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En la infancia, la típica pregunta que surge entre hermanos o amigos es: "¿qué serás cuando
crezcas?". La respuesta puede variar según la edad. A la edad que ahora tiene el lector, esta
pregunta no se justifica, pero puede emerger.
Para clarificar el rumbo que va a tomar la propia vida al graduarse de una carrera profesional, es
necesario elaborar un Plan de Vida y Carrera (PVC), que brinde un marco de referencia para la
toma de decisiones. Aunque no debe tomarse como algo rígido que limite la capacidad de
reacción.
Un PVC es un plan estructurado que abarca diversos aspectos: profesional, intelectual, social,
familiar... Cada aspecto debe tener una meta específica, pues cada día se representan diferentes
roles.
2. Establecer metas
Uno de los grandes errores que puede cometer un profesionista o futuro profesionista es
soñar demasiado. Soñar no es malo, pero se debe establecer un plan objetivo. Por ejemplo,
la meta de estudiar una maestría en Alemania es válida, pero "¿en realidad conozco la oferta
de maestrías en Alemania?, ¿sé cuáles son los requisitos?, ¿domino el idioma alemán?, ¿es
una meta real?..."
Una meta se piensa tomando en cuenta el contexto personal y lo que se desea. Debe
redactarse en forma clara para que sea útil en la toma de decisiones. Además, es necesario
considerar metas del aspecto social, por ejemplo: "¿cómo puedo ayudar a la comunidad?".
4. Determinar un indicador
Una meta sin un indicador es sólo un buen deseo. Por ello, es necesario establecer un
proceso para evaluar cómo va el avance. En el ejemplo de la maestría, se debe fijar una
fecha final y fechas intermedias para cada paso, como "presentar y aprobar el examen de
admisión para noviembre", "reunir y tramitar información de becas antes de febrero"...
Un Plan de Vida y Carrera bien estructurado permite tomar una decisión ante una oportunidad.