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miércoles, 29 de enero de 2020

Jesús es el Hijo de Dios


Texto: Marcos 15:23-32

Tema: Crucifixión de Jesús.

Introducción
Después de caminar por las calles de la ciudad, y de haber llegado al lugar de la
crucifixión, Jesús experimenta cuatro cosas: Un sufrimiento consiente, la vergüenza
pública, ser contado entre los impíos y, la burla de aquellos que pasaban por aquel
lugar, los principales sacerdotes y escribas, y los dos ladrones que fueron crucificados
junto a él.

1. Dispuesto a beber la copa que el Padre le ha otorgado v 23


“Y le dieron a beber vino mezclado con mirra; mas él no lo tomó.”

Una vez que llegaron al lugar donde Jesús seria crucificado, alguien - posiblemente
algunas mujeres judías - habían preparado una mezcla de vino y mirra, una especie de
remedio con efectos anestésicos. La intención era aliviar por unos momentos el dolor y
los espasmos que provocaba la crucifixión en el que era ejecutado.

Entonces, este “remedio” - si de alguna manera podemos llamarle así - se ofreció a


Jesús antes de ser clavado a la cruz. El texto dice: “Allí le dieron vino mezclado con
mirra…” (PDT)

“…pero él no quiso tomarlo.” Jesús quería mantenerse consciente mientras


terminaba la obra de expiación. Probablemente su deseo de tener la mente clara
cuando hablaba desde la cruz (cf. Lucas 23,34; Lucas 23,43; Juan 19,26-27; Mateo
27,46; Marcos 15,34; Juan 19,28; Juan 19,30) y porque quería soportar plenamente el
castigo que había aceptado tomar en lugar nuestro. La copa que estaba preparada
para los pecadores Cristo la bebió conscientemente, salvando así a muchos. Entre los
cuales nosotros estábamos.

2. Dispuesto a soportar la vergüenza pública por nuestro


pecado vv 24
“Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes
sobre ellos para ver qué se llevaría cada uno.

En nuestra versión, la RV1960, leemos este versículo así: “Cuando le hubieron


crucificado…” Pero Marcos solamente hace uso de tres palabras en su texto: “y le
crucifican” (gr.  καὶ σταυρώσαντες αὐτὸν) Esto señala la realidad de la muerte de Cristo
por crucifixión. El no da más detalles del castigo más que la afirmación: “y le

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crucifican”. Entonces, al escribir Marcos: “y le crucifican” esta indicando que la
crucifixión de Cristo es un evento muy significativo en la historia.

¿Qué significa esto? Qué la muerte de Cristo tiene “legalidad”. El creyente confía
que en “VERDAD” Cristo murió en su lugar, y delante de Dios ya no hay un acta que
declare culpable al creyente ante Él, porque el castigo que sus pecados merecían ya
ha sido pagado “legalmente” por Cristo y el Padre esta satisfecho con el pago que se
efectuó en y por Cristo. Por tanto, el creyente vive seguro del Perdón de Dios de sus
pecados en Cristo. Esto es lo que Juan enseña en 1 Juan 2:1-2:

“Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado,
abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. 2  Y él es la propiciación por
nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el
mundo.”

Así que, el creyente no lucha con una conciencia que le acusa. Si esto es así en la
vida de una persona, entonces tiene un serio problema. Su confianza esta puesta en lo
que hace, y cuando peca, entonces su estándar “moral” ya no es cumplido, y es en
ese momento que entra en frustración ya que no puede, por sí mismo, cumplir con la
voluntad de Dios que el mismo se ha exigido, sin Cristo, cumplir para salvarse. Por
eso, debemos confiar que Cristo vivió en una perfecta obediencia a Dios por nosotros.
La obediencia perfecta que Dios pidió en el edén, para tener una comunión plena con
Él, y que Adan no pudo cumplir, Cristo LEGALMENTE, lo hizo por nosotros y para
nosotros. Así que por la fe, hacemos nuestra la obediencia perfecta de Cristo.

Como era costumbre, después de crucificar a alguno, los soldados repartían entre
ellos la ropa de la persona que era ejecutada. Esto lo hacían mediante “echar suertes”.
Una especie de sorteo; haber a quien le tocaba que (gr. τίς τί ἄρῃ) En este caso, cuatro
piezas de vestimenta: Algo para cubrir la cabeza, sandalias, el cinturón, y la túnica
exterior. La túnica ‘sin costura’, también estaba dentro del sorteo, esto para que se
cumpliera las escrituras de acuerdo a la profecía del salmo 22,18: “Repartieron entre sí
mis vestidos,Y sobre mi ropa echaron suertes.” Entonces, nuevamente se confirma que
Jesús es quien en verdad dijo ser: El Cristo prometido de Dios; el Hijo de Dios.

Pero notemos la indiferencia total de los soldados hacia Cristo en la cruz. En el


mismo momento en que ellos realizaban su “sorteo” de las ropas de Jesús, el Cordero
de Dios estaba quitando el pecado del mundo (cf. Juan 1:29) y nos preguntamos:
¿Cuanto se llevaron del calvario estos pobres soldados? ¡Solo unas cuantas prendas
de ropa ! a caso ¿No hubo corazones compungidos, ni vidas cambiadas, ni un
Salvador? Esto sucede hoy en día ¿cuánto - o cuán poco - se lleva la gente consigo
después de un culto, o de una clase de escuela dominical, o del canto de los himnos,
o de una reunión de oración?

Al quitarle todas las prendas de ropa a Jesús, significa que el se encontraba


clavado a la cruz, desnudo, expuesto a la vergüenza publica por nuestra culpa. Su
desnudez vistió de justicia a los pecadores, para declararlos justificados, declarados
sin culpa. Así Dios muestra su justicia y su amor en la cruz. Justicia porque aplicó el

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castigo por el pecado en Cristo, y amor, porque nos salvo, mediante la muerte de Su
Hijo, de Él, por medio de Él, y para Él. ¡La gloria sea a Él !

3. Dispuesto a ser contado entre los impíos vv25-28


“Era la hora tercera cuando le crucificaron.
Y el título escrito de su causa era: EL REY DE LOS JUDÍOS.
Crucificaron también con él a dos ladrones, uno a su derecha, y el otro a su izquierda. Y se
cumplió la Escritura que dice: Y fue contado con los inicuos.”

“Justo la noche anterior Jesús había estado celebrando la cena de Pascua con sus discípulos
en el aposento alto. Los acontecimientos de su muerte sucedieron muy rápidamente; pero
ocurrieron según la programación predeterminada de Dios en que el Cordero de Dios
celebraría una última cena con sus discípulos el jueves en la noche, y luego moriría al mismo
tiempo que los corderos pascuales estaban siendo sacrificados el viernes por la tarde.”1

Sobre la cabeza de Jesús, clavado a la cruz se puso el letrero que anunciaba la causa de su
crucifixión: EL REY DE LOS JUDIOS. Este letrero se escribió en tres idiomas: Hebreo, Griego y
Latín. Lenguas universales. Este era un anuncio al mundo de quien era en realidad Jesús: El
Rey de los Judios. El Señor en su soberanía usa esta misma inscripción para hablar por medio
de ella, y proclama a todo el “mundo” sin excepción, quien es Su Hijo.

Al ejecutar a Jesús entre dos ladrones, significaba que era contado como uno de ellos. Esto
es en realidad injusto. Pero, nuevamente vemos el cumplimiento de las Escrituras en la
persona de Jesús: “Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá
despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores,
habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.” Isaías 53,12

“Además del dolor agonizante de la cruz estaba la vergüenza y la desgracia de ser ejecutado
públicamente en una forma tan degradante (cp. He. 12:2). Todo acerca de la crucifixión estaba
diseñado para humillar y degradar a sus víctimas, enviando un mensaje claro en cuanto a las
consecuencias de ser enemigos de Roma. Además, los judíos consideraban maldito por Dios
a cualquiera que colgara de un árbol o una cruz (Dt. 21:23; Is. 53:4, 10; Gá. 3:10-13), lo cual
acentuaba el desprecio que tenían por quienes eran crucificados (cp. 1 Co. 1:23).”2

Este desprecio padeció el Rey de los judios, a manos de los suyos (cf. Juan 1:11) ¿a caso
no tenía el poder para pedir más de doce legiones de ángeles y ser rescatado del tormento de
la cruz? (cf. Mateo 26,53) Sin embargo, enfrentó el desprecio y el rechazo de los hombres.
Amados hermanos: Jesús es el Hijo de Dios, las mismas Escrituras lo prueban. Todo aquello
que fue escrito en el A.T acerca de él, se cumplió (cf. Lucas 24,13-27) Su nacimiento fue sobre
natural, su vida fue sobre natural, su muerte fue sobre natural, su resurrección fue sobre
natural, su ascensión fue sobre natural, su regreso será sobre natural. No te vayas de este
lugar como aquellos solados se fueron del calvario: con casi nada. Ve a tu casa con Cristo en
tu vida.

1 MacArthur J. Comentario al evangelio de Marcos

2 Ibbid

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4. Dispuesto a soportar el escarnio vv 29-32
“Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza y diciendo: ¡Bah! tú que derribas el
templo de Dios, y en tres días lo reedificas, 30  sálvate a ti mismo, y desciende de la cruz.
31  De esta manera también los principales sacerdotes, escarneciendo, se decían unos a otros,
con los escribas: A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar. 32  El Cristo, Rey de Israel,
descienda ahora de la cruz, para que veamos y creamos. También los que estaban crucificados
con él le injuriaban.”

En estos versículos encontramos tres grupos de personas y sus reacciones ante Jesús: 1.
Aquellos que pasaban por aquel lugar, 2. Los principales sacerdotes y los escribas, y 3. Los
ladrones que se encontraban a los costados de Jesús.

1. Los transeúntes “Y los que pasaban…” (gr. οἱ παραπορευόμενοι)

Personas pasaban hacia algún lugar, y se detenían para observar a Cristo crucificado.
Significa que no pertenecían al grupo de personas que acompañaban la crucifixión. Estos se
detenían y meneaban la cabeza mostrando burla y desprecio.

Marcos que es muy gráfico en su evangelio escribe una expresión viva, que nos da mucha
luz acerca de la actitud de aquellas personas que pasaban: ¡Bah ! ¡Mira el que decía que tenía
la capacidad de destruir el Templo y construirlo en tres días ! ¡Mira donde esta ahora, clavado
a una cruz !

2. Los principales sacerdotes y los escribas.

Cuando los principales sacerdotes y escribas dijeron “Que el Cristo, el Rey de Israel,
descienda ahora de la cruz”, y a continuación añadieron: “para que veamos y creamos”,
estaban manifestando una gran falsedad. En presencia de ellos Jesús sanó toda clase de
enfermedades, devolvió la vista a los ciegos de nacimiento, limpió leprosos, e incluso resucitó
a los muertos. Si estas obras de poder y gracia, ¡todas ellas realizadas en cumplimiento de las
profecías! no les indujeron a creer en Jesús, sino más bien a endurecer su corazón y a odiarle,
¿les habría movido el descender de la cruz a aceptarle como Salvador y Señor? ¡Por supuesto
que no! Esto nos recuerda las palabras consignadas en la parábola del rico y Lázaro: “Si no
oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levante de los
muertos” (Lc. 16:31).

3. Los dos ladrones.

Los que pasaban por allí, y los miembros del Sanedrín, estaban de acuerdo en que si Jesús
quería demostrar que realmente era lo que pretendía ser, debía salvarse a sí mismo. Los
ladrones se dejaron llevar por este argumento y también comenzaron a injuriarle. Debe sub-
rayarse que según el claro testimonio de la Escritura, al principio ambos le llenaron de insultos
de este tipo. Las manifestaciones de uno de estos hombres se dan a conocer en Lucas 23:39.
Dice, “Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros”. También los soldados se unieron a
esta clase de burla (Lc. 23:36, 37). Los insultos venían de casi todos los lados. Legionarios,
caminantes, principales sacerdotes, escribas, ancianos, ladrones, y una multitud formada por
los demás espectadores, todos le ridiculizaban.

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