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Guerra Mundial, y son en particular, las políticas de ayuda ejercidas por los
Estados Unidos hacia Europa aportaron un talante paternalista ante el resto del
mundo a las naciones del reconfigurado centro de producción/reproducción del
capital y del sistema mundo moderno/colonial. El discurso colonial se reeditó y
tomó un nuevo rostro modernizador, aquel interesado en ayudar, redirigir y
“humanizar” los modos de vida del llamado tercer mundo, un concepto de por
si homogeneizador de las diferencias y particularidades de cada rincón del
planeta caracterizado por esta situación de primitivismo y estancamiento, en
palabras del Presidente norteamericano H. Truman (Truman, 1949 en
ESCOBAR, 1999: 75).
La construcción de la identidad
moderna, así como lo vimos durante la
Su pobreza constituye
época posterior al Descubrimiento de
un obstáculo tanto
América se construiría por negación de “lo
para ellos como para
otro” y también tomaría un nuevo rostro y las áreas más
nuevos parámetros a seguir, de acuerdo con prósperas (H. Truman,
los avances logrados en el “norte” del 1949)
planeta. Educación, salud, nutrición y
derechos humanos fueron dádivas de occidente pagadas a sangre y fuego por
los pueblos de África, Asia y América.
Detrás de todo este nuevo rostro del capital se encuentran una serie de
postulados convertidos en causalidades acerca de la naturaleza humana y en
particular de la naturaleza blanca en posición ante las demás razas. El discurso
científico principalmente suplió al discurso religioso judeo-cristiano como
justificador de la intervención, dominación y supresión de las naturalezas
“otras” del Tercer Mundo. Una ciencia eurocéntrica, consustanciada con el
modo de producción capitalista y financiada por sus burgueses, empresarios y
políticos, a través de múltiples mecanismos. La tan apreciada “objetividad”
científica sirvió para elaborar a nivel transdisciplinario todo un sistema de
representaciones de la vida, el sexo, la locura, de “lo mismo”. Una clase, la
burguesa, con sus características de raza, de costumbres, de ética y moral,
logró imponer su modo de verse y el modo de ver a “lo otro”.
La racionalidad científica europea estuvo vinculada desde sus principios a
una particular idea de raza y de su relación con las aptitudes, actitudes y
potenciales de los grupos humanos, las ciencias sociales en particular, son un
claro ejemplo de cómo la cultura occidental divide al hombre según su posición
espacio temporal (nociones también construidas y homogeneizadas por
occidente) y su raza fundamentalmente.
[One in three black students fails to finish high school, and nearly all
of those who don’t graduate are poor. Rates of violent crime are falling
nationally, but the murder rate among young black men has risen sharply.
America has two black communities, really, and one of them is falling
further and further behind.] (CARTER, 2008:
http://www.nytimes.com/2008/07/06/opinion/06carter.html?
pagewanted=1&_r=1) [Traducción de la autora]
a. La comisión de la O.N.U