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De Krishna a Chopra

Filosofía y Prácticas del Yoga en


Buenos Aires

Mercedes Saizar

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A Gustavo y Facundo

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Agradecimientos

Este libro es una versión modificada y ampliada de la tesis


doctoral que defendiera en agosto del 2006, en el Doctorado en
Cultura y Sociedad dictado por convenio entre el Centro Argentino de
Etnología Americana y el Instituto Universitario Nacional del Arte.

La investigación que sustentó tanto este libro como la tesis


original se extendió en el período 2004-2007, como parte de una
Beca Doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas de la Argentina, con lugar de trabajo en el centro Argentino
de Etnología Americana, entidades a quienes agradezco,
respectivamente, la financiación de mi labor y la posibilidad de
integrarme a un grupo consolidado de investigación en ciencias
sociales.

Agradezco también al Área Transdepartamental de Folklore del


Instituto Universitario Nacional del Arte, que me ha honrado con la
dirección y financiación de proyectos de investigación pertinentes a
este desarrollo.

El trabajo se vió beneficiado por las interesantes acotaciones y


reflexiones de quienes constituyeron el tribunal de defensa, la Dra.
Cristina Krause, de la Universidad de San Juan, la Dra. Marta Crivos,
de la Universidad Nacional de La Plata y la Dra. Claudia Krmpotic, de
la Universidad de Buenos Aires.

Una referencia especial merece la Dra. Anatilde Idoyaga Molina,


quien además de dirigir mi tesis de maestría y doctorado, guió mi
labor de investigación desde los inicios y me acompañó –con enorme
paciencia y generosidad- en el recorrido de mis etnografías y de
lecturas siempre desafiantes. Los aciertos que en este libro se puedan
encontrar, se deben en gran parte a su cuidadosa lectura y a su
perspectiva general del fenómeno de la atención de la salud en
contextos interculturales.

Agradezco también a cada uno de mis informantes especialistas


del yoga, por el tiempo dedicado a reflexionar sobre su quehacer, la
posibilidad de participar en sus talleres y acceder a sus materiales de
estudio y consulta. También a los usuarios del yoga que me contaron
sus experiencias, sus caminos en búsqueda de salud y que
compartieron conmigo, en la mayoría de los casos, horas de práctica
y posterior reflexión. A ambos grupos, mi mayor agradecimiento,
puesto que nada de lo que este libro puede aportar hubiera sido
posible sin su desinteresada colaboración.

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Prólogo

En el campo de las llamadas medicinas alternativas, han prevalecido


los enfoques globales, concentrados en un conjunto de terapias, en
apariencia similares como la acupuntura, el reiki, la reflexología, el
shiatsu, entre muchas otras, en un dominio siempre creciente. Un
enfoque globalizante también ha prevalecido en los estudios que
abordan el yoga en el contexto de la new age, en los que el énfasis
está puesto en los contenidos espirituales de tales disciplinas. La
contribución de Saizar es la primera etnografía sobre el yoga en la
Argentina que implica, por ende, un quiebre respecto de los abordes
anteriores. Un quiebre, que hace a la calidad y la profundidad del
conocimiento alcanzado en las prácticas del yoga en el Área
Metropolitana de Buenos Aires. La Dra. Saizar da cuenta de los
factores, vivencias y significados que explican las concepciones y los
procesos de cambio asociados al yoga.
Saizar introduce el concepto teórico de sistema etnomédico
para situar al yoga en el vasto campo de la atención de la salud y,
consecuentemente, en el dominio de las estrategias de
complementariedad terapéutica y de las tensiones entre el circuito
biomédico oficial y las ofertas de las otras medicinas. Más
precisamente, la autora ubica al yoga entre las ofertas denominadas
alternativas, en más o en menos ligadas a los fenómenos de la new
age, expandidas especialmente en las últimas décadas,
frecuentemente con soporte en concepciones sobre la salud y la
enfermedad de raigambre oriental y en todas las circunstancias
opuestas al modelo de la biomedicina y de las psicoterapias
occidentales. Lúcidamente, no incluye en esta categoría a las ofertas
de sanación y tratamiento de la aflicción realizadas en los contextos
de las Iglesias reconocidas oficialmente, tales como el Catolicismo, los
grupos Evangélicos, Pentecostales y Afro-americanos, en virtud de
que en la selección de terapias religiosas interviene la identidad
confesional de los usuarios - a diferencia de lo ocurrido en el campo
alternativo- y otras dimensiones valorativas que se concretan en
marcadas preferencias , aunque no siempre excluyentes, por
determinadas terapias; preferencias que Douglas explicó a través del
concepto de estilos de pensar, por tratarse de fenómenos
intersubjetivos. La autora plantea una categoría de “medicinas” o
terapias religiosas, de suma utilidad para dar cuenta de selecciones
recurrentes por ciertas opciones de dolientes del mismo nivel
socioeconómico y educacional.
La categoría de alternativas que, como dijimos involucra el
yoga, deja de lado también a las medicinas ejercidas desde antigua
data en nuestro país: la práctica de curanderos -hoy día conocidos
como médicos de campo- y los shamanismos vigentes en las
sociedades indígenas, a las que engloba en la categoría de medicinas
tradicionales. Estableciendo una distinción operativa ya que la
difusión y el nivel de aceptación de estos diversos tipos de medicina
se relacionan con diferencias étnicas, culturales, socioeconómicas,

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regionales y estilos de pensar. Finalmente, la introducción de la
categoría de auto-tratamiento permite a Saizar dar cuenta de los
saberes y prácticas terapéuticas ejercidas por los legos, que van
desde la antigua medicina doméstica con cataplasmas, ensalmos e
infusiones, hasta formas de auto-atención con fármacos de
laboratorio, remedios homeopáticos y naturistas, pasando por
prácticas rituales o ejercicios de relajación, meditación y manejo de
energías. Desde esta perspectiva, el yoga, al igual que cualquier otra
medicina, genera sus propias formas de auto-atención.
Es necesario notar que al hablar de medicinas alternativas, la
autora no lo hace en el sentido biomédico que discrimina “terapias”
nunca llamadas medicinas según fueren aceptadas por lo práctica
hegemónica, o no, como nota la autora las descripciones biomedicaas
dejan claramente traslucir la impronta del observador ajeno a las
otras medcinas, subrayando asunciones etnocéntricas que colocan a
la ciencia médica moderna como el parámetro que fija los estandares
por los cuales otras teorías sobre la enfermedad y la salud son
pensadas.
Las categorías que integran el sistema etnomédico son precisas
y a la vez flexibles de modo que Saizar da cuenta del yoga desde una
perspectiva holística en consonancia con las experiencias y las
concepciones de los actores sociales. En este sentido, el yoga
envuelve a un conjunto de movimientos destinados a facilitar el fluir
de la energía , que ingenuamente suelen describirse como una
gimnasia suave, pero a la vez integra técnicas de meditación,
relajación y de manejo de estados alterados de conciencia, así como
observancias alimenticias. En otras palabras, Saizar nos presenta al
yoga como una medicina compleja y de múltiples facetas, a diferencia
de los estudios hechos por biomédicos y otros profesionales en los
que el yoga es desarticulado en un conjunto de prácticas o “terapias”
no relacionadas entre sí, tales como terapias espirituales, dietas,
movimientos corporales, entre otras categorías, que habitualmente
reducen el yoga a lo que no es.
Al hablar de complementariedad terapéutica, Saizar se centra
en las estrategias desarrolladas por los usuarios con toda
independencia de los conceptos etno-céntricos utilizados en el
campo de la biomedicina, que sólo puede pensar las otras medicinas
en relación con sí misma y, simultáneamente, se atribuye un rol
legitimador de tal cual o técnica terapéutica, calificándolas o
descalificándolas a través de los conceptos de complementarias (las
aceptadas) y alternativas (las rechazadas). La autora nos muestra
que al realizar una etnografía del yoga, su relación con la biomedicina
aparece como un tema absolutamente secundario. Ni a los
especialistas ni a los usuarios les interesan las opiniones de la
biomedicina o de los biomédicos concretos, las estrategias de
ocultamiento ya señaladas por Kleinman en relación con población de
Estados Unidos, operan entre todos los sectores sociales del Área
Metropolitana.
El trabajo de Saizar incluye una búsqueda exhaustiva de
material bibliográfico que agota todas las perspectivas posibles en el

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abordaje del problema, a la vez que revela un profundo trabajo
etnográfico que le permite formular con claridad las diferencias que
se presentan entre los numerosos actores sociales que circulan en
relación con las prácticas del yoga. Desde esta perspectiva, el
enfoque supera y consecuentemente cuestiona -aun sin mencionarlo-
el concepto de perfiles de usuarios caros a los enfoques sociológicos,
tanto en los que hace a los especialistas como a los pacientes o
practicantes. En efecto, Saizar no nos habla de un conjunto de
intelectuales pertenecientes a sectores medios y altos que son a la
vez tomadores y dadores de cursos y talleres sino que descubre dos
tipos de especialistas y dos tipos de usuarios. Entre los maestros,
distingue los especialistas formales y los autodidactas. Los primeros
refieren un grupo de estudiosos, formados específicamente en yoga,
que son graduados terciarios o universitarios, en algunos casos con
una preparación de hasta de 11 años de duración, como los
egresados de la Tecnicatura en Yoga y de la Licenciatura en Estudios
Orientales, fundadas por el Padre Quiles en la Universidad del
Salvador. Los segundos son individuos que han incorporado
conocimientos de una manera asistemática, leyendo lo que cayera
en sus manos, tomando un curso acá y otro allá según intereses
circunstanciales, por la general, estos especialistas -a diferencia de
los primeros- no sólo ofrecen prácticas de yoga sino también de otras
alternativas, tales como reflexología, reiki, bioenergética o cualquier
otra, dado que en su proceso de aprendizaje han transitado por
cursos diversos que involucran diferentes disciplinas. Estos
profesionales si bien centran su discurso y fundamentan sus prácticas
en conceptos orientales, su saber habitualmente se limita a versiones
refiguradas y reelaboradas en términos occidentales, en las que
pesan sistemas morales y religiosos con ideas de bien y mal y otras
oposiciones como mente-cuerpo, espiritual -material que son ajenas
al pensamiento oriental. Así por ejemplo, un especialista formal nos
habla de la necesidad de aquietar el pensamiento -que es materia al
igual que el cuerpo- en pro de alcanzar el no pensar, una conciencia
que apenas es conciencia de sí misma, la conciencia mudhi o “del que
puede observarse sin involucrarse emocionalmente”, estado en el
que el individuo percibe su realidad total, como si le fuera ajena,
consecuentemente define al control mental como una técnica opuesta
al yoga, por el contrario, usualmente a los un autodidactas se les
escapa la sutil pero significativa diferencia entre aquietar o hacer
desaparecer y controlar el pensamiento. En síntesis, la distinción
entre los maestros es una contribución original y oportuna pues
remite a divergencias que hacen al sentido de la práctica, a la
relevancia en la formación de los especialistas, al tipo de prácticas
ofrecidas y al nivel y los modos en que las nociones y prácticas
orientales han sido integradas o refiguradas. En términos generales,
Saizar advierte que el yoga en el área metropolitana se despega
usualmente de los fundamentos de la filosofía oriental y se apropia de
diversos significados que hacen a saberes y tradiciones occidentales.
Así, el karma, ya no es la generación de materia por acciones
erróneas cometidas durante el decurso vital -que, en tanto,

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ignorancia no son ni buenos ni malos- sino resultado de faltas
morales que es necesario expiar, develando de este modo la
influencia de las tradiciones religiosas Judeo-Cristianas, que han
operado un cambio cosmovisional sustancial.
Entre los usuarios Saizar distingue por un lado, a un grupo de
practicantes de yoga que están comprometidos e interiorizados en las
cosmovisiones orientales, se trata de individuos en los que se
verifican transformaciones más o menos profundas en su manera de
pensar y en sus estilos de vida y, por otro, a practicantes que
simplemente buscan una mejora en la salud y, en general, en la
calidad de vida sin interesarse por los sistemas de creencias que la
práctica implica.
En lo relativo a los usuarios el aporte de la autora es
particularmente enriquecedor pues rompe con los perfiles que
tradicionalmente dibujan los enfoques sociológicos de los usuarios y
de la práctica del yoga, como una disciplina dirigida a sectores
medios y altos, citadina, paga e inaccesible para los sectores
populares. En el área metropolitana el yoga es aceptado y
practicado por individuos de todos los sectores socioeconómicos,
cuenta con ofertas no sólo de costos medianos y elevados sino
también con ofertas gratuitas, en lugares tan disímiles como
parroquias y clubes de barrio.
El estudio de Mercedes Saizar, nos permite seguir el detallado
desarrollo de las prácticas del yoga a partir de las vivencias
individuales de usuarios y especialistas. El tratamiento particularizado
del material logrado en el trabajo de campo es contextualizado en las
situaciones personales de los informante, lo que posibilita que apunta
un análisis semántico y hermenéutico de las narraciones, deve1ando
los nuevos significados que adquieren dichas prácticas en el ámbito
del área metropolitana.
El tema, encuadrado en el dominio de la atención de la salud,
enfoca los micro-contextos de la vida cotidiana, sin perder de vista las
influencias de las políticas nacionales y los efectos globales. El
análisis se sustenta en una etnografía que permite tener una nueva,
detallada y renovada visión de las prácticas del yoga, constituyendo
un importante aporte al conocimiento de las estrategias
implementadas por los usuarios, más allá de los alcances y límites
que la medicina y la legislación oficial intentar imponer. En este
sentido, abre un territorio de discusión y de sugerentes perspectivas
para la investigación sobre las prácticas alternativas, las estrategias
de comp1ementariedad terapéutica y el funcionamiento de sistemas
plurales y complejos de atención de la salud en una sociedad en la
que paradójicamente sólo la biomedicina es oficialmente legítima.

Anatilde Idoyaga Molina, abril de 2009

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Capítulo I
El Yoga en el contexto de la globalización

Las prácticas del yoga, al igual que otro conjunto de saberes y


técnicas de raigambre oriental son un fenómeno común en las
sociedades occidentales. Este hecho ha sido descrito por diversos
autores, quienes desde la década del 90 comenzaron a interesarse,
desde distintas perspectivas, por el estudio de este fenómeno
(Albanese, 1990 y 92; Alexander, 1992; Amaral, 1999; Barroso, 1999;
Carozzi, 1999 y 2001; Grace Diem y Lewis, 1992; Douglas, 1998;
Gomez, 2002; Gonzalo, 2002; Gutierrez Zuñiga, 1996; Heelas, 1996;
Hess, 1993; Idoyaga Molina, 1999 y 2002; Martins, 1999; Melton,
1992; Mc Guire y Kantor, 1988; O´Connor, 1995; Pitluk, 2002;
Shimazono, 1999; Silva da Silveira, 2005; Stone, 1976; Tavares, 1999;
Van Hove, 1999; York, 1995 y 1999, entre otros).
Como ha notado Douglas (1998) la búsqueda de los individuos
occidentales y urbanos se orienta en el interés de acceder a terapias
más delicadas, de carácter holístico y no invasivo, en contraposición a
la manera de intervenir de la biomedicina, a la que los usuarios
perciben como agresiva e invasiva. Asimismo, la terapia biomédica ha
demostrado ineficacia frente al tratamiento de las llamadas nuevas
enfermedades (Laplantine, 1999), en tanto que las medicinas
alternativas han demostrado su eficacia en el tratamiento de esas
mismas dolencias, por las cuales son preferentemente seleccionadas
(OMS, 2002).
En las últimas décadas, el estudio de las prácticas de raigambre
oriental en medios occidentales se ha asociado al movimiento de la
New Age o Nueva Era. Este movimiento debe su nombre a la idea de
que la humanidad atraviesa un período de especiales características,
un tiempo signado por la producción de profundos cambios a nivel
material y espiritual, los que afectarían positivamente a la
humanidad, al producirse un nuevo nivel de conciencia -individual y
grupal-, resultando en una nueva forma de percibir el mundo y de
interactuar con él. Como testigos contemporáneos, los individuos
requieren no sólo de un marco explicativo que les permita entender
las causas reales de cambios aparentemente inexplicables, sino
también de una guía que permita potenciar la posibilidad de cambio
propia de esta nueva era, a la que se denomina “Era de Acuario”. Este
período se anuncia como una etapa edénica en la que los individuos
ampliarán el campo de sus percepciones y la humanidad entera verá
mejorada sus condiciones de vida.
Con el correr de los años, sin embargo, esta perspectiva
milenarista de transformación planetaria asociada la Nueva Era fue
dejada poco a poco de lado y reemplazada, como nota Mancilla
(2004: 41), por un énfasis cada vez mayor en la evolución individual.
Este hecho ha llevado a algunos autores a distinguir una primera y

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una segunda generación Nueva Era (Cfr. Hammer, 2001; Hanegraaff,
1996).

En los trabajos que analizan las prácticas denominadas New


Age o de alternativa, pueden distinguirse dos grandes corrientes. Una
de ellas, hace especial hincapié en las nociones asociadas al
movimiento mismo de la New Age, presentando las distintas terapias
siempre en asociación a nociones que intentan dar cuenta del origen
del movimiento, las causas de su aparición en Occidente, sus
principales características, el perfil de terapeutas y consumidores, el
discurso de los líderes del movimiento y las prácticas asociadas a él,
entre otras.
La segunda perspectiva presenta un análisis de las terapias
alternativas considerando especialmente el punto de vista del usuario
y su experiencia, haciendo especial hincapié en las características de
cada una de ellas, tales como las nociones de persona y de
corporalidad, así como también el perfil de los usuarios y terapeutas,
los modos de iniciación de estos últimos y fundamentalmente, las
nociones en torno al proceso de salud, las etiologías de la enfermedad
y las formas de terapia, incluyendo la complementariedad entre las
medicinas alternativas y las otras medicinas del sistema médico
vigente. En relación con este tema se ha comprobado que no toda
selección terapéutica alternativa es realizada por personas que
conocen o comulgan con las concepciones de la Nueva Era.
A continuación, presentaremos ambas perspectivas,
valiéndonos para ello del trabajo de distintos investigadores.

El movimiento de la Nueva Era, las Terapias Alternativas y el


Yoga

Diversos autores han estudiado las disciplinas alternativas


desde una perspectiva derivada del análisis de movimientos sociales,
abarcando como una totalidad el conjunto de las prácticas
alternativas (Albanese, 1992; Alexander, 1992; Carozzi, 1998, 1999 y
2001; Collin, 2004; Gutiérrez Zúñiga, 1996; Snow y Benford, 1988 y
92; Stone, 1976; Tavares, 1999; Van Hove, 1999; York, 1999), o
notando ciertas diferencias entre algunas de ellas, como es el caso de
Amaral (1999) quien se refiere a la Nueva Era como un nombre con
variados contenidos, utilizable como adjetivo más que como
sustantivo (2003:20), en tanto refiere a prácticas espirituales y
religiosas diferenciadas y combinadas entre sí, independiente de las
definiciones o inserciones religiosas de sus participantes.
Esta mirada caracteriza a la Nueva Era como una subcultura
espiritual creciente y descentralizada (Carozzi, 1996) y a quienes
participan de ella los agrupa en función de compartir creencias,
críticas, valores, prácticas y objetivos, que les brindan una común
interpretación del mundo.
Desde esta perspectiva, se intenta dar cuenta de las relaciones
entre dos aspectos de la cultura de un movimiento. Por una parte, los

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marcos interpretativos elaborados por los líderes en su discurso y por
otro, las transformaciones culturales que se operan en su red
sumergida (Carozzi, 2001).
El concepto de marco interpretativo (Snow y Benford, 1992)
refiere un esquema de interpretación que condensa y simplifica el
mundo “allá afuera” codificando objetos, situaciones, hechos y
experiencias de los individuos, permitiéndoles comprender la
realidad. De acuerdo a su funcionamiento, podría esperarse que estos
marcos definieran las condiciones de justicia e injusticia -con las
cuales puede evaluarse la calidad moral de un hecho- y atribuyeran
responsabilidades y condiciones de resolución a ciertos agentes,
procesos colectivos o estructuras sociales -a quienes les cabe la
obligación de hallar soluciones a situaciones conflictivas-. En otras
palabras, este marco interpretativo organizaría eventos y
experiencias proporcionando principios para la interpretación de
nuevos eventos, permitiendo significar y resignificar las experiencias,
no sólo individuales sino fundamentalmente las sociales (Gamson,
1992; Gamson, Fireman y Rytina, 1982; Snow y Benford, 1992).
Por otra parte, las redes sumergidas (Melucci, 1989) se
describen como laboratorios de transformación social y cultural, redes
precedentes de la manera en que nuevas identidades, formas de
acción y percepciones del mundo serán aprehendidas por los actores
sociales. De acuerdo a Goffman (1974) estas redes permiten
establecer cambios dirigidos, al alterar sistemáticamente la manera
en que un hecho o una conducta es entendido, modificándolas pieza
por pieza y estableciendo así una nueva manera de accionar y de
comprender.
El concepto de clave (Carozzi, 2001) se refiere a un conjunto de
alteraciones sistemáticas que, cuando son aplicadas a diversas
situaciones, indican la manera en que éstas deben ser interpretadas,
diferenciándose del modo en que serían significadas estas mismas
situaciones en su ausencia. Asimismo, posibilitan que los hechos sean
interpretados una y otra vez desde la misma perspectiva. A su vez,
estas claves indican a los participantes de una situación el marco
interpretativo que deben utilizar para significar lo vivido (Goffman,
1974).
El eje central del marco interpretativo de la Nueva Era ha sido
considerado por Gordon Melton (1992) como la transformación
individual producida por el movimiento, en tanto Albanese (1990) ha
hecho hincapié en la sacralización de la naturaleza y en la sanación
expresada en el lenguaje de la energía (1992). Por otra parte, Grace
Diem y Lewis (1992) centralizan en la reivindicación de la
espiritualidad oriental concebida como un espejo invertido en
Occidente. Heelas (1996) refiere la sacralización de un self no
socializado y un locus interno de autoridad, mientras que para Martins
(1999) la liberación de los cuerpos condensa el marco interpretativo
de la Nueva Era. En tanto, para Amaral (1999) el eje se centra en el
sincretismo de los movimientos ligados a la circulación permanente,
típica de las disciplinas de la Nueva Era, asociado a individuos que
comparten un estilo de vida semejante. Hess (1993) lo considera

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como un movimiento social crucial que permite entender el esfuerzo
de la cultura norteamericana para cruzar la brecha entre ciencia y
religión.
Desde esta perspectiva, las llamadas “medicinas alternativas”
se presentan como un recurso paralelo de atención de la salud para
sectores urbanos medios y medio altos que manifiestan una
alternancia convergente entre la atención biomédica arancelada y los
recursos de origen exótico (Alexander 1992; Carozzi 1996 y 2001;
Heelas 1996; Hove 1999; Martins 1999; Shimazono 1999).
Si bien estos autores no analizan cada una de las terapias
alternativas por separado, en algunos casos se indaga en las distintas
formas de terapia al interior del movimiento -desde una perspectiva
general- con un interés ilustrativo que permita entender los
fundamentos del marco general del movimiento más que las nociones
específicas de cada disciplina.
En el caso de Carozzi, por ejemplo, la autora distingue las
terapias propias del movimiento de Nueva Era en la Argentina a partir
de características generales que permiten agruparlas y denominarlas
a partir de un elemento o una técnica utilizados en la terapia que
estén presentes en todas ellas. Un primer grupo, denominado
“terapias con elementos naturales”, incluye la gemoterapia, la terapia
floral, la aromaterapia, la cromoterapia, la hidroterapia, la fango
terapia y el feng shui, cuyo elemento aglutinador es la utilización de
distintos elementos naturales para la terapia; un segundo grupo, los
“sistemas de alimentación natural”, en tanto, incluyen al vegetariano,
el anna yoga, la macrobiótica; las “psicoterapias no psicoanalíticas”,
incluyen la terapia bioenergética, la vegetoterapia, la terapia
reichiana, la terapia jungiana, las terapias del juego, las psicoterapias
corporales y el psicodrama, la programación neurolingüística y la
ontología del lenguaje; las “disciplinas esotéricas” incluyen la
astrología, la numerología, la grafología y el tarot; las “técnicas del
movimiento oriental”, reconocen una influencia oriental o alternativa
a la gimnasia y la danza occidental, e incluyen la eutonía, el tai chi
chuan, la técnica Feldenkrais, el Yoga, la técnica Alexander y la
biodanza; las “prácticas diagnósticas y de curación de origen oriental
o de medicinas alternativas a la oficial” incluyen la homeopatía, la
acupuntura, la moxibustión, la digitopuntura, el shiatzu y do in, la
corrección postural, la alineación postural global y el rolfing; las
“técnicas de meditación” en las que se incluyen técnicas más o
menos ortodoxamente inspiradas en el budismo, el yoga, el
misticismo cristiano; las “prácticas inspiradas en los indígenas
americanos”, entre las que la autora incluye el sweat lodges y el
shamanismo; y finalmente, las “adaptaciones prácticas de las más
diversas religiones”, las que incluyen la terapia angélica, las danzas
de Orixas, los cursos de milagros y la magia pagana europea, entre
otras. La autora resalta que estas distintas disciplinas se ofrecen
muchas veces combinadas en cursos, talleres y seminarios en los
que, por ejemplo, puede aprenderse meditación con ángeles, al
tiempo que astrología y Flores de Bach, astrología psicológica y
teatro místico. Concuerda con Melton (1992) al señalar que la

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mayoría de estas disciplinas parecen cumplir un ciclo de aparición,
difusión y reducción de popularidad dentro del circuito New Age, a
excepción del yoga, la astrología y las terapias florales, las que
parecen mantener una popularidad alta y relativamente estable
dentro del circuito alternativo en Buenos Aires.
Leila Amaral (1999), en tanto, distingue dos grandes formas de
cura asociadas a la Nueva Era: la cura armónica y la cura shamánica.
Su interés no es el de analizar diferencias ni profundizar en las
nociones al interior de cada una de ellas, sino de presentar las
coincidencias y pautas comunes en dos formas de pensar la terapia.
De esta manera, describe la cura armónica como todas aquellas
terapias que tiene por objeto “armonizar las energías del cuerpo de
manera que resuenen con las más amplias fuerzas y leyes de la
naturaleza” y cuyas técnicas se constituyen en manipulaciones, es
decir, intervenciones del curador, quien mediante el trabajo sutil en el
nivel físico/energético, actúa con la finalidad de remover las
obstrucciones que impiden la circulación de la energía, la cual según
un principio de circulación o ley de la armonía, debiera circular
armoniosamente entre las distintas partes del individuo y del
universo. Entre las terapias que participan de esta percepción de la
cura, Amaral incluye el reiki, la curación con cristales, las terapias
basadas sobre los aromas y la homeopatía. Siguiendo a Albanese, la
autora opina que esta visión del universo, a la que por ejemplo
corresponden el pensamiento de Mesmer y Swedenborg 1, fundamenta
una perspectiva de la terapia basada sobre un modelo armonioso del
universo, donde los límites entre materia y no materia se tornan
fluídos y los límites entre materia y espíritu han sido transgredidos
(2000:64).
En segundo término, Amaral describe la cura shamánica como
un modelo compuesto de técnicas extremadamente simples. Desde
esta perspectiva, curar significa viajar hacia el reino de lo no material
en el cual las fuerzas sutiles se transmutan en sustancia material, es
decir, la materia se disuelve en energía y se refigura como materia. A
través de “la visualización creativa”, el shamán, que puede ser tanto
el curador como el propio paciente, procura penetrar en lo más
profundo de la materia -el interior de su cuerpo-, donde todo es
“ondas de luz”. Estas técnicas shamánicas -la utilización de la
percusión para provocar estados alterados de conciencia y el viaje a
un plano de realidad diferente-pretenden brindar un acceso al “self

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Desde la perspectiva de Amaral, las principales nociones sobre la persona y el universo
pertenecientes al movimiento de la Nueva Era en Brasil fueron fuertemente influidas por las
teorías de Antón Mesmer (1734-1815) y Swedenborg (1688-1772). De acuerdo a la autora, el
primero postulaba una teoría sobre la existencia del fluído invisible, ubicado entre el éter y la
materia elemental, que permearía y ligaría todas las cosas y los seres, incluyendo a los seres
humanos, posibilitando la manipulación intencionada y por ende, la influencia -tanto positiva
como negativa- de ese magnetismo sobre los objetos y los seres vivos. El segundo, refiere
Amaral, se declaraba un emisario espiritual de los ángeles –las almas de los muertos-
quienes le habrían revelado la estructura de la vida después de la muerte y las leyes
universales que dirigían el orden del cosmos, con el fin de que instruyera a los hombres
ignorantes de tales verdades. Tales revelaciones las obtuvo a través de sus viajes místicos,
donde podía explorar tanto el cielo como el infierno, planos cósmicos inaccesibles al hombre
común, ignorante de la mutua correspondencia entre los planos celestes y terrestres.

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superior”, definido como no materia, o la menor unidad del individuo,
es decir, ondas de luz que pueden ser emitidas o absorbidas, de igual
manera que los quantum de energía. Desde esta perspectiva, el
pensamiento es representado como la forma de energía más leve, lo
que facilita su capacidad de transformación, puesto que se lo
comprende compuesto de vibraciones de rápida frecuencia. Entre
estas técnicas, la autora incluye las prácticas de meditación y las
terapias neoshamánicas, aunque aclara que, por ejemplo, los
curadores reiki utilizan también la visualización creativa como una
forma de recrear las condiciones armónicas de la energía, en tanto se
propicia el cambio de signo de las ondas de luz de energía.
Amaral concluye que las dolencias del cuerpo físico, en tanto
reflejo de tensión, de la ansiedad, del miedo, de la rigidez, de la
desarmonía resultante de la separación del individuo del universo, es
enfrentada mediante la articulación de los dos modelos, el armónico y
el shamánico2.
En referencia al yoga, estos autores lo ubican en diferentes
técnicas propias del movimiento de la Nueva Era. Como dijimos
anteriormente, estos autores no se interesan particularmente por el
yoga, sino por la generalidad de terapias propias del movimiento
alternativo. De esta manera, Carozzi (2001) lo ubica dentro de las
técnicas del movimiento oriental, con influencia oriental o alternativas
a la gimnasia y la danza occidental, en un subgrupo que aúna
eutonía, tai chi chuan, feldenkrais, técnica Alexander y biodanza.
Respecto a la meditación, lo ubica en un grupo de técnicas de
meditación más o menos ortodoxamente inspiradas en el budismo, el
yoga, el misticismo cristiano. Amaral (1999) ubica al yoga entre las
técnicas de cura shamánica, si bien puede pensarse que las prácticas
propias de esta medicina deberían también incluirse en las técnicas
de cura armónica, en cuanto implica manipulación de la energía para
lograr estados de armonía energética y propicia la circulación de la
misma.
El interés de los autores mencionados parece rescatar las
características que permiten aunar a las diferentes disciplinas de la
Nueva Era bajo el marco de un mismo movimiento. Así, por ejemplo,
conciben el movimiento de la Nueva Era constituido por una red
global de individuos, en su mayoría habitantes urbanos de Occidente,
con alto grado de educación formal, que participan en forma
intercambiable, como consultores y consultantes, coordinadores y
participantes de talleres, conferencistas y miembros del auditorio,
maestros y discípulos, terapeutas y pacientes (Carozzi, 2001; York,
1995). Para estos autores, el origen del movimiento se ubica en
California (EEUU) a mediados de la década del 60 en el seno de
Esalen, una comunidad mentalista y contracultural con resabios del
movimiento hippie, que se transformaría en un laboratorio de
combinación de prácticas, ideas y disciplinas, las que tendrían como
2
Sería mejor que las denominara “neoshamánicas” ya que los shamanismos tradicionales de
las sociedades indígenas no caben en los parámetros definidos por las terapias de la Nueva
Era. Sobre shamanismo en sociedades tradicionales puede verse Chaumeil (1983), Miller
(1975), Perrin (1997), Wilbert y Simoneau (1989) y Wright (1984), entre otros.

15
marco la autorrealización del hombre, la atención al presente, la
espiritualidad oriental, las experiencias místicas y de éxtasis, la
ampliación de la conciencia y el desarrollo de la sensibilidad. El
movimiento de la Nueva Era se caracterizaría por tener en cuenta y
propiciar entre sus practicantes y adherentes una serie de principios,
entre los que se destacan el movimiento corporal no dirigido, la
atención a las sensaciones y al contacto físico, la actualización de
potencialidades, la búsqueda de la armonía del hombre y la
comunidad con la naturaleza y la creencia en la energía universal
(Alexander, 1992).
De acuerdo a estos autores, en una primera etapa el de Esalen
fue un movimiento cerrado sobre sí mismo, que luego produciría su
apertura durante finales de la década del 70. Este movimiento llegó a
la Argentina poco antes de 1980, logrando un gran desarrollo, que
para 1994 contaba en sus disciplinas más populares a las terapias
con elementos naturales, disciplinas esotéricas, prácticas
diagnósticas y de curación de origen oriental, técnicas del
movimiento oriental, prácticas inspiradas en los indígenas americanos
y adaptaciones prácticas de las más diversas religiones (Carozzi,
2001). De acuerdo a la autora, todas estas disciplinas se ofrecen
combinadas, parecen cumplir un ciclo de aparición, difusión y
reducción de popularidad dentro del circuito y son ejercidas y
utilizadas mayoritariamente por mujeres, si bien los lugares de
dirección de los centros son ocupados mayoritariamente por hombres.
El perfil atribuido a usuarios y especialistas de estas disciplinas
da cuenta de una cierta univocidad en los individuos que practican
estas disciplinas, como una misma clase social, un mismo nivel
económico y un similar nivel de instrucción, lo que les permite
denominarlos como un grupo diferenciado de otros sobre la base de
sus características globales; escindido del contacto con otras terapias
y otros terapeutas diferentes a las alternativas o Nueva Era, es decir,
que se los identifica compartiendo un mismo estilo de vida que se
refleja directamente en sus elecciones. Estos estilos implicarían dejar
de lado otras opciones terapéuticas, por considerárselas
contradictorias en sus marcos interpretativos. En otras palabras,
desde esta perspectiva, un usuario de yoga sólo concurriría a talleres
de reiki, feldenkrais, terapias angélicas o aromaterapia y no
seleccionaría en su búsqueda una medicina religiosa o tradicional.
Sin embargo, en lo que hace específicamente al caso del yoga,
consideramos que esta perspectiva no permite explicar una serie de
cuestiones. En primer término, el creciente fenómeno de las terapias
alternativas como tales, es decir, como una opción terapéutica en
aumento entre los individuos de nuestra sociedad, que hallan eficaces
los resultados de sus prácticas y que seleccionan estas disciplinas de
raigambre oriental sobre la base de su delicadeza (Douglas, 1998) y
su no agresividad.
En segundo término, muchas de estas terapias se están
generalizando en asociación con la práctica biomédica, en estrategias
de complementariedad terapéutica. A modo de ejemplo, valga
recalcar el cada vez más frecuente uso combinado de terapias

16
psicológicas cognitivas y yoga, donde esta última es recomendada
por los psicoterapeutas a sus pacientes, como han notado en distintos
trabajos Kabat Zinn (1990), Lineham (1993), Richards y Bergin
(1997), Probst (1988), entre otros. Nosotros mismos hemos analizado
el uso combinado de terapia psicológica de raigambre cognitiva y
yoga en el área de Buenos Aires (Korman y Saizar, 2005 y 2006). En
dichos trabajos se analiza la utilización de standares biomédicos para
la utilización de terapias que no concuerdan en nada con la
biomedicina -como es el caso del yoga-, y cómo ésta utiliza el impacto
e imagen positiva que tienen en los pacientes la suavidad
característica de las terapias alternativas y la no agresividad
intrínseca a su práctica, lo que por supuesto no significa que
pacientes y terapeutas tengan una visión similar del funcionamiento y
eficacia terapéutica de ambas prácticas.
Por otra parte, podemos observar que algunas terapias
alternativas han sido evaluadas en su eficacia terapéutica utilizando
para ello criterios biomédicos. A modo de ejemplo, un estudio
realizado por el Programa Nacional de Medicina Complementaria
peruano comparó las prácticas de las medicinas alternativas
complementarias (MAC) y la medicina alopática. La eficacia relativa
de las MAC se valoró en términos de eficacia clínica observada,
satisfacción usuario/paciente y reducción del riesgo médico futuro
asociado con un cambio en el estilo de vida. El grado de severidad
utilizado para su medición fue el mismo que se aplica en
biomedicina. Como resultado del estudio de 339 casos, de los cuales
170 fueron tratados con MAC y 169 con medicina alopática durante
un año, se arribó a las siguientes conclusiones: la eficacia de las MAC
fue superior a la de los tratamientos alopáticos, incluyendo menores
efectos secundarios, mayor correlación entre percepción del paciente
de la eficacia y observación clínica de la eficacia y mayor
reconocimiento entre los pacientes del papel desempeñado por los
sistemas médicos a la hora de resolver problemas sanitarios (OMS,
2002).
En tercera instancia, sobre la base de nuestra labor de campo,
hemos comprobado que la idea de hallar características similares en
términos de clase social, nivel de instrucción y poder adquisitivo entre
los usuarios del yoga, es equívoca al menos en lo que respecta al
área Metropolitana. En nuestro universo de estudio encontramos
individuos de sectores socioeconómicos altos, medios y bajos y de
muy diversos niveles de instrucción, que va desde la formación
universitaria completa hasta la primaria incompleta. La
endoaculturación en la cultura occidental de la Argentina es el único
factor que aúna a nuestro grupo de estudio. Para hacer distinciones
entre lo que podríamos denominar como población de cultura
occidental del área Metropolitana es de conveniencia y utilidad la
noción de estilos culturales, los cuales, como han mencionado
Douglas (1998) e Idoyaga Molina (2002a), van más allá de las
mencionadas categorías sociológicas, pues un estilo de pensar
incluye individuos de diversos sectores sociales y diferentes niveles
de instrucción, sin embargo, distingue a esos individuos como un

17
grupo frente a quienes tienen otros estilos de pensar. Con ello
queremos decir que en el caso del yoga y a diferencia de otras
terapias alternativas incluidas en el movimiento de Nueva Era, los
usuarios y especialistas no pueden ser perfilados sobre la base de
variables sociodemográficas. Acceden a su práctica tanto individuos
de sectores clasificables por sus altos niveles de ingreso económico e
instrucción universitaria, como también aquellos que pertenecen a
sectores de bajos ingresos e instrucción a veces sólo de nivel primario
completo.
Pensar al yoga como parte del movimiento de la Nueva Era es
una perspectiva interesante, en tanto permite una visión general del
fenómeno de apropiación de terapias de raigambre oriental, así como
la comprensión de lo que podría denominarse una cosmovisión propia
de estas terapias, señalando las similitudes en sus formas
terapéuticas. Sin embargo, consideramos importante pensar el
fenómeno de manera más amplia, superando el encasillamiento que
sufre el yoga al perfilarlo exclusivamente como una terapia
consumida por sectores sociales medios y altos. De alguna manera,
reducirlo a estos términos es perder de vista la riqueza del fenómeno.
Como ha notado Idoyaga Molina (2005), las clasificaciones de
medicinas propuestas desde el campo de la biomedicina suelen
presentar más categorías clasificatorias que las propuestas desde el
campo de la antropología médica. A la vez, las clasificaciones de los
biomédicos responden habitualmente a tipos de terapias, de modo
que una misma medicina puede aparecer desintegrada en varias
categorías terapéuticas. Por ejemplo, el yoga no suele ser visto como
una unidad, sino que algunas de sus técnicas se presentan en
diversas categorías como terapias espirituales, de meditación, de
ejercicios físicos u otras. En síntesis, como nota la autora, son
clasificaciones que carecen de una visión holística de la atención de la
salud; por otra parte los criterios de construcción de categorías que
utilizan son ajenos a los cuerpos de conocimientos y de prácticas de
las medicinas que están clasificando.
Nuestro enfoque no pretende dejar de lado las diferencias entre
los practicantes del yoga, es decir, no pensamos que sean todos
exactamente iguales. Entre ellos hay diferencias en la percepción y
vivencia de la práctica, por ejemplo, en lo que hace a la noción de
armonía. Lo armonioso implica más ideas y vivencias que lo
relacionado únicamente con la salud y la terapia, implica una cierta
manera de expresarse, de vestirse, de pensar, de alimentarse, en fin,
implica una manera de estar en el mundo. Pero si es necesario
recalcar que no son sólo los universitarios y los que tienen buenos
ingresos los que adhieren a las ideas asociadas comúnmente a la
Nueva Era, también adhieren y consumen esta oferta individuos de
bajos ingresos y poco nivel de instrucción, sólo que en lugares
diferentes y obviamente, con ideas que pueden diferir, si bien en lo
esencial concuerdan; al igual que no todos los universitarios con
buenos ingresos seleccionan -para el tratamiento de su salud o la
búsqueda de una mejor calidad de vida- el yoga u otra medicina
alternativa, no todos los individuos de sectores de bajos ingresos

18
económicos y bajos niveles de instrucción rechazan las ideas y
prácticas del yoga.
Es también interesante indagar en la síntesis cultural que se
visualiza en la incorporación, por parte de curadores tradicionales, de
nuevos vocablos para explicar, entre otras cosas, la enfermedad y la
salud en términos de equilibrio y desequilibrio de energías, la
existencia de un aura, un cuerpo energético, un universo interior y
exterior, por mencionar sólo alguna de las principales nociones del
corpus alternativo. Al respecto, señala Idoyaga Molina (2002a) que en
función de las nociones de enfermedad, terapia y corporalidad que
manejan las medicinas alternativas, éstas se transforman en una
opción que podría convertirse en masiva, dada la concordancia
semántica entre las nociones y prácticas tradicionales y las de estas
medicinas. En lo que hace al área Metropolitana, por ejemplo,
Gonzalo ha mostrado la incorporación de diversas nociones, técnicas
y prácticas alternativas que muestran curadores tradicionales
(Gonzalo, 2002).
En lo que hace a nuestro propio trabajo de investigación, hemos
relevado variados casos en que los individuos, identificándose como
terapeutas alternativos, refieren la existencia de taxa asociados
generalmente a la medicina tradicional, como el ojeo y el empacho,
dolencias que son diagnosticadas y tratadas en el marco de una
sesión terapéutica signada por el uso de técnicas y símbolos de
raigambre oriental. Dicha sumatoria se fundamenta, desde su
perspectiva, en la compatibilidad de nociones entre las terapias
tradicionales y las alternativas en lo que hace a la etiología y
terapéutica de las enfermedades. Para dar un ejemplo, la etiología del
ojeo se entiende como el resultado de las malas energías
-intencionales o no-, producto de la mirada de un otro, que afectan el
aura del doliente y por tanto desequilibran su monto energético total,
provocándole la enfermedad. La terapia en cuestión combina diversas
técnicas tanto de raigambre oriental como tradicional, involucrando la
manipulación del poder del número tres en distintas maniobras,
número que se asocia a la Trinidad católica (Padre, Hijo y Espíritu
Santo), oraciones y ensalmos de raigambre católica, combinados con
“pases” de limpieza energética del aura, del espacio circundante y
aplicación de energía a través de las manos mediante la imposición
de símbolos sagrados del reiki -pertenecientes a la tradición oriental-,
así como sahumar al individuo y/o al ambiente, técnica de raigambre
católica y común en las prácticas curanderiles (Idoyaga Molina, 2002
a). Como puede observarse, la sesión terapéutica involucra técnicas
de muy diversas tradiciones, desde las utilizadas comúnmente en la
medicina tradicional, como las oraciones, sahumados y ensalmos, a
otras asociadas a las medicinas alternativas de raigambre oriental,
como los símbolos sanadores reiki y los pases destinados a movilizar
la energía negativa del ambiente o del individuo y propiciar el ingreso
de energías positivas.
Desde la perspectiva de los usuarios, esta combinación no
presenta ninguna contradicción, vale decir la síntesis cultural es
vivida, actuada y aceptada antes que reflexionada teóricamente. Una

19
usuaria de yoga nos contaba que para alejar las malas energías de su
hogar, responsables de su enfermedad y la de su marido, utilizaba
sahumerios en número impar de uno o tres en distintas habitaciones
de su casa para limpiar el espacio, al tiempo que colocaba envases de
vidrio con agua para absorber las malas energías y rezaba tres padres
nuestros en cada habitación para alejar los espíritus nefastos que
estaban calificando negativamente el espacio, alterando la calidad del
ambiente y por lo tanto alterando las condiciones de la energía de sus
habitantes. En el relato de este autotratamiento puede observarse la
combinación de técnicas de diversa tradición: entre las de raigambre
católica encontramos el sahumado, los números impares (asociado a
la sacralidad del número uno y el tres (Idoyaga Molina, 2002a) y por
ende, a la manipulación del poder de las deidades católicas) y el rezo
de los padrenuestros; mientras que la finalidad del accionar
simultáneo de las distintas maniobras realizadas es la recalificación
del ambiente y la propiciación del ingreso de nuevas energías de
signo positivo, noción que si bien refigurada, alude a las tradiciones
orientales. El uso del agua como purificador y regenerador requiere
una mención especial, en cuanto su uso como purificador ha sido
profusamente estudiado en diversas sociedades, siendo
prácticamente una representación universal, en este contexto
creemos que su origen se asocia a las prácticas terapéutico realizadas
por los curanderos e inspiradas en el catolicismo (Idoyaga Molina,
2002ª; Passafari, 1995; Perdiguero, 1996; Turner, 1980). Finalmente,
el sahumado, el rezo de los padres nuestros y el recitado de los
ensalmos permiten, al manipular la potencia de las deidades del
catolicismo, recalificar el espacio y tornarlo fasto, posibilitando así el
reestablecimiento de la salud y el alejamiento de los poderes
contaminantes.
En otro caso, una usuaria de yoga refería que para realizar las
visualizaciones propias de las técnicas de meditación yoga, utilizaba
la imagen de la virgen María para lograr el estado de conciencia
asociado a la posibilidad de fijar la atención en una imagen potente y
así disminuir el flujo de pensamientos, logrando un estado de
relajación en todos los niveles de la persona. Mientras que en Oriente
se utiliza la flor de lotus como símbolo de Brahma -lo sagrado por
excelencia-, o la pronunciación del mantra Om que representa la
divinidad, los usuarios del yoga en nuestra zona de estudio suelen
utilizar deidades y palabras de raigambre católica para acceder a
estos estados. La deidad católica mencionada por esta usuaria de
yoga suele ser utilizada por otros practicantes en técnicas de
raigambre oriental, como la que mencionamos en esta oportunidad,
así como lo es Jesús, los ángeles y arcángeles, y otros santos
católicos, tanto sean oficialmente reconocidos por la iglesia católica o
no, así como el uso de palabras tales como fe, esperanza y caridad –
las virtudes cardinales-, claramente de raigambre católica. Al
respecto, una especialista de yoga nos explicaba que, para la mayoría
de los practicantes, la cercanía de la vivencia religiosa de estas
figuras facilita el proceso de visualización, al tiempo que si bien se
utilizan las técnicas orientales para lograr un estado de conciencia

20
alterado, no se violentan las creencias de los usuarios, al permitirles
acceder a sus propias deidades en el proceso de contacto y
manipulación de lo sagrado.
Como hemos podido observar, el fenómeno de las terapias
alternativas, su uso creciente y su utilización combinada con
medicinas que aparentarían ser contradictorias, es un hecho cada vez
más frecuente en nuestra zona de estudio, y muestra claramente las
profundas resignificaciones de las nociones asociadas a la práctica,
las que combinan elementos de variadas raigambres culturales,
generando una particular versión de la disciplina, la que si bien refiere
a una cosmovisión holista del universo, muestra también la
permanencia de la concepción occidental de persona e individualidad.

Medicinas Alternativas en el marco de las ofertas terapéuticas

Otros autores han considerado el estudio de las terapias


alternativas -entre ellas el yoga- en el marco de las ofertas
terapéuticas a las que tienen acceso los usuarios de Occidente,
analizándolas en muchos casos a partir de las vivencias de los actores
sociales.
En lo que hace a la vigencia de las medicinas tradicionales y la
expansión de las alternativas se han argumentado diferentes
aspectos que hacen a la concepción de la persona, la corporalidad,
las teorías etiológicas de la enfermedad y la eficacia terapéutica. Así,
se ha señalado que las dolencias de otras sociedades no caben en el
modelo biomédico de enfermedad (Singer, 1977; Gatere, 1980); que
la experiencia de la enfermedad (illness) es algo diferente a la
concepción biológica de la misma (desease) (Leslie, 1980); que la
complejidad de las nociones tradicionales de enfermedad involucra la
activación de fuerzas sobrenaturales (Janzen, 1978), fenómenos de
brujería, hechicería y acciones de los seres míticos (Mbiti, 1970),
nociones que además implican a entidades diferentes del cuerpo
biológico como almas, cuerpo social, etc. (Swantz, 1979) y que, por
ende, requieren de terapias muy diferentes a la biomédica (Mbiti,
1970); que las medicinas tradicionales son accesibles y aceptadas en
las sociedades nativas (Nchinda, 1976); que la elección terapéutica se
debe a factores estructurales -representaciones sociales sobre la
enfermedad y la terapia- y factores coyunturales -disponibilidad,
consejos de familiares, etc- (Fassin, 1992); que la cultura médica
hegemónica presta poca atención a la salud de los pobres
(Elling,1981); que la identidad étnica es un aspecto relevante en el
momento de optar por una terapia (Kunitz, 1981); que las terapias
alternativas y tradicionales despiertan un genuino interés como
solución a enfermedades repentinas, inexplicables o persistentes
(Alburquerque, 1979; Varner y Candless, 1979), que muchos
pacientes prefieren opciones más delicadas y menos intrusivas que la
terapia biomédica o que la selección y combinación que de ellas se
realice depende de los estilos de pensar (Douglas, 1998), que la
aceptación de una gran variedad de otras medicinas denota un

21
carácter chic (Atkinson, 1979); que la cura espiritual que se ofrece en
las iglesias cristianas, incluso las iglesias católicas, es de relevancia
(Vecsey, 1978), que hay eficacia en las otras medicinas.
Para dar cuenta del crecimiento y el interés por los
tratamientos alternativos en contextos urbanos e instruidos, incluso
de países desarrollados, se ha mencionado además que este
fenómeno se debe a un mayor acceso a información sobre temas de
salud; a la eficacia comprobada de otras medicinas, incluso de
técnicas de relajación y de curas rituales; al carácter holístico de las
terapias tradicionales y alternativas; a las diferencias entre el
paradigma biomédico y el psicosocial de atención de la salud (Good,
1987; Kleinman, 1978; Swift y Asuni, 1975); a los aspectos adversos
de la biomedicina, tales como el efecto secundario de muchas drogas
y el carácter corporalmente intrusivo y físicamente violento de
muchas de las técnicas diagnósticas y terapéuticas; al
cuestionamiento de algunas aproximaciones y asunciones de la
medicina alopática; a los cambios en los valores de los usuarios que
redundaron en una menor tolerancia al paternalismo biomédico; a la
incapacidad de la alopatía para tratar las llamadas nuevas
enfermedades (Douglas, 1998; Csordas y Kleinman, 1996; Good,
1994a; Good, 1987; Idoyaga Molina, 1999a y 2002a; Kallinsky y Arrúe,
1996; Laplantine, 1999; OMS, 2002). Otros autores (Good, 1994a y
Kleinman, 1988 y 91; Kleinman et al, 1994) han señalado la
importancia de las experiencias de enfermedad y sanación, en
cuanto desencadenantes de búsquedas de sentido y de marcos
explicativos.
En el caso de O´Connor (1995) se muestra a través de una
aproximación fenomenológica, como las personas en Estados Unidos
combinan gran cantidad de terapias en sus recorridos en búsqueda
de recuperación. Por ejemplo, O´Connor cita el caso de un individuo
con cáncer que recibiendo un tratamiento biomédico como la
quimioterapia, puede al mismo tiempo utilizar oraciones para
sanarse, aplicarse reliquias sagradas en las partes afectadas de su
cuerpo, seguir una dieta natural y tomar dosis de vitaminas y
minerales para reforzar su sistema inmune, utilizando prácticas de
meditación oriental para reducir el stress típico de la enfermedad
terminal y técnicas alternativas como visualización, para movilizar las
fuerzas autocurativas de su propio organismo. Simultáneamente, ese
mismo enfermo usa medicinas homeopáticas para combatir los
efectos colaterales de la quimioterapia, y complementa con un
quiropráctico o acupunturista para que le ayuden a reestablecer el
equilibrio general de su cuerpo.
En tanto, Laplantine (1999) en el marco de su categorización en
cuatro modelos de enfermedad y cuatro de terapia, incluye al yoga
en un modelo terapéutico de tipo sedante. Refiere que su objetivo es
favorecer el apaciguamiento del funcionamiento mental, la
moderación del ritmo cardíaco y la desconexión con el ambiente. Mc
Guire y Kantor (1988) discuten en su trabajo la noción generalizada
de que las terapias alternativas, definidas en este caso como un

22
amplio rango de creencias y prácticas ajenas a la biomedicina 3, sean
una opción para individuos de los denominados sectores populares,
es decir, de bajos ingreso y nivel de instrucción. Así es como a través
del estudio de las opciones terapéuticas de individuos de clases
medias urbanas en New Jersey, Estados Unidos, muestran que la
aceptación de los sistemas de curación alternativa entre estos grupos
es creciente e implica definiciones totalmente diferentes a las
propuestas por el modelo biomédico en lo que respecta a la etiología
de la enfermedad, así como una teoría específica de la salud, las
desviaciones y el poder terapéutico. Señalan también que muchos de
los adherentes a estas terapias seleccionaron inicialmente estas
disciplinas atraídos por su sistema de creencias, en los que la noción
de enfermedad y terapia son sólo un aspecto de dichas
cosmovisiones.
En el caso de Idoyaga Molina (2002a), se mencionan estas
terapias como tradicionales en otros países pero alternativas aquí. La
autora, a partir de la definición de Charles Good (1987) sobre sistema
etnomédico4, plantea que en la Argentina éste está dado por el
traslapo de las medicinas tradicionales, el autotratamiento, la
biomedicina, las terapias religiosas y las de alternativa. En variados
trabajos (1997, 1999, 2000 y 2002a), presenta a las terapias
alternativas como una opción cada vez más frecuente en la población.
A través del análisis de variados caminos terapéuticos, la autora
devela las razones que fundamentan la elección de estas terapias, así
como señala también la concordancia de las nociones que fundan las
terapias alternativas con las de la medicina tradicional. Basándose en
una categorización que propone la enfermedad entendida a partir de
diversos desequilibrios, Idoyaga Molina presenta un esquema
conceptual que da cuenta de la perspectiva de los actores sociales y
sus propias vivencias, en torno al proceso de enfermedad y salud. El
yoga, de acuerdo a la definición de los especialistas y usuarios en
nuestra área de estudio, implica –en los términos de la autora- la
noción de enfermedad como desequilibrios orgánicos, desequilibrios
entre las entidades que integran la persona (cuerpo físico, cuerpo
etéreo, etc.), desequilibrios sociales, desequilibrios espacio-
ambientales y desequilibrios religioso rituales. Posiblemente en
Oriente no podrán distinguirse los tres primeros desequilibrios, pues
la noción de cuerpo, entre otras, difiere fundamentalmente de la
occidental. De hecho, no existe concepto decible como cuerpo en
tanto noción construida históricamente y que supone oposiciones
tales como mente/cuerpo, alma/cuerpo y espíritu/cuerpo. El criterio
cosmogónico hindú se basa sobre la diferenciación entre lo material e
inmaterial y sus diversas calidades. De cualquier modo, esta
disciplina como otras de raigambre oriental, ha sido profundamente

3
Las autoras incluyen en su estudio a grupos cristianos, movimientos metafísicos
tradicionales, de meditación y potencial humano, curación psíquica y varios grupos de
técnicas tradicionales de Oriente.
4
Charles Good en su libro Ethnomedical Systems in Africa (1987), define la noción de sistema
etnomédico a partir del traslapo entre la biomedicina, las medicinas tradicionales y el
autotratamiento.

23
refigurada en su llegada a Occidente y las nociones que integran su
corpus han sufrido resignificaciones, las cuales varían
considerablemente de acuerdo al tipo de instrucción recibida por el
especialista o por el usuario. Regresaremos sobre las nociones y
teorías etiológicas de la enfermedad en el caso de los usuarios y
especialistas del yoga en nuestra área de estudio.
Idoyaga Molina (1997) refiere que al ser la biomedicina la única
legalmente aceptada, las alternativas se ofrecen en nuestro país
veladamente como cursos sobre terapias, gimnasia de respiración y
relajación y asesoramiento sobre dietas alimentarias. Los costos
económicos corren por cuenta del usuario por lo que su oferta se
restringe generalmente a los sectores de mayores ingresos. Los
usuarios las seleccionan por consejos e información que obtienen de
amigos, parientes y ocasionalmente de lecturas de revistas o libros.
Coincide con Douglas (1998) al señalar que la elección de estas
terapias responde a un estilo cultural que prioriza la delicadeza de las
prácticas alternativas, en su mayoría de raigambre oriental, que son
caracterizadas por los usuarios como no agresivas, holísticas y
suaves, en clara contraposición a los métodos -tanto diagnósticos
como terapéuticos- de la biomedicina, que son percibidos por los
actores como agresivos, dolorosos y la mayoría de las veces,
ineficaces. Asimismo, la autora destaca la selección en combinación o
uso paralelo de estas terapias en las búsquedas de salud, tanto en
individuos de pertenencia urbana, con niveles de instrucción
secundaria o universitaria, como en aquellos que viven en las zonas
más despobladas del país.
Desde la misma perspectiva, diversos autores han notado la
creciente utilización de terapias alternativas en el área Metropolitana.
Así, Pitluk (2003 y 2007) analiza la oferta de nuevas terapias
alternativas, como el o-ring test, la orinoterapia, y también otras de
raigambre oriental y de mayor antigüedad en nuestro país, que han
sido adoptadas por los usuarios de áreas urbanas, como es el caso del
shiatsu y la acupuntura. En la misma línea se inscriben los trabajos de
Gómez (2003) en Federación -provincia de Entre Ríos-, lugar de las
aguas termales, donde concurre población de diversas regiones para
concretar una opción terapéutica que puede ser paralela o en
combinación con la biomedicina. De acuerdo a la autora se reconoce
a esta medicina una amplia efectividad para el tratamiento de
variadas dolencias.
Arteaga (2003) refiere en su zona de estudio -el centro de la
provincia de La Pampa-, la aparición de un acupunturista seleccionado
por una gran cantidad de usuarios, tradicionalmente usuarios de la
medicina curanderil, para el tratamiento complementario de
dolencias diversas. El autor muestra la concordancia de significados
que posibilitan la combinación de medicinas tradicionales con
alternativas, sin que medie conflicto alguno por parte de los actores
sociales. Como demuestra el autor, la elección de un terapeuta
alternativo no invalida la eficacia asignada a los terapeutas
tradicionales y viceversa. Las distintas selecciones se vivencian,

24
desde la perspectiva de los usuarios, como la utilización de diversos
recursos terapéuticos en búsqueda de salud.
Gonzalo (2002) relata las formas iniciáticas, el aprendizaje, las
nociones de enfermedad, las técnicas de diagnóstico y curación de
especialistas alternativos en el sur del conurbano bonaerense. A
través de los relatos de estos sanadores, muestra la creciente
presencia de nuevas ofertas y nuevas demandas en el sistema
etnomédico. Viturro (1998) muestra el uso no contradictorio de la
biomedicina en complementariedad con medicinas alternativas en el
Gran Buenos Aires, en usuarios que concurren a hospitales públicos y
completan su curación con otro tipo de terapias. La autora refiere que
el uso en combinación se explica, desde la perspectiva de los
usuarios, en los límites que presenta la biomedicina en el tratamiento
de variadas dolencias, motivo por el cual los actores seleccionan una
curadora alternativa para completar la sanación. Rescata la
percepción de las terapias alternativas como holísticas y
armonizantes del individuo.
Viotti (2003) refiere las búsquedas de sanación en contextos
religiosos carismáticos del área Metropolitana, develando las
experiencias de aflicción y terapia de los actores sociales a través del
relato y análisis de variados caminos terapéuticos, en los que muestra
los diversos estilos posibles en la combinación de terapias. En su
trabajo puede observarse claramente cómo las medicinas alternativas
suelen ser combinadas por los usuarios con la biomedicina y/o las
medicinas religiosas, además del autotratamiento de distintos tipos,
frente a episodios de enfermedades graves.
Refiriéndose a las estrategias terapéuticas seguidas por
individuos que padecen cáncer en Buenos Aires, Idoyaga Molina y
Luxardo (2005) advierten la creciente utilización de las medicinas
complementarias, entre las que distinguen dos tipos de tratamientos:
los que poseen un cuerpo de conocimiento sobre la salud y la
enfermedad integrados a cosmovisiones no occidentales (yoga,
acupuntura, etc.) y las terapias aisladas que afirman tener bases
científicas o seudo-científicas que son empleadas usualmente por
biomédicos (crotoxina, hansi, etc.). Concluyen en su presentación que
los males crónicos, los de mayor gravedad o ambos, se asocian
usualmente al incremento de terapias y de especialistas consultados,
mientras que, por el contrario, cuando los pacientes encuentran una
solución terapéutica adecuada dejan de intentar otras, tal como
sucede con muchos pacientes con cánceres que pueden ser
extirpados o se encuentran en proceso de remisión.

25
Nosotros mismos (Saizar, 2002a y b, 2003a y b, 2004) hemos
considerado la creciente utilización de terapias alternativas en el área
Metropolitana, por parte de individuos pertenecientes a diversos
niveles socioeconómicos y desiguales niveles de instrucción. A través
del análisis de caminos terapéuticos, hemos comprobado que la
selección y combinación de terapias, aún en el caso de individuos
pertenecientes a un mismo estilo de pensar que preferencia las
terapias alternativas, puede presentar diferencias en lo que hace a las
otras medicinas utilizadas en combinación con el objetivo de
recuperar la salud. Es decir, no son siempre las mismas las medicinas
combinadas, las elecciones así como los rechazos se fundamentan en
complejas nociones de la persona, sus entidades, la etiología de la
enfermedad y el modo adecuado de terapia. De igual manera, la
eficacia comprobada empíricamente es un reaseguro para una nueva
elección así como para su recomendación a familiares y amigos que
padezcan una dolencia, similar o no.

Terapias Alternativas y Globalización

A pesar de las mencionadas diferencias en los enfoques antes


descriptos, ninguno de los mencionados autores ha dejado de
observar que estas disciplinas, algunas de ellas presentes en
occidente desde el siglo pasado, han incrementado su oferta y acceso
en el transcurrir de las últimas décadas. Originarias de culturas
distantes y diferentes, las disciplinas orientales han impactado
fuertemente en Occidente, aportando nuevas visiones y una nueva
forma de comprender el mundo. Sin embargo, es importante destacar
que dichas nociones no han permanecido intactas, sino que muy por
el contrario, han sufrido profundas resignificaciones y
resemantizaciones, derivando en lo que podríamos llamar una nueva
“versión” de las mismas. Estas nuevas versiones traslapan y
combinan elementos de la cosmovisión oriental, con elementos de la
cosmovisión occidental –obviamente, pensadas en un nivel macro,
pues ambas cosmovisiones no pueden pensarse como unidades
absolutas y cerradas-, creando en cada cultura, una versión propia.
En esta oportunidad, nuestro interés se centra en analizar las
nociones, ideas y experiencias de los practicantes del yoga en Buenos
Aires, las que como veremos, asumen una importante diversidad en
sus acepciones y complejidades.
Partimos del presupuesto de considerar que el auge de estas
prácticas se vio asociado al proceso de globalización, iniciado a
mediados de la década del ´80. Es decir, si bien el yoga ingresó en la
Argentina a principios del siglo XX, casi ocho décadas antes de que
comenzara a hablarse del proceso de globalización, es también cierto
que ha conocido una mayor difusión a partir de las últimas décadas,
transformándose progresivamente de práctica de élite a práctica de
consumo masivo, como resultante, en gran medida, de su difusión por
muchos de los canales que nacieron o se incrementaron a partir del
proceso de globalización.

26
Originariamente comprendida como una práctica ascética
tendiente a posibilitar la liberación de la partícula divina que reside en
el hombre, y por lo tanto, liberarlo de la incesante rueda de
encarnaciones a la que se encuentra sometido como consecuencia de
su carga kármica, el yoga es en la Argentina una práctica que
adquiere diversas complejidades, pero que sin lugar a dudas, es
utilizada mayoritariamente como un medio terapéutico para combatir
las enfermedades, muchas de ellas atribuidas al estilo de vida actual.
El yoga, al igual que otras prácticas orientales, obtuvo una gran
difusión entre sectores ajenos hasta ese momento a tales disciplinas,
a través de los medios masivos de comunicación, bibliografía y
material de difusión que comenzaron a circular con mayor fuerza a
partir de la década del ´80. La universalización de las prácticas
orientales, tales como el yoga, el tai chi chuan, la acupuntura, entre
otras, también muestra las resignificaciones y adaptaciones sufridas
en el proceso de apropiación. Al respecto, Silva da Silveira (2005)
refiere que es posible comprender la difusión de elementos y
prácticas orientales a partir de la noción de globalización, percibida
desde una dimensión cultural. Peter Berger (2004), refiriéndose a la
dinámica cultural de la globalización, procura indagar en una tensión
fundamental en el seno de las discusiones teóricas en torno a dicho
proceso. Refiere entonces dos acercamientos a la comprensión de los
efectos de la globalización: por un lado, aquellos que pregonan la
creciente e inevitable homogeneización cultural que surgiría a partir
de la instalación de determinados saberes y prácticas propios de los
centros neurálgicos de la globalización en las periferias del
movimiento. El resultado de este hecho sería la creación de versiones
únicas, desplegadas por distintas culturas, las que perderían
progresivamente sus características hasta ser cada vez más
homogéneas entre sí.
En general, este tipo de estudios apuntan atribuir a la
globalización, en tanto proceso, una serie de cambios que impactan
en distintos niveles. Según describe Mantecón (1993), los analistas de
la temática coinciden en señalar que la fase de globalización
acelerada ha tomado lugar desde los años ochenta y se ha
caracterizado por la intensificación en el movimiento mundial –otrora
restringido por las fronteras- de los capitales, las tecnologías, las
comunicaciones, las mercancías y la mano de obra, integrándose en
un mercado de escala internacional. El impulso fundamental a la fase
de globalización acelerada provino de lo que se ha considerado como
la cuarta revolución en la historia de la humanidad, esto es, la
revolución de la microelectrónica, la biotecnología y las
telecomunicaciones. Las corrientes teóricas neoliberales han insistido
en que la globalización socioeconómica ha generado la
desterritorialización y deslocalización de los procesos económicos,
sociales y culturales.
Peter Berger (2004) refiere una segunda corriente que explica la
exitosa expansión de saberes y prácticas de lugares distantes entre
sí, a partir de la generación de versiones locales de los saberes y
prácticas adoptados, los que muestran profundas resignificaciones

27
respecto a los originales. La música electrónica, la comida rápida, la
moda y otros elementos característicos de la sociedad de consumo
aparecen bajo distintas formas, toman elementos de las culturas
receptoras, lo que ha llevado a una serie de autores a afirmar la
existencia de diversas globalizaciones y nuevos procesos de creación
cultural (Silva da Silveira, 2005).
Las discusiones teóricas desde la antropología han centrado su
interés en la disputa acerca de si la globalización produce o no
homogeneidad cultural, a partir del traslado de prácticas y saberes de
una cultura a otra. Para autores como Garcia Canclini (1999) lo que
suele llamarse globalización puede entenderse como un “conjunto de
procesos de homogeneización y, a la vez, de fraccionamiento del
mundo, que reordena las diferencias y las desigualdades sin
suprimirlas” (García Canclini, 1999: 48-49). Por su parte, Martín
Barbero (2001) explora la incidencia del desarrollo de nuevas
tecnologías comunicacionales en la construcción de las identidades,
el espacio público y las formas de sociabilidad, llegando a
conclusiones semejantes a las de García Canclini, en cuanto entiende
que las nuevas tecnologías de la información están “reconfigurando
los modos de estar juntos” (Barbero, 2001:47) produciéndose una
progresiva homogeneidad cultural. Esta idea ha sido discutida por
diversos autores (Berger, 2004; Silva da Silveira, 2005; Ortiz, 2001)
en tanto entienden que la globalización, si bien ha producido
importantes intercambios y el acceso a bienes y servicios de culturas
lejanas, no ha implicado el desvanecimiento de las culturas
receptoras -como resultante de la imposición de la cultura propia de
los centros neurálgicos de la globalización-, sino la producción de
versiones locales de los bienes y servicios adquiridos. Una tercera
perspectiva, como es la de Otavio Velho, apunta a plantear que la
globalización puede entenderse como un mito creado por Occidente
que correspondería a un determinado espíritu de la época,
manifestado transversalmente en variados dominios, tanto de
saberes como de prácticas sociales en general, en oposición a la
mirada que entiende a la globalización como un objeto.
Otras corrientes teóricas interpretan de otro modo el fenómeno
de la globalización. Ésta tendría por patria de origen y principal
beneficiario a un centro constituido por un núcleo reducido de Estado-
naciones y se difundiría de modo desigual por distintas periferias,
clasificables según su mayor o menor integración al centro. Esta
configuración tendría un carácter territorial y absolutamente
cartografiable. En ste sentido, Giménez (2000) refiere que todo
desarrollo de la mundialización descansaría sobre nudos urbanos, que
funcionarían como las piedras angulares de las regiones a las que
pertenecen. Los territorios interiores, considerados en diferentes
escalas (local, regional, nacional), seguirían en plena vigencia con
lógicas diferenciadas y específicas bajo el manto de la globalización.
La idea que subyace es que el efecto de la globalización ha sido la
transformación de la cultura regional, mas no su desaparición.
Esto significaría que si bien muchos saberes y prácticas
culturales han sido difundidos o han conocido una difusión

28
considerable a partir del impacto de la globalización, las matrices
culturales donde éstos han sido recibidos le han dado un particular
“color” que los diferencia notablemente de sus versiones “originales”.
Lo cual podría explicarse, en parte, por el hecho de que los bienes son
transportados fuera de su marco cultural, el que les brinda significado
y un marco de comprensión. Transportadas de una cosmovisión a
otra, las prácticas adoptan nuevos significados y si bien adquieren
muchas de las nociones originales, éstas son refiguradas y toman
como punto de partida nociones y experiencias de los individuos de
esas culturas receptoras. Con ello queremos decir que en las
versiones locales pueden hallarse rasgos de las originarias, pero
siempre los contenidos habrán sido resemantizados de acuerdo con
los núcleos centrales de la cosmovisión de cada lugar.
Es nuestro interés entonces indagar en las vivencias de los
individuos que practican yoga en Buenos Aires y su zona
metropolitana, desde una perspectiva fenomenológica, rescatando
sus experiencias, analizando las nociones que se relacionan
directamente con la selección de dicha disciplina como práctica
terapéutica. De esta manera, indagaremos en la perspectiva de los
actores, tanto usuarios como especialistas, analizando las ideas en
torno a la persona, la corporalidad, las entidades que conforman a la
persona, la etiología de la enfermedad, sus manifestaciones y las
formas diagnósticas y terapéuticas, así como la eficacia del accionar
terapéutico y la manipulación del ámbito de lo sagrado; considerando
en todo momento las posibles diferencias entre la perspectiva de
usuarios y especialistas en torno a las vivencias, ideas y experiencias
relacionados con la práctica, así como las posibles resignificaciones
de las nociones orientales y las particularidades de la disciplina en
Buenos Aires. De hecho en nuestro trabajo de campo hemos
comprobado las profundas refiguraciones de que han sido objeto
nociones como las de karma, dharma, atman, etc.

29
Metodología

El enfoque metodológico elegido pretende desarrollar y


profundizar una etnografía que dé cuenta de los factores, vivencias y
significados que explican los procesos y nociones asociadas a la
práctica del yoga en Buenos Aires y su zona metropolitana. Se
inscribe en las corrientes hermenéuticas y fenomenológicas. Para este
último enfoque, en un primer momento, es necesaria la suspensión o
puesta entre paréntesis de saberes teóricos y tradicionales y de
disposiciones pragmáticas y afectivas (Merleau Ponty, 1969), implica
reducir lo que Schutz denominó el mundo del sentido común (1972),
para acceder a las vivencias y experiencias del sujeto, las que se
constituyen en el núcleo central del análisis. En otras palabras,
consideramos al hecho o fenómeno cultural como una estructura que
sólo puede ser comprendida teniendo en cuenta todas las
asociaciones y significados a partir de un acabado fenomenismo, que
devele el hecho como contenido de conciencia (Husserl, 1949), esto
es, en tanto hecho representado, conceptuado, pensado, actuado y
emocionalmente vivido. Husserl entiende que en los contenidos de
conciencia no hay una historia objetiva, sino comensiones temporales
que se asocian y dan significado al fenómeno.
En un segundo momento, se procede a una nueva reducción.
Esta vez es necesario poner entre paréntesis los aspectos que no son
esenciales al fenómeno para alcanzar de este modo las estructuras
de significación, que son independientes de los fenómenos concretos
e históricos, aunque estas esencias de sentidos explican y permiten
comprender las experiencias particulares y los fenómenos concretos
en su historicidad. Este enfoque permite acceder a las estructuras de
significación o sentidos esenciales como resultado de la reducción
fenomenológica o eidética (Husserl, 1949).
En su artículo de Ethnography de 2003, Katz y Csordas
muestran la influencia que la fenomenología ha tenido tanto en el
campo de la antropología como en el de la sociología americana de
las últimas décadas a través del impacto de autores como Schutz,
Hegel, Husserl, Berger y Luckman, Foucault, Ricoeur y Merleau Ponty.
Para ello, se basan en el análisis de seis artículos, tres de ellos de
antropólogos y los tres restantes de sociólogos. Distinguen en los
primeros un mayor apego a los principios de la corriente
fenomenológica, puesto que muestran una mayor fidelidad y
adhesión a la perspectiva de los actores sociales, en cuanto sus
trabajos recuperan y comprenden las estructuras de significación de
los informantes.
Respecto al impacto que la fenomenología ha tenido en la
sociología basada sobre la etnografía, Csordas y Katz (2003) postulan
que los trabajos a los que aluden como exponentes de dicha
influencia, presentan una tensión entre la perspectiva de los actores
sociales y su deconstrucción, lo que provoca una etnografía pobre
que no refleja la real perspectiva de los nativos.
Wilson y Csordas (2003) resaltan la importancia que la
consideración del cuerpo y de la espacialidad poseen para la

30
comprensión de la curación ritual entre los Navajo. A través de la
observación y participación en rituales de curación en el seno de la
comunidad Navajo, los autores postulan la existencia de una
experiencia del cuerpo en la que la percepción de los límites
corporales puede ser hasta contradictoria con los postulados
euclidianos y los axiomas espacio/ temporales de la cosmovisión
occidental en general. Diana Wilson usó su propia corporalidad y su
sensibilidad intelectual como instrumentos etnográficos.
Rabelo y Souza (2003), siguiendo los lineamientos teóricos de
autores como Ricoeur, Hegel y Merleau Ponty, discuten la noción
propia de la biomedicina de nervoso como un síntoma que debe ser
medicalizado y la postulan como una estructura temporal relacionada
a un estado de ánimo (mood). Su análisis enfoca los relatos de
mujeres de clases trabajadoras de Brasil, que padecen la misma
categoría de aflicción. La consideración que los autores hacen de
nociones tales como tiempo, espacio y cuerpo, cobran importancia
fundamental para la comprensión de la vivencia de los individuos.
Geurts (2003) analiza las posturas corporales de los narradores
de leyendas originarias étnicas del pueblo Ghana, planteando que el
hecho de ser Anlo no puede comprenderse como una simple
membresía a un grupo, ni una cuestión de identidad étnica, sino que
debe ser comprendida como una condición existencial propia del
grupo. Presenta un contrapunto entre su estudio y la práctica del
yoga, rescatando su propia vivencia como usuaria, en cuanto que
determinadas posturas corporales producen ciertos estados de ánimo.
Al igual que otros trabajos, este último aspecto ilumina el modo en
que la propia corporalidad del etnógrafo puede ser un instrumento de
su investigación.
Para dar cuenta de las experiencias de enfermedad y terapia y
consecuentemente de la selección y combinación de medicinas y el
uso de prácticas alternativas, no se puede sólo considerar los
aspectos “objetivos” de la enfermedad (los aceptados por la
biomedicina) y las representaciones culturales, sino que es necesario
enfocar la experiencia subjetiva (Good; 1994), lo que Kleinman (1988)
ha llamado una etnografía de la experiencia. Good se centra en
narraciones de los enfermos a las que analiza con un enfoque
inspirado en Schutz.
En Argentina los estudios fenomenológicos inicialmente se
asociaron al análisis del mito, el rito y las cosmologías nativas en
general (Bórmida, 1969/70, 1976 y 1984; Cordeu, 1974; Siffredi,
1973). No sólo en Estados Unidos sino también en nuestro país
diversos autores han priorizado los enfoques fenomenológicos dando
cuenta de la experiencia de la salud y la enfermedad en virtud de los
significados y vivencias propios de los individuos, mostrando, así,
cómo las personas seleccionan diversas medicinas en consonancia
con sus concepciones y vivencias, es decir la manera en que salud y
enfermedad son comprendidas (Brandi, 2002; Disderi, 2001; Idoyaga
Molina, 1999, 2002a; Idoyaga Molina y Korman, 2003; Idoyaga Molina
y Luxardo, 2003; O´Connor, 1995; Good,1994; Good, 1987; Kleinman,
1980; Viturro, 1998; Luxardo 1999 y 2002; Gonzalo, 2002; Gómez,

31
2002; Arteaga, 2002; Pitluk, 2002a y b; Viotti, 2003), y la incidencia
que las dolencias crónicas poseen en las vivencias de enfermedad de
los individuos (Good, 1994). Todos ellos presentan la perspectiva de
los actores sociales, considerando especialmente las experiencias y
vivencias de los actores en torno a la enfermedad y la terapia.
Hacemos hincapié en estas perspectivas en tanto nos permiten
conocer los significados sobre la enfermedad y la terapia, los que
involucran diversas y complejas vivencias de aflicción, así como las
relativas a la idea de persona y las entidades que la integran, cuerpo,
cuerpo energético, aura, almas, espíritu, energía, nombre, entre
otras5 (van der Leeuw, 1964).
De esta manera, y de acuerdo a los requerimientos del método
fenomenológico, con el objetivo de recabar los materiales necesarios
que nos permitieran develar los significados y vivencias de los actores
sociales -tanto usuarios como especialistas del yoga en el área
Metropolitana- recurrimos a la producción de información en
entrevistas abiertas, extensas y recurrentes a informantes claves y
calificados y a grupos naturales (Coreil, 1995). Participamos también
en foros de Internet en Argentina dedicados especialmente a usuarios
y especialistas del yoga, en los cuales dialogamos con usuarios y
especialistas como un medio de ampliar la información respecto a las
nociones y vivencias asociadas a la práctica de la disciplina. Es
importante destacar que la información recogida de esta manera fue
considerada ampliatoria de los datos provenientes de las entrevistas
y de ninguna manera fue considerada en particular para develar la
perspectiva de los usuarios y especialistas. Hacemos esta aclaración
en tanto entendemos que sólo teniendo la posibilidad de preguntar y
repreguntar pudimos acceder a las vivencias y nociones reales de los
usuarios, es decir, aquellas ideas que surgen de sus propias
reflexiones sobre lo vivido.
Asimismo, realizamos observación y observación participante en
dos centros de reconocida trayectoria en la disciplina y en otros tres
de menor renombre. Dentro del muestro no probabilístico y no
intencional, seleccionamos en dichos centros un muestreo
coincidental/accidental, para realizar una breve encuesta destinada a
detectar los motivos de la práctica del yoga y si esta era o no, una
práctica complementaria.
Participamos como usuarios de un centro de yoga Yengar, en el
barrio de Belgrano, durante el transcurso del 2004 y el 2005,
concurriendo semanalmente a sus clases. Esta actividad nos permitió
entablar vínculos con otros usuarios, algunos de los cuales se
transformaron en nuestros informantes, así como participar
activamente en las clases de yoga y las distintas situaciones que
surgieron en el devenir del taller, asociadas a las búsquedas
personales de los usuarios, sus relatos sobre la enfermedad y la
salud, sus nociones sobre la disciplina, sus preguntas,
cuestionamientos e ideas en torno a la eficacia de ésta y otras
5
Gerard van der Leew (1964: 266) distingue la idea de alma como un medio de indicar lo
santo en el hombre. Para este autor, lo peculiar de la idea de alma es que devela el poder
manifiesto en alguna materia (1964: 267)

32
medicinas. Asimismo, la participación generó nuevas preguntas como
resultado de compartir la misma práctica y las mismas situaciones
con otros individuos, lo que hubiera sido difícil de conseguir de otro
modo.
Respecto a los especialistas de este taller, pudimos entablar con
ellos un fructífero diálogo que permitió, por la frecuencia de los
encuentros y la relación establecida, generar un espacio de reflexión
en torno a la práctica del yoga, conocer sus experiencias personales
como especialistas, su perspectiva sobre la eficacia terapéutica del
yoga, el uso de otras terapias alternativas en combinación, así como
los reconocimientos y quejas frente a los especialistas del sistema
oficial de salud. En fin, lo particular de esta experiencia fue
justamente la posibilidad de compartir el día a día de un taller de
yoga, vivenciar el desarrollo de cada una de las búsquedas
individuales y grupales, participando de las distintas experiencias en
los modos de hacer yoga.
También utilizamos gráficos realizados por los usuarios y
especialistas, en los que expresaron sus ideas de persona, bajo la
consigna de dibujar en forma simple y esquemática todas las áreas
que se consideraran como partes de una persona, tanto las visibles
como las invisibles. Este material nos permitió contrastar el
proveniente de las entrevistas abiertas, extensas y recurrentes,
sirviéndonos de guía para las repreguntas.
Los integrantes de los talleres a los que concurrimos conocían
nuestro trabajo de investigación, habiendo sido informados de la
perspectiva desde la cual trabajábamos y los principales focos de
nuestra indagación. Muchos de ellos se transformaron en informantes
calificados, dado su conocimiento particular sobre la disciplina y su
capacidad de reflexionar en torno a la temática.
Consideramos informantes calificados a especialistas y usuarios
del yoga y a familiares de enfermos que hayan recurrido a esta
terapia. Obviamente, los informantes difieren entre sí en cuanto
caudal de conocimientos y capacidad de reflexión sobre la temática,
pero es necesario considerarlos en su conjunto a la hora de precisar
intereses y conocimientos socialmente generalizables e
intersubjetivos por saturación. Para dar un ejemplo, el espectro de
nuestros informantes/especialistas cubre desde una profesora de
yoga formada en la Tecnicatura en la Universidad del Salvador, con
cursos de especialización y perfeccionamiento en Yoga y filosofía
oriental, a otra autodidacta cuya formación deviene de su búsqueda
bibliográfica y de sus experiencias previas como usuaria de yoga. En
lo que hace a los usuarios trabajamos con una amplia gama de
individuos, desde conocedores de vasta bibliografía y preocupados no
sólo por temas terapéuticos sino también por los aspectos filosóficos,
hasta personas absolutamente desinteresadas en los fundamentos
del yoga y que sólo recalcaban y reconocían su eficacia, pasando por
otros que tentaron con el yoga y después de un tiempo abandonaron
insatisfechos la práctica, a otros que concurrieron a la práctica
derivados por el biomédico como estrategia de complementariedad
terapéutica. Al respecto, es interesante destacar que no existe un tipo

33
de usuarios sino varios, cuyas nociones son lo suficientemente
homogéneas para permitir una comparación útil y, a la vez, lo
suficientemente heterogéneas para que el análisis resulte fructífero.
Consideramos también los recorridos terapéuticos de los
usuarios y especialistas del yoga. Para ello, utilizamos la recolección
de variados caminos terapéuticos, concepto propuesto en nuestro
país por Idoyaga Molina (2002a), que apunta a conocer lo que la
población concretamente hace en la atención de su salud y no sólo lo
que debería hacer en un plano puramente ideacional. Esta
herramienta nos permitió inquirir sobre las terapias frecuentadas, los
motivos de selección, rechazo y combinación terapéutica, los éxitos y
los fracasos, los malestares padecidos, los diagnósticos recibidos y la
credibilidad de los mismos. Por otra parte, la recolección de caminos
terapéuticos permitió constatar que son los individuos de mayores
ingresos y nivel educativo los que recurren a la mayor cantidad de
especialistas y medicinas, lo que hecha por tierra la idea de que la
combinación de terapias y la preferencia por otras medicinas se
asocia a la carencia de educación de la población y a la falta de
servicios biomédicos.
Las entrevistas fueron registradas magnetofónicamente y
trascriptas en forma literal, a fin de respetar los estilos y giros de los
hablantes. En los materiales que aquí presentamos, señalamos las
preguntas del investigador cuando su aparición es necesaria para
facilitar el orden y comprensión de los materiales. En esos casos, las
preguntas del investigador fueron señaladas entre //. El nombre del
informante se indica al pie de cada relato. Todos ellos estuvieron de
acuerdo con esta forma de reconocer su aporte, lo que nos habilitó a
usar sus nombres reales y así descartar el uso de seudónimos.
Como ha notado Sturzenegger (1994) el orden en que los
individuos estructuran su relato, aunque aparentemente
desorganizado en cuanto un orden cronológico, permite develar las
asociaciones que se realizan, en este caso, en torno a etiologías,
síntomas y prácticas de la salud y la enfermedad. Se advierte como al
hablar del tema se rememoran otros hechos que no se habían
comentado, estos hechos a veces se pueden ubicar en un “antes que”
y un “después de”, otras veces su ubicación es imprecisa.
Distinguiremos entre los actores sociales a usuarios y
especialistas, abordando las nociones y prácticas relativas a la
disciplina desde la visión de cada grupo, distinguiendo diferentes
especialistas y diferentes usuarios, a partir de sus estilos. A fin de
conocer cuáles han sido las refiguraciones que esta disciplina oriental
ha tenido en su llegada a Occidente, reseñaremos brevemente los
fundamentos filosóficos del yoga de acuerdo con los autores clásicos,
para luego poder visualizar los cambios habidos, contrastando y
comparando las ideas asociadas a la disciplina en los contextos del
área Metropolitana y en la India.

34
Capítulo II
El yoga y las tradiciones orientales

Este acápite nos permitirá introducirnos brevemente en las


diferentes ramas de la filosofía oriental, sus divergencias y
similitudes, la cosmovisión del mundo oriental y las principales
nociones que sustentan la práctica del yoga. Obviamente y, al igual
que toda terapia, el yoga posee un corpus de conocimientos,
nociones y concepciones del mundo, del hombre, de lo sagrado, así
como de las relaciones del hombre con el mundo y del hombre con lo
sagrado.
Por otra parte, como veremos en el desarrollo de este capítulo,
estas nociones son disímiles, cuando no contradictorias con las
nociones presentes en los diversos estilos de pensar de la sociedad
occidental, en la cual los actores que nos ocupan han sido
enculturados. De ninguna manera señalamos que exista un corpus
único de nociones en nuestra sociedad, pero sí puede reconocerse la
extrañeza cultural de ciertas ideas de raigambre oriental tales como
reencarnación, la indiferenciación entre cuerpo y espíritu y entre
sentimientos y órganos, más preciso sería decir la extrañeza que
produce la inexistencia de estos conceptos6.
Conocer estas nociones nos permitirá detectar cuáles han sido
las resignificaciones que han transformado, en parte, las nociones
centrales de la filosofía oriental, adoptadas por los actores sociales en
el área Metropolitana, usuarios y especialistas de las terapias
alternativas y cuáles de los contenidos originales permanecen en
dichas nociones.
Es por ello que consideramos necesario conocer –aunque
brevemente- las nociones asociadas a la práctica del yoga en Oriente,
haciendo la salvedad que estos textos, si bien de reconocidos
estudiosos de la religión, son intentos de explicar ideas y experiencias
lejanas a la comprensión de occidente, que requieren del uso de
palabras y nociones propias de occidente para explicar una
cosmovisión diferente. Si bien tomamos en consideración las ideas de
Said (2004) sobre la particular visión que Occidente construyó de
Oriente, las que difícilmente pueda parecerse a lo que Oriente es,
decidimos reseñar estos autores en tanto forman parte importante del
material bibliográfico con el que muchos de los especialistas, así
como algunos usuarios, se forman teóricamente en el yoga. A partir
de las publicaciones de autores como Eliade, Zimmer, Masson Ouserl
o Renou, se explican muchas de las nociones centrales del corpus del
yoga, los practicantes los citan cuando brindan pormenorizadas
6
Es importante, entonces, comprender lo difícil que es pensar las categorías de oriente en
occidente, así como tener en cuenta que cada traducción implica una traición, una falta de
nociones asociada al concepto y una apropiación que implica modificaciones, apropiaciones,
etc. Beneviste (1971) notó que las categorías de pensamiento son tributarias de las
categorías de la lengua, es decir, de la organización de los signos y símbolos que la fundan.
En una línea similar, el antropólogo indio Owen Lynch, refiriéndose al estudio de la
construcción social de las emociones, refiere que “estos ensayos plantean el problema de la
comprensión occidental de las emociones, en particular cuando ésta se universaliza en un
pensamiento y se proyecta en el Otro”(Lynch, 1990:3)

35
explicaciones de términos, que, por su lejanía cultural, parecieran
requerir un mayor apego a la letra impresa y a la autoridad conferida
a dichos investigadores. Consideramos en especial las contribuciones
de Mircea Eliade y de Henry Zimmer por ser clásicas y haber influido
en las propuestas de otros investigadores.
En su extenso trabajo sobre las filosofías orientales, Henry
Zimmer (1979) describe las diferentes corrientes del pensamiento
oriental: el Jainismo, el Samkhya, el Yoga, el Brahmanismo, el
Budismo y el Tantra. A pesar de sus diversos orígenes, el autor
concluye que más allá de ciertas diferencias, la filosofía oriental
puede ser comprendida como un todo, sobre la base de ciertos ejes
principales. Es decir, que pese a esas diferencias, la cosmovisión y la
finalidad de las diferentes corrientes es común.
De acuerdo al autor, el pensamiento oriental -incomparable en
su cosmovisión a la filosofía occidental-, puede ser aprehendido en
Occidente sobre la comprensión de estos ejes centrales, los que
deben ser captados siempre con sumo cuidado, pues muchas de las
palabras utilizadas para facilitar su comprensión, no corresponden al
uso o no existen en el lenguaje nativo. Es en estas categorías en las
que haremos hincapié para reseñar la perspectiva del autor,
destacando las nociones relacionadas a la disciplina yoga.
En la cosmovisión hindú, el universo se funda en una indisoluble
dicotomía de “mónadas vitales” o púrusa y materia inanimada o
prakrtri. Esta materia, aunque fundamentalmente simple, se expresa
en tres aspectos diferenciados, comparables a las hebras de una
cuerda y denominados guna. Cada una de las mónadas vitales está
asociada a la materia y, a su vez, todas ellas están comprometidas en
la esclavitud de una incesante ronda de trasmigración o samsara. Sin
embargo, estos aspectos son ontológicamente diferentes y, si bien
permanecen unidos durante cada encarnación, están destinados a
separarse cuando la liberación del ente indivisible –purusa- se
produzca.
Para Zimmer, el yoga consiste en la detención intencional de las
actividades espontáneas de la sustancia mental. Por su naturaleza, la
mente está en constante agitación. Según la teoría hindú,
continuamente se transforma en las formas de los objetos que
percibimos. La sustancia sutil de la mente asume la forma y los
colores de lo percibido por los sentidos, la imaginación, la memoria y
las emociones. De acuerdo a la interpretación del autor, la mente
está así dotada de un poder de transformación ilimitado e incesante.
Para lograr detener este flujo de transformación, es necesaria una
práctica consciente. De no hacerlo, es imposible detener el constante
cambio, pues habrían de detenerse todas las impresiones sensoriales
del exterior, pero también los impulsos interiores: recuerdos,
presiones emotivas y las incitaciones de la imaginación, todas ellas
de calidad material.
El yoga es la práctica que mediante un manejo consciente logra
aquietar la mente. Tan pronto como se cumple este aquietamiento,
queda revelado el hombre interior, la mónada vital. Esta mónada vital
es la entidad viva que permanece tras todas las metamorfosis de la

36
materia. Su número en el universo es infinito y su naturaleza propia
se considera totalmente distinta de la materia en la que se halla
sumida.
Dentro de cada individuo, el purusa, atman o pums, ilumina
todos los procesos de la materia burda y sutil –los procesos de la vida
y de la conciencia- pero carece en sí de forma o contenido.
Desprovista de cualidades y peculiaridades, esta partícula carece de
principio y fin, es eterna e imperecedera, no tiene partes ni divisiones.
Por el contrario, la materia, definible como lo compuesto, está sujeta
constantemente a procesos de descomposición, es por tanto,
imperfecta y perecedera.
La mónada está totalmente desapegada y sin contacto,
permanece absolutamente indiferente, despreocupada y desprendida,
por ello nunca es realmente liberada, puesto que nunca fue realmente
esclava. El problema del hombre reside sencillamente, en que él no
comprende su permanente y siempre presente libertad, debido al
estado ignorante, turbulento y distraído en que se encuentra su
sustancia mental.
Zimmer destaca ciertas diferencias en el interior de la filosofía
oriental. Distingue en su trabajo los sistemas no arios, es decir el
Jainismo, las enseñanzas de Gõsala, el Samkhya y el Yoga, y los
sistemas arios o védicos, como el Brahmanismo. Las primeras
corrientes del pensamiento oriental comprenden al mundo de una
manera dualista, en términos de la existencia de materia y no
materia. En tanto la segunda es de índole monista y presenta lo Único
como diferenciable en dos aspectos, pero que continúan siendo sólo
aspectos de una misma y única esencia. Referiremos a continuación
el desarrollo de estas diferencias.
Los sistemas no arios Samkhya y Yoga -sistemas que de
acuerdo al autor, por su similitud se analizan en conjunto- poseen
muchos elementos en común con la antigua filosofía prearia
conservada en las creencias de los Jaina. En ambas religiones las
deidades son reducidas a la categoría de superhombres celestes,
gozan de sus prerrogativas y de sus altas posiciones sólo por un
tiempo, para luego renacer entre las criaturas de los reinos inferiores.
En ambos sistemas, la materia (prakriti compuesta de guna en el
Samkhya y de karman de seis colores en el Jainismo) es un principio
absolutamente indisoluble. El mundo, junto con sus criaturas visibles
y tangibles se percibe como algo totalmente real, no es un mero
producto de la ignorancia, como se concibe en la visión vedantina
ortodoxa. Las mónadas vitales, purusa o jiva, son infinitas y distintas
de la materia, a diferencia de la cosmovisión vedantina.
El sistema vedanta es no dualista. En vez de fundar el universo en
una legión de entidades espirituales eternas (jiva, purusa) sumidas en
la sustancia de una esfera material eterna (ajiva, prakrtri) a la cual se
opone como su antítesis, el vedanta sostiene que hay
fundamentalmente y en última instancia una sola esencia: el Brahma.
Cada noción parece referir un individuo distinto y se considera a sí
mismo como si lo fuera, pero en realidad no hay nada más que el
Brahma. El autor define al Brahma como la secreta esencia vital de

37
todas las cosas, un principio vital, es decir, el Poder sagrado, la fuerza
vital del mundo. En este sentido, en términos de van der Leew (1964)
se trata de una estructura equiparable a la de mana.
De acuerdo al autor, Brahma es el poder supremo en altura y
profundidad, último y trascendente, que habita los planos visibles y
tangibles de nuestra naturaleza. Trasciende tanto el cuerpo burdo
como el cuerpo sutil de las experiencias, nociones, ideas,
sentimientos, visiones y fantasías. Como poder que transforma y
anima todas las cosas del microcosmos y del mundo exterior, es el
huésped divino e inmortal del cuerpo imperfecto y perecedero.
El Brahma, dice el autor, es lo único que hay. Es universal y no
tiene acompañante, a pesar de que cada individuo experimenta al
Brahman separadamente, en su aspecto microcósmico, en términos
occidentales psicológicos, dice el autor, como el Yo. Esta experiencia
del Todo Universal se manifiesta como atman, lo intangible en el
hombre. Es decir, Brahma y atman son uno mismo, dos aspectos de
una misma esencia universal. En síntesis, podríamos decir que de
acuerdo a Zimmer, el Brahma es sinónimo de energía, fuerza, poder
sagrado, potencia. En el marco del sistema monista vedanta, el
samsara o reino del nacimiento y la muerte, no es más que una gran
y difundida ilusión, un sueño cósmico del cual debemos despertar
para ser liberados. En relación con la idea de karma, el autor refiere
que todo pensamiento y toda acción acumulan sustancia kármica,
que se suma como sustancia a la materia del mismo tipo ya
acumulada, la cual trasciende de encarnación en encarnación. Seguir
viviendo significa seguir estando activos, tanto en el habla, como en
el cuerpo o en la mente, significa seguir haciendo algo cada día.
Como resultado de estas acciones cotidianas e inevitables, se
acumulan involuntariamente los gérmenes de la acción futura, que
crecen y maduran convirtiéndose para nosotros en frutos de futuros
sufrimientos, alegrías, situaciones y existencias. Estos gérmenes se
representan como partículas que entran a la mónada vital y se alojan
en ella, donde a su debido tiempo, se transforman en las
circunstancias de la vida que producen tanto éxitos como
calamidades.
El proceso de la vida, es decir, las acciones inevitablemente
realizadas, manifiestas en pensamientos, sensaciones y sentimientos,
aniquila la acumulación kármica, pero al mismo tiempo crea
continuamente nueva sustancia kármica que dará sus frutos en otras
vidas, lo cual constituye un círculo de regeneración sólo posible de
detener a través de la liberación. Los actos realizados por el hombre
producen siempre materia kármica, sean ellos virtuosos o
pecaminosos. La diferencia radicará en que los primeros producirán
acciones futuras más agradables y los segundos más desagradables,
pero siempre generarán lazos que impedirán consumar la liberación
de la partícula divina o atman.
Zimmer propone que la noción Brahma del vocabulario védico
corresponde exactamente a lo que el hinduismo de siglos posteriores
llamó sákti: es decir, energía, fuerza, poder, potencia. Esta energía
late perennemente en el hombre, dormida pero capaz de ser activada

38
por la concentración mental hasta convertirse en vigilia creadora.
Brahma y Sakti son una única realidad, sólo que se piensan de
maneras diferentes de acuerdo a su estado: cuando la pensamos
inactiva, no ocupada en los actos de creación, conservación y
destrucción, entonces se la llama Brahma, pero cuando la pensamos
ocupada en esas actividades entonces se la llama Sakti. La realidad
es una sola y la misma, la diferencia está dada en el nombre y en la
actividad.
Una persona tiene sákta, de acuerdo al autor, cuando tiene
“poder para hacer algo”. Es decir, una persona que manipula la
energía única y universal para conservar, crear o destruir, es un ser
poderoso que posee la capacidad de dominar la energía del cosmos.

De acuerdo a Mircea Eliade (1999), el término yoga deriva de la


raíz yug, “unir”, “tener fuertemente atado” y es un término que en
general sirve para designar una técnica ascética, es decir, un modo
de contemplación.
El autor enfoca sobre todo el estudio de las ramas Samkhya y
Yoga y, al igual que otros investigadores, las une en virtud de sus
grandes similitudes y pequeñas diferencias. El Samkhya es para
Eliade el sistema filosófico más antiguo y su meta principal es la
disociación del espíritu (purusa) y la materia (prakritri), objetivo que
es común al del Yoga formulado por Patañjali, el denominado “yoga
clásico”. Tanto una como otra son consideradas filosofías realistas,
rechazan cualquier idealismo y pregonan que el mundo percibido por
los individuos es real, si bien se funda en la ignorancia del hombre.
Destaca el autor que aquí puede observarse la coherencia del
pensamiento panindio: a pesar de las diferencias entre las escuelas
realistas y las idealistas, el mundo es siempre concebido como una
creación de la ignorancia humana. Esta ignorancia se basa sobre la
confusión entre espíritu y los fenómenos psicomentales, atribuyendo
cualidades y predicados al principio eterno y autónomo del espíritu.
Es, de acuerdo al autor, una ignorancia de tipo metafísica, basada
sobre el hecho de creer que la vida psicomental -la actividad de los
sentidos, los sentimientos, los pensamientos y voliciones- es el alma,
el espíritu, lo intangible y eterno en el hombre. La experiencia mental
no pertenece al espíritu (purusa) sino a la materia (prakritri), los
estados de conciencia son los productos refinados de la misma
sustancia que crea y puebla el mundo físico y biológico. Entre los
estados psíquicos, los objetos inanimados y los seres vivos, dice el
autor, existe sólo una variedad de grados en la densidad y calidad de
su composición siempre material. Sin embargo, entre el espíritu y la
materia existe una diferencia ontológica, pertenecen a dos formas
diferentes de ser.
Eliade señala, siguiendo a Masson Oursel (1962), que el uso de
la palabra “conciencia” es sólo con fines de comprensión de los
lectores occidentales, pero que su uso desvirtúa, en gran parte, el
pensamiento indio. Al respecto, creemos que Eliade utiliza términos
muy occidentales como materia y espíritu, inconsciente, inmaterial,
psíquico, psicológico, psicomental, mente, alma, místico, para dar

39
cuenta del contenido de nociones orientales, a las que en cierto modo
desdibuja y transforma. Si bien el autor menciona en ciertas
oportunidades la imposibilidad de traducir un vocablo hindú a uno
semejante en Occidente (por ejemplo, al explicar la noción de
conciencia), utiliza la mayoría de los vocablos como equiparables, en
cuanto contenido de significación. Desde nuestra perspectiva, la sola
idea de que el cuerpo no existe como tal y que la materialidad abarca
desde lo más denso como el cuerpo burdo hasta lo más sutil como la
inteligencia, es ya una diferencia casi insalvable de significaciones.
La liberación se constituye en el objetivo final de todas las
ramas de la filosofía oriental y se obtiene cuando se ha comprendido
esta verdad, cuando el espíritu es finalmente liberado de la
ignorancia que lo ata a un mundo de ilusiones y sufrimiento. Este
sufrimiento tiene su origen en una constante confusión, fruto de la
ignorancia.
Para el pensamiento indio, la ignorancia es creadora, es decir,
que el mundo es –en términos occidentales- una creación subjetiva
del inconsciente humano, o la proyección cosmológica del Brahman,
la gran ilusión o maya a la cual sólo nuestra ignorancia le confiere
realidad ontológica y validez lógica. Así, la ignorancia y la ilusión son
consideradas por el pensamiento hindú como la fuente inagotable de
las formas cósmicas y del devenir universal. La inteligencia es
descripta como una forma refinada de materia, una especie de
conexión entre lo material y lo inmaterial, que permite el trabajo
hacia la liberación, al posibilitarle al hombre la toma de conciencia de
la siempre presente libertad y autonomía de su espíritu.
El objetivo final del Samkhya y del Yoga clásico es, pues, la
liberación del espíritu, la toma de conciencia de su esencia real, la
eliminación de la conciencia normal en pro de una conciencia
cualitativamente diferente, que pueda abarcar exhaustivamente la
verdad metafísica. La técnica yóguica presupone el conocimiento
experimental de todos los estados que agitan a una conciencia
normal, profana, no iluminada. Estos estados de conciencia son
ilimitados, pero pueden agruparse, de acuerdo al autor, en tres
categorías, que se corresponden con tres posibilidades de
experiencia: 1) los errores e ilusiones (sueños, alucinaciones,
confusiones), 2) la totalidad de las experiencias psicológicas normales
(todo lo que siente o percibe el profano, el no iniciado, 3) las
experiencias parapsicológicas desencadenadas por la técnica
yóguica, accesible sólo a los iniciados. El objetivo del yoga es abolir
las dos primeras categorías de experiencia y sustituirlas por una
experiencia suprasensorial y extrarracional. Así se trasciende
definitivamente la condición humana y el purusa queda liberado del
peso de la ignorancia que lo asocia a prakritri.
De acuerdo al autor, el karma es producido por esta misma
ignorancia, que no disocia la vida psicomental del espíritu,
atribuyéndole al ente individual cualidades que no le pertenecen y
perpetuando así la existencia, en virtud de la ley kármica, y con ella
el dolor. Al decir “yo sufro”, “yo quiero”, “yo pienso” y pensar que esto
se asocia con el purusa o espíritu, se perpetúa una ilusión que

40
continúa ligando espíritu y materia hacia otra encarnación. La ley
kármica postula que todos nuestros actos, por formar parte de
prakritri, están condenados tanto a producir karma, como a destruir lo
ya acumulado. Esta acumulación se explica por la transmisión de
sustancia kármica de una encarnación a otra, en el cuerpo sutil o
linga, que al igual que otros cuerpos, forma parte de la materia o
prakritri.
La liberación de la rueda de las encarnaciones se produce
cuando la fuerza de la ignorancia, al haber dejado de actuar, ya no
produce más nudos kármicos. Cuando todos los potenciales actos que
permanecen materializados en nuestro cuerpo, frutos de nuestra vida
psicomental han sido destruidos, la liberación es entonces absoluta.
Así, la vía para lograr esta liberación es el yoga, que a través de la
práctica de posturas meditativas o asanas se constituye según el
autor en la única técnica válida para lograr la liberación.
El objetivo de estas posturas es siempre el mismo, según
Eliade, el cese total de la perturbación debida a los contrarios. De
este modo se consigue una cierta neutralidad de los sentidos, la
conciencia ya no es perturbada por la presencia del cuerpo. Se realiza
la primera etapa hacia el aislamiento de la conciencia, los puentes
que permiten la comunicación con la actividad sensorial empezarán a
levantarse. De este modo, la asana es el primer paso concreto que se
da para abolir las modalidades de existencia humana. Es, en el plano
corporal, una concentración en un sólo punto, el cuerpo permanece
firme, concentrado en una sola posición, diferente a la del hombre a
secas -por definición móvil, agitado-, pues en estas posturas se
asimila a una planta o una estatua.
De acuerdo al autor, este rechazo a moverse continuará con
otra serie de rechazos. Uno de ellos, el más significativo quizás, es el
pranayama, la respiración lenta que intenta rechazar la respiración
arrítmica propia del ser humano. A través del logro del aquietamiento
respiratorio sosteniendo un estado de conciencia y vigilia, el
practicante puede acceder a otros estados de conciencia,
desconocidos para él hasta ese momento, por ser propios de estados
desconocidos concientemente por el hombre. A modo de ejemplo, el
autor cita el estado del sueño, cuando la respiración naturalmente
tiende a ritmarse, pero no hay conciencia de ello. A través del
pranayama, pueden obtenerse estados similares y aún de mayor
aquietamiento de la respiración.
El samadhi o liberación es un estado, una modalidad enstática
específica del yoga, que hace posible la autorrevelación del espíritu
intangible. Asimismo, Eliade define al Brahma como el Espíritu
Cósmico. Finalmente, refiere que en el yoga, la manipulación de lo
sagrado es en sí mismo una operación ambivalente, sobre todo en el
sentido en que se puede experimentar lo sagrado y obtener
resultados. La experiencia de lo sagrado es también ambivalente: por
una parte, revela al ser humano fuerzas y personas que lo
trascienden y ante las cuales debe actuar con temor y respeto y, por
otra, le revela posibilidades para lograr su propia habilidad y poder.
De igual manera, la práctica del yoga comparte esa ambivalencia,

41
pues le enseña la manera de utilizar sus propias fuerzas para
desatarse, pero al mismo tiempo lo ata a esa técnica liberadora.
Eliade presenta al yoga como una técnica mística, es decir, una
práctica que involucra tanto lo material -el cuerpo burdo, los
pensamientos, sentimientos y la respiración-, como lo inmaterial -el
purusa- en una búsqueda de liberación final que implica para su logro
la adquisición de una serie de técnicas de la manipulación de lo
sagrado.

En su obra, Paul Masson Oursel (1962) define al yoga ante todo


como un adiestramiento, una tarea de autorrealización, un sádhana.
Presenta al Yoga como una ascesis, en el sentido de práctica o
adiestramiento, en la que el individuo no espera nada sino es el
resultado de su propio esfuerzo.
De acuerdo a este autor, el yoga es al mismo tiempo voluntad y
vivencia. No existe una manera uniforme de practicarlo, sino que
cada yoguin lleva su práctica lo más lejos posible, siendo una de las
únicas prácticas en las que el discípulo supera al maestro. Como
disciplina, trasciende la dualidad cuerpo/alma, al basarse en una
concepción del hombre integrado, sin fisuras, dotado de una
conciencia pero también de órganos. Nos dice este autor que la raíz
yuj- significa unir, de allí que yoga se asimile a unión. El yoguin está
unido, no primitivamente a alguna cosa, sino absolutamente, en sí. La
palabra yoga deriva del participio pasivo: yukta, en estado de unión,
unificado. Sin embargo, yukta significa también “unido a lo Absoluto”,
lo que refiere a la relación del devoto con el principio al que venera.
Presenta la figura del yoguin como el asceta cabal, dueño de sus
músculos, de sus órganos y de su vitalidad. En la práctica, el objetivo
es obtener una determinada actitud para mantenerla, es decir, lograr
un comportamiento específico, en cuanto comprende gestos y
tendencias y un cierto modo de obrar, en procura de una manera de
ser. A medida que se esboza el acto, es decir, cualquier acción, el ser
se modifica.
Para Masson Oursel, el yoga es una disciplina autónoma y
voluntaria del comportamiento humano individual 7. Su práctica no
está sostenida por ningún dogma, su saber se verifica por su poder,
es básicamente una disciplina de experimentación consigo mismo. El
asceta o practicante trata de ser dueño de todos sus recursos y así
obtener los medios para poder gobernarlos. El fin es lograr detener la
rueda de las reencarnaciones a través de la liberación del atman, la
partícula divina. Esta liberación no se obtiene en una lucha contra el
organismo, sino, por el contrario, descubriendo y desarrollando los
resortes de su funcionamiento, finalizando la obligada rueda de
encarnaciones que se fundamenta en la trascendencia de la sustancia
kármica. Masson Oursel define Brahma siguiendo a Marcel Mauss
como “lo sagrado”, el Absoluto.

7
El comentario que hiciéramos para Eliade es también aplicable a la utilización que hacen
Masson Oursel y Louis Renou de términos y nociones occidentales para intentar explicar las
ideas de la cosmovisión oriental.

42
El karman es, para este autor, la acumulación en el alma de los
residuos de actos anteriores, que se deposita en forma de sedimentos
materiales. La vía de la salvación o lo que es lo mismo, de la salud,
puesto que son términos equiparables desde la perspectiva oriental,
consiste en devolver a su sitio cada especie de sustancia, expurgando
lo espiritual de lo material. La práctica del yoga o ascesis permite
apresurar la disolución de los residuos karmicos, mientras que la clara
comprensión, acompañada de iniciativas puramente espirituales
(virya) completa la liberación e instituye la libertad.
Para finalizar con la acumulación del karman, los budistas se
anclan en un juego que requiere de la recuperación del depósito
mnémico en sentido inverso del tiempo: el redescubrimiento de las
vidas anteriores que han producido la existencia actual.
Masson Oursel describe al yoga como una práctica que tiende
fundamentalmente a la liberación de la partícula divina, provocando
el cese de la rueda de encarnaciones mediante la destrucción de la
materia kármica.

Louis Renou (1973) señala que la palabra yoga significa unión


y también regla. Es una técnica cuyo punto de partida es de orden
fisiológico, un control de la respiración que consiste especialmente en
prolongar el intervalo entre inspiración y espiración, lo que llama
pranayama. Esta práctica se acompaña de un régimen psicológico y
moral, constituido por reglas negativas y positivas. Puede entenderse
como una práctica elitista si es entendida como la adquisición de
poderes supranormales o en el acceso a la realización mística. En la
práctica popular, de acuerdo al autor, el yoga tiene un objetivo
higiénico y terapéutico.
En términos generales, expresa el autor que objetivo final del
yoga está signado por la búsqueda de la liberación, entendida en esta
oportunidad como la evasión de los vínculos del karman. Esta
liberación le permitirá al practicante escapar de una continua rueda
de reencarnaciones.
Renou describe al karman como una fuerza invisible, inaudible,
que afecta el alma o cuerpo sutil y le obliga a sufrir un nuevo
nacimiento en una condición humana o animal determinada por la
cualidad de los actos pasados. La ley del karman alcanza a todos los
seres vivientes, incluidos los dioses. El detalle de los renacimientos,
según el autor, hace intervenir de manera pintoresca correlaciones
formales entre la falta cometida y la condición que amenaza al
culpable, a veces sobre la base de un simbólico y elemental juego de
palabras, citando como ejemplo que el ladrón de aceite renacerá
polilla -a la cual se la llama bebedora de aceite-, mientras que el
ladrón de joyas, renacerá orfebre (1973: 69).
Define a Brahma como la deidad suprema, un deus otiosis,
distinguiéndolo de brahman, lo Absoluto, el alma universal,
diferenciable a su vez de atman, que es el alma individual. Refiere
que Brahma ha permanecido, al contrario de otras deidades, más
cercano a la noción abstracta que lo designaba originariamente, es
decir, la personificación del antiguo nombre neutro de la época védica

43
-brahma-, y que por lo tanto, no tiene culto especializado, ni santuario
independiente.
Como puede observarse, los autores presentados difieren en
el grado de complejidad con que abordan el tratamiento del tema, así
como en la importancia que le adjudican al yoga en su obra. Más allá
de ciertas diferencias en el abordaje, los autores mencionados
coinciden en considerar al yoga una rama fundamental de la filosofía
oriental.
Asimismo, los autores le otorgan la importante función de
posibilitar la liberación, es decir, el fin de la rueda de las
encarnaciones. Esta última sería una condición ineludible signada por
la acumulación de materia kármica durante cada encarnación vital.
Este depósito se produciría inevitablemente, como resultado de la
vida psicomental -sensaciones, pensamientos, acciones,
percepciones-, asociada a la materia y al hecho mismo de la
existencia vital.
A modo de síntesis, podemos decir que todos los autores
coinciden en definir al hombre compuesto de un tipo de “materia” y
de “espíritu” ontológicamente diferentes a la concepción occidental
clásica del hombre. En el marco de la filosofía oriental, la materia es
esencialmente diferente al espíritu y abarca más allá de las fronteras
del cuerpo burdo, es decir, lo delimitado por la piel como espacio
continente de órganos, músculos, sangre y nervios. Por el contrario, la
materia (prakritri) designa ese cuerpo burdo, pero también otros más
sutiles, incluyendo la vida psicomental del individuo, su inteligencia,
sus emociones, sentimientos, percepciones táctiles, acciones y
deseos. En tanto, el espíritu, en palabras de Zimmer (1979), es lo
eterno e intangible en el hombre. Bajo esta categoría se designa la
mónada vital, la cual, desprovista de cualidades y peculiaridades,
carece de principio y fin, es eterna e imperecedera. Contrariamente a
la materia, no está sujeta a descomposición, puesto que es en sí,
única e indivisible.
Si bien difieren en ciertos aspectos al referirse a Brahma, bien
podríamos aseverar que su mención está asociada siempre a lo
sagrado, y aparece en relación con la existencia de atman como la
manifestación de lo intangible y sagrado en el hombre, como una
estructura equiparable al mana en tanto poder absoluto. Van der
Leew (1964) al hablar del brahma lo define como la manifestación de
lo sagrado o poder de la casta de los brahmanes, vale decir se trata
de una potencia específica y, en este sentido, diferente al mana o
potencia generalizada.
Si bien lo sagrado se presenta en la filosofía hindú, más
precisamente en la rama del Vedanta como una potencia específica,
Brahma, en el relato de los informantes formales aparece refigurado
como una potencia generalizada, como una estructura equiparable a
la de mana.
De acuerdo a van der Leew (1964), el poder, cuyo efecto se
comprueba sin más, se transforma también en poder en casos
particulares, poder real, poder de un oficio, de una casta. Siguiendo al
autor, esto condujo en la India a la división en castas dominantes,

44
cada una de las cuales tiene un poder particular, la de los
brahamanes, el Brahma, la de los chatrias, el Castra. En la India
actual, la potencia es específica, es decir, es un tipo de poder que les
es propio, un poder específico del grupo.
Las nociones a las que nos hemos referido, siguiendo el
trabajo de Zimmer, Eliade, Masson Oursel y Renou, forman parte de la
cosmovisión oriental, son las que fundan y explican las prácticas
propias del yoga y su meta de liberación. Lo interesante es que a
pesar de las diferencias halladas entre una y otra corriente del
pensamiento dentro del orientalismo, los autores rescatan ejes
comunes que a pesar del paso del tiempo, continúan teniendo
vigencia en el mundo panindio.
En relación con el tema que nos ocupa, es interesante destacar
que el yoga es también terapéutico; se trata de una práctica que
involucra la manipulación de poder y la expresión de lo sagrado. Ideas
que de un modo u otro aparecen más claras en los especialistas del
área Metropolitana, aunque también son manifiestas de diversos
modos por los usuarios.

45
Capítulo III
Una etnografía del Yoga en Buenos Aires

“Al atardecer de uno de los días de mi permanencia en Rishikesh, un espectáculo tan sencillo
como profundo equivalía, tal vez dando saltos gigantescos, a muchas horas de esfuerzos
psicológicos de concentración. Junto a la ribera del Ganges, un grupo de monjes presididos
por el abad, realizaba una función litúrgica de adoración al río sagrado. El abad, el maestro
Ciddananda, con su figura serena, mayéstica y sencilla, en actitud devota y concentrada,
pronuncia algunos himnos sagrados, que corean los demás devotos allí presentes. El incienso
se quema en honor del río sagrado y nos hacen percibir la sensación religiosa. Se bendicen
flores con agua lustral y luego se las arroja al Ganges en homenaje de devoción. Me
impresiona ver cómo el grupo de yogas hindúes miran hacia el río con una mezcla de
respeto, de cariño, de devoción y de mística. Por el río que baja mansamente, se abisman
ellos en las profundidades de Dios. El agua me parece que ya no es tan indiferente como
antes y que se ha convertido en una imagen transparente de la divinidad, que en todas
partes aflora. El sol ha traspuesto el horizonte. Es ya de noche. Hay una calma serena en el
valle. La ceremonia termina depositando en el río barquitos de papel con una luz encendida.
La multitud de barquitos va siguiendo aguas abajo como una procesión de luciérnagas que
se deslizan en la superficie de la corriente. Todo ello es símbolo de la devoción, de ansia del
espíritu que quiere unirse a Dios, ideal de la mística del Yoga”
P.J. Ismael Quiles (1987)

El yoga en Buenos Aires. Resumen histórico

El yoga comenzó a practicarse en nuestro país a principios del siglo


XX y desde ese momento hasta la actualidad no ha dejado de ampliar
su campo de impacto. En este acápite intentaremos mostrar como, en
diferentes etapas, el yoga pasó de ser una disciplina considerada
esotérica y accesible solo a pequeños grupos de elite a transformarse
en una práctica de consumo seleccionada por individuos de las más
diversas extracciones socioculturales y económicas8.
Estas etapas que proponemos responden a un interés de
comprender el fenómeno de la expansión del yoga; las hemos
delineado principalmente sobre la base de los relatos de nuestros
informantes, si bien hemos tenido en cuenta otro tipo de datos, que
hacen al contexto de su expansión, como la creación de carreras
universitarias en filosofía oriental a mediados de la década del ´60 o
los cambios en las comunicaciones, devenidos a partir de la década
del ´90. El interés de realizar esta distinción es mostrar como, a
través del correr del siglo XX, la disciplina oriental fue sumando
lógicas ajenas, incorporando nuevas nociones y fundamentalmente
refigurando otras, en un proceso de síntesis (Taussig, 1987) entre las
distintas vertientes orientales del yoga que llegaron a nuestro país y
la propia cosmovisión occidental de raigambre mayoritariamente
8
Carozzi (2001) reseña para Estados Unidos y Argentina las diferentes etapas por las que
atravesó el movimiento alternativo. En el caso de los Estados Unidos, siguiendo los trabajos
de Alexander (1992), Grace Diem y Lewis (1992), entre otros, ubica el origen del movimiento
alternativo en la comunidad californiana de Esalen, mientras que para Buenos Aires, los
inicios no aparecen tan claramente distinguidos. El impacto del movimiento New Age en
Estados Unidos y Europa habría producido la formación de grupos alternativos en Buenos
Aires, si bien la autora distingue a Miguel Grinberg -en una primera etapa- y Juan Carlos
Kreimer -en una segunda- como principales difusores de las pautas asociadas al movimiento
en cuestión. A partir de la década del ´90, el circuito porteño se vió transformado por una
creciente profesionalización, revalorización de la ortodoxia disciplinaria y un progresivo
énfasis en los objetivos terapéuticos y las credenciales profesionales en muchas de las
disciplinas del movimiento (2001: 63-67).

46
católica, configurándose así una versión local del yoga, que como
veremos en el desarrollo de este capítulo, posee sus propias
tonalidades. Como parte de este proceso de síntesis ciertas nociones
propias del sistema de representaciones de occidente fueron
asimiladas al corpus de nociones propio de la práctica oriental del
yoga, tales como la noción moral de bien y mal, la dualidad cuerpo y
alma, y hasta la misma idea de individuo, inexistentes en el corpus
del yoga clásico y presentes en la nueva configuración del corpus de
la disciplina en nuestra zona de estudio.
En los tempranos inicios del siglo XX, en la ciudad de Buenos
Aires el yoga era una práctica dirigida a sectores urbanos con altos
niveles de educación e ingreso económico. Estos grupos invitaban a
especialistas orientales –yoguis-, quienes venían a la Argentina a
enseñar a grupos selectos los principios básicos de la disciplina y su
práctica. Algunos de estos especialistas orientales se quedaron en
nuestro país y fundaron escuelas de enseñanza del yoga, creando a
su vez, nuevas cohortes de especialistas que pasaron a identificar su
práctica y los fundamentos de la misma con los lineamientos de su
fundador.
A mediados de la década del sesenta, comenzó a intensificarse
su práctica en diferentes centros ad hoc y la oferta, ya más amplia,
incluyó a individuos de sectores medios, con instrucción
generalmente universitaria o al menos nivel secundario, y niveles de
ingreso económico medio a alto.
Finalmente, a partir de la década del ´90, la práctica del yoga se
transformó en una opción disponible a distintos grupos, sin distinción
de ingresos económicos -dada la posible gratuidad de su oferta- y
plausible de ser practicada por individuos pertenecientes a diversas
tradiciones culturales, en vista de la pluralidad de especialistas, sus
variadas formaciones y pertenencias sociales. Esta última etapa está,
sin dudas, signada por la característica pluralizada y masiva de su
oferta y práctica.

Ahora bien, sería interesante preguntarse que factores


influyeron en la rápida divulgación del Yoga, su acceso por grupos tan
distintos, y por sobre todo, su permanencia, la que, junto con la
acupuntura, el reiki y la reflexología parecieran ser las prácticas más
establecidas dentro de las ofertas del sistema alternativo. A
continuación, enumeraremos los distintos factores, que, desde la
perspectiva de usuarios y especialistas del yoga en el área
Metropolitana, han contribuido a su divulgación 9. El orden que
introducimos es propio y atiende a un mero interés de organizar la
exposición, por tanto, no hay en él intención alguna de jerarquización
de causas.

Acerca de los motivos que permitieron la divulgación


9
Nuestro interés se centra en la perspectiva de los actores. Por lo tanto, optamos por
distinguir la perspectiva de los usuarios y especialistas del yoga en Buenos Aires, muchos de
los cuales participaron en los inicios del movimiento alternativo, tanto en roles de usuarios
como de especialistas.

47
Uno de los primeros factores de divulgación del yoga en
numerosos ámbitos fue la traducción que el sacerdote jesuita Ismael
Quiles (1906–1993) realizara de varios textos sagrados hindúes,
adecuándolos a las ideas y prácticas del catolicismo. La obra del
jesuita, fruto de su estancia en la India en distintos centros religiosos,
rescata aquellas nociones de la disciplina oriental, que a su criterio,
les permiten a los católicos occidentales acceder a una práctica que
postula el cuidado del cuerpo como recipiente de lo sagrado. Quiles
señala en su obra que el aporte específico del yoga, el cual se agrega
a la ascética y a la mística cristiana, es la obtención de un mayor
desarrollo de ciertas técnicas de concentración mental y el recurso de
la utilización del cuerpo para que este contribuya a la realización de
la liberación del espíritu (Quiles, 1987).
Creó, además, una carrera de estudios orientales en la
Universidad del Salvador – de la cual se desprendió luego la
tecnicatura en yoga- en la cual han sido formados muchos de
nuestros informantes. Sus aportes transformaron las ideas clásicas
del yoga oriental, apropiándose de ciertos contenidos y resignificando
otros que eran contrarios a las nociones católicas, por ejemplo, las
ideas asociadas a la rueda de encarnaciones o samsara, en
contraposición a la idea de un alma inmortal y única que se
corresponde a una existencia material perecedera y singular; o la idea
de ignorancia en contraposición a la noción católica de la existencia
de una noción moral valorativa del mal y del bien, o la noción católica
de piedad y comprensión hacia el prójimo, en tanto el oriente cada
encarnación supone un dharma específico, es decir, una serie de
conductas culturalmente esperables de acuerdo a la casta y a la
evolución lograda, al tiempo que los actos no son moralmente
connotados, sino atribuidos a la ignorancia.
A partir de la década del 70, Carmen Dragonetti y Fernando Tola
publicaron una serie de libros sobre la temática, así como
traducciones de textos sagrados hindúes 10. Para el caso que nos
ocupa, Dragonetti ha descrito el yoga como un método para producir
el trance (2002: 27), que implica, a la vez, una serie de normas como
el no hacer daño, el desapego de todo, la castidad y una serie de
prácticas tales como determinadas posturas para meditar, el control
de la respiración, entre otras. Resalta el papel que la concentración
de la mente en una determinada entidad –un objeto material, un
símbolo sagrado, una idea, sensación o sentimiento- tiene en el logro
del trance (2002: 28). Este trance será el que posibilite, según la
autora, la experiencia de la unión con lo Absoluto, entendida como el
resultante del vaciamiento total de la conciencia.
Otro de los factores que ayudaron a la divulgación de la
disciplina oriental en Buenos Aires fue el acceso al yoga que tuvieron
distintos círculos, signados por una impronta de búsqueda de nuevas
terapias y una nueva espiritualidad. En la década del sesenta, se
formaron en la ciudad de Buenos Aires una serie de grupos cuyo
10
Así, por ejemplo, “Dhammapada, la esencia de la sabiduría budista” (Dragonetti, 1995),
“Udana. La palabra de Buda” (2002), “Yoga y Mística de la India” (Tola y Dragonetti, 1978) y
“The Yogasutras of Patañjali, On concentration of mind” (Tola y Dragonetti, 1991).

48
objetivo era la exploración de nuevas prácticas que permitieran
mejorar la calidad de vida, contrarrestando los efectos negativos de
una educación considerada rígida y un estilo de vida que percibían
como alejado del contacto con “la naturaleza”11 y con la esencia
espiritual del individuo. Estos grupos eran coordinados por mujeres y
varones pertenecientes a grupos sociales de buen ingreso económico
y alto nivel de instrucción y concurrían a ellos otros varones y mujeres
de las mismas condiciones. En estos encuentros se trabajaba con una
multiplicidad de técnicas de raigambre oriental y occidental, en el
contexto de distintos talleres que combinaban prácticas corporales,
con prácticas de respiración, meditaciones grupales e individuales y
lecturas comunes. Alicia, una integrante de estos grupos formados en
los inicios de la década del sesenta, nos decía:

“Me conecté con algo que en Buenos Aires hace mucho que comenzó,
casi en 1955, en 1960, que es el grupo que en aquel momento dirigía
Susana Milberman, Susana Rivara de Milberman, este, que
incorporaba lo que ahí en esa época se necesitaba para sentirse bien
y que estaba como que era tabú, no se podía hacer, que quedaba
mal, que la sociedad, es decir, expresarse a sí mismo. Entonces había
muchos esquemas prefijos en la sociedad: portáte bien, sentate
derecha, cruza las piernas...y todas esa serie de cosas y también me
acuerdo que Teba, mi maestra, en aquel entonces, porque fue un
grupo grande este, que se derivó después en los institutos de Río
abierto, Arroyo, Gimnasia Expresiva Rítmica Yoga, GREY, se llama eso,
o sea que mira vos la sigla: Gimnasia, Rítmica, Expresiva, es poder
expresar, Yoga, trabajo interno. Entonces, allí ellos como que fueron
creando, este sistema, en el cual, se trabajaba con música, la música
tiene ritmos, entonces, la gimnasia era con ritmo, pero en relación
con la música. No con un esquema muy prefijo, pero teniendo en
cuenta el cuerpo humano. Es decir, que el cuerpo humano tiene
articulaciones, tiene músculos, un sistema nervioso, un sistema
energético, tiene sistema digestivo orgánico, entonces, todo eso se
fue como muy tendiendo en cuenta, y el sistema emocional. O sea
que todo eso viene también relacionado con las pautas del yoga, pero
no era un yoga estático, era tomar vertientes filosóficas, porque ellas
trabajaron mucho con pautas de los griegos, posturas apolíneas,
como para salir de la gimnasia “uno, dos, tres, cuatro”, que se hacía
gimnasia rítmica en los colegios. Esto fue entonces un lindo
movimiento acá en Buenos Aires, muy, muy, muy hermoso. Y ya en la
década del 60, del 70, poder hacer eso era como un permiso muy
grande. Y poder expresar, sobre todo, la expresión venía con el
movimiento, también de la parte cardíaca, pectoral, brazos y sonido.
Incorporar el sonido en aquel momento era una cosa revolucionaria.
Poder expresar cansancio con un suspiro, era totalmente no
solamente propuesto, sino ¡qué bueno que lo podías hacer!. Inclusive
en un principio no lo podías hacer, estabas acostumbrado a reprimir,
11
Coward (1989) nota que mientras la idea de naturaleza en Rousseau estaba asociada a la
sociedad primitiva, lo salvaje, lo agresivo, la violencia y la supervivencia del más fuerte, hoy
en día se asocia a lo gentil, lo cuidadoso, amabilidad, benevolencia y seguridad.

49
cómo ibas a expresar cansancio, eso quedaba mal, o que contenta
estoy, también. A veces se cantaba, se cantaba no sabiendo cantar,
ese también era un permiso, porque ellos descubrieron, no sé, se
reunían, un grupo que estaba allí elaborando la cosa, y tenía cada
uno sus necesidades y sus comentarios. Había personas, por ejemplo,
que les hubiera gustado ser bailarinas, pero no tenían el cuerpo que
demandaba la situación, pero sin tener el cuerpo también se podía
bailar, se podía expresar, entonces las músicas eran muy
importantes. Digamos, como que pronto se fue incorporando todo eso
a nivel, que te puedo decir, ejercitación. A nivel de que se pudiese, y
bueno, la gente iba, como vos vas a hacer gimnasia, se reunían gente
que no se conocían, pero el instructor era el que daba la pauta. Y
también esto tuvo una cosa muy buena, que fue desarrollar la parte
mental de las personas, entonces había conferencias por ejemplo yo
me acuerdo, en aquel momento recién llegaba Swami Shami
Prevanandha a la Argentina, que tenía traductor, ni siquiera hablaba
en castellano, y este, hicieron una reunión, invitaron a toda la gente,
estuvo precioso, y son...eran aperturas que aparecían. Aperturas de
otras relaciones. También se proponía poder estudiar filosofía,
occidental, que aparecieron profesores de filosofía, de la facultad,
muchachos que estaban por recibirse, vino Emilio Comar, en aquel
momento era una persona extraordinaria, daba unas conferencias
muy buenas sobre el hombre, sobre la sociedad y así esto fue como
una apertura.”

De estos grupos de práctica y estudio surgieron muchos de los


especialistas del yoga que hoy dictan sus propios talleres y forman
nuevas especialistas; otros, como es el caso de Alicia, continuaron en
un camino de búsqueda espiritual y habiendo pasado por la práctica
del yoga, indagaron luego en distintas terapias alternativas,
realizando cursos y seminarios en distintos workshops, organizados y
dirigidos por especialistas extranjeros o vernáculos. Se especializaron
luego como terapeutas de otras medicinas orientales, como puede
ser el reiki, la reflexología, el healing touch o la acupuntura. En el
relato de sus experiencias, el yoga aparece como una práctica
iniciática.
Simultáneamente, comenzaron a aparecer en las librerías
comerciales distintas obras destinadas a la divulgación del yoga,
tanto en su aspecto teórico como en el práctico. Esta serie de libros
tenía como objetivo presentar al yoga como una práctica corporal que
alentaba la relajación del cuerpo y de la mente, pero sobre todo, que
posibilitaba el aprendizaje y adquisición de un modo de respiración y
un estilo de vida tendiente a preservar el equilibrio entre el interior
del hombre y su entorno. A modo de ejemplo, el libro de Philippe de
Meric “ABC del Yoga”, prometía acercar al hombre urbano una técnica
consistente en una serie de ejercicios corporales “fáciles de hacer”,
apuntaba una serie de pasos para lograr el desarrollo de una
respiración amplia y correcta; el libro “Yoga para todos” de Desmond
Dunne, se promocionaba “como una novela fácil de leer, y que
significa para todos salud, bienestar y un desarrollo total y armónico.

50
Una obra que adapta esta suma de sabiduría oriental de todos los
tiempos a las necesidades del Occidente de hoy. Un método ideal de
cultura física y mental para todos: hombres y mujeres de cualquier
edad”; o el libro “Yoga para la mujer” de Edouard Longue, presentado
como “una maravillosa selección de ejercicios físicos y mentales para
las mujeres. Yoga para su salud, su atractivo y su alegría”. Todos
estos libros se promocionaron en la década del ´60 y pertenecían al
sello Ediciones Toray, de Barcelona, España.
Desde ese momento hasta ahora, la oferta de diversos
materiales de consulta y aprendizaje producidos en torno a las
terapias alternativas y al yoga en especial, se amplió
considerablemente y diversificó su formato, sumando a los ya
existentes, el consumo de numerosos productos resultantes de
nuevas tecnologías (videocassetes de enseñanza y práctica de yoga,
programas de televisión en cable, páginas y foros de discusión en
internet).
Los efectos de la globalización a partir de la década del ´90 y
sus consecuencias en la rapidez y accesibilidad de las
comunicaciones no pueden ser obviados a la hora de explicar no sólo
el auge sino también la permanencia del yoga en distintos sectores
de la sociedad. Sobre este tema, algunos autores mencionan el
impacto de la globalización en los procesos que se han denominado
de orientalización de occidente (Campbell, 1997), lo que pareciera
haber implicado la apropiación masiva y unilateral de prácticas y
teorías de raigambre oriental por parte de individuos occidentales,
postura que ha sido criticada en tanto no toma en cuenta la relación
dinámica entre Oriente y Occidente (Silva da Silveira, 2005) 12.
El yoga en Buenos Aires es una versión distinta a la de la India,
aun cuando en su lugar de origen reconozca múltiples versiones y
formas de práctica, atravesadas por las distintas visiones propias de
cada corriente de pensamiento y por las diferencias que devienen de
una sociedad que posee una estructura de castas. Cada versión del
yoga es una versión que resulta de la situación de contacto entre lo
culturalmente adquirido y las nuevas prácticas e ideas asociadas a lo
oriental.
Hoy en día, la oferta de libros de divulgación de estas prácticas
orientales se ha ampliado considerablemente, incluyendo obras de
autores variados en cuanto a su formación y sus propuestas. Por su
alto nivel de impacto entre los usuarios de las terapias alternativas,
se destacan Osho, Deepak Chopra, Bárbara Brennan, Paulo Cohelo 13.
Se diferencian de las primeras publicaciones, que se atenían a la
descripción de las técnicas de respiración y manejo del cuerpo, en
tanto las actuales hacen mayor hincapié en el aspecto “espiritual” de

12
Silva da Silveira refiere la existencia de movimientos religiosos hindúes, surgidos en la
India, China, Japón, en Corea o el mismo Occidente, a partir de líderes hindúes y budistas de
origen asiático, movimientos que surgieron a partir del diálogo y las influencias occidentales
en estos países (2005:76-77).
13
Pablo Semán refiere el impacto de la obra de Paulo Coelho en “Notas sobre a Pulsaçao
entre pentecostés e babel. O caso de Paulo Coelho e seus lectores” (2003).

51
estas prácticas, manteniendo la promoción de los aspectos
relacionados a la salud y la calidad de vida.
El yoga está presente tanto en programas de televisión y
revistas de divulgación íntegramente dedicados a mostrar su práctica,
como en segmentos televisivos y espacios en Internet donde se
aconseja al lector/usuario una serie de prácticas propias del yoga,
propicias para una mejor calidad de vida, pasando por las entrevistas
en distintas publicaciones de moda y divulgación realizadas a
reconocidos miembros del espectáculo, el cine y la televisión en las
que ellos explicitan los beneficios obtenidos a través de su práctica.
Todo ello facilita tanto el conocimiento de su existencia como la
expansión de un vocabulario que, aun refigurado, remite a nociones
de raigambre oriental.
Consideramos una importante vía de difusión y conocimiento el
hecho de que el yoga se transformara, desde la década del 80 y con
mayor impulso en la década del ´90, en una oferta gratuita en centros
barriales, gimnasios, talleres de las distintas municipalidades del
conurbano bonaerense14 y numerosas parroquias católicas, donde la
ofrecían y ofrecen como una actividad gratuita para sus fieles y
miembros de la comunidad interesados en participar de las mismas 15.
En ese mismo período comenzó a ofrecerse en distintos gimnasios del
conurbano y de capital, la posibilidad de realizar yoga en un espacio
habitualmente dedicado a prácticas corporales occidentales, como
aerobics, step, gimnasia localizada o entrenamiento en resistencia
física.
Es interesante considerar también la aceptación que el yoga
obtuvo por parte de algunos biomédicos, quienes comenzaron a
derivar a esta disciplina a pacientes que padecen de artritis, de
problemas de columna, de diabetes, de parkinson, de enfermedades
crónicas que implican sufrimiento y dolor y para cursos de pre-parto.
Por otra parte, es cada vez más frecuente que los psicoterapeutas -en
su mayoría de las líneas cognitivas y conductuales- recomienden la
14
Los gobiernos municipales del conurbano, a través de sus centros culturales ubicados en
las localidades de cada partido, ofertan a los vecinos una serie de talleres, entre las que se
incluyen yoga, gimnasia, cine debate, ajedrez, danzas folklóricas, etc. El único requisito para
participar en ellos es demostrar la pertenencia domiciliaria al partido. En algunos casos, se
solicita el pago de una cuota de colaboración voluntaria, la que en el 2005 rondaba los $5
(US 1.75 aproximadamente). A principios del 2007, el Gobierno de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, organizó el “BsAs Om. Calidad de vida a cielo abierto” que proponía una
jornada abierta y gratuita en los bosques de Palermo para el autoconocimiento, las Medicinas
Alternativas y la Alimentación saludable. Lamentablemente, el clima no jugó a favor y la
jornada se suspendió por lluvia. No hubo reposición del evento y su página de Internet no
informó acerca de los motivos.
15
Los talleres de yoga en las iglesias del área Metropolitana se ofrecen en un contexto que
mixtura una gran diversidad de ofertas, entre las que se incluyen desde talleres de pintura
sobre telas y cursos de cocina a catecismo para adultos. Estas ofertas forman parte de una
estrategia de apertura de la iglesia hacia la comunidad en la que se inserta. La participación
en ellos es absolutamente gratuita. También es interesante destacar que a partir de la
década del ´90 comenzaron a ofrecerse talleres de yoga a los grupos de sin techo
(deambulantes tanto hombres como mujeres adultos) que concurrían a los comedores
parroquiales, como un medio de que realizaran una actividad física que no demandara una
especial destreza física y que les posibilitara interactuar en grupos de pares, como una
acción tendiente a reestablecer -en parte- la dificultad de establecer vínculos afectivos,
situación que por su aislamiento familiar es característica de los homeless (Sobre homeless
en Buenos Aires, puede leerse Saizar, 2002).

52
práctica del yoga a los pacientes como estrategia de
complementariedad terapéutica. Vale decir, el yoga se suma al
tratamiento psicoterapéutico que ofrece el especialista.
Los motivos del éxito del yoga deben buscarse no sólo en
causas externas sino también en la eficacia de la práctica. En este
sentido cabe destacar que el yoga puede ser fácilmente refigurado y
entendido en términos de la religiosidad del individuo,
mayoritariamente católica, o de las prácticas tradicionales del
curanderismo en lo que hace a individuos de los sectores llamados
populares. Sin duda la efectividad reconocida por los usuarios no es
un tema menor al tratar de explicarnos la persistencia de la disciplina,
y es este, a la vez, un factor que aglutina a personas de diferentes
estatus socioeconómicos.
Poco a poco y, de muchas maneras, el yoga pasó a formar parte
de las ofertas terapéuticas y de las actividades destinadas a lograr
una mejor calidad de vida, transformando sus principios filosóficos y
técnicas específicas en una práctica posible para cualquier individuo
que quisiese mejorar sus condiciones de existencia, convirtiéndose,
hoy en día, en una práctica de consumo adoptada por diferentes
individuos, con disímiles niveles de instrucción e ingreso económico.
Pueden así encontrarse usuarios y especialistas del yoga con
instrucción universitaria y posgrados cursados en el exterior, al igual
que individuos que sólo han cursado la escuela primaria. Lo mismo
puede decirse, obviamente, de los niveles de ingreso económico. La
variabilidad en el espectro de los ingresos económicos de los
individuos practicantes, se traslada, por ejemplo, a la elección de un
centro de práctica de la disciplina según los costos económicos que
suponga su participación, a la posibilidad/imposibilidad de concurrir a
seminarios de la disciplina en el país o en el exterior, entre otras
muchas variantes que se relacionan con el costo de las actividades.
Creemos, sobre la base de nuestro trabajo de campo, que cada
una de las mencionadas vías ha sido importante y que juntas,
permiten entender, al menos parcialmente, el fenómeno de su amplia
apropiación por grupos sociales con estilos tan disímiles.

Yoga en Buenos Aires y Área Metropolitana

El yoga es una disciplina oriental con raigambre en las


religiones Budista e Hinduista que consiste, básicamente, en la
práctica regular de una serie pautada de movimientos corporales o
asanas, acompañados del manejo conciente y programado de la
respiración. A través de su práctica regular, intenta deshacer los
residuos energéticos que se acumulan en las distintas entidades que
conforman la persona, sea en su cuerpo burdo o en su cuerpo sutil, y
de esta manera permitir la destrucción de materia kármica que es la
responsable de atar al hombre a la rueda de encarnaciones,
impidiéndole unirse a lo divino.
Las ramas del yoga pueden distinguirse por las diferentes vías
en las cuales hacen hincapié para lograr el objetivo final, es decir, la

53
liberación de la partícula divina y el consiguiente cese de la rueda de
las reencarnaciones, objetivo que, por otra parte, permanece
presente en todas las ramas de la disciplina.
Un criterio clásico de distinción entre las diferentes ramas del
Yoga, reflejado por ejemplo en los trabajos de Eliade (1999) y Zimmer
(1979), tiene en cuenta los medios utilizados para lograr la liberación
del atman, o partícula divina. Se distinguen a partir de este criterio,
cuatro vías: el hathayoga, una rama que focaliza en su práctica la
ejecución de posturas y contraposturas o asanas, combinándolas con
el manejo consciente de la respiración; el pranayama, que sería la
práctica respiratoria que propicia la desaceleración del ritmo
respiratorio normal, tendiendo a igualar los ritmos de inspiración,
retención y exhalación del aire en los pulmones. En tanto, dharana
sería la vía que enfoca la concentración de la mente en un solo punto
y dhyana, el paso posterior, es decir, la meditación en ese punto.
La rama del hathayoga es, de acuerdo a Eliade (1999), una vía
que considera al conocimiento y al dominio del cuerpo denso como
fines necesarios para la liberación del atman, mas no suficientes. El
objetivo último es el fortalecimiento de los órganos, y la manipulación
de los chakras -en su concepción de centros energéticos- para lograr
la liberación de la rueda de las reencarnaciones. De acuerdo al autor,
el hathayoga retoma la noción primigenia de la sacralización del
cuerpo burdo, al transformarlo mediante su fortalecimiento, en un
vehículo para conquistar la muerte (Eliade, 1999:165).
La rama del hathayoga presenta, a su vez, una importante
diversidad en los modos de práctica. A partir de mediados del siglo
XIX se crearon una serie de nuevas vertientes del Yoga, que surgieron
como consecuencia del legado de Maestros Yoguis de reconocida
trayectoria en distintas partes del mundo. Así, Barroso Hoffman
(1999:28) distingue en su obra la importancia fundamental que tanto
el Maestro Swami Vivekananda como el Maestro Soyen Shaku
tuvieron en el impacto de la cultura oriental en occidente. El impacto
de sus obras posibilitó, respectivamente, la instalación de las
primeras Sociedades Vedanta y centros de Budismo Zen en los
Estados Unidos en los inicios del Siglo XX. En la Argentina, la obra de
la Maestra Indra Devhi continúa hasta nuestros días, habiéndose
multiplicado el número de sedes donde se dicta la práctica del yoga
sobre la base de las enseñanzas de su fundadora. En los últimos años,
el Maestro De Rose, originario de Brasil, y varios especialistas que
siguen su línea de Yoga en la Argentina han abierto múltiples centros
de práctica de yoga en la ciudad de Buenos Aires. Éste quizás sea
uno de los casos que ejemplifican la existencia de las versiones
locales de Maestros Yoguis, individuos de cultura occidental y urbana
que se transforman en referentes de una práctica de raigambre
oriental.
A continuación, describiremos brevemente las principales
vertientes que se ofrecen en el área Metropolitana.

1) Hatha yoga: En sánscrito, “Ha” significa Sol y “Tha” Luna. Este tipo
de yoga se caracteriza por la realización de movimientos pasivos que

54
buscan a través de la ejecución conjunta de asanas y ritmos
respiratorios la unión de los opuestos. Es frecuentemente
recomendada para aquellos que se inician en la práctica, y se
promociona como una disciplina apta para personas de todas las
edades y estados físicos, pues su práctica no requiere esfuerzos ni
habilidades acrobáticas.

2) Ashtanga Yoga: En sánscrito, ashtanga significa “ocho pasos” que


se refieren a las etapas que debe superar el practicante para lograr la
liberación de la rueda de encarnaciones. Caracterizada por sus
rápidos movimientos, es una progresiva y secuencial cadena de
asanas que sincroniza la respiración con cada postura corporal, sin
detenerse en ninguna de ellas. A través de su práctica, intenta lograr
el fortalecimiento del cuerpo y un uso equilibrado y armónico del
mismo. Deviene de las enseñanzas de Pattabhi Sois, nacido en 1915.

3) Power Yoga: Es una reinterpretación occidental del Ashtanga Yoga,


su práctica exige habilidades físicas para desarrollar las series
ininterrumpidas de asanas, pues el objetivo es realizar las posturas y
contraposturas corporales concatenadamente.

4) Iyengar Yoga: Esta práctica se concentra especialmente en la


correcta alineación del cuerpo burdo, buscando la reactivación
armónica de los chakras. Implica la permanencia en cada una de las
asanas para lograr, junto a un determinado tipo de respiración, un
estado de conciencia particular. Utiliza diversos complementos
denominados props y helpers cuya finalidad es ayudar al practicante
a permanecer en una pose. Deviene de las enseñanzas de B.K.Y
Iyengar, nacido en 1918 y sobrino de Krishnarnacharya.

5) Vinyasa Yoga: Esta línea hace énfasis en la manipulación de la


respiración, se asocia a la sincronización de la respiración con el
movimiento, balanceando la ejecución de cada asana con su
movimiento contrario.

6) Bikram Yoga: También llamado “Hot Yoga” se practica en


habitaciones cerradas cuya temperatura oscila entre los 35 y 40
grados Cº y una humedad del 40%. Las condiciones ambientales
permiten que durante el desarrollo de una serie fija de 26 asanas, los
músculos se relajen y puedan ser elongados sin daño, al tiempo que
se propicia la liberación de toxinas del cuerpo burdo. Deviene de las
enseñanzas de Bikram Choudhury, nacido en 1945.

Es interesante destacar que si bien esta distinción que remarca


la separación del hathayoga de otras disciplinas yoga aparece
repetidamente en la obra de distintos autores de divulgación 16, no
16
De hecho, si uno toma en consideración las distintas tipologías mostradas en las revistas
de divulgación de terapias alternativas, sería una tarea imposible llegar a un acuerdo sobre
cuales son las ramas del yoga y en que consisten cada una de ellas, así como sus
fundamentos. El criterio de cada escritor -en su mayoría especialistas del yoga a cargo de un

55
aparece tan claramente reflejada en el relato de usuarios y
especialistas en nuestra área de estudio. En sus relatos, estas
diversas prácticas son comprendidas por usuarios y especialistas
como variantes del Hatha Yoga, algunas con mayores contenidos del
Pranayama, como es el caso del Ashtanga, pero fundamentalmente
asociadas a la rama del Hatha Yoga. En lo que hace a los usuarios del
yoga en nuestra área de estudio, en su mayoría, si bien refieren el
conocimiento de la existencia de distintas maneras de hacer yoga, es
poco frecuente que puedan nombrar distintas vertientes, o dar
fundamentos de sus diferencias. Cuando se los interroga sobre el tipo
de yoga que realizan, la mayoría de ellos contesta “hatha yoga”,
salvo en aquellos pocos casos en que los especialistas hacen especial
hincapié en diferenciarse continuamente de otras prácticas
yoguicas17. Sólo algunos especialistas que poseen una instrucción
formal en la disciplina se refieren a estas distintas vertientes como
diferentes al Hatha Yoga, a la que se considera sólo una variedad más
de las posibles maneras de lograr la liberación de la rueda de
encarnaciones, al tiempo que remarcan que ésta es la vía del Yoga
más apropiada para los individuos occidentales, ajenos al sistema de
vida hindú y su cosmovisión y por lo tanto, lejanos al sistema de
creencias en los que se soporta la eficacia de las ramas “superiores”
de la disciplina.
Por este motivo, utilizaremos genéricamente el término Yoga,
que es la manera en que los actores se refieren comúnmente a la
disciplina oriental en cuestión. Sólo en aquellos casos en que los
informantes hagan específica referencia a las mencionadas
distinciones, las tomaremos en cuenta y las reflejaremos en los
comentarios de los textos.
Como toda medicina18, el yoga tiene un corpus de nociones en
el que se sustenta, unos especialistas que han sido formados e
iniciados, un modo de entender la enfermedad y la terapia y unas
técnicas diagnósticas y terapéuticas. A fin de clarificar nuestra
exposición, desarrollaremos en primer término quienes son los
especialistas, luego los usuarios y luego las nociones de ambos sobre
la práctica de la disciplina, las ideas sobre la enfermedad –sus
etiologías, sus manifestaciones- y la terapia.

centro de práctica- prevalece por sobre otras consideraciones, por lo cual nos hemos atenido
para nuestra descripción a los relatos de nuestros informantes, especialistas y usuarios.
17
A modo de ejemplo, la distinción entre los distintos tipos de yoga puede encontrarse en los
usuarios que concurren a centros que se denominan a partir del tipo de yoga que realizan,
por ejemplo, el centro Power Yoga o Vinyasa Yoga. En aquellos casos en que el centro se
denomina tomando el nombre de su director, como es el caso del centro de Yoga “De Rose”
o la “Fundación Indra Devi”, si bien los usuarios refieren el nombre del Maestro que le da la
denominación al centro, cuando son interrogados por el tipo de yoga que realizan, contestan
en la mayoría de los casos, que su práctica se fundamenta en la manera “correcta” de hacer
yoga, estilo que fue codificado por el Maestro que origino el movimiento al que pertenecen.
18
Entendemos por medicina una unidad holística que propone tanto los marcos explicativos
para entender la etiología de la enfermedad, sus manifestaciones, los modos de terapia y el
fundamento de las acciones de los terapeutas. Para el caso que nos ocupa, si bien el yoga es
mucho más una medicina, pues es una cosmovisión, incluye los contenidos que definen la
acción terapéutica y médica.

56
Los especialistas del Yoga en Buenos Aires

En la Argentina, el yoga es reconocido como una práctica


alternativa, es decir que no corresponde a las tradiciones de nuestra
cultura sino que ha sido “exportada” desde Oriente; no está regida
aún bajo ningún marco regulatorio que estipule la especificidad en la
enseñanza, por ende, la diversidad en la formación de los
especialistas es muy amplia. En este apartado describiremos los
diferentes tipos de especialistas, en una categorización que responde
al criterio expresado por los actores, tanto usuarios como
especialistas del yoga. Teniendo en cuenta sus nociones, diseñamos
una categorización de los especialistas sobre la base de dos
categorías: el tipo de formación y la aplicación laboral de la disciplina,
las cuales aparecen repetidamente en los materiales recogidos en
campo.
Entendemos por formación el tipo de enseñanza que han
recibido los especialistas. Esta puede ser de dos tipos: sistematizada
o no sistematizada. El primer caso es el de aquellos especialistas
cuyo estudio de la disciplina ha sido constante durante períodos de
dos años o más en una misma institución, en los que el alumno se ha
avocado al conocimiento del yoga en forma exclusiva o
predominante. En esta categoría se hallan los especialistas del yoga
que han sido formados en centros especializados. El segundo caso –el
aprendizaje no sistematizado- hace referencia a aquellos especialistas
que han realizado su estudio en períodos cortos, a cargo de distintos
especialistas en diversos centros o talleres, y cuyo aprendizaje se
combinó con el estudio de otras técnicas alternativas, es decir, que el
yoga se adquiere en combinación con otras disciplinas, cuyos
orígenes pueden remontarse a Oriente -yoga, tai chi chuan, medicina
ayurveda, medicina china-, a Medio Oriente -astrología, numerología,
cábala- y a diferentes grupos étnicos de América y África
(Albuquerque, 1979; Varner & McCandless, 1979; Kunitz, 1981).
El segundo eje de nuestra clasificación es el tipo de aplicación
laboral que le asignan al yoga. En un primer caso, la dedicación a su
enseñanza en talleres y centros de práctica es exclusiva o
absolutamente preponderante, es decir, que el sustento económico
del especialista se basa sobre el dictado de clases de la disciplina,
tanto en su domicilio como en instituciones dedicadas exclusivamente
a su práctica. En el segundo, el yoga se presenta como una opción
laboral complementaria a otras disciplinas de raigambre oriental
-gemoterapia, astrología, numerología, terapia angélica, reiki- que
conforman la diversidad de terapias que estos especialistas ofrecen a
los usuarios en sus propios talleres, adaptando la oferta de acuerdo
con la demanda de los usuarios. Estos especialistas están siempre
atentos a la aparición de nuevas terapias para estudiarlas y anexarlas
a su oferta, para ello concurren a centros especializados de terapias
alternativas donde se dictan cursos y seminarios, participan
activamente en redes de especialistas y usuarios de estas disciplinas.

57
Es entonces sobre la base de estos ejes que distinguimos dos
tipos de especialistas del yoga. Un primer grupo, al que hemos
denominado “formales” está compuesto por especialistas que han
estudiado de manera formal y sistemática en centros especialmente
dedicados a los estudios orientales, tal es el caso de la Tecnicatura en
Yoga de la Universidad del Salvador, el Profesorado de Yoga de
Hastinapura, el Profesorado de Yoga de Indra Devi o el del Maestro De
Rose, entre otros. Allí se ofrece a los estudiantes una formación
mayoritariamente proveniente de los textos clásicos del yoga oriental,
como la Baghavad Gita, los Sutras de Patanjali, el estudio de las
Upanishad, entre otros textos sagrados hindúes, aunque también
incluyen la lectura de autores como Zimmer, Renou, Masson Oursel y
Eliade. En estos casos, el yoga es la disciplina preponderante tanto en
su práctica como en la enseñanza, si bien puede estar acompañada
del estudio o uso de otras técnicas terapéuticas, pero siempre
subordinadas al marco del yoga.
Un segundo grupo, al que denominamos “autodidactas”, lo
conforman aquellos especialistas del yoga cuya formación prevalente
en la disciplina ha sido autónoma. En su mayoría, estos individuos
han sido practicantes de larga data que han decidido iniciarse como
especialistas, estudiando por su cuenta textos de diversa índole que
han seleccionado siguiendo el consejo de sus antiguos especialistas,
de amigos o simplemente aquellos que son recomendados en las
librerías dedicadas a la temática. Estos especialistas utilizan el yoga
como una especialidad terapéutica alterna, practicando además,
otras terapias. Es decir, el yoga no es una disciplina rectora de la
práctica de las demás, sino una más entre el amplio abanico de las
terapias utilizadas. A modo de ejemplo, un especialista de este tipo
puede ofrecer distintas terapias a sus usuarios, tales como reiki,
Feldenkrais, Técnica Alexander y yoga. La distinción en la oferta va
desde cursos y talleres separados, a la inclusión de estas técnicas en
un mismo episodio de práctica.
Las diferencias en lo que hace específicamente al tipo de la
formación se plasman en diferencias considerables en lo que hace a
contenidos y significados asignados a distintas nociones del corpus
del yoga, los cuales, como veremos a continuación, muestran
mayores refiguraciones en los especialistas autodidactas que en los
formales. En el caso de los especialistas formales encontraremos que
las nociones referidas al yoga muestran mayor concordancia
semántica con las nociones originales de la disciplina oriental, si bien
es inevitable la resignificación y apropiación de variados términos,
dada la endoaculturación en una sociedad occidental fuertemente
marcada por nociones del corpus biomédico, tanto en lo que hace a
las explicaciones sobre el funcionamiento biológico del cuerpo y sus
sistemas, como también las explicaciones de tipo psicológico, que
asumen la existencia en el hombre de un inconsciente que
fundamenta y propicia gran parte de sus conductas. Como ha notado
Mc Guire, el sistema biomédico ha impactado fuertemente en las
concepciones y experiencias de enfermedad y muerte en la sociedad
occidental (1982: 126-127), y sus contenidos pueden hallarse en las

58
explicaciones de otras terapias, incluso en aquellas que se suponen
contrarias u opuestas a las prácticas biomédicas.
En el caso de los especialistas autodidactas, la resignificación
de los términos orientales y la sumatoria de lógicas occidentales es
mayor, al igual que la amplitud de términos de diversas disciplinas de
raigambre oriental que se referirán para dar explicaciones acerca de
la práctica y de su eficacia terapéutica, hecho que deviene de la
incorporación de diversos corpus orientales a su práctica medicinal.

La perspectiva de los especialistas formales

Como refiriéramos, la formación de los especialistas formales,


implica en el ámbito teórico la lectura de textos sagrados hindúes y a
la lectura sistemática de autores occidentales como Eliade, Zimmer,
Renou, entre otros, así como el estudio de los textos sagrados
hindúes, como los Sutras de Patanjali, el Baghavad Ghita y las
Upanishad. En el caso particular de la Tecnicatura de la Universidad
del Salvador, el aprendizaje formal está estructurado de forma tal que
intenta armonizar los conceptos orientales con las nociones y
prácticas de raigambre católica. En otras instituciones, como pueden
ser la Fundación Indra Devi, Hastinapura o Uni Yoga, el aprendizaje
formal no incluye explícitamente el estudio de las nociones de
raigambre católica, pero sí el estudio comparado de filosofías
orientales y occidentales. En todos los casos, el alumno debe cumplir
una serie de requisitos como el cursado de las materias y seminarios
teóricos y prácticos en períodos que van desde dos a tres años, para
lograr el título habilitante que les permita trabajar como instructores
de yoga reconocidos por dichas instituciones. En el caso de Uni Yoga –
la línea del Maestro De Rose- el certificado de instructor es además
avalado por la Universidad Tecnológica Nacional, en virtud de un
convenio entre ambas instituciones.
En nuestros informantes provenientes de estas instituciones se
advierte que ciertas nociones (energía, karma, ignorancia, poder) son
connotadas como núcleos esenciales en su percepción de la
disciplina, que les permiten explicar tanto la finalidad de la misma,
sus diferencias respecto a otras prácticas, terapias y filosofías
occidentales -descriptas como una unidad de significados- así como la
praxis en relación con la enfermedad, la terapia, los motivos de
elección y abandono de la disciplina por parte de los usuarios, como
también dar cuenta de su ideas sobre lo sagrado, el poder y la
eficacia.
Pasemos entonces a los textos de nuestros informantes, que
nos brindarán mayor claridad:

“Yoga quiere decir Yugo. Hay una raíz, yugo quiere decir unión,
cuando se unen esas energías vos estas armónico, ahí podés tener
acceso a una liberación, a un estado de conciencia que te permita la
liberación. La liberación es liberarte de las reencarnaciones, de la

59
rueda, se llama samsara, de las ruedas de las reencarnaciones, ése
es el fin. El yoga, no es qué es para mí, es una disciplina muy antigua,
traída de la India, basada sobre una serie de aforismos y textos
sagrados en donde explica, que está dentro de la filosofía Samkhya,
que es una de las tendencias filosóficas de la India, y que tiene una
especie de ascética, de práctica, con ciertas reglas para acceder a lo
que los hindúes creen que es la liberación. Ellos tienen una idea
inmanente de la divinidad, no la divinidad así persona como la
creemos los occidentales, entonces, proponen una práctica que tiene
prohibiciones, que tiene ejercicios, con distintas puertas para acceder
al samadhi, que sería la liberación de alguna forma del yo. Todas
estas explicaciones son occidentales de algo que no tienen una
concepción, que sería la liberación de atman que es una partícula
individual del todo universal que sería el brahma. El yoga es la
práctica, yoga quiere decir unión, en sánscrito, de ahí viene yugo, y
hatha yoga, que sería el yoga del cuerpo es la unión de lo femenino y
lo masculino, las energías lunares y solares, femeninas y masculinas
en el hombre, entonces se busca la liberación, de esa partícula,
diríamos que pertenece a la divinidad, como si fuera la parte divina
en el hombre. Hay ahí un criterio muy distinto, los orientales, los
hindúes creen en la reencarnación, entonces de que se liberan, de lo
que se liberan es de la próxima reencarnación, la búsqueda de
liberación tiene que ver con no volver a reencarnar.”(Ana)

El concepto central para entender esta visión del yoga es la


energía. Así, los informantes describen el término yoga a partir de su
etimología, asociando la raíz yug al estado de armonía resultante del
equilibrio de las energías en el hombre.
La energía es usada tanto para mencionar una entidad
integrante del individuo, como una fuerza que circula por el universo.
En el primer caso, es la armonía entre las energías del hombre,
expresadas a partir de pares de opuestos, la que tiende a buscarse
como finalidad para la liberación. La armonía es entendida como el
equilibrio dinámico de los opuestos. Esta condición de opuestos
aparece como una cualidad negativa que le impide al hombre
trascender a lo divino.
En el segundo caso, la energía es un componente del universo,
una fuerza vital que impregna tanto a los objetos y las cosas, como a
vegetales, animales y hombres y al espacio que entre ellos existe. La
energía es poder, en el sentido de sagrado. Podemos ver entonces
que el poder específico de una casta se refigura como un poder
generalizado, es decir, un poder que se manifiesta en lo físico, siendo
un influjo no físico; no está ligado a un objeto en particular pero
puede transmitirse por él. En síntesis, se trata de poder, ya sea para
bien o para mal.
Por otra parte, los especialistas señalan la diferencia que se
percibe en la vivencia de lo sagrado en Oriente y en Occidente y a la
que consideran fundamental para entender la diversidad de
cosmovisiones entre la filosofía oriental y la occidental. Sus relatos
refieren la inmanencia de lo sagrado en el mundo oriental, es decir, la

60
existencia de lo sagrado en todas las cosas del universo, sin la
convivencia de una entidad divina externa al hombre y a su universo,
cualidad que es designada a la filosofía occidental, en particular, al
catolicismo. Esta particularidad fundamenta la diferencia en las vías
por las cuales se accede a la liberación. Mientras en el catolicismo la
salvación aparece restringida a la voluntad de una deidad
extraterrenal, en el orientalismo, se connota como una búsqueda
individual que se basa sobre el esfuerzo consciente del hombre por
liberar su entidad divina, uniéndola al todo universal. Es en esta
búsqueda donde se asienta la necesidad de una técnica que le
permita al individuo lograr su finalidad. Ascesis y práctica se revelan
como las vías para este logro. Por ascesis se entiende una serie de
reglas y prohibiciones que delimitan la actitud del yogui y por
práctica, la ejecución sistemática de una serie de posturas corporales
acompañadas del manejo consciente de la respiración.
Estos especialistas ubican su práctica en el marco de la filosofía
Samkhya, diferenciándola de otras tendencias filosóficas de la India,
sobre la base de las claves de su técnica: ascética y práctica como
medios eficaces para lograr la liberación de la partícula divina o
atman.
La descripción del atman refiere a un ámbito sagrado en el
hombre, que permanece más allá de las reencarnaciones y que se
corresponde con un todo universal también sagrado, el Brahma.

“El atman no es algo del todo individual, es como una parte del todo
que está en los individuos, que permitiría, como partícula,
reconocerse en ese principio, pero no con la idea de persona, así más
occidental. El atman no tiene componente material. No sé si los
animales también tienen atman, supongo que sí, cuando hablan de
reencarnaciones, por ahí hablan de reencarnaciones en animales, con
lo cual tiendo a pensar que debe ser así, por el tema que muchas
veces las reencarnaciones son en animales ¿no? No puede haber un
ser humano que no tenga atman, la encarnación de uno, implica una
encarnación anterior” (Inés).

Para estos especialistas, la existencia de atman en los hombres


es indiscutible, forma parte de su definición como tales. No obstante,
la atribución de atman no es restringible a los seres humanos,
también tienen atman los animales. De hecho, alguien puede
reencarnar en un animal, lo cual es comprendido como un descenso
en el camino de la liberación, pero es posible. De esta manera, el
atman se presenta como una condición sine qua non para la
existencia de la reencarnación. Aquellas entidades que no tienen
atman, las piedras, por ejemplo, no se ven comprometidas en el
samsara -rueda de encarnaciones-, pero tampoco pueden ser
liberadas. El atman aparece así como una entidad que otorga
vitalidad a los seres y la liberación como un proceso que afecta
solamente a los seres vivos.
Sin embargo, los especialistas diferencian claramente este
concepto oriental del occidental alma. Desde su perspectiva, el alma

61
sería un principio individual, inmortal pero asignado a cada individuo,
que al momento de la muerte del cuerpo trasciende hacia lo divino.
Por el contrario, atman es parte del todo universal o Brahma, y al
suceder la muerte del individuo, pasará a otro continente, en una
rueda de reencarnaciones de atman que no termina sino hasta la
liberación lograda mediante un trabajo consciente y sistemático.
La condición de inmutabilidad del atman refiere, por un lado, a
la condición de su eternidad y por otro, a la separación que existe
entre el atman como principio inmaterial y todo lo que no es atman
como principio material, por ende expuesto a degradación. Esta
diferencia asegura la permanencia del atman más allá de los cambios
sucedidos en su recipiente.

“El atman se reencarna, inclusive tiene una idea como de cierta


limitación. El atman, de todas manera, nosotros tratamos mucho de
asimilarlo a una cosa, a un concepto medio occidental como de alma
que no es así. El alma no reencarna, va hacia Dios, en cambio el
atman sí, reencarna y es inmutable” (Ana)

De hecho, lo que reencarna es el atman, el cuerpo es sólo una


envoltura densa y tosca de la partícula divina, un continente
transitorio. Envoltura del atman es todo lo físico, no sólo el cuerpo
sino todo lo material, en sus distintas gradaciones, de más tosco a
más sutil.

“Toda la envoltura física para ellos, es una envoltura, una envoltura


del atman, en esa ascesis se tiene que ir purificando. Cuando dicen
física, ellos por ejemplo hablan de lo físico y lo mental y está incluido
lo emocional ¿si? Ahí viene el punto, ellos hablan de una realidad
como ilusoria ¿no? que se llama mahya en sánscrito, que tiene que
ver con lo que no es verdadero, lo que no es permanente, lo que no
es atman. O sea, el mundo de lo cotidiano, todo lo que te pasa en la
interacción, lo que ves, la factura, la ropa que te pones, todo, la
factura, lo que pensaste, las ideas, las emociones, todo es mahya.
Entonces la ascesis consiste en ir desapegándose de eso, uno esta
absolutamente identificado con esos pensamientos, emociones,
objetos, entonces el trabajo sería ir desapegándose de eso, para dar
con ese núcleo, esa esencia que es permanente, que no cambia, que
es el atman.”(Alicia)

Esta entidad divina en el hombre, lo sagrado e inmutable en él,


no es susceptible de ser dañado, ni tampoco es afectado por las
acciones del hombre ni de los otros hombres, ni por el devenir del
universo. Es, de acuerdo a los especialistas, inclasificable según
criterios occidentales de maldad y bondad. Lo negativo, lo dañino,
que sí se reconoce como una posibilidad, es asociado a la ignorancia
del hombre que no puede despegarse de sus acciones y
pensamientos, y cree que su espíritu está involucrado en ellos. Esta
dificultad para distinguir lo real de lo irreal, lo material de lo
inmaterial, es la causa de las reencarnaciones.

62
“No hay atman buenos ni malos. Digamos, ellos tienen un criterio
muy interesante de ignorancia con respecto a las acciones y siempre
la maldad tiene que ver con identificación con determinadas ideas,
con errores, pero no con algo...siempre queda algo como puro en la
persona, que no se puede contaminar. No hay concepto occidental de
maldad o bondad, el criterio es de ignorancia, que permite
igualmente valorar las acciones.”(Inés)

Así, la reencarnación es comprendida como una condición


propia del hombre, que permanece activa mientras el individuo no
pueda distinguir su materialidad de su inmaterialidad. Esta distinción
no es para nada azarosa, sino que es el fruto de un trabajo conciente
que trata de entender la irrealidad del mundo cotidiano, lo que los
informantes denominan mahya, describiéndolo como el fruto de la
confusión resultante de asignarle a lo material condiciones de
inmaterialidad. Una vez que esa confusión fue aclarada, el atman se
libera, y la rueda de las reencarnaciones finaliza.

“Reencarnar es algo así como la condición natural del alma que no


está liberada, se considera la vida como un aprendizaje, no
solamente en el período de una reencarnación, sino en varias, pero
hay una práctica, una ascética que permite de alguna forma buscar la
liberación de las reencarnaciones posteriores, y eso genera
liberación. La liberación de las reencarnaciones, de la rueda de las
reencarnaciones.”(Verónica)

Esta práctica que busca la liberación puede realizarse por


diferentes vías, las asanas, la meditación, la manipulación de la
respiración y el manejo de los estados alterados de conciencia. Estos
especialistas han seleccionado la vía del hathayoga, al cual definen
como la búsqueda de la armonización de las diferentes energías, cuya
ascesis consiste en la práctica de una serie de asanas, acompañadas
del manejo consciente de la respiración.

“Las asanas son posturas estereotipadas, que van relacionando


determinadas figuras que uno arma con el cuerpo, con ciertos
estados de conciencia, hacia una unificación, entre la asana, la
respiración y un estado meditativo que provoca la misma postura, a
lo largo de un entrenamiento, no el primer día que una persona hace
una postura. Creo que imitan movimientos de animales, o sea que
tienen nombre de animales, o casi todos de animales, bastante de
animales. Representan movimientos o esquemas de animales, hay
series, hay encadenamientos. Digo esto como sugerencia mía, es
interesante la observación de cómo determinado estado de
conciencia lleva a determinados movimientos, que son movimientos
con todo el cuerpo, también los mudras19, los gestos, como hacen los
19
Los mudras, según Masson Oursel (1962:75) son gestos corporales. Desde la perspectiva
de nuestros informantes, se manifiestan en una determinada postura corporal y una
respiración específica, pero implican por sobre todo la búsqueda de un particular estado de

63
sacerdotes que también son como distintos mecanismos para adquirir
un determinado estado de conciencia. Lo que es interesante es el
proceso al revés, un determinado estado de conciencia te produce
movimientos, como si hubiera una unificación entre lo corporal y la
conciencia. Vos te ponés a meditar en la práctica y los dedos estos
(pulgar, índice y medio) se ponen así solos (en posición de meditar),
no es que vos ponés los dedos así como una cosa arbitraria. En un
determinado equilibrio energético, los mudras se hacen solos. No es
algo impuesto”. (Alicia)

De esta manera, observamos cómo la descripción de las


asanas no se limita a la manifestación de posturas corporales, sino
que integra el componente de la respiración, la conciencia y la
energía. Estos tres elementos son los que interactúan en la ejecución
de una postura. Esta misma idea ha sido notada por Mc Guire y
Kantor (1988: 119) al señalar que, de acuerdo a los relatos de los
practicantes del yoga, una asana involucra además de una postura
corporal, una cierta respiración y una focalización intencional de la
energía en la parte afectada.
Los especialistas resaltan la posible condición automática de
estas prácticas, las cuales se armarían solas a partir de un estado de
conciencia determinado, es decir, que no requerirían del manejo
consciente del cuerpo ni de la respiración en aquellos casos en que el
practicante fuera un iniciado.
Por otra parte, los informantes relacionan el concepto de atman
con el de purusha. Recordemos que tanto Eliade (1999), como
Zimmer (1979) y Masson Ourssel (1962), los refieren como principios
centrales de la cosmología en diferentes ramas del pensamiento
oriental. En el relato de los especialistas, purusha es asimilable a
atman, no así prakritri a Brahma. Desde esta perspectiva, lo
inmaterial en el hombre es eterno, intangible e incontaminado. En
tanto, definen a prakritri como un principio de la materia, cuya
condición esencial es el movimiento. Por ende, lo inmaterial sería
inamovible. Perciben ambos conceptos –atman y purusha- como la
denominación de lo energético, lo inmaterial en el hombre.

“Prakriti, prakriti con k, prakriti es materia y purusha, sería lo


intangible, lo espiritual, purusha sería el espíritu. Prakriti, purusha.
Pero prakriti es movimiento, es un principio de la materia, es un
principio material que es todo...es todo. El purusha es otro principio,
sería el principio, no sé si espiritual, pero es intangible, permanente.
Los hombres tenemos purusha, en otra de las versiones por ejemplo,
atman, purusha, son como distintas explicaciones del aspecto ese
intangible, energético”. (Ana)

Mente y emoción son parte de un todo indiferenciado, a


diferencia de la perspectiva occidental que divide lo racional de lo
emocional. Desde esta perspectiva, los pensamientos, sentimientos y
conciencia asociado a un estado de ánimo, tal como el coraje, el equilibrio, la fortaleza, entre
otros.

64
emociones son materia que continúa apegando al hombre a lo irreal
y, en consecuencia, impiden su liberación. La ascesis del yoga intenta
separar lo emocional de lo inmaterial, desapegando al hombre de sus
sentimientos, acciones y pensamientos.
En palabras de una de nuestras informantes, el funcionamiento
de la mente es comparable a la actividad de un mono, es decir, se
resalta su continua movilidad. Una emoción primigenia sustenta cada
pensamiento y ésta queda retenida en la materia, pasando a formar
parte del cuerpo denso. De allí que la enfermedad se entienda como
un bloqueo de energía en una parte del cuerpo que al intentar
defenderse de esa emoción, acumuló energía en un punto denso,
material y desequilibró el todo. Para desbloquear ese cúmulo, es
decir, para sanar la dolencia, es necesario en un primer momento
revelar a la conciencia el sentimiento primigenio, hacerlo conciente,
para luego poder acceder a un nivel de mayor profundidad, donde se
encuentra la emoción que le dio origen. Este hecho es terapéutico en
sí, es decir, al lograr develar la emoción negativa de la que el cuerpo
se intentó defender, el dolor desaparece, sin necesidad de otras
acciones. Es interesante este punto porque permite entender la
eficacia terapéutica del autoconocimiento. A este saber se accede por
la vía del cuerpo y de la respiración, es decir, posturas/contraposturas
y manipulación de la respiración, provocando un particular estado de
conciencia, en suma, las bases de la técnica del hathayoga.

“La mente funciona, bueno, a ver, cómo te lo puedo explicar rapidito.


Ellos dan ejemplo todos de animales. Dicen: la mente es como un
mono, que no se queda quieta ni un momento. Cuando un hindú dice
mente está hablando de mente y emoción. Nosotros mente lo
tenemos como muy creídos que solamente es lo intelectual. Lo
emocional es tan mente para ellos y exige el mismo desapego, es
más difícil, sobre todo para nosotros los occidentales, que somos tan
emocionales. Debajo de cada idea hay una emoción primitiva, es
como una segunda instancia. Vos borrás lo intelectual, lo racional, y
debajo de eso hubo una impresión de una emoción, que sostiene. El
trabajo sería, del yoga, sería dar a través del cuerpo y de la
respiración, con la liberación de esa emoción, hacer como ese
contacto directo, viste que todo lo emocional está en el cuerpo, todo,
absolutamente toda la memoria emocional. Esa emoción, para poder
liberarla, atravesarla, vos no te podés desapegar de lo que no
conocés. Es un trabajo de autoconocimiento, pero das, como en una
primera instancia, con lo mental exclusivamente racional, y en una
segunda instancia, das con la emoción que sustenta lo mental. Si vos
tenés un nudo en la espalda, una contractura, esa contractura tiene
un punto emocional, un punto en donde el cuerpo se defendió. Para
vos poder liberar y meditar tranquila, tenés que desarmar a la
contractura, sino, no podés. En el proceso de desarmar la
contractura, tiene que aparecer en la conciencia la emoción que
provocó esto. Eso es duro, es duro el trabajo, no te puede pasar
desapercibido, porque ni bien vos empieces a mover el cuerpo,
movilizás toda tu memoria emocional”. (Inés)

65
Esta concepción de la mente es notoriamente diferente a la
occidental. Así, el cuerpo cobra el valor de ser el vehículo de
manifestación y sanación de la dolencia a un mismo tiempo. Se
resuelve la enfermedad en el mismo plano en que fue ocasionada.

“La liberación de toda la emoción para llegar a un estado de


tranquilidad, de calma, de cierto equilibrio, sino, no podés. Para los
occidentales lo emocional es particularmente importante, es
particularmente reprimido, más que importante, reprimido, entonces
ni bien entra en un trabajo de contacto profundo con el cuerpo, lo
primero que surge es en esas cosas...Se perciben como dolores, esas
ganas de llorar...todo junto, y a veces se percibe también como
palabras, como palabra, como idea que te viene, un recuerdo, no
solamente, digamos, no viene ciega...Vos haces un ejercicio y eso
desbloquea. En ese mismo acto liberás, porque en realidad no es que
vos liberés ni resuelvas el problema, no es que vos liberés la
contractura, lo que vos buscás es despegarte en el cuerpo,
desapegarte en el cuerpo, o sea lo que buscás no es resolver el
conflicto, en primera instancia, es simplemente resolver en el cuerpo,
que aparezca en la conciencia. Ni bien aparece en la conciencia eso,
se atraviesa. No necesariamente aparece en la conciencia, no, mi
experiencia es que no. Sí aparece como palabra, palabra como idea,
palabra concreta o sea, aparece como palabra, nunca al revés”. (Ana)

La materialidad de lo emocional, es decir, de todos los


pensamientos, sentimientos y acciones del hombre, pasa
desapercibido al hombre común, a aquel que no realiza una ascesis
cuya finalidad es el desapego de todo lo material, incluso, dicen los
especialistas, del cuerpo. Aquí centran uno de los mayores obstáculos
del hombre occidental para entender esta filosofía, ante la dificultad
de comprender la unión de mente y cuerpo en una sola materialidad.
Este impedimento, común al hombre occidental y, en menor
medida, al oriental no iniciado, perpetúa sin cesar la rueda de las
reencarnaciones, al producir materia kármica. Todas las acciones del
hombre, incluidas sus emociones, percepciones, sentimientos y
valoraciones, tanto positivas como negativas, dejan una huella, un
residuo material en el cuerpo denso y en el cuerpo sutil, que
arrastran al hombre a su próxima encarnación.
Esta situación que parece condenar a los hombres a la rueda
de reencarnaciones, impidiéndoles su liberación, se resuelve a través
del concepto de dharma, definido por los especialistas como el
cumplimiento de la función que cada uno vino a desarrollar en una
encarnación, es decir, la acción por sí, sin la espera de resultados, ni
positivos, ni negativos.

“El karma es algo así como lo que queda, como si cada acción, cada
movimiento, cada pensamiento, que tuviéramos, de alguna forma,
dejara una cierta secuela. Pero no solamente las acciones, un
pensamiento deja secuela. Una vivencia emocional violenta, también.

66
Todo, cualquier movimiento. Cualquier movimiento produce una
secuela, produce una secuela. Esas secuelas se van como
acumulando, a lo largo de una encarnación, sin llamarlo bueno ni
malo, sin categorizar. Uno se va identificando con esas cosas, con sus
pensamientos, con sus emociones, identificando. Es decir, el sujeto se
reconoce en eso. Entonces, como el trabajo es de desidentificación, el
trabajo supuestamente de liberación, la única forma de que la acción,
que ahí aparecen las Upanishad en el Baghavat, no arrastre karma, o
sea vos no te identifiqués, como hacés para lograr eso...si vos tenés
que actuar, estás encarnado, la materia se mueve, tenés que actuar
necesariamente, para tomar el agua o para tomar una decisión o para
leer un libro, tenés que actuar. Pero, la forma en que podemos actuar,
si no sería un quietismo, absoluto, este, sin arrastrar un karma, sería
lo que llama ahí en el Baghavat, acción desinteresada, y eso se
empalma con otro criterio también hindú, que es el criterio del
dharma, que es que cada uno, dentro de las castas, vino a hacer
algo, hay una especie de deber cósmico del individuo que viene a
cumplir. En la medida que cada uno asuma su deber cósmico cumple
su acción, lo que sea, como dharma, como acción por la acción
misma, sin esperar el resultado”. (Verónica)

Estos conceptos se refieren a la existencia, en el Bhagavad


Ghita, de un mito que relata las enseñanzas de Krishna, una deidad,
un héroe guerrero. Podríamos decir que este mito es ejemplar
(Bórmida, 1969; Eliade, 1974; Gusdorf, 1969) al proveer a los
hombres de modos de acción paradigmáticos y significativos, que
pueden ser imitados y repetidos en el concreto devenir de cada
individuo que atraviesa por una circunstancia similar a la del héroe.
En este mito, se relata el conflicto vivido por un joven guerrero,
quien tiene que enfrentarse en la lucha cuerpo a cuerpo con sus
primos, guerreros del otro bando y a quienes, seguramente, deberá
darles muerte para ganar la batalla. Detenido a la vera del camino,
se encuentra con Krishna, quien manejaba un carro. Al relatarle su
confusión, el maestro le explica que no puede matar a sus primos,
aunque destruya su cuerpo, pues lo eterno en ellos -el atman-
continuaría viviendo. El maestro le explica que esa tristeza que siente
por tener que matar a sus primos deviene de la confusión que sufre al
pensar que las emociones amorosas son parte de él, cuando en
realidad son materia. Esta equivocación es la que crea su karma.
Le explica, además, que para poder liberarse definitivamente de
la rueda de las encarnaciones que lo ata a la vida terrenal, debe
cumplir su dharma, su deber cósmico, sin pensar en las
consecuencias. En este caso, por pertenecer a una casta de
guerreros, su misión en esta encarnación es presentarse en la lucha y
salir victorioso. Así logrará detener la rueda de las encarnaciones, al
permitir el desapego del contenido inmaterial e intangible que
permanece atado a su materia.
La acción desinteresada, es decir, sin preocupación por el fin, es
la única acción entre todas las acciones que le permite al hombre
liberarse de la rueda de las reencarnaciones. Así, se distinguen dos

67
grandes tipos de acción: las que se conforman de sentimientos,
acciones, vivencias y pensamientos que confunden lo material y lo
inmaterial y, por ende, perpetúan las encarnaciones y aquellas que
escinden lo material de lo inmaterial al no confundir sentimientos,
vivencias y emociones con lo inmaterial del ser, permitiendo la
liberación de la partícula divina en el hombre.

“Por eso, bueno, el libro del Baghavat donde cuenta que el héroe
tiene que ir a matar los primos en la guerra y bueno, no quiere ir a
matar los primos que adora, entonces, se le sienta Krishna en el
carro, el avatar20, le comenta que no se preocupe, que mate los
primos tranquilo, porque ése es su dharma y que en realidad no los
puede matar porque el atman no se mata y él tiene que cumplir su
labor de guerrero, eso sería la idea de cómo la acción se libera, del
karma. O sea, no te impiden tu camino a la liberación. La acción
desinteresada. El karma, claro, el apego, la tristeza que le da matar el
primo. Las emociones serían el karma, él estaría identificado con el
amor por su primo. Entonces le dice: “Vos no te preocupés, más allá
del amor por tu primo, a tu primo no lo podés matar, porque el atman
no se mata, o sea que tenés que quitarle el cuerpo, porque es lo que
viniste a hacer porque vos sos un guerrero, y bueno, los guerreros,
tienen que ir a la guerra”. (Ana)

El atman se presenta en este mito como lo imperecedero en el


hombre, lo eterno que anida temporalmente en un recipiente que le
sirve de envoltura. Este continente supera ampliamente al cuerpo
físico. Recordemos que en la cosmovisión oriental, la noción de
cuerpo no existe, por ende, no hay idea equiparable a la noción
occidental de cuerpo. En Oriente, la diferencia entre un principio y
otro se traza a partir de un criterio de material e inmaterial, de
perecedero e imperecedero.
De esta manera, las capas que contiene al atman son
numerosas, e incluyen a aquellas que van desde lo más tosco, el
cuerpo denso, a lo más sutil de la materia, el aura. El cuerpo es
entonces sólo una capa más de contención del atman, no una entidad
autónoma ni divisible del resto de la materia.
El cuerpo denso es la materia que puede ser percibida a simple
vista. Como continente del atman, el cuerpo es percibido como un
receptáculo de emociones, de vivencias, sentimientos -tanto positivos
como negativos, cotidianos o impactantes- en donde todas las
experiencias del individuo quedan plasmadas en los límites físicos de
un cuerpo que se demarca verticalmente de mollera a pies. Los
pensamientos, acciones, sensaciones, recuerdos, emociones, en fin,
las vivencias del hombre en su totalidad son consideradas materia
que rodea a la partícula divina.
Desde esta perspectiva, el cuerpo denso se divide de acuerdo a
su contenido energético. Masson Oursel (1972) describe la creencia

20
Avatar es la encarnación de una deidad bajo una existencia material.

68
de los yoguis en la presencia dentro del cuerpo -sobre todo a lo largo
de la columna vertebral- de pequeñas partículas materiales
resultantes de las vivencias del individuo en sus anteriores
encarnaciones. Estas partículas residuales impiden la circulación de la
energía y, por ende, la liberación final de la partícula divina o atman,
la que posibilita el fin de la rueda de las reencarnaciones y la
liberación final del individuo.
Obviamente refigurado en su llegada a Occidente, el yoga es
practicado en una sociedad urbana mayoritariamente de raigambre
católica. Sin embargo, del discurso de los actores se desprende que
estos cúmulos que se fijan en el cuerpo no son absolutamente
inmateriales, pueden ser localizados, palpados, se movilizan,
explotan, desaparecen. Por este motivo, no hablaremos de
comparaciones metafóricas, sino que, respetando el relato de los
usuarios y especialistas, nos referiremos a ellos en términos de
contenido energético.
En la cabeza, cuello y hombros, reside la parte racional del
individuo. En la espalda, se conserva el ayer, todas las experiencias,
positivas o negativas, lo importante y lo cotidiano, lo remoto y lo
reciente. Mientras permanece cerrada, fruto de la carencia de
práctica, contiene la energía resultante de la totalidad de las
vivencias, al abrir la espalda mediante el uso de asanas y la
manipulación de la respiración, deja salir el residuo energético de las
experiencias dolorosas y retiene la energía que proviene de las
vivencias positivas. En las ingles, axilas, corvas y demás repliegues
del cuerpo, se encuentran las defensas, las barreras auto-impuestas
por el individuo para protegerse de las agresiones del mundo. Al
manejar la energía del cuerpo mediante la respiración, las barreras se
desarman, convirtiendo al individuo en un ser más perceptivo al
intercambio con el afuera y con los otros.
En la garganta, se establece el lugar de paso de las emociones
negativas, que deben ser expulsadas del interior del cuerpo,
vehiculizadas mediante la producción voluntaria de sonidos guturales
y la exhalación del aire por la boca, permitiendo la armonización de la
energía.
Los pies se visualizan como el contacto con la tierra, el sostén
del cuerpo. Por ellos, al igual que por las palmas de las manos y la
mollera, el aire puede exhalarse e inhalarse, propiciando el recambio
de energía que posibilita la posterior armonización.
De esta manera, el cuerpo se visualiza como un recipiente de lo
divino que actúa como un medio de comunicación entre lo emocional
y lo racional, entre el exterior y el interior, cuyas diferentes partes
cumplen una función específica, pero colaboran en un objetivo
común: armonizar la energía del hombre con su entorno.
También son parte de la envoltura otras capas más sutiles, que
se superponen al cuerpo denso y que están formadas por energía
denominada prana, tanto adentro como afuera del cuerpo denso, y se
halla presente sobre todo en la respiración. También existe entre
estos niveles una gradación de mayor a menor sutileza, es decir, no
todas las energías que componen el prana son del mismo tipo. No

69
todos los especialistas recuerdan exactamente los nombres en
sánscrito de esas diferentes capas, pero sí resaltan que el criterio
para distinguirlas es su grado de densidad. Lo más denso sería en
este caso, el cuerpo como envoltura física, y lo menos denso, el aura.

“Hay otros envoltorios del atman, además del cuerpo, toda la energía
del prana, la energía más sutil. El prana es sutil, está a lo largo del
cuerpo y específicamente en la respiración, que es otra forma de
ascesis. Está adentro y afuera del cuerpo. La práctica del prana se
llama el pranayama, que es otra vía, dentro del yoga también, para
acceder a la liberación. Es como distintas puertas, vos decís a ver por
donde voy a entrar. La del cuerpo es como la más tosca de alguna
manera, como la más obvia, como la más fácil, pero hay otras, como
el manejo de la energía a través de todos los canales de energía en el
cuerpo, con la respiración, distintos pasos inhalación, la exhalación, la
retención, que es un paso con el que se trabaja mucho, con la
retención del aire en los pulmones”(Ana)

Tanto las partes más sutiles como las más densas comparten,
por ser materia, la condición de su movilidad. Este movimiento
continuo no es necesariamente interpretado como un flujo constante
de acciones, puede aquietarse tanto que parezca inmóvil, sin
embargo, mientras el cuerpo denso vive, el movimiento existe.

“Las partes más sutiles también están en movimiento, si es materia


es movimiento, eso es así, no hay quietismo, del todo no. Es un
equilibrio dinámico, hay como un equilibrio dinámico, como con el
mismo criterio del cuerpo ¿vos podes aquietar todo el cuerpo? No.
Si, morirte, pero mientras estás vivo, hay más o menos movimiento”.
(Alicia)

Existen diferentes formas de aquietar el movimiento de la


materia. Estas vías de aquietamiento pueden ser la relajación, el
control de la respiración, las posturas y contraposturas, o la
combinación de ellas, es decir, diferentes ascesis y prácticas del
yoga. A su vez, algunas de estas prácticas permiten la adquisición de
poderes supranormales, tales como la telepatía y la clarividencia,
comprendidos como poderes relacionados con la ampliación de los
cinco sentidos normales, cuya adquisición es el fruto de un
entrenamiento que escapa a las posibilidades del hombre común
occidental. Un ejemplo es el control de la respiración, a través de la
manipulación conciente de los tres pasos que la conforman,
inhalación, retención y exhalación. La capacidad de manipular estos
estados a voluntad permite que el practicante avezado en la
disciplina, extienda, retarde o acelere cualquiera de estos pasos, más
allá de lo cotidiano. Obviamente, esta ejercitación se realiza con fines
específicos, la adquisición de poder.

“El aire se retiene en el pulmón, es un paso en el medio que ellos /los


hindúes/ trabajan, sobre todo cuando quieren adquirir poderes, como

70
los cinco sentidos normales y aparte los sentidos ampliados, la
telepatía, la clarividencia, todos entrenamientos del cerebro mayores
que los que tenemos los occidentales. Bueno, ellos en determinadas
situaciones se entrenan para lograr esos poderes. Cuestiones
relacionadas específicamente con el poder, como la telepatía, el oído
sobredimensionado, son todas cosas relacionadas con el poder. No sé
para que lo usarían concretamente, no sé para que lo usarían, pero
hay toda una descripción de como lograrlo, como
estimular.”(Eduardo)

A pesar de conocer la existencia de estos poderes y la vía para


alcanzarlos, algunos especialistas que entrevistamos nos dijeron
haberlos dejado de lado. La mayoría de ellos, refieren que su
acercamiento y afinidad con el yoga es de otro tipo y que no les
interesa adquirir estos poderes, pues entienden que su objetivo con el
yoga es la búsqueda de la liberación del atman, y no el acceso a un
poder que aun reconociendo, no desean experimentar. En otros casos,
el acceso a la manipulación de la energía es percibido no sólo como
una fuente de poder, sino fundamentalmente como una posibilidad de
acelerar el proceso individual de liberación de las encarnaciones.
Una especialista formal de sesenta años, nos decía:

“Mi energía se incrementó en un 800% desde que comencé a


practicar yoga. Eso significó para mí, poder manejar mi propia
energía, estabilizarla, acrecentarla cuando decae, es decir, me da
fuerza, pero también al hacer más profundo el trabajo, es más
comprometido y más real. Me permitió conocer mis vidas anteriores,
las que te aclaro no fueron todas espléndidas, pero eso te posibilita
ver tu karma y así trabajar en él, desapegarte de muchas cosas”.
(Verónica)

Cuando se refieren a poder, todos los especialistas se expresan


específicamente en términos de control de energía. Al respecto, es
interesante recordar que Eliade (1999) refiere como una de las más
importantes muestras de la iniciación yoguica, el recordar
experiencias de vidas anteriores. A cuantas más vidas se recuerden,
más poder se manifiesta, así es que sólo Buda pudo recordar la
totalidad de sus encarnaciones, desde el origen del mundo. Este
conocimiento, además de proveer un medio para deshacer el karma,
implica la comprensión del universo, al que se ve, en calidad de
testigo privilegiado, en sus inicios.
Sin lugar a dudas, la posibilidad de manipular la energía es la
habilidad que más claramente manifiesta el poder:

“Digo poder en el sentido de control, control de la energía”.(Ana)

“La energía es la fuerza vital, el origen y el fin, es todo. Si vos tenés


control sobre tu energía, tenés control sobre vos”.(Eduardo)

71
“Porque todos tenemos energía, pero no todos podemos manejarla.
Ésa es una gran diferencia, poder o no poder controlarla,
incrementarla, dirigirla” (Alicia)

Nuevamente se explicita la concepción de que la energía,


presente en todo el universo, es una potencia generalizada. Energía
tienen los hombres, de diferentes tipo y gradación, energía tienen los
animales y también las plantas. La noción central de esta cosmovisión
es la energía.
En el especialista o iniciado, la adquisición de energía o poder
se expresa en capacidades diferenciales como el manejo de estados
alterados de conciencia, la percepción táctil y visual del aura propia y
ajena, la capacidad de detectar y deshacer bloqueos energéticos en
los individuos, los animales, las plantas, los objetos y los ambientes,
conocer sus vidas pasadas, descubrir el origen de sus dolencias, la
causa de su karma y acceder a su dharma.

La perspectiva de los especialistas autodidactas

En el caso de estos especialistas, encontramos una trayectoria


previa a la enseñanza que implicó una extensa práctica anterior y un
momento en el que han optado por cambiar su rol y pasan a ser
profesores. A partir de esa instancia, desarrollan su actividad como
profesores en centros de práctica, en sus hogares, en las parroquias
barriales de la Iglesia Católica o en los Talleres de las Municipalidades
donde se dictan cursos gratuitos. En este caso, el estudio está
signado por la búsqueda personal que cada especialista realiza y el
material de estudio se compone básicamente de bibliografía de
divulgación, generalmente escritos por otros especialistas de yoga
que producen material de difusión, así como de experiencias de
talleres intensivos. Estos encuentros se denominan workshops o
seminarios intensivos y consisten en jornadas de encuentro de
especialistas y usuarios a cargo de otros especialistas, generalmente
extranjeros y de reconocida fama entre los concurrentes. Allí los
especialistas invitados comentan sus técnicas y realizan actividades
sobre todo de índole práctica. Es de destacar que no siempre los
expositores en estos talleres son especialistas de la disciplina yoga,
sino que provienen de diversas prácticas de las denominadas terapias
alternativas tales como gemoterapia, aromaterapia, terapia de vidas
pasadas, bioenergética, entre otras, lo que muchas veces explica la
utilización de variadas prácticas de raigambre oriental en el marco de
las clases dictadas por estos especialistas.
Asimismo, su labor como especialistas alternativos no se limita a
la práctica del yoga, sino que suman a su oferta otras terapias, como
gemoterapia, numerología, astrología, masoterapia. Como notáramos
al principio del capítulo, esta combinación puede darse en el contexto
de una clase o distribuirse en variadas ofertas que realiza el mismo
especialista.

72
Para acercarnos a las nociones sobre el yoga de este segundo
grupo de especialistas, trabajaremos con el material proveniente de
observación y de diversas entrevistas. Comentaremos los perfiles
concretos de algunos estos especialistas para mostrar el contexto
socioeconómico y cultural en que se desarrollan sus actividades.
Como dijimos, estos especialistas no sólo se dedican al yoga. Así, por
ejemplo, Mónica practica además la numerología, la astrología y la
masoterapia. Desempeña sus actividades en un taller que alquila,
ubicado en un barrio de zona norte, donde combina sus diferentes
actividades terapéuticas. Estas diversas actividades son rentadas y
estructuran la totalidad de su ingreso económico. Las clases de yoga
son grupales, mientras que las terapias de numerología, astrología y
masoterapia son individuales. Trabaja como terapeuta alternativa
desde hace ocho años, fecha en la cual perdió su puesto laboral como
empleada administrativa en una fábrica y decidió formalizar las
actividades terapéuticas que venía desarrollando de modo informal y
gratuito con amigos y familiares, ingresando en un centro de
disciplinas alternativas de Capital Federal, donde estudió por un lapso
de dos años las diversas terapias que ahora ofrece. Su formación
teórica remite a la lectura de diversos textos de divulgación, obras de
autores como Deepak Chopra, Sai Baba, a quienes refiere como
“maestros de gran sabiduría”.
Otro especialista, José, estudió psicología en la Universidad de
Buenos Aires. Tras muchos años como usuario del yoga, decidió
comenzar a enseñarlo, dictando clases en su domicilio. Sus alumnos
son amigos y también pacientes de su consultorio psicológico, que él
deriva a la práctica de yoga como un complemento de la terapia
psicoanalítica. Su formación como autodidacta remite al estudio de
obras de divulgación de la filosofía oriental, más específicamente del
yoga, como los textos de Indra Devi, Swami Abhedananda, Deepak
Chopra, entre otros21.
Otra de nuestras informantes, Alicia, es una antigua usuaria del
yoga. Se dedica a su práctica desde hace treinta años, en forma
cotidiana. Si bien es socióloga recibida en la Universidad del Salvador
y luego doctorada en Psicología por la Universidad de Belgrano, su
labor profesional está separada de su práctica del yoga. Se
desempeña como profesora titular en varias cátedras de
universidades privadas y su dedicación al yoga es descripta como una
actividad escindida de su profesión. Luego de muchos años como
usuaria, habiendo participado de diversos talleres, decidió dictar
clases de yoga en su departamento. Sus alumnos fueron siempre de
su círculo de amigos y parientes, a quienes les brindaba una guía
para la práctica del hathayoga. Su aprendizaje de la disciplina fue
fruto de sus años de usuaria y una variedad de cursos tomados en la
Escuela de Estudios Orientales, de seminarios que no pertenecían
directamente al programa de instrucción en Yoga y otros como control
mental, bajo la supervisión de un sacerdote católico.

21
Agradecemos a la Lic. Ana Brandi por facilitarnos esta entrevista.

73
Desde la perspectiva de estos especialistas, el yoga es una
práctica de raigambre oriental que propicia el uso del cuerpo de una
manera armónica y que tiene como objetivo el aquietamiento del
pensamiento, en términos de detención. Este fin último es definido
como la posibilidad de controlar el flujo de pensamientos, el cual se
considera incontrolable en un estado de conciencia normal y sin que
medie, en el individuo, la práctica habitual del yoga. Lograr este
objetivo es una tarea que implica dedicación tanto de parte del
usuario como del especialista. Por parte del usuario, se trata de la
dedicación en horas necesarias de práctica y por parte del
especialista, la constante supervisión y guía de los alumnos durante
las clases.
La idea de controlar los pensamientos refiere también, a la
posibilidad de manipular el estado anímico en búsqueda de mayor
bienestar. Unas veces, se propiciará su modificación, cuando el
practicante requiera calmar su angustia, bajar los niveles de stress,
es decir, cuando perciba que su estado anímico es molesto y le
provoca dolor. La causa primera que fundamenta el constante
movimiento del pensamiento es su condición dinámica. Sin embargo,
existen diversas situaciones que pueden exacerbar su ya continua
movilidad, como la pelea con un familiar, problemas en el trabajo,
falta de trabajo, rencillas matrimoniales, la enfermedad de un
pariente o un amigo, etc. Esta situación de padecimiento se describe
como una aceleración del flujo habitual del pensamiento, acrecentado
por la intromisión de una idea negativa, producto de la situación
crítica vivenciada.
En otras oportunidades, la capacidad de controlar el
pensamiento le permitirá al practicante construir una “mampara
energética”, es decir, una defensa contra las energías negativas de
otros individuos o de ciertos espacios, calificados negativamente, que
pueden enfermar al individuo al contaminar su flujo energético y
desequilibrar la necesaria armonía asociada a la salud. Cada individuo
posee un monto energético que le permite vivir e interactuar con su
medio, a su vez, esta energía está en continuo movimiento y proceso
de generación y regeneración. La calidad de la energía de un
individuo se asocia a su personalidad, es decir, aquellos individuos
considerados bondadosos poseen energía positiva, la cual transmiten
a otros individuos y a los espacios en que se encuentran.
Contrariamente, cuando un individuo es considerado una mala
persona, su energía se califica de manera negativa y contaminará
tanto a otros individuos como a los espacios que ocupe.

“A mí me parece que hay una influencia directa de la energía mental.


Una persona que dice “no creo”, no porque no diga no creo, no
porque diga no creo no le van a suceder cosas de influencia negativa
de otra mente, pero una persona a lo mejor es fuerte e internamente
y aunque diga “no creo” no se deja dominar por esa energía
negativa. Para mí, el mal actúa de esta manera: una persona hace un
ritual, pensando que hace un daño, en realidad envía mentalmente,
el otro inconscientemente lo capta y si tiene una baja autoestima se

74
daña, eso sí lo creo, que para que me dañen, yo lo permito, eso sí lo
creo. Es dañada por ese tema, por la ignorancia, por la superstición, o
que tenga una autoestima muy baja o la energía muy baja, eso le
afecta. Si no me parece que es muy difícil que te dañen”.(José)

Esta contaminación, a todas luces negativa, repercute


instantáneamente en el individuo o en el espacio afectado,
desequilibrando su flujo energético y provocando la enfermedad.
Para poder precaverse de este tipo de situaciones, los
individuos pueden construir una coraza energética que impida el
acceso de las energías nefastas a su cuerpo aural. La construcción de
estas mamparas implica el reconocimiento, por parte del sujeto, de
que la energía negativa intencional de otro puede dañarlo. En el
relato que antecede, el especialista resignifica la eficacia del daño
realizado en un ritual, asignándolo a la transmisión de la energía
negativa que fluye, como sustancia, impactando en el cuerpo aural y
físico del afectado.
En palabras de una de nuestras informantes, la capacidad de
controlar el pensamiento se asemeja a la habilidad para conducir las
riendas de un caballo. Si el practicante puede distinguir su camino y
por dónde debe transitarlo, ha dado el primer y más importante paso
hacia el logro de su objetivo. Una vez que el pensamiento ha sido
dominado, sólo resta continuar guiándolo por la vía elegida.

“La finalidad del yoga es aquietar la mente, yo leí en un libro, hace


muchos años, que vos lo debés haber leído, no me acuerdo si en la
introducción, o el prólogo, daban un ejemplo, que una persona, por
ejemplo, si anda a caballo y no sabe andar, el caballo te lleva por
donde quiere, en cambio si vos sabés agarrar bien las riendas, el
caballo va a ir por donde vos querés. Y ésa es una figura que
siempre me quedó, mirá que de esto te estoy hablando de treinta y
pico de años atrás, pero siempre esa figura, siempre me quedó,
porque realmente pienso que la mente se va por todos lados, pero
que uno la puede llevar adonde quiere” (Alicia B.)

Las representaciones inherentes a las entidades que integran la


persona, indican que la salud depende del equilibrio entre el cuerpo,
el cuerpo etéreo o aural y la energía.
La noción de persona incluye, entre sus entidades, un cuerpo
físico, un cuerpo etéreo o aural, una partícula divina o atman/espíritu
y un monto de energía, la que se halla ubicada principalmente en
siete chakras superpuestos al cuerpo, pero que también circula tanto
por el cuerpo físico como por el aural.

“Pienso que hay una totalidad, somos una totalidad y el problema


mayor es cuando uno se siente separado del todo. Yo pienso que en
realidad soy un espíritu encarnado, y quiero entender esto, soy un ser
espiritual que vengo a hacer una experiencia en la materia, pero
debo hacer una experiencia en la materia. No es mala la materia, es
bueno el espíritu y es buena la materia”. (José)

75
En el relato de estos especialistas aparecen claramente
diferenciadas las ideas de espíritu y cuerpo. El espíritu se define como
lo eterno que encarna en el cuerpo para cumplir una experiencia en la
materia. El cuerpo físico es descrito como la parte de mayor densidad
de materia en la persona. Sus límites con el exterior están
demarcados por la piel. Dentro de este cuerpo, se ubican los siete
chakras, también denominados centros energéticos, que son cúmulos
de absorción, producción y expulsión de energía hacia el resto de las
entidades. Como ha notado Eliade (1999) los chakras se han
identificado, en Occidente, con los plexos. Mūlādhāra sería el centro
ubicado en el plexo sacro; svādhistāna, el plexo prostático; manipūra,
el plexo epigástrico; anāhata, el plexo faríngeo; ajñā, el plexo
cavernoso y sahāsrāra, ubicado en la coronilla. Algunos especialistas
denominan de esta manera a los diferentes chakras, mientras otros
-la mayoría- se refiere a ellos, nominándolos según su orden de
ubicación en el cuerpo. El chakra séptimo, es el coronario; el sexto, el
frontal; el quinto, el laríngeo; el cuarto, el cardíaco; el tercero, el plexo
solar; el segundo, el sacro y el primero, el de base.
En tanto, el cuerpo aural es descrito como la energía circulante
en torno al cuerpo físico, como una extensión del mismo, pero de
diferente calidad. En cuanto los nombres de las diversas capas del
aura, ciertos especialistas autodidactas pueden dar cuenta de sus
nombres y distinguir entre ellas diversas gradaciones. Refieren que el
aura se conforma de diferentes capas: cuerpo astral, emocional,
mental, primario, secundario, intuicional y espiritual. Esta última capa
sería la de menor calificación energética, si bien se lo refiere como el
más conocido de los componentes del aura.

“El cuerpo etérico es como una luminosidad pegada al cuerpo físico.


Podríamos decir que es el aura, pero juntamente con esto, como una
cebolla que tiene muchas capas, tenemos el cuerpo astral,
emocional, mental, primario, secundario, intuicional y espiritual. Ese
que llamamos espiritual es el más bajo, porque habría otros
espirituales más elevados”. (José)

En tanto, otros especialistas autodidactas refieren al aura como


una entidad única, cuya calidad energética es superior a la corporal,
si bien está en contacto permanente con el cuerpo físico.
Quizás sea la noción de energía la idea más recurrente en los
relatos de usuarios y especialistas, pero también la que presenta
mayor grado de amplitud en su uso. En el caso de los especialistas
autodidactas, es la noción que permite explicar tanto la finalidad del
yoga, como la etiología de la enfermedad, la posibilidad de dañar, la
idea de karma y reencarnación y finalmente, la eficacia terapéutica
del yoga.
La energía es un componente de la persona, pero está también
presente en todos los seres vivientes, los objetos y el espacio que hay
entre ellos. Es, en síntesis, una categoría cosmológica que permite
explicar el funcionamiento del mundo.

76
En el hombre, la energía se encuentra presente tanto a nivel del
cuerpo físico, en cuyo caso sus características son mayor densidad
material y menor densidad energética, como a nivel del cuerpo aural,
en cuyo caso se califican con menor densidad material y mayor carga
energética. La suma de estos dos montos energéticos constituye el
monto energético total, es decir, aquel que requiere equilibrarse para
alcanzar condiciones saludables. Su principal condición es la
movilidad constante, lo que causa continuos desequilibrios, en el nivel
específico, es decir, en una parte del cuerpo físico o aural, o también
en el nivel general. La energía circula por el cuerpo físico, el cuerpo
aural y los chakras. Finalmente, entre estos especialistas la noción de
la energía como componente universal y dador de vida y poder, es
también central y fundamenta la existencia del hombre, de su
bienestar, de su enfermedad y de las formas de sanación.

Los usuarios del Yoga en Buenos Aires

En el área metropolitana, el yoga es ofrecido en la actualidad de


diferentes maneras. Por una parte, se la promociona como una
práctica terapéutica de relajación, que alivia en quien la ejecuta las
dolencias asociadas a las tensiones propias de ciertos estilos de vida;
por otra, como una práctica terapéutica sumamente eficaz frente al
tratamiento de enfermedades crónicas o graves y, finalmente, como
una práctica cuya finalidad es la búsqueda espiritual a través del
encuentro del hombre consigo mismo y el redescubrimiento de su
lugar en el universo.
La variedad de usuarios del yoga en el área Metropolitana es
amplia y por lo tanto, es interesante diferenciarlos en distintos grupos
de acuerdo al uso que hacen de la disciplina oriental, así como de sus
experiencias con la disciplina. Encontramos en nuestro trabajo de
campo una amplia variedad de perfiles en los usuarios, que muestran
diferencias notables tanto en lo que hace a los niveles de instrucción
como a los de pertenencia socioeconómica. Si bien existen estas
diferencias, todos los individuos que practican yoga se pueden
considerar un grupo homogéneo, en virtud de compartir una misma
cultura y un estilo de pensar que preferencia las terapias suaves y
holísticas por sobre aquellas consideradas agresivas y parciales.
Sin embargo, no todos los usuarios del yoga buscan en la
práctica las mismas experiencias. Algunos usuarios, generalmente
varones, preferirán un yoga más fuerte, donde el movimiento del
cuerpo burdo sea más exigente, mientras otros elegirán un tipo de
yoga que ponga énfasis en la práctica conjunta de lo corporal y lo
espiritual como un medio de sanar enfermedades crónicas o graves, y
otros como un medio de ascender en su camino de búsqueda
espiritual. Finalmente, la gran mayoría de los usuarios del yoga
intentarán el logro de experiencias de armonía general a través de
movimientos suaves y controlados del cuerpo, acompañados de una

77
respiración conciente e instancias de meditación, como un conjunto
de técnicas que posibilitan una mejor calidad de vida.
En el caso de los usuarios en búsqueda de crecimiento
espiritual, los relatos refieren la exploración de la energía individual
como un medio de desarrollo personal, el que se logra través del
aprendizaje de las técnicas de manipulación energéticas y el logro de
estados ampliados de conciencia. El compromiso que estos usuarios
manifiestan respecto de la práctica es mayor que en otros casos,
puesto que no se limita a la utilización temporal del yoga como
terapia frente a un episodio de enfermedad, sino que continúa más
allá de la resolución de dolencias específicas. Con ello no queremos
decir que no encuentren eficaz el aspecto terapéutico del yoga, sino
que su objetivo es ir más allá del uso puntual. Así, en el caso de que
una dolencia apareciera en el lapso en que la práctica se desarrolla y
obviamente, no fuese originada por la misma, será resuelta mediante
el uso de la manipulación de la propia energía. Esta opción no sólo
estará presente, sino que será preferencial frente a otras medicinas,
mas el objetivo primordial de su práctica seguirá siendo la búsqueda
del desarrollo personal. Es decir, la enfermedad será tratada, la salud
recuperada y la práctica continuará. En sus relatos, éstos refieren la
iniciación en el yoga como un intento más que se suma a los ya
realizados en la exploración y experimentación de diversas terapias,
en un camino que mixtura tanto disciplinas de raigambre oriental
-yoga, reiki, astrología- como occidental -psicoanálisis, terapias de
grupo, grupos de autoayuda-. Tal es el caso de Pablo, un joven de
veintidós años y estudiante de antropología:

“Empecé a hacer yoga por una búsqueda espiritual. No es lo primero


que he hecho, fui a terapia (psicológica), a grupos de meditación y
terapia Gestalt. De yoga, fui a un par de centros diferentes, uno era
gratis, pero era los sábados a la tarde y como soy medio vago, lo
abandoné, me cortaba el sábado a la mitad, era a la tarde. Después
fui a otro, era a la mañana, antes de ir a trabajar iba para ahí. Me
quedaba cómodo por los horarios”

María Elena tiene 42 años, practica yoga desde hace ocho años
en forma regular, y en este párrafo de una entrevista relata las
distintas opciones a las que accedió como parte de un camino de
autorrealización y salud:

“Cuando empecé, buscaba un camino para conocerme. Intenté con


varios profesores de distintas cosas, control mental, grupos de
autoayuda, psicólogos, de todo un poco; pero al fin me quedé acá.
Creo que el yoga me permitió ayudarme a saber quien soy, donde
estoy, mi verdadero yo, más allá de los problemas que te tapan y de
las cosas que los demás te ponen, sus frustraciones, su furia, su
envidia, en fin, sus cosas no resueltas”

Zulema, una mujer de cincuenta y ocho años, que vive en


Belgrano y es ama de casa, se describe como parte de una

78
generación para la cual la indagación en disciplinas filosóficas de
distintas vertientes funcionó como una vía donde canalizar sus
búsquedas espirituales:

“Había hecho control mental, en esas épocas todas hacíamos cosas


raras, nos había agarrado por la onda esotérica, y experimentábamos
mucho, todo el mundo estaba en la misma. Cuando encontré el yoga,
encontré una manera espiritual libre, sin presiones de cambiar otras
cosas en tu vida, quiero decir, sin necesidad de volverte un bicho
raro, alejado del mundo. Es una excelente combinación de cuidado
tanto del cuerpo como del espíritu”.

En cuanto a los usuarios que concurren al yoga en búsqueda de


salud, sus relatos refieren una clara intención de subsanar una
dolencia mediante su práctica. A diferencia de los anteriores usuarios,
su percepción del yoga aparece más claramente asociada a la
posibilidad de recuperar la salud como un hecho concreto. Esto por
supuesto no limita en modo alguno el tiempo dedicado a la práctica,
por ejemplo, en los casos que se busca subsanar los efectos
negativos asociados a la viada laboral, como stress, sedentarismo y
malas posturas corporales, la práctica se percibe necesariamente
como un proceso extendido en el tiempo, pues la causa de la dolencia
no desaparece –el individuo continua con su estilo de vida y las
condiciones asociadas a su trabajo- por lo cual la terapia actúa
principalmente frente a sus manifestaciones, contrarrestando sus
efectos negativos, generando un más equilibrado uso de la energía
propia y por ende, un medio de prevención de nuevas dolencias. Lo
que sí los diferencia es que, en este caso, los usuarios no pretenden
indagar en los usos potenciales de la energía como manifestación
poderosa, se alejan por lo tanto de las prácticas que involucran
manejo de estados alterados de conciencia y desestiman cualquier
referencia a lo que consideran “esoterismos” ajenos a su estilo de
pensar. Esto último no implica que realicen una práctica incompleta,
que abandonen los momentos dedicados a la meditación, que como
veremos, son intrínsecos a la estructura de una clase, sino que
simplemente significan de una manera diferente la experiencia.
Rodolfo, de 52 años, que vive en el barrio de Palermo y posee su
propia empresa, refiere:

“Es difícil trabajar manejando tanta gente, sabes que ellos dependen
de vos y de tu éxito en la empresa. Me contractura muchísimo, mis
cervicales me pasan factura de las doce o catorce horas que trabajo
por día. Estuve haciendo yoga desde hace un par de años, voy una
vez por semana, me relajo, me estiro y me calmo. Es la única manera
de mantener este ritmo y no morir en el intento”

Ana María, usuaria de yoga desde hace cinco años, vive en el


barrio de Monserrat y así explica sus motivos para practicar yoga:

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“Estoy jubilada, pero sigo activa, y el yoga es una buena manera de
mantenerme bien, con mi cuerpo y con mi mente. Voy siempre al
mismo lugar, me gusta, aunque a veces se ponen a hablar de cosas
raras, yo sólo cierro los ojos y me dedico a meditar en mis cosas, no
me interesa demasiado imaginarme en otra vida, pero si sé que me
sirve relajarme y dejar la mente tranquila durante un rato”.

Los usuarios que acceden al yoga en búsqueda de crecimiento


espiritual y los usuarios que lo hacen en el marco de una búsqueda de
salud comparten la mayoría de las nociones en torno a la disciplina,
pero muestran distintos grados de profundidad en lo que hace a
nociones propias del yoga, tales como karma, dharma, atman,
reencarnación, entre otras. Al igual que en el caso de los
especialistas, estas diferencias continúan matizadas por el hecho de
que las nociones han sido refiguradas en todos los casos.
Más allá de ciertas diferencias en el modo de pensar y actuar la
práctica, todos ellos coinciden en entender al yoga como una
disciplina holística que permite movilizar las distintas entidades del
cuerpo y la energía que entre ellas circula, lograr una mejor calidad
de vida y conectarse con una parte “espiritual” que las formas tanto
gimnásticas occidentales como psicoterapéuticas dejan de lado. El
énfasis puesto en la diferencias denota la perspectiva de los actores
en cuanto señalar tales experiencias como radicalmente distintas. La
experiencia espiritual del yoga se diferencia así de la experiencia
“emocional” asociada al psicoanálisis, en tanto la experiencia
“meramente corporal” de la gimnasia occidental se distingue de la
experiencia “corporal/espiritual del yoga”.
La distinción entre los especialistas formales y autodidactas
está presente en el relato de la mayoría de los usuarios, pero cobra
mayor importancia en aquellos que tienen un mayor compromiso con
el yoga. La permanencia en la práctica les otorga un vocabulario
distinto y una vivencia de lo sagrado obtenida mediante el manejo de
la energía, condiciones que no aparecen tan frecuentemente entre los
practicantes ocasionales. Estas experiencias refuerzan la percepción
de que ciertas condiciones y capacidades son necesarias en los
especialistas, lo que los lleva a seleccionar los centros de práctica,
pero sobre todo el perfil de los especialistas, con mayores recaudos.
Respecto al modo en que los practicantes se refieren a los
especialistas, consideramos interesante hacer una distinción entre los
vocablos más utilizados: profesor, instructor y maestro. Profesor
denomina generalmente a los especialistas que aquí indicamos como
autodidactas; mientras que instructor y maestro a los individuos que
en este trabajo ubicamos dentro del grupo de los formales. A su vez,
instructor denomina no sólo un tipo de formación sino también un tipo
de práctica, un espacio formalizado y un saber específico. Maestro, en
tanto, hace referencia a un grado de especialización del instructor
que se relaciona directamente con sus habilidades de manipulación
de la energía, así como la generación de cierto corpus de teoría.
Finalmente, la figura del maestro se asocia a aquel que funda grupos

80
de práctica que se identifican fuertemente con sus principios (Indra
Devi, De Rose, etc).
Respecto a la oferta de talleres de yoga, existen en el área
metropolitana opciones para todos los intereses, para aquellos que lo
quieren hacer como gimnasia suave que desbloquea la energía
acumulada y para aquellos que quieren hacerlo como búsqueda
espiritual. Más allá de las diferencias señaladas, todos los usuarios
coinciden en acordar que el yoga es siempre terapéutico, lo que
sucede es que en la definición de terapia hay variaciones: para unos
será el resultado de mover suavemente el cuerpo, desbloqueando los
cúmulos energéticos estancados, creadores de enfermedad y para
otros, será el resultado de lograr estados meditativos que le permitan
llegar a su núcleo esencial, deshacer el karma acumulado y prevenir
la formación de más materia kármica, conociendo el dharma
individual y adecuando su conducta a él.
Cada uno de ellos ha comprobado empíricamente la eficacia del
yoga, a su manera y significando los resultados de acuerdo y en gran
medida con su sistema de representaciones.

La práctica del Yoga

En el área Metropolitana existe una gran diversidad en lo que


hace a los modos de hacer yoga. La distinción entre los diversos
estilos reside, desde la perspectiva de los actores, en el tipo de
práctica que predomina en el desarrollo del taller y en el tipo de
formación que ha recibido el especialista. Siguiendo este criterio,
pueden distinguirse tres diferentes tipos de práctica. La primera, que
consiste principalmente en el manejo del cuerpo burdo a través de
ejercicios corporales, es el tipo de práctica que predomina en los
gimnasios, centros de parroquias barriales y la oferta de talleres en
los domicilios particulares de los especialistas autodidactas. La
segunda, si bien implica la realización de ciertos movimientos
corporales, hace hincapié en el control de la respiración como un
modo de logar estados alterados de conciencia. La tercera, similar a
la anterior, involucra el logro de estados alterados de conciencia
mediante una directa e intensa focalización del pensamiento, el cual
se dirige hacia un objeto presente o una imagen sagrada y no
requiere necesariamente la implicación del cuerpo burdo en su
ejecución. Los dos últimos tipos de talleres son generalmente
elegidos por practicantes comprometidos con la disciplina, tanto en la
búsqueda de salud como formando parte de una búsqueda espiritual.
Al frente de la dirección y coordinación de estos talleres se
encuentran, generalmente, especialistas formales.
Entre usuarios y especialistas es frecuente hallar una segunda
distinción que involucra una idea de grados de complejidad asociados
a la práctica y que, de algún modo, delimita el acceso de los usuarios.
En el escalafón inferior, se ubica el yoga que mixtura control de la
respiración y ejercicios corporales, siguiéndole luego el control de la
respiración y en último término, el manejo de estados meditativos.

81
Como veremos, esta última forma es mayoritariamente desdeñada
por los usuarios. La complejidad a la que se alude refiere a la
necesidad de que a mayor profundidad es necesario un mayor
compromiso, es decir, más cantidad de horas dedicadas a la disciplina
y la asunción de un estilo de vida definido como “natural” por los
actores, es decir, que contempla una serie de reglas y prohibiciones
como no fumar, no beber alcohol, no comer carnes rojas, entre otras.
Por otra parte, la asignación de eficacia terapéutica del yoga
pareciera centrarse en el logro del reequilibrio de la energía individual
como consecuencia de los movimientos corporales combinados con la
respiración conciente, por ende, aquellas prácticas que desdeñan el
uso del cuerpo burdo, cuentan con menor cantidad de usuarios.
Como habíamos adelantado, la formación del especialista es un
dato importante que puede impactar al momento de seleccionar el
centro donde practicarán yoga. En los relatos se refieren dos tipos de
especialistas: unos con formación universitaria y otros autodidactas.
Respondiendo a un estilo de pensar que valora positivamente la
formación formal, muchos usuarios se inclinan por seleccionar talleres
dirigidos por especialistas que posean un título universitario que
avale su conocimiento.
Laura tiene 22 años, es estudiante avanzada en la facultad de
psicopedagogía. Vive con sus padres en Villa Crespo, un barrio de
Capital Federal. Comenzó con la práctica de yoga unos meses antes
de comentarnos lo siguiente:

“Ahora tengo ganas de cambiarme al centro ese, porque me dijeron


que la profesora es de la facultad, que estudió yoga allí, y me parece
que debe saber más”. (Laura, usuaria)

Inés es arquitecta. Tiene 34 años y vive en Belgrano con su


marido y sus tres hijos. Practica yoga desde hace cuatro años. Para
ella,

“No es lo mismo alguien que estudió y se formó que otro que no. Me
parece que no es lo mismo, y en mis años de práctica te puedo decir
que se nota, cuando alguien sabe de verdad y cuando alguien toca de
oído” (Inés, usuaria)

Elena, 47 años, tiene un doctorado en economía. Vive con su


pareja en el barrio de Palermo y practica yoga desde hace más de
diez años.

“Mirá, es una cuestión de códigos, si yo soy universitaria, por más


que sea economista, quiero hacer yoga con alguien que me dirija,
que sepa obviamente más que yo, pero que pueda compartir cierto
vocabulario culto, digamos. Es una cuestión de códigos, te repito, no
es ni mejor ni peor, pero es lo que yo elijo” (María Elena, usuaria)

En estos relatos se explicita que el aprendizaje formalizado de


la disciplina les permite a los especialistas conocer con mayor

82
profundidad no sólo las técnicas sino también los fundamentos de la
filosofía oriental, lo cual acerca a ciertos usuarios y aleja a otros. Los
usuarios que optan por especialistas con instrucción universitaria,
señalan que la instrucción formal y sistemática les otorga un mayor
conocimiento de los fundamentos reales de la disciplina oriental,
mayor sabiduría como fruto de esa formación sistemática y una
mayor capacidad para transmitir conocimientos que son ajenos a su
cultura.
Por otra parte, la instrucción universitaria aporta a los
instructores de yoga una serie de códigos culturales afines con el
estilo de sus alumnos. La importancia asignada a este tipo de
formación proviene mayoritariamente de aquellos usuarios que
transitaron o están transitando una carrera universitaria.
La importancia de que el estudio se desarrolle en una entidad
con tradición en la enseñanza del Yoga aparece claramente descrita
en el relato de Susana y de Virginia.
Susana tiene 49 años, vive con su familia en San Isidro y
practica yoga desde su adolescencia:

“En Indra Devi todos los profesores son discípulos de ella, era una
viejita sabia que hacía el yoga verdadero, sin mezclas. Para hacerlo,
lo tenés que hacer bien, sabiendo el por qué de las cosas que hacés,
si no, es un delirio. Yoga no es cualquier cosa, tiene un fundamento
como todo, que es aquietar el pensamiento”.

Virginia, 64 años, vive en Belgrano y es usuaria de yoga desde


hace doce años. Enseñó en un colegio secundario de su barrio
durante muchos años la materia de Introducción a la Filosofía. Ahora,
jubilada, continúa estudiando, inscribiéndose en variados seminarios
de extensión universitaria. Para ella, al igual que para muchos otros
usuarios que poseen cierta formación en el área de la filosofía, el
yoga como práctica cuenta con un corpus filosófico que lo sustenta:

“Es diferente alguien que se formó y estudió en un lugar tradicional, a


alguien que se instruye solo. Más aún con cosas como ésta, que
necesitás saber más cosas de lo normal. Necesitás aprender un
contexto, una filosofía, porque el yoga tiene una filosofía atrás, que le
da razón de ser”.

En tanto, los usuarios que prefieren a los especialistas no


formales, indican que éstos tienen un manejo más simple de la
disciplina, que no involucran en su enseñanza nociones orientales que
le resultan ajenas e incomprensibles a los usuarios occidentales, en
fin, que dictan las clases de yoga haciendo hincapié en los aspectos
corporales por sobre otras cuestiones definidas como esotéricas.
Los especialistas autodidactas suelen ser elegidos por usuarios
que desean una práctica de la disciplina mayormente ligada a la
ejecución de ejercicios relajantes, y si existe un marco de explicación,
éste refiere vagamente a nociones como energía, aura,
autoconocimiento, chakras, combinación del yoga con otras terapias

83
como reiki, aromaterapia, terapia de vidas pasadas, es decir,
nociones que exceden al mundo del yoga e integran a la disciplina en
el conjunto de otras terapias alternativas.
Adriana, de cuarenta y siete años, vive en Vicente López. Es
Master Reiki, terapeuta bioenergética, masoterapeuta y actualmente
está haciendo cursos de especialización en Feng Shui como una salida
laboral más. Es usuaria de yoga ocasional.

“Si querés empezamos con María Luján, ella tiene un tallercito en su


casa. Sabe muchísimo, además es una persona muy bondadosa, muy
especial, tiene ángel. Me dijo que este año va a dar las clases
haciendo además reiki, para complementar. Ella está haciendo un
curso con su maestra de yoga, y a medida que aprende, nos enseña a
nosotras. No podes ir con cualquiera, tiene que ser una persona
bondadosa, porque puede hacerte mucho mal”.

Laura es una mujer de cincuenta y dos años, vive en Palermo


con su madre. Es empleada administrativa y si bien hace yoga
ocasionalmente, en esta oportunidad nos cuenta cómo percibe la
práctica de su madre:

“Mi madre cuando la profesora empieza a hablar de cosas raras,


como reencarnar, trascender el karma, bla, bla, bla, cierra los ojos y
piensa en otra cosa. Ella va porque le hace bien a la columna, no
porque quiera ser oriental”

La vivencia de la práctica del yoga se asocia en estos casos a la


posibilidad de lograr estados saludables y no a indagar en nociones y
experiencias definidas como ajenas a la cotidianeidad de los
practicantes.

Las vías de acceso al yoga

Al igual que otras terapias alternativas, tales como la


acupuntura, el reiki, la aromaterapia y la reflexología, el yoga no sólo
ha permanecido en las ofertas del mercado, como sugiere Carozzi
(2001), sino que ha acrecentado su presencia. Este hecho se advierte
en la existencia de un mayor número de centros dedicados a su
práctica, en su inclusión como complemento de la medicina oficial
-tanto en los cursos de preparto dictados por especialistas como en
los tratamientos para aliviar dolencias cervicales- y en la adopción de
una alimentación de tipo naturista. Asimismo, se han incrementado
las publicaciones que incluyen variedad de temáticas, en torno al
yoga y otras terapias alternativas, asociadas siempre a la búsqueda
de una mejor calidad de vida.
Las vías por las cuales esta disciplina se da a conocer a los
futuros usuarios varían desde la recomendación de un amigo que ya
ha realizado esta práctica con éxito, a bibliografía producida por
especialistas y usuarios, artículos en revistas de divulgación,

84
programas de televisión dedicados exclusivamente a la práctica del
yoga, como también otros que abordan las terapias alternativas. La
recomendación de realizar yoga puede proceder de un biomédico, de
un psicoterapeuta o de un terapeuta de otra medicina alternativa a
quienes el futuro usuario esté consultando por una dolencia en
particular.
Laura, estudiante de psicopedagogía, nos decía:

“En la editorial Kier, ahí elegí un montón de libros de donde saqué


asanas nuevas y las sumé a las que hacía”.

Julia, doctorada en psicología y responsable de un área de


gestión académica en una universidad privada, vive en Barrio Norte,
tiene 63 años y practica yoga desde los 40, momento en que se vino
a vivir a Buenos Aires, proveniente de una ciudad de provincia. Desde
entonces, Julia ha concurrido a distintos talleres de yoga sin
interrumpir nunca su práctica, a la que ahora ha agregado la
realización de una clase en su casa, guiada por la
conductora/especialista Wai Lana:

“En el programa de Wai Lana en Infinito hacen yoga (canal de


televisión por cable) todos los días lo pasan dos veces, y yo hago a la
mañana si puedo, y si no, a la tarde. Después de Wai Lana está el
profesor de tai chi chuan, también todos los días”.

Alfonsina, una mujer de setenta dos años, nos cuenta que hizo
yoga durante ocho años. Hace dos años que abandonó la
concurrencia a talleres de yoga y ahora realiza la práctica en su casa,
siguiendo las instrucciones de Wai Lana o de una instructora japonesa
en otro canal de cable.

“Sí, a Wai Lana la conozco, pero también en Utilísima (Canal de


televisión por cable) hay una japonesa que da yoga”.

Si bien algunos usuarios realizan la práctica mientras miran


estos programas, refieren que no es éste su primer acercamiento a la
disciplina, sino que después de varios años de práctica y habiendo
sido guiados por los consejos de un especialista, algunas veces
recurren a esta instancia por falta de tiempo -debido al exceso de
trabajo-, o por imposibilidad de dejar el hogar para concurrir a un
centro de práctica, por ejemplo, al tener un familiar enfermo a quien
cuidar. Relatan que en estas oportunidades, eligen un horario que les
sea cómodo y hacen los ejercicios en soledad frente al televisor.
La práctica autónoma del yoga no parece ser una opción común
o preferencial entre los usuarios, sino que se presenta como un
recurso ante la imposibilidad de realizar la clase en un taller. De
acuerdo al relato de nuestros entrevistados, esta vía es accesible a
aquellos que ya conocen el manejo de la respiración y las posturas y
contraposturas básicas. El conocimiento y la práctica previa evitan la
ejecución errónea de las posturas y la incorrecta respiración,

85
situaciones ambas que pueden derivar en un bloqueo de la energía y
causar la enfermedad. Dado que mediante la práctica de las asanas
se accede a un estado alterado de conciencia en el que el usuario
puede manipular mayor cantidad de energía que en su vida cotidiana,
la iniciación en la disciplina requiere del aprendizaje guiado por un
especialista. Luego de un tiempo prolongado de práctica, cuando el
usuario ha incorporado ciertas nociones básicas, puede
independizarse y realizarlo con autonomía. Estas nociones básicas se
refieren a la manera en que hay que posicionar el cuerpo al momento
de la ejercitación y la adquisición de la conciencia de que esfuerzo y
dolor son situaciones no sólo innecesarias en el marco de una clase,
sino fundamentalmente dañinas.
Desde la perspectiva de los usuarios, la figura del especialista
permanece presente, tanto en la clase tomada en un taller como en la
práctica frente al televisor. Las indicaciones que Wai Lana da en las
clases pre-grabadas son igualmente aceptadas por los usuarios, con
la salvedad que no existe la posibilidad de consultar la forma en que
un ejercicio se realiza o los beneficios de esa asana por sobre otras,
situación que es común en el marco de una clase personalmente
dirigida. Asimismo, cuando los usuarios complementan su práctica en
talleres con una clase emitida por televisión, adoptan nuevas
posturas y nuevas formas de realizar los ejercicios, muchas veces
ausentes en los talleres a los que asisten. Estas nuevas posturas son
motivo de intercambio entre los usuarios, quienes se las explican
mutuamente así como comentan los beneficios que les han
encontrado, recomendándoselas a sus compañeros de clase, pero
también a sus amigos que hacen yoga en otros lugares.
Cristina, tiene 70 años, vive con su marido en Pilar y practica
yoga desde hace cuatro años, siguiendo las indicaciones de una
amiga que todavía hoy le recomienda nuevas posturas. En su relato
puede observarse que el ejercicio hogareño del yoga es generalmente
acotado en la cantidad de posturas realizadas respecto a las que
presupone una clase dirigida en un taller.

“/El yoga/... me hizo mucho bien. Mirá, hay ciertas posturas básicas,
como la de la vela, o el arado, que te agilizan el sistema digestivo, y
también te alivian las contracturas de las malas posturas. El saludo
del sol te prepara para empezar mejor el día, y si lo hacés a la noche,
dormís mejor, más tranquila, como que te relaja. No hace falta hacer
una clase completa, como te diré, una rutina entera, a veces sólo con
un par de asanas, o una sola, ya estás bien. Mi profesora no hace el
saludo del sol, pero yo lo aprendí de una amiga, y lo hago siempre,
eso sí, fuera de la clase. En la clase sólo hacés lo que la profesora te
indica, si no, imagínate, sería un lío” (Cristina)

Como puede observarse en este relato, los usuarios también


practican yoga fuera del ámbito del taller, seleccionando para estos
momentos aquellas posturas a las que le atribuyen mayores
beneficios de acuerdo a sus dolencias particulares. Desarrollaremos la

86
idea de autotratamiento sobre la base de la práctica del yoga en el
capítulo de complementariedad terapéutica.

La ejecución del yoga

De acuerdo a nuestros informantes, tanto especialistas como


usuarios, la rama del yoga más difundida en el área Metropolitana es
el hatha yoga, la que consiste en la combinación de asanas,
manipulación de la respiración y meditación, ésta última comprendida
como fijación de la atención. De esta manera, la técnica mencionada
distribuye durante su ejecución momentos para los ejercicios que
involucran el cuerpo denso, combinándolos con instancias de
meditación y relajación.
Una asana es un movimiento corporal propio del yoga que
resulta de la suma de dos posturas (postura/contrapostura) y en cuya
realización se involucra principalmente el uso del cuerpo burdo. Se
trata de obtener una posición cómoda, de elongación muscular,
persistiendo en ella por lapsos que son sólo segundos. Las asanas se
realizan seriadamente en una estructura dirigida por un especialista,
quien determina el orden y la duración temporal de cada movimiento
a través de las indicaciones que va dando, ubicado al frente de la
clase. Esta serie de ejercicios forma el corpus principal de una clase,
el encuentro semanal dirigido a la práctica de la disciplina.
Una clase típica tiene una duración de una hora y media y
puede variar levemente en el orden de las asanas, pero en todas y
cada una de ellas se lleva a cabo un ciclo completo que se inicia y
finaliza con un momento de concentración individual, dirigido por el
profesor. En la práctica se utilizan ejercicios suaves, armónicos y
lentos que intentan movilizar la totalidad del individuo, involucrando
tanto el uso del cuerpo burdo como de la respiración asociada a la
materia más sutil. Puesto que se considera materia tanto al cuerpo
físico, como a la respiración, los pensamientos, la palabra, las
emociones y sentimientos, y dado que el objetivo es movilizar la
materia, en cada instancia de la práctica se busca la activación de
cada una de estas manifestaciones de la materia.
Si bien la cantidad total de asanas tradicionales no es conocida
por los usuarios, tampoco es, desde su perspectiva, un dato
importante. Los practicantes registran una serie de posturas y
contraposturas, a las que se refieren bajo denominadores comunes.
Citaremos a continuación sólo las asanas más conocidas, aquellas que
aparecerán en los relatos de nuestros informantes una y otra vez.
Respecto a las contraposturas, valga la aclaración que se trata del
movimiento contrario al realizado, lo que en palabras de los
especialistas y usuarios se denomina “desarmar” la postura.

a) El saludo del sol: Esta postura consta en su forma original de doce


pasos, aunque suelen utilizarse sólo las primeras cinco de ellas al
inicio de la clase. De pie, con los brazos extendidos perpendiculares al
tronco, se inspira y se retiene al aire, hasta juntar los brazos por

87
encima de la cabeza y se llevan luego los brazos al piso, al mismo
tiempo que se inclina el torso hacia delante.
b) La vela: Con la espalda apoyada en el piso, la parte posterior de la
cabeza relajada sobre la colchoneta, los brazos flexionados
sosteniendo la cadera, a ambos lados. Inspirando se llevan las piernas
hacia el techo. Allí se retiene el aire, y se expira al bajar las piernas.
c) La montaña: De pie, con los pies separados a la distancia propia de
los hombros, se extiende uno de los brazos por sobre la cabeza,
buscando la apertura del lado extendido. Luego se procede con el otro
brazo.
d) La cobra: Acostado sobre el vientre, se apoyan los antebrazos a los
costados del cuerpo, impulsando el tronco hasta despegarlo del piso.
La mirada se dirige hacia el frente y se presiona la cadera contra el
piso. Se inspira al incorporarse sobre antebrazos y se expira al llegar
a la posición señalada.
e) El puente: Acostado de espaldas, se apoyan los brazos a los
costados del cuerpo. Inspirando aire, se retiene en pulmones y se
impulsan las caderas hasta despegarlas del piso y quedar apoyado
sobre brazos y pies. En esta posición se expira el aire.
f) De pala: Con las piernas juntas y los pies a 45º, los brazos van por
adelante y se unen armando con las manos una pala, en forma de
cuenco. Se inspira por nariz y se baja el tronco. Con las manos en
forma de pala se recoge energía del suelo. Luego, se exhala el aire
por boca, levantando los brazos por delante del cuerpo y subiéndolos
hasta la cabeza, donde se vuelca la energía.
g) De cadáver: Acostado en el piso, se apoya la totalidad del cuerpo
burdo, con los brazos relajados a los costados del cuerpo. El aire se
inspira y exhala tranquilamente.
h) De meditación: Sentado sobre las piernas flexionadas y paralelas,
los brazos caen libremente a los costados del tronco. Se toman los
dedos entrecruzándolos por debajo del ombligo. La espalda
permanece recta, la cabeza alineada con la columna, los ojos
cerrados y la respiración libre.
i) De agradecimiento: Las piernas flexionadas sobre el piso, el cuerpo
recostado en las piernas, se apoya la frente en el piso mientras se
unen los brazos por detrás de la espalda. Los ojos permanecen
cerrados y la respiración es libre.
A continuación, ejemplificaremos la idea de
postura/contrapostura que implica la ejecución de las asanas, a
través de uno de los más conocidos pares: en primera instancia, se
realiza la postura de “Paro de Hombros” o Sarvangasana, la cual
consiste en elevar ambas piernas juntas, despegando la cadera del
piso, sosteniendo el tronco con ambas manos, apoyando los
antebrazos en el piso. El mentón se acerca al tronco y el cuerpo
queda así apoyado sobre los hombros. Debido a la postura invertida
del cuerpo burdo, los usuarios y especialistas le reconocen una serie
de beneficios orgánicos en el nivel circulatorio y cardíaco, así como un
progresivo alivio de la zona cervical; y también beneficios en el nivel
energético, pues la postura permite la descarga a tierra de energías
negativas acumuladas en la zona del cuello y garganta, causantes de

88
las contracturas y dolores de cuello y cabeza. En segunda instancia,
se realiza la contrapostura, la figura del “Pez” o Matsyasana, la que
consiste en apoyar los dorsos de las manos en el piso, bajo los
glúteos y arquear la columna, elevando el tronco hacia arriba y
apoyando la parte alta de la cabeza en el piso. Se le reconocen
principalmente como beneficios orgánicos la mejoría de la capacidad
pulmonar, el alivio de las dolencias asociadas al aparato respiratorio y
la corrección de posturas encorvadas, en tanto, en el nivel energético,
implica la apertura del chakra correspondiente al plexo solar. Como
puede observarse, la contrapostura aparece como la figura corporal
opuesta a la postura, realizando los movimientos contrarios y
brindando distintos beneficios tanto físicos como energéticos.
Otro de los aspectos centrales, como hemos señalado, lo
constituye la manipulación de la respiración. Esta consiste en la
inhalación y exhalación del aire en forma consciente, unas veces
retardando y otras acelerando el ritmo propio de respiración. El
propósito enunciado es realizar un recambio de energía a través del
aire inhalado y expirado, que conjuntamente con la realización de las
posturas, permite desbloquear los cúmulos energéticos estancados en
el cuerpo. Según los especialistas, el cuerpo contiene cierta cantidad
de energía vital que se desgasta con el uso cotidiano del cuerpo,
debilitándose y permitiendo el ingreso de toxinas, tornándose proclive
a enfermar.
Al igual que existen diferentes asanas reconocidas por los
actores, existen también diferentes tipos de respiración, que son
mencionadas tanto por los usuarios como por los especialistas.
Refieren cuatro tipos diferentes, que se distinguen por las vías de
inhalación y exhalación, a saber:

1) Inhalando y exhalando por nariz. Puede a su vez ser profunda y


lenta al expirar, o libre, refiriéndose a calmada y espontánea. Casi
todos los ejercicios se realizan con esta respiración.
2) Inhalando por nariz y exhalando por boca. Se utiliza en las asanas
que inician la clase, pues tiene el objetivo de limpiar el cuerpo tanto
burdo como sutil, de energías acumuladas que se vehiculizan en la
exhalación en forma de resoplido.
3) Inhalando por nariz y reteniendo el aire en la panza. Se exhala por
boca. El aire retenido en el estómago, se asocia con estados de
meditación.
4) Inhalando por uno de los cornetes de la nariz, mientras el otro
permanece cerrado por la presión de los dedos de la mano contraria,
reteniendo el aire en pulmones y exhalando por el mismo cornete,
igualando las instancias de inhalación, retención, exhalación y vacío
de aire en pulmones. Esta operación se repite luego de ciertas
secuencias en respiraciones por el otro cornete. Esta modalidad de
respiración se puede utilizar en el marco de una clase de hathayoga
pero suele estar asociada a la rama del pranayama.

Las combinaciones que se realizan entre las asanas y diferentes


tipos de respiración son numerosas y dependen del estilo de cada

89
especialista. Como comprobamos en nuestra labor de campo, cada
especialista diseña sus clases sobre la base de ejes comunes- asanas
y manipulación de la respiración en una secuencia de cuatro etapas-
pero le imprime su sello distintivo al elegir el orden en que se realizan
o las explicaciones que brinda sobre su efectividad.
Especialistas y usuarios dan una interpretación diferente al
referirse a la selección de un determinado tipo de respiración como
complemento de una determinada asana. En el caso de los
especialistas, la explicación se refiere a los beneficios que conlleva
para el practicante el tipo de inhalación y exhalación de aire elegida,
los cuales varían de acuerdo a la postura en que se realice.
En tanto, los usuarios lo comprenden como un manejo de
técnicas diferentes, propias del estilo de cada especialista, como
expresa una de nuestras informantes, Alicia, quien hace yoga desde
hace dieciocho años.

“Si, cada uno tiene su técnica, digamos, distintas formas de respirar,


las asanas que elige, la duración de cada postura. Mi maestra, que es
la que yo siempre más me refiero, Isabel se llama, yo creo que con
ella aprendí las asanas digamos regulares, o sea, la vela, el arado,
bah, posturas y contraposturas, y con ella aprendí eso. Después
hacíamos concentración, pequeños así flechazos de concentración,
nos concentrábamos o en una flor, o en algo de eso, y con ella creo
que otra cosa no hacíamos”.

Para los especialistas formales las asanas no pueden escindirse


en la simple sumatoria de movimiento corporal y respiración, sino que
una asana refiere un particular estado de conciencia que deviene de
la acción conjunta de un determinado movimiento corporal y una
determinada respiración concientemente dirigida.

El ritual del yoga y la calificación del espacio y del tiempo

De acuerdo con Víctor Turner (1974), el rito es una serie de


hechos o de actos pautados, organizados y alejados de la rutina
tecnológica. A diferencia de los actos cotidianos, el ritual no es causal,
sino que pone de manifiesto otra lógica. El rito siempre transmite un
mensaje, una forma de lenguaje a ser decodificado de manera
diferente de acuerdo a los actores y su fin.
Maissoneuve (1991:18) define al ritual como un sistema
codificado de prácticas, con ciertas condiciones de lugar y tiempo,
poseedor de un sentido vivido y un valor simbólico para sus actores y
testigos, que implica la colaboración del cuerpo y una cierta relación
con lo sagrado.
Si un rito es una serie de acciones pautadas, destinadas a
conectar a los hombres con la deidad, es decir, con lo sagrado, una
clase de yoga puede ser comprendida como tal, en tanto posee una
serie pautada de movimientos corporales cuyo objetivo es lograr un
determinado estado de conciencia que le permite al hombre

90
conectarse con su energía y la energía del universo comprendida
como potencia generalizada, es decir, como una fuente de poder
sagrado.
Como todo ritual, la práctica del yoga se lleva a cabo no sólo en
un espacio consagrado –esencialmente diferente al profano- sino
también en un tiempo considerado sagrado, puesto que refiere al
momento en que el ritual en cuestión fue llevado a cabo por primera
vez, por un dios, un antepasado o un héroe (Eliade, 1999:33). En el
caso de la práctica del yoga, el episodio mítico al que se hace
referencia es el diálogo entre Sri Krishna y Aryuna, plasmado en el
Bhagavad Guita, en el que el primero -en su condición de deidad- le
indica a su discípulo, la vía para lograr el samsara o liberación del
atman, mediante el conocimiento de Brahma, objetivo que se logra a
través de la práctica del yoga22.

En primer término consideraremos el aspecto del espacio y su


calificación, para luego ocuparnos del tiempo. Es importante resaltar
que si bien este análisis implica la utilización de conceptos teóricos, el
material sobre el que se basa es el relato de usuarios y especialistas
del yoga, así como el resultante de la observación realizada en
variados centros de práctica.

1. Sobre el espacio y su calificación

El espacio es percibido siempre por los individuos en su


experiencia como un espacio calificado, heterogéneo, discontinuo y
finito (Cassirer, 1969; Cazeneuve, 1978; Eliade, 1965, 74 y 80;
Leenhardt, 1966). Es decir, se califica por su contenido y posición, es
discontinuo en tanto se divide en campos de significación diferentes,
con un centro y con límites y es finito en cuanto el hombre percibe su
inicio y finalización.
Al decir que la práctica del yoga califica al espacio por su
contenido, hacemos referencia al espacio donde se realizan los
ejercicios (asanas y manipulación de la respiración); al hablar de que
el ámbito es heterogéneo, lo hacemos teniendo en cuenta los
diferentes espacios de uso con diferente significación (por ejemplo, la
sala de meditación, los vestuarios o la recepción). En cuanto a la
discontinuidad, el centro está puesto en la sala de ejercicios,
existiendo otros ámbitos que son periféricos. Los límites están dados
por el tipo de espacio de práctica, es decir, se modifican según se
trate de un taller de yoga (los límites serán edilicios), una habitación
en una casa los límites serán las paredes de esa habitación) u otro

22
El diálogo entre las deidades se plasma en dieciocho capítulos que componen la obra
sagrada del Baghavad Ghita, organizados por distintos temas, según el interés del Maestro
en la enseñanza del discípulo. Si bien en toda la extensión del Bagahavad Ghita pueden
encontrarse claras referencias al Yoga, ciertos parágrafos expresan con mayor claridad las
concepciones sobre la disciplina. Tal es el caso del siguiente diálogo, que puede encontrarse
en el Capítulo II de la obra: “39. He puesto ante ti el sendero del Conocimiento (Samkhya);
escucha ahora sobre el sendero de la Acción (Yoga), siguiendo este sendero te librarás de la
esclavitud de las acciones. En este sendero ningún esfuerzo es perdido, ni sobreviene
ninguna desgracia. 40. Aun un poco de este gran sendero te librará del gran miedo” (pp 43)

91
espacio, por ejemplo, una plaza (en donde los límites se definirán por
el número de los intervinientes en la sesión de yoga y sus campos
energéticos).
Ciertos requerimientos mínimos son necesarios para que el
ámbito pueda funcionar como un lugar propicio para la práctica. El
espacio debe tener buena ventilación, para posibilitar la necesaria
circulación de energía, también debe poseer buena iluminación, pues
la luz es una gran fuente de energía de la cual el hombre puede
servirse para recargar su monto energético particular. El aire debe
permanecer límpido y sin olores que pudiesen desequilibrar la
armonía ambiental por la asociación entre éstos y su condición
nefasta para la salud - aroma a cigarrillo que daña la salud, a comidas
demasiado elaboradas que atentan contra la alimentación natural-.
Para ello se utilizan también aromatizantes como sahumerios o velas
de agradables perfumes que renuevan el aire del taller y estimulan el
sentido del olfato. La música, en tanto, tiene como objetivo brindar un
fondo de acompañamiento, que no imposibilite escuchar las
indicaciones del especialista, pero que permita acallar los ruidos del
exterior, al tiempo que resulta en un agradable estímulo auditivo y
una vía de calificación energética. El uso de colchonetas promueve la
realización de los ejercicios de manera relajada, así como un mayor
contacto táctil con el piso. Como puede imaginarse, la utilización de
estos diferentes elementos tiende a crear un ambiente agradable a
los sentidos, activándolos al tiempo que se tranquiliza la mente. La
idea de energía, de su circulación como un hecho positivo y
necesario, así como la del mantenimiento de su equilibrio, están
presentes en el relato de los actores al referirse a los requerimientos
mínimos de un espacio propicio para la práctica del yoga.
En el caso de los lugares dedicados con exclusividad a la
práctica del yoga, el centro del espacio -donde se realiza la clase-
permanece semicalificado aun durante los momentos en que las
clases no se llevan a cabo, pues este ámbito no es utilizado para
ninguna otra actividad que no se encuentre directamente relacionada
con el yoga y permanece “cargado” de energía positiva aun después
de finalizada la clase. Los centros de práctica muchas veces son
edificios alquilados por los especialistas, mientras que sólo algunos de
ellos poseen la propiedad a su nombre. Cuando un espacio que ha
sido utilizado para la práctica del yoga se abandona, permanece
calificado positivamente durante un lapso de tiempo, resguardando la
energía positiva que fuera manipulada en el ambiente, como puede
observarse en el relato de Liliana, una especialista autodidacta de
yoga que utilizó un espacio de su casa como taller de yoga durante
diez años y que luego adquirió un departamento donde dictar sus
talleres:

“Dictaba mis clases aquí (un salón que ahora es cuarto de


estar) y durante mucho tiempo siguió estando presente la buena
onda que quedó de las clases, de hecho, cuando entrás acá es
diferente ¿viste? El tiempo ha pasado y no ha logrado borrar la buena
onda, quedó como impregnado, es un lindo lugar para estar”

92
Pero no siempre las energías movilizadas en las clases de yoga
califican positivamente el espacio. De acuerdo al criterio de otros
especialistas, la energía negativa de cada uno de los individuos que
participan de la clase, incluidos ellos mismos, queda suspendida en el
ambiente al liberarla mediante la ejecución de asanas, calificando
nefastamente el espacio, al convertirlo en un ambiente poblado de
energías de signo negativa. Dichas energías afectarían a los
habitantes cotidianos del lugar ajenos a la práctica, por contacto con
sus propios montos energéticos. Es decir, si un individuo que no
realiza yoga y por ende, no tiene la posibilidad de reequilibrar su
energía, transitara por esos espacios y tomara contacto con la
energía nefasta que ha permanecido en el ambiente, probablemente
enfermaría.
Siguiendo a Cassirer, podríamos inferir que la región sagrada –el
espacio de práctica del yoga- aparece realzada, separada, cercada y
protegida de lo que lo rodea (1971:118) aunque, en este caso, esta
separación también impide el contacto de lo sagrado –la energía
liberada- con el exterior, evitando el peligro de la contaminación que
surgiría de tomar contacto con la entidad poderosa sin tomar en
cuenta las medidas rituales necesarias para que ese poder no dañe.
Veamos algunos ejemplos. Ana, una especialista formal, de
cincuenta años, tiene un taller de yoga en un ambiente de su casa, al
que utiliza exclusivamente para desarrollar las prácticas:

“Una vez por año limpio las paredes de casas con agua y jabón, sobre
todo de este lugar –donde dicta yoga- porque cuando movilizas
energías en las clases es inevitable, se libera energía a montones, y
no siempre es buena, se queda pegada en las paredes, y el agua la
limpia, la arrastra. La energía queda pegada, porque es el resultado
de la liberación que los practicantes hacen de sus problemas, de sus
enfermedades, de todos sus problemas. Entonces, es por eso que
muchas veces el trabajo de las clases no puede hacerse muy a fondo,
movilizando mucha energía, que sería lo ideal, porque en esta casa
vive gente, mi familia, y no puedo exponerlos a que reciban esa
energía liberada”

María Elena, que asiste en la actualidad a un taller de yoga en


un domicilio, relataba las diferencias percibidas en el manejo de
energía cuando el espacio de práctica era sólo destinado a esa
actividad:

“Cuando hacíamos clases en ese otro lugar era distinto, hacíamos


más fuerte, con más manejo de energía, como decirte, liberábamos
más, pero era un trabajo más fuerte que era posible porque el lugar
era sólo para hacer yoga, no vivía nadie allí y a nadie le podía hacer
mal lo que liberábamos…Quedaba todo ahí, y la misma práctica de
otros días lo liberaba, pero no importaba si pasaban unos días y eso
estaba allí, a nadie le podía hacer mal ¿me entendés? Porque
inevitablemente cuando vos liberás, liberás energías negativas, esas

93
que te hacen enfermar, los nudos de tus problemas. Y si a vos te hizo
mal, a otro que lo pesque, también le va a hacer daño. Entonces, hay
que tener muchísimo cuidado y ser responsable”

La energía negativa que queda como residuo de las liberaciones


realizadas en la práctica del yoga mediante la ejecución de asanas y
la manipulación de la respiración, permanece en el espacio por largo
tiempo, contaminando el ambiente y poniendo a sus habitantes en
riesgo cierto de enfermar. Esas energías negativas quedan, al igual
que las positivas, fijadas en las paredes y en el aire de los ambientes,
en los muebles y en cualquier artefacto material que se encuentre allí
ubicado. A diferencia de las fastas, las nefastas deben ser expulsadas
del espacio habitable, cotidiano, para impedir que enferme a sus
ocupantes, aun los transitorios.
La diferencia entre la asignación que unos y otros le hacen al
signo de la energía liberada a resultas de la práctica del yoga, no
hace en realidad, más que confirmar que las energías de signo tanto
positivo como negativo califican el espacio. Para los que hacen un
trabajo abiertamente inclinado hacia la terapia, como para aquellos
que buscan un equilibrio armonioso de su cuerpo burdo, su mente y
sus emociones, la práctica del yoga libera energía negativa que
permanece en los ambientes donde ha sido liberada; implicando una
serie de conductas de prevención y cuidados para no permitir la
contaminación que resultaría de su contacto con las energías propias
de sus habitantes. Para ambos grupos, la energía es siempre
poderosa y por ende, califica los espacios que habita.

En tanto, en los espacios de práctica compartidos con otras


actividades -plaza, parque, gimnasio o centro de jubilados-si bien el
espacio se califica por los atributos anteriormente señalados, no lo
hace de una vez y para siempre, sino que su sacralización es un
hecho dinámico. En lo que respecta a la práctica del yoga en
ambientes abiertos, como parques o plazas públicas, el espacio se
califica en el lapso de tiempo que corresponde a la duración de la
clase. Las energías individuales conforman en su sumatoria una
campana energética que aúna las distintas auras de los individuos
participantes. Durante el lapso de práctica, ese espacio posee una
carga energética singular, el que se difumina a poco de cerrar la
práctica. En este sentido presenta similitudes con los rituales
practicados por curanderos (Idoyaga Molina, 1999 y Viotti, 2002), las
acciones de brujería (Idoyaga Molina, 1999), la presencia de entierros
(Idoyaga Molina, 1983), las ceremonias relativas al puerperio (Idoyaga
Molina, 1976), entre otros.
En síntesis, desde la perspectiva de usuarios y especialistas, lo
que transforma la calidad del ambiente es la reproducción del ritual,
en el que es central la noción de manipulación de la energía en tanto
potencia. Cada vez que se este hecho se produce, se modifican las
condiciones del ambiente.

94
2. Sobre el tiempo y su calificación

Ya Hubert y Mauss habían referido los atributos principales del


tiempo en la religión y la magia (1909). En su antiguo trabajo sobre la
representación del tiempo, señalaron que éste es una condición
necesaria de los rituales mágicos y religiosos. Lo mismo podría
decirse del espacio, cuya prueba es la repetición de los mismos
rituales en los mismos ámbitos, la realización de rituales ocasionales
en lugares determinados y la asociación de ceremonias periódicas a
sitios específicos.
En tanto que la percepción del espacio está mediada por
significaciones, el ámbito mundano es diferente del espacio científico
o del espacio como categoría a priori, en el sentido kantiano. Este
último es abstracto y, como tal, homogéneo, continuo e infinito. En
contraposición, el espacio como estructura vivencial, el espacio del
sentido común (Schutz, 1972), en el que se desenvuelve la vida
cotidiana, puede ser caracterizado con los mismos atributos con que
Bergson distinguió al tiempo conciencia, esto es, finito, heterogéneo y
discontinuo. Similares atributos tiene el espacio mítico, que es por
sobre todo un espacio calificado, pleno de significaciones. Tanto el
contenido –por ejemplo, el ritual que se desarrolla- como la posición
calendárica –por ejemplo, fin o comienzo de un ciclo anual, estacional,
etc.- califican al espacio haciéndolo inseparable de los hechos que en
él se desarrollan. El espacio calificado es, por consiguiente,
discontinuo -espacios sagrados y profanos-, heterogéneo –cada
espacio tiene distinta significación- y finito (Cassirer, 1969;
Cazeneuve, 1978; Eliade, 1965, 74 y 80; Leenhardt, 1966). En este
sentido, el espacio supone umbrales que interrumpen su continuidad
y que delimitan campos de significación y calidad diferente, mientras
que cada campo es homogéneo y continuo respecto de sí mismo.
El ritual transforma al espacio profano en sagrado, o lo que es lo
mismo, a través de la manipulación de poder el espacio se consagra.
Las características esenciales del espacio sagrado han sido referidas
por diversos autores en términos más o menos similares. El espacio
está compuesto por múltiples ámbitos que son heterogéneos y que
están delimitados por umbrales que los separan de los espacios
circundantes, son finitos y discontinuos (Cassirer, 1969; Cazeneuve,
1978; Clifford, 1992; Eliade, 1965, 74 y 80; Gusdorf, 1969; Jensen,
1966; Leenhardt, 1966; Sullivan, 1988). Así, por ejemplo, la lglesia
irrumpe en el espacio de la ciudad, el pueblo o el campo, generando
un ámbito sagrado, diferente y aislado del espacio profano que la
rodea. En el mismo paisaje pueden aparecer otros ámbitos sagrados,
tales como otro templo, el lugar de un rito como las apachetas, los
santuarios a la vera de los caminos, o las ermitas ubicadas aquí y allá
en relación al hecho que conmemoran.
Al igual que el espacio, el tiempo es calificado y varía de
acuerdo a su contenido. La heterogeneidad del tiempo, su distribución
en sagrado y profano, como ha notado Eliade, no implica únicamente
cortes periódicos practicados en la duración profana a fin de insertar
en ella el tiempo sagrado; implica además que esas inserciones del

95
tiempo sagrado son solidarias, incluso puede decirse que son
continuas (Eliade, 1974:349)23. En el caso del yoga, cada encuentro es
solidario con el siguiente y con el anterior, es decir, el lapso
transcurrido entre uno y otro se anula, formando un continum de
tiempo calificado, lo que posibilita, entre otras cosas, la continuidad
en la terapia.
Desde la perspectiva tanto de usuarios como de especialistas
de la disciplina, la estructura temporal de una clase de yoga presenta
cuatro momentos distinguidos por su contenido y ubicación: uno
inicial de relajación, un segundo cuyo contenido principal es la
ejecución de los movimientos corporales o asanas y la manipulación
de la respiración, un tercero de meditación y un cuarto de
agradecimiento.
Esta idea se repite más allá de las diferencias o similitudes de
significados otorgados por los actores en torno a ciertas nociones
relacionadas con ella.
Describiremos cada uno de los momentos de esta estructura,
distinguiendo los diferentes estilos de acuerdo a los especialistas, así
como señalando las principales características que hacen a la
calificación del tiempo desde la perspectiva de los actores.

1) La preparación

Los usuarios del yoga eligen mayoritariamente la práctica de la


disciplina bajo la supervisión de un especialista. El especialista provee
el lugar, la parafernalia necesaria para la práctica, así como los
diferentes instrumentos que serán utilizados durante la clase.
En el momento de la preparación se intenta alcanzar un estado
que posibilite la correcta ejecución de los ejercicios, adquiriendo un
estado de conciencia signado por la relajación del cuerpo físico. Es el
especialista quien tiene a su cargo las indicaciones de cómo obtener
este estado. Virginia, usuaria del mismo taller de yoga desde ocho
años, remarcaba en este párrafo de su entrevista las condiciones
ambientales que permiten llevar adelante una práctica de relajación:

“Cuando llegamos, está todo preparado. Hay olorcito rico, a velas y a


sahumerios. Estas cosas le dan onda al lugar, te tranquilizan y te dan
ganas para hacer la clase, es como que el cuerpo cobra importancia,
no tanto la mente, que es lo que más usamos de costumbre. La luz es
importante, la música también, así como las velas, todo contribuye a
hacer mejor una clase, que lo hagas mejor”.

Cuando los usuarios ingresan al lugar, el especialista ya ha


encendido las velas de color -generalmente blancas- y los
sahumerios- de aromas suaves o dulces y penetrantes- y la música
-de tipo new age o clásica- a un volumen bajo. La iluminación de la
estancia se realiza con luz natural, por lo cual los espacios suelen
23
Como nota el autor, lo que es válido para el análisis del tiempo en el culto cristiano que él
ejemplifica, lo es también para todos los tiempos asociados a la vivencia de lo sagrado.

96
poseer grandes ventanales. En el piso se encuentran las colchonetas
que serán utilizadas para realizar las asanas, enfrentadas al
especialista y separadas entre sí por una distancia de un metro. La
distribución de las colchonetas, realizada por el especialista con
anterioridad a la clase, predetermina la ubicación de los usuarios. La
cantidad de usuarios aceptados por clase es también una distinción
entre los especialistas, aquellos que enseñan un yoga más ligado a
búsquedas espirituales priorizan el trabajo personalizado con sus
alumnos, por lo cual no aceptan más de tres personas por clase. En
otros centros, donde el interés es realizar la práctica en tanto una
disciplina suave y armoniosa, pueden recibirse hasta treinta alumnos.
En los centros específicamente dedicados al tratamiento de
enfermedades graves las clases son individuales.
Respecto a la presencia de hierofanías, en algunos centros
pueden encontrarse diversas imágenes que corresponden a deidades
del catolicismo -la virgen María, el niño Jesús-, o a diferentes
corrientes del pensamiento oriental -Jhiva, Buda, entre otras 24-. La
coexistencia de estas diversas figuras no es contradictoria para los
actores, quienes vivencian este hecho como una muestra del
pluralismo religioso que se le asigna a la disciplina en nuestro área de
estudio. La calificación del espacio por la presencia de la hierofanía,
en este caso, se da con la multiplicidad de figuras de diferente
raigambre que comparten el lugar, contrariamente a otros, como
iglesias o templos, donde es imposible hallar tal combinación.
El mismo argumento es relatado por los especialistas que
presentan el espacio de práctica despojado de hierofanías, expresado
como una manifestación del respeto a la pluralidad religiosa de los
usuarios, haciendo hincapié en la decisión personal de respetar la
diversidad de creencias de los mismos. La mayoría de los usuarios
percibe de manera positiva la posibilidad de realizar su práctica de
yoga frente a una diversidad de hierofanías, en tanto se concibe la
unicidad de dios, representando bajo distintos nombres pero siendo
siempre la Energía Universal.
Al momento de dar inicio a la clase de manera formal, el
especialista lee o recita textos cortos sobre el yoga. En ellos se
brindan ciertas explicaciones generales sobre el objetivo de la
disciplina, nociones asociadas a su práctica, tales como la noción de
energía, de persona, de sus cuerpos, de enfermedad y del lugar del
hombre en el cosmos, entre otras. Mientras tanto, los usuarios
permanecen de pie manteniendo un ritmo respiratorio lento y
relajado, según indicaciones del especialista.
Esta instancia dura cinco minutos aproximadamente, los cuales
pueden variar en más o en menos según criterio del especialista. Éste
24
A modo de ejemplo, en uno de los locales de Hastinapura podían encontrarse distintos
altares erigidos en el lugar dedicado a la práctica del yoga. Nombrándolos por un orden de
ubicación, de izquierda derecha, se encontraba la imagen de un yogui hindú, una bandera
con una flor de lotus, un tigre antropomorfizado, una Virgen María, un Budha, un Krishna,
trípticos de la Virgen María y el Niño Jesús y un Jhiva. Al lado de cada uno de ellos, una
estampa con una frase escrita solicitando paz, armonía y beneficios espirituales para la
humanidad. En total, ocho altares dedicados a ocho deidades no sólo diferentes en sus
propios panteones, sino de distintas raigambres religiosas.

97
realiza un breve diagnóstico respecto al estado de los usuarios en ese
día y dedica mayor o menor tiempo a esta instancia, según estén más
o menos concentrados los practicantes. Este diagnóstico se realiza a
través de la percepción que el especialista posee de los estados
energéticos de otras personas, poder que ha adquirido en su
iniciación. Una especialista, por ejemplo, nos contaba que el 11 de
septiembre de 2001, cuando fue el atentado contra las Torres
Gemelas en Estados Unidos, debió dedicar la clase íntegra sólo a
tratar de relajar y tranquilizar el ánimo de los participantes, los que se
hallaban profundamente conmocionados, en el nivel tanto físico como
energético, por el suceso acaecido. Ese día, sólo pudo realizar la
primera instancia de la clase, a la que le dedicó la hora y media de
práctica.

“Las alumnas estaban tan cargadas, tan conmocionadas. Yo primero


había decidido no dar la clase, pero luego pensé que todas lo iban a
necesitar mucho. Que necesitábamos, yo también, un espacio y un
tiempo para bajar la angustia, conectarnos otra vez con nuestros
centros, bajar ese nivel de angustia que se percibía como flotando en
todos lados. Así que las recibí, en cuanto las miré supe que había
hecho lo correcto. Trabajamos toda la clase en relajar, no superamos
más que esa instancia, pero era necesario y me alegré de haberlo
hecho.”

Esta situación es relatada como extraordinaria y compartida por


otros especialistas que refirieron la misma vivencia en torno a este
hecho en particular25.
Este acontecimiento evidencia la importancia de la primera
instancia en tanto posibilidad de relajación tanto del cuerpo físico
como del pensamiento y del cuerpo energético. Por otra parte,
demuestra que las siguientes instancias no son posibles de llevar a
cabo sin haber logrado el objetivo de la primera.
En lo que hace a la calificación del tiempo, este primer
momento se constituye en el umbral, en el sentido de inicio de un
lapso o duración calificada.

2) Las asanas

En un segundo momento, se realiza el corpus central de


ejercicios, o asanas, y el control de la respiración. Esta se manipula en
diferentes etapas, tratando de igualar los momentos de inhalación,

25
Llamó nuestra atención las constantes referencias al impacto emocional que el atentado a
las Torres Gemelas tuvo entre los usuarios y especialistas del yoga en el área de estudio,
reflejadas en las entrevistas y en la observación de campo, a pesar de que el hecho ocurrió
con anterioridad al inicio de nuestra investigación. Las explicaciones sobre el suceso fueron
significadas como una muestra de la finalización de la Era en que vivimos, donde predomina
la violencia y el egoísmo, y que terminará en la Era de Acuario, así como a las consecuencias
que Occidente debería sufrir como resultante de su actitud soberbia y etnocéntrica hacia
Oriente. Otros autores han notado el impacto de este hecho entre individuos de culturas
occidentales y urbanas (Idoyaga Molina y Luxardo, 2003; Luxardo; en prensa)

98
retención y exhalación del aire en pulmones. Esta instancia es la de
mayor duración cronológica de la clase, insume cerca de sesenta
minutos.
El especialista, enfrentado a los usuarios, va dando las
indicaciones acerca de la manera de realizar las posturas corporales,
indicando los diferentes movimientos y explicitando su objetivo
terapéutico. Asimismo, controla los tiempos de duración de cada
asana y alerta a los usuarios cuando observa un gesto incorrecto que
pudiera dañar al practicante. En estas ocasiones, repetidas durante la
clase, se acerca al usuario y le indica la manera correcta de realizar el
movimiento, ayudando con sus manos a corregir las desviaciones
corporales.
Mónica, una especialista autodidacta de treinta y ocho años,
explica la manera en que las correcciones se llevan adelante y cuál es
su finalidad:

“Y yo voy mirando cómo los alumnos hacen las posturas, los corrijo
sólo si lo que están haciendo les puede hacer mal, en el sentido de
mover mal y generar bloqueo de energía, si no, cada uno tiene su
estilo y sus tiempos y yo los respeto”.

Algunos especialistas utilizan diseños impresos de las posturas


y contraposturas, en una estructura anteriormente planificada que
van consultando para guiar a los practicantes. Otros especialistas, si
bien diseñan su clase con anterioridad, recuerdan el orden en que los
movimientos deben ser realizados y no utilizan soporte en papel. La
diferencia entre unos y otros se atribuye a estilos personales.
Ciertos especialistas utilizan determinados elementos (props)
como bolsas de arena, ladrillos de madera, cuerdas; otros utilizan
grandes pelotas de goma para facilitar el estiramiento de la columna
vertebral durante ciertas asanas. Ambos se inscriben en una corriente
del hatha yoga denominada Yengar que considera la posibilidad de
utilizar estos elementos como ayuda para los no iniciados,
permitiéndoles la permanencia en una postura que de lo contrario
sería difícil de lograr. Como vimos en el inicio de este capítulo, esta
noción se fundamenta en la idea de que la permanencia permite
movilizar la energía. En tanto, otros especialistas prefieren no utilizar
ningún elemento más allá de la colchoneta, entendiendo que los
ejercicios son aprehendidos con el transcurso del tiempo y de la
práctica, y que parte del entrenamiento, tanto físico como energético
y espiritual, consiste en lograr avances en la ejecución de los
ejercicios sin ningún tipo de ayuda extra.
Respecto a la respiración, ésta es específica de cada grupo de
movimientos y tiene como finalidad no sólo acompañarlos propiciando
su mejor y más fácil realización, sino también y fundamentalmente,
facilita una mayor renovación del flujo energético y genera una acción
de protección contra posibles retenciones de la energía, las cuales
acumuladas en diferentes partes de la persona -cuerpo físico, cuerpo
energético, espíritu-, pueden resultar nocivas para su salud.

99
La respiración se ritma en tres instancias: inhalación, retención
y exhalación del aire en pulmones. Algunas veces, el aire se retiene
mayor tiempo que el normal para cada usuario, otras veces, la
retención es mínima y acelerada la inhalación y exhalación. Esta
ritmación se ejercita acompañando cada instancia con un conteo
mental, que permite igualar las tres instancias. Desde la perspectiva
de los usuarios, este es uno de los motivos que muestra la necesidad
de practicar yoga en un lugar silencioso, pues los ruidos molestos
provenientes del exterior impedirían esta concentración.
De acuerdo a los especialistas y usuarios, el hombre occidental
respira inconscientemente y de una manera incorrecta, atentando
contra el uso completo de su capacidad pulmonar. Esta respiración
incorrecta genera bloqueos de energía, pues no permite liberar la
energía negativa acumulada así como tampoco posibilita recargar de
energía positiva al cuerpo. Mientras que cuando el practicante
aprende a utilizar conscientemente los pulmones, manipulando las
instancias de inhalación, retención y exhalación del aire, aprende
también a purificar su cuerpo -físico y energético- y a recargarse de
energías positivas. La respiración, así, cumple un papel fundamental
en la acción terapéutica del yoga.
Tanto usuarios como especialistas coinciden en que este
aprendizaje es una de las metas a alcanzar en la práctica y su logro
determina que un usuario se perciba como un alumno avanzado, en
condiciones ya de continuar su práctica en forma autónoma.
Observamos en nuestro trabajo de campo que las indicaciones sobre
retención del aire durante períodos prolongados de tiempo se dirigen
sólo a los alumnos más avanzados, mientras que a los neófitos se les
indica respiración consciente pero no controlada, es decir,
adquiriendo conciencia de su ritmo respiratorio pero sin exigir
retenciones del aire prolongadas. Esta actitud frente a los neófitos
tiene como objetivo prevenir los resultados inesperados del manejo
de una potencia –la energía- desconocida por el no iniciado, por ende
peligrosa y que requiere una serie de actitudes de prevención frente a
lo sagrado y poderoso.
En lo que respecta a la calificación del tiempo, esta segunda
instancia coincide con la liberación de energías, las que pueden ser
de signo negativo.

3) La meditación

En un tercer momento, se inicia el período de meditación,


donde se intenta lograr un estado de conciencia que aquiete el
pensamiento, propiciando la relajación total del cuerpo físico.
En esta tercera instancia, los usuarios se recuestan sobre sus
colchonetas, en posiciones denominadas de relajación, tal como la
postura del cadáver o Shavasana, mientras la respiración se libera y
ad quiere un ritmo tranquilo, como resultante de la anterior
manipulación de los movimientos asociados a su ejecución. La
iluminación del ambiente se atenúa; la música, hasta ese momento

100
utilizada como fondo, cobra mayor protagonismo al silenciarse la voz
del especialista. En esta instancia se establecen ciertas pautas sólo al
inicio, para luego propiciar un tiempo de aquietamiento y silencio de
diez minutos, aproximadamente.
De acuerdo a Castillo (1995) los estados de conciencia se logran
a través de una fijación de la atención. Este autor centra su trabajo en
la meditación yoga y expone que la adquisición de estados alterados
de conciencia se logra en la disciplina a través de la fijación en un
punto. Los yoguis comúnmente usan una estimulación auditiva,
rítmica o monótona, como un foco de atención para la meditación
(Castillo, 1995).
En el relato de Cristina, usuaria del yoga, se refiere esta
instancia como el logro del aquietamiento del pensamiento a través
de técnicas de visualización.

“Entonces fijamos la vista durante un largo rato en un objeto, que


puede ser una vela encendida, una flor, la imagen de la Virgen, y lo
miramos largo rato fijamente. Claro, después cuando cerrás los ojos
ves eso. Ahí es cuando logras aquietar el pensamiento, porque tenés
un objeto fijo en tu mente y controlas lo demás.”

Algunos usuarios y especialistas utilizan un determinado


mantra para este momento. El mantra es una palabra/sonido que se
utiliza como medio de fijación mental, al repetirla verbal o
mentalmente en lapsos similares. El mantra más conocido es aum,
que se pronuncia om estirando el sonido de la consonante como si se
quisiera hacer resonar. De acuerdo al relato de los practicantes, cada
individuo posee su propio mantra, el que le es dado por un
especialista en un ritual especial, o bien le es revelado durante una
instancia de meditación en soledad, tal como refiere Guido, usuario
del yoga desde diez años. Guido también practica meditación
trascendental zen en su hogar, y utiliza en estas meditaciones el
mantra que le fuera dado en su iniciación en yoga, como medio de
fijación que le posibilita aquietar el proceso de su mente:

“El mantra es una palabra que repetís, siempre tenés que volver a
ella, la idea es que vos trascendés, y de hecho trascendés, es una
sensación, yo no sé si puedo decir que me encuentro con la divinidad,
lo que sí es una sensación física. Es como un mareo, pero placentero,
la idea es detener el pensamiento, el cuerpo se relaja. A mí me cierra
hoy, en su momento tampoco tenía argumentos teóricos, pero me
hacía bien. Siempre usás la misma palabra, cada vez y siempre. Cada
uno tiene su palabra, es secreto y uno no se la puede decir a nadie.
Alguna vez rompí el secreto, y lo dije y funcionó igual. Te dan la
palabra en una ceremonia especial, o la obtenés meditando vos, pero
te lleva más tiempo. Mi mantra es una palabra en sánscrito, igual es
una palabra que significa en otro idioma otra palabra. Cuando hago
meditación trascendental uso la misma palabra, la repito”.

101
Así, aparecen descriptas dos maneras de meditar. Una es a
través de la repetición del mantra personal o del mantra general de la
disciplina, aum, el que por fijación de una idea/sonido logra aquietar
el habitual flujo de pensamiento y obtener un estado de conciencia
diferente al normal. Otra es a través de la relajación del cuerpo físico
en un esfuerzo consciente por abandonar el control habitual sobre él.
De cualquier manera, esta segunda vía funciona bajo la misma
noción, que postula que la fijación en una idea o una imagen
permiten lograr estados de conciencia diferentes.
De acuerdo a la perspectiva de usuarios y especialistas, es en
este momento cuando la energía movilizada durante la instancia
anterior se armoniza, aquietándose el flujo de circulación y
armonizándose el monto total energético de cada individuo, lo cual
supone diferencias en el nivel individual en cuanto determina
variaciones de lo armónico para cada uno. El estado de conciencia
alcanzado tras la preparación anterior, en la que se movilizaron
energías a través de la ejecución combinada de asanas y
determinados ritmos respiratorios, posibilita el logro de un
aquietamiento mental, es decir, una desaceleración de los procesos
mentales y una sensación de adormecimiento generalizada. Como
consecuencia de ello, en esta instancia los practicantes perciben
ciertas sensaciones en su cuerpo físico que describen como “olas de
calor” que recorren su cuerpo, significadas como flujo de energía que
circula renovándose en toda la persona, su cuerpo físico, su cuerpo
aural, su espíritu, chakras y mente26. Alicia, especialista autodidacta,
nos decía:

“…energía de acción, calor, calor, el calor es movimiento, es acción,


es energía el calor. Movimiento, calor, energía. A veces uno siente
calor cuando está haciendo yoga. Claro, claro, eso es energía, energía
del movimiento, digamos, calor. Uno de los primeros principios de la
energía, el movimiento, el calor, la luz, el sol”.

Los especialistas adoptan en este momento dos conductas


diferentes. Algunos, mientras los practicantes permanecen recostados
sobre sus colchonetas, recorren el lugar, cubriéndolos con una manta
para equilibrar los cambios térmicos producidos por la circulación de
energía, corrigiendo posturas para propiciar su circulación total o
presionando el plexo solar -ubicado a la altura del pecho- para ayudar
a la circulación energética entre los diferentes centros. Otros, en
cambio, realizan la meditación en forma simultánea con los usuarios.
El momento dedicado a la meditación finaliza cuando el
especialista indica a los usuarios que comiencen a mover lentamente
su cuerpo físico, tomando conciencia de la presencia de otras
personas en el recinto. Algunos especialistas, tanto autodidactas
como formales, suelen utilizar el sonido de algún instrumento
musical, como campanas o sonajas para delimitar el cese de la
26
Al respecto, Eliade (1960: 364) refiere la producción de calor físico –tapas-, como una
muestra del poder adquirido por los yoguis hindúes durante su iniciación. Este tipo de
manifestación de la energía es propio del yoga.

102
instancia de meditación. Este sonido, producido con instrumentos
rituales, generaría además una vibración energética que actuaría
como equilibrador energético, tanto del espacio de práctica como de
los montos energéticos individuales. A continuación, los practicantes
se incorporan sobre su costado y permanecen en silencio. Los
usuarios relatan que esta instancia final les permite retomar el
estado de conciencia normal, luego de haber meditado y alcanzado
así otros estados de conciencia.
La meditación puede realizarse también como actividad
principal, presentada en principio como única instancia. Así, varios
especialistas nos contaban las reuniones que hacían con sus alumnos
de yoga en días diferentes a la práctica habitual para realizar
sesiones extraordinarias de meditación. Sin embargo, comprobamos
en nuestro trabajo de campo y en el relato de los usuarios que en
estas oportunidades se realizan las cuatro instancias, sólo que el
hincapié está puesto en la tercera etapa, la meditación, mientras que
las anteriores son entendidas como preparación tanto mental como
espiritual y corporal; en tanto la última, cuando se realiza el
agradecimiento, es comprendida como el cierre necesario que
posibilita agradecer a la deidad o al principio universal absoluto el
momento vivido.
Respecto a la calificación del tiempo, este es el momento de
manipulación de la energía, que implica para los neófitos armonizar
su monto energético total e individual y, para los iniciados, la
expansión de los estados de conciencia y el incremento de las
capacidades del sujeto.

4) El agradecimiento final

En un cuarto y último momento, se realiza el cierre, elevando


una plegaria a la deidad que cada practicante elija, agradeciendo por
haber posibilitado ese momento de encuentro. La oración está cargo
de los especialistas, y los usuarios contestan con la palabra
“gracias”, cerrando así el período de la clase y dando por finalizado el
encuentro. Algunos practicantes repiten las frases de agradecimiento
expresadas por los instructores de la clase, como es el caso de Guido,
mientras otros elevan su agradecimiento a una deidad que
consideran poderosa:

“Sí, decía una frase en hindú ¿puede ser? O en sánscrito, no sé muy


bien, bla bla bla, y una vez me dijo que era un agradecimiento a la
vida, me pareció simpático. Decía shangri, cuando termina la clase. Y
yo por cortesía lo repetía, no sé si tenía que repetirlo, y me daba un
beso y me decía: “Gracias, Guido” y yo por cortesía lo repetía, yo no
sé si había que repetirlo”.

No todos los usuarios conocen la razón de las acciones rituales,


como en este caso, pero sí reconocen la importancia de responder al
pedido del especialista y de seguir sus indicaciones generales. Otros

103
usuarios manifiestan que el sentido de esta instancia es la de
agradecer a la deidad la posibilidad de haber realizado la práctica de
manera satisfactoria, habiendo recargado su energía general y
habiendo destrabado los cúmulos energéticos productores de
diversas dolencias, tal como refiere Susana:

“Es tan importante agradecer, porque es de alguna manera reconocer


tu lugar en el universo, agradecerle a esa Fuerza Universal, yo le digo
fuerza universal, pero puede ser Dios, Cristo o Mahoma, no importa,
es una fuerza que le da vida al universo. Si vos sos agradecido,
siempre es mejor, ejercitás así tu humildad y eso te hace más digno y
más feliz”

La referencia a una fuerza universal, que incluye en sí a todas


las formas de nombrar a la deidad suprema, forma parte del relato
de muchos usuarios, pero no de todos. Existen otros usuarios que
reconocen únicamente al Dios católico como deidad suprema, lo que
no imposibilita la práctica y elección de una disciplina de raigambre
oriental con profundas connotaciones religiosas en su lugar de
origen, pero que ha sido asimilada en nuestro país sumándole
nociones de la raigambre católica y occidental, tales como la idea del
bien y el mal, lo positivo y lo negativo, y hasta la misma idea de
persona como un ente escindido y separado del resto del universo y
de enfermedad como una instancia a ser superada.
Algunos especialistas utilizan palabras en sánscrito para este
momento, mientras otros eligen decir “gracias” en español. Una vez
que los usuarios respondieron, se da por finalizada la clase. El
especialista indica que el encuentro ha terminado, y utiliza este
tiempo para avisar a los practicantes si hay algún cambio de horario,
o si se ofrecerán actividades en el centro.
En este momento se produce la finalización del encuentro. El
espacio entre una clase y otra depende de la cantidad de asistentes
al centro. Así, en los grandes talleres de yoga puede darse una clase
cada dos horas, con un lapso de media hora entre una y otra. En los
centros más pequeños, las clases se dictan con mayor distancia entre
una y otra, pudiendo, por ejemplo, dictarse una clase por la mañana y
dos por la tarde.
En lo que respecta a la calificación del tiempo, esta última
instancia implica la finalización del lapso calificado, para reingresar en
una duración cotidiana y profana.
Finalmente, nos interesa destacar que en el caso de la
calificación del tiempo que surge como resultado de cada encuentro
de yoga, esta deviene de su contenido, vale decir, de la movilización
de las energías concretas de personas concretas. Esta calificación a
diferencia de otras prácticas o rituales institucionalizados, no es
calendárica, tal como sucede en el ritual de la misa o los de año
nuevo o la llegada de la primavera en muchas sociedades, para dar
unos ejemplos mínimos.

104
Los significados rituales y terapéuticos de la música, las
velas, los sahumerios

Un apartado especial merece la consideración del lugar que


ocupan la música, los aromas y las velas dentro de la práctica del
yoga. Cada una de ellas cumple una función específica en la
calificación del espacio que, como hemos visto, es necesaria para
instaurar un ambiente propicio para la práctica del yoga. A
continuación, analizaremos cada uno de ellos, teniendo en cuenta su
significación y los usos que se asocian específicamente en cada caso.
La música es un componente siempre presente en las clases. Se
utiliza como acompañamiento durante los ejercicios y la meditación.
De acuerdo a nuestra labor de campo y coincidente con el relato de
los actores, la selección de las melodías puede variar entre música
clásica, la denominada New Age y sonidos creados especialmente
para activar determinados centros energéticos. En el primer grupo, de
acuerdo a la perspectiva de los actores, se incluirían melodías de tipo
instrumental, sin voces. En tanto, por música denominada New Age
entendemos aquella que se caracteriza por la afinación de los
instrumentos al modo occidental, es decir, que se atienen al sistema
dodecafónico; con melodías cantadas en las que no se registra que
se pronuncien palabras inteligibles, las voces son equiparables a
cualquier tipo de instrumento melódico, tanto en voces solistas como
coros (permite a la mente concentrarse en los movimientos del
cuerpo y evita que se distraiga pensando en el sentido de las
palabras que escucha). Prácticamente la percusión no se utiliza en
esta especie musical, lo que favorece que se realicen movimientos al
ritmo del propio cuerpo. Otro recurso que se puede utilizar es la
incorporación de sonidos de la naturaleza (viento, trinar de los
pájaros, mar, etc.), con la intención de evocar en los practicantes,
imágenes de paisajes agradables y reposados. Abundan melodías en
las que se reconocen mayoritariamente notas temporalmente largas y
el recurso musical de grado conjunto, los cuales ayudan a crear
climas relajantes, y como contrapartida, se evitan los saltos
melódicos. Para crear un clima acorde a la práctica del yoga, en
términos musicales, el tempo es lento y tranquilo, como nos hizo
notar la musicóloga Laura Beltramini. En cuanto al tercer grupo, se
compone especialmente de grabaciones realizadas con el uso de
instrumentos musicales orientales que, alejados de los requerimientos
del sistema dodecafónico, producen sonidos cuya única finalidad es
despertar la energía propia de determinados chakras. Es importante
destacar que el uso de este tercer grupo se asocia directamente con
las prácticas de especialistas formales.
La selección de la música es siempre tarea del especialista.
Ciertos usuarios entienden que la música es una vía de calificación
del espacio, puesto que modifica la calidad del ambiente, atrayendo a
través de sus sonidos armónicos, energías positivas. La música es
comprendida como un conjunto de sonidos y vibraciones de materia
sutil que transmitida por el aire, impulsa y reactiva la energía de los
chakras, al entrar en contacto con cada uno de los vórtices.

105
Por el contrario, otros usuarios no le brindan demasiada
importancia y la consideran un mero acompañamiento musical de la
práctica. Cuando realizan yoga en su hogar, es común que lo hagan
sin acompañamiento musical.
Al inicio de cada encuentro, el espacio se halla preparado con
velas encendidas, sahumerios y aceites esenciales que despiden un
suave aroma.
Las velas utilizadas suelen ser de color blanco, aunque también
se usan de color naranja, violeta, verde o amarillo. La elección de
cada color se relaciona con los colores asignados a los centros
energéticos, siendo la intención de estas acciones activar los distintos
chakras para posibilitar el flujo de la energía a través de las entidades
de la persona. Esta acción tiene fundamento, desde la perspectiva de
usuarios y especialistas, en la noción de que cada chakra en tanto es
un centro generador y receptor de energía, posee una determinada
coloración que se corresponde con su función vital, es decir, con la
cualidad de su energía y para qué es propicia. Así, al utilizar una vela
de determinado color se activa el chakra de los participantes que se
corresponde al color de la vela, propiciando la renovación de la
circulación energética asociada a la salud. El blanco significa pureza y
se asocia con el chakra del entrecejo. El naranja se asocia a la energía
sexual, ubicada en el chakra raíz, el cual contiene y produce la
cualidad energética con mayor poder de creación y regeneración. El
violeta y el lila se asocian a la transmutación de la energía, a los
estados elevados de conciencia propios de los iniciados; el amarillo, al
igual que el dorado, es el color asociado a la energía vital, ubicada en
el chakra del plexo solar, donde residen las emociones del hombre 27.
La visión de estos colores durante los estados alterados de conciencia
que se producen en el marco de la práctica, se vivencian como la
posibilidad de desarmar bloqueos energéticos que residen en el
cuerpo y sus entidades: el aura, el espíritu y el cuerpo burdo.
Respecto a los aromas utilizados, éstos se consideran
beneficiosos para el individuo y aptos para propiciar la recalificación
del ambiente. Son utilizados con diferentes finalidades de acuerdo a
su calidad energética, las que se diferencian entre sí. De acuerdo a la
perspectiva de usuarios y especialistas del yoga, cada aroma se
corresponde con una determinada vibración energética, la que
deviene de una particular estructura que adquiere la materia sutil
presente en cada aroma.
Mariana, una estudiante universitaria de veintiún años, reciente
usuaria de yoga, nos explicaba las distintas calidades de los aromas:

“No todos los aromas son iguales. Cada sustancia tiene una cualidad
medicinal diferente, y eso tiene que ver, según leí, con el chakra al
que corresponde. Algunos son más sutiles, que quiere decir más
espirituales, como el incienso que activa el chakra del entrecejo, el de
la meditación. Otros, como el jazmín, activan el chakra base, el del
27
Según Eliade (1960:66) “ …la luz interior (antarjyotirmaya) define en las Upanishads la
esencia misma del atman. En las técnicas yóguicas, especialmente en la de algunas escuelas
búdistas, la luz diferentemente coloreada indica el logro de determinadas meditaciones”.

106
sexo y la actividad de creación. Hay como una jerarquía de aromas,
unos más espirituales y otros más materiales”.

La sutileza de un aroma es una cualidad que permite ubicarlo


en una jerarquía de calidades ontológicas respecto a una distinción
entre lo material y lo no material. Si bien todos los aromas
corresponden al universo de lo material, se distinguen unos de otros
de acuerdo a la capacidad que poseen de activar la circulación de
energía de los chakras. Esta distinción muestra una correspondencia
directa entre superiores y aromas más sutiles, como es el caso del
incienso, la violeta y la canela; y entre los chakras inferiores y los
aromas del jazmín, naranja y limón. Desde la perspectiva de los
actores, cada aroma posee un tipo de vibración energética que
permite activar la energía de los chakras que actúan en niveles
similares de vibración energética. Por supuesto que no todos los
usuarios de yoga pueden dar cuenta de cada tipo de aroma y su
correspondencia energética, este es finalmente, un conocimiento
propio de los especialistas de la Aromaterapia, pero sí comparten un
universo de nociones que les permiten dar cuenta de la efectividad de
determinados aromas. Por otra parte, tanto las esencias florales
como los sahumerios que pueden adquirirse fácilmente en casas
especializadas o incluso en supermercados, describen en sus
envoltorios las particularidades terapéuticas de cada aroma.
Es interesante destacar que el uso de aromas con fines tanto
terapéuticos como preventivos muestra, al igual que otras prácticas,
la reapropiación de técnicas orientales para el tratamiento de
dolencias propias de la cosmovisión occidental. Así, el uso del aroma
de magnolia además de proveer calma y relajación tanto corporal
como mental, augura el alejamiento de las energías negativas
asociado a los sentimientos de envidia y recelo. Es por ello
recomendado en ambientes de trabajo y utilizado en el hogar cuando
se presentan situaciones conflictivas. Por otra parte, las propiedades
de los aromas muestran, a veces, propiedades terapéuticas que
funcionan bajo lo que podría entenderse como un principio de
homeopatía, es decir, actúan por lo similar. Así, la esencia del delfín,
provee al individuo que lo utiliza la capacidad de jugar, crear
libremente, la liviandad, la capacidad telepática y la inteligencia,
atributos positivos asignados a este mamífero.
Finalmente, cada aroma, cada sonido y cada color poseen una
cualidad propia que permite su utilización con fines propiciatorios,
preventivos o terapéuticos. La asignación de su funcionalidad y
eficacia, es una atribución de los actores y permite una inmensa
flexibilidad de calificaciones. Es en este sentido que acordamos con
Hubert y Mauss (1909) respecto a que la vivencia del tiempo no se
separa de lo que acontece en cada lapso.

Los motivos de elección

107
Los beneficios terapéuticos de la disciplina se asocian
principalmente al logro de la desaparición del dolor y a la efectiva
sanación de diversas dolencias, atribuida siempre en el tratamiento
de situaciones puntuales de enfermedad. En tanto práctica individual,
supone también ciertas diferencias que se relacionan con lo personal
de la experiencia, lo que determina, como veremos a continuación,
que el hincapié puesto en una u otra instancia de la práctica pueda
variar, algunas veces se remarcará la liberación de energías
negativas y el desbloqueo de éstas a través de la respiración
pautada, otras harán referencia a la posibilidad de aquietar el
pensamiento y desacelerar el ritmo del cuerpo a través de la
meditación. En todas las ocasiones, se resaltará la importancia de la
continuidad en el tiempo de una práctica que combina el uso del
cuerpo burdo, las entidades energéticas más sutiles y la manipulación
de la energía individual.
Los motivos de elección del yoga están ligados, centralmente, a
la suavidad característica de sus movimientos, a la posibilidad de
realizarlo sin importar el estado físico general ni la edad del individuo
y a los beneficios empíricamente comprobados que se le reconocen.
Los efectos positivos del yoga se asocian a la continuidad en la
práctica, como se observa en el relato de Julia:

“Vos fijáte que yo tengo muchos años (63) y cada vez se puede un
poquitito más, o sea que se puede hacer a cualquier edad. Lo
importante es mantener la práctica, seguir y seguir, no abandonarla”.
(Julia)

Silvia, al igual que Lía, Carmen y Rosario, destacan la


posibilidad de realizar la práctica del yoga sin importar la edad ni las
condiciones físicas del usuario:

“Creo que hasta los hombres más locos que uno pueda imaginar
pueden hacer yoga. En el grupo mío hay como dos o tres señores
grandes que hacen, claro, no son Julio Boca /un afamado bailarín
clásico/, pero hacen. También hay chicas jóvenes e incluso
embarazadas, les avisan qué no hacer, pero es bueno para todas las
edades”. (Silvia)

“Empecé porque me lo recomendó el traumatólogo, según él, era una


buena gimnasia para gente de mi edad /83 años/, no esas locuras de
saltar como loca, que te arruinan las articulaciones”. (Lía)

“Me dijo que fuera tranquila, dijo el médico que fuera a una gimnasia
tranquila, nada de exigir el cuerpo, por la diabetes, por eso iba allá,
me ayudaba mucho a tranquilizarme, y así también mejoraba mi
diabetes”. (Carmen)

“Hace dos años que hago yoga, en un gimnasio de Martínez. En


realidad me derivó mi kinesiólogo, porque tenía muchas contracturas
y dolores de cabeza muy fuertes, me dijo que si hacía yoga no sólo se

108
me iban a pasar, sino que iba a tener un mejor manejo de mi cuerpo”.
(Rosario)

Como puede observarse, la referencia a la tranquilidad con que


el ejercicio puede realizarse y la suavidad en los movimientos
ejecutados, transforma al yoga en objeto de preferencia de personas
no sólo jóvenes, sino también de adultos y adultos mayores. En el
marco de las representaciones del usuario de yoga, las gimnasias que
priorizan el esfuerzo corporal y el entrenamiento en la resistencia
física, se convierten en una opción dirigida únicamente a jóvenes
cuyo estado de salud es supuestamente óptimo. En cambio, para
iniciarse en la práctica de yoga, no son necesarios esos atributos, sino
que por el contrario, es seleccionada por los usuarios como una
práctica terapéutica que les permite hallar soluciones a ciertas
disfunciones y aminorar el dolor en aquellas problemáticas que son
crónicas.
Refiriéndose a la respiración y su manipulación, a veces
comprendida como simbólica, Silvia, quien desde tres años
practica yoga, primero en un taller pago y luego en un
espacio gratuito creado por la municipalidad de Vicente
López, nos decía lo siguiente:

“Hacés las asanas y simultáneamente respirás, sacando la energía


mala y absorbiendo la energía buena, y la respiración acompaña todo
el tiempo. Si el profesor dice que llevemos la respiración a la
columna, desde la cervical hasta las dorsales, a uno le parece un
disparate, pero mentalmente se lleva, es decir, uno sabe que el aire
va a los pulmones, pero mentalmente uno la va llevando a todas las
partes que trabajás y eso te relaja muchísimo”

Esta serie de ejercicios que combina tanto el movimiento del


cuerpo burdo como de la respiración y, a través de ellos, el
reequilibrio de la energía individual, puede realizarse de diversas
maneras. En numerosas ocasiones, los usuarios seleccionan una
asana en particular, a la que le reconocen especiales beneficios y la
ejecutan en su hogar. En el ámbito del taller de yoga, las asanas se
presentan como un ciclo que combina constantemente posturas y
contraposturas, como hemos visto, en una estructura diseñada por el
especialista. Así nos lo explicaba Silvia:

“Cada vez que uno va a hacer una asana, el instructor explica para
qué es. Por ejemplo, después de cada asana se hace la invertida de
esa postura, digamos lo contrario para que el cuerpo no se estropee.
Por ejemplo, si vos haces una asana tirada para adelante mucho rato,
después tenés que hacerla tirada para atrás, para hacer lo contrario
de lo que hiciste antes”

Lo llamativo es que los usuarios reconocen la necesidad de


realizar tras cada postura, su figura contraria, sin embargo, los
ejercicios que realizan en su hogar se componen de figuras simples,

109
es decir, sin su contraria. Desde la perspectiva de los actores, la
efectividad de un ejercicio no estaría entonces necesariamente
asociada a la ejecución completa de cada serie, sino a los beneficios
propios de cada una de ellas.
Los usuarios reconocen que este ciclo de ejercicios puede
iniciarse de dos maneras diferentes. Una, comenzando por aquellas
posturas que tienden a movilizar la energía de la cabeza, finalizando
en los pies. La otra vía, iniciando por los pies y finalizando en la
cabeza.
Julia, a quien nos referimos antes, distinguía en su relato las
diferencias implicadas en las dos posibles maneras de movilizar la
energía. Desde su perspectiva, al igual que desde la de otros usuarios
y especialistas, la decisión de iniciar la movilización energética desde
los pies o desde la cabeza implica una seria distinción en la manera
de comprender el sentido de la circulación de la energía y el lugar del
pensamiento en dicha circulación. Mientras que para Julia el sentido
que se impone a la activación de la energía es desde los pies a la
cabeza, para otros, como el especialista Moreno, es desde la cabeza a
los pies. Para los primeros, la conexión del individuo con la tierra
como fuente primigenia de energía es la razón de iniciar desde allí la
activación energética asociada a la instancia de la preparación. Para
los segundos, los pensamientos son los responsables de la confusión
que impide la armonía en la circulación de energía por el individuo,
por ende, es por allí donde debe iniciarse la relajación previa al
trabajo:
.
“Y lo del padre Moreno, él hacía una relajación de la cabeza a los pies
y cuando yo hice yoga siempre hacíamos de los pies a la cabeza.
Entonces, le pregunté a él por qué, y me dio una explicación de tipo
intelectual, y digamos que no me convenció, para nada, porque viste
que uno siempre intelectualiza las cosas pero yo creo que al yoga no
lo podes intelectualizar, te gusta, te sirve o no. Y no me convenció, lo
que me dijo, entonces ahí pensé yo, porque también me parecía que
siempre de los pies a la cabeza, yo me siento mejor haciéndolo de los
pies a la cabeza, estoy más cómoda pero se puede hacer de los pies
a la cabeza o de la cabeza a los pies, creo que...El me dijo porque la
cabeza mandaba y entonces era la cabeza la que tenía que relajar.”

Como se desprende del relato de los actores, el yoga es una


disciplina que les permite, por un lado, satisfacer los intereses
prácticos de lograr cierto estado de relajación a través de una
gimnasia tranquila. Por otra parte, devela la lejanía cultural de los
usuarios para entender las nociones orientales que implica el yoga y
que dan soporte a su técnica, lo que determina que en la elección de
la dinámica de series de posturas y contraposturas, intervengan
razones y lógicas ajenas al marco del yoga oriental. En estas
preferencias y rechazos, como en otras, puede observarse la
incorporación de nociones occidentales a la explicación y vivencia
cotidiana de la eficacia de la disciplina.

110
Los motivos del rechazo

Los motivos de rechazo de la disciplina no tienen que ver tanto


con las nociones generales de la disciplina, sino con el tipo de yoga
que se imparte, con la afinidad lograda con el especialista, o con
conflictos del usuario respecto a los horarios y la cercanía del lugar.
Si bien la mayoría de los usuarios de la disciplina eligen el
hathayoga como una vía posible de manejo conjunto de lo corporal y
lo energético, otros usuarios desdeñan el acento puesto
principalmente en lo físico, característico de esta rama.
El abandono no se relaciona con la desavenencia en líneas
generales sino con puntos en particular. Al respecto, Douglas (1998)
señala la importancia que la teoría invocada por los especialistas
alternativos posee por sobre la figura del terapeuta, generando la
posibilidad de que se produzcan cambios en la elección del
especialista sin provocar el abandono de la disciplina.
Los usuarios eligen en su mayoría la rama del hathayoga
aislada del uso de otras ramas, como el pranayama o el dhyana, las
que dedican la mayor parte de la práctica al logro de estados
alterados de conciencia. Los motivos referidos hacen alusión al temor
de no poder manipular a voluntad estos estados, a perder la cordura y
a hacer un uso negativo del poder desarrollado, dañando a terceros.
De esta manera, los usuarios explicitan los motivos que los llevan a
limitar su práctica:

“Una vez hicimos la meditación de la rosa, sentíamos como de a poco


el olor a rosa aparecía, tenías que pensar que eras una rosa, tus
brazos los tallos, tus pies las raíces...y me asusté, sentí que perdía el
control sobre mí...no lo hice más”. (Alfonsina)

El yoga es definido por los usuarios como una técnica que


permite controlar los pensamientos, lo que supone acceder a un
estado de conciencia diferente al normal, en el que los pensamientos
siguen su propio curso azaroso y repetitivo. Esta ascesis requiere de
práctica y constancia para adquirirlo, sin embargo, la posibilidad de
perder el estado cotidiano de conciencia, aun momentáneamente,
genera angustia y desazón en ciertos usuarios:

“A veces hacíamos meditaciones y leíamos libros....pero preferí


dejarlos, no me interesaba ir más allá de las asanas...¿por qué? Y
porque me daba miedo meterme en ese terreno y volverme loca”.
(Susana)

La iniciación en el manejo de estados alterados de conciencia se


vivencia en estos casos como una situación peligrosa. La pérdida del
control de la conciencia normal aparece asociada a la locura, como
imposibilidad de mantener el contacto con la realidad cotidiana.

111
“Decidí llegar hasta ahí (hathayoga) sé que desarrollás poder mental
y uno sabe que es humano, que es débil...podes hacer mucho daño si
tenés poder”.(Julia)

En otros casos, el temor frente a estos estados ampliados de


conciencia, se origina en la creencia de que la energía es poderosa y
efectiva. Por lo tanto, el iniciado en estas prácticas accede a la
manipulación de poder y puede utilizarlo tanto para sanar como para
dañar a otros. La atribución de debilidad al ser humano fundamenta
el resquemor frente al uso de estas capacidades extraordinarias.
De esta manera, los actores refieren la existencia en el hombre
de energías de signo positivo y negativo que poseen la capacidad de
incidir en el estado de equilibrio propio o ajeno. Las energías
negativas pueden ser intencionales o no, de cualquier manera,
mantienen su potencialidad dañina. Se consideran energías positivas
aquellas que tienen la potencialidad de aliviar el dolor y sanar
enfermedades, propiciando la armonización del monto energético
total y por ende, promoviendo un estado saludable en el individuo. Al
respecto, Mc Guire y Kantor (1988:110-113) notan que la energía
positiva se asocia siempre a estados de bienestar, de amor y de
armonía.
En tanto, las energías negativas de tipo intencional son aquellas
que provienen de la envidia, la ira, el odio, en fin, sentimientos
provenientes del encono y el conflicto en las relaciones personales.

112
Capítulo IV
Etiología y Terapia.
Las nociones de enfermedad y salud en el yoga

Desde la perspectiva de usuarios y especialistas del yoga, tanto


los formales como los autodidactas, la enfermedad se presenta como
una categoría polisémica, es decir, que presenta variedad de
significados y contenidos, tanto en lo que hace a teorías etiológicas
como a cuadros sintomáticos.
Como ha notado Campagne (2002) las nociones no son objetos
independientes de los intereses de quienes los aprehenden, no
imponen casi nunca la evidencia de un sentido universal y
unánimemente aprobado. De esta manera, dice el autor que el
lenguaje simbólico, a causa de la sobredeterminación, el exceso o
defectos de ambivalencia del lenguaje figurado, puede generar un
exceso de significado tal que torna imposible alcanzar un sentido
estable, una interpretación única y unificada. Una misma noción
admite gran cantidad de lecturas diferentes, cada una de las cuales
es una imagen posible de esa noción.
En este caso, tratándose de nociones originales de Oriente que
han sido recientemente incorporadas, la diversidad en la asignación
de significados es amplia. Más precisamente en el caso que nos
ocupa, donde individuos pertenecientes a una matriz cultural de
raigambre occidental y católica han adoptado masivamente el uso de
prácticas orientales enmarcadas en una cosmovisión absolutamente
lejana.

La enfermedad. Etiología y Manifestaciones

Como hemos visto en el desarrollo del trabajo, existe una


amplia diversidad de apropiaciones en lo que hace a las nociones
propias del yoga oriental, las que muestran distintas refiguraciones
entre los practicantes del área Metropolitana. Si bien la enfermedad
es, desde la perspectiva de usuarios y especialistas del yoga,
resultante de un desequilibrio de energías que altera el balance
necesario entre las entidades del individuo, así como entre el
individuo, su entorno social y ambiental como condición para el
bienestar, los motivos que originan ese desequilibrio pueden ser
pensados desde distintas perspectivas. Así, en el caso de los usuarios
y el de los especialistas autodidactas, se verá una mayor refiguración
de las nociones orientales, los que integran una sumatoria de
nociones occidentales como la valoración moral de los actos, la
existencia de intencionalidades positivas o negativas, la posibilidad
de dañar a otro con estas intenciones, la posibilidad de calificar el
espacio de ejercitación y así dañar involuntariamente a quienes

113
transiten por ellos, así como una idea de las consecuencias nefastas
de los actos moralmente connotados como negativos.
Tener en cuenta estas diferencias es importante en tanto nos
permite observar la manera en que las versiones locales de las
prácticas orientales presentan una particular combinación de
nociones aparentemente ajenas entre sí, que sin embargo, son
resignificadas y permiten explicar no sólo los motivos de la
enfermedad, sino también las posibles prácticas terapéuticas puestas
en juego.
El monto energético total de un individuo se halla en
permanente circulación entre sus cuerpos -aural y físico- y las
diversas entidades que lo componen, como los chakras, el espíritu y
los pensamientos. En estado de salud el flujo es armonioso, de
manera que cada entidad posee una determinada cantidad de
energía acorde a sus funciones vitales, así cada chakra posee un
monto energético específico que es distinto de acuerdo a los
requerimientos y tipo de vórtice, al igual que sucede con el aura o el
cuerpo físico.
Es interesante destacar que existe una clara noción que remite
a la energía como sinónimo de vida, aun considerando las diferencias
en el discurso de los distintos practicantes y sus diversos grados de
resemantización. De este modo, en todos los seres la energía está
presente mientras hay vida. Cuando se extingue, la vida desaparece y
la muerte se considera así como la ausencia absoluta de energía en el
ser.
Pero entre el estado saludable y la muerte hay distintas
gradaciones energéticas, de hecho, el flujo energético es variable y la
posibilidad de que la energía se estanque es muy alta. Una vez que
esto ha sucedido, comienza el proceso de enfermedad. Es importante
recordar que desde la perspectiva de los usuarios y especialistas del
yoga, el momento en que se origina la enfermedad es siempre
anterior a aquel en que se manifiesta. Cuanto mayor es el grado de
sutileza energética de la entidad afectada, mayor será el tiempo en
que tarde en manifestarse en el cuerpo burdo (cuya calidad
energética es la de la materia menos sutil).
A continuación, distinguiremos las distintas atribuciones a
las causas que pueden provocar los desequilibrios de
energía, y por ende, desencadenar procesos de
enfermedad.

1) La enfermedad como resultado de desequilibrios míticos


religiosos

Idoyaga Molina (2005) entiende por causas mítico-religioso-


rituales a las teorías etiológicas que aluden a la acción, intención o la
mera existencia de personajes míticos y los muertos, a preceptos y
creencias religiosas, a violación de tabúes y prescripciones morales,
observancia de normas de comportamiento y a la irrupción de lo
sagrado, así como a concepciones cosmológicas y/o cosmovisionales

114
-por ejemplo, las que implican relaciones de reciprocidad entre el
individuo y el medio y otros seres o nociones de predeterminación,
como la idea de destino-.
Desde la perspectiva de nuestros informantes, la enfermedad
puede ser también el resultado de la existencia del karma o el
incumplimiento del dharma. A continuación, distinguiremos ambas
teorías etiológicas, distinguiendo cuando sea necesario, la
perspectiva de usuarios y especialistas autodidactas de la de los
especialistas formales.

1. 1) La enfermedad como resultado del karma

La perspectiva de los especialistas formales

Desde la perspectiva de los especialistas formales, la


enfermedad es comprendida como un acontecimiento inevitable en el
decurso vital, fruto de la existencia del karma, el cual pondría al
individuo frente a diferentes situaciones de aprendizaje, entre las que
figura el padecimiento de una dolencia. Cuando el mal es descripto de
esta forma, se asocian a él nociones tales como las de ignorancia y
una idea de azar del karma, en cuanto que el tipo de enfermedad no
es el efecto de una determinada causa a la que pueda hallársele
correspondencia directa, en términos de una enfermedad específica
como efecto de una falta cometida.
El término ignorancia refiere en este contexto al estado de
confusión inherente al hombre que le hace confundir la materialidad
profana de sus emociones, sentimientos y acciones con la entidad
inmaterial y sagrada que mora en su interior. Este estado confuso es
el origen de mahya, la irrealidad de la percepción en la vida cotidiana.
Por estar confundido, el individuo no es absolutamente conciente de
las acciones que realiza ni de sus consecuencias, por tanto, no existe
una noción de maldad, ni bondad, ni de culpa que puedan calificar su
conducta. En este punto, surge la diferencia fundamental con la
filosofía occidental, más precisamente la de raigambre católica, que
impone a través del criterio de libre albedrío, la calificación moral de
los actos humanos. Esta última cosmovisión plantea que los hombres
son libres para actuar y que tienen en su haber la posibilidad de elegir
el destino de sus acciones. Dicha condición tiene como contrapartida
la responsabilidad asumida frente a esa libertad y supone la asunción
de las consecuencias de sus actos. Conlleva, además, la posibilidad
de enfermar como consecuencia de nuestros propios actos, por
omisión o acción intencionada. Esta idea se corresponde con la de
enfermedad entendida como el resultante de la voluntad de una
potencia antropomórfica o antropomorfizada -brujo, espíritu, el
Diablo- o Dios, quien interviene bajo la forma del destino (Laplantine,
1999). Son los sistemas que Foster (1976) ha llamado personalistas.
De acuerdo a los especialistas, la noción de ignorancia se
contrapone claramente a la de libre albedrío, la etiología de la
enfermedad no es atribuible a la calidad moral de los actos humanos
y nunca se refiere como efecto directo de una acción

115
malintencionada, propia o ajena, en tanto dichas concepciones no
existen en la cosmovisión oriental.

“La enfermedad se plantea relacionada un poco con el tema del


karma, o sea, la vida como un aprendizaje, dentro de ese
aprendizaje, la enfermedad, el tipo de enfermedad o la enfermedad
que sea. El tipo de enfermedad se plantea como relacionado con una
vida anterior. Por ejemplo, si vos tenés problemas en la columna, o
tenés cáncer, anteriormente en la otra vida hubo algo relacionado con
eso, como a la vida la consideran como una especie de avance hacia
delante, de superación. Sin embargo, esto es raro, porque ellos no
tienen un criterio de pecado. El criterio es de ignorancia, el criterio es
de ignorancia, eso es un criterio muy interesante, como que vos vas
conociendo, a través de la situación de enfermedad.”

Desde esta perspectiva, la sanación se produce cuando el


hombre toma conciencia de su estado de ignorancia, cuando puede
escindir lo material, tanto denso como sutil, de su inmaterialidad.
Esto se logra a través de una práctica que le permita al hombre
registrar su dolor, tomando conciencia de su existencia. Este solo
hecho es terapéutico, de acuerdo al criterio de los especialistas.
Esta práctica terapéutica no consiste en la modificación del
estado de enfermedad -el cual sería imposible si pensamos que es
una consecuencia inevitable del karma- sino en la toma de
conciencia de su existencia. Este proceso se logra cuando el individuo
es capaz de observar su enfermedad sin identificarse con ella, es
decir, sin dar lugar a la emoción o los sentimientos tanto positivos
como negativos que ella pudiese generar.
En este punto, los especialistas diferencian la perspectiva
oriental de la occidental en su comprensión de la terapia y su eficacia.
La primera perspectiva no escinde pensamientos ni sentimientos de
lo material, equiparando en un mismo plano de materialidad la
enfermedad y los sentimientos que ésta produce, mientras que la
psicología freudiana, como exponente de la terapia occidental,
intenta un proceso terapéutico que asocia su eficacia al progreso de
comprensión del origen de la dolencia, apegándose a ella para
desentramar su etiología. De acuerdo a Csordas y Kleinman (1996), el
paciente psicoanalítico es instruido para decir lo primero que le venga
en mente y se espera que esta asociación libre traiga importantes
contenidos reprimidos del inconsciente al escrutinio de la visión
clínica.

“Su sanación (psicoterapeutas biomédicos) sería como que vos, te


abuenes con tu neurosis, por decir algo ¿no? El punto de ellos (los
orietales) es la neurosis no se abuena, vos te tenés que situar en un
lugar donde la mirés a la neurosis y ni tratés de cambiarla, es otra
situación. Y es como ponerse en un punto de observación, inclusive
de aquello con lo que no está identificado, entonces ahí se libera
mucho el conflicto, si vos atravesás lo conflictivo a partir de
determinados trabajos en el cuerpo, atravesar quiere decir lo sentís,

116
no es que lo resuelvas, lo sentís. Si no te identificás y lo mirás desde
otro lado, bueno, eso es como que no es tu última instancia, no es tu
última instancia. Y eso es muy novedoso y eso es muy liberador,
porque no hay idea en el trabajo nuestro, tampoco para ellos, de
progreso en lo psicológico, eso me parece fundamental como
novedad. Vas a ver lo tuyo psicológico, van a aparecer los conflictos,
van a aparecer las dificultades y vos vas a aprender a estar ubicado.
Como si lo que vamos a variar es un punto de encaje, no vamos a
poner la neurosis más arregladita y más linda, sino, vamos a mirar
desde más abajo eso, la neurosis seguirá igual pero, ahí se rompe el
sufrimiento. La explicación que ellos toman, los budistas, es que la
identificación con todo lo psicológico y lo emocional nos provoca
mucho sufrimiento. Entonces la idea de anular el sufrimiento es a
partir de la desidentificación, que no es ni la mejora ni el cambio,
simplemente un cambio de encaje. Mirar la cosa desde otro lado, y
desde ahí solo la cosa afloja. Para ello usamos mayormente el cuerpo,
porque es lo más tosco, lo más fácil de percibir, es lo que primero
reacciona, lo más denso”. (Ana)

A esta noción de la enfermedad le corresponde una idea de


terapia entendida como el trabajo individual de desapego de todo lo
material. Su proceso se inicia en el cuerpo -la materia de mayor
densidad- y se dirige a otras instancias de menor densidad material,
como los pensamientos y las emociones que subyacen en ellos. Se
busca el logro de un estado de conciencia denominado mudhi u
observador, estado en el que el individuo puede percibir su dolor sin
involucrarse emocionalmente en él.
De acuerdo a los especialistas, la práctica del yoga es
terapéutica en sí misma, pues le posibilita al hombre las técnicas
necesarias para lograr el desapego de todo lo material y, con ello, la
finalización de la rueda de las encarnaciones a las que la sustancia
kármica lo ata.
Sin embargo, disienten con la idea de presentar al yoga como
una terapia que actúe en el ámbito físico o que permita curar
definitivamente una enfermedad desde ese plano. Entienden que lo
terapéutico es el proceso de encuentro con uno mismo, en el marco
de una práctica cotidiana, constante e intensa, siempre bajo la guía
de un especialista que supervise la manera en que se realizan los
ejercicios, tanto corporales como de respiración, meditación o
relajación.

“El trabajo es terapéutico, pero no por, digamos, desde una función


integral, no es terapia, primero porque la práctica para que fuera
terapéutico físicamente la persona tendría que hacer yoga los siete
días de la semana, dos veces por día. Podés tener como otra ayuda,
otro resultado. Ahora, lo que seguro es terapéutico es el proceso de
encuentro con uno mismo, desde el cuerpo hacia otras instancias y la
desidentificación, eso es terapéutico por sí mismo, porque libera de la
tensión que hace a la persona estar, desde el sufrimiento que nos
provoca la identificación, que lo provoca. El trabajo es siempre

117
terapéutico, el trabajo con los movimientos y orientado con mucha
dirección”.(Inés)

Los especialistas formales reconocen la existencia de otros


especialistas que utilizan el yoga específicamente como terapia,
orientado estrictamente hacia el tratamiento de la dolencia y su
curación. La diferencia con la práctica que ellos realizan con sus
alumnos en el taller con respecto a la oferta de yoga/terapia, reside
en la frecuencia de práctica y en la creencia de que la enfermedad es
fruto del karma, manifiesto a través del apego a lo emocional y
racional.

“Sí, hay un yoga terapia específico que en realidad se orienta hacia la


enfermedad estrictamente, ya te digo, con otra frecuencia, no es lo
que yo hago, sé que otros trabajan muy bien con yoga terapia, con
mucho ahínco, pero no es lo que yo hago”.(Alicia)

Desde la perspectiva de los especialistas formales, la principal


búsqueda en la práctica del yoga se relaciona con el logro del estado
de observador o mudhi, en el que el individuo se desapega
emocionalmente de los aspectos materiales de su existencia,
mientras que los aspectos terapéuticos serían meros efectos
colaterales, resultantes de la destrucción de los contenidos kármicos.

La perspectiva de usuarios y especialistas autodidactas

Desde esta perspectiva, el karma es el resultante directo de una


falta cometida, una acción con connotación moral nefasta, que
produce, por efecto de arrastre, consecuencias negativas en la vida
del individuo. Esta falta cometida puede haber sucedido tanto en una
encarnación lejana, como en una mediata o incluso, en el transcurrir
de la actual. El tipo de falta determina la calidad de la dolencia a
sufrir. Por supuesto que en esta definición de dolencias entran en
juego muchas más nociones que las que refieren meramente al nivel
orgánico, comprendiéndose como dolencias tanto aquellas que
afectan directamente al cuerpo físico como aquellas que se
manifiestan en el ámbito de lo afectivo, lo económico o lo laboral.
El karma se piensa así como una entidad poderosa, que posee
cierto control sobre las vivencias del individuo, al determinar el tipo
de conflictos que éste deberá sufrir y resolver, perfilando así su
decurso vital. Explicitado como una ley, el karma refleja las
dificultades que impiden al hombre lograr el éxito, postulado como el
objetivo final del decurso vital. Al mismo tiempo, esta ley postula la
posibilidad del hombre de controlar su propio destino. Esta aparente
paradoja, que por un lado pareciera condenar al hombre a sufrir
inevitables problemas y por otro, le otorgara el control de su propia
vida, se resuelve mediante la posibilidad de obtener el conocimiento
profundo de la causa de esos conflictos y así lograr su resolución.

118
Mónica, especialista autodidacta, refiere de la siguiente manera el
significado del karma:

“Yo sigo a Chopra, él dice que el karma son las asignaturas


pendientes de vidas pasadas. El poder del karma postula la ley de
causa y efecto, esto quiere decir que todo cuanto te ocurre, el efecto,
tuvo una causa anterior. El funcionamiento de la ley kármica te dice
que vos podés ser dueño de tu propio destino. Las emociones de la
vida, reflejan lo que vos no tenés, lo que es débil en vos, y es eso
que te dificulta el triunfo. Además, esas dificultades te permiten
entender, porque te explican las experiencias o obligaciones que
evitaste en alguna vida pasada. De una manera simple, el karma es
tropezar siempre con la misma piedra”. (Mónica)

Las dificultades actuales en la vida del sujeto refieren


directamente a acciones cometidas en el pasado, del mismo tipo que
la dificultad manifiesta en el presente. Es decir, tanto las acciones
positivas que hayan sido omitidas voluntariamente (decidir no ayudar
al prójimo) como las acciones negativas cometidas voluntariamente
(decidir dañar al prójimo) generarán en el futuro distintas dolencias.
En palabras de una de nuestras informantes, el karma es “tropezar
siempre con la misma piedra, una barrera que se alza contra el éxito
y el triunfo, a no ser que se efectúe un esfuerzo conciente para
derribarlo”28.

Esta posibilidad terapéutica de conocer los errores cometidos en


vidas anteriores es denominada dharma y requiere que el practicante
logre el acceso a un estado de conciencia diferente al cotidiano, a fin
de visualizar las causas que originaron las actuales condiciones de la
vida del individuo. La idea de dharma propia de la raigambre oriental
aparece así ampliamente refigurada, no ya como el deber propio de
cada casta, sino como la posibilidad de conocer el karma individual.
El karma puede ser tanto producto de una falta cometida en
una vida anterior, inmediata o remota en el tiempo, como así también
en esta misma encarnación. El proceso de reconocimiento de esa
falta se logra a través de la práctica del yoga, cuando el individuo
aprende a manipular su respiración, retardando y acelerando el
proceso de inhalación y exhalación del aire. En este momento, se
produce un doble suceso: por un lado, se produce un recambio de
energía general que propicia la desarticulación de los bloqueos
energéticos. Por otra parte, se produce un estado diferente de
conciencia que le permite al practicante reconocer la localización
física de estos nudos. Esta toma de conciencia permite reconocer la
vivencia traumática que originó esa huella kármica, hecho
terapéutico que sucede cuando el practicante logra unir -en su
pensamiento y en sus emociones- la localización del residuo
energético con el saber que le indica que tipo de emociones han
28
Mc Guire y Kantor (1998:107-108) comparan la noción de karma con la de pecado original
entre los grupos cristianos, en el sentido de que una enfermedad o una desgracia pueden ser
el resultado de una equivocación personal o el efecto negativo del karma.

119
quedado ocultas en ese espacio corporal. Una vez que se ha tomado
conciencia de ellos y se los ha eliminado, se logra la neutralización de
la potencialidad negativa del karma. En caso de que este proceso no
se lleve a cabo, el residuo de los errores cometidos continúa estando
presente en el cuerpo energético del individuo, causando diversos
problemas que pueden variar de intensidad en cuanto a su gravedad.
La vivencia que permite resignificarlo como producto de un
karma determinado es la repetición del mismo hecho, sin poder
atribuirle una causa racional. Así, los sucesivos fracasos amorosos, las
dificultades para establecer vínculos armoniosos con los hijos, las
constantes dificultades en el plano económico o laboral, encuentran
su razón de ser en errores cometidos en vidas anteriores o en esta
vida, que si no son reconocidos, impiden que estos conflictos puedan
resolverse satisfactoriamente. Es decir, la asignación de la causa de
la dolencia es posterior a su aparición, el descubrimiento del karma
en estados meditativos brinda la posibilidad de hallar una explicación
al fenómeno individual del dolor.
En algunos casos, el conocer el origen de la dolencia no es
suficientemente poderoso como para lograr neutralizar
completamente el karma, pero sí produce alivio al brindar un marco
de comprensión que permite significar su origen, hasta ahora
inexplicable.

“A veces lográs reconocerlo, pero no podés hacer mucho, sobre todo


si se trata de un karma muy denso. Pero de cualquier modo, saber te
libera, la verdad siempre te hace libre, y saber el origen de tus males
y la causa que los origina, te libera, te tranquiliza, te quita culpa.
Decís, no soy yo, no al menos en esta vida, estoy pagando errores de
una encarnación menos evolucionada, y eso, claro, soluciona al
menos en parte tu problema”(José)

Desde esta perspectiva, el karma es atribuible a un hecho o a


un conjunto de hechos de la vida del individuo, remota o reciente,
pero que remiten siempre a una connotación negativa, es decir,
nunca es pensado como una vivencia positiva en sí, ni deja lugar a la
neutralidad moral del acto originario. Brinda también la posibilidad de
atenuar la responsabilidad individual que la biomedicina suele asociar
a la enfermedad (Laplantine, 1999), al atribuir el origen de la
enfermedad a la responsabilidad de un individuo “distinto”, alguien
que si bien “compartió” lo inmaterial y eterno del hombre, estuvo
lejano del actual contexto social y familiar del doliente.
Como hemos observado, la idea de terapia se asocia en gran
medida, al reconocimiento de la existencia de estos cúmulos
energéticos, a su localización y al motivo que los causó. Este
reconocimiento se logra mediante el acceso a un estado de
conciencia diferente, al cual se puede acceder por la existencia del
dharma. Esta noción se presenta como la contraparte de la noción de
karma, en otras palabras, si bien existe el karma como ley de causa y
efecto, existe también su contracara, el dharma, que permite acceder

120
a la conciencia de la persistencia del karma a través de determinadas
posturas corporales y la manipulación de la respiración.

“El dharma te ayuda a acceder a otro plano, en el que sos consciente


de tus errores antiguos, de vidas pasadas, y los podés evitar, es el
momento en que vos reconocés un error que cometiste. Puede ser
que lo hayas cometido en otra vida, y al reconocerlo te quita ese peso
de encima, o puede ser algo que vos hiciste en esta vida, y que
también entra en tu rueda de karmas. Si queda ahí, empieza a
generarte problemas, que pueden ser pelearte con tu hijo, que tu
esposo te deje, que tus parejas no te duren, que el trabajo este
trabado, que te caigas en el piso...lo más tonto y lo más difícil, pero lo
reconocés porque te sucede una y otra vez, siempre lo mismo y no
podés explicar porqué. Si en ese momento vos tomás conciencia de
que algo pasa, está pasando, y bueno, ahí es donde empezás a
cambiar. Mirá, hay cosas que cambian, que mejoran, y otras que no,
aunque sepas que fue la causa que te dio este efecto, pero de
cualquier modo, saberlo, ser conciente, te hace bien, te deja
entender. ”(Adriana)

Estos cúmulos energéticos, efectos del karma, quedan


plasmados en el cuerpo del individuo, y pueden ser detectados por un
especialista, quien los percibe al entrar en contacto, tanto visual
como táctil, con el doliente. Las huellas de las vivencias positivas y
negativas quedan plasmadas en diferentes partes del organismo, de
acuerdo a la etapa vital en la que ocurrieron y al tipo de vivencia que
lo originó.
En las piernas, por ejemplo, desde las rodillas hasta los pies,
quedan materializadas las experiencias de la primera infancia. En
caso de que durante este período hubiese ocurrido un hecho
conflictivo -la muerte o el abandono de uno de sus padres, maltrato
físico, constantes mudanzas, etc.- el especialista podrá detectar
nudos energéticos, invisibles a simple vista, que responden a dichos
conflictos.
Esta capacidad de observar el mapa de conflictos plasmado en
el cuerpo del doliente, es patrimonio exclusivo del especialista que ha
aprendido, mediante la práctica con otro especialista, a detectar
estos cúmulos. De esta manera, la iniciación en la manipulación de
estados alterados de conciencia es un requisito indispensable para
llevar adelante cualquier práctica terapéutica. El propio doliente, en
su carácter de neófito, está incapacitado para detectarlos y no tiene
conciencia de su existencia.
Es el terapeuta quien relaciona los bloqueos con conflictos en
etapas de la vida del usuario, y la comunicación de estos hallazgos
queda supeditada a la percepción que en ese momento tenga de su
paciente. Es decir, como nos explicaba una especialista, para ella es
inevitable encontrar estos cúmulos, detectables al primer contacto
con el doliente, pero la decisión de comunicarlo es posterior a un
reconocimiento de las posibilidades emocionales del individuo de
aceptar las causas de su existencia.

121
Este diagnóstico que los especialistas realizan les permite en un
primer momento, distinguir la ubicación de los cúmulos energéticos y,
por ende, las causas que originaron el bloqueo kármico. En segunda
instancia les posibilita obtener información sobre las características
personales del usuario con el fin de decidir su accionar posterior,
expresando o callando lo descubierto. Dicha información le permite al
especialista seleccionar las posturas y contraposturas necesarias para
que el usuario logre desarmar estos bloqueos, al mismo tiempo que
dirige y supervisa el desempeño del practicante, con el fin de
resguardarlo física y emocionalmente, en el transcurso del proceso de
autoconocimiento.
El practicante puede tanto conocer como ignorar el objetivo
terapéutico que se ha fijado el especialista, es decir, puede realizar
las posturas y contraposturas y un determinado tipo de respiración
reconociendo la finalidad de su práctica, o desconociendo el real
objetivo terapéutico de su accionar. Sin embargo, el estado de
ignorancia del usuario finaliza rápidamente. En cuanto éste toma
contacto con su cuerpo, a través de la práctica regular –aunque no
necesariamente cotidiana- de la disciplina, comienza a percibir la
existencia de cúmulos energéticos estancados en su cuerpo en forma
de contracturas y dolores puntuales. Aquellos que no conocían el
objetivo de la práctica realizada, requerirán, a criterio de los
especialistas, un acompañamiento y supervisión de mayor intensidad
de su parte.

1.2) La enfermedad como resultado del incumplimiento del


Dharma

La perspectiva de los especialistas formales

Como desarrolláramos en el ítem referente a la concepción de


la enfermedad como el resultante de un karma, desde la perspectiva
de los especialistas formales el individuo encarna en la materia en un
determinado tiempo y un determinado espacio, contexto que estará
íntimamente relacionado con el devenir de sus vidas anteriores. Esto
quiere decir que el hombre inicia su nueva existencia en un
determinado ámbito social, al que se asocian determinados deberes,
derechos y obligaciones. Este conjunto de conductas esperables se
denomina dharma, en tanto deber cósmico del individuo en una
determinada encarnación material. Así como Krishna debió matar a
sus primos para cumplir con su dharma de guerrero, así el hombre
debe cumplir con su deber, sin considerar el signo moral de sus
acciones. Es decir, si el objetivo de toda encarnación es liberar el
atman a través de la desaparición de las huellas kármicas, lo que el
individuo debe hacer es cumplir con las acciones asociadas a su
actual encarnación y el contexto social en el que ocurre, a fin de no
crear más residuos materiales y profundizar su apego a lo material.
De lo contrario, cada acción que el individuo realice, cada
pensamiento y cada deseo que no se halle en correspondencia con su

122
dharma, crearán huellas kármicas y éstas profundizarán el ciclo de
encarnaciones que impedirán su definitiva liberación. Desde esta
perspectiva, entonces, el incumplimiento del dharma no crea la
enfermedad de una manera directa, sino como efecto colateral del
incumplimiento y la confusión, al crear las condiciones propicias para
nuevas encarnaciones.
En este sentido es interesante destacar que si bien estas
nociones etiológicas se reflejan en el relato de los especialistas
formales, aparecen siempre bajo el manto de una reflexión sobre las
prácticas del yoga, y no como una explicación sobre la dolencia como
vivencia propia o experimentada en el desarrollo de su práctica como
especialistas. En este caso en particular, sería imposible hablar de
terapia, si la comprendemos como la práctica tendiente a restablecer
la salud, en tanto el cumplimiento del dharma auguraría la liberación
definitiva del atman o al menos, una futura encarnación más cercana
al logro de la misma. Sin embargo, desde la perspectiva de los
especialistas formales, el conocimiento del dharma es un hecho
indispensable para lograr que nuestras acciones se cumplan de
acuerdo a nuestros deberes y no a nuestras confusiones y deseos
frutos de la ignorancia, en ese sentido podría pensarse como un
proceso terapéutico que culminaría en la liberación del dolor y el
sufrimiento asociado a la vida material. Aunque esto sucediera en la
próxima encarnación, la vida es pensada como un continum de
encarnaciones y desde esa perspectiva, el conocimiento del dharma
es un hecho terapéutico de amplio impacto.

2) La enfermedad como el desequilibrio del fluir constante de


la energía

Desde la perspectiva de los especialistas formales, autodidactas


y usuarios, el hecho del desequilibrio de la energía es inevitable y no
existe forma de prevenirlo. Su inevitabilidad refiere como causa el
constante flujo de la energía, la que se halla en constante movimiento
y por ende, es susceptible de sufrir alteraciones en su circulación.

“La energía circula todo el tiempo, entre el universo y tu cuerpo, tu


aura, tus chakras, se produce un constante flujo que va y viene. A
veces se desorganiza sólo por que circula, y te produce algún
problemita. Nada grave, si lo que haces es reorganizar el flujo otra
vez” (Elena, usuaria)

Una vez ocurrido el desequilibrio, sólo resta armonizar el flujo


energético general, desarmando estos nudos y propiciando un mejor
estado, tanto anímico como físico. Esto se logra a través de dos
medidas terapéuticas, la primera a cargo del especialista, la segunda
a cargo del usuario. La primera de ellas consiste en una guía que
ofrece el especialista al practicante sobre las posturas y
contraposturas necesarias para que éste logre desbloquear los

123
cúmulos y armonizar el monto energético general. La segunda, se
produce cuando el usuario toma conciencia de la existencia de ese
bloqueo. El reconocimiento del usuario es decisivo para que la terapia
sea eficaz.

“Hay como todo el tiempo una corriente de energía, que sube y baja,
y si se desbalancea, ahí es donde te genera una contractura. Es casi
imposible que no se desbalancee, por eso, la mayoría de la gente se
llena de contracturas”(Adriana, usuaria)

Las enfermedades que se originan en este tipo de desequilibrio


definido como “natural” son por ejemplo dolores de cabeza,
malestares en la columna y en la cintura, cansancio generalizado y no
atribuible a las actividades personales, estados de desazón
emocional, entre otras. En los relatos de los usuarios y especialistas
se utiliza para referir episodios menores de enfermedad, los que
pueden ser resueltos en el transcurso de una práctica de yoga y que
no generan estados de cronicidad. Sin embargo, el desequilibrio
debido a esta causa, provoca un estado general de vulnerabilidad en
el individuo que lo predispone a que mayores desequilibrios
energéticos se produzcan, generando bloqueos de mayor calidad y
permanencia que consolidarían el estado crónico o grave de otras
enfermedades, pues ante el desequilibrio de la energía del cuerpo y
las distintas entidades de la persona, se genera un estado de
vulnerabilidad propicio para la aparición de dolencias de mayor
gravedad. Este hecho explica la importancia de la práctica constante
del yoga, aún cuando la enfermedad no se manifieste, en tanto
permite una práctica preventiva al mantener el flujo de energía en
constante circulación.

3) La enfermedad como resultado de la energía de otros


individuos

3.1) Desequilibrios de la energía debidos a la intencionalidad


de otros individuos

La perspectiva de los especialistas formales


En esta acepción, la enfermedad es atribuida al desequilibrio de
la energía como resultado del efecto negativo de los deseos, acciones
o pensamientos de otra persona, los que repercuten nefastamente en
el equilibrio de energías del afectado. Todos los individuos tienen
diferentes tipos de energía que conviven en equilibrio dinámico, hacia
el interior y el exterior de la materia densa. A su vez, entre los
diferentes organismos vivos y objetos existe un continuum de energía
de diversa densidad que los comunica, haciéndolos partícipes, en
última instancia, de una misma materialidad.
Este hecho posibilita la acción intencionada de un individuo
sobre otro, para dañarlo o curarlo. Desde la perspectiva que postula
que los pensamientos son materia, se entiende que éstos pueden

124
transportarse por la energía circulante y dañar a otro, al impactar en
su cuerpo energético y modificar su estado de equilibrio,
desbalanceando los diferentes tipos de energía que deben estar
armonizadas para mantener la salud.
Los pensamientos pueden ser positivos o negativos y, en
cualquiera de sus formas, tienen la capacidad de impactar en el
cuerpo energético del otro. Se connotan como positivos aquellos
pensamientos que aluden a la bondad, generosidad y solidaridad
hacia el otro, mientras que son negativos aquellos que remiten a la
envidia, la ira, la venganza. En este caso, su violencia es equiparable
al impacto físico de un cuerpo sobre otro; sus consecuencias,
también.
Como observamos, en esta segunda idea del origen de la
enfermedad ingresa la noción de un tercero que puede
intencionalmente provocar daño, es decir, existe una connotación que
califica la calidad moral de los actos.

“Si, podés dañar o ser dañado con el pensamiento, porque todas tus
acciones, ojo que acciones son también pensamientos, nosotros no lo
tenemos pensado como acción, pero ellos hacen mucho hincapié en
ese punto, por eso el trabajo es tanto de la desidentificación del
pensamiento. Por eso pensar mal de otro genera eso, la acción
empieza en el pensamiento, entonces, esta especie de austeridad en
el pensamiento, austeridad en el sentido de ecuanimidad, le dan
tanta importancia al pensamiento como que le des un empujón al
otro, es la misma cosa, puede tener la misma violencia”. (Ana)

Así como existe la posibilidad de dañar, existe la posibilidad de


prevenir el daño. La vía para lograrlo es la toma de conciencia
individual de que los pensamientos son, al igual que las acciones, un
tipo de materia que perpetúa la dependencia del individuo a
reencarnar. Esa toma de conciencia permite ingresar en un estado de
conciencia diferente, que aleja al practicante de las influencias
energéticas de otros que quisieran dañarlo. El hecho de compartir un
mismo estado de conciencia apegado a lo material se percibe como
un estado de fuerte vulnerabilidad.

“¿La forma de precaverse? Y sería desidentificarse, porque si vos


estás en el juego ese, en ese entramado sos vulnerable. Si el otro
estuviera en otro estado de conciencia, cuando vos pensás, no le
pasa nada. Mirá, ellos lo único que hablan es de desidentificación. O
sea, la única forma de progreso es la de desidentificación, no entrar
como en el juego de las energías, desidentificarse”.(Inés)

Los especialistas distinguen claramente el objetivo de la


desidentificación que propone el yoga de la llamada “mampara
energética” propuesta por la disciplina del control mental. Según su
criterio, si bien la finalidad de ambas coincidiría en la prevención del
daño que otro puede generar al impactar sobre el cuerpo energético
de un individuo, la idea de crear un ámbito estable, donde el

125
pensamiento se aquiete, es impensable desde la perspectiva de la
filosofía oriental asociada al yoga. Refieren que en tanto el
pensamiento es materia, su principal característica es el continuo
movimiento, por lo cual intentar frenarlo se transformaría en una
tarea no sólo estéril sino contraproducente, en cuanto implicaría
apegarse a una idea y por tanto, ala materialidad intrínseca de los
mismos.

La perspectiva de especialistas autodidactas y usuarios


Como hemos observado en el desarrollo del trabajo, las
nociones de usuarios y especialistas autodidactas muestran mayores
grados de refiguración de lo oriental, visible en la sumatoria de
lógicas morales y en la asignación de la causa de enfermedad a las
intencionalidades negativas de otras personas. Desde la perspectiva
de estos practicantes del yoga, los individuos pueden afectar la
calidad del monto energético de otros, como consecuencia de los
sentimientos de celos, envidia y encono que se atribuyen a las
interacciones sociales.
Algunos usuarios de yoga asignan a ciertas personas que
pertenecen al ámbito de la enseñanza y la práctica del yoga la
capacidad de manipular la energía de otros con fines perniciosos, a
través del manejo de estados alterados de conciencia.
Cuando un individuo es presa de ciertos sentimientos negativos,
su energía se transforma, su calidad se vuelve nefasta y perniciosa
para quienes estén en contacto con él, de modo tal que el individuo
que es objeto de tales sentimientos sufre las consecuencias. Pueden
ser causa de dichos afectos, la envidia y los celos que provocan una
familia bien constituida, un buen trabajo, el éxito en los negocios, el
incremento en los ingresos económicos o la buena salud, los que por
supuesto son siempre evaluados según el contexto social, cultural y
económico de los individuos29. La energía negativa del dañador
impacta tanto en el cuerpo energético del damnificado, como en los
lugares en los que el primero se desenvuelve, contaminando el
espacio y transformando la calidad de los ambientes.

“Mi vecina es una mujer muy mala onda, pobre, en la vida no le fue
bien, pero yo no tengo la culpa de que no tenga una familia, y que las
cosas le vayan mal. Antes la invitaba siempre a tomar mate, pero
ahora no, porque cada vez que viene la casa queda cargada de mala
onda, se ve que no puede evitar los celos y la envidia de mi familia, y
mi casita, que aunque no es un palacio, es mejor que la de ella. A
todos nos dolía la cabeza cuando ella se iba, eso no es casual, era el
resultado de su energía negativa, su mala onda” (Inés, usuaria)

“Si alguien te tiene envidia, te tiene bronca, y quiere dañarte, quiere


que te vaya mal, para ser feliz ella. Va a estar tirándote energía
negativa y eso va a hacer que te vaya mal, que las cosas se
29
Como notara Idoyaga Molina (2002ª) condiciones económicas que podrían ser evaluadas
por un individuo de sectores altos como cercanas a la pobreza, pueden ser consideradas
como riqueza desde otra perspectiva.

126
compliquen, y si, puede llegar a enfermarte, si su envidia es muy
grande su energía negativa es muy poderosa. A esa gente, mejor
huirle, porque te pueden hacer mucho mal”.(Alicia, especialista
autodidacta)

El impacto del daño se relaciona con la magnitud del


sentimiento negativo y con el poder que el victimario posea para
manejar su energía. El sólo hecho de poseer sentimientos negativos
modifica la calidad energética del individuo, transformándolo en un
potencial peligro para la salud y el bienestar de quienes son objeto de
tales emociones, potencialidad que se ve magnificada cuando se
aúnan la existencia de éstas y el poder de manipular la energía.
La manera de prevenir el daño es construirse una “mampara
energética”, una barrera de energía que impide el ingreso de las
energías de signo negativo, y que posibilita mantenerse alejado de las
influencias dañinas. Esta mampara se construye en estados de
meditación, en los que suele invocarse la ayuda de una deidad que
brinde protección. Sin embargo, si quien tiene intenciones dañinas es
un ser poderoso, las barreras no pueden impedir el ingreso de la
energía negativa y el impacto nefasto en el aura. En el desequilibrio
de poderes entre víctima y victimario, el daño es inevitable.
La energía es un bien esencial en esta perspectiva. Se requiere
de un mínimo de energía para mantener la existencia, de un caudal
armónico para mantener la salud y de un caudal mayor a los
mencionados para transformarse en alguien con poder 30. En tanto es
manipulable, puede ser sustraída o adicionada, dependiendo de la
finalidad.
Otra posibilidad consiste en que un individuo que desea adquirir
energía para aumentar su caudal energético y así obtener mayor
poder, puede manipular la energía de otros a quienes se las “roba”.
Juliana, de sesenta y un años, especialista autodidacta de yoga y
reiki, describe a un individuo poderoso de la siguiente manera:

“La energía es poderosa cuando vos tenés mucha, porque con una
cantidad común sos una persona normal. El desarrollo de esa energía
tiene que ver con la meditación, el control de la respiración, es decir,
con la práctica que vos adquirís. Esa es la forma de lograrlo buena,
positiva. Hay otra manera, con menos esfuerzo, y mala. Es robarle
energía a otros. Vos los visualizas y lo encerrás en una campana de
vidrio, y toda la energía del aura que brilla a su alrededor, la vas
atrayendo hacia vos. Yo les digo “chupa prana” porque son como
vampiros que te chupan la energía. Pero eso le hace daño a quien se
lo robas, no es así, le quito y me lo agrego, y ya está”.

En otros casos, cuando un individuo desea dañar a otro, puede


llevar adelante una serie de prácticas que le permiten afectar la
calidad y cantidad del monto energético del ser que desean dañar.
30
Mc Guire y Kantor (1998: 116) remarcan la referencia constante que los usuarios de las
terapias basadas en tradiciones orientales hacen de la energía y su manipulación en el
proceso terapéutico.

127
Pueden tanto quitar energía como adicionar energías negativas al
monto total de la víctima, provocando su enfermedad y hasta su
muerte.
En las dos últimas situaciones, no es necesario mantener un
contacto directo con la víctima, puesto que puede manipularse su
energía tanto a través de distintas acciones sobre sus pertenencias,
como también mediante la visualización de la figura de la víctima, a
quien se ataca.
Leila Amaral (1999:39) cita un caso de “ataque psíquico” sufrido
por una joven mujer, Dion Fortune, en la década del ´20 en Inglaterra,
quien fue “atacada” por su instructora de yoga. La agresión provocó
la baja en la autoestima de la víctima, quien se vio obligada a realizar
acciones que iban en contra de su voluntad, resultando todo ello en
un episodio grave de depresión. El ataque se perpetró a través de la
manipulación del poder de la energía mediante técnicas combinadas
de yoga, hipnotismo y proyección de pensamientos negativos,
provocando que la energía nefasta de los sentimientos de la
instructora impactasen en el aura y así lograran desequilibrar el
cuerpo emocional y corporal de Dion. A partir de esa experiencia,
Dion diseñó una técnica para autoprotegerse de este tipo de ataques.
Amaral también menciona el “vampirismo” para explicar la
existencia de personas que “cansan” y parecen sustraer energía de
otros, provocándoles cansancio corporal y agotamiento mental, así
como dolencias emocionales y corporales, las que resultan del
desequilibrio energético provocado por la sustracción intencional de
la energía aural.
La idea de que la envidia o los malos deseos son negativos y
actúan es una idea generalizada con arraigo en las prácticas del
curanderismo tradicional, que reconocen taxa vernáculos como la
brujería (Idoyaga Molina, 2002a) y el mal de ojo, este último
registrado en ciertas áreas de nuestro país como resultado de la
envidia o los malos deseos (Disderi, 2001). A modo de ejemplo, una
usuaria del yoga relataba que ciertas prácticas tradicionales, como la
brujería, permiten dañar a otras personas. El fundamento de la
eficacia del malhecho reside, desde esta perspectiva, en la
manipulación de energía que el hacedor del mal realiza en estado
alterado de conciencia, dirigiéndola intencionalmente al cuerpo
energético de la víctima.
A continuación, presentaremos el relato de María, una mujer de
cincuenta y dos años, universitaria, que vive en Acassuso (provincia
de Buenos Aires) con su familia, y que practica yoga desde su
adolescencia. Ella nos relataba una experiencia similar a la descripta
por Amaral, pero esta vez, la víctima fue la instructora y los
victimarios, los alumnos:

“Sí, claro que el yoga puede usarse para hacer mal, aprendés a
enviar energías. Y además ¿de qué es el mal de ojo? De la mala
energía que te mandan. El cuerpo es como una radio, que emite
programas, pueden ser buenos, pueden ser malos. Vos con tu energía
podés hacer lo mismo.

128
Mirá, te voy a contar una historia, sin darte nombres, pero no fue
hace mucho tiempo. Había un grupo de yoga que tenía una persona
que los dirigía, que era como su piedra fundamental. Un día, ese
grupo, que llevaba muchos años trabajando juntos, se separó, pero
bien. Se armaron diferentes grupos, que cada uno tenía su
característica especial, más meditación, más hathayoga, o más
lecturas, dependiendo de la personalidad y el estilo de cada profesor.
Bueno, resulta que un día varios de los grupos empezaron a tener
problemas para contactarse con esta mujer que era como su guía, la
piedra fundamental, digámosle así. ¿Qué pasaba? Que había un
grupo que la estaba encapsulando, aislándola de los demás. Le
cortaban la posibilidad de ver y hablar con los otros, decían que
estaba ocupada, y que no tenía tiempo. Pero a los demás, después de
como seis meses, les resultó rarísimo, y fueron a verla sin avisar.
Resulta que ese grupo la había estado aislando, ella no sabía que los
otros la estaban buscando y que estaban preocupados por ella. Les
contó que hacía tiempo ya que se sentía muy mal, estaba enferma. O
sea, la aislaron en una cápsula y al mismo tiempo le mandaron
energía negativa, tanta, que la enfermaron, aunque ella fuera
poderosa. Es que somos humanos, y así como somos capaces de dar
lo mejor de nosotros, también somos capaces de lo peor, lo más bajo,
lo más ruin. Claro, después nos dimos cuenta, ellos se juntaban y en
vez de preocuparse por ellos, por ser mejores, se unían mentalmente
para joderla a la que había sido su maestra. Y eso, ¿por qué? Porque
le tenían envidia, celos, llamálo como quieras. Por supuesto que uno
puede joder a otro con su energía, no es que la energía en sí sea
mala, pero cuando entra al hombre, cuando ingresa a su cuerpo, pasa
a formar parte de él, y así es que se tergiversa, se altera. De positiva
pasa a ser negativa, por la envidia que hay en el interior del hombre.
Nadie es santo ni puro absolutamente, esto no es dos más dos,
cuando hablás de energía, no podes usar una lógica tan racional. El
yoga tiene un buen objetivo, que es ayudarte a crecer
espiritualmente, vos después haces lo que querés con ese poder”
(María)

En este relato una usuaria refería el modo en que un grupo de


practicantes del yoga, bajo la supervisión de un especialista, habían
enfermado intencionalmente a su antigua maestra. El relato comienza
cuando el grupo original se separó, fue entonces cuando se formaron
distintos subgrupos que adoptaron un estilo en particular,
diferenciándose de los demás en cuanto a su actividad principal. Unos
hicieron hincapié en la práctica de asanas y respiración propias del
hathayoga, otros se dedicaron a realizar lecturas grupales de textos
orientales y otros a meditar. La mujer que había sido su guía espiritual
se apartó de la dirección de los grupos y mantenía un cierto contacto
de supervisión.
En un momento, uno de los grupos dedicó su tiempo de práctica
a implementar técnicas de manipulación de la energía destinadas
específicamente a provocar la enfermedad de su maestra original. El
daño se realizó de dos maneras: por un lado, la aislaron de sus otros

129
discípulos, imposibilitando su contacto personal, negándoles la
posibilidad de comunicarse al interferir energéticamente y complicar
la recepción y envío de llamados. Por otro lado, utilizaron técnicas de
manipulación de la energía para aislarla energéticamente de otros,
encapsulándola, es decir, armando a su alrededor una “mampara
energética” que la separaba de sus afectos. Una vez que lograron
esto, comenzaron a enviarle energías negativas, desequilibrando su
cuerpo energético e impactando negativamente en su salud general.
El daño era potenciado por el aislamiento -físico, emocional, social y
energético- al que la habían sometido. Cuando sus otros discípulos
lograron encontrarse con ella, el daño había sido realizado
eficazmente, ya la habían enfermado. Las energías negativas que le
enviaron ingresaron en su cuerpo, desequilibrando su armonía.
La efectividad del malhecho energético se fundamenta en la
noción de que la energía ingresa al cuerpo de la persona,
materializándose en forma de cúmulos nocivos. El criterio de
“tergiversación” de la energía general implica que la energía positiva
que existe constantemente en el ambiente se altera al entrar en
contacto con los sentimientos negativos que moran en el interior de
todos los hombres.
En el relato de María, como en el de otros, está presente la idea
de que la energía una vez transformada de signo positivo a negativo
puede transmitirse con o sin intencionalidad. La diferencia en la
potencialidad del daño estaría dada por dos cuestiones. La primera, el
desarrollo de poder alcanzado por quien quiera realizar un mal, es
decir, su capacidad de manipular intencionalmente esta energía hacia
otros. En segundo término, la cantidad de personas que se unan
mentalmente para realizar esta manipulación negativa, lo que
determina, en gran parte, la magnitud del daño.
A pesar del temor que los usuarios expresan frente al poder que
podrían adquirir como resultado de una práctica de meditación y del
consecuente desarrollo de la energía, refieren que ésta es una
condición apreciada, pero que preferentemente debería estar
concentrada en la figura de un especialista cuya calidad moral no sea
cuestionada. En otras palabras, el saber y manejo consciente de
ciertas energías debería ser manipulado por aquellos que poseen un
mayor grado de perfeccionamiento en la disciplina y que utilicen ese
saber para ayudar a otros, no para dañarlos.

3.2) Desequilibrios de la energía por la acción no intencional


de un tercero
Las energías negativas no intencionales pueden encontrar su
origen en una enfermedad grave, una determinada personalidad o el
sufrimiento propio de quien las genera y las transmite. En el primer
caso, recordemos que las enfermedades son el resultado de un
bloqueo energético que redunda en un desequilibrio general y, que
cuanto mayor es la gravedad de la enfermedad (cáncer, depresión,
mal de Alzheimer, tuberculosis), más pronunciado es el desequilibrio
general y mayor la producción de energías negativas. Respecto a la

130
personalidad, ésta se considera como la totalidad de actitudes de un
sujeto, que de alguna manera, lo definen en su relación con los
demás. Aquellas personas que constantemente hacen uso de
palabras y frases negativas -no puedo, no quiero, no debo- y que
tienen hacia los proyectos e ideas propios y de los demás una mirada
crítica y desvalorizadora, son señalados como “mala onda”, esta vez
sin carga de intencionalidad de su parte, pero con capacidad efectiva
de dañar. El sufrimiento personal genera bloqueos de energía en
forma de cúmulos dañinos, que inciden tanto en el propio cuerpo
como en el de los demás.

“Cuando fui a la clase de yoga empecé a bostezar, no podía parar de


bostezar y eructar, me sentía mal, porque no lo podía controlar, pero
la instructora me explicó que lo que me pasaba era bueno, significaba
que la energía negativa estaba siendo expulsada al mover el cuerpo y
la energía del cuerpo. Mi hermana no anda bien, está muy enferma,
y siempre antes de ir a yoga paso un rato por su casa, se ve que
aunque no lo hace a propósito, me carga de energía negativa, que
sale de su enfermedad, como resultado de su enfermedad”
(Magdalena, usuaria).

Los usuarios y especialistas autodidactas refieren que la energía


negativa, aun siendo no intencional, conserva su capacidad de daño.
Para prevenirse existen técnicas del yoga que se basan sobre técnicas
de manejos de la propia energía. Un usuario nos relataba la
construcción de una protección energética contra las energías
negativas de un compañero de trabajo, al que le atribuía una
inusitada carga energética dañina inintencional.

“Tenía tan mala onda, tanta carga negativa, que era impresionante.
Llegaba al trabajo y ya se sentía, igual, creo que en parte yo lo
detectaba más porque sabía ver la energía, como te decía hace años
que hago yoga. Igual, le hacía mal a todos, no sólo a mí. Así que lo
solucioné, o empecé a solucionarlo, haciéndome un baño de luz, que
es cuando te protegés de la mala onda del otro” (Eduardo)

El yoga aparece así como una práctica que permite iniciarse en


el manejo energético a través de la manipulación de los estados
alterados de conciencia. Este manejo de la energía -tanto corporal
como aural-, permite realizar acciones de diferente connotación
moral. Por un lado, enviar energías positivas a otras personas,
conducta que implica un presupuesto de bondad en el individuo y que
es calificado positivamente por los demás. Por otro lado, permite
instaurar acciones preventivas, al propiciar la construcción de
fronteras energéticas que posibilitan rechazar la influencia negativa
de otros, así como acciones terapéuticas al movilizar el monto
energético general mediante las asanas y la respiración, reactivando
el flujo de energía y restaurando su equilibrio. Finalmente, el poder de
manipulación puede ser utilizado con fines malignos, enviando

131
energías negativas a otras personas, con la clara intención de
dañarlas.
Cuando no media intención dañina alguna, el daño provocado
se explica como el resultante de que un individuo cuyo monto
energético se ha visto disminuido por una enfermedad o la vejez,
adquiere energía de otros con quienes tiene contacto directo. Esta
situación difiere en la intencionalidad que caracteriza al “vampirismo
energético” descrito por Amaral (1999) y registrado en nuestro
trabajo de campo.
Marcela tiene treinta y dos años, es trabajadora social y durante
cinco años trabajó en un geriátrico, como coordinadora de los grupos
de recreación. En su relato, puede observarse la peligrosidad –en
términos de energía- que entraña el contacto cotidiano con ancianos
y con enfermos:

“Trabajé durante cinco años en un geriátrico de San Telmo. Me


encargaba de coordinar los grupos de recreación, organizaba talleres,
y actividades recreativas, eran casi todos sanos, sólo un par de
viejitos, Ester y Alfredo, que estaban en sillas de rueda y bastante
enfermos. Bueno, lo que te quería contar era que cada vez me
cansaban más, salía agotada y sin fuerzas ni para caminar. Me habían
recomendado usar una cintita roja, para frenar la mala onda, pero no
alcanzaba ni siquiera con eso. Era como que… me chupaban la
energía, cada vez me sentía más bajoneada y sin ánimo para nada, le
decía a mi esposo: “me siento como una vela que se apaga”. Llegaba
a casa, me tiraba en un sillón y sentía que me moría. Era horrible.
Después me cambié de trabajo, conseguí un lugar en la
municipalidad, y me empecé a sentir mejor”.

En este relato se denota claramente las procesos de


resignificación que han sufrido las nociones orientales, en tanto se
anexan ideas propias del marco cosmovisional de raigambre
occidental y de la cultura tradicional de nuestro país, tales como el
uso de cintas rojas para detener los influjos negativos provenientes
de la envidia y los celos, utilizado en este caso para prevenir el
inintencional robo de energía.
Como ha notado Eliade (1999) el manejo de estos estados de
conciencia, diferentes al normal, es una finalidad del yoga clásico,
pues a través de su manipulación y acceso se llega a la liberación del
purusa o partícula intangible. Sin embargo, en el relato de los
usuarios, el manejo de estos estados alterados de conciencia provoca
resquemores, asociados por una parte a la posibilidad de perder el
control, resultando ineficaces en su manipulación. Es decir, el temor
aparece asociado a la posibilidad de que el poder adquirido los
desborde. Por otra parte, en ciertos usuarios esta práctica suscita
temor frente a la posibilidad de acceder a una fuente de poder que
termine dañando a él mismo o a terceros, a través de la concreción
de sus deseos negativos, tales como la ira y la envidia. Sirva de
ejemplo el relato de Adriana, usuaria de yoga y especialista de
variadas terapias alternativas:

132
“Me han dicho muchas veces que tengo poder, que tengo una
sensibilidad especial para captar energías que otra gente no ve, yo
percibo cosas, que luego la misma gente me termina confirmando,
las siento en mi cuerpo, es impresionante. Sé que debería trabajar
esa capacidad, pero me da miedo, la verdad es esa. Por un lado, lo
difícil es encontrar alguien que pueda guiarme, y que no quiera
aprovecharse de mí. Por otro, aprender a protegerme, porque hay
veces que te juro que es fuerte, el cuerpo lo siente, y no me quiero
enfermar. Tendría que aprender a manejar la energía y funcionar
como canal, dejar que la energía, la positiva y la negativa, fluyan a
través mío, y no que se queden pegadas en mí”

Como podemos observar, es común la noción de que la energía


existente en el universo actúa como un vaso comunicante entre los
seres humanos, permitiendo la transmisión de energía, tanto de signo
positivo, como negativo. En el primer caso, posibilita enviar buenos
deseos a otras personas, a través de pensamientos, sentimientos
bondadosos, o directamente como energía pura. Los sentimientos
negativos también se materializan y se movilizan por el espacio,
afectando a los seres que están involucrados en él.

4) Desequilibrios en la energía atribuibles a la calidad del


ambiente
La energía, si bien es en primera instancia invisible, posee
cierto grado de materialidad que permite que quede adherida a la
materialidad propia de los espacios. Decimos en primera instancia
invisible en tanto la energía puede ser percibida a través del tacto o
de la vista, habilidad que poseen no sólo los especialistas sino
también mucho de los usuarios.
En palabras de los usuarios y especialistas tanto formales como
autodidactas, la energía queda literalmente “pegada” a las paredes y
objetos que pueblan los ambientes donde sucedieron hechos
violentos, como suicidios o muertes trágicas, violaciones, y todo tipo
de situaciones que estén teñidas de violencia física, emocional o
psicológica. También los objetos pueden calificar negativamente un
ambiente y así enfermar a quienes circulen por dichos espacios. En
rigor, no sólo se halla en los objetos, sino también y principalmente,
en el aire, en el contenido intangible de los ambientes:

“Entré a la habitación y casi me muero, sentí que me aplastaban,


como si fuera a chuparme la tierra ¿Y que te crees que había? Un
inmenso cuadro, pero enorme, enorme, de pared a pared, de un
ángel negro… ¡negro!, con las alas, el traje, todo negro. Pero que idea
¿a quien se le ocurre poner eso ahí? pensé, ¿cómo no va estar mal la
gente que está acá todo el día?"(Adriana, usuaria)

En este relato una usuaria de yoga, que además es especialista


de otras terapias alternativas –feng shui, masoterapia, terapia

133
bioenergética- relataba la manera en que un objeto por su color y
diseño impactaba nefastamente en el ambiente, transformándolo en
un espacio de signo negativo, situación que enfermaba a quienes
circularan por allí, supieran o no las razones de su malestar.
Recordemos que el negro es el color asociado directamente a la
negatividad de la energía, las enfermedades graves y el dolor por la
muerte y el duelo. En este caso en particular, la usuaria poseía la
habilidad de detectar la causa de su malestar, condición que si bien
refiere como innata, ha sido potenciada a través de la práctica de
meditación y el aprendizaje de técnicas de percepción y manipulación
de energía. De esta manera, un objeto, colocado allí sin intención,
alteraba la calidad del espacio, transformándolo en un ambiente
contaminante para sus habitantes.
En otros casos, la calificación negativa del espacio puede
deberse a la “huella” energética que han dejado hechos violentos
sucedidos en dicho espacio. Muertes trágicas, suicidios,
enfermedades graves y penosas, vivencias personales signadas por el
dolor, transmiten del individuo al ambiente una carga de negatividad
que permanece en el espacio durante prolongados períodos de
tiempo. Dada la permanente circulación de la energía entre el
ambiente y el individuo, la energía que en éste mora puede
contaminar o contaminarse en contacto con otras energías
individuales.
Tal como viéramos en el acápite de calificación del espacio de la
práctica de yoga, la circulación de energías promovida
concientemente durante una clase, dejan su huella energética en el
ambiente en que se realizan, lo cual requiere de ciertas acciones
preventivas (moderar la movilización de energías para no dañar a los
habitantes del espacio que son ajenos a la práctica) y rituales
(limpieza de los ambientes, mediante el uso del agua y el sahumado)
por parte de los especialistas. Si estas acciones no fueran realizadas,
los especialistas pondrían en riesgo de enfermar, no sólo a los
practicantes del yoga, sino a sus familias y en último término, a ellos
mismos.

5) Desequilibrios de la energía por una vivencia traumática


Este tipo de desequilibrios, en los que las emociones juegan un
papel fundamental en la causa de la enfermedad, se correspondería a
los que Idoyaga Molina (2005) ha denominado desequilibrios
emocionales, es decir, aquellos que suelen atribuirse a la experiencia
de emociones fuertes, las vivencias de pánico repentinas, las
agresiones y los sentimientos de enojo y aflicción. La autora distingue
intencionalmente las causas emocionales de las psíquicas,
psicológicas o trastornos mentales, ya que la división y oposición
psique-soma es una construcción conceptual occidental, con su
propia dinámica histórica y, por consiguiente, su aplicación proyecta
sobre otras culturas y/o saberes populares concepciones y
abstracciones que impiden la descripción y comprensión de las

134
teorías etiológicas concretas producidas por otros sociales y culturales
(Idoyaga Molina, 2005).
La energía puede también estancarse en diferentes puntos del
cuerpo físico o aural, generando la enfermedad, como resultado de
una vivencia traumática, de gran impacto emocional en la vida del
individuo. Peleas con los familiares, desastres económicos, pérdida de
un ser querido, desempleo, entre otras, son enunciadas como
experiencias vitales de gran contenido emocional que al alterar el
normal flujo de energía asociado a los estados de bienestar provocan
bloqueos en distintas capas del aura En el momento en el que
ocurren, el individuo no toma cuenta el efecto negativo de los hechos.
Años o meses más tarde, dependiendo de la gravedad de lo ocurrido,
lo vivido se manifiesta en el cuerpo físico como una enfermedad.
Desde esta perspectiva, que comparten la mayoría de
especialistas tanto formales como autodidactas y usuarios, se explica
la ineficacia de los tratamientos biomédicos frente a una gran
cantidad de dolencias, cuyo caso paradigmático parece ser el cáncer.

“Adela apareció un día, así como así, de la nada, con un tumor


cerebral. Empezó quimio, rayos, de todo le hicieron, aparentemente
se había curado. Pero dos años más tarde otra vez le volvió a pasar, y
esta vez no hubo nada que hacer. Adela tenía muchos problemas con
sus hijos, muchas discusiones, y eso le venía pasando desde hace
años. El tumor fue sólo el resultado de tanto dolor, y no pudieron
hacer nada, porque la situación familiar no cambiaba. Entonces ¿de
que le servía la quimio, los rayos, si los dramas seguían estando? Si,
ella lo supo siempre. Intentó deshacer lo ocurrido, trabajar con
meditación y energía para deshacer el origen de su enfermedad, pero
no pudo, era demasiado viejo en el tiempo y ya el daño estaba
hecho.” (Mabel, usuaria)

“Tres años antes de que me detectaran el cáncer de mama nos


habíamos distanciado con mi hijo. El decidió no venir más a casa, no
me traía los chicos ni me hablaba, nunca supe bien por que, pero de
hecho, estaba muy enojado conmigo. Estoy segura que ese dolor tan
grande fue lo que me causó el cáncer” (Margarita, usuaria)

“Si vos haces quimio, y rayos, y todo lo que el médico te da, pero no
revisás el origen, de nada sirve, el bloqueo sigue allí, y otra vez se va
a manifestar, y otra vez, aunque hagas lo que hagas, no vas a lograr
curarte. Digo curarte de verdad, no sólo atacar los síntomas, que es
el cáncer, sino atacar el origen, lo que causa que te enfermes, Y si no
aparece cáncer otra vez, otra cosa será, pero sí, sin deshacer el nudo
original, nada se consigue” (Alicia, especialista)

La enfermedad como manifestación general, refiere al


estancamiento de la energía en un punto del cuerpo, es un estado de
desequilibrio energético que potencialmente puede evidenciarse en
cualquier tipo de dolencia. Sin embargo, el tipo de enfermedad estará
condicionado por el ámbito en que el flujo energético se haya

135
detenido. Es decir, en el estado de salud, el individuo posee un
constante recambio de energía que circula por su cuerpo físico,
comunicándose con su cuerpo aural. Cuando una vivencia traumática
no puede ser resuelta, la energía se estanca en un órgano del cuerpo
físico o en una capa del cuerpo aural. Esta ubicación no es azarosa,
sino que depende en gran medida de la personalidad del individuo, la
cual -en palabras de los especialistas- se conforma a partir de su
historia personal y su capacidad para enfrentar situaciones
conflictivas, así como refiere claramente al tipo de vivencia
experimentada. Así, por ejemplo, una mujer que no puede elaborar la
pérdida de un hijo, presentará, al término de un tiempo, un tumor
maligno en su útero; un hombre excesivamente introvertido y con
dificultades para entablar vínculos personales sufrirá de un cáncer de
estómago; una persona que no puede poner límites en sus relaciones
afectivas sufrirá de sobrepeso y aquel que tiene dificultades para
expresar su ira, sufrirá trastornos digestivos. Estas vinculaciones
suponen determinadas correlaciones entre las funciones de los
órganos del cuerpo físico y las vivencias del individuo.

“Un hecho impacta en el aura y se manifiesta tardíamente en el


cuerpo, las enfermedades son la muestra de una experiencia de dolor
que se remonta en el tiempo” (Omar, especialista)

Hay distintas gradaciones en la gravedad de la manifestación, y


se relacionan desde la perspectiva de los actores, con el tipo de
vivencia acaecida. Así, no producirá la misma enfermedad una
situación temporal de desempleo que una crónica, ni una simple
discusión conyugal que un divorcio conflictivo, ni un desencuentro
con un hijo a una pelea que provoque el distanciamiento en el
vínculo. Lo mismo sucede con la simple imposibilidad de disociar las
vivencias emocionales de las nociones sobre lo correcto e incorrecto,
definidas como pautas morales, adquiridas en la vida en sociedad y
atribuidas como causa de dolencias menores, como malestares en la
columna o dolores de cabeza. Esta mencionada imposibilidad
acarrearía bloqueos energéticos al acumular energía en la zona del
cuello, puente que media entre lo mental y lo corporal, lo que explica
el tipo de dolencia sufrida.

6) Desequilibrios en la energía atribuidos a causas sociales


Tanto los especialistas formales, como los especialistas
autodidactas y los usuarios refieren que las condiciones actuales de
vida producen desgaste y bloqueos de energía en los individuos,
produciendo dolencias menores pero también propiciando condiciones
de vulnerabilidad energética que auspician la aparición de
enfermedades. El sedentarismo asociado a las condiciones de trabajo,
las frustraciones personales en lo laboral, lo afectivo, lo económico, el
aislamiento que sufren los individuos, la soledad, el desempleo, la
percepción de ausencia de redes familiares de contención, entre

136
otras, son situaciones atribuidas como la causa de múltiples
dolencias.
El resultado es semejante al desequilibrio energético que
produce un hecho traumático, pero halla su diferencia en la etiología:
no es una vivencia individual, sino el efecto de las condiciones y
estilos de vida de los individuos pertenecientes a grandes urbes,
resultado de los cambios en la red social registrados especialmente
en las últimas décadas. En tanto es un hecho percibido como
inevitable, sólo pueden implementarse medidas de minimización del
potencial riesgo de enfermar.

“Viajas durante dos horas en un colectivo atestado de gente, trabajas


diez o doce horas en un escritorio mínimo y frente a una pantalla,
otra vez viajar, llegas a tu casa y lo más probable si tenés familia es
que tengas que resolver un montón de cosas o si estás solo tengas
que cocinarte y comer solo, para irte a dormir y al otro día empezar
otra vez con la misma rutina. Eso te agota, es como si la energía se
desvaneciera al final del día, pero es inevitable, a menos que quieras
abandonar todo, es la vida que nos toca en occidente. Yo lo trato de
equilibrar haciendo yoga dos veces por semana, a la noche, antes de
volver a casa, y así siento que abandono parte del stress y me cargo
de energía. Creo que si no lo hiciese, estaría enferma” (Inés, usuaria)

Como ha notado Barroso (1999) la idea de aprender a vivir en


un mundo tal como este es, se vuelve un punto a favor de la adhesión
de los practicantes a las disciplinas de la Nueva Era, los que sin
alterar sus hábitos y su estilo de vida, tienen a su alcance una llave
para la entrada al mundo espiritual, a lo que nosotros agregamos, una
llave para acceder a la salud.
De esta manera, la práctica semanal del yoga se transforma en
una acción terapéutica y preventiva, pues tanto permite deshacer los
bloqueos de energía resultantes de las condiciones actuales de vida,
como generar un equilibrio en el flujo de la energía, auspiciando
condiciones energéticas asociadas al bienestar.

137
Capítulo V
Yoga y complementariedad terapéutica

No es ninguna novedad que las formas de experimentar,


corporizar y pensar la enfermedad, el sufrimiento y el infortunio son
un producto de los contextos culturales donde estas categorías y
experiencias son elaboradas. Desde los estudios en las llamadas
sociedades tradicionales (occidentales o indígenas), así como más
recientemente los análisis entre sectores populares urbanos, lo
sagrado, la religiosidad y sus aspectos ligados a la terapia aparecen
subsumidos uno en el otro. Estas nociones y prácticas que promueven
perspectivas holistas del padecimiento y la terapia, han puesto en
cuestión también a las clasificaciones intelectualistas propias de las
ciencias sociales, que separan ámbitos como los correspondientes a
lo médico y a lo religioso pensadas en relación con una configuración
histórica particular (la moderna) que se caracteriza por una
separación dualista entre naturaleza y cultura, que repercute en
distinciones tales como las de cuerpo y alma (Viotti y Saizar, 2005) 31.
Estas distinciones, por un lado han sido criticadas en función de
perspectivas disímiles en contextos no modernos, pero también
suponen otro frente crítico en ámbitos más modernizados, en donde
fenómenos como los tratados en el desarrollo de este trabajo ponen
de manifiesto, al mismo tiempo, la revivificación de lo sagrado y la
disolución de los límites entre este y lo terapéutico como parte de un
fenómeno más amplio, que tiene que ver con los intentos de
reconfigurar una experiencia holista de la persona entre sectores que
parecerían haber sido más permeados por las concepciones dualistas
e individualistas. Sin duda habrá que decir también que ese espacio
social donde efectivamente la disolución de lo sagrado se hizo más
efectiva, corresponde a una esfera mucho más pequeña que lo que el
paradigma de una inminente secularización indicaba, hecho que tiene
como consecuencia más un proceso de invisibilización que de efectiva
desaparición. Por otro lado también habrá que señalar que en
principio, la difusión más o menos irregular del individualismo no

31
Véase el análisis de Weber sobre la "cura de almas" para un énfasis clásico en la
centralidad de lo anímico en las religiones éticas salvacionistas (1997 [1922]:373-374).
Recientemente Bourdieu se ha referido al desmoronamiento de la frontera clara de lo que
considera el campo religioso al menos en el nivel de la clientela burguesa, lo que parecería
estar ligado a una redefinición de la división del alma y el cuerpo y los correlativos trabajos
de cura de almas y de cuerpos, oposiciones que como el mismo Bourdieu remarca no tienen
nada de natural y están históricamente constituidas (1996:104). Por otro lado, Csordas y
Kleinman (1996:7), sostienen que es tanto un error común leer un significado religioso en
formas de curación que no son religiosas como reducir el significado religioso de la cura
sagrada a su significancia médica o clínica y por lo tanto profana. Según estos autores el
segundo es, por lejos, el más común e implica que los análisis abandonen lo explícitamente
religioso para centrarse en los aspectos terapéuticos de la cura y que el papel de la
religiosidad en la cura sea distorsionada, por lo que estos autores enfatizan que una valiosa
corrección sería el desarrolllo de una teoría de la religión en relación con la salud entendida
como una unidad.

138
tiene como correlato la disolución de lo sagrado, sino en principio una
reconfiguración en relación con una noción de persona particular.
Debido a ello, al referirnos a la presencia de lo sagrado entre los
sectores medios tenemos en cuenta que según los casos existe en un
rango que va desde la resacralización, siempre dificultosa, hasta una
esfera mayor que fundamentalmente oscila entre la pervivencia y, en
relación con procesos de transformación social, la refiguración y el
reavivamiento en un contexto que resquebraja la propia invisibilidad.
Las sensibilidades new age tanto como las católicas centradas
en la emocionalidad parecerían ser parte de esa refiguración. A
grandes rasgos, como mencionamos antes están en juego búsquedas
y experiencias holistas de la persona, en donde lo sagrado y lo
relacional tienen igual incidencia en la conformación de la
subjetividad que el cuerpo en sentido orgánico, el alma o la mente.
Por tal motivo poseen un carácter distintivo (en particular entre los
especialistas y los asistentes más comprometidos) con respecto, por
ejemplo, al modelo dualista ortodoxo tanto de la biomedicina, que
supone un saber especializado en componentes orgánicos de un
cuerpo biológico, como del catolicismo oficial, más o menos
intelectualizado, que promueve la salvación del alma. En ambos
ámbitos, lo médico y lo religioso tienen funciones específicas sobre
una persona disgregada en un cuerpo y un alma que se presentan
como esferas independientes de la vida cotidiana 32.
Es justamente sobre esta distinción, en particular entre los
participantes más comprometidos, donde se articulan prácticas que
suponen ideas de la perturbación y la terapia que se autodefinen
como holistas y que se asocian de forma explícita a la transformación
física y moral de la persona (Viotti y Saizar, 2005). Ello no debería
llevarnos a pensar que las nociones biomédicas centradas en una
mirada organicista y biológica del cuerpo o la centralidad anímica del
cristianismo no construyan subjetividades en sentido físico-moral,
justamente allí radica, al menos en el análisis de Taussig (1980) sobre
la biomedicina, su carácter ideológico.
Estos procesos terapéuticos ponen en tensión el dualismo que
ha permeado las culturas médicas y más complejamente las
religiosas entre los sectores medios. Ello no quita que los usos de
tales terapias no se encuentren filtrados por un fuerte énfasis en el
self, la autonomía personal y la responsabilidad íntima en la terapia y
la salud pero, si lo hacen, al menos redefinen la noción dualista de la
ideología típicamente moderna por una forma de subjetivación
distintiva más relacionada con las transformaciones de la persona en
las sociedades avanzadas. Por ello, subrayamos que el holismo
evocado en este tipo de manifestaciones, si bien se opone a la
ideología dualista, dice mucho más sobre las transformaciones de la
persona en contextos modernizados que sobre la noción de persona
32
En relación con la ideología biomédica, el dualismo que separa cuerpo y mente propio del
proceso reificador de la biomedicina ha sido analizado con precisión por M. Taussig (1980),
así como en relación a las religiosidades cristianas se ha puesto de manifiesto la compleja
relación entre las entidades como el cuerpo y el alma, en particular esta última como entidad
destinada a la salvación, donde puede rastrearse también el origen de la noción de
interioridad e individuo (Duarte y Giumbelli, 1995; Foucault, 2005:74).

139
en contextos menos penetrados por las ideologías del
individualismo33.
Fenómenos como los de las terapias alternativas englobadas en
las sensibilidades de tipo new age, las reelaboraciones emocionales
católicas, entre otras, ponen de manifiesto una sensibilidad
emergente. Tal como menciona Furseth (2005), un proceso por el cual
la cultura religiosa se encontraría en transformación en la orientación
de una religiosidad organizada a una espiritualidad individualizada;
cambios en las orientaciones religiosas que no dejan de tener que ver
con distintos contextos históricos, niveles de modernización, roles de
género y diferentes valores culturales.
Para Laplantine (1999:356) la relación privilegiada de la
enfermedad con lo sagrado es una consecuencia inevitable de la
indefectible relación de la enfermedad con lo social. Existen, de
acuerdo al autor, tres maneras de poner en evidencia la relación de la
enfermedad con esa forma de expresión totalizante de lo social que
es lo religioso: una de ellas, es posible a través de la percepción de
los reencuentros de lo médico con lo religioso, en aquellos casos en
que el individuo tiene la experiencia de una afección que literalmente
trastorna su existencia, al marcar un antes y un después de la
vivencia de la enfermedad.
Hemos visto en el desarrollo del trabajo cómo los individuos
utilizan el yoga como una opción terapéutica, en el marco de un
sistema etnomédico vigente en el área metropolitana. A través de sus
relatos, hemos visualizado las estrategias en el uso de la disciplina
como un medio de lograr estados de equilibrio energético, desarmar
bloqueos energéticos acumulados en el cuerpo físico y aural,
deshacer daños energéticos que han sido producto de la envidia
ajena y otros sentimientos sociales, mejorar el estado general del
individuo y su conexión con el ambiente que lo rodea, atenuar los
efectos negativos provocados por otra terapias, generalmente
biomédicas como es el caso de la quimioterapia o la cirugía, tratar los
estados de ansiedad asociados al nivel de vida urbano y al
consecuente stress, entre otras muchas posibilidades. En algunas de
estas oportunidades, el yoga no ha sido la única opción frente al
tratamiento de la enfermedad, sino que ha sido utilizada en
combinación con otras medicinas.
La cantidad y tipo de terapias utilizadas se relaciona con
distintas variables, tales como el acceso, las vías de conocimiento, las
posibilidades económicas de costear no sólo la terapia sino muchas
veces el traslado al lugar en que trabaja el terapeuta. Por otra parte,
el estilo cultural de cada individuo determinará en gran medida que
medicinas son seleccionadas de acuerdo a su modo de pensar la
enfermedad, la salud y la terapia.

33
Para un análisis sobre la noción holista y relacional de persona en relación al sufrimiento,
las perturbaciones y la terapia en los sectores populares del Gran Buenos Aires véase Semán
(2000) y Viturro (1998), sobre enfermedades y terapias desde el punto de vista relacional
entre población migrante del Gran Buenos Aires véase Idoyaga Molina, Brandi, Saizar y Viotti
(2003).

140
Ahora bien ¿de qué manera puede uno darse cuenta qué
terapias son seleccionadas, cuáles rechazadas y frente a qué
enfermedades se combinan? En el relato de los usuarios puede
observarse que ante un episodio de enfermedad, sobre todo en los
casos considerados más graves, la combinación de medicinas es
amplia y abarca opciones que probablemente el usuario hubiese
desdeñado con anterioridad. Es decir, un mismo individuo
reflexionando sobre sus posibles opciones terapéuticas
probablemente difiera de lo actuado por el mismo individuo frente a
un episodio de enfermedad que implica una experiencia de
sufrimiento y la necesidad de su resolución.
En este sentido, la noción de caminos terapéuticos propuesta
por Idoyaga Molina (2002a) permite comprender cuáles son las
elecciones, rechazos, preferencias y combinaciones que los individuos
realizan en su búsqueda de salud. Es decir, cuando un individuo
padece una enfermedad, tanto él como su entorno cercano,
comienzan a buscar nuevas opciones terapéuticas que permitan
hallar la tan ansiada salud. En ese recorrido, el individuo tentará la
terapia que logre recuperar la salud perdida, evaluando su eficacia.
Las experiencias, vivencias e ideas que surgen en el marco de la
reflexión de lo actuado, permiten ahondar con mayor profundidad en
las nociones de salud, enfermedad y terapia, así como ideas
relacionadas tales como la persona y sus entidades, la corporalidad,
etc. Asimismo, ciertas terapias son seleccionadas sólo frente a
determinadas dolencias, mientras que otras son utilizadas frente a
cualquier episodio de enfermedad, como es el caso del
autotratamiento.
En el desarrollo de los capítulos anteriores, hemos visto que los
usuarios y especialistas del yoga consideran a esta disciplina como
una medicina eficaz frente al tratamiento de cualquier tipo de
dolencia, se manifieste ésta en el cuerpo burdo, el cuerpo energético
o emocional. Se considera una medicina en tanto tiene un corpus
propio que permite explicar tanto la salud como la enfermedad, tiene
especialistas que poseen habilidades para revertir el estado de
enfermedad y unas técnicas propias que se desenvuelven en el
proceso ritual terapéutico.
En este capítulo intentaremos respondernos algunas preguntas.
Cuáles son las ideas que aparecen entre los terapeutas y usuarios
que combinan distintas terapias, entre ellas el yoga. Porque se
combina y cómo se combina, en qué orden se realizan las
combinaciones y con qué fin. Frente a qué enfermedades se utiliza
que tipo de combinaciones y si alguna de ellas es preferencial frente a
qué problemas.

Yoga y complementariedad terapéutica

Si bien el yoga suele utilizarse, en la mayoría de los casos, sin


complementar con otras prácticas terapéuticas, se registran también
usos complementarios entre el yoga y las otras medicinas.

141
La recurrencia a múltiples medicinas es un hecho frecuente en
distintas sociedades, más allá de las diferencias culturales y de las
ofertas médicas dadas. Como ha notado Idoyaga Molina (2002a: 61)
en lo que atañe a las búsquedas de salud, las estrategias de la
mayoría de los usuarios apuntan a la complementariedad terapéutica;
las posibles combinaciones que de ellas se hagan dependerán de
factores culturales, sociales, étnicos, religiosos y socioeconómicos,
entre los que son nociones fundamentales a considerar las ideas de
enfermedad, terapia y persona. En este caso, veremos cómo
individuos de sectores medios urbanos atienden su salud en una serie
de combinaciones de prácticas médicas, las que variarán de acuerdo
al acceso a la oferta médica, el costo de las medicinas, pero
principalmente de acuerdo a los modos de entender la etiología y
manifestaciones de la enfermedad, la práctica terapéutica y la
persona en relación con su ambiente.
Como veremos a través del relato de los informantes, todos
ellos usuarios del yoga, la enfermedad es siempre el producto de un
desequilibrio energético, debido a diversas causas, y la terapia eficaz
será aquella que pueda reestablecer el equilibrio energético y así, la
salud.

1. El Yoga y la biomedicina

En los últimos años, la recomendación que realizan los


biomédicos a sus pacientes respecto a realizar yoga es un hecho cada
vez más frecuente en las áreas de traumatología, gerontología, clínica
médica, cardiología y tratamientos para el dolor. Los especialistas
biomédicos parten del supuesto de que el yoga es una gimnasia
suave, que mediante la elongación muscular permite ejercitar el
cuerpo sin exigir al practicante un esfuerzo que podría serle
perjudicial. Como ha notado la OMS (2002) la utilización de lo que se
denominan terapias alternativas/complementarias en los
tratamientos del dolor, asociados a enfermedades crónicas o
terminales, es un hecho cada vez más común en los países del
llamado primer mundo34. Este hecho se repite en la Argentina, donde
muchos centros de atención de la salud de alta complejidad –
generalmente del sector privado- incluyen en su oferta la atención de
especialistas yoga, master reiki o acupunturistas para complementar
el uso de remedios alopáticos para el tratamiento del dolor de los
pacientes; para los cursos de preparto y la atención de las mujeres en
el período de posparto en el área de obstetricia y de los neonatos en
el área de pediatría. La idea que prevalece en los especialistas
biomédicos es que estas terapias aportan técnicas de relajación que
34
En Estados Unidos un estudio del Journal of the American Medical Association indicó que el
uso de al menos 1 de 16 terapias consideradas alternativas aumentó del 34% en 1990 al
42% en 1997. Asimismo, la acupuntura, originaria de China, se utiliza en la actualidad en al
menos 78 países y no sólo la practican acupunturistas, sino también biomédicos. En Europa,
se estima que existen 15.000 acupunturistas, incluyendo los biomédicos que utilizan este
método terapéutico. En Alemania, el 77 % de las clínicas suministran tratamientos para el
dolor basados sobre terapias alternativas (OMS, 2002).

142
“coadyuvan” al tratamiento. Lo mismo sucede cada vez más
frecuentemente, entre los psicoterapeutas, quienes recomiendan la
práctica del yoga a sus pacientes como una manera de que estos se
conecten con su propio cuerpo y emociones, mediante una práctica
de relajación (Korman et al, 2005).
Al respecto, es interesante destacar que existe una importante
bibliografía que da cuenta del intento de integración entre la
psicología occidental y las prácticas espirituales asociadas a
disciplinas orientales. Dentro del campo de la psicología y la terapia
cognitiva, existe un vasto antecedente de investigación que da
cuenta de los intentos de incorporar herramientas espirituales a la
práctica psicoterapéutica. A modo de ejemplo, Richards y Bergin
(1997) proveen un amplio fundamento para la integración de
herramientas espirituales en la práctica de la psicoterapia; mientras
que Probst (1988) desarrolla y especifica un conjunto de instancias
espirituales estipuladas dentro de la orientación cognitiva conductual.
Más específicamente, un número importante de clínicos y teóricos
ha escrito extensamente acerca de la integración de Budismo y los
principios de la Psicología occidental. El foco de estas propuestas está
centrado principalmente en la incorporación de conceptos tales como
el control del pensamiento, conciencia plena o mindfulness,
aceptación radical, entre otros, en la concepción y puesta en práctica
de tratamientos psicoterapéuticos, tal como lo demuestra el
tratamiento para el trastorno límite de la personalidad desarrollado
por Lineham (2003) quien toma herramientas de su aprendizaje como
monje budista para desarrollar un eficaz tratamiento para dicha
enfermedad. Al mismo tiempo, autores de otra línea teórica -tal como
es el psicoanálisis- presentan a la práctica del control de pensamiento
(mindfulness) como una forma de enriquecimiento de la estructura de
funcionamiento de una terapia psicoanalítica (Rubin, 1996; Epstein,
1995). Rosenbaum (1999) concibe como un hecho positivo la
integración de los principios del budismo Zen para el logro del
enriquecimiento de la psicoterapia y la propia vida de los terapeutas
(1999). Ash (1993) postula una interpretación Budista Zen para el
funcionamiento de los grupos de alcohólicos anónimos y, más
precisamente, adaptada a la técnica de los doce pasos.
Desde la perspectiva de los psicólogos, la idea de lo que es una
medicina aparece fuertemente asociada a criterios occidentales
propios de la biomedicina. El yoga, desde la perspectiva de los
psicoterapeutas es simplemente una gimnasia que desarrolla
habilidades tales como la relajación. Fundamentalmente, entonces, la
recomendación del yoga aparece asociada a la buena prensa social
que presenta dentro de la comunidad; pero en muchas ocasiones al
terapeuta le daría lo mismo que su paciente haga alguna actividad en
la que pueda interactuar con pares y tenga un carácter lúdico
(Korman et al, 2005). Desde su perspectiva, las terapias alternativas –
a las que denominan generalmente complementarias-, proveen
técnicas de relajación corporal que ayudan a los pacientes a obtener
un estado físico y emocional relacionado con una mejor calidad de
vida. La disciplina del yoga es descripta en términos de una serie de

143
prácticas corporales cuya ejecución no contradice el eje de la terapia
biomédica, ni presenta riesgos al paciente, pues no median acciones
terapéuticas invasivas ni consumo de sustancias o fármacos
alopáticos.
Sin embargo, muy distinta es la mirada de los usuarios del yoga
que complementan su práctica con el uso de la biomedicina, quienes
utilizan esta disciplina oriental con un fin primordialmente
terapéutico, buscando recuperar la salud perdida en distintos
episodios de enfermedad, que varían en su complejidad, su
cronicidad y sus causas. De esta manera, se recurre al yoga para la
sanación de enfermedades complejas, como cáncer o lupus, para
enfermedades crónicas como diabetes o mal de parkinson, o
enfermedades comprendidas como el efecto de las condiciones
laborales y el estilo de vida urbano -malestares de columna, stress,
insomnio y alergias-.
Si bien en el caso de las enfermedades complejas -como es el
caso del cáncer y el lupus-, el yoga y las demás terapias alternativas
suelen utilizarse en la mayoría de los episodios combinados con la
biomedicina, esto no ocurre así siempre. Hemos relevado casos en
que individuos que padecieron cáncer utilizaron con gran eficacia en
los resultados el yoga como medicina única, llevando adelante una
serie de acciones terapéuticas propias de esta medicina, como la
práctica de las asanas, control de la respiración y meditación, a las
que sumaron una dieta de alimentos y bebidas específicamente
recomendados. Estos tratamientos fueron prescriptos por
especialistas del yoga y llevados adelante en centros donde los
dolientes se internan y permanecen en períodos de quince días a
varios meses, dependiendo de su estado de salud. En estos casos, la
eficacia del tratamiento es directamente asignada al yoga, al que se
le reconoce no sólo la efectiva desaparición de las manifestaciones
del mal, sino principalmente, la conclusión de las causas de su
aparición.
En los casos en que se complementa la biomedicina con el
yoga, es importante diferenciar que a criterio de los usuarios, las
medicinas combinadas actúan en distintos niveles de la enfermedad.
La biomedicina actúa eliminando el aspecto manifiesto de la misma,
es decir, sus consecuencias visibles –el tumor cancerígeno o la
subversión del sistema inmunológico- pero no elimina sus causas, las
que son atribuidas a desequilibrios energéticos anteriores en el
tiempo a la manifestación visible de la enfermedad y que son
producto de una vivencia personal traumática o un karma heredado,
según la percepción de cada usuario. De acuerdo a los relatos
recogidos, en el caso de que el enfermo sólo utilice la biomedicina,
eliminará las consecuencias pero no la causa de la enfermedad; por el
contrario, si lo que quiere es lograr la recuperación total de ese
episodio y lo que es casi tan importante, evitar próximos, deberá
acceder a los motivos reales de su dolencia. El conocimiento no
implicará necesariamente la solución social de esos problemas, es
decir, la desaparición de los conflictos sociales o laborales, pero sí su

144
resolución al interior del individuo, el que, al conocer las causas
puede deshacer los bloqueos energéticos que provocaron su mal.
En el caso de las enfermedades crónicas, como la diabetes o el
mal de parkinson, sucede algo similar. La medicación alopática y los
controles biomédicos propios de los tratamientos planteados frente a
estas enfermedades, son percibidos por los usuarios del yoga como
vías de control de los efectos negativos de un desequilibrio
energético, que debe sus causas a hechos totalmente ajenos a la
mera biología. Ahora bien ¿Cuáles son las causas de esas
enfermedades? La asignación de causas frente a estas enfermedades,
crónicas y generalmente irreversibles, remite principalmente a la
noción de karma. La noción de karma implica la idea de una vida
anterior, en la que el individuo cometió ciertos errores, atentando
contra la integridad física y emocional de otros o de sí mismo, los que
debe subsanar mediante un aprendizaje en la encarnación actual, con
el objetivo de mejorar su calidad humana y lograr así evitar las
próximas encarnaciones, liberando su espíritu de una incesante rueda
que lo ata al mundo material y lo expone al dolor. También se
consideran responsables de la materia kármica negativa ciertas
experiencias sucedidas en la actual encarnación, pero ocurridas con
una considerable distancia temporal respecto del presente del
doliente. Estas vivencias pueden haber sucedido durante distintas
etapas de la vida, como en el proceso de gestación del individuo, su
temprana infancia, su adolescencia, su juventud o su adultez.
En ambos casos, el yoga permite no sólo mejorar la calidad de
vida de los enfermos, al producir un mejoramiento a nivel corporal,
sino que, fundamentalmente, permite acceder a la re-vivencia de los
hechos que causaron las condiciones de la actual encarnación,
mediante un proceso de meditación que lo llevará a estados alterados
de conciencia en los que podrá visualizar sus conductas negativas,
reexperimentando aquello sucesos. Al respecto, Macarena, usuaria
del yoga desde hace seis años, nos relataba su experiencia:

“Ya hacía un tiempo que estaba haciendo yoga, hathayoga, una vez
por semana. Aunque el instructor me recomendó ir dos veces por
semana, a mí se me complicaba mucho e iba sólo los miércoles. Un
día estaba haciendo una postura que es como que te sentás muy
fuerte sobre tus piernas, y con los ojos cerrados, te juro que volví a
ser chiquita, a tener cuatro años y a volver a vivir la experiencia de
los retos de mi padre. Él me retaba seguido, era un tipo con mucho
malhumor, se ve que toleraba demasiado a los chicos, y siempre
estaba enojado. Y bueno, me puse a llorar y sentí pena por esa chica
tan pequeñita que sufría el desamor de su papá. Es impresionante,
tenes que vivirlo para entenderlo, esto no es bla bla, es así. Me sirvió
para entender porque yo reacciono así ante la autoridad, como que
me anulo, y eso siempre me hizo sufrir y me generó angustia. A partir
de ese momento, pude entenderme desde otro lugar, con más
compasión”.

145
La posibilidad de re-experimentar vivencias pasadas requiere de
un prolongado proceso de práctica y aprendizaje con un especialista
del yoga, quien propiciará las técnicas para la manipulación de la
propia energía y el acceso a dichos estados de conciencia. En algunos
casos, el individuo logra desarmar el bloqueo producto del karma y se
cura completamente de la enfermedad, es decir, en primer término
desaparecen las manifestaciones físicas, pero principalmente,
desaparecen las causas que hacen pervivir la existencia de esas
manifestaciones. El conocimiento de la experiencia originaria de la
dolencia es comprendido siempre como unan instancia de sanación.
En síntesis, la recuperación de la salud no se asocia unilinealmente a
la desaparición de las manifestaciones físicas del karma, sino
principalmente al conocimiento de las causas que le dieron origen. El
conocimiento de las causas reales de la enfermedad es la única
posibilidad de que ésta desaparezca, más allá del cese de sus
manifestaciones; en palabras de Mc Guire y Kantor (1988:125), entre
los usuarios de las terapias alternativas, este conocimiento es la única
llave para la desaparición de la enfermedad y el logro de estados de
bienestar.
En el caso de las enfermedades asociadas al estilo de vida
urbano y las condiciones laborales, el yoga es utilizado
primordialmente como una eficaz medicina que permite contrarrestar
los efectos negativos de una cotidianeidad que se percibe como
enfermante, pero difícilmente como plausible de abandonarse, pues
dicha elección comprometería significativamente el estilo de vida del
individuo afectado, obligándolo a un cambio no sólo de lugar –hacia el
campo, por ejemplo- sino también de alimentación, de conductas y de
expectativas y progresos laborales. La práctica del yoga permite
deshacer los bloqueos energéticos que resultan de la vida sedentaria,
las condiciones de trabajo y de hábitat propios de las grandes urbes
-la cantidad de horas que los individuos suelen permanecer sentados
frente a la computadora, los conflictos en los ambientes de trabajo y
en la familia, la ausencia de espacios verdes y de contacto con la
naturaleza-.
La práctica del yoga propone una serie de ejercicios que
combinan el movimiento del cuerpo burdo a través de posturas y
contraposturas corporales conjuntamente con la manipulación de la
respiración, combinación que permite movilizar la energía del cuerpo
aural, del cuerpo burdo y alinear el sentido de flujo de los chakras,
propiciando no sólo la circulación sino también la compensación del
monto energético debido al exceso o a la ausencia de energías. El
stress, por ejemplo, es considerado como el resultante de la ausencia
de flujo energético entre el chakra base y el chakra correspondiente a
la coronilla, debido a que la energía se estancó en el chakra del plexo
solar, del plexo cardíaco o de la garganta, cortando su circulación
armoniosa. La concentración desmedida de energías en cualquiera de
los mencionados vórtices energéticos se debe a distintos motivos:
cuando el individuo no puede expresar sus sentimientos, entonces la
energía se estanca en el chakra de la garganta; cuando posee
sentimientos de ira, el chakra de su estómago -el plexo solar-, se

146
sobrecarga de energía y ésta se estanca; cuando los sentimientos de
miedo dominan el ánimo del individuo, entonces es su chakra
emocional -el cardíaco-, el que se ve alterado en su monto energético.
Cuando uno de estos chakras está desequilibrado, el flujo se corta y
altera la circulación armoniosa asociada a la salud. Cada individuo
tiene una cierta predisposición a alterar su flujo energético,
estancando la energía en un determinado chakra. Esta recurrencia en
los bloqueos se explica a partir del karma propio, el que delimita,
entre otras cosas, la manera de reaccionar del individuo frente a los
estímulos de la vida en sociedad.
La práctica semanal del yoga permite reequilibrar este flujo,
mediante el trabajo de las posturas corporales, la respiración y el
particular estado de conciencia que surge de su combinación. Los
usuarios describen esta experiencia como la posibilidad de frenar el
flujo de los pensamientos, logrando un aquietamiento que permite
acceder a las dos ideas y sensaciones más básicas, el miedo y la ira,
responsables de la mayoría de los bloqueos energéticos. Estas
experiencias son descriptas como el encuentro con lo más real del
individuo y connotan una vivencia de lo sagrado, una experiencia
numinosa35 que confirma la posibilidad de sanar a través del
conocimiento de las causas de la dolencia.

Yoga y medicinas religiosas

En Buenos Aires existe una amplia oferta de medicinas


religiosas, que incluye la oferta católica, la pentecostal, y la de los
cultos afro –brasileños, si bien estos últimos constituyen una oferta
más restringida al público en general.
La oferta de medicinas religiosas incluye, en el caso de los
católicos, las misas carismáticas, en cuyo contexto actúan
especialistas religiosos que ofrecen sanación mediante la imposición
de manos y el contacto con el sagrario, los grupos de oración, y
también distintas comunidades religiosas que ofrecen rezar por las
intenciones de quienes se los soliciten, como es el caso en Buenos
Aires de la Orden de las Carmelitas y de la Orden de la Madre Teresa
de Jesús.
Como viéramos en la introducción, el yoga fue introducido en
nuestro país a través de diferentes vías. Una de ellas, de gran
impacto, fue la obra del padre jesuita Ismael Quiles. En sus variados
trabajos sobre la disciplina, este autor hizo especial hincapié en las
nociones comunes entre el yoga y el catolicismo (1965 y 72).
Presentó la práctica del yoga como la posibilidad de cuidar y
preservar el cuerpo físico en tanto recipiente sagrado del alma,
rescatando la ascesis de la disciplina oriental como una forma certera
de acceder a Dios. Asimismo, el yoga fue prontamente incorporado a
la oferta de talleres comunitarios ofrecidos por las iglesias tanto de
capital federal como del conurbano.
35
Decimos numinosa en el sentido de Otto, en cuanto supone una experiencia extraordinaria,
en la que el individuo se comunica con la deidad o con lo Absoluto.

147
Las creencias de raigambre católica postulan una noción moral
de bien y mal, la finitud del cuerpo y la inmortalidad del alma como
entidad única e individual, cuyo destino final –el cielo o el infierno-
depende de la conducta del individuo, el que es libre para elegir sus
actos. El pensamiento oriental, en tanto, presupone el criterio de la
ignorancia para explicarse las conductas tanto positivas como
negativas del hombre; postula una constante encarnación del espíritu
hasta lograr –mediante un trabajo de ascesis- la liberación de la
partícula divina, proceso que puede significar miles de años y
múltiples reencarnaciones bajo distintas formas (Renou, 1973:69) 36. El
yoga, al igual que otras terapias de raigambre oriental, ha sido
profundamente refigurada en su acceso a Occidente, si bien muchas
de las nociones tradicionales permanecen, sus significados profundos
han sido resemantizados. Este fenómeno puede observarse, por
ejemplo, en el caso de la idea de ignorancia. Desde la perspectiva
oriental, esta noción presupone la inevitabilidad de ciertos actos
coherentes con el momento de evolución de la conciencia en cada
encarnación; por el contrario, desde la perspectiva de los usuarios del
yoga en Buenos Aires, todas las acciones del individuo tienen una
connotación moral, buena o mala, de la cual se desprende un cierto
tipo de energía –positiva o negativa, respectivamente-, y
consecuentemente, la posibilidad de curar o de dañar mediante la
manipulación energética.
La complementariedad terapéutica entre el yoga y la oferta
terapéutica del catolicismo se da en aquellos usuarios de la disciplina
enculturados en el sistema de creencias de la religión católica. En
ellos no se percibe contradicción alguna entre sus creencias y los
postulados de la disciplina oriental. Pueden concurrir perfectamente a
un taller de yoga y misas carismáticas; o a un taller de yoga y grupos
de oración, o implementar estrategias de autotratamiento que
combinan ideas y prácticas de ambas raigambres, como veremos en
los relatos que siguen a continuación:

“Empecé yoga hace mucho tiempo. Católica, fui siempre, me


bautizaron, tomé la comunión y la confirmación, me casé por la
iglesia, bauticé mis hijos también. Participo de un taller de yoga dos
veces por semana, y todos los viernes voy a un grupo de oración
carismático, es una manera de estar bien, de equilibrar mis energías
y conectarme conmigo misma”. (Matilde)

“Rezo mucho, soy muy pedigüeña y le pido muchas cosas a Dios.


Cada día cuando entro a la facultad a dar clases, voy a la capilla, y
pido por mis amigos, por mi familia, y por mí. Si, soy muy pedigüeña.
¿Y sabes que hago? Mando luces de colores para mis amigos, lo

36
“…el alma retornará al cuerpo de un hombre después de haber renacido previamente 84
laksa (=84x100.000 veces): veinte laksa como planta, nueve como animal acuático, once
como insecto, diez como ave, treinta como cabeza de ganado, cuatro como mono, y demás
deberá renacer 2x100.000 veces dentro de las diversas condiciones humanas, de las más
baja a la más alta, antes de liberarse del samsara”. Louis Renou, 1973:69.

148
aprendí en yoga, sirven para la gente que está mal, los colores son
energía de distinta clase, los envío y sé que les hacen bien”. (Alicia)

“A misa voy poco, pero me encanta entrar en las iglesias cuando no


hay nadie, es un ambiente cargado de energía positiva, bueno…allí
está Dios ¿no? La fuente de todo bien y la energía positiva por
excelencia. Me siento a rezar, rezo hablando con Dios, no repito
frases hechas. Eso me llena de paz, de energía positiva, salgo
recargada de ahí”. (Teresa)

Asimismo, rezar puede ser una forma de meditación que se


utilice durante la clase de yoga, o durante su práctica hogareña
(Saizar, 2004b). A su vez, en las instancias de meditación que se
llevan adelante en cada clase de yoga, es común que se utilicen
imágenes de deidades católicas –la Virgen María, Jesús, Santa Teresita
del Niño Jesús- para la visualización, o que se usen como mantras37
vocablos asociados desde la perspectiva de los usuarios a la religión
católica, como fe, caridad, esperanza -las virtudes cardinales-; o que
se utilicen rosarios y estampas de santos católicos como un poderoso
medio equilibrador de la energía de los chakras.
Como notamos en un trabajo reciente (Viotti y Saizar, 2005)
podemos suponer que existe cierta similitud entre formas de
religiosidad y de relación con lo sagrado que exceden las
denominaciones católicas o las espiritualidades alternativas, que
tiene que ver con las religiosidades del self, propias de ciertos estilos
entre los sectores medios urbanos, lo que favorece la integración y/o
sustitución de nociones, así por ejemplo la idea de liberación del
atman con la de salvación del alma del catolicismo, el meditar del
yoga al rezar, o las imágenes y los objetos de catolicismo a la
práctica del yoga38. Lo que también conforma un espacio de
circulación que hace a los fenómenos que tiene que ver con la
dimensión terapéutica de las religiosidades del self que sintetizan
elementos alternativos, en este caso del yoga, católicos y por
supuesto biomédicos, en lo que hace tanto a la ideas organicistas y
psicoterapéuticas, articulando muchas de estas nociones centradas
37
El mantra es una palabra que se utiliza como medio de fijación mental, al repetirla verbal o
mentalmente en lapsos similares. El mantra más conocido es aum, que se pronuncia om
estirando el sonido de la consonante como si se quisiera hacer resonar. Cada individuo posee
su propio mantra, el que le es dado por un especialista en un ritual especial, o bien le es
revelado durante una instancia de meditación en soledad. De acuerdo a Eliade (1999) el
mantra es la modalidad sonora del universo, mientras que para Zimmer (1979) es el sonido-
palabra que contiene la esencia divina. Van der Lew refiere que la sílaba hindú om es
originalmente un sonido numinoso primitivo, la ampliación nasal de la o.

38
Al respecto, nos parece de interés citar a Mc Guire y Kantor (1998: 126): “Like other
adherents of alternative healing, members of these groups considered faith an important
requirement for healing. By contrast, however, they did not consider any particular faith to be
critical –just a generalized faith or expectancy in whatever approach one is using. Indeed, it
was often necessary to use an approach that fit the beliefs of person needing healing. If, for
example, the person were very religious in a Judeo-Chrstian sense, then healing should
proceed from that approach; other people might be more receptive to an Eastern or Native
American or nonreligious approach. No single approach was “right”, but one approach might
inspire more faith in an individual than another, so it would be “right” for this person at that
time”.

149
en el individuo como intentos de entender a la persona en un sentido
holista.
Contrariamente, en el caso de los pentecostales se condena
abiertamente la práctica de disciplinas orientales, entre las que se
incluye no sólo el yoga sino cualquier práctica que haga referencia a
nociones de energía como una entidad poderosa. Como ha notado
Algranti (2005) se las considera “parte de un complejo de prácticas y
creencias que caen bajo el rótulo de ocultismo, término lo
suficientemente amplio como para abarcar cultos tan disímiles como
los movimientos afro-brasileños, los Testigos de Jehová, los
Mormones, las prácticas orientales –yoga, budismo e hinduismo-, el
Islam, la magia y los curanderos, las creencias autóctonas del interior
del país y la astrología, e incluso ciertas vertientes evangélicas como
la Iglesia Universal del Reino de Dios”. Lo que fundamenta el rechazo
y la condena de estas prácticas es la idea de estar frente a una
manifestación real del poder del diablo, por ende una situación de
riesgo para el individuo, pues como el espíritu del diablo habita cada
una de estas manifestaciones, las secuelas negativas permanecen
más allá de la conversión al evangelismo o del distanciamiento de
dichas prácticas (Algranti, 2005). Lo que funda el rechazo es entonces
la creencia de que el poder manipulado es un poder diabólico, es
decir, connotado como una fuerza absolutamente negativa pero
eficaz en tanto es poderosa; por lo tanto, evitar la manipulación de
energía mediante estas técnicas es una conducta que demuestra el
temor ante las manifestaciones del mal, no es descreimiento de ese
poder.
Respecto a la complementariedad entre yoga y terapias afro-
americanas, es un hecho poco común en nuestra área de estudio,
probablemente por la oferta restringida de las mismas, presente
sobre todo en zonas suburbanas y frecuentada por individuos de
sectores sociales bajos. Como ha notado Idoyaga Molina (2002a) los
individuos de sectores medios y altos suelen recurrir al umbanda más
que para tratar su salud, en búsqueda de otros beneficios, tales como
la adivinación. Al respecto, citamos como ejemplo la invitación que
recibimos de una de nuestras informantes, Adriana, usuaria de yoga y
especialista de otras terapias alternativas, para concurrir a una mae
umbanda y que ésta nos brindara información sobre el devenir de
nuestras vidas.
Es importante resaltar que las ideas de salud y enfermedad en
el contexto umbanda no son contradictorias y pueden ser combinadas
con las del yoga, sin contradicciones, tanto para dar cuenta de un
determinado suceso de enfermedad como de las actuales condiciones
de encarnación. Sirva, a modo de ejemplo, el caso de una de nuestras
informantes, quien es especialista de yoga. Verónica reconoce la
fuente de su extraordinario caudal de energía como resultante de ser
la siguiente encarnación de una mae (sacerdotisa) umbanda,
habiendo sido antes un shamán indígena y una bruja en el Medioevo.
Este sea, quizás, un caso poco frecuente, pero permite comprender
que desde la perspectiva de los actores, las distintos sistemas de
creencias no se perciben como contradictorios, en tanto sus

150
concepciones de la enfermedad, la salud y al terapia implican ideas y
vivencias de lo sagrado y no un mero acontecer biológico.

Yoga y otras medicinas alternativas

Dependiendo de la percepción que los usuarios tengan de sus


dolencias, las estrategias puestas en juego a la hora de recuperar la
salud estarán signadas por la complementariedad con otras
medicinas alternativas o por el uso único del yoga. También es
importante el nivel de ingresos económicos de los usuarios, no
debemos olvidar que a excepción del yoga (Saizar, 2004a) las
restantes terapias alternativas suelen tener un costo alto. Con ello
queremos decir que si bien no hay contradicciones entre las nociones
que fundamentan la eficacia terapéutica del yoga, del reiki, de la
reflexología, la cromoterapia, la aromaterapia o la terapia de las vidas
pasadas, no todos los usuarios del yoga combinan su práctica
terapéutica con otras medicinas alternativas. Las diferencias estarán
dadas por motivos económicos, cercanía de los lugares de oferta, y
también el conocimiento de distintas posibilidades, las que suelen ser
recomendadas por amigos o parientes que han probado exitosamente
alguna de ellas, en síntesis, lo que Fassin (1992) ha denominado
factores estructurales y coyunturales. Por otra parte, como ha notado
Idoyaga Molina (1999) los individuos acceden a ciertas terapias
alternativas, como el neoshamanismo, o las terapias de vidas
pasadas, luego de haber frecuentado otras terapias alternativas más
conocidas, como el yoga, la reflexología o el reiki.
La comunidad de nociones entre el yoga y otras terapias
alternativas permite su uso combinado sin que provoque en el
individuo la vivencia de estar utilizando distintas medicinas. La
búsqueda de la armonización energética del individuo y el logro de
un estado armonioso con su interior y con el entorno, presupone para
los usuarios de las terapias alternativas, la manipulación de los
montos energéticos existentes en su aura, su cuerpo físico, sus
chakras, todas ellas entidades que componen su persona. Esta
manipulación puede hacerse de distintas maneras y a través de
diversas prácticas, pero siempre estará presente la noción de que la
energía es una entidad poderosa, que otorga vitalidad y cuyo
constante flujo de circulación puede estancarse y así, generar
bloqueos que producirán la enfermedad.
Veamos algunos ejemplos de complementariedad terapéutica
entre el yoga y otras terapias alternativas:

“Hago yoga desde hace quince años, con la misma profesora. Me


sirvió muchísimo, porque logre conocerme, entender la causa de mis
problemas, ir hacia el interior de mi misma y conocer mis reacciones,
no sólo las de conducta, sino fundamentalmente las físicas, como
reacciono yo frente a un problema, donde se arman los bloqueos y
así podes desarmarlos. Después de varios años, empecé a hacer tai
chi chuan, es parecido al yoga, son las mismas ideas, pero era como

151
agregar una forma más de llegar a mí. A veces hago masajes de
bioenergía, o los masajes con piedras calientes, es un complemento
para deshacer los nudos, los bloqueos, pero nada de eso sirve si no lo
haces buscando la causa, la causa de tu malestar. Digamos que todo
junto se encamina al conocimiento de uno mismo, mientras que unas
actúan más rápido, como el masaje, pero todas te equilibran y te
ayudan a vivir mejor” (Virginia)

“La búsqueda es la misma, en el yoga, en el reiki, en las flores de


Bach, es siempre el tratar de encontrar el equilibrio, encontrarse a
uno mismo y equilibrarse energéticamente. Todas y cada una de ellas
trabajan sobre la energía y con la energía del universo. Pensarlas
distintas es una pavada, son distintas porque tienen distintas
técnicas, digamos, pero el objetivo terapéutico es siempre el mismo”
(Alicia)

“Hice de todo, empecé con yoga y creo que es lo único más o menos
estable que he hecho en el tiempo, pero combino siempre con algo
más, para movilizar mi energía. Y puede ser por ejemplo, una vez
hice healing touch, es parecido al reiki, otra vez tenia un
acupunturista que era muy bueno, y desde hace un par de años que
me doy masajes con un reflexólogo. Todo sirve, eso digo yo, todo
sirve para sentirse bien” (Beatriz J.)

Como puede observarse en los relatos, las nociones implícitas


en las terapias alternativas son muy similares, implican siempre la
manipulación de la energía como entidad poderosa, la búsqueda del
equilibrio del monto energético entre las diversas entidades de la
persona, y la posibilidad del individuo de actuar sobre su dolencia.
Desde la perspectiva de estos usuarios, no hay contradicciones entre
los corpus de las distintas terapias alternativas, todas permiten
buscar la salud, al tiempo que acrecentar los beneficios de la práctica
del yoga, complementando el trabajo de autoconocimiento y
equilibrio de la energía personal.

Yoga y medicinas tradicionales

Las medicinas tradicionales en la Argentina son el curanderismo


y el shamanismo (Idoyaga Molina, 1997). El shamanismo es ante todo
un sistema destinado a tratar la desgracia, evitársela a los humanos
o mitigarla, ya sean enfermedades, problemas económicos, climáticos
o de relación en la comunidad y hacia el afuera (Perrin, 1997). En las
sociedades étnicas, el shamanismo es la forma tradicional de terapia,
y aunque algunos indígenas se han asentado en el área Metropolitana
durante las últimas décadas, dicha modalidad curativa se restringe
principalmente a los miembros del propio grupo. El shamanismo, tal
como se presenta en las sociedades otras, está culturalmente lejos de

152
los actores sociales urbanizados, los cuales probablemente
desconocen aun su existencia, si bien últimamente se ha estudiado
la presencia de un shamanismo refigurado en zonas altamente
urbanizadas, como es el caso de Buenos Aires. Idoyaga Molina (1999)
refiere la aparición del neoshamanismo en el área metropolitana
como un shamanismo profundamente refigurado en un marco de
difusión de ideas new age, sintetizando nociones provenientes de
diferentes raigambres.
El curanderismo se trata de una oferta común en áreas rurales y
urbanas. En grandes líneas, sus nociones y prácticas sintetizan
antiguos saberes biomédicos -muchos de ellos de origen humoral-
saberes y prácticas de tradición popular -aportados por los migrantes-
y una terapia ritual en su mayoría de raigambre católica (Idoyaga
Molina, 2002a y b, 2003). En algunas regiones esta síntesis incorpora
además algún elemento indígena (Idoyaga Molina, 1999/2000 y
2002a). Entre los antiguos saberes biomédicos, se destaca una
terapia etno-farmacológica que califica los males y los remedios en
cálidos y fríos, se trata de conocimientos con origen en la medicina
humoral, aunque profundamente reformulados, como han notado
Foster (1994) en relación con poblaciones de México e Idoyaga Molina
(1999/2000) en relación con nuestro país.
Curanderos y curanderas incorporan y refiguran
constantemente diversos elementos, tipos de servicios y
conocimientos que les permiten adaptarse al nuevo contexto local y
global, convirtiéndose en una opción apreciada por individuos de
todos los niveles socioeconómicos y educacionales. Idoyaga Molina
(2002a) ha notado la síntesis cultural que se visualiza en la
incorporación, por parte de curadores tradicionales, de nuevos
vocablos para explicar, entre otras cosas, la enfermedad y la salud en
términos de equilibrio y desequilibrio de energías, la existencia de un
aura, un cuerpo energético, un universo interior y exterior, por
mencionar sólo alguna de las principales nociones del corpus
alternativo. Al respecto, la autora señala que en función de las
nociones de enfermedad, terapia y corporalidad que manejan las
medicinas alternativas, se transforman en una opción que podría
convertirse en masiva, dada la concordancia semántica entre las
nociones y prácticas tradicionales y las de estas medicinas. En lo que
hace al área Metropolitana, por ejemplo, Gonzalo (2002) ha mostrado
la incorporación de diversas nociones, técnicas y prácticas
alternativas que muestran curadores tradicionales.
Las ideas y prácticas en torno a la salud y la enfermedad
propias de las medicinas tradicionales y del yoga, son similares y
pueden ser combinadas sin generar contradicciones en los usuarios
de yoga, de hecho muchos de ellos realizan autotratamientos que
implican nociones y prácticas de la medicina curanderil. Los pocos
casos de complementariedad terapéutica entre yoga y medicina
curanderil pueden ser explicados por la oferta restringida de
curanderos en el área de capital federal. Los individuos acceden a ella
a través de la recomendación de amigos o familiares; contrariamente
a la oferta del yoga, la que es masiva y cada vez más promocionada.

153
Con esto queremos señalar que muchos de los individuos que utilizan
el yoga, han sido enculturados en sectores sociales para los cuales la
atención de la salud a través de un curandero es un hecho cotidiano
en términos de cercanía cultural (Idoyaga Molina, 2002a) lo que
transforma la experiencia en un hecho positivamente significado.

Yoga y autotratamiento

Es común que se implementen estrategias de autotratamiento


que combinan, ante los mismos episodios de enfermedad prácticas
asociadas a la medicina curanderil y prácticas asociadas a la
medicina yoga.
A modo de ejemplo:

“Anoche no daba más del dolor de cabeza, estaba re ojeada (Nota:


padecía del mal de ojo). Hice un par de asanas, me hice reiki, y la
llamé a mi amiga que cura del ojeo. Santo remedio. Al rato, se me
había pasado. Me había ojeado mi suegra, es una tipa re envidiosa y
tiene una energía malísima, te acercás, te mira…y ya está…al rato te
duele la cabeza, te ojeó”. (Adriana)

En este relato, puede observarse cómo la atribución de la causa


del mal de ojo se dirige a la mala energía -la energía negativa- que
posee el ojeador, cuya potencia se ve aumentada por los celos y la
envidia.
La etiología de la enfermedad se asocia a la excesiva carga de
energía negativa que posee una persona con sentimientos de envidia.
Esa energía fluye desde su persona hacia otras, quienes al entrar en
contacto con ella, se enferman, en este caso, se ojean. La
manifestación física de la dolencia es el dolor de cabeza, y la manera
de curarlo es reequilibrar la energía propia, eliminando la energía
negativa que ha sido adicionada al entrar en contacto con el aura de
un ser especialmente cargado de energía negativa. La ejecución de
asanas, al igual que la técnica del reiki, permiten eliminar las
energías negativas, reequilibrando el flujo energético y restaurando la
salud.
Las diferentes opciones de autotratamiento puestas en juego se
desarrollan simultáneamente y la asignación de eficacia se atribuye a
su acción conjunta. A su vez, cada una de las terapias alternativas
promueven a través de sus técnicas la manipulación de la energía, y
si bien las prácticas pueden diferir en el tipo de experiencias que
proponen, todas ellas en esencia, posibilitan la armonización de la
energía presente en las distintas entidades que conforman la
persona, al tiempo que hacen hincapié en la relación armoniosa del
individuo con su entorno, tanto social como ambiental.
Respecto a la combinación de distintos tipos de autotratamiento
frente a un mismo episodio de enfermedad, es interesante destacar
también la combinación de técnicas que reconocen sus fundamentos

154
en el yoga con aquellas que son propias de la biomedicina. Así,
Alejandra, una usuaria habitual del yoga nos decía:

“Cuando te duele la cabeza, tenes que actuar rápido, para evitar


mayores problemas. Si queres te explico como hago yo: me tomo una
aspirina, y mientras dejo que haga efecto, me relajo, bajo las luces,
respiro profundo, inhalo, exhalo, unas cuantas veces, concentro mi
mente en el chakra base, así llevo la energía hacia allí, y
descomprimo la de la cabeza. Porque cuando te duele la cabeza, es
que tenes mucha energía acumulada en la parte alta del cuerpo
físico, entonces, tenes que redistribuirla. Después de un rato, sentís
que se calma, como que desparece, como si te sacaran un peso de
encima, y el dolor se va”

La combinación de remedios alopáticos –en este caso la


aspirina- con las prácticas propias del yoga tiene como objetivo el
alivio de la dolencia, la que si bien es comprendida como un
desequilibrio energético, es plausible de ser sanado simultáneamente
mediante la redistribución del cúmulo energético y el consumo de un
medicamento alopático. Desde esta perspectiva, sin embargo, la
ejecución de la respiración controlada y la meditación -comprendida
como focalización- apuntan a hacer desaparecer las causas, mientras
que el medicamento alopático tiene como objeto el alivio de las
manifestaciones del mal.
En lo que refiere a la combinación de autotratamiento de base
religiosa con técnicas propias del yoga, diremos que se utilizan
conjuntamente frente a una multiplicidad de situaciones, es decir,
tanto a problemas que hacen a la relación del individuo con su
entorno social, como a dolencias manifiestas en el cuerpo físico. Inés,
usuaria del yoga, nos decía al respecto:

“Cuando los chicos se enferman, me siento al lado de su camita, y


mientras yo rezo, les hago respirar profundamente, unas cuantas
veces, les armo las posturas del yoga con mis manos, elijo las que
me dio la profesora para el dolor que estén sufriendo, generalmente
de panza, y al mayor a veces si puede le digo que rece junto a mí
para que el ángel de la guarda lo cure. No sé que es, pero se
tranquilizan, al rato se duermen y el dolor desaparece, se va,
después cuando se despiertan ya tiene ganas de jugar, señal de que
están bien”

En el siguiente relato puede observarse la utilización conjunta


de asanas, respiración y meditación con rezos con un fin terapéutico
destinado a calmar la angustia que resulta de situaciones familiares y
laborales conflictivas:

“Llego a casa muy tarde y siempre muy cargada de cosas, el trabajo


es complicado, mi jefe está muy presionado y deposita en mí la
mayor responsabilidad, pero es no es todo. Cuando llego a casa, me
espera mi marido con sus propios dramas y sus cuestionamientos, no

155
estamos pasando una buena etapa de pareja, esas cosas pasan. Los
chicos, están en plena adolescencia, tienen para hacerme tres
millones de reclamos, se pelean todos conmigo, como veras mi casa
es no es últimamente el mejor lugar para estar. Sé que va a pasar,
confío en que son etapas. Así que termino de hacer lo más urgente y
me encierro un rato en mi cuarto, antes de cenar, me ducho y luego
me relajo, tomo contacto conmigo, con mi cuerpo, respiro profundo y
hago aunque sea un par de asanas. Hago una meditación cortita, de
diez o quince minutos, rezo mucho, rezar me hace bien. Siento que
es la manera de entrar en contacto conmigo, de no perderme entre
tanto reclamo ajeno, de poder hallar el foco, de ser yo y no quedarme
pegada en los reclamos ajenos” (Guillermina)

En ambos casos, la utilización de las prácticas propias del yoga


en combinación con el rezo a las hierofanías del catolicismo se
muestran sin conflicto.
A modo de conclusión, diremos que las prácticas de
autotratamiento recogidas entre nuestros informantes en Buenos
Aires y su zona metropolitana, muestran la combinación de técnicas
de diversa raigambre, frente a un mismo o distintos episodios de
enfermedad. En lo que hace específicamente a la disciplina de
estudio, sus prácticas pueden presentarse completas (en el caso de
realizarse las asanas, la respiración, la relajación y la meditación) o
pueden utilizarse de acuerdo al interés puntual del usuario, el que
selecciona ciertas instancias, las que pueden combinarse o no unas
con otras. Finalmente, desde la perspectiva de los usuarios del yoga,
la relajación y la meditación en tanto prácticas aprendidas en el
contexto de una clase, se transforman en los ejes del uso terapéutico
del yoga como autotratamiento.

156
Conclusiones

Como hemos visto en el desarrollo del presente trabajo, el yoga


ingresó en la Argentina en los inicios del siglo XX. En sus comienzos
era una disciplina seleccionada por individuos pertenecientes a
pequeños grupos de elite, en su mayoría intelectuales de altos
recursos económicos que buscaban en la práctica oriental una nueva
forma de espiritualidad. En aquellos años, se produjo la llegada de
una serie de maestros orientales que, financiados y promocionados
por estos grupos, vinieron a nuestro país a enseñar los principios de
la filosofía yoga. Su permanencia en el país permitió la formación de
distintas escuelas que se formaron a su alrededor y que hoy
continúan reconociendo sus orígenes en aquellas primeras instancias.
Transcurrido el siglo XX y más marcadamente desde mediados
del mismo, por distintos motivos el yoga fue transformándose en una
práctica de consumo y de acceso cada vez más amplio, hasta llegar a
nuestros días mudada en una disciplina que puede tanto ser una
opción destinada a individuos de recursos económicos y nivel de
instrucción altos, como también una oferta posible para individuos de
sectores socioeconómicos medios y bajos, dado su amplio
ofrecimiento tanto pago como de muy bajo costo o gratuito. Al
respecto, cabe señalar que el yoga forma parte de la oferta que tanto
las iglesias católicas como los talleres de extensión a la comunidad,
pertenecientes a distintas municipalidades del conurbano
bonaerense, ofrecen gratuitamente o con muy bajos costos a sus
integrantes. Asimismo, la disciplina es promocionada en gimnasios y
clubes barriales que anexaron al yoga como una más de sus
posibilidades, combinándola en una oferta que la mixtura con
técnicas corporales de marcada raigambre occidental, como puede
ser aerobics, gimnasia artística, entre otras.
Sin embargo, los motivos de la amplia aceptación del yoga en
distintos sectores de la sociedad, deben buscarse no sólo en la
variedad de ofertas y los medios gratuitos ofrecidos para su
ejercitación, sino también y, principalmente, en la eficacia terapéutica
comprobada por los usuarios y la similitud de ciertas nociones
referentes a la enfermedad, la terapia y la salud entre el sistema de
creencias de los practicantes y la tradición oriental en la que se basa
la disciplina.
En el área Metropolitana concurren al yoga individuos de muy
diversas características y por motivos disímiles. Respecto a los
usuarios del yoga, no consideramos en este trabajo a los que lo
comprenden como una mera técnica de gimnasia, porque a través de
ellos no se puede estudiar el fenómeno del yoga, sí el de
complementariedad terapéutica. Señalamos las diferencias entre los
distintos usuarios habituales, remarcando básicamente dos tipos,
aquellos que buscan en el yoga una vía de crecimiento espiritual y
aquellos cuyo objetivo es la búsqueda de una mejor calidad de vida y
la atención de problemas de salud puntuales. En lo que hace a la

157
búsqueda de salud, encontramos en ambos grupos la selección del
yoga por motivos preventivos.
En lo que refiere a los tipos de especialistas, señalamos dos
grupos en virtud de su formación y su dedicación laboral a la
disciplina. En un primer grupo distinguimos a los especialistas
formales, los que han recibido una formación sistemática en la
disciplina, en el marco de carreras universitarias o tecnicaturas que
finalizan en la titulación como profesores o instructores de yoga. En lo
que hace a su dedicación laboral, el yoga se presenta como la
principal tarea que realizan cotidianamente, dedicándole la mayor
cantidad de horas semanales a su enseñanza. En un segundo grupo,
describimos a los especialistas autodidactas, los que como su nombre
indica, han construido autónomamente su formación, de maneras
eclécticas y diversas, combinando tanto lecturas eruditas como
material de divulgación en torno al yoga y otras disciplinas
alternativas, construyendo así un marco de explicación que muestra
importantes grados de refiguración respecto a las tradiciones
orientales. Respecto a la dedicación en horas de enseñanza y práctica
del yoga, hemos observado que se combina de manera frecuente con
otras terapias alternativas, como suelen ser la reflexología, el reiki y
la aromaterapia.
Concluimos así que existen diferencias subjetivas en virtud de
la formación y el conocimiento en las fuentes tradicionales de la
India. Entre los especialistas formales y los usuarios comprometidos
el proceso de reformulación y adaptación de los saberes orientales es
mucho menor, incluso algunos de nuestros informantes dan
explicaciones que serían aceptables en Oriente. Mientras que entre
los autodidactas, los procesos de refiguración y de síntesis cultural
entre las ideas orientales y otras de raigambre occidental es un hecho
constante, dando a las explicaciones sobre el yoga una notoria
variedad, más allá de ciertas recurrencias que, por supuesto, nos
permiten pensar la disciplina como una unidad. Por su parte, los
usuarios no comprometidos suelen a veces manejar algunos
conceptos profundamente refigurados y otras veces carecen de
conocimiento alguno que dé fundamento a la práctica, la que es
requerida simplemente por su eficacia en el cuidado de la salud.
Se acentúan las resignificaciones en aquellas nociones que
hacen a las entidades de la persona y la valoración de los actos, las
que difieren notablemente entre la tradición católica y la oriental. Así,
por un lado, las ideas de sustancia material e inmaterial versus las de
cuerpo y alma, las de connotación moral de los actos y de la energía
versus una idea de ignorancia por desconocimiento del dharma, se
presentan como las principales nociones en torno a las cuales se dan
las mayores refiguraciones.
No obstante, ambos tipos de especialistas se distinguen de
otros terapeutas -tanto de los alternativos como de las otras
medicinas del sistema etnomédico vigente en el área de estudio- por
su manejo de energía o poder mediante la ejecución de las asanas y
el control de la respiración, asociados siempre al logro de estados
alterados de conciencia.

158
Intentando una reducción fenomenológica, diremos que el yoga
es una filosofía, una cosmovisión y una práctica que busca la
liberación de la partícula divina en el hombre –atman, purusha- para
que se una con el Todo o lo Absoluto y así propiciar el cese de la
rueda de encarnaciones, lo que implica el fin de la existencia material
y terrena y por ende el cese definitivo del dolor y de la enfermedad.
Si bien muchos de los practicantes adhieren y otros no a la idea de
reencarnación, todos concluyen que la finalidad del yoga es la
liberación.
Considerando la perspectiva de los usuarios comprometidos y
de los especialistas formales, el yoga es ante todo una práctica
individual que enfoca el acrecentamiento de la energía de las
personas. Es señalada como una disciplina que apunta siempre a una
mejor calidad de vida, incrementando la “espiritualidad” y el manejo
de la energía. Tiene también la meditación y el movimiento como
prácticas propias.
La energía es el concepto central de esta cosmovisión que
permite comprender tanto la etiología, como las manifestaciones de
la enfermedad y los modos de la terapia. Es siempre entendida como
mana o poder generalizado, porque está en todas partes; algunos
especialistas formales lo identificaron como Brahma, concientemente
lo reflejan equiparando Brahma a poder, poder eficaz de la energía.
El yoga tiene entre sus múltiples facetas más que un mero
aspecto terapéutico en el sentido biomédico. Implica una cosmovisión
de la que se desprende una determinada manera de entender la
enfermedad y la terapia.
En su aspecto terapéutico, el yoga se presenta como un conjunto
de posturas corporales o asanas, respiración, relajación y meditación,
que busca alcanzar estados alterados de conciencia. El hecho de que
esta práctica involucre asanas permite que sea fácilmente
distinguible para cualquiera de cualquiera de las otras terapias
alternativas. El movimiento típico del yoga se percibe como el eje
central de la práctica, la meditación y el acceso a los estados
alterados de conciencia devienen de la ejecución de dichas posturas
acompañadas de una determinada respiración conciente.
El acceso a estados alterados de conciencia hace del
especialista un ser distinto a los demás, que experimentó durante su
iniciación una transformación ontológica, la que se ve en la
adquisición de ciertas habilidades tales como las que hacen a la
manipulación de la energía, entre las que se destacan la posibilidad
de incrementar o disminuir tanto su propia energía como la de otros
individuos, percibir la cantidad y calidad de la energía del aura de
otros individuos, detectar ambientes nefastos por su carga energética
negativa, enviar energías positivas o negativas a través del espacio;
aquellas que refieren la potenciación de los sentidos, como agudizar
la vista, el oído, el tacto, el gusto y el olfato y, finalmente, aquellas
que refieren al conocimiento de las vidas pasadas y el karma tanto
propio como ajeno, la capacidad de detectar la enfermedad,
diagnosticarla y proveer la terapia.

159
Al fortalecer su energía, estos individuos pueden precaverse de
la enfermedad y evitar que las energías negativas ingresen a su
persona. Tienen, sin embargo, que realizar ciertas acciones descriptas
como “conductas preventivas” para mantener y acrecentar su caudal
energético, tales como meditar diariamente, alejarse de espacios
contaminados por energías nefastas y mantener ciertas conductas
alimenticias e higiénicas.
La capacidad de estos especialistas no es individual, de hecho,
como sucede con los shamanes, algunos especialistas del yoga eligen
adquirir poder y otros no. Como pudimos constatar en los relatos,
muchos de ellos deciden no acceder a la posibilidad de manipular
energía, la que es comprendida como poder.
En lo que refiere a los usuarios, éstos llegan a distintos niveles
dentro de la práctica, de acuerdo principalmente a su interés.
Mientras algunos intentan a través del logro de estados alterados de
conciencia el acceso a la manipulación de la energía, otros en estas
mismas instancias prefieren desechar conscientemente esta
posibilidad y permanecer ajenos a este ámbito. Los motivos de tales
elecciones se expresan en términos de temor frente a la posible
pérdida de control individual asociado a los estados de vigilia, la
potencial incapacidad de manipular dichos estados y perder la
cordura y, finalmente, ciertos resquemores frente a la responsabilidad
de poseer poder y utilizarlo para fines moralmente connotados como
positivos, en los que se subraya la dualidad constante del hombre
que vive en tensión entre lo bueno y lo malo. De cualquier manera,
este rechazo no hace más que confirmar la creencia en el poder que
deviene de la manipulación y control de la energía.
En tanto el yoga es una cosmovisión, implica una visión de la
persona, la que incluye distintas entidades tales como cuerpo físico,
cuerpo etéreo o aura, chakras, espíritu, partícula sagrada. Si bien en
su concepción original las grandes diferencias son entre lo material y
lo inmaterial, se destaca en la apropiación de sus principios que,
aunque lo material no coincide con nuestra idea porque incluye
pensamientos, emociones y acciones, se busca siempre traducir estos
aspectos ontológicos a términos occidentales que den cuenta de su
complejidad y lejanía cultural.
El cuerpo no adhiere a una idea biomédica ni católica del
cuerpo. Es definido siempre holísticamente ligado a otras entidades
“no físicas” y a las influencias energéticas que despliegan otros
individuos, ambientes, en fin, a la sociedad y el cosmos. Asimismo, la
partícula divina que mora en su interior proviene y se proyecta a otras
encarnaciones, es decir, no se libera con la muerte física sino con el
desapego de lo material.
A diferencia de la acupuntura, el reiki o la reflexología, que
apuntan más estrictamente a lo terapéutico, el yoga busca
trascender, es una terapia pero es más que una terapia. De hecho, en
el caso de los especialistas formales y los usuarios comprometidos,
muchos de sus efectos terapéuticos puntuales son considerados
efectos colaterales de la búsqueda de liberación de la partícula
divina. En el caso de los usuarios en búsqueda de salud y de los

160
especialistas autodidactas, si bien el principal objetivo de la práctica
es el logro de estados saludables, se refieren constantemente otros
aspectos que superan los simplemente terapéuticos.
Nos enfocamos en el análisis de los caminos terapéuticos vistos
desde el yoga. El yoga se revela como una medicina y una práctica
de autotratamiento que desde una perspectiva preventiva se usa
generalmente para lograr y mantener estados saludables y
armoniosos que impidan la aparición de la enfermedad. En estas
situaciones la disciplina en cuestión no se asocia a nada, ni a otras
terapias alternativas y menos a la biomedicina.
En algunos casos cuando se usa como autotratamiento se asocia
con la biomedicina como en el caso frecuente de consumos
alopáticos de analgésicos y ejecución de asanas. Cuando asume un
rol terapéutico se asocia con toda claridad a la biomedicina, a veces
derivado por ellos (casos escasos). Casi tan frecuentemente se
combina con otras terapias rituales como las del catolicismo, aunque
en el caso de las terapias de raigambre afroamericanas y evangélicas
menos frecuentemente. Algo similar sucede con las técnicas
terapéuticas de raigambre tradicional en nuestro país.
En todos los casos, el yoga se percibe como la terapia capaz de
hacer desaparecer las reales causas de la enfermedad y no
meramente sus manifestaciones físicas o emocionales.
En tanto su ejecución implica la manipulación de energía como
potencia sagrada, puede comprenderse como un ritual, y es en ese
sentido que estudiamos las distintas vías de calificación del espacio y
del tiempo. En lo que hace al tiempo, concluimos que en función de
los contenidos de cada encuentro se pueden marcar cuatro
sublapsos: preparación, ejecución de asanas, meditación y
agradecimiento. En el primer sublapso, se da el inicio de una duración
calificada, es en este sentido, un umbral. En el segundo sublapso, la
ejecución de asanas propicia la liberación de energías, las que
pueden ser de signo negativo. En el tercer sublapso, la meditación, se
propicia la manipulación de la energía, lo que implica para los
neófitos armonizar su monto energético total e individual y, para los
iniciados, la expansión de los estados de conciencia y el incremento
de las capacidades del sujeto. Finalmente, el cuarto sublapso o
agradecimiento se muestra como la finalización del lapso calificado.
En este ritual – a diferencia de otros rituales institucionalizados- no
incide la posición calendárica, sino que sólo en cuanto a su posición
en el tiempo inciden las duraciones del día (mañana-noche). Respecto
al espacio mismo de su ejecución, es considerado calificado, y por
tanto es homogéneo, finito y continuo. El ritual es discontinuo y
heterogéneo respecto del resto de las habitaciones.
Finalmente, lo que hace la diferencia entre el yoga y otras
terapias alternativas que se ofrecen en el área metropolitana es el
manejo de energía mediante las asanas, así como una finalidad que
va más allá de lo meramente terapéutico.

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178
Índice

Prólogo ……………….…………………………………………………. 6

Capítulo I
El yoga en el contexto de la globalización ………………… 10

Capítulo II
El yoga y las tradiciones orientales …..…………………… 31

Capítulo III
Una etnografía del yoga en Buenos Aires ………………. 40

Capítulo IV
Etiología y Terapia.
Las nociones de enfermedad y salud en el yoga …….….. 95

Capítulo V
Yoga y complemetariedad terapéutica ….………………… 115

Conclusiones ……………………………………..……………….. 131

Bibliografía ……………………………………………………….. 135

179

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