser tampoco la esclava ó auxiliar de las demás ciencias, sino


que ella misma un examen ante
tiene el derecbo de citar á todas á
su propio tribunal. Quién no verá en esta trasformación efectuada
¿

tanto en el carácter como en la posición relativa de la filosofía, la


actividad tanto del bumanismo como de la Reformación?
Descartes era un católico romano, y había sido educado en una
escuela jesuíta. Hizo siempre cuanto pudo por evitarse conflictos
con la Iglesia romana y con los campeones de la ortodoxia católica.
Obrando con prudencia y con el deseo de vivir en paz, estableció
su residencia en Holanda y en Suecia. Se empeñó en negar que
tuviera la más mínima intención de meterse en cuestiones religiosas,
usando al hablar de tales asuntos, un lenguaje parecido al empleado
por Montaigne y sus adeptos del siglo XVI, y por los libres pensa-
dores del XVIII. Estos últimos adoptaron dichas frases por ironía,
y para evitar ponerse en antagonismo abierto con la fe cristiana y
sus adictos pero Descartes tenía convicciones más serias, aunque
;

es probable que su comportamiento haya sido dictado tanto por la


deferencia á un plan fijo de conducta, como por la voz de su con-
ciencia. Obró de una manera que le era característica, cuando
sabiendo la condenación de Galileo, suprimió el mismo su propia
obra llamada " El Mundo," en la cual había adoptado el sistema
copernicano, y que estaba para imprimir. Pero toda la prudencia
y cordura de Descartes nada le valían. El escolasticismo cuya
columna principal era el sistema de Aristóteles, no dejó que se
minara su imperio con tanta facilidad. El sistema cartesiano fué
impugnado por la Sorbona, y en 1624 expidió el Parlamento
francésun decreto en su contra. Los más inteligentes de la
escuela jansenista fueron sus principales defensores ;
pero se expi-
dieron prohibiciones é impugnaciones de la nueva filosofía, por
el Consejo del rey, el arzobispo de París, las universidades y la
mayor parte de las órdenes religiosas, hasta cerca de fines del siglo
XVII. Los jesuítas, á pesar de los muchos esfuerzos hechos por
Descartes para conciliárselos, siguieron siendo sus opositores más
irreconciliables. Valois, por ejemplo, ante el clero de Francia,
denunció á Descartes y sus discípulos como favorecedores de
Calvino. En 1663, sus " Meditaciones " y algunos otros escritos
suyos, fueron colocados en el Indice prohibitorio en Roma, hasta
que se corrigiesen ("doñee corrigantur") y su nombre se halla

todavía en dicha juntamente con los de Locke, Bacon, Kant,


lista

Cousín y otros representantes del pensamiento filosófico. La


CULTURA Y CIVILIZACIÓN PROTESTANTES. 467

Sorbona hizo un segundo esfuerzo para obtener del parlamento


un decreto que condenara el sistema cartesiano, pero no pudo
conseguirlo debido al ingenio de Boileau y á los argumentos de
Arnauldo. Pasado ese tiempo de oposición, la filosofía de Descar-
tes empezó á tener buena acogida entre los sabios y los autores más
liberales, inclusive Bossuet,que eran los adornos de la literatura
francesa de ese período.
Sería interesante trazar también la influencia de la Reformación
sobre el desarrollo de otros ramos de El desarrollo
la ciencia.
científico del derecho de en los
gentes, ó derecho internacional
tiempos modernos, debe mucho á Grotius, y el de la economía
política á Hume y Adam Smith. El maravilloso progreso de las
ciencias físicas y naturales se ha hecho posible á causa de la liber-
tad de investigación que actualmente existe, y al uso del método
de observación y de experimentación que ha sustituido al método
deductivo y conjectural empleado en los siglos anteriores. Queda,
6in embargo, un departamento en que se pretende que el prote-
stantismo tiende á entorpecer todo progreso, á saber, el de las

bellas artes. Los enemigos del protestantismo apenas se atreverán


á sostener que esta acusación sea fundada hablando de la música
y la poesía. Y dejando á un lado la arquitectura gótica, genuina
creación de la inteligencia teutónica de la edad media, no se ha
desarrollado otro tipo arquitectónico que pueda atribuirse ni á la
Iglesia de Roma ni á la protestante. La objeción contra el prote-
stantismo es fundada sólo hablando de la pintura y la escultura
cuyos ideales buscan una expresión visible. No se puede negar
que la forma que toma el arte en cada caso, depende del carácter
y circunstancias del pueblo en cuyo seno se origina. Las razas
teutónicas del norte son menos comunicativas, se sienten menos
impulsadas interiormente á dar una expresión visible á sus con-
ceptos, y son más dadas al pensamiento abstracto y reflexivo, que
los pueblos latinos, especialmente los italianos. Esta diferencia
explica en cierto modo por qué las razas meridionales hallan mayor
satisfacción que las del norte en un ritual que apela á los sentidos,

asícomo su gusto por las artes y su mayor habilidad en ellas. Sin


embargo, no debemos exagerar esta diferencia, porque ninguna
rama de la familia humana puede decirse que sea la exclusiva
poseedora del sentido artístico. La raza teutónica ha probado que
es capaz de realizar en el arte las más elevadas concepciones y de
apreciar con verdadero gozo las más nobles producciones artísticas.
La pintura y la escultura italianas eran en su principio producto
468 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

del renacimiento clásico, y por tanto, esencialmente paganas.


Luego que el catolicismo romano experimentó un avivamiento
religioso, empezó el arte italiano á declinar. En los Países Bajos
el arte tuvo un desarrollo original, y en la protestante Holanda

de paisajes monótonos y de cielo nublado, se formó una escuela de


pintores de quienes Rembrandt es uno de los más originales é
impresivos artistas.
Queda por considerarse el punto más importante de la presente
discusión, á saber, el efecto de la Reforma sobre la religión. La
religión es un elemento esencial para la permanencia y progreso
de una civilización, no sólo porque proporciona móviles que
restringen las pasiones humanas y el egoísmo, sino porque es un
estímulo necesario para conseguir el ejercicio más sano y fructuoso
de Según De Tocqueville, " cuando la
las facultades intelectuales.
religión de un pueblo está destruida, se apodera la duda de las
facultades más elevadas del entendimiento y medio paraliza todas
las demás. Todos se acostumbran á abrigar sólo ideas confusas
y mutables acerca de asuntos del mayor interés para ellos mismos
y para los demás. . Una condición tal no puede menos que
. .

enervar el alma, debilitar la voluntad, y preparar á uu pueblo


para la servidumbre. Estoy dispuesto á creer que el hombre
. . .

que carece de fe, debe ser subdito, y si quiere ser libre, debe creer."
No es de extrañarse que, según el parecer de algunos, la libertad
que el protestantismo proporciona á todos de formar sus propias
creencias, parece que pone en riesgo los intereses de la religión.
Pero se debe recordar que este derecho trae consigo su correspon-
diente deber; que dicha libertad impone una correspondiente
responsabilidad, y que cuando el protestantismo deja al individuo
en libertad de escoger sus propias creencias, no quiere poner en
duda la importancia de los sentimientos y obligaciones religiosas.
El protestantismo nutre un espíritu investigador pero una religión ;

que como el cristianismo se propaga por medio de la persuasión, y


apela á la razón y á la conciencia, saca provecho con el trascurso
del tiempo, de la plena investigación desús doctrinas y pretensiones,
sean cuales fueren los males temporales que surjan del uso perverso
ó superficial del entendimiento en el estudio de las cuestiones en
cuya resolución los sentimientos religiosos y morales tienen necesa-
riamente una parte activa. Una breve reseña histórica probará
que es injusto considerar al protestantismo como responsable de las

tendencias al escepticismo y la incredulidad que se notan en la


eociedad moderna. Dichas tendencias empezaron á manifestarse
CULTURA Y CIVILIZACIÓN PROTESTANTES. 469

antes del advenimiento del protestantismo.El renacimiento clásico


tendió en Italia al escepticismo. Pomponatius expresó la opinión
de que en su época el cristianismo como las demás religiones que
le precedieron, había pasado por los períodos de juventud y

madurez, y llegado á un estado de desuso y decadencia. Marsilio


Facinus creía que hasta que Dios se revelase otra vez de una
manera milagrosa, la única esperanza de la religión consistiría en
el apoyo que le prestaran la filosofía y el platonismo. La incredu-
lidad se presentó así en el seno de la Iglesia católica romana, en
parte como una especie de reacción contra las doctrinas y prácticas
supersticiosas enseñadas por la Iglesia, y en parte como protesta
contra el epicurismo de los escolásticos y la vida mundanal de los
custodios oficiales de la religión. Aparte, sin embargo, de estas
influencias negativas, ya era tiempo de que la razón humana cono-
ciendo sus derechos, se impusiera la tarea de escrudiñar las tradi-
ciones que antes había aceptado sin discusión alguna, y de examinar
de una manera racional los fundamentos en que hasta ese entonces
la fe había ciegamente descansado. En la historia de otras reli-
giones se nota la existencia de épocas parecidas. Si en esa crisis
del cristianismo hubiera existido una práctica más sincera de los
preceptos de la religión, dicho período de transición podría haber
pasado tal vez no sólo sin peligro, sino hasta con un aumento de
fe en las doctrinas cristianas. La férvida vida religiosa introdu-
cida por el protestantismo, interpuso de hecho una barrera eficaz

á la extensión de la incredulidad, y por algún tiempo sofocó sus


gérmenes. Pero más tarde las tendencias ocultas que hemos adver-
tido, reaparecieron cuando la seriedad religiosa producida por la
Reforma, empezó á disminuir, y la vida diaria comenzó á perder
su conformidad con los preceptos de la religión. Debido al
tumulto suscitado por las controversias teológicas, y el efecto

desmoralizador de largas y sangrientas guerras, estas tendencias se


desarrollaron en toda su extensión. Además de esto, el protestan-
tismo es culpable de no haber permanecido fiel á uno de sus prin-
cipios fundamentales, á saber, el de la libertad, contra el cual obró
hasta cierto punto, al insistir las varias sectas religiosas, en una
rígida conformidad dogmática, y en que sus miembros presentasen
pruebas terminantes de ortodoxia. Debido á esas exigencias, se
originó entre los que aceptaron la Reformación un nuevo escolasti-
cismo. Se hizo pesar sobre la cerviz de los reformados, un nuevo
yugo apenas menos molesto que el que acababan de sacudir. Esto
dió origen á una resistencia algo extendida contra la autoridad
470 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

humana, y en favor del principio negativo de completa libertad en


lo concerniente á la religión. En muchos casos la reacción llegó
á ser desenfrenada y se llevó al extremo, sacrificándose así e)
elemento positivo de la religión que caracterizaba al protestantismo.
La causa de la libertad del pensamiento se identificó con el escep-
ticismo y el agnosticismo. La primera forma que tomó la incre-
dulidad moderna, fué el deísmo que en el siglo XVIII, se hizo la
religión de moda de toda la Europa. En Inglaterra el largo con-
flictode los partidos teológicos, dió por resultado el impulsar á
algunos á intentar la formación de un yredo que contuviera los
principios fundamentalesde la religión, y que todos pudieran
aceptar. Ese movimiento se relacionaba íntimamente con el libre
pensamiento ó deísmo, cuyo abogado más distinguido fué Lord
Herbert de Cherbury. Francia se vió que era el suelo que más
congeniaba con el deísmo, y éste desde allí se extendió por las

demás naciones que en ese entonces adoptaron tanto las opiniones,


como las costumbres y modas francesas. El deísmo derivó su
credo del cristianismo. Los hombres estaban todavía lo bastante
bajo la influencia de lo sobernatural, para conservar su creencia
en la existencia de un Dios personal, si bien lo alejaron á una
enorme distancia de ellos. El segundo grado en el desenvolvi-
miento de dicha tendencia, fué el panteísmo, que consiste en una
negación total de lo sobrenatural, identificando al Creador con la
creación, ómás bien con la naturaleza á la que se considera como
la de una ley ó fuerza impersonal.
manifestación Tanto las
naciones católicas como las protestantes, fueron afectadas por las
formas de incredulidad que acabamos de mencionar, y Francia,
país católico, fué el centro principal del escepticismo durante el
último siglo. Aun en el reinado de Luís XIV, Mersenne, amigo
de Descartes, afirmó que había cincuenta mil ateos en París. Es
probable que él haya exagerado el número, pero lo cierto es que
el partido neutral que rehusó aceptar tanto el catolicismo como el

protestantismo, y ó negó ó puso en duda la verdad de la revelación


1
bíblica, había alcanzado considerables proporciones. El deísmo,
en seguida el materialismo, y al fin el ateísmo, fueron el credo de

y de la gente ilustrada. Debido á este hecho, cuando


los filósofos
gran Revolución, no existía en el corazón de los hombres
estalló la
ningún principio religioso capaz de restringir y dirigir las pasiones

1
Sainte Beuve dice del reinado de Luís XIV, que fué minado por la incredu-
lidad. El dictionario de Bayle apareció en 1697, y puede considerarse como un
lindero que marca el desenvolvimiento del escepticismo.
CULTURA Y CIVILIZACIÓN PROTESTANTES. 471

que habían sido excitadas hasta la furia, á causa de ana larga


opresión y de los malos gobiernos. La persecución de los jan-
senistas y la expulsión de los hugonotes, había privado á Francia
de una clase de hombres cuya fuerza moral la habría salvado
quizás, de indecibles calamidades. El escepticismo de la clase
educada de Italia, España y Francia, es cosa notoria hasta en la

actualidad. La historia demuestra que el principio de autoridad


defendido por la Iglesia de Roma, no constituye salvaguardia
alguna contra la incredulidad y la irreligión. El conato de ejercer
un gobierno indebido sobre la razón y la conciencia del individuo,
tiende por el contrario á despertar un espíritu de rebelión que
expone al peligro de que se rechacen juntamente con el yugo
opresivo, las mismas verdades
religiosas. La retención de creen-
cias y costumbres supersticiosas en una era de ilustración, tiende
á producir el mismo efecto. Ni el protestantismo, ni el catolicismo
pueden proporcionar una garantía absoluta contra la entrada y la
extensión de la incredulidad pero cuando los fenómenos de esta
;

especie pueden atribuirse al protestantismo, un examen mostrará


que en dichos casos éste ha sido desleal á sus principios. La
experiencia demuestra que la compulsión no es apropósito para
producir la convicción. Jamás se encontrará un modo más sabio
y cuerdo de tratar la diversidad de creencias, que el propuesto por
Gamaliel " Dejáos de estos hombres, y dejadles porque si este
:
;

consejo ó esta obra es de los hombres, desvanecerá."


El racionalismo alemán ha asumido dos formas la una crítica :

y Un movimiento originado por los arminianos


la otra filosófica.
de Holanda, y que data en Alemania desde el teólogo Semler, ha
conducido á una actividad sin paralelo en la crítica tanto bíblica
como histórica. En conformidad con la índole del protestantismo,
y aun exigidas por sus principios, tienen lugar las investigaciones
críticas que se ocupan del origen, fecha, nombre, autor y verdadera
interpretación de cada uno de los libros de la Biblia, y también de
la historia de la formación del canon, de la naturaleza de la inspira-
ción, y del grado de autoridad poseída por los escritores inspirados.
En vez de aceptar ciegamente las tradiciones eclesiásticas, es preciso
someterlas á un examen concienzudo. En este sentido obró Lutero
en los juicios que pronunció, (sea cual fuere el valor de ellos,) acerca
de que deben recibirse como canónicos, y del significado
los libros

de las porciones de las Escrituras que él comentó pero en todo se;

echaba de ver que él estaba imbuido de la más profunda reveren-


cia por la Palabra de Dios. Las investigaciones hechas por los
472 HISTOEIA DE LA REFORMACIÓN.

alemanes eruditos del siglo pasado, no obstante sus errores é hipó-


tesis falsas, han aumentado grandemente nuestros conocimientos
acerca de la Biblia y de la antigüedad cristiana. Al principio
los racionalistas adoptaron una filosofía de tendencias deísticas,
aceptando como su credo la verdad de tres hechos, á saber, la exis-
tencia de un Dios, el y la inmortalidad de los hom-
libre albedrío
bres, hechos todos establecidos, según Kant, por la " razón prác-
tica." Los sucesores de Kant estaban bajo la influencia tanto de
éste como de Espinoza. La especulación panteística suplantó al
deísmo, y produjo una nueva forma de la crítica bíblica é histórica.
Eichhorn y Paulus fueron sucedidos por Strauss y Baur. Entre
los filósofos alemanes ha habido también materialistas. Dista, sin
embargo, de ser verdad el que la ciencia alemana se haya unido
siempre al escepticismo y la incredulidad. Schleiermacher, además
de poseer en alto grado la penetración crítica y filosófica, se carac-
terizaba por un profundo sentimiento religioso. Muchos que no
podían aceptar sus ideas, recibieron de él un grande estímulo, y
bajo su influencia llegaron muchos sabios á respetar igualmente
tanto las pretensiones de la ciencia, como las de la fe cristiana.

Animados éstos de un espíritu libre y despreocupado digno del


protestantismo, han emprendido la investigación de los documentos
que forman la base de la fe cristiana, reconociendo á la vez como
otros tantos fundamentos indestructibles de la religión, las intui-
ciones y leyes necesarias del espíritu humano y los hechos históri-
cos. Neander ha expuesto el origen del racionalismo y su relación
con la Reforma, de la manera siguiente " El primer desenvolvi-
:

miento vivo del protestantismo, fué seguido en los siglos XVI y


XVII, por una staíu quo. La Iglesia católica reposó yerta en su
formalismo exterior ; el protestantismo, en su absorción exclusiva
en las abstracciones doctrinales. Como la forma reinante de la
doctrina, fué sostenida enérgicamente en oposición á todo libre
desarrollo, y por tanto, también al principio fundamental del prote-
stantismo, se suscitaron reacciones motivadas por dicho principio
y reformadas. En el siglo XVIII,
original en las Iglesias luteranas
la tendencia reaccionaria se llevó á un extremo que no se había
previsto, haciéndose una emancipación del yugo dogmático. Dicho
movimiento reformatorio, negativo al principio, se hizo revolucio-
nario, é introdujo una nueva época en el progreso general de las
naciones. La cultura que había crecido bajo el dominio de la
Iglesia, iba independiéndose de ella. La razón luchando por
librarse de la tiranía de una Iglesia despótica, se rebeló, y estallé
CULTURA Y CIVILIZACIÓN PROTESTANTES. 473

así un nuevo conflicto entre ella y la doctrina cristiana; pero


animada ésta de un principio más poderoso que aquella, pudo
sobrevivir al peligro y triunfar. Tal conflicto la purificó todavía

joás de la mezcla perturbadora de elementos humanos, y puso de


manifiesto la perfecta armonía que existe entre la verdad humana
y la divina. De este modo principió en Alemania con Semler, un
período en que las creencias anteriores fueron disueltas en sus
elementos originales ;
pero ese procedimiento de la crítica, no fué
sino la cernidura de las creencias antiguas que preparaban la nueva
creación que se hizo predominante después de Schleiermacher. Ese
desenvolvimiento hizo menester una nueva lucha con el racio-

nalismo, y nosotros en la actualidad participamos de dicho con-


flicto.

Otra grave objeción contra el protestantismo, se ha hallado en


el gran número de sus sectas. La primera generación de refor-
madores jamás abandonaron la esperanza de restablecer la unidad
eclesiástica, y durante un considerable período, abrigaron los prote-

stantes la idea de conseguir la reformación de las diferentes Iglesias


nacionales sin destruir su organización. Se proponían efectuar su
propósito, aboliendo los abusos y construyendo de nuevo el credo,
el ritual y la forma de gobierno de la Iglesia, todo, en conformidad

con sus propias ideas. Por desgracia, en algunos países, como por
ejemplo en Francia, carecieron de número y poder
los protestantes

suficientes para alcanzar su fin, y su mayor esperanza se limitó á


conseguir libertad de existir, por el establecimiento de una tole-
rancia mutua entre las dos grandes fracciones de la dividida
Iglesia. En los países protestantes, por otra parte, se originaron
divisiones que no fué posible remediar. En Inglaterra, por
ejemplo, una diferencia de opinión acerca de la forma que debía
tener la Reformación, dividió á los protestantes en dos campamentos
opuestos; y en seguida, aparecieron otros partidos más que se
habían convencido de que sería una injusticia, ó al menos un pro-
ceder muy impolítico, elegir á una sectay hacerla la Iglesia estable-
cida, fuera cual fuese el sistema eclesiástico que se adoptase como
nacional y se uniese con el Estado. Las sectas se han multipli
cado en los países protestantes, hasta alcanzar un número impre-
visto por los primeros reformadores. Acerca de este fenómeno
basta advertir en esta conexión, que la desunión producida por la
existencia de dichas divisiones sectarias ó denominacionales, es pre-
ferible á una pesada unidad cuya conservación tendría que depen-
der de una obediencia ciega á superiores eclesiásticos, de la falta de
474 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

todo avance en el pensamiento religioso ó del uso de la compulsión.


Es mejor tolerar las diferencias de opinión que resultan de la
actividad intelectual, cuando la alternativa es uno ó otro de los
males que se acaban de mencionar. Es también un hecho bien
conocido, que en la misma Iglesia católica romana ha habido
luchas de partido y discusiones acaloradas casi tan notables como
las suscitadas entre los protestantes. La vehemente y prolongada
guerra que se han hecho entre sí las diversas escuelas dogmáticas,
las diferentes órdenes religiosas, los escotistas y tomistas, los janse-
nistas y jesuítas, los dominicos y molinistas, etc.,han hecho resonar
los anales del catolicismo con el ruido de muchas controversias.
Que estos debates, á menudo riñas acaloradas, han sido perjudi-
ciales á la un hecho que no se puede negar.
piedad cristiana, es
Pero dicho todo esto, se debe admitir que la causa protestante ha
perdido también una parte de su fuerza, y esto en presencia de los
católicos romanos y las naciones paganas, á causa de indignas
manifestaciones de un espíritu sectario, y de la existencia de sectas
protestantes tan diversas y á veces tan antagonistas. El primer
gran conflicto protestante, de los luteranos y zwinglianos, detuvo
el

en algo el avance de la Reforma. Dicha disputa impresionó á


muchos, especialmente á las almas tímidas y .cautas, con la idea
de que no sería posible alcanzar la certeza acerca de las verdades
religiosas, si se rechazaba la autoridad de la Iglesia de Roma. Al
paso que se introducían otras divisiones, á veces acerca de puntos
doctrinales de menor importancia, los adversarios del protestan-

tismo iban empleando con mayor efecto este argumento contra él.

Pintaron con tan vivos colore^ las " variaciones de los protestantes,"
que muchos llegaron á creer que la separación de la Iglesia antigua,
significaría embarcarse en un mar tempestuoso, sin tener ningún
astro polar que sirviera para guiar la barquilla. Si por medio de
un examen histórico buscamos las causas primarias de la formación
de las sectas protestantes, hallaremos que por regla general, debie-
ron su origen á la intolerancia ó á un espíritu faccioso. Estas dos
causas brotan de la misma raíz, á saber, la disposición de exagerar
la importancia de las opiniones religiosas que forman los distintivos

de un individuo ó de una clase por más que no sean doctrinas fun-


damentales de la fe ci istiana, y de hacer de dichas opiniones la base
de la exclusión de la Iglesia de los que no las profesan ó de sepa-
ración voluntaria de ella. Como los protestantes rechazan los crite-

rios exteriores en que insisten los católicos romanos, como prueba de


que su Iglesia es la verdadera, algunos han sacado con demasiada
CULTURA Y CIVILIZACIÓN PROTESTANTES. 475

ligereza la conclusión de que el más pequeño grupo de cristianos


tiene el derecho de organizarse en una nueva Iglesia. Se ha
obrado en efecto muchas veces en este sentido, por perder de vista
el verdadero designio de la organización visible de la Iglesia, que

no es otro que el de que la Iglesia visible sea la imagen y seme-


janza de la invisible. Unida á la tendencia hacia la división y la
formación de nuevas organizaciones eclesiásticas, hay otra, á saber,
la de mal interpretar la verdadera misión de la Iglesia, extendiendo
la jurisdicción de la organización eclesiástica, hasta incluir la regla-
mentación tanto de las opiniones como de las prácticas de sus miem-

bros, en un grado excesivo que no puede hallar apoyo en ninguna


autorización derivada de los principios del cristianismo primitivo.
El protestantismo ha sido culpable á veces de una tiranía eclesiástica
tan injustificable, como la de que se acusa á la Iglesia de Roma.
En algunos casos los derechos del individuo se tienen en poco,
cuando contrarían las pretensiones ó los caprichos de la comunidad
religiosa de la cual él es miembro. Por fortuna, se puede notar en
las Iglesias protestantes, el desarrollo eficaz y creciente de una
tendencia que se opone cisma y las divisiones eclesiásticas, y
al

busca el restablecimiento de la unidad cristiana. Esta tendencia


fué originada por la convicción de muchos de que hay verdades
esenciales que todos los cristianos pueden aceptar, y de que, si todos
obran con caridad, el antagonismo de las sectas disminuirá, aunque
puede ser que no sea posible conseguir que se borren por completo
todas sus diferencias. Esta tendencia pacífica augura tal vez el
advenimiento de un nuevo estado en el desarrollo del protestan-
tismo, en que serán compatibles la libertad, la unión y el orden. 1

1 Durante el primer período de la Reformación los protestantes tenían dificul-


tades por sus circunstancias, para establecer misiones entre los paganos. El
dominio del mar pertenecía á Durante una gran parte
las potencias católicas.
del siglo XVII los protestantes estaban demasiado ocupados en la defensa de
su fe en Europa para pensar en empresas extranjeras; pero uno de los designios
que se propusieron los colonos de Nueva Inglaterra, fué la conversión de los
Indios. El nombre de Juan Eliot ocupa un alto puesto en la lista de misioneros
protestantes. Los holandeses hicieron una buena obra misonera en sus colonias
orientales, algunas veces, es verdad, animados por un espíritu demasiado secta-
riano, y por el deseo de aumentar el número de adherentes de nombre, más
bien que de creyentes. Cromwell formó un proyecto para el establecimiento de
una sociedad que extendiera el cristianismo protestante por todo el globo. Du-
rante el siglo pasado y el presente, las misiones protestantes han sido prosegui-
das con celo y marcado buen éxito. La contra-reforma católica fué acompa-
ñada por grandes esfuerzos para la propagación de la fe católica entre los
paganos. Laa órdenes religiosas hicieron un papel importante en este sentido.
!

476 HISTORIA DE LA REFORMACIÓN.

Ei rasgo distintivo del protestantismo, es que no pretende ser


infalible en su interpretación de la revelación divina y de la ética
cristiana, ni mucho menos, que los cristianos se hallan sin pecado
en su conducta. Por esta razón deja abierto el camino para el pro-
greso intelectual y moral y el protestante que se adhiere fielmente
;

á los principios esenciales de la Reformación, puede criticar las


acciones de los protestantes de otros tiempos, modificar sus propios
opiniones para evitar los errores de sus antepasados, y seguir
adeknte lleno de esperanzas en un porvenir en que las verdades
I religiosas se revelarán con mayor claridad que hasta aqu^ y la
vida de los hombres se conformará más exactamente con dichas
I verdades.
El protestantismo, no obstante sus muchos errores y acciones
contradictorias, ha podido descubrir la verdadera relación que
debe haber entre el cristianismo y la cultura. Desde un principio
ha probado el cristianismo que es la religión de la humanidad.
No sólo ha abolido antipatías nacionales y derribado las murallas
divisorias que separaban á los judíos de los gentiles, quitando así
una distinción necesaria sólo en el tiempo en que estaba germinando
la verdadera religión, sino ha borrado la línea divisoria entre ésta

y las diversas actividades é intereses de la vida humana. Los prin-


cipios han sustituido á reglas el espíritu que da vida, á la letra
;

que manda. Al cristiano no se le exige que se aisle del mundo,


sino que evite lo malo que hay en él. La religión en vez de ser
una creencia que no se relaciona con las demás cosas, es una
levadura que se hace sentir en toda la vida. San Pablo en sua
escritos y discursos se sirvió de varios dichos de poetas y filósofos

En Sud América y México, la India, la Chiua y el Japón, hicieron esfuerzos


incansables. La historia de las misiones jesuítas entre los indios de Norte
América, proporciona ejemplos de una abnegación casi sin paralelo. En el
Oriente, trabajó Xavier con un celo irresistible. Su carrera fué admirable,
(1542-52.) Bautizó á multitudes de paganos. Nobili en la India, Eicci en la
China, y otros misioneros, imitaron su ejemplo. La " Congregación de la
Propaganda de la Fe" fué establecida en 1622. Pero las órdenes religiosas
empezaron á tener sus disensiones y dificultades mutuas. La acomodación
excesiva de los jesuítas ;í las costumbres paganas, fué resistida rígidamente por
los franciscanos y dominicos, y al fin, condenada en Eoma misma. En el Japón
la conducta de los jesuítas los hizo molestos al gobierno del país y fueron
expulsados. Los resultados permanentes de las misiones católicas romanas
desde la Reformación, en comparación con el número nominal de sus conversos,
no son tales que inspiren confianza en los métodos usados en su prosecución.
Xavier habla del método que usó, debido al cual hizo; diez mil cristianos en
nn sólo mes
CULTURA Y CIVILIZACIÓN PROTESTANTES. 477

paganos, dándoles mayor significado. El cristianismo debe asimi


larse todo lo que no es contrario á su propia esencia. No es_su_

misión de struir^ _Iosj^enuinos_ produ ctos del espíritu humane^ que


dan expresión á la naturaleza del hombre en el arte, la literatura

y la vida social, sino purificar dichas producciones y descubrir la

conexión que existe entre ellas y el fin supremo que espera al


hombre. La realización del reino de Dios en la tierra, vendrá á
comprender todojresto ; será la perfección de la naturaleza humana
en su plenitud. El cristianismo no vino al mundo con el fin de
destruir, sino con el de cumplir con el de hacer posible la realiza-
;

ción de todas las dignas aspiraciones y tendencias del hombre. La


ley de abnegación que enseña el cristianismo, lejos de ser una regla
ascética exige solamente que el individuo se gobierne á sí mismo
de una manera la más racional.
El ascetismo debió su existencia á la corrupción de la sociedad
antigua que entró también en la Iglesia, y á la creencia judía de
que siendo la religión una cosa aparte, las personas religiosas deben
separarse de las demás. El ascetismo se constituyó en una nueva
muralla entre las cosas sagradas y las profanas, entre el sacerdote
y los feligreses, entre la religión y la vida humana. Para evitar
la posibilidad de contaminarse con el mal, el asceta abjuró hasta los
deleites inocentes. Adoptó el expediente de evitar el mal, impi-
diendo el perfecto desarrollo de su naturaleza. Había en su con-

y empleos en que
cepto, cierto oprobio inherente á varias relaciones
la mayoría de la humanidad tendría que entrar. Esta distinción
fué un error fundamental de la edad media.
El protestantismo desechó ese error. Es una religión del espíritu
y de la libertad. Lutero aconsejó á los monjes y monjas que se
casasen, buscasen empleos útiles, gozasen de los placeres lícitos é
hiciesen el bien de una manera práctica! La religión no debe
divorciarse de la ciencia, el arte, la industria, el recreo, ni de nada
que promueva el bienestar del hombre en este mundo ; sino á seme-
janza de la levadura, debe penetrar por toda la vida exaltándola
á una consagración más sublime. Este es el verdadero credo del
protestantismo. No
aboga como el hebreo, por un aislamiento
religioso ni como el pagano, por una indulgencia relajada.
; Opta
por el feliz término medio entre los falsos extremos del libertinaje
y el ascetismo. Todavía, en la actualidad, hay autores populares
algunos de los cuales abogan por el gobierno absoluto de todos los
impulsos, y otros por la satisfacción de todos los deseos de nuestra
naturaleza, á imitación de los antiguos griegos, sin recordar los
478 HISTOKIA DE LA REFORMACIÓN.

últimos que semejante licencia causó la ruina de la antigua civili-

zación de ese país. El error encerrado en el ascetismo les repugna


tanto, que casi odian la edad media. Los que escriben en el sentido
que lo hacen ellos, se olvidan extrañamente de la necesidad de
practicar la abnegación en un mundo como el nuestro donde el
mal tiene un dominio tan extendido, y no se acuerdan del terrible
naufragio que sufrió la cultura antigua á pesar de todas sus bellas
producciones. El protestantismo tiene la clave que resuelve el
difícil problema que se ocupa del modo de armonizar la religión

yl^_cuUirraLj' las legítimas^xlj.encias^e^sta^vida^onjasje la


venidera.
INDICE.

A. Armiuio, 412, 457, 458.


Arnaldo de Brescia, 344.
Academias italianas, 35$
Arnauldo, 395, 460.
"Aceeptants" 396.
Arneys, Antonio, 218.
Adiaforística, Controversia, 170.
Arnold, Tomás, 435.
Adrián IV é Irlanda, 341.
Adrián VI, 54, 132, 156. Arran, conde de, 317.
Arrianismo, 61.
Agustín, 113, 214, 304, 305.
Artes, 467, 468.
Aix-la-Chapelle, la paz de, 398.
Artículos de la Iglesia anglicaoa, 298,
Albigenses, 86, 87.
300.
Alciati, 417.
Artículos, Los Diez, 293, 294.
Alejandro III, 66, 129.
Ascetismo, 477.
Alejandro V, 77.
Astrología, 46, 47.
Alejandro VI, 79, 81, 93.
Alejandro de Hales, 115. Autos de fe en España, 361.
Alemania, Beformación en, 132, 133, Augsburgo, Dieta de, 135, 136.
372.
Augsburgo, Confesión de, 135.
Alencon, duque de, 232. Augsburgo, Paz de, 172, 372, 380.

Alencon, duque de Anjou, 258. Austria, 372.

Alfonso, rey de Portugal, 80. Autoridad civil, 75.


Alien, Guillermo, 366, 438. Aviñon, papas en, 73, 74.

Alta Comisión, Tribunal de, 300.


Altieri, 349.
B.
Alva, duque de, 251, 276-279. Bacon, Lord, 46, 302, 314, 315, 465.
Amboise, Conspiración de, 243, 244, Bajas, 395,
250. Balmes, 47.
Amigos de Dios, 94. Baltimore, Lord, 441.
Anabaptistas, 265, 284, 415, 416. Barneveldt, Olden, 413.
Ana Bolena, 233, 291. Baronio, 63, 453.
Anderson, Lorenzo, 174. Basilea, Concilio de, 77, 182; Befonov
Anglo-sajones, 61. ción en, 153.
Anquetil, 240. Bauer, 217.
Anselmo, 94, 402. Baxter, 3S4, 388.
Antitrinitarios, 416. Bayona, Conferencia de, 25L
Antonio de Navarra, 244, 245. Beatón, Cardenal, 317.
Aquino, Tomás da, 67, 111-116. Beda, 230.
Aristóteles, 464, 46$. Begardos, 88.
Arminianos, 287, 413, 414. Beguinas, 88.
4TI
480 INDICE.

Be'ilarmíu, 54, 406, 438. Calvinismo, 226-228, 234, 237, 265, SOS-
Bembo, 99. SOS, 372, 414.
Berengarius, 157. Calvinistas, 284-286, 380.
Bernardo, San, 94. Calvino, Juan, 157, 190-201, 204-226,
Bernardo de Weimar, 379. 232, 240, 243, 244, 304, 305, 372,
Berna, 153. 414.
Berqnin, Luís de, 233. Cambray, Paz de, 135.
Berthelier, 202, 219. Campeggio, 132.
Beveridge, 390. Cappel, guerra de, 162.
B a, Teodoro, 225, 245-248. Caracci, Escuela de, 364, 453.
Biblia, 52, 130, 293, 403, 459, 460. Caraffa, 350-352, 357 359.
T
Biel, Gabriel, 407. Carlomagno, 62, 63.
Blandrata, 417. Carlos I, 383.
Blois, sesión de loa Estados Generales, Carlos II, 386-388.
257, 258. Carlos IV, 123.
Boccaccio, 345. Carlos V, 82, 124, 126, 127, 129, 133-135.
Bohemia, 179, 180, 183, 184, 373, 374. 164, 165, 169, 170, 172, 173, 264, 266,
Boloña, 349. 363, 371.
Bolsee, 207, 216. Carlos VIII, 53.
Bonifacio, apóstol de Alemania, 62. Carlos IX, de Suecia, 179 ; de Francia,
Bora, Catarina de, 138. 245/251, 254, 255, 257.
Borbones, 242. Carlstadt, 119, 130.
Borromeo, Carlos, 365. Carlyle, 444.
Bossuet, 47, 54, 201, 422, 456, 467. Carneseccbi, 349, 364.
Bothwell, 332, 335. Carranza, Bartolomé de, 362.
Boucher, Jean, 415. " Cartas de la Cajita," 335.
Bradford, 304. Cartwright, 311.
Breda, Declaración de, 387. Cassander, 420.
Brederode, 273. Castellio, 216.
Bres, Guido de, 284. Catalina de Aragón, 290.
Briconnet, 230, 231. Catalina de Médicis, 240, 241, 245, 251,
Briel, captura de, 278. 252-255, 257.
Brucioli, 349. Catarina de Bora, 138.
Bruno, Giordano, 453. Cataristas, 86.
Bryce, 63. Cateau-Cambresis, Paz de, 239.
Bucer, Martin, 159, 295, 310, 349. Catolicismo, Reacción del, 363, 371, 398
Buchanan, Jorge, 318. Catolicismo romano, 369; español, 23fi

Budeo, 103, 229. Católicos evangélicos, 362.


Buenaventura, 94. Cayetano, 118.
Bugenhageu, 176. Cazalla, 361.
Bullinger, 221, 301. Cecil, 382.
Burleigh, 46. Celibato, 67.
i>urnet, 390. Cervantes, 451.
Burns, 459. Cesarini, 182.
Chalmers, 436.
C. Chatelar, 321.
Calcedonia, Concilio de, 59. Chauccr, 71.
Calderón, 451 Chesterfield, 46.
Calixto, 420. Cipriano, 58. 213.
Calixto II, 66. Cirilo de Bohemia) lSft.

Calmar. Unión de, 174. Cisma papal, 76.


INDICE. 481

Clarendon, Constituciones de, 74. D.


Claustros, confiscación de los bienes, 291. D'Ailly, 76.
Clemente VII, 132, 134, 290. D'Albret, Juana, 232, 252.
Clemente IX, 396. Damasco, Juan de, 156.
Coleridge, 83, 435. Dandelot, 242.
Colet, 102, 288. Dante, 59, 70, 71, 75, 95, 344, 345.
Coligny, 242, 245, 250-255. Dar n ley, 330-334.
Colonna, Sciari, 73. D'Aubigné, 250.
Colonna, Vittoria, 350. D'Aumale, 259.
Colonia, Elector de, 373. Dávila, 242.
Compactata, 183. Decretales del seudo-Isidoro, 62.
Compañía, la Venerable, de Ginebra, Deísmo, 470.
211. Derecho de gentes. 467.
Comprensión, 387, 390. Descartes, 465-467.
Compromiso, 273. Descubrimientos é invenciones, 52.
Concilio de Pisa, de Constanza, de De Tocqueville, 45, 448, 468.
Basilea, 77. Devay, Mateo, 189.
Concilio de Trento, 355, 356. Diana de Poictiers, 240.
Concilios reformadores, 76. Diaz, Juan, 360.
Concordia, Forma de, 420. Dietrich, Veit, 137.
Condé, Enrique, 251, 258. Dilettantismo, 453
Condé, Luís de, 242-246, 251, 252. Dinamarca, 175, 374
Conferencia en Eatisbona, 164. Disciplina, Libro de, 320, 337.
Congregacionalismo, 434, 440. Dóllinger, 169.
" Congregatio de propaganda fidei," Domiugo, Observancia del, 42L
477. Dominicos, 68, 370.
Conrado de Waldhausen, 91. Donatistas, 213.
Consistorio de Ginebra, 210. Donauworth, 373.
Consistorio luterano, 428. Dorner, 169.
Constantino, 60, 346. Dort, Sínodo de, 381, 413.
Constanza, Concilio de, 77. Douay, 366.
Constitución de Alemania, 123, 124. Drake, 340.
Contarini en Eatisbona, 165. Dreux, 250.
Convocación anglicana, 437. Du Perron, 260.
Cop, Nicolás, 193. Duprat, 231.
Copa, en la eucaristía, 180. Du Tillet, 204.
Corderius, 190. Dyer, sobre Servet, 218.
Covenanters (Pactadores) de Escocia,
391. E.
Cox, obispo de Ely, 308, 312. Eck, 117, 119.
Cranmer, 199, 290, 291, 294, 296-298, Eckart, 94.
300, 301, 307. Economía política, 467.
Credos, 105. Edad Medía, 51, 84, 85.
Crell, 418. Edimburgo, Tratado de, 320.
Cristianismo, 55, 477. Eduardo III de Inglaterra, 74, 9L
Cristiano II de Dinamarca, 174. Eduardo VI, 295.
Cristiano III, 176. Egmont, 267, 272, 275, 277.
Cristiano IV, 378. Ejércitos, 375.
Cromwell, Oliver, 385, 388. Emperadores romanos, 60.
Cromwell, Tomás, 293, 294. Enrique el Diácono, 86.
Culto protestante, 434. Enrique II de Francia, 238, 239.
31
482 INDICE.

Enrique III de Alemania, 236. Florencia, 349.


Enrique IV de Alemania, 65. Fontainebleau, 244.
jEurique III de Francia, 255-259. Francia, 73, 78, 229-235, 238, 380, 397,
Enrique IV de Francia, 252, 258, 259, 433, 455, 470, 471.
261, 262, 371, 391. Franciscanos, 68, 105.
Enrique VII de Inglaterra, 78. Francisco I, 81, 82, 126, 133, 165, 229,
Enrique VIII de Inglaterra, 139, 140, 230, 233, 234, 236-238, 351.
291, 292, 294, 295. Francisco II, 240, 241, 245.
ínzinas, Jayme, 360. Francisco de Sickingen, 146.
Episcopado, 55, 301-303. Francos, 61, 62.
Episcopius, 413. Frobenius, 106.
Erasmo, 102-107, 141-144, 203, 451. Fronde, 294, 463.
Erastianismo, 384, 434.
Erico XIV, 179. G.
Erudición, 95. Galicanismo, 76, 77, 89, 394.
Escocia, 316, 321, 383, 391, 464. Galileo, 454.
Escolasticismo, 96, 97. Gante, Pacificación de, 280.
Esopo, 136. Gardiner, 297.
España, 78, 266, 283, 340, 360-362. Gemili,417.
Espinóla, 422. Gibbon, 142.
Espira, Dieta de, 133, 134. Ginebra, 202-206, 208, 209, 213, 222, 223,
Espirituales, 6 Fratricelli, 88. 238, 240.
Espíritu laico, 107. Gladstone, 436.
Estado, 427, 430. Gobierno eclesiástico luterano, 427, 428,
Estados generales de Francia, 244. 431.
Eucaristía, 156, 157, 159, 160, 167, 306- Gomaro, 413.
308. Granvelle, 268.
Europa, 78. Gregorovius, 68.
Expiación, doctrina de la, 402, 414. Gregorio I. 61, 460.
Gregorio VII, 65.
F. Gregorio IX, 65.
*aber, 353. Gregorio X, 66.
Fagio, 295. Gregorio XVI, 450.
Farel, 203, 204, 230. Grimni, 109.
Federico Barbaroja, 66. Grindal, 310.
Federico I de Dinamarca, 176. Grotius, 414, 421, 422.
Federico II, 67, 345. Gualter, 301.
Federico V, elector del Palatinado, 373, Guerra de Cappel, 201.
374. Guerra de los Treinta Años, 372-380.
Federico, elector de Sajonia, 101, 124, Guillermo de Nogaret, 73.
125, 130. Guillermo de Orange, 267, 269, 270, 276,
Felipe el Hermoso, 72, 73. 277-283, 285, 286.
Felipe de Hesse, 160, 164, 169, 172, 429. Guillermo III, 398.
Felipe II de España, 253, 259, 266-274, Guisa, Carlos, el cardenal, 241.
276, 277, 279, 280, 283, 284, 290. Guisa, Claudio de, 241.
Fernando I de Hungría, 183, 372. Guisa, Enrique de, 254, 257.
Fernando II, emperador, 373. Guisa, Familia de, 241.
Ferrara, Protestantismo en, 348. Guisa, el duque Francisco, 241, 244, 246,
Feudalismo, 64. 248, 250.
Ficino, Marsilio, 469. Guizot, 48, 220.
Flaminio, 99, 348. Gustavo Adolfo, 376-378.
INDICE. 483

H. Indulgencia, Declaración de, 389.

Hallam, 70, 140. Indulgencias, 114, 115, 118, 150.


Inglaterra, 74, 78, 102, 288-315, 380-
Hamilton, Sir Guillermo, 146.
Hamilton, Patricio, 317. 391, 470.
Inglaterra, Iglesia de, 198, 296, 300,
Hampton, Conferencia de, 382.
Hefele, 87, 357. 301, 303, 307, 403.
Inglaterra, Reformación en, 288-290,
Hegel, 110, 130.
297.
Heilbronu, Tratado de, 378.
Herbert, Lord, 470. Inocencio III, 66-68, 87, 214.

Hermanos en Unidad, Inocencio VIII, 79.


183, 184.
Herzog, Inocencio X, 394.
88.
Inquisición, 87, 273, 357, 362.
Hesse, Constitución eclesiástica, 429.
Inquisidores, 214.
Hildebrando, 64.
Himnos de Lutero. 137, 200; deCalvino, Interim de Leipsig, 170, 207.
Intolerancia, historia de, 213-216, 285,
201.
286, 448-450.
Hincmaro, 63.
Ireneo, 57.
Historia moderna, 45.
Irlanda, 341, 342.
Holanda, 463.
Honiberg, Sínodo de, 428. Islamismo, 61.
Italia, 95, 99, 100, 230, 344, 346, 364, 416.
Homilías clenientinas, 58.
Hoogstraten, 101.
Hooker, 303, 306, 312, 313, 434. J.
Hooper, 297, 309, 310. Jacobo V de Escocia, 317.
Horn, 277. Jacobo I de Inglaterra, 332, 337, 380-
Hugonotes, 233-262, 392, 396. 383.
Humanismo, 230, 346, 347. Jacobo II, 389, 390.

Humanistas, 101. Jagellón, 188.


Hume, 47. Jansenismo, 394.
Hungría, 183, 189. Jansenistas, 396, 460.
Huntley, 321. Jansenius, 395.
Husitas, 92. Jefliies, 453.
Huss, 91, 92, 120, 179. Jerarquía, 75, 425.
Hutchinson, Mrs., 381. Jerónimo de Praga, 92.
Hutten, 101. Jesuítas, 353, 354, 365, 366, 370, 37%
395, 435, 449, 459.
I. Jesuitismo, 354.
Iconoclasmo, 249, 274, 315, 319. Jewel, 308.
Iglesia, 55-58, 61, 85. Johnson, Dr. Samuel, 438.
Iglesia anglicana, 380, 381, 387, 434- Jonás, Justus, 438.
437. Jorge,duque de Sajonia, 120.
Iglesia católica romana, 442, 450, 459. Juan de Damasco, 156.
Iglesia escocesa protestante, 337, 338. Juan, Don, de Austria, 280.
Iglesia y Estado, 424, 425, 430, 438, 439, Juan Federico, elector, 169, 172.
441. Juan, rey de Inglaterra, 67.
Iglesia, gobierno de, 425, 426, 431, 432. Juan de París, 75.
Iglesia griega, 61. Juan III de Suecia, 189.
"Imitación de Cristo," 95 Juan XXII, 74, 75.
Imperio germánico, 64. Juan XXIII, 77.
Imperio romano, 62. Juan de Saboya, 202.
Independientes, 312, 313, 383-385, 440. Juan de Sajonia, 136.
Indice prohibitorio, 359, 456, 457. I Juan de Zápoyla, 188.
484 INDICE.

Julio II, 79, 105. Lores de la Congregación, 319, 320.


Julio III, 171. Lotairo I, 63.
Jus reformandi, 172, 380. Loyola, 353, 354.
Justificación, doctrina de la, 56, 348, Lubeck, 177.
361, 401, 403, 404. Luís de Baviera, 74.
Luís de Berquin, 233.
K. Luís, conde de Nassau, 273, 279.
Kempís, Tomás de, 95. Luís II de Hungría, 188.
Kepler, 46. Luís IX, 65.
Knox, Juan, 318-329. Luís XIV, 388, 394-400.
\

Luisa de Saboya, 231.


Id. Luteranismo y Francia, 237.
La Chaise, 396. Luteranos y Calvinismo, 372.
Lainez, 439. Lutero, 82, 91, 92, 98, 110-131, 135-147,
Lambert, 428, 429. 154-161, 163-169, 186, 199, 207, 209,
Langland, Guillermo, 70. 265, 288, 347, 360, 403, 421, 427, 429^
La Eenaudie, 243. 430, 464, 471.
Lasco, Juan de, 187. Lutzen, batalla de, 377.
Latimer, 297.
Laúd, 303, 383, 457.
Laurent, 49, 50. M.
Lawrence, 303. Macaulay, 437, 443.
Lecky, 215. Mackintosh, 294.
Lefcvre, 230-232. Madrid, 133.
Legados de Inocencio III, 68, 129. Magdeburgo, 170.
Legistas, 72. Mahometanismo, 61.
Leibnitz, 422-424. Mair, Juan, 318.
Leipsig, 119, 120. Maniqueos, 86, 214.
Lenguas nacionales, 69. Maquiavelo, 100.
León I, 59, 60. Marburgo, Conferencia de, 160.
León X, 47, 79, 80, 118-121, 129, 214. Marca, Guillermo de la, 278.
Le Tellier, 396, 397. Margarita de Parma, 268, 276.
Letrán, Concilio de, 99. Margarita de Saboya, 265.
Leyden, 279, 385. Margarita, reina de Navarra, 193, 231-
L'Hospital, 246. 233.
Libertad religiosa, 106. María, regente de Escocia, 317, 320.
Libertinos, Ginebra, 212, 219, 222. María, reina de Escocia, 319-340.
Libros, censura de, 456, 458. María, reina de Hungría, 265.
Liga católica, 164, 258, 259, 373. María, reina de Inglaterra, 296, 298.
Ligbtfoot, J., 384. María de Médicis, 391.
Lingard, 298. Marot, Clemente, 238, 240 348.
Literatura, 70, 451, 452, 462. Marsilius de Padua, 75.
Littré, 246. Martel, Carlos, 61.
Livonia, 186. Martín, Henri, 153, 256.
Llórente, 357. Martín V, 77.
Lolardos, 288. Mártir. Pedro, 295, 304, 350, 358.
Lombardos, 62. Maryland, libertad religiosa en, 441.
Longjumeau, Paz de, 251. Massachusetts, intolerancia en, 386.
Lope de la Vega, 451. Matanza de San Bartolomé, 255-257
Lorena, Cardenal de, 247. 259.
Lorenzo II, 240. Metesius, 111.
INDICE. 485

Mauricio, principe de Orange, 166, 171, Nemours, duquesa de, 254.


172, 283. Nicolás I, 63.

Maurus, Rabanas, 157. Nicolás V, 80.


Maximiliano I, 82. Nicole, 395.
Maximiliano II, 372. Nimeguen, Tratado de, 398.
Maximiliano de Baviera, 373. Nombres griegos y latinos, 119.
Mayenne, duque de, 259. Nominalismo, 97.
Mazarino, 394. Nordlingen, 378.
Meaux, 231. Norfolk, 339.
Médicis, Julián y Lorenzo, 78. Noruega, 178.
Melanctlion, 46, 110, 118, 135, 137, 160, Nostradamo, 46.
160-170, 199, 207, 221, 237, 250, 403, Nueva Inglaterra, 385.
421. Nuremberg, Dietas de, 88, 132.
Melville, Andrés, 338.
Melville, Jacobo, 338. O.
Melville, Sir James, 322, 335. Occam, Guillermo de, 75, 98, 159.

Mendicantes, órdenes de, 71. Ochino, 295, 350, 358, 417.


Menno, 284.
Oecolampadio, 153, 217.
Mennonitas, 284. Oldenburgo, conde de, 177.
Mersenne, 470. Olivetano, Pedro, 191.
Metodio, 180. "Opposants," 396.
Micholet, 255, 393. Oración, Libi o anglicano de, 296
Mignet, 236. Oratorio del Divino Amor, 348.
Milman, 70.
Ordenes mendicantes, 68, 352.

Miltitz, 91, 118. Osiander, 292.


Milton, 457, 458. Otón I, 63.
Minoritas, 75. Otón III, 63.
Misiones, protestantes católicas, 475. Otón IV, 67.
y
Misticismo, 94, 95, 231. Oxenstiern, 378.
Mohler, 49. P.
Molano, 422. Pablo el Apóstol, 55.
Molina, 395. Pablo III, 46, 82, 170, 350, 355, 356.
Monaquismo, 104. Pablo IV, 299, 363.
Monarquía, 53, 75, 78. Pactadores de Escocia, 391.
Montaigne, 49, 236. Países Bajos, 263-287.
Montmorency, 242, 246. Palestrina, 364.
Morata, 349. Pallavicini, 80.
More, Sir Tomás, 102, 295. Panteísmo, 471.
Mornay, 261. Papado, 54-83, 399.
Morone, 349, 359. Papas, 63, 67, 79, 438.
Morton, conde de, 333. Parkman, 476.
Mühlberg, 169. Parlamento, 229, 231, 337.
Murray, 322, 328, 330, 333, 336, 338, 339. Parma, Alejandro de, 259, 280, 283.
París, 250.
N. París, Universidad de, 250.
Nacionalismo, 68, 72. Pascal, 395, 455.
Nantes, Edicto de, 262, 397. Passau, Tratado de, 172.
Nápoles, 349, 350. Patrick, 390.
Navarra, Antonio de, 242, 248, 250. Pauliciauos, 86.
Navarra, rey de, 232. Pavia, batalla de, 13a
Neander, 110, 153, 472. Pedro, 58.
486 INDICE.

Pedro de Bruys, 86. Eatisbona, 132, 164.


Pepino, 62. Eatramno, 157.
Pepys, 388. Eeacción católica romana, 363, 371, 399
Perrin, Amy, 205, 221. Eeformación, 46-54, 85, 86, 108, 132,
Petersen, Olaf y Lorenzo, 179. 145, 174, 177, 446, 451, 461-464,
Petición milenaria, 381. 468.
Petit, J., 438. Eeformadores galicanos, y radicales, 89.
Petrarca, 70, 95, 345. Eeformas, 77.
Pfefferkorn, 101. Eegencia, 131.
" Pierce the Ploughman's Creed," 70. Eeligión, 84, 96.
Piers Ploughman, Visión de, 70. Eenacimiento, 235, 469.
Pío IV, 363. Eepública, 279, 283.
Pío V, 276, 364. Eequesens, 279.
Pío IX, 450. Eeservación eclesiástica, 172, 173, 367
Piotrkow, Dieta de, 186. 373.
Pisa, Concilio de, 77. Eestauración de Carlos II, 387.
Plymouth, 385, 386. Bestitución, Edicto de, 376.
Poggio, 213, 346. Eeuchlin, 101, 231.
Poissy, 247. Eevivamiento literario, 96-102.
Pole, el cardenal, 299, 359. Eevolución francesa, 45, 46.
" Politiques," 257. Eeynardo el Zorro, 70.
Polonia, 184, 185, 187. Eeyuolds, 382.
Pomponatus, 469. Eicci, 476.
Pramiunire, 75, 291. Eichelieu, 377-379, 392-394.
Praga, Universidad de, 1£1. Eidley, 298, 304.
Predestinación, doctrina de, 196-198, Eizzio, 331.
303, 306, 412. Eobinson, Juan, 313, 314.
Presbiterianisnio, 384, 390, 391, 432, Bóchela, 65.
433. Eokycana, 182.
Presbiterianos, 389, 434. Boma, ciudad, 58, 134.
Prescott, 282. Boma, imperio, 61.
Prierias, 117. Boma, sede, 58-60.
Professio Fidei (Trento), 356. Bomorantín, Edicto de, 244
" Protesta," 134. Boscoe, 80.
Protestantes, 133, 134, 361, 367, 405. Bouen, 250.
Protestantes, naciones, 443. Eoussel, 231.
Protestantismo, 51, 52, 54, 85, 164, 173, Eudolfo II, 372.
343, 347, 348, 366, 369, 371, 383, 424, Eudolfo de Hapsburgo, 66.

446, 447, 451, 453, 467. Byswick, Paz de, 398.


Provence, 70.
Provisores, 74.
S.
Prusia, 398.
Puritanos, 309, 311, 314, 315, 380, 381, Saboya, duques de, 202.
388. Saboya, Conferencia de, 387,
Sacerdocio, 56.
R.
Eabelais, 237. Sacramentos, 121.
Eacionalismo, 471, 472. Sadolet, 208.
Badberto, 156. Sainte Beuve, 470.
Baleigh, 382, 462. San Andrés, 247.
Banke, 46, 80, 243, 244, 245, 256, 336, San Bartolomé, 256.
354. Sanción Pragmática, 81, 82.
INDICE. 487

Savonarola, 93. Tillotson, 390.


Scbleiermacber, 472, 475. Tilly, victorias de, 375.
Sectas, 86-89. Tolerancia, Edicto de, 390.
Selden, 384. Tolosa, 86.
Seinler, 471, 47S. Torgau, Liga de, 133.
Sendoniir, Sínodo de, 187 Torquemada, 357.
Servet, 216-22L Tournon, 237.
Sevilla, 361. Transustanciación, 121, 156, 1S7.
Sigismundo I, Í85. Trento, 169.
Sigismundo II, 186. Trinidad, doctrina de, 401.
Silvestre, 71. Triunvirato, 246.
Sistema episcopal, 430. Tunstall, 293.
Sistema territorial, 430. Turcos, 127, 164.
Sixto IV, 78, 115. Tycbo Brabe, 46.
Sixto V, 359. Tyndale, 288.
Sraalnalda, guerra de, 163. U.
Smalcalda, Liga de, 169. Uniformidad, Acto de, 300.
Socinianismo, 417-419. Unigenitus, bula, 396, 399.
Socino, Fausto, 186, 417. Unión de Calvinistas y Luteranos, 420,
Socino, Lelio, 221, 417. Unión de Católicos y Protestantes, 420,
Somerset, 295- 297. 421.
Sorbona, 229-231, 237. Unión evangélica en Alemania, 373.
Spottiswoode, 334. Unión de Utrecbt, 280.
St. Aldegonde, 273, 286. Unitarios, 186, 189.
St. Cyran, 395. Universidades, 101, 366.
St. Germain, edicto de, 248, 252. Urbano VI, 76.
St. Víctor, 94. Urbano VIII, 454.
Staupitz, 113. Utraquistas, 180-184.
Strauss, 472. Utrecbt, Paz de, 399.
Stúnica, 106. Uytenbogaert, 413.
Suecia, 178, 366, 375, 380, 399.
Suiza, 148, 149, 153, 162, 380.
V.
Supremacía, Acto de, 291. Valdez, Juan, 349.
Supremacía del rey, 301, 312. Valentiniano III, 60.
Sutri, Sínodo de, 64. Valla, Lorenzo de, 346.
Vasa, Gustavo, 178.
T. Vassy, 248, 249.
Taboritas, 181. Venecia, 349, 350.
Tácito, 190. Vergerio, 358.
Taine, 461. Vervius, 261.
Tasso, 364, 453. Vestiduras eclesiásticas, 308-310.
Tauler, 94, 113. Vínet, 226.
Teatiuos, 352. Villari, 93.

Teología alemana, 94 Visitación, la Sajona, 428.


Teología luterana, 481. Voltaire, 103, 399, 456.
Teología protestante, 401-403, 405, 408-
411. W.
Teología romana, 404-409. Waddington, 147.
Tesis de Lutero, 114-118. Waldenses, 87, 358.
Teutones, 51 Waldo, Pedro, 87.
Ticknor, 452. Wallenstein. 375-378.
488 INDICE.

Warbarton, 435. Wyat, 296.


Wartburgo, 130. Wytenbach, 149.
Wesley, Juan, 414.
Westeras, Dieta de, 179. X.
Westfalia, Paz de, 379. Xavier, 476.
Westminster, Asamblea de, 384, 385. Ximenez, 360.
Wessel, 92.
Wickliffe, 89, 90, 97.
Y.
Wickliflitas, 91. Yuste, convento de, 267.
Wittenberg, Universidad de, 101, 102,
112. Z.
Wolsey, 288, 291. Zacarías, Papa, 62.
Worcester House, Declaración de, 387. Zápoyla, Juan de, 188.
Worms, Concordato de, 66. Ziska, 181.
Worms, Dieta de, 127, 129. Zurich, 151, 152, 153.
Wurtembnrgo. duque de, 164. Zwingli. 148-157, 160-163, 217, 430.

I
Princeton Theoloqical Semina^ Librarles

1 1012 01245 5616

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