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LA ENCOMIENDA DE CAJAMARCA EN PERU

OTORGADA A MOSCOSO DE SANDOVAL

Lo acontecido en Cajamarca

4.1. El otorgamiento y la posesión


Cajamarca es encomendada "sólo en marzo de 1535 (...) [, cuando] recibió Melchor [Verdugo] formalmente el
título de su encomienda" (Lockhart 1987, 2:49). Esta cédula se conserva hasta hoy y, gracias a Remy (2011,
20-21) podemos conocerla íntegramente:
"Don Francisco Piçarro adelantado e capitán general e gobernador por su Magestad destos reinos de la Nueua
Castilla e para por su auto a vos Melchior Berdugo vezino desta villa de Truxillo aveis seruido a su Magestad en
la conquista e pacificación e población destos reinos con vuestra persona armas e cavallo e sido primero
poblador y persona de onrra por la presente en remunerazion de lo suso dicho os deposito en la provincia de
Caxamarca el cacique Colquecusma e otro que se llama Tantaguatai y otro Guayua señores de Bambamarca y
otro que se llama Pariatongo señor de Pomamarca y otro que se llama Carbasagas señores de Tonda y otro que
se llama Puculla señor de Yizanga / y otro que se llama Espicol señor de Cuzmango y otro que se llama Atusco
con la persona del cacique principal de la dicha provincia que se llama Carbaarayco señor de Chuquimango y en
el valle de Chimo un principal que se llama Chicamivanaques señor del pueblo de Chingullo con todos sus indios
e principales contando que dexeis al dicho cacique su mujer e hijos e los otros indios para su seruicio como su
Magestad manda e que auiendo religiosos que doctrinen los hijos de los dichos caciques en las cosas de
nuestra santa fee católica e doctrina cristiana los traigáis antellos para que sean ynstruydos en ella de los quales
dichos indios vos aueis de ser señor en vuestras haciendas e labranças y en sacar oro de las minas contando
que seais obligado a los doctrinar y enseñar en las cosas de nuestra santa fee católica y les hazed todo en buen
tratamiento como su Magestad lo manda y si asi no lo hizieredes cargue sobre vuestra conciencia e no sobre la
de su Magestad ny mia e que en su real nombre os los deposito y mando a qualesquier justicia e visitadores que
vos pongan en la posesión de los dichos indios ques hecho en la villa de Truxillo a zinco días del mes de março
de myll y quinientos y treinta / e zinco años Francisco Piçarro por mandado de su señoria Antonio Picado (AGI,
Justicia 1063). Las negritas son nuestras.
Lo resaltado con negritas, en la cédula transcrita, hace notar que Verdugo recibió, a parte de la que llamamos
encomienda de Cajamarca, una que se encontraba en el reino de Chimú, ubicado en Trujillo. A cerca de esta
encomienda podemos decir que luego del regreso de Verdugo de España, una duda sobre sus indios tributarios
propició uno de sus muchos juicios que tendría. Esta vez demandó a Rodrigo Lozano para recuperar sus
derechos de encomendero sobre el curaca Guamán. Verdugo alegaba que era desencinte de Chicamyanaque
(en la cédula Chicamivanaques), el curaca que le había encomendado Pizarro, mientras que Lozano afirmaba
que descendía de un tronco distinto. El juicio sería ganado definitivamente por Lozano en 1562. María
Rostworowski (1989, 129-164) descubrió este documento y lo ha utilizado para hacer notar que en la costa se
solía dividir el territorio en pequeños señoríos, y es de este estudio del que nos hemos valido para presentar la
información de este párrafo.
Pero regresemos a lo ocurrido con Verdugo luego de que Pizarro le otorgará su encomienda. Después de este
acto hay que hacer notar que la posesión de ella únicamente la tomaría tres años más tarde. En efecto, tal como
lo indicaban las formalidades de la época, la posesión se realizó ante el Teniente Gobernador, el escribano y sus
curacas encomendados. Para lo cual Verdugo debió llevar el título dado por Pizarro. Podemos leer esta acta de
posesión en seguida:
"Posesion.— En villa de Trujillo destos Reynos de la Nueva Castilla, veynte días del mes de Mayo, año Señor de
myll e quinientos e treinta e ocho años, ante el señor Garzia Holguín. Tenyente de Gobernador de esta dicha
villa, e en presencia de my escribano yuso scripto, paresció Melchior Verdugo e presentó la cédula de su
Señoría de esta otra parte contenida, de los caziques e yndios en ella contenidos: e visto por el dicho Señor
Tenyente, estando presente el cazique Carna-arayco, e Otusco, e Parintinco, e Anco, e Ponelli, e Caranasas, e
Lliaxaca-llanga, e Camreetra, e otros muchos yndios caziques principales dixo que metía y metió en la posesyon
de los dichos caziques principales e al dicho Melchor Verdugo, para que de ellos de todos los demás contenydos
en la dicha cédula (se) sirva tal como el dicho Señor Gobernador lo manda; e el dicho Melchor Verdugo lo pidió
por testimonio: e el dicho Señor Tenyente lo firmo en su nombre.— Garzia Holguin. Pedro Gonzales. escribano".
(En Belaunde Guinassi 1945, 244-245)
Nótese que el teniente gobernador ante quien toma posesión Verdugo fue García Holguín. El transcurrir del
tiempo hará que muchos años después nos encontremos con estos personajes enfrentados en una disputa
judicial referida a una parte de esta misma encomienda.
4.2. Los territorios de la encomienda
Debemos aclarar que lo que denominamos "la encomienda de Cajamarca" no debe confundirse con el actual
distrito, ni con la actual provincia, ni mucho menos con el actual departamento de Cajamarca. En realidad
Cajamarca de aquel entonces estaba formada sobre la wamani inca de Caxamarca que los españoles
nombraron provincia (Espinoza Soriano 1967, 13). Es decir, que no nos referimos a la provincia actual de
Cajamarca sino a aquella del siglo XVI. Esta wamani de Cajamarca fue reorganizada por los incas sobre los
territorios que ocupaba el reino de Cuismanco[4]
Recordemos que en sus orígenes este reino contaba con cinco huarangas[5]y pasó a tener siete luego de la
conquista de Túpac Yupanqui (aproximadamente en 1470). Éstas fueron: Bambamarca (Pampamarca),
Pomarca (Pomamarca), Chondal (Chonta), Cajamarca (Caxamarca), Guzmango (Cuismanco) y Chuquimango y
una de Mitmaes (mitimaes serranos). Debemos aclarar que Remy (1992, 50)[6] incluye como huaranga original a
Pomamarca, a pesar de haber sido creada por los incas, aunque no sabemos sus razones, podemos especular
diciendo que Remy hace esto pues estuvo constituida por los "ayllus-pachacas nativas sacadas de dos de las
huarangas del reino invadido: Chuquimanco y Cajamarca" (Espinoza Soriano 1986a, 114).
En la actualidad no se ha podido determinar con certeza el territorio de estas siete huarangas, consideramos
que esto se debe a que "lo que se encomendaba no eran territorios, ni siquiera indios en sentido estricto, sino
curacas" (Trelles Arréstegui 1983, 158). En efecto, el licenciado Polo de Ondegardo, refiriéndose a la repartición
realizada por Pizarro escribió: "que ni él sabía lo que daba ni nadie lo que recibía sino a tientas, y a poco más o
menos; y así muchos que pensaron que se les daba poco se hallaron con mucho y al contrario" (apud. Del Busto
2011, 143). Aunado a este desconocimiento hay que tener en cuenta que la territoriedad andina no era como la
europea, y se podría hablar de discontinuidades en el territorio (Murra 1975), las cuales fueron encontradas en
Cajamarca (Rostworowski 1992, 20-21).
Sin embargo, y pese a estos obstáculos, Remy (1992, 40; 2011, 20) afirma que la encomienda de Verdugo
comprendía las actuales provincias de Cajamarca, Celendín, Contumazá, Chota, Hualgayoc y San Miguel. Julien
(1988) es quien se aventura a ubicarlas en un mapa, como se puede ver.
Mapa 1: Provincia inca de Cajamarca
Monografias.com
Fuente: Julien 1988, 182
4.3. La reforma
El gobernador Vaca de Casto, quien había sido enviado por el rey Carlos V para reformar las encomiendas, tuvo
que esperar el informe de la visita de Barrientos de 1540, en donde se indicaba que la encomienda de Verdugo
es "eçeçibo repartimyento e muncho numero de yndios e como excezibo repartimyento conviene que se
reforme". Por ello, en 1543 Vaca de Castro dividió la encomienda en dos. La parte arrebatada a Verdugo se la
dio a Hernando Alvarado, a quien le sucedió en la encomienda Diego de Urbina y luego García Holguín (Remy
1992, 43). Después de esta división de la encomienda, según Espinoza Soriano (1986a, 119), una se llamó de
"las tres huarangas", la de Hernando Alvarado, mientras que la otra, la "encomienda de las cuatro huarangas"
(Guzmango, Chuquimango, Caxamarca y mitimaes serranos) permaneció en poder de Verdugo.
Pese a tal división, y de restarle casi la tercera parte de su encomienda (Remy 1992, 43), la de Verdugo era tres
veces mayor a la de Alvarado. Esto lo sabemos gracias a la informaron que elaboraron desde el Cuzco, el 16 de
abril de 1548, Diego de Mora y Franco Lezcano. Loredo (1958, 255) nos ha permitido consultar dicho informe del
cual transcribimos la parte correspondiente:
"Caxamalca de Melchior Verdugo podrán sacar de minas de plata seis mil pesos, por lo qual se les ha de dar
minero i heramientas; y demas desto hacen tapicería, dan carne, maiz, i trigo i sustentan abundantemente la
casa de su amo; La otra parte de Caxamalca que fue de Hernando de Alvarado, parecemos ser la tercia parte de
lo Verdugo y conforme a ello podrán dar".
4.4. Los encomenderos
Como se viene diciendo y es harto conocido, fue Melchor Verdugo el primer encomendero que tuvo Cajamarca.
La primera vez que pisa su suelo lo hace con las huestes de Pizarro, a pie, con diecinueve o veinte años (nace
dentro de las murallas de Ávila alrededor de 1514), fue uno de los más jóvenes de los que llegaron. Siguiendo a
Lockhart (1987, 1:40) sólo cinco hombres estuvieron entre los 15 y 19 años. Verdugo, seguramente, como el
resto de españoles que llegaron el 15 de noviembre de 1532 y sufrieron la noche de San Eugenio, pensaría que
éste sería el último suelo y el último cielo que llegaría a mirar (ver Del Busto 2001, 2: 27-33).
Su infancia, a pesar de ser hidalgo, había sido dura, pobre y sin fortuna, eso le habría motivado a embarcarse
como criado del licenciado Gaspar de Espinosa (hombre cruel con los indios de Panamá). Luego de un tiempo
en el nuevo mundo, el licenciado queda en mala situación económica, motivo por lo cual se ve obligado a
"cancelar a sus criados" (Del Busto 1986, 54). Así es que Verdugo tuvo que buscar un nuevo trabajo para poder
sobrevivir, esto lo llevaría a encontrarse con Pizarro en la costa de Coaque, a donde arribó con el contingente de
refuerzos, en el navío de Pedro Gregorio. Su aspecto era deplorable. Además "no fue bien recibido por sus
compañeros. Antipático, apocado y enfermizo (...), allí se estaba formando el hombre cruel, díscolo, intrigante y
ambicioso, el soldado resentido y el encomendero falaz" (Del Busto 1986, 55).
Como encomendero, Melchor Verdugo se hizo conocido por su crueldad. Se cuenta que, entre 1554 y 1556,
cuando se encontraba de visita en Bambamarca, Verdugo mandó pedir una cantidad excesiva de oro al curaca
Tantahuata, quien se excusó por no tenerla; entonces, Verdugo, alegando un mal trabajo del hijo del curaca
mandó que lo traigan, al tenerlo en su presencia "acusándolo de sabe Dios qué, le soltó a "El Bobo" instándole a
que lo atacara" (Del Busto 1986, 88), el perro destrozó en pocos minutos al indio ante los ojos de su padre,
quien "supo frenar el dolor con el estoicismo de su raza. Cuando de su hijo no quedó sino un montón de carne
sanguinolenta y huesos; el curaca se acercó a los despojos, tomó tan sólo un trozo de cuero cabelludo, y
guardándolo en su bolso se alejó" (Del Busto 1986, 88). El curaca reaparecería luego en Trujillo, reclamando
justicia, llevaba la "guedeja de cabellos con un pedaço de carne y el cuero de la cabeça" (A.G.I. 439. Justicia, en
Del Busto 1986, 88).
Luego de una impresionante vida, Melchor Verdugo se ve obligado a viajar a España para defenderse de las
acusaciones de los mercaderes de Nombre de Dios. Ya en España las cosas no le fueron tan bien; sin embargo,
gracias a sus artilugios, el Príncipe lo nombró Caballero de la Ecuestre y Militar Orden de Santiago, honor que
compartió, entre los que estuvieron en la captura del Inca, sólo con Francisco Pizarro, Hernando Pizarro y
Hernando de Soto (Lockhart 1987, 2:52).
Verdugo no podía regresar a su encomienda pues recibió la orden del Príncipe que le obligaba a permanecer en
España, motivo por el cual viaja a Ávila a descansar con su hermana y otros Caballeros. Una vida tan apacible
como la que ahora llevaba, lejos de sus aventuras le ocasionó un aburrimiento. Esto hace pensar que "el
soldado se sentía triste y una compañera era indispensable para hacerle olvidar su soledad" (Del Busto 1986,
83). Es así que entre 1548 y 1550, "Verdugo casó con Doña Jordana Mejía natural de Espinar, a poca distancia
de Ávila. Hija de un Capitán del Virrey Blasco Núñez" (Lockhart 1987, 2:52).
Junto con su bella esposa regresarían al Perú para ocuparse de su encomienda. Sus crueldades serían tantas
que aún a mediados del siglo XX, los ancianos de Porcón, conservaban algunas historias incompletas de los
sucesos perpetrados por el encomendero (Espinoza Soriano 1967, 20). El licenciado Castro tuvo que haber oído
y leído más de alguna de estas atrocidades realizadas por Verdugo, tanto así que le dirige una carta a su
majestad en 1565, en donde le comunicaba que "los indios de la prouincia de caxamalca me escriuieron vna
carta en que me rogauan que por amor de dios los proveyese de corregidor porque no tenían quien los
defendiese ni anparase los daños que les hazian" (En Villanueva Urteaga 1975, 20).
Como vimos, Vaca de Castro dividiría la encomienda de Verdugo en dos, dándole a Hernando de Alvarado los
indios de Pomarca, Bambamarca y Chondal en 1543, los cuales se sumarían a sus encomiendas anteriores de
Chachapoyas y Huánuco. Alvarado fue teniente gonzalista cuando se produjo la Gran Rebelión, producto de ello
moriría tratando de sorprender al virrey Núñez Vela en Chinchicharra, de donde escaparía "con dirección al
monte, donde los indios lo mataron a macanazos despedazando luego su cuerpo" (Del Busto 1986-1987, 1:
110). Su encomienda se la darían a Diego de Urbina, de quien, para no caer en errores de homonimia,
solamente sabemos que fue "vezino de la ciudad de trugillo"[7].
García Holguín fue nombrado Teniente Gobernador de Trujillo el mismo año en que Verdugo recibía el título de
su encomienda (recordemos que ante él Verdugo tomó su posesión). En este cargo permaneció hasta el 7 de
marzo de 1541. En Trujillo fue vecino y encomendero de Santa y Huambacho (Del Busto 1986-1987, 2:
268-269). Además tuvo los indios de la encomienda de Urbina, por los cuales sostuvo un litigio con Melchor
Verdugo, como lo veremos luego.
La muerte de Verdugo tuvo lugar en 1567, en la costa norte del Perú, en Trujillo, ciudad en donde estuvo
acompañando a Francisco Pizarro en el acto fundacional. Como no tuvo ningún hijo legítimo, fue doña Jordana
quien heredaría la encomienda. Sin embargo, no la recibiría completa, pues según Villanueva Urteaga (1975,
21) los indios de los pueblos de San Antonio o Cajamarca, Jesús, Trinidad y Asunción, pasaron a poder de la
viuda de García Holguín, doña Beatríz de Isásaga. Aclaramos que las cosas no fueron tan simples como nos la
cuenta Villanueva Urteaga, pues en realidad el litigio iniciado entre Verdugo y Holguín continúo primero entre la
viuda de Holguín y Verdugo (ver imagen 2) y, finalmente entre las viudas de ambos. Fue este litigio el que
ocasionó que se produjera la visita a Cajamarca de 1571-72/1578, ordenada por el Rey Felipe II, con la intención
de zanjar definitivamente ese pleito que estaba pendiente en el Consejo de Indias desde 1568 (Remy 1992, 39).
El resultado del litigió no lo sabemos hasta hoy, pero según Del Busto debió perderlo doña Jordana "porque en
su testamento legó gran cantidad de bienes a los indios de Cajamarca, incluyendo Huamango y Contumazá,
pero en cambió dejó de mencionar los pueblos en litigio, posiblemente porque los había perdido" (1986,102).
Imagen 2: Parte de la primera página de la tasación de las costas de un proceso actuado en grado de apelación
ante la Audiencia de Lima, entre Beatriz de Isasaga y Melchor Verdugo, sobre los indios de Pomamarca y
Bambamarca.
Monografias.com
Fuente: Portal de archivos españoles en red
Varios años después de la muerte de su esposo, doña Jordana fundaría un obraje en el mismo pueblo de
Cajamarca. Según Silva Santisteban (2000, 34) hubo un obraje que venía funcionando desde la época en que
estaba vivo Melchor Verdugo. El historiador hace tal inferencia basándose en la información recogida por
Barrientos en 1540, en donde se puede leer que "daban para Melchor Verdugo, su amo, que daban indios para
hacer[le] ropa de lana e paños de corte". Podría ser cierto pues en la Provisión que hiciera el virrey Toledo, el 20
de abril de 1579, se lee:
"Por cuanto doña jordana Mejía me ha hecho relación diziendo que en la prouincia de caxamarca de que es
encomendera tiene un obrage de sayales y paños con que se ayuda a sustentar en el qual Los indios de la dha.
su encomienda sin salir de sus tierras y temples solían trabaxar assi Los grandes como Los pequeños y
ganauan de comer y con que pagar sus tassas y por su parte se les hacía todo buen tratam.to. y paga y que por
mandar yo por las nuebas tassas que los encomenderos no se pudiesen seruir de sus indios havían dexado de
trabajar en el dho. obraje y ella lo tenía perdido y no se aprouechaba del." (apud. Silva Santisteban 1986a, 181)
Esta provisión hace notar que en efecto, ya existía un obraje antes que el de doña Jordana. Además vemos que
se le ordena al corregidor de Cajamarca, Don Francisco Álvarez Cueto, que "haga dar a la dha. doña jordana
Los indios que uviese menester para el dho. obraje". La provisión sería obedecida el 24 de agosto de 1580,
fecha en que el corregidor le entregó 150 indios para que pueda funcionar nuevamente este obraje.
Posteriormente, doña Jordana fundaría otro obraje en Porcón (localidad ubicada a 30 km del pueblo de
Cajamarca). Hasta el momento la fecha de creación no ha podido establecerse. Evelio Gaitán Pajares afirma
que fue creado la última década del siglo XVI, aunque hace notar que "no existe datos acerca de la fecha en que
fue fundado el obraje, no obstante parece ser que fue fundado en la década indicada" (Gaitán Pajares 1975, 19).
Si bien es cierto que en un inicio se pensaba que este obraje había sido heredado de forma directa a los indios
por doña Jordana (Ver Silva Santisteban 1986a y Villanueva Urteaga 1975), ahora sabemos que pasó a ser
administrado por la hermandad fundadora del Hospital de Nuestra Señora de la Piedad de la Villa de San
Antonio de Cajamarca (Ver Espinoza Soriano 1967, 20; Gaitán Pajares 1975, 10; Silva Santisteban 2000, 40). La
muerte de doña Jordana debió acaecer entre 1602 y 1603.
Hasta donde conocemos no se tienen más datos ni de doña Jordana ni de los otros encomenderos. Al morir ella
y doña Beatríz de Isásaga, es decir ya en 1603, debió culminar esta etapa de la encomienda de Cajamarca. Sin
embargo, por decisión real se reunificaron sus territorios y se los encomendaron al conde de Altamira, residente
en España. Si mal no entendemos la información dada por De la Puente Brunke (1991, 12) y por Pereyra
Placencia (1996), la encomienda inicial de Melchor Verdugo pasó a formar parte de la casa de Altamira y, por la
fecha dada (1603), el primer conde que tuvo la encomienda debió de ser Lope de Moscoso Osorio y Ruíz
Castro, VI Conde de Altamira (1555 -1613), a quien le seguiría Gaspar de Moscoso Osorio y Sandoval (VII
Conde de Altamira)[8]. Efectivamente esta suposición resultó ser correcta pues, recientemente hemos
encontrado un artículo de Hampe y De la Puente Brunke (1986, 97) en donde publican la Relación de las
mercedes que se han hecho de encomiendas de indios vacos de las provincias del Perú a diferentes personas,
encontrada en el Archivo de Indias de Sevilla. En ella se lee: "El Conde de Altamira goza la encomienda de
Cajamarca y Cajamarquilla, en las provincias del Perú, en virtud de la merced que S.M. hozo de ella al Conde D.
Lope de Moscoso Osorio, por dos vidas, por cédula de 15-III – 1603. Y por otra de 14-III – 1624 se concedió al
Conde D. Gaspar otra vida más".
Nuestra búsqueda también nos llevó a encontrarnos con unas Ordenanzas publicadas en 1690 que tienen como
autor a Don Luis de Moscoso Osorio de Mendoza Sandoval y Rojas, según se puede ver en la primera página
de esta publicación. Lo importante para nosotros es que en ella también se lee lo siguiente: "Ordenanzas de las
cárceles, hechas por [...] Don Luis de Moscoso Ossorio [...] Conde de Altamira [...] comendador de Caxa Marca,
y Caxa Marquilla […]"(ver imagen 3)[9].
Decir que era comendador equivale a decir que era encomendero. Este uso se puede ver en el Diccionario de
Autoridades de la Real Academia Española de 1729, en donde se dice que comendador es "El Caballero que
tiene Hábito, y Encomienda en alguna de las Ordenes Militares, ù de Caballería. Llamaronse assi, porque las
rentas que tienen se les dán en Ecomienda, y no en título". Además, la propia Academia, ahora en 1732, en el
lema encomienda se lee: "Mandámos que los Caballeros que no tienen encomienda, no se llamen
Comendadóres, por escrito ni por palabra"[10]. La sinonimia aún puede observarse en los diccionarios actuales
de la Academia.
Imagen 3: Primera página del libro del Conde de Altamira Don Luis de Moscoso Osorio de Mendoza Sandoval y
Rojas
Monografias.com
Fuente: Fondos digitales de la Universidad de Sevilla
Es claramente notorio que el propio gobierno español vulneró sus leyes, pues, según la Ley 15 del Lib. VI., tit.
VIII, de la Recopilación, los encomenderos estaban obligados a vivir en su encomienda, lo cual evidentemente
nunca sucedió con los condes de Altamira. En efecto, los condes residían en España y no tenemos noticia de
que alguno hubiera llegado a Cajamarca. Pero ahí no quedaría todo, pues "En un caso verdaderamente insólito,
esta encomienda fue aún gozada por la casa de Altamira por tres vidas más, luego de 1720 (año fijado -por lo
visto en teoría- para la incorporación de toda encomienda vacante en el patrimonio de la corona)"[11].
Conocemos también, gracias a la información de Villa Gracia de 1738, que don Tomas de Velásquez era "el
cobrador de los tributos de la encomienda de "Las siete guarangas" que disfrutaba la condesa de Altamira"
(Espinosa Soriano 1986a, 127). Pero no sabemos cuál era el número de vida que disfrutaba esta condesa.
Ahora bien, si la encomienda permaneció en la casa de Altamira por tres vidas más luego de 1720, y si
calculamos un promedio de 35 años por vida, es muy probable que durara hasta la independencia[12]Aunque
aclaramos que De la Puente Brunke (1991, 12) señala como fecha de extinción de la encomienda los mediados
del siglo XVIII y no cree que hayan durado tanto como nuestra hipótesis (comunicación personal).
Sin embargo, si ingresamos en el campo de la especulación (lanzaremos una hipótesis), podría ser que el
duodécimo conde de esta casa, Don Vicente Joaquín Osorio de Moscoso, quien moriría en 1816, hubiera sido
aún encomendero de Cajamarca. Ahora bien, ¿cuál es el motivo de mencionar a este conde? Pues lo hacemos
porque de él se conserva una pintura de cuando tenía diez años. La importancia de este cuadro es que fue
pintado por Goya (es el que vemos la imagen 4). De hecho, algunos años después, el propio Goya también
retrataría a su primera esposa, Doña María Ignacia Alvarez de Toledo y Gonzaga Caracciolo, sentada con su
hija María Agustina.
Imagen 4: El conde de Altamira a los diez años en una pintura de Goya
Monografias.com
Fuente: Palaciodevelada 2004
A continuación nos gustaría transcribir una importantísima información sobre este conde y la casa de Altamira:
"El Conde de Altamira murió en su palacio de Madrid en 1816. Este magnifico Palacio neoclásico tiene una
curiosa historia; mandado construir a Ventura Rodríguez, sin reparar en gastos, fue diseñado con tal lujo de
detalles que hasta el mismo Carlos III se sintió celoso de su magnificencia y temiendo que pudiera superar en
categoría al propio Palacio Real, mandó parar las obras. Actualmente se conserva sólo una pequeña parte de
aquel suntuoso edificio en la calle de la Flor Alta de Madrid, detrás de la Gran Vía." (Palaciodevelada 2004)
El motivo por el cual introducimos la última cita fue para hacer notar que los condes de Altamira fueron
personajes importantes en la nobleza de aquel entonces, tanto así que llegaron a competir de iguales con la
Casa Real. Si bien es cierto que no conocemos pormenores del papel que cumplió la encomienda de Cajamarca
en la consolidación de esta casa, estamos convencidos de que los tributos y demás beneficios recogidos desde
acá, cumplieron un papel importante para que esto sea posible.
Reflexiones finales
Lo que les hemos presentado es un breve resumen de lo que se conoce sobre la encomienda de Cajamarca.
Hemos visto que fue la primera forma de administración española que se impuso en esta zona del país, pero sus
características feudales-castellanas le permitieron que exista conjuntamente con las instituciones gubernativas
de los corregimientos e incluso podría haber llegado a existir cuando se los cambiaron por las intendencias.
Partes: 1, 2
Si únicamente tomamos en cuenta las fechas oficiales de duración de la encomienda, la de Cajamarca inicio en
1535 y culminó por el año de 1738, esto significa que duró oficialmente 203 años; pero como vimos, la de
Cajamarca fue un caso excepcional, pues su uso se extendió muchos años más de la fecha indicada y es
probable que llegara a 1750 he incluso pudo haber llegado hasta el 1800 (en realidad todo dependerá de la
longevidad de los condes de Altamira). En el gráfico 1 se ha hecho un resumen de los encomenderos y de sus
territorios.
Escribir sobre el encomendero no significa que se lo haga de la encomienda, aunque muchos datos de la vida
del encomendero pueden estar vinculados a la encomienda, se debe entender que no son cosas iguales. Esto
sirve para darnos cuenta que las biografías no son suficientes para realizar construcciones históricas, pero son
un buen punto de partida. En efecto, a esto último hay que añadir que la investigación acerca de la encomienda
de Cajamarca no partirá de la nada, pues los estudios de Del Busto, Villanueva Urteaga, Lockhat, Espinoza
Soriano, Remy y De la Puente Brunke serán un buen punto de inicio. Estos grandes autores han logrado
localizar la ciudad perdida dentro del monte, pero la cuidad aún permanece cubierta y queda mucha maleza por
quitar. Quienes vengan luego serán los encargados de hacerlo y nos permitirán verla en su verdadera magnitud.
En realidad la investigación científica es un trabajo que requiere la colaboración de varios individuos durante
algún tiempo, que muchas veces pueden ser siglos para conseguir frutos.
En este artículo también nos hemos dado cuenta que las disposiciones legales dadas por la corona, aunque
buenas y progresistas para su tiempo, eran dejadas de lado por los encomenderos y, cuando le convenía, la
propia corona hacía lo mismo. Este parece ser el origen de una costumbre que perdura hasta hoy en día, tanto
así que nuestro mayor historiador de la República, Jorge Basadre, hablaba de un país formal y un país real.
Pero esto es otro asunto que involucran muchísimos más elementos de los aquí tratados, motivo por el cual ha
llegado la hora de seguir buscando y de ponerse a pensar.
Gráfico 1: Resumen de encomenderos y sus territorios
Monografias.com
Lista de referencias
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http://gw2.geneanet.org/jballivinoboa?lang=fr&m=NOTES​ (Consultada el 15 de septiembre de 2012).
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